el re-conocimiento de la paz en la historia

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PRÓLOGO EL RE-CONOCIMIENTO DE LA PAZ EN LA HISTORIA FRANCISCO A. MUÑOZ - MARIO LÓPEZ MARTÍNEZ Instituto de la Paz y los Conflictos Universidad de Granada La Historia y, solidaria y complementariamente, todas las ciencias y disciplinas interesadas por las dinámicas de los grupos y sociedades humanas han tenido que actualizar continuamente sus presupuestos y perspectivas de acuerdo con los cambios producidos en las preocupaciones y la conciencia del conocimiento científico y humano en general. Esto incluye los debates tenidos en la filosofía, la economía, la política, la opinión pública en general, los foros internacionales, etc., así como todos aquellos acontecimientos humanos que las propias sociedades han con- siderado relevantes de una forma u otra. En definitiva todas aquellas contribuciones capaces de aportar nuevas demandas y propuestas en las relaciones humanas en cualquiera de las escalas en las que se produzcan. De lo que hablamos es de la «historicidad» de la Historia, la depen- dencia de los conocimientos históricos de las coyunturas históricas donde se elaboran. En esta misma línea se ha demandado en distintos momentos la necesidad de un compromiso del historiador con los tiempos que la ha tocado vivir. Queremos recordar la dificultades que en situaciones parecidas han podido tener determinadas innovaciones como ha podido ser la Historia Social, o más recientemente la Historia de las Mujeres . Existían dudas sobre la información de las fuentes, sobre la utilidad de las citadas investigaciones, pero sobre todo resistencias a integrar nuevas perspectivas sobre la Historia.

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La paz silenciosa, la paz comercial, el optimismo antropológico, una historia de solidaridad, cooperación y socialización, las actividades de baja entropía, los métodos alternativos de solución de conflictos, la noviolencia, el pacifismo, etc., son elementos por reconstruir para confeccionar una Historia general de la Paz

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  • PRLOGO

    EL RE-CONOCIMIENTO DE LA PAZ EN LA HISTORIA

    FRANCISCO A. MUOZ - MARIO LPEZ MARTNEZInstituto de la Paz y los Conflictos

    Universidad de Granada

    La Historia y, solidaria y complementariamente, todas las ciencias ydisciplinas interesadas por las dinmicas de los grupos y sociedadeshumanas han tenido que actualizar continuamente sus presupuestos yperspectivas de acuerdo con los cambios producidos en las preocupacionesy la conciencia del conocimiento cientfico y humano en general. Estoincluye los debates tenidos en la filosofa, la economa, la poltica, laopinin pblica en general, los foros internacionales, etc., as como todosaquellos acontecimientos humanos que las propias sociedades han con-siderado relevantes de una forma u otra. En definitiva todas aquellascontribuciones capaces de aportar nuevas demandas y propuestas en lasrelaciones humanas en cualquiera de las escalas en las que se produzcan.

    De lo que hablamos es de la historicidad de la Historia, la depen-dencia de los conocimientos histricos de las coyunturas histricas dondese elaboran. En esta misma lnea se ha demandado en distintos momentosla necesidad de un compromiso del historiador con los tiempos que laha tocado vivir. Queremos recordar la dificultades que en situacionesparecidas han podido tener determinadas innovaciones como ha podidoser la Historia Social, o ms recientemente la Historia de las Mujeres.Existan dudas sobre la informacin de las fuentes, sobre la utilidad delas citadas investigaciones, pero sobre todo resistencias a integrar nuevasperspectivas sobre la Historia.

  • EL RE-CONOCIMIENTO DE LA HISTORIA DE LA PAZFRANCISCO A. MUOZ, MARIO LPEZ MARTNEZ

    La Paz, la regulacin pacfica de los conflictos, es sin duda una delas grandes preocupaciones de nuestro siglo, es punto de inters de laopinin pblica en general, as como de polticos, religiosos, gentes dediversas culturas y estatus social, mujeres, jvenes, empresarios, etc. Estesentir general ha alentado el nacimiento de estudios -interdisciplinares enla mayora de los casos- relacionados con esta temtica a lo largo de todoeste mundo, con ellos se ha ampliado sus objetivos, ha elaborado propues-tas metodolgicas y epistemolgicas nuevas y ha participado y compartidocon otras ciencias y disciplinas su inquietud por las sociedades humanas.

    Tal vez unas de las aportaciones ms significativas de la Investigacinde la Paz (Peace research) hayan sido el estudio de los conflictos y lacaracterizacin de la violencia. Efectivamente, buscar vas explicativasde la conductas humanas a travs de la aceptacin del conflicto comoinherente a la propia especie y, en consecuencia, admitir que pueden serutilizadas alternativas a las resoluciones violentas resulta si no alternativos al menos novedoso.

    Hoy, sin duda, los historiadores tienen el compromiso de introduciren sus investigaciones las temticas relacionadas con la paz no slo porsu compromiso con la realidad social que viven, sino tambin por elenriquecimiento mutuo que se pueda producir por el contacto con lasaportaciones cientficas de la Investigacin de la Paz, incorporando losanlisis de los conflictos, ampliando sus horizontes y mbitos, paracomprender una dimensin insoslayable de la Humanidad: las va alter-nativas (pacficas -la paz- y violentas) de regulacin de los conflictos.

    Asimismo, conviene sealar el fuerte desajuste o desequilibrio his-toriogrfico entre el nmero de trabajos y la importancia que el mundocientfico ha otorgado a los estudios de la guerra con respecto a los dela paz y las vas pacficas de resolucin de conflictos. En este sentido,esta lnea hegemnica ha contribuido a sobredimensionar y, definitiva-mente, a legitimar al belicismo, la violencia y el poder destructivo comoformas inevitables de progreso (la guerra como motor de la historia!).Sin entrar a valorar ms profundamente este sofisma, los estudios sobrela paz, y este trabajo tienen la intencin de ayudar a nivelar parte de esedesequilibrio. Valga el planteamiento de esta primera cuestin para re-flexionar en tal sentido: Puede ser la historia de la paz un instrumentode anlisis y un objeto historiogrfico para comprender el desarrollo yevolucin, o los actos involutivos, de la especie humana? Las siguientespginas pretenden no slo contestar a esta cuestin sino abrir y desarrollarinterrogantes en este campo.

    Intentamos abordar estos interrogantes, comenzado por reconocer lapresencia de la paz en la historia como un mero acontecimiento histrico.A continuacin, y en estrecha relacin con el anterior apartado -con lavivencia social de la paz-, pretendemos hacer algunas contribuciones quenos permitan situar a la paz como una categora analtica de los procesoshistricos. El tercer apartado, an dbilmente desarrollado, quiere indagarsobre los obstculos epistemolgicos y tericos para poder construir unHistoria de la Paz. Por ltimo, en el apartado cuarto, solamente queremosafirmar la pertenencia, relaciones y dependencias de esta historia con laHistoria, con letras maysculas. Todo ello pretendemos que sirva demarco introductorio a los artculos de nuestros/as colegas que ejemplificanalgunas realidades y momentos histricos. Finalmente, en el ltimo captulodel presente libro enlazaremos con estas problemticas intentando dar unaperspectiva mas general y constructiva sobre la Historia de la Paz.

    1. LA PAZ EN LA HISTORIA

    Existe un primer paso que se hace estrictamente necesario: reconocerhasta que punto el concepto Paz puede ser relevante para el anlisis einterpretacin de los fenmenos histricos. Este reconocimiento puedetener ciertas dificultades intrnsecas (definicin, relaciones con otrasconceptos y categoras analticas, utilidad, etc.) que, sin embargo, ha dadoya algunos pasos en otros mbitos y disciplinas (relaciones internacionales,ciencia poltica, sociologa, pedagoga, filosofa, etc.), casi todos ellosinteraccionados con la Investigacin para la Paz que lo ha convertidoen uno de sus principales focos de atencin.

    Efectivamente, desde que la Paz comenz a ser considerada como unobjeto de estudio cientfico, las aproximaciones que se han realizado aella han sido mltiples, para ello se han utilizado las aportaciones de otrasdisciplinas y elaboraciones propias que han enriquecido la perspectivageneral sobre la conducta humana. En cualquier caso desde un enfoquenecesariamente interdisciplinar y transdisciplinar abierto, con capacidadde integrar y ganar en capacidad de relacin e integracin de la diversasvariables presentes. Creemos interesante hacer un pequeo balance de estacorta pero fructfera historia, para reconocer sus rasgos esenciales, plan-tearnos cules pueden ser los futuros desafos de las investigacioneshistricas sobre la paz. Y, desde ellos, reconocer como la Paz puedecontribuir a la creacin de nuevos paradigmas de anlisis comprometidos

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    con los retos sociales y de conocimiento del mundo en que vivimos yparticularmente con los desafos de la Historia.1

    Segn podemos deducir de las fuentes escritas parece que la aparicindel concepto de paz ha estado ligado al de guerra, pues ambos aparecencasi coetneamente. Puede que en las primeras etapas de los sociedadeshumanas no existiera ni el uno ni el otro, sobre todo porque la realidadsocial que deban de definir no estuvieran presentes: la guerra porque nohaba nacido todava, la paz porque no era necesaria como idea. Queremosafirmar que cuando no existe la Guerra tampoco existe la Paz, concep-tualmente hablando,2 por tanto el concepto de paz obedece a la necesidadde frenar la Guerra cuando esta ltima aparece como prctica y, proba-blemente, tambin como concepto. El horror de la guerra deba serexplicado y tambin relacionado con un horizonte de esperanza en queaqulla no existiera.

