transferencia cultural en sociedades complejas: “polinización” e identidad religiosa

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1 Guillaume Dye (Université libre de Bruxelles, ULB) Transferencia cultural en sociedades complejas: “polinización” e identidad religiosa (Cátedra al-Ándalus, Fundación Tres Culturas, Sevilla, 27/03/2014) Yo no soy un experto en la historia de al-Ándalus. Así, aunque he sido invitado a dar una conferencia por la Cátedra al-Ándalus de la Fundación Tres Culturas, no voy a hablar de al- Ándalus, pero voy a hablar de un fenómeno de interés para el tema de “las tres culturas”: la transferencia cultural y la “polinización”. Mi conferencia tendrá dos partes: primero, algunos comentarios generales, quizás más o menos conocidos ya, comentarios parcialmente metodológicos, pero con (espero) ideas sugerentes; después, el estudio de un ejemplo concreto, tomado del Corán. Una palabra del título puede parecer extraña: polinización… ¿Qué significa esto? Tomo prestado el término “crosspollination”, “polinización cruzada, o recíproca” del filósofo, e historiador de la filosofía (medieval judaica y arábiga), Lenn Goodman (Lenn E. Goodman, Jewish and Islamic Philosophy: Crosspollinations in the Classical Age, Edinburgh, 1999). La polinización recíproca se refiere a un fenómeno que no es específico del mundo islámico medieval (por ejemplo, es muy importante también en el Oriente Próximo antiguo), pero que se encuentra aquí en un grado notable, a saber, la interacción recíproca y continua entre diferentes comunidades, en este caso, entre judíos, cristianos y musulmanes – y quizás también zoroástricos y maniqueos (al menos al principio). Una pequeña nota: antes del siglo VIII, yo no creo que se puede hablar de “musulmanes” y del “islam”. Estos términos son anacrónicos: no deberíamos hablar entonces del islam, sino de un movimiento político y religioso que más tarde, en el siglo VIII, o IX, no sabemos muy bien cuándo, cristalizó en una religión separada, el islam (algunos prefieren hablar de “proto-islam”, o “paleo-islam”). Pero ése es otro problema. Volviendo a la cuestión de la polinización: los eruditos, los hombres de letras (judíos, cristianos, musulmanes), por ejemplo (pero no sólo) los filósofos, los médicos, los matemáticos…, leen los mismos libros, hablan el mismo idioma, y utilizan a menudo las mismas referencias. El resultado es un intercambio constante de ideas, textos y formas discursivas.

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Guillaume Dye (Université libre de Bruxelles, ULB)

Transferencia cultural en sociedades complejas: “polinización” e identidad religiosa

(Cátedra al-Ándalus, Fundación Tres Culturas, Sevilla, 27/03/2014)

Yo no soy un experto en la historia de al-Ándalus. Así, aunque he sido invitado a dar una

conferencia por la Cátedra al-Ándalus de la Fundación Tres Culturas, no voy a hablar de al-

Ándalus, pero voy a hablar de un fenómeno de interés para el tema de “las tres culturas”: la

transferencia cultural y la “polinización”. Mi conferencia tendrá dos partes: primero, algunos

comentarios generales, quizás más o menos conocidos ya, comentarios parcialmente

metodológicos, pero con (espero) ideas sugerentes; después, el estudio de un ejemplo

concreto, tomado del Corán.

Una palabra del título puede parecer extraña: polinización… ¿Qué significa esto? Tomo

prestado el término “crosspollination”, “polinización cruzada, o recíproca” del filósofo, e

historiador de la filosofía (medieval judaica y arábiga), Lenn Goodman (Lenn E. Goodman,

Jewish and Islamic Philosophy: Crosspollinations in the Classical Age, Edinburgh, 1999).

La polinización recíproca se refiere a un fenómeno que no es específico del mundo islámico

medieval (por ejemplo, es muy importante también en el Oriente Próximo antiguo), pero

que se encuentra aquí en un grado notable, a saber, la interacción recíproca y continua

entre diferentes comunidades, en este caso, entre judíos, cristianos y musulmanes – y quizás

también zoroástricos y maniqueos (al menos al principio).

Una pequeña nota: antes del siglo VIII, yo no creo que se puede hablar de “musulmanes” y del

“islam”. Estos términos son anacrónicos: no deberíamos hablar entonces del islam, sino de

un movimiento político y religioso que más tarde, en el siglo VIII, o IX, no sabemos muy

bien cuándo, cristalizó en una religión separada, el islam (algunos prefieren hablar de

“proto-islam”, o “paleo-islam”). Pero ése es otro problema.

