el arte rupestre de pilapunta, valle de fortaleza, perú
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El arte rupestre de Pilapunta, Valle de Fortaleza, Perú
Arturo Ruiz Estrada. Instituto de Investigaciones Histórico Sociales de la Universidad Nacional
Mayor de San Marcos. [email protected]
Alvaro Ruiz Rubio. Universidad de Piura.
Resumen
Se presenta y discute la presencia de la iconografía rupestre funeraria en los abrigos
rocosos del complejo arqueológico de Pilapunta, distrito de Pararín, zona altoandina del
valle del río Fortaleza, provincia de Recuay, departamento de Ancash. Los diseños son
fundamentalmente de carácter geométrico y escasos motivos zoomorfos y ausencia de
antropomorfos y de petroglifos. La pintura utilizada es de color rojo y blanco aplicada
directamente sobre el soporte rocoso. Los diseños sugieren corresponder a la
simbolización de la identidad de quienes ocupaban cada una de las sepulturas De
acuerdo a la modalidad de los sepultamientos asociados a pinturas rupestres se sugiere
que el arte rupestre estudiado pertenezca al período Intermedio Tardío (Siglos X al XV
d.C.)
INTRODUCCIÓN
Nuestro propósito al estudiar el arte rupestre del distrito de Pararín radica en ofrecer la
identificación de un nuevo centro con expresiones pictóricas en un sitio arqueológico donde se
observa un conjunto de sepulcros asociados a diseños rupestres localizados en la cuenca alta del río
Fortaleza, provincia de Recuay, región de Ancash. El paisaje que presenta Pararín y el complejo
arqueológico próximo, muestra un ambiente accidentado repleto de cerros elevados, terrenos de
fuerte declive, muy escasos espacios llanos y quebradas profundas que discurren al río Fortaleza y a
las playas del Océano Pacífico. Sin embargo, fue por estos lugares donde se asentaron poblaciones
de origen prehispánico que desafiaron sin tregua la agreste geografía de su entorno e hicieron
posible el desarrollo de la vida humana aplicando estrategias apropiadas al medio en el cual se
desenvolvieron por miles de años. Los restos legados por esas poblaciones yacen aún semi-
destruidos y en escombros pero todavía son susceptibles de ser estudiados con los métodos y las
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técnicas proporcionadas por la arqueología para desentrañar las diversas facetas y las realizaciones
culturales que ellas lograron. Los vestigios más relevantes son los cementerios y las cuevas con
restos de expresiones rupestres. Uno de los más notables yacimientos arqueológicos del distrito de
Pararín es la explanada denominada Pilapunta, lugar donde se aprecian tres sectores diferenciados
en razón a la naturaleza del patrón funerario allí existente. Un primer sector es aquel ubicado en la
propia explanada donde se distribuyen varias edificaciones de chullpas. Otro sector, el segundo,
aparece en un espacio próximo excavado bajo la superficie donde se construyeron varias tumbas
soterradas. El tercer sector contiene abrigos rocosos con sepulcros de piedra asociados a pinturas
rupestres, situados cerca de profundos abismos que caen hacia el pueblo cercano de Llacllín. De los
sectores aquí referidos focalizamos el presente estudio en analizar, con los datos a nuestro alcance,
las características del tercer sector para definir sus principales rasgos todavía apreciables. Se
advierte evidentemente una fuerte destrucción y depredación de las tumbas en dichos abrigos lo
cual no ha permitido obtener datos arqueológicos que nos apoyen en dilucidar su correspondencia
al grupo social que habitó por dichos lugares, como tampoco precisar su cronología exacta. La falta
de excavaciones arqueológicas fue otro factor que impidió realizar estas precisiones.
La zona de Pararín y los distritos más próximos aún no han sido estudiados con apoyo de la
arqueología y se desconoce la naturaleza de los restos que allí existen, situación nada favorable
como para correlacionar las recurrencias culturales y cronológicas en relación al complejo de
nuestro interés. Una tarea próxima deberá comprender entonces desarrollar investigaciones
detenidas en dicha zona para esclarecer las muchas interrogantes con las que nos enfrentamos
actualmente.
Solo algunos asentamientos arqueológicos de la parte baja del río Fortaleza, muy cerca de su
desembocadura en el Océano Pacífico, han recibido atención científica. Entre ellos figuran autores
como Ernesto Tabío, Antonio Núñez Jiménez, Jorge Silva en la Playa de Bermejo, Jonathan Haas
en Huaricanga y Caballete así como Rafael Vega Centeno en el sitio de Lampay, todos cerca de la
desembocadura del río en el Océano Pacífico.
A las investigaciones antes citadas ofrecemos nuestras apreciaciones sobre los abrigos rocosos
explorados en el curso superior del río Fortaleza, cuyas paredes guardan señales iconográficas aún
visibles. Consideramos a la presente información como un primer avance del conocimiento sobre
las expresiones rupestres teniendo en mente contribuir a su interpretación y como registro que
puede ser útil para futuras investigaciones en la zona y en otras regiones de los Andes.
