reconstruyendo a carlos pastore: objetivos para una biografía intelectual

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Liliana M. Brezzo, Alfredo Boccia Romañach yDomingo M. Rivarola (editores)

Carlos Pastore Goiburú

65 Años de La Lucha por la tierra en el Paraguay

Asunción, Paraguay2015

C P E S

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2014© Academia de la Historia Paraguaya (AHP)

Dr. Andrés Barbero 230 esq. ArtigasTeléf.: 202 552e-mail: [email protected]

Centro Paraguayo de Estudios Sociológicos (CPES)Eligio Ayala 973e-mail: [email protected]éf.: 443 734

Diagramación: Rubén Riveros

Impresión: Ediciones y Arte S.A.25 de Mayo 2045 c/ Mayor BulloTeléfs.: 224 970 / 224 971e-mail: [email protected]ón, Paraguay

Diciembre de 2014

ISBN:

Hecho el depósito que marca la Ley 1328/98

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INDICE

Presentación ........................................................................................ALFREDO BOCCIA ROMAÑACH

Presentación ........................................................................................DOMINGO RIVAROLA

CALOS PASTORE OLMEDOSemblanza biográfica del doctor Carlos Pastore Goiburu ...........

LILIANA M. BREZZOReconstruyendo a Carlos Pastore: objetivos para unabiografía intelectual ...........................................................................

IGNACIO TELESCAEl latifundio en Paraguay desde fines de la colonia .....................

MARÍA LAURA SALINAS¿Dueños de la tierra? Pueblos de Indios y reduccionesen el Paraguay desde los orígenes hasta el siglo XVIII. ...............

NORMA OVIEDOTerritorialidad, Comercio y Ocupación. La presencia delParaguay en la región misionera (1810-1865) ................................

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GABRIELA DALLA CORTELas tierras del Chaco Paraguayo, entre Carlos Casado,Matías Alonso Criado y Carlos Pastore ..........................................

JULIO ESPÍNOLALas ligas agrarias cristianas ..............................................................

JOSÉ ZANARDINITenencia de la tierra por los indígenas en tiempo de larevolución de la independencia .......................................................

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Presentación

Por Alfredo Boccia RomañachPresidente de la AcademiaParaguaya de la Historia

Cabe a la Academia Paraguaya de la Historia la feliz oportu-nidad de participar en el homenaje que se brinda al ilustradociudadano Dr. Carlos Pastore Goiburú, antiguo miembro de estacorporación y protagonista de activa y rica diligencia a favor dela cultura política de nuestra patria.

La presente publicación, realizada conjuntamente con el Cen-tro Paraguayo de Estudios Sociológicos, tiene el objetivo de dardifusión a los trabajos presentados en ocasión de las Jornadas deInvestigación y Divulgación por los 65 años de la primera edi-ción del libro “La Lucha por la tierra en el Paraguay. 1949-2014”llevadas a cabo los días 26 y 27 de Junio de 2014, en las quecolaboraron destacados exponentes del conocimiento históricoregional.

La obra original del Dr. Pastore constituyó – según expresala académica Dra. Liliana Brezzo – el primer desarrollo históricode la tenencia de la tierra en el país - problema complejo quecobra actualidad y sensibiliza a la población de nuestros días.

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Pastore el visionario, sentó las bases para el estudio racional dela cuestión agraria, considerando la génesis, el desarrollo y lasperspectivas de la misma.

Por circunstancias conocidas, la importante labor cultural ypolítica de Carlos Pastore Goiburú ha quedado sensiblementeignorada por los comunicadores modernos, razón ésta que haimpedido por años la divulgación de las eruditas páginas de suobra. La Lucha por la tierra en el Paraguay. Irreverencia absurdaque pretende ocultar el brillo y el relieve del personaje y su hue-lla hondamente trillada en el estudio de las cuestiones referidasa la tenencia de la tierra.

Quienes han tenido el privilegio de conocerlo y nutrirse desus enseñanzas están en la obligación de revelar las virtudes per-sonales y cívicas que adornaban al célebre maestro, hombrepúblico, sin tachas, patriota honesto y con intensa dedicación almejoramiento del nivel social, cultural y político de su país. Unempeño porfiado e incansable de un hombre que persiguió comometa la libertad y la lucha contra los males crónicos que afecta-ban al país como los regímenes totalitarios, el latifundio y la mi-gración provocada por la insuficiente programación de las labo-res del trabajador rural.

Cupo a nuestro protagonista el deber sagrado de señalar losrumbos para la solución de esas añejas cuestiones sociales cuyosorígenes se pierden en la estructura impuesta al Paraguay colo-nial, con consecuencias que perseveran y se perciben cotidiana-mente.

Esta reseña, presentada en común esfuerzo con el CentroParaguayo de Estudios Sociológicos, no tiene otra intención que

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ofrecer al púbico las opiniones de distinguidos autores especia-lizados en la materia, quienes exponen sus ideas desde una pers-pectiva actual, evocando la figura de tan ilustrado prócer de lacultura paraguaya.

La Academia Paraguaya de la Historia rinde un homenajede gratitud a la Sra. Susana Pastore Olmedo y al Dr. Carlos Pas-tore Olmedo, pilares importantes para la recuperación de la me-moria de su distinguido progenitor. Así mismo, agradecer la con-fianza para que esta Corporación se constituyera en depositariade la muy rica y variada biblioteca y el archivo de documenta-ciones políticas y personales que pertenecieran al extinto histo-riador.

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Carlos Pastore

Por Domingo M. RivarolaEx-director de CPES

En el bienio en el que el Centro Paraguayo de Estudios So-ciológicos y la Revista Paraguaya de Sociología cumplen cin-cuenta años de existencia, las celebraciones propias de estos acon-tecimientos coinciden con otro evento de singular relevancia: los65 años de la primera edición del libro «La lucha por la tierra enel Paraguay» (1949-2014). Este aniversario dio lugar a una seriede homenajes a su autor el Dr. Carlos Pastore, a quien cabe atri-buir aportes excepcionales. Por un lado, el valor histórico de suobra, como bien lo señala Liliana Brezzo y como lo ha destacadoel Presidente de la Academia de la Historia, que considera lacitada obra como el primer aporte sobre la temática de la tenen-cia de la tierra en el Paraguay. A este mérito se deben agregardos aspectos resaltantes: su larga y sostenida vigencia como unreferente fundamental sobre la realidad agraria y social paragua-ya, y el haber logrado inspirar de manera permanente la aten-ción de lo agrario en la vida pública, en sus múltiples dimensio-nes: económica, política, social y académica.

Además de los indiscutibles méritos mencionados de la obray de los aportes trascendentes de Carlos Pastore, se destaca con

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nitidez y contundencia, el rasgo original y no muy frecuente dehaber podido mantener con positivo equilibrio su vigorosa, sos-tenida y firme militancia política, sin contaminar el tema con in-tereses partidistas.

El Centro Paraguayo de Estudios Sociológicos (CPES) ha te-nido un sostenido protagonismo tanto en el campo de la investi-gación como de difusión de los estudios y análisis realizados so-bre la realidad agraria en Paraguay. En esa línea, cabe destacaruna obra que cobró singular importancia, la compilación de tra-bajos publicado bajo el título, «Estado campesino y moderniza-ción agraria».

Con este horizonte y el vivo liderazgo del Dr. Pastore, el CPESpuso en ejecución extensos programas de investigación y publi-caciones con el propósito de ampliar y profundizar el campoabierto al que fueron agregándose otros temas, entre los cualessobresale el de las migraciones, proceso directamente relaciona-do con la actividad agraria paraguaya.

Domingo M. RivarolaEx Director de CPES

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Semblanza biográfica delDr. Carlos Pastore Boiburú

Por Carlos Pastore Olmedo

“No está bien que sea yo quien escriba este artículo. Es poco elegan-te que el padre hable del hijo o el hijo del padre. Pero el padre cumpleochenta años (el 17 de junio) y el hijo ha tenido que oír en su vidademasiadas sandeces en boca de imbéciles o de malvados. En estepaís casi nadie recuerda nada; de los que recuerdan; muchos falsean;y los que no tienen edad simplemente no saben. Además, en la lite-ratura y el cine hay tradición de hijos justicieros, o vengativos orencorosos. No me importa hacer por una vez ese papel. Este es unartículo, así pues, rencoroso, como podrían serlo los que escribieranlos vástagos de otros republicanos, fuera cual fuese la profesión desus padres.” 1

Suscribo la intención, la claridad y la belleza de este durotexto del brillante Javier Marías sobre su padre. Salvadas las gran-des distancias, el padre, el filósofo Julián Marías, quien fuera dis-cípulo muy cercano de José Ortega y Gasset y el autor, en 1941,

1 Javier Marías. “El Padre”. Publicado por primera vez en El País. Madrid 16de junio de 1994.

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de una “Historia de la Filosofía” que muchos tuvimos el privile-gio de conocer como texto, también fue un eterno perseguido ensu país; sufrió tras la guerra civil española, una implacable per-secución política y académica por la dictadura franquista y hastapor los que, en algún momento, fueron aparentemente sus mejo-res amigos. 2 Mi padre, Carlos Pastore Goiburu, el historiador yel político, en el entorno de nuestra confrontación civil tambiénsangrienta, sufrió durante la tiranía de Morínigo desde 1940 ytras nuestra guerra civil de 1947, una sistemática persecución porparte de los sucesivos regímenes autoritarios que asolaron nues-tro país, y también fue ignorado o puesto de lado por supuestosamigos o correligionarios políticos. Desde luego, el hijo no pue-de compararse con el gran escritor que es Javier Marías; sólo hatenido oportunidad hasta el momento de dedicarse a la medici-na y a la investigación en aspectos puntuales de las neurocienciasy siempre en tierras lejanas. Pero el hijo también ha tenido queescuchar incontables veces muchas sandeces en boca de malva-dos. Hasta hace poco, y muchos años después de su fallecimien-to, personajes más o menos mediáticos a los que mi padre hubie-ra quizás descrito como “los eternos enemigos de la reforma agra-ria”, se permiten descalificar su obra e incluso a su persona, sinque reciban una adecuada y puntual respuesta política o acadé-mica. No voy a hacer aquí el papel de hijo justiciero o vengativoque a veces nos muestra el cine, como nos recuerda Javier Marías.Creo que la realidad -no la ficción- es, en rigor, la que siemprenos transmitió nuestra madre: la venganza y el rencor son siem-pre malos compañeros de viaje; sólo conducen a mayores sufri-mientos. “Yo no soy rencorosa y creo que no hay que serlo”, so-lía repetirnos. Y ella sabía mucho de viajes, de duros viajes deci-

2 Juan Cruz. “En la muerte de Julián Marías. Muere Julián Marías, la memoriade la filosofía”.16 diciembre 2005. http://www.javiermarias.es/blog.html)

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didos por malvados o miserables, viajes hacia el dolor y el des-tierro; viajes impuesto por el terror, que provocaron hasta lamuerte de su primogénito, Carlos Antonio, su ser más querido.En otros foros hemos escrito semblanzas pacíficas y académicasdel padre que fácilmente pueden consultarse3. Pido disculpas enel caso de que lo que acabo de expresar sea interpretado por al-gunos como resentimiento; eso es sólo apariencia. Pero efectiva-mente, he escuchado demasiadas sandeces con mala intenciónsobre él. La semblanza que intentaremos hacer hoy de CarlosPastore Goiburu pretende ser diferente, más cercana, posiblemen-te no muy elegante pero, quizás, más rica.

El segundo exilio uruguayo y la memoria del primer exilio.Nuestros primeros recuerdos.

En 1949, año de la publicación de la primera edición de “Lalucha por la tierra en el Paraguay” mi padre tenía 42 y yo mismoapenas 2 años de edad. Vivíamos en Montevideo desde la prima-vera de 1947, con mi madre y mi hermana Susana, en el -en aque-llos años- tranquilo y algo retirado barrio de Pocitos, sobre laAvenida Brasil. Mi padre había llegado a Montevideo tras refu-giarse en la embajada uruguaya en Asunción, como consecuen-cia de la represión que siguió a la revolución del 47; mi madreinició el camino de su segundo destierro para acompañarlo yencontrarse otra vez con él en Montevideo, haciendo el largo viajeen barco desde Asunción, vía Buenos Aires. Pero esa vez, ade-más de mi pequeña hermana Susana a su lado, iba yo en susbrazos… Mi familia se había instalado allí, en ese barrio de Mon-

3 Dirección de internet del Premio “María Leonor Olmedo-Carlos Pastore”:http://www.premiopastore.org/Premio_Pastore/Historia_del_Premio_-_Datos_biograficos.html

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tevideo, pero no precisamente en una casa, apartamento o pisode su propiedad o de alquiler. Se trataba de lo que en aquellosaños se denominaba una “pensión”, un pequeño hotel, en el quearrendábamos una única habitación para los 4, no siempre conderecho a un baño o aseo individual. Mis padres vivían allí susegundo exilio en el Uruguay, con la eterna idea de volver a lapatria, al querido Paraguay, “en cualquier momento”. Una fraseequivalente a la clásica “el año que viene, en Jerusalén” que ladiáspora judía por el mundo repetía todos los años en las cele-braciones, no la llegamos a oír más que de forma ocasional en losbrindis de fin de año en nuestra niñez -en una posible versiónparaguaya o local- pero la percibíamos casi todos los días engestos, actitudes y conductas cotidianas de los mayores en nues-tro entorno.

Mis padres habían sufrido su primer exilio en 1940, durantela tiranía de Higinio Morínigo (de filiación fascista y declarada-mente pro-nazi) y del partido colorado en el poder, tras el trági-co e inesperado fallecimiento de Estigarribia. En aquella oportu-nidad, desde 1943, mi pequeña hermana, mi madre y mi padrevivieron varios años en un minúsculo y muy modesto aparta-mento de alquiler en los alrededores de Montevideo, en el barriode Sayago, el mismo apartamento estudiantil de uno de los her-manos de mi padre, Moisés, que había estudiado en la Facultadde Agronomía de la Universidad de la República, ubicada en lasinmediaciones. El tío Moisés, uno de los 11 hermanos de la ex-tensa familia Pastore-Goiburu, es padre de Mario, el académicoque hoy también nos honra aquí con su presencia. En aquellosaños de su primer exilio, mi padre tuvo una intensa actividadpolítica de lucha contra la tiranía de Morínigo, contra el régimende terror que él dirigía y contra la ilegalización del Partido Libe-ral, impuesta por el tirano. Durante todo el año 1946, en las ra-

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dioemisoras montevideanas “Ariel” y “El Espectador” mi padredirigió el espacio denominado “Hora de la Liberación Paragua-ya”. En el año 1947 reunió en un pequeño tomo estas emisionesradiofónicas; fue su primer libro editado en Montevideo4. En laprimera página de este libro se puede leer una emocionada dedi-catoria: va dirigida a la memoria de otro de sus hermanos, elCapitán Mario Pastore (familiarmente el “tío Poto”) muerto esemismo año “en la lucha por la libertad del pueblo” y a la memo-ria de su primogénito, Carlos Antonio “víctima de la tiranía”,que falleciera, como ya señalamos, tras su primera expulsión a laciudad o poblado de Clorinda en 1940, al impedírsele acceder auna adecuada atención médica en Asunción. En relación al TíoPoto, a quien yo obviamente no conocí, es evidente que tuvouna gran influencia sobre mi padre a pesar de su juventud: lorecordaba siempre con mucho cariño y hablaba de él hasta en losúltimos años de su vida. Me gustaría señalar aquí que según va-rios testimonios familiares que hemos podido recoger, el tío Poto,con un carácter alegre y extrovertido, mantuvo una relación deamistad familiar estrecha con sus numerosas hermanas, herma-nos y primos. En particular, uno de estos primos con quien serelacionaba mucho en esos años, con posterioridad estudió me-dicina, fue también un gran luchador por la libertad de su pue-blo y se convirtió, con el correr de los años, en un ejemplo devalentía y de firmeza contra la dictadura de Alfredo Stroessner:el Dr. Agustín Goiburú, una de las numerosas víctimas de laOperación Cóndor, que murió asesinado en circunstancias aúnno aclaradas.

En esos años del primer exilio en Montevideo, mi padre co-noció y se relacionó con numerosos políticos e intelectuales del

4 Carlos Pastore. “El Paraguay y la tiranía de Morínigo”. Editorial Antequera.Montevideo, 1947.

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Uruguay. No es casual que esas emisiones radiofónicas de la Horade la Liberación Paraguaya se hicieran también desde la radioAriel de Montevideo, dirigida en aquellos años por Luis BatlleBerres, el político y dirigente del Partido Colorado uruguayo; conél le unió una profunda y fecunda amistad.

Es posible que entre 1940 y 1947 se fuera gestando en la men-te de mi padre la idea de trabajar y de publicar un libro sobre lahistoria de la tenencia de la tierra en el Paraguay, que recién sematerializó por primera vez en el año 1949. La idea inicial segu-ramente la tuvo, mientras ocupaba el cargo de Presidente del Di-rectorio del Departamento de Tierras y Colonias, cuando en 1940redactó el Proyecto de Código de Reforma Agraria (el conocidocomo Estatuto Agrario) durante el gobierno presidido por Esti-garribia. Cabe comentar aquí que las circunstancias de la redac-ción del manuscrito de la primera edición de “La lucha por latierra en el Paraguay”, no fueron, seguramente, las ideales. Noexistían en aquellos tiempos becas ni ayudas a la investigación;menos aún en estas espinosas y controvertidas áreas. Ni siquieracabía en la imaginación lo que hoy denominamos ONGs o insti-tuciones similares y mi padre nunca recibió ninguna subvenciónni ayuda pública o privada, desde luego impensables en el Para-guay de aquellos años, pero tampoco en el Uruguay; menos aún,alguna ayuda internacional. A la estrechez económica con ingre-sos muy escasos y ocasionales, hay que sumar el tiempo y la ener-gía utilizada en su intensa actividad política; así pueden com-prenderse mejor las limitaciones con que abordó la redacción delmanuscrito y finalmente la salida de la imprenta del libro.

El segundo exilio en Montevideo que iniciaron mis padresen 1947 con mi presencia (yo era sólo un bebé de 6 meses deedad), no fue tampoco precisamente dorado, según me fui ente-

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rando muchos años después. La extrema sobriedad en las for-mas de vida o la austeridad (término hoy algo degradado) eran,como en el primer exilio de 1940, también la norma, aceptada eineludible. Las incomodidades o limitaciones cotidianas eran casisiempre bien sobrellevadas; nada era más importante que el de-seo de volver y el regreso era, claro, siempre inminente. Quizáspor esta circunstancia, mi padre no perdió mucho tiempo en bus-car un alojamiento diferente para nosotros cuando llegamos aMontevideo. Nos instaló en esa pensión que alguien le había re-comendado por el buen ambiente, la ubicación y seguramente elprecio, ajustado a su estrecho bolsillo. En cualquier caso, la es-tancia allí sería corta, unos pocos meses o a lo sumo, un año oaño y medio. ¡Pero allí vivimos hasta que yo cumplí 5 años! Enesa casa, donde se instalan incontables recuerdos de mi infancia,yo gané dos tíos: Tía Ana y Tío Jorge, el matrimonio propietariode la pensión en la que vivíamos, que se convirtieron en mis “se-gundos padres”, por la estrecha relación que nos unió desde en-tonces. Ellos, ya algo mayores, que no tenían hijos ni familia cer-cana, me “adoptaron” desde entonces; mantuvieron también unarelación de profunda amistad con mis padres toda su vida.

Mis primeros recuerdos de los que soy hoy consciente se aso-cian a mi madre (casi siempre trabajando, sentada frente en sumáquina de coser), a mi pequeña hermana y a mis tíos Jorge yAna, que sustituían la ausencia obligada de otros integrantes demi numerosa familia; durante muchos años a la mayoría de ellossólo los conocí por referencias y por relatos más o menos reales omágicos en mi imaginación. Tengo recuerdos más o menos pre-cisos de mi padre desde aproximadamente los 4 años de edad.Siempre impecablemente vestido, de traje y corbata, puños ycuello más o menos gastados pero inmaculadamente blancos,luego supe que almidonados, que a mí me fascinaban, pero que

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¡no podía tocar! Lo veía poco, siempre llegando o saliendo, conpaso rápido y decidido, una media sonrisa en los labios y expre-sión invariablemente optimista o alegre. Usaba casi siempre susombrero, en invierno o en verano, una gabardina o un abrigolargo para combatir el frío montevideano, al que no estaba habi-tuado. No trabajaba en casa porque literalmente no tendría lugarfísico para hacerlo y en aquellos primeros tiempos tampoco te-nía un despacho o escritorio, que recién instaló varios años des-pués. Seguramente desde esos años se remonta su admiraciónpor las bibliotecas públicas, que más adelante me transmitió, re-comendándome que las visitara y las utilizara; estas institucio-nes ya comenzaban a destacar en la vida cultural de Montevi-deo. Tenía aparentemente siempre prisa; caminaba con paso rá-pido e impaciente. Este entusiasmo, optimismo y aparente inge-nuidad ante la vida que transmitía su presencia, no lo abandonóhasta que la enfermedad comenzó a detenerlo, pasados los 75años de edad. Me parecía que siempre estaba pensando en algo,aun cuando lo veía leer. Cuando le hablaba, muchas veces detemas intrascendentes para él, sumido en sus pensamientos, mecontestaba siempre sonriente pero al cabo de varios segundos ycomo desde muy lejos. No creo que en aquellos años tuviera unespecial interés por tratar con niños, pero esta opinión fue cam-biada totalmente muchos años después, cuando vi la relación quesupo mantener con sus nietos, mis sobrinos Alejandro y Oscar,mis pequeños hijos Diana y Carlos, y muy particularmente conmi hija Lucía, que fue la nieta que convivió más con él. No tuvonunca conmigo la más mínima conducta represora de ningúntipo; ni siquiera recuerdo que se dirigiera a mí en un tono máselevado de voz para indicarme algo que, a todas luces, estabahaciendo mal, a pesar de que puedo asegurar que fui un insopor-table hiperactivo durante buena parte de mi infancia. Estas áreas,como otras comprometidas, se las dejaba hábilmente al criterio

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exclusivamente materno, con la consiguiente derivación y evita-ción de funciones… No usaba más que sus piernas o el transpor-te público para trasladarse (sólo muy de vez en cuando un taxien esos tiempos); nunca, en toda su vida, adquirió o utilizó unautomóvil propio.

Por lo dicho hasta ahora, puede afirmarse que la redacción yposterior publicación en 1949 de la primera edición de “La luchapor la tierra…” se hizo en un ambiente de trabajo muy difícil,con grandes limitaciones materiales. ¿Podría pensarse entoncesque para escribir una obra de esta importancia, sólo hace falta lafirme voluntad de estudiar profundamente el tema, establecerlas hipótesis de trabajo, hacernos bien las preguntas que preten-demos responder, tener buenos amigos, un cierto apoyo familiary simplemente tomar la pluma o la máquina de escribir? No creoque esto sea definitivamente correcto, pero pienso que posible-mente haya algo de cierto en esa afirmación. La pasión por cono-cer las verdaderas causas de los dramas sufridos por nuestro paíscomo nación y por la gran mayoría de sus habitantes a lo largode su ya larga historia, así como la pasión por la acción política,dentro del pluralismo democrático de su viejo Partido Liberal,que permitieran avanzar y mejorar las situaciones de dependen-cia y las profundas desigualdades entre los paraguayos, no loabandonaron nunca. Esta firme voluntad, esta pasión por estu-diar y conocer la historia, así como nuestra realidad social y eco-nómica para intentar cambiarla, es sin duda un primer paso im-prescindible que él dio en aquellos años, un paso firme y decidi-do, con un optimismo impaciente y sólo una aparente ingenui-dad. Al decir de algunos intelectuales y estudiosos paraguayosque lo conocieron y que han comentado su obra: “la tiranía deMorínigo lo había distinguido con el exilio, ocasión aprovecha-da por él (hablo del intelectual, no del simio) para estudiar y

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publicar La lucha por la tierra en el Paraguay”5. “Recordamos en-cuentros breves con él (…) ‘Hay que estudiar la historia, hay queestudiarla’, insistía en un tono bajo, y sin ningún gesto fuera delugar.” 6

Pero no todas fueron limitaciones y austeridades en aque-llos años. Su integración en el Uruguay como político y estudio-so de la historia y de la realidad paraguaya fue poco a pocoprofundizándose. Inició su actividad profesional, abriendo suestudio de abogado en la ciudad vieja de Montevideo, en la calleRincón. Y paso a paso fundó una nueva disciplina que llamaríaaños después, un poco en broma y un poco en serio,“paraguayología”, esto es, el estudio sistemático del “caso para-guayo”, la investigación con métodos rigurosos y racionales detodos los temas y problemas que interesan y que es imprescindi-ble conocer para, por fin, poder sacar adelante nuestro país. Se-guramente desde esa época comenzó a oírsele decir, cuando locreía oportuno, que él “no se sentía extranjero en el Uruguay”.La publicación de su ensayo “Artigas en el Paraguay” 7 le abriólas puertas del Instituto Histórico y Geográfico del Uruguay, comomiembro correspondiente. Comenzó la paciente reunión y clasi-ficación en tomos de toda publicación relacionada con el Para-guay que caía en sus manos, particularmente de folletos, perotambién de diarios, revistas o cualquier hoja impresa. Recogía ycuidadosamente guardaba en carpetas toda información que se

5 Guido Rodríguez Alcalá. “Carlos Pastore”. Diario Noticias, Asunción, 7 dejulio de 1996.

6 Juan Carlos Herken Krauer. “In memoriam Carlos Pastore” Diario Correosemanal. Asunción, 13 de julio de 1996.

7 Carlos Pastore. “Artigas en el Paraguay”. En ARTIGAS: publicación conme-morativa por el Instituto Histórico y Geográficos del Uruguay. ImprentaNacional. Montevideo, 1952

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publicara en cualquier medio sobre el Paraguay, tanto en la Ar-gentina como en el Uruguay. Comenzó o continuó su colecciónde libros sobre la historia del Paraguay y de los países del Río dela Plata que con ahínco buscaba y compraba, cuando le era posi-ble, en librerías especializadas de Montevideo y Buenos Aires.Aún conservo la referencia de un libro que nunca pudo encon-trar; periódicamente, aún poco antes de fallecer, se acordaba yme preguntaba si lo había visto por casualidad perdido o traspa-pelado en los índices de alguna biblioteca europea: Diego deZevallos. “Tratado del recto uso de la yerba mate del Paraguay”.Lima, 1667 (aún lo seguimos buscando…). En esos años segura-mente inició su amistad con ilustres historiadores y pensadoresuruguayos como Ariosto González, Ulises Pivel Devoto o Artu-ro Ardao. En otros aspectos diferentes, es de destacar que en 1948mi padre fue iniciado en la masonería uruguaya donde reveló deinmediato sus cualidades y que 6 años después, participó en lafundación de una nueva logia que recibiera a los exiliados devarios países de América que habían sufrido el destierro por susideas libertarias y se asilaban en esos años en el Uruguay. En esalogia “Río de la Plata” donde tuvo el número 121, ocupó varioscargos. Me consta que otros fundadores lo recordaron siemprecon cariño y respeto, más allá de los obligados sentimientos fra-ternales, como un maestro amante de la concordia y de la uni-dad. Para su inicio fue propuesto seguramente por otros maso-nes paraguayos. Entiendo que esta referencia que hoy hago deeste aspecto de su vida es pertinente, porque ya es parte de lahistoria, porque en la actualidad la pertenencia de hombres omujeres a la masonería en el Uruguay es un tema que ha dejadoafortunadamente de ser tabú y porque diversos estudios históri-cos recientes han revelado que muchos paraguayos ilustres, in-cluso algunos de nuestros héroes de la Guerra del Chaco, fueronmasones, como el Mariscal Estigarribia o el Capitán Manuel

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Aponte, entre otros. El mismo Gral. Francisco Solano López, comosabemos, fue iniciado durante su estancia en Francia, con la mi-sión de hermanar a otros masones americanos (Urquiza y Mitre),enfrentados en aquellos años en una guerra fratricida. La rele-vancia de esta actividad que mi padre desarrolló exclusivamenteen el Uruguay, es un tema que no estoy capacitado para valorar.La relativa importancia que pueda tener este dato biográfico deCarlos Pastore Goiburu podría ser eventualmente un tema deinvestigación histórica o sociológica, que sólo me limito a apun-tar. Otro tema de investigación podría ser, sin duda, conocerporqué mi padre prácticamente no participó más en estas activi-dades tras su retorno al país, durante los años 80 y 90, circuns-tancia que él mismo me comunicara de forma discreta y expresa.

La segunda edición de “La lucha por la tierra…”

Los años de las décadas de los 50 y los 60 fueron de una muyintensa actividad política de mi padre. En 1952 nos instalamosen un apartamento de alquiler en la calle Francisco Araúcho, quemis padres no abandonaron hasta su vuelta al Paraguay a finalesde la década de los setenta. La vida cotidiana de la familia cam-bio radicalmente respecto a la que teníamos cuando habitába-mos una única habitación de la vieja casona de la avenida Brasil,la pensión de la tía Ana y el tío Jorge. El estudio profesional quehabía montado mi padre seguramente comenzó a rendir sus fru-tos y por tanto la situación económica de la familia fue prospe-rando progresivamente. Este auge material se notaba claramen-te en algunos aspectos de nuestra vida cotidiana. Por ejemplo,mi hermana Susana y yo fuimos siempre a colegios y liceos demuy buen nivel educativo, seguramente no fáciles de pagar. Sinembargo, siempre vivimos “de alquiler” en el mismo edificio de

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apartamentos, cómodo pero sin lujos, y mis padres nunca ni si-quiera se plantearon comprar una vivienda propia ni un auto-móvil, lo que era la norma entre los padres de mis compañerosde clase, la mayoría también profesionales, pero que estaba to-talmente fuera de su alcance o posibilidades. Hay que recordarque la cultura del endeudamiento fácil o del crédito, simplemen-te no existía para nuestros padres. La deseada palabra “vacacio-nes” no estuvo en nuestro vocabulario habitual en mi infancia,salvo en muy contadas excepciones. La sobriedad era la normaen los gastos familiares, en la casa, la comida o el vestir. Mi pa-dre sí gastaba probablemente bastante dinero en viajar, casi se-manalmente a Buenos Aires y a diversas ciudades del norte de laArgentina en su muy intensa actividad política durante esos años,muy especialmente mientras ocupó la Presidencia del PartidoLiberal en el Exilio desde el año 1959. También viajaba de formaocasional a otros países de América del Sur, a veces en compañíade una de sus hermanas que vivía también en Montevideo, miTía Sara, quien trabajaba entonces en una compañía de aviacióny que tenía, por ese motivo, la posibilidad de conseguir pasajes obilletes de avión a precios muy reducidos. Entre estos viajes porAmérica debe destacarse el que realizó a Perú, donde tomó con-tacto directo con varios dirigentes de la Alianza Popular Revolu-cionaria Americana (APRA) y su líder histórico, Víctor Raúl Hayade la Torre, uno de los mayores ideólogos políticos de esos añosen América Latina, aún hoy considerado por muchos un referen-te político de la región. También, viajó -entre otros muchos paí-ses de América- a Venezuela, y en varias oportunidades a SanJosé de Costa Rica, donde conoció y mantuvo una muy estrecharelación política con “Pepe” Figueres, líder indiscutido de esepaís, presidente de la República en varias ocasiones por el Parti-do Liberación Nacional, en cuyo haber como estadista se cuen-tan nada menos que la abolición del ejército, la instauración del

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sufragio de la mujer, la derogación de leyes discriminatorias porrazones de raza y la creación de la banca estatal, así como el esta-blecimiento de incontables institutos, corporaciones y consejosnacionales que han moldeado la Costa Rica actual.

De forma muy ocasional, siendo aún un niño mayor o unadolescente en ciernes acompañaba a mi padre en sus casi conti-nuos viajes a Buenos Aires, siempre que yo no tuviera clases oexámenes y él estuviera en condiciones de llevarme. Así conocí aalgunos de sus colaboradores más cercanos en sus tareas políti-cas y sobre todo, conocí el “gran país” que era y sigue siendo lacapital y el Gran Buenos Aires, el forzado, duro y en muchasocasiones degradado hogar de cientos de miles o de millones deparaguayos e hijos de paraguayos. Como a él le había pasadosiendo también muy joven, la ciudad a mí también me deslum-bró. El la conoció siendo un adolescente, cuando muy fugazmentefue estudiante en la Escuela de Mecánica de la Armada, la ESMA(actualmente de triste recuerdo) en los años 20 del siglo pasado ydurante muy pocas semanas, por una decisión de su padre quepretendía que iniciara allí la carrera militar. Estos deseos pater-nos se vieron felizmente frustrados por una grave y, en algúnsentido, bienvenida neumonía, el regreso a Asunción, la finali-zación de sus estudios secundarios tras su curación y finalmentesu ingreso en la Facultad de Derecho, que era lo que prefería.

Los años finales de la década del 50 y el inicio de los 60 fue-ron los de la creación de la Unión Nacional Paraguaya, tras segu-ramente incontables y larguísimas reuniones y sesiones de tra-bajo con otros dirigentes políticos. Recuerdo haber sido testigo -desde lejos- de alguna de las interminables reuniones que teníacon el Coronel Rafael Franco, dirigente máximo del Partido Re-volucionario Febrerista y con sus acompañantes ocasionales enun muy concurrido café de Montevideo, el Café Sorocabana de

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la Plaza Cagancha. Yo los observaba cuando hablaban duranteun tiempo, que me parecía siempre una eternidad, discretamen-te sentado en una mesa cercana, casi sin hablar y dirigiendo lapalabra sólo para saludar cuando finalmente ¡nos íbamos a casa!En los años 60 hizo numerosos intentos de ingresar oficialmenteal Paraguay, todos frustrados por la dictadura, que lo detenía ylo expulsaba de forma sistemática. En esos años fui también tes-tigo de encuentros que mantenía con Epifanio Méndez-Fleitas,inspirado poeta y músico popular, creador y dirigente del Movi-miento Popular Colorado (MOPOCO). Una personalidad des-lumbrante que recuerdo me impresionó vivamente por su vehe-mente y durísimo discurso anti-dictatorial, su impresionanteporte, sus no menos impresionantes acompañantes o guardaes-paldas (debía tenerlos por la terrible persecución física perma-nente que padecía de parte del régimen de Alfredo Stroessner) y,de forma paradojal, por la dulzura y el áurea poética de muchasde sus afirmaciones y comentarios. Ellos se conocían bien, desdepor lo menos el año 1939, cuando Méndez Fleitas colaboraba conmi padre trabajando bajo su dirección en el Departamento deTierras y Colonización, como Jefe de la Sección Colonias. Estacircunstancia se recoge en alguna nota de “La lucha por la tie-rra…”, por ejemplo, la nota 52 del Título III (Tercer Período -Época Constitucional)8. Ambos se dirigían, uno al otro, con unextraordinario y hasta un casi exagerado ceremonial, una exqui-sita y muy respetuosa cordialidad, que a mí me resultaba com-pletamente inusual. Pero así eran algunos de las personas, per-sonajes y personalidades que a veces compartían nuestro salóno nuestra mesa en el apartamento del sexto piso de la calle Fran-cisco Araúcho de Montevideo. Personalidades muchas veces

8 Carlos Pastore. “La Lucha por la tierra en el Paraguay”. Tercer EdiciónCorregida. Intercontinental Editora. Asunción 2008. Pág. 327.

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desbordantes, teatrales y casi irreales, que muchos años despuéspodríamos haber reconocido, quizás, en alguna novela del lla-mado realismo mágico, y que en mi mente de niño dejaron re-cuerdos que aún me invaden en sueños y hasta en alguna pesa-dilla. Tal es el caso, por ejemplo, de Justo Pastor Benítez. El bri-llante Dr. Benítez había sido un parlamentario muy destacado,varias veces Ministro en los gobiernos de José P. Guggiari, Euse-bio Ayala y Estigarribia; también fue uno de los redactores de laConstitución de 1940. Era un hombre que irradiaba honestidad ytenía un discurso que envolvía, que no podías dejar de escucharcon la máxima atención. De paso por Montevideo desde su exilioen Río de Janeiro, en una ocasión invitado por mis padres a al-morzar, durante la sobremesa, la conversación derivó hacia co-mentarios de lo que entendí, eran las recientes incorporacionesen el gabinete del dictador. Estos personajes fueron posterior-mente responsables directos de crímenes y atrocidades que cons-tituyeron gravísimas violaciones de los derechos humanos, mu-chos aún pendientes de la acción de alguna justicia. El Dr. Bení-tez comenzó a relatar, con una prosa desbordante, la extremacrueldad y las conductas sádicas que ya de muchacho o de niñohabía revelado uno de estos individuos y que él mismo habíaconocido. El relato ponía los pelos de punta y su recuerdo aúnestremece: el muchacho se divertía durante las siestas asunceñas,de acuerdo con el relato del Dr. Benítez, cegando a polluelos depocos días de vida mediante un alfiler, con el que les pinchabaambos ojos, para reírse luego de cómo los animales no atinaban adónde ir. Y cometía esta atrocidad a decenas de animales, ¡sólopor esparcimiento! El muchacho en cuestión se había hecho ma-yor y era, en aquel momento, uno de los más señalados minis-tros del dictador. La pesadilla recurrente de verme en el papeldel pollo, cegado por un sádico con el procedimiento de hacer-me explotar los ojos, me acompañó durante años.

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Pero no todos las personas que pasaron por nuestra casa comoinvitados o huéspedes guardaban secretos tan escalofriantes.Como contrapunto a este relato de terror, quiero hacer una brevereferencia a nuestra querida Tía Ana, Ana Talavera. De solteraAna Goiburu, hermana de mi abuela, fue responsable, según al-gún mito familiar, de los nombres bíblicos que tuvieron un buennúmero de los hermanos y hermanas de mi padre. Tía Ana, fer-viente católica y lectora de la Biblia, estaba al parecer tambiénmandatada por su hermana María para elegir el nombre de algu-no de los niños que le iban llegando a mi abuela y así eligió unagran cantidad de nombres extraídos del antiguo testamento:Moisés, Santiago, Sara… Pero ella misma les puso nombres máscastellanos a sus propios hijos. Uno de ellos fue Ramón Talavera,fallecido lejos de Paraguarí, su tierra natal, hace 4 años. En micriterio debería ser el personaje central de varios libros y de al-guna película, además de que debe ser reivindicado y restituidoen su honor lo antes posible. Ramón se ordenó sacerdote en 1947,en plena confrontación civil y el Pa’i Talavera, como se lo cono-ció durante años, antes del Concilio Vaticano II, antes del surgi-miento de la llamada teología de la liberación y diez años antesde la aparición pública del Arzobispo Hélder Câmara, mantuvoposiciones notablemente progresistas en su práctica sacerdotalentre los más marginados del Paraguay9. Como asesor de la Ju-ventud Obrera Católica se enfrentó con una alegría contagiosa,peligrosa y hasta sediciosa para algunos, no sólo al régimen des-pótico sino también, finalmente, a la cúpula eclesiástica local, quelo sancionó y lo condenó a la marginación social y al silencio conexcusas infundadas, sin fundamentos clínicos ni científicos.

9 http://www.ultimahora.com/a-la-memoria-ramon-talavera-n355254.htmlhttp://unila.edu.br/sites/default/files/files/Natalia_Mereles(1).pdf

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(“Querido Ramón, donde estés, ¡Chapeau!, fuiste un pionero; lahistoria y los hombres de buena voluntad conocen la verdad detu causa y te siguen buscando”). Finalmente, tras múltiples per-secuciones y represiones fue expulsado del país y como era lógi-co, llegó finalmente a nuestra casa, donde convivió con nosotrosalgunas semanas. Allí se reunió con su madre, mi Tía AnaTalavera. Una fría tarde de invierno en Montevideo, fui testigode este encuentro, una ceremonia imborrable de manifestaciónde un amor filial y el testimonio de entrega a una causa justa.Creo que el Pa’i Talavera influyó mucho en nuestra formaciónhumana en el corto lapso que lo tratamos de cerca. Y tambiéncreo que su caso (como el de innumerables luchadores paragua-yos injustamente perseguidos y relegados al olvido) influyó enmi padre para apresurar su previa decisión de publicar una nue-va edición de “La lucha por la tierra…”, esta vez muy ampliaday corregida. La edición del 72 es posible que comenzara a gestar-se inmediatamente después de salida de prensa de la edición del49, pero la decisión de comenzar a escribirla o re-escribirla deforma sistemática, seguramente se tomó en los primeros años 60.La imperiosa necesidad de esclarecer el “caso paraguayo” quecircunstancias como las vividas por el Pa’i Talavera ponían demanifiesto en su singular complejidad, de cancelar la vigenciade las relaciones coloniales internas, de recuperar la administra-ción de las riquezas nacionales y sentar las bases para la creaciónde un “estado moderno”, hacían imprescindible profundizar enel estudio de la historia social del Paraguay. Una vez más, la pa-sión por conocer más profundamente la historia y la estructurasocial, como paso previo para cambiarla, estaba sobre su mesade trabajo y lo dirigían.

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El retorno al Paraguay y las últimas persecuciones políticas

La salida de la imprenta de la edición de 1972 (de los Talleresgráficos 33, donde se editaba el mítico semanario Marcha dirigi-do por Carlos Quijano) fue coincidente con el progresivo dete-rioro de la situación política en el Uruguay que culminó con latoma del poder por parte de los militares y el duro enfrentamientoentre los orientales. Me he sentido siempre tan uruguayo comoparaguayo en todos los órdenes, a pesar de no haber coincididonunca con las tesis del llamado revisionismo histórico, que tra-tan de disminuir la responsabilidad. los errores y la impericia denuestros dirigentes en la génesis de la Gran Guerra. No es extra-ño, por tanto, que yo me involucrara en esos años en una activi-dad política intensa y muy activa, a través de mi inicial militan-cia estudiantil en la Facultad de Medicina. Finalmente, como lamayoría de mis compañeros militantes, fui detenido en un cuar-tel militar, del que logré salir en 1973 para trasladarme lo antesposible a Buenos Aires; la Argentina vivía en esos meses unafugaz apertura política. Recién allí conocí y traté a María Pastore;con unos de sus hijos, Mario Visciglia Pastore, aún mantengouna buena relación de amistad. Entre los años 1975 y 1976, mu-chos compañeros que habíamos llegado desde Montevideo, hui-mos de Buenos Aires por la represión iniciada durante el gobier-no de Isabel Perón, que culminó con el terror impuesto por ladictadura militar argentina y la implantación del plan Cóndoren la región. El secuestro y asesinato de los políticos uruguayosZelmar Michelini y Héctor Gutiérrez Ruiz, y de nuestros compa-ñeros Rosario Barredo y William Whitelaw fue el desencadenan-te directo de esta decisión. Durante todo este período, el padretuvo que hablar mucho del hijo, a pesar de que, como vimos, noes en absoluto elegante. Pero en situaciones extremas o muy difí-ciles, o bien cuando ya no estamos para defendernos, esto se im-

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pone, como hoy lo hago yo mismo. Mi padre se involucró muchoen mi defensa en esos años y siempre lo sentí cercano y solidario,a pesar de que muchas veces no coincidíamos en la valoraciónde planteos o posiciones políticas concretas y en el juicio sobreopciones personales, lo que no es extraño entre miembros de dosgeneraciones diferentes, que han vivido cambios históricos yculturales vertiginosos.

En los últimos años de la década de los 70, mis padres deci-dieron retornar a Asunción. Allí vivían mi hermana Susana, conmi cuñado Oscar Ferrara y sus hijos, que luego arroparon a mispadres en sus últimos años. Yo ya no estaba en Montevideo, mipadre había alcanzado la edad de su jubilación como abogado ypoco los detenía allí, salvo muchos amigos y recuerdos. El Uru-guay ya no era, en aquellos años, la tierra de asilo que ellos ha-bían conocido buscando la libertad. Esta decisión de volver, aúndurante la vigencia del estado policial implantado por el régi-men dictatorial en Paraguay, no fue siempre valorada positiva-mente por ellos. Recuerdo a mi madre contar que a veces, senta-dos uno frente al otro en el balcón de su apartamento (de alqui-ler) frente a la hermosa Plaza Uruguaya, sobre la calle donde aúncirculaba en esos años el tranvía en el que ellos se habían conoci-do en su juventud en su recorrido hacia el Barrio Jara, se mirabany se preguntaban uno al otro: “¿Qué hacemos nosotros aquí? ¿Paraqué volvimos?”. El traslado de la casa y muy especialmente de labiblioteca y de la colección documental desde Montevideo hastaAsunción, fue una operación relativamente cara para sus posibi-lidades económicas en ese momento (que mi padre pagó ínte-gramente de su bolsillo, haciendo uso por primera y única vezen su vida de un crédito bancario) y también compleja. En ellaparticipé fugazmente dado que sólo viajaba a Asunción desdeEspaña una vez al año y durante muy pocos días. Las personas

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que tuvieron un papel relevante en esta tarea y a quienes debe-mos que toda la colección llegara intacta, fueron Andrés FloresColombino en Montevideo y mi primo “Patilín” López-MoreiraPastore en Asunción. Hijo de mi Tía Ana Pastore, una de sushermanas más queridas, “Patilín” tendría, años después, un pa-pel discreto pero muy relevante en la caída del dictador.

Mi padre intentó, creo que muy tímidamente, actuar sobre lamuy incipiente apertura del régimen dictatorial hacia la partici-pación del Partido Liberal Radical en el denominado “proceso”.No se lo permitieron. Fue perseguido de manera sistemática, yfinalmente exiliado de nuevo en 1978 a la población argentinade Clorinda, de triste recuerdo, recibiendo incluso agresiones omalos tratos físicos por orden directa del dictador, que lo consi-deraba un “conspirador nato”. Hay que recordar que con 72 añosde edad, mi padre ya tenía una visión muy limitada por una afec-ción ocular que lo llevó finalmente a una ceguera completa. Se-gún me relató meses después, mientras lo conducían a la fronte-ra, el no sabía realmente a dónde se dirigían, ni los policías quelo llevaban se lo informaron. No se ubicaba, porque no veía losuficiente. Pensando que lo iban a asesinar y tirar en alguna cu-neta o hacerlo desaparecer, llegó a solicitar un juicio sumarísimoy el consiguiente fusilamiento, seguramente en medio de unagran tensión psicológica y física. Probablemente recordaba sustiempos de Oficial en el Comando en Jefe del Ejército del Chaco,como Jefe de la Sección Correos y Claves. Quizás ingenuamente,durante algún momento pensó que los desgraciados ejecutoresdel operativo de expulsión del país poseían algún resquicio dehonor militar. Se equivocaba. Sólo reaccionaron sorprendidos,preocupados y con miedo, sin saber qué hacer ni qué decir. Alcabo de algunos meses, como consecuencia directa de los esfuer-zos familiares y sobre todo de la presión internacional, logró vol-

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ver al país (Jimmy Carter ocupaba en aquel entonces la presiden-cia de los Estados Unidos de América y su embajador en Asun-ción era el Sr. Robert White). Desde entonces vivió durante mu-chos años vigilado de forma constante, hasta que la enfermedadfinalmente lo postró. Policías de paisano en la portería de su de-partamento, controlaban día y noche la identidad de todas laspersonas que se atrevían a visitarlo. Cuando muy ocasionalmen-te salía de casa, seguían todos sus movimientos. En el llamado“Archivo del terror” pueden leerse ridículos informes policiales,reportando por ejemplo, “su salida y el traslado al aeropuertodonde recoge a Diana Pastore Mazas”. Es su nieta, mi pequeñahija de 5 años de edad… Este control sin sentido creaba a vecessituaciones cómicas o surrealistas: mi madre, que siempre afir-maba “yo no soy rencorosa”, cumplía fielmente con esta íntimaconvicción. Conocía perfectamente y al final saludaba todos losdías a estos policías, desgraciadas y “pobres personas” que de-bían permanecer todos los días allí, día y noche, sin festivos nifines de semana. Pero esta situación provocó un mayor aislamien-to de mi padre. ¡Había que atreverse a visitarlo! Como en la épo-ca de Morínigo en 1942, el aprovechó esta circunstancia para se-guir trabajando más, renovando su vieja pasión por el estudio dela historia. En esos años, a pesar de su deteriorada salud, con laayuda de miembros de la familia y de su secretaria RamonitaDomínguez, tuvo tiempo para escribir y publicar, todavía, algu-nos estudios relevantes. En particular, debemos citar las obras“Participación de los criptógrafos en la Guerra del Chaco” 10 y“El Gran Chaco en la formación territorial del Paraguay”11.

10 Carlos Pastore. “Participación de los criptógrafos en la Guerra del Chaco”.ESTUDIOS PARAGUAYOS. Vol. VII , No 2. Asuncioìn, 1979.

11 Carlos Pastore. “El Gran Chaco en la formación territorial del Paraguay -Etapas de su incorporación”. Criterio Ediciones. Asuncioìn, 1989.

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Una vida centrada en la pasión por el estudio de la historia ydel conocimiento de nuestra realidad social y económica comoprimer paso para cambiarla por la acción política, que nunca sele permitió realizar plenamente. Se diría que aún hoy, en esteacto, su voz en un tono bajo y sin ningún gesto fuera de lugar,parece insistir: “Señoras…, señores…, hay que estudiar la histo-ria, hay que estudiarla…”

Agradecimientos:

La inestimable colaboración de Juan Carlos Herken ha permitido una cuidada re-visión crítica del manuscrito final.Mi hermana Susana hizo valiosas sugerencias al texto inicial, que lo mejoraron.Andrés Flores Colombino aportó relevantes opiniones sobre algunos detalles deltexto.El apoyo de Nely, Lucía, Carlos y Diana nos facilitó escribir esta semblanza condecisión y alegría.

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Reconstruyendo a Carlos Pastore:objetivos para una biografía intelectual1

Por Liliana M. BrezzoConsejo Nacional de Investigaciones

Científicas y Técnicas de laRepública Argentina (CONICET) -

Pontificia Universidad CatólicaArgentina

En la sección Reviews and Notices de la prestigiosa publica-ción The American Historical Review correspondiente al mes demayo de 1952, el historiador Harris Gaylord Warren, de la Uni-versidad de Mississippi, publicó una reseña de La lucha por la

1 Deseo agradecer, muy especialmente, a los hijos de Carlos Pastore Goiburupor la clara conciencia de la función social que representa la preservación delarchivo privado y la biblioteca personal de su padre y por su decisión de quequedaran en el Paraguay. A las autoridades de la Academia Paraguaya de laHistoria, a la recordada y querida presidenta Olinda Massare de Kostianovsky,quien impulsó la aprobación y ejecución del proyecto de asistencia técnicapara la organización del legado. A su actual presidente, Alfredo Boccia

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tierra en el Paraguay, un libro que el abogado paraguayo CarlosPastore editara tres años antes, en Montevideo. Warren era elprimer historiador profesional de los Estados Unidos que se ha-bía dedicado al estudio circunstanciado de la historia paragua-ya. Veinticinco años atrás había vivido en Asunción como fun-cionario de la legación norteamericana, ocasión en la que se ha-bía vinculado con la elite intelectual del país (se hizo muy amigode Pablo Max Ynsfrán, conoció a Cecilio Báez, Fulgencio More-no, Eligio Ayala y Juan E. O’Leary) y desarrolló un interés por larealidad histórica paraguaya que lo acompañó durante su exten-dida trayectoria profesional.2 En el mencionado comentario so-bre la obra, a la que definía como el primer desarrollo general dellargo y azaroso proceso de la propiedad de la tierra en Paraguay,se ocupó de subrayar la que consideraba su conclusión princi-pal: “el doctor Pastore deja aclarado que no puede haber estabi-lidad política ni económica en el Paraguay, hasta que el proble-ma de la tierra no haya sido resuelto”.3 Estas expresiones tan ro-tundas – como actuales- desvelan, a su vez, el lugar que, segúnentendía, debía ocupar La lucha por la tierra en la historiografíaparaguaya.

Romañach, quien ofreció toda clase de facilidades para la continuidad de lostrabajos. También al académico Ricardo Scavone Yegros quien facilitó la ad-quisición de insumos que se necesitaron para el guardado de la documenta-ción. A la licenciada en bibliotecología Cristina por su destacadoprofesionalismo en la catalogación de los libros y folletos del legado Pastorey a la secretaria de la APH, Elsa Ramírez Cousiño, quien estuvo siempre atentaa lo que pudiéramos necesitar para la organización de la Colección docu-mental.

