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LA RATA DE ACERO INOXIDABLEHarry Harrison
Ttulo original: The stainless steel ratTraduccin: F. Gonzlez Legorburu 1966 Harry Harrison 1967 Editorial Ferma S.A.Av. Jos Antonio 800 - BarcelonaDepsito Legal B-6.319-1967Edicin electrnica de SadracCaptulos I a III editados por diasparBuenos Aires - Marzo de 2001
I
Cuando la puerta de la oficina se abri repentinamente, supe que todo habaterminado. Haba sido un buen filn... pero se haba acabado. Mientras entraba el polica,
me recost en el silln y esboc una alegre sonrisa. Tena la misma expresin sombra y
el mismo paso pesado que tienen todos... y la misma falta de sentido del humor. Casi
poda adivinar lo que iba a decir antes de que abriese la boca.
- James Bolvar diGriz, le arresto bajo la acusacin...
Estaba esperando la palabra bajo. Pens que eso le daba un toque desenfadado al
asunto. Mientras la deca, apret el botn de ignicin de la carga de plvora negra situada
en el techo, en el punto exacto bajo el cual se hallaba, y as se dobl la viga y la caja de
caudales, de tres toneladas de peso, cay justo sobre su coronilla. Qued bien aplastado,
s seor. La nube de yeso se pos y todo lo que pude ver de l fue una mano, algo
retorcida. Se agitaba un poco, y el dedo ndice me apuntaba acusadoramente. Su voz
sonaba algo ahogada por la caja de caudales, y pareca un tanto preocupada. En
realidad, se repeta un poco.
- bajo la acusacin de entrada ilegal, robo, falsificacin...
Sigui as durante un cierto tiempo. Era una lista impresionante, pero ya la haba odo
antes. No me molestaba en absoluto mientras llenaba mi maleta con el dinero de los
cajones. La lista terminaba con una acusacin nueva, y podra haberme jugado un
montn as de alto de billetes de mil crditos a que sonaba un tanto dolida:
- Adems, le ser aadido a su expediente la acusacin de ataque a un polica robot, lo
cual ha sido una tontera, ya que mi cerebro y mi laringe estn acorazados, y en mi
cavidad ventral...
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- Todo eso ya lo s, muchacho; pero tu pequeo emisor-receptor est en la punta de tu
aguzada cabeza, y lo que no quera era que dieses an aviso a tus amigos.
Una buena patada hizo saltar la puerta de escape de la pared, y me dio acceso a las
escaleras que bajaban al stano. Mientras pasaba sobre cascotes esparcidos por el suelo
los dedos del robot trataron de alcanzar mi pierna, pero ya me lo esperaba, por lo que
fallaron por algunos centmetros. Ya he sido perseguido por los suficientes policas robot
como para no saber lo indestructibles que son. Puedes volarlos, o derribarlos, y continan
persiguindote, aunque tengan que arrastrarse impelidos tan solo por un dedo inclume, y
escupindote durante todo el tiempo moralidad azucarada. Esto es lo que estaba
haciendo ste. Que si deba abandonar mi vida de crmenes y pagar me deuda con la
sociedad, y todas esas paparruchadas. Todava poda or los ecos de su voz resonando
escaleras abajo cuando llegu al stano.
Ahora, los segundos estaban contados. Tena unos tres minutos antes de que me
pisaran los talones, e iba a emplear exactamente un minuto y ocho segundos en salir del
edificio. No era mucha ventaja, y la iba a necesitar toda. Otra puerta disimulada se abra a
la sala de desetiquetado. Ninguno de los robots me mir mientras la atravesaba. Me
habra sorprendido si lo hubieran hecho, pues eran todos del tipo sencillo de grado M, con
poco cerebro y buenos tan slo para trabajos simples y repetitivos. Para esto era para lo
que los haba alquilado. No sentan ninguna curiosidad sobre el por qu estaban quitando
las etiquetas de las latas llenas de frutos nitrogenados, o acerca de qu haba al otro lado
de la cadena sin fin que se llevaba estas latas a travs de un orificio en la pared. Ni tan
slo miraron cuando abr la Puerta Que Jams Estaba Abierta y que daba al otro lado de
esa pared. La dej abierta detrs mo, pues ya no era ningn secreto.
Caminando cerca de la rugiente cadena sin fin, atraves la irregular abertura que yo
mismo haba practicado en la pared del almacn del gobierno. Tambin haba tenido que
instalar la cadena sin fin, pues esto y el hacer el hueco eran actos ilegales que tena que
hacer por m mismo. Otra puerta cerrada se abra al almacn propiamente dicho. La
cargadora automtica estaba apilando atareadamente latas en la cadena sin fin,
tomndolas de los montones que llegaban hasta el techo. Esta cargadora ni tan solo tena
el bastante cerebro como para ser llamada robot, tan slo estaba equipada con una cinta
programada para que cargase las latas. La contorne y trot a lo largo de la habitacin.
Tras de m murieron los sonidos de mi actividad ilegal. Me reconfortaba el saber que
todava segua funcionando a pleno rendimiento.
Haba sido uno de los negocios ms bonitos que haba montado. Con una pequea
inversin alquil el almacn contiguo al del gobierno. Un simple agujero en la pared me
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dio acceso a todo el stock de productos almacenados, productos a utilizar a tan largo
plazo que yo saba que permaneceran sin ser tocados durante meses o aos en un
almacn tan grande como este.
Naturalmente, sin ser tocados hasta que yo llegu.
Tras la perforacin del agujero y la instalacin de la cadena, el resto fue un negocio
normal. Alquil los robots para sacar las etiquetas antiguas y sustituirlas por las muy
atractivas que me haba hecho imprimir Entonces coloqu mis productos en el mercado
en una forma estrictamente legal. Mi producto era mejor y, gracias a mi imaginativo
sistema operativo, los costes eran muy bajos, por lo que poda permitirme vender ms
barato que mis competidores y hacerme todava con unos jugosos beneficios. Los
mayoristas locales se hablan dado cuenta rpidamente del saldo, y tena pedidos para
muchos meses por adelantado. Haba sido un buen asunto... y podra haber durado algn
tiempo ms.
Ahogu esa lnea de pensamientos antes de que comenzase. Si algo hay que aprender
en mi tipo de negocios es que, cuando un negocio se acab, se acab! La tentacin de
continuar un da ms o de ingresar an otro cheque puede ser casi irresistible, lo s muy
bien; pero tambin s que es la mejor forma de relacionarse con la polica...
Date la vuelta y vete...
Y podrs estafar otro da.
Este es mi lema, y es un buen lema. Me hallo donde me hallo precisamente porque lo
he seguido al pie de la letra.
Y el soar despierto no ayuda a escapar de la polica.
Ech todos estos pensamientos de mi mente al llegar al extremo de la sala. Toda el
rea deba estar ya repleta de policas, as que tena que moverme deprisa y no cometer
errores. Una rpida mirada a derecha e izquierda. Nadie a la vista. Dos pasos adelante, y
apretar el botn del ascensor. Habla puesto un contador en este ascensor de la parte de
atrs, y saba que se usaba por trmino medio tan slo una vez al mes.
Lleg en unos tres segundos, vaco, y salt a su interior, apretando al mismo tiempo el
botn que sealaba: azotea. El viaje pareci durar una eternidad, pero tan solo era una
apreciacin subjetiva. Segn el contador duraba exactamente catorce segundos. Esta era
la parte ms peligrosa de la fuga. Me puse rgido mientras el ascensor frenaba. Llevaba
en la mano m calibre .75 sin retroceso, que podra ac abar con un polica, pero tan slo
con uno.
La puerta se abri y me relaj. Nada. Deban tener toda el rea rodeada en el suelo,
pero no se hablan preocupado en poner policas en la azotea.
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Al aire libre poda or por primera vez las sirenas... era un sonido maravilloso. Deban
tener all la mitad de todas las fuerzas de polica, a juzgar por el ruido que hacan.
Aceptaba esto del mismo modo que un artista acepta los aplausos.
La pasarela estaba tras la caseta del ascensor, en el sitio donde la habla dejado. Algo
descolorida por la humedad, pero igual de resistente. Unos pocos segundos para llevarla
al borde de la baranda y recostara contra el edificio contiguo.
Tranquilo. Este era el punto crtico en que la velocidad no contaba. Cuidadosamente
hasta el final de la pasarela, con la maleta apretada contra mi pecho para mantener mi
centro de gravedad sobre mi mismo. Paso a paso. Una cada de trescientos metros hasta
el suelo. Si no miras hacia abajo no puedes caerte...
Pasado. Momento de apresurarse. Con la pasarela tras la barandilla, si no la ven al
principio, mi pista estar cubierta al menos durante algn tiempo. Diez pasos rpidos y all
estaba la puerta de la escalera. Se abra con facilidad. Tena que hacerlo, pues por algo
yo haba puesto aceite en las bisagras, una vez dentro, ech el cerrojo e inspir larga y
profundamente. An no haba salido, pero la peor parte, en la que corra ms riesgos, ya
haba pasado. Dos minutos sin interrupciones y jams encontraran a James Bolvar, alias
Jim el escurridizo, diGriz.
El rellano de la escalera correspondiente a la azotea era un cubculo mal alumbrado y
mohoso que jams era visitado. Hacia semanas habla estado revisndolo
cuidadosamente en busca de micrfonos o cmaras visoras, y no haba hallado nada. El
polvo pareca inclume, con la excepcin de mis propias pisadas. Tena que aceptar el
riesgo de suponer que no los habran colocado desde entonces. El riesgo calculado es
algo que tiene que ser aceptado en mi profesin.
Adis James diGriz, de noventa y ocho kilos de peso, con una edad aproximada de
unos cuarenta y cinco aos, obeso y de prominentes mejillas, un tpico hombre de
negocios cuya foto honra los archivos de la polica de un millar de planetas, lo mismo que
sus huellas dactilares. Estas fueron lo primero que desapareci. Nada ms fcil, cuando
las usas son como una segunda piel y sin embargo bastan unas gotas de disolvente para
que salgan como un par de guantes transparentes.
La ropa despus, y entonces el cors a la inversa: esa bella panza que me cie la
cintura y que contiene veinte kilos de plomo mezclado con termita. Un rpido remojn de
la botella de tinte y mi cabello recuper su original tonalidad marrn, as como mis cejas.
Los tapones nasales y los rellenos de las mejillas duelen al salir, pero tan solo es un
segundo. Ms tarde las lentillas de color azul. Este proceso me deja tan desnudo como
cuando vine al mundo, y siempre siento como si hubiese nacido otra vez. Y, en cierto
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sentido, es verdad; me haba convertido en un hombre nuevo, con veinte kilos menos,
diez aos menos y una descripcin totalmente diferente. La maleta contena un traje
completo y unas gafas de montura oscura que reemplazaban a las lentillas. El dinero
caba fcilmente en un maletn.