PARARIN
Actualmente, Pararín es un distrito de la provincia de Recuay perteneciente al departamento
peruano de Ancash (Fig. 1). Se halla emplazado por entre altas cumbres de la margen derecha del
río Fortaleza en su sector altoandino (Fig. 3). Hasta el presente conserva su condición de ser una
comunidad de campesinos que integra a siete pequeñas unidades sociales o “ayllus” de origen
prehispánico. Tales unidades son las de Canchun-Pichipillan, Moniquisra, Cruzpunta, Sanki,
Macho, Aunin y Pacllo (o San Gerónimo de Pacllo), las cuales se distribuyen al entorno del mismo
pueblo de Pararín. Este pueblo aparece como la capital del distrito y cuenta con sus propias
autoridades, una posta médica, dos centros educativos y una iglesia de tiempos coloniales (Fig. 2).
Algunas calles conservan todavía el piso empedrado. Se halla asentada en un terreno con ligero
declive pero sus calles son de trazo recto como resultado de su fundación en tiempos coloniales
(Fig. 4). En efecto, fue una reducción planificada por el gobierno español de Lima con la finalidad
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de controlar sus bienes y difundir la doctrina cristiana. Para dicho cometido se edificó una iglesia
que aún se conserva intacta y que debió estar concluida en las primeras décadas del siglo XVII pues
una inscripción en la campana registra la fecha de 1610. Fecha en la que justamente se cumplía la
primera campaña de extirpación de idolatrías en el Perú.
Fig.1. Localización del complejo arqueológico de Pilapunta, margen derecha
del río Fortaleza, distrito de Pararín, Provincia de Recuay, Ancash.
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Fig. 2. Pueblo de Pararín, localizado al pie del complejo arqueológico de Pilapunta.
Fig. 3. Valle de Pararín que desemboca en el río Fortaleza. Lo marginan altas
cumbres rocosas de la Cordillera de los Andes.
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Fig. 4.- Calle empedrada del pueblo de Pararín desde se asciende a las cumbres de Pilapunta.
El lugar se encuentra a 3386 metros sobre el niel del mar y corresponde a la zona quechua, según la
clasificación de las regiones naturales del Perú (Pulgar Vidal 1996). El clima es frío y seco con
veranos largos y actualmente no se aprecia cultivos a su entorno debido a lo accidentado del
ambiente y la escasez de las lluvias. Los territorios que le pertenecen desde tiempos inmemoriales
se distribuyen desde la zona altoandina hasta la orilla del mar, de tal manera que aprovechan
recursos variados conforme a los pisos ecológicos en que se escalonan sus terrenos.Los pobladores
se dedican fundamentalmente al pastoreo de ovinos y caprinos y como consecuencia de la carencia
de pastos, ellos se desplazan, a manera de grupos trashumantes, hasta lugares distantes en busca de
forraje para el ganado. Sus coordenadas UTM son 18L 0209762 y 8886974.
PILAPUNTA
Como lo anotamos en la introducción de este informe, los antiguos habitantes de la región de
Pararín habían elegido precisamente la cumbre de Pilapunta (Fig. 5), lugar donde se aprecia un
amplia explanada rocosa hacia el lado Este del pueblo como un ambiente destinado a la
construcción de varias y diferentes edificaciones funerarias. El nombre que lleva es el de Pila pero
que modernamente lo llaman Pilapunta por el hecho de encontrarse localizado en la parte alta del
pueblo de Pararín. Se encuentra a una altitud de 3785 metros sobre el nivel del mar. Al ingresar a la
meseta se observa algunos muros en la ladera que la precede y luego aparece un relicto de bosque
de altura con arbustos propios de la zona (Fig.5). Los matorrales son fundamentalmente de cactus o
arbusto espinosos que en el idioma quechua local lo denominan “qallta”. Esta planta es utilizada
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como combustible cuando se han secado sus tallos. El otro arbusto que abunda es el “átame”, cuya
traducción al castellano es arbusto de propiedades detergentes, cuyas troncos se utilizaban para el
lavado de ropa y en otras partes conocido como “tacsana”. El “pacsi” es otra planta local así como
el “techuar” que es rastrera y conocida en otros lugares como salvia.
Fig. 5. Pequeños bosques relictos de altura en la explanada de Pilapunta.
Por otro lado, debemos señalar que, durante las exploraciones en el área de Pilapunta no hemos
identificado claros restos que indiquen estructuras arquitectónicas de carácter doméstico. Tanto en
la explanada como en el acantilado próximo solo destacan las tumbas. Pero un recorrido más
minucioso por el sitio indica la existencia de algunos muros aislados que tal vez correspondan a
estructuras no precisamente de índole mortuoria. De todas maneras debemos reconocer la
estratégica posición que presenta el lugar pues de él se domina un amplio panorama que incluye las
cumbres que marginan la cuenca del río Fortaleza y los cerros que bajan hacia la zona de Maravia y
al mismo litoral del Pacífico. El paisaje que se observa es impresionante porque en un golpe de
vista uno alcanza a mirar los enormes escarpados andinos pero también las aguas del Océano
Pacífico. Los antiguos habitantes de la zona debieron elegir este lugar para destinarlo a la
conservación de sus ancestros pues aprovecharon los contrastes y la singularidad que lo caracteriza
como una razón que además les sirvió para otorgarle un carácter especial de índole mágico
religiosa.
