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El deber de responder. Sobre la inquisitio en América Silvia Tieffemberg Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas Argentina Resumen La situación básica de la inquisiüo presupone dos interlocutores en relación asimétrica: uno tiene el derecho de preguntar y otro tiene el deber de responder. Trasplantada a América con la expansión transoceánica europea, la inquisitio se constituye en nuestro continente con la particularidad de que aquel acto de preguntar y responder se produjera entre interlocutores de distintas cul- turas y que estas culturas se hallaran en la compleja relación dominador-domi- nado. Este trabajo indaga la presencia de la inquisitio, en su doble cara de obtener información y ejercer el poder, aun en textos contemporáneos como Tes- timonio. Me llamo Rigoberta Menchú, de Elizabeth Burgos Debray, 1983. Palabras claves: América - retórica - testimonio - comunicación intercultural Keywords: America - rhetoric - testirnony - intercultural comrnunication - Fecha de recepción: 30-03-2001 Fecha de aceptación: 20-10-2001 La expansión transoceánica europea sobre los territorios de América Meridional se ciñó, en cuanto a la posesión de las tierras recién descubiertas, a las concepciones jurídicas derivadas del derecho romano y del canónico, convertidos en derecho consuetudinario general de la tardía Edad Media. La necesidad de restauración del poder cristiano so- bre la tierra, ideal de la Reconquista, proveyó tanto a Castilla como a Portugal, la fundamentación juridica necesaria. Posteriormente, las cin- co bulas de Alejandro VI, que otorgaron plena potestad sobre los nuevos territorios a los Reyes Católicos y los tratados entre las potencias ocu- Anclajes V.S (diciembre 2001): 71-87 71

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El deber de responder.Sobre la inquisitio en América

Silvia Tieffemberg

Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y TécnicasArgentina

Resumen

La situación básica de la inquisiüo presupone dos interlocutores enrelación asimétrica: uno tiene el derecho de preguntar y otro tiene el deber deresponder. Trasplantada a América con la expansión transoceánica europea, lainquisitio se constituye en nuestro continente con la particularidad de que aquelacto de preguntar y responder se produjera entre interlocutores de distintas cul-turas y que estas culturas se hallaran en la compleja relación dominador-domi-nado.

Este trabajo indaga la presencia de la inquisitio, en su doble cara deobtener información y ejercer el poder, aun en textos contemporáneos como Tes-timonio. Me llamo Rigoberta Menchú, de Elizabeth Burgos Debray, 1983.

Palabras claves: América - retórica - testimonio - comunicación interculturalKeywords: America - rhetoric - testirnony - intercultural comrnunication -

Fecha de recepción: 30-03-2001 Fecha de aceptación: 20-10-2001

La expansión transoceánica europea sobre los territorios deAmérica Meridional se ciñó, en cuanto a la posesión de las tierras reciéndescubiertas, a las concepciones jurídicas derivadas del derecho romanoy del canónico, convertidos en derecho consuetudinario general de latardía Edad Media. La necesidad de restauración del poder cristiano so-bre la tierra, ideal de la Reconquista, proveyó tanto a Castilla como aPortugal, la fundamentación juridica necesaria. Posteriormente, las cin-co bulas de Alejandro VI, que otorgaron plena potestad sobre los nuevosterritorios a los Reyes Católicos y los tratados entre las potencias ocu-

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pantes, constituyeron la base legal -proveniente del medioevo- a laque se recurrió para fundamentar la expansión (Konetzke 1991, v. 22,cap. 2).

Sin embargo, estas instituciones medievales tuvieronimplicaciones más profundas y perdurables en toda la cultura occidentaly, por ende, en América Latina a partir de la expansión.

"Cuando los representantes del soberano [en la época del Im-perio Carolingio] debieron solucionar un problema de derecho, poder ouna cuestión de impuestos, costumbres, foro o propiedad", dice MichelFoucauIt, "se cumplía con un procedimiento perfectamente ritualizado yregular: la inquisitio, la indagación." ([1978] 1984: 78-79).

Durante los siglos X, XI YXII la Iglesia Católica se valió dedos procedimientos basados en la indagación para obtener información:se denominaba indagación eclesiástica a la que se focalizaba sobre lospecados y faltas cometidos por los fieles, e indagación administrativa ala que ponía de manifiesto el modo de administrar los bienes terrenalesde la Iglesia. A partir del siglo XIII todos los procedimientos judicialesse concentraron en la figura del soberano -suma del poder político yeconómico- y se adoptó el modelo de la indagación provisto por laIglesia, para establecer la culpabilidad o inocencia de los individuos. Lainquisitio será entendida, entonces, de manera amplia "como mirada tantosobre los bienes y las riquezas como sobre los corazones, los actos, lasintenciones, etc." (FoucauIt [1978] 1984: 81).