Cuando me ergu, pareca ciertamente como si me hubieran quitado diez aos. Estaba
tan acostumbrado a usar aquel peso que ya no lo notaba... hasta ahora que me lo haba
quitado. Me senta ligero.
La termita destruira todas las evidencias. Hice un montn con todo y encend la
mecha. Prendi con un rugido y todo: botellas, ropas, maleta, zapatos, pesas, etc., ardi
con un brillo alegre. La polica hallara un punto requemado en el suelo, y el microanlisis
tal vez les hiciese hallar algunas molculas en las paredes, pero esto sera todo lo que
hallaran. El resplandor de la termita ardiendo proyect sombras danzantes a mi alrededor
mientras bajaba tres pisos hasta el centsimodoceavo.
La suerte segua acompandome; no haba nadie en el piso cuando abr la puerta. Un
minuto ms tarde el ascensor rpido me dejaba, junto con un puado de otros hombres
de negocios, en el amplio vestbulo.
Tan solo haba una puerta abierta a la calle, y haba una cmara porttil de TV
enfocada hacia ella. No se haca el menor intento de detener a la gente que sala o
entraba al edificio, y la mayor parte de ella ni siquiera se daba cuenta de la cmara y del
pequeo grupo de policas reunidos a su alrededor. Camin hacia ella a un paso
mesurado. Unos nervios templados sirven de mucho en este tipo de negocios.
Por un instante estuve de lleno en el campo de aquel fro ojo de cristal, luego pas de
largo. No ocurri nada, as que no era sospechoso. Aquella cmara deba de estar
conectada en directo con la computadora central en la Jefatura de Polica y, si mi
descripcin se hubiera parecido lo suficiente a la que constaba en su memoria, aquellos
robots hubieran recibido inmediatamente la notificacin y habra sido detenido antes de
poder dar un solo paso ms. No se puede superar a la combinacin computadora-robot
porque piensan y actan en cuestin de microsegundos, pero se les puede eludir
previendo anticipadamente las cosas. Yo lo haba hecho una vez ms.
Un taxi me llev hasta unas diez manzanas de distancia. Esper a que se perdiera de
vista y tom otro. Hasta que no me hall en el tercer taxi no me sent lo suficientemente
seguro como para ir a la terminal del espaciopuerto. Los sonidos de las sirenas se hacan
ms y ms lejanos, y tan solo ocasionalmente algn coche de la polica pasaba raudo en
sentido contrario.
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Estaban haciendo una montaa de un pequeo crimen, pero eso es lo usual en los
mundos supercivilizados. El crimen es ya algo tan raro, que la polica enloquece cuando
tropiezan con uno. Hasta cierto punto no poda culparles por ello, el poner multas de
trfico debe de ser un trabajo tremendamente aburrido. En realidad, creo que deberan
agradecerme el que ponga un poco de excitacin en sus aburridas vidas.
II
Fue un bello paseo hasta el espaciopuerto, pues naturalmente se hallaba situado bien
lejos de la ciudad. Tuve tiempo de arrellanarme en el asiento y contemplar el paisaje
mientras pona en orden mis pensamientos. Hasta lo tuve para filosofar un poco. Uno de
los motivos era que poda gozar de nuevo del placer de fumar un buen cigarro. En mi otra
personalidad tan solo fumaba cigarrillos, y nunca he violado las costumbres de una
personalidad, ni an en los momentos del ms estricto aislamiento. Los cigarros estaban
todava en la cigarrera de bolsillo en que los habla metido haca seis meses. Di una larga
chupada y lanc el humo contra el centelleante paisaje. Era bueno acabar un trabajo,
tanto como el estar realizndolo. Nunca poda decidir qu era lo que ms me gustaba.
Supongo que era porque cada cosa tena su tiempo de ser.
Mi vida es tan diferente de las de la absoluta mayora de la gente que forma nuestra
sociedad, que dudo que aunque quisiera pudiera explicrsela. Viven en una enorme y rica
unin de mundos que casi ha olvidado el significado de la palabra crimen. Existen unos
pocos descontentos y algunos, an menos, socialmente mal ajustados. Los pocos que
an nacen, a pesar de los siglos de control gentico, son pronto atrapados, y su
aberracin es rpidamente rectificada. Algunos no hacen patente su debilidad hasta que
llegan a adultos: son los que intentan realizar crmenes mezquinos, como escalos,
descuidos en almacenes y as... Los llevan a cabo durante una o dos semanas, o durante
uno o dos meses, segn su nivel de inteligencia natural. Pero al fin, con la misma
seguridad con que se da la degradacin de las sustancias radioactivas, la polica alarga
su brazo y los atrapa.
Esto es casi todo el crimen que se da en nuestra sociedad, organizada y aburguesada.
Digamos que el noventa y nueve por ciento. Es el restante y vital uno por ciento el que da
trabajo a los departamentos de polica. Ese uno por ciento soy yo y unos pocos como yo,
un puado de hombres esparcidos por toda la Galaxia. Tericamente no podemos existir
y, si existimos, no podernos operar. Pero lo hacemos. Somos las ratas del artesonado de
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la humanidad... operamos ms all de sus barreras y de sus reglas. La sociedad tena
ms ratas cuando las reglas eran ms flexibles, tal como los edificios de madera
contenan ms ratas que los de cemento que los sustituyeron, pero a pesar de eso an
tenan ratas. Ahora que la sociedad es toda de cemento armado y acero inoxidable hay
menos rendijas entre las junturas y una rata tiene que ser inteligente para descubriras.
Una rata de acero inoxidable est en su elemento en este ambiente.
El ser un rata de acero inoxidable es algo solitario pero envanecedor... y es la
experiencia ms formidable que se pueda dar en la Galaxia si es que uno puede realizar
impunemente su tarea. Los socilogos no pueden ponerse de acuerdo sobre el motivo de
nuestra existencia, y hasta algunos parecen dudar de ella. La teora ms comnmente
aceptada dice que somos vctimas de una enfermedad psicolgica retardada que no
muestra seales en la infancia, cuando podra ser detectada y corregida, y que tan solo se
manifiesta ms tarde, en la vida adulta. Naturalmente he pensado mucho sobre este
tema, y no estoy en lo ms mnimo de acuerdo con esta explicacin.
Hace algunos aos escrib un librito sobre este tema, bajo seudnimo, por supuesto,
que fue bastante bien recibido. Mi teora es que esta aberracin es ms bien filosfica y
no psicolgica. Llega un cierto momento en que algunos nos damos cuenta de que uno
tiene que vivir fuera de las reglas de la sociedad o morir de absoluto aburrimiento. No hay
ni futuro ni libertad en la vida as circunscrita, y la nica otra vida posible es un rechace
completo de las normas. Ya no hay lugar para el soldado de fortuna o para el caballero
aventurero que puede vivir a un mismo tiempo dentro y fuera de la sociedad. Hoy en da
es o todo o nada. Y, para preservar mi propia cordura, yo escog el nada.
El taxi lleg al espaciopuerto justo cuando me encontraba en esta lnea de
pensamiento negativo, por lo que me alegr el poderla abandonan La soledad es lo nico
a lo que se le tiene que tener miedo en este tipo de negocios, pues ella y la
autocompasin pueden destruirte si se apoderan de ti. La accin siempre me ha ayudado
en estos casos, la excitacin del peligro y de la huida aclaran siempre la mente. Cuando
pagu el taxi estaf al conductor ante sus propias narices, sustrayendo uno de los billetes
en el mismo momento en que se lo entregaba. Estaba tan ciego como una pared de
cemento. Su credulidad me hizo ronronear de placer. La propina que le di compensaba
con creces la prdida, ya que tan solo hago estas pequeeces para romper la monotona.
Haba un cobrador robot tras la ventanilla de venta de billetes. Tena un tercer ojo en la
frente, lo que equivala a una cmara. Chasqueaba dbilmente mientras adquir mi billete,
registrando mi rostro y destino. Era una precaucin normal por parte de la polica, y me
hubiera sorprendido el que no la hubiesen tomado. Mi destino se hallaba dentro del
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sistema, por lo que dudaba de que mi fotografa fuera a parar a otro lugar que a los
archivos. No estaba dando un salto interestelar esta vez, como era mi costumbre tras un
trabajo grande. No era necesario. Tras. un trabajo en un planeta solitario o en un sistema
pequeo, es imposible el seguir en l, pero Beta Cygnis tiene un sistema de casi veinte
planetas, todos ellos con climas terrificados. Este planeta, el III, estaba ahora demasiado
caliente, pero el resto del sistema era terreno virgen. Haba un alto nivel de rivalidad
econmica dentro de l, y saba que sus departamentos de polica no cooperaban
demasiado bien. Esto les iba a costar caro. Mi billete era para Moriy, planeta XVIII,
extenso y esencialmente agrcola.
Haba algunas pequeas tiendas en el espaciopuerto. Las visit cuidadosamente, y
adquir una maleta nueva con un vestuario completo y otros artculos esenciales de viaje.
Reserv el sastre para lo ltimo. Me seleccion un par de trajes de viaje y un faldelln de
ceremonias, que me llev al cuarto probador. Como por puro accidente, logr colgar uno
de los trajes sobre la cmara oculta en la pared, e hice con los pies sonidos parecidos a
los que hace alguien que se est desnudando, mientras me ocupaba del billete que
acababa de adquirir. Una de las puntas de mi cortacigarros era un perforador, con el que
alter los orificios codificados que indicaban mi destino. Ahora me diriga al planeta X, en
lugar de al XVIII, y con esta alteracin haba perdido casi doscientos crditos. Este es el
secreto para alterar billetes y otros documentos similares: no traten de elevar el valor
facial... es muy probable que esto sea descubierto. Pero si bajan el valor facial, aunque
sean sorprendidos, la gente estar segura de que todo se debe a un error mecnico. No
hay ni la menor duda en ello, porque para qu iba alguien a hacer una alteracin en la
que perdiese dinero?
Antes de que la polica pudiese sospechar, ya haba sacado el traje de delante del
visor, y me lo prob empleando en ello todo el tiempo necesario. Ya lo tena casi todo
dispuesto, y an me quedaba una hora, ms o menos, antes de que la nave partiese.
Emple prudentemente el tiempo en ir a una lavandera automtica para lavar y planchar
toda mi ropa nueva. No hay nada que atraiga ms la atencin de un aduanero que una
maleta llena de ropa sin usar.