PROCEDIMIENTO DEL ESTUDIO
Para la presente investigación nuestro procedimiento significó en primer lugar realizar
exploraciones in situ que cubrió todo el complejo arqueológico de Pilapunta. Esta actividad
consistió en hacer observaciones de superficie con la finalidad de registrar la naturaleza de los
vestigios allí existentes. De esa manera hemos podido distinguir los sectores del complejo y las
características de cada uno de ellos. Los dibujos, las fotos y las descripciones nos han servido como
apoyo a nuestras aproximaciones sobre la naturaleza del complejo. De igual manera, hemos
apelado a los mapas del Instituto Geográfico Militar para fijar su localización en el contexto del
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valle del río Fortaleza. La búsqueda bibliográfica nos ha servido para tomar alguna información
sobre la historia y los antecedentes de los pocos estudios en la zona.
ALGUNOS ANTECEDENTES HISTORICOS
Incluimos en este apartado las referencias que hemos encontrado con respecto al pueblo de Pararín
y al complejo arqueológico de Pilapunta. Ellas abarcan algunas informaciones registradas a partir
de los finales del siglo XVI hasta los más recientes del siglo XXI.
El 14 de Agosto de 1593 Toribio Mogrovejo visitó la doctrina de San Juan de Pararín cuando aquí
se desempeñaba como cura el padre Pedro López, clérigo presbítero, que sabía muy poca la
lenguaquechua. El objetivo de la visita del arzobispo de Lima era el de constatar el número de
habitantes, la cantidad de tributarios y su contribución a las autoridades coloniales, además de
tomar conocimiento del adoctrinamiento de los indios en la religión cristiana. Verifica, además, que
dicha doctrina de Pararín involucraba a los pueblos de Santísima Trinidad de LLacllín y San Juan
de Pararín en la zona altoandina y Magdalena de Maravia en la parte baja, hacia la zona de
Chaupiyunga camino al pueblo de Huarmey en la costa del mar Pacífico (Mogrovejo,1921).
La resistencia cultural contra la política e ideología hispana se inició muy temprano, por eso ya en
1610 se había erigido una iglesia para contener la insurgencia nativa. Un activo líder pararino fue
Diego Chauca por cuya razón fue enjuiciado y otro comunero llamado Domingo Marín quien era
en esos tiempos el principal de la pachaca de Yanan abrió queja contra los abusos del cura
Francisco Alvarado.
Algunas referencias antropológicas sobre la localidad de Pararín, zona donde se encuentra el
complejo de abrigos con manifestaciones rupestres, fueron dadas por el investigador Pedro Weiss
cuando menciona que el año 1919 identificó junto con Julio C. Tello en Pila Pararín cráneos
humanos con trepanaciones (Weiss 1958: 569) y otros con cráneos que los atribuyó a un tipo de
modificación craneal andina (Weiss 1961:121). Dichos cráneos procedían seguramente de las
Chullpas y los abrigos rocosos de Pilapunta donde Tello advirtió la presencia de momias. Por ello
dejó escrito que: “En el occidente, en la región de las Vertientes de la cordillera Negra, las cuevas
y chullpas, como las de Pira, Pararín, Sukcha y Cajacay, contienen cadáveres desecados por
momificación y acondicionados dentro de un fardo relleno con paja de puna, y protegido por una
red hecha con cordones de paja, con fibras de maguey o como en el caso del Utcubamba con cuero
de venado” (Tello 1942:80). De acuerdo a estas referencias se infiere que ellos estuvieron en
Pararín y en el complejo funerario de Pilapunta pero lamentablemente no anotaron dato alguno
sobre el arte rupestre del lugar. La fecha en la cual ambos personajes llegaron a Pararín, primeras
décadas del siglo XX, no era aún evidentemente tiempo en el cual llamase la atención las
expresiones rupestres como datos que apoyen la comprensión de la historia andina.
Hace también casi medio siglo que Paul Doughty nos reveló las transformaciones que acontecían
con la población pararina en base a estudios sociales y económicos realizados in situ (Doughty
1964). Dichos estudios, auspiciados por la Universidad de Cornell, fueron publicados en un libro
que contiene 12 capítulos en los que se presenta varios aspectos de la realidad del pueblo y de los
diferentes problemas que afrontaron los pararinos en las acciones para recuperar sus territorios que
comprendían desde la parte alta hasta la zona de Chasquitambo y la misma zona del complejo
azucarero de Paramonga. Estas acciones tuvieron como resultado el apresamiento de algunos
pobladores. Nos hablan también de la presencia de los voluntarios de Cooperación Popular
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impulsado por el gobierno de Fernando Belaunde y de los Cuerpos de Paz articulado por el
gobierno de los Estados Unidos. El enfoque de estas investigaciones carece de referencias sobre la
realidad arqueológica de la zona, porque sus objetivos estuvieron enmarcados en realizar los ya
citados estudios socioeconómicos. Solo en el capítulo I referido a una breve historia del lugar
aparece un párrafo en el cual afirman que en el cerro de Pila existen chullpas elaboradas de piedra
pero que han sido saqueadas y que algunos fragmentos de cerámica indican que serían de tiempos
Chavín, más o menos con una antigüedad de 500 años antes de Cristo (Doughty 1964). A este
respecto no se muestra ninguna evidencia que certifique dicha afirmación, razón por la cual queda
pendiente la situación cronológica de los restos del cerro Pila o Pilapunta como lo llaman
actualmente.
