el mal en el cine

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  • 7/23/2019 El Mal en El Cine

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    TRABAJO ESTTICA: EL MAL EN EL CINE.Alumno: Pedro Antonio Mora Gar (D.N.I 43.072.778B)

    Mientras se crea en el diablo todo era inteligible y claro...(E.M.Cioran, Del inconveniente de haber nacido)

    1Prlogo( Hoja de ruta).2 Orgenes del mal.21 A quin afecta el mal?3 El mal es teorizado.4 Satn entra en escena...cinematogrfica.41 El psichokiller.42 Nosferatu.

    43 Las mquinas.44 El mal institucionalizado.45 El holocausto.46 Zombis.5 Los buenos y los malos de la polis6 Corolario.

    1 Hoja de ruta

    Este trabajo intenta esbozar en la medida de sus modestas posibilidades una visin que hatransitado el campo de la cinematografa desde sus rudimentos hasta el presente. Dicho trabajopretende hundir su nervio en el campo de la esttica, analizando como el sptimo arte nos hapresentado y representado una dramaturgia del mal desde diferentes perspectivas, con mltiplesformas. Ortega mencionaba que el ser humano no tiene naturaleza sino historia. Y dicha historiano puede ser soslayada, estamos connaturalizados con el momento histrico que a cada uno le tocavivir. Al fin y al cabo ser este momento histrico, en el que se nos presentaran los diferentesrepertorios a escoger, y en esa eleccin, en los correspondientes acoplamientos entre nuestrasdisposiciones o inteligencias y los repertorios disponibles se enmarcar nuestra realidad, pudiendoincluso modificar el paisaje en el que nos desenvolvemos. En esas elecciones nos va la vida, nuestrapropia vida, ya que el hombre, como sabemos, est llamado a vivir mltiples existencias, pero alfinal del trayecto slo acaba viviendo una.

    Los monstruos, una vez retirado el velo que a todos recubre se nos muestran demasiadofamiliares, y como todos, estn sujetos a su momento histrico. Hay por ello que distanciarse a lahora de analizar la ontologa que define al monstruo del modelo idealista de origen kantiano, quesustenta una historia del arte moderno en la que las representaciones se definan como neutras yuniversales, y cuestionar esa aparente neutralidad para descubrir al monstruo, humano, demasiadohumano, inexorablemente sujeto al espritu de su poca. A medida que nos adentramos en suontologa podemos percibir el paisaje en el que se han desenvuelto, el espritu de la historia que losha hecho fecundos y recurrentes. Y veremos su mutacin, su transformacin, y es que, pese a todo,el monstruo es hijo de los miedos de su tiempo, y de la idea del mal que germina en cada pocadesde el principio de los tiempos, tal como nos muestra el pensamiento esttico, ensendonos los

    elementos bsicos y reglas de cada modo, de cada potica. Cada monstruo es hijo de su tiempo.

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    2 Orgenes del mal.

    Toda dramaturgia del mal no es para nada balad ni aleatoria, sino que se desarrolla y responde encontexto y necesidad que no podemos soslayar, tal como expone J.Claramonte: Una teora de las

    monstruosidades, adems de proporcionarnos amena informacin sobre algunos entes de ficcinnos la proporciona y muy interesante sobre aquellos agentes hegemnicos y muy reales cuyasacciones de destruccin real parecen calcarse en sus niveles de operatividad y sus escalas deaniquilacin sobre los modelos ficticios proporcionados por cada modelo de monstruosidad.1 Nodebemos olvidar lo imbricado en todo constructo social de la partes en el todo. O dicho en palabrasde Althousser: Las imgenes que nos rodean nunca son inocentes, sino que son un sistema designificantes producto de un orden cultural-ideolgico que articula, traduce y construye nuestra

    percepcin de la realidad.2 Es decir, analizando los modos de dichas poticas, podremos arrojaralgo de luz en esos vericuetos oscuros y ocultos en donde el Mal parece hallar su solaz regenerativopara acecharnos una y otra vez, atendindonos, desendonos fragmetados e ignorantes, para de estemodo mostrar que el mal no siempre est en los otros.

    21. A quin afecta el mal?

    Evidentemente a todo ser viviente, pero sobre todo al ser humano, aquel que se caracterizado almodo aristotlico como zoon politikon, y por mostrar como llave maestra de su repertorio el phonossemantike, el habla, a travs de ella puede comenzar a erigir construcciones nuevas cargadas desentido. Y es que el hombre, pese a ser tan menesteroso, es harto singular. El hombre como serviviente siente miedo, y es que el miedo es una de esas gruesas capas que constituye nuestro ser:El miedo junto con otros aspectos tan bsicos de nuestra constitucin como el deseo o el hambrees una modulacin de la expectativa, una mquina relacional que especifica nuestra inquietud, queconcreta nuestra angustia y al hacerlo no puede sino importar sus propias repertorialidades, susescalas y sus tiempos.3

    3 El mal es teorizado.

    Las religiones que se sustentan en un Credo o en un pilago de disposiciones heternomas,siempre han sido muy recurrentes a la hora de roturar de modo difano su articulado, de ponersiempre en baza lo bueno y lo malo. Pero claro est, a veces actuar en contra de los preceptosreligiosos poda procurarnos en esta vida una bonanza fuera de toda duda. Por todo ello y en vistade que la influencia religiosa en el terruo donde se desenvolvan nuestras vidas no era lo

    suficientemente vehemente, hubo que recurrir a un castigo divino, que al no tener la mayora de lasveces resultado emprico en el ms ac, hubo por ello que idear un lugar donde dicho castigo fueracartesianamente indubitable, es decir dicho castigo se deba circunscribir en una nueva rbita, en unms all, por todo ello las religiones se hicieron escatolgicas. El Zoroastrismo fue la primera endesarrollar una escatologa clara; Zaratrusta, su fundador cuando repar en el problema del maltanto fsico como moral tuvo que recurrir a la afirmacin de la existencia de dos espritus eternos yopuestos.4 Zaratrusta se encarga de formalizar y representarnos dos principios divergentes queparadojicamente emergen de un mismo principio. De un principio generador nos encontramos unareligin bifronte con dos polos bien definidos, por un lado el bien que recaba en Ahura Mazd y porotro el mal que descansa en los anchas espaldas de Angra Mainyu tambin conocido como Ahrimn.A partir de un pequeo repertorio Zoroastro nos desvela un pack completo: una cosmogona, una

    tica y una escatologa; la hoja de ruta que todo ser humano debera llevar en su mochila. Slo lo

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    que est muerto , o representa una negacin de la vida, pertenece a Ahrimn. Promover por tantola vida y todo cuanto la conserva o acrecienta, y combatir la muerte y lo que la promueve es undeber religioso. Son, pues, obras meritorias proteger las vacas...y lo mismo todos los animalestiles a la economa domstica. Como es meritorio beneficiar los campos incultos, labrar la tierra,trazar canales, tener en orden y hacer florecer los jardines y campos, engendrar hijos fuertes yrobustos. Obras meritorias son combatir todo lo que destruye la vida, y por tanto los animales de

    rapia, los hombres que viven de la piratera, muerte, enfermedad o flaqueza. 5 Es decir, lomeritorio, lo bueno, lo que est bien, es lo que acrecienta y genera, pero no en s mismo, de maneraautmata, necesita ser validado para ser aceptado como bueno, necesita estar revestido de utilidadpara alguien, de ah surgen las diferentes morales. Karl Philipp Moritz hizo una clara distincinentre los trminos bueno, til y bello. Para l, la bondad, aunque arranque de uno mismo y se hallecontenida en cada sujeto, la valoracin que hacemos de ella, no podr ser sino interesada en cuantotomamos en cuenta sus efectos para nuestra propia vida. De ello podemos deducir que no hay unBien y Mal absoluto, radicales, ambos principios estarn manufacturados, antropomorfizados,nicamente el hombre, como medida de todas las cosas, podr dar debida cuenta de los mismos.

