el citoesqueleto de actina: una …tab.facmed.unam.mx/files/5-marina-mac-as.pdf · beneficios que...
TRANSCRIPT
67
EL CITOESQUELETO DE ACTINA: UNA ESTRUCTURA DINÁMICA AL SERVICIO DE LA TRANSDUCCIÓN DE SEÑALES.
THE ACTIN-CYTOSKELETON: A DYNAMIC STRUCTURE AT THE SERVICE
OF THE SIGNAL TRANSDUCTION
Marina Macías Silva, Genaro Vázquez-Victorio y Diana G. Ríos-López
Instituto de Fisiología Celular. Universidad Nacional Autónoma de México. México D.F., 04510. México.
e-mail: [email protected]
Resumen
La gran mayoría de los procesos fisiológicos son regulados por diversas
vías de señalización, y muchos de esos procesos son ejecutados en células
eucariontes gracias a la reorganización del citoesqueleto. En general, es común
que ocurra una intercomunicación entre las redes de microfilamentos,
microtúbulos y filamentos intermedios, para regular procesos celulares específicos
tales como la forma de la célula, la división celular, la motilidad y la polarización,
entre otras. Esta revisión describe el conocimiento actual acerca de la regulación
de la reorganización del citoesqueleto por diversas vías de señalización, como las
mediadas por receptores del tipo GPCR, RTKs e integrinas, y las ventajas o
beneficios que esto representa para la adecuada transducción de señales en las
células.
Palabras clave: Citoesqueleto de actina, Señalización, receptores acoplados a
proteínas G (GPCR), receptores tirosina cinasa (RTK), Integrinas.
Cárdenas Monroy C, González Andrade M, Guevara Flores A, Lara Lemus R, Matuz Mares D, Molina Jijón E, Torres Durán PV. Mensaje Bioquímico, Vol. XL, 67-86, Depto. de Bioquímica, Facultad de Medicina, Universidad Nacional Autónoma de México. Cd. Universitaria, CDMX.,MÉXICO.,(2016). (http://bioq9c1.fmedic.unam.mx/TAB)
(ISSN-0188-137X)
MENSAJE BIOQUÍMICO, VOL. XL (2016)
68
Abstract
A multitude of physiological cell processes regulated by diverse signaling
pathways are accomplished by the participation of active rearrangements of the
eukaryotic cytoskeleton. In general, it is common that a crosstalk occurs among
networks of microfilaments, microtubules and intermediate filaments in order to
regulate specific cell processes such as cellular shape, division, motility, and
polarization, among others. This review describes the current knowledge about the
regulation of actin-cytoskeleton dynamics by diverse signaling pathways
downstream of different types of receptors such as GPCRs, RTKs and integrins,
and the advantages or benefits for cell signal transduction.
Keywords: Actin-cytoskeleton, Signaling, G protein-coupled receptor (GPCR),
receptor tyrosine kinase (RTK), Integrins.
Introducción
Una de las habilidades esenciales de todas las células para poder
sobrevivir, es poder monitorear el ambiente y responder a señales externas. Para
la mayoría de las células eucariontes esto incluye una comunicación apropiada
con las células vecinas. Las células se comunican por medio de moléculas de
señalización que son producidas y liberadas por las mismas células. Estas
moléculas reconocen y unen a receptores sobre la superficie de las células blanco,
en donde provocan una respuesta celular por medio de la activación de una o más
vías de transducción de señales. Una sola célula tiene docenas de diferentes
receptores que envian señales al interior de la célula. Estas señales transmitidas
por diferentes vías de transducción, son integradas y coordinadas en la célula para
emitir una respuesta determinada. Las vías de señalización pueden relacionarse
entre sí de diferentes maneras, es decir se intercomunican (crosstalk), como por
ejemplo cuando convergen o divergen dichas señales [1].
Las señales generadas por los diferentes tipos de receptores controlan
diversos procesos celulares como: el metabolismo, la secreción, el crecimiento, la
diferenciación, la motilidad, y la muerte; por lo tanto, es posible explicar la variedad
de procesos biológicos que dependen de la activación de diversas vías de
señalización, como el desarrollo embrionario, la memoria, el aprendizaje, el dolor,
la cicatrización y la reparación tisular, así como la inflamación y las respuestas del
sistema inmune. Cabe mencionar, que la transduccion de señales de la mayoría
de los receptores transmebranales utiliza diversos elementos celulares para poder
ejecutar sus acciones, para que así cada célula pueda responder adecuadamente.
De entre estos elementos, el citoesqueleto es uno de los más importantes. Las
Macías Silva M, Vázquez-Victorio G y Ríos-López DG
69
señales del citoesqueleto regulan varios procesos celulares importantes tales
como la división celular, la adhesión, la polaridad, la secreción, la migración, y el
movimiento de cilios y flagelos [2].
Las células eucariontes poseen una estructura proteica que comprende al
citoesqueleto (en citoplasma) y al nucleoesqueleto (en núcleo). El citoesqueleto
tiene funciones mecánicas que involucran el mantenimiento de la integridad
estructural de la célula (su forma, polaridad, adhesión y motilidad), y funciones no
mecánicas que pueden incluir la regulación de la arquitectura celular, el
crecimiento y el destino celular, así como la regulación de diversas vías de
señalización. El citoesqueleto está constituido por tres principales estructuras
proteicas poliméricas: los microtúbulos (tubulina), los filamentos intermedios (> de
70 proteínas diferentes), y los microfilamentos (actina). Los microtúbulos son los
más grandes (~ 25 nm de diámetro) y están formados por unidades constituidas
por dímeros de α-tubulina y β-tubulina; los microtúbulos participan en el
establecimiento de la posición de algunos organelos y en el transporte de
vesículas intracelulares. Los filamentos intermedios (~ 12 nm de diámetro) son el
grupo más grande que incluye más de 70 miembros y proveen de la fuerza
mecánica a las células. En tanto que los microfilamentos de actina (~3-7 nm de
diámetro) determinan la forma de las células, y son necesarios para la motilidad y
para cambiar la apariencia de la membrana celular [2].
