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Aceptado, a ser publicado en América Latina Hoy (Salamanca) EXILIO POLITICO Y DEMOCRACIA Political Exile and Democracy Luis RONIGER 1 Wake Forest University [email protected] RESUMEN: El exilio es un mecanismo de exclusión institucional destinado a revocar el pleno uso de los derechos de ciudadanía y más aún, prevenir la participación del exiliado/a en la arena política nacional. Por su carácter excluyente, se tiende a atribuirlo a gobiernos autoritarios, así como se asume que los estados receptores son países bajo gobiernos democráticos. Este trabajo destaca la existencia de una relación más compleja entre exilio y democracia. En base a un análisis cualitativo de casos notorios de exilio masivo e individual y un análisis cuantitativo de exilio presidencial a lo largo de dos siglos, el artículo destaca que las democracias también generan exilio y que también los países autoritarios han constituido lugares de residencia y asilo para las personas que han tomado la ruta del exilio de sus países de origen. Palabras clave: exilio político, exilio presidencial y masivo, destierro, asilo. ABSTRACT: Political exile is a mechanism of institutional exclusion geared at revoking citizenship rights and removing individuals from full participation in the political and public arenas of a country. Due to its exclusionary character, the literature tends to assume a correlation between authoritarianism and exile, on the one hand, and democracy and 1 Luis Roniger es Reynolds Professor of Latin American Studies en Wake Forest University, EUA. Sociólogo político comparativo, ha publicado numerosos trabajos sobre clientelismo, democracia y derechos humanos, incluyendo doce libros, entre ellos Patrons, Clients and Friends (con SN Eisenstadt, Cambridge University Press) y El legado de las violaciones de los derechos humanos en el Cono Sur (con M Sznajder, Oxford University Press, Ediciones al Margen de La Plata y Editora Perspectiva de Sao Paulo). Una primera versión del presente trabajo fue presentada en el seminario sobre ‘Exilios y migraciones: nuevas formas de ciudadanía’, en el Instituto de Iberoamérica de la Universidad de Salamanca, 12-13 de febrero de 2009, y completado durante una residencia de investigación en el Institute of Advanced Studies de Jerusalem en marzo-mayo de 2009. El autor agradece los comentarios y sugerencias de los participantes del seminario y de los investigadores del IAS. 1

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Aceptado, a ser publicado en América Latina Hoy (Salamanca)

EXILIO POLITICO Y DEMOCRACIAPolitical Exile and Democracy

Luis RONIGER 1

Wake Forest [email protected]

RESUMEN: El exilio es un mecanismo de exclusión institucionaldestinado a revocar el pleno uso de los derechos de ciudadanía y más aún,prevenir la participación del exiliado/a en la arena política nacional.Por su carácter excluyente, se tiende a atribuirlo a gobiernosautoritarios, así como se asume que los estados receptores son paísesbajo gobiernos democráticos. Este trabajo destaca la existencia de unarelación más compleja entre exilio y democracia. En base a un análisiscualitativo de casos notorios de exilio masivo e individual y un análisiscuantitativo de exilio presidencial a lo largo de dos siglos, el artículodestaca que las democracias también generan exilio y que también lospaíses autoritarios han constituido lugares de residencia y asilo paralas personas que han tomado la ruta del exilio de sus países de origen.

Palabras clave: exilio político, exilio presidencial y masivo, destierro,asilo.

ABSTRACT: Political exile is a mechanism of institutional exclusiongeared at revoking citizenship rights and removing individuals from fullparticipation in the political and public arenas of a country. Due to itsexclusionary character, the literature tends to assume a correlationbetween authoritarianism and exile, on the one hand, and democracy and

1 Luis Roniger es Reynolds Professor of Latin American Studies en Wake ForestUniversity, EUA. Sociólogo político comparativo, ha publicado numerosos trabajos sobreclientelismo, democracia y derechos humanos, incluyendo doce libros, entre ellos Patrons,Clients and Friends (con SN Eisenstadt, Cambridge University Press) y El legado de las violaciones de losderechos humanos en el Cono Sur (con M Sznajder, Oxford University Press, Ediciones al Margen deLa Plata y Editora Perspectiva de Sao Paulo). Una primera versión del presente trabajo fuepresentada en el seminario sobre ‘Exilios y migraciones: nuevas formas de ciudadanía’, en elInstituto de Iberoamérica de la Universidad de Salamanca, 12-13 de febrero de 2009, ycompletado durante una residencia de investigación en el Institute of Advanced Studies deJerusalem en marzo-mayo de 2009. El autor agradece los comentarios y sugerencias de losparticipantes del seminario y de los investigadores del IAS.

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asylum, on the other. This work challenges this view and discusses themore complex interactions between exile and democracy. Relying onqualitative case analysis of individual and massive exile and on aquantitative database of presidential exile in the nineteenth andtwentieth century, it shows that also democracies generate exile and thatalso authoritarian countries have provided sites of exile and asylum forthose fleeing from their home countries

Key words: political exile, presidential and massive exile, translocation, asylum.

El presente trabajo se propone explorar la articulación entreexilio político y democracia en Iberoamérica, sugiriendo una dobletesis complementaria a lo que se suele asumir en la literatura delexilio. Nuestra tesis es que, aunque tendemos a identificar a losgobiernos democráticos como receptores de quienes escapan degobiernos autoritarios en Iberoamérica y a estos últimos como losgeneradores del exilio, existe una relación más compleja: No sólo losregímenes autoritarios han generado exilio, al tiempo que losregímenes democráticos no han sido los únicos en ofrecer asilo oresidencia a los desterrados y a quienes escapaban de la represión ensus países de origen. El artículo proporciona elementos de juiciosobre esta doble tesis en base al análisis de casos de exilio masivo,análisis de casos salientes de exilio bajo democracia y en base a unanálisis cuantitativo del exilio presidencial en los veinte paísesiberoamericanos a lo largo de dos siglos de vida estatalindependiente.

I. LOS ESTUDIOS DE EXILIO Y LA TESIS DEL AUTORITARISMO

El exilio es un mecanismo de exclusión institucional. Mediante laexpulsión del territorio nacional, la relegación, el extrañamiento,la deportación u otras formas legales, el uso del exilio tiene comopropósito revocar el pleno uso de los derechos de ciudadanía y másaún, prevenir la participación del exiliado/a en la arena políticanacional. El desplazamiento fuera del territorio nacional y la exclusión de

la comunidad política de un estado, activa una serie de cuestiones devital trascendencia personal y colectiva. Como dijo Hannah Arendtperceptivamente,

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La privación fundamental de los derechos humanos se manifiestaen primer lugar y sobre todo en la privación de un lugar en elmundo que hace que nuestras opiniones tengan significación ynuestras acciones puedan ser eficaces. Algo mucho másfundamental que la libertad y la justicia, los derechos deciudadanía, están en juego cuando pertenecer a la comunidad enla que uno nace ya no es una cuestión rutinaria y el nopertenecer a ella ya no es una cuestión de elección.2

De manera similar, en obras publicadas póstumamente, la filósofapolítica Judith Shklar analizaba el exilio en términos de la rupturade las obligaciones políticas de los gobiernos para con susciudadanos, generando en forma paralela un corte en las obligacionescívicas de quienes son expulsados o fueron forzados por sus gobiernosa escapar al extranjero. Es entonces que se abre para los exiliadosun campo de reflexión y acción en ámbitos más amplios que aquellosasumidos hasta entonces en la perspectiva de la ciudadanía yresidencia en el país de origen:

Los exiliados no pueden hacer lo que la mayoría de la gentehace, aceptar sus obligaciones y lealtades políticas comosimples hábitos. Desplazados y desarraigados, deben tomardecisiones acerca de qué tipo de vida que dirigirán ahora. Comoagentes políticos, deben por lo menos reflexionar sobre esasdecisiones y [elaborar como] resolver sus diferentes eincompatibles derechos políticos y vínculos. 3

Shklar indicaba que los desterrados deben reformular los lazosparalelos que mantienen en el sitio de asilo: lazos de lealtad,fidelidad y asociacionismo (loyalty, fidelity and allegiance). Es así que losexiliados tienden a mantener viejos lazos al tiempo que elaboran ennuevas formas y articulaciones nacionales y transnacionales taleslazos, ahora que se hallan fuera del estado de origen, base de suciudadanía y cuyo usufructo pleno les ha sido negado por quienesdetentan el poder.4

2 H. ARENDT (1968:296).3 J. SHKLAR (1998:56–72). La cita es de pp. 57-8.4 Shklar propuso, sin poder consumarlo, un programa de investigación sobre las

repercusiones públicas del exilio, indicando que su singularidad se deriva de dichareflexión existencial y reformulación del vínculo político. Ver también J. SHKLAR (1998:38-

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El exilio pone en evidencia una tensión subyacente entre elprincipio de pertenencia a una nación y el principio de ciudadanía.Ambos principios se confunden en el marco de los Estados-Nación,indisolublemente combinados bajo la lógica operativa del Estado y lasocialización escolar y mediática. Pero, una vez que una persona esdesterrada o sea, expulsada del territorio nacional o empujada amigrar por temor a verse afectado en su integridad física o por haberelegido el exilio para escapar de la falta de libertad, se produceuna ruptura entre el principio de ciudadanía sostenido por el Estadoy el proyecto de nación que los exiliados han imaginado poderconstruir. Se disocian así los principios de nacionalidad yciudadanía. El exilio corta de forma tajante el acceso de losindividuos al goce de los derechos políticos ligados a la ciudadanía;pero al mismo tiempo los proyecta de nueva forma, en nuevos espaciosy con renovadas potencialidades. Aunque ciertamente los derechospolíticos pudieron perderse desde antes, en el marco de los estadosde excepción, de las declaratorias del estado de sitio y la supresiónde las garantías constitucionales, la salida al destierro confirma nosólo la suspensión sino la pérdida total de tales derechos,acrecentado por la ruptura del contacto con la patria, lacotidianeidad y a menudo el propio lenguaje. Pero también, muchosindividuos encuentran en el exilio viejas y nuevas formas deidentificación con lo latinoamericano, la democracia, la construcciónde la sociedad civil y la reivindicación de los derechos humanos; altiempo que recuperan la posibilidad de manifestar públicamente unalucha por un proyecto nacional, una pertenencia a una nación dispersay por supuesto el repudio de las prácticas represivas.5 El exilio ha desempeñado un papel vital en la configuración de

formas y estilos de la política latinoamericana. Sin embargo, a pesarde su ubicuidad, hasta hace poco, su estudio ocupó un lugar marginalen la reflexión sobre los procesos de constitución del ordenpolítico.6 Sólo en años recientes, se ha profundizado el interés porlos estudios del exilio iberoamericano bajo el doble impacto de lassecuelas del destierro masivo en la última fase de la Guerra Fría,así como por el reciente incremento de la migración transnacional,motivada por complejas combinaciones de escape de situaciones de

55). En política comparativa, Yossi Shain desarrolló la misma problemática en términos delestado nación en Y. SHAIN (1989). Dos décadas más tarde, debemos re-conceptualizar talperspectiva en términos transnacionales.