La aduana pas sin problemas y, cuando la nave estuvo medio llena, sub a bordo,
sentndome cerca de la azafata. Flirte con ella hasta que se march, despus de
clasificarme en la categora de Macho, impetuoso, molesto. Una solterona que se sentaba
a mi lado tambin me clasific en el mismo cajn y se puso a mirar por la ventanilla,
dndome ostentosamente la espalda. Me adormil contento, porque si hay algo me mejor
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que no ser apercibido es el ser apercibido y clasificado en una categora. Tu descripcin
se mezcla con la de todos los otros de esa categora, y all acaba todo.
Cuando me despert casi estbamos en el planeta X, por lo que segu adormilado en el
asiento hasta que aterrizarnos, y luego me fum un cigarro mientras mi equipaje pasaba
por la aduana. Mi maletn lleno de dinero no levant sospechas, ya que previsoramente
falsifiqu meses antes seis documentos que me acreditaban como mensajero bancario.
En este sistema el Crdito Interplanetario era casi inexistente, as que los aduaneros
estaban acostumbrados a ver pasar, en uno y otro sentido, montones de dinero lquido.
Confund la pista un poco ms, casi por hbito, y acab hallndome en una gran ciudad
industrial llamada Brouggh, situada a un millar de kilmetros del lugar en el que habla
tomado tierra. Usando una documentacin totalmente distinta, tom alojamiento en un
hotel tranquilo de los suburbios.
Normalmente, tras un trabajo grande como el ltimo, descanso durante uno o dos
meses, pero en esta ocasin no tena deseos de descansar Mientras llevaba a cabo
pequeas compras por la ciudad con el fin de reconstruir la personalidad de James diGriz,
tena al mismo tiempo los ojos muy abiertos en busca de nuevas oportunidades para
negocios. El primer da que sal hall una que pareca ideal... y que cada da se me
apareca como mejor.
Una de las razones por las que he estado durante tanto tiempo fuera del alcance de la
ley es porque nunca me repito. He imaginado algunos de los ms impresionantes
negocios, los he puesto en marcha una vez y luego los he abandonado para siempre.
Casi lo nico que tenan en comn es que todos me daban dinero. Casi lo nico a lo que,
hasta hoy, no haba llegado es al asalto a mano armada. Era ya tiempo de corregir esto.
Mientras estaba reconstruyendo la obesa personalidad del escurridizo Jim, iba
planeando los detalles de la operacin. Casi al mismo tiempo que tuve a punto los
guantes con las huellas dactilares acab de planificar todo el negocio. Era simple, tal y
como tienen que serlo todos los asuntos buenos, ya que, cuantos menos detalles hayan,
menos cosas habrn que puedan ir mal.
Iba a atracar Moralo, los ms grandes almacenes de la ciudad. Cada tarde,
exactamente a la misma hora, un camin blindado se llevaba los ingresos del da al
banco. Era un bocado apetitoso: una gigantesca suma en inidentificables billetes de
pequeo valor facial. El nico problema que se presentaba, al menos para m, era cmo
un solo hombre podra copar con el enorme peso y volumen de todo aquel dinero. Cuando
tuve una respuesta para esto, la operacin estuvo a punto.
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Claro est que todos estos preparativos tan solo fueron hechos en mi mente hasta que
la personalidad de James diGriz estuvo de nuevo a punto. El da en que me coloqu otra
vez aquella panza lastrada not como si estuviera de nuevo de uniforme. Encend mi
primer cigarrillo casi con satisfaccin, luego me puse al trabajo. Un da o dos para algunas
compras y unos pocos robos sencillos, y ya estaba listo. Program el trabajo para el da
siguiente a primeras horas de la tarde.
La clave de la operacin era un amplio camin-tractor que haba comprado, y al que
haba efectuado algunas alteraciones en el interior Lo aparqu en un callejn, pero no
importaba, ya que tan solo era usado por la maana temprano. Era un simple paseo hasta
los almacenes, a los que llegu casi al mismo tiempo en que apareca el camin blindado
Me recost contra la pared del gigantesco edificio mientras los guardias sacaban el
dinero. Mi dinero.
Para alguien con algo de imaginacin supongo que aquello hubiera sido una visin
atemorizadora: Por lo menos cinco guardias armados situados alrededor de la entrada,
dos ms en el interior del vehculo, as como el conductor y su ayudante. Como
precaucin adicional, cerca de la curva se hallaban tres rugientes monociclos, que
acompaaran al camin para protegerlo por el camino. Oh, muy impresionante! Tuve
que ocultar una sonrisa tras mi cigarrillo cuando pens en lo que iba a ocurrirles a esas
elaboradas precauciones.
Haba estado contando las carretadas de dinero a medida que salan por la puerta.
Siempre haba quince, ni menos ni ms; esta costumbre me facilitaba el conocer el
momento en que deba empezar a actuar. En el instante en que la catorceava era cargada
en el camin blindado, apareca en la entrada de los almacenes la quinceava. El chofer
del camin haba estado contando igual que yo, por lo que baj de la cabina y se dirigi
hacia la puerta trasera para cerrarla con llave cuando hubiera terminado la carga.
Estbamos perfectamente sincronizados mientras nos cruzamos andando: en el
momento en que l llegaba a la puerta trasera, yo llegu a la cabina, sub a ella con
tranquilidad y silenciosamente, y cerr la puerta tras de mi. El ayudante del conductor tuvo
tan solo el tiempo justo para abrir la boca y desorbitar los ojos antes de que yo le colocase
una bomba anestsica en el regazo; se derrumb inmediatamente. Yo, naturalmente,
llevaba los adecuados filtros nasales. Mientras con la mano izquierda pona en marcha el
motor, con la derecha lanzaba una bomba ms grande por la ventanilla que una la cabina
con la parte trasera. Se oyeron unos confortantes golpes cuando los guardianes se
derrumbaron sobre los sacos de dinero.
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Todo esto me haba llevado seis segundos. Los guardianes situados en la escalinata se
estaban empezando a dar cuenta de que algo iba mal. Les hice un alegre saludo con la
mano a travs de la ventanilla y aceler el camin blindado, sacndolo de la cuna. Uno de
ellos trat de correr para lanzarse a travs de la puerta abierta, pero ya era demasiado
tarde. Todo haba pasado tan rpidamente que ninguno de ellos habla pensado en
disparar. Ya haba yo previsto el que habra pocos balazos. La sedentaria vida de esos
planetas atrofia los reflejos.
Los conductores de los monociclos se despertaron mucho ms rpidamente, me
perseguan antes de que el camin hubiera recorrido treinta metros. Moder la marcha
hasta que me alcanzaron y luego apret el acelerador, manteniendo la velocidad exacta y
suficiente para que no me pasasen.
Claro que sus sirenas estaban aullando y que hacan funcionar sus armas, era tal como
yo lo haba planeado. Bajamos por la calle como corredores de cohetes, y el trfico se
disolvi delante nuestro. No tenan tiempo para pensar y darse cuenta de que lo que
estaban haciendo era asegurar que el camino quedara libre para mi huida. La situacin
era realmente humorstica, y me temo que solt una carcajada mientras conduca el
camin por las estrechas esquinas.
Por supuesto que se habra dado la alarma, y que ms adelante se deban estar
bloqueando las carreteras... pero esos ochocientos metros pasaron rpidos a la velocidad
a la que bamos. Fue cuestin de segundos hasta que vi ante m la boca del callejn.
Dirig el camin hacia ella, apretando al mismo tiempo el botn del transmisor de onda
corta que llevaba en el bolsillo.
Se encendieron mis bombas de humo a todo lo largo del callejn. Como se puede
suponer, eran de fabricacin casera, como casi todo mi equipo, pero no obstante
producan una nube adecuadamente densa en aquel estrecho callejn. Llev el camin un
poco hacia la derecha, hasta que el parachoques rozaba la pared, y reduje un poco la
velocidad para as poder guiar por el tacto. Naturalmente, los conductores de los
monociclos no podan hacer esto, ya que solo tenan la eleccin de detenerse o de
lanzarse de cabeza a la oscuridad. Espero que tomaran la decisin correcta y que
ninguno de ellos resultase herido.
Se supona que el mismo impulso radial que haba prendido las bombas de humo deba
de haber abierto la puerta trasera del camin situado all delante y bajado la rampa. Haba
funcionado estupendamente cuando hice la prueba, por lo que tan solo me quedaba
esperar que ocurriera lo mismo en la prctica. Trat de estimar la distancia que haba
recorrido en el callejn contando el tiempo y la velocidad, pero me equivoqu un poco, las
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ruedas frontales del camin golpearon la rampa con un estampido destructor y el camin
blindado rebot, ms que rod, al interior del otro camin ms grande. Me magull un
poco y me qued justo el sentido suficiente para pisar el freno antes de que atravesase la
cabina con el blindado.
El humo de las bombas lo converta todo en una medianoche, lo cual, unido a mi
cabeza atontada por el golpe, casi arruin todo el asunto. Pasaron valiosos segundos
mientras me recostaba contra la pared del camin tratando de volverme a orientar. No s
cuanto tiempo me llev, pero cuando al fin trastabill por la puerta de atrs ya poda or
las voces de los guardianes atravesando el humo. Oyeron la retorcida rampa crujir
mientras la cerraba, por lo que tuve que tirar un par de bombas ms para calmarlos.
Cuando sub a la cabina del camin tractor el humo comenzaba a disiparse. Encend el
motor, poniendo en marcha el vehculo. Unos metros ms all, al salir del callejn, irrump
a la luz del da. La bocacalle daba a una va principal, y a unos metros por delante vi
pasar dos coches de la polica echando chispas. Cuando mi camin sali a la calle, me
fij cuidadosamente en todos los testigos. Ninguno de ellos demostraba el ms mnimo
inters por el camin o por el callejn. Aparentemente, toda la conmocin estaba an
limitada al otro extremo del mismo. Di gas al motor y tom la calle, alejndome de la
tienda que acababa de robar.
Claro que tan solo recorr unas pocas manzanas en esa direccin, para doblar luego
por una travesa. En la siguiente esquina dobl de nuevo y regres hacia Moralo, el lugar
de mi reciente crimen. El aire fro que entraba por la ventanilla hizo que pronto me sintiera
mejor, y hasta llegu a silbar una alegre cancioncilla mientras maniobraba el enorme
camin por entre las calles.