    La perspectiva zorostrica recorrer el Mare Nostrum, baando otras religiones y culturas, donde

    el Bien y el Mal, se baten el cobre en perpetua batalla, en constante litigio. En la Pennsula Itlica,podemos encontrar el culto a romano a Mitra, en el que se realiza el taurobolium-sacrificio de untoro-la muerte del toro representa el triunfo del bien sobre el mal, de la luz sobre las tinieblas y de lavida sobre la muerte.

    El demonio o los demonios,contenedores sublimes del mal, han operado como un repertoriosumamente til en las poticas arcaicas que operaban en nuestros orgenes civilizatorios. G.J.Frazer, el antroplogo escocs, nos ilustra en las pginas de su obra: La rama dorada, toda unacaterva de demonios que han pululado en los diversos asentamientos humanos, que han perduradode modo omnipresente en estas culturas primitivas. Tal vez, la encarnacin del mal en un sujetoesttico, haya sido el primer lenitivo del hombre a la angustia emergente de saberse polidrico, desu negacin a aceptar que sus rincones obscuros pueden desvelarse. Por ello el demonio se hatornado en la forma idnea, para salvaguardar la dignidad intrnseca del hombre; podramos decirque fue el primer lenitivo psicolgico o de manera ms prosaica, el chivo expiatorio a quien cargarnuestras culpas. Con el demonio, o mejor dicho con Satn -a los amigos ntimos hay que llamarlospor su nombre, pese que a ste en particular le gusta adornarse de una excelsa nomenclatura:Asmodeo, Azazel, Beelzebul,Belial, Lucifer, etc- tenemos todos una coartada, incluso Dios. Y esque las poticas del mal siempre nos han producido un extraa fascinacin y deleite. As entre1560 y 1684 se imprimieron slo en Alemania- un mnimo de 231.600 ejemplares de obrasreferidas a lo monstruoso y lo demonaco .En Francia y en el mismo periodo las cifras rondan los340.000 ejemplares para este tipo de publicaciones.6

    Una vez conocemos al sujeto, hemos de preguntarnos de modo detectivesco: Cul es el motivode sus acciones? A qu se debe su mala baba? Un fervoroso catlico como G.Papini, en su obraEl Diablo, bucea en la ontologa de ese otro, que irradia su naturaleza oscura por doquier, yencuentra el origen de su mala leche en la envidia o celos- algo que seguramente desconoca unainmaculada conciencia como la de Papini, esta envidia no recae en Dios, sino en el hombre, ya queeste ha sido el elegido por Dios para que en l se encarne su hijo, y esto Satn no lo puede aguantar.En vez de ese pilago de lujuria orgistica sazonada con permanentes bebidas espirituosas que niBaco hubiera imaginado como paisaje en el que se desenvuelve su reino , Satn hubiera preferido latristeza del madero, la agona de la cruz, la disciplina del mrtir.Parecera que despus de lo esbozado hasta el momento, uno pensara que el paisaje en que reinaba

    Satn fuera un paisaje arcaico, con muy poca repertorialidad, la simplicidad operante de dicho

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    smbolo lo condenaran en los tiempos modernos a un inexorable desacoplamiento. Pero hete aquque la policontextualidad del paisaje ha permitido que siga vigente hasta nuestros das.

    En 1976, en la pequea ciudad alemana de Klingernberg, la joven estudiante alemana AnnelieseMichel, fue diagnosticada por una mente preclara de la iglesia, encarnada en el jesuita AdolfRodewyk, como poseda por el de excelsa nomenclatura. Una vez se cont con la autorizacin del

    obispo de Wurzburgo se dio inicio a la performance exorcizadora, obviamente con funestosresultados: fallecimiento de la srta. Michel. Pese a ello, un ao despus del fallecimiento uhomicidio, los obispos alemanes se reafirmaron en la fe en el diablo como verdad irrenunciable ycomo contenido de fe. La sombra del diablo era alargada, las sotanas velaban su cola.

    La brujera tambin merece nuestra atencin ya que, en 1275 era quemada en Toulouse la primerabruja. La fecha no es balad, pensemos que el paisaje y los repertorios disponibles en esa Europadecadente eran muy propicios para tan infaustos acoplamientos. La abundancia de revueltasnobiliarias, derrocamientos y asesinatos de reyes que tuvieron lugar en las ltimas dcadas delsiglo XIV, la relevancia que adquiere el diablo hacia el 1400, la amplia difusin de las prediccionesapocalpticas...seran otras manifestaciones de las crisis bajomedieval.7 La persecucin, caza y

    quema de brujas es uno de los captulos ms tenebrosos de la historia de la iglesia cristiana enEuropa. El crepitar de las llamas y el olor a bruja chamuscada perdur hasta 1749, fecha en la que eldemonio dej su mana de poseer cuerpos de fminas, siendo la ltima vctima ejecutada enWurzburgo (Alemania). Pero, por qu esta pervivencia del mito? Por qu de esa sombra alargadaque se proyecta de manera diacrnica a lo largo de la historia? Manuel Fraijo barrunta una posiblerespuesta: a Satn se recurre cuando, en pocas de profunda crisis, se agotan los restantes esquemasinterpretativos de la realidad. De hecho, su vigencia ha sido mayor en tiempos de angustia: pestes,guerras, calamidades...En esos momentos acude Satn para intentar explicar el derrumbe de losgrandes relatos que nos eran familiares. Satn se convierte as en el chivo expiatorio sobre el que losagentes humanos de la historia descargamos responsabilidades y protagonismo.

    Hoy, su narrativa, su representacin mtica, nos es dada en formato cinematogrfico. Con laspelculas de terror ocurre en la mayora de ocasiones como en los westerns: plantean narrativasde gran simpleza moral y, por tanto, en ellos hay siempre-para empezar-una divisin netaclarsima entre buenos y malos.8. Paul Ricoeur entronca en este punto al deslavazar dicho lmites.Por una parte percibimos que el mal nos precede; que de alguna manera, es preexistente; perotambin nos agobia la experiencia de sentirlo muy cerca, instalado en lo ms profundo de nosotrosmismos

    Por qu el cine como desenvolvimiento de la imagen del mal, y adems logrando no magrosresultados? No es de extraar que el ser humano est connaturalizado con la imagen, los

    veinticuatro fotogramas por segundo se han injertado en el nervio de nuestra conciencia. Hoypodemos decir que estamos connaturalizados con el cine, o en palabras de Reynaldo Gonzlez: Sesabe s, cunto contribuy el cine a cambiar la literatura, las artes plsticas, la escena. No fueronlas mismas desde que se les sum esa seduccin de nuevo tipo que son las imgenes en movimiento.

