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Imaginar los sentidos posibles > LA PRENSA DOMINGO 16 de septiembre de 2012 Año 14 No. 731

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Imaginar los sentidos posibles

>LA PRENSA Domingo 16 de septiembre de 2012 / Reynosa, Tam.NotAS8 > LA PRENSA

Domingo 16 de septiembrede 2012

Año 14 No. 731Fue Aurora Reyes la primera muralista

en México* Pondera investigadora Margarita Aguilar la

autenticidad y fidelidad de sus ideales

Inquieta, versátil, rebelde y activista son algunos de los calificativos con los que se recuerda a la intelectual, escritora y docente mexicana Aurora Reyes, quien dejó un indiscutible legado tanto en las letras como en la pintura, ámbito éste en el que destacó como la primera

muralista en México. Al cumplirse 96 años de su nacimiento, ocurrido el 9 de septiembre de 1908, en Hidalgo del Parral, Chihuahua, la sobrina del escritor Alfonso Reyes y nieta del general porfirista Bernardo Reyes es rememorada como una mujer de firmes convicciones y alto compromiso social e histórico. En declaraciones difundidas por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta), la investigadora Margarita Aguilar, autora del libro “Aurora Reyes: alma de montaña”, habló sobre la fidelidad a sus ideales que Reyes supo llevar hasta las últimas consecuencias. Equiparada con grandes artistas de su tiempo, como Frida Kahlo y Concha Michel, “La Cachorra”, como la llamaba su padre, formó parte del movimiento intelectual de “Los pavorosos”, al que también pertenecieron Andrés Henestrosa, Silvestre Revueltas, Renato Leduc, entre otros ilustres que se reunían en el Café París de la Ciudad de México. Militó en el Partido Comunista Mexicano y además fue fundadora de la Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios (LEAR). Para la profesora Aguilar, todo ello impidió que Reyes fuera reconocida en el ámbito artístico, “porque se comprometió con un arte de carácter social y porque ingresó en un época en la que el movimiento del muralismo ya había decaído”. Sobre su pintura, señala que sus temas recurrentes eran la historia de México y la educación, y que a lo largo de su carrera realizó siete mura-les, ubicados en la Ciudad de México. En 1936 hizo “Atentado a los maestros rurales”, en el Centro Esco-lar Revolución; mientras que entre 1960 y 1972 pintó cuatro murales en el auditorio 15 de mayo, del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Edu-cación (SNTE): “Presencia del maestro en la historia de México”, “Trayec-toria de la cultura en México”, “Los Grandes Maestros de México” y “El Libro Abierto del Espacio”. Un sexto mural se encuentra en la antigua Casa de Hernán Cortés, en el Salón de Cabildos de las oficinas actuales de la Delegación Coyo-acán, llamado “El Primer Encuentro”, además de que hay registro de un séptimo mural desmontable, hoy desaparecido. Según Aguilar, por la calidad de su obra, Aurora Reyes, quien falleció el 26 de abril de 1985 en la Ciudad de México, debe ser recono-cida dentro del arte mexicano, tanto en materia de literatura, como dentro del muralismo, un ámbito que era dominado por el sexo masculino. Recordó que fue a partir de los estudios de género que ha sido posible estudiar más a fondo el gran legado artístico de Aurora Reyes, ya que a los investigadores “les interesa su condición de mujer”, y de hecho ya hay varios estudios, destacó.

La cultura mexicana, invitada de honor

en septiembre en Buenos Airesde Notimex

La cultura mexicana copará este mes la ciudad de Buenos Aires con conferencias, recitales, inauguraciones, lecturas públicas, homenajes, ferias literarias y celebraciones públicas.

Una de las actividades centrales será el homenaje a las letras mexi-canas que rendirá el Festival Internacional de Literatura de Buenos Aires (Filba) 2012, con lecturas de la obra de José Emilio Pacheco, Sergio Pitol, Octavio Paz, Nobel de Literatura y Carlos Monsiváis. Margo Glantz, autora entre otros libros de “El rastro” e “Historia de una mujer que caminó por la vida con zapatos de diseñador”, y el poeta, cuentista y novelista Fabio Morábito son algunos de los mexicanos convo-cados a esta edición del Filba. Junto con ellos estarán la joven Valeria Luiselli (“Papeles falsos”), Julián Herbert (“Un mundo infiel), Guillermo Fadanelli (“Malacara”), Leonardo Da Jandra (“Entrecruzamientos”) y Álvaro Enrigue (“La muerte de un instalador”). Guillermo Quijas, director de la editorial Almadía y el concertista Mario Lavista completan la lista de las personalidades mexicanas que dis-ertarán en el Filba sobre el estado actual de la literatura y la música de ese país. La presencia mexicana en Buenos Aires continuará con la visita del historiador Javier Garcíadiego, quien dará conferencias magistrales sobre los 100 años de la Revolución de ese país, más una disertación sobre Alfonso Reyes. En la parte gastronómica, se inaugurará en el barrio de Palermo “La Adorada”, un nuevo restorán de comida mexicana, mientras que, en lo musical, Café Tacvba tocará la noche del 15 de septiembre en el Parque del Planetario. La Independencia mexicana se festejará también al aire libre, en la Plaza México, ubicada en Palermo, en una jornada que comenzará al mediodía e incluirá música, gastronomía, juegos familiares y el tradicional “Grito”. Además, en el Complejo Teatral de la Ciudad de Buenos Aires se presentará la obra “Amarillo”, que es una puesta de la compañía mexicana Teatro Línea de Sombra. Durante el Ciclo de Lecturas Públicas de la Nueva Dramaturgia Latinoamericana del Instituto Universitario Nacional de Arte, se leerá la obra “De insomnio y medianoche”, del dramaturgo mexicano Édgar Chías. La cultura mexicana también se dispersará por el interior de Argen-tina. En el partido de Vicente López, de la provincia de Buenos Aires, se llevará a cabo la Semana de la Cultura Mexicana, del 21 al 28 de sep-tiembre e incluirá muestras fotográficas sobre el Tepeyac y el mundo maya, además de ciclos de cine, música y gastronomía.

de Notimex

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Í n d i c e

>LA PRenSA Domingo 16de septiembre de 2012 / Reynosa, Tam.

e d i t o R i A L2 7ARtÍcuLo>LA PRenSA Domingo 16

de septiembre de 2012 / Reynosa, Tam.

El lector en comunidad

Desde la aparición del Programa Nacional "Salas de Lectura", la frase de comunidad lectora empezó a identificarse con más claridad en los textos sobre didáctica de lectura, como parte de

la jerga de lectores y escritores, y al paso del tiempo se ha venido inte-grando a los programas de promoción cultural; además de aparecer con alguna frecuencia como parte de los temas de Habilidades Digitales por esta llamada Era de la Información que vivimos. El espacio literario es entonces el que se abre en la experiencia de la lectura (porque lo literario no es una propiedad de los textos sino una disposición de la mirada). La enseñanza de la lectura y su práctica trasciende al texto físico y se extiende en el panorama cotidiano de la ciudad como testimonio del milagro secreto e intransferible que es la lectura, sobre todo cuando se la asume como forma de vida, por la pro-paganda, los grafitis, los SMS al momento o el Facebook al instante... prueba inapelable de que lo que allí sigue vivo es el fuego de la especie. Nos situamos en una diversificada comunidad de lectores autoin-scriptos en una “crítica patética” que, en lugar de construirse sobre “uni-dades lógicas”, se gesta a partir de “elementos afectivos” en el lector común que produce el sentido en la contingencia afectiva de un cuerpo a cuerpo con el texto. ¿Qué nos falta para saltar a la literatura?

Partimos de el espacio virtual, un frágil pero sostenido equilibrio y una oscilación sutil entre ironía y circunspección, entre intimidad y camaradería; este espacio "personal" incluye ahora literatura tal cual, al momento, el texto físico ha tomado nuevas dimensiones apoyado en la tecnología y bien se puede disponer de él a un click de distancia.

¿Cuál es su valor? El de la interpretación personal, ¿qué quiere decir, después de todo, entender un relato? o, en todo caso, ¿cuál es la comprensión que está en juego en una narración? La literatura entonces apela a lo humano que hay en cada uno de nosotros, así como podemos encontrar en nuestros círculos de acción situaciones, problemas, viven-cias como las nuestras, la narrativa literaria puede ofrecernos ojos y oídos que nos permitan salvar el día, la semana, la angustia... Como cuando esperamos el SMS que nos circunscribe en la co-munidad, y nos va a permitir dar el siguiente paso.

Es domingo, pásela bien.

Adriana Quintana Gonzá[email protected]

De nuestra portada

Lentes RotosFoto:

Archivo

pag. 3

• DIRECTORIO •Lic. Felix Garza Elizondo

Director General

Mtra. Adriana Quintana CoordinaCión General

consejo eDitorial

MARTíN MENDO CANTÚ (†)OLGA FRESNILLO OLIVARES

GRACIELA RAMOS DOMÍNGUEZ

pag. 6

pag. 4

SinMordaza

Lectores salvajesYaneth Aguilar Sosa

La cultura pierde al sabio Ernesto de la Peña

Ricardo Pigilia

Imaginar los sentidos posibles

por Ricardo Pigilia

en la estación Constitución. ¿Se trataría del devenir animal? “La cara de la desgracia” -con la historia de la muchacha muda que es asesinada- ¿no era un intento de decir cómo no hablar ante la ley? Las hipótesis circulaban, siempre brillantes y sorpren-dentes, pero en lugar de leer el relato, me pareció que los estudiantes sólo lo interpretaban. Un día corté el circuito y les pedí que me resumieran la anécdota de “Tan triste como ella”. Estupefacción, escándalo. Sí, tenían que leer muy cuidadosamente la historia y hacer un resumen del argumento. ¿Era esa lectura una interpretación? Lo fue, cada uno de los estudiantes tomaba decisiones en el entrevero de la historia y estaba obligado a definir uno de los sentidos implícitos y dejar a un lado los otros po-sibles. A partir de ahí la discusión podía enriquec-erse porque todos eran expertos en el relato, ya que lo habían leído como si tuvieran que reescribirlo. Imaginé que algún estudiante me iba a copiar el relato tal cual -o con imperceptibles variantes- y me lo iba a entregar como su resumen de lectura, pero eso no sucedió. 6. Podríamos plantear el problema de la interpretación de otra manera: ¿qué quiere decir, después de todo, entender un relato? o, en todo caso, ¿cuál es la comprensión que está en juego en una narración? Un relato no argumenta con con-ceptos, no dice nada explícitamente. La interpre-tación de la narración no enfrenta una significación equivocada con una significación cierta; en todo caso, como sucede a menudo, un relato se responde con otro relato, y esa red de narraciones que se con-traponen es una de las líneas centrales de la historia de la cultura. 7. Joyce postula su novela Ulises como una versión de la Odisea; la metempsicosis -palabra que Molly no entiende al comienzo del día- sugiere que el alma del héroe griego ha reencarnado en Bloom, el judío errante que vaga por Dublín. La historia del viajero, del forastero, del astuto Odisseo, el polytropos, el hombre de muchos viajes, que está lejos, siempre en situación precaria, reaparece, en distintas épocas, en Dante, en Virgilio, en Kafka, en Canetti, y en el Simbad de Las mil y una noches. 8. Lo mismo se puede decir de don Quijote. Lionel Trilling (en La imaginación liberal) ha se-ñalado que “toda la prosa de ficción es una variac-ión sobre el tema del Quijote”. Pero quizá no es la prosa de ficción la que encuentra su fundamento en

