las esculturas de fernando vi y bárbara de braganza o la metamorfosis del retrato real

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MARÍA DEL MAR ALBERO MUÑOZ MANUEL PÉREZ SÁNCHEZ (EDS.) Las artes de un espacio y un tiempo: el setecientos borbónico

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MARÍA DEL MAR ALBERO MUÑOZMANUEL PÉREZ SÁNCHEZ

(EDS.)

Las artes de un espacio y un tiempo:el setecientos borbónico

María del Mar Albero Muñoz

Manuel Pérez Sánchez

(Eds.)

Las artes de un espacio y un

tiempo: el setecientos

borbónico

Fundación Universitaria Española

2015

Reservados todos los derechos. De acuerdo con la legislación vigente, y bajo las sancio-

nes en ella previstas, queda totalmente prohibida la reproducción y/o transmisión par-

cial o total de este libro, por procedimientos mecánicos o electrónicos, incluyendo foto-

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permita o pueda permitir en el futuro, sin la expresa autorización por escrito de los

propietarios del copyright.

© Fundación Universitaria Española, 2015

Proyecto Decoro, imagen y apariencia: Tecnologías y espacios en torno al cuerpo en los

programas políticos y religiosos de los siglos XVII a XIX en España, (MINECO HAR 2013-

44342-P)

Foto portada: Alegoría de la monarquía, Jean Mondon, París, ca. 1740

índice

I.S.B.N.: 978-84-606-8871-6

1 Edición 2015

Edita: Fundación Universitaria Española, Madrid, 2015.

a

ÍNDICE

PRESENTACIÓN Alfonso Rodríguez Gutiérrez de Ceballos………………………...……..………………....… 8

PRÓLOGO………………………………………….………………………..………...…. 10

María del Mar Albero Muñoz

Manuel Pérez Sánchez

LAUDATIO AL PROFESOR Dr. D. CRISTÓBAL BELDA NAVARRO….…...….…... 13

Alfredo J. Morales

Arte y arquitectura de la compañía de Jesús en América Meridional. Apuntes para una investigación…………………………………………………………………………….....17 Alfonso Rodríguez Gutiérrez de Ceballos

Un ambicioso proyecto del siglo XVIII: el colegio de la Compañía de Jesús en

Alicante………………………………………………………………….……………..…….32

David Miguel Navarro Catalán

El inventario del espolio del obispo don Pedro de Cáceres. Bienes y objetos artísticos de un

prelado asturicense del siglo XVIII ………………………...……………………………..…42

Abel Lobato Fernández

Arte y mecenazgo en las fundaciones pías del cardenal Belluga bajo los reales auspicios de

Felipe V. La irrenunciable herencia filipense ………..……………………..………………...57

José Antonio Díaz Gómez

Artistas “contra las cuerdas”: el Santo Oficio y los procesos a pintores y escultores en la

España del siglo XVIII …………………………………………………..…………..…….…76

Guillermo Piñero Fuentes

El paisaje conventual y devocional de la Cartagena del siglo XVIII: itinerarios históricos y

descriptivos por un patrimonio urbano desaparecido …….……………………….……….90

Álvaro Hernández Vicente

“Cristo Niño de la Espina”. La impasibilidad del semblante a la luz de la

teología……….…………………………………………………………………………....107

Carolina Sacristán Ramírez

El templo parroquial de San Martín de Callosa de Segura (Alicante) a través de las Visitas

Parroquiales del obispado de Orihuela en los siglos XVII y XVIII ………………………...121

Aarón Ruiz Berná

El reformismo borbónico y la construcción de catedrales en Hispanoamérica ……....141 Miguel Ángel Castillo Oreja

Sobre la defensa de La Habana: propuestas de fuertes de campaña para la Loma de

Aróstegui ……………………………………………………………………...…….……174

Pedro Cruz Freire

Proceso y proyectos sobre la construcción de la Aduana de Campeche (1778-

1790)....................................................................................................................................................187

Ignacio J. López Hernández

El pudridero: reflexión pictórica sobre la fugacidad de la vida en México durante la

Ilustración ………………………………………………………………………….….….204

Antonio Holguera Cabrera

Ciudad, fiesta y sociedad en el Virreinato de la Nueva España. Visiones a través de sus

biombos…………………………………………………………………………………..223

José Ignacio Mayorga Chamorro

La creación de manufacturas: la fábrica de mantelería fina de Béjar (Salamanca). Caridad

Ilustrada en tiempos de los Borbones.…………..………………………………..……….232

María Barba López

Patrocinio artístico en la corte borbónica: el caso de Eugenio Llaguno y Amírola….….... 248

Miriam Cera Brea

La comercialización de la cerámica del conde de Aranda en los territorios peninsulares y

transoceánicos entre 1727 a 1775…….…………………………..………….………….272

Eva María Calvo Cabezas

Pintura de perspectiva en el barroco sevillano..……………………………………… 292 Alfredo J. Morales

Pintoras en las Academias de Bellas Artes ilustradas en España: Josefa Mayans Pastor,

académica valenciana …………….……………………………………………….…….310

Mariángeles Pérez-Martín

El ingeniero Sebastián Van der Borcht en la Capilla Real de Sevilla …………….…..…325