    Les abri compuertas inesperadas, hallazgos de los que se apropiaron. Estableci con ellas unainterralacin enriquecedora. Les devolvi multiplicados, los bienes que tom prestados de la

    fotografa, de la pintura, cuanto aprendi de la perspectiva, el claroscuro, y lo que robo al teatro yla danza...No es arriesgado afirmar que la mayor conquista del cine ha sido el hombre mismo. Loha envuelto en su universo y le ha injertado su gramtica hasta el punto de que un hombre de unsiglo que llega ya a su final, puede calogarse como trabajado y complejizado por el cine 9 O comoexpuso Walter Benjamin en su trabajo:Discursos interrumpidos en la obra de arte en poca de su

    reproductibilidad tcnica , citando a Franz Werfel:El cine no ha captado todava su verdadero

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    sentido, sus posibilidades reales...stas consisten en su capacidad singularsima para expresar, conmedios naturales y con una fuerza de conviccin incomparable, lo quimrico, lo maravilloso, losobrenatural.Este nuevo medio, o repertorio, a travs de la manipulacin de la forma, fundamentalmentemediante la edicin y montaje del metraje, conseguir controlar las reacciones emocionales delespectador, estaramos entrando en lo que algunos autores han denominado obra de arte total. No

    hay que olvidar que el espritu de los tiempos, el cine juega un papel preponderante, los veinticuatrofotogramas por segundo han hecho mella ya en una cantidad considerable de bpedos implumes.Estamos ya, qu duda cabe, connaturalizados con el cine, forma parte de nuestro paisaje, de nuestraimaginacin, de nuestros sueos. Y es en ese medio donde mejor se puede representar y sublimar elmal.

    El labrador tiene que conocer su oficio: sembrar yesperar...el demonio por contra es el portavoz de la prisa.

    4 Satn entra en escena...cinematogrfica.

    A la hora de presentar al monarca absoluto del Mal, es decir a Satans, el cine ha albergado serias

    dudas formales. Es complejo presentarlo sin que nos produzca cierta sorna con sus atributosiconogrficos tradicionales: cuernos, rabo, vestimenta con tonos rojizos, por no hablar de unirrisorio tridente. El demonio no puede ser objeto de broma y es mejor plegarse a una formalizacinantropomrfica que siempre es mucho ms provechosa. Stephen King, en Apocalipsis, nos haceun descripcin de los que debe ser el demonio: ...l luce como cualquier hombre que camina porla calle, pero cuando sonre, los pjaros caen muertos desde el cableado de las lineas telefnicas,el pasto crece amarillento y muere donde el escupe. Siempre est del lado de afuera y viene de otrotiempo...Desde luego ante tal descripcin a uno le entra en el cuerpo todo menos la risa. Otrasveces hace su aparicin en forma de posesin con en La semilla del diablo (R.Polanski,1968) o enEl exorcista (W.Friedkin, 1973).

    Satn es la esencia sublimada en su ms elevada potencia del mal. El cine as lo ha percibido yreflejado en una ms que prolfica filmografa en la que tan insigne papel ha sido representado,consciente de que es un pilar bsico de las creencias del pblico potencial. Actores de la talla de AlPacino o Robert de Niro, se han dejado seducir por sus encantos y han osado encarnar a tan oscuropersonaje. Un personaje complejo, qu duda cabe, siempre ataviado con su aura de contenedorsublime del mal. Es por ello complejo representarlo de un modo palmario. El Mal Absoluto, cuestaentenderlo, es difcil asimilarlo por nuestras disposiciones, se nos hace ajeno, incomprensible. Deah el temor, a este Absoluto tan contingente. Es poco atrayente en el sentido de que es pocofamiliar, es difcil reconocerse en l.

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    Os oigo susurrar, nios, s que estis ah abajo. Puedo sentir cmo me enfado terriblemente.Se me acab la paciencia, nios. Voy a por vosotros ahora

    Reverendo Harry Powell

    41. El Psicokiller.

    La figura del psicpata es una figura de referencia en la cinematografa. Aunque su carcter deimaginario busca en cierto modo modular dicha potica mostrndola de un modo digamos mssuave-la realidad supera a la ficcin- ya que estamos ante un contenedor del mal, el psichokillerprovoca rechazo y alarma social. Recuerdo que cuando le siendo adolescente la novela AmericanPsycho de Bret Easton Ellis, en las que narra con todo lujo de detalles la liturgia y ejecucin decrmenes que perpetraba, se me haca impensable que dicho libro pudiera ser llevado al cine. Aosms tarde cuando apareci la pelcula homnima dirigida por Marry Harron en el ao 2000 yprotagonizada por una actor de la solvencia de Christian Bale, no pude sino constatar que la pelcula

    haba sido descafeinada por mor de no ser catalogada como una pelcula de la serie B con unelevado contenido gore.

    En la representacin de dicho personaje o contenedor del mal, en el cine, no es menesterdesarrollar una ardua epistemologa para conseguir atinar con trazos maestros un personajeconvincente. Basta con tirar de hemeroteca de la seccin de sucesos, para encarar de frente y sinartificios con seres de tan siniestro pelaje.

    La cinematrografa cuenta con un amplio abanico de personajes que encarnan la representacin deeste tipo de mal en el cine. Por ejemplo, ese personaje desacoplado que cabalga en la noche como elreverendo Harry Powell en La noche del cazador (Charles Laughton 1955), es un villanomemorable, un terrible monstruo (como se le retrata en algunas escenas, por ejemplo cuandopersigue a los nios a travs del pantano) que ataca de noche, pues parece que no necesita dormir, y

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    cuyos crmenes considera totalmente justificados, pues mantiene que se comunica con Dios y queentre ambos hay un sincero entendimiento. En esta pelcula genuina el mal se nos presenta como uncuento. El reverendo es un trasunto del lobo, pero un lobo misgino que focaliza un objetivo demodo difano y no cede en su empeo, llevndose por delante a todo viviente que haga falta si seinterpone en su objetivo. Hay cierto paralelismo entre el reverendo Harry Powell (Robert Mitchun)y Anton Chigurh (Javier Bardem) en No es pas para viejos (Hnos. Coen 2007). Ambos son dos

    psicpatas de rdago. Evidentemente el ltimo no tiene el poder de seduccin y oratoria delprimero, siendo memorable la escena en la que el reverendo Powell escenifica en una performancesin parangn la lucha entre el Bien y el Mal.10Aun as, ambos muestran lo letal de sus acciones, logratuito de las mismas, los devastadores resultados de sus expeditivos medios.

    Dios mata indiscriminadamente, y nosotros tambin. Porque ninguna criatura de Dios escomo nosotros, ninguna se parece tanto a l como nosotros...(Entrevista con el vampiro)

    42 Nosferatu.

    El otro desacoplado viene de Transilvania y le gusta la sangre, el Nosferatu. Es este undesacoplado con matices, ya que representan la subversin de todos los valores, lo hacen todo a lainversa de lo que entendemos como correcto, natural ...rezan el padre nuestro al revs, llevan lacruz invertida, retroceden ante la luz y al agua bendita, no eyaculan sino que chupan, no aportan

    fluidos vitales, sino que los extraen, y , en lugar de representar el poder seminal del hombre, o lacapacidad de poner el goce sexual al servicio de la propagacin de la vida, representan el reino dela muerta, la capacidad de poner el goce al servicio una muerte que se propaga a travs de unaherida. Y creo que la metfora es enormemente explcita porque los vampiros son, efectivamente,una amenaza de muerte, y nunca mejor dicho, de la vida de la comunidad.11

    Hay imgenes, personajes o mitos que reflejan en s mismos la propia recreacin del mal comoentidad, que subliman en concepto hasta convertirlo en algo definitorio del mismo o definitivamenterepresentativo. Entre todos ellos destacan con luz propia la figura de Satn, el Diablo en persona oespritu, esencia de todo lo maligno y contrapunto necesario para la existencia de una moralidad ycreencias opuestas a sus caracteres. Pero de una manera ms concreta y mucho ms compleja desdela propia autentificacin realizada sobre todo por el cine, es el vampiro el que lleva lapersonalizacin imaginaria ms contundente de la maldad, tanto cualitativamente comocuantitativamente. As, de todos los arquetipos imaginarios, el vampiro es el ms cinematogrfico.