5 L.RONIGER y P. YANKELEVICH (2009:4-5).6 P. YANKELEVICH, (2007:205-231).

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crisis, búsqueda de fuentes de trabajo y mejora en la inserciónlaboral, junto con la persistente migración de quienes resientensituaciones de baja institucionalidad democrática e inseguridadpersonal. El movimiento masivo de sectores de las poblaciones iberoamericanas

por diferentes motivos ha generado así novedosas investigacionesdesde distintas líneas teóricas, perspectivas disciplinarias ymetodologías de trabajo, que van desde la crítica literaria y suequiparación del exilio a un paradigma de la condición humana demarginalización y extrañamiento, pasando por estudios de psicologíasocial sobre el proceso de reconstitución personal y colectiva,estudios de historia contemporánea basados en testimonios y archivosrecientemente abiertos y, finalmente, estudios monográficos sobrediásporas, sitios de asilo y redes de solidaridad.7 Es imposible reflejar adecuadamente en este espacio las distintas

perspectivas analíticas y metodológicas mencionadas. Destacaré porello sucintamente solo una línea importante de avance lograda porobras colectivas que, combinando los trabajos realizados porprofesionales que se quedaron en los países de origen y deprofesionales que habían abandonado sus países de origen años atrás –avanzó en pos de la construcción de un enfoque global a lascomunidades de co-nacionales exiliados durante la última ola dedictaduras militares. En ese contexto, recientemente, se han publicado estudios, en buena

medida bajo el formato de obras colectivas, que conjuntan el esfuerzoque realizaron de manera aislada distintos académicos en el campo delas humanidades y las ciencias sociales. Entre los trabajoscomprehensivos de distintas diásporas de exiliados y emigradospublicadas en los últimos años destacan Denise Rollemberg, Entre raízes eradares (1999); “Exilios. Historia reciente de Argentina y Uruguay”,América Latina Hoy (2003); Pablo Yankelevich, coord., Represión y destierro.Itinerarios del exilio argentino (2004); José del Pozo Artigas, coord., Exiliados,emigrados y retornados chilenos en América y Europa, 1973-2004 (2006); SilviaDutrénit-Bielous, coord., El Uruguay del exilio (2006); Pablo Yankelevich ySilvina Jensen, coords., Exilios. Destinos y experiencias bajo la dictadura militar(2007); Luis Roniger y James Green, coords., dossier “Exile and thePolitics of Exclusion in Latin America”, Latin American Perspectives(2007); Pilar González Bernaldo de Quirós, coord., dossier “Emigar entiempo de crisis al país de los derechos humanos. Exilioslatinoamericanos en Francia en el siglo XX”, Anuario de Estudios Americanos

7 L. RONIGER, (2009a). 

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(2007); y Silvia Dutrénit Bielous, Eugenia Allier Montaño y EnriqueCoraza de los Santos, Tiempos de exilios. Memoria e historia de españoles yuruguayos (2008). 8 Bajo el impacto de la última ola de autoritarismo, los estudios

sobre el exilio iberoamericano se han pues ampliado y profundizado,proyectando marcos analíticos que incorporan la amplia literaturatestimonial y material de archivos que constituyen fuentesindispensables para nuevos estudios. Con ello, dicha ola de estudiossobre la “migración política forzada” – para usar el término de PilarGonzález Bernaldo de Quirós9 – se ha guiado a menudo por el supuestode que son regímenes dictatoriales como los gobierno militares defacto o regímenes autoritarios de fuerza los responsables delfenómeno del destierro en la experiencia iberoamericana.10 Valedecir, se ha proyectado la correlación entre los gobiernosautoritarios de las décadas de los ‘60s a los ‘80s y el exilio masivode quienes sostenían las banderas de la revolución en esa etapa de laGuerra Fría y que escaparon preferentemente a países democráticos,como si el exilio hubiera estado ausente de las políticas degobiernos democráticamente electos, o bien el asilo hubiese sidoprivativo de estados democráticos.Es mi propósito en este artículo sugerir líneas de indagación

complementarias, que reflejen la relación más compleja entre elexilio y la democracia en Iberoamérica.

II. EL USO RECURRENTE DEL EXILIO POLÍTICO EN IBEROAMÉRICA

Una primera aproximación, aún general, es constatar la persistenciay amplia difusión del exilio político como mecanismo de regulación delas esferas públicas, reconocido en los evidentes paralelos que ponen

8 D. ROLLEMBERG (1999); (2003); P. YANKELEVICH (2004); J. del POZO ARTIGAS (2006); S.DUTRÉNIT-BIELOUS (2006); P. YANKELEVICH y S. JENSEN (2007), L. RONIGER y J. GREEN (2007); P.GONZÁLEZ BERNALDO DE QUIRÓS (2007); S. DUTRÉNIT BIELOUS, E. ALLIER MONTAÑO y E. CORAZA DELOS SANTOS (2008). Para un análisis extensivo de esta línea y las otras mencionadas, ellector podrá consultar el siguiente trabajo: L. RONIGER (2009a). 

9 P. GONZÁLEZ BERNALDO DE QUIRÓS, (2007: 35).10 En particular, esa línea se destaca en estudios que parten de la crítica literaria y

los estudios culturales, vg. W. ROWE and T. WHITFIELD (1987: 232–255); T. MÉNDEZ-FAITH(1992); B. GILMAN (2008). No debemos interpretar afirmaciones como la de Alan Angell andSusan Carstairs sobre el caso chileno bajo Pinochet (“El exilio no es un capricho más de losgobernantes autoritarios en Chile: es una parte intrínseca e indispensable del sistemaautoritario de gobierno”, en A. ANGELL y S. CARSTAIRS (1987:166) en claves que generalicenen forma unívoca la relación entre sistema político y exilio.

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en evidencia miradas diacrónicas sobre la historia nacional de dedistintos países iberoamericanos, así como miradas comparativas quepermiten observar el paralelismo en el uso del exilio en distantessociedades en la región. Paradigmático del primer eje es, entre otros, el caso argentino,

donde, como afirma Silvina Jensen en un reciente trabajo sobre lasrepresentaciones del exilio en la historia argentina, la últimadictadura militar (1976-1983) produjo un exilio que destacaba

tanto por su contundencia numérica, su extensión en el tiempo,su transversalidad social – aunque con grados de incidencia porsectores muy dispares –, el haber afectado mayoritariamente alas organizaciones armadas que ya habían emprendido el camino dela clandestinidad, a sus frentes de masas y a una ampliamilitancia social, profesional, sindical, barrial más o menosligadas a estos proyectos de cambio revolucionario y noprincipalmente a militantes de los partidos políticos del arcoparlamentario, y finalmente, porque asumió la forma de diáspora,en tanto dispersó argentinos por todos los continentes. Sinembargo, si todas estas características permiten calificar aldestierro de 1976 como un fenómeno inédito y singular, no esmenos cierto que la historia de los exilios en Argentina seremonta a los orígenes mismos del país, en la coyuntura de suindependencia de España.11

El segundo eje no es menos notorio. Por ejemplo, refiriéndose a laépoca rosista en el Río de la Plata, el historiador argentino FélixLuna evaluó que el destino de quienes se oponían al “Restaurador delas Leyes” había girado en torno a las siguientes alternativas: elencierro, el destierro o el entierro.12 A miles de kilómetros, enCentroamérica, una de las víctimas de la persecución política delgobierno de Tiburcio Carías Andino se refería de manera casi idénticaa la suerte de los disidentes hondureños en los años 1930s y 1940s,que se vieron obligados a huir de las garras de la represiónautoritaria:

El hondureño que no estaba de acuerdo con la dictadura podíaescoger entre el encierro, el destierro o el entierro; esas eranlas alternativas. No se podía resistir, protestar o incluso

11 S. JENSEN (2009).12 F. LUNA (1995: 202).

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criticar. La estupidez mental era tal que la gente no podíadistinguir entre el bien y el mal. Los derechos humanos no eranrespetados; las viviendas eran profanadas a cualquier hora, laspersonas eran puestas en prisión sin motivo, quien no se poníadel lado del gobierno no podía encontrar un trabajo, sus hijoseran objeto de acoso y humillación en las escuelas públicas. Ensuma, los que no prestaran a la corrupción despótica erantratados de una manera inhumana.13

Podríamos reproducir por decenas los ejemplos anteriores. Ellosreflejan un corpus inmenso de trabajos que reflejan la ubicuidad delfenómeno a través del tiempo y en todas las sociedadesiberoamericanas. En efecto, históricamente, las raíces del fenómenode destierro se remontan atrás en el tiempo, aún mucho más tempranoque la independencia. En la época colonial, el destierro (degredo enel área brasilera), la trasladación y la expulsión fueron ampliamenteutilizados en contra de los delincuentes sociales, los marginados,rebeldes y delincuentes, así como una práctica de refuerzo delcomponente humano de defensa de las fronteras coloniales enexpansión. El destierro a los confines del imperio o bien laexpulsión hacia lugares donde se podría controlar al desterradofueron usados principalmente contra la disfuncionalidad social o comoinstrumento de poder en la época colonial. 14

Fue a principios del siglo XIX, empero, tras la independencia, queel fenómeno del exilio empezó a desarrollar el especial perfilpolítico y asumió el papel que, aunque transformado, persistió a lolargo del siglo XX. El exilio se convirtió en los nuevos estados enun mecanismo ampliamente usado y abusado en el ámbito de la políticay la vida pública, un complemento al encarcelamiento y lasejecuciones. Sobre el trasfondo de la desintegración de lasestructuras imperiales, su funcionalidad derivaba de la voluntad dequienes competían por el poder entonces en evitar confrontaciones desuma cero o bien la generalización de la lucha armada en las guerrasciviles, con los consiguientes peligros de aniquilación de lasjerarquías sociales. En el imaginario colectivo y en las esferaspúblicas de los países de América Latina, el exilio se convirtióentonces en un modo central de "hacer política" que habría de

13 E. BOMILLA (2005: 101).14 Véase entre otros J. M. M. URQUIJO (1952); T. HERZOG (1995); M. C. SCARDAVILLE

(1977); G. PIERONI (2000a); y G. PIERONI (2000b). Para un análisis detallado, véase L.RONIGER y M. SZNAJDER (2008: 31-51).

