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y de aquellas especializadas, es una disciplina quepertenece al grupo de las materias económicas jun-to con otras como la economía, la política econó-mica, la economía de la empresa, la economía delos mercados financieros, etc.

Esta fusión, derivada, por así decirlo, de exigencias deorganización académica, presenta también aspec-tos de tipo científico-cultural: los historiadores econó-micos stricto sensu enseñan la disciplina en los cursosde economía, donde ésta es reconocida entre lasmaterias de formación de base, y normalmente de-sarrollan actividades de investigación en los depar-tamentos económicos.

Esto produce un doble efecto: por un lado, no todosaquellos que se ocupan de historia económica estáncatalogados como historiadores económicos; porotro, los historiadores económicos que enseñan enlos cursos de economía y trabajan con los econo-mistas están, por así decirlo, más directamente in-fluenciados por la teoría económica y por sus trans-

formaciones. Por lo tanto, los trabajos consideradospara la finalidad de mi razonamiento no se refieren,en general, a la producción histórica, en lo que res-pecta al tema de los distritos industriales, sino sólo aaquella parte desarrollada por los historiadores italia-nos entendidos en sentido académico. Aquello queciertamente presenta un límite (los historiadores eco-nómicos no sólo se ocupan de la historia económi-ca) puede, no obstante, representar un punto de ob-servación privilegiado, precisamente en virtud de laatención que estos estudiosos dedican a la relaciónentre historia y teoría económica.

EL NUEVO PARADIGMA INDUSTRIAL DE BECATTINI

La innovadora contribución ofrecida por Becattiniciertamente ha puesto en crisis uno de los paradig-mas interpretativos más radicados en la historia eco-nómica y no sólo en esta disciplina: el de la vía úni-ca del proceso de industr ial ización. Una víahistóricamente definida que desde finales del siglo

EL DISTRITO INDUSTRIALY SU IMPACTO

EN LA HISTORIAECONÓMICA

Este texto pretende determinar cómo la perspectiva planteada por Giacomo Becattini ha-cia finales de los años setenta ha influido en la historia económica italiana. En cualquier ca-so, este intento requiere una aclaración preliminar relativa al ámbito definido en la expresión«Historia económica». En Italia, la historia económica, a diferencia de las historias generales

ALBERTO GUENZI

Università degli Studi. Parma

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A. GUENZI

XVIII ha seguido un itinerario marcado por etapas,por así decirlo, obligadas. Un proceso acumulativoque es interpretado a la luz de dos indicadores: elsector y la dimensión de la empresa.

El pensamiento marxista y el «liberal» se enfrentan enlo que respecta a las explicaciones del proceso y so-bre todo a sus efectos directos o indirectos. No obs-tante, ni el uno ni el otro discuten la dirección y lasetapas del recorrido. Las secuencias están muy cla-ras: en lo que respecta a los sectores, se va desde eltextil hasta la filiera minero/metalúrgico/mecánica pa-ra después alcanzar (en la denominada segunda re-volución industrial) la química y los sectores derivadosde la introducción de nuevas fuentes de energía (gas,petróleo y electricidad). Para las empresas, la se-cuencia tiende a correlacionar el aumento de la di-mensión con la forma organizativa (pasando de pe-queñas a medianas y grandes empresas, y de éstasa las multinacionales).

La lectura propuesta tiende a descuidar los contextosterritoriales, institucionales y sociales que, por su cuen-ta, deben adaptarse al proceso en curso so pena deexclusión de la participación en el mismo. El acerca-miento de Becattini da un vuelco a esta perspectiva,poniendo en crisis el automatismo de la secuencia,pero sobre todo proponiendo el análisis del contextocomo requisito previo y, al mismo tiempo, como mi-sión a la base de la investigación.

Sin embargo, el contexto del que se habla no es sim-plemente un espacio en el que se manifiesten pro-cesos sociales y procesos económicos. Al contrario,es un lugar dotado de una fuerte identidad histórica-mente definida. No es, por lo tanto, una tela capazde admitir cualquier estampado; su historia determi-na o, mejor, selecciona, las formas productivas ca-paces de radicarse.

Por otro lado, el contexto no determina de maneraabsoluta las formas de producción que se puedendesarrollar; quiero decir que presenta una cierta per-meabilidad que facilita procesos de adaptación. Porponer un ejemplo, la experiencia histórica muestracómo el nacimiento de una gran empresa no es porsí mismo un obstáculo insuperable para la difusión deun sistema de pequeñas empresas especializadas.Pero lo contrario también es cierto.

