demonologia y riqueza

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Factótum 12, 2014, pp. 19-28 ISSN 1989-9092 http://www.revistafactotum.com Demonología y riqueza: El papel del diablo en el mundo moderno Maximiliano E. Korstanje Universidad de Palermo, Buenos Aires (Argentina) International Society for Philosophers, Sheffield (United Kingdom) E-mail: [email protected] Resumen: La idea del diablo y sus contradicciones respecto a la teología han sido estudiadas durante siglos en Europa. Para algunos, el demonio es el fiel reflejo de la misericordia divina, mientras otros ven en el mismo fenómeno la prueba de su inexistencia. Lejos de llegar a un acuerdo, la teología y la filosofía han ignorado la función económica del diablo, en tanto que regulador del orden productivo. Como arquetipo, la figura del demonio corrige las asimetrías materiales generadas por el sistema. Antropológicamente, la alegoría del demonio representa nuestro miedo más arcaico, a saber, la muerte del hijo. Palabras clave: demonología, muerte, linaje, economía del mal. Abstract: Throughout the centuries, the allegory of evil and its theological contradictions have been examined in Europe. For some philosophers, the demon is a sign of the divine mercy, while others see the very same evil as a proof for the non-existence of God. Far from reaching a consensus, theology and philosophy have ignored the economic role of the evil, considered as a regulator of economy. The evil, taken as an archetype, fixes the material asymmetries produced by the system. From an antropological point of view, the allegory of the evil represents our deepest fear, namely the death of our offspring. Keywords: demonology, death, offspring, economy of evilness. 1. Introducción La Iglesia Católica descansa su legitimidad sobre la ambigüedad que ella misma genera respecto a la figura del diablo. Por un lado, este arquetipo le permite que sus fieles acepten ciertas políticas que de otra forma serían negadas. Por otro lado, a la vez que llama a sus fieles a combatir al mal por medio de la humildad, reconoce pocos casos de posesión reales. Ello ha dado pie a que la industria del entretenimiento moderno haga explotación comercial sobre el tema del mal. Los círculos académicos se encuentran reacios a aceptar el mal como un objeto real más que en el imaginario colectivo. En este contexto, el presente ensayo intenta dilucidar cómo se construye la figura del diablo como ángel rebelde a la autoridad de Dios, a la vez que indaga en las contribuciones de tres académicos que han estudiado el tema profusamente. Dennis Muchembled, Fabián Alejandro Campagne y Carol Karlsen, desde diversos ángulos, aportan indicadores importantes para comprender nuestra posición frente al diablo. La presente pieza de revisión es, antes que nada, un intento conceptual que considera al “demonio” como una figura simbólica, construida y legitimada socialmente a través de siglos. Nuestra tesis es que el diablo representa el terror arcaico a la muerte de los hijos. Pero esta definición debe distinguir entre el demonio y la brujería. Esta última es un acto de comunicación sobre fuerzas que exceden lo humano. En sí, la bruja o la poseída operan en el campo de lo que denominamos “economía de brujería”, donde se intenta controlar un mal extremo. El diablo no solo se hace carne en la poseída, sino que desde ahí mismo abre las puertas a su propia vulnerabilidad, es decir, al poder del exorcista. Marcel Mauss y Bronislaw Malinowski nos han enseñado que cualquier falla o problema RECIBIDO: 22-07-2014 ACEPTADO: 15-09-2014 Licencia CC BY-NC-SA 3.0 ES (2014)

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Factótum 12, 2014, pp. 19-28ISSN 1989-9092http://www.revistafactotum.com

Demonología y riqueza:El papel del diablo en el mundo moderno

Maximiliano E. Korstanje

Universidad de Palermo, Buenos Aires (Argentina)International Society for Philosophers, Sheffield (United Kingdom)E-mail: [email protected]

Resumen: La idea del diablo y sus contradicciones respecto a la teología han sido estudiadas durante siglos enEuropa. Para algunos, el demonio es el fiel reflejo de la misericordia divina, mientras otros ven en el mismofenómeno la prueba de su inexistencia. Lejos de llegar a un acuerdo, la teología y la filosofía han ignorado lafunción económica del diablo, en tanto que regulador del orden productivo. Como arquetipo, la figura del demoniocorrige las asimetrías materiales generadas por el sistema. Antropológicamente, la alegoría del demoniorepresenta nuestro miedo más arcaico, a saber, la muerte del hijo.Palabras clave: demonología, muerte, linaje, economía del mal.

Abstract: Throughout the centuries, the allegory of evil and its theological contradictions have been examined inEurope. For some philosophers, the demon is a sign of the divine mercy, while others see the very same evil as aproof for the non-existence of God. Far from reaching a consensus, theology and philosophy have ignored theeconomic role of the evil, considered as a regulator of economy. The evil, taken as an archetype, fixes thematerial asymmetries produced by the system. From an antropological point of view, the allegory of the evilrepresents our deepest fear, namely the death of our offspring. Keywords: demonology, death, offspring, economy of evilness.

1. Introducción

La Iglesia Católica descansa su legitimidadsobre la ambigüedad que ella misma generarespecto a la figura del diablo. Por un lado, estearquetipo le permite que sus fieles aceptenciertas políticas que de otra forma seríannegadas. Por otro lado, a la vez que llama asus fieles a combatir al mal por medio de lahumildad, reconoce pocos casos de posesiónreales. Ello ha dado pie a que la industria delentretenimiento moderno haga explotacióncomercial sobre el tema del mal. Los círculosacadémicos se encuentran reacios a aceptar elmal como un objeto real más que en elimaginario colectivo.

