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Distribution limited SHS.93/CONF.009/2
UNITED NATIONS EDUCATIONAL, SCIENTIFIC
AND CULTURAL ORGANIZATION
LAS POLITICAS MULTICULTURALES COMO UN RECURSO INTEGRADO PARA
LOS PROCESOS DE DESARROLLO EN AMERICA LATINA
Néstor Garcla Canclini
International and Inter-Agency Forum on Culture and Development
Seoul, 20-22 September 1993
The views expressed in this document, the selection of facts presented and the opinions stated with regard to those facts are the responsibility of the author and do not necessarily reflect the views of UNESCO.
Reproducción fotográfica del manuscrito original
SHS-93/CONF.009/LD.l
LRS POLITICFIS MULTICULTURRLES COMO UN RECURSO INTEGRRDO
PRRR LOS PROCESOS DE DESCIRROLLO EN RhERICF1 LRTINQ.
Néstor García Canclini
1. -In*raducam - dm In? mtP-+ntf=-= -.. -
*- 7 lne; il-=iafxn5 fip fin AI= ciw
El título propuesto para este documento parece dar por sentado
que las políticas culturales tienen una función en los procesos
de desarrollo. Efectivamente, ambos terminos -cultura y
desarrollo- son ahora asociados con frecuencia en documentos
económicos 0 políticos, asi como en la bibliografía acadbmica.
Sin embargo, hasta hace veinte ahos, 0 incluso menos, los
diagnósticos de los científicos sociales y los planes
gubernamentales definían el pc.q,-1-0 de los países
latinoamericanos por referencia a los indicadores de
industrializaci&n y crecimiento del producto de las metropolis;
las particularidades culturales que distingu&an.a._--las sociedades
periféricas eran miradas como "obstkulos", rezagos tradicionales
que la modernización superaría.
En cuanto . - a los trabajos sobre -cls r-111- , consistían
en: a> reflexiones ensayísticas para revistas literarias, o b)
descripciones burocrdticas de instituciones. La UNESCO, que ha
sido el organismo precursor y con mayor dedicación al anblisis de
las políticas culturales, abarcó estas dos líneas. En relacih
con la primera, promovió -a partir de la reunión de Venecia en
: . .
í970-- mtiltiples encuentros de artistas, escritores y políticos,
que se caracterizaron más por la enunciaci& de buenos
propósitos y la justificacikn conceptual de posiciones
ideoldgicas que por la elaboración de proyectos de integración de
la cultura en el desarrollo socioeconómico sobre la base de
diagnósticos y evaluaciones emp;iricos. En los ahos setenta, la
UNESCO encargó y publicó un conjunto de libros sobre las
políticas culturales en los paises latinoamericanos, la mayoría
de los cuales se limita a describir el organigrama burocratice de
los Estados, enumera las instituciones y sus principales
actividades. Segun los autores, se da más ènfasis a los aspectos
juridico-administrativos <por ejemplo, el libro de Edwin R.
Harvey sobre prgentinajl a la historia nacional <el de Jorge
Eliecer Ruiz acerca de ColombiaI , o a las innovaciones
institucionales (el de J. Snruski y G.Mosquera sobre Cuba) . 3 Es
difícil formarse una idea de las contradicciones y polémicas que
suele implicar la relación del desarrollo con las políticas
culturales a trav&s de esos textos demasiado formales y
diplom6ticos.
Si bien algunos libros excepcionales, como el de M.F\. Girard,
. . Devt=~wk rllltural: PxperiPnrPq Pt aolltlauer; * .inauguraron en
l- Ldwin i? . Harvey, UNESCO, 1977.
I ---.._._. ._- _.._,._.. - .-- ..^.
3
la década de los setenta la vinculaci9n sistem6tica de los
procesos culturales con los dilemas de la modernización, fue el
volumen FI ciee;ar~ln L 111 tl II d . -8 -. -/ -a- lP& l.=l=i rec --les4 a-’ 2
publicado por la UNESCO en 1982, el que planteo mBs org&icamente
cómo se relacionan los movimientos creativos y la administraci6n
de los recursos culturales en cada sociedad con sus “f armas de
crecimiento", con las "nociones de equidad, de justicia social" y
"calidad de vida". Sin embargo, las cuestiones multirW
ocuparon escaso lugar en las casi quinientas ptiginas de esa obra.
El tratamiento compartimentado de cada continente 0 región, por
parte de autores que traba jaron en forma separada, dio poca
oportunidad para trabajar las complejas interrelaciones
multiculturales generadas por las migraciones y los exilios
interregionales e intercontinentales, por la transnacionalización
de las comunicaciones y la globalización econ&mica y cultural que
hoy estan en el centro de la problemdtica del desarrollo.
Si recorremos los documentos de otros organismos preocupados por
el desarrollo de Rmirica Latina (OER, CEPGL, SELCII y t las
reuniones de grupos intergubernamentales (Grupos de Río, de los
Ocho, de los Tres, etc. 1, hallamos que las cuestiones culturales
suelen estar ausentes 0 son tratadas sin conexión con las
encrucijadas y contradicciones del desarrollo continental. En
unos pocos casos, por ejemplo en algunas conferencias de la
UNESCO o la CEPCIL, se ha buscado formar un cierto consenso
internacional acerca de que el crecimiento de los países no puede
evaluarse sólo por ïndices econ8mic05, y que el desarrollo
Cultural, concebido como un avance conjunto de toda la sociedad,
necesita una politica publica: no puede ser de jada como tarea
marginal de elites refinadas .o librado a la iniciativa
empresarial de grandes consorcios comunicacionales.
