el destino de diez [ecen]

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novela de ciencia ficciónla trilogia de los legados de lorien se basa en una guerra entre dos razas alienigenas morfologicamente muy parecida a la raza humana. luego de que una invadiera el planeta de la otra colocarian sus ojos en la conquista del planeta tierra.humanos y lorienses defenderan el planeta tierra hasta el final en contra de los mogs

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Page 1: El Destino de Diez [ECEN]
Page 2: El Destino de Diez [ECEN]

LOS EVENTOS NARRADOS EN ESTE LIBRO SON REALES.

NOMBRES Y LUGARES HAN SIDO CAMBIADOS PARA PROTEGER A

LOS DE LORIEN QUE PERMANECEN ESCONDIDOS.

EXISTEN OTRAS CIVILIZACIONES.

ALGUNAS DE ELLAS BUSCAN DESTRUIRNOS.

Page 3: El Destino de Diez [ECEN]

LIBRO SEXTO DE LOS LEGADOS DE LORIEN

Page 4: El Destino de Diez [ECEN]

Este es el día por el que hemos estado entrenando. Hemos pasado años peleando contra los

Mogadorianos en secreto, evitando que el mundo supiera la verdad acerca de nuestra guerra, pero

ahora todo eso ha cambiado.

Sus naves han invadido la Tierra, y si no encontramos la forma de detenerlos ahora, los

humanos pueden sufrir el mismo destino que nuestra gente: la aniquilación.

Desearía poder estar con John en el frente de

batalla en Nueva York, pero estoy esperando, suplicando, que la llave de nuestra supervivencia se encuentre dentro del Santuario. Este lugar es donde

los Ancianos querían que viniéramos cuando tuviésemos la edad. Este era su plan para nosotros.

Hay un poder que ha permanecido escondido aquí bajo la tierra durante generaciones. Un poder que

puede salvar el mundo o destruirlo. Y lo hemos despertado.

Mataron al Número Uno en Malasia.

Al Número Dos en Inglaterra. Al Número Tres en Kenia.

Y al Número Ocho en Florida.

Soy la Número Seis, pero nuestros números ya no importan.

Porque ahora ya no somos los únicos con Legados.

Page 5: El Destino de Diez [ECEN]

TRADUCCIÓN POR:

Ellos Caminan Entre Nosotros

https://www.facebook.com/ecenmexico

Lorics Latinoamérica

https://www.facebook.com/LoricsLatinoamerica

Page 6: El Destino de Diez [ECEN]
Page 7: El Destino de Diez [ECEN]

La puerta delantera tiembla. Lo hace siempre, cada vez que la

puerta de seguridad metálica desciende para cerrarse, incluso

desde que se mudaron al apartamento en Harlem tres años

atrás. Entre la entrada principal y las paredes finas como el

papel, siempre están al corriente de las idas y vueltas del

edificio entero. Silencian el televisor para escuchar; una chica

de 15 años y un hombre de 57, hija y padrastro, que raramente

se ven a los ojos, pero quienes han puesto sus muchas

diferencias a un lado para observar la invasión alienígena. El

hombre ha pasado gran parte de la tarde mascullando

oraciones en español, mientras la adolescente ha visto las

noticias con asombro sumida en silencio. Le parece una

película, tanto así que el miedo no se ha colado realmente por

ella. La joven se pregunta si el atractivo chico de cabello rubio,

que intentó luchar contra el monstruo, está muerto. El

hombre se pregunta si la madre de la chica, una mesera en un

pequeño restaurante fuera de la ciudad, sobrevivió al ataque

inicial.

El hombre silencia el televisor para así poder escuchar lo

que ocurre afuera. Uno de sus vecinos sube a tropezones por

las escaleras, pasa de su piso gritando todo el camino: —

¡Están en el bloque! ¡Están en el bloque!

El hombre chasquea los dientes con incredulidad.

—Este amigo está perdido. Esos monstruos pálidos no se

molestarán en pasar por Harlem. Estamos a salvo aquí. —Le

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asegura a la chica.

Enciende el volumen otra vez. La joven no está segura de

que él esté en lo correcto. Ella se desliza hacia la puerta y

observa por la mirilla. Afuera, el pasillo está oscuro y vacío.

Como el centro de la ciudad detrás de ella, la reportera

de la televisión parece hecha polvo. Tiene tierra y cenizas por

todo el rostro, y rastros de lo mismo en su cabello rubio. Hay

una mancha de sangre seca en su boca, donde debería llevar

lápiz de labios. La reportera luce como si apenas pudiera

conservar la compostura.

—Reiteramos. El ataque inicial parece haber disminuido,

—dice, con voz temblorosa. El hombre la escucha con

atención—. L-los... Los Mogadorianos, han tomado las calles

en masa y parecen estar, ah, tomando prisioneros, además

hemos presenciado otros actos furtivos de violencia a l-la... la

menor provocación.

La reportera ahoga un sollozo. Detrás de ella hay cientos

de extraterrestres pálidos uniformados marchando por las

calles. Algunos de ellos giran la cabeza y apuntan sus vacíos

ojos negros hacia la cámara.

—Jesucristo. —Dice el hombre.

—De nuevo, reiteramos, estamos-eh... estamos siendo

autorizados a trasmitir. L-los... los invasores al parecer nos

quieren aquí...

Escaleras abajo la puerta tiembla de nuevo. Hay un

chirrido de metal desgarrándose y un gran estruendo. Alguien

no tenía una llave. Alguien necesitaba derribar la puerta del

todo.

—Son ellos. —Dice la chica.

—Cierra la boca—responde el hombre. Silencia el

televisor de nuevo—. Es decir, mantente en silencio.

Page 9: El Destino de Diez [ECEN]

Escuchan fuertes pisadas subiendo por las escaleras. La

joven retrocede lejos de la mirilla cuando escucha otra puerta

siendo derribada. Los vecinos del piso inferior empiezan a

gritar.

—Escóndete—le dice el hombre—. Hazlo.

Los puños del hombre se aprietan sobre el bate de

béisbol, sacado del armario de la sala, cuando la nave

alienígena nodriza apareció en el cielo. Se desliza más cerca

de la puerta temblando, colocándose a lado de ella, de

espaldas a la pared. Puede escuchar el ruido del pasillo. Un

fuerte estruendo, la puerta de su vecino ha sido arrancada de

sus goznes, palabras ásperas en un brutal inglés, gritos, y

finalmente el sonido como de un relámpago comprimido

siendo disparado. Han visto las armas de los alienígenas en la

televisión, observando con asombro los chisporreantes rayos

azules que disparan.

Los pasos se acortan, deteniéndose afuera su temblante

puerta. Los ojos del hombre están abiertos, sus manos

aferrándose al bate. Él se da cuenta de que la chica no se ha

movido. Está congelada.

—Despierta estúpida. —Chasquea—. Largo.

Señala con la cabeza la ventana de la sala. Está abierta, la

salida de emergencia esperando afuera.

La joven odia cuando la llama estúpida. Sin embargo,

por primera vez en lo que puede recordar, hace lo que su

padrastro le dice. Ella escala por la ventana de la misma

manera que se ha escapado de ese apartamento muchas veces

antes. La chica sabe que no debería ir sola. Su padrastro

debería huir, también. Da media vuelta en las escaleras de

incendios para llamarlo y está buscándolo en el apartamento

cuando la puerta es derribada.

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Los aliens son mucho más feos en persona que en

televisión. Su peculiaridad congela a la joven en su camino.

Observa con fijeza la piel pálida del primero en pasar por la

puerta, sus ojos negros sin pestañear y sus extraños tatuajes.

Hay cuatro extraterrestres en total, cada uno de ellos

armados. Es el primero quien se percata de la chica en las

escaleras de incendios. Detiene sus pasos, levanta el arma al

nivel de ella.

—Ríndete o muere —dice el extraterrestre.

Un segundo después, el padrastro de la niña golpea el

extraterrestre en la cara con su bate. Es un poderoso golpe, el

anciano se ganaba la vida como mecánico así que tiene

antebrazos gruesos conseguidos con 12 horas de trabajo al

día. Hace un agujero en la cabeza del alíen y este se

desmorona en cenizas.

Antes de que su padrastro pueda regresar el bate sobre

su hombro, el alienígena más cercano le dispara en el pecho.

El hombre es lanzado hacia atrás en el apartamento, sus

músculos se tensan, su camisa arde en llamas. Se estrella

contra la mesa de café, rueda sobre los vidrios rotos

deteniéndose en la ventana entrecerrando los ojos hacia la

chica.

—¡Corre!—Su padrastro de alguna forma encuentra la

fuerza para gritar—. ¡Corre, maldita sea!

La adolescente se lanza hacia abajo por la salida de

incendios. Cuando llega a las escaleras, escucha disparos en

su apartamento. Trata de no pensar en lo que eso significa.

Un rostro pálido asoma la cabeza por la ventana y la toma

como el objetivo de su arma.

Deja atrás las escaleras, dejándose caer en el callejón

más abajo, justo cuando el aire a sus alrededor se pone

Page 11: El Destino de Diez [ECEN]

vibrante. El bello de sus antebrazos se levanta y la joven

puede decir que hay electricidad corriendo por el metal de las

escaleras. Pero está ilesa. El alíen la ha perdido.

La adolescente salta sobre algunas bolsas de basura y

corre a la entrada del callejón, mira escondida desde la

esquina la calle donde creció. Hay un grifo contra incendios

lanzando agua en el aire, que le recuerda las fiestas de verano

del edificio. Ve un camión de correos volcado, con el capote

echando humo, como si fuera a explotar en cualquier

momento. Más abajo de la cuadra, estacionada en medio de la

calle, la joven ve la nave de los extraterrestres, una de las

muchas que ella y su padrastro vieron descender desde la

nave descomunal que aún se cierne sobre Manhattan.

Reprodujeron ese video una y otra vez en las noticias. Casi

tanto como repitieron el video del chico rubio.

John Smith. Ese es su nombre. La mujer que narraba el

vídeo lo mencionó.

—¿Dónde está él ahora?—Se pregunta la chica.

Probablemente no salvando a las personas de Harlem, de eso

está segura.

La joven sabe que debe salvarse a sí misma.

Está a punto de correr cuando reconoce otro grupo de

aliens saliendo de un apartamento cruzando la calle. Tienen a

una docena de humanos con ellos, algunos rostros le son

familiares del vecindario, un par de niños que ella recuerda de

unos grados menores al suyo. Con un arma apuntándolos, los

obligan a arrodillarse en el piso. Un enorme alíen camina

entre la línea de personas, golpeando un objeto pequeño

contra su mano, como un gorila afuera de un club. Están

haciendo un conteo. La joven no está segura de querer ver lo

que viene después.

Page 12: El Destino de Diez [ECEN]

Hay un ruido de metal a sus espaldas. Se da la vuelta

para ver a uno de los extraterrestres descendiendo por las

escaleras de incendios de su apartamento.

Corre. Ella es rápida y conoce las calles. El subterráneo

está sólo a unas cuantas cuadras de ahí. Una vez, en un reto,

la adolescente bajó hasta la plataforma y se aventuró por los

túneles. La oscuridad y las ratas no la asustaron ni de cerca

como esos aliens. Ahí es a donde ella va. Puede ocultarse

dentro, quizás incluso llegar hasta el centro, intentar

encontrar a su madre. La joven no sabe cómo va a darle la

noticia sobre su padrastro. Ni siquiera ella puede creérselo.

Aún espera despertar.

La adolescente dobla por una esquina y tres alienígenas

se interponen en su camino. Su instinto la hace tratar de

retroceder, pero su tobillo se tuerce y las piernas se doblan

debajo de ella. Cae, golpeando la acera con fuerza. Uno de los

extraterrestres hace un ruido, uno áspero, la joven se da

cuenta que se está riendo de ella.

—Ríndete o muere, —dice, y ella sabe que en realidad no

tiene elección. Los aliens ya tienen sus armas apuntándole.

Rendirse o morir. Ellos van a matarla, no importa lo que ella

escoja. Está segura de eso. Levanta las manos para

defenderse. Es un reflejo. Sabe que no hará nada contra sus

armas.

Excepto que sí lo hace.

Las armas de los aliens dan un tiro hacia atrás, fuera de

sus manos. Vuelan veinte metros en la cuadra.

Miran a la chica, sorprendidos y confusos. Ella tampoco

tiene idea de lo que acaba de suceder.

Pero ella puede sentir algo diferente en su interior. Algo

nuevo. Es como si fuera un titiritero, con cuerdas que

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conectan cada objeto en la cuadra. Todo lo que necesita hacer

es tirar y empujar. La adolescente no está segura de cómo lo

sabe. Sólo se siente natural.

Uno de los aliens se precipita, y la joven agita su mano

de derecha a izquierda. Él sale volando por las calles, agitando

las extremidades y cae de golpe sobre el parabrisas de un

coche aparcado. El resto intercambia una mirada y empiezan

a retroceder.

—¿Quién está riendo ahora?—Les pregunta,

levantándose.

—Garde. —Uno de ellos murmura en respuesta.

La joven no sabe lo que eso significa. La manera en que

ellos lo dicen, hace que la palabra suene como una maldición.

Eso la hace sonreír. Le gusta que esas cosas que destruyeron

su vecindario le teman ahora.

Puede luchar contra ellos.

Ella va a matarlos.

La chica alza una mano en el aire y el resultado es uno de

los aliens flotando por el suelo. La chica agita su mano hacia

abajo con suficiente rapidez, aplastando al alíen contra la

parte superior de su compañero. Lo repite hasta que todos se

convierten en polvo.

Cuando ha terminado, desciende la mirada a sus manos.

Ella no sabe de dónde proviene este poder. No sabe lo que

significa.

Pero va a usarlo.

Page 14: El Destino de Diez [ECEN]

Corremos pasando el ala quebrada de un jet de combate

bombardeado, el metal dentado yace incrustado en medio de

la calle de la ciudad como la aleta de un tiburón. ¿Hace cuánto

fue que vimos los jets sonando sobre nuestras cabezas, un

conjunto volando sobre la ciudad y el Anubis? Se siente como

si fueran días, pero deben ser solo horas. Algunas de las

personas con las que estamos ―los sobrevivientes― dieron

alaridos y exclamaciones cuando vieron los jets, como si la

tendencia fuera a cambiar.

Yo lo sabía mejor. Me mantuve en silencio. Solo unos

minutos después, pudimos escuchar las explosiones mientras

el Anubis lanzaba esos jets fuera del cielo, esparciendo piezas

de la más sofisticada milicia de la Tierra por toda la isla de

Manhattan. No habían enviado más jets después.

¿Cuántas muertes significaba eso? Cientos. Miles. Quizás

más. Y todo por mi culpa. Porque no pude matar a Setrákus

Ra cuando tuve la oportunidad.

—¡A la izquierda! —Una voz grita desde algún punto

detrás de mí. Volteo con la cabeza a toda prisa, formando una

bola de fuego sin pensarlo, e incinerando a un militar

Mogadoriano cuando se acerca por la esquina. Yo, Sam, el par

de docenas de sobrevivientes que recogimos por el camino

―apenas nos abrimos paso. Estamos en el bajo Manhattan

ahora. Corrimos hasta aquí. Luchando por el camino. Cuadra

tras cuadra. Tratando de poner distancia entre nosotros y el

Page 15: El Destino de Diez [ECEN]

centro de la ciudad, donde los Mogadorianos son más fuertes,

donde vimos por última vez el Anubis.

Estoy exhausto.

Tropiezo. No puedo incluso sentir mis pies, están tan

cansados. Creo que estoy a punto de colapsar. Un brazo se

envuelve alrededor de mis hombros y me estabiliza.

—¿John? —Sam pregunta preocupado. Me está

sosteniendo. Suena como si su voz viniera de un túnel. Trato

de responderle, pero las palabras no salen. Sam vuelve la

cabeza y le habla a uno de los sobrevivientes—. Necesitamos

salir de las calles por un tiempo. Él necesita descansar.

Lo siguiente que sé, es que me dejo caer contra la pared

del vestíbulo de un apartamento en un edificio. Debo haber

perdido la conciencia por un minuto. Trato de prepararme, de

poner todas mis fuerzas en su sitio y recomponerme. Debo

mantenerme luchando.

Pero no puedo ―mi cuerpo se resiste a enfrentar otra

paliza. Me permito resbalar por la pared, así que termino

sentado en el piso. La alfombra está cubierta de polvo y

vidrios rotos que debieron romperse desde el exterior. Debe

haber cerca de veinticinco de nosotros amontonados aquí.

Esos son todos lo que fuimos capaces de salvar.

Ensangrentados y sucios, unos cuantos heridos, todos

nosotros cansados.

¿Cuántas lesiones he sanado hoy? Fue sencillo, al

principio. Después de tantos, creo, pude sentir mi poder

curativo drenando mi propia energía. Debí alcanzar el límite.

Recuerdo a las personas no por sus nombres sino por

como los encontré o por los que sané. Brazos rotos, atrapados

bajo un carro heridos, asustados.

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Una mujer, la Saltadora-de-Ventanas, pone su mano

sobre mi hombro, checándome. Asiento hacia ella para

hacerle saber que estoy bien y parece aliviada.

Justo frente a mí, Sam habla con un policía uniformado

en sus cincuenta. El policía tiene sangre seca por todo un lado

del rostro proveniente de una cortada en la parte superior de

su cabeza que sané. Olvidé su nombre o dónde lo encontré.

Sus voces suenan lejanas, como el eco de un túnel de un

kilómetro de largo. Tengo que enfocar mi oído para entender

las palabras, y aun así me toma un esfuerzo colosal. Mi cabeza

se siente como envuelta en algodón.

—El aviso llegó por la radio que tenemos como punto de

apoyo en el puente de Brooklyn —el policía dice—. El

Departamento de Policía de Nueva York, la Guardia Nacional,

la armada... demonios, todos. Ellos están protegiendo el

puente. Evacuando sobrevivientes desde allí. Está solo a unas

cuantas cuadras y dicen que los Mogs están concentrados en

el centro de la ciudad. Podemos hacerlo.

—Entonces deberían ir —Sam responde—. Vayan ahora

que la costa está despejada, antes que otra de sus patrullas

aparezca.

—Deberías venir con nosotros, muchacho.

—No podemos —Sam responde—. Uno de nuestros

amigos está aún allá afuera. Tenemos que encontrarlo.

Nueve. Es él a quien tenemos que encontrar. La última

vez que lo vimos, estaba peleando contra Cinco en frente de

las Naciones Unidas. A través de las Naciones Unidas.

Tenemos que encontrarlo antes de dejar Nueva York.

Tenemos que encontrarlo y salvar toda la gente que podamos.

Empiezo a recobrar mis sentidos pero aún estoy muy

exhausto para moverme. Abro mi boca para hablar pero todo

lo puedo soltar es un gruñido.

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—Él ha tenido suficiente, —dice el policía y sé que está

hablando de mí—. Ustedes dos han hecho demasiado. Vengan

con nosotros ahora, mientras puedan.

—Él estará bien, —dice Sam. La duda en su voz me hace

rechinar los dientes y concentrarme. Necesito seguir adelante,

empujarme y mantenerme luchando.

—Él está desmayado.

—Solo necesita descansar un momento.

—Estoy bien —murmuro, pero no creo que puedan

oírme.

—Vas a conseguir que te maten si te quedas chico —le

dice el policía a Sam, sacudiendo su cabeza severamente—. No

pueden seguir con esto. Hay demasiados para que solo

ustedes dos peleen. Déjenselo al ejército o…

Su voz se desvanece. Todos sabemos que el ejército ya

hizo su intento. Manhattan está perdido.

—Saldremos de aquí tan pronto como podamos —Sam

responde.

—¿Me escuchas allá abajo? —El policía me habla a mí.

Leyéndome de la misma manera que Henri solía hacerlo. Me

pregunto si tendrá hijos en alguna parte—. No queda nada

que ustedes dos puedan hacer aquí. Nos trajiste hasta aquí,

dejen que nosotros nos encarguemos del resto. Los

cargaremos hasta el puente si es necesario.

Los sobrevivientes se reúnen alrededor del policía

asintiendo, murmurando en acuerdo. Sam me mira, sus cejas

levantadas en pregunta. Su rostro está embarrado de polvo y

cenizas. Él luce agrietado y débil, como si apenas se

mantuviera en pie. Un cañón mog cuelga sobre su cadera,

enganchado por una pieza de cuerda eléctrica amarrada y es

Page 18: El Destino de Diez [ECEN]

como si el cuerpo entero de Sam se inclinara en esa dirección,

el peso extra amenaza con hacerlo caer.

Me fuerzo a mí mismo para levantarme. Mis músculos

están recogidos y casi inútiles, creo. Estoy tratando de

demostrarle al policía y a los otros que tengo algo de fuerza en

mí pero puedo decir por la lastimosa manera en que me miran

que no luzco muy inspirador. Apenas puedo mantener mis

rodillas sin temblar. Por un momento, se siente como si fuera

a golpear con el piso. Pero entonces algo ocurre ―siento como

si una fuerza estuviera alzándome y empujándome,

sosteniendo algo de mi peso, enderezando mi espalda y

cuadrando mis hombros. No sé cómo estoy haciendo esto,

dónde he encontrado esta fuerza. Es casi sobrenatural.

No, en realidad, no es sobrenatural en absoluto. Es Sam.

La telequinesis de Sam, concentrándose en mí, haciéndome

lucir como si aún tuviera algo de combustible en mi tanque.

—Nos quedamos, —digo firmemente, con voz rasposa—.

Hay más personas que salvar.

El policía sacude la cabeza en desacuerdo.

Detrás de él, una chica que vagamente recuerdo de una

salida de escape colapsada explota en llanto. No sé si ella está

inspirada o si solo es porque luzco horrible. Sam permanece

completamente concentrado en mí, con un rostro impasible,

una gota de sudor formándose en su sien.

—Vayan con cuidado —le digo a los sobrevivientes—. Así

que, ayuden como puedan. Este es su planeta. Vamos a

salvarlo juntos.

El policía da unos pasos adelante para sacudir mi mano.

Su apretón es como un tornillo.

—No te olvidaremos, John Smith, —dice—. Todos

nosotros te debemos la vida.

Page 19: El Destino de Diez [ECEN]

—Mándalos al infierno —dice alguien más.

Y entonces todo el resto de sobrevivientes que una vez

salvamos están llenándonos de sus adioses y gratitudes.

Muestro los dientes en lo que espero es una sonrisa. La

verdad es, estoy muy cansado para esto. El policía ―él es el

líder ahora, él los mantendrá seguros― se asegura que todo el

mundo se mantenga callado y se mueva con rapidez,

eventualmente presionándolos a salir del apartamento en

dirección al puente de Brooklyn.

Tan pronto como estamos solos, Sam me libera de su

agarre telequinético que estaba usando para mantenerme

derecho y me dejo caer otra vez contra la pared, luchando

para poner mis pies debajo de mí. Él está respirando

agitadamente y sudoroso del esfuerzo de mantenerme de pie.

Él no es Loric y no ha tenido el entrenamiento adecuado, aun

así de alguna manera Sam ha desarrollado un Legado y ha

empezado a usarlo lo mejor que puede. Considerando nuestra

situación, él no ha tenido más opción que aprenderlo en el

camino. Sam con un Legado ―si las cosas no fueran tan

caóticas y desesperadas, estaría más emocionado. No estoy

seguro de porqué o cómo esto le sucedió a él, pero los nuevos

poderes de Sam son más o menos la única victoria que hemos

tenido desde que llegamos a Nueva York.

—Gracias —digo. Las palabras salen con más facilidad

ahora.

—No hay problema —Sam responde jadeando—. Eres el

símbolo de la resistencia del planeta, no podemos tenerte

echado por ahí.

Trato de apartarme de la pared, pero mis piernas aún no

están listas para soportar mi peso completo. Es más fácil si

me apoyo en la pared y me arrastro hacia la puerta del

apartamento más cercana.

Page 20: El Destino de Diez [ECEN]

—Mírame. No soy el símbolo de nada. Mascullo.

—Vamos —dice—. Estás exhausto.

Sam pone su brazo alrededor de mí, ayudándome. Él

está arrastrándose también, creo, así que trato de no poner

mucho de mi peso en él. Hemos viajado por el infierno en las

últimas horas. La piel en mis manos aún hormiguea por

cuanto he tenido que usar mi Lumen, lanzado bolas de fuego a

pelotones tras pelotones de Mogadorianos agresores. Espero

que mis terminales nerviosas no estén permanentemente

chamuscadas o algo parecido. La idea de encender mi Lumen

ahora mismo hace que mis rodillas estén cerca de doblarse.

—Resistencia —digo con amargura—. Resistencia es lo

que sucede luego de que pierdes la guerra, Sam.

—Sabes lo que quiero decir —él responde. Puedo decir

por la manera en que su voz tiembla, que es un esfuerzo para

Sam mantenerse optimista después de todo lo que hemos

visto hoy. Está tratando, creo—. Muchas de esas personas

sabían quién eras. Dijeron que había algún video tuyo en las

noticias. Y todo lo que pasó en las Naciones Unidas

―básicamente desenmascaraste a Setrákus Ra frente una

audiencia internacional. Todos saben que has estado peleando

contra los Mogadorianos. Tratando de parar esto.

—Entonces ellos saben que fallé.

La puerta del primer piso está entreabierta. La empujo el

resto del camino para abrirla y Sam la cierra con seguro

detrás de nosotros. Intento con el interruptor de luz más

cercano, sorprendiéndome de que la electricidad aún corra

por aquí. El poder parece haber permanecido en algunos

puntos de la ciudad. Supongo que este vecindario no ha sido

muy afectado aún. Apago la luz con la misma rapidez ―en

nuestra situación actual no queremos atraer la atención de

ninguna patrulla Mogadoriana que pueda estar en el área.

Page 21: El Destino de Diez [ECEN]

Mientras tropiezo hacia adelante con un futón1 cercano, Sam

se mueve alrededor de la habitación cerrando las cortinas.

El apartamento es un pequeño estudio de una

habitación. Hay una cocina estrecha acordonada desde la sala

de estar principal por un mostrador de granito, un solo

armario y un diminuto baño. Quien sea quienes vivieran

aquí, definitivamente se marcharon con apuro; hay ropa

regada por el suelo desde un apresurado equipaje de trabajo,

un tazón de cereal volcado en el mesón y un cuadro agrietado

de una foto cerca de la puerta que luce como si hubiera sido

pisoteado. En la foto, una pareja en sus veintes posa en frente

de una isla tropical, con un pequeño mono guinda sobre el

hombro del chico.

Estas personas tenían una vida normal. Incluso si

dejaron Manhattan y están a salvo, eso se ha acabado ahora.

La Tierra nunca será la misma. Solía imaginar una vida

pacifica como esta para mí y Sarah una vez que los

Mogadorianos fueran derrotados. No un diminuto

apartamento en la ciudad de Nueva York, pero algo simple y

tranquilo. Hay una explosión en la distancia, los

Mogadorianos destruyendo algo en el centro de la ciudad. Me

doy cuenta de cuan ingenuos eran esos sueños de vida

después de la guerra. Nada volverá a ser normal después de

esto.

Sarah. Espero que ella esté bien. Fue su rostro el que

venía a mi mente durante las partes más duras de nuestras

batallas contra las patrullas en Manhattan. Mantente

peleando y la volverás a ver de nuevo, eso fue lo que me

mantuve diciendo a mí mismo. Desearía poder hablar con

ella. Necesito hablar con ella. No solo con Sarah, también con

Seis ―necesito entrar en contacto con el resto, encontrar que

1Colchón de algodón, según técnica tradicional japonesa, que se tiende directamente sobre el suelo o sobre una superficie dura.

Page 22: El Destino de Diez [ECEN]

fue lo que lo Sarah descubrió sobre Mark James y su

misterioso contacto, y ver qué fue lo que Seis, Marina y Adam

hicieron en México. Debe tener algo que ver con el porqué de

que Sam haya desarrollado Legados súbitamente. ¿Qué tal si

no es el único? Necesito saber qué es lo que sucede fuera de la

ciudad de Nueva York pero mi teléfono satelital fue destruido

cuando caí en el Río Este y las redes regulares de celulares no

sirven. Por ahora, solo somos Sam y yo. Sobreviviendo.

En la cocina, Sam abre la nevera. Se detiene y mira sobre

mí.

—¿Está mal si tomamos algunos alimentos de estas

personas? —Pregunta.

—Estoy seguro de que no les importará —Respondo.

Cierro mis ojos por lo que creo son segundos pero debe

ser algo más largo que eso, abriéndolos solo cuando una pieza

de pan golpea contra mi nariz. Con una mano extendida

teatralmente como un personaje de comic, la telequinesis de

Sam mantiene elevado un sándwich de mantequilla de maní,

un contenedor plástico de puré de manzana y una cuchara

frente de mi rostro. Incluso sintiéndome deprimido como

estoy, no puedo evitar sonreír por el esfuerzo.

—Perdón, no quería golpearte con el sándwich, —dice

Sam mientras retiro la comida en el aire—. Todavía me estoy

acostumbrando a esto. Obviamente.

—No te preocupes. Es fácil empujar y lanzar con la

telequinesis. La precisión es la parte más difícil de aprender.

—No bromees —dice.

—Lo estás haciendo increíble para alguien que solo ha

tenido telequinesis por un par de horas, hombre.

Sam se sienta a mi lado en el futón con su propio

sándwich.

Page 23: El Destino de Diez [ECEN]

—Ayuda si imagino que tengo, como, unas manos

fantasmas. ¿Tiene eso sentido?

Pienso de vuelta en como entrené mi propia telequinesis

con Henri. Parece tan lejano.

—Solía visualizar cualquier cosa en la que me enfocaba

en movimiento, y entonces ocurría —Le digo a Sam—.

Empezamos con cosas pequeñas. Henri solía tirarme pelotas

de béisbol en el patio trasero y practicaba atrapándolas con

mi mente.

—Sí, bueno, creo que jugar a atrapar no es una opción

para mí ahora mismo —dice Sam—. Estoy buscando otras

maneras de practicar.

Sam eleva el sándwich sobre su regazo. Inicialmente lo

levanta demasiado alto para que pueda morderlo, pero lo lleva

a la altura de su boca después de unos segundos más de

concentración.

—Nada mal, —digo.

—Es fácil cuando no lo estoy pensando.

—¿Cómo cuando estamos peleando por nuestras vidas,

por ejemplo?

—Sí —dice Sam, moviendo la cabeza con asombro—.

¿Vamos a hablar de cómo esto me paso a mí, John? O por qué

pasó o… No sé ¿Qué significa?

—Los Garde desarrollan Legados en la adolescencia, —

digo encogiendo los hombros—. Quizás solo has metido la

pata un poco tarde.

—Amigo, ¿has olvidado que no soy un Loric?

—Tampoco Adam, pero él tiene un Legado, —respondo.

Page 24: El Destino de Diez [ECEN]

—Sí, su asqueroso padre lo enlazo a una Garde muerta

y…

Levanto una mano para detener a Sam.

—Todo lo que estoy diciendo es que no se trata de cortar

y drenar. No creo que los Legados funcionen de la manera en

que mi gente siempre asumió. —Me detengo un momento

para pensar—. Lo que te ocurrió tiene algo que ver con lo que

Seis y los otros hicieron en el Santuario.

—Seis hizo esto… —dice Sam.

—Ellos fueron hasta allá para encontrar a Lorien en la

Tierra; creo que lo hicieron. Y quizás, Lorien te eligió a ti.

Sin si quiera darme cuenta, he devorado el sándwich y el

puré. Mi estómago gruñe. Se siente mejor, mi fuerza empieza

a regresar.

—Bueno eso es un honor, —dice Sam, mirando sus

manos y pensándolo de nuevo. O, más bien, pensando en

Seis—. Un aterrador honor.

—Lo hiciste bien allá afuera. No hubiera podido salvar a

esas personas sin ti, —repito, palmeando a Sam en la

espalda—. La verdad es, que no sé qué rayos está pasando. No

sé cómo o por qué de pronto desarrollaste Legados. Solo estoy

agradecido de que los tengas. Estoy agradecido de que haya

una pequeña esperanza entre la muerte y la destrucción.

Sam se levanta, sacudiendo inútilmente algunas de las

migajas de su comida que le cayeron en los jeans.

—Sí, ese soy yo, la gran esperanza de la humanidad,

actualmente muriendo por otro sándwich. ¿Quieres uno?

—Puedo ir a por él —le digo a Sam, pero cuando me

inclino para levantarme del futón, inmediatamente me mareo

y tengo que dejarme caer de nuevo.

Page 25: El Destino de Diez [ECEN]

—Tómalo con calma, —dice Sam, retirándose como si no

notara el desastre que soy—. Tengo los sándwiches cubiertos.

—Podemos esperar aquí por unos cuantos minutos más

—digo atontado—. Luego encontraremos a Nueve.

Cierro los ojos, escuchando a Sam moviéndose por la

cocina, tratando de untar mantequilla de maní con un cuchillo

sostenido telequinéticamente. En la distancia, siempre en la

distancia ahora, puedo oír los estruendos de pelea en algún

lugar de Manhattan. Sam tiene razón ―somos la resistencia.

Deberíamos estar allá afuera resistiendo. Si solo pudiera

descansar por unos cuantos minutos más…

No abro los ojos hasta que Sam me sacude por el

hombro. Inmediatamente, puedo decir que me he quedado

dormido. La luz en la habitación ha cambiado, los faroles

vienen del exterior, un cálido resplandor amarillo entre las

cortinas. Un plato con sándwiches apilados espera en el

mueble a mi lado. Estoy tentado a hundirme en ellos e

ingerirlos todos. Es como si todas mis urgencias fueran

animales ahora ―dormir, comer, pelear.

—¿Cuánto tiempo estuve fuera? —Le pregunto a Sam,

sentándome, sintiéndome un poco mejor psicológicamente

pero también sintiéndome culpable por dormir cuando hay

personas muriendo por toda Nueva York.

—Cerca de una hora, —Sam responde—. Iba a dejarte

dormir pero…

En explicación, Sam hace un gesto indicando detrás de

él, hacia la pequeña pantalla plana adjunta en la pared de

fondo. Los noticieros locales están, en realidad transmitiendo.

Sam silencia el volumen y ocasionalmente la imagen se

deteriora, pero ahí está ―la ciudad de Nueva York ardiendo

en llamas. Imágenes granuladas muestran a la gran mole del

Anubis que se avecina arrastrándose a través del cielo, sus

Page 26: El Destino de Diez [ECEN]

cañones colocados lateralmente bombardeando los pisos más

altos de un rascacielos incluso cuando ya no queda nada más

que polvo.

—No se me había ocurrido revisarlo hasta hace un par de

minutos —Sam dice—. Pensé que los Mogadorianos deberían

haber noqueado las estaciones de televisión, por ya sabes,

motivos de guerra.

No he olvidado lo que Setrákus Ra me dijo mientras

pendía de su nave sobre el Río Este. Quería que viera a la

Tierra caer. Yendo mucho más atrás, a la visión de

Washington, D.C., que compartí con Ella, recuerdo esa ciudad

luciendo bastante destrozada, pero no completamente

arrasada. Y había sobrevivientes obligados a servir a Setrákus

Ra. Creo que empiezo a entenderlo.

—No es un accidente —le digo a Sam, pensando en voz

alta—. Él debe querer que los humanos conozcan la

destrucción que está trayendo. No es como en Lorien donde

su flota eliminó a todos y ya. Fue por eso que intento crear ese

gran show en las Naciones Unidas, era esa la razón de que

mantuviera toda esa mierda del Progreso Mogadoriano entre

las sombras para poner a la Tierra bajo su control

pacíficamente. Está planeando vivir aquí después de todo. Y si

ellos no van a rendirle culto como lo hacen los Mogadorianos,

por lo menos quiere que los seres humanos le teman.

—Bueno. Eso del miedo es algo que está definitivamente

funcionando —Sam responde.

En la pantalla, las noticias han dado paso a una toma en

vivo de una presentadora en su escritorio. El edificio que aloja

este canal probablemente ha sufrido algunos daños por la

pelea porque luce como si apenas pudieran mantenerse al

aire. Solo la mitad de las luces en el estudio están encendidas

y la cámara está parpadeando, la imagen no es tan aguda

Page 27: El Destino de Diez [ECEN]

como debería ser. La presentadora está tratando de mantener

una postura profesional, pero su cabello está bañado en polvo

y sus ojos están enrojecidos por el llanto. Ella habla directo a

la cámara por unos segundos, introduciendo la siguiente pieza

de su nota.

La presentadora desaparece, reemplazada por la toma

temblorosa de un video de un celular. En el medio de una

intersección principal, una borrosa figura da vueltas y vueltas,

como un lanzador de disco olímpico calentando. Excepto que

este chico no está sosteniendo un disco. Con una fuerza

sobrehumana está agitando otra persona por su tobillo.

Después de una docena de giros, el chico deja ir al cuerpo

hecho ovillo, arrojándolo por la ventana principal de un teatro

cercano. El video sigue enfocado en el lanzador mientras, con

hombros agitados, grita lo que probablemente es un insulto.

Es Nueve.

—¡Sam! ¡Enciende el volumen!

Mientras Sam tantea el control remoto, quien sea que

haya filmado a Nueve se sumerge bajo un auto por protección.

Es desconcertante como el infierno, pero el camarógrafo se las

arregla para seguir grabando manteniendo una mano arriba

por encima del maletero del coche. Un grupo de guerreros

Mogadorianos han aparecido en la intersección, disparándole

a Nueve. Lo observo mientras se mueve ágilmente a un lado,

entonces usa su telequinesis para arrojar un carro en su

dirección.

—…de nuevo, estas imágenes han sido tomadas en

UnionSquarehace solo unos momentos —dice la temblorosa

voz de la presentadora mientras Sam enciende el volumen—.

Sabemos que este aparentemente súper poderoso, hmm,

posible alienígena adolescente estaba en la escena de las

Naciones Unidas junto con otro joven conocido como John

Page 28: El Destino de Diez [ECEN]

Smith. Lo vemos aquí enfrascado en un combate con los

Mogadorianos, haciendo cosas que no son humanamente

posibles…

—Conoce mi nombre —digo, despacio.

—Mira —me dice Sam, golpeando mi brazo.

La cámara se ha movido hacia el teatro, donde una

fuerte forma se levanta de la ventana rota. No tengo una

buena vista de él, pero inmediatamente sé con quién está

peleando Nueve. Se eleva sobre la ventana del teatro, pasando

a través de los pocos Mogadorianos aún en la intersección y

entonces se cierne violentamente sobre Nueve.

—Cinco —dice Sam.

La cámara pierde de vista a Nueve y Cinco mientras ellos

se arrastran por la hierba de un pequeño parque cercano,

produciendo enorme bolas de tierra en el camino.

—Se están matando entre ellos —digo—. Tenemos que

llegar hasta allá.

—Un segundo extraterrestre adolescente está peleando

con el primero, al menos cuando no están luchando contra los

invasores —dice la presentadora, sonando desconcertada—.

No… no sabemos por qué. No tenemos muchas respuestas

para este punto, después de todo. Tengo miedo. Solo…

manténganse seguros, Nueva York. Hay esfuerzos de

evacuaciones realizándose, si tiene algún camino seguro al

Puente de Brooklyn. Si están cerca de la pelea, manténganse

adentro y…

Le arrebato el control a Sam y apago la televisión. El me

observa mientras me paro, asegurándose de que esté bien.

Mis músculos se quejan en protesta y me siento mareado por

un segundo, pero puedo hacerlo a un lado. Tengo que hacerlo

a un lado. Nunca la expresión ‗Lucha como si no hubiera un

Page 29: El Destino de Diez [ECEN]

mañana‘ tuvo más sentido. Si quiero arreglar esto ―si vamos

a salvar la Tierra de Setrákus Ra y los Mogadorianos,

entonces el primer paso es encontrar a Nueve y sobrevivir en

Nueva York.

—Ella dijo UnionSquare —digo—. Ahí es a dónde vamos.

Page 30: El Destino de Diez [ECEN]

El mundo no ha cambiado. Por lo menos, yo no podía decirlo.

El aire de la selva es húmedo y pegajoso, un cambio

agradable para la fría humedad en las profundidades del

Santuario subterráneo. Tengo que proteger mis ojos cuando

emergemos ante el sol avanzado de la tarde, agachados uno tras

otro por el angosto arco de piedra que ha aparecido en la base

del templo Maya.

—¿Acaso no podrían habernos dejado entrar por este

camino? —Gruño, arqueando la espalda para estirar mis

adoloridos músculos y observando los cientos de escalones de

piedra caliza fracturada por los que habíamos trepado. Una vez

que llegamos a la cima de la pirámide de Calakmul, nuestros

colgantes activaron una especie de pasaje Loric que nos

teletransportó al Santuario oculto bajo la estructura construida

cientos de años atrás por manos humanas. Nos encontrábamos

en un cuarto de otro mundo obviamente creado por los

Ancianos en alguna de sus visitas a la Tierra. Creo que el secreto

era una prioridad más valorada que la facilidad de acceso. De

cualquier manera, el camino de salida no es tan difícil como una

escalada y no implica ninguna desorientadora

teletransportación, sólo un ligero aturdimiento por caminar

unos treinta y cinco metros por una escalera en espiral y una

Page 31: El Destino de Diez [ECEN]

simple puerta que, por supuesto, no estaba ahí cuando

llegamos.

Adam sale del Santuario detrás de mí, sus ojos se

entrecierran.

—¿Y ahora qué? —Me pregunta.

—No lo sé —le respondo, mirando hacia el cielo oscuro—.

Esperaba más o menos que el Santuario respondiera esa

pregunta.

—Yo… Yo aún no estoy muy seguro de lo que vimos allí. O

de lo que hayamos logrado —dice Adam tímidamente. Él aparta

algunos mechones de su cabello negro fuera de su rostro para

mirarme.

—Yo tampoco —le digo.

A decir verdad, ni siquiera estoy segura de cuánto tiempo

estuvimos bajo tierra. Se pierde la noción del tiempo cuando

estás enfrascado en una conversación con un ser de otro mundo

hecho de pura energía Loric. Habíamos conseguido juntar

muchas de las piezas de nuestra herencia de las que la Garde

podía prescindir, básicamente, cualquier cosa que no fuera un

arma. Una vez dentro del Santuario, nos deshicimos de todas

esas piedras inexplicables y objetos dentro de un escondite bien

conectado a una fuente de energía de Loralita latente. Supongo

que eso fue suficiente para despertar a La Entidad, la

encarnación viviente de Lorien. Entonces charlamos.

Sip. Eso paso.

Pero La Entidad básicamente nos había hablado en

acertijos y, al final de nuestra conversación, la cosa se fue como

si fuera una supernova, su energía inundo el Santuario y el

Page 32: El Destino de Diez [ECEN]

mundo. Al igual que Adam, yo no estoy segura de lo que ha

pasado.

Esperaba salir del Santuario y encontrar... algo. ¿Tal vez

unos rayos dentados de energía Loric atravesando el cielo, en

camino para incinerar al Mogadoriano más cercano no llamado

Adam? ¿Tal vez un poco de más poder a mis Legados, dándome

el nivel que me gustaría tener para ser capaz de improvisar una

tormenta lo suficientemente grande como para acabar con

todos nuestros enemigos? No tenemos tal suerte. Por lo que

sabemos, la flota Mogadoriana aún se está acercando a la Tierra.

John, Sam, Nueve y los demás podrían estar corriendo hacia el

frente de batalla ahora mismo, y no estoy segura de que

hayamos hecho algo para ayudarlos.

Marina es la última en atravesar la puerta del templo. Ella

se abraza a sí misma, con sus ojos muy abiertos y llorosos,

parpadeando ante la luz del sol.

Sé que está pensando en Ocho.

Antes de que la fuente de energía fuera disparada por todo

el mundo, de algún modo logró resucitarlo, sólo en unos pocos

minutos. El tiempo suficiente para que Marina pudiera decirle

adiós. Incluso ahora, ya ha comenzado a sudar a causa del

opresivo calor de la selva, me da escalofríos pensar en Ocho

regresando a nosotros, inundado con ese resplandor de Loralita,

sonriendo otra vez. Era uno de esos sumamente hermosos

momentos que me han endurecido con el tiempo, está es una

guerra, y la gente va a morir. Amigos van a morir. He llegado a

aceptar el dolor, a dar las cosas feas por sentado. Así que puede

ser un poco sorprendente cuando algo bueno ocurra en

realidad.

Page 33: El Destino de Diez [ECEN]

Por reconfortante que fuera el a ver Ocho una vez más,

estaba todavía diciendo adiós. No me puedo imaginar lo que

Marina estaba pasando. Lo amaba y ahora ya no está. Otra vez.

Marina se detiene y mira hacia atrás, al templo, casi como

si quisiera regresar al interior. Junto a mí, Adam aclara su

garganta.

—¿Va a estar bien? —Me pregunta, con la voz baja.

Marina antes se cerró a mí en Florida, después de que

Cinco nos traicionara. Después de que matara a Ocho. Esto no

es lo mismo, ella ya no es un campo que irradia frío constante, y

ya no parece estar a punto de estrangular a quien se le acerque.

Cuando se vuelve hacia nosotros, su expresión es casi serena.

Ella está recordando, guardando ese momento con Ocho muy

lejos y controlándose para lo que está por venir. No estoy

preocupada por ella.

Sonrío mientras Marina parpadea y limpia con la mano su

cara.

—Te puedo escuchar —ella le responde a Adam—. Estoy

bien.

—Bien —dice Adam, torpemente mirando a otro lado—.

Simplemente me refería, a lo que pasó allí, uh, yo...

Adam se calla, Marina y yo lo miramos expectantes. Al ser

un Mog, creo que él aún se siente un poco incómodo de estar

demasiado cerca de nosotras. Sé que estaba sorprendido por

el espectáculo de luz Loric dentro del Santuario, pero también

puedo decir que él se sentía como si no hubiera debido estar allí,

como si no fuera suficientemente digno para estar en la

presencia de la Entidad.

Page 34: El Destino de Diez [ECEN]

Cuando Adam hace una pausa para estirarse, le doy unas

palmaditas en la espalda.

—Guardemos el corazón a corazón para el viaje, ¿vale?

Adam parece aliviado mientras caminamos hacia nuestro

Skimmer, la nave permanece estacionada junto a una docena de

otros artefactos Mogs en las cercanías de la pista de aterrizaje.

El campamento Mog en frente del templo está exactamente de

la forma en que lo dejamos, hecho añicos. Los Mogs que estaban

tratando de entrar en el Santuario habían despejado la selva en

un preciso anillo en torno al templo, llegando tan cerca del

templo como la poderosa fuerza del Santuario les permitía.

No es hasta que cruzamos de la vid sembrada en la tierra,

directamente en frente del templo en el suelo marrón quemado

del campamento Mog, que me doy cuenta que el campo de

fuerza se ha ido. La mortal barrera que protegía el Santuario

durante años ya no está.

—El campo de fuerza se debe haber apagado mientras

estábamos dentro —digo.

—Quizás ya no tiene necesidad de protegerse —Adam

sugiere.

—O quizá la Entidad desvío su energía a otros lugares —

Marina contesta. Ella hace una pausa por un momento,

pensando—. Cuando besé a Ocho... lo sentí. Durante una

fracción de segundo, yo era parte de la energía de la Entidad. Se

esparcía a todas partes, a través de toda la Tierra. Adonde sea que

la energía Loric fuera, ahora está esparcida. Tal vez no puede

mantener sus defensas aquí.

Adam me da una mirada, como si yo fuera capaz de

explicar lo que Marina acaba de decir.

Page 35: El Destino de Diez [ECEN]

—¿Qué quieres decir con esparcir a través de la Tierra? —

Pregunto.

—No sé cómo explicarlo mejor que eso —dice Marina,

mirando hacia atrás al templo, ahora la mitad en la sombra por

el sol—. Fue una sensación tal como si yo fuera uno con Lorien.

Y estábamos en todas partes.

—Interesante —dice Adam, mirando al templo y a

continuación al suelo bajo sus pies con una mezcla de cautela y

temor—. ¿Adónde crees que fue? ¿Sus Legados…?

—No me siento nada diferente —le digo.

—Yo tampoco —dice Marina—. Pero algo ha cambiado.

Lorien estáallá fuera ahora. En la Tierra.

No es definitivamente el resultado tangible que deseaba,

pero Marina parece tan optimista sobre esto. No quiero ser la

lluvia en su desfile.

—Supongo que veremos si algo ha cambiado devuelta a la

civilización. Tal vez la Entidad está allá afuera pateando

traseros.

Marina mira hacia atrás al templo.

—¿Deberíamos dejar esto de esta manera? ¿Sin protección?

—¿Qué queda para proteger? —Adam pregunta.

—Todavía hay por lo menos algo de lo, uh, que la Entidad

dejó allí —Marina contesta—. Incluso ahora, creo que el

Santuario es todavía una forma de... no lo sé con exactitud.

¿Ponerse en contacto con Lorien?

—No tenemos alternativa —respondo—. Los demás nos

necesitan.

Page 36: El Destino de Diez [ECEN]

—Esperen un segundo —dice Adam, mirando a su

alrededor—. ¿Dónde está Dust?

Con todo lo que ocurrió dentro del Santuario, me había

olvidado por completo de la Chimæra que dejamos fuera del

templo de guardia. No hay ningún signo del lobo en ningún

lugar.

—¿Puede que haya entrado en la selva buscando a la mujer

Mog? —pregunta Marina.

—Phiri Dun-Ra —Adam responde, nombrando a la nacida

de verdad que sobrevivió nuestro asalto inicial—. Ella no se iría

por su parte así nada más.

—Tal vez el espectáculo de luz del Santuario la asustó —

sugiero.

Adam frunce el ceño y coloca sus manos alrededor de su

boca.

—¡Dust, ven! ¡Dust!

Él y Marina avanzan, buscando cualquier indicio de la

Chimæra. Subo a nuestro Skimmer para obtener una mejor

perspectiva del alrededor de la zona. Desde aquí arriba, algo

llama mi atención. Una forma gris temblando debajo de una

gran raíz en el borde de la selva.

—¿Qué es eso? —grito, señalando el punto a Adam. Él

corre hacia allí, Marina enseguida detrás de él. Un momento

más tarde, Adam lleva la pequeña forma a mí, su cara torcida

con preocupación.

—Es Dust —dice Adam—. Quiero decir, creo que es él.

Page 37: El Destino de Diez [ECEN]

Adam sostiene un pájaro gris en sus manos. Está vivo pero

su cuerpo está muy duro y retorcido, como si hubiera sufrido

una descarga eléctrica y nunca se recuperara de los espasmos.

Sus alas sobresalen de una forma extraña y su pico esta

congelado medio abierto. Aunque este no es para nada como el

poderoso lobo que dejamos atrás hace poco tiempo, hay una

cualidad que reconozco de inmediato. Es Dust, seguro. Tan mal

como se ve, sus ojos de pájaro negros miran alrededor

frenéticamente. Él sigue vivo, y su mente está trabajando, pero

su cuerpo no está respondiendo.

—¿Qué demonios le pasó? —Pregunto.

—No sé —dice Adam, y por un momento creo ver

lágrimas en sus ojos. Se calma—. Él parece... se ve igual que las

demás Chimæras que rescaté de la isla de Plum. Estaban

experimentando con ellas.

—Está bien, Dust, está bien —Marina susurra. Ella

suavemente alisa las plumas sobre su cabeza, tratando de

calmarlo. Ella usa su Legado para curar la mayoría de los

arañazos que le cubren, pero no alivia a Dust de la parálisis.

—No podemos hacer nada más por él aquí —digo. Me

siento mal, pero tenemos que seguir avanzando—. Si esa

Mog fue quien le hizo esto a él, está muy lejos ahora. Vamos a

volver con los demás. Quizás tengan alguna idea sobre qué

debemos hacer.

Adam pone a Dust a bordo del Skimmer y lo envuelve en

una manta. Intenta que la paralizada Chimæra esté lo más

cómoda posible antes de sentarse detrás de los controles.

Quiero ponerme en contacto con John, averiguar cómo van

las cosas fuera de la jungla mexicana. Puedo recuperar el

Page 38: El Destino de Diez [ECEN]

teléfono satelital de mi mochila y acomodarlo en el asiento al

lado de Adam. Mientras él comienza a encender la nave, llamo a

John.

El teléfono suena sin cesar. Después de aproximadamente

un minuto, Marina se inclina hacia delante para mirarme a la

cara.

—¿Qué tan preocupados deberíamos de estar por qué no

responda? —Se pregunta.

—La cantidad normal de preocupación —respondo. No

puedo evitar mirar a mi tobillo. No hay nuevas cicatrices, si no

hubiera sentido el lacerante dolor—. Por lo menos sabemos que

aún están vivos.

—Hay algo que no está bien —dice Adam.

—No lo sabemos —respondo rápidamente—. Sólo porque

no me pueden responder justo en este segundo no significa…

—No. Me refiero con la nave.

Cuando quitó el teléfono de mi oído, puedo escuchar el

ruido extraño que el motor del Skimmer hace. Las luces de la

consola delante de mí parpadean erráticamente.

—Pensé que sabías cómo manejar esta cosa —le digo.

Adam hace un gesto sombrío, airadamente hala hacia

abajo los interruptores del tablero, apagando la nave. Debajo de

nosotros, el motor vibra y suena, como si algo no estuviera

funcionando.

—Sé cómo manejar esta cosa, Seis —dice—. No soy yo.

—Lo siento —le respondo, viendo como él espera para que

el motor reposte antes de encender la nave de nuevo. El motor,

Page 39: El Destino de Diez [ECEN]

de tecnología Mogadoriana, que debería ser mortalmente

silencioso, suena otra vez con espasmos—. Tal vez deberíamos

probar algo aparte de prender y apagar otra vez.

—Primero Dust, y ahora esto. No tiene sentido —Adam se

queja—. La electrónica sigue trabajando. Bueno, todo excepto el

diagnóstico automatizado, que es exactamente lo que nos diría

lo que está mal en el motor.

Me acerco y presiono el botón que abre la cabina. La

cúpula de cristal se abre por encima de nuestras cabezas.

—Vamos a echarle un vistazo —digo, levantándome de mi

asiento.

Todos volvemos a salir del Skimmer. Adam salta a abajo

para poder inspeccionar la parte inferior de la nave, pero yo sigo

en el capo, junto a la cabina. Me encuentro mirando hacia el

Santuario, la antigua estructura caliza presenta una larga

sombra debido a la puesta de sol, Marina se encuentra a mi

lado, en silencio, siguiendo mi mirada.

—¿Crees que vamos a ganar? —Le pregunto. La pregunta

solo se me sale. Ni siquiera estoy segura de que quiera una

respuesta.

Marina no dice nada al principio. Después de un

momento, descansa su cabeza sobre mi hombro.

—Creo que estamos más cerca hoy de lo que estábamos

ayer —dice.

—Desearía saber por qué estás tan segura de que venir

aquí ha valido la pena —digo, sujetando el teléfono satelital,

esperando que suene.

Page 40: El Destino de Diez [ECEN]

—Hay que tener fe —Marina responde—. Yo te lo digo,

Seis, la Entidad hizo algo...

Trato de confiar en las palabras de Marina, pero en lo

único que puedo pensar se aproxima a lo práctico. Me pregunto

si el diluvio de energía Loric del Santuario fue lo que ha

arruinado nuestro paseo en primer lugar. O tal vez haya una

explicación más sencilla.

—Oigan, ¿chicas? —Adam llama desde debajo de la

nave—. Creo que lo mejor es que vengan a echar un vistazo a

esto.

Bajo de un salto desde el Skimmer, Marina justo detrás de

mí. Encontramos a Adam atrapado entre los soportes metálicos

de los trenes de aterrizaje, un panel curvo de la parte baja

blindada de la nave en el suelo a sus pies.

—¿Es problema nuestro? —Pregunto.

—Estaba ya suelto —explica Adam, golpeando la pieza

desensamblada—. Y miren esto…

Adam hace un espacio, de modo que puedo meterme junto

a él, teniendo una perspectiva íntima de las partes bajas de

nuestra nave. El motor del Skimmer probablemente podría

encajar debajo del capó de una camioneta pickup¸ pero es

muchas veces más complicado que nada construido aquí en la

Tierra. En vez de pistones y engranajes, el motor comprende

una serie de esferas superpuestas. Ellas giran a ratos cuando

Adam presiona contra ellas, tocando inútilmente las terminales

expuestas de cables gruesos que van muy dentro de la nave.

—Mira, los sistemas eléctricos sigue intactos —dice

Adam, dando golpecitos a los cables—. Eso es por lo que

seguimos teniendo algo de poder. Pero no es lo suficiente para

Page 41: El Destino de Diez [ECEN]

conseguir que funcione la propulsión antigravedad. ¿Esos

rotores centrífugos ahí? —Mueve sus manos sobre las esferas

superpuestas—. Esos son los que nos levantan del piso. La cosa

es, que no están rotos tampoco.

—¿Así que me estás diciendo que el Skimmer debería

funcionar? —Inquiero, mis ojos se vuelven vidriosos mientras

observo el motor.

—Debería —dice Adam, pero entonces dirige su mano en

un espacio vacío entre los rotores y los cables—. ¿Excepto que,

ves eso?

—No tengo idea de qué demonios estoy viendo, amigo —

le digo—. ¿Está roto?

—Hay un conductor perdido —explica—. Es el que

transfiere la energía generada por el motor al resto de la nave.

—Y me estás contando que simplemente no pudo caerse.

—Obviamente, no.

Doy unos pocos pasos fuera de debajo del Skimmer y

observo la línea de árboles cercanos en busca de cualquier

movimiento. Matamos cada Mog que estuvo intentando entrar

en el Santuario. Todos excepto una.

—Phiri Dun-Ra —digo, sabiendo que la mog sigue allá

afuera. Estuvimos demasiado concentrados en entrar al

Santuario para molestarnos en ir por ella pronto, y ahora…

—Ella nos saboteó —dice Adam, alcanzando la misma

conclusión que yo. Phiri Dun-Ra hizo un movimiento cuando

arribamos, venciéndolo bastante fácil y estuvo cerca de tostarle

la cara en el campo de fuerza del Santuario antes de que

entrásemos en acción. Él aún suena bastante acerbo a eso—.

Page 42: El Destino de Diez [ECEN]

Ella atacó a Dust y luego nos dejó varados aquí. Debimos

haberla matado.

—No es demasiado tarde —replico, frunciendo el ceño.

No veo nada en los árboles, pero eso no significa que Phiri Dun-

Ra no esté ahí fuera mirándonos.

—¿No podemos reemplazar la pieza con una de otra nave?

—Pregunta Marina, caminando hacia la docena o más de naves

exploradoras Mogadorianas esparcidas a todo lo ancho de la

zona de aterrizaje.

Adam gruñe y sale de debajo de nuestro Skimmer. Da

zancadas hacia la nave más cercana, su mano izquierda sobre el

mango de un cañón Mog que tomó de uno de los soldados que

matamos.

—Apuesto que todas esas naves tienen los paneles del

motor que se ven iguales al de nosotros —Adam se queja—.

Espero que al menos se lastimara las horribles manos.

Recuerdo las manos amarradas de Phiri Dun-Ra, llenas de

cicatrices por estar en contacto con el campo de fuerza del

Santuario. Deberíamos haberlo sabido al dejar a uno de ellos

vivo. Incluso antes de que Adam llegué a la nave más cercana,

tengo un apesadumbrado sentimiento.

Adam se agacha debajo de la otra nave, examinándola.

Suspira y hace contacto visual conmigo antes de gentilmente

darle un codazo al casco blindado sobre su cabeza. El panel del

motor cae como si no hubiese nada sosteniéndolo en su lugar.

—Está jugando con nosotros —dice, con voz baja y

áspera—. Ella pudo habernos pegado un tiro cuando dejamos el

Santuario. En su lugar, nos quiere mantener aquí.

Page 43: El Destino de Diez [ECEN]

—Ella sabe que no puede vencernos por sí misma —digo,

levantando la voz, pensando que tal vez puedo sacar a Phiri

Dun-Ra fuera de su escondite.

—Ella removió esas partes, ¿cierto? —Pregunta Marina—.

¿Ella ni siquiera las destruyó?

—No, pareciera que se las llevó —Adam replica—.

Probablemente no quiere ser la responsable por destruir un

puñado de naves en adición a que todo su escuadrón fue

asesinado. Aunque, al tenernos aquí lo suficiente para que

lleguen refuerzos a capturarnos y matarnos probablemente le

daría un pase para su Amado Líder.

—Nadie será capturado o asesinado —digo—. Excepto

Phiri Dun-Ra.

—¿Hay alguna otra manera de hacer que nuestra nave se

mueva? —Marina pregunta a Adam—. ¿Podrías… no lo sé?

¿Armar algo?

Adam se rasguña la parte trasera del cuello, mirando

alrededor a las otras naves.

—Supongo que es posible —dice—. Depende de lo que le

podamos sacar provecho juntos. Puedo intentar, pero no soy un

mecánico.

—Esa no es la idea —digo, mirando alto hacia el cielo para

ver cuanta luz del día hemos perdido. No demasiada—. O,

podríamos entrar a la jungla, atrapar a Phiri Dun-Ra y traer

nuestra pieza de regreso.

Adam asiente.

—Prefiero ese plan.

Page 44: El Destino de Diez [ECEN]

Miro a Marina.

—¿Qué pasa contigo?

Incluso no tengo que preguntar más. El sudor en mis

brazos se estremece, ella está radiando un aura gélida.

—Vayamos de cacería —dice Marina.

Page 45: El Destino de Diez [ECEN]

Bajo condiciones ideales la caminata hacía Union Square

debería tomar alrededor de cuarenta y cinco minutos, está a

sólo dos kilómetros y medio, pero éstas no son para nada las

condiciones ideales. Sam y yo estamos retrocediendo por los

mismos callejones en donde peleamos por la tarde, justo

donde hay más presencia Mogadoriana.

Ojalá Cinco y Nueve no se maten el uno al otro antes de

que lleguemos a ellos, los necesitamos si queremos tener

alguna oportunidad de ganar esta guerra. A ambos.

Sam y yo nos pegamos a las sombras, algunas calles aún

tienen electricidad, así que las luces de las aceras siguen

funcionando normalmente, como una ciudad ordinaria, como

si no hubiera carros volcados o trozos de pavimento rotos,

evitamos esos lugares, sabiendo que sería más fácil para los

mogadorianos el encontrarnos.

Pasamos por lo que solía ser Chinatown, parece que un

tornado pasó por este lugar, es imposible pasar por un lado,

un bloque entero de edificios está en ruinas. Hay cientos de

pescados muertos a mitad de calle, debemos de escoger bien

nuestros pasos por el camino.

Mientras hacíamos nuestro camino desde las Naciones

Unidas, encontramos personas casi en cada calle, el

Departamento de Policía de Nueva York ha tratado de

evacuarlos ordenadamente, pero la mayoría no pone atención,

solo quieren estar un paso adelante del escuadrón de mogs, el

Page 46: El Destino de Diez [ECEN]

cual estaba tan interesado en asesinar humanos como en

tomarlos como prisioneros. Todos estaban aterrados y en

shock frente a esta nueva realidad. Sam y yo tomamos a los

rezagados, los que no lograron huir lo suficiente rápido o de

quienes cuyos grupos fueron hechos pedazos por las patrullas

mogs, había muchos de ellos. Ahora, diez calles después no

hemos visto a otro ser viviente. Tal vez la mayor parte de las

personas en el bajo Manhattan lograron llegar al punto de

evacuación en el puente de Brooklyn, eso si los mogs aún no

lo han destruido, como sea, cualquiera que haya logrado

sobrevivir al día, va a ser lo suficiente inteligente para

mantenerse escondido en la noche.

Mientras nos acercamos al siguiente bloque, Sam y yo

rodeamos una ambulancia abandonada, escucho un susurro

desde un callejón cercano, pongo mi mano sobre el brazo de

Sam y dejamos de caminar, los susurros cesan, puedo deducir

que estamos siendo observados.

—¿Qué sucede? —Pregunta Sam, en voz baja.

—Hay alguien ahí afuera.

Sam mira en la oscuridad

—Sigamos caminando —dice después de unos

segundos—. Ellos no desean nuestra ayuda.

Es duro para mí dejar a alguien atrás, pero Sam tiene

razón, quienquiera que esté aquí afuera, le está yendo bien sin

nuestra ayuda y solo los estaríamos poniendo en un peligro

mayor llevándolos con nosotros.

Cinco minutos después, volteamos por una esquina y

vemos a la primera patrulla Mog de la noche.

Los Mogs están en el lado opuesto de la calle, así que

podemos observarlos de forma segura, hay una docena de

guerreros, todos llevando cañones, sobre ellos hay un

Page 47: El Destino de Diez [ECEN]

Skimmer, barriendo la calle con una luz ubicada en el centro

de la nave, la patrulla se mueve metódicamente por la calle,

un grupo de cuatro guerreros periódicamente se separa del

resto adentrándose a un grupo de apartamentos en las

sombras.

Los veo seguir con esa rutina dos veces, y ambas veces

suspiro de alivio cuando los veo volver sin ningún prisionero

humano.

¿Qué pasaría si estos mogs encuentran a un humano y lo

toman como prisionero llevándolo por la calle? No puedo

dejar que eso suceda. ¿O sí? Tendría que pelear.

¿Y qué si Sam y yo seguimos adelante? Ellos son

depredadores, si los dejamos vivos, tarde o temprano van a

encontrar una presa.

Mientras estoy considerando esto, Sam llama mi

atención apuntando hacía un callejón cercano que nos

ayudara a evadir a los mogs.

—Vamos —dice rápidamente—. Antes de que estén

demasiado cerca.

Me quedo en mi lugar, considerando nuestras

posibilidades, solo hay doce de ellos, más aparte la nave, he

peleado con grupos más grandes y he ganado. Si, aún estoy

exhausto por una tarde de interminables batallas, pero

tenemos el elemento de la sorpresa de nuestro lado, podría

derribar ese Skimmer, incluso antes de que se dieran cuenta

de que están bajo ataque. El resto caería fácil.

—Podemos con ellos —concluyo.

—John, ¿estás loco? — Sam pregunta, cogiendo mi

hombro—. No podemos pelear con cada Mog en Nueva York.

Page 48: El Destino de Diez [ECEN]

—Pero podemos pelear con estos —respondo—. Me estoy

sintiendo más fuerte ahora y si algo pasa podría curarnos

después.

—Asumiendo que… bueno, ya sabes, no recibamos un

disparo en la cabeza o nos maten inmediatamente, batalla tras

batalla, sanar y sanar. ¿Cuánto puedes soportar?

—No lo sé.

—Hay demasiados de ellos, debemos de saber elegir

nuestras batallas.

—Tienes razón —admito forzadamente.

Seguimos por el callejón, dejando al escuadrón

Mogadoriano atrás, lógicamente, sé que Sam tiene razón, no

debería de estar gastando mi tiempo en una docena de

Mogadorianos cuando hay una guerra más grande por ganar.

Después de un día exhaustivo, debería de conservar mi fuerza.

Sé que todo esto es verdad, pero aun así no puedo dejar de

pensar en soy un cobarde por haber evitado la pelea.

Sam apunta a una señal en la esquina de Calle Uno con

la Segunda Avenida.

—Calles numeradas, nos estamos acercando.

—Ellos estaban peleando por la calle catorce, pero eso

fue hace una hora aproximadamente, por la manera en la que

iban, pueden haber ido en cualquier dirección desde aquí.

—Así que mantengamos nuestros oídos listos para oír

explosiones o insultos creativos —dice Sam.

Sólo avanzamos unas cuantas calles antes de

encontrarnos con otra patrulla Mogadoriana, Sam y yo nos

escondemos detrás de un camión de paquetería, una vez más,

hay doce mogadorianos con un Skimmer , este grupo se

comporta diferente al anterior, la nave se queda en su sitio, su

Page 49: El Destino de Diez [ECEN]

luz apuntando a la ventana frontal de un banco. Los

mogadorianos afuera tienen sus armas apuntadas hacía el

edificio, han visto algo.

Recuento las cabezas pálidas que se ven, once, solo hay

once donde antes definitivamente había doce ¿Acaso uno de

ellos se convirtió en cenizas sin que lo notara?

—Vamos —dice Sam con cautela, probablemente piense

que estoy buscando una pelea de nuevo.

—Deberíamos irnos mientras están distraídos.

—Espera —respondo—. Algo está sucediendo aquí.

Con los otros cubriéndolos, dos mogs avanzan hacia el

frente del banco, comienzan despacio, armas en ristre,

buscando algo más allá de la luz de la nave.

Cuando alcanzan el límite del banco, ambos Mogs

arrojan sus armas al aire, el escuadrón entero está congelado,

sorprendidos por este descubrimiento.

Es telequinesis, alguien acaba de desarmar a los Mogs

con un Legado.

Le doy a Sam una mirada.

—Nueve o Cinco —digo.

—Ellos están atrapados.

Volviendo a la acción, el resto de los Mogs abren fuego

hacía la oscuridad del banco, los soldados que fueron

desarmados son levantados del suelo con telequinesis y

usados como escudos, se desintegran ante el fuego del

escuadrón. Luego un escritorio sale volando desde el interior

del banco, dos Mogs son aplastados por el mueble volador y

los demás retroceden en busca de protección. Mientras tanto

la nave se acerca a la calle, sus armas saliendo, alistándose

para disparar al banco.

Page 50: El Destino de Diez [ECEN]

—Yo me encargo de la nave, tú encárgate de los

guerreros —digo.

—Hagámoslo —responde Sam, asintiendo una vez.

—Solo espero que no sea Cinco quien esté ahí dentro.

Salgo desde atrás del camión y corro hacía la acción,

disparando mi Lumen mientras avanzo. Los nervios en mis

manos se sienten fritos, puedo sentir el calor de mi propio

Lumen, como si estuviera pasando mis manos sobre una vela,

el dolor es soportable, un obvio efecto colateral de haberlo

usado en exceso. Avanzo rápidamente, lanzando una bola de

fuego a la nave, mi primer ataque explota en su luz,

oscureciendo la calle, la nave se desestabiliza mientras

dispara al banco, haciendo daño en la pared de al lado del

edificio, con el arma distraída, espero ver a Nueve salir del

banco para unirse a la acción.

Nadie sale, tal vez si hay un Garde dentro, está herido,

después de todo un día de luchar contra uno contra otro y

contra los Mogs, debe estar aún más agotados que yo.

Oigo un zumbido de electricidad por detrás de mí, es

Sam disparando su arma, y veo como dos de los Mogs más

cercanos se convierten en ceniza. Viéndonos venir desde

atrás, otro Mog intenta esconderse detrás de un carro

estacionado, Sam lo deja al descubierto removiendo el carro

con su recién descubierta telequinesis.

Uno de los Mogs grita un montón de palabras en

mogadoriano en un comunicador, probablemente pidiendo

ayuda. Emitiendo nuestra ubicación, esto no es bueno.

Me lanzo sobre el capo de una todoterreno ubicada

convenientemente bajo la nave, en mi camino, lanzo una bola

de fuego al Mog con el comunicador, quien es envuelto en

llamas y pronto no es nada más que cenizas agrupadas, aun

Page 51: El Destino de Diez [ECEN]

así, el daño está hecho, saben que estamos aquí. Tenemos que

salir de aquí rápido.

Salto del todoterreno hacia el Skimmer, dejando un

hueco en el metal por el impulso, al mismo tiempo le doy a la

nave un golpe telequinético, no tengo el poder para derribar la

nave, pero es lo suficiente fuerte para doblar una parte de ella

justo hacía mí, aterrizo sobre ella. Los pilotos me miran, están

en shock.

Unas semanas atrás tal vez se hubiese sentido bien el ver

a los Mogadorianos con miedo, tal vez incluso hubiese dicho

algo gracioso, tomado prestada alguna de las bromas de

Nueve, pero ahora, después de todo el terror que han

sembrado, no pierdo tiempo.

Arrancó la puerta de la cabina, suelta de sus bisagras y la

lanzo hacia la oscuridad. Los Mogs tratan de desabrocharse

de sus asientos, buscando sus cañones. Antes de que puedan

hacer algo, le doy rienda suelta a un concentrado y caliente

fuego. El Skimmer inmediatamente comienza a perder el

control. Salto de la nave, aterrizando fuertemente en el pasillo

de abajo, mis piernas cansadas apenas me soportan. El

Skimmer choca contra el frente de una tienda que está

cruzando la calle y explota, humo negro sale de la tienda a

través de la ventana. Sam corre hacia mí apuntando su cañón

al piso. El resto del área está libre de Mogs. Por el momento.

—Doce menos, faltan miles. —Sam dice secamente.

—Uno de ellos hizo una llamada de auxilio. Tenemos que

irnos —le digo a Sam, pero incluso mientras lo digo, siento el

mismo aturdimiento de hace unos momentos.

La adrenalina de la batalla se ha ido, mi fatiga esta ahora

de regreso. Me tengo que apoyar en el hombro de Sam por un

minuto, hasta que consigo orientarme.

Page 52: El Destino de Diez [ECEN]

—Nadie salió del banco —Sam dice—. No creo que Nueve

esté ahí. A menos que esté herido, está demasiado tranquilo.

—Cinco —gruñó, moviéndome cautelosamente hacia la

derrumbada entrada del banco. No estoy seguro de que pueda

manejar una batalla contra él en este momento. Mi única

esperanza es que Nueve haya hecho muy bien trabajo

debilitándolo.

—Ahí —Sam dice, apuntando hacia el oscuro lobby.

Alguien se mueve alrededor. Sin embargo, parece haber

pasado la batalla escondido detrás del sofá.

—Oye, está libre acá afuera —llamo dentro del banco,

apretando mis dientes mientras iluminó mi Lumen hacia

adentro.

—¿Nueve? ¿Cinco?

No es ninguno de la Garde, camina cautelosamente

dentro de mi rayo de luz. Es una chica. Ella es probablemente

de nuestra edad, solo unos centímetros más baja que yo, con

el cuerpo de una corredora. Su cabello va hacia atrás en unas

apretadas trenzas. Sus ropas están repletas de tierra, no sé si

por la pelea o por el caos general, como sea, no se ve

lastimada. Sobre el hombro izquierdo, lleva una bolsa de

apariencia pesada. Ella ve de Sam hacia mí con sus salvajes

ojos cafés, eventualmente enfocándose en la luz brillante de la

palma de mi mano.

—Tu eres el... —dice la chica, inclinándose hacia

adelante—. Tú eres el chico de la televisión.

Ahora la chica está lo suficientemente cerca, apago mi

Lumen. No quiero delatar nuestra locación a los refuerzos

Mogs que están en camino.

—Soy John —le digo.

Page 53: El Destino de Diez [ECEN]

—John Smith. Si, lo sé —la chica asiente ansiosamente—.

Soy Daniela. Realmente mataste a esos malditos aliens.

—Uh, gracias.

—¿Había alguien más aquí contigo? —Sam interrumpe,

estirando su cuello para ver detrás de ella—. ¿Un tipo con

problemas de ira y el hábito de quitarse la camiseta o un bruto

con un solo ojo?

Daniela voltea su cabeza hacia Sam, con las cejas

levantadas.

