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 ISEGORÍA. Revista de Filosofía Moral y Política  N.º 49, julio-diciembre, 2013, 567-581, ISSN: 1130-2097 doi: 10.3989/isegoria.2013.049.11 El “comunismo de pensamiento” de Maurice Blanchot. Una lectura desde sus  Es cr it os po ti co s Maurice Blanchot’s “Communism of Thought”. A reading of his “Political Writings” MARINA GARCÉS Universidad de Zaragoza Uno de los textos más emblemáticos de la “filosofía de la comunidad”, desarrollada en Europa a partir de los años 80 del pasado s.XX, es  La comu nidad inco nfes able , de Maurice Blanchot. Es un escrito de ineludible referencia, principalmente por dos razones: en primer lugar, porque, situado entre los res-  pe ct ivos te xt os de J.L. Na nc y 1 y de G.. Agam-  ben, 2 funciona como centro y bisagra del en- cadenamiento intertextual en el que se ha ela-  borado es ta fi losofía de la comu ni dad. En se - gundo lugar, porque incorpora a esta filosofía una lectura de Mayo del 68 como su mo- mento de verdad. Esta verdad es la que se re- 567 [Recibido: febrero 2013 / Aceptado: abril 2013] R ESUMEN. Este traba jo propone una lec tura de la filosofía de la comunidad de Maurice Blanchot a partir de sus Escri tos polít icos. La tensión en- tre los documentos vivos (octavillas, cartas,  proyec tos ) re da ctados por Blanchot sob re tod o en los “mayos” del 58 y del 68 y la elaboración fi- losófica de la noción de comunidad ya en el 83, arrojan nueva luz sobre la necesidad y los términos de una actualización de la exigencia comunista. La hipótesis de este trabajo es que el concepto de comunidad cancela la posibilidad de ruptura re- volucionaria de la que partió el pensamiento de Blanchot y la reconduce a un comunismo de pen- samiento de raíz ético-literaria. Finalmente, se es-  boza n las claves para ir m ás al lá, h acia una po - lítica del mundo común.  Pa la br as cl ave: comunidad, escritura, revolución, éxtasis, común ABSTRACT . This article proposes a reading of the  philos ophy of Maurice Blanc hot comm unity from his Écrit s pol itiqu es. The tension between living documents (leaflets, letters, projects) writ- ten by Blanchot especially in the “Mays” of 58 and 68 and the philosophical elaboration of the notion of community in 83, shed new light on the need and terms of an update of the communist de- mands. The hypothesis of this paper is that the con- cept of community canceled the possibility of re- volutionary rupture which started the thought of Blanchot and redirects to a “communism of thought”, which has ethical and literary roots. Fi- nally, it outlines outlines the keys to go further to- wards a common world policy.  Key wor ds: community, writing, revolution, ecs- tasy, common

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  • ISEGORA. Revista de Filosofa Moral y Poltica N. 49, julio-diciembre, 2013, 567-581, ISSN: 1130-2097

    doi: 10.3989/isegoria.2013.049.11

    El comunismo de pensamiento de Maurice Blanchot.Una lectura desde sus Escritos polticos

    Maurice Blanchots Communism of Thought.

    A reading of his Political Writings

    MARINA GARCSUniversidad de Zaragoza

    Uno de los textos ms emblemticos de lafilosofa de la comunidad, desarrollada enEuropa a partir de los aos 80 del pasados.XX, es La comunidad inconfesable, deMaurice Blanchot. Es un escrito de ineludiblereferencia, principalmente por dos razones:en primer lugar, porque, situado entre los res-

    pectivos textos de J.L. Nancy1 y de G.. Agam-ben,2 funciona como centro y bisagra del en-cadenamiento intertextual en el que se ha ela-borado esta filosofa de la comunidad. En se-gundo lugar, porque incorpora a esta filosofauna lectura de Mayo del 68 como su mo-mento de verdad. Esta verdad es la que se re-

    567[Recibido: febrero 2013 / Aceptado: abril 2013]

    RESUMEN. Este trabajo propone una lectura de lafilosofa de la comunidad de Maurice Blanchota partir de sus Escritos polticos. La tensin en-tre los documentos vivos (octavillas, cartas,proyectos) redactados por Blanchot sobre todo enlos mayos del 58 y del 68 y la elaboracin fi-losfica de la nocin de comunidad ya en el 83,arrojan nueva luz sobre la necesidad y los trminosde una actualizacin de la exigencia comunista.La hiptesis de este trabajo es que el concepto decomunidad cancela la posibilidad de ruptura re-volucionaria de la que parti el pensamiento deBlanchot y la reconduce a un comunismo de pen-samiento de raz tico-literaria. Finalmente, se es-bozan las claves para ir ms all, hacia una po-ltica del mundo comn.

    Palabras clave: comunidad, escritura, revolucin,xtasis, comn

    ABSTRACT. This article proposes a reading of thephilosophy of Maurice Blanchot communityfrom his crits politiques. The tension betweenliving documents (leaflets, letters, projects) writ-ten by Blanchot especially in the Mays of 58and 68 and the philosophical elaboration of thenotion of community in 83, shed new light on theneed and terms of an update of the communist de-mands. The hypothesis of this paper is that the con-cept of community canceled the possibility of re-volutionary rupture which started the thought ofBlanchot and redirects to a communism ofthought, which has ethical and literary roots. Fi-nally, it outlines outlines the keys to go further to-wards a common world policy.

    Key words: community, writing, revolution, ecs-tasy, common

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  • coge en esta frase, tantas veces citada:Creo que hubo entonces una forma de co-munidad diferente (), uno de esos mo-mentos en los que comunismo y comunidadse encuentran y aceptan ignorar que se hanrealizado perdindose inmediatamente.3

    La fuerza intertextual de estos tres breves es-critos ha generado un fuerte campo magn-tico en el que gravitan juntas tanto sus re-ferencias filosficas principales (Bataille, L-vinas, Heidegger, el pensamiento comunis-ta, etc.) como las consecuencias filosficasposteriores en autores como R. Esposito o J.Derrida. Esto ha tenido como consecuenciauna gran produccin de lecturas y comen-tarios que ha ahondado en los planteamien-tos que componen este campo magntico sinsalirse de sus coordenadas ni ponerlas encuestin.