2 Harris Gaylord Warren, Paraguay: revolución y finanzas, Asunción, Servilibro,2008. Los editores del libro, Thomas L. Whigham y Jerry W. Cooney, ofrecen,en la introducción, valiosas referencias acerca del trayecto personal ehistoriográfico de Warren.

3 “In his discussion of this general development, Dr. Pastore makes it clear thatthere can be neither political nor economic stability in Paraguay until theland problem has been solved”.

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Además de la de 1949, el estudio de Pastore tendría una se-gunda edición en el año 1972 y si bien el argumento principal yla herramienta de análisis que utilizó se mantuvieron invaria-bles en las dos entregas, un conjunto de circunstancias persona-les y políticas condicionaron no únicamente una ampliación delos contenidos del texto original sino, además, una evolución ensu enfoque disciplinar

A partir de su archivo privado y del estudio de su obra po-dría construirse una biografía intelectual de Carlos Pastore, quepartiera de la caracterización del clima de época que se vivió enel Paraguay en la posguerra del Chaco. Este trabajo pretendeponer las bases de esa labor.

I

Para recuperar el contexto de producción de La lucha por latierra, un primer asunto a examinar es de qué modo la trayecto-ria personal y los espacios de actuación pública intervinieron enla elección del objeto de estudio de Carlos Pastore. Fue el tercerhijo varón de la extensa familia formada por María Goiburú Ibarray Carlos Pastore. Nació el 16 de mayo de 1907 en la localidadparaguaya de Mbuyapey y allí inició sus estudios, en una escue-la rural. De su niñez data, precisamente, una vivencia que marcóprofundamente su trayectoria profesional. En efecto, en la intro-ducción a la primera edición de La lucha por la tierra relata que,siendo niño, en un período de vacaciones, fue testigo del éxodode toda una pequeña población campesina de la que formabanparte varios ex compañeros de su clase de la escuela primaria.Refirió que “una tarde de ardiente sol de enero” vio una carava-na formada por carretas, carros, caballos, lecheras, cerdos y otros

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animales domésticos llevados por sus dueños, ancianos, hom-bres maduros, mujeres, jóvenes y niños. ¿Qué había sucedido?¿Por qué estas gentes abandonaban sus casas y sus chacras? Re-sultó que el patrón había muerto y los nuevos dueños de las tie-rras donde se encontraba la población de pequeños agricultoreshabían decidido ocuparlas con ganados. Recuerda que pudo ha-blar con sus ex compañeros que formaban parte del grupo, quié-nes le relataron “el drama de la caravana”: no querían dejar suvalle, pero estaban obligados a hacerlo. Iban lejos, a un bosquede propietario desconocido, donde levantarían sus nuevas casasy donde harían rozados. De este modo era el mismo Pastore quiénsituaba, en ese recuerdo infantil, el primer acercamiento al pro-blema de la tenencia y distribución de la tierra.

Para cursar la escuela secundaria se trasladó a Asunción,donde realizó estudios en el colegio católico privado San José y,más tarde, obtuvo el título de bachiller en el Colegio Nacional.Hizo luego los cursos universitarios en la Facultad de Derecho,donde se graduó como abogado y escribano.

Fue precisamente durante los años universitarios cuando seafilió al partido Liberal4; de hecho, cuando apenas contaba 24años, Pastore ocupó el cargo de sub secretario de la presidencia

4 Junto a la Asociación Nacional Republicana o partido Colorado, constituyenlas dos agrupaciones políticas tradicionales de Paraguay, fundadas en elmismo año 1887. El Partido Liberal surgió como un grupo en oposición algobierno Colorado, que reclamaba en primer término el pleno respeto de laslibertades públicas consagradas por la Constitución de 1870, y en particular,del libre ejercicio del sufragio, y que asumió posicionamientos contra la políticade venta de las tierras públicas y los acuerdos transaccionales celebrados conBolivia para la división del territorio del Chaco. Esta caracterización esresultado de diálogo mantenido sobre el liberalismo paraguayo con RicardoScavone Yegros.

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de la República, durante el mandato de José Patricio Guggiari(1928- 1932). La cercanía con el primer mandatario como así tam-bién - en el contexto de la militancia partidaria- con el ex presi-dente Eligio Ayala se pone de manifiesto en la documentaciónreunida en su archivo privado en la que se conserva una riquísi-ma correspondencia con los dos líderes del liberalismo; un inter-cambio que, a su vez, permite recuperar otros corresponsales denotable valor histórico, como el epistolario entre Eligio Ayala yEusebio Ayala durante los años veinte, manuscritos y notas deEligio Ayala enviadas a su madre durante su estancia europea,copia de su expediente sucesorio y de los trámites para el monu-mento en su honor, luego de su fallecimiento. Especial impor-tancia reviste también la sección de papeles de Modesto Guggiarique guarda notas originales, cartas y textos partidarios de eseinfluyente político.

Declarada la guerra a Bolivia, en 1932, Pastore se presentó alcuerpo de aspirantes a oficiales de reserva y fue movilizado comoteniente destinado directamente a servir en el Estado Mayor delComando del Ejército en Operaciones. Al año siguiente fue nom-brado Jefe de la sección Correos y Claves del Comando, cargoque cumplió hasta el final del conflicto, en 1935. Por los serviciosprestados fue condecorado con la Cruz del Chaco, máximo ga-lardón guerrero que el pueblo paraguayo otorgó a sus comba-tientes.

La permanencia en el frente de guerra le permitió un conoci-miento de primera mano del territorio chaqueño, escasamentepoblado y prácticamente improductivo en esos años, circunstan-cia que, junto a la referida vivencia de su niñez, debe sumarsecomo otro jalón para explicar su interés por el estudio de la tie-rra.

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Durante el conflicto Pastore actuó bajo las órdenes directasdel general José Félix Estigarribia. De la entidad de los vínculosque anudaron como así también de la visión de la geografía cha-queña dan cuenta el conjunto de fotografías, croquis y notas quese intercambiaron. Una prueba palpable de su cercanía es, asi-mismo, el texto mecanografiado de las memorias del mariscalEstigarribia que se conserva en el archivo junto a la documenta-ción que acredita que, en 1949, Pablo Max Ynsfrán preparó enTexas, con la ayuda financiera de la universidad, la edición delas memorias en inglés. Y que, paralelamente, trabajaba en laedición en español. Para esto último necesitó el concurso de Pas-tore porque Estigarribia no mencionaba, en su textoautobiográfico, los nombres de los jefes y oficiales que conduje-ron las unidades en la guerra. Ynsfrán creía que debían agregar-se en forma de notas del editor a todos los que condujeron lastropas en las batallas o que intervinieron en los hechos que elmariscal mencionaba en su escrito, un propósito que sólo el co-nocimiento personal de Pastore le permitiría cumplimentar.5

II

Como lo ha subrayado el estudio reciente de Ricardo ScavoneYegros, el final del conflicto bélico con Bolivia derivó, en Para-guay, en una situación política interna de difícil consolidación.Las finanzas del Estado habían tocado fondo y el gobierno deEusebio Ayala (1932-1936) debió, antes que nada, reajustar el gastopúblico, desmantelando la estructura montada para la guerra. Se

5 República de Paraguay, Academia Paraguaya de la Historia, Colección CarlosPastore (en adelante CCP). De Pablo Max Ynsfrán a Carlos Pastore, Austin(Texas), 14 de enero de 1950.

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dispuso la desmovilización de oficiales y soldados, sin compen-saciones y sin acompañar su reinserción a la vida civil. La formaen que se ejecutó esta medida dejó la sensación de que se estabacometiendo una injusticia. A ello se sumaban las pugnas del go-bernante partido Liberal de cara a las elecciones presidencialespara el período 1936-1940, la angustiosa situación económica delpaís y los problemas sociales no resueltos. 6

A principios de 1936 el presidente Ayala dispuso la deten-ción y expatriación del coronel Rafael Franco, junto a otros ofi-ciales, a quienes acusó de conspirar en su contra. La decisiónadoptada contra el prestigioso jefe durante la guerra aceleró losafanes conspirativos de los mandos medios y la oficialidad jovendel Ejército. El 17 de febrero estalló en Asunción un movimientorevolucionario contra el gobierno de Ayala, que pasó a denomi-narse revolución febrerista. Y eligieron a Franco como presidenteprovisional.

Pronto se produjeron fricciones entre los grupos que apoya-ban al gobierno. El poder ejecutivo quedó bajo el predominio delos hombres de la Liga Nacional Independiente, un reducido gru-po de intelectuales nacionalistas liderados por el canciller del go-bierno revolucionario, Juan Stefanich. Ese protagonismo de laLiga, los esfuerzos del gabinete ministerial para contener las in-jerencias militares, las intensas campañas interna e internacionalde desprestigio promovida por los sectores de oposición, espe-cialmente del partido Liberal, contra la gestión del coronel Fran-co y las alternativas de las negociaciones diplomáticas en la Con-ferencia de Paz del Chaco generaron un nuevo levantamiento. El

6 Ricardo Scavone Yegros, “Guerra internacional y confrontaciones políticas(1920 – 1954) en Historia del Paraguay, Asunción, Taurus, 2010, páginas 225-263.

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10 de agosto de 1937 el comandante de las tropas del Chaco, te-niente coronel Ramón Paredes, intimó al presidente para que sedeshiciese del canciller Stefanich. No tuvo éxito y esa fue la señalpara el alzamiento militar. El 12 de agosto Franco fue apresado yluego se exilió en Montevideo.

Pues bien, a mediados de 1937, derrocado el febrerismo, lasolución política gestada por los militares, buscó el apoyo delpartido Liberal, accediendo a la presidencia, el 16 de agosto, eljurista Félix Paiva, decano de la Facultad de Derecho de la Uni-versidad Nacional de Asunción. Los ministerios fueron confia-dos, en su mayoría, a profesores de la Facultad de Derecho: CecilioBáez estuvo a cargo de Relaciones Exteriores, Justo Pastor Bení-tez y Enrique Bordenave pasaron por el ministerio de Hacienda,Justo P. Prieto y Luis A. Argaña encabezaron, sucesivamente, elde Instrucción Pública y Andrés Barbero dirigió el ministerio deEconomía. Por este motivo, se conoció a este conjunto como el“gabinete universitario”.7

En los mismos días del ascenso de Paiva a la presidencia secreó, en Asunción, el Instituto Paraguayo de Investigaciones Histó-ricas con el objetivo de promover el estudio del “pasado nacio-nal”. Si se atiende a la nómina de los que se incorporaron en losprimeros tiempos de su funcionamiento se distingue a un grupode letrados que coincidían, en esos años, en espacios de actua-ción político cultural y que convergían en el propósito de dotar ala práctica de la historia una mayor consistencia institucional.8

Además de Carlos Pastore (quien se incorporó en 1947) estabanJulio César Chaves (1907- 1989) quien había organizado, durante

7 Ibídem8 República de Paraguay, Archivo de la Academia Paraguaya de la Historia,

Actas del Instituto Paraguayo de Investigaciones Históricas.

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la guerra con Bolivia, el Departamento de Prensa y Propaganday, en 1938, accedió a una banca en la cámara de Diputados; CecilioBáez (1862- 1941) y Efraím Cardozo (1906- 1973) fueron repre-sentantes del Paraguay en la firma del Tratado de Paz y Amistadcon Bolivia, celebrado en Buenos Aires el 21 de junio de 1938;José Félix Estigarribia (1888- 1940), quien también formó partede esa representación paraguaya, se incorporó al Instituto en 1939;Justo Pastor Benítez (1895- 1963) y Pablo Max Ynsfrán fueronministros durante la presidencia de Estigarribia y serían los re-dactores de la controvertida constitución de 1940. Todos ellos,además de dedicarse a una intensa actividad periodística, milita-ban activamente en la Juventud Radical. Ninguno era historia-dor profesional -en su mayoría habían egresado de la facultad dederecho o de otras carreras de la Universidad Nacional de Asun-ción- pero todos hacían de la escritura de la historia una de lasprincipales actividades de su vida. La documentación personalde Pastore revela mucho de la vida interior de esos intelectualessi se sigue con atención el intercambio epistolar que aquel con-servó de manera ordenadísima. Sobresale la nutrida correspon-dencia con R. Antonio Ramos, entre los años 1938 y 1952 y, delmismo rango cronológico, el intercambio con Julio César Chaves.Resalta también el prolongadísimo vínculo epistolar que cultivócon Efraím Cardozo, que se extendió entre los años 1940 y 1973.De la amistad y la familiaridad en el trato entre ambos dan cuen-ta las cartas de Cardozo, encabezadas con la invariable expre-sión “mi querido Carlucho”. Por supuesto el principal conteni-do de esos intercambios era la coyuntura política paraguaya, lanecesidad de mantener unido al partido Liberal y a sus inte-grantes. No obstante las cartas permiten recuperar también otrotipo de preocupaciones derivadas de un programa de carácterpolítico-cultural, como la de organizar una biblioteca partidariaen Asunción, la difusión del folleto de Justo Prieto titulado “Pro-

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blemas del Paraguay mediterráneo” y el intercambio de datos yde documentos entre Pastore y R. Antonio Ramos acerca de lafigura de Juan Andrés Gelly para que este último coronara suobra sobre la independencia del Paraguay. La documentacióntestimonia, asimismo, que Pastore tejió, en la posguerra, lazosintelectuales con quienes no le unían afinidades políticas; que-dan delineados los contornos de la fina amistad que cultivó conel prestigioso líder del partido Colorado Epifanio Méndez Fleitasy los contactos epistolares con el fundador del partido comunis-ta paraguayo, Oscar Creydt.

Pues bien, a finales de los años treinta el contexto políticoparaguayo pareció reconducirse positivamente con la postulacióndel general José Félix Estigarribia a la presidencia de la repúblicapara el ciclo 1939-1943. La candidatura fue consagrada por lasurnas y el nuevo mandatario asumió sus funciones el 15 de agos-to de 1939.9 Carlos Pastore fue llamado a ocupar la presidenciadel directorio del Departamento de Tierras y Colonias -denomi-nado después Instituto de Reforma Agraria- en cuyo cargo re-dactó el proyecto de Código de Reforma Agraria que se dictó enfebrero de 1940 y que se conoció como el Estatuto Agrario. Conese instrumento jurídico se pretendía afrontar y resolver el pro-blema de la propiedad rural sobre la base del reconocimiento desu función social. Mediante la expresión programática “todo ho-gar paraguayo debe estar asentado sobre un pedazo de tierrapropio que le produzca lo necesario para la vida” el gobiernosostenía la necesidad de revertir la situación de que los prediosrurales del Paraguay estuviesen acaparados por unas pocas com-pañías extranjeras y que los paraguayos fuesen dueños de ape-

9 Ricardo Scavone Yegros, “Guerra internacional y confrontaciones políticas(1920 – 1954) en Historia del Paraguay...cit.

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nas el 5% de su territorio. De hecho, por esas fechas, 14 propieta-rios poseían en la Región oriental del país siete millones de hec-táreas y otros 11 eran dueños de cinco millones de hectáreas enel Chaco. El nuevo estatuto declaró susceptibles de expropiación,con fines de utilidad social y pago de indemnización, entre otros,los predios ocupados por núcleos mayores de veinte personas ycualquier tierra apta para la explotación agropecuaria que no seencontrara racionalmente explotada. Estableció también la rever-sión al Estado de las tierras rurales no aprovechas de maneraracional, pertenecientes a extranjeros que residieran en el exte-rior y que adeudasen más de cinco años de impuesto inmobilia-rio.10

La gestión de Pastore al frente del Departamento de Tierrasy Colonias se encuentra minuciosamente documentada en su ar-chivo. Constan, por ejemplo, los informes periódicos que le eranremitidos desde las colonias agrícolas de inmigrantes distribui-das en el país –destaca, entre otros, por su extensión y detalle, elconcerniente a la colonia japonesa La Colmena-, planes para in-centivar la producción agrícola, una prolija relación de las tierrasenajenadas y diversos manuscritos sobre los antecedentes y ac-tas de trabajo referidas a la Reforma Agraria. De igual modo fi-guran las anotaciones sobre la condición de los campesinos, rea-lizadas de puño y letra por el titular del Departamento de Tie-rras y Colonias, como así también una contabilidad retrospecti-va y precisa sobre el ingreso de inmigrantes entre los años 1932y 1939.

Abocado Pastore a concretar este programa, ocurrió lo im-previsto. El 7 de setiembre de 1940 el presidente Estigarribia fa-

10 Ibídem.

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lleció junto a su esposa en un accidente de aviación. El consejode ministros acordó la designación como presidente interino delministro de Guerra y Marina, general Higinio Morínigo. Un mesdespués el nuevo mandatario provocó la renuncia de los minis-tros afiliados al partido Liberal, su apresamiento y salida del país.

III

La redefinición política significó, para Pastore, el inicio deun prolongado exilio. En 1941 pasó a la ciudad de Clorinda -en laprovincia argentina de Formosa- y luego se instaló en Montevi-deo junto a otros políticos e intelectuales como el ex presidenteJosé Patricio Guggiari, el coronel Rafael Franco, Oscar Creydt yEpifanio Méndez Fleitas. Consta que, desde la capital uruguaya,Pastore viajaba periódicamente a Buenos Aires para reunirse conquienes se habían exiliado en Argentina como Efraím Cardozo yJulio César Chaves. A la vez mantenía correspondencia con Jus-to Pastor Benítez, quien había marchado a Brasil, con Pablo MaxYnsfrán, quien se refugió en los Estados Unidos y con otros pa-raguayos de relevancia política como Arturo Bordón, Justo Prie-to, Artemio Mereles, Gerónimo Riart y Adolfo Aponte,desperdigados en localidades de los territorios argentinos delChaco y de Formosa.

Desde 1941 -tras el fallecimiento de Estigarribia y durante elgobierno de Morinigo- hasta la breve apertura previa a la revo-lución del 47, durante la cual Pastore volvió fugazmente a Asun-ción, vivió junto a su familia en un mínimo apartamento estu-diantil en el barrio montevideano de Sayago. Tras los resultadosde 1947 y el inicio de su segundo exilio, se instalaron en una pen-sión de la Avenida Brasil. Posteriormente, a partir de 1952/53alquilaron un apartamento del 6º piso de la calle Francisco

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Araúcho, en el barrio de Pocitos. 11 Su estudio estaba en el tercerpiso de la Bolsa de Comercio, en el centro o Ciudad Vieja deMontevideo. Se trasladaba de su casa a la oficina en ómnibus,pues no poseía un automóvil. Según su documentación perso-nal, desde esa época cultivaría vínculos con la elite política cul-tural uruguaya como Ariosto González y Juan E. Pivel Devoto,Arturo Ardao, los políticos “colorados” Luis Batlle Berres –a quienle unió una estrecha amistad- Luis Hierro Gambardella, ManuelFlores Mora y el muy jóven Zelmar Michelini, entre otros, todosbatllistas reunidos en torno al diario “Acción”.12

Aunque fueron años de estrechez económica para la familia,Pastore procuró no limitar ni su acción política ni sus trabajosintelectuales. Una de sus primeras actuaciones consistió en el de-sarrollo de una campaña de propaganda y de oposición contra elgobierno de Higinio Morínigo, quien llevaba adelante una per-secución persistente contra los partidos políticos: proscribió elpartido comunista, el partido Liberal fue disuelto por decreto enel mes de abril de 1942 y el Colorado sufrió restricciones para eldesarrollo de sus actividades. De esta manera se impuso un go-bierno autoritario, fundado en el apoyo de las fuerzas militares.13

En este contexto, Pastore se revistió de improvisado periodistaen un espacio radial que denominó La hora de la liberación para-guaya y que lanzó por las ondas de la Radio Ariel y luego por lasde El Espectador. 35 de esas audiciones, desenvueltas sobre la basede las notas redactadas y leídas entre el 31 de enero y el 7 deagosto de 1946 fueron publicadas en un libro que vio la luz enabril de 1947 y que tituló El Paraguay y la tiranía de Morínigo. Para

11 Agradezco el testimonio de Carlos Pastore Olmedo para precisar estos datos.12 CCP, Cajas 31 y 32. Carlos Pastore Olmedo ha contribuido a precisar la entidad

de estos vínculos entre Carlos Pastore y los políticos uruguayos.13 Ricardo Scavone Yegros, “Guerra internacional y confrontaciones políticas

(1920 – 1954) en Historia del Paraguay…cit.

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esta impresión Pastore creó la editorial Antequera, en memoriadel revolucionario comunero. Cabe esperar que investigacionespróximas se dediquen a cotejar esos textos publicados con la com-pilación de todas las audiciones que se conservan en su archivoprivado para, eventualmente, completar la difusión de las pie-zas inéditas.

Al hilo de la mención de la editorial Antequera parece con-veniente recordar que en los años de la posguerra del Chaco seprodujo una retracción en materia de publicaciones en Paraguay.Para las principales editoriales que habían funcionado hasta esafecha, como La Colmena, La Mundial y La Librería de Puigbonet laruptura institucional, el estado de sitio y la intervención de laprensa afectaron su rentabilidad. Muchos libros de escritoresparaguayos buscaron, entonces, talleres gráficos extranjeros, so-bre todo argentinos, que les ofrecían condiciones económicas másventajosas. En Buenos Aires comenzaron a funcionar editorialesparaguayas o dedicadas a lo paraguayo, puestas en marcha porlos exiliados: las denominadas Ayacucho, fundada por Julio Cé-sar Chaves, Guarania, fundada por J. Natalicio González y Tupá,dirigida por Anselmo Jover Peralta. Con sus sellos se editaron,entre otras, los reconocidos estudios de Justo Pastor Benítez, ElSolar guaraní (Buenos Aires, Ayacucho, 1947) y Formación Socialdel pueblo paraguayo (Buenos Aires, América Sapucay, 1955); deCarlos Centurión se publicó Historia de las letras paraguayas (Bue-nos Aires, Ayacucho, 1951) y de Justo Pastor Prieto, La vida indó-mita de Augusto Comte (Buenos Aires, Ayacucho, 1944). 14

14 Cuando, a comienzos de la década de 1950, Julio César Chaves regresó alParaguay le propuso a un librero italiano de Asunción lanzar las conocidas“ediciones Nizza” y él mismo inició la publicación de la Biblioteca HistóricaParaguaya de Cultura Popular. De este modo, poco a poco volvió a vitalizarsela actividad editorial. Véase Rafael Eladio Velázquez, “Paraguay” en Anuariode Estudios Americanos, Sevilla, 1958, Tomo XV, páginas 675-686.

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Pues bien, en el ya referido contexto de lucha política y deestrechez económica, Pastore no descuidó los trabajos de inves-tigación histórica. A diario concurría a la Biblioteca Nacional deUruguay y a archivos históricos con el propósito de avanzar enla cuestión que le desvelaba desde su niñez. Finalmente apare-ció, en 1949, La lucha por la Tierra en el Paraguay. Proceso histórico ylegislativo, con el sello de la editorial Antequera. En su archivoprivado existen pruebas, no obstante, de que el texto estuvo listodesde el año anterior y que realizó gestiones ante el representan-te en Uruguay del Fondo de Cultura Económica para la publica-ción del libro.15

De este modo, aquella primera vivencia infantil, la visión delterritorio chaqueño que le proporcionó su actuación durante laguerra y el acopio de documentación que le significó su gestiónal frente de la Dirección de Tierras y Colonias16 pueden señalarsecomo jalones fundamentales de su itinerario historiográfico.17

Pero además del gran depósito para la reconstrucción de la bio-grafía de Pastore que constituye su archivo privado, se disponede sus estudios históricos para dar una imagen acabada de susideas y de sus aportaciones científicas. ¿Cuáles eran los princi-pales argumentos que Pastore desenvolvía en su obra? ¿Qué dis-curso histórico es posible reconstruir a través de sus páginas?

15 CCP, de Héctor D ’Elia a Carlos Pastore, Montevideo, 14 de febrero de 1948.16 Ibídem, Documentos del Departamento, Tierras y Colonización 1939- 1940,

Cajas 20 y 21.17 Ibídem, Cajas 20, 21 y 22.

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IV

La primera edición de La lucha por la tierra en el Paraguay tuvouna extensión de 191 páginas. Su perspectiva estaba anclada enel aspecto jurídico institucional de la evolución de la propiedadde la tierra; de hecho, la mayor parte del texto se organizaba entorno a un exhaustivo y a la vez farragoso panorama diacrónicode toda la legislación paraguaya referida a su tenencia y distri-bución. El argumento central consistía en situar el origen dellatifundio en Paraguay en la liquidación del stock de tierras fis-cales luego de la guerra contra la Triple Alianza y en subrayar suimpacto central: la emergencia del gran latifundio y el retrasoagropecuario del país hasta mediados del siglo XX.

En efecto, como bien explicaba Pastore y sería posteriormenterecogido y ampliado en investigaciones más recientes18, entrelos años 1885 y 1900 se vendieron, en Paraguay, cerca de 12.200leguas cuadradas de tierras, más unas 700 leguas cuadradas deyerbatales. De ahí emergieron dos latifundios con más de unmillón de hectáreas cada uno, La Industrial Paraguaya (entre cu-yos accionistas figurarían los generales y presidentes del Para-guay Bernardino Caballero, Patricio Escobar y sus extensas pa-

18 Las investigaciones de Juan Carlos Herken Krauer han demostrado que, en-tre 1914 y 1920, el Paraguay registró el auge de exportaciones más grande desu historia, sólo comparable al proceso similar en la década de 1970. Sobre elvalor de mercado de las exportaciones indica que se pasó de un promedio de1,5 millones de libras esterlinas a cerca de 5 millones entre 1916-19. El ochen-ta por ciento de esos ingresos fueron a las manos de un pequeño grupo delatifundistas que controlaban la industria del quebracho, la industria forestaly de la yerba mate. El resto se repartió entre los ganaderos paraguayos y losagricultores y comerciantes que vendían tabaco. Véase La política económicadurante la era liberal, Asunción, Archivo del Liberalismo, 1989 y El Paraguayrural entre 1869 y 1913, Asunción, CPES, 1984.

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rentelas) en el este y el grupo de origen argentino Carlos Casado,en el Chaco, sin olvidar varios otros con cientos de miles de hec-táreas. Esta venta se realizó sobre precios nominales bajos quediscriminaban contra la tierra eminentemente agrícola, al hacer-la más cara y por ende lejos del alcance de pequeños agricultoresy colonos. Tales fueron la dislocación y la desorganización intro-ducidas, que más tarde el gobierno paraguayo tuvo que volver acomprar la tierra vendida -esta vez a precios reales de mercado-para otorgarlas a colonos agrícolas inmigrantes, como el caso dela colonia de Nueva Australia en los años noventa del siglo XIXy el de las colonias menonitas en el Chaco en los años veinte delsiguiente siglo.

Siguiendo el mismo análisis, el latifundio acabó por clausu-rar el proyecto del Paraguay agrario destinado a la explotacióncon grandes, pequeños y medianos campesinos y colonos extran-jeros a la vez que enfatizaba la frustración que para dicho pro-yecto había significado el fracaso de la inmigración europea, únicasalida para un país que, como consecuencia de la guerra contrala Triple Alianza había perdido dos tercios de su población.19

De la mano de ese argumento central, Pastore ofrecía en suestudio una visión del pasado paraguayo que es posible recons-truir si se vinculan las tres secciones en las que dividió su traba-jo: Época del Coloniaje, Época de la Independencia y Época Cons-titucional.

En la primera parte examinaba las condiciones en que se ini-ció y se desarrolló la colonización española, proceso que, para el

19 Juan Carlos Herken Krauer, In Memoriam. Carlos Pastore (Mbuyapey 1907-Asunción 1996) La lucha por la tierra en el Paraguay. Ensayo publicado en eldiario Última Hora, Asunción, Paraguay, el 13 de Julio de 1996. Revisado enEnero del 2014.

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Paraguay, sostenía Pastore, no fue “sino la lucha por los domi-nios de los indios, de sus tierras y de sus yerbales”. Aunque des-tacaba la legislación hispánica, como las Ordenanzas de Alfaro(1611) y la cédula real de 1803, lo cierto era que, de acuerdo a suanálisis, las “mejores y la mayor parte de las tierras eran de pro-piedad de la población dominante (españoles, españoles ameri-canos y mestizos asimilados), una circunstancia que se profun-dizó con la revolución de 1811, cuando los paraguayos acaudala-dos usaron la independencia como medio para incorporar lastierras cuyos títulos no estaban claros.

A continuación, los regímenes de José Gaspar Rodríguez deFrancia y de los López (Carlos Antonio y Francisco Solano) lemerecían una crítica evaluación, al argumentar cómo, duranteesas administraciones, la expropiación de tierras públicas y delas comunidades indígenas permitió el enriquecimiento de la élitegobernante en un momento en el que la “aristocracia de la tie-rra” era la única fuente de poder; es decir, su estudio reconstruíala imagen de un Paraguay con una sociedad agraria dominadapor una casta terrateniente buscando exportar e integrarse almercado mundial. E introducía uno de los conceptos que másdebates provocaría entre los lectores: el de “Estado mercantilis-ta”, cuyas más acabadas expresiones habían sido el decreto del 7de octubre de 1848 por el cual pasaron como propiedad del Esta-do los bienes de los 21 pueblos de origen indio existentes en larepública y la ley de elecciones de 3 de noviembre de 1856 por lacual, para ser elector y ser elegido, se necesitaba la calidad depropietario, cerrando los caminos legales y democráticos queconducían al pueblo a la recuperación de sus tierras.

Bajo el título Época Constitucional consideraba la organiza-ción del Estado democrático bajo la vigencia de la constitución

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liberal de 1870. Ese período, que para Pastore se cerraba en elaño 1883, estaba definido por la orientación del Estado a poner“al alcance de la población del país las fuentes de producción yriqueza, al mismo tiempo que abría los caminos legales para elreconocimiento de los derechos adquiridos por los particularessobre las tierras”; un propósito que, entendía, había quedado clau-surado con la sanción de las leyes -entre los años 1883 y 1885-que permitieron la gran venta de tierras y que habilitaron laintervención de lo que definía como “capitalismo imperialista”,encarnado en las empresas anglo-argentinas.

Pues bien, aunque Pastore compuso una visión del pasadoarticulada en torno una línea rectora - la tenencia y distribuciónde la tierra- ello no significó que no produjera, en el transcursode su trayectoria intelectual, un discurso histórico respecto a otrosnudos de la historia del Paraguay como, por ejemplo, el de laguerra contra la Triple Alianza. Ya en su obra situaba a ese acon-tecimiento como un momento clave para entender la estructuraeconómica del país y su rol en la economía regional y mundial.La guerra, explicaba, había destruido el desarrollo capitalista “in-cipiente” y determinado la pérdida de zonas en disputa con laArgentina y el Brasil. Pero tejió una interpretación sobre ese dra-mático conflicto no sólo en momentos de la preparación de sutexto, sino en los años que siguieron a las dos ediciones. Unaprueba de esto es la carta que le hiciera llegar al investigadorJuan Carlos Herken Krauer en el año 1983, con motivo de la edi-ción de su libro Gran Bretaña y la guerra de la Triple Alianza, la quepermite añadir otras claves de esta lectura:

Es el primer libro sobre el desarrollo de esta guerra que iniciada sulectura, termino de leerlo. En todos los casos anteriores, iniciada sulectura los he apartado de la mesa de trabajo. Sabe usted que losrevisionistas argentinos (algunos de ellos pro nazis), ligan a la Gran

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Bretaña con esta guerra y su liquidación y nadie se toma el trabajo dedesmentirlos. Hasta algunos paraguayos preferirían que fuese así, paradisminuir las penas que corresponderían a nuestros dirigentes de en-tonces por sus errores en la conducción del país.20

Por constituir una primera aproximación a la figura y a lasaportaciones historiográficas de Pastore, no es posible ir más alláen este trabajo sobre esta materia pero es interesante llamar laatención sobre su distanciamiento respecto de las tesisimperialistas sobre el origen de la guerra que habían cobrado unsignificativo auge en América Latina a partir de los años sesenta.También parece necesario dejar asentado su postura crítica nosólo respecto a las tendencias revisionistas en Argentina sino,sobre todo, a la imposición del denominado revisionismo para-guayo como política de la historia, que se produjo, en Paraguay, apartir de 1954.

V

Hasta donde ha sido posible llegar con la indagación, la pri-mera edición de La lucha por la tierra se conoció y circuló en Para-guay, aunque no se distribuyó comercialmente. En cambio, tuvouna esforzada circulación en América Latina y en España, cuyasvías pueden reconstruirse a través del archivo. Para comenzardebe mencionarse que se conserva un listado de 103 destinata-rios a quienes el autor se ocupó de hacer llegar su obra: además

20 Asunción, 11 de octubre de 1983. Copia en custodia en el archivo personal deCarlos Pastore Olmedo. La importancia de los contenidos de esta carta sonimportantes porque aparecen como la toma de posición más clara de Pastorerespecto al revisionismo argentino de esos años y al denominado revisionismoparaguayo.

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de integrantes de su familia figuran los nombres de destacadaspersonalidades políticas paraguayas como Modesto Guggiari,Justo Pastor Benítez, Herib Campos Cervera, R. Antonio Ramos,Artemio Mereles, Higinio Arbó, Julio César Chaves y Justo Prie-to, entre otras. La lista permite, asimismo, dar cuenta de parte dela geografía de su circulación: en Estados Unidos, la BibliotecaArtigas, la biblioteca de la Universidad de Texas y la bibliotecadel Congreso; en México, el historiador Silvio Zavala y la biblio-teca del Instituto Panamericano de Geografía e Historia; en Uru-guay, la biblioteca del poder Legislativo y el presidente de laRepública, Luis Batlle Berres; en España, la Escuela de EstudiosHispanoamericanos de Sevilla.

Se conservan también recortes de los periódicos en los queaparecieron breves reseñas de la obra – La Prensa, de Buenos Ai-res y El Progreso, de Montevideo- o simplemente el anuncio de lasalida del libro, como en La Nación, en Argentina.

Varios de sus amigos se apresuraron a enviarle sus primerasimpresiones tras la lectura del libro. Entre esas sobresalen lasnotas de R. Antonio Ramos, que estaba exiliado en el territoriode Formosa, la de Julio César Chaves, exiliado en Buenos Aires yla de Artemio Mereles, en Roque Sáenz Peña, en el Chaco. Lastres coinciden en ponderar al estudio como un aporte importan-te “desde el punto de vista nacional y partidario”, una expresiónque se entiende muy bien si se tiene en cuenta el significado queesa agrupación había sostenido, históricamente, respecto a la te-nencia y distribución de la tierra. En esta línea se situaba el con-tenido de la carta que Artemio Mereles le escribió para comuni-carle el fallecimiento de Manuel Mosqueira, “viejo patriarca delliberalismo”:

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Algún día hemos de ir a visitar esta tumba querida, para decir so-bre ella que nosotros, los liberales, anhelamos que todos los paraguayostengan un pedazo de tierra en vida para asiento de su hogar y un pedazode tierra en un cementerio paraguayo para descansar en el seno de laPatria. 21

Las cartas ponen también de manifiesto que Pastore ya te-nía en mente preparar una segunda edición de su texto. Así loaseguraba a Juan Guillermo Peroni a las pocas semanas de sudivulgación:

He querido presentar en esta edición el esquema del problema, que-dando para la segunda todo el material de reserva para no asustar aalguno y aplastar la reacción de otros. Espero, además, que esta segun-da edición ha de ser producto de la colaboración de muchos amigos.22

A la reseña que Harris G. Warren publicó en The AmericanHistorical Review - a la que se ha hecho referencia al comienzo deeste texto- debe sumarse el extenso comentario que R. AntonioRamos escribió en la revista Historia de América, editada por elInstituto Panamericano de Geografía e Historia (IPGH). En am-bos casos se trataban de publicaciones académicas reconocidas yde amplia difusión en el continente americano. Tanto Warrencomo Ramos coincidían al enumerar los méritos de la obra: re-sultaba un acierto haberse dedicado a desentrañar un tema do-minante en la historia del Paraguay, era verdaderamente un “es-fuerzo de pionero” al colocar la lucha por la tierra en su justaperspectiva, la falta de estudios eruditos de la política paragua-ya sobre la tierra hasta la aparición del libro había constituidouna laguna muy seria en la literatura histórica y había inducido

21 CCP, de Artemio Mereles a Carlos Pastore, Roque Sáenz Peña, 7 de octubrede 1949.

22 Ibídem, Montevideo, 22 de noviembre de 1949.

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a algunos escritores a interpretar mal algunas fases de la historiaparaguaya. Y, si bien observaban ambos historiadores, se colabael partidismo en su interpretación del pasado, Carlos Pastore eramerecedor de que se le tributase “un alto elogio por haber seña-lado el camino y haber definido los problemas con una claridadtan convincente”. En realidad, el autor de La lucha por la Tierra noocultó en ningún momento de su trayecto intelectual su adhe-sión al liberalismo paraguayo, condición que lo llevó a desple-gar una cronología de las etapas del movimiento histórico para-guayo en la que, por ejemplo, desenvolvía de manera más exten-sa y “optimista” el interregno de 1904 a 1940, correspondientes alos gobiernos liberales. No obstante y, en definitiva, tanto Warrencomo Ramos aseveraban que, aunque podrían discutirse superiodización o algunas de sus conclusiones la controversia nopodía disminuir su mérito “cimentado en una laboriosa investi-gación y en un sólido material manejado dentro de un plan orgá-nicamente concebido”.

Por la misma época en la que aparecieron las reseñas, el in-fluyente historiador argentino Emilio Ravignani escribió a Pas-tore una carta en la que le manifestaba:

Me he compenetrado de su contenido y mucho he aprendido paracomprender aspectos vitales de la historia del Paraguay. Por la materiatratada, la abundante información y el método adoptado, usted ha lo-grado presentar un trabajo modelo que debería realizarse con muchosotros países de Hispanoamérica. La historia política y militar, más apa-sionante, ha hecho olvidar a nuestros autores la influencia de factoresfermentales como los que usted analiza con tanta precisión y claridad.23

23 Reproducida por Armando Almada, “Dr. Carlos Pastore, la lucha por la tierraen el Paraguay” en diario ABC, Asunción, 18 de marzo de 2012. Sobre la basede un reportaje realizado al historiador en el año 1991.

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Los términos de esta misiva, referidos al método y al campoen los que Ravignani situaba el trabajo de Pastore conducen areferenciar, brevemente, las difusas fronteras disciplinarias yprofesionales entre historia y sociología en Paraguay en los añosen los que apareció la obra. Carlos Pastore consignaba que suestudio se situaba dentro de “un enfoque sociológico”. En efec-to, es posible distinguir reflexiones sociológicas de carácter es-pontáneo en el Paraguay desde finales del siglo diecinueve, comoasí también fechar el primer curso de sociología que se inició enel año 1900 en la carrera de Derecho de la Universidad Nacionalde Asunción. La sociología espontánea y la sociología de cátedratenían, pues, a mediados del siglo veinte, una significativa tra-yectoria en el país. De hecho, Pastore había cursado la asignatu-ra de sociología – como así también la de historia nacional- du-rante sus estudios universitarios y tuvo como profesor al doctorCecilio Báez.24 No obstante, puede sostenerse que lo que distin-gue al estudio de Pastore de los ensayos de análisis social o dereflexiones sociológicas de carácter teórico que lo precedierones el abordaje empírico de un problema mediante una notableabundancia de fuentes.25 Y, en relación a la práctica de la histo-

24 Guillermo Heisecke, “La bibliografía sociológica en el Paraguay” en RevistaParaguaya de Sociología, Asunción, CPES, 1965, Número 2, páginas 57-73.Además de introducir la cátedra de Sociología, Cecilio Báez publicó Sociología(1903), Principios de Sociología (1921) Disertaciones de sociología y filosofía (1924),

25 La sociología como disciplina científica ingresa al Paraguay en 1964 cuandose fundó el Centro Paraguayo de Estudios Sociológicos por parte de un grupode jóvenes provenientes de distintas carreras de la Universidad Nacional deAsunción. Estudios recientes en torno al proceso de institucionalización de lasociología en Paraguay han echado un haz de luz acerca de cómo fue posibleel surgimiento del CPES. de una publicación internacional en plena dictadurastronista y en una región colmada de gobiernos autoritarios. Tresinvestigadores convergen en el análisis de este proceso: María Lilia RobledoVerna que ha publicado, entre otros estudios, “Apuntes para una historia dela sociología en Paraguay. El caso de la Revista Paraguaya de Sociología” en

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ria, constituye una novedad en un momento en el que prevale-cían, entre los historiadores, el interés por reconstruir procesospolíticos y diplomáticos.26

Pues bien, precisamente el objeto y el principal argumentode la perspectiva pastorista de la historia paraguaya le obtuvie-ron, según testimonio de Andrés Flores Colombino, la califica-ción de “bolche” por parte de sectores del propio partido Libe-ral27 y de allegados al gobierno de Alfredo Stroessner al que Pas-tore combatió siempre con fuerza. En la correspondencia priva-da y en artículos aparecidos en periódicos montevideanos du-rante los años cincuenta y sesenta, puede comprobarse cómo elautor de La lucha por la tierra se empeñó en aclarar que no eracomunista aunque tampoco anticomunista porque, sostenía, “nopodría definirse como “anti” sino en positivo” y porque, según

Congreso Latinoamericano de Sociología, 2009 y “La institucionalización de laSociología en Paraguay: la experiencia del Centro Paraguayo de EstudiosSociológicos – CPES (1964 – 1972” en II Taller: Paraguay como objeto de estudioen las ciencias sociales, Asunción, 2009; Lorena Soler ha analizado otras aristasdel proceso de institucionalización en “La Revista Paraguaya de Sociología.Campo, intelectuales y debates (1964-1991)” en Encuentro de GeohistoriaRegional, Resistencia, 2007 y Javier Numan Caballero Merlo lo ha hecho enSociología aplicada a la realidad social del Paraguay, Asunción, Biblioteca deEstudios Paraguayos, Universidad Católica de Asunción, 2011.

26 El conflicto del Chaco –sus negociaciones diplomáticas y el desarrollo de laguerra- condicionó un caudal fundamental de estudios históricos parasustentar las tesis paraguayas sobre el dominio de ese territorio. Entre losprincipales estaban los de Manuel Domínguez, El Chaco Boreal y El alma de laraza. También los de Julio César Chaves, Historia de las relaciones entre BuenosAires y el Paraguay y El Supremo Dictador. En 1941 apareció, en la capitalargentina, La fundación de la ciudad de Asunción, de Efraím Cardozo y, en 1944comenzó a circular La política del Brasil bajo la dictadura del doctor Francia, de R.Antonio Ramos.

27 A los que Pastore se refería como “eternos enemigos de la reforma agraria”.Testimonio de Carlos Pastore Olmedo.

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entendía, “sus ideas [liberales] eran superiores a las de los dog-máticos marxistas leninistas” a los que “no veía como protago-nistas de la historia”. En los hechos, concebía al comunismo como“el sistema ideológico más alejado de la realidad paraguaya”.Postulaba, en cambio, una línea política basada en la libertad yel libre pensamiento y no en los “dogmas concebidos desde elfragor de la guerra fría, por pensadores de países que vivían otrarealidad social, económica y política que la paraguaya”.28

En la misma línea, otras pruebas desvelan que Pastore tam-poco adhirió, simplemente, a los postulados ideológicos del se-manario uruguayo Marcha, con cuyos redactores y con su direc-tor, Carlos Quijano, mantuvo, sin embargo, constantes relacio-nes de camaradería. Si bien compartía los postulados delantifascismo y del tercerismo sostenidos por la prestigiosa publi-cación cultural, su adhesión no se concebía en términos delantiimperialismo sino desde una peculiar concepción del libera-lismo paraguayo como instrumento para la construcción de unanueva ideología basada en la realidad paraguaya.29 Puso demanifiesto una diferencia peculiar entre ambos y es que mien-tras el semanario uruguayo constituía un intento de interveniren la política desde la formación de la opinión, él pretendía for-mar una conciencia histórica paraguaya desde las mismas estruc-turas partidarias. Una prueba de esto último es la fundación si-multánea, en Montevideo y Buenos Aires, en el año 1962, del“Centro Democrático”, una asociación para estimular el estudio

28 Andrés Flores Colombino en Carlos Pastore. Un héroe intelectual del ParaguayModerno, Montevideo, 1996.

29 CCP, Caja 55. Sobre el semanario Marcha y su impacto en el imaginario socialuruguayo hemos leído la investigación de Luisa Peirano Basso, Marcha deMontevideo y la formación de la conciencia latinoamericana a través de sus cuadernos,Buenos Aires, Javier Vergara, 2001.

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y la investigación de los grandes temas paraguayos pues, segúnentendía, los líderes exiliados debían prepararse “para volver agobernar al Paraguay y sacarlo de la situación de vigencia per-versa de las relaciones coloniales” y crear un Estado moderno.Este grupo de estudio estaba integrado exclusivamente por pa-raguayos afiliados al partido Liberal y afines a su pensamientopolítico. Su idea era fundar una escuela y dar pie a la creación deun sector coherente ideológicamente y verdaderamente progre-sista entre los liberales del exilio y del Paraguay y que pasó adenominarse “pastorismo”.

VI

Entre 1949 y 1972 Carlos Pastore siguió trabajando en la cues-tión histórica que le obsesionaba, ampliando los interrogantes yacopiando documentación. Como resultado de esto, en 1972 apa-reció en Montevideo la segunda edición de La Lucha por la Tierraen el Paraguay bajo el mismo sello editorial que la primera, perocon un aumento significativo de su contenido: 526 páginas encontraste con las 191 de la edición. Tuvo una tirada de 3000 ejem-plares y consta que, en este caso, fue distribuida en Paraguay através de la librería Letras, de Francisco Ruffinelli.30

En la introducción que el autor preparó para esta nueva en-trega dejaba consignado que el propósito inicial de publicar unahistoria social del Paraguay había sido abandonado momentánea-mente ante la imposibilidad de completar la investigación con la

30 CCP. Los anuncios publicados en los diarios asuncenos a solicitud de lalibrería, lo presentaba como “el libro de sociología paraguaya por excelencia,de profunda extracción científica, ampliamente documentado, completamenteal día”.

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consulta de documentación inédita existente en los archivos deAsunción; pero el pedido de amigos de dar a conocer en esta opor-tunidad “parte de las conclusiones de nuestro trabajo sobre eltema nos indujo a incorporarlo parcialmente al libro impreso en1949 con este mismo tema”. Con esta manifestación consignabaque la primera edición de La lucha por la tierra debía ser conside-rada como un planteamiento general del tema y que, ya en estasegunda entrega, se analizaban “las condiciones en que se pro-dujeron los hechos sociales” a la par que agregaba “parte de ladocumentación que había ido acopiando” en sus años de exilio.

En la nueva entrega Pastore ampliaba el análisis de los mo-mentos que determinaron la evolución de la tierra en Paraguayya caracterizados, haciéndolos llegar hasta los años sesenta. Aun-que para esa época los grandes latifundios iniciaban su desapa-rición su herencia, subrayaba, resultaba “escalofriante”:

Ninguna infraestructura estable y multiplicadora de actividad eco-nómica; ningún centro urbano de significación, pocas vías de comuni-cación, ninguna tradición cultural o social. Funcionaron de hecho comoenclaves, zonas extractivas de bajo procesamiento de valor agregado,con escasas ramificaciones en la economía nacional, dirigidas al merca-do externo.31

Para cuando apareció la segunda edición, los stocks de que-bracho y de otras especies madereras habían desaparecido. Y esono se debió, según sostenía Pastore, a que no se generara riquezasino a que el noventa por ciento de la misma quedaba fuera delpaís.

31 Juan Carlos Herken Krauer, La política económica durante la era liberal…cit.; yEl Paraguay rural entre 1869 y 1913, Asunción, CPES, 1984.

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En los años que siguieron, incluso cuando regresó a vivir alParaguay y hasta los últimos años de su vida, Carlos Pastore con-tinuó trabajando en su estudio histórico. Esta circunstancia haceque pueda sostenerse que La lucha por la tierra es un texto inaca-bado, el hilo conductor de toda su trayectoria intelectual. Comoél mismo lo consignaría, no podía dar por agotado en absolutoel tema puesto que “cuatro siglos de vida de dramática existen-cia como la del Paraguay, era una mina inagotable de investiga-ción sociológica”.32 Esta obsesión intelectual -y política- está di-seminada en toda su documentación personal. Como pruebas deella, entre otras innumerables, están las anotaciones que produ-jera en el reverso de dos fotografías que aquí se presentan, fe-chadas en octubre de 1939, cuando era titular de la Dirección deTierras y Colonias.

32 CCP, Cajas 64-65-66.

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En esta dejó escrito:

Cumpliendo el programa productivo, el presidente del Departa-mento de Tierras, Dr. Carlos Pastore camina con optimista sonrisa ki-lómetros y más kilómetros de sol abrasador, improvisando caminos enbusca de los nuevos propietarios, repatriados, que ha conquistado laRepública para hacerles entrega personalmente de sus títulos provisorios,explicándoles que de su labor fecunda depende el convertirse en verda-deros y definitivos dueños del solar que cultivan.

En la siguiente foto, en la que posa junto a una familia cam-pesina, dejó consignado: “He aquí un paraguayo feliz y trabaja-dor quien abandonando tierras extrañas es ahora dueño de lasuya, donde ya plantara su ranchito, para abrigo de su numerosafamilia”.

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El abrupto abandono de la aplicación de la reforma agrariadeterminado por la muerte del presidente Estigarribia, los poste-riores avatares políticos, los 39 años de exilio de Pastore, el re-greso a Paraguay a finales de los años setenta, ya con bastanteslimitaciones físicas y, finalmente, su fallecimiento en Asunciónen 1996, podrían muy bien hacer pensar que el proyecto que loobsesionó desde su niñez había terminado por hacerse imposi-ble. Pero la vida continúa y hoy puede retomarse esa aspiraciónmediante un renovado estudio de la historia paraguaya y de losintelectuales que, como él, buscaron abrir nuevos caminos parael conocimiento del pasado y desde ese conocimiento postula-ron vías para el desarrollo del Paraguay.

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Los orígenes del latifundio en Paraguaya fines del siglo XVIII.

Una lectura-homenaje a partir de Carlos Pastore ysu Lucha por la tierra en el Paraguay

Por Ignacio TelescaUniversidad Nacional de Formosa

y CONICET

“Las relaciones coloniales internas, entonces establecidas yvigentes todavía, excluyen de los beneficios de la riqueza del paísy del progreso de la cultura, la ciencia y la técnica, a la gran ma-yoría de la población, manteniéndola sumergida en el subdesa-rrollo y al margen de los derechos humanos fundamentales”.

Esta afirmación, que nos describe la realidad del Paraguayde hoy, fue escrita por Carlos Pastore en la introducción a la se-gunda edición de la Lucha por la tierra en el Paraguay, en 1972.

Más allá del contenido de la obra y su abordaje, un legadoimportante dejado por Pastore es su abordaje historiográfico. Nosólo el partir del presente para abordar el pasado sino la concep-ción de sociedad que plantea para el Paraguay.

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El tema de la tierra y su posesión, un capítulo de su proyec-tada pero no concretada historia social del Paraguay,1 es centralpara Pastore a la hora de comprender porque la mayoría de lapoblación vive en los niveles actuales de subdesarrollo.

No es mi intención abordar este tópico, más que importantepara todos los que nos ocupamos en este quehacer, sino detener-me a comprender el origen del latifundio en el Paraguay a finesdel siglo XVIII.

Primeramente me detendré en la obra de Pastore analizandocómo aborda la “Época Colonial”; el primero de los tres capítu-los en que se divide el texto. Haré hincapié en los cambios que sefueron produciendo a lo largo de las sucesivas ediciones.

En una segunda parte presentaré lo que considero es la pri-mera manifestación de la “gran propiedad” en el Paraguay colo-nial.

* * *

Según Juan Carlos Herken Krauer “la perspectiva de Pastoreestá sólidamente anclada en el aspecto jurídico institucional dela evolución de la propiedad de la tierra”2 y si en alguna parte dela obra esto se aplica es en el capítulo primero, que en la ediciónde 1949 se llamaba “Época del Coloniaje”.

1 “Nuestro propósito inicial de publicar una historia social del Paraguay fueabandonado momentáneamente…”, así se inicia la introducción de La luchapor la tierra en el Paraguay, Montevideo, Antequera, 1972, p. XV.

2 “In memoriam”, aparecido en el suplemento Correo Semanal del diario ÚltimaHora, del 13 de julio de 1996.

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En este primer capítulo, dividido en siete títulos3, Pastore co-mienza desde la política colonizadora española y llega hasta laposesión de la tierra en los años previos a la independencia.