Por ello, me parece digno de atención pensar en elcontexto como un lugar poblado por personas, insti-tuciones y empresas que presenta una estructura ar-ticulada en dos partes. La primera,«dura», delinea laidentidad y la vocación profunda, aquella que apor-ta los recursos raros (materias primas, prestigio, ca-pacidades...); una parte que en última instancia seremite a la idoneidad (de un territorio y de su comu-nidad) para desarrollar funciones productivas espe-cíficas. La segunda, «blanda», se remite a la capa-

cidad del contexto (en ese determinado momento yen esas determinadas condiciones) para operar a finde que en concreto (y de la mejor manera) el mun-do de los productores (empresas, competencias es-pecializadas, instituciones) pueda aportar prestacio-nes capaces de competir en los mercados.

Disculpándome por la excesiva simplificación adop-tada en la presentación del paradigma de caráctergeneral, quiero precisar un aspecto característico dela historiografía del proceso industrialización de enItalia. En este punto, la lectura anterior encuentra al-guna dificultad de tipo cronológico (el retraso secu-lar), geográfico (el dualismo territorial), económico-institucional (el rol desempeñado directamente por elEstado o indirectamente por la demanda pública).

En cualquier caso, estas dificultades fueron supera-das también por la indudable capacidad de los es-tudiosos italianos, que consiguieron (¡y algunos irre-ductibles lo hacen aún en nuestros días!) reconducirlos acontecimientos nacionales en el surco de la víaúnica. Claro que la fuerza del paradigma de la víaúnica ha condicionado durante decenios las inter-pretaciones sobre el desarrollo económico italiano,aunque no ha impedido la adquisición de nuevosconocimientos que señalaban las dificultades queentrañaba reducir a un solo modelo historias y expe-riencias. Quiero decir que, incluso antes de los añossetenta, se había prestado atención a las especiali-dades territoriales, a una tradición artesana que seconvierte en pequeña empresa y a las tipicidades(para usar una expresión del sector primario) de lasproducciones industriales.

Pero estas historias eran percibidas como retrasos,desviaciones, vías muertas, supervivencias, particu-larismos que poco o nada tenían que ver con la «ver-dadera historia» del desarrollo económico italiano, ladel «triángulo industrial», (Turín, Milán y Génova) de lagran empresa (privada, pero también pública), la delos sectores pesados y/o avanzados.

Si éste era el paradigma dominante, es evidente elimpacto que provocó una lectura «subversiva» comofue la de Becattini y, debo añadir, de todos aquellosque aun no compartiendo completamente la inter-pretación, acogían, no obstante, el planteamientometodológico. Quiero decir que, mientras las inter-pretaciones del estudioso toscano suscitaron una dis-cusión no exenta de relieves críticos, todos recono-cen a Becattini el mérito de haber introducido unaunidad de investigación imprescindible para com-prender una parte muy importante de la historia delsistema industrial italiano tal y como se ha configura-do en la segunda mitad del siglo XX. Algunas certe-zas alentadoras eran puestas en tela de juicio, perolo era aún más el anterior marco general de referen-cia, que mostraba discrepancias que presagiabanuna caída inminente.

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EL DISTRITO INDUSTRIAL Y SU IMPACTO EN LA HISTORIA ECONÓMICA

En efecto, ahora el proceso de industrialización sepresentaba como un objeto más complejo, con nue-vos (si bien menos importantes) protagonistas, connuevos territorios (en el sentido físico del término) pa-ra explorar y con una estructura social que, como tal,determinaba el proceso de configuración del sistemaproductivo. En resumen, emergían nuevos problemasy aquellos tradicionales requerían una reflexión en tér-minos de escala y de periodificación.

UN CAMBIO DE RUMBO

Ciertamente, los tiempos de la investigación son len-tos, y los primeros signos evidentes de un cambio derumbo se manifestaron varios años después de la pu-blicación del ensayo de Becattini. Del «sector» indus-trial al «distrito» industrial: Algunas consideracionessobre la unidad de investigación de la economía in-dustrial. Pero el lapso de tiempo transcurrido no miti-gó la fuerza del impacto. Al contrario, las nuevas pre-guntas a las que los investigadores intentabanresponder, de alguna manera constituían en sí mis-mas un acto subversivo respecto de la anterior orien-tación historiográfica.

Recordando aquella etapa he de hacer referencia aldestacado trabajo de los años setenta: Thomas KhunLa estructura de las revoluciones científicas: cómomutan las ideas de la ciencia,en el que ponía demanifiesto cómo la difusión de un paradigma cientí-fico produce (lo expreso con mis palabras) la crisis ge-neral, destructiva e irreversible (de aquí el término re-volución) del paradigma anterior. En efecto, lostrabajos que pretendían reconsiderar el proceso deindustrialización con la mirada de Becattini y otros lle-vaban, por así decirlo, los signos de este cambio derumbo. No sólo esto, en el caso de los historiadores dela economía. Había algún ulterior elemento que au-mentaba la responsabilidad por ejemplo respectode los economistas.

