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De vulnerabilidades, afectos y equilibrios: los cuidados en los procesos de invesgación y sus encrucijadas De vulnerabilidades, afectos y equilibrios: los cuidados en los procesos de invesgación y sus encrucijadas Gandarias Goikoetxea, Itziar 1 Osorio Cabrera, Daniela 2 Fulladosa Leal, Karina 3 Resumen Esta comunicación pretende reflexionar en torno a las estrategias de cuidado colecvo en los procesos de invesgación. Siguiendo los aportes de las economistas feministas, dialogar sobre los cuidados en nuestro quehacer invesgavo nos lleva a cuesonarnos y a revalorizar ciertas práccas y formas de hacer. Este cuesonamiento implica ampliar la conciencia sobre la interdependencia y la vulnerabilidad como condición de la existencia, algo que en el actual neoliberalismo -muy extendido en el mundo académico- apenas ene cabida, donde la lógica producvista del mercado se ha instalado y el conocimiento se convierte en una mercancía más. Parendo de los nudos y desaos que comparmos por estar inmersas en procesos de invesgación y acvismo desde perspecvas feministas, queremos comparr algunas de las tensiones de nuestros procesos de invesgación con el objevo de generar puentes entre academia y acvismo y construir invesgaciones más compromedas polícamente. Para ello, reivindicamos los cuidados y la éca feminista del acompañamiento como herramientas éco- polícas posibilitadoras de otras formas de relacionarnos y producir conocimiento. Palabras clave: producción de conocimiento, epistemologías feministas, cuidados Abstract This paper aims to reflect on strategies and collecve self-care research processes. Following the contribuons of feminist economists, talk about care in our research work leads us to queson and reassess certain pracces and ways of doing. This queson involves expanding awareness of the interdependence and vulnerability as a condion of existence, something that the current neoliberalism-very widespread in the academic world just has no place, where the producon-market logic is installed and knowledge becomes in another commodity. 1 Estudiante de doctorado del Departamento de Psicologia Social de la Universidad Autónoma de Barcelona y profesora del Departamento de Psicologia Social de la Universidad de Deusto.Integrante del grupo Fractalidades en Invesgación Críca (FIC) de la UAB. [email protected] . 2 Estudiante de doctorado. Departamento de Psicología Social de la Universidad Autónoma de Barcelona. Integrante del grupo Fractalidades en Invesgación Críca y del grupo Polícas del Cuidado y Trabajo de la UAB. [email protected]. 3 Estudiante de doctorado. Departamento de Psicología Social de la Universidad Autónoma de Barcelona. Integrante del grupo Fractalidades en Invesgación Críca. [email protected] . V Congreso Economia Feminista Página 1

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De vulnerabilidades, afectos y equilibrios: los cuidados en los procesos de investigación y sus encrucijadas

De vulnerabilidades, afectos y equilibrios: los cuidados en los procesos de investigación y sus encrucijadas

Gandarias Goikoetxea, Itziar1

Osorio Cabrera, Daniela2

Fulladosa Leal, Karina3

Resumen

Esta comunicación pretende reflexionar en torno a las estrategias de cuidado colectivo en los procesos de investigación. Siguiendo los aportes de las economistas feministas, dialogar sobre los cuidados en nuestro quehacer investigativo nos lleva a cuestionarnos y a revalorizar ciertas prácticas y formas de hacer. Este cuestionamiento implica ampliar la conciencia sobre la interdependencia y la vulnerabilidad como condición de la existencia, algo que en el actual neoliberalismo -muy extendido en el mundo académico- apenas tiene cabida, donde la lógica productivista del mercado se ha instalado y el conocimiento se convierte en una mercancía más.Partiendo de los nudos y desafíos que compartimos por estar inmersas en procesos de investigación y activismo desde perspectivas feministas, queremos compartir algunas de las tensiones de nuestros procesos de investigación con el objetivo de generar puentes entre academia y activismo y construir investigaciones más comprometidas políticamente. Para ello, reivindicamos los cuidados y la ética feminista del acompañamiento como herramientas ético-políticas posibilitadoras de otras formas de relacionarnos y producir conocimiento.

Palabras clave: producción de conocimiento, epistemologías feministas, cuidados

AbstractThis paper aims to reflect on strategies and collective self-care research processes. Following the contributions of feminist economists, talk about care in our research work leads us to question and reassess certain practices and ways of doing. This question involves expanding awareness of the interdependence and vulnerability as a condition of existence, something that the current neoliberalism-very widespread in the academic world just has no place, where the production-market logic is installed and knowledge becomes in another commodity.

1 Estudiante de doctorado del Departamento de Psicologia Social de la Universidad Autónoma de Barcelona y profesora del Departamento de Psicologia Social de la Universidad de Deusto.Integrante del grupo Fractalidades en Investigación Crítica (FIC) de la UAB. [email protected].

2 Estudiante de doctorado. Departamento de Psicología Social de la Universidad Autónoma de Barcelona. Integrante del grupo Fractalidades en Investigación Crítica y del grupo Políticas del Cuidado y Trabajo de la UAB. [email protected].

3 Estudiante de doctorado. Departamento de Psicología Social de la Universidad Autónoma de Barcelona. Integrante del grupo Fractalidades en Investigación Crítica. [email protected].

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From knots and shared challenges by being immersed in research and activist processes from feminist perspectives, we share some of the tensions of our research processes with the aim of building bridges between academia and activism and build politically engaged research. To this end, we demand the care and feminist ethics as an ethical-political support tools enablers of other ways of relating and produce knowledge.

