el estudio de la ira en los trastornos cardiovasculares mediante el empleo del inventario de...

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A nsiedad y E strés ISSN: 1134-7937 1997, 3(1), 5-20 EL ESTUDIO DE LA IRA EN LOS TRASTORNOS CARDIOVASCULARES MEDIANTE EL EMPLEO DEL INVENTARIO DE EXPRESIÓN DE IRA ESTADO-RASGO –-STAXI- J.J. Miguel-Tobal, Mª I. Casado, A. Cano-Vindel y C.D. Spielberger *Universidad Complutense de Madrid, ** Center for Research in Behavioral Medicine and Health Psychology. University of South Florida Resumen: En este trabajo se revisan los conceptos de ira, hostilidad y agresión, sus relaciones y su influen- cia sobre los trastornos cardiovasculares. Así mismo se describe la versión española del Inventario de Ex- presión de Ira Estado-Rasgo -STAXI- (State-Trait Anger Expression Inventory) (Spielberger, 1988, 1991). Finalmente se presentan los resultados de dos estudios diferentes: el primero de ellos realizado con pacientes hipertensos; el segundo con sujetos que han sufrido infarto de miocardio. En ambos estudios, se encuentra que la ira interna diferencia a los sujetos que conforman los grupos pa- tológicos de los sujetos del grupo control, siendo las puntuaciones de hipertensos e infartados significati- vamente superiores a las de los sujetos normales. Palabras Clave: Ira, Hostilidad, Hipertensión, Infar- to de miocardio Abstract: In this paper the terms of anger, hostil- ity and aggression, their relationship between them and influence on cardiovascular disorders are revised. As well, the Spanish version of the State-Trait Anger Expression Inventory -STAXI- (Spielberger 1988, 1991), labelled Inventario de Expresión de Ira Estado-Rasgo, is described. Fi- nally, results of two different studies are pre- sented: first one carried out with hypertensive pa- tients and second with myocardial infarction pa- tients. There were significant higher scores in an- ger-in both for hypertensives and myocardial in- farction patients as compared as their control groups. Key words: Anger, Hostility, Hypertension, Myo- cardial infarction. Title: The study of anger in cardiovascular disorders by means of the State-Trait Anger Expression Inventory -STAXI. Introducción Las emociones o reacciones emocionales son consideradas respuestas en las que cabe distinguir un buen número de elementos (subjetivos, somáticos y expresivos) que in- teractúan entre sí. Esta variedad de elemen- tos, si bien enriquece su estudio, dificulta su definición ya que en principio puede haber tantas definiciones como elementos distintos en los que recaiga el énfasis. Por * Dirigir la correspondencia a: Dr. Juan José Miguel-Tobal. Dep. Psicología Básica II (Procesos Cognitivos). Facultad de Psicología. Universidad Complutense de Madrid. Campus de Somosaguas. 28223 Madrid. Fax: (91) 394.31.89. E-Mail: [email protected] © Copyright 1997: de los Editores de Ansiedad y Estrés Artículo recibido: 3-3-97, aceptado: 8-4-97 ello, encontramos que los distintos autores coinciden en describir la ira como una emoción pero discrepan en sus definiciones según el elemento considerado clave. Buss (1961) incluye en su definición componentes autonómicos y esquelético- faciales. Feshbach (1964) conceptualiza la ira como un estado indiferenciado de arou- sal emocional. Kaufman (1970) la define como una emoción que implica un estado de activación fisiológica que conlleva actos fantaseados o intencionados que culmina con efectos perjudiciales para terceras per- sonas. Schachter (1971) y Novaco (1975) definen la ira como un estado emocional en

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Ansiedad y

Estrés ISSN: 1134-7937

1997, 3(1), 5-20

EL ESTUDIO DE LA IRA EN LOS TRASTORNOS

CARDIOVASCULARES MEDIANTE EL EMPLEO DEL INVENTARIO DE EXPRESIÓN DE IRA ESTADO-RASGO –-STAXI-

J.J. Miguel-Tobal, Mª I. Casado, A. Cano-Vindel y C.D. Spielberger

*Universidad Complutense de Madrid, **Center for Research in Behavioral Medicine and Health Psychology. University of South Florida

Resumen: En este trabajo se revisan los conceptos de ira, hostilidad y agresión, sus relaciones y su influen-cia sobre los trastornos cardiovasculares. Así mismo se describe la versión española del Inventario de Ex-presión de Ira Estado-Rasgo -STAXI- (State-Trait Anger Expression Inventory) (Spielberger, 1988, 1991). Finalmente se presentan los resultados de dos estudios diferentes: el primero de ellos realizado con pacientes hipertensos; el segundo con sujetos que han sufrido infarto de miocardio. En ambos estudios, se encuentra que la ira interna diferencia a los sujetos que conforman los grupos pa-tológicos de los sujetos del grupo control, siendo las puntuaciones de hipertensos e infartados significati-vamente superiores a las de los sujetos normales. Palabras Clave: Ira, Hostilidad, Hipertensión, Infar-to de miocardio

Abstract: In this paper the terms of anger, hostil-ity and aggression, their relationship between them and influence on cardiovascular disorders are revised. As well, the Spanish version of the State-Trait Anger Expression Inventory -STAXI- (Spielberger 1988, 1991), labelled Inventario de Expresión de Ira Estado-Rasgo, is described. Fi-nally, results of two different studies are pre-sented: first one carried out with hypertensive pa-tients and second with myocardial infarction pa-tients. There were significant higher scores in an-ger-in both for hypertensives and myocardial in-farction patients as compared as their control groups. Key words: Anger, Hostility, Hypertension, Myo-cardial infarction.

Title: The study of anger in cardiovascular disorders by means of the State-Trait Anger Expression Inventory -STAXI.

