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ARQUIDIOCESIS DE CALIFUNDACIÓN PABLO VI

COLEGIO MAYOR SANTIAGO DE CALI

Taller # 1: Conócete a ti mismo.

Objetivo:

Iniciar el proceso de formación de los estudiantes, por medio de una reflexión sobre sí mismos.

Desarrollo:

1. Interpreta:

"Los valores no se ven con los ojos, como los objetos, ni se entienden como los números y los conceptos, estas no son cosas que puedan entenderse o no entenderse, solo cabe sentirlas".

Explica con tus propias palabras la frase anterior. Qué entiendes por valor. Qué importancia le atribuyes a los valores.

2. Lee el salmo 139 y ejemplifícalo con tus propias palabras.

3. Menciona tres valores que conozcas. Explícalos cada uno.

4. Escoge uno de los tres valores anteriores y desarrolla un texto donde esté presente el valor seleccionado.

SALMO 139

Señor, tú me sondeas y me conoces, tú sabes si me siento o me levanto; de lejos percibes lo que pienso, te das cuenta si camino o si descanso, y todos mis pasos te son familiares.

Antes que la palabra esté en mi lengua, tú, Señor, la conoces plenamente; me rodeas por detrás y por delante y tienes puesta tu mano sobre mí; una ciencia tan admirable me sobrepasa:

es tan alta que no puedo alcanzarla.

¿A dónde iré para estar lejos de tu espíritu? ¿A dónde huiré de tu presencia? Si subo al cielo, allí estás tú; si me tiendo en el Abismo, estás presente.

Si tomara las alas de la aurora y fuera a habitar en los confines del mar, también allí me llevaría tu mano y me sostendría tu derecha.

Si dijera: "¡Que me cubran las tinieblas y la luz sea como la noche a mi alrededor!", las tinieblas no serían oscuras para ti y la noche sería clara como el día.

Tú creaste mis entrañas, me plasmaste en el seno de mi madre: te doy gracias porque fui formado de manera tan admirable.

¡Qué maravillosas son tus obras! Tú conocías hasta el fondo de mi alma y nada de mi ser se te ocultaba, cuando yo era formado en lo secreto, cuando era tejido en lo profundo de la tierra.

Tus ojos ya veían mis acciones, todas ellas estaban en tu Libro; mis días estaban escritos y señalados, antes que uno solo de ellos existiera.

¡Qué difíciles son para mí tus designios! ¡Y qué inmenso, Dios mío, es el conjunto de ellos!

Si me pongo a contarlos, son más que la arena; y si terminara de hacerlo, aún entonces seguiría a tu lado.

Profesión de inocencia frente a los malvados

¡Ojalá, Dios mío, hicieras morir a los malvados y se apartaran de mí los hombres sanguinarios, esos que hablan de ti con perfidia y en vano se rebelan contra ti!

¿Acaso yo no odio a los que te odian y aborrezco a los que te desprecian?

Yo los detesto implacablemente, y son para mí verdaderos enemigos.

Sondéame, Dios mío, y penetra mi interior; examíname y conoce lo que pienso; observa si estoy en un camino falso y llévame por el camino eterno.

ARQUIDIOCESIS DE CALIFUNDACIÓN PABLO VI

COLEGIO MAYOR SANTIAGO DE CALI

Taller # 2Valor Solidaridad

Objetivo: Estimular los valores de la solidaridad y la amistad.

Desarrollo:

1. Realizar una reflexión sobre las siguientes frases: “La caridad es humillante por que se ejerce verticalmente y desde arriba; la solidaridad es horizontal e

implica respeto mutuo” (Eduardo Galeano) “La solidaridad no es un sentimiento superficial, es la determinación firme y perseverante de

empeñarse por el bien común, es decir , el bien de todos y cada uno, para que todos seamos realmente responsables de todos” (Juan Pablo II)

“A ver si algún día nos agrupamos realmente todos y nos ponemos como gallinas a defender sus pollos” ( Nicanor Parra)

Resolver las siguientes preguntas:

¿Qué valor está implícito? Concuerdas tú con la opinión del autor. ¿Por qué? ¿Para ti que es el compañerismo? (trabajar la definición) ¿Qué importancia tiene? Explica. Ejemplifica a través de una vivencia personal este valor. Consideras que lo aplicas en todas las ocasiones correctamente. (reflexionar)

2. Leyendo el siguiente cuento corto de León Tolstoi y la parábola de Buen Samaritano, hacer una comparación entre los dos textos y responder las siguientes preguntas:

¿Qué crees de la actitud de los personajes de ambos textos? ¿De los personajes presentados en ambos textos, cuál crees que es más solidario? ¿Cómo hubieras actuado tú? ¿Por qué? ¿Qué valores crees que están en ambos textos?, Explica cada uno ¿Para ti que es el compañerismo y la solidaridad? Busca la definición de compañerismo y solidaridad.

LOS DOS CAMARADAS (León Tolstoi)

Iban por el bosque dos camaradas, cuando salió a su encuentro un oso. Uno echó a correr, trepó a un árbol y se escondió entre las ramas. El otro se quedó en medio del camino. Viendo que no tenía escapatoria, se echó al suelo y se fingió muerto.

El oso se le acercó y se puso a olerlo. El hombre retuvo la respiración.

El oso le olió, creyó que estaba muerto y se alejó.

Cuando el oso se hubo marchado, el otro bajó del árbol y preguntó entre risas:

- ¿Qué te ha dicho el oso al oído?

- Me ha dicho que los que abandonan a sus camaradas en los instantes de peligro son muy malas personas.

PARABOLA DEL BUEN SAMARITANO (Lucas 10: 25 – 37)

Jesús respondió: «Bajaba un hombre de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de salteadores, que, después de despojarle y golpearle, se fueron dejándole medio muerto. Casualmente, bajaba por aquel camino un sacerdote y, al verle, dio un rodeo. De igual modo, un levita que pasaba por aquel sitio le vio y dio un rodeo. Pero un samaritano que iba de camino llegó junto a él, y al verle tuvo compasión; y, acercándose, vendó sus heridas, echando en ellas aceite y vino; y montándoles sobre su propia cabalgadura, le llevo a una posada y cuidó de él.Al día siguiente, sacando dos denarios, se los dio al posadero y dijo: “Cuida de él y, si gasta algo de más, te lo pagaré cuando vuelva.” ¿Quién de estos tres te parece que fue prójimo del que cayó en manos de los salteadores?» Él dijo: «El que practicó la misericordia con él». Jesús le dijo: «Vete y haz tú lo mismo».

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COLEGIO MAYOR SANTIAGO DE CALI

Taller # 3 Responsabilidad

Objetivo:

Estimular el valor de la responsabilidad.

Desarrollo.

1. Lee e interpreta el cuento “El tamborcillo sardo” (Edmundo de Amicis)2. Contesta las siguientes preguntas:

¿Por qué al soldado le decían tamborcillo? ¿Qué edad tenía? ¿Qué está sucediendo durante todo el texto? ¿Cómo valoras la actitud del capitán? ¿Cómo valoras la actitud del soldado joven?

3. Explica la definición del valor de responsabilidad.4. Analiza la definición escrita y realiza ejemplos de la misma.5. Haz una comparación de la lectura anterior, con el texto bíblico Génesis 4, 1:16 y ejemplifica los puntos

en común que hay en los textos.6. Harías tú lo mismo si estuvieras en esa situación. ¿Por qué?7. Realiza una composición donde valores la actitud del tamborcillo.

El tamborcillo sardo (Edmundo de Amicis)

Durante la primera jornada de la batalla de Custozza, el 24 de julio de 1848, sesenta soldados de un regimiento de infantería de nuestro ejército, que habían sido enviados a una altura para ocupar cierta casa solitaria, se vieron de pronto asaltados por dos compañías de soldados austriacos. Atacándolos por varios lados, éstos apenas les dieron tiempo de refugiarse en la morada y de reforzar precipitadamente la puerta, después de haber dejado algunos muertos y heridos en el campo.

Asegurada la puerta, los nuestros acudieron a las ventanas del piso bajo y del primer piso y comenzaron a hacer certero fuego sobre los sitiadores, los cuales, acercándose poco a poco, colocados en forma de semicírculo, respondían vigorosamente. Los sesenta soldados italianos eran dirigidos por dos oficiales subalternos y un capitán viejo, alto, seco, severo, con el pelo y el bigote blancos. Estaba con ellos un tamborcillo sardo, muchacho de poco más de catorce años, que representaba escasamente doce, de cara morena aceitunada, con ojos negros y hundidos, que echaban chispas.

El capitán, desde una habitación del piso primero, dirigía la defensa, dando órdenes que parecían pistoletazos, sin que se viera en su cara de hierro ningún signo de conmoción. El tamborcillo, un poco pálido, pero firme sobre sus piernas, subido sobre una mesa, alargaba el cuello, agarrándose a las paredes, para mirar fuera de las ventanas y veía a través del humo, por los campos, las blancas divisas de los austriacos, que iban avanzando lentamente. La casa estaba situada en la cima de una escabrosísima pendiente, y no tenía por el lado de la cuesta más que una ventanilla alta, correspondiente a un cuarto del último piso; por eso los austriacos no amenazaban la casa por aquella parte, y en la cuesta no había nadie: el fuego se dirigía contra la fachada y los dos flancos.

Pero era un fuego infernal, una nutrida granizada de balas, que, por afuera, rompía paredes y despedazaba tejas, y, por dentro, deshacía techumbres, muebles, puertas, arruinándolo todo, arrojando al aire astillas, nubes de yeso y fragmentos de trastos, útiles y cristales, silbando, rebotando, rompiéndolo todo con un fragor que ponía los pelos de punta. De vez en cuando, uno de los soldados que disparaban desde las ventanas caía dentro, al suelo, y era echado a un lado. Algunos iban vacilantes de cuarto en cuarto, apretándose una herida con las manos.

En la cocina había ya un muerto, con la frente abierta. El cerco de los enemigos se estrechaba. Llegó un momento en que se vio al capitán, hasta entonces impasible, dar muestras de inquietud y salir precipitadamente del cuarto, seguido de un sargento. Al cabo de tres minutos, volvió a la carrera el sargento y llamó al tamborcillo, haciéndole señas de que lo siguiese. El muchacho lo siguió, subiendo a escape por una escalera de madera, y entró con él en una buhardilla desmantelada, donde vio al capitán que escribía con lápiz en una hoja, apoyándose en la ventanilla, y teniendo a sus pies, sobre el suelo, una cuerda de pozo.

El capitán dobló la hoja y dijo bruscamente, clavando sobre el muchacho sus pupilas grises y frías, ante las cuales todos los soldados temblaban:

-¡Tambor! -El tamborcillo se llevó la mano a la visera. El capitán agregó-: Tú tienes valor.

Los ojos del muchacho relampaguearon.

-Sí, mi capitán -respondió.