Volviendo a la cuestión de la polinización: los eruditos, los hombres de letras (judíos,

cristianos, musulmanes), por ejemplo (pero no sólo) los filósofos, los médicos, los

matemáticos…, leen los mismos libros, hablan el mismo idioma, y utilizan a menudo las

mismas referencias. El resultado es un intercambio constante de ideas, textos y formas

discursivas.

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Por lo tanto, se crea una comunidad. No es una comunidad ideal, no es una comunidad sin

fricción, sin controversia (de ninguna manera), y no es una comunidad al nivel de toda la

sociedad. Pero es una comunidad profesional, una “corporación”, es decir, una red de

relaciones personales e intelectuales entre individuos que participan en una misma

empresa intelectual y científica. Un ejemplo: al-Fârâbî (872-950), quizás el mayor filósofo

del mundo islámico medieval, estudió con maestros cristianos, Yûhannâ b. Haylân y quizás

Abû Bishr Mattâ (m. 940, un nestoriano), y su alumno Yahya b. ‘Adî (m. 974, otro cristiano,

pero jacobita) fue su sucesor.

Hay aquí una consecuencia importante. Así pues, en muchos casos, es imposible

comprender el pensamiento de un filósofo, o un teólogo, sin tener en cuenta, sin estudiar, el

pensamiento, las referencias, las preguntas, “el complejo de preguntas y respuestas”

(Collingwood), que encontramos en los pensadores de otras confesiones o religiones.

Los ejemplos son innumerables. He aquí uno (cf. Michael Cook, “The Origins of Kalam”,

Bulletin of the School of Oriental and African Studies 43, 1980, pp. 32-43). Sabemos que los

métodos dialécticos del kalâm (el kalâm es aproximadamente la teología musulmana, pero el

término “teología” no es perfecto, porque a menudo, el kalâm se parece más a la apologética

defensiva que a la teología) tienen su origen, resultan, en los métodos dialécticos y

dilemáticos de la apologética cristiana, particularmente en las técnicas retóricas del diálogo

dilemático característico de las controversias cristológicas de la Alejandría del siglo VI y de

la Siria del siglo VII.

Un ejemplo: el manuscrito siríaco Add 7192 (British Museum), escrito entre 660 y 680

(aproximadamente), es una controversia de los monoteletas contra los dioteletas

(el monotelismo fue una doctrina religiosa del siglo VII que admitía en Cristo dos

naturalezas, la humana y la divina, y una única voluntad – el diotelismo (la “ortodoxia”)

cree en dos voluntades). Por ejemplo:

“¿Afirmáis que el Mesías tiene una o dos mentes? Si responden “una”, preguntadles: ¿Son

sus dos voluntades movidas por ella? Y si dicen “si”, preguntadles: ¿Cómo puede ser que

dos voluntades sean movidas por una misma mente? Y si dicen “dos”, esto es absurdo”.

Compárese ahora con al-Hasan b. Muhammad b. al-Hanafiyya (d. 100 AH) y sus Preguntas

contra los Qadaritas (si el texto es auténtico, pero lo no creo):

“¿Es lo que Dios quiere bueno para ellos y luego establece [el infierno] para ellos?, ¿o

quiere el mal para ellos? Si dicen: “Él quiere lo bueno para ellos”, les diremos: ¿Cómo

puede ser esto, cuando Él lo hizo a sabiendas de que lo que harían no tendría ningún

beneficio, sino que sería perjudicial para ellos? Y si afirman que Él hizo lo que hizo con el

fin de hacerles daño, su doctrina se verá refutada”.

No voy a comentar o explicar estos pasajes. Notad solamente cómo la técnica

argumentativa es la misma. Los historiadores del kalâm conocen muchos otros ejemplos.

Pero la polinización funciona en otras direcciones. Un ejemplo. Es habitual ver en los

cismas de las comunidades cristianas de Oriente el resultado de las decisiones adoptadas en

los Concilios de Éfeso (431) y Calcedonia (451), cuyos efectos alcanzaron su máxima

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expresión en el segundo Concilio de Constantinopla (553). Según esta interpretación,

Justiniano se limitó luego a implementar la ortodoxia calcedoniana en todo el Imperio. Pero

esta visión de la historia coincide – demasiado fielmente – con el punto de vista de la

ortodoxia imperial: en el siglo VI, los “nestorianos”, los “jacobitas” y los “melkitas” no son

entidades eclesiásticas y confesionales plenamente desarrolladas, aunque las controversias

cristológicas de las que gradualmente proceden a dividir y definir ya están en pleno apogeo.

