dependencia, subdesarrollo y colonialidad

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Dependencia, subdesarrollo y colonialidad

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  • DEPENDENCIA, SUBDESARROLLO Y COLONIALIDAD EN LA PATRIA DEL CRIOLLO: LAS CIENCIAS SOCIALES

    EN CENTROAMRICA A FIN E INICIOS DE SIGLOMontserrat Sagot Rodrguez

    Recibido: 16/07/2013 Aceptado: 11/05/2014

    ResumenEn este artculo se analiza el desarrollo de las Ciencias Sociales en Centroamrica, desde el momento de su profesionalizacin a inicios de los aos setenta hasta la actualidad, poniendo especial nfasis en la Sociologa. Se rescatan los nudos y procesos ms significativos vividos a la luz de las cambiantes condiciones sociopolticas de la regin. Con ese propsito, se propone una periodizacin que recoge las principales tendencias en la construccin de las teorizaciones de la regin, y se plantea la tensin existente entre la bsqueda de especificidades y las miradas externas que han dominado el pensamiento social centroamericano. El artculo asume una posicin militante al emular la trayectoria de las Ciencias Sociales de la regin, y termina haciendo un llamado para volver a la teora crtica, pero esta vez al plantear alternativas a las miradas forjadas desde la perspectiva de criollos y ladinos, quienes siguieron siendo universalizantes, racistas, androcntricas y heteronormativas, aunque hablaran de dependencia y subdesarrollo.

    Palabras claves: Ciencias Sociales; Centroamrica; dependencia; subdesarrollo; colonialidad; produccin de conocimientos; teora crtica.

    AbstractThis article analyzes the development of the Social Sciences in Central America, from the moment of their professionalization in the 1970s until recent times, with particular emphasis in the discipline of Sociology. The most important knots and processes are rescued in the light of the changing socio-political conditions in the region. With that purpose, the article proposes a periodization that includes the main tendencies in theory construction in the region and discusses the existing tension between the search for specificities and the external gazes that have dominated the Central American social thought. The articles takes a militant stand, emulating the trajectory of the Social Sciences in the region, and ends with a call to go back to a critical theory, but his time presenting alternatives to the gazes produced from the perspective of criollos and ladinos, that continued to be universalizing, racist, androcentric and heteronormative, even though they spoke of dependency and underdevelopment.

    Key words: Social Sciences; Central America; dependency; underdevelopment; coloniality; knowledge production; critical theory.

    Anuario de Estudios Centroamericanos, Universidad de Costa Rica, 40: 173-193, 2014ISSN: 0377-7316

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    Esta reflexin sobre las Ciencias Sociales centroamericanas requiere de algu-nas aclaraciones iniciales. En primer lugar, necesita de una delimitacin geogrfica. En ese sentido, el anlisis se va a concentrar en el istmo centroamericano y particu-larmente en los pases que van desde Guatemala hasta Panam. En segundo lugar, si bien en algunos momentos se plantearn elementos generales que, de alguna manera, son aplicables a todas las Ciencias Sociales, el nfasis est puesto fundamentalmente en la Sociologa, la cual es mi disciplina y el rea de conocimientos sobre la que tengo mayor informacin.

    Adems, resulta importante destacar que, como en muchas ocasiones, Centroamrica se queda fuera de los anlisis sobre Amrica Latina, como si existiera una especie de velo enceguecedor colgado entre Mxico y Colombia, la produccin sobre el desarrollo de la Ciencias Sociales en la regin es tambin muy escasa. La invi-sibilidad de Centroamrica en las historias sobre el desarrollo de las Ciencias Sociales en Amrica Latina constituye un indicador ms de la desigualdad en la regin, de la marginalizacin internacional de los saberes centroamericanos y de las difciles con-diciones en las que se ha generado la produccin de conocimientos sobre la realidad social en estos pases. Es decir, no se puede olvidar el contexto de la represin vivida en la regin durante varias dcadas, de la ocupacin militar y del asesinato y persecu-cin abierta de muchos intelectuales de las Ciencias Sociales. Por eso, reconstruir este desarrollo no es una tarea fcil.