El nuevo modo de considerar el desarrollo económi-co italiano atribuía a la historia económica un nuevoy más relevante rol: descubrir (en algún caso redes-cubrir) la identidad de los lugares y de las comunida-des para explicar tiempos y modos del arraigo de losprocesos de industrialización. La indicación, no sólo te-órica sino sobre todo metodológica de Becattini,conducía a ámbitos de investigación que los historia-dores de la economía habían tranquilamente atrave-sado sin, no obstante, ver el origen y el desarrollo delos procesos de industrialización. Sin embargo, (esconveniente precisarlo enseguida), un análisis decuanto ha sido descrito y se está describiendo sobreel caso italiano muestra un proceso de reelaboraciónteórica aún más complejo. La propuesta metodoló-gica de Becattini ha sido acogida de formas diferen-tes y, en consecuencia, ha producido resultados di-ferentes en el plano del acercamiento interpretativo.

Diría que no se puede hablar de un proceso generalde revisión como consciente y coherente abandonodel paradigma precedente y decidida orientaciónde los estudios según un nuevo acercamiento. En elactual estado de cosas y en lo que respecta a estepunto, los historiadores de la economía se subdividenen tres categorías: los «irreductibles» que consideranla vía única como fundamento indiscutible y quepiensan en el distrito industrial como una anomalía ala que desgraciadamente deben dedicar algún pá-rrafo en la reconstrucción de los acontecimientoseconómicos de Italia en la segunda posguerra; los«convergentes» aquellos que (obviamente simplificoy trivializo su pensamiento) reconocen que ha habi-do diferentes vías pero que éstas en el fondo sonafluentes destinados a entrar en el álveo principal; ylos «practicantes», aquellos que se han, en todo o enparte, tomado en serio las indicaciones de Becattinie intentan no sólo aplicar sino también enriquecer ycriticar su paradigma.

Por otro lado, cada categoría, al menos formalmen-te, tiene en cuenta el nuevo planteamiento, citandoampliamente a Becattini y a Sforzi, demostrando queno se puede prescindir formalmente de sus aporta-ciones. Puesto que, se había comprendido, sobre es-tos temas está vigente un encendido debate en elque participo como miembro del grupo de los «prac-ticantes», no me parece correcto utilizar este púlpitopara comunicar mis convencimientos personales sinposibilidad de contradicción.

Más bien querría sugerir otro recorrido ciertamentemás interesante: aquel que intenta distinguir en lacontribución de Becattini las indicaciones que, vo-luntaria o involuntariamente, han estimulado decisivospasos hacia adelante de la disciplina. Pienso en laexigencia de considerar los lugares y las correspon-dientes comunidades a largo plazo, en la necesidadde considerar como inseparables la comunidad so-cial y el sistema de las empresas, en la atención a losproductos (a sus necesarios procesos productivos, asu calidad), en la exigencia de evaluar las relacionesentre los lugares donde se desarrolla la producción ylos mercados exteriores (y lejanos), en el análisis de lasformas sociales e institucionales que reducen la in-certidumbre para los operadores económicos loca-les como estabilización de los costes de las materiasprimas y de las prestaciones laborales.

Es necesario, además, recordar un dato de especialrelevancia: otros progresos significativos derivan, ade-más, del intento de dar respuestas a los interrogantesque el mismo Becattini deja sin resolver. El primero, ytal vez el principal, concierne a ese recurso inmate-rial, pero social y económicamente relevante, queaparece bajo el nombre de atmósfera industrial: «eldistrito industrial de Marshall como ambiente social enel que las relaciones entre los hombres fuera y den-tro de los lugares de producción y las relaciones en-

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tre los hombres hacia el trabajo, el ahorro y el riesgopresentan un peculiar sello y carácter propio».

Este pensamiento agudo, que sin embargo aludecontemporáneamente a una realidad casi nunca in-vestigada, ha abierto una gran cantera de investiga-ción para encontrar ese sello y ese carácter. Las cues-tiones eran diferentes y estimulantes: ¿cómo nace elambiente social del distrito industrial de Marshall? ¿Suformación es anterior a la del sistema de las empre-sas o bien acompaña paso a paso el asentamiento?¿Qué indicadores «materiales» pueden permitir re-conocer el ambiente social del distrito?

A su vez, estos interrogantes planteaban nuevamen-te a los historiadores económicos, pero no sólo aellos, problemas de interpretación inherentes a losprocesos de formación del lugar, de las comunida-des rurales, posteriormente comunidades proto-in-dustriales e industriales como fenómenos destinadosno sólo y no tanto a acumular riqueza, sino sobre to-do a asentar valores y conocimientos. Numerosasaportaciones, pienso principalmente en trabajos so-bre las regiones de Marche, la Emilia-Romagna, el Vé-neto y obviamente la Toscana, han seguido estas pis-tas con resultados interesantes en su conjunto. Departicular importancia es el redescubrimiento y la par-cial recuperación de la historia de la agricultura co-mo historia de los espacios agrícolas y, sobre todo,como atención a las actividades colaterales y de in-tegración de los trabajadores rurales; la llamada plu-riactividad campesina.