-Mira allá abajo -dijo el capitán llevándolo a la ventana-, en el suelo, junto a la casa de Villafranca, donde brillan aquellas bayonetas. Allí están los nuestros, inmóviles. Toma este papel, agárrate a la cuerda, baja por la ventanilla, atraviesa a escape la cuesta, corre por los campos, llega a donde están los nuestros, y entrega el papel al primer oficial que veas. Quítate el cinturón y la mochila.

El tambor se quitó el cinturón y la mochila, y se colocó el papel en el bolsillo del pecho; el sargento echó afuera la cuerda y agarró con las dos manos uno de los extremos; el capitán ayudó al muchacho a saltar por la ventana, vuelto de espaldas al campo.

-Ten cuidado -le dijo-; la salvación del destacamento está en tu valor y en tus piernas.

-Confíe usted en mí, mi capitán -dijo el tambor saliendo fuera.

-Agáchate al bajar -dijo el capitán, agarrando la cuerda junto con el sargento.

-No tenga usted cuidado.

-Dios te ayude.

Pocos momentos más tarde el tamborcillo estaba en el suelo; el sargento tiró de la cuerda para arriba, y desapareció; el capitán se asomó precipitadamente a la ventanilla, y vio al muchacho que corría por la cuesta abajo.

Esperaba ya que hubiese conseguido huir sin ser observado, cuando cinco o seis nubecillas de polvo que se destacaron del suelo, delante y detrás del muchacho, le advirtieron que había sido descubierto por los austriacos, los cuales disparaban hacia abajo, desde lo alto de la cuesta. Aquellas pequeñas nubes eran tierra echada al aire por las balas. Pero el tambor seguía corriendo precipitadamente. Al cabo de un rato, exclamó consternado:

-¡Muerto!

Pero no había acabado de decir la palabra, cuando vio levantarse al tamborcillo.

"¡Ah, no ha sido más que una caída!", se dijo, y respiró. El tambor, en efecto, volvió a correr con todas sus fuerzas, pero cojeaba. "Se ha torcido un pie", pensó el capitán. Alguna nubecilla de polvo se levantaba aquí y allá, en torno del muchacho, pero siempre más lejos. Estaba a salvo. El capitán lanzó una exclamación de triunfo. Pero siguió acompañándolo con los ojos, temblando, porque era cuestión de minutos. Si no llegaba pronto abajo con la esquela en que pedía inmediato socorro, todos sus soldados caerían muertos, o tendría que rendirse y caer prisionero con ellos.

El muchacho corría rápidamente un rato; después detenía el paso cojeando; tomaba carrera luego de nuevo, pero a cada instante necesitaba detenerse. "Quizá ha sido una contusión en el pie por una bala", pensó el capitán. Reparaba, temblando, en todos sus movimientos, y, excitado, le hablaba como si pudiera oírlo. Medía incesantemente con la vista el espacio que mediaba entre el muchacho que corría y el círculo de armas que veía allá lejos, en la llanura, en medio de los campos de trigo dorados por el sol. Mientras tanto escuchaba el silbido y el estruendo de las balas en las habitaciones de abajo, las voces de mando y los gritos de rabia de los oficiales y los sargentos; los agudos lamentos de los heridos, y el ruido de los muebles que se rompían, y del yeso que se desmoronaba.

-¡Ánimo! ¡Valor! -gritaba, siguiendo con la mirada al tamborcillo que se alejaba-. ¡Adelante! ¡Corre! ¡Se detiene!... ¡Maldición! ¡Ah, vuelve a emprender la marcha!

Un oficial subió anhelante a decirle que los enemigos, sin interrumpir el fuego, agitaban un pañuelo blanco para intimar la rendición.

-¡Que no se responda! -gritó el capitán, sin apartar la mirada del muchacho, que estaba ya en la llanura, pero que no corría, y parecía que desalentaba al llegar-. ¡Anda!... ¡Corre!... -decía el capitán apretando los dientes y los puños-; desángrate, muere, desgraciado, pero llega.

Después lanzó una imprecación horrible.

-¡Ah! El infame holgazán se ha sentado.

El muchacho, en efecto, a quien hasta entonces se había visto sobresalir por encima de un campo de trigo, se había perdido de vista, como si se hubiese caído. Pero al cabo de un momento, su cabeza volvió a verse fuera; al fin se perdió detrás de los sembrados, y el capitán ya no lo vio más.

Entonces bajó impetuosamente; las balas llovían; los cuartos estaban llenos de heridos, algunos de los cuales daban vueltas como borrachos, agarrándose a los muebles; las paredes y el suelo estaban teñidos de sangre; los cadáveres yacían en los umbrales de las puertas; el teniente tenía el brazo derecho destrozado por una bala; el humo y la pólvora lo envolvían todo.

-¡Ánimo! -gritó el capitán-. ¡Firmes en sus puestos! ¡Van a venir socorros! ¡Un poco de valor aún!

Los austriacos se habían acercado más; se veían, ya entre el humo, sus caras descompuestas; se oía, entre el estrépito de los tiros, su gritería salvaje, que insultaba, intimaba la rendición y amenazaba con el degüello. Algún soldado, aterrorizado, se retiraba detrás de las ventanas, y los sargentos lo empujaban hacia adelante.

Pero el fuego de los sitiados aflojaba, el desaliento se veía en todos los rostros; no era ya posible llevar más allá la resistencia. Llegó un momento en que el ataque de los austriacos se hizo más sensible, y una voz de trueno gritó, primero en alemán, en italiano después:

-¡Ríndanse!

-¡No! -gritó el capitán desde una ventana.

Y el fuego volvió a empezar más certero y más rabioso por ambas partes. Cayeron otros soldados. Ya había más de una ventana sin defensores. El momento fatal era inminente. El capitán gritaba con voz que se le ahogaba en la garganta:

-¡No vienen! ¡No vienen!

Y corría furioso de un lado a otro, arqueando el sable con su mano convulsa, resuelto a morir. Entonces un sargento, bajando de la buhardilla, gritó con voz estentórea:

-¡Ya llegan!

-¡Ya llegan! -repitió con un grito de alegría el capitán.

Al oír aquellos gritos, todos, sanos, heridos, sargentos, oficiales, se asomaron a las ventanas, y la resistencia se redobló ferozmente otra vez. De allí a pocos instantes se notó una especie de vacilación y un principio de desorden entre los enemigos. De pronto, muy de prisa, el capitán reunió a algunos soldados en el piso bajo para contener el ímpetu de fuera, con bayoneta calada. Después volvió arriba. Apenas llegó, oyó un rumor de pasos precipitados, acompañado de un "¡Hurra!" formidable, y vieron desde las ventanas avanzar entre el humo los sombreros apuntados de los carabineros italianos, un escuadrón a escape tendido, y un brillante centelleo de espadas que hendían el aire, en molinete por encima de las cabezas, sobre los hombros y encima de las espaldas; entonces el pequeño piquete reunido por el capitán salió a bayoneta calada fuera de la puerta. Los enemigos vacilaron, se resolvieron y, al fin, emprendieron la retirada: el terreno quedó desocupado, la casa estuvo libre, y poco después dos batallones de infantería italianos y dos cañones ocuparon la altura.

El capitán, con los soldados que le quedaron, se incorporó a su regimiento, peleó aún, y fue ligeramente herido en la mano izquierda por una bala, que rebotó en la bayoneta durante el último ataque. La jornada terminó con la victoria de los nuestros.

Pero, al día siguiente, habiendo vuelto a combatir, los italianos fueron vencidos a pesar de su valerosa resistencia, por un mayor número de austriacos, y la mañana del 26 tuvieron tristemente que retirarse hacia el Mincio.

El capitán, aunque herido, anduvo a pie con sus soldados, cansados y silenciosos, y llegaron a Goito al ponerse el sol sobre el Mincio; buscó en seguida a su teniente, que había sido recogido con el brazo roto por nuestra ambulancia y que debía haber llegado allí antes que él. Le indicaron una iglesia donde se había instalado precipitadamente el hospital de campaña. Se dirigió allí; la iglesia estaba llena de heridos colocados en dos filas de camas y de colchones extendidos sobre el suelo; dos médicos y varios practicantes iban y venían afanados, y oíanse gritos ahogados y gemidos.

Apenas entró el capitán, se detuvo y dirigió una mirada a su alrededor en busca de su oficial. En aquel momento, se oyó llamar por una voz apagada muy próxima:

-¡Mi capitán!

Se volvió: era el tamborcillo.

Estaba tendido sobre un catre de madera, cubierto hasta el pecho por una tosca cortina de ventana, de cuadros rosas y blancos, con los brazos fuera, pálido y demacrado, pero siempre con sus ojos brillantes como dos ascuas.

-¿Cómo, eres tú? -le preguntó el capitán, admirado, pero bruscamente-. Bravo; has cumplido con tu deber.

-He hecho lo posible -respondió el tambor.

-¿Estás herido? -dijo el capitán buscando con la vista a su teniente en las camas próximas.

-¡Qué quiere usted! -dijo el muchacho, a quien daba alientos para hablar la honra de estar herido por vez primera, sin lo cual no hubiera osado abrir la boca ante aquel capitán- corrí mucho con la cabeza baja; pero, aunque agachándome, me vieron en seguida. Hubiera llegado veinte minutos antes si no me alcanzan. Afortunadamente encontré pronto a un capitán de Estado Mayor, a quien di la esquela. Pero me costó gran trabajo bajar después de aquella caricia. Me moría de sed; temía no llegar ya; lloraba de rabia, pensando que cada minuto que tardaba se iba uno al otro mundo, allá arriba. Pero, en fin, he hecho lo que he podido. Estoy contento. ¡Pero mire usted, y dispense, mi capitán, que pierde usted sangre!

En efecto: de la palma de la mano del capitán, mal vendada, corría una gota de sangre.

-¿Quiere usted que le apriete la venda, mi capitán? Deme un momento.

El capitán dio la mano izquierda, y alargó la derecha para ayudar al muchacho a hacer el nudo y atarlo; pero el chico, apenas se alzó de la almohada, palideció, y tuvo que volver a apoyar la cabeza.

-¡Basta, basta! -dijo el capitán mirándolo y retirando la mano vendada, que el tambor quería retener-; cuida de lo tuyo, en vez de pensar en los demás, que las cosas ligeras, descuidándolas, pueden hacerse graves.

El tamborcillo movía la cabeza.

-Pero tú -agregó el capitán, observándolo atentamente- debes haber perdido mucha sangre para estar tan débil.

-¿Perdido mucha sangre? -respondió el muchacho sonriendo-. Algo más que sangre. ¡Mire!

Y se echó abajo la colcha.

El capitán retrocedió, horrorizado.

El muchacho no tenía más que una pierna: la pierna izquierda le había sido amputada por encima de la rodilla; el muñón estaba vendado con paños ensangrentados.

En aquel momento pasó un médico militar, pequeño y gordo, en mangas de camisa.

