el cuerpo como discurso: retórica, predicación y comunicación no

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CRITICÓN, 84-85, 2002, pp. 145-164. El cuerpo como discurso: retórica, predicación y comunicación no verbal en Caramuel Luis Robledo Estaire Conservatorio Superior de Música de Madrid Salmo 34 (hebr. 35), 10. Todos mis huesos dirán: Señor, ¿quién semejante a ti? ¿Quién, pues, podrá dudar del habla de otros miembros, cuando los mismos huesos hablan? Juan Caramuel, Trismegistus théologiens El cisterciense Juan de Caramuel y Lobkowitz (Madrid, 1606-Vigevano, 1682) ejerció el ministerio de la predicación en diferentes ocasiones, por lo menos en veintidós, número éste que corresponde a los sermones recopilados por su autor en el volumen Conceptus evangelici, donde también se reproduce la oratio gratulatoria que pronunció con motivo de la coronación como rey de Hungría en 1647 de Fernando IV, hijo del emperador Fernando III. En esta publicación se señalan tres años concretos en los que predicó sendos sermones: 1643 (sermón predicado en Lovaina en una festividad mariana), 1646 (en Baviera, en la festividad del Corpus Christi) y 1647 (en la festividad de San Juan Evangelista) 1 . En cualquier caso, su carrera no se orientó hacia este particular menester. Caramuel ha pasado a la historia por su aportación a muy diferentes materias: la teología, la filosofía, el lenguaje, la matemática, la teoría musical, 1 Juan Caramuel, Conceptus evangelici, Santangelo, 1665 (he consultado el ejemplar conservado en la Biblioteca Nacional de Madrid, 2/1388). En la edición de Campania de 1667, conservada en la Bibliothèque Nationale de París, se afirma explícitamente que estos sermones fueron predicados por el autor: «Conceptus evangelici quos... D. Joannes Caramuel concionabatur». Por otra parte, el autor anuncia una tercera edición en su Trismegistus théologiens, tomo II, p. 74.

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Page 1: El cuerpo como discurso: retórica, predicación y comunicación no

CRITICÓN, 84-85, 2002, pp. 145-164.

El cuerpo como discurso:retórica, predicación y comunicación

no verbal en Caramuel

Luis Robledo EstaireConservatorio Superior de Música de Madrid

Salmo 34 (hebr. 35), 10. Todos mis huesos dirán: Señor,¿quién semejante a ti? ¿Quién, pues, podrá dudar del hablade otros miembros, cuando los mismos huesos hablan?

Juan Caramuel, Trismegistus théologiens

El cisterciense Juan de Caramuel y Lobkowitz (Madrid, 1606-Vigevano, 1682)ejerció el ministerio de la predicación en diferentes ocasiones, por lo menos enveintidós, número éste que corresponde a los sermones recopilados por su autor en elvolumen Conceptus evangelici, donde también se reproduce la oratio gratulatoria quepronunció con motivo de la coronación como rey de Hungría en 1647 de Fernando IV,hijo del emperador Fernando III. En esta publicación se señalan tres años concretos enlos que predicó sendos sermones: 1643 (sermón predicado en Lovaina en una festividadmariana), 1646 (en Baviera, en la festividad del Corpus Christi) y 1647 (en la festividadde San Juan Evangelista)1. En cualquier caso, su carrera no se orientó hacia esteparticular menester. Caramuel ha pasado a la historia por su aportación a muydiferentes materias: la teología, la filosofía, el lenguaje, la matemática, la teoría musical,

1 Juan Caramuel, Conceptus evangelici, Santangelo, 1665 (he consultado el ejemplar conservado en laBiblioteca Nacional de Madrid, 2/1388). En la edición de Campania de 1667, conservada en la BibliothèqueNationale de París, se afirma explícitamente que estos sermones fueron predicados por el autor: «Conceptusevangelici quos... D. Joannes Caramuel concionabatur». Por otra parte, el autor anuncia una tercera ediciónen su Trismegistus théologiens, tomo II, p. 74.

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la arquitectura2. Corresponsal de Athanasius Kircher, de Gassendi, de Descartes y deMersenne, se formó en España (Colegio Imperial de los jesuitas en Madrid, universidadde Alcalá de Henares y universidad de Salamanca), pero pasó la mayor parte de su vidaen Flandes, Bohemia, Austria e Italia, donde murió siendo obispo de Vigevano.

El pensamiento y la producción de Caramuel reflejan la ambición de su siglo: ofrecera través de una obra de carácter enciclopédico la imagen de un mundo ordenado ylegislado en base a principios universales cuyo origen y fin es la Divinidad. Caramuel,como Kircher, disecciona la existencia y la somete a razón, una razón taxonómica ynormativa que le permite leer y re-escribir el mundo como un todo articulado enfunción de relaciones de analogía. Su propuesta de saber universal obedece, en suma, aese especial momento histórico en el que parecieron conciliarse el pensamientocientífico (y cientifista) y la cosmovisión heredada del pitagorismo. Es precisamente estaamplitud de intereses y de conocimientos, la condición paradigmática de hombre de susiglo, junto a su propia experiencia, lo que confiere enorme interés a sus referencias a laretórica y a la oratoria, en general, y a la predicación en particular. Aunque parece queno elaboró ninguna preceptiva al respecto3, en alguna de sus obras expone su visiónsobre la retórica y la consideración que le merece en el quehacer de su tiempo.Caramuel nos puede brindar, así, un marco conceptual mucho más amplio que el decualquier predicador contemporáneo.

EL DISCURSO COMO R E P R E S E N T A C I Ó N

Lo primero que llama la atención es el lugar que reserva Caramuel a la retórica en elmarco general de las disciplinas. Podemos ver esto en la particular clasificación de lasartes que expone en su Apparatus philosophicus. A fin de percibir mejor el afánracionalizador y taxonómico del polígrafo cisterciense, ofrezco en el Cuadro 1 unasíntesis de la tabla donde lleva a cabo lo anterior4. Resulta significativo que la retóricaocupe, además de un lugar dentro de las disciplinas rectoras del discurso, comoornamento y coadyuvante lógico de éste (Rhetorica est grammatica elegans, nec potestcarere Dialéctica), otro lugar dentro del conjunto de actividades rectoras delmovimiento corporal, afirmando de ella que «requiere el movimiento adecuado de lasmanos y los miembros del cuerpo». Más adelante, al explicar cada disciplina enparticular, dice de la retórica que procede «regulando el movimiento de las manos detal manera que parezca que con todos los miembros se habla y se manifiestan los

2 Ofrezco una selección bibliográfica acerca del vario quehacer de Caramuel y de su biografía: FernándezDiéguez, 1919, pp. 121-127, 178-189 y 203-212; Ceñal, 1953, pp. 101-147; Pastine, 1975; Garma, 1978;Pavesi, 1982; Bonet Correa, 1984; Barbieri, 1987, pp. 145-168; Sabaino, 1987-88; Velarde Lombraña,1989; Pissavino, 1990; Hernández Nieto, 1992; Robledo, 2000.