    Como sucede con muchas otras circunstancias histricas y socialesestas quedan reflejadas en el lenguaje cuando son motivo de preocupacin.En los momentos histricos a los que nos referimos, no tenemos constanciade la conceptualizacin porque no haba preocupacin y consciencia porel problema, o no haba transcurrido el tiempo suficiente para que stefuera fijado. De modo semejante, hasta hace pocos aos no utilizbamosel concepto de seguridad ecolgica (sobre todo porque o no exista ono percibamos el riesgo de catstrofe en la biosfera). Adems, segnmuchos autores, un porcentaje muy elevado, por encima del 90% -elporcentaje no tiene una exactitud matemtica pero sirve como aproxima-cin a la dimensiones de la realidad-, de las comunidades existentes enla historia de la humanidad no han tenido que plantearse este problema.3

    Continuando con nuestro razonamiento anterior, en una segunda fase,ligada en la mayora de los casos a la aparicin del estado, cuando las

    guerras se extienden por mltiples causas, la necesidad y el anhelo depaz comienzan a hacerse patentes. Debieron de ser estas circunstanciaslas que favorecieron que emergiera el concepto de paz como un campoconceptual y de anlisis en el que se podan reconocer relaciones yregulaciones pacficas entre grupos e individuos. Aunque sometida ana una dbil articulacin terica y dependiente, en la mayora de los casos,de la conceptualizacin de la guerra. En esta fase se crean lo que podramosdenominar como ideologas de paz. En estas circunstancias la paz establecevnculos y se extiende hacia y con las religiones, sus ritos y ceremonias,llegando incluso a ser deificada, a convertirse en un recinto o refugio delo sagrado.4

    En esta fase en la que la idea de paz se desarrolla a su vez podramosafirmar que se ha ido paulatinamente formando un pre-concepto depaz definido por ideas que ayudan a definir un campo conceptual queenglobara al altruismo, la cooperacin, la solidaridad, el amor, etc. Desdeesas latitudes histricas hasta el final del segundo milenio, esta categorapre-conceptual se ha ido alimentando de mltiples debates, caracteriza-ciones y controversias.

    Siendo en esta ltima fase, la que coincide con las ms virulentasguerras que han azotado a la Humanidad -la Primera, la Segunda Guerrasmundiales y el potencial holocausto nuclear-, cuando se comienza aconstruir una teora de la paz mucho ms profunda, coherente y compleja.Fue, en gran medida, necesario el progreso de las ciencias sociales enlos siglos XIX y XX y el fuerte impacto emocional de las grandes guerraspara que, de manera terica y articulada, se empezara a plantear con todasu profundidad el problema epistemolgico de la paz. Es precisamenteen esta fase cuando nace la Investigacin para la Paz, que ha supuestola incorporacin de tales perspectivas e intereses a los mbitos y foroscientficos y de investigacin (Universidades, Institutos, centros y comu-nicad cientfica en general).5

    1. Cf.: PAGS, Pelai (1983) Introduccin a la Historia. Epistemologa, teora y problemasde mtodo en los estudios histricos, Barcelona; MUOZ, Francisco A.- RODRGUEZALCZAR, Javier (1997) Horizontes de la investigacin sobre la paz, en CANO PREZ,M. J. - MUOZ, Francisco A. Hacia un Mediterrneo pacfico, Granada, 59-75.

    2. Cf.: MUOZ, Francisco A. (1993) Sobre el origen de la Paz (...y la Guerra), enRUBIO, A. (ed.) Presupuestos tericos y ticos sobre la paz, Granada, 95-116.

    3. Sin duda existe una cierta deficiencia en la informacin para poder generalizar contoda garanta tales afirmaciones, ya que para muchas de las sociedades pre-estatales, queestaran enmarcadas en la propuesta que hacemos no disponemos de informacin suficiente.En realidad esta problemtica es comn para todos los modelos existentes para el anlisisde estas sociedades y sus transiciones a sociedades estatales.

    4. Cf. MUOZ, Francisco A. - MOLINA RUEDA, Beatriz (eds.) (1998) Cosmovisionesde paz en el Mediterrneo antiguo y medieval, Granada.

    5. Cf. HOIVIK, T. (1983) Peace Research and Science. A Discussion Paper, Journalof Peace Research 3; WALLENSTEIN, Peter. (1988) Peace Research. Achievements andChallenges, Boulder; THEE. Marek (1986) Alcance y prioridades de la investigacin sobrela paz, Anuario de Estudios sobre Paz y Conflictos Unesco.1, Barcelona, 38-53; MUOZ,Francisco A. - RODRGUEZ ALCAZAR, Javier (1997) Op.Cit.

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    1.1. La Historia y la Investigacin para la Paz

    As como la paz ha sido y ser una de las formas ms creativas deconstruir la historia, la Investigacin para la Paz ha tenido como virtudampliar los horizontes epistemolgicos de las ciencias y dotar de un utillajenuevo e interdisciplinar a las mismas para que ciertamente se produzcaun avance significativo en el tratamiento y las soluciones a los problemasintelectuales y reales de los seres humanos.

    Asimismo, la Investigacin para la Paz no ha sido ajena a los interesesde los debates historiogrficos en torno a los motores de la Historia. Ellaha contribuido a generar nuevas perspectivas de anlisis y a agregar muchasms variables desdeadas u olvidadas a la reconstruccin de la Historia,tales como el pacifismo, la cultura de la paz o la no-violencia.

    Durante sus primeras andaduras, tras los aos de la primera guerramundial, la Investigacin para la Paz surgi de la necesidad de encontrarun equivalente moral y cientfico a la guerra, para poner fin a la guerramisma. Naci la pedagoga de la paz que era el estudio de los compor-tamientos agresivos y violentos en los seres humanos y la apuesta porunas formas de socializacin y educacin diferentes que hicieran a laspersonas ms libres, responsables y creativas. Los movimientos pedag-gicos del mundo de entreguerras que abordaron un tipo de educacin yformacin ms democrtica, junto a los movimientos no-violentos capa-citaron los primeros pasos de la Investigacin para la Paz. Si bien escierto, que la Investigacin qued sujeta desde sus inicios a explicar laimportancia, en el mundo, de los conceptos de violencia y de guerra. Talfue as que, en sus comienzos, la Investigacin para la Paz permitidesarrollar mucho ms la polemologa que la irenologa, en gran medidaporque el propio fenmeno de la guerra y sus asociados deban serexplicados de manera racional, lgica y cientficamente para, tambindesde estas premisas, no slo diagnosticar sino evitar su fenomenologa:para ser abolida tena que ser entendida y estudiada. El concepto de paznaci as como ausencia de guerra o como situacin de no-guerra, erala paz negativa. Durante los aos 50, hasta los setenta, la polemologase desarroll de una manera muy espectacular al calor de la carrera dearmamentos convencionales y nucleares y bajo el patrn de relacionesinternacionales marcadas por el neo-imperialismo de la guerra fra. Suevolucin ira desde el estudio de las formas de armamento, hasta susimplicaciones con otras ciencias humanas del comportamiento, se amplia la psicologa social, la antropologa y el psicoanlisis.

    Sin embargo, ya desde finales de la dcada de los cincuenta se produjoen la Investigacin para la Paz una profunda e irreversible excisin, lairenologa tom una gran vitalidad y acab por despegar como disciplinapropia. Los conceptos claves pasaron a ser la paz positiva y la violenciaestructural.6 El primero se refera a una clara superacin de los lmitesde la paz entendida como la ausencia de guerra o de manifestaciones deviolencia externa. As la paz positiva era el resultado de una construccinconsciente de una paz basada en la justicia, generadora de valores positivosy perdurables, capaz de integrar poltica y socialmente, de generar ex-pectativas, y de contemplar la satisfaccin de las necesidades humanas,etc. Esta aspiracin a colmar y satisfacer le daba a la propia Investigacinpara la Paz la posibilidad de trabajar en un campo inmenso en las cienciashumanas, indagando sobre las mejores soluciones para evitar los conflictoso resolverlos de la manera ms positiva. En cuanto al segundo concepto,la violencia estructural -un tipo de violencia indirecta presente en lainjusticia social-, ha permitido hallar las formas ocultas y estticas de laviolencia, de la violencia de los sistemas (miseria, dependencia, hambre,desigualdades de gnero, etc.). Con ello, aunque se han parangonado losvalores paz y justicia, ha permitido a la Investigacin para la Paz avanzarconsiderablemente en el estudio de muchos campos que se crean agotadoso diseminados por todas las ciencias sociales, tales como desarrollo ysubdesarrollo, democracia, formas de participacin y de exclusin, etc.

    El balance tras cuatro dcadas de desarrollo es que la Investigacinpara la Paz ha supuesto un avance sustancial en las ciencias humanasporque ha promovido la renovacin de los estudios en campos como lapolitologa, la sociologa, las relaciones internacionales, etc. haciendo quese centraran en los valores concretos de la paz; ha contribuido al declivede la ideologa de la neutralidad cientfica y ha creado una sensibilidadhacia las posibles utilizaciones y manipulaciones de signo represivo desus investigaciones; y, en definitiva, ha fomentado la cooperacin inter-disciplinar entre investigadores de las ciencias sociales y tambin en otrasdisciplinas (como las ciencias fsicas). Uno de los objetivos principalesha sido el estudio del conflicto, con todas sus posibilidades, desde losniveles personales y grupales, hasta los internacionales y globales.7

    6. Cf. BOBBIO, Norberto - MATTEUCCI, N. (1977) Diccionario de poltica. Madrid,1196; GALTUNG, Johan (1985), Sobre la paz. Barcelona, pp. 27-72 (originalmentepublicado, en Journal of Peace Research, 1969.

    7. STRASSOLDO, R. (1986) Paz, en Diccionario de Sociologa. Madrid, 1263.

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    Tambin, la Investigacin para la Paz se ha hecho un hueco en ladisciplina de la Historia. No es slo las temticas, que ya resultan de inters,pues se trata de la reconstruccin de las aportaciones, ideas, proyectos,propuestas y pensamientos de los movimientos sociales pacifistas, de lano-violencia, de grupos alternativos, de grupos ms o menos marginales,etc.; as como del estudio de las aportaciones realizadas por las religiones,las filosofas, las ciencias, etc. a la construccin histrica de la paz; sinotambin la forma en la que se abordan los propios problemas histricos,es decir, la influencia sobre las historiografas que implican una visindiferente de algunos conceptos y categoras de anlisis, tales como la propiavisin que se tiene de qu son los conflictos, quines son sus actores ycmo se debe estudiar y enfocar; o las contradicciones que pueden aparecerentre el modelo antropolgico utilizado y los resultados a los que sepretende llegar; o la excesiva importancia dada a ciertos actores histricos(como los Estados) en detrimento o en el olvido de otros; o el excesivopeso dado a ciertos enfoques eurocntricos o etnocntricos para marcaretapas, perodos o ciclos histricos; etc. En tal sentido, la Investigacinpara la Paz ha querido, tambin, influir en temticas, enfoques y resul-tados, y lo ha hecho en los ltimos tiempos especialmente a travs dela sociologa histrica, enriqueciendo las posibilidades de examen delpasado, incorporando nuevas categoras analticas y abriendo la Historiaal hermanamiento con otras disciplinas de las ciencias sociales. El resul-tado, hasta el momento, no es todava una Nueva Historia, con nuevoe independiente utillaje, sus propias categoras especficas, etc., pero sal menos el inicio de lo que con el tiempo s podr ser un enfoque aceptadopor las viejas historiografas. En todo caso, la Investigacin para la Pazno est tan interesada en crear o atomizar las viejas disciplinas, sino enenriquecerlas con sus aportaciones y enfoques.

