el material constructivo latericio en hispania. estado de la cuestión
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Cerámicas hispanorromanas. Un estado de la cuestiónD. Bernal Casasola y A. Ribera i Lacomba (eds. científicos)
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Editado con motivo del XXVI Congreso Internacional de la Asociación Rei Cretariae Romanae Fautores
Edita Colabora
PORTADA RCRF FINAL:Portada RCRF 26/8/08 13:10 Página 1
Introducción. “What are we looking for in our pots?” Reflexiones sobre ceramología hispanorromana ................ 15Darío Bernal Casasola y Albert Ribera i Lacomba
Prólogo. La cerámica hispanorromana en el siglo XXI .............................................................................................. 37Miguel Beltrán Lloris
BLOQUE I. ESTUDIOS PRELIMINARES
Los estudios de cerámica romana en las zonas litorales de la Península Ibérica:
un balance a inicios del siglo XXI .............................................................................................................................. 49Ramón Járrega Domínguez
Los estudios de cerámica romana en las zonas interiores de la Península Ibérica. Algunas reflexiones .................. 83Emilio Illarregui
De la arcilla a la cerámica. Aproximación a los ambientes funcionales de los talleres alfareros en Hispania ......... 93José Juan Díaz Rodríguez
Hornos romanos en España. Aspectos de morfología y tecnología .......................................................................... 113Jaume Coll Conesa
El Mediterráneo Occidental como espacio periférico de imitaciones..................................................................... 127Jordi Principal
BLOQUE II. ROMA EN LA FASE DE CONQUISTA (SIGLOS III-I A. C.)
Las cerámicas ibéricas. Estado de la cuestión........................................................................................................... 147Helena Bonet y Consuelo Mata
La cerámica celtibérica............................................................................................................................................. 171Francisco Burillo, Mª Ascensión Cano, Mª Esperanza Saiz
La cerámica de tradición púnica (siglos III-I a. C.) .................................................................................................... 189Andrés María Adroher Auroux
Cerámica turdetana .................................................................................................................................................. 201Eduardo Ferrer Albelda y Francisco José García Fernández
Cerámicas del mundo castrexo del NO Peninsular. Problemática y principales producciones ............................... 221Adolfo Fernández Fernández
Índice
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La cerámica “Tipo Kuass” ......................................................................................................................................... 245Ana Mª Niveau de Villedary y Mariñas
La cerámica de barniz negro .................................................................................................................................... 263José Pérez Ballester
Producciones cerámicas militares en Hispania....................................................................................................... 275Ángel Morillo
BLOQUE III. NUEVOS TIEMPOS, NUEVOS GUSTOS (AUGUSTO-SIGLO II D. C.)
Las cerámicas “Tipo Peñaflor” .................................................................................................................................. 297Macarena Bustamante Álvarez y Esperanza Huguet Enguita
Producciones de Terra Sigillata Hispánica.............................................................................................................. 307Mª Isabel Fernández García y Mercedes Roca Roumens
Terra sigillata hispánica brillante (TSHB) ............................................................................................................... 333Carmen Fernández Ochoa y Mar Zarzalejos Prieto
Las cerámicas de paredes finas en la fachada mediterránea de la Península Ibérica y las Islas Baleares ................. 343Alberto López Mullor
Paredes finas de Lusitania y del cuadrante noroccidental ...................................................................................... 385Esperanza Martín Hernández y Germán Rodríguez Martín
Lucernas hispanorromanas ...................................................................................................................................... 407Ángel Morillo y Germán Rodríguez Martín
Las cerámicas “Tipo Clunia” y otras producciones pintadas hispanorromanas....................................................... 429Juan Manuel Abascal
Las “cerámicas bracarenses” ..................................................................................................................................... 445Rui Morais
El mundo de las cerámicas comunes altoimperiales de Hispania........................................................................... 471Encarnación Serrano Ramos
La producción de cerámica vidriada ........................................................................................................................ 489Juan Ángel Paz Peralta
BLOQUE IV. CERÁMICAS HISPANORROMANAS EN LA ANTIGÜEDAD TARDÍA (SIGLOS III-VII D. C.)
Las producciones de terra sigillata hispánica intermedia y tardía.......................................................................... 497Juan Ángel Paz Peralta
La vajilla Terra Sigillata Hispánica Tardía Meridional .............................................................................................. 541Margarita Orfila Pons
Las imitaciones de cerámica africana en Hispania.................................................................................................. 553Xavier Aquilué
La cerámica ebusitana en la Antigüedad Tardía ........................................................................................................ 563Joan Ramon Torres
Las producciones de transición al Mundo Islámico: el problema de la cerámica paleoandalusí (siglos VIII y IX)........... 585Miguel Alba Calzado y Sonia Gutiérrez Lloret
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BLOQUE V. ALGO MÁS QUE CERÁMICA: LA SINGULARIDAD DE LAS ÁNFORAS
Las ánforas del mundo ibérico ................................................................................................................................. 617Albert Ribera i Lacomba y Evanthia Tsantini
La producción de ánforas en el área del Estrecho en época tardopúnica (siglos III-I a. C.) ...................................... 635Antonio M. Sáez Romero
Ánforas de la Bética .................................................................................................................................................. 661Enrique García Vargas y Darío Bernal Casasola
Las ánforas de la Tarraconense ................................................................................................................................. 689Alberto López Mullor y Albert Martín Menéndez
Las ánforas de Lusitania .......................................................................................................................................... 725Carlos Fabião
BLOQUE VI. OTRAS PRODUCCIONES ALFARERAS Y TENDENCIAS ACTUALES
El material constructivo latericio en Hispania. Estado de la cuestión..................................................................... 749Lourdes Roldán Gómez
Terracotas y elementos de coroplastia ..................................................................................................................... 775María Luisa Ramos
Aportaciones de la arqueometría al conocimiento de las cerámicas arqueológicas. Un ejemplo hispano.............. 787Josep M. Gurt i Esparraguera y Verònica Martínez Ferreras
El grupo CEIPAC y los estudios de epigrafía anfórica en España................................................................................ 807José Remesal Rodríguez
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Introducción
En el marco de la presente monografía dedicada al tra-
tamiento de las cerámicas hispanorromanas, la inclusión
de este estudio en relación con la producción de mate-
rial latericio resulta ya una interesante novedad. Si bien
el ladrillo cocido con todas sus variantes debe, en efecto,
ser considerado como uno más de los ámbitos produc-
tivos de los alfares hispanorromanos, no es menos cierto
que los estudios que contemplan esta actividad consti-
tuyen una minoría.
La producción del material constructivo latericio no
debe, sin embargo, ser deslindada de su puesta en obra,
como tampoco deben ser desestimados los datos que
nos ofrece la epigrafía y que en el mundo itálico, espe-
cialmente en Roma, han permitido interesantes estudios,
acerca de los fabricantes, propietarios del fundus o de la
figlina y, en general, de los personajes mencionados en
los sellos latericios. Todo ello ha conducido a una inte-
resante aproximación a la organización de las fábricas
de ladrillos que, por impulso de la actividad edilicia, se
de sarrollaron especialmente en el entorno de Roma (He -
len, 1975; Setala, 1977; Steinby, 1982; Anderson, 1991).
Siguiendo las pautas de los estudios realizados en
Roma, especialmente desde los comienzos del siglo XX
(Van Deman, 1912; Frank, 1924; Lugli, 1957; Blake 1947
y 1959, entre otros), en el ámbito de la Península Ibé-
rica, se han llevado a cabo importantes iniciativas, a par-
tir de los años ochenta del pasado siglo, con el objetivo
de caracterizar la arquitectura romana a través de las téc-
nicas de construcción (Bendala, 1992, Durán, 1991-92,
1999; Roldán, 1992, 1993, 1999; Ramos, 1996, entre otros),
especialmente en relación con el material latericio (Ben-
dala et alii, 1999). Estos trabajos han propiciado que hoy
se plantee como punto de partida en cualquier estudio
El material constructivo latericio en Hispania.Estado de la cuestión
Lourdes Roldán Gómez Universidad Autónoma de Madrid
sobre arquitectura romana un análisis minucioso de los
materiales constructivos (García, 2001; Rodríguez, 2004;
Pizzo, 2006, entre otros), incluso la realización de en-
cuentros internacionales con carácter monográfico en
relación con la arqueología de la construcción (Pizzo y
Mateos, 2007).
Para el análisis de materiales constructivos resulta es-
pecialmente interesante el uso de material latericio, más
adecuado para la caracterización y determinación de ti-
pologías, al margen de la posible aparición de sellos e
identificación de talleres de producción que puede im-
plicar. Así pues, hasta épocas muy recientes se han ve-
nido valorando aspectos metrológicos de los ladrillos
(Goulpeau, 1988; Righini, 1990), al tiempo que se han
introducido, progresivamente, análisis técnicos ante-
riormente aplicados a otras producciones cerámicas –
análisis mineralógico, arqueometría, arqueomagnetismo–
con el objetivo de obtener datos acerca de la proceden-
cia de las arcillas utilizadas y, en su caso, dataciones cro-
nológicas (Lanos, 1990; De Filippo, 1999, 236).