—No. ¿Qué? ¿Por qué?

—Pensamos haber visto que alguien atacaba esos Mogs

con telequinesis —digo, mirando a Daniela otra vez, sintiendo

a partes iguales curiosidad y precaución. Hemos sido

engañados antes por potenciales aliados.

—¿Te refieres a esto? —Daniela levanta su mano y el

cañón de un Mog muerto flota hacia ella.

Ella suspira, tratando de descansar su hombro, que

apenas soporta la bolsa.

—Uh-uh. Esa es una nueva habilidad para mí.

—No soy el único —Sam respira, mirándome con ojos

salvajes.

Mi mente está girando con tantas posibilidades, tan

rápido que me quedo sin palabras. Tal vez no entienda el

porqué de esto, pero que Sam haya obteniendo Legados, tiene

sentido para mí. Él ha pasado demasiado tiempo alrededor de

nosotros, la Garde, ha hecho demasiado para ayudarnos… si

algún humano fuera de repente a desarrollar Legados, sería

él.

Las horas desde la invasión han sido tan locas que ni si

quiera he tenido tiempo de pensar sobre eso. No había

Page 54: El Destino de Diez [ECEN]

porque, realmente. Sam con Legados se sentía lógico. Cuando

imagino a otros humanos, además de Sam, teniendo Legados,

es pensando en personas que conocemos, personas que nos

han ayudado. Estaba pensando en Sarah mayormente.

Definitivamente en no una chica al azar. Sin embargo esta

chica, Daniela, teniendo Legados, significa que algo más

grande de lo que imaginé ha pasado.

¿Quién es ella? ¿Por qué tiene poderes? ¿Cuántos más

como ella hay allá afuera?

Mientras tanto, Daniela me observa otra vez como si

fuera famoso.

—Así que… hmm ¿Puedo preguntar porque me has

escogido?

—¿Escogido?

—Sí, para convertirme en una mutante —explica

Daniela—. No podía hacer esto hasta hoy cuando tú y los

chicos pálidos…

—Mogadorianos —aclara Sam

—No podía mover cosas con mi mente hasta que tú y los

Mogadorkianos aparecieron. –Termina Daniela.

—¿Cuál es el trato, hombre? Ninguna de las otras

personas que he visto afuera tiene poderes. ¿Soy radioactiva?

¿Qué más puedo hacer? Tus manos brillaban. ¿Voy a ser

capaz de hacer eso? ¿Por qué yo? Contesta la última primero.

—Yo… —froto la parte trasera de mi cuello, abrumado—.

No tengo idea de porque tú.

—Oh —Daniela frunce la frente, mirando hacia el piso.

—John ¿No deberíamos de estar moviéndonos?

Page 55: El Destino de Diez [ECEN]

Asiento cuando Sam me recuerda la inminente llegada

de los refuerzos Mogadorianos. Ya hemos estado aquí

demasiado tiempo hablando. Parados frente a mí… y junto a

mí, hay… ¿Qué exactamente? ¿Nuevos miembros de la Garde?

Humanos. Es algo que nunca hubiera contemplado. Necesito

envolver mi cabeza con este nuevo estatus rápidamente,

porque si hay más humanos Garde ahí afuera, estarán

buscando una guía. Y con todos nuestros Cêpan muertos…

bueno, eso nos deja a nosotros. Los Lorics.

Primero lo primero, necesito asegurarme que Daniela se

mantenga con nosotros. Necesito tiempo para hablar con ella,

para intentar descubrir que exactamente desencadenó sus

Legados.

—No es seguro aquí, deberías venir con nosotros —le

digo.

Daniela mira alrededor a la destrucción que nos rodea.

—¿Estaré a salvo a donde van?

—No. Obviamente no.

—Lo que John quiere decir es que, particularmente este

bloque estará lleno de Mogs en cualquier momento —Sam

explica. Él comienza a alejarse del banco, tratando de

guiarnos con el ejemplo. Daniela no lo sigue así que yo

tampoco.

—Tu compañero es nervioso —observa Daniela.

—Me llamo Sam.

—Eres una persona nerviosa, Sam. —Daniela responde,

con una mano en la cintura. Ella me vuelve a mirar,

midiéndome.

—Si más de esos aliens vienen ¿No puedes simplemente

mandar a volar lejos sus traseros?

Page 56: El Destino de Diez [ECEN]

—Yo… —me encuentro a mí mismo teniendo que reciclar

la lógica de ―elige tus peleas‖ que me eriza cuando Sam lo usa

conmigo.

—Son demasiados para seguir peleando. Tal vez no lo

sientes ahora, porque apenas has empezado a usarlos, pero

nuestros Legados no son una fuente ilimitada. Podemos

empujar muy fuerte, terminar cansados, y entonces no

seremos ningún bien para nadie.

—Buen consejo —Daniela dice. Ella parece arraigada en

su lugar—. Que mal que no pudiste contestar ninguna de mis

otras preguntas.

—Mira, no sé porque tienes Legados, pero es una cosa

asombrosa. Es bueno. Es el destino, tal vez. Puedes ayudarnos

a ganar esta guerra.

Daniela resopla por la nariz

—¿En serio? No estoy peleando en ninguna guerra, John

Smith de Marte. Estoy intentando sobrevivir aquí. Esto es

América. El ejército se encargara de estos débiles traseros

aliens. Consiguieron que cayéramos, eso es todo.

Sacudo mi cabeza en desacuerdo. Realmente no hay

tiempo de explicar a Daniela todo lo que necesita saber sobre

los Mogadorianos. Su tecnología superior, su infiltración en el

gobierno de la Tierra, la interminable cantidad de pálidos

guerreros y monstruos. Nunca tuve que explicar esas cosas a

los otros miembros de la Garde. Siempre supimos los riesgos,

fuimos criados para entender nuestra misión aquí en la

Tierra. Pero Daniela y los otros novatos Garde que tal vez

vaguen alrededor... ¿Qué si no están listos para pelear? ¿O no

quieren?

Una explosión sacude el piso bajo mis pies, emana de

unos bloques a la distancia, pero sigue siendo lo

Page 57: El Destino de Diez [ECEN]

suficientemente fuerte para encender las alarmas de los autos

y hacer vibrar mis dientes. Humo denso, más oscuro que el

cielo nocturno, flota a la vista desde el norte. Suena como si

un edificio hubiese colapsado.

—En serio —Sam dice—. Algo se dirige en nuestro

camino.

Otra explosión, más cerca, confirma la suposición de

Sam. Me volteo desesperado hacia Daniela.

—Podemos ayudarnos entre nosotros. Tenemos que, o

no sobreviviremos —le digo, pensando no solo en nosotros

tres, sino en humanos y Lorics.

—Estamos buscando a nuestro amigo. Una vez que lo

encontremos, saldremos de Manhattan. Hemos escuchado

que el gobierno ha establecido una zona segura alrededor del

puente de Brooklyn. Llegaremos ahí y…

Daniela manda a volar mi plan entero, parándose

enfrente de mí. Su voz se alza, y puedo sentir su telequinesis

golpeando mi pecho, como si presionara fuerte su dedo

índice.

—Mi padrastro fue rostizado por esos cabrones pálidos y

ahora estoy aquí afuera buscando a mi mamá, chico alíen. Ella

trabaja por aquí. ¿Tú dices que debo abandonar todo y unirme

a tu ejército de dos, corriendo alrededor de la ciudad, en la

que jugaste un papel importante para hacerla explotar? ¿Estás

diciendo que el amigo que buscas es más importante que mi

mamá?

Otra explosión. Aún más cerca. No tengo idea de que

decirle a Daniela. ¿Salvar a la Tierra es más importante que

salvar a su mamá? ¿Ese es mi discurso? ¿Hubiera escuchado

eso si alguien hubiera dicho eso sobre Henri o Sarah?

Page 58: El Destino de Diez [ECEN]

—Oh, por dios —Sam dice exasperado—. ¿Podemos al

menos estar de acuerdo en correr en la misma dirección?

Y ahí es cuando los refuerzos aparecen a la vista. No es

un escuadrón de Skimmers o guerreros los que vienen a

matarnos.

Es el Anubis.

Page 59: El Destino de Diez [ECEN]

La enorme nave de guerra, más grande que un porta aviones,

se vuelve visible en el cielo nocturno cuando se mantiene

como a cinco calles de distancia. Se mueve lentamente a

través del denso humo que se levanta de sus recientes

atentados. Sam y yo hemos sido capaces de mantenernos

alejados del Anubis hasta esta tarde, peleando en nuestro

camino hacia el sur mientras lentamente nos rodeaba el

horizonte por el este. Pero ahora, aquí está. Sobrevolando la

Avenida, directamente en la dirección de Union Square.

Cierro mis puños. Setrákus Ra y Ella están a bordo del

Anubis. Si tan solo pudiera subir ahí, tal vez pudiera abrirme

camino hacia el líder Mogadoriano. Tal vez pudiera matarlo

esta vez. Sam se mantiene a mi lado.

—Lo que sea que estés pensando, es una mala idea.

Necesitamos correr, John.

Y puntuando la declaración de Sam, una bola candente

de energía eléctrica se forma en el enorme cañón en el casco

del Anubis. Es como un sol en miniatura construido dentro

del cilindro, y por un momento ilumina el bloque, cubriéndolo

con un azul fantasmal. Entonces, con un sonido como de cien

armas Mogs disparando al mismo tiempo, la energía sale

fuera del cañón, abriéndose camino a través de la fachada de

un edificio de oficinas cercano, la estructura de veinte pisos

colapsa casi inmediatamente hacia adentro.

Page 60: El Destino de Diez [ECEN]

Una ola de polvo rueda por la calle hacia nosotros.

Tosiendo, los tres tenemos que cubrir nuestros ojos. El polvo

podría darnos algo de cubierta, pero eso realmente no

importa cuando una nave de guerra tiene un arma que puede

destruir edificios enteros. El Anubis se acerca, preparándose

para otro disparo. No estoy seguro de si Setrákus Ra tiene

como objetivo los edificios o si simplemente está destruyendo

cosas aleatoriamente, esperando golpearnos. El Anubis es

como la fuerza de la naturaleza y está dirigiéndose hacia

nosotros.

—Al diablo con esto —escucho decir a Daniela, y

entonces se va.

Sam la sigue y yo también, los tres volvemos al camino

por el cual Sam y yo acabamos de venir. Tendremos que

descubrir otra forma de rastrear a Nueve. Si sigue en el área,

espero que haya conseguido salir del bombardeo.

—¿Sabes hacia dónde vamos? —Sam le grita a Daniela.

—¿Qué? ¿Ustedes están siguiéndome ahora?

—Conoces la ciudad, ¿no?

Otro edificio explota detrás de nosotros. El polvo es más

espeso esta vez, nos ahoga, y mi espalda es golpeada por

pequeños trozos de cemento. La explosión fue demasiado

cerca. Tal vez no seamos capaces de escapar a la siguiente.

—¡Necesitamos salir de la calle! —grito.

—¡Por este lado! —Daniela grita, girando bruscamente a

la izquierda, momentáneamente nos saca del diluvio de

escombros que caen por la avenida.

Cuando Daniela gira, algo se desliza fuera del roto cierre

de su mochila. Por un segundo, mis ojos siguen un billete de

cien dólares mientras flota a través del aire y es rápidamente

tragada por la ondulante nube de escombros. Algo difícil de

Page 61: El Destino de Diez [ECEN]

notar cuando estas corriendo por tu vida. Espera. ¿Qué estaba

haciendo exactamente cuando los Mogs la acorralaron?

No hay tiempo de preguntar. Otra explosión en el área,

esta fue definitivamente más cerca y lo suficientemente fuerte

para tirar a Sam al piso. Lo levanto y seguimos adelante.

Aunque Daniela solo esta unos pasos adelante, se ve como

una silueta.

—¡Aquí! —ella nos grita.

Intento prender mi Lumen pero no ayuda debido al

remolino de escombros. No tengo idea de adónde nos lleva

Daniela, no hasta que el piso debajo de mis pies desaparece y

caemos dentro de un hoyo en el suelo.

—Uf. —Sam grita mientras golpea con el concreto del

piso a mi lado. Daniela está en pie a unos metros. Mis manos

y rodillas están raspadas por la caída, pero fuera de eso, no

estoy lastimado. Miro sobre mi hombro, viendo una escalera

oscura que rápidamente se llena de escombros. Estamos en

una estación de metro.

—Una advertencia hubiera estado bien —le suelto a

Daniela.

—Tú dijiste, fuera de la calle —ella responde—. Esto es

fuera de la calle.

—¿Estas bien? —Le pregunto a Sam, ayudándolo. Él

asiente, recuperando su respiración.

La estación del metro comienza a vibrar. Los torniquetes

de metal traquetean y más polvo se filtra hacia abajo desde el

techo. Incluso a través del muro de concreto, escucho el

poderoso rugido de la maquinaria de la nave. El Anubis debe

estar encima de nosotros. Un azul eléctrico ilumina

ligeramente la estación desde afuera.

Page 62: El Destino de Diez [ECEN]

—¡Vamos! —Grito, empujando a Sam, Daniela ya saltó el

torniquete—. ¡Hacia los túneles!

El cañón descarga con un fuerte chillido. Incluso

protegidos con capas de concreto, me estremezco por la

electricidad, mi cuerpo efervesciendo hasta los huesos. La

estación de metro tiembla y, sobre nosotros, un edificio suelta

un gemido lastimero mientras su acero de dobla y colapsa. Me

giro y corro, saltando sobre el rastro de Sam y Daniela. Miro

sobre mi hombro mientras el techo comienza a ceder, primero

sellando las escaleras por las que acabamos de bajar, después

extendiéndose más dentro de la estación. No va a resistir.

—¡Corran! —grito otra vez, luchando por ser escuchado

sobre el derrumbamiento de la estructura.

Dentro de la oscuridad del túnel, corremos. Prendo mi

Lumen para que podamos ver, mi luz brilla sobre el camino de

metal a cada lado de nosotros. Percibo movimiento a mi lado

y me toma un momento darme cuenta que hay una manada

de ratas corriendo a nuestro lado, huyendo también del

colapso. En algún lugar de aquí, una tubería debió romperse

porque estoy corriendo a través de agua que cubre hasta mi

tobillo.

Con mi oído mejorado, escucho las tuberías que nos

rodean moverse y gotear. Lo que sea que el Anubis está

destruyendo al nivel de la calle, está causando un daño mayor

a los cimientos de la ciudad. Miro al techo justo a tiempo para

ver una grieta irregular abrirse camino a través del cemento,

rompiéndose en más grietas que se propagan por la pared. Es

como si quisiéramos correr más rápido que el daño de la

estructura. No podemos ganar esta carrera. El túnel va a

colapsar. Estoy a punto de gritar una advertencia cuando el

túnel cae encima de Daniela. Ella solo tiene tiempo de mirar

hacia arriba y gritar mientras un desalojado pedazo de

Page 63: El Destino de Diez [ECEN]

cemento se derrumba sobre ella. Pongo toda mi fuerza en mi

telequinesis y lo empujó hacia arriba.

Se mantiene. Logro mantener el derrumbe lejos de la

cabeza de Daniela. Ejerzo tanta fuerza para contener el

masivo peso de encima, que soy empujado sobre mis rodillas.

Siento que las venas en mi cuello sobresalen, sudor fresco

resbala por mi espalda. Es como cargar un tremendo peso

cuando ya estás cansado. Y mientras tanto, nuevas grietas se

propagan de la parte rota del techo. Es física, el peso debe ir a

algún lado. Y eso será justo encima de nosotros. No puedo

soportar esto. No por mucho tiempo.

El sabor de la sangre llega a mi boca y me doy cuenta que

estoy mordiendo mi labio. No puedo ni gritarles a los otros

por ayuda. Si muevo incluso un poco de mi concentración en

la telequinesis, el peso se volverá demasiado.

Por suerte, Sam se da cuenta de lo que pasa.

—¡Tenemos que mantener el techo! —Le grita a

Daniela—. ¡Tenemos que ayudarle!

Sam se para junto a mí y levanta sus manos. Siento su

fuerza telequinética unirse a la mía y alivia algo de la presión.

Soy capaz de levantarme de mis rodillas.

Por el rabillo de mi ojo, veo a Daniela dudar. La verdad

es, que si ella corre ahora, conmigo y Sam deteniendo el túnel,

probablemente podrá ponerse a salvo. Estaremos arruinados,

pero ella lo lograría.

Daniela no corre. Se mantiene al otro lado mío y levanta

sus manos. El cemento del techo cruje y más grietas crecen en

las paredes del túnel. Es un balance delicado, nuestras

telequinesis fuerzan el peso de la construcción rota a moverse

a otra parte. No importa lo que hagamos, eventualmente, este

túnel va a colapsar.

Page 64: El Destino de Diez [ECEN]

Gran parte del peso ha sido tomado por ellos, así que

puedo hablar de nuevo. Ignoro la quemante agonía en mis

músculos, la pesadez hundiéndose en mis hombros. Sam y

Daniela se mantienen, esperando mis instrucciones.

—Caminen… caminen hacia atrás. —Logro gruñir—.

Soltémoslo… lentamente.

Hombro con hombro, los tres marchamos lentamente de

regreso bajo el túnel. Mantenemos la presión telequinética

directamente sobre nosotros, gradualmente dejando ir

secciones de techo por las que de forma segura, pasamos. Se

derrumban y colapsan en nuestro camino. En un punto, veo

un par de automóviles caer en el túnel, rápidamente tragados

por las ruinas. La calle arriba de nosotros se colapsa, pero los

tres la mantenemos.

—¿Cuánto más? —Sam pregunta con los dientes

apretados.

—No lo sé —respondo—. Sigamos moviéndonos.

—Mierda —Daniela repite una y otra vez, su voz en un

ronco susurro. Puedo ver sus brazos temblando.

Ambos, Daniela y Sam son novatos, no acostumbrados a

la telequinesis. Nunca había soportado este peso antes, ni si

quiera yo estuve cerca de hacerlo en mi primer día con

Legados. Puedo sentir su fuerza tambalear, comenzando a

resbalarse. Solo necesitan resistir un poco más. Si no lo hacen,

estamos muertos.

—Lo vamos a lograr —gruñó—. ¡Continúen!

Puedo sentir el túnel del metro en pendiente

gradualmente bajo mis pies. Llegamos más profundo, el techo

es más resistente encima de nosotros. Paso a paso, la presión

telequinética que necesitamos es menor, hasta que finalmente

alcanzamos una sección del túnel donde el techo es estable.

Page 65: El Destino de Diez [ECEN]

—Déjenlo ir —les gruñó—. Está bien, déjenlo ir.

Como uno solo, liberamos nuestro agarre del techo.

Unos metros más lejos, el último pedazo de techo que

soportábamos se estrella en el túnel, bloqueando el camino de

entrada. Arriba de nosotros, el techo cruje y se mantiene. Los

tres colapsamos en la sucia agua que cubre el fondo del túnel.

Siento como si un peso ha sido quitado de mis hombros.

Escucho un sonido de arcadas cerca de mí y me doy cuenta

que Daniela está vomitando. Intento levantarme y sostenerla,

pero mi cuerpo no coopera. Caigo con la cara dentro del agua.

Un segundo después, la mano de Sam está bajo mi

brazo, levantándome. Su rostro esta pálido y tenso, como si

no tuviera mucho más que dar.

—Oh, hombre ¿Se está muriendo? —Daniela le pregunta

a Sam.

—No importa que tanto techo hayamos mantenido, él

probablemente estaba cargando cuatro veces más que

nosotros. —Sam responde—. Ayúdame con él.

Daniela se desliza bajo mi otro brazo. Ella y Sam me

levantan, arrastrándose por el túnel.

—Él acaba de salvar mi vida. —Daniela dice, aun

jadeando.

—Sí, él siempre hace eso. —Sam voltea su cabeza,

hablándome al oído.

—¿John? ¿Puedes escucharme? Puedes apagar las luces.

Podemos caminar en la oscuridad por un momento.

Ahí es cuando me doy cuenta que sigo iluminando el

túnel con mi Lumen. Corriendo del humo, y aun así

instintivamente manteniendo las luces encendidas. Toma un

esfuerzo consciente de mi parte hacer que mi Lumen se

apague, para no pelear contra mi propio agotamiento, me

Page 66: El Destino de Diez [ECEN]

permito a mí mismo ser llevado. Me dejo ir. Confió en Sam. Y

entonces no puedo sentir más los brazos de Daniela y Sam

alrededor de mí. No puedo sentir mis pies siendo arrastrados

a través del agua sucia de los túneles. Todos mis dolores y

sufrimientos son derretidos fuera hasta que estoy en paz

flotando a través de la oscuridad. La voz de una mujer

interrumpe mi descanso.

—John…

Una mano fría se desliza dentro de la mía. Es esbelta y

femenina, frágil, pero aprieta con suficiente fuerza para

forzarme a traer de vuelta mis sentidos.

—Abre tus ojos, John.

Hago lo que dice y me encuentro a mí mismo acostado

en una mesa de operaciones en un cuarto austero, de

apariencia siniestra y maquinaria quirúrgica esparcida

alrededor de mí. Justo al lado de mi cabeza, está una máquina

que parece una aspiradora, un tubo de succión con un

escalpelo, al final está atado a un barril lleno con una viscosa

sustancia negra que se retuerce. La rebosante cosa flotando a

través de la maquina me recuerda a la cosa que limpie de las

venas del Secretario de Defensa. Solo con verla, hace que mi

piel se erice. Es inherentemente, natural y Mogadoriana. Esto

no está bien. ¿Dónde estoy? ¿Fuimos capturados mientras

estaba inconsciente?

No puedo sentir mis brazos o piernas. Y aun así,

extrañamente, no entro en pánico. Por alguna razón, no

siento como si estuviera en un peligro real. He tenido esta

experiencia extracorpórea antes.

Estoy en un sueño, me doy cuenta. Pero no mi propio

sueño. Alguien más está controlando esto.

Page 67: El Destino de Diez [ECEN]

Con algo de esfuerzo, logro girar mi cabeza a la

izquierda. No hay nada en esa dirección, excepto más equipo

de apariencia rara, una mezcla de herramientas médicas de

acero inoxidable y complicada maquinaria como las cosas que

encontramos dentro de Ashwood. En la pared más lejana, sin

embargo, hay una ventana. Una portilla, realmente. Estamos

en el aire, el cielo es oscuro afuera, iluminado solo por el

fuego de la ciudad de abajo.

Estoy a bordo del Anubis, flotando sobre Nueva York.

Tratando de tomar cada detalle, giro mi cabeza a la

derecha. Un grupo de Mogadorianos vestidos con batas de

laboratorio y usando guantes esterilizados rodeados de mesas

de metal exactamente como en la que estoy acostado. Hay un

pequeño cuerpo en la mesa. Uno de los Mogs detiene un tubo

de otra de esas rebosantes maquinas, en el proceso de

presionar dentro del esternón de la joven chica en la mesa.

Ella.

Ella no llora cuando los filos de esas cosas la presionan

en el pecho. Estoy sin poder de hacer algo mientras la cosa

negra pegajosa mogadoriana es lentamente bombeado dentro

de ella.

Quiero gritar. Antes de que pueda, Ella gira su cabeza y

hace contacto visual conmigo.

—John —Ella dice, su voz totalmente en calma a pesar de

la horrible cirugía a la que está siendo sometida.

—Levántate. No tenemos mucho tiempo.

Page 68: El Destino de Diez [ECEN]

—Podemos hacerlo, pero primero necesitamos entender cómo

piensa Phiri Dun-Ra —susurra Adam.

—Tú eres el experto en psicología Mog. —Respondo,

viendo como Adam utiliza una rama rota para dibujar un

cuadrado en la tierra—. Ilumínanos.

Los tres estamos en cuclillas al lado de nuestro Skimmer

sin vida, en la franja de tierra que los Mogs estaban usando

como una pista de aterrizaje. Está oscuro ahora, pero los Mogs

tenían un montón de linternas eléctricas de mano para iluminar

su entrada al Santuario. Supongo que Phiri no tuvo la previsión

para robar todas las pilas, así que al menos tenemos luz.

También hay algunos grandes focos colocados alrededor del

perímetro del templo, pero los hemos dejado apagados. No

necesitamos facilitarle su espionaje. La selva que nos rodea

parece más fuerte ahora que el sol ha bajado, el canto de los

pájaros tropicales se ha reemplazado por el zumbido estridente

de miles de millones de mosquitos. Me abofeteo la parte de

atrás de mi cuello cuando uno de ellos trata de picarme.

—No hay duda en mi mente, ella está ahí fuera ahora

mismo, observándonos —dice Adam—. Cada Mog guerrero de

su clase es entrenado en la vigilancia.

—Sí, lo sabemos —respondo, mirando hacia la oscuridad.

Page 69: El Destino de Diez [ECEN]

—Ustedes han estado acechándonos durante toda nuestra

vida, ¿recuerdas? —Adam continúa, ignorándome.

—Ella, probablemente es capaz de andar por lo menos tres

días sin dormir. Y no se queda en un solo lugar, ella se moverá.

No habrá un campamento ni nada de eso. Si vamos allí después

de ella, ella se habrá movido, se mantendrá por delante de

nosotros. Ella tiene un montón de selva para esconderse. Dicho

esto, va a usar su instinto para estar cerca. Ella querrá mantener

control sobre nosotros.

Marina frunce el ceño en Adam, viendo como él dibuja

algunas líneas onduladas en la tierra alrededor del cuadrado.

Me doy cuenta de que está dibujando el Santuario y la selva

circundante.

—Así que tenemos que sacarla —dice Marina.

—¿Sabes una buena manera para hacer eso? —Le

pregunto a Adam.

—Le damos algo a lo que ningún Mog puede resistirse —

Adam responde, y dibuja una "M" en la parte occidental de la

selva. Entonces, él da a Marina una mirada afilada—. Un Garde

vulnerable.

Inmediatamente, siento que el aire que nos rodea llega un

poco más frío. Marina se inclina hacia adelante, acercándose a

Adam, sus ojos se estrechan amenazadoramente.

—¿Te parezco vulnerable, Adam?

—Por supuesto que no. Sólo queremos presentarte de esa

manera.

—Una trampa —le digo, tratando de intervenir—.

Marina, relájate.

Page 70: El Destino de Diez [ECEN]

Marina me da una mirada, pero siento su aura helada.

—Así que —Adam continúa—, en primer lugar, nos

separamos.

—¿Dividirnos? —Marina repite—. Estás bromeando.

—Eso siempre es la peor idea —le digo.

—Podemos solo salir y cazarla —dice Marina—. Seis

puede hacernos invisibles. Ella no va a tener ninguna

oportunidad.

—Eso podría llevar toda la noche —dice Adam—. Tal vez

más tiempo.

—Y no es precisamente fácil moverse a través de una selva

oscura —le recuerdo a Marina, pensando en nuestro viaje a

través de los Everglades.

—Nos separamos porque es un movimiento tonto —

Adam explica—. Hacemos que parezca que estamos tratando

de encontrarla, como que estamos tratando de cubrir más

terreno. Phiri Dun-Ra lo verá como una oportunidad…

Adam dibuja tres líneas que se mueven lejos del templo,

desplegándose en la selva.

—Seis, irás al este, voy a ir al sur y, Marina, va a ir al oeste.

—Adam me mira—. Al llegar doscientos pasos en la selva, Seis,

te haces invisible. Ella no te vera en ese momento.

—¿Qué te hace pensar que no me va a atacar? —

Pregunto—. Puedo ser vulnerable.

Marina resopla. Adam niega con la cabeza.

—Ella va a ir por nuestra sanadora primero. Lo sé.

—¿Porque es lo que harías? —Pregunta Marina.

Page 71: El Destino de Diez [ECEN]

Adam mira a sus ojos.

—Sí.

Marina y yo intercambiamos una mirada. Al menos Adam

está haciéndolo como si fuera a cazarnos. Estoy contenta de que

esté de nuestro lado.

—Supongo que tiene sentido —dice Marina, examinando

los dibujos en el lodo. De repente, ella mira hacia Adam—.

Espera. ¿Estás diciendo que los Mogs saben que soy un sanador?

—Por supuesto —responde—. Cualquier Legado que

hemos observado en el campo se ha convertido en parte de sus

expedientes. Y todos Mogs estudian esos. Es como su segundo

actividad de ocio favorita después del Gran Libro.

—Divertido —le digo. Marina considera esto.

—No podrían saber acerca de mi visión nocturna. No es

algo que se pueda observar.

Adam levanta la vista de su plan de batalla.

—¿Tienes visión nocturna?

Marina asiente.

—Si tienes razón y Phiri hace lo que dices, en realidad

podría verla venir.

—Eh —Adam responde—. Bueno, eso es una ventaja.

—Entonces, ¿qué hago después de volverme invisible? —

Pregunto.

—Tú me encuentras, me haces invisible, y luego doblamos

hacia atrás y seguimos a Marina. Para respaldarla cuando Phiri

Dun-Ra ataque.

Page 72: El Destino de Diez [ECEN]

—¿Y si ella me ataca antes de que ustedes lleguen? —

Pregunta Marina.

Adam sonríe.

—Supongo que, tratar de no matarla hasta que tengas de

nuevo los conductores.

—¿Crees que simplemente va a entregarlos? —Marina

pregunta, inclinando la cabeza ante Adam.

—Con suerte, ella los está llevando ahora —responde.

—¿Y si no es así?

—Yo… —Adam ve desde Marina a mí, tratando de medir

nuestras reacciones—. Hay maneras de hacer que la gente

hable. Incluso a los Mogadorianos.

—Nosotros no torturamos —dice Marina enfáticamente.

Incluso después de todo lo que ha pasado, incluso después de

perder a Ocho, ella sigue teniendo la brújula moral. Ella me mira

como apoyo—. ¿Cierto, Seis?

—Lo averiguaremos —respondo, no queriendo tomar una

posición por momento—. Lo primero es lo primero. Vamos por

la perra.

Los tres hacemos un gran espectáculo en la separación,

cada uno de nosotros lleva una de las linternas eléctricas en la

selva prohibida. Mientras paso a través de las vides gruesas y las

ramas en la densa maleza, concentro mi audición tanto como

sea posible. Estoy esperando que tal vez voy a tropezar con

Phiri, y acortar todo este plan de Adam, pero no hay suerte. Sólo

tengo éxito en la amplificación de los sonidos incesantes de la

selva. A mi izquierda, algo oscuro y peludo grita una

advertencia mientras me muevo a través de su territorio. Hay

mucho movimiento y ruido aquí. Adam tenía razón, en que sería

Page 73: El Destino de Diez [ECEN]

casi imposible rastrear a Phiri Dun-Ra. Empujo a un lado una

rama con más fuerza de la necesaria. Regresa y golpea mi

hombro. Aprieto los dientes y me pregunto si yo podría llamar a

un huracán sobre toda esta estúpida selva y tomar a Phiri Dun-

Ra.

Un Mog. Estamos aquí persiguiendo a un estúpido Mog.

Esto debe ser exactamente lo que Phiri Dun-Ra quería, para

sacarnos del juego, mientras que quién demonios sabe lo que

pasa en Nueva York. Una invasión a escala completa podría

estar en marcha. Me imagino a John y a Nueve tratando de

luchar contra hordas de Mogadorianos, Sam corriendo por su

vida, el mundo entero envuelto en llamas. Sí, tenemos que

darnos prisa.

Antes de separarnos y dirigirnos hacia la selva,

encendimos las grandes luces de trabajo halógenas de todo el

perímetro del Santuario, para que fuéramos capaces de

encontrar el camino de vuelta. Una vez que he ido lo

suficientemente lejos, tanto que apenas puedo ver las luces a

través de los árboles, me vuelvo invisible. Sólo en caso de Phiri

Dun-Ra me esté mirando en lugar de Marina. Utilizo mi

telequinesis para hacer flotar mi linterna por delante de mí.

Espero unos segundos para ver si alguna sombra se desprende

de la selva circundante, cuando nada lo hace, engancho la

linterna a una rama baja y la dejo atrás.

Me siento cómoda con mi propia invisibilidad, y de haber

desarrollado un buen sentido de la conciencia espacial después

de años de práctica. Aun así, no es fácil navegar sin mi luz. Por

lo menos tengo un poco de experiencia de la vez anterior en

Florida. Me tomo las cosas con calma, mirando a menudo al

suelo fangoso frente a mí, agachándome bajo para pasar por

debajo de las ramas. En un punto, tengo que caminar con

Page 74: El Destino de Diez [ECEN]

cuidado sobre una serpiente de cascabel de rayas, la cosa ni

siquiera se da cuenta cuando paso. En poco tiempo, veo la

linterna de Adam a través de la selva. Se mueve deliberadamente

lento, esperando a que yo lo alcance. Él no me oye venir.

Cuando me deslizo mi mano en la suya, en el momento antes de

volverlo invisible, oigo su aliento y sus hombros se tensan.

—¿Te asuste? —Susurro. Le arranco la linterna de la otra

mano con mi telequinesis, pasando por la misma rutina que hice

con la mía.

—Me sorprendió, eso es todo —él responde en voz baja—.

Vámonos.

Empezamos a recorrer nuestro camino por la selva hacia

donde Marina debe estar. Estoy cuidando de no ir demasiado

rápido al principio, pero Adam tiene buen equilibrio y parece

estar manteniéndolo muy bien. Su mano es sorprendentemente

fresca y seca a pesar del aire húmedo de la selva. Es

comprensible, toda esta situación no se le es extraña a él en

absoluto. Se me escapa una risita.

—¿Qué? —Me pregunta, su voz es un susurro en la

oscuridad.

—Simplemente nunca imagine llegar a un punto en mi

vida donde me gustaría estar de la mano de un Mogadoriano —

respondo.

—Somos aliados —Adam responde—. Es para la misión.

—Sí, gracias por aclarar eso. Aun así, ¿no es raro para ti?

Adam hace una pausa.

—En realidad no.

Page 75: El Destino de Diez [ECEN]

Adam no dice nada más. Recuerdo algo que dijo en el

vuelo de regreso hacia el Santuario.

—¿A quién te recuerdo? —Le pregunto mientras subimos

con cuidado sobre un tronco caído.

—¿Qué?

—De camino, en el Skimmer, dijiste que yo te recordaba a

alguien.

—¿Quieres hablar de eso ahora? —Susurra.

—Soy curiosa —Respondo, mantengo ojo hacia fuera

buscando el brillo revelador de la linterna de Marina. Nosotros

no la vemos todavía. Adam está tranquilo durante el tiempo

suficiente que me pongo a pensar que él no va a hablar más, y

que su silencio es una reprimenda por no apegarme a la misión.

Estoy a punto de decirle: yo puedo rastrear con éxito un Mogadoriano

en el mismo tiempo que lleva esta pequeña charla, muchas gracias, cuando

por fin me responde.

—Número Uno —dice—. Es a quien me recuerdas.

—¿Uno? ¿La Garde de la que tomaste tu Legado? —Su

mano se tensa en la mía, como queriendo alejarse.

—Ella me dio su Legado —Adam responde—. Yo no tomé

nada.

—Correcto —respondo—. Lo siento. Mala elección de

palabras. No me di cuenta de que en realidad la conocieras.

—Teníamos… una relación compleja.

—¿Cómo? ¿Estuviste a cargo de acosarla o algo así?

Adam suspira.

Page 76: El Destino de Diez [ECEN]

—No. Después de que fue asesinada, la conciencia de Uno

se implantó en mi cerebro junto con la mía. Durante un tiempo,

básicamente, compartimos un cuerpo. Supongo que es por eso

que no estoy preocupado con la mano o lo que sea que debiera

hacerme sentir incómodo durante los últimos cinco minutos.

He estado muy, muy cerca de la Garde desde antes.

Ahora es mi turno de caer en silencio. Yo nunca conocí a

número Uno. Ella sigue siendo un completo misterio para mí,

más como un concepto. La única con mala suerte. La primera al

bate. La primera en ser asesinada. Y sin embargo, Adam tiene

todo este conocimiento íntimo de ella. Es extraño pensar que un

Mogadoriano ha pensado más en número Uno de lo que yo he

hecho. No sólo eso, pero suena como si realmente se preocupara

por ella. Nuestro mundo sólo se pone más y más extraño.

—Ahí está ella —Susurro, liberándonos de cualquier

conversación incómoda cuando la linterna de Marina está a la

vista.

—Bien —Adam dice, sonando aliviado—. Ahora seguimos

adelante y esperamos a Phiri Dun-Ra que tome la…

Es interrumpido por el chisporroteo del fuego azul cobalto

en el aire, a la derecha de la linterna de Marina. Incluso con

todo el ruido de la selva, puedo oír gritar a Marina.

—¡Mierda! ¡Corre! —Libero la mano de Adam a través de

la selva, usando mi telequinesis para empujar a un lado las

ramas enredadas y bloqueos de las densas hojas. Estoy segura de

que cojo algunos rasguños en el camino, pero eso no importa.

Las criaturas suenan alrededor, en pánico porque cruzo a

través de su territorio.

Estoy lejanamente consciente de que Adam corre detrás de

mí, aprovechando el camino que estoy limpiando. Más adelante,

Page 77: El Destino de Diez [ECEN]

puedo decir que la linterna de Marina ha caído al suelo por la

forma en que lanza haces torcidos de luz a través de las ramas

de los árboles retorcidos. Corro con el acelerador a fondo, me

toma menos de un minuto pasar a través de la selva. Me echo en

el pequeño claro donde la linterna de Marina está en el suelo,

justo a tiempo para ver a Marina corriendo con la mano en una

quemadura de desintegrador en la parte superior del brazo. Ella

me mira mientras cura su piel con ampollas.

—El plan funcionó —dice Marina casualmente.

—Estás herida —le respondo.

—¿Esto? Tiro de suerte.

Doy un suspiro de alivio, luego de mirar a la izquierda de

Marina, donde Phiri Dun-Ra nos mira de rodillas. Hay un rastro

de sangre fresca que gotea a través de su montón de tatuajes

Mog y trenzas dolorosamente peinadas, probablemente desde

que Marina le golpeo. El desintegrador de Phiri está en la tierra

al lado de ella, fuera del alcance y doblado por un ataque

telequinético. Sus manos y tobillos están sujetos en lo que, me

doy cuenta rápidamente, deben ser grilletes hechos de hielo

sólido. Parece que Marina lo ha hecho bastante bien con su

nuevo Legado. Adam llega al claro unos segundos después de

mí. La mirada de Phiri Dun-Ra de odio se intensifica cuando él

aparece.

—Tú la tienes —dice Adam, y Marina asiente, incluso

sonríe un poco.

—¿Estás bien?

—Estoy bien —Marina responde.

—Ahora… ¿Que debemos hacer con ella?

Page 78: El Destino de Diez [ECEN]

—Debes matarme —gruñe Phiri Dun-Ra, escupiendo en el

suelo delante de ella—. La visión de un verdadero traidor con

ustedes, basura Loric, ofende mis ojos, yo ya no quiero vivir.

—Hola también, Phiri —dice Adam, poniendo los ojos en

blanco—. ¿Qué le hiciste a mi Chimæra?"

Los ojos de Phiri Dun-Ra se iluminan.

—Un pequeño truco que aprendí de los científicos de

Plum Island con frecuencias desintegradoras. ¿Murió tu

mascota? No tuve tiempo para comprobar su cuerpo.

—Él sobrevivió. A diferencia de ti.

—No vamos a matarte —comienzo a decir, pero Phiri se

revuelca en la suciedad, interrumpiéndome.

—Porque eres cobarde —sisea—. ¿Quieres rehabilitarme

como a éste? Convertirme en otra mascota Mogadoriana? Eso

no pasara.

—No me has dejado terminar —digo, dando un paso más

cerca de ella—. No vamos a matarte… todavía.

—¿La buscaste? —Adam pregunta a Marina.

—Lo único que llevaba era el cañón —Marina responde.

El resto del equipo de Phiri es la armadura elegante de

cuerpo estándar de un guerrero Mog. No hay lugar para ocultar

un montón de piezas de la nave.

—¿Dónde están los conductores? —Le pregunto—.

Devuélvenoslos y por lo menos tu muerte va a ser rápida.

Marina me lanza una mirada rápida, con las cejas

levantadas. No contesté a estas preguntas antes ¿Qué hacemos

con un Mogadoriano capturado y qué haremos para conseguir

lo que necesitamos? Tortura. La idea me da un escalofrío de

Page 79: El Destino de Diez [ECEN]

repugnancia, sobre todo pensando en el tiempo que fui una de

sus cautivos. Se siente como cruzar una línea, como algo que

harían con nosotros. Es diferente de la muerte en la batalla,

cuando están luchando y tratando de matarnos también. Phiri

Dun-Ra es impotente, nuestra prisionera. Pero un preso Mog es

inútil y tenemos que largarnos de esta selva. Sé que no debemos

bajarnos a su nivel, pero nuestra situación es desesperada.

¿Hasta dónde llegaremos? Me pregunto.

—Muerte, una muerte lenta. Escoria Loric —Phiri escupe

hacia mí.

Por lo tanto, ella no va a hacerlo fácil. Antes de que pueda

decidir qué hacer, Adam camina más allá de mí y golpea a Phiri

en la cara con el dorso de la mano. Ella grita y vuelca sobre su

costado. Phiri está aturdida, me doy cuenta. Ella no esperaba el

golpe. Tal vez ella confiaba en el hecho de que Marina y yo no

tendríamos agallas durante la tortura. Adam, por otro lado…

—Te olvidas de que con quien estás tratando, Phiri Dun-

Ra —dice Adam entre dientes. Se desliza sobre sus rodillas en

el suelo al lado de ella y la agarra por el frente de su camisa,

tirando de su parte vertical.

—¿Crees que porque me he pasado el tiempo con la Garde

que me he olvidado de nuestros caminos? Sabes quién fue mi

padre. Para su decepción, mis records eran siempre más altos en

las asignaturas no combatientes. Pero aún así… el General

encontró maneras de enfocar mi entrenamiento. Interrogatorio.

Anatomía. Imagina cuan rigurosamente el General entrenó a su

heredero. Lo recuerdo muy bien. —Adam lleva una de sus

manos alrededor de la cabeza de Phiri, clavando su pulgar en el

espacio detrás de la oreja. Ella grita, pataleando. Marina da un

paso hacia los dos Mogs, me da otra mirada. Trago saliva y

Page 80: El Destino de Diez [ECEN]

sacudo la cabeza, deteniéndola. Voy a dejar que esto suceda. A

donde quiera que nos lleve.

—Yo no podría compartir tu ideología, Phiri Dun-Ra —

dice Adam, alzando la voz para ser escuchado por encima del

griterío—. Pero yo comparto tu biología. Sé dónde están los

nervios, donde lastimarte mejor. Voy a hacerlo el resto de la

noche hasta que ruegues por la desintegración.

Adam libera su agarre de Phiri, la deja caer de nuevo en la

tierra. Ella está jadeando, luchando para conseguir una

respiración profunda.

—O puedes decirnos dónde escondiste los conductores —

Adam dice con calma—. Ahora.

—Yo nunca… —Phiri se detiene, inmutándose cuando

Adam se pone de pie. Él de repente pierde el interés en ella. Él

vio lo mismo que yo.

La forma en que los ojos de Phiri Dun-Ra se movieron

hacia un tronco cubierto de musgo en el borde del claro. Adam

se acerca a registrarlo mientras ella se retuerce alrededor de la

tierra, tratando de mantener sus ojos en él. En una inspección

más cercana, el registro está podrido, ahuecado por las termitas.

Adam hunde su mano en el interior y tira una pequeña

bolsa de lona. Phiri debe haber empujado la bolsa allí antes de

atacar a Marina.

—Ajá —dice él, dando a la bolsa una buena sacudida. En

el interior, piezas de metal juntas—. Gracias por tu ayuda.

Marina y yo intercambiamos una mirada de alivio, aun

cuando Phiri grita su última burla.

—No importa, traidor —dice ella—. ¡Nada de lo que haces

importa ya!

Page 81: El Destino de Diez [ECEN]

Eso atrae mi atención. Doy a Phiri una patada no tan suave

en la parte posterior para hacerla rodar una y me mira.

—¿Qué significa eso? —Le pregunto—. ¿Qué estás

diciendo?

—La guerra llegó y se fue —Phiri responde, riéndose de

mí—. La Tierra ya es nuestra.

Mi estómago cae al pensar en eso, pero no dejo que se vea.

Tenemos que salir de México y ver por nosotros mismos.

—¿Están intactas las partes? —Pregunto a Adam.

—Ella te está mintiendo, Seis. Es lo que hace —él me

tranquiliza, tal vez al detectar un temblor de nerviosismo en mi

voz. Arroja la bolsa de lona y se agacha sobre ella.

—¿Qué debemos hacer con ella? —Marina me pregunta.

Ella se centra en Phiri Dun-Ra por un segundo, reforzando las

cadenas de hielo que han comenzado a derretirse. Estoy

pensando en mi respuesta cuando Adam gruñe, tirando de la

cremallera que parece estar atrapada en algo. Cuando la

cremallera se suelta, algo dentro de la bolsa de lona hace clic,

como un temporizador que se armó.

—¡Cuidado! —Adam grita mientras empuja la bolsa lejos

de él. Todo sucede tan rápido. Veo levantarse el suelo delante de

la bolsa de lona y me doy cuenta de que Adam está utilizando su

Legado sísmico para tratar de protegernos.

Con un flash de luz naranja y un chasquido fuerte, la

bomba dentro de la bolsa detona justo en frente de él. Trozos de

suciedad y metralla mortal vuelan por el claro. Estoy tirada en el

suelo conmocionada. Puedo sentir el dolor fresco, un trozo

irregular de metal, probablemente piezas de la nave, presente en

Page 82: El Destino de Diez [ECEN]

mi muslo. Por encima del zumbido en mis oídos, puedo oír a

Phiri riendo histéricamente.

Page 83: El Destino de Diez [ECEN]

Un peso cae sobre mi pierna, haciendo que la bala de metralla se

entierre más profundamente en mi muslo. Es Phiri Dun-Ra.

Tiene laceraciones frescas en su cara y brazos, los resultados de

su pequeña bomba improvisada. Sus muñecas y tobillos siguen

unidas a los grilletes de hielo, pero eso no la ha detenido de

arrojarse encima de mí. Todavía estoy aturdida por la explosión,

por lo que no reacciono tan rápido como debería. Phiri me da

cabezazos en el esternón como un gusano abriéndose camino a

través de mi cuerpo.

—Ahora muere basura Loric —dice maniáticamente,

todavía aturdida por el éxito de su trampa. No estoy segura de

cuál es su plan, tal vez a morderme hasta la muerte o sofocarme

con su cuerpo, pero no creo que cualquiera de esas cosas vaya a

suceder. Con una rápida explosión de telequinesis me deshago

de Phiri Dun-Ra de encima de mí. Ella cae a través de la

suciedad, rodando por los trozos brillantes de la mochila

quemada. Intenta ponerse sobre sus pies, gritando de

frustración cuando los grilletes se interponen en su camino.

Se queda en silencio cuando la pateo tan fuertemente

como puedo en la cara. Phiri cae al suelo inconsciente.

—¡Quédate conmigo! —Es la voz de Marina la que hace

que me libere de mi rabia o que probablemente mate Phiri allí

mismo. Me doy la vuelta y la veo doblada encima de Adam.

Page 84: El Destino de Diez [ECEN]

—¿Él está…?

Cojeo a través del claro, olvidando que hay una pieza de

quince centímetros de acero dentado sobresaliendo de mi

muslo. Ignoro el dolor. Adam está en mucho peor estado de lo

que yo lo estoy.

Me tambaleo alrededor de la pequeña colina de tierra que

Adam fue capaz de construir pocos segundos antes de la

explosión. Absorbió gran parte del impactó, pero no lo

suficiente. La bomba prácticamente detonó en frente de él, así

que Adam se llevó la peor parte de la explosión. Esta sobre su

espalda ahora, Marina irguiéndose sobre él y me estremezco por

el daño que se ha llevado. Toda su sección media se encuentra

abierta como si él se la hubiera arrancado. Debió haberse

movido del camino en lugar de ser un escudo humano. Estúpido

Mog, tratando de ser el héroe.

Increíblemente Adam sigue consciente. No puede hablar,

pareciera que toda la fuerza que pude acumular se le va en

respirar. Sus ojos están abiertos y asustados, mientras respira,

húmedos estertores. Sus manos, empapadas con su sangre,

están cerradas en puños apretados.

—Puedo hacer esto, puedo hacerlo… —Marina se repite a

sí misma, ella no duda en poner las manos en la horripilante

herida en el pecho de Adam. Mirando sobre su hombro, me doy

cuenta de lo familiar que le es esta situación a Marina, es como

la de Ocho, otra vez.

Mientras las respiraciones de Adam se van haciendo más

entrecortadas, observo como los bordes vuelven a unirse ante el

toque de Marina. Y entonces sucede algo perturbador, hay un

crujido y un siseo, como el crujir del fuego, y un pedazo de la

Page 85: El Destino de Diez [ECEN]

sección media de Adam echa chispas brevemente antes de

desintegrarse la familiar muerte de un Mogadoriano.

Marina grita de sorpresa, alejando sus manos.

—¿Qué demonios fue eso? —Pregunto, con los ojos

abiertos.

—¡No lo sé! —Grita—. Algo está peleando conmigo Seis,

temo estarlo lastimando.

Al segundo que Marina se detiene de estarlo sanando, las

heridas aún abiertas de Adam comienzan a Sangrar, se está

poniendo pálido. Más aún de lo usual. Sus manos hacen

garabatos con la tierra mientras busca a tientas a Marina.

—No…ah…no te detengas —Adam logra gorgotear, y

cuando lo hace puedo ver que hay sangre oscura en su boca—.

Lo que sea que pase… no te detengas.

Inclinándose sobre él, Marina presiona sobre su

herida.Aprieta sus ojos con fuerza y se concentra, el sudor

fresco gotea hacia abajo a los lados de su cara manchada de

tierra. He visto a Marina sanar muchas lesiones antes, pero esta

es sin duda la que mayor esfuerzo le ha costado. El cuerpo de

Adam lentamente comienza a regenerarse, hasta que otro

pedazo de su interior lanza chispas y se desintegra, parece la

mecha de una bomba incendiándose dentro de él. Cuando ha

terminado, sin embargo, termina de regenerarse.

Toma un par de minutos para que Marina pueda

finalmente cerrarlo. Ella cae de espaldas sobre su trasero,

respirando como si acabara de terminar una carrera de

velocidad, con las manos temblando. Adam se mantiene de

espaldas, recorriendo con sus dedos la piel de su abdomen que

antes no estaba ahí. Por último se incorpora apoyándose en un

hombro y mira a Marina.

Page 86: El Destino de Diez [ECEN]

—Gracias —dice encontrando su mirada con la de ella,

con una mezcla de asombro y agradecimiento.

—Ni lo menciones —responde, manteniendo el aliento.

—Uh…Marina, ¿Te importaría…? —Señalo la pieza de

metal aún enterrada en mi pierna. Gime por el esfuerzo, pero

asiente con la cabeza, maniobrando alrededor para quedar de

rodillas ante mí—. ¿Quieres que la jale yo o…?

Antes de que pueda terminar, de un jalón retiro la pieza

irregular de metralla de mi muslo. Un chorro de sangre fresca

escurre hacia abajo mi pierna. El dolor es terrible, pero Marina

lo adormece rápidamente con una ráfaga de frío antes de usar su

Legado de curación para cerrarme. Comparado con sanar a

Adam, no toma nada de tiempo.

Cuando termina de curarme, Marina se vuelve hacia a

Adam

—¿Qué sucedió cuando te estaba sanando? ¿Por qué era

tan difícil?

—No… no lo sé exactamente —responde Adam mirando a

la distancia.

—Empezaste a desintegrarte un poco —digo—era como

si estuvieras muriendo.

—Estaba muriendo —dice Adam—, pero eso no debería

pasarme a mí, los guerreros nacidos en tanque se convertían en

cenizas por los experimentos genéticos de Setrákus Ra.

Algunos nacidos de verdad, como yo, recibieron algunas

modificaciones que los harían desintegrarse al morir. Yo no

había recibido nada como eso. A menos…

—Al menos no, que tú lo hayas sabido —finalizo su

pensamiento por él.

Page 87: El Destino de Diez [ECEN]

—Sí —responde Adam, mirándose así mismo, como si de

pronto ya no pudiera confiar en él—. Estuve en coma por años,

Es posible que mi padre me haya hecho algo. No sé qué al

menos.

—Fuese lo que fuere, creo que al curarte lo quemé de ti —

dice Marina.

—Eso espero —responde Adam.

Los tres guardamos silencio. Con las emergencias médicas

evitadas se pone en manifiesto lo mucho que la hemos

fastidiado. Me acerco al parche de tierra arrasada donde la

bomba de Phiri Dun-Ra cayó, pateo pedazos de tela de la

mochila y trozos deformes de metales. La bolsa probablemente

estaba llena de tubos, pero no encuentro nada incluso un poco

salvable.

Estamos totalmente varados aquí.

Cuando me doy la vuelta, veo a Adam incorporándose,

parándose al lado del cuerpo inconsciente de Phiri.

—Deberíamos matarla —dice fríamente— no hay razón

para mantenerla con vida.

—Nosotros no hacemos eso —dice Marina con voz

amable, razonable—. No puede hacernos daño si está atada.

Adam abre la boca para responder, pero decide no

contradecirla. Marina acaba de salvarle la vida, así que me

imagino que cree que debe escucharla. Actualmente me

encuentro estando de acuerdo con ambos, Phiri no es nada más

que problemas, y mantenerla es suplicar para que no lo vuelva a

arruinar.

Pero matarla inconsciente se siente mal.

Page 88: El Destino de Diez [ECEN]

—Bueno, al menos hay que esperar a que despierte —digo

diplomáticamente—. Averiguaremos que hacer con ella

entonces.

Los otros asienten en silencio, en acuerdo mutuo. Nos

dirigimos de vuelta al Santuario. Utilizo mi telequinesis para

hacer flotar el cuerpo de Phiri con nosotros. Una vez que

estamos de vuelta, Marina mantiene los grilletes de hielo bien

apretados hasta que hemos utilizado un cable eléctrico para

fijar con seguridad a la Mog nacida de verdad al volante de una

de las muchas derribadas y rotas naves. En este punto, estoy

segura de que está haciéndose la muerta. La dejamos. Marina

está en lo cierto, ella no puede hacernos daño mientras esté

atada, y si ella consigue liberarse, bueno, me aseguraré de que

Adam consiga su deseo.

No muy segura de qué hacer, vuelvo a intentar con el

teléfono satelital. Sigo sin respuesta de John. Eso me hace

pensar en Phiri Dun-Ra diciéndonos que la guerra ya había ido

y venido. No tengo nuevas cicatrices eso significa que John y

Nueve siguen muy vivos, pero eso no quiere decir que todo esté

bien en Nueva York.

—Adam ¿podemos intervenir en las comunicaciones Mog,

con alguna de las naves? —Digo —quiero saber que está

pasando.

—Por supuesto —responde, saltando a la oportunidad de

hacer algo productivo.

Los tres nos subimos a bordo de nuestro viejo Skimmer,

Adam acomodándose en el asiento del piloto. Él exitosamente

enciende los sistemas eléctricos de la nave, aunque las luces

parpadean espasmódicamente y algo en el Skimmer gime por el

Page 89: El Destino de Diez [ECEN]

esfuerzo. Adam comienza a girar un dial en el salpicadero,

recogiendo más que explosiones intermitentes de estática.

—Solo necesito encontrar la frecuencia correcta —dice.

Suspiro

—Está bien, no es como si nos fuéramos a ir a alguna

parte.

A mi lado, Marina mira el Santuario a través de la ventana

del Skimmer. Porque dejamos las luces encendidas, todo el

templo se ilumina, la antigua piedra caliza prácticamente brilla

intensamente.

—No pierdas la esperanza, Seis —dice Marina

tranquilamente—. Lo resolveremos.

Cuando Adam gira el dial de nuevo, la estática se sustituye

por una gutural voz Mogadoriana. El Mog habla entrecortado,

sin sentido, como si estuviera dando lectura a una lista. Por

supuesto, no puedo entender una palabra de lo que dice.

Le doy un codazo a Adam

—¿Vas a traducir?

—Yo… —Adam, está mirando fijamente la radio como si

estuviera poseída, no sabe qué decir. Me doy cuenta

rápidamente que él no quiere decirme qué noticias están

saliendo por la radio.

—¿Qué tan mal? —Pregunto tratando de mantener mi voz

nivelada—. Sólo dime que tan mal.

Adam se aclara la garganta y comienza a traducir

—Moscú, moderada resistencia. Cairo, no resistencia.

Tokio, no resistencia. Londres, moderada resistencia. Nueva

Page 90: El Destino de Diez [ECEN]

Delphi, moderada resistencia. Washington DC, no resistencia.

Beijing, alta resistencia, abandonar protocolos de preservación.

—¿Qué es eso? —Lo corto, perdiendo la paciencia con el

zumbido—. ¿Sus planes de ataque?

—Son reportes de estados, Seis —dice Adam en voz

baja—. Naves de guerra reportando cómo va progresando la

invasión. Cada una de estas ciudades tiene uno de esos grandes

buques de guerra que respaldan con fuerza la ocupación, y no

son las únicas…

—¿Está pasando? —dice Marina, sentándose adelante—.

Creí que tendríamos más tiempo.

—La flota está en la Tierra —Adam responde, con el

rostro en blanco.

—¿Qué significa esa cosa de los protocolos de

preservación? —pregunto—. Dijiste que fueron abandonados

en Beijing.

—Los protocolos de preservación, son la manera de

Setrákus Ra de mantener la Tierra intacta en lo que dura la

ocupación. Si fueron abandonados en Beijing significa que están

destruyendo la ciudad —dice Adam—. Usada para mandar un

mensaje a las ciudades que podrían causar problemas.

—Oh mi dios… —susurra Marina.

—Una sola nave de guerra podría destruir una ciudad en

horas —Adam continúa—. Si ellos…

Se calla, un nuevo estatus en la radio ha conseguido llamar

su atención. Traga saliva y gira el dial con fuerza, bajando el

volumen de los informes de éxito Mogadoriano.

Lo sujeto por el hombro

Page 91: El Destino de Diez [ECEN]

—¿Qué es? ¿Qué escuchaste?

—Nueva York… —comienza con gravedad, pellizcándose

el puente de la nariz—. Nueva York, la Garde es parte de la

resistencia.

—¡Esos somos nosotros! ¡Es John!

Adam niega con la cabeza, terminando la traducción.

—La resistencia de la Garde ha sido superada. Invasión

exitosa.

—¿Eso qué significa? —Pregunta Marina

—Significa que ellos ganaron —responde

siniestramente—. Conquistaron la ciudad de Nueva York.

Están ocupando todo y nosotros estamos varados aquí.

Porque no tengo un mejor blanco para ello, golpeo la

consola de la bocina donde zumban los informes del progreso

Mogadoriano. Chispas salen del tablero de instrumentos y

Adam salta de la silla del piloto, sobresaltado. Marina se pone

en sus pies y trata de envolver sus brazos alrededor de mí, pero

yo la alejo de mí.

—¡Seis! —Ella grita después de mí, mientras salto de la

cabina—. ¡Esto no se ha terminado!

Me paro encima del Skimmer sintiendo ardiente furia

dentro de mí, pero sin tener nada para canalizarla. Miro el

Santuario, bañado en luz. Este lugar se suponía sería nuestra

salvación. Nuestro viaje hasta aquí no ha cambiado nada, sin

embargo casi consiguió que nos maten y ahora estamos fuera de

la guerra. ¿Cuánta gente está muriendo porque nosotros no

estamos ahí con John ayudándolo a salvar Nueva York?

Page 92: El Destino de Diez [ECEN]

Siento un picor en la parte de posterior de mi cuello,

alguien me está observando. Me doy la vuelta, mi mirada a la

deriva entre la pasarela y las otras naves. Phiri Dun-Ra está

despierta, atada justo donde la dejamos.

Ella me sonríe.

Page 93: El Destino de Diez [ECEN]

Cuando Ella habla, una sacudida pasa por mí. De repente, me

puedo mover de nuevo. Salto desde la mesa de operaciones y

trato de empujar a los médicos Mogadorianos que rodean a

Ella.

Mis manos pasan a través de ellos, como si fueran

fantasmas. Están congelados en el espacio ahora, inmóviles,

en ese instante ante mí. Tengo que recordarme a mí mismo

que todo está sucediendo dentro de mi cabeza, o la de Ella, o

un lugar intermedio. En nuestros sueños.

—No te preocupes por ellos —dice Ella. Se sienta, pasa a

través de la máquina que se une a su pecho, y luego a los

Mogs mientras salta abajo de la mesa—. Ni siquiera puedo

sentir lo que me están haciendo.

—Ella…ni siquiera sé por dónde empezar, lamento haber

dejado que te secuestraran en Chicago, lo siento por no

haberte salvado en Nueva York…

Me abraza, su pequeña cara presiona en mi cara. Eso se

siente real, al menos.

—Está bien John —dice. Su voz es casi serena, como

alguien que ha aceptado su destino—. No es tu culpa.

Está la Ella a la que estoy abrazando y la Ella que está

congelada en el tiempo, todavía clavada a la tabla de

operaciones entre las máquinas Mogadorianas, rodeada de

enemigos. No puedo dejar de mirar más allá de la Ella en mis

Page 94: El Destino de Diez [ECEN]

brazos y mirando los terribles resultados de su

encarcelamiento Mogadoriano. Luce pálida y drenada, vetas

grises a través de su pelo castaño rojizo. Ya hay venas negras

visibles en su piel, un escalofrío me obliga a apartar la vista y

abrazar a Ella un poco más fuerte.

El abrazo termina y Ella me mira con fijeza. Esta versión

de Ella se ve casi como la recuerdo, de ojos anchos e

inocentes, aunque hay un cansancio alrededor de sus ojos,

una especie de sabiduría, que no estaba allí la última vez que

la vi. No puedo imaginar por lo que ha pasado.

—¿Qué te están haciendo? —Mi voz es tranquila.

—Setrákus Ra lo llama suregalo —dice Ella, sus labios

hacen una mueca de disgusto. Ella mira sobre su hombro,

viéndose a sí misma siendo experimentada y se abraza.

—La cosa que me está poniendo, no estoy segura de

donde viene. Es la misma cosa rara-genética que usa en sus

guerreros nacidos en tanque. Son las cosas que utilizó para

mejorar algunos de los seres humanos, ¿ya sabías de eso?

Asiento, pensando en el Secretario de Defensa

Sanderson, y la cancerosa resistencia que sentí cuando lo

sané.

—Te está haciendo esto a ti, su propia… —sigo dudando

en decir esta parte en voz alta— su propia carne y sangre.

Asiente tristemente

—Por segunda vez.

Recuerdo lo taciturna que lucía Ella en la batalla de las

Naciones Unidas.

—Te lo hizo antes de la gran aparición pública —digo,

poniendo todas las piezas juntas— drogándote tanto para que

no pudieras arruinar su momento.

Page 95: El Destino de Diez [ECEN]

—Fue un castigo por intentar escapar con Cinco. El

regalo…me hace difícil el concentrarme, al menos cuando

estoy despierta, no estoy segura como, pero lo usa para

controlarme. Puede estar relacionado a uno de sus Legados.

He tratado de averiguar todo lo que puedo John, traté de

detenerlo pero…

Los hombros de Ella se desploman. Pongo mi mano

suavemente en la parte posterior de su cuello.

—Hiciste todo lo que pudiste —le digo.

Resopla

—Ajá.

Le doy una mirada a la máquina a la que Ella está

enganchada, tratando de memorizar detalles. Tal vez si alguna

vez nos las arreglamos para contactar de nuevo con Adam,

nos puede arrojar algo de luz sobre cómo funciona esto

exactamente.

—Él no te está controlando —le digo, gesticulando

alrededor del teatro Mogadoriano congelado—. Estas

haciendo esto, aun estás pelando contra él.

—He podido ocultarle que soy telepata —responde

enderezándose un poco—. Cada vez que me lastima, me

escondo en mi propia mente. Yo practico. Mis Legados se

están volviendo más fuertes. Pude sentirte abajo a bordo del

Anubis, he podido meterte en mí, hmm… ¿sueño? Lo que sea

que esto sea.

—Como en Chicago —murmuro tratando de descifrarlo—

. Sólo que en ese entonces necesitabas tocarme.

—Ya no más, supongo que estoy fortaleciéndome.

Le doy un apretón en el hombro. Este debe ser un

momento de orgullo, el convertirse en ella misma, aprender a

Page 96: El Destino de Diez [ECEN]

dominar un poderoso Legado cuando es tan joven. Pero

nuestra situación es demasiado grave para cualquier

felicitación real.

Miro por la sala médica hacia la puerta, luego de nuevo a

Ella.

—¿Puedes enseñarme los alrededores? —Pregunto—.

¿Eso es siquiera posible?

Ella maneja una sonrisa temblorosa.

—¿Quieres el Tour?

—Puede ser útil saber cómo luce la nave, para cuando

suba y te rescate.

Ella deja escapar una risa sin alegría, mirando lejos de

mí. Espero que no haya perdido la esperanza. Las

probabilidades podrán ser malas ahora, pero no la dejaré

quedarse como la nieta mascota de Setrákus Ra por siempre.

Encontraré una manera. Antes de que pueda decirle todo eso

ella asiente.

—Puedo enseñarte los alrededores, he andado por toda

la nave. Si lo he visto, se almacenará aquí —dice Ella, tocando

su cabeza.

Salimos de la bahía médica hasta el pasillo. Todas las

paredes son metal inoxidable, iluminadas por luces de color

rojo opaco, un lugar frío y económico. Ella me lleva a través

del Anubis, mostrándome la plataforma de observación, la

sala de control, los cuarteles, todas las áreas están

completamente vacías. Trato de guardar cada detalle en mi

memoria para que pueda dibujar un mapa en cuanto me

despierte.

—¿Dónde están todos los Mogs? —Le pregunto.

Page 97: El Destino de Diez [ECEN]

—La mayoría de ellos están abajo en la ciudad, el Anubis

solo tiene una tripulación mínima ahora.

—Bueno saberlo.

En el fondo de la nave, nos detenemos frente a una

ventana de vidrio que da a otro laboratorio. En el interior, el

piso está completamente ocupado por un tanque de líquido

negro viscoso. Hay dos pasarelas que cruzan sobre la tina,

cada uno equipado con una variedad de paneles de control,

equipos de vigilancia y, por extraño que parezca, pesados

desintegradores. Creciendo fuera del líquido hay una forma

ovalada que asemeja vagamente a un huevo, está cubierto de

moho de color púrpura oscuro y con palpitantes venas negras.

Presiono mi mano en el cristal del laboratorio y me doy

la vuelta hacia Ella.

—¿Qué demonios es esto?

—No lo sé —responde—. Él no me deja entrar aquí,

pero…

Ella golpea su frente y parece esforzarse por un

momento. Dentro del laboratorio de repente hay figuras

manifestándose. Una media docena de Mogs con máscaras de

gas están en las pasarelas, en silencio operando las extrañas

máquinas. De pie entre ellos está el mismísimo Setrákus Ra.

El verlo me hace estremecer el cristal. Tengo que resistir la

urgencia de atacarlo tengo que recordarme que esto no es

exactamente real.

—¿Esto…esto es una memoria? —Le pregunto.

—Algo que vi, sí —responde—. Creo, no lo sé, podría ser

importante.

Mientras observamos, Setrákus Ra pasa sus dijes Lorics

robados por arriba de su cabeza, los sujeta un momento en

sus gruesas manos, apreciando las azules joyas de Loralita,

Page 98: El Destino de Diez [ECEN]

tiene varios de ellos, tres de los Garde que asesinó y el resto

probablemente tomados de la Garde que capturó en un

momento u otro. Parece casi nostálgico mientras observa sus

trofeos.

Luego las arroja dentro de la tina. Cuatro pequeñas

bocas se abren del huevo y absorben los colgantes, sofocando

su resplandor.

—¿Qué fue eso? —Le pregunto a Ella, sintiéndome con

nauseas, incluso en este estado de sueño—. ¿Cuándo pasó

esto? ¿Qué está haciendo?

La mirada de Setrákus Ra se dispara repentinamente

hacia nosotros y grita algo. Un segundo más tarde, él y el resto

de los Mogs desaparecen de nuevo en el aire.

—Es cuando me atrapó espiando. —Ella explica

mordiendo su labio—. No sé lo que estaba haciendo, lo siento

John, todo es un poco… borroso.

Nos movemos. Finalmente, Ella me lleva a la sala de

acoplamiento. Es un área enorme, con techos altos, lleno de

fila tras fila de Skimmers. Es desde aquí que los escuadrones

de Mogs actualmente están aterrorizando a la ciudad de

Nueva York primero tomaron el aire.

—Siempre están yendo y viniendo de aquí —dice Ella,

saludando a las grandes puertas de metal al final de la sala de

acoplamiento—. Podrás llegar aquí pasando por ellas si están

abiertas, es dónde Cinco y yo tratamos de escapar.

Hago una nota de las puertas de metal de la sala.

Tendríamos que encontrar una manera de hacer que los Mogs

las abrieran. Sería bastante fácil subir a bordo si tuviéramos a

alguien que pudiera volar con nosotros allá arriba.

—Acerca de Cinco… —digo, dudando, no muy seguro de

cuanto ha escuchado Ella—. ¿Sabes lo que hizo?

Page 99: El Destino de Diez [ECEN]

Ella se muerde el labio mirando el piso.

—Asesinó a Ocho.

—Pero el también trató de ayudarte —digo, sintiéndola

salir—. ¿Él es…?

—¿Estás tratando de averiguar qué tan malvado es?

—Estoy buscándolo ahora mismo, tratando de averiguar

si cuando lo encuentre debería matarlo.

Ella frunce el ceño y se aleja de mí, mirando a un punto

abollado en el suelo. Supongo que es de cuando ella y Cinco

intentaron escapar.

—Él está confundido —dice después de un momento—.

No lo sé… no sé lo que hará, no confíes en él John pero no lo

mates.

Recuerdo la última vez que Ella me metió en uno de

estos estados de sueño, en la época que su Legado tuvo la

primera manifestación y fuera de control. En Chicago. En esa

ocasión, no me trajo a su locación actual. En su lugar, nos

quedamos atrapados en una visión del futuro, viendo a

Setrákus Ra encima la gente de Washington en un mundo

donde los Mogadorianos habían ganado la guerra.

—¿No sabemos lo que hace, sin embargo? —Pregunto,

mis puños apretando en reflejo—. Me lo mostraste, Cinco

vuelve a Setrákus Ra, él trabaja para el enemigo, el captura a

Seis y Sam…

Espabilo, no queriendo indagar más en la memoria en la

que atestiguaba la ejecución de mis amigos. No quiero

recordar que la condenada profecía de cómo vamos a perder.

Ella niega con la cabeza. Abre su boca, e inmediatamente me

doy cuenta de que hay algo grande que no me está diciendo.

Page 100: El Destino de Diez [ECEN]

—Ese futuro no existe más John —dice después de una

larga pausa—. Mis visiones…No son como las pesadillas que

Setrákus Ra solía darles a ustedes y no son profecías, no

estamos atadas a ellas como Ocho pensaba, son

premoniciones, posibilidades.

—¿Cómo sabes eso?

Ella piensa por un momento.

—No estoy segura. ¿Cómo sabes cómo hacer bolas de

fuego? Sólo lo haces, es instinto.

Doy un paso hacia ella.

—Entonces esa visión en D.C. donde todo mundo estaba

muerto y tú eras…

—No puedo verla más, algo en el presente cambió lo que

pasará.

—Si es un Legado como mi Lumen… —mis ojos se abren

al considerar las posibilidades—. ¿Puedes controlar tus

visiones ahora? ¿Puedes ver el futuro a voluntad?

Las cejas de Ella se arrugan como si no estuviera segura

de cómo describir lo que ha visto.

—No puedo controlarlo exactamente, las visiones… no

son fiables, no sé si es por mí, si es porque estoy aprendiendo

o si es porque el futuro es muy inestable. De cualquier modo,

paso mucho tiempo buscando en ellas…

Ahora sé porque Ella luce tan cansada en este sueño en

el espacio, porque de repente es sabia a través de los años.

Ella mencionó antes cuanto tiempo pasa escondida en la

seguridad de su propia mente. Me pregunto cuánto de ese

tiempo se gastó luchando con visiones del futuro. Debe ser

agonizante navegar a través de todas esas posibilidades.

—¿Qué has estado buscando? –Le pregunto.

Page 101: El Destino de Diez [ECEN]

Ella duda, evitando mis ojos.

—He querido… he querido ver si hay un futuro en el que

yo muera.

—Ella no… —digo, mi voz es aguda. Cinco me dijo del

retorcido encantamiento que Setrákus Ra usó en sí mismo y

en Ella, el que los une, así que tendríamos que matarla para

hacernos con él—. Encontraremos una manera de romper el

encantamiento. Tiene que haber una debilidad.

Ella sacude la cabeza, no creyéndome. O tal vez ya

conociendo que estoy mal.

—No me estoy poniendo a mí misma antes que todo el

mundo John, quiero ver un futuro en el que Setrákus Ra es

asesinado, sin importar las consecuencias —ahora me mira

directamente, hay fuego en sus ojos—. Quiero ver un futuro

dónde alguien tenga el valor de hacer lo que sea necesario.

Trago saliva. No estoy seguro de si realmente quiero

saber los detalles de las visiones de Ella, pero no puedo dejar

de preguntar.

—¿Qué…qué viste?

—Muchas cosas —dice, calmándose. Adquiere una

mirada distante en sus ojos mientras trata de explicar cómo es

ver el futuro—. Las visiones empiezan con un montón de

posibilidades, hay millones de ellas, yo creo. Algunas de ellas

son más sólidas que otras, esas son las que puedo ver. Las que

parecen... No lo sé. ¿Probables? Pero incluso eso no es una

garantía. Recuerdas ese futuro que vimos en Chicago. Se

sintió real, imposible de escapar, claro como el día. Se ha ido

completamente ahora. El futuro ha cambiado demasiado, y

sigue cambiando.

Mi cabeza duele, me siento medio loco escuchando a

Ella. Necesitamos un Cêpan, alguien que pueda ayudarla a

Page 102: El Destino de Diez [ECEN]

controlar en este Legado mental antes de que la vuelva loca.

Al menos hemos evitado el futuro sombrío que presencié.

¿Pero por qué lo hemos intercambiado?

—Ella, ¿te has visto a ti misma morir?

Duda, y un nudo de miedo se aprieta en mi estómago.

—Sí —dice. Su cuerpo se sacude y me doy cuenta que

está conteniendo un sollozo. Me agacho frente a ella y pongo

mis manos sobre sus hombros.

—No pasará —insisto, mi voz lo más firme que puedo—.

Cambiaremos el futuro.

—Pero ganamos John.

Ella toma mis manos. Las lágrimas se derraman

libremente por sus mejillas. Me doy cuenta de algo, la forma

en que me mira, la forma en que está apretando mis manos.

Ella no siente lástima por ella misma

Siente lástima por mí.