    Lo que proponemos en este artculo essituar el emblemtico texto de MauriceBlanchot ya no slo en dilogo con los otrostextos y voces de la filosofa de la comuni-dad sino sobre el fondo de sus propios es-critos polticos, sobre el fondo de los docu-mentos vivos (octavillas, declaraciones,proyectos de publicacin, cartas, etc.) que alo largo de dcada de los 50 y 60 el propioBlanchot escribi y comparti. Son los tex-tos que se recogen en sus Escritos polticos4y que nos sitan en ese comunismo de pen-samiento por el que Blanchot apost, de ma-nera particularmente intensa entorno a losmayos de 1958 y de 1968. De gran inte-rs y hasta ahora poco conocidos, en estosmateriales encontraremos muchos de los mo-tivos principales de lo que Blanchot des-arrollar filosficamente despus pero, comopodremos escuchar, en un tono muy dis-tinto. Mayo del 58 y mayo del 68 nos sit-an, en la trayectoria de Blanchot, en dos mo-

    mentos de rechazo directo y frontal de unasituacin que Blanchot describe comomuerte poltica. De la desercin a la gue-rra de Argelia por parte de muchos jvenesfranceses en el 58 a la revuelta de mayo del68, se dibuja un arco temporal y poltico enel que Blanchot mantendr vinculada la exi-gencia comunista a la posibilidad revolu-cionaria y a la necesidad, por tanto, de otrapoltica. En cambio, en la elaboracin lite-rario-filosfica de estos mismos aconteci-mientos en los escritos de los aos 80, con-cretamente en La comunidad inconfesable,esta posibilidad ha desaparecido. La nega-tividad colectiva del rechazo, de la inte-rrupcin poltica, es desplazada, a travs deuna lectura a coro de Bataille, hacia la ex-periencia negativa de la finitud y de la re-velacin de nuestro ser mortal a travs de lacomunidad.

    Cules son las consecuencias de estadesaparicin de la posibilidad revoluciona-ria del rechazo? La hiptesis que sostenemoses que la filosofa de la comunidad deBlanchot, que parte del combate contra lamuerte poltica, desemboca, finalmente, enuna muerte de la poltica. Esta muerte de lapoltica tendr entonaciones ticas, ontol-gicas y literarias que Blanchot elabora en lasdos ltimas dcadas del s.XX con todos losinterlocutores que ya hemos mencionado.Son entonaciones que, con toda su radicali-dad filosfica y su grandilocuencia literaria,nos impiden escuchar adecuadamente susconsecuencias polticas. Bajo la intencin de-clarada, en cada uno de estos textos, de vol-ver a pensar la exigencia comunista, y de ha-cerlo ms all de las consecuencias histri-cas del comunismo real, la filosofa de la co-munidad consagra filosficamente la derrotadel comunismo como posibilidad revolu-

    Marina Garcs

    ISEGORA, N. 48, julio-diciembre, 2013, 567-581, ISSN: 1130-2097 doi: 10.3989/isegoria.2013.048.11

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  • cionaria. Lo comn, o la comunidad, pasa-rn a poder ser solamente pensados desde unaexperiencia literaria que se nos ofrecer comoel nico lugar posible para tender un puen-te entre la tica y la ontologa. Dnde que-da la accin poltica? El comunismo de pen-samiento por el que apostaba Blanchot seneutraliza en un comunismo en el pensa-miento o, ms concretamente, en la escritura.Sin el fondo de los documentos vivos del pro-pio Blanchot, este trnsito no podra ser es-cuchado. Con ello se pierde la experienciapoltica de un siglo y de un conjunto de pen-sadores que tuvieron que elaborar la exi-gencia comunista no como hiptesis teri-ca, no como idea, sino como toma de posi-cin respecto al comunismo real y su evo-lucin histrica y poltica a lo largo de todala segunda mitad del s.XX.

    No se trata de acusar o de enjuiciar es-tas trayectorias, sino de aprender con ellas.Por eso es especialmente interesante la ten-sin interna entre los textos polticos de Blan-chot, pertenecientes a dcadas y a registrosdistintos. Actualmente vivimos un rebrote deldiscurso acerca de lo comn y un rescateterico del comunismo que vienen a coincidiren un espacio-tiempo global en el que la ac-cin poltica ha perdido sus contornos y susentido propio. Vivimos en una realidad pos-tpoltica en la que nada es poltico y, sin em-bargo, todo es politizable. En este contextoactual la cuestin que se nos plantea es: pue-de el actual discurso de lo comn ir ms allde un conjunto de propuestas ticas y est-ticas? O por el contrario, es la antesala te-rico-prctica de una nueva poltica? En elcaso de apuntar hacia nuevas formas de po-litizacin, cmo evitar su captura por la re-novada guardia comunista, sus narracionesy sus dispositivos de poder? En la dcada

    1958-1968, Blanchot, a la vez que otros pen-sadores como Camus y Merleau-Ponty y jun-to con otras tantas voces y cuerpos annimos,se aventuraron en la tentativa de emanciparun nosotros revolucionario de la solucin po-ltica comunista y sus instituciones. Por dis-tintas vas y con distintos lenguajes, apun-taban a la idea de una comunidad de los sin-poder. Muchas de las prcticas sociales, eco-nmicas y culturales que vemos emerger hoyen da bajo el grito de la indignacin tienenque ver con esta puesta en prctica de la co-munidad de los sin-poder. A la vista de la evo-lucin de Blanchot y sus interlocutores el pro-blema que se nos plantea es: pueden evo-lucionar polticamente estas prcticas sin con-tar con una idea de ruptura revolucionaria?Puede haber una verdadera poltica de lo co-mn sin revolucin? No esperamos cerrar es-tas preguntas a travs de este artculo ni so-lamente leyendo a Blanchot. Pero s extraerde la escucha atenta de sus escritos algunaspistas para adentrarnos en este problema, quede nuevo es el nuestro.

    Muerte poltica

    En una carta del 6 de junio de 1968 a un re-presentante de la radiotelevisin yugoslavaBlanchot diagnostica lo siguiente:

    Durante diez aos hemos sufrido este esta-

    do de muerte poltica y el propio De Gaulle no

    ha sido otra cosa que el delegado de dicha

    muerte, el representante de una nada a la vez dis-

    tinguida y vulgar, tras la cual no haba nada. De

    un lado, pues, la muerte poltica; de otro lado, un

    estado de guerra latente.5

    Unos meses ms tarde, en la edicin deoctubre del n.1 de la revista Comit, Blan-

    El comunismo de pensamiento de Maurice Blanchot

    ISEGORA, N. 48, julio-diciembre, 2013, 567-581, ISSN: 1130-2097 doi: 10.3989/isegoria.2013.048.11

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  • chot precisa el sentido de esa muerte pol-tica como una situacin que nos afecta a to-dos,6 sin posibilidad individual de sustraersea ella, de decidir participar o no en ella. Unasociedad polticamente muerta, en estado dehumanidad petrificada, es aquella en la quecualquier tipo de participacin, aunque seaen la oposicin, nos incorpora en esa mismamuerte, en ese mismo simulacro de vitalidadpoltica que slo hace acrecentar la nada. Enun estado de muerte poltica, cualquier for-ma de participacin es una manera de acep-tar lo inaceptable. Ante ella, slo cabe el re-chazo, una ruptura absoluta cuya capacidadde destruccin no arrastre ninguna herenciani posibilite ninguna va de colaboracin.

    El mismo diagnstico de la relacin entremuerte poltica y rechazo es el que presenta-ba Blanchot en los textos de 1958, tanto en losnmeros 2 y 3 de la revista 14 Juillet como enla Declaracin de los 121 en apoyo a la in-sumisin en la guerra de Argelia. El anlisisms completo de este estado de muerte pol-tica encarnado por el rgimen de De Gaulle loencontramos en el artculo La perversin esen-cial.7 Es en este anlisis de la realidad pol-tica de Francia durante la guerra de Argeliadonde Blanchot afirma lo siguiente: El ras-go principal es la transformacin del poder po-ltico en potencia de salvacin.8 Este poder,ms all de toda soberana, ms all de la so-berana misma, es en realidad una omnipo-tencia impotente, un poder que pudiendo ha-cerlo todo, no puede hacer nada.

