el imperio realista - gramuglio comp

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JNVnl'l FE·:::(·i,~. ,,{.,Il r III I, N. II 10 N'Z"" Q'~2 f,1 /.~q .... I &'. "g,,! .. .7..4..!-3.. _1 __ ._ 809 JIT litrik, Noe Historia critica de la literatura argentina: el Imperio realista I Noe Jitrik y Marfa Teresa Gramuglio ' l' ed. - Buenos Aires: Emece. 2002. 528 p.; 23x16 em. ISBN 950·04·2388.X I. Gramuglio, Maria Teresa II. Tilulo- 1. Historia de la Literatura Emcee Edirores S.A. Indcpendcncia 1668, C j 100 ABQ, Buenos Aires, Argentina Evmail: [email protected] hnp.z/www.emccc.com.a- © 2002, Noe jitrih © 2002, Maria Teresa Gramuglio © 2002, Emcee Editores, S.A. Diserio de coleccion: Eduardo Rniz I' imprcsion: 2.000 cjernplarcs Impreso en Grafinor S. A., Larnadrid 1576, Villa Ballester, en el mes de julio de 2002 .. Reservados todos los dcrechos. Qucda rigurosamenre prohibida, sin la. autorizacion .escrita de los rirulares del "Copyright", bajo las sancroncs establecidas en las Icyes, la reproduccion parcial 0 total de esta obra por cualquier medLo 0 procedimiento, incluidos la rcprogr.fia y el tratallliento informatico. IMPRESO EN LA ARGENTINA / PRINTED IN ARGENTINA Qucd. hecho cl dep6sito qlle previel1c I. loy I 1,723 rSUN:950·04-2388-X ...,..- __ -_." -- --_.--------------......"."....--- / INTRODUCCI6N EL IMPERIO REALISTA por Maria Teresa Gramuglio El imperio reafista es el tomo VI de la Historia critica de fa fiteratura argentina segun el plan general de la obra. Los lectores habran perci- bido que el criterio que preside la concepcion de cada volumen com- bina el recorte de un segmento crono16gico con 10 que se prop one como una dominante de orden literario en ese perfodo. En este caso, el recorrido temporal se inicia a fines del siglo XIX y culmina en los aiios treinta del siguiente. La dominante refiere a la emergencia y con- solidaci6n de la hegemonia del realismo, como poetics y como actitud, fundamentalmente en la narrativa yen el teatro. De ahi la presencia en los capitulos de los autores, generos y formaciones que fueron los ex- ponentes mas significativos de esa tendencia: Sicardi, Payr6, el saine- te, el teatro social, Boedo, las revistas de izquierda, Galvez, Lynch. Ya hacia el final del periodo, los textos de Arlt, con las fantasfas de trans- gresi6n de su mundo imaginario, con las form as atipicas de representa- cion rnetaforica y los desvios del orden temporal-causal en el discurso narrativo, imprimieron en las convenciones del realismo una torsi6n singular que se extrem6 en su obra dramatica hasta forzar los limites que esa poetica habfa fijado en el teatro nacional. El conjunto de los trabajos permite vislumbrar una hipotesis: que el momento del "imperio realista" resulto decisivo en la formaci6n de la literatura argentina moderna. Se verifica entonces un crecimiento efectivo del espacio de la cultura letrada, que se materializ6 en el aumento de la presencia dellibro nacional y en la multiplicaci6n de canales de difusi6n de la producci6n literaria, desde los teatros a las revistas; estos factores, sumados a otros proyectos editoriales y cultu- rales, han sido unal'lil11CtnCl1tcsenalados por sus protagonistas y por )05 cstuaios postcritm.:s (1()lllO indicadores elocuentes d.e la verdadera aparici.6n dcl tcntl'o Y <1(, 1.1Illlvl,I:\ nnciol1Ulcs. Una dpicb l11il':HI.I .11 1IIIIIIIl'IIIn ;'Il1terior brincl:1 :1rgtlmentos en

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Page 1: El Imperio Realista - Gramuglio Comp

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litrik, NoeHistoria critica de la literatura argentina:

el Imperio realista I Noe Jitrik y MarfaTeresa Gramuglio ' l' ed. - Buenos Aires:Emece. 2002.

528 p.; 23x16 em.

ISBN 950·04·2388.X

I. Gramuglio, Maria Teresa II. Tilulo-1. Historia de la Literatura

Emcee Edirores S.A.Indcpendcncia 1668, C j 100 ABQ, Buenos Aires, Argentina

Evmail: [email protected]/www.emccc.com.a-

© 2002, Noe jitrih© 2002, Maria Teresa Gramuglio© 2002, Emcee Editores, S.A.

Diserio de coleccion: Eduardo RnizI' imprcsion: 2.000 cjernplarcsImpreso en Grafinor S. A.,

Larnadrid 1576, Villa Ballester,en el mes de julio de 2002 ..

Reservados todos los dcrechos. Qucda rigurosamenre prohibida,sin la. autorizacion .escrita de los rirulares del "Copyright", bajo

las sancroncs establecidas en las Icyes, la reproduccion parcial 0 totalde esta obra por cualquier medLo 0 procedimiento, incluidos

la rcprogr.fia y el tratallliento informatico.

IMPRESO EN LA ARGENTINA / PRINTED IN ARGENTINAQucd. hecho cl dep6sito qlle previel1c I. loy I 1,723

rSUN: 950·04-2388-X

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INTRODUCCI6N

EL IMPERIO REALISTA

por Maria Teresa Gramuglio

El imperio reafista es el tomo VI de la Historia critica de fa fiteraturaargentina segun el plan general de la obra. Los lectores habran perci-bido que el criterio que preside la concepcion de cada volumen com-bina el recorte de un segmento crono16gico con 10 que se prop onecomo una dominante de orden literario en ese perfodo. En este caso,el recorrido temporal se inicia a fines del siglo XIX y culmina en losaiios treinta del siguiente. La dominante refiere a la emergencia y con-solidaci6n de la hegemonia del realismo, como poetics y como actitud,fundamentalmente en la narrativa yen el teatro. De ahi la presencia enlos capitulos de los autores, generos y formaciones que fueron los ex-ponentes mas significativos de esa tendencia: Sicardi, Payr6, el saine-te, el teatro social, Boedo, las revistas de izquierda, Galvez, Lynch. Yahacia el final del periodo, los textos de Arlt, con las fantasfas de trans-gresi6n de su mundo imaginario, con las form as atipicas de representa-cion rnetaforica y los desvios del orden temporal-causal en el discursonarrativo, imprimieron en las convenciones del realismo una torsi6nsingular que se extrem6 en su obra dramatica hasta forzar los limitesque esa poetica habfa fijado en el teatro nacional.

El conjunto de los trabajos permite vislumbrar una hipotesis: queel momento del "imperio realista" resulto decisivo en la formaci6n dela literatura argentina moderna. Se verifica entonces un crecimientoefectivo del espacio de la cultura letrada, que se materializ6 en elaumento de la presencia dellibro nacional y en la multiplicaci6n decanales de difusi6n de la producci6n literaria, desde los teatros a lasrevistas; estos factores, sumados a otros proyectos editoriales y cultu-rales, han sido unal'lil11CtnCl1tcsenalados por sus protagonistas y por)05 cstuaios postcritm.:s (1()lllO indicadores elocuentes d.e la verdaderaaparici.6n dcl tcntl'o Y <1(, 1.1Illlvl,I:\ nnciol1Ulcs.

Una dpicb l11il':HI.I.11 1IIIIIIIl'IIIn ;'Il1terior brincl:1 :1rgtlmentos en

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favor de esa hip6tesis. Los cambios sociales ocurridos en las ultimasdecadas del siglo XIX habian generado politicas culturales implernen-tadas desde el Estado que tendian a forrnar a los ciudadanos alfabe-tizados requeridos por el proyecto modernizador. EI exito de esta es-trategia se tradujo en la aparici6n de un nuevo publico lector que ensu mayoria se mantuvo ajeno al espacio tradicional de la cultura letra-da, y que canaliz6 su recien adquirida destreza en periodicos, folletosy folIe tines entre los que descollaron los vinculados con el criollismo.Mientras este formidable proceso dab a origen a un circuito de cultu-ra popular que practicamente carecia de antecedentes en el pasado, elespacio de la cultura letrada, ligado allibro como objeto especifico, semantuvo estable y casi estatico.' En los primeros afios del siglo xx elImpetu del fen6meno criollista empez6 a declinar, y su relevo fue to-mado por los folletines sentimentales, cuyo apogeo se sinia entre 1917y 1925.2 Coexistiendo con ese pasaje, muy pronto ernpiezan a adver-tirse los signos de un desplazamiento que dara a la literatura en for-mas cultas un espacio que, sin llegar a ser comparable en magnitudcon el que disfrutaron aquellas expresiones populares, fue sin embar-go 10 suficientemente consistente como para que en ella novela y elteatro encontraran un publico capaz de sostener una producci6nregular.

EJ realismo literario result6 inseparable de este desplazamiento.En primer lugar, porque sus procedimientos tradicionales, ya sedi-mentados en la literatura occidental, sum ados a las amp lias zonas decontacto entre sus ficciones y las del folIetin, resultaban funcionales alas disposiciones y expectativas de los nuevos Jectores que ingresabanen el universo, de la cultura letrada. Luego, porque aqui, como en to-das partes, la seducci6n del referente propia de las poeticas mimeticaslas torna particularmente adecuadas para tramitar las necesidades dereconocimiento y autoconciencia que se agudizan en los momentos enque el cambio social hace de la sociedad un problema para sus inte-grantes.

Esta hip6tesis deja en pie un gran interrogante. (Era ese desplaza-miento parte de estrategias culturales disciplinadoras tendientes a repri-mir los efectos social y culturalmente peligrosos que una elite primeroasombrada y luego francamente irritada, asi como poco despues otrossectores mas nuevos del campo literario, atribuian a los folletines po-pulares? No parece acertado suscribir un punto de vista tan unilate-

I Este proceso ha sido brillamemente analizado en Adolfo PrietO, ELdiscurso crio-llista en Laformaci6n de LaArgentina moderna, Buenos Aires, Sudamericana, 1988.

1 Sobre la emergencia y caracterfsticas de los folletines semi mentales y de su pu-blico, ver Beatriz Sarlo, El imperio de los sentimientos, Buenos Aires, Catalogos, 1985.

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rnl. ]>01'Il()l'llInii'l,adol'UN y couformistns - y hastu oportunisras-« quepucdnn p:WCCCI'hoy muchos ecxeos y proycctos vinculados con la ten-dcncia realism, cse punto de vista no solamcntc no harfa justicia a lasconviccioncs dernocratizadoras y a la voluntad de comprensi6n y de'dcnuncia que animaba a rnuchos de sus protagonistas. Tampoco hariajusticia al potencial cognoscitivo y critico, por 10 tanto tam bien libe-rador, que sup one el acceso a la cultura letrada, ni a la capacidad de lasnuevas generaciones de lectores para desarrollarlo.

Se acepte 0 no aquella hipotesis, como ninguna poetica puede com-prenderse cabalmente si no es en relaci6n con un contexto especifico,la mayoria de los trabajos contenidos en este volumen busca vincularlas divers as manifestaciones del realismo con las transformaciones dela Argentina que incidieron en la configuraci6n del campo literario. Esastransformaciones favorecieron, entre otros cambios, el surgimiento denuevos actores culturales y tipos de escritor, el crecimiento del publicolector, los avances en el proceso de profesionalizaci6n de los escrito-res, la diversificaci6n de los generos, y la formulaci6n de proyectosliterarios y culturales mas variados y hasta opuestos entre s1.