De hecho, es en el Tercer Concilio de Constantinopla (681), cuando la ortodoxia imperial

recibe su formulación final (las afirmaciones cristológicas de la Cúpula de la Roca en

Jerusalén aparecen diez años más tarde, y quizás no es una coincidencia, sobre todo si

tenemos en cuenta la tesis central del libro de Garth Fowden (Empire to Commonwealth.

Consequences of Monotheism in Late Antiquity, Princeton, 1995), es decir: entre el siglo II y el

siglo IX – así como también después –, la historia de Oriente Medio y del Mediterráneo

Oriental se puede entender como una secuencia de proyectos imperiales, con el objetivo de

establecer el gobierno de Dios en la tierra). La formulación de la ortodoxia imperial se

reafirmó en el segundo Concilio de Nicea (787), y en el Sínodo de la ortodoxia (843).

Podríamos usar otra metáfora aquí: la de una cristalización (una cristalización lenta).

En otras palabras, las comunidades cristianas de Oriente, cuyos seguidores, en parte por los

calcedonianos, y en la mayoría por los no calcedonianos, vivían en el mundo del Islam,

forjaron y definieron su identidad religiosa después de la aparición del “islam” y, para

muchos, bajo dominación “musulmana”. Además, con respecto a los no calcedonianos, hay

que decir que estas comunidades forjaron parcialmente su identidad cultural e intelectual

independientemente de Roma y Constantinopla, en un cierto aislamiento de las

comunidades cristianas situadas fuera del dâr al-Islâm.

Y también aquí, hay una consecuencia importante. La adopción gradual del árabe como

lengua científica por los escritores cristianos que vivían en el mundo islámico jugó un papel

decisivo en el desarrollo de la apologética y de la heresiografía de los cristianismos

orientales. Por supuesto, poco después de la aparición del “islam”, autores cristianos de

primer orden escribieron sobre el islam, en griego (Juan Damasceno, m. 749) o siríaco (el

patriarca Timoteo I, m. 823) – pero ambos sabían árabe –, en una perspectiva apologética o

pastoral: debían defender el cristianismo contra las objeciones del “islam”, y debían

también prevenir, evitar, las conversiones al islam. Pero especialmente desde Teodoro Abū

Qurra, obispo de Harrán (m. 830), la adopción del árabe tendrá profundas consecuencias,

que se revelarán poco a poco: en efecto, el vocabulario religioso árabe está formado por el

árabe coránico. Pero el árabe coránico a veces excluye los significados mencionados por los

autores cristianos, y más a menudo, los islamiza fuertemente. Entonces, el árabe cristiano

adquiere un color muy específico, expresando los dogmas cristianos y la defensa de su

razonabilidad en el mismo idioma que el idioma utilizado por sus adversarios musulmanes:

por ejemplo, es el vocabulario islámico de los atributos divinos el empleado hablar de la

Trinidad (cf. Sydney H. Griffith, The Church in the Shadow of the Mosque. Christians and Muslims

in the World of Islam, Princeton, 2008). He ahí dos ejemplos acerca de la relación entre

cristianos y musulmanes: hay muchos ejemplos también sobre la relación entre judíos y

musulmanes.

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Todo esto concierne a los literatos, los intelectuales (pero es fácil de añadir muchos

ejemplos, sobre los símbolos o los usos políticos o religiosos, o sobre las narrativas

religiosas).

La metáfora de la “polinización” tiene el mérito de insistir en la posibilidad de intereses

mutuos, y de beneficios mutuos. Sustituye a la noción de influencia, que no es neutra, e

invita a observar los traslados, los viajes, la “translatio studiorum” (pensamos, por ejemplo,

en los grandes movimientos de traducción), y por tanto a determinar las marcas, las

huellas, la “trazabilidad” de las nociones, ideas, referencias, preguntas, de los autores

estudiados – y también las modificaciones y evoluciones de estas nociones, referencias, etc.

Permitidme un breve comentario: hablar de trazabilidad recuerda la importancia de la

cultura material (una esfera que los historiados de las ideas descuidan a menudo).