Keywords: production of knowledge, feminist epistemology, cares

1. Preámbulo: Quienes somos y cómo hemos llegado hasta aquí

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Esta comunicación no es fortuita, tiene una historia y un recorrido transitado hasta llegar aquí. Justo hace un año, en junio del 2014, dentro del IV Encuentro de la Red de Estudios de la Ciencia y la Tecnología [3] presentamos un texto dialogado a tres voces que titulamos: “¿Cómo nos articulamos en los procesos de investigación colocando en el centro el (auto)cuidarn(nos)?: Una propuesta dialógica en construcción”.El texto recitado conjuntamente el último día de las Jornadas tenía dos objetivos. Por un lado, dar cuenta de la trastienda de nuestros procesos de investigación; esas incertidumbres, incomodidades y dificultades que se nos presentan durante el proceso y que rara vez aparecen en los papers o artículos que leemos y publicamos. Y por otro lado, queríamos poner en valor las relaciones de afecto y amistad, que permiten que nuestras investigaciones sean más habitables y llevaderas; esas relaciones que hacen sostenibles nuestras vidas, que nos permiten llevar a cabo nuestra investigación y que en momentos críticos de angustias, bloqueos o frustraciones nos brindan colchón y resguardo.Nos unen circunstancias y condiciones similares. Las tres estamos realizando una tesis dentro del Departamento de Psicología Social de la Universidad Autónoma de Barcelona y pertenecemos al grupo de investigación FIC (Fractalidades en investigación crítica). Coincide además que las tres estamos realizando una investigación activista desde epistemologías y metodologías feministas. Cada una en diferentes espacios. Daniela en el Ateneu Cooperativo La Base en Barcelona, Karina, en Sindihogar, Sindicato de Trabajadoras del Hogar y el cuidado en Barcelona e Itziar en la Plataforma de la Marcha Mundial de Mujeres de Euskal Herria. Estamos realizando investigaciones que se encuentran en ese espacio fronterizo entre academia y militancia, ese espacio difuso del “entre”(Fulladosa, 2015). Llevar a cabo investigaciones militantes e involucrarnos en la co-producción de conocimiento orientado a la acción (Colectivo Situaciones, 2004; Precarias a la Deriva, 2004) conlleva dilemas ético-político específicos que se presentan a partir de un hacer en la frontera. Por último, pero no por ello menos importante, nos une la amistad y el privilegio de poder acompañarnos y sostenernos en este viaje. Desde estos nudos comunes pero también desde la diferencia de los procesos en los que estamos inmersas, surgió el deseo de dar cuenta de la cocina de nuestras investigaciones.Tras finalizar las jornadas en Salamanca nos comprometimos a compartir vía online el texto dialogado con aquellos y aquellas participantes que habían mostrado interés, con el objetivo de que otras voces se sumaran a la conversación interpelando nuestras reflexiones y añadiendo nuevas. Esto nos permitió mantener vivo y abierto el diálogo e ir generado redes de producción de conocimiento con más personas. Producto de la distancia física y de las ajetreadas y ocupadas vidas que llevamos, el texto no tuvo tantas intervenciones como quisimos, pero sí surgió la posibilidad con algunas de las participantes de aquel Encuentro de presentar un symposium en el marco del II Congreso de Psicología Social Crítica[4] celebrado recientemente en febrero en la Universidad Autónoma de Barcelona que titulamos: “Cuidado con los cuidados pero sin mimos no hay revolución”. Pretendíamos ampliar nuestras reflexiones acerca de las estrategias de cuidado a otras áreas de acción no solo el de la investigación. Para dar inicio al simposio quisimos interpelar a la audiencia que nos acompañaba. Para ello repartimos pequeños papeles donde les invitábamos anónimamente a responder a la siguiente pregunta que habíamos escrito en la pizarra del aula: ¿Qué y quienes hacen posible que hoy estés aquí?. Al finalizar nuestras exposiciones invitamos a quienes quisieran a compartir públicamente sus

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respuestas. La pregunta, aparentemente simple, generó un debate y diálogo muy enriquecedor que nos animó a continuar las conversaciones en torno a los desafíos de los cuidados en los quehaceres cotidianos de las prácticas de conocimiento. Y es así cómo hemos llegado al IV Congreso de Economía Feminista. En esta ocasión, queremos compartir las reflexiones que hemos ido tejiendo en todo este proceso dando un pasito más; poniéndolas en diálogo con los aportes y planteamientos de la economía feminista; abriendo así nuevos interrogantes en torno a los cuidados en los procesos de investigación. Algunas de las preguntas que queremos reflexionar en este texto son: ¿Cómo dar cuenta en nuestras investigaciones de los procesos de cuidado hacia los otros/as y el autocuidado sin caer en relatos autorreferenciales “yo, me, mi me, conmigo misma”? ¿Cómo valorar “los cuidados” y los afectos en los procesos de investigación sin romantizarlos o escencializarlos? ¿Es posible reinventar el espacio académico como lugar donde también dar cuenta de nuestras vulnerabilidades e incomodidades? ¿Cómo articularnos colectivamente para transitar de las lógicas actuales de autosuficiencia, eficacia y productividad a prácticas que fomenten los procesos y los cuidados en la academia? ¿Es posible? ¿Nos atrevemos?.

Comenzamos el texto exponiendo desde dónde y por qué queremos hablar de los cuidados en los procesos de investigación. A continuación abordamos los principales planteamientos de la epistemología feminista en la construcción de otras formas de conocimiento más encarnadas y situadas; desarrollando algunas claves que conlleva la práctica de una investigación feminista. Finalizamos compartiendo las tensiones que hemos vivenciado en nuestros procesos de investigación para acabar con algunas reflexiones abiertas y en construcción que nos permitan seguir dialogando conjuntamente.

2.- ¿Desde dónde y por qué hablamos de cuidados?

En los últimos años asistimos a una hipervisibilización de los cuidados, tanto en el uso que adquiere como herramienta analítica en la academia, como en las consignas del Movimiento Feminista. En tal sentido, surgen desde el propio movimiento críticas (Gimeno, 2012) en relación a la excesiva visibilidad y vaguedad del término, convirtiéndose en un saco roto que involucra todo tipo de formas de relación.En este trabajo quisiéramos comenzar mencionando algunas ideas y referencias que son importantes para nosotras y de las cuáles partimos para hablar aquí. Esta aclaración intenta ponerle nombre y construir juntas aquellos marcos de referencia por las cuáles la noción de cuidados se convierte para nosotras en una herramienta analítica y política.