Otro m4r ito que debemos reconocer a esas reuniones es que temas
claves como el control transnacional de la información y la
desigualdad social en la apropiación de los bienes artísticos,
educacionales y cientl ficos hayan dejado de ser discusiones
murmuradas ~610 en revistas de oposición. Pero casi todos los
debates y resoluciones se reducen a promover acuerdos de buena
voluntad para la defensa del patrimonio nacional, el acceso de
sectores populares a la cultura y la protecciiin de los derechos
de artistas y trabajadores culturales. Esas sugerencias no son
acampanadas por un andlisis sobre las contradicciones bijsicas
del desarrollo en los países periféricos. Complejas cuestiones
tecnológicas, linguísti¿& y artísticas son tratadas sólo por
políticos profesionales, en algunos casos ni siquiera elegidos
por sus pueblos. Se aconsejan medidas de protección a las
culturas indígenas y populares, pero sus protagonistas no
participan. Tampoco suelen intervenir en estas reuniones los
representantes de empresas e industrias culturales, que en esta
segunda mitad del siglo XX se han convertido en actores decisivos
_-- ~__ .- -.
del desarrollo cultura1.5
En los ultimos años, algunos estudios de especialistas
acad&micos, de organizaciones no gubernamentales y de organismos
internacionales, han comenzado a reconocer las '. funciones
actuales de Ios procesos culturales en las contradicciones del
desarrollo. No se trata ya simplemente de poner en relación a
disciplinas desconectadas: la economía con la antropologga y la
sociología de la cultura. estos saberes
estA trans formando lo que se venía entendiendo por desarrollo y
cultura.
Sinteticamente, podemos decir que se estd debatiendo entre una
concepciórl unidireccional y evolucionista del desarrollo, medido
segun los criterios de racionalidad formal que rigen la
eficiencia tbcnica del mercado, Y una concepción
multidireccional, capas de hacerse cargo de diversos estilos y
lógicas socioculturales, de la heterogeneidad interna de cada
sociedad y de la multiculturalidad generada por la articulacihn
de sociedades diferentes en procesos de globalización.
En cuanto a la cultura, ya no se la piensa tinicamente como el
espacio de los libros y las bellas artes. Se la concibe como el
conjunto de actos y discursos donde se elabora la significación
6
de las estructuras sociales. Entendida como parte de los procesos
simb&licos que contribuyen a la reproducciCn y trsnsformaciGn de
las sociedades, se la ve como un espacio clave en la formación de
la5 uaciortes modernas y en la reFormulaci6n de lo nacional que
ocurre eh la5 migraciones masivas, ert la integra&& a mercados y
circuitos transnacionales de bienes econ&nicos y culturales.
Vamos a e:-:plicitar.brevemente en que consiste este debate sobre
la articulación de desarrollo y cultura de acuerdo con las
condiciones de Qm&rica Latina en su crisis de fin de siglo.
Una de las mayores dificultades para superar la concepción
uriilineal y pragmatista de la modernización es saber si los
procesos culturales pueden cump1 ir en el desarrollo
socioecondmico algo m& que el simple papel de impulsores del
rendimiento y la eficiencia. Un documento importante de la CEPRL,
producido en 1985, Pric;íe; y rl-=,a. I nIJo- ny p-w-k= dP 1' - _ -8 v filtrn o T
, parte del supuesto de que la
modernizaci&n "supone un crecimiento económico autosostenido, la
plena dispoktibilidad de los recursos sociales, la difusión de
normas racionales y seculares de la cultura, la libertad y el
incremento de la movilidad social y las correspondientes
transformaciones actitudinales". Para ello, considera necesario
que, mediante "mecanismos de empatía", se incorporen "valores,
patrones de comportamiento y aspiraciones originados en los
7
centros n&. din&nicos de la civilizaciAn Y w= moldean las
demandas" . . . "nuestras sociedades necesitan internalizar 105
“ini-lu jos e:-:&genos" de la modernización en funcibn de sus
caracterfsticas hist&ricas, 5us recurso5 autktonos y sus
pctencialidades, mediante el ,desarrollo y el libre ejercicio de
la creatividad."
FoSe 31 intento de reconocer algun papel a lo "autóctono“, el
documento sostiene que la modernización implica "la
internalizaci&n de normas racionales", establecidas por el
funcionamiento del mercado y generadas en los pdses hegomGnico5
de ese mercado, o sea las metr&polis. Como observa Jose Joaquín
Brunner en su critica al texto cepalino, 85te cree que pueden
adaptarse los patrones de racionalidad y desarrollo originados en
lOS püíses centrales a las caractergsticas propias de 1US
sociedades perifericas mediante un simple ejercicio creativo. Su
concepcion homogénea y “no contradictoria de la modernidad" lo
lleva a desconocer las diferentes lógicas en conflicto presentes
en sociedades heterogeneas, las diferencias de estilos cognitivos
Y hdbitos de trabajo existentes en la racionalidad tecno-
burocrdtica, la racionalidad política y la racionalidad del
mercado. 7 La pregunta crucial aqul es cómo se relaciona el
la multiplicidad de dtniae;, CiJSH., grupos y regiones que
col-8 formar, sociedades complejas. Pero 'en verdad es intrinseca y ¿
consistentemente homogéneo el desarrollo en esta epoca de
globalizaci&n?. Y ;en q& consiste la multiculturafidad en las
actuales sociedades latinoa~~ericanas?.
ES necesario, ante todo, diferenciar entre dos tipos de
multiculturalidod en Rmerica Latina. P01- una parte, nuestras
sociedades son heterogeneas por haber sido conformadas
hist&ricanrente mediante mbltiples grupos Btnicos. Por otra,
exi ste una multiculturalidad contemporánea resultante de las
f orma5 modernas de segnlentacidn y organizacih de la cultura en
las sociedades industrializadas.
cllgunos autores sostienen que la globalización o mundialización
camencí& con la conquista espaAola y portuguesa de los pueblos
latinoamericanos. Mds aun: segur-3 Imnranuel Wallerstein, Rmérica I
habAa sido el escenario donde se ensayi; la formación de una
economia-mundo, mediante la expansión geogrtifica de lo que hasta
el siglo XVI se entendla por mundo y la instauración de metodos
homogeneos de control del trabajo para diferentes productos y
zonas del planeta.8 Ftsl se logro una mayor integración
lingulstita, educativa, politice y comunic.~cional err &nerica
Latina que en Asia y C)Prica. Quixa con la excepci8n de lo5 paises
.zirabes no existe otra zona en que un nrimero tan grande de Estados
independientes compartan url - mfsmo idioma, una historia, una
religi0n predominante, y ademds tengan una posici0n conjunta,
durante cinco siglos, en relación C0l-l las metrópoli5
occidentales.