esa novela sino más bien la interpretación personal de la ficción. Sabemos que el héroe de la primera novela es un lector de novelas; un apasionado de las ficciones heroicas que sale a la realidad y trata de vivir lo que ha leído. Muchas veces encontra-mos esa figura del lector apasionado en la historia del género: Madame Bovary de Flaubert, desde luego, pero también el Julien Sorel de Stendhal o el Raskolnikov de Dostoievski, y lo mismo sucede con Silvio Astier en El juguete rabioso de Arlt (“Me inició en los deleites y afanes de la literatura bandoleresca.”, así empieza la novela y Astier no hace otra cosa que vivir -o intentar vivir- lo que ha leído). 9. En El beso de la mujer araña los dos

protagonistas, recluidos en una celda, discuten las interpretaciones de distintas ficciones como una forma de pasar el tiempo pero también de con-ocerse y seducirse. Molina, el joven gay, cuenta películas y al contarlas se identifica con la atmós-fera sentimental del cine de Hollywood; por su parte Arregui, el guerrillero marxista, sólo ve en esos films la alienación burguesa y la manipulación ideológica. En un sentido, el libro es una discusión sobre la ficción y su poder, sobre los modos de interpretar la narración y la fantasía. Lo extraordi-nario -y otra muestra de la capacidad narrativa de Puig- es que los dos terminan por “actuar” en la película del otro: Arregui se transforma en un héroe romántico, sensible, enamorado y moribundo, mientras que Molina muere heroicamente en una cita política, asesinado -y eso no se decide- por la policía, o por los guerrilleros del grupo de Arregui. 10. Bovarismo, el término creado por Jules

de Gaultier (Le bovarysme, 1902) a partir de Emma Bovary, designa “el poder que tiene el hombre para concebirse otro del que es”, o sea, la posibilidad -o la ilusión- de crearse una personalidad imaginaria y de tomar como modelo a los héroes de la fic-ción. De hecho, esa interpretación pragmática de un relato está muy presente en la cultura contem-poránea (sobre todo en la tradición estadounidense, tan amante de la verdad revelada, las mentiras periodísticas y la guerra preventiva): basta recordar al asesino de John Lennon, que se había identifi-cado hasta tal punto con The Catcher in the Rye (El cazador oculto) de Salinger que varias veces intentó cambiar su nombre por el del protagonista, Holden Caulfield, y, antes del crimen, deambuló, con el libro en el bolsillo, por las zonas de Nueva York cercanas al Central Park y al Museo de Cien-cias Naturales, donde culmina la novela. O también -para salir de la literatura hacia otros ámbitos de la ficción- podríamos recordar al joven texano que circuló erráticamente por las rutas de los Estados Unidos para matar a Ronald Reagan mientras le es-cribía cartas a la actriz Jodie Foster porque se había identificado con el héroe de Taxi Driver, la película de Martín Scorsese. Y más recientemente, en fin, el enmascarado que irrumpió en un cine donde se es-trenaba Batman para acribillar indiscriminadamente a los espectadores como si fuera el Joker o Bane o algún otro personaje demoníaco del cómic. 11. La novela ha contado muchas veces la historia del héroe como intérprete o descifrador de signos; quizá Marcel, el narrador de En busca del tiempo perdido, ha sido el máximo protagonista de esa odisea de la interpretación (y el obsesivo pro-tagonista de las novelas de Thomas Bernhard, una de sus realizaciones más extremas). A menudo el relato ha hecho de la comprensión desviada el cen-tro de la trama. Ya no se trataba de las interpreta-ciones equívocas del oráculo sagrado que, en la tra-gedia, llevaba a los héroes a la decisión inevitable y a la muerte. El protagonista de la novela busca, en cambio, el sentido en el deambular por la ciu-dad, en ciertos gestos triviales, en algunas palabras equívocas, en textos mal leídos (o leídos demasiado fervientemente). La interpretación equivocada está más presente en nuestra cultura -y en nuestra vida personal- de lo que nos resignamos a aceptar. Por eso tal vez la novela ha sido el género que mejor ha mostrado el desconcierto de la significación en un mundo del que han desertado los dioses.

Bovarismo, el término creado por Jules de Gaultier a partir de Emma Bovary, designa “el poder que tiene el hombre para concebirse otro del que es”, o sea, la posibilidad -o la

ilusión- de crearse una personalidad imaginaria y de tomar como modelo

a los héroes de la ficción.

Imaginar los sentidos posibles

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>LA PRENSA Domingo 16de septiembre de 2012 / Reynosa, Tam.NotAS6 3>LA PRENSA Domingo 16

de septiembre de 2012 / Reynosa, Tam.

Sin ambiciones pedagógicas, un sitio reciente se propone no Enseñar a leer sino dar testimonio de lecturas perso-

nales. Con generosidad pero a la vez con cierta pátina de voluntarismo, el excéntrico Jaime Rest -crítico, escri-tor y traductor argentino- solía dotar a esa entelequia llamada “lector común” de una sensibilidad y una imaginación singulares. Veía en él una potencia que radicaba en el hecho de inscribir su lectura no en un “más allá”, sino en un “más acá” de los guiones de la crítica. Lo que -a su juicio- lo volvía capaz de producir sentidos nuevos, formas de vida aún no presentidas en la tensión del texto. La idea no era original. Tenía como referencia la del common reader ensayada por Virginia Woolf hacia 1925. Y sus rasgos determinantes remitían a las condiciones de una ex-periencia activa, que saltaba el cordón policial impuesto por una “aristocracia del espíritu” que condenaba la lectura a ciertos charcos de sentido donde el agua solía quedar estancada. El lector común nos devuelve al texto en su intensidad más genuina porque hace de la experiencia de lectu-ra ese instante de indecisión en el que el texto toca la vida y la vida activa el texto. Pero al mismo tiempo, ajeno a una determinación única, él mismo se convierte en un umbral, una zona de clivaje que aglomera una multiplicidad indefinida de condiciones de percep-ción. Lleva a pensar tanto en el “lector del llano” -¿lector en llamas?- imagi-nado por el crítico rosarino Nicolás Rosa, como en el lector silencioso y obsesivo que prefigura como destino la biblioteca borgeana. Remite, a la vez, al “lector con miedo” que el sociólogo Horacio González suele recuperar -tras la conmoción que “pone a luz ciertos

temblores de la subjetividad”- en Ezequiel Mar-tínez Estrada, y al “lector caníbal” que otro crítico, Raúl Antelo, prefigura tras la experiencia del modernismo brasileño. En una palabra, en el “lector común” se reencuentran el que recon-oce en la biblioteca la vibración de un espacio sagrado y el que, educado en las nuevas formas de producción de sentido y dotado de una sensibilidad expropiadora, la toma como un espa-cio liberado al saqueo y a la profan-ación. A esa diversificada comunidad de lectores apunta Lectorcomun.com, el sitio que Miguel Dalmaroni, Alberto Giordano y Jorge Monteleone -tres de los más sutiles críticos literarios argentinos- acaban de poner on line . La iniciativa declara su ascendencia barthesiana. Lo que el “sitio de críti-cos patéticos” busca es reunir lecturas surgidas en “momentos de la obra: mo-mentos fuertes, momentos de verdad o, si no se le teme a la palabra, momen-tos patéticos”. Autoinscriptos en una “crítica patética” que, en lugar de con-struirse sobre “unidades lógicas”, se gesta a partir de “elementos afectivos”, los tres críticos buscan reencontrarse en aquel lector común que produce el sentido en la contingencia afectiva de un cuerpo a cuerpo con el texto. Que esa crítica esté impregna-da de un cierto matiz trágico (ha sido imaginada tras la evidencia de una pérdida) y que no pocas veces termine resolviendo literariamente sus conflic-tos imaginarios, da cuenta de la hones-tidad que atestigua en su inscripción. En consecuencia, no es extraño notar en este espacio virtual un frágil pero sostenido equilibrio y una oscilación sutil entre ironía y circunspección, entre intimidad y camaradería. Un ejemplo de ello es el hecho de que los simpáticos avatares animados de los

tres críticos se linkeen directamente con el currículum de sus intimidantes trayectorias académicas. Otro, que la diversidad genérica (el sitio incluye ensayos, prólogos y entrevistas) y la conjunción de voces y nombres pro-pios no dejen de alentar y alimentar el espacio imaginario de una comunidad gravada por la especificidad. El valor objetivo de los textos reunidos está por completo fuera de discusión y no se reduce en absoluto a lo canónico. En el sitio pueden leerse huellas del Manuel Puig, la conver-sación infinita, la interpretación del extraordinario arte narrativo puigiano realizada por Giordano, pero también un texto personal donde el crítico reflexiona sobre los libros que marca-ron su vida. Es factible hallar rever-beraciones de la luminosa lectura de Dalmaroni sobre la obra de Gelman, pero también, junto a ellas, una medi-tación del autor de La república de las letras sobre los libreros como “especie en peligro de extinción”. Finalmente, es posible reencontrar las lúcidas y precisas intervenciones de Monteleone a propósito de imaginación poética, pero también una nota sobre “crítica y autobiografía” que echa luz sobre la naturaleza y la razón de ser del sitio entero. No hay otro espacio literario que el que se abre en la experiencia de la lectura (porque lo literario no es una propiedad de los textos sino una disposición de la mirada). El sitio no tiene ambiciones pedagógicas ni didác-ticas. Lo que se propone no es enseñar a leer, sino enseñar las lecturas. Quiere ser un testimonio -por triplicado- de ese milagro secreto e intransferible que es la lectura, sobre todo cuando se la asume como forma de vida. Y es la prueba inapelable de que lo que allí sigue vivo es el fuego de la especie.