    Raramente hubo un poder ms falso, y no

    por la falsedad de sus hombres, sino por la alte-

    racin esencial del poder poltico: rgimen au-

    toritario, pero sin autoridad; bajo la ensea de la

    unidad, el ms dividido; bajo la apariencia de una

    potencia activa, incapaz de determinarse y de ele-

    gir; que aspira a la responsabilidad y a la desig-

    nacin personales y recubre con el nombre de una

    persona la multiplicidad de acciones irresponsa-

    bles, as como la supremaca de las fuerzas eco-

    nmicas impersonales.9

    En esta situacin, que se aleja de la vie-ja idea de dictadura para acercarse, como elmismo Blanchot seala ya en el 58, a la dedireccin empresarial en el neocapitalismo,10

    las fuerzas polticas se desmoronan. Lasfuerzas sociales se retiran. Todo queda en si-lencio. Incluso los hombres capaces por po-derosas razones interiores de oponerse semantienen silenciosos y como ausentes.No hay que perturbar el vaco.11 Es la Fran-cia de 1958 o la Europa de 2012?

    Lo interesante de la posicin de Blanchotes que entiende que esta situacin no admi-te matices, contrapoderes internos o reformasparciales. El silencio slo puede ser comba-tido con un silencio an ms profundo: Enun determinado momento, frente a los acon-tecimientos pblicos, sabemos que debemosrechazar. El rechazo es absoluto, categrico.No discute ni hace or sus razones. En estoes silencioso y solitario, incluso cuando se afir-ma, como debe ser, a plena luz del da.12 Laidea de ruptura es una constante en el pen-samiento-escritura de Blanchot, aunque ircambiado de sentido y de contexto. Lo quemantendr siempre es su carcter absoluto einconmensurable. Para rastrear su pista te-nemos que remontarnos antes de la dcadaen la que nos estamos moviendo, antes delBlanchot-escritor, vinculado a los intelectualesde izquierdas y a la exigencia comunista. Enlos escritos periodsticos y polticos del jo-ven Blanchot de los aos 30, ese controver-tido Blanchot de la extrema derecha france-sa, cercano a la Jeune Droite y a publica-

    Marina Garcs

    ISEGORA, N. 48, julio-diciembre, 2013, 567-581, ISSN: 1130-2097 doi: 10.3989/isegoria.2013.048.11

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  • ciones como Le rempart, Combat o LInsurg,es ya un declarado pensador revolucionarioque defiende la idea de un rechazo absolutodel poder capaz de ir ms all de la revolu-ciones abortadas del marxismo y de declararseen combate, tan violento como sea necesa-rio, contra los partidos tanto de derecha comode izquierda.13 La deriva nazi del fascismo re-volucionario europeo y sus consecuencias po-lticas para Francia alejan a Blanchot de esasposiciones, pero no de su idea de revolucincomo interrupcin absoluta del falso juegode la poltica. Sin entrar en detalles acerca desu desplazamiento de posiciones fascistas aposiciones comunistas, por otra parte muy dis-cutidos a travs de una amplia bibliografa,lo que es cierto es que es esa misma negati-vidad revolucionaria la que encarnan la in-sumisin en 1958 y la revuelta de mayo del68. En qu trminos se elabora este carc-ter absoluto de la ruptura revolucionaria? De-clara en el 58:

    Lo que rechazamos no carece de valor ni de

    importancia. Es precisamente por esto por lo que

    el rechazo es necesario. Hay una razn que ya no

    aceptaremos, hay una apariencia de cordura que

    nos produce horror, hay una oferta de acuerdo y

    de conciliacin que ya no escucharemos. Una rup-

    tura se ha producido. Se nos ha conducido has-

    ta esa franqueza que ya no tolera la complicidad.14

    Y aade en la Declaracin de los 121:

    Qu es el civismo cuando, en determina-

    das circunstancias, se convierte en vergonzosa su-

    misin? No hay ocasiones en las que el recha-

    zo a servir es un deber sagrado? () Una vez ms,

    fuera de los marcos y de las consignas estable-

    cidas, ha nacido una resistencia, mediante unatoma espontnea de conciencia, buscando e in-

    ventando formas de accin y medios de lucha en

    consonancia con la situacin nueva...15

    El rechazo que Blanchot invoca en todossus textos tiene, por tanto, dos rasgos: por unlado, ruptura con todo lo conocido, clausurade toda va de reconciliacin o de restauracinde lo previamente existente; por otro lado, in-vencin de un lenguaje y de prcticas de lu-cha a la altura de una situacin imprevisible,de lo irreductiblemente nuevo. Lo que en el58 slo resulta ser un esbozo de este rechazoabsoluto, a travs de una prctica colectiva dedesercin, adquiere en el 68 las dimensionesde lo que Blanchot considera una verdaderarevolucin: el movimiento de Mayo fue laREVOLUCIN, en la fulguracin y el brillode un acontecimiento que se produjo y que, alproducirse, lo cambi todo.16 Ruptura que se-gn Blanchot hay que afirmar hasta el final,contra el poder y contra toda nocin de poder.De nuevo, en la carta al periodista yugoslavoy refirindose a los das del mayo francs,afirma sin matices Blanchot:

    en pocos das, toda una sociedad entr en di-

    solucin; la gran Ley ha sido quebrantada; la gran

    Teora se ha hundido; la gran Transgresin fue re-

    alizada, por quin? Por una pluralidad de fuer-

    zas escapando a todos los marcos de la protesta

    y que, hablando con propiedad, no vienen de nin-

    guna parte, insituadas insituables. He aqu, yo creo,

    lo decisivo.17

    Encontramos, de nuevo, los dos rasgos deuna dcada atrs: el hundimiento total de loconocido y el surgimiento de algo nuevo paralo que no tenemos ni siquiera coordenadas quenos lo siten. En la pregunta por quin? deeste fragmento encontramos ya la pista de loque se ir desarrollando en la escritura de

    El comunismo de pensamiento de Maurice Blanchot

    ISEGORA, N. 48, julio-diciembre, 2013, 567-581, ISSN: 1130-2097 doi: 10.3989/isegoria.2013.048.11

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  • Blanchot como una nueva filosofa de la co-munidad capaz de desbordar el comunismocomo posibilidad histrica: una pluralidad defuerzas que escapa a los marcos, que no vie-ne de ninguna parte... responde. En qu me-dida sern estas fuerzas el germen de una ex-periencia poltica de la comunidad? Cul sersu lugar, si debe escapar a todo espacio po-ltico previamente conocido?

