el habla como interacciÓn social

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EL HABLA COMO INTERACCIÓN SOCIAL Tal como lo planteaba Saussure en el Curso de Lingüística general 1 , el lenguaje se constituye de dos vertientes dependientes: lengua y habla. Dichos elementos conforman un estado social e individual que los liga en la concepción total del lenguaje. Sin embargo, tales definiciones presentan dilemas en los estudios actuales. R.A. Hudson establece en el capítulo cuarto de La Sociolingüística 2 que al ser la comunicación una actividad social, también podría considerársele social al habla. Partiendo de esta tesis, del contraste entre el pasado y el presente, este ensayo pretende exponer los factores sociales que intervienen respecto al habla, así como las formas de habla y la reglamentación de comportamiento a través de ejemplos cotidianos. En “La concepción estructural de la Sociolingüística” 3 José Pedro Rona establece que el Diasistema (L3), es decir, todas las lenguas concretas, lengua, dialectos y las hablas correspondientes, se representan a través de un cubo compuesto por tres ejes: diacrónico, diastrático y diatópico. Para los fines de este trabajo sólo usaré el “Eje diastrático”, que representa el estudio de la diversidad lingüística en los distintos estratos sociales que se registren. ¿Por qué no emplear los otros dos ejes? Porque, en primer lugar, el “Eje diacrónico” estudia los usos

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Page 1: EL HABLA COMO INTERACCIÓN SOCIAL

EL HABLA COMO INTERACCIÓN SOCIAL

Tal como lo planteaba Saussure en el Curso de Lingüística general 1, el lenguaje se

constituye de dos vertientes dependientes: lengua y habla. Dichos elementos conforman un

estado social e individual que los liga en la concepción total del lenguaje. Sin embargo,

tales definiciones presentan dilemas en los estudios actuales. R.A. Hudson establece en el

capítulo cuarto de La Sociolingüística 2 que al ser la comunicación una actividad social,

también podría considerársele social al habla. Partiendo de esta tesis, del contraste entre el

pasado y el presente, este ensayo pretende exponer los factores sociales que intervienen

respecto al habla, así como las formas de habla y la reglamentación de comportamiento a

través de ejemplos cotidianos.

En “La concepción estructural de la Sociolingüística” 3 José Pedro Rona establece

que el Diasistema (L3), es decir, todas las lenguas concretas, lengua, dialectos y las hablas

correspondientes, se representan a través de un cubo compuesto por tres ejes: diacrónico,

diastrático y diatópico. Para los fines de este trabajo sólo usaré el “Eje diastrático”, que

representa el estudio de la diversidad lingüística en los distintos estratos sociales que se

registren. ¿Por qué no emplear los otros dos ejes? Porque, en primer lugar, el “Eje

diacrónico” estudia los usos lingüísticos en el pasar del tiempo y tal función sirve como

base de estructura y comparación con los cambios actuales, no como una justificación total

sobre los efectos de la sociedad sobre el habla. El “Eje diatópico”, en cambio, parte de las

variaciones de habla a partir de la división geográfica o regional, que si bien es fundamental

en la concepción de sociedades específicas (geográficamente hablando), sólo abarca ciertos

escenarios lingüísticos.

1 El estudio del lenguaje comporta dos partes: la una, esencial, tiene por objeto la lengua, que es social en su

esencia e independiente del individuo; este estudio es únicamente psíquico; la otra, secundaria, tiene por

objeto la parte individual del lenguaje, es decir, el habla, incluida la fonación y es psicofísica (p. 64).

2 Véase “Habla como interacción social” p. 117-131.

3 Véase la Antología de estudios de etnolingüísticos y sociolingüística, p. 203-216.

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El acto de habla implica una serie de componentes orientados a un propósito. Invitar,

seducir, cortejar, son sólo algunos de los objetivos. Dentro de este marco de comunicación,

retomando los conceptos de Jürgen Habermas 4, el enunciador expresa algo comprensible

que el enunciatario pueda captar y, una vez entendido, éste entra en razonamiento con

alguien más. Es necesario que el enunciador confíe en la verdad de lo que dice de tal

manera que el enunciatario pueda compartir su conocimiento; todo acto de habla, con base

en determinadas intenciones, depende de las reglas sociales establecidas e identificadas, es

decir, de códigos amplios y restringidos como veremos más adelante.