3 Desconozco el contenido del opúsculo Compendiosa Ars concinandae Symphoniae conservado en elArchivio Capitulare di Vigevano, del cual da noticia Velarde Lombraña, 1989, p. 198.

4 Juan Caramuel, Apparatus philosophicus, Colonia, 1665 (segunda edición) y Vigevano, 1677 (terceraedición). La edición de Vigevano es muy diferente a su predecesora: incluye scholia, muchos pasajes estánaumentados y, a medida que avanza la obra, su contenido resulta por completo diferente (el ejemplar que heconsultado carece de portada y de colofón, y se conserva en la Biblioteca Nacional de Madrid, 3/43678; elejemplar consultado de la edición de Colonia se conserva en esta misma institución, 3/45181). Para elproblema de la fecha correspondiente a la primera edición, véase: Sabaino, 1994, p. 318, nota 20.

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sentimientos del alma...»5. La retórica, en tanto que oratoria, queda, así, ligadaesencialmente a la actividad corporal. Pero ello es, a su vez, posible, porque Caramuelha designado un lugar en su clasificación general a un tipo de arte (vale decir, a unconjunto de actividades) cuyo cometido específico es regular todo lo relativo a dichomovimiento corporal.

Desde una perspectiva más amplia, la clasificación diseñada por Caramuel hacepatente una de las constantes de ese siglo que hemos dado en llamar barroco: lapreeminencia del movimiento y, en especial, del cuerpo humano en acción. A la vez,sanciona la importancia tan destacada que adquiere en la época la actio o pronuntiatio,la quinta operación de la retórica clásica, la que atiende a los gestos y a la emisión de lavoz. La teatralización del sermón barroco, la potenciación, hasta el exceso, de sudimensión representativa, ha sido señalada por diversos estudiosos6. Caramuel, comovamos a ver, no sólo se hace eco de todo el aparato gestual a la usanza: lo racionaliza,lo legitima y hace de él condición indispensable de la efectividad del discurso, de sucapacidad persuasiva. En este Apparatus philosophions que estamos comentando, altratar de la música y del desfase que se produce con demasiada frecuencia entre elteórico y el práctico, entre el que realmente conoce los secretos del arte y el que tan sólotiene habilidad para materializarlos, para ejecutarlos en público, Caramuel estableceuna relación explícita entre «el cómico en el teatro», «los cantores en el coro» y «elpredicador en el pulpito», afirmando a este respecto:

Este mismo mal ha llegado ya al pulpito y a la cátedra, y vemos a menudo en las iglesias queel dificilísimo cometido de un excelente predicador lo desempeñan sujetos inexpertos queconfían a la memoria sermones ajenos y que los declaman de manera más elevada de lo quehubiera hecho el autor.7

Teatro, música y predicación son, así, otras tantas manifestaciones del arte de larepresentación.

LA C O M U N I C A C I Ó N N O V E R B A L : UN I D I O M A N A T U R A L

La obra en la que Caramuel asimila por extenso la retórica a la actio lleva un títulotan desmesurado (no tanto por la extensión, sino por el concepto) como la ambición desu autor por ordenar, clasificar y elucidar todos los mecanismos de que Dios ha dotadoal ser humano para expresarse: Trismegistus theologicus, latine Ter-maximus, cuiustomi sunt tres: in quibus tres virtuales et morales maximce quœ subcollant restrictionumdoctrinam radicitus edisseruntur (Vigevano, 1679). Como el mismo título declara, laorientación final de esta obra en tres tomos es la teología moral, y, en concreto, ladoctrina de la restrictio, tan cara a la casuística jesuítica y tan debatida en el seno de laiglesia católica desde el siglo xvn. El primer tomo lo titula POLYMNIA y trata del

5 Juan Caramuel, Apparatus phtlosophicus, Vigevano, 1677, p. 22 (ed. Colonia, 1665, p. 13).6 Entre los trabajos orientados a este aspecto, pueden señalarse los siguientes: Alonso, 1962; Orozco

Díaz, 1980; Lara Garrido, 1983; Ledda, 1983 y 1989; Cerdan, 1985; Estepa, 1989; Fumaroli, 1990; SoriaOrtega, 1991. De la Granja, 1991; Sánchez Martínez, 1993 y 1998; Rodríguez de la Flor, 1995; RobledoEstaire, Actas en prensa.

7 Juan Caramuel, Apparatus philosopbicus, Vigevano, 1677, p. 24 (ed. Colonia, 1665, p. 14).

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«idioma natural y la restrictio sensible»; el segundo es HARPOCRATES y aborda larestrictio insensible basada en el silencio; el tercero y último, HAPLOTES, estudia larestrictio mental. El afán de Caramuel por desentrañar el sentido y las diferentesmanifestaciones de la restrictio se halla ligado al probabilismo que postuló y que loconvirtió en conspicuo laxista, siendo por ello atacado (y defendido) ya en su época.

El sentido que adquiere el término restrictio en el aspecto que aquí nos interesa, eldel lenguaje de las manifestaciones sensibles desarrollado por Caramuel en el primertomo de su obra, POLYMNIA, es el de determinar, precisar, elucidar o completar laexpresión verbal, como su autor explica en numerosas ocasiones. Ejemplo señero deesto es el tan debatido pasaje de la vida de San Francisco en el que éste es rogado porun preso fugitivo que no delate su paso por aquel lugar, y, más adelante, siendopreguntado el santo por los perseguidores de aquél, responde: «Nadie ha pasado poraquí», llevando su mano derecha a su mano izquierda al tiempo que pronuncia estaspalabras. Al comentar este pasaje, Caramuel libra al santo de toda falta a la veracidad,puesto que «como aquel por aquí era equívoco, restringió con la mano», vale decir, laindeterminación (supuesta) de la expresión verbal es reducida y precisada por elmovimiento de las manos, convirtiéndose tácitamente su respuesta en algo así como:«Nadie ha pasado por esta mano». De modo que San Francisco, parafraseando a dosilustres autores teatrales, ni miente ni deja de mentir, sino todo lo contrario. Toda lahipocresía y cinismo que han acompañado a la Iglesia católica en sus artimañas deembaucamiento, la ambigüedad calculada sobre la que ha cimentado su poder, sonrubricadas con desenfado y desparpajo por Caramuel al concluir su exposición delmencionado pasaje con estas palabras: «Pero, dirás, ellos no advirtieron el movimientode las manos. ¿Y qué? No tenía aquel santo obligación de avisarlos, y, si fuerondescuidados, se les ha de achacar a ellos»8.