Junto a estos aspectos, y siempre en torno a la dominante pro-puesta, se trat6 de registrar ademas la incorporaci6n de nuevas zonasde la representaci6n y de la subjetividad, y de explorar algunos terri-torios vecinos del imperio realista, como el regionalismo y la novel ahist6rica. Estas ampliaciones no implican que hayamos buscado laexhaustividad: expresiones muy relevantes de la literatura de esos mis-mos ailos, algunas afines a la poetica del realismo y otras ajenas 0 deci-didamente enfrentadas a ella, como el ensayo de interpretaci6n nacionaldel Centenario y de los ailos treinta, las vanguardias de los anos veinte,un autor como Ricardo Gi.iiraldes 0 una revista como Sur, precis amen-te porque escapan a la dominante de que se ocupa este volumen, sonestudiados en otros cuya articulaci6n los integra mejor.

El primer capitulo introduce la materia central con una aproxima-ci6n al concepto de realismo y algunas reflexiones sobre sus avataresen la literatura argentina, con una breve referencia a las polemicas quesuscit6, en particular en su erizada relaci6n con las vanguardias. En loscapitulos siguientes, a los temas y auto res ya mencionados se sumanotras decisiones menos previsibles. Por ejemplo, la de incluir la poesiaentre los generos alcanzados por la actitud realista, cuando se sabemuy bien que el de la poesia es el menos referencial de los lenguajes.Las razones se fundan, en este caso, en una de las concepciones del rea-lismo que se exponen en el capitulo primero: la que 10 vincula con laspoeticas de mezcla y con los discursos que incorporan el registro delpresente, incluso en sus aspectos mas prosaicos y hasta irrisorios.

Menos previsibles aun resultan los capitulos dedicados a Criterio

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Hayden White, diria que esta decision apunta, desde mi perspectivapersonal, a restaurar un cierto deseo, y al mismo tiempo a mostrar co-mo pienso que las cosas son. Y tarnbien a expresar, eludiendo las ac-tuales imposiciones de la academia, la nostalgia por aquellos miles delectores comunes que siguieron durante meses la aparicion de las dosediciones de Capitulo. ~ DESTIEMPOS

/

No puede faltar, en esta Introduccion, el agradecimiento explfcitoa los colaboradores, que respondieron con entusiasmo y generosidada la convocatoria y fueron comprensivos con nuestras sugerencias.Son todos investigadores y profesores universitarios, estudiosos de losternas que aqui han desarrollado. Cada uno de ellos asurnio su condi-cion de au tor, y como responsable del volumen rcspete en 10 posible,aun en casos de disidencia, los divers os enfoques criticos, ideas y estilos:de ahi la impresion de heterogeneidad que puede causar el conjunto, apesar de que el trabajo final de edicion intento alcanzar una cierta uni-dad de tone que fuera perceptible. Por ultimo, las muchas falencias queno dejaran de advertirse son de mi exclusiva responsabilidad.

'Ver Marfa Teresa Grarnuglio, "Historias de la lireratura argentina: pasion y de-sees", Pun to de vista, Xlll, 36, Buenos Aires, diciernbre de 1989.

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~L REALlSMO Y SUS DESTIEMPOS EN LA LITERATURAARGENTINA

por Maria Teresa Gramuglio

I

Sobre el concepto de realismo

Como tantos conceptos utilizados en la historia de la literatura, lapalabra realismo ha significado cosas tan diversas que de ella podrfadecirse 10 que Arthur O. Lovejoy dijo del romanticismo: que ya nosignifica nada.' A esta situaci6n cormin se agregan algunas dificultadesespecificas. En primer lugar, que el terrnino realismo proviene de la fi-losofia, donde tiene una trayectoria larga y compleja. Luego, que tan-to el problema de la relaci6n del arte con la realidad como la "actitudrealista" -entendiendo portal el prop6sito de imitar una realidad, seanatural 0 ideal- se instalaron en el pensamiento y el arte occidentalesmuchos siglos antes de que surgiera, en un momenta particular del si-glo XIX, el que fue reconocido como el realismo pOl' antonomasia: elque tuvo su centro en Francia y su momenta polemico mas alto conla pintura de Gustave Courbet.' En literatura, ese realismo reiine unconjunto de nombres bien conocidos, entre los cuales, mas alla de lasrecolocaciones que han realizado historiadores y criticos, sobresalenlos de Stendhal, Balzac, Flaubert y Zola.'

POl' sobre la complejidad y aun la relatividad de la nocion de rea-

I En "On the discrimination of Romanticisrns", citado por Rene Wellek, Con-cepts of Criticism, New Haven and London, Yale University Press, 1963.

1 Segtin Rene Wellek (op. cit.), en Francia el terrnino realismo se utilize por prime-ra vez en literatura en 1826, pero el significado habitual no cristaliz6 hasta mediadosdel siglo, con el debate en torno de Courbet y la actividad de novelisras menores co-mo Champfleury y Duranty.

, Para un desarrollo complementario de estes aspectos, ver Raymond Williams,Keywords, Nueva York, Oxford University Press, 1983.

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lis 1110, habrfa, en principio, dos grandes modes de cousiderurlo ell elarte: bien como esa actitud que busca alcanzar alguna semcjanza conl~ real, y por 10 tanto como una modalidad que atraviesa los siglos, 0bIe~ como un concepto: que rernite a un perfodo delimitado de la his-tona del arte y de la literatura, y por 10 tanto como una modalidad es-pecffica del siglo XIX. En ambos casos, el terrnino realismo convocauna serie de palabras que pertenecen a una misma constelacion sernan-rica: imitacion, mimesis, verosirnilitud, representacion, referencialidad.Son palabras que indican algiin tipo de relacion entre dos ordeneshe~er?geneos: uno, el universo de "10 real", que se supone externo yobjetivo; el otro, el dellenguaje, sea verbal 0 visual. En ambos casos,haya 0 no for.mulacion~s explicitas de una poetica realista, 10 que sub-yace es una cierta conlianza en el vinculo entre signo y referente,

~sto ultirr:o, sin embargo, no deberia conducir a suponer que losescntores realistas creian ingenuamente en una relacion sin problemasentre "las palabras y las.cosas". A pesar de las declaraciones arrogan-tes (las de Balzac, por ejernplo, proponiendose "copiar toda la socie-dad, abardndola en la inmensidad de sus ao-itaciones" 0 las de Zolaafirmando que e1 novelista experimental suefia hacerse ':amo de la vid~ (para dirigirla"), para los grandes realistas, es decir para los inventoresy los maestros, no para los repetidores epigonales, ese era exactamenteel problema a resolver: como crear una forma que lograra la ilusion derepresentar 10 real.~

Desde sus revulsivos orfgenes, las controversias en torno del rea-lismo par~ce-? no tener fin. A eso han contribuido, en el siglo XX, tantolas pr~scnpcIOnes. normativas de Georg Lukacs, para quien las mani-festacIOnes postenores a los grandes modelos decimononicos, siempreacosadas por el fantasma de la decadencia, dejan escapar la realidad":rerdadera" <? "esencial", Como las denigraciones a que 10 sometierondiversas cornentes crfticas posteriores. En esos dos registros reside9ui.za, la ca~sa de que .cu.alquier aproximacion actual al realismo quell1Sll1uealgun reconOClmlento no se atreva a prescindir de innumera-bles salvedades, ironias y reticencias.

Ge~rg Lukacs. ~~uso dogmati~amente la perspe~tiva integradoradel reahsmo a la VISIOnfragmentana de las vanguard las, que conside-raba una herencia de los errores del naturalismo. Desde una posicionfa:,orable a las vanguardias, Roland Barthes, en El grada cera de fa es-crltura (1953), empezo por considerar la escritura realista como unfracaso, tanto a nive! de la forma como de la teo ria, para finalmente

• H ..de Balzac, La ComMie Humaine, Paris, Conard, 1912. Prologo, traduccionde Valeria Castello Joubert y Emilio Din Bernini, mimeo. Emile Zola, El naturalis-mo, Barcelona, Peninsula, 1972.

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condcnnvla ell SI'I.. (11)10) ,Ii 1,\do I1do dc su couocida division entre 10legible y 10 cscribiblo, tI.Il:1 cvaluacion que no Ie it;'l?idio ree~cr.ibirSarrasine, la novels de Balzac, desde un aparato de COdlgOSsemantlc~-estructurales tendiente a "diseminar Eel texto]. .. en el campo de la di-

I... ferencia infinita". Pocos afios despues, Leo Bersani sostuvo en uno desus ensayos mas difundidos que la novela realista del siglo XIX, consus procedimientos orientados a brindar una represe-?tacion coheren-te del mundo, rep rime brutalmente el deseo que subvierte el orden so-cial.' Como replicandole, Fredric Jameson, en cambio, propuso unalectura de la relacion entre realismo y deseo en la obra de Balzac querecuerda parcialmente algunos argumentos de Q. D. Leavis: los obs-taculos que pone la novel a realista a la realizacion del deseo implica-rian, por un lado, como sugiere Leavis, una forma de conocimiento dela "superiicie resistente" de 10 real, pero funcionarian, por el otro,como una tortuosa Iormacion compensatoria que busca superarlos;apuntarian por 10 tanto a preservar el objeto fantaseado de las us~rasde la historia y de la "roca firme" de 10 real contra la que choca ll~e-xorablemente.6 Estos pocos ejemplos revelan que las controverSlassobre el realismo siguieron abiertas durante el siglo xx. Y tal vez 10 se-guiran estando: pues son innegables sus retornos en la narrativa y. elarte, sean 0 no tributarios de esteticas posmodernas, aSl como su 111-

negable vitalidad actual en divers as expresiones de la cultura populary de los medios masivos.

Cuestiones de forma: el realismo en la cclargaduraci6n»

No seria pertinente internarse aqu1 en estas cuestiones. Pero S110es acudir a algunos autores ya clasicos que brindan puntos de partidamas adecuados para los contenidos de este v?lumen. Para l.aperspe~-tiva que considera el realismo como una actItud que atravlesa los Sl-glos, el primero de ellos es Mijail Bajtin. Cuando escribe sobre la no-vela y la vincula con los generos "comico-serios" que se remontan a laAntiguedad, 0 cuando escribe sobre Rabelais y la cultura popular enla Edad Media y el Renacimiento, Bajtin encuentra en esos perfodos

5 Leo Bersani, "Le realisme et la peur du desir", Pohique, 22, Paris, abril de 1975.(,Fredric Jameson, The Political Unconscious, Ithaca, Cornell University Press,

1981. Para los argumenros de Q. D. Leavis, Fiction and the Reading Public (1932),Londres, Chatto and Windus, 1965. Para otra rcferencia a las posiciones de Jamesonacerca del realismo, Perry Anderson, Los origenes de la posmodernidad, Barcelona,Anagrama, 2000.