Manuel Gámez Casado

Rejería malagueña (1750-1800): notas para su estudio ……………………………….344

Luis Delgado Mata

Juan de Jarauta: su paso por la ciudad imperial ………………………………...………363

Laura Illescas Díaz

Pablo Sístori, intelectual conocedor de la tratadística …………………….………….….381

Mª Victoria Zaragoza Vidal

Pablo de Céspedes como paradigma del clasicismo pictórico en el Siglo de las Luces: la

influencia en Diego Antonio Rejón de Silva y su poema La Pintura ……..……….……….405

Alejandro Jaquero Esparcia

El arte al servicio del saber. La dimensión artística de las bibliotecas desde el pensamiento

de Fray Diego de Arce …………………………..………………….…….……………. 427

Eduardo de Andrés Aguilar y Patricia Castiñeyra Fernández

Pasión y prejuicio: las actitudes hacia la escultura española en Gran Bretaña en el siglo XIX ……………………………………………………………………...………….……444 Holly Trusted

La sociabilidad en la educación de la niñez a la juventud. Juegos y diversiones en la cultura

visual de la España ilustrada ……………………………….……………………………457

Gemma Cobo Delgado

“Ensayo sobre el chocolate”, por Francisco Sabatini ………...…………………….……..483

Ana Amigo Requejo

Las esculturas de Fernando VI y Bárbara de Braganza o la metamorfosis del retrato

real ………………………………………………………………………..……………..502

Mª Ángeles Muñoz Cosme

"Magos" del tocador: aspectos del arte de la peluquería en la España del siglo

XVIII……...…………………………………………….……………………………….…517

Inés Antón Dayas y Sofía Martínez López

Aproximación a los textiles del siglo XVIII a través de la colección de pintura del Museo del

Prado ………………………..………………………………………………..……….…542

Ismael Amaro Martos

Restricciones a la Danza por la Novísima Recopilación de las Leyes de España durante el

reinado de Carlos IV …………………………………………………………..………....570

Elvira Carrión Martín

El Teatro de la Gloria: del Panteón de los Reyes a la “panthéonisation” …...……….585 Marcello Fagiolo

Propaganda y Guerra de Sucesión: dos almanaques reales de la Biblioteca Nacional de

Madrid a favor de Felipe V …….……………………………………………………….607

Silvia Cazalla Canto

Exaltación de dos príncipes de Francia en la Guerra de Sucesión: Felipe V y

San Ginés de Arlés …………………………………………………....…………………624

Mª del Carmen Riquelme García

La portada efímera para la entrada del cardenal don Luis María de Borbón en la

Catedral de Toledo ………………………………….……………………………..…….646

Ignacio José García Zapata

La joyería del siglo XVIII español a través de los retratos de Bárbara de Braganza e Isabel

de Farnesio …………………………………………...………………….…………....….664

Javier Verdejo Vaquero .

El salón Gasparini: entre chinerías y rocallas …………………………………….…..….682

Cristina García Martínez

Imágenes del desastre: relatos y testimonios del terremoto de Orán de 1790 ….…..….694

Esther Herrador Montesinos y Gonzalo Moya Santiago

“Haré memoria de los míos”: Retratos de un príncipe de la iglesia de Cartagena, Luis de

Belluga y Moncada …………………………………………………………..........…..….714

Juan Prieto Solana

Un retrato alegórico del Conde de Floridablanca por Francisco Folch de Cardona…….731

Jorge Martínez Martos y María José Martínez Sánchez

502 Las esculturas de Fernando vi y Bárbara de Braganza, o la metamorfosis del retrato real

Mª Ángeles Muñoz Cosme

Las esculturas de Fernando VI y Bárbara de Braganza, o la

metamorfosis del retrato real

Mª Ángeles Muñoz Cosme

Resumen: Dentro del censo de esculturas públicas y monumentos situados en la vía pública de Murcia, encontramos tres obras del XVIII de la cuales, las únicas cuyos originales pueden seguir siendo contemplados en la calle, son dos retratos que fueron encargados en 1753, por la ciudad, a Jaime Campos y Manuel Bergaz, para homenajear a los monarcas reinantes del momento, Fernando VI y Bárbara de Braganza. El análisis de la transformación sufrida para adaptarse a los retratos de los posteriores monarcas, Carlos IV y Mª Luisa de Parma, su periplo desde la Alameda del Carmen hasta su ubicación actual, en el MUBAM, y las distintas intervenciones para su restauración, nos hablan de protección del patrimonio, de conservación y de revalorización. Palabras clave: escultura pública / Murcia / siglo XVIII

Abstract: According to the census of public monuments and sculpture in Murcia, three works of the 18th century are registered, of which only two originals can still be contemplated in the street. These works are two portraits of the King and Queen of Spain in that period, Fernando VI and Barbara of Braganza, commissioned in 1753 by the city of Murcia and executed by Jaime Campos and Manuel Bergaz in honour of the kings. The analysis of the changes suffered by these portraits to be adjusted to the future Spanish kings Carlos IV and Mª Luisa of Parma, their tour from Alameda del Carmen to their current location in the MUBAM and some of their restorations talk of heritage protection, preservation and enhancement. Key Words: public sculture/Murcia/18th century

503 Las esculturas de Fernando vi y Bárbara de Braganza, o la metamorfosis del retrato real

Mª Ángeles Muñoz Cosme

La escultura pública es una muestra más de la evolución de los estilos, pero

también de las ideas, las modas, la actitud política, la situación económica y el

comportamiento social. Los parámetros dentro de los que surge la escultura pública son

los mismos que afectan a las demás disciplinas artísticas: la disponibilidad económica

redunda en la calidad y la cantidad; el estilo artístico del momento influye en su

representación y en el modo con el que se resuelve; el pensamiento se refleja en los

motivos representados; la forma de gobierno es determinante para rendir tributo a

monarcas o políticos, y las modas se ven plasmadas en vestimentas y atributos. Todas

estas facetas contribuyen a identificar las formas de la escultura pública y encuadrarla

y contextualizarla dentro de un ámbito determinado.

