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    EL ENCUENTRO

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    EL ENCUENTRO

    Rosa Miriam Elizalde

    Luis Bez

    Oficina de Publicaciones

    del Consejo de Estado

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    Edicin:Diseo:

    Realizacin:

    Fotos:

    Rosa Miriam ElizaldeLuis Bez

    Primera Edicin:

    Sobre la presente edicin:

    Chaly Reyes y Wanda CalvoErnesto Niebla ChalitaErnesto Niebla Chalita

    Ahmed Velzquez, Estudios Revolu-cin, AIN, Prensa Latina y MCIVenezuela

    ISBN ...

    Enero de 2005

    Oficina de Publicaciones del Consejode Estado de la Repblica de Cuba.Calle 17, no.552, esq. a D, Vedado,La Habana, Cuba.Telf.: (537) 55 1858Fax: (537) 57 4578e-mail: [email protected]

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    La amistad tieneen mi corazn un temploy un tribunal, a los cualesconsagro mis deberes,

    mis sentimientosy mis afectos.

    Simn Bolvar

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    Si tengo un hermanoAutor: Silvio Rodrguez

    Si tengo un hermanohermano de suertehermano de vidade historia y de muertes

    no mido sus aossu poca fortunano mido su tachani mido su altura.

    Si tengo un hermano

    Si tengo un hermanohermano que ardehermano mestizohermano de hambreempapo mis himnoscon luz de su airetio mi banderatambin de su sangre

    Si tengo un hermano

    Si tengo un hermanohermano de sueoshermano de balahermano de empeosle entrego mis libros

    le entrego mis manossin un humillanterecibo de pagos

    Si tengo un hermano.

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    Este libro naci una tarde de domingo, en La Habana, sinms prembulos que un gesto de amistad. Hugo Chvez ha-ba llegado a Cuba la noche antes, cuando se desvi el avinque lo llevara de Repblica Dominicana a Caracas, tras unatravesa internacional que haba comenzado en Brasil. Deci-di pasar unas horas por La Habana, solo para saludar per-sonalmente al amigo que haba sufrido un accidente y se recu-peraba de una operacin en la rodilla izquierda.

    Esa misma noche, al calor de la conversacin y la alegrade la visita, surgi la idea de conmemorar el primer y singular

    encuentro de ambos, ocurrido el 13 de diciembre de 1994.Faltaba algo ms de un mes para que se cumplieran diez aosdel recibimiento de Jefe de Estado que le concedi Fidel Cas-tro al joven teniente coronel, pero Chvez an recordaba conasombro y todo lujo de detalles el momento en que la aerona-ve de Viasa se detuvo en un lugar desacostumbrado del Aero-puerto Internacional Jos Mart, donde se despleg la alfom-bra protocolar y un funcionario de la Cancillera lo llam porsu nombre para informarle que al pie de la escalerilla lo espe-raba el Presidente cubano.

    Sin que an hubiramos definido qu rumbo darle a estelibro nacido con otros planes para el aniversario, HugoChvez nos concedi la primera entrevista, que se produjo enpleno vuelo a Caracas, poco despus de despedir al amigo enel edificio del Consejo de Estado con un Hasta la victoria

    EL HURACN(A modo de introduccin)

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    siempre, Fidel!. En una cabina de ocho plazas, con butacasdispuestas de dos en dos, unas frente a otras, y el perfil som-bro de Ezequiel Zamora dibujado detrs de la silla presiden-cial, Chvez nos dio las claves esenciales para ese repaso his-trico, permitiendo que escudriramos generosamente en susrecuerdos, desde la salida de la crcel el 26 de marzo de 1994y los primeros meses de reorganizacin del Movimiento Boli-variano Revolucionario-200, hasta el abrazo de Fidel en LaHabana y el retorno del lder bolivariano, recibido en Cara-cas con insultos de la prensa y gestos de aprobacin de la Ve-nezuela humilde y profunda.

    Yendo y viniendo por los desvanes de su memoria, el Pre-sidente nos revel intacta la hermandad que ha sido, en defi-

    nitiva, el sentimiento ms fuerte que lo ha unido a Fidel. Revi-vi ancdotas, nombres, calles, frases y titulares del pasadocon sorprendente precisin, pero fue inevitable que comenta-ra hechos ms recientes. Es decir, el motivo que lo haba tra-do horas antes a La Habana. Pesaban las emociones de lavspera, no solo por el ardor con que Chvez haba ampara-do la idea de este libro que para l significaba una especie debalance sentimental de la amistad que unen a Venezuela y aCuba, sino porque nosotros ramos conscientes de la emo-cin de los cubanos, cuando se dio a conocer la noticia de que

    haba venido a la Isla expresamente a interesarse por la saludde Fidel. Al hacerle al Comandante en Jefe el regalo de supresencia en la Isla, tambin gratific a nuestro pueblo. Enrealidad coment en voz baja, conmovido, fue unautorregalo, y pas a relatarnos cmo se enter de la cadaen Santa Clara que destrozara la rtula del amigo:

    Estaba esa noche en una reunin y cuando se termi-n, el edecn de guardia me dijo de pronto: Ustedsabe lo que le pas a Fidel?. Recuerdo que trans-

    currieron fracciones de segundos, pero en ellos seme vino encima una nube de dolor: No, qu pas?.Vi que el edecn hizo un gesto: Llam su hermanoAdn y dijo que Fidel se cay. Cmo? . No, nos. Lo primero que pens fue que le haba dado

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    un decaimiento, como hace un par de aos. Logrcomunicarme inmediatamente con Adn: No fueun decaimiento, Hugo; se cay, iba caminando, yluego, habl con Felipe, el canciller, que estaba enLa Habana: El Comandante viene hacia ac portierra; puedes llamarlo, est bien. Convers un ratocon Fidel, cuando estaba todava en la ambulanciaque lo trasladaba desde Santa Clara Solo enton-ces me tranquilic.

    La conversacin no termin cuando aterriz el avin enCaracas a la una de la maana del 8 de noviembre de 2004 y seasomaron por la ventanilla las luces afantasmadas de una ciu-

    dad recin dormida. El Presidente se despidi con una invitacinexplcita: Nos volveremos a ver, algo que ocurri ms prontode lo que esperbamos. Lo acompaamos ese mismo da a unagala dedicada al 80 aniversario de la muerte de Pedro PrezDelgado, conocido por Maisanta, su bisabuelo y hroelegendario de la guerrilla popular contra el dictador JuanVicente Gmez. Tambin, a Cartagena de Indias, donde se re-uni con el presidente colombiano lvaro Uribe para articularun modelo de integracin latinoamericana, al margen de los in-tereses norteamericanos en la regin. Un concepto que estaba

    perfectamente estructurado en el pensamiento de Hugo Chvezcuando convers por primera vez, diez aos atrs, con FidelCastro en La Habana: Creo que Colombia y Venezuela de-beran preocuparse ms bien por potenciar sus relacionesdijo en una entrevista para el diario El Tiempo, de Bogot, el31 de julio de 1994. Por qu no pensar en un gran mercadobinacional que salga por la costa colombiana hacia el Pacfico?.

    Pero tal vez el momento ms emocionante de todos losque compartimos con el Presidente venezolano mientras ar-mbamos este libro, fue la tarde del 13 de noviembre, en el

    Fuerte Tiuna, cuando l se diriga a clausurar la primera granasamblea de gobernadores y alcaldes bolivarianos despus dela victoria en las elecciones regionales.

    Chvez lleg manejando el vehculo que anteceda la escol-ta presidencial. Tena los minutos contados, pero al descender

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    del auto, inesperadamente, unas 20 personas se abalanzaron sobrel, con el ruego de que las atendiera. Mujeres, nios y hombrespobremente vestidos le hablaban a la misma vez. Tenan proble-mas diferentes, pero un drama comn: cierto funcionario los en-ga. Haban recibido un cheque en blanco y no tenan qu co-mer, ni dnde dormir, ni atencin mdica. Una anciana, cuyohijo vegetaba en algn lugar del llano venezolano despus dehaberle cado un rayo durante una tormenta elctrica, se desma-y virtualmente en los brazos del Presidente, a causa de la emo-cin y las horas sin probar alimentos. Chvez dio una extraordi-naria leccin de humildad. Atendi personalmente a la seora,rez con ella y dispuso para todos un mnibus que los llevara aun lugar donde recibiran atencin mdica y se tendran en cuen-

    ta sus reclamos.Escuch con paciencia a aquella pequea Corte de los

    Milagros y le habl con ternura a cada uno. No se separ deellos hasta que un teniente, nombrado jefe para la atencin deeste grupo, advirti que el mnibus haba llegado. Se despidide cada hombre y mujer, de cada nio. Mientras esperaba suturno para el abrazo, un anciano murmur: Este Presidentes que no se pone egosta y deja que todos lo agarren.

    Chvez coment el incidente en el encuentro con los l-deres bolivarianos, unos minutos ms tarde:

    Cmo puede acostarse alguien a dormir tranquilo,sabiendo que puede hacer ms por esta pobre gen-te? Nosotros no podemos descansar mientras hayamiseria en nuestro alrededor; nosotros no podemos

    permitir que el pueblo est desamparado. No pode-mos tolerar que se le mienta. Cualquier ciudadanoconsciente y sobre todo quienes tenemos un manda-to popular, no podra quedarse de brazos cruzados sisabe que hay alguien, cualquiera que sea, que est su-

    friendo...

    Cuando termin la reunin en Tiuna, ocho horas des-pus, regresamos a Miraflores en el mismo automvil. Nue-vamente estaba Chvez en el timn y nosotros a la carga: diez

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    aos antes, en el Aula Magna de la Universidad de La Haba-na, l prefigur una revolucin para los humildes, por loshumildes y con los humildes, como la que se instaur con Fidelen 1959. Siente Hugo Chvez que ha triunfado?

    T me preguntas a m? respondi con extraeza.Yo no he triunfado todava. Tengo por delante un

    gigantesco compromiso y es demasiado temprano paracantar victoria Ellos los ms humildes y olvida-dos de mi pas me trajeron hasta Miraflores, perono para cantar victoria, sino para luchar a su lado y

    para que no los olvide. Si miramos hacia atrs enperspectiva, creo que desde nio me fui llenando de

    esa fuerza y, sobre todo, de sus sueos. Aprend conellos a mirar lejos en la sabana y no solo hacia elhorizonte fsico, sino hacia el horizonte espiritual.Aprend tambin con el tiempo como dijo CarlosMarx, que los hombres hacen la historia con lascondiciones que la realidad les impone. Es decir, siyo hubiera nacido en 1930 o en otra poca, en otrascircunstancias, seguramente no estara aqu. Me tra-

    jo la confluencia de diversas circunstancias histri-cas, polticas, sociales

    Si hubiera tenido xito el Pacto de Punto Fijo elensayo democrtico que comenz en esta mismacasona, en 1958 , yo no estara aqu. Sera el coro-nel o el general Hugo Chvez a punto de retirarsedel ejrcito, el padre de familia, pero no este hombreque les habla. Estoy aqu empujado por las circuns-tancias, por ese pueblo que ustedes vieron. Bolvardijo en Angostura, el 15 de febrero de 1819: Enmedio de este pilago de angustias no he sido msque un vil juguete del huracn revolucionario que

    me arrebataba como una dbil paja. A m me hatrado hasta aqu ese huracn que es el pueblo, lafuerza del pueblo. En abril de 2002 me sacaron deMiraflores; sacaron a Chvez, una dbil paja. Mesentaron all atrs, preso. Por estas mismas puertas

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    salimos, pero el huracn del pueblo me trajo de vuel-ta. A las 47 horas estaba entrando otra vez con vien-tos huracanados. Fue una decisin del pueblo. l esel que me tiene aqu, tal y como le ocurre a Fidel.Solo el huracn de un pueblo podra sostenernos.

