pensar-se en la intervención

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Pensar-se en la Intervención educativa. “Todo poder de violencia simbólica, o sea, todo poder que logra imponer significados e imponerlos como legítimos disimulando las relaciones de fuerza en que se funda su propia fuerza, añade su fuerza propia, es decir, propiamente simbólica, a esas relaciones de fuerza”. BOURDIEU Lic. Micaela González Delgado. Paper para la asignatura de IPP 14 de agosto de 2016. Abordar estas reflexiones nos lleva a pensar…qué es el pensar, si tomamos como referencia a Heidegger, él nos diría que es lo-que-hay- que-tomar-en-consideración y esto nos lleva a lo que da qué pensar. Sin embargo, Heidegger parte de ¿Quién o qué piensa? Y su respuesta es todo comienza por un cuestionar. Esto me hace pensar en lo que hay que habilitar desde lo individual para poder-emerger en nuestro pensar nuevas formas de comprender y entender-se como humano, como persona que irrumpe en el mundo y, a su vez, ser productores de mundo. Ser productores de mundo en y para la intervención educativa, ¿qué implicaciones trae? ¿Qué responsabilidades hay que comprender y poner en práctica en la intervención educativa y pedagógica? Por ello, estas reflexiones que les comparto el día de hoy, mismas que partirán de plantear: 1. ¿qué es y para qué la intervención?, 2. La necesidad como construcción social y 3. El compromiso y la responsabilidad profesional en la intervención pedagógica, por último, las reflexiones finales. ¿Qué es y para qué la intervención?

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Pensar-se en laIntervención educativa.

 “Todo poder de violencia simbólica, o sea, todo poder que logra imponer significados e imponerlos como legítimos disimulando las relaciones de fuerza en que se funda su propia fuerza, añade su fuerza propia, es decir, propiamente simbólica, a esas relaciones de fuerza”.

BOURDIEU

Lic. Micaela González Delgado.

Paper para la asignatura de IPP 14 de agosto de 2016.

Abordar estas reflexiones nos lleva a pensar…qué es el pensar, si tomamos como referencia a Heidegger, él nos diría que es lo-que-hay-que-tomar-en-consideración y esto nos lleva a lo que da qué pensar. Sin embargo, Heidegger parte de ¿Quién o qué piensa? Y su respuesta es todo comienza por un cuestionar. Esto me hace pensar en lo que hay que habilitar desde lo individual para poder-emerger en nuestro pensar nuevas formas de comprender y entender-se como humano, como persona que irrumpe en el mundo y, a su vez, ser productores de mundo. Ser productores de mundo en y para la intervención educativa, ¿qué implicaciones trae? ¿Qué responsabilidades hay que comprender y poner en práctica en la intervención educativa y pedagógica?

Por ello, estas reflexiones que les comparto el día de hoy, mismas que partirán de plantear: 1. ¿qué es y para qué la intervención?, 2. La necesidad como construcción social y 3. El compromiso y la responsabilidad profesional en la intervención pedagógica, por último, las reflexiones finales.

¿Qué es y para qué la intervención?

Abordar la intervención, de pronto parece un tema controversial y poco pensado, sin embargo, hay varias posturas y formas en las que se le puede entender. Por lo que, es necesario advertir que la intervención es: a) un espacio temporal1 que da lugar a lo adulterado, lo falsificado, lo simulado y disfrazado, en suma, es una estrategia plagada de ilusión, una construcción simbólica predeterminada. Situación que nos permite ir más allá de la noción y nos deja entrever que ahí se producen escenarios que se recrean sobre ambientes no naturales2 y, alude al mismo tiempo, a ciertos aspectos que tienen que ver con la acción estratégica de ciertos dispositivos, para gestar alternativas educativas3. Más esto que planteo de lo simbólico, es una cuestión fundamental para comprender que la intervención se articula a los procesos de la transmisión, a través de entramados enunciativos y formaciones discursivas. Lugar en donde emerge una relación compleja entre la significación narrativa que se produce en la socialización y que comunica mundos ficcionales y perceptibles en la rearticulación de redes de función simbólica y sistemas de significación.

1 Puesto que se encuentra en movimiento y posibilita el tránsito de producciones de sentidos diversos interpretados por los sujetos de diferentes formas y per-virtiendo las formas en que llegaron a ellos las interpelaciones a las que fueron expuestos. La posibilidad(es) que puedan surgir en este tránsito da cabida al suspenso en la estructura de imaginarios y producciones de saberes y conocimiento que el sujeto colocará en lucha como parte de la actividad intelectual, sensible y perceptible como en un campo de batalla en unas veces tranquilo y, en otras más, generando daño y destrucciones entre el nacimiento y muerte de deseos, producción de interpretaciones de mundo y re-creación de realidades que transforman, mismas que legalizan o naturalizan la emergencia de versiones superpuestas discursivas y no discursivas en continuo enfrentamiento que no están fijadas y dan cabida a desviaciones como suma de contradicciones, tensiones, retornos, esperas y silencios que se escapan siempre a lo que no existe todavía en lo no pensado, a la realidad misma.2 La intervención resulta, entonces ser artificial, la creamos para poder accesar mediante dispositivos pedagógicos a los procesos sociales e interpelar a los sujetos para lograr un impacto que “cambie o transforme su actuar frente al mundo”. Por lo que no debemos perder de vista que no intervenimos directamente sobre los sujetos es una acción indirecta sobre los procesos sociales que le rodean y el impacto resulta muchas veces ser tan sólo un reflejo de transmisión cultural de la herencia hegemónica, reproducido y desplegado mediante prácticas sociales.3 La alternativa, es desde la microexperiencia, una posibilidad y puede potenciar la relación educativa, vista de forma prospectiva, punto de arranque para la construcción de un proyecto más amplio y de creciente inclusividad que permita la viabilidad de erosionar los proyectos educativos dominantes gestados por la hegemonía. En ese sentido, nos señala Puiggrós (2003), es posibilidad en la totalidad social en movimiento y en la sobredeterminación para entender la historia hecha por el hombre y sus prácticas sociales complejas. Posibilitan ruptura, oposición, contradicción, articulación. "Alternativa" quiere decir que existe una génesis histórica de la educación en un país, con sus esquemas de percepción, de pensamiento y de acción, que son constitutivos de lo que la autora denomina "alternativa pedagógica", síntomas que denuncian procesos en las estructuras sociales con sus respectivas contradicciones.