Citoesqueleto de actina
En las células, los microfilamentos del citoesqueleto están constituidos por
la actina (43 kDa), una proteína con tres isoformas (α-, β-, y -actina). La actina es
una proteína muy abundante en el citosol, que se presenta en forma
globular/monomérica (G-actina) o filamentosa/polimérica (F-actina). La proporción
entre las formas G y F de la actina se mantiene en un equilibrio dinámico, ya que
existe una gran variedad de estímulos que controlan la reorganización del
citoesqueleto de actina, a través del control de los procesos de polimerización y
despolimerización de los filamentos de actina. Estos procesos son controlados por
una familia de proteínas que se asocian a la actina (ABPs, Actin-Binding Proteins),
las cuales participan en las diferentes etapas del proceso de formación de los
filamentos, como son la nucleación y la elongación. La G-actina une al nucleótido
ATP, para poder participar en la formación de dímeros y trímeros de actina
durante la etapa de nucleación, la cual constituye el paso limitante durante el
proceso de polimerización de la actina. El polímero de F-actina despliega un
extremo barbado (barbed-end) o positivo (+) y un extremo raso (pointed-end) o
negativo (-). El polímero de F-actina crece asimétricamente, ya que el extremo
MENSAJE BIOQUÍMICO, VOL. XL (2016)
70
barbado crece más rápido que el extremo raso durante la fase de elongación. En
las células existen muchos cofactores que controlan la velocidad de la dinámica de
la actina, para regular diversos procesos celulares, como por ejemplo la forma de
la célula, la división celular, la polaridad y la migración [2-4].
La polimerización de los filamentos de actina y la asociación de la actina
con las proteínas ABPs generan diversas arquitecturas, entre las que se
encuentran: redes entrecruzadas y ramificadas (formando lamelipodios), haces
paralelos (formando filopodios), y estructuras contráctiles antiparalelas (formando
fibras de estrés). Las células utilizan estos diferentes rearreglos de los filamentos
de actina, para formar ya sea protrusiones que lleven a la expansión de la
membrana plasmática, o para realizar contracciones que lleven al encogimiento de
la célula. Además, las células contienen una capa delgada de actina (actina
cortical) que recubre a la membrana plasmática y que es llamada corteza celular,
la cual es importante para mantener la forma de la célula, ya que controla los
cambios en la morfología celular.
Los actores moleculares básicos implicados en la organización de la actina
son múltiples, e incluyen a proteínas secuestradoras (como la profilina) que
mantienen a los monómeros de actina en solución; los factores de nucleación
(como los complejos Arp2/3, las forminas y las proteínas WASP) que controlan la
trimerización; las proteínas coronadoras/capping (como CapZ, y las
tropomodulinas) que se unen a los filamentos para estabilizarlos o para promover
su desensamblado; las proteínas cortadoras/severing (como ADF/Cofilina y
gelsolina) que contribuyen al acortamiento de los filamentos; las proteínas
entrecruzadoras (como alfa-actinina y filamina) que organizan a los filamentos en
haces o redes; y por último las proteínas motoras (pertenecientes a la familia de la
miosina) que proveen de la fuerza conductora durante los procesos activos [3,5].
Hasta ahora, el estudio del citoesqueleto de actina se ha beneficiado del uso de
dos moléculas muy útiles para visualizar las estructuras de F-actina: la faloidina y
LifeAct. La faloidina, una toxina aislada del hongo Amanita phalloides, es acoplada
a moléculas fluorescentes y funciona como una sonda útil para identificar la
formación de fibras de estrés, ya que posee una mayor afinidad por la F-actina [6];
mientras que LifeAct es un péptido de 17 aminoácidos derivado del extremo N-
terminal de una proteína que se asocia a la actina llamada ABP-140, la cual
proviene de la levadura Saccharomyces cerevisiae y no muestra homología con
alguna otra secuencia en eucariontes superiores. Cabe mencionar que LifeAct tiñe
estructuras de F-actina en células eucariontes o en tejidos fijos o vivos; además,
LifeAct representa una alternativa al uso de la faloidina, la cual es tóxica in vivo.
Macías Silva M, Vázquez-Victorio G y Ríos-López DG
71
Otras ventajas importantes de LifeAct es la ausencia de efectos sobre la
polimerización y despolimerización de la actina, y su incapacidad para competir
con las principales ABPs [7].
Diversos receptores membranales como son los GPCRs (receptores
acoplados a proteinas G), las integrinas, y los RTKs (receptores con actividad de
cinasa de tirosinas), pueden transmitir sus señales vía el citoesqueleto para
provocar diversos efectos sobre la actividad celular, incluyendo cambios en la
forma de la célula, la motilidad, la proliferación, la secreción, y la sobrevivencia.
Estos efectos en las células contribuyen al desarrollo de diversos procesos
fisiológicos que incluyen la morfogénesis, la reparación de heridas, la respuesta
inmune, la angiogénesis, el desarrollo vascular, y el crecimiento axonal. Resulta
interesante que los mecanismos de acción que los diferentes receptores tienen
sobre el citoesqueleto de actina, estan también implicados en procesos anormales
como la metástasis tumoral, la inflamación crónica y la degeneración tisular [8-10].
En esta revisión, describimos algunos de los procesos celulares que dependen de
los rearreglos del citoesqueleto de actina inducidos por la activación de los
receptores tipo GPCRs, RTKs e integrinas, enfatizando los mecanismos de acción
de los receptores.