A través de sus notas4 comprobamos que las fuentes para laredacción de esta primera parte la conforman fundamentalmen-te la Compilación de las Leyes de Indias, los autores jesuíticoscomo Nicolás del Techo (en la edición de 1897, dirigida por BlasGaray), Ruiz de Montoya, José de Guevara y Pedro Lozano, en-tre otros, y también autores no religiosos como Ulrico Schmidl,Ruiz Díaz de Guzmán, Félix de Azara, Juan Francisco Aguirre,Gonzalo Doblás y de Diego de Alvear. Hizo también uso de ladocumentación ya editada en la Revista de la Biblioteca Nacionalde Buenos Aires, o por autores destacados como el argentinoEnrique de Gandía.

De los autores contemporáneos, a la primera edición de laobra, se ven mencionados, el ya citado Gandía, Lafuente Machaín,Blas Garay, Fulgencio Moreno y el texto sobre la Fundación deAsunción de Efraím Cardozo.

Si bien hay que atender, según se lee en una nota a pie depágina, a que los originales de sus notas se perdieron durante lapersecución que fue víctima “por parte de la tiranía de HiginioMorínigo”, podemos concluir a partir de este breve listado que apesar de dicha pérdida, la obra ya tenía su peso propio.

Como señala Carlos Pastore Olmedo, La Lucha por la Tierra secomenzó a escribir tras su exilio en Montevideo en la década del

3 Cada Título está a su vez dividido en apartados que en la segunda edición yaestán numerados.

4 Las notas van al final de cada título y en la última de las notas de cada Títulose especifica la bibliografía básica utilizada.

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40, pero seguramente algún borrador, más no sea como notas depreparación, tuvo que haber escrito cuando redactó el EstatutoAgrario de 1940.

De hecho, cuando en la misma obra se refiere a la fuente prin-cipal de dicho Estatuto señala “la legislación que hasta entoncesse había dictado en el Paraguay sobre la materia, y que compren-de las Leyes de Indias, las Ordenanzas de Irala, Hernandarias yAlfaro, las órdenes, reglamentos y resoluciones de virreyes ygobernadores…” (1949: 165). Todo lo referente a este materialtambién se encuentra en el Capítulo Primero de su obra.

Sin embargo, y es importante no perder de vista, este acerca-miento a la historia colonial no se plantea como un mero capítu-lo de antecedentes, sino que Pastore ve una continuidad del “es-píritu” de las normas aplicadas en tiempo de Irala “hasta los co-mienzos del siglo XX” al punto que “los cambios políticos opera-dos a lo largo de la historia del Paraguay, bajo condiciones socia-les y económicas permanentes –casi inmutable– no han hechovariar los términos de la cuestión”. Remata la idea añadiendo:“Es por eso fundamental el correcto conocimiento de este aspec-to de la historia colonial para la exacta comprensión del proble-ma actual de la redistribución de las tierras del Paraguay” (1949:12).

Para Pastore, el estudio de la problemática de la tierra va dela mano del estudio de la situación de la población indígena en-comendada, en especial de la población yanacona puesto que se-rán los ascendientes más claros y directos del actual campesina-do.

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Reconoce sin ambages y desde el vamos la explotación a laque es sometido el indígena. Añade además un ítem que serácentral en esta línea de continuidades entre la colonia y los tiem-pos presentes que vimos previamente.

Cuando analiza la legislación de fines del siglo XVII, másfavorable a los indígenas, reconoce que no se cumplieron en lapráctica pero que el yanacona también dio su ‘visto bueno’, noreconociendo los derechos de los españoles a las tierras indíge-nas sino como una concesión.

Esta distinción le permitirá comprender “la tolerancia de loscampesinos paraguayos a la aplicación de las leyes de venta detierras públicas de 1883 y 1885 y la posterior resistencia a recono-cer los derechos de los nuevos propietarios, invocando derechosnunca renunciados, conservados por siglo por sus remotos ante-cesores y sus últimos ascendientes”.

Al analizar los tiempos previos de la independencia, Pastorese concentra en el papel que jugaron los arrendatarios españolesen el proceso de concentración de la tierra: “los arrendatarioseran la ‘carcoma’ de los pueblos” afirma Pastore en su últimotítulo del capítulo. A esta dificultad se le añadirá le carencia detítulos de propiedad por parte de los campesinos e indígenas y“la Revolución de la Independencia al dar libertad política a laprovincia dejó sin defensas legales y bajo la voluntad de los es-pañoles-americanos a la población sumergida del Paraguay”(1949: 40).

Hasta ahora he utilizado sólo la edición de 1949, en dondepara nuestro período en cuestión ya aparece el corazón de suplanteamiento. Sin lugar a dudas, la segunda edición de 1972

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añade bastantes párrafos nuevos, especialmente en el Título sex-to en donde de seis páginas pasó a contar con veinticinco.5 Incor-poró nueva bibliografía, fundamentalmente las dos primerasobras de Branislava Susnik sobre el “Indio Colonial del Para-guay”, El guaraní colonial, de 1965 y Los trece pueblos guaraníes delas misiones, de 1966. También hizo un uso intensivo del Diario deJuan Francisco Aguirre que había aparecido en tres tomos en laRevista de la Biblioteca Nacional, de Buenos Aires, entre los años1949 y 1951.

En la primera edición Pastore citaba de Aguirre la versión desu Diario aparecido en 1911 en el volumen VII de los Anales de laBiblioteca, publicación dirigida por Paul Groussac, y el DiscursoHistórico aparecido en 1937 en el primer tomo de la Revista de laBiblioteca.

Sin lugar a dudas, tanto Susnik como Aguirre le brindan aCarlos Pastore un basamento aún más firme para sus plantea-mientos. Es decir, estos añadidos no invalidan sus hipótesis, nadaes suprimido de la versión de 1949 más allá de una u otra pala-bra.6

Susnik le brinda un fundamento más claro sobre las enco-miendas y la población yanacona y Aguirre un acercamiento máspreciso y estadístico a la población en general y a la española enparticular.

5 El número de páginas es a modo de ilustración puesto que los formatos deambas ediciones son diferentes aunque se hayan editado en la misma casaeditorial, Antequera, dirigida por el mismo Carlos Pastore.

6 Como ejemplo de este cambio de palabras podemos mencionar el cambio de‘Colón’ por ‘el descubridor del nuevo mundo’ en el primer párrafo de la obra.

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Compartimos con la reseña que Miguel Ángel González Ericorealiza de esta segunda edición, aparecida en el volumen XIV deHistoria Paraguaya, de 1973, donde afirma que “Es significativa ladiferencia existente en relación a la primera edición de la obra,del año 1949”. Sin embargo, esta diferencia no se da en torno alas ideas centrales sino a un apuntalamiento más profundo delas mismas, más de la mano con la proyectada historia social quemencionábamos en un inicio.

Las notas que Carlos Pastore iba añadiendo a su edición de1972 que aparecieron en la versión de 2008 por Intercontinentaleran correcciones de erratas o algún matiz en una expresión. Labibliografía casi no se vio afectada más allá de la incorporaciónde Pierre Chaunu o Zorraquín Becú.7

* * *

Quisiera detenerme, sólo brevemente, en un momento clavepara la historia de la concentración de la tierra en el Paraguaycolonial. Creemos que es un aporte a la propuesta de Pastore, sininvalidarla sino más bien apuntalándola aún más.

Carlos Pastore señala que una vez “expulsados los jesuitasde las Misiones del Paraguay, quedaron abiertas las puertas delas mismas para la entrada en sus territorios de españoles y crio-llos” (2008: 76) y que la población de las mismas Misiones se re-dujo a más de la mitad para 1792. Sin embargo Pastore se refiereconstantemente a los arrendatarios de las tierras misioneras y

7 De Pierre Chaunu, La expansión europea (siglos XIII al XV), Barcelona, Labor,1972, y de Ricardo Zorraquín Becú, “La reglamentación de encomiendas en elterritorio Argentino”. Revista de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales. BuenosAires, Año I, N°1. Enero- Marzo, 1946.

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como fueron haciéndose de ellas. “Con el título de arrendatarios,los hispanoamericanos fueron ocupando las mejores tierras delas misiones, reduciendo a los indios, prácticamente al régimende encomienda” (2008: 77), afirma Pastore.

Sin embargo, no sólo las tierras de las Misiones propiamentedichas se vieron afectadas, sino también el territorio que estababajo el control de la Compañía de Jesús.

Tras la expulsión de los jesuitas entre 1767 y 1768 no sólo lasmisiones pasaron a manos de las autoridades asuncenas, sinotambién el extenso territorio controlado por la orden, tanto al surdel río Tebicuary como al norte del Manduvirá. No debemos ol-vidar que en la década del 40 del silgo XVIII los jesuitas abrieronlas misiones de San Joaquín y San Estanislao y en 1760 la de Be-lén con el pueblo Mbayá en cercanías del río Ypané.

Estos puestos de avanzadas fueron asumidos por las autori-dades coloniales y prontamente tras la expulsión fundaron VillaReal de la Concepción al norte, en 1773 y la Villa del Pilar al suren 1779. En la década siguiente vendrían las fundaciones de SanPedro del Ycuamandyjú y de Itacurubi del Cuarepoti.

Este vasto territorio fue asegurado primero por los jesuitas yusufructuado luego por el estado colonial. Mejor dicho, por laelite asuncena.

Si tomamos los casos de Concepción y Pilar, comprobamosque en el primero se repartieron cincuenta y dos mercedes realespara casi medio millón de hectáreas y en Pilar sesenta y seis mer-cedes para ciento setenta mil hectáreas.

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En Concepción veinticinco de las mercedes superaban lascinco mil hectáreas ocupando el 87% de la tierra dada en merce-des.

En Pilar, por su parte, cuarenta de las sesenta y seis merce-des, eran entre mil y veinticinco cinco mil hectáreas ocupando el93% de la tierra dada.

Tenemos entonces que para fines del siglo XVIII ciento die-ciocho familias se hicieron con más de seiscientos mil hectáreas através de mercedes reales.

Tanto Félix de Azara como Juan Francisco Aguirre pensabanque lo mejor era repartir la nueva tierra al campesinado pobrepara que las pueble con ganados y con su chacra, pero el Cabildoasunceno optó por resguardar este tesoro para los miembros desu elite.

Las autoridades, como Azara y Aguirre, pensaban que el la-tifundio era perjudicial a los intereses de la Real Hacienda. Unlatifundio es en gran medida improductivo, en aquella época, ysin producción no hay impuestos posibles.

De hecho, el virrey del Río de la Plata, Nicolás Arredondo, leescribe al Cabildo de Asunción en enero de 1792 presentándolesel modelo de Juan José Sagasti para la reducción de los latifun-dios.8

8 La propuesta de Sagasti era la de vender los terrenos por parte proporcionalesa los labradores que la cultivan. Ver Branislalva Susnik, Una visión socio-antropológica del Siglo XVIII, Asunción, Museo Etnográfico Andrés Barbero,pp. 106-115, y Juan Bautista Rivarola Paoli, El régimen jurídico de la tierra(Paraguay en los siglos XVI-XIX). Asunción, ed. del autor, 1993, pp. 236-244

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El Cabildo alaba la propuesta de Sagasti pero añade que nofue escrito pensando en Paraguay ya que en esta provincia “nose encuentran mercedes inmensas poseídas por vecinos.”9 Estasmercedes concedidas por los gobernadores, afirma el cabildo,“han sido sujetas y con atención a las circunstancia locales de laprovincia, sin haber permitido a los mercedarios la menor trans-gresión, cuyo arreglado método ha producido el benéfico frutode hallarse pacificada esta provincia, con la población de la costade este río Paraguay en donde se repartieron terrenos a los veci-nos por parte pequeñas.”

No podía negar el cabildo, sin embargo, que sí existían gran-des mercedes, pero que los vecinos que las poseían, lo tenían con“justísimos títulos”.

A lo que se oponía el Cabildo era a repartir la tierra entre losagricultores-campesinos dejando de beneficiar “a los vecinosquienes a costa de sus vidas y haciendas las poblaron, defendie-ron y aquietaron.” Estos vecinos, de más está decir, eran los mis-mos cabildantes o los miembros de sus familias.

Grandes propietarios existieron en el Paraguay colonial, ylas órdenes religiosas formaban parte de ese grupo. Sin embar-go, a fines del siglo XVIII tras la expulsión de la Compañía deJesús del territorio español, la provincia del Paraguay experimen-ta una vuelta de tuerca en su vida socio-económica. Existían cla-ramente dos alternativas, dar la tierra al campesinado o quedár-sela los miembros de la elite. Desgraciadamente para la provin-cia se optó por la segunda alternativa.10

9 El Acta del Cabildo se encuentra en Archivo Nacional de Asunción, SecciónHisotria, 157.1, ff. 40v-42v.

10 Cfr. Ignacio Telesca, Tras los expulsos, Asunción: CEADUC, 2009, capítulo IV.

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Resta continuar el proceso de investigación y estudiar quépasó con estas propiedades tras la independencia de 1811. Mu-chas cambiaron de manos, otras se convirtieron en estancias dela patria y otras continuaron con sus antiguos dueños.

Comprender esta realidad latifundiaria implica al mismo tiem-po analizar el reverso de la moneda, la inmensa cantidad de fa-milias que permanecieron sin tierras, viviendo en tierra ajena oalquilándola ya sea a particulares, ya sea al estado colonial o na-cional.

* * *

Herken Krauer señala que “Pastore realiza una cierta inno-vación metodológica en ese ambiente (se refiere a la década del40), al abordar la historia global no desde grandes ciclos o gran-des categorías abstractas (como el de la ‘raza guaraní’ sostenidapor Natalicio González), sino mucho más simplemente -y másefectivamente- a partir de la concentración en un solo factor deproducción: la tierra”.

Hace sesenta y cinco años Carlos Pastore nos ofrecía unaimagen del Paraguay hasta la guerra del 70 que no se convirtióen hegemónica dentro de la historiografía nacional.

Para muchos investigadores pareciera que La lucha por la tie-rra en el Paraguay sólo comenzara tras la guerra, específicamentecon las leyes de 1883 y 1885, y dejan de lado los aportes de laobra, centrales para quien esto escribe, sobre el período anterior.Aún se siguen repitiendo los clichés de la reforma agraria francistao la industrialización de Carlos Antonio López.

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Aún nos resta mucho por investigar pero los aportes de Car-los Pastore, hace más de medio siglo, los de Rivarola Paoli, haceveinte años,11 y las investigaciones que vamos realizando nosmuestran más bien una sociedad paraguaya concentrada alrede-dor del poder de una ‘aristocracia de la tierra’, donde la mayoríade la población trabajaba en tierras que no poseía.

Seguramente, los terribles sucesos de Curuguaty hace dosaños no sólo se expliquen por la aparición de la Industrial Para-guaya a fines del siglo XIX sino también por la herencia colonialy de los primeros gobiernos del período independiente.

Nuevas investigaciones nos darán la respuesta. El senderoya ha sido marcado por la obra que hoy recordamos, sigamos susmarcas.

11 Juan Bautista Rivarola Paoli, El régimen jurídico de la tierra (Paraguay en lossiglos XVI-XIX), Asunción, e/a, 1993.

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¿Dueños de la tierra? Pueblos de indios yreducciones en el Paraguay. Siglo XVII y

principios del XVIII

Por María Laura Salinas(Universidad Nacional del

Nordeste – CONICET)

A partir de la invitación para participar con un trabajo deinvestigación en el marco de las Jornadas por los 65 años de laprimera edición de “La lucha por la tierra en el Paraguay”, deCarlos Pastore Goiburu, teniendo en cuenta el significado y laimportancia de dicha obra, consideramos pertinente abordar untema que fuera presentado por el autor en su libro, profundizan-do en algunos aspectos y aportando diversas perspectivas quefuimos incorporando en sucesivas investigaciones.

Pastore en su libro dedica todo el capítulo primero a la épocaColonial y en siete títulos aborda cuestiones específicas sobre eltema de la colonización y todo su proceso, como así también losaspectos referidos a la población nativa y su relación con los con-quistadores.1

1 Se aclara que para este trabajo se utilizó la edición del año 1972. CARLOSPASTORE. La lucha por la tierra en el Paraguay, (Montevideo, Antequera, 1972).

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Consideramos oportuno referirnos a uno de los tópicos ex-puestos por Pastore, en el que la tierra adquiere su relevancia:Los Pueblos de indios en el Paraguay entre los siglos XVII y principiosdel siglo XVIII, ofreciendo también una mirada comparativa conespacios cercanos como es el caso de Corrientes o Santa Fe.

Nos interesa profundizar en dos líneas de abordaje, orienta-das por el enfoque de la obra de Carlos Pastore. Por un lado elproceso de organización de estos poblados y la administraciónllevada a cabo en los mismos a partir de la implementación delrégimen de comunidad. En otra perspectiva, al interior de lospueblos, interesa indagar en la estructura del sistema comunita-rio en el marco de la reducción, las dimensiones de su población,el rol de religiosos y caciques en la distribución y explotación delas parcelas de comunidad, ofreciendo algunos datos específicosque surgen en la documentación analizada. Interesa identificarlas características propias que surgen en estos poblados a partirde este sistema económico relacionado con la encomienda.

Pueblos de indios y tierras

Para referirnos a los pueblos de indios en Paraguay, su desa-rrollo y consolidación es necesario una breve contextualizaciónde este escenario en los primeros tiempos del Paraguay colonial;partiendo de la idea de frontera para entender mejor el procesoque nos ocupa. La misma indica algo más que la demarcatoria deun límite territorial. Es un espacio geográfico donde todavía elestado está incorporando los territorios y configurando los pro-cesos de producción y estructuración institucional y social, pro-cesos que presuponen la vinculación dinámica de sociedades

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distintas, área de contacto de formaciones sociales diversas.2 Eneste espacio de dinámica y acciones entre sociedades diferentes,una frontera es un espacio que intenta ser ocupado y que, a suvez, es recorrido y traspasado en forma permanente. La permeabi-lidad es una peculiaridad en estos espacios, sumada a una fuertecapilaridad social que incide en las transformaciones que experi-menta su sociedad.

A mediados del siglo XVII y principios del XVIII, época en laque centramos nuestro estudio, la región que hoy constituye lafrontera argentino paraguaya conformaba prácticamente una solaregión. Las conexiones entre las ciudades de Asunción y Corrien-tes eran permanentes a través de las embarcaciones que surca-ban el río Paraná y que llevaban especialmente yerba hasta SantaFe y Buenos Aires. Además entre los vecinos existían redes fami-liares y comerciales que mantenían una dinámica permanenteen el territorio.3

Paralelamente al desarrollo de los centros urbanos colonia-les, la vida también transcurría en los pueblos de indios y es esteel espacio social que nos interesa específicamente.

En trabajos anteriores se indagó sobre aspectos de caracte-rísticas económicas y sociales de estos pueblos, en ellos se avan-

2 NIDIA, ARECES. “Regiones y Fronteras. Apuntes desde la Historia”. En: Andes.Antropología e Historia 10. 1999. CEPIHA Centro Promocional de Investiga-ciones en Antropología e Historia. Instituto de Investigación de la Facultadde Humanidades. UNSA. pp.25

3 La amenaza bandeirante era también otro aspecto de preocupación perma-nente para el gobierno y para los vecinos, la destrucción de pueblos por elavance portugués hacía que la frontera cambiara en forma constante, modifi-cando el funcionamiento económico y social de la región.

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zó en el análisis de algunas variables referidas a la población, lasrelaciones interétnicas, diversas circunstancias de contacto entreindígenas y la sociedad colonial correntina y paraguaya, comoasí también detalles del funcionamiento de la encomienda.4 Enesta ocasión nos propusimos revisar las fuentes trabajadas, connuevas preguntas e identificar: aspectos específicos vinculados ala tierra y su relación con este contexto, tomando como referen-cia permanente los aportes realizados por Pastore en su obra so-bre el funcionamiento y características de los pueblos de indios.

Menciona dicho autor que “La historia colonial del Paraguayes en gran parte, la historia de la lucha por el dominio de susindios, de sus tierras y de sus yerbales”5 Esta frase resume lasmúltiples instancias que debió experimentar la sociedad para-guaya en esta etapa y plantea la problemática esencial que la ca-racterizó.

Sobre la tierra y la pertenencia de las mismas Pastore en suobra menciona que las comunidades de indios organizadas enencomiendas eran propietarias de las tierras afectadas a las mis-mas, que el indio al formar parte de la comunidad adquiría sobreesas tierras los derechos de cultivarlas y de usarlas en su benefi-cio personal, de transmitirlos por herencia a sus descendientes.6

4 MARÍA LAURA SALINAS. Dominación colonial y trabajo indígena, Un estudio de laencomienda en Corrientes Colonial, (Asunción, Centro de Estudios Antropoló-gicos de la Universidad Católica de Asunción, CEADUC, 2010.) De la mismaautora “Trabajo, tributo, encomiendas y pueblos de indios en el nordeste ar-gentino. Siglos XVI-XIX” en: (Iberoamericana. Vervuert, Nueva época, Nº34.Junio 2009).

5 CARLOS PASTORE. La lucha por la tierra ... pp.66 CARLOS PASTORE. La lucha por la tierra… pp.12

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Cada pueblo de indios debía poseer, además una legua cua-drada de pastos de 3.105 hectáreas la legua para los ganados depropiedad de sus habitantes. Cuando una comunidad abando-naba el lugar para trasladarse a otro sitio, no perdía el derechosobre la tierra, tampoco perdía el derecho sobre las tierras de lospueblos abandonados por disolución temporal de la encomien-da.7

No existen muchos elementos que nos permitan caracterizara las primeras encomiendas del siglo XVI, más que la aplicacióndel servicio personal, la concesión por tres vidas y constantesrebeliones de los indígenas. En los años que suceden a las prime-ras concesiones hasta las primeras fundaciones de los francisca-nos en 1580 el poder de los españoles es inestable y los levanta-mientos se producen en forma permanente.

A fines de esta centuria la resistencia puede considerarse re-lativamente controlada, por lo que comenzaron a consolidarselos pueblos de indios con sus correspondientes curatos a cargode clérigos y de frailes. La aplicación de las encomiendas, trajoconsigo la instalación definitiva de los pueblos de indios, es de-cir el intento de fijación y de control territorial de la primitivaaldea guaraní. En esta primera etapa de organización de los pue-blos a partir de 1579-80 con el padre Bolaños, la figura del enco-mendero y la del poblero serán de capital importancia, sobre todoen el proceso de aplicación del servicio personal, la explotacióneconómica y los vínculos que se establecen entre el sistema

7 Recordemos que en América la encomienda no implicó la concesión de tie-rras como en sus orígenes en la Península, sólo la concesión de nativos. Noobstante se identifica en ocasiones el espacio de tierra con la encomienda.

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reduccional y las encomiendas.8 Recordemos que la figura delos pobleros, conocidos en otras regiones como mayordomos,sayapayas o administradores, fueron figuras clave en el funcio-namiento de las encomiendas tempranas. Si bien no en todas lasciudades coloniales tuvieron el mismo protagonismo y relevan-cia, los historiadores han coincidido en caracterizarlos como lamano derecha de los encomenderos y como sujetos especialmentecrueles en el tratamiento de los nativos.9 Así la dupla del enco-mendero como titular de la concesión y del poblero como admi-nistrador se unían, en ocasiones, para imponer el régimen deexplotación sostenido por las encomiendas.10

Es necesario hacer alusión a una tipología de pueblos que seconformarán a partir del siglo XVII aproximadamente y que con-tribuyen a consolidar las formas serviles a las que son sometidaslas etnias guaraníes.

8 Veáse MARGARITA DURÁN ESTRAGÓ Presencia franciscana en el Paraguay (1538-1824). (Universidad Católica de Asunción, Asunción, 1987). San José de Caaza-pá, un modelo de reducción franciscana, (Don Bosco. Asunción, 1992) y “Reduc-ciones franciscanas en el Paraguay”. En Actas del III Congreso Internacionalsobre los franciscanos en el Nuevo Mundo. Siglo XVII. (La Rábida. 18-23 deseptiembre de 1989. pp. 953-976.) RAÚL LABOUGLE, Raúl. “La reducciónfranciscana de Itatí” (Investigaciones y Ensayos, 3, Academia Nacional de laHistoria. Buenos Aires, 1967) RAFAEL ELADIO VELÁZQUEZ, “La rebelión de losindios de Arecayá en 1660”. (CPES, Asunción, 1965.) ROBERTO, QUEVEDO, Para-guay, Años 1671-1681. El lector, Asunción, 1984

9 CONSTANZA GONZÁLEZ NAVARRO.”Pobleros, mayordomos y administradores enel mundo rural cordobés (1580-1650)”. Surandino Monográfico, segunda sec-ción del Prohal Monográfico, Vol. II, Nro. 2 (Buenos Aires 2012). http://www.filo.uba.ar/contenidos/investigacion/institutos/ravignani/prohal/mono.html

10 La figura del poblero la hallamos en las primeras encomiendas paraguayas.En los territorios cercanos como Corrientes o Santa Fe, hemos hallado la figu-ra del corregidor, no del poblero.

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Por un lado las reducciones a cargo de los franciscanos y porotro lado los pueblos que doctrinaba el clero secular. Las reduc-ciones Jesuíticas constituyen otra forma que no será motivo deanálisis en este trabajo. Algunos pueblos como Yaguarón se ori-ginaron como reducciones franciscanas, pero al poco tiempo pa-saron a ser administradas por clérigos. A mediados del siglo XVIIla distribución era la siguiente: (Ver mapa).

Pueblos de Franciscanos: Itá, Caazapá, Yuty

Pueblos de Clérigos: Región de Mbaracayú: Ybirapariyará,Terecañi, Candelaria, Mbaracayú.

Región de Asunción: Yaguarón, Los Altos, Tobatí y San Benito

Región al Norte de Asunción: Ypané, Atirá, Guarambaré, Arecayá

En la organización de los pueblos de indios tanto en Para-guay como en algunos espacios de la Argentina colonial, (Co-rrientes, Santa Fe, por ejemplo) se interrelacionaron por un ladola encomienda como sistema económico y forma servil que sus-tentó la vida en los primeros tiempos de la conquista americanay el régimen de comunidad implementado en primera instanciaa partir de la presencia de los franciscanos, en el caso del Para-guay desde 1580.

Esta doble dependencia de los varones tributarios que de-bían servir al encomendero en el tiempo estipulado de la mita yla vez contribuir con los trabajos propios de la vida en comuni-dad, configuró un escenario interesante para el análisis.

Debemos aclarar que cuando nos referimos a pueblos de in-dios hacemos alusión a grupos indígenas reducidos de etnias gua-

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raníes y guaycurúes11, organizados en comunidad bajo un siste-ma inspirado en las ordenanzas del Virrey Toledo, con aplica-ción de un régimen de comunitario con usufructo de las tierrascomunales y un sistema de autoridades constituido por caciquesy dos doctrineros franciscanos que orientaban en la evangeliza-ción, en el trabajo de la tierra, oficios, artesanías y primeras le-tras. A la vez los varones estaban insertos en el régimen de enco-miendas con vecinos de Asunción, Villarrica, Corrientes. Auto-res que trabajaron los pueblos de indios del Tucumán Colonialhan utilizado esta categoría, aunque en ellos no se da la presen-cia franciscana, como en este caso.12

La dualidad de servicio por parte de los varones tributariosque debían servir al encomendero y la vez contribuir con los tra-bajos propios de la vida en comunidad, configuró por un lado: laencomienda mitaria que estaba conformada por indígenas que vi-vían en pueblos o reducciones. En algunos casos en Paraguayestos pueblos estaban administrados por religiosos franciscanos(Itá, Caazapá, Yuty), en otros casos los indígenas estaban reuni-dos en pueblos pero no tenían la presencia permanente de reli-giosos. Recibían la doctrina esporádicamente por parte del clerosecular (Ybarapariyará, Mbaracayú, etc). Estos indígenas que vi-vían en sus pueblos, estaban sometidos a la autoridad de un en-comendero que residía generalmente en ciudades cercanas (Asun-

11 Los guaycurúes conformaron sobre todo los pueblos de indios ubicados alsur del territorio paraguayo en Corrientes: Santiago Sánchez, Candelaria deOhoma, Santa Lucía.

12 JUDITH FARBERMAN Y RAQUEL, GIL MONTERO. Los pueblos de indios del TucumánColonial. Pervivencia y desestructuración, (Universidad Nacional de Quilmes,2002.) ISABEL, CASTRO OLAÑETA. “Pueblos de indios en el espacio del TucumánColonial” en Mata de López, Sara y Areces, Nidia (coord.) Historia Regional.Estudios de caso y reflexiones teóricas,( EDUNSa Salta, 2006, b, p.37-49.)

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ción, Villarica, Jerez) dichos mitarios (varones entre 18 y 50 años)residían en el pueblo además bajo la autoridad del cacique. Tra-bajaban para sus encomenderos dos meses al año (de acuerdocon lo que establecía la legislación) y el resto del tiempo en teo-ría, podían dedicarse a cultivar tierras o a tareas diferentes ensus pueblos. La obligación de servicios por turnos al encomende-ro se llamó Mita, de allí el nombre de Mitarios o Mitayos.

En el marco del sistema económico descripto, tiene relevan-cia también la aplicación de las encomiendas en la ciudad deAsunción desde los primeros tiempos con otra categoría de in-dio, el denominado “yanacona” indio suelto, urbano, identifica-do en la documentación como “originario”, quienes vivían consus encomenderos en sus casas o chacras. Esta forma de serviciodará lugar a la encomienda originaria o encomienda de yanaconasque en Paraguay se denominaban Originarios13. Eran indígenas quepor lo general habían sido repartidos por los gobernadores indi-vidualmente, o por familias.

Estos no tenían tierras para dedicarse14. Pastore mencionaque el yanacona, tenía derechos especiales sobre las tierras depropiedad de su amo. Este estaba obligado a ceder al yanaconauna parte de sus tierras para habitación y para cultivos en bene-

13 En Paraguay, a la inversa de lo que ocurre en el Perú y en el Alto Perú, origi-nario es llamado el indio que vive en la chacra de su encomendero. En cam-bio en la región andina, originario es el indio de comunidad, situación que seopone a la de yanacona o forastero.

14 El hecho de no tener tierras para dedicarse, difiere en la práctica en cadaregión. En la visita que realiza Garabito de León a los indios originarios delas ciudades de Corrientes, Santa Fe e incluso Asunción, se ha encontrado laparticularidad de que éstos poseían chacras para trabajar en ellas. Archivo yBiblioteca Nacionales De Bolivia. (Sucre). Serie Expedientes Coloniales. E.C.1650.11. EC. 1653.11. En adelante ABNB. E.C.

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ficio propio del yanacona, y en ningún caso podía desalojarlo dela fracción de tierra cedida.15

Su situación en la práctica era similar a la esclavitud, y por logeneral eran indios capturados en batidas o hechos prisionerosen ataques provocados por pueblos indígenas. En un estudio querealiza sobre los yanaconas del Tucumán Gastón Doucet, los unaclasifica en tres tipos: Yanaconas de encomienda: eran indios queperteneciendo a una encomienda, se hallaban permanentementeen servicio de su encomendero. Yanaconas desmembrados de pue-blos de encomienda: eran indios desarraigados de sus pueblos paraservir a personas que no eran encomenderos de éstos. Tales in-dios al ser ya dados como yanaconas quedaban separados delrepartimiento al que habían pertenecido, podían ser llevados tam-bién fuera de su jurisdicción. Yanaconas capturados enguerras:indios capturados en acciones de guerra y repartidos luegocomo gente de servicio, por lo general por los mismos españolesque habían tomado parte en ellas16

Esta clasificación es aplicable a algunos de los casos encon-trados en Paraguay, Corrientes y Santa Fe. La documentaciónpara el siglo XVII se refiere específicamente al “originario”, sinembargo autores como Carlos Pastore, Rafael Eladio Velázquezy Branislava Susnik, entre otros, utilizan el término yanacona. 17

Diversas fuentes permiten dilucidar el panorama étnico y labo-

15 CARLOS PASTORE, La lucha…. pp.1216 GASTÓN GABRIEL DOUCET. Notas sobre el Yanaconazgo en el Tucumán. (En Revista

de Investigaciones Jurídicas. Año 6 N ° 6. México.1982) pp- 267-275.17 BRANISLAVA SUSNIK. El indio colonial del Paraguay, El guaraní colonial Asun-

ción. Museo Andrés Barbero, 1965, RAFAEL ELADIO VELÁZQUEZ. “Caracteres dela encomienda paraguaya en los siglos XVII-XVIII. En: Historia Paraguaya”.Anuario de la Academia de la Historia paraguaya.Vol XIX. 1982. Pág. 115-163. Asunción, CARLOS PASTORE, La lucha…pp. 40-41

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ral del indígena sometido en el Paraguay colonial, concretamen-te nos apoyaremos en este caso, en una fuente principal con laque venimos trabajando desde hace algunos años para algunosespacios de la Argentina Colonial (Corrientes y Santa Fe), quearroja luces también para el caso paraguayo: La visita del oidorAndrés Garabito de León (1651-1652) realizada en la ciudad deAsunción y en los pueblos de indios del Paraguay. 18 Dicha fuen-te que contrastaremos con otra documentación, es novedosa paraprofundizar el conocimiento de estos pueblos y encomiendas enel territorio mencionado, en una época conflictiva para el Para-guay y de la que han quedado muy pocas fuentes escritas.

Entre franciscanos y encomiendas

Partimos de la idea de que como en otros territorios, en estasencomiendas de indios originarios y mitarios se mantiene en vi-gencia el servicio personal, más allá de las Ordenanzas del oidorFrancisco de Alfaro que habían dejado sin efecto estas prácticasdesde 1611. Pastore en su obra dedica un espacio importante adichas ordenanzas, contextualizando el problema del serviciopersonal en el Paraguay y planteando los antecedentes e inten-tos de legislar el trabajo indígena a partir de ordenanzas anterio-res de Irala (1556), Ramírez de Velazco (1598) y Hernandarias(1603).19 Observamos en su obra una consulta permanente a au-tores que desde la mirada de la legislación contribuyeron al es-tudio del caso de la encomienda en Paraguay20

18 Archivo y Bibliotecas Nacionales de Bolivia. Serie Expedientes Coloniales.Ec. 1651.29 En adelante ABNB. EC.

19 CARLOS PASTORE, La lucha… PP. 40-44.20 Observamos en la edición de la obra de Pastore que consultamos que perte-

nece a 1972, una actualización bibliográfica y la cita de autores que en esaépoca habían realizados nuevos aportes sobre el tema

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El contexto socio-político del Paraguay y la economía en tor-no a la explotación de la yerba entre otros factores, imprimieronformas de trabajo en los pueblos, relaciones entre los actores ycaracterísticas propias relacionadas con las lógicas regionales.

La presencia de los franciscanos en la conformación de algu-nos poblados ofrece un espacio de análisis que incluye la rela-ción entre frailes, caciques, tributarios y encomenderos, con laposibilidad de visualizar los vínculos que se configuran entretodos estos actores en situaciones específicas, relacionadas conel trabajo, el tributo y el cumplimiento de la legislación.21

Los pueblos franciscanos se fundaron aproximadamente en-tre 1580 y 1615, en el ámbito del Paraguay y en el nordeste de laactual Argentina, concretamente en Corrientes. Cerca de Asun-ción se fundaron entre los guaraníes tobatines y guarambarenses:San Lorenzo de los Altos (1580), San Blas de Itá (1585) y SanBuenaventura de Yaguarón (1586), al norte de Asunción se fun-daron Tobatí, San Francisco de Atirá, Ipané, Guarambaré y Peri-co, aproximadamente entre 1580 y 1600.

Otro grupo de reducciones se estableció en el sudoeste deParaguay entre los guaraníes paranaenses: San José de Caazapá (

21 La presencia franciscana en el Paraguay, cobró fuerza con la llegada de FrayAlonso de Buenaventura y Fray Luis Bolaños en 1575. Ambos formaban par-te de la armada del adelantado Juan Ortiz de Zárate, que después de más dedos años de travesía, desembarcó en la región actual uruguaya. Allí la tripu-lación se enfrentó con los nativos produciéndose bajas importantes.Bolaños y su compañero llegaron a Asunción, cuando los movimientos derebelión indígena cubrían gran parte de la provincia del Paraguay, debido alcambio en las relaciones hispano-guaraníes y a la implantación de las enco-miendas a partir del reparto de Irala en 1556. LOUIS NECKER, Indios guaraníes ychamanes franciscanos. Las primeras reducciones del Paraguay (1580-1800) (Asun-ción. Biblioteca Paraguaya de Antropología.1990.) pp. 61

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1606), La natividad de Nuestra Señora de Yuty ( 1611), y en laotra margen del río Paraná, a 60 Km de Corrientes, La LimpiaConcepción de Nuestra Señora de Itatí (1615), Santiago Sánchez(1618), Candelaria de Ohoma y Santa Lucía de los Astos, un pocomás alejada, cuarenta leguas al sur de la ciudad de Corrientes,De los catorce pueblos, los cinco del Norte no llegaron a consoli-darse amenazados por los indios guaycurúes del Chaco, por ejem-plo Tobatí y Atirá fueron incendiados en 1672 y trasladados aotros sitios más seguros. Otro tanto ocurrió con Ipané yGuarambaré, que fueron llevados hacia el sur de Asunción.

Las reducciones se mantuvieron y organizaron conforme ala estructura prevista en la legislación para pueblos de indios.Parte de esas reducciones fueron transferidas al clero secular yhacia 1600-1670, los franciscanos sólo atendían cuatro pueblosde guaraníes: Itá, Caazapá, Yuty e Itatí y tres pueblos de gruposchaqueños Santa Lucía de los Astos, Candelaria de Ohoma y San-tiago Sánchez. Estos dos últimos desaparecieron en el primer ter-cio del siglo XVIII.

No nos detendremos en la obra franciscana en el Paraguay,conocida y estudiada por autores de significativa importancia,sino en las características del sistema de comunidad y el espaciode relaciones que se visualiza en las fuentes entre los habitantesde cada pueblo. 22

La relación entre los franciscanos y la encomienda ha sidorelativamente estudiada y a nuestro juicio es uno de los aspectosmás interesantes para analizar en el contexto de estos poblados.Encontramos a los frailes frente a dos situaciones concretas: por

22 MARGARITA DURÁN ESTRAGÓ. San José de Caazapá. Un modelo de reducciónfranciscana. Don Bosco. Asunción.1992…, LOUIS, NECKER, Indios guaraníes…

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un lado la postura con respecto a la explotación de la mano deobra indígena por parte de encomenderos o vecinos que es deaceptación y hasta de justificación.23 Por otro lado hallamos si-tuaciones concretas en que los franciscanos actuaronatemperando en algunas ocasiones la aplicación del sistema, conreclamos a los gobernadores y funcionarios por la continua sacade indios que provocaba el alejamiento de los tributarios de lospueblos y de sus familias.24 Otro factor a tener en cuenta en elcontexto de las misiones franciscanas es el factor geográfico. Seubicaron cerca de las ciudades principales. Esta circunstanciafacilitó la solicitud permanente por parte de encomenderos y fun-cionarios de tributarios para cumplir con diversas actividadesen la ciudad o en viajes para los que eran llevados, en ocasionessin posibilidades de regresar a sus pueblos de origen.

Estas prácticas atentaban contra el sistema comunal, que im-plicaba la organización económica del pueblo, la entrega de tie-rras y estancias, la labor del indio en comunidad y la obligacióndel cumplimiento con las tareas comunales. Trabajar para la co-munidad, podía asegurar la subsistencia del pueblo, aunque conlas continuas intervenciones desde la ciudad se tornaba difícillograr equilibrio y estabilidad.

23 MARGARITA DURÁN ESTRAGÓ. “Reducciones franciscanas en Paraguay…,pp.973.

24 A mediados del siglo XVIII el Procurador General de la Orden FranciscanaAntonio López de Balmaceda se dirigió al gobernador de Buenos Aires solici-tando se exonere del pago de tributo a los indios de Itatí, por dos años o eltiempo que el funcionario considerase, debido a los problemas que afrontabala reducción. Por otra parte se quejaba el sacerdote de las “sacas” permanentesde indios que eran llevados en embarcaciones al Puerto de Buenos Aires, aban-donando a sus familias y el trabajo en las tierras de la comunidad. Solicitabaademás que declarara vacas a las encomiendas que hallase sin confirmaciónreal dentro del plazo establecido en su concesión y se agregasen luego a lareducción de su origen, para que ésta pagase a S. M el tributo acostumbrado.

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a) Algunos aspectos demográficos

En lo que se refiere a las características demográficas, pre-sentamos la evolución del total de algunos pueblos de indios,tomando como referencia los franciscanos durante algunos añosde los siglos XVII y XVIII. Existen diversas fuentes que permitenseguir la evolución de la población en estos conjuntos misionales,para el caso franciscano datos aislados en algunos casos de lospueblos del Paraguay y controles secuenciales en algunos pue-blos como Itatí en la jurisdicción de Corrientes.

Cuadro 1Reducciones franciscanas

Años Caazapá Yuty Itatí1653-9 1.528 1.600 6061682-4 1.764 1.897 6181760 735 800 7881784 705 675 714

1799 656 677 692

Fuente: Maeder, E. 199525

25 Los datos de Itatí de 1653 pertenecen a la visita del oidor Andrés Garabito deLeón a las encomiendas del Río de la Plata. Archivo y Biblioteca Nacionalesde Bolivia. Serie Expedientes Coloniales. ABNB. EC 1653.7. Los otros datosfueron obtenidos por ERNESTO MAEDER “Asimetría demográfica entre las re-ducciones franciscanas y jesuíticas de guaraníes”. En (Revista complutensede Historia de América. Madrid. Servicio de publicaciones UCM.Núm.21.1995). pp. 77-78

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Grafico 1

Población en las reducciones franciscanas

Gráfico 2Población en 1653

Población en las reducciones franciscanas

Fuente: ABNB. EC. 1652.17. 1652.16. 1652.12

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En el caso de las reducciones franciscanas Caazapá y Yutyubicadas en el territorio paraguayo, tuvieron una importante po-blación en el siglo XVII que tiene un descenso notorio en el sigloXVIII. Las continuas sacas de indios de las reducciones, por par-te de funcionarios y encomenderos, las fugas que se producencomo consecuencia del trabajo forzoso al que eran sometidos losvarones activos, son algunos de los hechos que se reflejan en elcomportamiento demográfico de estos poblados. La aplicaciónde las encomiendas y el trabajo al que debían responder los va-rones entre 18 y 50 años, tributarios del régimen, nos ofrece unmodelo de reducción laxo en el que el descenso de la poblaciónse vincula indudablemente a la aplicación de este sistema de tra-bajo. Todo el peso del trabajo manual que exigían el comercio, laagricultura, la ganadería y la navegación recaía sobre los indiosde las reducciones.

En el caso de Itatí la evolución de la población ofrece mayorestabilidad entre los dos siglos sin crecer ni disminuir significa-tivamente. Estudios más profundos que hemos realizado sobrevariables demográficas referidas a la composición por sexo y eda-des en esta población revelan una alarmante proporción de ma-yores respecto de niños y jóvenes. Llama también la atención enlas fuentes consultadas la elevada cantidad de matrimonios sinhijos, y cierto número de huérfanos.26

26 Hemos profundizado en estas cuestiones en MARÍA LAURA SALINAS. Domina-ción Colonial y trabajo indígena. Un estudio de la encomienda en Corrientes Colo-nial. (Asunción. Centro de Estudios Antropológicos de la Universidad Católi-ca (CEADUC). Biblioteca de Estudios Paraguayos. Volumen 81). 2010 pp. 163-170, analizando en detalle las probables causas de las características demo-gráficas de estos pueblos.

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Los efectos de la aplicación de las encomiendas se observanen la evolución de estas poblaciones. En las reducciones francis-canas la población no aumentó sino que decayó o se mantuvoestable. Sus bajos promedios de gente joven suponen las dificul-tades que existieron para el crecimiento de la población.

Las causas de este comportamiento, creemos que puede atri-buirse a la aplicación de las encomiendas en dichos pueblos, quealejaba a los varones durante dos o más meses al año, tuvo inci-dencias en estas particularidades.

b) Sobre jefaturas y liderazgos

En los primeros tiempos de organización de las reduccionesde guaraníes la figura del cacique fue clave en el funcionamientoy la estructura interna de las mismas. Creemos que la presenciade estos líderes y sus acciones contribuyeron a la conformaciónde las reducciones y fueron figuras significativas en dichos con-textos.

Como mencionamos anteriormente nuestro análisis apuntaa profundizar en las características de estos líderes, el comporta-miento de los caciques respecto de los demás integrantes de suparcialidad y con los otros actores del mundo colonial vigenteen ese momento.

En los primeros tiempos, hasta las Ordenanzas de Irala de1556 que establecieron el régimen de encomiendas, el servicio delos guaraníes a los españoles en Paraguay no obedecía a una leydeterminada, el simple status provisorio de “indios amigos de latierra” establecía las pautas de relaciones socio-económicas en-

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tre los conquistadores y conquistados. Luego, desde el momentomismo de la implantación del régimen, esta concesión se apoyóen el sistema de liderazgos para su funcionamiento interno. Enla sociedad colonial se instituyó el cacicazgo y los feudatariosorganizaron sus encomiendas de acuerdo con las autoridades delos pueblos guaraníes, se dividieron por parcialidades y antiguasagrupaciones pequeñas por linajes en cada pueblo de indiosmitarios27.

En estos pueblos sujetos a la encomienda en lo que se refiereal sistema de trabajo, el cacique estaba exento del cumplimientode la mita, del servicio al encomendero, sin embargo era quientenía a su cargo la distribución de los turnos para dicho serviciode los varones entre 18 y 50 años, según establecía la legislación.También estaba exento del trabajo el primogénito del cacique.28

Las ordenanzas de Irala, primeras leyes en tratar estas cues-tiones, hacían referencia al tema de esta manera:

“Primeramente ordenamos y mandamos que todos losindios...sean obligados a obedecer y obedezcan sus principalesy mayorales que tuvieren y fueren puestos y no se muden va-yan ni ausenten de sus casas y pueblos y casas ni parte alguna y

27 BRANISLAVA SUSNIK, El indio…tomo I. pp.6328 Los visitadores hacen expresa referencia en sus registros a que sólo los pri-

mogénitos de los caciques estaban exentos, debido a las quejas de losencomenderos de que toda la familia del cacique se adhería a estos “privile-gios”. Tampoco tributaban cantores, sacristanes, etc. y sobre esta cuestión sequejan los encomenderos a los visitadores. Uno de los encomenderos,Sebastián de Acuña, menciona que en el pueblo de Itatí había más de 30 can-tores, mitayos en su mayoría, situación que perjudicaba el cumplimiento dela mita. Visita al Capitán Pedro Gómez de Aguiar, Visita a Sebastián de Acu-ña. ABNB. EC. 1653.7

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allí vivan y permanezcan todo el tiempo que Dios les diere devida..”29

Ramírez de Velazco en sus ordenanzas de 1597 destacó laobligación de los caciques frente al encomendero de su parciali-dad “...todos los caciques y capitanes de los pueblos tengan grancuenta de enviar sus mitas con puntualidad”.30. Hernandarias ensus ordenanzas de 1598 y 1603, prohibió que los encomenderosexigiesen la mita de los caciques o los ocupasen en otros trabajosa ellos y sus familias.

... “justa cosa es que a los indios caciques por ser entre ellos prin-cipales también se les guarden sus preeminencias y privilegiosy libertades heredados y adquiridos de sus antepasados y quepor ser indios sin haber delinquido no se les quiten haciéndolesde caciques y exentos que sean mitayos y jornaleros como losuelen hacer algunos encomenderos...”31

La política de Hernandarias consistía en apoyarse en el gru-po de caciques, para asegurar el pago de la mita y también ejer-cer a través de estos liderazgos cierto control sobre encomenderosy funcionarios. Ya desde este momento el cacique aparece comoel nexo necesario, capaz de ejercer influencias sobre su parciali-dad en el proceso de integración al sistema de trabajo impuestopor los españoles.

En teoría el cacique guaraní tenía derecho de presentar algobernador las quejas sobre malos tratos, fuerzas, agravios y tra-

29 RAÚL, LAFUENTE MACHAIN, El gobernador Martínez de Irala. Bs. As. (Biblioteca dela Sociedad de Historia Argentina. La Facultad, 1939), pp. 512.

30 JUAN CARLOS GARCÍA SANTILLÁN, Legislación sobre indios del Río de la Plata en elsiglo XVI, (Madrid, Biblioteca de Historia Hispanoamericana, 1928), pp. 357

31 JUAN CARLOS GARCÍA SANTILLÁN, Legislación…pp.378-382.

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bajo excesivo, en realidad las quejas recién se manifestaron enépocas de la gran “saca” de indios. A mediados del XVII por ejem-plo, en los pueblos del Paraguay y de Corrientes ante los even-tuales visitadores, los caciques expresaban sus reclamos, en si-tuaciones como el tratamiento, exceso en el cumplimiento de lamita, etc.32

El rol activo de los líderes de cada parcialidad se puede ob-servar claramente en el proceso de las visitas de control por par-te de la corona, que en ocasiones recibían estos pueblos de in-dios. Durante el siglo XVII, las reducciones franciscanas de Para-guay y Corrientes recibieron visitas de oidores de la Audienciade Charcas con el fin de verificar el cumplimiento de la legisla-ción sobre indios y comprobar el estado de las reducciones. Endichas inspecciones el cacique era quien respondía a las pregun-tas del oficial y en los documentos se refleja claramente su parti-cipación mientras duraba el proceso.33

En principio se debe destacar la importancia que se les otor-gaba desde el momento mismo del registro en cada encomienda,el visitador entablaba un diálogo vía intérprete con el cacique decada parcialidad, tomando previamente el juramento necesario.En los registros aparecen con tratamiento de “don”.

32 Se pueden encontrar numerosas quejas en las visitas realizadas durante elsiglo XVII y XVIII desde la Audiencia de Charcas o bien desde las goberna-ciones. ABNB. EC. 1653.7. 1653.16, 1652.11. 1650.11. Visita a las encomiendasde Corrientes por el Maestre de Campo Francisco de Noguera Salguero 1717-1718. 1719. 1721.Sala IX. 40.8.5; Archivo General de la Provincia de Corrien-tes. (AGPC) Visitas al Pueblo de Itatí. 1721, 1759, 1772, 1785, Documentos deGobierno. Leg.26,29,33

33 Destacamos el caso de la mencionada visita del oidor Andrés Garabito deLeón.

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Otro de los aspectos que interesaba a los visitadores era com-probar si los que se presentaban como caciques realmente lo eran,se preguntaba especialmente sobre sus antepasados y familia.En algunas encomiendas visitadas, cuando existían dudas sobreesta cuestión se examinaba a los más ancianos, incluso de otrasparcialidades, con el fin de confirmar si era el sucesor legítimo ysi sus padres y abuelos habían sido caciques.34 Tomando algunoscasos más representativos que hacen alusión a esta cuestión, enel pueblo de Itatí en la encomienda de Andrés de Figueroa, sepresentó como cacique Luis Potaguí; inmediatamente fue desco-nocido por algunos “caciques viejos”, quienes aseguraron que elcacique era un niño de dos años, Juan Monderayú, hijo y nietode quienes habían sido caciques. Finalmente se aceptó a este úl-timo como heredero y a Luis se lo reconoció como administradorde la parcialidad mientras durara la minoridad de Juan, quienera su sobrino.35 La norma establecía que se debía hacer cargodel cacicazgo cuando era heredero un menor al cumplir 20 años,mientras debía administrar un tío o quien lleve el título de don.El reclutamiento de los caciques basado en el concepto hispanode “familia y parientes de los principales” del pueblo, obedecíaal primer empadronamiento y seguía luego el derecho heredita-rio, de esta manera varios guaraníes estaba exentos de pagar lamita. A partir de ello surgía la permanente duda, a veces intere-sada, por parte de los encomenderos acerca de la real existenciade estos líderes antes del encuentro con los españoles. El PadreFrancisco Díaz Taño, procurador general de la Compañía de Je-sús en la provincia del Paraguay, Tucumán y Río de la Plata ela-boró un informe sobre este tema en 1678. Señalaba que:

34 Visita a la encomienda de Francisco de Acuña. ABNB. EC. 1653.735 Visita a la encomienda de Andrés de Figueroa. ABNB. EC. 1653.7

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... “algunas personas opuestas a los indios y caciques...han es-parcido una novela ...que dice que entre los indios de dichasprovincias ...no hay cacique ninguno, ni indio noble sino todosindios viles, mitarios y tributarios...y que jamás tuvieron supe-rior alguno o cacique...sino que eran indios bárbaros, que vi-vían esparcidos como venados...y así deben ser tratados, singuardar a ninguno privilegio de noble...”36

El reconocimiento que se logra desde la sociedad hacia loscaciques es notorio en casi toda la documentación ya desde losprimeros tiempos, el sistema encomendero exigía una célula in-dígena de apoyo, aun cediendo a la posibilidad de perder algu-nos privilegios sociales. En la antigua estructura social de los gua-raníes se reconocían los jefes, “padres” de los linajes y tambiénlos jefes agrícolas y guerreros a la vez de aldeas mayores, lo quese logra entonces con posterioridad es la hispanización de la je-fatura, que se manifestaba ya como una de las primeras necesi-dades de las nacientes provincias americanas. Entre otras cues-tiones, además, se debía encontrar un factor justificativo para lasnuevas uniones matrimoniales de los españoles con las guara-níes dentro de la categoría social del hidalgo. Por eso ya desde elsiglo XVI se introdujo una división netamente nominal de gua-raníes vasallos, plebeyos y los guaraníes nobles por sangre dellinaje, caciques, dones-hidalgos guaraníes, quienes no trabajanpero vigilaban el trabajo de sus parciales.37

La figura del cacique era fundamental en el funcionamientodel sistema; en todos los pueblos, sin excepción, era común queestos últimos se encargaran de repartir los turnos para cumplir

36 Información a favor de los caciques de la nación guaraní en que se precisahaber habido siempre caciques...Archivo General de la Nación.(AGN) SalaIX.6.9.3

37 BRANISLAVA SUSNIK, El indio… 1965, pp.65

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la mita y, a la vez, tomaban el rol de reemplazar a losencomenderos ausentes en las visitas, asumiendo el rol de infor-mantes de oidores y funcionarios, y responsables de los indioscuyos encomenderos no estaban presentes.