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tempranos formas que representan la realidad 0 que se refieren a ellade un cierto modo.' De un cierto modo: esto quiere decir que no se tra-ta, para Bajtin, exclusivamente de una cuestion tematica, es decir decontenidos referidos al "vil presente" 0 a los aspectos mas bajos 0 ma-teriales de la realidad, sino de las form as 0 modos que reviste la re-presentacion, E1 mundo mostrado con precisi6n hasta en sus detallesmas infimos, y aun los episodios fantisticos de Rabelais, tienen siem-pre, dice Bajtin, un caracter "individual, nominal, perfectamente con-creto". Y agregamas adelante: "cada objeto quiere, por as! decirlo, serllamado con un nombre propio". Y con eso alude a un procedimien-to usual del realismo: personas, lugares y objetos no aparecen en lostextos realistas "clasicos" como abstracciones ni como alegorias, sinoen sus detalles concretos como entes .individuales, 10 que -viene a sig-nificar, en sus terrninos, "reales". Se podria pensar que el enfasis sobreel nombre propio explica 1adesmesurada pretension de Balzac de ha-eerie la competencia al Registro Civil.

El segundo aut or que contribuye a esta reflexi6n sobre el realismodesde una perspectiva de "larga duraci6n" es Erich Auerbach en sugran libro Mimesis. La representacion de La reaLidad en La Literatura (occidental. El titulo no haria mas que confirmar el valor otorgado alconcepto aristotelico de mimesis, aun cuando Auerbach sea muy es-cueto al respecto cuando afirma, en el epilogo, que su libro se ocupade "la interpretaci6n de 10 real por medio de la representaci6n litera-ria 0 'imitaci6n"'. Pese a su brevedad, el enunCiado parece sugerir quesi se trata de interpretar y de representar, la imitaci6n 0 mimesis distade ser considerada una mera copia de 10 real. Pero 10 mas relevante esque para Auerbach, como para Bajtin, el realismo se vincula con unacuesti6n formal: en este caso, con el ataque a la regIa clasica de la se-paraci6n de niveies, segun la cual a "10 real, cotidiano y practico" Iecorresponde en literatura un genero estilistico bajo, y a 10 sublime, he-roico 0 trigico, un estilo elevado. Noes que en esta concepci6n los"contenidos" esten del todo ausentes, como 10 prueba la referencia a10 "cotidiano y practico", pero 10 decisivo es la relaci6n que se esta-blece con los preceptos estilfstico-formales. Para Auerbach, el cris-tianismo, 0 mejor dicho, el relato de la vida de Cristo, al mezclar 10cotidiano y vulgar con 10 tragico mas alto y sublime, introduce el pri-mer cuestionamiento radical de la teoria de los niveles. El segundo ymas importante se produciria con el realismo del siglo XIX, en los tex-tos de Stendhal, Balzac y Flaubert, de los Goncourt y de Zola, es de-

, Mijail Bajtin, Esthhique et theorie du roman, ParIs, Gallimard, 1978; La cuLtu-ra popular en LaEdad Media yen el Renacimiento. El contexto de Fran~oisRabelais,Madrid, Alianza Editorial, 1987.

IS

I II, III' III!, 1'!'nlilH:\H l,)i\I'ndigI1\.tCic..1:l 1:I':1,11CCSUS, Se rratarfa aqul de una\ I 11111111'111 d~I"'nct' de la cormn cl~sicn) largamente preparada por laIIIIVI,I.I ill' "\lfl'11'111bJ.'oS y cl drama burgues, la comedie larmoyante, el1'/111111 utu! Th'tmg, y q,'I.10 irrumpira con fuerza en el romanticismo,

-, 1111111111' I'll Mim(JS1:s Auerbach no analice con detalle todas estas mani-II "dll~III('S,

/,'II""tlismo moderno

'I ',Ill' () pnl'a Bajtin como para Auerbach la actitud realista recorreIlId,l In litcratura occidental, y en eso coinciden con los auto res que la11.111rnstreudo desde sus manifestaciones mas tempranas en la Anti-)',ill'd,ld hnsta la novela inglesa del siglo XVIII, pasando por la epica es-1111111)1.1) los fabLiaux, la picaresca, y otras expresiones. Pero como ha~I'jl;ll.ld(1 Ian Watt -otro de los autores indispensables para reflexio-Ilill 1~()lwecl realismo literario-, estas emergencias no resultarian cons-Lllill'S,1I Si bien se mira, los exponentes sobresalientes de la tradici6n deII 11I(mcsis que explora Auerbach confirmarian la precision de Watt:I'll ln Odisea se pasean los dioses, en la boca del gigante Pantagruel ca-111'\11\mundo, y 10 que Leo Spitzer llam6 el "perspectivismo lingiiis-lie()tI del Quijete incide en la vacilaci6n de los nombres propios.9

!.::tll Watt desplaza la cuesti6n del realismo a otro lugar: la colocat'li ~Il'l registro epistemo16gico; para luego inferir de aUi aspectos for-11I:\les.No considera el "realismo eterno" de la literatura, sino que 10vjl~cula con etapas tempranas de la modernidad occidental. En otraspnlabras, Watt se refiere al realismo modemo, pero su marco temporalcs anterior al siglo XIX. Parte de la comprobaci6n de que a principiosdel siglo XVIII tres novelistas ingleses, Daniel Defoe, Samuel Richard-son y Henry Fielding, inauguraron una forma nueva de novela. Pesen las diferencias de las respectivas escrituras y a que no constituian unaescuela, el juicio posterior consider6 que 10 que distingue a RobinsonCrusoe, Pamela y Tom Jones de las ficciones precedentes es su "realis-mo". Se hace necesario, en consecuencia, definir ese termino y ello1').0podrfa limitarse a una cuesti6n de contenidos 0 temas (los aspec-tos "bajos" de la vida humana), pues de ese modo no se distinguirianlos rasgos mas originales de la nueva forma. "El realismo de la novela

S Ian Watt, The rise of the Novel, Berkeley and Los Angeles, University of Cali-fornia Press, 1957.

? Leo Spitzer, "Perspecrivismo Iingi.ifstico en El Quijote", en Lingiiistica e histo-l'ia literaria, Madrid, Gredos, 1968.

Page 7: El Imperio Realista - Gramuglio Comp

- afirmn WaH 110 reside en la clasc de vida que represcru.i 111110en lamanera como 10 haec".

E~tas novelas realistas ponen de manifiesto mas que cualquicr formaantenor el problema de la relaci6n entre la obra literaria y la realidad.Es. p.or eso que se :r~ta de un problema epistemol6gico. Debieronexistir algunas condiciones para que tales innovaciones ocurrieran, yellas provendrian de los desarrollos de la filosofia moderna. Es en estecampo donde Watt registra el cambio en la significaci6n del terrninorealtsmo, desde el uso por los escolasticos medievales, para quienes lascosas rea~es eran l?s universal~s, .e~decir, las c1ases 0 abstracciones yno los objetos particulates, al slgl1lfIcado moderno, que sostiene que 10real son los objetos singulares. Entia sunt realia: talla f6rmula de losnominalistas, para quienes 10 real eran los entes 0 cosas, y [os universa-les, meros nombres 0 terminos dellenguaje y no entidades existentes.A partir de ese cambio semantico y en un proceso que puede seguirse

f desde Desca~te~ hasta Hume, el realismo filos6fico moderno postul6que el c~noc~ml~n.to es conocimiento de objetos singulares por partede un sUJe:o ll1dlV1du~l, ~ s.u metodo implicaba que la realidad puede I

ser descublerta por e1ll1dIVIduo a traves de la mente 0 de los sentidos.Es este giro del pensamiento filos6fico el que Watt pone en relaci6n

de convergencia -no de causalidad- con la novel a realista modernay c.uando s~hacen fechas, un dato conocido viene a abonar sus hip6~teSlS: el QUlJote (1605-1615), al que muchos criticos consideran la pri-mera novela moderna, es practicamente contemporaneo del Discursodel metodo (1637). Estas formulaciones de Watt concuerdan con lasobservaciones de Bajtin acerca del realismo de Rabelais quien se refe-ria a ?bjetos y lugares individuales,. "con nombre pro~io". Sugieren~demas que en cuanto a su caracter Irreverente y antitradicional, rea-hsmo filos6fico, realismo literario y novela moderna marchan en unamisma direcci6n. En palabras de Watt:

"EI espiritu general del realismo filos6fico era critico anti-t:adici~)flal e innovador;. su I?etodo fue el estudio de la~ par-tIcular~da?e.s de la expenencIa, llevado a cabo por un investi-g"dor ll1dlVldual, que, al menos en teorfa, se habfa liberado delas hip6tesis del pasado y de las creencias tradicionales. Y estemetodo ha conferido importancia particular a la semantic a y alproblema de la correspondencia entre las palabras y la reali-dad. Estos rasgos del realismo filos6fico tienen analogias conlos rasgos distintivos de la forma de la novela ... "

. ~n consecuencia, el realismo literario moderno, con su genero pri-vIlegIado, la novela, debfa resolver los problemas formales que Ie plan-

20

I 'I' II '1' I 1 I l .. "II tI, I II I'l'pl C:!I'lIll\<,:IUIi ( t, esas pnruou nne lH t:s tea expenenCla .111111 dl' los PI'lIl'Utiil1liCllIus'Jut: sc imponcn os In dcscripci6n minucio-I \ I iJ cunsrnuciada, es dcci I', particularizada, de ambiences y objetos,

'I'll '" complcmenta COli lnprcscncacion y caracterizacion de los perso-''''II'';, Illdiv;d~lali!l.(1l'a un pcrsonaje requiere, adernas de caracterizarlo,d,III,' 1111 nombrc, ya que cl nombre propio constituye una marca de la1"1"Iid.tt] personal. Los nornbres de los personajes, aun cuando a vecesI 1111',1'1 vcn cicrta intencion alegorica, tienden cada vez mas, como sefia-II \'1,111,(1parecerse a los que tienen los individuos comunes en la vida11111j("IIC, pues la motivacion de este procedimiento es que los perso-Iltlk~scan vistos como sujetos singulares y no como abstracciones.

I~11 cl mismo sentido trabajan el tiempo y el espacio. Er primeroI 1Illliel'lZa a tener una delimitaci6n y una notaci6n cada vez mas pre-I iNIiH Yacordes con los parametros de la vida humana: las novel as rea-II',I.IS son "fechadas", y su tiempo es el del calendario y no un tiempoI,lhllioso. El espacio, a su vez particularizado y referido a lugar~s 10-I ,tlir.,nbles en el mapa, entra en sistema con las descripciones vfvidas yI 11,ljadasde detalles (ambientes, objetos, ropas, olores, atm6sferas) p~-1,1I:onstituir 10 que en el siglo XIX se llam6 el milieu. Estos procedl-IIIi('ntos se fueron afinando lentamente. Alcanzaron una articulaci6nI ,1116nicacon Balzac y en ellos se asienta, en buena parte, 10 verosfmiltll'[ texto realista.1O

El realismo modemo supuso ademas una reorientaci6n del len-l'.lI:lje literario que podria sintetizarse senalando que la funci6n re-1t:I'cncial tendi6 a predominar con mas enfasis que en otros generoslIarrativos anteriores, como el romance." Contrariando la tradici6nq llC otorgaba el mayor valor a la belleza que los artificios ret6ricosI'onferfan a los textos, debi6 preocuparse mas por la adecuaci6n entrelits palabras y las cosas para: lograr sus efectos de verosimilitud. Wattscfiala que Defoe, Richardson y Fielding utilizaron un lenguaje des-I'0jado, menos figurativo que el de las ficciones anteriores. No es en-lonces casual que estos primeros realistas hayan sido criticados por sumanera de escribir torpe, incorrecta e ignorante de las convenciones.Es que el realismo moderno europeo fue un estilo nuevo, practicadopor un tipo de escritores tambien nuevos; escritores formados a me-nudo en la escritura periodistica, el "genero del presente" por exce-lcncia, y surgidos en el formidable proceso de crecimiento del nuevopublico lector que otorg6 sus preferencias a la nueva poetica.