Habra sido estupendo el pasar por delante de Moralo y ver lo que ocurra, pero esto
solo hubiera sido buscar problemas. El tiempo segua siendo importante. Haba planeado
cuidadosamente una ruta que evitaba toda la congestin del trfico y ahora la estaba
siguiendo escrupulosamente. Fue solo cuestin de minutos el llegar hasta el
aparcamiento de carga situado en la parte de atrs del gran almacn. All habla un poco
de inquietud a causa del robo, pero se difuminaba entre el bullicio normal de la carga y la
descarga. Aqu y all, un grupo de conductores de camin o de capataces estaban
discutiendo sobre el acontecimiento, pero como los robots no cotillean, el trabajo normal
continuaba. Los hombres estaban, naturalmente, tan excitados, que no se prest ninguna
atencin a mi camin cuando lo llev al aparcamiento, junto a los otros. Apagu el motor y
me recost en el asiento, con un suspiro de satisfaccin.
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La primera parte estaba completa. No obstante, quedaba la segunda, que era igual de
importante. Rebusqu en mi panza entre el equipo que siempre llevo en los trabajos...
para una emergencia como esta. Normalmente no confo en los estimulantes, pero an
estaba atontado por los golpes. Dos centmetros cbicos de Linoten en mi cbito anterior
me aclararon rpidamente la cabeza. Volva a caminar con paso seguro cuando me dirig
a la parte de atrs del camin.
El ayudante del conductor y los guardas todava estaban inconscientes, y continuaran
as por lo menos durante diez horas. Los dispuse en una alineada fila en la parte
delantera, donde no me molestaran, y me dispuse al trabajo.
El camin blindado casi llenaba la caja del camin, tal como haba supuesto; por tanto,
haba asido las cajas a las paredes. Eran unas estupendas y fuertes cajas de embalaje
con el nombre de Moralo bien visible en todas sus caras. Era un pequeo robo a su
almacn que pasara desapercibido, Las baj y las mont para llenarlas. Pronto estaba
sudando, y me tuve que quitar la camisa mientras comenzaba a meter el dinero en los
embalajes.
Casi me llev dos horas introducido y cerrar las cajas. Cada diez minutos o as daba
una ojeada a travs de la mirilla de la puerta: tan solo se vea la actividad normal. Sin
duda la polica deba tener la ciudad sitiada y deba de estar registrndola, casa por casa,
en busca del camin. Estaba casi seguro de que el ltimo sitio en el que se les ocurrira
mirar sera en la parte de atrs del almacn robado.
El almacn en el que me haba provisto de los embalajes tambin me haba
proporcionado un buen surtido de albaranes de envo. Pegu uno a cada una de las
cajas, dirigindolas a diferentes lugares de recogida. Como es natural las puse a portes
pagados, y ya estuve dispuesto para finalizar la operacin.
Por entonces ya casi se haba hecho oscuro, pero saba que el departamento de
envos estara ocupado casi toda la noche. Encend de nuevo el motor y me dirig
lentamente, en marcha atrs, al muelle de envos. Haba un rea relativamente tranquila
all donde se encontraban el sector de carga y el de descarga. Detuve el camin lo ms
cerca que pude de la lnea divisoria. No abr la puerta de atrs hasta que todos los
trabajadores se hallaron mirando en otra direccin. An el ms estpido de ellos se
hubiera sentido curioso ante el hecho de que un camin descargase cajas de envo de la
firma. Tras apilarlas en la plataforma les ech una lona por encima, todo lo cual apenas
me llev unos pocos minutos. Tan solo cuando hube cerrado las puertas del camin volv
a destaparas, y me sent sobre una de ellas para fumar un cigarrillo.
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Antes de haberlo terminado, pas un robot del departamento de envos lo
suficientemente cerca como para poderlo llamar.
- Ven aqu. Al M-19, que estaba cargando esto, se le quem una banda de freno, as
que ocpate t.
Sus ojos brillaron con la luz del deber. Algunos de los tipos M superiores se toman su
trabajo muy a conciencia. Tuve que apartarme rpidamente cuando por las puertas
situadas a mis espaldas aparecieron los camiones y las cargadoras M. Se oy un ajetreo
de carga y seleccin y mi botn desapareci por la plataforma. Encend otro cigarrillo y
mir durante un rato mientras las cajas eran codificadas, marcadas y cargadas en los
camiones de envo o en las cintas transportadoras locales.
Todo lo que me quedaba por hacer era deshacerme del camin en alguna calle perdida
y cambiar de personalidad.
Mientras estaba entrando en el camin, me di cuenta por primera vez de que algo
andaba mal. Claro que me haba estado fijando en la puerta... pero no lo bastante. Haban
estado entrando y saliendo camiones, pero, de pronto, me golpe como un martillo piln
en el plexo solar el hecho de que eran siempre los mismos los que iban en una y otra
direccin. Uno grande, rojo, de grandes distancias, estaba ahora mismo saliendo. O el
eco de su tubo de escape rugir calle abajo... y luego morir con un lento gruido. Cuando
se volvi a or no fue alejndose, sino que el camin apareci por la otra puerta. Haba
coches de la polica esperando tras la valla. Esperndome a m.
III
Por primera vez en mi carrera sent el pavor del hombre acorralado. Esta era la primera
vez en que la polica estaba tras mis huellas sin haberlo yo previsto. Se haba perdido el
dinero, eso ya era seguro, pero eso ya no me importaba. Lo que queran ahora era
atraparme.
Piensa primero, luego acta. Por el momento an estaba seguro. Naturalmente me
estaban rodeando, pero lentamente, pues no saban en qu parte del gigantesco
aparcamiento me hallaba. Cmo me haban encontrado? Este era el punto
verdaderamente importante. La polica local estaba acostumbrada a un mundo casi sin
crmenes, por lo que no podan haber dado con m rastro con tanta rapidez. En realidad,
no haba dejado ningn rastro, por lo que quienquiera que hubiese preparado esta trampa
lo haba hecho tan solo con lgica y raciocinio.
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Sin pensarlo, unas palabras saltaron a mi mente: El Cuerpo Especial.
Nunca se escriba nada acerca de l, tan solo se podan or un millar de palabras
susurradas en un millar de mundos a lo largo de la Galaxia. El Cuerpo Especial, la rama
de la Liga que se ocupaba de los problemas que los planetas por s solos no podan
resolver. Se supona que el Cuerpo haba acabado con los restos de los Merodeadores de
Haskell tras la paz, que haba eliminado del juego a los ilegales comerciantes T & Z, y que
finalmente haban cazado a Inskipp. Y ahora iban a por m.
Estaban all afuera, esperando a que tratase de abrir brecha. Estaban pensando en
todos los caminos, igual que yo, y los estaban bloqueando. Tena que pensar rpido y
bien.
Tan solo haba dos caminos hacia afuera: a travs de las puertas o a travs de la
tienda. Las puertas estaban demasiado bien cubiertas para abrir brecha, y tal vez en la
tienda hubiese otras posibilidades de escape. Tendra que hacerlo por all. En el momento
en que llegaba a esta conclusin, me di cuenta de que otras personas tambin habran
llegado a ella, y que ya deban estarse dirigiendo a cubrir esas salidas. Este pensamiento
me dio miedo... y tambin me enfad. La sola idea de que alguien pudiera ganarme
pensando ya me era odiosa. De acuerdo, podan tratar de atraparme... pero les iba a
costar. Todava me quedaban unos cuantos trucos en la manga.
Primero, una pequea pista falsa: Puse en marcha el camin, en primera, y lo apunt a
la puerta. Cuando estaba en lnea recta ator el volante y salt por el lado opuesto de la
cabina, volviendo al hangar de mercancas. Una vez estuve dentro apresur el paso. Tras
de mi pude or algunos disparos, un fuerte golpe y muchos chillidos. Esto ya estaba mejor.
Las cerraduras nocturnas estaban conectadas en las puertas que llevaban a la tienda
propiamente dicha. Era una alarma de tipo antiguo, que poda desconectar en escasos
segundos. Mis ganzas abrieron la puerta y le di una patada, echndome para atrs. No
se oyeron timbres de alarma, pero saba que, en alguna parte del edificio, un indicador
sealaba que haba sido abierta una puerta. Fui hasta la puerta ms alejada del lado
opuesto del edificio corriendo tanto como poda. Esta vez me asegur de que la alarma
estuviera desconectada antes de atravesar la puerta. La cerr tras de mi.
El trabajo ms complicado del mundo es correr y no hacer ruido. Mis pulmones ardan
cuando estaba llegando a la entrada de empleados. Unas pocas veces vi luces de
linternas delante mo y tuve que esconderme tras los mostradores, pero logr pasar sin
ser visto, aunque ms por suerte que por otra cosa. Ante la puerta por la que habra
querido salir se hallaban dos hombres de uniforme. Permaneciendo tan pegado como
pude a la pared me acerqu a unos siete metros de ellos antes de tirarles una granada de
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gas. Por un segundo estuve seguro de que llevaban puestas mscaras antigs y de que
todo haba terminado... luego se derrumbaron. Uno de ellos estaba bloqueando la puerta,
por lo que lo apart rodando con el pie y la abr unos centmetros.
El reflector no poda haber estado a ms de diez metros de la puerta: cuando se
encendi not ms dolor que luz. Me tir al suelo en el mismo instante en que se
encenda, y los balazos de la pistola ametralladora perforaron una hilera de agujeros a lo
ancho de la puerta. Mis odos estaban sordos por el estrpito de las balas explosivas y
casi no pude or el ruido de los pasos a la carrera. Ya tena mi calibre .75 en la mano, y
coloqu todo un cargador a travs de la puerta, apuntando alto para no herir a nadie. No
los detendra, pero los hara ir ms despacio.
Devolvieron el fuego, deba de haber un pelotn entero all afuera. De la pared de atrs
saltaron esquirlas de plstico, y los proyectiles silbaron por el corredor. Era una buena
cobertura, as saba que nadie me saldra por la espalda. Permaneciendo lo ms plano
que pude, rept en la direccin opuesta, fuera de la lnea de tiro. Dobl dos esquinas
antes de estar lo suficientemente lejos de las armas como para poderme arriesgar a
ponerme en pie. Mis rodillas temblaban y mi visin estaba an oscurecida por grandes
manchas de color. El reflector haba hecho un buen trabajo, casi no poda ver a la dbil
luz.
Segu movindome lentamente, tratando alejarme lo ms posible de los disparos. El
pelotn del exterior haba disparado en cuanto yo haba abierto la puerta, lo que
significaba que tenan rdenes de disparar contra quienquiera que tratase de abandonar
el edificio. Una bella trampa. Los policas de dentro seguiran buscando hasta dar
conmigo. Si trataba de salir me asaran. Comenzaba a sentirme como tina rata en una
ratonera.