Transducción de señales de los receptores tipo GPCR
Las células expresan una gran variedad de receptores; uno de los grupos
más grandes y diversos es el de la familia de los GPCRs, cuyos miembros son
proteínas transmembranales con siete segmentos alfa-helicoidales. De los 800
subtipos de GPCRs codificados en el genoma humano, la mayoría son huérfanos,
ya que aún no se ha identificado a su ligando. En general, los GPCRs de
vertebrados están agrupados en 5 principales familias, con base en la identidad de
su secuencia: receptores tipo rodopsina, tipo secretina, tipo glutamato, receptores
de adhesión y receptores frizzled. Los GPCRs son el grupo de receptores más
abundante y ubicuo, que comparte una arquitectura molecular característica, al
poseer una sola cadena polipeptídica con un extremo amino extracelular y un
extremo carboxilo intracelular, y que además contiene 7 alfa-hélices
transmembranales interconectadas por 3 asas intracelulares y 3 asas
extracelulares. Los miembros de la familia de GPCRs varían ampliamente en
identidad de secuencia, así como también en los mecanismos moleculares por los
cuales son activados por sus ligandos, los cuales incluyen desde fotones, olores, y
moléculas orgánicas pequeñas (aminas, aminoácidos, nucleótidos, nucleósidos y
lípidos), hasta péptidos y proteínas. Cabe mencionar que la relevancia
farmacológica de los GPCRs radica en el conocimiento de que alrededor del 30-
MENSAJE BIOQUÍMICO, VOL. XL (2016)
72
40% de los fármacos o drogas conocidas tienen como blanco a los GPCRs,
afectando principalmente su estado de activación, ya que muchos de estos
ligandos/fármacos/drogas pueden actuar como agonistas, antagonistas, agonistas
inversos o agonistas sesgados [1,5,11].
Hay evidencia de que una gran diversidad de proteínas puede interaccionar
con los GPCRs para modular su actividad y transducir sus señales [12-14]. Los
GPCRs están acoplados a diversos efectores tales como: proteínas
heterotriméricas que unen nucleótidos de guanina (proteínas G), reguladores de la
señalización de las proteínas G (RGS), activadores de la señalización de las
proteínas G (AGS), canales iónicos, arrestinas, cinasas de receptores acoplados a
proteínas G (GRK), y muchas otras proteínas. Las GRKs son moduladores
negativos que fosforilan a los GPCRs, creando sitios de acoplamiento para otras
proteínas como las β-arrestinas, las cuales promueven la endocitosis de los
GPCRs, y por lo tanto su desensibilización [15]. Las β-arrestinas pueden además
funcionar como acopladoras para otros efectores como las MAPKs, una familia
conservada de cinasas de proteínas que fosforila residuos de serina y treonina, y
que están implicadas en la proliferación y sobrevivencia celular.
Las proteínas G heterotriméricas parecen ser los transductores más
importantes de las señales de los GPCRs. Hasta ahora, muchas proteínas G han
sido identificadas en eucariontes, las cuales están constituidas por 3 subunidades
(alfa, beta y gama). La subunidad alfa es una GTPasa, con la habilidad de unir
específicamente a nucleótidos de guanina (GDP o GTP) y catalizar la hidrólisis del
GTP a GDP y Pi (fosfato inorgánico). El complejo G funciona como una unidad,
que en un estado basal muestra una alta afinidad por la subunidad G unida a
GDP (estado inactivo). Luego de la unión del ligando al receptor, el GPCR sufre un
cambio conformacional que promueve el intercambio de GDP por GTP en la
subunidad G. La subunidad alfa unida a GTP (estado activo) se disocia del
complejo G, y así ambos complejos G-GTP y G pueden interaccionar
independientemente con diversos efectores, para evocar distintas respuestas
fisiológicas. La terminación de las señales de las proteínas G se da por la hidrólisis
del GTP, y es catalizada por la subunidad G resultando en su re-asociación con
el complejo G, y así se regresa al estado inactivo (G-GDP/G/) [16].
El acoplamiento de los GPCRs a diferentes clases de proteínas G
determina la vía de señalización que será activada. Hay más de 13 diferentes
subunidades G (de G1 a G13), y como cinco isoformas G (de G1 a G5) y
Macías Silva M, Vázquez-Victorio G y Ríos-López DG
73
dos variantes generadas por splicing, G3s y G5L. Las subunidades G pueden
sufrir diversas modificaciones como metilación, isoprenilación, farnesilación, y
geranilgeranilación, las cuales pueden impactar la estructura y función del
complejo G. El complejo G existe en varias combinaciones específicas, y cada
complejo especifico puede regular a diferentes efectores. Por otro lado, hay más
de 20 diferentes subunidades G, las cuales han sido agrupadas con base en la
identidad de su secuencia y en su acoplamiento a distintos efectores; por lo tanto,
de acuerdo a la subunidad G presente en la proteína G, es que estas se han
clasificado en 4 principales subfamilias de proteínas G: Gs, Gi/o, Gq/11, y G12/13 [16].
La familia de proteínas Gs incluye a Gs, GsXL (extra larga), y Golf. Estas proteínas
interaccionan y estimulan a la adenilato ciclasa (AC), una proteína de membrana
que promueve la conversión del ATP (trifosfato de adenosina) a AMP cíclico
(AMPc). La mayoría de los efectos del AMPc están mediados por la activación de
la PKA (proteína cinasa A) a través de la unión del AMPc a las dos subunidades
regulatorias del tetrámero de la PKA (forma inactiva). La PKA es una cinasa de
proteínas que fosforila a sus sustratos en residuos de serina y treonina, y entre
ellos se encuentran factores de transcripción, enzimas metabólicas y canales
iónicos, entre otros. Además, existe evidencia de que el AMPc también une y
regula la actividad de Epac, un factor intercambiador de nucleótidos de guanina
(GEF) que estimula la actividad de la proteína G pequeña Rap, la cual tiene
diversos efectores. En contraste, la familia Gi/o que incluye a Gi1, Gi2, Gi3, Go, Gz,
Ggust, Gt-r, y Gt-c, funciona principalmente inhibiendo a varios tipos de adenilato
ciclasas (ACs); aunque, algunos de sus miembros son capaces de regular también
la actividad de GEFs para Rac, como P-Rex [1].