b) Puede constituirse en horizonte político cuando abre la posibilidad de inteligibilidad compartida. Retomando la etimología, intervenir es venir entre, en acuerdo con Raymundo Mier (2008), esto habla al menos, de romper toda posibilidad de dualismo, de introducir una calidad heterogénea radical entre toda relación dual4, de cancelar toda posibilidad de identificación y de ser como el otro, de encontrarse en el mismo universo del otro. Para asumir este papel absolutamente intersticial, es preciso cancelar toda pretensión de identidad. Por ello, habría que pensar que la presencia que interviene, es aquella que está siempre con la exigencia de no negar su lugar intersticial y, que al mismo tiempo, niega las certezas de su lenguaje, pues la intervención es también, una aventura del lenguaje. Por lo tanto, es negación de pasividad, puesto que ahí el movimiento prima a través de las palabras, los significados, el sentido, los tiempos en que se juega el reposo y el silencio de una arquitectura dinámicamente viva. Esta postura, fundamentalmente dirigida a dar relevancia a la producción de sentido que de ahí emana, nos convoca a pensar la estética de la creación verbal en la que proyectamos lo que somos, percibimos, creemos, pensamos y participamos del mundo. Somos advenedizos, reflejo del acontecimiento y, ahí, se gestan desplazamiento(s) y posibilidad del otro afectado por el tiempo y el espacio entre desplazamientos de sentido(s).

c) Nace de una necesidad como bien protegible y como construcción social. El problema es, ¿cómo nombrar no sólo cosas tangibles sino

4Raymundo Mier enfatiza que “la intervención es del orden de la aventura como una modalidad del advenir, de esta especie de punto de fuga permanente de reinvención de sí mismo, matizó. Esto plantea que el sujeto aparece siempre trasmitiendo su posición otra y esto es una paradoja porque su identidad es su imposibilidad de identidad ¿Hasta dónde el sujeto puede asumirse desde su imposibilidad de identidad, inscribirse en la vida de los otros? Esa, destacó, es la tarea imposible de la intervención, pero esa tarea imposible no la hace impracticable, la intervención es algo así como una práctica de lo imposible. La práctica de lo imposible, ilustró, es literalmente un acto sin horizontes que sólo puede tener una intensidad que quebranta todos los hábitos y certezas, esa es su condición primera. Esto no quiere decir producir movimientos espectaculares o el derrumbe de instituciones, quiere decir desasosiego que se propaga. Quizá intervenir no sea otra cosa que estimular este desasosiego, este ser con los otros en el desasosiego” (Bustamante, 2008).

dimensiones intangibles?5 Esto nos convoca a reflexionar y superar la lógica técnico-instrumental que se gesta en la articulación entre teoría y práctica. Puesto que la intervención6 y su poder, reside en la acción producente7 de la creación verbal que interpelará a los sujetos para su producción textual. Esto último, permite y nos conduce a reflexionar sobre la sutileza de producciones de sentido, a la formación de filiaciones textuales, a la producción de una conciencia ficcional y una conciencia perceptible que transforma los textos producidos en los territorios educativos y las cartografías pedagógicas que se forman: a) justificando intertextos que se conforman de mitos que mutilan referencias y narrativas o b) subvirtiendo innumerables intertextos abiertos a la posibilidad(es) de emergencia de acontecimiento,8 dando un nueva comprensión a las referencias y desplegando narrativas con nuevos significados trazando significantes que visibilizan y desnaturalizan figuras abstractas que circulan en el contexto.

5 Esto, también, nos convoca a reflexionar sobre las formas de reeditar el oficio y su resignificación, por ello, es necesario pensar en, ¿qué redefine el campo de acción pedagógico profesional y sus formas de intervención?6 Raymundo Ramos plantea sobre “la intervención deliberada— el proceso remite a un origen aparente que no es la intervención manifiesta, sino la fantasía de una intervención potencial que surge desde que se nombra un malestar, en el momento en que se gesta un imperativo que es preciso acallar, solucionar, remover o, eventualmente, "curar". En el otro caso, en la intervención "no demandada", la presencia del otro hace evidente, como su rasgo más patente, visible, el carácter violento de su presencia y de sus actos, lo arbitrario de su mirada y sus preguntas, lo asimétrico de las identidades y la violencia desafiante de esa asimetría, pero también se hace inocultable el carácter contingente de esa presencia ajena a los reclamos y las necesidades de la comunidad en la que se irrumpe. Sólo que en este caso, la intervención es difusa, se confunde con la presencia misma de quien interviene, se inicia con su llegada, se la identifica como el origen de dramas posteriores, pero en ocasiones se confunde con la "naturaleza" o bien con el "azar" o el "destino"(2000:18-19). De manera tal, que lo que se presenta en los dos casos, es una forma de descargas sucesivas de ingenuidad, sombras, apariencias, espejismos luminosos que actúan como remedio a la ceguera que impone la condición ambigua de la intervención y, al mismo tiempo, revela una potencialidad, pese a toda mudanza de corpórea evidencia comprensiva en la cual es inevitable e imperiosa la intervención profesional. 7 En acuerdo con Freire que, nadie tiene el derecho de intervenir en la vida del otro para arrancarlo de sí mismo, para borrar sus horizontes, para cancelar su futuro, para someter las presencias o incitarlas y estimular posturas fatalistas, deterministas, fundamentalistas. Del segundo, que el ser humano es capaz de decidir, escoger e intervenir en el mundo, por lo que es necesario estimular y posibilitar esa capacidad -sin convertirnos en un voluntarista, asistencialista o simulacro de ayuda inconsecuente- inseminando el desasosiego y la interrogación en la acción de los demás, pero también, es ineludible la exigencia de pensar la solidaridad como una de las condiciones radicales para la comprensión del vínculo y la constitución de lo social, puesto que pensar la intervención es pensar la creación de solidaridades plagadas de presencia que se piensa a sí misma, que se sabe presencia creadora de mundo, que instaura la necesidad ética y se impone la corresponsabilidad solidaria en una matriz de esperanza de que “cambiar es difícil, pero es posible” (2006:126)8 Esto entendido como una comprensión y reconciliación del ser humano consigo mismo.

Mas, es preciso tomar en consideración que, podemos situar diferentes formas de acción que dan por resultado en convertir en comunes todas las producciones particulares, en las formas de acceso a la realidad y la lectura que se haga de ella, en tanto que de ello depende la forma de establecer las necesidades9 sociales a atender. Pero, los sujetos que están en medio de las intervenciones no son siquiera poseedores de esa producción. El que interviene utilizará esas estrategias para que aunque el producto no pertenezca a él, se convierta en propiedad particular esa necesidad y sea una forma de consumo10 manifestada a través de la demanda11. Es importante para nosotros advertir estás situaciones porque en la intervención en instituciones, nos lleva a seguir el mandato institucional o a establecer una detección de necesidades que emerge desde nuestro punto de vista o perspectiva, aunque muchas de las veces deja de lado a los actores y su participación para comprender las necesidades que se platean desde su experiencia, desde los límites y fronteras de percepción de “lo que necesita12”.