El arqueólogo cubano Ernesto Tabío, en su libro sobre Prehistoria de la Costa del Perú, presenta
una visión de la arqueología del valle de Fortaleza, como resultado de las exploraciones que allí
efectuó en un tramo de 80 kilómetros. Sintetiza las investigaciones en el sitio epónimo de
Paramonga, complejo incaico descrito desde la inicial presencia hispana en los Andes y da cuenta
del desarrollo de las sociedades prehispánicas en el valle de Fortaleza e incluye una cronología
cerámica (Tabío 1977). Sus trabajos están sustentados en los datos que se tenían en la década del
sesenta y, desde luego no abarcaron la zona altoandina del valle donde se localiza Pararín.
Antonio Núñez Jiménez dio algunas notas sobre el sitio de Huaricanga en la margen izquierda del
río Fortaleza y presenta sus apreciaciones sobre los petroglifos allí existentes. (Núñez Jiménez
1986).
Por nuestra parte practicamos un trabajo de reconocimiento en la cuenca del río Virgen Purísima o
Huayllacayán, afluente del río Fortaleza por su margen izquierda, donde identificamos los sitios de
Pajap, Chinchasmarca, Llampe y Llumpe, cuyos restos arquitectónicos revelan ocupaciones
humanas prehispánicas que datan desde el punto de vista cronológico a partir del Horizonte
Temprano al Período Intermedio Tardío. Pese a que en estos sitios no se han practicado
excavaciones no resulta riesgoso afirmar que debieron mantener vinculaciones culturales con las
ocupaciones humanas de la zona próxima de Pararín. Citamos como ejemplo los cráneos que
observamos en las tumbas de Pajap cuya práctica modificatoria guarda similitud con las de Pararín
citados por Pedro Weiss.
Aparte de los autores mencionados que incursionaron en la cuenca alta del valle de Fortaleza,
debemos expresar que no ha existido ningún estudio arqueológico para esta parte del Fortaleza.
Solo recientemente algunos otros investigadores se han orientado a estudiar las expresiones
arqueológicas del mismo valle pero de la parte media y baja. Entre ellos destacan los estudios en
Bermejo de donde se reportó restos correspondientes al Horizonte Temprano y el Arcaico Tardío
(Silva Sifuentes 1975,1978). Las exploraciones efectuadas por el arqueólogo Rafael Vega Centeno,
cuyos resultados dieron en identificar una treintena de sitios con arquitectura monumental (Vega
Centeno y otros 1998). Posteriormente se estudió intensivamente el complejo de Lampay en la
margen izquierda del río Fortaleza que fue asignado al Arcaico Tardío (Vega Centeno 2005). Estos
estudios muestran la presencia humana desde tiempos bastante antiguos incluso hasta el Período
Intermedio Tardío en la cuenca del rio Fortaleza, por lo menos en su parte media y baja, lo cual nos
hace pensar que tal situación debió ocurrir también en la parte alta del valle aun cuando no se han
practicado excavaciones ni investigaciones sistemáticas. Recientemente, algunos asentamientos
arqueológicos de la parte baja del río Fortaleza han recibo la atención científica como los realizados
por el proyecto Norte Chico en los sitios de Huaricanga y Caballete cuyos resultados indican haber
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existido ocupaciones humanas del Período Arcaico Tardío (3000-1800 a.C). Entre uno de los
resultados obtenidos debemos anotar que las gentes de dicho período ya consumían el maíz como
complemento de su dieta habitual, asunto que implicó la actividad agrícola en dichos tiempos (Haas
y otros 2013). Estos hechos despiertan el interés que puede tener la investigación en las partes altas
del rio Fortaleza, como por ejemplo en la zona de Pararín, donde tal vez existan también vestigios
contemporáneos a los ya referidos complejos arqueológicos de Caballete y Huaricanga. No
descartamos la idea de ser el sitio de Pilapunta un asentamiento que en el futuro puede darnos
novedosas informaciones sobre el antiguo poblamiento humano, cuando se emprendan allí
investigaciones sistemáticas. Además, debemos indicar que Pilapunta no es el único asentamiento
arqueológico en la zona de Pararín, sino que su territorio alberga varios sitios de los que aún no
tenemos información alguna.
MEDIO AMBIENTE
La topografía del lugar es bastante accidentada y tanto el pueblo de Pararín como el complejo de
Pilapunta yacen en cumbres elevadas encima de una quebrada que desemboca al río Fortaleza . Este
río que baja de las alturas de la provincia de Recuay desagua finalmente en el Océano Pacífico
cerca del pueblo de Paramonga. Los terrenos que se observa son de fuerte declive y no son
abundantes los espacios para los cultivos. Proliferan especies vegetales de arbustos y cactáceas,
además de escasos pastos para el ganado. Destacan el árbol del “molle”(Schinus molle) y el
“mito”(Carica candicans) hacia las laderas que descienden a la quebrada. Las lluvias son escasas en
la región, y este fenómeno genera la carencia de forraje para el ganado lo cual ocasiona la
migración de los campesinos durante los meses de sequía hacia otros lugares alejados en dirección
a la costa donde los pastos de las lomas permiten la supervivencia de sus ganados.