En este contexto, el presente ensayointenta dilucidar cómo se construye la figuradel diablo como ángel rebelde a la autoridad deDios, a la vez que indaga en las contribucionesde tres académicos que han estudiado el temaprofusamente.

Dennis Muchembled, Fabián AlejandroCampagne y Carol Karlsen, desde diversosángulos, aportan indicadores importantes paracomprender nuestra posición frente al diablo.

La presente pieza de revisión es, antes quenada, un intento conceptual que considera al“demonio” como una figura simbólica,construida y legitimada socialmente a través desiglos. Nuestra tesis es que el diablo representael terror arcaico a la muerte de los hijos. Peroesta definición debe distinguir entre el demonioy la brujería. Esta última es un acto decomunicación sobre fuerzas que exceden lohumano. En sí, la bruja o la poseída operan enel campo de lo que denominamos “economía debrujería”, donde se intenta controlar un malextremo. El diablo no solo se hace carne en laposeída, sino que desde ahí mismo abre laspuertas a su propia vulnerabilidad, es decir, alpoder del exorcista.

Marcel Mauss y Bronislaw Malinowski noshan enseñado que cualquier falla o problema

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que atente contra la circulación de dones dela sociedad es corregida sistémicamentemediante un ajuste. El pacto o contacto conel demonio, situación inicial que hermana ala bruja con la poseída, comienza con unatragedia que se vincula a la muerte de unniño o a un desastre que pone en jaque a laeconomía de la comunidad. Por ese motivo,tres elementos son de capital importanciapara comprender el fenómeno: la fertilidad,la riqueza y la circulación de bienes.

2. Dennis Muchembled

La atracción y fascinación occidentalesrespecto al papel del diablo ha alcanzado ala industria del entretenimiento y a toda unaserie de películas puestas al espectador paragenerar un terror disciplinado, controladodesde el otro externo. El terror del demoniose torna estético; un placer despojado detodo riesgo. El televidente se encuentraseguro, observando con gozo cómo el otroes atrapado por la malignidad de un espírituque no puede ser atrapado por nuestravisión. La voluntad del demonio y su podernos estremece pues es algo que no podemoscontrolar. El placer de las películas de terrordonde hay posesiones y exorcismos radicaen la plena conciencia de que la propiaintegridad no está en juego (Cilento, 2002)

En este sentido, es interesante discutir laposición de Muchembled (2003) respecto ala figura del diablo, que abarca dos aspectos.Por un lado, el autor llama la atención sobrela falta de un corpus teórico y conceptualunificado que permita sentar las bases delobjeto de estudio. Cada investigador,dependiendo de su contexto y época, havisto en el diablo un arquetipo diferente. Ensegundo lugar, Muchembled es conscientede que el terror que despertaba estepersonaje en la Edad Media no es el mismoque en la actualidad. En parte, losciudadanos modernos han hecho del diabloun objeto fetiche de entretenimiento o deapego cultural, pero su influencia sobre elmundo moderno ya es casi nula. Por elcontrario, en la Edad Media se loconsideraba un “enemigo de la humanidad”.

La figura de Satanás fue, en ciertaforma, funcional a la Iglesia Católica queintentó monopolizar las adherencias de loseuropeos cuyas costumbres folklóricasdesafiaban al cristianismo. Muchembledcritica la creencia de los historiadores queafirman que los europeos medievales eranmuy creyentes y profesaban su lealtad a laIglesia. Lejos de eso, el hombre medievalpracticaba una serie de ritos y cultos ajenosal paradigma católico. Entronar a Lucifer

como el enemigo público a combatir fue unatáctica política para conferirle al Papajurisdicción sobre los feudos y ducados enformación. No obstante, la razón funcionalde por qué los hombres sienten aversión aldiablo es la introducción de un tabú en elcomercio sexual entre hombres y animales.

La construcción de una nueva cultura delcuerpo, donde el contacto sexual conanimales queda prohibido, puede articularsegracias a la figura del diablo. Para sustentarsu hipótesis, Muchembled considera que lamayoría de las mujeres acusadas de brujeríahabían supuestamente tenido relaciones conel diablo, imaginado como “macho cabrío”.

Muchembled toma las contribuciones deSigmund Freud sobre el miedo como unaválvula de escape que permite evitar lafragmentación de la personalidad frente a laambigüedad. La figura del Papa usufructúaal demonio para que los feudos europeos noexperimenten una especie de esquizofreniapolítica, pues existía en la Edad Media unatensión permanente entre la autoridad delrey y la del sumo pontífice. Por último, lacreencia en el demonio ha sidohistóricamente una forma de justificar lapobreza. Pactar con el diablo implica que lasrestricciones impuestas a la sociedad de unavida sin problemas económicos quedaquebrada para siempre; a cambio, estaentidad maligna pide el alma humana. Elhombre debe decidir si vive pobre y sujeto amuchas privaciones materiales o concede sualma a cambio de poder y riqueza. Por logeneral, quienes se ven sometidos a estetipo de pactos son mujeres, puesrepresentan el andamiaje que mayoressufrimientos padece. La riqueza o, mejordicho, transformarse en una persona rica esun indicador de pacto previo. Lo que seintenta disciplinar con esta práctica es que lariqueza repentina se encuentre sujeta acastigo. En el fondo lo importante espermanecer pobre (Muchembled, 2003). Sila riqueza, como veremos, es un factorimportante, no menos lo es también el temade la fertilidad, trabajados ambos por elhistoriador argentino Fabián A. Campagne.