En este sentido, la indagación no solamente será una forma deejercer el poder sino que se constituirá en una forma de producir el sa-ber. En la perspectiva de Foucault es la forma en que el poder produce,adquiere y trasmite el saber: el siglo XIII del occidente cristiano fue elescenario de la expansión de la indagación administrativa al ámbito so-cio-económico gracias a lo cual -estadísticas de población, riquezas,recursos, etc.- se afianzó el poder monárquico. Durante los siglos XIVYXV la ampliación de los saberes relacionados con la Astronomia, Geo-grafia, Climatología a través de la indagación permitió el establecimien-to del viaje como empresa política que llevó finalmente al descubrimientode América.

La situación discursiva básica de la inquisitio presupone almenos dos interlocutores en relación asimétrica: uno que tiene el dere-cho de preguntar Yotro que tiene el deber de responder. En esta relación

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los roles no son intercambiables: quien pregunta no tiene obligación deresponder y quien responde no tiene la facultad de preguntar.

Trasplantada a América con la expansión transoceánica euro-pea, la inquisitio se constituyó en nuestro continente con la particulari-dad de que aquel acto de preguntar y responder se produjera entreinterlocutores de distintas culturas y que estas culturas se hallaran en lacompleja relación dominador-dominado. Esta situación posibilitó un con-trol de los discursos orales de las comunidades amerindias por parte delas elites letradas que vertieron discursos de sociedades ágrafas en géne-ros discursivos propios de la cultura escrituraria occidental.

La enorme empresa transculturadora que significó la imposi-ción de la escritura en el proceso colonizador americano trajo como con-secuencia la sacralización de la escritura y el idioma castellano como laforma correcta de expresión del pensamiento y dotó a la figura de letra-do del poder de traducción, corrección o manipulación del discurso deaquel que, por su grado de alfabetización o por pertenecer a otra cultura,no tenia una competencia óptima de la lengua jerarquizada.

De hecho, y es lo que en este trabajo me interesa, la capacidadcorrectora del letrado se prolonga hasta la actualidad: aceptada o nocomo en la entrevista realizada a Domitila Chungara donde los reporte-ros advierten en el prólogo sobre "la riqueza de ese lenguaje oral [de laentrevistada] que quisimos transcribir lo más fielmente posible para noempobrecerlo con enyesadas sintaxis"! o ficcionalizada por Juan JoséSaer en el personaje del padre Quesada que tras largas sesiones de pre-guntas al grumete que ha vivido diez años entre los indios escribe unaRe/ación de abandonado, lo cierto es que, en la compleja trama discursivaque supone la comunicación intercultural, la inquisitio se percibe aúncomo un instrumento legitimado para generar información. Con innu-merables grados y matices, la inquisitio se encuentra instalada en la cul-tura occidental, desde los cuestionarios con los cuales la Corona españo-la posibilitó la colonización americana hasta las fichas prontuariales queidentifican a las ciudadanos, desde las Informaciones de Méritos y Ser-vicios con que el gobierno de la metrópolis intentaba ordenar lo queocurría "allende los mares" hasta las mesas examinadoras que han pade-cido por siglos generaciones de estudiantes'. Pero es tal vez con la Inqui-sición española cuando la inquisitio, como instrumento del poder, alcan-zó su mayor grado de conciencia, su mayor grado -por así decirlo- de

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visibilidad ideológica."Con la Inquisición -<iice Luis Sala-Molins en la Introduc-

ción de El Manual de los Inquisidores- pasa como con todas las insti-tuciones: ha sobrevivido a su codificación [... ] pues aunque la instituciónparezca muerta, la actitud ideológica, de la que era un exponente privile-giado, conserva buena salud" (1983: 9).

El procedimiento de la indagación utilizado por la Iglesia des-de el siglo X tuvo varios intentos de codificación como las Consultationesad inquisitores haereticae pravitatis de Gui Foucoi y la Practica officiide Bernard Gui, probablemente escritos a principios de los siglos XIII yXlV. Pero fue Nicolau Eimeric, Inquisidor General de Cataluña, Aragón,Valencia y Mallorca, quien en 1376 realizó una compilación exhaustivade todo aquel texto que optimizara la tarea del inquisidor: decretos, le-yes, encíclicas, bulas, indultos, etc. fueron ordenados sistemáticamenteen el Directorium inquisitorum o Manual de los inquisidores.

A fines del siglo XVI, el papado le encomendó a Francisco Peñala reedición del Manual con el agregado de todo el material pertinentepublicado después de la muerte de su compilador; de esta manera, eltexto de Eimeric con las adiciones de Peña, publicado en 1578, se con-virtió en un documento oficial de la Iglesia Romana.

Más aún que la codificación de una práctica ~omo lo consi-dera Sala-Molins-, El Manual de los Inquisidores es un colosal esfuer-zo del pensamiento racionalista para restablecer, a partir de la expurgaciónde la herejía, un orden social perdido. A través de un texto que evita losflorilegios, define los términos que utiliza pues no se permite la ambi-güedad y focaliza las cuestiones sin miramientos, los autores construyenun mundo claro y distinto donde los individuos son herejes o no herejes.Para distinguirlos existe una única mirada: la del inquisidor, provisto deun único instrumento: el propio Manual.