De modo tal que, la intención de comprender el fenómeno de la intervención es substancial para poder quebrar las lógicas en que la producimos en los lugares de la práctica e intervención pedagógica

9 La necesidad puede ser establecida por el que interviene desde dos formas desde la traducción que hace de la problemática a atender 10 El consumo es el ejercicio de gustos y necesidades, pero más allá de eso, el consumo es un fenómeno social en que los deseos se convierten en demandas y en actos socialmente regulados (García Canclini, 1995:48).11 “La demanda da nombre a una condición fantasmal, al mismo tiempo artificial y mítica de la intervención, al momento aparente de su origen. Así, la violencia de la intervención admite un amparo ético emanado de este inicio mítico: acude al llamado expresado desde la aprehensión de sí como una anomalía. La demanda funda ese resguardo ético, da lugar a una singular interpretación de la intervención que hace de la demanda un punto crucial, absoluto, una causa, el movimiento suscitado por un "deseo" o un malestar que hace visible un conjunto de imperativos analizables en sí mismos” (Mier, 2000:17-18).12 Aquí cabe señalar que al detectar las necesidades, se coloca en juego la visión de quién la construye, por eso hay que reflexionar sobre la expresión de Althusser “ver lo que [el otro] no ve que ve”, pues intentaba en cambio marcar que no se trata de ver la falta del otro, es decir, de positivizar la falta en un objeto que ya estaría ahí pero la torpeza o ignorancia del otro no le permite captar; al contrario, lo problemático es cómo hacer notar lo que el otro ve sin darse cuenta de eso, la falta en el otro (o falta del Otro), falta que no le pertenece, falta estructural que remite a lo genérico y sólo puede ser localizada si es desplazada la posición prefijada para el observador en un sistema de saber previo. Es lo que señala el sintagma “cambio de terreno”, es decir que ya se debe haber producido un desplazamiento, una separación del saber previo, para poder señalar la falla estructural del mismo.

profesional. Dado que, los resultados de esas producciones nos convoca a pensar y reflexionar que en el ámbito pedagógico no podemos ser intervinientes13 y ser ajenos a nuestros propios intereses, decisiones y deseos, que se colocan desde el lugar de la subjetividad y que, tampoco se trata de hacer por hacer la tarea y cumplir con el ordenamiento de la asignatura, todo acción genera una reacción e impacto social y, esta, puede afectar a individuos que nunca nos pidieron nuestra “ayuda.”

Nosotros no podemos modificar al mundo, si antes no nos hemos modificado a nosotros mismos y miramos críticamente, lo que vamos modificando a nuestro paso. Concientizarnos sobre los efectos que producimos, alude más que a una moral del deber, a una ética14 y cuidado de sí mismo15 que se encuentra lejos del conjuro del destino, que se escribe a partir de la tinta de la memoria colectiva, del relato de la natalidad, la experiencia y el acontecimiento en la complejidad de la intervención, pues está, va más allá de lo instrumental y prescriptivo, 13 El que interviene cree, imagina, supone, sospecha, teme: “El que interviene cree, es decir apela a sus convicciones como asidero para atreverse a formar interrogantes. Imagina, por cuanto construye prefiguraciones para un proceso colectivo dentro del que se coloca actuando. Supone, como una táctica elemental para rellenar los múltiples huecos de su estrategia, debilitada por lo que ignora del proceso en el que se halla inmerso. Sospecha como procedimiento para apartarse de lo obvio que oculta en un paisaje plano y coherente, las abismales contradicciones que convulsionan los procesos colectivos. Teme a cada momento el desmoronamiento de su estrategia, el sin sentido de la propia intervención, la ruptura final entre su deseo y el proceso del colectivo, el momento de renunciar a la imaginería que le hace pensar que la intervención es determinante de algo. Para sostenerse, de nuevo, cree” (Salazar, 2002:102).14 En este sentido comparto también esta idea con Freire cuando nos argumenta que debemos señalar, reflexionar y colocar a la vista la diferencia primordial entre el condicionamiento y la determinación. “Incluso, sólo es posible hablar de ética si hay opción derivada de la capacidad de comparar, si hay una responsabilidad asumida” (2000:67).15 Marco Jiménez coloca el cuidado de sí como estética de la existencia y gobierno de sí (2009-488). Es necesario reflexionar este asunto con un poco más de detenimiento, aunque aquí no lo abordaré, sólo lo señalo para reconocer su importancia pues, también él apunta a que: “El cuidado de sí mismo, entendido como un deber frente a leyes abstractas, a derechos y democracias formales, como el aprendizaje de ciertas competencias y la instrumentalización de conocimientos, como el de cierta tolerancia indiferente frente a lo otro y al otro, como el estar en un lugar donde no nos sentimos ni reconocemos, conduce, en realidad, a un descuido del sí mismo, a un desprecio silencioso de sí mismo y de los demás, a un mundo de sujetos autistas sin intereses propios o comunes, controlados por las técnicas de consumo corporales y existenciales de la publicidad y la mercadotecnia tan exclusivas de la globalización. Por eso, lo último que se puede pedir y enseñar en esta época de violencias abiertas y soterradas, es la tolerancia, pues tolerar significa dejar pasar de largo aquello con lo que no estamos de acuerdo, seamos, en todo caso, intolerantes con el avance de la insignificancia. Foucault, en sus últimos escritos, encuentra una semejanza entre la antigüedad clásica, de griegos y romanos, con nuestro mundo contemporáneo, no por ello fueron gratuitas sus últimas indagaciones y clases, siempre fue un hacedor de historias del presente. ¿Qué de aquellas técnicas de sí nos pertenecen? ¿De qué modos el sujeto escapa a las lógicas de sometimiento y control que le imponen una época como la nuestra? ¿A qué está llamada la educación actual? O finalmente hemos llegado a los confines de todo proyecto educativo hasta ahora conocido y estamos en los umbrales de algo desconocido, y entonces se harán ciertas las palabras de Foucault: el hombre se borrará como en los límites del mar un rostro en la arena” (2009:493-494).

interpela sujetos y los encamina hacia formas de significación ideológicas promovidas por instituciones que funcionan como sistemas de referencia mutadas, imaginarias y presente-ausentes por medio de formas instituyentes intervenidas en los individuos que hacen las intervenciones. Cobrar concientización de este hecho nos encara a mirar de forma crítica para poder ofrecer alternativas frente a la necesidad y el para qué de la intervención pedagógica profesional.