3. Fabián Alejandro Campagne

Siguiendo la misma línea argumentativade Muchembled, en su libro Strix hispánicaF. A. Campagne (2009) introduce al lector almundo de la brujería partiendo de un estilohistoriográfico inconfundible. Si bien laestadística señala que entre el siglo XV y elXVIII se asesinaron casi 50.000 personasacusadas de brujería, es importante focalizaren el hecho de que este brote surgió en los

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países centrales de Europa (Alemania, Suiza,Francia) y que prontamente se expandió atoda Europa. Otro dato significativo es que el50% de las brujas condenadas lo fueron enprocesos iniciados en Alemania. Enperspectiva, Campagne reconoce que el 80%de las víctimas de brujería eran mujeres,pero no profundiza sobre ese tema.

Su visión del problema parte de unaproyección europea nacida del encuentro conel nativo americano, cuando aquél se hallaen pos de la conquista. La bruja sería laproyección de ese otro salvaje cuyos valoresatentan contra el ethos cristiano. Losequipos represivos medievales condenaban alas personas cuyos valores fuesen similaresal paganismo aborigen. Si bien Satánrepresentaba la figura de un eternoconspirador, en el fondo se trataba de unaapropiación simbólica y disciplinada delsalvaje, descubierto por el ojo europeo enAmérica. En efecto, lo que se condenaba conla cacería de brujas era el rechazo a ciertotipo de prácticas de sodomismo, canibalismoo idolatría, todas ellas consideradas anti-cristianas.

Los círculos románticos apelaban a labrujería como una práctica nacida de cultosancestrales, todos ellos reprimidos por elcristianismo, en donde se combinan lapasión por la noche, el rol de la mujer comosacerdotisa en una religión matriarcal y elsexo. Campagne realiza una búsquedarealmente erudita de los textos que se hanocupado del tema desde casi sus inicios. Sibien no discute uno a uno el argumentocentral en todos ellos por una cuestiónentendible, queda una síntesis llevadera queprovee al lector una guía útil sobre la funciónsocial de la brujería. En parte porque elautor quiere examinar fuentes históricas ehistoriográficas en lugar de explicar lascausas del fenómeno, Campagne no lograaportar un dato explicativo sobre el tema.

Los estudios de casos aportados seconstituyen, muchos de ellos, como crónicaso comentarios de los juicios a personasacusadas de brujería, así como tambiénprocesos judiciales. Veremos que este es elprincipal problema metodológico del libro.Esta idea lleva a Campagne a prestaratención al rol de los inquisidores, en lugarde comprender realmente la “figura deldemonio”. Centrado en comprender el origende la bruja en España, más precisamente, sutrabajo explora los orígenes etimológicos dela palabra, considerando que su raíz devienede la palabra “bruxa” empleado porescritores españoles como Ivo de Chartres yGraciano para significar una “cabalgatanocturna de espíritus vampíricos e

infanticidas” (Campagne, 2009: 206), mismatendencia observada en otros textosescudriñados en Strix Hispánica.

En trabajos anteriores, Campagne habíareconocido dos cuestiones importantes. Loprimero es la existencia de un abundantebagaje mitológico anterior a la bruja, quesituaba el centro de la narración en el poderde la magia femenina. Este personaje era lahechicera, la cual podía hacer el mal aterceros pero sin intervención alguna deldemonio. Llegado el siglo XV y losposteriores, se asiste al surgimiento de unnuevo arquetipo donde el demonio no solosostiene “comercio” con mujeres que seentregan al deseo, sino que en el ritual delAquelarre las excluye del pacto cristiano.

La bruja era una de las mayorespreocupaciones de las comunidadesmedievales. Particularmente, se tornainteresante estudiar la convergencia del mitode la bruja con el nacimiento del vampiro.Ambos, según Campagne, condensanelementos discursivos similares. Si la brujase alimenta de niños para aumentar suspoderes, no menos cierto parece ser que enrealidad ella desea la sangre de esascriaturas. Al igual que el vampiro, la brujamoderna explota a otros más vulnerablespara subsistir y aprovecha la noche paralograr su cometido. Como construccionessociales, tanto la brujería como elvampirismo intentan el disciplinamiento del“otro no europeo” (Campagne, 2002).

En perspectiva, el historiador argentinoadmite que las brujas españolas tenían lahabilidad sobrenatural recorrer varioskilómetros por las noches para succionar lasangre de los niños, empero en su estudiono se examina la relación bruja-niño, en lacuestión de la fertilidad; y no menosimportante es el hecho que Campagnedetecta que existe, entre los siglos XVIII yXIX, un cambio epistémico en cómo seconsidera a la bruja. Se pasa de ladevoradora de niños a una figura de“hechicera” que intenta manejar y controlarlas fuerzas de la naturaleza.

Por lo expuesto, no parece extrañosugerir que el arquetipo de la brujeríadenota una raíz racionalista que prefigura elavance de la modernidad. Tomando elargumento desde esa posición, la conquistade América y la presentación de “un otrosalvaje” dan al historiador argentino laexplicación definitiva al fenómeno.

El positivismo en las Ciencias Sociales hacaído en un grave error, que es suponer queuna persona puede llegar a la verdadpreguntando (Guber, 2004). La declaración

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ha tomado fuerza de ley en la objetividadque suponen los métodos positivistas.Muchas veces los interlocutores exageransus propias perspectivas mientras en otrassimplemente mienten o desconocen lascausas de sus propios comportamientos. Lainterpretación de los textos tardo-medievales implica centrarse en laperspectiva del observado, descuidando lasvariables coyunturales de su conducta.

4. Carol Karlsen

Los abordajes de Carol Karlsen alestudio social de la brujería parten de unainquietud personal. ¿Por qué la mayoría decondenados por brujería eran mujeres? Opeor aún, ¿por qué los hombres acusados debrujería no eran ajusticiados?