2.1.-Ética de cuidadoUna de las ideas que orienta este trabajo está relacionada con las reflexiones que provienen desde la filosofía, en particular del trabajo de Carol Guilligan (Carosio, 2007) en relación a revalorizar los cuidado desde la ética. En este sentido, el valor que adquieren los cuidados en la conformación de las relaciones sociales y el lugar que ocupan en el orden social. Nos parece necesario construir un discurso que ponga en el centro a las personas, que no sólo se centren en la racionalidad de la justicia y la imparcialidad como valores, sino también en el encarnar de

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los cuerpos a partir de la consideración del contexto y lo relacional. Para nosotras esta ética se expresa y construye en la forma de relacionarnos con las personas que participan en la investigación, entre nosotras y en cómo entendemos los procesos sociales. “La ética del cuidado completa la inter-subjetividad dialógica con la afectiva, de compromiso y responsabilidad ante las necesidades de los otros. Por esto, la ética del cuidado es transformadora y emancipadora, potenciando los sentimientos de cercanía, compromiso y responsabilidad, para una verdadera convivencia comunitaria más pacífica y amable.”(Carosio, 2007)

2.2.-Trabajo de cuidadosTambién hacemos mención a esta noción, porque ocupa un interés particular como campo-tema en nuestras investigaciones. Nos referimos al reconocimiento de las tareas del hogar y del cuidado como un trabajo, en un esfuerzo por visibilizar y valorizar a nivel social, el tiempo y esfuerzo que muchas mujeres históricamente le han dedicado (Moliner, Arango, 2011). En este sentido, resaltar tres ideas: 1) la centralidad que este trabajo adquiere en el sostenimiento de la vida; 2) la necesidad de reconocer sus aspectos materiales, morales y afectivos; 3) la crítica y perpetuación de la división sexual del trabajo que se da en estas tareas, y que en muchas ocasiones se produce entre mujeres a partir, de relaciones de explotación vinculadas al eje Norte-Sur como las cadenas globales de cuidado.Sobre este tipo de tarea, quisiéramos también mencionar el cuestionamiento del imperativo moral que hace recaer en las mujeres estas tareas y responsabilidades, sin cuestionarse temas como el derecho a no cuidar (Gimeno, 2012). Si bien esta noción no es la central en esta presentación, no queríamos dejar de mencionarla, en tanto responde al uso que desde el movimiento feminista se reivindica como herramienta para la transformación social.

2.3.-Los cuidados y lo políticoNos referimos a los cuidados como una herramienta política para la transformación social. Esto significa plantear una organización social en torno a las tareas y relaciones de cuidado (Moliner, Arango, 2011). Si partimos de considerar la vida en el centro y cómo la hacemos más sostenible, debemos replantearnos todo. Con esto nos referimos desde las formas de organización del trabajo, hasta el diseño de una ciudad y su vida comunitaria (Martín-Palomo, 2009). En este sentido hablamos de la asunción colectiva de todos los elementos y problemas que lo componen, para que deje de ser una tarea y responsabilidad exclusivamente de las mujeres.

2.4.- Los cuidados en nuestras investigacionesLuego de aclarar y aclararnos algunas nociones y formas de nombrar, quisiéramos expresar cuáles son aquellas ideas que han orientado nuestras reflexiones para este trabajo. Pretendemos expresar desde una ética del cuidado en nuestras formas de hacer, basadas en el poner el cuerpo desde un contexto local y situado, compartiendo los recorridos que hacen sostenibles nuestros procesos de investigación. Un conocimiento que hace visible a sus protagonistas, evitando hablar desde ningún lugar, reconociendo las fallas y los caminos, la vulnerabilidad desde la que se parte y que nos posiciona desde un lugar para hablar. Queremos compartir las tensiones que se producen en esos procesos en este encuentro, porque

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entendemos que en su articulación con otras, se produce el conocimiento. Pretendemos reflexionar teóricamente sobre estos recorridos, como nos afectan en el proceso de la investigación y de qué manera compartirlo puede significar un salto cualitativo para nuestras formas de producir conocimiento. Aclarar en qué medida los cuidados es una herramienta en la producción de conocimiento, nos lleva a aclarar también nuestra posición epistemológica, desde la cual investigamos y que da sentido al siguiente apartado.

3.- Hacia formas encarnadas y situadas de producción de conocimiento

En las últimas tres décadas, las críticas feministas a la ciencia positivista han cuestionado fuertemente la universalidad y la neutralidad de la ciencia, contribuyendo en la transformación de los procesos de producción de conocimiento (Fonow y Cook, 2005; Harding, 2004; Haraway, 1991). Las epistemologías feministas, desde perspectivas muy diversas y plurales, han ido construyendo un corpus teórico y experiencial con el fin de desarrollar formas de aproximación y de análisis de la realidad menos heteropatriarcales y más coherentes con los planteamientos de la teoría feminista.Cuando hablamos de metodologías feministas, hablamos tanto de las prácticas y acciones concretas como de las distintas formas de reflexión e investigación dentro del feminismo, entendiendo el feminismo como un movimiento plural y diverso (Teresita de Barbieri, 1998). De la misma manera que no hay un solo feminismo, tampoco hay una sola metodología feminista. Partiendo de que las feministas estamos produciendo conocimiento desde muy diversos puntos de partida y desde diversos marcos teóricos y sociales, no podemos hablar de que las metodologías que utilizamos sean homogéneas o específicas.Por tanto, siguiendo a Barbieri, 1998, la metodología no se diferenciará de los problemas que estudiamos ni de las teorías que utilizamos, sino que metodología, problema de estudio y teorías estarían imbricadas y pueden ser entendidas como un continuum y no como áreas segmentadas del proceso de investigación. Es más, para Mari Luz Esteban (2015: 61) “la metodología feminista tampoco puede diferenciarse de la práctica política, porque acción, teoría y metodología van de la mano y se afectan entre sí, aunque podamos en determinados momentos reflexionar y/o actuar separadamente sobre ellas”. La autora más que de metodologías feministas aboga por hablar de configuraciones teórico-metodológicas concretas.