Es importante tener en cuenta que las condiciones sociales repercuten directamente

en el hablante; ya sea siguiendo los modelos instaurados o incumpliendo con ellos, estos

componentes colectivos condicionan patrones de elección individual donde “los

condicionamientos sociales sobre el habla puedan aplicarse no sólo al habla, sino al

comportamientos social en general. (Hudson, 1981: 119). El término acuñado para esta

acción recíproca entre dos individuos es el de Interacción Social. Tal comportamiento,

según Michael Argyle5, está compuesto por señales verbales, no verbales, visibles y

audibles, así como algunas variaciones corporales. O, haciendo una clasificación más

general, mensajes verbales y extraverbales.

Ahora bien, abordando el texto de “Códigos amplios y restringidos: sus orígenes

sociales y algunas consecuencias” de Basil Bernstein, se replantearán los conceptos de

lenguaje y habla. En el caso del lenguaje se apreciarán dos enfoques: de relación y

sintácticos. El primero de ellos parte de la pluralidad y la estructura. El segundo hace

referencia al vocabulario6 y a la diversidad de significación que remite una palabra. “Si

tenemos en cuenta ambos niveles, podemos decir que el lenguaje representa el mundo se lo

posible” (Bernstein, 1964: 358). El habla, en cambio, padece restricciones espaciotempora-

4 Véase Teoría de la acción comunicativa: Complementos y estudios previos, p. 2-15.

5 Véase Interacción Social, p. 9.

6 Conjunto de palabras de un idioma pertenecientes al uso de una región, a una actividad determinada, a un

campo semántico dado, etc.

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-les que señalan las alternativas que se hacen de estructura y vocabulario. Por lo tanto, la

estructura social se encuentra tanto en el habla como en el lenguaje y la variación de estas

estructuras produce diferentes sistemas de habla o códigos lingüísticos.

Roman Jakobson establecía en Ensayos de Lingüística General 7 que la estructura

verbal de un mensaje obedecía a una función dominante. Las funciones son: referencial

(hilo conductor de varios mensajes), emotiva (expresión directa al actitud del hablante),

conativa (halla su expresión gramatical en el vocativo e imperativo), fática (diálogos

enteros con el fin de prolongar la comunicación), metalingüística (cuando el

destinador/destinatario quiere comprobar que está usando el mismo código) y poética (la

orientación al mensaje como tal). Sin embargo, Jakobson olvidó que el contexto es

fundamental en la interpretación del significado y que los factores extralingüísticos

condicionan el uso del lenguaje. Es por eso que el inglés J. L. Austin justificó sus estudios

en los “actos de habla”.

“Un acto de habla es un fragmento de habla producido como parte de un fragmento

de la interacción social” (Hudson, 1981: 121); una determinada sociedad se compone por

distintas partes de interacción, revelando así la trascendencia de esta acción recíproca en la

sociedad. Austin propuso dos términos que implicaban el uso la lengua natural sometido a

un conjunto de reglas comunes de pertenencia: fuerza ilocucionaria y fuerza

perlocucionaria. La primera de ellas se refiere a la función inmanente del acto de habla

(decir algo). La segunda alude a los efectos y consecuencias del acto ilocutivo. Por lo tanto,

estas categorías distintivas forman los principios de interacción al ramificarse lo que se dice

y lo que se quiere lograr con lo dicho. Tales categorías, al ser conceptos culturales, tienen

una alteración de significado que avala la influencia de la sociedad en el hablante. La

palabra “libertad”, a pesar de tener un significado universal, no significa lo mismo en Cuba

que en Inglaterra.

El habla como trabajo experto, una vez comprobada su importancia en la sociedad,

esboza los principios de conocimiento y aplicación. Es innegable que un hablante puede

7 Véase “Lingüística y Poética” en Ensayos de Lingüística General. p. 347-363.

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desenvolverse mejor que otro a partir de la función y otras presencias del contexto. Se

puede instaurar que las habilidades para el habla incluyen las habilidades de interacción

social así como los referentes lingüísticos.

Podemos pensar quizás en estas habilidades ordenadas jerárquicamente, con las más

específicas debajo y las más generales encima, y suponer que al tratar con una situación

determinada el hablante buscará la habilidad determinada que sea apropiada con preferencia

a una habilidad más general, puesto que la última supondrá siempre un esfuerzo

cognoscitivo mayor y puede que sea de menor éxito. (Hudson, 1981: 125).