    La comunidad annima de los nombres

    Al contrario de lo que podra esperarse a laluz que retrospectivamente arrojan los frag-mentos de La comunidad inconfesable, elconcepto de comunidad, como tal, no es cen-tral en los materiales de 1958, ni tampoco enlos de 1968. Una cierta idea de comunidadse esboza, por un lado, como la unin quese establece entre quienes protagonizan elacto de ruptura y, por otro, como la fuerzacolectiva que se desarrolla en la escritura.Para Blanchot, el lugar de lo comn se abre,por tanto, en el hiato provocado por la inte-rrupcin (rechazo de la muerte poltica) y searticula en una palabra a la que Blanchot sereferir, de manera cada vez ms central,como escritura.

    Que no hay comunidad que preexista alrechazo, sino que es el rechazo mismo el queengendra lo comn, es una idea que Blan-chot debi por lo menos intuir en su impre-visible paso por la resistencia en los aos40, en su unin, contra todo prejuicio y re-corrido en comn, con aquellos que aos an-tes haban sido sus enemigos ideolgicos.Pero es ya en 1958, entorno a la Declaracinde los 121, cuando formula la idea:

    Los hombres que rechazan y que estn li-

    gados por la fuerza del rechazo saben que an no

    estn juntos. El tiempo de la afirmacin comn

    les ha sido precisamente arrebatado. Lo que les

    queda es el irreductible rechazo, la amistad de ese

    No certero, inquebrantable, riguroso, que les man-

    tiene unidos y solidarios.18

    Y aade:

    Cuando rechazamos, rechazamos por un mo-

    vimiento sin desprecio, sin exaltacin, y anni-

    mo, en la medida de lo posible, pues el poder re-

    chazar no se realiza a partir de nosotros mismos,

    ni en nuestros solo nombre, sino a partir de un co-

    mienzo muy pobre que pertenece en primer lu-

    gar a quienes no pueden hablar.19

    El rechazo mismo, por tanto, como actode ruptura a travs de un No certero, tie-ne una fuerza propia que no es slo negati-va, de destruccin de lo aceptado, sino quees tambin una fuerza de unin, unin a laque Blanchot, en estos fragmentos, se refierecon las palabras amistad y solidaridad. Estafuerza, adems, tiene otra virtud: desbor-da los nombres propios, hacia un anonima-to que no es el de la uniformidad, el del bo-rrado de las diferencias, sino el de una im-plicacin que pone, a quienes rechazan, fue-ra de s y los inscribe en un espacio que in-cumbe a otros de los no saben ni pueden sa-ber nada porque no tienen voz.

    Este espacio es la comunidad annimade los nombres. As se refiere a ella Blan-chot en una carta de 1960 a Sartre, carta enla que expone y defiende la necesidad de unproyecto de revista independiente de TempsModernes. Ser el proyecto de Revue In-ternationale, que tuvo su germen en la De-claracin pero que se convirti en un mo-vimiento de intelectuales y escritores de al-cance europeo, desde I. Calvino y P. Paso-

    Marina Garcs

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  • lini, a I. Bachmann, G. Grass o M. Enzes-berger. Nunca sali a la luz. Pero la posicinde Blanchot en el proyecto es interesante yen muchos sentidos antisartreana. Dice en lacarta que los intelectuales

    han experimentado tambin una manera de

    estar juntos, y no pienso solamente en el carcter

    colectivo de la Declaracin, sino en su fuerza im-

    personal, en el hecho de que todos aquellos que

    la han firmado ciertamente le han aportado su nom-

    bre, pero sin valerse de su verdad particular o de

    su reputacin nominal. () Los intelectuales han

    tomado as conciencia del nuevo poder que re-

    presentan y, aunque de una manera confusa, de la

    originalidad de ese poder (poder sin poder).20

    No son, por tanto, las voluntades coali-gadas de los intelectuales las que transfor-man la realidad. Es el rechazo colectivamentedeclarado el que opera una transformacinen los intelectuales mismos: en primer lugar,imbuye de fuerza impersonal sus propiosnombres (les expropia, as, de su verdade-ro patrimonio, si hablamos de intelectualesen sentido convencional); en segundo lugar,y gracias a ello, les descubre un nuevo po-der que no pasa por relacionarse con el po-der establecido ni por tomarlo o instituirlo.En qu consistir entonces? Cul es ese po-der sin poder que ha descubierto Blanchot,junto a 120 ms, en 1958? En la respuestaque esboza Blanchot en el proyecto de la Re-vue Internationale se advierte ya el crculoen el que empieza a adentrarse su concep-cin de la escritura: este poder debe ser el dedecir el mundo y todo lo acontece en elmundo en tanto que escritor21 y esto signi-fica desde una crtica global a todas las es-tructuras de nuestro mundo, a todas las for-mas de existencia de este mundo.22 El po-

    der que descubre el rechazo es el poder rom-pedor de la palabra misma, cuando la escri-tura es liberada, por su propia fuerza, de loque la somete y coarta (el pensamiento ide-olgico, la palabra oral y el dilogo, el dis-curso, el Libro).

    sta es la idea a la que Blanchot dar con-sistencia y dimensin conceptual a travs desus escritos filosficos y literarios y que,como estamos viendo, est directamente vin-culada con los acontecimientos del 58 y, deforma ms determinante an, con esa grany expansiva toma de palabra que, segn laexpresin de Michel de Certeau, fue Mayodel 68. En realidad, la idea de una escriturafuera del lenguaje, del discurso y de su for-ma final que es el Libro, no es en Blanchotuna idea de origen terico-literario sino quees un aprendizaje directo de la revuelta deMayo del 68. As lo afirma, en ese mismomomento, en una octavilla annima:

    Escribir sobre est, en cualquier caso, fue-ra de lugar. Pero escribir sobre el acontecimien-

    to que est precisamente destinado a no permi-

    tir que se vuelva a escribir ms sobre supone fal-searlo por adelantado y haberlo perdido desde el

    principio. () En mayo, no hay libro sobre mayo.

    () No ms libros, nunca ms libros, durante todo

    el tiempo en el que estemos en relacin con el es-

    tremecimiento de la ruptura.23

    Lo que se opone e impide el libro, la es-critura sobre, es la escritura mural, escritu-ra desde, escritura entre, palabras al mar-gen del discurso que marcan el paso () todoaquello que perturba, convoca, amenaza y fi-nalmente cuestiona sin esperar respues-ta.24 Porque no es terica, no es la palabraque viene despus, siempre demasiado tar-de, sino que es primera, es ella la que abre

    El comunismo de pensamiento de Maurice Blanchot

    ISEGORA, N. 48, julio-diciembre, 2013, 567-581, ISSN: 1130-2097 doi: 10.3989/isegoria.2013.048.11

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  • y derriba fronteras, estremeciendo el por-venir.25 Por eso no admite mesura, ni encuanto a su acierto analtico ni en cuanto asu eficacia poltica. Est antes de sus propiasconsecuencias, no lo dicen todo, al contrario,lo arruinan todo, estn fuera de todo26. Porqu? Porque su verdad y su momento son losde la transgresin misma, incontrolable y ab-soluta. Ms all de toda libertad poltica (ide-olgica, dialgica o de expresin), a Blan-chot slo le interesa la palabra misma quetransgrede, que habla siempre ms all, su-perando, desbordando y, de tal manera,amenazando todo lo que acota y limita.27