Los citados estudios sobre técnicas constructivas, rea-
lizados en la Península Ibérica fundamentalmente a par-
tir de los años 90, han definido las características de los
ladrillos empleados, tanto en edificios públicos como
privados, de ciudades hispanas. Si bien aún distan mucho
de ofrecernos un panorama completo del uso del ladri-
llo en la arquitectura hispanorromana. Realizados con
diferentes metodologías, estos trabajos parten del análi-
sis de los paramentos conservados y atienden principal-
mente a las características del aparejo y su puesta en obra
con objeto de establecer cronologías relativas y re construir
la historia de los edificios estudiados. En cierta medi da,
permiten una aproximación a la tipología y di men siones
de los ladrillos utilizados, aunque la escasa presencia de
sellos latericios impide, la mayor parte de las veces, hacer
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750 CERÁMICAS HISPANORROMANAS. UN ESTADO DE LA CUESTIÓN
impulsada por Roma en la época de Cesar y, sobre todo
de Augusto, tras la obtención por parte de las ciudades
de un estatuto privilegiado (González, 1989; Del Hoyo,
2006, 41; Caballos, 2007, 3). Se trata, en cualquier caso,
de una producción más amplia de tegulae que incluye
otras con los nombres de Herculis y de Carteia. Ambos
ejemplares se han documentado tanto en las antiguas
campañas de excavación (Woods et alii, 1967; Presedo
et alii, 1982; Roldán et alii, 2006), como en la reciente-
mente finalizada del actual Proyecto Carteia (2006-2011)
(fig. 1).
Será a partir del siglo I d. C. cuando el empleo del
opus testaceum se normalice en las ciudades hispanas, res-
pondiendo a pautas similares a las de otras provincias
romanas pero, sobre todo, en combinación con otros
tipos de opera con un importante empleo de la piedra.
Es el caso de Mérida, donde desde época de Tiberio se
emplearon ladrillos en hiladas de nivelación del opus in-
certum y a partir del reinado de Claudio de forma más
abundante hasta fines del siglo IV, o comienzos del V
(Durán, 1991-92, 79, nota 95; 1999).
El opus testaceum –revestimiento de ladrillos y nú-
cleo de hormigón–, con variaciones en cuanto a la forma
y medidas de los ladrillos, se documenta en pocas ciu-
dades, como en Munigua o en Italica. En Munigua un
importante uso del ladrillo se combinó con opus incer-
tum en los edificios públicos del siglo I d. C., especial-
mente en las termas y en la cella (fig. 2) del gran santuario
en terrazas (Schattner, 2003; Roldán, 2006). En Italica el
uso del opus testaceum posibilitó la gran fase de reno-
vación de la ciudad en tiempos de Trajano y Adriano
(Roldán, 1993, 316-323 y 1999, 179 ss.), con una impor-
tante presencia de fábricas locales desde época trajanea,
habiéndose documentado ladrillos sellados (Roldán, 1993;
Rico, 1993, 54; Bukowiecki y Dessales, 2007). Progresi-
vamente, no obstante, según avanzaba el periodo im-
perial, el material latericio fue haciéndose más común,
como puede verse en la propia Mérida, siguiendo pau-
tas generales de la arquitectura romana. Sin embargo, en
otras importantes ciudades, como en Tarraco, este ma-
terial estuvo por completo ausente en la construcción
del conjunto monumental en terrazas del foro provincial
de época flavia (Dupré, 1987; Bendala y Roldán, 1999).
Al empleo del material latericio en el alzado de los
muros hay que añadir un importante uso de tegulae e
imbrices para techumbres, de introducción más temprana
en los ambientes hispanos de mayor tradición urbana,
valoraciones acerca de la procedencia de los ladrillos,
de las formas de abastecimiento y, especialmente, de los
centros productores –figlinae, oficinae– y de sus carac-
terísticas y funcionamiento. Asimismo, la parcialidad de
los datos impide, por el momento, hacer valoraciones
de carácter general.
En el presente trabajo no se trata de valorar los aspec -
tos meramente constructivos sino, sobre todo, de esta blecer
un estado de la cuestión en relación con la pro ducción del
material latericio en Hispania. Sin embargo, hay que tener
en cuenta que los análisis arquitectónicos son imprescin-
dibles para determinar los tipos y la variedad de las pro-
ducciones latericias al margen de su lugar de fabricación.
Definición y características de la producción
A través de los estudios arquitectónicos ya realizados,
hoy es posible determinar que el material latericio no
fue excesivamente abundante en la arquitectura hispa-
norromana. El uso del ladrillo no se remonta más allá de
finales del siglo I a. C. y solamente lo fue de forma ha-
bitual en muy pocas ciudades. Munigua, Mérida, Italica,
entre otras, son ejemplos de ello aunque, en general, el
later coctus se utilizó como complemento de la piedra y,
más esporádicamente, en muros de opus testaceum. Asi-
mismo, fue especialmente común el empleo de ladrillos
en el acondicionamiento de las zonas calientes de los
edificios termales (Roldán, 1995 y 1999; Fernández Ochoa
et alii, 1999) por lo que la producción latericia estuvo
muy diversificada en cuanto a tipología.
Son escasos los ejemplos en los que haya podido
constatarse el empleo del barro cocido en época repu-
blicana, por ello resulta especialmente interesante el
ejemplo de Carteia (Roldán et alii, 2006) donde los pri-
meros documentados se asocian a la utilización de tejas
con la marca M. Petrucidius. Esta producción ha sido re-
lacionada con la actividad de fortificación realizada en
torno al año 45 a. C. en ciudades béticas del bando pom-
peyano con motivo de la guerra civil (Presedo et alii,
1982, 279-282). Si bien, en Carteia podría haber estado
vinculada a una importante renovación arquitectónica
constatada arqueológicamente en el sector del llamado
foro de la ciudad, que debió haber sido realizada en
época de Augusto. De forma general, esta producción
estaría relacionada con la actividad edilicia dirigida por
este legado pro praetor de la Ulterior, que habría sido
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Figura 1 (a, b y c). Sellos latericios de Carteia (San Roque, Cádiz).
A
C
B
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norte de África (Etienne y Mayet, 1971) o de otros luga-
res del Imperio (Rico, 1995, 213).
Tipología y cronología
Los estudios tipológicos de los ladrillos a partir de los
hallazgos realizados en los centros de producción son
escasos y muy recientes en el ámbito de la Hispania ro-
mana. Ya fuera de nuestro territorio, diversos estudios
tipológicos de los materiales latericios más comúnmente
fabricados y utilizados en la arquitectura romana (Bro-
dribb, 1987; Laubenheimer, 1990), ofrecen elementos
comparativos de gran interés para la clasificación de las
formas y tipologías halladas en nuestras ciudades y cen-
tros productores (fig. 3). Por el contrario, en el ámbito de
la Península Ibérica son aún escasos los centros alfareros
en los que se ha llevado a cabo una tipificación de los ma-
teriales de construcción, aunque algunos recientes ejem-
plos nos permitan ya una primera aproximación a los
materiales constructivos que se fabricaron con mayor fre-
cuencia. Se trata de figlinae o de villae o fundus en los
como en Ampurias (Bendala y Roldán, 1999, 106). Las
tegulae fueron también frecuentes en la construcción y
cubrición de los enterramientos, tanto de incineración
como de inhumación, hasta época bajoimperial, de lo
que se han documentado numerosos ejemplos. Con fre-
cuencia, tegulae e imbrices se encuentran reutilizados
en construcciones tardías para diversos usos incluso como
material constructivo para la realización de muros. En
estos casos aparecen generalmente fragmentados, lo que
impide constatar sus dimensiones y características tipo-
lógicas.
Una gran parte de la producción latericia se destinó
a los edificios termales, sobre todo para el acondiciona-
miento de las zonas calientes, para lo que resultaba un
material especialmente adecuado (Roldán, 1995, 790 ss;
Fernández Ochoa et alii, 1999). En muchas ciudades,
como se documenta en las de tradición púnica Baelo
Claudia o Carteia, o en las ciudades del Noroeste hispano
(Madariaga et alii, 2000, 389 ss.) el ladrillo quedó relegado,
exclusivamente, a estos edificios (Roldán, 1992) y en oca-
siones los sellos hallados evidencian que se trata de im-
portaciones, como en el caso de Baelo, de fábricas del
Figura 2. Muro de opus testaceum de la cella. Santuario en terrazas de Munigua (Villanueva del Río y Minas, Sevilla).
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Figura 3. Tipología de ladrillos (Brodribb, 1987).
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754 CERÁMICAS HISPANORROMANAS. UN ESTADO DE LA CUESTIÓN
vimentos, canalizaciones y en los propios muros de com-
partimentación interna. En algunas ciudades –Baelo, Car-
teia– la demanda de material latericio fue de forma casi
exclusiva para estos edificios. Los materiales utilizados tie-
nen medidas y formas diversas especialmente adecua-
das a su función.