También en este caso las contribuciones más intere-santes no derivan de la aplicación mecánica del es-quema del distrito, sino de su utilización como instru-mento para interpretar la relación entre agricultura eindustrialización. El significado metodológico de estacontribución reviste un valor intrínseco que va másallá de la trascendencia de la interpretación (a me-nudo apresurada y superficial). Me refiero, por ejem-plo, a la relectura de la aparcería como detentado-ra de competencias organizativas (1). Una ideaciertamente fascinante que conduce a algún estu-dioso a captar la coincidencia entre las antiguas re-giones de aparcería (la Romagna y, en parte, la Emi-lia, Toscana, Umbria y Marche) y las actuales áreas dedifusión de los distritos industriales.

Es necesario notar cómo la misma aparcería fue con-siderada durante decenios como uno de los princi-pales obstáculos al desarrollo capitalista en el mediorural, a la vez que un paso obligado, según Marx, pa-ra el proceso de industrialización nacional. Desgra-ciadamente, la nueva lectura de la aparcería plan-tea la misma interpretación simplificadora queplanteó la vieja lectura. Yo no identifico en la apar-cería aquellas particulares capacidades de organi-zación de la producción agrícola y de relación conel mercado que, con el paso del tiempo, habrían

desarrollado competencias de dirección posterior-mente transferidas a la producción industrial.

Quiero decir que la aparcería se resentía de vínculosderivados de la presencia de vínculos contractuales(reparto cuantitativo y cualitativo de la producciónagrícola), económicos (autoconsumo), organizativos(la figura del granjero que por cuenta de la propie-dad determinaba las elecciones en función de la or-ganización de la explotación de la hacienda). Aña-do, además, que tales vínculos no predominabansobre las demás tipologías de ocupantes de hacien-das agrícolas como los arrendatarios y los pequeñoscultivadores directos.

Estos últimos eran los que en realidad decidían autó-nomamente qué y cómo cultivar y qué y cómo ven-der. Hay que recordar que, coincidiendo con el mo-mento en el que la organización en distritos semanifestaba en Italia, estaba concluyendo un pro-ceso (también normativo) de transformación de laaparcería en arrendamiento. Como a menudo su-cede, la explicación más sencilla y banal no es lamás satisfactoria; un acercamiento poco informadose revela incapaz de construir una lectura conscien-te de la misma geografía de la industrialización deldistrito.

AGRICULTURA, ARTESANÍA URBANA E INDUSTRIAL

Considero más fecundo el acercamiento de quieneshan replanteado la relación agricultura e industria entérminos diferentes de los propuestos por el pensa-miento de Marx, capaz de interpretar correctamenteel caso inglés, según un modelo que no puede seraplicado en cualquier lugar y en cualquier momento.Para Marx, la agricultura desarrollada y capaz de acu-mular riqueza era un requisito previo del proceso de in-dustrialización; la industrialización de distritos en Italiademuestra, al contrario, que existe una relación con elretraso agrícola y, en general, con las áreas deprimi-das. Como es sabido, el paradigma interpretativo es-tablecía una regla férrea: el capitalismo en el mundorural precede necesariamente al capitalismo industrial.

Las cosas en Italia, como es conocido, no se han de-sarrollado de este modo: ni siquiera las áreas de pri-mera industrialización pueden ser vinculadas a la zo-na estrechamente circunscrita que ha visto el surgir yla consolidación del capitalismo agrario italiano. Nor-malmente se define este espacio a través de la na-turaleza de las relaciones de producción entre pro-pietarios de la tierra y trabajadores. La empresacapitalista prevé una gestión de dirección, innova-ción tecnológica y uso de los factores productivos, enparticular la fuerza de trabajo libre y no condicionada.

Esta situación se encuentra como modelo dominan-te del sistema agrario sólo en algunas áreas de la ori-

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EL DISTRITO INDUSTRIAL Y SU IMPACTO EN LA HISTORIA ECONÓMICA

lla izquierda del río Po. Ciertamente existían empresascapitalistas, también de considerables dimensiones,diseminadas en otras áreas del país, sin que no obs-tante este modelo se convirtiera en la forma de ges-tión más relevante. En el resto del país, desde la EdadModerna y hasta el declive de la agricultura italianaen la segunda posguerra, dominaban empresasagrarias con un perfil claramente no capitalista: lasdistintas manifestaciones de la colonia de participa-ción (entre las que dominaba la aparcería), el alqui-ler, la pequeña empresa agrícola con locación di-recta, el latifundio.