Sir: embargo, la acci&n persistente de los movimientos dtnicos
mantiene visible en anterica Latina ü unoe; treinta millones de
indígenas, con territorios diferenciados, lenguas propias (cuyos
hablantes aumentan en algunas regiones) y con habitos de trabajo
Y consumo que los diferencian. La resistencia de cinco siglos de
grupos como los aymara con unos dos millones y medio de personas,
los mapuches COTi unos 700 cm, 105 mixtecos con mds de medio
millrln, los mayas, los nahuas y quichés con casi dos millones
cada Eitnia, y los alrededor de diez millones de quechuas9 los
mantienen como parte5 fundamentales de Chile, Bolivia, Per&
Ecuador, Guatemala y Mbxico.
jQué representa esta mu1 tietnicidad dentro de los procesos de
modernizaciDn?. 2 Los contradice o los complementa?. Las formas de
40 -
prüdücci&n de origen precapitnlista, las relü.2iones sociales
basadas en el compadrazgo y el parentesco, asi conz las creencias
religiosas y otros valores arcaicos pueden ser compatibles o
encontrar su lugar en una modernidad en crisis. Rl volverse mas
problem2itica la nociA de modernidad y - acumularse evidencias de
que 105 modelos metropolitanos de desarrollo no son mec&-:icamente
aplicables en Rmerica Latina, pierde consistencia la concepci&n
unidireccional de la historia que vela el desenvolvimiento
capitalista y las tecnologias modernas como antagónicas a las
tradiciones no occidentales. De ahi' que se preste ntA atención al
papel a veces positivo de las diversidades culturales en el
crecimiento econOmic0 Y en la5 estrategias populares de
subsistencia; se acepta que la solidaridad ètnica 0 religiosa
pueda contribuir a la cohesión social y que las tecnicas de
producciin y los hdbitos de consumo tradicionales sirvan como
base de formas alternativas de desart-ollo. 10
De este modo, fueron perdiendo virulencia las tesis sobre la
inferioridad de las &tniacj aborígenes y la pretensi&i de Ia5
politicas indigenistas de "aculturarlos' mediante programas
.._--l-l . - - - I --~ -_._. I . _ - -
“ . . . _
.__-_- - - . . - . - . - . . - - - - - - - -
ir:c5qxx-&-~dol5S ù laSGres industriales. Se va aceptando f-r, las
ptOCediEiSJ&O5 de pa:-ticipazikn que admiten modos diversos de
organizaci¿n econhica y representacih polftica. Los programas
de etn5d2rarrollo apf iizad5s en varias sociedades latinoameri;snaz
y 1.5 1 p7i ~.f.~ci&J; ‘TI” garantìr~ 1~ atit-onom\fo d2 los indigenas en
fa Costa AtlSntica nicaraguense son algurtos d2 los indicios de ufi
pzxje parcial del indigenismo paternalista a modalidades m&
aUtCK.J2StiV2S. p21w5 esos E?Jlsayos de reformula&& no se cumplerr
sin resist2nCias ds t-lites raCistas, ü los que contribuyen los
fakasías de muchos tecnkratas y polSticos que quieren acoplar
81 pr imev mundo a los paises latinoamericanos. Ellos siguen
viendo P las culturas ind~genms como reefduerr anasrbnise+ e
eimpfae sobrrviwencias de interes fol(rlUrico 5 turi5tic5, POP
etnias son "naciones en potencia", unidades políticas enteramente
aut&n5mas11
i” ui posibilidades ti2rten los indígenas de sostener una
independencia radical en medio de la actual modernización
--
5u3 ri2.=25idzd2S h.tisiilas. l-EiW 31% : la polltica econi;mica
necliberal, al acentuar @JI lEI ultima decada la pobreza de 105
indigenos y m2StizoS, agrava lcr migraci¿n a las ciudades, los
en freJ~tamient05 por tierras y por el poder politice, 1oS
cor¡~~lsctoS interculturales y 21 racismo. En algunos paises
latinoamericanos, cono Ferd y Colombia, 21 deterioro de las
condiciones eccn<;micas campesinas y urbanas es uno de los
principales soportes de los movimientos guerrilleros, de las
alianzas entre luchas campesinas y narcotraficantes, y de otras
expl~5~oJ~e-5 de violencia social.!'
Pese a los mdltiples estallidos sociales con que sigue
pr2SeJkaJ~dO52 la interculturalidad, su problembtica no puede
entenderse sólo en término5 de antagonismo entre dominación y
subalternidad o como las peripecias de un movimiento enfrentado a
la modernización. La investigación reciente revela que vastos
grupos indfgenas han alclanzado UJI alto grado de integración a la
prcduccii;n y al mercado capitalistas, al consumo de los productos
indt '"tl-iales, Wd a la &!Jfcù<=i &n 5’ 125 C0nlur~icaciones masivas, en
5un1a, al desarrol lo nlodErno . 5 si bien hay movimientos Hznicos
que resisten su otcidentalizaci&r~, otroc, sectores se apropian de
10-S conocirnientoz, los recUr505 tEcnolc3gicos y culturales
modernos, con-binan procedimientos curativos tradicionales cOn los
de la medicina alopzitica, incorporan conlo proyectos propios los
cairlbies demotrziticos en la econont2a y Ia polltica, sincretizan
SU5 cI-eerzias tradicionales con el catolicis23o y aurt cori
movimientos protestantes y evar&licos, en general nd5 radicales
en la pronmcidr: cit la modernidad.