Establecido el principio de que: "Por efecto de la herejía sedebilita la verdad católica y se apaga en los corazones; perecen las insti-tuciones y los bienes materiales, nacen los tumultos y la sediciones y sealteran la paz y el orden público" (Eimeric y Peña 1983: 58), el Manualse convierte en un inventario particularizado hasta la obsesión que per-mite identificar unos treinta tipos diferentes de herejes con sus conse-cuentes subtipos, como los que usan filtros de amor, pertenecientes algrupo de los demonólatras, que sólo deben ser así considerados si en la

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invocación al demonio utilizan fórmulas como "te suplico, te ruego"puesto que los términos deprecativos implican adoración (Eimeric y Peña1983: 84). Ningún individuo escapa a la reticula clasificatoria del Ma-nual que se convierte también en la memoria del inquisidor, al registrarlos nombres de quienes fueron considerados herejes por el Derecho Ca-nónico y el Derecho Civil, tanto como por los arbitrios de la Curia Ro-mana.

La segunda parte del Manual instruye sobre la prácticainquisitorial propiamente dicha: el modo de iniciar un proceso, de lle-varlo adelante y de concluirlo. En primer lugar, Eimeric-Peña establecenque el inquisidor no reconoce ninguna autoridad fuera de la del Papa,incluso el reyes advertido en el primer acto público del inquisidor deque "en virtud de ciertas disposiciones canónicas, él debe hacer lo pro-pio si desea ser considerado creyente y evitar las numerosas sancionesjurídicas previstas en los textos pontificios" (Eimeric y Peña 1983: 118).En segundo lugar, y es en este punto donde se percibe el mayor esfuerzoracionalista del texto, se proveen una cantidad llamativa de formularios-modelo que servirán -agregando núnimos datos de la situación particu-lafl- para presentarse ante las autoridades temporales y eclesiásticas,llamar a los vecinos a delación, tomar juramento a los testigos, etc. Estoes que, cada uno de los elementos contingentes de la realidad parecenpoder ser contenidos en algunos de los espacios en blanco que prevé elmodelo, modelo que, ligado al aquí y al ahora únicamente por este com-ponente móvil ("Nos, fulano de tal, vicario (o magistrado, concejal, etc.)de la villa de N., a requerimiento y petición del venerable señor inquisi-dar Fray N .... " [Eimeric y Peña 1983: 121]) deviene universal eintemporal, como los poderes del inquisidor.

La práctica inquisitorial nos sitúa en el espacio judicial de laEdad Media en cuanto a la prueba clásica de la verdad. Esta prueba partede negar la autonomía objetiva de los hechos y concibe a la verdad comoel resultado de un proceso de reconstrucción. Los sucesos, la verdad y elmétodo para alcanzarla se interrelacionan en una cadena de sustitucio-nes donde lo ocurrido, que pertenece al pasado y es irrecuperable, dejaun vacío que va a ser llenado por "la verdad" que no existe en sí mismasino que nace de poner en funcionamiento un mecanismo, proceso ométodo determinado, cuya efectividad garantiza un juez. Estamos, así,ante una estructura cuatripartita: hechos/verdad,lmétodo/juez, donde el

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último elemento subordina a los demás. Yen esta perspectiva podemosconsiderar El Manual de los Inquisidores un estudio exhaustivo que buscaoptimizar un método, prescindiendo de los hechos, reemplazando "ver-dad" por "confesión" y focalizando el proceso en la figura deljuezlin-quisidor. "[ ...] el inquisidor diestro (prudens inqu isitor)", dicen Eimeric-Peña, "va cribando cada vez más la cuestión fundamental de la acusa-ción para llegar a la verdad. Terminada la confesión, se fecha el acta"(1983: 143).

El Manual no contempla la inocencia del acusado, por lo cualla verdad se asocia únicamente a la regularidad del proceso mismo",cuyo resultado es la confesión. Si acordamos en que la herejía -causade los mayores males- ha penetrado en el mundo y si acordamos, ade-más, en que el medio más eficaz para erradicarla es el ejemplo correcti-vo a través del terror, podemos entender que lo fundamental para Eimeric-Peña seala condena -independientemente de la inocencia o culpabili-dad del acusado- con su posterior confiscación de bienes y cargos,prisión u holocausto en la hoguera. El interrogatorio en sí no deberáescatimar esfuerzos para dirigir, propiciar e incluso construir un discur-so que, aunque enunciado por el acusado, refleje el pensamiento del in-quisidor y se convierta en la prueba de la condena. La primera observa-ción del texto, previa al interrogatorio de herejes, aconseja: "Adaptar laspreguntas al nivel de instrucción, a la secta y al rango del acusado. Laastucia es la mejor arma del inquisidor: que utilice la parte doctrinal deeste Manual para que el acusado sea convicto de adhesión a tal o cualherejía" (1983: 147).