    Finalmente, una historia, como cualquier otra, puede ser contada de muchas maneras. No se pretende hacer un recuento de fechas y datos aunque tambin se presentarn algunos, sino brindar algunas interpretaciones desde mi mirada como sociloga crtica centroamericana,1 de lo que se ha podido establecer como los nudos y los procesos ms significativos en esta historia.

    El primer nudo que vale la pena destacar apunta que el pensamiento social centroamericano ha estado atravesado por una tensin entre la bsqueda de sus especificidades y las miradas externas. Estas miradas, la mayora de ellas muy coloniales, han sido ampliamente hegemnicas; es decir, una parte importante de la produccin centroamericana ha tendido a mirar las realidades de la regin con ojos europeos o norteamericanos, provocando, a veces, una percepcin universa-lizante y distorsionada. Esto debido a que, en palabras de Enrique Dussel (2000), como resultado de la colonialidad, en Amrica Latina todo conocimiento tenido por vlido es generado primero en los centros de poder del sistema-mundo para luego, desde all, ser distribuido desigualmente hacia los pases perifricos que se limitan a ser receptores o cuando mucho a hacer adaptaciones y tropicalizaciones de ese conocimiento.

    Ya fuera del Positivismo, desde el Liberalismo o desde el Marxismo, muchas de las premisas de estas corrientes fueron incorporadas en la Ciencias Sociales de la regin casi como dogmas que hacan pocas apelaciones a las especificidades de la realidad centroamericana. Incluso las formulaciones propias de Amrica Latina, como el estructuralismo de la Comisin Econmica para Amrica Latina y el Caribe

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    (CEPAL) y el enfoque de la dependencia, que tanta influencia tuvieron en estos pases, permanecieron en el interior del metarrelato universal de la modernidad y del desarrollo, y no lograron asumir, sino tmidamente, las consecuencias del pluralismo de historias, culturas y sujetos existentes en Centroamrica (Lander, 2000 y Martnez Andrade, 2011). Siguiendo a Martnez Andrade (2011), se torna posible afirmar que el nacimiento y la posterior tragedia de las Ciencias Sociales Latinoamericanas estn relacionados con el uso de conceptos y categoras que legitimaban una mirada eurocntrica de la realidad, que se engarz al funcionamiento del sistema-mundo para crear una serie de artificios epistmicos que ayudaron a legitimar el discurso hegemnico colonial en la regin.

    Otro nudo importante ha sido la construccin de los objetos de estudio en una buena parte de las obras producidas en la regin, sin tomar en consideracin que las realidades sociales estn cultural, sexual y tnicamente diferenciadas. Es decir, que la realidad existe bajo formas corporales especficas que determinan el poder, las capaci-dades sociales, el tipo de relaciones y las posibilidades de vida de los individuos y de los grupos humanos.

    Siguiendo la tradicin de las teoras surgidas con la modernidad de las que no se escapa ninguna, ni el Marxismo, ni el Liberalismo, ni el Positivismo se ha ten-dido a olvidar que las relaciones sociales, la poltica y el poder no constituyen asuntos de individuos abstractos, y que el sexo, la etnia, la nacionalidad y la edad, entre otras categoras, no son irrelevantes cuando se analiza la realidad. Esto, sin embargo, no ha sido tomado en cuenta en la produccin dominante de las Ciencias Sociales cen-troamericanas y solo ha sido incorporado recientemente desde los mrgenes de las disciplinas por pensadoras feministas, indgenas o por algunos investigadores que se ubican fuera del canon tradicional de la regin (algunos ejemplos los constituyen los trabajos de Bastos, 2000; Salas y Campos, 2004; Ceciliano, 2007; Monzn, 2008; Chirix, 2009; Tzul, 2010; Navas, 2012).

    Desde esta perspectiva, la produccin de las Ciencias Sociales centroameri-canas ha recorrido un camino cuya praxis est vinculada a la dependencia cultural de los saberes europeos y estadounidenses la colonialidad del saber, en palabras de Anbal Quijano (2000), pero tambin a la bsqueda de alternativas analticas propias, como resultado de las condiciones excepcionales de autoritarismo y represin vividas, que pudieran dar cuenta de la multiplicidad de realidades, procesos y sujetos, y de las especificidades de los pases del rea.