'0 Sobre el concepto de verosfmil, ver Le vraisemblable, Communications, N° 11,ParIS, 1968.

" EI termiilO romance designa ficciones narrativas en prosa 0 en verso que COI1-

tienen elementos legendarios y maravillosos.

2I

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Mas alia del paradigma del siglo XIX

~odos estos y otros aspectos cristalizaron, entonces, en el realismodel. slglo XIX, q~e Rene Wellek explora para construir un concepto re-fendo ~ u~ penodo y no como un estilo literario que puede ocurrir encualquier e~oca.12 ~s ese reali~mo decim_on6nico, precisamente, el queGe~rg Lukacs elevo a categona de paradigms, descalificando como for-malista y decadente todo el arte posterior, desde Flaubert hasta ProustJoyce, Kafka y !as vanguardias. "Todo gran arte, desde Homero e~adelante, es realista en cuanto es un reflejo de la realidad". "Toda lav~rdade.ra y gran literatura es realista": como se desprende de estasafirrnaciones, ~an~ci6n de realismo, para Lukacs, Ueg6 a confundirseCOn la catego~l~ ,mlsma de. obra ?~arte. Aun9ue fuertemente arraiga-das. en la tradlclOn humamsta claslca, las teonzaclOnes lukacsianas es-tuv~e.ron de hecho atadas a un franco compromiso con las necesidadespolltlcas y .las. estrategias culturales del Partido Comunista de la URSS.Por e~l,o,SI ,b~en sus prescripciones influyeron poderosamente en lareflexlo~ teonca y en las realizaciones artfsticas de escritores e intelec-t,:ales aflOes a la ~ausa del soc~alismo, no es improbable que el ya men-c~onado dogmatlsmo normatlvo del mas grande crfrico literario mar-xlsta, su~ado a su obstinado rechazo de las mejores expresiones de lavangua~dla, hay~ contribuido, por otra parte, a provocar e1 descreditodel reahsmo e~ lml?0rtantes ~rti~tas y pensadores del siglo XX.I)

Pero para, sl-?tetlzar los cntenos aquf expuestos en una f6rmula quetraspase l~s hml~es es~rechos del modelo lukacsiano se podrfa afirmarq.ue el realtsmo hterano moderno es una forma que se manifiesta prin-clpal.ment~ ~n los gene.r?s de mezcla que se ocupan del presente conuna ~ntenclOn cogn?SCItlVa y critica, como la novela y el drama, perono sol~ en elios. Ma~ que pretend~r la r:pro~uccion 0 reflejo de algu-na realldad por medlO de un conJunto ll1vanable de procedimientos,

12 ~ene Wellek (op. dt.) despliega eI concepto a partir del analisis de la definicionde re~hsmo como "representaci6n objetiva de la realidad social contemporanea" Yatendle~~o a un contexto historico europeo que 10 coloca en oposicion polemica' alrOmantlclsmo y al clasicismo.

IJ Luk~c.s~rodujo.catego~fas centr~le~ para la consideracion del realismo, entreelias I~ de upo como mstan:l~ de medlaclon entre 10 particular y 10 universal. Ver,ademas .de ~um?~umental EstettCa~Ensayos sabre el realismo, Buenos Aires, Siglo XX,196~, Slgnijicaaon act~af del reaLzsmo critico, Mexico, Era, 1963. Para las polemicassuscltadas por sus POSIClones,ver entre otros, Theodor W. Adorno "Luka'c I

' d I 1"" '. ,syeequlvoc? e rea Ismo , en RealHmo: 2milO, doctrina 0 tendenda historica?, BuenosAu-es, Tl~mpo con~e.mp~r:ineo, 1969; George Steiner, "Georg Lukacs y su pacto coneI demoOJo: una cntlca lIberal" y Harold Rosenberg "Georg Luka'cs I d'" " k ' 'y a tercera 1-menSlOn ,en Lu acs, Buenos Aires, Jorge Alvarez, 1969.

22

, I ., . 'I 'I I I',lSPll',1 ,I ,I cnnznr uru 11'1"'(' 1'1110\111111 ~('IIISIIIII u pMII!' uc oSmv I.OS YICCllit,\S sicmprc reuuv.ulos quc lc hlllld,\, ('II su y.\ larga traycctoria, lacvoluciou interua dc 1,\ litcr.uur.i misma en su irucraccion con los cam-bios en todos los 1'1111111" del pcnsamicnto y de la vida cultural y social.

Una sirucsis tall cscucta de una nocion tan compleja exigiria can-ridad de precisioncs .ulicionalcs que aquf habran de re?ucirse a unabreve observacion: 1.\ de que buena parte de las evaluaciones del rea-lis1110 provenientes de tcoricos y criticos de izquierda, lejos de limi-tarse a la ponderaciou de sus presupuestos esteticos, giran en torno desus alcances cognoscitivos y pragrnaticos, y por ende, politicos. Enpocas palabras, ponen en juego cuestiones referidas al conocimiento ya la verdad en el artc, y a la posibilidad de que ese conocimiento en-cierre un potencial critico capaz de liberar energias transforrnadoras.Los creadores auteruicos del realismo, desde Gustave Courbet hastaBertolt Brecht, se caracterizaron por experimentar nuevos procedi-mientos para lograr representaciones de 10 real que, I?or su mismanovedad, produjeran conocimiento e indujeran al camblO, Por esa ra-zon, las polemicas sobre el realismo tuviero.n, en momentos, en q,ueesas transformaciones de la sociedad se conslderaban necesanas e 111-

minentes, un alto voltaje politico que hoy se ha extinguido,

II

La veta realista en Laliteratura argentina: surgimiento,puntos de fractura y apogeo

Una hipotesis celebre de David Vinas prop one que la literatura ar-gentina se inicia con Ia violaci6n inscripta e~ El matadero.'~ Si cstofuera asi, habria que admitir tambien que la ltteratura argenuna naccrealista. Porque 10que caracteriza el texto de Esteban Echeverria es o~raviolaci6n: la mezcla, la hibridez generica y linguistica que se matena-Iiza en su derivar entre varios registros, el de la satira polftica, el de Iaidealizaci6n rommtica, el de la representaci6n cruda de aspectos bruta-les de la realidad, el del cuadro de costumbres, el de la forma" cuento",todos ellos apuntando a la crftica del presente que ~s ot~o de los rasgossobresalientes del realismo,'5 Por otra parte, el desfasaJe entre eJ mo-

" David Vinas, Literatura argentina y realidad politica. De Sarmiento a COlla-zar, Buenos Aires, SigloVeinte, 1974.

" Noe Jitrik, "Forma y significaci6n en El matadero de Esteban Echeverria -, ellElfuego de la especie, Buenos Aires, Siglo Veintiuno, 1971.

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't

mente de la escritura (alrededor de '1840) y cl de la p~lblic,ll'i()" pos-tuma (1871) haee que El matadero pueda ser vis to como un texto om-blernatico de los destiempos del realismo en la literatura nacional.

EI despuntar del realismo, que se produce asi en pleno comienzodel romanticismo iniciado tarnbien por Echeverria, no encontro niuna tradicion narrativa local en la cual asentarse, ni, dadas las condi-ciones de violencia que predorninaron desde la Independencia y quese acentuaron bajo el regimen rosista, una esfera publica que posibi-l~tara ~l ejercicio y la circulacion de la critica del presente en un textoliterario." El externporaneo nacimiento resulto asi una especie de ve-ta abortada, que discurrio por otros canales mas 0 menos subterraneosocensurados, y que afloro esporadicamente en tramos parciales de laescasa produccion novelfstica del siglo XIX, sean los intenros de Vicen-te Fidel Lopez -La no~ia del hereje (1846), La loea de la Guardia(1848)- 0 la mas estructurada Amalia de Jose Marmol (1851-1855).?e modo que nuestras primeras manifestaciones narrativas, pese a quell1tentan resolver en la ficcion conflictos actuales de la realidad social ,como la temprana Soledad de Bartolome Mitre (1847), no alcanzaron r

a plasmar una solida corriente de representacion realista.

N aturalismo y novela

EI realismo inicio un camino mas promisorio en la literatura argen-tina de la mana del naturalismo, en la decada del ochenta del siglo XIX.Surgieron entonces novel as mas decididamente orientadas hacia larepresentacion critica del presente, desde La gran aldea de Lucio V.Lopez (1884) a La Balsa de Juhan Martel (1890), y escritores que cul-tivaron el genero de modo mas sistematico, como Eugenio Cambace-res, Segundo Yillafane y Carlos Maria Ocantos. Esto no significa quefueran ya escntores netamente profesionales ni que sus ficciones alcan-zaran una impecable realizacion formal. Seguian teniendo, como dijo Ri-cardo Rojas de Juan Marfa Gutierrez, "algo de easero en su reputaeion,como la de casi todos nuestros escritores, por la falta de perfeccion es-tetica, de universalidad filosofiea y de genio creador en sus eseritos" .'7

Los cuatro Iibros de Eugenio Cambaceres brindan una sintesis ilus-

'" Sobre la "lfnea de novelas frustradas" y la tardfa emergencia del genero enAmerica Latina, ,:,er Mariano Picon Salas, De La conquista a fa independencia [1944J,Caracas, Monte Avila, 1991. Para el caso argentino, Ricardo Rojas, Historia de La Li-teratura argentina [1917-1922J, tomo III, Buenos Aires, Kraft, 1957.

17 Ricardo Rojas, op. cit., tome IV.

rrutiva del dificlillOSO t'Lcc~'camiCt1LO n la Iorma novels. Los dos prime-)\)1'1 Ie valieron el scr rcconocido por sus contemporsneos como elII rundador de la novcla argentina", juicio que ratifico la generacion deContorno. Si~1embargo, esa calificacion fue cuestionada e?- una la~garcscfia publicada en la revista Mart~n Fierro," Se~un el critico mar~lI:-[ierrista Cambaceres se habria equrvocado al dejarse tentar por el JUl-cio de sus contemporanees, pues sus facultades mas originales residianen las disposiciones para la satira y la critica de costumbres que prac-cic6 en Pot-pourri (1881) y Musica sentimental (1884), y.no pa:a lasconstrueciones de largo aliento, a la manera de Zola, que mtcnto des-pues. Aunque se proclamo "sectario de ~a.escuela realista", ni la for~macion ni el genio de Cambaceres 10 habilitaban para la novela: de ahlque las dos que produjo -Sin rumba (1885) y En !a sangre (1887)-apenas si merecerian ese.nombre. Su ant~ce~ente mas eereano, co~clu-ye, est aria en el Alberdl de. La moda, :hS~lpulo a su v.ez de MananoJose de Larra, y los mas leJanos en Anstofanes, MarCIal y Que:,~do.Pero aun cuando esta discutible filiacion fuera acertada, las deblhda-des que el critico seiiala podrfan atribuirse, mas que a la falta de geniodel escritor, a que el cuadra de costum~res ala .manera de L~rra era ungenero ya afianzado en la .literatu~a lat1l10am~r_lcana,!Ie bnndaba por10 tanto un punto de partida relatlvamente sohdo, mlentras que la no-vela era la forma para la que eareda de un firme suelo local.