-¡Ah, mi capitán! -dijo rápidamente señalando al tamborcillo-: he aquí un caso desgraciado; esa pierna se habría salvado con nada, si él no la hubiese forzado de aquella mala manera: ¡maldita inflamación! Fue necesario cortar así. Pero es un valiente, se lo aseguro; no ha derramado una lágrima ni se le ha oído un grito. Estaba yo orgulloso, al operarlo, de que fuese un muchacho italiano; palabra de honor. Es de buena raza, a fe mía.

Y continuó su camino.

El capitán arrugó sus grandes cejas blancas, y miró fijamente al tamborcillo, subiéndole la colcha; después, lentamente, casi sin darse cuenta de ello, y mirándolo siempre, levantó la mano hasta la cabeza y se quitó el quepis:

-¡Mi capitán! -exclamó el muchacho, admirado-. ¿Qué hace, mi capitán? ¡Por mí!

Y entonces aquel tosco soldado, que no había dicho nunca una palabra suave a un inferior suyo, respondió con voz dulce y extremadamente cariñosa:

-Yo no soy más que un capitán: tú eres un héroe.

Después se arrojó con los brazos abiertos sobre el tamborcillo, y lo besó cariñosamente con todo su corazón.

Génesis 4, 1:16

El hombre se unió a Eva, su mujer, y ella concibió y dio a luz a Caín. Entonces dijo: "He procreado un varón, con la ayuda del Señor". Más tarde dio a luz a Abel, el hermano de Caín, Abel fue pastor de ovejas y Caín agricultor. Al cabo de un tiempo, Caín presentó como ofrenda al Señor algunos frutos del suelo, mientras que Abel le ofreció las primicias y lo mejor de su rebaño. El Señor miró con agrado a Abel y su ofrenda, pero no miró a Caín ni su ofrenda. Caín se mostró muy resentido y agachó la cabeza. El Señor le dijo: "¿Por qué estás resentido y tienes la cabeza baja? Si obras bien podrás mantenerla erguida; si obras mal, el pecado está agazapado a la puerta y te acecha, pero tú debes dominarlo". Caín dijo a su hermano Abel: "Vamos afuera". Y cuando estuvieron en el campo, se abalanzó sobre su hermano y lo mató. Entonces el Señor preguntó a Caín: "¿Dónde está tu hermano Abel?". "No lo sé", respondió Caín. "¿Acaso yo soy el guardián de mi hermano?". Pero el Señor le replicó: "¿Qué has hecho? ¡Escucha! La sangre de tu hermano grita hacia mí desde el suelo. Por eso maldito seas lejos del suelo que abrió sus fauces para recibir la sangre de tu hermano derramada por ti. Cuando lo cultives, no te dará más su fruto, y andarás por la tierra errante y vagabundo". Caín respondió al Señor: "Mi castigo es demasiado grande para poder sobrellevarlo. Hoy me arrojas lejos del suelo fértil; yo tendré que ocultarme de tu presencia y andar por la tierra errante y vagabundo, y el primero que me salga al paso me matará". "Si es así, le dijo el Señor, el que mate a Caín deberá pagarlo siete veces". Y el Señor puso una marca a Caín, para que al encontrarse con él, nadie se atreviera a matarlo. Luego Caín se alejó de la presencia del Señor y fue a vivir a la región de Nod, al este de Edén.

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COLEGIO MAYOR SANTIAGO DE CALI

Taller # 4 Justicia

Objetivo:

Estimular el valor de la justicia.

Desarrollo:

1. Leer el cuento el Príncipe Lapio para responder las siguientes preguntas:

¿Por qué consideraban injusto al príncipe Lapio? ¿Por qué situaciones pasó el Príncipe para entender el principio de la justicia? ¿Cómo valoras la posición del sabio y la del príncipe? ¿Para ti qué es la justicia. (Trabajar con la definición) ¿Dar ejemplos del valor de la justicia.

2. Lee el texto bíblico Éxodo 23, 1:9 y compáralo con el cuento, describe según el pasaje bíblico qué faltas cometía el príncipe.

3. Realiza una situación problemática donde pongas de manifiesto el valor de la justicia.

EL PRINCIPE LAPIO

Había una vez un príncipe que era muy injusto. Aunque parecía un perfecto príncipe, guapo, valiente e inteligente, daba la impresión de que al príncipe Lapio nunca le hubieran explicado en qué consistía la justicia. Si dos personas llegaban discutiendo por algo para que él lo solucionara, le daba la razón a quien le pareciera más simpático, o a quien fuera más guapo, o a quien tuviera una espada más chula. Cansado de todo aquello, su padre el rey decidió llamar a un sabio para que le enseñara a ser justo.- Llévatelo, mi sabio amigo -dijo el rey- y que no vuelva hasta que esté preparado para ser un rey justo.El sabio entonces partió con el príncipe en barco, pero sufrieron un naufragio y acabaron los dos solos en una isla desierta, sin agua ni comida. Los primeros días, el príncipe Lapio, gran cazador, consiguió pescar algunos peces. Cuando el anciano sabio le pidió compartirlos, el joven se negó. Pero algunos días después, la pesca del príncipe empezó a escasear, mientras que el sabio conseguía cazar aves casi todos los días. Y al igual que había hecho el príncipe, no los compartió, e incluso empezó a acumularlos, mientras Lapio estaba cada vez más y más delgado, hasta que finalmente, suplicó y lloró al sabio para que compartiera con él la comida y le salvara de morir de hambre.- Sólo los compartiré contigo-dijo el sabio- si me muestras qué lección has aprendidoY el príncipe Lapio, que había aprendido lo que el sabio le quería enseñar, dijo:- La justicia consiste en compartir lo que tenemos entre todos por igual.Entonces el sabio le felicitó y compartió su comida, y esa misma tarde, un barco les recogió de la isla. En su viaje de vuelta, pararon junto a una montaña, donde un hombre le reconoció como un príncipe, y le dijo.- Soy Maxi, jefe de los maxiatos. Por favor, ayudadnos, pues tenemos un problema con nuestro pueblo vecino, los miniatos . Ambos compartimos la carne y las verduras, y siempre discutimos cómo repartirlas.- Muy fácil,- respondió el príncipe Lapio- Contad cuantos sois en total y repartid la comida en porciones iguales. - dijo, haciendo uso de lo aprendido junto al sabio.Cuando el príncipe dijo aquello se oyeron miles de gritos de júbilo procedentes de la montaña, al tiempo que apareció un grupo de hombres enfadadísimos, que liderados por el que había hecho la pregunta, se

abalanzaron sobre el príncipe y le hicieron prisionero. El príncipe Lapio no entendía nada, hasta que le encerraron en una celda y le dijeron:- Habéis intentado matar a nuestro pueblo. Si no resolvéis el problema mañana al amanecer, quedaréis encerrado para siempre.Y es que resultaba que los Miniatos eran diminutos y numerosísimos, mientras que los Maxiatos eran enormes, pero muy pocos. Así que la solución que había propuesto el príncipe mataría de hambre a los Maxiatos, a quienes tocarían porciones diminutas.El príncipe comprendió la situación, y pasó toda la noche pensando. A la mañana siguiente, cuando le preguntaron, dijo:- No hagáis partes iguales; repartid la comida en función de lo que coma cada uno. Que todos den el mismo número de bocados, así comerán en función de su tamaño.Tanto los maxiatos como los miniatos quedaron encantados con aquella solución, y tras hacer una gran fiesta y llenarles de oro y regalos, dejaron marchar al príncipe Lapio y al sabio. Mientras andaban, el príncipe comentó:- He aprendido algo nuevo: no es justo dar lo mismo a todos; lo justo es repartir, pero teniendo en cuenta las diferentes necesidades de cada uno. .Y el sabio sonrió satisfecho. Cerca ya de llegar a palacio, pararon en una pequeña aldea. Un hombre de aspecto muy pobre les recibió y se encargó de atenderles en todo, mientras otro de aspecto igualmente pobre, llamaba la atención tirándose por el suelo para pedir limosna, y un tercero, con apariencia de ser muy rico, enviaba a dos de sus sirvientes para que les atendieran en lo que necesitaran. Tan a gusto estuvo el príncipe allí, que al marchar decidió regalarles todo el oro que le habían entregado los agradecidos maxiatos. Al oirlo, corrieron junto al príncipe el hombre pobre, el mendigo alborotador y el rico, cada uno reclamando su parte.- ¿cómo las repartirás? - preguntó el sabio - los tres son diferentes, y parece que de ellos quien más oro gasta es el hombre rico... El príncipe dudó. Era claro lo que decía el sabio: el hombre rico tenía que mantener a sus sirvientes, era quien más oro gastaba, y quien mejor les había atendido. Pero el príncipe empezaba a desarrollar el sentido de la justicia, y había algo que le decía que su anterior conclusión sobre lo que era justo no era completa.Finalmente, el príncipe tomó las monedas e hizo tres montones: uno muy grande, otro mediano, y el último más pequeño, y se los entregó por ese orden al hombre pobre, al rico, y al mendigo. Y despidiéndose, marchó con el sabio camino de palacio. Caminaron en silencio, y al acabar el viaje, junto a la puerta principal, el sabio preguntó:- Dime, joven príncipe ¿qué es entonces para ti la justicia?- Para mí, ser justo es repartir las cosas, teniendo en cuenta las necesidades, pero también los méritos de cada uno.- ¿por eso le diste el montón más pequeño al mendigo alborotador?- preguntó el sabio satisfecho.- Por eso fue. El montón grande se lo dí al pobre hombre que tan bien nos sirvió: en él se daban a un mismo tiempo la necesidad y el mérito, pues siendo pobre se esforzó en tratarnos bien. El mediano fue para el hombre rico, puesto que aunque nos atendió de maravilla, realmente no tenía gran necesidad. Y el pequeño fue para el mendigo alborotador porque no hizo nada digno de ser recompensado, pero por su gran necesidad, también era justo que tuviera algo para poder vivir.- terminó de explicar el príncipe.- Creo que llegarás a ser un gran rey, príncipe Lapio concluyó el anciano sabio, dándole un abrazo.Y no se equivocó. Desde aquel momento el príncipe se hizo famoso en todo el reino por su justicia y sabiduría, y todos celebraron su subida al trono algunos años después. Y así fue como el rey Lapio llegó a ser recordado como el mejor gobernante que nunca tuvo aquel reino.

Autor: Pedro Pablo Sacristán

EXODO 23: 1-9 (Defensa de los débiles)

No levantes testimonio falso, ni ayudes al malvado dando testimonio injusto. No sigas a la mayoría para hacer el mal; ni te inclines en un proceso por la mayoría en contra de la

justicia.

Tampoco favorecerás al pobre en su pleito.

Si encuentras el buey de tu enemigo o su asno extraviado, se lo llevarás. Si ves caído bajo la carga el asno del que te aborrece, no rehúses tu ayuda. Acude a ayudarle.

