la mejor escuela para padres

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La mejor escuela para padres: la familia 109 Los padres deben enseñar y los hijos aprender, esto que se proclama como una verdad absoluta, suele ser muy poco cierta en la realidad ya que es, al menos, una visión muy parcializada de ella. Con frecuencia hemos abordado desde nuestras páginas -¿o debería decir desde nuestros bytes?- diversos temas sobre nuestras obligaciones como padres, de la educación de nuestros hijos, lo que debemos enseñarles, etc. Recuerdo que e una oportunidad publicamos un par de notas sobre los derechos de los padres, o lo que los padres tienen derecho a exigir de sus hijos, pero muy poco hemos hablado de lo que nosotros aprendemos o deberíamos aprender de nuestros hijos. A poco de ponernos a reflexionar profunda y sinceramente sobre este tema, caeremos en la cuenta de que, a diferencia de lo que se cree habitualmente, nuestros niños nos enseñan más a nosotros que nosotros a ellos. Esto no deja de llamar mi atención ya que nosotros, los padres, casi siempre preocupados y ocupados de nuestros hijos, tenemos la intensión explícita de educar a nuestros hijos y, al menos en apariencia, nuestros hijos contribuyen a la educación de sus padres sin proponérselo de manera alguna. Es que ellos son naturalmente educadores de sus padres, no están tan influidos por los criterios artificiales que se nos suelen imponer a los padres por los medios de comunicación, los planes oficiales de educación, la opinión de profesionales de la educación con sus nuevas teorías pedagógicas, y todos estos medios de información que nos transmiten, a los padres mas que a los hijos, una idea de educación familiar viciada de artificialidad. Como no quisiera ser uno mas de estos que se dedican a difundir una educación artificial, de plástico, muy ligth, y demasiado soft, espero que sepan disculpar que lo que digo a continuación

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La mejor escuela para padres: la familia

109

Los padres deben enseñar y los hijos aprender, esto que se proclama como una verdad absoluta, suele ser muy poco cierta en la realidad ya que es, al menos, una visión muy parcializada de ella.

Con frecuencia hemos abordado desde nuestras páginas -¿o deberíadecir desde nuestros bytes?- diversos temas sobre nuestras obligaciones como padres, de la educación de nuestros hijos, lo que debemos enseñarles, etc. Recuerdo que e una oportunidad publicamos un par de notas sobre los derechos de los padres, o lo que los padres tienen derecho a exigir de sus hijos, pero muypoco hemos hablado de lo que nosotros aprendemos o deberíamos aprender de nuestros hijos.

A poco de ponernos a reflexionar profunda y sinceramente sobre este tema, caeremos en la cuenta de que, a diferencia de lo que se cree habitualmente, nuestros niños nos enseñan más a nosotrosque nosotros a ellos. Esto no deja de llamar mi atención ya que nosotros, los padres, casi siempre preocupados y ocupados de nuestros hijos, tenemos la intensión explícita de educar a nuestros hijos y, al menos en apariencia, nuestros hijos contribuyen a la educación de sus padres sin proponérselo de manera alguna. Es que ellos son naturalmente educadores de sus padres, no están tan influidos por los criterios artificiales que se nos suelen imponer a los padres por los medios de comunicación, los planes oficiales de educación, la opinión de profesionales de la educación con sus nuevas teorías pedagógicas, y todos estos medios de información que nos transmiten, a los padres mas que a los hijos, una idea de educación familiar viciada de artificialidad.

Como no quisiera ser uno mas de estos que se dedican a difundir una educación artificial, de plástico, muy ligth, y demasiado soft, espero que sepan disculpar que lo que digo a continuación

sea desde una óptica muy particular y personal, aunque en lugar de personal debería decir familiar, ya que lo que escribo a continuación no le ha sucedido solo a mi persona sino a nuestra familia.