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proyectarse – con cambios de estructura y funcionalidad – a lo largode dos siglos de vida política independiente.15

El cuadro 1 muestra dicha continuidad en el uso del exilio políticoa través de los dos siglos de independencia, en este caso focalizandoen la experiencia de exilio que vivieron muchos de quienes fueron losprimeros mandatarios de sus países. Aunque solo indicativo y nonecesariamente coincidente con el exilio masivo de ciudadanos, elanálisis de largo plazo de los exilios presidenciales refleja laubicuidad del fenómeno a lo largo del tiempo entre quienes llegaron adetentar el liderazgo central en los estados iberoamericanos. Losdatos cuantitativos presentados se basan en una fuente de datosoriginal de todos los primeros mandatorios de los veinte estadosiberoamericanos desde la independencia hasta el año 2007, construidaespecialmente junto con Mario Sznajder para el análisis del exiliopresidencial.

CUADRO I: EXILIO PRESIDENCIAL – UNA VISIÓN DE LARGO PLAZO

15 M. SZNAJDER y L. RONIGER (2009).

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Se puede observar que, aunque con altibajos, existe ciertacontinuidad en el uso del exilio político a través del tiempo, que seha usado y abusado como un mecanismo de exclusión institucional entodos los países iberoamericanos. El cuadro no revela empero unacorrelación simple entre autoritarismo y exilio presidencial o entredemocracia y la falta de exilio presidencial. En paralelo, parece queel exilio presidencial sufre una caída bajo dos tipos decircunstancias. Uno de ellos, cuando hay regímenes autoritarios uoligárquicos estables acompañados de cierta prosperidad económica,como durante 1870-1930, bajo el modelo de inserción semi-periféricaen la división internacional de trabajo. La única excepción ocurre enla década de los 10 del siglo XX, a causa de la desestabilizaciónpolítica de México durante la Revolución. El segundo conjunto decircunstancias se produjo en las décadas de los 70 y 80 del siglo XX,cuando la mayoría de América Latina estuvo bajo gobiernosautoritarios y/ o militares y cuando a pesar de la represión quegenerara un destierro masivo de exiliados y refugiados escapando de

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sus países, se registra una baja en el número de ex presidentesexiliados. Bajo las aperturas democráticas de posguerra se percibe unalza en el número de presidentes exiliados. Como veremos abajo, ellose reproduce en el caso de activistas políticos y actores sociales,bajo el efecto del auge en la movilización social y política. Desagregando por países, se puede observar que existen diferencias

destacadas en el índice de presidentes que debieron tomar la ruta deldestierro, ya sea después de haber asumido la primera magistratura obien antes, como una experiencia previa a la asunción de lapresidencia. Aun así, el exilio no estuvo ausente en ninguno de lospaíses iberoamericanos. A pesar de variaciones en la centralidad delexilio, no existió casi país que no haya desterrado a parte de susprimeros mandatarios, un fenómeno replicado – aunque nonecesariamente sincronizado – entre las amplias camadas de laciudadanía (ver Tabla 1). [Introducir Tabla aquí]

TABLA I: ÍNDICES DE EXILIO PRESIDENCIAL POR PAÍSES

País No. depresidentesexiliados1)

Índice deexilio post-presidencial(2)

No. deexilios pre-presidenciales

Índice deexilio post-presidencial(3)

Índice deestabilidad(4)

(en meses)Perú 24 0.43 15 0.35 36Venezuela 25 0.36 15 0.33 30Bolivia 28 0.33 13 0.20 27Cuba 8 0.32 9 0.47 57México 26 0.28 7 0.11 24Haití 17 0.27 7 0.13 39Ecuador 23 0.27 7 0.11 25Costa Rica 14 0.22 2 0.04 35Guatemala 13 0.21 6 0.11 36Paraguay 10 0.17 11 0.21 39Argentina 9 0.16 9 0.17 37El

Salvador 16 0.15 4 0.05 23Brasil 6 0.15 2 0.05 54Honduras 12 0.13 7 0.10 24Nicaragua 11 0.12 8 0.12 24RpDominic 11 0.12 7 0.12 20Chile 7 0.10 15 0.28 33Colombia 7 0.10 9 0.15 33Uruguay 7 0.09 2 0.04 30Panama 3 0.06 3 0.07 26Total 277 158 30

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(1) Se incluyeron solamente los casos con información completasobre exilio de presidentes y términos de exilio más prolongados queuna semana. Los índices hubieran sido más elevados, en caso de haberincluido menciones de exilio sin datos de fechas exactas o períodossumamente cortos de exilio.(2) Proporción de jefes de estado que salieron al exilio después de

haber ocupado la presidencia o jefatura de estado.(3) Proporción de jefes de estado que vivieron en el exilio antes

de ocupar por primera vez la presidencia o jefatura de estado.(4) Indicador usado: tiempo promedio de los mandatos presidenciales

de dicho país, en meses.

Por supuesto, no sólo personalidades políticas se vieron obligadasa tomar el camino del exilio, sino también quienes desarrollaban unalabor de movilización social, eran activistas políticos o adquirieronvisibilidad a través de su contribución pública al campo de lacultura. Si nos remitimos al campo de la cultura, una listaincompleta de los escritores, poetas y ensayistas que podrían entraren esa categoría en las letras iberoamericanas, destinados únicamentea proporcionar una visión de la vastedad y amplitud del fenómeno,podría comenzar a principios de siglo XIX con Juana Manuela Gorriti,una primera voz feminista en el exilio, y podría incluir a figurascomo Pablo Neruda y José Donoso, Miguel Ángel Asturias y Jorge Icaza,Augusto Roa Bastos, Herib Campos Cervera y Gabriel Cassaccia; MarioBenedetti y Carlos Onetti, José Martí y Alejo Carpentier, Jorge Amadoy Marcia Theophilo; Guillermo Cabrera Infante, César Vallejo yReinaldo Arenas; Tomás Eloy Martínez y Mempo Giardinelli, AntonioSkármeta y Ariel Dorfman, Clara Obligado, Tununa Mercado y ManuelPuig, Eduardo Galeano y Jorge Edwards; Roque Dalton y ClaribelAlegría, Rómulo Gallegos y Juan Gelman; Noé Jitrik y EdgardoCozarinsky, Antonio di Benedetto y Héctor Tizón, Fanny Buitrago yFernando Vallejo, Cristina Peri Rossi y Alicia Kozameh; Edmundo PazSoldán y Héctor Borda Leano, Pedro Shimose y Víctor Montoya, Salomónde la Selva y Daisy Zamora, entre muchos otros.Sobre el trasfondo del recurrente uso del exilio a lo largo de dos

siglos, tendemos a ligar la larga lista de figuras políticas,personalidades del ámbito de la cultura y actores sociales que sevieron obligados a salir al destierro, con la represión de regímenesautoritarios. Sin embargo, una nómina de los presidentes exiliados ola anterior lista de personalidades del ámbito de la cultura que

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sufrieron el exilio revelaría que aunque muchos se vieron forzados atomar el camino del destierro como resultado de regímenes de facto yregímenes represivos, otros escaparon de la represión yconstreñimiento de las esferas públicas cuando sus países estabanbajo gobiernos formalmente democráticos. La ligazón usual entreautoritarismo y democracia ha restado atención a ciertas dinámicas demayor complejidad en las relaciones entre exilio y democracia, queintentaré analizar a continuación. Tales relaciones van desde lacorrelación entre aperturas democráticas, una sociedad civil activa ymovilizada, y la generación de exilio; pasando por el fenómeno derecepción de exiliados por parte de regímenes autoritarios; yfinalizando con la persistencia de condicionamientos que persisten ygeneran exilio bajo democracias, incluso en las restauradas, y tantoen aquéllas que se autodefinen de liberales como aquellas que seaproximan al modelo de democracia participativa.

III. SOCIEDAD CIVIL Y EXILIO

Paradójicamente, un factor principal que extiende la utilizacióndel exilio político como un importante mecanismo de exclusión fue eldesarrollo de muchas de las características de una moderna sociedadcivil en diversas partes de América Latina en el siglo XX. El funcionamiento de la sociedad civil no sólo significó el

surgimiento de las bases de la democracia, sino también una mayorparticipación política y crecientes demandas de derechos sociales ypolíticos, de redistribución de recursos y, en algunos casos, detransparencia en el ejercicio del poder. En entornos más estables,dichos cambios podrían quizá ser canalizados en el fortalecimiento dela democracia. Sin embargo, en el contexto latinoamericano, con susresabios jerárquicos, se interpretaron en un ambiente polarizado, conel tiempo revolucionario, donde la retórica de alto tono, y lamovilización popular fueron percibidas por factores de poder como unaamenaza desestabilizadora para el orden establecido y los estratossocioeconómicos establecidos.16

La falta de institucionalidad democrática contribuyó a lapolarización política, creando un círculo vicioso en el que el temor

16 Véase B. LOVEMAN (1993). Entre otros autores, Loveman ha destacado que,institucionalmente, la legislación de emergencia fue aplicada ampliamente para reprimir laagitación política y social, proporcionando un halo de legitimidad a las políticasconcebidas en términos de gestión autoritaria.

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a la revolución provocaría represión, y a su vez se convirtió en unfactor que convenció a los grupos radicalizados a tomar la opciónarmada como estrategia de acción. La propia modernización de lossistemas socioeconómicos generó pues nuevas fuerzas en la sociedad,que el sistema político no pudo absorber a través de lainstitucionalización democrática. Desde una perspectiva política, elpopulismo y el clientelismo se utilizaron con el fin de incluir aestos nuevos estratos, pero en formas que no fomentaron la autonomíay la representación democrática. Cuando el populismo clásico fracasó,se cumplió una 'profecía auto-cumplida', recrudeciendo lapolarización política y social, la represión, el ciclo de violencia yrepresalias, la disminución de los niveles de estabilidad, hasta quelas fuerzas armadas, de diversas maneras, asumieron el poder con lamisión que se auto-atribuyeron de establecer un nuevo orden sobre labase de sus doctrinas de seguridad nacional.17 Es en esa fase que la represión excedió los límites de la

persecución de quienes participaban directamente en la violenciapolítica, afectando a sectores crecientes de la sociedad civil,tildados a menudo en forma infundada de soportes de la insurreccióny la subversión.