LAS EXPLORACIONES
La identificación de las pinturas rupestres se hicieron al tiempo de realizar exploraciones
arqueológicas en Pararín para verificar las menciones anteriores sobre la existencia de un conjunto
de monumentos de carácter funerario denominados chullpas de Pilapunta (Fig. 6). Durante la
exploración comprobamos, en efecto, que en una extensa explanada localizada en un cerro hacia la
parte alta del lado Este del pueblo de Pararín se distribuían en ella una serie de estructuras de piedra
todavía regularmente conservadas. Pero debemos indicar que no toda la explanada había sido
destinada a la edificación de las tumbas sino solo una parte de ella, existiendo grandes espacios
carentes de estructuras chullparias. Estas edificaciones fueron estructurados a base de piedras y
barro, tanto para armar sus paredes como el techo. Se distinguen por presentar dos o tres pisos con
vanos de acceso estrechos, además de la presencia de un cerco a base de piedras hincadas en el
suelo, que enmarca cada edificación. Al interior de ellas se nota la presencia de huesos humanos
desarticulados, lo cual nos permite calificarlas de verdaderas edificaciones de carácter funerario,
porque además los espacios internos son estrechos y no cabe pensar en que hubiesen sido utilizados
como viviendas. Estas condiciones arquitectónicas revelan tener similitud con los denominados
kullpis de la zona de Canta, en la región altoandina del departamento de Lima. Otro sector,
denominado “Pashapasimin”, guarda un espacio donde se observa varias tumbas socavadas en la
superficie del terreno con divisiones internas y vanos que los comunican, en cuyo interior se ven
huesos humanos desarticulados. Pero, además, después de observar este sector de construcciones
funerarias, nos desplazamos hacia el borde del lado este de la explanada de Pilapunta y nos dimos
con la sorpresa de encontrar otro sector con acantilados donde se distribuían varios abrigos rocosos
poco profundos (Fig. 7), los cuales también contenían sepulturas hechas de piedra asociadas a
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pinturas rupestres. Por esta razón, anotamos la presencia de estas pictografías que motivan la
presente información como resultado de las exploraciones realizadas. Debemos mencionar que en
la parte baja del pueblo de Pararín existen otros restos arqueológicos entre los cuales destaca una
peña con oquedades aprovechadas como sepulturas que vistas frontalmente semejan a las llamadas
ventanillas de Cajamarca o Huancavelica.
Fig. 6.- Chullpas de Pilapunta o edificaciones destinados a conservar
momias ancestrales de la región de Pararín.
Fig. 7.-Tercer Sector del complejo de Pilapunta con varios abrigos rocosos
de carácter funerario asociados a pinturas rupestres.
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LAS PINTURAS RUPESTRES
Se localizan en varios abrigos rocosos asociadas a tumbas construidas de piedra y barro. Hemos
identificado pinturas en cuatro abrigos, los cuales se distribuyen sucesivamente, en el acantilado
rocoso al pie de la explanada de Pilapunta. La mayoría de pinturas se halla asociada a sepulturas y
en ningún caso hemos observado la presencia de petroglifos. Las paredes de los abrigos no son lisas
sino más bien presentan superficies rugosas y agrietadas, lo cual no fue obstáculo para haber sido
utilizadas como soportes de la actividad rupestre. Iniciamos su descripción por el abrigo más
occidental, lugar donde solo aparecen dibujos aplicados a la pared rocosa. Hemos numerado los
abrigos del 1 al 4 y todos son accesibles no excediendo su ubicación a más de 5 metros sobre el
piso de tales cobertizos. Se accede a los abrigos, desde la explanada de Pilapunta, descendiendo por
un corto sendero accidentado, cuyo tramo se logra en pocos minutos.
Abrigo N° 1
Se trata de un abrigo donde el panel con las pinturas se eleva a unos 5 metros del piso. Este mismo
panel tiene un largo de 5 metros con un ancho de 1.50 m. En dicho espacio se observa, en primer
lugar, un diseño sinuoso dispuesto horizontalmente que puede semejar una serpiente pintada de
color rojo claro pero que paralelamente corre junto a él una banda de color blanco algo deteriorada.
Adyacente a este diseño se aprecia otras dos representaciones de naturaleza geométrica que no
alcanzamos a relacionar con una figura definida a nuestra visión actual. En estos dos casos también
se combinan líneas de color rojo y blanco en la composición de las figuras (Fig.8).
Fig. 8.- Primer panel con pinturas rupestres de motivos geométricos que
preceden el sector de los abrigos rocosos.
En este caso el panel con las figuras no está asociado a tumbas y parece como si fuese una señal
que precede el conjunto funerario de este sector.
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De modo general el ancho de los trazos que componen las figuras fluctúa entre 0.05 a 0.10 m.
Abrigo N° 2
En este abrigo observamos tres estructuras funerarias pegadas a la pared rocosa. Su altura varía
entre 4 a 5 metros. Estas tumbas están construidas de piedras laja dispuestas horizontalmente y
fueron unidas con barro. Una de ellas muestra las huellas de haber tenido un pequeño vano de
acceso, pero todas presentan una planta de aspecto rectangular. Su estado de conservación no es
bueno y prácticamente se halla solo los cimientos cuya parte mejor conservada alcanza 0.50 m.