Lo que nuestros hijos nos han enseñado

Mi esposa Viviana y yo nos casamos hace poco menos de 10 años, pretendiendo que habíamos conformado una familia, pero esta no comenzó a concretarse hasta que, un año después, nació Juan Manuel que contra todo lo previsto no pudo nacer por parto normal ya que tenía 4 circulares de cordón. Desde ese momento Juan Manuel nos enseñó a aceptar que no siempre las cosas salen como uno lo planea o desea. Nosotros habíamos planeado estar juntos en el momento del parto, pero los médicos no quisieron que yo estuviese presente ya que se trataba de una cesárea.

A los dos años de este feliz nacimiento, Dios nos dio a Mercedesque hoy tiene seis años y gracias a un buen médico pudo nacer por parto normal, en contra de todas las opiniones que indicabanque si el primero había nacido por cesárea todos los demás también debían nacer de la misma manera. Entonces nuestra niña nos enseñó a que debemos creer y esperar aun cuando todo parece indicar que las cosas no van a salir como las deseamos, nos enseñó que debemos tener una visión optimista de la vida.

Se imaginarán los lectores que, si mi memoria nos ayudase, podríamos sacar una enseñanza de cada uno de los actos de nuestros cuatro hijos, pero como no quiero agobiarlos con asuntos personales voy a hacer un resumen.

En los peores momentos, cuando uno de ellos se pescó una enfermedad que puso en riesgo su vida, hemos contado con su sonrisa que se ha convertido en un apoyo para soportar las

dificultades. Cuando falleció el abuelito, ellos no lloraban porque tenían una seguridad envidiable sobre la felicidad que tendría su abuelo al estar gozando de una vida mejor que esta. Nos enseñaron entonces que el dolor es parte natural de la vida y que debe ser asumido para engrandecernos.

Por el hecho de ser cuatro niños Viviana y yo hemos debido compartir muchas tareas, tanto en el trabajo externo que nos provee el sustento, como en el trabajo dentro de la casa que nosorganiza la vida familiar. Los chicos también, en la medida de sus posibilidades, colaboran con él trabajo familiar: los más grandes, antes de comer, lavan las manos de Facundo que todavía no ha cumplido dos años; son ellos los que le enseñan a José Ignacio, de cuatro años, a higienizar sus dientes antes de dormir y a tender la cama al levantarse. Nuestros hijos han mejorado notablemente nuestra capacidad de trabajar en equipo.

Cuando llegamos a casa, cansados por tanta labor y agotados por la lucha cotidiana, sus voces y sus sonrisas nos enseñan que hayque saber dejar los problemas del trabajo fuera de la casa, y cuando no se puede hay que compartirlos para hacerlos más soportables.

También ellos tienen sus aspectos negativos, sus picardías, sus malos comportamientos, que exigen de nosotros el máximo de nuestra paciencia para aguantar sus asuntos, la responsabilidad con los otros cuando rompen la ventana del vecino con una pelota, y la perseverancia necesaria para lograr fraguar en ellos los buenos hábitos. Por lo tanto ellos nos entrenan en virtudes tales como la paciencia, la responsabilidad y la perseverancia.

Ellos no soportan las injusticias, aunque si entienden que no todos tienen los mismos derechos (ya que no tienen las mismas necesidades y obligaciones), de manera que los más grandes sabenque deben bañarse por si mismos mientras que el más pequeño

requiere de nuestra atención para tales menesteres, y saben además que ninguno de ellos por pequeño que sea tiene la exclusividad sobre los aquellos bombones que mamá había guardadopara compartirlos en otro momento. Ellos nos exigen justicia, y la distinguen del igualitarismo raso. También nos enseñan de estas cosas que muchos hombres de gobierno parecen desconocer.

Podríamos escribir muchas páginas mas sobre este asunto, pero creemos que el asunto está comprendido y esta nota estaba destinada a ser mas corta de lo que es. Solo queda para el finaldecir que ellos nos piden que seamos un ejemplo para su realización, como dijo una vez una lectora de EVPP: "los niños no escuchan lo que les decimos, pero si nos ven".