En la ciudad de Murcia, el recuento de esculturas situadas en espacios urbanos

arroja un número ingente (más de setenta), dentro del cual encontramos numerosas

piezas de los siglos XXI y XX, algunas del siglo XIX y tres obras del XVIII. Es evidente

que la lejanía del momento va directamente unida al posible deterioro o pérdida y, por

eso, el poder contar con tres piezas que se datan dos siglos y medio atrás, es motivo de

la voluntad de su estudio y la indagación en su génesis y evolución.

De esas tres obras del XVIII, una ya no está expuesta a la intemperie; el

denominado León del Malecón ha sufrido las inclemencias del tiempo y el transcurrir de

los años y, en la última restauración, su estado aconsejó su retirada al Museo de la

Ciudad, dejando paso a que una reproducción se encarame en el pedestal, ese sí del

XVIII, y siga mostrando a la ciudad el orgullo de haber conseguido una séptima corona

por el apoyo a Felipe V en su pretensión al trono.1

Las otras dos obras, y las únicas cuyos originales pueden seguir siendo

contemplados en la calle, son los dos retratos que, en 1753, fueron encargados por la

ciudad de Murcia para homenajear a los monarcas reinantes del momento, Fernando VI

y su esposa, doña Bárbara de Braganza.

Son dos esculturas exentas, de tamaño algo mayor que el natural, labradas en

piedra caliza de la región. Actualmente pertenecen al Museo de Bellas Artes de Murcia

(MUBAM); están situadas en el patio de acceso, frente a las modificadas fachadas del

edificio del Contraste, un edificio construido a principios del siglo XVII, declarado

1 “El Centro de Restauración recupera la escultura del León del Malecón”, La Verdad de Murcia, 04/II/2011.

504 Las esculturas de Fernando vi y Bárbara de Braganza, o la metamorfosis del retrato real

Mª Ángeles Muñoz Cosme

Monumento Nacional en 1923 y derruido, nueve años más tarde, bajo el

desconocimiento de una época desprendida de conciencia histórica.2

Encargo y colocación

La historia de los dos retratos comienza a mediados del siglo XVIII, en 1753,

cuando se realizan, a petición de la ciudad, para situarlos en la Alameda del Carmen.

En aquel momento, además, el escultor Joaquín Laguna estaba terminando otras

esculturas para ser colocadas como ornato del puente:

“El Señor Corregidor hizo presente las estatuas de piedra que se han puesto de

los Señores Reyes reinantes en el extremo de la Alameda del Carmen, paseo de

este ppco. Y que se están concluyendo las de los Arcángeles San Miguel y San

Rafael para colocar en los nichos que ay construidos en la Puente de piedra”3.

Dicha Alameda del Carmen, situada en el entonces denominado barrio de San Benito,

comenzaba a ser tema de preocupación y ocupación de los corregidores; se buscaba la

manera de adecentar y embellecer un espacio, concurrido por los ciudadanos, cuyo

acceso se había visto facilitado por el puente de piedra, finalizado unos años antes:4

“Por lo que redunda en hermosura de un paseo y alameda que tanto desea la ciudad

verlo en su mayor perfección como sitio donde concurre todo género de jentes, patricios

y forasteros”5 Poco después de instaladas las esculturas, los artistas que las realizaron,

pidieronn al Ayuntamiento que revisara el valor de las obras terminadas:

“Viose memorial de Manuel Bergaz, y Jaime de Campos, escultores, en que

dizen que estando poco prácticos en el ajuste de estatuas, por un tanto, por

haver travajado catorze años a jornal en la Cathedral de esta ciudad, pidieron

por las que han construido de piedra de nuestros Cathólicos Monarcas, puestas

en la Alameda del Carmen, tres mil y seiscientos reales de vellón los que tienen

recibidos, y por ser con digno precio, suplican a la piedad de la ciudad, les

favorezca con lo que sea su beneplácito”6.

2 BELDA NAVARRO, Cristóbal, “El Contraste de la Seda y las reformas urbanísticas de la plaza de Sta. Catalina (Murcia) en los comienzos del siglo XVII” en Anales de la Universidad de Murcia.

Filosofía y Letras, 1972, Vol. 30, nº 1-2, pp. 115-147. 3 Archivo Municipal de Murcia, Acta Capitular, 17 de julio 1753, f. 175. 4 PEÑA VELASCO, Concepción de la, El Puente Viejo de Murcia. Murcia: Universidad de Murcia, Servicio de Publicaciones, 2001. p. 436. 5 Archivo Municipal de Murcia, Acta Capitular, 17 de julio 1753, f. 175. 6 Archivo Municipal de Murcia, Acta Capitular, 21 de agosto 1753, f. 190.