No tuerzas el derecho de tu pobre en su pleito. Aléjate de causas mentirosas, no quites la vida al inocente y justo; y no absuelvas al malvado.

No recibas regalos; porque el regalo ciega a los perspicaces y pervierte las causas justas. No oprimas al forastero; ya sabéis lo que es ser forastero, porque forasteros fuisteis vosotros en la tierra

de Egipto.

ARQUIDIOCESIS DE CALIFUNDACIÓN PABLO VI

COLEGIO MAYOR SANTIAGO DE CALI

Taller # 5

RespetoObjetivo:

Estimular el valor del respeto hacia los demás.

Forma de organización: Taller de reflexión.

Desarrollo:

1. Lee el cuento “Un Buey llamado hermoso” (Leyenda de Bután) y reflexiona:

¿Cuáles eran los sentimientos del buey para querer agradecer a su amo? ¿Cómo agradece su amo al buey? ¿Por qué crees que el amo actúa de manera incorrecta? ¿Por qué crees que sea importante respetar a los demás? ¿Cómo contribuyes tú, en tu colectivo, a seguir las normas que implican el respeto?

2. Busca en el diccionario la definición del valor del respeto, explícalo con tus propias palabras y da dos ejemplos de este.

3. Lee el texto bíblico Efesios 4: 17 – 32 y compáralo con la lectura anterior. Según el texto bíblico cuáles son las faltas que comete el amo, contra su buey.

4. Aplícalo lo aprendido en estas lectura en:

TU PERSONA: ¿Reconoces en ti la necesidad de respetar y que los demás te respeten? ¿Por qué? LA FAMILIA: ¿Cómo podrías favorecer un ambiente de respeto en tu casa? EL COLEGIO: ¿Qué acciones pueden ponerse en práctica para mejorar el respeto en la convivencia con

tus compañeros de clase?

Un buey llamado Hermoso

En Takkasila, hace muchos siglos, nació un tierno becerro. Fue adquirido por Amir, un hombre rico, que lo llamó Hermoso. Lo atendía adecuadamente y lo alimentaba con lo mejor.Cuando Hermoso se convirtió en un buey grande y potente, pensaba con gratitud: “Mi amo me dio todo. Me gustaría agradecer su ayuda”. Un día le propuso:—Mi señor. Busque a algún ganadero orgulloso de sus animales. Dígale que puedo tirar de cien carros cargados al máximo.Amir aceptó y visitó a un mercader.—Mis bueyes son los más fuertes —comentó éste.—No. El mío puede tirar de cien carros cargados —respondió Amir.Apostaron mil monedas de oro y fijaron un día para la prueba.El mercader amarró cien carros llenos de arena para volverlos más pesados. Cuando comenzó la prueba, Amir se subió al primero. No resistió el deseo de darse importancia ante quienes lo veían. Hizo sonar su látigo y le gritó a Hermoso:—Avanza, animal tonto.Hermoso pensó: “Nunca he hecho nada malo y mi amo me insulta”. Permaneció fijo en el lugar y se resistió a tirar.

El mercader rió y pidió el pago de las monedas. Cuando volvieron a casa Hermoso le preguntó a Amir:—¿Por qué estás tan triste?—Perdí mucho dinero por ti.—Me diste con el látigo. Me llamaste tonto. Dime, en toda mi vida rompí algo?, ó te causé algún perjuicio? —preguntó Hermoso.—No —respondió el amo.—Entonces ¿por qué me ofendiste? La culpa no es mía, sino tuya… Pero como me da pena verte así, acude con el mercader y apuesta de nuevo: que sean dos mil monedas. Eso sí: usa conmigo sólo las palabras que merezco.El mercader aceptó pensando que volvería a ganar. Todo estuvo listo para la nueva prueba. Cuando Hermoso tenía que tirar de los carros, Amir le tocó la cabeza con una flor de loto y le pidió:—Hermoso, ¿podrías hacerme el favor de jalar estos cien carros?Hermoso obedeció de inmediato y con gran facilidad los desplazó. Incrédulo, el mercader pagó las dos mil monedas de oro. Quienes presenciaron la sorprendente muestra de su fuerza llenaron al buey de mimos y obsequios. Pero más que el dinero, Amir apreció la lección de humildad y respeto que había recibido.

—Leyenda de Bután

Efesios 4: 17 – 32 (La nueva vida en Cristo)

Esto, pues, digo y requiero en el Señor: que ya no andéis como los otros gentiles, que andan en la vanidad de su mente, teniendo el entendimiento entenebrecido, ajenos de la vida de Dios por la ignorancia que en ellos hay, por la dureza de su corazón; los cuales, después que perdieron toda sensibilidad, se entregaron a la lascivia para cometer con avidez toda clase de impureza.Mas vosotros no habéis aprendido así a Cristo, si en verdad le habéis oído, y habéis sido por él enseñados, conforme a la verdad que está en Jesús. En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad. Por lo cual, desechando la mentira, hablad verdad cada uno con su prójimo; porque somos miembros los unos de los otros. Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo, ni deis lugar al diablo. El que hurtaba, no hurte más, sino trabaje, haciendo con sus manos lo que es bueno, para que tenga qué compartir con el que padece necesidad. Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes. Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención. Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia. Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo.

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Taller # 6Tolerancia.

Objetivos:

Reafirmar el valor de la tolerancia a la diferencia.

Desarrollo:

1. Hacer una lectura reflexiva del cuento “El patito feo” —Adaptación del cuento de Hans Christian Andersen y contestar las siguientes preguntas:

¿Por qué razón rechazaron sus hermanos y demás aves al último patito en nacer? ¿Qué crees que haya sentido el patito feo al no ser aceptado por los demás? ¿Por qué crees que los demás patos estaban actuando incorrectamente? ¿por qué? ¿Por qué crees que sea importante respetar las diferencias físicas, de carácter y culturales de los

demás? ¿Qué crees que quiere decir la frase “ponte en los zapatos ajenos”? ¿Cómo crees que se relaciona esta

frase con el valor de la tolerancia?

2. Lee el texto bíblico Juan 8: 1-11 y responde las siguientes preguntas:

¿Cuál es la actitud de Jesús frente a la acusación de la mujer? ¿Qué te gustaría más ser defendido, defender, encontrar tu propia dignidad? ¿En qué consiste la dignidad de la mujer adultera? ¿Cuando hemos caído, no hemos levantado con facilidad o nos postramos frente a la adversidad? ¿A qué te invita este pasaje bíblico?

3. Aplícalo en:

TU PERSONA: ¿Reconoces en ti algo que te haga diferente a los demás? LA FAMILIA: ¿Cómo podrías favorecer un ambiente de paz en tu casa, respetando la diferencia de los

demás? EL COLEGIO: ¿En tu colegio hay diversidad de razas y culturas? ¿Qué entiendes por raza? ¿Por cultura? LA COMUNIDAD: ¿Qué acciones pueden ponerse en práctica para mejorar la convivencia con tus

hermanos?

4. Ejemplifica las siguientes frases:

Frase 1: La tolerancia es sólo una actitud provisional. Permite soportarse mutuamente a aquellos que no se aman, mientras llegan a amarse. — Vladimir Jankelevitch

Frase 2: El valor se pone a prueba cuando somos minoría. La tolerancia se pone a prueba cuando somos mayoría. — Ralph W. Sockman

El patito feo

Era verano y todo florecía. Una pata estaba empollando sus huevos y esperaba que sus polluelos rompieran el cascarón. Pronto así ocurrió. De cada uno comenzó a salir un pequeño pico y poco a poco fueron surgiendo las diminutas aves, que más bien parecían bolas de algodón dorado.

—¡Qué crías tan preciosas! —comentó una vieja pata vecina que pasaba por allí.—Todas se parecen a su padre —respondió orgullosa la pata.Sin embargo, aún faltaba por romperse un cascarón: el del huevo más grande de todos. Al cabo de unas horas salió de él un patito negro y grandullón.—Está muy feo —opinó la vecina.—Es diferente a todos, pero yo lo encuentro hermoso. Como mi pequeño que es lo educaré junto con sus hermanos y lo llevaré a conocer a los demás patos —sostuvo la madre.

Pero sus hermanos, los otros patos y hasta algunas otras aves de corral lo rechazaban. Según ellos era tonto y no debía pertenecer a su grupo. Las cosas empeoraban cada día. Finalmente el patito decidió huir y buscar más suerte en otra parte. Estuvo en una granja donde tampoco lo trataban bien, pasó el invierno con mucho frío y sin alimentos suficientes. Al cabo de meses llegó la primavera y él siguió buscando su fortuna.

Una mañana pasó cerca de un lago y vio a un hermoso conjunto de cisnes que nadaban en él, bajo las ramas de los árboles en flor.—¿Me puedo meter al agua con ustedes? —les preguntó.—Claro que sí. Eres uno de los nuestros —respondió el mayor.—No se rían de mí, ya se que soy bastante feo.—No es burla, mira tu reflejo en el agua.El patito no podía creer lo que estaba viendo. En el curso del invierno se había transformado en un cisne tan blanco y elegante como los que estaban en el lago. Así pues, se echó a nadar con los otros.Los niños que vivían por allí lo miraron emocionados:—¿Ya vieron al nuevo cisne? Es el más hermoso de todos —opinaron. Cuando los patos lo vieron se dieron cuenta que toda criatura viviente guarda, secretamente, su propia belleza y está llena de dignidad. Lamentaron no haberlo reconocido a tiempo.Él no podía creer lo que estaba ocurriendo. Mientras lo elogiaban pensó para sí: “Nunca soñé tanta felicidad cuando era el Patito feo”.

—Adaptación del cuento de Hans Christian Andersen

Juan 8: 1 – 11 (La mujer Adultera)

Más Jesús se fue al monte de los Olivos. Pero de madrugada se presentó otra vez en el Templo, y todo el pueblo acudía a él. Entonces se sentó y se puso a enseñarles. Los escribas y fariseos le llevan una mujer sorprendida en adulterio, la ponen en medio y le dicen: «Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. Moisés nos mandó en la Ley apedrear a estas mujeres. ¿Tú qué dices?» Esto lo decían para tentarle, para tener de qué acusarle. Pero Jesús, inclinándose, se puso a escribir con el dedo en la tierra. Pero, como ellos insistían en preguntarle, se incorporó y les dijo: «Aquel de vosotros que esté sin pecado, que le arroje la primera piedra». E inclinándose de nuevo, escribía en la tierra. Ellos, al oír estas palabras, se iban retirando uno tras otro, comenzando por los más viejos; y se quedó solo Jesús con la mujer, que seguía en medio. Incorporándose Jesús le dijo: «Mujer, ¿dónde están? ¿Nadie te ha condenado?» Ella respondió: «Nadie, Señor». Jesús le dijo: «Tampoco yo te condeno. Vete, y en adelante no peques más».