    En ese sentido, se puede afirmar que las Ciencias Sociales de la regin se han caracterizado por una mezcla de colonialidad, androcentrismo, nacionalismo, aproxi-macin crtica y militante a los procesos y conflictos, involucramiento en esos conflic-tos, as como eclecticismo y dispersin tericos y metodolgicos.

    Con el fin de situar mejor el anlisis de este desarrollo y centrndose muchas veces en el desarrollo de la Sociologa, en este trabajo se propone una periodizacin propia, pero que tom como referencia las ya construidas por Rovira (2007), Torres Rivas (2010), Camacho (2010) y Tavares dos Santos y Baumgarten (2006):

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    1. La institucionalizacin de las Ciencias Sociales y la configuracin del pensamiento crtico (1960-1978).

    2. La Sociologa del autoritarismo, el ideal de la democracia y la transicin (1979-1996).

    3. La diversificacin y mundializacin de las Ciencias Sociales en la era del neo-liberalismo y de la crisis de paradigmas (1996-).

    La institucionalizacin de la Ciencias Sociales y la configuracin del pensamiento crtico en la regin (1965-1978)

    La segunda mitad del siglo XX se inici con la irrupcin de las disciplinas socioeconmicas, en particular con las teoras de la CEPAL sobre el desarrollo (De-vs, 2004). Acompaando al desarrollismo de la CEPAL, los paradigmas estructural-funcionalistas y el marxismo tambin eran importantes en Amrica Latina, tanto en su versin tradicional, como en las perspectivas que emergieron a partir de la Revolucin cubana.

    En el terreno institucional, la UNESCO haba dado un apoyo fundamental al desarrollo de las Ciencias Sociales en Amrica Latina al patrocinar la creacin de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO)2 en 1957 y del Consejo La-tinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO) en 1967.3 Asimismo, desde 1948 se ha-ba creado el Consejo Superior Universitario de Centroamrica (CSUCA), institucin que luego jugara un papel fundamental en el desarrollo de las Ciencias Sociales cen-troamericanas. Sin embargo, no eran nicamente esos los actores que se empezaban a moverse durante este perodo en Amrica Latina.

    En el marco de la guerra fra cualquier opcin para la produccin de pensa-miento crtico, en particular si se haca desde una perspectiva anticapitalista y anti-imperialista, fue tildada de procomunista y subversiva. Entonces, no resulta extrao que el Departamento de Estado estadounidense impulsara y financiase tambin la creacin de centros para el estudio de polticas y estilos de desarrollo modernizadores tanto en los Estados Unidos como en Amrica Latina. Uno de los primeros esfuerzos estratgicos fue el Proyecto Camelot, creado en 1964 en la Universidad Americana de Washington D. C., a cargo de la Oficina de Investigacin de Operaciones y pa-trocinado por el Ejrcito de los EE. UU. (Roitman, 2008). El objetivo de este proyecto era determinar la posibilidad de elaborar un modelo general de sistemas sociales que permitiera predecir aspectos significativos del cambio social en los pases en vas de desarrollo e influir en ellos bajo la lgica de la accin antiinsurreccional.4

    El proyecto tuvo un presupuesto de ms de un milln y medio de dlares, y su-puestamente se cerr al poco tiempo debido al malestar que caus en Amrica Latina. Sin embargo, se sabe muy poco sobre el destino de esos dineros, los cuales probable-mente terminaron en varios centros y universidades de la regin ya que, al parecer, el proyecto simplemente cambi de nombre y de estrategia (Cit. en Prez Brignoli, 2008).

    Frente a las crticas que recibi el Proyecto Camelot, se consideraron entonces algunas medidas ms sutiles como la proposicin de teoras ad hoc para interpretar el

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    desarrollo de Amrica Latina. Se trataba no solo de diagnsticos y proyectos de cam-bio social y de combatir la insurreccin, sino de crear una cosmovisin para disear el futuro y planificar sus contenidos. As, la difusin de estrategias e interpretaciones eurocntricas y anticomunistas del desarrollo fue tomando cuerpo en los aos sesenta a travs de la obra de W. W. Rostow, titulada Las etapas del crecimiento econmico. Un manifiesto no comunista (Roitman, 2008).