    Y tal como nos muestra la filmografa que aborda el tema demoniaco y vamprico hasta tiemposrecientes, la nica manera de combatir el mal, la subversin de todos los valores, eran esgrimiendo

    con vehemencia los valores, la simbologa institucional al uso, ora un crucifijo en la frente, ora unchorro de agua bendita en los ojos, ora una recitacin poderosa de las Sagradas Escrituras, y si lacosa se pona ya muy fea, un certero estacazo en el corazn. Haba que combatir la impureza con lapureza.

    El vampiro es el contenedor del mal, pero no es ese ser abyecto y rechazable sin ambages, en lhay algo profundamente turbador. En l se sublima nuestro universo simblico de lo prohibido, delos deseos ms primarios demonizados por la cultura. Y es que este desacoplado se las ha sabidoingeniar bien para que la evolucin no lo arrumbara de sus propsitos, y como el buen vino hasabido envejecer, o mejor dicho, reinventarse. Del pristino Nosferatu de Murnau (1922) ser deultratumba encarnado en un monstruo ftido, de tez blanquecina y poco atractiva y para ms inri,

    portador de la peste, hemos pasado al vampiro metrosexual de Crepsculo de Catherine

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    Hardwicke (2008) que lo mismo te hace un desaguisado con la yugular como un anuncio decalzoncillos. El vampiro se ha estetizado segn los paradigmas al uso.

    "La luz que brilla con el doble de intensidad dura la mitad de tiempo. Y t has brillado con

    mucha intensidad, Roy." Blade Runner.

    43 Las mquinas.

    Las mquinas toman consciencia y no quieren estar subyugadas, exigen sus derechos operan susrevoluciones e incluso aplastan y subyugan al hombre.Tambin la mquina ha sido un contenedorimaginario de la maldad, en su capacidad de rebelarse contra su creador ( a imagen y semejanzade lo que el hombre hizo con Dios) y provocar el fin de la raza humana o su libertad.12Podramos ejemplificar este contenedor del mal en pelculas como Metropolis (Fritz Lang, 1926)o como en 2001, Una odisea en el espacio. (Stanley Kuprick,1968)

    En Matrix (Andy Wachowski.1999), el mal es simbolizado en esa mquina asptica que escombatida por un nuevo salvador, Neo, que se enfrenta a ese paisaje ficticio y simblico que parabien o para mal nos recuerda a esa cueva platnica, o a ese universo de aplicaciones iphnicas porvenir, en la cual descansamos aliviados y anestesiados, angustiados y asustados de que se se acabela fiesta, de que alguien nos desmonte el teatrillo.

    La mquina representa esa razn asptica, esa inteligencia en cierto modo anglica que no tomapartido por nada ni nadie excepto ella. Cuando la mquina toma conciencia de s misma es cuandoa los humanos nos entran las ganas de ir al excusado. En Terminator (James Cameron.1984), senos cuenta el mito de que en el futuro, es decir, en el ao 1997, cuando a Skynet le da por leer elDiscurso del Metodo de Descartes, y toma conciencia de s misma se monta la de San Quintn.Por ello he imitando al general Powell en Irak, lanza un ataque preventivo al presente, en 1984- aoen que se desarrolla la trama- en forma de ciborg musculoso dispuesto a cargarse a toda fmina quetenga la mala fortuna de llamarse Sara Connors.

    Las mquinas son y deben ser un medio para nuestros fines, aunque hoy bien pudiera parecer locontrario. La razn instrumental que ya denunciaran Adorno y Horkheimer en Dialctica de laIlustracin, es sublimada en forma tecnolgica, que emanando del hombre consigue desbordarlo ycambiar para siempre su entorno. La inteligencia, ese regalo envenenado con el que nos dot laevolucin, alberga un matiz destructivo cuando no va acompaada de su respectiva emocin. Y esque, como no poda ser de otra manera, hemos antropomorfizado las mquinas. Cuando las

    mquinas dejan de decirnos: su tabaco gracias y comienzan a proferir frases como:"Es toda unaexperiencia vivir con miedo, verdad? Eso es lo que significa ser un esclavo." - Roy Batty (RugerHauer. Blade Runner.1982), comienzan a intranquilizarnos, las mquinas se tornan un trasuntoinmortal del hombre, del hombre con sus miedos, pasiones y voluntad de poder. La autonoma delas mquinas, hoy por hoy, no est bien vista.

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    Al no existir la pena de muerte en los colegios, Drselos fue expulsado.(Jean Cocteau. Los nios terribles)

    44 El mal institucionalizado.

    Dar Vader le espeta as, a bocajarro, a Luke Skywalker en El Imperio Contraataca ( IrvinKershner.1980) : Luke, yo soy tu padre. No hace falta ser muy ducho para ver la cara de susto delpobre Luke y como este prefiere arrojarse al vaco antes que irse a tomar unos pinchos y rememorarlos viejos tiempos con el seor del reverso tenebroso. No es fcil desde luego descubrir que tu padre

    es el malo de la pelcula. Sobre esto y el mal instituido va este captulo.

    Una de las pelculas donde se representa de un modo inquietante la dramaturgia del malinstitucionalizado, es en El Seor de las Moscas. No hay nada ms inquietante que un estereotipofuncione de una manera inversa a la esperada. No esperamos que un tipo que esgrime una pistolaapuntando hacia nuestro pecho, en una noche oscura, bajo la tenue luz de una farola, sea portador debuenas noticias para nuestra economa domstica. Por esa misma razn, en nuestra menteacostumbrada a operar con estereotipos, el nio opera como smbolo, smbolo de inocencia ybondad manifiesta. Por ello cuando en el nio se representan otros valores que torpedean nuestrosiconos, nuestra simbologa, nos sentimos en cierto modo aturdidos. Este aturdimiento acaece demodo inexorable en El Seor de las Moscas (Harry Hook.1990). En la pelcula basada en la

    novela de William Golding, publicada en 1954, se nos retrata como el mal puede sobrevenir incluso

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    en criaturas anglicas. Para Golding, el Mal, entendido como fuerza activa y contendiente contrael Bien en el plan del universo, es una falacia: lo que existe es un mundo de instintos salvajes yciegos que campan a sus anchas y que nuestro lado civilizado a puesto en vereda, reprimiendo,canalizando y sublimando a travs de mitos todo ese universo baconiano de desenfreno. Esa idea defondo es la que atisba a entender uno de los desgraciados protagonistas de la historia. Simon quientras mirar a la cara la cabeza de cerdo apestada de moscas, descubre que los demonios no habitan

    en la oscuridad de la jungla, sino en ellos mismos...y es que los nios de El Seor de las Moscas,no han degenerados hasta el estado salvaje, sino hasta el hombre civilizado, han cerrado el crculorepitiendo los mismos errores que sus mayores.13

    Hobbes tambin recurri a una figura monstruosa, el Leviatn, para ilustrarnos de los peligros deesa humanidad autnoma, sin constriccin legal alguna, en la que la vida del hombre en su estadoprimigneo era a todas luces solitaria, pobre, malvola, bruta y breve. Ese sera el anverso de lamoneda en esta potica concreta. Cuando surge la autonoma ilustrada, el debate sobre si el hombrees bueno o no por naturaleza, ste se resuelve enconado. Pensadores de la talla de Montaigne,Rousseau, o Locke, podramos situarlos del lado de Golding, por contra, para Hobbes, el papel delEstado, el ms fro de los monstruos fros-que pone Nietzsche en boca de Zaratrusta-, ser mantener

    a raya la naturaleza, que nos sume en ese estado de beligerancia continua y permanente en la que elhombre muestra su verdadera naturaleza, que no en ni ms ni menos que ser homo homini lupus. ..