Los ladrillos rectangulares característicos en la cons-
trucción de los muros se emplearon también ocasional-
mente formando parte de la suspensura (Baelo) aunque
para esta función fueron más comunes los rectangulares
de 60×38×6 cm (Munigua) (fig. 6) y, sobre todo, los ses-
quipedales (Baelo) y bipedales (Baelo, Carteia). En los
edificios termales estos ladrillos se emplearon, además,
para realizar los arquillos y pilae de los hypocausta. Tam-
bién para las pilae se utilizaron ladrillos rectangulares de
módulo más pequeño (20-23×13-15×4,5-6 cm) (Muni-
gua, Baelo), así como ladrillos semicirculares (Carteia) y
los característicos cuneati (Munigua) para los arquillos de
sustentación de la suspensura. Fueron también habitua-
les los ladrillos llamados de orejetas para las dobles pa-
redes
Por último, las tegulae fueron empleadas como hila-
das de nivelación (Italica) y como cubierta para las con-
ducciones hidráulicas, junto con imbrices (Carteia). El
uso de ambos materiales debió de ser muy habitual para
la cubierta de los edificios, sin embargo, estos materiales
suelen hallarse en deposiciones secundarias o reutiliza-
dos, o caídos a consecuencia del desplome de los teja-
dos, por lo que frecuentemente se encuentran rotas e
incompletas, lo que impide conocer sus dimensiones ori-
ginales. En Labitolosa (La Puebla de Castro, Huesca) se
hallaron las tegulae e imbrices procedentes de la cubierta
de un edificio termal (Termas 2) construido a mediados
del siglo I y abandonado a fines del siglo II d. C. (Maga-
llón et alii, 1994). Las tegulae halladas corresponden al
tipo 2, según la tipología definida por Laubenhaimer
(1990) en Sallèles d’Aude. Por el tipo de pestaña y sus di-
men siones, así como por las dimensiones de las esco -
tadu ras, esta tipología se reduce a tres tipos fechados
res pectivamente en los comienzos del siglo I d. C. hasta
época de Nerón; el segundo de época flavia hasta me-
diados del siglo II d. C. y el tercero en el siglo III d. C.
(Ramos, 1999a, 263).
La frecuente presencia de material latericio en edifi-
cios termales ha permitido analizar el uso de este mate-
rial para dichas construcciones en diversas ciudades de
las tres provincias hispanas (Fernández Ochoa et alii,
que se produjeron materiales anfóricos, habitualmente
para el propio abastecimiento, junto con cierto número
de materiales de construcción.
Un importante ejemplo de tipología latericia en la Ta-
rraconense es la que nos ofrece el alfar de Almadraba en
el territorium de Dianium –Alicante– (Gisbert, 1999),
que abastecería a esta ciudad así como, en la Bética, los
alfares de Puente Grande –Altos de Ringo-Rango– (To-
rrecilla, 2002; Torrecilla et alii, 2002), de la Venta del Car-
men –Los Barrios, Cádiz– (Redondo y Borge, 1998), Los
Matagallares –Salobreña, Granada– (Bernal, 1998a) y el
alfar de Villa Victoria –San Roque– (Bernal et alii, 2004;
Roldán et alii, 2003), entre otros.
Así pues, para la elaboración de las tipologías de ma-
teriales de construcción cerámicos que presentamos (cua-
dro I y cuadro II) –forzosamente parciales– nos hemos
basado en los trabajos realizados en los citados centros
de producción, así como en los datos conocidos de edi-
ficios hispanos –una gran mayoría de la Bética– y, espe-
cialmente, los edificios termales (Fernández Ochoa et
alii, 1999; Roldán, 1995 y 1999).
Los estudios constructivos realizados en edificios públi -
cos urbanos reflejan (cuadro I) el uso del material late ricio
como paramento, recubriendo un núcleo de hor migón
(opus testaceum), o bien, como hiladas de nivelación (fig.
4) o pilares embutidos en muros realizados en opus in-
certum (opus mixtum). Los ladrillos más habitualmente
empleados fueron, con diferencia, los de 27-30×20-23×5-
7 cm como revestimiento en muros de opus testaceum; los
mismos ladrillos se emplearon para realizar arcos y bóve-
das, así como para revestimientos interiores de conduc-
ciones hidráulicas y para pavimentos. Se trata de la drillos
no bien definidos en cuanto a dimensiones que se corres-
ponden con los del Tipo 5.2 de Dianium (fig. 5) y el tipo
6 de Laubenheimer (1990, 106). No están presentes en la
tipología de Brodribb (1987, 142) pero con las medidas
mencionadas corresponderían a un semilydion o semila-
ter de sesquipedal rectangular (Righini, 1990, 129). Ade-
más de realizarse con los ladrillos de 27-30×20-23×5-7 cm
también se utilizaron para los pavimentos los pequeños
ladrillos de 7,5×4,5 ×2 cm formando el característico opus
spicatum. Ocasionalmente se utilizaron en los muros la-
drillos triangulares de 32-35×5 cm (Italica).
Como hemos dicho, la mayor parte de la producción
latericia empleada en las ciudades se destinó a los edifi-
cios termales, formando parte de los hypocausta o del
acondicionamiento de las zonas calientes, e incluso en pa-
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Figura 4. Muro de opus incertum con hiladas de ladrillo en el santuario en terrazas de Munigua (Villanueva del Río y Minas, Sevilla).
Figura 5. Tipología de material latericio del alfar de l’Almadrava (Setla-Mirarosa-Miraflor) Dianium (Gisbert, 1999).
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Cuadro I. Ladrillos documentados en construcciones urbanas.
Tipos Medidas Uso Lugar Observaciones
Rectangulares28×22-23×5,5-6 y 14×14,5×5,5
Opus testaceum Termas Munigua Siglo I (época flavia)
Rectangulares 28-29,5×21-22×5,5-6 Muro macizotepidarium
Termas de Carteia Siglo II d. C.
Rectangulares 27-30×20-23×5-6 Opus testaceum Edificios ItalicaSiglo II d. C. (época trajano-adrianea)
Rectangulares 28-30×20-23×5-7 Hiladas denivelación
Edificios MuniguaSiglo I (época flavia) Muros de opus incertum
Rectangulares 29×23-24×4 Arcos y bóvedas Cella del Santuario, MuniguaSiglo I (finales, comienzosSiglo II )
Rectangulares 29-30×20-22×5-6 Arcos de paso Termas de la Nova Urbs de Italica Siglo II
Rectangulares28-28,5×19-20×5 y 27-29×19-21×4,5
Arcos praefurnium Termas de Baelo Siglo II
Rectangulares 28×23×5,5 y 23×13×5,5 Pilae hypocaustum Termas de Munigua Siglo I (época flavia)
Rectangulares28-30×20-22×4,5-6 y 20-21×14-15×3-4,523×13×5,5
Pilae hypocaustum Termas Baelo
Marca IMP AUG impresa.Rectangulares 22×30×6? Pilae hypocaustum Termas de Carteia Siglo II Rectangulares 60×38×6 Suspensura Termas de Munigua Cortados de bipedalesRectangulares 28×20×4,5 Suspensura Termas de Baelo Siglo II
Rectangulares 14-15×5,5-6 30×20Arquillos dehypocaustum
Termas de Munigua Siglo I (época flavia)
Rectangulares 15×13×5,5 Arcos suspensura Termas de Baelo Siglo II
Rectangulares 28-29,5×21-23 Pavimentos Termas de Munigua
Rectangulares 30×21 Pavimentos Edificios Nova Urbs, ItalicaAnfiteatro, termas mayores, edificio público y cloacas
Rectangulares Pavimento Termas Mayores, Italica Opus spicatumRectangulares 7,5×4,5×2 Pavimento Frigidarium Munigua. Opus spicatumRectangulares 28,5-30×21,5-22×5,5-7 Muros conducción Termas de Munigua Siglo I (época flavia)
Rectangulares 50×40×2,5Pilae tepidarium ycaldarium
Conimbriga
Rectangulares 57×28,5×9,5Suspensuracaldarium ytepidarium
Tongobriga Época flavia
Rectangulares 50×35×7 Suspensura Tongobriga Siglo IVRectangulares 30×20 Mirobriga (Termas O.)