    Lo anterior estuvo tambin acompaado de programas como la Alianza para el Progreso, creada para contrarrestar la influencia de la revolucin y del pensamiento radical que se empezaba a gestar en la regin. Es decir, este tipo de programas, cuya inversin se calcul en 20 000 millones de dlares, configuraron una visin epist-mica-ideolgica con el fin de dominar, bajo la invencin de proyectos econmicos y polticos de ayuda para el desarrollo y la modernizacin (Grosfoguel y Mignolo, 2008).

    Como lo plantea Jorge Rovira (2007), en el caso particular de Centroamrica, el entorno econmico favorable de la posguerra a escala mundial posibilit altas ta-sas de crecimiento econmico en casi todos los pases y un auge agroexportador, as como un proceso de industrializacin sustitutiva de importaciones en el marco del Tratado General de Integracin Econmica, firmado en 1960. Sin embargo, estas con-diciones, salvo en Costa Rica, no condujeron a una mejora en las condiciones de vida de los habitantes de la regin, ni a una democratizacin de las sociedades ya que la mayora de los pases vivieron bajo regmenes autoritarios que se prolongaron hasta la dcada de los aos ochenta e incluso la de los noventa.

    Como parte de las polticas de estos regmenes autoritarios, la intervencin en las universidades y la persecucin y asesinato de profesoras, profesoras y estudiantes, se convirtieron en prcticas sistemticas. Todo esto tambin dio origen a la emergencia de movimientos de insurgencia armada en los que participaron muchos intelectuales, as como a una gran dispora de personas relacionadas con las universidades, lo que foment la construccin de ese pensamiento crtico desde y sobre la regin.

    En ese difcil contexto, a finales de la dcada de los aos sesenta e inicios de los setenta la situacin de las Ciencias Sociales en la regin era de poca profesionali-zacin y estaba en manos fundamentalmente de abogados. As, un pequeo grupo de intelectuales, como Edelberto Torres Rivas en Guatemala y Daniel Camacho en Costa Rica ambos abogados originalmente, que haban sido formados en Chile o en Euro-pa, empezaron a mostrar una insatisfaccin creciente con respecto a las proposiciones conceptuales de la Sociologa de la modernizacin y a proponer la elaboracin de una Sociologa crtica (Prez Brignoli, 2008). En particular, Torres Rivas (2010), desde su ex-periencia de trabajo en la CEPAL, en compaa de Fernando Henrique Cardoso, Enzo Faletto, Vania Bambirra, Theotonio Dos Santos, Anbal Quijano y otros empiezan a formular lo que se llam la Teora de la dependencia.

    La publicacin del libro de Torres Rivas, Interpretacin del Desarrollo Social Centroamericano, en 1969, coloc a la regin en la perspectiva de la Sociologa de la dependencia. Adems, merece la pena mencionar la publicacin en 1971 de La Pa-tria del Criollo de Severo Martnez Pelez, considerada uno de los mayores intentos de interpretacin social sobre Guatemala hasta la fecha y escrita desde un enfoque

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    marxista un tanto ortodoxo. Aunque planteadas desde diferentes perspectivas, estas obras abren la etapa de la construccin del pensamiento crtico y de la profesionaliza-cin de las Ciencias Sociales en la regin.

    Para la misma poca, en 1971, los rectores de las universidades pblicas apro-baron la creacin de un programa centroamericano de Ciencias Sociales en el marco del CSUCA, que se convertira en un motor fundamental en el proceso de profesionali-zacin de estas disciplinas en la regin. A partir de 1972, como parte de este programa, se empez a editar la revista Estudios Sociales Centroamericanos, la cual sumada a la Editorial EDUCA, creada en 1968, se convirtieron en un importante medio para di-fundir la produccin de las Ciencias Sociales. Asimismo, a partir de 1973, se constituy la Licenciatura Centroamericana en Sociologa en la Universidad de Costa Rica, cuyo objetivo era la formacin de cientficos sociales centroamericanos de un alto nivel acadmico con el fin de que desarrollen sus actividades de docencia e investigacin en los pases de la regin (Ravents, 2012: 8).