Lic. Eduardo R. Cattaneo

Familia: Diez mandamientos para ser buenos padres

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1. Demuéstrale lo mucho que le quieres.

Todos los padres quieren a sus hijos pero ¿se lo demuestran cadadía?, ¿les dicen que ellos son lo más importante que tienen, lo mejor que les ha pasado en la vida? No es suficiente con atendercada una de sus necesidades: acudir a consolarle siempre que llore, preocuparse por su sueño, por su alimentación; los cariños y los mimos también son imprescindibles. Está demostrado; los padres que no escatiman besos y caricias tienen hijos más felices que se muestran cariñosos con los demás y son más pacientes con sus compañeros de juegos. Hacerles ver que nuestro amor es incondicional y que no está supeditado a las circunstancias, sus acciones o su manera de comportarse será vital también para el futuro. Sólo quien recibe amor es capaz detransmitirlo. No se van a malcriar porque reciban muchos mimos. Eso no implica que dejen de respetarse las normas de convivencia.

2. Mantén un buen clima familiar.Para los niños, sus padres son el punto de referencia que les proporciona seguridad y confianza. Aunque sean pequeños, perciben enseguida un ambiente tenso o violento. Es mejor evitar discusiones en su presencia, pero cuando sean inevitables, hay que explicarles, en la medida que puedan comprenderlo, qué es lo que sucede. Si nos callamos, podrían pensar que ellos tienen la culpa.Si presencian frecuentes disputas entre sus padres, pueden asumir que la violencia es una fórmula válida para resolver las discrepancias.

3. Educa en la confianza y el diálogo.Para que se sientan queridos y respetados, es imprescindible fomentar el diálogo. Una explicación adecuada a su edad, con actitud abierta y conciliadora, puede hacer milagros. Y, por supuesto, ¡nada de amenazas! Tampoco debemos prometerles nada que luego no podamos cumplir; se sentirían engañados y su confianza en nosotros se

vería seriamente dañada. Si, por ejemplo, nos ha surgido un problema y no podemos ir con ellos al cine, tal como les habíamos prometido, tendremos que aplazarlo, pero nunca anular esa promesa.

4. Debes predicar con el ejemplo.Existen muchos modos de decirles a nuestros hijos lo que deben o no deben hacer, pero, sin duda, ninguno tan eficaz como poner en práctica aquello que se predica. Es un proceso a largo plazo, porque los niños necesitan tiempo para comprender y asimilar cada actuación nuestra, pero dará excelentes resultados. No olvidemos que ellosnos observan constantemente y "toman nota". No está de más que, de vez en cuando, reflexionemos sobre nuestras reacciones y el modo de encarar los problemas.Los niños imitan los comportamientos de sus mayores, tanto los positivos como los negativos, por eso, delante de ellos, hay que poner especial cuidado en lo que se dice y cómo se dice.

5. Comparte con ellos el máximo de tiempo.Hablar con ellos, contestar sus preguntas, enseñarles cosas nuevas, contarles cuentos, compartir sus juegos... es una excelente manera de acercarse a nuestros hijos y ayudarles a desarrollar sus capacidades. Cuanto más pequeño sea el crío, más fácil resulta establecer con él unas relaciones de amistad y confianza que sienten las bases de un futuro entendimiento óptimo. Por eso, tenemos que reservarles un huequecito diario, exclusivamente dedicado a ellos; sin duda, será tan gratificante para nuestros hijos como para nosotros.A ellos les da seguridad saber que siempre pueden contar con nosotros. Si a diario queda poco tiempo disponible, habrá que aprovechar al máximo los fines de semana.