Introducción

Las emociones o reacciones emocionales son consideradas respuestas en las que cabe distinguir un buen número de elementos (subjetivos, somáticos y expresivos) que in-teractúan entre sí. Esta variedad de elemen-tos, si bien enriquece su estudio, dificulta su definición ya que en principio puede haber tantas definiciones como elementos distintos en los que recaiga el énfasis. Por

* Dirigir la correspondencia a: Dr. Juan José Miguel-Tobal.

Dep. Psicología Básica II (Procesos Cognitivos). Facultad de Psicología. Universidad Complutense de Madrid. Campus de Somosaguas. 28223 Madrid. Fax: (91) 394.31.89. E-Mail: [email protected]

© Copyright 1997: de los Editores de Ansiedad y Estrés Artículo recibido: 3-3-97, aceptado: 8-4-97

ello, encontramos que los distintos autores coinciden en describir la ira como una emoción pero discrepan en sus definiciones según el elemento considerado clave.

Buss (1961) incluye en su definición componentes autonómicos y esquelético-faciales. Feshbach (1964) conceptualiza la ira como un estado indiferenciado de arou-sal emocional. Kaufman (1970) la define como una emoción que implica un estado de activación fisiológica que conlleva actos fantaseados o intencionados que culmina con efectos perjudiciales para terceras per-sonas. Schachter (1971) y Novaco (1975) definen la ira como un estado emocional en

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el que incluyen tanto factores cognitivos como fisiológicos. Izard (1977) describe la ira como una emoción primaria que se pre-senta cuando un organismo es bloqueado en la consecución de una meta o en la satis-facción de una necesidad. Diamond (1982) la conceptualiza como un estado de arousal con componentes expresivos, subjetivos, viscerales y somáticos (una revisión exten-sa puede verse en Diamond, 1982).

Adentrándonos en una explicación cog-nitiva de la emoción, para algunos autores, la ira está relacionada con el concepto de valoración. Aunque los procesos tempera-mentales, endocrinos, neurológicos y fisio-lógicos influyen en el umbral de irritabili-dad, la ira se produce, psicológicamente, cuando una condición, que puede ser un acontecimiento externo, una condición in-terna o una combinación de ambas, se eva-lúa de determinadas formas. En el proceso primario de valoración (Lazarus, 1991) la fuente precipitante se evalúa y se interpreta como una violación del terreno personal (Beck, 1976), una violación de las expecta-tivas y reglas personales (Beck, 1988; Dry-den, 1990), un ataque de culpa sobre la identidad del yo (Lazarus, 1991) y/o un bloqueo de la conducta dirigida hacia un fin. Además, la ira surge si la fuente que la precipita se juzga que es intencional, previ-sible, injustificada, y/o culpable. Las valo-raciones secundarias (Lazarus, 1991) im-plican la evaluación del individuo sobre su propia capacidad de afrontamiento. La per-sona puede percibirse a sí misma como in-capaz de afrontarlo, pero experimenta irri-tabilidad debido a las valoraciones prima-rias. Sin embargo la valoración secundaria no proviene necesariamente de la percep-ción de una incapacidad de afrontamiento, ya que el individuo puede poseer habilida-des adecuadas pero pensar que no debería afrontarlo o incluso que no debería ser ex-puesto a condiciones negativas. Son proce-

sos de valoración denominados en ocasio-nes como baja tolerancia a la frustración (Ellis, 1977; Dryden, 1990). La ira tiende también a aumentar si en el individuo pri-ma el ataque como modo de afrontamiento y/o posee expectativas de resultados positi-vos de ataque (Lazarus, 1991).

En un intento de reunificación de las distintas líneas explicativas, la ira puede ser definida como una emoción displacentera que conlleva sentimientos que pueden osci-lar desde la irritación hasta la furia o rabia pasando por lo que en castellano denomi-namos enfado o cabreo. Estos sentimientos constituyen el componente subjetivo o cognitivo de la emoción de ira que se acompaña de una respuesta fisiológica ca-racterizada por incrementos de activación del Sistema Nervioso Simpático, del Siste-ma Endocrino, aumentos de tensión muscu-lar y de una respuesta motora que implica distintas expresiones faciales y conductas de tendencia agresiva. Esta emoción es eli-citada principalmente en situaciones inter-personales y de relación evaluadas por el sujeto como violación intencional e injusti-ficada de sus expectativas o de su terreno personal, siendo el ataque una de las formas de afrontamiento prioritariamente elegida.

La ira comienza a ser estudiada como una característica de personalidad al igual que la ansiedad y en un primer momento se pone especial enfasis en la distinción entre estado y rasgo de ira (Spielberger, Jacobs, Rusell y Crane, 1983). Pero la revisión de la literatura sobre la ira y la hostilidad muestran que se tienden a confundir la ex-periencia y la expresión de ira con determi-nantes situacionales de reacciones de ira. El fenómeno evaluado por las primeras es-calas era heterogéneo y complejo, confun-diéndose continuamente tres conceptos re-lacionados: ira, hostilidad y agresión. Un modelo teórico coherente que distinguiera los tres conceptos y que explícitamente re-

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conociera la distinción estado-rasgo parecía necesario para desarrollar y validar un ins-trumento psicométrico sobre la ira.

Por ello, para clarificar el término ira no es suficiente con exponer una definición in-tegradora, sino que es imprescindible tanto su diferenciación con otros términos afines como el estudio de los diferentes elementos que la conforman.

Spielberger et al. (1983) marcan una distinción clásica entre los tres conceptos: - Ira se refiere a un estado emocional ca-

racterizado por sentimientos de enojo o enfado de intensidad variable.

- Hostilidad hace referencia a una actitud persistente de valoración negativa de y hacia los demás.