Como se mencionó anteriormente, los caciques estaban exen-tos del tributo. Los oficiales recordaron en más de una ocasiónen el recorrido por estos pueblos, que sólo los caciques y sus pri-mogénitos de matrimonio legítimo estaban eximidos del servi-cio, de acuerdo con lo que establecían las ordenanzas, el restodebería cumplir más allá de pertenecer a la familia del cacique.Estas aclaraciones surgieron a partir de las quejas de algunosencomenderos que expresaban que algunos indios que se decíancaciques no cumplían la mita.38

Dentro del pueblo el cacique también se encargaba de la di-rección de otras tareas. El visitador Fray Pedro de Parras, men-ciona que el gobierno de los pueblos franciscanos es “trabajarpara el común”.39 Tierras, talleres, herramientas de trabajo, ga-nado, todo pertenecía a la reducción. A excepción de los enfer-mos, del corregidor y de algún otro funcionario, estaban obliga-dos al trabajo, hombres, mujeres y niños de más de once años deedad.40El cura doctrinero distribuía cada día las tareas que de-bían cumplirse con la mirada de las autoridades indígenas y losmiembros del cabildo. Los caciques hacían el papel de “capata-ces” de los indios agricultores y el cura tenía el control y direc-ción en los talleres artesanales y de los almacenes comunes.

38 ABNB. 1651.1039 PEDRO JOSÉ DE PARRAS, Diario y derrotero de sus viajes. 1749-1753. Bs. As. Argen-

tina Solar, 1943.pp. 17040 MARGARITA DURÁN ESTRAGÓ, Presencia franciscana…. 1987. pp. 975.

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Es de destacar también en estas visitas, la participación delos caciques, en ocasiones como testigos ante las acusaciones querecibían los feudatarios por parte de sus encomendados. El visi-tador luego del registro de los habitantes de cada encomienda,realizaba una serie de preguntas referidas al cumplimiento de lamita, el trabajo que realizaban, la doctrina y el tratamiento querecibían de su encomendero. Se han encontrado casos en una delas visitas más detalladas con las que trabajamos, realizada porel oidor Garabito de León a los pueblos de Corrientes y Para-guay en la que los indios expresaron sus disconformidades y acu-saron a sus encomenderos de incurrir en serias irregularidades.El visitador daba traslado de los cargos al encomendero y éstedebía responder en tres días. Además de su descargo el acusadopresentaba testigos favorables, ante las quejas de los indios, en-tre ellos el cura doctrinero, otros vecinos encomenderos, y enocasiones los caciques e indios de las diferentes encomiendas quetuvieran algún cargo dentro de la estructura política de la reduc-ción. 41

En el caso específico que tomamos como ejemplo los enco-mendados acusaron de malos tratos al Capitán Pedro Gómez deAguiar, alcalde ordinario de la ciudad de Corrientes y quien ade-más tenía el cargo de “protector de los naturales”. El encomen-dero acudió al cacique de otra encomienda, quien tenía el cargode corregidor, para que ofreciera su testimonio. También se pre-sentaron declaraciones de dos indios que tenían el cargo de pro-curador y fiscal del pueblo. Todos estos testimonios fueron favo-

41 Este documento es uno de los más detallados e interesantes con los que he-mos trabajado, por los datos específicos que ofrece sobre el estado de las re-ducciones y las medidas que toma el visitador con el fin de cumplir la legisla-ción del visitador Alfaro, vigente en ese momento.

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rables al encomendero y junto con los del cura doctrinero y losde otros vecinos, permitieron que Gómez de Aguiar fuera ab-suelto de sus cargos por el visitador. Este es un caso muy parti-cular porque es el único encomendero que resultó absuelto lue-go de la presentación de los testigos.42 Estos hechos nos llevan apensar en el mundo de presiones que seguramente existieron endicho contexto de inspección y en las estrategias de control porparte de los encomenderos.

A modo de cierre

La aplicación de las encomiendas como sistema de trabajoen los pueblos de indios franciscanos señala particularidades encuanto a las características de los mismos. El alejamiento de losvarones que trabajaban para los encomenderos en la ciudad du-rante un período de sesenta días, que muchas veces se extendía,implicaba para las reducciones una reestructuración en el fun-cionamiento del régimen de comunidad que presentaba la au-sencia de los varones, cabezas de familias. Esta situación provo-caba también cambios en la estructura demográfica de las mis-mas, aspecto que no se evidencia por ejemplo en otras experien-cias misionales, como la de los jesuitas.

La re-lectura de la obra de Carlos Pastore “La lucha por latierra en el Paraguay” motivó la realización de una serie de nue-

42 De los 16 encomenderos visitados en el pueblo de Itatí por ejemplo, 9 resulta-ron multados, en algunos casos suspendidos en el uso de la mita. Los cargosestán relacionados sobre todo con exceso en el tiempo de la mita, malos tra-tos y hacerlos trabajar en días domingos y fiestas de guardar. ABNB. EC.1653.7

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vas preguntas a antiguas fuentes con las que venimos trabajan-do en el caso de la encomienda paraguaya.

La tierra se nos presentó como aspecto unificador para pen-sar en los pueblos de indios y el entramado de actores y relacio-nes que se presentan en dicho contexto.

Estos poblados se transforman sobre todo durante los siglosXVII y XVIII en centros de fusión y contacto con la sociedad colo-nial. Al interior de los mismos se conjugan los poderes de caci-ques y doctrineros; al exterior, las exigencias de encomenderos yfuncionarios que experimentan situaciones de aproximación yconflicto con el sistema comunitario que se desarrolla en cadapueblo.

En el título del trabajo partíamos de la pregunta ¿dueños dela tierra? para problematizar sobre las primeras concesiones deencomiendas unidas al reparto de tierras, la evolución de la le-gislación y de las prácticas serviles que fueron configurando unescenario particular de descenso de la población, fugas y explo-tación del indígena en el Paraguay de la colonia.

Más allá de la renovación historiográfica y las fuentes nove-dosas que salen a la luz de los estudios permanentemente, la obrade Carlos Pastore sigue delineando temas y problemas de la his-toria de la tierra en el Paraguay. Permite identificar y continuarlos estudios sobre aspectos clave y revalorar una mirada que noha perdido vigencia sobre un tema tan significativo como el dela tierra.

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Territorialidad, Comercio y Ocupación. Lapresencia del Paraguay en la región misionera

(1810-1865)

Por Norma OviedoUniversidad Nacional de

Misiones (UNAM)Facultad de Humanidades y

Ciencias Sociales,Departamento de Historia

La revolución en el espacio platino y la disputa por la ocupa-ción de la región misionera.

El proceso revolucionario Latinoamericano, más allá de pro-ducir un cambio en la organización política, provocó un lentoproceso de desestructuración y reestructuración de los espaciossocio-económicos y de las jurisdicciones territoriales pertenecien-tes a cada uno de los nuevos Estados emergentes. En las fronte-ras de los imperios coloniales español y portugués los conflictosse manifestaron en una simultaneidad de escalas de apropiaciónterritorial y dimensiones de ejercicios de poder en disputas. Laregión misionera fue uno de esos espacios, caracterizados por el

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cruce de jurisdicciones políticas, económicas y religiosas, en lasque surgieron los Estados Nacionales de Argentina, Paraguay,Uruguay y Brasil.

El surgimiento de los Estados Nacionales objetivó una con-fusa configuración del espacio regional misionero, como conse-cuencia de la cambiante realidad instalada a partir de la expul-sión de los jesuitas (1768) y acentuada por la vinculación a lacreciente polarización económica sustentada desde los diferen-tes proyectos políticos de las ciudades de la región platina (Asun-ción, Buenos Aires, Montevideo y Porto Alegre). Este proceso detransformaciones político-territoriales y diversificación socio-eco-nómicos actualiza y reconstituye una nueva red de relacionescuya cohesión responde a las estipulaciones políticas estatalesque intervienen en la apropiación y legitimación del espacio geo-gráfico.

En la etapa post-jesuítica (1768-1810), las misiones sufrieronun proceso de empobrecimiento, proletarización y polarizaciónsocio-economía provocada, fundamentalmente, por la demandade los mercados platinos respecto de la extracción y comerciali-zación de la yerba y el consumo de los derivados del ganado,productos que quedaban en los antiguos pueblos jesuíticos. Lapolarización de la demanda generó, además, una especializaciónen la producción y el transporte, los campos surorientales aleda-ños al río Uruguay fueron ganaderos y la zona noroccidental con-tigua al río Paraná fue yerbatera; dichos bienes económicos tra-zaron una ruta de circulación particular utilizando tramos de lavía fluvial de los ríos interiores y trayectos camineros terrestresreales para vincularse a la franja portuaria (Montevideo, BuenosAires y Porto Alegre) relacionada al comercio internacional.

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La revolución en el área platina (1810) inicia una instanciade definiciones en torno a la instauración de un nuevo modelopolítico, representado por diversos sectores socioeconómicos lo-cales que disputaron partes del espacio misionero argumentan-do sus intereses particulares (empresarios y comerciantesyerbateros-ganaderos fundamentalmente). Así, sus acciones in-tervinieron en la determinación de las fronteras interna-externaque se evidenció como una franja indefinida, difusa y móvil de-bido a las superposiciones de actividades económicas y decisio-nes jurídicas estipuladas por las partes involucradas en el usodel territorio (unidades político-administrativas estatales, pro-vinciales y departamentales, unidades jurisdiccionales religio-sas, circuitos de producción y comercialización, imaginarios sim-bólicos de identidades étnicas diferenciadas, etc.).

Este trabajo analiza la ocupación paraguaya en la región mi-sionera argentina y el origen de la Rinconada de San José, en laactual provincia de Misiones, como contribución al diálogo conla obra de Carlos Pastore, de manera particular con la secciónque él denomina Época de la Independencia.

Buenos Aires, como capital del virreinato, asumió la primi-cia revolucionaria y una vez logrado su propósito pretendió con-figurar un amplio Estado basado en los límites que, hasta esemomento, le había sido asignado al Virreinato por la corona es-pañola. Por su parte, cada una de las gobernaciones e intenden-cias entendía que tenía igual derecho a reorganizarse política-mente y habilitaban la posibilidad de unificación si se aceptaba,de común acuerdo, las condiciones mínimas que servirían de basea la unión. La diversidad de intereses y objetivos argumentaronproyectos y experiencias diferenciadas que espacializaron ámbi-tos territoriales de ejercicio de poder caracterizado por la tensión

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y el enfrentamiento permanente entre posturas que intentabanconservar la antigua unidad político-territorial, del Virreinatodel Río de la Plata y de las Misiones Jesuíticas, plasmadas enideas y proyectos defendidos por los caudillos locales (1810 a1822) -plan federalista de Artigas en el Protectorado de los Pue-blos Libres (1815), Acuerdos y Tratados de protección y alianza(1810-1822) etc.- y acciones materializadas en apropiaciones tem-porarias de determinadas zonas de las ex-misiones a través deincursiones militares denominadas como invasiones o intrusiones

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- paraguaya (1815), portuguesa (1816-7)-, etc. por las posterioreshistoriografías de los Estados Nacionales.

Entonces, el período pos-revolucionario -Revolución de Mayo(1810) a la Guerra de la Triple Alianza (1870) representa una eta-pa de transición1 en la historia regional, considerada como unafase intermedia ubicada entre la Colonia y la Nación. El pasajede una situación a otra requirió un proceso de transformación dela realidad misionera que supuso conflictos y modificaciones delos mecanismos de equilibrio que antes eran sobreentendidos ytácitamente aceptados. Por ello, resulta imposible señalar un corteabrupto entre una fase y otra, ya que en esta realidad intermediaconvivieron: 1- elementos propios de la antigua estructura, 2-factores correspondientes a la estructura en formación y 3- de-terminaciones reelaboradas aplicadas a situaciones diferentes yde innovación. Bajo este panorama, es fundamental recuperarlas características de la ocupación paraguaya en el área denomi-nada como Bajas Misiones, entre los ríos Paraná y Uruguay (este-oeste) y entre la línea imaginaria que unía Corpus y San Javier(norte) y el arroyo Aguapey (sur), para dar continuidad al proce-so de poblamiento y ocupación territorial y desmitificar la no-ción de “espacio vacío” sostenida por la producción historiográ-fica que fundamenta la pertenencia de dicho territorio a uno uotro Estado Nacional (paraguayo o argentino).

1 DOBB, Maurice: Estudios sobre el desarrollo del capitalismo. México,decimoctava edición en español, Siglo XXI editores, 1985. “... entonces ello sedeberá a una cualidad de las situaciones históricas que determina lahomogeneidad de la estructura de toda una época y la inestabilidad intrínsecade períodos de transición, que presentan un equilibrio de elementos dispares.Se deberá a que la sociedad está constituida de tal modo que el agente principalde movimiento y de cambio, al menos en las transformaciones esenciales, loconstituyen el conflicto y la interacción de sus elementos claves y no elcrecimiento de un elemento único”.

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Esa área misionera fue el espacio físico donde confluyeronlas disputas permanentes y simultáneas entre los incipientes Es-tados Nacionales de Paraguay, Brasil y Argentina, entre las pro-vincias argentinas de Buenos Aires, Santa Fe, Entre Ríos y Co-rrientes2 y, entre estas provincias y los Departamentos y Estadosde Paraguay y Brasil respectivamente. Esta puja por el dominiodel territorio estaba signada por intereses mercantiles comunes,bienes económicos (madera-yerba-ganado); que requería la uti-lización de los recursos materiales y humanos locales y la reacti-vación de las rutas terrestres y fluviales para la circulación de losproductos de comercialización en el mercado internacional. Parael reciente Estado Paraguayo, el control de la vía terrestre queconectaba Asunción - Itapúa-San Carlos-Santa María- Paso Hor-

2 En este punto habrá que tener en cuenta que la participación de los Estadosprovinciales en la puja por3l a posesión del territorio tiene diferenciacionespara cada uno de ellos: Buenos Aires tendrá una decisión de mayor peso en laetapa del gobierno rosista (1830-1850) y aunque no se haya llegado a unasituación determinante fue una contención relativa frente a las intencionesdel gobierno paraguayo principalmente a través de las medidas económicas;Santa Fe jugó un rol casi opaco y sólo gozó de un momento circunstancial enel que la actitud y acción de establecer un equilibrio en la Mesopotamia poníaa esta provincia en un lugar de privilegio pero no existía un proyecto real deanexión de Misiones; el caso de Entre Ríos se puede decir que fue unaprolongación del Proyecto Federal de Artigas y significó un verdadero peligropara el Paraguay pero justamente la posibilidad de promover un desequilibriode poder en las provincias litoraleñas hizo que las otras provincias argentinasprovocaran la muerte de la República Entrerriana; Corrientes sí argumentósu posición con respecto a la propiedad del territorio que le interesaba y fuemás o menos peligroso para las aspiraciones paraguayas según las relacionespolíticas-económicas que la acercaban hacia las provincias del Plata o algobierno asunceño. Esta situación particular en la que se situaron cada unode los Estados Provinciales caracterizó la participación en la contienda por laposesión del espacio físico en disputa; también habría que agregar losconflictos regionales e “internacionales” que afectaron no sólo a las Provinciassino que también signaron la participación de los Estados Nacionales en ladefensa del territorio.

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miguero (actual Santo Tomé) -San Borja-Porto Alegre y/o Mon-tevideo y/o Buenos Aires, y el dominio de la zona circundanteera vital debido a su situación mediterránea.

Los Estados locales y nacionales en emergencia y el sentido delas ocupaciones

Las Provincias Unidas del Río de la Plata, después Confede-ración Argentina, representada por Buenos Aires como centropolítico-económico asumió determinaciones de política interna-cional respecto de las Misiones. Esta disposición afectó tambiéna las demás provincias (Santa Fe, Entre Ríos y principalmenteCorrientes) que ejercieron, explícita o implícitamente, diversasmodalidades de ocupación -de derecho y de hecho- sosteniendojustificaciones históricas, conviniendo tratados, realizando recla-mos territoriales, explotando recursos humanos y naturales delterritorio y explicando las bases sobre las que se sustentaba elcarácter de su soberanía. Esta competencia también se dirimía enotra escala en la que participaban Brasil y Paraguay: el primeroejercía una acción de hecho, a través de la actividad que realiza-ban los comerciantes intermediarios, en su mayoría de origenportugués y luego brasileño, evidenciando su interés predomi-nantemente comercial y de extracción en la zona; en cambio, elsegundo incluyó un nuevo tipo de acción que consistió en la pre-sencia de autoridades paraguayas para el control y dominio te-rritorial y la autorización del asentamiento poblacional de emi-grados brasileños y correntinos y de grupos étnicos diversos,negros, mulatos, zambos y guaraníes.

La ocupación paraguaya cobra, entonces, un sentido diferenteque supera y combina la apropiación y reclamación jurídica con

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el uso del espacio geográfico, instituye otro carácter que conjugasus intereses políticos, económicos y sociales en una versión deocupación antes no reconocida. Este carácter de la ocupación crea-ba un sentido de la propiedad que combinaba acciones de hechoy de derecho pues a la par de la discusión legal (tratados, recla-mos, alegatos históricos) desarrollaba una praxis concreta, rela-tiva y discontinuamente efectiva mediante, de explotación de losrecursos naturales y de integración- inserción de los recursoshumanos al trabajo, de control constante del territorio y de lapráctica comercial y, fundamentalmente, de vigilancia sobre elasentamiento poblacional.

El proceso de constitución de las nacionalidades representa-do por la institución estatal requirió de estrategias objetivadas -ocupación efectiva del espacio, imposición de la fuerza militar,realización de actividades económicas- y subjetivadas -reconoci-miento de autoridades gubernamentales, acatamiento de leyes ysímbolos nacionales- para contribuir a la desmitificación de laantigua identidad y mistificación de otra identidad que legiti-mase una nueva concepción del espacio y la sociedad.

La ocupación paraguaya, la tensión de la frontera y las estrate-gias de control territorial.

Las estrategias de control del espacio (1810 a 1830), tanto flu-vial como terrestre, estuvieron basadas en la capacidad y eficien-cia del cuerpo militar y variaron según el tiempo de permanen-cia y los objetivos propuestos: a- rondas esporádicas en el ríoconducidas por un grupo mínimo de hombres armados paraobservar el movimiento en la costa oriental del Paraná y vigilarla actividad yerbatera en Candelaria y San Ignacio, b- guardias

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instaladas en los pasos (Yabebirí, Campichuelo, Paso de la Pa-tria, etc.), constituidas por pocos hombres en tierra y su misiónera vigilar el movimiento y actividad de los correntinos e indiosy c- campamentos, guardias, expediciones y corridas como tácti-ca de avanzada y dominio del territorio en disputa.

Los campamentos y las guardias, por su permanencia, de-mandaban instalaciones para alojamiento de tropa (entre 200 y350 hombres), lugar para mantención de ganado y posiblementepara chacarerío, contaban con un número considerable de hom-bres y fueron de vital importancia para la fiscalización del nor-mal desarrollo de las transacciones comerciales y el control de lapoblación circulante. Las expediciones (promedio de 200 a 250hombres) recorrían el territorio dispuesto entre los río Paraná yUruguay requisando yerba, madera y ganado extraídos por dis-tintos grupos. Mientras que las corridas eran partidas menoresde hombres, desprendidas de las expediciones o de las guardias,que controlaban espacios reducidos según rumores o comenta-rios de los prisioneros tomados anteriormente.

Los documentos referidos a estas estrategias de control delterritorio son relevantes en tanto proporcionan informes sobre elestado de los pueblos, la localización de los yerbales, la recolec-ción de ganado, la movilidad de la población (correntinos, brasi-leños, indios, etc.) y el ejercicio de control territorial estatal. Apartir de las mismas, el Paraguay determinaba: 1- La confisca-ción de la explotación ganadera y yerbatera de la zona, la incau-tación de armas y periódicos y el control de las actividades mer-cantiles, 2- La imposición de autoridad en el ejercicio de la sobe-ranía y el reconocimiento de la población migrante y de los co-merciantes intermediarios y el seguimiento de la informaciónsobre los sucesos en Corrientes, 3- La selección de la “gente blan-

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ca” para la autorización de asentamiento y la localización de otrosgrupos étnicos (indios, esclavos, negros y pardos) y; 4- El esta-blecimiento de instalaciones edilicias, geográfica ygeopolíticamente adecuados, asegurando el dominio del espacioeconómico.

La ocupación provisoria (1810-1833)

La ocupación del Departamento de Candelaria (1811-1815)3

fue clave para dominar el territorio ubicado a la margen izquier-da del río Paraná, era estratégico para asegurar la ruta comercial,la actividad extractiva, la recaudación de armas, etc.. CuandoGervasio Artigas avanza sobre esa zona, Gaspar Rodríguez deFrancia refuerza la frontera fluvial ordenando al Subdelegadode Santiago acudir en auxilio del Subdelegado de Candelaria y,considera que “ en aquel punto hay fusilería suficiente…”, envíe “cin-cuenta hombres a Candelaria, (…) para tener siempre una fuerza sufi-ciente a ocurrir donde convenga sin desguarnecer notablemente la Ca-pital, (porque) es necesario hacer reclutas…” 4, “conmover los Pueblos

3 Manuel Belgrano había sido derrotado militarmente en la expedición alParaguay pero había firmado un Tratado con el gobierno paraguayo en cuyoArtículo 4to. especificaba que el Departamento de Candelaria (constituidopor los pueblos de Candelaria, Santa Ana, Loreto, San Ignacio y Corpus)quedaba “…en custodia del Paraguay…” hasta tanto sus autoridadesparticipasen en un Congreso General de las Provincias Unidas del Río de laPlata donde se acordasen los límites.

4 Alfredo Viola, Cartas y decretos del dictador Francia, Asunción, Biblioteca deestudios Paraguayos, Universidad Católica, 1990, T. I. Cito Colección Bareiro,Vol. 224, Núm. 5, Secc. Hist., Original. Asunción 21 de agosto de 1815. JoséGaspar Rodríguez de Francia al Comandante de la Villa de Concepción DonJosé Miguel Ibáñez. Las transcripciones procedentes de la colección Bareirose realizan conservando la grafía original.

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de indios y saquear las haciendas de los paraguayos establecidos hacialas costas del Paraná”.5

Sin embargo sostenía que los moradores de la otra banda dela Tranquera de San Miguel hacia el Yabebiry seguían estandoexpuestos al enemigo debido a la distancia entre tales guardias,por lo tanto determina controlar militarmente la zona con uncontingente de 60 hombres mediante la observancia y la estrate-gia de “hacer correr la voz”–, “la mitad con bocas de fuego y la otramitad con lanzas”- a controlar el paso del Yabebiry. Tal acciónapuntaba a contener a los artigueños ya que “…una vez pasando(…), se da en la otra banda con territorio extraño: ha de omitir Vm. elparaje encargado, cuidando no obstante de mantener alguna gente aun-que sea al mando de algún Oficial en la inmediación del paso, de modoque se sepa este movimiento en el otro lado, (por) si acaso los bandidosintentasen saquear o robar en los límites del Departamento de Candela-ria, ha de pasar Vm. con quinientos hombres a contenerlos”.6

Una vez que se presume el ataque (15 de septiembre de 1815),Rodríguez de Francia designa Subdelegado del Departamentode Candelaria y Comandante General de las fuerzas de aquellasfronteras al Sargento Mayor del Batallón Nº 2, Don José CarlosCareaga en reemplazo del Capitán don José Matías Isasi, quiendebe ser reconocido por este último junto a todos los “… pueblosde naturales, sus corregidores y Cabildos, empleados y vecinos y mora-

5 Ibídem. Colección Bareiro, Vol. Núm. 3410 N.E. Asunción 29 de agosto de1815. José Gaspar Rodríguez de Francia al Comandante del Pilar Don JoséJoaquín López.

6 Ibídem T.I. Colección Bareiro, Vol. Núm. 3410 N.E., Copia Simple. Asunción 4de septiembre de 1815. José Gaspar Rodríguez de Francia al Comandante delPilar Don José Joaquín López.

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dores de ese Distrito…”7 a la vez que provee de refuerzos haciendomarchar diferentes secciones de tropas urbanas y veteranas. Detodas maneras el aprestamiento resultó ser ineficaz puesto que“… se dejó repasar a esta banda después de una acción reñida (…) [yagrega] se necesitará tiempo para poner lista una fuerza respetable conla que espero reducir las cosas a su orden”.8

Derrotada la fuerza paraguaya en la batalla de Candelaria, elgobierno paraguayo decide explorar la costa del Paraná por tie-rra y por agua con la idea de reforzar militarmente toda la costade Itapúa debido a que la cercanía con Corrientes hacía inestablela situación. Para ello dispone la preparación de una flotilla ar-mada de tres botes y treinta o cuarenta canoas en circulación porel río para ayudar a la fuerza de tierra para llevar a cabo el reco-nocimiento de los principales puntos y puertos: “… desde la caídadel río Paraguay al Paraná, y si para seguir aguas arriba por este últi-mo río es preciso entrar por el riacho del Atajo, o si por el otro pequeñobrazo que hace más acá y va a caer al mismo Paraná, podría abreviarseel camino (…) en qué parajes hay Puertos a esta banda en todo el Para-ná hasta San Cosme, y finalmente si en el canal del Salto de la islaApipé no faltará agua para un pequeño buque que vaya en cinco cuar-tas; pues necesito todos estos conocimientos para dar las instruccionesnecesarias al transporte”. 9 En esta tarea participaba el baqueanopardo, Mariano Candado, como práctico del río en las Misiones.

7 Ibídem. Colección Bareiro, Vol. 245 Núm. 24, Secc. Civil, Original. José GasparRodríguez de Francia, Vicente Antonio Díaz Moreno -secretario-.

8 Ibídem. Colección Bareiro, Vol. 3410, N.E. Copia Simple. Asunción 19 deseptiembre de 1815. José Gaspar Rodríguez de Francia al Comandante de laVilla del Pilar Don José Joaquín López.

9 Ibídem. T. I. Colección Bareiro. Vol. 224 Núm. 5, Secc. Hist., Copia Simple.Asunción 26 de septiembre de 1815. José Gaspar Rodríguez de Francia alComandante del Pilar Don José Joaquín López.

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Evidentemente el objetivo de tener una fuerza respetable enesta frontera lo llevó a desabastecer de pólvora y municiones atoda la República pues aseguraba haber enviado toda a las”…fronteras de Misiones”. La inestabilidad que sufría el Paraguayquedaba manifiesta en el desconcierto y la necesidad de vigilarlos movimientos tanto de Buenos Aires como de Corrientes. Mien-tras, se enviaba una partida de 250 hombres que hacia los pasosde ltaybaté o Itatí a recabar información sobre la detención de laflota porteña en el Puerto del Pilar. Entonces, fueron implemen-tadas algunas medidas para extremar la seguridad: a-mucha cau-tela con las versiones y actitudes de los”… moradores de la otrabanda que se manifiestan adictos a la república (…) por si acaso no seanencargados y espías dobles de los enemigos”10, teniendo en cuentaque en Candelaria ya existieron algunos paisanos paraguayosque traicionaron a la patria y b- relevar a los Comandantes Sub-alternos que mantenían en resguardo la costa del Paraná “… delos pasos o puertos del Cerrito, o Itatí, Pesoa y Núñez; pues siendocorrentinos es mucho mejor y más bien visto que en su lugar, esténnuestros compaisanos, escogiendo para el efecto los que sean de máshonradez y conocido patriotismo…”.11

Desde el Paraguay se vigiló continuamente la costa del Para-ná, a pesar del temor a las tropas portuguesas, persiguiendo alos misioneros que huían de los pueblos del Uruguay se replega-ban hacia la costa. Entonces, se retiraron todos los objetos útilesy toda la gente de los pueblos misioneros (1817) y, a corto plazo,

10 Ibídem. T. I. Colección Bareiro, Vol. 224, Núm. 5, Secc. Hist., Copia Simple.Asunción 2 noviembre de 1815, José Gaspar Rodríguez de Francia alComandante del Pilar Don José Joaquín López.

11 Ibídem. T.I. Colección Bareiro, Vol. 224 Núm. 5, Secc.Hist., Copia Simple.Asunción 30 de diciembre de 1815. José Gaspar Rodríguez de Francia alComandante del Pilar José Joaquín López.

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se reiteró un ataque imprevisto comandado por “Castro que… dioun albazo el 9 del corriente a los indios de Candelaria. Pasó el río con latropa a media noche, y los sorprendió poco antes de alborear, estandolos bandidos tocando su diana. Entre el sobresalto hicieron al amaneceralguna resistencia, disparando sus tiros por las ventanas de los cuartosdel colegio del pueblo donde estaban acuartelados, pero murieron trein-ta de ellos y los demás, entre ellos varios heridos, se escaparon por lascorrespondencias de los cuartos al corralón, y ganaron el monte. Se letomaron catorce fusiles buenos y varias lanzas con algún despojo, de losnuestros murió uno, y a un payaguá Ie rompieron un dedo de la manode una bala que le alcanzó”.12

La ausencia de Andrés Guacurarí (1819), por apresamiento,y la derrota de Artigas (1820) y posterior asilo en Paraguay, posi-bilitó la re-instalación de las tropas paraguayas a la izquierda delParaná. La presencia de Amado Bonpland (1821), quien con laayuda de Aripi restableció la actividad yerbatera en Santa Ana ySan Ignacio, sirvió de argumento para una nueva batida (1822) yavance del Paraguay en esas localidades; aprisionando al natu-ralista, confiscando yerba y caballos y persiguiendo a Aripi ha-cia la costa del Uruguay. Mientras, las provincias platinas parti-cipaban de la guerra contra el Brasil propiciando el desarrollo deesta ocupación sin mayores obstáculos ya que el mismo Gober-nador Aguirre, elegido en el Congreso de San Miguel y reconoci-do por Santa Fe, Entre Ríos y Buenos Aires marchaba al frente debatalla incorporando tropas misioneras al ejército.

12 VIOLA, Alfredo: “Cartas y decretos del dictador Francia”, Asunción, Bibliotecade estudios Paraguayos, Universidad Católica, Vol. 37, T.lI, 1990. ColecciónBareiro, vol. 228, Núm. 2, Secc. Hist., Original. Asunción 16 diciembre de1818. José Gaspar Rodríguez de Francia al Comandante Don Fernando Acosta.

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Sin embargo, el avance paraguayo fue registrado por Agui-rre (gobernador de algunos pueblos misioneros localizados en lafrontera correntina), quien fija su asiento en San Roquito limi-tando las operaciones militares pero, a pesar de ello, desde Ita-púa continuó efectivizándose el comercio con los comerciantesportugueses. La tropa no estaba preparada para el control abso-luto pues “... el caso de misiones es un disparate porque siempre bus-can excusa para tapar las faltas y habiendo miles de yeguas nunca sepuede hacer nada y si ahora son los (…) Morcielago de San Ygnacio(…) mañana serán sapos y culebras (…) lo que prueba es q’ en Misio-nes no hay un hombre q’ [-roto-] duelo y q’ con tiempo prevea, cuide ydisponga las cosas. Lo peor de todo es q’ habiendo Subdelegado deSobstituto todavía haya de ser preciso, q’ yo vaya en persona á recono-cer un Campo donde apacentar las yeguas (…) pero no vale la penaromperse la cabeza pues solo (…) Dios puede mudar la calma, la decidia,el carácter y complesion de la gente paraguaya”.13

Después de la firma de la paz con Brasil (1828) el gobiernode Paraguay prevé una avanzada desde las fuerzas del imperio odesde la ciudad de Buenos Aires. Sin embargo, la movilizaciónsurgió desde la Provincia de Corrientes, ya que el GobernadorPedro Ferré reivindicaba la legalidad de la frontera occidental ymarchaba hacia las Misiones (1832) acercándose peligrosamentea Candelaria. El avance correntino provocó un reclutamiento detropas paraguayas (400 hombres) para iniciar hostilidades sinrecurrir a ninguna “bobería impertinente”. Hubo un aparente re-pliegue, por lo que Rodríguez Francia acusaba de ineficacia a susmilitares, a pesar de haber tropa suficiente14, entonces el gobier-

13 A.N.A. Colección Bareiro, Núm. 2561, N.E., Borrador, s/f.14 “Dicha actitud solo se puede esperar de un novato en el arte de la guerra, culpable de

la ineficacia.” A.N.A. Colección Bareiro, Vol. Núm., Secc. Hist. Asunción 2 deoctubre de 1832. José Gaspar Rodríguez de Francia al Delegado de Itapúa.

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no ordenó la preparación de tropas y alistamiento militar en lazona de frontera -Itapúa, costa del Paraná aunque considerabaque los correntinos que deambulaban desde Corrientes a latí sóloeran “cuadrillitas” que recorrían la costa y especialmente lospuertos, con el ánimo de “hacer pamento y llamar la atención” enesa zona con pueblos arruinados y sin recursos, mientras conti-nuaban robando yerba, cáscara de curupaí, tacuaras y maderas.Aquí se pone de manifiesto el verdadero interés de ambas par-tes. Además se encomendaba a los comerciantes brasileños in-formar que el Paraguay estaba preparando 4000 soldados en Vi-lla del Pilar, que pasarían por el Salto e Itapúa15 para asaltar aCorrientes, imposibilitada de conseguir ayuda de Buenos Airesy perjudicada por la anulación temporal del comercio como así,también, de “esos otros pueblos”.

Tanto las guardias como los campamentos garantizaron eluso del camino principal, vía terrestre que unía Itapúa –Posadas(Rinconada de San José), Santo Tomé (Paso Hormiguero) y SanBorja, aseguraron relativamente el orden en los ex-pueblosjesuíticos y controlaron la movilidad poblacional, correntinos(blancos y mestizos), portugueses o brasileños (mestizos, negrosy mulatos) y guaraníes vinculados a la extracción de yerba y ga-nado, entre los ríos Paraná y Uruguay. Además, eran puestosclaves para el gobierno paraguayo pues ejercían un estricto con-trol sobre la importación-exportación de productos, las recauda-ciones de las rentas impositivas, la concesión de permisos y guíasde comercio y la autorización de asentamiento, moradía, etc. entoda la campaña circundante.

15 A.N.A. Colección Bareiro, Vol. 241 Núm. 12, Secc. Hist. Asunción 28 de octubrede 1832. José Gaspar Rodríguez de Francia al Delegado de Itapúa.

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Resulta evidente que esta acción de ocupación exigió unapráctica constante de reconocimiento del terreno -descripto comoun territorio mucho tiempo abandonado- que servía de paso yresguardo de prófugos y delincuentes y refugio y hábitat de ani-males salvajes. El crecimiento de la vegetación, condición natu-

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ral de una zona selvática, creaba el ambiente propicio para elescondite y dificultaba la visión adecuada para ejercer controlsobre la región. En este paisaje rural , la instalación de los cam-pamentos y las guardias incorporaba un matiz de urbanización,bajo las directivas de las autoridades y tropas paraguayas, e im-pulsando la recreación del ambiente, seleccionando lugar propi-cio para instalar la infraestructura necesaria y acordes a los re-querimientos económicos de pasaje de ganado y yerba y de co-municación con el exterior -envíos de correspondencias, partesy papeles oficiales- con informaciones solicitadas por comercian-tes y funcionarios estatales.

La ocupación permanente (1833-1845)

Las escaramuzas militares protagonizadas por las fuerzas mi-litares paraguayas y correntinas (1832 y 1833) definieron un avan-ce fronterizo del Paraguay hacia la banda occidental del Paranáy el establecimiento permanente de las tropas en el Campamen-to de la Rinconada de San José. La instalación respondía a la ne-cesidad de continuar el fluido comercio con los portugueses,quienes, anteriormente, hacían el pasaje de sus mercaderías porla guardia de Candelaria y/o el Campamento del Salto.

Las acciones militares de esos años exigieron mayor esfuer-zo en el reconocimiento del terreno que, contrarrestando embos-cadas, inspeccionaban los accidentes geográficos (ubicación depicadas, accesos a la laguna (de San José), localización del mon-te, distancia del río, paso del camino del Salto, el arroyo Tuyucuá,etc.) y las instalaciones (varadero de los portugueses, potrero delvaradero junto al puerto, distancia del galpón, etc.) como prime-ras aproximaciones. Esta infraestructura da cuenta de los servi-

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cios básicos existentes para la práctica del tráfico comercial des-de Itapúa hacia el exterior platino. La estrategia implementadacon emboscadas en lugares estratégicos fue significativa para ladeterminación del asentamiento en una rinconada -en este casola rinconada del río Paraná que hace un codo-, apropiada para elresguardo de ganado y militarmente apta para la defensa del te-rritorio que se extendía al fondo del arroyo Saibó (actualmentearroyo Zaimán). Desde allí, se examinaron, minuciosamente, lacampaña aledaña hasta Candelaria, los campos hasta San Borjamiy la costa del arroyo Saibo, específicamente observando las baja-das del río Paraná, la existencia de lagunas, arroyos y manantia-les, las distancias a uno y otros lugares y el movimiento de ani-males y personas en diversas actividades.

Así, el 3 de diciembre de 1833, Rodríguez de Francia ordena-ba el pasaje de toda la Tropa, con armas, cañones y municiones,entre fusileros, caballería y artillería a acamparse en el potrerode la laguna, precisando que “… ahuyentarán esos salvages cuyadesverguenza en venir á andar por territorio del Estado á la vista de laTropa, ya no puede tolerar se.”16 De esta manera se concretaba laocupación del territorio mediante el alojamiento militar cuyosvisos de institucionalización se imponía con el nombramientouna autoridad, que acataría instrucciones como ir “… preparandolo necesario pa. el pasaje. El aloxarse en el nuevo Campamento tendrá ácaso algunas dificultades, pero llevarán las Tiendas de Campaña, y su-ficientes cueros para hacer pr. el pronto algunas barracas poco’ á pocopueden ir haciendo algunas chozas interinas llevando pa. ello herra-mientas, para lo que pueden también servirse de algunos materiales qe,

16 A.N.A Colección Bareiro, Vol. 242 Núm. 7, Secc. Hist., Original. Asunción, 3de diciembre de 1833. José Gaspar Rodríguez de Francia al Delegado de Itapúa.

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han de haver en el galpón destruido ( .. ) (Casimiro) Roxas el Oficial defusilero s hade ser el Comandte. del Campamento.”17

La actividad comercial y la necesidad de resguardar ese es-pacio terrestre de circulación hacia el exterior obligaba al gobier-no paraguayo a establecerse permanentemente en el Campamen-to de la Rinconada de San José como alternativa ante la medidarestrictiva que le imponía el Representante de la ConfederaciónArgentina, Juan Manuel de Rosas, prohibiendo la navegación delos ríos interiores. En este sentido, la orden hace notar la persis-tente tensión que existía en la región por la delimitación espacialen el contexto de formación de los nuevos Estados Nacionales(Argentina y Paraguay) y esta tensión se agudizaba con la inter-vención de las unidades políticas menores como la Provincia deCorrientes, que también participaba constantemente en la dis-puta por la apropiación del territorio.

Edificación y destrucción del Campamento de la Rinconada deSan José

El Campamento de la Rinconada de San José fue proyectadopor el arquitecto Lorenzo Coronil, quien Maestró la obra a partirdel 3 de enero de 1834, por orden del Dictador Gaspar Rodríguezde Francia, quien dispuso que las tareas fueran realizadas por latropa ya instalada -200 hombres y 50 peones naturalesconchabados en los Pueblos de Trinidad, Jesús e Itapúa-18. En

17 Ibídem.18 Estos peones serían remunerados con 2$ fuertes por mes y como premio se

les asignarían 2 vacas gordas “con el fin de contentarlos para que no huyan”y aprovisionamiento de carne, porción de granos y algunos vicios (yerba ytabaco).

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esta edificación utilizaron maderas y pajas (acarreadas personal-mente en masos) y transportadas en carros tirados por bueyesdesde la Laguna de San José al Campamento. La tropa, además,tendría a su cargo el resguardo y la vigilancia del lugar y la cam-paña adyacente.

La información refiere sobre la construcción de un varadero,preexistiendo otro llamado de las carretas, y un caserío dispues-to entre ambos próximos a la costa y circundados al frente porun campo abierto y al fondo; relacionados por un camino angos-to. La construcción sería estructural, armado y techado y, cerra-do luego, con paredes aseadas con cal, por dentro, y “…corredo-res aunq. sean angostos esto es al frente de los costados y no a lasespaldas”. Algunas de las habitaciones contarían con puertas yventanas, traídas del Salto, para residencia de los Oficiales y res-guardo de recados, armas y municiones. Asimismo, “ El frente dela rinconada creo qe. se cercará á palenque atado con correas de cuero óponiendo los travesaños entre dos postes como suele hacerse con pal-mas.”19 y tendría una tranquera para entrada y salida en “el ca-mino de los Brasileros”. El cálculo de finalización de la obra seestimaba en un mes y, para apresurar, requirieron el conchabode 10 ó 12 naturales de Itapúa, la dotación de vigilancia y la cons-trucción de cuartos y cocinas para uso de las compañías acampa-

19 A.N.A. Colección Bareiró, Vol. 242 Núm. 7, Secc, Híst., Original. Asunción 26de diciembre de 1833. José Gaspar Rodríguez de Francia a Delegado de Itapúa.También en A.N.A. Colección Bareiro, Vol. 242. Núm. S.Hist. Original.Asunción enero 3 de 1834, Francia al Delegado de Itapúa. “Los lances. creo,que serán como deá cinco y media varas. y en esta forma los quince lances decada azera ocuparán poco más de una cuerda”, Convertido a mts. obtenemoslos siguientes datos: 1 vara=O, 80mts. • 5varas y media=4.4Omts. • 1 lance—4,4Omt’l., 15Iance.’!=61,5Omts, 1 a7.era=61,50mts, es decir que cada costadodel Campamento tendría aproximadamente 62 mts. equivalente a poco másde una cuerda.

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das. A mediados de mes se había incrementado la tropa y perso-nal, 350 hombres -de los cuales 280 eran militares y 70 eran peo-nes-. La autoridad máxima local era el Comandante CasimiroRoxas, quien –desde ahora- tenía la atribución de actuar inde-pendientemente del Delegado de Itapúa, a excepción de algunosasuntos importantes. Más adelante, el campamento albergaría a373 hombres de armas y, simultáneamente, incrementarían lostrabajadores asalariados -peones, albañiles, picapedreros, carpin-teros, maestros, blanqueadores, arquitectos, conductores, etc. re-munerados en dinero, ponchos, ganado y algunos vicios20.

Además se dispuso la instalación de un mangrullo en elmonte, a espaldas del cuartel, y el pasaje de caballos y bueyespara mantenerse dentro del potrero de la manga. A partir de fe-brero, las casas ya estaban en condiciones de ser habitadas, porlo tanto fueron consideradas algunas medidas de seguridad comola edificación de una guardia, junto a la tranquera, la fortifica-ción del cercado, la colocación del candado en la tranquera y lafactibilidad de cierre del frente del cuadro del campamento conmuro de piedra; así, también actividades de limpieza de potrerosy extracción de materiales necesarios para la ampliación y refac-ción edilicia. Posteriormente, es construida la muralla de piedra,acompañada de “…una mediana zanja á tres, ó cuatro varas de lamuralla en toda su extensión de una á otra parte paraqe, recogiendosealli todas las aguas de la campaña, les sirva de canal dirigiendo su cursoal lado más bajo sea el, del Campamto., ó del monte grande…”. “Elmayor inconveniente que puede haber despues de concluida la muralla,

20 Racionamiento de carne de tropa y peones: Cía. Larga de fusileros = 1 resdiaria, 62 peones naturales = 1 res cada 2 días y Cia. de Caballería = 1 res cada2 o 3 días. A.N.A. Colección Bareiro, Vol. 242 Núm. 11, Secc. Hist., Original.Asunción 25 de enero de 1834. José Gaspar Rodríguez de Francia al Delegadode Itapúa.

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es que si de alli acía la Campaña de afuera se va elevando el terreno, y(…) todas las aguas, qe. en las grandes lluvias bajaban del campo á irpor el boqueron al río, encontrando el atajo del muro y agolpandose alli,minarian en partes el cimiento y lo derrumbarían. (Por lo tanto, ha-bría que) considerarlo antes de meterse en la faena. El modo de allanar,ó evitarlo (fue) terraplenar el pie de toda la muralla, con tierra sacadade la zanja paraqe., lo qe. alli llueva, caiga tambjen en la canal. “21 Sinembargo, ante.la visión de los extraños, se trataba de una trin-chera militar y tal denominación fue registrada en la documen-tación oficial.

La arquitectura requirió de piedras, traídas de diferentes pue-blos ex - jesuíticos (San Ignacio, Loreto, Santa Ana y Candelaria)y transportadas en canoas, balsas y balandras por el río para,luego, acarrearlas en carros hasta el lugar preciso; de arena, tras-ladada desde los bancos a orilla de los ríos y arroyos y de refac-ciones sucesivas de las dependencias. En 1836 y 1837 se apresta-ron materiales para la construcción de una nueva guardia y ran-chos de trabajadores y escoltas, se refaccionaron techos del case-río, estacas y estantes del cercado y se almacenó arena para laprosecución de la muralla. Así, la infraestructura fue cobrandoun colorido agradable para habitar y fueron incluyéndose inmo-biliarios para el confort, catres y cujas, a fin de brindar comodi-dades para las autoridades, los comerciantes y los enfermos.

La muralla fue edificada (1838) con piedras seleccionadas,formando almenas y troneras en la parte superior, con una partelisa y otra con banquetas, y, los ladrillos, cuya quema se realiza-ba en Itapúa, formaban los empalmes, con un estilo típicamente

21 A.N.A, Colección Bareiro, Vol. 242 Núm., Seco. Hist., Original. Asunción 5 demayo de 1&.14, José Gaspar Rodríguez de Francia al Delegado de Itapúa.

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medieval que impresionaba y forjaba una imagen de ser una for-taleza de seguridad. El arquitecto Eliseche, venido de la capital,y el aumento notorio de peones, que incluye blancos, negros ypardos además de los naturales, evidencian el trajín significativode la obra. Es pintoresca la descripción que refiere que “ …aden-tro y afuera de las murallas abalansándolas en cualquier parte”, (en losrecreos, los soldados) “… se paseaban por sobre las colmenas, todo conel fin de espiar a los emigrados ( ... ) y quitando algunas piedras asasque rematan las colmenas y haciendo saltar de la muralla esto es de lasde mas abaxo hasta la banqueta piedras de la magnitud de media -Vara(está ya compuesto con argamasa) para remediar esto último puse 2imaginarias en las murallas que ( ... ) alguno en adelante subiese en lasalmenas para que este como perjudicial al Estado fuese asegurado conuna barra y remitido a V.E.“22

Salvo algunos inconvenientes, como la creciente del río queobligó a suspender temporariamente la obra, esta prosiguió has-ta el año 1841 en que se ordena el perfeccionamiento de las ban-quetas, aunque no fue concluida en ninguno de sus extremos,que se cerraba en el río con una empalizada permitiendo la sali-da de animales y soldados que se fugaban por sendas que fue-ron abriéndose naturalmente. Por ello, posteriormente, el gobier-no consideraba que la llamada trinchera, como “Hemos visto en elplano que en ellas no puede tener uso ni colocación la artillería, y quesin altura no impide que de afuera puedan poner valas adentro. Obser-vamos también que la banqueta solo podrá servir pa. facilitar el traginde la gente” (… ) “Mandé tantear el monte en la rinconada adonde paróla obra de la muralla á ver si es fragoso con zanjas ú otras dificultades

22 A.N.A., Vol., Secc. Hist Campamento de la Rinconada de San José, 24 de juniode 1841. Comandante José Gabriel Valle a los Señores Cónsules de la RepúblicaCarlos Antonio López y Mariano Roque- Alonso,

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pa. un paso. llano, ó si es cosa que se pueda andar facilmte. Esto es depura curiosidad por que la muralla suspendida no ha de servir de atajoninguno en caso ofrecido, ni de consiguiente se piensa continuar, suancho de tres cuartas, y su construcción de puro barro y piedras peque-ñas demuestra su poca utilidad”.23

Por la tranquera, dispuesta de “…2 estantes antiguamente co-locados a un~ y otro lado de cada pilar (…) hize embutir en dichosestantes a la aitura del exe un tablón de lapacho de 2 tercias de ancho y4 pulgadas de canto bien enclabado para mejor efecto y así es que lapunta del exe y la carreta que (… ) quiera trompicar en alguno de lospilares corre en el tablon que tiene por delante cada pilar sin ningúndaño …”24, entraba el camino de carretas e ingresaban los comer-ciantes. Desde allí, al frente del Campamento, se visualizaba eltrajín hacia el puerto de la laguna y el campo de la campaña.

En 1841 se había mandado hacer un plano de la infraestruc-tura militar, momento de reubicación de la guardia de la tranquerapor temor a que “los emigrados entrasen pie en el número de genteque quisiere y sorprendieran” a la tropa desde los “…3 ranchos deemigrados que tapan la vista…”25; la misma tendrá techo de tejas.

23 A.N.A, Colección Bareiro, Vol. 247 Núm., Secc, Hist., Borrador. Asunción 16de mayo de 1841. Al Campamento. En otro documento se agregaba: “De ambosextremos de la muralla he sacado el cercado y rematado en el Paraná esperandodisposición”. A.N.A. Vol., Secc. Hist Campamento de la Rinconada de’ SanJosé, 30 de junio de 1841. Comandante José Gabriel Valle a los Señores Cónsulesde la República Carlos Antonio López y Mariano Roque Alonso.

24 A.N.A. Vol., Secc. Hist. Campamento de la Rinconada de San José, 4 deseptiembre de 184l. Comandante José Gabriel Valle a los Señores Cónsules dela República Carlos Antonio López y Mariano Roque Alonso.

25 A.N.A. Vol., Secc. Hist. Campamento de la Rinconada de San José, 12 de mayode 1841. Comandante José Gabriel Valle a los Señores Cónsules de la RepúblicaCarlos Antonio López y Mariano Roque Alonso.