En 1577, un año antes de la edición definitiva de El Manual delos Inquisidores, el Consejo de Indias imprimió y mandó distribuir atodas las posesiones españolas en América- un cuestionario de cincuen-ta preguntas denominado Instrucción y Memoria de las relaciones quese han de hacer para la descripción de las Indias, que su Majestadmanda hacer, para el buen gobierno y ennoblecimiento de ellas, estogeneró un extensísimo corpus textual que hoy conocemos con el nombrede Relaciones Geográficas de Indias. "Las Relaciones son, en términosgenerales," dice Juan Martínez Carreras, "el resultado de una labor esta-dística y de información histórica, geográfica y administrativa llevada acabo en la España de Felipe II, a fines del siglo XVI, y más concreta-mente, en sus treinta últimos años, en forma metódica y unificada. Por

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parte de los gobernantes españoles se envía a las villas y aldeas, pueblosy lugares de la Península e Indias un interrogatorio o cuestionario siste-mático y preciso, compuesto por un variado número de preguntas o capí-tulos. Tales preguntas se refieren ordenadamente a casi todos los asuntosy actividades de las poblaciones y lugares interrogados, tanto a su loca-lización y caracteristicas geográficas, como circunstancias históricas ycoyuntura económica, social, religiosa y cultural, sin dejar ningún pun-to, prácticamente, sin tocar, de forma que se lograba una completísimainformación del pueblo respectivo" (1965: XLIV).

Al igual que el Manual de los Inquisidores, la Instrucción yMemoria es el resultado de un proceso de reescrituras que, en este caso,se inició con las últimas expediciones colombinas. A partir de 1502, dis-posiciones reales exigían informes detallados de las regiones descubier-tas y desde 1508, el piloto mayor de la Casa de Contratación tuvo comotarea fundamental, prescripta por cédula real, la confección de un pa-drón con los datos obtenidos hasta el momento sobre las posesiones es-pañolas en América. Veinticinco años más tarde, en 1533, dos cédulasreales certifican el fin del carácter auxiliar de las descripciones y suautonomización como instrumentos idóneos para el proyecto político-económico de la colonización española. La cédula de diciembre de 1533,dice Jiménez de la Espada, "señala y establece el período en que lasRelaciones geográficas empiezan seguramente a ser trabajo indepen-diente, organizado y con carácter propio" (1881-1897, t. 1: XXXIX).Pero será Juan de Ovando, presidente del Consejo de Indias desde 1571y conocedor de la realidad americana pues había sido visitador en nues-tras tierras en 1568, quien elabore el primer cuestionario de las Relacio-nes y ordene la puesta en marcha de la empresa de manera metódica ysistemática. Será Ovando quien comprenda cabalmente la necesidad deconocer América en todos sus aspectos para afianzar el proyectoexpansionista: "conocer la tierra para acatar sus mandatos; investigar elhecho social, presente y pretérito, para respetar la razón profunda de sucontextura; dictar la norma para ordenar la república. Todo esto se llamaen el sobrio lenguaje ovandino con sólo dos palabras: Descripciones yOrdenanzas. Geografía y Derecho. Cimiento y argamasa de imperios.",explica Peña y Cámara (121).

Si bien Ovando muere en 1575, cuando aún su empresa no ha-bía dado los frutos esperados, su más cercano colaborador López de

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Velasco dio forma definitiva a la Instrucción y Memoria y ordenó sucirculación en 1577. La información recogida debía ser volcada en elambicioso proyecto del Libro de las descripciones de las Indias" queformaba parte del aún más ambicioso proyecto de una historia y geogra-fia general de todos los reinos de la monarquía española. Si bien se reci-bió gran cantidad de información, esta no fue suficiente para la metafijada y durante años las Relaciones descansaron en los archivos reales.Es innegable, sin embargo, el carácter eminentemente moderno de laempresa que proponia un método de investigación estadístico-adminis-trativo que apuntaba tanto a lo geográfico como a lo histórico y socio-económico.

El título extenso del cuestionario -r-Instruccian y memoria delas relaciones que se han de hacer para la descripción de las Indias,que su Majestad manda hacer, para el buen gobierno y ennoblecimientodeIlas- nos permite focalizartres acciones: describir, gobernar, enno-blecer, que nos sitúan nuevamente en la perspectiva foucaultiana sobreel saber y el poder. Estas tres acciones se concatenan en una relación decausalidad: se ordena describir para (conocer y bien) gobernar y, entanto se (bien) gobierna, se ennoblece el objeto descripto; en rigor, lasRelaciones proveyeron a la Corona española gran parte de su saber so-bre América, aunque gobierno y ennoblecimiento no corrieron de la mano.

El cuestionario de la Instrucción y memoria iba precedido deun pormenorizado instructivo donde se evidencia, por una parte, la ex-traordinaria complejización de la relación primaria emisor/receptor, dadoque establece una cadena jerárquica en el circuito emisor cuyo vértice esel rey y una segunda cadena jerárquica cuyo vértice es el letradointerviniente. Y por otra, el protagonismo que adquiere este último, entanto sus atribuciones le permiten reconvertir un discurso en génerosdiscursivos ajenos a los del propio emisor.