- Agresión se entiende como una conducta dirigida a causar daño en personas o cosas. Según estos autores, la ira es un concepto

más simple que la hostilidad o la agresión. La hostilidad sería básicamente una actitud que usualmente implica sentimientos de en-fado o ira, y que motiva hacia comporta-mientos agresivos dirigidos a la destrucción de objetos, al insulto a otras personas, o a la provocación de algún daño. Por su parte, mientras que la ira y la hostilidad se refie-ren a sentimientos y actitudes, la agresión implica un paso más allá, con la aparición de comportamientos destructivos o puniti-vos dirigidos a otras personas u objetos.

Pero evidentemente los tres conceptos se entremezclan constantemente. La hosti-lidad implica usualmente sentimientos ai-rados y a su vez, conlleva actitudes que motivan a la conducta agresiva. Del mismo modo, aunque la ira sea en principio un concepto considerado más simple que el de agresión, entre las formas de expresión de la ira (como veremos más adelante) se con-templan las conductas agresivas hacia el entorno, tanto verbales como físicas.

Siguiendo en este intento de distinción se establece una diferenciación entre agre-sión hostil y agresión instrumental. La pri-mera hace referencia a conductas motiva-das por la ira, mientras que la segunda hace referencia a conductas agresivas dirigidas a salvar obstáculos que se interponen en la consecución de una meta.

Dado el continuo solapamiento entre las definiciones conceptuales de ira, hostilidad y agresión, así como la variedad de proce-dimientos operativos que se han usado para valorar estos constructos, se crea el concep-to de Síndrome AHA -Anger, Hostility, Aggresion- (Spielberger, Johnson, Russell, Crane, Jacobs y Worden, 1985; Spielber-ger, Krasner y Solomon, 1988). Aunque intentemos diferenciar estos tres tipos de fenómenos, con frecuencia podemos en-contrarlos juntos en una determinada reac-ción emocional. Haremos referencia a este síndrome al referirnos a la relación entre ira y trastornos cardiovasculares donde, sin duda, cobra su verdadera relevancia ayu-dando a su vez a delimitar con mayor clari-dad el propio concepto de ira.

En la conceptualización de la ira y con el objetivo de poder crear instrumentos vá-lidos de medida es necesario separar los tres grandes componentes de la reacción emocional de ira: la experiencia, la expre-sión y los cambios fisiológicos. La expe-riencia de ira se refiere a los procesos sub-jetivos, a los pensamientos relacionados, a las sensaciones que los acompañan y a los procesos cognitivos relacionados con la hostilidad. La expresión de la ira se refiere a los aspectos observables en el comporta-miento de una persona que muestra enfado, como son la expresión facial característica de cabreo, con cambios musculares y vas-culares observables, el tono y el volumen de la voz, la postura y los movimientos, etc. Respecto a los cambios fisiológicos, es más difícil encontrar un patrón de cambio

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universal en la reaccción de ira, que nos permita hacer una descripción clara de di-chos cambios, ya que existen muchas dife-rencias individuales con respecto a este ti-po de respuestas, sin embargo parece que existe una cierta relación entre ira y reacti-vidad cardiovascular, que veremos más adelante.

Estos tres componentes de la reacción emocional de ira pueden ser relativamente independientes. Aunque podría pensarse que en una reacción normal un individuo experimentará sentimientos de ira o enfado, se activará fisiológicamente y mostrará su enfado con conductas verbales, no verbales y físicas, sin embargo puede que alguno de los tres tipos de manifestaciones no llegue a producirse. Por ejemplo, una persona puede sentirse enfadada, estar fisiológica-mente activada, pero no expresar su ira ex-ternamente. En este sentido, la ira se com-portaría de la misma forma que otras emo-ciones, como es el caso del miedo.

Este concepto de ira como emoción que se manifiesta a través de tres canales de respuesta (subjetivo-cognitivo, fisiológico y motor-observable), que pueden funcionar de manera concordante o discordante, es más amplio que el que presentan aquellas definiciones que se centran sólo en uno o dos de los componentes emocionales (cog-nitivo, fisiológico o motor). Este concepto amplio de ira invade, en parte, los concep-tos de hostilidad y agresión, quedando el concepto de hostilidad reducido a una mera actitud, que en algún momento puede des-encadenar estados emocionales de ira; mientras que la agresión sería sólo una de las formas posibles de expresar una reac-ción de ira (aunque también puede haber conducta agresiva instrumental, sin estado de ira). De esta manera, el síndrome AHA, como unión o continuidad entre los tres componentes (ira, hostilidad y agresión), que se entremezclan continuamente, queda-

ría parcialmente cubierto por una concep-ción amplia de ira como reacción emocio-nal, que se manifiesta a nivel subjetivo, fi-siológico y motor.

Se ha hecho ya clásica la división de la expresión de la ira en tres grandes compo-nentes: ira externa, ira interna y control de ira (Spielberger, 1988, 1991). Ira interna se refiere a la tendencia a suprimir los sen-timientos de enfado antes que a expresarlos física y verbalmente. La expresión interna de la ira supone esfuerzos por parte del su-jeto para que el enfado no sea observable. El sujeto vive la experiencia de la ira sin expresarla de forma externa. La expresión externa, en cambio, hace referencia a cuan-do la experiencia de ira es expresada o ma-nifestada por el individuo en conductas agresivas dirigidas hacia el entorno. Final-mente, control de ira implica acciones por parte del individuo para controlar sus sen-timientos de enfado, y en muchos casos in-tentando resolver el problema que los ha provocado.

Pero la ira, además de estudiarse como reacción emocional, también puede estu-diarse como un rasgo o característica indi-vidual. Desde esta perspectiva, la reacción emocional sería un estado. Se define el es-tado de ira como el estado emocional o condición que incluye sensaciones subjeti-vas de tensión, enojo, irritación, furia o ra-bia, con activación concomitante o arousal del sistema nervioso autónomo (Spielber-ger et al., 1983; Spielberger et al., 1988; Deffenbacher, 1992). Mientras que el rasgo de ira se refiere a la tendencia o propensión individual a reaccionar con estados de ira.