Todas las luces de los almacenes se encendieron y me quede parado, helado. Estaba
cerca de la pared de una gran sala dedicada a artculos para granjas. Al otro lado de la
habitacin se hallaban tres soldados. Nos divisamos al mismo tiempo, y me zambull
hacia la puerta mientras a todo mi alrededor rebotaban las balas. Los militares estaban
tambin en ello, lo que significaba que se lo haban tomado muy en serio. Al otro lado de
la puerta haba un grupo de ascensores... y escaleras subiendo hacia lo alto. Me met en
el ascensor de un salto y hund el botn del stano, logrando apenas salir antes que se
cerraran las puertas. Las escaleras estaban en la direccin de los soldados que me
perseguan, por lo que me pareci que corra hacia sus bocas de fuego. Deb de alcanzar
las escaleras un instante antes de su llegada. Sub por ellas y llegu hasta el primer
descansillo antes de que ellos estuvieran abajo. La suerte todava me acompaaba. No
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me haban visto, y estaran seguros de que haba ido hacia abajo. Me desplom contra la
pared, oyendo los gritos y los silbatos mientras dirigan su bsqueda hacia el stano.
Pero en el grupo haba uno listo. Mientras los otros estaban siguiendo la pista falsa, lo
o comenzar a subir lentamente las escaleras. No me quedaba ninguna granada de gas,
todo lo que poda hacer era subir por delante de l, tratando de no hacer ningn ruido.
Vena lenta y pausadamente, y yo me mantuve por delante de l. De esta manera
subimos cuatro pisos, yo en calcetines, con los zapatos entrelazados alrededor de mi
cuello, y l con sus pesadas botas raspando suavemente contra el metal de los
escalones.
Cuando inici la subida al quinto piso me detuve, con el pie a mitad de un escaln.
Alguien estaba bajando... alguien que usaba el mismo tipo de botas militares. Hall la
puerta al pasillo, la abr y me deslic por ella. Ante mi se extenda un largo corredor,
flanqueado por algn tipo de oficinas. Comenc a correr a lo largo de l, tratando de
alcanzar una esquina antes de que aquella puerta se abriese y las balas explosivas me
partiesen en dos. El pasillo pareca interminable, y de repente me di cuenta de que nunca
conseguira llegar al final a tiempo.
Era una rata buscando un agujero... y no haba ninguno. Las puertas estaban cerradas,
todas. Las iba probando mientras corra, sabiendo que no lo iba a lograr. Aquella puerta
de la escalera se estaba abriendo tras de m, y el arma se estaba levantando. No me
atrev a darme la vuelta y mirar, pero lo poda sentir. Cuando la puerta se abri bajo mi
mano casi cal a travs de ella antes de darme cuenta de lo que habla sucedido. La cerr
tras de mi y me recost contra ella en la oscuridad, jadeando como un animal agotado.
Entonces se encendi la luz y vi al hombre sentado tras el escritorio, sonrindome.
Existe un lmite para la cantidad de emociones que puede absorber un ser humano, y
yo haba sobrepasado el mo. No me importaba si me daba un balazo o me ofreca un
cigarrillo... haba llegado basta el final de mi camino. No hizo ninguna de las dos cosas; en
lugar de eso, me ofreci un cigarro.
- Coja uno de estos, diGriz. Creo que son su marca.
El cuerpo es un esclavo del hbito. An cuando la muerte est a unos centmetros,
responde a las costumbres establecidas. Mis dedos se movieron por s mismos y tomaron
el cigarro, mis labios lo apretaron y mis pulmones lo sorbieron hasta darle vida. Y, durante
todo esto, mis ojos vigilaban al hombre tras el escritorio, esperando la muerte.
Se debi de notar. Me seal una silla y tuvo buen cuidado de tener las dos manos a la
vista sobre la mesa. Yo todava tena mi arma apuntada contra l.
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- Sintese, diGriz, y aparte ese can. Si quisiera matarle, lo podra haber hecho ms
fcilmente que guindolo hasta esta habitacin - sus cejas se arquearon sorprendidas
cuando vio la expresin de mi rostro -. No me dir que crey llegar hasta aqu por
casualidad?
Hasta ese mismo momento as lo habla credo, y esta falta de un razonamiento
inteligente por mi parte me produjo una oleada de vergenza que me devolvi a la
realidad. Me haban sobrepasado mental y fsicamente, y lo menos que poda hacer era
rendirme a la evidencia. Lanc el arma sobre la mesa y me derrumb sobre la silla
ofrecida. Barri la pistola hacia un cajn con rpida eficiencia y se relaj l tambin un
poco.
- Me tuvo preocupado por un momento por la forma en que se qued ah delante, con
los ojos locos y agitando esa pieza de artillera de campo.
- Quin es usted?
Sonri ante lo abrupto de mi tono.
- Bueno, no importa quien soy. Lo que importa es la organizacin a la que represento.
- El Cuerpo?
- Exactamente. El Cuerpo Especial. No crey que se trataba de la polica local,
verdad? Ellos tienen rdenes de dispararle a primera vista. Fue tan slo despus de que
les dije cmo hallarle cuando dejaron que el Cuerpo interviniese. Tengo algunos de mis
hombres en el edificio, son los que lo han trado hasta aqu. El resto son todos nativos,
con dedos nerviosos en los gatillos.
No era muy halageo, pero era verdad. Me haban llevado de un lado para otro como
a un robot de clase M, con cada movimiento programado por adelantado. El viejo tras el
escritorio... pues ahora me daba cuenta de que deba de tener unos sesenta y cinco aos,
haba demostrado ser superior a m. El juego haba terminado.
- De acuerdo, seor Detective. Me tiene usted atrapado, as que el recrearse en mi
desgracia no tiene sentido. Qu sigue ahora en el programa? Reorientacin
psicolgica, lobotoma... o simplemente el pelotn de ejecucin?
- Me temo que nada de eso. Estoy aqu para ofrecerle un empleo en el Cuerpo.
Todo el asunto era tan ridculo que casi me ca de la silla en el ataque de risa que
sigui a estas palabras. Yo, James diGriz, el ladrn interplanetario trabajando como
polica. Era demasiado cmico.
El otro permaneci paciente, esperando hasta que hube terminado.
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- Admito que tiene su lado cmico - dijo -, pero slo a simple vista. Si se para a
pensarlo, tendr que admitir que no hay nadie ms cualificado para atrapar a un ladrn
que otro ladrn.
Haba bastante de verdad en eso, pero no iba a comprar mi libertad convirtindome en
un cimbel.
- Una oferta interesante, pero no pienso salir de esto volvindome traidor. Sabe?, an
entre los ladrones existe un cdigo de honor.
Esto lo enfad. Era ms alto de lo que pareca sentado, y el puo que agit ante mi
rostro era tan grande como un zapato.
- Pero qu clase de estupideces est diciendo? Suena como una frase de una
pelcula de gngsters de la televisin. Nunca se ha encontrado con otro ladrn en su
vida, y no lo har nunca! Y si lo hiciera, lo delatara alegremente si con ello pudiese sacar
usted algn provecho. La esencia misma de su vida es el individualismo... eso y la
emocin de hacer cosas que otros no pueden hacer. Bueno, eso ya se acab, y lo mejor
es que se convenza a usted mismo de ello. Ya no puede seguir siendo el play-boy
interplanetario que sola ser... pero puede llevar a cabo un trabajo que va a necesitar de
cada onza de su habilidad y talentos especiales. Ha matado alguna vez a un hombre?
- No... no que yo sepa.
- Bueno, no lo ha hecho. Le digo esto por si as va a dormir mejor por las noches. No es
usted un homicida, mir eso en su ficha antes de venir a buscarle. Es por eso por lo que
s que entrar en el Cuerpo, y que sentir un gran placer en capturar al otro tipo de
criminal que est enfermo, y no que simplemente realiza una protesta social. El hombre
que puede asesinar y disfrutar con ello.
Era demasiado convincente, y tena todas las respuestas. Tan slo quedaba un
argumento, y lo lanc en un ltimo intento defensivo.
- Y qu hay con el Cuerpo? Si se enteran que est usted empleando a criminales
semireformados para hacer trabajos sucios, nos fusilarn a los dos al romper el alba.
Esta vez era su turno de rerse. No vea qu era lo que le pareca tan cmico, as que
lo ignor hasta que hubo terminado.
- En primer lugar, muchacho, yo soy el Cuerpo, por lo menos su cabeza. Y cul cree
que es mi nombre? Harold Peters Inskipp ese es mi nombre!
- No ser el Inskipp que...?
- El mismo, Inskipp el Inatrapable. El hombre que desvalij el Pharsydion II en pleno
vuelo y que realiz todas esas otras operaciones sobre las que estoy seguro de que ley
en su malgastada juventud. Fui reclutado en la misma manera que usted.
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Me tena atrapado. Debi ver mis ojos saltones, porque se prepar para hacerme mate.
- Y quienes se cree que son el resto de nuestros agentes? No me refiero a los
graduados de limpia mirada salidos de nuestras escuelas tcnicas, como la escuadra que
tengo abajo, sino los agentes especiales. Los hombres que planean las operaciones, que
realizan el trabajo de campo preliminar y que se preocupan de que todo vaya sobre
ruedas. Son ladrones, todos ladrones. Contra mejores eran por s solos, mejor es el
trabajo que realizan para el Cuerpo. Este es un Universo grande y camorrista, y le
sorprenderan algunos de los problemas que aparecen. Los nicos que podemos reclutar
para hacer los trabajos son los que ya son expertos en ellos. Le interesa?
Haba pasado todo tan rpido y no haba tenido tiempo para pensar, por lo que
posiblemente iba a seguir arguyendo durante una hora. Pero en lo ms recndito de mi
mente ya haba llegado a una decisin. Lo iba a hacer. No poda decir que no.
Y, adems, estaba comenzando a notar como un calorcillo. La raza humana es
gregaria, esto era algo que sabia bien, aunque durante aos lo hubiese estado negando.
Sent el comienzo de una sensacin agradable en el pensamiento. Por lo menos sera
el fin de la soledad. La amistad me compensara por lo que haba perdido.
IV
Nunca haba estado ms equivocado.
La gente con quien me encontr era aburrida hasta el mximo; se limitaban a tratarme
como a otra rueda del engranaje que giraba al comps del resto. Ciertamente que estaba
dentro del engranaje, y segua maravillndome de que me hubiera metido en este jaleo.
No sorprendindome exactamente, dado que la memoria se conservaba an totalmente
vvida. Fui transportado con el resto de las ruedecillas, sus dientes entrelazados con los
mos.
Terminamos en un planeta menor, esto era evidente. Pero no tena ni la ms ligera idea
de qu planetas estaban prximos o incluso en qu sistema solar estbamos. Todo era
del mayor secreto y misterio, ya que este lugar era, evidentemente, el cuartel general
supersecreto y base principal tambin de la Escuela de los Cuerpos.