505 Las esculturas de Fernando vi y Bárbara de Braganza, o la metamorfosis del retrato real

Mª Ángeles Muñoz Cosme

Así pues, los autores de las esculturas fueron Manuel Bergaz y Jaime Campos. El

primero parece probable que viniera de Cuenca con Jaime Bort, en 1736,7 para

trabajar en el imafronte de la catedral. El segundo, avencidado en Lorca, era más joven

que Bergaz y se formó como escultor en la escuela de la portada catedralicia.8 Ambos

habían trabajado juntos en la Asunción de la exedra superior del imafronte, en el

Santiago de la peineta de coronamiento, en las esculturas de los nichos inferiores y

superiores de la transportada y en las pechinas de la cúpula del trascoro9.

La reconsideración que Bergaz y Campos plantean a la Ciudad, para que se

valoren las esculturas de los monarcas, se vio reforzada por la que hace Joaquín Laguna

al mes siguiente reclamando también una revisión del precio de las esculturas de los

arcángeles que había esculpido para los nichos del Puente, pues las considera “de ygual

trabajo, costo y ocupazión que el que pueden haber tenido las de dichos Sres. Reyes”10.

La respuesta no se hizo esperar y, el 22 de septiembre, consta la tasación que hacen, de

las esculturas, Francisco Salzillo y Pedro Pérez: cuatro mil doscientos reales las de los

reyes y tres mil las de los arcángeles. Especifican que este precio no comprende la

piedra, la cual valoran en trescientos reales, ciento cincuenta por cada dos11.

Aquellos retratos de los monarcas se situaron, sobre unos pedestales en forma de

pirámide, en la entrada a la Alameda pero, tanto la configuración de los pedestales

como la apariencia y ubicación de las estatuas, ha ido variando con el paso del tiempo,

desde su colocación en el extremo del paseo hasta donde las podemos contemplar hoy.

Según Melendreras Gimeno, para la configuración de las efigies reales, los

artistas se inspiraron en las que, en ese momento, se labraban para el Palacio Real de

Madrid, considerando así las influencias de Olivieri, Carmona y de Castro;12 sin

embargo, esta afirmación es cuestionable dado que, por una parte, una vez terminada

la fachada de la catedral y la ornamentación de los jardines públicos, Campos se

queda en Murcia, según indican Belda Navarro y Hernández Albaladejo13, y Bergaz no

7 El Puente Viejo de Murcia, op. cit., p. 260. 8 BAQUERO ALMANSA, Andrés, Los profesores de las Bellas Artes Murcianos (1913), Murcia: Consejo Municipal de Cultura y Festejos del Ayuntamiento, 1980, pp. 199-201 / HERNÁNDEZ ALBALADEJO, Elías, La fachada de la Catedral de Murcia. Murcia, Asamblea Regional, 1990. 9 BELDA NAVARRO, Cristóbal; Elías HERNÁNDEZ ALBALADEJO, Arte en la Región de Murcia. De

la Reconquista a la Ilustración. Murcia: Editora Regional de Murcia, 2006, p. 438., 10 Archivo Municipal de Murcia, Acta Capitular, 11 de septiembre 1753, f. 195. 11 Archivo Municipal de Murcia, Acta Capitular, 22 de septiembre 1753, ff. 200-201. 12 MELENDRERAS GIMENO, José Luis, “El escultor Manuel Bergaz: su obra en Murcia y en el Museo del Prado” en Boletín del Museo del Prado, vol. 7, nº 21, pp. 184-188. 13 Arte en la Región de Murcia. De la Reconquista a la Ilustración, op. cit., p. 439.

506 Las esculturas de Fernando vi y Bárbara de Braganza, o la metamorfosis del retrato real

Mª Ángeles Muñoz Cosme

se marcha a Madrid hasta después de acabados los mencionados trabajos14, por lo que

difícilmente pudo conocer de primera mano las esculturas del Palacio Real antes de

realizar en Murcia las de los reyes; por otra parte, las de Madrid tienen una labra

menos refinada y más sintética, habiendo poca proximidad entre ambos trabajos. Es

más probable que Bergaz y Campos basaran las trazas de las esculturas en los

grabados que difundían los retratos oficiales de los monarcas.

La figura de Fernando VI ofrece una similitud evidente con dos retratos pintados

por Jean Ranc: el primero de ellos es el que hace de un Fernando todavía niño, que se

data hacia 172315. En él se le muestra vestido a la moda del momento16, con chupa,

calzón y casaca. Sobre la chupa porta el peto de la armadura, el cuello lo cubre con

corbata y bajo el brazo izquierdo sostiene el sombrero de tres picos. En el segundo, de

1731, también lleva la coraza sobre la chupa, cubriendo el final de aquélla con un fajín

de raso anudado a la derecha, espadín en el lado izquierdo y con la mano derecha

sostiene con firmeza el bastón de mando17. En ambos retratos luce el Toisón de Oro y la

banda del Espíritu Santo. El peinado, también siguiendo la moda, deja caer sobre los

hombros los abundantes bucles empolvados. Los retratos que se le hagan posteriormente,

como rey, serán bastantes similares en cuanto a disposición y vestimenta.