3.1.- ¿Qué implicaciones epistemo- metodológicas conlleva una investigación feminista?Esta pregunta nos ha venido acompañando durante todo nuestro proceso de tesis y ha sido tema de discusión en muchos de nuestros encuentros del grupo de Investigación FIC. El año pasado a finales de junio del 2014 organizamos en el espacio Bonnemaison de Barcelona un Conversatorio específico y abierto al público que titulamos “¿De qué hablamos cuando hablamos de metodología feministas?”. Esos debates y encuentros nos han permitido profundizar en las reflexiones sobre qué implica llevar a la práctica una investigación feminista. Presentamos a continuación a modo de síntesis cuáles son las principales propuestas de las metodologías feministas que compartimos y atraviesan nuestros procesos de investigación:

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3.1.1.- Otras formas de relación con las participantes de la investigación

Una de las formas más desarrolladas de relación patriarcal consiste en hablar en nombre de las otras. Esta práctica es y sigue siendo muy extendida en la ciencia androcéntrica donde las participantes son meros números, datos cuantificables o meros objetos de estudio. Esto ha sido una de las denuncias más contundentes de las epistemologías feministas quienes apuestan por buscar mecanismos que minimicen las relaciones de poder entre investigadora y participantes apostando por relaciones sujeto-sujeto y no sujeto investigador-objeto de investigación. Estas prácticas que reconocen los saberes de las participantes al mismo nivel que las de la investigadora implican “tener en cuenta” a las participantes y construir conjuntamente prácticas y relaciones de cuidado que permitan una construcción colectiva de conocimiento. Esto para nosotras está relacionado con el cuidado de la vida, con colocarla en el centro, nos referimos a que nos relacionamos con personas, sujetas de conocimiento y de derecho. Es una forma de abordar el conocimiento desde lo frágil que sabemos pueden ser los procesos vitales nuestros como de nuestras compañeras de investigación, sean participantes, colegas, académicas. Nutrirnos desde lo relacional y construir conocimiento desde allí en el involucramiento con aquello que nos sentimos comprometidas

3.1.2.- La responsabilidad y la parcialidad de nuestras investigaciones

Nuestras investigaciones se enmarcan dentro de la propuesta epistemológica de los conocimientos situados de Donna Haraway (1991); propuesta que apuesta por una mirada parcial y situada y se distancia tanto de la objetividad y neutralidad del positivismo- mirada desde ningún lugar- como de la imposibilidad de acción del relativismo- mirada desde cualquier lugar-. Los conocimientos situados son lugares semióticos y materiales desde los cuales nos relacionamos con aquello que experienciamos “produciendo conocimientos que, lejos de representar una realidad fuera de nosotras mismas, son producto de la relación entre quien investiga y aquello investigado” (Pujol, Montenegro y Balasch, 2003: 64). El conocimiento es producto de conexiones parciales. Por tanto, la parcialidad y no la universalidad son condición de enunciación. En sintonía con Haraway (1991) la parcialidad y la responsabilidad se convierten en las bases y fundamentos de la objetividad feminista. La verdadera noción de ser objetivo es ser parcial, específico y particular. Las miradas objetivas sólo pueden venir desde una posición parcial encarnada y situada, lo cual no nos exime de la responsabilidad y los efectos que el conocimiento parcial produce. Tal y como Haraway argumenta: “No buscamos la parcialidad porque sí, sino por las conexiones y aperturas inesperadas que los conocimientos situados hacen posibles. La única manera de encontrar una visión más amplia es estar en un sitio en particular.” (1991: 339). Por tanto, la objetividad no se alcanza quitándose una del mundo sino más bien, reconociendo nuestro lugar situado y siendo reflexivas desde la posición que ocupamos. Desde esta perspectiva, el lugar desde donde se enuncia se torna central y, por lo tanto, la objetividad entendida así va a estar formada por una multiplicidad de conocimientos derivados de múltiples posiciones localizadas (Martínez-Guzmán y Montenegro 2010).

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En este sentido, apostar por una mirada parcial del conocimiento en nuestras investigaciones no implica el “todo vale”, sino más bien asumir la responsabilidad de nuestras posiciones situadas y de los efectos políticos que estas conllevan. En este sentido, las responsabilidad (en mayúsculas) implica estar dispuestas a asumir nuestros límites, incomodidades y también nuestras meteduras de pata y reproducción de lógicas de dominación. Es por ello que es crucial desarrollar la capacidad de humildad, apertura y honestidad siendo conscientes de que el proceso no está exento de dificultades.

3.1.3.-Una ética feminista que englobe lo personal-lo político- lo teórico

Muchas investigadoras feministas reivindican una práctica de la investigación comprometida con la lucha feminista y la transformación social y política de la vida de las mujeres (Sprague y Zimmerman, 1993). Tal y como plantea Alisson Jaggar reconstruir la ética desde el feminismo implica “identificar y desafiar las formas en que las mujeres han sido excluidas o los modos en que se ha legitimado su subordinación desde las corrientes de pensamiento dominantes” (1996: 166).

Esto conlleva cuestionarse los efectos de nuestras investigaciones y su contribución a la lucha contra las discriminaciones y los abusos de poder (Biglia, 2007); efectos y transformación que no solo se centran en los y las otras sino que comienzan en la propia investigadora. De esta manera, nuestro planteamiento parte de que el posicionamiento ético es algo transversal a todo el proceso de investigación, y no una cita o párrafo al final explicando lo bien que lo hemos hecho.

Por lo tanto, una ética feminista incluye reflexionar también sobre la propia experiencia de la investigadora, sus prácticas y los efectos que tiene en ella el propio proceso de investigación. Sin embargo, esta visibilidad de la investigadora, corre el riesgo de caer en tendencias narcisistas que queden en una mera autoconfesión (Pillow, 2003) sin trascender la experiencia personal. El reto está entonces, en poder crear puentes de articulación entre nuestras experiencias específicas y los espacios estructurales sociales y políticos que ocupamos.