De esta manera, parte de la Corona el mandato a "virreyes au-diencias y otras personas del gobierno" de enviar la Instrucción y memo-ria a "gobernadores, corregidores o alcaldes" para que a su vez estos laenvíen a los pueblos de españoles y de indios bajo su jurisdicción paraque el cuestionario sea contestado con la supervisión de los consejos,curas o religiosos del lugar, quienes deberán hacerlo llegar al rey utili-zando el circuito inverso. El instructivo, además, advierte sobre la formaen que deben ser leídas y contestadas las preguntas, por lo cual, la con-

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creción del acto comunicativo implicaba, también, la presencia de unescribiente o letrado. Pero corno algunas preguntas inquirian sobre cues-tiones prehispánicas, debieron ser contestadas por uno o varios infor-mantes indígenas a través de un intérprete; estos informantes debieron,incluso, confeccionar mapas para responder a preguntas tales corno lanúmero 47 sobre "los nombres de las islas pertenecientes a la costa yporqué se llaman así; [la forma] y figura dellas, en pintura si pudiere ser[...]" .

El mandato real inicial, tras la larga cadena de subemisores,concluye en un receptor capaz de leer e interpretar las preguntas en elcódigo que fueron formuladas, receptor que genera un nuevo circuito alconvertirse en el emisor que trasmite al intérprete la pregunta que deberáser reinterpretada y retransmitida al informante en un código diferentedel que fue formulada. Así el informante responde al intérprete, estedecodifica y recodifica para que el letrado interviniente -emisor delsegundo circuito-vierta en los géneros discursivos del circuito inicialla respuesta emitida. Sin embargo, la esquematización de esta situacióndiscursiva encuentra una vuelta de tuerca en la presencia de las pinturascon que los informantes acompañan algunas de las repuestas, puesto queestas, emanadas de la cosmovisión indígena, son interpretadas por elletrado interviniente según el código occidental y esta interpretación seasienta por escrito a manera de epígrafe. Resumiendo, y como explicaWalter Mignolo: "las relaciones son una compleja articulación del dis-curso escrito controlado por el letrado/jurista (escribano), de la voz si-lenciada de los indios viejos y principales y, finalmente, de las pinturasen las cuales quedan latentes las formas precolombinas de escritura quela letra viene a cubrir" (12).

En esta perspectiva también pueden leerse con provecho losmateriales publicados por Martín Lienhard bajo el titulo de Testimonios,cartas y manifiestos indígenas. Me vaya referir al texto de una "proban-za" que el compilador cita en el prólogo (XXI-XXI). El Diccionario deAutoridades define textualmente el término probanza como "averigua-ción o prueba que jurídicamente se hace de una cosa" y remite al verboprobar que significa 'justificar, manifestar y hacer patente la verdad deuna cosa con razones, instrumentos o testigos". Lienhard explica que en1538 Francisco de Bobadilla debe realizar, por orden del gobernador deNicaragua, Pedrarias Dávila, una probanza que atestigüe fehacientemente

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el fracaso de las campañas de evangelización realizadas hasta el mo-mento. La situación discursiva reproduce casi con exactitud la ya anali-zada con respecto a la Instrucción y Memoria: alguien que pregunta, tresintérpretes, un grupo de informantes indígenas y un escribano que vierteal español un diálogo desarrollado fundamentalmente en náhuatl. Al igualque en el caso anterior, esta situación comunicativa puede leerse subdi-vidida en dos momentos interdependientes. En un primer momento elgrupo indígena es preguntado a través de los intérpretes sobre lacosmovisión del mundo supraterreno de la tribu a la que pertenecen, losintérpretes decodifican y recodifican, Bobadilla recibe la respuesta y lavierte según los géneros discursivos propios, el escribano pone por es-crito el discurso reelaborado por Bobadilla. En un segundo momento,Bobadilla retransmite el discurso a Dávila, vértice de la cadena jerárqui-ca de emisores en ese circuito, quien lo trasmite nuevamente a las auto-ridades coloniales. Aquí, no solamente estamos ante la pugna entre laletras y las voces manipuladas por la letra sino que la narración primerade la cosmovisión indígena se vacía de contenido y adquiere un sentidopolítico, cuando diluidos los sujetos emisores indígenas, es presentadapor Dávila como prueba jurídica de una evangelización ineficaz.

La inquisitio como forma de producir saber puede pensarse,también, por su consubstanciación con el proceso colonizador latino-americano, como un elemento de legitimación discursiva. La NuevaCorónica y Buen Gobierno, escrita entre fines del siglo XVI y principiosdel XVII por el indio peruano Guamán Poma de Ayala, fue una deliranteempresa escrituraria compuesta por mil doscientas páginas y cuatrocien-tos cincuenta dibujos que el autor concibió como una carta dirigida alrey de España. Julio Ortega ha considerado esta obra un gran archivotextual puesto que Guamán apeló a todos los géneros discursivos occi-dentales a que pudo echar mano, al dibujo, a la escritura, a su lenguamaterna, el quichua y al aymára (1990: 107). Pero lo que resulta intere-sante de remarcar es que, esta carta sin fin que tenía por objetivo reordenarel caos producido por la llegada de los españoles a América y nunca fueleída por su destinatario, en sus capítulos finales reproduce un diálogoimaginario ente el autor y el rey, que puede leerse como una escenificación