Una vez dadas estas premisas, parece improbableque la agricultura italiana haya sido capaz de acu-mular la cantidad de riqueza suficiente como para in-vertir en el sector industrial como masa crítica de ca-pital para alimentar el proceso de industrialización.Aclarado que no parece existir en el caso italianouna relación directa entre desarrollo de la agricultu-ra, en sentido capitalista, e industrialización «de víaúnica», que ha tenido lugar estimulada por otros fac-tores como, por ejemplo, las iniciativas industriales deoperadores extranjeros y la intervención directa e in-directa del Estado, uno se puede preguntar si la otraindustrialización (la de distrito) tiene, o tendría que ver,con un tipo concreto de agricultura.

Obviamente, la respuesta es negativa en la medidaen la que los territorios que habrían visto el nacimientode los distritos industriales presentan una amplia gamade situaciones y de relaciones de producción. Por otrolado, es, si se quiere, evidente e inútil mencionar quetal vez el único elemento que adquiere importancia serefiere a una relación normalmente presente entre elestablecimiento de los distritos y el retraso agrícola.Con este término quiero indicar una agricultura que enel pasado era pobre y sigue siendo pobre incluso enla segunda posguerra. Se encuentra de nuevo en la re-lación entre áreas deprimidas del centro-norte (dondeha intervenido el Estado desde finales de los años cin-cuenta del siglo XX) y los lugares de difusión de los sis-temas de pequeña y mediana empresa.

Pero el principal, y científicamente más fecundo, efec-to colateral de la contribución de Becattini se refiere aun tiempo y, en parte, a lugares que aparentementeno tienen nada que ver con el objeto de su investiga-ción. Quiero decir que interpretar el desarrollo econó-mico considerando no sólo las formas de la produc-ción (empresas, tecnología, procesos productivos) sinotambién el contexto social como elemento insepara-ble de los demás, aporta a la aproximación de Be-cattini un carácter heurístico de alcance general.

Pienso en la oportunidad que una parte de la inter-pretación de Becattini aporta al funcionamiento de laseconomías urbanas europeas en la Edad Moderna.Como es sabido, los procesos de difusión a gran es-cala de actividades manufactureras (sobre todo textil,

pero también de pieles y otras) tienen en la Europa delas ciudades una larga y prestigiosa tradición. Todos losestudiosos de la edad intermedia han conocido la di-mensión y la calidad de estas experiencias; no obs-tante, su contribución a la generación de los requisitosprevios de la Revolución Industrial, como la creaciónde redes comerciales estables, el desarrollo tecnoló-gico, la difusión de los servicios a las empresas..., es ig-norado o a lo sumo gravemente infravalorado.

Esto sucede porque dichas actividades veían efecti-vamente el protagonismo de organizaciones e insti-tuciones que actuaban condicionando el libre fun-cionamiento del mercado. Gremios, tarifas,mercantilismo comercial e «industrial» y monopoliosconstituyeron, según la interpretación dominante, las«fuerzas del mal» cuya eliminación llevó al naci-miento primero y a la posterior afirmación del capi-talismo. Quien se permitiera un juicio más articulado,capaz de considerar junto a los elementos negativoslos indudables resultados de aquellos sistemas eco-nómicos y sociales, corría el riesgo de ser considera-do un provocador retrógrado. En realidad, si obser-vamos los sistemas artesanales urbanos sin prejuiciospodemos encontrar concomitantes coincidenciascon el modelo de distritos.

Para Becattini existen elementos cuya presencia ac-tual puede permitir reconocer un distrito industrial:

✓ En los distritos industriales comunidad y sistema deempresas son elementos indivisibles.

✓ Una particular ética del trabajo y de la profesión,del riesgo y del cambio.

✓ La sociedad del distrito industrial nace y se desa-rrolla a través de instituciones y reglas que conservany transmiten los valores.

✓ Una sociedad «abierta», es decir, dispuesta aaceptar nuevas formas de iniciativa económica y almismo tiempo «cerrada», es decir, preparada paraconminar sanciones sociales a las actividades que norespetan las reglas.

✓ La presencia de una red estable de distribución delos productos en el extranjero.

✓ El predominio de producciones y de intercambiosrelativos a los bienes y a los servicios destinados a laexportación.

✓ La identidad de los productos vinculada a particu-lares cualidades (la imagen del producto referida aldistrito más que a la empresa).

✓ Un sistema de regulación y control de los precios yde las prestaciones y de los semielaborados inheren-tes a la producción típica.

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Ahora, sostengo que todos estos elementos han es-tado presentes en numerosos sistemas artesanalesurbanos de diferentes países europeos durante los si-glos XVI, XVII y XVIII.

LA PRODUCCIÓN ARTESANAL MODERNA

En el contexto urbano de la Edad Moderna, las ca-racterísticas de la organización de la producción ar-tesanal dependían de la actividad de dos actores: losgremios (corporaciones) y el gobierno local.

Los gremios introducen la descomposición del pro-ceso productivo, definen nuevos roles, organizan laproducción a gran escala, difunden el know how,controlan la calidad y estandarizan el producto. Elsistema gremial, durante siglos acusado de haberimpedido, o al menos de ralentizar, el advenimientode la economía de mercado, en realidad ha intro-ducido importantes novedades en la organizaciónde la producción artesanal.