2. La necesidad como construcción social

Sensibilizar a los estudiantes de lo anterior expuesto en conjunto con el contexto, es primordial, dado que en estos tiempos, han surgido diferentes problemas en el ámbito educativo y pedagógico, algunos son lastre de múltiples tiempos combinados, que no se han podido pensar desde su complejidad. La realidad nos coloca ante formas complejas y distintas que se encubren en reemplazos y nuevos controles del orden del capitalismo actual, impone un poder ilegible. Pero, al mismo tiempo, da pie a la transformación en los modos de construir trama social como fase de avanzada en nuevas significaciones que postulan la denegación del mundo. Ante lo esbozado, es necesario hacerlos comprender que los fenómenos que están sucediendo incitan a intentar “enderezar” su misma naturaleza desviada, desde una posición “idealista” o de “buenas intenciones” y nos lleva a plantear lugares ilusorios que enmascaran, desvían y apartan de sitios que son sitiados por inmediatez e insensatez, convirtiéndose en principios fundantes de errores y negligencias. De esto último, y su acto transgresivo, deviene la necedad de empobrecer múltiples expresiones de la realidad e intervenir para generalizar patrones de consumo y referencias simbólicas, despojando a los sujetos, a su vez, de la posibilidad de ser actores de transformación. Estamos frente a la encrucijada de ver en estas formas de entender la “solución o el resolver problemas”, la comprensión de

espacios de repetición y normalización que instalan la consonancia con el mundo y las instancias reguladoras institucionales que naturalizan cosas que no son naturales.

La situación, es compleja porque esto nos plantea reconocer, el error inocente que representa una corrupción de funestos extravíos, al hacer la lectura de la realidad para establecer las necesidades sociales, educativas y pedagógicas que ahí pudieran existir, puesto que son nuestros sistemas fundamentales y particulares que están plagados de conceptos propios a nuestro campo profesional, la forma de acceso y de creación de esos problemas y esas necesidades, a partir de ahí, y por eso, es que resultan espinosos16, cuya solución, siempre intentada, quedará siempre incompleta. La necesidad es una forma de proposición abstracta, subjetiva y poco clara en la cual sustentamos la intervención, por lo que hay que plantear, ¿cuáles son las consecuencias de esa proposición cuando de intervenir se trata? ¿Qué es y quién determina esa necesidad? El plantear estos cuestionamientos, es para poder re-flexionar17sobre el “origen” de la necesidad, puesto que es una noción que enmascara idealismo e imaginarios, es una construcción social que opaca o genera oscuridad al promover cambios inducidos o impuestos, frente a lo que se coloca en tensión y contradicción los intereses y sentidos de los actores que las generan.

De ahí que, la necesidad se establece con una intencionalidad poco clara, es una forma de imposición de la lectura de realidad de alguien externo y su perspectiva o la perspectiva emerge y es establecida por una institución (agencia gubernamental), aquí surge el

16 Su tratamiento es pensado desde el posicionamiento de quien construye esas necesidades y sus posiciones múltiples de las múltiples subjetivaciones para tomar decisiones.17Anteriormente había explicado los significados de re, de ese modo explicare qué es la: Flexión. (Del lat. flexĭo, -ōnis). f. Acción y efecto de doblar el cuerpo o algún miembro. || 2. Encorvamiento transitorio que experimenta un sólido por la acción de una fuerza que lo deforma elásticamente. || 3. Geol. Doblamiento suave de los estratos terrestres. || 4. Gram. Alteración que experimentan las voces variables con el cambio de desinencias, de la vocal de la raíz o de otros elementos.

cuestionamiento, ¿qué pasa con los sujetos a quienes se destinan las interpelaciones mediante las cuales se apropia la necesidad? Podemos problematizar que la influencia proviene de: 1) aceptación, aun cuando no ha nacido de ellos la necesidad sino de la perspectiva de alguien externo, en este caso la interpelación se impuso por vía de convencimiento, vía discursiva frente a las limitaciones de no encontrar alguna propuesta mejor y cobra sentido a través de la negociación que se refuerza con las condiciones del contexto general y local. 2) Puede que se acepte por imposición, sin estar de acuerdo con ello y, aun así, tomarla como suya frente a lo que se pone en juego mediante el control ideológico institucionalizado. Aquí en la negociación, se colocan intereses ideológicos que son tomados con resignación, de acuerdo a lo que le da existencia a la institución y sus principios orientadores, la función que realizan y los medios por los cuales se le da existencia. Situación que moldea no sólo el pensar, también el sentir y actuar de la población atendida por esas instituciones, se potencia un umbral que abre paso a las perspectivas propias del interviniente, las decisiones y elecciones18 que ha de tomar en conjunto con la direccionalidad que dará al proyecto por el cual se interviene profesionalmente. En cuanto a la decisión, es importante retomar la discusión en Internet de Ernesto Laclau y Judith Butler, pues “introdujo una perfecta descripción hegeliana de la decisión: no se trata sólo de que ninguna decisión se toma en un vacío absoluto, de que toda decisión esta contextualizada, es una "decisión en un contexto ", sino que los contextos mismos:

18 Para poder explicar la elección es necesario recuperar a Žižek con: “La idea lacaniana de la "elección forzada", ¿no nos proporciona un modo de explicar esta paradoja? La "exclusión" primordial que funda la decisión (es decir, la elección). ¿no indica que la elección, en un cierto nivel fundamental, es forzada? Yo sólo puedo elegir (libremente) con la condición de que realice la elección correcta, de modo que, en este nivel, encontramos una elección paradójica que se superpone con su metaelección: se me dice qué es lo que debo elegir libremente… Lejos de ser un signo de distorsión patológica (o políticamente totalitaria), este nivel de la "elección forzada" es precisamente lo que falta en la posición psicótica: el sujeto psicótico actúa como si en verdad pudiera elegir libremente a todo lo largo del camino” (2001: 28-29).

[…] son de algún modo producidos por las decisiones, es decir, que hay una cierta duplicación de la toma de decisiones [...]. Primero está la decisión de marcar o delimitar el contexto en el cual se tomará una decisión [sobre qué tipos de diferencias no deben incluirse en una política dada], y después está la exclusión de ciertos tipos de diferencias como inadmisibles".