    Sin objetivos externos, el nico fin de estaescritura es la transgresin misma en la queella misma consiste. Dicho con las palabrasde otra octavilla: afirmar radicalmente la rup-tura. ste es su fin ltimo y su principio.Como desarrolla este mismo documento unosprrafos ms abajo:

    Lo terico no consiste evidentemente en ela-

    borar un programa, una plataforma, sino, al

    contrario, en mantener, al margen de todo proyecto

    programtico e incluso de todo proyecto, un re-

    chazo que afirma, en liberar o mantener una afir-

    macin que no ordena, sino que desordena y se

    desordena, pues guarda relacin con el trastorno

    y con el desasosiego, o incluso con lo no-es-

    tructurable.28

    Dando un paso ms all, cierra una car-ta a Ilija Bojovic: la escritura es convoca-da para destruir aniquilar un discurso en elque ramos tan desgraciados, en el que es-tbamos confortablemente instalados, en-cerrados. Desde este punto de vista, escribires la mayor de las fuerzas, pues infringe in-evitablemente la Ley, todas las leyes, ascomo su propia ley.29 Cmo no recordar

    el punto de partida de Lentretien infini? Dehecho, las ltimas lneas del prlogo coin-ciden, literalmente, con las de esta carta. Tan-to en la carta a Bojovic como en el prefaciode Lentretien infini, Blanchot aade una in-dicacin importante: escribir, por su trans-gresin absoluta, supone un cambio radicalde poca. Dicho de otro modo: ella mismaes el fin de la historia y en este sentido nossita ms all del comunismo como posibi-lidad histrica concreta.

    La comunidad annima de los nombres,por tanto, engendrada en el rechazo escritoa la muerte poltica (este discurso que nos ha-ca confortablemente desgraciados), no en-cuentra lugar en la historia, un lugar ni pre-vio ni posterior al rechazo mismo. Su ni-co lugar es la escritura, cuyo tiempo es el dela interrupcin sin medida, cancelacinpura de todo lo conocido, puesta en suspensode toda coordenada transitable. Vemos anun-ciarse aqu ya claramente los temas mayo-res de la filosofa blanchotiana y de su ree-laboracin, en los aos 80, del tema enton-ces ya central, de la comunidad. Vemos di-bujarse tambin el bucle por el cual esa co-munidad slo podr consistir en su propio te-ner lugar, en su propio espaciarse como quie-bra absoluta de toda Ley pero, tambin, detoda dimensin de la vida en comn.

    La experiencia radical del rechazo re-volucionario, porque rompe la historia, nossita en un comunismo sin herencia,30 queni puede ser heredado ni puede heredar nada:apertura de un hiato fuera de la historia, ra-dical discontinuidad. El hiato terico es ab-soluto; el corte, de hecho decisivo. Entre elmundo liberal-capitalista, nuestro mundo, yel presente de la exigencia comunista (pre-sente sin presencia) no hay ms vnculo queun desastre, un cambio del planeta.31 Ana-

    Marina Garcs

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  • lizando las jornadas revolucionarias del 68,ya en el fro mes de diciembre, Blanchot es-cribir: Hay un vaco absoluto delante y de-trs de nosotros; y nosotros debemos pensarsin asistencia, sin otro apoyo que la radica-lidad de ese vaco. () LA REVOLUCINEST YA DETRS DE NOSOTROS. ()Pero lo que tenemos delante, que ser terri-ble, todava no tiene nombre.32

    xtasis mortal

    A partir de la lectura que hemos hecho de losEscritos polticos de Blanchot, de eso que he-mos llamado los documentos vivos del 58 ydel 68, el acercamiento a la filosofa de la co-munidad que se pone en marcha en el inter-cambio entre J-L. Nancy y Blanchot, adquiereahora, como vamos a ver, nuevas resonancias.Como es sobradamente conocido, y por esono nos detendremos en ello, en 1983 Jean-Luc Nancy publica un ensayo largo, fruto deun encargo para el n. 4 de la revista Ala, alque titular La comunidad desobrada, ex-presin que como l mismo indica, toma pre-cisamente de Blanchot. A este texto respon-de pocos meses despus Blanchot con La co-munidad inconfesable, al que a su vez vol-ver a responder Nancy con El mito inte-rrumpido. Aos ms tarde, se aadirn a sucomn reflexin otros pensadores comoGiorgio Agamben, con La comunidad queviene, o Roberto Esposito con Communitas.

    El escrito de Nancy aborda directamen-te el problema que Blanchot haba dejadoplanteado y sin resolver en las ltimas lne-as que hemos citado: la necesidad de pensarla exigencia comunista en el vaco de su pro-pia herencia. Para ello, Nancy, de la manode una lectura pormenorizada de Bataille,busca en ese vaco una experiencia ahist-

    rica a partir de la cual la comunidad puedaser concebida como una idea necesaria, esdecir, como una exigencia. As, abandonandola experiencia revolucionaria del rechazo que,como hemos visto, haba sido el punto de par-tida del pensamiento de Blanchot, sita la exi-gencia comunitaria en el marco de otra ex-periencia radicalmente distinta: la expe-riencia de la finitud compartida o, dicho deotro modo, a la experiencia de la muerte delotro como reveladora de nuestro ser-en-comn, situado ms ac de toda identidad,pertenencia u horizonte de fusin. Estecambio de raz en la experiencia del mundoy de nuestra relacin con los otros altera ra-dicalmente el sentido de la reflexin filos-fica sobre la comunidad. La clave de este des-plazamiento est en la incorporacin de la no-cin de xtasis y que a partir de ahora re-coge la idea blanchotiana del hiato, de la in-terrupcin, cambindole el sentido y las con-secuencias. Nancy, desde sus resonancias taninequvocamente heideggerianas, propone lasiguiente definicin de comunidad: es el serexttico del ser-mismo.33 Contra toda ideade totalidad y de hipstasis traducida pol-ticamente a travs de la nostalgia modernade la comunidad, para Nancy, el xtasis eslo que garantiza la imposibilidad de la ab-solutez de lo absoluto, la imposibilidad dela inmanencia acabada que no slo ha sidoel hilo conductor de la metafsica sino tam-bin del propio comunismo. Pensar la co-munidad desde la nocin de xtasis como im-posibilidad de cierre es la nica posibilidad,segn Nancy, para ir ms all del horizon-te insuperable del comunismo, de vaciarcomo decamos su herencia para poderafrontar radicalmente, de nuevo, su exigen-cia. La apertura, como condicin ontolgi-ca de la comunidad, ya no remite, en la lec-

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  • tura de Nancy, a una prctica colectiva de re-chazo ni, por tanto, a una posibilidad revo-lucionaria. Remite directamente a la insufi-ciencia de la existencia humana, al inaca-bamiento que le esencial y que slo la vidaen comn nos puede revelar, ponindonosante nuestra condicin de nacidos y demortales. La comunidad es mi existencia fue-ra de m con otros, es decir, com-parecen-cia de la finitud.34 La comunidad no es nadaen s misma ms que esta exposicin, dis-locada e interpelante, del ser finito y singu-lar en su radical insuficiencia.