Pero hay otra noción de polinización. En las ciencias de la vida, la polinización se define

como la manera que un ser vivo que no puede moverse, encuentra para reproducirse.

Es aquí que encontramos un elemento importante en la noción de polinización – un aspecto

que no es estudiado en los enfoques demasiado librescos. Las costumbres religiosas son a

menudo, por no decir por naturaleza, asociadas a un contexto espacial e histórico

específico. Siempre hay una brecha entre la religión oficial y la religión como práctica (o

también la religión popular). Lo que se llama la “pequeña tradición” es a menudo una

tradición (no necesariamente pequeña) que ha echado raíces en un lugar determinado y

que se extiende en el tiempo. Lo sagrado – el espacio de lo sobrenatural, de lo divino, de lo

prohibido y de la fe – es de hecho consolidado por las elites religiosas, pero también por los

devotos, quienes otorgan poderes a un lugar, una figura o un objeto, y contribuyen así a

producir sagrado.

Y ya que estamos hablando de religión popular, una pequeña cita: “El Mediterráneo es a la

vez una zona de fácil transmisión lateral de ideas y prácticas y una barrera que fomenta las

divisiones entre los sistemas culturales” (Peregrine Horden & Nicholas Purcell, The

Corrupting Sea. A Study of Mediterranean History, Oxford, 2000, pp. 407-408). No voy a

comentarla, pero podéis meditar más tarde sobre ella. Otra cita: “Casi todos los lugares en el

mundo mediterráneo, en un momento u otro, atraviesan por estados paganos, cristianos y

musulmanes (la península italiana es la principal excepción). (...) Pero, ¿qué es lo que

realmente quiere decir que un lugar ha sido cristiano? ¿Qué se presupone sobre la

dimensión social de la religión al dibujar un mapa titulado, por ejemplo, “La expansión del

Islam” o “La difusión del culto de Serapis”? ¿Qué significa decir que un lugar se sometió a

un cambio pasando de ser pagano a ser cristiano, o de ser cristiano a ser musulmán?”

(Peregrine Horden & Nicholas Purcell, The Corrupting Sea. A Study of Mediterranean History, p.

403).

Debo tranquilizaros — ¡o tal vez decepcionaros! —, pues no tengo intención de responder a

estas preguntas — y no estoy seguro de conocer las respuestas. Pero voy a hablar de un

ejemplo muy interesante, además conectado con un “texto sagrado”, el Corán – y más

precisamente con la figura de María. De hecho, hay aquí huellas de polinización útiles para

la investigación de la autodefinición religiosa.

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Reflexiones sobre la mariología coránica

Siendo el tiempo que tenemos limitado, voy a resumir mis propios trabajos sobre la figura

de María en el Corán. Para obtener más detalles, argumentos y referencias, podéis leer mi

artículo (perdón por esta autopromoción): « Lieux saints communs, partagés ou confisqués :

aux sources de quelques péricopes coraniques (Q 19 : 16-33) », en Isabelle Dépret &

Guillaume Dye, Partage du sacré : transferts, dévotions mixtes, rivalités interconfessionnelles,

Bruxelles-Fernelmont, EME, 2012, pp. 55-121; y algunos textos que se publicaran pronto.

El nombre María (Maryam) aparece más en el Corán que en los evangelios. María es la única

mujer que es llamada por su nombre en el Corán. Por lo tanto, es una figura muy

importante. Una sura lleva su nombre, la sura 19.

La sura Maryam (sura 19) comprende noventa y ocho versículos. Podemos dividirla en dos

(o tres) secciones: versículos 1-63 y versículos 64-98. La separación entre las dos secciones

es muy visible. Buscad:

Q 19:63: Ése es el Jardín que daremos en herencia a aquéllos de Nuestros siervos que

hayan temido a Alá.

Q 19:64: No descendemos sino por orden de tu Señor. Suyo es el pasado, el futuro y el

presente. Tu Señor no es olvidadizo.

En el versículo 63, el sujeto gramatical de daremos es Dios, pero en el versículo 64, el sujeto

de descendemos es los ángeles. Además, el tipo de discurso ha cambiado. Ya no estamos en el

poema homilético, que escenificaba varias figuras proféticas. Buscad el plan de esta larga

sección:

2-15. Historia de Zacarías y Juan el Bautista

2. i a a i a i a a a a a i (Recuerdo de la misericordia que tu Señor tuvo

con Su siervo Zacarías)

15. Coro: a- al n ala i a a li a a- a a a a- a a a

a an (¡Paz sobre él el día que nació, el día que muera y el día que sea resucitado a la

vida!)