La familia Gq/11 incluye a Gq, G11, G14, and G15. Estas proteínas G están
acopladas a la activación de la fosfolipasa C (PLC), cuya función es cortar las
cabezas polares de algunos fosfolípidos de inositol. En particular, la PLC-β puede
hidrolizar al fosfolípido PIP2 (fosfatidilinositol 4,5-bisfosfato) para generar dos
segundos mensajeros intracelulares: IP3 (inositol 1,4,5-trisfosfato) y DAG
(diacilglicerol). El Segundo mensajero IP3 promueve la elevación de los niveles del
calcio intracelular al liberarlo de los almacenes del retículo endoplásmico, mientras
que el DAG y el calcio funcionan como cofactores en la activación de las isoformas
de la PKC clásicas (proteína cinasa C de residuos de serina y treonina). La PKC, a
su vez, puede activar a la cascada de cinasas tipo MAPK (cinasas activadas por
mitógenos). Las señales de la proteína Gq pueden regular a los GEFs de Rho
como p63 o Trio, llevando a la activación de las vías de señalización de Rac o
Rho/ROCK [17]. La familia G12 incluye a las proteínas G12 y G13, las cuales
interaccionan con múltiples proteínas como HSP90 (proteína de choque térmico
MENSAJE BIOQUÍMICO, VOL. XL (2016)
74
90), AKAP (proteínas de anclaje de la cinasa-A), ras-GAP (proteína activadora de
GTPasas), radixina, PP5 (proteina fosfatasa tipo 5), cadherina, Rho-GEFs, y con
cinasas de residuos de tirosina que no son receptores.
Las proteínas G heterotriméricas están implicadas en múltiples vías de
señalización; curiosamente, la intercomunicación entre las proteínas G
heterotriméricas (G12/13 y Gq) y las proteínas G pequeñas (Rho, Rac y Cdc42),
explica los diversos cambios en las dinámicas del citoesqueleto que ocurren
posterior a la activación de los GPCRs, los cuales están involucrados en la
regulación de procesos celulares como la morfología, la migración, la secreción, la
polaridad, la sobrevivencia, la adhesión, etc. [18]. Los GPCRs activan vías de
transducción que llevan a cambios rápidos en el rearreglo del citoesqueleto de
actina, vía la activación de proteínas G pequeñas de la familia de GTPasas Rho,
tales como Rho, Cdc42 y Rac, las cuales controlan el remodelamiento de
diferentes estructuras del citoesqueleto de actina, y regulan la maquinaria
contráctil para regular diversos procesos celulares. Los GPCRs acoplados a la
familia de proteínas G12/13, tales como los receptores para LPA (ácido
lisofosfatídico), S1P (esfingosina-1-fosfato) y trombina median la activación de
GTPasas tipo Rho vía una familia de GEFs (factores intercambiadores de
nucleótidos). La conexión entre G12/13 y Rho ocurre a través de una interacción
directa y por la activación de Rho-GEFs específicos, tales como p115-RhoGEF,
PDZ-RhoGEF, y LARG (Rho-GEF asociado a la leucemia). Esta familia de GEFs
comparte un dominio tipo RGS que establece interacciones directas con G12/13, y
por lo tanto puede acelerar la hidrólisis del GTP unido a G12/13 [19]. La
polimerización de actina en respuesta a la activación del eje GPCR/G12/13 puede
implicar el reclutamiento de proteínas capaces de modular la activación de las vías
mediadas por RhoA, las cuales llevan a la formación de fibras de estrés de actina
(Figura 1).
Macías Silva M, Vázquez-Victorio G y Ríos-López DG
75
Figura 1. Las vías de transducción de señales de los GPCRs modulan al citoesqueleto de actina para realizar diversos efectos biológicos. Las señales de los GPCRs son mediadas por diferentes familias de proteínas G heterotriméricas, las cuales ejercen diferentes efectos sobre los rearreglos del citoesqueleto de actina. El eje GPCR/G12/13 parece ser la señal más fuerte en favorecer la polimerización de la actina, mientras que el eje GPCR/Gs funciona principalmente como un inhibidor de la polimerización de actina. Esta modulación diferencial de las dinámicas de actina impacta en multitud de procesos celulares tales como la motilidad, la sobrevivencia, la adhesión, la polaridad, la morfología y la expresión de genes; permitiendo así que las células puedan responder adecuadamente a cualquier estímulo dado.
Algunas de las proteínas que interaccionan con los GPCR tienen como
blanco a los dominios intracelulares del receptor, y entre ellas se encuentran las
proteínas 14-3-3, ABP-280, y la filamina A. En los procesos de
mecanotransducción celular se ha visto que las proteínas ezrina/radixina/moesina
(ERM), tienen un papel importante, ya que participan como enlace entre los
filamentos de actina y la membrana plasmática, así como también actúan como
reguladores de las señales de las GTPasas tipo Rho, o como andamios de las
proteínas G [20]. Las proteínas ERM regulan muchos procesos que incluyen la
MENSAJE BIOQUÍMICO, VOL. XL (2016)
76
interacción de la membrana plasmática con el citoesqueleto, la organización de la
actina y la distribución de las adhesiones focales, estas últimas son estructuras
que enlazan a la matriz extracelular (ECM) con el citoesqueleto de actina a través
de los receptores para integrinas.
Algunos receptores tipo GPCRs modulan los niveles del segundo
mensajero AMP cíclico (AMPc) para controlar múltiples procesos fisiológicos, tales
como la movilización de calcio intracelular, la secreción, la actividad de los canales
iónicos, vías metabólicas, la contracción muscular, el crecimiento y la
diferenciación celular, la apoptosis, la inflamación, el aprendizaje y la memoria.
Dos de los principales efectores de la vía del AMPc como PKA y Epac, ejercen
diversos efectos sobre el remodelado del citoesqueleto. Por ejemplo, las proteínas
Epac funcionan como GEFs para Rap1 y Rap2, las cuales son proteínas G
pequeñas que pertenecen a la familia Ras. La vía de señalización de Rap es
importante para la adhesión celular y la formación de uniones célula-célula.
Además, varios efectores incluyendo proteínas adaptadoras implicadas en la
modulación del citoesqueleto de actina, así como reguladores de las proteínas G
de la familia de Rho y algunas PLCs, se encuentran río abajo de Rap [21].