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Por lo tanto, la resolución es modificar la disposición e inclusiónde la nueva guardia para la que, agrega “… pidio al Delegado deItapúa disponga de tejas necesarias...26. El lugar elegido para la ree-dificación quedaba “... retirado de la picada vieja hacia el Paraná arribacomo cuerda y media, forma una punta, su ribera no es desagradable...”con pendiente entre “suave y mediano porque no es rápido”, la trans-cripción documental da cuenta, además, de la existencia de unacapilla “…en la mitad del potrero, en mejor altura…”.27

La descripción de esta guardia principal sorprende, en tantose pone de relieve el sentido del buen gusto con que está edifica-da arquitectónicamente y su descripción apunta que “… mira delcampamento a la Tranquera es decir del naciente al poniente, el lancedel naciente tiene una puerta regularmente grande y el que le sigue unaventana grande con rejas de madera. Ambos lances componen un salónespacioso y aseado con muchas ha maque ras para alojamiento de losguardíeros, este salon tiene otra puerta entre el horcón principal y elprimer solero para salir con desembaraso en el último lance destinadopara la prevención o guardia, este lance no tiene pared hacia el caminomas la tiene en el primer solero, opuesto, ques hacia el sud adonde tieneun arquito rasante a la pared del último mpginete por donde se entra enuna fogonera hecha entre el primero y el segundo solero para tomar ocalentar agua las noches malas de lIubia su pared acia el sud está eleva-da poco más de Ia mitad y de allí remata en ladrillos crusados paradespedir acia afuera con facilidad la fumasa (…) En el moginete delponiente tiene un balconcito con pasamanos para atalaya de día; delprimer solero al otro primer solero su altura domina a las murallas y

26 A.N.A. Colección Bareiro, Vol. 247 Núm., Secc. Hist., Borrador. Asunción 16de mayo de 1841. Al Campamento.

27 A.N.A. Vol., Secc. Hist, Campamento de la Rinconada de San José 18 de juniode 1841, Comandante José Gabriel Valle a los Señores Cónsules de la RepúblicaCarlos Antonio López y Mariano Roque Alonso

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así’ se llega a ver de allí todo lo que precisa. La guardia dista del caminoque de la tranquera ba al campamento 17 varas y otras tantas de lasmurallas para el tragín de las patrullas de a caballo, sus corredores ytodo el salon bien enladrillados y desembarasado acia las puertas parauna pronta salida en los ‘casos ofrecidos, las paredes de los moginetes deladrillos parados desde arriba hasta abajo y las de sus lados hasta la

Elaboración propia. El siguiente Croquis localiza al Campamento de la Rinconadade San José (1833-1834) y representa las dependencias sobre un plano catastralactual del ejido urbano de la ciudad de Posadas a partir de los datos tomados deun conjunto de documentos oficiales del A.N.A. y las relaciones establecidas conlas características del relieve. Por sobre su emplazamiento se originó la ciudad dePosadas, capital de la Provincia de Misiones, cuyo primer nombre fue Trincherade San José en el Territorio Nacional de Misiones, como parte del Estado Argenti-no 1884.

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mitad: Todo blanqueado ya “ “Como no se ven casas de tejas a este ladoes extraña esta y dicen los que la ben ser linda…”

Los detalles refieren a la existencia de “… otra guardia en unanegadiso que, siendo un punto tan necesario no hay donde edificarcon la firmesa que era menester. Así es que en caso ofrecido hay comodefender y sostener el paso pa. la correspondencia quedando de consi-guiente el destacamto. expuesto aun sitio á falta de una situación ápropósito pa. un fuerte que tengan á tiro de cañón en la ribera (y pun-tualizaba que se) Reconosca al disimulo como pr, modo de paseo desdela picada del monte que baja á la ribera siguiendo acia un sitio donde nollegue el Paraná en su mayor altura con la distancia de su estado regu-lar informándose bien si es practicable á costa de cualquier faena segunsea el declive.”28 En 1842 las contingencias climatológicas impo-nían la realización de algunas reformulaciones, el trasladoprovisorio de la guardia de ribera debido a las abundantes preci-pitaciones que provocaron la creciente del arroyo produciendoinundaciones que derribaban parte de la muralla y dejaban “ …suciedades o basuras sobre. el filete qe. esta de asiento al caballete (y) enlugar de algunos mandíocales (…) tablones limpios y cubiertos de pro-fundidades”29

28 A.N.A. Colección Bareiro, Vol. 247 Núm., Secc. Hist., Borrador. Asunción 16de mayo de 1841. Al Campamento.

29 A.N.A. Vol., Secc, Hist., Campamento de la Rinconada de San José, 9 de febrerode 1842. Comandante José Gabriel Valle a los Señores Cónsules de la RepúblicaCarlos Antonio López y Mariano Roque Alonso.

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Infraestructura del Campamento de la Rinconada de San José,30

Trinchera de Itapúa, Trinchera de los paraguayos, Trinchera deSan José (actual ciudad de Posadas)

1 campamento: 55 lances de casa pajiza con puertas y ventanas alinterior en cuadro, a excepción del frente al poniente sin habita-ciones asegurado con un quinchado de aproximadamente 6/4de altura y en su medianía una traguera con 5 varas de luz, .2cocinas: de paja de 3 lances c/u , 1 atalaya, 1 guardia: 3 lancescon tejas aseada y nuevamente blanqueada con 2 puertas y 1 ven-tana de tableros, 1 altillo con barandas en su moginete hacia elponiente. Situada a 16 a 20 varas de la tranquera en murallas, 1guardia: 2 lances de casa pajiza con cocina y galpones correspon-dientes situada a 30 varas de la laguna y 1 potrero: frente angos-to y opuesto al Paraná cercado con 35 cuerdas y 1/2 vara demuralla de piedras con Latitud 35 1/2 pulgadas, altura 3 1/3 vara.La muralla de 7 1/2 varas con almenas y banquetas, la altura deesta última es de 1 vara y su latitud 31 pulgadas. El resto de lamuralla es lisa y recientemente reencalada y en la medianía tieneuna tranquera con 5 varas 1/4 luz; asegurada con cadena de hie-rro con candado y hermoseada con 2 columnas colaterales dealtura: 6 112 varas hasta el capitel y de grueso: 1 vara con 2 pul-gadas Animales: 34 bueyes, 181 cabo de ganado por punta, 173caballos y yegua = 389

Fuente: A.N.A. Vol., Secc. Hist. Campamento de San José en el Paraná, 27 de octubrede 1842. Comandantes José Gabriel Valle y Francisco Ignacio Sosa.OVIEDO, Norma. La ocupación paraguaya en la región misionera argentina y el origen de laTrinchera. Posadas, Inédito, Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales (UNaM),1994.Tesis de Licenciatura en Historia.

30 A.N.A. Vol. I, Secc, Hist Campamento de San José en el Paraná, 27 de octubrede 1842. Comandantes José Gabriel Valle y Francisco Ygnacio Sosa.

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Además de la infraestructura edilicia el Campamento(galpones para lanceros, guardias y casas de caballería, cuartel,etc.) también se aprovechaban las rinconadas como potreros, des-provistos de espartillares, pastos y carguatás y acondicionadospara la mantención de ganado; aproximadamente “…200 caba-llos capaces (que) es menester en el hinvierno o en cualquier estacionescasa de pastos sacarlos a pastear hasta la distancia de 2 leguas; deconsiguiente en idas y venidas todos los días tienen qe. caminar 4 le-gua, lo qe. no deja de aniquilarlos como lo he esperimentado cuandotubo qe. retirar los mui flacos en el campo de Joaqn. Trinidad en Sto.Tomas”.31

Evidentemente, una construcción de esta naturaleza se ha-bía impuesto mediante el ejercicio de poder de una autoridadcompetente, de trascendencia política y eficiencia para garantirlapaz y el orden y, mediante el reconocimiento social que, más alláde lo económico, editorializaba espacios vivenciales y clasifica-ciones de un abanico de identidades en construcción. La obe-diencia hacia una estructura de poder y organización interna pla-nificada era reproducida y respetada hacia el exterior. Al princi-pio, el Campamento de la Rinconada de San José no contaba conuna reglamentación institucional y dependió de directivas e ins-trucciones venidas desde Asunción pero, a partir del 25 de abrilde 1841, se sujetó al Régimen de Comandancia cuyos lineamien-tos generales abarcaba aspectos políticos, militares, económicosy sociales32.

31 A.N.A. Vol., Secc. Hist. Campamento de la Rinconada de San José,) 5 deseptiembre de 1M2. Comandante. José Gabriel Valle a los Señores Cónsulesde la República Carlos Antonio López y Mariano Roque Alonso.

32 A.N.A. Colección Bareiro, Vol. 247 Núm. 1, Seco, Hist., Original. Asunción 25de abril de 1841. Carlos Antonio López, Mariano Roque Alonso.

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Algunas determinaciones del Régimen de Comandancia delCampamento de la Rinconada de San José

1-Los comerciantes que vengan a Itapúa dejarán sus armas en elCampamento y les serán devueltas cuando regresen, 2- Ningúnpoblador con título de emigrado se admitirá en el cuartel y si elComandante visitara a alguien sea acompañado de un militar, 3-Cada tanto las recorridas de hombres armados a caballo se infor-marán de las opiniones de los emigrados pobladores e inspec-cionarán sobre gente no declarada, no admitida sin orden delgobierno, 4- Las corridas por el río (6 o 7 hombres armados para“arriba” o para “abajo”) vigilarán las costas, 5- Las expedicionespor tierra (compañía de caballería) al volver depositarán las ar-mas registradas en los cuartos de los oficiales y mantendrán ca-ballos suficientes en el potrero, 6- Las armas serán inspecciona-das por el Comandante en la prevención para algún caso urgen-te y lo demás será encajonado, 7- Las instrucciones militares serealizarán diariamente, 8- No se admitirán poblaciones cerca delas murallas y potreros y que está prohibida la relación entre losdestacados y los emigrados, etc.

Fuente: OVIEDO, Norma. La ocupación paraguaya en la región misionera argentina yel origen de la Trinchera. Posadas, Inédito, Facultad de Humanidades y Ciencias Socia-les (UNaM), 1994.Tesis de Licenciatura en Historia.

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Después del año 1842 solo se realizarían renovaciones de lostechos y la acera del cuartel y en el año 1845 se construiría laguardia de observación que sería la que sobreviviría hasta la to-tal destrucción del Campamento, “… en la boca de la picada, (cons-truida con) la madera de un galpón que se ocupaba con los cueros...”33

Posteriormente, se informaba acerca de la desocupación “…conla destrucción del cuartel de este punto continuándose con la traslaciónhasta concluir con inclusión de las piedras cortadas que forman los ca-balletes y banquetas de la serca de piedras (…) hemos acordado tambiéndejarle la abitacion que ha ocupado la Comandancia que se compone dedos piezas con tres puertas y dos ventanas viejas (…) se trasladó a laotra banda la hasta bandera. “34

El establecimiento de este campamento con carácter establey la incesante actividad comercial fueron dos factores fundamen-tales que motivaron y activaron el permanente flujo poblacional.El comercio era un móvil importante de incorporación de pobla-ción e incentivaba la actividad extractiva yerbatera-ganadera. Lapoblación se insertó como mano de obra en las distintas activi-dades generadas en torno a las transacciones comerciales. Ellomovilizó a un considerable grupo de faenadores de yerba y reco-lectores de ganado que en diversos pueblos, junto a cuadrilla depeones y capataces, se encargaron de transportar los productospara la venta. La construcción del edificio militar también fuemotivo de atracción para el desempeño de las tareas de albañile-ría y transporte de materiales de construcción.

33 A.N.A. Vol. 386, Secc. Hist. Campamento de San José, 20 de octubre de 1845.Comandante Antonio Tomás Lobera al Presidente de la República CarlosAntonio López.

34 A.N.A. Vol. 386, Secc. Hist, Campamento de San José. 31 de octubre de 1845.Comandante Antonio Tomás Lobera al Presidente de la República CarlosAntonio López.

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Así, fue generándose el establecimiento de un conglomera-do poblacional que iba configurando la sociedad local. La pro-tección y seguridad fueron elementos que pesaron en la decisióny elección de la población respecto al asentamiento en territoriocontrolado por la fuerza militar paraguaya. La tranquilidad y lapaz relativa que ésta garantizaba prometieron un pronto progre-so que se materializó en el surgimiento de sectores socio-econó-micos diferenciados, categorizados como hacendados, troperos,pulperos, etc. Las tierras de preferencia eran las que se hallabancercanas al campamento, las que estaban dispuestas sobre el ca-mino de circulación comercial, las rinconadas formadas por losarroyos Saivo y Aguapey y las recostadas o próximas a los ríosParaná y Uruguay. Límites naturales, buenos pastos y abundan-cia de agua componían las necesidades básicas para las unida-des de producción, denominadas establecimientos, haciendas einvernadas. Tales pretensiones pusieron de manifiesto el carác-ter de relevancia de la actividad productiva predominantementeganadera. A partir de 1837, atendiendo peticiones referente a esetipo de necesidades, el gobierno paraguayo resolvió cuestionesde arrendamiento de campos a favor de portugueses, cercanos alarroyo Aguapey y al río Paraná.

Los parajes de Santo Tomás y San Carlos eran también ambi-cionados, no sólo por la relativa cercanía al Campamento -7 u 8leguas- sino por estar próximos al camino de los comerciantesportugueses. Por otra parte, en virtud de los pedidos de arrenda-miento, el gobierno tomó providencias respecto a las solicitudesde terrenos dispuestos en la costa del Uruguay, especialmente,para contrarrestar la acción del gobierno correntino que vendíaalgunas parcelas en esas inmediaciones, a pesar de estar en “ju-risdicción paraguaya”.

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La distribución de la tierra también contemplaba a los habi-tantes en calidad de moradores y brindaba hospitalidad. Sin em-bargo, grupos de pobladores entraban subrepticiamente, ya seacomo arrimados o conchabados, registrados y sancionados porlas autoridades. Muchos se introdujeron sin permiso ni pasapor-te, agregándose y conviviendo en casas de familiares o bien con-chabándose en casas de extraños. Distintos casos de condición delos intrusos y diversas actitudes respecto al castigo se ilustran enlos casos siguientes: “…después de haberle fajado 3 cintarazos por susembustes le remaché una barra, y siendome mui gravoso el mantenerloalli a el, a su hijo y a una muger desgraciada qe. le seguia, al cabo de 4días los puse en libertad…”… (a los correntinos conchabados en la casadel).”…paraguay rojas en la otra banda del saibo (…) les remache a unabarra…al cabo de 6 días los puse en libertad (…) retiré toda la familia asu estancia en Caacaray territorio de Corrientes”.35

De esta manera, muchas familias brasileñas, correntinas yparaguayas fueron accediendo a la ocupación de la tierra, gene-ralmente con sus haciendas. Los brasileros con sus sirvientes, es-clavos negros fugados de la banda oriental del Uruguay, corres-ponden a una oleada expulsada por la revuelta de Legales, Im-periales y Republicanos (Revolución de los Farrapos (1835-1845)36.

35 A.N.A. Vol., Secc. Hist. Campamento de la Rinconada de San José, 12 deJulio de 1842. Comandante José Gabriel Valle a los señores Cónsules de laRepública Carlos Antonio López y Mariano Roque Alonso.

36 Emigración que durante toda la etapa ingresa al territorio, convirtiéndose enimportantes hacendados como: el Brigadier José María Gama y su suegra MaríaYgnacia Puresa, en este caso se trata de un militar que perseguido por susopositores, busca tranquilidad bajo tutela paraguaya y que, después determinada la contienda, se convierte en Comandante de Frontera en san Borja;Miguel Sampayo, comerciante dedicado tradicionalmente a esa actividad yotros como Jacinto Mora o de la Mora, yerbatero, comerciante y militar, BentosRodrigues y Antonio Guimarães entre otros.

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En 1841 se constató la existencia de un grupo de familias brasile-ñas e, incluso, algunas de correntinos establecidas en Paraguay,en épocas del Dictador, que aparentemente renovaba energíaspara el regreso ya que el gobierno intentaba “…informarse si esagente que continúa en las costas intenta establecerse…”.37 Por otraparte, las familias brasileñas pobladoras de Montenegro, SanBorjamí y Mártires hasta las cercanías de la trinchera, manifesta-ba interés en retornar a sus tierras. Mientras afluía esta migra-ción de regreso al lugar de origen, desde el sur un grupo de fami-lias avanzaba desde Yaguareté Corá y Santo Tomé en direcciónal Campamento. Un gran movimiento de carretas denunciabaesta situación de polarización humana, producido por los suce-sivos levantamientos de los gobiernos de Pedro Ferré y Berón deAstrada contra Rosas, y presionaban constantemente para esta-blecerse en la zona.38 Estos eran grupos de correntinos despoja-dos de sus tierras y recibidos por Paraguay.

Respecto a la población brasileña, el Estado paraguayo exi-gió la fijación de un asentamiento transitorio o definitivo, la acep-tación de la condición de agregados como subordinado y la se-guridad de que el Estado brasileño consintiera la expatriaciónmientras que, referente a la emigración correntina, explícitamenteordenaba: “ver bien esto de los correntinos emigrados con sus hacien-das, de sus tierras vendidas a otros pr. el mismo Gobierno de Corrtes

37 A.N.A. Colección Bareiro, Vol. 247, Núm. 1, Secc. Hist., Borrador. Asunción,15 de Abril de 1841. Sres. Cónsules de la República Carlos Antonio López yMariano Roque Alonso al Campamento.

38 En 184o se señalaba la existencia de 61 emigrados correntinos que queríanvolver a sus tierras, quienes llevarían consigo los ganados que introdujeronal Paraguay. Al tiempo llegaba a la zona un grupo de indios cruceños que seinstalaba en el pueblo de Candelaria.

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(,,,) estar sugetos á servir al Estado, con sus personas y haciendas encasos ofrecidos sin perjuicio de tratarse de arendamto”.39

La gran afluencia migratoria, principalmente de correntinosentre 1841 y 1842, fue significativa ya que obligó a las autorida-des a tomar medidas estrictas con respecto a la autorización deentrada y/o asentamiento en el área. Actitud que implicaba apli-car un criterio de selección “de los nuevos emigrados que serán am-parados con las prevenciones grales anteriores, y la especial de q lospatricios hande ser preferidos.”40 Puesto que Paraguay había sidoreceptor de emigración, previa a la firma del Tratado (1841). Acasi una década del establecimiento del Campamento de la Rin-conada de San José, los alrededores y toda la campaña hasta elUruguay estaban plenamente poblados, sin embargo no existe ono se han encontrado datos estadísticos sobre el poblamiento.Ajenos a esta situación legalizada, llegaban sujetos extraños queafirmaban que mucho tiempo antes fueron a “rebuscarse” a Co-rrientes y ahora se presentaban como emigrados, otros acotabanque eran moradores de la costa del Uruguay y recién hacían efec-tiva su presencia y, finalmente, otros pasaban, en palabras delComandante, “ya enancados ya en pelo sin presentarse”. Es rele-vante destacar que tanto la venta de yerba como la de ganado erael atractivo para un grupo de salteadores, civiles y militares, pro-duciendo mucha inestabilidad social. Los moradores afirmabanque el transitar los caminos causaba mucho temor, debido a laexistencia de “tanta gente mala y armada” que circulaba por el

39 A.N.A. Colección Bareiro, Vol. 247, Núm. 1, Secc. Hist., Borrador. Asunción,15 de Abril de 1841. Sres. Cónsules de la República Carlos Antonio López yMariano Roque Alonso al Campamento.

40 A.N.A. Colección Bareiro, Vol. 242, Núm. 1, Secc. Hist., Borrador. Asunción,5 de Noviembre de 1842. Sres. Cónsules de la República Carlos Antonio Lópezy Mariano Roque Alonso.

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lugar mientras que, las autoridades del campamentoimplementaban medidas más estrictas para combatir tales irre-gularidades.41

El ganado equino fue un rubro muy vendible entre los emi-grados. Los distintos bandos militares correntinos y brasileñoslo adquirían fácilmente dentro de los márgenes normales de laactividad comercial. Sin embargo, en épocas de crisis, promo-vían olas de robos y asesinatos. En 1842 son tan constantes estosdelitos que el gobierno impuso una sanción terminante de ex-pulsión en la que ordenaba: “…repasar los correntinos retirados deCaasapá con propósito de establecerse en el Campamt. de San José (...)ofreciéndoles bala cuando no mudasen el prosedmto. de robar y asesinaren la voz gral de los emigrados: y una porción de animales agenos qe.aparesen en poder de ntros emigrados vendidos por los expresados, qe.estando proximos a pasar en el interior de la repca. pidieron licencia aMorinigo pa. acabar de juntar sus animales con cuyo pretexto salierona robar caballadas…” 42

Este clima de efervescencia iba más allá de los límites juris-diccionales del territorio paraguayo y creaba problemas que de-bían resolverse conjuntamente con las autoridades correntinasde las Tranqueras de San Miguel y Loreto. Por lo tanto, los En-

41 Por ejemplo, se informaba que uno de esos salteadores “…agarró en las costasdel Aguapey un rocillo en los campos de Ventos Rodrigues cuyo capataz ypeones lo corrieron hasta cobrarle otra ves el caballo… (en esta emigraciónse ha recibido) en nuestro Departamento muchos perversos, ladrones yasesinos…”. A.N.A., Vol., Secc. Hist., Campamento de la Rinconada de SanJosé, 16 de Enero de 1842. Comandante José Gabriel Valle a los Sres. Cónsulesde la República Carlos Antonio López y Mariano Roque Alonso.

42 A.N.A., Vol., Secc. Hist., Campamento de la Rinconada de San José, 9 deJunio de 1842. Comandante José Gabriel Valle a los Sres. Cónsules de laRepública Carlos Antonio López y Mariano Roque Alonso.

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cargados de los pueblos tenían expresa orden de no admitir ensus distritos a “correntinos sin papeleta firmada de esta Comandan-cia”43 El régimen de contención interna que el Paraguay asegura-ba se condecía con la política de guardar “…perfecta neutralidaden los disturbios políticos de la República del Río Grande, y en lasdiscenciones intestinas de las provincias argentinas”44. Sin embargo,los últimos sucesos acaecidos en Entre Ríos y Corrientespreanunciaron una invasión provocando la aplicación de rígidasmedidas de seguridad viabilizadas mediante la Junta de emigra-dos que, con recomendaciones específicas a las familias de co-rrentinos, organizaron la traslación hacia la banda occidental delParaná. Los puertos de Pilar e Itapúa fueron puntos de pasajepoblacional mientras que, Candelaria, con corral y brete, fue lu-gar de estadía de animales para ser enviados en balsa. Referenteal pasaje de gente, la orden gubernamental establecía que: “Lapobrería en sí brasileros como correntinos, blancos y naturales, pobla-dos en el territorio pasaran despues de los hacendados, las familias…consus cortos intereses”.45

43 Un caso ilustrativo de los operativos conjuntos de ambas autoridadesdeterminaba “…aprehender la partida armada de Canteros en San Alonso,en cuya diligencia le convidamos proseder de acuerdo, le contesté que seríandesempeñados siempre que los mencionados quieran intrusarse en estedepartmto.” A.N.A., Vol., Secc. Hist., Campamento de la Rinconada de SanJosé, 28 de Noviembre de 1841. Comandante José Gabriel Valle a los Sres.Cónsules de la República Carlos Antonio López y Mariano Roque Alonso.

44 En 1842 se sostenía, que la República del Paraguay era la más fuerte de todaslas que le circundaban y por ello debía velar por la buena conducta de lospobladores y preservarse de los problemas de las Provincias de Abajo o delEstado de Río Grande do Sul resguardando la paz y la tranquilidad en elterritorio de Misiones.

45 A.N.A. Vol., Secc. Hist., Campamento de la Rinconada de San José, 20 deDiciembre de 1842. Comandante Francisco Ygnacio Sosa a los Sres. Cónsulesde la República Carlos Antonio López y Mariano Roque Alonso.

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Esta movilización de emigrados incluía también a paragua-yos que habían vuelto de otros lugares y que se habían asentadoen el territorio. Otras medidas señalaron la prohibición de salidadel país a los que regresasen a la República y establecieron quetodo ciudadano emigrado afincado en las cercanías del campa-mento, que no acatase la orden, fuese expulsado del territorio“pues los que no aman su patria no son dignos de tal consideración”.46

A principios de 1843 se nombraron “zeladores de policías” enlos distritos del Campamento, estos eran emigrados correntinosseleccionados por su capacidad para mantener el orden; perso-nas de buen juicio y buena conducta que no admitiesen la entra-da de bandas armadas ni familias de correntinos. Al año siguien-te, mediante un informe especial, se explicitaban nuevamentelos términos del tratamiento a los emigrados, especialmente acorrentinos, debido a las buenas relaciones con la Provincia deCorrientes puesto que: “…en diciembre de 1842 permitió el gobiernopor un acto de humanidad dar acogida (…) á la numerosa emigraciónde la Provincia de Corrientes. ( a excepción de) unos pocos (…) que porsus categorías, ó su influencia en el teatro que abandonaban podíancomprometer la política del Gobierno (…) A los… pobres mandó…quese les acudiera hasta con el abasto de carnes…A la que ocurrió por Ita-

46 Esta determinación alcanzaba a grupos de santafecinos armados que asolabanel territorio, el emigrado correntino Ambrosio Maidana, residente en SanBorjamí, se refería a estos últimos como un grupo de desocupados y revoltososque “…acababa de caminar una partida de doce o más hombres armados qe.habían dormido en su casa, qe. todos eran santafesinos, pero también de losderrotados, qe. benían de la tranquera de Loreto qe. el oficial había dicho aMaidana qe. ellos no salían a perjudicar sino a buscar donde trabajar y qe. noquerían dentrar por el Campto, y qe. como ellos van para Uruguai y piensanencontrar como trabajar.”. A.N.A, Vol., Secc. Hist., Campamento de laRinconada de San José, 28 de Diciembre de 1842. Comandante FranciscoYgnacio Sosa a los Sres. Cónsules de la República Carlos Antonio López yMariano Roque Alonso.

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púa se le acordó mayores beneficios para salvar las cortas haciendas queconducían, y también para retornarlas á sus hogares de Corrientes”.47

Territorialidad militar, soberanía y defensa de la frontera

El pasaje de emigrados hacia los pueblos del Paraguay seprolongó hasta octubre de 1845. En esa fecha, se desmanteló elCampamento de la Rinconada de San José, núcleo del asenta-miento poblacional ahora disminuido pero a cargo de los cela-dores que continuaban pernoctando en la Comandancia de laantigua unidad militar. La movilización del ejército obligó a to-mar recaudos con respecto a la población aún asentada y a nodescuidar el control de la gran movilización poblacional que,debido a los conflictos en Corrientes, se agolpaba hacia laTranquera de Loreto. Se la protegía del peligro de las partidasenemigas que asolaban continuamente. Esta custodia exigía elrefuerzo militar de las guardias de Loreto, de San José de Apipéy de observación de San José.48

La estrategia militar de “no dejar más que un desierto” de-terminaba la completa evacuación de la población civil a la dere-cha del Paraná. Las familias fueron ubicándose en lugares y cam-pos aledaños a la frontera defendible, desde la guardia de obser-vación de San José, conjuntamente con Tranquera de Loreto sevigilaban los movimientos mediante la acción de los celadoresmientras que, una expedición49 protegía a los emigrados y con-

47 A.N.A Colección Bareiro, transcripción de “El Semanario”. Asunción, 12 deMarzo de 1844, Carlos Antonio López, Mariano Roque Alonso, BenitoMartinez Varela “Secretario Interino de Gobierno”.

48 Frente a Itapúa, ubicada en la ribera oriental del Paraná.49 Con 200 hombres, seleccionados entre los más leales y confiables de la

población asentada aquí.

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trolaba el movimiento del ejército. Simultáneamente, se impu-sieron disposiciones básicas para contrarrestar el descontrol so-cial que con: “…partidas de desertores, y escapados como ya se estáanunciando, (…) bandidos y salteadores, (…) no vengan a inocular ennuestro Territorio sus vicios, y maldades, (…) ha sido muy oportunonuestra medida de evacuar y arrasar el Territorio de la otra banda. Sillegaren con armas en los pasos de nuestras fronteras (…) desarmarlos(…) admitirse en ellos ningun grupo armado (…) si fueren admitidos áesta banda con previa entrega de sus armas no serán admitidos en lospasos, ni en las costas, sino que serán internados.” 50

Al disminuir el peligro, debido a la retirada del ejército deJusto José de Urquiza51, nuevamente se produjo un asentamien-to de emigrados con el regreso de familias antes evacuadas, aalgunas de las cuales se aprovisionó con alimentos ya que variosemigrados fugaron hacia el Uruguay con haciendas ajenas. Porotra parte, tanto la emigración brasileña como la correntina tu-vieron la alternativa de volver a sus lugares de origen. La situa-ción imperante a mediados de 1847 entre Corrientes y la Confe-deración obligó al Paraguay a sostener un ejército permanente,por tiempo indeterminado, en la zona y a tomar algunos recau-dos respecto a los correntinos, ya que; “…en mejores circunstan-cias en las emigraciones de 1842 y 1846 no fue precisa la indicada pre-vención de que traigan sus haciendas, y que hoy es motivada por elatraso q han causado en el Pais de un lado las plagas, y pestes introdu-cidas en los ganado y animales, y del otro la prolongada seca….” 52

50 A.N.A, Colección Bareiro, Vol. 276, Núm. 19, Secc. Hist... Original. Asunción,17 de Febrero de 1846. Presidente Carlos Antonio López al ComandanteInterino de Encarnación.

51 Era el eje del ejército porteño que derrotó a las fuerzas correntinas.52 A.N.A, Colección Bareiro, Vol. 280, Núm. 28, Secc. Hist... Original. Asunción,

20 de Agosto de 1847. Presidente Carlos Antonio López al ComandanteInterino de Encarnación.

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A fines de año, un eminente enfrentamiento decidió la totaldesocupación del territorio.53 A pesar del repliegue, los argumen-tos sostienen derechos históricos al tiempo que se fundamenta laidea del espacio vacío como premisa que justifica la propiedad,considerándose que “El territorio que la República del Paraguaytiene sobre la izquierda del Paraná, es una parte del de las antiguasMisiones que desde su establecimiento, y fundacion de algunos pueblospor los Jesuitas, eran conocidas con el nombre de Misiones del Para-guay: territorio hoy enteramente despoblado, y desierto por la anarquiade la revolución donde no se ven vestigios de las Misiones Jesuitas, tanfamosas, mas que bosques, y matorrales, en que se abrigan las fieras y seesconden los vagamundos. Este es el territorio, que estando á la letra yespiritu de la carta del citado Virasoro, sé amenaza quitar á viva fuerza:prefiriendo la fuerza. á una discusion pacifica, y al examen de 108 titulos,y derechos de ámbas partes”.54

Entonces se estipulaba el pasaje masivo de la población, conla internación hacia jurisdicciones tierra adentro (como Caapucúy Caazapá), y el alejamiento de la zona de frontera, ya “… que siel enemigo por desgracia llegare á vencemos en la Frontera, nos des-truirá con nuestros propios medios y recursos, y que á este respecto unede los planes de defensa será presentarles la hambre, la inmovilidad y eldesierto armas espantosas que no es fácil, y acaso no es posible vencer,porque no han de estar introduciendo á esta banda del Paraná, movili-dad, y mantenimientos, ni podrán esperarlos de Entre Ríos, ni Corrien-tes”55. Desde la invasión de 1849 hasta 1863 el gobierno se ocupa-

53 A.N.A, Colección Bareiro, Vol. 380, Núm. , Secc. Hist. Original. Asunción s/f, Presidente Carlos Antonio López.

54 A.N.A. Colección Bareiro, Vol. 282 Núm. 9, Secc. Híst., Impreso. Manifiesto.Asunción 13 de febrero de 1848. Presidente Carlos Antonio López.

55 A.N.A. Colección Bareiro, Vol. Núm.3013, N.E, Copia Simple. Asunción 29de agosto de 1850. Presidente Carlos Antonio López.

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ría de mantener el territorio despoblado, aunque constantemen-te recorrido por un Ejército ambulante que vigilaba el movimientode las partidas armadas y los grupos de familias que se interna-ban permanentemente, desarmando las partidas militares y des-truyendo las nuevas poblaciones que se intentasen. En este con-texto y pasado el tiempo, la política gubernamental enfatizabafundamental “… para los Estados, tener limites naturales, fijos é in-variables: su tranquilidad, y seguridad estan mejor garantidas cuandouna barrera fuerte los separa del Estado vecino: una linea matemática,ó geográfica, mal definida, porque nunca puede ser bien determinada,es un motivo perpétuo de contestacion, y conflictos: y sobre todo es masconveniente concentrar la atencion del Gobierno, y de las fuerzas de laRepública, que estenderlas por un estenso desierto que ha formado laanarquia; y si (lo que dios no permita) sobreviniese una guerra con laConfederacion Arjentina, indiferente es que ese territorio sea de la Re-pública, ó de otro. “56

Esta es la situación imperante que sólo se define con la cul-minación de un enfrentamiento militar traumático y que casi ex-termina a la población paraguaya. La tenencia de Misiones, cues-tión no definida como frontera argentino-paraguaya, a pesar dela pérdida de importancia que había sufrido como espacio eco-nómico de circulación, era una cuestión que se asociaba al pro-blema de frontera norte brasileño-paraguaya, cuestión latente quesolidificó la alianza de estos dos Estados en contra de Paraguayen la guerra de la Triple Alianza (1865-1870) y, que en definitiva,impuso y legalizó la delimitación de límites entre los EstadosNacionales contendientes.

56 A.N.A. Colección Bareiro, Vol. 310 Núm. 2, Secc. Hist., Impreso. Asunción 14de marzo de 1854. Presidente Carlos Antonio López.

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Las tierras del Chaco Paraguayo, entre CarlosCasado, Matías Alonso Criado y Carlos Pastore

Por Gabriela Dalla-Corte Caballero1

Universitat de Barcelona

Introducción

En el año 2003, leyendo en Asunción del Paraguay el librode Carlos Pastore llamado La lucha por la tierra en el Paraguay,pude saber de buena tinta que a finales del siglo XIX, casi 80individuos o sociedades se habían apropiado de miles y miles deleguas cuadradas de praderas y bosques ricos de quebracho co-lorado del Chaco Paraguayo. Esos individuos y esas sociedadeshabían adquirido esas leguas cuadradas a un precio medio de $128,81 cada una, y gastando en total un millón de pesos, algo asícomo 181.264 libras. Pastore se había basado en los “Libros deProtocolos de Tierras Públicas” de la Escribanía Mayor de Go-

1 Este trabajo se inscribe en el proyecto del Ministerio de Economía yCompetitividad HAR2012-34095, desarrollado en el seno del TEIAA, Tallerde Estudios e Investigaciones Andino-Amazónicos (2009SGR1400), grupo deinvestigación consolidado por el Comissionat per a Universitats i Recerca delDIUE de la Generalitat de Catalunya.

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bierno del Ministerio de Justicia y Trabajo para calcular que enlos años 1880 y 1883 fueron vendidas unas 8.352,47 leguas cua-dradas. Para dar a conocer su obra, acudió en el año 1949 a laEditorial Antequera de Montevideo, la ciudad en la que se exilióa inicios de la década de 1940. Este libro fue reeditado por lamisma editorial en el año 1972, y es esta edición la que pudeconsultar en el año 2003 en Asunción del Paraguay.2

También comprobé que, un año después de que se reeditarael libro de Pastore en Montevideo, Teresa Zárate utilizó las pági-nas de la “Revista Paraguaya de Sociología” para hablar de la par-celación y de la distribución de tierras fiscales a partir del año1870 (es decir, un siglo antes), remarcando el significado del de-sastre ocasionado por el conflicto bélico desatado por los ejérci-tos de origen argentino, brasilero y uruguayo contra el Paraguayen 1865.3 Y que en el año 1986, Casaccia y Vázquez adoptaron eltítulo de Pastore, pero incluyeron en el análisis a la poblaciónindígena originaria chaqueña, en este caso a los maskoy.4

El cálculo que había hecho Pastore, junto a las ideas aporta-das por Zárate, Casaccia y Vázquez, me permitió deducir el con-tenido del folleto titulado La propiedad del Chaco Paraguayo, quehabía publicado los Talleres Nacionales de H. Kraus de Asun-ción en el año 1910, y que pude consultar en la Biblioteca Nacio-nal y en el Museo Etnográfico “Andrés Barbero”. Por entonces,

2 Carlos Pastore, La lucha por la tierra en el Paraguay, Editorial Antequera,Montevideo, 1972, cita de p. 304.

3 Teresa Zárate, “Parcelación y Distribución de Tierras Fiscales en el Paraguay(1870-1904)”, en Revista Paraguaya de Sociología, 10, 6, 1973.

4 Gladys Casaccia y Mirna Vázquez, La lucha por la tierra en defensa de la vida. Elpueblo maskoy frente a Carlos Casado S. A. Asunción, Equipo Nacional deMisiones, Conferencia Episcopal Paraguaya, 1986.

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el objetivo de este folleto había sido simplemente registrar el co-bro de la contribución directa de las empresas establecidas en lastierras chaqueñas. Esa distribución de la propiedad de tierras cha-queñas del año 1910, junto a la obra de Carlos Pastore, me permi-tió comprobar que la distribución de las 13.749.671 hectáreas cha-queñas se habían distribuido en las dos últimas décadas del si-glo XIX de la siguiente manera: las sociedades y compañías po-seían en ese año de 1910 una superficie de 3.093.856 hectáreas,los bancos unas 262.500 hectáreas, y los particulares el resto dehectáreas: 10.393.315. Lo más significativo: que los dueños eran,en su gran mayoría, empresas argentinas, británicas y norteame-ricanas, todas ellas dedicadas a la explotación del quebracho co-lorado. Para mí, lo más decisivo fue que el folleto identificara alos propietarios de esas tierras, incluyendo el plano que habíasido obra del agrimensor Ernesto Hang. Este agrimensor, por suparte, había aprovechado la información que previamente habíaaportado el perito argentino Jorge Luis Fontana, quien ademásde militar, geógrafo y explorador, fue el responsable de la funda-ción de la capital de lo que sería el Territorio Nacional de Formo-sa,5 y autor de unos interesantes textos descriptivos sobre el pla-no general del Gran Chaco y sobre la exploración del río Pilco-mayo.6 El “experto” Fontana trabajó para Carlos Casado del Ali-sal, el empresario palentino establecido en la ciudad de Rosario,donde nací yo, y quien en sólo cinco meses del año 1886 adqui-

5 Liliana Brezzo y Beatriz Figallo, La Argentina y el Paraguay, de la guerra a laintegración. Imagen histórica y relaciones internacionales, Pontificia UniversidadCatólica Argentina, Rosario, 1999.

6 Gabriela Dalla-Corte Caballero, “La construcción de la región del Gran Chacomás allá de la Nación: mensuras, conflictos de límites e intereses empresariales(1870-1932”, en P. García Jordán (ed.), Estado, región y Poder local en AméricaLatina, siglos XIX-XX. Algunas miradas sobre el estado, el poder y la participaciónpolítica, Ediciones Universidad de Barcelona, Barcelona, 2007, pp. 155-209.

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rió, sin moverse de la ciudad mencionada, casi 3.000 leguas cua-dradas de tierras chaqueñas paraguayas.7

Por mi interés personal ante mi tatarabuela paraguaya lla-mada Dominga Caballero, decidí reconstruir la historia delpalentino y navegante Carlos Julián Niceto Casado del Alisal,ese español republicano, contrario a la monarquía española, queen el año 1857 había decidido instalarse en la ciudad de Rosario.En el año 1865 contrajo matrimonio con la rosarina RamonaGenara Sastre Aramburu (1845-1926), la hija más joven del inte-lectual y maestro Marcos Antonio Sastre, y de Genara Aramburuy Aramburu, ambos nacidos en la ciudad de Montevideo. CarlosCasado del Alisal y Ramona Sastre Aramburu tuvieron un buennúmero de hijos e hijas en Rosario y en su Colonia Candelariadonde se encontraba la Villa Casilda, a excepción de María GenaraCasado Sastre que nació en Madrid, España.

Gracias al imprescindible trabajo de Pastore, creo haber de-mostrado que la familia Casado-Sastre tuvo parte activa en elrápido e intenso proceso de privatización del Chaco Boreal que,con el tiempo, sería legitimado con el nombre de Chaco Paragua-yo. Lo que también pude observar es que esta familia se dedicóen plena Guerra de la Triple Alianza al control comercial de laruta de despliegue del ejército argentino hacia el Paraguay. Enese caso, y gracias a la gran aportación de Carlos Pastore, meinteresó analizar la política de tierras utilizada por Casado paraapropiarse de las tierras chaqueñas, y expandir su empresa y suspropiedades más allá de la Provincia de Santa Fe.

7 Gabriela Dalla-Corte Caballero, Lealtades firmes. Redes de sociabilidad y empresasen la Carlos Casado S.A. entre Argentina y el Chaco paraguayo, 1860-1940, ConsejoSuperior de Investigaciones Científicas (CSIC), Madrid, 2009.

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Los estudios mencionados me sirvieron para reconstruir lapropia historia de la familia Casado-Sastre. La investigación mepermitió entender el aprovechamiento del árbol de quebrachocolorado, y por ello la Editorial Intercontinental decidió publicaren el 2012 el libro dedicado a la “Compañía de Tierras Hispano-Paraguaya Limitada”, la empresa que diez años después de pro-ducirse el fallecimiento del español Carlos Casado del Alisal, pasóa llamarse “Sociedad Anónima Carlos Casado, Compañía Limi-tada de Tierras”.8

Siguiendo los pasos de Pastore, también pude abordar la pre-sencia del español republicano Matías Alonso Criado, este últi-mo responsable de imprescindibles trabajos sobre la tierra cha-queña y la producción paraguaya. Desde el año 2012 comencé ainvestigar la presencia inicial del quebracho colorado paraguayoen la ciudad de Barcelona, donde desde hace casi veinte años mededico a la docencia de la historia de América, y a la investiga-ción del gran espacio rioplatense. Como intentaré demostrar eneste trabajo, Matías Alonso Criado, en calidad de Cónsul de Pa-raguay en España, participó activamente durante la ExposiciónUniversal de Barcelona organizada en el año 1888, y difundió lamadera y los productos elaborados por las mujeres paraguayas,mujeres que sobrevivieron años antes ante la Guerra de la TripleAlianza.

En los hechos, fue el español Alonso Criado quien en la men-cionada Exposición Universal defendió la adquisición de las ex-tensas tierras del Chaco Boreal por el palentino Carlos Casado

8 Gabriela Dalla-Corte Caballero, Empresas y Tierras de Carlos Casado en el ChacoParaguayo. Historias, negocios y guerras (1860-1940), Editorial Intercontinental,Asunción, 2012.

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del Alisal, y quien en la ciudad condal se encargó de publicitar ala empresa llamada hasta el año 1909 “Compañía de Tierras His-pano-Paraguaya Limitada”, rica en tanino de quebracho para-guayo. En 1889 Alonso Criado acompañó a la familia Casado-Sastre durante la primera visita que hicieron a la zona chaqueñaparaguaya, y el nombre que este intelectual les propuso para bau-tizar esa inmensa región fue el de “Nueva España”. Con esto enmarcha, en los últimos años me he dedicado a investigar la intro-ducción del extracto tánico del quebracho en el sector de curti-dos catalanes a partir del año 1909, y gracias a una de las hijas deCasado, Clara Margarita Casado Sastre, quien contrajo matrimo-nio con el 3º vizconde de Oña: Pedro Pablo de Corral y Tomé.

La posesión de las tierras chaqueñas heredadas formalmen-te en el año 1909 por Clara Margarita Casado Sastre, le permitióa su esposo Pedro Pablo de Corral y Tomé imponer en Cataluñael uso del tanino del quebracho colorado chaqueño para la pro-ducción de suelas y zapatos de los ejércitos europeos. Por ello,Pedro Pablo, junto a sus hermanos Carlos y Fernando de Corraly Tomé, garantizó durante años la exportación del tanino haciala ciudad condal, utilizando también los puertos rioplatenses másimportantes: el Puerto de Buenos Aires y el Puerto de Montevi-deo.

Este trabajo une a la familia Casado-Sastre con la Sastre-deCorral y Tomé, e intenta describir la participación de Matías Alon-so Criado, el personaje sobre el que seguramente Carlos Pastoreoyó hablar. Antes de dar lugar a esta propuesta, es importanteseñalar que el médico, escritor y agrónomo español Alonso Cria-do se exilió en Montevideo en la década de 1870, y ejerció el car-go de Cónsul del Paraguay en esa ciudad. Allí falleció el 19 denoviembre de 1922, es decir, dos décadas antes de la instalación

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de Pastore, también en calidad de exiliado. Estos personajes, comomuchos otros, impulsaron al paraguayo Carlos Pastore a anali-zar la suerte de las tierras fiscales chaqueñas paraguayas a partirde la Guerra de la Triple Alianza. Sus contribuciones fueron im-prescindibles, y lo son hoy día, a la hora de analizar la apropia-ción y el aprovechamiento productivo del territorio chaqueñopor parte de empresas establecidas fuera del Paraguay, que a lalarga generaron mayor pobreza y desigualdad social.

El peso de los Casado-Sastre

Carlos Julián Niceto Casado del Alisal, el español oriundode Palencia, emigró hacia 1857 a la Argentina, donde hasta sumuerte producida en 1899 amasó una gran fortuna. En la ciudadde Rosario se encargó de llevar adelante una serie de empresasfinancieras, productivas y mercantiles que le otorgaron un granpoder económico. Comenzó a actuar de prestamista e impuso eluso de su propia moneda bautizada con el nombre “Carlos Casa-do”, que sirvió para el pagaré a la vista y al portador con valor dediez pesos plata boliviana en efectivo. También fue el fundadory director del Banco Provincial de Santa Fe,9 vigente hoy día.10

9 Memoria que el directorio provisorio del Banco Provincial de Santa Fe, presenta alos señores accionistas, Imprenta de Eudoro Carrasco, Rosario, Setiembre 10 de1874, en Museo Archivo Histórico Municipal “Santos F. Tosticarelli”, Casilda,La Candelaria, Provincia de Santa Fe.

10 Archivo de la Legislatura de la Provincia de Santa Fe, Cámara de Diputados,Expedientes, Tomo 11, 1866, “Nota de Carlos Casado sobre el Banco CarlosCasado”, Rosario, 1 de marzo de 1866; respuesta de Nicolás Oroño y Juan deCampillo, 16 de marzo de 1866. También véase Memoria que el directorioprovisorio del Banco Provincial de Santa Fe, representado por el secretario EudoroCarrasco, presenta a los señores accionistas el 10 de setiembre de 1874, Imprenta deEudoro Carrasco, Rosario, 1874.

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Edificio antiguo del Banco Provincial de Santa Fe, Carlos Casadodel Alisal presidente.

Fuente: Álbum biográfico del Departamento Caseros, Antecedentes históricos de Casilda, lastradiciones. Recopilación de la Comisión de Maestros, Editores Cortes Hermanos y AgustínC. Podestá, Casilda, 1934, Museo Histórico Provincial “Dr. Julio Marc” de Rosario.

Estatua de CarlosCasado del Alisal, alcostado de laentrada al BancoProvincial de SantaFe de la ciudad deRosario, del que fuepresidente. Fuente:fotografía 2013.

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Desde el año 1870 Casado adquirió las tierras del campo “ElDesmochado”,11 parte de las cuales constituyeron la Colonia Can-delaria y su distrito municipal llamado Casilda. Esos terrenosalcanzan una extensión de 5 y 1/2 leguas, distante a nueve le-guas de la ciudad de Rosario. La colonización comenzó en el año1870, y precisamente fue Casado el primer empresario que ex-portó trigo argentino hacia Inglaterra, fomentando así la produc-ción agrícola.12

Desde 1881, Casado funda y construye el Ferrocarril OesteSantafesino (FCOS) que iba desde el puerto de Rosario hasta suVilla Casilda, donde se dividían dos líneas, un ramal hacia JuárezCelman, hoy Cruz Alta en la Provincia de Córdoba, así comootro ramal hacia el Melincué.13 Fallecido en 1899, su FCOS fueadquirido dos años después por el Ferrocarril Central Argentino(FCCA). Años después, Santos F. Tosticarelli (cuyo nombre per-sonal sirvió para bautizar el museo de la Villa Casilda fundadapor Casado y su esposa Ramona), reprodujo el cuadro del espa-

11 Los planos se conservan en el Centro de Documentación e Información “CésarTorriglia”, Instituto de Investigaciones, Facultad de Humanidades y Artes,Universidad Nacional de Rosario (UNR), Provincia de Santa Fe. Véase: RicardoVicente Accurso, Adriana De Biasi, Sofía Fernández y Lucrecia Silvani, “Lariqueza del Archivo Torriglia. Su aporte a la historia de las instalacionesportuarias rosarinas”, en CORPUS, Archivos virtuales de la alteridad americana,Vol. 3, Nº 1, 2013, pp. 1-13.

12 Libro de Oro de Casilda, 1907-1957, desde su elevación al rango de ciudad hasta el29 de setiembre de 1957. En su cincuentenario de la declaratoria de ciudad,Municipalidad de Casilda, Talleres Gráficos Tamburini Limitada, Rosario,1959.

13 Gabriel Carrasco (Ministro), La colonización agrícola en la provincia de Santa Fe,Cuadro general conteniendo el nombre, situación, extensión, fecha y fundador, de lascolonias existentes hasta el 1 de junio de 1893, colonias particulares y oficialmentereconocidas, Imprenta El Progreso, Santa Fe, 1893.

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ñol Casado, cuadro que es conservado hoy día en el Banco Pro-vincial de Santa Fe de la ciudad de Rosario.14

En los hechos, después de desempeñar actividades financie-ras y colonizadoras, y de construir su FCOS en la zona pampea-na argentina, Carlos Casado del Alisal saltó las fronteras del Pla-ta representadas por Bolivia, Paraguay y Brasil, es decir, al Cha-co Boreal. En la ciudad de Rosario, instituyó la “Compañía deTierras Hispano-Paraguaya Limitada” con la que desembarcó enel Chaco Paraguayo, y con la que se convirtió en propietario lati-fundista de 600.000 kilómetros cuadrados. El término legua pro-viene del latín “leuca”, que ha servido para medir la longitud deuna medida itineraria que va de los 4 a los 7 km de distancia. Lalegua castellana se fijó originalmente en 5.000 varas castellanas,es decir, 4,19 km, mientras en Paraguay equivale históricamentea 5 km, es decir, 5.000 metros. Casado utilizó las tierras ricas enquebracho colorado, el árbol del cual se obtiene el extracto inso-luble que no se deshace en agua, y aprovechó especialmente elcurso del río Paraguay para exportar el árbol de quebracho haciaEuropa.15

Y también dispuso en ese espacio chaqueño de su segundoferrocarril, un ferrocarril destinado al transporte de quebrachoque en el inicio de la Guerra del Chaco (1932-1935) aportó unos145 kilómetros de extensión que sirvieron al gobierno paragua-

14 Alberto Campazas, Historia del Banco Provincial de Santa Fe, más de un siglocreciendo con la provincia, Santa Fe, 1987.

15 Gabriela Dalla-Corte Caballero, “Asociaciones y redes sociales en el procesode ocupación del espacio americano: el español Carlos Casado del Alisal entrela Pampa argentina y el Chaco paraguayo”, en Marta Bonaudo, et. al. (coord.),Las escalas de la historia comparada. Dinámicas sociales, poderes políticos y sistemasjurídicos, Miño & Dávila Editores, Buenos Aires, 2008, pp. 67-97.

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yo para trasladar a su ejército desde el mes de setiembre de 1932.16

Recordemos que el Puerto Casado fue el lugar de entrada delejército para llevar adelante la guerra contra Bolivia entre 1932 y1935. Es importante señalar que la finalidad de este conflicto bé-lico internacional –en el cual fallecieron casi cien mil soldadosparaguayos y bolivianos, sin contar la suerte de las poblacionesindígenas de la zona–, no fue salvaguardar el árbol de quebra-cho colorado, sino controlar las tierras chaqueñas para accedercon libertad al caucho, así como al deseado petróleo, en realidadinexistente.

Para adquirir las extensas tierras chaqueñas, ricas en que-bracho, Casado utilizó a un grupo de catalanes y vascos en cali-dad de “pseudo-compradores” (representantes, testaferros yagentes residentes en la ciudad de Rosario), ya que la legislaciónparaguaya impedía la adquisición de lotes adyacentes de la zonachaqueña del río Paraguay. Así encontramos al español republi-cano Matías Alonso Criado, que es objeto de estudio de este tra-bajo; pero también al abogado catalán Joaquín Fillol; al abogadoEugenio Pérez, miembro de la élite local rosarina y presidentedel FCOS fundado por Casado; al abogado republicano RafaelCalzada, quien representaba a Casado en Buenos Aires; al inge-niero Ignacio Firmat; al español republicano Juan de Cominges yPrat; al abogado, republicano y palentino J. Daniel Infante, quienmigró a Rosario a pedido del propio Casado; así como a ManuelCastilla y Portugal, vicepresidente del Club Español y hermanode Antonio Castilla y Portugal, este último esposo de GenaraSastre Aramburu, la hermana de Ramona Sastre Aramburu. Tam-

16 Gabriela Dalla-Corte Caballero, La Guerra del Chaco. Ciudadanía, Estado y Naciónen el siglo XX. La crónica fotográfica de Carlos de Sanctis, Prohistoria Ediciones,Rosario, 2010. Reeditado por Editorial Intercontinental, Asunción, 2010.