Decretar una situación determinada es evocar escenarios que hemos procesado. Desde

circunstancias cotidianas como el que nos enseñen decir “gracias” y “por favor”, hasta la

influencia de una película en la forma de seducir a una mujer, son habilidades adquiridas y

llevadas a cabo en un momento particular. Al crear un nexo de reglas y conocimientos

obtenidos, el habla es un componente social de práctica y aprendizaje. Uno aprende a

comprar boletos en el cine y lo practica cada que vuelve a ir.

La importancia de de hablar no se enfoca sólo a la habilidad de concebirlo, sino que

indaga en la motivación que nos lleve a hacerlo. La base de las teorías que se encargan de

estudiar este factor recae en que los individuos admiten las demandas de los demás por el

deseo de aceptación e identificación. Erving Goffman8 propone el término “labor de

imagen” (la forma en que una persona mantiene su `imagen´), el cual se enfoca en la

presentación de una imagen a la sociedad, pero que no tiene un efecto de cambio propio.

Nos decía la maestra de Sociolingüística: “Eres lo que hablas”; y al ver que el habla nos

enseña una imagen personal que los demás valoran a través de lo que decimos y de cómo lo

decimos, comprobamos que, efectivamente, somos lo que hablamos. A partir de esta

construcción de percepciones podemos decir que el habla es “una actividad altamente

cooperativa, donde cada uno intenta ayudar a los demás a mantener su imagen personal”

(Hudson, 1981: 125).

8 Consultar: Goffman, Erving. La presentación de la persona en la vida cotidiana, Amorrortu, Buenos Aires,

1993.

*

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Retomando las diferentes estructuras sociales que producen los diversos sistemas de habla,

nos encontramos con los fundamentos particulares que selecciona una persona para

conformar un lenguaje concreto. Desde la adquisición del lenguaje, el individuo está

condicionado a una estructura social. “La estructura social se convierte en el sustrato de su

experiencia esencialmente por medio de los efectos del proceso lingüístico” (Bernstein,

1964: 359), y tiende a transferirse dentro de una sociedad. Cada palabra que expresamos va

acompañada de una identidad que nos da la estructura social y, que a su vez, limita otro tipo

de estructuras. Esta intervención es elemental en la formación de códigos lingüísticos que

se derivan de una identificación intelectual y social adquirida.

Son dos los sistemas generales de codificación9 que se pueden apreciar: código

amplio y código restringido. El primero de ellos presenta una complejidad de conjeturar las

elecciones sintácticas que usará el hablante al estructurar el significado en un marco

específico del habla. En el segundo caso, las opciones sintácticas son limitadas y, por

consiguiente, deducibles. El uso de un código amplio facilita al hablante la expresión

concreta de sus objetivos, mientras que el código restringido no permite una claridad total

sobre lo que se quiere expresar. Ambos códigos tienen un núcleo que depende de las

múltiples relaciones sociales; si bien el hablante posee una habilidad innata, su posición

radica en las influencias sociales que ejercen sobre él.

- Códigos restringidos. Intervienen componentes del mensaje que fueron mencionados

anteriormente: verbales y extraverbales. El primero inserta exclusivamente la emisión de

palabras; el segundo, la emisión de palabras por medio de conjuntos expresivos como

entonación, gestos y movimientos. (1) La primera variante del código restringido

corresponde a una reiteración reconocida por el emisor y el receptor identificada

principalmente en estructuras sociales, religiosas, militares y legales. Dentro de estos

sistemas la libertad del hablante es mínima así como su participación social. (2) La segunda

9 Código como principio de una función planificadora verbal que se divisa en tres pasos: orientación,

asociación y organización.

variante tiene “mucho menos redundancia en los mensajes expresados por medio de los

canales extraverbales, mientras que el canal verbal expresa mensajes cercanos a la máxima

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redundancia” (Bernstein, 1964: 362), es decir, las opciones para trasferir deseos específicos

es limitado; para que exista una variación en el mensaje es necesario acudir a los canales

extraverbales. (3) La tercera variante alude a que el factor verbal sea repetitivo, pero que

los canales extraverbales logren la decodificación del mensaje.