6. Acepta a tu hijo tal y como es.Cada crío posee una personalidad propia que hay que aprender a respetar. A veces lospadres se sienten defraudados porque su hijo no parece mostrar esas cualidades que ellos ansiaban ver reflejadas en él; entonces se ponen nerviosos y experimentan una cierta sensación

de rechazo, que llega a ser muy frustrante para todos. Pero el niño debe ser aceptado y querido tal y como es, sin tratar de cambiar sus aptitudes.No hay que crear demasiadas expectativas con respecto a los hijos ni hacer planes de futuro. Nuestros deseos no tienen por qué coincidir con sus preferencias.

7. Enséñale a valorar y respetar lo que le rodea.Un niño es lo suficientemente inteligente como para asimilar a la perfección los hábitos que le enseñan sus padres. No es preciso mantener unambiente de disciplina exagerada, sino una buena dosis de constancia y naturalidad. Si se le enseña a respetar las pequeñas cosas -ese jarrón de porcelana que podría romper y hacerse daño con él, por ejemplo-, irá aprendiendo a respetar suentorno y a las personas que le rodean.Muchos niños tienen tantos juguetes que acaban por no valorar ninguno. A menudo son los propios padres quienes, como respuesta a las carencias que ellos tuvieron, fomentan esa cultura de la abundancia. Lo ideal sería que poseyeran sólo aquellos juguetes con los que sean capaces de jugar y mantener cierto interés.Guardar algunos juguetes para más adelante puede ser una buena medida para que no se vea desbordado y aprenda a valorarlos.

8. Los castigos no le sirven para nada.Los niños suelen recordarmuy bien los castigos, pero olvidan qué hicieron para "merecerlos". Aunque estas pequeñas penalizaciones estén adecuadas a su edad, si se convierten en técnica educativa habitual, nuestros hijos pueden volverse increíblemente imaginativos. Disfrazarán sus actos negativos y tratarán de ocultarlos. Podemos ofrecerles una conducta aceptable con otras alternativas.

9. Prohíbele menos, elógiale más.Para un crío es tremendamente estimulante saber que sus padres son conscientes de sus progresos y que además se sienten orgullosos de él. No hay que escatimar piropos cuando el caso lo requiera, sino decirle que lo está haciendo muy bien y que siga por ese camino. Reconocer yalabar es mucho mejor que lo que se suele hacer habitualmente:

intervenir sólo para regañar.Siempre mencionamos sus pequeñas trastadas de cada día. ¿Por qué no hacemos lo contrario? Si, conun gesto cariñoso o un ratito de atención resaltamos todo lo positivo que nuestros hijos hayan realizado, obtendremos mejoresresultados.

10. No pierdas nunca la paciencia.Difícil, pero no imposible, Por más que parezcan estar desafiándote con sus gestos, sus palabras o sus negativas, nuestro objetivo prioritario ha de serno perder jamás los estribos. En esos momentos, el daño que podemos hacerles es muy grande. Decirles: "No te aguanto"; "Qué tonto eres"; "Por qué no habrás salido como tu hermano" merman terriblemente su autoestima. Al igual que sucede con los adultos, los niños están muy interesados en conocer su nivel de competencia personal, y una descalificación que provenga de los mayores echa por tierra su autoconfianza. Contar hasta diez, salir de la habitación..., cualquier técnica es válida antes de reaccionar con agresividad ante una de sus trastadas.En caso de que se nos escape un insulto o una frase descalificadora, debemos pedirles perdón de inmediato. Reconocer nuestros errorestambién es positivo para ellos.

Tomado de la revista BABY

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Encauza su rebeldía

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Por Alfonso Aguiló

Un desenfadado estudiante, rellenaba en cierta ocasión, sin mucho entusiasmo, el cuestionario de un test de personalidad queles hacían en el colegio. Una de las preguntas le interrogaba sobre qué entendía que les estaba sucediendo a los jóvenes que, como él, atravesaban esa tormentosa etapa de su vida que es la adolescencia. No sé qué sucedería en su familia ni qué entendía exactamente él sobre la pubertad, pero la respuesta fue de antología: "La pubertad es una enfermedad que pasan los padres cuando sus hijos llegan a los catorce o quince años".