Las diferencias entre sujetos con alto y bajo rasgo de ira parecen claras. Según el grupo de Deffenbacher (Deffenbacher, Demm y Brandon, 1986; Story y Deffenba-cher, 1986; Deffenbacher y Eiswerth-Cox, 1991) los datos obtenidos reflejan que los individuos con mayor rasgo de ira presen-

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tan mayores niveles de estado de ira en un mayor número de situaciones, medido a través del Inventario de Ira -Anger Invento-ry- de Novaco (1975). A su vez, López y Thurman (1986) obtienen resultados simi-lares trabajando con muestras de estudian-tes universitarios. Los sujetos con un ele-vado rasgo de ira informaban encolerizarse más frecuentemente e intensamente, ante en una serie de estímulos estresantes co-munes a ambos grupos de estudiantes, que los sujetos bajos en rasgo de ira.

Los individuos de elevada tendencia a la irritabilidad informan también de una mayor activación fisiológica relacionada con la ira. Ahora bien, los sujetos de alta y baja irritabilidad no se diferencian en la clase de síntomas de los que informan, sino únicamente en la intensidad de la respuesta (Deffenbacher, 1992).

En general, ante las situaciones moles-tas, los individuos con puntuaciones altas en rasgo de ira, informan de reacciones de ira significativamente más altas, así como de reacciones diarias de ira más frecuentes e intensas. En conclusión (Deffenbacher, 1992) parece que no hay diferencias entre sujetos de alta y baja irritabilidad en cuanto al tipo de situación a la que se ven expues-tos, sino que la diferencia estriba en que los sujetos con alta irritabilidad responden ante ellas con mayor reacción de ira. Además, la ira aparece principalmente en contextos in-terpersonales, lo que apoya las observacio-nes de Averill (1983).

Desde un punto de vista clínico, es poco probable que los individuos con alta pro-pensión a la ira busquen ayuda psicológica. Sin embargo, Deffenbacher (1993) defien-de la existencia de una irritabilidad crónica caracterizada por experimentar sentimien-tos de ira en grado suficiente como para buscar ayuda psicológica. En su estudio re-cogieron una muestra de estudiantes uni-versitarios que puntuaban en el cuartil su-

perior de la Escala de ira Rasgo (Trait An-ger Scale -TAS- Spielberger, 1988; Spiel-berger, Jacobs, Russell y Crane, 1983) y que indicaban tener un problema personal con la ira y un deseo de buscar ayuda. Este grupo de sujetos con elevada irritabilidad se comparó con un grupo de baja irritabili-dad, sin problemas de ira (definido por su-jetos que se encontraban en el cuartil más bajo del TAS y que indicaban que no tení-an problemas con la ira). Los datos apunta-ron que los sujetos de alta irritabilidad ex-perimentaban consecuencias negativas de forma significativamente más frecuente. Por ejemplo, los individuos con irritabilidad crónica presentaban mayor probabilidad de abuso de alcohol y una menor autoestima (Stark y Deffenbacher, 1986). Ira y Trastornos cardiovasculares

La concepción multifactorial de la in-vestigación sobre los trastornos cardiovas-culares hizo posible el relanzamiento de la ira como uno de los factores de riesgo a considerar en su predicción y explicación. El desarrollo del Patrón de Conducta Tipo A (PCTA) en la década de los 50, de mano de los cardiólogos Friedman y Roseman, fue sin duda uno de los impulsores de este hecho, incluyendo como características de dicho patrón de riesgo cardiovascular acti-tudes y emociones conceptualizadas como hostilidad, impaciencia, ira y agresividad. Tras un periodo de auge en el estudio del PCTA en su relación con los trastornos cardiovasculares empezaron a surgir diver-sos estudios en los que se cuestiona dicha relación. Los resultados contradictorios lle-varon a los investigadores a cuestionarse el PCTA, admitiendo que no era un fenómeno unitario, focalizándose el interés en el estu-dio de los distintos componentes para de-limitar cuál de ellos era el verdadero pre-dictor de los trastornos cardiovasculares.

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Fue entonces cuando la ira-hostilidad comenzó a perfilarse como uno de los componentes del PCTA con capacidad para predecir el padecimiento de enfermedades cardiovasculares. De este modo, el objetivo de muchas investigaciones pasó a ser la ve-rificación de la relación existente entre la ira-hostilidad y las enfermedades cardio-vasculares, así como entre la ira-hostilidad y la reactividad fisiológica, comenzando así, a ser identificada como el núcleo esen-cial que conforma dicho patrón de predis-posición coronaria. A este respecto, Shu-maker y Czajkowski (1994) consideran que la ira aparece como el componente más es-table del PCTA (Steinber, 1986) y que es la variable psicológica que muestra mayor re-lación con la hipertensión y los trastornos cardiovasculares (Krantz el al. 1988).

Uno de los problemas que surgen al in-terpretar los resultados de las investigacio-nes es que los diferentes componentes emocionales del constructo de hostilidad se mezclan y confunden con los actitudinales y cognitivos, y éstos con los conductuales y viceversa (Palmero, Espinosa y Breva, 1994). Tratando de solucionar este pro-blema se definen los tres componentes o elementos esenciales del Síndrome AHA (Spielberger et al, 1985; Johnson, 1990; Smith, 1994).

En este contexto, la ira y la hostilidad son considerados como atributos cognitivos mientras que la agresión toma el papel de componente conductual. Desde esta pers-pectiva, aunque la ira se muestra como una condición necesaria pero no suficiente para el desarrollo de actitudes hostiles y conductas agresivas, en muchos casos es la responsable de la aparición de las mismas, por lo que se entiende como un componente más básico que los otros dos (Johnson, 1990).