Existen muchos ejemplos de cómo las formas indigpnas o populares
de produccidn material y sinib ica pueden reestructurarse para
operar bajo la 18gica del desarrollo moderno. Los migrantes
can3pesinos adaptan sus saberes para vivir en la ciudad; los
obreros re f ormu 1 an su cultura laboral para seguir siendo
productivos en medio de la5 innovaciones tecnol&gicas; 105
artesanos renuevan sus diseños y sus estratégias
come~~ciafiali~aci~r~ Pa?'a interesar a consumidores urbanos
turistas.
voy 2 detzr:trme er: ura de los Ahito5 er: que esta "l-Econ~~el-=i~r~"
es m35 sorprendente ; el traba jo artesanal. * ‘POI- que sigue habiendo
artgjar:i.as cuar:do los objetos de produccih manual tienden a ser
sustituidos por los Fabricados industrialmer,te, cuando la
imagineria tradicional contenida en esos objetos -ligada a la
vida campesina y a mito5 indfgenas-. estS siendo desplazada por
inGg2ne-5 y shboloz w-Sano-5 0 de la cultura transnacional que
difunden los medios masivos de comunicaciAn? Este modo de
formular la cuestión no toma en cuenta las complejas y mbltiples
funciorres que la producci&r; artesarial cumple en las sociedades
latinoamericanas, ni las transformaciones que SE observan entre
los productores.
El crecimiento de la produccih artesanal en Rnxh-ica Latina
durante el bltimo medio siglo, o sea durante la gran expansión de
la industria y las comunicaciones masivas, no permite sostener el
prejuicio habitual de que la modernización socioecorAnica
fatalmente destruye las culturas tradicionales. Rlgunos grupos
étnicos y campesinos han sido perjudicados por ciertos estilos de
desarrollo moderno. Pero en oh-os casos lo que se observa es que
las culturas tradicionales se han desarrollado transformAndose.
La expans Sr: de las artesanías y en general del folclor, se
explicar4 por varias razones combinadas: Por una parte, el
desarrollo moderniy- ,l;dor I-IO logra incol-parar a toda la poblaci&n a
la producci&rr industrial urbana; en segundo lugar, el mercado
capitalista necesita incluir los bienes simb&licos tradicionales
en 105 circuito5 masivos de comunicaci& para alcanzar a las
capas populares, menos integradas a la modernidad; luego, debemos
considerar e1 interes de 105 sistemas politices por utilizar el
Folclor pal-s I-E fo>-za;- 0 ccrfi?;?p=r:sa:-. sim~~Ulicam~nte la cohesiYr:
nacionalista en urra @poca en qut la globalizacih reduce IU
"soberania naciorral“; por último, e5 rrecesario tomar en cuer;ta la
continuidad y renovaci¿h de la produccih cultural en los
sectores populares. 14
La.5 d~$ipiEncias de la producci&n agraria y el empobrecimiento
relativo de loc, productos del campo impulsa a mucho5 pueblos a
buscar en la venta de artesanías ingresos complementa\-ios. Es
szbido que er: algunas regiones la ir:corporaci¿h de fuerza de
traba jo campesina a la agroindustria y a las ffbricas ha reducido
la produccik: artesanal. Pero existen, a la inversa, pueblos que
nunca habían hecho artesanlas, o r;ólo las haciar: para
autoconsumo; y recurrer: a ellas para sobrellevar la crisis. La
desocupaci&r: ES otra dz las razonEs por la que esta aumentando el
traba jo artesanal, tanto er: el campo como en la5 ciudades,
trasladando a este tipo de producci&: aun a jovenes de sectores
socioecor:8n~icos que nunca se ocupaban en esta rama. Es por estas
causas .que un psis como México, con cincuenta años de intensa
industrializaciAn, cuenta con el mayor nbmero de artesanos del
continente: seis millones. No es posible entender por qU& SE
sigue incrementando el r:timero de artesarLas, ni por qud el Estado
mexicano apoya a organismos que fomentar: ur: tipo de trabajo que
apenas representa el 0.1X del producto bruto nacional y del 2 al
3;: de fa.5 e:-:pc:-tac=ior:Es d=l pa.;s, 52 i 0 venias .&fO C--'*.;J
supervivencia atavica de tradiciones er:Frentadas a la nmdrrrGda,d.
Er: segundü tet-nti?ir:o, &.b~r~-~~z- t-ec-n-~i&t-j;- f> .~igr~i.fi$--&j de ?, -2
contet-CiafizaciAn de las artesarilas Y de otro5 productos
-folcf&ricos . Suele Criticat-sela por su tendericia .a hontogenizat- ef
cor:sunto y generar cambios en las .forntas tradicionales, pero hay
qg~ &ciy t~ntbi&r, que f z 13gica expansiva del mercado lleva j
abarcar a aquello5 sectore que resistert este corisunto unifornte.
F'ot- eso, 5" t-ecu:-t-e a ios bienes y diseños tradicionales, a las
artesanías Y la nttisico folclOt-ica, que ahora no solanterrte sor:
consumido-z por los indígenas y campesinos sino tantbién pOI-
nuevos grupos, tonto intelectuales, estudiantes, artistas,
sectores ntedios y altos con buen nivel educatikto. Hds al16 de las
variada5 motivaciones de cada sector para iritet-esarse er: 105
bienes folclót-icos -expresat- su adhesih a "lo nacional " 0 la
distinci&n de un gusto refinado cor: arraigo En las tt-adiciones-
lo cierto es que esta ant~liaciG;n P dei mercado contt- ibuye a
extender la repet-cusih: de la5 culturas que parecía+:
"condenadas" por la modernidad. Gran parte del crecimiento y la
difusih: del folclor se debe a la prontoci6n de las industrias
del disco, los fe.stivales de dafT:za, las ferias que irrcluyeri
at-tesadas, ya pot- supuesto, a su divulgaciAn por los medio5
masivocl. La COntUniCaci6n radial y tEiE’diSi\lJ antplific& 3 escala
nacional e internacional ntbsicas de repet-cusi&: local, por
ejentplo el t-eggae jantaiquino, el va 1 se criollo Y ia chicha
peruanos. En otros casos, col abot-6 para el resurgimiento de
f ot-ntas tradicionales declinantes, tonto ocut-t-i& en Fh-asil cor8 ‘la
47
p-j= - ,xca njo&zj-r:a y las cancion=5 gauchas. l5
En tercer iugar, ei crecimiento dei folclor ha sido impulsado por
p:-ogj-anjas gubernamentales que dan créditos a artesanos, beca5 y
subsidios, apoyan concw-505 . Y la difusitn nacional e
~ntsrnaciord a travès de museos, libros 3
circuitos de venta. Lo5
E-,+--dos se ocupan de las cuituras tradicionales con el fín de
crIzar Elnipi=o5, reducir la desocupacibn y los conflictos sociales,
fomentar la e:+ortaci&n de bienes tradicionales, atraer al
turismo, asi conjo aprovechar el prestigio hist&rico y popular del
folclor para cimentar la hegemonía y la unidad nacional bajo la
Forma de un patrimonio comdrr.16
Sin embargo, para que las culturas tradicionales persistan y se
expandan la condici&n fundamental es que contintiert siendo
producidas por artesar:os, rnffsicos, danzantes y poetas populares.