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    Martes 13 de diciembre (Caracas-La Habana)

    El avin sobrevuela Caracas, ciudad velada sobre las colinas,urbe irregular en los recodos ntimos de ese valle que ya se alejacon un milln trescientas mil personas suspirando, gritando alo lejos. Los dos pasajeros que haban subido casi de ltimos, seacomodan a mitad de la nave que cubre la ruta hacia La Haba-na, e intentan descansar. El ms joven se quita los espejuelos,los guarda en el bolsillo de la camisa y un minuto ms tarde,cabecea un cansancio milenario en el incmodo asiento de la

    clase econmica del Boeing 727con capacidad para 131 viaje-ros, en la aerolnea Venezolana Internacional de Aviacin(Viasa). Su compaero, de rostro familiar, vestido de liquiliquebeige y boina roja de paracaidista que ahora reposa sobre unade sus rodillas, cierra los ojos y cavila la conferencia que impar-tir sobre Simn Bolvar, motivo que los lleva a Cuba.

    Pero el descanso dura poco. En cuanto el avin tomamayor altura y encara el mar, se produce cierta descompresinen cabina, una parte del techo se desprende y quedan colgan-do las mscaras de oxgeno. Ambos se miran, impresionados.

    El ms joven se persigna. En nombre de Dios, dice y cuan-do levanta la vista, advierte que una muchacha se ha inclina-do sobre su compaero: Perdn, es usted Hugo Chvez?.

    El interrogado no termina de responder que s y ya losdos viajeros tienen en torno suyo varias caras sonrientes que

    1994

    Crnica de un encuentro no anunciado

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    los reclaman, olvidadas del incidente que unos minutos atrshaba elevado un rumor de alarma dentro de la nave. Por cor-tesa, Rafael Isea Romero, que viaja en calidad de ayudantedel teniente coronel, se incorpora en el asiento, se coloca losespejuelos y sigue atentamente el dilogo, en silencio.

    Logro precisar bastante bien los detalles de ese via-je. Me dediqu a hablar con algunos pasajeros, cu-banos y venezolanos que iban para all. Una lindacubana me pregunt: Es la primera vez que ustedviene a Cuba? Le contest: S, es la primera vezque vengo a Cuba fsicamente, porque ya he venidoen sueos muchas veces... (Hugo Chvez)

    Y les comenta que en la crcel de Yare, de donde salihace apenas unos meses, ley dos libros relacionados con Fidel:el alegato de autodefensa en el juicio del Moncada, La Historiame absolver,y la extensa entrevista que el Presidente cubanole concedi a Toms Borges, recogida en Un grano de maz:

    De esas lecturas saqu varias conclusiones, como sol-dado prisionero, y una de ellas fue que hay que mante-ner la bandera de la dignidad y los principios en alto,

    aun a riesgo de quedarse solo. (Hugo Chvez)

    A Isea no le sorprende la actitud de los viajeros. Las ex-presiones de simpatas son las mismas que encuentra Chvezen Caracas y en cada pueblecito del interior venezolano, cadavez que descubren su presencia:

    Los pasajeros empezaron a levantarse y a saludar alComandante, a expresarles apoyo, reconocimiento.Lleg un momento en que estbamos los dos senta-

    dos y en el pasillo no se poda dar un paso, porqueall se haba congregado un grupo de personas quehablaban y preguntaban a la vez. Hasta el propio

    piloto sali un momento a saludar, convers con el

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    Comandante Chvez y regres luego a su cabina.(Rafael Isea)

    Es la primera vez que Rafael Isea viaja fuera de Venezue-la y aunque su historia se entrelaza a la de Chvez desde haceunos aos, no hace mucho tiempo que trabaja a su lado, da ynoche, en una batalla tenaz por reorganizar el MovimientoBolivariano Revolucionario-200 y evadir la cacera y las tram-pas de la Direccin de Servicios de Inteligencia y Proteccin(DISIP). Mientras la gente requiere la atencin del lder, pien-sa que apenas han transcurrido unas semanas desde queChvez le propuso que fuera su ayudante personal, y pocosmeses del reencuentro de ambos, despus de la salida del Co-

    mandante de la crcel y del traumtico perodo que, en lo per-sonal, le ha tocado vivir fuera de la Fuerza Armada Nacional.El joven subteniente retirado del Ejrcito en mayo de 1992,haba participado en la rebelin del 4 de Febrero. Fue hechoprisionero ese da, junto con 967 soldados de baja gradua-cin y 133 coroneles, mayores y capitanes, entre los que seencontraba Hugo Chvez Fras, lder del alzamiento militar:

    A todos los jvenes de menor jerarqua se nos so-bresey la causa, porque se consider que habamos

    actuado segn la ley de obediencia debida. Peroestbamos bajo la mirilla de los oficiales leales al

    gobierno. Me trasladaron a una unidad en el Esta-do de Gurico y un buen da, mientras estaba de

    guardia, hice un pequeo discurso y me acusaronde andar cazando soldados para el MovimientoBolivariano. Me enviaron detenido a Caracas y alas dos semanas, estaba yo botado del Ejrcito, en-frentando como muchos otros compaeros la reali-dad del desempleo y de la persecucin poltica. Viv

    del sueldo de mi madre, una maestra pensionada,hasta que logr conseguir un trabajo modesto en laclnica de un primo. Cuando anunciaron que elComandante Chvez saldra de la crcel el 26 demarzo de 1994 ya estaba en contacto nuevamente

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    con el MBR-200. Fui uno de los que sali a buscar-lo ese da a Fuerte Tiuna... (Rafael Isea)

    La propuesta de que Isea lo acompaara a Cuba es tanreciente que a l le cuesta aceptar que se haya hecho realidad.Menos de una hora los separa de la costa cubana. Sonre alrecordar cmo surgi la idea y aquel giro sbito que tom lareunin en una casa amiga del barrio de Vista Alegre, en Ca-racas, dos o tres das antes de tomar este avin. Hablaban delos pormenores del viaje a la Isla, algo totalmente ajeno alsubteniente y, de pronto, el Comandante le clav la mirada yle pregunt a boca de jarro: Isea, quieres acompaarme?.

    A m, de verdad, me sorprendi muchsimo, perono dud en contestarle: S, por supuestoBueno, pues preprate, porque nos vamos en dosdas. No tena pasaporte y sal corriendo deaquella reunin para ver cmo poda consegur-melo Contactamos con Miquilena, que eraamigo de alguien en el Ministerio de RelacionesExteriores. Agitamos los trmites y con el pasa-

    porte en la mano, al otro da, sal disparado a laEmbajada de Cuba, que entonces quedaba por la

    avenida Francisco de Miranda. Y luego, al aero-puerto. Eso fue una corredera. (Rafael Isea)

    La aeromoza pasa recogiendo los restos de la cena e Iseavuelve a prestar atencin al dilogo en el punto en que el Co-mandante explica por qu viaja a Cuba: ha recibido una invi-tacin del Historiador de la Ciudad, Eusebio Leal, para daruna conferencia en la Casa Bolvar, de La Habana Vieja. Yvers a Fidel?, pregunta alguien con familiaridad.

    Lo nico que nosotros tenamos en mente era el dis-curso en la Casa Bolvar de La Habana, nada ms.Sabamos que habra tiempo libre y sobamos conla idea de poder saludar a Fidel. Ante aquella pre-

    gunta de los pasajeros, el Comandante Chvez dijo:

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    Bueno, si tengo la oportunidad de saludar a Fidel,lo har; cmo no. Me encantara conversar con lalgunas cosas, tener oportunidad de intercambiarcmo va el proceso venezolano. Pero era algo tanremoto, que ni siquiera nos hacamos la ilusin(Rafael Isea)

    El joven ayudante sabe que antes de tomar el avin enCaracas, Chvez habl con el embajador cubano GermnSnchez Otero para coordinar un posible encuentro dondepudiera saludar a su Presidente. Germn le prometi comuni-carlo, pero no le dio seguridad de que este se producira. Lasconversaciones con el embajador ocurrieron con suma dis-

    crecin, pero la visita a la Isla no es un secreto. El diario lti-mas Noticiasacaba de publicar una breve nota que resea elviaje a Cuba y especula sobre la posibilidad de algn contac-to con funcionarios del gobierno, sin mencionar a Fidel.

    Yo estaba convencido de que no vera a Fidel. Lavisita, adems, era por muy poco tiempo: apenas unsolo da. Llegbamos en la noche de un martes yregresbamos en la maana del jueves. Me imagi-naba que el Presidente estara muy ocupado y me

    deca a m mismo: si no me reciben ni los lderesuruguayos, que no son jefes de Estado todava; sime sacan el cuerpo los del Partido Comunista deVenezuela, que ni siquiera me dan la palabra en susreuniones, por qu Fidel tendra que dedicarme una

    parte de su precioso tiempo?.(Hugo Chvez)

    Cuando el avin aterriza y comienza a desplazarse por lapista, el piloto informa por el altavoz interno que el avin sedetendr en un lugar que no es el habitual. Solo van a des-

    cender dos pasajeros, se escucha, y no dice quines son esosviajeros. Unos segundos despus todava est el Boeingenmovimiento, se abre la puerta de la cabina y aparece el copi-loto con expresin misteriosa. Se acerca al sitio que compar-ten Chvez e Isea: Nos han dado instrucciones de que nos

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    detengamos en otro lugar del aeropuerto, para que ustedesdos desciendan del avin. Los espera alguna autoridad cuba-na. Quin?, pregunta el Comandante Chvez. No, nosabemos. Simplemente informaron desde la torre de controlque nos movamos hacia ese otro sitio. El avin se detiene yextienden rpidamente una alfombra protocolar. Son las 9 y40 de la noche.

    Los dos venezolanos toman cada uno su respectivo equi-paje de mano y comienzan a avanzar hacia la puerta: Chvez,al frente, e Isea, detrs. Miran de soslayo por la ventanilla yven luces, cmaras y gente que se arremolina detrs de laescalerilla del avin. En el primer golpe de vista, no distin-guen a nadie conocido. Piensan que tal vez vendr algn

    ministro a recibirlos. Cuando han avanzado apenas unospasos, se asoma por la puerta del avin un hombre alto, so-brio, que pregunta por el teniente coronel Hugo ChvezFras. Bienvenido a Cuba, dice, y se presenta: Mi nom-bre es ngel Reigosa. Soy el director de Protocolo de la Can-cillera.