La autora reconoce que uno de losproblemas centrales es la falta de estadísticafiable, ya que en la época no era una técnicaconocida. Por ese motivo, ella decide indagaren los archivos históricos de la zona deNueva Inglaterra, en Estados Unidos, y serella misma quien construya una estadísticafiable para futuros abordajes. A lo largo desu libro The Devil in the shape of a Woman,Karlsen (1987) sugiere que el temor alcontacto con las brujas se debía a lasupuesta relación entre éstas y el demonio.En efecto, el mal, el diablo y todo lo caóticoque ellas representaban se conjugaban enun puente entre el mundo de Dios y de suenemigo. Las brujas no sólo eran enemigasde la sociedad misma por cuanto podíanprovocar la “ira de Dios”, sino tambiéncontrarias a la voluntad de Dios y sucreación. Con este concepto en mente, sedesató una cacería (que castigabafísicamente no por lo hecho sino por lo quedecían) que terminó con el ajusticiamientode muchas personas acusadas de brujería,entre ellas la mayoría mujeres.

En esta época, las brujas conformabanun mecanismo social adaptado paradevolverle al imaginario social la seguridadperdida ante determinada situación adversao desastre. Una de las particularidades deestos personajes es que afectaban con sumaleficio a ganado en general, pero tambiéna niños y mujeres “de bien” (indefensos).Por lo demás, el maleficio se constituíaademás como una convergencia entre dosopuestos bien definidos, a saber, la culturaencarnada por la voluntad del hombre y lasfuerzas naturales sobre las cuales el primerono tenía control. La bruja, con la ayuda deLucifer o Satán, tendría control sobre lasfuerzas de la naturaleza. Sin embargo, notodas las brujas ejercían sobre sus víctimas

algún daño, sino en ocasiones todo locontrario. Mujeres diagnosticadas por losmédicos con alguna enfermedad incurableque sobrevivieran milagrosamente o dieran aluz podían también ser acusadas de invocarla ayuda diabólica. El diablo encarnaba unaseria ofensa contra el orden social dado(como la metáfora de su rebelión a Dios), ypor ese motivo era temido y repudiado(Karlsen, 1987: 4-10).

En resumen, el trabajo de Karlsenevidencia que la cacería de brujas y lacreencia en el mal persiguen una funcióneconómico-social de distribución de bienescuyas características principales son dos:comprender la presencia de la muerte sobrelos seres queridos y evitar que el maleficioafecte económicamente la vida de unacomunidad.

Lo que prima en un pacto demoníaco esla adquisición de valores o bienes que lasociedad reserva para ciertos sectores; lacirculación de los bienes que ofrece el malson negados en la vida diaria a las personasordinarias o son restringidos. Cuenta laparábola de la tentación de Cristo en eldesierto que el demonio le ofreció riquezas ypoder de todo tipo. El mal puede servir comoconcepto para explicar no sólo lasprivaciones y disrupciones internas de todosistema social, sino también sus excesos ycontradicciones; la riqueza y la pobreza, laopulencia y la caridad, etc. En consecuencia,puede afirmarse tentativamente que el malobedece (como el bien) a un principio decirculación de bienes escasos, con fuertesbases políticas.

Sobre la relación entre la brujería enNueva Inglaterra, Estados Unidos y laproducción económica aún queda mucho porexplorar y decir. Karlsen examina 6 historiasde mujeres condenadas a muerte porbrujería, encontrando que en esasnarraciones las condenadas no teníanhermanos ni hijos varones, o se encontrabancasadas sin hijos. Al no tener una líneamasculina de descendencia o ascendencia,heredaban o poseían territorios, ganado ybienes por herencia, que por derechoconsuetudinario le correspondían a loshombres. La legitimidad de estas mujeresera puesta en duda por el círculo deacusaciones que versaban sobre ellas. Parael autor, las causas del fenómeno obedecena un tema de fertilidad y dinámicaproductiva (económica).

En Nueva Inglaterra, entre 1620 a 1725de un total de 158 mujeres acusadas porbrujería, 96 (61%) eran mujeres sinhermanos o hijos varones, 62 (39%) con

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hermanos e hijos varones. De un total de 64mujeres enjuiciadas, 41 (64%) no teníanhijos o hermanos varones, mientras 23(36%) sí los tenían. Asimismo, el número demujeres condenadas sin hijos o hermanosvarones era de 25 (76%) y 8 (24%) conhijos o hermanos varones. Esta dinámicaevidencia, sin lugar a dudas, no sólo larelación que existe entre el mal, la fertilidady la conformación de un linaje patrilineal,sino también el valor que tiene en latradición cristiana el hijo varón (Karlsen,1987: 102).

La brujería, en estos términos, comofenómeno social y político, se correspondecon dos puntos principales que ya hemosanalizado: (i) la lógica productiva asociado ala capacidad de heredar, (ii) la necesidad decomprender aquellas cuestiones que soncontrastantes con los valores de la sociedad,como es la muerte de un hijo o el no-nacimiento. Si partimos de la base de queuna “buena mujer” era aquella que daba aluz hijos varones para la consecución dellinaje paterno, las brujas encarnaban todo locontrario. Básicamente, la persecución debrujas y el mal enraizado en sus supuestasprácticas diabólicas eran funcionales a lalógica productiva de la sociedad puritana ypatriarcal.