Por otro lado, la PKA induce la estabilización del citoesqueleto de
microtúbulos, lo que resulta en la inhibición de la actividad de RhoA, en la
fosforilación de la MLC (cadena ligera de la miosina), y en la contractilidad de la
actomiosina. Además, la PKA fosforila directamente a algunas proteínas que unen
actina tales como filamina, dematina, aducina y VASP (fosfoproteína estimulada
por vasodilatadores). La filamina puede regular la distribución de la F-actina entre
la actina cortical y la actina de las fibras de estrés, y cuando la PKA fosforila
constitutivamente a la filamina, entonces aumenta la capacidad de la filamina para
entrecruzar a los filamentos de actina. Cuando VASP es fosforilada por PKA,
estabiliza los filamentos de actina recién formados, y favorece su localización en
las uniones oclusoras (tight junctions) de células endoteliales y epiteliales, en
donde se asocia a la proteína ZO-1 y co-localiza con ocludina y JAM-A.
La función de los complejos de señalización dependientes de AMPc en
diversos procesos, se estudia usando herramientas farmacológicas para modular
los niveles de AMPc intracelular como: a) la forskolina, un compuesto natural que
se extrae de la planta medicinal Coleus forskohlii que activa directamente a las
adenilato ciclasas, y b) las metilxantinas, una variedad de inhibidores de las
fosfodiesterasas (PDE), por ejemplo, el IBMX (3-isobutil-1-metil-xantina). Además,
Macías Silva M, Vázquez-Victorio G y Ríos-López DG
77
se han generado varios análogos del AMPc permeables a la membrana y se han
sintetizado inhibidores selectivos para la PKA [21] (Figura 1 y Figura 2).
Figura 2. La activación de los ejes GPCR/G13/Rho y GPCR/Gs/cAMP diferencialmente controlan la polimerización de actina en células epiteliales. La esfingosina-1-fosfato (S1P) fue usada para estimular el eje GPCR/G13/Rho en células hepáticas C9, lo cual resulta en un aumento en la tinción de F-actina y en la formación de fibras de estrés. Por otro lado, el aumento de los niveles de AMP cíclico con el tratamiento con glucagon o con la mezcla Forskolina/IBMX promovió la reorganización de la F-actina en una estructura con un patrón que semeja una red de actina entrecruzada, en las células C9. Se emplearon dos métodos para teñir la F-actina: la faloidina y LifeAct, y la actina se visualizó por
microscopía confocal. Barra de escala = 20 M. El protocolo de tinción se llevó a cabo como se describe previamente [5].
Comunicación cruzada entre las señales de los GPCRs y las vías de
señalización Hippo y TGF-β
Los GPCRs también funcionan como transductores de señales
extracelulares para controlar la expresión de genes; por ejemplo, RhoA coordina la
expresión de genes promotores del crecimiento, como los regulados por el SRF
(factor de respuesta a suero), y así promueven la progresión del ciclo celular y el
crecimiento normal o aberrante [22]. Otro mecanismo implica una
intercomunicación entre los GPCRs y otras vías de señalización. Las vías Hippo y
de TGF-β son relevantes en el control del tamaño de los órganos. Se descubrió
recientemente, un papel clave de los GPCRs en los hepatocitos, al funcionar como
potentes reguladores de las vías Hippo/YAP/TAZ y TGFβ/Smad/Ski/SnoN. La ruta
Hippo es una vía de señalización negativa que controla la actividad de los
cofactores transcripcionales YAP y TAZ. Estos efectos negativos son mediados
por las cinasas LATS, las cuales fosforilan a los cofactores YAP y TAZ, y los
MENSAJE BIOQUÍMICO, VOL. XL (2016)
78
mantienen en el citosol. Diversas subunidades Gα como Gαq/11, Gα12/13, y Gαi/o
pueden activar a los cofactores YAP y TAZ a través de la modulación de las
dinámicas del citoesqueleto de actina, mientras que las señales acopladas a Gαs
reprimen su actividad. Así, un GPCR que activa a la GTPasa Rho, induce la
formación de F-actina para inhibir la actividad de la cinasa LATS, independiente de
la cinasa MST. Los cofactores YAP y TAZ desfosforilados son trasladados al
núcleo para regular la expresión de diversos genes relacionados con el
crecimiento celular [23]. Por otro lado, nosotros demostramos que la estabilidad de
las proteínas Ski y SnoN, dos co-represores transcripcionales de la vía TGF-
β/Smad, es regulada diferencialmente por cambios en el re-arreglo del
citoesqueleto de actina, en respuesta a la activación de GPCRs. Los GPCRs
acoplados a Gs (como los de Glucagon) específicamente promueven la
estabilización de la proteína Ski, mientras que los GPCRs acoplados a G13 (como
los de S1P y LPA) causan por un lado la degradación de la proteína Ski y por otro
la estabilización de la proteína SnoN [24,25].
Las vías de señalización de los receptores tipo RTK (Receptor Tyrosine
Kinase)
El grupo más grande de receptores transmembranales con actividad
enzimática son los RTKs. Los RTKs son receptores para una gran variedad de
ligandos extracelulares como algunas hormonas (la insulina y la hormona del
crecimiento), y para factores de crecimiento (como EGF, PDGF, HGF, etc.). Estos
receptores juegan un papel muy importante en la regulación del crecimiento, la
diferenciacion y la sobrevivencia celular. La mayoria de los RTKs son monómeros
que solo dimerizan cuando se unen a su ligando. La dimerización activa su
dominio de cinasa por un proceso de transfosforilación o autofosforilación, creando
sitios de acoplamiento (docking sites) para la interacción con efectores
específicos. Una vez fosforilados en residuos de tirosina, los dominos
citoplasmáticos de los RTKs sirven como plataformas para la asociación de varias
proteínas intracelulares implicadas en la transducción de señales. Estas proteínas
en general tienen un dominio SH2, que utilizan para unir a los residuos de tirosina
fosforilados en los RTKs. La unión de diferentes proteínas permite la activación de
múltiples vías de señalización, al mismo tiempo.