Una vez más, un prejuicio fundamentado en un es-caso conocimiento ha impedido durante decenios alos estudiosos entender aspectos de una extraordi-naria modernidad. En primer lugar, la célula del siste-ma gremial no es el maestro con sus privilegios. La cé-lula es el taller, un lugar donde producir no es el finsino el instrumento para el aprendizaje. Por lo tanto, lahistoria nos ha entregado una experiencia que reco-nocía en el conocimiento técnico el verdadero teso-ro que no sólo debía ser conservado sino tambiénmejorado. En el taller, la división del trabajo respondíaa una exigencia primero didáctica y después eco-nómica. El taller como escuela era de hecho un pa-so obligado en una época en la que el saber técni-co no disponía de un lenguaje propio y teníanecesariamente que ser transmitido por medio de lapráctica. Pero el taller no era una empresa que se en-frentara libremente con las demás; pertenecía a ungrupo identificado y regulado por normas concerta-das entre los interesados y sancionadas legalmentepor la autoridad pública.

Por tanto, debe ponerse de relieve que junto al privi-legio, que ciertamente reflejaba las característicasno tanto del mercado como de la política económi-ca en la edad precapitalista surge un elemento nor-malmente descuidado por la historiografía: la coo-peración entre las empresas, que no se limitaba a lacontención de la competencia, sino que asumía for-mas de acción colectiva. Uniéndose conseguían pro-ducir incluso a gran escala, trabajar para el merca-do exterior y definir procedimientos para estandarizarprocesos productivos y productos.

Pero lo que más cuenta es un ulterior elemento queparadójicamente ha sido siempre ignorado a pesarde la evidencia. Quiero decir que la naturaleza del

sistema gremial no debe buscarse en la producciónde bienes y servicios, sino en la formación de capa-cidades humanas especializadas. La función del gre-mio residía en la organización de un proyecto de for-mación destinado a garantizar en el tiempo latransmisión del conocimiento técnico. La producciónera una consecuencia de la formación y no (comose tiende a sostener erróneamente) viceversa.

De aquí dos consecuencias importantes: la «protec-ción» concedida a los gremios no tutelaba el con-junto de los intereses económicos de las empresas, si-no un bien socialmente relevante como la instruccióntécnica; la formación de capacidades humanas es-pecializadas representaba una inversión decisiva pa-ra la calidad del sistema económico, en tanto capazde difundir y arraigar una cultura de la producción ydel intercambio.

El gobierno local, aplicando la política económicadel mercantilismo, garantiza la regulación de las tari-fas de bienes y servicios, pone a disposición de lasempresas recursos y servicios destinados a reducir loscostes de producción. Además, a través de los mo-nopolios, promueve la innovación y atenúa los costesde los vínculos corporativos, en particular, los inhe-rentes al mercado del trabajo.

A modo de ejemplo, recuerdo que el nacimiento delos sistemas artesanales urbanos propone una gamade soluciones. La tradición gremial asienta formas deproducción y valores sobre la base de varios mode-los: en Prato parece dominar la continuidad de las fá-bricas de punto; en el Maceratese, por el contrario,emerge la continuidad de un contexto «favorable»capaz de generar la difusión de las fábricas de cal-zado: en las áreas rurales del Norte de Italia, el arrai-go de las manufacturas especializadas deriva de laimportación de prácticas y lenguajes de origen ur-bano (Lecco, Lumezzane, Schio).

Estas particulares, pero frecuentes, formas de organi-zación de la manufactura encuentran correspon-dencias también observando los distritos «muertos»:pienso en las sederías de Bolonia en cuya organiza-ción hallamos la primera experiencia de sistema fa-bril implantado en el siglo XV, en las sillas de Chiava-ri, en la producción de sombreros de fieltro de Monza,en los sombreros de viruta de Carpi.

Subrayo que el estudio de los distritos «muertos» cons-tituye un campo de investigación particularmente in-teresante desde el momento en que permite seguir suciclo completo de vida no sólo sobre los motivos delcrecimiento, sino también sobre los aspectos no me-nos importantes de la decadencia y la desaparición.

En resumen, sostengo que el distrito industrial, tantocomo modelo de organización productiva como so-bre todo como paradigma de interpretación del

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EL DISTRITO INDUSTRIAL Y SU IMPACTO EN LA HISTORIA ECONÓMICA

cambio industrial, ha dado grandes pasos en la his-toriografía de la edad moderna produciendo efec-tos, una vez más, subversivos, respecto del anteriorparadigma interpretativo. Por ejemplo, en Italia, pri-mero, y a continuación en Europa, se ha registradouna fuerte recuperación del estudio de los gremios yde los grupos profesionales. Pensemos, por ejemplo,en el libro Guilds, Markets and Work Regulations inItaly, 16th-19th Centuries, Ashgate, (1998), que reco-ge cerca de 30 colaboraciones. Paralelamente, seha desarrollado una línea de investigación que haprofundizado en el estudio de las relaciones de largaduración entre un determinado lugar y sus productosmanufacturados típicos, sobre la base de un acer-camiento que, de manera más o menos conscien-te, se apodera del tema del origen del made in Italy.