5. Una discusión profunda del problema

Hasta aquí, hemos pasado revista a tresintelectuales que desde diferentes ánguloshan tratado el tema de Lucifer y el mal. Lostres han aportado elementos figurativos quepermiten ahondar en una teoría comprensivadel fenómeno, como capas de una cebollaque, a medida que van siendo removidas,nos permiten llegar a un lugar más profundoque desconocíamos. En parte, Muchembledaporta el tema del comercio sexual y latransacción del alma como forma desobrellevar las privaciones materiales,mientras que Campagne hace lo propiosugiriendo que la fertilidad es un aspectoimportante a estudiar, o por lo menos a nopasar por alto. No obstante, el abordaje deCampagne posee algunas limitaciones.

Si bien Strix Hispánica es un aporteerudito que contiene una revisión sustancialde muchos documentos y textos sobrebrujería, adolece de un estudio antropológicoprofundo sobre la relación de la brujería conlos problemas de fertilidad de la sociedad.Un análisis de las 50.000 ejecuciones, antesmencionadas, revela que se trataba de unnúmero mucho menor de las personas que

morían por otras razones, comoenfermedades o en el campo de batalla; esdecir, se podría hablar de un simple ajustesocietal. La Muerte Negra en el siglo XIV secree se llevó la vida de casi 25 millones depersonas (Cohn, 2003). Se puedeargumentar tentativamente que existe unarelación entre la peste y la brujería.

El argumento del profesor Campagne noestá errado, pero constituye una de lascapas de la cebolla. Epistemológicamente, altomar su explicación de los textosmedievales, para cuyos autores laestadística demográfica les estabadecididamente negada, es muy difícildilucidar una relación directa entre lafertilidad y los casos de brujería. No existeademás el aporte que hubiese sidosignificativo de etnografías conducidas enÁfrica y Asia sobre el mismo problema,mucho menos una aplicación directa de la“teoría de los dones” maussiana a la figurade la bruja. Existe una verdadera “economíade la brujería” que merece ser explorada porla literatura especializada. MacKendrick(2009) propone una lectura del problemaque toma de la brujería dos aspectosimportantes. El primero es la monstruosidad,entendida ella como un problema requiereajuste (bajo el binomio limpieza vs.suciedad, o puro vs. impuro). Segundo, losactores impuros permiten ajustes de tiposimbólico que coadyuvan en elfuncionamiento económico del grupohumano (teoría del chivo expiatorio).

En una línea argumentativa similar,aprovechamos la oportunidad para repasarnuestra propia concepción de la bruja comoelemento simbólico asociada al demonio. Adiferencia de Campagne, consideramos quelo importante no es la bruja en sí misma,sino la disposición simbólica de su contactocon una de las figuras más temidas delcristianismo: el diablo. No obstante, esimportante distinguir que la bruja y el diablooperan en dimensiones diferentes. Es aquídonde la mayoría de los estudios colapsan.En parte porque el cristianismo no haaportado en sus textos sagrados muchosdetalles sobre este ángel caído. Por otrolado, es casi imposible proveer datosestadísticos contundentes sobre la relaciónentre fertilidad y brujería, ya que la prácticaestadística no estaba presente en la EdadMedia. En consecuencia, los datos existentesobedecen a interpretaciones de textos, oprocesos judiciales escritos en su momento.

En las siguientes líneas vamos aproponer un nuevo modelo teórico,metodológico y conceptual para comprendera la bruja. Las sociedades funcionan por el

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intercambio de dones en dos tipos decircuitos diferentes. Cuando algún elementoatenta contra esa circulación, se dan ajustessistémicos con el fin de que el sistemabiológico-productivo no se vea amenazado.De esa manera, la sociedad puede persistiren el tiempo. Uno de los grandes obstáculosdel hombre ha sido la interpretación de lamuerte (Ariés, 2011).

Remontándonos al mundo medieval, lamuerte era moneda corriente y en el mejorde los casos una persona llegaba a latreintena de años. Las brujas eran enprimera instancia mujeres que habíanheredado una gran fortuna y no habíanpodido dejar descendientes varones. Enforma magistral, Karlsen documenta casosdonde algunas mujeres en extrema pobrezaeran acusadas de brujas también. Labrujería era entonces económicamentefuncional a un discurso patriarcal donde lacirculación de bienes pasaba de padres ahijos varones. Un primer indicador pareceapuntar a la cuestión de la propiedad.Cuando esta forma de reproducción quedabaalterada, la brujería cumplía un roldisciplinador y aleccionador. La mujer encuestión era elegida, disciplinada y castigadapara aceptar su supuesto contacto con eldiablo o para ceder los derechos de todassus propiedades a los magistrados o a laIglesia Católica. En raras ocasiones unhombre era condenado a muerte por laSanta Inquisición. Según esta explicación,existe una lógica productiva para explicar labrujería que va incluso más allá de la mujeren su condición de tal.

El imaginario colectivo hace referencia aldemonio o Satanás como una entidadmonstruosa, cuyos poderes rigen sobre latierra, por encima de todas las angustiashumanas. Pactar con esta entidad malignaasegura cualidades que a los hombres lesson negadas en sus propias sociedades, esdecir, presupone las categorías propias de laescasez. Pactar con Lucifer implica larenuncia a la angustia otorgada por graciade Dios. La adaptación moderna de Luciferimplica la aceptación de comerciar con lapropia alma a cambio de amor, riqueza ysalud. Esta lógica transaccionista seencuentra muy presente en muchas otrasculturas no occidentales. La ambición tienesu costo.