Rectangulares 19,5×14×4,5-5,5Arquilloshipocaustum
Gijón
Lydion
44-46×30-32×4-5 40×27-30
43-43,2×30-28,2×5-5,5
Pavimentos areae y caldarium; arcospraefurnium; arcos hypocaustum,
hypocaustum
Mirobriga, Valentia,Gijón,
Tongobriga. Termas
Uso muy frecuente y diverso
Época Flavia
Rectangular 44×14,5-13,5×5,5-6,5ParedeshypocaustumParedes caldarium
Tongobriga. Termas Época Flavia
Cuadrados 13×4-5,5Arcos suspensurapilae
Munigua, Pompaelo, Complutum, Santander
Bessalis
18-18,5×6,5-8
22×22×6 20,9×21×5-5,5 18,5×19,5×7
Pilae y muros de loshypocausta
pilae caldarium y tepidarium pilae hypocaustum
Conimbriga Mirobriga, ValentiaArcobriga, Baetulo, Lucus, Gijón,Emerita Bracara, Ilici, Los Bañales,Asturica, Legio, Clunia
Tongobriga. Termas Tongobriga. Termas
Época Flavia; Siglo IV
756 CERÁMICAS HISPANORROMANAS. UN ESTADO DE LA CUESTIÓN
HISPANORROMANASGARAMOND:CERAMICAS HISPANORROMANAS 25/8/08 21:33 Página 756
Tipos Medidas Uso Lugar Observaciones
Pedalis29,6 28×28 28,5×28,5×5,5-5,8
Pavimento caldarium
Pilae hypocaustum
Gijón Conimbriga Tongobriga
Muy infrecuente
Época flavia
Sesquipedalis 44×44×4-4,5 Arcos galería inferior Anfiteatro de Italica Siglo IISesquipedalis 41-45×4-4,5 Hiladas de nivelación Anfiteatro de Italica Podium de la arenaSesquipedalis 42×3 Suspensura termas de Baelo Siglo II
Bipedalis56-59×57-58×5 y 54-60×28-32×4,5-5
Arcos de paso Termas de Trajano Italica Siglo II (época trajanea)
Bipedalis 58-60×5,5-6 cm. Arcos de descarga Anfiteatro de Italica Siglo II (época adrianea)Bipedalis 59-60×60×6 Hiladas de nivelación Termas Nova Urbs, Italica Siglo II (época adrianea)Bipedalis 59×6-7 Hiladas de nivelación Termas de Trajano, Italica Siglo II (época trajanea)Bipedalis 58-59×5 Suspensura Termas de Baelo Ladrillos refractarios. siglo IIBipedalis 59-60×5 Suspensura Termas de Carteia Siglo II
Bipedalis 59,2Suspensura
Arcos del praefurnium
Italica, Baelo, Carteia, Conimbriga,Mirobriga, Gijón, León, Santander; Valentia (cortados)
Bipedalis 70-72×58-60×7,5-8 Suspensura caldarium Tongobriga
Triangulares 32-35×5 Opus testaceumAcueducto y Termas Nova Urbs deItalica
Siglo II
Triangulares Reutilizados Munigua Muros 2ª fase
Trapezoidales 13.5×4-5 Arquilloshypocaustum
Termas Munigua Siglo I d. C.
Trapezoidales Arquillos sudatio Gijón Sudatio rectangular 2ª faseCon orejetas Reutilizados Termas Munigua 2ª fase; siglo II d. C.Con orejetas Dobles paredes Termas Baelo Siglo II d. C.Con orejetas 43×28×6,5 TongobrigaCon oculo central 42,5×22,6×6,5-7,5 Paredes caldarium Tongobriga Época Flavia
Circulares 12-23 diam.Pilae hypocaustumcaldarium, sudatio
Illici, Lancia, Santander, Asturias Escaso número
Semicirculares 32 diam. Pilae tepidarium Termas de Carteia Siglo II d. C.Tegulae 58×3 Hiladas nivelación Termas Nova Urbs, Italica Siglo II d. C. Tegulae 56-53,5×44,5×1,5-3,5 Cubierta termas Labitolosa Época flaviaTegulae Cubierta conducción Termas de Carteia Siglo II d. C.Tegulaemammatae
Concamerationes
Tegulae Sin pestaña ConcamerationesTubuli Cuadrados ConcamerationesCarretes ConcamerationesImbrices 1,6 cm. de grosor Cubierta Termas Labitolosa Época flavia.Imbrices Cubierta conducción Termas de Carteia Siglo II d. C.
Imbrices suspensura
Mirobriga Termas oeste y orientalesConimbriga Termas extramuros ycasa Cantaber Gijón sudatiorectangular Asturica suspensuraTermas P. Blanco
Cuadro I (cont.). Ladrillos documentados en construcciones urbanas.
1999). En el estudio se observa un uso habitual de ladri-
llos pedales en pavimentos, como en el caldarium de
Gijón y en Conimbriga, así como de bipedales en la sus-
pensura y de bessales para las pilae y los muros de hy -
pocaus ta de forma frecuente en otras tantas ciudades
(cua dro I).
Fue muy común el uso de ladrillos de los llamados
lydiones para pavimentos, arcos y en cualquier parte de
las estancias calientes, documentado en ciudades como
Mirobriga, Valentia, Gijón (Fernández Ochoa et alii,
1999) y en Tongobriga (Dias, 1999, 281-283). Para las
pilae se emplearon también ladrillos cuadrados de 13×4-
5,5, como se ha podido ver en Pompaelo, Complutum y
termas de Santander, así como rectangulares de 50×40×2,5
en Conimbriga (fig. 7). En ocasiones, se utilizaron ladri-
llos circulares de 12-23 cm de diámetro, como ocurre en
las pilae de Illici, Lancia, termas de Santander y Astu-
rica, aunque los hypocausta construidos de esta forma
son poco frecuentes en Hispania. Con respecto a los ar-
quillos de los hypocausta que tienen la función de suje-
tar la suspensura permitiendo la circulación del aire
caliente, se realizaron con ladrillos rectangulares de 30×20
EL MATERIAL CONSTRUCTIVO LATERICIO EN HISPANIA. ESTADO DE LA CUESTIÓN 757
HISPANORROMANASGARAMOND:CERAMICAS HISPANORROMANAS 25/8/08 21:33 Página 757
en Conimbriga (fig. 8), y de 19,5×14×4,5-5 en Gijón, así
como, en ocasiones, con ladrillos de forma trapezoidal
(Munigua).
Por último, se han documentado imbrices en la sus-
pensura de las termas de Mirobriga, Conimbriga, Gijón
y Asturica, así como algunas tegulae mammatae, tegu-
lae, tubuli y carretes de cerámica para realizar las con-
camerationes (Fernández Ochoa et alii, 1999)
El empleo de material latericio fue también habitual
en la construcción de edificios termales de las villae, es-
pecialmente en el acondicionamiento de las zonas cale-
factadas. La variedad en los tipos y módulos de los ladrillos
es grande, así como la diversidad en su utilización, sin que
pueda comprobarse un seguimiento de las recomenda-
ciones establecidas por Vitrubio, ni siquiera determinar
pautas concretas de comportamiento en los distintos edi-
ficios termales. Según un completo análisis realizado en
164 balnea de villae de la Tarraconense (García, 2001),
se utilizaron ladrillos de diferentes módulos –bessales
20×20 cm bipedales, sesquipedales, lydion, rectangulaes
(25×55×7 cm) y tegulae– tanto en los edificios más anti-
guos (siglo I y II d. C.), como en los más tardíos.
Del mismo modo que en las termas urbanas, el ladri -
llo se utilizó con frecuencia para los elementos de susten -
tación de los hypocausta, aunque también se encuentran
otros materiales. Sin embargo, el sistema de arcos y ar-
quillos –aunque mayoritariamente presente en los con-
juntos termales rurales lusitanos– no fue muy habitual en
los balnea rurales de la Tarraconenese (García, 2001, 337)
y no aparece con anterioridad a finales del siglo II d. C.,
siendo los ejemplos bajoimperiales los más abundantes. Se
utilizaron para ello bessales (15-24×3-10 cm), ladrillos cir-
culares (12-25 cm diámetro) en ocasiones combinando
ambos con otros materiales (fig. 9) y, en menor medida,
ladrillos pedales (29,6 cm), ladrillos de bóveda y rectan-
gulares (32×15×3,5-4,5). Para construir la suspensura se
emplearon ladrillos bipedales (54-64×3-8 cm), de forma
más restringida, así como tegulae, ladrillos sesquipedales,
pedales y tegulae mammatae para esta mis ma función
(García, 2001, 339). Asimismo, se han docu mentado aun-
que en menor medida, acondicio na mien tos de cale facción
por dobles paredes con diversos sistemas, tanto mediante
tegulae mammatae, como por clavijas cerámicas, en uso
también desde el siglo I y que al parecer fueron sustitu-
Figura 6. Munigua. Hypocaustum de las termas
758 CERÁMICAS HISPANORROMANAS. UN ESTADO DE LA CUESTIÓN
HISPANORROMANASGARAMOND:CERAMICAS HISPANORROMANAS 25/8/08 21:33 Página 758
yendo al sistema de tegulae mammatae a partir sobre todo
del siglo II d. C. Los tubuli latericii se utilizaron muy es-
casamente en las instalaciones balnearias recogidas en el
mencionado trabajo (García, 2001).
Una vez examinados los datos acerca del uso de la-
drillos a partir del análisis constructivo de los edificios,
conviene analizar ahora los datos procedentes de los
centros de producción (cuadro II).
Las producciones latericias para usos constructivos
están bien atestiguadas en la Península Ibérica como
parte de la producción de las figlinae. Contamos hoy
con una nutrida documentación acerca de los alfares pro-
ductores de material constructivo, generalmente asociado
a la fabricación de otros productos como cerámica común
y ánforas. Los datos existentes sobre alfares en los que se
fabricaron materiales latericios muestran, mayoritaria-
mente, que se trata de una producción secundaria com-
puesta principalmente por lateres, tegulae e imbrices, así
como numerosos ejemplares que serían necesarios para
abastecer los edificios termales. Junto a ellos, otros ele-
EL MATERIAL CONSTRUCTIVO LATERICIO EN HISPANIA. ESTADO DE LA CUESTIÓN 759
Figura 8. Conimbriga. Arquillos del hypocaustum de las termas. Figura 9. Hypocaustum de la Villa de Veranes (Gijón).