IV. AUTORITARISMO Y ASILO

A menudo se supone que los estados democráticos, al respetarderechos cívicos y políticos, serían quienes han dado asilo a losdesterrados que huyen de la represión. En efecto, existen no pocoscasos, tanto en Iberoamérica como en Europa y otros continentes, deestados democráticos que confirmarían la supuesta correlación entredemocracia y asilo político. Cuando un país ha vivido un período democrático y proyectado una

imagen de estar comprometido con la causa popular, es lógico que seconvierta en un sitio de refugio y asilo para los exiliadospolíticos. Tales fueron, entre otros, los casos de Guatemala entre1944 y 1954, México después de su estabilización institucional,Costa Rica después de 1948, Venezuela después de 1958, en los 1970s -los Estados Unidos y estados europeos como Suecia, Francia, Italia yEspaña, ésta en particular después de la muerte de Franco, Cuba en

17 ? J. TAPIA VALDES (1980); D. PION-BERLIN (1989); G. ARRIAGADA (1986); T. WRIHGT (2007); L. RONIGER (2009b) (a aparecer).

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déda de los 70 y 80 del siglo XX, por supuesto con diferencias en elcarácter de los asilados. Por ejemplo, en la década de los 40 del siglo XX muchos dirigentes

comunistas exiliados entraron a Guatemala, interviniendo en elquehacer político de aquel país. Los dirigentes comunistas cubanoseran frecuentes visitantes, asistiendo a los marxistas locales en susintentos de tomar el control del sindicalismo guatemalteco.Comunistas venezolanos también fueron frecuentes visitantes, pero losmás activos fueron los salvadoreños. El Partido Socialista PopularDominicano fue el Partido Comunista de la República Dominicana en elexilio, pero muchos de sus miembros también ingresaron al PartidoLaboral Guatemalteco. En 1952, se comprometieron a organizar a todoslos dominicanos exiliados en un Comité de Exiliados Dominicanos,lanzando una campaña de "solidaridad" que fue favorablemente acogidapor dominicanos en todo el mundo. Otros grupos en el exilioestablecieron frentes únicos en Guatemala. Estos incluyeron laAsociación Democrática Salvadoreña, el Movimiento de NicaragüensesPartidarios de la Democracia y el Partido Democrático RevolucionarioHondureño. Los círculos de exiliados republicanos españoles tambiéneran activos, y se unieron a estos grupos para formar el FrenteDemocrático de Exilados Americanos y Españoles. En el desfile delprimero de mayo de 1953, los grupos de exiliados marcharon con 70.000partidarios de Arbenz para manifestar su lealtad al presidente. Almismo tiempo, Guatemala había luchado activamente contra losdictadores del Caribe. Con la caída de Arbenz en junio de 1954, losexiliados huyeron de Guatemala. Después de que se habían ido,Castillo Armas puso sus nombres en una lista de agentes comunistasque tenían prohibido reingresar a Guatemala. La lista incluía a nocomunistas, como los líderes de Acción Democrática de Venezuela, y ellíder del Partido Revolucionario Dominicano, Juan Bosch.18

América Central y los países del Caribe entraron en la Guerra Fríacon muchas de sus esferas políticas en un estado de agitación. Ladinámica política se caracterizaba por cambios periódicos entredemocracia y dictadura, la redefinición de las líneas de laadaptación y generación de flujos de los exiliados políticos. Pordiferentes razones, México y Costa Rica se habían convertido ensitios de asilo y refugio. Guatemala, hasta el golpe de 1954, yVenezuela, tras el retorno a la democracia en 1958, también atrajerona gran número de exiliados. De manera similar, las embajadas deColombia fueron fundamentales en la concesión de asilo a muchos

18 C. D. AMERINGER (1974).

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posibles exiliados, a pesar de la violencia que estalló en ese país afines de los 1940s. Pero también países autoritarios, al tiempo que exiliaban a sus

propios ciudadanos, permitieron la entrada de exiliados de otrospaíses latinoamericanos. Ya en la primera mitad del siglo XIX, laautoritaria Chile – regida bajo el modelo institucional creado porDiego Portales – acogía a los exiliados de las provincias argentinasque se encontraban bajo el control de Juan Manuel de Rosas, amigrantes políticos argentinos que habían encontrado un primerrefugio en la Banda Oriental, y a los peruanos, permitiéndolesinsertarse en la esfera pública siempre que evitaran jugar un rolpolítico en Chile y utilizándolos al menos en parte (en especial alos peruanos) como peones en su política exterior, al tiempo queChile generaba condiciones autoritarias y exilio entre sus propiosciudadanos. 19 En el siglo XX, Cuba es un caso notable de taldinámica, actuando como un país de acogida para los exiliados de lasizquierdas iberaomericanas, mientras generaba oleadas masivas deexiliados entre sus propios ciudadanos. 20

Otro caso que resalta el uso del asilo como instrumento delegitimización internacional de un régimen autoritario es el de laRepública Dominicana. Bajo la dictadura de Rafael Trujillo, mientrasse perseguía a la oposición política dominicana y Trujillo encabezabaun movimiento anticomunista en el continente, se acogía a exiliadostan variados como los refugiados de la Guerra Civil española (1936-1939), los refugiados judíos que escapaban de los nazis en Europa y,en la década de los 50 del siglo XX, a otros políticos, entre ellosJuan Domingo Perón. Al analizar este caso, resalta en formaparticular la recepción de los refugiados judíos que no encontrabanrefugio casi en ningún lugar en el mundo. En la conferencia deEvián, en 1938, el estado dominicano ofreció recibir a 100,000refugiados judíos que buscaban escapar de las garras nazis.Contrastando con la indiferencia y renuencia de otros países arecibirlos, la política de Trujillo contemplaba su llegada, en verdadcomo parte de la visión trujillista de promover la “mejora racial” dela población dominicana. En efecto, los primeros 400 judíos llegaronen 1940, aunque un informe negativo de la Fundación Brookings llevó acerrar tal puerta de salvación. Sin embargo, la política declarada en

19 W. H. KATRA (1996); T. HALPERIN DONGHI, I. JAKSIC, G. KIRLPATRICK y F. MASIELLO(1994).

20 Los trabajos sobre la diáspora cubana son innumerables. Ilustrativos son F. MASUD-PILOTO (1996); Á. VARGAS LLOSA (1998); y H. CALVO & K. DECLARQ (2000).

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1938 sirvió para que Rafael Trujillo adujera, con orgullo, ser elarquitecto de una doctrina diplomática de asilo humanitario, lo querefleja – entre paréntesis y dentro de los límites de su visiónideológica y combinado con sus políticas represivas - la crecienteimportancia de los temas humanitarios, como parte de la políticaexterior.21 Desde el punto de vista de quien escapa la persecución, hallar un

lugar de asilo puede no dejar opciones a quienes temen por sus vidas.Pero lo importante es percibir que, a menudo, regímenes autoritarioshan usado tal mecanismo como un medio de fundamentar su legitimidad yproyectar una imagen positiva en la esfera internacional. Porsupuesto, existen factores varios que condicionan el ingreso deexiliados en un determinado lugar de asilo: la combinación de lavoluntad política del régimen de turno y la capacidad del país deacogida para recibir los exiliados, la exclusión de los reciénllegados de la política en el país de acogida, y un entornorelativamente libre para desarrollar su propia cultura y lasactividades relacionadas con sus países de origen. México se convirtió en un sitio de exilio importante ya bajo el

Porfiriato y se mantuvo así durante muchos decenios después de laRevolución. Al mismo tiempo que Porfirio Díaz reprimía a gruposenteros como los indios yaquis de Sonora, reprimiendo su resistenciaen forma sangrienta y trasladando a los sobrevivientes hacia lashaciendas de Yucatán donde serían decimados en trabajos forzados, supolítica de “pan o palo” y la estabilización política lograda habíancreado un contexto favorable a la acogida de los exiliados políticos.Muchos de ellos pertenecían a la élite y la clase superior de Cuba yen menor medida, de Puerto Rico, durante su lucha por laindependencia de España. Ya bajo la revolución y en sus postrimerías, México siguió

generando destierro, cuando muchos miembros de facciones que perdíanposicionamiento se encaminaron al exilio. Mencionemos algunas deestas oleadas de desplazamientos: bajo Francisco Madero (1911-1913),los seguidores de Pascual Orozco y Francisco Vázquez huyeron delpaís; bajo Victoriano Huerta (1913-1914) fue el turno de losmaderistas; el acceso al poder de los Constitucionalistas en 1914llevó a la fuga de Huertistas; los seguidores de Pancho Villa yEulalio Gutiérrez se vieron obligados a huir en 1914-1915. Lessiguieron olas de seguidores de Venustiano Carranza, Adolfo de la

21 Capacity of the Dominican Republic to Absorb Refugees. Findings of the Commission Appointed by the ExecutivePower of the Dominican Republic. Ciudad Trujillo: Editora Montalvo, 1945; M. KAPLAN (2008).

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Huerta, Gonzalo Escobar, José Vasconcelos, Plutarco Elías Calles,Juan Andreu Almazán, además de los Cristeros.22 Muchos de quienes setrasladaron al exterior trataron de seguir la lucha desde los EstadosUnidos, aunque a menudo sus movimientos fueron controlados y algunosde ellos pasaron tiempo en la cárcel por violar la norma deneutralidad que los Estados Unidos proclamaban respetar. Méxicocontinuó generando exilio en las décadas posteriores. Un caso es eldel arzobispo Ruiz y Flores, quien en fecha tan tardía como 1932sufrió esa pena, a pesar del hecho de que México no la había incluidouna pena de exilio de sus ciudadanos en el código penal e inclusohabía prohibido la extradición de transgresores políticos de suterritorio. Nativo de México, el arzobispo fue deportado por haberdeclarado "lealtad a un soberano extranjero," el Papa.23

En forma casi simultánea, arribaban a México nuevas olas deexiliados. En la década de los 20 llegaron exiliados políticos deVenezuela, escapando de la dictadura de Juan Vicente Gómez, quiendominó la política venezolana en forma intermitente entre 1908 y1935. 24 Gómez mismo había experimentado el exilio en Colombia, perouna vez en el poder, utilizó políticas represivas para consolidar sucontrol, mientras desarrollaba el país en base a la riqueza petroleray construía un fuerte ejército. Quien se le opuso, encontró un rápidocastigo, encontrándose rumbo al o en las prisiones venezolanas. ElMéxico post-revolucionario abrió pues sus puertas a los exiliadospolíticos de América Latina, proyectando una imagen de progresorevolucionario y la voluntad de conceder hospitalidad y asilo a lasfuerzas progresistas del continente. Esta imagen llegará a su apogeocon la llegada de los españoles republicanos exiliados a fines de ladécada de los 30 del siglo XX. Durante los años que siguieron a lavictoria franquista, decenas de miles de emigrantes españolesllegaron a México, mientras contingentes más pequeños arribaron aBuenos Aires y otras ciudades de América Latina. 25 Mientras México ratificaba tratados internacionales y convenios de

asilo,26 su actitud ante los migrantes fue a menudo selectiva y

22 V. LEMEL SIGAL (2000). Javier Garciadiego del Colegio de México compilará en breveuna obre colectiva de varios volúmenes sobre el exilio de la Revolución Mexicana.