    Por otra parte, en 1974 se fund la Asociacin Centroamericana de Socio-loga (ACAS), que realiz su primer Congreso en Costa Rica en ese mismo ao. Tambin, en 1974, se desarroll en San Jos el XI Congreso de la Asociacin La-tinoamericana de Sociologa (ALAS), donde se dio un interesante debate entre quienes favorecan la utilizacin de la categora de dependencia, frente a quie-nes abogaban por el uso del concepto de imperialismo (Tavares dos Santos y Baumgarten, 2006).

    En la dcada de los aos setenta, los temas dominantes en las Ciencias Sociales centroamericanas eran los relativos a la construccin del Estado-nacin en la regin, al subdesarrollo, al capitalismo dependiente y a la estructura de clases, as como al sindicalismo y al movimiento obrero. Otros debates importantes incluyeron la indus-trializacin y el Mercado Comn Centroamericano, con muchos textos crticos sobre el proceso de integracin regional. Otro tema relevante fue el del mundo rural y la necesidad de una reforma agraria.

    Adems de los tericos de la dependencia ya mencionados, y otros como Andr Gunder Frank, Ruy Mauro Marini, Pablo Gonzlez Casanova y Rodolfo Stavenhagen, la corriente terica predominante fue el neomarxismo estructuralista, representado por autores como Louis Althusser y Nicos Poulantzas. Tambin tuvieron una importante influencia la historiografa marxista, ejemplificada en los trabajos de Eric Hobsbawm y el marxismo superestructuralista de Gramsci. El manual de Marta Harnecker, Los Conceptos Elementales del Materialismo Histrico (1972), tambin empez a ser muy ledo y utilizado, reemplazando poco a poco a los manuales de marxismo de la Academia de Ciencias de la URSS, muy populares en aos previos.

    La importancia social y poltica del trabajo de estos primeros acadmicos de las Ciencias Sociales y de algunas pocas acadmicas es que, en un perodo de repre-sin abierta y de persecucin, de forma valerosa crearon una fusin de la poltica y la academia, tanto dentro de las universidades como fuera de ellas. Es decir, no se esta-blecieron separaciones artificiales en estos dos terrenos, ni se le tuvo miedo al vnculo entre produccin de conocimiento y compromiso poltico (Sagot, 2007).

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    Sin embargo, el problema con muchos de estos trabajos es que se hicieron des-de lo que Carlos Monsivis llam el paradigma dependentista perezoso (Cit. Devs, 2004). Es decir, aquella mirada que se salt el anlisis que incluyera a las diferentes rea-lidades culturales y a la forma diferenciada en que operaban los poderes opresivos all. Para esto habra sido necesario entender los mtodos que consolidaron una cultura dominante a costa del exterminio simblico y la supresin de otras realidades, como la de los pueblos indgenas, la de las comunidades afrodescendientes, la de las mujeres, entre otras. El anlisis de clase era y es importante, pero no el nico; es decir, en este perodo no solo hubo resistencia a reexaminar los trminos recurrentes del marxismo a la hora de aplicarlos al anlisis de las realidades diversas, sino que esos conceptos fueron utilizados fundamentalmente desde la mirada del criollo, la cual nunca logr escapar completamente de las concepciones universalizantes, racistas y androcntri-cas; en otras palabras, an atada a la epistemologa de la colonialidad.

    Como un ejemplo concreto de lo anterior, en algunos de los anlisis de la poca se miraba a la clase trabajadora o al sujeto popular como el sitio de la construccin y la organizacin de la protesta revolucionaria. No haba otro sitio posible. La clase traba-jadora se entendi como un sujeto social unificado que poda representar y hablar por una multiplicidad de identidades heterogneas y por complejos procesos sociales. De alguna forma se construy un sujeto inconmensurable, con lo que se tendi a margi-nar, despreciar y a dejar fuera del anlisis a cualquier movimiento o accin que no se originara en las propuestas de la clase obrera (Sagot, 2007). El mismo Severo Martnez Pelez, que tanto aport al anlisis crtico de la realidad colonial guatemalteca, pres-cindi completamente de la etnia como categora explicativa y ms bien afirmaba que: la condicin de criollidad nunca dependi en absoluto de factores raciales (Martnez Pelez citado por Lovelly y Lutz, 2009: 40).