    El ser humano podra decirse que tiene un doble nacimiento, emergiendo primeramente de untero natural para posteriormente renacer nuevamente en un tero social como ser humano. Elhombre est necesariamente imbricado con otros; no es posible el ser humano en soledad.Siguiendo a Aristteles, podramos decir que el hombre es un zoon politikon, que se desarrolla enuna comunidad, fuera de la polis un hombre slo puede ser una bestia o un Dios ,o desde unparmetro antropolgico:"Uno no se socializa en vaco, sino en formas y relaciones concretas...;lamente no preexiste a su estructuracin neurobiolgica, y sta se da en un curso de vida construidodesde un entorno simbitico sociocultural"14Y no andar muy lejos posteriormente Schiller en susplanteamientos al afirmar que el hombre puro est representado por el Estado. Pero la pregunta ahacer sera: y, si esas normas preestablecidas tejieran una malla de prejuicios de los que nos esimposible desembarazarnos sin no pocos problemas? Si ese nio lacaniano que asominocentemente su rostro ante el espejo y observ su yo entero, reafirmado por el adulto que losostena en brazos. Ese nio, que desde una imagen fragmentada del cuerpo, transforma el mismoen otra imagen ortopdica de su totalidad. No es tal vez ese el nio que nunca volver a serinocente, el nio ya transformado de hombre a sujeto, sobre el que operarn ya de modo inexorablecomo nos manifiesta Foucault en Sujeto y Poder: las ciencias, las prcticas divisorias y lasexualidad? Todos esos condicionamientos son ya condicin sine qua non de lo que a la postre serun ser humano.

    La distincin del Bien y el Mal es condicin fundamental en el nacimiento de la Cultura. Y como esta no viene a nosotros por ciencia infusa, sino ms bien a travs de las instituciones,principalmente de la familia y del Estado, es menester detenernos en ese punto. El de la transmisincultural. Porque tal como manifiesta Magdalena Cueto:...sin saber, sin con-ciencia de lo que esbueno y lo que es malo, ni hay bueno ni hay malo, ni hay la menor posibilidad de constituir un

    pensamiento moral. Lo que es lo mismo que decir que, tal como ha sostenido Nietzsche,No hay fenmenos morales en s mismos, sino una interpretacin moral de los fenmenos, con loque cierro el paso de antemano a toda posibilidad de articular un derecho natural porque,sencillamente, lo natural no es el derecho sino, y valga la perogrullada, lo natural. Todas lasvaloraciones han sido creadas, cada valoracin es destruida.Pero el valorar mismo, cmo podra

    ser destruido? La vida misma es valorar. Valorar es gustar. Para Nietzsche ninguna vida digna es

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    susceptible de desarrollarse sin inventarse una tica y sin desplegar sta en trminos estticos. 15

    Y tal vez sea cierto que al fin y al cabo el mal anida en nosotros, que el ser humano no es eseser anglico y difano que no esconde ni vela mcula alguna. El hombre tal vez sea una pilago decomplejidades, un ser polidrico cargado de disposiciones al que se le ofrecen mltiples repertorios.Y sern los acoplamientos que realicemos lo que al fin y al cabo formar parte del paisaje en el que

    nos desenvolveremos.

    El tiempo pasaba al igual que fueron pasando las ideas de autonoma que el hombre manejabay experimentaba: ilustrada, moderna y modal. Las humillaciones llegaban en forma de cambios deparadigma esbozados por parte de seres oscuros que se obcecaban en decir verdad a pesar de tenerun auditorio ignorante. Coprnico, Darwin y Freud, se encargaron de ejercer el papel de molestotbano que otrora ejerciera Scrates con sus paisanos atenienses. El hombre alejaba su hogar detoda centralidad universal, descubra que su padre era despiojado no hace muchos aos encima de lacopa de un rbol, y que no era del todo consciente de sus actos. Y es que tal como nos comenta el sr.Freud: ...el hombre no es una criatura tierna y necesitada de amor, que slo osara defenderse sise le atacara, sino, por el contrario, un ser entre cuyas disposiciones instintivas tambin debeincluirse una buena porcin de agresividad. Por consiguiente, el prjimo no le representanicamente un posible colaborador y objeto sexual, sino un motivo de tentacin para satisfacer enl su agresividad, para explotar su capacidad de trabajo sin retribuirla, para aprovecharlosexualmente sin su consentimiento, para apoderarse de sus bienes, para humillarlo, paraocasionarle sufrimientos, martirizarlo y matarlo. Homo homini lupus quin se atrever a refutareste refrn, despus de todas las experiencias de la vida y de la Historia?(...) La existencia de talestendencias agresivas, que podemos percibir en nosotros mismos y cuya existencia suponemos contoda razn en el prjimo, es el factor que perturba nuestra relacin con los semejantes, imponiendoa la cultura tal despliegue de preceptos. 16

    No persegu a los judos con avidez ni con placer. Fue el gobierno quien lo hizo. Lapersecucin, por otra parte, slo poda decidirla un gobierno, pero en ningn caso yo.(AdolfEichmann)

    45 El Holocausto.

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    La sociedad pensante europea despus de la Segunda Guerra Mundial, debi tener lassensacin de que haba vivido una locura. Toda la cultura, toda la razn, toda la civilizacineuropea no haba llevado ms que al Holocausto. Y volvera a hacerlo.17

    Las corrientes filosficas del siglo XX-historicismo, existencialismo, pragmatismo-fueron

    sealadas como responsables del auge del relativismo y el cientificismo, que haban conducido a labarbarie antihumanista del siglo XX; sirvan como lamentables ejemplos: la masacre del ejrcitopolaco eliminado de forma mecnica en el bosque de Katyn por el ejrcito rojo; el lanzamiento dedos bombas atmicas sobre poblacin civil en Hiroshima y Nagasaki; la eliminacin de seismillones de judos en campos de exterminio cuyos nombres tales como: Belzec, Sobibor, Treblinka,Auschwitz, producen, en ste que suscribe, la horrible visin de un matadero humano a escalaindustrial en blanco y negro. Qu duda cabe que el siglo XX nos depar una terrible enseanza,digna de ser grabada a fuego en toda conciencia humana de ayer,hoy y maana.