Lectores salvajes

El lector común nos devuelve al texto en su intensidad más genuina

porque hace de la experiencia de lectura

ese instante de indecisión en el que

el texto toca la vida y la vida activa el texto. Pero al mismo tiempo,

ajeno a una determinación única, él mismo se convierte en

un umbral, una zona de clivaje que aglomera

una multiplicidad indefinida de

condiciones de percepción.

De SinMordaza

El autor de Blanco nocturno reflexiona sobre el arte de interpretar textos literarios, tema central de la disertación con la que se inau-guró el cuarto Festival Internacional de Literatura en Buenos Aires

1. ¿Qué quiere decir interpretar un relato? Muchos han llamado la atención sobre el modo en que Kafka leía en voz alta La metamorfosis: la risa le interrumpía la lectura. Por su parte, en la grabación de algunos fragmentos del Finnegans Wake, la voz de Joyce salta de una consonante a otra con un tono jocoso, suelto, medio circense, como si nos advirtiera -igual que Kafka- de que se trata de un relato cómico. 2. En su novela Cicatrices Saer interpreta -digamos así- el relato “Examen de la obra de Herbert Quain” de Borges. En el cuento se describe el proyecto de una novela “regresiva, ramificada” donde se narran simul-táneamente todas las alternativas posibles de una historia. Si bien, según creo recordar, la crítica no ha reparado en esta relación, es evidente que Saer se propuso escribir esa ficción potencial. Los capítulos de Cicatrices repiten el nombre de la novela de Quain (April, March) y narran cuatro desarrollos posibles -y simultáneos- de un mismo hecho, con sus variantes y mutaciones. 3. La idea del relato potencial como interpretación -a veces des-viada- de un argumento, un texto o un concepto es el fundamento de la poética del grupo Oulipo, integrado entre otros por Perec, Queneau, Cortázar y Calvino. Me sorprendió encontrar un ejemplo de ese proced-imiento en una breve e hipotética definición de la interpretación musi-cal: “Una partitura es simplemente un indicio de música potencial” (R. Vaughan Williams, Some Thoughts on Beethoven’s Choral Symphony with Writings on Other Musical Subjects). La realización de esa música potencial está ligada también a la memoria de otras tradiciones interpreta-tivas. Antes de grabar el movimiento lento del Concierto en sol menor de Bach, el pianista Glenn Gould le dijo a su productor Andrew Kazin: “Voy a tocar con toda suerte de voces interiores y de síncopas, muy en la línea de Wanda Landowska, con un aire al estilo del Modern Jazz Quartet” (cfr. Kevin Bazzana, Vida y arte de Glenn Gould). 4. En 62 / Modelo para armar Cortázar utiliza un capítulo de Ra-yuela como indicio de una ficción posible. La novela se despliega a partir de la noción de figura, una configuración espacial que determina la vida de los personajes. Retoma así, y lleva al límite, el procedimiento formal de algunos de sus mejores cuentos (“La flor amarilla”, “Continuidad de los parques”, “Todos los fuegos el fuego”, “El otro cielo”) donde ya intentaba ir más allá de las estructuras lineales de la narración y establecía conexio-nes espaciales entre distintos episodios de un relato. La reacción hostil de la crítica frente al libro es una muestra de la supersticiosa resistencia na-cional a cualquier motivación narrativa que no responda a las reglas emo-cionales de la carrera de Psicología. Habría que releer la novela de Cortá-zar en la serie de El castillo de los destinos cruzados de Italo Calvino, o La vida instrucciones de uso de Georges Perec, es decir, en el contexto de la literatura potencial, y por lo tanto, fuera de la literatura argentina. 5. Recuerdo que hace años en un curso sobre las novelas cortas de Onetti, en Puán, es decir, en la carrera de Letras de la UBA, los estudi-antes interpretaban con entusiasmo las oscuras y siempre intrigantes nou-velles de Onetti. En Una tumba sin nombre, una mujer con un chivo está

Debaten en mexico la importancia del libro electronico

por Télam

“La disputa sobre si leer en papel o pantalla quedó atrás y actualmente se está ante otros cuestionamientos como la importancia de digitalizar la memoria”, consideró la presidenta del Consejo Nacional para la Cultura

y las Artes (Conaculta), Consuelo Sáizar. La funcionaria lo señaló al inaugurar el segundo Simposio Internacional del Libro Electrónico, que se realizara entre el 11 y 14 de septiembre en el Museo de Antropología de Ciudad de México. “La libertad personal permitirá que cada quien escoja el formato que más le guste; el descalificar cualquiera de estos formatos no es correcto, pero donde ya no hay opción es en preservar la memoria y validar los datos en el futuro, por ello está ante nosotros la pregunta: ¿qué países podrán digitalizar su memoria?”, señaló, según lo publicado por DPA. El encuentro reúne a importantes figuras de las letras latinoamericanas como el escritor y periodista argentino Martín Caparrós, quien consideró que el libro electrónico “es sin duda la forma en que cada vez más gente va a leer en los próximos años”. “A mí lo que me interesa es no sólo cómo se lee o qué problemas editoriales plantea sino cómo se puede empezar a escribir pensando en los soportes electrónic-os, porque por ahora un enorme porcentaje de lo que se lee en dichos soportes está escrito para papel o como si fuera para papel”, señaló. Y agregó: “me parece que uno de los desafíos que podemos, o no, aceptar los escritores es ver cómo hacemos para crear relatos que tengan en cuenta la mul-tiplicidad de posibilidades que ofrece el soporte electrónico, que es muy distinto de esa forma sucesiva, lineal e inalterable que da el papel”. A juicio del director del Centro Regional para el Fomento del Libro en América Latina y el Caribe, Fernando Zapata, uno de los retos para los países his-panohablantes ante el auge universal del libro electrónico es aprovechar este tipo de nuevos mecanismos para incrementar el número de lectores. “Asistimos a un cambio de era donde cambian los hábitos gracias al desar-rollo tecnológico, los cuales a su vez van a cambiar la institucionalidad, por ello es importante que este tipo de discusiones se den también desde las agendas políticas, que las tengan también los gobernantes”, afirmó. Sobre el tema, el escritor colombiano Héctor Abad Faciolince dijo que, aunque reconoce que no forma parte de los usuarios de libros electrónicos, sabe que “el papel no es una garantía de que las cosas permanezcan”. Lo que comprobó al perder por el deterioro del papel parte de los conteni-dos de cartas que le escribieron amigos como el fallecido editor Alberto Aguirre, uno de los primeros editores del Nobel de Literatura Gabriel García Márquez. “Pero esto ha ocurrido también en lo digital, con el cambio de servidores perdimos los documentos de los primeros correos electrónicos que tuvimos, los primeros correos desaparecieron. Todo tiende siempre a lo mismo”, afirmó. Asimismo, consideró que con Internet cada vez va a ser más difícil ocultar cosas, incluso para los servicios secretos de los países, y citó el caso de Wikileaks y la publicación que hizo de documentos reservados de gobiernos de varios países. “Internet es tan inmenso que no somos capaces de entenderlo, es una realidad emergente en la que la gente ahora no tendrá excusa para decir que no lee porque los libros son caros, en la actualidad lo que hace falta es tiempo y actitud mental para hacerlo, con el libro electrónico ya no se hablará sólo de un libro como tal sino de una herramienta con sonidos, imagen”, indicó. Con respecto a la discusión, el director académico del Instituto Cervantes y miembro de la Academia Cubana de la Lengua, Francisco Moreno Fernández, de-stacó el papel del idioma español en Internet, donde se sitúa como la tercera lengua después del inglés y el chino. Moreno aseguró que el auge de las nuevas tecnologías de la información ha llevado al instituto a digitalizar gran parte de sus bibliotecas y contó que de momento la mayor demanda de libros digitales que tienen estos centros son los de Miguel de Cervantes Saavedra.

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Palacio de Bellas Artes. Consuelo Sáizar, presidenta del Conaculta, aseguró que con Ernesto de la Peña “perdemos mucho de lo mejor de México, además de un extraordinario ser humano era un apasionado de las palabras y del idioma y el ser políglota le confería esta posibilidad de conocer el origen de las palabras y pod-er analizarlas para descubrir nuevas posibilidades”. Esa sabiduría también la destacó Gonzalo Celorio, recordó que en los 10 años que convivieron en la Academia, “las consultas sobre dudas llevaban a historias, a descripciones en las que él abundaba en detalles”. Laura Emilia Pacheco, funcionaria de Conaculta e hija de José Emilio y Cristina Pacheco, dijo que Ernesto de la Peña deja muchas cosas, pero lo que más le apena es que “en nuestra vida no vamos a volver a ver una persona como él; era muy raro, polí-glota, traductor, melómano, un hombre que realmente se había dedicado a estudiar y disfrutar lo que él decía que eran las máximas expresiones del ser humano: el conocimiento, la cultura y el arte”. Al arte dedicó muchos años, que ya forman parte de la memoria sonora de la Fonoteca Nacional que ya prepara una selección de los materiales de su acervo. Álvaro Hegewisch, director de esa institución indicó que De la Peña es uno de los grandes sabios del siglo XX y principios del siglo XXI en una época en la que escasean las personas que manejan tantos saberes. “En la Fonoteca tenemos programas de él y por supuesto buscaremos más acervos sonoros que realizó a lo largo de toda su vida para que estén ac-cesibles a todo público. El que se haya ido Ernesto de la Peña nos debe poner a reflexionar sobre la necesi-dad que tenemos que fundar en nuestros niños que la memoria no se pierda y que estos personajes, gracias a las nuevas tecnologías, pueden estar presentes a través del sonido y el audiovisual”, señaló Álvaro Hegewisch. El autor de “Las estratagemas de Dios”, “Las máquinas espirituales”, “El indeleble caso de Borelli” y “La rosa transfigurada”, estudió Letras clásicas en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM); hizo estu-dios de chino y sánscrito en El Colegio de México y traductor oficial de la Secretaría de Relaciones Exteri-ores. Los restos del Premio Xavier Villaurrutia 1988 fueron velados en el Panteón Francés de la capital mexicana, donde serán cremados. Queda su obra y su

biblioteca que es rica y gigantesca.