El sentido de precisión y determinación otorgado al concepto restrictio en lasmanifestaciones sensibles del discurso permite a Caramuel elaborar un enciclopédicotratado sobre la comunicación no verbal y sobre la elocuencia del gesto, tratado quellena el primer tomo (el más extenso) de su Trismegistus théologiens y que consagra aPolymnia, la musa de la mímica, con el siguiente encabezamiento: POLYMNIA. Delidioma natural y de la «restrictio» sensible. Este idioma natural o lenguaje de los gestoses anunciado en el subtítulo del tomo:

[Este tratado] muestra que los hombres pueden y suelen hablar comenzando por el últimocabello de la cabeza y acabando con los pies, agitando la cabeza, asintiendo, negando,balanceando y moviendo las manos, pies y todo lo demás, precisando más ampliamente lodicho en el discurso.

Precediendo al cuerpo general de la obra van dos secciones, a modo de doble intro-ducción, que abordan, respectivamente, la elocuencia del cuerpo humano en tanto quepersona, es decir, mediante su sexo, sus cualidades, sus prejuicios, sus circunstancias,

8 Juan Caramuel, Trismegistus théologiens, tomo I, pp. 296-298 (he consultado principalmente elejemplar con la signatura 3/26329-26330 de la Biblioteca Nacional de Madrid; también he consultado elejemplar del tomo I que lleva la signatura 7/14370).

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etc., y la elocuencia del cuerpo a través de su representación en pintura y escultura. Porfin, da comienzo la parte más enjundiosa de la obra.

Para poner en marcha su discurso sobre la gestualidad, Caramuel vuelve a recurrir ala musa del mimo: POLYMNIA. De las «restrictiones» que nacen del gesto y delornato. Este es el encabezamiento de la parte más importante y extensa del tomoprimero correspondiente al Trismegistus théologiens, parte que el autor subdivide en 27articuli o capítulos. En el Cuadro 2 puede verse el plan general de toda la obra. Cadaarticulas consta, a su vez, de diferentes sectiones. Son innumerables y, a veces,peregrinas (aunque siempre muy interesantes) las digresiones que hace Caramuel a lolargo de todo el tratado, en las que refiere anécdotas o repite temas de los que se ocupaen otras obras y que tenían para él una relevancia especial (como es el caso de supropuesta de sistema heptasilábico para la solmización). Dejando a un lado muchas deestas digresiones y atendiendo a los aspectos que aquí pueden interesarnos, ofrezco en elCuadro 3 una selección de los articuli y sectiones en que se subdivide la tercera partedel tomo I. En el proemio a esta tercera parte, Caramuel deja claro que su intención esdilucidar todo lo relativo al lenguaje de los gestos, lo que él llama el «idioma natural»:

NOTA. El lector que haya leído sobre los phrósophoi admitirá de muy buen grado que todolo que en este libro voy a abordar por extenso (pues el tema ofrece materia abundante) gozabade estima entre los griegos. Los phrósophoi eran actores mudos que representaban en el teatrohistorias muy profundas sin articular palabra y sin participación musical alguna, con el sologesto del cuerpo, de tal manera que los espectadores casi comprendían mejor por elmovimiento del cuerpo que si alguien recitase..., nadie podrá negar que el gesto pueda hablarsi junto a él concurren circunstancias consignificantes.9

E L C U E R P O C O M O D I S C U R S O

Como puede observarse en el Cuadro 3, Caramuel comienza hablando del gesto engeneral y procede a hacer un recorrido por el cuerpo humano considerando losdiferentes recursos que éste atesora para llevar a cabo una comunicación no verbal. Ellenguaje de los ojos, el de la boca y el de las manos ocupan un lugar prominente, concuatro, cinco y cinco articuli, respectivamente, aunque alguno de éstos tiene cabida ensu sistema por mera analogía sensorial, como el IX (Del habla por los colores,subsidiarios del sentido de la vista), el XXII (Del estilo, dependiente en primerainstancia, como escritura, del sentido del tacto) y el XXV (Del habla de los dones ypresentes, también relacionado de modo general con el tacto). Pero Caramuel va másallá de la expresión que realiza el ser humano a través del gesto; su visión totalizadorade la persona convierte a ésta en un ente «lingüístico» configurado por una ortografía,por un léxico, por una gramática, por una retórica y hasta por una dialéctica. Los ojos,por ejemplo, tienen un léxico particular, puesto que encontramos ojos elevados,cerrados, turbados, observantes, malignos... (articulus VII, sectio VII). Asimismo,poseen una gramática, en virtud de la cual Caramuel les hace declinar substantivos yconjugar verbos (articulus VII, sectiones IV y V); además, esta gramática les condena aproducir barbarismos y solecismos, verbigracia, unos ojos que mirasen con severidad al

9 Ibid., p. 54.

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amigo o con benignidad al enemigo producirían un solecismo de la mirada (articulusVII, sectio VI). La mano corre también el riesgo de incurrir en solecismo si, al referirseel orador o recitador a la tierra, apunta al cielo, y viceversa (articulus XXI, sectio III).En cuanto a la retórica inherente a las partes del cuerpo, la palma se la llevan los ojos alexplicar Caramuel a lo largo de veinticinco páginas treinta y cuatro figuras retóricasque produce la mirada (articulus VIII, sectio IV); pero es que también hay una retóricade la barba, cuya ausencia y promesa en el adolescente y en el eunuco produce la figuraelipsis (articulus IV, sectio V), y otra en los brazos, que da lugar a la figura enigmacuando se mueven de forma misteriosa (articulus XIX, sectio III). En el cuerpo hablantede Caramuel hay lugar, asimismo, para la dialéctica: los ojos que derraman lágrimasocultamente y, a la vez, en público establecen dos premisas silogísticas de las que seinfiere la consecuencia, dando lugar, de este modo, a un enthimema o silogismoincompleto (articulus X, sectio IV). El engaño, por supuesto, acecha en el lenguaje delos gestos, como cuando alguien se postra ante el vencedor de manera insincera,haciendo, así, mentir a sus rodillas (articulus XXVI). Pocas manifestaciones del cuerpohumano deja Caramuel de considerar; la risa, por ejemplo, tiene su propio apartado(articulus XIV), y la tos, de la que expone su gramática y su retórica, sin olvidar elesputo («gargajo», dice, en castellano) (articulus XV).

Bajo esta aparente embriaguez de racionalismo enciclopedístico, lo que Caramuelnos está proponiendo es un cuerpo humano significante en varios niveles. Por unaparte, tenemos un cuerpo portador de signos, en su misma persona (parte I: De las"restrictiones" que conciernen a las personas, esto es, de la elocuencia derivada delsexo, del carácter, de la condición...) y en su representación (parte II: De las«restrictiones» que provienen de las pinturas de las personas) (ver Cuadro 2). Por otra,como persona actuante, tenemos un cuerpo realizador de signos (parte III: Polymnia.De las "restrictiones" que nacen del gesto y del ornato). Y, por encima de todo ello,como ente gramático y retórico, emerge el cuerpo como discurso en sí mismo, con susreglas, sus figuras y sus incorrecciones. Si imaginamos ahora el pulpito barroco, o elteatro, podríamos decir que un discurso se superpone a otro discurso, el que esdeclamado al de quien lo declama, o viceversa. La dimensión que reclama aquí la actiono puede sino reducir esencialmente el ejercicio oratorio a verdadera representación.