(Fig. 9). Algunos huesos desperdigados entre los escombros denotan la función mortuoria que tuvo
en tiempos antiguos. Prácticamente han sido saqueadas de su contenido y no hemos detectado
muestras de cerámica u otros objetos en la superficie.
Fig. 9.- Abrigo rocoso N 2. Se observan tumbas destruidas.
El largo de la primera tumba es de 3.50 con un ancho de 1.50 m. La segunda tiene 3.20 de largo y
2.50 de ancho y la tercera, alcanza 3.75 de largo con un ancho de 1.50.
A 5.60 metros de distancia hacia el lado este del sector con cimientos de tumbas se observa una
panel con pinturas rupestres (Fig. 10). Se trata de una composición de cinco líneas verticales
paralelas de color rojo claro sobre el fondo de un espacio rectangular de color blanco. Hacia ambos
lados de esta figura se encuentran dos diseños circulares. El de la izquierda, mirando a la pared del
cobertizo, combina los colores rojo y el blanco. El de la derecha alterna los colores rojo, blanco,
rojo y blanco. Los trazos no son finos y denotan más bien cierto descuido. El ancho de estas bandas
fluctúan entre 0.10 a 0.15 m. La altura del panel es de 1.30 m. con un largo de 2.50 m.
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Fig. 10.- Panel con motivos geométricos de líneas y círculos adyacentes al abrigo rocoso N° 2.
Al pie de este panel aparece en una pequeña grieta que no sobrepasa los 0.50 m donde existe un
muro que al parecer sirvió como sostén de algún objeto.
Abrigo N° 3
Aquí se observa también un abrigo de forma circular en cuya parte central alberga una estructura de
carácter funerario construida de piedras y barro, pegada a la pared. Presenta un vano en el
paramento oriental. Ha sido destruida y consiguientemente se ha perdido su contenido cultural. Es
de planta rectangular con un largo de 2.00 m y una altura de 1.50 m.
El arte rupestre se plasmó en las paredes del abrigo, hacia ambos lados de la tumba central (Fig.
11). Al lado izquierdo, mirando la pared del mismo, aparecen figuras zoomorfas y geométricas, en
tanto que al lado derecho solo se ve diseños geométricos. Entre las figuras del lado izquierdo
destacan un círculo concéntrico en el cual combinan los colores rojo y blanco. Mide 0.35 m de
diámetro. Junto a este diseño aparecen dos motivos zoomorfos de color rojo pintados de perfil en
actitud de caminar y la cola vuelta hacia arriba, al parecer plasmados sobre una base de color
blanco. Son figuras que semejan perros. Tienen tamaño diferente. El motivo más grande mide 0.23
m por 0.21 m. Delante del más pequeño se ve un círculo reducido de color rojo. Tanto en la parte
superior como inferior de la escena descrita se observa bandas onduladas de color rojo (Fig. 12). Al
lado derecho de la tumba, aparece un círculo concéntrico que también combina círculos rojos y
blancos. Mide 0.50 de diámetro. Bajo el círculo concéntrico se encuentra un motivo de bandas
verticales de color rojo sobre fondo de color blanco. Mide 0.90 por 0.90 m. (Fig. 13).
El techo de este abrigo muestra una banda ondulada y diseños difíciles de reconocer, ambos de
color rojo.
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Fig. 11.- Abrigo rocoso N° 3. A su entorno se aprecia figuras zoomorfas que sugieren ser perros y
motivos geométricos de círculos concéntricos de color rojo y blanco.
Fig. 12.- Detalle de los motivos rupestres en la pared del lado izquierdo del abrigo
N° 3. Se observa el círculo concéntrico junto a dos figuras zoomorfas que representan
perros y bandas sinuosas borrosas de color rojo.
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Fig. 13.- Detalle de motivos rupestres en la pared derecha del abrigo rocoso N° 3. Se observa un
círculo concéntrico y bajo éste varias líneas verticales sobre una capa de color blanco.
Abrigo N°4
Este abrigo contiene un mausoleo múltiple de varios pisos y también diferentes vanos de acceso.
Fue construido a base de piedras unidas con barro. A su entorno se observan pinturas de color rojo.
Una gran mancha de color rojo cubre también el techo del abrigo (Fig. 14). En la pared rocosa
adyacente del lado derecho, pero a mayor altura, se distingue dos círculos biconcéntricos de color
rojo acompañado de cuatro líneas sinuosas dispuestas verticalmente, del mismo color (Fig.15).
La pared frontal de la tumba (Fig. 16) aún conserva un motivo pintado que consiste de una figura
en espiral de color blanco sobre fondo rojo (Fig.17). Al parecer la tumba fue cubierta con una
pintura de color rojo a juzgar por algunas manchas allí presentes.
Fig. 14.- Abrigo rocoso N° 4. Contiene un mausoleo de tres pisos hecho de piedra y barro.
Aparece una gran mancha de color rojo sobre esta tumba.
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Fig. 15.- Panel de pinturas con varias banas sinuosas dispuesta en vertical junto
a dos círculos biconcéntricos de color rojo.
Fig. 16.- Vista frontal del abrigo N° 4 que contiene el mausoleo de tres pisos.