    Desde la perspectiva anterior, resulta interesante anotar que incluso las mira-das crticas construidas desde el marxismo no lograron desprenderse de las ataduras de la colonialidad del saber y continuaron excluyendo del anlisis todos los elementos e incluso a los sujetos colectivos que no se ajustaran a la categora de clase. De esta forma, la clase trabajadora y su proyecto poltico fueron elevados a una categora epistemolgica y ontolgica superior. Con estas posiciones, la produccin ms re-presentativa de las Ciencias Sociales de la poca tendi a olvidar que la poltica y el poder no constituyen asuntos de individuos abstractos, y que el sexo, la etnia, la na-cionalidad y la edad, entre otras categoras, no son irrelevantes cuando se analizan la accin poltica y los procesos de transformacin social.

    La Sociologa del autoritarismo, el ideal de la democracia y la transicin (1979-1996)

    El segundo perodo se inicia con el triunfo de la Revolucin sandinista en Nicaragua, lo que inaugur un nuevo ciclo histrico, poltico y social en la regin, y termina con la firma de los Acuerdos de Paz en Guatemala en 1996. Durante la mayor parte de este perodo, Guatemala y El Salvador se mantuvieron en guerra civil,

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    mientras en Honduras se viva la llamada guerra sin guerra con la intervencin abierta de los Estados Unidos.

    Se inici tambin la crisis de los regmenes autoritarios, con la insurreccin popular y las discusiones sobre la democracia y la paz. Como lo plantea Jorge Rovira (2007), se trat de un proceso complejo, lleno de incertidumbres, resultante histrica de la accin y confrontacin de mltiples actores polticos nacionales, regionales, lati-noamericanos e internacionales (24).

    Sin embargo, en los primeros aos del perodo tambin se viva una sensacin de esperanza y de posibilidades como resultado del xito de la Revolucin sandinis-ta. Como ejemplo de lo anterior vale la pena mencionar la resolucin final del XV Congreso de la Asociacin Latinoamericana de Sociologa (ALAS) que tuvo lugar en Managua en 1983, donde se consider a la Revolucin sandinista como la culminacin de la lucha antiimperialista con el fin de restaurar la soberana y establecer un orden social ms justo. Asimismo, los y las participantes en este Congreso se comprometie-ron, como intelectuales revolucionarios, a trabajar para alcanzar los objetivos que se establecieron en la resolucin final (Tavares dos Santos y Baumgarten, 2006).

    Ahora bien, de forma contrastante, el inicio de este ciclo fue un perodo de represin abierta, de persecucin y de exilio para muchas personas relacionadas con las Ciencias Sociales, producindose una dispora acadmica hacia Mxico y Costa Rica, principalmente. Ningn recuento sobre las Ciencias Sociales en Centroamrica puede dejar de mencionar el asesinato de los jesuitas, cientistas sociales y profeso-res de la Universidad Centroamericana Jos Simen Caas de El Salvador, Igna-cio Ellacura, Segundo Montes, Ignacio Martn-Bar y sus compaeros, as como de las trabajadoras domsticas de la residencia. El asesinato de la antroploga Myrna Mack, en 1990, por fuerzas del ejrcito de Guatemala, conectadas directamente con el Estado Mayor Presidencial, form parte del mismo patrn en ese perodo. Esta situacin lamentablemente se ha prolongado hasta nuestros das, como lo ejemplifi-ca de forma trgica el asesinato de la sociloga Emilia Margarita Quan Stackmann acaecida en Guatemala en el ao 2010.

    En este contexto, los temas de investigacin y las preocupaciones cambiaron. Del nfasis en las estructuras econmicas y sociales y en el papel del movimiento obrero, se pas a privilegiar los estudios de coyuntura, la movilizacin de diferentes actores y el conflicto social, las relaciones internacionales, en particular la intervencin de los EE. UU. en diferentes pases del istmo y, en general, las dinmicas ms com-plejas del poder y la dominacin. Otro tema de gran relevancia fue el estudio de las poblaciones indgenas, sus condiciones y sus luchas, particularmente en Guatemala y en la Mosquitia.