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bién a la “Compañía de Fernando Larrucea y Gaztañazatorre”,formada por Fernando Larrucea y Gaztañazatorre, DanielLarrucea, Ladislao Monte, Higinio M. Alegre y Gabriel Castell,que adquirió 60 lotes contiguos; también al contador Juan MaríaBigorday, quien medió en la adquisición de dos lotes del ChacoParaguayo; José Monte, que compró diez lotes numerados del 70al 79 que sirvieron para la fundación del Puerto Casado, cuyonombre fue elegido por el propio José Monte en honor del pro-pietario de la tierra Carlos Casado del Alisal; el sobrino de Casa-do, Carlos María Palacios Sastre, que adquirió diez lotes; elrosarino Eloy Palacios, dueño de un lote; los hermanos José yJuan Dam, dueños de diez lotes del 81 al 90 y el 176; DesiderioMarquardt y Federico Henrich, que compraron el lote 184; yCecilio Rodríguez, con el lote 152.17 Todo fue a parar a las manosde los Casado-Sastre.18

Casado dio a conocer la extensión de su propiedad chaque-ña en Londres,19 pero sus gestiones fueron más valorizadas porlos periódicos barceloneses, entre ellos “La Vanguardia”, el cualen 1886 afirmó en sus páginas que el hecho de adquirir tierrasfiscales chaqueñas le había permitido a Casado catapultarse comouno de los latifundistas más importantes del continente ameri-cano.20 A finales del siglo XIX se calculaba que la superficie delterritorio chaqueño en manos paraguayas alcanzaba 675.000 ki-lómetros cuadrados, o sea, un poco más que Alemania, Holanda,

17 Félix A. Chaparro, Del pasado Santafesino y Americano, Rosario, 1941.18 Leslie B. Rout (Jr.), Politics of the Chaco Peace Conference, 1935-1939, Institute of

Latin American Studies by the University of Texas Press, Austin & London,1970.

19 Harris Gaylord Warren, Paraguay: Revoluciones y finanzas, edición e introducciónde Thomas L. Whigham y Jerry W. Coone, Servilibro, Asunción, 2009.

20 La Vanguardia, Barcelona, lunes 20 de septiembre de 1886, p. 5.

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Bélgica y Dinamarca reunidas. Por ello el diario barcelonés afir-mó en 1889: “el señor Casado es el primer propietario territorialde esta república y acaso del mundo, pues ignoramos cuál otroposeerá tres mil leguas de tierra”.21 En ese marco, desde finalesdel siglo XIX, la familia Casado-Sastre aprovechó sus puertos flu-viales para llevar adelante la floreciente industria de quebrachocolorado. Los puertos fueron los siguientes:

Puerto Procedencia del nombre del Puerto en el Cha-co Paraguayo

Palacios Por Carlos María Palacios y Portales, casado conMaría Ignacia Sastre Aramburu, y cuñado deRamona Sastre Aramburu

Goñi Por Manuel B. Goñi, esposo de María CasildaCasado Sastre (Rosario, 16 de mayo de 1867) yyerno de Carlos Casado y de Ramona SastreAramburu

Peña Hermosa Por Puerto Calera, sin datos

San José Por José Casado del Alisal, hermano mayor deCarlos Casado del Alisal, y pintor de la monar-quía hispana en Madrid

Monte Por el español republicano José Monte, testafe-rro de Carlos Casado del Alisal en la Repúblicadel Paraguay

Sastre Por Ramona Sastre Aramburu

21 La Vanguardia, Barcelona, martes 23 de julio de 1889, p. 3.

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Ángel Por Ángel Casado del Alisal, hermano delpropietario. Sus hermanas fueron FilomenaCasado del Alisal y Casilda Casado del Ali-sal

San Carlos (colonia) Por Carlos Mateo del Corazón de Jesús Ca-sado Sastre, hijo primogénito, nacido en Ro-sario el 21 de setiembre de 1870. Esposo deCelina Covernton, curadora por declaraciónjudicial de insania mental de Carlos Mateo

Casado Por Carlos Casado del Alisal, donde fun-cionaban los dos aserraderos más impor-tantes, y de donde partían los barcos conquebracho y tanino

Matías Alonso Criado y la Exposición Universal en Barcelona

En este apartado nos dedicamos a las contribuciones que hizoel español Alonso Criado en el año 1888. Me refiero a la publica-ción en la ciudad de Montevideo de su obra titulada Historia yGeografía del Paraguay;22 su nombramiento como Cónsul del Pa-raguay en España;23 y su participación en la Exposición Univer-sal de Barcelona en la que fomentó las relaciones literarias y co-merciales entre España y Paraguay. Tiempo después, el Congre-so y el Senado de España lo nombraron “hijo adoptivo y ciuda-dano honorario” del Paraguay. En esa ciudad condal reeditó parte

22 Matías Alonso Criado, La República del Paraguay, A. Godel, Montevideo, 1888.23 Matías Alonso Criado, “Prólogo”, en Luis Valls y Jaime Moragues, Los españoles

del Uruguay, Tipografía Moderna, Montevideo, 1918.

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de su obra, pero con el título Descripción estadística-geográfica ehistórica del Estado Paraguayo.24

En Barcelona, Alonso Criado dio a conocer los menores de-talles del Chaco Boreal, una zona de las antiguas posesiones es-pañolas que se encontraba en un proceso de reconstitución y or-den, gracias a un buen número de españoles establecidos en Asun-ción.25 Para la muestra organizada en la Exposición Universalbarcelonesa, hizo llegar los siguientes productos: 17 exposicio-nes de armas y útiles pertenecientes a la “raza india”, es decir, alos guaraníes que habían participado en la terrible Guerra de laTriple Alianza producida entre 1865 y 1870; 7 ejemplares de dife-rentes mamíferos, aves y culebras, reptiles, peces y moluscos; 107ejemplares de plantas medicinales; 14 ejemplares de plantas tex-tiles; 11 ejemplares de comestibles; 13 ejemplares tintóreas; 16productos químicos; 5 ejemplares de minerales; 37 tejidos espe-ciales del país; a nivel forestal, 104 ejemplares de la vegetaciónparaguaya, así como pieles naturales y curtidas “que hacen ho-nor a la habilidad y a la laboriosidad de las mujeres del Para-guay”. La Comisión Hidrográfica de la Península acompañó estaexperiencia de Alonso Criado de la mano de la CompañíaTrasatlántica española. Por ello la mencionada Comisión señaló:

24 Matías Alonso Criado, “Descripción estadística-geográfica e histórica delEstado Paraguayo, con plano de la Asunción, y un croquis ilustrado del Ríode la Plata”, en La Exposición, Órgano Oficial de la Exposición Universal deBarcelona, Oficinas de la Exposición Universal, Establecimiento Tipográfico delos Sucesores de N. Ramírez y Ca., Barcelona, 1886-1889.

25 J. G. I., “Nuestras relaciones con las Repúblicas Hispano-Americanas.Instalaciones del Uruguay, Paraguay, Chile, Ecuador, Bolivia, Honduras y laRepública Argentina. Conclusión”, Algunas noticias sobre la Exposición Universalde Barcelona en 1888, por la Comisión Hidrográfica de la Península, publicado en laRevista General de Marina, Establecimiento Tipográfico de Fortanet, Impresorde la Real Academia de la Historia, Madrid, 1888, pp. 148-160.

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“Asunción está, sino en totalidad, en gran mayoría en sus manos.Con este solo dato se comprenderá la importancia que para el nues-tro con esa República tendría el establecimiento de una línea devapores propios para la navegación del Alto-Paraná, en cuyas ori-llas levantaron y edificaron nuestros padres esa misma capital, quefuese línea secundaria o derivada de la nuestra general al Río de laPlata, que acaba de organizar la Trasatlántica.26

Matías Alonso Criado también editó un interesante informepara esta Exposición Universal barcelonesa sobre la realidad pa-raguaya después de la invasión de Brasil, Argentina y Uruguay;sobre su población que llegaba cuanto mucho a medio millón dealmas; sobre su administración nacional, o sobre los derechos ygarantías para los empresarios extranjeros; sobre el valor de latierra; sobre los principales artículos, la legislación, las finanzas,el comercio, la inmigración, la producción, y en especial las colo-nias agrícolas sobre las que hablaría Eligio Ayala en pleno año1915, y que Carlos Pastore se encargaría de prologar y editar enAsunción en el año 1986.27

El texto de Alonso Criado incluyó el catálogo de los objetosparaguayos exhibidos en la Exposición Universal de Barcelona.El presidente honorario de esta obra dedicada a la catalogaciónfue Matías Alonso Criado en calidad de Cónsul General del Pa-raguay en España. Fue acompañado por el propio Cónsul del

26 Ibídem, pp. 153-155.27 Eligio Ayala, “Evolución de la economía agraria en el Paraguay: ensayo escrito

en Berna, Suiza, de junio a julio de 1915”, pp. 17-111, y “Política Agraria,ensayo escrito en Berna, Suiza, de julio a octubre de 1915”, pp. 115-180, ambostextos incluidos en el texto editado por Editorial Histórica, Fundación FriedrichNaumann, Asunción, 1986 [1915] (presentación de Reinhard Kafka y prólogode Carlos Pastore).

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Paraguay en Barcelona, David Rouvier, y los vocales Juan Rius yEduardo Brugada. Este folleto que analizamos aquí salió a la luzdurante la presidencia de Patricio Escobar, acompañado por losministros José S. Decoud (Relaciones Exteriores), M. A. Maciel(Justicia, Culto e Instrucción Pública), Juan A. Meza (Interior),Higinio Uriarte (Hacienda), y Pedro Duarte (Guerra).28 Conside-ro importante señalar que, después de ser publicado en español,el mencionado folleto fue reeditado al año siguiente en Burdeos,gracias a la traducción que hizo Max Winsweiler, el Cónsul Ge-neral de Paraguay en Francia, y con permiso formal de AlonsoCriado.29

La primera parte de esta obra dedicada a una descripciónestadística, geográfica e histórica, quedó en manos de AlonsoCriado, quien describió de la siguiente manera la extensión de laRepública del Paraguay, comparándola con países de alrededordel mundo:

“La parte oriental del Paraguay tiene aproximadamente 10.000 le-guas cuadradas, y 8.000 la occidental o Chaco. La República delParaguay es 1,15 veces la extensión de Noruega; 1,20 la de la GranBretaña e Irlanda; 1,25 la de Italia; 1,30 la de Turquía; 2,70 la deNicaragua; 2,80 la de Rumanía; 3 la de Guatemala; 3 la de Hondu-

28 Matías Alonso Criado (Cónsul General del Paraguay en España), “LaRepública del Paraguay, su descripción estadística, geográfica e histórica”,en Catálogo de los objetos que la República del Paraguay exhibe en la ExposiciónUniversal de Barcelona, Comisión Paraguaya de la Exposición Universal de Barcelona,Imprenta de los Sucesores de N. Ramírez y Cía., Pasaje de Escudillers Nº 4,Imprenta de los Sucesores de N. Ramírez y Cia., Barcelona, 1888,

29 Matías Alonso Criado, La Rèpublique du Paraguay, Consul Général de Paraguayen Espagne, R. Coussau & F. Coustalat, Imprimeurs-Éditeurs, Bordeaux, 1889(traducido del español con permiso del autor por Max Winsweiler, CónsulGeneral de Paraguay en Francia).

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ras; 4 la de Portugal; 5,70 la de Grecia; 5,80 la de Bulgaria; 7 la dela República Dominicana; 7,20 la de Costa Rica; 7,60 la de Serbia;8,60 la de Suiza; 9,70 la de Dinamarca; 11,30 la de Holanda; 12,60la de Bélgica; 15,60 la de Haití; 19,70 la de San Salvador; 41 la deMontenegro; 145 la de Luxemburgo; 736 la de Andorra; 2.380 lade Lichtenstein; 4.100 la de San Marino; 17.000 la de Mónaco.Extensión del Paraguay con relación a los demás países. EstadosUnidos, 25 veces nuestra extensión territorial; Brasil, 22 veces;Rusia, 13; Confederación argentina, 7,50; Méjico, 5; Bolivia, 3;Estados Unidos de Venezuela, 3; Perú, 3; Estados Unidos de Co-lombia, 2,5; Ecuador, 2; Chile, 1,50; Austria-Hungría, 1,70; Ale-mania, 1,40; Francia, 1,35; España, 1,30; Suecia, 1,20; Finlandia,1. A causa de la última guerra, perdió el Paraguay una terceraparte de su territorio.30

Como señalara Alonso Criado, fue esa Guerra de la TripleAlianza contra la República del Paraguay la que había hechoperder a esta última nueve décimas partes de su población, unmillón de personas fallecidas por la lucha, las epidemias, el ham-bre y el ostracismo. En el momento en el que él presentó al Para-guay en la ciudad de Barcelona, Paraguay se aproximaba a sólomedio millón de habitantes. El Cónsul General decidió mencio-nar también que se encontraban en las tierras paraguayas un buennúmero de “extranjeros”, en particular italianos, españoles, ale-manes, ingleses, argentinos, brasileros, uruguayos, bolivianos,norteamericanos, portugueses…El principio manejado por en-tonces no era otro que la posibilidad que brindaba el “suelo pa-raguayo” para la producción de alimentos, para sostener a la es-pecie humana, y que abrigaba mayor riqueza de materia prima

30 Matías Alonso Criado (Cónsul General del Paraguay en España), “LaRepública del Paraguay…1888, pp. 5-6.

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para alimentar las industrias, que Bélgica o Alemania. MatíasAlonso calculó que en Paraguay podían establecerse unos veintemillones más de almas, ya que estas últimas “podían vivir conmás holguras que en Europa”.31

El propio Cónsul General presentó en la ciudad de Barcelo-na los “derechos y garantías” establecidos en la Constitución fe-chada el 24 de noviembre de 1870, vigente por entonces, que ensu artículo 18 había garantizado el derecho de “navegar y comer-cial, de trabajar y ejercer toda industria lícita, de reunirse pacífi-camente, de peticionar a las autoridades, de entrar, permanecer,transitar y salir del territorio paraguayo libre de pasaporte…”.Dentro de todos los derechos mencionados, lo más interesantepara el republicano Matías Alonso fue la declaración de dere-chos y garantías del principio de soberanía del pueblo, y de laforma republicana democrática representativa del Paraguay.32

Alonso Criado también describió la situación comercial delpaís: por entonces, Montevideo, Buenos Aires y Brasil monopo-lizaban el comercio del Paraguay, ya que este último sólo teníarelaciones más bien indirectas con Europa.33 La incomunicacióndurante la Guerra de la Triple Alianza había impedido al Para-guay mantener el mercado de sus productos. Por eso el CónsulGeneral incluyó como únicos productos de exportación la yerbamate, el tabaco, las piezas de cigarros, los cueros secos, las na-ranjas y las maderas duras, mientras que la importación se basa-ba en azúcar, alfalfa, harina, sal, velas, cerveza, vinos, loza, algo-

31 Ibídem, pp. 6-7.32 Ibídem, pp. 7-12.33 Ricardo Scavone Yegros y Liliana M. Brezzo, Historia de las Relaciones

Internacionales del Paraguay, Colección La Gran Historia del Paraguay, 19, ElLector, Asunción del Paraguay, 2010.

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dón, camisetas, es decir, artículos de lujo. El origen de las mer-cancías importadas se repartía un 50% Inglaterra, seguida pororden de importancia Francia, Italia, Alemania, España, Argen-tina, Uruguay y Bélgica. De estos países provenían los navíosque llevaban los productos provenientes de Europa y desembar-caban en el puerto de Asunción del Paraguay. Los vapores euro-peos llegaban sólo a Montevideo, a Buenos Aires y a la ciudad deRosario, y de allí eran transportados por tres compañías de lamisma nacionalidad de los aliados de la guerra: “La Platense”(ex “Lloyd Argentino”), la “Compañía Brasilera de navegación avapor”, y los “Transportes Fluviales”, los cuales también llega-ban al Matto Grosso. Fue gracias a estos recursos como pudieroninstalarse las propias colonias agrícolas alemanas: la colonia “SanBernardino”, entre la cordillera de Altos y la laguna de Ipacaray,así como las que se instalaron en Villa Hayes y San Pedro.

Al mismo tiempo, para garantizar la emigración de su paísal Paraguay, mencionó asociaciones existentes, entre ellas, espe-cialmente, la oficina del Hotel de Inmigrantes, así como la deSocorros Mutuos para atender a los connacionales españoles encaso de enfermedad. Para garantizar la mencionada emigración,incluyó parte de la ley por la que se creó la Oficina de Inmigra-ción el 9 de febrero de 1872, un texto que él mismo consideróimprescindible para favorecer la colonización española en el Pa-raguay. Sobre este tema sus conclusiones fueron las siguientes:

“Condiciones del inmigrante para el Paraguay. La mejor inmigra-ción para el Paraguay será la de países cálidos, laboriosa, sufrida ysobria. Su principal condición debe ser la de conocer los principalescultivos a que se presta el país: tabaco, algodón, café, arroz, caña deazúcar, maíz, yuca, alfalfa, papas, leguminosas y verduras, etc. Paraindustriales, los carpinteros, albañiles, armeros, herreros, zapate-

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ros, sastres y demás oficios análogos estarán en mejor condiciónque otros. Los solteros, con preferencia a los casados. En las profe-siones, los Clérigos, Maestros de enseñanza, Ingenieros, Agrimen-sores, Químicos y Médicos, tienen un ancho campo por explotar enel Paraguay. Como esta República se está reconstruyendo en todo,como si hubiese nacido en 1870, tienen en ella gran porvenir lostrabajos y ocupaciones que mejor llenen sus necesidades y desarro-llo incipiente en todas las esferas de la actividad humana”.34

Con todo esto en marcha, Matías Alonso Criado pudo defi-nir en el año 1888, que el valor de la tierra paraguaya estaba acom-pañado por la escasez de población. Fue este Cónsul Generalquien afirmó en su texto presentado para el público barcelonés:

“La escasez de población en el Paraguay, hace que las tierras eneste país sean sumamente baratas, más que en ninguna otra partede América, diez veces de menos valor que en el Uruguay, quinceveces menos que en la Confederación Argentina, países inmediatosal Paraguay. Y sin embargo, la tierra de esta república es de inme-jorables condiciones por su calidad. Abundancia de agua, de riegoy de lluvia, capacidad para recibirla; vegetación extraordinaria yparadisíaca; color rojo y ferruginosas en algunas partes…el terri-torio del Paraguay no tiene nada que envidiar a las comarcas másricamente dotadas por la naturaleza...Sólo así se comprende quelos PP. Jesuitas, cuya perspicacia y previsión nadie ignora, busca-sen aquellas silenciosas florestas para fijar su asiento favorito, con-quistando por medio de la dulzura y de la caridad, a las indiadasvagabundas que a la voz de la Religión se reunieron en reduccio-nes, construyeron templos, y cultivaron la tierra abandonada”.35

34 Matías Alonso Criado (Cónsul General del Paraguay en España), “LaRepública del Paraguay…1888, pp. 32-33.

35 Ibídem, pp. 34-35.

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En este libro que mencionamos, Matías Alonso también es-tableció el valor de la moneda nacional: un peso paraguayo, equi-valente a cinco pesetas españolas. De ahí los cálculos que hizosobre el valor de los pasajes de emigrantes desde Europa al Ríode la Plata: 160 pesetas desde Hamburgo, Bremen y Amberes;200 pesetas desde Londres, Liverpool y Southampton; 150 pese-tas desde Havre, Burdeos, Coruña, Vigo y Lisboa; y 200 pesetasdesde Nápoles, Génova, Marsella, Barcelona y Cádiz. Resulta in-teresante mencionar su interés por reproducir las pesas de kilo-gramos en relación a tonelada quintal, arroba, libra y onza; lasmedidas para líquidos referentes a pipa, barril, frasco y cuarta; elsistema métrico y decimal que se había generalizado en toda laRepública del Paraguay; así como las medidas de superficie. Eneste caso, el Cónsul General mencionó: la legua cuadrada para-guaya, que tenía 1,743 hectáreas; la legua, que contenía 3.600manzanas o cuadras; la cuadra que tenía 10.000 varas, equiva-lentes estas últimas a 7,031 metros. Finalmente, su interés fue

Medidas de longitud, según Matías Alonso Criado Metros

1 legua de 5.000 varas 26,50 al grado 4.191.830,00

1 cuerda 60 de 83,50 varas en legua 69.680,00

1 vara 3 pies 0,83856

1 pie 12 pulgadas 0,27952

1 pulgada 12 en un pie 0,02329

1 línea 12 en una pulgada 0,00194

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establecer las medidas de longitud,36 uno de los temas aborda-dos cien años después por el historiador paraguayo Carlos Pas-tore.

El Paraguay, según Matías Alonso Criado, conservaba porentonces un carácter propio, diferente a los demás pueblos her-manos rioplatenses. Había sufrido también grandes tragedias,en particular la decisión de los aliados de arrasar su territorio yextinguir su riqueza y su población. Esta guerra de los aliados,junto a la Guerra del Pacífico, eran, según este Cónsul General,los más terribles conflictos suscitados en las antiguas coloniasespañolas. Hizo esta mención precisamente en 1888, antes de quese independizara Cuba. Desde 1870, Paraguay había cambiado.Su verdadera riqueza, según Matías Alonso, estaba en su sueloferoz. Ese suelo encerraba inagotables tesoros de producción, perofaltaban brazos y capitales. Y eso le permitió afirmar:

“Enclavado el Paraguay en el centro Mediterráneo de Sud-Améri-ca, rodeado de grandes ríos pero apartado de los centros y víasoceánicas de comunicación directa con Europa, el Paraguay se vioobligado a permanecer muchos años, como viuda feudal envueltaen sus negras tocas de luto, a la húmeda sombra de sus desgarradostorreones. Llegó, sin embargo, al Paraguay, la gran revolución delsiglo: tendió el progreso sobre la tierra, los rails de la ferrovía, porel aire los alambres del telégrafo y teléfono, y el vapor por sus ríosnavegables, y la heroica viuda, cumpliendo el luto por el fatal des-tino a su viudez impuesto, abrió de nuevo su pecho a la esperanza,despojó a sus hijos de anticuadas preocupaciones, expandió sus es-trechas creencias para que entrara en sus templos la luz de la fra-ternidad y de la tolerancia”.37

36 Ibídem, p. 19 y pp. 26-27.37 Ibídem, p. 43.

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Estas explicaciones del Cónsul General de Paraguay en Es-paña, formuladas en el año 1888, fueron acompañadas por el pro-pio catálogo de los objetos paraguayos que fueron exhibidos du-rante la Exposición Universidad de la ciudad de Barcelona.38 Eneste catálogo se incluyeron diversas secciones: la primera sobreetnografía; la segunda sobre zoología incluyendo mamíferos, aves(prensoras, rapaces, pájaros, gallinas, zancudas y palmípedas),reptiles, peces y moluscos; una tercera sobre botánica, incluyen-do plantas medicinales, textiles, tintóreas y comestibles, así comoproductos químicos de L. Kegel; la cuarta sobre mineralogía; laquinta sobre industria; la sexta sobre la producción forestal y laspieles. Es esta última sección la que merece interés en este traba-jo, ya que Alonso Criado incorporó un cuadro de objetos exhibi-dos, un grupo de los cuales provenían de la donación de R. Ri-cardo Méndez, en particular: Guayacan, Timbó, Peterebí, Arrai-gan, Arazú, Urundey, Tatayibá, Ibaró, Palo Blanco, Palo-lanza,Tataré, Ibirán, Ibirá-pitá, Tayí, Carupairá, Cedro, Jacarandá, yGuayaiby. Es interesante reproducir la lista de las maderas quefueron expuestas en la ciudad condal, así como la descripción desus posibles usos que redactó Matías Alonso Criado incluyendoel uso del incienso aromático para la ebanistería.

38 Catálogo de los objetos que la República del Paraguay exhibe en la ExposiciónUniversal de Barcelona, Comisión Paraguaya de la Exposición Universal de Barcelona,Imprenta de los Sucesores de N. Ramírez y Cía., Pasaje de Escudillers Nº 4,Imprenta de los Sucesores de N. Ramírez y Cia., Barcelona, 1888, pp.45-66.

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Tataré, carpintería Ibirá-ró, muebles y carpintería

Ibirá-ró, carpintería y muebles Petereby, construcción

Naranjo, ebanistería) Cedro, para muebles

Guabirá-frutal, construcción ycarpintería Guayacan, varios usos

Ibirá-pepé Petereby negro, construcción

Ibirá-hobí Iba-aguy

Taperina-guazú Guayaibí

Arazú Curupay

Urundey Morosibó

Tatayibá Taperiba-guazú

Lapacho crespo, uso general, Lapacho, pesado, duro emadera superior incombustible bajo tierra

Ibirán Ibiraró, muebles y carpintería

Laurel Urundey, construcción

Carupairá, muebles Guayaiby, carpintería

Ibirá-pitá Tayí

Laurel negro, construcción Candelón

Guayabi blanco, mango de Palo-lanza, superior parahacha y útiles muebles finos

Ibirá-pepé, construcción Curpairá

Cedrela, brasilensi Agauí, uso general

Timbó-pyta, sirve para canoas Guayaibí

Tacuara Ibaporoity, ebanistería

Cupaí negro, ebanistería Urunde, escultura y ebanistería

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Tembetary, muebles Tatayibá, ebanistería y tintorería

Urundey-mi, construcción Tarumá

Arachichú Cupai, muebles

Ibapurú de poco uso Iba-jhay

Curaturá Ibirá-camby

Picazú-rembiú Araticú

Ñangapiry Laurel blanco

Timbó-rumi Pino

Ibirá-obi para tijeras Ibirá-piú

Curupairá, muebles Guayaibá-saiyú

Laurel amarillo, grande Quebracho blanco, casasy copudo y durmientes

Urundey-pará Tembetary-jhú

Carupicay, muebles Tatá-yibá

Tataré, carpintería en general Catiguá

Timbó, canoas Sapiy

Peterebí Ibirá-toy

Arraigan Ibiray-mi

Laurel negro Guabirá

Taperibá Isy y Tayí

Ibaró Arencan

Espinillo Ibirá-pytá, construcción y carpintería

Palo blanco, moldes mecánicos Tayí-perusú

Tataré Ibajhay, ebanistería

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Palo de rosa, ebanistería Ibá-jhú

Jacarandá Iba-poroity

Oilitumbabí Tarumá

Yataybá Inoby

El catálogo también incluyó las contribuciones personales queentregaron un buen número de paraguayos y paraguayas: LuisBregains, Carmen Gill de Cordal, Elvira y Concepción Gill, JoséMitants, Agustín Cañete, Rafael Agustín, Fernando Saguier y Cía.,Encarnación Silva, Petrona Acosta de Talavera, Francisca Trigo,Lorenza Céspedes, Rosario Solalinde, Victoria V. de González,Rita González, Pilar Saucedo, Juan Ríus, David Rouvier, MartinaC. Rivarola, Eduardo Brugada, Marcos Cuaranta, Francisco SáenzValient, Benita Villalba, Aurelia Machaín de Cartabio, DoloresPedroso, Rosalía Domeque de Marecos, Dolores Recalde, JoaquinaMachaín, así como Rita González. La presencia femenina teníacomo explicación la propia descripción que había hecho el Cón-sul General de Paraguay en España: las mujeres habían sobrevi-vido en esa terrible Guerra de la Triple Alianza. De ahí que losmencionados objetos no fuesen más que abanicos y colchas deñandutí, canastitos de vetibert, camisas de lienzo, un escote decamisa de encaje yú, pañuelos, paños y toallas de ñandutí, unafina hamaca, cajones de licor y tabaco, bolsas de café, paquetesde yerba mate, un tarro de harina, pieles de tigre, así como seisboquillas y escarbadientes de hueso que habían hecho los presosdel Paraguay, y un traje indígena de la esposa de un Caciquecaigua en las márgenes del Alto Paraná (Tacuri Pucu).

Matías Alonso Criado aportó a la Exposición Universal deBarcelona de 1888, el “Mapa del Paraguay”, incluyendo la des-

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cripción geográfica, histórica y estadística de la República, asícomo el Plano de Asunción y un croquis ilustrativo del Río de laPlata.39 Esta pequeña obra fue traducida al francés por el CónsulGeneral establecido en Paraguay, Max Winsweiler, y sirvió es-pecialmente para la difusión de las propuestas de Alonso Criadoen el contexto de la Exposición Universal. Precisamente en elmapa de esas tierras chaqueñas Matías Alonso Criado pudo iden-tificar las posesiones de Carlos Casado del Alisal; las fronterasen discusión con Bolivia y sometidas a arbitraje hasta el estallidode la Guerra del Chaco; los espacios ocupados por los aboríge-nes choratis, matacos, botogudas, matocuayos, tapietis, tobas ylenguas; la importancia adquirida por Villa Hayes en la fronteraentre Argentina y Paraguay, en el espacio chaqueño rico en “quie-bra hacha”, es decir, en “quebracho”; y la ubicación del PuertoCasado en el río Paraguay, que era una de las tantas propiedadesde los Casado-Sastre dedicadas al quebracho, y poblada porsanapanás. Finalmente, si observamos dicho mapa, aparece men-cionado el “Puerto C. Alonso Criado”, el puerto establecido porentonces frente a Villa Concepción, que posiblemente pertenecíapor entonces al propio Matías Alonso Criado. Quizás por ello,este Cónsul de Paraguay en España también reprodujo el conte-nido de la Ley de Colonización e Inmigración paraguaya apro-bada el 7 de junio de 1881,40 texto que acompañó la publicidadque Alonso Criado hizo en la ciudad de Barcelona durante laExposición Universal.

39 Matías Alonso Criado, La República del Paraguay, Cónsul General de Paraguayen España, A. Godel & Co., Asunción-República del Paraguay, Montevideo-República Oriental del Uruguay, 1888.

40 Sara Fischer, Tomás Palau y Noemí Pérez, Inmigración y Emigración en elParaguay 1870-1960, Base Investigaciones Sociales, Programa de Población yDesarrollo Instituto Panamericano de Geografía e Historia, IPGH, Programade Historia Regional e Integración en el Cono Sur de América, Asunción,1997.

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Mapa elaborado por Matías Alonso Criado, Cónsul General del Paraguay enEspaña, Exposición Universal de Barcelona, 1888.Fuente: Matías Alonso Criado, La Rèpublique du Paraguay, Consul Général deParaguay en Espagne (traducido del español con permiso del autor por MaxWinsweiler, Cónsul General de Paraguay en Francia), R. Coussau & F.Coustalat, Imprimeurs-Éditeurs, Bordeaux, 1889.

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Matías Alonso Criado y la “Nueva España” en Paraguay

Matías Alonso Criado (1852-1922) fue uno de los españolesmás interesados en la difusión de la situación uruguaya vincula-da al trigo, así como la situación paraguaya relacionada con elquebracho.41 Este abogado republicano nació en Quintanilla deSomoza en el año 1852. En su juventud se doctoró en Derecho,así como en Filosofía y Letras, en las Universidades en Vallado-lid y Salamanca. Volcado al republicanismo, fue nombrado se-cretario personal del presidente de la República Española,Castelar. En enero de 1874, reconstruido el gobierno monárqui-co, Alonso Criado migró al Río de la Plata, y se instaló en la capi-tal de la República Oriental del Uruguay.

En Montevideo fundó en el año 1876 la revista de Legislacióny Jurisprudencia con el subtítulo de Boletín Jurídico y Administrati-vo. Presentó un proyecto de reforma de los Tribunales de la Re-pública Oriental del Uruguay. En 1877 inauguró La Colonia Espa-ñola, el periódico defensor de los intereses hispánicos. Una desus obras más importantes fue la Colección Legislativa de la Repú-blica Oriental del Uruguay, editada en Montevideo por la Impren-ta Rural, que incluye las leyes desde el año 1794, y que se conser-va precisamente en Uruguay.42 La historia que se conoce sobreMatías Alonso Criado acaba aquí. En general, se reconoce la la-

41 Sección Première, “España, Francia, Rusia, Austria, Alemania, Bélgica, Italia,Turquía, Japón, Uruguay, Paraguay, RE 7820 (J/CXXV), Correspondencia”,Exposición Universal de Barcelona de 1888 (conservado por la Biblioteca Nacionalde Catalunya en Caja 1817-1820, 322 documentos CA 1002361061, XX B2, b25294842).

42 Matías Alonso Criado, Colección Legislativa de la República Oriental del Uruguay,recopilación cronológica de leyes, decretos, resoluciones, 4 tomos, La Idea,Montevideo, 1878.

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bor que hizo en Uruguay, como por ejemplo dirigir las celebra-ciones del descubrimiento de América que se hicieron en1892, yeditar el álbum “Montevideo-Colón”.

Alonso Criado se puso al servicio del Gobierno de la Repú-blica del Paraguay como Cónsul del Paraguay en Montevideo.43

Desde entonces, viajó por las repúblicas de Uruguay, de Argen-tina y, especialmente, de Paraguay. En 1892 biografió a Juan deCominges (1833-1892), uno de los grandes colaboradores de Car-los Casado del Alisal.44 En 1896, escribió en Montevideo sobre elcultivo de la vid en Paraguay.45 Al año siguiente, hizo lo propiosobre el cultivo de café en Paraguay para la recuperación econó-mica del país.46 También en sus trabajos se refirió especialmenteal fallecimiento de Antonio Cánovas del Castillo.47

En 1893 el gobierno chileno lo nombró Cónsul General deChile en Uruguay. En el año 1908, precisamente cuando los des-cendientes de los Casado-Sastre se volcaron a la importación de

43 Gabriela Dalla-Corte Caballero, “Extranjeros en el Paraguay de entreguerras.Actores y disputas en el proyecto nacional en el Chaco Boreal”, en EvelyneSánchez (coord.), Actores locales de la nación en América Latina. Estudiosestratégicos, Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, El Colegio deTlaxcala, Puebla, 2011, pp. 201-236.

44 Matías Alonso Criado, “Biografía de Juan de Cominges”, en Juan de Cominges,Obras escogidas, Casa Editora de Juan A. Alsina, Buenos Aires, 1892.

45 Matías Alonso Criado, El cultivo de la vid como remedio de la crisis económica delParaguay, Montevideo, 1896.

46 Matías, Alonso Criado, El cultivo del café como remedio de la crisis económica delParaguay, Tipografía de la Escuela Nacional de Artes y Oficios, Montevideo,1897.

47 Matías Alonso Criado, “Prólogo”, en Ramón Ángel Jara, Oración fúnebre deleminente orador chileno Don Ramón Ángel Jara, pronunciada el 20 de agosto en lassolemnes exequias celebradas por la colonia española en la Iglesia Matriz de Valparaísoen honor al Excmo. Sr. Don Antonio Cánovas del Castillo, Tipografía de la EscuelaNacional de Artes y Oficios, Montevideo, 1897.

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extracto tánico del quebracho colorado paraguayo por el Puertode Barcelona, Matías Alonso Criado decidió viajar a España. En1918 se refirió en uno de sus prólogos a los españoles estableci-dos en Uruguay.48 De acuerdo a los datos ofrecidos por el Ayun-tamiento de Quintanilla de Somoza, Matías Alonso Criado fuenombrado miembro correspondiente de la Real Academia de laHistoria, de la de Legislación y Jurisprudencia, y de la de Escri-tores y Artistas de Madrid. También fue socio honorario de di-versas corporaciones científicas de las ciudades de Barcelona,París, Montevideo y Buenos Aires. Sus contribuciones permitenentender el apoyo intelectual que Matías Alonso Criado hizo enesos años en el propio Paraguay, reforzando así la presencia es-pañola en el espacio rioplatense.49

Décadas después de su exilio a Montevideo, Alfonso XIII con-cedió a Matías Alonso Criado las cruces de Carlos III y de Isabella Católica. En 1920 visitó Astorga, y fue el último viaje que hizoa España. Matías Alonso Criado, en calidad de abogado y miem-bro de la Real Academia de la Historia, también publicó aproxi-madamente seis tomos titulados “20.000 Pensamientos. Colecciónde Máximas y Sentencias de diferentes autores de todas las épocas ypaíses”, que fueron editados en Buenos Aires por Ediciones Ana-conda en el año 1958.50

48 Matías Alonso Criado, “Prólogo”, en Luis Valls y Jaime Moragues (dir), Losespañoles del Uruguay, Tipografía Moderna, Montevideo, 1918.

49 Juan Carlos Herken Krauer, El Paraguay rural entre 1869 y 1913. Contribución ala historia económica regional del Plata, Centro Paraguayo de EstudiosSociológicos, Serie Historia Social, Asunción, Paraguay, 1984.

50 Matías Alonso Criado, “20.000 Pensamientos. Colección de Máximas y Sentenciasde diferentes autores de todas las épocas y países”, Ediciones Anaconda, BuenosAires, 1958.

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A finales de ese año de 1888, Matías Alonso Criado recibió lanoticia de haber sido nombrado Cónsul General del Paraguay enMontevideo. En ese periodo se vinculó estrechamente al españolCarlos Casado del Alisal establecido en la ciudad de Rosario.Ambos se volcaron al territorio chaqueño paraguayo, un espaciorico en el árbol de quebracho colorado que daría lugar a la pro-ducción de extracto tánico para la curtiembre. Gracias a los ser-vicios prestados a nivel internacional, el Congreso y el Senadoparaguayos lo nombraron “Hijo Adoptivo y Ciudadano Hono-rario”.51

A inicios del año 1889, Alonso Criado se trasladó al Río de laPlata. Desde la ciudad de Rosario, desde allí partió en el barcodel empresario español Carlos Casado del Alisal para conocer elChaco Boreal, en particular la zona recientemente adquirida porel palentino sin conocer aún la tierra chaqueña ubicada en la zonaoccidental del rio Paraguay.

Este viaje tenía una razón de ser: el español Carlos Casadodel Alisal había decidido visitar por primera vez sus posesionesen el Chaco Boreal a las cuales bautizaron con el nombre de “Nue-va España”. El palentino remontó el río con una numerosa comi-tiva conducida por los vapores “Bolivia”, “Doña Ramona” (asíllamado por su esposa Ramona Sastre Aramburu) y “EduardoI”, que lucían sobre sus mástiles las banderas española, paragua-ya, argentina y boliviana. En la comitiva se encontraba el repu-blicano Juan de Cominges y Prat, así como el explorador y pio-

51 Carta de Matías Alonso Criado, Cónsul General de Paraguay en Montevideo,a cardenal Mariano Rampolla del Tíndaro, secretario de Estado, Santa Sede,Roma, 6 de noviembre de 1892, Archivio della Sacra Congregazione degliAffari Ecclesiastici Straordinari, del Archivio Segreto Vaticano, Paraguay,Chaco, 1892-1893, pos. 34, fasc. 3.

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nero italiano Guido Boggiani, quien años después se encargó defotografiar a los indígenas chaqueños y de llevar adelante intere-santes estudios etnográficos hasta que fue asesinado en 1902. Eneste acto formal de visita y toma de posesión del territorio cha-queño paraguayo, estaban presentes Eduardo, Genara y Casilda,los tres de apellido Casado Sastre. En el caso de la joven CasildaCasado Sastre, su nombre respondía a su nacimiento producidoen la propia Villa Casilda de la Provincia de Santa Fe.52

También se hallaban en ese viaje de fundación de “NuevaEspaña”, el esposo de Casilda, Manuel B. Goñi; el testaferro JoséMonte, su esposa Emiliana y Jesús Monte; el testaferro HiginioM. Alegre; el baqueano Pedro Juan Ferrer; los capitanes de bar-cos Lorenzo Lezán y Francisco Vicente; los maquinistas JoséStudder y John Keihor; el práctico Pablo Dcblillo; y el comisarioEnrique Lazzeri. Participaron también los políticos paraguayosencargados de la venta de las tierras fiscales chaqueñas en Lon-dres para negociar la deuda paraguaya de 1871 y 1872, es decir,José Segundo Decoud, Antonio Quijarro y Edmundo Regnolds.Ramona Sastre y Adolfina Martínez de Alonso Criado actuaronde madrinas, y se hallaban presentes A. Cusmanioth, I. F.Cristophersen, Antonio Farnicn, José Franco, Constancia Area,Eduardo José de Blasi, María Santa Fe, J. J. Terrera, Joaquín Mu-ñoz, Manuel Fernández y Antonio Texeira de Carbalho, miem-bros de la reciente clase social conformada en su mayoría porinmigrantes europeos.

Desde Asunción adhirieron al acta de fundación de “NuevaEspaña” los empresarios Nicolás Angulo, Ricardo Bragada, V. R.D’Oliveira, Isidoro Álvarez, Antonio Cardús, Joaquín Briones,

52 Héctor María Lagos, Carlos Casado del Alisal. Su vida y su obra, ImpresoresPeuser, Buenos Aires, 1949.

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Eduardo Liriarte, Manuel San Martín, Primo Fernández, LaudilioAlió, José Fuster, Miguel Prats, Pedro Cabrera, José M. Prado,Enrique Uriarte, Isidoro Monte, Victorino Abente, MarcelinoJorba, Ramón Zubizarreta, Fermín Guerrero, Vicente Zorazabal,Flobiano García Rubio, Antonio Guerrero, Francisco Angulo, eldoctor Fernández, José Urdulis, Emilio Prats, Benigno Barrena,Francisco Villamil, Juan Oliver Millet, Andrés Luces, VictorianoAbente, Antonio Canadell, Benito Martín, José Roa y Roa, NonitoBrugada, Agustín Gras, Francisco Turro, Manuel Beltrán, Fran-cisco Tuva, Ildefonso Roca, Ramón Abella, Fabián Ortiz, ManuelPallares, Ramón Monoliens, Antonio Turró, Prudencio Blanco,Enrique Gastó, José G. Prim, José Torres, Joaquín Gastó, Francis-co Sabater, Vicente Naden, Juan Cañáis, Ignacio, Blanch, JoséGastó, Vicente Sarqujs, Jaime Abella, José Pujol, Ramón Roig, asícomo Francisco Dalmau.

En este grupo que hizo ese viaje desde la ciudad de Rosario,encontramos a Matías Alonso Criado, quien al año siguiente departicipar en la Exposición Universal de Barcelona, diseñó en lastierras chaqueñas de Carlos Casado el título de “Nueva España”,nombre que el propietario decidió aceptar. Y que cuatro añosdespués, en 1893, se encargó de gestionar ante la Santa Sede elenvío de misioneros salesianos para hacerse cargo de los indíge-nas sanapanás que habían comenzado a trabajar forzadamenteen la fábrica de los Casado-Sastre que había sido instalada en elPuerto Casado. Desde la ciudad de Montevideo, Alonso Criadoescribió al Papa León XIII solicitándole su mediación ante el rec-tor general de los salesianos Michele Rua.53

53 José Nicolás Morínigo y Alfonzo Olmedo, Puerto Casado. Verbo e imagen de ladignidad, con la colaboración de los senadores Bader Rachid Lichi, EmilioCamacho, Cándido Vera Bejarano, Domingo Laino y Lucio Vergara, Fondec,Asunción, 2006.

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El superior salesiano Luigi Lasagna visitó Paraguay en 1894,con apoyo de Sinforiano Bogarín, y en el Puerto Casado constru-yeron la capilla, para acompañar a los trabajadores de la fábricay a los indígenas sanapanás.54 En virtud de condición de Cónsulde Paraguay en Montevideo, Alonso Criado publicó en BuenosAires un interesante folleto titulado Los salesianos en el Paraguay,texto que se dio a conocer en el año 1896 gracias a la TipografíaTalleres “Don Bosco”.55

54 Gabriela Dalla-Corte Caballero, “Puerto Casado: construcción del espacio localy empresas extractivas en el contexto de la Guerra del Chaco”, en G. Dalla-Corte, et. al. (coord.), Poder local y poder global en América, Publicacions UB,Barcelona, 2008, pp. 363-377.

55 Matías Alonso Criado, “Los salesianos en el Paraguay”, Tipografía Talleres “DonBosco”, Buenos Aires, 1896.

Carlos Casado del Alisal, enSantos F. Tosticarelli, FolletoComisión Ejecutiva ProMonumento a Carlos Casado delAlisal, reseña sobre su vida y suobra, Casilda, 1969.

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La prensa barcelonesa se hizo eco de la fiesta organizada enel Alto Paraguay durante la cual se brindó por la fraternidad deraza hispanoamericana de la “Nueva España”, y se redactó unacta que refrendaba la fundación del “centro de progreso” cha-queño desde la zona de San Salvador hasta las inmediaciones deFuerte Olimpo. La elección del 2 de mayo de 1889 para fundar“Nueva España” respondía, en realidad, al recuerdo histórico dela efeméride del año 1808 “como acto de virilidad nacional y pa-triótica del pueblo de Madrid”. En las tierras “salvajes” del AltoParaguay se buscaba conmemorar el levantamiento español con-tra Napoleón Bonaparte, así como expandir la causa española enterritorios americanos que debían ser conquistados. Para Casa-do, la zona chaqueña representaba la reconciliación de “madre ehija” como un eslabón civilizador para el progreso comercial,agrícola e industrial del país.

Dibujo: IglesiaMisionera de San

Raimundo Nonnato,por entonces en

manos del religiosoLivio Farina, Puerto

Casado.Fuente: Museode Historia de

Barcelona (MUHBA),Laboratorio (2012).

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Estas poblaciones permanentes permitirían, según reza elacta, la “regeneración de la raza indígena” en las desiertas regio-nes chaqueñas. Casado simbolizaba entonces “el restablecimien-to de las vías de comunicación recorridas por los españoles des-de el siglo XVI”. La fundación de “Nueva España”, pese a la im-portancia simbólica que tuvo en Argentina y en Paraguay, pasódesapercibida en la península ibérica. El diario catalán informóen sus páginas que la posesión de Casado estaba ubicada en elcamino que conquistadores y jesuitas recorrían desde el siglo XVIpara comunicarse con Perú; y que el progreso de la zona era re-sultado de la iniciativa de empresarios como Casado o de inte-lectuales como Matías Alonso Criado. El periódico mencionó tam-bién que el nombre “Nueva España” designaba “vastísimos te-rritorios del Paraguay, ayer sólo ocupados por espléndida vege-tación, habitados hoy por millares de hombres, los cuales consti-tuyen crecido número de pueblos industriosos y trabajadores”.56

Es importante señalar que Adolfo F. Antúnez y Lauro B.Yubero publicaron en 1897 un interesante libro acerca de la pro-ducción paraguaya, y acerca de la participación de sus empresa-rios en la Exposición Universal de Barcelona del año 1888. Estosautores también señalaron que los mismos fabricantes se despla-zaron en 1889 a París y en 1892 a Chicago, celebrando en el año1893 una Exposición Nacional del Paraguay.57

Ahora bien: el prólogo de este libro quedó en manos del es-pañol Matías Alonso Criado, quien desde la ciudad de Montevi-

56 La Vanguardia, Barcelona, miércoles 17 de julio de 1889, p. 2; martes 23 dejulio de 1889, p. 3; miércoles 20 de noviembre de 1889, p. 1.

57 Lauro B. Yubero y Adolfo F. Antúnez, Industria nacional: descripción de lasdiversas fábricas e industrias establecidas en la Asunción del Paraguay, Casa EditoraTipográfica de “La Opinión”, Asunción del Paraguay, 1897, p. 28.

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deo señaló la ausencia de estudios que se centraran en la indus-tria paraguaya, frente a la numerosa publicación de textos sobrelas esferas políticas y literarias del país. En ese prólogo afirmóque el Paraguay gozaba de materias primas, frutos aglomeradosy capacidad de crecimiento, y afirmó que ese libro escrito porAntúnez y Yubero era el primer llamamiento formal a la aplica-ción de los ensayos practicados en alta escala. Las empresas de-bían aportar también una “recompensa moral”: la de ayudar efi-cazmente al bien intencionado gobierno paraguayo “en su deci-dido empeño de poner en debida armonía la agricultura, la in-dustria y el comercio del país”.58 Este libro de Antúnez y Yubertofue conocido en Paraguay, pero también en Montevideo, la ciu-dad en la que Pastore vivió unos cuarenta años, y en la que escri-bió La lucha por la tierra en el Paraguay.

Exportación del quebracho colorado paraguayo a la ciudad deBarcelona

Como vemos, Matías Alonso Criado aprovechó la Exposi-ción Universal barcelonesa para dar a conocer las tierras adqui-ridas por Carlos Casado del Alisal, tierras que permitían fomen-tar las relaciones comerciales. Años después, fue el yerno de Ca-sado, Pedro Pablo de Corral y Tomé, quien otorgó un rol centralal extracto tánico del quebracho colorado paraguayo para la pro-ducción de curtidos europeos, tema que es objeto de estudio deeste apartado. Su unión matrimonial con Clara Margarita Casa-do Sastre (nacida en Rosario en el año 1881) le permitió ejercer la

58 Matías Alonso Criado, “Prólogo”, en Adolfo F. Antúnez y Lauro B. Yubero,Industria nacional: descripción de las diversas fábricas e industrias establecidas enla Asunción del Paraguay, Casa Editora Tipográfica de “La Opinión”, Asuncióndel Paraguay, 1897, pp. I-XIII.

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condición de secretario-tesorero de la empresa de sus suegrosCasado-Sastre.

Desde el fallecimiento del español Carlos Casado del Alisalproducido en 1899, la gran empresa registrada desde sus iniciosen la ciudad de Rosario, fue establecida a inicios del siglo XX enla calle 25 de Mayo Nº 159 de Buenos Aires. El 30 de julio de 1906las propiedades y los créditos quedaron definitivamente en ma-nos de su viuda, Ramona Sastre Aramburu, quien desde Rosarioconvocó a sus hijos e hijas para distribuir los bienes de maneraequitativa, y para garantizar la supervivencia de la empresa fa-miliar.59 Los descendientes de Casado consideraron que era horade dedicarse de lleno a los obrajes y al extracto tánico del que-bracho para conservar la posesión de la zona chaqueña que seencontraba en disputa entre Bolivia y Paraguay. Pero tambiénera necesario establecer una empresa al otro lado del Atlántico, yde ahí vino el proyecto de Pedro Pablo de Corral y Tomé de esta-blecer una fábrica en una zona portuaria española, y el lugar ele-gido fue la ciudad de Barcelona.

En el año 1909, Pedro Pablo de Corral y Tomé impuso cuatrotransformaciones de diferente calibre: primero, la adopción en elaño 1909 del nombre “Sociedad Anónima Carlos Casado, Com-pañía Limitada de Tierras” para le empresa de los Casado-Sas-tre; segundo, la instalación en la ciudad de Barcelona de su pro-

59 Copia de los prenotados de la partición practicada en los autos sucesorios delaño 1900. Escritura de dación en pago otorgada por el albacea de la sucesiónde Carlos Casado del Alisal (hijo, Carlos Mateo Casado Sastre) a favor deRamona Sastre Aramburu, escribano Pantaleón Egúrvide, secretaría 22 delJuzgado de Segunda Nominación, Rosario, 1906, en Museo Archivo HistóricoMunicipal “Don Santos F. Tosticarelli” de la Ciudad de Casilda, Provincia deSanta Fe. Incluye los terrenos adjudicados a Ramona Sastre Aramburu por laescritura de hijuela en Argentina y Paraguay.

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pia factoría llamada “Fábrica de Extractos Curtientes Pedro Pa-blo de Corral y Tomé”, que desde el año 1916 adoptó el nombrede “Sociedad Anónima de Extractos Tánicos”; tercero, la intro-ducción formal del tanino del quebracho colorado paraguayo parael curtido; y, cuarto, la fundación en pleno año 1909 de la revistamensual barcelonesa El Arte de Curtir, que quedó en manos deCarlos y Fernando de Corral y Tomé. La mencionada revista, dosdécadas después, asumió el nombre de La Piel y sus Industrias, elarte de curtir, y el tema central de sus páginas siempre fue: “¿cómose calza un ejército?”.