Durante mucho tiempo los teólogos yfilósofos medievales se han desveladotratando de comprender y explicar el origendel mal en la tradición judeo-cristiana. Enefecto, si partimos de la base de que el diosjudaico y cristiano son una entidadomnipresente, todopoderosa y comprensiva,

queda inconclusa la razón por la cualpermite el nacimiento y la presencia del maly/o la corrupción de uno de sus ángeles másamados y sabios. En efecto, si se observa laestructura gramatical de los idiomasindoeuropeos, se observará que existe unestado nominal para casi cualquier pérdidacon la excepción de la muerte del hijo. Dehecho, Dios podría haber acabado conLucifer pero no lo hace; lo pone encontraposición, desterrándolo a las afuerasde su jurisdicción. El mito fundador delquerubín Lucifer no solo simboliza lafascinación del hombre con la traición, sinotambién el amor filial entre padre e hijo; esdecir, son nuestros propios hijos quienes nospermiten comprender la muerte por mediodel dolor. A las diversas formas de morir, lade un niño es inexplicable y repentina. Auncuando siempre posible, existen mayoresprobabilidades que sean los grupos másancianos quienes encuentren la muerteprimero. El shock psicológico se generacuando lo improbable pero siempre posiblese hace realidad. La muerte joven pone enfuncionamiento un conjunto de dispositivossociales con el fin de comprender lasituación.

En mi trabajo sobre la rebelión deLucifer (Korstanje, 2011) argumento queDios destierra a Lucifer, su primer hijo,precisamente para no darle muerte. Y desdeese momento instala una creencia que llevaa su negación máxima, a la idea quenosotros los seres humanos podemos vivirpor siempre. En la mitología judeocristiana,los canales de la vida y de la muerte no soloparecen no tocarse, sino que encuentran enel destierro su posibilidad de coexistencia.Particularmente, con la excepción deAbraham, pesa sobre la tradición judaica yluego sobre la cristiana la idea que el padreno debe asesinar a su propio hijo. Estalección sugiere que cualquier anomalíareproductiva en la sociedad encarna elarquetipo del mal, ya que se asume quequien no puede tener hijos debe y puedeasesinar los hijos de otros.

En el fondo, la sociedad mira condesconfianza a quienes poseen problemas defertilidad. Esta manera de pensar no solo daorigen al fenómeno moderno de la brujería,sino que vincula al diablo con los problemasde reproducción de una sociedad. Enconsecuencia, todos los recursos y esfuerzospor combatir al mal ejemplifican la negacióna la muerte de quien no se considerapreparado para morir (Korstanje, 2011). Detodas sus formas, la muerte de los niñosrepresenta el efecto más traumático encualquier sociedad moderna.

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La brujería, en los términos descritos,representa una construcción política queamerita disciplinamiento, pero cuyaexplicación se centra en la teoría de losdones. Por medio de la economía y laescasez, los lazos sociales de la comunidadse renuevan y se hacen más fuertes. Lo queCampagne no aprecia con claridad es que labrujería evidencia la manera en que la lógicaproductiva se asocia a la capacidad deheredar, y que ese linaje denota posesiónefectiva. En sociedades de organizaciónpatriarcal, la herencia en manos masculinases clave para preservar el orden societal. Sila mujer no tiene hijos, y es poseedora deuna gran fortuna, a este hecho se loconsidera una falla. En tanto que asimetríadel propio sistema, debe ser corregida. Labrujería y el demonio son constructossociales que ayudan a corregir las asimetríaseconómicas de la comunidad. Ahora bien,una cosa es el demonio como eje del mal yotra cosa es la bruja.

En nuestra propia consciencia europeacoexisten dos tendencias. La greco-mediterránea, que impera en lajurisprudencia, y la judeo-cristiana, que seha relegado hacia las esferas de lo religioso-administrativo. En estructuras mitológicascomo la griega, donde padres e hijos seasesinan por poder y riqueza, la muertequeda monopolizada en la figura del padre.Al tener la capacidad de dar muerte a suspropios hijos, los griegos construyeron unaidea particular respecto a la muerte. Losdioses no eran compañeros, ni mucho menosprotectores, de los hombres. Su funciónestaba principalmente orientada a aconsejara los hombres. Estos últimos no erantampoco el centro epistémico de la creación.El hombre, en tanto pequeño ante un mundoque no había sido creado para él, debíademostrar ser merecedor de la protección delos dioses. El mundo griego, según admiteCastoriadis (2006), es el responsable deintroducir en occidente “el derecho del másfuerte” que hoy rige en la política moderna.La ley del más fuerte no solo acepta lamuerte como parte del mundo, sino queconfiere al político la posibilidad de arbitrarla vida y la muerte de los hijos. Es elejemplo que ha legado al mundo el reyAgamenón, quien en busca de la conquistade Troya decide asesinar a su propia hija. Elasesinato de padres e hijos es moneda decambio en el mundo mediterráneo antiguo.Fuera del mundo moral, el político debeelegir por lo mejor para su pueblo, incluso silo mejor implica el sacrificio de lo que unomás ama. En el mundo griego, por loexpuesto, la muerte de los hijos es una

consecuencia derivada de una decisiónprevia, por ende sólo puede ser corregidapor la venganza, como Aquiles venga a suprimo muerto ante Héctor.

Por su lado, el mensaje de la mitologíajudeo-cristiana se ubica en un ángulodiametralmente opuesto. El mundo fuecreado para ser administrado por loshombres. Bajo lo que Foucault llamó lalógica del pastoreo, Dios funciona como unaespecie de padre pastor cuya misión es velary asegurar la protección de sus hijos, aquienes se puede comparar con el ganado.Pero su creación hace uso del libre albedrío,en cuyo ejercicio se entrega al pecado. Elamor del padre por su hijo no sólo sella afuego el pacto primigenio de Israel con suDios, sino que además establece una formanueva de pensar en la Europa moderna: lanegación de la muerte del hijo.