Gozó de la cultura y el arte

Por Carlos Paul y Fabiola Palapa

Ernesto de la Peña es un personaje irrepetible, un auténtico humanista, cuyo conocimiento enriqueció no sólo la literatura mexicana, señalaron académicos con cuya amistad los distinguió el filólogo, políglota, traductor, divulgador cultural y poeta. Consultados por La Jornada, destacan también los conocimientos religiosos del lingüista, su bon-homía, su sentido del humor y su gusto por los place-res de la vida, la comida y el vino. Jaime Labastida, director de la Academia Mexicana de la Lengua (AML): “De la Peña era uno de los miembros más eminentes de la academia, será insustituible; el maestro era un conocedor de más de 30 lenguas. “Lamento que su escritura haya sido tan tardía. Fue pródigo en la conversación erudita, en la charla amena en radio y televisión, una veta que se debe explorar, pues ha de tener grabaciones insustituibles. Una de sus facetas más importantes fue su enorme avidez de conocimientos, que lo hizo hurgar por libros de todo tipo que estuvieron a su alcance. “Su traducción de los evangelios está llena de erudición por las notas que la acompañan. Es una traducción asombrosa, pues sin ser un hombre reli-gioso, él era un agnóstico, se acercó con gran respeto al espíritu mítico y religioso, para examinarlo. “Fuimos amigos por más de 20 años. A propósito de cualquier tema, lo mismo de gas-tronomía, cultura popular, música, El Quijote de la Mancha o el sánscrito, De la Peña era fuente de sabiduría, la cual transmitía con toda naturalidad, sin pedantería. Eso es lo más notable de él. Su bonhomía, su sentido del humor, su enorme gusto, no sólo por las formas cultas, sino también por las populares y su placer por la vida. Gozaba de la buena mesa y la buena lectura. Quisiera que lo recordáramos así: como un hombre lleno de alegría.” Gonzalo Celorio, escritor, editor y docente: “Tenemos un gran dolor por el fallecimiento de don Ernesto de la Peña. Era conocedor de lenguas mod-ernas y antiguas. Además de políglota, era filólogo: conocía la historia, la cultura, la literatura expresada en esas lenguas. “Durante sus primeros 50 años, don Ernesto, como recordaba recientemente Jaime Labastida, se

dedicó a absorber e investigar toda esa cultura, por eso su obra es tardía. Sus primeras publicaciones son cuando él estaba próximo a cumplir 60 años, pero son obras de gran importancia. “Era un hombre muy gozoso de la cultura, del arte, particularmente de la música y la ópera, pero también de la vida y sus placeres.” Javier Garciadiego, presidente de El Colegio de México (Colmex): “El fallecimiento de don Er-nesto de la Peña ha sido de un impacto brutal, ya que

apenas el pasado jueves aquí en El Colegio de México se realizó la ceremonia de entrega del Premio Inter-nacional Menéndez Pelayo 2012. Estoy muy con-sternado. Para mí es difícil de explicar que su último gran momento de felicidad profesional fue en nuestras instalaciones. “No fue un hombre de títulos y diplomas; fue autodidacta. Sin embargo, tenía un viejo vínculo con el Colmex, aquí, siendo joven, tomó clases de chino y sánscrito. “Su muerte es una pérdida enorme para Méxi-co y la cultura hispánica. Difícilmente hallaremos un intelectual con sus conocimientos, con ese amor, no por una lengua sino por la lengua humana. Es un

personaje irrepetible, un auténtico humanista.” Javier Aranda Luna, periodista : “Ernesto de la Peña enriquece mucho a la literatura no sólo latino-americana, sino hispanoamericana. A partir de ensayos donde reflexiona sobre cuestiones de religión, nos muestra que el centro está en la orilla o está en otra parte también. “Fue uno de los mayores conocedores de las religiones en el mundo, y nos alumbró de muchas maneras respecto de esto. Precisamente por conocer tanto de religiones, era un ateo generoso, un ateo sabio que compartía todos sus asombros y sus perple-jidades con los lectores. “Sus reflexiones sobre Cervantes y Shake-speare me llevaban a reflexionar sobre el sentido de la vida y la muerte, que son los grandes temas de las religiones. Creo que esa es la riqueza que ensanchó nuestra cultura con el trabajo de Ernesto. “Él decía que sobre todo era poeta y tenía razón, porque sólo un poeta puede tratar de entender o acercarse a esos mundos que no conocemos, los del más allá, de que nos hablan todas las religiones. Nos acercó a esa otra orilla que no conocemos y que vislumbramos a veces en las aguas de ese río que no repite las estrellas y que llamamos tiempo y en el que nosotros nos miramos. Ernesto fue un gran poeta.”

Pésame de calderónLa nación está de luto; ha muerto una de las mentes más brillantes de México, expresó el presidente Felipe Calderón en su cuenta de Twitter por el fallecimiento de Ernesto de la Peña. Envió su pésame a los famili-ares del escritor. Yoloxóchitl Bustamante, directora del Instituto Politécnico Nacional, dijo que el deceso del escritor es una pérdida para la cultura nacional; queda su obra lit-eraria, artículos y entrevistas, con las cuales “seguire-mos acercándonos a él”. El rector de la Universidad Nacional Autóno-ma de México, José Narro Robles, lamentó la muerte de De la Peña. “Se trata sin duda de un humanista, un sabio, un mexicano extraordinario. Fue un ser humano de una inteligencia extraordinaria, de gran sabiduría y conocimiento, con una cultura muy amplia, con sentido del humor, con enorme lucidez, una memoria extraordinaria y un don de gente maravilloso”. El jefe de Gobierno del DF, Marcelo Ebrard, lamentó el deceso de De la Peña, quien fue miembro de la Real Academia de la Lengua Española y de la Academia Mexicana de la Lengua desde 1993.

(Con información de Bertha Teresa Ramírez

y Emir Olivares)

>LA PRENSA Domingo 16de septiembre de 2012 / Reynosa, Tam.SEmbLANzA 5>LA PRENSA Domingo 16

de septiembre de 2012 / Reynosa, Tam.4

La cultura pierde al sabio

Ernesto de la Peña

por Yanet Aguilar Sosa, et. al

Ernesto de la Peña fue un sabio de múltiples intereses, un monstruo de la naturaleza y un hom-bre insólito. El escritor, políglota, lingüista y académico mexicano, quien murió la mañana del lunes a los 84 años víctima de un paro cardiorrespiratorio, fue un erudito de la cultura mexicana al que nada de lo humano le era ajeno y cuya curiosidad intelectual no concebía límites.

El melómano y bibliómano nacido el 21 de noviembre de 1927 en la Ciudad de México, era ampliamente conocido por sus estudios de “La Biblia” y los “Evangelios”, que estudió 33 lenguas y traducía del sánscrito, latín y griego; hace apenas unos días al recibir el Premio Internacional Menéndez Pelayo 2012, había hablado de “Don Quijote” y de su autor, el inigualable Miguel de Cervantes, pero también de su esposa María Luisa, la mujer a la que dedicó su discurso por ser noble y por “su compa-ñerismo incesante en estos tiempos en los que la enfermedad me ha visitado con insolente frecuencia”. En los últimos años la enfermedad asoló al gran sabio, al maestro del pensamiento que senten-ciaba: “La muerte es una gota en la nada”. Ese “monstruo de la naturaleza”, como lo llamó Jaime La-bastida, director de la Academia Mexicana de la lengua a la que pertenecía De la Peña desde 1993, fue un estudioso constante de los textos bíblicos y gran coleccionistas de distintas ediciones de “La Biblia” que forman parte de su valiosa biblioteca que él mismo dirigía en el Centro de Estudios de Historia de México Carso, antes Condumex. Eduardo Lizalde, amigo y colega con quien tenía programas de radio y televisión sobre ópera y música sinfónica, aseguró que Ernesto de la Peña “fue un hombre de sabiduría y conocimiento y capa-cidad de asimilación, de lectura y de memoria; poquísimas veces se ha visto gente como Ernesto de la Peña en el país”. Para el amigo desde hace 40 años, Ernesto de la Peña fue uno de los grandes personajes de la literatura y del conocimiento, de la erudición y el ensayo en el mundo. “Es un personaje verdaderamente singular, era conocedor de lenguas occidentales, orientales, clásicas; traductor y alcanzó a publicar gran cantidad de textos suyos”. Ernesto de la Peña escribió hasta que había leído y absorbido todo el conocimiento; así lo de-scribe Gonzalo Celorio, otro de sus compañeros en la Academia Mexicana de la Lengua: “Se dedicó me-dio siglo a estudiar y esa fue una de sus grandes lecciones”; también lo valoró Jaime Labastida cuando habló de lo tardío de su escritura producto de la autocrítica. Cuando se decidió a publicar su obra lo hizo en tres volúmenes que contienen su trabajo literario y ensayístico. Una obra que deberían leer los mexicanos, al menos es la aspiración de Eduardo Lizalde. “Me gustaría que alguien la leyera y la comentara porque es una obra de difícil acceso, pero de un valor extraordinario porque no solamente era escritor, notable ensayista y sabio y conocedor de las lenguas sino además un maestro, durante décadas dio magistrales lecciones de filosofía, de historia de la cultura, de conocimiento, de la sabiduría antigua a través de la radio y la televisión y lo siguió haciendo hasta la última etapa de su vida”, señaló el también académico. Los últimos 10 capítulos de la serie que grabaron juntos, dedicada a “El anillo del Nibelungo”, de Wagner, van a ser transmitidos por TV UNAM. “No alcanzamos a grabarlo pero hemos grabado 100 programas dialogando de grandes obras del mundo operático, sinfónico y musical del mundo, Ernesto era un conocedor profundo no sólo de la música sino de todo el contexto cultural e histórico, que rodea a los grandes compositores”, comentó.

Homenaje en Bellas artes

Para dar el último adiós al erudito que en 2003 recibió el Premio Nacional de Lingüística y Literatura, el Instituto Nacional de Bellas Artes organizó el pasado martes, un homenaje de cuerpo presente en el

Una de sus facetas más importantes fue su enorme avidez de conocimientos,

que lo hizo hurgar por libros de todo tipo que estuvieron a su alcance.