    En La comunidad inconfesable, escritacon la lectura del texto de Nancy an caliente,Blanchot hace suyo directamente este des-plazamiento, hasta el punto de retomar la es-critura acerca de Mayo del 68 sobre la basede esta concepcin de la comunidad como x-tasis, como experiencia radical de la finitud.La negatividad a la que estaba asociada la ex-periencia de comunidad ha cambiado de sen-tido, de trasfondo y de consecuencias: de servivida como la unin de un nuevo poder sinpoder que se esbozaba en un acto de recha-zo, pasa a ser definida por l mismo como unexponerse exponindose que se nos da enla experiencia de la propia insuficiencia entanto que seres finitos. La comunidad an-nima de los nombres es ahora la comunidadde los mortales. Desde ah, qu fue enton-ces mayo del 68? Cmo relee Blanchot enel 83 ese acontecimiento? Precisamente,Blanchot interpreta ahora mayo del 68 comoel tener lugar de una presencia inocente,como presencia comn que tiene lo imposi-ble como nico desafo.35 Esta presencia esla com-parecencia de la que habla Nancy:apertura de un entre sin proyecto y sin du-racin, sin consecuencias ni continuidad, niinstituyente ni instituida. Mayo del 68, en el

    texto del 83, ya no es una revolucin. O entodo caso, slo queda de la revolucin la ideade una interrupcin del tiempo, de una ab-soluta puesta en suspenso de la existencia entodas sus dimensiones en la que se ha des-vanecido la fuerza del rechazo.

    Como analizaremos en el siguiente apar-tado, las consecuencias de este desplaza-miento se hacen sentir sobre las dos nocio-nes que articulaban la poltica blanchotiana:la del poder de los sin-poder y la de trans-gresin de la Ley. Por un lado, el poder sinpoder se presenta ahora como una potenciaimpotente,36 como una potencia que para nolimitarse (respecto a algn fin) acepta no ha-cer nada.37 Por otro lado, la transgresin dela Ley en la que se concretaba el verdaderocometido de la escritura liberada de sus dis-tintas formas de captura por parte del discurso,se vincula ahora a la idea de la destruccinde la sociedad por parte de lo que estos au-tores invocarn como la comunidad de losamantes, es decir, por parte de una instanciatica y/o pasional que interrumpe las reglasy los procedimientos de la instituidos so-cialmente. Nancy busca la comunidad en loque se retira de la obra,38 es decir, en lo queescapa a todo obrar, hacer, producir, crear.Blanchot amplificar este xodo exponin-dolo a su propia imposibilidad. Agamben, po-cos aos ms tarde, concluir el proceso: lacomunidad es aquello que no se hace, sinoque es siempre que est siempre por venir.La filosofa de la comunidad es, finalmen-te, una filosofa de la impotencia. La inte-rrupcin de la muerte poltica, que despusde la segunda guerra mundial haba guiadoel pensamiento revolucionario de Blanchoty sus distintos proyectos colectivos, quedaempantanada, por mucho que se reivindiquela exigencia comunista, en una idea de la in-

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  • terrupcin que, formulada ahora como x-tasis desemboca, como veremos para ter-minar, en una muerte de la poltica.

    Muerte de la poltica

    Como hemos visto, la filosofa de la comu-nidad de los aos 80, de la que Blanchot esla pieza central, desplaza la exigencia co-munista fuera del espacio de la poltica y laconvierte en una exigencia tica, literaria yontolgica que se ofrece al pensamiento so-bre dos ejes: la anulacin de toda idea de ac-cin (desobramiento) y la experiencia de laalteridad entendida como xtasis o exposi-cin. As, el concepto de desobramiento quese forja, como hemos visto, en el dilogo en-tre Nancy y Blanchot, ataca directamente laconcepcin moderna del sujeto, consagradapor el propio Marx, segn la cual el hombrees productor de su propia esencia y, espe-cialmente, de su esencia como comunidad(como Humanidad, en la ilustracin kantiana;como especie, en la ilustracin marxiana). Laexperiencia comunitaria, entendida desde eldesobramiento, pretende romper la ecuacinque vincula directamente el sujeto a la ac-cin y la comunidad a la soberana. En de-finitiva, pretende implosionar la clausura te-olgico-poltico de la vida en comn. En estesentido, no slo retoma el principio bataillanola soberana no es nada, sino que lo vin-cula al principio postmetafsico heideggerianoel ser no es nada. Exponerse a esa nada escomprender que la comunidad no es ni un su-jeto de accin ni un objeto a producir. Es elespacio mismo, el espaciamiento de la ex-periencia del afuera, del fuera-de-s.39

    El poder sin poner que Blanchot, en lostextos del 58, asociaba a la comunidad an-nima de los nombres, adquiere ahora rasgos

    ontolgicos y se sita en el contexto de la re-lacin con el otro. En tanto que ser finito, ex-puesto por la comunidad a su verdad mortal,el hombre es una potencia negativa. No unapotencia de negacin, en el sentido hegelia-no o sartreano, sino una potencia impoten-te. La filosofa de la comunidad cortocircui-ta el pliegue poltico de la potencia bajo el po-der proponiendo una filosofa de la impo-tencia. La impotencia, o la potencia impotentesegn Blanchot, se ofrece como la posibili-dad (imposible) de una comunicacin que noest determinada por la idea de un proyecto,de un programa o de un futuro. Contra todoproyecto de poder, una declaracin de im-potencia (), potencia suprema porque in-clua, sin sentirse disminuida, su virtual y ab-soluta impotencia.40 Agamben ha hecho deesta potencia impotente uno de los hilos desu pensamiento. Ya en La comunidad que vie-ne se sita en la estela de la figura de Bartleby,a partir de una interpretacin de la nocin aris-totlica de adymia o potencia de no ser. Enla interpretacin que hace Agamben de estanocin, la impotencia como potencia supre-ma est ligada tambin a la escritura. No sloBartleby es el escribiente que no escribe,sino que la imagen aristotlica del pensa-miento como potencia pura es la de la tablaen la que no hay nada escrito. El acto per-fecto de escritura no proviene de una poten-cia de escribir, sino de una impotencia que sedirige a s misma y, de este modo, llega a scomo un acto puro.41

    Quin es el protagonista de la comuni-dad como espacio sin sujeto y sin obra? Ob-viamente, ninguna de las figuras de la pol-tica moderna: ni el individuo, ni las clasessociales, ni el ciudadano, ni el soberano. Elotro. El otro es una presencia sobre la que,en su dimensin ms irreductible, no puedo

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  • nada. No puedo nada significa, en ltima ins-tancia, que su presencia es improgramablee irrepresentable, un puro tener lugar. Si enalguna instancia puedo encontrar los ver-daderos lmites de mi potencia, es en la exis-tencia del otro. sta es una leccin que, demuy antiguo, Blanchot ha aprendido de L-vinas, su otro y, a la vez, su verdadero ami-go. Amigo judo en tiempos de su adscrip-cin a posiciones fascistas, Lvinas encar-na, en palabra y en vida, esa irreductibilidadde la presencia del otro a la que Blanchot iracercando su propia elaboracin de la exi-gencia de comunidad. Contra la identidad,la asimetra del otro; contra la fusin, la no-reciprocidad y la desigualdad; contra el in-tercambio y sus leyes, el amor sin medida aotro; contra la unidad, la prdida. La inte-rrupcin de la muerte poltica que invocabaBlanchot en sus Escritos polticos ya no apun-ta a otra poltica sino a un afuera de la po-ltica que se nos presenta como un espaciotico sin ley, o contra toda ley, que tiene quever con la posibilidad, tambin imposible, delamor. La figura de este espacio tico es lacomunidad de los amantes, que est en elcentro de la lectura de Bataille que propo-ne Nancy, as como de su continuacin blan-chotiana a travs de la lectura sobrepuesta deLa maladie la mort de Duras, as comotambin en la tica del cualsea que aportaAgamben en La comunidad que viene.