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Fig. 17.- Detalle de una figura en espiral de color blanco en la pared del
mausoleo localizado en el abrigo N° 4.
ESTADO DE CONSERVACIÓN
La destrucción del complejo de Pilapunta es ostensible. Tanto en el sector de las chullpas, como en
el de las tumbas soterradas y los abrigos rocosos, se aprecia una agresiva depredación realizada en
forma paulatina hace muchos años. Las tumbas asociadas a las pinturas rupestres han sido afectadas
con pintas de personas irresponsables quienes dejaron inscripciones que alteran el contexto
arqueológico. Se advierte una serie de forados en las mismas estructuras funerarias, pero por suerte
la destrucción no es total lo cual permite realizar trabajos de conservación y desde luego practicar
excavaciones metódicas en áreas adyacentes a las edificaciones mortuorias. Esos trabajos servirán
para esclarecer varios aspectos estructurales y cronológicos del complejo de Pilapunta de Pararín.
DISCUSIONES
Durante las exploraciones del complejo arqueológico de Pilapunta, distrito de Pararín, logramos
identificar un sector donde existen pinturas rupestres asociadas a una serie de tumbas ubicadas en
abrigos rocosos, de las cuales no se había informado anteriormente. Julio C. Tello estuvo en Pararín
hacia las primeras décadas del siglo XX pero su atención estuvo dirigida hacia el contenido de los
monumentos funerarios y las momias que todavía pudo observar in situ. Desconocemos si dejó
anotaciones con respecto a las pinturas rupestres.
La asociación de pinturas entorno a tumbas viene a ser un rasgo no solo presente en la localidad de
Pararín sino también en otros lugares de los andes como se puede apreciar en las tumbas de la
región peruana de Amazonas (Hagen y Guillén 1998), e, igualmente en el complejo arqueológico
de Revash de la provincia amazonense de Luya. Lo hemos observado también en la provincia de
Bolognesi del departamento de Ancash y en el sitio de Chanquil, provincia de Acobamba, región de
Huancavelica, donde, junto a las ventanillas funerarias, habían plasmado dibujos geométricos de
color rojo. Para el caso de las pinturas de los citados lugares se ha postulado su correspondencia al
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Período Intermedio Tardío, lo cual nos sirve para sugerir que el arte rupestre de Pararín debió
corresponder también a este período. La falta de otros elementos diagnósticos usuales como la
cerámica o los tejidos nos impide por el momento ser concluyentes en cuanto a la antigüedad del
arte rupestre pararino. La destrucción y el saqueo del contenido de las tumbas obstaculizaron
observar las asociaciones culturales. Pero la mencionada asociación de espacios mortuorios con
arte rupestre nos permite hablar de un arte rupestre funerario, lo cual nos indica que el arte rupestre
en el Perú no solo se dio en cuevas o rocas aisladas al aire libre, sino también en lugares destinados
al sepultamiento.
En cuanto al estilo de las figuras rupestres entendemos que se trata de un estilo esencialmente
geométrico, porque este tipo de figuras predomina en todas las tumbas identificadas. En solo un
caso aparecen diseños zoomorfos los cuales, por la forma de los dibujos pensamos que puede
tratarse de canes en marcha. Es interesante la presencia de estos perros porque en las concepciones
mitológicas de algunos pueblos andinos como en los de la costa del Norte Chico peruano, tenían la
idea de que los perros acompañaban a los difuntos en su vida de ultratumba. Una referencia sobre
las idolatrías de Recuay consigna que los perros ayudaban a los difuntos a pasar por un puente de
cabellos en su tránsito hacia donde estaban sus antepasados. Así lo anotó el visitador Rodrigo
Hernández Príncipe en año 1622: “Los cuales, decían, iban a unos campos elesios donde están sus
antepasados, y que unos perro grandes los pasaban por una puente de cabellos que llaman
Harcuchaca, Acchachaca Accchahuaru, Sipacpanca” (Duviols 2003: 771). Los colores empleados
en todas las figuras son fundamentalmente el rojo y el blanco. No hemos observado el uso de otros
colores, sino tan solo la bicromía mencionada. La presencia de figuras onduladas sugiere
probablemente la representación de serpientes. Pero en realidad resulta por ahora difícil ofrecer una
apreciación sobre la significación de estas expresiones rupestres, toda vez que no conocemos la
ideología de quienes plasmaron tales diseños. En todo caso las presentes notas constituyen solo
aproximaciones al entendimiento del arte rupestre de Pararín desde nuestra perspectiva
contemporánea.
No solo entonces existía el complejo funerario de Pilapunta en el distrito de Pararín, como
expresión del culto a los ancestros, sino también el sector de tumbas en abrigos rocosos asociados a
pinturas rupestres. Pero llama la atención la utilización de estos abrigos por cuanto la explanada de
Pilapunta es extensa y existía suficiente espacio para seguir construyendo las “chullpas” o torres
funerarias. Nos preguntamos entonces porque razón no se extendió la edificación de este tipo de
estructuras mortuorias en la extensa explanada de Pilapunta y se escogió las cuevas de los
acantilados para levantar ahí otras sepulturas. Tal vez este hecho puede estar indicando algún tipo
de diferenciación social que existió en el antiguo grupo humano que pobló la zona de Pararín. O
quizá indica aspectos cronológicos vinculados al cambio en los patrones de enterramiento antiguo
pues también el sector de Pashapashimin con tumbas soterradas viene a ser otra modalidad
mortuoria. Una solución a estas interrogantes puede darse si se emprende un proyecto destinado a
realizar tareas de conservación y excavaciones.