Por otra parte, ese cuerpo portador de signos que es la persona configura ununiverso simbólico que Caramuel explicita en varias ocasiones, como cuando expone elsignificado y la simbología de los diferentes colores (articulus IX), o cuando explica quela mujer hace la genuflexión con ambas rodillas, al contrario que el hombre, porqueeste acto significa humildad y sumisión, y la mujer se halla obligada a una doblesumisión: a los padres y, una vez desposada, al marido; además de que la primeramujer, Eva, cometió doble pecado: comer la manzana y dársela a comer a Adán(articulus XXVI). También configura un universo emblemático. Cuando explica el«silencioso y curioso idioma de los cabellos», como él lo denomina, Caramuel señala laelocuencia de la calavera para enseñarnos el recto camino en la vida y la preparaciónpara la muerte, exponiendo, así, lo que podríamos considerar una teorización de lavanitas que acompaña de cierto aviso que se ve con frecuencia, según dice, en loscementerios españoles:

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Tú que me miras a míTan triste, mortal, y feo,Mira, pecador, por ti,Que cual tú te ves me vi,Verte has cual yo me veo. (articulus IV, sectio VI, nota II)10

Asimismo, en el capítulo dedicado al habla de los pies, recuerda la representación deFortuna en forma de mujer sosteniéndose con un pie sobre una esfera, pie que suple laelocuencia de la boca al mostrar el carácter inestable y errático de aquélla (articulusXXVII, sectio III).

Al abordar sistemáticamente el lenguaje gestual de cada una de las partes del cuerpohumano, en muchas ocasiones promete Caramuel más de lo que ofrece en realidad; esdecir, con frecuencia, en lugar de describir las particularidades de tal lenguaje se limitaa enunciarlas o a señalar su presencia en pasajes literarios que transcribe. Digamos, depasada, que éste es uno de los aspectos que hace más amena e interesante la lectura dela obra, pues de la enorme cantidad de fuentes reproducidas sobresalen multitud defragmentos de escritores españoles del momento o de las generaciones inmediatamenteanteriores. Entre ellos, los más citados por Caramuel o, al menos, sus preferidos, habidacuenta de que les dedicará sendos capítulos en el tomo siguiente (dentro del articulusDe los poetas españoles), son Lope y Quevedo11; pero cita también incontables pasajesde obras de Góngora, Tirso, Pérez de Montalbán, Moreto y otros. Esta suerte dedecepción podemos sentirla al leer el articulus VI (Del habla del semblante), en el quealude a la Physiognomia de Giovanni Bañista Porta y trata de la expresión de lasdiferentes pasiones del alma a través del semblante, pero no especifica cuáles son éstasni cómo lo hacen. No obstante, en conjunto, su tratado es un valioso testimonio sobrela comunicación no verbal tal como era entendida y practicada en el siglo xvn.Podemos apreciar, por ejemplo, el lenguaje de los besos, esto es, el diferente mensajeque portan atendiendo a si se dan en la cara, en la mano, en el pie, en la rodilla...(articulus XVI). Podemos también leer un pequeño tratado de quirología y aprender ellenguaje de las manos (articulus XXI, sectio IV), o conocer el significado de cada dedo yel lenguaje de los anillos en la antigüedad clásica (articulus XXI, sectio IX). Lasdádivas, dones o regalos son portadores, asimismo, de mensajes diferenciados, y serevelan «mucho más eficaces que las palabras» para persuadir; algunos reflejan tanfielmente el interior del que los ofrece que se conocen como dones cantantes (articulusXXV). Los pies, por último, hablan y tienen su abecedario, un abecedario que da lugara un lenguaje cifrado expuesto por Caramuel y del que nos refiere su uso por parte delemperador Fernando III (articulus XXVII, sectio I).

10 En el tomo II, pp. 217-218, de este Trismegistus theologicus, el titulado HARPOCRATES. De las«restrictiones» insensibles que surgen del silencio, Caramuel se detiene a considerar el «paso callado» con elque el reloj nos avisa de la venida de la muerte, otro motivo recurrente en el género vanitas. Más aún, loconvierte en un predicador del Tiempo, cuando inicia el capítulo a él dedicado con las siguientes palabras:«Tienen los príncipes embajadores y oradores para exponer a través de ellos sus dictámenes, y el Tiempo(gran príncipe, en verdad) tiene sus embajadores y oradores con los que prescribe el término y fin de todos loscuerpos».

H Trismegistus theologicus, tomo II, pp. 27-63.

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LA P R Á C T I C A O R A T O R I A Y S E R M O C I O N A L : G E S T O Y V O Z

¿Qué parte de todo este aparato gestual utilizó Caramuel en sus sermones? No hayninguna mención explícita al respecto, pero lo que sí encontramos son suficientesobservaciones como para poder componer una normativa concionatoria básica inscritaen la actio o pronuntiatio que hace del sermón, como ya vimos al principio, un ejerciciofundamentalmente de representación. Para empezar, hay que decir que Caramuel confíamás en la palabra escrita que en la hablada:

Las palabras se expresan de manera más exacta y elegante con la pluma que con la lengua.Las que se escriben en el papel se revisan, se suprimen, se corrigen; pero las que surgen de laboca son irrevocables: una vez dichas, permanecen. Por eso, muchos que son eminentes con lapluma no se atreven con la lengua... Siempre es menor la fuerza y la elocuencia en la lenguaque en la pluma, (articulus XXII, sectio XVII)

Es por ello, sin duda, por lo que Caramuel considera imprescindible yconsubstancial al sermón una actio adecuada. Lo deja muy claro ya en el articulus I(Del gesto en general): en la sectio II [Del gesto que los poetas y oradores esgrimen enlas declamaciones ) afirma:

El alma del discurso es, pues, el gesto, y su eficacia en el vulgo depende más del modo deperorar que del peso de los razonamientos... Quien nombra el océano y alude a las costas,quien menciona las ciudades, profiere palabras sin vida a no ser que, moviendo la mano deaquí allá, parezca representar todo aquello que dice.