A su vez, esta línea de investigación se ha desarrolla-do prestando atención a las formas de organizaciónde la actividad productiva o bien al papel de las ins-tituciones que vinculan el sistema de los productoresa la comunidad local. Este último aspecto (las institu-ciones) parece haber suscitado un notable interésentre los historiadores de la economía. Se pone en te-la de juicio, con resultados en ocasiones alentadores,el papel marginal que les reconoció la economíaneoclásica. En concreto, un acercamiento que no selimita a identificar qué instituciones (centrales, de ba-se, intermedias) actúan en un determinado contexto,sino que pretende analizar qué hacen, parece pre-sagio de desarrollos positivos.

Esta visión asume evidentemente un valor absoluto,proponiendo una lectura del desarrollo económicomucho más articulada y complicada con respectoa las anteriores. En suma, a una demanda compleja(cómo se determina el desarrollo económico de undeterminado lugar) ahora se intenta ofrecer respues-tas menos simplificadas.

Añado otra consideración respecto al tema de losmodos de producción del sector artesanal. La histo-riografía nos presentaba una secuencia, por así de-cir, rígida, que ordenaba cronológicamente las dife-rentes modalidades de producción; por ejemplo,primero el sistema gremial y después el comercian-te-emprendedor, a continuación la proto-industria ru-ral, después la manufactura centralizada y, final-mente, el sistema de fábrica. La idea de fondo eraque el intercambio podía acontecer sólo tras la su-peración (desaparición) definitiva del modelo anteriorpor parte del nuevo modo de producción. Este asun-to teórico, obviamente, no encontraba reflejo en larealidad, pero al mismo tiempo la riqueza de signifi-cados de su paradigma obstaculizaba una correctaobservación de la misma realidad.

En la visión de Becattini, dirigida a interpretar el pro-ceso económico tal y como se ha manifestado his-tóricamente, el ansia por encontrar un modelo que

pudiera hacerse hueco en la secuencia clásica delos modos de producción cede el paso a un intentomás serio de comprender las relaciones (a menudode complementariedad) entre las diferentes formasde producción. Esta mirada aparece en toda su evi-dencia allí donde el distrito industrial debe enfrentar-se a la presencia (anterior, contemporánea o sucesi-va) de la gran empresa. En la literatura, los casos másnotorios e investigados son respectivamente los deCastelgoffredo (en el Mantovano, en Lombardía), dePrato (en Toscana) y del «triángulo de la silla» (en Friul-Venecia Julia).

Más concretamente, se subraya que la producciónde las medias del Mantovano tiene su origen en laocupación de una empresa (la Noemi), de cuyas«cenizas» tomará cuerpo el distrito aún activo. En elcaso de Prato, con seguridad el más profundamen-te y mejor investigado, la gran empresa se ubica enun lugar especializado desde hace siglos en la pro-ducción de lana. Una presencia que, si no modificael modelo organizativo del distrito, que estuvo y siguebasándose en pequeñas y medianas empresas, asu-me de cualquier modo un significado importante enla medida en que transfiere innovación relativa a losprocesos de producción. En los tres centros del «trián-gulo de la silla» (Manzano, San Giovanni al Natisoney Corno di Rosazzo) se desarrolló en la segunda pos-guerra un distrito de dimensiones relevantes. En esecontexto adquieren cuerpo algunas empresas quealcanzan dimensiones destacables. También en es-te caso, estas nuevas presencias no parecen modi-ficar la estructura del sistema productivo: las grandesempresas se integran «armónicamente» en el con-texto, presentando pronto características de com-plementariedad con los otros actores de la sociedaddistrictual.

LOS NUEVOS CONCEPTOS DE BECATTINI

La contribución de Becattini es relevante en la medi-da en la que introduce nuevos conceptos. En un tra-bajo poco conocido por los economistas (Del distri-to industrial a la distritualización: consideraciones, (2),Becattini, al hablar de Prato en la segunda posgue-rra, perfila una interpretación del sistema productivoque adquiere una validez general y absoluta, capazde leer incluso aquellos sistemas productivos del pa-sado que mostraban una cierta capacidad de pro-ducir manufacturas para el mercado internacional.