Si esto5 no solo preservan sus formas tradicionales de producci&n
sino que la3 renuevan y adaptan a las demandas actuales es, sin
duda, por razones culturales, pero también, como dijimos, por
intereses econ&micoc, (sobrevivir o aumentar sus ingresos). Luego
de muchos años en que los estudios sobre folclor se dedicaban a
- _.... _ --_-
ahora algunos otcervan la capacidad de los sectores tradicionales
de comercializaci&n y consumo.
Un ejemplo de la manera en que pueden conibirm-re la
multiculturalidad y la reafirmaciAn de tradici0ne.s íocales para
reinsertar a m grupo etr:ico en ei deasrrollo moderno ~5 ei de
105 artesanos nahuas de Guerrero , en ti&-:ico. Ilace treinta año5
estos indigerras c~on:ehzaroh a pintar en papel ak:ate diseîros que
desde hace siglos vcrdar~ realizando en piezas de ha:-ro. Sus
"cuadro-s" muestran escena5 de la vida cotidíafia, del trabajo y
las fiestas, con lo cual registran y valorizan costumbres
centenarias. Esa combinaci&n de ntotivos campesinos 1; creencias
indigenas, representados COJI WI dibujo "nai f" sobre el rugoso
papel de amate logr6 rapida &ito en el mercada artesanal y se ha
extendido hastz tiendzs dz antigusdadzs, de artesxtlas reFinadas,
galerías de arte y museo-5 . fU ser las pinturas en papel de menor
p-0 Y .Fragilidad que la cer&ica, 5e facilita su trasM0 y la
venta a turistas. Lo5 propios artesanos via jan por el psis y el
extranjero para multiplicar 5~5 ventas. Csd han ido conociendo
estrategias de vida y comercio en las ciudades, aprendieron a
localizar a 105 clientes Y seducirlos, hacen 1 lamadas
tele*&nG .-xc AL-a-, mane jan *monedac; extranjeras, saben usar los
servicios bancarios, Ios cheques de viajero y hacer inversiones a
plazo fijo. "Su comercio requiere la conwn i cac i On en 1engua.s
extranjeras, empezando por el español, pero tambier1 COJI elementos
del ingles, franctk, alenldn, etcetera. Varios vendedores pueden
, . I . I <___ . ._-_I - - _ . I . _
._ . , _.______ I __-_ _ . - . . . - . - - - - - -
sostener conversación6 bastante bien en ingles, y hay un interes
general entre ellos por aprender algo del japonès".~7 fo por eso
abaridor:aJi su5 hzibitos, ni 5u lengua, Jri 5~5 ceremonxas antiguas.
Siguen trabajarrda el campo y celebrarido su5 fiestas locales.
hantienen las redes colectivas de solidaridad dentro de 5~5
prüpioz Fueblos Wmeyaltepec, Xalitla) y tanbien cuando llegan a
GJ: CeJ:t!-o tUI-fS.tiCO: rentan UJI 5eCtOr de uf:s pensi&n 0 un hotal e
inmediatamente tienden mecates para colgar la ropa, almacenan
agua en càntaros de barro dentro del cuarto, colocar; altares,
preparar; la comida a su manera, en fin, recrear; su modo habitual
de vida.
Es notable la variedad de escenarios en que saben desenvolverse.
Van a las playas, a los restaurantes, a las -Ferias y los mercados
urbanos, a los parques priblicos y las salidas de los hoteles, a
las oficirtas, la5 universidades y las embajadas. Visitar; a los
compradores y tratan de insertarse en las redes sociales de sus
clientes. -Su lìigica comercial es multiplicar las opciones de
todas las formas posibles; extender el --territorio
geogrdficamente; involucrar a varios o todos los miembros de la
familia. ; ofrecer una mercancia variada y no s&lo un producto:
trabajar diversos nichos del mercado sin~ult&~eamer:te". 18
.
_. --
20
vida de su pueblo y sus costumbres como norma pü1-ü procesar
inTormaci&n y ertterrder a los den-4~" . . . "Su e=.-ito coPT!rcial 5e . . . .
debe precisamente a esa actitud merkal tan abierta y flexible que
les permite nmverse en un mundo complicada, variado, en el. que
tienen experiencias y relaciones econ&icas muy diversas".19
Una cave de su &xito es que mantienen el control sobre la venta
de su trabajo artesanal y reinvierten gran parte de las ganancias
en su priìpio pueblo. Para la nlayor;a de los artesanos de M&ico
el objetivo ecorkmico principal de la venta de la alfareria y
te jido es, como ya mencionan~os, complementar la subsistencia
ag:-lcola. Para los pintores de amate, igual que para otros grupos
indigenas de México (por ejemplo los purepechas que hacen diablos
de Dcumicho) 105 ingreso5 provenientes de las artesahas les
permiten subsidiar su agricultura, la obras publicas focales y
las pt-dcticas ceremoniales, las fiestas arcaicas Y la
reciprocidad tradicional: se han fortalecido gracias a la hcibil
comercializaciAr de las pinturas. Un inteligente manejo 0mdf=rnn
de sus productos artesanales les sirve para subsidiar 5us
actividades -r-as tramec;.