La indecidibilidad es radical: nunca se puede llegar a un contexto "puro" anterior a la decisión; todo contexto es “siempre ya" constituido retroactivamente por una decisión (igual que las razones para hacer algo, que siempre son postuladas retroactivamente, por lo menos en grado mínimo, por el acto de decisión basado en ellas: solo después de que nos hemos decidido a creer nos resultan convincentes las razones para creer, y no a la inversa). Otro aspecto de esta misma cuestión es que no sólo no hay decisión sin exclusión (toda decisión excluye una serie de posibilidades), sino que el acto de decisión en sí resulta posible gracias a algún tipo de exclusión: algo debe ser excluido para que nosotros nos convirtamos en seres que toman decisiones” (Žižek, 2001:28).

Frente a lo expuesto, podemos reconocer y reflexionar las implicaciones de la intervención y el impacto de los elementos que la hacen posible, esto es muy importante, pues nos permite tener claridad de las formas y mecanismos que naturalizan su continuidad para interrogar y quebrar la lógica de la explicación que damos en el de-sierto de nuestros argumentos, situación que nos coloca ante los compromisos y la responsabilidad que se otorga a las profesiones y da sentido a su existencia social, así como a la misma intervención para cambiar los imaginarios que tenemos de ella. La intervención, es necesaria y los

escenarios deben permitir potenciar alternativas que fisuren sus certezas, reconocer sus límites, las repercusiones y el impacto en el abordaje de la actividad conflictiva ubicada en su interior, para generar procesos de inclusividad creciente entre los multiversos, sus filiaciones y recuperar la presencia de los colectivos.

De ese modo podemos plantear la intervención desde un ángulo tripartita; 1) como un espacio temporal plagado de sospecha; 2) como una construcción simbólica imaginaria predeterminada y; 3) como un venir-entre asumiendo un papel intersticial, mismo que nos conduce a rebasar la idea de un sujeto de la, para o en la intervención. Hay que plantear que en este problema lo que está en juego es la forma en que se conecta el sujeto19 con el objeto, a través de la práctica, la experiencia y la intervención misma como articulación de lugares en los cuales una acción producente del ser y quehacer del sujeto, permiten la constitución de fuerzas indispensables para la interpretación que da lugar a la intervención como una estética de lo inacabado para hacer visible al objeto de intervención al que se le atribuirán ciertas propiedades.

Por lo que, hablar del objeto de intervención nos lleva a pensarlo desde dos polos de tensión: 1) un eje temporal que representa la tensión existente entre la demanda social, la necesidad de la población a quien se dirige la acción profesional y los deseos de quien hace visible el objeto de intervención en acuerdo a intereses teóricos, políticos o profesionales. 2) un eje de legitimidad en el que tiene lugar otro tipo de tensión, esta tiene que ver con el sistema de significados que circulan en la existencia del objeto de intervención, sus formas de

19 En tanto que el sujeto es constituyente y constituido, aparece como una nada que separa y une, y articula por tanto, por su “ser práctico” en el tiempo y el espacio el desplazamiento de su transformación en el quiebre de lo que transforma, a su vez, con su intervención en el mundo.

connotación formales y técnicas con sus contradicciones y dispersiones constituidos por los límites del mismo.

Estos dos ejes aluden a lo que es susceptible de ser modificado producto de ubicar el problema de donde emerge y la necesidad o demanda que suscitan los diferentes actores sociales que comparten escenarios. Justo aquí se encuentra la problemática que esto nos presenta, la liberación de la función del objeto de intervención en la estructuración de los límites del espacio, lo que le da una cierta relatividad, como si desde el interior de la subjetividad se erigiera hacia un exterior con la investidura simbólica de las representaciones y por la mirada o el deseo. Entonces, el objeto de intervención20 es intuido y organizado por nosotros en concordancia con nuestros conceptos en la intimidad del lugar de la representación provocada por la invención, colocación, control y disponibilidad de información conforme a una combinatoria ilimitada de relaciones de la función del problema a atender profesionalmente. Sin objeto no hay intervención y su naturalidad y funcionalidad está adaptada a un fin, en acuerdo con pulsiones y necesidades entre relaciones simbólicas. Así como la coherencia de donde procede la materialidad de ese objeto de intervención21 elaborada de forma abstracta y sistematizada con

20 Efectivamente, al objeto se le da existencia al hacerse común unidad de un acto psíquico cuya función no es la de crear un objeto, sino de hacer presente a un objeto. En ese sentido, es un efecto de darse cuenta en el acto, la memoria y re-presentación, cuya frontera absoluta entre interior y exterior se funda en la ilegibilidad del texto que se torna conflictiva, polémica desde quien la piensa e interroga al interpretar, en términos de apropiarse de una acumulación de cosas. Mismas que no son un continente fijo sino que tienen una función práctica, una función de vaso comunicante de lo imaginario. Ahí, en el interior y exterior de estos procesos, se encuentra el comienzo de la percepción del objeto de intervención y en su retención se constituye el objeto temporal originario, además de llevar consigo un determinado problema a saber y hacerse presentar a través de la vivencia intelectual. Por otra parte, en el interior y exterior, se juega el comienzo de relaciones y correlaciones de equivalentes simbólicos que revelan al objeto de intervención y acerca al profesionista al mundo de los sujetos sociales. En este marco de significaciones se trasluce el cruce de signos que no tienen una naturalidad inofensiva, puesto que la complejidad sugiere que el objeto de intervención se consuma en el funcionamiento del lenguaje, pues es indispensable para la verbalización de la experiencia profesional y la comprensión del mundo que ha de nombrarse de forma particular. 21 En este caso los objetos de intervención podríamos visualizarlos con características tridimensionales: 1) su situación práctica como articulación de lugares, espacios y territorios; 2) las particularidad del objeto, lo que le da su existencia y concreción que lo legitiman; 3) las relaciones subjetivas en donde residen características constituyentes que encierran un proyecto, otorgan un sentido y significado de cambio. Esto nos permite considerar en el objeto de intervención, distintos ángulos desde donde se le puede problematizar y pensar, tomando en cuenta aspectos de producción de significados y sentidos que suponen la posibilidad de su presentación concreta. Sin embargo, en lo que hay que poner especial énfasis es

naturalidad a lo que le confiere presencia en el marco de la intervención profesional.

De esta manera, la intervención es posibilidad de adscripción de significados, interacción e intercambio de tramas inestables e íntima movilidad de figuras de deseo; de pensar las dinámicas de los vínculos y la experiencia; de los efectos y sentidos de los deseos y racionalidad de los objetos en tensión; de los espectros normativos y la construcción simbólica de las necesidades. Los mecanismos de desplazamiento y condensación conceptual de intervención devienen de la función simbólica de la institución y la necesidad determinada culturalmente en conjunto con la función ideológica, de los imaginarios y representaciones colectivas a través de la experiencia. Así, la intervención es una forma de sociabilidad en la institución que se convertirá, más tarde, en un instrumento de control que instituirá una crisis orgánica abierta y permanente, por lo que se hace posible la fijación temporal de identidades, también polos locales de confrontación y zonas de vacío normativo, territorios limítrofes de solidaridades, alianzas, intercambios e invención de significaciones que tienen que tratarse y por ello se hace necesaria.