    1.2. Una especie conflictiva?

    La especie humana podemos definirla como conflictiva en la medidaen que el conflicto como contraposicin de intereses y/o percepciones,est siempre presente en todas las sociedades y actividades humanas, entodas sus actividades, es mas, cabe proyectar su presencia a todo el tiempoy espacio humano, desde que la cultura nos hizo humanos, nos ayuda avanzar en el dominio de la naturaleza. A su vez, podra ser entendidoen la medida en que fuerza la bsqueda de soluciones como una fuente

    de creatividad y renovacin continua. La nocin de conflicto abre grandesposibilidades de anlisis por sus relacin con las necesidades, los deseos,las emociones, etc., que forman parte de todo el entramado social. Efec-tivamente la capacidad inmensa de sentir de los seres humanos, laevolucin y cambios sufridos en este nivel, basados en su predetermi-naciones biolgicas y en sus adaptaciones culturales abre grandementelas posibilidades de enfrentarse con nueva situaciones que pueden serdeseadas y/o creadas individual o colectivamente. Con lo que elabanico de posibilidades de que existan propuestas no coincidentes se abrebastante, aunque tambin hay que reconocer que el sustrato de sociali-zacin comn facilita propuestas, proyectos y soluciones coordinadas. Deesta forma estos estadios conflictivos con los que se enfrentan lassociedades pueden ser continuos y permanentes. La variabilidad y lariqueza de tales situaciones hacen del conflicto ante todo pueda serentendido como una fuente de creatividad.8

    Igualmente y, en consecuencia, el conflicto forma parte del procesode interaccin social en el que los intereses de los individuos y gruposse interaccionan, transforman o regulan. Podramos decir, incluso, quees una parte esencial del complejo desarrollo de socializacin que expe-rimenta toda entidad humana en su trayectoria social. Claro est, que eseproceso, en cuyo marco ha de producir mltiples y complejas colisionesy coaliciones que puede favorecer futuras formas de reconocimiento mutuo(asimilar la otredad y la variedad humana), comprensin de las percep-ciones del otro (la inexistencia de una nica verdad, de una nica visinde la realidad, etc.), mera coexistencia (una tolerancia negativa al menos);o incluso, la emergencia de nuevas formas de colaboracin, convivenciay mestizaje y, en ocasiones, tiene resultados destructivos y aniquiladores.

    Asimismo, retomando el argumento anterior: la condicin humana,por su propia complejidad, produce desigualdades entre los individuosy las sociedades que son la base de los conflictos existentes entre ellos.Esto ha obligado a que cada sociedad articule soluciones particulares parala regulacin de estos conflictos lo que tiene su reflejo institucional ycultural y, particularmente, en los sistemas de reglas que las rigen, queen la prctica no dan a todas las categoras de personas los mismos derechos

    8. BURTON, John (ed.) (1990) Conflict: Human Need Theory, New York; TOUZARD,Hubert (1981) La mediacin y la solucin de conflictos, Barcelona; ROSS, Marc. H. (1995)La cultura del conflicto, Barcelona.

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    y obligaciones. Efectivamente, existen diferencias relacionadas con laconstitucin fsica, la habilidad, los conocimientos, la sabidura, etc. quegeneran desigualdades en la mutua dependencia y en el poder real pararealizar o interferir en la gratificacin de los deseos. Tales desigualdadestienden a hacerse mayores en el discurrir histrico al asociarse con laespecializacin del trabajo y sus valoraciones sociales. En consecuenciapodramos afirmar que no existira historia sin conflicto, el conflictocontribuye a establecer la dinmica de la Historia.

    La no aceptacin de estos presupuestos ha llevado a una serie deaseveraciones genricas sobre la especie humana repetidas continuamenteen diversos foros han terminado por convertirse en axiomas incontestablesque conforman nuestra identidad, en muchas ocasiones por encima de suveracidad y carcter cientfico. Por ejemplo, se dice que el hombre esagresivo (blico) por naturaleza, lo que sirve en ocasiones de razn ltimapara justificar los comportamientos violentos a lo largo de toda la Historia.9

    Sin embargo, frente a las generalidades sobre las actitudes pacficaso violentas, de acuerdo con determinadas concepciones religiosas oculturales, nosotros, desde la perspectiva del conflicto afirmaramosque la especie humana no es blica ni pacfica por naturaleza, la especiehumana tiene la posibilidad de soluciones pacfica y violentas10 a lo largode toda su historia , y opta por una u otra alternativa dependiendo de lasvariables (experiencia, conocimiento, conciencia, cultura, bienestar social,etc.) presentes en cada momento. Esto tambin nos deja ms abiertas lasexplicaciones que sobre cada situacin concreta se produzca de acuerdocon las decisiones de los agentes que la conforman, aceptarla en cuantoexperiencia de una comunidad humana, ni positiva ni negativa, sin lanecesidad de recurrir a meta-agentes externos de esa propia realidad.Evitando, tambin, adoptar posiciones alarmistas, o catastrofistas, niadmiraciones desmesuradas sobre otras. Cada situacin histrica es frutode la experiencia de los actores que la conforman (individuos y grupos

    interrelacionados), con las mltiples variables ofrecidas desde muchoscampos del desarrollo humano.

    1.3. Los conflictos y las necesidades

    Una vez definidos los intereses individuales o grupales como eje dela articulacin de los conflictos, cabe relacionar estos con las necesidades,entendidas como aquellos presupuestos materiales, espirituales o socialesque las entidades humanas consumen, usan, utilizan, etc., para alcanzarsus expectativas de realizacin como seres humanos y, que en esta medida,son fundamentales, indispensables o imprescindibles, y su carencia causadesequilibrios y tensiones.11 Aunque cualquier definicin de las mismasresulta dificultosa y comprometida porque van asociadas, o llevan im-plcitas, modelos de sociedad (estructuracin poltica, normas jurdicas,etc.). Somos conscientes que podran hacerse mltiples clasificaciones,se podran jerarquizar, debatir sobre las variables culturales, polticas,econmicas y sociales, etc. No obstante, no deja de haber elementoscomunes o un umbral en el que se puede percibir los lmites de esasnecesidades: el de subsistencia y el moral por as decirlo, marcadospor las disponibilidades sociales y por los procesos de tomas decisionessobre las mismas.12

    Sin entrar en las muchas teoras sobre las necesidades humanas (fun-cionalistas, marxistas, biolgicas, genticas, etc.), ni en todos debatessuscitados al respecto, si puede ser ilustrativo al menos como referenteinicial utilizar la definicin de necesidades humanas bsicas o primarias,en las que se incluyen no slo las materiales -bien definidas por laperspectiva economicista- sino tambin las emocionales y sociales. Quea su vez est asociado con la posibilidad de su universalidad, es decir

    9. Adems de las implicaciones ontolgicas (sujeto masculino, universalizacin deprcticas coyunturales...) se identifica agresividad y violencia lo que acarrea no pocosproblemas. En este sentido la Declaracin de Sevilla, auspiciada por la Unesco (Paris,16 de noviembre de 1989), dej muy claro que tales afirmaciones eran, desde el puntode vista del conocimiento cientfico completamente inadecuadas.

    10. La violencia se institucionaliza en un proceso que desemboca en la aparicinde los primeros estados. Cf. MUOZ, Francisco A. Sobre el origen de la paz (...y laguerra), en RUBIO, Ana: Presupuestos tericos y ticos de la Investigacin para la Paz,Granada,...

    11. El concepto de necesidad ha sido utilizado desde los filsofos presocrticos a Platny Aristteles, ste con mayor precisin, hasta algunos autores contemporneos. Convir-tindose en un debate nodal en la definicin de las caractersticas de las sociedades, ycomo tal ha generado inumerables controversias y bibliografa (Hume, Kant, N. Hartman,Maslow, etc.) cuyo objeto de anlisis desborda el inters del presente trabajo. Desde entoncesha adquirido significados ontolgicos -relacionado con algunos aspectos que trataremosen el apartado siguiente-, metafsicos y reales. Cf. DOYAL, Len - GOUGH, Ian (1994)Teora de las necesidades humanas, Barcelona.

    12. Vase, por ejemplo las propuestas y taxonoma de MAX-NEEF, Manfred A. (1998)Desarrollo a escala humana, Barcelona.

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    aplicables para todas las culturas. Esto no evita que conforme avanzamosen su elaboracin social y cultural todo el entramado en torno a ellas sehaga ms complejo.

    Los diferentes ndices de desarrollo humano lo que pretenden evaluarempricamente es la satisfaccin de las necesidades que se consideranms relevantes. Un impulso transcendental relacionado directamente conesta problemtica, como tambin veremos ms adelante, ser el debatesobre los Derechos Humanos, especialmente desde la Declaracin de1948. Su elaboradas articulaciones son intentos de alcanzar normativasque reconozcan y reflejen los anteriores debates y proteger la satisfaccinde necesidades de individuos y grupos. Sin embargo, su propia pro-clamacin como universales, no exenta de una amplia polmica ennuestros das, no hace sino indicarnos la amplitud y complejidad quenecesariamente alcanzan en su intento de llegar a todos los rincones delplaneta y, hasta cierto punto, en la construccin de un paradigma deanlisis y comprensin de todas las sociedades en el espacio y en eltiempo.13

    Cabe destacar como en los llamados Derechos Humanos de tercerageneracin se incluye la Paz lo que no es sino un bucle afortunadopara nuestros razonamientos que quieren proponer que sta se constituyaen una categora de anlisis de la historia. Ms adelante hacemos algunasconsideraciones al respecto.