Pese a todas estas limitaciones, nuevamente convergen novela y rea-lismo literario, aunque en condiciones totalmente d~versas a las de laemergeneia europea. De ellas, la mas notable es el contraste entre ~ayamas que centenaria trayectoria del realismo m~derno y la carenCla dedesarrollos novelfsticos propios. De modo que Slfueron los tex.tos euro-peos los que funeionaron como mode1os para nuest.ros novehs~as, ell?ocurrio precisamente en el momento en que el real.lsmo (y la hlosoftapositivista que a el se asociaba) empezaba a ser cuestlonado po~ la~ nue-vas tendencias de fines del siglo XIX. Este desencuentro es otro mdlcadorde los" destiempos" del realismo en la literatura argentina. S~se piensaque la decada de 1880, que ve surgir junto a las obra~ menclOnadas .elfolletfn de Eduardo Gutierrez y los intentos naturahstas de AntollloArgerich, Manuel Teofilo Podesta y Martin Ga:da :rvi~rou, es ta~bienla de la publicacion de Azul... (1888), de Rube?- Dano, se. podr~ ad-vertir que la literatura naeional presenta solapamlentos y art1cul~clOnesespedficas, propias de las peeuliares condiciones de su formaClon. Elrealismo que se va perfilando desde los aii?s ochen~a, que encuentr~ unantecedente todavfa informe pero productivo en el1l1tento de FranCISCO

18 H. Carambat, "EI fundador de la novel a argentina", Martin Fierro, Segundaepoca, Aiio I, N° 5/6 (15 de mayo-IS de junio de 1924) y N° 7 (25 de julio, 1924).

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8' I'rcurur, no SCr:l, POl' lo CtH1CO, ~OSt~I'Oll1~llLico, UIlIll\) 1,111111' 1IIlI:l(IUYCRene Well.ck en su concepwallzacI611 netamcnte ccnidn :11desarrolloeuropeo~ SlI~O post-rnodernista, en eJ tradicional sentido latino<lmerica-no del ~er~1ll0.19Y se. tor~anl. "imperial", hegernonico, apelando a losproc~dlmientos ya. cristalizados del siglo XIX en las primeras decadasdel siglo XX, es ~e~lf, en plena emergencia de las vanguardias hist6ricaseuropeas y coexI~tIe~do, en el a~bito local, con la copiosa producci6nde narraciones cnolhstas y sentimentales que circulaban en folletin.. Aun ~~n ta_Ie~"destiernpos", existen sin embargo para esta emergen-

CIa condiciones lllsoslayables que conviene recordar: por un lado, eln:oment~ en. qu.e.ell~ se produce.muest~a con claridad que las expre-sIOr:es. mas slglllftcatlVas del reahsmo tienden a afirmarse de maneraorgalllca,.o en o~ras palabras, menos esporadica, cuando' las vivenciasd:l cambl.o C??Vl~rten la sociedad en un objeto problematico para unnumero slglllftcaUV? de perso.n_as. L~eg?, q~e la novela aparece cuan-do se alc~nza una CI~rta estabIhdad mstttuclOnal y social que a su vezhace l?osible que sUfJa, ~or ma~ reducido que sea, un publico capaz deapreCIar l~s nuevas marufe~taclOnes que ofrecen la literatura y el arte.,Esto exph~a que se haya afIrmado que tambien el teatro nacional, aun-que acredlte antecedentes que se remontan a la colonia, nace en estemomento ;~ que se f,orI?a un publico capaz de reconocerse en el ys<?stenerlo.- Es este publIco el que asegur6 tambien el exito de una re-vIsta c?mo Caras y caretas, donde se publicaron los relatos entre cos-tum.b~I~tas y realistas que su fundador, Jose S."Alvarez (Fray Mocho)escnblO entre 1898 y 1903. '

Hegemon£a y transformaciones

La linea zigzagueante del realismo se dibuja con mayor nitidez en-tre ~ray Mocha y Payr6, para .constituir en adelante, con Galvez, conQUIroga, con Lrnch, c?n el salllete y el teatro social, con Boedo, conArIt, la tendencI~ domlllante de las pr~mer~s cuatro decadas del sigloxx que es matena de. este volumen. SI es Clerto que ese dominio fuet~mpra~amente cuestIOnado par los escritores de Martin Fierro en losanos velllte, no es menos cierto que en 1944, al celebrar la aparici6n de

" Sobr~ Libra extrafio de Sicardi como punto de partida para la novel a realistaver el trabaJo de Graciela Salto en este volumen. '

, .20 Para com~letar 10.s da~os de esta aproximaci6n desde excelentes perspectivascrltlcas, ver Capztulo. Hzstorza de Lalzteratura argentina Buenos Aires CEAL tomos2 (1980), 3 (1981) y 4 (1982). " ,

I,IIS '/',ll,etS de JOSQ ni:.\nco,~]jorgcs todnvfn lnmcntnba "en la novelisticatill pnrs ... el melancolico influjo, por In mora vcrosimilitud sin in-vcnclon, dc los Payr6 y los Galvez"." Ese larnento parecia ignorar,I'X (1':"lfinlUcnte,no s610 las renovaciones que Arlt habia producido jus-1,III1CI1tc sobre la "mera verosimilitud sin invenci6n" de la tendenciarcn Iista, sino sobre todo los golpes de gracia que le venian asestando,d~~sdcrnediados de los afios treinta, sus propias ficciones y las de suscompafieros en la revista Sur, Silvina Ocampo, Adolfo Bioy Casares,I I) dcsde otra estetica, Eduardo Mallea.

Con menos arbitrariedad, Julio Cortazar sefialo el cambio en 1948,reconociendo la emergencia de un nuevo "imperio" en la novela: el delordcn pcetico por sobre 10 que el llamaba el orden enunciative del len-~lIaje, que "es instrumental, sometido al referente".22 Pero si se atiende[\ la lecci6n de Jakobson que subyace en este diagn6stico, se admitiraque se trata de una cuestion relacional, de enfasis, y que ese orden'Ienunciativo" en que se relata un mundo donde "se cumplen destinos,:"lccidentes, situaciones complejisimas" permanece muy vivo, aunques'Ubordinado. En otras palabras, que los aspectos referenciales y la cri-tica del presente (y tambien de momentos del pasado que de una uotra manera revierten sobre el presente) tienen una fuerte incidenciatanto en la nueva novela que se despliega desde Mallea hasta Sabato, eincluso en el mismo Bianco, como, unos anos despues, en la propiaRayuela de Cortazar (1963).

La declinaci6n de la hegemonia del realismo, en consecuencia, noacarrearia lisa y llanamente su extinci6n sino sus transformaciones,que se intensificaron, al compas de los descubrimientos de la novela110rteamericana, de las -experimentaciones mas vanguardistas de loseuropeos y de la revitalizaci6n de algunas tendencias latinoamerica-nas, en buena parte de la mejor narrativa y el arte argentinos de la se-gunda mitad del siglo xx. Sus formulaciones mas convencionales, encambio, persistieron en divers as expresiones del regionalismo, del tea-tro de tesis y de la novela socia}.2l

21 Sur, N° 111 (enero de 1944)." Julio Cortazar, "Notas sobre la novela contemporanea", ReaLidad, Buenos Ai-

res, ano III, vol. 3 (marzo-abril de 1948).2' Para el repertorio de textos y autores que ilustrarfan estas hip6tesis, veanse, ade-

mas de los ya mencionados volumenes 2, 3 y 4 de Capitulo, los trabajos de JosefinaDelgado, Beatriz Sarlo y Jorge Lafforgue sabre la novela, el cuento y el teatro, respec-tivamente, en Capitulo. Historia de Laliteratura argentina, op. cit., vol. 1, 1980. Parauna perspectiva complementaria, David William Foster, Social Realism in the Argen-tine Narrative, Chapel Hill, University of North Carolina Press, 1986. Un inventariomas completo, pero de insatisfactorio desarrollo critico, en Fernando Alonso y Artu-ro Rezzano, Novela y sociedad argentinas, Buenos Aires, Paid6s, 1971.

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III

Polernicas y defensas en la literatura argentina

Desconocemos las causas por las cuales Echeverria nunca publicoEl matadero. Tampoco sabrernos nunca como habria sido la recepcionde los lectores contemporancos. Pero mas alIa de las circunstanciaspoliticas, el juicio postumo de Gutierrez sobre su "desnudo realismo"brinda ur; ind~cio significativo de .las razones de la autocensura queEcheverna se impuso y de los posibles rechazos que hubiera suscita-do. No porque los lectores no estuvieran acostumbrados a 10 brutal ya 10 soez, que a~undab.an en.la prensay en otras expresiones popula-res 'de la Argentma rosista, sino porque El matadero forzaba los limi-tes de las mezclas autorizadas por las preceptivas del romanticismop.ara la literatura culta. Se convierte asi en el equivalente silenciado vs~n lectores de aquellos textos ignorantes de las convenciones que hi-cleron la fortuna de los primeros realistas modernos.

El preludio naturalista

La recepcion del naturalismo en la Argenti71a permite suponer quela d~ El matadero no hubiera sido pacifica, y no solamente por las po-lemlcas que este avatar del realismo suscitaba en Francia. El conocidoepisodio de la interrupcion de la publicacion de La taberna de EmileZola en el foUetin de La Naci6n despues de la primera entrega (agos-to de 1879) evoca la autocensura echeverriana', Pero las circunstanciashabian cambiado, y se calcula que un ano despues se vendieron enBuenos Aires mil quinientos ejemplares de Nana en frances. En 1882se encargaron otros tantos de Pot-bouille, pOl' 10 que se juzgo innece-sario traducirla para publicarla en foUetin. Los datos son reveladoresacerca del nivel cultural y social del inicialmente restringido circulo delect?res ~e estas,,~ovel~s de Z_ola,,,muy distinto del que poco despueshan a p?_slble el lmpeno reahsta en el teatro y la novel a nacionales.Otra dlferencia destacable es que si bien los comienzos del naturalis-mo en Francia ocurrieron alrededor de 1865, su incidencia en la lite-ratura argentina se produjo en sincronia con los anos en que alcanzosu apogeo en aquel pais (1880-1885).

Cambaceres, el exponente mas reconocido del naturalismo aro-en-. b

tll1~, pertenecia, a ese circulo social restringido, y sus primeros librostuvleron un notable succes de scan dale entre quienes podian descifrar

h\1l cleves CUIIJ1I1..d,'/1 y soeiulcs Cl.ltJ:clujldas \0:'11 lall anecdoras. Las pole-micas acerca de 1.111tl.lsi,st'lalI,.IJ'~\Jist(\S y lns releridas al mismo Camba-ceres se mulcipl;('I\"OI1, Y' k)~ c~nlpos dol debate tendieron a definir~een terrninos m:lH ido{'J16gic0s que esteticos. Como era de preyer, los 11-berales mas Pl'ogt'l.!si.s1!nspOl' 10 general apoyaron el naturalismo, pe~odestacados escritorcs de la. clase dirigente, como Miguel Cane, LucioV. Mansillay M.II'C(ll Garcfa Mereu 10 rechazaron en nombre del buengusto. Fue en camhio atacado con unanimidad par inmoral, disolven-te y no argentino (, pero que literatura 10 era, salvo la gauchesca?) porcatolicos y conscrvadores."