    La comunidad de los amantes, en su bs-queda convulsiva e involuntaria del otro, nose presenta en estos textos como un lugar desalvacin, como un sucedneo de reconci-liacin. No es un refugio en lo privado anteel fracaso del comunismo. Es precisamen-te el lugar de la exposicin a ese fracaso, aesa desesperacin de la poltica, a esa im-posibilidad y al mismo tiempo a esa exigencia

    infinita. El amor es ese afuera que slo exis-te como lmite de todas las dems relacio-nes (sociales, etc.) porque en s mismo es in-habitable. No acoge, expone. Y lo hace arras-trando consigo el lmite ms extremo: lamuerte. Los amantes, vivos y abrazndose,siempre estn separados por la muerte delotro. Palpndose, caminan sobre el abismode la relacin infinita con lo inaccesible y seencuentran en la mentira de toda unin. Elamor, el amor electivo y no el amor conyu-gal, no admite instituciones que recubran nihagan durar la mentira de la aspiracin a launin. Blanchot ve en esta figura el indiciode una tica anterior al espacio de la Ley. Encontinuidad con las propuestas de Lvinas,se tratara de una tica de la atencin infinitaal otro, como forma de una responsabilidadanterior a la voluntad del sujeto y anterior,por tanto, a toda ontologa y a toda poltica.

    Los fragmentos que Blanchot dedica aMayo del 68 en La comunidad inconfesableestn incluidos en la segunda parte del libro,titulada La comunidad de los amantes. Noes casual ni anecdtico. Blanchot mismo se-ala el carcter paradjico de esta conexin.Pero la razn es clara. En los aos 80, lejosya de toda experiencia directa de rechazo,Blanchot encuentra en esta figura literariaaquello que haba buscado en el compromisopoltico: la desmesura de la interrupcin o dela ruptura. Ahora esta desmesura, este ab-soluto que quiebra las medidas de toda leyinstituida, ya no apunta a la revolucinsino que encuentra su lugar en esta expe-riencia de la alteridad que nos expone al ab-soluto del amor y de la muerte, a una co-municacin sin comercio y sin comunin; endefinitiva, a los lmites que desbordan las co-ordenadas de todo poder y de toda relacinhabitable, reproducible, durable. Ya no el re-

    Marina Garcs

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  • chazo, sino el xtasis. La comunidad de losamantes, quieran o no, () tiene como finesencial la destruccin de la sociedad.42

    Queda algo de poltica en esta comu-nicacin ms all de toda posibilidad, en estaexposicin al ser finito del hombre a travsdel amor y de la muerte? Como hemos po-dido ver, la filosofa de la comunidad talcomo se desarrolla colectiva e intertextual-mente a partir de los aos 80 desplaza la ra-dicalidad de la exigencia comunista, asumidaen el vaco de su propia herencia, hacia unatica (de la alteridad) que es a la vez una es-ttica literaria (una comunidad de escritura)e incluso, especialmente en el caso deNancy, una ontologa (del ser-en-comn). Re-novar la radicalidad de la exigencia comu-nista, ms all de toda herencia y de toda re-lacin con la historia, tiene como conse-cuencia el xodo o el abandono del espaciode la poltica. Como decamos al principiodel artculo, el comunismo del pensa-miento que guiaba los proyectos literariosde Blanchot, se ha convertido en un co-munismo en el pensamiento, para el que laescritura es la nica praxis de transgresiny la nica tica posible.

    La trayectoria de Blanchot, dejando a unlado su singularidad y el inters que tiene pors misma, describe una trayectoria comn amuchos pensadores de la segunda mitad dels.XX y que podramos resumir, en lo fun-damental, por una retirada respecto a la tr-ada Sujeto-Accin-Historia bajo la cualtanto el comunismo como otros proyectos po-lticos de la modernidad se habran des-arrollado con todas sus sangrantes conse-cuencias. El horror ante el activismo del su-jeto y la ruptura con el tiempo histrico des-encadenan un xodo fuera del espacio pol-tico moderno. Ponen en marcha un conjun-

    to de rodeos ticos, estticos y ontolgicosque buscan, en principio, esbozar la posibi-lidad de otra poltica. La pregunta que nos-otros, hoy, podemos empezar a plantear esen qu medida estas fugas en bsqueda deotras formas de politizacin han engendra-do verdaderamente esas otras polticas o,como en el caso de Blanchot y sus interlo-cutores, han desembocado en posiciones ti-co-literarias. A lo largo del s.XX hemosaprendido a diagnosticar los males de la po-ltica moderna y sus principales conceptosy hemos encontrado valiosas puertas de sa-lida, interesantes y liberadores caminos porrecorrer. Pero disponemos realmente de nue-vas herramientas polticas? O toda resis-tencia debe plantearse al fin y al cabo des-de los mrgenes y los afueras de la polticamisma? Estas preguntas son las que debemosafrontar en el actual impasse de lo poltico.Saltar fuera de las coordenadas del sujeto yde la accin histrica supone saltar fuera delespacio poltico moderno, pero tambin irms all de las distintas formas ticas y es-tticas en que simplemente ha sido negado.Ah, en ese afuera sin herencia en el que es-tamos hoy, ya no sabemos lo que es la po-ltica. Pero empezamos a tener claro qu nolo es. Quiz estamos a las puertas de un nue-vo rechazo. Desde lo aprendido con Blan-chot en estas pginas nos asaltan entonces dosnecesidades filosfica y polticamente im-portantes que, para terminar, queremos de-jar planteadas: en primer lugar, la necesidadde pensar qu puede significar para nosotroshoy la idea de una ruptura o corte revolu-cionario y con qu prcticas y situacionespuede estar verdaderamente asociado, msall de toda mitologa revolucionaria de lamodernidad. Hemos visto, en el caso de Blan-chot, cmo desaparece la idea de revolucin,

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  • como tal, pero no la de la interrupcin ab-soluta y sin medida de la situacin estable-cida. Como hemos visto, esta exigencia con-duce a una filosofa del xtasis impotente.No nos correspondera a nosotros invertirlos trminos de la trayectoria de Blanchot?Es decir, reivindicar la idea de revolucinanulando en ella su exigencia de exteriori-dad y de absoluto. Las dualidades posible /imposible, mesura / desmesura, historia /acontecimiento, o polticamente hablando re-forma / revolucin, que precisamente son par-te de la herencia moderna, no nos dejan pen-sar la naturaleza del cambio en el mundo ac-tual. Necesitamos elaborar nuevas categorasdesde las que elaborar el sentido que puedetener para nosotros hoy la relacin entre re-chazo y transformacin social y, por tanto,entre la interrupcin y la duracin, la dis-continuidad y la continuidad.