Esta parte me gustaba. Era la nica cosa que evitaba que explotase. Tan aburridos
como eran los individuos que enseaban los cursos, el material era algo que poda ser
aprovechado por m. Comenc a darme cuenta cun simples haban sido mis
operaciones. Con los utensilios y tcnicas que me estaban proporcionando yo haba
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podido ser un bribn diez veces mayor de lo que haba sido. El apartar la idea firmemente
me serva durante un rato, pero me asaltaba de nuevo y me susurraba ideas deshonestas
en mis odos durante los perodos de depresin y nostalgia.
Las cosas iban de aburridamente malas a peores. La mitad de mi tiempo lo pasaba
trabajando en los archivos, aprendiendo de los incontables sucesos y nuevos fracasos de
los Cuerpos. Yo consideraba el estallido, aunque al mismo tiempo no poda evitar el
preguntarme si esto no era parte de un perodo de prueba... para ver si posea suficiente
constancia para seguir. Me tragu el carcter, ahogu mis bostezos, y observ
cuidadosamente a mi alrededor. Si no poda reventar por fuera... podra reventar por
dentro. Tendra que haber alguna cosa que sirviera para terminar este perodo de trabajos
forzados.
No fue fcil... pero lo encontr. Cuando hube terminado de seguir todos los rastros ya
haba llegado de sobra la hora de dormir. Pero no importaba. En cierto modo incluso lo
hizo ms intensamente.
Cuando se trataba de descerrajar una cerradura o reventar una caja de caudales yo no
admito maestro. La puerta de las habitaciones privadas dc Inskipp tena un viejo seguro
de tambor, pasado de moda, que fue ms fcil de abrir que mis dientes.
Deb haber pasado aquella puerta sin un solo ruido. Silencioso como era, y sin
embargo Inskipp me oy. Se encendi la luz y all estaba, sentado en la cama,
apuntndome con una sin retroceso calibre .75, a mi esternn.
- Usted debera tener ms sensatez que esa, diGriz - refunfu -. Entrar arrastrndose
en mi habitacin por la noche! Podra haberle matado de un tiro.
- No lo habra hecho - le dije, mientras guardaba el can de nuevo debajo de la
almohada -. Un hombre con un caudal de curiosidad tan grande como el suyo siempre
hablar primero y disparar despus. Y adems..., nada de este caminar de gato por la
oscuridad habra sido necesario si su puerta estuviera abierta y pudiera comunicarme por
ella.
Inskipp bostez y se sirvi un vaso de agua de una unidad distribuidora, de encima de
la cama.
- Simplemente porque yo encabece los Cuerpos Especiales no quiere decir que yo sea
los Cuerpos Especiales - dijo, mientras se beba el agua -. Alguna vez tengo que dormir.
Mi puerta est abierta solamente para las llamadas de urgencia, no para cada uno de los
agentes que necesitan que le echen una mano.
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- Quiere decir que estoy en la categora de los que necesitan que les echen una
mano? - pregunt con tanta dulzura como pude.
- Pngase usted mismo en cualquier categora que condenadamente le guste ms -
gru, y se dej caer de nuevo dentro de la cama -. Y de paso pngase fuera, en el
vestbulo, y vame maana durante las horas de trabajo.
Realmente estaba a mi merced. Tena mucho sueo. Y muy pronto iba a estar
totalmente despierto.
- Sabe usted lo que es esto? - le pregunt, poniendo un reluciente modelo bajo su
larga nariz roja. Un ojo se abri lentamente.
- Nave de guerra grande, parece como de las lneas Empire. Ahora, por ltima vez...
Vyase! - replic.
- Una conjetura muy buena para estas altas horas de la noche - le dije ansiosamente -.
Es una nave de guerra del ltimo Imperio de la clase Warlord. Indudablemente una de las
mquinas de destruccin ms eficientes jams fabricadas. Ms de media milla de
pantallas defensivas y armamento, que podra convertir cualquier flota hoy existente en
finas cenizas radiactivas...
- Salvo por el hecho de que la ltima fue desguazada para chatarra hace ms de mil
aos - susurr.
Me inclin y acerqu mis labios a su odo. De forma que no hubiera posibilidad de un
mal entendido. Habl suave, pero claro.
- Cierto, cierto - dije -. Pero no estara usted un poco interesado si yo le dijera que hoy
se est construyendo una?
Oh, fue hermoso de observar. Las mantas salieron despedidas en una direccin e
Inskipp en otra. Con un solo movimiento de accin concertada dej la posicin horizontal
y reclinada y permaneci de pie tensamente vertical contra la pared. Examinando el
modelo de la nave de guerra bajo la luz. Aparentemente no crea en los pantalones de
pijama y me fue penoso al ver aquella barriga de ganso saliendo por encima de aquellas
delgadas zancas. Pero si las piernas eran delgadas, la voz estaba ms que llena para
colmar la diferencia.
- Habla, estalla, diGriz! Habla! - rugi - Qu es esta tontera acerca de naves de
guerra? Quin la est construyendo?
Haba sacado mi lima para las uas y estaba raspando un pellejito, mantenindolo
extendido de forma que pudiera verse antes de contestar. Con el rabillo del ojo pude ver
cmo se pona encendido en torno al rostro... pero sigui silencioso. Sabore mi pequeo
momento de poder.
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- Ponga a diGriz a cargo de la habitacin de archivos durante una temporada; usted
dijo, de esa forma aprender el mecanismo. Revolver en archivos polvorientos de hace un
siglo ser precisamente lo que necesita un espritu libre como el de Slippery Jim diGriz. Al
mismo tiempo pondr en orden los archivos. Hace tiempo que necesitaban una
reorganizacin.
Inskipp abri la boca, produjo un sonido ahogado, luego la cerr. Indudablemente se
daba cuenta de que cualquier interrupcin servira solamente para alargar mi explicacin,
no para acortarla. Sonre y asent a su decisin, luego continu.
- De forma que pens que me tendra seguro fuera del paso. Doblegando mi espritu a
guisa de darme un poco de los antecedentes de las actividades de los Cuerpos. En ese
sentido su plan fall. En su lugar ocurri algo diferente. Husme en los archivos y los
encontr de lo ms interesante. Especialmente la organizacin C & M: el Clasificador y
Memoria. Ese edificio lleno de maquinaria que recibe y selecciona noticias e informes de
todos los planetas de la galaxia, los pone en ndices en todas las categoras que puedan
ser posiblemente clasificados, luego los archiva. Una gran mquina para trabajar con ella.
La tuve buscando informacin sobre naves espaciales para m, algo en lo que siempre
estuve interesado.
- Debera de estarlo - interrumpi Inskipp bruscamente -. Rob bastantes en sus
tiempos.
La dirig una mirada molesta y prosegu... lentamente:
- No voy a molestarle con todos los detalles, ya que usted parece impaciente, pero por
fin descubr este plano.
Me lo arranc de los dedos antes de que terminara de sacarlo de mi cartera.
- Cul es su intencin? - murmur mientras recorra con los ojos el impreso azul -.
Esto es una nave pesada de carga y pasajeros. No tiene ms de nave de guerra Warlord
que lo que yo tengo.
Es difcil el curvar uno de los labios de satisfaccin y hablar al mismo tiempo, pero lo
consegu.
- Naturalmente. Usted no esperara archivar planes de naves de guerra con el Registro
de la Liga, no es verdad? Pero, como dije, conozco algo ms que un poco acerca de
naves. Me pareci que sta era un tanto demasiado grande para el uso a que estaba
destinada. Hay suficientes naves viejas como quemadoras de energa; uno no tiene que
construirlas nuevas para hacer eso. Esto me hizo comenzar a pensar y busqu una lista
completa de naves de ese tamao que hubieran sido construidas en el pasado. Ya puede
imaginarse mi sorpresa cuando, despus de tres minutos de rechinar, C & M solamente
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present seis. Una fue construida como intento de autosostenimiento de una colonia en la
segunda galaxia. Segn toda la informacin que tenemos an est en camino. Las otras
cinco todas eran colonizadoras de la clase D, construidas durante la Expansin, cuando
eran trasladadas grandes multitudes. Demasiado grande para ser prctica ahora.
An segua mi curiosidad, puesto que no tena idea para lo que una nave de este
tamao podra ser utilizada. De forma que cambi la palanca del tiempo de la C & M y
dej que eligiera en toda la historia del espacio para ver si podra encontrar algo con que
comparar. Ciertamente lo hizo. Justo en la Edad de Oro de la expansin del Imperio, la
nave gigante de guerra Warlord. La mquina incluso encontr una copia del plano para
m.
Inskipp lo cogi de nuevo y comenz a comparar las dos copias. Me inclin por encima
de su hombre y le indiqu las partes interesantes.
- Fjese..., si la pantalla de la sala de mquina se cambia un poco para incluir esta
bodega de carga, hay mucho sitio para los bultos necesarios. Esta superestructura...
evidentemente slo aadida en los planos... se desplaza y las torrecillas ocupan su lugar.
Los cascos son idnticos. Un cambio aqu, una desviacin all, y el pesado carguero se
vuelve en un rpido navo de guerra. Estos cambios pueden hacerse durante la
construccin, despus de archivados los planos. Para cuando alguno de la Liga
descubriese lo que se estaba construyendo, la nave estara terminada y botada.
Naturalmente, todo esto podra ser una coincidencia. Los planes de una nave de
construccin reciente que concuerden en seis lugares con aquellos de una nave
construida hace un millar de aos. Pero si usted piensa eso, le apuesto cien a uno a que
est equivocado, cualquiera que sea la cantidad que usted seale.
Aquella noche no iba a ganar apuestas a ningn primo. Inskipp haba llevado una
juventud tan de golfo como yo mismo, y no necesitaba ninguna ayuda para descubrir
algn asunto sucio. Mientras se pona la ropa me dirigi preguntas:
- Y el nombre de este planeta amante de la paz que est construyendo este mal
recuerdo del pasado?
- Cittanuvo. Segundo planeta de una estrella B en Corona Borealis. No hay ms
planetas colonizados en el sistema.
- Nunca lo o nombrar - dijo Inskipp mientras cogamos el ascensor privado para su
oficina -. Lo cual puede ser una buena o mala seal. No sera la primera vez que los
problemas vinieran de algn lugar apartado del que nunca haba conocido su existencia.
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Con menosprecio automtico para los dems de los verdaderamente delicados, oprimi
el botn de llamada de su despacho. Muy pronto, empleados de ojos soolientos y
ayudantes estaban trayendo registros y archivos. Los repasamos juntos.