Las estrattigias de estos grupos no estan polarmente enFrentadas a
la modernizaci&n. Se inse!rtan en ella, aprenden a construir su'
espacio y luchar con lo que les resulta adverso. Esto no modifica
la asiaetria ni la desigualdad estructuralqs que existen entre
1.x culturas tradicional-populares y el si stema hegem8nico. Hay
formas de m-ganizacidn de la pro&cci&n, de la interniediaci& y
19% L. f&od E&lefr;szr:, J+=wi~r&~ 3 -. Ir IF!-*.=~ . . c, pp. 52- 53.
. . 2i
dei CO~:SU~IO qi~e di Cicultar: a ias etni.35 y 1~s g:-upos subafte:-r:~~-~
utilizar 5~5 bienes y su5 recursos para chtener un prover=ho justo
e irkzrvenir de un rtiodu r&s equitativo en èf !ze:-cado, en fU
participaci&n poli'tica y en las instancias de reconocimiento
cultural. Fero ei registro nk5 cuidadoso de los procesos de
interacci&n er:tre sec‘tores tradicionales y modernos permite tener
una visi&n mencs mani;quea de la cumple ja coexistencia entre
ambos.
Las transFormaciones de la multiculturalidad no se reducen a las
peripecias de la multietnicidad. Hay cambios que se producen er:
un espacio nGi5 ümplio que el de ias relaciortes interetnicas
dentro de cada no&&. Actualmente, las formas de pensamiento y
de vida construidas en relaci& con territorio5 locales 0
nacionales son sólo una parte del desarrollo cultural. Por primera
vez en la historialdesde mediados del siglo XX la moyoria de los
bienes y mensaje5 que se reciben en cada naci9n no se han
producido en su propio territorio, no surgen de relaciones
pecutiiares de producci&n, ni 1 levan en ellos, por lo tanto,
signos que Ios vinculen esclusivame~: :te con rkgiones delimitadas. d
F’roceden, en cambio, de un sistema transnacional,
des-territorial izado, de producci&n y comunicaciAn.
‘. :
La interrelaciún planetaria que diariamente se produce entre Ia=
>-ea+ 37 tae _--.1-d y ios continente5 r8o p=>-fi>it= ya zw,ix;i?-. fri tfr: -,istez;.ü
simb&Lico i2omag~neo. Tampoco podemos analizar ia
multitulturalidad constitutiva de cada sociedad en tèrmir:os ds
simple "contacto cultural" entre unidades nitidnmente
diferenciadas, como lo hizo la‘ antropologZa en la primera mitad
del siglo XX al ocuparse de la colonizaci&n. Sir; salir de nuestra
ciudad experimentamos diariamente la interculhz-alijad por la
circulacih mundial cada vez n& libre y frecuente de persona5,
capitales y mer:saj,p5. Los objetos y significados que componen lo
que llamamos la cultura propia, surgida de una relaci&n
especifica con la naturaleza y con nuestros vecinos, asi como los
relatos míticos e histíiricos que ordenan esas experiencias, se
cruzan con bienes y nlensa jes transmitidos por 105 medios
electr&nicos de comunica&&, por los migrantes 0 ios turistas,
pop 10s ~&ff-pl=s ntovinliefrtCi5 quo ras coT: frontar: constantemente
con otros modos de actuar y pensar.
La heterogeneidad sociocultural y el desafío a las costumbres o
los hAbitos mentales tradicionales aparecen sin necesidad de
movernos de nuestro barrio o riuestra casa. En cada grupo y aun en
cada sujeto coexisten varios &digos simb&licos. Somos redes
cm~pl=jas y heter&clitas de pr&zticas y .signos, de pr&stamos y
transacciones interculturales. Es f&;cil comprobarlo en el
co5mopofiti5n~o, en las mezclas de tradiciones Y modernidad, de
artistas e intelectuales, y también en los consumidores con n&
nivel estolar, con acceso simultaneo a diversas lengua5 y
repertorios culturales. Pero tambih se observa en los circuitos
---_ -. _-_--. -___.. .T --. ---. .- .-- --.- - -- --- ---- -.-.
- . - -11-1, _l_“.^ _-_l-_l _“ . _~ ___ . ._^ -_ . . -
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de Ila economfa informal: indigenas y nwstizos venden en sus miles
de puest=s in>p:-ovisados Er: las calles de Lima y Caracas, La F'az y
Dogota, en 1.35 grandes ciudades latinoamericanas, hierbas
medicinales junto a grabadora5 importadas. artesarLas junto a
g&g&x, da la cultura electr&nica. F'ienso, asimismo, en la
icor,og?-.a ffa sinizr&tica de los movimientos populares, por ejemplo
en la figura del lider polltico popular mexicano Superbarrio, que
combina la imagen de los luchadores enmascarados con la de
Supermtin, y se ha convertido en símbolo de los agrupamientos de
vecinos que luchan por la vivienda. Clun en amplios sectores
populares la identidad es hoy políglota, multititnica, migrante,
hecha con elementos cruzados de varias culturas.
Esta hibridación no elimina el desigual acceso de diferentes
sectores, sobre todo a las innovaciones culturales. Pero no5
exige reformular la5 concepciones estratificadas que separan
rigidamente lo popular de lo elitista, lo tradicional de lo
moderno 0 lo nacional de lo extranjero. También es necesario
enriquecer el andlisis de la recepcith y la apropiaciAn cultural
agregando a las variables étnicas 0 nacionales otras que
intervienen en la estrati ficaci&n social. Especialmente en los
actuales estudio5 culturales de los Estados Unidos se observa una
renovaci&n al considerar la multiculturalidad como resultado de
confrontaciones y combinaciones de muy diversas identidades:
generacionale5, sexuales, educativas, etc.20
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-Il- d.&.‘- Los circuitos de seqmentacidn de in muft~~ulturalidad.
Cabe repensar de que modo podetitos organizar estos nuevos procesos
dc? fiuida hibridacibn n3Uiticuftural. * (-&nlD I
orientarse pal-J
descubrir sus tendencias y Ggicas, para intervenir con polfticas
culturafes significativas, ~ apropiadas pal-a este. ti empn de
globalizaciOn? En las sociedades industrializadas, y en cierto
grado postindustriales, cómo son en parte las latinoamericanas,
es posible diferenciar tres grandes circuitos de desarrollo
CUitLPEkl:
a).-- En primer termino, la cultura histOrico-territorial, 0 sea
el conjunto de saberes, hsbitos y experiencias organizado a lo
largo de varias epocas en relacii;n con territorios Btnicos,
regionales y nacionales, Y que se ntani f iesta sobre todo err el
patrimonio histkil-o, las artes clSsicas y la cultura popular
tradkional.