    La distincin entre necesidades, satisfactores y bienes dada su continaconfusin es una manera obligada de abordar estas problemticas. Lossatisfactores seran todo aquello que contribuye a la realizacin de lasnecesidades, podran ser formas de organizacin, estructuras polticas,prcticas individuales y sociales, valores, normas, mbitos, comporta-mientos y actitudes, etc. Los bienes seran los objetos y manufacturas atravs de los cuales se implementa la eficacia de un satisfactor. Ambosestaran sujetos a los cambios histricos y coyunturales, por contra las

    necesidades en su formulacin ms abstracta y universal permaneceranconstantes a lo largo de los tiempos.14

    Los cambios y variaciones sufridos por los satisfactores y los bienesen las diversas coyunturas histricas y sociales afectar al logro delas necesidades, de esta forma podemos hablar de que estas ltimasa pesar de ser relativamente invariables -como categoras generales deanlisis y comprensin- sin embargo estarn sujetas a los vaivenes dela historia.

    Por otro lado, ya que las necesidades motivan y movilizan a las personasy a los grupos las diversas teoras a explicar el surgimiento muchas delas dinmicas sociales y la mayora de los conflictos con los que nosenfrentamos, ya que los presupuestos de partida nos llevaran a entenderlosde una u otra forma. Los diversos intereses pueden ser expresin deexpectativas diferentes de satisfaccin de las necesidades, en las que laexistencia y formacin de percepciones, actitudes y conductas juegan unpapel importante. Cabe distinguir entre la urgencia de unas necesidadesu otras y la legitimidad de las mismas; tambin entre la articulacin delos deseos y los anhelos individuales y la capacidad del colectivo dearticularlos o satisfacerlos.

    Como cabe imaginar, la utilizacin de dialcticas abiertas ofrecemuchas ms posibilidades interpretativas de las realidades sociales, de lasrelaciones y dinmicas entre los individuos, grupos y comunidades;asimismo, permiten una mejor adaptacin discursiva de nuestras teorasal discurrir y a la existencia de los agentes de la realidad.

    1.4. Redefinicin del modelo antropolgico?

    En definitiva, tal como intentamos defender a lo largo de todo el texto,estamos proponiendo una nueva aproximacin a la Historia desde la quepodamos apreciar una nueva variable: la establecida por las vas alter-nativas de regulacin de los conflictos y, particularmente por las vaspacficas. Tal como hemos afirmado en otras ocasiones, a travs de ellapodramos contribuir a redefinir el modelo antropolgico dominante que

    13. Este debate tiene una significacin tan amplia que, desde otra perspectiva, estpresente en los debates que el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo mantienecon respecto a los ndices a utilizar para evaluar a las sociedades humanas.Indicadorestales como la renta per capita, el PQLI (ndice de Calidad Fsica de Vida), el IDH (ndicede Desarrollo Humano), etc. que incluyen aspectos como el consumo de cereales, expec-tativas de vida, tasa de mortalidad infantil, ratio mdico/habitantes, agua potable, gradode escolarizacin, de analfabetismo, camas hospitalarias por habitante, incorporacin dela mujer, etc. nos dan muestra de su profundidad.

    14. HELLER, Agnes (1996) Una revisin de la teora de las necesidades, Barcelona-distingue entre las necesidades de las sociedades premodernas y modernas. En estas ltimasla necesidad de poder se convierte en la primera de todas ya que de ella depende lasatisfaccin de las dems.

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    tiene como uno de sus pilares fundamentales la la violencia, la fuerza,hacia otros humanos y hacia la naturaleza.

    Las ideas desarrolladas en los anteriores epgrafes podran ayudar,cuando no obligar, a redefinir los modelos desde los cuales pensamos lasrealidades humanas. Aunque este debate transciende a la propia Historiacomo disciplina acadmica, lo que hacemos es intentar insertar a sta enel debate que ya estn inmersos muchos campos del conocimiento humano.Advertimos que, desde una perspectiva necesariamente inter y transdis-ciplinar, cada disciplina debe hacer suyos los interrogantes generales queen espacios comunes o cercanos se estn haciendo en otras esferas delconocimiento.

    Partimos de un punto de vista europocentrista y, por extensin oc-cidental, ligada a los valores de la cristiandad, la ilustracin, los mercados,los hombres blancos, etc. que se ha demostrado insuficiente, cuandono traumtico o violento, para relacionarse -negociar- e integrarse conotras culturas y realidades sociales. As, una modernidad basada en el fropoder de la razn, en la supuesta universalidad de la ciencia (especialmentedesde un foco central hacia la periferia), acaba por uniformar e inmovilizarla experiencia humana, no dejando resquicios para las diferencias, losmatices ni los cambios, tanto en lo ontolgico, constitutivo de las realidadessociales como de sus dinmicas. En este sentido la violencia forma partede su paradigma, no slo porque impone su realidad, sino tambin porqueen su historia est representada por el poder de los estados, de los ejrcitosy las guerras. Sin duda unos presupuestos sobre los que hay que mantenerun profundo debate en la construccin de la historia de la paz. El cono-cimiento histrico tiene acumulada suficiente bagaje terico para contri-buir a la resolucin de tales enigmas.15

    Sin duda, una concepcin abierta del conflicto, de sus regulaciones,de la paz, tal como hemos apuntado en las pginas anteriores, no sloes incompatible con los rasgos descritos del modelo dominante, sino queapunta a un tipo de relaciones humanas diferentes. Existen numerosasrazones que hacen aconsejable dotarnos de un nuevo modelo antropo-lgico. De hecho ste no es un canon fijado sino a travs de un debate

    abierto en el que participan intelectuales, polticos, mujeres, hombres,religiosos, hombres de negocios, trabajadores, etc., de todas los confinesdel planeta. Las interdependencias de la globalizacin hacen que las ideasy las prcticas -es posible que stas an ms- contribuyan a cambiarnuestros modelos antropolgicos y/o ontolgicos.

    El reconocimiento del papel de los conflictos, que el conflicto ha estadoineludiblemente ligado a la historia de la humanidad, que ha sido un factoresencial de creatividad, de adaptacin al medio ambiente, de evolucin,...contribuye a cambiar sin duda la percepcin que tenemos de nosotrosmismos. Si reconocemos que las regulaciones pacficas -la paz, tal comovamos a demostrar en este volumen ha sido esencial en todo este procesohistrico, no cabe el menor atisbo de duda de que el espejo en el quenos miramos puede cambiar en algunas de sus cualidades espectrales.Incluso ms, nosotros estamos convencidos, desde nuestra posicin deinvestigadores de la paz de que este paso es completamente necesario porel poder aadido de que tal punto de vista tiene para la regulacinpacfica, de muchos de los conflictos violentos que padecemos actuale-mente y la prevencin de otros que existen o se puedan plantear. Tal puedeser la potencia de modelos de pensamiento adaptados a nuestras posibi-lidades filantrpicas y liberalizadoras.

    2. HACIA UNA HISTORIA DE LA PAZ

    Quisiramos empezar formulando este aserto: las experiencias pac-ficas, de intercambio, cooperacin, solidaridad, diplomacia, han sidodominantes en la Historia. Y, sin embargo, es una historia que quizsporque su cotidianidad y naturalidad no deja huellas ostensibles, noha necesitado ser resaltada, porque tampoco es estridente.

    En los prrafos que siguen proponemos unas lneas sobre las queconstruir una historia de la paz: la paz silenciosa; la historia de la socia-lizacin humana, la solidaridad y la cooperacin; la historia y las expe-riencias de la baja entropa; y, la negociacin como articulacin positivade realidades en conflicto. Evidentemente, no seran las nicas lneasposibles para la construccin de la Historia de la Paz (Peace History),pero a buen seguro servirn para alimentar el debate a este respecto.1615. Vd. sobre la conceptualizacin de la polemologa como nuevo trmino que

    alumbr debates de alta calidad e inters para la comprensin del mundo tras la segundaguerra mundial, en Gaston BOUTHOUL (1971) La guerra. Barcelona. El autor desde suconservadurismo ideolgico atina bien en sealar una de las claves histricas para pensar:hay que desantificar la guerra y despolitizar la paz.

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    16. A parte de la aportaciones de autores individuales, entre los que podramos citargran nmero de tericos que han estudiado momentos y situaciones particulares queremos

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    2.1. La paz silenciosa

    Los historiadores hemos tenido que inventar una actividad humanamuy habitual en el mundo antiguo, la relacionada con el comercio,llamndolo a ste silencioso; porque no dejaba rastro: se produca enun punto prefijado, normalmente una cala o un puerto natural, all pe-ridicamente acudan los indgenas con sus productos y los comerciantesportadores de sus mercancas, gracias a su predisposicin y conveniencianegociaban y satisfacan mutuamente sus deseos anhelos y necesidades.Este modelo, que se ajusta a una realidad evidente (testimoniada pormltiples restos arqueolgicos y materiales), permite explicar muchassituaciones que ni siquiera existiran como grandes fenmenos histricosrecogidos en los libros de Historia. As mismo permite comprender porquelos objetos de unas y otras culturas aparecen diseminados por todas lastierras ribereas a los mares que fueron punto de encuentro, cruce decivilizaciones y culturas, espacios compartidos y lugares para el mestizaje(Mediterrneo, Caribe-Antillas, Indico-Bengala, Amarillo-Japn, Sulawesi-China, etc.), sin que se sepa todava, con plena exactitud, cmo setrasladaron all.

    Esta paz silenciosa, igualmente, hace que los procesos de hiperendo-gamia se atemperen y que, por contra, los de socializacin se amplen,cumpliendo parte de los objetivos propuestos en toda comunidad (reno-vacin para la perpetuacin), que se satisfagan las necesidades de todossus miembros, de acuerdo con las posibilidades reales de cada situacin.Tambin favorece los intercambios con otras comunidades, las buenasrelaciones de vecindad, la hospitalidad, la cooperacin, los acuerdos, lospactos, etc. La paz silenciosa forma largas cadenas y redes que facilitanel intercambio y el enriquecimiento cultural de los habitantes de lassociedades vecinas.

    La paz innominada, no medida ni en el tiempo ni en espacio, sedifumina en la representacin geomtrica de los grandes acontecimien-tos, entre los que ocupan un lugar relevante las guerras, las conflagra-ciones, etc., que aparecen jalonando la lnea del discurrir histrico que,de esta manera, representan y distorsionan de manera aparentementecontinuada a la perspectiva de los ritmos sociales.