De batallas poeticas y politicas

Las polemicas sobre el realismo en la Argentina per~enece.n enrigor al siglo xx, y cQl1ocieron dos momentos de. mayor l11tensIda~:uno, iniciado en el marco de las disputas entre Flonda y Boedo, culmI-na en los anos t1'einta, Las' colaboraciones de Borges en Sur, verdaderomanifiesto dispers~ contra las prescripciones de la poetica realista,sumadas a las ficciones narrativas que publico desde mediad os de esadec ada, son su herencia mas conspicua.25 El segundo, en los anos sesen-ta, se proyecta sobre el fondo de losl debates internacionales acerca derealismo socialista, realismo critico y vanguardias que recorrfan elcampo de la izquierda, estimulados por la revision de los dogmas quese produjo a partir del xx Congreso del Partido Comunista de la URSSen 1956,26 En este caso, los terminos de la polemica legitimaron las

24 Para la recepci6n del naturalismo ver Rita Gnutzmann, La novela naturalistaen Argentina (1880-1900), Amsterdam-Atlanta, Rodopi, 1998; Inaki Liano Vesga, "EInaturalismo enla literatu\"a argentina y su reflejo eala prensa de la epoca", CELEHIS,Revista del Centro de Letras Hispanoamericanas, uNMdp, Ano V, N° 6-7-8, Mar delplata, 1996. Claude Gymerman, "La acogida del naturalismo en Argentina: la pole-mica engendrada pOl' la obra de Eugenio Cambaceres", Arquivos do Centro c.ulturaLportugues, vol. XX,xI,(separata), Paris, 1:92. An~n§s Avellaneda~ "El naturahsmo yEugenio Cambaceres", Capitulo. Historza de la,llte~atura argent~na, op..Cit.,~ol. 2,

25 Ver Beatriz Sarlo, "Borges en Sur: un eplsodlO del formahsmo enoUo , Puntode vista, v, 16, Buenos Aires (noviembre de 1982). Marfa Teresa Gramuglio, "Bioy,Borges y Sur. Dialogos y duelos", Punto de.vista, XII, 34 (julio-septiemb:-e de 1989);id., "Una decada dinamica. Posiciones, transformaclOnes y debates en la hteratura ar-o-entina alrededor de los arlOS treinta", en Manuel Cattaruzza (comp.) Nueva historia~rgentina, tomo VII, Buenos Aires, Sudamericana, 2001.

26 Sobre Ja crisis de la ortodoxia estalinista del Partido Comunista argentino verHoracio Crespo, "Poetiea, politic a, ruptura", ~n Susana Cella (dir.), La irrupci6n de Lacritica. Historia critica de la literatura argentina, vol. 10, Buenos Aires, Emece, 1999,

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nuevas expresiones que en la novel a y el teatro :\J'I;;l:' I I i I l( I.~ l'l uzubanprocedimientos y actinides criticas propias del realismo con Ins reno-vaciones formales de' la vanguardia. Y uno de sus resultados mas sen-satos, despues de poco convincentes proclamaciones de "realisrno sinfronteras", fue el reconocimiento de que no necesariamente toda obrade arte debia ser realista para que se admitiera su calidad estetica.

Los ataques reciprocos entre boedistas y martinfierristas son bastan-te conocidos, asi como las diferentes posiciones y disposiciones cultu-rales que predominaban en los dos grupos, incluidas las exhortacionesvanguardistas formuladas en algunas revistas de izquierda." Perc esaapelacion, que invocaba los antecedentes ilustres de Vladimir Maia-kovski, de Bertolt Brecht y de algunos escritores norteamericanos, nofue el rasgo dorninante en la literatura de izquierda de esos' afios. Aun-que pOl' 10 primario de muchas formulaciones -debido por 10 gene-ral al escaso capital cultural de los autores- seria tentador relegarlasa un piadoso olvido, las polernicas que por entonces se suscitaron entorno del realismo formaron parte de un debate crucial del siglo xx,revelador de un haz de conflictos que desbordan 10 exclusivamente es- rtetico para involucrar cuestiones ideologicas que remiten a los campospolitico y social.

En 1930, un libro de Julio Fingerit tuvo la originalidad de colocarla cuestion del realismo en un terreno acotado a 10 literario que 10 sus-traia precisamente a esos con£1ictos.28 Reune articulos sobre el realis-mo, el naturalismo, la novel a, la literatura infantil, Sigmund Freud,Waldo Frank y otros escritores norteamericanos y europeos que mues-tran un conocimiento notable de las tendencias contemporaneas, sinque las ideas de Fingerit alcancen a otorgar unidad al conjunto. Re-gistra con claridad, sin embargo, la poIemica que estaba en el aire y losterminos que ponia en juego: "Hay una dispuia sobre la novela; sobrelos limites de la novela, sobre la realidad en la novela. Es solo un as-pecto de la gran disputa que hay sobre el arte ... Y esta disputa es solo'una parte de la gran disputa sobre el conocimiento ... ". Como 10 hanhecho tantos defensores del realismo desde la izquierda, Fingeritnegaba el naturalismo y desde sus propias concepciones esteticas recha-zaba la copia: "No podemos imitar de veras; solo podemos recrear.Cuando una obra parece copia del natural, solo es porque es superfi-

" Ver, en este mismo volumen, los trabajos de Adriana Astutti, y de AlejandroEujanian y Alberto Giordano.

18 Julio Fingerit, Rea/ismo, Buenos Aires, M. Gleizer editor, 1930. Julio PabloFingerit (1901-1979) estudi6 en los Estados Unidos. Fue escritor, profesor y funcio-nario en el area educativa. Se convirti6 al catolicismo. Colabor6 en diversas publica-ciones, entre elias Crite7'io y fue el primer director de Numero. .

cinl". Pl'OPUSO entonccs, cn ILl~l\l' dc.la mfn!csi.s,.ll.na ecorta ~ifel'e~te: elsucfio como modele para cl artc. Esto no significaba l?ara F111gent ~us-cribir 10s postulados surrealistas, puesto que a su JUICIO los surrealistasno hacian sino imitar el mundo de los suefios. Lo que debe hacer encarnbio el artista, sostenia, es servirse del. metodo de libertad creadoraque Ie ensefian las figuras del suefio, para manifestar asi en su arte "elsentido entero de la realidad". Sin que el lo sefiale explicitamente, es-tas ideas de Fingerit parecen advertir la semejanza entre las operacio-nes dellenguaje poetico y las del lenguaje de los suefios tal como 10analiza Freud.

Dellado de Boedo: realismo y reuolucion

Una propuesta semejante no _podia te~er ec? cnt.re los boed~stas,tal como se infiere de las referencias al realisrno incluidas en los librosde dos de sus escritores mas representatives." En 1935, ya iniciado elreinado de la doctrina del realismo socialista, se publico El arte y lasmasas de Elias Castelnuov.o, que desarrolla un ataque insistente a lasideas, la literatura e incluso la persona de Leon Tolstoi -hasta enton-ces integrante, junto con Guyau y Plejanov, del "catecismo estetico"de Boedo- en nombre de las verdades del materialismo dialectico, 0

de 10 que por ello entendia el autor. El asunto ce~t~al de Castelnu~~oes destacar la necesidad de que el arte este al serVlClOde la revoluclOny demostrar que para ello debe adherir a una estetica que sea a:ces~blea las masas. Estas prescripciones se asientan en una concepclon 111S-trumental de la belleza, que ejemplifica con motores, vacas, ~oros ymujeres: "Un motor que funciona perfectamente posee un somdo be-llo y agradable", 10 que no debe ser interpretado como un arrebat_ofuturista de Castelnuovo, sino que vendria a demostrar con toda eVl-dencia que la belleza posee "un sentido fundamentalmente practico yutilitario" .

En un sentido estricto, Castelnuovo no se ocupa del realismo, perosu manera de entender la relacion entre arte y sociedad depende abso-lutamente de una idea simplificada de la mimesis: como la burguesiaes una clase refinada, sup one, el arte burgues es tambien refinado; co-mo el proletariado es una clase rustica, su arte tambien debe serlo, as!

29 Elias Castelnuovo, EI arte y las masas. Ensayos, sabre una nueva teoria de la ac-tividad esthica [1935], Buenos Aires, Claridad, s/f. Alvaro Yunque, La lzteratu.ra so-cial en la Argentina. Historia de los movimientas Literarios desde Laemancipaci6n na-cional hasta nuestros dias, Buenos Aires, Claridad, 1941.

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como la rmisica ?e 1.osne.gros del Congo es triste porquc dkll' "vegc-tan en la mayor indigencia yen la mayor esclavitud", mientras (.llle la~usica ?e "los negreros de Nueva York" rezuma satisfaccion y frivo-hdad~ SI por un lado e~ta .correspondencia entre arte y clase social pa-receria, en consecuencia, ineiuctabje, por el otro Castelnuovo enfatizaque 10 esencial para que el arte sirva a la revolucion es el conocimientode la realidad, y que ese conocimiento requiere "contraccion y estu-dio'~. "Se es tanto mas realista cuanto mas se profundiza la realidad",so~tlene. Y eso. s~lamen~e ~er.faposible con el rnetodo adecuado quebnnda el matenalIsm? dlalectlc?.En consonancia con esos principios,Castel~u~vo desprecia el dorninio de los recursos tecnicos y de losp.rocedlmlentos artisticos, algo que considera propio de los partida-nos del "arte por el arte". Quienes se internan en esas biisquedas, aun-que se proclamen revolucionarios, resultarian servidores objetivos dela burguesfa y defenso~es. del. orden capitalista. Con un lenguaje quen;u~stra a las claras su irritacion ante las expresiones filosoficas y ar-tlstlcas que. de.safian su c.apacidad de inteleccion, un lenguaje plagado,c~m? sus flcclOnes, de flguras tomadas de la patologia medica (fetos, f

vor~lltos, tuberculos, lombriz solitaria, etcetera), rechaza drasticamentelas 111novaciones formales de las vanguardias, a las que considera, lisay ll~narn_ent~, deformaciones: falsas revoluciones que se apartan de ladeblda fldehdad a los contenidos de la realidad social. Solo cuandoesos contenidos de la realidad cambien, dictalnina, podra el arte re-novarse.

Seis anos despues, Alvaro Yunque reformulo con menos virulenciaideas semejantes bajo una dicotomia que se autorizaba en los versosde Martin Fierro: "El arte intencion y el arte sonido". Hizo de ella eleje de una historia de .la literatura argentina que rastreaba las obras que~~scaron tom~r 'pa~tl~o. en los conflictos vivi,~?s: tal su concep~o deIIteratura social , slllorumo en el presente de IIteratura proletana", y

opues~o al arte de la burguesia, "inactual, extemponl.neo, deshumanizado,apolftlco, arte por el arte", que "enfrenta al proletariado".

~ara Yunque no es la belleza 10 que define el arte. Muy por el con-trano, bel~eza y arte pueden lIegar a ser terminos excluyentes. Encon.so~ancla co~ esta convi~cion, sostuvo que el dominio de los pro-ceduruentos sena, mas que 111necesario, nocivo: "La tecnica es el ver-dadero enemi~o del arte, no la inepcia". El corolario forzoso y forzadode estas premlsas es que solo la literatura realista es revolucionariaporque la literatura proletaria, para lograr eficacia, debe ser popular:A la luz de tales postulados, la dicotomia inicial se reinstalal en el anali-sis ~ina~de Flo~ida y Boedo: "Los jovenes agrupados en Boedo tenianun 111St111tOrealIsta -0 sea revolucionario de la literatura". Y mas ade-lante: " ... 10s de Boedo querian transformar el mundo y los de Flori-

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tin se conformuhan COil In\l1SI'OI'llW' b liLUI':\tI.II':\". Es csta la oposicionque lleg6 a SC1' cldsica en las batallas csteticas o idcologicas del sigl.oxx: rcvolucionarios versus vanguardistas, con su arsenal de denorni-nacioncs para cada bando: arre proletariot_ realist as, socialistas; arteburgues,' arte por el arte, decadentes, formalistas.