—Va a doler mucho John —dice, con su voz

rompiéndose—. Vas a tener que ser fuerte.

—¿Soy yo? —No lo creo—. ¿Soy el que…?

Ni si quiera puedo terminar la pregunta. Tiro mis manos

lejos de Ella. Nunca le haría daño, ni siquiera si eso significa

poner fin a esta guerra.

—Tiene que haber otra manera —digo—. Usa tu Legado y

encuéntranos un futuro.

Sacude su cabeza.

—No lo entiendes.

En el parpadeo de un ojo Ella ha cambiado. Luce como la

chica tendida en la mesa de operaciones, con un camino negro

en su piel. Ella lucha para centrarse en mí. La bahía de

Page 103: El Destino de Diez [ECEN]

acoplamiento a nuestro alrededor se pone extrañamente

confusa y comienza a derretirse.

—Ella, ¿qué está pasando?

—El Anubis se está moviendo de rango —dice,

entrecerrando los ojos, tratando de fortalecer nuestra

conexión telepática—. Voy a perderte. ¡Rápido! Hay algo más

que tienes que ver.

Ella agarra mi mano y luego estamos corriendo hacia la

entrada de la bahía de acoplamiento. Damos un paso a través

de ella y…

Suciedad cruje debajo de mis pies. Siento calientes rayos

de sol en la parte trasera de mi cuello, el aire es pegajoso y

húmedo. Es desorientador ser transportado de repente de la

oscuridad estéril del Anubis al calor de la selva, verde vivo en

todos lados, aves tropicales cantando en voz alta. Estoy de pie

en lo que parece ser una pista de aterrizaje tallada en la selva.

Los cascos negros blindados de un puñado de Skimmers

Mogadorianos reflejan el brillante sol de la tarde.

Mis ojos se sienten atraídos por la pirámide de piedra

caliza que se encuentra a unos pocos metros de distancia de la

pista de aterrizaje, todo el equipo Mog está aparentemente

situado a una distancia segura de la estructura

antigua.Instintivamente reconozco el templo, a pesar de que

nunca he visto antes. Tal vez es sólo mi imaginación, pero se

siente como si algo enterrado dentro de la centenaria

arquitectura maya me estuviera llamando. Me siento a salvo

aquí.

—Es el Santuario —mi voz es tranquila y reverente.

—Sí —dice Ella y noto que también está admirando el

templo.

Page 104: El Destino de Diez [ECEN]

—Seis, Marina y Adam… —me detengo, dándome cuenta

de Ella no ha conocido a nuestro aliado Mogadoriano—. Adam

es un…

—Sé quién es —Ella dice, su tono no deja escapar nada—.

Nos encontraremos pronto.

—Bien, bueno, ellos estaban justo ahí —continuo

mirando en busca de una señal de nuestros amigos—.

Probablemente se dirigen de regreso a estas alturas. ¿Vas a

enseñarme lo que hicieron para darle a los seres humanos

Legados?

—Este no es el pasado ni el presente John, estamos en el

futuro, uno que puedo ver muy muy claramente.

Debería haberlo sabido desde que salió el sol. Me vuelvo

hacia Ella, sintiendo que no me ha traído aquí para darme

buenas noticias.

—¿Por qué estás enseñándome esto?

—Por eso.

Ella señala un punto al norte de El Santuario. Allí, como

una nube de tormenta rodando por el cielo, azul y sin nubes,

está El Anubis, flotando lentamente hacia el templo. Mis

piernas se tensan, un reflejo para correr y ponerme en

cubierto después del bombardeo de Nueva York. Me obligo a

mí mismo a quedarme y observar la nave de guerra acercase.

—¿Cuándo? —le pregunto a Ella—. ¿Cuándo pasará esto?

Antes de que Ella pueda contestar, su forma se

contorsiona, palideciendo de nuevo y veteándose de negro. El

paisaje parpadea, la selva de repente se solapa con la sala de

operaciones del Anubis y también con lo que parece ser el

interior de un vagón de metro, los tres lugares existentes al

mismo tiempo, como tres imágenes transparentes

establecidas en la parte superior una de la otra. Por un

Page 105: El Destino de Diez [ECEN]

segundo, es imposible que me centre en algún detalle en

particular, todo se mezcla hasta el punto donde me siento

desatado de la realidad. Pero entonces Ella grita, ya sea desde

la frustración o dolor, o ambos, y la selva y el Santuario se

solidifican una vez más.

—Te estás presionando a ti misma —digo mirando los

círculos negros formándose alrededor de sus ojos—. Nos

estamos apartando demasiado.

—No te preocupes por mí —añade apresuradamente—.

Se detiene en Virginia Occidental para reunir refuerzos

después de dejar tantos guerreros detrás en Nueva York, y

luego…

Se mueve a través del Anubis. Está más cerca ahora, la

larga sombra de la nave de guerra a través de las piedras del

Santuario.

—¿Qué quiere?

—¡Quiere entrar! —Ella grita, a pesar de que levanta la

voz, empieza a sonar lejana—. ¡Creo qué es lo que siempre ha

querido! No está protegido más.

—¿Qué hace…?

Me interrumpe agarrando mi brazo.

—¡John escucha! Seis, los demás, tienes que advertirles.

Diles…

Las manos de Ella pasan a través de mí. Lo veo todo de

nuevo, el Santuario y el Anubis, Ella se retuerce en la mesa de

operaciones, el metro oscurecido, y luego todos los colores se

mezclan, nada sólido para sujetarse. Ella me grita algo pero

está demasiado lejos. Las palabras no me alcanzan.

Luego, obscuridad.

Page 106: El Destino de Diez [ECEN]

Me despierto sobre un banco de plástico duro con las piernas

colgando por el borde. Sé que estoy de vuelta en mi cuarto y

no en el mundo del sueño de Ella por el dolor intenso que

siento a través de cada uno de mis músculos. Estoy en mi

lado, de cara a los asientos naranjas y amarillos de las hileras

del metro. Nunca había estado en estos vagones antes, pero

había visto películas y series de TV para reconocerlos. En la

pared detrás de mi cabeza se lee un poster que dice: ―Si ves

algo, di algo‖.

Con un gemido me apoyo en un codo. Sam se desplomó

en el biplaza junto a mi banco con la cabeza apoyada contra la

ventana, roncando suavemente. Afuera, por la ventana solo

puedo ver obscuridad. El tren está bajo tierra en algún lugar

dentro de un túnel. Los pasajeros debieron abandonarlo

antes, durante el ataque. El vagón del tren está muerto,

inmóvil y sin poder, los paneles de luces en el techo están

apagados.

Y aun así hay luz proveniente de algún lugar fuera.

Me siento y miro alrededor, inmediatamente identifico

una fila de teléfonos móviles repartidos por todo el pasillo

principal del tren. Con sus aplicaciones de linterna

encendidas, los teléfonos funcionan como velas de baterías.

En los bancos opuestos a los míos, despierta y observando

está Daniela. Sus pies están apoyados en la bolsa de lona que

Page 107: El Destino de Diez [ECEN]

llevaba al salir de ese banco, presumiblemente llena de dinero

robado.

—Estás vivo —dice, manteniendo su voz lo

suficientemente baja para no despertar a Sam. Yo hago lo

mismo aunque Sam está roncando como si pudiera dormir

durante otro ataque de bombas del Anubis.

—¿Cuánto tiempo he estado fuera? —Pregunto.

—Es de mañana según los teléfonos —responde

Daniela—. Alrededor de seis horas, supongo.

De mañana ya. Sacudo mi cabeza, una noche entera

desperdiciada. No pudimos encontrar a Nueve y a Cinco y

quién sabe en qué parte de Nueva York se han abierto paso a

estas alturas. Y para empeorar las cosas se adonde se dirige

Setrákus Ra y el Anubis, directo a la última locación del resto

de la Garde. Debido a que perdí contacto en el último minuto

con Ella, no sé qué hacer con esa información, inclusive si

pudiera hacer contacto con Seis y los demás. ¿Deberían de

prepararse para dar vuelta y regresar al Santuario? ¿O

deberían alejarse lo más que puedan?

Necesito moverme, hacer algo productivo. Pero mi

cuerpo no se siente al cien por ciento, y Sam está apagado

como la luz.

—¿Seguimos en el subterráneo? —Le pregunto a Daniela,

conociendo la respuesta, pero con ganas de obtener un mejor

control sobre nuestra situación antes de tomar cualquier

decisión.

—Sí, obviamente, te arrastramos hasta aquí después de

que te desmayaste.

—Da igual, ya estábamos bastante golpeados antes de

que todo se viniera abajo —continua Daniela, tal vez sintiendo

mi molestia—. Me quedé dormida casi en seguida de que

Page 108: El Destino de Diez [ECEN]

llegáramos aquí —Daniela mira a Sam con una pequeña

sonrisa pintando su cara—. Tu chico Sam iba a levantar

guardia, supongo que no llegó muy lejos, no es la gran cosa,

no es como si alguien nos estuviera buscando aquí abajo.

—Por el momento no, al menos —contesto pensando en

los Mogadorianos en la superficie y preguntándome cómo va

progresando su invasión en la ciudad de Nueva York.

Uno de los teléfonos se mueve. Daniela se agacha sobre

él, pulsa un par de botones, pero la batería está muerta.

—Las personas duermen fuera de la tienda por una de

estas cosas —dice sosteniendo el teléfono en frente mío para

que lo inspeccione—. Todo se fue a la mierda, de todos

modos… muchas personas dejaron todo y corrieron ¿Qué te

hace creer en la humanidad, chico alien?

—Que tienen sus prioridades bien hechas —respondo,

mirando de nuevo la bolsa de lona llena de dinero.

—Sí, supongo —dice Daniela, luego arroja casualmente el

teléfono al otro extremo del vagón del tren, donde golpea el

suelo y se rompe. Incluso el teléfono rompiéndose no

perturba a Sam—. Eso se sintió sorprendentemente bien —me

dice Daniela, sonriendo satisfechamente en mi dirección—.

Deberías intentarlo.

—¿De dónde conseguiste todos los teléfonos? —Le

pregunto a Daniela cautelosamente mientras se vuelve a

sentar.

Sigo sin estar seguro de qué hacer con ella, es una

humana con Legados, para los cuales aún ni siquiera tenemos

un nombre. Pero parece como si toda la situación fuera una

gran broma. No puedo decir si ella está desquiciada como

Cinco o si está escondiéndose detrás de un mecanismo de

defensa masiva. Ella mencionó antes que los Mogs mataron a

Page 109: El Destino de Diez [ECEN]

su padrastro y que su madre está perdida. Sé lo que es perder

a la gente, el no saber lo que está pasando con tus seres

queridos. Podría decir que Daniela no es de las que se abren

fácilmente, desearía que Seis estuviera aquí, tengo la

sensación de que se habrían llevado bien.

—Me levanté primero —dice señalando alrededor—, fui a

través de los vagones, las personas dejaron mucha basura

atrás.

—En el banco, ¿alguien dejó todo ese efectivo atrás

también? —Pregunto, señalando con la barbilla su bolso de

lona.

—Oh, sí, eso —Daniela dice, mirando a un lado con culpa

fingida, pero incapaz de mantener la sonrisa en su cara—. Me

preguntaba si lo habías notado.

—Lo hice.

—Las cosas son más pesadas de lo que piensas —dice

ella, empujando la bolsa con la punta sucia de su tenis.

Froto mi mano en mi cara, tratando de averiguar cómo

debería abordar esto. No es que yo no haya robado antes. Yo

siempre lo hice por necesidad sin embargo, y no en medio de

una invasión a escala completa.

—Qué raro, tuviste tiempo de robar un banco mientras

buscabas a tu mamá.

—Primero que nada, no lo robé, técnicamente, había

unos tipos escondiéndose de los Mogs en el banco, ellos

fueron los que lo robaron, sólo termine tomando refugió ahí,

ellos fueron vaporizados y entonces tu apareciste. Me

pregunté ¿por qué perder una perfecta bolsa de lona?

Frunzo el ceño, sacudiendo la cabeza. No tengo ni idea

de si lo que Daniela me dice es verdad. No estoy seguro de si

siquiera importa cómo consiguió el dinero. Estoy más

Page 110: El Destino de Diez [ECEN]

preocupado de si esta nueva Garde es alguien en la que

podemos confiar. Alguien en la que nos podamos respaldar.

—En segundo lugar —continua, inclinándose hacia mí—.

Mi madre se enojaría bastante conmigo si averiguara que dejé

perder una oportunidad como esa.

Ella trata de mantener su voz arrogante, pero un temblor

se cuela cuando menciona a su madre. Tal vez esta actitud es

toda una máscara, una manera de hacer frente a lo jodido en

que su mundo se ha convertido en las últimas veinticuatro

horas. Lo entiendo. Mi expresión debe ser demasiado

simpática, sin embargo, o tal vez se dio cuenta de que me di

cuenta de que su voz estaba temblando, porque levanta su voz

y sigue subiendo y subiendo su tono más que antes. Se me

ocurre que tanto como yo estoy tratando de entenderla, ella

también está tratando de entenderme a mí.

—Y tercero, yo no firmé por estos súper poderes que ni

siquiera tú sabes por qué los tengo. Estoy bastante y

malditamente segura de que no firmé para pelear en tu guerra

alienígena. Ni tampoco lo hizo mi familia.

—¿Crees que había una hoja de inscripción de invasión

alienígena para conseguir pasar por ahí? —Pregunto

afiladamente, y fallando en tratar de mantener mi

temperamento a raya—. Nadie pidió por esto. Los Lorics, mi

gente, no pidieron que los Mogs fueran a destruir nuestro

hogar, sucedió de todos modos.

Daniela levanta sus manos defensivamente.

—Está bien, entonces ya sabes cómo es esto. Todo lo que

estoy diciendo es que no deberías estar juzgando como paso

mi tiempo durante la invasión alienígena. Mierda es de locos.

—Era demasiado joven para contratacar cuando

atacaron Lorien —le digo—. Pero tú…

Page 111: El Destino de Diez [ECEN]

—Oh mierda, ahí viene, el discurso de reclutamiento —

Daniela comienza a hacer una impresión, su voz es de repente

más alta, sus palabras teatralmente enunciando—. Mira

afuera de tu ventana —recita—. Los Mogadorianos están aquí.

La Garde pelará contra ellos, ¿te levantarás por la Tierra?

Sacudo mi cabeza confundido.

—¿Qué es eso?

—Es de tu video amigo, todo el asunto de apoyar a la

Garde, lo reprodujeron en las noticias. —Daniela estudia mi

rostro por un momento, y, finalmente, parece satisfecha con

mi desconcierto—. Oh, en realidad no lo sabes, supongo que

no has visto demasiada TV, ¿verdad? Yo estaba pegada a ella

cuando las primeras naves comenzaron a aparecer. Es como,

si de repente, estuviéramos viviendo en una de esas películas

de invasión extraterrestre. Era bastante genial hasta que,

bueno…

Daniela mueve su mano, abarcando no sólo nuestra

situación actual de escondite bajo tierra, si no la destrucción

de toda la ciudad que ambos hemos vivido. Me doy cuenta de

que su mano tiembla un poco. Rápidamente la esconde,

cruzando sus brazos sobre su pecho.

—Sam y yo ayudamos a un grupo de personas a salir de

Manhattan ayer. —Le digo—. Me preguntaba cómo algunos de

ellos sabían mi nombre, pero todo era demasiado caótico

como para preguntar. ¿Estuve en las noticias? ¿Me mostraron

peleando en la ONU?

Daniela asiente.

—Mostraron algo de eso. Excepto cuando ese

funcionario que lucía como Clooney se convirtió en un

verdadero monstruo alienígena, la gente realmente comenzó a

Page 112: El Destino de Diez [ECEN]

enloquecer y las cámaras se volvieron inestables. Estabas

interpretando bastante fuerte antes de eso, de todas formas.

Inclino mi cabeza, sin comprender.

—¿A qué te refieres?

—Había un tipo video de YouTube, que fue publicado

por un estúpido foro de conspiraciones al inicio…

—Espera, ¿era algo como: Ellos Caminan Entre

Nosotros?

Daniela se encoge de hombros.

—Nerds Caminan Entre Nosotros. No lo sé, seguro.

Comienza con una imagen de la Tierra que está totalmente

tomada a partir de imágenes de Google y una chica comienza

a narrar como: “Este es nuestro planeta, pero no estamos

solos en la galaxia, bla, bla, bla” Ella está tratando de sonar

todo profesional como si fuera un documental sobre la

naturaleza o algo así, pero se puede decir que ella es de

nuestra edad. ¿Por qué estás haciendo esa cara estúpida?

Mientras Daniela habla no puedo evitar tener una

sonrisa estúpida en mi cara.

Trato de mantener mi expresión neutral mientras sigo

—¿Qué más pasa?

—Entonces, muestran fotos de los Mogadorianos y dice

que han venido a esclavizar a la humanidad. Estos

extraterrestres pálidos parecen que podrían ser chicos con

maquillaje de monstruo cursi o algo así. Nadie hubiera

tomado esta mierda en serio si, ya sabes, no hubiera un

montón de ovnis amenazando ciudades. Y entonces, ella

empieza a hablar de ti. Hay un video tuyo saltando de una

casa en llamas que no debería ser posible, y luego hay un

archivo con material de ustedes, un montaje de la curación de

Page 113: El Destino de Diez [ECEN]

la cara quemada de este agente del FBI y…así, está bastante

granosa pero los efectos especiales, tendrías que ser bastante

bueno para que sea falso.

—¿Qué…qué dice ella de mí?

Daniela sonríe, mirándome.

—Dice que tu nombre es John Smith. Qué eres un Garde,

que fuiste enviado a nuestro planeta a combatir a esos aliens y

que ahora necesitas nuestra ayuda.

Eso que Daniela estaba citando antes. Su terrible

impresión se suponía era Sarah. Me siento de nuevo,

pensando en el vídeo que Sarah y Mark hicieron, su

contribución desde la banda. A pesar de que ella está

burlándose de él, el video parece haber causado una

impresión en Daniela. Pudo recitarlo de memoria. Demonios,

los sobrevivientes que encontramos en la calle sin duda

alguna lo habían visto. Ellos confiaron en mí. Estaban

dispuestos a ponerse de pie y luchar. ¿Pero todo era un poco

tarde?

Hago una mueca involuntaria, pensando en voz alta.

—Me pasé toda mi vida escondiéndome de los

Mogadorianos que estaban cazándome por la Tierra,

haciéndome más fuerte, entrenando. La guerra siempre fue

peleada en secreto. Estábamos empezando a unir a nuestros

aliados, sin embargo, a partir de entender las cosas. Me

pregunto si sólo lo hubiéramos hecho público antes, ¿cuántas

vidas podríamos haber salvado si Nueva York hubiera estado

listo para un ataque como este?

—Nah —dice Daniela sacudiendo su mano, descartando

la idea—. Nadie hubiera creído esa mierda ni una semana

antes, no sin personas en CNN gritando acerca de naves

espaciales apareciendo sobre Nueva York. Quiero decir, que

Page 114: El Destino de Diez [ECEN]

se necesitaba toda una lucha en la ONU para que se sintiera

real. Antes de eso, la gente de la prensa se debatía si era una

broma, un truco viral para una película, lo que sea. Vi a una

señora en la TV diciendo que eras un ángel, bastante

divertido.

Me río con sequedad, no realmente por mi estado de

ánimo.

—Sí, comiquísimo.

Me doy cuenta de que Daniela está tratando de

consolarme a su manera cáustica. Nunca sabré lo que habría

pasado si hubiéramos pasado los últimos meses tratando de

hacer que nuestra guerra contra los Mogadorianos se hiciera

pública. Había humanos en altos niveles involucrados con

ProMog que no habrían hecho que cualquier intento de

exponer a los Mogs fuera extremadamente difícil, sino

imposible. Sé todo esto, lógicamente. Y sin embargo, no

puedo evitar sentir que las pérdidas colosales de vidas caen en

mí. Debería haber hecho más.

—¿Qué edad tienes? De todas formas —pregunta

Daniela.

—Dieciséis —le digo.

—Sí —ella asiente, como si ya supiera esto—. Como la

chica que narra el video. Tienes todo eso del sabio más allá de

los años, eso es cierto. Y parece que has pasado por un poco

de mierda, pero al echar un vistazo más de cerca… —ella se

descarrila, chasqueando con la lengua un pensamiento—, tú

deberías estar terminando la preparatoria hombre, no salvado

el mundo.

No puedo dejar que lo que pasó en Nueva York me

entierre bajo culpabilidad. Tengo que asegurarme de que

nada parecido vuelva a suceder. Necesito encontrar a mis

Page 115: El Destino de Diez [ECEN]

amigos y encontrar una manera de matar a Setrákus Ra, de

una vez por todas.

Levanto mis hombros y sonrío a Daniela, que solo se

encoje de hombros indiferente.

—Alguien tiene que hacerlo.

Daniela me devuelve la sonrisa por un segundo, y luego

se atrapa a sí misma y mira hacia otro lado. Por un segundo,

pensé que podría ser voluntaria para unirse a la lucha. No

puedo hacer que se quede con nosotros después de que

salgamos del metro. Sólo tengo que confiar en que ella y los

otros seres humanos por ahí, han desarrollado sus legados

por una razón.

—Tenemos que seguir moviéndonos —digo.

Sacudo el hombro de Sam y él resopla despierto. Sus

ojos están nublados por un momento, ajustándose lentamente

a la iluminación de LCD azulada del vagón del metro.

—Entonces no era un mal sueño —suspira, se levanta

lentamente, estirando su espalda. Su mirada se desplaza a

Daniela—. Así decidiste quedarte por aquí, ¿eh?

Daniela se encoge de hombros, como si la cuestión la

avergonzara.

—Mencionaste sacar algunas personas de Nueva York…

—me dice.

—Sí, la armada y las fuerzas especiales aseguraron el

puente de Brooklyn, están evacuando personas de ahí, al

menos lo estaban haciendo la noche pasada.

—Me gustaría ir ahí —responde Daniela levantándose. Se

endereza la playera cubierta de polvo y manchas de sangre—.

Ver si mi mamá lo logró.

Page 116: El Destino de Diez [ECEN]

—Muy bien —digo, no quiero presionarla a unirse a las

fuerzas, si va a suceder tiene que ser ella la que tome la

decisión, eso no significa que no podamos permanecer juntos

por el tiempo que tengamos que estar—. Nosotros tenemos

que tomar nuestro camino también.

Sam se frota los ojos, sigue trabajando en humedecer su

boca.

—¿Crees que Nueve y Cinco hayan dirigido su camino al

punto de evacuación?

—Lo dudo —contesto—. Pero Nueve es un chico grande,

puede mantenerse a sí mismo por un tiempo más, las

prioridades han cambiado, de verdad necesito ponerme en

contacto con Seis, si alguien tiene teléfonos funcionando,

debe de estar en el punto de evacuación —me doy la vuelta

hacia Daniela—. ¿Puedes llevarnos fuera de aquí?

Daniela asiente.

—Sólo hay una manera de ir por las vías de la parte alta

que se derrumbó. Si seguimos las vías durante unas paradas

más, debemos casi llegar al puente

—Espera, ¿cómo cambiaron las prioridades mientras

dormíamos aquí abajo? —Pregunta Sam.

Le digo a Sam cómo Ella me alcanzó telepáticamente de

su prisión a bordo del Anubis, explicando que Setrákus Ra se

dirige hacia el Santuario. Daniela escucha con los ojos muy

abiertos y fijos en mí, y la boca ligeramente abierta. Cuando

he terminado de describir el paisaje de ensueño, profecías y

sitios históricos en peligro de extinción relacionados con

Lorien, ella niega con la cabeza en total negación.

—Mi vida se ha vuelto tan extraña —dice, caminando por

el vagón del tren dirigiéndose hacia la salida.

—Oye —Sam habla detrás de ella—. Olvidaste tu mochila.

Page 117: El Destino de Diez [ECEN]

Daniela mira por encima del hombro. Entonces, me

mira. No sé si quiere permiso o si me está desafiando a

detenerla. Cuando yo no digo nada, ella se dobla hacia atrás y

levanta la pesada bolsa con un gruñido.

—Usa tu telequinesis —digo casualmente—, es buena

práctica.

Daniela me mira por un momento, luego asiente con la

cabeza y sonríe. Se concentra y flota la bolsa hacia fuera

delante de ella.

—¿Qué llevas ahí dentro, a propósito? —Pregunta Sam.

—Mi fondo para la universidad —responde.

Sam me mira y yo me encojo de hombros.

Cuando Daniela llega al final del coche, levita la bolsa a

un lado y abre la puerta metálica con un ruido fuerte. Da un

paso hacia la pasarela que conecta al siguiente vagón. Sam y

yo la seguimos un par de metros detrás.

—Guau, guau –dice Daniela, sus palabras no se dirigen a

nosotros. Sus bolsa de lona es propulsada de nuevo a nuestro

vagón de metro, por lo que Sam y yo tenemos que saltar fuera

del camino. Daniela desliza telequinéticamente la bolsa

debajo de un banco, como si estuviera tratando de ocultarla.

Un segundo después, ella camina hacia atrás a través de la

puerta, con las manos levantadas en señal de rendición.

Inmediatamente, mis músculos se tensan. Pensé que

estábamos a salvo aquí abajo en los túneles

Pero no estamos solos.

El cañón de una ametralladora con un accesorio de

linterna se nivela a centímetros de la cara de Daniela. Una

forma oscura, cubierta de equipos voluminosos y chaleco

antibalas, a centímetros de cautela de nuestro vagón de tren,

hace retroceder y agacharse a Daniela. Demasiado tarde, me

Page 118: El Destino de Diez [ECEN]

doy cuenta de los haces de luz en el vagón, al menos una

docena de ellos, tal vez más. Un segundo haz de halógeno

brilla directamente en mis ojos, un segundo hombre armado

está abordando nuestro vagón. Sin pensarlo, enciendo mi

Lumen, deslizando fuego a través de mis puños.

—Espera —dice Sam—. No son Mogs.

Oigo el clic revelador del seguro de una cámara,

probablemente en respuesta a mi canalización de una bola de

fuego. El pasillo del vagón del metro es estrecho, Daniela está

en el camino y la luz en mi cara hace que me sea difícil ver.

Las condiciones definitivamente no son ideales. Podría

desarmarlos con mi telequinesis, pero no quiero correr el

riesgo de quedar en una ráfaga de fuego al tiempo que lo haga.

Es mejor esperar y ver cómo funciona esto.

Dejo que mi Lumen parpadee y al mismo tiempo el

soldado frente a mí, baja la luz de la linterna de mi cara,

apuntando su arma hacia el suelo. Lleva un casco, uniforme y

gafas de visión nocturna. A pesar de todo eso, puedo decir que

es sólo unos pocos años mayor que yo.

—Eres él —dice el Soldado, con un poco de temor en su

voz—. John Smith.

Todavía no estoy acostumbrado a todo esto ser

reconocido, por lo que me lleva un momento para responder.

—Es correcto.

El soldado toma un walkie-talkie de su cinturón y habla

por él.

—Lo tenemos —dice sin quitar los ojos de mí.

Daniela nos bordea a Sam y a mí, mirando entre

nosotros y los demás soldados que ahora se están filtrando en

nuestro vagón de tren en abanico, por lo que la zona se

estrecha más

Page 119: El Destino de Diez [ECEN]

—¿Amigos tuyos?

—No estoy seguro —digo tranquilamente.

—Algunas veces le gustamos al gobierno, otras no tanto

—explica Sam.

—Genial —responde Daniela—. Por un segundo creí que

estaban aquí para arrestarme.

El walkie-talkie del soldado crepita a la vida, la voz de

una mujer conocida llena el vagón de tren.

—Pídele amablemente acompañarlos y tráelos aquí —la

mujer ordena.

El soldado se aclara la garganta, incómodo, mirándonos.

—Por favor, vengan con nosotros —dice—. La Agente

Walker quisiera hablar con ustedes.

Page 120: El Destino de Diez [ECEN]

Los soldados nos apresuran a través de los túneles del

subterráneo, fuera en la estación más próxima y finalmente a

la luz del día. Están constantemente alrededor de nosotros en

un apretado nudo, un escudo humano, tratándonos de la

misma manera que el Servicio Secreto trata al presidente.

Permito que me muevan, sabiendo que puedo hacerlos a un

lado fácilmente al inicio de problemas. No nos encontramos

con ninguna patrulla Mogadoriana en el camino a sus

Humvees armadas, y bastante pronto nos encontramos

moviéndonos a través de las calles llenas de pedazos de

edificios, el daño resultante del bombardeo del Anubis la

noche anterior.

Llegamos al puente de Brooklyn rápidamente y sin

incidentes. En el lado de Manhattan, el ejército ha colocado

un punto de chequeo fuertemente armado. Soldados con

armas montadas observan las calles desde un bloqueo de

sacos de arena. Detrás de ellos, tres filas de tanques están

estacionadas a través del puente, sus torretas armadas con

misiles de superficie y apuntados al cielo. Helicópteros

cargados con más misiles patrullan los cielos y algunos botes

con aspecto musculoso ya están el río. Si los Mogadorianos

trataran de empujar a Brooklyn, definitivamente encontrarían

resistencia.

—¿Han tenido que luchar mucho? —Pregunto al soldado

conduciendo nuestro Humvee mientras nos señalan desde el

Page 121: El Destino de Diez [ECEN]

punto de chequeo y comenzamos a maniobrar a través del

puente.

—Negativo, señor —responde—. Los hostiles se han

mantenido en Manhattan hasta ahora. Esa gran nave voló

sobre nosotros esta mañana y no atacaron. Si me pregunta,

ellos no quieren un pedazo de nosotros los chicos del ejército.

—Señor —Daniela repite, alzando una ceja y haciendo

una burla.

—Están reteniendo Manhattan —digo, recargándome y

frunciendo el ceño, sin entender porque los Mogs no han

presionado el ataque.

—Es como si Setrákus Ra estuviera mandando un

mensaje —dice Sam cuidadosamente—. Miren lo que puedo

hacer.

—Si vienen a nosotros estaremos listos —dice el soldado,

oyéndonos. Mirando por la ventana puedo distinguir algunos

francotiradores escondidos entre los cables del puente,

observando Manhattan desde sus binoculares.

Intercambio una mirada dudosa con Sam. Quiero creer

en esta demostración de fuerza y apoyar la confianza del

soldado, pero he visto el tipo de destrucción del que los Mogs

son capaces. La única razón por la que el campamento de

Brooklyn sigue de pie es porque Setrákus Ra lo ha permitido.

El soldado estaciona nuestra Humvee en el medio de una

calle de la ciudad que ha sido convertida en un área militar.

Hay tiendas cerca, más Humvees y muchos soldados armados

que parecen nerviosos. También hay una larga fila de civiles,

muchos de ellos sucios y superficialmente heridos,

sosteniendo fuertemente sus pocas posesiones mientras

esperan en una línea demacrada. Al inicio de la línea, algunos

voluntarios de la Cruz Roja con portapapeles toman la

Page 122: El Destino de Diez [ECEN]

información de las personas exhaustas antes de mandarlas a

los autobuses.

Nuestra escolta me nota observando la lenta procesión

de los refugiados.

—La Cruz Roja está tratando de mantener rastro de los

desplazados —explica el soldado—. Después están siendo

evacuados a Long Island, Nueva Jersey, donde sea.

Alejándolos de la pelea hasta que podamos recuperar Nueva

York.

El soldado observa a Sam y a Daniela, después a mí

nuevamente. De repente se me ocurre que este tipo está

viéndome para dar órdenes.

—¿Quiere a estos dos evacuados? —Pregunta el soldado,

refiriéndose a mis compañeros.

—Están conmigo —le digo y él asiente, aceptando eso sin

más preguntas.

Daniela observa a los trabajadores ayudar a una pareja

mayor registrarse y ayudarlos a subir al autobús.

—¿Tienen una lista o algo que pueda checar? Estoy…

buscando a alguien.

El soldado se encoje de hombros como si no fuera su

área de experiencia.

—Claro. Podrías preguntar.

Daniela se voltea a verme.

—Voy…

—Ve —digo, asintiendo—. Espero que la encuentres.

Daniela le sonríe Sam, después a mí y comienza a

voltearse.

Page 123: El Destino de Diez [ECEN]

—Hmm, acerca de todo ese asunto de salvar al mundo…

—dice ella dudando.

—Cuando estés lista, ven a buscarme —le digo.

—Estás asumiendo que alguna vez estaré lista —

responde Daniela. No ha mencionado su bolsa o el dinero

robado desde que fue dejado atrás en el subterráneo.

—Sí. Lo estoy.

Daniela espera por un segundo más, sus ojos fijos en los

míos. Entonces, asintiendo para sí misma, se voltea y trota a

cuestionar a la Cruz Roja. Sam me mira como si estuviera

loco.

—¿Sencillamente la vas a dejar irse? Una de las únicas…

—Sam mira hacia el soldado que está parado pacientemente

cerca, sin estar seguro de cuanto decir.

—No puedo forzarla a unirse a nosotros, Sam —

respondo—. Pero lo que le pasó… lo que te pasó a ti... tiene

que haber una razón. Tengo fe de que no será por nada.

—La Agente Walker está por aquí, señor —el soldado

dice, señalando a mí y a Sam para que lo sigamos.

—¿Ya funcionan los celulares? —Le pregunto mientras

caminamos a través del ajetreado campamento—. Necesito

hacer una llamada. Es importante.

—Los métodos tradicionales siguen sin funcionar, señor.

Los hostiles se aseguraron de eso. Aunque probablemente

tenemos algo en el centro de comunicaciones que puede usar

—dice el soldado, señalando a una tienda cercana llena de

actividad—. Pero se supone que debo llevarlos directamente

con la Agente Walker. Si me lo permite.

—¿Si yo se lo permito?

Page 124: El Destino de Diez [ECEN]

—Se nos fue informado su historial… de dificultades con

la autoridad —dice el soldado, examinando su rifle—. Se nos

dijo que no comenzáramos combate contra usted o que no lo

forzáramos a hacer nada. Los parámetros de la misión están

limitados a, uh, tratamiento gentil.

Sacudo la cabeza en incredulidad. No fue hace mucho

que yo era considerado un enemigo del estado. Ahora soy

tratado como un dignatario extranjero por el ejército.

—De acuerdo —digo, decidiendo no dificultarle más la

vida a nuestra escolta—. Señáleme la dirección de la Agente

Walker y después ayude a mi amigo Sam a poner sus manos

en un teléfono satelital.

Momentos más tarde, camino por un muelle de concreto

con vista al Río Este y Manhattan. El aire es fresco y frío,

aunque aún impregnado con el agrio olor a quemado que

sopla desde Manhattan. Desde aquí tengo una vista clara de la

destrucción que trajeron los Mogadorianos a la ciudad.

Pilares de humo negro se alzan hacia el brillante cielo azul,

incendios aun ardiendo. Hay espacios en blanco en la ciudad,

espacios donde yo sé que debería de haber un edificio,

borrados simplemente por las armas poderosas de energía de

Anubis. Ocasionalmente puedo distinguir un Skimmer

zigzagueando entre edificios, los Mogs patrullando las calles.

La Agente Walker está sola, parada en la barandilla, con

la mirada fija en la ciudad.

—¿Cómo me encontró? —Pregunto como manera de

saludo cuando me acerco.

La agente del FBI que una vez trató de encarcelarme,

realmente me sonríe.

—Algunos sobrevivientes que llegaron, mencionaron

haberte visto —contesta Walker—. Mandamos equipos al área

Page 125: El Destino de Diez [ECEN]

en general. Pensamos en comenzar a buscar donde la nave

alfa estaba lanzando artillería pesada.

—Buena decisión —contesto.

—Me alegra que estés vivo —dice bruscamente.

El cabello rojo rayado de gris de Walker esta sujetado en

una coleta ajustada. Se nota exhausta, ojeras pesadas debajo

de ambos ojos. En algún momento intercambio su

acostumbrado rompe vientos y pantalón del FBI por un

chaleco Kevlar y fatigas, probablemente prestadas del gran

contingente del ejercito asegurando esta área. Su brazo

izquierdo está en un cabestrillo y hay una cortada con

vendajes improvisados en su frente.

—¿Le gustaría que sanara esos? —Pregunto.

Como respuesta Walker mira alrededor. Ambos estamos

solos por el momento, parados en el pequeño parque apretado

debajo del puente de Brooklyn. O más bien, lo más solos que

es posible en un lugar que se convirtió en un campamento

para refugiados durante la noche. La colina detrás de nosotros

está llena de tiendas improvisadas, personas de Nueva York

heridas y espantadas juntas. Supongo que estas son las

personas que se rehusaron a ser evacuadas por la Cruz Roja o

están gravemente heridos para hacer el viaje. Las tiendas

están esparcidas en las calles adyacentes, y estoy seguro de

que hay personas escondiéndose en los elegantes edificios de

apartamentos cerca del río. Esparcidos entre los

sobrevivientes, manteniendo el orden y atendiendo a los

heridos, hay soldados, policías y algunos médicos, solo una

pequeña fracción de la fuerza de miles que vi reunida más

cerca del puente. En esencia es caos organizado.

Page 126: El Destino de Diez [ECEN]

—¿Esos poderes tuyos tienen límites? —Pregunta

Walker, viendo a una mujer con el brazo gravemente

quemado ser tratada por un doctor apurado.

—Sí, los golpee bastante fuerte ayer —respondo,

rascándome detrás del cuello—. ¿Por qué pregunta?

—Porque por mucho que aprecie la oferta, tenemos miles

de heridos aquí, John, con más llegando cada hora. ¿Quieres

pasar todo tu día parchando gente?

Miro fijamente las hileras de personas en el parque,

muchos de ellos descansando en nada más que pasto. Muchos

me están observando. Sigo sin estar cómodo con esto, ser la

cara de la Garde. Regreso la mirada a Walker.

—Podría —digo—. Salvaría algunas vidas.

Walker sacude la cabeza y me da una mirada nivelada.

—Los gravemente heridos están en la carpa. Podemos

pasar más tarde si aún quieres hacer de Madre Teresa. Pero tú

y yo, ambos sabemos que hay mejores cosas que podrías hacer

con tu tiempo.

No respondo, pero tampoco presiono más el asunto.

Walker gruñe camina a lo largo del muelle, dirigiéndose a una

colección de tiendas colocadas en una plaza cercana. Miro

nueva y rápidamente alrededor el parque. Cruzando el parque

las cosas parecían bastante seguras. Pero aquí, es locura

absoluta. Personas heridas, soldados, oficiales militares, ni

siquiera sé por dónde empezar. Podría estar superado.

—Así que… ¿Estas a cargo aquí? —Le pregunto a Walker.

Tratando de reunir mis pensamientos.

Bufa.

Page 127: El Destino de Diez [ECEN]

—Estas bromeando, ¿no? Hay generales de cinco

estrellas en la escena planeando contraoperaciones. La CIA y

la NSA2 están aquí, coordinando con las personas en

Washington, tratando de dar sentido a la información que

está llegando de alrededor del mundo. Tuvieron al presidente

en video esta mañana desde cualquier bunker al que el

Servicio Secreto lo haya mandado. Solo soy un agente del FBI

muy no a cargo.

—Está bien, si ese es el caso, ¿por qué me trajeron a ti,

Walker? ¿Por qué estamos hablando?

Walker para y voltea a mí, manos en sus caderas.

—Por nuestra historia, nuestra relación…

—¿Así lo estás llamando?

—He sido nombrada tu enlace, John. Tu punto de

contacto. Cualquier cosa que puedas decirnos de los

Mogadorianos, sus tácticas, esta invasión, eso pasa por mí. De

igual manera si tienes alguna petición para las fuerzas del

ejército de los Estados Unidos.

Dejo salir una rápida risa sin humor. Me pregunto dónde

estarán los generales. Escaneo las tiendas cercanas, buscando

a que parezca más importante que las demás.

—No se ofenda, Walker, pero no la necesito como

persona-en-medio.

—No es tu decisión —ella responde, resumiendo su

caminata por el muelle—. Tienes que entender que la gente a

cargo, el presidente, sus generales, lo que queda de este

gabinete, no eran personas ProMog. Cuando los Mogs

hicieron contacto, casi teníamos una copa glorificada en

2Agencia de Seguridad Nacional.

Page 128: El Destino de Diez [ECEN]

nuestras manos con la basura ProMog abogando rendición.

Por suerte, con Sanderson fuera del panorama…

—Espera. ¿Qué le pasó a él? —Pregunto. Perdí rastro del

Secretario de Defensa en la pelea con Setrákus Ra.

—No lo logró —Walker contesta, sombría—. Tenía

suficientes personas en Washington para deshacerme de las

malas manzanas. De las que sabemos, al menos.

—Así que estás diciendo que ProMog se ha ido en su

mayoría y nos hemos quedado con…

—Un gobierno fracturado que ha sido mantenido

totalmente en la oscuridad. Esta invasión, la idea de

alienígenas del espacio exterior atacándonos, es totalmente

nueva para ellos. Aceptan que estas peleando de nuestro lado.

Pero aun así eres un extraterrestre.

—No confían en mí —digo, incapaz de mantener la

amargura fuera de mi voz.

—La mayor parte de ellos no confían el uno en el otro. Y

de todas maneras, tú no deberías de confiar en ellos —

contesta Walker empáticamente—. Saben que los miembros

ProMog han sido arrestados, asesinados o huido. Pero eso no

significa que los tenemos a todos.

Le doy una mirada a Walker, girando mis ojos.

—Así que mejor permanezco con el diablo conocido,

¿eh?

Expande sus brazos, sin esperar realmente que la abrace.

—Correcto.

—De acuerdo, aquí está mi primera petición —digo—.

Anubis… esa es la nave que dejó Nueva York esta mañana, ahí

va Setrákus Ra y esta de camino a México.

Page 129: El Destino de Diez [ECEN]

—Oh, bien —interrumpe Walker—. Les gustará eso. Una

amenaza menos en aire de los Estados Unidos.

—Necesitan reunir jets, luchadores, drones, lo que sea

que tengan —continuo—. Se dirige a un lugar de gran poder,

un lugar Loric. No estoy seguro de lo que Setrákus Ra quiere

ahí, pero sé que sería malo si lo obtuviera. Necesitamos llevar

la pelea a él.

La expresión de Walker se oscurece más con cada

palabra que digo. Ya puedo decir que no me va a gustar nada

que tenga que decirme. Me guía lejos del muelle, a través de

un césped podado y se detiene frente a una tienda ligeramente

alejada de las demás.

—Un ataque directo no va a suceder —dice.

—¿Y por qué diablos no?

—Mi cuartel general —dice ella, empujando a un lado la

lona para entrar—. Hablemos dentro.

Dentro de la tienda de Walker hay una cama sin usar,

una mesa llena de objetos y una laptop. Hay un mapa de

Nueva York con líneas rojas a través, si tuviera que adivinar

diría que es el camino que tomo Anubis durante el ataque de

ayer. Walker saca un segundo mapa de debajo del de Nueva

York, este es del mundo entero. Hay una obvia X dibujada

sobre un montón de ciudades importantes. Nueva York,

Washington, Los Ángeles y lugares lejanos como Londres,

Moscú y Beijing. Hay más de veinte ciudades marcadas de

esta manera. Walker golpea sus dedos sobre el mapa.

—Esta es la situación, John —dice ella—. Cada marca es

una de sus naves de guerra. ¿Sabes cómo derribar una de esas

cosas?

Sacudo la cabeza.

Page 130: El Destino de Diez [ECEN]

—Aún no. Pero no lo he intentado.

—La Fuerza Aérea lo intentó ayer. No resultó muy bien.

Frunzo el ceño.

—Los vi volar. Sé que no sobrevivieron.

—Habían tenido algún éxito contra las naves pequeñas,

pero no lograron ni acercarse al Anubis. La Fuerza Aérea

estaba considerando otro ataque cuando los chinos entraron

de lleno.

—¿Qué significa eso?

—Después de un par de horas del ataque a Nueva York se

volvieron locos por el gatillo. Probablemente pensaron que

serían los siguientes. Lanzaron cualquier cosa más pequeña

que una nuclear a la nave que estaba sobre Beijing.

—¿Y?

—Decenas de miles murieron —responde Walker—. La

nave sigue en el aire. Están escudados de alguna manera.

Científicos chinos dicen que es un tipo de escudo

electromagnético. Se cansaron de aplastar jets contra él, así

que intentaron mandar una pequeña fuerza por paracaídas

directamente a la nave. Esos hombres no sobrevivieron el

contacto contra el campo.

Recuerdo el campo de fuerza que rodeaba la base

Mogadoriana en West Virginia. El shock que recibí por tocarlo

fue suficiente para sacarme el aire y dejarme enfermo por

días.

—He corrido contra uno de sus escudos antes —le digo a

Walker—. Literalmente.

—¿Cómo lo destruiste?

Page 131: El Destino de Diez [ECEN]

—Nunca lo hice.

Walker me da una mirada muerta.

—Y yo aquí con altas esperanzas.

Miro nuevamente al mapa de Walker y sacudo la cabeza.

Cada X me parece una pelea más que no sé cómo ganar.

—Veinticinco ciudades bajo ataque. ¿Tiene alguna buena

noticia agente Walker?

—Esa fue —dice—. Esa fue la buena noticia.

Levanto una ceja hacia ella.

—Algunos lugares como Moscú y Londres, mandaron

tropas a luchar contra los Mogs. Pero las respuestas son nada

como aquí o Beijing. No bombardeos, no monstros. Es como

si los Mogs estuvieran poniéndoselas fácil. Y después hay

lugares como París y Tokio en los que ni siquiera están

peleando. Esas ciudades no están técnicamente bajo ataque.

Las naves de guerra y de vigilancia están controlando el

espacio aéreo pero aparte de eso no hay Mogs en tierra. Y

después esta mañana, esa nave de guerra vuela justo sobre

nosotros, como si fuéramos nada. Tiene a gente pensando que

quizá no quieren pelear. Tal vez es todo un gran malentendido

con los alienígenas, que no debimos haberlos atacado

primero.

—No lo hicimos —replico.

—Yo sé eso, Pero alrededor del mundo, lo que ellos

vieron…

—Setrákus Ra está mandando un mensaje —digo—.

Aunque tiene la ventaja no quiere una pelea prolongada.

Quiere espantar a la humanidad a sumisión. Quiere que nos

rindamos.

Page 132: El Destino de Diez [ECEN]

Walker asiente y camina a su laptop. Teclea un montón

de contraseñas, no es tarea fácil dado que utiliza solo una

mano, antes de finalmente sacar un video encriptado.

—Tienes más razón de lo que crees —dice Walker—. Aún

es incierto como obtuvo acceso, pero este video apareció en la

bandeja de entrada privada del presidente. Otros líderes

mundiales con los que nos hemos comunicado han reportado

haber recibido lo mismo.

Walker presiona el botón de Play y una imagen de alta

definición de la cara de Setrákus Ra aparece en la pantalla. Mi

sangre se enfría a la vista de su pálida piel y vacíos ojos

negros, y la cicatriz morado oscuro que encierra su cuello, y la

manera arrogante que le sonríe a la cámara. Es exactamente

la misma cara que uso antes de lanzarme al Río Este. Setrákus

Ra está sentado en la ornamentada silla de comandante en el

Anubis, recuerdo haberla visto cuando Ella me mostro la

nave. Sobre su hombro Nueva York es visible a través de una

masiva ventana de piso a techo. El sol está saliendo, la ciudad

aun en flamas. No tengo ninguna duda de que escogió este

fondo a propósito.

—Respetados líderes mundiales —Setrákus Ra comienza,

estas amables palabras dichas en un rasposo ladrido—.

Espero que este mensaje los encuentre con la mente abierta

después de los eventos en Nueva York y Beijing. Fue con mala

disposición, y solamente después de un intento de asesinato

de terroristas alienígenas, que utilicé una fracción de la fuerza

Mogadoriana contra su gente.

—Ustedes son los terroristas alienígenas, por cierto —

dice Walker.

—Sí. Lo entendí.

Setrákus Ra continúa.

Page 133: El Destino de Diez [ECEN]

—A pesar de estas lamentables circunstancias, mi oferta

de acoger a la humanidad y mostrarle el Progreso

Mogadoriano permanece. No soy nada sino indulgente.

Mientras que mis fuerzas continuaran manteniendo Nueva

York y Beijing como recordatorio de lo que sucede cuando

bestias inconsideradas muerden una mano amable que guía,

las otras ciudades donde mis naves se encuentran no tienen

nada que temer. Asumiendo, claro, que mis generales reciban

rendición total de estos gobiernos dentro de las cuarenta y

ocho horas.

Mi cabeza gira hacia Walker.

—No están realmente creyendo está mierda, ¿o sí?

Señala la pantalla.

—Hay más.

—Además —entona Setrákus Ra—. Está bajo mi creencia

que el gobierno de los Estados Unidos está protegiendo a los

terroristas Lorics conocidos como la Garde. Continuar

ayudando estas almas torcidas será considerado un acto de

guerra. Deberán serme entregados al momento de rendición

en interés de evitar el costoso y doloroso proceso de sacarlos

por la fuerza. Comprendo también que algunos humanos han

sufrido mutaciones debido a los Garde, en las que manifiestan

ciertas habilidades anti-naturales. Estos humanos deberán ser

entregados para tratamiento.

—¿A qué se refiere con mutaciones? —Pregunta

Walker—. ¿Más mierda?

No respondo. En lugar de eso me alejo de la laptop

mientras Setrákus Ra sigue hablando, mi mirada cambiando

hacia la agente Walker.

Page 134: El Destino de Diez [ECEN]

—Tienen cuarenta y ocho horas para rendirse o no

tendré más opción que aliviar a la humanidad de su tonto

liderazgo y liberar sus ciudades por la fuerza…

El video se detiene y Walker se voltea para enfrentarme.

Cuando lo hace ya tengo preparada una pequeña bola de

fuego, flotando sobre la palma de mi mano.

—Oh, Santo Cielo John —gruñe, alejándose del fuego.

—¿Para eso me trajiste? —Le espeto, retrocediendo. Casi

estoy esperando un grupo de soldados entrando a tratar de

sujetarme, así que mantengo un ojo en la entrada de la tienda

mientras me muevo hacia ella—. ¿Mis amigos están a salvo?

—¿Crees que te mostré eso para emboscarte? Cálmate.

Estás a salvo.

Miro fijamente a Walker otro par de segundos. En este

punto ya no tengo realmente mucha más opción más que

confiar en ella, especialmente considerando que mi otra

opción es pelear mi salida contra un ejército. Si el gobierno

quisiera intercambiarme a Setrákus Ra como símbolo de

buena voluntad, probablemente ya hubiera sucedido. Extingo

mi fuego y frunzo el ceño a Walker.

—¿Así que es cierto? —Presiona Walker—. ¿Lo qué dijo

Setrákus Ra sobre los humanos manifestando habilidades

anti-naturales? ¿Se refiere a que los humanos están

obteniendo Legados?

—Yo…

No estoy seguro de cuanto compartir con Walker. Me

dice que estoy a salvo pero no fue hace mucho que me

perseguía a través del país. Aunque insiste que ProMog ha

sido eliminado, aún hay humanos ahí afuera trabajando

contra nosotros. Diablos, ella acaba de decirme que no confié

Page 135: El Destino de Diez [ECEN]

en el gobierno. ¿Qué tal si hay una nueva Garde alrededor del

mundo, y qué tal que un impostor como el secretario de

Defensa Sanderson llega a ellos antes que nosotros? ¿Y

realmente puedo revelar a Sam y a Daniela con la agente

Walker? No puedo decirle nada. No hasta que lo haya

averiguado yo mismo.

—No sé de qué diablos está hablando, Walker —digo

después de un momento—. Él dirá lo que sea para conseguir

lo que quiere.

Creo que puede notar que le estoy ocultando algo.

—Sé que es difícil de aceptar considerando nuestra

historia, pero estoy de tu lado —dice Walker—. Y por ahora,

también los Estados Unidos.

—¿Por ahora? ¿Qué significa eso?

—Significa que nadie está realmente ansioso de rendirse

ante el alienígena maniaco que acaba de hacer a Nueva York

explotar. ¿Pero y si comienza a tocar más ciudades y aún no

hemos descifrado cómo combatirlo? Las cosas podrían

cambiar. Es por eso que tu petición para una operación

militar en México no va a pasar. Primero, es perder la

proposición contra la nave de guerra. Segunda, lo sabio en

este momento es que no tenemos que ayudarte abiertamente.

—Están haciendo sus apuestas —digo, incapaz de

mantener la mueca de desprecio en mi cara—. En caso de que

decidan rendirse.

—La palabra del presidente es que actualmente todas las

opciones están abiertas, sí.

—Rendirse no es una opción. He visto… —Me detengo

antes de mencionar la visión de Ella acerca del futuro,

pensando que profecías provenientes de Legados no cargaran

Page 136: El Destino de Diez [ECEN]

mucho peso con la híper-práctica Walker—. No terminará

bien para la humanidad.

—Sí, yo sé eso John, ¿pero cuando Setrákus Ra comience

a matar civiles y lo único que quiere es intercambiarlos a ti y a

la demás Garde? Esa es una acción que el presidente se verá

obligado a considerar.

Me volteo, abriendo la tienda para mirar afuera,

preguntándome dónde estará Sam con ese teléfono satelital.

También quiero esconder mi cara de Walker, sintiendo el

pánico alzarse en mí garganta. No sé qué hacer. Si el límite de

Setrákus Ra pasa y comienza a bombardear otra ciudad, ¿se

supone qué debería sencillamente dejarlo pasar? ¿Me entrego

a mí mismo? Mientras tanto ¿qué hago para impedir el ataque

al Santuario? ¿Y qué sucede con Cinco y Nueve quienes aún

siguen sin ser encontrados? Es demasiado para manejar.

—¿John?

Lentamente enfrento a Walker, asegurándome de que mi

expresión es neutral. Aun así ella debe detectar algo ahí,

porque cruza la tienda y se coloca justo en frente de mí.

Agarra mi hombro con su brazo bueno y estoy tan

sorprendido que lo dejo suceder. Hay miedo en los ojos de

Walker, mezclado con un tipo de determinación suicida. He

visto esa mirada en mis amigos, justo antes de que se lanzaran

a batalla contra posibilidades imposibles.

—Necesitas decirme como hacer esto —me dice Walker,

su voz baja y temblorosa—. Dime cómo ganar esta guerra en

menos de cuarenta y ocho horas.

Page 137: El Destino de Diez [ECEN]

—¿Cómo va?

Adam se sobresalta cuando le pongo mi mano en su

hombro y me inclino para revisar su progreso. Él se encoge

sobre la mesa de trabajo donde los Mogs solían arreglar sus

armas en intentos inútiles para reducir el campo de fuerza del

Santuario. Adam se ha deshecho de toda la mierda Mog que

estaba estorbando el banco en el suelo y la reemplazó con un

surtido de piezas mecánicas. Las piezas salieron del polvo de los

Skimmers desarmados en la pista de aterrizaje, algunos desde

dentro de las entrañas de los motores, otros desde detrás de los

paneles de control de la pantalla táctil. Entre las piezas de la

nave hay otros cachivaches, la batería de una de las lámparas

halógenas, un cañón Mog averiado y la carcasa de un ordenador

portátil. Todas esas cosas han sido dobladas, deformadas o

martilladas por Adam mientras trata de sustituir el conducto

destruido de nuestra nave, usando piezas de repuesto.

—¿Cómo parece que me está yendo? —Responde

desanimado, bajando el soplete que estaba a punto encender—.

No soy ingeniero, Seis. Esto es totalmente prueba y error. Hasta

ahora, el cien por ciento es error.

El sol está subiendo por encima de la línea de árboles de la

selva para calentar la pista de aterrizaje, sin un respiro del calor

pegajoso de aquí. Adam ha sudado ya toda su camisa, su piel

Page 138: El Destino de Diez [ECEN]

pálida en la parte posterior, su cuello se pone rosado. Le dejo mi

mano en su hombro hasta que suspira y se vuelve hacia mí. Sus

oscuros ojos están nublados y un poco salvajes, círculos grises

se forman a su alrededor.

—No dormiste —le digo, sabiendo que es verdad.

Trabajó durante toda la noche, su martilleo y sus

maldiciones, a menudo interrumpían las horas de descanso del

resto. Gestiono mientras se acurruca en la cabina del Skimmer.

Las únicas pausas que tomó fueron para ver a Dust, cuyo estado

paralizado no mejora.

—Tal vez no sé nada de biología Mogadoriana; pero estoy

bastante segura de que necesitas descansar.

Adam se quita un poco de cabello de los ojos, tratando de

concentrarse en mí.

—Sí, Seis, dormimos. Cuando es conveniente.

—Te vas a empujar a ti mismo hasta el agotamiento y

luego ¿para qué vas a ser bueno? —Pregunto.

Adam me frunce el ceño.

—Lo mismo, estoy bien por el momento —dice, mirando a

la colección de papeles frente a él—. Te escucho, Seis. Estoy

bien. Déjame seguir trabajando

En verdad, me alegro por Adam es tan dedicado a su

trabajo. Por más que no quiero verlo herirse a sí mismo,

necesitamos desesperadamente salir de México. Todavía no hay

ninguna noticia de John. Tengo miedo de que estemos

perdiendo la guerra.

Page 139: El Destino de Diez [ECEN]

—Por lo menos come —le digo, tirando de un plátano

verde que acabo de agarrar del ramo de un árbol cercano y lo

pongo en la mano de Adam.

Observa el plátano por un momento. De hecho, puedo oír

el gruñido del estómago de Adam cuando empieza a pelarlo. La

comida no fue algo en lo que hayamos pensado al hacer las

maletas.

No sabíamos qué esperar cuando llegáramos al Santuario,

pero definitivamente no estaba planeando quedar varados. No

trajimos los suministros necesarios para una estancia

prolongada.

—Sabes, Nueve tenía estas piedras en su cofre que, si las

chupabas, podían darte todos los nutrientes de una comida —le

digo a Adam, pelando mi propio plátano—. Un poco asqueroso,

especialmente después de pensar acerca de dónde pudieron

haber estado y cuántas veces Nueve probablemente las hubiera

utilizado. Pero en este momento, realmente desearía que no las

hubiéramos tirado en el Santuario.

Adam sonríe, mirando por encima del templo.

—Tal vez deberías volver y pedírselas muy amablemente.

Estoy seguro que la cosa de energía no quiere las piedras

lamidas por Nueve.

—Tal vez debería pedirle un nuevo motor mientras estoy

en eso.

—No le pesaría —Adam responde, y se traga el resto de su

plátano a toda prisa—. Voy a sacarnos de aquí, Seis. No te

preocupes.

Le dejo un segundo plátano en la mesa y dejo que Adam

vuelva a trabajar. Corto a través de la pista de aterrizaje, y me

Page 140: El Destino de Diez [ECEN]

dirijo a donde está Marina sentada con las piernas cruzadas en

el pasto, frente al Santuario. No estoy segura de si está

meditando, rezando o qué hace; pero estaba en ese lugar cuando

me desperté esta mañana y no se ha movido en todo el tiempo

que he estado vagando por la selva para buscar comida.

Me gustaría pensar que es un accidente que mi camino

hacia Marina me lleva por el Skimmer donde Phiri Dun-Ra está

atada, pero sé que no lo es. La tenemos atada firmemente en

medio del campo y todos hemos estado manteniendo un ojo en

ella. Quiero que la Mogadoriana diga algo, que me diera una

excusa. Ella no me decepciona.

—Él va a fallar, ¿sabes?

—¿Has dicho algo? —Pregunto, deteniéndome y girando

lentamente hacia ella. Escuché a Phiri Dun-Ra perfectamente.

Nuestra prisionera Mogadoriana me sonríe horriblemente,

sus dientes dejan notar sangre seca. Su ojo derecho está cerrado

por la hinchazón. Le hice eso anoche. Después de enterarme de

la invasión Mogadoriana, verdaderamente me cansé de su

cacareo incesante. Así que la golpee. No es mi momento de

mayor orgullo, agarrar a puñetazos a una Mogadoriana atada;

pero se sentía bien. En verdad, probablemente lo habría hecho

más si Marina no me hubiera arrastrado lejos. Me quedo

mirando a Phiri Dun-Ra, su ojo bueno se divierte. Aprieto los

puños de nuevo. Quiero golpear algo. Todo lo que necesito es un

motivo.

—Ya me oíste, niña —responde ella, señalando con la

barbilla hacia Adam. La voz de Phiri Dun-Ra fue lo

suficientemente fuerte que estoy segura que él también

escucho—. Adamus Sutekh fallará, como siempre lo hace.

Verás, lo conozco hace mucho más tiempo que tú. Sé que fue

Page 141: El Destino de Diez [ECEN]

una decepción perpetua para su padre. Para nuestro pueblo. No

es de extrañar que se haya vuelto un traidor.

Echo un vistazo por encima del hombro a Adam. Está

fingiendo no escuchar a Phiri Dun-Ra, pero sus manos dejaron

de moverse y sus hombros están agachados.

—¿Quieres que te noquee otra vez? —Pregunto a Phiri

Dun-Ra, dando un paso hacia ella.

Se queda pensativa por un momento, luego continúa.

—Aunque, hmm… algo que sólo ahora se me ocurre.

Recuerdo haber oído de la destreza técnica del joven Adamus.

Era una especie de prodigio con las máquinas como un joven

nacido de verdad. Es extraño, entonces, que él haya sido

incapaz de arreglar una de esas naves, especialmente con todo

ese equipo a su disposición

Miro de nuevo a Adam. Tiene una expresión de confusión

en su cara, mirando a Phiri Dun-Ra.

—Me pregunto si se está estancando a propósito —

reflexiona Phiri Dun-Ra—. Tal vez, ahora que el Progreso

Mogadoriano ha demostrado ser inevitable, él te piensa

mantener aquí y buscará favorecer a nuestro Amado Líder, para

que pueda venir arrastrándose de vuelta a su pueblo real... O tal

vez es simplemente demasiado cobarde para enfrentar las

batallas perdidas que están por venir.

Adam pasa a mi lado en un borrón. Se agacha frente a Phiri

Dun-Ra y tira su cabeza hacia atrás. Ella trata de morderlo, pero

Adam es demasiado rápido.

—¡La muerte viene por ti, Adamus Sutekh! ¡Por todos

ustedes! —Se las arregla para gritar, antes de que Adam le meta

un trapo en la boca.

Page 142: El Destino de Diez [ECEN]

A continuación, sus lágrimas se pierden en un pedazo de

cinta adhesiva y da una bofetada a Phiri Dun-Ra. Su aliento

ahora viene en ráfagas furiosas y contundentes de su nariz, la

Mogadoriana observa con odio a Adam. Más allá, en el césped

delante del Santuario, Marina ha estado viendo la que acaba de

pasar, con una pequeña mueca en su cara.

Adam está frente a Phiri Dun-Ra, sus dientes al

descubierto, líneas oscuras hendidas en su rostro. Es una

mirada asesina, que he visto en la cara de muchos

Mogadorianos, generalmente justo antes de que trataran de

matarme.

—Adam… —Le digo a modo de advertencia.

Adam voltea rápidamente hacia mí, tratando de

controlarse a sí mismo. Toma una respiración profunda.

—Todo lo que ella dijo es mentira, Seis —dice—. Todo.

—Lo sé —le respondo—. Debimos haberla amordazado

antes.

Adam gruñe y regresa a su mesa de trabajo, sus ojos están

agachados mientras camina junto a mí. Phiri Dun-Ra sin duda

sabe cómo sobre alterarlo. Realmente, a todos nosotros. Bueno,

excepto por Marina. Sé que ella está tratando de abrir una

brecha entre nuestro grupo, pero no lo va a lograr. ¿Qué tan

estúpida piensa que soy? Siempre me quedaré con la palabra de

un Mogadoriano al que se le permitió caminar por el campo de

fuerza del Santuario antes que la de una que intentó hacernos

estallar con una granada.

Con la disputa terminada, Marina vuelve a sentarse en la

hierba fuera del Santuario. Me uno a ella, observando los

pájaros de colores brillantes volando juguetones alrededor del

antiguo templo.

Page 143: El Destino de Diez [ECEN]

—¿Lo hubieras detenido si hubiese tratado de matarla? —

Marina me pregunta, después de un momento.

Me encojo de hombros.

—Ella es una Mogadoriana —le respondo—. Una de las

más idiotas que he conocido, también. Y eso es decir algo.

—En el calor de la batalla es una cosa —dice Marina—.

Pero estando atada… ella no es como los guerreros a los que nos

hemos enfrentado tantas veces. Ella es como Adam, una nacida

de verdad. Cuando usé mi Legado de curación en él, impedí que

se desintegrara, pude… pude sentir vida ahí, no tan diferente de

la nuestra. Temo que esta guerra pueda llegar a continuar.

Tal vez estoy cansada y definitivamente más allá de lo

estresada con nuestra situación actual, pero la brújula moral de

Marina, está empezando a desgastarse. Cuando respondo, hay

más dureza en mi voz de lo que me gustaría.

—¿Y qué? ¿Eres una pacifista ahora? Hace unos días,

apuñalaste el ojo de Cinco con una estalactita —le recuerdo—.

Él es mucho más parecido a nosotros que Phiri Dun-Ra, y

ambos tienen mala mierda por venir.

—Sí, lo hice —Marina responde, moviendo su mano por

las afiladas puntas de la hierba—. Me arrepiento de ello. O, en

realidad, me arrepiento del poco remordimiento que siento.

¿Ves lo que quiero decir, Seis? Tenemos que tener cuidado de no

convertirnos en ellos.

—Cinco lo merecía —le contesto, suavizando un poco la

voz.

—Tal vez —Marina admite, y finalmente me mira—. Me

pregunto qué pasará con nosotros cuando todo esto se termine,

Seis. Cómo vamos a ser.

Page 144: El Destino de Diez [ECEN]

—Si hay algo que quede de nosotros —le respondo.

Marina sonríe con tristeza. Ella vuelve la mirada hacia el

Santuario.

—Fui al interior del templo temprano en la mañana, antes

de que el sol estuviera en lo alto —dice ella—. Volví a la fuente,

adonde llegó la energía Loric.

Estudio a Marina. Mientras yo estaba durmiendo, ella

estaba bajando las escaleras retorcidas de la cámara subterránea

del Santuario, de nuevo. El pozo de piedra donde la Entidad

apareció con los mapas brillantes del universo en las paredes.

Me hubiera gustado haber conseguido más respuestas de ese

lugar.

—¿Encontraste algo útil?

Ella se encoge de hombros.

—Todavía está ahí. La Entidad. Puedo sentirlo,

extendiéndose desde el interior del Santuario, aunque no sé con

qué propósito. Todavía puedo ver el brillo, en el fondo del pozo.

Pero...

—¿Estabas esperando un consejo?

Marina asiente, riendo suavemente.

—Yo esperaba que nos pudiera guiar. Contarnos lo que

debemos hacer a continuación.

No me sorprende que la Entidad viviente dentro del

Santuario; aparentemente la fuente de nuestro poder, no sacara

su cabeza para otra visita de Marina. Cuando nos encontramos

con la Entidad, parecía casi divertirse con nosotros, feliz de ser

despertada, seguro, pero no lleva prisa para ayudarnos a ganar

la guerra contra los Mogs. Recuerdo lo que dijo durante nuestra

Page 145: El Destino de Diez [ECEN]

conversación; que otorga sus dones a una especie, que no juzga

ni toma partido, ni siquiera en su propia defensa. Creo que ya

hemos conseguido mucha más ayuda de la Entidad de la que

podríamos conseguir. Mantengo este pensamiento para mí, sin

querer desalentar a Marina o sacudir su fe, la cual parece estar

sobre todo manteniéndola estable, incluso si dirige a su lugar a

algunas cuestiones éticas que yo, francamente, no me siento

cómoda pensando en ellas.

—He estado sentada aquí orando por nuestra situación —

Marina continúa—. Supongo que es una tontería esperar algún

tipo de señal. No sé qué más hacer conmigo misma, sin

embargo…

Antes de que pueda responder, un zumbido estridente

suena detrás de nosotros. Al principio, creo que es el último

intento de Adam de crear un nuevo conducto. El ruido está

demasiado cerca. Viene prácticamente justo arriba de nosotros.

Marina sonriéndome, con los ojos muy abiertos y emocionada.

Mi corazón empieza a latir más fuerte cuando me doy cuenta de

lo que está sucediendo. Tal vez las oraciones de Marina están

trabajando efectivamente.

—¿Seis? ¿No vas a contestar?

Ha habido un silencio molesto durante tanto tiempo, me

había olvidado de cómo suena el timbre del teléfono satelital.

Me levanto de un salto, sacando el teléfono de la parte de atrás

de mis pantalones. Marina está conmigo, inclinando la cabeza

para escuchar, y Adam trota para reunirse con nosotras. Puedo

sentir a Phiri Dun-Ra observándonos, pero la ignoro.

—¿John?

Page 146: El Destino de Diez [ECEN]

Hay un estallido de estática como si el teléfono satelital

estableciera la conexión, una voz familiar que viene entre

chillidos de interferencia.

—¿Seis? ¡Soy Sam!

Una amplia sonrisa se propaga a través de mi cara. Puedo

sentir el alivio en la voz de Sam al escuchar que le respondí.

—¡Sam!

Mi propia voz se rompe un poco. Espero que no lo escuche

a través de nuestra conexión crepitante. En realidad, no me

importa. Marina agarra mi brazo, sonriendo más ampliamente.

—¿Estás bien? —Le pregunto a Sam, las palabras salen a

mitad de preguntas y mitad de exclamaciones.

—¡Estoy bien! —Grita.

—¿Y John?

—John, también. Estamos en un campamento militar en

Brooklyn. Ellos nos prestaron un par de teléfonos satelitales y

John habla con Sarah por el otro teléfono.

Resoplo y no puedo dejar de rodar mis ojos un poco.

—Por supuesto que lo está.

—¿Dónde están, chicos? ¿Están todos bien? —Sam nos

pregunta—. Las cosas se han vuelto locas.

—Todo el mundo está bien, pero… —Antes de que pueda

decirle a Sam sobre nuestra situación, me interrumpe.

—¿Sucedió algo ahí abajo, Seis?, ¿Mientras estabas en el

Santuario? Como, por ejemplo, ¿presionaste un botón de

Legados o algo?

Page 147: El Destino de Diez [ECEN]

—No había ningún botón —digo, intercambiando una

mirada con Marina—. Conocimos a, no sé.

—Sí Lorien —dice Marina.

—Nos encontramos con una Entidad —le digo a Sam—.

Dijo algunas cosas raras, nos dio las gracias por despertarlo y

luego, hmm…

—Se propagó hacia la Tierra —Marina termina por mí.

—Oh, hola, Marina —Sam dice distraídamente—.

Escucha, creo que esta Entidad suya podría haberse, uh,

propagado hacia mí.

—¿Qué diablos significa eso, Sam?

—Tengo Legados —Sam responde. Hay una fuerte mezcla

de emoción y orgullo en su voz que me es imposible no imaginar

a Sam inflando su pecho, mirando como lo hizo justo después

de que nos besamos por primera vez—. Bueno, sólo

telequinesis. Ese siempre es el primero, ¿no?

—¿Tienes Legados? —Exclamo, mirando con los ojos

abiertos a los demás.

La mano de Marina aprieta mi brazo, y ella vuelve a mirar

el Santuario. Mientras tanto, la expresión de Adam se torna

pensativa, mientras mira hacia abajo a sus propias manos, tal

vez preguntándose qué podrá ser este desarrollo de sus propios

Legados.

—Y no soy el único —Sam continúa—. Nos encontramos

con otra chica en Nueva York por casualidad que había

conseguido poderes también. Quién sabe cuántos nuevos Garde

estén ahí afuera.

Page 148: El Destino de Diez [ECEN]

Niego con la cabeza, tratando de digerir toda esta

información. Me encuentro mirando el Santuario también,

pensando en la Entidad escondida dentro.

—Funcionó —digo en voz baja—. Realmente funcionó.

Marina me ve a la cara, con lágrimas en sus ojos.

—Estamos en casa, Seis —dice ella—. Hemos traído a

Lorien aquí. Hemos cambiado el mundo.

Todo suena muy bien, pero no estoy lista para celebrar el

momento. Todavía estamos varados en México. La guerra no se

ha terminado de repente.

—Esa Entidad no les dio una lista de nuevos Garde,

¿verdad? —Sam pregunta—. ¿Para de alguna manera nosotros

encontrarlos?

—No hay una lista —le respondo—. No puedo decirlo con

certeza, pero a juzgar por mi conversación con la Entidad, todo

parece bastante aleatorio. ¿Qué está pasando allá? —Pregunto a

Sam, dirigiendo la conversación hacia las batallas que nos

hemos estado perdiendo—. Escuchamos sobre el ataque a

Nueva York...

—Es malo, Seis —dice Sam, con severidad arrastrándose

en su voz—. Manhattan está, como, en llamas. No sabemos

dónde está Nueve; todavía está por ahí afuera, en alguna parte.

¿Dónde están, chicos? Realmente podrían ser de ayuda.

Me doy cuenta de que nunca terminé de decirle a Sam

acerca de nuestra situación actual.

—Había Mogs custodiando el Santuario —le digo—.

Acabamos con todos ellos menos uno. Mientras estábamos en el

interior del templo, hizo naufragar todas las naves. Estamos

atrapados aquí. ¿Crees que puedas conseguir con tus nuevos

Page 149: El Destino de Diez [ECEN]

amigos en el ejército alguien que envíe un avión? Necesitamos

que vengan por nosotros.

—Espera, ¿todavía están en México? ¿En el Santuario?

No me gusta el miedo en la voz de Sam. Algo no está bien.

—¿Qué pasa, Sam?

—Tienen que salir de ahí —dice Sam—. Setrákus Ra y su

enorme buque de guerra se dirige justo hacia ti.

Page 150: El Destino de Diez [ECEN]

Pocos minutos después de que la Agente Walker me dice;

‗Tengo cuarenta y ocho horas para ganar una guerra‘, un par

de soldados en traje de combate de cuerpo completo y una

civil de mediana edad cargando una tableta entran a su

tienda. Quieren enviar alguna clase de reporte urgente

relacionado con una grabación que un civil hizo en su tableta

esta mañana.

No estoy poniendo mucha atención, mis oídos están

zumbando, mi corazón palpitando. Puedo sentir a los recién

llegados lanzarme miradas, como si fuera una mezcla entre

una celebridad y un unicornio. Eso no ayuda, siento que las

paredes de la tienda se están cerrando lentamente.

Creo que podría estar teniendo un ataque de pánico.

La Agente Walker me da una mirada y sostiene su mano

en alto, parando a los soldados de decir nada más.

—Vamos a dar una caminata, caballero —dice—.

Necesito aire fresco.

Walker dirige a las tres personas afuera de su tienda y

los sigue, deteniéndose en la salida. Vuelve a mirarme,

haciendo una mueca como si tuviera dolor. Sé que

probablemente ella quiere decir algo reconfortante o

alentador, y también sé que la Agente Walker simplemente no

está equipada para eso.

Page 151: El Destino de Diez [ECEN]

—Tómate unos minutos —dice amablemente, y

probablemente esa es la mayor muestra de empatía que

alguna vez haya visto de ella.