Esta consideración ha provocado que en la actualidad la búsqueda se centre en la relación existente entre la ira y el padeci-

miento cardiovascular. Sin embargo no creemos que centrarse en la ira suponga olvidar los otros dos conceptos. Como hemos visto, en la definición de los distin-tos componentes de la ira están presentes los conceptos de hostilidad y agresión. Quizá a lo que nos enfrentemos en un futu-ro sea a la unión de los tres conceptos, que en un principio se intentó definir separa-damente y después aglutinar en el Síndro-me AHA, en un concepto integrador que bajo la etiqueta de ira integre las caracterís-ticas de los tres componentes (emoción, cognición y conducta).

Pero tras este intento unificador, en su relación con los trastornos cardiovasculares los esfuerzos se centran en la actualidad en determinar que dimensiones de este nuevo concepto de ira están relacionadas con tras-tornos cardiovasculares y es posible que sólo ciertas dimensiones presenten asociación.

En la actualidad contamos ya con un buen número de estudios que intentan bus-car esta relación (Matthews, Glass, Rosen-man y Bortner, 1977; Willians, Haney, Lee, Kong, Blumenthal, y Whalen, 1980; Van Dijl, 1982; Barefoot, Dahlstrom y Wi-lliams, 1983; Jenkins, Stanton, Klein, Sa-vageau y Harken, 1983; MacDougal, Dem-broski, Dimsdale y Hackett, 1985; Sieg-man, Dembroski y Ringel, 1987; Smith y Pope, 1990).

Señalando algunas conclusiones, Smith y Christensen (1992) proponen un modelo que sugiere que las personas hostiles expe-rimentan episodios de ira con más frecuen-cia y se hallan más a menudo en un estado de vigilancia de su medio ambiente; existe por tanto una asociación entre ira y vigilan-cia que conlleva niveles elevados de res-puestas cardiovasculares y neuroendocrinas que contribuyen al desarrollo de enferme-dad.

Suarez y Williams (1990) consideran que las personas con hostilidad alta y pro-

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babilidad de mostrar ira hacia fuera tienen más riesgo de padecer trastornos corona-rios, mientras que quienes suprimen la ex-presión de ira tienen un riesgo más alto de padecer hipertensión.

Debemos señalar, así mismo, trabajos que relacionan las variables de ira y hosti-lidad con la enfermedad argumentando que las personas hostiles aumentan su riesgo de padecer una enfermedad debido a que sus hábitos de salud son deficitarios. Así por ejemplo, Smith y Christensen (1992) en-cuentran correlaciones entre alta hostilidad y falta de ejercicio físico, bajo cuidado per-sonal y episodios de bebida y juego.

Diferentes estudios han mostrado que las expresiones abiertas de ira y también la ira hacia dentro correlacionan con la en-fermedad coronaria, con la reactividad car-diovascular o con la hipertensión (una revi-sión puede verse en Fernández-Abascal y Martín, 1994).

Entre los estudios de seguimiento que aportan datos sobre la relación entre ira y trastornos coronarios se encuentran el co-nocido Estudio Framingham de Riesgo Co-ronario, donde tras ocho años de segui-miento de 1674 individuos (Haynes, Fein-leib y Kannel, 1980) se encuentra una aso-ciación entre no mostrar ira (medida a tra-vés de la escala de Ira Framingham) y tras-tornos coronarios en trabajadores de cuello blanco con edades inferiores a 65 años. En mujeres entre 55 y 64 años que desarrollaron un trastorno coronario se encontraron puntua-ciones significativamente más elevadas de ira hacia adentro comparadas con el grupo que no desarrolló trastorno.

Centrándonos en la relación entre ira e hipertensión esencial en general los datos de investigación sugieren que los sujetos hipertensos se caracterizan por presentar mayores niveles de ira en general y en lo que especialmente algunos autores han denomi-nado inhibición de ira, ira interna o dificultad

de expresar la ira (Baer et al., 1979; Harburg et al., 1979; Schalling y Svensson, 1984; Thailer et al., 1985; Dimsdale et al., 1986; Boutelle et al. 1987; Goldstein et al., 1988; Suarez y Williams, 1990).

Spielberger, Crane, Kearns, Pellegrin y Rickman (1991) señalan que los pacientes hipertensos presentan puntuaciones signifi-cativamente más elevadas en rasgo de ira que los sujetos normotensos, especialmente tienden a reaccionar con más ira cuando son evaluados negativamente o tratados in-justamente. Así mismo, los hipertensos presentan más frecuentemente experiencias intensas de ira y tienden a suprimir su ira con más frecuencia que a expresarla exter-namente

Para una revisión más amplia del papel de la ira y la hostilidad en distintos trastor-nos puede verse Siegman y Smith (1994), y en nuestro país, revisiones como la de Fernández-Abascal y Martín (1994); Mi-guel Tobal y Casado (1994) o Palmero, Es-pinosa y Breva (1994) entre otras. Inventario de Expresión de Ira Estado-Rasgo -S.T.A.X.I.-

En 1992 comenzamos a trabajar en la versión experimental española del Inventa-rio de Expresión de Ira Rasgo-Estado con la traducción del original en inglés "State-Trait Anger Expression Inventory" (Spiel-berger, 1988, 1991), respetando su formato original e intentando preservar el significa-do de cada ítem y adaptarlo a las expresio-nes del idioma español. Con esta primera versión española hemos llevado a cabo dis-tintos estudios obteniéndose resultados sa-tisfactorios. Tanto el formato definitivo de la versión española como buena parte de los resultados obtenidos con ella, han sido comentados y discutidos con su autor.

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El State-Trait Anger Expression Inven-tory -STAXI- se elaboró a partir de la unión de dos escalas anteriores en las que Spielberger y distintos colaboradores habí-an venido trabajando desde diez años antes: la "State-Trait Anger Scale" y la "Anger Ex-presion Scale"(Spielberger, Jacobs, Russell y Crane, 1983; Spielberger, Johnson, Russell, Crane, Jacobs y Worden, 1985; Spielberger, Krasner y Solomon, 1988). A través del nue-vo instrumento es posible medir además del estado y el rasgo de ira, las distintas facetas de la expresión de la ira.