Una de las principales vías intracelulares activada por los receptores tipo
RTK, es la cascada de MAPKs. La vía comienza con la activación de Ras, la cual
es una proteína G pequeña anclada a la membrana que tiene baja actividad
intrínseca de GTPasa. En el estado inactivo, Ras está unida a GDP, sin embargo
su asociación indirecta con los RTKs a través de proteínas adaptadoras (como
Macías Silva M, Vázquez-Victorio G y Ríos-López DG
79
Grb2), favorece su activación por un GEF (como Sos), el cual cataliza la unión de
Ras a GTP y la disociación de GDP, llevando a Ras al estado activo. En seguida,
Ras-GTP activa a Raf, la primer cinasa de la cascada de MAPKs, lo cual causa
que las tres MAP cinasas (Raf, MEK y ERK), sean activadas entre ellas a través
de una cascada de fosforilaciones. Al final, ERK activa a diferentes factores de
transcripción, llevando a un cambio en la transcripcion génica. Para terminar está
señal, un grupo de proteínas llamadas GAPs (proteínas activadoras de GTPasa)
activan la hidrólisis del GTP unido a Ras. Cabe mencionar que Ras esta mutada
en 30% de los tumores humanos; muchas de las mutaciones bloquean la hidrólisis
del GTP, manteniendo a Ras en el estado activo y a la célula en un estado
proliferativo [1,26].
Los RTKs pueden activar a otras vías de transducción, como la activación
de la enzima PI3K, la cual fosforila fosfolípidos de inositol en la membrana
plasmática, llevando a la activación de cinasas de proteínas como PDK y AKT
(PKB), que también llevarán la señal hasta el núcleo, al regular la actividad de
factores transcripcionales por fosforilación. Esta función es importante para
controlar la diferenciación celular, al poder determinar los patrones de
transcripción de múltiples genes. Por otro lado, algunas proteínas de la ECM y
ciertas proteínas de superficie en las células, pueden también unir y activar a
receptores tipo RTKs. Por ejemplo, la unión a RTKs de proteínas de superficie
como las efrinas, participan como guías de los procesos del desarrollo implicados
en la arquitectura de los tejidos, ayudan en la localización final de las
terminaciones nerviosas, y en la maduración de los vasos sanguíneos. Cuando los
RTKs no funcionan apropiadamente, el crecimiento y la diferenciacion celular se
alteran. Por ejemplo, muchos tipos de cáncer expresan RTKs con mutaciones; por
esta razón, los RTKs son los blancos de varios fármacos usados en las
quimioterapias contra el cáncer [1,26].
Los RTKs pueden controlar la actividad de otras proteínas G pequeñas,
como los miembros de la familia Rho, incluyendo RhoA, Cdc42 y Rac. RhoA está
implicada en la formación de fibras de estrés de actina, adhesiones focales y
ensamblado de actinomiosina. RhoA une y activa a la cinasa ROCK, la cual tiene
varios blancos en el citoesqueleto. ROCK incrementa la fosforilación de MYL/MLC
(la cadena ligera de la miosina) por fosforilación directa de MYL y al inhibir a la
fosfatasa de MYL (MLCP), llevando al ensamblado de la actinomiosina. ROCK
también fosforila a la cinasa LIMK, la cual inhibe por fosforilación a la proteína
despolimerizadora de actina llamada cofilina, lo que lleva a la estabilización de
actina. Además, ROCK aumenta la actividad de la proteína de intercambio Na+/H+
MENSAJE BIOQUÍMICO, VOL. XL (2016)
80
llamada NHE1, y a la PI4P5K, potenciando la formación de fibras de estrés y el
ensamblado de adhesiones focales [1,26] (Figura 3).
Figura 3. Las vías de señalización de los receptores tipo RTK controlan la polimerización de la actina. El esquema describe los diferentes mecanismos moleculares implicados para regular la polimerización de actina en respuesta a la activación de los receptores con actividad enzimática como los RTKs (Receptor tyrosine kinase). Las principales vías de señalización implicadas son la cascada de MAPK y la vía PI3K/Akt.
Por otro lado, la activación de Rac y Cdc42 llevan a la activación de PAK, la
cual promueve el desensamblado de las fibras de estrés y de las adhesiones
focales, a través de la inactivación de MLCK y de la estabilización de los
filamentos de actina, a través de la activación de LIMK. IQGAP es una proteína
que funciona como andamio, río debajo de Rac y Cdc42, que promueve la
formación de uniones adherentes. RhoA causa la formación de fibras de estrés,
Macías Silva M, Vázquez-Victorio G y Ríos-López DG
81
mientras que la estimulación de Rac, a través de la activación de WAVE y del
complejo Arp2/3-actina, induce la formación de lamelipodios, y la activación de
Cdc2 lleva a la formación de filopodios a través de la unión a NWASP. Así, el
citoesqueleto de actina, regulado por las diferentes vías de transducción
controladas por los receptores tipo RTK, juega un papel importante en procesos
dinámicos tales como la motilidad, la guía de los axones, la citoquinesis y la
fagocitosis. Así, los movimientos celulares son el resultado de la adhesión, de la
pérdida del pegado a la ECM, y de la sucesiva re-adhesión de los filopodios y los
lamelipodios. Esta remodelación celular requiere de una regulación precisa de la
organización y del ensamblado/desensamblado de los filamentos de actina [1,26]
(Figura 3).
Las vías de señalización de los receptores tipo integrinas
Las células normales no pueden crecer en suspensión como lo hacen las
células cancerosas, sino que necesitan pegarse a una superficie como la matriz
extracelular (ECM) de un tejido. Las células tienen proteínas transmembranales
llamadas integrinas, las cuales funcionan como receptores que anclan a las
células a proteínas de la ECM, tales como: laminina, fibronectina, vitronectina, y
colágenas (tipo I, II y IV). Las integrinas son receptores de adhesión
heterodiméricos compuestos por subunidades alfa y beta. Se sabe que existen al
menos 18 diferentes subunidades alfa y 8 o más subunidades beta, para generar
un total de 24 receptores heterodiméricos alfa/beta. La interacción de la célula con
la ECM se realiza a través de las adhesiones focales que contienen integrinas
aglutinadas, poteínas citoplasmáticas y fibras de estrés de actina. La cinasa de
tirosinas llamada Src está localizada en las adhesiones focales. Src fosforila a la
cinasa de adhesiones focales (FAK), la cual una vez fosforilada se une a proteínas
con dominios SH2 como el complejo Grb2-SOS, activando a la cascada de MAPK.