    Asimismo, debido a la invasin pentecostal que se vivi en la regin durante esos aos, los estudios sobre las prcticas religiosas, en particular desde la Sociologa de la religin, tuvieron un importante auge. En este terreno resulta importante des-tacar tambin los estudios sobre los movimientos de accin pastoral y los procesos de organizacin social ecumnicos que condujeron destacados investigadores como Franz Hinkelammert, Pablo Richard y Elsa Tmez.

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    La produccin bibliogrfica sobre la regin aument espectacularmente y, de sbito, aparecieron especialistas sobre el tema en Europa y Estados Unidos (Prez Brignoli, 2008). Centroamrica se puso de moda, lo cual condujo a una nueva forma de colonialidad. Estos especialistas, que descendieron en masa hacia Centroamrica, atrados por los nuevos procesos que se vivan, devolvieron una imagen sobre Centroamrica doblada y subtitulada, como dira Breny Mendoza (2010). Subtitulada en el mejor de los casos porque muchos de estos estudios nunca han sido ni siquiera traducidos al espaol, compartidos o discutidos en la regin. Adems, muchos de los trabajos de estos especialistas internacionales eran completamente epidrmicos y se basaban en observaciones periodsticas, en generalidades y en un conocimiento super-ficial de la bibliografa bsica sobre la regin (Prez Brignoli, 2008).

    Ante lo anterior, se deben plantear algunas excepciones ya que hay obras muy importantes, originalmente escritas en ingls, pero que luego fueron traducidas y di-fundidas en Centroamrica. Ejemplo de esto es la coleccin de ensayos editada por Ro-bert Carmack bajo el ttulo de Guatemala: cosecha de violencias, y publicada en espaol por FLACSO-Costa Rica en 1991.

    Otro tema de particular atencin fue, como era de esperarse, la Revolucin sandinista. Los estudios se multiplicaron al calor de los eventos ms significativos. Al comienzo de la dcada de los ochenta se centraron en la cada de Somoza, el auto-ritarismo, la naturaleza de la revolucin y la sociedad que surga de ella; es decir, en las alternativas de desarrollo fuera del marco del capitalismo. A finales de la misma dcada, la mirada se pos en las acciones de la contra, la influencia de los EE. UU. en la regin y el progresivo deterioro del rgimen sandinista. La guerra civil en El Salvador fue tambin objeto de atencin, destacndose los trabajos de Rafael Menj-var Larn (1982), entre otros. En este contexto, as como en el de Costa Rica, Nicara-gua, Guatemala y El Salvador, tambin se inician los estudios sobre las migraciones y las poblaciones refugiadas.

    Un fenmeno importante en este perodo es la llegada de una gran cantidad de fondos de la cooperacin internacional que van a tener una incidencia directa en la creacin y desarrollo de un conjunto de centros y espacios de produccin de cono-cimientos fuera de las universidades. Lo anterior ampliar los temas, los intereses y las aproximaciones tericas y metodolgicas empleadas, pero tambin contribuir a la oenegizacin de las Ciencias Sociales en la regin, fenmeno que se vivi en todo el continente en relacin con otras temticas (lvarez, 1999).

    El fenmeno descrito acarrea una contradiccin porque, por un lado, ahora se dispona de mayores recursos para investigar y producir elemento importante dado que el cerco impuesto por las dictaduras y las condiciones de crisis econmica de los aos ochenta estaban teniendo un fuerte impacto en las universidades; pero, por el otro, eso implic que muchos de los temas de investigacin, las metodologas y las formas de rendir cuentas fueran definidas desde las agencias de cooperacin. Asi-mismo, se generaron nuevas formas de hacer investigacin, las cuales representaron cambios fundamentales del estilo intelectual, tales como los informes sobre asuntos acotados para presentarse en plazos perentorios y bajo el esquema del marco lgico.

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    Esto acarrea una tensin entre el acceso a los recursos para investigar y la independen-cia con la que se realiza esa indagacin. La maldicin de los auspicios para investi-gar y de los fondos con destinos especficos tambin se hizo presente en las Ciencias Sociales de la regin durante este perodo.