“Su traducción de los evangelios está llena de erudición por las notas

que la acompañan. Es una traducción asombrosa, pues sin ser un hombre

religioso, él era un agnóstico, se acercó con gran respeto al espíritu mítico y

religioso, para examinarlo. Según Eduardo Lizalde “Es un personaje verdaderamente singular, era

conocedor de lenguas occidentales, orientales, clásicas; traductor y

alcanzó a publicar gran cantidad de textos suyos”.

Page 5: Ecos de Cal

Palacio de Bellas Artes. Consuelo Sáizar, presidenta del Conaculta, aseguró que con Ernesto de la Peña “perdemos mucho de lo mejor de México, además de un extraordinario ser humano era un apasionado de las palabras y del idioma y el ser políglota le confería esta posibilidad de conocer el origen de las palabras y pod-er analizarlas para descubrir nuevas posibilidades”. Esa sabiduría también la destacó Gonzalo Celorio, recordó que en los 10 años que convivieron en la Academia, “las consultas sobre dudas llevaban a historias, a descripciones en las que él abundaba en detalles”. Laura Emilia Pacheco, funcionaria de Conaculta e hija de José Emilio y Cristina Pacheco, dijo que Ernesto de la Peña deja muchas cosas, pero lo que más le apena es que “en nuestra vida no vamos a volver a ver una persona como él; era muy raro, polí-glota, traductor, melómano, un hombre que realmente se había dedicado a estudiar y disfrutar lo que él decía que eran las máximas expresiones del ser humano: el conocimiento, la cultura y el arte”. Al arte dedicó muchos años, que ya forman parte de la memoria sonora de la Fonoteca Nacional que ya prepara una selección de los materiales de su acervo. Álvaro Hegewisch, director de esa institución indicó que De la Peña es uno de los grandes sabios del siglo XX y principios del siglo XXI en una época en la que escasean las personas que manejan tantos saberes. “En la Fonoteca tenemos programas de él y por supuesto buscaremos más acervos sonoros que realizó a lo largo de toda su vida para que estén ac-cesibles a todo público. El que se haya ido Ernesto de la Peña nos debe poner a reflexionar sobre la necesi-dad que tenemos que fundar en nuestros niños que la memoria no se pierda y que estos personajes, gracias a las nuevas tecnologías, pueden estar presentes a través del sonido y el audiovisual”, señaló Álvaro Hegewisch. El autor de “Las estratagemas de Dios”, “Las máquinas espirituales”, “El indeleble caso de Borelli” y “La rosa transfigurada”, estudió Letras clásicas en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM); hizo estu-dios de chino y sánscrito en El Colegio de México y traductor oficial de la Secretaría de Relaciones Exteri-ores. Los restos del Premio Xavier Villaurrutia 1988 fueron velados en el Panteón Francés de la capital mexicana, donde serán cremados. Queda su obra y su

biblioteca que es rica y gigantesca.

Gozó de la cultura y el arte

Por Carlos Paul y Fabiola Palapa

Ernesto de la Peña es un personaje irrepetible, un auténtico humanista, cuyo conocimiento enriqueció no sólo la literatura mexicana, señalaron académicos con cuya amistad los distinguió el filólogo, políglota, traductor, divulgador cultural y poeta. Consultados por La Jornada, destacan también los conocimientos religiosos del lingüista, su bon-homía, su sentido del humor y su gusto por los place-res de la vida, la comida y el vino. Jaime Labastida, director de la Academia Mexicana de la Lengua (AML): “De la Peña era uno de los miembros más eminentes de la academia, será insustituible; el maestro era un conocedor de más de 30 lenguas. “Lamento que su escritura haya sido tan tardía. Fue pródigo en la conversación erudita, en la charla amena en radio y televisión, una veta que se debe explorar, pues ha de tener grabaciones insustituibles. Una de sus facetas más importantes fue su enorme avidez de conocimientos, que lo hizo hurgar por libros de todo tipo que estuvieron a su alcance. “Su traducción de los evangelios está llena de erudición por las notas que la acompañan. Es una traducción asombrosa, pues sin ser un hombre reli-gioso, él era un agnóstico, se acercó con gran respeto al espíritu mítico y religioso, para examinarlo. “Fuimos amigos por más de 20 años. A propósito de cualquier tema, lo mismo de gas-tronomía, cultura popular, música, El Quijote de la Mancha o el sánscrito, De la Peña era fuente de sabiduría, la cual transmitía con toda naturalidad, sin pedantería. Eso es lo más notable de él. Su bonhomía, su sentido del humor, su enorme gusto, no sólo por las formas cultas, sino también por las populares y su placer por la vida. Gozaba de la buena mesa y la buena lectura. Quisiera que lo recordáramos así: como un hombre lleno de alegría.” Gonzalo Celorio, escritor, editor y docente: “Tenemos un gran dolor por el fallecimiento de don Ernesto de la Peña. Era conocedor de lenguas mod-ernas y antiguas. Además de políglota, era filólogo: conocía la historia, la cultura, la literatura expresada en esas lenguas. “Durante sus primeros 50 años, don Ernesto, como recordaba recientemente Jaime Labastida, se

dedicó a absorber e investigar toda esa cultura, por eso su obra es tardía. Sus primeras publicaciones son cuando él estaba próximo a cumplir 60 años, pero son obras de gran importancia. “Era un hombre muy gozoso de la cultura, del arte, particularmente de la música y la ópera, pero también de la vida y sus placeres.” Javier Garciadiego, presidente de El Colegio de México (Colmex): “El fallecimiento de don Er-nesto de la Peña ha sido de un impacto brutal, ya que

apenas el pasado jueves aquí en El Colegio de México se realizó la ceremonia de entrega del Premio Inter-nacional Menéndez Pelayo 2012. Estoy muy con-sternado. Para mí es difícil de explicar que su último gran momento de felicidad profesional fue en nuestras instalaciones. “No fue un hombre de títulos y diplomas; fue autodidacta. Sin embargo, tenía un viejo vínculo con el Colmex, aquí, siendo joven, tomó clases de chino y sánscrito. “Su muerte es una pérdida enorme para Méxi-co y la cultura hispánica. Difícilmente hallaremos un intelectual con sus conocimientos, con ese amor, no por una lengua sino por la lengua humana. Es un

personaje irrepetible, un auténtico humanista.” Javier Aranda Luna, periodista : “Ernesto de la Peña enriquece mucho a la literatura no sólo latino-americana, sino hispanoamericana. A partir de ensayos donde reflexiona sobre cuestiones de religión, nos muestra que el centro está en la orilla o está en otra parte también. “Fue uno de los mayores conocedores de las religiones en el mundo, y nos alumbró de muchas maneras respecto de esto. Precisamente por conocer tanto de religiones, era un ateo generoso, un ateo sabio que compartía todos sus asombros y sus perple-jidades con los lectores. “Sus reflexiones sobre Cervantes y Shake-speare me llevaban a reflexionar sobre el sentido de la vida y la muerte, que son los grandes temas de las religiones. Creo que esa es la riqueza que ensanchó nuestra cultura con el trabajo de Ernesto. “Él decía que sobre todo era poeta y tenía razón, porque sólo un poeta puede tratar de entender o acercarse a esos mundos que no conocemos, los del más allá, de que nos hablan todas las religiones. Nos acercó a esa otra orilla que no conocemos y que vislumbramos a veces en las aguas de ese río que no repite las estrellas y que llamamos tiempo y en el que nosotros nos miramos. Ernesto fue un gran poeta.”

Pésame de calderónLa nación está de luto; ha muerto una de las mentes más brillantes de México, expresó el presidente Felipe Calderón en su cuenta de Twitter por el fallecimiento de Ernesto de la Peña. Envió su pésame a los famili-ares del escritor. Yoloxóchitl Bustamante, directora del Instituto Politécnico Nacional, dijo que el deceso del escritor es una pérdida para la cultura nacional; queda su obra lit-eraria, artículos y entrevistas, con las cuales “seguire-mos acercándonos a él”. El rector de la Universidad Nacional Autóno-ma de México, José Narro Robles, lamentó la muerte de De la Peña. “Se trata sin duda de un humanista, un sabio, un mexicano extraordinario. Fue un ser humano de una inteligencia extraordinaria, de gran sabiduría y conocimiento, con una cultura muy amplia, con sentido del humor, con enorme lucidez, una memoria extraordinaria y un don de gente maravilloso”. El jefe de Gobierno del DF, Marcelo Ebrard, lamentó el deceso de De la Peña, quien fue miembro de la Real Academia de la Lengua Española y de la Academia Mexicana de la Lengua desde 1993.

(Con información de Bertha Teresa Ramírez

y Emir Olivares)

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de septiembre de 2012 / Reynosa, Tam.4

La cultura pierde al sabio

Ernesto de la Peña

por Yanet Aguilar Sosa, et. al

Ernesto de la Peña fue un sabio de múltiples intereses, un monstruo de la naturaleza y un hom-bre insólito. El escritor, políglota, lingüista y académico mexicano, quien murió la mañana del lunes a los 84 años víctima de un paro cardiorrespiratorio, fue un erudito de la cultura mexicana al que nada de lo humano le era ajeno y cuya curiosidad intelectual no concebía límites.