    El Comandante le pregunt, con cierta ansiedad:pero quin est ah esperando?, y el directorde Protocolo le contest: el Comandante en Jefe

    Fidel Castro. Miramos y, efectivamente, era Fidelen persona, con su traje de campaa, que avanza-ba hasta el pie de la escalerilla. Chvez me entre-

    g su equipaje y baj. Yo le segu un poco despus,con dos maletines, una serigrafa de Bolvar, unos

    papeles Ellos se saludaron, en medio de las lu-ces y de las cmaras y de la sorpresa De repen-te, el Comandante Chvez dio un paso a un ladoy me present al Comandante Castro. No supequ hacer; me qued paralizado. Se ve en la foto

    que yo estoy as tieso, y con todos los paquetesencima El Presidente me salud, pero antes tra-t de ayudarme un poco. Tengo todava una fotodonde se ve a Chvez y a Fidel intentando quitar-me las cosas de encima. (Rafael Isea)

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    Despus del abrazo, los periodistas se abalanzan sobre ellder del Movimiento Bolivariano. El diario El Nacional, deCaracas, en su edicin del 15 de diciembre, resea sus pala-bras y le dedica al encuentro buena parte de la portada de eseda, con una foto desplegada y el titular Se juntaron dos co-mandantes. Segn la versin periodstica, Chvez dijo a EFE:Para m, como soldado, como bolivariano, hoy se hace rea-lidad un sueo de muchos aos y debo decirles a todos loscubanos que me siento muy honrado de estar en Cuba y mshonrado an de que el Presidente Castro se encuentre reci-bindonos aqu. Le sigue una pregunta capciosa por qutantos honores para Chvez? y el testimonio de Fidel: Notiene nada de extrao. Ojal tuviera muchas oportunidades

    de recibir a personalidades tan importantes como l.

    Saben una cosa? No recuerdo qu le dije a la pren-sa. Estaba tan emocionado, tan sorprendido, tan ad-mirado, que se borraron de mi mente las palabrasque pronunci aquella noche. Cuando baj los es-calones del avin, no saba qu iba a decir, y no squ dije. S recuerdo que le dije que esperaba poderlorecibir pronto en Venezuela. Recuerdo su abrazo ysobre todo su mirada. Nunca voy a olvidar esa mi-

    rada que me traspasaba y que vea ms all de mmismo. (Hugo Chvez)

    Sbado, 26 de marzo (Caracas)

    A las 12 y 28 minutos de la tarde del sbado 26 de mar-zo se abri la puerta de acceso del Fuerte Tiuna a la avenidade Los Prceres, y apareci Chvez. Segn la edicin domini-cal de ltimas Noticias, descendi de una camioneta Caribe

    442, con una serenidad impresionante. Fue recibido poruna multitud que forceje para saludarlo y casi lo ahoga en elafn de demostrarle su afecto.

    Su hermano Adn Chvez, la abogada Cilia Flores y laperiodista Laura Snchez lo acompaaban.

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    Los peridicos researon, con palabras ms o menosexactas, sus declaraciones: Vengo de la casa de los sueosazules (la Academia Militar). All me reencontr con 20 aosde recuerdos y a ese mundo militar dejo el alma entre loschaguaramos. Los viejos soldados nunca se van, sino que sedesvanecen y se quedan en el tiempo. Tambin advirtieronque Hugo Chvez Fras, ciudadano que portaba la clula deidentidad nmero 4.258.228, por primera vez apareca enpblico sin el uniforme militar. Pero en el esfuerzo por hacerlonotar no percibieron que, en realidad, l estren ese sbado loque sera su uniforme de campaa despus del retiro de laFuerza Armada Nacional: el liquilique, la camisa tpica delllano venezolano que cierra al cuello y tiene forma de chaque-

    ta, con mangas largas y botones al frente.

    El yipi en que sali Chvez de Fuerte Tiuna lo prestun amigo de nombre Victorino. Era blanco y la gentele cay encima, con tanta fuerza, que le arrancaron la

    puerta derecha al yipi y casi lo voltearon. A Chvez lerompieron el pantaln en el arrebato. Creo que ni lmismo tena conciencia del enorme apoyo popularque posea. Eran miles y miles los que lo esperaban,como miles y miles los que le escriban a la crcel e

    intentaron verlo en esos aos de encierro. Pero eseda se desbord el sentimiento, en carne y hueso, y lascalles se colmaron como yo nunca haba visto, hastael punto de que lleg un momento en que no pudi-mos seguir avanzando y nos sentimos atrapados enaquel mar de gente. l sali en brazos de la gente, quelo carg y se lo llev como si hubiera sido cosa suya yno haba que andar pidiendo permiso. Creo que el

    pueblo no se desprendi ms nunca de l, ni l delpueblo. Hasta hoy. (Cilia Flores)

    La prensa tambin destac que Chvez fue el ltimo mi-litar rebelde que sali de prisin, y que esto no se debi solo auna decisin del Gobierno de Rafael Caldera para castigar allder de las acciones del 4 de Febrero. Haba sido la voluntad

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    de Hugo Chvez: Chvez no haba salido porque quera serel ltimo, afirm el titular de El Universal. l saba que nopodra regresar al ejrcito, como hicieron muchos de suscompaeros, pero se neg a ir a un tribunal militar. No tolera-ra una amnista. La nica figura jurdica que el teniente co-ronel acept admiti El Globo fue el sobreseimiento, quereconoce que no se produjo delito.

    El decreto de sobreseimiento, supuestamente firmado porel presidente Caldera cuatro das antes de la salida de la cr-cel, ampar a otros 13 oficiales, entre los que se encontraban

    Jess Aguilarte Gmez, Ronald Blanco la Cruz, Elicer OtayzaCastillo y Jesse Chacn Escamilla. La nota de El Nacionalreconoci que fuentes extraoficiales admitieron que an

    cuando estaba firmado el decreto de libertad desde muchoantes, no se haba hecho efectivo para evitar que Chvez Frashiciera gala de liderazgo ante la opinin pblica como militaruniformado.

    Chvez permaneci preso dos aos, un mes, 22 das, unahora y 15 minutos. Primero, lo recluyeron en el cuartel de SanCarlos, pero sus muros exteriores se convirtieron en dominiode peregrinaje popular y lo trasladaron a las pocas semanas aYare, una crcel menos accesible. En los 15 das que antece-dieron al 26 de marzo, permaneci en el Hospital Militar, en

    Artigas, recuperndose de una grave dolencia en el ojo iz-quierdo, que necesit una intervencin quirrgica, explicEl Mundo.

    Cerca de las ocho de la maana abandon el Hospital Mi-litar, en una ambulancia que lo llev a la sede del Ministerio deDefensa, en Tiuna. Asegur a El Globoque fue muy emotivala despedida que recibi de sus compaeros de armas en la Aca-demia Militar, despus de ms 20 aos de carrera.

    Recuerdo que, antes de salir ese sbado de Tiuna, ped

    que me llevaran a la Academia Militar. Era all dondequera darle fin a los 23 aos de militar activo y despe-dirme de mi uniforme. Aquel da fue duro; uno de esosdas en los que uno llora porque siente a conciencia quese desgarra de una etapa de su vida, para comenzar otra.

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    La gente estaba afuera, en la entrada del Crculo Militar,esperndome. Haban colocado una mesa para efectuaruna conferencia de prensa, ordenadita, toda llena de mi-crfonos, y cuando yo me baj del carro para dirigirmeal lugar donde estaban los periodistas, me sali una ava-lancha de gente de all del fondo, tumbaron a los solda-dos que andaban por all, le pasaron por encima a lamesa, a los periodistas, a las cmaras y me lleg la ola...Nos camos y luego nos levantaron, y en medio de aquellalocura alguien me pone una grabadora delante: Adn-de va usted ahora? Qu va a hacer, qu piensa hacer?No s cmo atin a decir: Vamos a las catacumbascon el pueblo y vamos al poder. (Hugo Chvez)

    Y nosotros vamos al poder por las buenas o por lasmalas, pero vamos al poder, aadira a El Nuevo Pas, quevio en esa frase un acertijo y una estrategia, y no se equivoc.Chvez, de acuerdo con la opinin de Rafael Isea y NicolsMaduro, integrante entonces de la direccin del MBR y delanillo de seguridad que acompa ese da al ex Comandantede paracaidista, nunca descart la opcin armada. La circuns-tancia dira cul de las dos vas prevalecera y en la prctica,en los aos previos a la campaa presidencial del soldado

    barins, el Movimiento Bolivariano concili por un lado laorganizacin popular, y por el otro, en la clandestinidad, elvnculo con los militares activos.

    ltimas Noticiasprest ms atencin a lo que llam laeuforia, es decir, un fenmeno excepcional en el entorno po-ltico venezolano.

    La gente lo que haca era acercarse para tocarlo.Luego, se persignaba o le entregaba a los hijos. Olo tocaban y despus pasaban la mano por la ca-

    becita de sus nios, como si l fuera un santo.Tambin, se arrodillaban a llorar y le gritaban quel era Simn Bolvar. Ese da yo escuch por pri-mera vez, lo que luego omos muchas veces en losrecorridos por Venezuela: Chvez, t eres Bol-

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    var reencarnado. Fue impresionante. (NicolsMaduro)

    En horas de la tarde concedi una entrevista al progra-ma Hoy, de Televen, que conduca Jos Vicente Rangel, unode los espacios televisivos de opinin de mayor audiencia na-cional. Los medios advirtieron que Chvez se haba cambia-do el liquilique beige que le destrozaron la vspera, por unoverde olivo, y publicaron una fotografa en la que se le vio,desde un primer piso, hablndole con un megfono a la mul-titud que llevaba pancartas y banderas.

    Televen queda en el centro comercial de Los

    Chaguaramos, un lugar rodeado de barrios popula-res. Cuando lleg Chvez, nuevamente se desat lalocura. Lo estaban esperando unas 5 000 personas.La gente se meti por todos lados en el edificio y no-sotros logramos pasar a Chvez al interior del canal

    por el estacionamiento, a escondidas. Pero cuandollegamos a la salida de la escalera, estaba desbordadoel largo pasillo como de 10 metros de ancho y 60metros de largo que la separaba del estudio. Tuvi-mos que atravesar aquel mar crecido y cuando logra-

    mos llegar a la puerta del canal, que era de vidrio, laempujaron con tal fuerza que todo el mundo cay al

    piso, incluidos Chvez y los que lo custodibamosEn el set de televisin y listo para empezar la entrevis-ta, Jos Vicente esperaba tranquilo, inmutable, senta-do en su silla. (Nicols Maduro)

    Ante las cmaras Chvez present su estrategia poltica,dijo que estaba decidido a llegar al poder en Venezuela parainiciar transformaciones sociales radicales y habl por prime-

    ra vez en un medio pblico del cubano que lo haba acompa-ado en sus aos de militar activo y en la crcel: Jos Mart.Cit de memoria una frase en la que l crea apasionadamen-te y que aparece en uno de los hermosos homenajes que alLibertador le rindi el Apstol de la independencia de Cuba:

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    Pero as est Bolvar en el cielo de Amrica, vigilante y ceu-do, sentado an en la roca de crear, con el Inca al lado y el hazde banderas a sus pies; as est l, calzadas an las botas decampaa, porque lo que l no dej hecho, sin hacer est hoy:Porque Bolvar tiene que hacer en Amrica todava!.

