Érase una vez un monstruo que siempre estaba hambriento. Por mucho que comiera sillas, mesas, lapiceros... siempre quería más y más...

Un día decidió empezar a comer números, le habían dicho que estaban muy ricos y que cada uno tenía un sabor especial.

Les esperaba escondido y cuando menos se lo esperaban...

¡ZAS! ¡Se los comía!

Así empezaron a llamarle... ¡¡El Zampanúmeros!!

...el dieciséis, el diecisiete, el dieciocho,

el diecinueve y...

¡¡el veinte también!!

Como eran los números más pequeños, iban siempre juntos a todas partes. ¡¡El

monstruo Zampanúmeros siguió

comiéndoselos!!

El veintiuno , el veintidós , el veintitrés , el veinticuatro , el veinticinco...

...el veintiséis , el veintisiete , el veintiocho , el veintinueve y...

Los números estaban indignados con

el monstruo Zampanúmeros.

El monstruo Zampanúmeros seguía hambriento. ¡¡Cuantos más números comía más hambre tenía!!

Persiguió al número y cuando estaba a punto de darle un buen bocado... El pensó...

¡¡Podemos con él!!

¡¡Nosotros somos tres!! !

El monstruo Zampanúmeros se asustó al ver unos números tan

valientes.

Y para ayudar al treinta y uno, llegaron el cuarenta y dos, el cincuenta y tres, el sesenta y cuatro, el setenta y cinco, el ochenta y seis... ¡¡Hasta el noventa y siete!!

Entre todos esos números, desde el

treinta y uno hasta el noventa y

nueve consiguieron que el monstruo

Zampanúmeros saliera

corriendo asustado. ¡¡Y no volvió

nunca más!!