El melómano y bibliómano nacido el 21 de noviembre de 1927 en la Ciudad de México, era ampliamente conocido por sus estudios de “La Biblia” y los “Evangelios”, que estudió 33 lenguas y traducía del sánscrito, latín y griego; hace apenas unos días al recibir el Premio Internacional Menéndez Pelayo 2012, había hablado de “Don Quijote” y de su autor, el inigualable Miguel de Cervantes, pero también de su esposa María Luisa, la mujer a la que dedicó su discurso por ser noble y por “su compa-ñerismo incesante en estos tiempos en los que la enfermedad me ha visitado con insolente frecuencia”. En los últimos años la enfermedad asoló al gran sabio, al maestro del pensamiento que senten-ciaba: “La muerte es una gota en la nada”. Ese “monstruo de la naturaleza”, como lo llamó Jaime La-bastida, director de la Academia Mexicana de la lengua a la que pertenecía De la Peña desde 1993, fue un estudioso constante de los textos bíblicos y gran coleccionistas de distintas ediciones de “La Biblia” que forman parte de su valiosa biblioteca que él mismo dirigía en el Centro de Estudios de Historia de México Carso, antes Condumex. Eduardo Lizalde, amigo y colega con quien tenía programas de radio y televisión sobre ópera y música sinfónica, aseguró que Ernesto de la Peña “fue un hombre de sabiduría y conocimiento y capa-cidad de asimilación, de lectura y de memoria; poquísimas veces se ha visto gente como Ernesto de la Peña en el país”. Para el amigo desde hace 40 años, Ernesto de la Peña fue uno de los grandes personajes de la literatura y del conocimiento, de la erudición y el ensayo en el mundo. “Es un personaje verdaderamente singular, era conocedor de lenguas occidentales, orientales, clásicas; traductor y alcanzó a publicar gran cantidad de textos suyos”. Ernesto de la Peña escribió hasta que había leído y absorbido todo el conocimiento; así lo de-scribe Gonzalo Celorio, otro de sus compañeros en la Academia Mexicana de la Lengua: “Se dedicó me-dio siglo a estudiar y esa fue una de sus grandes lecciones”; también lo valoró Jaime Labastida cuando habló de lo tardío de su escritura producto de la autocrítica. Cuando se decidió a publicar su obra lo hizo en tres volúmenes que contienen su trabajo literario y ensayístico. Una obra que deberían leer los mexicanos, al menos es la aspiración de Eduardo Lizalde. “Me gustaría que alguien la leyera y la comentara porque es una obra de difícil acceso, pero de un valor extraordinario porque no solamente era escritor, notable ensayista y sabio y conocedor de las lenguas sino además un maestro, durante décadas dio magistrales lecciones de filosofía, de historia de la cultura, de conocimiento, de la sabiduría antigua a través de la radio y la televisión y lo siguió haciendo hasta la última etapa de su vida”, señaló el también académico. Los últimos 10 capítulos de la serie que grabaron juntos, dedicada a “El anillo del Nibelungo”, de Wagner, van a ser transmitidos por TV UNAM. “No alcanzamos a grabarlo pero hemos grabado 100 programas dialogando de grandes obras del mundo operático, sinfónico y musical del mundo, Ernesto era un conocedor profundo no sólo de la música sino de todo el contexto cultural e histórico, que rodea a los grandes compositores”, comentó.

Homenaje en Bellas artes

Para dar el último adiós al erudito que en 2003 recibió el Premio Nacional de Lingüística y Literatura, el Instituto Nacional de Bellas Artes organizó el pasado martes, un homenaje de cuerpo presente en el

Una de sus facetas más importantes fue su enorme avidez de conocimientos,

que lo hizo hurgar por libros de todo tipo que estuvieron a su alcance.

“Su traducción de los evangelios está llena de erudición por las notas

que la acompañan. Es una traducción asombrosa, pues sin ser un hombre

religioso, él era un agnóstico, se acercó con gran respeto al espíritu mítico y

religioso, para examinarlo. Según Eduardo Lizalde “Es un personaje verdaderamente singular, era

conocedor de lenguas occidentales, orientales, clásicas; traductor y

alcanzó a publicar gran cantidad de textos suyos”.

Page 6: Ecos de Cal

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de septiembre de 2012 / Reynosa, Tam.

Sin ambiciones pedagógicas, un sitio reciente se propone no Enseñar a leer sino dar testimonio de lecturas perso-

nales. Con generosidad pero a la vez con cierta pátina de voluntarismo, el excéntrico Jaime Rest -crítico, escri-tor y traductor argentino- solía dotar a esa entelequia llamada “lector común” de una sensibilidad y una imaginación singulares. Veía en él una potencia que radicaba en el hecho de inscribir su lectura no en un “más allá”, sino en un “más acá” de los guiones de la crítica. Lo que -a su juicio- lo volvía capaz de producir sentidos nuevos, formas de vida aún no presentidas en la tensión del texto. La idea no era original. Tenía como referencia la del common reader ensayada por Virginia Woolf hacia 1925. Y sus rasgos determinantes remitían a las condiciones de una ex-periencia activa, que saltaba el cordón policial impuesto por una “aristocracia del espíritu” que condenaba la lectura a ciertos charcos de sentido donde el agua solía quedar estancada. El lector común nos devuelve al texto en su intensidad más genuina porque hace de la experiencia de lectu-ra ese instante de indecisión en el que el texto toca la vida y la vida activa el texto. Pero al mismo tiempo, ajeno a una determinación única, él mismo se convierte en un umbral, una zona de clivaje que aglomera una multiplicidad indefinida de condiciones de percep-ción. Lleva a pensar tanto en el “lector del llano” -¿lector en llamas?- imagi-nado por el crítico rosarino Nicolás Rosa, como en el lector silencioso y obsesivo que prefigura como destino la biblioteca borgeana. Remite, a la vez, al “lector con miedo” que el sociólogo Horacio González suele recuperar -tras la conmoción que “pone a luz ciertos

temblores de la subjetividad”- en Ezequiel Mar-tínez Estrada, y al “lector caníbal” que otro crítico, Raúl Antelo, prefigura tras la experiencia del modernismo brasileño. En una palabra, en el “lector común” se reencuentran el que recon-oce en la biblioteca la vibración de un espacio sagrado y el que, educado en las nuevas formas de producción de sentido y dotado de una sensibilidad expropiadora, la toma como un espa-cio liberado al saqueo y a la profan-ación. A esa diversificada comunidad de lectores apunta Lectorcomun.com, el sitio que Miguel Dalmaroni, Alberto Giordano y Jorge Monteleone -tres de los más sutiles críticos literarios argentinos- acaban de poner on line . La iniciativa declara su ascendencia barthesiana. Lo que el “sitio de críti-cos patéticos” busca es reunir lecturas surgidas en “momentos de la obra: mo-mentos fuertes, momentos de verdad o, si no se le teme a la palabra, momen-tos patéticos”. Autoinscriptos en una “crítica patética” que, en lugar de con-struirse sobre “unidades lógicas”, se gesta a partir de “elementos afectivos”, los tres críticos buscan reencontrarse en aquel lector común que produce el sentido en la contingencia afectiva de un cuerpo a cuerpo con el texto. Que esa crítica esté impregna-da de un cierto matiz trágico (ha sido imaginada tras la evidencia de una pérdida) y que no pocas veces termine resolviendo literariamente sus conflic-tos imaginarios, da cuenta de la hones-tidad que atestigua en su inscripción. En consecuencia, no es extraño notar en este espacio virtual un frágil pero sostenido equilibrio y una oscilación sutil entre ironía y circunspección, entre intimidad y camaradería. Un ejemplo de ello es el hecho de que los simpáticos avatares animados de los

tres críticos se linkeen directamente con el currículum de sus intimidantes trayectorias académicas. Otro, que la diversidad genérica (el sitio incluye ensayos, prólogos y entrevistas) y la conjunción de voces y nombres pro-pios no dejen de alentar y alimentar el espacio imaginario de una comunidad gravada por la especificidad. El valor objetivo de los textos reunidos está por completo fuera de discusión y no se reduce en absoluto a lo canónico. En el sitio pueden leerse huellas del Manuel Puig, la conver-sación infinita, la interpretación del extraordinario arte narrativo puigiano realizada por Giordano, pero también un texto personal donde el crítico reflexiona sobre los libros que marca-ron su vida. Es factible hallar rever-beraciones de la luminosa lectura de Dalmaroni sobre la obra de Gelman, pero también, junto a ellas, una medi-tación del autor de La república de las letras sobre los libreros como “especie en peligro de extinción”. Finalmente, es posible reencontrar las lúcidas y precisas intervenciones de Monteleone a propósito de imaginación poética, pero también una nota sobre “crítica y autobiografía” que echa luz sobre la naturaleza y la razón de ser del sitio entero. No hay otro espacio literario que el que se abre en la experiencia de la lectura (porque lo literario no es una propiedad de los textos sino una disposición de la mirada). El sitio no tiene ambiciones pedagógicas ni didác-ticas. Lo que se propone no es enseñar a leer, sino enseñar las lecturas. Quiere ser un testimonio -por triplicado- de ese milagro secreto e intransferible que es la lectura, sobre todo cuando se la asume como forma de vida. Y es la prueba inapelable de que lo que allí sigue vivo es el fuego de la especie.

Lectores salvajes

El lector común nos devuelve al texto en su intensidad más genuina

porque hace de la experiencia de lectura

ese instante de indecisión en el que

el texto toca la vida y la vida activa el texto. Pero al mismo tiempo,

ajeno a una determinación única, él mismo se convierte en

un umbral, una zona de clivaje que aglomera

una multiplicidad indefinida de

condiciones de percepción.

De SinMordaza

El autor de Blanco nocturno reflexiona sobre el arte de interpretar textos literarios, tema central de la disertación con la que se inau-guró el cuarto Festival Internacional de Literatura en Buenos Aires

1. ¿Qué quiere decir interpretar un relato? Muchos han llamado la atención sobre el modo en que Kafka leía en voz alta La metamorfosis: la risa le interrumpía la lectura. Por su parte, en la grabación de algunos fragmentos del Finnegans Wake, la voz de Joyce salta de una consonante a otra con un tono jocoso, suelto, medio circense, como si nos advirtiera -igual que Kafka- de que se trata de un relato cómico. 2. En su novela Cicatrices Saer interpreta -digamos así- el relato “Examen de la obra de Herbert Quain” de Borges. En el cuento se describe el proyecto de una novela “regresiva, ramificada” donde se narran simul-táneamente todas las alternativas posibles de una historia. Si bien, según creo recordar, la crítica no ha reparado en esta relación, es evidente que Saer se propuso escribir esa ficción potencial. Los capítulos de Cicatrices repiten el nombre de la novela de Quain (April, March) y narran cuatro desarrollos posibles -y simultáneos- de un mismo hecho, con sus variantes y mutaciones. 3. La idea del relato potencial como interpretación -a veces des-viada- de un argumento, un texto o un concepto es el fundamento de la poética del grupo Oulipo, integrado entre otros por Perec, Queneau, Cortázar y Calvino. Me sorprendió encontrar un ejemplo de ese proced-imiento en una breve e hipotética definición de la interpretación musi-cal: “Una partitura es simplemente un indicio de música potencial” (R. Vaughan Williams, Some Thoughts on Beethoven’s Choral Symphony with Writings on Other Musical Subjects). La realización de esa música potencial está ligada también a la memoria de otras tradiciones interpreta-tivas. Antes de grabar el movimiento lento del Concierto en sol menor de Bach, el pianista Glenn Gould le dijo a su productor Andrew Kazin: “Voy a tocar con toda suerte de voces interiores y de síncopas, muy en la línea de Wanda Landowska, con un aire al estilo del Modern Jazz Quartet” (cfr. Kevin Bazzana, Vida y arte de Glenn Gould). 4. En 62 / Modelo para armar Cortázar utiliza un capítulo de Ra-yuela como indicio de una ficción posible. La novela se despliega a partir de la noción de figura, una configuración espacial que determina la vida de los personajes. Retoma así, y lleva al límite, el procedimiento formal de algunos de sus mejores cuentos (“La flor amarilla”, “Continuidad de los parques”, “Todos los fuegos el fuego”, “El otro cielo”) donde ya intentaba ir más allá de las estructuras lineales de la narración y establecía conexio-nes espaciales entre distintos episodios de un relato. La reacción hostil de la crítica frente al libro es una muestra de la supersticiosa resistencia na-cional a cualquier motivación narrativa que no responda a las reglas emo-cionales de la carrera de Psicología. Habría que releer la novela de Cortá-zar en la serie de El castillo de los destinos cruzados de Italo Calvino, o La vida instrucciones de uso de Georges Perec, es decir, en el contexto de la literatura potencial, y por lo tanto, fuera de la literatura argentina. 5. Recuerdo que hace años en un curso sobre las novelas cortas de Onetti, en Puán, es decir, en la carrera de Letras de la UBA, los estudi-antes interpretaban con entusiasmo las oscuras y siempre intrigantes nou-velles de Onetti. En Una tumba sin nombre, una mujer con un chivo está