Y, unas páginas más adelante, aborda uno de los aspectos que más preocupaban alos encargados de propagar la fe contrarreformista desde el pulpito: Si la expresión delos gestos desdice de la gravedad y autoridad eclesiásticas (articulus I, sectio IV). Enestos años, en los que la predicación había alcanzado tal grado de histrionismo que eracomparada con toda naturalidad, reprobándolo o defendiéndolo, con la representaciónteatral12, la postura de Caramuel es de extremada prudencia y de rechazo hacia todoexceso. Por eso mismo, su defensa de la gestualidad, nada sospechosa, da idea de hastaqué punto era ésta un componente esencial de la predicación. Veamos, de manerasinóptica, cómo resuelve Caramuel esta duda planteada en el mencionado articulus I,sectio IV:

Divido el gesto en grave y ridículo. Y, distinguiendo dentro del primero entre gesto excesivo ygesto sobrio, así como en el orador, y sobre todo en el orador evangélico, condeno los gestosridículos y no tolero, si son excesivos, los heroicos, del mismo modo permito, alabo yrecomiendo los gestos graves si se hacen con sobriedad... Del teatro pasaron los gestos alforo... y, con estas premisas, surge la pregunta siguiente: ¿deben y pueden los cantores en elcoro y los predicadores en la iglesia imitar a los oradores antiguos en la expresión de losgestos? El llamado credo calábrico, en el que el cantor reproduce con el movimiento de lasmanos lo que significa cada palabra, debiera ser prohibido, porque excita más a risa que adevoción, ya que expone una y otra vez en son de burla los fundamentos básicos de la Fe, nosin cierto sonrojo de gente erudita. He visto predicadores extremados en el gesto que parecen

12 Véase la nota 6.

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comediantes más que apóstoles... Todos los extremos agradan a los heterodoxos. Por eso, losluteranos y calvinistas apenas mueven las manos en sus sermones. No parecen decir, sino leero lamentarse: si las estatuas hablasen, serían como ellos. Declaman de tal modo en los templospara granjearse la consideración de modestos. Uno y otro extremo condeno, pues la virtudconsiste en el término medio... Y el modo de decir en las iglesias o en las aulas que losespañoles llamamos afectado ni los pulpitos ni las cátedras lo admiten... Así, pues, el uso dePolymnia no desdice de los predicadores apostólicos, con tal de que no exceda el límite de lamodestia...

Moderación, en suma, sí, pero necesidad de la gestualidad para hacer creíble elsermón y para alejarse de la frialdad de los cristianos reformados. Es muy significativaen el pasaje anterior la relación que establece entre los cantores y los predicadores, conlo que deja patente, una vez más, que la predicación es representación, aunque debahuir de la afectación. Hay otro pasaje en el que Caramuel ejemplifica la manera dehacer inteligible el discurso mediante el movimiento de ojos, cabeza y manos. En élimagina un recitador ideal declamando ciertos versos de Virgilio que reproduce y queseñala al margen con la siguiente advertencia: Se reproducen unos versos de Virgilioque, si se leen en silencio y no se recitan de viva voz, carecen de energía. Susrecomendaciones constituyen toda una lección de arte dramático13:

Cuando pronuncia aquel verso Tanta-ne, etc., adelanta la cabeza, abre amenazante los ojos y,a la vez, eleva ligeramente la mano y la extiende, abierta, ante la faz. Cuando profiere laspalabras ccelum terramque, aquellos espacios de los que habla representa con ojos y mano. Y,finalmente, cuando añade quos ego, dirige los ojos a los insolentes vientos y apunta con elíndice hacia ellos, para decir luego, mientras inclina la cabeza y baja la mano, sed motosprcestat, etc. Esta técnica nos ayuda a entender algunos lugares de las Sagradas Escrituras que,si carecen de circunstancias consignificantes, no se pueden explicar, (articulus XXI, sectio XI)

La última frase es reveladora, por cuanto abre la puerta al empleo en la predicaciónde los recursos gestuales que ha expuesto, aunque, lamentablemente, no ofrece acontinuación ningún ejemplo práctico al respecto.

El movimiento de los brazos es, desde luego, insustituible en el sermón y conformaun lenguaje del que da cuenta Caramuel en el articulus XIX (Del habla de los brazos).El comienzo de su exposición va acompañado de la siguiente nota al margen: Seexaminan los principales modos de mover los brazos en el sermón:

También con los brazos hablan los hombres, y, así, mientras peroran, con los brazos unosparecen nadar en el río, otros serrar una madera, otros, como los cálibes, forjar el hierro en elyunque, otros tejer con menos esfuerzo, otros bordar con la aguja y otros volar en el vacío.Hay algunos (también me sirve la lengua española) que [en] el pulpito se columpian, otros queesgrimen, otros que arrullan. Y esto sin faltar otros que danzan, bailan, castañetean y, fuerade propósito, juegan los brazos con movimientos poco proporcionados. Y todos estosmovimientos provienen de la Naturaleza o del Arte. Si de la Naturaleza, denotan una manerade hablar en el orador incorrecta e indisciplinada. Si del Arte, denotan una emoción especial

13 Para la relación entre el oficio de actor y la retórica en la España barroca, véase Rodríguez Cuadros,1998.

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que quieren sea captada por el auditorio. [Lo que aquí va en cursiva también aparece así, y encastellano, en el original].

La vieja dicotomía naturaleza-arte, esto es, lo inasible, azaroso, no sometido arazón, por una parte, y lo ordenado, legislado y reducido a normativa, por otro, esinvocada aquí nada menos que para legitimar el artificio (no la afectación, aunque¿seríamos capaces hoy de discriminar ambos conceptos si, por acaso, asistiéramos a unsermón de entonces?) que da sentido al discurso y garantiza su eficacia. Caramuel, así,sanciona el carácter para-teatral del sermón y el entrenamiento en una técnica gestual,como se vio en el párrafo anterior, para su declamación.

En la geografía del cuerpo hablante revelada por Caramuel destaca, señero, ellenguaje de las manos, lo que denomina quironomía o quirología. Al comienzo mismode su extensa disertación sobre este tema el cisterciense lo vincula a la predicación,planteando al margen: ¿ Qué elogia principalmente el vulgo ignorante en el predicador}Y, más adelante, también al margen, anota: La suavidad de la voz es extremadamentenecesaria para el orador. El mismo sermón, discurso o comedia agrada si se dice bien, yno lo hace si se dice mal. Y es que en este pórtico al lenguaje de las manos Caramuelañade, además, algunas consideraciones sobre el otro aspecto de la actio o pronuntiatio,el tono de voz:

Del mismo modo que en el canto harmónico las cuerdas y los órganos conciertan en susproporciones numéricas con la voz (pues resultaría una disonancia malsonante si no hubieseconcordancia entre ia voz y el instrumento musical), así también el movimiento de las manosy la disposición de todo el cuerpo se deben acomodar a lo que se dice y a la manera en que sedice... He conocido predicadores de gran ingenio y gran elocuencia que no eran apreciadosporque eran fríos en la acción y tenían una voz desagradable. Poi el contrario, he conocidootros que, dotados de clara y sonora voz, eran elogiados por los ignorantes (de los que haymuchos). Así transcurren las cosas humanas. Porque, así como una buena fábula es silbada aveces por el defecto del histrión que representa, así también un buen discurso desagrada si sedeclama torpemente, lo que sucede con frecuencia... Hay quienes, cuando debieran orar,cantan, hay quienes ladran, o mugen... Y, en lo que respecta al gesto, hay quienes en lacátedra nadan, hay otros que vuelan, los hay que se retuercen, o se tiran al suelo... Dice, pues,el español: El que mal pleito tiene I a vozes le mete, larticulus XXI. Del habla de las manos)