    Tres das despus, Jos Vicente public en El Globosusimpresiones de aquel dilogo televisivo. No le gust o no asi-mil por pura aprensin intelectual que reconocera con fran-queza el lenguaje llano de Hugo Chvez. Sin embargo, con nomenos honestidad admiti en su artculo titulado Chvez, en-tre el mito y la realidad, que haba entrevistado al hombrems popular de Venezuela, porque ni antes ni entonces en elpas haba existido un poltico capaz de provocar como este ex

    militar barinense fenmenos de adoracin y de histeria colecti-vas, ni de reunir tanto pueblo de forma espontnea.

    Qu es en verdad Hugo Chvez? se pregunt JosVicente. Por ahora una emocin. Una bsqueda. La deses-peracin de la gente por asirse a alguien. Por toparse conquien no aparezca contaminado, con quien luce diferen-te Chvez tiene algo que le llega a la gente, relacionadocon su origen, con el lxico de la gente del llano, con SimnDaz, con el folclor, con la leyenda, y sobre todo, con labsqueda por parte de los humildes de una referencia hu-

    mana, de algo que humanice la poltica y no el estereotipodel poltico tradicional del cual todos estn hasta la coroni-lla.. . Hugo Chvez constituye un aporte al esclarecimientode la realidad nacional. Si Chvez no hubiese existido ha-bra habido que inventarlo. l es un formidable catalizadorde la esperanza popular. Es la posibilidad de que junto conotras fuerzas nuevas canalice el sentimiento de frustracinde millones de venezolanos. Aun cuando algunos reticentesy escpticos irreductibles no lo acepten, para m HugoChvez es la pliza de seguro que necesitaba la democracia

    venezolana. (El Globo, 29 de marzo de 1994, p.17)

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    Martes, 13 de diciembre (La Habana)

    Fui a su lado en el carro hacia el Palacio de la Revo-lucin y all nos sentamos a conversar, uno frente alotro. Despus de los primeros minutos me segua im-

    presionando la manera en que Fidel me examinabacuidadosamente. Ya a esa altura, a esa miradaescrutadora se unan las preguntas en rfagas: melanzaba una y luego otra y otra Todo le interesa-ba y hurgaba hasta en el ms mnimo detalle. Sobreel 4 de Febrero me pregunt cuntos hombres eran,

    para dnde se fueron, qu fusiles llevaban y por qutenan un brazalete en el brazo derecho y otro en el

    izquierdo, y pregunta y pregunta y ms preguntas, yyo me deca: Dios, para dnde va este hombre?.Pareca que haba agarrado una ametralladora yestaba dispuesto a coserme a preguntas, hasta unmomento en que pas a la ofensiva. Le preguntcmo fue la muerte del Che, que qu me poda decirl de eso y creo que le coment que esa inquietud lallevaba desde nio. Tena 14 aos cuando dieron lanoticia por la radio de que al Che lo tenan rodeadoen la selva de Bolivia. En Barinas, con total infanti-

    lismo, decamos: Bueno, ya Fidel le mandar unoshelicpteros para rescatarlo.

    Recuerdo que Fidel me hizo un dibujo de laQuebrada del Yuro y luego trajeron un mapa. Ha-ba estudiado muy bien la situacin y conoca deta-lle por detalle el lugar, aunque nunca haba estadoall. Seal el sitio exacto dnde atraparon al Che y

    por dnde pudo haber escapado. Me dijo: el Che,a conciencia, busc al enemigo y sali a enfrentar latropa del ejrcito boliviano. Me emocion escu-

    charlo. Envueltos en la historia, comenzamos a ha-blar de Bolvar, que era el tema que me haba tradoa Cuba. Me di cuenta de que cada vez que le comen-taba algo, l le iba agregando otros elementos quedemostraban que tena una cultura histrica muy

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    profunda, un conocimiento de erudito. Yo me pre-guntaba: cmo es posible que sepa tanto?, yempec un poco a probar fuerzas en la conversa-cin. Ah, que la campaa de Guayana y la ofensi-va de los republicanos, por tierra y por el roOrinoco, y l segua el hilo: s, t me hablas de labatalla de San Flix que gan el General ManuelPiar, por la cual obtienen el territorio de la Guayanay no s qu ms... Entonces yo deca para m mis-mo: se las sabe todas, se las sabe todas... Y volvaa la carga: ...despus vino la batalla de Carabo-bo Ah!, responda l, s, la batalla de Cara-bobo, claro, se repleg el batalln, en orden, dando

    un ejemplo de disciplina... Y una voz me deca pordentro: esto no puede ser. Y yo segua: voy acambiarle el personaje; no es posible que l conozcatanto a otros prceres venezolanos, y le habl dePez, de su campaa en los llanos, de que haba sidoun valiente guerrero, pero traicion a Bolvar. Tam-bin, que haba aprendido a escribir de manera ex-celente Ah, Pez, claro, Pez, y se acord dealgo que escribi Jos Antonio Pez, un librito pocodivulgado en Venezuela y prcticamente desconoci-

    do fuera de mi pas, pero que Fidel s se lo habaledo completo! Se trataba nada menos que de loscomentarios de Pez a lasMximas de Napolensobre el arte de la guerra. Hasta recordaba los prin-cipales conceptos: claro me dijo, l planteaba ladefensa en tres lneas. Primero, las costas; segundo,los grandes ros el Orinoco, por supuesto, y tercero,la montaa, por si los espaoles u otros europeos vol-van a invadir a Venezuela. Y es verdad, Pez plan-te la defensa estratgica del pas, por la lnea caribea,

    la lnea de los ros grandes del Orinoco, y por el Apurey la selva. Y aadi: aqu nosotros lo estudiamos muybien, porque en caso de una invasin asumiramos unadefensa similar Sin embargo, yo segua porfiado yquera, a toda costa, encontrarle un lado vulnerable.

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    Cuando fracas con Pez, intent sorprenderlo conZamora. Ah!, el de la Guerra Federal y Santa Ins,la batalla de la defensa retrgrada. Aqu la estudia-mos tambin. Yo no quera rendirme y saqu unacarta difcil de pasar: le hablara de mi bisabuelo.Ah, s, Maisanta, y empez a contarme al deta-lle su historia. Ah s dije: me rindo, me rindo!No intento ms nada. Este hombre es invencible.Y me rend.

    En algn momento l, amablemente, nospregunt si estbamos cansados. Y yo: quva! No se preocupe. Nosotros no vinimos a dor-mir, y seguimos conversando hasta las tres o

    las cuatro de la madrugada. Perd la nocin dela hora. Sin duda estaba descubriendo fascina-do a un hombre cuyo pensamiento cabalgaba

    junto al t iempo y ms all. Descubr tambin aun extraordinario poltico de la izquierda re-volucionaria que estaba muy lejos de ser un mar-xista dogmtico. Recuerdo que me llev la con-viccin de que en esa profundidad de pensamiento,estaban las razones de la crtica que le haca ciertaizquierda venezolana, rgida, encartonada, sin una

    slida formacin poltica, que por sus posiciones sehaba aliado a la derecha y all tambin me hostiga-ba permanentemente. Creo que hasta le cont unaancdota que me haba hecho un amigo, militantede uno de esos grupos. Cuando l era estudiante enla universidad, participaba clandestinamente en al-

    gunas acciones y un da tomaron un pueblito delllano, en Gurico. Iba con una patrulla guerrillera,

    pero los agarraron a todos, menos a mi amigo queestaba realizando su misin, la cual consista en pin-

    tar las paredes con un spray. l era el responsablede la propaganda, pues, por ser estudiante uni-versitario. Los dems, sus jefes, a duras penas sa-ban leer y escribir. En medio de la toma del pueblito,el muchacho perdi su caballo y el contacto con sus

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    compaeros. Tuvo que caminar hacia otro puntode reunin en no s dnde, hasta encontrarse conel comandante de la patrulla, y le dijo: Bueno, yoestaba cumpliendo con mi tarea, mientras los otrosatacaban al pueblo Y usted qu es lo que

    pintaba tanto ah, y por eso se retard? Yo pinta-ba: Viva Lenin!, Viva Lenin! Y segua pregun-tando el jefe este: Viva quin? Viva Lenin,Lenin! El jefe se sorprendi: Y quin es Lenin?Y antes de que el muchacho respondiera, el segun-do jefe de la patrulla se le adelant: Djalo quieto,chico, que ese Lenin es el jefe de Caracas....

    Es una ancdota, pero ilustra ese dogmatismo,

    esa falta de referente histrico de algunos amigos.Fidel era todo lo contrario. En esa visita me impre-sion la manera en que su proyeccin poltica seadaptaba a las nuevas circunstancias de AmricaLatina, sin hacer concesiones de principios. Ese dame dijo y luego lo repiti en el Aula Magna: Aqua la lucha por la libertad, por la igualdad y la justiciala llamamos socialismo; si ustedes la llamanbolivarianismo, estoy de acuerdo, y agreg: Si lallamaran cristianismo, tambin estoy de acuerdo.

    Ya en esa primera reunin en Palacio, Fidel de-mostr su capacidad de ver ms all de los hombresde una poca, ms all de donde nos permite el ca-mino. Yo lo haba percibido en la crcel, durantemis lecturas de Un grano de maz, y en La Habanalo confirm. Toms Borges le hizo a Fidel una pre-

    gunta similar a lo que en 1824 le hizo JoaqunMosquera a Bolvar. Cuentan que Mosquera, quiensera presidente de la Gran Colombia, fue a visitaral Libertador a una costa peruana. All estaba Bol-

    var en una choza a la orilla del mar, solo, no tenaejrcito, estaba enfermo de tabardillo, plido, hue-sudo, sentado en una silleta rota. Y le preguntMosquera cuando lo vio as: Libertador, qu va-mos a hacer ahora? Bolvar se puso de pie como

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    impulsado por un rayo. Los ojos se le convirtieronen dos relmpagos: Cmo que qu vamos a hacerahora, Mosquera? Triunfar! Triunfaremos!.

    Ante la pregunta de Borges -cay la UninSovitica y cantan victoria en Washington, y ahoraqu ser de Cuba?, Fidel reaccion como Bol-var: Vendr una nueva oleada en Amrica Latina,vendr una nueva oleada. Solo l poda ver enton-ces hacia dnde bamos y dnde estamos ahoritamismo. Se dan cuenta?(Hugo Chvez)

    Abril-Junio, La Campaa de los 100 das (Venezuela)

    Dos Venezuelas conformaban el espectro del pas en 1994: aun lado, la de los cerros, la orfandad social y los conucos, y laVenezuela del petrleo, los rascacielos y el placer y el lujo cos-mopolita, en el otro. Fue la primera Venezuela, mayor yadolorida, la que alleg los materiales y prepar las condicio-nes para el cambio, y la que en ese proceso identific a Chvezcomo su lder.

