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Teoría de la Cultura
PEC 4
Gabriel Benavides Escrivá
La Cultura como recurso o como derecho
Es un debate muy importante en el ámbito de la política cultural, y nace de la contraposición
de dos nociones opuestas de cultura, una es la visión de la ésta como recurso, y otra es la que
entiende la cultura como un derecho.
Los defensores del primer posicionamiento consideran que la cultura es un excelente recurso
tanto urbanístico como económico para lograr otros fines, como pudieran ser la cohesión
social, el desarrollo, la reorganización urbana o la construcción de edificios singulares para
potenciar el turismo. Al contrario de esta posición, está la que defiende el segundo enfoque,
que sostiene que la cultura es un derecho, y el Estado ha de garantizar el acceso a esta a todo
el mundo, sin importar su estatus social, y que debe de ser preservada, en la medida de lo
posible, de los vaivenes del mercado.
Es muy fácil observar la creación de grandes infraestructuras, sin presupuestos ni dirección una
vez finalizadas, en esta última década. ¿Se apoya entonces a la cultura o a las grandes
constructoras? Lo importante en esa época era construir. Crear, producir o difundir son
términos no incluidos en agendas y presupuestos. Una apuesta política evidente: la cultura al
servicio de las grandes empresas, apoyadas por las corporaciones bancarias y a todos aquellos
individuos que la puedan pagar.
Un claro ejemplo de este modelo de cultura como recurso es la Ciudad de las Artes y las
Ciencias de Valencia, que es un complejo, increíblemente costoso en cuanto a la edificación,
pero con un bajo presupuesto para su disfrute. Esto hace, que este conjunto de edificios, estén
reservados para grandes eventos, fuera del alcance de la gente corriente, o por el contrario,
que haya que pagar un alto precio por las entradas para los espectáculos culturales que allí
acontecen, si se quieren visitar. En pocas palabras, se convierten en grandes contenedores
culturales, con escaso contenido.
Como hemos visto pues, las industrias culturales parecen ser las grandes enemigas de la
cultura para los políticos. La creación independiente, innovadora, democrática, tiene que
ocupar su papel para intentar superar nuestro retraso como país. Son la garantía de que se nos
pueda identificar y reconocer, señas de identidad a las que no podemos renunciar. La cultura
tiene que seguir siendo un derecho y no un recurso que solo busca buenos resultados
económicos.
Valencia, a 28 de diciembre de 2012