el arte de injuriar

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Arte de injuriar

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El arte de injuriarPablo Antillano

Injuriar. Injuriar seores, injuriar es un arte. Junto a la burla y la vituperacin podra ser declarado, incluso, como un gnero literario. As que dejmonos de gazmoeras y prohibiciones, pidamos ms bien un poco ms de calidad, de imaginacin y de desvelos especiales para que el insulto sea por lo menos fresco y excitante. Por ah andan unos articulistas y unos comunicadores sersimos pidiendo que cese la incitacin permanente y reiterada al irrespeto y desprecio hacia quien ya no es candidato presidencial sino Presidente de todos los venezolanos, porque dizque genera un clima de discordia, hostigamiento e inquina. WWOOOOWWWWW!! Se pasaron!! (ver comunicado en pagina D3 de El Nacional, domingo 9 de mayo). Entre quienes firman se encuentran algunos de los humoristas y cronistas que ms han aportado al arte venezolano de la diatriba y el vituperio, que nos han divertido por dcadas con los insultos ms ingeniosos e inolvidables, eficaces y mortales. Ahora, de la noche a la maana, se desata esta santurronera, esta actitud beata orientada a defender al gran jefe. Nada mas y nada menos que al Presidente de la Repblica, a quien est llamado aqu, en Londres, en Pekn, en Roma, en el mundo entero a ser la mayor fuente y el mayor objeto de la irona, el escarnio y la maledicencia. Pregntenle a Clinton, a Margaret Tatcher, a Yeltsin, a Fujimori, a Menem, al Papa o a la Reina de Inglaterra. Por Dios. Pregntenle a Luis Herrera, a Lusinchi, a Blanca, a Prez. Pregntenle a Mitterrand, a Fidel Castro. Pero, bueno, qu es lo que pasa? Con toda seguridad nuestro Presidente Hugo Chvez Fras tiene las preocupaciones de todo mandatario por la manera como lo ven sus conciudadanos, amigos y enemigos. Y tambin sabe que le perseguirn millares de chistecitos y toda clase de maldades. A veces se irritar, con toda seguridad. Pero sabe que sto es inevitable y normal. Si, normal. Absolutamente normal. Y no nos vamos a aburrir hoy explicando las razones sicolgicas, mediticas y polticas de esta normalidad. No faltaba ms! Mejor sera irnos acostumbrando y ponernos exigentes con la calidad de las injurias. Aprender del propio Presidente quien a la Constitucin de 1961 le coloc el demoledor apelativo de Moribunda! Y que con el formidable instrumento del escarnio liquid a sus adversarios polticos, en la ms cida de las campaas electorales que conoce nuestra vida pblica. Si de algo no parece pecar el lenguaje del Presidente es de la mojigatera timorata que ha erupcionado entre algunos de sus seguidores. En defensa del vituperio Formas sencillas y modernas del insulto pueden ser la exhibicin de la lengua, sacarle la lengua a alguien, agarrase el brazo y subir el puo como hacen los italianos, agitar el dedo central de la

mano, el ms grandote, o como detect Borges en la Verona de Shakesperare morderse el pulgar o tomar el lado de la pared De aqu en adelante, agobiados por la por flojera mental y la falta de tiempo, recordaremos con Jorge Luis Borges grandes momentos en la historia y arte de la injuria, a cuyo estudio dedic innumerables pginas el clebre ciego argentino. Una denigracin muy generalizada, por ejemplo, es el trmino perro, identificada por primera vez en la noche 146 en el libro de La mil noches y una noches: El destino te ha derribado y no te pondr de pi la cautela, oh perro del desierto. Escribe Borges: Un alfabeto convencional del oprobio define tambin a los polemistas. El ttulo seor, de omisin imprudente e irregular en el comercio oral de los hombres es denigrativo cuando lo estampan. Doctor es otra aniquilacin. Mencionar los sonetos cometidos por el doctor Lugones, equivale a medirlos mal para siempre, a refutar cada una de sus metforas. A la primera aplicacin de doctor, muere el semidis y queda un vano caballero argentino que usa cuellos postizos de papel y se hace rasurar dia por medio y puede fallecer de una interrupcin en las vas respiratorias. Queda la central e incurable futilidad de todo ser humano.. Cometer un soneto, emitir artculos. El lenguaje es un repertorio de esos convenientes desaires, que hacen el gesto principal de las controversias (subrayado nuestro). Una de las tradiciones del insulto es la inversin incondicional de los trminos: segn esa receta famosa el mdico es acusado inevitablemente de profesar la contaminacin y la muerte; el escribano de robar; el verdugo de fomentar la longevidad; los libros de invencin, de adormecer; los judos errantes, de parlisis; el sastre de nudismo. Entre otros ejemplos: El festejado catre de campaa debajo del cual el general gan la batalla. O: Un encanto el ltimo film del ingenioso director Ren Clair. Cuando nos despertaron El buen mal humor y los mamotretos Decenas de ejemplos sobre los mtodos de la injuria pueden encontrarse en El Arte de Injuriar de J.L. Borges contenido en La Historia de la Eternidad (EMEC, 1953). Sin nimo de meternos con nadie, ni de aludir directamente a nuestra realidad, copiaremos aqu un ltimo y gracioso ejemplo: Es as cmo, verbigracia, despus de odos con resignacin, dos o tres fragmentos en prosa gerundiana de cierto mamotreto pblicamente aplaudido por los que apenas lo han abierto, me considero autorizado para no seguir adelante, atenindome por ahora, a los sumarios o ndices de aquella copiosa historia de lo que orgnicamente nunca existi. Me refiero especialmente a la primera y ms indigesta parte de la mole: balbuceos de indgenas o mestizos El comentario de Borges: Gousssac en este buen mal humor, cumple con el ms ansioso ritual del juego satrico. Simula que lo apenan los errores de adversario (despus de odos con resignacin); deja entrever el espectculo de una clera brusca (primero la palabra mamotreto, despus la mole); se vale de trminos laudatorios para agredir (esa historia copiosa) Si este arte de la injuria pretende ser incomprendido, exilado, cercenado por una nueva beatera patritica, si va ms all, si se pretende incluso incluir en la nueva Constitucin un articulado destinado a perseguirlo, les diremos como Miguel Servet le dijo a los jueces que lo condenaron a la

hoguera : Arder, pero ello no es otra cosa que un hecho. Ya seguiremos discutiendo en la eternidad. 19 de mayo 1999