Finalizaré este apartado, planteando el para qué de la intervención y, si pensamos en lo que Mier señala sobre que, “intervenir es entonces inventar un lenguaje, crear conceptos, inventar un modo particular de pensar el acontecer; y este pensar no puede ser sino construir conceptos que provienen de esta concurrencia de generosidades: es este crear conceptos, el que por su propia calidad, por su propio

en que, también se corre el riesgo de producir efectos no deseables como: a) Al no considerar los límites del objeto de intervención y las formas en las que el sujeto que lo hace visible, puede generar una visión distorsionada, que más tarde manifestará malestar en el lugar de la práctica en la cual la intervención nace de la interrogación para el cambio. B) El objeto de intervención al nacer de las formas de representación de quien le hace visible corre el riesgo de contener los límites del lenguaje y visión de mundo de quien lo produce. Por tanto, el objeto de intervención es una orientación en la cual se vehiculiza un espacio temporal, tanto como una construcción simbólica predeterminada y ese modo de venir-entre asumiendo un papel intersticial de interpretación, invención y acción de la intervención profesional.

impulso, por su propia fuerza, crea horizontes y condiciones de inteligibilidad no solamente recíprocas sino del mundo, es ahí donde surge la alternativa. Sin generosidad y sin creación conceptual no hay horizontes políticos, no hay posibilidad de construcción ética” (Bustamante, 2008). Comprenderemos que ahí podemos ubicar su relevancia, al mismo tiempo, más que una necesidad, la intervención profesional, ante el contexto que nos suspende en el mundo, se instaura como un imperativo para poder comprender los fenómenos sociales y la crisis generalizada22 que nos afecta a la mayoría en los sistemas políticos, culturales, económicos, que existen en el mundo y que de diversas formas se interrelacionan. La intervención profesional debe dar lugar a la crítica y denuncia de nuestra presencia en el mundo, de desadhesión a las formas que naturalizan procesos no naturales que nos adaptan al mundo. Es establecer un compromiso con el mundo, con nos-otros. La intervención en el mundo y la inserción en él, nos dan presencia en el paso por el mundo y debemos configurar alguna forma de esperanza, utopía y sueño producido y creado por seres humanos que tienen la esperanza en un mundo mejor.

3. El compromiso y la responsabilidad en la intervención pedagógica.

La posibilidad del compromiso y la responsabilidad profesional en la intervención pedagógica, nos convoca a reflexionar sobre lo que implica y, a lo que no puede reducirse. Lo que implica nos implica desde el momento en que producimos mundo. A lo que no puede reducirse nos

22 Tomaré como referencia a Alicia de Alba pues su argumentación permite comprender lo complejo del “debilitamiento general de elementos de los sistemas relacionales de distintas estructuras interrelacionadas que a su vez conforman una estructura o sistema de significación mayor, el cual conduce a la proliferación de elementos flotantes. Esto es, al debilitamiento de los elementos de las estructuras económicas, políticas, sociales, culturales y educativas, cognoscitivas, éticas, etc.; interrelación de estructuras atravesada por un código o sistema semiótico o por la conformación de distintos códigos semióticos. Una crisis estructural generalizada se caracteriza por la desestructuración de las estructuras más que por la estructuración de nuevas estructuras, aunque en su interior se producen fenómenos complejos de articulación, como los contornos sociales” (2007:98-99).

lleva a pensar en la relación causa-efecto23. Producir mundo implica engendrar, procrear, dar- fruto.24 Desde esta forma de razonamiento parece lógico que podamos crear, pero la cuestión está en la intención de la creación. ¿Para qué crear o producir o dar…? Esta cuestión nos lleva más allá de las referencias causales y nos convoca a pensar. Partir del cuestionamiento es la clave para poder llegar a algunas reflexiones que se enlazan con lo que nos atañe, pensar-nos en la intervención desde, el compromiso y la responsabilidad, entonces debemos ir más allá de orientaciones normativas que disponen frágiles prácticas y formas en que comunicamos las formas morales como si las situaciones nos llevarán a…

En el mundo de las culturas profesionales, es importante reconocer diferentes modos de concebir y significar mundo, al mismo tiempo las formas en que se traducirá esto en prácticas y modos de producir mundo desde la intención(es), para las cuales se produce25. Quizá tenga un vínculo especial con la forma en que se producen las identidades, desde este horizonte26 de intelección tendríamos que considerar algo que señala Tylor: (a) las exigencias de nuestros lazos con los demás o exigencias de cualquier tipo que emanan de algo que está más allá o fuera de los deseos o aspiraciones humanas y son contraproducentes, pues destruyen las condiciones para realizar la autenticidad misma. (b),

23 Como señala Max Scheler: “Desde luego, si los valores fueran simplemente la consecuencia de efectos que las cosas producen sobre nuestros estados sensibles de sentimiento, entonces no podrían ser «bueno» y «malo» valores, y el derecho de llamar «bueno» o «malo» a algo no estaría tampoco condicionado por la relación de estos dos valores con los otros restantes. Al ser los valores dependientes de la existencia de un ser afectivo sensible no habría, en general, valores para un ser constituido por la razón”. (2007:126)24 Agustín de Hipona en las Confesiones menciona que fruto no es lo que dan, sino la intención con que lo dan (2006, 339)25 Todas las profesiones tienen una forma particular de ver que funda su hacer, por tanto sus objetos de intervención son móviles, pues desde una dimensión simbólica se crea sentido y se explica lo real, desde el poder de la enunciación del objeto de intervención se visibiliza el problema y necesidad que hay que atender, todo ello a partir del diálogo. Pues la intervención es el núcleo que potencia la actuación de los profesionistas y hacen fluir narrativas socio-profesionales que deben pensarse co-responsablemente. 26 Para Tylor “Las cosas adquieren importancia contra un fondo de inteligibilidad. Llamaremos a esto horizonte. Se deduce que una de las cosas que no podemos hacer, si tenemos que definirnos significativamente, es suprimir o negar los horizontes contra los que las cosas adquieren significación para nosotros. Éste es el tipo de paso contraproducente que se da con frecuencia en nuestra civilización subjetivista. Al acentuar la legitimidad de la elección entre ciertas opciones, muy a menudo nos encontramos con que privamos a las opciones de su significación”. (2007,234)

argumentando a partir de las exigencias de la autenticidad misma como ideal. (2007: 233)