    A pesar de las simplificaciones y los falseamientos, quienrepase la prensa local en ese ao, encontrar dispersos peroperfectamente visibles los nudos del complejo entramado que

    guiar los pasos del futuro Presidente del pas. Hoy existeuna vasta masa popular que rene a ms del 60 por ciento dela poblacin venezolana, la cual no solo se siente marginal ala cultura -en trmino de modo de vivir de ese otro 40 porciento, sino que la rechaza como una alternativa. Quisieran,por supuesto, salir de la miseria, del mbito de la violenciacotidiana, del ghetto de marginalidad donde la han encerra-do como si fuese una bestia rabiosa: pero saben que la clasepoltica y empresarial, que controla el actual sistema jurdicoy poltico no lo permitir, so pena de renunciar a la mayora

    de los privilegios, privilegios que, de manera eufemstica, tien-den a ser denominados como el sistema democrtico, escri-bi Mario Sanoja, en la edicin del 8 de abril, de El Globo.

    El artculo, desde el ttulo, iba al hecho: Chvez es elcomandante del desencanto. Ese sector marginado, segn

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    Sanoja, conforma el polo paradigmtico de la liberacin so-cial y poltica, de la fe inquebrantable en los ideales, del no-compromiso con el sistema, de la fuerza de la voluntad pararesolver los problemas.

    Otro periodista de ese diario, Jess Sanoja Hernndez,terci en la polmica que se desat en los medios a propsitodel activismo pblico de Chvez, con el inicio de la llamadagira de los 100 das que condujo a la direccin del MBR-200 a un largo periplo por el pas: Arturo Uslar Pietri habadicho en el Senado, cuando el bipartidismo estaba campantey las ferias electorales constituan una atraccin, que Vene-zuela era el pas en el cual Bolvar estaba esperando a las puer-tas del Congreso. Y a Bolvar, como a Simn Rodrguez y a

    Zamora, fue a quienes acudi Chvez cuando quiso darlebasamento ideolgico y emocional a la accin del 4F. Visto deese modo, Chvez, ms que una causa, es una consecuencia.

    Sal de la crcel como cuando le abren la puerta a untoro, que colea y sale disparado: a recorrer el pas!,esa era la inspiracin. Salimos en una caravana porlas principales ciudades, en una camioneta que lla-mbamos la burra negra. Queramos reunir a loscuadros civiles del MBR-200, que se haban estado

    organizando desde la prisin. Exista una direccinnacional, pero haba que reformular las direccioneslocales, regionales. Esa gira comenz en los ltimosdas de marzo hasta junio, y convocamos a todo elmundo: gente de derecha y de izquierda, de extremaderecha, de extrema izquierda, gente apoltica, detodo, pero que estuvieran de alguna manera identifi-cados con el cambio. Ah comenzaron las presiones.Recuerdo que en ese ao se produciran eleccionesde gobernadores y de alcaldes, y nosotros salimos lla-

    mando a la abstencin, con la consigna Por ahora,por ninguno; Constituyente ya. Pero nadie saba quera una Constituyente y nos dijimos, pues vamos aestudiar, a explicar, a responder mil preguntas Vene-zuela adentro. (Hugo Chvez)

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    Antes de comenzar la gira, el 2 de abril, Chvez convocclandestinamente la primera gran reunin cvico-militar, en unacasa de Trebolcas, en el barrio de Chuao, en la que participa-ron adems oficiales que lo haban acompaado en la rebe-lin del 4F y se mantenan activos en la FAN. El encuentro seinici con una caravana por Caracas muchas de las reunio-nes transcurran dentro de los carros en movimiento por laciudad, para evadir los controles de la DISIP. El objetivo prin-cipal era disear un modelo de organizacin poltica. De ahsaldran varias direcciones de trabajo, relacionadas con la or-ganizacin, la propaganda, la estrategia poltica

    En la reunin participaron grupos muy

    heterogneos, entre ellos una direccin civil que ha-ba trabajado sectariamente en la calle, mientras elComandante estuvo preso. Chvez sali de aquelencuentro con el convencimiento de que con ese gru-

    po l no iba para el baile como se dice en Venezue-la. O sea, que aquella estructura no conduca a nin-

    gn lado, y por eso, comenz l mismo a construirsu red de relaciones polticas y sociales con todos lossectores que se le acercaron, y a visualizar a media-no plazo lo que era pertinente para reconstruir el

    Movimiento. En medio de esa discusin, l proponeirse inmediatamente a la gira de los 100 das: Va-mos al encuentro del pueblo para ver qu encontra-mos abajito ah dijo. Esa gira, que recorri Vene-zuela de punta a punta sin logstica de ningn tipo,tambin la llamamos el huracn bolivariano y laconsigna fue la esperanza est en la calle... (Nico-ls Maduro)

    En menos de una semana comenz el recorrido de pue-

    blo en pueblo. Personalmente se ocup de establecer los con-tactos con dirigentes sociales y polticos de las regiones, y aexplicarles el proyecto y a organizarlos. Logr contactos convarias corrientes polticas que desembocaban en dos posturasclaramente divididas: la que defenda el propio Chvez, que

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    propona un camino de no conciliacin con el sistema, com-binando todas las formas de lucha incluida una posible insu-rreccin cvico-militar, y la del comandante Francisco AriasCrdenas, compaero del 4F, que desde la crcel haba pacta-do con el gobierno y por esos das negociaba con el partidoCausa R que despus termin en la derecha ms agresiva.En este perodo se intensific una de las campaas que explo-taran alevosamente las fuerzas reaccionarias en Venezuela:Arias Crdenas, el poltico; Chvez, el rebelde sin causa, eltirapiedras. Arias, el idelogo; Chvez, el Rambo.

    Nosotros no habamos desechado la posibili-dad de una va armada. Llegamos a la conclusin

    de que tenamos que recorrer el pas para evaluarbien la situacin, y por eso desarrollamos una dobleestrategia: el instrumento poltico organizativo demasas, en plena calle, con mtines y reuniones pbli-cas, y al mismo tiempo, los encuentros clandestinoscon los oficiales que seguan leales a la causabolivariana y otros que se fueron sumando por elcamino.

    Al principio nos reunamos con todo el mun-do, incluyendo a Bandera Roja, pero en el camino

    me di cuenta cun utpico era pensar que de ahpoda salir algo serio. Cada quien defenda interesesparticulares, partidistas, sectoriales. En esos ambien-tes donde nadie es jefe y nadie reconoce a nadie, ytodo el mundo es igualito, se habla mucho y se hace

    poquitico, poquitico. Algunos comenzaron a acu-sarme de caudillo. Desempolvaron algunas tesis quenos medan hasta el cabello y quienes las esgrimaneran ms papistas que el Papa. Recuerdo las discu-siones con una parte de la direccin del Partido

    Comunista, sobre todo con el ala obrera, que llegal siguiente postulado: Chvez era daino al movi-miento obrero por su condicin de caudillo, puescon l se pierde el sentido colectivo de la organiza-cin. Estaban indigestados con tesis mal interpreta-

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    das, totalmente distantes de la realidad. (HugoChvez)

    En ese contexto, el gobierno de Rafael Caldera hizo todolo posible para desarticular la organizacin de los militaresleales a Chvez. Los que quedaron en el Ejrcito estaban dis-persos y hostigados en los ms apartados regimientos del pas.A otros, les ofrecieron becas y cargos administrativos al pro-pio Comandante rebelde le propusieron una embajada, quel por supuesto, no acept. Apostaron a la atomizacin delncleo del movimiento en el mbito militar, para obligar alMBR-200 a participar en el juego del sistema poltico.

    Queran neutralizar el apoyo militar y conducirnossin preparacin a la va electoral para derrotarnos.Ir a las elecciones fue un riesgo que corrimos mstarde y pensamos bastante la decisin de presentar-me como candidato a las elecciones. Me chocabamuchsimo (Hugo Chvez)

    El gobierno subestim el contexto, pero Hugo Chvezvio que la nica alternativa posible era irse de pueblo enpueblo en misin bolivariana. Lo hizo sin recursos, con un

    pequesimo grupo de leales colaboradores que lo acom-paaron voluntariamente sin pedir nada a cambio, y de-jando atrs, en Caracas, una verdadera olla de grillos entresus supuestos aliados polticos. Cul era su estado an-mico? Se senta solo?

    No, no poda sentirme solo, porque llegara adon-de llegara se produca la misma avalancha quecuando sal de la crcel. Yo no poda caminar porningn sitio sin ver pueblo por todos lados. Des-

    de que sal de Yare no he podido caminar 100metros solo. Pensaba entonces que con el paso deltiempo podra ir tranquilo por una calle, pararmeen una esquina, tomarme un caf, sentarme conuna muchacha a la orilla del mar. No ha podido

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    ser. No conozco la palabra soledad. No s lo que esestar solo. (Hugo Chvez)

    Mircoles, 14 de diciembre (La Habana)

    En la madrugada, Chvez e Isea llegan a la casa de Pro-tocolo que los alojar durante dos breves e intensas noches enLa Habana. El joven ayudante mira el reloj: dentro de cuatrohoras pasarn a recogerlos para visitar la Academia de lasFuerzas Armadas Revolucionarias Mximo Gmez, un lu-gar que los entusiasma particularmente. Aunque estn ago-tados, el sueo an no llega.

    Ambos estbamos muy impresionados. Al Coman-dante Chvez le costaba creer que lo que estbamosviviendo fuera verdad. Comenz a preparar unosapuntes para la conferencia del da siguiente, perono adelantaba mucho, porque estaba eufrico. Sesonrea y me preguntaba una y otra vez: T teimaginas lo que significa que Fidel Castro nos fue arecibir al aeropuerto?. (Rafael Isea)

    A las siete de la maana ya estn levantados. Han dormi-do, si acaso, tres horas. Chvez revisa con un poco ms decalma los apuntes para su conferencia en la Casa Bolvar. Co-mienzan a acostumbrarse a la idea de que lo ocurrido no hasido un sueo y que, efectivamente, Fidel no solo los ha aten-dido con deferencia, sino que faltan todava nuevos encuen-tros, nuevas emociones. Mientras saborea el jugo del desayu-no, Isea recuerda con cario uno de los tantos momentos dela conversacin de la vspera.

    En algn momento de la reunin, el ComandanteChvez esboz el proyecto poltico bolivariano,su objetivo esencial: la transformacin de la so-ciedad venezolana a travs de un proceso revolu-cionario con el pueblo a la cabeza, como prota-

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    gonista. Con qu cuentan?, pregunt Fidel. Ymi Comandante le contest: bueno, tenemos unmovimiento que est creciendo. Ya estamos orga-nizando coordinaciones en todos los estados del

    pas y tenemos organizaciones de base. Hemoshecho alianzas y seguimos hablando con algunos

    partidos afines Haremos la Revolucin en Ve-nezuela y tambin, la Revolucin continental. Yyo abra los ojos asombrado y creo que FelipePrez Roque, que entonces era su ayudante y sehaba sentado a mi lado, se dio cuenta de mi mira-da y de mis gestos. Entonces le expliqu: Pero sien las reuniones del movimiento siempre somos los

    mismos cuatro gatos y no tenemos dinero ni para co-mer. Yo no lograba ver ms all de mis narices, peroChvez s era capaz de percibir lo que estaba

    gestndose en el interior de la organizacin, lo queera ya un proceso indetenible y lo que se desencade-nara en el futuro de Venezuela. (Rafael Isea)

    Cuando llegan a la Academia Militar de las FAR Mxi-mo Gmez los espera en la puerta el director, general de bri-gada Juan B. Pujols Snchez. El anfitrin les muestra la Gale-

    ra del Pensamiento Militar, que expone frases, fotografas ymapas tcticos; tambin, el Museo, el Centro de Estudios, lasaulas de Exploracin, Disposicin combativa y Comunica-ciones. En un pequeo saln dedicado al protocolo, el gene-ral Pujols prende en el pecho de los visitantes un sello con unaimagen de la escuela y le regala a Chvez la rplica de la carte-ra de campaa que utiliz el Generalsimo Mximo Gmezdurante las guerras por la independencia de Cuba.