23 J. LLOYD MECHAM (1934: 500).24 En forma paralela otros se trasladaron a otros países iberoamericanos y a los EUA,

España y Francia.25 P. W. FAGEN (1973: 24).26 R. MELGAR BAO (1997).

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restrictiva.27 Al estudiar las políticas de asilo en México, HansWollny ha identificado una tensión entre la razón de Estado quesirvió como argumentación de esas políticas y el interés de lospropios refugiados. Wollny observaba que en México, la política deasilo no se basó en razones puramente humanitarias, sino que laconcesión de asilo siempre estuvo condicionada por aspectos talescomo la afinidad política, las políticas de empleo, las estrategiasnacionales de desarrollo, e incluso por los aspectos de losprejuicios raciales. De hecho, a partir de la década de los 20 delsiglo XX, las leyes de inmigración mexicanas habían adquirido unfuerte carácter xenófobo. La regulativa inmigratoria de junio de 1932hizo hincapié en la preferencia de los extranjeros expuestos a serfácilmente asimilados en el medio ambiente mexicano, descriptos en eldocumento como aquellos procedentes de América o Europa occidental ypertenecientes a la raza blanca, con la exclusión explicita de loseslavos, judíos, gitanos, africanos, mulatos, hindúes, asiáticos, ycualquier otra mezcla de color.28 Los reglamentos aprobados en 1933 y1934 eran aún más extremos en su desaliento de la inmigración de"extranjeros indeseables". A partir en 1938, los diplomáticosmexicanos recibieron instrucciones de no considerar las solicitudesde asilo presentadas por personas que se encontraron físicamentefuera de sus países de origen.29

Este factor jugó un papel determinante en el caso de los refugiadosjudíos a quienes se les negó la entrada durante la Segunda GuerraMundial. Entre 1933 y 1945, México sólo admitió a alrededor de 2.250refugiados de Alemania de un total de alrededor de 110.000 refugiadosque se reasentaron en América Latina, de los cuales más del 90 porciento eran de origen judío.30 México mantuvo esa estricta políticade inmigración incluso después de la guerra, hacia los refugiados deEuropa. Mientras que más de 32.000 personas fueron a la Argentina,

27 La ambigüedad de las políticas de asilo no es privativa de un país determinado o un solo tipo de régimen político. Así, por ejemplo, en la Argentina se legislaron las “leyes deindeseables” en la década de los 30 del siglo XX y se impusieron restricciones sobre ciertoscolectivos durante el peronismo y, por otro lado, se dio recepción a alemanes del régimen nazi, a fascistas centro-europeos o a franceses participantes en la guerra y represión en Argelia. Véase entre otros SENKMAN 1995 y BERTAGNA 2007.

28 G. CARRENO y C. ZACK DE ZUCKERMAN (1998: 87).29 D. GLAZER (2005). La Ley General de Población de 1947 reguló la presencia de

extranjeros en territorio mexicano, permitiendo la expulsión de aquellos extranjeros cuyapresencia era "inconveniente" al interés nacional.

30 A fines comparativos, al menos 45.000 refugiados ingresaron a la Argentina, unos25.000 a Brasil, y unos 12.000 a Chile. H. WOLLNY (1991: 223).

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Brasil y 28.000 a 17.000 a Venezuela, en México el número no llegó aun millar.31 Al mismo tiempo, la Revolución Mexicana había creado una imagen de

solidaridad que llevó a la buena recepción de los refugiadosrepublicanos y, más tarde, de otros grupos e individuos perseguidospor su orientación progresista. Los exiliados españoles fueron elprimer grupo a quien se le ofreció los derechos de la inmigraciónilimitada y casi automática y la ciudadanía después de su arribo. Laintegración de los exiliados españoles fue un éxito, debido a laafinidad lingüística y cultural y la capacidad profesional de losrecién llegados, quienes en su mayoría, optaron por convertirse enciudadanos mexicanos. De manera similar, en la década de los 50 delsiglo XX, un período de turbulencia política en toda América Latina,México brindó acogida a quienes escapaban de las dictaduras de RafaelLeónidas Trujillo en la República Dominicana, François "Doc" Duvalieren Haití, Anastasio Somoza en Nicaragua, Marcos Pérez Jiménez enVenezuela, Carlos Castillos Armas en Guatemala y Fulgencio Batista enCuba. Para los latinoamericanos que huyeron de la represión en esa

década, la ubicación de México cerca de sus países de origen seperfilaba como gran ventaja en sus proyectos de intentar tomar elpoder en sus países de origen. Paradigmático es el caso de losexiliados cubanos que utilizaron a México como un punto de acceso alos EUA, una fuente de armas y apoyo financiero, y el lugar en elcual planearon el derrocamiento de Batista.32 Tras el fracaso delataque al Cuartel Moncada en julio de 1953, muchos de los miembros delos diversos grupos opositores sufrieron la persecución y semarcharon de Cuba hacia México. Después de ser liberado de la prisióny sintiendo los límites a las libertades políticas en Cuba, FidelCastro y otros activistas políticos se exiliaron, arribando a Méxicoen julio de 1955. En México Fidel se reunió con su hermano Raúl yotros exiliados y por primera vez con Ernesto "Che" Guevara. A finesde los 1950s, el movimiento de Castro, el Movimiento 26 de Julio, se

31 Desde fines del decenio de 1940 – con la Ley de Migración de 1947 y su actaoperativa de 1950 – la política oficial de recepción hizo una distinción entre losrefugiados políticos de los países de las Américas y quienes huían de la persecución enotros países y continentes. Sin embargo, al ser reconocido como refugiado por el Estado noimplicaba gozar de los derechos garantizados por la Constitución, pudiendo ser objetopermanente de ser expulsados del país. La Ley General de Población de 1947 contemplaba laexpulsión de aquellos extranjeros cuya presencia era "inconveniente" al interés nacional.Véase H. WOLLNY (1991).

32 S. E. MORALES PEREZ y L. DEL ALIZAL (1999: 179–186).

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convirtió en una de las más activas organizaciones en el exilio.Muchas otras organizaciones se formaron o florecieron en México,entre ellas la Organización Auténtica, el Directorio ObreroRevolucionario, el Partido del Pueblo Cubano (“Ortodoxo”), laJuventud del Partido Revolucionario Cubano y el Club de ExiliadosJosé Martí. Los exiliados gozaron de una imagen heroica comocombatientes por la libertad de su Patria. Castro y sus colaboradoresviajaron desde México a los EUA para recaudar fondos para su luchacontra Batista. De regreso en México, iniciaron una serie deprogramas de entrenamiento militar, incluso matriculando no solo acubanos, sino también a mexicanos para la causa. A través de laintervención de abogados y personalidades locales (entre ellos el exPresidente Lázaro Cárdenas, quien intercedió en su favor con elpresidente Luis Cortínez), las presiones de la diáspora cubana en losEUA y la amplia cobertura de la prensa mexicana y estadounidense, losexiliados pudieron permanecer en México. El gobierno de Batistasiguió presionando a México, presentando denuncias y desprestigiandoa los activistas en la prensa mexicana, intentando poner coto a lasactividades de los exiliados. No obstante, el movimiento de losexiliados logró continuar sus actividades subterráneas, la compra deuna pequeña nave - del Granma - con el que Castro y 81 seguidoreslanzaron su invasión de Cuba a finales de noviembre de 1956.33 En el caso de otros exiliados, el asilo les fue concedido por las

misiones diplomáticas de México en el continente. Algunos de loscasos más conocidos de asilo diplomático se produjo en Guatemala en1954, cuando se concedió asilo en la embajada de México a 318personas después del derrocamiento del gobierno de Jacobo Arbenz, yen Brasil, en 1964, tras el golpe de Estado que depuso al presidenteJoão Goulart, cuando más de un centenar de personas pudieronabandonar el país después de habérseles concedido asilo diplomático.En la Cuba revolucionaria, especialmente después de 1964, ladelegación de México se convirtió en la única sede entre todas lasiberoamericanas en permanecer abierta, concediendo asilo a muchosrefugiados que buscaban refugio. Para la mayoría, México fue unaparada intermedia en el camino hacia su destino final, los EstadosUnidos. La experiencia de las autoridades de México con lasactividades de los cubanos en el exilio, y consideraciones

33 S. E. MORALES PEREZ y L. DEL ALIZAL (1999: 210–222, 179). La salida de la expediciónde México dio lugar a nuevas protestas de Batista, que a su vez, obligó a las autoridadesmexicanas a asesorar a los exiliados cubanos que tuvieran cuidado de no violar las leyes deasilo. Sin embargo, el apoyo material a los rebeldes siguió siendo movilizado en el país yobligó a las autoridades a expulsar a un exiliado a Miami y amonestar a los demás.

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internacionales, llevaron a introducir cambios en la legislación deasilo, con el fin de controlar mejor las actividades políticas de losexiliados (Ley General, 1987).34 Años más tarde, y siguiendo la tradición post-revolucionaria,

México concedía hospitalidad y asilo político a los dictatorial y lasfuerzas progresistas perseguidas en el Caribe y América del Sur,aunque nuevamente en forma diferencial, modulada por la orientaciónde las distintas delegaciones diplomáticas, relaciones con lasautoridades locales y condiciones sobre el terreno de la sedediplomática.35

La ola de conflictos armados que desestabilizaron a Centroamérica apartir de la década de los 70 y 80 del siglo XX, en especial lasguerras civiles en Nicaragua y El Salvador y las principalesoperaciones contra la insurgencia lanzadas por el ejércitoguatemalteco, creó un flujo sin precedentes de refugiados. Porprimera vez, México se enfrentó así a una importante crisis derefugiados en su territorio. El número de estos refugiados en Méxicose calculaba en al menos medio millón en los ‘80s. Los salvadoreñosconstituían el grupo más numeroso, seguido por los guatemaltecos ylos nicaragüenses. En 1987, el número de salvadoreños que residíanilegalmente en México se estimaba en al menos medio millón, a los quese sumaban más de 110.000 guatemaltecos y unos cuantos miles denicaragüenses desplazados por la violencia generalizada que afectabala región. Sin embargo, sólo 46.600 habían recibido asistencia delAlto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR)hasta finales de 1987. A partir de 1983, el gobierno mexicano dejó dereconocer como refugiados a los salvadoreños, alegando que eranmigrantes económicos y negándoles el estatuto de asilados o cualquierotra forma de legalizar su presencia en México. En caso de captura,los salvadoreños debían proporcionar documentos de empleo o seenfrentaban a la deportación. Aunque los salvadoreños eran por logeneral jóvenes preparados pertenecientes a las clases mediasurbanas, los funcionarios del gobierno los caracterizaban como unproblema que habría de causar conflictos en su suelo.36

34 The legal limitations that regulated the presence of foreigners in Mexican territorywere in existence already in the Mexican Population Law of 1947 (Ley General de Población), whichin its article 33, allowed for the expulsion of foreigners whose presence was “inconvenient”to the national interest.