La activación de FAK también resulta en la generación de señales que afectan a
componentes ribosomales, resultando en la regulación de la síntesis de proteínas
que es requerida para la transición de la fase G1 a la fase S durante el ciclo
celular. El ensamblado de las adhesiones focales tiene un gran efecto en la
organización del citoesqueleto de actina en la célula, a través de la activación de
la proteína G pequeña Rho. Una vez que una vía activa a Rho, esta activa la vía
de PIP2 que afecta a las proteínas que se asocian a actina (ABPs), controlando
así la polimerización de actina. Por otro lado, Rho también activa ROCK, la cual
inactiva a MLCP, llevando a la activación de la miosina y a la organización de la
actina en fibras de estrés [1,27] (Figura 4).
MENSAJE BIOQUÍMICO, VOL. XL (2016)
82
Figura 4. Las vías de señalización activadas por integrinas que controlan la polimerización de la actina. Diferentes vías de senalización activadas por las integrinas controlan los rearreglos del citoesqueleto de actina. Las principales vías de señalización activadas incluyen la activación de las cinasas FAK y Src, así como la activación de proteínas G pequeñas de la familia de Rho.
Una de las funciones principales de las señales de integrinas es enlazar las
proteínas de la ECM a los filamentos de actina intracelulares, vía las interacciones
de las integrinas con las ABPs tales como filamina A, talina, alfa-actinina y los
complejos ILK/pinch/parvina. La filamina A enlaza los filamentos de actina en
redes ortogonales o haces paralelos, y puede inducir la reorganización del
citoesqueleto por diferentes vías. La filamina A recluta al GEF llamado Trio, el cual
cataliza la transición de Rac1 de la forma unida a GDP a la unida a GTP. Rac1-
GTP entonces activa a PAK1 (p21-activated kinase 1). Alternativamente, la
filamina A directamente se asocia con y activa a PAK1, llevando a la fosforilación
Macías Silva M, Vázquez-Victorio G y Ríos-López DG
83
de filamina A inducida por PAK. PAK1 también promueve la activación de la
polimerización de actina por la fosforilación de Arp2/3 [1,27] (Figura 4).
La cinasa ILK se asocia a las subunidades beta de las integrinas y fosforila
a la cinasa Akt (PKB), llevando a la proliferación y sobrevivencia celular mediada
por integrinas. Otro blanco de ILK es GSK3-beta, cuya fosforilación lleva a la
estabilización y aumento del cofactor transcripcional Beta-catenina en el núcleo,
en donde se asocia con los factores de transcripción Tcf/Lef-1 para activar la
expresión de genes, incluyendo a c-Myc y ciclina D1. Se ha demostrado que ILK
se une al adaptador PINCH, el cual interacciona con NCK2 (Grb4). El adaptador
NCK2 (Grb4) puede reclutar a PAK1 y a la proteína que interacciona con WASP
(proteína del síndrome Wiskott-Aldrich) llamada WIRE, llevando a la activación de
Arp2/3 y a la polimerización de actina. La adhesión de las células a la matriz
extracelular también regula la proliferación celular y la sobrevivencia. La activación
de integrinas por fibronectina induce la fosforilacion de FAK1 y paxilina, y causa la
formación de los complejos FAK1/GRB-2/SOS, llevando a la activación de H-
Ras/c-Raf-1/MEK1, MEK2/ERK (MAPK1/3). Cabe mencionar que un control
aberrante de la señalización del citoesqueleto puede resultar en una desconexión
entre los estímulos extracelulares y las respuestas celulares, lo cual se ha visto en
patologías del sistema inmune, en defectos del desarrollo y en el cáncer [1,27].
Conclusiones
Los microfilamentos son componentes estructurales del citoesqueleto y
consisten de polímeros fibrosos de la proteína actina, llamados F-actina. Los
microfilamentos son importantes para los cambios en la forma de la célula, la
migración, la proliferación, y la sobrevivencia. La regulación del citoesqueleto de
actina se puede controlar por la señalización a través de receptores membranales
tales como los GPCRs, las integrinas, los RTKs, y numerosos receptores
especializados. Estos receptores inician un gran número de cascadas de
señalización que incluyen a la familia Rho de GTPasas pequeñas (Rho, Rac y
Cdc42) y sus activadores los GEFs, a sus cinasas efectoras como ROCK y PAK,
así como la unión directa a varias proteínas reguladoras de la actina; de tal forma
que estas cascadas convergen sobre proteínas que directamente regulan el
comportamiento y la organización del citoesqueleto de actina. A través de una
intercomunicación entre los microfilamentos de actina, los microtúbulos y los
filamentos intermedios, es que se logra coordinar la función de todo el
citoesqueleto en las células eucariontes.
MENSAJE BIOQUÍMICO, VOL. XL (2016)
84
En esta revisión, describimos el papel de las dinámicas del citoesqueleto de
actina en la transducción de señales extracelulares, y además ilustramos los
mecanismos moleculares implicados en la transducción de señales que provienen
especificamente de receptores transmembranales del tipo GPCR, RTKs e
integrinas, y cómo se comunican con el citoesqueleto para ejecutar
adecuadamente diversas respuestas celulares.
Agradecimientos
Nuestro trabajo está apoyado por donativos de PAPIIT/DGAPA/UNAM (No.
IN208115), CONACyT-SEP (No. 240224) y CONACyT-ANR (No. 188565).
Referencias
1. Gomperts, B.D., Kramer, I.M., y Tatham, P.E.R. (2009) Signal Transduction, 2nd Ed, Elsevier, Oxford, UK.
2. Lodish, H., Kaiser, C.A., Bretscher, A., y Amon, A. (2013). Molecular Cell Biology, 7nd Ed, W.H. Freeman and Company, NY.
3. Blanchoin, L., Boujemaa-Paterski, R., Sykes, C., y Plastino, J. (2014) Physiol. Rev., 94, 235–263.
4. Schappi, J.M., Krbanjevic, A., y Rasenick, M.M. (2014) Biochim. Biophys. Acta, 1838, 674–681.
5. Vázquez-Victorio, G., González-Espinosa, C., Riquer-Espinosa, Z.P. y Macías-Silva, M. (2016). En: Arun Shukla editor. Methods in Cell Biology, Elsevier Inc. (En prensa).