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Taller # 10

Sinceridad

Objetivos:

Fortalecer el valor de la Sinceridad

Desarrollo:

1. Lee reflexivamente el cuento “juego de dados” (Cuento budista incluido en la antología Jataka) y contesta las siguientes preguntas:

¿Cómo crees que se sentía Apu al saber que su amigo Amir constantemente le hacía trampa en el juego?

¿Por qué crees que era necesario que Apu le diera una lección a Amir cuando simplemente jugaban para entretenerse?

¿Cómo influye el valor de la honestidad en las relaciones entre los seres humanos? ¿Crees que quien dice la verdad conquista el respeto de los otros?

2. Lee el texto bíblico: Lucas 16: 1 -8 y reflexiona en las siguientes preguntas:

¿Tengo mayor facilidad para decir la verdad o la mentira? ¿Por qué? Juzga desde tu punto de vista la forma cómo procedió el administrador del pasaje ¿Tú como un adolescente sincero que le corregirías a este administrador? ¿Cómo administras todo lo que se te ha confiado (tiempo, tareas, amigos, estudio, familia, la vida, etc)

3. Aplícalo en:

TÚ PERSONA: ¿Por qué es importante no engañarse a sí mismo? LA FAMILIA: ¿En qué situaciones te cuesta más trabajo decir la verdad? EL COLEGIO: ¿Cuál es la mejor forma de ganar amigos?

LA COMUNIDAD: ¿Has observado acciones deshonestas en otros? ¿Qué crees que podrías hacer?

4. Reflexiona sobre las siguientes frases y ejemplifícalas:

Frase 1:La honestidad es siempre digna de elogio, aun cuando no reporte utilidad, ni recompensa, ni provecho. — Marco Tulio Cicerón

Frase 2: Si no dices la verdad sobre ti mismo, difícilmente podrás decir la de las otras personas. — Virginia Woolf

Un juego de dados

Había en la ciudad de Benarés un hombre, llamado Apu, aficionado a los juegos de mesa. Solía practicarlos en compañía de su amigo Amir. Sin embargo, entre ambos había una gran diferencia. Apu era honesto y sabía perder. Amir no: cuando iba ganando seguía con el juego; cuando iba perdiendo, sin que Apu se diera cuenta,

se metía con maña el dado a la boca y lo mantenía escondido debajo de la lengua para deshacerse de él más tarde.

—¡El dado se perdió! No lo veo por ningún lado—decía hablando de una forma muy peculiar.Como si estuviera muy preocupado, fingía buscarlo debajo de la mesa, en las prendas de su ropa, entre los pliegues de la alfombra y terminaba por decir:—Ni modo. El juego se acabó porque el dado no aparece. —

Apu no tardó en darse cuenta de esta trampa y decidió darle una lección a su amigo. Al día siguiente, antes de la acostumbrada cita para jugar, tomó el dado que iban a emplear y lo metió en una mezcla líquida de especias muy picantes. Lo sacó, lo dejó secar y como el dado era amarillo no parecía extraño.

Amir llegó y comenzó el acostumbrado juego. Todo fue bien durante las tres primeras rondas, pues iba ganando. Pero en el cuarto juego estaba a punto de perder. Le pareció sencillo usar el truco acostumbrado y se metió el dado a la boca. Pero en cuanto eso ocurrió sintió como si tuviera verdadera lumbre bajo la lengua.

—¡Socorro! ¡Socorro!— gritaba mientras corría de un lado al otro de la habitación.Apu le preguntó, con malicia, qué le pasaba. Amir ya no podía hablar y sólo alcanzó a sacarse el dado de la boca. Apu le acercó una bebida que ya tenía preparada, a base de mantequilla, aceite de palma, miel de abeja y jugo de caña, especial para quitar el gusto picante. Amir la apuró de un sorbo sintiendo un gran alivio. Pronto estuvo en condiciones de hablar:

—¿Por qué me hiciste eso?— preguntó Amir.—Porque me di cuenta de que me hacías trampa en el juego y no lo podía aceptar.—¿Pero por qué te pareció tan importante, si jugamos sólo para entretenernos?— cuestionó Amir.—Porque quise enseñarte que entre los amigos existe un compromiso de lealtad y que en cualquier situación, por simple que sea, hay que conducirse con rectitud. Vivir haciendo trampas sólo te traerá problemas, como este picante dado que te sorprendió. ¿Gustas otro?

Lucas 16, 1-8 (El administrador Astuto)

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: Era un hombre rico que tenía un administrador a quien acusaron ante él de malbaratar su hacienda; le llamó y le dijo: "¿Qué oigo decir de ti? Dame cuenta de tu

administración, porque ya no podrás seguir administrando." Se dijo a sí mismo el administrador: "¿Qué haré, pues mi señor me quita la administración? Cavar, no puedo; mendigar, me da vergüenza. Ya sé lo que voy a hacer, para que cuando sea removido de la administración me reciban en sus casas." Y convocando uno por uno a los deudores de su señor, dijo al primero: "¿Cuánto debes a mi señor?" Respondió: "Cien medidas de

aceite." Él le dijo: "Toma tu recibo, siéntate en seguida y escribe cincuenta." Después dijo a otro: "Tú, ¿cuánto debes?" Contestó: "Cien cargas de trigo." Dícele: "Toma tu recibo y escribe ochenta." El señor alabó al

administrador injusto porque había obrado astutamente, pues los hijos de este mundo son más astutos con los de su generación que los hijos de la luz.

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Taller # 11

Amistad

Objetivos:

Fortalecer el valor de la Amistad

Desarrollo:

1. Lee reflexivamente la canción “Amigo” (Roberto Carlos) y contesta las siguientes preguntas:

Elabora un cuadro comparativo entre el amigo fiel y el amigo infiel ¿A qué personas dedicarías esta canción y por qué? Escribe el nombre de tus mejores amigos y las cualidades por las que los consideras así. Redacta un mensaje para tus mejores amigos, utilizando frases de la canción anterior.

2. Lee el pasaje bíblico: Eclesiástico 6: 5 – 17 y responde:

Escribe todos los valores que encierra la amistad encontrados en el pasaje y elabora una carta a su mejor amigo

¿Si “Cristo es el amigo que nunca falla”, yo en que le he fallado”

3. Aplícalo en:

TU PERSONA: ¿Por qué es importante tener amigos? LA FAMILIA: ¿Consideras que en tu hogar tienes amigos y por qué? EL COLEGIO: ¿Cuál es la mejor forma de ganar amigos?

3. Reflexiona sobre las siguientes frases y ejemplifícalas: Frase 1:

“Un verdadero amigo es quien te toma de la mano y te toca el corazón.” —Gabriel García Márquez Frase 2:

“La amistad es un alma que habita en dos cuerpos, un corazón que habita en dos almas.” —Aristóteles Frase 3:

“Dar Preferid, entre los amigos, no sólo a aquellos que se entristecen con la noticia de cualquier desventura vuestra, sino más aún a los que en vuestra prosperidad no os envidian.” —Sócrates

AMIGO (Roberto Carlos)

Tu eres mi hermano del alma realmente un amigo.

Que en todo camino y jornada este a siempre conmigo.

Aunque eres un hombre aun tienes alma de niño.

Aquel que me de a su amistad, su respeto y cariño.

Recuerdo que juntos pasamos muy duros momentos.

Y tú no cambiaste por fuertes que fueran los vientos.

Es tu corazón una casa de puertas abiertas.

Tu eres realmente el más cierto en horas inciertas.

En ciertos momentos difíciles que hay en la vida.

Buscamos a quien nos ayude a encontrar la salida.

Y aquella palabra de fuerza y de fe que me has dado.

Me da la certeza que siempre estuviste a mi lado.

Tu eres mi amigo del alma en toda jornada.

Sonrisa y abrazo festivo a cada llegada.

Me dices verdades tan grandes con frases abiertas.

Tu eres realmente el más cierto de horas inciertas.

No preciso ni decir, todo eso que te digo.

Pero es bueno así sentir que eres tú mi gran amigo.

No preciso ni decir, todo eso que te digo.

Pero es bueno así sentir que yo tengo un gran amigo.

No preciso ni decir, todo eso que te digo.

Pero es bueno así sentir que eres tu mi gran amigo.

No preciso ni decir, todo eso que te digo.

Pero es bueno así sentir que yo tengo un gran amigo

Eclesiástico 6

Si eres amigo, no te vuelvas enemigo. Si no, tendrás deshonra y mala fama; así es el hombre malo y falso. 2 No te dejes llevar de la pasión, para que no destroce tu fuerza como un toro. No te dejes llevar de la pasión, para que no destroce tu fuerza como un toro. La pasión devorará tu follaje, arrancará tus frutos y te dejará como árbol seco. Porque la pasión violenta destruye a quien la tiene y hace que los enemigos se rían de él. La verdadera amistad

La conversación agradable atrae muchos amigos, y al que habla amablemente todos lo saludan.

Que sean muchos tus amigos, pero amigo íntimo solo uno entre mil. Si consigues un amigo, ponlo a prueba; no confíes demasiado pronto en él. Porque algunos son amigos cuando les conviene, pero no cuentas con ellos cuando los necesitas. Hay amigos que se vuelven enemigos y te hacen quedar mal hablando de tus pleitos. Algunos son amigos a la hora de comer, pero cuando te va mal no los encuentras. Mientras te vaya bien, serán uña y carne contigo; pero cuando te vaya mal, te abandonarán. Si algo malo te ocurre, se vuelven en contra tuya y se esconden de ti. Aléjate de tus enemigos y cuídate de tus amigos. Un amigo fiel es una protección segura; el que lo encuentra ha encontrado un tesoro. Un amigo fiel no tiene precio; su valor no se mide con dinero. Un amigo fiel protege como un talismán; el que honra a Dios lo encontrará. y sus acciones son iguales a su fama. El amigo es igual a uno mismo, y sus acciones son iguales a su fama.

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Taller # 12

GratitudObjetivos:

Fomentar el valor de la Gratitud

Desarrollo:

1. Lee reflexivamente el cuento “una cadena de favores” (Versión libre de un relato apócrifo) y contesta las siguientes preguntas:

¿Por qué crees que Alexander arriesgo su vida por una persona que no conocía? ¿Si tú estuvieras en una situación similar, cómo agradecerías a la persona que salvara tu vida? ¿Cómo influye el valor de la gratitud en las relaciones entre los seres humanos?

2. Lee el texto bíblico y responde:

3. Aplícalo en:

TÚ PERSONA: ¿Por qué es importante agradecer a los demás? LA FAMILIA: ¿En qué situaciones te cuesta más trabajo agradecer a los tuyos? EL COLEGIO: ¿Cuál es la mejor forma de ganar amigos? LA COMUNIDAD: ¿Has observado acciones de gratitud en tu comunidad? ¿Qué crees que podrías

hacer?