En este sentido, tenemos que estar alertas de movernos cautelosamente en ese vaivén o danza entre lo personal - lo político y lo teórico, en ambas direcciones, para que en base a nuestra experiencia personal generemos también teoría y establezcamos diálogos con otras autoras posibilitando que las experiencias personales contribuyan a la transformación social. Parafraseando a las compañeras de Precarias a La Deriva (2004) se trataría de poner en práctica una ética feminista construida desde el terreno cotidiano de la vida que “parta de sí para no quedarse en sí”.

De esta forma, partiendo de nosotras para irnos a otros lugares, compartimos las tensiones que nos implica habitar estos espacios de frontera entre academia y activismo. Este viaje o pasaje, se convierte en el puente que nos ha permitido la conexión entre nosotras, con las otras de la

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investigación y con las propias reflexiones del campo-tema de investigación. Hablaremos en primera persona, para darle visibilidad a nuestro habitar, pero sostenemos que esto que producimos no es posible sin el encuentro con otras.

4.- Compartiendo tensiones en relación a los cuidados en los procesos de investigación

4.1. Tensión I: Sobre el ojo divino en el campoMe gustaría compartir las reflexiones-tensiones que han sido fruto del proceso de la investigación, de las conversaciones no inocentes (Haraway, 1991), con mis compañeras de grupo, las personas que participan en la investigación y los textos. Parto de la idea como menciona mi amiga Itziar Gandarias (2014), que habitar las incomodidades pueden ser una herramienta para la producción de conocimiento.El trabajo de investigación que realizo, se centra en la aproximación etnográfica en una experiencia socio-económica alternativa, desde un perspectiva de las economistas feministas. El objetivo del trabajo es comprender el aporte que realizan este tipo de colectivos en la construcción de otras formas de organización social que pongan la vida en el centro. Para ello he compartido y habitado durante un tiempo-espacio en un colectivo mixto en Barcelona, el Ateneu Cooperativo la Base.En este trabajo partía de la apuesta por un proceso de investigación encarnado, desde la ocupación de un lugar, desplegando unas formas de ver, “la visión desde un cuerpo complejo, contradictorio, estructurante y estructurado, contra la visión desde arriba, desde ninguna parte, desde la simpleza.” (Haraway, 1991, p. 335). También destacaba el aspecto relacional del proceso, un proceso de relación constituyente entre conocedor y conocido, redefiniendo al sujeto cognoscente en su dimensión social, corporal, material (Callen et all, 2007)Durante un año participé en las obras de construcción del espacio, asambleas, reuniones, fiestas, actividades en el barrio, y en ese recorrido me convertí en activista de la organización. También y en relación a la investigación, compartimos un espacio de taller donde poner en común las formas de nombrar y la producción de un texto compartido con quienes participaron en él. Como decimos entre nosotras, este trabajo de equilibrista académica-activista nos expone habitar en los márgenes, no siempre fáciles de gestionar, pero que son si estamos atentas, una oportunidad para la producción de conocimiento. Comparto entonces la alerta que despertó estas reflexiones, y expresaba de esta manera en mi diario de campo:

Hasta la realización del taller había participado y colaborado intentando “pasar desapercibida, no invadir”: casi nunca una nota en los espacios compartidos, ninguna intervención en los espacios de discusión. Sin embargo a la hora de tomar las notas y realizar el diario de campo, “hipervisibilizo” mi presencia allí a partir de sensaciones y afectaciones. El ojo divino al que hace referencia Haraway, pero en el campo. (DC, 23 abril 2014)

No querer pasar desapercibida en las notas, por momentos se convirtió en la autorreferencia sobre la experiencia de investigación desde “mí” posición. Lo que me pasa, lo que siento, cómo me afecta, contaminaron las reflexiones del diario de campo. Sin embargo, en el contacto con el

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colectivo, mi visibilidad se difuminaba, para no molestar, no interferir, respetar los espacios. Esta posición neutra que acompaña muchos planteos de la etnografía clásica(Guber, 2001), estaba siendo reproducida pero en la relación con el colectivo. Un segundo momento de difuminación se da al convertirme en socia del Ateneu. Luego de las obras el espacio estaba abierto y la participación se encontraba en los espacios de decisión colectiva, y los proyectos en marcha. El compromiso con el grupo había crecido, y dar el paso a colaborar como activista había sido una decisión política. Sin embargo, convertirme en socia, volvía a invisibilizar mi rol investigador, y hacía mi habitar más cómodo. Son los momentos de mayor visibilidad de la investigación, cómo organizar un taller, los que ofician de “recordatorio incómodo” sobre una de las posiciones que ocupo en el espacio. “También tú has sido muy curosa en darnos información, no sé si es eso lo que buscabas, también no te he preguntado mucho.” ( Integrante de la base Taller, 2014). De esta manera, y en el taller una persona hacía referencia a la poca visibilidad del rol de investigadora y al conocimiento sobre la investigación en sí. La invisibilidad generaba curiosidad, sospecha, alerta. Los procesos de articulación que creía estábamos generando no eran tan visibles hasta ese momento.Esta incomodidad, resultó una oportunidad para reflexionar sobre cómo estábamos habitando, cuáles estaban siendo las posibilidades de articulación en la investigación. Los desequilibrios de visibilidad entres las notas de campo y las participaciones en el colectivo, despiertan la alerta sobre nuestra posición allí. La propuesta de construir un texto colaborativo, la posibilidad de establecer diálogos abiertos con integrantes de la Base, reorienta nuestro proceso y restituye nuestra posición en la investigación.Como decíamos al principio, la orientación epistemológica de los conocimientos situados, y nuestra posición política como feministas, han guiado el recorrido de la investigación. Una de las preocupaciones centrales, por las cuales desvelamos nuestros recorridos, refiere a la crítica del testigo modesto (Haraway, 1991) en la producción de conocimiento. El cuidado en no reproducir estas formas de mirar, desde ningún lugar, invisibles y “objetivas”. Partir de los marcos epistemológicos que mencionamos, no nos exime de generar recorridos que se pueden alejarse de esa propuesta. Estas atentas a nuestras emociones en el proceso, a la constante pregunta por nuestras formas de hacer y ha compartir nuestros recorridos con otras colegas, se convierten en una herramienta para la reorientación de nuestras investigaciones.Un proceso etnográfico te permite habitar durante un tiempo en un espacio tiempo, pero también nos ponen y exponen en primera persona. Nosotras como carne de cañon, y cuerpo que se expone en espacios colectivos. Nuestras emociones se convierten en una herramienta para el conocimiento (Pilow, 2003), nos ponen en alerta y nos ayudan a reorientarnos en nuestras prácticas. El desafío equilibrista se juega entonces entre: i) habitar sin sobre-exponernos o ser invisibles, ii) lograr espacios de articulación con las personas que participan en la experiencia y con las producciones académicas iii) participar y estar sin convertirnos en las protagonistas de la historia. Retomando a las Precarias a la deriva (2004), “partir de sí, para no quedarse en sí”.Compartir nuestras experiencias en congresos como éste, son la oportunidad para producir procesos de reflexión que permitan poner en tensión y diálogo nuestras experiencias. Son también la oportunidad para debatir juntas sobre la cocina de la investigación, generando procesos más habitables para investigar.