LI.- POF otra parte, los circuitos de comunicación masiva
dedicados a los gr-andes espectaculos de entretenimiento (radio,
cine, televisión, video);
c> .- En tercer 1 ugar, existen redes selectivas de información y
comunicaci&n destinadas a quienes toman decisiones <comunicaci&n
por satelite, fa:-:, telefonos celulares y computadoras) .
_. . ” ---.- _-^ .._ . _ _. . . _-.. ^. . _
. -
F'arn imaginar cano ~~afucianar& la multicul.turaliiad es r:ecesa-i-2
examinar su5 perspectivas err cada uno de estos circuitos. iQL?P
ocurrirá en ellos a medida que les procesos de
t-~~~sr~acionaliLaciOr~ . w.. e integraci&n socioecorhhica SE
intensifiquen, PO’ ejemplo a b-aves .de los acuerdos de libre
ccimercio I ya avanzados en Nortean%+ica GGxico, Estados Unidos y
Canada) y en el tiercosur <Argentina, hasil, Paraguay y Uruguay)?
Lo primero que puede pronosticarse es que los cambios que generen
la globalixacih y la integracx ‘8r; transnacional en la identidad,
el desarrollo cultural y la intercuftura lidad no ser&; iguales en
cada ura da los tres subsirtamaa dcrscritor,
En el primer circuito, el del patrimonio histh-ico y la cultura
popular tradicional, es previsible que la apertura ecorkinrica 5ea
débil, pues Se trata de zonas donde el rendimiento de las
inversiones es menor y donde la inercia cultural interna es n*Ss
prolongada. Sin embargo, algunos de los participante5 en el
debate mexicano sobre el TLC llaman la atenci&n a los cambios en
la cultura cotidiana que pueden --engendrar --las exigencias de
productividad y e4ihencia de las sociedades metropolitanas si se
aplican rigidamente en Mxico.
El reordenamiento que se ha producido en los dltimos afi0-s en la
legislaci9n econ&mica y en la organizacih laboral para adecuar a
?4kico a la integracitn norteamericana, da una perspectiva muy
distinta de la que vel'amos a prop&ito de los Bxitos por la
exp.ansi&n parcial del mercado artesanal. Otros cambios en zonas
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campesinas toman poco en cuentz los hábitos antiguos y las
t~~ar:s~ci:-maciones cultu:-ales de larga duraci&rr que se requieren
para lograr un ascenso rdpido en la productividad y en la
= fic+ nq,c-a, -ti. de acuerdo con las normac. del mercado neoli bel-al.
Guillerrm bonf il observe? que t '- las labores agricolas, guiadas
tradicionalmente por una polática de diversi ficaci8n para
afcanzal - la autosuficiencia, obedecen a una cultura productiva
radicalmente opuestu a la liigica que privilegia el mercado, II...
i¿o hay por que escandalizarse del cambio; la cuesti& estA en
quienes fc deciden y con cu61eEi razones: iqué peso tiene la
opinih real de los campesinos acerca de los cambios que se
demandardn de ellosT?, -qui&nes y ¿
c8nm van a decidir si la opciún
favorable es la especlalizacih de la produccir3n agrkola en
cultivos comerciales, 0, por el contrario, la diversificacih
orientada hacia la autosuficiencia alin3er&aria?"21
En cuanto al segundo circuito, o sea la produccii;n de mensajes
recreativos e informaci&n masiva, la tendencia en la mayoría de
los palses latinoamericanos va no tanto hacia la globalización
sino hacia una mayor dependencia de las empresas estadounidenses.
Las excepciones son fS:&co y Erasil, en la medida en que disponen
de recursos tecnolGgicos, económicos y tkmartos como para generar
con Cierta autonom;a su producción nacional y expandirse en la
región: la creciente di-fusión de cadenas informativas y
telenovelas de empresas mexicanas y brasileñas son claros
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ejemplos de su hegemonia sobre el mefCx.-io UV comunicacional
latinoamericano. El problema en este circuito no es la capacidad
dt producción nacional, sino -como se ve especialmente en tiiexico-
la concentraci&i monop8lica en una sola empresa privada
(Televisa), lct cual reduce las posibilidades . de una
representaci&n plural y critica de la nwlticulturalidad nacional
y regional.
En el tercer subsistema -la informacion, el knowhow y la cultura
para toma>- decisi onss e innovar-, la asintetrla y la subordinacih
de los países latinoafnericanos se agudizar& al eliminarse
aranceles a la produccibn extranjera y los pocos subsidios al
desarrollo tecnológico local. Una mayor dependencia cultura1 y
cientlfica -en las tecnologias comunicacionales de punta, que
requieren altas inversiones financieras, y a la vez son las que
generan innovaciones nlas rtipidas, nos volver: n& vulnerables a
los capitales transnacionales y las orientaciones ideológicas
generadas fuera de la regiOn.= Tal vez ésta es el Srea en que
la asimetrla y la desigualdad tendran efectos mds transfornjadores
-Y negativos- a mediano y largo plazo. ~Cudl puede ser la
preserrcia futura en el mercado internacional y la capacidad de
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autGgestionar 5U5 sociedades de Uf; corrtinente COInG el
latinoamericano, COl-J u,-Jù poblacih que supera el 8% de la
poblacih mundial, mientras ~810 participa con el 6% del producto
bruto iTJterT¡o del planeta, el 3 .2X de la produccih de bienes de
capital, 3.5%: de los ingenieros y cientificos que trabajan era 1 6
D y 1.3% de los recursos gastados mundialmente en este mi 5n3G
723 canopo .