4. Reflexiona sobre las siguientes frases y ejemplifícalas: Frase 1:

“No hay en el mundo exceso más bello que el de la gratitud.” —Jean de la Bruyère

Frase 2:“La única esperanza de alegría está en las relaciones humanas.” —Antoine de Saint-Exupéry

1. Frase 3:“Dar confianza es una prueba de valentía; ser fiel, una señal de fuerza.”—Marie von Ebner-Eschenbach

Una cadena de favores (gratitud)

Winston era hijo de una rica familia, poseedora de extensas tierras en la Inglaterra del siglo XIX. Durante sus vacaciones visitaba la casa de campo y, aprovechando las raras mañanas en que salía el sol, se metía a un lago de aguas limpias.Un sábado, siguiendo esa costumbre, comenzó a nadar. Pero en esa ocasión se alejó más de lo prudente, hasta llegar a una zona de mayor profundidad. Sin sentirlo, perdió el control de sus movimientos, se sumergió y empezó a ahogarse.Casualmente pasaba por allí Alexander, un campesino de la misma edad de él que había llevado a pastar un rebaño de ovejas. Al ver que alguien se estaba ahogando, se lanzó de inmediato al lago, nadó hasta donde se hallaba Winston y lo rescató. Cargado en sus espaldas, lo llevó hasta la orilla y lo ayudó a recuperar el

conocimiento.Cuando Winston reaccionó le preguntó:—¿Cómo te llamas?—Alexander ¿y tú?—Winston. ¿Dónde vives?—En aquella casita que se ve en la montaña.El pequeño Alexander regresó con sus ovejas y Winston volvió caminando a su casa.

Dos semanas después un elegante carruaje subió por la montaña. Winston y sus padres bajaron de él y llamaron a la puerta. Una vez que Alexander y sus padres los invitaron a pasar explicaron el motivo de su visita.

—Hace una semana Alexander salvó a Winston de morir ahogado. Estamos muy agradecidos con él y nos gustaría darle una recompensa.—Disculpen, señores, pero lo hice sólo por ayudar —intervino Alexander.—Y precisamente por eso queremos corresponder. En este momento les ofrecemos pagar los estudios de su niño hasta que concluya una carrera profesional.Los padres de Alexander aceptaron emocionados, pues carecían de dinero para que el niño tuviera una profesión y pensaban que toda su vida sería pastor.

Consciente de la gran oportunidad que se le abría Alexander se desvelaba estudiando y era el mejor alumno de su clase. A los 22 años obtuvo su título como doctor y se dedicó a investigar nuevos medicamentos. Uno de sus mayores éxitos fue el hallazgo de una sustancia para curar infecciones respiratorias.Mientras tanto, Winston destacaba como militar y periodista. Al regresar de uno de sus numerosos viajes cayó enfermo de pulmonía y los médicos dieron pocas esperanzas de curación. Alexander lo supo y se presentó al hospital para ofrecer tratarlo con su nueva sustancia.Los especialistas aceptaron incrédulos pero, para su sorpresa, el paciente comenzó a mejorar y pronto estuvo fuera de peligro. Un tarde recibió la visita de Alexander:—Es la segunda vez que me salvas la vida. ¿Cómo puedo recompensarte ahora que eres un médico importante? —le preguntó Winston.—De una forma muy sencilla: recuerda siempre que llegué a serlo gracias a ti.

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Taller # 13: PerseveranciaObjetivos:

Estimular el valor de la Perseverancia

Desarrollo:

1. Lee reflexivamente el cuento “La séptima Carrera” (Leyenda escocesa ) y contesta las siguientes preguntas:

¿Por qué crees que el rey insistió tantas veces? ¿Cuántas veces te esfuerzas por alcanzar una meta? ¿Cómo influye el valor de perseverancia en las relaciones entre los seres humanos?

2. Lee el texto bíblico y responde:

3. Aplícalo en: TÚ PERSONA: ¿Por qué es importante no desistir frente a las adversidades? LA FAMILIA: ¿En qué situaciones familiares consideras que hace falta persistir más? EL COLEGIO: ¿En tu desempeño escolar y disciplinario en que aspectos debes esforzarte más, para

lograr las metas que te has propuesto? LA COMUNIDAD: ¿Qué aspectos consideras que en tu comunidad mejorarían si se fuera más

persistente?

4. Reflexiona sobre las siguientes frases y ejemplifícalas: Frase 1:

"Solo triunfa en el mundo quien se levanta y busca a las circunstancias, creándolas si no las encuentra." —George Bernard Shaw

Frase 2:"Después de escalar una montaña muy alta, descubrimos que hay muchas otras montañas por escalar." —Nelson Mandela

5. Frase 3:"La peor derrota de una persona es cuando pierde su entusiasmo." —H.W. Arnold

La séptima carrera

Escocia tuvo un rey llamado Roberto. Su reino estaba amenazado por Inglaterra, cuyo monarca había enviado a un ejército para apropiarse de sus tierras. Los escoceses ya estaban cansados

y el reino poco a poco caía en la pobreza.Roberto quería hacer la paz, pero tomar las armas le parecía inadecuado. Así que un día envió un emisario a la corte del rey enemigo para proponerle que resolvieran todo mediante una competencia de caballos. Si Roberto ganaba, los invasores se irían de sus tierras. Si Roberto perdía, se las entregaría.La carrera se llevó a cabo. Roberto perdió, pero le pidió una nueva oportunidad al enemigo. —Piensa que mi patria está en juego —dijo al otro rey. Seguro de que Roberto no lo lograría, el enemigo le dio cinco oportunidades más. En todas lo venció.

Una tarde de lluvia Roberto se refugió en una caverna, triste y sin esperanza. Entonces, sobre su cabeza vio a una araña muy pequeña que trataba de tejer su tela entre dos paredes. En seis ocasiones intentó tender el hilo de un extremo a otro, pero no lo logró. “Pobre animalillo” pensó el rey “tú sabes lo que son seis derrotas seguidas”. Pero entonces notó que la araña lo estaba intentando de nuevo y observó con gran interés lo que ocurría. “¿Volverá a fallar?” se preguntó. Pero en la séptima ocasión la araña consiguió su objetivo y siguió tejiendo. Inspirado por ese hecho pensó: “Si ella lo hizo ¿por qué no pruebo una vez más?”Con ánimo renovado fue en busca del monarca inglés y le pidió una última oportunidad.

—Si en esta ocasión pierdo, me iré para siempre a las montañas —le informó.—Pobre ingenuo. Te la daré para mostrarte que las tierras no son para ti —respondió, confiado, el contrincante.En la séptima carrera Roberto puso todo su entusiasmo. Su caballo parecía compartirlo con él. Uno y otro dieron lo mejor que tenían de sí hasta casi perder el aliento. Para sorpresa de todos, fueron los primeros en llegar a la meta. El rey de Inglaterra admiró la perseverancia del contrincante. Como hombre de honor que era, poco después reconoció la independencia de Escocia. Hasta la fecha quienes viven allí recuerdan a la esforzada araña que inspiró la última carrera.

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COLEGIO MAYOR SANTIAGO DE CALI

Taller # 14 Comunicación

Objetivos:

Fomentar el valor de la Comunicación

Desarrollo:

1. Lee reflexivamente el cuento “El Mejor Guerrero del Mundo” (Pedro Pablo Sacristán) y contesta las siguientes preguntas:

¿Cuál es la importancia de tener una buena comunicación con los demás? ¿Cuando quieres que alguien este de tu parte cómo lo logras? ¿Cómo influye la comunicación en las relaciones entre los seres humanos?

2. Lee el texto bíblico y responde:

3. Aplícalo en: TÚ PERSONA: ¿Por qué es importante comunicarse adecuadamente con los demás? LA FAMILIA: ¿Qué aspectos de la comunicación hay que mejorar en tu familia? EL COLEGIO: ¿Cómo es tu nivel de comunicación con tus compañeros y docentes? LA COMUNIDAD: ¿Qué aspectos consideras que en tu comunidad mejorarían si se tuviera un mejor

nivel de comunicación?

4. Reflexiona sobre las siguientes frases y ejemplifícalas: Frase 1:

"La discreción en el hablar importa más que la elocuencia." (Baltasar Gracián). Frase 2:

"Oigo y olvido. Veo y recuerdo. Hago y entiendo." (Proverbio chino). Frase 3:

"Yo sé que usted cree comprender lo que piensa que yo he dicho, pero no sé si se da cuenta de que lo que usted ha oído no es lo que yo quería decir." (Pierre Rataud de su libro "Técnicas de Venta").

EL MEJOR GUERRERO DEL MUNDO

Caucasum era un joven valiente, experto espadachín, que soñaba con convertirse en el mejor guerrero del mundo. En todo el ejército no había quien le venciera en combate, y soñaba con convertirse en el gran

general, sucediendo al anciano cobardón que ocupaba el puesto. El rey le apreciaba mucho, pero el día que le contó su sueño de llegar a ser general, le miró con cierto asombro y le dijo:

- Tu deseo es sincero, pero no podrá ser. Aún tienes mucho que aprender.

Aquello fue lo peor que le podía pasar a Caucasum, que se enfureció tanto que abandonó el palacio, decidido a aprender todas las técnicas de lucha existentes. Pasó por todo tipo de gimnasios y escuelas, mejorando su técnica y su fuerza, pero sin aprender nuevos secretos, hasta que un día fue a parar a una escuela muy especial, una gris fortaleza en lo alto una gran montaña. Según le habían contado, era la mejor escuela de guerreros del mundo, y sólo admitían unos pocos alumnos. Por el camino se enteró de que el viejo general había estudiado allí y marchó decidido a ser aceptado y aprender los grandes secretos de la guerra.

Antes de entrar en la fortaleza le obligaron a abandonar todas sus armas. "No las necesitarás más. Aquí recibirás otras mejores". Caucasum, ilusionado, se desprendió de sus armas, que fueron arrojadas inmediatamente a un foso por un hombrecillo gris. Uno de los instructores, un anciano serio y poco hablador, acompañó al guerrero a su habitación, y se despidió diciendo "en 100 días comenzará el entrenamiento".¡100 días! Al principio pensó que era una broma, pero pudo comprobar que no era así. Los primeros días estaba histérico y nervioso, e hizo toda clase de tonterías para conseguir adelantar el entrenamiento. Pero no lo consiguió, y terminó esperando pacientemente, disfrutando de cada uno de los días.El día 101 tuvieron la primera sesión. "Ya has aprendido a manejar tu primera arma: la Paciencia", comenzó el viejo maestro. Caucasum no se lo podía creer, y soltó una breve risa. Pero el anciano le hizo recordar todas las estupideces que había llegado a hacer mientras estaba poseido por la impaciencia, y tuvo que darle la razón. "Ahora toca aprender a triunfar cada batalla". Aquello le sonó muy bien a Caucasum, hasta que se encontró atado a una silla de pies y manos, subido en un pequeño pedestal, con decenas de aldeanos trepando para tratar de darle una paliza. Tenía poco tiempo para actuar, pero las cuerdas estaban bien atadas y no pudo zafarse. Cuando le alcanzaron, le apalearon.