A inicios del año 1909, los hermanos de Corral y Tomé (Pe-dro Pablo, Carlos y Fernando) adquirieron dos manzanas en elPueblo Nuevo barcelonés. Allí aprovecharon el elevadísimo con-tenido en tanino natural del quebracho colorado chaqueño parael curtido de pieles (cuero) y para la producción de suelas y bo-tas para los ejércitos europeos. Esta fábrica construida en 1909 enla ciudad condal identifica la unión entre la propiedad de tierrachaqueña paraguaya, la exportación de sus productos, la llegadade los mismos al Puerto de Barcelona, y el uso de esos recursosen el Pueblo Nuevo (Poble Nou). Hasta el año 1916, esta empresallevó el nombre de “Fábrica de Extractos Curtientes Pedro Pablode Corral y Tomé”. Desde entonces el nombre registrado fue “So-ciedad Anónima de Extractos Tánicos”.60

El proyecto barcelonés dio sentido a las propuestas que veinteaños antes había hecho el propio Matías Alonso Criado durantela Exposición Universal. Como mencionamos más arriba, Alon-so Criado viajó a España en ese mismo año de 1909 en que Pedro

60 Gabriela Dalla-Corte Caballero, “La S. A. de Extractos Tánicos de Barcelona:un proyecto empresarial a través del quebracho paraguayo”, en RevistaTrocadero, Nº 25, 2013, pp. 187-210.

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Pablo decidió dejar en manos de sus dos hermanos, Carlos y Fer-nando de Corral y Tomé, la construcción de la nave y la contrata-ción de trabajadores dedicados al curtido de pieles en base a losextractos vegetales con tanino, en particular el quebracho proce-dente de las tierras de los Casado-Sastre. Desde la “casa-matriz”de la empresa establecida en Buenos Aires, Pedro Pablo se en-cargó de hacer llegar al Puerto de Barcelona una fabulosa canti-dad de rollizos de madera del quebracho.

Los efectos del crecimiento de esta sucursal barcelonesa pue-den identificarse en la reconstrucción de la propia fábrica orga-nizada en el Pueblo Nuevo: en 1923 Carlos de Corral y Tomésolicitó un nuevo diseño que incluyese pasillo, escalera princi-pal, portería, despacho, laboratorio, patio, batería, calderas, al-macén, carga, depósito de bisulfito, almacén de carpintería, lí-neas de difusión, así como la sala de máquinas, junto a los depó-sitos de mimosa, encina y quebracho colorado. Finalmente, latenería experimental y los solares.

Como vemos, la empresa fundada en Barcelona por PedroPablo de Corral y Tomé dependió de la fábrica chaqueña conver-tida en sociedad anónima en el año 1909, y fue bautizada con elnombre “Sociedad Anónima de Extractos Tánicos”. Éste fue eldestino del quebracho paraguayo para la elaboración de curti-dos. Tengamos en cuenta que la pareja conformada por PedroPablo de Corral y Tomé y por Clara Margarita Casado Sastre tuvotres hijas llamadas Elizabeth, Elena y Angélica, así como un hijovarón que fue bautizado con el nombre de Carlos Alberto Isidrode Corral Casado-Sastre.61 Este último, gracias a la riqueza em-

61 “Sucesores de Carlos Casado, Carlos Ángel Magrane Casado y RodolfoSánchez Terrero, en representación de la sociedad civil en su carácter deadministradores, otorgan poder especial a favor de Deolindo Astrada, 19 de

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presarial familiar, contrajo matrimonio con Inés Victorica RocaChevallier, miembro de la familia del presidente de la RepúblicaArgentina Julio Argentino Roca.62

Plano general de la Sociedad Anónima de Extracto Tánico de Barcelona de loshermanos de Corral y Tomé.Fuente: Museo de Historia de Barcelona (MUHBA),Laboratorio (2012).

octubre de 1964”, en Museo Archivo Histórico Municipal “Santos F.Tosticarelli”, Casilda, La Candelaria, Provincia de Santa Fe, Folio 2396, Primertestimonio nº 998.

62 Santos F. Tosticarelli, “Otra vez Carlos Casado”, recorte de prensa de La Capital,18 de diciembre de 1958, en Museo Archivo Histórico Municipal “Santos F.Tosticarelli”, Casilda, La Candelaria, Provincia de Santa Fe.

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Por eso también es importante adjuntar la genealogía de lafamilia Corral y Tomé. Los títulos y señoríos creados por IsabelII, Reina de España, otorgaron a algunos de sus miembros el nom-bramiento de marqueses de San Gregorio o de vizcondes de Oña.En primer lugar encontramos a Tomás Eustaquio de Corral y Oña,nacido en 1807 en Villa de Leiva, La Rioja, y fallecido en 1882 enMadrid. Hijo de Fernando de Corral y Delgado y de Eustaquiade Oña y Gadea, los abuelos paternos fuero Juan de Corral yManuela Delgado, mientras que los abuelos maternos fueron JuanAntonio de Oña y Clara Gadea. Se convirtió en Médico de Cá-mara de Isabel II y fue nombrado 1º Marqués de San Gregorio ytambién 1º Vizconde de Oña.

Tomás Eustaquio de Corral y Oña contrajo matrimonio conEugenia Usera y Alarcón, con quien tuvieron los siguientes hi-jos e hijas: Eugenio María de Corral y Usera, Marqués de SanGregorio, fallecido en 1915 en Burdeos, Francia; Luisa de Corraly Usera; Marcelo de Corral y Usera, unido matrimonialmente aSoledad de las Bárcenas; Lorenzo de Corral y Usera; Isabel deCorral y Usera; María de la Purificación de Corral y Usera, falle-cida en 1915; Consuelo de Corral y Usera; así como FernandoLuis de Corral y Usera.

Fernando Luis de Corral y Usera, hijo de Tomás Eustaquiode Corral y Oña y de Eugenia Usera y Alarcón, nació en Madridel 19 de enero de 1846. Fue nombrado 2º marqués de San Grego-rio, y también 2º vizconde de Oña. Contrajo matrimonio con Maríade la Paz Tomé y Martínez.

Tomás Pedro María Jesús José y Blas de Corral Saiz, nacidoen 1905 y convertido en ingeniero industrial, fue nombrado 3ºMarqués de San Gregorio en sucesión a su abuelo Tomás

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Eustaquio de Corral y Oña. Hijo de Tomás Pedro Fernando deCorral y Tomé y de Cristina Saiz López Tejada, Tomás Pedroingresó en la Sociedad Madrileña de Tranvías en 1934, y en 1959fue nombrado como subdirector de la Empresa Municipal deTransportes de Madrid. Sus hermanos fueron Luis de Corral Saiz,Ángel de Corral Saiz, Antonio de Corral Saiz y Rafael de CorralSaiz. Su fallecimiento se produjo en Madrid en el año 1960. Reci-bió la medalla de plata de la Ciudad de Madrid. Unido matrimo-nialmente el 26 de diciembre de 1930 –previa licencia real solici-tada ese mes y año– con María Mena Gómez de la Riva, nacidaen 1903 y fallecida viuda en Madrid el 26 de febrero de 1994.

Tomás de Corral y Mena fue nombrado 4º Marqués de SanGregorio el 30 de enero de 1964. Nacido en Madrid el 14 de mar-zo de 1940, este ingeniero Industrial egresó de la Escuela TécnicaSuperior de Ingenieros Industriales de Madrid en 1965. Comple-tó su formación en Gran Bretaña y Holanda. Ingresó en la Em-presa Municipal de Transportes de Madrid en donde alcanzó elpuesto de Subdirector de Taller y Material Móvil. Unido matri-monialmente en Madrid el 7 de febrero de 1966 a María de losÁngeles Camargo Dorado, tuvo los siguientes hijos: Beatriz Ma-ría de Corral y Camargo y Almudena María de Corral y Camargo.

Pedro Pablo de Corral y Tomé, el personaje que analizamosen este trabajo, fue hijo de Fernando Luis de Corral y Usera y deMaría de la Paz Tomé y Martínez.63 Nombrado 3º vizconde deOña, nos permite reconstruir precisamente la vinculación fami-liar con los Casado-Sastre. Es importante considerar que una delas hijas de Pedro Pablo de Corral y Tomé y de Clara Margarita

63 D. J. Herrera Vegas y Carlos Jáuregui Rueda, Familias Argentinas, EdicionesCallao 1823, Buenos Aires, 2006.

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Casado Sastre, precisamente Helena Justa de Corral y CasadoSastre, contrajo matrimonio con Alejandro Pidal y Toro de Guz-mán, el 2º marqués de Valderrey. El nobiliario título de marquésfue creado por Alfonso XIII en agosto de 1914, y otorgado a Ma-nuel Pidal y Bernaldo de Quirós, por entonces diputado en lasCortes españolas y casado con María de los Dolores Toro y Sán-chez-Arjona. El 2º marqués fue precisamente Alejandro Pidal yToro. En el año 1961 le sucedió su hijo Alejandro María Pidal yde Corral en calidad de 3º marqués de Valderrey.

Fueron los hermanos de Corral y Tomé quienes decidieronparticipar activamente en la Exposición Internacional de 1929,quizás una de las últimas actividades formales antes de la Gue-rra del Chaco, de la Guerra Civil española y de la Segunda Gue-rra Mundial que transformaron el uso del quebracho. Durante lamencionada Exposición, los curtidores barceloneses se estable-cieron en el Palacio del Vestido de la Plaza España, para exponersus industrias de la piel, la marroquinería y el calzado. Encontra-mos a “Luis Ysamat”, “C. Munmany”, “Manuel Codina Planas”,“Manufacturas Cuero Cosas, S. A.”, “José Funcá Monné”, “Bacásy Compañía de Badalona”, “José Carcasona”, “Drogas y prime-ras materias Paniker, S. A.”, “Alfonso Aliguer”, “Manufacturasde la Piel, S. A.”, “Valentín Iglesias Abelló”, así como la fábricade los de Corral y Tomé.

Como afirmó la revista barcelonesa La Piel y sus Industrias, elarte de curtir, la “Sociedad Anónima de Extractos Tánicos” delei-taba al público por su unidad entre España, Argentina y Para-guay. Sus stands fueron los más celebrados durante el certamenorganizado por sus miembros. Los responsables de la menciona-da revista agregaron el origen hispano de la antigua “Compañíade Tierras Hispano-Paraguaya Limitada” del español Carlos Ca-

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sado del Alisal. El hijo político de este último, el también españolPedro Pablo de Corral y Tomé, era el “alma animadora de lamanifestación de poderío industrial” que había conseguido“transformar inmensas extensiones de selva virgen, allá en elParaguay”. La red vastísima de establecimientos “a la moder-na”, había permitido a esa gran familia Casado-Sastre “el tráficointernacional en el admirable Puerto Casado”. Finalmente, la“Sociedad Anónima de Extractos Tánicos” barcelonesa fue valo-rada por La Piel y sus Industrias, el arte de curtir como la empresamás importante de la ciudad condal:

“Sus amplias y confortables oficinas no se dan punto de reposo encursar verdaderas lluvias de pedidos, que viniendo de todos losámbitos de la península, ponen de manifiesto la estima en que latenería española tiene a esta casa y extractos que fabrica, con losmás modernos aparatos en sus grandes fábricas de Pueblo Nuevo.De abeja humana puede calificarse esta organización, y nada tienede particular que así sea, hallándose al frente de la misma un traba-jador infatigable como Don Carlos de Corral y Tomé, excelente eilustre amigo nuestro, cuya energía para el trabajo es inagotable yque en todo momento ha sabido y sabe excederse a sí mismo cuandose trata de demostrar que la raza latina no cede en ningún punto ala anglo-sajona en cuanto a empuje laborioso”.64

64 “S. A. de Extractos Tánicos”, en La Piel y sus Industrias, el arte de curtir,Publicación mensual ilustrada, adherida a la Asociación Española de la PrensaTécnica, de gran circulación en España y América Latina, Barcelona, Año XX,Nº 253, diciembre de 1929, p. 23.

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La “Sociedad Anónima de Extractos Tánicos”, Exposición Industrial de Barce-lona de 1929, en La Piel y sus industrias, Barcelona, Año XX, Nº 253, diciembrede 1929, p. 23.

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Reflexiones finales

Si bien las relaciones comerciales y mercantiles con la Repú-blica del Paraguay forman parte de la historia barcelonesa, elPueblo Nuevo y el Puerto de Barcelona han sido poco conocidoshasta el momento en el Paraguay, quizás por el también escasoconocimiento que se tiene sobre ese país del Cono Sur latino-americano que no tiene salida al mar. Pero la importación de unode sus grandes productos vegetales, el quebracho colorado, la“quiebra hacha”, se produjo gracias al puerto barcelonés, y for-ma parte de nuestra historia contemporánea.

No obstante, la exportación-importación de rollizos de ma-dera de quebracho colorado chaqueño paraguayo (que era la basepor la que se constituyó la “Sociedad Anónima de ExtractosTánicos” en Barcelona), siguió el camino europeo de perder inte-rés ante su extracto tánico. Desde la década de 1940, la produc-ción de curtidos se transformó a nivel internacional al abando-narse el producto natural del tanino. Tengamos en cuenta que enese mismo año, el Partido Liberal paraguayo presentó el proyec-to de Ley del Estatuto Agrario para fomentar la pequeña propie-dad. Dicho proyecto fue firmado por Artemio Mereles, Justo Pas-tor Benítez, Juan Guillermo Peroni, Alejandro Marín Iglesias, JulioCésar Chaves, Rogelio Pavón, Ernesto Gavilán, Horacio Fernán-dez, Leonardo López y Efraim Cardozo, y en especial por CarlosPastore, cuyos trabajos me ayudaron para abordar este impor-tante tema histórico.65

65 Gabriela Dalla-Corte Caballero, Lealtades firmes. Redes de sociabilidad y empresasen la Carlos Casado S. A. entre Argentina y el Chaco paraguayo, 1860-1940, CSIC,Madrid, 2009, p. 474.

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El trabajo se centra en la unidad económica entre la zonachaqueña paraguaya y la ciudad condal durante la primera mi-tad del siglo XX, a través de la importación del quebracho colo-rado de los Casado-Sastre-de Corral y Tomé por el Puerto de Bar-celona, y la producción del extracto tánico del quebracho colora-do en el Pueblo Nuevo barcelonés. Como vemos, los de Corral yTomé contribuyeron durante la primera mitad del siglo XX a laconservación de la fábricas del Pueblo Nuevo barcelonés en lasque se utilizaron los extractos tánicos para el curtido de piel.Aprovecharon el árbol del quebracho del Chaco Paraguayo paraproducir suelas para los zapatos y para las botas de los ejércitoseuropeos. Por ello, la unidad económica entre el espacio para-guayo y la ciudad condal fue vital para garantizar la importa-ción del quebracho por el Puerto de Barcelona.

Pero la entrada del quebracho por el Puerto de Barcelona fueobra de Matías Alonso Criado en calidad de representante delgobierno paraguayo por su condición de Cónsul de Paraguay enEspaña, y también por su calidad de representante internacionalde la antigua “Compañía de Tierras Hispano-Paraguaya Limita-da” de Carlos Casado y de su esposa Ramona Sastre Aramburu.Las reflexiones otorgadas por Matías Alonso Criado en el senode la ciudad de Barcelona, y en especial durante la organizaciónde la Exposición Universal del año 1888, sirvieron durante cincodécadas para fomentar el uso del quebracho, de la “quiebra ha-cha”, para los curtidos europeos. Este republicano bautizó la tie-rra chaqueña del también español Casado como “Nueva Espa-ña”, y quien consiguió unir el quebracho colorado paraguayocon el curtido barcelonés.

Y no hay duda de que Carlos Pastore pudo advertir la tras-cendencia de todos estos personajes, así como la estrecha vincu-

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66 Carlos Pastore, El Gran Chaco en la formación territorial del Paraguay, CriterioEdiciones, Asunción, 1989.

lación entre Asunción, Buenos Aires, Montevideo y Barcelona,gracias al extracto tánico del quebracho colorado del Chaco Pa-raguayo. El libro de Pastore sobre la formación territorial para-guaya, que fue editado en Asunción en el año 1989,66 me permitecontinuar con estos imprescindibles proyectos de investigación,pero siguiendo también los principios sociales de Gladys Casacciay Mirna Vázquez.

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Las Ligas Agrarias Cristianas:Construcción de una episteme

campesina en Paraguay

Por Julio EspínolaFLACSO Paraguay

Director de la AsociaciónInterdisciplinaria de Desarrollo

e Investigación (AIDI)

Introducción

Ligas Agrarias Cristianas, un tema recurrente. Mucho seha escrito, pero aún es más lo que resta por analizar y sistema-tizar de este movimiento campesino tan singular. En este traba-jo proponemos analizarlo desde una perspectiva muy específi-ca y con dimensiones de análisis aún exploratorios. Concreta-mente, planteamos el concepto de episteme como una clave deacceso a la compresión de un proceso social complejo.

El corte epistemológico provocado por la introducción decategorías de análisis, de estrategias de acción, pero –por sobretodo- por una actitud de profunda dignidad y autoestima, han

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remecido los cimientos del régimen de Stroessner, que no espe-raba tanta resistencia de los–otrora- sumisos campesinos para-guayos. Analizaremos la emergencia del primer proyecto cam-pesino con articulación local, regional y nacional, construido apartir de una organización fuerte en términos ideológicos ymetodológicos. Tan fuerte que, posteriormente, se han creadonumerosas organizaciones campesinas que reconocen a las LACcomo su fuente.

Nuestro periodo de estudio abarca desde los antecedentesinmediatos de las LAC hacia los años cuarenta, hasta su des-aparición como movimiento, en los últimos años de la décadadel setenta. Prestaremos particular atención a las elaboracionesideológico/discursivas y al método de praxis social.

¿Episteme campesina?

La hipótesis de este trabajo es la constitución de una nuevaepisteme campesina a través del proceso de constitución, desa-rrollo y transformación de las Ligas Agrarias Cristianas en re-lación de ruptura con otras formas de organización campesinatradicional y otras formas alternativas que se dieron en el mis-mo periodo.

El concepto de episteme, que es nuestra herramienta de tra-bajo, es el siguiente: “Espacio en el que se interrelacionan dife-rentes discursos, prácticas y estrategias, que permite y condi-ciona una manera de pensar y actuar en un arco temporal de-terminado” (Acurero, 2012). Operativamente, exploramos laepisteme campesina a partir de las dimensiones “ideológico/discursiva” y del “método de praxis social”, construidas por elmovimiento de las LAC.

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Juegos de verdad y modos de subjetivación campesina

La episteme campesina se define por rupturas históricas.Por lo tanto, existen varias epistemes campesinas, desde su emer-gencia y diferenciación de la episteme indígena. El estudio de lahistoria campesina, desde esta perspectiva aún está pendiente.Sin embargo, podemos delinear algunas características muygenerales antes de la configuración de las LAC. Los anteceden-tes de la conformación del movimiento campesino paraguayoestán directamente ligados a la problemática de la distribuciónde las tierras. La asimetría en las relaciones de poder entre losterratenientes y las familias campesinas han hecho inviables losreclamos campesinos al menos desde 1848; desde aquel decretolopista del 7 de octubre de 1848 que impulsó el Estado mercan-tilista, despojando de sus tierras y autonomía comunitaria anumerosos pueblos paraguayos. El juego de verdad legitima-dor había sido lo funesto del régimen comunitario y lo extraor-dinariamente positivo del estatus legal de “ciudadanía” paralos pueblos originarios. Entonces no hubo ningún intento efec-tivo de construcción de un poder social que haga frente al pro-ceso de avasallamiento de las poblaciones campesinas e indíge-nas; al menos de manera colectiva y con alcance nacional. Nisiquiera a finales del siglo XIX, cuando la venta de las más de15 millones de hectáreas de tierras públicas, al capitaltransnacional (Pastore, 1972).

Desde su creación, los partidos políticos tradicionales cons-truyeron nuevos juegos de verdad relacionados a la soberaníanacional. Sin embargo, antes que impulsar la recuperación delas tierras para la soberanía de los pueblos del Paraguay, se hanconfabulado con el capital extranjero. A partir de la venta delas tierras públicas, la geografía nacional ha sido seccionada –

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tanto las compañías como los pueblos– de acuerdo a las afilia-ciones de los caudillos locales. Con esto los campesinos, necesa-riamente forjaron una identidad colorada o liberal, según el feu-do en el que le tocó en suerte residir. En estos feudos continua-ron los reclamos, trámites y luchas por el acceso a la tierra y unmejor horizonte para las familias paraguayas. Normalmente,con triste suerte para los campesinos. Estas condiciones consti-tuyeron una episteme campesina que requiere de un análisisparticular y pormenorizado.

Entretanto, la herencia de la inestabilidad política nacionale internacional del siglo XX, la guerra del Chaco y la guerracivil del ’47 construyeron a acendrar la identidad nacionalistay autoritaria. Asimismo, es fundamental mencionar lasinsurgencias que han sido planteadas por diversos grupos polí-ticos, especialmente el Movimiento 14 de mayo (1959-1961) y elFrente para la Liberación Nacional (1960-1965), a nivel inter-no; así como la influencia de la revolución cubana y las guerri-llas en Argentina y Uruguay, a nivel externo. Estas insurgenciashan creado un “ambiente” en el que se consideraba la posibili-dad de construir un nuevo escenario histórico a partir de laopción armada. Esta creencia, entre otros factores, llevaría pos-teriormente a que una facción de las LAC se una al proyecto dela Organización Político Militar (OPM). Pero con las LAC unanueva episteme campesina se constituiría a partir de nuevascondiciones sociales y políticas en el campo.

A mediados del siglo XX, cuando el ambiente bélico dismi-nuyó, se retomaron los reclamos de acceso a la tierra y otrosrelativos al proceso de pauperización socioeconómica. La lentapero continua penetración del capitalismo en las relaciones so-ciales de las capas campesinas, a través de la influencia de la

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prensa y de cierta dinamización del comercio y la mercantiliza-ción de la tierra, transformó las relaciones sociales entre cam-pesinos. Al fragmentar una capa campesina relativamente ho-mogénea en términos socioeconómicos y culturales, también sedebilitaron las redes sociales de solidaridad.

En este escenario, la urdimbre cristiana católica, aún con-servaba sus rasgos de religión nacional, con esa mixtura nacio-nalista que caracterizaba al patronato republicano en las rela-ciones Iglesia-Estado. Relación institucional cómoda, que con-sentía los excesos de ambas instituciones y adormecía a los ciu-dadanos/fieles. La subjetivación de campesinos sumisos anteel Estado, en parte, también venía del respeto y obediencia a lasautoridades que se exigía a los fieles de parte de la Iglesia insti-tucional, justamente por ese compromiso político que se llamóprimero patronato regio y posteriormente patronato republica-no. Compromiso que teológicamente ha sido fundamentado enaquella doctrina según la cual la autoridad viene de Dios, y,por lo tanto, la legitima (aunque “Dios no se hace responsabledel ejercicio de la autoridad”, institucionalmente, la autoridadqueda avalada).

Discurso y método eclesial tradicional

El discurso eclesial preconciliar podría sintetizarse a partirde las tendencias manifestadas en las corrientes teológicas in-ternas propuestas por alejandrinos y antioquenos relacionadosa la salvación humana. Para ambos, la encarnación del Hijo deDios en Jesucristo, en dos naturalezas – divina y humana-, “niseparadas ni mezcladas”, estaba fuera de discusión; sin embar-go, el planteo de la salvación a partir de este dogma tenía acen-

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tos distintos. Para los alejandrinos, si no se está bien unido aDios no hay salvación; para los antioquenos, lo humano, si noes asumido, no es salvado. En la práctica, por tanto, tenemos alos cristianos distinguidos en dos escuelas: una que predica aJesús acentuando su naturaleza divina, contemplando la reali-dad humana, y otra que predica a Jesús acentuando su natura-leza humana, encarnado y comprometido a muerte con la rea-lidad. La hegemonía completa la tenían los alejandrinos desdehacía siglos. Todo lo demás es ropaje cultural. Sin embargo,con la emergencia de las ciencias naturales y sociales, la cues-tión social y el desafío que planteó a la Iglesia el marxismo, éstase ha replanteado su misión en el mundo con categorías a favoro en contra de estos factores. Dichas posturas reproducen lasposiciones de alejandrinos – separación de la Iglesia de la “rea-lidad temporal” - y de antioquenos – que impulsaban el com-promiso de la Iglesia en el mundo del trabajo, la industria, lapolítica, etc. Posición que se fortalecería con el Concilio Vatica-no II (1962-1965), y en América Latina, con el documento finalde la Conferencia de Obispos en Medellín, 1968.

En cuanto al método tradicional de la Iglesia ha combinadosiempre la lectura, la prédica y la disciplina en un estilo de vida.Uno de los instrumentos más eficaces ha sido la puesta en mar-cha de los conventos o comunidades con sus diferentes “Re-glas”. Estas “Reglas” eran disciplinas religiosas aprobadas ins-titucionalmente como un estilo de vida, normalmente ascético,que combinaba trabajo manual y oración, lectura, meditacióny predicación. De modo que la palabra institucional recibía unfuerte apoyo por parte de un régimen disciplinario, sea mona-cal o mendicante, que resultó eficaz para formar cuadros deseguidores de la Iglesia formados en el estudio y el trabajo.Muchos de estos han sido formadores de otros cristianos, pero

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no en la forma de vida de los monasterios o las comunidadesreligiosas, sino en las parroquias, en las escuelas y en los cen-tros misionales.

En Paraguay tenemos las experiencias de las doctrinas fran-ciscanas y las reducciones jesuitas, que fueron modelos de edu-cación tanto de indígenas como de campesinos, en dos modali-dades distintas. En alianza con el poder civil, estas y otras con-gregaciones transformaron naciones indígenas en pueblos cris-tianos. En este modelo las autoridades de la Iglesia monopoli-zaban la función docente.

Tenemos algunos relatos de cómo los miembros del cleroregular y secular educaban a los cristianos paraguayos, sobretodo, campesinos.

“Cuentan los protagonistas que el pa’i Ayala los invitó a parti-cipar en un retiro espiritual ignaciano que se llevaría a cabo enSan Juan Potrero. En esta localidad se realizaban con frecuenciaretiros espirituales con amplia participación de la gente; por ejem-plo, en 1957 participaron 110 hombres. Este tipo de ejerciciosera predicado por el pa’i mientras la gente se sentaba a escuchary reflexionar” (Telesca, 2004:62).

Estos eventos, como los descritos en la cita, fueron practica-dos ampliamente en el Paraguay y en América Latina desdecomienzos del siglo XX. Otro método era el “círculo de lectura”que consistía en la lectura de un texto, ante el silencio de losasistentes, como un discurso o lección a aprender.

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Método de praxis social de la JOC

Con la creación del método “Ver, Juzgar y Actuar” (VJA),en los años ’30, un sector de la Iglesia renovó su método. Estemétodo fue formalizado y difundido por la Juventud ObreraCristiana (JOC), fundada por el P. Joseph Cardjn, en Bélgica.Esta renovación metodológica se vio como necesaria. De he-cho, la JOC fue integrada al movimiento de la Acción Católica,como una rama especializada. El clericalismo tradicional habíaentrado en crisis ante el reclamo de mayor participación dellaicado en la Iglesia. En la primera mitad del siglo XX, la crisisque generó al interior de la Iglesia, aún con aires de cristiandadmedieval, lo que se llamó “modernismo”1, obligó posteriormentea los sacerdotes a ceder espacio de su exclusivísima funcióndocente. Sobre todo a partir del fin de la Primera Guerra Mun-dial. Este cambio de método de alguna manera estuvo relacio-nado con el cambio de modelo eclesiológico que se confirmaráen el Concilio Vaticano II.

El VJA es un método inductivo, experiencial, a diferenciade las prédicas directivas que parten de conceptos o verdadesdogmáticas. Representa un corte o ruptura con el método ante-rior. “El pueblo puede hablar” (además, ya puede leer la Bi-blia), no solamente los clérigos que tienen la función magisterial

1 El modernismo teológico ha sido una tendencia rechazada por la jerarquíaeclesial, según cual la Iglesia e inclusive los textos sagrados son construccionessociales e históricas. Particularmente, los libros de la Bibliadeben leerseatendiendo los géneros literarios en que fueron escritos, y no darles unainterpretación literal. Este fue un campo más donde la ciencia y la Iglesia seencontraron en conflicto. Finalmente, con el tiempo, la Iglesia aceptaría unestudio científico del texto bíblico como texto. Posteriormente, el conflicto entrela ciencia y la Iglesia se trasladaría al campo de la moral, especialmente lamoral sexual y reproductiva.

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en la Iglesia. También los laicos pueden leer e interpretar la rea-lidad. Por lo tanto, implica no solamente un cambio de método,sino también existe un cambio epistemológico. El conocimientose lo puede y debe construir juntos. También los campesinos,los obreros, los jóvenes, las madres, etc., pueden esclarecer lasituación local de una comunidad. No solamente el sacerdote,las autoridades políticas o pedagógicas.

El método de praxis social utilizado inicialmente por lasprimeras comunidades de las LAC ha sido aquella que propul-só la Juventud Obrera Católica (JOC). Por lo tanto, la vamos aanalizar someramente.

El método por excelencia de la JOC es el “Ver, Juzgar yActuar” (VJA). Pero este método está relacionado con otro: elmétodo de “Revisión de Vida”. El método “Revisión de Vida”,es una propuesta pedagógica que se concentra en la búsquedade una nueva “visión”, la construcción de un modo distinto deobservar la realidad en el sujeto. Didácticamente, comienza apartir de un hecho de vida cotidiano. Se analiza el hecho, perono se cierra en el análisis ni busca resolver problemas prácticos.Se trata fundamentalmente de incorporar la “nueva visión”,convertir (metánoia) la interpretación propia de la realidad. Laconversión es un proceso personal, pero no individual, sino co-munitario. Y este proceso forma subjetivaciones personales, perotambién grupales. Incorpora gradualmente en los sujetos unamentalidad nueva (procesos socio-cognoscitivos), al crear rela-ciones afectivas nuevas en los grupos, transforma afectiva yvalorativamente (procesos socio-afectivos); y al luchar por con-cretar compromisos de transformación de la realidad (procesossocio-operativos), crea mística. El compromiso principal es latransformación de otros sujetos del propio ambiente a la nueva

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visión, a invitar a otros a hacer el mismo camino. Finalmente, elmétodo tiene un elemento particular: es un estilo particular deser cristiano. Es un camino para favorecer la apertura hacia “lotrascendente” y la coherencia de vida, según el Evangelio. Porlo tanto, no se trata de un método que cae sobre un terreno nopreparado. Los sujetos participantes habían sido anteriormen-te subjetivados como cristianos, en el seno de una cultura cris-tiana. Y la nueva visión, se siembra y crece sobre este sustratofértil, imprimiendo su sello particular.

El llamado método de “Ver, Juzgar y Actuar” (VJA) puedeser aplicado a grupos e inclusive instituciones. De hecho, hastala Iglesia Católica en la elaboración de sus grandes documentosha aplicado el método. Por ejemplo, en el documento Mater etMagistra (1961), en el Concilio Vaticano II (Lumen Gentiun,1964), en la Conferencia de Obispos de Medellín (1968) y Pue-bla (1979), entre otros.

Este método tiene los tres pasos que corresponden a su nom-bre. El “Ver” es un momento inductivo. Se parte de la observa-ción de un hecho de vida. Puede ser un hecho puntual o unasituación. A diferencia de los métodos tradicionales, éste anali-za los hechos, busca las causas inmediatas y las estructurales.

“El “ver” se propone analizar un hecho de vida con el fin dedescubrir actitudes y modos de pensar y valoraciones y compor-tamientos. Se buscan las causas y se analizan las consecuenciasque pueden tener en las personas, en las comunidades y en lasorganizaciones sociales. El acento se pone en la persona, no enlas ideas ni en las cosas. Se invitaba a los jóvenes obreros a revi-sar su vida en el trabajo, la familia y la sociedad”. (Biord, R. s.f.,2).

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El “ver” implicaba una lectura de la cotidianidad. Se ha-cían preguntas directas según cada contexto. Por ejemplo:¿Quién soy yo?, ¿Qué estoy haciendo todos los días? ¿Por quélo hago? ¿Quién se sirve de mi trabajo?, etc.

El “juzgar” es un momento axiológico, una confrontación.Pero esta valoración no se realiza solo a partir del criterio per-sonal de cada sujeto. La evaluación se realiza desde la ópticade la institución, en este caso, de la Iglesia Católica. Se juzga “ala luz de la fe”. Es decir, se analiza cuál es el plan de Dios, lavoluntad de Dios, según se puede interpretar a partir de la lec-tura de determinados pasajes de la Biblia. Esta interpretaciónde la Biblia también se hace en forma colectiva, dialogada. Demodo que la valoración de la situación va esclareciéndose se-gún el grupo va haciendo la transferencia o “actualización”del mensaje evangélico. Por lo general, se encuentra una grandistancia entre el plan de Dios y la realidad. Esto da pie al últi-mo momento del método.

El momento de “actuar” es la elaboración de una serie decompromisos grupales o institucionales para transformar la rea-lidad según el plan de Dios. Aquí es donde se planifican la es-trategia y las actividades más pertinentes a cada caso.

Existe, por tanto, una lectura ideológica de la realidad, eneste caso según las creencias de la Iglesia Católica, y la convic-ción de quien se compromete a transformar la realidad lo hace,no solamente ante la comunidad; existe un tratamiento a nivelde conciencia, un compromiso ante Dios. Quizás sea este ele-mento el que hace sumamente efectivo el método. La penetra-ción que tiene a nivel afectivo, valorativo y práctico.

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Por lo demás, es presión social (en términos sociológicos).El grupo, con sus elementos simbólicos, éticos y prácticas gru-pales realiza la consolidación del proceso de subjetivación. Lavida de grupo, el itinerario de una comunidad, está marcadapor estos momentos de discernimiento del método VJA. La par-ticipación en la vida comunitaria, con sus momentos de forma-ción, crisis, discernimiento y servicio son profundamentesubjetivantes. Hasta aquí encontramos que el método VJA si-gue siendo directivo, como los métodos tradicionales de la Igle-sia Católica, pero adaptado a un contexto donde la autoridadclerical ya no puede imponer tan fácilmente un discurso.

Este método era practicado con un ritmo semanal, normal-mente. A escala nacional se organizaban “campañas” anualespara reflexionar sobre un tema de actualidad, que finalmentese terminaba discutiendo en un congreso, luego de un procesode discusión que finalizaba con un cronograma de actividadesanual.

Este método era aplicado al “proceso de formación” poretapas, que corresponde al itinerario de formación del grupo.Ésta pasa por las reuniones semanales y también por las jorna-das y los cursillos mensuales. La participación disciplinada eneste tipo de grupos implicaba un lento, pero seguro proceso desubjetivación.

La reflexión común de los textos bíblicos aplicados al con-texto y a la cultura agropecuaria y campesina, favoreció la rup-tura epistemológica de aquellas primeras bases organizadas.

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Trayectoria histórica de las Ligas Agrarias CristianasLa Pre – LAC

Los principales elementos que abonaron la emergencia delprimer movimiento campesino en Paraguay, entre otros, fue-ron los siguientes. 1. Las capas campesinas, entre las cuales noexistía aún una gran diferenciación social, lo cual permitía lapresencia de redes locales de solidaridad, con sustrato cristianotradicional. Por ejemplo, la minga y el jopói, la amplia utiliza-ción y – en algunos casos, defensa común- de los campos comu-nales, - sobre todo en algunas zonas menos afectadas por laguerra civil-; 2. Las organizaciones de la Juventud Obrera Cris-tiana (JOC)2. Esta organización fundada en Paraguay en 1942,se expandió rápidamente, aportando varios dirigentes forma-dos en la Doctrina Social de la Iglesia; 3. Las numerosas her-mandades de la Tercera Orden Franciscana (TOR) –comúnmentellamados “sanfranciscanos”–, los cuales fomentaban prácticasde ayuda mutua entre sus miembros; 3. El naciente Movimien-to Sindicalista Paraguayo (1957), con una fuerte orientaciónsocial cristiana, en razón de que sus fundadores fueron exjocistas (Ortiz, A.; Carter, M. 1990:96), afiliada a la Confedera-ción Latino Americana Sindical Cristiana (CLASC); 4. Cierto“ambiente” de crisis y anhelo de cambio - con diversas estrate-gias, promovidas desde los años cuarenta y cincuenta-, sean noviolentas (como la difícil integración de la sociedad pos – gue-

2 Tanto la JOC como los demás grupos que componen la Acción Católica hansurgido en Europa durante los años ’30 como reacción católica al comunismo,intentando aprovechar ciertas coincidencias del catolicismo con el marxismo,pero rechazando algunos elementos del emergente movimiento comunistaeuropeo.

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rra civil del ’47 en los pueblos y compañías), como violentas(Movimiento 14 de Mayo y, posteriormente, el FULNA3).

Periodo fundacional (1959/60- 1962)

Es importante contextualizar brevemente el escenario de lazona germinal. Desde la década del sesenta, el proceso de des-campesinización se incrementa en la zona agro ganadera del Sur,con el empobrecimiento de las familias campesinas y el avancede los latifundios, que trajo la consiguiente transformación dela geografía humana: expulsión, desarraigo, desmembramien-to familiar, migración al exterior –principalmente Buenos Ai-res–, aunque también a Asunción y otras ciudades. Valga comodato el registro del MAG, según el cual en la zona germinal delas LAC en 1969 el 47,8% de los lotes correspondía al estrato dehasta 4,9 Há; mientras que el 68% de la población estaba asen-tada en el área rural (Bareiro, 2004:15). Precisamente, esta áreaestaba caracterizada históricamente por ser la región donde ellatifundio estaba más consolidado socioeconómicamente. Porlo tanto, la hegemonía –en este caso ganadera– era políticamentemuy importante en la zona. La situación era acuciante para lasfamilias campesinas debido a la presión sobre la tierra ante elavance de la frontera ganadera. En las estructuras rurales quecombinan el latifundio-minifundio, los campesinos subsistenalternando los trabajos en la unidad productiva familiar conlos trabajos extraprediales en las estancias. Esta situación loshace vulnerables de depender de los acopiadores de sus pro-ductos familiares, por un lado, y, por otro, del jornal otorgadopor los patrones/caudillos de la zona en periodos de depresión

3 Es notable la coincidencia del mapa del FULNA con el de las LAC en la zonade Cordillera. Cfr. Duré, V. y Silva, A.: 2004:70

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económica familiar. De modo que, finalmente, quedan sujetossocial, económica y políticamente a los personeros locales.

Existían, sin embargo, contextos donde aún se podrían en-contrar semillas de resistencia; conjuntos de familias donde nose había perdido aún aquello que impulsa a la gente a reaccio-nar en defensa de lo que considera legítimamente propio. Esdecir, el espacio de resistencia donde el poder de quienes deten-tan la relación de opresión encontraría un límite. Entre los gru-pos que destacan por su identidad y apropiación de la realidadcampesina se cuentan las organizaciones nombradas de la JOCy la Tercera Orden Franciscana, principalmente.

El espacio donde se localiza el núcleo germinal de las LACestá conformado por los departamentos de Misiones (SantaMaría, Santa Rosa, San Patricio y San Ignacio) y Paraguarí(Acahay y Quiindy, especialmente) hacia los años 1960 al 62.El obispo de la diócesis de San Juan Bautista, Mons. RamónBogarín Argaña, Mons. Acha y miembros del clero diocesano,así como religiosos franciscanos y jesuitas dieron impulso a laexperiencia, con el apoyo técnico y político de algunos miem-bros del Movimiento Sindicalista Paraguayo (MSP). Simultánea-mente, en el departamento de Concepción (Horqueta, Loreto,Belén y Concepción) se inició la misma experiencia de mano delos mismos asesores laicos del MSP que colaboraban con Mons.Bogarín en Misiones.

El núcleo germinal fue conformado y expandido ante la ex-trema necesidad de la autodefensa campesina frente al régi-men que amenazaba la forma de vida comunitaria. Esta expe-riencia comunitaria secular, basada en la socialización de losrecursos naturales (campos comunales, recursos hídricos y bos-

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ques para obtención de madera y caza) se había debilitado porla venta de las tierras públicas y el consecuente fraccionamien-to de las tierras, la guerra civil, la adscripción fanática a lospartidos políticos tradicionales y la adhesión al caudillo local.Pero no se había perdido aún la memoria de las prácticas co-munitarias antiguas: la minga fue retomada y otras formas desolidaridad comunitaria serían creadas.

El proceso de cohesión y transformación de prácticas se vioencaminado sobre dos elementos: El discurso bíblico renovadorde los años sesenta y la experiencia organizativa de la JuventudObrera Cristiana (para menores de 30 años) y del MovimientoObrero Cristiano (para mayores de 30 años), principalmente.Juntamente con estas, posteriormente, la Juventud Agraria Cris-tiana (JAC) canalizó un sector de la juventud campesina hacialos mismos objetivos. El discurso y las prácticas de la herman-dad cristiana han vehiculado, promovido y facilitado la cohe-sión de las familias campesinas. Los campesinos se reconocie-ron miembros de un mismo grupo humano ante un peligro co-mún, lo cual facilitó la organización. La experiencia y forma-ción con el MSP les ofreció un método de lectura de la realidaden clave más política y clasista. Al mismo tiempo, sentó las ba-ses para la estrategia de lucha y aprendizaje social: la confor-mación de organizaciones de base y la articulación de las mis-mas.

Este periodo culminó con la conformación de la FederaciónRegional de las Ligas Agrarias Cristianas (FERELAC) en 1962.Esto supone el inicio de un proceso de institucionalización de laexperiencia, hasta este momento cobijado por la Iglesia Católi-ca. Sin embargo, la expansión posterior muestra que el impulsocarismático que caracteriza a un gran movimiento emergente,continuó por varios años más.

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Algunos de los núcleos ideológicos de esta etapa se ven re-flejados en los Estatutos de las LAC:

“La Liga Agraria Cristiana (L.A.C.) tiene por objeto coordinarlas actividades de sus miembros dentro de una Organizaciónque contemple el estudio, la defensa, el desarrollo y la protecciónde sus intereses cuyo Programa de acción se inspirará funda-mentalmente en los Principios de la Doctrina Social Cristiana enlas siguientes finalidades:

A)- Defensa de los trabajadores campesinos en su legítimo dere-cho y lucha por asegurar la aplicación de la Justicia Social quelogre una vida más en consonancia con la dignidad de la Perso-na Humana.

B)- La elevación económica y social del trabajador del agro parael logro de un mínimo de bienestar material y cultural (alimen-tación, vestido, hogar, salud, educación primaria por lo menos)que permita el pleno desarrollo en lo material y espiritual de lostrabajadores campesinos.

C) – Luchar por elevar la cultura intelectual, moral, física y es-piritual de los trabajadores miembros de la Liga que les permitaadquirir los conocimientos necesarios y estar en condiciones parala defensa de sus derechos y el cumplimiento de sus funcionescon el semejante, con la sociedad y con la Patria.

D)- Promover facilidades especiales para el auxilio jurídico,médico, farmacéutico y de diversas formas de beneficencia.

E)- Aportar su contribución para la realización de la auténticaReforma Agraria Cristiana y Democrática transformando la es-tructura anti-económica del Latifundio y del Minifundio que obs-taculizan el efectivo progreso de los trabajadores campesinos.

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F)- Fundación de Cooperativas Agrícolas, Comercialización, Cajasde Ahorros, de Crédito, según las circunstancias para seguro desus miembros;

G)- Trabajar para que los Organismos Estatales, Privados e In-ternacionales establezcan medidas conducentes a asegurar la co-locación de los Productos agrícolas y derivados de su industria-lización en el mercado interno e internacional.

H)- Lograr un acercamiento real de fraternidad entre los traba-jadores campesinos restaurando la Paz en el trabajo y el respetorecíproco a los derechos humanos como así también establecerrelaciones amistosas entre Obreros y Empresarios” (LAC, Esta-tutos, Cap. I, art. 2).

Metodológicamente, en el núcleo germinal se aplicó el mé-todo VJA por impulso de los primeros asesores del MSP. El pro-yecto inicial de las LAC era constituir un movimiento sindicalcristiano de trabajadores campesinos del ramo de la agricultu-ra y de su industria extractiva. El perfil organizativo, por su-puesto, tiene un corte formal, con sus estatutos, organigrama yarticulaciones regionales, nacionales e internacionales (LAC, Es-tatutos: p. 1). Así se inició y expandió inicialmente.

El proyecto organizativo contemplaba tres etapas: educa-ción, organización y servicio. La etapa de educación abarcabala identificación y conformación de un equipo de educadorescampesinos para la capacitación de líderes rurales; la realiza-ción de cursos en las organizaciones de base y la promoción decursos para dirigentes superiores. La etapa de organización con-templaba la conformación de federaciones regionales, la arti-culación con organismos de apoyo y cooperación campesina yla elaboración de planes de trabajo de las organizaciones loca-

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les y regionales. Finalmente, la etapa de servicio incluía la crea-ción de una comisión económica para el autofinanciamiento dela organización campesina, así como la promoción y fortaleci-miento de la administración de consumo a nivel local, regionaly nacional. (Ortiz, Adolfo. Archivo Personal.)

La estrategia metodológica, se iniciaba con una visita ini-cial a la zona, para familiarizar a algunos campesinos con cier-ta ascendencia sobre los vecinos con la nueva propuesta. Seseguía con la conformación de una comisión preparatoria deun seminario campesino. En este seminario introductorio se re-flexionaba sobre la realidad de los campesinos; se lo hacía conpreguntas, horadando la mente de los asistentes. Posteriormente,se continuaba con otras reuniones de profundización, sobre todoen torno a los temas del trabajo y economía familiar. El segun-do paso era la organización de la comunidad según los mismoscampesinos veían la necesidad de la misma para mejorar lacalidad de vida y el trabajo. Finalmente, en la etapa de serviciosimpulsaba la chacra común y, seguidamente, el almacén deconsumo.

Esta etapa, por tanto tiene una orientación política de bajaintensidad. Está más centrada en la problemática socioeconó-mica del campesinado. Ciertamente, el trasfondo político eraclaramente planteado y discutido, pero la acción organizativabuscaba alternativas inmediatas en el plano económico y edu-cativo- cultural.

Periodo de crecimiento y articulación (1963-1971)Zona germinal y expansión

La experiencia del grupo germinal fue extendiéndose a otrasregiones debido a, al menos, cuatro elementos: Primero, un com-

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ponente económico: la experiencia constituía un apoyo econó-mico solidario en medio de la crisis; es decir, respondía a lasnecesidades y expectativas de los productores campesinos. Se-gundo, un componente cultural: la experiencia fue auténtica-mente campesina; es decir, basada en el modo de vida y culturacampesina. En tercer lugar, un componente ideológico- meto-dológico: el vigoroso acompañamiento de los asesores en la or-ganización interna, la articulación regional y nacional, así comoen el método de constitución de las comunidades, incluyendola preparación de sus líderes y dirigentes. Y, finalmente, el apo-yo político-institucional de la Iglesia, a través de religiosos, sa-cerdotes y obispos. Con estos cuatro vectores, la experienciafue expandiéndose rápidamente.

En la zona del núcleo germinal los miembros del MSP yalgunos sacerdotes acompañaron, sistemáticamente, la organi-zación con cursillos de formación, al ritmo de los campesinos.De este modo, en Misiones y Paraguarí se consolidaron las ba-ses fundacionales con las formas y actividades típicas que lue-go serán emuladas en otras regiones. Las más comunes han sido:la chacra común, las mingas, almacenes comunitarios, la co-mercialización comunal y la ayuda mutua (arreglo de casas,asistencia a enfermos, quehaceres domésticos, olería común y,principalmente, el jopói).4 Estas actividades han sido estructu-radas por las bases organizadas y, a su vez, se constituyeron enelementos fundamentales de las comunidades, por los efectosmateriales y simbólicos en la economía familiar, en las nuevasredes sociales y, finalmente, en la visión social y política que

4 Para una descripción más precisa de las actividades realizadas, cfr. Caravias,En busca de la tierra sin mal. Movimientos Campesinos en el Paraguay. 1960-1980. Indo American Press Service. Bogota. 1982.

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iban adquiriendo los miembros de las LAC. Dichas actividadesformaban parte y corolario del método Ver, Juzgar y Actuar.

En el departamento de Concepción, la expansión fue, cla-ramente, mediante el trabajo de los miembros del MSP y dealgunos sacerdotes del clero secular. La experiencia se inició enHorqueta, para luego expandirse en los actuales distritos veci-nos de Loreto, Belén, Concepción y lo que actualmente corres-ponde al distrito de YvyJa’u. Además, la expansión de las LACalcanzó el departamento de Amambay, conformándose comu-nidades de base en Pedro Juan Caballero, Bella Vista y Cap.Bado. De este modo, al finalizar el año 1965, las LAC se habíanextendido en los departamentos de Concepción y Amambay.Para ese entonces, los principales promotores de las LAC porparte del MSP fueron al exilio: César Filipini y Adolfo Ortiz,entre otros. Con la conformación de las comunidades del Nor-te, se cierra la etapa fundacional, en tanto que se abre otra porla animación de los líderes formados por los fundadores.

Mientras tanto, en Cordillera, Caaguazú y Alto Paraná lasLAC llegan por iniciativa y acción de los mismos asesores delMSP, sobre la base organizativa de los terciarios franciscanos opor migración de liguistas de otros departamentos. Algunos sa-cerdotes, religiosos y religiosas de la zona apoyaron este núcleogerminal en estos departamentos. La expansión al Norte se com-pletó con la creación de la colonia Jejuí, en 1969, y las numero-sas comunidades creadas al mismo tiempo o inmediatamentedespués de Jejuí. Solo baste mencionar que con la colonia Jejuíse articulaban más de doscientas comunidades o núcleos defamilia de las LAC.

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Las persecuciones

La experiencia de las persecuciones era fuertemente peda-gógica. En los primeros años, las persecuciones fueron ocasio-nales y de baja intensidad. Algunos dirigentes comparecían enlas comisarías, pero luego salían en libertad, bajo amenaza. Estasituación no amedrentaba a los miembros de las LAC, los cua-les se defendían colectivamente cuando alguno era detenidopor la Policía. Incluso, los mismos campesinos se sentían orgu-llosos de haber padecido por su causa. De modo que esta inten-sidad de represión más bien reforzaba la mística liguista en lamayoría de sus miembros. Pero desde mediados de los sesentalas persecuciones se hicieron cada vez más violentas. La repre-sión esporádica y desarticulada pasó a ser planificada y ejecu-tada articuladamente como política de estado. Lentamente, searticuló el aparato represivo a través de sus agentes en torno alas comunidades campesinas. Los dirigentes eran más frecuen-temente detenidos y torturados, e inclusive asesinados; el re-chazo social de las comunidades de las LAC iba en aumento,por el miedo a las represalias. Y la Iglesia jerárquica inició unlento repliegue ante el régimen. Actitud que indignó a los cam-pesinos. Desde 1969 empiezan a ser expulsados los sacerdotesque se mostraban abiertamente como acompañantes de las co-munidades. Los atropellos se sucedían, hasta dejar perplejostanto a campesinos como a eclesiásticos.

Las federaciones: la primera ruptura

Al mismo tiempo que las comunidades de las LAC se ex-pandían surgió la necesidad de coordinación. Existían dos mo-delos de asociación, según el origen de las comunidades de base:

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la estructura y articulación propuesta por los miembros del MSPy el modelo más ligado a la estructura de la Iglesia, propuestopor las comunidades del Sur. Además de estas diferencias, lasinfaltables rivalidades entre dirigentes y asesores. Esta ha sidouna constante en América Latina y Paraguay no ha sido la ex-cepción.5

En 1964 las comunidades que habían compuesto laFERELAC en Misiones, agregaron otras comunidades de los de-partamentos de Cordillera, Concepción, Caaguazú y Paragua-rí. Juntas conformaron la Federación Nacional de las LigasAgrarias Cristianas (FENALAC). Fue la primera gran divisiónen el movimiento.

“Nos encontrábamos compañeros de muchos pueblos, como Eu-sebio Ayala, Itacurubí de la Cordillera, Quiindy, Ybycuí, SantaRosa y Acahay. Justamente la Liga Agraria había comenzado enesa zona cordillerana.

Andando el tiempo, se pensó constituir una sola organización anivel nacional y con ese propósito se realizaron muchas reunio-nes en Asunción: En las parroquias Cristo Rey, en la de SanRoque, en Domingo Savio, y en La Piedad. Para desembocar enesa gran unidad, tuvimos una reunión de tres días en la parro-quia Domingo Savio, en el Km. 10, Fernando de la Mora. Allí seconstituyó una Comisión Nacional que se llamó Federación Na-cional de Ligas Agrarias Cristianas (FENALAC). Se eligieronseis miembros de distintos pueblos, los que debían hacer funcio-nar la FENALAC.