—Estoy bien —contesto bruscamente, aunque no me

siento bien. Para nada. Estoy plantado en el lugar y teniendo

problemas aún para mantener mi respiración.

—Por supuesto, eso lo sé —dice Walker—. Sólo, no sé,

has tenido unas duras veinticuatro horas. Toma un respiro.

Estaré de vuelta en un par de minutos.

Tan pronto como Walker se va, inmediatamente colapso

en la silla en frente de su laptop. No debería estar tomándome

un minuto. Hay demasiado que hacer. Aunque, mi cuerpo no

está cooperando. Esto no es como el agotamiento al que

estuve presionándome ayer, esto es algo más. Mis manos

están temblando, y puedo oír mis latidos resonando fuerte en

mi cabeza. Me recuerda a la explosión de ayer… los gritos, la

muerte. Corriendo por mi vida, pasando por los cuerpos de la

gente que no fui lo suficientemente bueno para salvar. Y más

de eso está por venir.

A menos que pueda hacer lo imposible. Siento como si

fuera a vomitar. Necesitando de algo en que concentrarme,

algo para sacarme de este miedo, enciendo la portátil de

Walker. Sé lo que estoy esperando encontrar, lo que necesito

escuchar. Adjunto con el video que me mostró de la amenaza

de Setrákus Ra, Walker tiene un par de archivos abiertos en

su escritorio. No estoy para nada sorprendido de ver el video

que estoy buscando aquí, ya abierto.

LUCHA POR LA TIERRA–APOYA A LORIEN.

Subo el volumen y hago clic en reproducir.

“Este es nuestro planeta, pero no estamos solos.”

Page 152: El Destino de Diez [ECEN]

Daniela tenía razón: Sarah suena como si estuviera

tratando de parecer mayor y más profesional de lo que

realmente es, como un presentador de noticias o un

documentalista. Me hace sonreír, todo es lo mismo. Cierro

mis ojos y escucho su voz. Ni siquiera escucho necesariamente

las palabras, aunque, es definitivamente bueno escuchar a tu

novia describirte como un héroe de la raza humana. Escuchar

la voz de Sarah comienza a calmar mis nervios, pero también

crea un sentimiento de nostalgia, había estado demasiado

asustado para disfrutar los últimos días. Nos imagino de

vuelta en Paradise, mucho más inocentes, pasándola en mi

habitación mientras Henri estaba haciendo los mandados.

No estoy seguro de cuántas veces he reproducido el clip

antes de que Sam entra a la tienda de Walker. Él aclara su

garganta para llamar mi atención y sostiene en alto un

teléfono satelital en cada mano.

—Misión cumplida —dice Sam. Estira su cuello para ver

la pantalla de la laptop—. ¿Qué estás viendo?

—El… hmm, el video que Sarah hizo —respondo

avergonzado. Por supuesto, Sam no sabe que acabo de ver el

video una docena de veces, que estoy escuchando la voz de mi

novia tratando de entrar en un cierto estado de concentración.

Me siento derecho, tratando de parecer el fuerte líder que el

video retrata.

—¿Es impresionante? —Pregunta Sam acercándose. Deja

uno de los teléfonos a mi lado.

—Lo es —me remuevo, no seguro de qué decir sobre el

video—. Es bastante cursi de hecho. Pero ahora mismo es

también una de las cosas más grandiosas.

Sam asiente y da unas palmadas en mi hombro,

entendiendo.

Page 153: El Destino de Diez [ECEN]

—¿Por qué simplemente no la llamas?

—¿A Sarah?

—Sí, llamaré a Seis y revisaré con el Equipo Santuario —

dice, sonando ansioso.

—Averiguaré dónde están. Tal vez ya pudieron volver a

Ashwood. Les haré saber qué pasa con nosotros y

encontraremos un lugar donde reunirnos. Probablemente

debería llamar a mi papá también. Dejarle saber que estoy

vivo. —Me doy cuenta de que Sam está mirándome de la

misma forma en la que Walker lo hizo, como si de repente

fuera frágil. Sacudo mi cabeza y me empiezo a levantar pero

Sam pone una mano en mi hombro.

—En serio, hombre —dice—. Llama a tu novia. Ella debe

estar muerta de preocupación — dejo que Sam me empuje de

vuelta a la silla.

—Está bien —digo—. Pero si cualquier cosa le pasa a Seis

o a los otros, o no puedes encontrarlos.

—Vendré por ti inmediatamente —Sam dice mientras se

acerca a la salida—. Te daré privacidad antes de la próxima

crisis.

Cuando Sam se va, paso mis manos por mi cabello y las

dejo allí, apretando mi cabeza, como si literalmente tratara de

mantenerla en su lugar. Después de un momento

componiéndome, alcanzo el teléfono que Sam dejó y marco el

número que me he comprometido a memorizar. Sarah

contesta a el tercer pitido, sin respiración y esperanzada.

—¿John?

—No tienes idea de cuánto necesitaba escuchar tu voz. —

Respondo, mirando de reojo la pantalla de la laptop de

Walker y finalmente cerrándola. Presiono el teléfono pegado a

Page 154: El Destino de Diez [ECEN]

mi oído, cierro mis ojos e imagino que Sarah está sentada

junto a mí.

—Estaba tan preocupada, John. Vi… todos vimos lo que

pasó en Nueva York.

Tengo que morder mi mejilla. La imagen de la Sarah que

yo estaba llamando en mi mente es reemplazada por una en

edificios retumbando bajo los bombardeos del Anubis.

—Lo sé, no sé qué decir al respecto —le digo—. Me siento

afortunado de haberlo logrado.

Sin mencionar lo culpable que me he estado sintiendo, o

cuan duro ha sido seguir adelante. No quiero que Sarah sepa

eso sobre mí. Quiero ser el tipo heroico de su video.

Sarah no dice nada por un par de segundos. Puedo

escuchar su respiración, lenta y temblorosa, la forma en cómo

se pone cuando está tratando de mantener sus emociones de

salir burbujeando. Cuando finalmente habla, su voz es un

silencioso y desesperado susurro, viniendo desde lejos.

—Fue tan horrible, John. Toda esa pobre gente. Están

muriendo, el mundo se está básicamente terminando, y

todo… todo en lo que pude pensar fue qué te habría pasado,

porque no llamabas. No… no tengo un hechizo en mi tobillo

para seguirte el rastro. No sabía si…

Me doy cuenta que el alivio de Sarah al escuchar mi voz

es del tipo enojo, del tipo que viene cuando has pasado noches

sin dormir preocupado por una persona. Recuerdo como se

sentía cuando los Mogadorianos la tomaron a ella, cómo se

sentía, como si una pieza de mi estuviera perdida. Y también

recuerdo cuando las cosas simples eran evitar a los Mogs,

rescatar a Sarah, no había millones de vidas colgando de la

balanza. Es loco pensar que solía verse como una crisis.

Page 155: El Destino de Diez [ECEN]

—Mi teléfono satelital se destruyó o hubiera llamado

antes. Lo logramos hasta Brooklyn donde el ejército se

instaló. Estoy bien. —Le reafirmo, sabiendo que estoy en parte

tratando de convencerme a mí mismo.

—Me he sentido como un fantasma estos últimos días —

dice Sarah, despacio—. Mark y yo, hemos estado golpeando

duro al internet, trabajando en proyectos para ayudarte, tú

sabes, ganar corazones y mentes. Y finalmente conocimos a

GUARD en persona, quien… Oh por Dios, John, tengo mucho

que decirte. Pero necesito que sepas primero que durante

todo este tiempo, estuve ocupada, me he sentido como si

solamente estuviera pasando por todo eso. Como si estuviera

fuera de mi cuerpo. Porque todo en lo que podía pensar era en

ti, siendo volado en pedazos con esas personas en Nueva

York.

Debería preguntar a Sarah por la identidad del

misterioso hacker con el que ella y Mark habían estado

trabajando. Debería encontrar los detalles de lo que ella y

Mark han estado haciendo. Lo sé, debería. Excepto que en

este momento, todo en lo que puedo pensar es en cuanto la

extraño.

—Sé que parte de la razón por la que fuiste a buscar a

Mark fue porque no querías ser una distracción —digo

tratando de sonar más razonable que desesperado—. No

siendo capaz de hablar contigo, de verte, de tocarte, esta

puede haber sido una mayor distracción que cualquier cosa.

Has estado ayudando tanto, pero…

—También te extraño —Sarah responde y puedo decir

cuando habla que está tratando de encontrar su resolución, de

ser fuerte como lo fue cuando la dejé en la estación de

camiones en Baltimore.

Page 156: El Destino de Diez [ECEN]

—Aunque, tomamos la decisión correcta. Es mejor de

esta forma.

—Fue una decisión estúpida —respondo.

—John…

—No sé cómo deje que me convencieras de esto —

continúo—. Nunca debimos habernos separado. Después de

todo lo que pasó en Nueva York, todo lo que tuve que ver…

Mi respiración se detiene por un momento mientras

recuerdo los incendios, la destrucción, los heridos y los

muertos. Me doy cuenta que estoy temblando otra vez, y

definitivamente no por cansancio. Me siento como si hubiera

golpeado mí límite, como si mi cerebro no pudiera soportar

tanta brutalidad. Trato de concentrarme en Sarah y en hacer

salir mis palabras, en tener sentido y no sonar muy

desesperado.

—Te necesito conmigo, Sarah —me las arreglo para

terminar—. Siento como que estas son las últimas batallas que

alguna vez vayamos a luchar. Después de Nueva York. He…he

visto qué tan rápido todo te puede ser quitado. No quiero que

nosotros seamos parte si algo sucede, si es que este es el final.

Sarah toma un profundo respiro. Cuando vuelve a

hablar, su voz es firme.

—Este no es el final, John.

Me doy cuenta de cómo debo haber sonado para ella.

Débil y asustado, para nada como el héroe alien que retrató en

ese video. Estoy avergonzado de como estoy actuando. Solo

por primera vez desde el ataque en Nueva York, sin

constantes enfrentamientos para distraerme, con las cosas

calmadas lo suficiente para pensar. El resultado es… yo

rompiéndome mientras en el teléfono esta mi novia. Hemos

estado en malas situaciones antes, peleado algunas brutales

Page 157: El Destino de Diez [ECEN]

batallas y visto amigos morir. Pero, hasta ahora, nunca me

había sentido sin esperanzas. Cuando estoy en silencio por

unos momentos, Sarah continua, su voz gentil.

—No puedo imaginar cómo fue estar en Nueva York

durante… eso. No puedo imaginar por lo que estás pasando…

—Fue mi culpa que sucediera —le digo en voz baja,

mirando a la entrada de la tienda en caso de que alguien

afuera pueda oír—. Yo pude haber matado a Setrákus Ra en

las Naciones Unidas. Tuve tiempo para prepararme para esta

invasión. Y fallé.

—Oh, John. No es posible que te culpes por Nueva York.

—Sarah responde, su tono comprensivo pero insistente—. Tú

no eres responsable por el desenfreno asesino de un alien

psicópata. ¿Está bien? Tratabas de detenerlo.

—Pero no lo hice.

—Sí, y tampoco lo hizo nadie más. Así que o todos somos

igual de culpables, o tal vez es la culpa del malvado

Mogadoriano y podemos dejarlo así. Tu culpa no va a traer a

nadie de vuelta, John. Pero puedes vengarlos. Puedes detener

a Setrákus Ra de hacerlo otra vez.

Me rio amargamente.

—Solo es eso. No sé cómo detenerlo. Es demasiado.

—Encontraremos una manera —responde Sarah, y su

seguridad casi me convence—. Lo haremos juntos. Todos

nosotros.

Restriego mis manos por mi cara tratando de

componerme. Sarah está diciéndome exactamente lo que

necesito escuchar. Como es usual, sé que está en lo correcto,

al menos en un nivel lógico. Pero eso no hace desaparecer el

nudo de culpa apretando mis entrañas, o hacer el futuro verse

menos abrumador.

Page 158: El Destino de Diez [ECEN]

Camino por este campamento y los soldados, los

sobrevivientes, todos me miran como si fuera algún tipo de

Superman. Ellos no saben…

—Supongo que mi video realmente funcionó —Sarah

bromea, tratando de alivianar el ánimo—. Te miran de ese

modo porque eres un héroe, John.

Sacudo mi cabeza.

—Ellos no saben que no tengo idea de lo que estoy

haciendo. No sé cómo luchar en una batalla de esta escala.

Nueve está perdido, Ella secuestrada y básicamente siendo

torturada, no sé qué les está tomando tanto tiempo a Seis y los

otros al volver del Santuario, pero cuando lo hagan puede que

tengamos que volver después de todo porque ahí es justo

adonde Setrákus Ra está yendo. Mientras tanto, hay

veinticinco naves de guerra sobre veinticinco ciudades

diferentes. No se cómo manejar esto, Sarah.

—Bueno —Sarah responde, su voz calmada y serena,

como si no hubiera lanzado una inmensurable pila de

problemas a sus pies—. Es algo bueno que tengas amigos.

Ahora tomemos una cosa a la vez. Déjame hablarte acerca de

GUARD.

Page 159: El Destino de Diez [ECEN]

Sarah me dice todo acerca de su tiempo con Mark, y yo

realmente no puedo creer lo que dice sobre GUARD. Después

de todos estos años, es increíble. Aunque he tratado de

mantener mi voz baja, para esconder las increíbles noticias de

la Agente Walker y sus amigos en el gobierno, por lo menos

por ahora. Después de que Sarah me llena, le digo todo lo que

me pasó a mí, y todo lo que aún seguimos enfrentando. Ella

no decae. Me dice que podemos hacer esto. Me dice que

podemos ganar. Me hacer creer.

Cuando finalmente salgo de la tienda de Walker, ya no

estoy temblando. Desahogarme con Sarah, escuchar su voz,

recordar porque estoy luchando. Todo eso es suficiente para

ponerme en mis pies, moviéndome, listo para cargar de nuevo

en la batalla. Sigo sin tener todas las respuestas, pero ya no

estoy asustado de confrontar las preguntas.

Afuera de la tienda, Sam sigue en el teléfono. Se

balancea adelante y atrás, gesticulando enfáticamente con su

mano libre.

—Seis, eso es una locura —insiste. Obviamente, Seis está

viva y bien. Y por supuesto Sam ya está tratando de

convencerla de algo—. No has visto el tamaño de esa cosa.

Destruyó cuadras de enteras como si estuvieran hechas de

papel.

Sam me mira, luego abre sus ojos como si Seis hubiera

dicho alguna locura en respuesta.

Page 160: El Destino de Diez [ECEN]

—Aquí está John —dice Sam bruscamente en el

teléfono—. Tal vez él puede hacerte entrar en razón.

Sam me pasa el teléfono.

—¿Estas bien? —Pregunto a Sam, aceptando el teléfono.

—Sí. Liberaron el Espíritu de Lorien en la Tierra, que es

probablemente por lo que tengo Legados, pero ahora están

varados en México, y Seis está hablando acerca de pelear

contra el Anubis cuando se muestre en el Santuario —Sam

dice sin aliento. Lo miro fijamente, tratando de envolver mi

mente alrededor de todo eso mientras levanto el teléfono en

mi oído.

—¿John? ¿Sam? —Ahí está la familiar voz de Seis,

sonando molesta—. Alguien hábleme.

—¡Qué hay, Seis! —Digo—. Es bueno escucharte.

—A ti también —responde, su sonrisa audible—.

¿Quieres que te ponga al día con los detalles o Deberíamos

llegar a la parte donde me tratas de convencer de no pelear

contra Setrákus Ra y su nave?

No puedo evitar sonreír a su bravuconería. Entre hablar

con Sarah y ahora con Seis, las cosas ya no se sienten tan

masivamente abrumadoras. Definitivamente estamos contra

ello, pero por lo menos no estoy solo contra ello.

—Quiero que me pongas al día —le digo a Seis—. Pero

primero, realmente necesito hablar con Adam.

—Oh —responde Seis, sonando sorprendida—. Seguro.

Espera un segundo.

Sam me da una mirada como si debería inmediatamente

haber dicho a Seis y los otros que huyeran del Santuario. No

estoy seguro que ese sea el movimiento correcto aún.

Sabemos que Setrákus Ra va hacia allá, pero él no sabe que

Page 161: El Destino de Diez [ECEN]

nosotros sabemos. Eso nos da una rara ventaja. Ella me

mostro el Santuario en su visión. Me dijo que les advirtiera a

Seis y a los demás. Tal vez es ahí donde la batalla final contra

Setrákus Ra será luchada. Si ese es el caso, por lo menos será

en medio de la nada. Civiles no estarán en peligro.

Adam se pone al teléfono, sonando cansado.

—¿Cómo puedo ayudar?

—Tus naves, quiero decir, las naves Mogs, están

protegidas por campos de fuerza. Dime cómo derribarlas.

Adam resopla.

—Estás bromeando, ¿verdad?

—Necesito darle algo al gobierno —le digo a Adam—.

Setrákus Ra ha establecido una fecha límite para nuestra

rendición y si ellos no ven una forma de vencer su armada no

van a ayudarnos.

—John, esas naves de guerra fueron diseñadas antes de

la invasión de Lorien —Adam responde—. Los escudos están

destinados a sostener ataques de un planeta lleno de Gardes.

No hay arma en la Tierra a menos que una bomba nuclear que

pueda potencialmente romper a través de ellas, e intentar un

ataque como ese sobre un centro de mayor población sería

catastrófico.

Adam hace una pausa, y puedo escuchar un sucio

crujido. Se está moviendo hacía algo.

—Aunque…

—¿Qué? Tomaré todo lo que puedas darme, Adam.

—Tal vez, la fuerza bruta no es la solución. Estoy

mirando una pista de aterrizaje de Skimmers inhabilitados —

dice—. Se me ocurrió que hay un centenar o algo así asignado

a cada nave. Actúan como exploradores y transportan

Page 162: El Destino de Diez [ECEN]

escuadrones de tropas a tierra. Ellos van y vienen de las naves

bastante, lo que hace que disminuir el campo de fuerza de la

nave cada vez sea menos practico. Así que, los Skimmers son

equipados con un generador electromagnético que los

enmascara del escudo de la nave, permitiéndoles pasar a

través, ilesos.

Debería haber pensado en eso. Ahora que Adam sacudió

mi memoria, me doy cuenta de que vi esa tecnología en

funcionamiento de vuelta en la base de la montaña en West

Virginia. Cuando la primera vez que Setrákus Ra llegó a la

Tierra, su nave se movió por el escudo de fuerza de la base

como si ni siquiera estuviera ahí. Cuando traté de perseguirlo,

el escudo me frio totalmente.

—¿Sería posible sacarles esa tecnología a los Skimmers y

ponerlas en algo más? —Le pregunto a Adam—. ¿Como por

ejemplo, un avión de combate?

Adam considera.

—Posiblemente sí. Pero mientras se despreocupan de los

campos de fuerza aún serían blanco de los cañones.

Recuerdo que Ella me mostró durante nuestro sueño

compartido, el muelle de atraque donde ella y Cinco trataron

de escapar. Tal vez podemos usar la misma tecnología de los

Mogs contra ellos.

—Podríamos llevar a diez personas en uno de esos

Skimmers, ¿cierto? —Pregunto, considerando un nuevo plan

para atacar.

—Doce, más dos pilotos —Adam contesta rápido—. Estás

considerando un asalto menos obvio.

—Sí. Si podemos abordar una de esas naves. ¿Cuántas

personas crees que necesitemos para superarlo?

Hay un poco de emoción ahora en la voz de Adam.

Page 163: El Destino de Diez [ECEN]

—Eso va a depender de cuantas de esas personas tienen

Legados. ¿He mencionado John, que cuando era un niño

soñaba con volar una de esas naves?

Sonrío ante eso.

—Podrías haber ganado tu oportunidad, Adam. Gracias

por la información. ¿Puedes poner a Seis de vuelta?

Adam dice adiós y le pasa el teléfono de vuelta a Seis.

—¿Piensas que debemos tratar de abordar el Anubis? —

Seis me pregunta—. Sam justo estaba animándome a mí y los

otros para que corriéramos lo más rápido y tan lejos de esa

cosa como fuera posible.

—No estoy seguro de qué hacer aún, pero quiero saber

sus opiniones —respondo. Miro a Sam y no puedo evitar

fruncir el ceño. A él no le gustará lo que tengo que decir.

—Quédense quietos, Seis. La ayuda está en camino.

Poco tiempo después, Sam y yo caminamos por el

muelle, buscando a la Agente Walker. Adonde quiera que ella

se haya ido con esos dos tipos del ejército y sus civiles, está

tomando más de lo esperado. Más adelante hay una gran

presencia militar en el muelle de concreto que se adentra en el

Río Este. Cuando nos acercamos, un pequeño grupo de

soldados trabajan duro quitando kayaks del agua y

amontonándolos en una pila fuera del camino para que así los

barcos militares tengan espacio donde anclar. Este lugar no

fue diseñado exactamente para barcos de batalla. En las

últimas veinticuatro horas, esto se ha convertido en un área

de carga, con un puñado de barcos con armas destructoras

flotando en la vía marina muy angosta, sus armas apuntando

a los restos del centro humeante de Manhattan.

Page 164: El Destino de Diez [ECEN]

—¿Cómo esta Malcolm? —Le pregunto a Sam. Él hizo

una llamada corta a su papá después de que corté la llamada

con Seis.

—Aliviado de que estemos vivos. Y muy emocionado de

mi nueva.... cosa —Sam me contesta, volteando alrededor

asegurándose de que nadie esté escuchando.

—Él y los agentes del FBI de Walker que fueron

olvidados fueron rescatados por el gobierno durante la

evacuación de Washington. Supongo que está bajo

tratamiento VIP en el bunker. Está en el mismo bunker que el

presidente.

—Tal vez podría decir cosas buenas de nosotros.

—Lo mismo le dije —Sam responde—. De hecho, dice

que ellos creen que es un científico loco que se especializa en

aliens con muchas mascotas.

—Las Chimæras.

—Papá piensa que es mejor que se hagan pasar como

animales normales por ahora. Sé que decidimos confiar en la

Agente Walker y su pequeño grupo de rebeldes, pero hay más

que solo su grupo en Washington. Algunos científicos ahí

abajo, bueno, papá cree que ellos podrían ser un poco

curiosos acerca de la tecnología alienígena.

Me pongo a pensar acerca de cómo Adam rescató a las

Chimæras de la experimentación Mogadoriana. Por mucho

que quiera confiar en que el Gobierno de los Estados Unidos

es mejor que eso, no puedo.

—Eso fue algo inteligente —le contesto—. Mantenerlos

fuera de experimentos o algo así hasta que los necesitemos.

Por mientras ellos pueden cuidar a tu papá.

—Si... —Sam lo dice algo desviado. Puedo notar que hay

algo más de lo que debería de estar hablándome, aún más

Page 165: El Destino de Diez [ECEN]

porque él no se ha levantado desde que hablamos con Seis por

teléfono.

—John, aun no creo que les dijeras que se quedaran en el

Santuario.

Estoy planeado llamar a Seis de nuevo una vez que

conozca cuanta ayuda puedo mandarle de Walker y el

gobierno. Al menos hasta ahora, ellos estarán firmes en el

Santuario. Ellos tienen un poco de tiempo antes de que

Setrákus Ra llegue.

—¿En serio crees que Seis hubiera aceptado irse si yo se

lo decía? —Le contesto—. Tampoco me gusta ponerlos en

peligro, Sam, pero…

—Vamos, John. ¡El Anubis casi nos mata ayer! Éramos

como hormigas contra esa cosa. Ni si quiera allá. ¿Qué tantas

oportunidades tienen ellos?

—Ella me conto que Setrákus Ra quiere lo que está

dentro del Santuario, que por lo que veo supongo es la

Entidad de Lorien de la que Seis nos contó. No podemos dejar

que vaya ahí sin oponernos. Nada bueno puede pasar si el

obtiene lo que quiere.

—¿Pero cómo van a pelear ellos? ¿Qué bien les va a hacer

a ellos quedarse ahí? —Sam me pregunta, levantando su voz—

. Ellos ni si quiera pueden dañarlo. No sin antes…

—Yo sé cuál es la situación, Sam —le contesto, perdiendo

mi amabilidad—. Vamos a encontrar la manera de ir ahí y

ayudarlos. ¿Está bien? Ella me enseño el Santuario, me dijo

que advirtiera a Seis y a los demás y también me dijo que

podemos ganar. Que ella ha visto la manera. Todo comienza

ahí.

No menciono las partes donde Ella me dijo que tendría

que haber sacrificios y donde mencionó que yo podría ser el

Page 166: El Destino de Diez [ECEN]

que la tendría que matar. Esa parte de su profecía que estoy

trabajando en cambiar. Sé que Sam me está presionando solo

porque él está preocupado por los demás y en particular por

Seis. Yo también estoy preocupado. Pero también confió en

Seis de mantenerse y tomar sus propias decisiones.

Antes de que Sam pueda hacer una respuesta, veo a

Walker enfrente de nosotros y camino hacia ella. La agente

del FBI está rodeada de varios militares de rango alto. Tengo

que meterme en el camino entre una multitud de soldados

para acercarme. Primero me ven de una manera rara, vestido

como un civil que apenas sobrevivió a un desastre natural.

Cuando se dan cuenta de quién soy, el camino se abre

muy rápido. Ya no estoy sorprendido por cómo me tratan, y

trato de que no me haga sentir incómodo. Uno de los soldados

hace su saludo, aunque unos de sus amigos parados a un lado

de él le dan un codazo y le mueve los ojos.

Walker me ve venir y se sale de su grupo de militares.

Me doy cuenta que ellos me ven, pero se nota como si Walker

estuviera a punto de decirles noticias y estuviera tratando de

evitar contacto con nosotros los rebeldes de Lorien. Ellos se

mueven y se reagrupan por el muelle, muchos de los soldados

se les acercan. Una vez ahí ellos empiezan a hablar y a

apuntar hacia el Río Este. Algo acerca del agua parece

preocuparles. Yo empiezo a aumentar mi oído para escuchar

de lo que están hablando, pero Walker ya está enfrente de mí

y está hablando.

—Qué bueno que están aquí, estaba a punto de ir por

ustedes. —Walker dice. Está sosteniendo una Tablet que le

pertenece a la civil que se la enseñó en el campamento antes.

Pero la persona no está a la vista. Walker le ha de haber

quitado la Tablet y la mandó adonde debía de estar.

Page 167: El Destino de Diez [ECEN]

—Sé cuál es la debilidad de los escudos de los aviones, se

cómo detenerlos —le digo Walker, yendo al grano.

Sus cejas se levantan de inmediato.

—Demonios, John. Eso fue rápido. Eso es algo de lo que

estarían muy interesados los militares.

—Muy bien —doy un vistazo a los oficiales que están por

el muelle—. Necesito ir a México, Walker. Estamos hablando

de que en las próximas horas. Va a haber una pelea ahí y no

puedo perdérmela. Necesito cualquier ayuda que estén

dispuestos a darme.

—¿Hay algún ‗o si no‘ que estás apunto de decir? —

Walker pregunta, su expresión es un poco oscura—. Haré lo

que pueda, pero ya te había dicho acerca de la posición de los

militares. Y viene directo del comandante en jefe.

—Sí, bueno ¿Puedes decirles las partes que necesitan

para destruir los escudos? Están camino a México. Así que

deberían de subirme a uno de esos malditos jets y dejarme en

México.

Walker levanta su mano, dándome a entender que me

entendió.

—Está bien, está bien. Haré mi mejor esfuerzo. Pero

tenemos otras cosas con las que lidiar antes de que vayamos

con los jets hacia tu zona segura de Lorien o lo que sea.

—Guau —Sam dice. Fisgonea cerca del muelle y está

viendo hacia el agua—. Tienen un submarino ahí abajo.

—Sí —dice Walker—. Antes de que vayan a algún lado.

John, quiero que le eches un vistazo a esto.

Ella se pone un lado y le pone reproducir en la Tablet,

empezando un video. Es un video un poco movido de hoy

mismo en la mañana, cuando el Anubis dejó Manhattan y

Page 168: El Destino de Diez [ECEN]

pasó sobre el puente de Brooklyn. La cámara graba un poco

feo y el audio es una mezcla de gritos y soldados dándose

ordenes unos a otros. Eventualmente, la siniestra nave sale

fuera de la vista.

—¿Qué se supone que estoy viendo, Walker?

—Eso es lo que dije. Yo también no lo vi la primera vez —

Walker vuelve iniciar el video desde el principio.

—Aparentemente, los miles de soldados altamente

entrenados tampoco se dieron cuenta en tiempo real. Esta vez

ve el río.

Sam se inclina sobre nosotros, viendo el video.

—Algo cae de la nave —menciona, apuntando a la

pantalla.

Él tiene razón. Un objeto redondo más o menos del

tamaño de Setrákus Ra en forma de una perla sale de la parte

baja de la nave. Golpea el Río Este con un gran salpicón y de

inmediato sale fuera de vista.

—¿Alguna vez habían visto algo como eso? —Pregunta

Walker.

Sacudo mi cabeza.

—Nunca había visto una de las naves de guerra hasta que

el Anubis atacó Nueva York.

Walker suspira.

—Así que seguimos sin nada.

—¿Están enviando ese submarino para buscar esa cosa?

—Sam pregunta

Walker gruñe.

Page 169: El Destino de Diez [ECEN]

—El río tiene apenas trescientos metros de profundidad,

pero no quieren mandar buzos en caso de que sea un arma o

una trampa.

—¿Qué otra cosa podría ser? —Le pregunto a Walker,

poniendo mis manos en la cintura y viendo hacia el río.

Añadiendo ese objeto a la larga lista de cosas que me tengo

que preocupar.

—Los de alto mando esperan que haya sido una caída

accidental, que algo cayo de la nave que podríamos estudiar o

usar contra los Mogadorianos, entender mejor contra quien

estamos peleando.

—Setrákus Ra no hace nada por accidente.

—Así que ¿Dices que no deberíamos de mandar a nadie

ahí abajo? —Walker pregunta, levantando una ceja—. ¿No

tienes curiosidad, John?

Antes de que pueda contestarle, se escucha un chillido

de llantas al final del muelle. Una de las Jeeps viene y tiene

que frenar cuando alcanza a unos soldados que estaban por

ahí. Dos soldados, el conductor y una pasajera, salen del

carro. La conductora tira su casco, revelando un sudoroso

cabello negro. Ella sale y abre la puerta trasera y otro soldado

da la vuelta al carro para ayudarla a bajar a un tercer soldado.

Él se ve herido, pero no puedo ver cuánto por lo lejos. Otro

militar se acerca, tratando de ayudar a estos recién llegados.

—¿Dónde están? —Grita la mujer—. ¿Dónde está el

alien? ¿Dónde está la perra del FBI?

Un nudo se forma en mi garganta. Setrákus Ra dejó una

recompensa para mí y el resto de la Garde. Quizás estos

soldados decidieron que es hora de ahorrar. De todos modos,

doy un paso al frente. No me voy a esconder. Los soldados

agrupados al final del muelle apuntan en mi dirección, de

Page 170: El Destino de Diez [ECEN]

cualquier modo. No hay adonde ir, veo sobre mi hombro a los

hombres de alto mando, los coroneles y generales o lo que sea

que son, todos se han volteado a ver esta escena. No se ven

tan interesados en intervenir, esto podría ser peligroso. O

quizás solo estoy siendo paranoico. Walker pone una mano

sobre mi hombro, quizás sintió que me puse un poco tenso.

—Deja que me encargue de esto —me dice

—Ni si quiera sabes de qué se trata esto —le digo,

acercándome a los soldados.

—Está hecho un desastre —Sam dice, viendo al soldado

que está siendo cargado por la conductora y su compañero.

Todo el frente del traje herido está lleno de sangre. Está

apenas consiente y tiene que ser ayudado por los demás. El

soldado hombre que lo está ayudando no se ve herido, pero

aun así se ve casi muerto parado sobre sus pies. Se ve

traumado. Solo la conductora se ve bien, y está mirando

fijamente a la Agente Walker.

—¿Que pasó, soldado? —Walker pregunta mientras los

tres se detienen a unos pasos de nosotros. Puedo ver el

apellido de la conductora y es Schaffer.

—Estábamos haciendo lo que dijiste. Buscándolo a él y a

sus amiguitos. —Schaffer le contesta, volteando su barbilla

hacia mí. Así que había más unidades en la ciudad aparte de

la que nos sacó de la estación de metro—. Creímos que

habíamos encontrado a los sobrevivientes, pero fuimos

atacados.

—¿Los Mogadorianos hicieron esto? —Pregunto, dando

un paso hacía el soldado herido. El frente de su camisa está

rota y también su chaleco antibalas debajo de la camisa. Eso

le pasó mientras estaban intentando ayudarme—. Manténgalo

firme, déjenme curarlo.

Page 171: El Destino de Diez [ECEN]

Con Schaffer y el otro soldado sosteniéndolo. Empiezo a

quitarle la camisa y chaleco. Mientras hago eso, Schaffer se

me queda viendo.

—No estas escuchando. —Schaffer dice—. Encontramos a

un niño, parecía hecho de metal. Pensé que era uno de

ustedes de los locos de la Garde, así que le dijimos que lo

traeríamos de regreso a ti. Caminó hacia nosotros con una

espada. Él voló hacia nosotros. Se movía más rápido que

cualquier cosa. Nos quitó nuestras armas y le hizo eso a

Roosevelt…

Trago con dureza. Solo ahora me doy cuenta que el

soldado ha sido herido. Un mensaje fue escrito en el:

5

—¿Dónde está? —Pregunto, mi voz fría como el hielo.

—Nos envió de regreso a decirte —Schaffer contesta—.

Dijo que estará en la Estatua de la Libertad al anochecer.

Quiere encontrarse contigo ahí.

—¿Había alguien más con él? —Sam pregunta.

—Alto y de cabello negro, un chico. Inconsciente —

Schaffer dice, se voltea hacia mí—. Él nos dijo qué pasaría si

no vas. No sé qué se supone que esta tontada signifique... Él

dijo: ‗Ven al anochecer o te daré una nueva cicatriz.‘

Page 172: El Destino de Diez [ECEN]

Estamos en el borde de hierba delante del Santuario, lado a

lado, de espaldas al templo. Juntos, miramos hacia el horizonte,

hacia el norte. Esa es la dirección de donde vendrá la nave de

guerra de Setrákus Ra. Tenemos hasta el atardecer. Tres de

nosotros somos la última línea de defensa. El día ha conseguido

estar más caliente. Al menos eso me permite fingir el sudor

humedeciendo la parte de atrás de mi camisa, todo por el calor.

Señalo hacia la línea de árboles.

—Los Mogs nos hicieron un favor talando toda la selva —

digo ladeando mi cabeza, tratando de medir la distancia—.

Deberíamos ser capaces de ver la nave al menos a un kilómetro y

medio de distancia.

—Ellos nos verán también. —Contesta Adam con voz

sombría—. No sé, Seis. Esto parece una locura.

Había estado esperando que Adam dijera algo así. Lo sabía

por la expresión de su cara durante nuestra conversación con

John y Sam, no estaba de acuerdo con nosotros de quedarse a

luchar contra Setrákus Ra y su nave.

—No podemos permitir que Setrákus Ra entre en el

Santuario —dice Marina, antes de que yo pueda contestar—.

Eso es un lugar Loric. Un lugar sagrado. Él lo profanaría. Lo que

sea que quiera, hay que detenerlo antes de que lo consiga.

Page 173: El Destino de Diez [ECEN]

Echo un vistazo de Marina a Adam, y me encojo de

hombros al Mogadoriano.

—La escuchaste.

Adam niega con la cabeza, aumentando su frustración.

—Mira, yo entiendo que este lugar es especial para ti, pero

no vale por el intercambio de nuestras vidas.

—No estoy de acuerdo —responde Marina secamente.

Ella definitivamente ya tomó una decisión. No hay forma de que

deje el Santuario ahora, no después de todo lo que ha ocurrido

aquí.

—Obtuvimos lo que necesitábamos de aquí —Adam

argumenta—. Algunos de los seres humanos tienen Legados

ahora. No hay nada que Setrákus Ra pueda hacer para cambiar

eso. Es demasiado tarde.

—No sabemos eso —le respondo, mirando por encima de

mi hombro al Santuario—. Si él entra allí podría… no lo sé.

Revertir lo que hemos hecho, tal vez. O hacer algo para lastimar

a la Entidad.

Adam frunce el ceño.

—Él ha controlado su planeta natal por más de una década

y nunca ha sido capaz de quitarle sus Legados. Al menos no de

forma permanente.

—Debido a Lorien estaba aquí —Marina responde

enfáticamente—. Ha estado escondido aquí y ahora él lo ha

encontrado. No podemos dejar que toque la Entidad. Las

consecuencias podrían ser catastróficas.

Adam levanta las manos.

Page 174: El Destino de Diez [ECEN]

—¡No estás escuchando a la razón! —Echo un vistazo

lejos de Adam, hacia la pista de aterrizaje llena de Skimmers

inhabilitados. Claro, mis ojos encuentran su camino a Phiri

Dun-Ra. Aún amordazada y atada al apoyo de una rueda, ha

hecho un esfuerzo para sentarse recto, probablemente tratando

de escuchar nuestra conversación. Puedo decir por las arrugas

alrededor de la cinta adhesiva que ella me sonreía. Recuerdo lo

que dijo esta mañana, cuando estaba tratando de convencerme

de que Adam fue secretamente por nosotros.

—Crees que no podemos ganar, por lo que tienes miedo a

pelear —le digo sin rodeos, lamentando las palabras casi tan

pronto como están fuera de mi boca. Adam gira bruscamente

para mirarme, entonces sigue mi mirada hacia Phiri. Él debe

hacer la conexión entre mi declaración y su enojo anterior. El

niega disgustado con la cabeza y camina unos pasos lejos de mí.

Marina me da un codazo, susurrando,

—Seis…

—Lo siento, Adam —digo rápidamente—. Sinceramente.

Eso fue un golpe bajo.

—No, tienes razón, Seis —Adam responde secamente,

encogiéndose de hombros—. Yo soy un cobarde porque no

quiero morir hoy. Soy un cobarde porque, cuando era niño, vi

desde la cubierta de una de esas naves de guerra, como su

planeta natal fue borrado. Yo soy un cobarde, porque creo que

hay que encontrar una mejor manera. Una forma más

inteligente.

—Muy bien, Adam —digo, sintiendo una opresión en el

pecho por su mención casual de la destrucción de Lorien—. Te

escuchamos.

Page 175: El Destino de Diez [ECEN]

—Puede que no sea inteligente —añade Marina—. Pero es

lo correcto.

Adam voltea a nosotros, su tono es ácido.

—En ese caso. ¿Cuál de ustedes lo va a hacer?

—¿Hacer qué? —Pregunto.

—Matar a Ella —responde—. Todos hemos escuchado lo

que dijo John. Setrákus Ra y Ella están ligados con su propia

versión del antiguo hechizo Loric. No se le puede herir sin antes

hacerle daño a ella. Nunca he conocido a la chica y te puedo

decir en este momento, que yo no voy a hacerlo. Así que

díganme, ¿Cuál de ustedes va a matar a su amiga?

—Nadie —le digo decisivamente, mirando a los ojos de

Adam—. Vamos a encontrar una manera de detener a Setrákus

Ra sin hacerle daño. —Adam mira hacia el sol, como si tratara

de averiguar cuánta luz del día nos queda.

—Estupendo —dice Adam—. Fantástico. Nuestros

recursos son algunas naves destrozadas y lo que podamos

encontrar en el infierno de selva. Dime ¿Cómo demonios

detendrías a Setrákus Ra en nuestra situación, Seis?

—John dijo que habría apoyo militar en camino.

—Dijo que iba a tratar —dice Adam prácticamente

gritando—. Mira, yo confío en John, pero él está a miles de

kilómetros de distancia. La ayuda está a miles de kilómetros de

aquí. ¿Y aquí? Solo estamos nosotros.

—La ayuda está justo detrás de nosotros —dice Marina.

Su voz sigue siendo tranquila, pero hay algo de nerviosismo. Lo

que Adam ha estado diciendo ha conseguido entrar bajo su

piel—. El Santuario nos dará una manera de luchar.

Page 176: El Destino de Diez [ECEN]

Adam toma un momento antes de rodar los ojos.

—Un milagro. ¿Eso es lo que ustedes dos están esperando?

¡Un milagro! Entiendo que despertaste a esa cosa ahí, y sé que te

dejó hablar con tu... tu amigo una última vez. Pero eso es todo lo

que va a hacer. ¿De acuerdo? Ha terminado de ayudarnos. ¿No

me creen? Tal vez podríamos preguntarle a algún Loric lo

mucho que la Entidad ayudó durante la última invasión

Mogadoriana. Eso si no estuvieran todos muertos.

El aire a mí alrededor se enfría. Al principio, se siente muy

bien con este calor agobiante de la selva, hasta que me doy

cuenta de que es Marina, furiosa a su manera especial. Ella da

un paso hacia Adam, con los puños cerrados, todo el asunto la

hermana-serena-del Santuario, bajo a toda prisa.

—¡No hables de lo que no sabes, monstruo! —Grita ella,

golpeando su dedo en el aire. Un carámbano sale desde el dedo

índice de Marina y lo encaja en la tierra a los pies de Adam.

Inmediatamente, comienza a derretirse. Adam da un paso hacia

atrás sorprendido, mirando a Marina.

—Suficiente —le digo, dando un paso entre los dos—.

Esto no nos lleva a ninguna parte.

Desde la pista de aterrizaje, Phiri Dun-Ra hace una serie

de ruidos sordos. Me doy cuenta de que ella está riéndose de

nosotros. No le presto atención, me doy la vuelta y tomo Marina

por los hombros. Su piel es fría al tacto.

—Por mucho que me encanta el aire acondicionado en

este momento, tienes que caminar un minuto —le digo. Marina

me da una mirada de incredulidad, no puede creer que esté del

lado de Adam.

Niego con la cabeza suavemente y levanto mis cejas,

haciéndole saber que eso no es lo que es. Ella suspira, mete una

Page 177: El Destino de Diez [ECEN]

mano por su cabello y camina hacia el Santuario. Me vuelvo

para mirar a Adam. Al principio, él no se fija en mí. Está

demasiado ocupado viendo el carámbano de hielo que Marina

disparó convertirse en agua.

—Suerte que no te sacó un ojo —le digo, medio

bromeando.

—Lo sé —responde, finalmente mirándome—. Seis, mira,

lo siento. No debería haber hablado de Lorien. Ese no… ese es no

es mi lugar.

—Puedes apostar tu trasero a que no lo es —le digo,

dando un paso más cerca de él.

—Está bien, te estás volviendo un poco loco, voy a

atribuírselo a eso. Pero eso sí, no hables de nuestras familias

muertas y nuestro masacrado planeta ¿De acuerdo? Porque de

verdad, te daré un puñetazo en la cara.

Adam asiente.

—Entendido.

—Todavía no estoy segura de que hacer —le contesto,

bajando la voz, consigo acercarme—. Déjame hacerlo

perfectamente claro para ti, Adam. No tengo intención de morir

aquí hoy. ¿Crees que no entiendo que las probabilidades están

en nuestra contra? Amigo, no necesito explicar. Pero ¿No

reparaste mágicamente uno de esos Skimmers mientras yo no

estaba mirando, o si?

El frunce el ceño hacia mí.

—Sabes que no lo hice, Seis.

Page 178: El Destino de Diez [ECEN]

—Entonces estamos atrapados aquí hasta que lleguen los

refuerzos. Y si estamos atrapados aquí, vamos a luchar. ¿Me

entiendes?

—Podríamos correr —Responde Adam, señalando la

selva—. No necesitamos un Skimmer para escapar.

—Míralo de esta manera. La selva nunca va a dejar de ser

una opción. —Lo reconozco—. Si el Anubis llega aquí y las cosas

no van a nuestra manera, correremos.

—¿Lo haremos? —Adam pregunta, su mirada se desliza

fuera de mí hacia la Marina—. ¿Todos nosotros?

Vuelvo la cabeza para ver sutilmente a Marina. De espalda

hacia nosotros, toma respiraciones profundas para calmarse.

Ella está mirando al Santuario de nuevo, como lo ha estado

haciendo la mayor parte del día. Marina desarrolló una

devoción casi religiosa al viejo templo. Y entiendo por qué,

nuestra experiencia con la Entidad fue bastante pesada, tal vez

más para una niña que se crio en torno a un grupo de monjas.

Sin mencionar que, el chico al que amaba está enterrado allí. El

Santuario se ha convertido en un símbolo religioso y una tumba

para ella.

—Voy a arrastrarla lejos, si tengo que hacerlo —le digo a

Adam. Adam parece satisfecho con esa respuesta. La mirada

frenética que tenía cuando nos reprendió se ha ido,

reemplazado por frio cálculo Mogadoriano. Nunca pensé que en

realidad estaría feliz de ver esas características en la cara de

alguien.

—Puedo empezar removiendo los módulos de camuflaje

del campo de fuerza para John y seguir tratando de reparar el

Skimmer, pero ninguna de esas cosas va a ayudar a defender

Page 179: El Destino de Diez [ECEN]

este lugar o sobrevivir al ataque del Anubis. —Me mira, con las

cejas levantadas—. Así que, ¿cuál es nuestro plan para no morir?

Buena pregunta.

Echo un vistazo alrededor. El plan respecto a todo este

asunto es algo en lo que todavía estoy trabajando. ¿Cómo

podemos detener a Setrákus Ra de hacer lo que quiera en el

Santuario? ¿Cómo podemos siquiera hacerle daño sin poner en

peligro Ella? Una vez más, mi mirada se desplaza hacia Phiri

Dun-Ra.

Ella ya no se está riendo de nosotros, en lugar de eso nos

está viendo como un halcón. Pienso en sus manos, atadas al

apoyo de la rueda detrás de la espalda, y la manera en que

fueron vendados, los vendajes manchados de tierra que cubren

las quemaduras eléctricas sufridas por el campo de fuerza del

Santuario. Los Mogs pasaron años aquí, tratando de forzar su

entrada en el Santuario, para ganarse el favor de su Amado

Líder. Es una lástima que no pudimos ver un panel de control o

una caja de fusibles en el interior del Santuario para encender

ese campo de fuerza de nuevo.

—Al menos sabemos adónde se dirige —lo digo en voz

alta, sin pensar—. Si Setrákus Ra quiere entrar al Santuario,

tendrá que descender de su gran nave. Eso nos da una

oportunidad.

—¿Una oportunidad para hacer qué? —Adam pregunta.

—No podemos herir Setrákus Ra sin herir a Ella, lo que

significa que realmente no podemos detenerlo de entrar en el

Santuario. Pero si él tiene a Ella y el Santuario, bueno, tal vez

deberíamos tomar algo de él.

Adam capta rápidamente.

Page 180: El Destino de Diez [ECEN]

—¿Estás pensando…?

—Mencionaste que siempre quisiste volar uno de esas

naves de guerra. Lo que sea que Setrákus Ra quiera del

Santuario, no va a ser capaz de llevarlo a ninguna parte —le

digo, sintiendo el inicio de un plan que comienza a tomar

forma—. Eso debido a que vamos a rescatar a Ella y robar su

nave.

Comenzamos nuestros preparativos, la mayoría en silencio, la

tensión en el aire sigue entre Marina y Adam. Empezamos

yendo a través del equipamiento que los Mogs dejaron atrás.

Hay cajas apiladas en una de las tiendas más grandes, un

verdadero arsenal de armas y herramientas que los Mogs

enviaron hasta aquí sólo para hacer pedazos el campo de fuerza

del Santuario. Hay toda una gama de pistolas Mog, pero el resto

del equipo parece haber sido fabricado en la Tierra.

Hay cajas de armas estampadas como propiedad de los

militares de los EE.UU., equipos de minería enviados desde

Australia y lo que Adam dice es un EMP (Pulso Electro

Magnético) experimental, con un estampado escrito en letras

chinas. Adam pasó por esto antes, cuando él estaba buscando

partes de repuesto para el Skimmer, así que él sabe cómo está

organizado.

—Queremos explosivos —le digo—. ¿Qué tienen?

Con cuidado, Adam mueve unas cajas a su alrededor antes

de abrir uno lleno de bloques de una sustancia de color beige

que me recuerda a la arcilla.

—Explosivos plásticos —dice—. C-4, creo.

—¿Sabes cómo trabajar con esas cosas?

Page 181: El Destino de Diez [ECEN]

—Un poco —contesta Adam contesta, y comienza

empujando suavemente a un lado los objetos en la caja. Además

de los C-4, también hay algunos cables y cilindros que asumo

tienen algún papel en la detonación. Después de una búsqueda

rápida, Adam sonríe y sostiene un pequeño folleto de papel—.

Hay instrucciones.

—Perfecto —murmura Marina.

—¿Cuántas bombas en total? —Pregunto.

Adam hace un conteo rápido de los ladrillos de arcilla.

—Doce. Pero puedo separarlos, hacerlos más pequeños si

quieres. Sin embargo cuanto menor sea el bloque, menor es la

explosión. Y sólo tenemos la docena de detonadores, por lo que

tendríamos que conectar los más pequeños entre sí.

Antes de responderle a Adam, empujo mi cabeza afuera de

la tienda y hago un conteo rápido de Skimmers estacionados en

la pista de aterrizaje. Dieciséis de ellos, incluyendo en el que

Adam ha estado trabajando y en el que Phiri Dun-Ra está atada.

—Está bien con doce —le digo a Adam—. No te vueles a ti

mismo, ¿de acuerdo?

—Tratare de hacer mi mejor esfuerzo.

—Excelente. Vamos, Marina.

Agarro un saco de arpillera vacío de la tienda de

suministros Mogs antes de salir hacia la pista de aterrizaje.

Marina sigue a mi lado.

—¿Qué vamos a estallar exactamente, Seis? —Pregunta.

—Espera un momento —le digo, acercándome al

Skimmer, donde esta Phiri Dun-Ra. Ella me mira enfocando sus

ojos calientes y enojados, ya no sonríe a través de su cinta

Page 182: El Destino de Diez [ECEN]

adhesiva. Creo que ella sabe lo que viene. Ella lucha un poco

contra sus ataduras, pero no puede hacer mucho para

detenerme de poner el saco sobre la cabeza.

—¿Harta de mirarla? —Pregunta Marina.

—Sí, eso. Y no quiero que ella vea lo que estamos

haciendo.

Dirijo a Marina lejos de nuestra prisionera, hacia los

demás Skimmers en la pista de aterrizaje.

—Vamos a cablear las naves. Imagino que Setrákus Ra no

viene solo, él tendrá otros Mogs con él. No tenemos el campo de

fuerza para mantenerlos fuera del Santuario, pero podemos

asegurar que los volaremos si se acercan.

Gracias a Phiri Dun-Ra, ninguno de los Skimmers está en

condiciones de moverse por su cuenta.

Uno por uno, Marina y yo usamos nuestra telequinesis

para empujar las naves en posición. Con dos de nosotros

trabajando en conjunto, el peso no es tan malo, al menos una

vez que tengamos las ruedas giran. Separamos los Skimmers

unos treinta metros de distancia en un semicírculo frente a la

entrada del Santuario. Las naves terminan casi exactamente en

la misma línea donde estaba el campo de fuerza del Santuario.

Ahora que hemos movido la mayor parte de los Skimmers,

hay un gran espacio vacío en la pista de aterrizaje.

—Esperemos que Setrákus Ra estacione el trasero de su

gran nave de guerra en el lugar más obvio —le digo, señalando

con el dedo a través del aire la pista de aterrizaje y la entrada del

Santuario.

Page 183: El Destino de Diez [ECEN]

—Sólo hay un camino hacia el Santuario, por lo que su

gente tendrán que caminar a través de las naves, que es donde

vamos a ocultar las bombas.

—Eso, al menos, eliminará la primera ola —dice Marina.

—Sí, y espero que consiga una agradable confusión y

busquen atacar, así Adam y yo podremos colarnos detrás de

ellos y abordar el Anubis.

Marina me frunce el ceño.

—Espera. ¿Dónde estoy en todo esto?

Antes de que pueda responder, Adam emerge de la armería

Mogadoriana con una bolsa de lona llena de explosivos

plásticos. Toma un vistazo a lo que hemos hecho hasta ahora y

asiente con la cabeza. Entonces, él se acerca a nosotros, coloca

la bolsa de lona abajo y saca un gran control remoto.

—Mira esto —dice Adam—. Supongo que los Mogs

estaban tratando de utilizar explosiones secuenciadas para

acabar con el campo de fuerza, tal vez pensaron que

detonaciones cronometradas en múltiples ángulos traería esa

cosa a abajo.

Me entrega el control remoto. Tiene una fila de veinte

interruptores, cada uno con su correspondiente luz roja y verde.

Doce de los focos están actualmente rojos. Adam viene a mi

lado, y explica cómo funciona el dispositivo.

—Los casquillos de detonación tienen detonadores

remotos —dice, y pulsa el interruptor de más a la izquierda

hacia arriba. La pequeña luz sobre el interruptor cambia de rojo

a verde—. Acabo de armar la primera bomba.

Echo un vistazo a la bolsa de lona a nuestros pies,

actualmente llena de una tonelada de explosivos plásticos,

Page 184: El Destino de Diez [ECEN]

luego de vuelta al controlador. Hay un pequeño diente de metal

que guía el interruptor por ahí para que llegue a su tercera

muesca, probablemente para evitar que el dedo de alguien

resbale. Aun así, estoy un poco nerviosa acerca de esta

demostración.

—Uh, está bien…

—La seguridad primero. —Adam chasquea el interruptor

a su posición original, la luz roja vuelve.

—Si se presiona el interruptor hasta el final, llegaría la

señal al casquillo para disparar su carga, y la bomba detonaría.

Asiento con la cabeza una vez, entonces pongo el control

remoto sobre la mano de Marina.

—¿Lo tienes?

—Sí, pero… —su frente se arruga mientras acepta el

control.

—Preguntaste donde vas a estar —le digo—. Vas a estar

escondida en la selva, controlando las defensas del Santuario.

Marina lo considera por un momento, una sonrisa se

extiende lentamente por su rostro.

—Será un placer.

Adam camina por la línea de naves, pegando los explosivos

plásticos en la parte más vulnerable de cada Skimmer. Un

cauteloso Mogadoriano podría notarlo, sí, pero no antes de que

ya sea demasiado tarde.

Mientras tanto, Marina y yo maniobramos los dos últimos

Skimmers a los que hemos atado con alambre para explotarlos.

Page 185: El Destino de Diez [ECEN]

Están a lados opuestos del Santuario, ambos en el mismo

borde de la selva, y ambos apuntando hacia la entrada del

Santuario.

—Podemos crear un fuego cruzado aquí —le digo,

abriendo la cabina del piloto de uno de los Skimmers—. Si tu

telequinesis es lo suficientemente fuerte para trabajar los

controles…

—Tendrá que serlo —Marina responde.

Adam se acerca, enciende los sistemas de armas de los

Skimmers y le explica a Marina qué botones tendría que

presionar para descargar los cañones. Marina pasa mucho

tiempo estudiando los controles, memorizándolos, haciéndolo

con su ojo mental.

Entonces, ella camina lentamente lejos de los Skimmers, y

se dirige a un trozo de selva lejos de las naves cableadas, pero lo

suficientemente cerca para tener una visión clara de todo el

campo de batalla. Desde ese lugar oculto ella va a defender el

Santuario.

Marina se concentra. Se acerca al Skimmer.

—Ugh —dice ella, después de un momento, frotándose el

puente de la nariz—. No lo sé, Seis. Es difícil usar mi

telequinesis en algo que no puedo ver.

Intentamos una táctica diferente. Adam y yo caminamos

alrededor del borde de la selva, apoyando desintegradores

Mogadorianos en la hierba alta y en los árboles. Camuflados con

ramas y hojas sueltas, lo suficientemente bien que un guerrero

Mog no se diera cuenta de ellos de inmediato, pero no tan

ocultos que Marina puede verlos.

Page 186: El Destino de Diez [ECEN]

Desde su lugar, prueba cada uno, apretando con

telequinesis el gatillo para que una ráfaga de disparos láser

chisporrotee en el claro frente al Santuario.

—Bien —le digo—. Ni siquiera tienes que golpear a

alguien, Marina. Sólo tienes que hacerles creer que el ataque

viene de todos lados.

Ahora que hemos terminado, hay dos Skimmers en la

pista: en la que vinimos aquí, la que Adam ha estado tratando

de reparar, y en el que está atada Phiri Dun-Ra. Estoy satisfecha

con nuestra configuración hasta ahora. Se siente bien estar

haciendo algo, por lo menos.

—Esto es bueno, Seis —dice Marina, con los brazos

cruzados, mirando a los naves Mogadorianas ahora dispuestas

como guardias delante del Santuario—. Perfecto si Setrákus Ra

envía a sus guerreros. Pero ¿que si él está en la línea de frente?

Lastimarlo significaría lastimar a Ella. No podemos correr ese

riesgo.

—Tienes razón —le respondo—. Vamos a tener que

encontrar una manera de al menos detenerlo.

Comienzo a cruzar el pasillo que conduce al Santuario y

finjo no darme cuenta cuando Adam se queda atrás, tocando

suavemente el codo de Marina mientras lo hace.

Son lentos pero sólo caminan unos pasos detrás de mí.

Con mi audición mejorada, es casi imposible para mí, no parar

de espiar.

—Siento lo de antes —Adam le dice en voz baja—. Me

dejé llevar.

Page 187: El Destino de Diez [ECEN]

—Está bien —Marina responde amablemente—. No

debería haberte llamado monstruo. Se me escapó. Realmente no

creo eso.

Adam se ríe una vez, auto desaprobación.

—No, ¿sabes?, me he preguntado mucho a lo largo de los

años, si esa… si esa es una buena palabra para nosotros.

Marina hace un ruido, a punto de decir algo más, pero

Adam le detiene.

—Está bien, lo siento de nuevo, sobre todo. Sé lo que es

perder a alguien que te importa. No debería... no voy a ser tan

arrogante acerca de dejar este lugar de nuevo. Entiendo por qué

es tan importante. Lo que significa.

—Gracias, Adam.

Me doy la vuelta, fingiendo no haber estado escuchando

toda la conversación.

Estamos frente a lo que solía ser la puerta oculta del

Santuario. Es un estrecho arco de piedra que conduce a las

escaleras que recorren todo el camino hasta la cámara oculta

bajo el templo.

—Entonces— le digo, las manos en las caderas—. ¿Cómo

podemos detener al Mogadoriano más poderoso del universo

sin hacerle daño, mientras que al mismo tiempo le robamos su

nave de guerra bajo sus narices?

Adam levanta la mano.

—Tengo una pregunta.

Puedo ver los engranes girando en su cabeza.

—Dispara —le digo.

Page 188: El Destino de Diez [ECEN]

—Todo este plan se basa en el azar. Setrákus Ra yendo

por la puerta, Setrákus Ra enviando a sus guerreros, Marina

podrá distraerlos con algunas bombas y armas fantasmas.

Abro la boca para responder, preocupada que este

asustado de nuevo, pero Adam continúa.

—Es la mejor opción que tenemos. Estoy de acuerdo

contigo. Pero, suponiendo que funciona, suponiendo que nos las

arreglamos para robar el Anubis mientras Setrákus Ra se sienta

aquí. ¿Entonces qué? ¿Qué hacemos después? Todavía no lo

podemos matar.

—Pero no va a ser capaz de matarnos tampoco —le

respondo. Sé que no es exactamente la brillante joya estratégica

que Adam está esperando, pero, sinceramente, no he pensado

tan lejos. He estado demasiado concentrada en nuestra

supervivencia inmediata.

—Tal vez podríamos negociar —Marina sugiere a

medias—. Por Ella, o el Santuario…

—A pesar de lo ferviente, te dirá lo contrario, Setrákus Ra

no tiene honor —dice Adam—. No puede haber negociaciones.

—Entonces será un punto muerto —le digo—. Y eso es

mejor que perder, ¿verdad?

Adam considera mis palabras, cavando sus talones en la

tierra delante del arco.

—Muy bien —dice Adam—. Entonces sugiero que

cavemos un hoyo.

—¿Un hoyo?

Page 189: El Destino de Diez [ECEN]

—Un pozo —Adam continúa—. En frente de la puerta.

Uno grande. Entonces, lo cubrimos y dejamos a Setrákus Ra

caer en ella.

Empujo la punta del pie en la tierra. Gracias a las sombras

del Santuario y el crecimiento de las plantas cercanas, es suave y

un poco húmeda, no como el de tierra apisonada y seca de la

pista. Todos nuestros Legados, un arsenal de armas Mog, un

montón de C-4, y ahora estamos hablando de cavar un hoyo.

—Bueno, él es exactamente la clase de idiota que no ve a

dónde va, sobre todo si está luciendo una gran erección por

entrar en el Santuario.

—Una vez que esté ahí abajo puedo poner hielo sobre la

parte superior desde mi escondite —dice Marina, apoyándonos.

—Eso podría retrasarlo aún más.

—Bueno, por lo menos va a ser divertido verlo caer en un

agujero —agrego con optimismo.

—Tendrá que ser muy grande —dice Adam, frotándose la

barbilla, pensativo—. Él puede cambiar de tamaño.

—Lo bueno es que tenemos Legados para ayudar con la

excavación —respondo—. Incluso si sólo nos compra un par de

minutos, eso podría ser suficiente para llegar a bordo del Anubis.

—Una cosa más, y es posible que no te guste esta idea —

dice Adam a Marina, señalando hacia la puerta del Santuario—.

Pero tal vez deberíamos derrumbarla. Será un obstáculo en el

camino de Setrákus Ra.

Es una buena idea, pero miro a Marina antes de decir algo.

Ella piensa por un momento y se encoje de hombros

Page 190: El Destino de Diez [ECEN]

—Son solo rocas —dice ella—. Lo que importa es proteger

lo que hay adentro.

—¿Debería traer algo de C-4? —Adam pregunta.

—Creo que puedo manejarlo —le respondo, uso mi

Legado y lo canalizo para formar una pequeña tormenta.

El aire se vuelve pesado y jalo una nube negra encima de

nuestras cabezas, un pequeño golpeteo de las gotas de agua

caen sueltas de ella.

Con un movimiento hacia abajo de mi mano, cuatro

relámpagos cortan el aire en un ángulo que ni la madre

naturaleza podría aspirar a duplicar. Aciertan al arco en la

puerta del Santuario y estalla en un montón de piedra caliza

decrépita, colapsando el pasillo sobre sí mismo con una ráfaga

de aire rancio.

Doy un paso hacia adelanta para echar un vistazo a mi

obra. La puerta de entrada está llena de escombros, parte de la

pared interior, obviamente colapsó también. No va a mantener

un ejército de Mogs para siempre y Setrákus Ra sin duda será

capaz de desalojar a los escombros con su telequinesis. Aun así,

es mejor que nada.

Mientras tanto, con una mirada pensativa, Marina mide

pasos alrededor de la entrada del Santuario, lleva la cuenta. Una

vez que caminó casi un cuadrado perfecto en frente de la

entrada, Marina me mira.

—Alrededor de treinta pasos de cada lado, ¿qué te parece?

—Me pregunta—. ¿Para el hoyo?

—Creo que bastaría.

—Déjame tratar algo —dice Marina, y luego comienza a

concentrarse.

Page 191: El Destino de Diez [ECEN]

Ella camina una línea de nueve metros de distancia de la

entrada del Santuario, con las manos abanicando el aire a

medida que avanza. Una pared de hielo comienza a tomar forma

a lo largo de la línea de Marina, aunque su borde inferior no

hace contacto con el suelo.

—Ayúdame a mantenerlo en su lugar, ¿lo harías? —Marina

pide, mirándome.

No estoy muy segura de adónde lleva esto, pero le sigo el

juego. Usando mi telequinesis, levanto cada vez más la capa de

hielo de Marina. Me doy cuenta de que el hielo es más grueso en

la parte superior y se estrecha a un borde letalmente afilado en

la parte inferior, casi como una cuchilla de guillotina. Ella

camina la misma línea de hace un segundo, esta vez la

generación de hielo, se va. Después de un par de minutos,

Marina ha creado un cubo hueco de hielo, aproximadamente de

nueve por nueve metros, sin parte superior ni inferior. El hielo

flota sobre el suelo, chorreando agua, y Marina tiene que

utilizar continuamente su Legado para evitar que se derrita.

—¿Y ahora qué? —Le pregunta Adam, mirando.

—Lo levantamos —dice Marina, en referencia a nosotras

dos—. Y luego lo lanzamos hacia abajo con tanta fuerza como

podamos reunir. ¿Listo Seis?

Lo hago como lo indica, usando mi telequinesis para

levitar la escultura de hielo de Marina a unos seis metros sobre

la tierra.

—¿Lista? —Pregunta, mirándome—. ¡Ahora!

Juntas, conducimos el hielo hacia el suelo. Hay un ruido

sordo de los bordes afilados introduciéndose en la tierra,

seguido por el sonido de cristales rompiéndose, grietas se

forman rápidamente en el hielo y comienzan a extenderse. Con

Page 192: El Destino de Diez [ECEN]

todo eso, el hielo no consigue introducirse muy lejos en la tierra,

solo unos cuantos metros como máximo. Sin embargo Marina

parece satisfecha con el resultado.

—¡Está bien, está bien! ¡Espera un segundo!

Ella corre alrededor del cubo de hielo, sus cuatro paredes

ahora están clavadas en el suelo, ella comienza a reforzar las

paredes, el engrosamiento y endurecimiento aumentan cuando

los toca. Cuando las grietas en el hielo están sellados y los

trozos rotos rellenados, Marina se arrodilla en una de las

esquinas y pone sus manos en el hielo, tan cerca del suelo como

es posible.

—Está bien, no estoy seguro de si esta parte realmente

funcionará —dice ella—. Aquí va.

Marina cierra los ojos y se concentra. Adam y yo

intercambiamos una mirada, bastante confundidos.

Aun así, nos quedamos en silencio por más de cinco

minutos, viendo trabajar el Legado de Marina.

Quiero poner mi frente en el hielo frío, pero me preocupa

que pueda arruinar todo lo que está haciendo.

—Creo que lo tengo —dice Marina, poniéndose de pie y

girando su cuello—. Seis, vamos a levantar el hielo de nuevo.

—¿Ahora lo quieres sacar de la tierra? —Pregunto.

Marina asiente con entusiasmo. —¡Rápido! Antes de que

se derrita demasiado.

Entonces, nos concentramos de nuevo en el cubo. Se siente

mucho más pesado en esta ocasión y conforme lo levantamos,

me doy cuenta de por qué.

Page 193: El Destino de Diez [ECEN]

Marina extendió el hielo bajo el suelo, conectando las

cuatro paredes de su cubo. Cuando levantamos el hielo, surge

un crujido, como cuando las raíces restantes de la hierba se

rompen. El cubo de hielo flota con nuestra telequinesis y, en su

interior, se encuentra una sección transversal de tierra de un

metro y medio de profundidad, sostenida perfectamente.

—Ahora suavemente —dice Marina, cuando

transportamos el hielo y la tierra a un lado—. Llegué muy

profundo, pero podría romperse.

—Brillante —dice Adam, sonriendo ante el montículo

flotante—. No vamos a tener que cubrir el agujero con grandes

ramas. Una vez que hayamos cavado el resto del hoyo, sólo

tenemos que regresar la pieza a la parte superior. Se verá normal

cuando Setrákus Ra pise en él, pero tu deberías ser capaz de

derrumbarla desde lejos con tu telequinesis.

Marina asiente.

—Eso fue lo que estaba pensando.

Bajamos el perfecto cubo formado de tierra y la hierba al

suelo con un golpe suave.

Sin el constante uso del Legado de Marina, el hielo pronto

comienza a derretirse de nuevo. Los bordes de la tapa de

nuestro pozo están un poco enlodados, pero eso va a secar

rápidamente teniendo en cuenta el calor.

Adam camina hacia adelante, arrodillándose delante del

agujero de nueve por nueve en la tierra.

—Mi turno —dice.

Él coloca sus manos justo en el suelo y un segundo

después puedo sentir las vibraciones que salen de él. Las ondas

sísmicas se centran principalmente en frente de él, pero su

Page 194: El Destino de Diez [ECEN]

control no es lo suficientemente preciso para evitar la demás

ondas. Por un momento, me siento un poco mareada por los

desplazamientos de tierra bajo mis pies, pero soy capaz de

obtener rápidamente un agarre. El suelo delante de Adam

empieza a aflojar y desplazarse, las capas comienzan a romperse

hacia abajo en trozos de tamaño considerable.

Adam mira sobre su hombro hacia mí.

—¿Cómo es que…?

Utilizo mi telequinesis para levantar una sección

desmenuzable de tierra y piedra de la fosa, y lo arrojo en la

selva. Va a ser más fácil excavar ahora que Adam ha

desmenuzado la tierra, pero todavía va a ser un dolor en el

trasero. Le doy un gesto de aprobación.

—Es un comienzo —le digo.

Se pone de pie.

—Voy a ir a buscar… una pala.

Adam apenas puede terminar su pensamiento, cuando

clava repentinamente sus ojos en el cielo detrás de mí. Giro

rápido, escuchando el sonido de un motor.

No. No puede ser. Es demasiado pronto. No estamos

listos.

—¿Seis? —Marina pregunta, con su voz atrapada en la

garganta—. ¿Qué es eso?

Es una nave. Elegante y plateada, sin los ángulos duros y

armas como las otras naves. No es como nada que haya visto

antes, sin embargo, es también extrañamente familiar.

La nave viene rápido, y se dirige justo a nosotros.

Page 195: El Destino de Diez [ECEN]

—¿Exploradores? —Marina me pregunta. Puedo sentir su

Legado de hielo patear de nuevo, en caso de que lo necesitemos

para luchar contra esta nueva llegada.

—Esa no es una nave Mog —Dice Adam caminando a mi

lado.

—No —Le respondo, porque ya lo había averiguado.

Pongo mi mano en el brazo de Marina—. Está bien. ¿No la... no

la reconoces?

—Yo... —Marina se desvía mientras da un vistazo más de

cerca a la nave que viene. Los zumbidos de la nave espacial

sobre los árboles sin esfuerzo en el aire, cortando su velocidad

con broche de oro sobre la pista Mogadoriana recientemente

limpiada. Aunque está abollada y rayada, e incluso tiene un

poco de óxido en los bordes, la nave todavía brilla

relucientemente plateada, sus paneles blindados fabricados con

materiales que no se encuentran en este mundo. Se asoma por

un momento, el sol reflejándose en los cristales tintados de la

cabina, y luego aterriza suavemente.

—Es uno de los nuestros —le digo—. Al igual que la que

nos trajo hasta aquí. A la Tierra, me refiero.

—¿Cómo es eso posible? —Adam contesta.

Page 196: El Destino de Diez [ECEN]

—¿Son estos nuestros refuerzos? —Marina pregunta, sin

apartar los ojos de la nave—. ¿John mencionó algo de esto?

—Me dijo que enviaría a Sarah, Mark y algo más… —Les

contestó un tanto aturdida—. Algo que tendríamos que ver

para creer.

¿Quién podría estar pilotando una nave Loric? ¿De dónde

vino? Doy un paso vacilante hacia adelante.

Una rampa de metal se despliega desde la parte posterior

de la nave y me pongo tensa. Tengo un vago recuerdo de alguna

carrera por una rampa igual cuando era niña, Katarina a mi

lado, explosiones y gritos en el fondo. Aquí estamos de nuevo,

en medio de una segunda invasión Mogadoriana, y una vez más

hay una nave Loric delante de mí. Sólo que esta vez, no sé si

debería estar corriendo hacia ella o lejos de ella. A pesar de que

John me dijo que vendría ayuda, no puedo evitar la sensación de

que esto podría ser una trampa. Mi paranoia me ha llevado tan

lejos, no hay razón para ignorarla ahora.

—Prepárense para lo que sea —le digo a los demás—. No

sabemos lo que saldrá de ahí.

Y luego un familiar Beagle baja por la rampa.

Bernie Kosar, con la lengua fuera de la boca, salta sobre mí

primero, sus patas delanteras se sostienen contra mis piernas.

Su cola está de un lado a otro de él saludando. Marina es la

siguiente y luego incluso salta sobre Adam. Oigo un sonido que

no reconozco y rápidamente me doy cuenta de que es el

Mogadoriano riendo.

Cuando volteó hacia la nave, Sarah Hart está parada en la

parte superior de la rampa, con los brazos abiertos en forma de

saludo y una sonrisa en su rostro.

Page 197: El Destino de Diez [ECEN]

—Oigan, chicos —Sarah dice casualmente—. Miren lo

que encontramos.

Marina deja escapar una risa de sorpresa encantada y trota

hacia adelante, saludando a Sarah en la parte inferior de la

rampa y de inmediato la envuelve en un fuerte abrazo. Ha

pasado mucho tiempo desde que vimos a Sarah. Se había ido en

una misión secreta con su ex-novio cuando Marina y yo

regresamos de Florida. Ella tiene el pelo rubio recogido en una

cola de caballo apretada y su sonrisa es brillante, pero hay

algunas líneas debajo de sus ojos, que noto están un poco

enrojecidas cuando me acerco. Sarah también luce algunos

raspones y contusiones recientes que su gran sonrisa no puede

ocultar. Sí, ella está feliz de vernos, pero también está algo

cansada, estresada y un poco golpeada. De todos modos, ella se

ve mejor que nosotros, sucia por estar un par de días en la selva,

quemada por el sol y exhausta. Pero continúo hasta ella.

—Estás aquí —le digo a Sarah, abrazándola, también. En

verdad, estoy un poco distraída. Todavía no puedo quitar mis

ojos de la nave.

—Es bueno verte, Seis —Sarah responde, apretándome a

pesar del sudor y la arena—. John dijo que podían necesitar un

poco de ayuda. Trajimos un poco.

Ese trajimos se hace evidente un segundo después. Es Mark

James, quien sale de la nave detrás de Sarah; es jodidamente

diferente del tipo con el que luché brevemente en Paradise. Ha

dejado todo el asunto de gel de cabello-partido. El cabello

oscuro de Mark es más largo y desaliñado. Creo que puede

haber perdido algo de peso, los músculos están más delgados

ahora, de lo que yo recuerdo. Tiene una mirada en su rostro,

cansada y ojos entrecerrados que sugieren que no está

acostumbrado a tanto sol.

Page 198: El Destino de Diez [ECEN]

—Guau, mierda —dice Mark, deteniéndose a mitad de

camino por la rampa—. Hay uno de ellos detrás de ti.

—Ese es Adam —Sarah responde—. Pensé que te había

contado sobre él.

—Sí, supongo que lo hiciste —dice Mark, protegiéndose

los ojos mientras él se queda mirando abiertamente a Adam—.

Es sólo espeluznante ver a uno de ellos, ya sabes, dando vueltas

como alguien normal. Lo siento, viejo. —Mark añade,

asintiendo a Adam.

—Está bien —Adam responde diplomáticamente. Hace

un gesto por encima del hombro hacia dónde está Phiri Dun-Ra

encapuchada y atada a un Skimmer—. No soy el único Mog

aquí, como pueden notar. Pero yo soy el más simpático.