La costumbre de dar realce a los mausoleos con el añadido de pinturas en tiempos antiguos fue una
práctica realizada en varias partes del mundo, especialmente con sepulcros relevantes que debieron
contener a personajes importantes. Puede ser entonces que efectivamente las tumbas en los abrigos
rocosos de Pilapunta hayan pertenecido a personajes de cierta relevancia social y su linaje.
Resumiendo podemos manifestar que el hecho de existir en Pilapunta tres modalidades de
enteramiento sugiere la siguiente hipótesis: que cada modalidad mortuoria responde a diferentes
momentos dentro de un largo proceso de enterramiento ocurrido en el lugar con evidentes
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diferencias cronológicas o que cada unidad de sepultamiento se relaciona con las diferencias
sociales que debieron existir en las antiguas comunidades locales del área de Pararín, si se
considera que éstos fueron grupos humanos integrados a un curacazgo o jefatura en términos de
organización social.
De otro lado, consideramos que debió el ser el culto a los ancestros la motivación para que los
antiguos habitantes de la zona de Pararín, hayan plasmado las pinturas rupestres al entorno de los
sepulcros. Tal vez fueron la simbolización de la identidad de cada grupo sepultado, toda vez que las
pinturas de los abrigos difieren entre ellas.
Fig. 18.- Niñas del Pueblo de Pararín cuyos ancestros construyeron
el complejo arqueológico de Pilapunta.
CONCLUSIONES
Como resultado de las exploraciones realizadas en la zona arqueológica de Pilapunta del pueblo de
Pararín, hemos llegado a las siguientes conclusiones:
1- El complejo arqueológico de Pilapunta se compone de un sector con tumbas soterradas,
otro con chullpas y, finalmente, un acantilado también con mausoleos en abrigos rocosos
en el cual se observa las pinturas rupestres. Es en este tercer sector donde registramos
cuatro abrigos rocosos usados como tumbas hechas de piedra y barro, las cuales, al mismo
tiempo, se hallan asociadas a pinturas rupestres.
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2- El arte rupestre de Pilapunta por estar vinculado a los abrigos rocosos con tumbas tiene un
carácter fundamentalmente funerario, tal como ocurre también en otras áreas de los
Andes, lo cual evidencia la presencia de un patrón andino común en el Perú al que
estamos denominando arte rupestre funerario. Difiere, obviamente, del arte rupestre
realizado en soportes rocosos al aire libre o en abrigos o cuevas carentes de
enterramientos humanos, cuya funcionalidad obedece a otros aspectos sociales o
ideológicos.
3- Las pinturas rupestres son en su mayor parte de carácter geométrico, a base de diseños
plasmados en un soporte rocoso de superficie rugosa. Dichas pinturas son
fundamentalmente de color rojo y blanco aplicados directamente sobre la roca. Algunos
dibujos tiene una base de color blanco. Las diferencias iconográficas que presenta cada
abrigo rocoso deben estar vinculadas al rango de quienes estaban sepultados en ellos o tal
vez a la identidad de los diferentes linajes o ayllus de la zona. Entonces las expresiones
rupestres de cada abrigo rocoso deben estar comunicando la pertenencia o identidad de
quienes estaban allí sepultados.
4- No existen, en ningún caso, representaciones antropomorfas sino solo las de estilo
geométrico y escasos diseños de rasgos zoomorfos.
5- Los trazos que conforman las figuras no expresan ser cuidadosos a juzgar por los bordes de
las bandas o las líneas que no son muy regulares. Ellos revelan un estilo local que
respondía a su propia estética algo difícil de comprender en los tiempos actuales. Pero
estética ligada a sus concepciones ideológicas relacionadas con el culto a los ancestros.
6- Debido a que similar asociación de tumbas con arte rupestre ha sido asignado a tiempos del
Período Intermedio Tardío (siglos X al XV d. C), pensamos que el arte rupestre de
Pilapunta de Pararín puede corresponder a dicho período. Tales representaciones rupestres
debieron ejecutarse al mismo tiempo o poco después de la construcción de las tumbas.
7- Las particulares condiciones ambientales y paisajísticas debieron haber motivado a los
antiguos pobladores del área de Pararín para que el sitio de Pilapunta haya sido elegido
como un espacio adecuado a la morada de las momias de sus ancestros.
AGRADECIMIENTOS
Las investigaciones que emprendimos en la zona de Pararín estuvieron apoyadas por Ricardo
Virhuez Villafane a quien agradecemos en forma muy especial por haber compartido con nosotros
las exploraciones e identificación de los diversos sectores del complejo arqueológicos de Pilapunta.
—¿Preguntas, comentarios? escriba a: [email protected]—
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Cómo citar este artículo:
Ruiz Estrada, Arturo; Ruiz Rubio, Álvaro. El arte rupestre de Pilapunta, Valle de Fortaleza, Perú. En Rupestreweb, http://www.rupestreweb.info/pilapunta.html
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