El STAXI consta de un total de 44 ítems distribuidos en tres partes o escalas con instrucciones específicas y que corres-ponden a las medidas de estado, rasgo y expresión de ira.

Escala de Estado: compuesta de 10 ítems (del 1 al 10) que reflejan sentimien-tos o acciones del tipo: estoy furioso, tengo ganas de romper cosas, me gustaría decir tacos, etc. El sujeto debe responder a cada ítem en una escala de 4 puntos, reflejando cómo se siente en ese momento (1. no en absoluto; 2. algo; 3. moderadamente; 4. mucho).

Escala de Rasgo: compuesta de 10 ítems (del 11 al 20) a los que el sujeto de-be contestar en una escala de 4 puntos (1. casi nunca; 2. algunas veces; 3. a menudo; 4. casi siempre) debiendo responder a los ítems en función de cómo se siente nor-malmente. Ejemplo de algunos de estos ítems son: tengo un carácter irritable, pier-do los estribos, etc. A partir de estos 10 ítems se obtienen puntuaciones además de en la escala de rasgo de ira, en dos subes-calas: temperamento y reacción de ira.

Escala de Expresión : compuesta por 24 ítems (del 21 al 44) que reflejan senti-mientos o acciones que un sujeto puede realizar cuando se enfada. Controlo mi temperamento, tengo paciencia con los demás, discuto con los demás, digo barba-

ridades, pierdo la paciencia, son ejemplo de algunos de sus ítems. El sujeto debe pun-tuar cada ítem según una escala de 4 puntos (igual que la escala de la parte II). Los ítems reflejan cómo reacciona o se compor-ta cuando está enfadado o enfurecido. A partir de estos ítems se obtienen puntuacio-nes en cuatro escalas: Ira interna, Ira ex-terna, Control de ira y Expresión de ira. Descripción de las distintas escalas

* Estado de ira (S-Anger): es una escala con 10 ítems, que mide la intensidad de los sentimientos de ira en un momento determinado.

* Rasgo de ira (T-Anger): es una escala compuesta por 10 ítems que mide dife-rencias individuales en la disposición para experimentar ira; esta escala inclu-ye dos subescalas:

* Temperamento de ira (T-Anger/T): sub-escala que consta de 4 ítems que reflejan la propensión a experimentar y expresar ira sin una provocación específica.

* Reacción de ira (T-Anger/R): subescala que consta de 4 ítems que miden las di-ferencias individuales en la disposición para expresar ira cuando se es criticado o tratado injustamente por otros.

* Ira hacia dentro o Ira interna (AX/In): es una escala compuesta por 8 ítems que miden la frecuencia con la que los sen-timientos de ira son refrenados o supri-midos.

* Ira hacia fuera o Ira externa (AX/Out): es una escala que consta de 8 ítems y que mide la frecuencia con que un indi-viduo expresa ira hacia otras personas u objetos del entorno.

* Control de ira (AX/Con): consta de 8 items que miden la frecuencia con que un individuo intenta controlar la expre-sión de su ira.

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* Expresión de ira (AX/EX): esta escala es-tá basada en las respuestas a los 24 items de las escalas AX/In, AX/Out y AX-Con. Proporciona un índice general de la frecuencia con la que es expresada la ira, independientemente de la dirección de la expresión (externa, interna). Con respecto a los datos sobre fiabilidad

y validez, el rango del coficiente alpha ob-tenido en distintas muestras oscilan entre 0,88 a 0,95 para la escala S-anger; de 0,81 a 0,92 para la escala T-anger. Con respecto a la escala de expresión de ira y sus distin-tas subescalas se han llevado a cabo distin-tos estudios con diferentes muestras que han arrojado coeficientes alpha que oscilan para la escala AX-Con de 0,84 a 0,85; para la escala AX/In de 0,73 a 0,75; para la es-cala AX/Out de 0,69 a 0,77; y para la esca-la general de Expresión de ,73 a 0,84. Más datos sobre su estructura pueden verse en los respectivos manuales (Spielberger y cols, 1983, Spielberger y cols, 1985, Spiel-berger 1988) y en Fernández-Abascal y Martín (1995).

A continuación se presentan dos de los estudios en los que se ha utilizado esta ver-sión del STAXI, el primero centrado en hi-pertensión y el segundo en infarto de mio-cardio. Hipertensión

Miguel-Tobal (1993) llevó a cabo un estudio piloto. Con el objetivo de buscar la relación entre ira e hipertensión esencial utilizando el Inventario de Expresión de Ira Estado-Rasgo -STAXI- en su versión en castellano descrita anteriormente. La mues-tra total estaba formada por 105 sujetos, divididos en dos grupos según sus niveles de presión arterial: normotensos e hiperten-sos. Ambas muestras estaban equiparadas en cuanto a las variables sexo y edad.

Los resultados mostraron un perfil del sujeto hipertenso caracterizado por una

mayor disposición a expresar ira cuando son criticados o tratados de forma injusta (reacción de ira), a refrenar sus sentimien-tos de ira con mayor frecuencia (ira inter-na) y a que sus estados de ira se manifies-ten en conductas agresivas directas (ira ex-terna) de forma menos frecuente que en el grupo normotenso.

Posteriormente se ha llevado a cabo una amplia investigación con el objetivo central de estudiar la relación entre distintas varia-bles psicológicas y los trastornos psicofi-siológicos (Casado, 1994). Derivado de es-te objetivo central se plantean dos objetivos específicos: 1. Estudiar la posible existencia de un per-

fil psicológico específico de los sujetos que presentan determinados trastornos psicofisiológicos con respecto a la po-blación normal.

2. Estudiar si existen perfiles psicológicos específicos asociados a cada trastorno en concreto, es decir, estudiar la existencia de diferencias entre perfiles característi-cos de distintos trastornos. Para ello se seleccionan dos trastornos

psicofisiológicos: la hipertensión esencial y la úlcera péptica.

