el fantasma del teniente carreño

Upload: carlos-enrique-freyre

Post on 12-Jul-2015

26 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

El fantasma del teniente Carreo La ltima vez que le di la mano al teniente Carreo para despedirlo, estaba spera y helada y sus ojos se haban vuelto de vidrio. An as, no me percat de que se trataba de su ltimo adis. De saberlo, lo hubiera evitado. Porque los muertos avisan varias horas antes de morir y Carreo no fue la excepcin a la regla de los que abandonan la tierra: recorri todos los recovecos de la base y del pueblo, se despidi de cada unos de los lugareos, de los soldados a mi mando y a cada autoridad alcalde, regidores, gobernador y juez de paz- le dio consejos claros sobre su comportamiento, incluyendo al hosco cura belga de la parroquia que se limitaba a responderle con monoslabos. Luego, arrastr sus pasos: se le vio en varios sitios a la vez y en donde no haba estado nunca. Habl con quienes no haba hablado y se introdujo sin permiso previo en los sueos de los que hacan la siesta nacional de las tres de la tarde. Temprano, al da siguiente de su partida, el operador de radio recibi la noticia trgica de que haba sido asesinado en una emboscada dinamitera que vol el camin porta tropa donde se trasladaba. Alist la patrulla Griego y antes que me dieran la orden part, solamente para hallar sus restos chamuscados y los de los otros doce hombres que perecieron con l. Los heridos haban sido recogidos por tres camionetas rurales que trasladaban tubrculos a los mercados. La carga fue tan fuerte que despedaz el vehculo y se hallaron restos de fusil a ms de seiscientos metros del punto original de la explosin. Al teniente Carreo se le cayeron las extremidades y su rostro sufri tantos daos, que ni el maquillador de cadveres pudo hacerle reparos, as que lo velaron con el atad cerrado para evitar ms impactos en su homenaje pstumo. Hoy, varios aos despus de la matanza, su madre doa Cristina Lazo todava arrastra el duelo en el cuerpo como carga extra para su edad, porque siente que se le pedi un pedazo del vientre en aquel lugar del mundo y no hay forma de recuperarlo. El aire en Ramis cambi de pronto, porque todo el pueblo se volvi un murmullo. El fro habitual de las altas sierras peruanas se convirti en un vapor creo que en miedo- porque Sendero Luminoso otra vez estaba cerca. Ya los haba golpeado en un juicio popular, en un

contrarrestablecimiento y un atentado contra la base y all haban perdido varios de sus hijos. Dupliqu la seguridad con los hombres que tena. El miedo viajaba a travs del espacio y no era mi primera vez. Una semana despus, un grito a plena noche sin luna me hizo darme cuenta que mi enemigo era otro y que para mi estrategia de combate no tena que usar mi armamento de dotacin, sino buenas dosis de agua bendita. **** El soldado, lvido, salivaba sin control y trataba de relatarme que la sombra del teniente Carreo pas delante de l y se hizo humo. Crame mi capitn, los fantasmas no respetan la voz de alto quin vive, identifquese o abro fuego. Tres das despus, cuando los centinelas, de un puesto de vigilancia se relevaban a las doce de la maana, les pareci or pasos detrs de la pared de la base y al asomarse, un bulto oscuro desapareci en la misma esquina y de inmediato empez a llover. La cuestin se agrav con una serie de pesadillas que afect a los pobladores y el miedo a Sendero Luminoso fue reemplazado por el miedo al fantasma del teniente Carreo. No me atrev un desmentirlos. Un ao antes, en la selva de Satipo, un cabo me dijo que el Tunche haba venido a visitar la base contrasubversiva. Escptico, no le cre ni una palabra, pero esa misma noche el Tunche en persona me tom por la espalda y me hizo una llave de lucha libre que me elimin la voz. Cre que era una pesadilla y sal de mi cuarto. Afuera, el cabo de turno me confirm antes que se lo pregunte: - Mi capitn Carlos, el Tunche ha entrado a su cuartoLos das siguientes, el temor colectivo aument.