    La Investigacin para la Paz tiene que darle voz a esa paz silenciosapara que no se convierta en silenciada. Esta paz es un elemento esencialpara comprender nuestra historia y nuestra realidad. Pero adems no esuna circunstancia ms, sino que es esencial en la identificacin de nosotrosmismos como seres sociales y pacficos, con un pasado explicado a travsde la paz y un futuro esperanzado en la concordia. La ignorancia, incons-ciente o provocada, de esta paz justifica y favorece el uso indiscriminadode la historiografa sobre la violencia y debilita la esperanza de un futurodonde primen las soluciones pacficas sobre aqullas.

    2.2. Semitica de la paz17

    La paz nos ha dejado unos claros signos de su existencia en palabras,ideogramas e imgenes. En definitiva en smbolos de su actividad quede esta manera es aprendida y transmitida. La mayora de las lenguastienen no slo palabras para definir la paz sino tambin todo un camposemntico y conceptual formado por otros trminos y expresiones queson complementarios entre s. Ideogramas y jeroglficos tambin nostrasmiten esta idea, desde el Egipto faranico a la actual China, comose puede comprobar en los tres ideogramas de la figura 1 (a, b, c), enlos que a travs de un cereal un cereal y una boca, y una mujeren el hogar se reconoce la paz. Las imgenes sobre la paz han estadoasimismo siempre presentes,18 desde la eirene griega, a la pax romanay renacentista, moderna, etc.

    La Paz como otras realidades sociales, desde el momento que esrecogida, abstraida por el lenguaje, que es una actividad humana universalpuede, quedar reflejada en la escritura. Esta dimensin, o nivel histricodel lenguaje coincide con la historicidad del hombre, y por ello mismola lengua como tal puede darnos cuenta de ideas y rasgos culturales. Enefecto, todo estado de una lengua refleja la imagen de una cultura en unmomento determinado; por eso, el anlisis de las construcciones lings-ticas utilizadas por cada pueblo para expresar sus experiencias pacficas,

    citar la revista Peace and Change, como espacio en el que se han concentrado mltiplesesfuerzos en tal sentido.

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    17. En este apartado recogemos fundamentalmente las ideas aprecida en los captulosintroductorio y final del libro: MUOZ, Francisco A. MOLINA RUEDA, Beatriz (1998)Op. Cit.

    18. Como est perfectamente documentado en el artculo de la doctora Elena Diez,en este mismo volumen.

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    aspiraciones y deseos, puede ayudarnos a reconstruir la imagen de larealidad y la cosmovisin que una sociedad tena sobre la paz.

    Para llegar a estas consideraciones, hemos de partir de la estrecharelacin existente entre lengua y pensamiento. Si efectivamente una lenguaes un instrumento de comunicacin segn el cual la experiencia humanase analiza, de forma diferente en cada comunidad, no debe pasar desaper-cibido que la lengua ejerce adems otras funciones, como la de servir desoporte al pensamiento. El lenguaje, adems de ser un sistema de comu-nicacin es en buena medida el espejo del pensamiento, y la pruebaes que, a pesar de las barreras lingsticas, sigue siendo posible la co-municacin entre los individuos, de la misma o de diferentes culturas,gracias a la existencia de procesos cognitivos iguales o similares, comopuede ser la paz; y es por ello por lo que la herencia literaria o filosficade un pueblo sobrevive y traspasa las culturas.

    De esta manera, las lenguas, al servir de expresin del pensamiento,el sentir, el actuar, de los hablantes, tienen un impacto cultural e ideolgico,al tiempo que expresan identidades,19 porque detrs de cada lengua haytodo un universo simblico que remite a una identidad concreta, a travsde unas referencias culturales, y que proyecta en los hablantes una con-ciencia de pertenencia a un grupo frente a otros.

    Pero las lenguas no se limitan a ser receptculos que recogen y reflejanlo que ocurre en la cultura extralingstica, sino que entre lengua y culturase dan unas relaciones dialcticas: la lengua, no slo recibe los rasgosculturales relevantes, sino que concebida como institucin, la lenguainfluye sobre los individuos como lo hacen las leyes y las costumbres,que, tras haber nacido por razones histrico-culturales, influyen innega-blemente sobre la cultura, de manera que entre lengua y cultura existeuna relacin recproca. De ah, si cabe, la mayor importancia de lostrminos de la paz.

    El inters estriba en establecer las relaciones entre tales smbolos ylas actividades sociales sobre las que, evidentemente, se sustentaba. Unatarea que encierra dificultades pero a su vez sabemos que estaba anclada,al menos, el contexto social donde aparece. Aunque ya sea harto decirlo,la cooperacin, la hospitalidad, la salud, la abundancia, el amor, los pactos,los tratados, las alianzas, el final de una guerra, etc., representan un espacio

    19. Como ha dicho Jacques BERQUE, a propsito del rabe, una lengua sirve, nopara hablar, sino para ser.

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    Fig. 1-c

    Fig. 1-a

    Fig. 1-b

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    concentual que se refuerza por las vinculaciones mtuas y particularmentelos de la paz.

    2.3. Una historia de la socializacin, la solidaridad y la cooperacin

    El origen de la Humanidad, se produce tras un largo recorrido temporaldel Universo (reconocido hace unos 20.000 millones de aos), de laformacin de la Tierra (4.600 millones de aos) y, por fin, de la aparicinde la vida (que pudiera producirse hace unos 3.500 millones de aos).Muchas de nuestras actuales caractersticas provienen directamente delorden de los primates cuya evolucin se ha producido en los ltimos 70millones de aos aproximadamente, en los que han desarrollado una altacapacidad adaptativa a distintos tipos de alimentos y un complejo com-portamiento social20 . Nuestra familia zoolgica (hominidos) modificaronsu aparato dental y comenzaron a caminar erguidos. Presumiblementemejoraron su lenguaje y, por extensin, el desarrollo cerebral. Estoscambios anatmicos, liberaron las manos para otras posibles tareas, entreotras para optimizar el uso y la fabricacin de herramientas, y facilitla formacin de grupos cooperativos de caza y recoleccin. Los Autro-lopithecus fueron los primeros individuos del genero Homo, pudieronaparecer en un periodo comprendido entre los 4 y los 8 millones de aos,all en el continente africano. Nuestra especie Sapiens es conocida en latierra desde hace aproximadamente unos 100.000 aos y, finalmente,pertenecemos a la subespecie Homo sapiens sapiens.21

    Con este prrafo no hemos querido ofrecer una breve historia de laevolucin humana pero s, al menos, resaltar la profunda dependencia quetienen nuestras actuales conductas de nuestros ancestros milenarios.22

    20. Cfr. LEAKEY, Richard E. (1981) La formacin de la Humanidad. Barcelona,50 ss.

    21. Muchos otros animales de la naturaleza se valen de piedras y otros objetos parafacilitar sus tareas pero, sin embargo, sus limitaciones anatmicas le impiden optimizarsu uso, cfr. HARRIS, Marvin (1991) Nuestra especie. Madrid, 35-40.

    22. Vd. La interesante aportacin de CAIRD, Rod y FOLEY Robert (1995) Hombremono. La historia de la evolucin humana. Barcelona, para lo que estamos sealando.Un repaso al ndice de esta obra -junto a la tesis que defiende-: la importancia de laexperiencia humana acumulada y asimilada, deja a las claras su intencin, en el bipedismo,pensamiento, lenguaje, colonizacin, creacin de imgenes y la evolucin contina.

    Nuestra cultura encierra la experiencia de cientos de miles de individuosy grupos que han aportado, a lo largo de los siglos, cotidiana y oficialmentesus vivencias en sus relaciones con el medio y sus congneres. En todoeste proceso la socializacin, la actuacin en grupo, es una de las prin-cipales caractersticas que han asegurado el xito de la especie. Las normasculturales cohesionaban y aseguraban las practicas individuales y grupalesen estos niveles de cooperacin, sentido de la colectividad e igualdad.23

    El gnero humano desde tiempos remotos ha profundizado en elproceso de socializacin como alternativa colectiva para la satisfaccinde sus necesidades individuales y grupales, entre ellas probablemente lams importante: cmo hacer pervivir la especie y cmo hacer cada vezms compatible la misma. De tal manera que han sido los grupos, y nolos individuos, los principales agentes de socializacin, en ellos ha habidouna serie de interacciones mutuas, unos objetivos comunes y una vidaafectiva comn. Aunque el contenido de estas necesidades ha variadoconforme lo ha hecho la propia entidad humana cabe preguntarse sobrecules seran estas necesidades. Pues en la medida en que conozcamosstas podremos aproximarnos mejor a los mrgenes de actividad de lassociedades.24

    As, los grupos han ordenado y articulado la satisfaccin de susnecesidades a travs de la interaccin recproca, la conciencia de grupo,la existencia de objetivos, valores y actividades compartidas, la estabi-lidad y duracin relativa de las mismas, y la identificacin social. Losindividuos se organizan en instituciones, definidas por el conjunto in-tegrado y coherente de pautas de conducta, recurrentes y estables, queaseguran el cumplimiento de funciones socialmente relevantes. Finalmen-te, es en el proceso de socializacin cuando se llega a alcanzar laconciencia de uno mismo, a travs del reconocimiento e interiorizacinde los otros.

    En un sentido parecido, algunos investigadores ya han resaltado elpapel del altruismo, la solidaridad, y la cooperacin y otras actitudes(dulzura, ternura, amistad, hospitalidad, ...) que explican gran parte denuestros comportamientos habituales.25 Su operatividad aparecera en

    23. Cfr. MANN, Michael (1986) Las fuentes del poder social, I. Madrid, 18-21.24. MORALES NAVARRO, Julin-ABAD MRQUEZ, Luis V. (1988) Introduccin

    a la sociologa. Madrid, 63-75.25. SEBASTIN, Luis de (1996) La solidaridad. Guardin de mi hermano.

    Barcelona, propone una interesante definicin de solidaridad: El reconocimiento prctico

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    Por esto puede ser aplicada a las sociedades humanas27 y, desde nuestropunto de vista, creemos que puede ser interesante una aproximacin quenos permita ver las relaciones entre las actividades humanas de bajaentropa y las situaciones de paz,sin que ello deba de ser entendido,obviamente, de manera mecnica. Efectivamente, aunque todos los sis-temas humanos crean entropa -pues consumen ms energa de la quereciben (acumulada en los recursos la tierra o la que se recibe de la energasolar)-; sin embargo, aquellos que gasten la menor posible podrn gozar,a su vez, de un mayor orden (entendido ste como capacidad deregeneracin y continuidad).