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4.2.- Tensión II: Una posición incómoda: Ni en un lado ni en otro

Con la finalidad de no quedarnos simplemente en la autoconfesión como forma de expiación de las incomodidades generada por la posición que ocupamos, mi intención es poder esbozar algunas alternativas y prácticas que podemos poner en práctica para “habitar esas incomodidades” que muchas veces podemos vivenciar en investigaciones fronterizas que se mueven entre el activismo y la academia. Me gustaría poner en cuestión aquellas actitudes neutrales, aparentemente benevolente y de “cuidado” que muchas veces reproducimos para deshacernos de los malestares y posibles conflictos que pueden generarse en los procesos de investigación. A partir de la investigación de la tesis empecé a formar parte de una de las organizaciones de la investigación, Mujeres del Mundo Babel, conformada por mujeres migradas y autóctonas con diversas trayectorias y formas de entender y vivir el feminismo. Este devenir activista en la organización fue algo que no tenía contemplado al inicio de la investigación y que se fue materializando lo largo del proceso. Inicialmente mi participación consistió en organizar dos talleres internos donde discutir los resultados de mi primer trabajo de investigación donde analizaba cuáles eran las posibilidades, límites y retos para la creación de alianzas entre organizaciones de mujeres migradas y feministas autóctonas en el País Vasco. A partir de ahí, me involucré en las asambleas de Mujeres del Mundo y comencé a colaborar en varias iniciativas y procesos de articulación surgidos en el transcurso de la realización de la investigación. Actualmente, participo como representante de la asociación en la Plataforma de la Marcha Mundial de Mujeres4, espacio donde además estoy desarrollando mi tesis, analizando las dinámicas que se generan en un espacio de articulación integrado por grupos de mujeres y feministas diversos.Este proceso de devenir activista en una de las entidades de la investigación me ha generado en varias ocasiones incomodidades respecto a los efectos que podría acarrear. Por un lado, me rondaba la duda de que mi posición de mujer autóctona tuviera efectos en que las mujeres migradas suavizaran su discurso sobre las mujeres feministas locales y por el otro lado, me preocupaba que mi activismo y trabajo con mujeres migradas pudiera frenar las críticas de las organizaciones feministas hacia las mismas. En numerosas ocasiones he querido pasar como una posición situada en la mitad, casi transparente e invisible (pensando ilusoriamente que puede ser factible) de tal manera que pudiera obtener el beneplácito tanto de unas como de otras. Implícitamente había una intención de generar un efecto neutral en las participantes, de manera que no generara ningún efecto negativo en las participantes y por supuesto no causar ningún conflicto.

4 La marcha mundial de mujeres, es un movimiento internacional que surgen en 1995, cuando el movimiento de mujeres de Quebec celebró la marcha Pan y Rosas. Desde entonces realiza acciones internacionales cada cinco años y este año 2015, es la IV Acción internacional. En Europa se está desarrollando una caravana feminista que empezó el 6 de Marzo en el Kurdistán y terminará el 18 de Octubre en Lisboa, pasando por Euskal Herria del 28 de septiembre al 4 de Octubre. Para más información: www.euskalherrikomundumartxa.org

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En vez de sacar al tablero de juego mis posiciones y ponerlas en diálogo con las de las otras, muchas veces yo misma las he ocultado en un intento erróneo de minimizar las relaciones de poder y evitar tensiones.

Precisamente es reconociendo y asumiendo la diferencia como, según Patricia Hill Collins (2000) y Rosalind Edwards (1990), podemos contrarrestar las diferencias de poder. Para estas autoras reconocer la diferencia implica en primer lugar, reflexionar sobre la posición que una ocupa en la compleja matriz de relación y dominación social, posición que no siempre es la misma sino que va variando, y en segundo lugar, conversar abiertamente con las participantes de la investigación sobre las diferencias.

Tal y como señalan Alexandra Zavos y Barbara Biglia (2009) tratar de ser respetuosas con las agencias de las otras participantes y tener en cuenta las dinámicas de poder implícitas internas en todo proceso de investigación, no puede realizarse sino estamos abiertas a enfrentarnos a la posibilidad de conflicto. En este sentido, es necesario asumir que cuando nos encontramos en investigaciones colaborativas, durante el trabajo de campo van a emerger tensiones y diferentes posiciones que más que evitar es necesario asumirlas como parte inherente del campo de investigación y buscar estrategias alternativas para abordarlas.

Cómo nos alienta Patti Lather (1988) necesitamos diseñar investigaciones que maximicen el encuentro dialógico entre la investigadora y las personas investigadas, de manera que ambas sean transformadas recíprocamente. Esto implica una nueva concepción del campo de trabajo como un proceso dialógico; donde la investigadora deja de tener bajo control todo el proceso y la situación investigada pasa a ser estructurada tanto por la investigadora como por la persona investigada.