De entre todos, un concepto de absoluta significa-ción es el que concierne a la existencia de mercadosinteriores en el lugar en el que se desarrolla la pro-ducción: mercados de libre pero imperfecta com-petencia que deben conciliar competitividad y re-producción social. Para la época precapitalista, estosignifica que un lugar caracterizado por la presenciade gremios, precios públicos, aranceles e incluso mo-

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Page 8: EL DISTRITO INDUSTRIAL Y SU IMPACTO EN LA HISTORIA … · la historiografía del proceso industrialización de en Italia. En este punto, la lectura anterior encuentra al-guna dificultad

A. GUENZI

nopolios, no puede ofrecer al mercado internacionalproductos competitivos. Podría incluso afirmarse quela contención (incluso la eliminación) de la compe-tencia en los mercados locales en esa economía yen esa sociedad sería una solución eficaz para ga-rantizar la perpetuación de la actividad productiva enlos mercados internacionales.

La posibilidad de disponer de un modelo como el dis-trito industrial, que encuentra en la descomposicióndel proceso productivo su carácter distintivo domi-nante, ha permitido a los historiadores económicosentender cómo diferentes formas de producciónpueden convivir en el mismo proceso productivoconvirtiéndose en elementos complementarios. Porejemplo, un comerciante emprendedor del textil or-ganiza el proceso siguiendo el siguiente esquema: hi-lado encargado a los operadores que utilizan insta-laciones mecanizadas (manufactura mecanizada,casi sistema de fábrica), tejedura encargada a tra-bajadores/trabajadoras a domicilio (putting out sys-tem), acabado encargado a los artesanos profesio-nales competentes (sistema gremial).

Como sucede a menudo, sólo el paso del tiemponos hace comprender la entidad y la profundidadde la lección de los grandes maestros. Releyendo laproducción científica de los últimos dos deceniospara preparar este artículo, he encontrado la huellade la contribución de Becattini. Esta rara capacidadde influir en ámbitos de investigación disciplinal ycronológicamente distantes de los propios es unacaracterística de un reducidísimo número de estu-diosos.

LA EDUCACIÓN INTERDISCIPLINAR

Queda aún una, y no por última menos importante,cuestión que quiero evidenciar. Me refiero al proble-ma que definiría como educación interdisciplinar.Como es sabido, entre los límites del sistema acadé-mico se encuentra el de especializar los perfiles cien-tíficos de los estudiosos sobre la base de la perte-nencia disciplinar. Por otro lado, se sabe bien quealgunos ámbitos de investigación requieren la apor-tación de diferentes competencias que integrándo-se admiten lecturas e interpretaciones de gran rele-vancia científica.

Ahora bien, la referencia a la interdisciplinariedad esciertamente uno de los lenguajes más difundidos,pero como a menudo sucede en la casi totalidad delos casos, es una simple expresión retórica, siempreexpresada pero nunca aplicada. Sin embargo, conel distrito industrial se manifiesta una anomalía tan ra-

ra como positiva. Becattini ha insistido mucho en es-te aspecto demostrando por así decirlo el carácter in-separable de los aspectos económicos de los histó-ricos, sociales, institucionales y territoriales.

Su lección ha sido escuchada. En Italia, los ámbitosen los que a nivel académico se afronta este temase caracterizan por indudables elementos de inter-disciplinariedad: pienso en los grupos de investiga-ción, en los máster universitarios y en las recientes li-cenciaturas de especialización. Por ejemplo, en elAteneo de Parma, la Facultad de Economía, juntocon el Departamento de Economía, sobre la basedel trabajo de investigación de un sólido grupo deestudiosos, expresión de diferentes ámbitos discipli-narios (economía del desarrollo, economía industrial,geografía económica y otros más), ha desarrolladouna gama de productos de formación sobre temasdel desarrollo local.

La práctica de la interdisciplinariedad es importantecomo punto de partida ya que el conocimiento y lascompetencias se comparan y se contaminan (enconcreto es importante porque pone de manifiestolas partes débiles del aparato teórico de cada disci-plina). Limitando las consideraciones a la historia eco-nómica, puedo afirmar que esta contaminación haproducido resultados muy positivos también porquerespeta sobre todo a los jóvenes estudiosos fascina-dos por la nueva forma de trabajar y tal vez insatisfe-chos por el paradigma elaborado por sus predece-sores.

CONCLUSIÓN

En conclusión, debo admitir que la influencia del tra-bajo científico de Becattini ha constituido un recursoimportante para las disciplinas económicas porqueha puesto en tela de juicio un paradigma que re-quería profundas correcciones (la lectura clásica delmodelo de desarrollo), porque ha sugerido originalesrelecturas del sistema manufacturero del pasado yporque ha estimulado la cooperación con las demásdisciplinas orientando a los estudiosos hacia un mo-delo efectivamente multidisciplinar.

NOTAS

[1] La aparcería se refiere al contrato aplicado al arrendamientode fincas rústicas o ganaderías, en las que el propietario cedeel arrendamiento a cambio de una participación en los be-neficios.

[2] Ensayo introductorio del Congreso de Padua sobre «Las vías deindustrialización europea. Sistemas comparados», documentosque han visto la luz bajo la dirección de Gianluigi Fontana en1987.

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