Debaten en mexico la importancia del libro electronico

por Télam

“La disputa sobre si leer en papel o pantalla quedó atrás y actualmente se está ante otros cuestionamientos como la importancia de digitalizar la memoria”, consideró la presidenta del Consejo Nacional para la Cultura

y las Artes (Conaculta), Consuelo Sáizar. La funcionaria lo señaló al inaugurar el segundo Simposio Internacional del Libro Electrónico, que se realizara entre el 11 y 14 de septiembre en el Museo de Antropología de Ciudad de México. “La libertad personal permitirá que cada quien escoja el formato que más le guste; el descalificar cualquiera de estos formatos no es correcto, pero donde ya no hay opción es en preservar la memoria y validar los datos en el futuro, por ello está ante nosotros la pregunta: ¿qué países podrán digitalizar su memoria?”, señaló, según lo publicado por DPA. El encuentro reúne a importantes figuras de las letras latinoamericanas como el escritor y periodista argentino Martín Caparrós, quien consideró que el libro electrónico “es sin duda la forma en que cada vez más gente va a leer en los próximos años”. “A mí lo que me interesa es no sólo cómo se lee o qué problemas editoriales plantea sino cómo se puede empezar a escribir pensando en los soportes electrónic-os, porque por ahora un enorme porcentaje de lo que se lee en dichos soportes está escrito para papel o como si fuera para papel”, señaló. Y agregó: “me parece que uno de los desafíos que podemos, o no, aceptar los escritores es ver cómo hacemos para crear relatos que tengan en cuenta la mul-tiplicidad de posibilidades que ofrece el soporte electrónico, que es muy distinto de esa forma sucesiva, lineal e inalterable que da el papel”. A juicio del director del Centro Regional para el Fomento del Libro en América Latina y el Caribe, Fernando Zapata, uno de los retos para los países his-panohablantes ante el auge universal del libro electrónico es aprovechar este tipo de nuevos mecanismos para incrementar el número de lectores. “Asistimos a un cambio de era donde cambian los hábitos gracias al desar-rollo tecnológico, los cuales a su vez van a cambiar la institucionalidad, por ello es importante que este tipo de discusiones se den también desde las agendas políticas, que las tengan también los gobernantes”, afirmó. Sobre el tema, el escritor colombiano Héctor Abad Faciolince dijo que, aunque reconoce que no forma parte de los usuarios de libros electrónicos, sabe que “el papel no es una garantía de que las cosas permanezcan”. Lo que comprobó al perder por el deterioro del papel parte de los conteni-dos de cartas que le escribieron amigos como el fallecido editor Alberto Aguirre, uno de los primeros editores del Nobel de Literatura Gabriel García Márquez. “Pero esto ha ocurrido también en lo digital, con el cambio de servidores perdimos los documentos de los primeros correos electrónicos que tuvimos, los primeros correos desaparecieron. Todo tiende siempre a lo mismo”, afirmó. Asimismo, consideró que con Internet cada vez va a ser más difícil ocultar cosas, incluso para los servicios secretos de los países, y citó el caso de Wikileaks y la publicación que hizo de documentos reservados de gobiernos de varios países. “Internet es tan inmenso que no somos capaces de entenderlo, es una realidad emergente en la que la gente ahora no tendrá excusa para decir que no lee porque los libros son caros, en la actualidad lo que hace falta es tiempo y actitud mental para hacerlo, con el libro electrónico ya no se hablará sólo de un libro como tal sino de una herramienta con sonidos, imagen”, indicó. Con respecto a la discusión, el director académico del Instituto Cervantes y miembro de la Academia Cubana de la Lengua, Francisco Moreno Fernández, de-stacó el papel del idioma español en Internet, donde se sitúa como la tercera lengua después del inglés y el chino. Moreno aseguró que el auge de las nuevas tecnologías de la información ha llevado al instituto a digitalizar gran parte de sus bibliotecas y contó que de momento la mayor demanda de libros digitales que tienen estos centros son los de Miguel de Cervantes Saavedra.

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Í n d i c e

>LA PRenSA Domingo 16de septiembre de 2012 / Reynosa, Tam.

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de septiembre de 2012 / Reynosa, Tam.

El lector en comunidad

Desde la aparición del Programa Nacional "Salas de Lectura", la frase de comunidad lectora empezó a identificarse con más claridad en los textos sobre didáctica de lectura, como parte de

la jerga de lectores y escritores, y al paso del tiempo se ha venido inte-grando a los programas de promoción cultural; además de aparecer con alguna frecuencia como parte de los temas de Habilidades Digitales por esta llamada Era de la Información que vivimos. El espacio literario es entonces el que se abre en la experiencia de la lectura (porque lo literario no es una propiedad de los textos sino una disposición de la mirada). La enseñanza de la lectura y su práctica trasciende al texto físico y se extiende en el panorama cotidiano de la ciudad como testimonio del milagro secreto e intransferible que es la lectura, sobre todo cuando se la asume como forma de vida, por la pro-paganda, los grafitis, los SMS al momento o el Facebook al instante... prueba inapelable de que lo que allí sigue vivo es el fuego de la especie. Nos situamos en una diversificada comunidad de lectores autoin-scriptos en una “crítica patética” que, en lugar de construirse sobre “uni-dades lógicas”, se gesta a partir de “elementos afectivos” en el lector común que produce el sentido en la contingencia afectiva de un cuerpo a cuerpo con el texto. ¿Qué nos falta para saltar a la literatura?

Partimos de el espacio virtual, un frágil pero sostenido equilibrio y una oscilación sutil entre ironía y circunspección, entre intimidad y camaradería; este espacio "personal" incluye ahora literatura tal cual, al momento, el texto físico ha tomado nuevas dimensiones apoyado en la tecnología y bien se puede disponer de él a un click de distancia.

¿Cuál es su valor? El de la interpretación personal, ¿qué quiere decir, después de todo, entender un relato? o, en todo caso, ¿cuál es la comprensión que está en juego en una narración? La literatura entonces apela a lo humano que hay en cada uno de nosotros, así como podemos encontrar en nuestros círculos de acción situaciones, problemas, viven-cias como las nuestras, la narrativa literaria puede ofrecernos ojos y oídos que nos permitan salvar el día, la semana, la angustia... Como cuando esperamos el SMS que nos circunscribe en la co-munidad, y nos va a permitir dar el siguiente paso.

Es domingo, pásela bien.

Adriana Quintana Gonzá[email protected]

De nuestra portada

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• DIRECTORIO •Lic. Felix Garza Elizondo

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Mtra. Adriana Quintana CoordinaCión General

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MARTíN MENDO CANTÚ (†)OLGA FRESNILLO OLIVARES

GRACIELA RAMOS DOMÍNGUEZ

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SinMordaza

Lectores salvajesYaneth Aguilar Sosa

La cultura pierde al sabio Ernesto de la Peña

Ricardo Pigilia

Imaginar los sentidos posibles

por Ricardo Pigilia

en la estación Constitución. ¿Se trataría del devenir animal? “La cara de la desgracia” -con la historia de la muchacha muda que es asesinada- ¿no era un intento de decir cómo no hablar ante la ley? Las hipótesis circulaban, siempre brillantes y sorpren-dentes, pero en lugar de leer el relato, me pareció que los estudiantes sólo lo interpretaban. Un día corté el circuito y les pedí que me resumieran la anécdota de “Tan triste como ella”. Estupefacción, escándalo. Sí, tenían que leer muy cuidadosamente la historia y hacer un resumen del argumento. ¿Era esa lectura una interpretación? Lo fue, cada uno de los estudiantes tomaba decisiones en el entrevero de la historia y estaba obligado a definir uno de los sentidos implícitos y dejar a un lado los otros po-sibles. A partir de ahí la discusión podía enriquec-erse porque todos eran expertos en el relato, ya que lo habían leído como si tuvieran que reescribirlo. Imaginé que algún estudiante me iba a copiar el relato tal cual -o con imperceptibles variantes- y me lo iba a entregar como su resumen de lectura, pero eso no sucedió. 6. Podríamos plantear el problema de la interpretación de otra manera: ¿qué quiere decir, después de todo, entender un relato? o, en todo caso, ¿cuál es la comprensión que está en juego en una narración? Un relato no argumenta con con-ceptos, no dice nada explícitamente. La interpre-tación de la narración no enfrenta una significación equivocada con una significación cierta; en todo caso, como sucede a menudo, un relato se responde con otro relato, y esa red de narraciones que se con-traponen es una de las líneas centrales de la historia de la cultura. 7. Joyce postula su novela Ulises como una versión de la Odisea; la metempsicosis -palabra que Molly no entiende al comienzo del día- sugiere que el alma del héroe griego ha reencarnado en Bloom, el judío errante que vaga por Dublín. La historia del viajero, del forastero, del astuto Odisseo, el polytropos, el hombre de muchos viajes, que está lejos, siempre en situación precaria, reaparece, en distintas épocas, en Dante, en Virgilio, en Kafka, en Canetti, y en el Simbad de Las mil y una noches. 8. Lo mismo se puede decir de don Quijote. Lionel Trilling (en La imaginación liberal) ha se-ñalado que “toda la prosa de ficción es una variac-ión sobre el tema del Quijote”. Pero quizá no es la prosa de ficción la que encuentra su fundamento en