    Tambin podramos verlo de otra manera: aquellos grupos humanosque mantuviesen una mejor armona con la Naturaleza estaran menossujetos a las respuestas y variaciones de sta frente a las agresionesproducidas sobre ella. Igualmente, seran ms estables aquellos grupos,comunidades o sociedades en los que la gestin de la energa se realizacon el menor desorden posible. Es decir gastan la menor energa posibleen la realizacin de sus actividades, en la satisfaccin de las necesidadessociales (entendidas como la del grupo, de todas las individuales mas lascolectivas) y, por tanto, conservan mejor el equilibrio entre los elementosdel ecosistema, en el que est incluido el conjunto social.

    Dentro de estas actividades cabe considerar aquellas en las que laobtencin de recursos (materiales o humanos) necesarios se realizan conmenor coste posible, tambin aquellos en los que la distancia (no slofsica sino tambin social) entre la produccin, la distribucin (el cambioen su caso) y el consumo es mas corta posible. Esto est condicionadopor la riqueza de partida del ecosistema, por la presin demogrfica quesobre l se produce, por las prcticas de autoconsumo, por la reduccindel transporte, por la cooperacin social, por la formas coparticipaciny democracia, etc. Entre esas sociedades o actividades de baja entropa,podramos incluir gran parte de los sistemas productivos agropecuarios(la recoleccin, las actividades agrcolas y pesqueras sostenibles, etc.),

    de la obligacin natural que tienen los individuos y los grupos humanos de contribuiral bienestar delos que tienen que ver con ellos, especialmente delos que tienen mayornecesidad (p. 16). Pra la explicacin concienzuda de los trminos propuestos en estadefinicin, el autor le dedica las siguientes pginas 17 a 21.

    26. La primera ley de la termodinmica explicita las transformaciones de la energa(esta ni se crea ni se destruye) pero por si sla ha dado a lugar serios equvocos (crecimientosin lmites,, etc.). Es necesario invocar la segunda ley de la termodinmica que nos indicaque en estas transformaciones tambin se produce una degradacin, (desorden, caos) detal manera que las fuentes de energa son menos accesibles para los seres vivos y en particularpara los humanos (individuos y sociedades).

    Estos aspectos estn siendo en la actualidad muy discutidos, por ser, en parte, la raznde fondo de la crisis ecolgica, en foros de todo tipo (movimientos sociales, estados,conferencial internacionales, etc.).

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    primer lugar en los procesos de socializacin de los grupos bsicos (familia,tribu, gens, estirpe, ...); despus, casi por definicin, en los grupos deiguales; en las comunidades pequeas (alrededor de 500 miembros) quepor otro lado estn siempre presentes, son conductas completamentenecesarias; en comunidades ms complejas puede que se diluya algo enlas relaciones institucionales, pero en estas tambin existe (casta, nacin...);en las relaciones entre comunidades importantes, de distintas dimensionesy caractersticas, la diplomacia asume, tambin asimismo, estas funciones.Por fin, en la esfera econmica (produccin, distribucin, cambio yconsumo), en el trueque y el intercambio son tambin manifestacionesque necesitan y explican buena parte de estas actitudes.

    2.4. Una historia de las actividades de baja entropa

    La entropa es un concepto que procede de la fsica, particularmentede la leyes de la termodinmica, y que explicita la degradacin de la energade los sistemas, y por ende su grado de desorganizacin.26 Un sistematiende a estar mas desorganizado en la medida en que en sus intercambiosenergticos no slo transforma la energa (primera ley de la termodin-mica), sino que se degrada (segunda ley). Por tanto, debemos entenderpor entropa, el estado o grado de desorden (caos) de un sistema. Enlas ltimas dcadas est siendo utilizada desde la perspectiva ecolgica,en la medida en que mide el grado de desorganizacin de los sistemasvivos, donde los elementos son completamente independientes entre s.

    27. Se podra decir, por el contrario, que en un sistema organizado al mximo -hastael punto de que slo es posible un orden de vnculos entre los elementos-, la entropaes nula, ya que el orden de las partes es perfecto. Lo normal, no obstante, no es esta ltimasituacin, sino ms bien otras intermedias Cf. CESARMAN, Eduardo (1982) Hombre yentropa. Termodinmica social, Mxico; RIFKIN; Jeremy (1990) Entropia. Hacia el efectoinvernadero, Barcelona, especialmente la tercera parte: La entropa: un nuevo marcohistrico, 87-121.

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    tambin las tareas de mbito domstico, algunas tareas humanas (dilogo,lectura, contemplacin, amor, etc.), etc.

    Cabe imaginar que estas situaciones incluyen gran parte de la historiade la humanidad representada por las sociedades de recolectores y ca-zadores. Se trata de grupos humanos de pequea dimensin, que, comosu propia nominacin indica, su principal actividad es la recoleccindeproductos vegetales y pequeos animales, el carroeo y en menor medidala caza, todo ello en un ecosistema relativamente amplio, que tienecapacidad para recuperarse por si mismo de las actividades antrpicas,etc. Por otro lado, el trabajo agrcola desarrollado predominantemente,al menos, desde antes de la revolucin industrial; el trabajo domstico,tradicionalmente realizado por las mujeres; todas las periferias -en muchoscasos mayoritarias- de los sistemas urbanos (los marginados de lasciudades y economa sumergida, sus comportamientos de reciclajeyrecoleccin de residuos), etc., son actividades de este tipo. En generalpodramos decir -aportando una dimensin tica al concepto en cuestin-que, incluso, el nivel de entropa se vera reflejado en la capacidad dereflexin de un sistema humano hacia las generaciones futuras, su sen-sibilidad para tenerlas en cuenta, su capacidad de planificar un desarrollosostenible.

    Existen varias vas por las cuales se rompen estas situaciones demxima armona, o baja entropa, una de ellas es la ruptura del equilibriode la relacin de los grupos humanos con el ecosistema, bien por unacrisis natural o bien por un crecimiento vegetativo de la poblacin, laaparicin de nuevas necesidades para el conjunto de la poblacin, o unaparte de ella. Pues bien, una de las vas comnmente utilizadas paracontrarrestar esta ltima situacin, ante lmites de las estructuras produc-tivas (naturaleza y actividad humana) para reestablecer, en fin, el equi-librio es detraer energas de las necesidades que se satisfacan, por algunosgrupos de poblacin, en los momentos anteriores, siendo fuente de pre-ocupaciones, distorsiones, disturbios y violencia. Sus manifestaciones msclaras pueden ser los ms diversos grados de subordinacin, la jerarqui-zacin, las clases sociales, el autoritarismo, etc., en definitiva diversasformas de discriminacin -o no satisfaccin- de necesidades en favor deunos grupos (o intereses) y en perjuicio de otros. El gasto por encimade las posibilidades de las energas disponibles, el forzamiento al lmitede un sistema ecolgico, etc., genera unos desequilibrios tan grandes quesi se opta por compensar tales prdidas con detraer esos recursos de otrosmbitos, sistemas o espacios por la va impositiva, no se hace sino generar

    an ms caos y desorden, puesto que con el objetivo de obtener mejoresresultados y beneficios se exportan gran cantidad de externalidades (ne-gativas) a otros ecosistemas que comienzan a romper sus primitivosequilibrios. Esto ha ocurrido histricamente con el intercambio desigual,con la exportacin de industrias altamente contaminantes a pases nodesarrollados, con la venta de los excedentes militares convencionales,etc. El resultado de todo ello, permite seguir manteniendo unos altos nivelesde gasto en energa en los centros (el Norte), lo que repercute en el desordenque se genera en las periferias (el Sur).

    Curiosamente, las actividades donde se concentra (se dilapida o sedesorganiza) mayor energa son -historiogrfica y llamativamente- msvisibles. En este lado estaran actividades como los gastos militares,los suntuarios, las guerras, etc.; que coincidiran, como se puede ver, conlas actividades ms violentas. La reaccin frente al desorden, interioro exterior, obliga a realizar actividades diferentes para readaptarse a lasnuevas situaciones, significa, tambin, consumir ms energas, ademsde generar enormes cantidades de externalidades.

    2.5. La negociacin como articulacin de realidades en conflicto

    La negociacin es bsicamente la accin por la cual uno o ms actoresen conflicto optan por ceder parte de sus intereses en funcin de preservarparte de ellos y de evitar el coste de mantener la tensin entre ellos. Esbsicamente una alternativa que supone ahorrar energas para todas laspartes y en que se optimiza al mximo lo recursos disponibles. Para elloes necesario que consciente o inconscientemente, y siempre experien-cialmente, se reconozca la situacin conflictiva, lo que implica que losdistintos actores e intereses reconozcan mutuamente su existencia y suscapacidades (desde sus ejrcitos hasta sus recursos econmicos, pasandopor su potencial demogrfico, su capacidad de movilizacin, su nivelcultural, las distintas capacidades estructurales, etc.). Es por antonomasiauna de la vas principales de regulacin pacfica de los conflictos quenecesita adems de ciertas cualidades para llevarla a cabo, tales comopaciencia, calma, dominio de las pasiones, flexibilidad, persistencia,imaginacin etc.