6. Adams, A.E., y Pringle, J.R. (1991) Methods in Enzymology, 194, 729–731.
7. Riedl, J., Crevenna, A.H., Kessenbrock, K., Yu, J.H., Neukirchen, D., Bista, M. et al. (2008) Nat. Methods, 5, 605–607.
8. Papakonstanti, E.A., y Stournaras, C. (2008) FEBS Lett., 582, 2120–2127. 9. Hopkins, P.N. (2013) Physiol. Rev., 93, 1317–1542. 10. Head, B.P., Patel, H.H., y Insel, P.A. (2014) Biochim. Biophys. Acta, 1838,
532–545. 11. Castillo-Badillo, J.A., Cabrera-Wrooman, A, y García-Sáinz, J.A. (2014)
Arch. Med. Res., 45, 283-293. 12. Wettschureck, N., y Offermanns, S. (2005) Physiol. Rev., 85, 1159–1204. 13. Ritter, S.L., y Hall, R.A. (2009) Nat. Rev. Mol. Cell Biol., 10, 819–830. 14. Roux, B.T., y Cottrell, G.S. (2014) Int. J Mol. Sci., 15, 1112–1142. 15. Castillo-Badillo, J.A., Sánchez-Reyes, O.B., Alfonzo-Méndez, M.A., Romero-
Avila M.T., Reyes-Cruz, G., y García-Sáinz, J.A. (2015) PLoS One, 10, e0121165.
16. Hwangpo, T.N., y Iyengar, R. (2005). Chapter 5: En Lakshmi A. Davi editor, Contemporary Clinical Neuroscience: The G Protein-Coupled Receptors Handbook. Totowa, NJ: Humana Press Inc; 2005, P. 109-134.
Macías Silva M, Vázquez-Victorio G y Ríos-López DG
85
17. Kamato, D., Thach, L., Bernard, R., Chan, V., Zheng, W., Kaur, H., et al. (2015) Front. Cardiovasc. Med., 2, 1–14.
18. Bhattacharya, M., Babwah, A.V., y Ferguson, S.S.G. (2004) Biochem. Soc. Trans., 32, 1040–1044.
19. Vázquez-Prado, J., Miyazaki, H., Castellone, M.D., Teramoto, H., y Gutkind, J.S. (2004) J. Biol. Chem., 279, 54283–54290.
20. Andreeva, A.V., Kutuzov, M.A., y Voyno-Yasenetskaya, T.A. (2007) J. Mol. Signal., 2, 13.
21. Schmidt, M., Dekker, F.J., y Maarsingh, H. (2014) Pharmacol. Rev., 65, 670–709.
22. Yu, O.M., y Brown, J.H. (2015) Mol. Pharmacol., 88, 171–180. 23. Yu, F.-X., y Zhao, B., Panupinthu, N., Jewell, J.L., Lian, I., Wang, L.H., et al.
(2012) Cell, 150, 1–12. 24. Vázquez-Victorio, G., Caligaris, C., Del Valle-Espinosa, E., Sosa-Garrocho,
M., González-Arenas, N.R., Reyes-Cruz, G., et al. (2015) J. Biol. Chem., 290, 4487–4499.
25. Caligaris, C., Vázquez-Victorio, G., Sosa-Garrocho, M., Río-López, D.G., Hernández-Marín, A., y Macías-Silva, M. (2015) Biochim. Biophys. Acta, 1850, 1832–1841.
26. Lemmon, M.A., y Schlessinger, J. (2010) Cell, 141, 1117–1134. 27. Geiger, B., Spatz, J.P., y Bershadsky, A.D. (2009) Nat. Rev. Mol. Cell Biol.,
10, 21–33.
MENSAJE BIOQUÍMICO, VOL. XL (2016)
86
Semblanza de la Dra. Marina Macías Silva
Es Bióloga, graduada por la
Facultad de Ciencias de la UNAM, con
estudios de maestría y doctorado en
Investigación Biomédica Básica (área
de Bioquímica), por la UACPyP de la
UNAM. Desde julio del 2001 es
investigadora en el Instituto de
Fisiología Celular (IFC), y desde el
2013 es Investigador Titular “C” de T.C.
Es miembro del Sistema Nacional de
Investigadores (SNI) desde 1991, y actualmente es investigadora del SNI nivel 2.
Después de obtener su doctorado fue contratada dos años como investigador
asociado “C” de T.C. en el Departamento de Bioenergética del IFC en el grupo del
Dr. J. A. García Sáinz. Posteriormente realizó dos estancias posdoctorales, una en
The Hospital for Sick Children en Toronto, Canadá, en el grupo del Dr. Jeffrey L.
Wrana, y la segunda en The University of Pennsylvania en Philadelphia, PA.
EE.UU. en el grupo de la Dra. Rebecca Taub. Recibió una beca del Medical
Research Council de Canada para sus estudios de posdoctorado. Además, recibió
el Reconocimiento “Sor Juana Inés de la Cruz 2013”, por su trayectoria académica
en la UNAM. Entre las aportaciones de la Dra. Macías a la ciencia destaca el
haber descrito parte de la vía canónica de la citocina TGF-beta, para traducir sus
señales en las células, identificando a los factores de transcripción Smad como los
sustratos directos de los receptores del TGF-beta. Actualmente su trabajo se ha
enfocado en estudiar los mecanismos moleculares de control de las señales de la
citocina TGF-beta en procesos de reparación tisular y cáncer. La Dra. Macías
tiene más de 54 publicaciones, con más de 2700 citas en revistas internacionales
y libros de texto. En su interés por difundir la transducción de señales en México,
la Dra. Macías es cofundadora de la Rama de Transducción de Señales de la
Sociedad Mexicana de Bioquímica (2006), foro cuyo objetivo es lograr una
interacción entre investigadores nacionales y extranjeros, y con estudiantes de
todos los niveles.