    Hannah Arendt era una pensadora que se defina a s misma como una "outsider", pero adiferencia de otros pensadores de gabinete, Arendt, haba vivido en sus propias carnes el resultado

    de la poltica en minsculas, por ello, al igual que Leo Strauss y Eric Voegelin, tuvieron querefugiarse apresuradamente en los Estados Unidos huyendo del Holocausto. En 1961, Arendt, setraslad a Jerusaln como reportera de la revista New Yorker, a cubrir el juicio contra AdolfEichmann 18por un tribunal presidido por el juez M. Landau. Eichman haba sido capturado por elMossad en Argentina en una operacin relmpago autorizada por el entonces presidente del Estadoisrael, David Ben Gurion. Arendt como el resto de los mortales que esperaban encontrarse al propioSatans redivivo, comprobaron perplejos que ese ser enjuto y lacnico no ola a azufre sino aburcrata. La estrategia del fiscal de mostrarnos a Eichmann como un monstruo apenas surgiefecto: Y a medida que la retrica de Hausner adquira ms y ms ampulosidad la figura delhombre en el interior de la cabina de vidrio se haca ms plida y fantasmal. Aquella figura nodaba signos de vida, ni siquiera cuando el dedo del acusador lo sealaba, y cuando la vozindignada clamaba: !Y he aqu sentado el monstruo responsable de todo lo ocurrido!19.Seis delos psiquiatras que examinaron a Eichmann certificaron que era un hombre normal. Uno de elloslleg a considerar que los rasgos psicolgicos en la actitud hacia su esposa, hijos, padre, madre yamigos, era no slo normal sino ejemplar. Incluso el religioso que le visit regularmente en prisinantes de que el Tribunal Supremo le denegara el ltimo recurso, manifest que Eichmann era unhombre con ideas muy positivas. Es decir, ni los representantes de Freud ni de Dios en la tierra,atisbaron a ver rasgos psicolgicos o morales en el teniente coronel alemn que lo pudieran colocaren la misma rbita que el Maligno. Es ms, hubiera podido ser el vecino del pareado que te da adegustar un trozo de pastel hecho por l o su seora, o se ofrece a traerte un par de botellas de lechecuando se va de compras al supermercado. Y es que, para Arendt, el mal no radica en ese falso

    binarismo maniqueo que suele acotar nuestro pensamiento. El mal subyace en todos nosotros, enestado latente, dispuesto siempre a manifestarse, a hallar un acoplamiento que lo haga real yoperativo. Y ese mal, el mal reificador, el mal de esa dialctica racional a secas, que ya denunciarantanto Adorno como Horckheimer, radica en el less a fer, ese dejar, esa razn cnica que manifiesta:s, pero no obstante...

    Primo Levi, sobreviviente en Aschwitz, entendi de modo palmario ese recinto, que como si de untemplo griego se tratara le reciba a uno con el siguiente aforismo: El trabajo te hace libre. Eserecinto era un Campo de Aniquilamiento, el lugar en donde el ser humano no era slo asesinado,sino que ere reducido a su mnima expresin. Ah le quitaban a uno todo, todo objeto personal, laropa, los zapatos, el pelo, el nombre. Condicin humana ms miserable no existe y no puede

    imaginarse. Y hablamos de condicin humana, no de naturaleza humana, teniendo en cuenta que el

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    hombre como tal, ontolgicamente hablando, carece de naturaleza humana. Arendt nos expone ladiferencia que se da entre la condicin humana y la naturaleza humana. Cualquier cosa que entra encontacto con la vida humana asume de inmediato el carcter de condicin de la existencia humana,de ah que no importa lo que hagan los hombres, son siempre seres condicionados, o empleandopalabras de Ortega: "El hombre no es naturaleza, sino historia".Es por ello que nadie escap con vida de Auschwitz, ni de Belzec, Sobibor o Treblinka. Todos

    murieron ah una vez, los ms desgraciados experimentaron la muerte en dos ocasiones.

    Imaginaos ahora un hombre a quien, adems de a sus personas amadas, se le quiten la casa, lascostumbres, las ropas, todo, literalmente todo lo que posee: ser un hombre vaco, reducido alsufrimiento y a la necesidad, falto de dignidad y de juicio, porque a quien lo ha perdido todo

    fcilmente le sucede perderse a s mismo; hasta tal punto que se podr decidir sin remordimientosu vida o su muerte prescindiendo de cualquier sentimiento de afinidad humana; en el caso msafortunado, apoyndose meramente en la valoracin de su utilidad. Comprenderis ahora el doblesignificado del trmino Campo de aniquilacin, y veris claramente lo que queremos decir conesta frase: yacer en el fondo. 20

    Hay una ancdota, que nos relata Viktor Frankl, en El Hombre en busca del sentido, en la cualse aprecia lo que era y en que consista de modo claro lo que era y significa la reificacin: Una vezestaba de pie junto a la va del ferrocarril bajo una tormenta de nieve. A pesar del temporalnuestra cuadrilla tena que seguir trabajando. Trabaj con bastante ahnco, repasando la va congrava, ya que era la nica forma de entrar en calor. Durante unos breves instantes hice una pausa

    para tomar aliento y apoyarme sobre la pala. Por desgracia, el guardia se dio entonces mediavuelta y pens que yo estaba holgazaneando. El dolor que me caus no fue por sus insultos o susgolpes. El guardia decidi que no vala la pena gastar su tiempo en decir ni una palabra, ni lanzarun juramento contra aquel cuerpo andrajoso y demacrado que tena delante de l y que,

    probablemente, apenas le recordaba al de una figura humana. En vez de ello, cogi una piedraalegremente y la lanz contra m. A m, aquello me pareci una forma de atraer la atencin de unabestia, de inducir a un animal domstico a que realice su trabajo, una criatura con la que se tienetan poco en comn que ni siquiera hay que molestarse en castigarla.21

    El cine nos ha mostrado la dramaturgia del holocausto en mltiples ocasiones con mejor y peoracierto. Para ste que suscribe, tal vez, la pelcula que mejor representa la esttica de talacontecimiento sea La lista de Schindler (Steven Spielberg.1993). El inicio del pelcula nos muestracomo en la oscuridad, se encienden un par de velas, en una tranquila tarde, mientras una familia

    juda bendice el sabbat. La escena en color, hace nfasis poco a poco en el par de velas, quemientras se consumen se desvanece el color, quedando poco a poco en blanco y negro. Al momentoen que las velas se consumen por completo, el humo de la mecha asciende y da lugar a una imagen

    de un tren recin llegado a una estacin al aire libre. La pelcula fue rodada ntegramente en blancoy negro. Es una pelcula ciertamente dura, es de las pocas a las que he asistido en la que al finalizarla sesin y abandonar el patio de butacas, los asistentes pareca que salamos de un funeral. Una delas escenas impactantes acerca de la naturaleza del mal irradia cuando Schindler y Goeth, a lasazn, director del campo de Plaszow estn hablando despus de haber tomado ambos unas copas:Goeth le dice que la razn de que los judos les temen es que tienen el poder de matar, y Schindlerresponde diciendo que eso no es poder, y que :"Poder es cuando tenemos justificacin para matar yno lo hacemos. (...) Es lo que tenan los Emperadores. Un hombre roba algo, le conducen ante elEmperador. Se echa al suelo ante l e implora clemencia; l sabe que va a morir. Pero elEmperador le perdona la vida, a ese miserable y deja que se vaya. Eso es poder."Obviamente enun paisaje con tan poca repertorialidad, era suponer mucha magnificencia por parte de Goeth y su

    hueste, que se limitaron a ejercer su cumplido, al igual que lo hizo el perfecto burcrata de

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    Eichmann. No haba un pice de duda entre legalidad y moralidad. Hitler es Alemania, Alemaniaes Hitlergritaba un desatado Rudolf Hess en los mtines multitudinarios. Por tanto era fcil saberque la autonoma total de Hitler, era la heronoma a seguir por el pueblo alemn. Ese poder sinmesura, que reificaba al Otro, que justificaba cualquier medio en la bsqueda de unos finesracionales, se, era el verdadero Mal.