    La negociacin permite establecer vnculos entre unos grupos y otros,entre sus intereses, pues tambin, y dada su universalidad, nos posibilitaanalizar y explicar las relaciones humanas desde dialcticas ms abiertas

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    que, como se puede comprobar a lo largo de este ensayo, es colateral-mente uno de nuestro principales objetivos, en la medida en que podemosreconocer a los diversos grupos que pasan a convertirse en actores enlas dinmicas sociales, de no contemplarlo as, seran meros actores casitotalmente inactivos y annimos.28 Una de las consecuencias de estaperspectiva es poder comprender como los procesos de toma de deci-siones, no pertenecen exclusivamente a los grupos dominantes, aunqueformalmente se expresen as, sino que estn relacionados con las ac-ciones del conjunto de la sociedad, en la medida que en que se produceuna negociacin ms o menos manifiesta en la que los grupos domi-nantes, por su dependencia de los grupos dominados establecen unanegociacin recproca, en la que eliminan una parte de la tensinexistente entre ambas partes. Situaciones que podran ser contempladasdesde esta perspectiva podran ser las demandas de derechos polticos(libertades, sufragio, etc.), la cuanta de los tributos, los salarios, el finde las acciones blicas, las relaciones entre grupos urbanos, entre gruposdomsticos, etc.29

    El problema puede estar en detectar bajo qu condiciones los gruposdominados son capaces de presentarse en la negociacin, que exige lamanifestacin del conflicto, de los intereses o las percepciones delmismo. En la mayora de los casos la conciencia de los diversos gruposen el conflicto es baja, no tienen anlisis de la realidad, ni concienciade grupo, sin embargo s pueden existir otras formas de conciencia(recogidas segn las fuentes que utilicemos), tales como desavenencias,disensiones, crticas, etc. presentes en el imaginario popular, en lasreligiones, en expresiones artsticas, que en definitiva encauzaban diversasmanifestaciones de la resistencia ante una realidad no deseada.30 Todoslos puntos intermedios seran pues barajados, experimental o terica-mente, con o sin consciencia de ello, por aquellos actores participantesen el conflicto que optan por una u otra posibilidad en funcin del balanceen la correlacin de fuerzas. De tal manera que las concesiones mutuas

    28. Tal sera el caso de los campesinos, los esclavos, los nmadas, los siervos, lasmujeres, los no-ciudadanos, etc.

    29. Norbert ELIAS ha desarrollado esta idea en varias de sus obras.30. En este sentido son interesantes las aportaciones de Gyrgy Lukcks sobre la

    conciencia en s y para s, posteriormente retomadas y matizadas por gnes Heller(Sociologa de la vida cotidiana).

    es la nica posibilidad para evitar una desintegracin mayor y msrpida.31

    En el caso particular de un conflicto blico, entre los dos polos, guerray paz, existen muchas situaciones intermedias que alejan o aproximana las partes. As, las treguas, los pactos, las alianzas o los armisticios, seranmanifestaciones de estas negociaciones. En este sentido, no cabe dudaque la fortaleza de los ejrcitos es un elemento de primer orden a consideraren lo que se refiere a la disuasin; y que, en nuestro caso, inclinara labalanza de la negociacin al lado de los grupos que tengan mayoresefectivos militares (aunque el trmino que hemos utilizado resulta extre-madamente polmico para una situacin histrica como la de la disuasinnuclear durante la Guerra fra). Pero incluso en estas situaciones, lanegociacin se produce, en ocasiones, sin que los ejrcitos tengan queentrar necesariamente en liza. Los resultados de su accin pueden serprevisibles y, por tanto, pueden ser puestos en la mesa de las negociaciones,las amenazas surten sus efectos, menos nocivos, siempre que la propiaguerra.32

    La negociacin, pues, presente en todas las escalas, en las que existenlos conflictos, formar parte de una serie de mecanismos de los cualesse dotaron las sociedades para la regulacin de todos aquellos conflictosque aparecan en su seno y de esta manera evitar los efectos ms dainosy nocivos de los mismos. Son mecanismos que permiten combinar lasdistintas realidades representadas por los actores en el conflicto, desdesus necesidades, deseos y anhelos, a sus ambiciones y proyectos. Cuandola asimetra y desigualdad entre los diversos actores -que por s mismaspodran conducir al caos-, debieron ser amortiguadas, posibilitan con ellola supervivencia y satisfaccin de algunas (o muchas) de las expectativasde las partes. A estas medidas optamos por encuadrarlas dentro de lanegociacin, independientemente de su explicitacin o formalidad, porquede hecho articulan, favorenciendo el entendimiento, el interlocucin (yhasta el dilogo) entre las partes, la reglamentacin pacfica de las ten-siones, de tal manera que se aminoren al mximo los costes socialespotenciales de los conflictos.

    31. Cf. BENABOU, M. (1976) La rsistance africaine a la romanisation, Pars.32. CLAVEL, Jean Daniel (1994) La negociacin diplomtica multicultural, Mxico.

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    3. OBSTCULOS LATENTES PARA RECONOCER LA PAZ EN LAHISTORIA

    Sin duda el primer obstculo es que la paz no ha sido un objeto centralde estudio e investigacin. Por lo tanto tenemos un gran desconocimientoal respecto de la Paz y todas las circunstancias que la han rodeado. Elsegundo, por supuesto, es que haya existido la violencia en sus distintasmanifestaciones (guerra, coercin, explotacin, marginacin, etc.). Y eltercero, llegando a ser mas importante que el anterior, es la sobredimensinque de estos ltimos aspectos ha realizado la historiografa tradicional.A esto podramos aadir las perspectivas que se han tenido sobre losconflictos, tal como hemos visto mas arriba, reconocidos solamente comomecnicos y violentos. Pero estos presupuestos no son resultado deaportaciones individuales y descontextualizadas, muy al contrario, estanligados con concepciones mas profundas (ontolgicas, epistemolgicasy axiolgicas) de ah la dificultad en analizarlas y desconstruirlas.

    Algunos de estos obstculos estn ligados a formas de pensamiento(epistemes, modelos, paradigmas, etc.) muy arraigados en Occidente, yno slo en la historia. Estas se han conformado y sustentado a lo largode los siglos creando verdaderas redes intelectuales interdependientessobre las que resulta muy difcil acceder.33 A continuacin exponemosalgunos de los ejes de este problemtica sin nimo de ser exahustivos,por supuesto.

    3.1. Visiones negativas de la especie humana

    Todas las culturas desde sus orgenes se han visto obligadas a ubicarla especie humana en la naturaleza y el cosmos, y a la par definir su propioser y condicin.34 Estas elaboraciones, aunque tienen muchos puntos encomn provenientes, en esencia, de unas condiciones similares de partida,sin embargo no han dado las misma solucin a todas sus preocupaciones.Un caos particular que aqu nos interesa mucho resaltar es la visin que

    sobre si mismo se otorga, la autoestima que se manifiesta, el espejoen el que se mira la culturas y las posibilidades que otorga a las imgenesque crean. Desde un naturaleza humana en armnona con el cosmos,hasta una especie perversa que rompe con el orden establecido y natural,las distintas interpretaciones dan soluciones a tales problemticas desdela perspectiva armnica-pacfica, como es el caso de las filosofas orien-tales, o desde la depredadora-destructiva-violenta, como en el judaismoel cristianismo y el islam.

    La especie humana esta estigmatizada por el pecado original desdeEva, una mujer, que prob el fruto prohibido y fue expulsada del parasoterrenal. Este pasaje inicial de la Tor y la Biblia, tambin presente enel Corn refleja bien el origen de la perspectiva negativa que sobre nuestraespecie se ha tenido no slo en el momento judaico inicial sino en mbitosposteriores mediterrneos y occidentales (judaicos, cristianos, islmicos),perviviendo hasta nuestros das. Esta perspectiva explicara y justificaratodas las acciones negativas y violentas.

    Fijado en el siglo IX a.C., probablemente fruto de una elaboracinsincrtica de las diferentes cosmovisiones presentes desde pocas ante-riores en ese espacio geogrfico-cultural. Puede que tuviese una fuertecapacidad interpretativa e integrativa de los acontecimientos negativosvividos por aquellos grupos (catstrofes, accidentes, muertes, etc.). Estoqued, a su vez, reforzado con otros episodios de las sagradas escriturasque fueron escritos en un ambiente cultural similar. Como es bien sabido,todo el pensamiento europeo, a travs de la aceptacin cristianismo comoreligin oficial del Imperio Romano, fue dependiente de una u otra formade estos paradigmas. Incluso despus de que la Ilustracin separar la raznde la religin pervivieron muchos de estos presupuestos que no fueronsometidos directamente a revisin crtica.

    El individualismo es la doctrina que hace enfasis en la constitucinde la sociedad por individuos como unidades bsicas de la misma y queconsidera que su existencia determina en gran medida la dinmica de sta.Para muchos tericos de esta corriente lo esencial es la constante oposicinde los individuos a los grupos, a la sociedad, al estado y al resto de losindividuos. A partir de esta hiptesis fundamental, las normas, la culturay la jurisprudencia deben buscar vas de armonizacin esta realidad.Aunque bien es cierto que no todo individualismo lleva directamente ala lucha y la competencia de unos individuos contra otros, tambin lo esque todas las teoras individualistas se oponen, por lo general, a cualquierforma de colectivismo como fuente de coaccin del individuo.

    33 . Cf. BLUHM, William T. (1985)Fuerza o libertad? La paradoja del pensamientopoltico moderno, Barcelona.

    34. Algunos de estos aspectos los hemos tratado en el apartado sobre los modelosantropolgico y/o ontolgicos.

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    Con la emergencia de las primeras ideas que daban validez al indi-vidualismo de hecho se estaba dando pie a interpretar la historia de laHumanidad como la consecuencia de la lucha de unos individuos contraotros, los otros pueden ser un obstaculo, para satisfacer las necesidades,que conviene eliminar, la competencia se convierte en una explicacinde la dinmica histrica. Aunque, estas ideas, tambin conectan intima-mente con los presupuestos bblicos, tan arraigados en Occidente dondelos humanos deberan de sufrir y luchar en esta tierra para supervivir (...conel sudor de tu rostro comeras pan, hasta que tornes al suelo... , valle delagrimas, Calvario, etc. ). Bien es verdad que la lucha no esta planteadacontra los dems directamente.

    Estas teoras tienen uno de sus ms claros representantes en ThomasHobbes (1588-1679) a travs de los principios de la competencia, ladesconfianza y el deseo de fama hacen que la especie humana tengafundamentalmente una conducta antisocial, homo homini lupus, bellumomnium ontra omnes. Sus propuesta del contrato social representan elacuerdo para no aniquilarse mutuamente ante la peligrosidad de lascondiciones de partida. Todas estas aportaciones tuvieron -y an lo siguenteniendo- una fuerte influencia en el mundo occidental.

    3.2. Darwin y los modelos de evolucin humana

    La hiptesis de la lucha por la supervivencia, si queremos simplificada,de Darwin (El origen de las especies, 1859) tienen cierta continuidad conlas ideas del individualismo y el libre mercado, presentes en su entornosocial e intelectual. Esta teora acabo por convertirse en un paradigmaexplicativo de la evolucin de los animales y del hombre, pero tambin,tuvo su gran influencia en las propias concepciones de la Historia ya quepresentada las cualidades, la potencialidad, de cada individuo comojustificacin de su propia supervivencia y la de la evolucin de la especie.35

    El darwinismo social se puede definir como aquella forma de seleccinque favorece a los actores ms despiadados y egostas. Segn esto, los

    colectivos humanos deberan de transformarse para poseer los atributosms letales frente a aquellos otros que pudieran representar una igualdadde consideracin entre las personas o cualquier otra forma de altruismo,generosidad o sacrificio hacia los ms dbiles o los peor adaptados. Asconsiderada, la concepcin evolutiva, es como un programa poltico, unateora que slo puede conducir -como se ha podido comprobar en perodosrecientes (colonizacin, nazificacin, etc.)- a la peor alternativa.