Una vez más, dejando a un lado los excesos pintorescos, pero representativos, al fin,de unos hábitos compartidos y asumidos de forma generalizada por quienes nosprecedieron, Caramuel hace de su querida Polymnia rectora del discurso y le dedica unapartado especial (articulus XXI, sectio I), en el que afirma: «La mano es otra lengua...también las mismas retórica y dialéctica serían inanes si no se ayudaran de las manos.»En el apartado siguiente (articulus XXI, sectio II) encontramos una definición dequironomía («es el arte que prescribe leyes a las manos») y una curiosa división de lamisma: quironomía del tripudium (la que regula lo relativo a la danza y la coreútica),quironomía del convivium (el arte de trinchar: «los quirónomos sirven hoy a lospríncipes y trinchan las aves con suma agilidad y destreza, aunque no observan losnúmeros harmónicos en el movimiento de las manos») y quironomía declamatoria. Enesta última, lleva a cabo un elogio de la actio con estas contundentes palabras:

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EL CUERPO COMO DISCURSO 155

Proclamo que el orador no sólo puede, sino debe mover la mano con artificio, puesdeclamaría sin vida si permaneciera inmóvil como una estatua... La actio comprende muchascosas y la elocuencia necesita de todas ellas, a saber, moderación en la voz, vigor en los ojos,movimiento en las manos, disposición en el rostro y, en fin, el gesto en todo el cuerpo.

La retórica en su conjunto, esto es, las cinco operaciones clásicas de la misma,inventio, dispositio, elocutio, memoria y actio o pronuntiatio, son repartidas entre lasdiferentes manifestaciones gestuales en la sectio V (De la retórica de la quironomía ) deeste articulus XXI. La inventio corresponde, no acierto a entender por qué motivo, altono de voz, y la consideraremos más adelante. En la dispositio aplicada al gestoCaramuel nos ofrece otra lección de arte dramático:

Otro cuidado que ha de tener el phrósophos concierne a la disposición del cuerpo, pues debeprocurar que esta actitud corporal externa responda a la disposición de los argumentos, de laque tratan profusamente los escritores, ya que las maneras y el movimiento de las manos, delos brazos y de todo el cuerpo son como los fiadores de la voz, que corroboran cada una delas cosas que se dicen. Así, cuando describimos un hombre magnífico, erguimos todo elcuerpo, cuando uno modesto y humilde, encogemos los hombros e inclinamos la cabeza. Deaquí que las mismas palabras puedan declamarse con modestia, altanería o humildad. Lamodestia es el término medio, ya que decimos hablar modestamente cuando lo hacemos comolos otros suelen. La altanería requiere que, al igual que alzamos los ojos y erguimos la cabeza,levantemos también la voz14. La humildad, exponer el asunto someramente, inclinar lacabeza, y bajar ojos y voz.

La elocutio implica la elegancia en el gesto, la cual «reprueba y rechaza losmovimientos desproporcionados y descompuestos».

El predicador que fue Caramuel hizo uso en sus sermones de un particular sistemamnemotécnico (quizá inventado por él) que denomina memoria digital y que explica enel apartado correspondiente a esta operación. La rica tradición de la memoriaartificialis o arte de la memoria, a medio camino entre la práctica y la simbología,cuenta aquí con una de sus últimas apariciones en nuestra cultura:

El jurisconsulto en el senado, el preceptor en el aula y el predicador en el templo procure enprimer lugar hacerse con diferentes anillos de distintos materiales (hierro, plomo, cobre, platay oro) y haga engarzar en ellos piedras de diversas formas (triangulares, cuadradas, ovales,redondas, etc.) y de varios colores (negras, blancas, verdes, rojas, azules, amarillas, etc.), ypuedes designar todo este aparato con el nombre de memoria digital. Luego, cuando llegue lahora de la declamación, disponga las secciones de su discurso como por capítulos, y adjudiqueel anillo apropiado a cada una de estas secciones atendiendo a su contenido. Finalmente,empezando por el meñique, engalane los dedos de la mano izquierda con los anillos en elorden que pide la disposición del discurso, de manera que las piedras, con sus coloresparticulares, pongan ante los ojos las secciones a dilucidar. Este sistema es fácil y de él me heservido con frecuencia.

I4 Me atrevo a suponer la última frase, porque no encuentro sentido a la redundancia del original: sicetiam caput erigamus.

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Caramuel da fin a esta retórica de la quironomía con la pronuntiatio que veremos enseguida. Ahora, para terminar con los gestos de la mano, hemos de decir que nuestroautor les otorga una triple función a la hora de abordar la cuestión siguiente: Si puedeprecisarse un discurso ambiguo mediante el movimiento de la mano (articulus XXI,sectio XI). Al comienzo de esta sectio XI anota al margen: De tres maneras desvelamosla mente con el movimiento de las manos; estas tres maneras son, en síntesis:1- Subrayar lo que se dice, como cuando, al mencionar el cielo, se eleva la mano, o,cuando se menciona la tierra, se baja; 2- Modificar o desplazar el sentido original deuna expresión, dirigiéndola hacia alguien expresamente señalado («así, en otro tiempo,un cómico de Roma, vuelto hacia Pompeyo, le dirigió aquellas palabras de Plauto: Y túeres dichoso con nuestras desgracias»); 3- Suplir lo que no pueden expresar laspalabras, como el movimiento de las aguas...

Inseparable y complementaria del gesto para una adecuada declamación es lavocalidad, que constituye propiamente la pronuntiatio dentro de la quinta operación dela retórica clásica. Aunque Caramuel le concede menos importancia que a lagestualidad, no está ausente de su monumental tratado sobre la restrictio sensible queestamos intentando desentrañar. Ya hemos visto en un pasaje anterior su espanto antelos mugidos y ladridos de algunos predicadores de su tiempo (articulus XXI. Del hablade las manos). Con independencia de su decidida oposición a tales excesos histriónicos,Caramuel postula una variada y adecuada inflexión de la voz para atender a lasnecesidades expresivas, esto es, restrictivas o determinantes, según su particular puntode vista, de determinadas partes del discurso, continuando, así, la larga y rica tradiciónque, revisada y puesta al día, se mantenía ininterrumpida desde las preceptivas deCicerón y Quintiliano, principalmente15.