Cuando me lo contaron me hizo gracia y pensé si esa afirmación no tendría efectivamente una buena dosis de sentido común. Porque, con la llegada de la adolescencia, se produce una profunda transformación: Los hijos empiezan a ser más rebeldes, adoptan quizá un cierto aire de suficiencia, a lo mejor no cuentan casi nada, y dan respuestas cortantes, muchas veces parcos monosílabos.

Todo esto es algo natural y lo extraño sería, en todo caso, que esta etapa no se presentara. En nada sorprenderá a una madre prevenida o a un padre sensato, que comprenderán que los años pasan y los hijos crecen, y que esto es lo normal. Ya volverán las aguas a su cauce.

No entrar al choque

Unos padres ingenuos y asustadizos -como quizá debieran ser los del alumno protagonista de aquella anécdota- probablemente se empeñen entonces en imponer una autoridad a ultranza, o dar gritos. Normalmente, acabarán por desesperarse al ver que a su hijo apenas le conmueven, y que incluso se afinca aún más en su beligerancia y en su actitud contestataria.

Ante esta situación, estos padres -que apenas han hablado con élen los años anteriores- pretenden introducirse en la vida de su hijo, precisamente cuando él trata de cerrarse.

Tienen que comprender que a estas alturas les será más difícil franquear la barrera de su intimidad, porque entre los sentimientos nuevos que experimentan los adolescentes está el deno querer dejar entrar a nadie fácilmente en ella.

Si se han descuidado en los años anteriores y, por la razón que sea, tienen poca confianza con sus hijos, el problema tiene remedio, pero será evidentemente más difícil. No puede decirse que no pasa nada por haber perdido las buenas oportunidades que brinda la infancia para preparar a los hijos a hacer frente a laadolescencia.

El tiempo pasa

Es probable que el chico dijera que la adolescencia es más bien cosa de los padres, porque muchos padres no se hacen cargo de que su hijo ha crecido y tienen por tanto que tratarle ya de distinta manera, y no pretender que siga obrando como en la infancia.

No se dan cuenta, por ejemplo, de que no pueden estar encima de sus hijos todo el día porque -si lo hacen- o los chicos se rebelan y rompen, o se infantilizan y no aprenden a decidir. No comprenden, al menos en la práctica, que es mejor darles responsabilidad y luego pedirles cuentas, porque, de lo contrario, lo que consiguen es problematizar la adolescencia de los hijos.

El adolescente tiende a vivir apasionadamente todo. Por eso es fundamental saber discernir las potencialidades positivas que eso tiene, con objeto de encauzar toda esa fuente de energía.

Inconformismo positivo

Hay que inculcar en los hijos un inconformismo natural ante lo mediocre, porque resulta incomparablemente mayor el número de chicos y chicas que se acaban deslizando por la pendiente de la mediocridad que por la del mal.

Deben comprender que han sido muchos los que llenaron su juventud de grandes sueños, de planes, de metas que iban a conquistar, y que en cuanto vieron que la cuesta de la vida era empinada, que todo lo valioso resultaba difícil de alcanzar, y la inmensa mayoría de la gente a su alrededor estaba tranquila en su mediocridad, entonces decidieron dejarse llevar ellos también.

La mediocridad es una enfermedad sin dolores, sin apenas síntomas visibles. Los mediocres parecen, si no felices, al menos tranquilos. Suelen presumir de la sencilla filosofía con que se toman la vida, y les resulta difícil darse cuenta de que consumen tontamente su existencia.

Todos tenemos que hacer un esfuerzo para salir de la vulgaridad y no regresar a ella de nuevo. Tenemos que ir llenando la vida de algo que le dé sentido, apostar por una existencia útil para los demás y para nosotros mismos, y no por una vida arrastrada yvulgar.