35 S. DUTRENIT y G. RODRIGUEZ DE ITA (1999); S. DUTRENIT-BIELOUS (2001: 71–74).Alrededor de 800 chilenos, 400 uruguayos, pero solo 65 argentinos fueron reconocidos comoexiliados políticos.

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Los refugiados guatemaltecos debieron afrontar obstáculos aún másdifíciles, al ser una población rural indígena que había sido objetode políticas discriminatorias en su país natal y que en su mayoría nodominaban el castellano y carecían de medios económicos. A pesar deque los guatemaltecos compartían un origen étnico común con loshabitantes del sudeste de México, su falta de dominio del español losponía en desventaja en su capacidad de integrarse. Las autoridades de inmigración vieron en la masa de los refugiados

centroamericanos migrantes económicos indeseables y no víctimas de lapersecución política, y pusieron en práctica una política dedeportación y a veces, de acoso. Entre 1980 y 1982 al menos 70.000refugiados salvadoreños fueron deportados de México a Guatemala odirectamente a El Salvador. Según algunas estimaciones, el número decentroamericanos deportados anualmente a sus países de origen alcanzóa más de 46.000 en los años ’80.37 Una serie de razones pueden sercitadas para explicar la actitud restrictiva de México hacia losrefugiados de América Central, como la situación económica del paísreceptor, la compleja relación con los EUA y el temor de México deverse envuelto en la turbulencia política de la zona. Entre las personas que se desplazan en México a principios del

decenio de 1980 fueron muchos de los indígenas mayas de Guatemala. Lamayoría tiende a instalarse en campamentos improvisados cerca de lafrontera, principalmente en Chiapas y en menor medida en los estadosde Campeche y Quintana Roo, con la esperanza de regresar siempresería posible y el intercambio cultural y lingüística, los vínculoscon la población local. México, un país con una tradicional políticade asilo, en este caso se enfrenta con decenas de miles de campesinosguatemaltecos cruzaron la frontera en un tiempo relativamente corto.En una encuesta de los guatemaltecos en la ciudad de México,realizada en 1984, el 80 por ciento de la muestra declaró haberabandonado su país por razones políticas, mientras que el 73 porciento no poseía ningún tipo de documento; un 13,6 por ciento teníavisado de turista y solamente un 3 por ciento había recibido asilopolítico. En Chiapas, el gobierno elaboró una política dereasentamiento desde Chiapas a los Estados vecinos, pero sólo logróconvencer a unos 18.200 campesinos en 1987 a moverse. Muchos otros se

36 K. W. YUNDT (1988: 135-139). Wollny advertía que todas las estimaciones debíanmanejarse con reserva, aunque estimaba el número de los refugiados salvadoreños en más de unmillón, mientras estimaba el número de los guatemaltecos y nicaragüenses en alrededor de200.000 y 63.000, respectivamente. H. WOLLNY (1991: 228).

37 H. WOLLNY (1991: 231).

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negaron a abandonar el estado de Chiapas. El gobierno les concediódocumentos como visitantes de frontera o trabajadores agrícolas y lasdiócesis de San Cristóbal de las Casas y el ACNUR les proporcionaronapoyo y reconocieron que muchos de ellos, por lo tanto, no debían serexpulsados, tal como las autoridades federales y estatales hubierandeseado.38.Mientras que en las anteriores oleadas de exilio - porejemplo, del Cono Sur – los exiliados provenían de los estratos medioy superior, llevando con ellos un importante capital humano, losrefugiados procedentes de Guatemala eran de clase baja y sumabanpresión a los problemas de acceso a la tierra, ya en existencia en elsur de México. Como resultante de esta ecuación, México fue uno delos países claves en promover esfuerzos transnacionales para lograrla pacificación de Centroamérica, con un no disimulado interés endetener el flujo de nuevos refugiados y facilitar el regreso de losrefugiados en su territorio. Sugerimos entonces que el asilo político ha sido utilizado tanto

por gobiernos democráticos como por regímenes autoritarios, en formasdiferenciadas y selectivas. Para unos y otros, el ofrecer refugio aquienes escapaban de otros países ha sido un mecanismo importante desu política exterior, instrumental en términos de la imagen que elpaís receptor ha proyectado así como una crítica implícita a lasituación en los países de expulsión.39

V. DEMOCRACIA Y EXILIO

Los regímenes autoritarios usan el exilio como un mecanismo deexclusión institucional de manera frecuente y masiva. Aun así, almenos en América Latina, también las democracias han generado exilio.Gobiernos supuestamente democráticos – tanto en una modalidad liberalcomo en una modalidad participativa – también han generado exilio.Paradigmáticos de ambas modalidades son los casos de Costa Rica en ladécada de los 40 del siglo XX, Colombia en la segunda mitad del sigloXX, Perú bajo Fujimori y Venezuela en la última década. Costa Rica fue un refugio para los exiliados políticos de otros

países iberoamericanos, pero sus gobiernos utilizaron la expulsióncomo medio de resolver cuentas con la oposición política. Cuando JoséFigueres criticó al democráticamente electo Presidente Rafael Ángel

38 L. O’DOGHERTY (1987: 213-7).39 En el pasado las políticas de recepción fueron también parte de estrategias de

intervención en los países hermanos. Véase SZNAJDER y RONIGER (2009: 136-192).

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Calderón, se vio expulsado a México entre 1942 y 1944. En México,Figueres se unió a un grupo de políticos latinoamericanos queformaron la Legión del Caribe, a fin de conspirar contra losgobiernos de la República Dominicana, Venezuela, Nicaragua y CostaRica. Las políticas de Calderón, la expropiación de bienes alemanesen el marco de la Segunda Guerra Mundial, alienaron a banqueros yproductores de café de origen alemán y a muchos conservadores, queapoyaron a Figueres. En 1948, los resultados electorales impugnadosen el marco de una situación de polarización política crearon unacoyuntura que devino en una corta pero sangrienta guerra civil.Cuando, como resultado, Figueres tomó el poder a la cabeza de unajunta, Calderón y sus partidarios se vieron obligados a su vez a huiral exilio a Nicaragua y luego a México, donde el ex presidentepermaneció por casi una década.40

En el caso de Venezuela, se destaca igualmente la compleja relaciónentre exilio presidencial y democracia. Ese país vivió largosperíodos de lucha de poder y períodos de dictadura. Entre 1958 y 1998el pacto de Punto Fijo permitió proyectar una imagen de relativaestabilidad democrática. Pero, como vimos en la tabla 1, Venezuela seencuentra a la cabeza – en el segundo lugar – entre los paíseslatinoamericanos en términos de la expulsión de sus primerosmandatarios. Internalizado como una práctica común en el siglo XIX,el exilio post-presidencial sigue vigente también en el marco de lademocracia. Mientras que en los periodos autoritarios y los períodosde inestabilidad, el exilio fue un resultado directo de las luchaspor el poder, generalmente violentas, en el período democrático elexilio es a menudo la ruta seguida por quienes enfrentan procesos porcorrupción a través del sistema judicial. Cuando jefes de estadoenfrentaron tales perspectivas de juicio por acusaciones decorrupción, tales como Marcos Pérez Jiménez, Carlos Andrés Pérez,Raúl Leoni, y Jaime Lusinchi, o aun cuando cumplieron tiempo en lacárcel o bajo arresto domiciliario, encontraron dificultades parapermanecer en Venezuela y se trasladaron al exilio después. No faltan ejemplos de la incapacidad de la democracia en Venezuela

para abrir la esfera pública en vez de excluir a líderes opositorescomo peligrosos. Un caso notorio es el de Marcos Pérez Jiménez. Unmiembro de la junta militar presidida por Carlos Delgado Chalbaud(1948-1952) y más tarde presidente militar tras la anulación de laselecciones de 1952, Pérez Jiménez fue depuesto por un levantamientogeneral y los disturbios ocurridos en enero de 1958. A continuación,

40 C. D. AMERINGER (1996).

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se trasladó a los Estados Unidos, un país que lo había apoyado y lehabía concedido la Legión de Mérito. En 1963, el gobierno democráticode Venezuela obtuvo su extradición desde los Estados Unidos paraenfrentar cargos de corrupción y malversación de cientos de millonesde dólares. Pasó cinco años en prisión, y, tras su liberación,abandonó Venezuela para un exilio en España. Su elección, enausencia, al Senado en 1968 fue anulada por la Corte Suprema pormotivos técnicos. En 1973 su candidatura presidencial fue nuevamenteanulada por una enmienda constitucional que lo proscribiópolíticamente, lo cual marcó el final de su carrera política. De manera similar, Carlos Andrés Pérez, dos veces presidente de

Venezuela (1974-1979 y 1989-1993) terminó abruptamente su segundomandato después de que acusaciones de apropiación indebida de fondospúblicos se presentaron en su contra en la Corte Suprema y fuedestituido por el Senado. Después de 2 años y 4 meses de arrestodomiciliario, CAP se fue a Santo Domingo y después de Miami y NuevaYork, y ha permanecido desde entonces en el extranjero.Aun a fines del siglo XX y principios del siglo XXI, presidentes

iberoamericanos siguieron huyendo de sus países o exiliándose,incluso bajo democracias. Entre notorios casos mencionemos a AlfredoStroessner y Raúl Alberto Cubas Grau dejando Paraguay; Jean-BertrandAristide que huye de Haití; Alberto Fujimori, auto-exiliado del Perú;Abdalá Bucaram Ortiz, Jamil Mahuad y Lucio Gutiérrez dejando Ecuador,y Carlos Salinas de Gortari expatriándose voluntariamente de México. Por supuesto que los casos nombrados incluyen experiencias muy

distintas, que incluyen a jefes de estado que fueron al exilio paraevitar enfrentar cargos después de los cambios políticos, o por temora las acusaciones de corrupción o de persecución política bajo laapariencia de tales acusaciones. Los casos son complejos y nopermiten una generalización. Por ejemplo, el ex presidente bolivianoGonzalo Daniel Sánchez de Lozada, (1993-1997, 2002-2003) y su exministro de Defensa José Carlos Sánchez Berzaín huyeron a los EstadosUnidos en octubre de 2003 después de que las fuerzas de seguridad deBolivia reprimieron duramente a los manifestantes que protestaroncontra la política económica de esa administración. Una vez enresidencia en los Estados Unidos, se enfrentaron a juicios iniciadospor grupos de derechos humanos-por su papel en el asesinato de 67ciudadanos bolivianos y de 400, en su mayoría indígenas, queresultaron heridos.41