Entre las variables estudiadas se en-cuentran la ansiedad, la ira, la solución de problemas, variables clásicas de personali-dad y el Patrón de Conducta Tipo A. Para su medida se ha utilizado en los tres estu-dios una batería compuesta por cinco prue-bas: El Inventario de Solución y Afron-tamiento de Problemas -I.S.A.P.-, de Mi-guel-Tobal y Casado (1992); el Inventario de Situaciones y Respuestas de Ansiedad -I.S.R.A.- de Miguel-Tobal y Cano-Vindel (1986, 1988, 1994); el Inventario de Ex-presión de Ira Estado-Rasgo -S.T.A.X.I.- de Spielberger (1988, 1991) en la versión castellana descrita; el Cuestionario de Personalidad -C.E.P.- de Pinillos (1973) y la Escala de Actividad de Jenkins -

J.J.Miguel-Tobal, Mª I.Casado, A.Cano-Vindel y C.D.Spielberger

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J.A.S.- (Forma C) de Jenkins, Zyzanski y Rosenman (1979) en la adaptación caste-llana de Fernández-Abascal (1992).

En este artículo haremos referencia ex-clusivamente a los resultados del primer es-tudio de comparación entre sujetos hiper-tensos y control, en relación a la ira eva-luada a través del STAXI.

La muestra total de este primer estudio está formada por 202 sujetos distribuidos en dos grupos: - Grupo de Hipertensión: 93 sujetos, 61

mujeres (66%) y 32 varones (34%), con edades comprendidas entre 19 y 74 años, siendo la media de edad de 49 años.

- Grupo Control: 109 sujetos, 72 mujeres (66%) y 37 varones (34%), con edades comprendidas entre 19 y 77 años y me-dia de edad de 47 años. En relación a los criterios de inclusión

en los grupos, para ser incluidos en el gru-po de hipertensión esencial los sujetos de-bían cumplir los siguientes requisitos: 1. Padecer hipertensión esencial diagnosti-

cada. 2. No presentar ningún otro tipo de trastor-

no psicofisiológico (trastorno coronario, úlcera, cefaleas, dolor crónico, gastritis, asma, etc.), ni psicológico (depresión, trastornos de ansiedad, etc.). Con respecto al grupo normal, el requi-

sito que debían cumplir los sujetos para ser incluidos en el grupo era no padecer ni haber padecido ningún trastorno de los clá-

sicamente denominados psicofisiológicos, ni de naturaleza psicológica.

Con respecto a los datos obtenidos a par-tir del STAXI, como puede observarse en la tabla I, de las 8 medidas registradas so-lamente es significativa la diferencia entre ambos grupos en una de las variables: ira hacia dentro o ira interna (p< .007) en la que el grupo de hipertensión presenta pun-tuaciones más elevadas. Sin embargo, en el resto de las escalas las diferencias entre ambos distan de ser significativas.

Por tanto, y a tenor de los datos obteni-dos en este estudio de comparación entre sujetos de la población normal y sujetos hi-pertensos con respecto a la variable ira po-demos afirmar que el sujeto hipertenso no muestra mayor frecuencia de enfado o ira que el sujeto normal, sino que la gran dife-rencia va a recaer en la forma en la que ex-presa su ira. El grupo de hipertensión esen-cial muestra mayor ira interna o internali-zación de la ira, lo que implica que cuando el individuo hipertenso se siente airado o enfurecido tiende con mayor frecuencia a refrenar o intentar suprimir sus sentimien-tos de ira.

Estos resultados confirman la implica-ción de la ira interna en el perfil del sujeto hipertenso. Sin embargo, no se confirman los resultados del estudio piloto en relación a la reacción de ira y a la ira externa. Es de señalar que estas últimas mostraban en el estudio piloto diferencias mucho menos significativas que la ira interna, diluyéndo-se al utilizar muestras más amplias.

J.J.Miguel-Tobal, Mª I.Casado, A.Cano-Vindel y C.D.Spielberger

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Tabla I: Pruebas de t (diferencias de medias) entre los grupos "normal" e "hipertensión" en relación al STAXI

NORMAL

HIPERT.

t

p

x 11.77 11.28 ESTADO

Sx 3.15 3.68

1.01

0.31

x 21.55 21.40 RASGO

Sx 4.49 4.99

0.22

0.82

x 8.36 8.22 TEMPERAMENTO

Sx 1.86 2.20

0.49

0.62

x 9.85 10.07 REACCION

Sx 2.98 2.81

-0.52

0.61

x 15.94 17.45 IRA INTERNA

Sx 3.80 4.17

-2.68

0.007

x 14.77 14.07 IRA EXTERNA

Sx 3.30 4.15

1.32

0.19

x 21.64 21.61 CONTROL

Sx 5.58 6.29

0.04

0.97

x 25.06 25.90 EXPRESION

Sx 8.07 10.12

-0.65

0.51

Infarto de miocardio

En esta investigación se estudian las di-ferencias emocionales entre sujetos que han sufrido infarto de miocardio y grupo con-trol. Para ello se emplean medidas de ira (STAXI) y ansiedad (ISRA). Nos centra-remos aquí en los resultados relativos a la ira.

La muestra total de este segundo estu-dio está formada por 88 sujetos distribuidos en dos grupos: - Grupo de Infarto de miocardio: 44 suje-

tos varones con edades comprendidas entre 38 y 74 años, siendo la media de edad de 53 años.

- Grupo Control: 44 sujetos varones con edades comprendidas entre 38 y 76 años, siendo la media de edad de 56 años. En cuanto a los criterios de inclusión en

los grupos, para ser incluidos en el grupo de infarto de miocardio los sujetos debían cumplir los siguientes requisitos: 1. Haber padecido al menos un infarto en

los últimos tres años. 2. No padecer ningún otro tipo de trastorno

psicológico ni psicofisiológico. Para ser incluidos en el grupo control

los sujetos no debían padecer ningún tras-torno de naturaleza psicofisiológica ni psi-cológica.