El lugar por excelencia para abordar las cualidades de la voz es el articulus XII (Delhabla de la boca). Aquí, junto a disquisiciones propiamente musicales, alude a latradicional división de la voz en grande, mediana y pequeña, asimilando implícitamenteel parámetro intensidad al parámetro altura cuando afirma: «La voz mediana, tambiénllamada igual, es la que utilizamos comúnmente al hablar, porque no admitevariaciones, ni retóricas ni musicales» (sectio III. De la cantidad de la voz). Tambiénplantea la percepción, a través de la voz, de la alegría (mediante interjecciones) y de latristeza (a la que corresponde una voz quebrada, entrecortada y abatida) {sectio V. Dela tristeza y de la alegría. Si también estas pasiones se perciben por la voz). Esinteresante, asimismo, la referencia a una especial inflexión o entonación de la voz queejemplifica con un pasaje de Los cigarrales de Toledo de Tirso y que tiene nombrepropio en castellano: «Aquel tono que produce una voz llena y arrogante es llamadopor los españoles sonsonete» (sectio VI. De las voces altanera y humilde). Por último,alaba la capacidad persuasiva de la voz, en el mismo sentido en que lo hizo con el gestoen general, y recuerda la adecuación que debe haber entre el tono de voz y lo que sedeclama; lo expone junto a una nota marginal que dice: La persuasión depende en granmedida de la manera de decir.

15 Para un estudio más detallado sobre la vocalidad, los tonos de voz y la musicalidad en la predicaciónespañola contrarreformista, véase mi estudio en prensa, ya citado en la nota 6.

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EL CUERPO COMO DISCURSO 157

El tono de voz tiene una especial virtud, y el que, atendiendo al carácter de lo que se dice,habla en tono alto, vehemente y áspero, o bien en tono bajo, suave y bondadoso, expresamucho más de lo que significan las palabras: en efecto, cada tema requiere un modo especialde hablar, por lo cual, del mismo modo que la acrimonia y vehemencia en la pronunciacióncausaría risa en una declamación panegírica, así también la suavidad y la afabilidad elocutivaen la peroratio haría sospechosa a la acusación de falsedad y engaño, (sectio VIL Del tono devoz vehemente, agrio y desentonado)

El engolfamiento de algunos predicadores en la musicalidad de la palabra, el paso dela inflexión vocal a una articulación propiamente musical, es rechazado por Caramuelen la sectio V (De la retórica de la quironomía) del articulus XXI, en la partecorrespondiente a la inventio:

El primer cuidado que ha de tener el quirónomo que desee ser retórico concierne a lamoderación en la voz: no debe cantar, sino decir. Cantamos cuando pronunciamos con tonomusical; decimos, en cambio, cuando usamos la voz natural, que no puede hallar lugar entrelos sonidos musicales. Una cosa es hablar en voz alta y otra cosa es cantar. Y no sólo haypredicadores que declaman en el pulpito con voz canora, sino otros muchos que hablanmelodiosamente en una conversación privada.

En este mismo lugar, en la parte correspondiente a la pronuntiatio, explica de quémanera la entonación modifica el sentido del texto hasta convertirlo en su opuesto,como es el caso de la modulación que lleva a cabo la voz en la interrogación y en laironía, respectivamente. Esta última figura se halla ligada, según Caramuel, a un tonode voz agrio y vehemente:

El último cuidado del retórico es la pronuntiatio, que concierne a la manera de decir. Y, si leescon atención, las anotaciones que siguen podrán serte de provecho para tu formación. Enprimer lugar, el modo de pronunciar distingue a un pueblo de otro pueblo y a un país de otropaís, pues la misma lengua latina es pronunciada de manera diferente y con acento distintopor un castellano, por un portugués, por un alemán, por un italiano, etc. A veces, cuandooímos a dos hablar, aunque no entendamos ni una palabra, sabemos en qué lengua lo hacenpor la manera de hablar y por el tono. En segundo lugar, el modo de pronunciar distingue lainterrogación de la afirmación. Este tono del habla convierte con frecuencia un asertoverdaderamente católico en herético. Católicas son aquellas palabras de San Agustín: Quiensin ti te hizo, no te salvará sin ti, que, sin embargo, en boca de Juan Calvino son heréticas,pues las trae así: Quien sin ti te hizo, ¿no te salvará sin ti?... En tercer lugar, el modo depronunciar distingue la ironía de la expresión ordinaria, ya que con un tono decimos: bellacosa, cuando nos admiramos y de verdad afirmamos que es bella, y con otro cuando, conestas mismas palabras, declaramos a voz en grito con ironía que es infame... La ironía, comola suelen definir los retóricos, es una figura que difícilmente reconocerás en la escritura, puestoda ella se cifra en la acritud de la voz. Podemos llamarla disimulo o burla, como quiera que,con la pronunciación misma, damos a entender lo opuesto a lo que significan las palabras.

La defensa del libre albedrío en el pasaje anterior, y, en general, la salvaguarda de laortodoxia tridentina, como hemos visto en otros lugares, es el objetivo final al que mirala sistematización de gestos, tonos de voz y recursos no verbales de toda índole que

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Caramuel dispone laboriosa y apasionadamente. Porque se requiere pasión parapersuadir:

Debe ser, por cierto, el predicador lámpara ardiente y luciente. En vano procurará alumbrar alos demás, si antes no se inflama con el fuego de la Santa Caridad. Y, si quiere saber elpredicador lo que se ha de hacer para lograr arder primero y alumbrar después, traeré laspalabras de Claudiano... (articulus XXIV, sectio VI. De la primera tonsura. Si los clérigos soniniciados mediante la imposición de las manos)

Arder y alumbrar. El cuerpo mismo del predicador hecho pira, lucerna, discursoinflamado que con todos sus miembros lanza destellos para vivificar la palabra de unDios, innominado, que rotulara una existencia cifrada.

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160 L U I S R O B L E D O E S T A I R E Criticón, 84-85, 2002

Cuadro 1. División de las artes según Juan Caramuel, Apparatus philosophicus, tractatus I, p. 2

ARTE

Buena

Real

Virtual

Rectora de

Especulativa

Operativa

Translativa

Ética

la articulación

el discurso

la mente

la memoria

la voluntad

los miembrosdel propiocuerpo

el cuerpoajeno

Matemática

Filosofía

OrtografíaPoligrafíaSteganografíaMétricaRítmicaMúsica

OrtografíaGramáticaLógicaDialécticaRetórica (Rhetorica estgrammatica elegans, necpotest carere Dialéctica)

Mala Vil e ilícita Vana ysupersticiosa

Retórica (Rhetorica tnanuummotum et membroruminclinationes competentesrequirit)

Urbanidad

Danzas, bailes etc.

Esgrima, artes marciales etc.