Porque, además, como dice el clásico castellano: "No hay quien mal su tiempo emplee, que el tiempo no le castigue". La vida está llena de alternativas. Vivir es apostar y mantener la apuesta. Apostar y retirarse al primer contratiempo sería morir por adelantado

Que significa ser padre hoy

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El 'buen padre', imagen ampliamente difundida por las sociedadesde consumo, es la de 'proveedor': aquél que satisface todas las necesidades materiales del hogar. Para "que no les falte nada a los hijos" trabaja jornadas dobles y aún los fines de semana. Elpadre no logra satisfacer las necesidades presentes, cuando ya le han sido creadas otras. Así se desgasta febrilmente, sin darse un respiro para disfrutar lo importante: la experiencia única de ver crecer a los hijos.

Los padres que han logrado vencer las tradiciones atávicas de ser meros proveedores, comparten el gozo en la crianza de los hijos y hablan de "una nueva dimensión en la convivencia familiar".

A pesar de los iracundos reproches de quienes pretenden perpetuar el tabú inmemorial de que cuando el padre se involucraemocionalmente con el hijo se torna 'suave como una segunda madre', y que si participa en el cuidado y atención del hijo se convierte en simple 'mandilón', cada día son más los padres presentes en el quirófano en el momento del nacimiento de sus hijos, en los cursos prenatales y de posparto para capacitarse en el cuidado del bebé.

Se necesitan dos para engendrar un hijo. También se necesitan dos para su desarrollo. La intuición femenina permite a la madreestablecer una comunicación vital con el hijo desde el momento mismo de su nacimiento. Interpreta las señales de temor en el infante y con mimos lo tranquiliza y conduce suavemente.

La voz del padre es de importancia suma: da seguridad, confianzaen el porvenir, establece los límites de la conducta infantil, ycierra el círculo del amor que debe rodear al niño. El padre proporciona un elemento único y esencial en la crianza del hijo y su influencia es poderosa en la salud emocional. La madre le dice: "con cuidado", y el padre le dice "uno más", al estimular al pequeño a subir otro peldaño para que llegue a la cima. Juntos, tomados de la mano, padre y madre guían al retoño en el camino de la vida.

El padre de hoy se abre a las necesidades más sutiles del hijo: las emocionales y las psíquicas. Trasciende la preocupación de sí mismo y sus ocupaciones, y logra ver al hijo en sus propios términos. Propicia el ambiente que le permita el desarrollo de su potencial en un marco de libertad responsable, no de dominación.

No se detiene en la periferia, sino que conoce al hijo de cerca.Lo guía sin agresividad, con firmeza motivada y razonada, por elcamino de los valores que desea heredarle. El padre de hoy se hadado permiso para ver con ojos de amor al retoño de sus entrañas. Advierte en el hijo, más allá de las limitaciones presentes, el cúmulo de posibilidades que está por realizar. Y asu lado goza cada peldaño de su desarrollo.

Escuela de padres y madres

Si edificas tu casa, ¿por qué no vas a construir tu familia?

La base de la educación de los hijos e hijas está en la familia,sin embargo es una tarea para que muy poco o nada se prepara a los padres y madres, presentes o futuros.

En nuestra sociedad las familias hoy en día se enfrentan a una sociedad que ha evolucionado muy rápidamente, y con ella la familia, la juventud, el entorno han sido también trasformados profundamente. Así pues muchas veces nos encontramos con que lospadres y madres no disponen de las herramientas para afrontar los nuevos retos.

Tampoco abundan actividades que permitan a los padres y madres compartir con otros sus experiencias, miedos, alegrías y dificultades de modo que al interaccionar con otros se favorezcay mejore las relaciones familiares.

Las escuelas de padres y madres se hacen pues como respuesta a estas carencias e inquietudes.Pueden ser solicitados por centrosdocentes, organismos tales como ayuntamientos y asociaciones quelo deseen.

¿Cuándo duran y cómo se desarrollan?