—Coincido —Mark dice.

Sarah comienza a hacer las presentaciones necesarias. La

interrumpo antes de que realmente pueda empezar.

—Lo siento, pero ¿de dónde sacaste esta nave? —

Pregunto, caminando hacia ella por la rampa.

—Sí, sobre eso —Sarah responde, señalándome hacia

adelante como que debería seguir explorando. -Probablemente

vas a querer hablar con ella.

—¿Quien?

Sarah me mira como si tuviera que dejar de hacer

preguntas y sólo tener que ir, así que lo hago. Ésta conversación

hace que Marina levante las cejas también. Ella me sigue por la

rampa de la nave. A pocos pasos en el interior, soy golpeada con

un gran déjà vu. Estamos en la zona de pasajeros. Es un espacio

muy abierto, completamente desprovisto de cualquier mueble.

Las paredes emiten una luz suave que indica que la nave sigue

Page 199: El Destino de Diez [ECEN]

encendida. Tengo un vago recuerdo de ser alineados aquí con

los demás Garde, nuestros Cêpans haciéndonos practicar

ejercicios aeróbicos y un poco de entrenamiento de artes

marciales.

Me acerco a la pared más cercana y paso mis dedos por la

superficie. El material de plástico blando responde, brilla más

cada vez, el rastro de mis dedos se ilumina. Las paredes actúan

como una pantalla táctil grande. Tiro de un comando que

recuerdo, y dibujó rápidamente un símbolo Loric en la pared. El

símbolo parpadea una vez para mostrar que ha sido aceptada y

luego, con un silbido hidráulico, el suelo se abre y un par de

docenas de cunas suben a la vista. Marina tiene que saltar hacia

atrás cuando uno se abre justo donde ella estaba de pie.

—¿Seis, esto es…?

—Es nuestra nave —le digo—. La misma que nos trajo a la

Tierra.

—Siempre asumí que fue destruida o… —Marina se desvía,

sacudiendo la cabeza con asombro.

Ella desliza sus dedos a través de la pared de enfrente, y

escribe otro comando. Toda la pared se convierte en una gran

pantalla de alta definición que muestra una imagen de un Beagle

con mirada feliz persiguiendo a una pelota de tenis.

—En inglés, dog—dice una voz de una grabación con un

notorio acento Loric—. Perro. El perro corre. En español, perro.

El perro corre. ..

Practicábamos idiomas de la Tierra. ¿Cuántas veces

tuvimos que sentarnos a ver este video mientras volábamos

hacia nuestro nuevo planeta? Me había olvidado de ella, o la

había bloqueado, pero todo el aburrimiento de mi infancia viene

Page 200: El Destino de Diez [ECEN]

corriendo de shock. Todo un año claustrofóbico pasamos aquí,

viendo ese perro corriendo a través de un brillante campo verde.

—Uf, apágalo —le digo a Marina.

—¿No quieres ver lo que hace el perro después? —

Pregunta con una sonrisa. Ella desliza su manoa través de la

pared y el programa se detiene.

Me acerco a una de las cunas y me agacho junto a ella. Las

sábanas tienen olor a humedad y un poco como a grase del

funcionamiento interno de la nave. Probablemente han sido

almacenadas ahí durante la última década. Hago a un lado las

mantas y el delgado colchón, e inspeccionó la estructura.

—Ja, mira esto —digo.

Marina se inclina sobre mi hombro. Allí, tallado en la

estructura de metal por una niña aburrida, está el número seis.

—Vandalismo —Marina ríe.

El zumbido del motor de la nave disminuye lentamente en

silencio y las paredes de la pantalla táctil parpadean y se

apagan. Alguien acaba de apagar la nave.

—Igual que como lo dejaste, ¿verdad?

Marina y yo volteamos en la dirección de la voz y

terminamos frente a una mujer que emerge lentamente de la

cabina de la nave. Mi primera reacción es que ella es una belleza

impresionante. Su piel es un color marrón oscuro, sus pómulos

altos y pronunciados, cabello oscuro y mohawk corto. Aunque

está vestida con overol de mecánico con manchas de grasa

fresca, la mujer parece que va a aparecer en la portada de una

revista de moda. Rápidamente me doy cuenta de lo que es tan

impresionante en ella no es la apariencia. Es una cualidad

Page 201: El Destino de Diez [ECEN]

distinta que la mayoría de la gente en la Tierra no sería capaz de

poseer, pero que me doy cuenta de inmediato.

Esta mujer es Loric.

Ella se ve algo nerviosa al verme a mí y a Marina. Eso es

probablemente por lo que demoró tanto tiempo para apagar la

nave. Incluso ahora, la mujer permanece en la puerta de la

cabina, tan desconfiada de nosotros como nosotros de ella. Hay

un nerviosismo en ella, al igual que en cualquier momento, se

retira de la cabina del piloto y bloquea la puerta. Puedo decir

que está tratando de mentalizarse a sí misma para seguir

hablando con nosotras.

—Ustedes deben ser Seis y Siete —dice después de un

momento de conseguir nada más que miradas atónitas de

nosotras dos.

—Pue… puedes llamarme Marina.

—Apuntado, Marina —dice la mujer con una sonrisa

suave.

—¿Quién eres tú? —Le pregunto, encontrando mi voz al

fin.

—Mi nombre es Lexa —la mujer responde—. He estado

ayudando a tu amigo Mark bajo el nickname de GUARD.

—¿Eres uno de nuestros Cêpan?

Lexa finalmente se mueve fuera de la puerta y se sienta en

una de las cunas. Marina y yo nos sentamos frente a ella.

—No, yo no soy su Cêpan. Mi hermano era Garde pero él

no lo logró en la formación de la Academia de Defensa de

Lorien. Me inscribí allí también, como un estudiante de

ingeniería, cuando él… cuando él murió. Después de eso, ah,

Page 202: El Destino de Diez [ECEN]

quedé fuera de la red. Como con todo lo que pude sobre Lorien.

Yo no encajaba exactamente en una de sus funciones prescritas.

Trabajé mucho con ordenadores, a veces no tan legalmente. Yo

era nadie en especial, clásicamente.

—Pero terminaste aquí —dice Marina, con la cabeza

inclinada.

—Sí. Con el tiempo, me contrataron para restaurar una

nave antigua para un museo...

Ese detalle hace clic para mí.

—Tú volaste la segunda nave a la Tierra —le digo.

—Sí. Vine aquí con Crayton y mi amiga Zophie.

Probablemente sabes esto ahora, pero nosotrosno éramos parte

del plan de los Ancianos. Nos las arreglamos para escapar de

Lorien debido a Crayton, bueno, porque Crayton trabajaba para

el padre de Ella, y porque él tenía acceso a esa vieja nave. El

padre de Ella, sabía lo que iba a venir. Es por eso que me

contrató para arreglarla. Ni siquiera era realmente una piloto.

Tuve que aprender, también... sobre la marcha.

Resoplo a la mala broma de Lexa y sonrío, pero mi mente

está corriendo. Hay más de nosotros. Tal vez los Lorics no

estamos tan extintos como pensábamos. Debería estar

emocionada acerca de esto, pero en cambio me siento

desconfiada.

Seguramente estoy siendo paranoica después de lo que

sucedió con Cinco. Aun así, pienso en Crayton y cómo trajo a

Ella, mientras secretamente cazaban al resto de la Garde. Nunca

mencionó que él vino aquí con otros dos Loric. Mis ojos se

fruncen un poco.

Page 203: El Destino de Diez [ECEN]

—Crayton nunca nos habló de ti —le digo, tratando de

hacer que suene no demasiado como una acusación. Crayton

escondió mucho a nosotros, después de todo. Él verdadero

origen de Ella ni siquiera lo supimos hasta después de que él

falleció.

—Supongo que no tendría por qué —Lexa responde,

frunciendo el ceño ligeramente—. Du única preocupación era

mantener a Ella viva. Estuvimos de acuerdo en no tener

contacto con los demás. Era más seguro para todos si nos

manteníamos a distancia. Ya sabes cómo son los Mogs. No

pueden torturar a alguien para sacarle información si en

realidad no sabes nada.

—¿Qué hay de tu amiga, Zophie? ¿Dónde está ella?

Lexa niega con la cabeza.

—Ella no lo logró. Su hermano era el piloto de esta nave.

Su nave. Zophiese fue en busca de él, en realidad pensaba que lo

había encontrado a través de internet, pero…

Marina llena el espacio en blanco.

—Mogs.

Lexa asiente tristemente.

—Después de eso, yo estaba sola.

—No estabas sola, sin embargo —le digo— estábamos ahí

fuera. Muchos de nosotros. Diablos, todos nosotros, perdimos

nuestro Cêpan. Algunos de nosotros muy jodidamente rápido.

Podríamos haber utilizado alguna orientación. ¿Por qué

esperaste tanto tiempo? ¿Por qué no trataste de encontrarnos?

—¿Sabes por qué, Seis? Por las mismas razones que sus

Cêpans no trataron de encontrar a los otros. Era peligroso tratar

Page 204: El Destino de Diez [ECEN]

de hacer contacto. Cada búsqueda en Internet arriesgaba

exposición. Hice lo que pude desde lejos. Canalizaba dinero e

inteligencia a los grupos que estaban trabajando en la

exposición de los Mogadorianos. Comencé un sitio web

llamado ‘AliensAnónimos’ para tratar de difundir la verdad, para

exponer lo mejor de lo que estaban haciendo con ProMog. Así

fue como me encontré con Mark.

Pienso en lo que debe haber sido para ella, un extraño en

una tierra extraña, sin nadie en quien confiar. En realidad, yo no

tengo que imaginar lo que tuvo que pasar. Lo viví yo misma. Yo

sabía los peligros y nunca deje de buscar a los demás. No puedo

mantener la amargura de mi voz.

—¿Peligroso para nosotros? ¿O peligroso para ti?

—Para todos nosotros, Seis —Lexa responde. Puedo decir

que mis palabras le molestan—. Yo sé que no es siquiera una

fracción la responsabilidad de los Ancianos que cayó en ustedes

nueve; pero… Yo no pedí esto tampoco. Tomé un trabajo en el

museo y lo siguiente que supe era que estaba volando una nave

antigua a un planeta en un completamente diferente sistema

solar con una de las últimas Garde con vida como carga. Perdí a

mi hermano, mi mejor amiga, mi vida entera.

Ella toma un respiro. Marina y yo estamos en silencio.

—Me dije a mi misma que ayudarles de lejos a todos

ustedes era suficiente. Así que hice lo que pude desde lejos.

Borré toda la información que encontré de ustedes en Internet.

Traté de hacerlos invisibles, no sólo del mundo, sino de mí. Tal

vez fue cobardía. O vergüenza. No lo sé. Sabía en el fondo que

yo debía hacer más. Siempre tuve la intención de conseguir esta

nave, a propósito, y de ponerme en contacto con ustedes, una

vez que fueran lo suficientemente mayores y una vez que…

Page 205: El Destino de Diez [ECEN]

—Estás aquí ahora —dice Marina suavemente—. Eso es lo

que importa.

—No podía permanecer lejos por más tiempo. Yo ya había

huido de un planeta durante una invasión. Decidí que era

tiempo para dejar de correr.

Eso es un golpe duro para mí. En cierto modo, después de

pasar años escondiéndose de los Mogadorianos, todos hemos

decidido que era hora de dejar de correr. Sólo espero que no sea

demasiado tarde.

—¿Estaría bien si te diera un abrazo ahora? —Marina pide

a Lexa.

La piloto le toma por sorpresa, pero ella asiente con la

cabeza. Marina le envuelve en un gran abrazo, enterrando la

cara en el hombro de la mujer. Lexa me ve mirándolas y me da

una sonrisa tensa, casi avergonzada antes de cerrar los ojos y

dejarse exprimir. Ella suspira, y tal vez me estoy imaginando

esto, pero algo de peso invisible parece levantarse de los

hombros de Lexa. No me uno a ellas. Los abrazos grupales no

son realmente para mí.

—Gracias por venir —digo después de un momento—.

Bienvenidos al Santuario.

Con eso, traigo a las dos fuera de la nave. Tomó una última

mirada persistente en el área de pasajeros antes de que regrese

el recuerdo de la huida de Lorien. Ya no soy más una niña. Esta

invasión se va a jugar de manera diferente.

En el exterior, Adam y Mark están en medio de una

discusión. Sarah se encuentra a pocos metros de distancia de

ellos, más cerca de la nave, obviamente esperándonos. Ella

levanta las cejas cuestionando cuando me ve y dejó escapar una

respiración profunda en respuesta.

Page 206: El Destino de Diez [ECEN]

—Loca te encuentras en México —le digo, tratando de

calmar el shock y los sentimientos encontrados del encuentro

con Lexa.

Juntos, caminamos hacia Mark y Adam. Mark, ya sudando

a través de su camiseta, parece que está teniendo problemas

para poner su mente a pensar en algo.

—Un agujero —afirma rotundamente—. Vas a matar a

Setrákus Ra con un agujero en el suelo.

Adam suspira, señalando a las secciones de la selva donde

hemos escondido la artillería Mog.

—Estás realmente atrapado en el aspecto agujero del plan.

Te lo dije, tenemos armas, bombas…

—Pero para Setrákus Ra, tienes un agujero.

—Me doy cuenta que es de baja tecnología, pero nuestras

opciones son sumamente reducidas —Adam contesta—. Y no

estamos tratando de matarlo. Eso no es ni siquiera una

posibilidad de considerar cualquier daño que le hagamos se

reflejará en Ella. Sólo queremos detenerlo y comprarnos un poco

de tiempo.

—¿Tiempo de hacer qué? —Mark le pregunta.

Adam me mira.

—Para rescatar a Ella, o robar el Anubis debajo de la nariz

de Setrákus Ra o ambos.

—¿Por qué no simplemente nos sacamos de apuros? —

Mark pide, hojeando hacia la nave Loric recién llegada—. Lo

entiendo, todas estas trampas explosivas podrían haber sido

una buena idea cuando estaban, como, náufragos. Pero podemos

dejarlas ahora.

Page 207: El Destino de Diez [ECEN]

—Eso no es una opción —Marina responde—. El

Santuario debe ser defendido a toda costa.

—¿A toda costa? —Mark repite, mirando de nuevo a la

nave, hacia el templo a continuación—. ¿Qué demonios hace

tan especial a este lugar?

Me he dado cuenta de que Lexa ha estado muy callada

durante este debate. Sus ojos están fijos en el Santuario, su

blanco rostro, algo así como la forma en que Marina se ve

cuando entra en uno de sus reverentes trances. Lexa me debe

sentir observándola, porque bruscamente niega con la cabeza y

se encuentra con mi mirada.

—Este lugar… —Ella busca las palabras adecuadas—. Hay

algo especial en él.

—Es un lugar Loric —Marina responde—. El lugar Loric

ahora, en realidad. La fuente de nuestros Legados reside en el

interior.

—¿Terminamos de sellar la entrada o te gustaría dar un

tour? —Propongo—. Podrías introducirte ante la criatura que

vive ahí. Bastante agradable para ser una entidad hecha de

energía Loric pura.

Lexa me regala una sonrisa rápida antes de responder.

—Puedo sentirlo… lo de allí. Puedo sentirlo en mis huesos.

Entiendo por qué te gustaría proteger este lugar.

—Gracias —Marina responde.

—Dicho esto... —Y ahora Lexa mira en mi dirección—.

Tengan en cuenta que mi nave, nuestra nave, está lista. Si la

necesitan. Puede volar más rápido ahora que sus naves de

guerra de antes.

Page 208: El Destino de Diez [ECEN]

Asiento con la cabeza sutilmente e intercambió una

mirada rápida con Adam. Marina podría no querer admitir que

necesitamos una; pero requerimos de una estrategia de salida de

todos modos, y esto es mucho mejor que correr hacia la selva.

—Hombre, ¿así que lo que sea que hay ahí dentro, es como

el encargado de los Legados? —Mark pregunta, mirando al

Santuario con las manos en las caderas.

—Nosotros creemos que sí —le respondo.

—Entonces, eso es lo que decidió que el nerd de Sam

Goode debía recibir súper poderes y que yo… —Mark se desvía,

haciendo una mueca—. Mierda. Debí haber sido mejor en la

secundaria.

Trato de no reír. John debió haber informado a Sarah y

Mark que los seres humanos consiguen Legados gracias a

nuestro viaje por el Santuario. No sé cómo la Entidad decidió

quién se quedaría con Legados, pero realmente no me esperaría

a un tipo como Mark para hacer el corte, aunque él ha estado

arriesgando el trasero por nosotros en el último par de meses.

Sarah, por otro lado…

—¿Y tú? —Le digo, frente a ella.

Sarah se encoge de hombros y mira hacia abajo a sus

manos, como si estuviera esperando que rayos de luz se fueran a

disparar fuera de ellas en cualquier momento.

—No hay nada todavía —dice ella, frunciendo el ceño—.

Aún una simple humana regular.

Sarah intenta dejar eso en su lugar, pero puedo decir que le

está molestando. Después de todo lo que ha hecho por nosotros,

por John en particular, me parece que es un gran descuido por

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parte de la Entidad el dejarla de lado a la hora de elegir qué

seres humanos recibirán Legados.

—La manera en que John lo dijo, sólo descubrieron que

Sam tenía Legados cuando un Piken se dirigía hacia ellos —le

digo—. Tal vez es que no han estado en una situación en la que

realmente necesiten desarrollarlos.

—Sí —dice Marina, saltando—. Hablo por experiencia,

los Legados tienen la costumbre de manifestarse cuando

realmente los necesitas.

—Oh, muy bien —dice Mark—. Así que, si nos quedamos

por aquí para enfrentar una muerte segura, tal vez hay una

oportunidad. Por lo menos voy morir con súper poderes.

—Sip. Tal vez —le respondo a él.

—O tal vez la Entidad no eligió a nadie —dice Adam—.

Tal vez todo es sólo azar.

—Lo dice el Mogadoriano con Legados —responde Mark.

—Lo que sea, está bien —dice Sarah, claramente tratando

de cambiar de tema—. No quiero hablar sobre lo que sea que

esté sucediendo. Lo que sea. Eso no quiere decir que no

podemos ayudar de otras maneras. Acabo de hablar por teléfono

con John antes de aterrizar.

—¿Está en camino? —Pregunto—. Se supone que debe de

traer la artillería pesada con él cuando venga aquí abajo.

—No sé si eso va a pasar —Sarah responde, con la cara

arrugada por un ceño fruncido, que yo sepa significa que una

mala noticia viene—. El gobierno no está precisamente

cooperando. Al igual, quieren luchar, pero no quieren perder.

—¿Qué demonios significa eso?

Page 210: El Destino de Diez [ECEN]

—Están siendo unas pequeñas perras —Mark explica

amablemente.

—Ellos no quieren lanzarse a un conflicto contra Setrákus

Ra a menos que sepan que pueden ganar. Así que, nos apoyan,

pero no van a luchar directamente. Todavía no, de todos modos.

—Patético —le digo.

Sarah mira a Adam.

—John todavía quiere que consigas esos dispositivos de

camuflaje de los Skimmers.

—¿Así puede darle esa tecnología al ejército que no nos va

a ayudar? —Adam le pregunta, con una ceja levantada.

—Bastante.

—Ya me encargué de eso. Saqué los cables antes de que

preparáramos las naves para explotar —Adam

respondemirándome—. ¿Decidimos o no dárselos a ellos?

¿Podemos decidir eso más tarde?

—¿Por qué demonios lo hacemos si no van a ayudarnos a

luchar? —Le pregunto a Sarah. Todo este asunto es muy

parecido a lo que la agente Walker nos describió de vuelta en

Ashwood Estates. ProMog. Incluso ahora, con su mayor ciudad

hecha prácticamente un cráter humeante, el gobierno sigue

jugando en ángulos y tratando de estafar a los extraterrestres

amistosos.

—¿Debido a la diplomacia? —Responde Sarah,

encogiéndose de hombros, como la situación está fuera de su

control. Que obviamente lo está. Como siempre, estamos por

nuestra cuenta—. John piensa que van a estar más dispuestos a

ayudarnos una vez que le sea posible mostrarles una manera de

combatir a los Mogs.

Page 211: El Destino de Diez [ECEN]

—¿Cuándo es que va a llegar aquí? —Marina pregunta.

El rostro de Sarah cae.

—Más malas noticias vienen. Cinco ha tomado a Nueve

como rehén en Nueva York.

Oigo un crujido de como los helados puños de Marina

aprietan con fuerza.

—¿Qué?

—Sí, no es bueno —Sarah responde—. John y Sam están

tratando de localizarlo y evitar que haga, bueno, cualquiera que

maldita cosa que haya planeado el psicópata.

—Debí haberlo matado —murmura Marina. Echo una

mirada rápida en su dirección. Ella había estado pacífica,

mientras hemos estado en el Santuario, tanto como la vieja

Marina, todo no violenta y serena.

Una mención de Cinco, y la oscuridad viene corriendo de

vuelta.

Sarah continúa, sin escuchar a Marina.

—Una vez que solucionen eso, John estará en camino,

pero…

Miro hacia la línea de árboles de la selva. El sol ya está

empezando a ponerse bajo.

—No va a llegar a tiempo —le digo, sintiéndolo en mi

estómago—. Sólo vamos a ser nosotros.

—Él va a tratar —Sarah insiste, y puedo decir que está

esperando ver a su novio aparecer en el horizonte como un

héroe conquistador, él y Sam con el respaldo de todo el poder de

las fuerzas armadas de Estados Unidos. No me aferro a

cualquiera de esos delirios.

Page 212: El Destino de Diez [ECEN]

—Tenemos que volver a eso —le digo—. Tenemos que

estar listos.

—O podríamos escapar —dice Mark, levantando la mano.

Con eso se gana una mirada sucia de Marina, y se retracta—.

Todo bien, todo bien. Muéstrame dónde tengo que cavar.

Nos ponemos a trabajar.

En primer lugar, Adam mueve el cuerpo retorcido de Dust

en la nave de Lexa. La Chimæra parece un poco más alerta

ahora, al igual que la tensión está saliendo de sus músculos,

pero todavía no puede cambiar de forma y no está en absoluto

poder de luchar ahora. Él sólo va a tener que sentarse a ver.

Lexa quiere ver los dispositivos de camuflaje que

rescatamos de los Skimmers, por lo que entonces Adam y yo le

mostramos donde los apiló en la tienda de municiones. Cada

uno de ellos es un cuadro negro sólido con el tamaño

aproximado de una computadora portátil.

—Estaban conectados a las consolas de los Skimmer, a los

mandos de pilotaje —dice Adam, digitando los puertos y los

cables en la parte posterior de uno de los dispositivos—. Traté

de mantenerlos lo más intactos posible.

Los recogemos en una bolsa de lona y los llevamos a la

nave de Lexa, listos para ser entregados a nuestros amigos

generosos en el gobierno, que, en el comercio, nos dará un

montón de nada.

Por supuesto, eso es todo suponiendo que salgamos de

México con vida.

—¿Funcionará? —Le pregunto.

—Creo que sí —Lexa responde. Descubre el caucho de un

cable y luego conecta el cable expuesto al puerto de

Page 213: El Destino de Diez [ECEN]

alimentación del dispositivo de camuflaje—. Supongo que no lo

sabremos con seguridad hasta que tratemos de volar a través de

sus naves de guerra blindadas.

Lanzarnos contra uno de los enormes buques de guerra a

bordo de una nave Loric restaurada que puede o puede no ser

capaz de pasar a través de un campo de fuerza impenetrable

que lo rodea. Es una situación que no estoy deseando.

—Si no funciona…

—Explotaríamos —dice, antes de que pueda terminar la

pregunta—. No vamos a precipitarnos a averiguarlo, ¿vale?

Mientras Adam y Lexa siguen parchando el dispositivo de

camuflaje en los sistemas Loric, el resto de nosotros nos

ponemos a trabajar en el pozo frente a la entrada del Santuario.

Adam logró encontrar algunas palas enterradas entre el equipo

de los Mogadorianos que al parecer, se dieron por vencidos

tratando de cavar su camino bajo el campo de fuerza bastante

pronto. Mark parece un poco demasiado feliz de quitarse la

camisa y empezar a tirar paladas de tierra sobre su hombro.

Bernie Kosar alegremente salta, también, la Chimæra se

convierte en algo similar a una gran criatura-topo. Con sus tres

dedos garras, Bernie Kosar envía embudos de la lluvia de

tierradesordenadamente del hoyo. Parece que él está teniendo

una gran diversión.

Mark, por otro lado, no aguanta demasiado tiempo.

El calor de la selva rápidamente cobra peaje.

—Esto es una mierda —lo escucho quejarse con Sarah,

secándose el sudor de su frente.

Page 214: El Destino de Diez [ECEN]

—Espera a que los Mogs aparezcan y empiecen a disparar

contra nosotros —Sarah responde—. Estarás deseando que

hubiésemos tenido más mano de obra.

Muy pronto llegamos a una capa de tierra que es

demasiado rocosa para atravesar a mano. Es más fácil si Adam

se acerca y usa una explosión sísmica rápida para romper el

suelo, y luego Marina y yo usamos nuestra telekinesis para

levantar los grandes trozos libres de la fosa y ocultar la suciedad

desplazada en la selva.

Finalmente tenemos un cavado bueno honestamente. Ahora que

hemos terminado, Marina y yo cuidadosamente utilizamos

nuestra telekinesis para levantar nuestro cubo de suciedad

eliminada quirúrgicamente en su lugar. Está suspendida sobre

el pozo bastante precario y se hunde un poco más en el medio,

pero se ve bastante natural si no sabes la diferencia. Estoy

bastante segura de que va a ceder en cuanto Setrákus Ra llegué

a la mitad, y lo tiremos nueve metros, por lo que no será capaz

de salir. Esperemos que, entre esta y las otras trampas, podamos

distraerlo lo suficiente para subir a bordo del Anubis.

De vuelta en forma Beagle, Bernie Kosar olfatea alrededor

del borde ahora oculto de la fosa, moviendo la cola. Él parece

aprobarlo.

—¿Qué sigue? —Mark pregunta, desempolvando sus

manos—. ¿Vamos a configurar algunos cables trampa que

desencadenan ballestas ocultas o algo?

—No he visto ninguna ballesta por ahí —Adam contesta,

frotándose la barbilla—. Sin embargo, nos podrías ayudar a

moldear algunas lanzas de las ramas de los árboles. ¿Qué tan

bueno eres para tallar?

Page 215: El Destino de Diez [ECEN]

De cualquier forma, Adam no termina de darse cuenta que

Mark está siendo sarcástico, o que realmente le gustan las

trampas.

—Sí, vamos a la mesa, por ahora —Mark responde, avanza

poco a poco de distancia.

Sarah y compañía realmente tuvieron la previsión de

empacar algunos suministros. Todo el mundo se toma un

descanso, pasando alrededor de las botellas de agua y alimentos.

Todos hacemos un buen trabajo de no pretender ser miedosos

del infierno de lo que viene.

Estoy un poco alejada del resto de la pandilla, como mi

sándwich y observando la nave Loric estacionada en la pista.

Algo me molesta pero no puedo imaginar lo que es. Es como si

hubierauna pequeña voz gritando una advertencia en el fondo

de mi mente y no puedo distinguir bien las palabras. Noto que

me encierro en un concurso de miradas con la nave, Lexa se me

acerca.

—¿Crees que esto va a funcionar? —Me pregunta,

inclinando la cabeza hacia nuestras defensas.

—¿Me estás preguntando si vamos a ganar la guerra de

hoy gracias a un gran agujero en el suelo y algunas armas

escondidas en la selva? —Niego con la cabeza solemnemente—.

De ninguna manera. Pero tal vez podamos estropear los planes

de Setrákus Ra de algún modo.

—Sé que esto probablemente no significa mucho viniendo

de mí —Lexa comienza vacilante, claramente incómoda—. Pero

tú eres una buena líder, Seis. Los estás sosteniendo juntos. Tu

Cêpan estaría orgullosa. ¡Diablos!, todos en Lorien estarían

orgullosos de la lucha que ustedes están llevando a cabo.

Page 216: El Destino de Diez [ECEN]

Puedo decir que Lexa no se refiere a sólo hoy, ella se refiere

todo nuestro tiempo en la Tierra, sobreviviendo en contra de los

Mogadorianos. La veo por el rabillo de mi ojo. Reconozco en

Lexa una calidad similar a mí. Siempre ha luchado por sí misma.

Ella es una sobreviviente. Me pregunto si ella es lo que voy a ser

si esta guerra continúa por mucho; una persona que evita

realizar conexiones porque ya ha experimentado demasiado

dolor.

Tal vez ya soy un poco demasiado así.

—Sí —le contesto con torpeza—. Gracias.

Lexa parece satisfecha con este breve intercambio.

Probablemente me pongo de la misma manera que ella y

entiende que no quiero ningún gran momento blando. Con una

mano, hago un gesto hacia el oeste en la extensión de la selva.

—Cuando estaba aterrizando, vi un pequeño claro a un

kilómetro y medio fuera. Voy a mover nuestra navea allá, lejos

del Santuario. Voy a conducir bajo el dosel, así que no van a ser

capaz de verla.

—Bien pensado —le respondo—. No quiero regalar a

Setrákus Ra nuestra ubicación.

—Sí. Hay una buena probabilidad de que piense que se

retiraron.

—El elemento sorpresa es casi la única cosa que tenemos a

nuestro favor.

—A veces eso es todo lo que se necesita —Lexa responde,

y luego me deja, caminando hacia su nave. Nuestra nave, ella la

llamó.

Page 217: El Destino de Diez [ECEN]

Veo que se vaya .Todavía hay esa pequeña voz que grita en

el fondo de mi mente, más fuerte ahora, pero todavía inteligible.

No sé lo que está tratando de decirme.

—¿Seis? ¿Escuchas eso?

Es Marina, caminando a mi lado con la mano pegada a la

sien como si le estuviera dando una migraña.

—¿Oír qué? —Le pregunto.

—Es como, es como una voz. —Traga—. Oh Dios, tal vez

estoy perdiendo la cabeza.

Y ahí es cuando me doy cuenta de lo que me molesta a mí

no es la voz de mi conciencia o algún otro sistema de alerta

mental, fuera de control. Es, literalmente, una voz en mi cabeza.

Una que no pertenece ahí, y está tratando desesperadamente de

ser escuchada.

—No estás loca. La escucho también.

Me concentro en el zumbido estridente y, en ese

momento, es perfectamente claro, aunque todavía distante,

como si fuera algo que viene a través de un túnel.

¡Seis! ¡Marina! ¡Seis! ¡Marina! ¿Pueden escucharme?

Marina y yo cerramos los ojos. Esa pequeña voz telepática

pertenece a Ella. John mencionó que sus Legados se habían

vuelto más fuertes, pero su telepatía debe ser seriamente mejor

si ella es capaz de transmitir tanto a mí, como a Marina. Con

cada segundo que pasa, su voz se hace más clara en mi cabeza.

Eso sólo puede significar que está cada vez más cerca.

—¡Ella! —digo esas palabras en voz alta, que no se utilizan

realmente para comunicarse telepáticamente—. ¿Dónde estás?

¿Qué está pasan…?

Page 218: El Destino de Diez [ECEN]

Ella me corta con un grito telepático.

¿Qué están haciendo ahí? ¡Le dije a John! Él se suponía que les

advertiría.

—Él nos advirtió —dice Marina—. Estamos aquí para

tratar de ayudarle. Y para proteger el Santuario.

¡NO! No, no, no.

Ella suena un poco desquiciada y definitivamente en

pánico.

Se suponía que debía advertirles.

—¿Advertirnos acerca de qué? —Pregunto.

¡Advertirles que corran! Ella grita. ¡Tienen que correr!

¡Correr o morir!

Page 219: El Destino de Diez [ECEN]

Marina y yo nos vemos la una a la otra, ambas paralizadas.

Esa es la cosa acerca de profecías de muerte entregadas

por medio de una charla telepática grupal. No está exactamente

claro a quienes se aplica. ¿Estaba Ella hablando de mí? ¿Marina?

¿Ambas? ¿Todo el mundo aquí?

Demonios, no creo que el futuro esté escrito sobre una

roca. No creo en el destino. No estamos corriendo ahora. No sin

primero intentar poner en marcha nuestro plan. Después de un

momento de incertidumbre, veo una llamarada de

determinación en los ojos de Marina.

—No huiré —dice.

—Ni yo —replico, agradeciendo ya esos últimos segundos

en los que permanecimos quietas—. ¡Ve! ¡Pon a los otros en

posición!

Marina corre hacia Sarah y los otros. Yo salgo disparada

hacia la dirección opuesta, a través de la pista de aterrizaje,

intentando perseguir a Lexa. Ella escucha la conmoción y da

media vuelta en lo alto de la rampa, con una ceja levantada hacia

mí.

—Él llego temprano —le cuento.

—Mierda.

Page 220: El Destino de Diez [ECEN]

—Vuela bajo así ellos no podrán verte. No estoy segura

qué tan cerca están.

¡CERCA! Ella grita en mi cerebro. Me escondo del ruido.

—Sabes que tengo armas en esta cosa, ¿no? —Lexa

pregunta, apuntando con su dedo hacia su nave—. Puedo

ayudar a pelear contra ellos.

—No. Es nuestro único plan de escape. No podemos

arriesgarnos a que la nave sea dañada.

—Lo tienes, Seis —Lexa replica—. La esconderé y estará

bien detrás.

—No —digo, sacudiendo la cabeza—. No vuelvas. No

podemos arriesgar a que nuestra piloto sea cortada tampoco.

Esconde y estaciona la nave, luego espera. Si las cosas van mal

aquí, quiero que estés lista para sacarnos de este infierno.

Necesitaremos correr.

—Está bien —dice Lexa, manteniéndose calmada. Apunta

hacia la jungla en el sur, donde pedazos de piedra de una

antigua calzada elevada siguen visibles—. Estaré a poco más de

un kilómetro en esa dirección, Seis. Una línea recta desde aquí.

Mark tiene una radio para la nave si acaso necesitan ponerse en

contacto.

—Lo tienes.

—Buena suerte —Lexa contesta. Lo que en realidad quiere

decir es sobrevivan.

Lexa pone nuestra nave en el aire y vuela bajo en ella lo

suficiente para que las copas de los árboles arañen la parte baja.

Tan pronto como está lejos de vista, miro por primera vez hacia

el horizonte —sin Anubis aún— y entonces corro hacia la jungla

Page 221: El Destino de Diez [ECEN]

hacia el lado Este del Santuario. Es donde los otros se han

reunido, un buen lugar para esconderse —donde hay mucho

follaje y un tronco caído que podemos usar para cubrirnos. Es el

lugar perfecto para activar nuestras trampas. También seremos

capaces de ver el Anubis venir, lo que no puede estar lejos de

suceder.

—¿Ella? —Se siente raro decir su nombre en voz alta, pero

no puedo lidiar con toda esta cosa de hablar-dentro-de-mi-

cabeza. Me pregunto si Marina continúa dentro de la

conversación telepática—. ¿Qué demonios? ¡Le dijiste a John

puesta de sol!

Setrákus Ra no paró por refuerzos. Está demasiado… impaciente por

llegar aquí.

Bien, esas son buenas noticias al menos. Setrákus Ra no

repuso sus tropas tras dejar Nueva York. Eso significa que no

lucharemos contra demasiados. Incluso así, sigo más que un

poco asustada por el primer anuncio calamitoso de Ella.

—¿A qué te referías antes? ¿Quién morirá?

No… no lo sé. Era una visión. No muy clara. Pero vi sangre. Mucha

sangre. ¡Y no soy valiosa, Seis! Podrían escapar ahora, escapar y…

Presiento que Ella se está guardando algo, no está siendo

totalmente honesta acerca de lo que sabe. John me contó que

sus Legados fueron amplificados, pero que su clarividencia no

era infalible. No pienso cambiar nuestro plan basada en su

visión de un futuro que seguimos siendo capaces de cambiar.

—Nos quedamos —digo firmemente, esperando que

pueda detectar la resolución en mi mente—. Te sacaremos de

esa nave. ¿Me escuchas?

Page 222: El Destino de Diez [ECEN]

Si.

—Podemos usar tu ayuda. ¿Qué tan cerca estás? ¿Qué ves?

Cinco minutos, Seis. Estamos a cinco minutos.

Cinco minutos. Mierda.

—¿Qué está enviando en nuestra contra?

Irá él personalmente. Cien soldados, listos. Y estaré ahí. No seré

capaz de ayudarles, Seis. No puedo… mi cuerpo no funciona ya.

Cien. Son demasiados. Podemos enfrentarnos a ellos,

pienso. Al menos si atrapamos a un buen pedazo de ellos

cuando explotemos los Skimmers.

—Debe haber algo que podamos hacer, Ella. Sólo dime

cómo ayudarte.

No puedes. Su voz vuelve, triste y resignada. No te preocupes

por mí. Hagan lo que tengan que hacer.

Adam se une a mí mientras corro hacia el borde de la

jungla donde los demás ya están escondidos. En lugar de

inmediatamente correr hacia nuestro punto de escondite, él se

toma un paseo dentro del Skimmer en el que llegamos aquí y

recoge la perversa espada mogadoriana que una vez perteneció

a su padre. La espada luce pesada atada sobre la espalda de

Adam, pero él se mantiene erguido junto conmigo.

—Casi la olvido —dice, atrapándome mirando la espada.

—¿No hay una expresión acerca de llevar un cuchillo a

una pelea con armas? —Pregunto. Él se encoge de hombros.

—Nunca sabes cuándo una enorme cosa afilada se vuelve

útil.

Page 223: El Destino de Diez [ECEN]

Nos deslizamos al filo de la jungla, donde el resto de

nuestro grupo está ya agachado detrás del árbol caído. Adam

gira en redondo y mira el cielo, su boca una delgada línea,

brazos cruzados. Mark sostiene el control detonador de

nuestras bombas que Adam le enseñó a usar antes. Con Mark

siendo nuestro experto en demolición, Marina es libre de

enfocarse telequinéticamente en disparar los cañones que

escondimos a lo largo de la jungla. Sarah está parada junto a

ellos, sostiene un cañón en una mano, la otra presiona su sien,

pálida y ceñuda.

—No acepto eso —Marina dice mientras me posiciono

junto a ella. Me doy cuenta que está teniendo una conversación

con Ella también.

—¿Aceptar qué? —Pregunta Mark, confundido. Sarah lo

calla. Mirando otra vez hacia ella, me doy cuenta que Sarah

también está dentro del canal telepático de Ella. Sabe que la

muerte podría venir.

—Vamos a robar su nave nada más sacarlo de ella. Te

rescataremos —Digo esas cosas fuertes, con dureza en mi voz,

sabiendo que Ella puede escucharme.

Lo siento. Eso no pasará. Dice Ella telepáticamente. Puedo

decir por la manera en la que los ojos de Marina se llenan de

lágrimas que puede escucharla también. Sarah cubre su boca y

traga saliva fuerte, mirándome cuestionantemente.

—Mierda —digo.

—No te atrevas a perder la esperanza —Marina

prácticamente le grita al espacio vacío frente a ella—. ¿Ella? ¿Me

escuchas?

Page 224: El Destino de Diez [ECEN]

Ella no responde. Puedo sentirla aún ahí, casi como un

cosquilleo en el fondo de mi mente. Sé que está escuchando.

Sólo no nos está respondiendo más.

—No me importa lo que diga o cuántos Mogs tengamos

que asesinar —digo, dirigiéndome a Marina ahora—. Si

hacemos una cosa hoy, alejaremos a Ella de Setrákus Ra.

Hacernos con ella y llevarla a la nave de Lexa.

—De acuerdo —Marina dice.

—Tal vez eso funcionará —añade Sarah, la mirada de

shock se ha ido de su rostro, reemplazada por una pensativa.

Como Marina y yo, no está retractándose por la amenaza de

muerte—. Quiero decir, ¿no había algo con su viejo hechizo

Loric que se rompía cuando ustedes estuvieran juntos?

—Sí —respondo—. ¿Y?

—Y, tal vez la versión sucia de Setrákus Ra funciona de

forma opuesta —Explica Sarah—. Tal vez es por eso que ha

estado llevando a Ella consigo a todo lugar que va. Necesita

mantenerla cerca para que funcione.

—Tiene sentido para mí —dice Mark, encogiéndose de

hombros—. No es que sea, como, una autoridad en esta mierda.

Es definitivamente una posibilidad que debemos probar,

especialmente desde que planeamos rescatar a Ella de cualquier

modo.

Me volteo hacia Adam. El plan era que dos de nosotros nos

volviésemos invisibles y entrásemos dentro del Anubis mientras

los otros los distraían.

—¿Qué piensas? ¿Ir por el buque de guerra o ir por Ella?

Page 225: El Destino de Diez [ECEN]

—Tu decisión —replica.

—Deberás pasar justo debajo de su nariz para llegar a Ella

—dice Sarah.

—Lo que significa que puede apagar tu invisibilidad —

agrega Marina.

—Mierda —digo, pensando a toda velocidad—. Todo

bien. Tal vez podamos separarlos cuando iniciemos nuestras

trampas. Si vemos una oportunidad, iremos por Ella. De otra

manera, seguimos con el plan y tomamos el Anubis —apunto al

sur—. Por ahí hay una vieja cantería. Si se dirigen hacia el sur

desde ahí, es donde Lexa escondió nuestra nave. Si las cosas van

mal afuera, si los Mogs descubren su posición, quiero que

ustedes tres lleguen hasta allí.

—¿Y dejarlos atrás? —Pregunta Marina.

—Seremos invisibles, al menos —replico, mirando entre

ella y Sarah—. Sólo manténganse con vida. Eso es lo importante

ahora.

Sarah asiente sombríamente y Marina se aparta, mirando

hacia el Santuario. Incluso después de la advertencia de Ella,

dudo que tenga la intención de una retirada.

Antes de que pueda decir nada más, Adam me toma del

brazo y apunta hacia la pista de aterrizaje.

—¡Demonios, Seis! Nos olvidamos de nuestra amiga.

Miro hacia donde Adam señala y veo a Phiri Dun-Ra

sacudiéndose salvajemente contra sus ataduras. En nuestra

prisa por ponernos en posición, me olvidé completamente de

nuestra prisionera mogadoriana. Incluso aunque esté

encapuchada, Phiri Dun-Ra debió escuchar la conmoción y

Page 226: El Destino de Diez [ECEN]

supo que estábamos distraídos. Se está volviendo loca en sus

ataduras, haciendo lo que puede para conseguir soltarse. La

atamos fuerte en ese apoyo de rueda, así que no creo que logre

escapar. Igualmente, es probablemente una mala idea dejarla ahí

cuando el Anubis aparezca.

—Setrákus Ra sabrá que algo sucede si la ve —Adam dice,

leyendo mi mente.

Mark levanta su cañón y mira bajo la mirilla, el arma

apunta en dirección a Phiri Dun-Ra.

—¿Quieres que me encargue de ella? Creo que puedo hacer

el disparo.

Marina pone una mano en su cañón y lo hace bajarlo.

—Si quisiéramos ejecutarla, Mark, ¿no crees que lo

hubiésemos hecho ya?

Adam me regala una mirada, como si tal vez no fuera una

mala idea finalmente poner fuera a Phiri Dun-Ra de nuestra

miseria. Él ha querido asesinarla todo el día, creo. Y puedo

entender por qué.

—Deberíamos haberla dejado en el hoyo —dice Sarah con

pesar.

—Tenemos que ocultarla —decido.

Alcanzo con mi telequinesis y deshago las ataduras de

Phiri Dun-Ra. Me toma unos segundos —como Marina

disparando los cañones ocultos, una tarea de demasiada

precisión que no es fácil lograr a esta distancia. Phiri Dun-Ra

debe pensar que ha logrado esto por ella misma. Ella desgarra su

capucha y mordaza, luego se pone en pie, tambaleante,

sorprendida de que las cuerdas hayan cedido. La nacida de

Page 227: El Destino de Diez [ECEN]

verdad se frota las muñecas por un instante, mira alrededor y

entonces corre hacia la jungla del lado opuesto a nosotros. Se

dirige hacia donde escondimos algunos cañones Mog.

—¿Seis? —Inquiere Marina, una nota de advertencia en su

voz—. ¿Sabes lo que estás haciendo?

Lo sé. Antes de que Phiri Dun-Ra pueda llegar más lejos,

uso las cuerdas con las que la atamos para enlazar sus pies. Ella

cae duro de frente, demasiado suelo en su cara. Luego, la atraigo

hacia nosotros, polvo y suciedad es escarbado mientras araña el

suelo intentando escapar. Sus gritos frustrados son lo

suficientemente fuertes para asustar algunos pájaros de los

árboles cercanos.

—Necesitamos callarla —dice Adam.

—Marina, tómala —replico.

Mientras Marina la coge con telequinesis, me concentro

en las nubes rodantes en el cielo vespertino. No quiero crear

una bien hecha y derecha tormenta —no con el Anubis y

Setrákus Ra demasiado cerca. Afortunadamente, no necesito

una. Hay una nube oscura ahí arriba con la suficiente carga para

generar un pequeño relámpago. Lo mando en un arco directo a

Phiri Dun-Ra, dándole bien. Supongo la posibilidad de que la

nube podría matarla, pero realmente no tengo tiempo para

preocuparme por eso. La Mog convulsiona mientras la

electricidad se disparar a través de ella, luego deja de luchar

contra la telequinesis de Marina. No se desintegra, así que

supongo que sigue viva.

Cuando Marina arrastra a Phiri Dun-Ra hasta la línea del

árbol, Adam la toma bajo sus brazos y pone su cuerpo fuera del

Page 228: El Destino de Diez [ECEN]

camino. La avienta detrás del tronco en el que nos escondemos

y empieza nuevamente a amarrar sus muñecas y tobillos.

—Chicas, ¿así que ahora están tomando prisioneros? —

Pregunta Mark.

—Nos puede ser útil —respondo, encogiéndome de

hombros.

—No podemos traerla siempre con nosotros —Adam dice

mientras termina de apretar los nudos.

—La dejaremos aquí. Ella mencionó amar la jungla, ¿no?

—Digo, con una sonrisa en mi rostro. Tenemos cosas por las

que preocuparnos más importantes que el destino de Phiri Dun-

Ra.

—No gafes nuestras oportunidades de sobrevivir por

hacer demasiados planes —dice Mark.

Antes de que nadie pueda responder, la jungla a nuestro

alrededor se vuelve extrañamente silenciosa. Me había

acostumbrado tanto a los incesantes graznidos de los pájaros

tropicales que es absolutamente discordante cuando se han ido.

Incluso los ruidos de los insectos desaparecen. A través del

claro que los Mogs hicieron alrededor del Santuario, por el

norte, una parvada completa de pájaros vuela desde los árboles

y se dispersan.

El Anubis está aquí.

Extiendo mis manos y brazos.

—Tómenlas —les digo a todos—. Nos mantendré

invisibles hasta que estemos listos para atacar.

Page 229: El Destino de Diez [ECEN]

Marina toma una de mis manos y Sarah la otra. Mark, con

el detonador listo, sostiene mi hombro. Adam es el último. Me

da un asentimiento, probablemente recordándome cuando le

dije cuan extraño era tomar la mano de un mogadoriano. Hasta

que esto termine, los dos de nosotros estaremos atados a la

cadera. Asiento de regreso, por encima, y se aprieta junto a

Marina, con su mano en mi antebrazo. Sólo Bernie Kosar no se

acerca a mí. En su lugar, nuestra Chimæra se transforma en un

tucán y se posa en un árbol cercano...

Es algo divertido, los cinco de nosotros apiñados juntos.

Es casi como si posáramos para una foto.

Nos vuelvo invisibles en el momento en el que el Anubis se

desliza a nuestra vista. El buque de guerra es más grande de lo

que imaginé. Toda la nave está hecha de paneles superpuestos

de una aleación metálica que casi parecen escamas. Tiene forma

de un insecto egipcio —un escarabajo— excepto con una

tonelada completa de armas, el enorme cañón sobresaliendo en

el frente del cascarón capta particularmente mi atención.

—Dios —Sarah susurra.

—Mierda —dice Mark, un poco fuerte. Su mano se aprieta

en mi hombro. Mientras el Anubis se acerca más, el Santuario y

el claro entero son tapados por su sombra.

—Fácil ahora —digo, tratando no asustarme a mí

misma—. Quédense aquí y quédense cerca. Ellos no pueden

vernos.

La enorme nave se detiene de modo que está flotando

sobre el campamento Mog. Incluso considerando el extenso

terreno de la jungla que los Mogs limpiaron, el buque de guerra

es demasiado enorme que no tiene espacio para aterrizar.

Page 230: El Destino de Diez [ECEN]

Adam debió darse cuenta que el Anubis flotando sobre el

campo de batalla arruinaría nuestros planes.

—Necesitaremos encontrar un camino para subir.

—Si él aterriza tropas terrestres, podemos acabarlos y

volver en sus propios Skimmers —replico. Es exactamente la

táctica que John y que la ausente milicia de EE.UU. quieren

emplear contra los barcos de guerra Mogs, así que quién mejor

que nosotros para ser los cerditos de guinea.

—¿Qué está haciendo? —Pregunta Sarah—. ¿Qué está

esperando?

Ella detuvo nuestra comunicación telepática hace unos

pocos minutos, y ahora me pregunto si es solo mi imaginación el

sentir su presencia persistiendo en el fondo de mi cabeza. Si

sigue ahí, creo, si ella puede escucharme, definitivamente

podríamos usar la ayuda.

—¿Ella? —Pregunto, sintiéndome estúpida diciendo su

nombre en voz alta—. ¿Puedes oírme? ¿Qué ocurre allá arriba?

No hay respuesta.

—¿Marina? ¿Sarah? ¿Está ella…?

—Nada, Seis —Sarah responde, una voz incorpórea

hablando sobre otra.

—Creo que se ha ido —añade Marina.

Pero entonces pasa. Un susurro en el fondo de mi mente.

La voz de Ella, desamparada y sin esperanza.

Debieron haber huido.

Page 231: El Destino de Diez [ECEN]

En el aire sobre nosotros, el Anubis comienza a emanar un

zumbido. Es notable por cuan increíblemente silencioso es la

nave por otra parte. Empieza bajo pero crece rápidamente.

Bastante pronto, mis dientes vibran por él. Escaneo la parte baja

de la nave, esperando ver los soldados de Setrákus Ra

descendiendo en Skimmers, pero el cielo está claro.

—¿Qué demonios es eso? —Pregunto, esperando que

Adam responda,

—Está… se está encendiendo —Adam responde. Su voz es

tambaleante y puedo sentir su mano soltarse de mi brazo, como

si estuviera aturdido y olvidara que necesita sostenerse en mí

para permanecer invisible.

—¿Encendiendo qué? —Pregunto.

—El arma principal —responde—. El cañón.

Puedo verlo. El oscuro hueco de la boquilla del cañón

empieza a encenderse mientras energía se fusiona ahí. El

zumbido se vuelve más fuerte mientras el cañón se llena con

energía pura, como un arma mogadoriana sobrecargada. En

segundos, el Santuario y la jungla alrededor están bañados en

una luz azul celeste. Quiero taparme los ojos, pero Marina y

Sarah están apretando mis manos fuerte.

—Esto es malo —dice Mark—. Realmente malo.

—¿Adam? —Grito para ser oída sobre el arma cargada—.

¿Qué tan poderosa es esa cosa?

Como un grupo, todos nos movemos hacia atrás. Apenas

son capaz de sostenernos a todos y mantener nuestra

invisibilidad.

Page 232: El Destino de Diez [ECEN]

—Necesitamos movernos —responde Adam, el temor se

ha ido de su voz, reemplazado por terror—. Necesitamos

hacernos hacia atrás.

Todos estamos ya retrocediendo, dejando sólo a Phiri

Dun-Ra escondida detrás del tronco caído. Marina jala contra

mi agarre. No se está moviendo.

—¡Marina! —Grito—. ¡Vamos!

—¡Dijimos que no nos moveríamos! —Grita en respuesta.

—¡Pero…!

El zumbido alcanza un crescendo y la energía del cañón

del buque de guerra se descarga con un ensordecedor chillido.

Un arco sólido de electricidad del tamaño de diez mil

relámpagos se abre camino directamente en el Santuario y

golpea justo a través de él, la antigua piedra caliza brilla en un

rojo caliente. La descarga del cañón atraviesa el templo, desde lo

alto hasta el fondo, como si fuera nada. Tengo solo un momento

para ver el Santuario, aún de pie pero cortado a la mitad. Puedo

ver la luz a través de las grietas de la una vez sólida pared.

Un segundo después, la energía condensada del cañón se

expande hacia afuera en una brillosa oleada de luz,

El Santuario explota.

—¡NO! —Marina grita.

Estamos jodidos. Setrákus Ra no vino aquí para reclamar

el Santuario. Vino aquí para destruirlo.

No tengo tiempo para pensar lo que significa o qué pasará

después. Adam tira de mí hacia atrás y entramos tambaleantes

en la jungla, en el instante en el que pedazos del templo

Page 233: El Destino de Diez [ECEN]

empiezan a llover alrededor de nosotros. Pierdo el agarre de

Marina y ella se vuelve visible. La mano de Mark se zafa de mi

hombro y él reaparece también. Sólo Sarah y Adam se

mantienen conmigo.

Marina empieza a correr hacia delante, como si fuera

capaz de pelear contra esa nave.

—¡Detente! —Grito—. ¡Marina! ¡Detente!

Mark reacciona rápidamente, sus reflejos de futbol vienen

naturalmente. Él se abalanza sobre ella, rodeando con sus

brazos la cintura de Marina y la derriba.

—¡Suéltame! —Marina le grita a Mark. Ella lo avienta,

heladas marcas de manos se forman en su pecho.

Entonces, algo más explota. Uno de los Skimmers que

armamos con un C-4. Debió haber sido golpeado directamente

por un pedazo del Santuario y detonado la bomba. La metralla

silva alrededor de nosotros, chisporroteantes piezas calientes

de metal caliente rasgando las cortezas de los árboles.

Mark contiene el aliento y cae. Hay una pieza dentada de

un grueso cristal de cabina sobresaliendo en su pecho.

—¡Mark! —Sarah grita, liberándose de mí y corriendo

hacia él.

Marina ve la herida de Mark y traga aire. Le da la espalda

al Santuario y cae sobre sus rodillas a un costado de él, jalando

fuera el cristal e inmediatamente comenzando a sanarlo.

Ramas se rompen sobre mi cabeza y miro hacia arriba a

tiempo para ver un pedazo de piedra caliza del tamaño de una

pelota de baloncesto cayendo a toda velocidad hacia mí. Por

Page 234: El Destino de Diez [ECEN]

reflejo, uso mi telequinesis y la atrapo en el vuelo, lanzándola

lejos.

No detengo la que sigue.

Me golpea en la parte superior de la cabeza. Antes de que

pueda darme cuenta qué pasó, hay algo pegajoso y caliente

bañando un lado de mi rostro. Adam me atrapa bajo los brazos

mientras me derrumbo sobre mis rodillas. Ambos somos

visibles ahora. Debo haber perdido mi concentración. Intento

poner mis piernas debajo de mí, reconcentrarme en mi

invisibilidad, pero no puedo hacerlo tampoco. Mi cabeza nada y

tengo que parpadear sangre fuera de mis ojos.

—¡Ayuda! —Adam le grita a Marina—. ¡Seis está herida!

Intento mantenerme consciente, pero es difícil. El mundo

se vuelve negro, incluso mientras todo lo que hemos peleado se

va a las llamas. Ella nos advirtió que habría muerte.

Sintiéndome casi desconectada de mi cuerpo, me pregunto si es

esto.

Mientras me marcho, escucho la voz de Ella en mi cabeza.

Lo siento. Dice.

Page 235: El Destino de Diez [ECEN]

No tengo tiempo para esta mierda. Cinco quiere reunirse

conmigo a la puesta de sol en la Estatua de la Libertad. Suena

como el plan de algún súper villano. Él tiene a Nueve como

rehén y planea matarlo si no aparezco. No sé qué es lo que

quiere de mí. En las Naciones Unidas, parecía como si él

estuviera tratando de ayudarnos en su propia psicótica

manera. Por lo menos, me detuvo de lastimar a Ella

accidentalmente. Por supuesto, él posiblemente no sabe que

yo estoy aquí a la hora exacta, que cada minuto perdido en sus

retorcidos juegos es un minuto que paso sin ayudar a Sarah,

Seis y los otros. Y si lo supiese ¿Acaso le importaría?

Envié a Sarah y Mark a México con el recientemente

descubierto hacker Loric que resulta ser la piloto a quien

estoy muriendo por conocer. Los envié allí porque ellos son,

literalmente, el único apoyo que pude reunir para Seis y el

resto de la Garde que están en la gran pelea.

Al menos ahora pueden escapar. No están varados. Seis

y Sarah son lo suficientemente inteligentes como para reducir

sus pérdidas y salir de allí. Eso es lo que sigo diciéndome a mí

mismo. Hago un rápido cálculo mental. Incluso si la Agente

Walker pudo convencer de alguna manera a los militares de

prestarme uno de sus aviones de combate más rápidos, aun

así no voy a ser capaz de llegar a México antes que Setrákus

Ra. No en este momento.

Eso no quiere decir que no lo voy a intentar.

Page 236: El Destino de Diez [ECEN]

—¿Puedes al menos conseguirme un barco? —Pregunto a

Walker. Habiendo dejado atrás el caos en los muelles,

estamos de vuelta en la tienda de agentes del FBI.

—¿Para llevarte a la Estatua de la Libertad? —Walker

asiente—. Sí, puedo arreglar eso.

—En este momento —respondo—. Quiero que sea ahora

mismo.

—Cinco dijo atardecer. Para eso aún falta una hora —

añade Sam en un tono severo. Sé que él ha estado haciendo

los mismos cálculos mentales que yo. Él sabe que no

lograremos llegar hasta el Santuario. No, a menos que

dejemos a Nueve a cualquiera que sea el destino que Cinco

tiene reservado para él, y ninguno de los dos está dispuesto a

tomar esa opción.

—No voy a esperar. No estamos en el momento de Cinco.

Es probable que esté sentado allí en este momento, planeando

una trampa o algo. Lo que sea qué haga. Nos vamos antes. Si

él no está allí, entonces estaremos esperando por ese

bastardo.

—Buena idea —dice Sam, asintiendo—. Hagámoslo.

—Haz que suceda —le digo a Walker, y doy un paso fuera

de su tienda.

Desde de aquí, en el Brooklyn Bridge Park, podemos ver

Liberty Island. La silueta verde de la famosa estatua es visible

en el cielo lleno de humo. No nos llevará mucho tiempo llegar

allí. Desde esta distancia, no puedo visualizar ningún detalle.

Si Cinco está allí o si está creando una especie de trampa para

nosotros, no lo puedo asegurar. Realmente no importa. Lo

que sea que encontremos, le vamos hacer frente.

Sam me sigue.

Page 237: El Destino de Diez [ECEN]

—¿Qué vamos a hacer? —Me pregunta—. Quiero decir,

con Cinco.

—Lo que sea que tengamos que hacer —le respondo.

Él se queda en silencio y cruza los brazos, también

mirando a través del agua hacia la estatua.

—Sabes, siempre quise ver la Estatua de la Libertad —es

todo lo que se le ocurre decir.

Dentro de la tienda, puedo oír a Walker dando un

montón de gritos en su walkie-talkie. Eventualmente, ella

logra reclutar una de las lanchas de la Guardia Costera para

nosotros. No tiene la artillería de uno de los barcos de la

marina, como divisé en el puerto, pero nos llevara a Liberty

Island con rapidez. Walker también hace un llamado a sus

agentes de confianza, y monta una tripulación de tres

hombres que reconozco de la brigada anti-ProMog que nos

ayudó a seguir al Secretario de Defensa. Supongo que ellos

son los que sobrevivieron a la batalla con Setrákus Ra en las

Naciones Unidas. Uno de ellos es aquel al que cure durante

esa primera pelea en el centro de la ciudad, él es la co-estrella

en el video que Sarah publicó en todo el Internet. Él parece

casi avergonzado cuando me estrecha la mano.

—Agente Murray —él se presenta—. Nunca tuve la

oportunidad de decir gracias. Por lo del otro día.

—No te preocupes —le digo, luego giro a la agente

Walker—. No necesitamos refuerzos. Solo el barco.

—Lo siento, John. No puedo dejar que ustedes dos vayan

solos. Son bienes del gobierno ahora.

Resoplo.

—Oh. ¿Lo somos?

—Lo son.

Page 238: El Destino de Diez [ECEN]

No voy a perder el tiempo discutiendo sobre esto. Ellos

pueden venir si quieren. Empiezo a avanzar por el muelle,

Sam va junto a mí, y Walker y sus agentes se despliegan

alrededor de nosotros como guardaespaldas. Como de

costumbre, obtengo una gran cantidad de miradas de los

soldados que están dando vueltas. Algunos de ellos parecen

querer ayudar, pero estoy seguro de que sus órdenes son no

involucrarse con nosotros. La Agente Walker y lo que queda

de su gran grupo de ex agentes ProMog son toda la ayuda que

están dispuestos a concedernos el gobierno en este punto. Al

menos han mejorado sus armas, los agentes cambiaron sus

pistolas estándar por algunos rifles de asalto pesados.

—¡Oye! ¡John Smith de Marte! ¡Espera!

Me volteo para ver a Daniela estrujar su largucho cuerpo

para abrirse paso a través de un grupo de soldados y trotar

hacia nosotros. Los agentes que nos rodean levantan

inmediatamente sus rifles y, al ver esto, Daniela patina para

parar a unos metros de distancia y pone sus manos en alto.

Ella ojea a los agentes del FBI con una sonrisa arrogante.

—Está bien, cálmense —le digo a Walker y a su grupo,

haciendo que dejen de presionar a Daniela—. Ella es uno de

nosotros.

Walker levanta una ceja.

—¿Te refieres a…?

—Una Garde humana —le digo, manteniendo mi voz

baja—. Una de las personas que Setrákus Ra quiere que estén

de su lado.

Walker se enfoca en Daniela.

—Genial —dice secamente.

Daniela simplemente amplifica la potencia de su sonrisa.

Page 239: El Destino de Diez [ECEN]

—¿Los chicos están yendo a una aventura o algo así?

¿Puedo ir?

Frunzo el ceño ante el hecho que se está tomando esto

muy a la liguera e intercambio una mirada con Sam.

—¿Encontraste a tu mamá? —Sam le pregunta, y la

sonrisa de Daniela se tambalea un poco.

—Ella no está aquí, y ella nunca se registró en la Cruz

Roja —Daniela responde encogiéndose de hombros como si

no fuera la gran cosa. A pesar de que trata de mantener un

tono ligero, su voz es débil y puedo decir que ella espera lo

peor—. Probablemente salió de la ciudad de otra manera.

Estoy segura de que está bien.

—Sí, definitivamente —Sam le responde con una sonrisa

forzada.

—Estamos en camino a confrontar al Garde traidor —le

digo sin rodeos. Walker me da una mirada, pero yo veo

ninguna razón para mentir. Todas las cartas en la mesa.

—Guau. Ustedes, quiero decir, ¿se traicionan?

Pienso en Cinco y cómo se puso en contra de nosotros y

pienso en Setrákus Ra y los incontables horribles actos que ha

cometido. Solía ser un Garde también, tal vez incluso algo aún

más que eso, si podemos creer en la carta de Crayton hacia

Ella. Entonces, miro a Daniela y la tomo en cuenta a ella y a

los otros seres humanos con nuevos Legados que aún no

hemos conocido. ¿Van a luchar por todos por el bien? ¿O será

que algunos de ellos se cambiaran de bando como Cinco y

Setrákus Ra?

—Somos personas, como cualquiera —le digo.

—Excepto que tienen poderes increíbles —añade Sam.

Page 240: El Destino de Diez [ECEN]

—Al igual que cualquier otra persona —continúo—

podemos ir por mal camino sin la debida orientación.

Daniela reacciona con una astuta sonrisa de nuevo. Es

casi exasperante, pero estoy empezando a darme cuenta de

que sólo es un mecanismo de defensa. Cada vez que ella se

siente incómoda, ella trata con todas sus fuerzas de volverlo a

su favor.

—Sí. Lo entiendo. ¿Tú vas a ser mi guía, John Smith?

¿Mi sensei?

—Nosotros los llamamos Cêpan, en realidad. Nuestros

formadores. Pero se han ido. Ahora, estamos prácticamente

cifrando las cosas por nosotros mismos.

La Agente Walker aclara la garganta. Creo que ella

quiere que me deshaga de Daniela, pero no voy a negar

cualquier tipo de ayuda. De ninguna manera.

—Puedes venir con nosotros —le digo—. Pero deberías

saber, el chico por el cual vamos es extremadamente

peligroso.

—Desquiciado —añade Sam.

—Él ya ha matado a uno de nosotros —continúo—. Y no

creo que vaya a dudar en hacerlo de nuevo. Cuando hayamos

terminado con él, aquí nuestra amiga, la Agente Walker, va a

llevarnos a un avión de alguna manera, y vamos a encontrar

una manera de matar al Mogadoriano a cargo antes de su

invasión vaya más lejos.

—¿Estás tratando de asustarme? —Daniela pregunta,

con las manos en las caderas.

—Sólo quiero que sepas en lo que te vas a meter —

respondo—. En el camino, puedo tratar de ayudarte con tu

telequinesis. Quizás averiguar que más puedes hacer. Pero tú

tienes que estar dispuesta a ello"

Page 241: El Destino de Diez [ECEN]

Daniela mira sobre su hombro. Me doy cuenta de que, en

este momento desea más que nada salir de aquí. Ella quiere

mantenerse ocupada y evitar enfrentarse a la real gran

posibilidad de que perdió a toda su familia durante el ataque a

Nueva York.

—Estoy dentro —dice ella—. Vamos a salvar el mundo y

todo lo demás.

Sam sonríe y no puedo evitar sonreír un poco también,

sobre todo cuando me doy cuenta que la Agente Walker está

rodando sus ojos hacia atrás. Con Daniela incorporada en

nuestro pequeño grupo de los agentes secretos, continuamos

hasta el muelle.

—Oye —Sam le dice a Daniela, manteniendo la voz

baja—. Para que lo sepas, los Mogs estaban tomando

prisioneros en Nueva York. No estaban, como, matando todo

lo que se movía.

—Sí, los vi haciendo esa mierda en mi barrio —Daniela

responde—. ¿Y qué?

—Así que, sólo porque ella no está aquí no significa que

tu mamá… ya sabes.

—Sí. Gracias. —Daniela dice con brusquedad, pero creo

que en realidad lo decía en serio.

El barco de guardacostas está listo y esperando por

nosotros, un capitán que fuma un cigarro tras otro y con un

uniforme arrugado está preparado para llevarnos a donde sea

que tengamos que ir. Dejo que Walker lo ponga al tanto y

unos minutos más tarde partimos, rebotando con fuerza sobre

las olas. Al otro lado del agua, puedo ver las luces

intermitentes de Nueva Jersey, helicópteros flotando dentro y

fuera de la vista. Parece que el ejército estableció un

perímetro allí también, realmente tratando de asegurarse de

Page 242: El Destino de Diez [ECEN]

que los Mogadorianos se mantengan encerrados en

Manhattan. Miro hacia la ciudad y encuentro un lugar

terriblemente en calma. Todavía hay Mogs allí, estoy seguro,

que patrullan las calles y tal vez estén creando una fortaleza.

Espero que la mayoría de los residentes se las arreglaran para

cruzar a través del puente y, si no, entonces espero que Sam

este en lo cierto sobre que los Mogs están manteniendo

prisioneros en vez de matar a todos. Eso significa que todavía

pueden salvarse.

Mientras que Liberty Island se hace más grande en

frente de nosotros, Daniela me da un codazo en las costillas.

—¿Nos reuniremos con este tipo en la Estatua de la

Libertad? —Pregunta.

—Sí.

—Hombre, eso es tan… de turistas.

Muy pronto, nos detenemos en los muelles de Liberty

Island. Una media docena de ferris flotan allí, vacíos, uno de

ellos con marcas de quemaduras a lo largo de su lado. Todo el

lugar está desierto. Nadie se pasa en medio de la invasión a

visitar la Estatua de la Libertad. Es casi tranquilo aquí. A

medida que saltamos fuera del barco, trato de obtener la

disposición de la tierra. Me obligo a pensar como Cinco,

preguntándome dónde sería el mejor lugar para hacer una

emboscada.

Tengo que inclinar la cabeza hacia arriba para ver la

estatua. Estamos llegando por el lado que sostiene el libro. La

antorcha dorada brilla con lo que queda de la luz del día. La

gran dama verde se sienta encima de un enorme pedestal de

granito que a su vez se asienta sobre una base de piedra aún

más grande que ocupa casi la mitad de la isla. A la derecha,

hay un pequeño parque que se ve en perfecto estado. Él no se

escondería en el parque. Así no es cómo Cinco opera.

Page 243: El Destino de Diez [ECEN]

El capitán del barco se queda atrás, pero el resto de

nosotros avanzamos a grandes zancadas por el muelle hacia la

estatua. Pienso acerca de la primera vez que conocí a Cinco,

como eligió un espeluznante monumento de un monstruo en

los bosques para revelarse. Supongo que él tiene algo en

especial con los monumentos. O tal vez esa estatua de un

monstruo de madera de mala muerte era una pista, un

sustituto para el monstruo escondido dentro Cinco. Si ese es

el caso, me pregunto lo que su elección de la Estatua de la

Libertad significa. Probablemente nada, yo creo,

recordándome a mí mismo que Cinco está completamente

chiflado.

A mi lado, Daniela se ríe.

—Saben, yo nunca he estado aquí. Y he vivido en esta

ciudad de mi vida entera.

—Sí, es como un día de campo —dice Sam—. Un día de

campo donde al final hay un tipo de acero sólido que intenta

apuñalarte hasta la muerte.

—Nadie será apuñalado hasta la muerte —le digo.

Al entrar en la plaza que se extiende alrededor de la base

de la estatua, mantengo mi mirada centrada en la parte

superior del pedestal. Ahí es donde he decidido que

probablemente Cinco se encuentre. Él puede volar, por lo que

sería fácil para él llegar a esa zona, y le permitiría mantener

vigilada nuestra llegada. Sin embargo no veo ningún

movimiento. Tal vez él no ha llegado todavía. O tal vez se

esconde dentro de la estatua. Estiro el cuello aún más,

tratando de ver en el interior de la corona de la estatua, pero

es imposible. Vamos a tener que ir adentro de la estatua para

asegurarnos de que no hay nadie.

—Mira —dice Sam, bajando la voz—. Por ahí.

Page 244: El Destino de Diez [ECEN]

Vuelvo la cabeza hacia la izquierda, hacia el césped

perfectamente esculpido que se extiende desde la fundación

de la estatua. Hay movimiento. Una forma brillante se levanta

lentamente desde la hierba y da un titubeante paso en nuestra

dirección. Estaba mirando en el lugar equivocado.

—Llegan temprano —dice Cinco—. Bien.

Decir que Cinco luce en mal estado sería un eufemismo.

Su ropa parece que ha pasado a través de una máquina

trituradora, toda manchada de sangre y cubierta de suciedad

y ceniza. Su piel es de un color acero plateado, haciéndome

pensar que él está listo para la pelear, a pesar de que parece

que apenas puede mantenerse en pie. Sus rasgos faciales

lucen inflamados y fuera de lugar a pesar de su recubrimiento

metálico, con la nariz torcida, y hay visibles abolladuras en el

costado de su cabeza rapada. Está encorvado, con un brazo

inutilizable colgando a su costado. En su otro brazo lleva el

brazalete con una hoja montada en ella. El día está

desvaneciendo el destello de su piel.

Inmediatamente, Walker y su equipo se abren en

abanico, flanqueando Cinco. Ellos tienen sus armas dirigidas

hacia él.

Daniela va en la dirección opuesta, dando un paso detrás

de mí.

—Uh, que debiste haber descrito este traidor algo mejor

—dice ella.

Cinco echa un vistazo a los agentes de Walker y se burla.

A pesar de que se ve fatigado, que tiene un montón de pistolas

apuntándole parece que esto reaviva su intenso

temperamento. Sus pupilas se amplían y se para recto.

—No me hagas reír con esta mierda —Cinco dice a

Walker, entonces se vuelve hacia el Agente Murray mientras

Page 245: El Destino de Diez [ECEN]

mira a su alrededor—. Soy a prueba de balas, perra. Vamos, te

reto.

Hay algo extraño en la voz de Cinco. Suena como

metálica y áspera, casi como si estuviera teniendo dificultades

para respirar.

Los agentes son lo suficientemente inteligentes para no

acercarse demasiado. Sin embargo, sé lo rápido que Cinco es.

Si quisiera llegar a uno de ellos, sería capaz recorrer la brecha

en un segundo o dos con su vuelo. Doy pasos adelante sobre la

hierba, con la esperanza de llamar su atención hacia mí antes

de que haga alguna locura. Sam se queda a mi derecha,

Daniela unos pasos detrás. Es entonces cuando noto una

forma abultada sobre la hierba junto a Cinco. Es una de esas

lonas de construcción azul de plástico envuelto alrededor de

lo que es, obviamente, un cuerpo, todo eso fuertemente unido

por gruesas cadenas industriales.

Eso debe ser Nueve.

—Regrésalo —le digo a Cinco, sin perder tiempo.

Cinco mira para abajo hacia el cuerpo y es como si casi

se hubiera olvidado de que estaba allí.

—Claro, John —Cinco responde.

Cinco se agacha y engancha sus manos en de las

cadenas. Levanta el cuerpo de Nueve y se queja. Está herido y

cansado, y puedo decir que este espectáculo le está costando

más de lo que esperaba. Con un rugido, Cinco lanza el cuerpo

a través de unos treinta metros que nos separan. Atrapo a

Nueve en el aire con mi telequinesis y lo bajo suavemente en

el suelo. Inmediatamente, arranco de las cadenas y desenrollo

la lona.

Nueve yace inconsciente en el césped frente mí. Su ropa

está en tan malas condiciones como la de Cinco y sus lesiones

Page 246: El Destino de Diez [ECEN]

son igualmente espantosas. Hay quemaduras hechas por un

arma en sus brazos y en el pecho, una de sus manos esta rota

como si algo la hubiera aplastado y tiene un corte profundo en

la cabeza. Es esto último lo que realmente me preocupa. La

sangre empapa la gran parte de la melena oscura de nueve, la

mayor parte y no abre los ojos cuando bofeteo suavemente su

mejilla.

Sam pone una mano en mi hombro.

—¿Él esta…?

—Oh, Él está bien —Cinco dice quejándose,

respondiendo a la pregunta de Sam por mí—. Aunque tuve

que pegarle muy fuerte para noquearlo. Probablemente

deberías encargarte de eso, doc.

Pongo mis manos en los lados de la cabeza de Nueve,

pero hago una pausa antes de empezar a curarlo. Voy a

necesitar toda mi concentración y eso significa que no voy a

ser capaz de vigilar a Cinco. Levanto la vista hacia él.

—¿Vas a hacer algo estúpido? —Le pregunto.