En ese orden de ideas, podemos partir de la interrogante, de dónde devienen esas exigencias, deseos y si son auténticos, la cuestión es, si tienen algún sentido para los sujetos productores de trama social, más aun de los profesionistas que se forman y van configurando su campo profesional en los lugares de la intervención, en el caso de la FESA en la licenciatura en pedagogía. Esto nos lleva a plantear la legitimidad de elección de ciertas opciones. Tylor menciona que “toda opción es igualmente valiosa, porque es fruto de la libre elección, y es la elección la que le confiere valor.” (2007: 235) No obstante, intentando ir un poco más allá, esto también nos coloca ante la(s) forma(s) de significar esas elecciones y el sentido que se les da. Quizá pensar un poco en lo que Foucault llama cuidado de sí, esto, a su vez, nos conducirá a su concepto de ética y para él: “es la forma reflexiva de la libertad” (2007: 260) si esto es así, lo que ahora nos compete es pensar desde la reflexividad de esa libertad y su legitimidad.

Es interesante llegar al punto de la legitimidad, pues nos convoca a pensar-nos desde la situación en que nos coloca la circunstancia y el deseo, lo que somos desde el deber ser y lo que es, lo que no somos desde lo que nos dictan y reprimimos, así como todo aquello que nos conduce al tú, al nosotros, al sí mismo. Tal vez, que aquí el asunto es plantear la importancia del cuidado de sí en este tiempo, su relación con la responsabilidad. En un primer momento pareciera ser algo exterior al ser humano, al sujeto, pero es algo de difícil abordaje, al plantear la cuestión del “ser humano”, nos exige re-pensarlo en este contexto, en este tiempo y espacio histórico.

Es ahora necesario plantear la siguiente cuestión, ¿cómo se apela al valor y a la posibilidad del otro en una sociedad diferenciada? Esto no debe ser ajeno a la intervención pedagógica profesional, pensar al otro como horizonte de referencia nos lleva a comprender la complejidad de la intervención, el deber y la responsabilidad de tomar en cuenta los procesos socioculturales en que se inscribe como re-encuentro con ritos vinculantes en donde se llevan a cabo acuerdos y negociaciones a partir de una intervención gramatical27 que recrea significados en los objetos de intervención pedagógica que más tarde serán distribuidos socialmente.

Por ello, cobra relevancia el otro como posibilidad, como red de re-encuentro y de tensiones opuestas con historias que transitan desde el fruto de lo colectivo. Lugar donde nacen y mueren disposiciones, limitaciones, renuncias, pero, al mismo tiempo motivos, sentidos y necesidades inducidas, compartidas u obligadas a través de fundamentos vinculantes que se gestan en la producción de la trama social y cultural mediante la transmisión.

Aunque el tránsito y punto de partida es complejo y nada fácil de masticar, pues nos alude y nos interroga desde la posición del sí mismo. Aquel sobre el que recae una reconciliación consigo mismo, entre luchas con el extranjero que nos habita y las formas de dar alojamiento a lo que nos habita como-si-perteneciéramos-a-nos-otros mismos. Tal vez aquí pensar un poco en las formas en que nos producimos con esas peculiares maneras de producir-territorio. Puesto que ahí mismo los

27 Tylor señala que, “No se trata simplemente de que aprendamos los lenguajes con el diálogo, y podamos después usarlos para nuestros propios fines por nosotros mismos. Con ello se describe en cierta medida nuestra situación en nuestra cultura. Se espera que desarrollemos en una medida considerable nuestras propias opiniones, puntos de vista y actitudes hacia las cosas mediante la reflexión solitaria. Pero no es así como funcionan las cosas en el caso de las cuestiones importantes, como la definición de nuestra identidad. Ésta queda definida siempre en diálogo, y a veces en lucha, con las identidades que nuestros otros significativos quieren reconocer en nosotros. Y aun cuando damos la espalda a algunas de estos últimos -nuestros padres, por ejemplo- y desaparecen de nuestras vidas, la conversación con ellos continúa dentro de nosotros todo lo que duran nuestras vidas” (1994:69).

despertares del nacer y existir, nos conducen a esos intentos de querer-llegar-a-algún-lado. Esto que no es otra cosa que la formación interior en transformación-con-el-mundo, como emergiendo al llegar-al-mundo y que produce al ser-en-su-propia-casa, al ser que se habita del que habla Heidegger entre encuentros, acontecimientos y natalidades. Más estos posibles espacios-tiempos de producción de las formas de habitar-nos, no son más que medios, por los cuales aprendemos de la forma más dolorosa a residir, permanecer en la comunidad de los hombres, así el habitar es un despertar privilegiado que se desliza en el sentir sin llegar a ascender a saber ese instante de acontecimiento y natalidad que despierta al ser que se va haciendo trascendente en la medida en que yo habito, tú habitas. De manera tal que podemos construir, abrigar y cuidar cuando aprendemos a significar cómo se habita, cómo se produce el otro y en él, nos-otros para poder permanecer y residir. La posibilidad y lo posible emerge de ese encuentro abrumador con la existencia, con lo que nos habita y se produce al demoler-se aquello que nos habitó. La experiencia tiene que ver con la vivencia experimentada en el tránsito de la circunstancia, donde nos reconocemos límite e intermediación entre los otros que no somos, que nos han habitado desde nuestro tránsito histórico en intermediación con deseos, anhelos y capacidad de producir mundo, de formar-territorio. Esto, no es otra cosa más que las huellas y vínculos en el acto educativo que se gesta en lo colectivo, donde se juegan encuentros, reencuentros y desencuentros; responsabilidades, decisiones y sospecha frente a ellas; insatisfacciones, gozos, y sufrimientos; nominaciones, elecciones y selecciones; integración, inclusión y exclusión; visibilidad e invisibilidad y borramiento; superficies de inscripción, exterioridad e interioridad; enajenación, recuperación y retorno a sí mismo...por medio de una especie de metamorfosis en la que se gestan perpetuas mudanzas e inscriben la subjetividad de los procesos sociales en el mundo de vida.

Esos que somos, que dan cuenta de la emergencia de otro que es posible a partir del otro-que no soy.