    El fascismo supo estetizar la poltica, llegando al punto como nos adverta Benjamin, de que laautoalienacin alcanz tal grado, que a la humanidad se le permite vivir su propia destruccin comoun goce esttico de primer orden. Nunca la autonoma haba volado tan bajo.

    Las personas que no creen en los zombis son las primeras a las que se comen.Bart Simpson

    46 Zombis.

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    El mal no es un personaje, el mal es un repertorio siempre disponible y subyace en nosotroslatente, esperando su acoplamiento. Hordas de zombis en el cine, ellos son nosotros. Lodemonaco se ha independizado del demonio. Lo demonaco es un nombre para lo que nos pasa,

    para las maldades que perpetramos. Nuestro demonio no es ya una figura bblica, sino nosotrosmismos22El mal radical parece ser, para Kant, en el egosmo que asedia permanentemente al ser

    humano. O lo que Lutero, con un trmino alemn de gran fuerza, llam Ichhaftigkeit (apegoinvencible del propio yo).

    Los monstruos de masas son pues los monstruos de la era del fordismo. Un ejemplo hermososeran los zombies efectos que producen los monstruos: los de la era aristocrtica son netamentedestructores de la individualidad perseguida, mientras que los de la era fordista empiezan aintroducir el miedo por transformacin-asimilacin-deglucin. Si los monstruos de la eraaristocrtica amenazan a los individuos, los monstruos fordistas amenazan entonces a la estructuramisma de la socialidad. 23

    El zombi es, empleando terminos biolgicos-que no deja de tener su paradoja- una rama evolutiva

    del vampiro. El cine de los aos setenta se renov despojando al vampiro del paisaje gtico y cuasimedieval en que se desenvolvan todas sus disposiciones. Los nuevos tiempos ofrecen nuevosrepertorios, y como resultado de ello nuevos acoplamientos entre disposiciones y repertorios quetiene como resultado el zombi como nueva sublimacin del mal. Operamos ya con una nuevaesttica del mal, el zombi, cadver viviente devorador de humanos que ataca en hordas, carece deinteligencia y muestra stomas de extrema descomposicin. Mucho me temo que la esttica hundesu nervio en la realidad y desde luego poco hay de sutil y fascinante en el zombi. Esa masaenaltecida ora enarbolando una banderita en un mitn poltico, ora acampando afuera del CorteIngles a la espera de adquirir el nuevo gadget electrnico de moda. La masa taylorista uniformada,que refleja los mismos miedos e inquietudes. Hordas de zombis infectados por un mismo virus.

    El zombi hizo su aparicin en la gran pantalla de la mano de G.A. Romero, quien en 1968 rod laya mtica La noche de los muertos vivientes. La cinta muestra cmo los muertos vuelven a lavida, siendo sus principales caractersticas la violencia y el canibalismo. En este tipo de cine, comotodo arte, la asepsia es inexistente, ya bien por accin o por omisin, siempre hay una toma departido. Y en este caso en la filmografa de Romero eso intenta ser evidente. En estas pelculas en elque un grupo de desgraciados humanos, se refugian en una casa unifamiliar, un supermercado o unanave industrial, al resguardo del instinto despedazador y canbal de esos seres de ultratumba. Ladramaturgia representada es ms sutil de lo que pudiera parecer. Sabemos que el mal de modo claroest ah fuera, son los Otros. Eso en apariencia, pero a medida que se va desmenuzando la historianos damos cuenta de que las hostilidades, incomprensiones, y los rechazos ms abruptos se

    producen en el grupo de humanos, en perpetua disquisicin. En la mayora de las ocasiones labeligerancia mayor no acaece de unos contra otros: zombis versus humanos, sino entre los propioshumanos mismos que dominados por el miedo ceden ante la presin en la que se encuentran. ParaRomero, los villanos en sus pelculas son siempre los vivos, no los muertos. Las hordas zombis nopiensan, se dejan llevar por sus instintos, como si fueran los perfectos discpulos de Dioniso. Enellos est justificado su carencia de empata, pero la contrapartida humana tampoco est muyalejada de ellos. Baste recordar como al final de la pelcula La noche de los muertos vivientes, elprotagonista sobreviviente, un afroamericano (Duane Jones), muere de un disparo a la cabeza porlas otras hordas, esta vez de humanos cazadores zombis que estn fuera de la casa. No debemosolvidar que corra el ao 68, eran los aos sesenta, una decada conflictiva en el plano social, sobretodo por la reivindicacin del Movimiento por los Derechos Civiles en Estados Unidos, que fue una

    lucha larga, y principalmente no-violenta, para extender el acceso pleno a los derechos civiles y la

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    igualdad ante la ley a los grupos que no la tenan, sobre todo a los ciudadanos negros. Casualidadesde la vida: el estreno de la cinta coincidi cronolgicamente con la muerte de Martin Luther King. Otro punto de vista del fenmeno zombi, es su ausencia de autonoma, si bien obedecen a susinstintos ms primarios, excepto el sexual, o por lo menos este que suscribe todava no ha visionadonada parecido. La horda siempre destaca por ser descerebrada y por andar misteriosamentecohesionada en busca de un claro objetivo, la pareja de desaprensivos que va a declarar su amor en

    un paraje solitario a la luz de la luna. No dista mucho esa horda canbal, con aquella otra tambincanbal que aguarda a principios de enero en cualquier ciudad de Espaa soportando estoicamente elfro invernal fuera de unos grandes almacenes a la espera del chupinazo de salida que de inicio yabra de par en par el acceso acristalado a esa orga y despiporre consumista.

    5 Los buenos y los malos de la polis

    Parecera que si nos atenemos a las vidas ejemplares del corrupto sheriff Reagan o del vidoganadero Bush, no hay tal cosa desde luego. Si pensamos en el caso Iran-Contra o las complicadasrelaciones de los Bush con la familia Bin Laden, parece que los buenos y los malos tienen todotipo de tratos y que en absoluto se limitan a liarse a tiros unos con otros para hacer prevalecer demodo claro y unvoco los valores del mundo libre. Si esa divisin no funciona en la vida de

    familias tan normales como los Bush o en la poltica democrtica a la que todos estamos

    acostumbrados funciona al menos en el cine del oeste? Podemos sostener la divisin entrebuenos y malos como una de las articulaciones incontestables del mismo? Me da a mi que no. 24.Y es ese uno de los problemas que plantea la geopoltica del mal que rige el mundo a partir dehechos tan impactantes como los atentandos de Nueva York, Madrid o Londres. Ya no hay pasesbuenos y malos, hay pases alineados a un paradigma que reconocemos nuestro, el pas paisajedonde estamos acostumbrados a realizar nuestros acoplamientos, y los Otros. Los que estn connosotros tienen manga ancha, en ellos lo legal ser lo moral. En los otros ya nos encargaremos depracticar la suficiente injerencia para que el bien impere a toda costa ya sea con un dictador de paja,o bien con un ataque preventivo en busca de tiles de destruccin masiva (burkas, tasbith, kufis,hijabs, etc). Y es que si para Clausewitz, los factores fsicos son la empuadura e madera, mientrasque los factores morales resultaran ser el metal precioso, el arma verdadera, la hoja

    meticulosamente afilada hoy, qu duda cabe, es el miedo, ese es el instrumento que cercena con ms

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    precisin. Las estructuras de poder hegemnicas son sabedoras de ello y se encargan de explotarlode modo grosero y a la par sutil a travs de los mass media.