Cinco sostiene las manos en alto, con las palmas hacia

fuera, a pesar de que uno de sus brazos no puede ir tan arriba

como el otro.

Entonces, retrocede y se sienta.

—No te preocupes, John. No le voy a hacer daño a

alguno de tus pequeños amigos. —Sin embargo, escanea con

su único ojo a todo el equipo, midiéndolos uno a uno. Aunque

Cinco mantiene la mirada en Daniela—. No eres policía —

dice—. ¿Qué haces aquí?

—No me hables, bicho raro —responde ella.

—No lo presiones —Sam dice en voz baja.

Page 247: El Destino de Diez [ECEN]

Cinco resopla y sacude el cabeza, más entretenido que

otra cosa. Estruja un puñado de hierba en frente a él, lo

arranca y los hace volar de un suspiro.

—Continua con eso, John. No tengo todo el día.

Aún estoy alerta por si esto es una especie de trampa,

pero no puedo seguir sin curar a Nueve por más tiempo.

Coloco mis manos en los lados de su cabeza y dejo que mis

energías curativas lleguen hasta él. Primero, la herida en la

cabeza se cierra. Sin embargo es sólo la lesión superficial.

Intuitivamente, puedo sentir algo más profundo, heridas aún

más serias que afectan a Nueve. Su cráneo está fracturado y

tiene una inflamación en el cerebro. Concentro mi Legado allí,

aunque cuidando de no emplear más energía de lo que

necesito. El cerebro es una cosa delicada y no quiero arruinar

el cerebro de Nueve de más ya está. Él podría aún tener una

conmoción cerebral cuando termine con él, pero al menos el

daño más grave será contrarrestado.

Me toma un par de minutos de concentración sólo en

Nueve. Soy vagamente consciente de lo tenso del silencio a mí

alrededor. Cuando he terminado, retiro mis manos de su

cabeza. Las otras lesiones pueden esperar hasta que no

estemos en presencia de un completo lunático.

—¿Nueve? Nueve, despierta —le digo, sacudiéndolo.

Después de un momento, los ojos de Nueve pestañean.

Su cuerpo de tensa y sus ojos lanzan miradas salvajes a su

alrededor. Como si estuviera esperando a ser atacado de

nuevo. Cuando logra reconocerme a mí y a Sam, se calma y su

expresión parece como si estuviera soñando y estuviera fuera

de sí. Él agarra mi brazo.

—¡Johnny! Ya tenía a ese hijo de puta. Le lance una

derecha que lo atravesó —murmura.

Page 248: El Destino de Diez [ECEN]

—¿A quién tenías? —Pregunto, y no obtengo ninguna

respuesta. La cabeza de Nueve yace recostada otra vez. Puede

que haya curado sus heridas, pero no puedo hacer nada con la

fatiga de luchar por las últimas veinticuatro horas. Él esta

exhausto. Probablemente vamos a tener que cargarlo.

Miro hacia arriba para ver a Cinco todavía sentado en la

hierba, mirándonos. Al ver que Nueve esta fuera de peligro,

Cinco comienza a aplaudir en un tono sarcástico y lento.

—Bravo, John. El héroe de siempre —dice—. ¿Qué hay

de mí?

—¿Qué hay de ti? —le digo entre dientes.

—No, en realidad, también me gustaría una respuesta a

esa pregunta —dice Walker, con su arma todavía apuntando a

Cinco.

—Atacó a nuestros soldados y ayudó a los Mogadorianos.

Se trata básicamente de un criminal de guerra. ¿Solo deseas

dejarlo aquí?

—¿No tienen algún tipo de prisión espacial súper secreta

para los chicos malvados de metal? —Daniela me susurra.

—Al infierno con él —dice Sam. Él es el único que

entiende que tenemos cosas más importantes con las que

lidiar. Lanza una mueca de desdén a Cinco y se inclina sobre

Nueve, tratando de ayudarlo a levantarse—. Vamos, John.

Tenemos que salir de aquí.

Estoy a punto de ayudar a Sam cuando Cinco habla de

nuevo.

—¿Eso es todo? —Se pregunta, sonando casi resentido—.

¿Tan solo se van a ir?

Me enderezo y lo miro.

Page 249: El Destino de Diez [ECEN]

—¿Qué diablos es lo que quieres, Cinco? ¿Sabes cuánto

de nuestro tiempo ya hemos perdido con tu estúpida

teatralidad? —digo señalando hacia Manhattan, a los edificios

llenos de humo que siguen elevándose en el aire—. No es una

prioridad en este momento. Te has dado cuenta que estamos

en guerra ¿Cierto? No te habrás ido muy lejos para haberte

perdido el hecho de que tus amigos Mogs hayan matado a

miles de personas, o ¿sí?

Cinco mira hacia la ciudad, contemplando toda la

destrucción que yace allí. Su labio inferior sobresale.

—Ellos no son mis amigos —dice en voz baja.

—Claro, nada de esa mierda —le respondo—. Es una

pena que te hayas dado cuenta de eso ahora. Ellos te

utilizaron, Cinco, y ahora no te necesitan más. Y nosotros

tampoco. Tienes suerte de que no he venido a terminar lo que

empezó Nueve.

Mi temperamento arde en cuanto recuerdo toda la

mierda que Cinco ha hecho en el poco tiempo que lo conozco.

A pesar de mis palabras, doy un repentino paso hacia él. Sam

pone una mano en mi hombro.

—No lo hagas —dice—. Solo vámonos.

Asiento con la cabeza, sabiendo que Sam tiene razón. Sin

embargo, aún tengo un par de cosas más dentro de mí. Y

necesito sacarla de mi sistema.

—Supongo que ahora puedes estar solo —le digo a

Cinco—. Eso es lo que querías todo este tiempo. ¿No es cierto?

Así que, ve, corre de nuevo a unas de tus islas tropicales y

escóndete, o lo que esa que quieras hacer. Solo quédate fuera

de nuestro camino y dejar de hacernos perder el tiempo.

Cinco mira hacia abajo en el césped delante de él.

Page 250: El Destino de Diez [ECEN]

—Ustedes no tenían que venir —dice con amargura.

Eso realmente me hace reír. La locura de este tipo.

—Tú nos hiciste venir aquí. Dijiste que matarías a Nueve

si no lo hacíamos.

La frente de Cinco hace un tintineo metálico cuando el

mismo se golpea en ella, como si estuviera tratando de

recordar algo.

—Eso no fue lo que le dije a ese ejercito de perdedores

cuando me encontraron —dice—. Les dije que obtendrían una

nueva cicatriz.

—¿Por qué seguimos hablando de él? —Sam pregunta

desconcertado, alzando la voz un poco. Él se inclina hacia

abajo para llegar a Nueve, engancha el brazo de Nueve sobre

su hombro y gruñe mientras trata de levantarlo.

El único ojo de Cinco me sostiene la mirada. Está

concentrado en mí, ignorando por completo a todos los

demás. Sé que está tratando de conducirme a algo, solo no sé

a qué. Sam esta en lo correcto no deberíamos estar perdiendo

más tiempo aquí, pero no puedo evitarlo.

—¿Qué estás diciendo? —Le pregunto a regañadientes,

sabiendo que es exactamente lo él quiere. En respuesta, Cinco

se quita la camisa.

La simple acción parece tomarle mucho esfuerzo, como

si le fuera difícil a Cinco el levantar sus brazos. La camisa se

engancha en algo y Cinco tiene que tirar de ella sobre su

cabeza y grita. Me toma un momento el mirar hacia su pecho,

de color metal chapado al igual que el resto de su cuerpo, para

darme cuenta de que hay algo que está mal.

Cinco tiene un pedazo de acero que sobresale de su

esternón. Se parece a un poste roto y arrancado de una señal

Page 251: El Destino de Diez [ECEN]

de una calle. Se pone de perfil para que yo pueda ver el otro

extremo dentado asomándose por la espalda.

Cada extremo sobresale solamente algunos centímetros,

y ambos están torcidos y deformados como si Cinco hubiera

tenido que acortar el poste y arrancarlo con sus propias

manos. Pasa directamente a través de él y, al menos, tiene que

haber perforado uno de los pulmones y parte de la columna

vertebral de Cinco. El poste de acero podría estar incluso justo

contra su corazón.

—Yo ya estaba en mi forma de metal cuando él clavó esto

a través de mí. Sin embargo, eso no se lo impidió —Cinco

explica, tosiendo sus palabras un poco. Él mira a Nueve con

algo muy cercano a la admiración—. Mis instintos explotaron.

Usé mi Externa de una manera que no lo había hecho antes,

hice que el metal sea parte de mí. Puedo sentir el frío dentro

de mí, Cuatro. Es raro.

Cinco parece casi casual acerca de esto. Doy un paso

tentativo hacia él y él sonríe.

—Estoy cansado y no puedo sostener mi Externa por

siempre —dice Cinco—. Así que yo quería que fuera decisión

tuya. Tu eres el bueno, John. El razonable. Y siempre fuiste

justo frente a mí con el orden del hechizo, manteniéndome

con vida todos esos años, aún si tú me conocías o no.

Entonces, ¿qué es lo que vas a hacer?

Doy otro paso cauteloso hacia él.

—Cinco…

—¿Vivir o morir? —Cinco pregunta, y luego, sin previo

aviso, se convierte a sí mismo de nuevo en carne y hueso.

Page 252: El Destino de Diez [ECEN]

Cinco se ahoga tratando de respirar otra vez. Una burbuja de

sangre sobresale de su boca. Su piel, ya no está cubierta por la

capa de acero, se pone pálida rápidamente. El ojo que le

queda se abre considerablemente y, en ese momento justo

antes de que se vuelva a cerrar, puedo ver su miedo. Quizás

Cinco pensó que quería esto. Pero ahora, enfrentado cara a

cara a la muerte, tiene miedo. Cinco colapsa hacia atrás en la

hierba, dando respiraciones forzosas que suenan dolorosas.

Diez segundos. Atravesado por el poste de una señal, ese es el

tiempo supongo que Cinco ha dejado de vivir. Él nos

traicionó. Les dijo a los Mogs donde podían encontrarnos e

hizo que volaran el escondiste de Nueve. Por causa de Cinco,

Setrákus Ra fue capaz de secuestrar a Ella, y el papá de Sam

casi fue asesinado. Asesinó a Ocho, con esa hoja afilada en

forma de aguja que incluso corta la tierra en pedazos con cada

espasmo de Cinco. Cinco ejecutó a uno de su propio pueblo.

Se merece esto. Pero no soy como él. No puedo verlo morir.

—Maldito seas, Cinco —digo entre dientes mientras

corro hacia adelante y me deslizo en la hierba junto a él.

Aprieto mis dos manos en su pecho y uso mi Legado de

curación, poniendo la energía suficiente en él para detener

algo de la hemorragia interna, comprando tiempo para hacer

la curación más grande. Cinco vuelve un poco en sí, su único

ojo se encuentra con el mío y creo captar en la comisura de su

boca una mueca que se vuelve en una sonrisa de complicidad.

Entonces, se desmaya por el dolor y el shock.

Page 253: El Destino de Diez [ECEN]

Necesito retirar este poste de metal fuera de él.

Obviamente, no he leído un montón de libros de medicina,

pero estoy bastante seguro que al retirarlo dañará aún más las

entrañas de Cinco. Por lo tanto, debería sanarlo mientras que

el metal es retirado, y así, con suerte, minimizaré el daño.

Lucho con el cuerpo inerte de Cinco hasta sentarlo,

apoyándolo contra mí. Entonces, llamo a Sam.

—Necesito que utilices tu telequinesis para retirar el

metal —le digo a Sam rápidamente—. De esa manera poder

concentrarme en la curación.

—Yo… —Sam duda. Se queda mirando alrededor de la

herida mortal de Cinco y traga saliva—. No lo creo, John.

—¿Qué quieres decir?

—Quiero decir, no creo que debas salvarlo —responde

Sam, ahora con voz más firme. Él mira por encima del

hombro al cuerpo inconsciente de Nueve—. Nueve, eh… Creo

que Nueve estaba en lo correcto con la forma en que ha

manejado esto.

Mi mano está en la nuca de Cinco. Puedo sentir su pulso

cada vez más lento. Lo he estabilizado, pero no durará mucho

tiempo. Se está desvaneciendo. No estoy seguro de que esto

vaya a funcionar si trato de usar telequinesis y al mismo

tiempo la curación.

—Está muriendo, Sam.

—Lo sé.

—Esto ha ido demasiado lejos —le digo—. No nos

estamos matando entre nosotros, ya no más. Ayúdame a

salvarlo, Sam.

—No —responde Sam, sacudiendo la cabeza—. Él es

demasiado… mira, no voy a detenerte. Sé que no podría, ni

Page 254: El Destino de Diez [ECEN]

siquiera aunque lo intentara. Pero no te voy ayudar. No lo

ayudaré.

—Diablos, yo lo haré —dice Daniela, apartando a Sam y

arrodillándose en el suelo junto a mí.

Me quedo mirando a Sam por un segundo más. Entiendo

por qué se niega a ayudarlo, en serio. Estoy seguro de que

Nueve tampoco estaría dispuesto a ayudar si estuviera

consciente. Aun así, estoy decepcionado.

Dirijo mi atención a Daniela. Está mirando la herida de

Cinco como si fuera la cosa más loca que jamás haya visto.

Ella extiende su mano hacia donde desaparece el metal en el

pecho, pero no se atreve a tocarlo.

—¿Por qué? —le pregunto—. No conoces a Cinco o lo que

ha hecho. ¿Por qué deberías…?

Daniela me interrumpe encogiendo los hombros.

—Porque tú me lo pediste. Ahora ¿Vamos a hacerlo o no?

—Hagámoslo —le digo, poniendo mis manos a ambos

lados de la herida de Cinco—. Empuja suavemente. Voy a

sanarlo a medida que avancemos.

Daniela mira de reojo la pieza de metal, con las manos

flotando a unos centímetros del pecho de Cinco. Me pregunto

si ella tiene el control de este. Si ejerce demasiada fuerza con

su telequinesis podría terminar disparando el poste de acero

fuera de Cinco y no estoy seguro de ser capaz de curar sus

entrañas desgarradas lo suficientemente rápido. Tenemos que

ir lento y constante, o corremos el riesgo de que Cinco

termine desangrado.

Poco a poco, Daniela comienza a empujar el metal. La

respiración de Cinco se acelera cuando lo hace y comienza a

retorcerse, aunque sus ojos permanecen cerrados. Ella se

mantiene enfocada y tiene un mejor control de lo que

Page 255: El Destino de Diez [ECEN]

esperaba. Presiono mis manos en el pecho de Cinco, una a

cada lado de la herida, y dejo que mi energía curativa fluya a

través de él.

—Asco, asco, asco —Daniela murmura.

Sigo enviando energía a Cinco, percibiendo como sus

heridas están sanando pero también sintiendo como mi

Legado es frustrado por el metal todavía en su cuerpo. Eso es

hasta que oigo un golpe seco y mojado en la hierba y me doy

cuenta de Daniela ha expulsado con éxito el poste del interior

de Cinco. Cuando esto sucede, lo llevo al siguiente nivel,

sanando sus pulmones y su columna vertebral.

Cuando he terminado, Cinco respira con facilidad.

Todavía está inconsciente y, por primera vez desde que

recuerdo, parece estar en paz. Gracias a mí, él va a vivir.

Ahora que el momento ha pasado, no estoy seguro de cómo

me sentirme al respecto.

—Maldita sea, hombre —dice Daniela—. Deberíamos ser

cirujanos o algo así.

—Espero que no nos arrepintamos de esto —Sam dice en

voz baja.

—No lo haremos —le digo, mirando a Sam—. Yo hice

esto. Es mi responsabilidad ahora.

Con esto en mente, y considerando que todavía está

inconsciente, rápidamente me deshago de la hoja afilada que

está en el antebrazo de Cinco y la lanzo a la hierba a los pies

de Sam. Sam lo recoge, examina cuidadosamente el

mecanismo y luego pulsa el botón para retraer la cuchilla. Se

mete el arma en la parte trasera de sus pantalones.

Me recuerdo a mí mismo que, incluso sin su espada

Cinco no está completamente desarmado. Le abro ambas

manos, en busca de la pelota de goma y la esfera de metal que

Page 256: El Destino de Diez [ECEN]

lleva consigo para activar su Externa. Él no las está

sosteniendo, así que empiezo a revisarlo. Cuando no aparecen

en sus bolsillos, sé que sólo hay un lugar en el que pueden

estar.

Inclinándome, saco la gasa amarillenta que cubre el ojo

arruinado de Cinco. Atascados en la cuenca vacía están la

esfera de metal y su compañera de goma. No debe ser cómodo

tener estas dos cosas dentro de la cabeza. Esta es la vida que

he salvado, un tipo que ve la pérdida de un ojo como una

oportunidad de almacenamiento eficiente. Utilizo mi

telequinesis para sacar las dos esferas del ojo de Cinco y

tirarlas en el pasto. Gime, pero no se levanta.

—Eso es desagradable —dice Daniela.

—Ni que lo digas —le respondo. Miro a la Agente Walker.

Ella ha estado viendo toda esta escena en silencio. Sé que

probablemente está del lado de Sam y piensa que debería

haber dejado morir a Cinco. Así es como sé que hice lo

correcto.

—Tráeme con lo que pueda atarlo —le digo a Walker.

Habiendo visto que saque los tesoros escondidos de la

cavidad del ojo de Cinco, le toma un momento a Walker para

atender mi petición. Ella busca detrás de sí, desata sus

esposas y me las lanza. Las tomo y se las devuelvo

inmediatamente.

—Sabes que es una idea terrible, ¿verdad? Él se convierte

en todo lo que toca, Walker. Ve a conseguirme una cuerda o

algo parecido.

—Soy un agente del FBI, John. Yo no llevo una cuerda

conmigo.

—Revisa el barco —digo, sacudiendo la cabeza.

Page 257: El Destino de Diez [ECEN]

Molesta de que le esté dando órdenes en frente de los

otros agentes, Walker envía al Agente Murray para comprobar

si hay alguna cuerda en el barco de la guardia costera.

—Eres demasiado blando, Johnny.

Me doy la vuelta para ver que Nueve ha recuperado la

conciencia. Está sentado con los antebrazos recostados contra

sus rodillas, con la cabeza un poco encorvada como si aún le

molestara. Mira de mí a Cinco y vuelve, moviendo la cabeza.

—¿Sabes lo difícil que fue para mí incrustar ese poste a

través de él? —Nueve suspira.

Me acerco y me agacho delante de él.

—¿Estás loco?

Nueve encoge sus hombros fornidos, pareciendo

extrañamente concentrado.

—Como sea, amigo. Luego lo mataré de nuevo.

—Realmente desearía que no lo hicieras.

Nueve rueda los ojos.

—Sí, sí. Está bien, hombre. Ya entendí que estás en

contra de la pena de muerte y toda esa mierda. ¿Al menos te

suplicó para que salvaras su vida? Me hubiera gustado haber

visto eso.

—No suplico —le digo a Nueve—. De hecho, creo que

quería morir.

—Enfermo —Nueve responde.

—Yo no quería darle lo que estaba buscando.

—Uh. Sé que normalmente perdemos cuando los malos

se salen con la suya, John. Pero, hombre, creo que está era

una situación de ganar-ganar.

Page 258: El Destino de Diez [ECEN]

—Estoy en desacuerdo.

Nueve rueda los ojos, luego ve hacia Cinco.

—Nunca podremos confiar en él. Eso lo sabes, ¿cierto?

—Lo sé.

—Y si eso pasa, no voy a dudar en volver a hacerlo. No

serás capaz de detenerme.

—Todavía debes tener una conmoción —le digo con una

sonrisa, eludiendo sus fanfarronadas. Señalo a su pecho y

brazos, todavía cubierto de rasguños y quemaduras de armas,

y su mano rota—. ¿Quieres que termine de curar todo eso?

Nueve asiente.

—A menos que ahora solo ayudes a asesinos —responde.

Mientras curo a Nueve, Daniela se acerca y se presenta.

Ella consigue la habitual sonrisa del gran idiota. Lo ponemos

al día sobre todo lo que pasó mientras estaba peleando a

través de la ciudad con Cinco. Cuando he terminado, Nueve

vuelve a mirar hacia el agua y la ciudad en llamas.

—Deberíamos haberlo hecho mejor —dice en voz baja,

moviendo los brazos y las piernas, estirando sus músculos—.

Debería de haber llegado a él cuando tuvimos la oportunidad.

—Lo sé —le respondo—. Es todo en lo que he estado

pensando.

—Vamos a tener más oportunidades —Nueve dice,

entonces aplaude y se voltea hacia la agente Walker—. Así que

¿Nos va llevar a México o qué, Señora?

Walker levanta una ceja hacia Nueve. Justo en ese

momento, el agente Murray regresa, corriendo con los brazos

llenos de cuerdas gruesas que debe haber sacado de la

embarcación. Me las entrega y procedo a atar al aún

Page 259: El Destino de Diez [ECEN]

inconsciente Cinco. Ato sus muñecas y tobillos tan

firmemente como sea posible. Las partes rotas de sus

pantalones se levantan cuando tiro para cerrar los nudos y

echo un vistazo a sus cicatrices. Tan similares a las mías,

identificándonos como parte de la misma raza casi extinta.

¿Cómo fue que Cinco llegó a este punto? ¿Y qué pasara

después?

—¿Qué vamos a hacer con él? —Pregunta Sam, leyendo

mi mente.

—Aprisionarlo —respondo, dándome cuenta de que eso

es lo que quiero en cuanto lo digo—. El hecho de que le

salvara la vida no quiere decir que no habrá justicia.

Necesitamos una habitación acolchada para él, una en la que

no pueda tocar nada remotamente duro.

—Eso se puede arreglar —dice Walker.

Hace la oferta tan rápidamente que me hace

preguntarme si ella y el gobierno ya tienen lugares diseñados

así para nosotros, prisiones capaces de contenernos a pesar de

nuestros Legados. Tal vez eso era algo en lo que ProMog

estaba trabajando.

—Arréglalo después de que encuentres la manera de

llevarnos a México —le digo—. No vamos a esperar más

tiempo, Walker.

—¿Qué significa eso? —Pregunta Walker.

—Significa que si el presidente o los generales o quién

demonios está a cargo de allí no nos mete en un avión en los

próximos diez minutos, sólo vamos a tomarlo.

Walker resopla.

—Ustedes no pueden volar un avión.

Page 260: El Destino de Diez [ECEN]

—Puedes apostar que alguien se ofrecerá de voluntario

cuando empiece a romper caras —dice Nueve, dando un paso

adelante para respaldar mi posición.

El agente Murray desengancha su walkie-talkie de su

cinturón y se lo ofrece a Walker.

—Sólo haz la llamada, Karen —suspira.

Walker le da a Murray una mirada gélida y toma su

propio teléfono satelital y camina unos pasos lejos de

nosotros. A pesar de nuestra historia, estoy bastante

convencido de que Walker realmente quiere ayudarnos. Es el

resto del gobierno quien no está convencido de que somos

una buena apuesta para ganar esta guerra. Ella está haciendo

todo lo que puede en base a eso. Sin embargo, nuestra

oportunidad para ser de alguna ayuda a Seis, Sarah y los

demás se está haciendo cada vez más pequeña. No puedo

soportar mucho más la esperanza que tenemos en que esta

gente nos va apoyar en nuestra batalla. Vamos a salvarlos,

quieran o no. Eso es todo.

—Chicos realmente ustedes no va a atacar al ejército

ahora, ¿verdad? —Daniela pregunta, manteniendo su voz baja

para que los agentes no escuchen.

—Mierda, apenas puedo mantenerme en pie —Nueve

responde en voz baja.

—Necesitamos llegar allí —Sam dice, y sé que está

pensando en Seis tanto como yo estoy pensando en Sarah—.

Si ella no puede ayudarnos, ¿qué vamos a hacer?

Nueve me mira.

—Igual lo haríamos, ¿no es así?

—Sí —le digo—. Si no nos ayudan, haremos que nos

ayuden.

Page 261: El Destino de Diez [ECEN]

Daniela silba entre dientes.

—Que intenso, hombre.

Miro a Walker. Ella está manteniendo su voz tranquila,

pero está haciendo una gran cantidad de gestos de énfasis con

sus manos.

—Ella sabe lo que está en juego. Walker lo hará. —Les

digo. Tengo mi propio teléfono satelital. Debería reportarme

con Sarah y Seis, ver dónde están y asegurarme de que no van

tratar de ir tras Setrákus Ra por sí mismas.

Antes de que pueda apretar el botón para marcar, se

escucha un sonido extraño y fuerte desde el agua. Todos

giramos en esa dirección, justo a tiempo para ver como un

cilindro metálico grande vuela fuera del río. Se eleva en el

aire, chorros de agua caen de él a medida que gira hacia los

muelles cercanos.

La cosa es lo suficientemente grande, tan grande que

cuando aterriza, se escucha como se arruga el metal. Los

bloques van explotando hacia el exterior por el impacto. Veo

al capitán de nuestro barco conduciendo la nave en el agua

para evitar los escombros que vuelan.

Es el submarino que vimos en el puerto anterior.

—¿Qué… cómo es posible? —Sam exclama.

Algo tiró al submarino fuera del agua.

Corremos hacia los muelles para comprobar si hay

sobrevivientes, aunque no se ve bien. La mitad trasera de la

nave se desplomó como una lata de aluminio triturado y hay

zanjas dentadas en el revestimiento lateral del submarino.

Podemos ver a través de las paredes a medida que nos

acercamos. Cables sueltos de los sistemas eléctricos fritos

escupen chispas.

Page 262: El Destino de Diez [ECEN]

—Cuidado —le digo—. No te acerques demasiado.

—¿Quién demonios podría haber hecho esto? —Nueve

pregunta, con las manos apoyadas en las rodillas mientras

recupera el aliento.

En respuesta, el capitán de nuestro barco grita. Un

minuto está flotando en el agua, esperando que digamos que

todo está bien, y al siguiente hay una sombra oscura que crece

debajo de él. Es absorbido y tragado completamente bajo las

olas con un grito agudo, por la bestia que sube lentamente de

las profundidades del Río Hudson.

Todos damos un paso atrás, luego otro. Dos de los

agentes corren en dirección opuesta, horrorizados por el

tamaño de la criatura ante nosotros. El agua fluye fuera de la

piel rugosa del monstruo, es traslúcida hasta el punto que

puedo ver el bombeo de la sangre negra a través de sus venas.

Es sin pelo, sin cuello y encorvado. Colmillos torcidos

sobresalen de su mandíbula inferior y hacen imposible que la

cosa pueda cerrar completamente la boca, de la cual, derrama

un flujo constante de baba amarillenta.

Las branquias, que son del tamaño de las hélices de un

helicóptero, se mueven cuando el monstruo toma su primera

bocanada de aire. Está en cuatro patas, las patas traseras se

inclinan, sus patas delanteras más como brazos gruesos de

gorila, y es casi tan alto como la Estatua de la Libertad.

La actitud de chica dura de Daniela cae bastante rápido.

Ella grita y Nueve tiene que poner la mano sobre su boca. No

la culpo. El monstruo es terrible, he luchado antes con un

montón de creaciones retorcidas los Mogadorianos.

—Mierda —Sam susurra—. Es un maldito Tarrasque.

Mi cabeza gira en torno a Sam con incredulidad.

—¿Has visto uno de estos antes?

Page 263: El Destino de Diez [ECEN]

—No, yo... yo —tartamudea—. Es una cosa de D&D3.

—Nerd —Nueve murmura mientras se retracta

lentamente.

Daniela aleja la mano de Nueve, y consigue acercarse a

mí.

—¡No estarás diciendo que tienen, un maldito

Mogasaurio4! ¿Verdad?

Esto debe haber sido lo Setrákus Ra dejó caer en el agua

cuando el Anubis se fue esta mañana.

Un último regalo para la ciudad diezmada de Nueva

York. Un recordatorio de cuál es la presencia militar que está

realmente a cargo. Dejo que mi Lumen fluya sobre mis

manos. Voy a tener que generar una gran cantidad de fuego si

quiero hacer una marca en esta bestia.

—¡Sé que puedes ver esta cosa! —Walker grita en su

teléfono satelital, probablemente reventando el tímpano de la

otra persona con quien estaba teniendo una conversación en

voz baja hace unos momentos—. ¡El apoyo aéreo! ¡Tráeme

algunos malditos aviones!

El Mogasaurio inclina su cara plana hacia el cielo. Las

membranas viscosas que creo son sus fosas nasales,

comienzan a temblar. Entonces abre sus ojos, cada uno de

color blanco lechoso, dispuestos en forma de diamante en la

frente ancha de la bestia. Es difícil distinguir a esta distancia,

pero podría jurar que veo una luz de color azul cobalto en

cada uno de esos ojos. Desde el centro de cada ojo, donde la

pupila debería estar, definitivamente puedo ver una onda de

energía azulada disparando dentro de la criatura.

3Dungeons and Dragons: Calabozos y Dragones. 4Dinosaurio Mogadoriano.

Page 264: El Destino de Diez [ECEN]

El color, la energía… me recuerda a nuestros colgantes.

¿Podría ser el resultado de lo que estaba haciendo Setrákus

Ra cuando lo vislumbré a bordo del Anubis? ¿Pero qué

significa eso? Además de ser tan grande como un edificio,

¿Qué puede hacer este monstruo que los otros, a lo que he

enfrentado, no pueden? ¿Los colgantes robados lo alimentan

de alguna manera? ¿O están haciendo algo completamente

distinto?

Aún de pie junto a la orilla, el Mogasaurio balancea su

cabeza y mira directamente a nosotros.

—¡Mierda! —dice Nueve, dando un paso atrás—. ¿Viene

hacia acá?

—¡Ahora! —Walker grita en el teléfono, reiterando—.

"¡Es un maldito gigante!

—Creo que nos puede sentir —le digo—. Cr…creo

Setrákus Ra dejó esto aquí para cazarnos.

—Muy bien —dice Daniela—. Me tengo que ir.

En respuesta, el Mogasaurio deja escapar un rugido

ensordecedor en nuestra dirección, rociando la niebla del río y

su aliento podrido sobre nosotros. Entonces, levanta uno de

sus brazos delanteros de la suciedad del río y lo estrella en el

muelle. Las vigas de madera explotan en astillas y el concreto

colapsa, empuja dos de los transbordadores bajo el agua como

si fueran juguetes. Está viniendo hacia nosotros.

Lanzo una bola de fuego al Mogasaurio. Rápidamente,

me doy cuenta de que es demasiado pequeña para hacer algún

daño. La bola de fuego chisporrotea y deja una marca de

quemadura en la piel del monstruo, pero ni siquiera se dio

cuenta.

—¡Corran! —Grito—. ¡Utilicen la estatua como escudo!

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Nueve, Daniela, Walker y Murray, todos corren a través

de la hierba hacia la estatua. Pero Sam permanece arraigado

en su lugar, el Mogasaurio da un paso más en auge hacia

nosotros.

—¡Sam! ¡Vamos! —Grito, agarrándolo por el brazo.

—¿John? ¿Sientes eso?

Me quedo mirando a Sam. Sus ojos han cambiado,

emiten energía. Se ven casi como dos televisores fuera de

sintonía, con excepción de la luz que los ojos de Sam emiten,

es de un azul brillante.

—¿Sam? ¿Qué dem…?

Antes de que pueda terminar mi pregunta, Sam se

convulsiona una vez y se derrumba. Me las arreglo para

atraparlo y tratar de arrastrarlo hacia atrás. Daniela y Nueve

ven lo que sucede y se detienen en carrera.

—Johnny, ¿qué le pasa? —grita Nueve.

—¡Tómalo y corre! —añade Daniela.

BUM. Otra explosión detrás de nosotros. El Mogasaurio

ha conseguido sacar todos sus miembros fuera del agua,

prácticamente aplastando todo el muelle debajo de él. El

submarino se pega como una espina en la palma de su mano,

ahora la bestia está temporalmente distraída sacudiendo su

mano tratando de sacarlo. No sé qué le pasa a Sam, pero no

creo que la cosa gigante detrás de nosotros sea la causa. Su

aflicción es algo completamente distinto.

—¡Se desmayó! —Le grito a Nueve—. Él…

Soy interrumpido ya que, Daniela y Nueve empiezan a

convulsionarse, sus ojos están llenos de la misma luz azul.

Ellos se desploman al suelo al mismo tiempo,

colapsando uno sobre el otro.

Page 266: El Destino de Diez [ECEN]

—¡No!

Y luego me pasa a mí.

Un tentáculo de viva luz azul se eleva desde el suelo

delante de mí. Por alguna razón, no tengo miedo. Es casi

como si conociera esta rara formación de energía. Puedo

sentir que corre profundo debajo de la tierra, y también me

puedo sentir que, si la Agente Walker o el Mogasaurio o

alguien sin Legados mirara donde estoy ahora mismo, no

verían más que espacio vacío. Esto es sólo para mí. Es mi

conexión. Mi conexión a Lorien.

Más rápido que el ojo puede seguir, el dedo la luz se une

a mi frente. Ahora mismo, estoy seguro de que mis ojos están

derramando energía eléctrica al igual que los otros lo hicieron

antes de que se desmayaran. Puedo sentir que sucede. Estoy

dejando mi cuerpo. Reconozco esta sensación. Es

exactamente como cuando Ella me llevó a su visión.

—¿Ella? —Le digo, aunque estoy bastante seguro de que

esta palabra en realidad no sale de mi boca. Estoy bastante

seguro de que mi cuerpo está actualmente boca abajo en los

muelles, no tan lejos del monstruo más grande que he visto en

mi vida.

—Hola, John —Ella responde dentro de mi cabeza.

Cuando lo hace, puedo oírla decir otras palabras, como si

estuviera teniendo cientos de conversaciones a la vez.

No creo que sea posible. Ella se supone que está a miles

de kilómetros de distancia con Setrákus Ra o, con suerte, en el

proceso de ser rescatada por Seis. Ella no es tan poderosa. Sus

poderes no funcionan así. No pienso en nada de eso. Estoy

más centrado en mi cuerpo físico, por no hablar de los de

Nueve, Sam y Daniela. No importa lo que Ella nos está

haciendo, no podría haber elegido un peor momento.

Page 267: El Destino de Diez [ECEN]

—¿Qué diablos está pasando? ¡Vas a hacer que nos

maten!

Pasan los segundos, espero oír el crujido de mis huesos

cuando el Mogasaurio pase sobre mí. No viene. En cambio,

figuras borrosas comienzan a formarse en frente de mis ojos,

formas indistintas, como un proyector de películas que está

fuera de foco.

—No te preocupes —dice Ella, de nuevo hay eco de otras

voces—. Esto sólo tomará un segundo.

Page 268: El Destino de Diez [ECEN]

¿Cuánto tiempo he estado noqueada? No deben haber pasado

más que unos minutos antes de ser despertada por unos

pinchazos helados en un lado de mi cara. Es Marina,

descargando su Legado curativo en mí. Mi cabeza se encuentra

en su regazo. Tengo una rara sensación como si alguien jalara

algo en mis adentros mientras la piel vuelve a crecer en la línea

de mi cabello, la cortada que obtuve por los ladrillos se sana

rápidamente.

Marina tiene su mano no-curandera aplastada contra mi

boca. Supongo que en el caso de que me hubiera levantado

gritando. Dirijo mi mirada hacia ella para indicarle que estoy

bien y ella aparta su mano. Su cara está cubierta por un polvo

café de la explosión del templo. Hay lágrimas rodando por la

cara de Marina.

—Él lo destruyó, Seis —murmura entrecortadamente—.

Él destruyó todo. —Me siento y evalúo nuestra situación.

Aún estamos en el borde de la jungla, escondidos detrás

del árbol caído y ahora un montón de trozos desprendidos de la

piedra caliza. Hay huecos en el dosel por encima de nuestras

cabezas en donde cayeron varios trozos del Santuario.

Afortunadamente, nadie más parece lastimado, o si no Marina

ya se hizo cargo de ellos.

Page 269: El Destino de Diez [ECEN]

Marina se queda junto a mí mientras me arrastro hacia

adelante para alcanzar a los otros. Mark y Adam se encuentran

acostados sobre sus estómagos, uno junto al otro, justo a la

derecha del tronco caído. Tienen sus armas afuera y están

usando un bloque de piedra para cubrirse. Noto manchas de

sangre en la camisa de Mark y recuerdo que a él lo había

perforado un pedazo de metal en el pecho justo antes de que me

noquearan.

Toco su hombro.

—¿Estás bien?

Él lanza una mirada de agradecimiento en dirección a

Marina.

—Estoy bien. Pero realmente no quiero que se me haga un

hábito. ¿Tu?

—Igual.

Sarah está apoyada en el tronco caído. Husmeando detrás

de este. Phiri Dun-Ra esta junto a ella. Ella no fue aplastada por

ninguno de los escombros que aterrizó en nuestra zona, lo cual

parece injusto. La Mogadoriana sigue inconsciente o, más

probable, haciéndose la muerta. Me aseguro de checar sus

ataduras rápidamente antes de deslizarme junto a Sarah. Ella

me mira con los ojos y labios apretados. Me recuerda mucho a la

cara valiente de John. Él está herido, sin su camisa pero quiere

seguir peleando.

—¿Qué vamos a hacer, Seis? —Sarah pregunta.

—Mantenernos dentro de la longitud de un brazo por si

tenemos que volvernos invisibles. —Digo, no solo a Sarah, sino

a todos—. Aún tenemos un plan.

Page 270: El Destino de Diez [ECEN]

Mark resopla a esto y sus manos tiemblan un poco en el

agarre de su cañón. Él tiene el detonador de nuestros explosivos

en la tierra junto a él.

—No hay un Santuario que proteger —dice Marina

tristemente.

—Aún podemos tomar el Anubis —respondo—. Y aún está

Ella.

—Hombre, no puedo ver una mierda desde aquí atrás. —

Añade Mark.

Me vuelvo invisible, de esta manera puedo sacar mi cabeza

de detrás del tronco, sin correr el riesgo de ser vistos. Consigo

una vista mucho mejor del paisaje de lo que Adam y Mark

pueden ver desde sus puestos. El polvo del ataque del Anubis

aún se está asentando en el claro, entre eso y la puesta del sol,

por toda la zona se cuela una arenosa niebla dorada. Tres largas

columnas de humo negro se alzan por el aire, son las bombas de

los Skimmers que explotaron cuando el Anubis descargó su

furia. De todas maneras, incluso cuando algunos están de

cabeza y en áreas muy lejanas, aun veo un montón de Skimmers

que planeamos volar.

Así que aún podemos ser capaces de lograr salvar alguna

de nuestras trampas para combatir con los Mogadorianos. Pero

el hoyo el cual nos costó mucho esfuerzo cavar se ha ido. O, más

acertadamente, se ha vuelto mucho más grande.

La tierra en la cual el Santuario había estado por siglos, es

ahora un cráter humeante. Tiene más o menos dieciocho metros

de profundidad con trozos obstinados de ladrillo del templo

todavía asentados en el piso y pequeños incendios del cañón del

Anubis, ahora apagándose en la tierra. Ese campo de fuerza

estaba puesto exactamente en el lugar adecuado para que algo

Page 271: El Destino de Diez [ECEN]

como esto no sucediera. Llegamos al Santuario y este es el

resultado.

Destrucción total.

A menos que…

Aun invisible, escalo por el tronco para así poder tener un

buen ángulo del cráter. Sarah se encoge ante el sonido que hago

y apunta su cañón en mi dirección.

—Relájate, soy solo yo —susurro rápidamente—. Estoy

tratando de mirar algo.

—¿Qué ves? —Marina pregunta.

Veo un destello celeste que emana del centro del cráter.

Veo el borde de piedra del pozo donde dejamos nuestras

herencias, el lugar en el que surgió la entidad.

Salto del tronco del árbol y me vuelvo visible otra vez.

Quiero que Marina vea la esperanza en mi cara porque es muy

real.

—El pozo sigue ahí. —Le digo—. Él no lo voló, o tal vez

no pudo. La entidad está bien.

—¿En serio? —Marina responde, pasando sus manos por

su rostro.

—En serio —digo—. Aún tenemos a un dios

extraterrestre al cual proteger.

—Debería protegernos a nosotros —murmura Mark.

—¿Qué pasa si él no estaba tratando de volarlo? —Sarah

se pregunta—. ¿Qué pasa si todo el punto es, llegar a eso? ¿Qué

pasa si él tenía que retirar el templo?

Page 272: El Destino de Diez [ECEN]

—Mierda —respondo, porque esa teoría tiene mucho

sentido.

—Ellos están bajando —susurra Adam en señal de

advertencia.

El Anubis se acerca lentamente al suelo. Incluso con el

templo destruido, la nave masiva es demasiado grande para

aterrizar en el claro. La nave flota para que esté centrada justo

encima del cráter. Los engranajes rechinan mientras dos

pasarelas metálicas se extienden desde los lados del Anubis, un

par de puertas se deslizan para la salida de las tropas. Desde ahí,

filas de Mogadorianos comienzan a salir de la nave. Parecen ser

los usuales guerreros nacidos en tanque, todos ellos vestidos

con armadura negra y portando cañones. Los Mogs salen de la

nave con eficiencia y velocidad y comienzan a asegurar el área.

Nos superan en número, al menos diez contra uno y no pasará

mucho tiempo hasta que descubran nuestra posición o hasta

que encuentran las bombas que hemos puesto en los Skimmers.

—¡Debemos atacar ahora! —Susurro decididamente a los

otros. Me acerco y jalo a Adam acercándolo—. Nos volveremos

invisibles y los flanqueamos. Ustedes chicos detonen las

bombas y distráiganlos. Marina, ¿algunas de las armas que

pusimos siguen en posición?

Marina frunce sus ojos concentrándose, luego asiente una

vez.

—Varias. Haré que funcionen.

Mark pone a un lado su cañón y levanta un detonador,

armando nuestros explosivos. Tres cuartos de las luces no se

encienden para nada, indicando que perdimos esas bombas en

el ataque del Anubis.

Page 273: El Destino de Diez [ECEN]

—Listo —dice Mark.

—Recuerden, si sale mal, apresúrense a la nave de Lexa. —

Les recuerdo.

Adam husmea detrás del tronco, chasqueando sus dedos

en nuestra dirección.

—Ahí—dice sombríamente—. Ambos están ahí.

Setrákus Ra sale y se posa en el tope de la rampa. Él es tan

intimidante como lo recuerdo, casi dos metros y medio de

altura, pálido, esa gruesa cicatriz en su cuello es visible desde la

distancia. Está vestido en algún tipo de armadura Mogadoriana,

hecha en obsidiana al igual que sus secuaces, excepto que en sus

hombros hay espinos sobresalientes que se juntan con una capa

de piel que cae hasta el suelo. Parece conocer muy bien su papel

de guerrero intergaláctico y lo saborea.

El lleva de la mano a Ella, sus pequeños y delicados dedos

junto a los de él que están cubiertos por armadura. Marina jadea

cuando la ve. No estoy segura si hubiera reconocido a Ella si ella

no hubiese estado gritando en mi cabeza justo unos minutos

antes. Se ve más pequeña, más delgada y pálida, como si la vida

hubiese sido absorbida fuera de ella. No, eso no es tan cierto.

Ella no luce necesariamente enferma. Me doy cuenta.

Ella luce Mogadoriana.

Los ojos de Ella están vacíos y su cabeza cuelga de manera

que su quijada se encuentra presionada contra su pecho. Ella

parece no darse cuenta de en donde se encuentra. Sus

movimientos son robóticos y aturdidos. Ella sigue a Setrákus

Ra con total conformidad. Los Mogs que aseguraban el área

paran lo que están haciendo para ver a su gobernante bajar del

Anubis, todos estos hacen un flojo saludo golpeándose el pecho.

Page 274: El Destino de Diez [ECEN]

Setrákus Ra se detiene casi en medio de la rampa. Sus ojos

ven toda la jungla, buscándonos.

—¡Sé que están ahí! —Grita Setrákus Ra, su voz atraviesa

la jungla—. ¡Me alegra! ¡Quiero que vean lo que pasa después!

—Setrákus Ra grita sobre su hombro hacia el Anubis—. ¡Bájenlo!

En respuesta a su orden, una puerta se abre en la parte

baja de la nave. Lentamente, una larga pieza de maquinaria sale

del Anubis como un telescopio. Es del largo de un tubo con

soportes y andamios a su alrededor. Los lados del tubo están

cubiertos con circuitos y engranajes complicados. Hay más que

solo la tecnología Mogadoriana en el objeto de Setrákus Ra.

Grabado en los lados del metal entre todos los parados

electrónicos hay extraños jeroglíficos que me recuerdan a las

cicatrices de nuestros tobillos. También, y no puedo estar cien

por ciento cierto en esto, pero parece como si esos grabados

hubieran sido hechos en Loralita. Lo que sea que es este objeto,

parece ser tan híbrido Loric-Mogadoriano como el mismo

Setrákus Ra.

—No me gusta como se ve eso —digo despacio.

—Nope —responde Sarah.

—Deberíamos explotarlo —sugiere Mark.

—Cualquier cosa que se intente hacer con eso, no

podemos dejar que suceda —Marina concuerda.

—Está bien. Entonces destruimos su juguete, rescatamos a

Ella y entonces o tomamos el Anubis o lo llevamos con Lexa —

digo.

—Lo haces sonar tan fácil —responde Adam.

Aunque él no puede vernos, Setrákus Ra aún está

vociferando.

Page 275: El Destino de Diez [ECEN]

—Por siglos he trabajado para dominar el poder de Lorien,

para utilizarlo en maneras más eficientes de lo que la naturaleza

planeó. Ahora, finalmente...

Bla, bla, bla. Rápidamente calculo la distancia entre Ella y el

Skimmer conectado más cercano. Bastante lejos. No creo que

ella esté el radio de la onda. Mientras Setrákus Ra habla, miro a

los otros.

—He oído suficiente. ¿Ustedes?

Todos asienten. Están listos.

—Agáchense —digo, recordando cómo Mark fue

apuñalado hace unos minutos.

Todos se cubren. Eso es todo.

—Hazlo —le digo a Mark

Sus dedos vuelan por el control, Mark gira el botón de

detonación.

Es cierto, algunos de los Skimmers que conectamos para

explotarlos se han desconectado cuando el Anubis bombardeó el

Santuario. Y cierto, otros explotaron en el impacto. Así que no

conseguimos la destrucción masiva que hubiéramos obtenido si

nuestras bombas, cuidadosamente conectadas, hubiesen

explotado todas al mismo tiempo como planeamos.

Pero aún es muy efectivo.

Los Mogs están muy respetuosamente escuchando el

pomposo discurso de Setrákus Ra para verlo venir. Cinco

Skimmers que están alrededor del cráter explotan en ráfagas

blancas de fuego. Puedo sentir el calor desde aquí y debo cubrir

mis ojos. Al menos treinta Mogs se convierten en polvo

inmediatamente, sus cuerpos cubiertos por flamas. Muchos más

Page 276: El Destino de Diez [ECEN]

fallecen cuando las partes de Skimmer vuelan por todas las

direcciones. Veo a un guerrero cortarse por la mitad

verticalmente por un parabrisas y otro queda aplastado bajo

una columna en llamas.

La mejor parte es el pánico. Los Mogs no saben qué acaba

de golpearlos así que empiezan a disparar a las naves

destruidas, sin estar seguros en donde se esconde la amenaza

real. Al menos algunos caen como resultado del amistoso fuego.

Y entonces Marina usa nuestra telequinesis para disparar varios

cañones que escondimos en la jungla, confundiéndoles aún más.

Una llanta torcida cae en la rampa justo en frente de

Setrákus Ra y Ella. Tal vez fue un poco peligroso volar esas

naves. Creo que Setrákus Ra tiene que impedir que la rueda

caiga sobre él y Ella con su telequinesis. De todas formas, es

bueno saber que él no quiere ver a Ella herida al igual que

nosotros.

Sonrío. Setrákus Ra en verdad luce sorprendido por

nuestro contraataque. Su discurso arruinado, el líder de los

Mogs camina rápidamente por la rampa jalando a Ella con él.

—¡Encuéntrenlos! —Grita mientras comienza a bajar por

el cráter, dirigiéndose al cofre Loric—. ¡Mátenlos!

—¡Hagámoslo! —Grito, no tan fuerte como para delatar

nuestra posición gracias al sonido que viene de los Skimmers

destruidos, pero lo suficientemente fuerte para avisar a mis

aliados. Es tiempo de hacerlo o morir.

Agarro la mano de Adam y nos volvemos invisibles. Tomo

la delantera, jubilándose en un amplio arco alrededor de los

Mogs que eventualmente nos acercaran al cráter y al aparato de

Setrákus Ra. Marina sigue con la distracción disparando

Page 277: El Destino de Diez [ECEN]

cañones de distintos lugares, así que soy capaz de evitar el

fuego.

Al menos, soy capaz de evitarlo por veinte metros. Luego,

la mala suerte ataca. Uno de los Mogs, su espalda cubierta por

fuego de los Skimmers, choca contra nosotros, retorciéndose.

Me quito del camino y también Adam.

Pero vamos en direcciones opuestas.

Así de fácil, Adam aparece otra vez en el mundo visible.

—Mierda —dice, sacando su cañón y disparando al Mog

más cercano.

—¡Ahí! —Grita uno de los otros guerreros.

Viendo a Adam en peligro, Bernie Kosar es el primero en

lanzarse a la batalla. Un segundo es un tucán, volando

inocentemente hacia el grupo más cercano de Mogadorianos, y

un pestañeo después se transforma en un musculoso león,

cortando y golpeando su camino a través de nuestros enemigos.

Muchos de los Mogs aún están retorciéndose por la explosión y

aún no han visto a Adam, así que Bernie Kosar cae fácilmente

sobre ellos. Él es más rápido y más feroz que la última vez que lo

vi pelear, mas enojado tal vez, y recuerdo que casi muere en

Chicago. Cada vez que los Mogs logran tenerlo en la mira,

Bernie Kosar cambia de forma a algo más pequeño, un insecto o

un ave, haciendo de él un blanco imposible. Luego, cuando él

está en una mejor posición para matar, Bernie Kosar vuelve a su

forma de depredador. Las transiciones son tan suaves, casi

hermosas.

Nuestra mascota Chimæra se ha vuelto muy buena en

matar Mogs. Y nosotros también.

Page 278: El Destino de Diez [ECEN]

Un par de Mogs a mi izquierda han logrado juntarse hasta

acorralar a Adam. Mueren fácilmente por un cañón detonado

desde la posición actual de nuestro grupo. Debieron ser Sarah y

Mark, y ellos no dejan de disparar cuando los primeros dos

Mogs son reducidos a polvo. Hay muchos guerreros esparcidos

por el claro de tierra que solía ser su salida. Es un espacio vacío

sin cubierta. Veo a Sarah matar a dos guerreros en un rápido

movimiento.

Marina corre fuera de la jungla al lado de Adam y se dirige

directo al combate.

Algunos de los Mogs están tratando de retirarse y

reagruparse, pero otros parecen estar acercándose. Ellos se

forman y comienzan a disparar. Muy pronto el aire zumba con

fuego de cañón por todas partes. Las probabilidades están casi

veinte a uno.

Nada mal.

Adam toma el mando, moviéndose con pasos largos, cada

uno de sus pasos mandando olas de movimiento bajo los pies de

los Mogadorianos. Cuando el piso tiembla, es casi imposible

para los Mogs apuntarlo. Algunos de ellos tropiezan con los

otros, disparando en todas las direcciones excepto recto. Uno

de los ataques sísmicos produce un gran sonido mientras dos

secciones de suelo se separan, media docena de Mogs caen.

Supongo que tenemos nuestro pozo-trampa de todas

maneras.

Marina se toma su tiempo, pero no es menos letal. Se

acerca a los Mogs con ambas de sus manos abiertas a sus lados.

Trozos de hielo puntiagudos se forman en las palmas de sus

manos y, cuando crecen al tamaño de pelotas de baseball,

Marina los envía telequinéticamente contra los Mogs. Gritando

Page 279: El Destino de Diez [ECEN]

y fuera de balance por los temblores de Adam, un Mog carga

contra Marina con una daga. Ella casi no lo mira mientras

levanta su mano en un ademán de alto y congela su cara. Marina

corta una franja de hielo a través de los Mogs, haciendo una

línea recta hacia el cráter y Setrákus Ra.

Al otro lado del campo de batalla, Setrákus Ra ha llegado

al fondo de cráter y al tesoro Loric. Ella está junto a él, quieta

como un zombi, su cabeza balanceándose de un lado a otro.

Mira mientras Setrákus Ra guía con su mano el artefacto que

sale del Anubis. Posiciona el cilindro para que este solo a un par

de pies encima del cofre. Luego, Setrákus Ra retrocede y alza

sus manos como un conductor, telequinéticamente moviendo

los botones y cables en los lados del tubo. Como un susurro

puedo escuchar desde aquí atrás, que la cosa comienza a

encenderse. Eso no puede ser bueno.

—¡Debemos detenerle! —Grita Marina.

Sé que sus palabras fueron dirigidas a mí, pero no

respondo. Aún invisible, no quiero dar a conocer mi posición.

Desearía poder usar mi Legado del clima para dirigir un par de

truenos hacia Setrákus Ra. El Anubis bloquea mucho del cielo.

En vez de eso, cojo un cañón Mog.

Últimamente, he pasado mucho tiempo moviendo grupos

de personas a través de bahías y junglas que casi olvido lo

relajante que es estar sola e invisible. Relajante y mortal. Me

deslizo fácilmente por los grupos de Mogadorianos. Es casi

como un baile, excepto que ellos no saben que estamos juntos.

Mientras avanzo, levanto mi cañón invisible y jalo el gatillo,

cerca, solo tiros a la cabeza. Todo mientras me muevo hacia

Setrákus Ra y al cráter. La única cosa que puede delatar mi

posición es el breve destello de luz que sale de mi cañón, y eso

Page 280: El Destino de Diez [ECEN]

es rápidamente cubierto por las cenizas de las cabezas

explotadas de los Mogs.

He destruido más de diez Mogs en nada de tiempo. Me

tomo un momento para mirar hacia la jungla y estar segura de

que Mark y Sarah siguen ahí. Obviamente, siguen disparando

hacia todos lados.

Bernie Kosar también retrocedió hacia ese lado,

asegurándose que los Mogs no se acerquen mucho a la posición

de los humanos. Me doy cuenta de que Bernie Kosar

probablemente esté bajo las órdenes de John de mantener a

Sarah a salvo. Eso es bueno.

Los Mogs están comenzando a desvanecerse. Algunos se

retiran hacia el Anubis, mientras los otros han formado un vago

perímetro alrededor del cráter para proteger a su Amado Líder.

Setrákus Ra no parece intrigado por nada de esto. Él está

completamente concentrado en operar su máquina.

Mientras peleo para acercarme al cráter, el tubo comienza

a emitir un sonido como de un tren. Puedo sentir la atmósfera

cambiar a nuestro alrededor, rocas sueltas se alzan del suelo, y

siento una vaga sensación de gravedad atrayéndome hacia el

cráter. Cargado completamente, el artefacto de Setrákus Ra

está comenzando a absorber lo que le rodea. Veo a Ella, aun

parada e ida en el cráter, aún se mantiene en silencio

telepáticamente, su cabello flotando hacia el cilindro. El pozo

comienza a temblar, sus ladrillos se sueltan y son absorbidos

por la máquina antes de ser desviados por un campo de fuerza

que es probablemente similar a lo que protege el Anubis. Este

artefacto de Setrákus Ra no está interesado en el piso o los

escombros. Los manda a volar, creando un mini tornado de

tierra y ladrillos.

Page 281: El Destino de Diez [ECEN]

Y luego sucede. Con un sonido perforador como el de

miles de tazas de té explotando, la energía Loric azul cobalto

explota desde el suelo y es absorbida por el cilindro. El área

entera está cubierta por un destello azulado que causa que

varios de los Mogs miren a todos lados con asombro. Es

antinatural, la forma en que la energía sale del suelo, primero

salvajemente e incontenible, pero rápidamente es capturada y

fluida por lo que parece una tubería, transfiriendo energía Loric

al Anubis. Encontré el brillo de la entidad reconfortante y sereno

en el Santuario, pero ahora, el aire se llena de electricidad, los

rayos de luz lastiman mis ojos, y el sonido...

Es como si la energía misma estuviera gritando. Está

sufriendo.

—¡Si! ¡Si! —Ruge Setrákus Ra placenteramente, como un

científico loco, sus manos elevadas en el aire apuntando al

embudo.

Marina no aguanta. La precaución desaparece mientras

corre hacia el cráter. Dos gruesas y puntiagudas estalagmitas se

manifiestan en sus palmas como espadas y las usa para sacar a

tres Mogs de su camino, corriendo a través de los que están

cuidando el cráter. Luego, ella se desliza hacia Setrákus Ra y

Ella. Ella va a ir contra él por su cuenta. Yo hice eso una vez, y

no salió muy bien.

Corro para igualarme con ella. Hay otros Mogs en el filo

del cráter a parte de los que Marina golpeó y todos la tienen

como objetivo. Ella está distraída, un blanco fácil. Pero para mí,

aun invisible, son los Mogs el blanco fácil. Corro detrás de ellos

en un arco alrededor del filo del cráter, haciéndolos polvo tan

rápido como puedo. Antes de que pueda matarlo, uno de ellos

logra disparar a Marina en la pierna. Pero no creo que ella se

haya dado cuenta.

Page 282: El Destino de Diez [ECEN]

De hecho, no creo que Marina haya notado a Setrákus Ra.

O no le importa. Ella ataca directamente el tubo,

bombardeándolo con hielo. Cuando estos son absorbidos por el

mini tornado o expulsados por el campo de fuerza de la

máquina, Marina avanza. Va a sacar la cosa así tenga que usar

sus propias manos.

Setrákus Ra la agarra por la garganta. Él se mueve más

rápido que cualquier criatura de ese tamaño. Mientras corro por

un lado del cráter, aun invisible, Setrákus Ra levanta a Marina

por el cuello así que sus pies están colgando encima del suelo.

Ella trata de patearlo, pero él la mantiene a una distancia

segura.

—Hola, niña —dice Setrákus Ra, su tono feliz y

victorioso—. ¿Vienes a ver el show?

Marina rasguña sus dedos. Obviamente no puede respirar.

No estoy segura si voy a lograrlo a tiempo. Desde detrás de él,

una onda de rocas y tierra golpea sus piernas. Él está

sorprendido y boquiabierto, perdiendo su agarre en Marina

mientras cae e instintivamente se cubre con sus manos. Marina

logra rodar lejos mientras las piernas de Setrákus Ra son

sepultadas con piedras. Ella cae hacia adelante, como si sus

propias piernas hubiesen sido golpeadas, pero no se queja y su

expresión vacía no cambia.

Es Adam el que la salvó, deslizándose hacia el cráter desde

la dirección opuesta a la mía. Hay muchas quemaduras de

cañones en sus hombros y una larga cortada en su cara, en

donde algún Mog logró darle con su daga, pero aún se ve listo

para luchar.

Termino bajando al cráter justo al lado de Ella. Ahí es

cuando sucede —pop— solo así, soy visible otra vez, y no fue mi

Page 283: El Destino de Diez [ECEN]

elección. Setrákus Ra debe usar usando su habilidad cancela

Legados. Marina está sobre sus rodillas a unos pocos metros de

él. Sosteniendo su garganta y tosiendo. Mientras tanto, el líder

de los Mogs está teniendo un tiempo infernal tratando de

desenterrarse de una de las paredes del cráter. Al menos Adam

logró enterrarlo por encima de sus rodillas antes de que

nuestros Legados fueran cancelados.

Tomó la oportunidad de agarrar a Ella por sus hombros.

De cerca, se ve más ida de lo que esperé. Sus mejillas están

delgadas, su cara demacrada, y hay venas negras corriendo bajo

su piel como telarañas. Sus ojos están vidriosos y no reacciona

en lo más mínimo cuando la sacudo. La luz de la energía Loric,

aun siendo succionada por el tubo, se refleja en sus ojos. Ella

está viéndola.

—¡Ella! ¡Vamos! ¡Te vamos a sacar de aquí!

No hay ninguna reacción visible, pero su voz regresa a mi

mente.

Seis. Es hermoso, ¿verdad?

Ella está perdida. Al diablo. Voy a cargarla fuera de aquí

tal como lo planeamos.

—¡Seis! —Grita Marina, su voz lastimada—. ¡Debemos

apagarlo!

Miro la máquina, luego al Anubis. No sabemos qué hará

Setrákus Ra con la energía Loric que está capturando, pero

obviamente no puede ser bueno. Me pregunto si él podrá

quitarnos permanentemente nuestros Legados si absorbe la

suficiente energía de la Entidad.

—¿Sabes cómo detenerlo? —Le pregunto a Ella,

nuevamente obtengo su cara sin expresión.

Page 284: El Destino de Diez [ECEN]

Esta respuesta le toma un momento.

Si.

—¿Cómo? ¡Dinos como!

Ella no responde.

Con un gruñido indignado, Setrákus Ra jala una de sus

piernas fuera de las rocas. Mientras lo hace, Adam se acerca a él.

Sin su legado, igual que nosotros, el Mogadoriano más joven

tiene la espada de su padre empuñada. La cuchilla es demasiado

grande para él y sus brazos tiemblan cuando la sostiene. Aun

así, pone la punta de la espada justo en la garganta de Setrákus

Ra.

—Para —ordena Adam—. Tu tiempo se ha terminado,

viejo. Apaga tu maquina o te mataré

La cara de Setrákus Ra se prende, aun cuando hay una

espada presionada justo sobre su cicatriz púrpura. Se ríe.

—Adamus Sutekh —exclama—. Estaba esperando que

tuviéramos la oportunidad de conocernos

—Cállate —advierte Adam—. Haz lo que digo.

—¿Apagar la maquina? —Setrákus Ra sonríe. Él termina

de pararse. Adam debe estirarse para mantener la cuchilla cerca

de su garganta—. Pero es mi más grande logro. Me he topado

con el mismo Lorien para manipularlo como quiera. No más

arbitrariedades del destino. Podemos forjar nuestros propios

Legados. Tú de todas las personas deberías apreciar eso.

—Deja de hablar

—No deberías estar amenazándome, chico. Deberías estar

agradeciéndome —Setrákus Ra continúa, quitando la tierra de

sus protegidas piernas—.-Ese Legado que usaste para conseguir

Page 285: El Destino de Diez [ECEN]

tal efecto te fue dado gracias a mis investigaciones. ¿Entiendes?

La máquina a la cual el Doctor. Anu te conectó fue cargada con

Loralita pura, las sobras de lo que saqué de Lorien hace mucho

tiempo. Con el cuerpo de un Garde que cargaba una chispa de

Lorien, bueno... La transferencia fue posible. Tú eres el glorioso

resultado de mi ciencia, Adamus Sutekh. De mi control sobre

Lorien. Y ahora, tú puedes ayudarme a forjar al camino para

otros como tú.

—No —dice Adam, su voz casi inaudible por el estruendo

de la energía siendo absorbida por el Anubis.

—¿No qué? —Pregunta Setrákus Ra—. ¿Qué pensaste,

niño? ¿Que tus Legados habían venido de otro lado? ¿Que este

flujo de la naturaleza sin mente te escogió? Fue ciencia,

Adamus. Ciencia, yo y tu padre. Nosotros te escogimos.

—¡Mi padre está muerto! —Grita Adam, presionando la

espada más fuerte contra el cuello de Setrákus Ra. Junto a mí,

Ella jadea. Un humillo de sangre se forma en su garganta.

—¡Adam! ¡Ten cuidado! —Grito, acercándome a él. Marina

está de pie también, mirando insegura entre el tubo de energía y

los dos Mogadorianos. Ellos nos ignoran a ambas.

—Hmm —responde Setrákus Ra—. No había escuchado

—Yo lo maté—continua Adam, gritando—. ¡Con esta

espada! ¡Como te mataré a ti!

Por un momento, Setrákus Ra se ve genuinamente

asustado. Luego, el alcanza la espada y la sostiene.

—Tú sabes lo que pasará si tratas de hacerlo —dice

Setrákus Ra, y para demostrarlo pasa su palma suavemente por

la espada. Giro para ver el cuerpo de Ella retorcerse de dolor

mientras una larga cortada aparece en su mano, su sangre

Page 286: El Destino de Diez [ECEN]

cayendo en la tierra. Ella se tambalea un poco hacia el pozo,

sosteniéndose.

—No me importa. Toda mi vida, fue un entrenamiento

para matarlos —dice Adam a través de sus dientes cerrados.

—¿Y nunca podrías hacerlo, verdad? —Responde Setrákus

Ra, riéndose al fanfarroneo de Adam—. Leí los reportes de tu

padre, niño. Sé todo sobre ti.

Aun manteniendo la espada en una de sus manos, Setrákus

Ra se acerca a Adam. Elevándose sobre el joven Mog. Todo el

cuerpo de Adam tiembla, no estoy segura si es ira o temor. Me

acerco un poco a él, incluso cuando no sé qué hacer. Si Adam

balancea esa espada, ¿lo detendré? Marina también se acerca,

sus ojos abiertos. Detrás de mí, oigo los pies de Ella arrastrarse.

En su estado de trance, se tropieza más cerca del pozo Loric y el

pilar de energía.

—¡Ella! —Siseo—. ¡No te muevas!

—¡Nunca he querido matar por ti porque nunca creí en tus

mierdas! —Adam grita—. Pero si hacer esto significa tu final —

los ojos de Adam se dirigen brevemente hacia Ella. Lo veo

suceder sus ojos quietos en determinación. Él no está

fanfarroneando, no más—. Puedo vivir con esto —dice,

fríamente—. Puedo vivir con esto si tu mueres, también.

Todo sucede muy rápido. Adam empuja la cuchilla lejos

del agarre de Setrákus Ra, su filo deslizándose inofensivamente

a través de su palma, la punta se posa en su garganta. Setrákus

Ra se ve sorprendido, pero reacciona rápidamenteél es veloz,

más veloz de lo que Adam esperaba. Setrákus Ra se agacha

hacia la izquierda, la cuchilla se posa sobre un lado de su cuello,

sin hacer daño. Al menos no a él.

Page 287: El Destino de Diez [ECEN]

Giro mi cabeza para ver el corte en el cuello de Ella. La

sangre se derrama por sus hombros y su cuerpo tiembla, pero

ella no se inmuta. De hecho, no parece darse cuenta. Ella está

totalmente concentrada en la energía, sus pequeños pies hacia

adentro mientras se acerca un poco más.

Antes de que Adam pueda girar su espada para dar otro

golpe, Setrákus Ra dirige su puño a la cara de Adam. Setrákus

Ra está usando guantes armados y puedo escuchar crujir los

huesos rotos en la cara de Adam por el impacto. Él tira la espada

y retrocede. Setrákus Ra está a punto de golpearlo otra vez

cuando Marina carga contra él y lo taclea y lo quita del camino.

Con ambos en el suelo, no tengo otra alternativa que

avanzar y ponerme en medio de ellos y Setrákus Ra. Mientras

me acerco, Setrákus Ra recoge la espada de Adam,

balanceándola en un arco perezoso a su lado. Me sonríe.

—Hola, Seis —dice, y corta el aire en frente de él con la

cuchilla—. ¿Estás lista para que todo esto termine?

No respondo. Hablar solo le da ventaja, dejar que se meta

en nuestras cabezas. En vez de eso, le grito sobre mi hombro a

Marina.

—¡Aléjate! —Le digo—. ¡Aléjate lo suficiente para curarlo!

Por el filo de mi ojo, puedo ver a Marina sosteniendo a

Adam. Él está noqueado, y no estoy segura si Marina quiere

curarlo gracias a la actuación que acaba de hacer. Ella

definitivamente no quiere dejarme atrás o retirarse mientras la

máquina de Setrákus Ra aun funciona.

—¡Vete! ¡Lo tengo! —Insisto, mirando fijamente a

Setrákus Ra, danzando en las puntas de mis pies. Solo tengo

que detenerlo, sobrevivir, hasta… ¿hasta qué? ¿Cómo vamos a

salir de esta?

Page 288: El Destino de Diez [ECEN]

Ella estaba en lo cierto, quedarnos significaba la muerte.

La sonrisa de Setrákus Ra no se desvanece. Él sabe que

estamos contra el muro. Se abalanza sobre mí, rozando mi

abdomen. Salto hacia atrás y siento la punta de la cuchilla pasar

justo enfrente de mi abdomen.

El terreno rocoso debajo de mi tiembla y casi tropiezo.

Detrás de mí, Marina ha conseguido jalar a Adam hasta

donde el cráter comienza a subir. Ella se detiene ahí y grita.

—¡Ella! ¡Qué…!

Ambos, Setrákus Ra y yo nos volteamos, Ella ha escalado

por el borde de piedra. Ella esta solo a centímetros de la furiosa

onda de energía Loric. Su cabello vuela en todas las direcciones,

casi como una aureola. Destellos eléctricos saltan alrededor de

ella, y la sangre negra en su cuello se transforma en un tono

púrpura en la vívida luz azul. La piel de su cara y manos se

ondula como si estuviera en un túnel de viento y un pequeño

escombro la golpea. Ella ignora todo.

Inmediatamente, Setrákus Ra se olvida de mí. Da un gran

paso hacia Ella.

—¡Bájate de ahí! —Exclama—. ¡¿Qué estás...?!

Ella gira en nuestra dirección, sus ojos fijos en Setrákus

Ra. Ya no están idos. Por un momento puedo ver a la vieja Ella

ahí. La niña tímida que conocí en España que se transformó en

una valiente guerrera. Su voz es muy fina, pero de alguna

manera se amplifica por la corriente de energía detrás de ella.

—No vas a ganar, Abuelo —dice—. Adiós.

Y entonces Ella cae de espaldas hacia la energía Loric.

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Setrákus Ra grita y corre hacia ella, pero es demasiado

tarde. Hay un esplendor casi cegador. El cuerpo de Ella, casi una

silueta en este punto, flota en el aire, entre el pozo Loric y la

máquina de Setrákus Ra. Por un momento, su cuerpo se arquea

y se dobla dolorosamente. Luego, una oleada de energía flota

desde el pozo, demasiado para que la máquina de Setrákus Ra

pueda manejarlo. Los circuitos de sus extremos explotan en una

lluvia de chispas y los grabados en Loralita se derriten en una

explosión abrasadora de fuego blanco. Mientras tanto, el cuerpo

de Ella parece a punto de desintegrarse,aun lo puedo ver ahí,

atrapado en la energía, pero también puedo ver a través de él,

cada una de las partículas de su cuerpo se han separado.

Un momento después, el cuerpo de Ella es arrojado fuera

de la corriente de energía. Es arrojada como una muñeca de

trapo humeante a un lado del cráter. Luego, el brillo de la

energía Loric se disipa y se retira bajo tierra, mientras el tubo de

Setrákus Ra hace un sonido metálico y se desmorona, trozos de

metal caen enterrando la herencia Loric.

Setrákus Ra mira fijamente a su máquina destruida con

incredulidad. Es la primera vez que veo al viejo bastardo en una

pérdida completa.

Marina está en movimiento inmediatamente. Deja el

cuerpo de Adam atrás y corre hacia Ella. Sus Legados siguen

apagados, así que cuando Marina aplasta sus manos contra el

cuerpo de Ella, sé que nada pasará. De todas formas, es

demasiado tarde.

No necesito ver las lágrimas de Marina para saberlo, Ella

está muerta.

Page 290: El Destino de Diez [ECEN]

Setrákus Ra mira el cuerpo de su nieta, una expresión

desolada en su rostro. Mientras él hace eso, cojo el trozo de

piedra más grande que encuentro.

Y le golpeó en la parte trasera de la cabeza lo más fuerte

que puedo.

Un corte se abre. Él sangra. El encantamiento

Mogadoriano se ha roto.

Mi ataque lo saca de su trance. Setrákus Ra ruge, gira para

enfrentarme y levanta la espada sobre su cabeza.

Está a punto de bajarla cuando sus ojos,normalmente

hoyos negros, se llenan con el brillo azul de la energía Loric. La

espada cae de su agarre y Setrákus Ra, el líder de los

Mogadorianos, asesino de mi gente, destructor de mundos.Cae

a mis pies.

Estoy aturdida. Giro para mirar a Marina, pero ella

también está desmayada. ¿Qué diablos está sucediendo?

Ella. El brillo de la energía Loric emana de ella. Se riega por

sus ojos, boca, oídos, en todos lados, justo como cuando la

Entidad animó brevemente el cuerpo de Ocho.

De una de las puntas de sus dedos, una ráfaga de energía

Loric se dirige directo a mí. Me golpea justo en la frente. Caigo

sobre mis rodillas, sintiendo como caigo lentamente en la

inconsciencia. Miro a Ella... O lo que sea que es ahora. Hay otras

ráfagas de energía Loric saliendo de su cuerpo, volando como

estrellas fugaces fuera del cráter y hacia... ¿Dónde? No lo sé. No

sé qué está sucediendo con ella, la Entidad, ni nada de eso.

Solo sé que esta es mi oportunidad.

—¡No ahora! —Grito, peleando contra el sueño que está

provocando la energía Loric en mí.

Page 291: El Destino de Diez [ECEN]

—¡Ella! ¡Lorien! ¡Deténganse! ¡Yo… yo puedo matarlo!

Pero en ese momento me desmayo. Me arrastro hacia el

mismo sueño artificial en el que están Setrákus Ra y Marina.

Lo que veo luego, lo que todos vemos, es el lugar donde

todo comenzó.

Page 292: El Destino de Diez [ECEN]

Así que esto se siente estar muerta.

Floto sobre mi cuerpo y me cuesta reconocerme a mí

misma. Mi abuelo, él estaba empezando a convertirme en un

monstruo como él. La niña rota de abajo, con toda su piel

pálida. Casi no puedo creer que sea yo. O era yo. Marina

pone sus manos sobre mi cuerpo, tratando de traerme de

vuelta a la vida aunque sus Legados están apagados. Es triste

verla sufriendo así.

No quiero regresar a mi cuerpo. Es un alivio estar

afuera. No hay más dolor por primera vez en días, realmente

puedo pensar bien.

En realidad, es un poco raro que pueda pensar en

absoluto considerando que estoy, ya sabes... muerta. Supongo

que así se siente estar en el más allá.

Debajo de mí, los otros, Marina, Seis, Setrákus Ra, todos

se mueven muy lentamente. Puedo ver tantas cosas. Cada

partícula de templo aun flotando en el aire es visible para mí.

Las gotas de sudor frío en el cuello de mi abuelo son visibles

para mí. El brillo punzante de la energía Loric dentro de

todos ellos, incluso en Setrákus Ra, es visible para mí.

¿Cómo puedo ver todo esto?

Page 293: El Destino de Diez [ECEN]

Solo quise alejarme de Setrákus Ra, para romper el

hechizo de Mogadoriano para que no me tuviera prisionera.

Quería ayudar a mis amigos. Algo me dijo que la mejor

manera de hacer eso era lanzándome dentro del remolino de

energía. Sabía que moriría y estaba casi de acuerdo con eso.

Estoy feliz de que no solo sea oscuridad y gusanos.