16-33. Historia de María y Jesús

16. Wa- fī l- i i Ma a … (Y recuerda a María en la Escritura, cuando dejó a su

familia para retirarse a un lugar de Oriente)

16-17. María en el templo / 17-21. Anunciación / 22/23-26. Natividad / 27-33. María y

Jesús van a Jerusalén

33. Coro: Wa- - al ala a a a li a- a a a a- a a a

a an (La paz sobre mí el día que nací, el día que muera y el día que sea resucitado a la

vida)

34-40. Interludio polémico

41-50. Historia de Abraham y su padre

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41. Wa- fī l- i i I ī ….

51-53. Historia de Moisés

51. Wa- fī l- i i M ….

54-55. Historia de Ismael

54. Wa- fī l- i i I īl…

56-57. Historia de Idris (Henoc)

56. Wa- fī l- i i I ī …

58-63. Conclusión.

Los versículos 34-40 (la sección de controversia cristológica) son un problema. Esta sección

rompe la disposición del discurso (controversia contra narración), y sobre todo la

continuidad de la rima (que es –ûn, –în, –îm en estos versículos, frente a la rima –iyya/-ayya

que encontramos en otro lugar de la sura, y la rima –dâ/–zâ que comienza en el versículo

74). La conclusión más lógica es que esta sección es una interpolación, una adición posterior

(hay al menos dos criterios independientes y convergentes que permiten afirmarlo así). En

otras palabras, la versión original de la sura 19 no contiene los versículos 34-40. Además, los

versículos 1-63 sin los versículos 34-40 forman un texto muy notable (y más coherente): en

efecto, estamos ante un texto que casi podría describirse como cristiano. Todos los

elementos del texto (repito: todos) tienen su origen en tradiciones escritas, litúrgicas y

populares cristianas. Sin embargo, no hay nada aquí que sea contrario a la cristología

musulmana. Es una cristología mínima que no presenta problemas por los “nestorianos”,

los “jacobitas”, los “calcedonios”, los “judeocristianos” (ellos de los Escritos Pseudo-

Clementinos, por ejemplo), ni los “musulmanes”. Los defensores de estas diferentes

confesiones añaden otras fórmulas, y es en torno a esas fórmulas donde aparecen serios

desacuerdos. Pero tales fórmulas están ausentes aquí. En otras palabras, estamos aquí ante

un texto de convergencia (tomo prestado el término a Frank van der Velden,

“Konvergenztexte syrischer und arabischer Christologie: Stufen der Textentwicklung von

Sure 3,33-64”, Oriens Christianus 91, 2007, pp. 164-203) (es decir, si eliminamos los versículos

34-40).

Una pequeña observación, ahora, en la línea de la Formgeschichte (la historia de formas). Los

versículos 1-63 sin los versículos 34-40 son un poema homilético, con una estructura en

estrofas, un coro (v. 15, 33), y una alternancia de pasajes narrativos y dialogados. Esto se

asemeja a un género bien conocido en la literatura religiosa siríaco, a saber la soghitha. La

soghitha es un poema dialogado en el que intervienen figuras bíblicas (se conservan más de

cincuenta – y el personaje de María está bien representado en ellos). Este género tiene sus

orígenes remotos en la “literatura de controversia” de Sumer y de Mesopotamia, pero las

diferentes tradiciones del Oriente Próximo fueron capaces de adaptarlo a su propias

literaturas. Este es exactamente el caso aquí. Obviamente, hay que tener en cuenta la

originalidad y la creatividad del autor, o de los autores, de la sura Maryam, en su adaptación

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de este género literario, pero podemos hablar de una soghitha coránica, con el episodio

central que se refiere a María y su papel en la Natividad.

De donde la siguiente hipótesis: esta soghitha coránica podría tener su Sitz im Leben en una

celebración de la Natividad, o mejor, en una celebración de María y su papel en la

Natividad. Esto encaja muy bien no sólo con el género literario de la obra, sino también con

su contenido.

Demostrar en detalle esta hipótesis es el tema de mi artículo, así que voy directamente a

conclusiones.