En cuanto a doña Bárbara de Braganza, “poco agraciada, pero siempre muy

lujosamente vestida y enjoyada”18 es evidente la inspiración en los retratos de la época,

en los que aparece ataviada, también a la moda, con vestido muy entallado en el

corpiño, gran escote, falda voluminosa, amplias mangas y manto real con mucho

movimiento. El peinado, empolvado, se ondula y se recoge en la nuca de donde parten,

en los primeros años, unos largos tirabuzones que descansan sobre los hombros y que, en

retratos posteriores, desaparecen. Suele lucir grandes pendientes y broche en el borde

del escote, una rosa en una mano, mientras que la otra reposa, bien sobre el vestido,

bien apoyada en una ménsula. Es ilustrativo el retrato que le pinta Ranc, cuando todavía

es princesa de Asturias, donde aparece joven y favorecida19, y el que le hace Van Loo,

14 “El escultor Manuel Bergaz: su obra en Murcia y en el Museo del Prado”, op. cit. 15 RANC, Jean, Fernando VI, niño, h. 1723. Madrid, Museo del Prado, nº cat. P02333. 16 LEIRA SÁNCHEZ, Amelia, “La moda en España durante el siglo XVIII” en Indumenta: Revista

del Museo del Traje, nº 0, 2007, pp. 87-94. 17 RANC, Jean, Retrato de Fernando VI como príncipe de Asturias, 1731. Madrid, Museo Naval. 18 PÉREZ SAMPER, María de los Ángeles, “La imagen de la monarquía española en el siglo XVIII” en Obradoiro de Historia Moderna, nº 20, 2011, pp. 105-139. 19 RANC, Jean, Bárbara de Braganza, reina de España, h. 1729. Madrid, Museo del Prado, nº cat. P02414.

507 Las esculturas de Fernando vi y Bárbara de Braganza, o la metamorfosis del retrato real

Mª Ángeles Muñoz Cosme

años después, en el que una reina obesa y menos agraciada, pero siempre cargada de

grandes joyas, posa sentada20.

La atribución de una y otra escultura, la del rey y la reina, a Campos Bergaz

respectivamente, figura en el Museo de Bellas Artes de Murcia, aunque lo más probable

es que fuese un trabajo ejecutado por ambos y, por tanto, en las dos esculturas

intervenga la mano de los dos artistas21.

La transformación

Cuando, en julio de 1797, el arquitecto Juan Bautista La Corte elabora un

documento, para el Ayuntamiento, donde describe las obras efectuadas en la Alameda

del Carmen, desde 1786 hasta ese momento, habla del desmontaje de las esculturas

con los retratos reales, que tuvo lugar en septiembre de 178822.

“Por orden del dicho Sr. Corregidor quité las pirámides que se hallavan dentro

de la Alameda con las estatuas de los Reyes D. Fernando y Dª. Isavel, y se

colocaron en una paralela frente al Carmen, depositándose por entonces las

estatuas en el corral del combento pues proyectava variar los remates de las

pirámides con nuevos bustos de Ntros. Augustos Soberanos D. Carlos quarto y D.

Maria Luisa (que Dios gue.)”23.

Las estatuas de los monarcas no eran las únicas que se situaban en la Alameda. Un

poco más adelante, La Corte describe el triunfo de la Virgen de la Fuensanta:

“Concluido que fue el terraplén referido de la entrada de la Alameda, se varió

la columna o triunfo de la Virgen de la Fuensanta que se hallava a un lado de

la carretera de Cartagena y se colocó en el centro de la embocadura y calle

de en medio: Para cerrar en parte y formar un vello aspecto se construyeron en

sus colaterales quatro pilares de cantería con los remates dos de ellos con

escudos de las Armas (…) y los otros dos con unos jarros cencillos”24.

20 VAN LOO, Louis Michel, Retrato de doña Bárbara de Braganza, siglo XVIII. Madrid, Museo de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, nº inv. 0098. 21 Fichas DOMUS facilitadas por el MUBAM, donde constan las obras con los números de inventario CE060151 y CE060152. 22 Archivo Municipal de Murcia, Acta Capitular, 22 de septiembre 1797, f. 216. 23 La Corte se confunde cuando habla de doña Isabel, ya que, como hemos visto anteriormente, en el acta del día 17 de julio de 1753, se constata que las estatuas son de los “Reyes reinantes” que, en aquel momento, eran Fernando VI y su esposa, doña Bárbara de Braganza. 24 Archivo Municipal de Murcia, Acta Capitular, 22 de septiembre 1797, f. 216.

508 Las esculturas de Fernando vi y Bárbara de Braganza, o la metamorfosis del retrato real

Mª Ángeles Muñoz Cosme

E, incluso, cuando describe la adecuación de la zona de levante, narra que se

colocaron, sobre pedestales, diferentes bustos y estatuas que tenía el corregidor en su

casa así como unos macetones25.

A partir de 1795 se termina la Alameda y cuenta La Corte cómo las estatuas de

los reyes volvieron a su lugar original: “También a la entrada principal de la Alameda

se trasladaron los pilares o triunfos y se colocaron sobre ellos las estatuas de Ntros.

Soberanos y en sus colaterales los quatro pilares de los escudos de Armas y jarros”26. El

hecho de que La Corte hable primero, cuando se trasladan las estatuas al corral del

convento, de “los reyes D. Fernando y Doña Isavel” y después, cuando en 1795 se

comienzan a terminar los trabajos de la Alameda y las estatuas vuelven a colocarse al

principio de ésta, de “las estatuas de Ntros. Soberanos”, nos induce a pensar que en

lugar de realizar los bustos, que menciona, de Carlos IV y su esposa, se optó por

realizar una transformación de las esculturas existentes. Por tanto, de la Alameda se

retiraron las estatuas de Fernando VI y Bárbara de Braganza, y cuando volvieron a

colocarse ya habían sido transformadas en Carlos IV y Mª Luisa de Parma.