J.J.Miguel-Tobal, Mª I.Casado, A.Cano-Vindel y C.D.Spielberger

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Como puede observarse en la tabla II, aparecen diferencias altamente significati-vas en la escala de ira interna (p< .0009). Esta gran diferencia indica una tendencia considerablemente mayor por parte de los sujetos infartados a refrenar o suprimir sus sentimientos de ira que el grupo control.

De nuevo nos encontramos con que la ira interna aparece como la característica más destacable, al igual que sucedió en el estudio con hipertensos, si bien en el caso de los infartados la tendencia a suprimir la ira es aún más marcada.

Tabla II: Pruebas de t (diferencias de medias) entre los grupos "normal" e "infarto” en re-

lación al STAXI

NORMAL

HIPERT.

t

p

x 11.97 10.78 ESTADO

Sx 3.70 3.47

1.72

0.08

x 21.12 22.02 RASGO

Sx 4.92 5.31

-0.80

0.4

x 8.20 7.98 TEMPERAMENTO

Sx 1.87 2.10

0.50

0.6

x 9.49 10.54 REACCION

Sx 3.08 3.50

-1.44

0.1

x 15.12 18.41 IRA INTERNA

Sx 3.47 4.99

-3.46

0.0009

x 14.65 15.87 IRA EXTERNA

Sx 2.78 4.93

-1.38

0.17

x 21.37 22.66 CONTROL

Sx 4.64 7.18

-0.97

0.3

x 24.41 27.63 EXPRESION

Sx 7.79 12.62

-1.39

0.16

Conclusiones

A lo largo de este artículo y con respec-to a los diferentes estudios revisados en los que se relaciona la variable ira con el pade-cimiento de trastornos cardiovasculares podemos observar en primer lugar la falta

de concordancia u homogeneidad de los resultados en cuanto a la implicación de la ira en estos trastornos. Estas diferencias tienen que ver a nuestro juicio principal-mente con la utilización de distintos ins-trumentos o procedimientos para la medida

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de la ira. En los estudios más antiguos sólo se utilizaban cuestionarios de hostilidad.

La revisión de los trabajos de hiperten-sión muestra como factores de riesgo el rasgo de ira, y más concretamente una parte de éste, la reacción de ira; así como la for-ma de expresión de la misma. Hemos ob-servado que, a pesar de las discrepancias, el perfil del sujeto hipertenso parece defi-nirse por altas puntuaciones en rasgo de ira, reacción de ira e ira interna. Según esto, el sujeto hipertenso se caracterizaría por pre-sentar mayor predisposición a experimentar ira, especialmente cuando es criticado o tratado injustamente, y cuando se enfada tiende a no mostrar sus sentimientos, inten-tando refrenarlos, que no se noten (p.e. “ardo por dentro aunque no lo demuestro”).

Sin embargo, este perfil, como ya hemos señalado, no aparece en todos los estudios; así, por ejemplo, Cochram (1973) no encuentra ninguna diferencia entre hi-pertensos y normales en hostilidad, van der Ploeg (1985), usando el STAXI, no encon-tró diferencias entre mujeres hipertensas y normales en el rasgo de ira, aunque sí se encontraron en varones.

Con respecto a los estudios revisados con pacientes coronarios los resultados son menos concluyentes u homogéneos. Aun-que en muchos casos son similares a los re-sultados en hipertensión (mayores puntua-ciones en rasgo de ira, reacción de ira e ira interna), en algunas investigaciones pode-mos ver que se revela como característica de este trastorno la expresión externa de la ira, tal es el caso del trabajo de Suarez y Williams (1990).

Los resultados de nuestra investigación con hipertensos, utilizando el Inventario de Expresión de Ira Estado-Rasgo -STAXI-, apoyan parcialmente los datos de investi-gaciones anteriores, en el sentido de que las

diferencias resultan altamente significativas en cuanto a una de las variables relaciona-da con la expresión de la ira, la ira interna; siendo congruentes con los hallazgos de Harburg et al (1979), Dimsdale et al (1986), Suarez y Williams (1990) y Mi-guel-Tobal (1993).

Sin embargo, con respecto al rasgo de ira, o a la reacción de ira, los datos que hemos obtenido, si bien apuntan en esa di-rección, no alcanzan los criterios de signi-ficación estadística. Los hipertensos, no muestran un mayor rasgo de ira, ni una ma-yor reacción, contrariamente a los resulta-dos de Boutelle et al (1987), Spielberger et al (1991), van der Ploeg et al (1985) en el caso de los varones, y el anterior trabajo de Miguel-Tobal (1993). Respecto a nuestros resultados obte-nidos con infartados, de nuevo la ira inter-na, aparece como el factor más relevante, siendo este hallazgo congruente con los re-sultados del estudio de Haynes, Feinleib y Kannel (1980) y contrarios a los señalados por Suarez y Williams (1990), quienes aso-cian los trastornos coronarios con la ira hacia fuera.

En cualquier caso la variable que apare-ce una y otra vez como más consistente es la ira interna. El intentar refrenar los senti-mientos de ira pero sin llegar realmente a controlarlos parece, a tenor de los datos ob-tenidos, la variable más reveladora como factor de riesgo del padecimiento de tras-tornos cardiovasculares.

A nuestro juicio es necesario seguir tra-bajando con esta variable, definiendo nue-vos elementos dentro de la ira, especial-mente en cuanto a la expresión, que arrojen más luz sobre el campo y que ayuden a de-limitar qué aspecto estamos realmente mi-diendo en un constructo tan complejo y multifacético.

J.J.Miguel-Tobal, Mª I.Casado, A.Cano-Vindel y C.D.Spielberger

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