esa novela sino más bien la interpretación personal de la ficción. Sabemos que el héroe de la primera novela es un lector de novelas; un apasionado de las ficciones heroicas que sale a la realidad y trata de vivir lo que ha leído. Muchas veces encontra-mos esa figura del lector apasionado en la historia del género: Madame Bovary de Flaubert, desde luego, pero también el Julien Sorel de Stendhal o el Raskolnikov de Dostoievski, y lo mismo sucede con Silvio Astier en El juguete rabioso de Arlt (“Me inició en los deleites y afanes de la literatura bandoleresca.”, así empieza la novela y Astier no hace otra cosa que vivir -o intentar vivir- lo que ha leído). 9. En El beso de la mujer araña los dos

protagonistas, recluidos en una celda, discuten las interpretaciones de distintas ficciones como una forma de pasar el tiempo pero también de con-ocerse y seducirse. Molina, el joven gay, cuenta películas y al contarlas se identifica con la atmós-fera sentimental del cine de Hollywood; por su parte Arregui, el guerrillero marxista, sólo ve en esos films la alienación burguesa y la manipulación ideológica. En un sentido, el libro es una discusión sobre la ficción y su poder, sobre los modos de interpretar la narración y la fantasía. Lo extraordi-nario -y otra muestra de la capacidad narrativa de Puig- es que los dos terminan por “actuar” en la película del otro: Arregui se transforma en un héroe romántico, sensible, enamorado y moribundo, mientras que Molina muere heroicamente en una cita política, asesinado -y eso no se decide- por la policía, o por los guerrilleros del grupo de Arregui. 10. Bovarismo, el término creado por Jules

de Gaultier (Le bovarysme, 1902) a partir de Emma Bovary, designa “el poder que tiene el hombre para concebirse otro del que es”, o sea, la posibilidad -o la ilusión- de crearse una personalidad imaginaria y de tomar como modelo a los héroes de la fic-ción. De hecho, esa interpretación pragmática de un relato está muy presente en la cultura contem-poránea (sobre todo en la tradición estadounidense, tan amante de la verdad revelada, las mentiras periodísticas y la guerra preventiva): basta recordar al asesino de John Lennon, que se había identifi-cado hasta tal punto con The Catcher in the Rye (El cazador oculto) de Salinger que varias veces intentó cambiar su nombre por el del protagonista, Holden Caulfield, y, antes del crimen, deambuló, con el libro en el bolsillo, por las zonas de Nueva York cercanas al Central Park y al Museo de Cien-cias Naturales, donde culmina la novela. O también -para salir de la literatura hacia otros ámbitos de la ficción- podríamos recordar al joven texano que circuló erráticamente por las rutas de los Estados Unidos para matar a Ronald Reagan mientras le es-cribía cartas a la actriz Jodie Foster porque se había identificado con el héroe de Taxi Driver, la película de Martín Scorsese. Y más recientemente, en fin, el enmascarado que irrumpió en un cine donde se es-trenaba Batman para acribillar indiscriminadamente a los espectadores como si fuera el Joker o Bane o algún otro personaje demoníaco del cómic. 11. La novela ha contado muchas veces la historia del héroe como intérprete o descifrador de signos; quizá Marcel, el narrador de En busca del tiempo perdido, ha sido el máximo protagonista de esa odisea de la interpretación (y el obsesivo pro-tagonista de las novelas de Thomas Bernhard, una de sus realizaciones más extremas). A menudo el relato ha hecho de la comprensión desviada el cen-tro de la trama. Ya no se trataba de las interpreta-ciones equívocas del oráculo sagrado que, en la tra-gedia, llevaba a los héroes a la decisión inevitable y a la muerte. El protagonista de la novela busca, en cambio, el sentido en el deambular por la ciu-dad, en ciertos gestos triviales, en algunas palabras equívocas, en textos mal leídos (o leídos demasiado fervientemente). La interpretación equivocada está más presente en nuestra cultura -y en nuestra vida personal- de lo que nos resignamos a aceptar. Por eso tal vez la novela ha sido el género que mejor ha mostrado el desconcierto de la significación en un mundo del que han desertado los dioses.

Bovarismo, el término creado por Jules de Gaultier a partir de Emma Bovary, designa “el poder que tiene el hombre para concebirse otro del que es”, o sea, la posibilidad -o la

ilusión- de crearse una personalidad imaginaria y de tomar como modelo

a los héroes de la ficción.

Imaginar los sentidos posibles

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Imaginar los sentidos posibles

>LA PRENSA Domingo 16 de septiembre de 2012 / Reynosa, Tam.NotAS8 > LA PRENSA

Domingo 16 de septiembrede 2012

Año 14 No. 731Fue Aurora Reyes la primera muralista

en México* Pondera investigadora Margarita Aguilar la

autenticidad y fidelidad de sus ideales

Inquieta, versátil, rebelde y activista son algunos de los calificativos con los que se recuerda a la intelectual, escritora y docente mexicana Aurora Reyes, quien dejó un indiscutible legado tanto en las letras como en la pintura, ámbito éste en el que destacó como la primera

muralista en México. Al cumplirse 96 años de su nacimiento, ocurrido el 9 de septiembre de 1908, en Hidalgo del Parral, Chihuahua, la sobrina del escritor Alfonso Reyes y nieta del general porfirista Bernardo Reyes es rememorada como una mujer de firmes convicciones y alto compromiso social e histórico. En declaraciones difundidas por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta), la investigadora Margarita Aguilar, autora del libro “Aurora Reyes: alma de montaña”, habló sobre la fidelidad a sus ideales que Reyes supo llevar hasta las últimas consecuencias. Equiparada con grandes artistas de su tiempo, como Frida Kahlo y Concha Michel, “La Cachorra”, como la llamaba su padre, formó parte del movimiento intelectual de “Los pavorosos”, al que también pertenecieron Andrés Henestrosa, Silvestre Revueltas, Renato Leduc, entre otros ilustres que se reunían en el Café París de la Ciudad de México. Militó en el Partido Comunista Mexicano y además fue fundadora de la Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios (LEAR). Para la profesora Aguilar, todo ello impidió que Reyes fuera reconocida en el ámbito artístico, “porque se comprometió con un arte de carácter social y porque ingresó en un época en la que el movimiento del muralismo ya había decaído”. Sobre su pintura, señala que sus temas recurrentes eran la historia de México y la educación, y que a lo largo de su carrera realizó siete mura-les, ubicados en la Ciudad de México. En 1936 hizo “Atentado a los maestros rurales”, en el Centro Esco-lar Revolución; mientras que entre 1960 y 1972 pintó cuatro murales en el auditorio 15 de mayo, del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Edu-cación (SNTE): “Presencia del maestro en la historia de México”, “Trayec-toria de la cultura en México”, “Los Grandes Maestros de México” y “El Libro Abierto del Espacio”. Un sexto mural se encuentra en la antigua Casa de Hernán Cortés, en el Salón de Cabildos de las oficinas actuales de la Delegación Coyo-acán, llamado “El Primer Encuentro”, además de que hay registro de un séptimo mural desmontable, hoy desaparecido. Según Aguilar, por la calidad de su obra, Aurora Reyes, quien falleció el 26 de abril de 1985 en la Ciudad de México, debe ser recono-cida dentro del arte mexicano, tanto en materia de literatura, como dentro del muralismo, un ámbito que era dominado por el sexo masculino. Recordó que fue a partir de los estudios de género que ha sido posible estudiar más a fondo el gran legado artístico de Aurora Reyes, ya que a los investigadores “les interesa su condición de mujer”, y de hecho ya hay varios estudios, destacó.

La cultura mexicana, invitada de honor

en septiembre en Buenos Airesde Notimex

La cultura mexicana copará este mes la ciudad de Buenos Aires con conferencias, recitales, inauguraciones, lecturas públicas, homenajes, ferias literarias y celebraciones públicas.

Una de las actividades centrales será el homenaje a las letras mexi-canas que rendirá el Festival Internacional de Literatura de Buenos Aires (Filba) 2012, con lecturas de la obra de José Emilio Pacheco, Sergio Pitol, Octavio Paz, Nobel de Literatura y Carlos Monsiváis. Margo Glantz, autora entre otros libros de “El rastro” e “Historia de una mujer que caminó por la vida con zapatos de diseñador”, y el poeta, cuentista y novelista Fabio Morábito son algunos de los mexicanos convo-cados a esta edición del Filba. Junto con ellos estarán la joven Valeria Luiselli (“Papeles falsos”), Julián Herbert (“Un mundo infiel), Guillermo Fadanelli (“Malacara”), Leonardo Da Jandra (“Entrecruzamientos”) y Álvaro Enrigue (“La muerte de un instalador”). Guillermo Quijas, director de la editorial Almadía y el concertista Mario Lavista completan la lista de las personalidades mexicanas que dis-ertarán en el Filba sobre el estado actual de la literatura y la música de ese país. La presencia mexicana en Buenos Aires continuará con la visita del historiador Javier Garcíadiego, quien dará conferencias magistrales sobre los 100 años de la Revolución de ese país, más una disertación sobre Alfonso Reyes. En la parte gastronómica, se inaugurará en el barrio de Palermo “La Adorada”, un nuevo restorán de comida mexicana, mientras que, en lo musical, Café Tacvba tocará la noche del 15 de septiembre en el Parque del Planetario. La Independencia mexicana se festejará también al aire libre, en la Plaza México, ubicada en Palermo, en una jornada que comenzará al mediodía e incluirá música, gastronomía, juegos familiares y el tradicional “Grito”. Además, en el Complejo Teatral de la Ciudad de Buenos Aires se presentará la obra “Amarillo”, que es una puesta de la compañía mexicana Teatro Línea de Sombra. Durante el Ciclo de Lecturas Públicas de la Nueva Dramaturgia Latinoamericana del Instituto Universitario Nacional de Arte, se leerá la obra “De insomnio y medianoche”, del dramaturgo mexicano Édgar Chías. La cultura mexicana también se dispersará por el interior de Argen-tina. En el partido de Vicente López, de la provincia de Buenos Aires, se llevará a cabo la Semana de la Cultura Mexicana, del 21 al 28 de sep-tiembre e incluirá muestras fotográficas sobre el Tepeyac y el mundo maya, además de ciclos de cine, música y gastronomía.

de Notimex