Para explicarlo en forma clara: la muertequeda aislada dentro de las posibilidades,pues es el buen pastor quien hace delmundo un lugar mejor. Siguiendo esta formade razonar, la muerte deja de ser aceptadacomo una realidad. El poder, como ladecisión de quien vive o muere, es de Dios,no pertenece a los hombres. Tan inexplicablecomo incomprensible, la muerte se mantienefuera de la esfera de la humanidad. Comoadmitiera Nieztsche, la ley del más fuerteque imperaba en Europa comienza a sermodificada por la ley de los sacerdotes,donde esa fortaleza se transforma en signode debilidad espiritual (impotencia). Eldiscurso último del cristianismo apuntaba alpobre, al mutilado y a los débiles comoplenos merecedores de entrar al reino de loscielos. La humildad reemplaza a la fortalezahasta el punto de invertir las antiguaslógicas del poder. La figura del hombredescansa sobre una paradoja conceptual.Siendo la muerte una construcciónincontrolable por los hombres, por no serdioses, se asume el amor por la vida; yporque se ama la vida, es que se niega lamuerte. En este sentido, cuanto más se amea los hijos, más se teme su inevitable final.

Campagne reconoce que el abrumadorporcentaje de mujeres ajusticiadas no es deltodo homogéneo. El dato desagregado porpaíses arroja un dato curioso. En Islandia lamayoría de condenados por brujería sonhombres y no mujeres. Desde estaperspectiva, el vínculo entre la fertilidad y lamujer quedaría relegado de las explicacionescientíficas. Cabe aclarar que no es la brujeríaun arquetipo que recaiga sobre la mujer, ensu condición de tal, sino en los valoresculturales asignados a los actores sociales.Valores que varían acorde a sus propias

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organizaciones respecto al habitar, al suelo ya la economía. En Islandia, sociedad nórdicay matriarcal por antonomasia, no es extrañoque los hombres y su posibilidad de heredarsin descendencia correspondan a la mismalógica que la mujer en una sociedadpatriarcal. El concepto de la fertilidad espuramente figurativo y se interpreta acordea un andamiaje societal mayor. Pero es através de él que los investigadores puedenrealizar correlaciones entre las condicionessocio-económicas de los acusados debrujería para poder realizar inferenciassustentables. Desde nuestra perspectiva, lapregunta de Campagne sobre el altoporcentaje de hombres ajusticiados porbrujería (80% a 20%) en Islandia secorresponde con desequilibrios de linaje queatentan contra el orden matriarcal. Lafertilidad que en las sociedades patriarcalesse le confiere a la mujer, en las matriarcalesse atribuye al sacrificio del hombre. Estedato, es cierto, ha confundidosustancialmente a románticos y racionalistasocupados en demonología.

Se ha malinterpretado la relacióneconómica que da valor a la transacción debienes, aduciendo que los antiguos cultosmatriarcales eran elementos residuales de laadoración al demonio. Pues es bien ciertoque el sacrificio de un varón es un aspectoimportante en las sociedades matriarcales,mientras que en las patriarcales el sacrificiodel primogénito varón se transforma ennecesidad de protección. El demonio y labruja son, antes que nada, figurasarquetípicas que proyectan tras de sí valoresculturales específicos que varían de sociedaden sociedad. Estos valores explican eintentan replicar el orden económico pormedio del cual la sociedad puede persistir.Las brujas nos recuerdan la irremediabledicotomía de tener que vivir para morir, o loque es peor aún, que el amor por nuestroshijos no los preserva de la muerte.

El demonio en la industria del cine, luegodel estreno de El exorcista (1973), hagenerado incalculables ganancias y atenciónde parte también de los medios. Luego delfilm que llevara a la fama a Linda Blair, loscasos de posesión diabólica se hantriplicado. Siguiendo este argumento, elprimer punto en cuestión es que, al igualque en la brujería medieval, las poseídas sonmujeres jóvenes en edad liminar de dar aluz. La introducción del ente maligno se llevaa cabo sin que ellas lo quieran. Tampocopueden hacer mucho más que llamar a unsacerdote católico experimentado enexorcismos.

Si bien los argumentos han ido variandoa lo largo de los años, la cuestión de lafertilidad es de capital importancia. En Elexorcista: el comienzo (2004), el padreMerrin es un científico holandés que,habiendo perdido su fe luego deexperimentar los horrores del nazismo, seencuentra envuelto en un caso de posesiónen una aldea africana. Una de las cuestionescruciales que inicia el “suspiro del diablo”,como se lo llama, es el hecho que el hijo deljefe de la tribu nace muerto. Este eventodespierta una guerra entre los locales y lossoldados británicos en el lugar.

La figura de la “muerte del hijo” esprimordial para comprender el génesis delmal. Siendo Dios mismo quien no asesina aLucifer después de su desplante, laposibilidad de la muerte del hijo quedavedada para los occidentales. Los hijosrepresentan el componente biológico demayor peso para que la sociedad puedasobrevivir, para que sus estructuras puedansocializar a los nuevos agentes una veznacidos. Si bien la figura de la niñez es máso menos moderna, las sociedades siemprehan ensayado medidas de protección paralos más pequeños. La propia unidad familiardepende del éxito del niño para hacersehombre. A ese niño nacido en las todas lassociedades se lo reconoce nacido de unamujer. El rol de la mujer como dadora devida es ampliamente aceptado aun cuandono en todos los casos se lo asocia a lafertilidad. En las sociedades matriarcales, elsacrificio del “macho” que puede ser unanimal, simboliza la muerte para unaresurrección. Por ende la fertilidad es uncriterio cultural atribuido al hombre. En laspatriarcales, por el contrario, la mujer quedasujeta a ser un agente de reproducciónbiológica asociada a la natalidad.