41 “Human Rights Lawsuits Brought Against Former Bolivian President and Minister ofDefense for Complicity in Attacks on Civilians.” Human Rights Program of the Harvard Law

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Más allá de la complejidad, estos casos se destacancomparativamente, pues se producen en el el marco de la democracia,contrastando por ejemplo con la experiencia de un Richard Nixon alverse amenazado con el impeachment y renunciado a la presidencia enlos Estados Unidos en 1974 o un Charles de Gaulle en Francia, optandopor abandonar el poder en 1946 y retirarse a Colombey les Deux-Eglises para recomponer fuerzas en el suelo natal y volver luego a lapolítica en 1958, fundando la Quinta República, o Giulio Andreotti,primer ministro de Italia por varios términos, que fuera acusado decorrupción y complicidad con el crimen organizado, pero que se quedóen su país para enfrentar el proceso judicial.Contrastando con la inexistencia de la vía del exilio en muchas

otras democracias occidentales, en Perú, dirigentes políticos sesintieron obligados a abandonar el país después de fracasar en serelecto a la presidencia o bien después de la conclusión de sumandato. El escritor y candidato presidencial Mario Vargas Llosa setrasladó a España a principios de 1990, el presidente AlbertoFujimori dejó Perú a finales de 2000 para asistir a una CooperaciónEconómica Asia-Pacífico (APEC) celebrada en Brunei y luego siguió aJapón, desde donde renunció a la presidencia, y el PresidenteAlejandro Toledo y su esposa Eliana Karp abandonaron el país para losEstados Unidos en 2006: Cuando el actual presidente, Alan García, fueelegido, Toledo fue a un exilio voluntario en el Silicón Valley. Nonecesariamente ligado a ello, pero sugestivo es que una comisión deinvestigación parlamentaria en Perú investigaba a Karp y Toledo,sugiriendo que mientras su marido estaba en el cargo, ella habíagastado enormes sumas de dinero público en ropa, calzado, alimentospara perros, flores para la mansión presidencial y bebidasalcohólicas.42

El violento ambiente político de la democracia colombiana hagenerado en el pasado un exilio masivo. Entre otros, periodistas,líderes sindicales, intelectuales, miembros de las clases altas ymedias han huido de su país durante años a causa de la inseguridad,la persecución política, el desplazamiento forzado, o las amenazas demuerte procedentes de diversas direcciones, que incluyenparamilitares de derecha organizaciones, las guerrillasizquierdistas, y los narcotraficantes. Grandes diásporas se hanformado, especialmente en los Estados Unidos, Canadá, Brasil, Costa

School, en http://www.law.harvard.edu/programs/hrp/index.html, acceso 16 de Julio de 2008;J. ZACHARIA (2008: 2).

42 E. NEUMAN y S. PERETZ (2008).

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Rica, y Venezuela. En Europa, las dos comunidades más numerosas seencuentran en España y el Reino Unido. Otros viven en Alemania,Italia, Francia, Alemania y Suecia. El Departamento Administrativo de Seguridad (Departamento

Administrativo de Seguridad, o DAS), que está a cargo del control dela migración en Colombia, ha registrado 1.600.000 colombianos queabandonaron el país y no regresaron, casi la mitad de ellos emigrandoentre 1999 y 2001. 43 Estos años de mayor actividad corresponden a unperíodo de profunda crisis en la seguridad pública interior. Unestudio realizado por la Universidad Internacional de Florida en2001, ha estimado en 200.000 a 300.000, el número de colombianos queemigraron a los Estados Unidos en 1998-2000, huyendo de la violenciapolítica y crisis económica, uniéndose a anteriores oleadas de“emigrados”, y elevando a 458.000 el número de colombianos residentesen EEUU en la primera década del siglo XXI.44 Paradigmático es elcaso del escritor y periodista Fernando Garabito, cuyos artículosvinculando al gobierno de Colombia con los traficantes de drogas, loobligaron a huir del país, junto con su esposa, Priscila Welton,profesora de ballet, para escapar de los escuadrones de la muerte.Welton y su familia obtuvieron asilo en los EEUU. 45 Comités desolidaridad con la izquierda colombiana se han establecido endistintas ciudades europeas (Bristol, Gijón, París, Roma yEstocolmo), algunos ligados a la Red de Hermandad y SolidaridadColombiana (REDHER) y otros más localizados, como la Asociación PardoLeal en Estocolmo, así como otros en Washington, Buenos Aires, yMontreal.46 Estas asociaciones de exiliados han organizado protestascontra el gobierno del presidente Álvaro Uribe, acusándolo deterrorismo de Estado o, al menos, de incapacidad para detener la olade atentados en Colombia y exigir condiciones de seguridad quepermitan el regreso de los exiliados.De manera similar, aunque bajo la modalidad de democracia

participativa y una veta política opuesta, muchos ciudadanos yresidentes venezolanos optaron por tomar el camino del exilio desdeel comienzo de la Revolución Bolivariana en Venezuela. Algunos deellos eran periodistas, que según sus propios informes, habían sido

43Myriam Bérubé, “Colombia in the Crossfire.” Migration Information Source, November 2005, enhttp://www.migrationinformation.org/profiles acceso 12 de Junio de 2008. 44 ?Paul Brinkley-Rogers, “Colombian Exiles Face Uncertain US Future.” Miami Herald, 6June 2001, en http://www.latinamericanstudies.org/colombia/colombian-exiles.htm

Acceso 12 de Junio de 2008.45 http://www.santafenewmexican.com, acceso 12 de Junio de 2008.46 http://www.redcolombia.org, acceso 12 de Junio de 2008.

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hostigados por los círculos pro-gubernamentales.47 Un caso es el delperiodista y actor de oposición Orlando Urdaneta, una voz muy críticadel presidente Hugo Chávez, que en el año 2002 había producido unaobra teatral, de Orlando en cadena, que fue saboteada por losCírculos Bolivarianos, que entre otros actos, atacaron a losasistentes a las representaciones. En 2004, Urdaneta decidiótrasladarse al exilio en Miami. Una vez allí, dio una entrevistatelevisiva a la periodista María Elvira Salazar, ella misma hija deun exiliado cubano. En esa entrevista, Urdaneta sugirió el asesinatodel Presidente Chávez como la solución a la situación política en elpaís natal.48 Esta tendencia de personas que huyen de Venezuela se consolidó a

medida que el gobierno chavista asumió un control más estricto sobrelas instituciones políticas del país y amenazó con profundizar lastendencias socialistas en la Revolución. Así, periodistas yactivistas dejaron el país huyeron cuando el gobierno no renovó lalicencia de Radio Caracas Televisión, la principal red decomunicación de la oposición. Nuevas comunidades de exiliadosvenezolanos se han formado recientemente. Miles de venezolanos serefugiaron en el sur de la Florida, apoyando a la Organización deVenezolanos en el Exilio (ORVEX) y organizándose en comités deprotesta de las detenciones políticas en el país de origen. Entre losexiliados se cuenta también un grupo de oficiales militaresvenezolanos en el exilio, encabezados por el General de Brigada (R)Henry José Lugo Peña y Vice-Almirante Oscar Betancourt Patiño, que enfebrero de 2008 llamaron a sus connacionales a la resistencia frentea la presidencia, mientras denunciaban los vínculos entre el gobiernode Chávez y las guerrillas colombianas.49 Estos grupos son parte deuna ola de expatriación venezolana que prácticamente ha duplicado eltamaño de la diáspora venezolana en los Estados Unidos, que, segúndatos del censo de EE.UU. pasó de un numero de 91,507 en el año 2000- un año después de Chávez tomó posesión de su cargo – a la cifra de177,866 en 2006. Manuel Corao, director de uno de los varios

47 Sobre las líneas de continuidad entre el período de Punto Fijo y la QuintaRepública, vg. la politización del discurso para mantener la autoridad y proyectoshegemónicos, restando legitimidad a las oposiciones en términos de los intereses nacionales,vea J. BUXTON (2005: 328–347).

48 “Urdaneta llama al magnicidio desde Miami, 1 November 2004,” consultado enhttp://www.rnv.gov.ve/noticias, 10 de junio de 2008.

49 http://sociedadcivilvenezuela.blogspot.com/2008/02/militares-venezolanos-en-el-exilio.htm,acceso el 12 de junio de 2008.

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periódicos de Venezuela publicados en el sur de la Florida, declaróque el principal factor detrás de la creciente marea del exilio es"el miedo a la pérdida de la propiedad privada, la pérdida deautonomía civil frente al gobierno, el temor de la pérdida de losderechos constitucionales y las libertades individuales." 50

Más allá del análisis de casos, un análisis cuantitativo de exiliopost-presidencial que compara los siglos XIX y XX, refuerza laobservación de que el exilio persiste también bajo democracia. Engeneral, cuando se compara el siglo XIX con el exilio del siglo XX entérminos de tasas de destierro post-presidencial, se ven cambios perono la desaparición en el uso del ostracismo político y el destierrode quienes lograron la primera magistratura política. Ello, a pesarde la mayor institucionalización de los sistemas políticos einstitucionalización del rol presidencial.Un análisis estadístico de jefes de estado latinoamericanos en el

largo plazo muestra una clara diferencia en la asociación entre elnúmero de casos de exilio y el promedio de duración de los mandatosen los siglos XIX y XX. En el siglo XIX, las presidencias más cortasse asocian a un mayor número de exilio post-presidencial y plazos máslargos están asociados con un menor número de exilios presidenciales.En el siglo XX, la duración media de los términos no está asociadacon el número de casos de exilio post-presidencial (véase cuadro 2). Con el siglo XX como punto de referencia, estadísticamente

encontramos que la diferencia cruda de valores medios entre el númerode presidentes exiliados (exilio post-presidencial) en el siglo XX yen el siglo XIX es de -7,3 (std = 2,9). Un análisis de medidasrepetidas indica un efecto significativo del siglo (p = 0,02), asícomo una interacción significativa entre el siglo (c) y la medida deestabilidad, definida como el plazo de duración media del mandato (p= 0,02). El modelo es estimado en: y = 6,20 + 7.26c + 0.0044x -0.22xc. El hecho de que la interacción sea importante significa quela asociación entre el tamaño del exilio post-presidencial y lamedida de estabilidad es diferente en los dos siglos. Hay un nivel dependiente, así como una diferencia. Interpretamos estos resultadoscomo una indicación de que la internalización de exilio político seprofundiza, al punto de que, en el siglo XX, aun los sistemaspolíticos que formalmente son democráticos han generado exiliopresidencial.