La selección léxica del código restringido se rige por las distintas hipótesis sociales

con las que el hablante convive. Tales impactos colectivos generan reglas de conducta

individual relacionadas con el status de cada persona. En el código restringido,

generalmente, comparte un conjunto de identidad y compenetración entres sus hablantes, es

decir, crea una identificación cultural que se condensa en la expresiones verbales.

En concreto, un código restringido estructuralmente se da en comunidades cerradas tales

como las cárceles, unidades de combate, subculturas criminales y también en grupos de

niños y adolescentes y en viejos matrimonio. De hecho se dará este código cuando la

relación social se base en muchas identificaciones íntimamente compartidas y de las cuales

los miembros del grupo tengan conciencia. (Bernstein, 1964: 365).

En conclusión, las relaciones sociales que modelan con limitadas claves articulatorias, los

diálogos apresurados, así como la circulación de ideas intermitentes, confusas y regionales,

tienden a emplear una selección sintáctica y léxica reducida. La influencia social que

produce el código restringido es de naturaleza universal, es por eso que el código es un

elemento capacitado para todos los hablantes de una sociedad.

- Códigos amplios. Un código amplio se precisa con base en los inconvenientes para

descifrar las organizaciones sintácticas que se utilizan. Este código admite al hablante hacer

una descripción minuciosa para expresarse a través de sentidos particulares o personales. A

diferencia del código restringido, se centra en la persona y no en el status. La relación

social que germina un código amplio puede ser libre o adquirida, sin embargo, el hablante

tuvo que haber tenido un proceso adaptación y ejercitación.

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La búsqueda de expresiones se convierte en un instrumento de planeación para

emitir contestaciones verbales individuales. “Esta planificación promueve una

organización estructural y una selección de vocabulario a niveles más altos que en el caso

de un código restringido” (Bernstein, 1964: 369). A partir de esta concepción, el hablante

que utilice un código amplio concibe al lenguaje como un sistema de alternativas teóricas

para transmitir experiencias específicas. El objetivo primordial del código amplio es la

elaboración y fabricación de significados condicionalmente manifiestos. Es importante

tener en cuenta que el código amplio tiene dos divisiones; la primera corresponde a

facilitación de las relaciones entre individuos; y la segunda entre objetos. “La sociedad

asigna tal vez diverso valor a las experiencias elicitadas, mantenidas y progresivamente

reforzadas por medio de estos dos sistemas de codificación”. (Bernstein, 1964: 371).

*

Para terminar es importante resaltar que la capacidad de hablar, como hemos visto, depende

de un conjunto de factores sociales, así como un conocimiento general de las reglas de

habla. A este conjunto de reglas se le denominará normas, y se caracterizan por puntualizar

la conducta estándar de una sociedad específica. Partiendo de los estudios de Dell Hymes,

las normas varían dependiendo de la sociedad que las utilice; existen sociedades en las que

se habla muy poco, hasta en las que se encuentran grandes cantidades de habla. Por

consiguiente, las distintas normas de habla de las diferentes sociedades pueden describirse

por la interacción cultural más no de forma aislada.

Contrario a lo que planteaba Saussure el habla no es sólo un producto individual,

sino que se ve influenciado por la sociedad. Esta sociedad dirige al habla proporcionando

las normas que seguimos (que no son únicas y varían dependiendo de la sociedad) y,

también, proporcionan “la motivación de adherencia a las normas” (Hudson, 1981: 131).

Como conclusión cabe señalar que las personas emplean el habla con el fin de interactuar e

integrarse a la sociedad a la que pertenecen. Desde la adquisición del lenguaje intervienen

los vínculos familiares y las relaciones sociales, que dirigen una realidad lingüística que se

manifiesta cada que hablamos. Desde la más pequeña hasta la más grande estructura social,

es incuestionable la aparición de códigos y sus variantes.

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Bibliografía

Hudson, R. A., La sociolingüística, Anagrama, Barcelona, 1981.

Garvin, Paul y Yolanda Lastra (Comps.), Antología de estudios de etnolingüística y

sociolingüística, UNAM-Instituto de Investigaciones Antropológicas, México, 1974.

Habermas, Jürgen. Teoría de la acción comunicativa: Complementos y estudios previos.

Cátedra, Madrid, 1989.

Jakobson, Roman. Ensayos de Lingüística General. Seix Barral, Barcelona, 1981.

Argyle, Michael. Análisis de la interacción. Amorrortu Editores, Buenos Aires, 1983.