Esto, además, sería lo más lógico si pensamos en que, durante siete años -los que

van desde 1788 a 1795- las esculturas permanecieron en el corral del convento,

desmontadas de los pedestales facilitando, así, la tarea de su transformación.

Esta nueva perspectiva de ese cambio dejaría atrás las suposiciones habidas hasta

ahora que hacían coincidir los trabajos de adaptación de las efigies con la visita que, en

1802, Carlos IV realiza a Murcia cuando se dirige a Cartagena procedente de

Barcelona y Valencia. El no haber encontrado ningún documento en el que constase la

fecha de la modificación de las estatuas, ha llevado a suponer que dicho cambio se

debió a la visita del monarca a la ciudad.

En algunos casos, la transformación se achaca únicamente a los rostros,27 o las

cabezas, y en otros no se especifica qué partes fueron interesadas por dicha

transformación. La morfología de las esculturas que hoy contemplamos se aleja, de

forma patente, de los rasgos descritos antes a partir de los retratos realizados por Ranc

y Van Loo de Fernando VI y Bárbara de Braganza.

25 Archivo Municipal de Murcia, Acta Capitular, 22 de septiembre 1797, f. 219. 26 Ibídem. 27 “El escultor Manuel Bergaz: su obra en Murcia y en el Museo del Prado”, op. cit. p. 188.

509 Las esculturas de Fernando vi y Bárbara de Braganza, o la metamorfosis del retrato real

Mª Ángeles Muñoz Cosme

Fernando VI / Carlos IV

La cabeza del rey fue modificada sin lugar a dudas, evidencia basada más en el

peinado, a la moda del momento, con bucles altos laterales y el cabello recogido atrás,

en una coleta28, que en los rasgos del rostro.

Sin embargo, la observación nos lleva a deducir que hubo un recorte también en

la chupa y la casaca, prendas que, recordemos, en el caso de Fernando VI llegaban por

encima de la rodilla y que se estilizaron a finales del XVIII, abriendo la parte delantera

de la casaca y haciendo los pliegues de los faldones menos profundos. Los calzones se

hicieron, asimismo, más estrechos, por lo que los fragmentos desprendidos en la parte

superior de las piernas nos inducen a pensar en dos añadidos que completaran la

transformación y que con el paso del tiempo hayan perdido su fijación. La parte del

torso no sufrió alteración; el rey conserva el peto de la armadura con el fajín anudado

a la derecha en un lazo abultado, más propio de la primera mitad del siglo XVIII que

de los albores del XIX. No es frecuente ver representado a Carlos IV con armadura,

aunque Pérez Samper cita como excepción un retrato pintado por Antonio Carnicero,

que se conserva en el Palacio Real de Aranjuez, en el que el rey viste la coraza y apoya

la mano en una mesa que sostiene la corona y el yelmo29.

El cuello mantiene la corbata de Fernando VI cuando, en la época de Carlos IV,

esa pieza había entrado en desuso y había sido sustituida por el corbatín, que era una

tira de tela fina, plegada horizontalmente, que se ponía tapando el cuello de la camisa

y se abrochaba por detrás30.El fragmento indefinido que aparece bajo la casaca, en la

parte izquierda, podría ser el espadín que, muy deteriorado, haya perdido cualquier

forma que lo recuerde. A los pies de la figura se sitúa el león, representación de

España, con la bola del mundo, significado de los dominios de la Corona, junto con la

espada y el yelmo, como símbolo del carácter militar del Estado.

Bárbara de Braganza / María Luisa de Parma.

La escultura de la esposa de Carlos IV, doña María Luisa de Parma, ofrece menos

transformaciones en la indumentaria.

El escote que lucía doña Bárbara de Braganza se mostraba siempre libre de

cualquier prenda que lo ocultara. A este respecto, y a propósito del hallazgo de dos

28 “La moda en España durante el siglo XVIII”, op. cit., p. 90. 29 “La imagen de la monarquía española en el siglo XVIII”, op. cit. p. 111. 30 “La moda en España durante el siglo XVIII”, op. cit., p. 88.

510 Las esculturas de Fernando vi y Bárbara de Braganza, o la metamorfosis del retrato real

Mª Ángeles Muñoz Cosme

bustos de Fernando VI y su esposa en las Salesas Reales de Madrid, obra de Felipe de

Castro, y similares a otros precedentes del mismo autor, Tárraga Baldó comenta que el

de la reina

“cubre su copioso escote con una camisilla ablusada rematada por puntilla a

línea con la caja del cuello. Este recato en el vestir de la reina hace pensar que,

cuando la obra se realiza de manera definitiva y se traslada al mármol al ser

su destino un convento y el de unas monjas de clausura, parece más decoroso el

vestir la desnudez impuesta a las damas por los años en que Castro realizó el

vaciado de los yesos; moda ésta que cambiaría con la llegada del púdico

Carlos III”31.

Por lo que es de suponer que la escultura realizada por Bergaz respetaría el amplio

escote de la reina y que, al ser convertida en la esposa de Carlos IV, se le añadiría el

pañuelo; ese pañuelo era un elemento incorporado a una forma de vestir denominada

“vaquero a la inglesa”, que sitúa a la de Parma en la frontera de los siglos XVIII y XIX32.