Por un lado, la naturaleza dialógica de la investigación aumenta la probabilidad de transformación por parte de la persona investigada. Por el otro, el carácter dialógico implica que la investigadora es parte visible e integra también el encuadre metodológico. De esta manera es innegable que la biografía de la investigadora influye en el campo de trabajo, no solo para elegir el método, recabar los datos, sino también para acceder al campo y a las participantes. Como señala Harding (1998, p.7) “la clase, la raza, la cultura, las presuposiciones en torno al género, las creencias y los comportamientos de la investigadora deben ser colocados dentro del marco de la pintura que se desea pintar (…) Así, la investigadora se nos presentan no como la voz invisible y anónima de la autoridad, sino como la de un individuo real, histórico, con deseos e intereses particulares y específicos”.

Podemos entonces, concebir el campo de trabajo como una continuidad entre la investigadora y la persona investigada. No llevamos a cabo el trabajo de campo en el mundo sin mediación de las investigadas. Al mismo tiempo, esta "intermediación" está determinada por la investigadora "su biografía, que filtra los "datos "y nuestras percepciones e interpretaciones de la experiencia de trabajo de campo (Hastrup, 1992; Hondagneu-Sotelo, 1988). En este sentido, no solo afectamos al campo (las participantes) sino que también nosotras somos afectadas por el campo y las relaciones que establecemos con las participantes. Por lo tanto, el campo de investigación también penetra en nuestras vidas personales tanto más cuando el vínculo con los fenómenos

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estudiados apenas es perceptible o cuando nosotras mismas como investigadoras estamos dentro del fenómenos a estudiar como es el caso de mi investigación. Haber experienciado y reflexionado sobre este proceso me ha permitido ampliar los campos de mi investigación; no solo poniendo el foco en los procesos que viven las participantes de las organizaciones en relación a las dificultades, tensiones, afectos) en la relaciones entre ellas sino también analizando y estudiando esos aspectos en mi propia experiencia dentro del espacio de articulación de la Marcha Mundial de Mujeres.

4.3.- Tensión III Atravesando puentes: entre la investigación-y-el-activismo.

No siempre es fácil escribir desde la tensión o el involucramiento. El cuidadoso paso que requiere lo que se dice, respecto de una situación o un colectivo particular, sobre todo cuando estamos en la cocina de ese colectivo y tenemos que negociar con la prudencia, la elaboración de lo vivido, integrarlo y darle un contenido. Me gustaría compartir dos reflexiones o tensiones a partir de mi recorrido con las activistas, compañeras y amigas de Sindihogar, ya que allí donde esta lo personal también está la vida política.

En primer lugar, rescatar ese lugar de la relación donde es posible aprender unas de otras a partir de compartir los saberes. En relación a los cuidados, un aprendizaje que he incorporado trabajando con las activistas de Sindihogar, es que se puede estar comprometida con lo que una va haciendo, pero marcando su ritmo interno. Esto último no tiene que ver solamente con un ritmo singular de cada, una sino con un ritmo colectivo donde se acompasa la acción en la medida de las posibilidades del poder estar y participar. Es decir, que van marcando su agenda y no dejan que otras y otros se las marquen. Por las propias características de las trabajadoras del hogar y el cuidado, del trabajo que realizan y específicamente como mujeres que se les ha negado la libre circulación por no tener papeles, hay unas que saben que no se puede estar en todos los lugares y a cualquier precio. Es decir, que nuestro compromiso no nos genere un nuevo “deber ser”. Algunas veces me ha pasado no poder estar en alguna manifestación y “sentirme culpable” o “incomoda” y luego de elaborar desde donde surgía esas incomodidades asumir las posibilidades de poder estar en unos lugares y no en otros.

Es por ello que intentamos no crear “otro deber ser” dentro del colectivo donde participamos, al estilo el “militante champiñón”. Es decir, disponibilidad total, estar al tanto de todas las discusiones, ser mediáticamente visible… Lo interesante de estas otras formas de hacer, es colocar el foco de atención en otros espacios, que no han sido ni son considerados como políticos, como menciona Marina Sagastizabal (2014) relacionados con la vida cotidiana un activismo comunitario, informal y de base.

Creo que esto también me ayudó a comprender que podemos pensar, reflexionar y escribir, pero si estamos solamente preocupadas por sacar papers a chorros, ¿Dónde queda el espacio para rumiar las ideas, para ser creativas? ¿Qué costos materiales-simbólicos tiene para nosotras y las otras? Particularmente, a veces he tenido que decir, hasta acá llego, hasta acá no puedo,

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descansar, recuperar, sostenerme en la red de afectos y luego retomar. Creo que a veces pasa por reconocer nuestras vulnera-fragilidades y comprender que esas fragilidades son la posibilidad de encontrar lo común otr@s y nuestras fortalezas.

Esta reflexión nos lleva a preguntarnos, lo que ya otras organizaciones también se han planteado como el Grupo 116 y es: ¿Cómo hacer para que el «sé tú mismo» vaya en el sentido de liberar el trabajo cognitivo y no de entregarlo al mercado? Merece la pena apostar, como se decía antes, por la ausencia, cada vez más notoria, de un nexo, de una correspondencia, entre las disposiciones del trabajador cognitario y las del capital, pero sin duda el proceso es lento y complicado.(Morini: 125)

En este sentido, es que desde Sindihogar también cuestionamos un deber hacer, como ya nos plantean algunas compañer@s, cuestionando como “la universidad ha olvidado su labor de investigación al servicio de la ciudadanía.esto también viene impuesto por la especialización exigida, los papers, las revistas de impacto, etc., pero no vemos indicios de que esto vaya a cambiar en los doctorandos, profesores o departamentos” Lo que genera una mercantilización del conocimiento y de las universidades donde trabajamos, estudiamos, nos formamos.

Estos retos nos implica preguntamos por otras formas de hacer que ni las inventamos nosotras, ni seremos las últimas en cuestionarlas, pero que hoy si queremos compartir. Una forma de hacer que coloque los cuidados en el centro, en los procesos de investigación, partiendo de esa ética feminista que mencionamos, una ética construida en el terreno de la vida.