Puesto en otras palabras: el realismo, como arte proletario y revo-lucionario, aspiraria a conocer la realidad para transformarla. Y parallegar al pueblo al que esta destinado, para ser efectivamente popular,ese arte no debe ser artificioso sino sencillo. En este punto Yunque,que al hacer la historia de la literatura argentina habra sido capaz debrindar algun juicio acertado, sorprende con la radicalidad de sus elec-ciones esteticas. A "Ia poesia arritmica y gongorizante" de los escrito-res de izquierda con pretensiones vanguardistas -seguidores de losEsenin y de los Maiakovski-, opone, como paradigma de poesia pro-letaria, las coplas de un obrero publicadas en un periodico sindical, enlas cuales "palpita la rebelion de la pobreza". Una de ellas:

"Mas asco que entre la sopahallar un pelo de vieja,mas asco que quien se quejay usa del amo la ropa,mas que taman go de tropa,mas que el olor al dinero,mas que barro de chiquero,10 podrido 0 con orin,mas asco que todo, en fin,mas asco me da un carnero".

De estos dos exponentes del pensamiento de Boedo sobre la cues-tion del realismo podria concluirse, reformulando una sentencia cono-cida, que en ciertos casos una defensa puede ser el mejor ataque. Aunasi, no seria acertado ignorar unos plante os que, con toda su brutali-dad, traducian a su manera posiciones de la estetica oficial del PartidoComunista de la URSS, que eran difundidas a traves de una densa redde publicaciones y de otras actividades de divulgacion. Porque no eranel producto aislado de unas mentes poco sutiles, sino parte de una or-todoxia prestigiosa, dejaron una larga huella en la compleja proble-matica de la relacion entre estetica y politica y mantuvieron por anos,contra el des eo de los mejores vanguardistas, la ruinosa oposicionentre vanguardia y revolucion. En ella, esta concepcion del realismoocupo un lugar estelar.

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Dellado de Sur: el realismo Como nacionalismo

Pese a. las controversias que suscita el proyecto de Sur, resultaracompr.enslble que el proposito dominante de poneI' al dia la literaturaargentma dando a con?~er ~omejor de la. extranjera conternporanea,sumado a una concepcion diferente de la literatura, haya conducido auna escasa atencion a estas cuestiones, si se exceptua la mencionadacarnpafia .~e J?orges y su decidida postulacion de una nueva poetica dela narracion. Con todo, un colaborador asiduo de la revista, CarlosMastrona~di, desplego un verdadero y sabroso ataque al realismo quefue ,recogldo en Formas de LareaLidad nacional," En perceptible sin-torua con el Borges de Sur, Mastronardi reconocio -H. existencia ennuestro medio d~ "la sup.ers~icion documental", pero no se apiico a~emoler las falacias de la ilusion referencial sino que inscribio su cri-tica en el marco del debate entre nacionalismo y cosmopolitismo. Enotras palabras, no rechazo el realismo pOl' razones esteticas ni aso-~iandolo. con la ~zqui~;da,. sino pOl' SU? exigenc~as nacionalistas qttejuzgaba lDso~tembles: Quienes aconsejan el realismo, la adopcion detemas y amblentes locales ... no perciben que nuestro potencial huma-n~ sufri~ mu~anzas profundas y que Europa anda pOl' las calles". Ese~f~x:nacIOnahsta de "realismo descriptivo" conducfa finalmente, a su)UlCIO,a algo todavfa peor: el regionalismo, una corriente en definiti-va "irrealista", que estima "que nada hay de sustantivo y firme en lascomarcas ya tocadas por la tecnica de procedencia ultramarina". Sibie~, esas ideas cr~tic~s,;IO Ie impidieron escribir el extraordinario poe-ma Luz de prOVlDCia ,donde celebro a su Entre Rfos natal Mastro-nardi deploraba con mordacidad las consecuencias nefastas 'del man-d~to realista: "A despecho de la opinion doininante, no es aventuradoa~lrmar que nuestra literatura adolece de regionalismo. Cada provin-c~a habla con la voz de numetosos personeros, no hay particularidadSIlvestre que no tenga su pertinente alejandrino, y estos ultimos anosnos .benef~ci~n con una especie de avasallante lirismo geografico". El 'reahsmo, lDslstfa Mastronardi, es la forma mezquina del nacionalismoen Iiteratura.

)0 Carlos Mastronardi, Formas de La reaLidad nacionaL, Buenos Aires, EdicionesCul~urales A_rgentina~, 1961. Aunque publicado en esa fecha, ellibro recoge artfculosescntos en anos antenores.

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El realisrno redirnido

P0CO despues de la publicacion del Iibro de Yunque, una confe-rencia pronunciada por Hecto,r' P. Agosti en Montevideo y varias ve-ces reeditada tuvo el merito de levantar el nivel del debate en el campode la izquierda argentina." Al corpus tradicional, que se centraba enMarx, Engels y Plejanov, le aporto una combinacion novedosa de al-gunas ideas de Ortega y Gasset sobre la "deshumanizacion del arte"con las categorfas de Lukacs. Los juicios negativos de este ultimo so-bre las vanguardias eran compartidos por Agosti, como 10 atestiguanlas expresiones con que se refiere a ellas: "epfgonos", "delirios irra-cionales", "subjetivismo orgulloso", "secuaces", Apelo ademas a unametaforizacion de la his tori a del arte del siglo xx que encontraba un"oscuro medioevo " en la primera posguerra, cuando las vanguardiasconvirtieron el realismo en "mala palabra", y auguraba un Renaci-miento con la feliz emergencia de uno nuevo.

(En que consistia ese Nuevo Realismo defendido por Agosti? No,por supuesto, en una repeticion del tradicional, "detenido en la corte-za de los fenomenos", sino en uno capaz de captar "la trama sutil yendiabladamente dialectica de la realidad esencial". Como se ve, en es-ta definicion de inocultable rafz lukacsiana se trataba nuevamente dela dimension gnoseologica del arte, cuyo fundamento filosofico solopodia brindar ahora el materialismo dialectico. Para caracterizar ese re-alismo adecuado a los cam bios reclamados por los tiempos, Agostipropuso algunas adjetivaciones que 10 precisaran, como "dinamico" y"suprasubjetivo". Resulta por 10 tanto sorprendente que, aillegar elmomento de las definiciones, reaparezcan dos formulas bien conoci-das del siglo XIX: "los personajes ti'picos en circunstancias tfpicas"(Engels) y "la traduccion de la realidad a traves del temperamento"(Zola). Con todo, fue merito indiscutible de Agosti admitir por finque no es posible exigir, en nombre del realismo, la "uniformidad delos medios expresivos", ya que una misma estetica comun puede ad-mitir diversidad de poeticas 0 soluciones formales. A partir de estacomprobacion, desmantelo la oposicion entre realismo y arte abstrac-to para postular, con un giro casi hegeliano, la "superacion heredita-ria" del arte abstracto en el nuevo realismo. Se convirtio asf en pre-cursor involuntario de las posiciones que a partir de los anos sesenta

}l Hector P. Agosti, Defensa del realismo (1945), Buenos Aires, Lautaro, 1963. Es-ta edici6n incluye "Los problemas de la novela", una conferencia de 1940 en la que elautor refuta las ideas de Ortega y Gasser sobre la novela y revierte la "deshumaniza-ci6n del arte" oponiendole una "rehumanizaci6n" por medio de un nuevo realismo.

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legitimarfan los cruces entre realismo y experimcruacion 101'11):1.1, queen diversas practicas artisticas anularon de hecho el enconado divorcioentre vanguardia estetica y van guardia politica.

Bajo la impronta de la apertura pionera de Agosti, cuya linea de pen-samiento, si bien mas refinada, no se separo de la ortodoxia cornunis-ta, la exposicion mas relevante sobre la renovaci6n de la problematicadel realismo en la literatura argentina elaborada desde la izquierda fuela de Juan Carlos Portantiero." El estancamiento del debate culturalque significaron los diez afios del primer peronismo, mas la cerrada obe-diencia del Partido Comunista a los preceptos estalinistas retrasaronen la Argentina la atencion hacia las renovaciones en el pensamientomarxista que se habfan iniciado en la segunda posguerra europea y quese intensificaron con el "deshielo" en los afios cincuenta. Resulta en-tonces sintomatico que ellibro haya aparecido a principios de una de-cada que asistio a intensas recolocaciones en el campo de la izquierdaargentina, una de las cuales tuvo como protagonista al mismo Portan-tiero, y ya en un plano mas especifico, ala multiplicaci6n de publica-ciones y traducciones donde los debates sobre el realismo circulabancomo una cuestion candente y terminaron por desmantelar los termi-nos de la ortodoxia partidista."

Sea cual fuere la relaci6n entre estos fen6menos, 10 cierto es que lashuellas de Agosti se revelan tanto enla tentativa de legitimar la poeti-ca de escritores vinculados con el Partido Comunista como en el res-cate de las vanguardias para el nuevo realismo, si bien Portantiero semuestra mas comprensivo con elIas a la hora de valorar tanto sus 10-gros esteticos como sus intenciones polfticas. En ese talante, escribe:

"Los mejores portavoces de la vanguardia, quienes v~rda-deramente la habfan sentido como forma de 'revoluci6n' con-tra estructuras que no compartian, quienes menos se dejarontentar por los elementos decadentistas, finalizaban su expe-

J2 Realismo )1 realidad en la nanoativa argentina, Buenos Aires, Procy6n, 1961.Sobre el alcance polItico de la intervenci6n estetica de este libro, vel' el ya menciona-do trabajo de Horacio Crespo. Sobre su contexto de aparici6n, Horacio Tarcus, "Elcorpus marxista". Veanse ademas los trabajos de Sergio Olguin y Claudio Zeiger so-bre narrativa. Todos en Susana Cella (dir.), La in'upci6n de la critica..Hist01;iacriticade la literatura argentina, op. cit.

JJ A la profusi6n dc artfculos y debates publicados en las revistas de la epoca sedebe sumar la traducci6n de textos clave de la cstetica marxista: Georg Lukacs, Sig-nificaci6n actual del realismo critico, Mexico, Era, 1963; Roger Garaudy, Hacia unrealismo sin fronteras, Buenos Aires, Lautaro, 1964; Galvano della Volpe, Critica delgusto, Barcelona, Seix Barral, 1966, y de otros autores, especialmente italianos, comoAntonio Gramsci, Mario de Micheli, Paolo Chiarini, Carlo Salinari.

ricncia en elln '11h\st\!l,11l ,\ U\ 1'( I pl,wo: <:1tit: la'rncionalidad delmnrxismo, cl de la praxis que superaba 01 pumo de vista de laalicnacion. [ ... J El camino de un rcalisrno surgido no comoprolongacion de la vanguardia, sino como su superacion dia-Iectica, a partir de los elementos valiosos aportados pOl' ella enel terreno del lenguaje y del conocimiento".