AritméticaGeometríaLogarítmicaUranométrica

Artes mecánicas

Oficios

Prácticas estériles o sacrilegas

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EL C U E R P O C O M O D I S C U R S O 161

Cuadro 2. Plan general del Trismegistus theologicus de Juan Caramuel

TRISMEGISTUS THEOLOGICUS

Tomo I. POLYMNIA. Del idioma natural y de la restrictio sensible (373 páginas)

[Parte I] [Parte II] [Parte III]De las restrictiones que De las restrictiones que Polymnia. De las restrictionesconciemen a las personas provienen de las pinturas que nacen del gesto y del(páginas 1 a 23) de las personas ornato (páginas 53 a 373)

(páginas 23 a 52)(27 articuli)

Tomo II. HARPOCRATES. De las restrictiones insensibles que surgen del silencio(255 páginas)

Tomo III. HAPLOTES. De las restrictiones mentales (252 páginas)

Cuadro 3. Subdivisión de Polymnia. De las "restrictiones" que nacen del gestoy del ornato (selección) (Juan Caramuel, Trismegistus theologicus, tomo I)

Articulus I. Del gesto en general

Articulus II. Del habla del cuerpo

Articulus IV.Del habla de los cabellos

Articulus V.Del habla de la cabeza

Articulus VI.Del habla del semblante

Articulus VILDel habla simple de los ojos

Sectio II. Del gesto que los poetas y oradores esgrimenen las declamacionesSectio II [duplicado]. De la gramática general de losgestosSectio IV. Si la expresión de los gestos desdice de lagravedad y autoridad eclesiásticas

Sectio II. De la gramática de los cabellosSectio V. De la retórica de los cabellosSectio VI. De los engaños de los cabellos (Nota II. De lacalavera)

Sectio VIL De las pasiones del alma

Sectio I. De la física de los ojosSectio II. De la ortografía de los ojosSectio III. De la gramática de los ojos

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162 L U I S R O B L E D O E S T A I R E Criticón, 84-85, 2002

Sectio IV. Si saben los ojos declinar los nombres por loscasosSectio V. Si han aprendido los ojos a conjugar los verbospor los modos y los tiemposSectio VI. De los solecismos y barbarismos de los ojosSectio VIL Del léxico de los ojos

Articulas VIII. Más sobre los ojos. Se Sectio I. De la finalidad de la retórica ocularpropone y se detalla una retórica de Sectio III. De las pasiones humanas que pone delos ojos

Articulas IX.Del habla por los colores

Articulas X.Del habla de las lágrimas

Articulus XI.Del habla de la nariz

Articulus XII.Del habla de la boca

Articulus XIII. Del hablade la voz muda e inarticulada

Articulus XIV.Del habla de la risa

Articulus XV. Del habla de la tos

Articulus XVI.Del habla de los besos

Articulus XVII.Del habla de los hombros

Articulus XVIII.Del habla de la espalda

manifiesto la retórica ocularSectio IV. De las figuras de la retórica ocular

Sectio IV. Del enthimema

Sectio I. Del modo de pronunciar o tonoSectio III. De la cantidad de la vozSectio IV. De la suavidad de la vozSectio V. De la tristeza y de la alegría. Si también estaspasiones se perciben por la vozSectio VI. De las voces altanera y humildeSectio VII. Del tono de voz vehemente, agrio ydesentonado

Sectio I. De la gramática de la tosSectio II. De la retórica de la tosSectio III. Del esputo

Sectio VIII. Del habla de la barba

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E L C U E R P O C O M O D I S C U R S O 163

Articulus XIX.Del habla de los brazos

Articulus XX.Del habla de los codos

Articulus XXI.Del habla de las manos

Articulus XXII. Del estilo

Sectio II. De los abrazosSectio III. De la retórica de los brazos en general y delenigma en particular

Sectio I. De la mano en general y de la musa que ladirige [= Polymnia] (incluye los apartados Quirólogoscomediantes y Quirólogos músicos)Sectio II. De la quironomía en general y de sus tresespecies en particularSectio III. De la gramática de la quironomíaSectio IV. Del léxico de la quironomíaSectio V. De la retórica de la quironomíaSectio VIII. Si la quirología es siempre la misma o sivaría con los cambios de tiempo y lugarSectio IX. Del modo de numerar y hablar con los dedosSectio X. Del habla de los ángelesSectio XI. Si puede precisarse un discurso ambiguomediante el movimiento de la mano

Sectio III. Del ornato del discursoSectio V. Del estilo retóricoSectio VI. Del estilo culto, u ocultoSectio VIL Del estilo bárbaroSectio XIII. Del estilo históricoSectio XIV. Del estilo mordaz, invectivo y satíricoSectio XV. Del estilo conciso. Si ha de alabarse siemprela brevedadSectio XVII. Del estilo al escribir y al hablar. Si los queescriben elocuentemente hablan también con ornato yesmero

Articulus XXIII. Quiromancia. De laadivinación por las líneas de lasmanos

Articulus XXIV.De la imposición de las manos

Articulus XXV. Del hablade los dones y presentes

Sectio VI. De la primera tonsura. Si los clérigos soniniciados mediante la imposición de las manosSectio IX. Si los eclesiásticos y los predicadores soninstituidos mediante la imposición de las manos

Sectio I. De la significación de los dones y presentesconsiderados en generalSectio III. De los dones llamados cantantesSectio VI. De los presentes de los enemigos. Si esimprudente aceptarlosSectio Vil. De la retórica dórica

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164 LUIS R O B L E D O ESTAIRE Criticón, 84-85,2002

Articulus XXVI. (Incluye el apartado: De la genuflexión. Qué significa yDel habla de las rodillas por qué la mujer hace la genuflexión con ambas rodillas

y el hombre sólo con una)

Articulus XXVII. Sectio I. Del arte de hablar con los pies. Si puede tenerDel habla de los pies un abecedario propio

Sectio III. De la efigie de Fortuna. Si habla con el pie yno con la bocaSectio V. Del andar hacia atrás. Qué significa en lospalacios de los príncipes

ROBLEDO ESTAIRE, Luis. «El cuerpo como discurso: retórica, predicación y comunicación noverbal en Caramuel». En Criticón (Toulouse), 84-85, pp. 145-164.

Resumen. Se estudia el sistema de comunicación no verbal expuesto por Juan Caramuel y Lobkowitz en eltomo I de su Trismegistus theologicus (Vigevano, 1679) y su aplicación a la oratoria, en general, y a lapredicación en particular. Previamente, se muestra cómo la dimensión esencialmente representativa de ladeclamación aparece ya en la clasificación de las artes diseñada por Caramuel en el Apparatus philosophicus(Colonia, 1665 /Vigevano, 1677).

Résumé. Étude du système de communication non verbale exposé par Juan Caramuel y Lobkowitz dans letome I de son Trimegistus theologicus (Vigevano, 1679) et de son application à l'art oratoire, en général, et àla prédication en particulier. Au préalable, on montre comment la dimension essentiellement représentativede la déclamation apparaît déjà dans la classification établie par Caramuel dans son Apparatus philosophicus(Cologne, 1665 : Vigevano, 1677).

Summary. Non-verbal communication System as explained by Juan Caramuel y Lobkowitz in Part One of hisTrismegistus theologicus (Vigevano, 1679) is discussed, as well as its implication in oratory and preaching.Previously, it is shown how the specifically representational dimension of delivery already appears in the artclasification designed by Caramuel in Apparatus philosophicus (Colonia, 1665 / Vigevano, 1677).

Palabras clave. Comunicación no verbal. Cuerpo humano. Discurso. Gestualidad. Oratoria. Retórica.Sermón.