Figura 7. Conimbriga. Pilae del hypocaustum de las termas.
HISPANORROMANASGARAMOND:CERAMICAS HISPANORROMANAS 25/8/08 21:34 Página 759
760 CERÁMICAS HISPANORROMANAS. UN ESTADO DE LA CUESTIÓN
Tipos Medidas Uso Lugar Observaciones
Tegulae
Reborde triangularReborde triangular y en SReborde en SReborde triangularReborde inclinadoReborde cuadradoCon oculo central
Reborde rectoReborde semicircularReborde triangularReborde rectangularReborde inclinado
54-56×36-42,4×2,4-4
60-65×40-45×1,8-3,440-45×1,5-3
60-65×40-45×1,8-2,660-65×40-45×1,8-2,660-65×40-45×1,5-2,260-65×40-45×1,8-3 69×40 ??
2,8-3 cm grosor1,3-2 cm grosor
1,6-2,5 cm grosor2- 2,6 cm grosor
Paramentos pilares Alfar de Almadraba
Ringo Rango
Venta del Carmen
Los Matagallares
Villa Victoria
De forma exclusiva o junto aotros materiales.Algunas con óculo central
Producción
Producción. Hallada en vertederoalgunas marcas incisas, huellasde animales, marcas digitales
Producción
Imbrices 15-16 a 17-18×1,2-1,91,1-1,9 cm grosor33,6×10,6-15×1,2-2grosor; luz: 3,2-4,81-3 cm grosor
Cubierta Alfar de AlmadrabaRingo RangoVenta del Carmen
Los Matagallares
Villa Victoria
Asociadas a tegulaeProducciónProducción
Algunas decoraciones o marcasProducciónProducción
Cuadrados en bisel 20,4-21,4×4,5-5,8 y 4,4-6,4
Pilares Alfar de Almadraba Sustentación cubierta
Rectangulares 32×24,3×6,530,8-25,2×1,8-25,8×2-7,2
Alfar de AlmadrabaVenta del Carmen
Reutilizados
Lydion 46×31×6,5 Alfar de Almadraba ReutilizadosRectangulares conapéndices
38×34,5×4-5
15,5×5,8×11 cm 2,4 y 6,5 cm de grosor 15,5×13+×5,5
12,2-12,5×15-15,8×5-5,418×15×2
Ladrillos de termas
Bóvedas y doblesParedes
Alfar de Almadraba
Ringo-Rango
Venta del CarmenLos Matagallares
Con apéndices en positivo y ennegativoReutilizados en pavimentoDe orejetas y con ranurasLaterales, producciónCon ranuras laterales. Producción
Producción
Romboidales 10,4×6,319,6×11,6×3,4
Pavimentos Alfar de AlmadrabaVenta del CarmenVilla Victoria
Complejo termal y torculariumProducciónProducción
Laterculi 10×7,6×3,5
9,5-11,5×5-5,5×2,5-511×6×2,6-3,5
Pavimento de opusspicatum
Opus spicatum
Alfar de Almadraba
Ringo RangoLos Matagallares
Complejo termal
ProducciónProducción
Bipedalis 60×7,5 Pavimento Alfar de Almadraba TermasTetradoron 31×5,5 Pavimento Alfar de Almadraba ReutilizadoPenatadoron 34×5 Pavimento Alfar de Almadraba Reutilizado
Bessalis 20,2×20,1×5,7-5,9;20×20×4,517-23,5×4,5-5,522×23×2,6-3,2
Muros de los hornos Alfar de Almadraba
Ringo RangoLos Matagallares
Reutilizados en pavimento;frecuente en termasProducciónProducción
Circulares 19,5-22×6-7,4
18,4-16 radio×7,4-5,6
Pilae suspensura Alfar de Almadraba
Venta del Carmen
Reutilizado en relleno de muros.
Producción
Segmento de círculo 36×5,5-6
19 radio×16×4
Pilae suspensura Alfar de AlmadrabaVenta del CarmenLos MatagallaresVilla Victoria
Niveles de abandono, etc.ProducciónCuarto de círculo. ProducciónCuarto de círculo. Producción
Cuadro II. Ladrillos procedentes de centros productivos.
HISPANORROMANASGARAMOND:CERAMICAS HISPANORROMANAS 25/8/08 21:34 Página 760
mentos cerámicos de gran tamaño, como ánforas para
transporte, constituyeron, en la mayor parte de los casos,
la producción principal. Muchos de ellos serían alfares ru-
rales, dependientes de una villa o de una instalación in-
dustrial, como los muy numerosos documentados en la
costa mediterránea o en los valles de los ríos más im-
portantes. En otros casos podría tratarse de centros pro-
ductores ubicados en la periferia de las ciudades en los
que tendrían un importante peso las producciones late-
ricias, como en el caso de Hasta Regia, o el reciente-
mente documentado en Villa Victoria (San Roque, Cádiz),
formando parte de los talleres periurbanos en torno a
Carteia (Lagóstena y Bernal, 2004, 111). Desde estos cin-
turones se abastecería la demanda por parte de los nú-
cleos urbanos de materiales y recipientes que fabricaban
y cuyos excedentes pudieron haber sido derivados a un
comercio de mayor alcance (Bernal et alii, 2004). Sin em-
bargo, probablemente, debido a la escasa tradición cons-
tructiva en ladrillo en algunos importantes núcleos –como
Hispalis– la producción de material latericio es minoritaria
y de tipología muy reducida (Chic y García, 2004, 327).
De todos ellos son muy escasos los centros de pro-
ducción en los que se han documentado tipologías late-
ricias, entre los cuales destaca el alfar de Almadraba, en
el territorium de Dianium. Inició su producción para
hacer frente a la necesidad de abastecimiento de ánforas
para vino y aceite locales produciendo, junto con los
contenedores anfóricos, cerámicas comunes y materiales
de construcción. El repertorio tipológico de estos últi-
mos materiales obedece a necesidades de la villa, desti-
nados a la arquitectura de los talleres, de las estructuras
del alfar y de los hornos, además del abastecimiento de
la ciudad y de los asentamientos de su entorno (Gisbert,
1999). Tras un primer periodo productivo iniciado en la
segunda mitad del siglo I, se pudo detectar una nueva fase
(hacia el 220-230) con la construcción del conjunto de edi-
ficios del alfar estructurados en torno a hornos de tipo-
logía usual en el mundo romano y en Hispania –de planta
rectangular con corredor central–. Además de los hor-
nos de utilización conjunta, se documentaron estancias
dedicadas a distintos cometidos: preparación de la arci-
lla, balsas de decantación, así como estancias de habita-
ción de los operarios. La producción se diversificó en
esta segunda etapa con la fabricación de materiales es-
pecíficos para edificios termales (Gisbert, 1999). Se pudo
definir una completa tipología de material latericio si-
guiendo la seriación de Sallèles d’Aude (Laubenheimer,
1990). A ello se une el interesante dato de la aparición de
dos estampillas sobre el material constructivo.
Entre los más recientes talleres documentados en la
Bética, Villa Victoria (San Roque, Cádiz), ubicado en la
Bahía de Algeciras, constituye un complejo alfarero en el
territorio periurbano de Carteia. Como resultado de la
excavación llevada a cabo entre los años 2004 y 2006 se
documentaron dos grandes vertederos cerámicos –uno
de ellos de casi 30 m y hasta 4 m de potencia–, un horno
alfarero, así como los restos de la necrópolis de esta zona
industrial. La cronología del alfar se sitúa entre época au-
gustea e inicios del siglo II d. C. Durante este periodo se
produjeron, mayoritariamente, ánforas salazoneras de
los tipos Beltrán II A, Dr. 7/11 y Dr. 14, así como enva-
ses destinados a contener mostos del tipo defrutum (Hal-
tern 70). La manufactura de cerámicas comunes se ha
documentado en porcentajes reducidos, al igual que el
material constructivo latericio de diversa tipología. Este
último presenta un abanico formal amplio, constituido
por tegulae, imbrices y testae de diversa naturaleza, entre
ellos ladrillos romboidales y de cuarto y octavo de círculo,
habiéndose documentado también algún defecto de coc-
ción (Roldán et alii, 2003; Bernal et alii, 2004).
Algunos de los materiales –como tegulae, imbrices y
ladrillos– fueron utilizados en la cercana necrópolis (fig.