Pero en un giro curioso, esta sensibilidad hasta entonces tan pocofrecuente hacia las vanguardias en el cam.po de la izquierda argentinaretorna sin embargo a la reivindicacion de Boedo como la fuentenutricia donde debia abrevar toda renovacion del realismo. "Cultural-mente -afirma Portantiero- Boedo tiene una importancia tan gran-de que toda la literatura de izquierda en la Argentina (es decir, todo elcuerpo vivo de la narrativa argentina) esta marcada con su sello". La-mentara entonces que las nuevas manifestaciones que considera masvaliosas entre las que intentan "ubicar la novela en un dialogo con la .realidad", a su juicio las de Beatriz Guido y de David Vinas, hay anadherido al "compromiso" y no al realismo. Porque la literatura com-prometida, segun Portantiero, al ignorar el antecedente nacional deBoedo, habria obturado la continuidad con esa tradicion, aislandoseas! del "cuerpo vivo" que alimentaria la {mica posibilidad de una co-municaci6n con el pueblo. "El terrorismo de Castelnuovo -opina-sigue siendo, como actitud, mas valioso que eJ de Solero, 0 que el deViiias en Los anas despiadados ... " Y concluye: "S610 a traves del rea-lismo, la izquierda -des de Boedo hasta los 'comprometidos'- su-perara el desgarramiento de su separaci6n con el pueblo. Porque elrealisrno obliga al intelectual a una elecci6n; 10 libra de la ambiguedad,10 inserta en la historia".

(Se podria leer en estas sentencias una profecia de la actual reivin-dicaci6n de los excesos de Castelnuovo? No parece posible. La apela-ci6n a Boedo sugiere la busqueda de una tradici6n en la que puedaafirmarse la necesaria sutura de la escisi6n entre los intelectuales y el"pueblo-naci6n". Aunque tam bien aqui se descubren las huellas deAgosti, la evoluci6n posterior de las posiciones polfticas de Portantierotampoco autoriza a leer en sus propuestas una subordinaci6n invaria-ble a la !fnea dogmatica del Partido Comunista. Puestas en su contex-to, evocan mas bien algunas meraforas conocidas: canto del cisne 0buho de Minerva, estas exhortaciones sobre el realismo surgieron enla Argentina wando su estrella declinaba. Porque 10 cierto es que, jus-tamente a partir de 1961, la consagraci6n internacional de Borges, laaparici6n de Rayuela, el cambio de situaci6n de la literatura latinoa-mericana promovido por el boom y, por ultimo, las realizaciones li-terarias y artisticas que hacia fines de la decada bus caron fusionar

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va~1g~a~dia estetica y vanguardia .polftic<l, crc~r.o~1.lilt <':Sl'I.'IIMio queterrnmo por desplazar la perspecnva de los analisis de Portnnricro. Yc~~ndo.la violencia y el terror arrasaron ese escenario sesentista, el de-bIl~tamlent<? de la ~xigencia va~guardista en la literatura y el arte y ele~l~pse dellmpera:lV(~ revoluclOnari? e?- el horizonte de la izquierdahicieron que los termmos de las polernicas sobre el realismo cambia-ran para Slempre.

~.

EN U)S I.fMITES DEL REALISMO,l J N LrBRO EXTRANO

/)()r Graciela Nelida Saito

I~.n1888, Joaquin V. Gonzalez afirmaba que la novela argentina aiinuo habra nacido. "Ascgurar 10 contrario -decfa- seria afirmar quehomos completado nuestra evo1uci6n social, y que tenemos habitospropios y exclusives, sin predominio de elementos extrafios. Si nadieha estudiado todavia a fondo nuestra sociabilidad, si nadie la ha defi-nido, creo imposiblc que pueda decirse cuales seran los caracteres dela novel a 'genuinamente argentina'".' Un afio antes, Alberto Marti-nez habia esbozado tambien una queja que se profundizarfa en la de-cada siguiente: la inexistencia de escritores profesionales. Respecto deuna y otra cuestion, en 1877 Miguel Cane habia fijado una posici6nque algunos j6venes del noventa asumirian como propia: "La Repu-blica Argentina no tiene en la actualidad literatura nacional".' Pero ellamento que en Cane se manifestaba como encono juvenil, en los co-mentarios de la decada siguiente aparece ya como distancia analiticasobre un asunto que comenzaba a delinear divisiones entre los miern-bros del grupo letrado.

Las tensiones culturales y sociales entre varios de sus integrantes,la extraordinaria difusi6n alcanzada pOl' los folletines de tono criollis-ta y el cad a vez mas acendrado cosmopolitismo de un amplio sectorsocial, propiciaban un clima de beligerancia en torno a 10 "genuina-mente argentino". Pintores, escritores, crlticos, e incluso aquellos ques610 asistian como invitados a las tertulias de la epoca, discutian conenfasis la posibilidad 0 imposibilidad de una cultura argentina, mien-tras otros proponian los temas, el estilo 0 la lengua que deberian deconfigurarla. La busqueda nacionalista de algunos, Rafael Obligado

I Joaquin V. Gonzalez, "Un afio de historia literaria argentina", en Intermezzo.Dos decades de recuerdos literarios (1888-1908), Buenos Aires, Jackson, 1945.

, Miguel Cane, "Dos palabras", en Ensayos [1877J, Buenos Aires, Sopena, 1940.

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JnllH;S'I'J'oino "P'•• ' 0, lI,\I,)du.!liSlIl ill rh ' '1'1

Can ".theatre Rcvt'cw 0/1 ( (i Wlltl't! or I{nocno 1\"1," /Ana Mar' Z bi ,0 oto,)O, 1974) , uttn Iarra Uleta ELd' .

, e , ISCU?'SO nal'rativ I'y utopza, Buenos Aires H 1 0 ar tlano. IntcrtextNtt/;(/, /, ac ietre, 1987. I ( ,8'"

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EpfLOGO

par N ae Jitrik

Es cierto que elllamado "imperio realista", como ha ocurrido con to-dos los imperios humanos, ha perdido gran parte de su territorio enbatallas esteticas y eticas que dibujan los avatares que ha padecido laliteratura del siglo xx, sobre todo a partir de los embates de las van-guardias, pero eso no quiere decir que el gran relato del que es un im-portante capitulo en la Argentina haya caducado definitivamente. Pormas discutible que sea su concepto -que en el momento de su predo-minio no s610 nadie osaba discutir sino que obtenia sanciones teoricasen apariencia inapelables-, por mas distancia que se ponga respectode sus formulaciones mas ortodoxas -que, por otra parte, parecenresponder a solicitudes muy apremiantes de una realidad que vive laliteratura como a una intrusa-, por mas incomoda que resulte su obs-tinaci6n en seguir alimentando un imaginario resistente a cualquierinquietud acerca de la relaci6n entre palabras y cos as, es evidente queel realismo tiene prolongaciones tenaces y modos a veces muy astutosde ocultar sus crisis y sus desfallecimientos. Tiene, incluso, inesperadosrenacimientos en los ultimos tiempos, ya sea gracias a una inquebranta-ble voluntad delllamado "publico lector", muy afecto ala verosimilitudque constituye el corazon de su doctrina, ya gracias a la fuerza de losgeneros populares, incluidos el cine y la television, ya en esa especiede propuesta estetica que no es una propuesta estetica, pues es una puramezcla de restos de experiencias de objetivos mas definidos, conocidacomo "posmodernidad".

Asf parece ser pero no es el tern a que se ha examinado en el volu-men del que este epilogo intenta ser un cierre. Lo que se ha examinadoes su momenta de esplendor, cuando todo hacia creer que los mod osque habra concebido, y que eran matices de los modos y hallazgos quehabia tenido en el resto del mundo, perdurarian hasta la eternidad. Enese momento, que se insirnia en las biisquedas naturalistas de fines del

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I

II

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siglo XIX Y ticne sus IlH.:jOI'(.!S CX pOIIt.:1l t US t.:11 1.:\ ecrccra Y cunrta dl'l ,1111del siglo xx, es casi imposiblc PCJ1s:\)' (,)1) pocticas que 110 scan 1'(,)llIi1d I

que, por tal razon, aparecen muy naturalizadas, como si no huhi"1 I

otro modo posible de hacer literatura. POl' esa misrna conviccion, 'I~

obtienen grandes y muy mostrables frutos, escritores conscientes, Oilo,l'l

vadores perspicaces de una realidad que alimentan la poetica, SUI'I',I'1I

generos esplendidos, en cuyas escrituras concurren una convicciou \una gracia irrepetibles, un modo de escribir que es equivalentc ,\ 1I11

modo de vivir por la literatura una vida inquieta y tan prornetcdcu ,I

como decepcionante, cruce de fuerzas que modelan una sociedad y 1.1interpretan. Y si las empresas realistas en su momenta de auge, pcs~' ,Isu caracter sin duda siempre crftico, tienen algo de optimista, reSpt'lto del porvenir de la literatura, y de alegre celebraci6n, respecto de 1.\1,propias capacidades imaginarias, al comenzar la sociedad argentin:1 il

ensombrecerse en las decadas que siguen a las grandes fracturas de 1mafios treinta y, acaso determinado por elIas, el realismo argentino entt'nd. tambien en la sombra, se entorpecera en el reflejo, se hani repetil iyO, reclamando, las obras que 10 asumen, una atenci6n que no podmlllograr por mas que 10 exijan desde lugares politicos 0 de podet.'

Asi, pues, el relato que precede estas paginas -veinte capitulosque desde luego no abrazan todas las alternativas ni a todos los actores- se ocupa de 10 que el realismo fue y del espacio que ocup6 en escespacio que es la literatura argentina: el realismo mucho produjo, sinduda, dandole una fisonomia, disefi6 una dram,ftica que comprometi6la literatura toda y si en sus prolongaciones debi6 admitir derrotas surelato es de un interes tan grande como que parece confundirse con 1ftidea misma de historia de la literatuta. Intolerante en sus momentosmas exitosos respecto de desviaciones de su norma central -repre-sentar con todo empefio un entorno problematico-, construyendo re-t6ricas en una especie de sinecdoque orgullosa -constituir el meollode la literatura toda-, aquello que el realismo alcanz6 y 10 que qued6fuera de su alcance se muestran desde 6pticas que interesan quiza masque el objeto mismo. Y 10 que interesa es el modo de encararlo y deasediarlo, aquello que se suele designar como el "abordaje", en otras pa-labras la sintaxis cdtica propiamente dicha, la prestancia con que seasume un capitulo del relato total que esta historia cdtica de la litera-'tura argentllla comporta.

Metodos y actitudes diversas, estan todas sometidas, sin embargo, ados leyes fundamentales: una, no dejarse arrastrar par el objeto realis-ta, que suele exigir celebraciones y corroboraciones y, en cambio, actuardesde lenguajes mas ajustados, mas s6lidos te6ricamente, can el cui-dado de una textualidad respetuosa con el probable y exigente lectory con los text as en consideraci6n; la otra, bus car el punto que permi-

buscar c1 rcgist1'o que nutre caJa icxtota evitar los h'l,'\l'cS (;0I11U1'l.

est' dor e acerque al secreto que, a pesarrealista, hallal' cl detalle re:re a XI qu to realista oculta del mismo mo-de su buscada transparenCla, ca ;.tex cuenta estas dos leyes le dado que 10 oculta toda literatura

hi· . e~e_rencritico permite releer 10 ya

h . 1 relato stonco- ,sentido y co erenCla a en la lectura nuevas vetas, ~uevas Co?-lciclo muchas veces y enc.ont~ar forma la obra entera mtenra dis-figu~aciones de un lmag1l1ano cuyacermr.

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