Es la visión que compartimos y que en cada caso particular de nuestro itinerario nos encontramos con todas las dificultades que también conlleva, acercarnos y trabajar desde nuestras diferencias. No es un lugar paradisíaco, pero es un lugar que consideramos necesario construir. En es el caso particular de mi investigación, lo reivindico como aquello de lo que también me he deconstruido pero que hoy lo he politizado en torno al “mimo” y el “afecto” a partir de estar en un proceso colectivo y organizado, con todas las dificultades, que tenemos, mujeres precarizas institucional, económica y emocionalmente. Socializadas en un sistema patriarcal que muchas veces nos provoca la reproducción de lo normativo y el racismo entre nosotras. Cuestión me parece importante nombrar, si queremos cambiarlo todo de raíz.

A sabiendas que he tenido que discutir los “cuidados” cómo una forma de estar y comprender el mundo, y desprenderme de los imaginarios que alrededor de nuestra subjetividad también se construyen. Por venir del “sur” y haberme construido también como “latinoamericana”, es fácil caer en los estereotipos de “la cariñosa”, “la dócil”. Por supuesto que estos temas o formas de ver y comprender el mundo cuando los planteamos sean parte de estos imaginarios y no de verlos como realización de una construcción política en torno a ellos.

Los cuestionamientos que se hacen, como dice una compañera del sindicato es que siempre tenemos que estar demostrando más que cualquiera, siempre se nos pide el doble, ser críticas no vale, hay que ser radical, hay que ser doblemente feminista, estar siempre bajo sospecha.

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Cuando hay muchas colegas, activistas e investigadoras del norte que reivindican estos formas de relaciones, estos espacios sin pasar por el láser rojo entre nosotras. Aunque esta dualidad sur-norte no son más que dos caras de la misma moneda, también necesitamos nombrarlas para trascenderlas en la inmanencia de nuestros encuentros, porque no sólo son localizaciones geográficas sino también son discursivas y subjetivas.

En segundo lugar, esa doble tensión que implica dentro de lo que es una ética feminista, reconocernos, nombrarnos, saber que escribimos, desde donde. Y por otro lado, generar procesos colectivos donde nuestras producciones son parte de ese pensamiento en función de la cooperación y de las relaciones dialógicas que generamos. Estar en los bordes académico-activista, entonces también implica la tensión de tener que generar artículos de tu autoría para finalizar tu proceso académico. Y me pregunto qué sucede con lo que se escribe como parte de lo colectivo, esto no puede dar cuenta también de nuestros procesos de investigación. Particularmente hemos escrito para algunas revistas aunque no sean científicas y ese proceso de escritura no genera valor para formar parte del tránsito y el recorrido de nuestras investigaciones. La academia en algún punto, sigue apostando por formas individualista de escritura y reconocimiento que nos encorsetan muchas veces en las formas de producir conocimiento y por tanto nuestro desafió se encuentra allí como lo es también este congreso, intentar y dar posibilidad a otras formas de conocer(nos).

5. Algunas reflexiones para continuar el diálogo

Nos gustaría para finalizar poder compartir algunas reflexiones finales. Más que resolver las tensiones planteadas pretendemos que ellas sean la base para reflexionar acerca de los espacios fronterizos entre activismo e investigación y sumarnos de esa manera a las propuestas que reclaman un activismo volcado en la investigación y una investigación comprometida políticamente. En primer lugar, la propuesta de hacer transparentes nuestros procesos, compartiendo las condiciones que lo hacen posible (en términos afectivos y materiales) y los errores que cometemos, nos permiten visibilizar nuestras fragilidades y nos reconocen en la vulnerabilidad. Esto coincide con los planteamiento de Judith Butler (2010) en torno la precariedad como base de la existencia, y el reconocimiento de la interdependencia en relación a los vínculos que circulan en nuestros recorridos vitales.Poder expresar y compartir en nuestras investigaciones estas “debilidades”, “necesidades”, “vínculos de afecto” forma parte de una condición necesaria para contrarrestar el ideal de autosuficiencia y la lógica individualista que se impone también desde la academia. En este sentido, el reconocimiento de la vulnerabilidad puede constituir una herramienta para el cambio, colocando la realidad de interdependencia que muestra la vida en común como problema de primer orden.

En segundo lugar, nos parece relevante y urgente construir nuevas posibilidades de producción de conocimiento desde las experiencias corporales, los afectos y las diversas relaciones que vamos tejiendo y que sostienen nuestros procesos de investigación. Justamente cuando

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estábamos escribiendo colectivamente este texto, una amiga común nos compartió esta cita de Claudia Korol (2007).

“No tengo dudas de que el abrazo y la caricia, el reconocernos en una mirada, el sentirnos en una piel, producen posibilidades de “conocimiento” tanto o más fecundas que otras formas de estudio o de investigación. No me refiero a la caricia programada, ni al abrazo paternalista realizado desde un lugar de saber o de poder, de contención o de sostén. Me refiero a la caricia y al abrazo que nacen en el momento exacto del encuentro de las historias de opresiones que nos identifican. La caricia y el abrazo que forman parte de una ética feminista del acompañamiento, del caminar codo a codo, de transitar los dolores y hacernos cómplices de nuestros deseos” (2007: 20).

Por último y a modo de reflexión final, los debates y propuestas de la economía feminista, acerca de qué vida merece la alegría de ser vivida (Perez Orozco, Amaia 2006) conlleva también cuestionarnos cómo estamos construyendo el conocimiento y que ciencia merece la pena hacer y reivindicar. Los procesos de mercantilización, neoliberación y productivismo no son ajenos a nuestros espacios académicos y por ende, las prácticas científicas, como cualquier actividad generadora de conocimiento, han de ser necesariamente reflexivas. En este sentido, apostamos por los cuidados como una herramienta ético-política digna de reivindicar en nuestros espacios cotidianos y en el quehacer investigativo, generando una praxis -teórica desde y en torno a ellos. No como un modelo, como un deber ser, pero sí como una posibilidad de construir otras formas de relacionarnos y producir conocimiento.

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