    Visitan un batalln de tanques bajo la tierra y se ma-ravillan cuando les presentan al comandante de esa tropa,

    una muchacha que explica con soltura y brillantez el tipode arma, cmo funciona, las caractersticas de lasfortificaciones y cmo preservan los tanques dentro de loshmedos tneles. En las conversaciones con los oficialescubanos van conociendo la tctica militar de la isla y su

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    carcter puramente defensivo, cmo se moviliza al pueblopara la preparacin combativa, cmo se conforman las tro-pas. Chvez aprecia las similitudes de la estrategia cubanacon las concepciones para la unin cvico-militar que lhaba sustentado durante aos de organizacin del Movi-miento Bolivariano Revolucionario.

    La unidad cvico-militar fue siempre fundamentalpara el proceso bolivariano, incluso en las condicio-nes que encontramos a la salida de la crcel. Si unaleccin histrica comprendimos muy bien fue que lacausa de la derrota de la guerrilla en Venezuela estu-vo en el aislamiento del movimiento popular. Mu-

    chos venezolanos que pudieron ser lderes en las uni-versidades, en las ciudades y lderes obreros se fue-ron a la va armada y se aislaron durante un par dedcadas, y cuando regresaron a la vida poltica, traanla terrible enfermedad de la conspiracin permanen-te, del foco permanente, y se olvidaron de la teorade las masas Por eso desde los inicios de nuestromovimiento concebimos un proyecto poltico capazde entender la necesidad de la fusin de las fuerzasmilitares y las fuerzas populares. La guerra que te-

    namos por delante era poltica, era otra forma deguerra, pero tenamos que estar preparados paraenfrentar, si las circunstancias lo exigan, el paso a la

    guerra armada. El movimiento deba tener la posi-bilidad de preverla y de hacerla; eso deba estar enlos planes, en las previsiones, en los escenarios, bienfuera en ese proceso hacia el poder, o en el procesode control del poder, e incluso, despus de haber lle-

    gado a ese control (Hugo Chvez)

    Chvez e Isea se detienen, fascinados, en el local dondeestn las maquetas de las grandes batallas de la historia hu-mana, escenarios reproducidos con soldados, armas, rbolesy montaas en miniaturas que parecen cobrar vida cuandoson sealados por el puntero de los oficiales. Ah estn

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    Waterloo, Stalingrado, las acciones del Ejrcito RebeldeAmbos se agitan ante la rplica de la Batalla de Carabobo,que dio la independencia a Venezuela en junio de 1821. Enuna pequea placa, estn grabadas las preciosas palabras de

    Jos Mart que rememoran a Bolvar: Mira, hmedos los ojos,al ejrcito de gala antes de la Batalla de Carabobo, al aire co-lores y divisas, los pabellones viejos cerrados por un murovivo, las msicas tocadas sueltas a la vez, el sol en el aceroalegre. Qu estmulo para comenzar el da, piensa el Coman-dante bolivariano, y ya sabe que se reencontrar con el Aps-tol Mart una hora despus. El Historiador de la Ciudad deLa Habana, Eusebio Leal, le ha prometido una visita a la CasaNatal del Hroe Nacional de Cuba.

    Junio-Julio (Venezuela)

    El Gobierno tom medidas ms drsticas. Por todas partes lle-gaban noticias de la acogida popular al teniente coronel retira-do. Lo seguan llamando golpista y corran con chismes sobrelas diferencias entre los militares que protagonizaron la rebe-lin del 4F, pero la prensa se haca eco con cierta simpata de lasdeclaraciones de Chvez y las fotografas mostraban los cli-dos recibimientos en pueblitos donde nunca haban puesto sus

    pies los polticos de los partidos tradicionales, que por casi me-dio siglo se alternaban en el poder. Haba que parar aquellocuanto antes.

    En un suntuoso hotel de Caracas, los dueos de los princi-pales medios de comunicacin venezolanos se reunieron a puer-tas cerradas y acordaron levantar un muro de silencio. No dabaresultado hablar de Chvez, ni en bien ni en mal. Creyeron queal negarle la existencia en la prensa, lo aniquilaran en la reali-dad. Efectivamente, el Comandante desapareci de los peridi-cos, la radio y la televisin, pero l sigui, como un topo, abrin-

    dole el paso al MBR-200 en las entraas del pas y socavandodesde adentro las estructuras de poder.

    Yo no desaprovechaba ningn espacio. Lo mismoestaba en una reunin con 20 personas, que en la

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    plaza pblica. Pero la orden fue crearme todo tipode problemas. Me toc estar en una emisora de ra-dio en Guasdualito, en la que de repente se fue la luzen todo el pueblo. Mandaron a quitar la corrientesolo para que no se trasmitiera el programa. (HugoChvez)

    Pero esa era solo una parte de los problemas, y no el msdramtico para Chvez y sus seguidores. Saban que en la con-ciencia de los venezolanos se haba logrado establecer un an-cho canal de comunicacin entre lo mtico y lo real delbolivarianismo, muy difcil de destruir. Las encuestas seguanreflejando un amplio apoyo al lder rebelde. El gran dilema era

    cmo evadir el cerco policiaco, cmo sufragar los gastos delMovimiento al margen de la corruptela poltica, qu hacer paramultiplicar con mayor agilidad las bases de la organizacin.

    El Chvez que sali de la crcel aquel Sbado deGloria comenz a vivir acosado. Yo andaba a la de-fensiva, como el elefante en el desierto del cual ha-bla Nietzche, a propsito de la transmutacin delespritu en Zaratustra. Andaba todo el tiempo ro-deado por la DISIP. Sala a una esquina y all esta-

    ban cuatro motos detrs de m. Me acusaban de todo.Dondequiera que iba inventaban algo. Ah viene elterrorista, decan. Tena que andar siempre cuidn-dome de las fotos y revisando los lugares antes deentrar, porque me sembraban drogas o armas. Si de-

    jbamos solo el carro, nos sembraban un fusil. Unavez la DISIP intent sembrar fusiles en la finca demi pap, para decir que estbamos organizando una

    guerrilla. Si viajaba a Colombia, decan que era parareunirme con el ELN. Si me iba al sur, me acusaban

    de andar al habla con Pinochet... En medio de todoeso, no tenamos un centavo. Los muchachos queme acompaaban a veces dorman en el suelo y notenan ni qu comer. Una vez los encontr comiendocambure (pltano), que haban encontrado por ah.

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    Nadie que tuviera un poquito de recurso, nos dabanada, porque haba una persecucin implacable.Creo que esos muchachos andaban conmigo por-que eran tan locos como yo: no tenan sueldo, ni yotena con qu pagarles. Algunos dejaron sus fami-lias y, para colmo, se la pasaban en la crcel. En unaocasin, los metieron a todos presos y yo era el ni-co que estaba en la calle, porque a m no me toca-ban. Teman como al diablo la reaccin popular.Hubo momentos en que me sent sepultado en mi

    propia patria: Chvez no existe, dijo alguien enla televisin. Utilizaron la estrategia de aislarme, anu-larme y eliminarme polticamente, moralmente, po-

    pularmente. Me convert en un animal a la defensi-va, que es la forma ms difcil en que se lleva una

    guerra.(Hugo Chvez)

    Tambin apostaron al acoso de su vida privada.

    Yo conoc, pues, la angustia del Comandante Chvezcuando se separ de sus hijos. No se acostumbrabaa esa situacin y Huguito se fue a vivir con l. Vimuchas veces a Chvez sentado a su lado para ayu-

    darlo con las tareas. Lo escuch hablando por tel-fono con los maestros y los profesores para que leaceptaran un trabajo que el nio no haba podido

    presentar a tiempo. Con todo lo que tena que ha-cer, con todas esas responsabilidades encima, l es-taba muy pendiente de lo que era la educacin de suhijo. Lo ayudbamos. A veces los muchachos de laescolta llevaban a Huguito hasta el colegio y luegolo iban a buscar. Pero el Comandante se daba cuen-ta de que no tena suficiente tiempo para dedicrse-

    lo como l quera, y viva atormentado con ese do-lor.(Cilia Flores)

    Ese ao andaba yo en divorcio y enamorado.Tena una novia en Caracas y hubo una presin br-

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    bara, brbara para desestabilizarme, para que me que-dara solo. Recibamos llamadas annimas, amena-zas de muerte. Saban que Nancy, la madre de mistres hijos mayores, y yo nos habamos separado y que

    para m ese era un dolor muy grande, porque no meacostumbraba a la separacin de mis hijos. Yo habasido siempre un hombre muy de la casa, de los mu-chachos. Cuando sal de la crcel tuve que aceptar laidea de que, en libertad, no iba a vivir con mis hijos.Rosa Virginia, la mayor, tena 16 aos; Mara, 14, yHuguito, 10... Duele el alma, eso duele mucho, dueley nunca se sana. Pasan los aos y nunca se sana.(Hugo Chvez)

    Saban que ese era solo el comienzo de una lucha quehaba que continuar. Perseguida, silenciada, satanizada, la di-reccin del Movimiento recurri a todas las estratagemas po-sibles para evadir el hostigamiento, seguir el curso de su tcti-ca nacional y demostrar que se estaba conformando un espa-cio poltico autnomo que no se pareca a ningn otro. Laosada y el ingenio frente al acoso escribieron por esos dasalgunas de las ancdotas ms simpticas de la historia delMBR-200.