    La segunda necesidad que nos plantea lalectura que hemos presentado de la trayec-toria poltica de Blanchot tiene que ver conlos lmites mismos de la nocin de comuni-dad. Mientras que para el Blanchot de los Es-critos polticos ste no era un concepto cla-ve, en el intercambio filosfico de los aos80 con Nancy se convierte en la cuestin des-de la que relanzar, libre de herencias, la exi-gencia comunista. Esta opcin, que en los pro-pios textos no se argumenta y se da por sen-tada, no es para nada obvia y, como hemosvisto, tiene tambin sus consecuencias. Prin-cipalmente, que la comunidad, si no quere-mos caer presa de sus peligros, slo puede ha-crsenos presente a travs la negacin de smisma (sin obra, sin identidad, sin duracin,etc.). Conjurando los peligros del sujetopoltico moderno, tambin del comunismo,se invoca una figura que tambin necesita serconjurada. Qu sentido tiene? Ms que pro-

    poner una ensima manera, ahora s, de pen-sar y de hacer aceptable la idea de comuni-dad, nos podemos preguntar: realmente lacomunidad es el tema de la exigencia co-munista? Nuestra hiptesis, que solamentequeremos dejar planteada para terminar, esque la comunidad es una figura de la vida encomn que encierra y aleja en una imagen,ya sea positiva o negativa, lo que en realidades un hecho en el que ya estamos siempre im-plicados: que la vida es un problema comn.Si a algo se puede llamar exigencia comunistaes a la exigencia de tomar parte colectiva-mente en este problema y de hacerlo coo-perativamente, en vez de unos contra otros,o unos sobre otros. En el actual impasse delo poltico y en el contexto de este nuevo es-tado de guerra al que llamamos crisis, tomacada vez ms fuerza un discurso acerca de locomn, que articula distintas posiciones te-ricas y prcticas. Es un discurso que, be-biendo de mltiples fuentes y filiaciones te-ricas, plantea la necesidad de instituir prc-ticas econmicas, institucionales y simbli-cas que, ms all de la dualidad pblico-pri-vado que articulaba el espacio poltico mo-derno, permitan pensar una reapropiacin co-lectiva de los bienes y de las relaciones so-ciales que los sustentan. No se sitan, en ge-neral, bajo horizontes revolucionarios en elsentido de un corte o ruptura absolutos, sinoque se proponen ms bien como un continuodesplazamiento respecto a las formas cono-cidas de producir, de trabajar, de legislar, decomerciar o de pensar. Lo comn, en estosdiscursos y prcticas, es un adjetivo que apun-ta al mundo que compartimos y no a la ima-gen, siempre fantasmal, de la humanidad bus-cando hacerse presente a s misma. La cues-tin que se plantea entonces es la de empe-zar a articular una poltica del mundo comn.

    Marina Garcs

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  • El comunismo de pensamiento de Maurice Blanchot

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    REFERENCIAS BIBLIOGRFICAS

    Agamben, G., La comunidad que viene, Pre-textos, Valencia, 1996.

    Blanchot, M., La communaut inavouable,Les ditions de Minuit, Paris, 1984.

    Blanchot, M., Escritos polticos (1958-1993). Edicin ampliada. Acuarela & An-tonio Machado, Madrid, 2010.

    Martnez Gonzlez, Rosa, Maurice Blanchot:la exigencia poltica, tesis doctoral Uni-versidad de Zaragoza, 2011.

    Nancy, J-L, La comunidad desobrada,Are-na Libros, Madrid, 2001.

    1 Nancy, J-L, La comunidad desobrada,Arena Libros, Madrid, 2001

    2 Agamben, G., La comunidad que viene, Pre-textos, Valencia, 1996

    3 Blanchot, M., La communaut inavouable,Les ditions de Minuit, Paris, p.56

    4 Blanchot, M., Escritos polticos (1958-1993).Edicin ampliada. Acuarela & Antonio Macha-do, Madrid, 2010

    5 Blanchot, Escritos polticos, cit., p. 1306 Blanchot, Escritos polticos, cit., pp.151-1527 Blanchot, Escritos polticos, cit., pp.41-518 Blanchot, Escritos polticos, cit.,p.459 Blanchot, Escritos polticos, cit.,p. 5110 Blanchot, Escritos polticos, cit.,p. 5011 Blanchot, Escritos polticos, cit.,p. 4712 Blanchot, Escritos polticos, cit., p.3913 Para una investigacin detallada de los es-

    critos de estos aos (1932-1940), me remito a latesis de Rosa Martnez Gonzlez, Maurice Blan-chot: la exigencia poltica, Universidad de Za-ragoza, 2011.

    14 Blanchot, Escritos polticos, cit.,p. 4015 Blanchot, Escritos polticos, cit.,p. 5616 Blanchot, Escritos polticos, cit., p.18917 Blanchot, Escritos polticos, cit.,p. 13218 Blanchot, Escritos polticos, cit.,p. 3919 Blanchot, Escritos polticos, cit.,p. 40

    20 Blanchot, Escritos polticos, cit.,p. 79-8021 Blanchot, Escritos polticos, cit.,p. 90 22 Blanchot, Escritos polticos, cit.,p. 8223 Blanchot, Escritos polticos, cit.,p. 16124 Blanchot, Escritos polticos, cit.,p. 16225 Blanchot, Escritos polticos, cit.,p. 16926 Blanchot, Escritos polticos, cit.,p. 16327 Blanchot, Escritos polticos, cit.,p. 18128 Blanchot, Escritos polticos, cit.,p. 14829 Blanchot, Escritos polticos, cit.,p. 13530 Blanchot, Escritos polticos, cit.,p. 15631 Blanchot, Escritos polticos, cit.,p. 15732 Blanchot, Escritos polticos, cit.,p. 19233 Nancy, La comunidad desobrada, cit., p. 2134 Nancy, La comunidad desobrada, cit., p. 5735 Blanchot, La comunidad inconfesable, cit.,

    p. 5336 Blanchot, La comunidad inconfesable,

    cit.,p. 5737 Blanchot, La comunidad inconfesable,

    cit.,p. 5538 Nancy, La comunidad desobrada, cit., p. 6139 Nancy, La comunidad desobrada, cit., p. 4140 Blanchot, La communaut inavouable, cit.,

    p. 54-5541 Agamben, La comunidad que viene, cit., p. 2742 Blanchot, La communaut inavouable,

    cit.,p. 80

    NOTAS

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