de la inquisitio.El parágrafo 960 [974] de la Nueva Corónica y Buen Gobierno

se inicia de esta manera: "COMIENZA DEL CAPITULO DE LA PRE-

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GUNTA. Pregunta Sacra Católica Magestad al autor Ayala, para sauertodo lo que ay en el rreyno de las Yndias del Pirú, para el buen gobiernoy justicia y rremediallo de los trauajos y mala uentura, [...]" (1054). Elfragmento citado arroja la concatenación preguntar-gobernar-remediar[la situación indígena] que nos remite a las Relaciones Geográficas deIndias. Si en aquellas el rey mediatizado a través del aparato estatal or-denaba describir para gobernar ennobleciendo, acá la ficcionalizaciónpermite un diálogo directo entre el autor y el rey, quien pregunta paragobernar reparando la situación de pauperización de los indígenas, ob-jetivo de Guamán Poma. Acompaña este parágrafo un dibujo donde Fe-lipe III extiende su mano para recibir el libro que, de rodillas, sostiene elautor y un epígrafe sintetiza y fortalece lo ya expresado: "Pregunta SuMajestad, responde el autor/Don Phelipe el tercero, rey monarca delmundo/ Ayala el autor/presenta personalmente el autor la corónica a SuMajestad" (1055). La indagación se convierte, en este caso, en la posibi-lidad de legitimar la empresa de Guamán, puesto que su obra, no segeneraría, entonces, a partir de su propia voluntad sino como respuestaal impostergable mandato real.

Voy ahora a referirme a la entrevista realizada por la etnólogavenezolana Elizabeth Burgos Debray a la india maya quiché RigobertaMenchú, entrevista que se publicó en 1983 con el título de Testimonio.Me llamo Rigoberta Menchú. Decididamente no es mi intención pole-mizar con Burgos Debray, gracias a quien, de alguna manera, hemosconocido el intenso relato de vida de Rigoberta Menchú, sino reflexio-nar nuevamente sobre la actividad de aquellos que tenemos como campode trabajo las prácticas discursivas en Latinoamérica.

En el breve prólogo que precede a la transcripción de la entre-vista, Elizabeth Burgos Debray pone cuidado en reconstruir el escenariodonde ésta se produjo y la relación de confianza mutua que se estableciócon su entrevistada. No uso la palabra escenario de manera metafórica,dado que este prólogo no funciona discursivamente, según mi lectura,como una mera introducción sino como un marco que, a la manera dealgunos géneros literarios occidentales, permite describir el lugar de laacción y los personajes que en él se desenvuelven. Si bien la entrevistase desarrolla en París, lugar que podría pensarse como ajeno y hostilpara una indígena que apenas habla castellano, este escenario es neutra-lizado rápidamente por la construcción que hace Burgos Debray de su

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propia casa: frijoles y harina de maíz llevados por una amiga venezolanaa su huésped permiten a Rigoberta cocinar las "arepas", cuyo aroma a lamanera de Proust devuelven a una de ellas a la infancia venezolana, a laGuatemala abandonada por el exilio forzado a la otra. Europa desapare-ce como espacio físico y en su lugar se instala Latinoamérica como ellugar del recuerdo común que deviene espacio de acercamiento a travésde la confianza: "'Nosotros solo hacernos confianza en aquellos que co-men lo mismo que nosotros', me dijo ella un día" explica Burgos Debray(14).

Esta construcción del espacio como el lugar de la confianza setraduce en un diálogo distendido que horizontal iza las relaciones en elnivel más primario, el de las sensaciones: "las tortillas y los frijoles ne-gros nos han aproximado, porque ese alimento despertaba en nosotras elmismo placer y movilizaba las mismas pulsaciones"(l4), y aún BurgosDebray intenta quebrar la asimetría cultural cuando explica que, si bienella es etnóloga, nada conoce de la cultura de Rigoberta por lo que seubica en el lugar del que aprende (18). De esta manera, Rigoberta que,unas páginas atrás nos fue presentada vestida con la ropa propia de sucomunidad golpeando a la puerta de una casa parisina en una fría nochede invierno, puede ser visualizada gracias al artificio textual en el cálidolugar de la infancia, poseedora de un saber superior al del blanco.

Esta horizontalización es imprescindible para garantizar que lasrespuestas de Rigoberta son producto de su libre elección. Estamos, enúltima instancia frente a una construcción discursiva que se propone comotestimonial y, por lo tanto, se presenta como no ficcional? . El análisis delprólogo parece dejar claro que «la verdad» de este testimonio reside, notanto en la fidelidad de la transcripción sino en la voluntariedad de lasrespuestas. Dicha verdad residiría en el contenido con prescindencia dela forma, que admite la posibilidad de ser adaptada a la inteligibilidaddel lector.