Esta reina tenía una constitución más fina que la de su antecesora y algo nos dice

que los brazos no fueron retocados, presentando una robustez impropia de la esposa de

Carlos IV. Sin embargo, María Luisa de Parma incorporaba el abanico como pieza

imprescindible en su indumentaria, según muchos de los retratos que de ella se

conservan33. Lo lleva en la mano derecha, sostenido por unos dedos que delatan la

diferencia de material y momento de labra con respecto al resto del brazo que los

sostiene. Al igual que doña Bárbara de Braganza, la esposa de Carlos IV gustaba de

exhibir joyas, aunque de menor tamaño. Hay retratos, incluso, donde no se aprecian los

pendientes. Sí hacía uso de collares y gargantillas, elementos que la reina anterior no

solía incorporar a sus aderezos;34 como vemos en la escultura, existe una gargantilla de

piedras pequeñas que, posiblemente se labrara cuando se hizo la transformación de la

escultura.

31 TÁRRAGA BALDÓ, María Luisa, “Dos nuevos bustos del escultor Felipe de Castro, desconocidos” en Boletín del Seminario de Estudios de Arte y Arqueología, tomo 46, 1980, pp. 475-484. 32 “La moda en España durante el siglo XVIII”, op. cit., p. 91. 33 MENGS, Anton Rafael, María Luisa de Parma, princesa de Asturias, h. 1765. Madrid, Museo del Prado, nº cat. P02189. / GOYA Y LUCIENTES, Francisco de (Réplica), María Luisa de Parma,

reina de España, 1790. Madrid, Museo del Prado, nº cat. P07108. / ESTEVE Y MARQUÉS, Agustín (Copia Goya y Lucientes, Francisco de), María Luisa de Borbón-Parma, reina de España,

con mantilla, 1799-1800. Madrid, Museo del Prado, nº cat. P00728. 34 GOYA Y LUCIENTES, Francisco de, La familia de Carlos IV, 1800. Madrid, Museo del Prado, nº cat. P00726.

511 Las esculturas de Fernando vi y Bárbara de Braganza, o la metamorfosis del retrato real

Mª Ángeles Muñoz Cosme

Paradójicamente, la parte de la figura que se presta más a confusión es,

precisamente, la de la cabeza. El peinado evoca al que lucía la esposa de Fernando VI,

aunque no están los tirabuzones que dejaba caer sobre los hombros y en el rostro

apenas quedan trazos de los rasgos de Bárbara de Braganza. Parece que el escultor

encargado de la reforma hubiera respetado el bloque original, desbastando y

modificando la fisonomía, aunque sin conseguir reflejar la viveza de la esposa de Carlos

IV. El resultado es el un rostro que parece inacabado, con unos ojos inexpresivos y una

boca entreabierta, quizá por la necesidad de afinar los carnosos labios de la de

Braganza.

Igual que la estatua de Carlos IV tiene en los pies el león con la espada, la bola

y el yelmo, la de María Luisa de Parma está acompañada de un geniecillo alado que

porta la corona que la hace digna de ocupar el trono. Estos elementos pudieron estar ya

en las esculturas anteriores, pues se utilizaban tanto en una época como en otra, y no

son considerables de observación en cuanto a la modificación de las figuras de los reyes

se refiere. Se dice, comúnmente, que las esculturas fueron retiradas de la Alameda con

la revolución que se dio en llamar La Gloriosa, por la que se derrocó el reinado de

Isabel II. Sin embargo, si nos atenemos a los documentos existentes, podemos llegar a

otra conclusión.

El 30 de agosto de 1868 se inauguraba, en el edificio del Contraste, que era

sede del Museo Provincial Artístico-Arqueológico, la Exposición de Bellas Artes y

Retrospectiva de Artes Suntuarias, que había promovido don Javier Fuentes y Ponte,

para recaudar fondos que posibilitaran la construcción del Monumento a los Artistas

Murcianos Célebres35. Dicha exposición contó con piezas de diversa índole y

procedencia, algunas cedidas por particulares y otras aportadas por las instituciones y,

en el catálogo de dicha exposición, figuran con los números 84 y 85 “Dos restos muy

mutilados de estátuas que representáron a los reyes D. Fernando VI y Doña Bárbara”36.

Podríamos pensar que se tratara de otras esculturas diferentes a las que nos ocupan en

este artículo, pero si tenemos en cuenta lo que un lector del diario La Paz de Murcia,

dice en una carta dirigida al director, llegamos a la conclusión de que son las mismas

estatuas que estaban a la entrada de la Alameda del Carmen.

35 La Paz de Murcia, 01/09/1868, p. 2. 36 Catálogo de la Esposición de Bellas Artes y Retrospectiva de las Artes Suntuarias celebrada en

Murcia en septiembre de 1868. Murcia: Imprenta de F. Bernabeu, 1868, p. 10.

512 Las esculturas de Fernando vi y Bárbara de Braganza, o la metamorfosis del retrato real

Mª Ángeles Muñoz Cosme

“estuve en la Exposición y vi á las mutiladas estátuas de Cárlos IV y su esposa;

buenas son como arte y al verlas se me entristeció el corazon recordando que

han inutilizado los preciosos pedestales sobre que estaban! Qué lindos eran,

señor director, en su género, y que feos han quedado después de la reforma! En

cuanto á las estátuas poco han perdido, porteros eran y porteros son. ¡Pobre

Cárlos IV, por cuantas porterías está pasando!”37.