    Tras dichos atentados se necesita reinventar a los villanos, tanto en la poltica internacional comoen el cine. Hoy es palpable que la industria hollywodiense necesita volver a la dramaturgiamaniquea, el pblico acude reconfortado a las salas, sabiendo difanos y roturados los lmites entre

    el bien y el mal. De este modo el cine se torna en paliativo y hoja de ruta del espectador medio. Yser este espectador medio, esta clase media que deposita toda poltica representativa en el eje delbien, al que vaya dirigida el discurso infantil que elabora la dirigencia del eje del bien. Con ellosllegan los nuevos monstruos geopolticos: Sadam Hussein, Bin Laden, Mahmud Ahmadineyad, KimJong-II, Hugo Chavez, Raul Castro, etc (curioso como la realidad irrumpe sobre la pretensin detoda perdurabilidad humana y en el momento de escribir el presente texto de la excelsanomenclatura de prncipes oscuros redivivos, dos de la lista han sido ya liquidados, uno fallecidopor causas naturales, y otro enfermo de cncer. Desde luego no podr presumir el maligno deinvulnerabilidad).

    No se debe olvidar que estos nuevos monstruos, estos Otros amenazantes, tambin son

    susceptibles de cambio y de diferente valoracin en el transcurso del tiempo. Todo depender de aquin vendan sus productos o a quin se los compren. La autonoma aqu no tiene buenapropaganda. Todo agente dscolo acabar pagando cara su rebelda contra las fuerzas inexorablesdel bien. Y hasta el ms ruin de los monstruos geopolticos podr ser rehecho y barnizado con unanueva aura, siempre y cuando permita una franquicia de Mcdonalds en su terruo.

    6 Corolario.

    Existe el Mal Absoluto? Desde luego parecera, haciendo una retrospectiva de esta esttica sobreel mal, que el propio monstruo en su ontologa sin excesivos matices nos tentara a contestarafirmativamente a dicha pregunta. Pero tal como manifestaba Foucault, hay pocos absolutos si esque hay alguno. No existe algo as como el Poder con letra mayscula o sin ella, que existirauniversalmente, en forma concentrada o difusa, slo existe el poder que unos ejercen sobre otros;el poder slo existe cuando se ejerce, aunque, por supuesto, se inscribe en un campo de

    posibilidades dispares que se apoya en estructuras permanentes25

    El poder, al igual que el mal, slo existe en su manifestacin, el mal que se ejerce, el mal que sepadece. El monstruo representa, como hemos visto a lo largo de este trabajo, una sublimacin delmal, un contenedor formal que nos sirve de arquetipo, de explicacin, y por qu no, de lenitivo. Espreferible el mal focalizado y que no ofrece dudas que ese mal difuso que se se disfraza y se vela,

    que se presenta en, para m, la forma ms terrorfica y a la par ms efectiva que ya nos enunciara lagenial Hannah Arendt; en forma de la peor de sus materializaciones; la banalidad del mal. Y esa esla peor, a mi entender porque est fuertemente arraigada, institucionalizada. Ese mal que semanifiesta en el laissez faire, en esa anestesia generalizada que nos puede llevar a la monstruosidadde tal autoalienacin que, como humanidad, podemos experimentar nuestra propia destruccincomo un placer esttico del ms alto orden. Siempre muere el Otro, por algo ser; ellos no son comonosotros. Es ms sencillo configurar tales dramaturgias como las expuestas en el presente trabajocomo la batalla heracltea que nunca deja de fluir, en la que se muestran como litigantes dos fuerzasal modo freudiano, un combate entre eros y tanatos, dos fuerzas vitales, una que nos empuja haciala vida, la supervivencia, el amor, el deseo; en denitiva, aquello que entendemos como bueno, y otraque con idntico conatus nos empuja hacia el sufrimiento, al dolor, a la destruccin nuestra y de los

    dems. Aquello que entendemos como mal. Pero tuvo que venir Arendt a desmontarnos el

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    tinglado,y es esa nueva y vieja ambivalencia, esa posibilidad de vivir muchas vidas, pero acabarviviendo realmente slo una, la que desconcierta a ese yo universal cartesiano que hereda lamodernidad y explota el capitalismo, la que hace tambalear a ese yo universal indubitable, eseclich bpedo, heterosexual, blanco , occidental y de clase media al que le cuesta aceptar que no hayque buscar el monstruo debajo de la cama. Que los sueos de la razn engendran monstruos, y queno hay peor monstruo que el que emerge de la razn cnica que opera en la mayora de nosotros.

    Bibliografa.

    1 Monstruos y teoras de la amenaza. Jordi Claramonte.2 ltimas Tendencias del Arte. Yayo Aznar, Joaqun Martnez. Edit. Ramn Areces.Pag.192.3 Monstruos y teoras de la amenaza. Jordi Claramonte.4 Sabiduras Orientales de la antigedad. Teresa Romn.Edit. Alianza. Pag.216.5 Sabiduras Orientales de la antigedad. Teresa Romn.Edit. Alianza. Pag.221.6 Monstruos y teoras de la amenaza. J. Claramonte.7 Introduccin de la historia del occidente medieval.Manuel F.Ladero y Paulina Lpez.Edit. Ramn

    Areces.Pag.258.8 Desacoplados. Jordi Claramonte. Pag.9.9 Cuba: una asignatura pendiente. Col.lecci Zitznia.Editorial Edi7.pag103.ReynaldoGonzalez.10 http://www.youtube.com/watch?v=RULrJCWfJtg.11 Imgenes del Mal.Magdalena Cueto. Dramaturgias del Mal.Edit.Valdemar. Pag.73.12 Imgenes del Mal.ngel Sala. Contenedores imaginarios del mal.Edit.Valdemar.Pag.363.13 Imgenes del Mal.Roberto Cueto. El otro lado del jardn.Edit.Valdemar. Pag 112.14 Evolucin, cultura y complejidad. La humanidad que se hace a s misma.Ramrez Goicoechea,Eugenia.Edit.Dykinson. Pg.346.15 La Repblica de los Fines.Jordi Claramonte. Pag 137.16 S.Freud. El malestar en la cultura, Obras Completas III, Madrid, Biblioteca Nueva, pg.304617 ltimas Tendencias del Arte. Yayo Aznar, Joaqun Martnez. Edit. Ramn Areces.Pag.31.18 http://www.youtube.com/watch?v=yRDc2B8bPFg.19 Eichmann en Jerusaln. Un estudio sobre la banalidad del mal. Hannah Arendt. Edit. Lumen.Pag 11.20 Si esto es un hombre.Primo Levi. Edit.Giulio Einaudi.Pag14.21 El hombre en busca del sentido.Viktor Frankl. Editorial Herder. Pag 19.22Dios y el Mal.Cap. Satn en horas bajas Pag.208.Edit.Trotta. Manuel Fraij23 Monstruos y Teoras de la amenaza.Jordi Claramonte.24 Desacoplados.Jordi Claramonte. Pag.10

    25 El sujeto y el poder.M.Foucault.Pag. 431

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