Hay una iglesia en Palestina, situada a medio camino entre Jerusalén y Belén. El camino

entre Jerusalén y Belén era una verdadera via sacra: muchos episodios bíblicos se asociaron

en el imaginario popular (y monástico) con este camino, y particularmente con la zona

situada a mitad del mismo, porque es ahí donde algunas tradiciones judías y cristianas

situaban la muerte de Raquel y el nacimiento de Benjamín. Además, este lugar estaba

asociado a leyendas específicamente cristianas, como la relativa al lugar donde María

habría descansado en el camino hacia Belén. Esta historia se cuenta en el Protoevangelio de

Santiago, un evangelio apócrifo del siglo II. Lógicamente, ya que la zona entre Jerusalén y

Belén se relacionaba con diversos episodios de la historia sagrada, fueron construidas ahí

iglesias y monasterios. Parece ser que el primer centro donde se organizó un culto mariano

fue la iglesia del Kathisma de María Theotokos (es decir, la iglesia del asiento de María, Madre

de Dios). Esta iglesia, hoy desaparecida, aunque sus ruinas fueran redescubiertas y

excavadas a finales del siglo XX, fue construida en el siglo V, y renovada en el siglo VI, en el

lugar en el que supuestamente habría descansado María. Y era un lugar de peregrinación.

Pero nuestras fuentes dicen cosas muy interesantes. Obviamente, esta iglesia estaba

asociada a tradiciones relacionadas con el Protoevangelio de Santiago, pero también a

tradiciones relacionadas con la Dormición y Asunción de María, particularmente con el

milagro del palmera. Este milagro es a menudo descrito en las narraciones sobre la

Dormición de María, si bien el episodio se desarrolla durante la huida a Egipto. Ahora bien,

la roca situada en medio de la iglesia del Kathisma estaba asociada con dos leyendas: el

descanso de María, sobre una roca, durante el camino hacia Belén, y el descanso de María,

sobre una roca también, durante la huida a Egipto (geográficamente, esto no es muy

coherente, pero no representa un problema para el imaginario popular). Como Shoemaker

observa (“Christmas in the Qur’ān: The Qur’ānic Account of Jesus’ Nativity and Palestinian

Local Tradition”, Jerusalem Studies in Arabic and Islam 28, 2003, p. 11-39), es el único lugar —

junto con el Corán— en el que la Natividad y el milagro del palmera se asocian.

Pero hay otros puntos comunes. Buscad:

Q 19:16: Y recuerdo a María en la Escritura, cuando dejó a su familia para retirarse en un

lugar oriental.

Este versículo es incomprensible si se desconoce su origen. Y su origen está en el

Protoevangelio de Santiago, quien cuenta cómo María, cuando era una niña, rezaba todo el

tiempo (¡debía ser una niña muy aburrida!). Por lo tanto, sus padres la llevaron al Templo

de Jerusalén en el cual pasó su infancia. En realidad, el lugar oriental es el Templo de

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Jerusalén, más precisamente su puerta oriental, que, de acuerdo con la visión de Ezequiel

(capítulos 43 y 44) señala la límite entre la ciudad mundana y la ciudad escatológica. Sin

embargo, en la literatura cristiana, María, como Madre de Dios, es, precisamente, el Templo

(a saber, la morada de Dios). Una pequeña referencia: “Otro te [María] nombró puerta

cerrada, pero situada en el Oriente” (Homilías festivales de Hesiquio de Jerusalén, Himno 5).

Además, la sura 19 celebra el papel de María en la Natividad; y cada año, el 13 de agosto, en

la iglesia del Kathisma, se celebraba la fiesta del Recuerdo de María, una celebración que

festejaba, precisamente, el papel de María en la Natividad. ¡Y hay más! Buscad:

Q 19:28: ¡Hermana de Aarón! Tu padre no era un hombre malo, ni tu madre una ramera.

Este es un versículo extraño. La hermana de Aarón y Moisés, hija de ‘Amran, es Miriam

(pero en griego, árabe y arameo se trata del mismo nombre, Maryam). ¿Es el Corán

ignorante hasta el punto de confundir dos personajes tan diferentes? No. Algunos dicen: el

Corán sólo dice que María era descendiente de Aarón. Pero no es posible. Buscad:

Q 66:12: Y a María, hija de ‘Imran, que conservó su virginidad y en la que infundimos de

Nuestro Espíritu. Tuvo por auténticas las palabras y Escritura de su Señor y fue de las

devotas.