La modestia me impeda que fuera el primero que hablase, pero tuve que esperar poco
antes de que Inskipp llegara a la misma conclusin que yo haba llegado. Extendi un
plano plegadizo a lo largo de la habitacin y lo mir ceudamente a la dura luz del alba.
- Cuanto ms miro este asunto - dijo -, ms sucio lo veo. Ese planeta parece no tener
motivo posible de utilidad para una nave de guerra. Pero estn construyendo una... eso lo
jurara sobre un montn de billetes de mil crditos tan grande como este edificio, y sin
embargo, qu harn con ella cuando la tengan construida? Tienen una cultura de
expansin, no hay parados, un exceso de metales pesados y mercados abiertos para todo
lo que producen. No hay enemigos hereditarios, ni pendencias o cosas semejantes. Si no
fuera por este asunto de la nave de guerra, lo habra llamado el planeta ideal de la Liga.
Tengo que saber ms sobre esto.
- Ya he llamado al aeropuerto espacial... en su nombre, naturalmente - le dije -. Ped
una nave correo rpida. Partir dentro de una hora.
- No est pasndose un poco de la raya, diGriz? - dijo. La voz tan fra como un
tmpano -. Todava soy yo quien da las rdenes y quien le dir cundo est usted
preparado para un cargo independiente.
Yo era todo dulzura y mieles, ya que de su decisin dependa todo.
- Slo trataba de ayudar, jefe, preparar las cosas para el caso de que usted deseara
ms informacin. Y esto no es realmente una operacin, simplemente un reconocimiento.
Puedo hacerlo tan bien como cualquiera de los funcionarios experimentados. Y podra
proporcionarme la experiencia que necesito, de forma que algn da tambin yo pueda
estar calificado para unirme a las filas...
- Muy bien - dijo -. Deje de embrollarlo mientras yo pueda an respirar. Largo de aqu.
Descubra lo que ocurre. Luego vuelva. Nada ms... y eso es una orden.
Por la forma en que lo dijo, comprend que crea que haba pocas posibilidades de que
esto sucediera as. Y tena razn.
Una rpida parada en las secciones de suministros y registro me proporcion todo lo
que necesitaba. El sol apenas luca sobre el horizonte cuando la saeta de plata de mi
nave parta sobre el gris campo, y despus se lanzaba al espacio.
El viaje me llev tan slo unos pocos das, ms tiempo que el necesario para
memorizar todo lo que necesitaba saber sobre Cittanuvo. Y cuanto ms saba menos
poda comprender su necesidad de una nave de guerra. No cuadraba. Cittanuvo era una
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colonizacin secundaria del sistema Cellini, y ya yo antes haba pasado por estas
colonizaciones. Todas ellas estaban unidas por una dbil alianza y muchas disputas entre
s, pero sin llegar a ms. Si no otra cosa, por lo menos compartan el horror universal de
la guerra.
Sin embargo, estaban construyendo secretamente una nave de guerra.
Dado que solamente segua mi pista con esta lnea de ideas, las apart a un lado y me
dediqu a problemas de ajedrez tridimensional. Esto me ocup el tiempo hasta que
Cittanuvo brill dentro de la pantalla de proa.
Uno de mis lemas ms efectivos siempre ha sido: El secreto debe de ser siempre
evidente. Lo que los prestidigitadores llaman informacin falsa. Deja a la gente ver muy
claramente lo que uno desea que vean, luego no se darn cuenta de lo que est
escondido. Esta es la razn por la que aterric a medioda, sobre el mayor campo del
planeta, despus de una aproximacin muy espectacular. Siempre estoy vestido para mi
papel, y fuera de la nave, antes de que los tirantes de aterrizaje dejen de vibrar.
Abrochando la gorra de pieles en torno a los hombres con el corchete de platino, baj la
rampa. El pequeo y robusto robot M-3 avanz ruidosamente detrs de m con mi
equipaje. Dirigindome directamente a la salida principal, no prest atencin a la
precipitada actividad en torno al edificio de la aduana.
Solamente cuando un uniformado suboficial de alguna cosa me alcanz corriendo,
prest atencin al campo.
Antes de que l pudiera hablar lo hice yo, con el pie en la puerta.
- Es un hermoso planeta el que tienen ustedes aqu. Delicioso clima! Un lugar ideal
para una casa de campo. Gente amistosa, siempre deseosa de ayudar a los extranjeros y
todo lo que imagino. As es como me gusta. Me hace sentirme agradecido. Mucho gusto
en conocerle. Soy el Gran Duque Sant Angelo - al llegar a este punto le estrech la mano
calurosamente y dej que se deslizase en la palma de su mano un billete de cien crditos.
- Ahora - aad -, me pregunto si pedir a los agentes de aduanas que registren mi
equipaje aqu. No perdamos el tiempo. No es verdad? La nave est abierta y pueden
comprobar todo lo que quieran.
Mis ademanes, ropas, joyas, la forma fcil en que distribua el dinero y el lujoso lustre
de mi equipaje slo podan significar una cosa. Haba poco que mereciera la pena de
sacar o meter de contrabando en Cittanuvo. Ciertamente nada que pudiera interesar a
una persona rica. El funcionario murmur algo con una sonrisa, habl unas pocas
palabras por su telfono, y el trabajo estuvo listo.
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Una pequea partida de aduaneros pegaron etiquetas sobre mis maletas, atisbaron
una o dos para cubrir el expediente, y me indicaron que pasara. Estrech manos a todo el
mundo - un apretn de manos apresurado, naturalmente - y luego prosegu mi camino.
Llamaron un taxi, me sugirieron un hotel. Hice un gesto de asentimiento mientras me
reclinaba en el vehculo y el robot cargaba las maletas.
La nave no contena nada comprometedor. Todo lo que pudiera necesitar para mi
trabajo lo tena en el equipaje. Algunas cosas totalmente letales o explosivas, y muy
embarazosas si fueran descubiertas dentro de mis maletas. En la seguridad de la suite de
mi hotel realic un cambio de ropas y de personalidad, despus que el robot hubiera
inspeccionado las habitaciones en busca de clulas.
Estos robots de los Cuerpos eran instrumentos muy tiles. Tenan el aspecto y
actuaban como un torpe M-3 todo el tiempo. Pero eran cualquier cosa menos eso. El
cerebro era tan bueno como el de cualquier otro robot que pudiera haber conocido,
adems de que el rechoncho cuerpo estaba atiborrado de ingenios y mquinas de uso
variado.
Dio vueltas lentamente por la habitacin, trasladando mis maletas y extendiendo mis
avos. Y todo el tiempo fue siguiendo una ruta cuidadosa que cubra hasta la ltima
pulgada de la suite. Cuando hubo terminado se detuvo, declarando que todo estaba bien.
- Comprobadas todas las habitaciones. Resultados negativos excepto una clula ptica
en esa pared.
- Deberas de sealarla de esa forma? - le pregunt al robot -. Puede hacer que la
gente sospeche, ya sabes.
- Imposible - respondi el robot con mecnica seguridad -. Me frot contra ella y ahora
est inutilizada.
Con esta seguridad, me quit mi llamativo traje y me puse el uniforme negro
medianoche de un almirante de la Flota de la Gran Liga. Vena completo con
condecoraciones, galones de oro, y todos los documentos necesarios. Yo mismo lo
consider un poco espectacular, pero era lo justo para hacer la impresin correcta en
Cittanuvo.
Como en otros muchos planetas, ste era sensible a los uniformes. Los chicos de
recados, los barrenderos, los empleados... todos tenan uniformes caractersticos. Les
prestaban mucho prestigio, y mi vestimenta negra puntuara tan alto como el uniforme que
ms lo hiciera de la galaxia.
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Una amplia capa ocultara el uniforme mientras sala del hotel, pero el casco incrustado
de oro y el portafolios de los documentos eran un problema. Nunca haba explorado todas
las posibilidades del falso robot M-3 y quiz pudiera ser de alguna ayuda.
- T, pequeo y rechoncho - lo llam -. Tienes departamentos ocultos o cajones
dentro de tu armazn? Si es as, veamos.
Durante un segundo pens que el robot haba explotado. El cacharro tena ms
cajones en l que una batera de registradores de caja.
Grandes, pequeos, planos, delgados, salieron disparados por todas partes. Uno
contena una pistola y dos ms estaban llenos de granadas el resto estaban vacos. Puse
el casco en uno y la cartera de los documentos en otro, e hice restallar mis dedos. Los
cajones se deslizaron cerrndose y la cubierta de metal qued tan suave como siempre.
Me puse una gorra deportiva de fantasa, la coloqu fuertemente abrochada y estuve
listo para defenderme por s solo. Pistolas, gas, agujas envenenadas, todas estas cosas
habituales. En ltimo extremo hubiera volado todo. El M-3 baj en el montacargas. Yo
utilic unas escaleras de atrs y nos encontramos en la calle.
Dado que todava haba luz del da no cog un heli, sino que alquil un vehculo de
suelo. Hicimos un trayecto pausado para salir de la ciudad al campo y llegar a casa del
presidente Ferraro despus de oscurecido.
Como corresponda a un alto magistrado de un planeta rico, el lugar era una mansin.
Pero las precauciones de seguridad eran ridculas, por no decir otra cosa. Pas yo y un
robot de trescientos cincuenta kilos a travs de los guardas y alarmas sin producir la ms
mnima alteracin. El presidente Ferraro, soltero, estaba cenando. Esto me proporcion
suficiente tiempo sin ser molestado para registrar su estudio.
No haba absolutamente nada. Esto es, nada que tuviera relacin con naves de guerra.
Si estuviera interesado en chantaje, tendra pruebas suficientes en la mano para
mantenerme durante toda la vida. Sin embargo, yo estaba buscando algo ms importante
que corrupcin poltica.
Cuando Ferraro entr en su estudio despus de cenar, la habitacin estaba a oscuras.
Lo o murmurar alguna cosa sobre los sirvientes y buscar a tientas la llave. Antes de que
la hubiera encontrado, el robot cerr la puerta y encendi las luces. Yo estaba sentado
detrs de su mesa, con todos sus documentos personales delante de m... con una pistola
como pisapapeles... y con un gesto tan ceudo como pude ofrecerle en el rostro. Antes de
que pudiera reponerse de la sorpresa le lanc una orden.
- Acrquese y sintese. Rpido!
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El robot lo empuj a travs de la habitacin al mismo tiempo, de forma que no le qued
ms remedio que obedecer. Cuando vio los papeles encima de la mesa sus ojos
parecieron salrsele de las rbitas y se limit a susurrar algo. Antes de que pudiera
recuperarse arroj una gruesa carpeta delante de l.