    No se imaginan cuntas cosas tuvimos que hacerpara evadir a la DISIP. Hasta me disfrazaba. Tenauna peluca loca, con un sombrero, que me consi-

    gui Freddy Bernal, y tambin us bigotes postizosy cosas as(Hugo Chvez)

    Fui el asistente del Comandante durante unos seismeses. Asista con l a reuniones pblicas, y tam-bin, me encargaba del movimiento policial clandes-

    tino. Estbamos tan desesperados con la persecu-cin, que un da l me pidi que le consiguiera unapeluca para encubrirse un poco: Freddy, si segui-mos as, yendo a los encuentros secretos a cara des-cubierta, nos va a fregar la DISIP. Averig con

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    una amiga y encontr una buena peluca, pero cos-taba 35 000 bolvares. Eso era muchsimo dinero paranosotros. Chvez me dijo: No, Freddy, lo que tengoson 10 000, y mira a ver qu puedes hacer con eso.Consegu una peluca de segunda mano, bastantebuena, pero con un defecto: tena un mechn verde.No haba otra opcin mejor, y Chvez se la puso,

    porque debamos asistir a una reunin muy secretae importante, con oficiales en activo que coordina-ba Wilfredo Medina, en el Estado de Falcn. Losdos fuimos disfrazados. Recuerdo que Chvez se reamuchsimo, porque parecamos dos locos. Yo anda-ba con el pelo largo teido de amarillo y l me deca:

    Te pareces a Sandro, un cantante argentino queusaba una melena que le llegaba a la mitad de laespalda. Y l, bueno, se lo imaginan: con la pelucade la mecha verde Despus de la reunin, como alas siete de la noche, nos paramos en un restaurancitode esos de carretera a comer algo. Estbamos en lamesa y nos pas por delante un borracho, nos miry sigui de largo. Despus volvi a pasar otra vez,volvi a mirar y sigui. Chvez comenz a preocu-

    parse: Freddy, qu le pasar al borracho; mira

    mucho para ac. Cuando pas por tercera vez,el borrachito se par frente a nosotros, mir condescaro y solt una frase que fue como una bom-ba: Si no fuera por la peluca, yo dira que ese esChvez. Imagnense, nos quedamos fros. Meacuerdo que el Comandante se vir para m, sequit la peluca y me dijo: Freddy, chico, toma tuvaina. Si ese borracho me reconoci, qu queda

    para la DISIP. (Freddy Bernal)

    Mircoles, 14 de diciembre (La Habana)

    Han llegado a la vieja Habana amurallada por el mar y la luz,a la ciudad ptrea, a la plaza de los adoquines. Las calles aquson ms estrechas, ms bajas, ms llenas de puertas, ventanas y

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    balcones desbordantes de colgajos de ropas. Hay gente en losportales, en las aceras, grupos en las esquinas, junto a los postesdel alumbrado que todava no se han encendido. Gritan, salu-dan, saltan de alegra cuando descubren a Fidel. Alguien ad-vierte que quien va a su lado es Chvez, el venezolano que hoyaparece en la primera plana del diario Granma. Es ms jovende lo que se ve en el peridico!, seala con el dedo una mujeral visitante, que ha dejado la boina roja en el asiento del carro yviste con elegancia un liquilique de color azul prusia.

    La esquina de la calle Mercaderes, entre Obrapa y Lam-parilla, ha sido despejada para la ceremonia. Dos engalana-dos militares traen en andas la corona de flores rojas y amari-llas, que colocan al pie de la estatua de Bolvar y va escoltada

    por Fidel y Chvez. Guardan un minuto de silencio. Antes deentrar en la Casa, que queda frente al parque, el Historiadorde la Ciudad Eusebio Leal explica que este monumento, r-plica del que se encuentra en la Plaza de Armas de Santa Fe deBogot, est ubicado no lejos del sitio por donde arrib elLibertador a La Habana, el 25 de marzo de 1799, cuandotena apenas 16 aos y haca su primer viaje a Europa.

    Lleg dice Eusebio en el navo de guerra de Su Ma-jestad San Idelfonso, que haba estado bloqueado en el puer-to de Veracruz por los britnicos. Al romper la vigilancia, se

    acerc a la Baha de La Habana, escala indispensable antes decontinuar navegando. El barco permaneci tres das en elpuerto, mientras tomaba las ltimas provisiones.

    En La Habana existen tres monumentos relevantes, con-sagrados al Libertador aade Eusebio, cuando ya trascien-den el umbral de la Casa Bolvar. El primero, un sencillo busto,est ubicado en el Parque de la Fraternidad Americana. Otro,reproduccin de la estatua ecuestre cuyo original se encuen-tra en Quito, se puede ver en la Avenida de los Presidentes. Yeste que acaban de honrar, es copia fiel de la pieza en

    bronce que erigi Pietro Tenerani, en 1832, a peticindel general Pars, cuando an era reciente la muerte deSimn Bolvar.

    En el patio interior de la Casa esperan unos 50 invitados,entre ellos, el ex presidente nicaragense Daniel Ortega, ante

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    quien Chvez y Fidel se detienen para un breve saludo. Lealsube al podio de madera que solo guarda una pequea mesitay una silla decimonnicas de caoba labrada. Presenta al invi-tado. Explica que el edificio fue restaurado en 1993, con elapoyo del Ateneo de Caracas, donde Chvez y l se conocie-ron. Esta casa ha quedado como sala de conferencia y exposi-cin de arte contemporneo, en especial de Venezuela y Am-rica Latina. Alberga una muestra permanente sobre la vida yobra de Simn Bolvar, a cuya memoria se consagra.

    El patio era pequeo y acogedor. La casa preciosa.Junto a Daniel Ortega, Fidel se sent en la primerafila sin quitarme la vista de encima. Yo estaba un

    poco intimidado, lo confieso. (Hugo Chvez)

    Pero a Chvez no se le nota nerviosismo alguno. Hablacon pasin y hondura y presenta el programa de la Revolu-cin bolivariana, la posibilidad de realizar el sueo inconclu-so de Bolvar. Cuando el Libertador muere, se queda por ha-cer la unin americana y el ideal de una Venezuela en la quetodos fueran realmente ciudadanos y pensemos en tener Pan,

    Justicia, Enseanza, Moderacin, como predic el maestroSimn Rodrguez. Nosotros dice el lder del MBR-200

    estamos convencidos de que en Venezuela hay que hacer unarevolucin en lo econmico, en lo social, en lo poltico, en lomoral Por eso el Movimiento Bolivariano Revolucionario-200 este nmero alude al bicentenario del gran prcer ame-ricano, est convocando a una Asamblea Nacional Consti-tuyente y estamos apresurando pasos para lograr este objeti-vo estratgico, convencidos de que el pueblo venezolano, conla espada de Bolvar, va a hacer realidad su sueo.

    Ante la personalidad de Chvez todos los lderes la-

    tinoamericanos que haban pasado por La Habanaen ese entonces, palidecan. El tiempo lo demostr.En este viaje a La Habana empez esta relacin deamistad con Fidel que va a ser modeladora de suexpectativa y que se va a fortalecer a medida que se

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    van conociendo ms profundamente. Yo nunca viantes un cario por Fidel, una devocin por Fidel,una lealtad a Fidel como esa. Aos despus, en Ve-nezuela y siendo Chvez Presidente, nos despedimosen Miraflores. En privado, solo con su escolta, medijo: No vamos a fallarle, y eran aquellas pala-bras las de un hombre extraordinario, palabras dif-ciles de escuchar en ningn tiempo. Y mira que he-mos visto lderes revolucionarios y amigos!, peronadie como l. (Eusebio Leal)

    30 de julio (Caracas)

    No se dio tregua. Termin la gira por Venezuela, con miles dekilmetros en el contador de la burra negra, y se fue a Co-lombia. Empezaba la batalla internacional. El MBR-200 ne-cesitaba apoyo en la regin e integrarse a sus corrientes revo-lucionarias. Tena tambin ante s el reto de demostrar unavocacin y una capacidad para servir al destino del pas en eldestino latinoamericano. Al regresar de Boyac, Chvez con-voc a una conferencia de prensa en el Ateneo de Caracas.Era la maana del sbado 30 de julio. Apenas concurrieronperiodistas y a los pocos que fueron, al da siguiente no les

    publicaran nada. Segua en pie el muro de silencio.

    Cuando ya casi me iba del Ateneo, me dijeron quehaba un cubano hablando de Bolvar, en una de lassalas del piso superior. Sub, pero cuando llegu, yase estaba terminando la conferencia. La impartaEusebio Leal, el primer cubano que me invit a laIsla. (Hugo Chvez)

    Haba conocido antes a tres mdicos cubanos, cuyos

    nombres no recordaba. En 1989, cuando estaba designadocomo ayudante personal del secretario del Consejo Nacionalde Seguridad y Defensa, en el Palacio Blanco de Miraflores, lepidieron que atendiera a unos invitados especiales del presi-dente Carlos Andrs Prez.

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    Me dijo mi general: Chvez, vienen unos mdicoscubanos, a quienes voy a atender. Despus quisieraque t, que sabes de historia, los lleves al Saln de laPatria y al Saln Ayacucho, en Miraflores. Despusfui a almorzar con ellos. El Presidente me lo ha pe-dido. Por supuesto, los atend y les pregunt sobrela situacin de la Isla y cmo estaba el PresidenteCastro. En ese momento haba un acercamiento conCuba. Fidel haba venido a la toma de posesin y al

    parecer, se estaba activando algn mecanismo decooperacin de salud. Me invitaron a almorzar conellos. Cuando iba a cambiarme porque yo ira decivil, el general me pidi que me quedara para che-

    quear un trabajo. Acompa a los tres mdicos y algeneral hasta la salida del Palacio, y me desped:Algn da nos veremos en La Habana y tendr elhonor de invitarlos a almorzar.(Hugo Chvez)

    Despus de la frustrada conferencia de prensa, Chvez ca-min hasta la sala y entr por una puerta lateral. La media lunade las gradas estaba casi en penumbras, mientras que el escena-rio iluminaba al historiador cubano, quien conmova al audi-torio con una conferencia sobre la casa habanera de Bolvar y

    los lazos del Libertador con Cuba. Chvez se sent al final delteatro, sintiendo haberse perdido casi toda la disertacin.

    No olvidemos que hay una razn venezolana muyprofunda en la Historia de Cuba. Venezuela hasido siempre el punto de partida de una patria

    grande en el ideal latinoamericanista de Mart, queanaliz todo ese perodo creador, fundador einconcluso bolivariano.Segundo, fue all, en Venezuela, donde se dict una

    de las solidaridades ms valientes e intensas conla insurgencia cubana en la Sierra Maestra. Tuvi-mos la suerte de tener a uno de los historiadoresbolivarianos ms importantes, a un apstol querecorri el mundo entero, cuando Chvez era un

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    adolescente, y habl por toda la tierra de Bolvarcomo precursor del antiimperialismo. Ese hombrefue Francisco Pividal, quien descubri la raz dela estirpe cubana de Sucre, de la familia Bolvar,de Cedeo, de los cubanos que participaron en elEjrcito Libertador internacionalista (EusebioLeal)

    Cuando termin su conferencia, entre aplausos y salu-dos, alguien le coment a Leal que al final de la sala habaestado escuchndolo el Comandante Chvez y que an no sehaba retirado de all.