Q 3:35-36: Cuando la mujer de ‘Imran dijo: “¡Señor! Te ofrezco en voto, a Tu exclusivo

servicio, lo que hay en mi seno. ¡Acéptamelo! Tú eres Quien todo lo oye, Quien todo lo

sabe”. Y cuando dio a luz a una hija, dijo: “¡Señor! Lo que he dado a luz es una hembra -

bien sabía Alá lo que había dado a luz- y un varón no es igual que una hembra. Le he

puesto por nombre María y la pongo bajo Tu protección contra el maldito Demonio, y

también a su descendencia”.

La solución es fácil. No hay aquí confusión, sino una identificación tipológica. La tipología

es característica de la exégesis cristiana. Es una búsqueda de paralelismos entre las figuras y

los episodios del Antiguo Testamento y los del Nuevo Testamento. Las figuras y los

episodios del Antiguo Testamento prefiguran y preparan los del Nuevo Testamento.

Pero hay solamente un texto conocido en toda la literatura cristiana del Antigüedad que

afirme tan claramente el paralelismo entre Miriam y María. Ese texto no es otro que la

Lectura de Jeremías. Fue compuesto en griego, a finales del siglo VI o principios del VII. El

original griego se ha perdido, pero disponemos de una traducción al georgiano. Y sabemos

que la Lectura de Jeremías era leída, en la iglesia del Kathisma, cada 13 de agosto, con motivo

de la celebración del Recuerdo de María. Leemos en él:

Lectura de Jeremías, § 8: Y el profeta [Jeremías] dijo: “Su venida [la venida de Jesús] será un

signo para vosotros, y para los otros niños en el fin del mundo. Y nadie saldrá del Arca

[el Arca de la Alianza] oculta en la roca, excepto el sacerdote Aarón, el hermano de María”.

El pasaje se refiere a algunas leyendas que no puedo explicar aquí (sería demasiado largo).

Pero se trata de otro punto de contacto, y extraordinario, entre la iglesia del Kathisma y la

sura 19. En otras palabras: las fuentes de la sura 19 son ciertas tradiciones populares y

litúrgicas, algunas de ellas conectadas a una iglesia que estaba en la Tierra Santa, a medio

camino entre Jerusalén y Belén.

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Otro detalle confirma este punto. Buscad:

Q 23:50: Hicimos del hijo de María y de su madre un signo y les ofrecimos refugio en una

colina tranquila y provista de agua viva.

Sabemos que el paraje del Kathisma era famoso por sus manantiales y pozos. El agua viva se

refiere también al arroyuelo del versículo 24. ¿Pero la colina? Buscad las fotos

correspondientes.

Con todo, ¡este no es el final de la historia! La iglesia del Kathisma es una iglesia octogonal,

con varios octógonos, una girola, o deambulatorio, y una roca en el centro. Sus dimensiones

son similares a las dimensiones de la Cúpula de la Roca. Si, habéis entendido bien: la iglesia

del Kathisma es el modelo arquitectónico de la Cúpula de la Roca.

Probablemente, no es una coincidencia que los versículos 34-40 de la sura 19 figuren en una

de las dos inscripciones que contiene la Cúpula de la Roca. La ideología oficial, y por tanto la

cristología, del imperio de la nueva dinastía de los Marwanidas no toleraba una cristología

tan próxima a la de los cristianos, mientras que el entorno en el que la sura tiene su origen

era más proclive a la “convergencia”. Se puede observar que al principio del siglo VIII, une

parte de la iglesia del Kathisma estaba reservada a los “musulmanes”, con un mihrab

especifico. Y probablemente, las relaciones entre cristianos y musulmanes en la iglesia no

eran tan tensas allí como indica, o nos hace pensar, la inscripción de la Cúpula de la Roca.

GUILLAUME DYE (Université libre de Bruxelles, ULB)

Transferencia cultural en sociedades complejas: “polinización” e identidad religiosa Cátedra al-Ándalus, Fundación Tres Culturas,

Sevilla (27/03/2014)

Iglesia del Kathisma

Plan del Kathisma

Mosaico

El palmera

Mihrab del Kathisma

Sitio del Kathisma

Piscina, o pila, junto a la iglesia del Kathisma

Colina oriental

Cúpula de la Roca

Dentro de la Cúpula, con el roca

Kathisma / Cúpula de la Roca