La rece-si& 5' el estancamiento en la dltima década de las
ecorJon&as latinoamericanas, así como el debilitamiento de los
aparatos estatales en educa&& y cultura, nos colocan ante una
paradoja: se promueve un mayor comercio entre los pai5es
latinoamericanos y 83x-J las metr&polis cuando producimos menos
librcjs, men& peliculas y menos discos. se impulsa la irltegraciÓrJ
en el momento en que vamos teniendo menos para intercambiar y el
empobrecimiento de los salarios disminuye el consumo de las
mayorias.
Las relaciones entre multiculturalidad y deSarrGllG
socioeconómico est& transforn&~dose en los noventa
24
principafmente PGk- dos prGcesos : la acelerada
trarisrJ~ciorlali~aci~rJ ecGr&d i ca y sociocultural, y, al mismo
tiempo, la perdida de peso de los Estados nacionales por la
privatizaci&n y reorgarJizaci&ri empresarial de las practic-as
sociales.
Cuando la multiculturalidad era un proceso bisicamente interno de
cada rJaci ÓTJ y los conflictos eran asumidos por los Estados
nacionales, éstos actuaban como &-Litros ordenadores en nombre de
ufJ i rJ-b%-&s ptiblico que trascendida los forcejeos particulares de
cada sector. Los resultados históricos de estas intervenciones
organizadoras fueron diversos: en Clrgentina y Uruguay la
construcción de la naci¿kr se hizo sustituyendo a la poblaci&n
aborigen por migrantes de muchos paises europeos; en otrq, Como
F'erti 0 Guatemala, se separó tajantemente el mundo de los blancos
del de los indios; en Mkxico, se buscó integrar a los indi'genas a
la sociedad nacional mediante una restringida participación en la
economía, la polltica y la cultura, lo cual dió lugar a UT:
mestizaje intensivo bajo la hegemonía de los criollos. -
Todas estas polr'ticas consagraron algun tipo de desigualdad. F'ero
en tales procesos el Estado asumió la responsabilidad de
establecer UTJ orden que trascendiera las perspectivas faccionales
e intent8 conjugarlas en nombre de un interes nacional superior a
la simple confrontación de los caudillos o luchas del mercado.
jQuiën puede representar ese interhs pbblico y arbitrar las
confrontaciones en la actual etapa de adelgazamiento de los
30
&stados‘.
Ilay dos respuestas extremas a esta pregunta; la neoliberal y la
.fundamentalista. En ciertos paises, como F'erii, 105 militares son
el recurso de fuer-Ta - , casi desesperado, de una burguesia m&
especuladora que productiva Y de urJ Estado que ha perdido el
control histórico y las razones et-ido-pol:ticas para actuar como
ol-garJizadGr de la sociedad civil. En otros, como la h-gerJtirJa,
Brasil y Bolivia, la cesión de la responsabilidad estatal al
crudo juego del mercado deja la multiculturalidad y las demás
cuestiones de interés publico -la educación, la salud, el
trabajo, la violencia- libradas a una lucha de altos costos,
donde loe sectores corc menos recursos obviamente pagan m;s caro. ,
En el extremo opuesto, resurgerJ nmvinlierJtos Fundamental.istas que
creen posible compensar 1 a languidez de las economfas y los
Estados latinoamericanos con la exaltación de las tradiciones
propias (sus versiones mas exasperadas, aunque no las tinicùs, son
Sendero Luminoso, los militares carapintadas argentinos y sus
knulos venezolanos) . Estas "soluciones", mas ideológicas que
prkticas, son ason~bro5an~ente irreales en palses con una
composición muy heterogk-tea, especialnlerJte 10s mds grandes de
Clmerica Latina: es poco veroshil querer reducir las nwc-has
maneras de ser argentino, brasileño o mexicano a un paquete fijo
de rasgos, a un patrimonio monocorde y embalsamado. En rigor, erJ
todas partes este recurso mdgico para conjurar las incertidumbres
de la multiculturalidad deja de ser viable: las sociedades se
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vuelven cada vez n\;s cosmopolitas y la as-iixia ecorhiica de los
Estados, +E lec, p>-iva de excedentes para distribuir, L-C-. dnc .-m-t-
cualquier o:xm-tr:c~a populista de restaurarlos COMÜ
administradores de la prodigalidad rJacior:ai.
' Cúmo construir L , entonces, una xufticulturalidad democratica?.
jC¿hO equilibrar ei ac<IesG de diversos estratos a los bienes
h&erog&neos e interrJacioriales ofrecidos por la globalizaci&n? Es
necesario er:corJtrar urt cami no practicable erJtre estos dos
vertigos: ni el cosmopolitismo para elites de los neoliberales,
ni el fundamentalismo que pretende aislamierJto5 ilusorios de
tradiciones nacionales o etnicas autosuficientes. Fara construir
nuevas rutas hacia una multiculturalidad democratiza es decisivo
rehabilitar espacios de convivencia y negociación sobre la base
de intereses ptiblicos. Es urgente redefirrir ei papel de los
Estados y de los acuerdos multinacionales y multiculturales para
reivindicar 10 n&lico
Señalo una tarea que rJo puedo examxnar en el espacio de esta
ponencia, pero cortsidero clave: se trata de desconstruir tanto la
identificacion del Estado con una concepci&n fundamentolista e
insular de la nación como evitar 5u disoluci&rJ en una lucha
canibal de intereses privados. El desarrollo de las sociedades
contempor&Jeas no puede ser sino multicultural. Cr su vez, una
multiculturalidad democratica sólo puede conseguirse mediante la
re-construcciórJ de la esfera publica nacional e internacional.
La5 tareas necesarias para esta rcnGvacii;n de 10s espacio3
pbblicos, towarrdo er: Ciier:tU lü;-S demandas de las culturas Étnicas
Y naciGnale5 a la vez qu2 las condiciones de un desarrollG
glsbslizado, dEhic;t-.an SEI- ei eje G?-gar:iZadG?- de la agenda de
trabajo en lG.5 gObiekTJe5 y 1-05 Organis~JOs irJternaciorl.des
interesados efJ cerJtribuir a una convivencia democr6tica y mzis
equitativa.
L- _--- -“.-_