    Atraves el saln, fui hasta la ltima fila, le di unabrazo y lo llam por el nombre guerrillero y patri-tico de su antepasado Maisanta, y lo abrac.Tuvimos una conversacin sobre Mart. Habl denuestro Apstol, que fue tambin una inspiracin

    para su generacin. Inmediatamente que termin eseafecto, le dije: Por qu no va a Cuba? l mecontest: Yo ira a Cuba, claro. Llvele este mensa-

    je a Fidel: dgale al Comandante que he sido un ad-mirador de su obra y, adems, que su obra y su vida

    me han inspirado. Nos abrazamos y nos despedi-mos. S, yo lo invit. No me tomaba una atribucinque nadie me haba dado, sino es lo que le decimosa cualquier persona que manifiesta admiracin porCuba en cualquier parte de la Tierra: Vaya a Cuba,all usted va a ser bien recibido, va a ser amado, va aser correspondido. Era la verdad y no una forma-lidad, y l lo vio as, dentro de la sencillez con queme salud en aquel teatro vaco... Cuando llegu aLa Habana, le coment mis impresiones a Manuel

    Pieiro, que haba sido jefe del Departamento Am-rica del Partido y un gran amigo personal: Chvezes joven, delgado, de buena expresin, calor en la

    palabra, sinceridad, modestia y una admiracin porCuba intensa.(Eusebio Leal)

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    Mircoles, 14 de diciembre (La Habana)

    Richard Velzquez, el presidente de la Federacin EstudiantilUniversitaria (FEU), en el Instituto Superior de Diseo Indus-trial, se asoma desde el balcn frontal del Aula Magna. En losbajos, est prcticamente llena la sala y los estudiantes con-versan entre s, saludan a los recin llegados o repasan en si-lencio la leccin de la tarde. Algunos miran con ansiedad parala puerta, por donde se espera que entren los invitados. Juntocon dos muchachos de su Facultad, Richard desenrolla unode los carteles que han preparado unos minutos antes, en elque han dibujado, con letras grandes y cuidadas, un pensa-miento de Bolvar

    Preparamos un par de carteles de ahora para ahori-ta y los colgamos en el balconcito, frente a la presi-dencia del Aula Magna. A m me haban llamadounas horas antes de la FEU Nacional. Oye, el Co-mandante en Jefe va a estar hoy en el Aula Magna yhay que irse para all a las 7 y media de la noche.Lleva a diez muchachos contigo. Pero quin esel que viene con l?, pregunt. Vamos a recibirall al teniente coronel retirado Hugo Chvez Fras.

    Sal a buscar a los muchachos a la beca y ellos mehicieron la misma pregunta: Quin es HugoChvez? Francamente, no conoca mucho, salvolo que deca el peridico en la maana y trat debuscar ms informacin. Llam por telfono a laFEU Nacional y me sali alguien mediodesinformado: sabemos que intent dar un golpede Estado en Venezuela. Digo: cmo!, un

    golpista?... Bueno, correcto, okey. Y colgu. Re-gres a explicarle a los muchachos y me dije antes a

    m mismo: aqu hay que acudir a los principios.Compaeros: el hombre meti un golpe de Estadoen Venezuela... Bueno, aqu todo el mundo sabe loque es un golpe de Estado, con la tradicin que hayen Amrica Latina, el gorilismo y no s qu ms,

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    pero es un invitado de Fidel el que estar con noso-tros en el Aula Magna, y tiene que haber alguna ra-zn grandiosa por la cual l quiere hacerle un ho-menaje. Nosotros tenemos que estar all y tenemosque cumplir con la FEU, con la Revolucin y conFidel. Y los muchachos que usualmente en el ISDIson muy crticos con todo, por las caractersticas denuestra profesin, salieron de la beca para el AulaMagna sin chistar. (Richard Velzquez)

    En la puerta del hermoso anfiteatro, esperan expectantesel rector de la Universidad de La Habana, Juan Vela Valds, yOtto Rivero Torres, quien lleva pocos meses en el cargo de

    presidente nacional de la FEU. Es la primera vez que Fidelasiste al Aula Magna, despus de los hechos del 5 de agostoen la capital cubana, una fecha que gravita con fuerza sobreel espritu de los universitarios. En medio de las provocacio-nes norteamericanas para estimular un grave incidente migra-torio que les sirva de pretexto para invadir a la Isla, ese da de1994 un grupo de delincuentes intenta emigrar por la fuerzay protagoniza una escaramuza en el Malecn. En el HotelDeauville, los malhechores agreden a un polica y a los veci-nos que los enfrentan en la calle. El pueblo habanero sale es-

    pontneamente a defender la Revolucin y colma las aveni-das principales de La Habana Vieja, junto a la baha, con Fidelal frente. El Comandante en Jefe ha llegado al lugar cuandose estn produciendo los primeros enfrentamientos y da rde-nes de no utilizar las armas. En minutos, como por arte demagia y sin violencia alguna, el Malecn es solo de los revolu-cionarios. Cuba decide abrir sus fronteras.

    Es vital recordar esta fecha y la relacin que en esaetapa el Comandante en Jefe tuvo con los universi-

    tarios, para entender por qu el homenaje a Chvezse produce en el Aula Magna con los estudiantes.Desde inicios de los 90, Fidel tuvo encuentros per-manentes con los dirigentes nacionales de la ense-anza media y de la FEU. Los visitaba en la beca,

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    dialogaba con ellos, debata los problemas inter-nacionales y comparta con ellos los libros que es-taba leyendo. Era una relacin muy intensa, hastael punto de que, el 5 de agosto, cuando recibi lanoticia de lo que estaba ocurriendo, la primera ideaque tuvo fue irse a la escalinata de la Universidadde La Habana y salir en marcha desde all con losestudiantes. Felipe Prez Roque, que haba sido

    presidente de la FEU y en ese momento era su jefede despacho, le record: Comandante, la Univer-sidad est de vacaciones en este momento. Los

    jvenes, realmente, haban tenido una actitud muyleal y combativa. Recuerdo que en la misma ma-

    drugada del 6 de agosto, los propios estudiantesuniversitarios, fundamentalmente de Matanzas yPinar del Ro que estaban pasando las vacacionesen un centro de la capital, se fueron voluntariamen-te a cuidar la Universidad y el Malecn, desde ElCastillito hasta La Punta. Es decir, de un extremoa otro... Estaba muy viva en la mente de Fidel la

    participacin de los muchachos en esas batallas, ytuve la impresin de que l presinti que entre no-sotros y Chvez se iba a generar una fuerte corriente

    de simpata. (Otto Rivero)

    Cuando llegan Fidel y Chvez, acompaados porEusebio Leal y Felipe Prez Roque, Otto se adelanta a darlesla bienvenida. En la mano izquierda aprieta unas cuartillasescritas poco antes, con palabras de recibimiento: La Uni-versidad siente el orgullo de abrir las puertas de nuestra AulaMagna a los amigos verdaderos. Algo as tambin le diceahora al Comandante venezolano, quien sujeta con calor laotra mano de Otto, libre de los papeles, sin dejar de mirarlo

    directamente a los ojos. Al Presidente de la FEU le impresionala juventud de Chvez, su desenfadada sonrisa, el gesto dehumildad con que recibe la bienvenida, y piensa: este hom-bre va a conquistar a los estudiantes.

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    As fue. Las palabras de Chvez fueron brillantes e im-presionaron mucho a los muchachos. Logr una co-municacin perfecta. Yo miraba las caras y los vea atodos atentos y por momentos, deslumbrados. Espe-raban un militar de carrera, ms formal, y encontra-ron a un poltico joven, inteligente, que no trajo undiscurso escrito ni tena un tono academicista; era unareflexin meditada y apasionada a la vez. Era alguienque soaba con la Revolucin bolivariana y que ha-bl con humildad, pues comenz diciendo que nomereca tanto honor. Aquel auditorio que no era cual-quier auditorio, sino uno muy exigente y preparadocapt la delicadeza que tuvo Fidel con su invitado. Siem-

    pre que haba acompaado a algn visitante de pri-mer nivel al Aula Magna, el Comandante en Jefe escu-chaba sentado en la primera fila. Con Chvez cambiel protocolo y se sent a su lado, junto a la mesa presi-dencial. Ese fue otro mensaje que interpretaron muybien los estudiantes. Con ese gesto nuestro Coman-dante le estaba diciendo a los muchachos: este hom-bre es como si fuera uno de ustedes y debemos que-rerlo.(Otto Rivero Torres)

    Rafael Isea avanza detrs de Chvez por el pasillo princi-pal y se acomoda en primera fila, junto a Felipe:

    Cuando bamos entrando, perciba expresiones dequin ser este personaje. Como un recelo. Su-

    pongo que pensaran: vamos a escuchar, vamos aver qu dice, qu tiene, qu trae. Pero poco a pocoaquella nube se disip. Lo sent perfectamente, y creoque tuvo que ver con la honestidad con que habl elComandante Chvez. Yo, en lo personal, pas por

    esa experiencia cuando decid incorporarme a tra-bajar directamente con l en 1994 y lo hice hasta1998, en que me fui al estado donde nac, Aragua,a asumir otra responsabilidad poltica. El primerda que hablamos le pregunt: pero qu vas a ha-

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    cer? Y l me dijo: Esto y esto No tengo todavamuy claro cmo lo vamos a hacer, pero nosotros loharemos. Nos contagiaba de su fe y de su optimis-mo, sin que uno sintiera que estaba hablando conun utpico. Lo que l argumentaba tena fundamen-tos muy slidos. Estamos soando, pero estamossoando con los ojos abiertos, que es la nica formade que se puedan hacer realidad los sueos, decay luego repetamos todos nosotros. Yo me di cuentade que eso lo captaron muy bien los estudiantesaquel da. (Rafael Isea)

    Despus de las palabras de Otto, habla Chvez y luego,

    Fidel. Antes de que se escuchen los aplausos finales, han trans-currido dos horas. Los estudiantes que entraron al Aula Mag-na ya no son los mismos que salen a la Plaza Cadenas y bajanla escalinata, rumbo a la parada del mnibus y el albergueuniversitario, con sus libros debajo del brazo o en las mochi-las. Cuando cierra la puerta detrs del ltimo invitado, que-dan atrapados todava dentro del edificio los ecos de los dosComandantes.

    Chvez:Algn da vendremos a Cuba en condi-

    cin de extender los brazos y en condiciones de mu-tuamente alimentarnos en un proyecto revoluciona-rio latinoamericano.Fidel:Hombre modesto, muymodesto, verdaderamente modesto, considera queno es acreedor a ninguna de las atenciones recibi-das. Chvez: Como Aquiles Nazoa dijo de Mart,nos sentimos de todos los tiempos y de todos los lu-

    gares.Fidel:Estoy seguro de que habr muchoshombres como Hugo Chvez, porque las ideas sur-

    gen de las realidades; sus ideas surgieron de las rea-

    lidades que estn viviendo, enraizadas en el pensa-miento de los fundadores de la independencia de lospases de Amrica Latina. Chvez:Estamos dis-puestos a dar el todo por el todo por el cambio ne-cesario en Venezuela.Fidel:Solo la revolucin que

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    ponga fin a las injusticias, solo la revolucin queponga fin a esos sistemas, ms tarde o ms tempra-no, ser la que resuelva los problemas sociales denuestros pueblos. Chvez:El siglo que viene es

    para nosotros, el siglo de la esperanza, de la reencar-nacin del sueo bolivariano, del sueo de Mart, delsueo latinoamericano.Fidel: Cada cual lo llama-r de una forma o de otra. Nosotros es bien sabidoque lo llamamos socialismo, pero si me dicen: eso esbolivarianismo. Dira: estoy totalmente de acuerdo.Si me dicen: eso se llama martianismo, dira: Estoytotalmente de acuerdo. Pero algo ms, si


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