50 K. SEMPLE, “Rise of Chavez Sends Venezuelans to Florida.” New York Times, 23 January2008, consultado en http://www6.miami.edu, 12 de junio de 2008.

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CUADRO II: RELACIÓN ENTRE NÚMERO DE PRESIDENTES EXILIADOS Y PERÍODOS(POR SIGLOS)

VI. EXCLUSIÓN DE LA ESFERA PÚBLICA Y EXILIO

Existen formas persistentes de exclusión social y política, quegeneran exilio en las democracias restauradas, a pesar de que éstasprofesan la inclusión política. En los últimos años, ha habido muchoscasos de actores sociales e intelectuales que, al sentirsehostigados, tienden a escapar de sus países de origen. Aunque muchosde los que escapan de un juicio bajo democracia pueden serformalmente definidos como expatriados, ya que abandonan sus paísespor libre voluntad, al verse desterrados, estas personas suelendefinir su movimiento como un desplazamiento forzado, y muchos de sussimpatizantes y partidarios los consideran asimismo exiliados.

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Particularmente sensibles a la persecución son periodistas eintelectuales que, en virtud de la democracia, se atreven a criticara funcionarios públicos y dignatarios. Entre los casos conocidos sedestaca el caso de la escritora y periodista chilena Alejandra Matus,que se escapó al exterior en abril de 1999, después de haberpublicado El Libro Negro de la Justicia chilena. El presidente de la CorteSuprema Servando Jordán presentó cargos contra Matus, afirmando,sobre la base de la Ley de Seguridad del Estado heredada del régimenmilitar, que la crítica del libro constituía un "delito contra elorden público". En forma consecuente, el libro fue confiscado, yMatus, que habían recibido amenazas de muerte en la década de 1980,huyó a Buenos Aires y más tarde se estableció en los Estados Unidos,donde le fue concedido el asilo hasta que Chile aprobó una nueva leyde prensa en el 2001.51 La nueva legislación permitió que Matus regresara del exilio en los

Estados Unidos y reanudara su carrera como periodista en Chile. Sinembargo, todavía hoy Matus sigue luchando por la libertad de prensa.En 2003, renunció al diario La Nación después de que el periódico senegó a publicar una de sus notas investigativas sobre un caso desupuesta corrupción en la dirección del Instituto de DesarrolloAgrícola y Ganadero.52

Similar es el caso de Baruch Ivcher Bronstein, presidente de laJunta de Directores y y de los accionistas mayoritarios de la cadenade televisión peruana Frecuencia Latina-Canal 2. Ivcher, un abogadode origen israelí, se naturalizó como ciudadano peruano en 1984, locual le permitió asumir la posición anterior en el campo de lascomunicaciones, porque por la ley peruana impide a los extranjerosposeer estaciones de radio o televisión. En 1996, el canal 2 inicióuna serie de informes de irregularidades y sospechas de corrupción enorganismos gubernamentales, que supuestamente involucraban a los másaltos mandos, incluyendo a Vladimiro Montecinos Torres, un cercanoasesor del presidente Fujimori y miembro del SIN, el Servicio deInteligencia Nacional de Perú. Después de que tales notas fueronproyectadas en la cadena de radiodifusión, un número deparlamentarios del Congreso promovió una investigación contraFrecuencia Latina, poniendo a la red bajo el acoso y las

51 “La interminable batalla legal de Alejandra Matus,”www.libertad-prensa.org/matusletter.html, accessed 25 May 2006; y Human Rights WatchWorldReport 2001, consultado en www.hrw.org/wr2k1/appendix/index.html, acceso el 25 de mayo de2006.

52 “Chilean investigative journalist Alejandra Matus,” The International DevelopmentResearch Center, consultado en http://www.edrc.ca, acceso el 10 de junio de 2008.

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investigaciones de las autoridades fiscales y otros organismosgubernamentales. En mayo de 1997, Ivcher fue acusado por el ComandoConjunto de las Fuerzas Armadas de utilizar los medios para libraruna campaña de difamación en su contra. Indicaron que no aceptan la"tendenciosa y malintencionada campaña, porque era un abuso de lalibertad de expresión y un intento de enajenar al público de lasFuerzas Armadas." Cinco días más tarde, el 28 de mayo de 1997, elgobierno canceló la ciudadanía por naturalización de Ivcher por unDecreto Supremo, motivado por lo que describió como "actos quepudieran ser perjudiciales para la seguridad nacional y los interesesdel Estado." 53

Como Ivcher perdió así la cadena de televisión, se fue al exilio enMiami y continúa su lucha ante organizaciones internacionales como laComisión Interamericana de Derechos Humanos y el Banco Mundial, quebloqueó un préstamo para Perú por su restricción de la libertad deprensa. En represalia, el gobierno peruano procedió a ordenar ladetención de colaboradores cercanos y abrió una causa judicial contraIvcher y su hermano, por cargos de evasión fiscal que se remontan a1992-95. Si bien el gobierno peruano presentó un pedido de arrestoante la Interpol, la sospecha de persecución política impidió suprocesamiento. Finalmente, después de la caída de Fujimori yMontecinos del poder y la revocación de los juicios pendientes por elCongreso peruano, Ivcher regresó a Lima a finales de 2000 parareunirse con su esposa e hijas y reanudar su posición de en la red detelevisión.Durante el decenio de 1990, las tensiones políticas en el Perú

fueron en aumento. El presidente condujo políticas de mano fuerte yacciones represivas emprendidas contra el Sendero Luminoso y otrasorganizaciones definidas como terroristas, así como contra aquellosque criticaron el gobierno de Fujimori por sus políticas deestabilización socioeconómica. Algunos miembros de la oposicióntomaron el camino del exilio, entre ellos más de 200 que encontraronrefugio en Chile, donde la Concertación había logrado asumir elpoder. En Chile ya existía entonces una gran comunidad de migrantes

peruanos, mientras que a principios de los 1990s, la política oficialy la opinión pública chilena eran sensibles a la situación de losperuanos, por su propia experiencia de exilio. Ello creó un ambiente

53 “Report No. 20/98. Case 11.762 Baruch Ivcher Bronstein Peru. 3 March 1998, Inter-Am.C.H.R., OEA/Ser.L/V/ii.95 doc 7 rev.at 164 (1997); consultado enhttp://www1.umn.edu/humanrts/cases/1997/peru20-98.html, acceso el 10 de junio de 2008.

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favorable para ayudar a los recién llegados. Las ONG chilenas, comoCODEPU y FASIC que tratan problemas de violaciones de derechoshumanos y el desplazamiento forzado fueron útiles en la ayuda a losexiliados peruanos.54 En particular cuando el ex Presidente AlbertoFujimori llegó a Chile en su intento de ingresar al Perú, losexiliados, organizados por el Comité de Refugiados de Perú, presididopor Raúl Paiba, fueron especialmente activos en motivar su detenciónpor las autoridades chilenas en perspectiva de los procedimientos deextradición a Perú, por cargos de corrupción y violaciones dederechos humanos durante su gobierno en la patria.55

VII. CONCLUSION

El exilio ha constituido un mecanismo recurrente de exclusiónpolítica, usado típicamente por regímenes autoritarios como los quedominaron la región en la última fase de la Guerra Fría. Con ello,este análisis destaca que tal mecanismo ha estado presente tambiénbajo democracias, tanto democracias liberales como participativas, enel pasado, y no ha desaparecido por completo aun con el retorno delas democracias en la región. En verdad, la dinámica de exilio hacambiado mucho desde los años 1970 y 1980, y la exclusióninstitucionalizada ya no está de moda o en la práctica a gran escala.Sin embargo, una serie de factores como la falta de seguridadpersonal y colectiva, la falta de tolerancia frente a opositorespolíticos y actores sociales críticos de la administración de turno,y la espiral de la polarización de la retórica pública destinada adeslegitimizar a los enemigos políticos, crean las condiciones quesiguen generando exilio. Es así que en las últimas décadas, millares de individuos se han

visto impulsados a tomar el camino del destierro, incluyendo figurasdel periodismo y el quehacer cultural que han expresado actitudescríticas respecto de quienes ostentan el poder. Esta situación noresulta de la exclusión institucionalizada como en el pasado, sinomás bien de una falta de observancia de las garantías jurídicascaracterísticas de democracias maduras. Los resultados son, sinembargo, similares: Ciudadanos y residentes toman la ruta delexilio, engrosando las filas de las comunidades de co-nacionales en

54 J. C. LUQUE BRAZAN (2009). 55 G. GONZALEZ “Chile: Peruvian Refugees Fear Fujimori Will Slip Through the Cracks,”

en http://ipsnews.net/news, acceso el 15 de junio 2008.

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la diáspora, sumándose en algunos casos a quienes permanecieron enlos países de recepción como resultado de anteriores períodos derepresión y circunstancias socioeconómicas. De manera paralela, este trabajo sugiere que la residencia o el

asilo político han sido articulados tanto por países bajo gobiernosdemocráticos como por regímenes autoritarios. Para unos y otros, elofrecer refugio a quienes escapaban de otros países ha sido uninstrumento importante de su política exterior, instrumental tanto entérminos de la imagen que el país receptor ha proyectado en la esferainternacional, así como en el pasado tal política de asilo fue partede estrategias de intervención en países limítrofes. Una de las principales cuestiones que este estudio abre es la

medida en que el exilio político es visto hoy en América Latina comouna violación de los derechos humanos. Estas sociedades haninternalizado los principios básicos de los derechos humanos despuésde la última ola de autoritarismo y la represión. No obstante, lasmedidas adoptadas para abordar el exilio político en todas lasfacetas de la legislación, la indemnización y compensación, y laincorporación a la memoria histórica han sido parciales. Por lotanto, debemos preguntarnos qué debe hacerse para consolidar un tipode democracia que no tolere la exclusión institucionalizada y sigagenerando exilio. Esto es especialmente importante, porque hemos identificado que

algunas de las democracias contemporáneas todavía generan situacionesde exilio. En América Latina, el vínculo entre la democracia y laexclusión se ha visto a menudo agravada por actitudes dediscriminación hacia minorías étnicas, socioeconómicas, religiosas,ideológicas, que se han sumado a los factores políticos generandoflujos migratorios. El examen de esta cuestión es central paradeterminar si las esferas políticas, que son aún muy fraccionadas ycontienen fuertes tendencias hacia la polarización, incluso bajoregímenes democráticos, podrán superar situaciones como las queprodujeron exilio político en el pasado; es decir, situaciones en lasque individuos y sectores enteros se sienten amenazados hasta talpunto que salen del país hacia el destierro como resultado defactores tales como la radicalización de la retórica política, elestrechamiento de esferas públicas pluralistas, o la demonizaciónpolítica de opositores y actores sociales críticos por parte de quequienes detentan el poder.

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