Entrevistadora y entrevistada, en tanto personajes, se constru-yen a partir de su complementariedad a la manera del conde Lucanor yPatronio: antes que un diálogo entre distintas voces se percibe una únicavoz enunciada por dos emisores diferentes. Al igual que en el espaciocomún posibilitado por el sabroso aroma de las arepas, el deseo liga a lasdos mujeres: "Con rapidez, me pude dar cuenta de su deseo de ha-blar"(l2), dice Burgos Debray, y finalmente posibilita el reconocimien-

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to identificatorio: "ella me permitió el descubrimiento de mi otro yo.Gracias a ella mi yo americano ya no es una 'inquietante rareza"'(21).

Elizabeth Burgos Debray, que al inicio del prólogo habíadescripto el espacio epistemológico en el cual se insertaba el diálogocon Rigoberta Menchú como el silencio al que la expansión europeahabía sometido a las comunidades indígenas, construye el personaje dela entrevistadora como aquel que permite la palabra, no solamente a laentrevistada sino a todos los pueblos sometidos de América Latina: "Sonlos vencidos por la conquista española, los que se expresan hoy en la vozde Rigoberta Menchú" (80). La entrevistadora puede permitir que surjala voz del otro porque posee la palabra escrita, es hábil en los génerosdiscursivos de la cultura dominante, pero este hecho parece querer sersoslayado en el texto: quien entrevista intenta desaparecer discursivamentecuando elimina las preguntas del reportaje y lo convierte en un monólo-go. En este punto, la construcción parece llegar al punto máximo deidentificación entrevistador/ entrevistado con la confluencia en un mis-mo personaje con dos caras: la de la oralidad y la de la escritura. "[Deci-dí] estar a la escucha y permitir a Rigoberta hablar, a continuación ser elinstrumento, una especie de doble de Rigoberta, que haría el pase de looral a lo escrito"(20).

Paradójicamente la identificación con que se construye la rela-ción DebraylMenchú no parece ser percibida por esta última que siente,aún, la incomprensión del "otro" letrado: "[ ...] todavía sigo ocultando miidentidad como indígena. Sigo ocultando lo que yo considero que nadielo sabe, ni siquiera un antropólogo, ni un intelectual, por más que tengamuchos libros, no saben distinguir todos nuestros secretos"(377). Másaún, la sacralización del libro propia de su cultura que realiza BurgosDebray y la lleva a considerarlo el medio por excelencia para hacer es-cuchar la voz de los vencidos, es relativizada por Menchú, quien consi-dera, en cambio, al tiempo como el elemento primordial: "[ ...] yo nece-sito mucho tiempo para contar sobre mi pueblo [...]"(377), tal vez poreso quince años después Rigoberta escriba su propio libro (Menchú 1998),cuando el tiempo transcurrido indica que el español se ha convertido ensu segundo idioma y los otros participan como colaboradores.

Paradójicamente también, el Prólogo comienza diciendo "Estelibro es el relato de la vida de Rigoberta Menchú [...] La historia de suvida es más un testimonio sobre la historia contemporánea que sobre la

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historia de Guatemala. Ese es el por qué es ejemplar, porque encama lavida de todos los indios del continente americano"(7). La noción de vidao biografía ejemplar es un tipo discursivo de larga data en el occidentecristiano pero desconocido en la cultura quiché según surge del mismotexto de Rigoberta: "Quisiera dar este testimonio vivo que no he apren-dido sola ya que todo esto lo he aprendido con mi pueblo [...] quierohacer un enfoque que no soy la única, pues ha vivido mucha gente y es la .vida de todos"(30).

Si bien la entrevista es considerada por Debray un privilegioconcedido por Rigoberta y la intencionalidad de haberla llevado a cabofue "[ ...] contribuir a la lucha de los pobladores autóctonos de nuestrocontinente, contra el colonialismo interno y el externo [...]"(29), es ne-cesario avanzar sobre el procedimiento. La materia prima del libro fue-ron veinticinco horas de grabaciones, transcriptas con posterioridad enquinientas páginas mecanografiadas, como resultado de las preguntasque realizara Burgos Debray a Rigoberta Menchú. Según Debray detallatambién en el Prólogo, a partir de la lectura completa del material, pre-paró un fichero temático para "l...] recortar más tarde los capítulos[...]"(20) y optó por suprimir sus propias preguntas para convertir eltestimonio en un monólogo, lo cual dificultó su tarea "[ ...] porque debíahacer enlaces para que el manuscrito conservase el aire de un monólogohecho de un tirón"(20). A continuación, procedió al recorte del material,reordenándolo cronológicamente por capítulos para facilitar la lectura.Si bien la entrevistadora había confeccionado un esquema conductorcronológico previo para el desarrollo de la entrevista, este era alteradoconstantemente por Rigoberta hasta que, finalmente "[ ...] le dejé librecurso a la palabra"( 19); significativamente, al realizar la versión escrita,retoma la idea rectora de la cronología, de fuerte presencia en la culturaoccidental pero ausente en las comunidades indígenas americanas. Porotra parte, cada capítulo lleva como título una condensación de los te-mas desarrollados y un epígrafe que Debray extrapola del propio relatode Rigoberta o extrae del Popal Vuh, del Chilam Balam, la Biblia o dellibro Hombres de maíz de Miguel Angel Asturias. Es llamativo el capítu-lo XXXI que Burgos Debray titula Sobre la mujer. Rigoberta renunciaal matrimonio ya la maternidad puesto que en él la entrevistada explicaque en ese momento está sola pues el matrimonio y los hijos significanuna carga adicional para su actividad como militante pero "[ ...] estoy

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abierta a la vida. No quiere decir que rechazo todo porque yo sé que todollega a tiempo [...](349), hoy, quince años después, Rigoberta dedica susegundo libro a su esposo y a su hijo Mash Nawalja'.