10). Asimismo, en la excavación del embarcadero ro-
mano del Callejón del Moro, también en el entorno del
EL MATERIAL CONSTRUCTIVO LATERICIO EN HISPANIA. ESTADO DE LA CUESTIÓN 761
Tipos Medidas Uso Lugar Observaciones
Ladrillos recortados 22×14×2,3; 18×9,5×2,3 Indeterminado Alfar de Almadraba Relacionados con termas
Tubuli 48×20,5×1,8-2,5 Diversos Alfar de Almadraba EscombreraClavijas 5,2-7,5 diam. Dobles paredes Alfar de Almadraba Sin datos en el uso del alfarSemipedalis 18+×12×4,5-5
25×22×2,5-729×14×4
Ringo Rango
Los Matagallares
Producción
ProducciónSemi-lydion 34-25×19-21×3-5
28-29,8×20-22,8×3,5-3,7Ringo-RangoLos Matagallares
ProducciónProducción
Cuadro II (cont.). Ladrillos procedentes de centros productivos.
HISPANORROMANASGARAMOND:CERAMICAS HISPANORROMANAS 25/8/08 21:34 Página 761
produjeron ánforas de salazón como producción más
abundante, algunas de ellas con la marca CNPFCR (tria
nomina junto con figlina carteiana). Produjo también
este taller algunos contenedores para productos deriva-
dos de la uva y material constructivo latericio con una
producción muy amplia y diversificada (Lagóstena y Ber-
nal, 2004, 52; Bernal, 1998b).
Los Matagallares (Salobreña, Granada) es un asenta-
miento de dimensiones medianas, dedicado al abasteci-
miento de los asentamientos de la zona (Torrecilla, 1998,
398), aunque buscando la seguridad comercial mediante
la diversificación de productos (Beltrán, 1994, 197). Se
trata de un alfar autónomo, del siglo III d. C., muy pró-
ximo a la costa, en la zona productora de la desembo-
cadura del río Guadalfeo que se desarrolló sin vinculación
directa con otros yacimientos próximos dedicados a la ex-
plotación agropecuaria.
En el caso de la Villa romana del Puente Grande,
Ringo Rango (Los Barrios, Cádiz) situada en las inme-
diaciones del río Palmones, las evidencias alfareras se li-
mitan a la última fase fechada en el siglo IV y primeras
décadas del siglo V. Existen evidencias de dos hornos
excavados en los que se producían mayoritariamente án-
foras salazoneras y, de forma minoritaria, cerámicas co-
munes y materiales constructivos de diversa tipología,
como tegulae, imbrices o ladrillos, algunos propios de
termas (Lagóstena y Bernal, 2004, 51; Bernal, 2002).
Como podemos ver en el cuadro II, en estos cen tros
se produjeron materiales diversificados que encon tra -
mos en las construcciones rurales y, en ciertos casos, en
las ciudades. Son muy abundantes las tegulae con una
im por tante diversidad en cuanto a los tipos de pestaña
do cu mentados y que, en muchos casos, mues tran de co-
raciones mediante digitaciones o impresiones accidentales
de diversa tipología. También es frecuente en todos los
centros la presencia de imbrices de dimensiones variadas.
Entre los tipos de ladrillos dominan los termales, espe-
cialmente con apéndices de medidas muy diversas que
fueron utilizados para bóvedas y dobles paredes, los cir-
culares y de segmento de círculo empleados para la su-
jeción de la suspensura, así como los bessalis también
comunes para esta misma función. Por último, son fre-
cuentes los laterculi empleados para la realización de
pavimentos. Ninguno de los ladrillos de producción más
amplia y abundante de los documentados en centros al-
fareros parecen ser los adecuados para la construcción
de paramentos latericios.
alfar aparecieron reutilizados en construcciones tardías
numerosos fragmentos de material latericio de proce-
dencia termal (Blánquez et alii, 2005 y 2006). Supuesta-
mente todos estos materiales habrían sido fabricados en
el alfar de Villa Victoria.
No muy alejado del anterior, el taller de La Venta del
Carmen (Los Barrios, Cádiz) se trata de una figlina si-
tuada entre el cambio de Era y la época flavia avanzada,
con hornos de planta circular y pilar central en la que se
Figura 10. Enterramientos de inhumación de la necrópolis de VillaVictoria (San Roque, Cádiz).
762 CERÁMICAS HISPANORROMANAS. UN ESTADO DE LA CUESTIÓN
HISPANORROMANASGARAMOND:CERAMICAS HISPANORROMANAS 25/8/08 21:34 Página 762
conense, palian en cierto modo estas carencias y nos per-
miten conocer, entre otros aspectos, la difusión de los
materiales de arcilla cocida en esta parte de la Hispania
romana (Rico, 1993, 53 ss.; 1995; Bermúdez, 1987), como
se advierte en la fig. 11.
De forma general se puede mantener la asociación
entre las actividades cerámicas y actividades agrícolas de
modo que distintas regiones, tradicionalmente focos im-
portantes de producción agrícola, han documentado ac-
tividades de producción latericia de cierta relevancia junto
a la fabricación de ánforas. Esta asociación está suficien-
temente documentada en diversos establecimientos ru-
rales del Valle del Guadalquivir con instalaciones modestas
Distribución
Las producciones anfóricas en la Hispania romana cuen-
tan con una amplia historiografía a través de la cual, espe -
cialmente en los últimos tiempos, se han ido co nociendo
mejor los tipos de ánforas; locales o de imitación y su re-
lación con los productos que en ellas se envasaban y, por
tanto, con las instalaciones industriales salazoneras y pro-
ducciones oleícolas o vinateras según las regiones, e in-
cluso, los patrones de establecimiento de las alfarerías. No
ha ocurrido así en relación con el material constructivo, ya
que, si bien existen continuas referencias a su presencia
en los numerosos alfares en los que se fabricaron envases
cerámicos, la producción de material la teri cio se ha ve-
nido considerando un aspec to com plementario de aque-
lla.
Del mismo modo que el estudio de las producciones
anfóricas debe de complementarse de forma indisoluble
con el de las industrias a las que se destinan estos con-
tenedores y viceversa, parece evidente que el análisis de
la producción latericia debería apoyarse en el de las es-
tructuras arquitectónicas que se abastecen de ella. Sin
embargo, la escasez de estudios en el campo de la ar-
queología de la construcción en Hispania, ha dejado este
aspecto en un segundo plano, muy por detrás de los
avances que han tenido lugar en otras zonas del Impe-
rio Romano.
Algunos estudios sobre producciones latericias rea li -
za dos en la década de los 90 señalaban que, a dife rencia
de lo que ocurre con las ánforas, en España la produc-
ción de ladrillos, tejas y derivados fue una actividad dis-
persa; sin verdadera unidad, troceada en multitud de
hornos artesanales desarrollados en primer lugar alre-
dedor de las ciudades pero también en el campo (Rico,
1999, 25). Para conocer la estructuración de los centros
de producción latericios, ante la ausencia de un conoci-
miento arqueológico amplio y la escasez de talleres es-
pecializados en material constructivo excavados, se hacía
necesario acudir a los datos epigráficos (Rico, 1999). Aún
hoy, a pesar de los notables avances en el conocimiento
de las figlinae y de las excavaciones realizadas en di-
versos alfares recientemente documentados, los datos
relativos a materiales de construcción continúan siendo
muy dispersos y apenas permiten una leve aproxima-
ción a la identidad de los productores y a la caracteri -
zación de los talleres. Los estudios de sellos latericios
llevados a cabo, especialmente en el ámbito de la tarra-
Figura 11. Distribución de estampillas sobre ladrillos de Cata-luña y Levante (Rico, 1995): I. una marca; II. 2 a 4 marcas dife-rentes; III. 5 a 9 marcas diferentes; IV. 10 marcas o más.
Cartagena Alcudia BlanesElche Tarragona LlafrancAlicante Albinyana L’ÉstartitVillajoyosa St. Pere de Ribes ViladamatDenia Vilafranca del Penedès AmpuriasBocairent Barcelona Besalú (Can Llandric)Valencia Palau Solità (Sabadell) VilaubaSagunto Badalona PorqueresPalma St Ginès de Vilasar PuigpalterSantanyí Mataró Gerona
EL MATERIAL CONSTRUCTIVO LATERICIO EN HISPANIA. ESTADO DE LA CUESTIÓN 763
HISPANORROMANASGARAMOND:CERAMICAS HISPANORROMANAS 25/8/08 21:34 Página 763
dependientes de la villa, con 1 ó 2 hornos sola mente, en
las cuales la producción local de los ma teriales construc-
tivos ha quedado atestiguada por la pre sencia de lateri-
cio con defectos de cocción. También en la zona catalana
se documentan más de medio centenar de talleres de fa-
bricación de ánforas en los que se produciría además,
como actividad secundaria, material de construcción.
Ambas zonas han documentado, asimismo, agrupa-
ciones de varios talleres que explotarían los mismos ya-
cimientos de arcilla y podrían compartir algunos hornos.
Se trataría de grandes complejos especialmente vincula-
dos a la red viaria que estarían destinados principalmente
a abastecer las necesidades de envases para las produc-
ciones agrícolas –aceite y vino principalmente– de estas
regiones. Estos talleres producirían material latericio con-
juntamente con la producción anfórica y de otro tipo y,
sólo en determinados casos, podría haber una especia-
lización en material constructivo detectada en función
de los diferentes porcentajes de cada una de las pro-
ducciones (Lagóstena y Bernal, 2004, 106).