Cualquiera que sea esta etapa, espero de que no sea ver a la

gente que amo pelear hasta la muerte en cámara lenta.

Ella.

La voz viene de mis alrededores. No una voz, muchas

voces. Miles de voces. De alguna manera, de ese coro, puedo

escoger una que reconozco. Crayton. Adelina. Ocho. Todos

me están llamando.

Tienes trabajo que hacer.

Caigo hacia el suelo y mi cuerpo. Por un momento, estoy

llena de pánico. ¿Voy a entrar otra vez a mi antigua piel para

ser la marioneta de mi abuelo? Pero entonces, de repente, un

sentimiento de calma me invade, como si hubiese sido

arropada con una manta tibia, nada que pueda lastimarme,

no ahora.

Debería golpear el suelo. En vez de eso, sigo

moviéndome. Atravieso la tierra y las rocas, y luego estoy

sumergida en oscuridad total. Parece que ya no estoy

cayendo. Parece como si flotara en el espacio, sin gravedad,

sin peso, solo infinita paz. Pierdo el sentido de donde es

arriba, donde puedo volver con mis amigos, mi cuerpo. No

parece ser importante ahora mismo. Debería estar

volviéndome loca. Pero, de alguna manera, sé que estoy

segura.

Page 294: El Destino de Diez [ECEN]

Lentamente, la luz empieza a brillar a mí alrededor.

Miles de chispas celestes flotan a mí alrededor, como la

manera en que el polvo deja un rastro por los rayos del sol. Es

igual a la energía Loric en la que entré. Las partículas se

expanden y se contraen, recordándome a unos pulmones.

Algunas veces se mezclan en formas vagas, y rápidamente se

separa.

De alguna manera, tengo la sensación de que estoy

siendo observada.

Hay una red de energía debajo de mí y ya no puedo

sentir si estoy flotando o cayendo. Es más como si estuviera

siendo sostenida, sobre dos manos gigantes. Me siento

relajada y cómoda, como si pudiera estar aquí para siempre.

Es tan diferente del infierno que he vivido estos últimos días,

en donde mover cada parte de mi me causaba dolores en todo

mi cuerpo. Una parte de mí quiere apagar mi mente y solo

dejar que lo que sea que está sucediendo dure para siempre.

Pero otra parte de mi sabe que mis amigos aún están

peleando en el mundo de los vivos. Debo tratar de ayudar.

—¿Hola? —Pregunto, probando si puedo hablar. Oigo

mi voz, aunque parece como si no tuviera boca, pulmones o

ninguna parte de mi cuerpo. Se siente como cuando tengo

conversaciones telepáticas, como algunos de mis

pensamientos son más fuertes que otros y esos son los que

proyecto a la otra persona.

Hola, Ella.

Una voz contesta. Las burbujas de energía flotando en

frente de mí en sincronía con la voz. Raramente, me siento

Page 295: El Destino de Diez [ECEN]

completamente cómoda teniendo una conversación con un

montón de luciérnagas de neón.

—¿Estoy muerta? —Pregunto—. ¿Es esto, como, el cielo

o algo así?

Siento un cosquilleo no incómodo sobre donde mi piel

debería estar. Supongo que así se siente cuando esta cosa se

ríe.

No, esto no es el cielo, niña. Y tu muerte es solo algo temporal.

Cuando el tiempo venga, te restauraré a tu forma física.

—Oh —pauso—. ¿Qué pasa si no quiero regresar?

Querrás.

‘No estés tan seguro, amigo’, pienso, pero no lo digo.

—Así que... ¿Dónde estamos? ¿Qué es esto?

Tu abandonaste tu cuerpo y usaste tus poderes telepáticos

para ingresar a mi mente. Tú mezclaste tu consciencia con la mía.

¿Acaso sabias que eras capaz de hacer eso, niña?

—Hmm, no.

No lo creo. Fue algo muy peligroso, joven Ella. Mi mente es

vasta y se estira a través de todo y todo momento en el que he

existido. Te estoy protegiendo de este conocimiento, para no

saturarte.

Supongo que fue por eso que me sentí tan cómoda en

esta oscuridad total, sin cuerpo y acunada por esta energía

Loric.

Porque la Entidad Loric está cuidando de mí.

—Gracias por eso —respondo.

De nada.

Page 296: El Destino de Diez [ECEN]

Se me ocurre que tal vez deba preguntar cosas

importantes. No cada día puedes terminar compartiendo

mente con una energía divina.

—¿Qué eres exactamente?

Yo soy yo. Yo soy la fuente.

—Hmm... ¿Pero cómo debería llamarte?

Hay una corta pausa antes de que la voz me conteste.

Los puntos de energía no dejan de volar en frente de mí.

He sido llamado muchas cosas. Una vez fui Lorien. Ahora, soy

Tierra. Tus amigos me llamaron La Entidad.

Así que, esto es lo que estaba escondido debajo del

Santuario, lo que Setrákus Ra estaba persiguiendo. Marina y

los otros debieron hablarle antes de que su escondite se fuera

al infierno. La Entidad, de todas formas... Parecía muy

formal, alienígena y fría. Eso no es lo que soy sintiendo ahora

mismo.

—Voy a llamarte Legado —decido.

Como desees, niña.

Legado parece en calma. Fue hace sólo unos minutos

que el Anubis estaba succionándolo fuera del suelo con un

gran sorbete mecánico.

—¿Mi abuelo te lastimó cuando te saco de la Tierra? —

Pregunto.

Él no puede lastimarme, solo puede cambiarme. Una vez

cambiado, ya no soy yo mismo, entonces el dolor ya no es parte de

mi experiencia.

Page 297: El Destino de Diez [ECEN]

—Está bien —respondo. Sin entender nada de eso—.

¿Estas, como, atrapado en el Anubis ahora mismo?

Solo una pequeña parte de mí, niña. Yo existo en muchos

lugares. Tu abuelo ha tratado de cosecharme antes, pero soy mejor

de lo que piensa. Ven. Te mostraré.

Antes de que pueda decir: ¿Adónde?, una ola de energía

Loric me barre, ya no estoy flotando en la pacífica oscuridad.

En vez de eso, estoy dentro de la Tierra misma. Es como una

de esas maquetas en las que puedes ver las distintas capas de

la Tierra, placas tectónicas, huesos de dinosaurios, lava

ardiente cerca de su núcleo. Puedo verlo todo. Me siento

pequeña en comparación.

Corriendo por cada capa de la Tierra, conectadas con al

núcleo, están brillando venas de Loralita. La energía es

delgada en algunos lugares, más fuerte en otros, pero no hay

ninguna parte en el planeta que no esté cerca a este tenue

brillo.

—Guau —digo—. De verdad te hiciste una casa.

Si. Responde Legado. Esto no es todo.

Subimos. Una vez más, el campo de batalla aparece

debajo de mí. Mis amigos y Setrákus Ra aún se están

moviendo como si estuvieran atorados en arena movediza.

Seis se encuentra en el proceso de recoger una piedra, ojalá

aporreara a mi abuelo con eso.

En el pecho de Seis, justo sobre su corazón, hay brasas

de energía Loric. Marina y Adam también la tienen. Yo

también, aunque mis brasas se ven más débiles que las de

ellos, probablemente por toda la cosa de morir. Incluso

Setrákus Ra tiene una chispa de Lorien en él, aunque la de él

Page 298: El Destino de Diez [ECEN]

parece bordeada por una sustancia negra. Él se ha

corrompido en maneras que ni entiendo. El pensamiento me

hace ver el Anubis. Allí, guardado en el estómago de la nave,

está un brillo palpitante de Loralita. No es nada comparado

con lo que acabo de ver bajo tierra, pero aun...

—¿Qué es lo que va a hacer él con eso? —Le pregunto a

Legado—. ¿Quiero decir, contigo?

Te enseñaré. Primero, debes reunir a los otros. He decidido que

todos deben ver por qué pelean.

—¿Cuáles otros?

Todos ellos. Yo te ayudaré.

Sin ningún aviso, mi mente comienza a estirarse. Es

como si estuviera usando mi telepatía, buscando mentes

familiares, excepto que mi rango se ha extendido. En realidad

no se siente tan bien, como si mi cerebro estuviera siendo

jalado en todas las direcciones por magnetos muy fuertes.

—¿Que... Qué estás haciendo?

Estoy aumentando tus habilidades, niña. Puede ser un poco

incómodo al inicio. Me disculpo.

—¿Qué se supone que haga?

Reunir a lo que he marcado.

Locamente, sé lo que eso significa. Cuando extiendo mi

telepatía, puedo en realidad sentir todas las personas que han

sido tocadas por Legado. Apunto al brillante núcleo de

Marina, lo atrapo con mi telepatía atrayéndolo hacia mí. Es

parecido a como fui capaz de atrapar a John en mis visiones

solo que ahora es mucho más fácil. También atrapó a Adam,

Page 299: El Destino de Diez [ECEN]

atrayéndolo a la calidez de la consciencia de Legado. Luego,

dudo.

—¿Qué hay de él? —Pregunto, mirando a mi abuelo.

También él. Deben ser todos.

Sintiéndome un poco asqueada de estar en contacto

telepático con ese cerebro retorcido y su dañado corazón

Loric, atraigo a Setrákus Ra. Trato de absorber también a Seis,

pero su consciencia pelea contra la mía. En la distancia, su

cuerpo físico grita algo.

—¿Qué está diciendo? —Le pregunto a Legado.

Ella aun no entiende que no estoy interfiriendo. Recita

Legado. Todos lo verán, o ninguno. Ninguna ventaja se otorgará.

No sé a qué se refiere Legado y no tengo tiempo de

pensar en esto, porque apenas la consciencia de Seis cede, nos

estamos alejando aún más.

El mundo entero se desdobla ante mí. Cientos de

pequeñas brasas de Loralita se marcan en los continentes.

Estos son los nuevos Garde, los humanos recién recibiendo

sus poderes. Legado los quiere también. Extiendo mi mente,

agarrándolos de uno en uno.

Un chico el Londres que mira una nave Mogadoriana,

sus manos tensándose y soltándose mientras decide qué

hacer. La grava en las calles salta y explota con telequinesis

incontrolable.

Una chica en Japón que varios días atrás fue confinada a

una silla de ruedas. Ahora, ella se halla moviéndose a través

del pequeño apartamento de sus padres con una velocidad

que ella pensaba imposible.

Page 300: El Destino de Diez [ECEN]

Un chico, en una aldea remota en Nigeria, en donde no

han escuchado acerca de la invasión todavía. Su madre y

padre estallan en llamas mientras flota por encima de ellos

emanando un brillo angelical.

Tomo todas sus mentes. Adonde sea que Legado nos

esté llevando, ellos vienen también.

Algunos de ellos están asustados. Está bien, muchos de

ellos están asustados. Los Legados fueron una cosa pero

ahora esto, ¿una repentina, sin-invitación experiencia

telepática? Sé que eso es un poco alocado. Hablo con ellos.

Los reconforto. Me doy cuenta de que mi mente es lo

suficientemente fuerte para mantener múltiples

conversaciones al mismo tiempo mientras aún estoy saltando

de un lado a otro en el avión telepático.

Les aseguro que van a estar bien. Que es como un sueño.

No les digo que no tengo la menor idea de lo que estoy

haciendo.

Luego voy a New York. Recojo primero a Sam, sobre

todo porque estoy muy emocionada que él ha sido

recompensado con Legados, solo quiero abrazarlo. Ese idiota

de Cinco, guapo Nueve a quien quisiera abrazar bastante,

una chica nueva. Todos son jalados a mi acogida telepática. Y

luego voy hacia John. He tenido práctica en usar mi telepatía

en él más que en cualquiera; debería ser fácil. Pero como Seis,

él lucha contra mí. Es ahí cuando noto al monstruo más

grande y feo. Puedo ver que está acechando a John y a los

otros. John quiere pelear. O, bueno, no quiere ser pisado. No

puedo decir que lo culpo.

Page 301: El Destino de Diez [ECEN]

—¿Esto lo noqueará? —Le pregunto a Legado—. Él,

bueno, ¿será comido?

No. Todo esto pasará en un parpadeo.

—No te preocupes, John —digo triunfantemente—. Sólo

tomará un segundo.

Jalo la consciencia de John también. Ahí están todos.

Cada uno de los Garde en la Tierra. Todos sus pálpitos Lorics

punzantes, dirigidos a mi vasta consciencia.

—Y, ¿ahora qué? —Pregunto a Legado.

Mira.

Page 302: El Destino de Diez [ECEN]

Estoy en otro lugar. Un lugar que para mí es extraño y a la

vez familiar. Floto a través del aire, capaz de ver todo el

escenario a mí alrededor, pero no capaz de tomar parte.

Puedo sentir los cientos de mentes que van de camino

conmigo.

Esto es lo que Legado quiere mostrarnos.

Es una cálida noche de verano. Dos vívidas blancas

lunas cuelgan en el cielo púrpura sin nubes, una en el norte y

la otra en el sur. Esto significa un momento especial para mi

gente. Dos semanas en el año las lunas están así y por esas

dos semanas los Lorics celebrarían.

Ahí es donde estamos.

Lorien.

Sé esto porque Legado lo sabe. Lo que no sé es cuánto

atrás en el tiempo he ido.

Estamos en una playa, la arena se tiñe del brillante

naranja de las luces de las decenas de fogatas. Hay gente en

todos lados, comiendo y riendo, bebiendo y bailando. Una

banda toca música como nada que haya oído en la Tierra. Mi

mirada se desvía hacía una adolescente con una rizada

melena de cabello castaño mientras baila al son de la música,

sus manos alzadas sobre su cabeza, ninguna preocupación en

Page 303: El Destino de Diez [ECEN]

el mundo. Su vestido reluce y gira, atrapado ocasionalmente

por la cálida brisa del océano.

Más allá en la playa, al borde de la fiesta, dos chicos

adolescentes se sientan en la arena, tomando un descanso de

las festividades. Uno es algo alto para su edad con cabello

negro muy corto y facciones afiladas. El otro, más pequeño,

pero más guapo que el primer chico, tiene una mata de sucio

pelo rubio y una mandíbula cuadrada. El rubio está vestido

con ropa holgada blanca, sin abotonar, fuera del pantalón y

casual. Su amigo está vestido más formal, con una polera rojo

oscuro, planchada y perfecta, las mangas meticulosamente

dobladas. Ambos, pero el chico alto en particular, parecen

muy interesados en la chica que baila.

—Deberías simplemente ir por ella —dice el rubio,

golpeando con el codo a su amigo—. A ella le gustas, todos lo

saben.

El chico de pelo negro frunce el ceño, pasando una mano

por la arena.

—¿Y qué? ¿Cuál sería el punto?

—Hmm ¿La estás viendo bailar? Podría pensar en

muchas razones amigo.

—Ella no es Garde. No es como nosotros. No sería capaz

de… —El chico de cabello negro sacude la cabeza

melancólicamente—. Nuestros mundos son muy diferentes

—A ella no parece importarle no ser Garde —Puntualiza

el chico rubio— Se está divirtiendo de todas formas, tú eres al

que le importa.

Page 304: El Destino de Diez [ECEN]

—¿Por qué tenemos Legados mientras que ella no? No

parece justo, que algunos se queden siendo tan… normales —

el chico de cabello oscuro gira hacia su amigo, una seria

mirada en su rostro—. ¿Alguna vez piensas acerca de esas

cosas?

En respuesta, el chico rubio sostiene su palma abierta.

En ella, una pequeña bola de fuego toma vida y rápidamente

toma la forma de una chica bailando.

—Nop —dice riendo.

El chico de cabello oscuro se concentra por un momento

y la pequeña bailarina de repente cesa de existir. El chico

rubio frunce el ceño.

—Basta —se queja—. Sabes que odio cuando haces eso.

El chico de cabello oscuro sonríe disculpándose con su

amigo y vuelve a encender sus Legados.

—Estúpido Legado —dice sacudiendo su cabeza—. ¿De

qué sirve algo que sólo funciona contra otros Garde?

El chico rubio apunta hacia la bailarina.

—¿Ves? Eres perfecto para Celwe. Ella no tiene Legados

y tú tienes el más espeluznante que hay.

El chico de cabello oscuro ríe y golpea amistosamente a

su amigo en el hombro.

—Siempre sabes exactamente qué decir

—Eso es cierto —responde el rubio, riendo—. Podrías

aprender mucho de mí.

No tengo ojos en el sentido tradicional aquí, pero la

visión parece parpadear. En ese medio segundo, los chicos

Page 305: El Destino de Diez [ECEN]

sentados en la playa aparecen como los hombres en los que

crecerán. El rubio es guapo, atlético con ojos amables, y no

estoy prestándole ninguna atención a él. En cambio soy

atraída a la gran forma sentada junto a él, blanco como

cadáver, con una espantosa cicatriz alrededor de su cuello.

Setrákus Ra.

Esta escena debe ser hace cientos de años. Quizás más

de mil. Es antes que Setrákus Ra se uniera a los

Mogadorianos, antes que se convirtiera en un monstruo.

Medio segundo más tarde, son adolescentes de nuevo.

El chico rubio palmea al joven Setrákus Ra en la espalda

mientras siguen viendo a la chica bailar. Estoy impactada por

lo normal que parece, un joven chico sentado en la playa,

mirando melancólicamente a la chica que le gusta.

¿Dónde fue todo tan mal?

La visión se derrite, mezclándose con otra.

Mi abuelo y su amigo se están en un gran cuarto con

forma de domo, un mapa de Lorien pegado en brillante

Loralita por todo el techo. Ya no son chicos, son hombres

jóvenes. ¿Cuántos años más tarde puede ser esto? Podrían ser

décadas con la forma en que los Lorics envejecemos. Si fueran

humanos, adivinaría que están finalizando sus veintes, pero

quién sabe cómo traducir eso en años de Loric. Se paran

frente a una gran mesa redonda que crece del suelo, está

hecha de un árbol que no se molestaron en cortar. Tallado en

el centro de la mesa está el símbolo Loric de „unidad.‟

Sé eso porque Legado lo sabe.

Page 306: El Destino de Diez [ECEN]

Alrededor de la mesa hay diez sillas, todas con Lorics

que se ven muy serios, excepto dos asientos vacíos. Asientos

de estadio, como en un gran cine rodean la mesa redonda en

todos lados. Está lleno hoy, cada fila a su máxima capacidad,

Gardes apretados codo a codo.

Esta, me doy cuenta, es la cámara de los Ancianos. Es

donde los Ancianos se reunían en presencia de la Garde para

tomar grandes decisiones. Toda la escena me recuerda a la

situación en los senados que he visto en la Tierra, excepto que

con mucha más brillante Loralita. En este momento, todos los

ojos están en un delgado Anciano con liso cabello blanco y

ojos gentiles. Más allá del cabello blanco, no parece mucho

mayor que mi abuelo. Pero la manera en que se comporta

proyecta un aura de antigüedad.

Él es Loridas. Él es Aeturnus, como yo, lo que significa

que puede parecer mucho más joven de lo que realmente es.

Todos lo escuchan con respeto mientras empieza a hablar.

—Nos reunimos aquí hoy para honrar a los caídos —

dice Loridas, su voz llegando a toda la cámara—. Nuestro

último intento de mejorar las relaciones diplomáticas con los

Mogadorianos fue rechazado. Violentamente. Parece que los

Mogadorianos sólo aceptaron a nuestra delegación en su

mundo para poder masacrarlos. En la batalla subsecuente,

nuestra Garde fue capaz de dañar sus capacidades

interestelares, lo que los mantendrá confinados en su planeta

hogar por algún tiempo. Aún creemos que hay quienes entre

los Mogadorianos que aprecian la paz por sobre la guerra,

pero su sociedad debe llegar a esa conclusión por si sola.

Nosotros los Ancianos, vemos que más compromiso con

Mogadore sería dañino tanto para nuestra especie, como para

Page 307: El Destino de Diez [ECEN]

la suya. Por tanto, todo contacto con Mogadore está

prohibido hasta nuevo aviso.

Loridas pausa por un momento. Mira hacia las dos sillas

vacías y frunce profundamente las líneas de su rostro. De

repente parece mucho, mucho mayor.

—Perdimos muchos hermanos y hermanas durante la

última batalla, incluyendo dos Ancianos —Loridas

continúa—. Los nombres que se les dio, hace mucho tiempo

olvidados para poder convertirse en Ancianos eran Zaniff y

Banshevus. Sirvieron lealmente a este consejo por mucho

tiempo, llevando a nuestra gente en tiempo de guerra y paz.

Reflexionaremos en ellos en los días que vengan. Sin

embargo, las sillas de Setrákus Ra y nuestro líder, Pittacus

Lore, no deben mantenerse vacías. Seguiremos adelante,

como los Lorics siempre lo hacemos, y reconoceremos que no

sólo sufrimos pérdidas en Mogadore. También hicimos

héroes. Vengan adelante, ustedes dos.

Cuando Loridas lo ordena, mi abuelo y su amigo se

acercan a la mesa. El rubio se permite sonreír un poco y

asiente a los muchos reunidos en la galería. Por el otro lado,

mi abuelo, alto y delgado como sería siglos después, parece

apenas consciente de lo que está pasando. Parece perseguido.

—Su rápida acción, valentía y poderosos Legados,

salvaron muchas vidas en Mogadore. —Loridas dice—.

Nosotros, los Ancianos, hace tiempo hemos visto su

potencial, y sabemos bien las grandes cosas que lograrán para

nuestra gente. Por tanto, es en este día que les ofrecemos

estos asientos vacíos y les damos la bienvenida como

Ancianos Lorics, para servir y proteger a Lorien, su gente y la

Page 308: El Destino de Diez [ECEN]

paz. ¿Aceptan este sagrado deber de poner las necesidades de

su gente por sobre todo lo demás?

El hombre rubio inclina su cabeza, sabiendo su papel en

la ceremonia.

—Acepto —dice.

Mi abuelo, perdido en sus pensamientos, no dice nada.

Luego de un momento de incómodo silencio, su amigo lo

empuja un poco.

—Sí —dice Setrákus Ra, inclinándose también—.

Acepto.

Años después, el hombre rubio corre por el pasillo de un

modesto hogar. Vidrios rotos crujen bajo sus pies. El lugar

está destrozado. Las mesas dadas vuelta, marcos de fotos

caídos de las paredes, vasijas de vidrio destruidas en millones

de piezas.

—¿Celwe? —Grita—. ¿Estás bien?

—Estoy aquí.

Una mujer con voz temblorosa responde.

Él entra rápidamente a través de dos puertas dobles de

bambú a un cuarto muy iluminado, la hermosa playa antes

visible a través de las grandes ventanas del cuarto. Está tan

destrozado como el resto de la casa. La cama está dada vuelta

totalmente, las librerías están en el suelo y su contenido

desparramado en él, incluso las mismas baldosas del piso

están disparejas. Es como si alguien hubiese tenido una

rabieta telequinética aquí.

Page 309: El Destino de Diez [ECEN]

Mirando a través de la ventana está la mujer de cabello

castaño, quién hace muchos años bailaba esa noche en la

playa. Celwe. Abrazándose a sí misma, no se da vuelta

cuando el hombre entra al cuarto.

—Lo conocí aquí mismo —dice Celwe, gesticulando

hacia la playa—. Él era tan tímido al principio. Siempre en su

propia cabeza. Algunas veces sigo sorprendida de que tuvo el

valor de casarse conmigo.

—¿Qué pasó aquí? —Pregunta mientras se acerca

lentamente.

—Tuvimos una discusión Pittacus

—¿Tú y Setrákus?

Celwe resopla y gira para enfrentarlo. El amigo de la

infancia de mi abuelo, el hombre que debe haberse convertido

en el siguiente Pittacus Lore. Sus ojos están rojos de llorar,

pero más allá de ello parece ilesa.

—No lo llames así, ese título no le ha traído más que

problemas.

—Es quien es ahora —responde Pittacus seriamente—.

Es un gran honor.

Sus ojos se achican.

—Era lo suficientemente difícil estar casado con un

Garde. Solíamos hablar de tener hijos ¿Sabes? Ahora, después

del viaje a Mogadore, después de convertirse en un

Anciano… casi no lo veo, cuando lo hago, todo lo que habla

es de ese proyecto, su obsesión.

Pittacus gira su cabeza.

Page 310: El Destino de Diez [ECEN]

—¿Qué proyecto?

Celwe traga, quizás dándose cuenta que ha dicho

mucho. Camina lejos de la ventana y va a la cama. Empieza a

empujar el respaldo de madera del colchón para poder darle

vuelta al lado correcto, pero se lo piensa mejor, mirando a

Pittacus en vez.

—Ayúdame, ¿quieres?

Pittacus usa su telequinesis para dar vuelta a la cama,

ordenando las sábanas al mismo tiempo. Sus ojos nunca dejan

a Celwe.

—Es tan fácil para ti —murmura mientras se sienta en la

recién hecha cama.

Pittacus se sienta a su lado.

—¿En qué está trabajando Setrákus?

Ella toma un profundo respiro.

—Es una excavación. Fuera en las montañas. Yo no

debería… no sé exactamente cómo explicarlo. Lo que hace

allí… él dice que lo hace por mí Pittacus. Como si fuera un

regalo —La voz de Celwe se apaga. Hay lágrimas en sus

ojos—. Pero yo no lo quiero.

—No entiendo —responde Pittacus.

—Deberías verlo por ti mismo —dice ella—. No…no le

digas que yo te dije.

—¿Tienes miedo de él? —Pregunta Pittacus en voz

baja—. ¿Te ha herido?

—Él no me ha herido, sólo estoy asustada de lo que

podría convertirse —Celwe alcanza y toma la mano de

Page 311: El Destino de Diez [ECEN]

Pittacus—. Sólo hazlo venir a casa, Pittacus, por favor. Hazle

ver razón y trae a mi esposo de vuelta a mí.

—Lo haré.

Pittacus vuela por el cielo, deslizándose través de las nubes.

Se sumerge a través de una cadena de montañas y luego se

dispara a un abismo profundo, como una versión más grande

del Gran Cañón. Mientras desciende, paredes del color de la

arena con gemas de Loralita incrustadas se alzan a todos

lados, Pittacus nota una gran organización de complicadas

máquinas de construcción bajo él. Alguien está cavando más

profundo, como si este abismo no fuese lo suficientemente

profundo.

La mirada de Pittacus se va, como la mía, hacia la

elevada pieza de maquinaría en el centro del sitio de

excavación. Dobladas vigas de acero, circuitos parpadeantes y

símbolos Loralita, es como una voluminosa, menos refinada

versión de la tubería que Setrákus Ra bajó del Anubis.

Así que esto es a lo que Legado se refería cuando dijo

que Setrákus Ra lo había hecho antes. Esto es donde todo

comenzó, todos esos siglos atrás. El comienzo del descenso de

mi abuelo hacia la locura.

Cuando Pittacus aterriza, un joven Loric en ropas de

construcción se apresura a saludarlo. Su piel es extrañamente

pálida para un Loric y se mueve casi robóticamente, como si

sus extremidades no estuviesen en total sincronía con su

cerebro. Pittacus parece impresionado por su apariencia, pero

no lo aparta de su tarea.

—¿Dónde está Setrákus? —Pregunta.

Page 312: El Destino de Diez [ECEN]

—Está en el Liberador —dice el joven Loric, y apunta

hacia la tubería gigante—. ¿Lo está esperando Anciano Lore?

—No tiene importancia —responde Pittacus, y marcha

hacia el llamado “Liberador”. El pálido Loric sale de su

camino, pero Pittacus duda. Se da vuelta y estudia al chico—.

¿Qué ha estado haciendo aquí afuera? ¿Qué te ha hecho a ti?

—Yo… —El chico duda, como si no debiese decirlo.

Pero entonces, alarga su mano, se concentra y levita un

puñado de rocas con telequinesis, parece un gran logro para

él.

Pittacus gira su cabeza, sorprendido.

—¿Eres Garde? ¿Por qué no te conozco?

—Esa es la cosa. —Responde el chico—. No soy Garde,

soy nadie.

Durante su débil demostración de telequinesis, venas

negras comenzaron a salir de la frente del Loric. Pittacus nota

esto y se acerca para tocar la cara del joven. Él se aleja.

—Es… es un trabajo en progreso —dice el joven

pálido—. No he tenido mi aumentación hoy.

—Aumentación

Susurra Pittacus bajo su aliento, luego camina decidido

hacia la máquina Liberadora. Pasa un montón de asistentes

en el camino allí, todos con similar piel pálida y delgadez.

Puedo sentir la ira creciendo dentro de él, o quizás es mi

propia ira, o quizás ambas.

Estamos siendo testigos de algo realmente corrupto.

Page 313: El Destino de Diez [ECEN]

El Liberador está encendido. Emite el mismo sonido y

chillido que la tubería que Setrákus Ra bajó del Anubis. Hay

grumos de Loralita tirados por todo el sitio de excavación,

como si la tripulación hubiese tenido que arrancar las piedras

azulejas de la tierra para llegar hasta donde se estaba ahora.

Energía Loric es sacada del suelo y transferida a grandes

contenedores de vidrio con forma de píldora. Una vez en los

contenedores, la energía va al proceso, es cargada por ondas

de sonido de alta frecuencia y lanzada con explosiones de aire

lleno de químicos subzero, hasta que la energía de alguna

manera se convierte en materia sólida. Entonces, es batida por

un rodillo cubierto de cuchillas afiladas antes de pasar por

una serie de filtros.

El resultado es un lodo negro con el que Setrákus es

capaz de llenar un tubo de ensayo. Está en el proceso de hacer

justo eso cuando Pittacus se le acerca.

—¡Setrákus!

Mi abuelo lo mira y de hecho sonríe. Está orgulloso. Hay

venas negras corriendo bajo su piel también, y su pelo negro

ha comenzado a perder color. Sorprendentemente, está

emocionado de ver a Pittacus y deja de lado su retorcido

trabajo para saludarlo.

—Viejo amigo —dice Setrákus Ra, acercándose con los

brazos abiertos—. ¿Cuánto ha pasado? Si me he perdido otra

reunión del concilio de los Ancianos, dile a Loridas que lo

siento, pero…

Como manera de saludo Pittacus toma la parte delantera

de la camiseta de Setrákus Ra y lo empuja hacia una de las

Page 314: El Destino de Diez [ECEN]

vigas de soporte del Liberador. Aunque es más bajo que

Setrákus, logra tomar al gran hombre por sorpresa.

—¿Qué es esto Setrákus? ¿Qué has hecho?

—¿A qué te refieres? Suéltame, Pittacus.

Pittacus calma su temperamento. Realmente desearía

que no lo hiciera. Toma un gran respiro, deja ir a Setrákus y

da un paso hacia atrás.

—Estás explotando Lorien —dice Pittacus, intentando

entender en su cabeza lo del sitio de excavación—. Estás…

¿Qué le hiciste a esta gente?

—¿Los voluntarios? Los ayudé.

Pittacus sacude su cabeza.

—Esto está mal, Setrákus… parece que has profanado

nuestro mundo.

Setrákus ríe.

—Oh, no seas tan dramático. Sólo te aterroriza porque

no lo entiendes.

—¡Explícamelo, entonces! —Grita Pittacus, mientras una

pequeña llama erupciona de las comisuras de sus ojos.

—Por dónde empezar… —Dice Setrákus pasando una

mano por su cuero cabelludo—. Estuvimos juntos en

Mogadore. Viste el odio que los Mogs tenían por nosotros. La

crueldad. ¿Qué podría venir alguna vez de ese lugar?

—Tomará tiempo —Responde Pittacus—. Un día, los

Mogadorianos elegirán la paz. Loridas lo cree y también yo.

—¿Y qué si no? Ellos amenazan no sólo nuestra manera

de vida, sino a toda la galaxia. ¿Por qué simplemente

Page 315: El Destino de Diez [ECEN]

deberíamos contenerlos y esperar que su mentalidad mejore

cuando podríamos acelerar su evolución? ¿Y si los

Mogadorianos que elegimos, los que vemos como pacíficos y

potenciales aliados, y si pudiéramos darles Legados?

¿Hacerlos Garde? ¿Líderes entre su gente, capaces de extirpar

el modo de guerra y peligro? Cambiaríamos el destino de una

especie entera, Pittacus.

—No somos dioses. —Responde Pittacus

—¿Quién lo dice?

Un momento de silencio sigue. Pittacus da un paso lejos

de su antiguo amigo.

—Es todo lo que he pensado desde que volvimos de

Mogadore. —Continúa Setrákus—. No sólo los Mogadorianos

tampoco. Nosotros. Todos nosotros. Los Lorics. ¿Por qué hay

Garde y Cêpan? Tenemos paz, sí, pero ¿a qué costo? Un

sistema de castas, donde ¿nuestros líderes son decididos por

quién es y no es lo suficientemente suertudo para nacer con

Legados? Nosotros Ancianos nos sentamos alrededor de una

mesa que dice “Unidad”, pero ¿pero somos igualitarios?

—Es como la voluntad de Lorien…

Setrákus ríe amargamente.

—Naturaleza, fe, destino. Estamos más allá de esos

conceptos infantiles, Pittacus. Nosotros controlamos Lorien,

no de la otra manera. Tú, yo, todos, elegimos nuestro propio

destino, nuestros propios Legados. Mi esposa, ella podría…

—Celwe estaría asqueada por esto y lo sabes —apunta

Pittacus—. Está preocupada por ti.

—¿Tú…tú hablaste con ella?

Page 316: El Destino de Diez [ECEN]

—Sí, y vi el desastre que hiciste de tu hogar.

Las cejas de Setrákus Ra se elevan y su boca se abre, casi

como si hubiese sido abofeteado. Medio espero que

comenzara a gritarle a Pittacus en el altivo tono que usa tan a

menudo conmigo a bordo del Anubis. Puedo ver la arrogancia

y conozco tan bien su expresión, pero también algo más. No

ha ido tan lejos aún. Compitiendo con los delirios de

grandeza de mi abuelo hay una sana dosis de vergüenza.

—Yo… yo perdí mi temperamento —dice Setrákus

después de un momento.

—Has perdido muchas cosas y te arriesgas a perder más

si no detienes esto —responde Pittacus—. Quizás nuestro

mundo no es perfecto. Quizás podríamos hacer más,

Setrákus. Pero esto… esto no es la respuesta. No estás

ayudando a nadie. Los estás enfermando y torturando

nuestro mundo natural.

Setrákus sacude su cabeza.

—No. No lo es… esto es progreso, Pittacus. Algunas

veces, el progreso necesita ser doloroso.

La expresión de Pittacus se convierte en acero. Se vuelve

hacia el Liberador y mira el continuo flujo de energía Loric

ser arrancada del núcleo del planeta. Toma su decisión

rápidamente. El fuego cruza sus manos y brazos.

—Ve a casa con Celwe, Setrákus. Intenta olvidar esta

locura. Yo... limpiaré lo que has hecho aquí.

Por un momento, Setrákus parece considerar esto.

Aliento por él, realmente lo hago. Desearía que él se diera

cuenta que Pittacus está en lo correcto, que diera la espalda a

Page 317: El Destino de Diez [ECEN]

esta maquinaria y volviera a casa con mi abuela. Pero

realmente sé cómo terminará todo.

La expresión de mi abuelo se oscurece y las llamas que

crecen con intensidad de Pittacus son extinguidas de repente.

—No puedo dejarte hacer eso —dice él.

La Cámara de los Ancianos está vacía ahora, a excepción de

Pittacus y Loridas. El joven Garde se desploma en su silla de

respaldo alto, su rostro magullado y sus nudillos a carne viva.

El Garde más viejo se encuentra en el otro lado de la mesa,

inclinado sobre un objeto brillante, trabajando en lo que sea

que sea con sus nudosas manos.

—No estoy de acuerdo con su decisión —dice Pittacus.

—Nuestra decisión —lo corrige Loridas amablemente—.

Tenías un voto, los nueve de nosotros lo teníamos.

—Ejecución es demasiado. Él no merece eso.

—Él era tu amigo —responde Loridas—. Pero él ya no es

ese hombre. Sus experimentos corromperían nuestra manera

de vida. Pervierten todo lo que es puro acerca de Lorien. No

puede ser permitido que continúe. Debe ser removido

completamente. Borrado de nuestra historia. Incluso su

asiento en los Ancianos no será llenado, él lo ha dañado. Su

malignidad no puede permitírsele que tome raíz y se esparza.

—Escuché todo esto cuando estuvimos convocados,

Loridas.

—Si te aburro, ¿Por qué sigues aquí?

Page 318: El Destino de Diez [ECEN]

Pittacus suspira profundamente. Mira abajo hacia sus

manos.

—Crecimos juntos. Nos nombraron Ancianos juntos.

Nosotros… —su voz tiembla y para para tranquilizarse a sí

mismo—. Quiero ser quién lo haga.

Loridas encuentra la mirada de Pittacus. Satisfecho que

el hombre joven parezca serio, asiente.

—Pensé que lo querrías.

Loridas activa su Aeturnus, sus facciones lentamente

suavizándose hasta que luce mucho más joven. Pittacus mira

con una ceja levantada.

—Él tomó tus Legados la última vez que se encontraron

—dice Loridas—. Te venció en retirada.

—No pasará de nuevo —responde Pittacus, rezongando.

—Muéstrame

Pittacus se concentra en Loridas. Un momento después

la piel de Loridas se convierte en floja y arrugada, su raya de

cabello retrocede drásticamente y su cuerpo se marchita en su

ceremonial bata de Anciano. Se ve incluso mayor que antes y

rápidamente me doy cuenta que es su verdadera apariencia.

De alguna manera, Pittacus acaba de quitarle su Legado.

—Bien —dice Loridas con voz rasposa—. Ahora dale a

este viejo su dignidad.

Con un gesto de su mano Pittacus le devuelve su

Legado a Loridas. El Anciano cambia de forma nuevamente,

aún viejo, pero no desconcertadamente viejo.

Page 319: El Destino de Diez [ECEN]

—¿Cuántos Legados has perfeccionado con tu Ximic,

Anciano Lore?

Pittacus se frota la parte de atrás del cuello, luciendo

modesto.

—Dreynen, los hace setenta y cuatro. Nunca me molesté

en aprenderlo antes. No pensé que alguna vez lo necesitaría.

Dreynen, ese es mi Legado, uno de los poco que

comparto con mi abuelo, el que nos deja quitar un Legado

por toque o por cargar proyectiles.

—Impresionante —responde Loridas, volviendo su

atención al objeto en la mesa ante él—. Ximic es él más raro

de nuestro Legados, Pittacus. La habilidad de copiar y

perfeccionar cualquier Legado que hayas observado. No es

un regalo que deba ser tomado a la ligera.

—Mi Cêpan solía darme charlas al respecto —responde

Pittacus—. Entiendo la responsabilidad que viene con el

poder. He intentado vivir toda mi vida con eso en mente.

—Sí, y somos afortunados que tú Legado te encontró a ti

y no a alguien más. Imagina, Pittacus, si tu amigo Setrákus

encontrara una manera de duplicar tu poder. De hacerlo

suyo. O dárselo a cualquiera que eligiera.

Pittacus aprieta los dientes.

—No dejaré que eso pase.

Loridas levanta el objeto en el que ha estado trabajando.

Parece una cuerda, excepto que el trenzado material no es

similar a nada que alguna vez haya visto en la Tierra. Es

grueso y robusto, de más o menos veinte pies de largo, y en

un extremo está anudado con un lazo complejo. La porción

Page 320: El Destino de Diez [ECEN]

de la cuerda del lazo ha sido moldeada y endurecida, un lado

de cuchilla afilada. Loridas demuestra apretar el lazo y

cuando lo hace el borde mortal hace un sonido de shink

Pittacus hace una mueca

—Un poco anticuado ¿No crees?

—Han pasado siglos y eres joven, pero así es como

alguna vez castigamos la traición. Algunas veces, las maneras

antiguas son las mejores. Está hecha de árbol Voron, una

planta casi tan rara como tú. Las heridas causadas por Voron

no pueden ser curadas por Legados —Loridas mueve a

Pittacus—. Vamos, déjame tomar prestado ese Dreynen tuyo.

Pittacus camina alrededor de la mesa, y descansa su

mano en el hombro de Loridas. No puedo ver cómo pasa,

pero puedo sentir, Legado puede sentir, que Pittacus usa un

poder que transfiere Legados como el que tiene Nueve,

prestándole a Loridas el uso de su Dreynen. Loridas se

concentra en el lazo, comienza a emitir un tenue resplandor

carmesí, exactamente como cuando he cargado un objeto con

mi poder absorbente.

—Tendrás esto cargado con Dreynen ahora, en caso de

que tome tus Legados antes que tomes el suyo —Explica

Loridas, cuidadosamente moviendo el borde afilado del

lazo—. Ponle esto alrededor del cuello y…

—Sé cómo funciona —interrumpe Pittacus.

—Será rápido, Pittacus.

Pittacus toma la cuerda de Loridas, con cuidado de no

tocar el extremo cargado. Aprieta la cuerda, su expresión

sombría y determinada.

Page 321: El Destino de Diez [ECEN]

—Sé lo que debo hacer, Loridas.

Y nosotros, los que lo estamos viendo en el futuro,

sabemos que lo estropea en grande.

Setrákus se arrastra a través del piso del abismo, untado en

tierra y cenizas, su cabeza cubierta con pequeños cortes. En el

fondo, un equipo de Garde comandando todo tipo de

diferentes elementos devastan su Liberador. La máquina

expulsa grandes bocanadas de humo negro y empieza a

colapsar. Los cuerpos de los asistentes tirados en el piso. Sin

embargo, no fueron asesinados por los Garde. No, algo más

siniestro y negro se filtra se sus poros, incluso muertos.

—No soy el que está loco… —dice Setrákus, escupiendo

sangre en la tierra mientras se arrastra lejos del sitio de

excavación. No mira atrás cuando sus máquinas explotan,

aunque una expresión casi de dolor físico cruza su rostro—.

El resto de ustedes, ustedes son los equivocados. No

entienden el progreso.

Pittacus sigue detrás de Setrákus. El lazo gira en sus

manos. Su fuerte mandíbula está dura y determinada, pero

sus ojos están brillando.

—Por favor, Setrákus, deja de hablar.

Setrákus sabe que no puede escapar, deja de intentar

arrastrarse lejos. Rueda sobre su espalda, liso en el suelo, y

mira a Pittacus.

—¿Cómo puedo estar equivocado Pittacus? —Setrákus

pregunta sin aliento—. Lorien mismo me dio el poder para

dominar otro Garde, para quitarles sus Legados como guste.

Page 322: El Destino de Diez [ECEN]

Esa es la manera del planeta de decir que quiere que tome

control.

Pittacus sacude la cabeza y se planta sobre su amigo.

—Escúchate a ti mismo. Primero desacreditas la manera

en que Lorien da sus regalos al azar y ahora clamas que los

Legados son nuestro destino. No estoy seguro cuál es más

perturbador.

—Podríamos gobernar juntos, Pittacus —ruega

Setrákus—. Por favor. ¡Eres como un hermano para mí!

Pittacus traga duro. Con su telequinesis enrolla el lazo

alrededor del cuello de Setrákus. Se agacha para estar frente a

su compañero Anciano, su mano posicionada en el duro nudo

de cuerda que apretará el lazo.

—Fuiste muy lejos —dice Pittacus—. Lo siento Setrákus,

pero lo que has hecho…

Pittacus comienza a apretar el lazo. Debería hacer esto

rápido, pero no puede atreverse a terminar las cosas, no aún.

El extremo afilado muerde el cuello de Setrákus. Mi abuelo se

inclina hacia atrás.

El lazo muerde más en la carne. Él mira al cielo.

—Habrá dos lunas esta noche —dice él—. Ellos bailarán

en la playa, como solíamos hacerlo, Pittacus.

La sangre oscurece la tierra bajo mi abuelo. Comienza a

sollozar, así que cierra los ojos para ocultarlo.

Pittacus no puede seguir con ello. Quita el lazo de

alrededor la garganta de Setrákus, lo tira hacia el lado y se

pone de pie. No hace contacto visual con Setrákus. En vez de

ello, mira hacia el Liberador y al área de investigación de

Page 323: El Destino de Diez [ECEN]

Setrákus. Cree que Setrákus puede volver de esto, que se ha

dado cuenta de lo errado de sus maneras. Aún ve a su viejo

amigo ahí, tirado en la tierra. No sabe el monstruo en que se

convertirá.

El Liberador está hace tiempo apagado. Nadie allá atrás

nota cuando Pittacus usa su telequinesis para arrastrar a uno

de los ya muertos asistentes de Setrákus por la tierra hacia

ellos. Mientras Setrákus mira, con los ojos muy abiertos,

Pittacus usa su Lumen para quemar el cuerpo hasta que está

achicharrado e irreconocible. Cuando está hecho, Pittacus

mira a otro lado.

—Estás muerto —dice Pittacus—. Vete de aquí. Nunca

vuelvas. Quizás un día, puedas encontrar la manera de curar

lo que ha sido dañado, aquí y dentro de ti. Hasta que ese día

llegue… adiós, Setrákus.

Pittacus lleva el cuerpo quemado con él y deja a

Setrákus en la tierra. Se queda perfectamente quieto, dejando

la sangre formar una piscina de la circular herida en su pálido

cuello. Eventualmente, se limpia las lágrimas.

Entonces, Setrákus sonríe.

Permanecemos en el cañón mientras los años comienzan a

volar. Las cenizas de la batalla, llevadas por el viento, las

quemaduras de la batalla deshaciéndose por el sol. Los restos

de la máquina de Setrákus erosionar, comidos por el polvo

rojo y los vientos que corren por las montañas.

Cada año, cuando hay dos lunas en el cielo. Pittacus

Lore vuelve aquí. Mira al desastre del Liberador y considera

lo que hizo. Lo que casi hizo. Lo que no hizo.

Page 324: El Destino de Diez [ECEN]

¿Cuántos años será así? Es difícil decir. Pittacus nunca

envejece gracias a su Aeturnus.

Y entonces, un día, mientras Pittacus está en el mismo

lugar donde debió matar a mi abuelo, una fea nave insectoide

corta la puesta de sol y se acerca hacia él. La nave aterriza

frente a él. La versión Mogadoriana de Skimmers que hemos

visto tantas veces. Mientras la nave aterriza frente a él,

Pittacus deja las llamas llenar uno de sus brazos y en la otra

una bola de hielo.

La nave se abre y Celwe sale de ella. A diferencia de

Pittacus, ella ha envejecido. Su cabello alguna vez castaño

ahora es gris, su rostro surcado por arrugas. Los ojos de

Pittacus se abren cuando la ve.

—Hola Pittacus —dice ella, conscientemente poniéndose

cabello detrás de las orejas—. No has envejecido un día

—Celwe —Pittacus respira, sin palabras. La toma en sus

brazos y ella lo abraza de vuelta, se quedan así por un largo

momento. Eventualmente Pittacus habla—. Nunca pensé que

te vería de nuevo. Cuando Setrákus Ra, cuando él, no esperé

que te fueras en el exilio con él, Celwe.

—Fui criada como los Lorics, nos apareamos de por vida

—Responde Celwe, no gélidamente.

Pittacus alza una ceja, escéptico de esto, pero no dice

nada. En cambio mira más allá de Celwe, al viejo modelo de

Skimmer.

—¿Esta nave es…?

—Mogadoriana —Simplemente responde Celwe

Page 325: El Destino de Diez [ECEN]

—¿Es ahí donde se han estado escondiendo todos estos

años? ¿Donde han estado viviendo?

Celwe asiente.

—¿Qué mejor lugar que uno donde los Garde tienen

prohibido viajar?

Pittacus sacude la cabeza.

—Él debería volver. Han pasado décadas. Los Ancianos

lo han borrado de las historias, su nombre olvidado por todos

menos nosotros. Realmente creo que después de todos estos

años sus crímenes podrían ser perdonados.

—Pero sus crímenes jamás han parado, Pittacus.

Es entonces cuando él lo nota. Las delatoras negras

venas corriendo por el cuello de Celwe. Pittacus da un paso

hacia atrás, su expresión endureciéndose.

—¿Por qué has vuelto ahora Celwe?

En respuesta, Celwe se vuelve al Skimmer.

—Ven aquí —dice ella y un momento después, una

tímida chica, de no más de tres años se asoma de la entrada

del Skimmer. Tiene el cabello castaño de Celwe y las duras

facciones de Setrákus Ra, y de repente me acuerdo de la carta

de Crayton. Setrákus Ra podría llamarme su nieta, pero en

realidad soy su bisnieta. No hay forma de negarlo ahora, no

sólo porque Legado sabe, sino porque me reconozco a mí

misma en ella, esta niña crecerá y dará a luz a Raylan, mi

padre.

—Ésta es Parrwyn —Dice Celwe— Mi hija.

Pittacus mira a la niña.

Page 326: El Destino de Diez [ECEN]

—Es hermosa Celwe, pero… —Mira a su anciano

rostro—. Lo siento, pero ¿cómo es esto posible?

—Sé que soy mayor para ser madre —contesta Celwe,

una mirada distante en sus ojos—. Fertilidad es la

especialidad de Setrákus Ra ahora. Fertilidad y genética, para

ayudar a levantar a los Mogadorianos. Lo llaman el Amado

Líder, ella se ríe de esto, sacudiendo la cabeza. Aun así no

podía ver a su única hija criada entre ellos. Así que aquí

estamos.

Parrwyn va hacia delante, escondiéndose tras la pierna

de su madre. Pittacus Lore se agacha, mueve sus manos sobre

las piedras sin vida del cañón y causa que una sola flor azul

brote de la arena.

La saca y se la entrega a Parrwyn. La chica sonríe

mucho.

—Te daré protección aquí —dice Pittacus a Celwe, no

mirándola a ella, sino a su hija—. Puedes vivir una vida

normal. Mantenerla a salvo. No le digas a ella de…de él.

Celwe asiente.

—Él volverá un día, Pittacus. Sabes eso ¿cierto? Excepto

que no será como lo imaginas. No estará buscando perdón.

Pittacus toca su garganta, con su mano a través del lugar

donde la cicatriz de Setrákus Ra está localizada.

—Estaré listo para él —dice Pittacus.

No lo estaba.

La visión termina y la oscuridad vuelve. Hay estallidos

de energía Loric en todos lados a mí alrededor. Otra vez estoy

flotando a través del cálido espacio que es Legado.

Page 327: El Destino de Diez [ECEN]

—¿Ahora qué? —Pregunto—. ¿Por qué nos mostraste

eso?

Para que supieran. Su voz replica gentilmente. Y ahora

sabiendo, conocerán.

—¿A quién conoceremos?

Todo.

Page 328: El Destino de Diez [ECEN]

Me despierto en una librería, de cabeza en una suave

alfombra. Rodeado en todos lados por cómodos sillones.

‗Despertar,‘ probablemente no es el término correcto, de

hecho. Todo es confuso en los bordes, incluso mi propio

cuerpo. Puedo decir que sigo en un estado de sueño que Ella

creó, excepto que ya no estoy en un modo de espectador

completo. Puedo moverme e interactuar con el cuarto, aunque

no sé qué demonios se supone que deba hacer ahora.

Me paro y miro alrededor. La iluminación aquí es tenue

y las paredes están cubiertas con viejos libros con tapa de

cuero, no me molestaría explorar, excepto que de vuelta en el

mundo real hay una horrible Mogasaurio destrozándonos a

mí y a mis amigos. Ella aseguró que estaríamos bien. Eso no

significa que estoy tranquilo simplemente sentándome en una

librería astral, esperando ver qué pasa ahora.

—Hombre, alguien debería tocar el violín para ese bebé

llorón de Pittacus Lore.

Me doy vuelta para encontrar Nueve parado en la mitad

del cuarto, donde no había nada más que espacio vacío hasta

hace un momento. Asiente hacia mí.

—¿De qué estás hablando?

—Tú lo viste también ¿No? ¿La historia de vida de

Setrákus Ra?

Asiento.

Page 329: El Destino de Diez [ECEN]

—Sí, lo vi también.

Nueve me mira como si fuera un idiota.

—El tipo debería haber matado a Setrákus Ra cuando

tuvo la oportunidad, en vez de ponerse todo sensible con ello.

Vamos

—No lo sé —replico tranquilamente—. No es fácil tener la

vida de alguien en tus manos. No podría haber sabido qué

pasaría.

Nueve bufa.

—Lo que sea, estaba gritándole que matara al idiota,

pero no escuchaba. Gracias por nada Pittacus.

La verdad no estoy para nada listo para procesar esa

visión, especialmente no con los comentarios de Nueve.

Desearía poder verlo de nuevo, para tomarme el tiempo de

realmente examinar mi mundo hogar como era hace siglos.

Más que nada. Desearía poder ver más de Pittacus Lore

usando el Legado Ximic. Hemos escuchado historias acerca

de cuan poderoso era, sobre como tenía todos los Legados.

Supongo que así es como lo hizo.

Verlo usar el Ximic me puso a pensar en el tiempo en

que desarrollé mi Legado curador. Fue una situación

desesperada, cuando estaba intentando salvar la vida de

Sarah que el Legado se manifestó. ¿Y si no era un Legado de

curación que manifestó después de todo? ¿Qué si era mi

Ximic despegando cuando realmente lo necesitaba? ¿Y

simplemente he sido incapaz de darme cuenta cómo

explotarlo para algo más que curar desde entonces?

Sacudo mi cabeza. Es una esperanza tonta algo así. No

puedo permitirme Legados más fuertes más que Nueve puede

cambiar el pasado. Tenemos que ganar esta guerra con lo que

se nos ha dado.

Page 330: El Destino de Diez [ECEN]

—Lo que está hecho está hecho —Le digo a Nueve

ceñudo—. Todo lo que importa es que detengamos a Setrákus

Ra. Esa es la misión.

—Sí, también me gustaría evitar ser comido por ese

monstruo gigante en Nueva York —dice Nueve mirado

alrededor. No parece para nada extrañado de estar aquí en

este estado de sueño. Está yendo con el flujo–. Ugh, libros.

¿Crees que alguno de estos habla de ese Godzilla que

tenemos?

Miro alrededor también, pero no a los libros, busco una

salida. Este cuarto en el que estamos no parece tener puertas.

Estamos atrapados aquí. Ella, la Entidad Loric, quién sea que

esté haciendo esto, no ha terminado con nosotros aún.

—Creo que estamos en algún tipo de cuarto de espera

psíquico —le digo a Nueve—. No estoy seguro de por qué.

—Genial —replica, y se tira en uno de los sillones—.

Quizás van a mostrarnos otra película.

—¿Qué crees que le pasó a Sam y Daniela? Los vi

desmayarse al mismo tiempo que nosotros.

—No tengo la más maldita idea —dice Nueve.

—Pensarías que terminarían en el mismo lugar.

—¿Por qué? —Pregunta Nueve—. ¿Crees que hay mucha

lógica operando en una especie de alucinación telepática

compartida?

—No —admito—. Supongo que no.

—Entonces, ¿crees que Ella está haciendo todo esto?

Estoy recibiendo una señal totalmente de Ella.

—Sí —digo asintiendo de acuerdo. Nueve tiene razón, no

estoy seguro cómo sé que estamos en una proyección psíquica

de Ella, sólo lo sé. Es intuición.

Page 331: El Destino de Diez [ECEN]

Nueve silba.

—Demonios hombre. La chica tuvo un serio aumento de

poder. Me siento holgazán. Quiero copiar algunos Legados

como tu chico Pittacus. O al menos tener una cosa lazo

afilada.

Suspiro y sacudo mi cabeza, un poco avergonzado de oír

a Nueve decir lo que estaba pensando. Cambio de tema.

—Necesitamos encontrar una forma de salir de aquí.

Nueve me da una mirada divertida, me doy vuelta y

camino hacia uno de los estantes. Empiezo a sacar libros de

los estantes, pensando que tal vez active algún tipo de pasaje

secreto. Nada pasa y Nueve sólo se ríe de mí.

—No deberíamos estar esperando —digo mirándolo.

—Hombre ¿qué más vamos a hacer? ¿Sabes lo mucho

que intenté asesinar al joven Setrákus Ra mientras estábamos

viendo? Mucho —Nueve empuja su puño a su palma abierta,

luego se encoge—. Pero ¿sabes? No tenía brazos ni piernas.

No podemos hacer nada ahora, así que sólo relajémonos, he

estado peleando por días e incluso si esta silla, es como un

fragmento de mi imaginación, es malditamente cómoda.

Me rindo de intentar sacar libros y vuelvo al centro del

cuarto. Ignorando a Nueve. Levanto mi cabeza al techo y grito

a él.

—Ella ¿puedes oírme?

—Te ves tan estúpido ahora —dice Nueve.

—No sé por qué sólo estás sentado ahí —digo

mirándolo—. Ahora no es el momento de relajarse.

—Ahora es exactamente el momento de relajarse —

replica Nueve, mirando a su reloj imaginario—. Volveremos a

Page 332: El Destino de Diez [ECEN]

casi morir tan pronto como Ella nos muestra cualquier

mierda profética que necesita.

—Estoy de acuerdo con Nueve.

Me doy vuelta para encontrar a Cinco parado a un par de

metros de mí, recientemente manifestado en nuestro pequeño

estar. Presiona sus labios y se encoge de hombros hacía mí,

como si no estuviera feliz de vernos tampoco. Incluso en este

mundo soñado, a Cinco le falta uno de sus ojos. Al menos está

cubierto por un parche de ojo normal, en vez de la asquerosa

cinta que lleva en el mundo real.

—¿Qué demonios está haciendo él a…?

Hay un grito gutural detrás de mí y entonces Nueve es

un borrón. Baja sus hombros y apunta por el estómago de

Cinco. Por alguna razón Cinco no espera ser atacado

enseguida y apenas tiene tiempo de cubrirse antes que de

Nueve llegue a él.

Excepto que Nueve no lo golpea. Pasa a través de Cinco y

termina golpeando su rostro contra una pila de libros que yo

tiré.

—¡Hijo de perra! —Ladra Nueve

—Eh —dice Cinco, mirando a su pecho, el cual

definitivamente parece lo suficientemente sólido como para

golpearlo.

—No puede haber violencia aquí

Todos nos damos vuelta para mirar a la pared más

alejada del cuarto, donde un pasillo se acaba de manifestar.

Parado ahí hay un musculoso hombre de mediana edad, su

cabello café blanqueándose en los bordes. Se ve exactamente

como lo recuerdo.

—¿Henri? —Exclamo.

Page 333: El Destino de Diez [ECEN]

Al mismo tiempo Nueve grita.

—¿Sandor? ¿Qué demonios?

Cinco no dice nada. Simplemente mira al hombre en el

pasillo, sus labios curvados en desprecio.

Nueve y yo intercambiamos una rápida mirada. Solo nos

toma un segundo darnos cuenta que todos vemos gente

diferente. Si realmente es Ella llevando este lugar de ensueño,

debe haber sacado a alguien con quien nos sintiéramos

cómodos de nuestro subconsciente. Excepto que eso no

parece haber funcionado realmente con Cinco. Sigue

apretando y relajando sus puños, como si fuera a abalanzarse

en cualquier segundo. No puedo evitar sonreír mirando a

Henri, aunque el momento es definitivamente agridulce.

—¿Eres… eres real? —Pregunto sintiéndome estúpido

preguntando

—Soy tan real como un recuerdo, John —Henri replica.

Cuando habla, veo un brillo dentro de su boca, de la misma

energía que Setrákus Ra estaba minando de Lorien. Es similar

a la forma en que Seis describía el encuentro de su grupo con

el brevemente reencarnado Ocho. Ya no creo que sea sólo Ella

llevando esta pieza maestra telepática. Tiene un soporte con

mucha energía.

—Siento haber volado el Pent-house —dice Nueve. Pausa

para una respuesta, luego dice—. Sí, fue totalmente la culpa

de Cinco, tienes razón.

Miro primero a Nueve, luego a Cinco, quién aún no ha

dicho nada, pero parece estar escuchado atentamente, y

finalmente a Henri. No podemos ver las visiones de los otros,

sólo las nuestras.

—¿Qué estás…? —Estoy a punto de preguntarle a Henri

qué hace aquí, pero me lo pienso mejor. Que él esté aquí de

Page 334: El Destino de Diez [ECEN]

hecho tiene tanto sentido como cualquier cosa. Hay una

pregunta mucho más importante que necesita respuesta.

—¿Qué hacemos aquí? —Pregunto.

—Están aquí para conocer a los otros —responde Henri,

luego se da vuelta y camina a través del corredor abierto que

no estaba allí hace un segundo. Hace un gesto para que

sigamos.

—¿Qué otros?

—Todos —dice Henri, y me sonríe en la misma forma

frustrante de saber que solía hacer antes—. Recuerda John.

Tienes sólo una oportunidad de hacer una primera buena

impresión. Mejor hazla contar.

No sé de lo que habla, pero sigo de todas formas. Él es

mi Cêpan después de todo. Aún aparecido en este loco estado

de sueño, él se siente real. Confío en él. Nueve se acerca a la

puerta también, siguiendo a una versión de Sandor que no

puedo ver, parloteando sobre los Chicago Bulls. Cinco nos

sigue a regañadientes unos pasos más atrás, aún en silencio.

Cuando me acerco a él, Henri pone su mano en mi

hombro. Baja su voz, aunque los otros no pueden oírlo, como

si me estuviese contando un secreto.

—Empieza con lo que sientes John. Esos serán los más

fáciles. Recuerda cómo es. Visualiza.

Miro a Henri, no estoy seguro de lo que está hablando.

En respuesta a mi mirada, muestra esa sonrisa de nuevo.

Acompañándome, haciéndome ver los detalles por mí mismo.

La manera de Henri. Sé que me hace más fuerte y más listo al

final, pero el hombre si me enfada.

—No entiendo lo que estás tratando de decirme —digo.

Page 335: El Destino de Diez [ECEN]

Henri me palmea el hombro, y comienza a caminar por

el pasillo.

—Lo harás.

Page 336: El Destino de Diez [ECEN]

Estoy un poco aturdida, conducida hasta el final de un largo

pasillo por Katarina, mi Cêpan muerta. Marina y Adam están a

pocos pasos detrás de mí. No teníamos mucho que decirnos el

uno al otro cuando ‘Despertamos’ en una lujosa biblioteca,

todos nosotros aún estábamos pasmados por lo que habíamos

visto, o bien un poco en impactados por la feroz batalla a la que

repentinamente fuimos transportados. De todos modos, no pasó

mucho tiempo hasta que Katarina vino a recogernos.

Salvo porque no creo que los otros estén viendo a

Katarina. Marina se dirige a la figura que nos conduce como

Adelina y Adam ha mantenido su voz deliberadamente baja por

lo que no podemos oír lo que está diciendo. Ambos están

teniendo conversaciones por separado de mí. Es como si

estuviéramos aquí juntos, pero no realmente existiendo en la

misma longitud de onda.

La expresión de Adam se ha nublado por la culpa cuando

despertamos aquí. Ahora, sin embargo, se pone un poco por

delante de Marina y de mí, acercándose a la figura que yo

identifico como Katarina. Marina y yo intercambiamos una

mirada, ambas teniendo la urgencia de escuchar a escondidas.

Nos levantamos un poco detrás de Adam.

—¿Hice lo correcto? —Él le pregunta a cual sea la forma

que la Entidad de Ella ha tomado para él.

Page 337: El Destino de Diez [ECEN]

No escucho qué respuesta obtiene. Todo lo que Adam

hace es sacudir la cabeza.

—Eso no cambia lo que he intentado hacer, Uno.

Ah. Sé sobre lo que está preguntando. Adam realmente

intentó matar a Ella hace un momento… bueno, justo hace un

momento ella básicamente se suicidó. Tengo mi propia culpa

sobre eso considerando que estoy bastante segura que no iba a

saltar enfrente para detenerlo. Estaba planeando dejar todo

pasar, solo atribuyéndolo al calor del inicio de la batalla.

Aparentemente, Adam no pudo hacerlo.

Tampoco Marina. Ella toma a Adam por el codo,

alejándolo del cambia-formas de Katarina para así ella poder

confrontarlo. Conociéndola, este enojo probablemente lo lleva

sazonado por un rato.

—¿Qué demonios fue eso allá atrás? —Le pregunta a él.

Casi espero que Marina comience a irradiar su aura de hielo.

Supongo que eso no pasará aquí en el espacio de la cabeza de

Ella. Sin embargo, en sus ojos muy abiertos la muerte comienza

a reflejarse en ella o cruzar por su mirada.

—Lo sé… —Adam responde, dejando caer su cabeza—.

Perdí el control.

—Pudiste haber matado a Ella —Marina lo suelta—.

¡Pudiste haberlo hecho!

—Él no lo hizo, pienso… —digo, tratando de mantener las

cosas calmadas. Ambos me ignoran.

—No espero que entiendas esto —Adam dice con su voz

suave—. Nunca, yo realmente nunca conocí a Setrákus Ra

antes. Pero he pasado mi vida entera a su sombra, bajo su

Page 338: El Destino de Diez [ECEN]

pulgar, un prisionero de sus palabras. Cuando tuve la

oportunidad de matarlo, de liberarme… no pude evitarlo.

—¿Tú piensas que no queremos matarlo? —Marina

pregunta incrédula—. Él ha estado cazándonos nuestra vida

entera. Pero nosotros sabíamos que Ella podía morir primero así

que…. Nos detuvimos.

—Lo sé —Adam responde, ni si quiera intenta

defenderse—. Y en ese mismo momento me convertí en la cosa

que siempre he odiado. Tendré que vivir con eso, Marina.

Lamento que haya pasado.

Marina pasa su mano por su cabello, nada segura de cómo

responder a eso.

—Yo solo… yo solo no puedo creer que se haya ido —

Marina dice después de un momento—. No puedo creer que

ella se haya hecho eso a sí misma.

—No creo que Ella se haya ido —le digo a Marina,

agitando una mano en el azul mármol profundo de las paredes

del pasillo que nos rodea—. Yo creo que tiene algo que ver con

nuestra situación actual. ¿Sabes? Vi muchos rayos de luz

saliendo disparados del cuerpo de Ella antes de que cayéramos.

Marina sonríe ligeramente, mirándome a mí ahora en lugar

de asesinar a Adam con la mirada.

—Espero que estés en lo correcto, Seis.

—El hechizo se rompió, creo. Lo probé antes de venir aquí.

—les digo, recordando con gran satisfacción cómo se sentía

romper la cabeza de Setrákus Ra con una roca.

Marina se pellizca el puente de la nariz. Es demasiado para

asimilar, viniendo de pelear con Setrákus Ra y verlo como un

Loric normal.

Page 339: El Destino de Diez [ECEN]

—¿Él…? ¿Podría estar matándonos justo ahora?

—No, él se cayó con lo que sea que Ella hizo, también. Sin

embargo deberíamos hacer un plan, porque tengo el

presentimiento que una vez que este pequeño viaje bajo el

mundo de los recuerdos se acabe vamos a estar de regreso en la

mierda.

Adam frunce el ceño, viéndose avergonzado.

—Estoy en mal forma. Creo que rompió toda mi cara.

—Te sanaré —Marina dice secamente—. Estaba a punto

de hacerlo de todas formas.

—Bien, bien —digo—. Y entonces ustedes podrán

ayudarme a matar a Setrákus Ra.

Ambos Adam y Marina se me quedan viendo.

—¿Qué? —Pregunto—. ¿Ustedes creen que alguna vez

tendremos una mejor oportunidad contra él? Tenemos a sus

tropas huyendo, él está herido, es tres contra uno…

—No tenemos nuestros Legados —Marina dice—. Él los

drenó. Voy a tener que arrastrar a Adam fuera del cráter solo

para curarlo.

Adam asiente, estudiándome. No puedo decir si él no está

seguro si estoy loca o si cree que es un buen plan. De todas

formas, no dejaré pasar la admiración en su mirada.

—No será tres contra uno de inmediato, Seis. Será uno

contra uno.

—No me importa, no desperdiciaré esta oportunidad —le

digo. Miro alrededor a lo que nos rodea, deseando que pueda

descubrir una manera de salir—. Tan pronto como esto

termine, voy a matarlo.

Page 340: El Destino de Diez [ECEN]

Marina olvida su disgusto con Adam lo suficiente para

intercambiar una mirada con él. Supongo que podría sonar un

poco loco… En este punto, hemos dejado de caminar por el

pasillo al tener esta discusión. Katarina, o quienquiera o lo que

sea que ha tomado su forma, nota nuestra tardanza, y se

detiene, aclarándose la garganta impacientemente.

—No tenemos mucho tiempo —dice en el mismo severo

tono que usaba cuando realmente la molestaba—. Vamos.

Comenzamos a caminar de nuevo. Marina se acerca a mí,

apoyando su hombro con el mío.

—Sólo seamos cuidadosas ¿Está bien, Seis? —dice

suavemente—. El Santuario, tal vez Ella… ya hemos perdido

demasiado por hoy.

Asiento, sin responder. Marina era la que quería quedarse

atrás y proteger el Santuario de Setrákus Ra en primer lugar.

Pero ahora que realmente tenemos una oportunidad para

matarlo, está siendo tímida.

Eventualmente, el pasillo se abre en una sala abovedada

con una larga mesa circular que crece justo fuera del piso.

Katarina se hace a un lado para dejarnos entrar y cuando volteo

para mirarla, ella desaparece.

El cuarto es una réplica exacta de la Cámara de los

Ancianos de la visión que todos compartimos. La única

diferencia es el mapa con brillos que está dibujado a través del

techo. En lugar de Lorien, representa la Tierra. Hay puntos

brillantes en el mapa de lugares como Nevada, Stonehenge e

India. Los lugares de las piedras de Loralita. La galería está

actualmente vacía, pero uno de los nueve asientos alrededor de

la mesa está ocupado.

Page 341: El Destino de Diez [ECEN]

Lexa parece incómoda sentada en una de las sillas con

respaldo alto. Tambalea sus manos en la mesa, la mujer

obviamente no está segura de lo que se supone que hace aquí.

Parece aliviada cuando entramos en la habitación.

—No creo que yo deba estar aquí —Lexa dice,

levantándose para encontrarnos.

—Tengo la misma sensación. —Adam responde, mirando

el enorme símbolo Loric en el centro de la mesa.

—No soy uno de la Garde. Nunca he visto una de estas

reuniones hasta la cosa de la visión. Ustedes también vieron eso,

¿verdad?

Todos asentimos.

—Si estás aquí es por alguna razón —Marina dice.

Lexa mira hacia mí.

—Escuché la explosión en la jungla. ¿Cómo va la pelea?

Adam toca la parte de su rostro donde Setrákus Ra lo

golpeo, a continuación se aleja a una de las sillas vacías. Intento

descubrir la mejor forma de decirle a Lexa la actual situación.

—Estamos sobreviviendo —digo eventualmente—.

Hemos empujado de regreso a los Mogs y creo que tenemos una

verdadera oportunidad de llegar a Setrákus Ra. Si alguna vez

salimos de aquí.

Lexa asiente aprobando.

—Demonios sí. —Ella dice—. Mantengo los motores

calientes. En caso de que ustedes quieran abandonar.

—Nosotros muy bien podríamos –Marina dice, dándome

una mirada.

Page 342: El Destino de Diez [ECEN]

—Tú eras la que quería quedarse y pelear en primer lugar,

Marina. Ahora tenemos que terminarlo.

—¿Pero no lo entiendes, Seis? El conocimiento es lo que

necesitamos. Sabemos lo que es Setrákus Ra y sabemos cómo

detenerlo. Rompimos el hechizo. Ella estropeó su nave así que

él no puede extraer más de la Entidad. Sólo estar aquí. —

Marina señala alrededor del cuarto—. Esto es una victoria.

Adam está herido, Ella… no sabemos, y estoy segura que Sarah,

Mark y Bernie Kosar no serán capaces de cubrirnos por

siempre. Tal vez retirarnos sea un movimiento inteligente. Ella

nos dijo que deberíamos correr, después de todo. Correr o…

—Oh, ahora quieres escucharla —respondo, sacudiendo

mi cabeza—. Mira, no sé qué tomaste de esa visión, pero si he

aprendido una cosa es que Pittacus Lore debió haberse

encargado y matado a Setrákus Ra cuando tuvo la oportunidad.

—Bum. Ves, ¿Johnny? Seis está de acuerdo conmigo.

John y Nueve entran desde un pasillo lateral. A pesar de

todo, no puedo evitar sonreír cuando los veo. Esa sonrisa

desaparece rápidamente, sin embargo, cuando Cinco camina

detrás de ellos, Marina se pone tensa inmediatamente y da un

paso hacia él, pero John se pone entre ellos abriendo los ojos,

ahora no es tiempo. Pongo una mano en el brazo de Marina para

mantenerla tranquila. En su haber, Cinco parece darse cuenta

de que es una presencia realmente desagradable. Él permanece

en el borde de la habitación, evitando el contacto visual. John y

Nueve corren hacia nosotros a abrazarnos. Rápidamente les

presentamos a Lexa, de quien John ya escuchó por Sarah.

—Así que, están en medio de una pelea con Setrákus Ra y

estamos a punto de ser tragados por un Piken gigante. –Nueve

Page 343: El Destino de Diez [ECEN]

dice, cruzando sus brazos—. Buena sincronización con esta

mierda, ¿eh?

—¿Cómo está Sarah? —John me pregunta.

—Ella está bien —le digo, dejando fuera la parte donde

actualmente no he podido vigilarla en los últimos minutos. Así

que no hay razón para preocuparlo. Su novia puede cuidarse

sola. Ella ha llegado a tener un muy buen tiro.

John sonríe y se ve aliviado

—¿Qué hay de Sam? —Le pregunto.

John sacude su cabeza

—No lo sé. Él tiene Legados y lo vi desmayarse justo antes

que yo. Él definitivamente fue jalado dentro del grupo

telepático de Ella. Aunque, no estoy seguro en dónde termino.

—Él estará aquí en un segundo.

Todos reconocemos la voz. Ella aparece con un ligero aire.

Sentándose en la misma silla que Loridas ocupó en la visión. Sus

ojos están desbordantes con crepitante energía Loric. Ella

descansa su mano en la mesa en frente de sí y chispas de

llamaradas atraviesan la superficie. El cabello de Ella flota fuera

de su cabeza, rodeándola de energía estática. Todos la miramos

fijamente, impactados en silencio.

—¿Ella…? —Marina es la primera en hablar. Camina hacia

Ella—. ¿Estás bien?

Ella hace una sonrisa rápida, sin embargo nunca mira en

nuestra dirección. Sus ojos continúan enfocados en el espacio

vacío enfrente de ella. Su comportamiento me recuerda a la

Entidad. Es como si ellos compartieran un cuerpo ahora.

Page 344: El Destino de Diez [ECEN]

—Estoy bien —contesta. Hay una calidad de tono en su

voz, como si no fuera ella la única que habla, o hubiese pedazos

de otra conversación atravesándose.

—No puedo aguantar esto por mucho más tiempo.

Tenemos que seguir moviéndonos. No se asusten con lo que

sigue.

—¿Asustarnos con qué? —John pregunta.

Como respuesta, Setrákus Ra aparece en la silla a lado de

Ella, usando la misma armadura ornamentada que tenía cuando

atacó el Santuario. Todos nosotros nos alejamos hacia atrás. Sin

embargo el líder Mogadoriano no nos nota. Él no puede.