    3.3. Dialcticas antagnicas

    Evidenciar la dependencia de los fenmenos de una dialctica suponedar una va explicativa a las dinmicas sociales, pero los limites de estapropuesta tambin son claros: el conocimiento (como marcha hacia loAbsoluto) requiere de una dialctica del sujeto y del objeto enunciadacomo tesis-anttesis de la cual se obtiene la sntesis en la que se superala reduccin de uno al otro. La bipolaridad de esta dialctica reduce lasposibilidades de la presencia y accin de otros actores, adems de noposibilitar otro tipo de relaciones fuera del antagonismo.

    Por otro lado, la fenomenologa del espritu no parte del saber absolutopero parece conducir necesariamente a l. Aleja de los humanos la gestinde sus problemas.

    Esta hiptesis fundamental de Marx es una continuidad de las ideasprevias, fundamentalmente de Hegel, tal como fue reconocido porAlthusser al hablar de la inversin espistemlogica. Efectivamentese invirti el papel determinante del Espiritu para hacerlo recaer en lainfraestructura econmica. Pero la Historia de la Humanidad siguisiendo explicada en clave darwiniana de lucha de los unos con losotros.

    Simplificar la crtica al marxismo, como gran corriente de pensamientoy de accin del presente siglo, puede ser un gran error. Hay que aceptarel papel de primera magnitud que ha jugado el marxismo, unido almovimiento obrero, para incorporar a las clases y grupos dominados ala Historia, para convertirlos en actores de la realidad. Este aspectofavorece sin duda la ampliacin de las conceptualizaciones de la paz yaque por una parte permite participar a actores que estaban silencicadosy amplia la teora y la prctica de los Derechos Humanos, ambas circuns-tancias, contribuyeron, sin duda, ampliar las concepciones y los debatessobre la paz.

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    35. Por otro lado sera absolutamente injusto no reconocer la significativa aportacindel autor. Cf. DENNET, Daniel C. (1999) La peligrosa idea de Darwin, Barcelona. Aunquenuevos enfoques incorporan factores tales como coevolucin, cooperacin, creacin,simbignesis, convergencia, etc., a los presupuestos previos.

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    Sin embargo estas premisas no deben evitar ver que, contradictoria-mente, muchos de los presupuestos marxistas, tericos y prcticos, se hanvisto involucrados en acciones alejadas de la contruccin de la paz,fundamentalmente porque, relacionado con las propuestas de liberacin,el discurso de la violencia ha estado casi siempre presente.

    Interpretar las dinmicas histricas en clave de conflictos conllevaadems la posibilidad de ampliar las dialcticas36 de los mismos. Efecti-vamente, frente a la dialctica occidental (dominante), bipolar, anta-gnica y subordinadora, que no alcanza a explicar todas la vas posiblesde regulacin de conflictos, se pueden utilizar modelos explicativos dedinmicas multipolares, alternativas e integradoras.

    En la realidad historia las mediaciones sociales, econmicas, culturales,o de cualquier otro tipo, resultan de tal importancia que es completamenteimposible aislar la naturaleza humana de las pautas de conducta aprendidasa lo largo de los miles de aos de existencia. Al introducir la capacidadde eleccin en la conducta humana (la categora analtica de la libertadhumana recobrara un peso esencial en nuestra argumentacin), las so-luciones que nuestra especie da a determinados problemas y conflictos,dependen de multitud de variables biolgicas y culturales interrelacionadasexperimentalmente y de una manera indisociable. Las simplificacionesde las concepciones dualistas de la especie humana, que distinguen entrecuerpo y alma, naturaleza y espritu (o cultura) slo contribuyen a alejarnosde una verdadera comprensin del transcurrir de nuestra propias historias.

    4. UNA HISTORIA DE PAZ IMPERFECTA

    Los presupuestos y postulados contemplados a lo largo de los anterioresepgrafes nos permiten retomar una nueva -en cuanto que pretende prestar

    mayor atencin a aspectos olvidados o marginados hasta ahora- perspec-tiva de la historia, que a su vez enriquezca y complemente con las yaexistentes. En ella que se deberan de incluir los distintos hechos, expe-riencias y mbitos de paz hasta el momento visto (solidaridad, cooperacin,actividades de baja entropa, negociaciones, tratados, planes de paz, etc.).De esta manera se podra intentar recomponer una Historia de la paz,como una parte inseparable y necesariamente complementaria con el restode Historias y de la Historia en general.

    Hablaramos de paz , tal como lo hemos venido haciendo, en el sentidode todas aquellas experiencias y estancias en la que los conflictos se hanregulado pacficamente: firma de tratados, paz silenciosa, solidaridad,cooperacin, actividades de baja entropa, etc. Es decir en las que losindividuos, los grupos humanos o las sociedades han optado por satisfacersus necesidades y las de los otros basndose en criterios igualitarios ysolidarios. Todo ello sin que ninguna causa ajena a sus voluntades (fe-nmenos de la naturaleza, crisis de subsistencia, epidemias, agentes externos,etc.) lo impidiese.

    En este sentido incluiramos la Paz, en el sentido ms genrico,aquellas situaciones en que se satisfacen dominantemente las necesidades,con las premisas que hemos sealado anteriormente para todo el conjuntosocial, a lo largo del tiempo. Las diversas escalas de las regulacionespacficas, ya sea a escala individual o grupal (la socializacin, caridad,cario, dulzura, solidaridad, cooperacin y mutua ayuda), regional oestatal (acuerdos, negociacin, o intercambios) o internacional (pactos,acuerdos, tratados, organismos internacionales, o intercambios). Tambinla paz de las periferias, de las esferas subordinadas y marginadas, dondepuede que existiera una mayor predisposicin a las regulaciones pacficas,y la de todos aquellos grupos que por unas u otras razones reconocensus horizontes y sus prcticas bajo estos presupuestos, podran sercomprendidos.

    En la visualizacin de esta Historia de la paz incorporaramos lasinterrelaciones causales entre las distintas estancias donde tales prcticasse producen. Es decir las posibles influencias que las acciones de un grupopudiera tener en otros mbitos, bien porque algunos de sus miembrosinteractuan en distintos espacios, bien por la influencia que las obras olas ideas pudieran ejercer sobre otros grupos o comunidades. Serancausales porque las prcticas mantenidas en un primer lugar pudieran serla causa de que actitudes similares se mantuvieran posteriormente. LaHistoria esta llena de ejemplos de este tipo, desde los buenos gobernantes

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    36. A lo largo de este texto vamos a hablar en diversas ocasiones del trmino dialctica,como quiera que sobre este concepto hay una amplia polmica es necesario justificar suuso. Lo utilizamos en parte con el significado original, dado por los griegos, de dilogoentre varios presupuestos (inicialmente dos), para definir las relaciones entre los distintoselementos de una realidad (sistema) social. Intentando, desde esta perspectiva, hacer unabsqueda abierta de las interrelaciones entre estos elementos, sin estar determinados,inicialmente por presupuestos mecnicos y cerrados. Sabemos que por el uso que distintosautores (Kant, Hegel, etc.) han hecho del concepto esto puede acarrear algunos problemaspero no hemos encontrado otra alternativa mejor.

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    que provienen de buenas familias, hasta creyentes y seguidores de reli-giones e ideologas que mantienen pblicamente coherencia con susconvicciones personales o vivencias de dilogo, amor o ternura, pasandopor comunidades que adoptan determinadas posiciones pacifistas enconflictos internacionales, por las mujeres en sus actitudes solidarias haciatodo su entorno cercano, a estados en los que la raigambre de las prcticasdemocrticas tiene repercusin en la convivencia interior y exterior a travsde su mayor predisposicin a la negociacin, etc., o coyunturas de pazen las que las propuestas de los individuos de su sociedad son maspacifistas.

    Cabe resaltar que lo que queremos aqu reconocer no es una pazabsoluta, perfecta, que probablemente nunca haya existido -ni exista- enla Historia de la Humanidad. Sino un concepto de paz amplio, queespecficamente est relacionado por la variable: regulacin, transforma-cin o resolucin cotidiana de los problemas y de los conflictos creadospor los propios humanos para consigo mismos, entre ellos mismos, osu relacin con la naturaleza. Es por ello que preferimos hablar de unapaz imperfecta porque no es total ni esta absolutamente presente en todoslos espacios sociales, sino que convive con el conflicto y las distintasalternativas que se dan socialmente a ste para regularlo. Que, aunquelas propuestas sean mayoritariamente de regulacin pacfica, las propues-tas y acciones violentas pueden que tambin estn casi siempre presentes-tal como nos ha recordado exhaustivamente la historiografa tradicio-nal.37

    Desde este punto de vista la investigacin interesada en una Historiade la Paz, comprometida con los desafos que los nuevos tiempos nosdemandan, con la construccin de la Paz como un instrumento para larecreacin de un mundo donde las vas de regulacin pacfica de losconflictos se conviertan en la opcin principal ante todas las situacionespresentes y futuras. En definitiva una Historia de la Paz que reconozcay analice en el pasado que se desarrolle en el futuro podra tener enconsideracin las siguientes directrices, a modo de primera propuesta:desarrollar y perfeccionar el anlisis de las causas, estructuras y dinmicasde las situaciones de conflicto y las vas de regulacin de los mismos;desvelar las instancias en las que se producen las relaciones de la paz

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    37. Cf. MUOZ, Francisco. A. (1999) La paz imperfecta, apuntes para la reconstruccindel pensamiento pacifista, Papeles de Cuestiones Internacionales 65, 11-14.

    y de la violencia; establecer la relacin causal y las mediaciones entrelos diferentes niveles e instancias donde se practica la regulacin pacficay/o violenta de los conflictos; profundizar en la teorizacin de las nece-sidades humanas, su concrecin en los derechos humanos y los meca-nismos que posibiliten su satisfaccin, proteccin y realizacin efectiva;explicar lo ms fielmente posible los acontecimientos histricos siguiendoestas pautas.