Al cobrar visibilidad este otro, emerge el compromiso, la responsabilidad para con este y con aquel que no-soy-yo, el llegar aquí no es fácil, es un proceso, más bien una especie de parto. Todo parto conlleva sus producciones de sentido y experiencia, así que el compromiso y la responsabilidad no nacen en ese momento en que podemos nombrar que existen, sino más bien de otro momento importante que cobra visibilidad a través de una dimensión performativa inscrita a través de la promesa del que-ha-de-llegar como natalidad y acontecimiento. Este venir-entre que implica responsabilidad, que entiende de las consecuencias de la acción producente, por lo tanto, no es una intención. Esto es necesario enfatizarlo, para poder poner a discusión la confrontación de las consecuencias tanto de la acción, del pensar y de la palabra. Las consecuencias de la acción son un poco más visibles puesto que nos pone en evidencia, sin embargo en el pensar y en la palabra es menos perceptible la forma(s) en que los seres humanos nos dirigimos a producir mundo desde los límites de nuestro mundo y expulsamos de forma lingüística numerosas narraciones y relatos que van escribiendo los textos que producimos y hablan de nos-otros-mismos. Está tensión trágica nos hace humanos, vulnerables y, al mismo, tiempo, potencia, es cuestión de comprender que aquí cobra especial preeminencia el sentido: ¿El para qué?

En la dimensión ontológica entre el ser y el deber ser, radica una comprensión aun incomprendida, el valor de la libertad de elección y decisión28, como derecho y como deber. Aquí lo preponderante es lo

28 No voy a abundar lo abstracto del concepto libertad, pero me voy a centrar en la cuestión fundamental para el ser humano de ser constitutiva de procesos de individuación, en donde el sí mismo es consecuencia de sí de forma consciente, aun cuando decide ser inconsciente. Esto creo que es una decisión y una elección, puesto

humano como condición y como comprensión, dado que en las formas de producir su territorio y habitación se gestan las formas de hacer habitación y habitarse. De ese modo, registramos cartografías de sentido que circulan a través del lenguaje que emitimos, a través, de prácticas sociales y culturales que posibilitan formas de intervenir en el mundo (Freire, 2001). Estas últimas, coyunturales en las formas en que nos hacemos cargo o no de lo que devolvemos al mundo, en las formas en que entendemos la responsabilidad de nuestras acciones, y nos hacemos cargo de lo que expulsamos a través de lo que pronunciamos en el pensar y las palabras. Dar-nos-cuenta implica, estar implicado en el mundo. Al tiempo en que somos conscientes de que somos productores de historia, que somos biografías de vida y producto de la historia29.

Este dar-nos-cuenta, nace del compromiso que nace, a su vez, de la responsabilidad, es un en-cuentro que parte de la reflexión, sensibilización, comprensión y lectura del mundo desde la posición y referencia en que nos producimos y producimos mundo. Por ello, debe ser tomado con cierta cautela que ahí se anidan silencios y bruma que, a manera de transiciones recurrentes, nos someten a culpa, pero, al mismo tiempo, nos dan posibilidades de liberación. No es fortuito que lo vivido, la experiencia, la transmisión y los vínculos que establecemos sean elementos importantes que se juegan para poder llegar a ser lo

que es una condición en la que se rechaza, se excluye, se elige o se incluye algo, pero siempre desde lo que le anima a hacerlo. Que los seres humanos elijamos no hacernos cargo de estas elecciones y dar-nos cuenta, como dar-cuenta de ello, es una situación compleja de lo que orilla a una persona a tomar tal o cual dirección y sentido de lo que es su objetivo, propósito y fin. Ocultar-se en las sombras para no enfrentar-se con el encuentro consigo mismo y hacer-se cargo de la herencia que le ha sido legada, así como de aceptar los procesos de su inconsciente, es una cuestión que pone en penumbras a la culpa y en una lucha de poder entre las posibilidades y dificultades de la libertad.29 Somos partícipes de nuestra historia, del contexto y de las formas en que producimos mundo, al no hacernos cargo de esto, estamos delegando la función a otro, externo ficcional a mí, pues es parte de mí y somos complementarios para poder subsistir en las tramas de vida que se forjan en las textualidades y sus silencios como en las negociaciones que establecemos con la visibilidad de procesos que naturalizamos, aun cuando la mayoría de estos, no sean naturales.

que somos, en la emergencia del sentido, la conversación y la legitimidad de hacernos visibles para los otros y para nos-otros-mismos.

Tal vez, esta complejidad deba ser pensada desde la pluralidad en que se producen concepciones y modos de significar al mundo. Mismas en las que circulan saberes, a través de las diferentes formas de transmisión y que devienen de la cultura de los expertos y la cotidianidad. Esto sucede desde diferentes lógicas y lecturas de realidad en donde la interpretación y la traducción gestan formas de pensar, enunciar y llevar a la acción, la intervención pedagógica profesional. De acuerdo a esto, la responsabilidad nos demanda hacernos cargo de las consecuencias, las que llegan como parte de lo que nos adjudica un compromiso con el otro y las que tomamos como creación imaginaria propia de lo que el otro espera de nosotros. No obstante, predomina en este contexto un desenfado, inmediatez y transformaciones graduales que en una vida tan acelerada no permite que haya formas de generar en-cuentro con los otros y para los otros.

Definitivamente, este contexto que nos embarga, nos invita a recuperar la idea de responsabilidad desde una dimensión ontológica que aborde el problema de revertir el proceso de no asumir la responsabilidad(es) que nos comprometen a tener-parte de lo que se produce en el contexto. Si somos parte de esas producciones, tenemos que asumirlo en el pensar, el hablar y la transformación de las prácticas cotidianas. Para ello es relevante enfrentar las consecuencias de nuestros actos, de nuestra palabra y pensar, en lo que no hemos pensado en las formas en que producimos mundo, la palabra que se transmite como parte de la herencia cultural y las prácticas que pueden ser potencia, al permitir circular saberes que hacen que la herencia cultural nos sea transmitida no sólo para preservarla, ─a la manera de un museo─ sino para poder hacerla llegar a otros en un presente-futuro. Implicarse en esta ardua

tarea es fundamental como la reflexividad del significado continuo de los riesgos y peligros de no hacerlo, ya que nos conducen cada vez más a la desesperanza, desencanto en el mundo y del ser humano, sin tomar en cuenta la propia responsabilidad y compromiso, actuación y conciencia de no sólo saber que estamos en el mundo, sino que al ser parte de él, le pertenecemos. Por lo que hace falta, voluntad y dar valor a lo propio, hacer visibles nuestras propias prácticas para transformarlas, nos corresponde como derecho y obligación ética, ante las formas en que intervenimos en el mundo, ante las devoluciones del compromiso y la responsabilidad asumida o no, mismas que demandan atención cuidadosa de esas formas de desprendimiento del mundo para conocer y reflexionar la propia experiencia.

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