El mismo ejercicio se repitió durante días, y Caucasum se convenció de que debía intentar cosas nuevas. Siguió fallando muchas veces, hasta que cayó en la cuenta de que la única forma de frenar el ataque era acabar con la ira de los aldeanos. Los días siguientes no dejó de hablarles, hasta que consiguió convencerles de que no era ninguna amenaza, sino un amigo. Finalmente, fue tan persuasivo, que ellos mismos le libraron de sus ataduras, y trabaron tal amistad que se ofrecieron para vengar sus palizas contra el maestro. Era el día 202.

-"Ya controlas el arma más poderosa, la Palabra, pues lo que no pudieron conseguir ni tu fuerza ni tu espada, lo consiguió tu lengua".

Caucasum estuvo de acuerdo, y se preparó para seguir su entrenamiento."Esta es la parte más importante de todas. Aquí te enfrentarás a los demás alumnos". El maestro le acompaño a una sala donde esperaban otros 7 guerreros. Todos parecían fuertes, valientes y fieros, como el propio Caucasum, pero en todos ellos se distinguía también la sabiduría de las dos primeras lecciones."Aquí lucharéis todos contra todos, triunfará quien pueda terminar en pie". Y así, cada mañana se enfrentaban los 7 guerreros. Todos desarmados, todos sabios, llamaban al grupo de fieles aldeanos que conquistaron en sus segundas pruebas, y trataban de influir sobre el resto, principalmente con la palabra y haciendo un gran uso de la paciencia. Todos urdían engaños para atacar a los demás cuando menos lo esperasen, y sin llegar ellos mismos a lanzar un golpe, dirigían una feroz batalla...Pero los días pasaban, y Caucasum se daba cuenta de que sus fuerzas se debilitaban, y sus aldeanos también. Entonces cambió de estrategia. Con su habilidad de palabra, renunció a la lucha, y se propuso utilizar sus aldeanos y sus fuerzas en ayudar a los demás a reponerse. Los demás agradecieron perder un enemigo que además se brindaba a ayudarles, y recrudecieron sus combates. Mientras, cada vez más aldeanos se unían al

grupo de Caucasum, hasta que finalmente, uno de los 7, llamado Tronor, consiguió triunfar sobre el resto. Tan sólo habían resistido unos pocos aldeanos junto a él. Cuando terminó y se disponía a salir triunfante, el maestro se lo impidió diciendo: "no, sólo uno puede quedar en pie".Tronor se dirigió con gesto amenazante hacia Caucasum, pero éste, adelantándose, dijo:

- ¿De veras quieres luchar?. ¿No ves que somos 50 veces más numerosos? Estos hombres lo entregarán todo por mi, les he permitido vivir libres y en paz, no tienes ninguna opción.

Cuando dijo esto, los pocos que quedaban junto a Tronor se pusieron del lado de Caucasum. ¡Había vencido!

El maestro entró entonces con una sonrisa de oreja a oreja: "de todas las grandes armas, la Paz es la que más me gusta. Todos se ponen de su lado tarde o temprano". El joven guerrero sonrió. Verdaderamente, en aquella escuela había conocido armas mucho más poderosas que todas las anteriores.Días después se despidió dando las gracias a su maestro, y volvió a palacio, dispuesto a disculparse ante el rey por su osadía. Cuando este le vio acercarse tranquilamente, sin escudos ni armas, sonriendo sabia y confiadamente, le saludó:

- ¿que hay de nuevo, General?

Autor: Pedro Pablo Sacristán

ARQUIDIOCESIS DE CALIFUNDACIÓN PABLO VI

COLEGIO MAYOR SANTIAGO DE CALI

Taller # 15Cooperación

Objetivos:

Fomentar el valor de la cooperación

Desarrollo:

1. Lee atentamente la fabula “El asno y el caballo” (Esopo) y contesta las siguientes preguntas:

¿En qué momentos de tu vida has tenido la oportunidad de ayudar a tu prójimo y te has negado? ¿Cómo te sientes cada vez que ayudas a los demás? ¿Cómo influye el valor de la cooperación en las relaciones entre los seres humanos?

2. Lee el texto bíblico y responde:

3. Aplícalo en:

TÚ PERSONA: ¿Cómo puedes ayudarte tu mismo a mejorar cada día más? LA FAMILIA: ¿En qué aspectos puedes colaborar en tu familia? LA COMUNIDAD: ¿Qué acciones hacen falta en tu comunidad por falta de cooperación? ¿Qué crees

que podrías hacer?

4. Reflexiona sobre las siguientes frases y ejemplifícalas: Frase 1:

" La cooperación es la convicción plena de que nadie puede llegar a la meta si no llegan todos”. (Virginia Burden)

Frase 2:"La riqueza de un hombre no se encuentra en la cantidad de dinero que posee, si no en la calidad de su conocimiento." —Anónimo

Frase 3:"La cooperación es el germen de un nuevo régimen social que conduce cada vez a espacios más vastos" —Anónimo

FABULA EL CABALLO Y EL ASNO

Un hombre tenía un caballo y un asno.

Un día que ambos iban camino a la ciudad, el asno, sintiéndose cansado, le dijo al caballo: Toma una parte de mi carga si te interesa mi vida. El caballo haciéndose el sordo no dijo nada y el asno cayó víctima de la fatiga, y murió allí mismo. Entonces el dueño echó toda la carga encima del caballo, incluso la piel del asno. Y el caballo, suspirando dijo: ¡Qué mala suerte tengo ! ¡Por no haber querido cargar con un ligero fardo ahora tengo que cargar con todo, y hasta con la piel del asno encima Cada vez que no tiendes tu mano para ayudar a tu prójimo que honestamente te lo pide, sin que lo notes en ese momento, en realidad te estás perjudicando a tí mismo.

Fábula de Esopo.

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COLEGIO MAYOR SANTIAGO DE CALI

Taller # 16Compartir

Objetivos:

Fortalecer el valor de Compartir

Desarrollo:

1. Lee atentamente el cuento “El cuenco de leche” (Anónimo) y contesta las siguientes preguntas:

¿Para ti cual es la importancia de compartir con los demás lo que tienes? ¿Cómo te sientes cada vez que compartes con los más necesitados ó no lo haces? ¿Cómo influye el valor del compartir en las relaciones entre los seres humanos?

2. Lee el texto bíblico San Marcos 6: 30- 34 y responde:

3. Aplícalo en:

TÚ PERSONA: ¿Qué cosas hay en ti (materiales, espirituales, tiempo), que puedas compartir con los demás?

LA FAMILIA: ¿Qué actividades compartes en familia? LA COMUNIDAD: ¿Qué acciones hacen falta en tu comunidad por la falta de compartir? ¿Qué crees que

podrías hacer?

4. Reflexiona sobre las siguientes frases y ejemplifícalas: Frase 1:

" La mejor parte de la vida, es compartir con los que te rodean, y dar sin esperar recibir nada a cambio, el destino solo se encargara de decidir en sus momento si alguien compartirá sus vivencias contigo.”. (Rozeti)

Frase 2:"Más se unen los hombres para compartir un mismo odio que un mismo amor”.(Anónimo)

El cuenco de leche

Había una vez un hombre que tenía la fama de ser el más santo de su pueblo, puesto que se pasaba el día leyendo la Biblia y rezando. Un día se atrevió a preguntarle a Dios si, efectivamente, era él el más santo de ese pueblo, como la gente decía. Y Dios le respondió que no; que había un hombre que era más santo que él, y le

indicó quién era y dónde vivía.

Nuestro buen hombre, movido por la curiosidad, se dirigió hasta el lugar que Dios le había indicado, una cabaña en las afueras del pueblo, y decidió observar de lejos a este gran hombre que según Dios, era más

santo que él. El hombre en cuestión era un pobre leñador, con esposa y cuatro hijos que mantener. La observación no resultó muy entretenida, puesto que el hombre se pasó todo el día cortando leña sin parar,

excepto para comer algo a media mañana, a la hora del almuerzo y a media tarde, previamente dando gracias a Dios por el trabajo y la comida que le daba. La otra pausa que hizo, fue para ayudar a otro campesino que

pasando por ahí, rompió una rueda de su carreta. Eso fue todo lo que pudo observar.

De regreso a su casa le reclamó a Dios: "¿Cómo puede ser, Señor, que digas que ese hombre es más santo que yo? Si es un pobre ignorante, que apuesto que jamás leyó la Biblia porque hasta analfabeto es. ¡Y lo único que hizo es pasarse el día cortando leña!". Dios lo hizo callar, y le ordenó que para probar su fidelidad, llenase un plato con leche, y recorriese las calles del pueblo sin derramar nada. Nuestro hombre, deseoso de demostrar

su fidelidad, obedeció al instante. Los habitantes del pueblo lo miraban con curiosidad y más de uno dejó escapar una carcajada al ver a nuestro amigo en tan extraña labor, pero él iba tan absorto en su tarea que

podría haberle pasado un camión por encima y no se iba a dar cuenta. Al terminar su recorrido, orgulloso de no haber derramado ni una sola gota, esperó con satisfacción un reconocimiento divino, pero Dios sin decir

más nada le preguntó: "Dime, ¿cuántas veces te acordaste de mí mientras caminabas?". Y el hombre respondió: "¿Cómo iba a tener tiempo de pensar en algo? Estuve todo el tiempo tan concentrado cuidando de

no derramar ni una gota de leche que no podía distraerme en otra cosa".

"¿Y así quieres ser el más santo del mundo? Ese pobre campesino tuvo que trabajar todo el día para alimentar a su familia, pero sin embargo tuvo tiempo de acordarse tres veces de mí, y de ayudar a otro a reparar su

carreta. En cambio tú, en todo el tiempo que llevaste ese plato de leche, no te acordaste ni una vez de mí, y ni siquiera viste a ese niño que te pidió una moneda ni a la anciana que tropezó en la calle y te necesitaba para

que la ayudases a levantarse. Si de veras quieres ser santo, debes aprender a cumplir con tus obligaciones diarias, sin dejarte absorber por ellas, dándote tiempo para acordarte de mí y prestar atención a los que te

rodean y necesitan de ti."

Para el cristiano, y en especial para el misionero, no basta con "hacer cosas". Es necesario que todo lo que hagamos lo hagamos conscientes de por qué lo hacemos, mejor dicho por Quién lo hacemos, y cómo lo hacemos. No tiene sentido deslomarse en una misión visitando casas, jugando con chicos y preparando

celebraciones, si no somos plenamente conscientes que lo hacemos por Cristo, para que su Reino llegue hasta los confines de la tierra "más allá de las fronteras".