Otros talleres especializados en material latericio de-
bie ron situarse en el entorno de las ciudades, con el obje -
to de abastecer a los centros urbanos del mate rial ne cesario
para la construcción de sus edificios. Su mayor o menor
actividad debió de estar en función de la demanda exis-
tente en cada periodo. En determinados casos, como los
mencionados de Italica o Munigua con una fuerte demanda
de latericio, la actividad de estas fábricas debió de ser
grande, especialmente en los periodos concretos en los
que estas ciudades llevaron a cabo programas monumen-
tales de gran envergadura, durante la segunda mitad del
siglo I y la primera del siglo II d. C. Los estudios realizados
en los últimos años en la provincia Baetica permiten hoy,
aunque de forma sesgada, la extracción de nuevos datos
relacionados con la producción latericia.
Son muy escasos los datos que reflejan la presencia
de tejas o ladrillos cocidos en época republicana. Cons-
tituye, por ello, un documento de gran importancia la
aparición, en diversos lugares de la Bética, de tejas con
la marca Petrucidius procedentes de Carteia. El examen
de las pastas permite ratificar lo ya apuntado por las ins-
cripciones sobre su fabricación en talleres costeros ubi-
cados seguramente en la propia Carteia (Chic y García,
2004, 311).
La documentación se incrementa notablemente para
época imperial en esta misma provincia romana. Así, en
la costa malagueña el estudio y catalogación de casi una
docena de centros alfareros nos permite conocer su pro-
ducción centrada, mayoritariamente en material anfó-
rico, pero en la que los materiales constructivos estuvieron
también presentes. Los citados talleres costeros surgidos
en función de la industria de salazones y excepcional-
mente del aceite y vino tuvieron una importante activi-
dad alfarera entre Augusto y el siglo II. Algunos de ellos
continuaron produciendo en el Bajo Imperio (Cuevas
del Becerro) interrumpiéndose definitivamente en la pri-
mera mitad del siglo V –Huerta del Rincón, Baena– (Se-
rrano, 2004, 191). En cuanto a los talleres del interior
vinculados a ciudades –Singilia Barba, Anticaria–, com-
plementaron la fabricaron principal de TSH con cerá-
mica común y materiales de construcción (Serrano, 2004,
191; VV.AA., 1997).
En la provincia de Cádiz, sector muy activo y de cierta
tradición en cuanto a estudios de producción anfórica, es
sobradamente conocida la presencia de numerosos al-
fares. De un total de 111 alfares (Lagóstena y Bernal,
2004), se constata material latericio solamente en 23 casos,
cuya producción arranca del cambio de Era y abarca ma-
yoritariamente los siglos I y II d. C. manteniéndose, aun-
que de forma muy minoritaria, en época tardorromana
(Lagóstena y Bernal, 2004). De ellos contamos con es-
casísimas tipologías ya que apenas existen estudios mo-
nográficos, salvo los anteriormente citados. Se trata de
producciones mixtas con materiales constructivos en los
que puntualmente se documentan defectos de cocción
y que, en muy pocos casos (Las Pitas, Los Castillejos, Es-
perilla, Cortijo de Albalate) podrían constituir la princi-
pal producción (Lagóstena y Bernal, 2004, 106; Díaz et alii,
2002).
Entre los escasos talleres excavados en la provincia de
Huelva destaca El Terrón (Lepe), cetaria dedicada a pes-
querías y salazones donde se fabricaron ánforas y mate-
rial de construcción. En Jimenos (Moguer) se recogió
material anfórico con fallos de horno y constructivo: la-
drillos “fuertemente escorificados” (Campos et alii, 2004,
142), con cronología entre el siglo I-V d. C. También en
el Estero de Domingo Rubio (Palos de Moguer) junto a
la desembocadura del río Tinto, se documentaron hornos
de un posible centro alfarero de ánforas y material cons-
tructivo. En La Orden (Huelva) se hallaron hornos con ma-
terial constructivo utilizado en la necrópolis cercana
(Campos et alii, 2004, 137). Está situado en una barriada
periférica del casco urbano de Huelva donde es posible
que se encontrara una de las áreas alfareras destinada a
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necesidades de la ciudad y del entorno, con producción
de materiales de construcción y ánforas desde época al-
toimperial al siglo VI (Campos, et alii, 2004, 149).
En el interior de la provincia de Granada se han do-
cumentado centros dedicados a la fabricación de enva-
ses para productos derivados de las actividades agrícolas
de los asentamientos de su entorno, así como a la ela-
boración de materiales de construcción y cerámica de
cocina y común. El Pago de los Morales (Quentar) aso-
ciado a una villa, donde se han hallado restos de tegu-
lae con defectos de cocción, pudo haber estado dedicado
a producir solamente materiales de construcción para su
entorno más inmediato. También en Cueva Morenate
(Baza) se fabricaron fundamentalmente materiales de
construcción, ambos altoimperiales (Fernández, 2004a,
197 ss.). Asimismo, desde época claudia a finales del
siglo I d. C., en El Carmen de la Muralla (Albaicín, Gra-
nada) uno de los dos hornos hallados estuvo dedicado
fundamentalmente a la producción de tegulae, imbrices
y ladrillos y en la villa del Cortijo del Soto de Roma (Tras-
mulas) se fabricaron materiales de construcción tegulae,
imbrices y ladrillos (algunos con inscripción) en los siglos
IV y V. En los alfares de la costa granadina se produjeron
envases de productos derivados del pescado, olearios y
vinarios para establecimientos rurales que, en muchos
casos, se asocian con materiales de construcción y cerá-
mica común. Ejemplo de ello son La Loma de Ceres (Mo-
vizar) entre el siglo I a. C. y el IV d. C. (Fernández, 2004a),
Los Matagallares (Salobreña), entre los siglos I y III d. C.
(Torrecilla 1998, 415-424) y el Cortijo Chacón (Salobreña).
Ya en la provincia de Jaén se han documentado, en
el Polígono Industrial de San Roque (Arjonilla), cinco
hornos de un complejo alfarero que fabricaba funda-
mentalmente material de construcción y quizás cerámica
común (Fernández, 2004b, 266).
En el caso de Sevilla, el magnífico trabajo de síntesis
sobre los numerosos alfares conocidos en esta provincia es
bastante revelador de las características de la producción
de material constructivo. Según el citado trabajo, fue a raíz
del proceso urbanizador impulsado por Roma, a partir de
Augusto, cuando tuvo lugar la proliferación de centros al-
fareros, especialmente en el valle del Guadalquivir, como
respuesta a las necesidades de envases para la producción
de aceite. Del mismo modo sucedió en el ámbito de la
Bahía de Cádiz en relación con los derivados de la pesca
y de la vid. Este fenómeno se dió paralelamente a la pro-
liferación de pequeñas alfarerías rurales dependientes de
villae o dentro de vici, en gran medida reflejo de la urba-
nización del campo (Chic y García, 2004, 280).
En el total de alfarerías documentadas en esta pro-
vincia (131), se ha podido constatar para época altoim-
perial que un elevado número de talleres (82) fabricaba
material constructivo como producción secundaria, lo
que representaría un 10,45% del total (Chic y García,
2004, 320). Apunta la posibilidad de que muchos de los
alfares rurales fabricaran material constructivo como ma-
terial subsidiario con un marcado carácter de autocon-
sumo o de intercambio local (Chic y García, 2004, 334).
De hecho, 69 de los 82 alfares que produjeron material
latericio corresponden a establecimientos rurales y 4 a
aglomeraciones rurales, mientras que 9 de ellos corres-
ponden a centros urbanos o suburbanos. En todos se fa-
bricaron tegulae y ladrillos, solamente en 5 se hallaron
imbrices y en 2 se produjeron además pequeños ladrillos
de pavimento. Es interesante señalar la aparición muy
abundante (31 talleres) de fallos de cocción de material
latericio, lo que confirma la fabricación en ellos de este
tipo de productos.
Algunas recientes excavaciones de importantes cen-
tros alfareros, como el de Azanaque (Romo y Vargas,
2001, 409 ss.) en Lora del Río (Sevilla), han documen-
tado producciones esencialmente de ánforas Dressel 20
y 23, además de otros materiales, entre ellos tegulae, la-
terculi, imbrices y “ladrillos de excelente factura”. Se trata
de una instalación industrial con horno, piletas de de-
cantación, silos de almacenamiento, superficies de seca -
do, etc., activo desde época julio-claudia hasta mediados
del el siglo V. Este último alfar es uno de los ejemplos,
cada vez más comunes, cuyo interés radica en su exca-
vación relativamente reciente y en el empleo de una me-
todología rigurosa que ha permitido caracterizar de forma
adecuada sus producciones.
Otro aspecto de interés es la significativa coinciden-
cia, sobre todo a partir de época flavia, de marcas de se-
llos que aparecen sobre los ladrillos y tegulae y los que
aparecen sobre las ánforas pudiendo constatar, del mismo
modo que en el caso de las comunes, que proceden de
las mismas figlinae (Chic y García, 2004, 320). Este hecho
ha permitido también plantear la interesante propuesta
de la utilización como lastre de estos materiales hacia
mercados interiores para contribuir al abastecimiento de
determinadas demandas puntuales, como podría ser el
caso de Italica (fig. 12) para la construcción de la Nova
Urbs (Chic y García, 2004, 325; Rico, 1995, 213).