Muchembled no se equivoca cuandoafirma que el problema del mal tiene que vercon la unión sexual, pero la forma deplantearlo es incorrecta. Es cierto que launión sexual implica objetivamente un hijo,pero no todas las tribus aborígenesreconocen este principio. Para algunas de lasmatrilineales, como bien ha demostradoMalinowski, el niño nace de la unión de lamujer con un espíritu y el tío de la madreocupa el papel de padre. Para las sociedadespatrilineales, en donde entran las modernas,la mujer es signo de fertilidad, mientras enotras lo es el hombre.

Mauss ha evidenciado que las sociedadespermiten la reproducción material ysimbólica a través de dos canales decirculación de regalos, dones o bienes. Estoscanales jamás se tocan. Generando formas

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de reciprocidad específica, Mauss encuentraobjetivamente que el lazo social se funda enla escasez económica, que lleva a la idea decircular objetos. En perspectiva, el agente defertilidad no se vincula ni con la caza ni conla apropiación del alimento. Quienesacaparan las raciones de alimento toman elpoder, pues de ellos depende lasupervivencia del clan. En las comunidadespatrilineales, los hombres van a la caza yson asociados a la muerte, mientras lasmujeres dan a luz y son vinculadas a la vida.El acaparamiento de poder y riquezamaterial se encuentra en el carril opuesto alde la vida. Por ese motivo, la casta deguerreros europeos siempre ha estado enpuestos privilegiados, relegando a susmujeres a la figura de simples reproductorasdel linaje.

Cuando una mujer hereda sin posibilidadde continuar esa herencia en un varón, comoha demostrado Karlsen, es ajusticiada paracorregir la falla o anomalía sistémica. Es aquídonde entra el rol de la bruja comocompañera del demonio.

Lucifer, como Dios lo ha dispuesto,estará por siempre como la muerte misma,como el peligro mismo de perder alprimogénito; pero la bruja no solo eshumana, sino que permanece en un estadiodonde puede ser controlada y hastadisciplinada. La mayoría de los procesos debrujería comenzaban cuando sucedía lamuerte de un niño muy pequeño o cuandose experimentaba un desastre natural quearruinaba la economía. Estas dinámicas seaplican tanto en los casos occidentales comoen África y Asia. Si la muerte del pequeño esla justificación, es decir, la construcciónsimbólica, la imposibilidad de reproducirse ya la vez acaparar riquezas es la causacentral del ajuste que recae sobre la llamada“bruja”.

6. Conclusión

En la saga Paranormal Activity (2007,2010, 2011, 2012) un demonio acosa a doshermanas cuyos abuelos practicaban pactosde intercambio de tipo Wicca. Dicho demonioviene en estos filmes a cobrarse por mediodel heredero, es decir, de la progenie dequienes han pactado para adquirir poder yriqueza. Cabe destacar que ambas cosas, elpoder y la riqueza, son valores prohibidos odifíciles de alcanzar para la mayoría de laspersonas. El pacto con entidades malignasno solo es un quiebre epistémico sino undesafió a la organización material.

Muchembled ha hecho un aporteextraordinario al darse cuenta que ladicotomía entre riqueza y pobreza es unacuestión de lucha por la hegemonía de losaparatos productivos de la comunidad. Sipartimos de la base que el hombre puedepactar con el mal para ser rico, debemosaceptar que ser pobre es el camino correctoquerido por Dios. Siendo así, lo que selegitima no sólo es la expansión ilimitada dela pobreza como hoy la vemos, sino lasinequidades del industrialismo moderno. Enlas sociedades modernas industriales, porser primariamente patrilineales, ya que elnombre pasa de padre a hijos, el papel de laposeída iguala al de la bruja medieval, recaesobre la mujer. No existen, de hecho,películas de posesión donde las víctimasprotagonistas sean hombres.

Podemos entonces definir a la riquezacomo un acaparamiento desmedido de donesque altera la circulación de los bienes de unacomunidad. Si este monopolio cae en manosde mujeres sin descendencia o sindescendencia en un varón, la sociedadpatriarcal movilizará todos sus recursos paraexpropiarle esa riqueza. La brujería da larazón para la coacción física sobre quienesdesafíen el sistema económico. Lo mismosucede con los hombres en las sociedadesmatrilineales.

Rea (2008) sugiere convincentementeque entre los Yorubas, sur de Nigeria, lasmujeres acusadas de brujería se encuentranen tensión directa con el clan patrilineal.Preocupadas por agrandar su nivel deriqueza o por salir de la pobreza, esta clasede mujeres (brujas) atentan contra la vidade un pequeño en gestación en el úteromaterno o incluso amenazan la relacióngenealógica entre el padre y su hijoprimogénito. Al igual que en la Edad Media,las personas acusadas de brujería sonjuzgadas y condenadas a muerte siguiendodiferentes procesos rituales (Rea, 2008: 3).Al igual que Karlsen, Rea sostiene que elprincipio de la brujería tiende a reducir latensión y la ambivalencia en ciudades queintentan alternar modernidad con tradición.La brujería es en consecuencia, no sólo elpacto con las “fuerzas de la oscuridad”, sinouna forma de superar las contradicciones dela propia comunidad. Cuestionesrelacionadas con la infertilidad y con laproducción de bienes juegan un papelimportante en la comprensión del mal y labrujería. El mal se explica por medio de treselementos centrales: la riqueza, la fertilidady la circulación de dones.

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