Tomando en cuenta que su cabeza está cubierta con una

capucha negra. Cadenas hechas de brillante Loralita azul están

enredadas alrededor del pecho y hombros de Setrákus Ra. Lo

mantienen atado a la silla, sin embargo es se sacude.

—¿Qué demonios? —Nueve pregunta, dando un paso

cuidadoso cerca de Setrákus Ra.

—¿Por qué esta aquí? —Le pregunto a Ella.

—Tuve que incluir a todos los que han sido tocados por

Legado —Ella responde—. Eran todos o ninguno.

—Legado… ¿quieres decir?

—La Entidad —responde—. Le di un nombre. No parece

importarle.

Marina contiene una risa. Eso me hace sonreír también, de

hecho. Suena como la vieja Ella.

—¿Esta cosa de Legado va a salir e introducirse él mismo?

—Nueve pregunta—. Quiero hacerle unas peguntas y pedir

nuevos poderes.

Page 345: El Destino de Diez [ECEN]

—Está aquí, Nueve —Ella contesta, y creo ver una esquina

de su boca ir hacia arriba en una sonrisa—. No está en mí. Está

en este cuarto. Es todo lo que nos rodea.

—Oh, está bien —Nueve responde.

—¿Él puede oírnos? —John pregunta, mirando al envuelto

Setrákus Ra.

—No, pero él sabe que algo está pasando —Ella dice—. Él

está peleando contra mí. Tratando de abrirse paso. No estoy

segura de cuanto lo pueda detener. Mejor hacemos lo que

venimos a hacer.

—¿Por qué estamos aquí? —Pregunto.

—Todos siéntense —Ella responde.

Miro alrededor para ver si alguno cree que esto es tan loco

como yo. John y Marina inmediatamente jalan una silla de la

mesa, con Lexa y Adam rápidamente uniéndoseles. Nueve

atrapa mi mirada, parpadea y me da una pequeña sonrisa y se

encoge de hombros como diciendo: Qué demonios. Él se sienta a

lado de John y yo entre Marina y Ella. Dejando solo un lugar, el

de al lado de Setrákus Ra. Nadie está ansioso por sentarse ahí.

A regañadientes, Cinco camina a través de la habitación y

se sienta a lado de su antiguo maestro. Él se ve como si

prefiriera cualquier cosa ahora y evita hacer contacto visual con

nosotros.

—Perfecto —dice Nueve con desprecio.

Mientras cada uno es colocado, me inclino y susurro a

Ella. No puedo mantener mi mente sin pensar en mi

enfrentamiento inminente con Setrákus Ra.

Page 346: El Destino de Diez [ECEN]

—Ella dijo: Corran o mueran. —Comienzo, no muy segura

de cómo aproximarme a aclarar una profecía con mi tal vez

amiga muerta llena de energía.

—Es eso… ¿Son esas aun nuestras opciones? Si peleo

contra Setrákus Ra yo podré… ¿Alguno de nosotros…?

Las venas de la frente de Ella palpitan.

—Seis, no puedo. No puedo decirte qué hacer. Todo es… es

todo tan incierto.

—¿Ahora qué? —John le pregunta a Ella, terminando

nuestra conversación.

Le toma un momento responder. Hay una clara tensión en

su rostro. Se está concentrando fuertemente en algo.

—Ahora, traeré dentro a los otros.

—¿Qué otros? —John pregunta.

En respuesta, hay una ráfaga de ruido de todo alrededor de

nosotros. Se siente como si estuviéramos en el medio de una

fiesta concurrida. Eso es porque la galería rodeando la mesa de

los Ancianos está ahora completamente llena de personas. Ellos

son de nuestra edad, algunos, tal veces unos años más jóvenes, y

a primera vista parecen venir de todo el mundo. Varios de ellos

hablan emocionadamente entre ellos, algunos hacen

introducciones, otros discuten las visiones que acaban de ver,

analizando los detalles de la historia de Setrákus Ra y Pittacus.

Otros sentados en sí mismos, se ven nerviosos o asustados. Un

chico bronceado con cabello negro y un collar de cuentas no

para de llorar entre sus manos, incluso aunque está siendo

consolado por un par de chicas rubias que parece que

pertenecen a un comercial de chocolate caliente. El modo en el

que están actuando, es como si estas personas hubieran estado

Page 347: El Destino de Diez [ECEN]

aquí todo el tiempo y nosotros fuéramos los que acabáramos de

ser transportados dentro de la escena. Supongo, desde su

perspectiva, es exactamente lo que sucedió.

Sam se sienta en la primera fila, una chica de mirada hosca

con un desastre de trenzas está sentada a su lado. Él mira

directo a mí, sonríe y murmura un hola, entonces la conmoción

realmente empieza.

—Miren —grita una chica japonesa, y me toma un

segundo darme cuenta que está señalando hacia nosotros.

Un murmuro atraviesa a la multitud mientras todos nos

notan sentados alrededor de la mesa. Al principio, todos hablan

al mismo tiempo, salpicándonos con tantas preguntas que ni si

quiera puedo distinguir. Lentamente, la sala se vuelve

silenciosa. Un respetuoso silencio eventualmente cae. Estos son

la Garde humana. Sólo puedo imaginar lo jodidamente

desquiciado que es toda esta cosa para ellos.

Y ahora, me doy cuenta, están esperando que nosotros

expliquemos la situación.

Miro alrededor de nuestra mesa. Ella está completamente

perdida. A lado de ella, Setrákus Ra se retuerce. Adam y Cinco

ambos se ven como si estuvieran a punto de esconderse debajo

de la mesa. Incluso Marina esta sonrojada y se ve incómoda. No

como los otros. Nueve sonríe, saludando a tantas personas en la

multitud como puede.

—¿Qué hay? —Dice. Algunas personas en la audiencia

sonríen disimuladamente.

Obviamente, uno de nosotros necesita decir algo un poco

más sustancial que eso.

Page 348: El Destino de Diez [ECEN]

John se levanta, su silla chirriando contra el mármol del

piso.

—Es el tipo de YouTube —Escucho que alguien susurra, y

en el otro lado de la habitación alguien dice: —Es John Smith.

John mira a las diferentes caras, tratando de no parecer

abrumado. Veo a Sam guiñarle con sus pulgares arriba. John

toma una respiración profunda, entonces duda. Él se voltea

hacia Ella.

—¿Todos ellos, eh, hablan el mismo idioma?

—Estoy traduciendo. —Ella le responde simplemente, sus

ojos brillando intensamente.

No sé cuándo demonios aprendió a hacer eso. No voy a

cuestionarlo, aunque, aparentemente tampoco John.

—Hola —John dice, levantando su mano. Algunas

personas de la multitud murmuran saludos—. Mi nombre es

John Smith. Somos lo que quedan de Lorien.

John camina alrededor de la mesa. Termina parándose

justo al lado de Setrákus Ra.

—Supongo que probablemente ustedes vieron lo que

nosotros vimos, ¿verdad? Bueno, esa historia termina con

Setrákus Ra aquí regresando a nuestro planeta, Lorien, y

masacrando a todos en él. Todos excepto a nosotros. —Él deja

que esto quede asentado por un momento antes de continuar.

—Si no están seguros de que eso tenga que ver con

ustedes, bueno. ¿Tal vez han notado todas las naves

extraterrestres en las noticias? Setrákus Ra está aquí. Él le hará

a la Tierra lo que le hizo a Lorien. A menos de que lo

detengamos.

Page 349: El Destino de Diez [ECEN]

John intenta hacer contacto visual con tantas personas en

la audiencia como le es posible. Él está haciendo toda la cosa del

líder bastante bien.

—No me refiero a nosotros como yo, eh, y amigos aquí

sentados alrededor de la mesa. —John continúa—. Quiero decir

ustedes y yo. Todos en esta habitación.

Eso obtiene que los chicos de la habitación murmuren. El

chico llorón de Hawái al menos ha parado de sollozar lo

suficiente para escuchar, pero ahora veo sus ojos mirando

alrededor para buscar una salida.

—Sé que esto suena loco. También probablemente no se

sienta justo —John continúa—. Hace algunos días, estaban

viviendo una vida normal. Ahora, sin ningún aviso, hay aliens en

su planeta y pueden mover objetos con su mente, ¿verdad?

Quiero decir… ¿hay alguien aquí que no tenga telequinesis aún?

Algunas manos se alzan, incluyendo al niño llorón.

—Oh, guau —John dice—. Así que ustedes deben estar

realmente confundidos. Inténtenlo cuando estén fuera de aquí.

Solo, eh… visualicen algo en su casa moviéndose a través del

aire. Realmente enfóquense en eso. Funcionará, lo prometo. Se

asombrarán a sí mismos y probablemente asusten a sus padres

—John piensa por un momento.

—¿Alguno ha desarrollado algún otro poder, además de

telequinesis? Los llamamos Legados, por cierto. ¿Alguno más…?

Un chico en una de las filas de en medio se levanta. Es

rechoncho con una mata de cabello café y me recuerda a un oso

de peluche. Cuando habla tiene un ligero acento Alemán.

—Mi nombre es Bertrand —él dice, nerviosamente

mirando alrededor—. Mi familia, nosotros somos cuidadores de

Page 350: El Destino de Diez [ECEN]

abejas. Ayer, noté, hmm, las abejas… hablan conmigo. Pensé que

me estaba volviendo loco pero el enjambre va hacia donde yo le

digo así que…

—Que nerd —Nueve me susurra—. Cuidador de abejas.

John aplaude.

—Eso es genial, Bertrand. Eso es realmente rápido para

desarrollar un Legado. Les prometo a los demás que también los

tendrán, y no todos serán capaces de hablar con los insectos.

Podemos entrenarlos para que sepan usarlos. Tenemos personas

que saben, personas con experiencia… Aquí —John mira

alrededor de la mesa. Supongo que ahora todos vamos a ser

Cêpan.

—De igual forma, hay una razón por la que ustedes están

obteniendo estos Legados, especialmente ahora. En caso de que

aún no lo hayan descubierto… es porque se supone que ustedes

nos ayudarán a defender la Tierra.

Eso realmente mantiene al salón hablando. Algunas

personas realmente animadas como si estuvieran listos para

pelear, pero la mayoría murmuran inciertos, hablando entre

ellos.

—John… —Ella dice, sus dientes ahora apretados—. Date

prisa, por favor.

Miro hacia Setrákus Ra. Se sacude cada vez más y más

fuerte.

John levanta ambas manos para callarlos.

—No voy a mentir y decir que lo que les estoy pidiendo

que hagan no es peligroso. La mayor parte definitivamente lo es.

Estoy pidiéndoles que dejen sus vidas detrás, que dejen a sus

Page 351: El Destino de Diez [ECEN]

familias atrás y se nos unan en una pelea que comenzó en una

galaxia completamente diferente.

Algo sobre la manera en que John dice todo esto me hace

pensar que lo había practicado antes. Noto que él mira hacia la

chica que está sentada junto a Sam. Ella sonríe hacia él.

—Obviamente no puedo obligarlos a que se nos unan. En

unos minutos, se despertarán de este pequeño encuentro en

donde sea que estuvieran antes. Donde están a salvo, espero. Y

tal vez quienes de nosotros peleemos, tal vez las armas del

mundo, todos nosotros… tal vez eso sea suficiente. Tal vez

podamos pelear contra los Mogadorianos y salvar la Tierra. Pero

si fallamos, incluso si se quedan al margen de esta batalla… ellos

vendrán por ustedes. Así que les estoy preguntando a todos,

incluso si no me conocen, incluso aunque nosotros hayamos

sacudido realmente sus vidas, quédense con nosotros.

Ayúdennos a salvar el mundo.

—Demonios sí —Nueve dice, aplaudiendo a John—. Ya lo

oyeron, nuevos. Renunciar es de peleles únanse a la maldita

batalla.

El silencio respetuoso que se mantuvo la mayoría del

tiempo durante el discurso de John se rompe cuando Nueve

abre su boca, como si de repente estuviéramos en una

conferencia de prensa. Ellos lanzan preguntas hacia toda

dirección.

—¿Es un Mogadoriano el de la mesa?

—Regresen a su galaxia. ¡Raros!

—¿Cómo le hago para dejar de romper cosas con mi

telequinesis?

—¡Quiero ir a casa!

Page 352: El Destino de Diez [ECEN]

—¿Cómo podemos detenerlos?

—¿Qué hay con tu parche en el ojo, hermano?

—¿Puede ese terrorífico hombre vernos?

—¿Por qué quiere matarnos?

Y entonces, sonando sobre la cacofonía, un larguirucho

chico con el cabello con un Mohawk decolorado con el estilo de

algún retirado punkrocker se levanta en su asiento y pisa hacia

abajo realmente fuerte. Supongo que la robustez de sus botas de

combate trasciende del mundo del sueño porque el sonido es lo

suficientemente fuerte para callar a todos.

—Ustedes están en América, ¿verdad, amigo? —El punk le

pregunta a John, hablando con un poco de acento inglés—.

Digamos que quiero unirme a la pelea y golpear a estos cabrones

pálidos. ¿Cómo demonios se supone que yo llegare a ti? En caso

de que no lo hayas notado, no hay un maldito vuelo

transatlántico debido a las grandes naves espaciales.

John se frota la parte trasera de su cuello, inseguro.

—Yo…

La mano de Ella se tensa en la mesa

—Yo puedo responder eso —ella dice, su voz suena

melodiosa y definitivamente nada a Ella. Este es Legado

hablando por ella.

Arriba de nosotros, puntos de luz en el mapa del mundo se

mantienen brillantes. Todos giran su atención al techo.

Recuerdo los más brillantes como las locaciones de las piedras

de Loralita que usamos para teletransportarnos, pero hay más,

puntos menos brillantes tomando forma por todo el globo.

Page 353: El Destino de Diez [ECEN]

—Estas son las locaciones de las piedras de Loralita. —

Ella dice—. Las más brillantes han existido en este planeta por

mucho tiempo. Las otras apenas ahora han empezado a crecer

mientras me uno con la Tierra. Pronto estarán en la superficie.

Marina habla

—Necesitamos… —ella vacila, encogiéndose en sí

misma—. Necesitamos un Legado de teletransportación para

usar esas antes.

—No más, no ahora que he despertado –Legado habla vía

Ella—. La Loralita está en sintonía con sus Legados. Cuando

estén cerca, sentirán como los jala. Todo lo que necesitan hacer

es tocar una de ellas e imaginar el lugar de otra piedra. La

Loralita hará el resto.

—¿Eso es Stonehenge? —El británico pregunta,

acercándose al mapa—. Muy bien entonces. Eso es realizable.

—Eh, creo que uno de esas está en Somalia —alguien más

dice.

—Habrán más cambios en su ambiente —Ella continúa,

pero se detiene de repente. Temblando violentamente. Sus

manos arañan la mesa y de hecho disuelven la madera, chispas

salen de ella. Cuando habla, es con su propia voz, sin Legado.

—¡Se están rompiendo! —Ella Grita.

Las brillantes cadenas que mantenían a Setrákus Ra en su

asiento se rompen. Los pedazos rotos de la cadena atraviesan la

mesa y pasan a través de nosotros. Ella debe estar perdiendo su

agarre telepático de silencio sobre Setrákus Ra. Él no está más

aislado del resto de nosotros. En un fluido movimiento, el ex

Anciano y actualmente líder de los Mogadorianos se levanta de

su silla que cae detrás de él, y se quita la capucha.

Page 354: El Destino de Diez [ECEN]

Las personas en la habitación gritan y empiezan a salirse

fuera de sus sillas, aunque no hay a donde ir.

Primero Setrákus Ra descansa una mano en el hombro de

Ella. La luz de sus ojos brilla, pero de otra forma, ella no se

mueve. Ella se mantiene enfocada. No obteniendo una reacción

por su nieta, él se voltea a mirar al Garde más cercano. Que

resulta ser Cinco. Setrákus Ra ríe.

—Hola, chico. ¿Quieres ser el primero en arrodillarse?

Cinco retrocede con terror, va atrás de la mesa. La Garde

está de pie ahora. Estoy lista para cargar pero, a mi lado, Nueve

no se siente tan preocupado.

—Él no puede hacer nada aquí. —Nueve me dice—. Me di

cuenta de eso cuando intente patear el trasero de Cinco.

Setrákus Ra balancea su mirada a través de la Garde

humana en la audiencia. Sé lo que está haciendo. Está

memorizando sus rostros.

—Él puede hacer algo —digo—. No dejes que los vea.

¡Ella! ¡Sácanos de aquí!

—¡No sé qué les hayan dicho! —Setrákus Ra se dirige a la

audiencia—. Les aseguro, es estúpido. Si vieron lo que yo vi,

entonces saben cómo los Lorics intentaron matarme por el

crimen de la curiosidad. ¡Vamos! Juren lealtad a su Amado Líder

y les mostraré cómo realmente manejar sus poderes.

Ninguno en la multitud se apresura a dar su lealtad al

psicótico Mogadoriano, pero varios de ellos se ven

justificadamente aterrorizados.

—Los estoy liberando —Ella dice—. Sucederá rápido.

Estén preparados.

Page 355: El Destino de Diez [ECEN]

Y entonces, la luz en sus ojos se apaga. Ella cae. Espero que

no sea la última vez que hable con ella.

—Seis… —es John. Él está parado junto a mí—. Estaremos

en contacto pronto. Trae a todos de vuelta a salvo.

Entonces él y Nueve abruptamente quedan fuera de

existencia.

El mapa del techo comienza a caerse. El cuarto baja la

intensidad de su luz. La visión termina.

Muchos de la nueva Garde se han ido ya. Pero algunos

quedan, y Setrákus Ra.

—¡He visto sus caras! —Setrákus Ra grita a los humanos,

ignorando totalmente al resto de nosotros—. ¡Los cazaré! ¡Los

mataré! ¡Los haré…!

Bueno, no dejaré que esto continúe.

Salto sobre la mesa, rebotando a través y poniéndome

justo enfrente de la cara de Setrákus Ra. Él detiene su

vociferación, sus negros y vacíos ojos miran directo a los míos.

Salto de un pie al otro como un boxeador.

—Oye, hijo de perra —le digo—. Cuando despertemos, te

mataré.

—Ya veremos —Setrákus Ra responde.

Creo que empieza a suceder. Mi cuerpo se vuelve

transparente. Los detalles de la habitación se vuelven borrosos.

Puedo oler el humo de los incendios alrededor del Santuario, se

puede sentir el polvo en mi piel. Tengo que moverme rápido.

Estoy deseando que mis músculos se ajusten tan pronto como

sea capaz.

—¡Vamos! —Grito—. ¡VAMOS!

Page 356: El Destino de Diez [ECEN]

Es hora de terminar esto.

Page 357: El Destino de Diez [ECEN]

Todo pasa tan rápido. Tan real como el mundo de los sueños se

sentía, no le hace justicia al peso físico de realmente tener un

cuerpo. Regresada sin ceremonia a donde pertenezco, todas las

sensaciones me golpean como nuevas. El calor del fuego, el

asfixiante polvo, mis adoloridos músculos. Mis rodillas están

débiles por el impacto de todo esto. Estuve inconsciente por un

momento y mi cuerpo se ablanda como resultado. No puedo

evitar caer al piso.

Me estrello justo frente a Setrákus Ra mientras él tropieza

también. El gran bastado esta tan desorientado como yo.

Escucho un ruido a mis pies y me doy cuenta que Setrákus Ra

ha perdido el agarre de la espada de Adam.

Con un grito, lo empujo lejos de mí con tanta fuerza como

puedo reunir. Raspo mis manos con las placas superpuestas de

metal de su armadura.

Vamos, Seis. ¡Vamos!

Mantengo mi balance antes de que Setrákus Ra lo haga.

Solo me da un segundo o dos de ventaja, pero es todo lo que

necesito. Doy una voltereta hacia atrás, tomo la espada de Adam

y la balanceo hacia la cabeza de Setrákus Ra al instante en el

que regreso a mis pies.

Page 358: El Destino de Diez [ECEN]

En el último segundo, Setrákus Ra levanta su antebrazo.

La espada se sume en su armadura con un ruido metálico.

Sangre negra sale mientras yo halo de regreso la espada. Espero

que al menos corte su brazo, pero la armadura es demasiado

fuerte y solo lo corto a él. Aun así, los ojos de Setrákus Ra son

salvajes, él sabe qué tan cerca estuve. Fuerza una sonrisa,

aunque, sin embargo ha recobrado el equilibrio, sus ojos fijos en

mí.

—Demasiado lenta, niña. —Él gruñe—. Ahora veamos si

realmente puedes hacer lo que prometiste.

Aprieto mis dientes en respuesta y me balanceo con todo

lo que tengo. Setrákus Ra aparta la espada con uno de los puños

de su armadura, evitando el filo esta vez, y entonces me patea

justo en el estómago. Se me sale el aire y mis pies están fuera del

piso, siendo lanzada fuerte en la suciedad. Ruedo a lado

inmediatamente para evitar ser pisada, lo cual probablemente

hubiera hundido mi cara entera.

La espada se queda atorada debajo de mí mientras ruedo,

haciendo un corte superficial en la parte superior de mi pierna.

Nunca había entrenado con espadas antes, nunca vi el

punto. Definitivamente desearía que lo hubiera hecho. Sin mis

Legados, es la única arma que tengo contra Setrákus Ra. Él es

más fuerte que yo e igual de rápido. Estoy comenzando a pensar

que debí escuchar a Marina.

Hablando de Marina, mientras me vuelvo a poner de pie

con unos cuantos pasos entre mí y Setrákus Ra, miro alrededor

por ella. Ahí está arrastrando a un Adam inconsciente hacia el

lado más alejado del cráter. Mientras observo incendios

desintegradores entre la tierra alrededor de ella y es forzada a

cubrirse detrás de una pila de ladrillos calizos justo en el borde

Page 359: El Destino de Diez [ECEN]

del cráter. Desde la dirección de los disparos, parece que los

Mogs se han reagrupado alrededor de la rampa de entrada del

Anubis. La enorme nave de guerra aún se cierne sobre nosotros,

es de metal la parte más vulnerable de nuestro cielo.

Camino hacia atrás mientras Setrákus Ra viene hacia mí,

esquivando un par de grandes golpes encima de mi cabeza de

sus puños blindados. Cuando salgo fuera del alcance de sus

golpes, el usa su telequinesis para lanzar algunos pedazos de

ladrillos hacia mí. Los golpeo fuerte con mi espada, las manos

sudando en el mango.

—¿Dónde está tu bravuconería ahora, niña? —Pregunta—.

¿Por qué corres?

Dejo que piense que me estoy retirando. Quiero decir, me

estoy retirando. Es solo que no es todo lo que estoy haciendo.

Mi verdadera meta es llevar a Setrákus Ra tan lejos como pueda

del lado del cráter de Marina como me es posible. Una vez que

esté fuera del radio del cancelado de Legados y pueda curar

exitosamente a Adam, tal vez seamos capaces de darle la vuelta

a la corriente.

Mientras tropiezo con otra roca, creo que Marina acuna la

cabeza de Adam y presiona sus manos contra su rostro. ¡Sus

Legados deben estar funcionando! Ahora solo tengo que

continuar jugando al gato y al ratón hasta que…

Uf.

La parte trasera de mis pies golpean un objeto y caigo

sobre mi espalda. Mi aterrizaje es amortiguado por algo suave y

me toma un momento darme cuente que es el cuerpo de Ella

con el que tropecé. Ella esta pálida, completamente inmóvil, y

hay un rastro de negra sangre coagulada saliendo de ambas

Page 360: El Destino de Diez [ECEN]

fosas de la nariz. Sigue viéndose bastante muerta. No tengo

tiempo de revisar su pulso. Setrákus Ra esta justo sobre mí.

Él realmente se detiene. El cuerpo de Ella lo ha sacado de

su juego. No soy buena en leer esa expresión en su cara y sus

negros y vacíos ojos, pero si tengo que adivinar, diría que

Setrákus Ra está sintiendo alguna rara mezcla de

remordimiento y decepción. Él se preocupaba por su nieta de la

forma más grosera posible, deseando convertirla en un

monstruo justo como él. Espero que lo coma por dentro saber

que tan mal falló.

—Ella odiaba todo acerca de ti —le digo, levantando la

espada hacia la ingle de Setrákus Ra.

Setrákus Ra intenta esquivarla. El filo roza a través de la

copa de la armadura que está usando, pero entonces tengo

suerte. La espada apunta hacia un lado, encontrando una grieta

en la armadura plateada y se entierra profundamente dentro de

su muslo. Setrákus Ra grita con dolor mientras lo corto, sangre

negra y viscosa escurre por su pierna.

—¡Tú, pequeña perra! —Me grita. En respuesta, agarró un

puño de tierra y lo lanzo hacia sus ojos.

Ya estoy de pie, corriendo otra vez, buscando más grietas

en su armadura. Los puntos están más que nada en sus

coyunturas para permitir flexibilidad. Sus codos, rodillas y por

supuesto, su cabeza y cicatriz del cuello. Ahí es a donde debo ir.

—¡Esto ha ido demasiado lejos! —Setrákus Ra grita, y no

creo que él se refiera a esta pelea. Cazarnos por años ha

frustrado al pobre viejo, y ahora estamos intentando destruir su

cuidadoso plan de invasión. Él está perdiendo su

temperamento. Puedo usar eso. Lo hace pelear estúpidamente.

Page 361: El Destino de Diez [ECEN]

Setrákus Ra crece. En el espacio de unos segundos, él va de

dos metros a seis metros gigantes, una torre completamente

sobre mí. La cosa es, su armadura creció con él, eso hace que las

grietas de su armadura se vean como blancos más grandes.

Ahora, solo tengo que evitar ser pisada hasta la muerte. No

es gran cosa.

No puedo huir más de él. Él puede cubrir mucho terreno

ahora. Volteo para enfrentarlo mientras dispara, tratando de

mantener lejos las bolas de mis pies. Mi plan es evitar su golpe,

tal vez correr bajo sus piernas y deslizarme por detrás de sus

rodillas.

El puño de Setrákus Ra es del tamaño de un bloque de

hormigón. Lo lanza hacia mí. No estoy segura que pueda

evadirlo.

No tengo que hacerlo. En el último segundo, Setrákus Ra

retrocede y toma su cara, aullando de dolor.

Un león con una cabeza de águila, garras afiladas y

hermosas alas justo vuela hacia él y derrama toda su furia en él.

Un grifo. Un grifo viene a rescatarme.

Bernie Kosar. Dios bendiga a BK.

Setrákus Ra gira alrededor para enfrentarse a la Chimæra,

lo cual es una batalla más pareja en tamaño. Bernie Kosar ruge y

rasguña a Setrákus Ra con su talón. Tan fuerte como él es,

Setrákus Ra es más fuerte. El aprieta el talón de BK con una

mano, entonces lo jala hacia atrás, luchando contra él con un

candado. Bernie Kosar aúlla, obviamente con dolor. Con un

grito feroz, tan animal como Bernie Kosar si no más, Setrákus

Ra intenta golpear a la Chimæra en el cuello.

Page 362: El Destino de Diez [ECEN]

No dejo que eso suceda. Con todo mi esfuerzo, atasco la

espada dentro de la suave tela en la parte de atrás de las rodillas

de Setrákus Ra. Se desliza suavemente y aúlla con dolor,

perdiendo su agarre de BK y tropezándose atrás. La espada

queda fuera de mi agarre. Él patea hacia atrás y a pesar de todo

intento salir fuera del camino, su gran bota golpea contra mi

costado. Puedo sentir costillas rompiéndose como resultado.

—¡Atrápalo, BK! —Grito mientras aterrizó fuertemente en

la tierra.

Bernie Kosar está a punto de saltar a él cuando un jadeo

agudo detrás de nosotros captura nuestra atención.

Ella se sienta. Toma otra respiración que suena tosca y

dolorosa. Sus ojos están casi de vuelta a la normalidad, excepto

que aún hay chispas de energía Loric saltando de las esquinas.

Ese negro pegote continúa saliendo de su nariz y ella escupe un

poco de su boca.

Setrákus Ra jala la espada fuera de su pierna como si fuera

una espina. El arma se ve cómicamente pequeña en su enorme

mano. Él la lanza hacia Bernie Kosar, propulsándola con su

telequinesis. BK consigue salir de su camino en el último

segundo, pero el filo da un sangriento roce en su costado. Es

lastimado y su poderosa figura de grifo comienza a revertirse a

la normalidad. BK balancea su cabeza de adelante hacia atrás,

gruñendo, peleando para mantener su forma y seguir en batalla.

—¡Nieta! —Setrákus Ra grita, su voz como un trueno en

su actual forma. Él se tambalea hacia Ella. De hecho se escucha

aliviado—. ¡Voy por ti!

Como respuesta, Ella vomita más sopa negra en el lodo.

Ella no lo puede controlar. Sin embargo, lo que sea que Setrákus

Page 363: El Destino de Diez [ECEN]

Ra le inyectó, seguro parece como si su cuerpo lo estuviera

rechazando ahora. No puedo permitir que él la tenga de nuevo.

—¡Bernie Kosar! —Le grito—. ¡Sácala de aquí!

La lastimada Chimæra mira hacia mí con sus afilados ojos

de águila, pero él no duda. Se lanza hacia Ella justo sobre la

cabeza de Setrákus Ra, gentilmente la atrapa con sus talones y

vuela con ella hacia la jungla.

—¡No! —Setrákus Ra grita—. ¡Ella es mía!

Setrákus Ra los persigue. El jala a Bernie Kosar con su

telequinesis, logrando disminuir la velocidad de la Chimæra.

Setrákus Ra casi lo tiene cuando un pedazo de hielo del tamaño

de un martillo neumático vuela hacia abajo desde la esquina del

cráter, golpeando el costado de la cara de Setrákus Ra y

arrancándole un pedazo de oreja.

Marina. Ella se para en la orilla del cráter, lanzando otro

malvado proyectil de hielo para herir a Setrákus Ra. A lado de

ella, Adam está de pie. Él pisa muy fuerte y traquetea los dientes

y una ola de energía sísmica rueda hacia abajo del cráter,

piedras sueltas y partes rotas de la nave descienden con ella. Si

no estuviera ya en el piso, la explosión sísmica me hubiera

puesto ahí. Setrákus Ra, con sus ya heridas piernas, cae

fuertemente al piso. Tal vez es solo mi imaginación, pero pienso

que él se encoge un poco cuando es tirado al piso. Hemos

arruinado su concentración lo suficiente que está sufriendo

para mantener todo su Legado. Intento usar mi telequinesis

para lanzar algunas cosas a él, pero sigo aún muy cerca.

Explosiones de fuego vienen del Anubis dirigidas a Marina

y Adam, pero son contestadas de alguna manera por Mark y

Sarah mientras los dos corren hacia el borde del cráter. Entre

ellos cubriendo el fuego y las rocas rotas del Santuario, de hecho

Page 364: El Destino de Diez [ECEN]

inadvertidamente hemos manejado cortar el resto de las fuerzas

de Setrákus Ra.

En una mirada, veo a Mark sangrando de un corte en la

parte alta de la cabeza y Sarah tiene una muy fea quemada

arriba y abajo del brazo. Por lo demás, ellos se ven bien.

Se ven mejor, de hecho, que Setrákus Ra. Su rostro

cortado, sin una oreja, su pierna tallada hacia arriba. Él lucha

sobre sus rodillas.

Lo tenemos. Realmente lo tenemos.

Marina lanza otro torpedo de hielo hacia Setrákus Ra. El

lanza un puño hacia atrás y lo rompe en el aire.

—No moriré en las manos de unos niños —ladra. ¿Pero

sabes qué? No suena muy seguro.

Bastante adolorida y resollando, me empujo a mí misma a

ponerme de pie y a correr hacia el lado opuesto de Marina y

Adam. Si podemos permanecer separados entonces no hay

manera de que Setrákus Ra pueda atraparnos a todos con el

radio de su Legado de cancelación. Podemos bombardearlo a

distancia.

Mark y Sarah me ven venir, aunque están intercambiando

fuego contra los Mogs dejan de correr a lo largo del borde del

cráter como a mitad de camino entre la posición de Marina y

Adam, y la mía. Los veo intercambiar unas palabras, y entonces

Sarah se regresa hacia mí mientras Mark va en dirección de los

otros.

—¡Te ves como si necesitarás una mano! —Sarah dice,

viniendo unos pasos dentro del cráter para ayudarme el resto

del camino hacia arriba.

—Gracias. ¿Estás bien?

Page 365: El Destino de Diez [ECEN]

—Resistiendo. ¿Tú estás bien? —Ella responde. Puedo

decir que está intentando que no le mire las ampollas y

quemaduras del brazo.

Tengo una mejor visión de la situación desde aquí. Los

Mogs siguen manteniendo su posición enfrente del Anubis son

sorprendentemente pocos. Los otros debieron matar un montón

de ellos mientras yo peleaba con Setrákus Ra. Incluso mientras

observo, Mark hace polvo a uno de ellos con un tiro en la

cabeza. Solo queda un manojo de ellos.

Setrákus Ra no tiene refuerzos.

El no caerá fácilmente, sin embargo. El jefe supremo

Mogadoriano, todavía siendo de gran tamaño, trepa hacia arriba

por el cráter hacia Marina y Adam. Con sus piernas lastimadas,

tiene que impulsarse con sus manos. Inteligentemente, los otros

no dejan que se acerque. Adam mantiene el desencadenamiento

sísmico lo que causa que Setrákus Ra caiga hacia atrás.

Mientras tanto, Marina se alterna entre congelar el piso debajo

de sus pies y lanzarle pedazos de hielo a él. Setrákus Ra es

capaz de absorber la mayoría de sus golpes con la armadura,

pero tiene que estar constándole demasiado. Él ya no está

hablando más. En su lugar, el líder Mogadoriano se ve algo

desesperado.

—¿Me cubres? —Le pregunto a Sarah

—Lo sabes.

Asiento y grito a través del cráter hacia Marina y Adam.

—¡Eso es! ¡Lancen todo lo que tengan hacia él!

Tengo la sensación de que Adam amplifica su terremoto y

Marina redobla su arrojamiento de hielo. Sarah y Mark siguen

manteniendo quietos a los Mogs en el pasaje del Anubis,

Page 366: El Destino de Diez [ECEN]

matando algunos y manteniendo a otros en la nave. Llego,

concentrándome en el clima y empezando a conjurar la más

grande tormenta que pueda manejar. La atmósfera alrededor de

nosotros se pone intensa y húmeda mientras jalo las nubes

hacia abajo, incluso con el Anubis sobrevolando. Muy pronto, la

nave de guerra está cubierta de una espesa neblina.

—Guau —escucho a Sarah decir. No todos los días ves

nubes de tormenta formándose tan cerca del suelo.

Antes de que pueda terminar. Escucho un sonido metálico.

Setrákus Ra se está rindiendo de escalar el cráter y de llegar a

Marina y Adam. Estaba muy confiado y sediento de sangre

antes. Ahora, está actuando inteligentemente. Con su

telequinesis, él desgarra lo que queda de la tubería perdida del

Anubis. La inmensa pieza mecánica flota en el aire un segundo

antes de ser arrojada a los otros.

—¡Cuidado! —Mark grita. Él y Adam se dividen en un

lado, Marina va en la otra dirección. La tubería se estrella en el

suelo entre los tres. Ninguno está herido, pero sin ellos

acribillando con sus Legados, Setrákus Ra es capaz de escalar

fuera del cráter, sus enormes zancadas cubriendo mucho

terreno.

Es mi turno de mantenerlo abajo.

Tuerzo mis manos en el aire, conduciendo el clima. El

viento se eleva, azotando alrededor escombros y lodo. Mi rostro

es picado por pequeñas piedras y mis ojos queman por el polvo.

Estoy sobrecargada de poder. Creo un tornado, justo arriba de

Setrákus Ra

—¡Muere, hijo de…!

Page 367: El Destino de Diez [ECEN]

Mi espalda explota en dolor. Un disparo, justo en medio

de los hombros. Caigo hacia adelante sobre mis manos y

rodillas, casi cayendo dentro del cráter. Mi concentración es

golpeada junto conmigo, el viento inmediatamente comienza a

morirse.

—¡Seis! —Sarah llora. Ella me toma alrededor de la cintura

y juntas rodamos debajo de una pila de escombros, justo al

mismo tiempo de otra explosión de disparos.

Los disparos no provienen del Anubis. Vienen de la jungla.

—¡Protejan al Amado Líder! —Grita Phiri Dun-Ra

mientras sale a la vista esparciendo disparos. Ella lidera una

pequeña contingencia de guerreros Mogs. Ellos debieron ir

dentro de la jungla, encontrando y liberado a la nacida de

verdad y vinieron detrás de nosotros. Viendo refuerzos, los

Mogs del Anubis se vuelven más audaces. De repente, estamos en

medio de un fuego cruzado. Sarah intenta disparar de regreso,

pero las explosiones de fuego son muy intensas. Ella se agacha a

mi lado.

—Seis. ¿Qué hacemos?

Saco mi cabeza justo a tiempo para ver a Setrákus Ra

alcanzar la cima del cráter. Él tiene la espada de Adam de nuevo

y está usándola casi como un bastón.

Marina esta justo en su camino.

—¡Marina! ¡Sal de ahí! —Le grito. No puede escucharme.

Lo veo todo acabado.

Marina empuja su mano hacia adelante, esperando que

salga hielo en dirección a Setrákus Ra. Nada sucede. Su Legado

está apagado. Setrákus Ra levanta una mano en el aire y, aunque

Page 368: El Destino de Diez [ECEN]

se lucha, Marina es levantada hacia arriba del suelo. La tiene

con su telequinesis.

—Oh Dios —Sarah dice—. Oh no.

Setrákus Ra la lanza hacia abajo contra el piso. La levanta.

La lanza contra el suelo otra vez. Miro mientras el cuerpo de

Marina está flácido. Cada vez, él la levanta del piso como seis

metros en el aire, después la lanza en picada contra el duro

suelo. Una y otra vez.

Es Mark quien la salva. Él corre alrededor de la aplastada

tubería y le dispara a Setrákus Ra justo al lado de la cara,

quemando el sangriento hoyo donde estaba su oreja antes. El

Mogadoriano grita en una nueva escala de dolor, a continuación

él regresa el fuego mandando el maltratado cuerpo de Marina en

dirección de Mark. Ambos chocan y se estrellan contra el suelo.

Mark aún se mueve, sin embargo. Tiene sus brazos alrededor de

Marina e intenta levantarla.

Incluso a esta distancia, ella se ve rota.

No he sentido arder una nueva cicatriz en mi tobillo. No

aún. Ella sigue viva.

Adam corre hacia Mark y juntos toman el cuerpo de

Marina. Esquivando disparos, ellos se retiran dentro de la

jungla.

Phiri Dun-Ra y los otros Mogs han alcanzado a Setrákus

Ra. Ellos lo rodean por todos lados, sin embargo se rehúsa a

tener ayuda, golpeando el cráneo de un Mog lo suficientemente

valiente para tocarlo. Ellos lo escoltan hacia la rampa. Está de

vuelta en el Anubis

—Maldición, no —siseo, forzándome a mí misma a

levantarme a pesar del dolor a través de mi espalda.

Page 369: El Destino de Diez [ECEN]

—¡Seis! —Sarah me agarra—. ¡Alto! ¡Se terminó!

No acepto eso. Estábamos tan malditamente cerca. Él solo

no puede salirse con la suya así.

Aún puedo matarlo. Aun podemos ganar.

Salgo de donde nos cubrimos y pongo mis manos en el

aire, haciendo que el aire golpee otra vez. Ladrillos del

Santuario, metal torcido de la explosión de Skimmers, filosos

pedazos de vidrio. Todo eso en conjunto en un mortal

torbellino. Phiri y sus Mogs me disparan. Siento ligeras

explosiones a mis pies, otra en mi hombro. No me detiene.

—¡Esto es suicidio! —Sarah grita en mi oído. Ella está a mi

lado, regresando los disparos a los Mogs.

—Regresa —Le digo—. Corre por la jungla.

—¡No te voy a dejar! Ella responde, otra vez tratando de

agarrarme. Yo la sacudo fuera.

Setrákus Ra alcanza la cima de la rampa. Yo grito y

empujo hacia adelante todo lo que tengo, combinando mi

Legado del clima con mi salvaje explosión de telequinesis,

lanzando todo lo que mis vientos han levantado a Setrákus Ra.

Dos de los Mogs sobrevivientes se hacen polvo de

inmediato, aplastados por mis bombardeantes escombros. Phiri

Dun-Ra se echa hacia atrás, protegiendo su rostro. Pero, en la

salida del Anubis, Setrákus Ra está en pie. Él se voltea hacia mí,

piedras y metralla rebotando contra su armadura, y

empujándolo hacia atrás. Su propia telequinesis golpeando

contra la mía.

Objetos vuelan en todas direcciones. Por la esquina de mi

ojo, veo el arma de Sarah ser arrancada de sus manos. Un

fragmento del parabrisas de un Skimmer se desliza en el piso a

Page 370: El Destino de Diez [ECEN]

mi lado como la cuchilla de una guillotina. Estoy siendo

golpeada una y otra vez por cosas que ni siquiera puedo

identificar. Aun así me quedo en mi sitio, con los pies

enterrándose en la tierra. Sigo empujando.

Entonces sucede.

Un tubo de metal con un símbolo de Loralita marcado en

él, un pedazo de la tubería de Setrákus Ra, vuela a través del

aire. El borde es filoso. Dentado.

Se zambulle justo en el pecho de Setrákus Ra. Lo observo

doblarse, tropezando hacia atrás por el impacto. Puedo ver a

Phiri Dun-Ra gritar.

La fuerza de su telequinesis muere. Lo siento débil.

Lo hice.

Phiri Dun-Ra y los otros arrastran a Setrákus Ra dentro

del Anubis. La puerta se cierra detrás de él.

La rampa se retrae.

Caigo sobre mis rodillas. Él está muerto. Él tiene que estar

muerto. Tiene que haber valido la pena.

Sarah envuelve sus brazos a mí alrededor.

—Levántate, Seis —ella dice, su voz tensa. Tose, cobrando

aliento. Está herida. Ambas lo estamos.

—¡Tenemos que irnos!

Coloco mi mano arriba de la de Sarah y nos vuelvo

invisibles. De esta forma, no tengo que ver la sangre.

Mucha sangre. Demasiada.

Espero que haya valido la pena.

Page 371: El Destino de Diez [ECEN]

Hice demasiadas promesas en la Cámara de los Ancianos. Les

dije a esos nuevos Garde que los lideraría, que los ayudaría a

entrenar, que juntos salvaríamos el mundo. Fue bastante

asombroso, verlos a todos ahí. Sí, varios de ellos se veían

asustados, algunos otros completamente confundidos, y un

par incluso parecían enojados de haber sido arrastrados en

esto. Pero la mayoría de los otros… ellos se veían listos.

Nerviosos, sí, pero listos y dispuestos de dar un paso

enfrente y unirse a la pelea.

Ahora, para mantener esas promesas, solo tengo que

sobrevivir a un seriamente enojado Mogasaurio.

Al segundo que estoy de vuelta en mi cuerpo, siento el

caliente y apestoso mal aliento de la bestia mientras ruge.

Está justo detrás de nosotros. Aún tengo un brazo alrededor

de Sam de cuando lo agarré antes de que todos nos

desmayáramos brevemente. Él tiene su ingenio de vuelta

también, así que ambos tropezamos contra el otro pero

logramos mantenernos firmes y correr.

—¡Gran discurso! —Sam grita en mi oído—. ¿Vamos a

morir ahora?

—Maldición no. –Respondo

La reunión de la Garde no es la única cosa que se queda

conmigo del espacio del sueño de Ella. Aún estoy viendo a

Page 372: El Destino de Diez [ECEN]

Pittacus Lore en acción. Ximic, así es como los Lorics

llamaban al Legado de copiar de Pittacus Lore.

Visualiza, él dijo. Visualiza y recuerda.

La Agente Walker deja de gritar dentro de su teléfono

satelital para observarnos. Ella parece tan confundida por

nuestro despertar como debió estar con nuestro repentino

colapso hace unos segundos.

—¿Qué demonios está pasando? –Ella grita.

—¡No te preocupes por eso! ¡Pon a tu gente a cubrirnos!

—Le grito moviendo mis manos.

—¿Cómo se supone que debemos de combatir esa cosa?

—Sam pregunta, mirando sobre su hombro.

—No lo sé —Respondo gruñendo.

—Lo golpearemos mucho —Nueve ladra.

Walker y la mayoría de los agentes usan la Estatua de la

Libertad para cubrirse. No estoy seguro qué tan bueno va a

ser considerando que el Mogasaurio es casi tan grande como

la estatua. Uno de los agentes, no recuerdo su nombre, en su

miedo escala mientras el gigante se adelanta. Se mueve como

un gorila, manteniendo su peso con sus puños, las garras de

sus pies traseros batiéndose hasta crear surcos en el cemento

mientras se revuelven por un apoyo. Por suerte para nosotros,

el nuevo monstro se está apenas acostumbrando a caminar.

Eso no salva al agente caído, sin embargo. Intento jalarlo

de regreso con mi telequinesis, pero no soy lo suficientemente

rápido. El Mogasaurio atrae uno de sus puños más cercanos y

aplasta al pobre hombre. Ni si quiera creo que la bestia lo

notara. Sus ojos, cada uno de ellos dotados con lo que estoy

seguro es un colgante perdido Loric, están fijos en nosotros.

Page 373: El Destino de Diez [ECEN]

Es solo cuestión de tiempo para que nos atrape. De

repente. Me encuentro a mí mismo pensando en la primera

noche en la que conocí a Seis. De vuelta en Paradise. Fue

también la primera noche en que peleé contra un Piken,

aunque no era si quiera tan grande como esta bestia. Seis usó

su invisibilidad para darnos demasiadas oportunidades esa

noche. Recuerdo la forma en que agarraba mi mano.

Recuerdo la vertiginosa sensación de ser capaz de ver a través

de mi propio cuerpo.

Recuerda. Visualiza.

—¿John? —Sam grita mientras corremos—. ¿JOHN?

—¿Qué está mal? —Le grito de regreso, girando la

cabeza.

—Tu… —Él se me queda viendo y casi se cae con sus

propios pies—. Tú desapareciste.

Yo no desaparecí. Me doy cuenta. Me volví invisible.

—Santo cielo, puedo hacerlo —digo en voz alta.

—¿Hacer qué? —Pregunta Nueve.

No respondo. Mi mente corre. Acabo de usar el Legado

de invisibilidad de Seis, fue solo brevemente. Yo solo lo

encendí, como cuando recuerdas un nombre que habías

olvidado. Puedo hacernos invisibles. Podemos escapar. Pero

eso significaría abandonar a Walker y su gente.

Todo este poder, justo en mis manos, siempre lejos de

mi alcance. Y ahora… ¿Qué puedo hacer? Necesito tiempo

para practicar, para aclarar cosas, para entrenar.

¿Qué otros Legados puedo obtener en los próximos

minutos que nos puedan ayudar a vencer a este monstruo?

La agente Walker y su grupo vacían sus armas en la

bestia. Las balas son tragadas por la gruesa garrapata oculta,

Page 374: El Destino de Diez [ECEN]

nada más efectivo que mi bola de fuego de antes. Nada más

que un enjambre de mosquitos para el Mogasaurio. Ignora

completamente a los agentes, viene por nosotros.

—¡Vamos! —Grito—. ¡Tráiganlo hacia el césped! —

Tendremos más espacio para pelear ahí y, considerando qué

tan torpe se ve el monstruo, es probablemente mejor que nos

mantengamos moviendo. Esperemos, que pueda pensar en

algo mientras nos persigue.

—Ay, hombre, no me siento tan caliente —Daniela dice.

Normalmente un hábil y rápido corredor, Daniela tropieza

con sus propios pies mientras nos dirigimos hacia el césped.

La tomo por un brazo y la arrastro por el camino.

—Algo me sucedió en esa mierda de visión. Mi cabeza

punza.

Pedazos de cemento eructan por el más reciente avance

del Mogasaurio y golpean mis hombros.

—¡Voy a intentar algo, Johnny! —Nueve dice, y se separa

de nosotros.

—Haz tu cosa. —Confiando en que Nueve no se auto

matará.

Nueve corre al borde de la plaza, donde hay unos toscos

binoculares de metal en un tubo clavado al suelo, las cosas

son para que los turistas admiren la vista de Manhattan.

Arranca dos de esas cosas del piso, sosteniendo una en cada

mano como mazos. Entonces, carga contra el monstruo. Su

súper velocidad activada y una borrosa raya atraviesa la plaza.

Podría usar eso. Intento enfocarme en Nueve,

imaginando la forma en que sus músculos trabajan tiempo

extra. La cosa duda tratando de decidirse si ir detrás de Nueve

o seguir persiguiendo al resto de nosotros. Entonces, tal vez

razonando en su pequeño cerebro que es más fácil quedarse

Page 375: El Destino de Diez [ECEN]

quieto, el Mogasaurio deja salir un chillido de bienvenida en

la dirección de nueve. Levanta una de sus enormes manos,

preparándose para golpear a Nueve tan pronto como se

acerque.

—¿Él sabe lo que está haciendo? —Sam pregunta.

—¿Alguna vez lo sabe? —Le respondo.

Nosotros alcanzamos el borde del césped que cruza de la

Estatua de la Libertad. En ese punto, Daniela directamente

cae sobre sus rodillas, incapaz de ir más lejos.

—Oh, hombre, mi cabeza va a explotar —Ella se queja. Se

dobla en una bola y masajea sus ojos con los nudillos de sus

manos.

—¿Qué está mal con ella? —Sam me pregunta.

—¡No lo sé!

Nuestros ojos se encuentran y ambos nos damos cuenta

de algo al mismo tiempo. Juntos, Sam y yo giramos hacia

Daniela.

—¡Está teniendo un nuevo Legado! –Sam dice.

—Me doblo cerca de ella.

—Lo que sea que este pasado contigo, Daniela… ¡Déjalo

pasar! Déjalo salir y… —Me callo cuando el Mogasaurio

golpea a Nueve.

El impacto es masivo. La bestia deja una abolladura de

unos dos metros profundos con forma de mano en el concreto

de la plaza. Al principio, creo que no hay forma de que Nueve

pueda sobrevivir a eso. Pero entonces lo veo, usando su

Legado de antigravedad para correr por el músculo, venas

negras en el antebrazo del Mogasaurio.

Page 376: El Destino de Diez [ECEN]

El monstruo ruge, furioso, y golpea a Nueve con su otra

mano. Nueve corre sobre la parte baja del antebrazo de la

criatura en el momento justo, evitando el impacto. Él es

rápido y está pegado al Mogasaurio. Moviéndose más y más

lejos de su brazo como un molesto insecto. No estoy seguro de

qué es lo que va a hacer cuando llegue a la cabeza de la bestia.

Si tengo que adivinar, apostaría que Nueve tampoco lo sabe

aún.

—¡John! —Alguien grita detrás de mí—. ¡John!

¡Libérame!

Me giro para ver a Cinco luchando a lo largo del césped

en sus rodillas. Lo dejamos ahí atado con las cuerdas que

obtuvimos del bote de la guardia costera. Él no tiene su

espada o su bola que le permite cambiar su piel a metal, así

que Cinco esta tan indefenso como nunca ha estado.

—Oh, Diablos no —Sam dice, mirando hacia Cinco.

—Se lo que es esa cosa. –Cinco dice, alcanzándonos. Él

se sienta sobre sus rodillas, sus manos unidas enfrente de él, y

mira hacia mí—. Sé cómo matarlo. Puedo ayudarte.

—Dime. —Le digo.

—Setrákus Ra lo llama el Cazador. —Cinco dice

rápidamente—. Fue construido mientras seguía a bordo del

Anubis. Tiene un pendiente Loric en sus ojos y puede usarlo

para percibir la locación de cualquier Garde. No hay retirada,

debemos matarlo.

Mientras Cinco habla, Nueve alcanza el punto crucial del

hombro del Cazador. La bestia se rinde de intentar golpearlo.

Ahora, inclina su espinosa cabeza e intenta tragarse por

completo a Nueve. Nueve responde clavando el roto final de

uno de los postes de metal directamente en el techo de la boca

del monstruo. La criatura agita su cabeza y aúlla.

Page 377: El Destino de Diez [ECEN]

A mi lado, Daniela se queja. Sam se agacha a su lado y

frota su espalda.

—Vamos, eh, haz lo que John dijo —Sam intenta, pero

Daniela le responde solamente gruñendo. Él me mira—.

¡Necesitamos pensar en algo! ¡Si ustedes tienen algún nuevo

poder patea traseros, ahora es el momento de usarlo!

—Él necesita ir por los ojos, John —Cinco insiste,

ignorando todo excepto a mí—. Libérame. Puedo ayudarte.

—¿Por qué demonios confiaría en ti? —Le pregunto.

La expresión de Cinco se oscurece. Lo veo luchar contra

sus amarres, probándolos. Él mira hacia mí, y puedo decir que

él está haciendo un gran esfuerzo para controlar su ira.

—Porque puedo romper esto si realmente quiero —Cinco

me contesta—. Pero no lo haré. Tú salvaste mi vida, John. Y

no importa lo que pienses, no soy como él.

Sé exactamente de lo que Cinco habla. Setrákus Ra y

Pittacus Lore. Piedad seguida por traición.

—Quiero ayudar —Cinco gruñe—. Déjame ayudar.

—Al demonio —Sam dice, tomando la decisión por mí. Él

toma la espada de la muñeca, extendiéndola y cortando a

través de las cuerdas de Cinco—. Todas las manos en la

baraja.

Miro hacia el monstruo. Nueve saca el tubo que le queda

en el cuello de la bestia una y otra vez. Puedo ver sangre negra

saliendo de él, pero definitivamente no está haciendo mucho

daño.

Entonces, chillando, el monstro golpea hacia él otra vez.

Esta vez, él lo alcanza un poco, y es forzado a retirarse a la

espalda del monstruo.

Page 378: El Destino de Diez [ECEN]

Sobre los berreos del monstruo, escucho el familiar

sonido de los helicópteros. Un par de pulcras águilas negras

salen del puente de Brooklyn y están en camino. La agente

Walker no es completamente inservible después de todo.

—¿Puedo tener eso de regreso? —Cinco le pregunta a

Sam, manteniendo una mano sobre su arma.

—No —digo, poniéndome entre los dos—. Tú dijiste que

podías ayudar. Ve a ayudar. —Cinco suspira.

—Está bien. Lo haré de la manera difícil —flota sus pies

sobre el suelo, entonces me mira.

—Muy bien John. Préndeme fuego.

—¿Qué?

—¡Préndeme fuego! –Grita.

No necesito demasiado convencimiento para herir a

Cinco. Dejo mi Lumen salir y tiro una pequeña bola de fuego

hacia él. Él deja que lo golpee e inmediatamente su piel se

cubre en llamas.

—Gracias —dice, y sale volando en dirección al Cazador,

nuestro propio misil flameante.

Me agacho junto a Daniela y presiono mis manos contra

su cabeza. Dejo que mi Legado de curación fluya, esperando

que ayude a borrar el dolor. Eso no realmente un Legado de

curación, sin embargo, ¿lo es? Es Ximic, y curar es solo uno

de los Legados en los que soy realmente bueno copiando. No

ayuda a Daniela, pero algo pasa cuando la energía fluye entre

los dos. De repente, puedo ver exactamente lo que pasa

dentro de ella.

Puedo sentirlo también. Una presión detrás de mis ojos.

Un pesado peso que se siente como si intentara golpearme la

cara.

Page 379: El Destino de Diez [ECEN]

—¡Me está deshaciendo! —Daniela grita.

—Agh. ¡Lo sé! ¡Lo siento también! —Le respondo,

sosteniendo los lados de mi cabeza como si mi cráneo se fuera

a dividir.

Mientras tanto, Cinco, pura velocidad y calor pálido

caliente, se lanza a sí mismo justo en uno de los ojos del

cazador. Hay un enfermizo sonido y el monstruo grita más

fuerte que nunca. Un momento después, un hoyo explota a

través de la parte de atrás de la cabeza y Cinco sale. Él sujeta

algo en alto. Debe ser uno de los pendientes Lorics.

—Oh, demonios —Sam dice—. Eso fue asqueroso, pero

funcionó.

El Cazador recibe una bala humana a través del cerebro.

Apuesto que él se siente bastante parecido a la manera que

Daniela y yo nos sentimos justo ahora. No se derrumba

muerto como yo espero. En su lugar, solo se enoja más. Se

lanza en dirección a Cinco, quien vuela fuera rápidamente.

Aun aferrándose a la bestia pero ahora con una idea de cómo

herirlo realmente, Nueve comienza a escalar hacia el ojo

restante.

Ahí es cuando las águilas negras llegan. Ellos

bombardean al Cazador con misiles que golpea solo la

molesta piel del monstruo. Mientras aparece la ayuda, las

armas no van a lastimar a esta cosa. Hay una gran

oportunidad de que esos pilotos solo consigan que los maten o

que golpeen a Nueve y Cinco por accidente.

El Cazador destruye todo alrededor, golpeando contra la

plaza, y casi golpeando a uno de los pilotos fuera del cielo. Lo

hace extremadamente difícil para Cinco alinear otro golpe al

ojo de la criatura.

Page 380: El Destino de Diez [ECEN]

Cuando el Cazador agita su cabeza hacia atrás y ruge, el

poder de su mal aliento es suficiente para soplar a Nueve

fuera del rostro del monstruo. Él vuela fuera del cuerpo del

Cazador y se derrumba atravesando los cientos de pies de

altura en dirección al piso de concreto. Trato de alcanzarlo

con mi telequinesis, pero la distancia es mucha y mi cabeza

punza demasiado que no me puedo concentrar.

Cinco vuela abajo, con las flamas apagadas. En lugar de

ir por otro golpe, Cinco atrapa a Nueve por la muñeca a mitad

de aire. Él lo baja gentilmente al suelo. En respuesta, Nueve lo

golpea justo en la cara. Porque por supuesto, es él.

Los pilotos de los helicópteros van por otra vuelta. Ahora

por tierra, Cinco y Nueve están justo en el camino del

Cazador. Las cosas se irán al sur deprisa.

—Si ustedes van a hacer algo, ¡ahora es el momento! —

Sam grita.

No sé qué hacer. Puedo sentir el Legado que copié de

Daniela construyéndose dentro de mí, pero no tengo idea de

qué es o cómo usarlo. Estoy agitado aquí. Todo lo que tengo es

una jaqueca que me divide. Tiene que haber más que esto.

Con un chillido angustiante, Daniela se levanta en sus

pies. Ella empuja a ambos a un lado y grita.

—¡Tengo que dejarlo salir!

Daniela abre sus ojos y una concentrada energía

plateada dispara hacia el Cazador. Al principio, está

completamente fuera de control, el rayo de energía parece

dolorosamente largo mientras sale de su cabeza, y zigzaguea

por todo el cuerpo del monstruo. Pero, después de unos

segundos, Daniela obtiene un agarre. El rayo se vuelve más

estrecho y enfocado.

El resultado es mejor de lo que pude esperar.

Page 381: El Destino de Diez [ECEN]

El Cazador da un grito confundido mientras mira hacia

sí mismo y se encuentra con su masivo cuerpo convirtiéndose

en piedra.

Tan pronto como veo a Daniela hacerlo, me doy cuenta

de que yo puedo hacerlo también. Me concentro en el peso

detrás de mis ojos, como una roca, doliendo como si girara

por una colina y lo empujara fuera. Mi visión toma un tinte

plateado mientras el rayo fluye desde mis ojos. Es difícil al

principio, debo controlarlo con mis ojos, así que no es fácil ser

preciso, pero le agarro el modo bastante rápido. También lo

hace Daniela. Pronto, estamos pintando rayas de piedra

arriba y debajo del confundido monstruo.

El Cazador intenta amontonarse hacia adelante para

atrapar a Cinco y Nueve, pero sus piernas ya no funcionan.

Son sólidos bloques de piedra.

Se termina unos segundos después. Imponiéndose junto

a la Estatua de la Libertad es una grisácea lápida sepulcral de

la más formidable creación Mogadoriana que he visto, sus

horribles características congeladas en una máscara de ira y

confusión. Nueve y Cinco miran hacia arriba a la cosa,

demasiado confundidos para pelear entre ellos. El círculo de

helicópteros alrededor, obviamente detecta que la bestia no es

más una amenaza y solamente es una monstruosidad.

—Guau —Daniela responde, y se recarga contra mí para

apoyarse—. Eso no se sintió para nada bien.

Me froto mi propia cara.

—No bromees.

—¡Eso fue asombroso! —Sam grita—. Son como Medusa.

—Ese no será mi apodo de súper héroe —Daniela

responde rápidamente—. Agh.

Page 382: El Destino de Diez [ECEN]

—Y tú eres como…como… —Sam está demasiado

entusiasmado para decirlo.

—Como Pittacus. —Termino por él.

—Demonios. ¡Si! Esto es grande. ¿Te das cuenta que tan

grande es esto?

—Es grande.

—Casi como robarse mi nuevo Legado de rayo aquí —

Daniela murmura.

Sacudo mi cabeza y río, de hecho me siento aliviado por

primera vez en días. Nueve camina hacia el monstruoso

monumento, con las manos en sus caderas, y golpea la piedra.

Mientras hace eso, Cinco vuela de regreso con el resto de

nosotros. Noto que trae el pendiente Loric que arrancó del

cráneo del monstruo y lo cuelga en su cuello. Me pregunto si

ese es su pendiente original al que renunció o fue tomado por

Setrákus Ra, o si pertenece a uno de la Garde muertos. No

presiono el tema ahora. Él mantiene sus manos fuera.

—Bueno, lo intenté —dice—. Pueden volver a atarme si

quieren.

Intercambio una mirada rápida con Sam. Sé que Cinco

acaba de ayudarnos y sé que él dijo que podía romper esas

cuerdas si lo necesitaba, pero aún me siento más cómodo con

él amarrado. Él es una bala perdida y un asesino. No sé si seré

capaz realmente de confiar en él.

Mientras recojo las cuerdas que Sam acababa de cortar

hace unos minutos. La Agente Walker y su equipo

sobreviviente caminan hacia nosotros. Ella está en su teléfono

satelital en medio de una silenciosa conversación.

Los helicópteros se asientan en el suelo, en uno de los

pocos lugares de la plaza que no fue demolido por el Cazador.

Supongo que nos llevaran en ferry de regreso al campamento

Page 383: El Destino de Diez [ECEN]

militar. Tengo que descubrir qué pasó con la otra Garde. No

tengo cicatrices nuevas en mi tobillo, lo que significa que la

batalla o fue ganada o sigue ocurriendo. Necesito llegar a

ellos, a Setrákus Ra, y poner este nuevo Legado en un buen

uso.

Bueno, mientras puedo descubrir cómo usarlo.

—Sí, señor. —La Agente Walker dice al teléfono,

entonces lo mantiene lejos de su cara, pestañeando en shock

como si no pudiera creer lo que está pasando. Parece más

sorprendida por su conversación que por la estatua de

monstruo que Daniela y yo acabamos de hacer. Ella cubre la

boquilla del teléfono y lo sostiene para mí.

—John, tengo al presidente en la línea para ti.

La miro fijamente.

—¿Qué? ¿En serio?

Walker asiente.

—Él esta aparentemente… hmm, cambiando de opinión

y apoya completamente a los Lorics. Te quiere en Washington

ya mismo para discutir estrategias.

Le doy las cuerdas a Nueve cuando él llega a nosotros.

Está demasiado feliz de ser el que amarrará a Cinco.

—Salvarme no hace que estemos parejos —Escucho que

él le murmura a Cinco.

—No, no lo hace —Cinco responde silenciosamente.

Los ignoro por ahora. Estoy a punto de hablar con el

presidente. Sacudo mi cabeza, mirando a Walker.

—Esto es una especie de truco. ¿No es así?

—No —Walker responde, sacudiendo el teléfono hacia

mí—. Te lo explicaré después.

Page 384: El Destino de Diez [ECEN]

Antes de que pueda tomar el teléfono satelital de Walker,

mi propio teléfono comienza a vibrar en mi bolsillo trasero.

Solo dos personas en todo el mundo tienen este

número… Sarah y Seis. La pelea con Setrákus Ra debe de

haber terminado si me están llamando. Demonios, tal vez

ellos mataron a ese viejo bastardo.

—Lo siento. —Le digo a Walker, sacando mi propio

teléfono. Ella me ve como si estuviera loco—. Dile al

presidente que espere. Tengo que tomar esto.

Contesto el teléfono inmediatamente, mi buen humor

evaporándose. Puedo escuchar ráfagas de viento, distantes

explosiones de fuego y demasiados gritos. Creo que es Mark y

él está absolutamente fuera de sí, gritándole a alguien que

despierte. Mi estómago se cae.

Y entonces, Sarah comienza a hablar.

—John… —Su voz es temblorosa, débil—. Escucha, no

tengo mucho tiempo…

Page 385: El Destino de Diez [ECEN]

—¡Agárrense! —Lexa grita sobre su hombro desde la silla del

piloto, y la nave oscila violentamente hacia un lado. Fuego

chisporrotea por el aire exterior, cercanos a golpearnos a

nosotros. Ella hace otra maniobra evasiva y los bancos van

fuerte hacia la derecha.

El Anubis nos persigue, descargando sus cañones de energía

en cualquier momento que tiene algo cercano a un tiro

despejado. Tengo fe en que Lexa nos llevará a un punto

despejado, pienso. Nuestra nave es más pequeña, más rápida, y

ella es la maldita mejor piloto.

—¿Qué está pasando ahí? —Ella grita, sudor gotea de su

cara mientras nos baja a la selva, utilizando árboles de cubierta.

—. ¿Seis? ¡Háblame, Seis!

No puedo hablar.

Al otro lado del pasillo, Ella se sienta con la espalda contra

la pared, sus rodillas dobladas apretadas contra su pecho. Se

abraza a sí misma y va hacia adelante y hacia atrás, llorando. Su

rostro está manchado con esa porquería aceitosa, pero al menos

ha dejado de fluir fuera de ella. Todavía hay un crujido ocasional

de energía Loric alrededor de su cabeza.

—Les advertí —susurra a sí misma una y otra vez—. Les

advertí todo lo que sucedería.

Page 386: El Destino de Diez [ECEN]

Marina se encuentra en una cama en la parte trasera de la

nave, inconsciente y de una mala manera, su cuerpo atado para

no ser sacudido durante el vuelo de nuestra apresurada huida.

Ni siquiera quiero adivinar cuántos de sus huesos están rotos, o

si ella alguna vez despertará otra vez.

Eso no detiene a Mark, desesperado y llorando,

sacudiéndole violentamente por los hombros.

—¡Despiértate! —Le grita en la cara—. Tú eres la

sanadora, maldita sea. ¡Tienes que despertar y curarla!

Adam se abalanza sobre él. El Mogadoriano golpea a Mark

con fuerza contra la pared de la nave y presiona su antebrazo

contra su garganta. Mark lucha contra él, de modo que Adam

simplemente lo golpea contra la pared hasta que se detiene.

—¡Detente! Puedes matarla sacudiéndola así —dice Adam.

—Tengo que… —Mark suplica. Adam sacude la cabeza

con firmeza.

—No hay nada que tú puedas hacer —dice, tratando de no

sonar frío.

Mark presiona su frente contra la de Adam y grita.

—¡Nunca debimos venir aquí!

Todo el caos no parece molestar a Sarah. Ella me mira y

sonríe plácidamente. Ella está más pálida de lo que jamás la

había visto. Hace un segundo, le di mi teléfono satelital para

llamar a John.

—John… escucha, no tengo mucho tiempo —ella dice, su

voz delgada y débil.

Mis manos están cubiertas de sangre de Sarah. Estoy

haciendo mi mejor esfuerzo para detener el sangrado, pero la

Page 387: El Destino de Diez [ECEN]

herida es enorme. Ni siquiera sé lo que la golpeo exactamente,

habían tantos objetos que volaban atreves del aire. Algo

irregular y grande. Desgarró a través de su costado, por encima

de la cadera. Tomó una gran parte de su abdomen con él. Tomé

algunos malos disparos durante ese intercambio con Setrákus

Ra, pero yo voy a lograrlo.

Sin Marina, Sarah no tiene mucho tiempo.

Ella me arrastró lejos de la pista de aterrizaje cuando yo

todavía estaba aturdida. No sé cómo lo hizo, sangrando tanto.

¿Adrenalina? Su fuerza vaciló cuando llegamos a la selva. Tuve

que llevarla el resto del camino a la nave de Lexa.

El suelo está cubierto de sangre. Así está mi ropa. Está

todo sobre mis manos, en más de un sentido.

Esto sucedió por mi culpa. Porque ella no me dejaría hacer

frente a Setrákus Ra sola.

Estúpida. Ella probablemente me salvó la vida.

—Por favor, John, no hables, solo escucha… —dice

Sarah—. Tienes que saber, desde el momento en que te vi fuera

de la secundaria de Paradise, lo sabía. Yo sabía que nos íbamos a

enamorar. Y yo nunca me he arrepentido ni un segundo de ello.

Ni siquiera ahora. Te amo con todo mi corazón, John. Siempre

lo haré. Fue… todo valió la pena.

Los bancos de la nave se van a la izquierda. Si yo maté a

Setrákus Ra allí, no ha impedido que El Anubis esté tratando de

perseguirnos. ¿Cómo voy a explicar esto a John? ¿Cómo se vive

con ello?

Debería haber sido yo.

—Me gustaría… me hubiera gustado verte una vez más —

Sarah dice en voz baja, con lágrimas en sus ojos—. Tal vez

Page 388: El Destino de Diez [ECEN]

todavía lo haré. Te estaré esperando, John, donde sea la

siguiente. Tal vez va a ser… será como Lorien. O como Paradise.

Bernie Kosar se acuesta junto a Sarah. Él se queja y le lame

la mejilla. Ella en realidad se ríe un poco.

—BK está aquí —ella le dice a John, sonando cada vez más

distante, fuera de sí—. Él dice hola.

Sarah jadea. Tose. La sangre se filtra desde las comisuras

de su boca, que viene desde dentro de ella. Veo que trata de

luchar contra ella. Ella está luchando muy duro para quedarse.

—Prométeme, John… prométeme que seguirás luchando.

Prométeme que vas a ganar. No dejaras que todo sea para nada,

mi amor. Por favor, solo recuerda, te amo, John. Yo siempre…

Sarah deja de hablar. Su boca se sigue moviendo por otro

segundo, ningún sonido sale, y luego se detiene. Sigo con una

mano apoyada contra su estómago y presiono la otra a su cuello,

a pesar de que ya lo sé.

Ella se ha ido.

Page 389: El Destino de Diez [ECEN]

Imaginaos el trabajo que dejamos atrás. Han sido dos semanas

bastante duras. Ha ocurrido de todo y hemos estado muchas veces

a punto de dejar las cosas tiradas. Pero no lo hicimos y hoy

estamos aquí.

Da un poco de nostalgia mirar el trabajo realizado y saber que

uno lo hizo con todo el empeño del mundo. La gente no sabemos

apreciar las cosas hasta que no las perdemos o hasta que nos

cuestan.

Con respecto a los múltiples errores que se pueden encontrar en

todo el texto del libro hay muchas cosas que tomar en cuenta; 1)

hay diferentes traductores, 2) hubo únicamente una persona que

revisó el contenido final, 3) no exijáis un trabajo 100% pulcro

por que a) no nos pagan por esto y b) tenemos muchas otras cosas

que hacer. 4) la persona que revisó se desveló dos noches

seguidas para que esto estuviera lo más pronto posible y alguien

con sueño no se da por enterado de los errores.

Finalmente, quiero decir, que amo hacer esto. Me agrada la idea

de compartirles un poco de lo mucho que este fandom me ha dado,

de lo mucho que Los Legados de Lorien significa para mí. Sé que

hay personas por ahí afuera de las que no soy santo de su

devoción, algunos que no están de acuerdo con lo que yo, como

persona, hago, y tal vez, solo tal vez, si se diesen la

oportunidad de dejar de ser pesados con la gente detrás de una

página, con quien ven que hace por lo menos algo, bueno o no,

podrían encontrar a la persona que está ahí. Sé que son los

agradecimientos de la traducción, y demás, pero me gustaría

decirlo. Soy un humano común y corriente como todos ustedes de

su lado de la pantalla. No me siento una celebridad, así que

cualquiera puede hablarme, mandarme un mensaje, no pasa nada. No

soy Setrákus Ra.

Y bien, ya, ahora sí para acabar; inmensas gracias a todos los

que me apoyaron en esto. Iba a dejar que la traducción se

viniese abajo, pero hubo alguien que me sostuvo y luego

simplemente yo seguí. Gracias a Mahelet, dueña de ECEN y mi

amiga, gracias a Isaac, al staff de la página en general y a

#Loridas que me salvó el pellejo. Gracias a la chica Guillen,

Raúl, Anairam, Laura, Cith (te adoro, Cith), Dante, Javiera,

Page 390: El Destino de Diez [ECEN]

Misael, Ciler, Cynthi, Daniel, y Josefa.Por permitirse algunos

de sus días y completar esta nueva aventura con nosotros.

¡¡¡LO HICIMOS POR SEGUNDA VEZ!!!

Ahora solo queda esperar para las sorpresas del año que viene, y

los Archivos Perdidos que saldrán durante ese lapso.

Buena cacería, vayan a patear algunos traseros Mogs.

Y que los Ancianos estén siempre de vuestra parte.

-Samuel M. (Samuu.)

Postdata; Si preguntan quién corrigió, fui yo. Me desvelé dos

días, ayer duré 24 horas sin dormir.

Post-Postdata; nos vemos en la traducción que sigue.

Page 391: El Destino de Diez [ECEN]

Quiero hacerle una dedicatoria muy especial esta vez. Aún cuando

quizá no tengo derecho, debido a mi poco o nulo aporte a esta

traducción. Pero no puedo dejar pasar por alto lo emocionada,

conmovida y agradecida que estoy con todos ustedes y en especial

con Samuel Maldonado; quien hace algunos años inició este

proyecto y con quien sin duda ni ECEN ni el grupo de traducción

existirían.

Quiero dedicarte a ti mi amigo todo esto, todo el esfuerzo,

todas las presiones, los spoilers y las llamadas largas para

saber cómo iba el asunto de la traducción. Pero sobre todo,

quiero darte las gracias por tu amistad, por tu dedicación, amor

y por la fortaleza que has tenido hasta ahora y con el proyecto

pese a los momentos difíciles. Gracias Samuel por ser mi

cómplice en estas locuras, mi amigo, mi compañero leal aunque a

veces medio loco. Te quiero muchísimo mi amigo, y agradezco que

me tomaras en cuenta en la creación de ECEN y todo porque sé que

nada de esto sería posible gracias a ti.

-Mahelet G. (Mahe)

Page 392: El Destino de Diez [ECEN]

La Venganza de Siete.

Libro Quinto de Los Legados de

Lorien:

http://ow.ly/Ohy8l

Archivo Perdido N°10:

El Fugitivo:

http://ow.ly/Ohyhc

Archivo Perdido N°11:

El Navegante:

http://ow.ly/OhyjQ