SAN MARCOS 6: 30 -44 LA MULTIPLIACION DE LOS PANES

Los Apóstoles se reunieron con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado. Él les dijo: "Vengan ustedes solos a un lugar desierto, para descansar un poco". Porque era tanta la gente que iba y venía, que no tenían tiempo ni para comer. Entonces se fueron solos en la barca a un lugar desierto. Al verlos partir, muchos los reconocieron, y de todas las ciudades acudieron por tierra a aquel lugar y llegaron antes que ellos.Al desembarcar, Jesús vio una gran muchedumbre y se compadeció de ella, porque eran como ovejas sin pastor, y estuvo enseñándoles largo rato.Como se había hecho tarde, sus discípulos se acercaron y le dijeron: "Este es un lugar desierto, y ya es muy tarde. Despide a la gente, para que vaya a los campos y pueblos cercanos a comprar algo para comer". Él respondió: "Denles de comer ustedes mismos". Ellos le dijeron: "Habría que comprar pan por valor de doscientos denarios para dar de comer a todos". Jesús preguntó: "¿Cuántos panes tienen ustedes? Vayan a ver". Después de averiguarlo, dijeron: "Cinco panes y dos pescados". Él les ordenó que hicieran sentar a todos en grupos, sobre la hierba verde, y la gente se sentó en grupos de cien y de cincuenta. Entonces él tomó los cinco panes y los dos pescados, y levantando los ojos al cielo, pronunció la bendición, partió los panes y los fue entregando a sus discípulos para que los distribuyeran. También repartió los dos pescados entre la gente.

Todos comieron hasta saciarse, y se recogieron doce canastas llenas de sobras de pan y de restos de pescado. Los que comieron eran cinco mil hombres.

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COLEGIO MAYOR SANTIAGO DE CALI

Taller # 17Honradez

Objetivos:

Fomentar el valor de la Honradez

Desarrollo:

1. Lee atentamente el cuento “La monedas encantadas” (Pedro Pablo Sacristán) y contesta las siguientes preguntas:

¿Para ti cual es la importancia de compartir con los demás lo que tienes? ¿Cómo te sientes cada vez que compartes con los más necesitados ó no lo haces? ¿Cómo influye el valor del compartir en las relaciones entre los seres humanos?

2. Lee el texto bíblico y responde:

3. Aplícalo en:

TÚ PERSONA: ¿Qué cosas hay en ti (materiales, espirituales, tiempo), que puedas compartir con los demás?

LA FAMILIA: ¿Qué actividades compartes en familia? LA COMUNIDAD: ¿Qué acciones hacen falta en tu comunidad por la falta de compartir? ¿Qué crees que

podrías hacer?

4. Reflexiona sobre las siguientes frases y ejemplifícalas: Frase 1:

" La honradez es siempre digna de elogio, aún cuando no reporte utilidad, ni recompensa, ni provecho.” (Cicerón)

Frase 2:" La primera ley de la amistad es pedir a los amigos cosas honradas; y sólo cosas honradas hacer por ellos.” (Cicerón)

LAS MONEDAS ENCANTADAS

Hubo una vez un hombre bondadoso y rico que al cumplir muchos años pensó dejar a cargo de sus cosas a algún joven inteligente y honesto. Comentando un día su decisión y las ganas que tenía de no equivocarse en la elección, un buen amigo le dio este consejo:

- La próxima vez que vendas algo, cuando des el dinero del cambio, entrega como por descuido la moneda del menor valor. Aquel que te la devuelva sabrás que es honrado.

El hombre rico agradeció mucho el consejo, y pensando que era una buena idea y fácil de realizar, decidió ponerla en práctica. No contaba con que uno de los presentes, un vecino que se hacía pasar por amigo pero en verdad le envidiaba enormemente, contrató los favores de un hechicero, a quien encargó encantar las pequeñas monedas que poseía el anciano de modo que cualquiera que mirase una de aquellas monedas tocadas por él, viera en ella no una moneda corriente, sino aquello que más quería en el mundo. Confiaba el malvado en que nadie devolviera la moneda y el viejo se desesperase, y entonces dejase a un sobrino suyo administrar todos sus negocios.

Todo resultó según lo planeado por el envidioso comerciante, y ni uno solo de los que hablaron con el anciano fue capaz de devolver la triste moneda: unos veían en ella el mayor diamante o piedra preciosa, otros una obra de arte, otros una reliquia y algunos incluso una pócima curativa milagrosa. Medio rendido en su intento por encontrar alguien honrado, su envidioso vecino aprovechó para enviar al sobrino advirtiéndole cuidadosamente para que devolviese la moneda. El sobrino fue decidido a hacerlo, pero al recibir la moneda, vio en ella todas las posesiones y títulos de su tío, y creyendo que todo lo que le había contado su tío era un engaño, marchó con su inútil moneda y su avaricia hacia ninguna parte, pues cuando su tío se enteró de la traición lo despidió para siempre.

El anciano, deprimido y enfermo, decidió llamar a sus sirvientes antes de morir, y les entregó algunos bienes para que pudieran vivir libremente cuando él no estuviera. Entre ellos se encontraba uno muy joven aún, al que entregó una de aquellas pequeñas monedas por error. El joven, criado a la sombra de aquel justo y sabio señor a quien quería como un padre, vio en lugar de la moneda una poderosa medicina que curaría al anciano señor, pues aquello era de veras lo que más quería en el mundo, y según la vio, entregó la moneda de nuevo diciendo: "tomad, señor, esto es para vos; seguro que os sentará bien". Efectivamente, aquella simple moneda actuó como el más milagroso de los bálsamos, pues el anciano saltó de alegría al haber encontrado por fin alguien honrado, y le llenaba de gozo comprobar que siempre había estado en su propia casa.

Y así, el joven sirviente pasó a administrar con gran justicia, generosidad y honradez todos los bienes del anciano, quien siguió acompañándole y aconsejándole como a un hijo por muchos años.

Autor Pedro Pablo Sacristán

ARQUIDIOCESIS DE CALIFUNDACIÓN PABLO VI

COLEGIO MAYOR SANTIAGO DE CALI

Taller # 18

Paz

Objetivos:

Fomentar el valor de la Paz

Desarrollo:

1. Lee atentamente el cuento “Eduardo y el Dragón” (Pedro Pablo Sacristán) y contesta las siguientes preguntas:

¿Para ti cual es la importancia del dialogo con los demás? ¿ Cómo solucionas tus problemas sin agresión? ¿Cómo influye el valor de la paz en las relaciones entre los seres humanos?

2. Lee la oración Franciscana por la Paz y responde:

¿Cómo puedes poner en práctica la oración de la paz en tu vida? ¿Desde tu punto de vista cómo se puede alcanzar la paz?, ¿Cómo lo harías tu? ¿Cuál puede ser tu aporte a tu comunidad para alcanzar la paz, teniendo en cuenta la Oración

Franciscana de la paz?

3. Aplícalo en:

TÚ PERSONA: ¿Qué haces tú para vivir en paz? LA FAMILIA: ¿Cómo colaboras tu para mantener la paz y la armonía en t? LA COMUNIDAD: ¿Qué acciones pueden mejorar en tu comunidad si hay mas paz? ¿cómo puedes tu

contribuir a construir paz?

4. Reflexiona sobre las siguientes frases y ejemplifícalas: Frase 1:

“No hay camino para la paz, la paz es el camino.” Mahatma Gandhi Frase 2:

“Cuando me preguntaron sobre algún arma capaz de contrarrestar el poder de la bomba atómica yo sugerí la mejor de todas: La paz.” Albert Einstein

EDUARDO Y EL DRAGON

Eduardo era el caballero más joven del reino. Aún era un niño, pero era tan valiente e inteligente, que sin haber llegado a luchar con ninguno, había derrotado a todos sus enemigos. Un día, mientras caminaba por las montañas, encontró en una pequeña cueva, y al adentrarse en ella descubrió que era gigantesca, y que en su

interior había un impresionante castillo, tan grande, que pensó que la montaña era de mentira, y sólo se trataba de un escondite para el castillo.Al acercarse, Eduardo oyó algunas voces. Sin dudarlo, saltó los muros del castillo y se acercó al lugar del que procedían las voces.-¿hay alguien ahí?- preguntó.- ¡Socorro! ¡Ayúdanos! -respondieron desde dentro-llevamos años encerrados aquí sirviendo al dragón del castillo.¿Dragón?, pensó Eduardo, justo antes de que una enorme llamarada estuviera a punto de quemarle vivo. Entonces, Eduardo dio media vuelta muy tranquilamente, y dirigiéndose al terrible dragón que tenía enfrente, dijo:- Está bien, dragón. Te perdono por lo que acabas de hacer. Seguro que no sabías que era yoEl dragón se quedó muy sorprendido con aquellas palabras. No esperaba que nadie se le opusiera, y menos con tanto descaro.- ¡Prepárate para luchar, enano!, ¡me da igual quien seas! -- rugió el dragón.- Espera un momento. Está claro que no sabes quién soy yo. ¡Soy el guardián de la Gran Espada de Cristal!.-siguió Eduardo, que antes de luchar era capaz de inventar cualquier cosa- Ya sabes que esta espada ha acabado con decenas de ogros y dragones, y que si la desenvaino volará directamente a tu cuello para darte muerte.Al dragón no le sonaba tal espada, pero se asustó. No le gustaba nada aquello de que le pudieran cortar el cuello. Eduardo siguió hablando.- De todos modos, quiero darte una oportunidad de luchar contra mí. Viajaremos al otro lado del mundo. Allí hay una montaña nevada, y sobre su cima, una gran torre. En lo alto de la torre, hay una jaula de oro donde un mago hizo esta espada, y allí la espada pierde todo su poder. Estaré allí, pero sólo esperaré durante 5 díasY al decir eso, Eduardo levantó una nube de polvo y desapareció. El dragón pensó que había hecho magia, pero sólo se había escondido entre unos matorrales. Y el dragón, deseando luchar con aquel temible caballero, salió volando rápidamente hacia el otro lado del mundo, en un viaje que duraba más de un mes.Cuando estuvo seguro de que el dragón estaba lejos, Eduardo salió de su escondite, entró al castillo y liberó a todos los allí encerrados. Algunos llevaban desaparecidos muchísimos años, y al regresar todos celebraron el gran ingenio de Eduardo.

ORACION FRANCISCANA POR LA PAZ

¡Señor, haz de mí un instrumento de tu paz! Que allí donde haya odio, ponga yo amor;

donde haya ofensa, ponga yo perdón; donde haya discordia, ponga yo unión;

donde haya error, ponga yo verdad; donde haya duda, ponga yo fe;

donde haya desesperación, ponga yo esperanza; donde haya tinieblas, ponga yo luz;

donde haya tristeza, ponga yo alegría.

¡Oh, Maestro!, que no busque yo tanto ser consolado como consolar;

ser comprendido, como comprender; ser amado, como amar.

Porque dando es como se recibe; olvidando, como se encuentra;

perdonando, como se es perdonado; muriendo, como se resucita a la vida eterna.


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