- Soy el almirante Thar, Flota de la Gran Liga. Estas son mis credenciales. Mejor hara
comprobndolas. - Dado que eran tan buenas como las de un almirante de verdad, no me
preocupaba lo ms mnimo. Ferraro los gir tan cuidadosamente como pudo en su estado
de nimo sobresaltado, e incluso comprob los sellos bajo los UV. Le di tiempo para que
se tranquilizara un poco y l lo utiliz para resoplar con furia.
- Cules eran sus intenciones al entrar en mis habitaciones privadas y robar...?
- Usted est metido en un aprieto - le dije en un tono de voz tan sombro como pude
mostrar.
Ante mis palabras, el rostro curtido de Ferraro se volvi de un gris sucio. Me aprovech
de la ventaja.
- Le arresto por conspiracin, exaccin, robo y cualesquiera otros cargos que puedan
resultar despus de un cuidadoso examen de estos documentos. Sujtalo. - Esta ltima
orden iba dirigida directamente al robot, que estaba bien metido en su papel. Avanz
ruidosamente y cerr su mano en torno a la mueca de Ferraro, a la manera de unas
esposas. El apenas se dio cuenta.
- Lo puedo explicar - dijo con desesperacin -. Todo puede ser explicado. No hay
necesidad de hacer tales cargos. Yo no s qu papeles tiene usted ah, de forma que no
intentar decir que todo son falsificaciones. Usted sabe que tengo muchos enemigos. Si la
Liga supiera las dificultades a que hay que hacer frente en un planeta como ste...
- Todo eso es intil - le interrump, cortndole con un gesto de la mano -. Todas esas
cuestiones sern respondidas ante un jurado a su debido tiempo. Slo hay una pregunta
que quiero que me responda ahora. Por qu est usted construyendo una nave de
guerra?
El hombre era un gran actor. Sus ojos se dilataron, su mandbula qued colgando, y se
hundi en la silla como si hubiera sido golpeado ligeramente con un martillo. Cuando pudo
hablar sus palabras eran totalmente innecesarias; ya haba dado todas las muestras de
una inocencia injuriada.
- Qu nave de guerra?
- La nave de guerra tipo Warlord que est siendo construida en el astillero espacial de
Cenerentola. Oculta tras estos planos - se los arroj a travs de la mesa, y le indiqu una
esquina -. Estas iniciales de ah son suyas, autorizando la construccin.
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Ferraro an conservaba el aspecto confundido mientras manoseaba los papeles,
examinaba las iniciales y haca cosas semejantes. Dej que tuviera tiempo suficiente.
Finalmente los pos, sacudiendo la cabeza.
- No s nada sobre ninguna nave de guerra, estos son los planos de un nuevo carguero
de lnea. Aqullas son mis iniciales, recuerdo haberlas puesto all.
Dado que ya lo tena donde deseaba tenerlo, le hice mi pregunta con sumo cuidado
ahora:
- Niega cualquier conocimiento de la nave de guerra Warlord que est siendo
construida a partir de estos planos modificados?
- stos son los planos de una nave de carga y pasajeros, y eso es todo lo que s.
Sus palabras tenan la ingenua inocencia de un recin nacido. Me inclin hacia atrs
con un suspiro de alivio y encend un cigarro.
- No le interesara saber algo sobre ese robot que le est sujetando? - le dije. El baj
la vista, como si se diera cuenta por primera vez de que el robot le haba estado
sosteniendo la mueca durante la entrevista -. No es un robot ordinario. Tiene cierto
nmero de aparatos en la punta de los dedos. Termopares, galvanmetros, cosas como
esas. Mientras que usted estaba hablando registraba la temperatura de su piel, la presin
sangunea, la cantidad de sudor, etc. En otras palabras, es un detector de mentiras rpido
y eficiente. Oiremos ahora lo que dice de sus mentiras.
Ferraro apart la mano del robot como si hubiera sido una serpiente venenosa. Yo solt
un anillo de humo y dije al robot:
- Informa. Ha dicho ese hombre alguna mentira?
- Muchas - contest el robot -. Exactamente el setenta y cuatro por ciento de todas las
declaraciones que hizo eran falsas.
- Muy bien - asent, corriendo el ltimo cerrojo de mi trampa -. Eso significa que sabe
todo lo que se refiere a la nave de guerra.
- El sujeto no tiene conocimiento de la nave de guerra - repuso el robot framente -.
Todas sus declaraciones concernientes a la construccin de la nave eran ciertas.
Ahora me toc a m la voz de dar boqueadas y abrir los ojos, mientras Ferraro se
restableca. l no tena idea de que yo no estuviera interesado en sus otros trucos, pero
debo confesar que haba recibido un golpe bajo. Me cost trabajo, pero lo consegu, el
volver mi mente al trabajo y considerar las pruebas.
Si el presidente Ferraro no tena noticias de la nave de guerra, tena que haber sido
engaado por la apariencia. Pero si l no era responsable... quin lo era? Alguna
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pandilla de militares que tena intencin de derribarle y apoderarse del poder? No saba lo
suficiente de aquel planeta, de forma que reclut a Ferraro a mis filas.
Esto fue fcil... incluso sin el temor de exponer los documentos que haba encontrado
en su archivo. Utilizando su declaracin como un aguijn podra haberle hecho saltar a
travs de aros. No era necesario. Tan pronto como le mostr los diferentes planos y le
expliqu las posibilidades lo comprendi. Si no otra cosa, al menos estaba tan deseoso
como yo de descubrir quin estaba utilizando su administracin como tapadera. Por tcito
acuerdo los documentos fueron olvidados.
Convinimos en que el prximo paso lgico seran los astilleros espaciales de
Cenerentola. Tena la intencin de husmear silenciosamente primero, tratando de
protegerse de sus adversarios polticos. Le di a entender que la Liga, y en particular la
Armada de la Liga, deseaban parar la construccin de la nave de guerra. Despus de eso,
l podra seguir con su politiqueo. Una vez comprendido este punto, llam a su coche y a
su cuerpo de guardia y organizamos un desfile hasta los astilleros. Fue un trayecto de
cuatro horas y durante el camino fuimos haciendo planes.
El gerente del astillero del espacio se llamaba Rocca, y estaba durmiendo felizmente
cuando llegamos. Pero no durante mucho rato. El desfile de uniformes y pistolas en mitad
de la noche le atemoriz en tal grado que apenas poda caminar. Me imagino que estaba
tan abarrotado de pequeos delitos como Ferraro. Ningn hombre inocente podra
parecer tan aterrorizado. Aprovechndome de la situacin, site a mi detector de mentiras
sobre l y comenc a largarle preguntas.
Aun incluso antes de que obtuviera todas las respuestas comenc a darme cuenta de
la situacin. Ellos tambin estaban un poco atemorizados. El gerente del astillero espacial
que estaba construyendo la nave no tena la menor idea de su naturaleza.
Cualquiera con menos amor propio que yo (o que hubiera llevado una vida ms
honesta en su juventud) podra haber dudado de su propio razonamiento en aquel
momento. Yo, no. La nave segua parecindose a una nave de guerra en seis cosas. Y
conociendo la naturaleza humana de la forma que yo la conoca, eso era ms
coincidencia que lo que era lgico. La navaja de Occam siempre indica el camino. Si hay
posibilidades, elige la ms simple. En este caso eleg el natural instinto ahorrativo del
hombre como opuesto a la ciega casualidad o accidente. Sin embargo, puse la teora a
prueba.
Mirando de nuevo a los dos planos originales, me llam la atencin la enorme
superestructura. A fin de convertir la nave en una nave de guerra, eso habra sido una de
las primeras cosas que habra que cambiar.
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- Rocca! - ladr, en lo que confiaba era un autntico gesto de viejo lobo del espacio -.
Mire a estos planes, a esta amplia entrada frontal de aqu. Ha sido construido esto en la
nave?
l neg con la cabeza inmediatamente y dijo:
- No, los planos fueron cambiados. Tuvimos que ajustar no s qu mquina de rechazo
de meteoros para trabajar dentro del anillo de restos planetarios.
Con un gesto rpido mir en mi cartera y extraje un plano.
- Se parece en algo su nuevo aparato a ste? - le pregunt, arrojndoselo por encima
de la mesa.
Se frot la barba mientras lo miraba.
- Bueno - replic dudando -. No puedo asegurarlo. Despus de todo, estos detalles no
son de mi departamento, yo slo soy responsable del montaje final, no de detalles
separados. Pero esto ciertamente se parece a lo que instalaron. Cosas muy grandes.
Gran nmero de conducciones de fuerza...
Ahora ya no tena la menor duda, ciertamente se trataba de una nave de guerra. Me
estaba mentalmente estirando para darme unos golpes en la espalda cuando percib el
significado de sus palabras.
- Instalado! - grit -. Dijo usted instalado?
Rocca se apart, asustado por mis rugidos, y se mordi las uas.
- S... - dijo -, no hace mucho tiempo. Recuerdo que hubo algn problema...
- Y qu ms? - le interrump, mientras un sudor fro comenzaba a correr ahora a lo
largo de la espalda -. Los mandos, los controles... Estn instalados tambin?
- Eh? S - repuso, - Cmo lo saba? La programacin normal fue cambiada,
ocasionando muchos problemas innecesarios.
El sudor fro se haba convertido ahora en un ro de miedo. Comenzaba a tener la
sensacin de que haba llegado tarde en todo. Para la fecha original calculada de
terminacin todava faltaba un ao. Pero no haba ninguna razn real que no hubiera
podido cambiarse tambin.
- Coches! Caones! - rug -. Al astillero espacial! Si esa nave est a punto de ser
acabada, estamos en un gran, gran aprieto!
Todos los aburridos guardias lo pasaron estupendamente con las sirenas, luces,
aceleradores sobre el suelo y todo eso. Perforbamos un ruidoso agujero a travs de la
noche hasta el astillero espacial y a travs de la entrada.
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Todo ello fue intil, llegamos demasiado tarde. Un vigilante uniformado nos hizo seas
frenticamente y toda la escolta se detuvo con una sacudida.
La nave se haba ido.
Rocca no poda creerlo, ni tampoco el presidente. Caminaron lentamente de un lado
para el otro por las vacas pistas donde haba sido construida. Yo me limit a hundirme en
el asiento de atrs del coche, convirtiendo en trozos mi cigarro y maldiciendo mi propia
tontera. Habla perdido de vista un hecho evidente, al ser arrastrado por la idea de un
gobierno de un planeta que construa una nave de guerra. El gobierno estaba
comprometido con seguridad... pero solamente como tapadera. Ninguna mente poltica
comprometida de un planeta pequeo podra haber soado un esquema tan importante
como ste. Me ola a una rata,... una rata de acero inoxidable. Alguien que