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mediados del siglo I d. C. (Mayet y Silva, 1998, 43-47). En
este taller se han logrado diferenciar hornos circulares
para la fabricación de ánforas y rectangulares para cerá-
mica común y materiales de construcción (Mayet y Silva,
1998).
En la Bética, sin embargo, estos tipos de hornos no
son los más habituales, aunque sí se han documentado
en diversos lugares. En Cádiz se constata algún ejemplo
de horno rectangular –tipo IIb de Cuomo di Caprio– aso-
ciado a material latericio sin que esta producción sea ex-
clusiva, ni siquiera, como en el caso de Villa Victoria, se
trate de la producción principal del alfar (fig. 13). En este
caso se produjeron, desde época augustea, diversos ma-
teriales anfóricos, cerámica común y material construc-
tivo (Bernal et alii, 2004). En el alfar de El Rinconcillo, en
las más recientes excavaciones del año 2000, se docu-
mentó un horno de tipo IIb, de finales del siglo I a. C.-
med. siglo I d. C. (Bernal y Jiménez, 2004, 599) y en la
Avda. de la Diputación (Algeciras) se utilizó un horno
del mismo tipo para la cocción de materiales cerámicos
y de material constructivo indistintamente (Tomassetti y
Bravo, 2006, 258-262).
Problemática y líneas de investigación
Una de las cuestiones que ha suscitado mayor interés en
relación con la fabricación de materiales constructivos
es la tipología de los hornos. Con cierta frecuencia los
hornos rectangulares, fundamentalmente del tipo IIb de
Cuomo di Caprio, se han relacionado con la fabricación
de materiales latericios, quizás debido a su morfología
angular que permite optimizar la capacidad del horno
(Le Ny, 1988, 50-60; Mayet y Silva, 1998, 46-47). Estos
hornos son muy comunes en algunas provincias roma-
nas; en la Galia son los más abundantes (Le Ny, 1988,
88), también en Bretaña y en Hispania en la Tarraco-
nense (Tremoleda, 1995, 88). En concreto, en la zona ca-
talana comienzan a utilizarse a partir de época republicana
asociados a materiales de construcción (Tovar y Bermú-
dez, 1989), aunque no siempre fueron utilizados para
cocción de material constructivo.
También son numerosos los casos en los que apa -
recen hornos rectangulares o de paredes rectas conjun-
tamente con otros circulares, como ocurre en el taller
lusitano de Pinheiro, en la desembocadura del Sado, de
Figura 12. Paramento de opus testaceum del anfiteatro de Italica (Santiponce, Sevilla).
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en el caso de Cruz Verde –Brenes, Sevilla– (Chic y Gar-
cía, 2004, 317), o en el alfar de la c/ Carretería de Má-
laga. En éste último, mayoritariamente dedicado a la
producción de ánforas en los siglos I y II d. C., se docu-
mentaron dos hornos, en uno de los cuales, de planta
cuadrada, se fabricaron materiales constructivos (Ram-
bla y Mayorga, 1997). Asimismo, el horno rectangular de
los Matagallares (Salobreña, Granada), de dimensiones
más reducidas que los de los siglos I y II d. C., se ha re-
lacionado con materiales constructivos (Bernal y Lorenzo,
2004, 501). Estos últimos ejemplos permiten plantear la
posibilidad de que en alfares de cierta envergadura y con
una producción importante pudieran existir hornos es-
pecializados (Chic y García, 2004, 318).
Sin embargo, mayoritariamente no es posible di feren -
ciar los tipos de hornos en relación con las pro duccio -
nes. Así, por ejemplo, los documentados en la provincia
de Huelva son, todos ellos, de planta piriforme con in-
dependencia del material al que se destinaron (Campos
et alii, 2004, 150). También en la provincia de Málaga se
ha podido asociar la producción latericia con hornos de
planta circular tipo Id en determinados alfares –Valle de
También se han documentado algunos ejemplos se-
mejantes en Córdoba. En el Viaducto del Pretorio, al norte
de la ciudad, se hallaron dos hornos romanos de planta
rectangular de un centro alfarero en el que, entre los si-
glos I y III, se fabricaron diferentes tipos cerámicos y ma-
terial de construcción (Moreno y Vargas, 2004, 673). Al
menos en uno de ellos se fabricó preferentemente ma-
terial constructivo (tegulae, ladrillos, tegulae mamma-
tae) y, quizás ocasionalmente, cerámica común o incluso
paredes finas (Moreno y Vargas 2004, 676). Asimismo,
del conjunto de cinco hornos de Villaseca (Córdoba),
tres de ellos circulares y dos de planta cuadrangular, estos
últimos –poco habituales en los alfares de producción
de ánforas olearias– podrían haber estado dedicados a la
producción de materiales constructivos (Remesal, 2004,
352). También en la provincia de Málaga, en el Saladillo
(Estepona) se halló un horno de planta rectangular de
la segunda mitad del siglo I d. C., en el que se fabricaron
materiales de construcción (Suarez et alii, 2004, 715).
Solamente en algunos casos ha sido más evidente la
re lación de hornos rectangulares con material cons tructivo
y de material anfórico con hornos de forma circular, como
Figura 13. Horno del alfar de Villa Victoria (San Roque, Cádiz).
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HISPANORROMANASGARAMOND:CERAMICAS HISPANORROMANAS 25/8/08 21:34 Página 767
768 CERÁMICAS HISPANORROMANAS. UN ESTADO DE LA CUESTIÓN
un aspecto que sin duda hubo de tener repercusión en ello
es el hecho de que el material latericio tuvo, como hemos
visto, un uso mucho más esporádico y a menor escala en
la construcción de las grandes ciudades de Hispania que
en otros lugares del Imperio Romano. Seguramente, los
centros productores responderían a medida de esta de-
manda, especialmente enfocada hacia el abastecimiento
de los edificios termales.
Cuál fue la causa de este hecho es otra incógnita que
de beremos resolver en el futuro y cuya explicación quizás
habría que buscar en factores como escasez de made ra
para alimentar los hornos, mantenimiento de de terminadas
tradiciones constructivas, facilidad de acceso a otros ma-
teriales de construcción, entre otros. No obstante, las
construcciones que requerían un abastecimiento más
modesto, caso, por ejemplo, de instalaciones de balnea
rurales, tuvieron fácilmente cubierta su demanda con las
producciones secundarias de los centros productores de
otros materiales y, seguramente, lo mismo debió ocurrir
con los materiales necesarios para las cubiertas de los
edificios. También en el caso de asentamientos rurales tar-
díos –villae– se han recopilado numerosos hallazgos de
los hornos que cubrían la demanda de materiales cons-
tructivos (Villanueva, 1994, 109-118), pudiendo com-
probar el carácter esporádico de estos encargos. Los
talleres alter narían estas producciones con otros mate-
riales, prin cipalmente ánforas y cerámica común, tal y
como se puede comprobar en algunos de los ejemplos
citados.
Abdalajís, Cerro Alcaide (Casa Bermeja), Cuevas del Be-
cerro, Velez Málaga– mientras que, en otros casos –Cam-
pillos, Estepona, Peñarrubia–, hornos de planta rectangular
tipo IIb (fig. 14) produjeron cerámica común y materia-
les de construcción (Serrano, 2004).
Otros muchos interrogantes quedan aún por re solver
en relación con las producciones de material latericio. Si
bien los centros alfareros de carácter rural constituyen
hoy en día un ámbito más conocido, especialmente gra-
cias al incesante desarrollo de los estudios relativos a la
fabricación de ánforas, no ocurre así con los ámbitos ur-
ba nos. La escasa representación de sellos latericios impi -
de conocer la organización de los talleres que se ubi carían
en el entorno de las ciudades, su dependencia o no de los
poderes públicos y el grado de especialización de los cen-
tros productores. Algunos sellos hallados permiten con-
siderar la propiedad privada de estas fábricas y en algunos
casos sabemos que las producciones latericias procedían
de las mismas figlinae productoras de ánforas. Asimismo,
a través de los sellos cabe valorar las importaciones de
materiales constructivos, siempre en proporciones mi-
noritarias con respecto a los de fabricación local.
Otro aspecto a dilucidar es si esta producción respon -
día a demandas concretas en relación, por ejem plo, con
los programas constructivos de las ciudades como pare ce
haber sucedido en Italica, si mantendrían una produc ción
continua y reducida para abastecer a los pe queños núcleos
del entorno, o la posible especialización de los alfareros
instalados en el entorno de las ciudades. En cualquier caso,
HISPANORROMANASGARAMOND:CERAMICAS HISPANORROMANAS 25/8/08 21:34 Página 768
Figura 14. Hornos rectangulares de la provincia de Málaga: 1. Cortijo de los Monjes (Campillos); 2. Bobadilla (Antequera); 3. Peñarrubia.
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