5 Para una profundización sobre las crisis internas de las organizaciones socialesen su trayectoria, cfr: SONEIRA, A. (2008) Trayectorias creyentes/trayectoriassociales. En: ¿El reino de Dios es de este mundo?: El papel ambiguo de lasreligiones en la lucha contra la pobreza. Bogotá.

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Yo fui Secretario General en la FENALAC, y estaban conmigoRafael Rodas, Galeano López, Andrés Acosta, Ángel Mérici Vera,de estos me acuerdo bien”. (Héctor Alcaraz, KR IV, 67).

A raíz de este hecho, las comunidades con paternidad sin-dicalista, quedaron un tanto desorientadas y, por qué no decir-lo, molestas. Por otra parte, la mayoría de las comunidades crea-das por miembros del MSP habían estado siendo coordinadas através de la Central Cristiana de Trabajadores (CCT) desde suconstitución en 1962. Sin embargo, recién conformada laFENALAC, los sindicalistas crearon su propia articulación en1965: la Federación Campesina Cristiana (FCC), afiliada alMovimiento de la CLASC.

“A medida que crecía la organización, vimos la necesidad deformar una federación regional para hacer posibles la unidad yla solidaridad entre las Ligas de los diferentes pueblos. Se cons-tituyó la Federación Campesina Cristiana, en la que formaronparte las Ligas de San José, Itacurubí, Valenzuela, Santa Elena,Mbokajaty, Colonia Esperanza, Piribebuy, Ypacaraí, Caacupé,Eusebio Ayala, Arroyos y Esteros, y Primero de Marzo”.

“Ese mismo año se constituyó la Federación Campesina Cristia-na a nivel nacional. Fue electo secretario general Adolfo OrtizGrance, de Horqueta, (Concepción); como secretario de organi-zación, Juan Félix Martínez, y secretario de actas, Ángel Gon-zález, de Horqueta; y miembros: López, de Santa Elena; LadislaoSolís, de Itacurubí; Rosendo Sosa, de Valenzuela”. (Juan FélixMartínez, KR I, 32).

Las diferencias entre las federaciones eran de tinte político,pero no ideológico. Las diferencias aparentemente hacían rela-ción al tema del poder. En tanto que, a nivel de las bases, la

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tentación estaba en los ingresos económicos que percibían loslíderes que estaban con la FCC, además de los viajes que reali-zaban al exterior. Estos últimos aspectos, eran práctica comúnentre las federaciones asociadas a la Central Latinoamericanade Trabajadores (CLAT). Sin embargo, esta ayuda para desa-rrollar un proyecto socioeconómico y político, pasó para algu-nos a convertirse en una actividad muy atrayente en sí misma.En tanto que otros, miembros de la FCC trabajaban incansable-mente dejando de lado su unidad productiva, sin considerarque el estipendio de la CLAT no alcanzaba a cubrir ni siquieralos viáticos de sus traslados a las comunidades.

“La CCT en realidad estaba manejada por la Democracia Cris-tiana, financiada por la CLAT, porque era parte de un organis-mo internacional. En cambio la FENALAC tenía un proyectoautónomo, procuraba manejarse independientemente. Esa era ladiferencia, y las bases eran el campo de batalla. La DemocraciaCristiana buscaba vitalizarse mediante las Ligas Agrarias, yaque en ese tiempo solo la gente de las Ligas eran capazces deinterpretar la doctrina socialdemócrata. Así eran las diferencias.Y de a poco la CCT se fue extinguiendo, porque ya no le queda-ban bases”. (Luis Ferreira, KR, IV, p. 44).

“La FERELAC no tenía apoyo económico de la FENALAC, por-que FENALAC se manejaba del bolsillo, mediante contribucio-nes. Vayamos a lo claro: La Confederación Cristiana deTrabajadores,(CCT), recibía ayuda económica de la CLAT y esaplata se utilizó para hacerse este trabajo; prácticamente era untrabajo de proselitismo.

Caímos en esa politiquería, pero no era porque nosotros los cam-pesinos queríamos, sino que allá arriba, entre una claque de diri-gentes más capacitados, hicieron de nosotros esto. Recibieron

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ellos una ayuda y perjudicaron la organización. Ellos nosensoquetaron ese poncho”. (Fernando Rodríguez, KR I, 93).

Finalmente, los dirigentes de ambas federacionesreplantearían sus posturas en torno al año 1970. La FederaciónCampesina Cristiana, organización integrante de la CentralCristiana de Trabajadores (CCT), de origen jocista, experimen-taba un debilitamiento organizativo a nivel interno e interna-cional. Hacia finales de los años sesenta, los principales refe-rentes del CCT vivían en la clandestinidad o habían partido alexilio. En Argentina, la JOC fue disuelta en 1970 por la Iglesia anivel nacional, ante la sospecha del régimen dictatorial argenti-no de encubrir a la guerrilla montonera. En tanto que en Brasil,en octubre de 1970, la JOC fue tiránicamente perseguida por ladictadura militar hasta su proscripción y dispersión. En Méxi-co, la JOC también rompió relaciones con la Iglesia, la cual leretiró el reconocimiento oficial como movimiento eclesial en1968. En Paraguay, la JOC optaba por mimetizarse. Algunosdirigentes serían condescendientes con la inmersión en la es-tructura pastoral de la Iglesia. Entretanto, algunos dirigentes,ya se habían planteado plegarse a un movimiento armado enParaguay.

Mientras tanto, para la FENALAC la situación tampoco eraapacible. La persecución había arreciado sobre los principalesdirigentes, y los asesores del clero regular y secular estaban sien-do hostigados constantemente.

Ante esta situación de cierta indefensión, persecución y ais-lamiento, pero también de confianza en sí mismos, las federa-ciones optaron por unificarse. El 14 de agosto de 1971 se formóla “Coordinación Nacional de Bases Campesinas Cristianas”,más conocida como Kóga (plantío, chacra). Con esta organiza-

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ción, la FENALAC deja de existir y la FCC articuló sus activi-dades con el resto de las LAC del Sur del país.

Las federaciones poseían una fuerza articuladora impor-tante. Las Ligas seguían siendo autónomas localmente, pero cadauna de ellas activaba y se articulaba en su zona respectiva.

Escuelitas campesinas

En 1968 (Maciel, B; Caravias, J. entrevistas) se realizó unareunión entre los dirigentes de las LAC con cuatro o cinco refe-rentes del equipo de Paulo Freire en la casa parroquial de Piri-bebuy. Cada uno de los enviados ingresaron por lugares dife-rentes de la frontera, para no levantar sospechas de las fuerzasde seguridad del régimen. En esta reunión, los extranjeros ex-presaron que era muy directo y frontal el trabajo de las LAC;que enfrentando así al régimen en los frentes social, económicoy educativo, no tardarían en recibir una represión violenta departe de éste. Recomendaron la estrategia de trabajar a travésde la alfabetización, más lentamente. Compartieron con los cam-pesinos paraguayos los fundamentos de la educación propues-ta por Paulo Freire, que había sido practicada en Brasil, aunquepor entonces aún no se había publicado ‘Pedagogía del Opri-mido‘. Hablaron de la educación bancaria, que fue muy biencomprendido por los paraguayos, quienes tradujeron este con-cepto como “Akâ olla”.

“Los campesinos se apropiaron de tres ideas básicas: que no hayque traer semillas de afuera, la semillas las tenemos dentro yhay que cultivarlas; usar la metodología de nuestras costumbresantiguas; el lenguaje, los argots o palabras especiales” (Caravias,J. Entrevista.)

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Como parte de la formación de los dirigentes de las LACcomenzaron a leer las Cartas de Francisco Juliao, las cuales fue-ron traducidas al guaraní.Influyeron mucho, sobre todo a par-tir de los años 1968/9.

En ese entonces surgió la iniciativa de las escuelitas campe-sinas (Caravias, J. Entrevista).

Esta reunión tuvo un impacto muy fuerte. A pesar de quelos mismos campesinos criticaron lo que les pareció una posi-ción conservadora de los visitantes, refiriéndose a la recomen-dación de optar solo por el frente educativo.

La primera consecuencia fue la crítica al sistema educativoformal. Hacia el año 1969, luego de un curso en Caaguazú(Telesca, 2004: 149) y a partir de los cursillos realizados en lascomunidades, los miembros de las LAC observaron contradic-toria la inscripción de sus hijos en las escuelas oficiales del régi-men con relación al discurso que sostenían. Más bien era undispositivo que servía para la domesticación de los niños, queno era pertinente con la realidad campesina y no promovía ladignidad de la persona humana; al contrario, convertía a susparticipantes en abyectos del dictador. Estas y otras críticas alen-taron a los miembros de las LAC a instaurar su propio proyectoeducativo para los niños. A partir del año 1970, con el mismométodo VJA, con los aportes de Paulo Freire, el cual era leídoclandestinamente desde la reunión con los freireanos6 y la ex-periencia de las comunidades campesinas, fueron preparados

6 Durante este tiempo, el P. Maciel y otros campesinos habían participado encursos de la JAC en Uruguay y Chile, donde pudieron conocer la metodologíade Paulo Freire. Posteriormente, encontramos una serie de testimonios decampesinos que tuvieron acceso a la lectura del pensador brasileño, pero enplena clandestinidad.

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los primeros ejercitarios y materiales de apoyo “caseros” paralas escuelitas y capacitados los educadores locales, que luegollamarían “pytyvohára”.

La preparación específica para los pytyvohára, iniciada pre-cisamente desde el año 1970, consistía en un cursillo con unmétodo activo, reflexivo y familiar para problematizar la reali-dad. Se analizaba detalladamente la situación buscando lasraíces de los problemas e iluminándolos desde el Plan de Dios.Finalmente, se concluye con el compromiso de organizarse paraafrontar el desafío de la transformación cultural. El paso siguien-te es la reflexión y la planificación, cuidando de zanjar las crisisque puedan darse entre los nuevos pytyvohára o facilitadores.Al producirse la ruptura epistemológica, el nuevo grupo deeducadores solicita más formación. Los mismos interesados su-gieren los temas a tratar (Caravias, 1975).

Inicialmente, la experiencia ha sido implementada en la zonade Misiones, para posteriormente ser puesta en práctica en losdemás departamentos.

Los educadores eran “pytyvohára”, es decir, solofacilitadores de una propuesta de escuela activa, campesina ycristiana. Las escuelitas funcionaron en las casas de los campe-sinos y eran coordinadas y acompañadas por lo que posterior-mente se dio en llamar Coordinación Nacional de Educación.Las escuelitas campesinas se constituyeron en uno de los másemblemáticos símbolos de la resistencia campesina. El desafíoideológico al régimen era abierto. Constituyó un reto explícitoal sistema educativo estronista, uno de los pilares del régimen.Pero al mismo tiempo denotó el margen de libertad que poseíanlos campesinos para entablar tal desafío.

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Redimensionamiento ideológico y metodológico

Entre los años 1968 y 1969 fue promovida una “ola deautorreforma” (Caravias, J., 1975). A partir de la visita de losfreireanos, quienes promovieron una educación liberadora – nobancaria-, los campesinos asociados a la FENALAC se forma-ron y apropiaron de herramientas de análisis marxista y se plan-tearon asumir la formación de las bases sin depender de losdirigentes de la MSP. Estos elementos les motivaron a lanzarsea la búsqueda de un proyecto global de sociedad.

Con relación al primer punto, la apropiación de algunascategorías marxistas y la discusión sobre un proyecto global desociedad, el P. Farré recuerda un hecho hacia 1968, aproxima-damente:

“Un cursillo importante que se tuvo en San Ignacio, fue uno quelos campesinos llamaban ‘sobre el Marxismo’. Tanto escuchabanhablar de Marxismo, que querían saber qué era Marxismo. Seanalizó un poco la doctrina marxista, pero sobre todo se tratócomo campesinos, de hacer un análisis global de la sociedad ac-tual, ver qué cosas están en contra del campesinado y a través deeste análisis proyectarse hacia el futuro, comenzar a pensar enun proyecto campesino, tanto a nivel económico, de tierra, pro-ducción, como a nivel político, organización, autoridad, demo-cracia y a nivel ideológico. Se vio cómo tendría que ser una au-téntica educación campesina. Este cursillo se tuvo en Misiones.Enseguida, a través de la Coordinación Nacional, esta idea fue aotras regiones y pronto pidieron que participáramos algunos deMisiones en un cursillo en Coronel Oviedo. Allí se trató el mis-mo tema. También se hizo este análisis buscando plantear unproyecto campesino global” (Farré, En: KR III, 1992:127)

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Tenemos un matiz con relación a la vertiente sindicalistade orientación socialcristiana. Éstos analizaban la sociedad demanera global, pero el planeamiento era a partir de la doctrinasocial cristiana, principalmente7. Sólo un sector de los dirigen-tes de la vertiente sindical llegó a esta misma madurez en esteperiodo, no fue una versión extendida al interior de la FCC. Porparte de la FENALAC, la introducción de categorías de análisismarxista facilitó la sintonía de un sector campesino con el gru-po de universitarios que propondrían más tarde una lucha ar-mada.

Con referencia a lo metodológico, la capacidad de autoges-tión y autonomía que alcanzaron las comunidades y regionalesfue significativa. Específicamente, al tomar la responsabilidadde realizar ellos mismos los cursillos de formación que hastaentonces preparaban los asesores del MSP. Este hecho, en par-te, también fue efecto de la visita de los freireanos.

A partir de un cursillo en Santa Rosa, Misiones, en 1968,había sido conformado un equipo de educadores campesinos,que con algunos sacerdotes se reunió semanalmente por variosmeses para preparar esquemas y técnicas para cursillos. La con-signa de los educadores campesinos: “a partir de nuestra reali-dad campesina y nuestra fe cristiana” (Caravias, 1982: 6; KRvol. III, 1992:125). Este hecho constituyó otra ruptura organi-zativa con los miembros del MSP, quienes desde entonces per-dieron la “tutoría” de muchas comunidades de Misiones y Pa-raguarí. Desde entonces, algunos jesuitas y sacerdotes seglaresserán quienes orienten a los campesinos del Sur hacia una nue-

7 El conflicto interno con relación a lo ideológico / metodológico entre marxismo/ doctrina social de la Iglesia en la CLASC, cfr. Soneira, A. 2008

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va estructura organizativa, distinta a la configurada por los fun-dadores del movimiento.

Este punto representa una inflexión respecto a la construc-ción de una episteme campesina, y está relacionado a lo discu-tido con los freireanos. Los propios campesinos se sienten capa-ces de construir un conocimiento pertinente y necesario paraellos y desde ellos. Sin embargo, la orientación de los sacerdotesles dio las herramientas necesarias para su experiencia auto-educativa:

“Quedamos de acuerdo en que utilizaríamos el método de la JOC:Ver, Juzgar y Actuar, pero en cada uno de este proceso usaría-mos la metodología de Paulo Freire de intercalar con cuestiona-mientos, problematización de las situaciones y respuestas de losparticipantes, de modo que el campesino pasara de una concien-cia ingenua a una conciencia crítica. Después del Ver qué hacenellos se les preguntaría: ‘¿Y Dios cómo ve esta realidad, qué diceDios a todo esto?’. Lo mismo en el Juzgar: ‘¿Está de acuerdonuestro juicio con el juicio de Dios?’. De este modo pensábamosque el Actuar iba a ser un acto de fe”. (Lidio Domínguez, citadopor Fernández, 2006:113.)

La autoformación de las bases marca un hito fundamentalen la historia de las LAC. La significatividad radica en la pre-paración que había alcanzado un buen grupo de miembros delas comunidades, sobre todo en términos ideológicos. Al des-prenderse de los asesores del MSP de Asunción, construyeronun nuevo esquema metodológico. Y fueron, básicamente, dosmodelos similares que partieron de la experiencia precedente yesencialmente con los mismos núcleos ideológicos.

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El método de praxis social había cambiado parcialmenterespecto a la aplicada hasta entonces según la matriz sindica-lista. Los jesuitas habían propuesto y aplicado un método, ba-sado en la experiencia con los campesinos, pero también desdela experiencia y los principios de acompañamiento pedagógicoque orienta la Compañía de Jesús. Caravias, asevera:

“Dos grandes ideales buscan estos campesinos con sus expe-riencias: llegar a formarse plenamente como personas humanasy poder llegar a vivir unidos como hermanos. Dos puntos departida hay también claros: su realidad campesina y su fe cris-tiana” (Caravias, 1975: 6).

Los jesuitas formularon un esquema de formación, según el“estilo” ignaciano, pero que seguía básicamente el esquemamontado por los asesores del MSP: comprendía una visita departe de los asesores o dirigentes, la preparación de un cursillo–el cual era en sí una etapa de formación–, que comprendía supreparación y coordinación, la realización del cursillo, las re-flexiones comunitarias posteriores al cursillo, los cursillos deprofundización, la formación de los educadores, las escuelitascampesinas y las actividades solidarias (chacra común, alma-cén de consumo, etc.). La formulación del contenido del esque-ma jesuita era un tanto sistemática, aunque respetaba el ritmocampesino. Los núcleos ideológicos eran más formulados y gra-dualmente explícitos.

En tanto, los sacerdotes seculares, como el P. Maciel y elseminarista Lidio Domínguez, iban más vinculados a las inicia-tivas de los propios campesinos. Por lo demás, también aplica-ban el método de los cursillos, aunque con más énfasis en lasactividades solidarias.

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Lo que cambiaría desde esta época es la transición de unperfil de sindicato campesino a un movimiento de tendenciamás eclesial, aunque de vanguardia.

“Dice un informe del MSP de 1972 a la Conferencia Episcopal:“El equipo de sacerdotes comprometidos ha adquirido, como eslógico, una tremenda gravitación en la orientación y manejo deesta organización campesina. Si bien todos los problemas sonanalizados en la base, refle-xionados, estudiados y resueltos enla base, la orientación impresa por el sacerdote presente o por elsacerdote que dirige el cursillo tiene una fuerza orientadora muyfuerte. La prueba está en que luego de la actual presencia delequipo sacerdotal cambia totalmente la orientación, estructura yfinalidad de esta organización campesina, poniéndose en lavan-guardia de un radicalismo católico” (Citado por Caravias,1982: 23).

Efectivamente, la formación del equipo de sacerdotes(Braulio Maciel, de Quiindy; Diego Ortiz, de San Patricio, y LuisFarré y José Luis Caravias, de San Ramón.) en la zona germinaltransformaría el movimiento.

Autonomía campesina

En 1970 se celebró en Piribebuy un encuentro nacional dela FENALAC. Allí se tomaron algunas decisiones que confir-man la madurez alcanzada en este periodo por el movimiento:

� No se contará con un equipo directivo. Solo se nombra-rán coordinadores y secretarios para cada reunión. Alterminar la reunión, fenecerían los cargos. Por supuesto,

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no obstante la articulación local y regional, se continúacon la opción de la autonomía de cada Liga. Era estauna estrategia para esquivar las persecuciones del régi-men.

� La formulación identitaria de las LAC quedó más clara-mente definida como una organización cristiana, peroautónoma de la Iglesia Católica, aunque con apertura yagradecimiento hacia el acompañamiento de los sacer-dotes y las religiosas.

� Con este nuevo escenario, desde el punto de vista meto-dológico, sucedió un hecho significativo: se había con-formado una Coordinación Nacional de Educación, com-puesta por un equipo de “baqueanos”, el cual tenía re-uniones con los pytyvohára (facilitadores) de lasescuelitas campesinas, de acuerdo a una perspectiva ideo-lógica y práctica más definidas. Esta instancia se concre-tó atendiendo a la alta demanda de formación de lospytyvohára locales (Caravias, 1982:34). El diseño delperfil del pytyvohára denota una cierta claridad ideoló-gica, pero también la hegemonía de una de las líneas delmovimiento campesino.

� Finalmente, la expansión hacia el Norte continuaría conla fundación de la comunidad de Jejuí, la cual, a su vez,generaría numerosas comunidades en el departamentode San Pedro.

Estas determinaciones fueron tomadas, entre otras causas,por la escalada de la represión violenta contra las LAC. Duran-te el curso del año 1969 las relaciones Iglesia-Estado se volvie-

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ron extremadamente tirantes. Como el gobierno de Stroessnerno podía reprimir directamente a la Iglesia en sus referentesinstitucionales, lo hacía con los campesinos que trabajaban enlas bases.

Periodo de madurez organizativa y dispersión (1972 - 1980)

Durante estos años el movimiento campesino logra cons-truir un juego de verdad que lo cohesiona internamente y ani-ma a su destrucción desde el exterior. La experiencia de organi-zación campesina encaró frontalmente a la dictadura con pro-yectos alternativos en tres áreas: político, económico y educati-vo-cultural. Estos proyectos tuvieron una homogeneidad ideo-lógica en lo fundamental, aunque existían diferencias específi-cas en la práctica. Estos ejes programáticos esenciales consti-tuían un verdadero juego de verdad que refleja la transforma-ción de la episteme campesina:

� En el eje político, es una reacción ante el estilo opresordel caudillo político y del aparato partidario, proponien-do como alternativa la participación en organizacionescampesinas que velen por los derechos de todos, sin dis-tinción ninguna;

� En el eje económico, es una reacción ante la explotacióncampesina secular por parte de los terratenientes y laintroducción del capitalismo, proponiendo como alter-nativa la producción comunitaria con la socialización dela tierra y la lucha por la igualdad en la distribución dela riqueza;

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� En el eje educativo-cultural es una reacción contra la ma-nipulación de la cultura campesina con fines fascistas ysu exclusión educativa, proponiendo un modelo educa-tivo alternativo que represente la cultura campesina yfavorezca la democratización de la educación. La edu-cación debía ser popular, realista, que forme a los estu-diantes en la autonomía crítica, cristiana y en guaraní.

A partir del año 1972 se consolidó la identidad de las LACcomo movimiento. El proceso de autonomía en lo referente a laeducación de adultos, continuó y se fortaleció desde el año 1968.La radicalización campesina en la línea ideológica cristianaimpulsó a algunas familias a formar comunidades con tierra ytrabajo asociativos. Las comunidades de Jejuí (San Pedro), LasMercedes (Horqueta) y las que se formaron luego en Jopói (Mi-siones) y Chorro (San Pedro), están entre las más conocidas.Estos pequeños poblados fueron etiquetados como centros co-munistas, comunidades inmorales, ateas, entre otras. Estas co-munidades con tierra y trabajo asociativo se constituyeron enescuelas de formación intensiva de líderes campesinos, juntocon sus familias.

Este proceso fue acendrado con las persecuciones ejecuta-das sistemáticamente para desarticular a las bases de las LAC,a través de un trabajo coordinado entre lucha ideológica y re-presión violenta focalizada a nivel territorial sobre los líderescampesinos. El recrudecimiento de la represión estatal sobre lascomunidades campesinas tuvo alcance nacional, pero estuvoprincipalmente dirigida sobre los líderes principales y sus ase-sores.

Por otra parte, se encendieron conflictos entre las bases delas LAC y la jerarquía de la Iglesia. Los hechos que más expu-

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sieron este conflicto, entre otros, fueron: Las dos tomas de tie-rra: Jopói-finca San Joaquín (5 de mayo de 1972), propiedad delos jesuitas y Granja Don Nicodemo (1973), propiedad de Mons.Bogarín. La opción por la ocupación de tierras era inédita. Suaplicación generó divisiones al interior de las Ligas, atendiendoa que justamente se había optado por invadir las tierras de susaliados cercanos: Mons. Bogarín y los jesuitas. Este hito señalala profunda conciencia política de algunos sectores del movi-miento campesino, que a esta altura ya hacía opcionessociopolíticas que descolocaban a la jerarquía católica e inclusi-ve a otros sectores del propio movimiento. En algunos sectoresde la Iglesia se temía por el alejamiento de las organizacionescampesinas y su adhesión al socialismo (Caravias, 1982:51), locual abría un debate entre los mismos sacerdotes que apoyabanal movimiento.

Un hecho que llevó confusión y escándalo fue la vincula-ción de algunos sacerdotes del clero regular y secular con elrégimen de Stroessner; en algunos hechos puntuales, con sufi-cientes testimonios, numerosos campesinos, educadores y sin-dicalistas cayeron en desgracia.

Otra manifestación que llevó crispación en las relacionesIglesia-LAC ha sido la toma de templos como medida de pro-testa por parte de los campesinos. Estos eventos dividieron a lasLigas en su interior.

Algunos de los dispositivos jurídicos, sociales y políticos quevehicularon juegos de verdad para el debilitamiento de las LACde parte del Estado fueron los siguientes:

— El estado de sitio, previsto por el Art. 79 de la Constitu-ción de 1967, pero aplicado desde 1955. Con este dispo-

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sitivo estaban prohibidas las reuniones y manifestacio-nes públicas, y se facultaba a la detención de las perso-nas sin orden judicial; (Prieto, 1981:353);

— La Ley 294/55 “De Defensa de la Democracia” la cualpenalizaba la adhesión “ostensible o secreta” a la doctri-na comunista, y la Ley 209/70 “De la Defensa de la PazPública y Libertad de las Personas”, la cual penalizabala expresión de ideas contrarias al régimen estronista.Ambas leyes constituyeron herramientas recurrentes parafrenar a la oposición y a cualquier fuerza grupal o indi-vidual que no fuera coherente con la defensa de la dicta-dura. Con la Ley N° 294/55 se promovían las delacio-nes, penalizando a cualquier persona que no denuncia-se a supuestos comunistas.

—Campaña masiva por los medios de comunicación, espe-cialmente la radio, a través de la transmisión en cadenapor todas las emisoras del programa “La Voz delColoradismo”, diariamente. Esta programación consis-tía en la visión oficial de la dictadura de los hechos queacontecían en la nación y ejercía un rol de control socialde los actos de toda la población y de los líderes oposito-res: Advertía a la población sobre las experiencias, per-sonas y procesos que estaban siendo reprobados por elrégimen; advertía sobre las consecuencias que tendríapara los responsables continuar con lo desaprobado, ydaba incluso, fechas o momentos en los cuales el régi-men reaccionaría violentamente contra sus responsables.

— Los “pyrague”, espías o delatores del sistema político-partidario: Ya mencionamos que fue promovida la dela-

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ción por la Ley N° 294/55. Esta figura permeó toda lavida social en el campo y la ciudad, constituyendo unamultitud de abyectos y delatores de sus vecinos.

Esta escalada represiva tuvo los siguientes efectos en la or-ganización campesina:

— Dificultades para la articulación distrital, regional y na-cional;

— Pérdidas de valiosos dirigentes de las bases y a nivel na-cional;

— En algunas zonas, hostilidad y/o discriminación vecinalcon los miembros de las LAC, incluyendo etiqueta socialde “comunistas”;

— Expulsión de asesores extranjeros;

— Búsqueda de parte de las LAC de otras estrategias deactuación, considerando que ya no podían realizar acti-vidades abiertamente, atendiendo a la vigilancia cerca-na por parte de espías e informantes del régimen.

Los efectos de esta escalada en la persecución en la IglesiaCatólica han sido el replanteamiento del acompañamiento departe de la Iglesia, la cual llamó a un año de “reflexión eclesial”(1973), que, a efectos políticos, fue un replegamiento institucio-nal ante el régimen en el acompañamiento de la experiencia delas LAC. No obstante todos estos hechos, en algunos lugares secrearon nuevas comunidades de las LAC en este periodo.

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Sin embargo, algunos miembros del clero encontraron unaestrategia para la defensa de los campesinos: la creación de lasComunidades Eclesiales de Base (CEBs), como cobertura insti-tucional de las bases de las LAC. Las Ligas formalmente se di-solverían y funcionarían como comunidades eclesiales; es de-cir, formarían parte de la estructura pastoral de la Iglesia, de-pendiendo directamente del Obispo. Este proceso se inició en ladiócesis de Concepción (1972) y culminó en Misiones (1975).

Atendiendo a la coyuntura político-eclesial, parecía unaayuda al movimiento campesino. Sin embargo, la transforma-ción implicaba un viraje estructural y de dinámica de las comu-nidades activas de las LAC. Conllevaría al menos tres cambiosfundamentales: en primer lugar, las comunidades de las LACconvertidas en CEBs ya no serían autónomas, sino dependien-tes de la estructura pastoral de la diócesis; en segundo lugar, yano serían abiertas a todas las personas de diverso credo, sinodeberían ser necesariamente católicas. Es decir, ya no confor-marían un movimiento campesino, sino un movimiento eclesial.Y, por concepto, ningún movimiento de la sociedad civil puedeconsiderarse como tal si no tiene autonomía. Los referentes delas comunidades de las LAC se verían obligados a asumir com-promisos como agentes pastorales y a integrarse en la estructu-ra pastoral de las diócesis. Desde entonces, a los antiguos diri-gentes de las LAC se los tendría que observar en los cursillospara bautismo, confirmación y otros sacramentos, jornadas decapacitación de catequistas, etc. La necesidad de supervivenciales llevó a estas circunstancias.

No obstante esta estrategia de acción, las bases fueron másviolentamente perseguidas en este periodo. Analizando este pe-riodo, encontramos que existieron dos momentos particularmen-

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te fuertes de represión: en el año 1975 en la zona Norte, y en1976 en la zona Centro-Sur.

Como si fuera poco, este contexto llevó a una crisis internade la Iglesia desde finales de los 60 y en los 70: multiplicidad deteologías pastorales, persecución estronista a la Iglesia, sacer-dotes afines al régimen, deserciones masivas de sacerdotes yreligiosos/as, divergencias internas sobre la posición institucio-nal de la Iglesia, discusión sobre las tomas de tierra. Inclusoalgunos sacerdotes consideraban discutible la opción por unalucha armada, según Caravias (1982: 50).

La escalada de la represión fue brutal. Colegios religiososintervenidos, sacerdotes extranjeros expulsados, comunidadescampesinas brutalmente tomadas y destruidas, torturas y ase-sinatos sistemáticos de los principales líderes, etc. A consecuen-cia, la lucha armada fue una alternativa considerada por algu-nos dirigentes de las LAC, quienes de hecho, pasaron a activaren la Organización Político Militar (OPM). La reacción del Go-bierno no se hizo esperar. La caída de Jejuí fue una de las másfuertes, simbólicamente, para la desarticulación del movimien-to; lo mismo que la Pascua Dolorosa de 1976. Las últimas co-munidades cayeron en torno al año 1980, para pasar definiti-vamente a la historia.

Conclusiones provisorias

Existieron tres momentos clave en la formación de laepisteme campesina. El primer momento: el corte realizado enel tejido campesino, funcional al régimen, con la inserción delos sindicalistas y un sector de la Iglesia, para la conformación

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del movimiento sindical campesino, a partir de las mismas ini-ciativas locales. El segundo momento clave ha sido la rupturacon dicho modelo de praxis social aprendido de los sindicalis-tas, para profundizar la conciencia y la praxis política de caraal régimen, inclusive cuestionando fuertemente a la jerarquíacatólica y a los religiosos. El movimiento se tornó más campesi-no, más autónomo y definido en términos político-ideológicospropios. Finalmente, la tercera ruptura se dio en la madurezdel movimiento y en el proceso de disolución de las Ligas desdecomienzos de los setenta hasta su desaparición. En este tiemposurgieron dos alternativas: Una de ellas, la lucha armada; va-rios líderes se plegaron al movimiento armado, lo cual constitu-yó una excusa más para la represión. Con relación a la opciónarmada, siendo una alternativa que no fue abrazada formal-mente por todo el movimiento, sino solamente por algunos desus miembros, no llegó a constituir una etapa con estatus pro-pio en la historia de las LAC. La otra alternativa que había sur-gido, la mímesis. Algunos obispos se opusieron a la opción ar-mada y protegieron a muchas comunidades bajo la estructuraeclesial de algunas diócesis, bajo la figura de ComunidadesEclesiales de Base (CEB); a la postre esto llevaría al movimientoa su debilitamiento y dispersión. A nivel microsocial, cada rup-tura se caracterizó por un juego de verdad definida y un méto-do de praxis social ajustada a los procesos de subjetivación.

La construcción ideológica y la aplicación de un métodode praxis social, categóricamente, han sido fundamentales parael proceso de subjetivación campesina desde mediados del sigloXX en Paraguay. Dicho proceso llevó a la transformación de laepisteme campesina de entonces, convirtiéndose en un espaciode resistencia en lo político, económico y educativo/cultural.Al finalizar este periodo, el movimiento campesino no terminó,

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sino que la matriz dejada por las LAC generó varios movimien-tos de carácter regional y nacional, lo cual conformaría unanueva episteme. Estos movimientos, con renovadas posicionesideológicas y metodológicas, tendrán características completa-mente distintas, no obstante perseguir los mismos objetivossubstanciales que las LAC: La ruptura con la Iglesia fue com-pleta; la pluralidad ideológica al interior de las comunidadescampesinas fue abierta; las prácticas de solidaridad mermarony las que se dieron a luz asumieron una índole de empresa coo-perativa rural, comité de productores o similares. La agricultu-ra familiar campesina continuó instrumentalizada política, so-cial y económicamente por los sectores hegemónicos. Pervivieronalgunas islas de comunidades políticamente comprometidas,articuladas en las nuevas organizaciones campesinas. Sin em-bargo, la lucha por la tierra seguía siendo el vector de resisten-cia y el puente histórico entre las diversas etapas de la epistemecampesina.

Ciertamente, este breve ensayo requiere de una profundi-zación que aporte nuevas pistas para la comprensión de losfenómenos sociales en el espacio rural.

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La Lucha por la Tierrade los Pueblos Indígenas

Por José Zanardini(CEADUC-Universidad

Católica de Asunción)

En esta presentación hacemos un excursus sobre la situa-ción de los territorios indígenas en el periodo de la Independen-cia, desde 1811 hasta nuestros días. Utilizamos la expresión“Pueblos Indígenas” para indicar a aquellas poblaciones queexistían antes de la ocupación del Continente por parte de losimperios europeos, ocupación que se inició a fines del siglo XV(1492).

Algunos sectores prefieren llamarlos “Pueblos Originarios”,“Naciones”, “Pueblos Autóctonos”, “Etnias”, “Pueblos Étnicos”,“Aborígenes” entre otras denominaciones. Sin entrar en discu-sión sobre las diferentes maneras de denominarlos, en las quese quieren evidenciar diversos aspectos sociales o políticos, aquíusamos la de “Pueblos Indígenas” porque así está en la Consti-tución Nacional del Paraguay de 1992, en su Capítulo V que setitula: “De los Pueblos Indígenas”. Además es una terminolo-

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gía asumida por el Convenio 169 de la OIT y por la declaraciónde las Naciones Unidas del 2007.

Nosotros entendemos por Pueblos Indígenas, aquellas po-blaciones que se autodefinen por una cultura propia, un hábi-tat especifico, una lengua original, una historia común, una cos-movisión peculiar con sus derivaciones e implicancias sociales,económicas, políticas, religiosas y artísticas.

En nuestro excursus sobre las relaciones entre Pueblos Indí-genas y Estado Paraguayo en lo referente al problema de latierra, seguiremos principalmente lo propuesto por Carlos Pas-tore.1

En el Periodo de José Gaspar Rodríguez de Francia (1814-1840) se registra una continuación de las normas legales vigen-tes en la Colonia y a la vez un aislamiento comercial internacio-nal especialmente con la yerba mate y la madera. Hubo confis-cación de extensos territorios poseídos por los religiosos, me-diante la Ley de Reforma de Regulares de 1824.2 De este modo:“Valiosos bienes, extensos y ricos territorios pasaron al patri-monio del Estado, liberando a sus ocupantes de las cargas quedebían a los religiosos”.3

Anteriormente a esta Ley, el Presidente Rodríguez de Fran-cia con un Decreto de 1815, había cancelado toda dependencia

1 Carlos Pastore, La Lucha por la Tierra en Paraguay, Montevideo, Antequera,1972.

2 Ibídem, p. 99. Textualmente: “Por la cual se cerraron los conventos y casas derefugio, y todos los bienes de las ordenes y sociedades religiosas pasaron a serpropiedad del Estado”

3 Ibídem, p. 100.

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de las comunidades religiosas, individuos y cofradías del P a -raguay de sus superiores del exterior.4

En lo referente a los territorios indígenas, el decreto de se-tiembre de 1825 marca el comienzo de un sistemático despojolegal que conducirá a los Pueblos Indígenas a una grave margi-nación y pauperización que perdura hasta nuestros días. Endicho Decreto se ordenaba que “En el plazo de tres meses lospropietarios de todo el país debían presentar al gobierno lostítulos y certificados que acreditasen sus derechos de dominiosobre los inmuebles que poseían, bajo pena de ser estos, consi-derados bienes del Estado”. A raíz de esto en febrero de 1826,todo el Chaco y más de la mitad de la Región Oriental fuerondeclarados propiedad del Estado. Permanecieron en la RegiónOriental, pueblos de origen español y pueblos de indios queconservaron fundamentalmente su estructura organizativa ysus actividades agrícolas y económicas. Profundamente modi-ficados fueron los pueblos o grupos de origen negro, ya que suvida se desarrollaba prevalentemente en las propiedades de losreligiosos y que fueron confiscadas en 1824. Se registró en esetiempo una dispersión hacia el campo, lejos del “oído” del Dic-tador, y prácticamente se paralizaron los mercados externos einternos; había solo producción de autoconsumo. Al finalizarel gobierno de Francia existían 55 pueblos de origen español, 14pueblos de indios, 8 de origen indio ex jesuita y 3 de origennegro.5 Existía tranquilidad y paz a causa del aislamiento peroa la vez decadencia cultural, edilicia y social.

4 Ibídem, p. 101 : “Los religiosos fueron declarados libres y absueltos de todaobediencia de las autoridades eclesiásticas de otros países y sujetas desdeentonces a la dirección y autoridad del Obispo de Asunción”

5 Ibídem, p.105

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Después de Francia, a partir de 1840, se empieza a instalarun Estado mercantilista en que se apunta a revitalizar los mer-cados, el comercio exterior, la transacciones financieras que ha-bían prácticamente desaparecido en el gobierno anterior. UnaLey de 1842 introduce una distinción y discriminación entre“nativos capaces de muchos servicios y de buenos comporta-mientos, y otros incapaces sin muchos servicios y sin buen com-portamiento a los efectos de ser propietarios de tierras y de ga-nados”.6

Con el Decreto del 2 de enero de 1846 fueron declaradaspropiedades del Estados la yerba mate y las maderas de cons-trucción naval.

El Decreto del 7 de octubre de 1848 tuvo consecuenciasgravísimas para los pueblos indígenas, en el mismo decreto selee: “Considerando que los Pueblos Indígenas han sido históri-camente humillados, abatidos, abusados, oprimidos, esclaviza-dos y sujetos a arbitrariedades, penoso pupilaje y sufrimientos,se le reconoce como “Ciudadanos”. Pero, a la vez, se confisca-ron todas las tierras comunales y las tierras privadas de los 21pueblos de origen indio, además de sus ganados y otros bienes.Termina aquí la lucha por la tierra entre europeos e indígenasdespués de tres siglos pasando todo a patrimonio del Estado. Apartir de esta fecha, 1848, los Pueblos Indígenas no son legal-mente dueños ni siquiera de un metro cuadrado de sus tierrasancestrales. Como escribe Carlos Pastore: “Triunfó la tesis delos encomenderos tomando nuevas formas los intereses econó-micos representados por estos, incrustados en el Estado mer-cantilista y paternal”.7

6 Ibídem, p. 1147 Ibídem, p. 129

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El Decreto de 1848 fue aprobada por el Congreso Nacional,entre aplausos y entusiasmos pero muy pronto los Pueblos In-dígenas se dieron cuenta que, de poco servía el título y el rangode “Ciudadanos” sin la posesión del ganado ni de los camposcomunales.

En 1855 se instaló la primera Colonia extranjera no espa-ñola, sino francesa, mediante compra de lotes agrícolas. Desde1865 a 1870 el Mariscal López ordenó la venta a Elisa AliciaLynch de 437.500 hectáreas entre el Rio Pilcomayo y el Berme-jo, de 33.175 Km2 al norte del Rio Apa y de 3.105 leguas cua-dradas (equivalentes a 3.317.500 hectáreas) entre el Rio Apa yJejuí. Fue un abuso de poder y el comienzo de la liquidación delas tierras del Estado.

Con la Constitución de 1870 se da comienzo a la ÉpocaConstitucional. El Estado, propietario de la mayor parte de lastierras del país, autoriza las ventas de las mismas para cubrirdeudas. Sin embargo en este reparto se excluye a los indios (Leyde Poblamiento del Chaco de 1879). El Art. 72 de la Constitu-ción Nacional de 1870 quiere “mantener el trato pacifico conlos indios y promover la conversión al cristianismo y la civiliza-ción”; pero no se habla nada de devolución de sus tierras tradi-cionales.

En 1877, se adopta el Código Civil Argentino que permiteadquirir tierras mediante posesión de buena fe en un plazo de10, 20 y 30 años, según las circunstancias, pero dicho Códigotiene la figura de la prescripción solo con buena fe y 20 años deposesión y a los indígenas no se le permite beneficiarse de esto.Con el Código Rural 1877 se establecen linderos yamojonamientos. La Ley de 1881 autoriza la cesión gratuita delotes agrícolas para promover la colonización y la inmigración.

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Así se crearon la Colonia Villa Hayes, con 28 familias de diver-sos países de Europa central y San Bernardino con 93 familiasprincipalmente de Alemania y Suiza.8

Este periodo se caracteriza por la tendencia a desarrollar alos pequeños productores, las colonias agrícolas y a difundir unbienestar social. Y entran en vigencia nuevas disposiciones parala yerba mate y la explotación forestal.

En el periodo 1883 – 1904, se instala una especie de Imperia-lismo Capitalista, como escribe Eliseo Reclus, “en adelante nin-gún campesino paraguayo podrá cavar el suelo en la patria sinpagar renta a los banqueros de Nueva York, Londres oÁmsterdam. La Ley del 2 de octubre de 1893 autoriza al PoderEjecutivo a “vender las tierras públicas por valor de 150.000Pesos Fuertes, en bonos de tesorería, o en monedas metálicas decurso legal”9 con preferencia a sus ocupantes o arrendatariossiempre que ejerzan sus derechos seis meses después de pro-mulgada la ley. Pasado el plazo los terrenos serían vendidos acualquiera que se presentara como comprador. La ley favore-cía el latifundio, facilitando los campos de pastoreo muy gran-des y dificultando los pequeños y la agricultura.

En 1884, el presidente Bernardino Caballero piensa que “LaLey de Tierras facilita su adquisición en condiciones muy ven-tajosas, sirviendo de nuevo estimulo para el fomento de la in-dustria pastoril que muy pronto será la principal riqueza delpaís”.10 La perspectiva era pasar de la ganadería a la agricultu-ra y a la industria.

8 Ibídem, p.2009 Ibídem, p. 21310 Ibídem, p. 216

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A pesar del clamor y protesta de los campesinos que per-dieron sus tierras, la Ley del 16 de julio de 1885 autoriza a ven-der todas las tierras públicas. Esas leyes de venta produjerongrandes consecuencias sociales, económicas y políticas”.

En el Chaco, Carlos Casado de Argentina compró 3.000leguas cuadradas (son más de 5.000.000 de hectáreas); 45 enti-dades casi todas extranjeras compraron la riqueza yerbateradel país; La Industrial Paraguaya S.A. compró 855.000 hectá-reas de yerbatal natural y un total de 2.647.727 hectáreas detierra. Entre los fundadores de la Industrial Paraguaya S.A. es-taba también Bernardino Caballero y bajo su presidencia seautorizó la venta de los yerbatales. En 1910 La Industrial Para-guaya poseía 1091 leguas cuadradas de yerbatales y 457 leguascuadradas de bosques y praderas. En la región Oriental 11 com-pradores adquirieron 5.548.448 hectáreas; y un poco más de1.000 compradores adquirieron 9.961.319 hectáreas.11

Escribe Eliseo Reclus: “En pocos años los vastos bosques ycampos fueron adjudicados a propietarios ausentes… Losguarany después de los sufrimientos de la Colonia y de los dic-tadores, tendrían que sufrir una tercera esclavitud, más duratodavía porque hará de ellos proletarios degradados”.12

En el periodo 1904 – 1938 por presión popular se intentócorregir las políticas anteriores; una Ley de 1918 permite devol-ver los lotes agrícolas entre 10 y 20 hectáreas a campesinos resi-dentes; la Ley de 1926 crea el Departamento de Tierras y Colo-nias para la recuperación de las pequeñas propiedades campe-

11 Ibídem, p. 25512 Ibídem, p. 256

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sinas, la ley de Colonización de 1935 privilegia a los ex - com-batientes.

Entre 1938 y 1940, se realiza una codificación de la Refor-ma Agraria, el Tratado de Paz con Bolivia, y la sanción del Es-tatuto Agrario de 1940.

La Constitución de 1940 dispone que: “Todo hogar para-guayo debe estar asentado sobre un pedazo de tierra propia”.13

Pero la etapa de mayor atención a los aspectos populares y cam-pesinos terminó con el ascenso al poder de Higinio Morinigo;sin embargo las contradicciones internacionales y el choque deintereses foráneos dentro del territorio nacional permitieron, poralgún tiempo, la defensa y vigencia de algunos de los postula-dos de la Reforma Agraria.14

Con la Contra- Reforma Agraria del gobierno de HiginioMorinigo se desmanteló el Departamento de Tierras y Coloni-zación: “El régimen de Morinigo hizo retroceder la historia dela República; el 16 de marzo de 1944 firmo el Decreto Nro. 2947que niega al “intruso” los derechos sancionados en las LeyesAgrarias desde 1918 y lo coloca al margen de los beneficios dela Reforma Agraria”.15

“La era de Higinio Morinigo creó condiciones de anarquíapolítica y de destrucción de los valores fundamentales del país,que hasta la fecha no fueron superadas… el éxodo y la disper-sión del pueblo constituyen factores paralizantes del desarrollodel Paraguay.16

13 Ibídem, P. 35914 Ibídem, p. 36415 Ibídem, p. 38916 Ibídem, p. 409

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Con Roberto L. Petit se abre un paréntesis reformista, seretoma la reforma agraria y se funda el Instituto de ReformaAgraria; se realiza un censo agropecuario en 1956 y se registra-ron 48.650 propiedades privadas rurales, de las cuales la mitaderan para ganadería.

En la década del 1960 se asiste nuevamente a una contrareforma agraria y a la “reimplantación de la política de liquida-ción de tierras fiscales y de entrega al capital internacional delas fuentes de la riqueza colectiva aplicadas en las dos últimasdécadas del siglo XIX…Con la sanción del Estatuto Agrario de1963y la autorización dada por la Constitución de 1967 para eltraslado de poblaciones campesinas, el país fue sometido a prác-ticas primitivas de colonización, provocando el éxodo al exte-rior de la población rural, en proporciones que amenazan conla desocupación del territorio nacional”17.

Se estableció una alianza entre el Instituto de Bienestar Ruraly los grandes ganaderos y latifundistas de la Asociación Ruraldel Paraguay. En lo que se refiere a la población del Paraguay,que era de 1.740.000 en 1960, pasó a 2.419.000 en 1970.

Con la Guerra del Chaco empieza la emergencia de lospueblos indígenas, los Maká se trasladan después de la guerrahacia Asunción siguiendo al Gral. Belaieff con quien establecie-ron profundos lazos de respeto y amistad. El Estatuto Agrariode 1940 prevé Colonias indígenas si es que esos pueblos tienensuficiente capacidad y voluntad de convertirse en campesinos.Se trata de un claro intento de “ruralizar a los pueblos indíge-

17 Ibídem, p. 507

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nas, cambiando radicalmente su sistema tradicional de vidabasado sobre la caza y recolección”

En 1981 se promulga la Ley 904/81 Estatuto de las Comu-nidades Indígenas, donde se introducen los conceptos de co-munidad y de personería jurídica con precisas finalidades: pre-servación social y cultural, defensa de sus patrimonios y tradi-ciones, acceso gratuito a la tierra (20 hectáreas por familia en laregión oriental y 100 hectáreas por familia en el Chaco; titulocomunitario, no transferible ni divisible, ni alquilable, nihipotecable).

En la Constitución Nacional de 1992 se dedica el CapituloV a los Pueblos Indígenas. El Art. 62 reconoce a los PueblosIndígenas como grupos de culturas existentes anteriormente ala formación y organización del Estado paraguayo.

El Art. 64 afirma que: “Los pueblos Indígenas tienen dere-cho a la propiedad comunitaria de la tierra en extensión y cali-dad suficiente para la conservación y el desarrollo de sus for-mas peculiares de vida. El Estado les proveerá gratuitamentede estas tierras”.

En 1995 según la revista DIM (Diálogo Indígena Misione-ro)18 la cantidad de tierras aseguradas legalmente para los pue-blos indígenas era de 446.305 hectáreas en el Chaco y de 41.217hectáreas en la Región oriental, lo que arroja en todo el país lasuma de 487.522 hectáreas. Sin embargo la FEPI (FederaciónEntidades Privadas Indigenistas) reclamaba un total de

18 DIM julio/set. 1995 - Nro. 56 Año XV. La revista DIM recoge el pensamientode la Coordinación Nacional de Pastoral Indígena en Paraguay.

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1.396.886 hectáreas para satisfacer las necesidades mínimas detierra.

Según el INDI (Instituto Nacional Del Indígena) en 2012los Pueblos indígenas eran propietarios de 1.065.000 hectáreas,de las cuales 815.000 están en el Chaco y 250.000 hectáreas enRegión oriental.

El concepto indígena de tierra es muy diferente del concep-to no – indígena; para los no – indígenas la tierra es un biencomercial, que se compra y se vende, se explota, se hace produ-cir, se le enriquece con abono, se le intoxica con agroquímicos yplaguicidas. Para los pueblos indígenas la tierra es “Territo-rio”, un lugar sagrado, la Madre Tierra que nos genera, nosalimenta, nos cobija, nos protege, nos proporciona toda clasede bienes materiales y espirituales.

La relación indígena – territorio es tan profunda y peculiarque difícilmente puede ser comprendida por un no – indígena,sumergido solo en pensamientos comerciales y financieros. Elterritorio es imprescindible para que los pueblos indígenas pue-dan vivir y reproducir su etnicidad y su cultura; y es por lotanto una plataforma esencial para su vida y su consistenciapolítica dentro de los Estados modernos.19

El Art. 62 de nuestra Constitución Nacional, al reconocer alos pueblos indígenas como anteriores a la formación y organi-zación del Estado paraguayo, les otorga derechos ancestrales yprioritarios sobre el territorio. Cosa que lamentablemente no se

19 José Zanardini, Los Pueblos Indígenas del Paraguay, Asunción, MEC, 2011,página 24.

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realiza. Según la cosmovisión indígena los seres humanos noson los dueños de la Tierra ni del Cosmos, sino que son parte dela Tierra y del Cosmos. Por lo tanto los seres humanos no tienenel derecho de dañar, destruir, agotar los recursos de la Tierra.Los indígenas son los custodios milenarios de la naturaleza, losprotectores de los bosques, del agua, del aire, de los pájaros yde los paisajes. Su filosofía es Cosmocéntrica (los seres huma-nos son parte del Cosmos), en contraposición con la filosofíaantropocéntrica (los seres humanos se sienten superiores alCosmos y con los derechos de dañar, destruir, y agotar la natu-raleza).

Escuchemos aquí algunos testimonios indígenas:

“Tenemos que luchar para que el bosque quede para nues-tros hijos. Los árboles que quedan no son para nosotros, sinopara quienes aún tienen que nacer y crecer”. (Un indígena PaíTavyterá del Amambay)

Y también:

“Los que tienen plata dicen: quiero tantas hectáreas y ya sehace la mensura. Pero la tierra no puede partirse; la tierra nopuede ser dividida a nadie. Nosotros somos los dueños de latierra. Nosotros podemos sobrevivir solamente en los bosques”(Un Oparaiva de Canindeyu).

Entre los obstáculos y problemas abiertos para la compren-sión de las problemáticas indígenas mencionamos: el poco co-nocimiento de la cultura de cada pueblo; la sociedad nacionalen general piensa que el problema indígena es solo de los indí-genas y no se percata que su futuro es nuestro futuro y que su

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decaimiento comporta un decaimiento para toda la sociedad;ausencia de acciones sistemáticas y de criterios técnicos y étni-cos; escasa voluntad política de los partidos; diversos procedi-mientos e ideologías de las ONGs que trabajan con indígenas;también hay debilidades y divisiones entre líderes indígenas ydificultades de participación activa en la construcción de nue-vas maneras de ser indígenas adecuadas a los tiempos que vi-vimos.

No debemos olvidar que el territorio es vida, es lugar sagra-do, es la morada de todos los seres espirituales y materiales,visibles e invisibles, vivientes y no vivientes.

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