Puede que la intención de incorporarlas a la exposición fuera el librarlas de

posibles altercados por las revueltas que se avecinaban, pero el hecho es que, antes de

que en septiembre estallara La Gloriosa, los cuatro monarcas, representados en dos

figuras, se hallaban a resguardo en el Contraste donde quedaron incorporados a los

fondos del museo.

En 1910 las colecciones del Provincial fueron llevadas a un nuevo edificio

trazado por Pedro Cerdán sobre el solar donde estuvo el convento de la Trinidad; allí

fueron ubicadas en el patio, acompañadas de blasones y escudos, como muestran las

fotos de António Passaporte tomadas en 193038. Y allí estuvieron hasta 1953, cuando se

termina la denominada Casa de la Cultura, en el paseo de Alfonso X el Sabio, donde

fueron depositadas, junto con elementos heráldicos y objetos procedentes de diversas

excavaciones, entrando a formar parte de los fondos del ya constituido Museo

Arqueológico Provincial y siendo ubicadas, al igual que en el edificio de la Trinidad, en

el patio.

En 1973 los dos antiguos museos provinciales se unifican en un único museo con

dos secciones: Arqueológica (en la Casa de la Cultura) y de Bellas Artes (en el edificio

de Cerdán) y, cuando en el año 2000 se aborda la reforma del edificio de la Casa de

la Cultura, se desmonta la exposición y se emprende la restauración de la mayoría de

las piezas que lo conforman39.

En octubre de 2003 se crean el Museo de Arqueología de Murcia y el Museo de

Bellas Artes de Murcia mediante la transformación de las secciones de Arqueología y

37 La Paz de Murcia, 13/09/1868, pp. 2-3. 38 PASSAPORTE, António, Museo Provincial [de Bellas Artes]. Estatua de Carlos IV en el patio, 1930. Archivo Loty, Fototeca del Patrimonio Histórico, IPCE, nº inv. LOTY-05609. – Museo Provincial [de Bellas Artes]. Estatua de la mujer de Carlos IV en el patio, 1930. Archivo Loty, Fototeca del Patrimonio Histórico, IPCE, nº inv. LOTY-05610. 39 GÓMEZ RÓDENAS, Mª Ángeles; GARCÍA FERNÁNDEZ, Isabel, “El Museo Arqueológico de Murcia. Un museo del siglo XXI” en Verdolay. Revista del Museo Arqueológico de Murcia, nº 9, 2005, pp. 407-423.

513 Las esculturas de Fernando vi y Bárbara de Braganza, o la metamorfosis del retrato real

Mª Ángeles Muñoz Cosme

Etnología y de Bellas Artes del suprimido Museo de Murcia40. Los reyes fueron

restaurados, durante el año 2005, en el Centro de Restauración dependiente de la

Dirección General de Cultura de la Comunidad Autónoma de Murcia. En dicha

intervención se les efectuó una limpieza, se eliminaron los morteros de reintegraciones

anteriores que se encontraban disgregados, se consolidó la piedra, se reintegró el

soporte reponiendo en las zonas de pérdida y se aplicó biocida para eliminar mohos y

hongos41.

A partir de ese momento, pasaron a formar parte de los fondos del Museo de

Bellas Artes de Murcia (MUBAM), donde en el patio, y en silencioso diálogo con las

reconstruidas fachadas del Contraste, descansan de su periplo exhibiendo su confusa

morfología.

ILUSTRACIONES

Ilus. 1. Estatuas de Fernando VI / Carlos IV y Bárbara de Braganza / Mª Luisa de Parma. Jaime Campos y Manuel Bergaz. 1753. MUBAM

40 BOE nº 246, de 14/10/2003, pp. 36777-36779. 41 LÓPEZ SOLDEVILA, Francisco Eduardo; José Francisco LÓPEZ MARTÍNEZ (com.), La belleza

devuelta. 10 Años de restauración en Murcia. (MUBAM, 26/04 al 10/06 de 2007). Murcia: Comunidad Autónoma de la Región de Murcia, Consejería de Educación y Cultura, Dirección General de Bienes Culturales, 2007, pp. 80-83.

514 Las esculturas de Fernando vi y Bárbara de Braganza, o la metamorfosis del retrato real

Mª Ángeles Muñoz Cosme

Ilus. 1. Estatua de Fernando VI / Carlos IV. (Detalle). Jaime Campos. 1753. MUBAM

Ilus. 2. Estatua de Fernando VI / Carlos IV (Detalle de la pérdida en las

piernas). Jaime Campos. 1753. MUBAM

Ilus. 3. Estatua de Fernando VI / Carlos IV (Detalle del espadín). Jaime Campos. 1753.

MUBAM

515 Las esculturas de Fernando vi y Bárbara de Braganza, o la metamorfosis del retrato real

Mª Ángeles Muñoz Cosme

BIBLIOGRAFÍA

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Murcia: Consejo Municipal de Cultura y Festejos del Ayuntamiento, 1980

Ilus. 4. Estatua de Bárbara de Braganza / Mª Luisa de Parma (Detalle del escote). Manuel Bergaz. 1753. MUBAM

Ilust. 5. Estatua de Bárbara de Braganza / Mª Luisa de Parma (Detalle del abanico). Manuel Bergaz. 1753. MUBAM

516 Las esculturas de Fernando vi y Bárbara de Braganza, o la metamorfosis del retrato real

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