Finalmente, Burgos Debray conserva las repeticiones propiasdel estilo de Menchú pero corrige los errores de género porque conser-varlos habría sido hacer "[ ...] folclore en detrimento de Rigoberta"(21).

Abstrayendo la situación particular, estamos ante la actividadde un letrado que recorta, suprime, traduce, corrige, reestructuracronológicamente en capítulos temáticos agregando epígrafes, el discur-so de un informante con el que no comparte un universo cultural nidiscursivo, en tanto el conocimiento lingüístico de este último se reducea una incipiente habilidad en el manejo del código letrado. Ya puedeverse adónde quiero llegar: estamos frente a dos interlocutores en rela-ción asimétrica, estamos frente a la situación básica de la inquisitio. Perorepito que mi intención no es polemizar con sino reflexionar sobre. Ha-gamos la experiencia, como dice Carla Ginzburg, partiendo de la analo-gía que existe entre inquisidores y antropólogos, entre reos y nativos(1996: 11-16). Retomemos lo planteado al inicio para preguntamos porqué la utilización de un instrumento en cuya génesis se encuentra la ca-pacidad de establecer culpables o inocentes; por qué la utilización de uninstrumento que convierte la situación de diálogo mediante complejosmecanismos socio-culturales, manifiestos o solapados en un discursomonódico. Para finalizar, dejemos de lado lo que denominamos inten-ciones (solidarizarse con la lucha de un pueblo, dar a conocer una cultu-ra diferente, etc.), que seguramente nos representan a todos y sobre lasque no tenemos dudas para preguntamos por qué a trece siglos de habersido implantada la inquisitio como instrumento del poder, continúapercibiéndose como un método legítimo de brindar testimonio.

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Notas

I Domitila Chungara, definida como "una mujer de pueblo" por los entrevis-tadores es una de las máximas dirigentes de los Comités de Amas de Casa bolivianos quetrabajan conjuntamente con los sindicatos mineros. La entrevista fue publicada en larevista Alternativa Latinoamericana, 5 (1987): 44-50 con el título "¿Las mujeres se vana organizar? ¡Qué barbaridad!".

2 Considero el examen, la confesión y la autobiografia por mandato otras for-mas de la inquisitio. Al respecto es paradigmático el ejemplo de sor Juana Inés de la Cruz,cuya imagen, casi la de una niña, sentada frente a la mesa examinadora, se nos aparececomo "natural" por el efecto de la repetición. Tanto Juana en su Respuesta a Sor Filoteacomo Teresa de Jesús en El libro de la vida y otras mujeres de la época, respondieron almandato de sus confesores de escribir sus biografias para demostrar que era falso aquellode lo que se las acusaba. La asimetría de la relación se basa, en este caso, en la jerarquíaeclesiástica y en el género sexual. Desarrollo este tema en Tieffemberg 1999.

Véase, por ejemplo, el Recordatorio de delaciones que textualmente dice:"Diócesis de x.- Fulano, nacido en ... , con domicilio en ..., de profesión ..., denuncia aMengano con domicilio en ..., calle o plaza ..., que ejerce el oficio de ..., de haber preten-dido que [.. .]" (Eimeric y Peña 1983: 134).

4 "E. Los interrogatorios. Para despejar toda sospecha de irregularidad y paraque realmente se llegue a establecer la verdad, tienen que asistir cinco personas a losinterrogatorios de delatores y testigos [...]" (Eimeric y Peña 1983: 146).

s Los cuestionarios se enviaron fundamentalmente a Castilla en la península ya Perú y Nueva España en América, los dos núcleos territoriales de las posesiones de laCorona española en el siglo XVI.

6 He consultado la edición que se realizó bajo el título de Geografía y descrip-ción universal de las Indias recopilada por el cosmógrafo-cronista Juan López de Velascodesde el año de 1571 al de 1574. Madrid, Real Academia Española, 1894.

7 Véase al respecto el artículo de Guillerrnina Walas, quien lee este texto comouna autobiografia o una etnografía encubierta.

Obras citadas

Burgos Debray, Elizabeth. Testimonio. Me llamo Rigoberta Menchú.La Habana: Casa de las Américas, 1983.

Diccionario de la lengua castellana; en que se explica el verdadero sen-tido de las voces, su naturaleza y calidad, con las phrases omodos de hablar, los proverbios o refranes y otros casos conve-nientes al uso de la lengua [...] Madrid: Francisco del Hierro,1726-1739. Edición facsímil: Madrid, Gredos, 1936,6 t. en 3 v.

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