Pueden tener una duración aproximada de una hora y media cada una y suelen constar de tres partes:

Primera parte: presentación del tema,

Segunda parte: trabajo en pequeños grupos,

Tercera parte: de comentarios, debate y preguntas.

Con este modelo de trabajo, se pretende que sea una actividad dinámica y participativa, en la que tenga cabida la reflexión y la comunicación entre las familias.

Podrá realizarse en las instalaciones del Centro de Psicología Jean Piaget (Calle El Rey, Antequera ) o bien en el centro educativo que lo solicite. Es necesario un espacio físico donde puedan trabajar un grupo de familias con con luz e Internet. Sillas y mesas para los asistentes. Pizarra. Soportes audiovisuales (Portátil con cañón proyector o pizarra digital, pantalla para proyectar para visualizar el material.)

¿Sobre qué temas se puede hacer una escuela de padres y madres?

Sobre cualquier tema que preocupe o interese tratar. En una escuela de padres y madres siempre se intentará abordar el tema en cuestión y aportar información desde una perspectiva optimista y motivadora para las familias, fomentando la búsquedade soluciones e intentando dotar a las familias de pautas y herramientas que les ayuden a llevar a cabo su importante labor como padres y madres.

Algunas propuestas para Escuelas de padres y madres:

Consulta este programa o bien los siguientes temas:

Promoción de la salud en la familia.

Alimentación y actividad física

Educación sexual

Prevención de las adicciones

Resolución de conflictos en la educación de nuestros hijos e hijas.

Redes sociales.

Fomento de la lectura.

Hábitos y técnicas de estudio.

La comunicación: estrategias para entendernos mejor con nuestros/as hijos/as.

El desarrollo de la personalidad en la adolescencia

Educar para el ocio y tiempo libre.

Potenciar la autoestima de los y las adolescentes.

Las normas y castigos.

Adicción a las nuevas tecnologías.

Redes sociales e Internet.

Fracaso escolar.

Adolescencia.

Adolescencia y sexualidad.

Cómo hablar con los hijos/as en temas "difíciles": drogas, sexo...

Trastornos de la conducta alimentaria.

Autoestima.

Cómo mejorar la autoestima de los/as adolescentes.

Límites y autoridad positiva.

Estilos educativos de los padres y las madres y la influencia enel comportamiento de los/as hijos/as.

Habilidades sociales: cómo hacer peticiones y expresar críticas.

Factores familiares de riesgo y de protección para el consumo dedrogas en adolescentes.

Autoestima para padres y madres.

Prevención de la obesidad infanto-juvenil.

Algunos charlas de familias llevadas a cabo:

-Adolescencia y Alcohol (Fundación Alcohol y Sociedad):

IES Las Viñas, Mollina. Consulta la reseña del taller aquí.

CEIP Ciudad de Belda, Cuevas de San Marcos. Reseña de la actividad aquí.

-Cómo hablar con los hijos/as adolescentes en temas de hábitos de vida saludables:

A.M.P.A. del IES Arroyo de la Miel.

Tus hijos no son tus hijos, son hijos e hijas de la vida deseosade si misma.

No vienen de ti, sino a través de ti y aunque estén contigo no te pertenecen.

Puedes darles tu amor pero no tus pensamientos, pues ellos tienen sus propios pensamientos.

Puedes abrigar sus cuerpos, pero no sus almas, porque ellos viven en la casa del mañana,

que no puedes visitar ni siquiera en sueños.

Puedes esforzarte en ser como ellos, pero no procures hacerlos semejantes a ti.

Porque la vida no retrocede ni se detiene en el ayer.

Tu eres el arco del cual tus hijos, como flechas vivas son lanzados.

Deja que la inclinación en tu mano de arquero sea para la felicidad!!

TUS HIJOS... Kahlil Griban

Diseño de formación y talleres a medida. Si desea recibir más información sobre los contenidos de las sesiones y/o pedir presupuesto puede hacerlo sin compromiso en [email protected]