    En Nicaragua, aunque desde otra lgica, estos procesos estuvieron fuertemen-te impulsado por el propio Gobierno sandinista, que foment una expansin de la so-ciedad civil y de nuevas formas organizativas, incluyendo la creacin de centros para la investigacin y para la investigacin-accin. En ese pas vale la pena mencionar el Centro de Investigaciones y Estudios de la Reforma Agraria (CIERA) y la Coordinado-ra Regional de Investigaciones Econmicas y Sociales (CRIES). En Honduras, el Centro de Documentacin de Honduras (CEDOH) y el Centro de Estudios de la Mujer (CEM-H); en El Salvador, el Centro de Investigacin y Accin Social (CINAS), que funcionaba desde Mxico dadas las condiciones imperantes en el pas en ese momento; en Guate-mala, la Asociacin para el Avance de las Ciencias Sociales (AVANCSO) y el Centro de Investigaciones Regionales de Mesoamrica (CIRMA), y en Costa Rica, El Centro de Estudios y Publicaciones Alforja, el Centro de Estudios para la Accin Social (CEPAS), el Departamento Ecumnico de Investigaciones (DEI) y la Asociacin de Servicios de Promocin Laboral (ASEPROLA).

    Otra fuente importante de fondos internacionales en este perodo, aunque de diferente naturaleza, fue la llamada Comisin Bipartidaria sobre Centroamrica, me-jor conocida como la Comisin Kissinger. El objetivo principal de esta fue brindar ms ayuda econmica y militar y ms programas de diverso tipo con el fin de confrontar el rgimen marxista en Nicaragua y la amenaza de uno en El Salvador (Kissinger, 1984: 4). Como parte de esos programas, se estableci un ambicioso plan de becas, administrado por la AID, para enviar a jvenes de la regin a estudiar a los Estados Unidos.5 Muchas de estas personas fueron a estudiar carreras de Ciencias Sociales a prestigiosas universidades de ese pas y luego terminaron convirtindose en la diri-gencia poltica de los pases centroamericanos, afn a los intereses estadounidenses.6

    Por otra parte, aprovechando las nuevas condiciones y tambin la llegada de los fondos internacionales, sobre todo de la cooperacin europea, as como el impulso dado por la Dcada de la Mujer de las Naciones Unidas (1975-1985), durante los aos ochenta e inicios de los noventa se produce tambin una expansin importante del quehacer feminista de la regin (Sagot, 2007b). Esta expansin se vio reflejada en reas como la creacin de organizaciones de diferente tipo, la edicin de una gran diversi-dad de publicaciones y el desarrollo de investigaciones desde diferentes espacios (la academia, las organizaciones de mujeres y las instancias gubernamentales); es decir, Centroamrica por fin descubra la otra mitad del firmamento. Un aporte fundamental en esta direccin lo constituyeron la realizacin en 1981 del Primer Seminario Latinoa-mericano de Investigacin sobre la Mujer en la Universidad de Costa Rica, as como el Programa de Estudios de la Mujer del CSUCA, creado en 1987, y coordinado por Helga Jimnez, el cual financi muchas tesis de grado y posgrado en la regin, y promovi la creacin de programas de estudios de gnero en sus universidades miembros.

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    Durante la primera mitad de la dcada de los aos ochenta, como resultado de la influencia del marxismo -que segua siendo la corriente terica ms importante en la regin-, la tendencia a privilegiar el tema del trabajo fue muy importante en los estudios feministas. Como lo seala Norma Vzquez (2001), la lnea central de los primeros trabajos gir alrededor de la cuantificacin de la opresin femenina; o sea, hacer visibles los niveles de pobreza femenina y la discriminacin de las mujeres en el empleo... (177).

    Otro aporte importante de los estudios feministas de esta primera poca lo constituy la llamada literatura testimonial. En esta lnea, Margaret Randall fue la pio-nera al recopilar historias de mujeres sandinistas en su texto Todas estamos Despiertas, publicado en 1980. A esto le sigui la historia ampliamente difundida de Rigoberta Mench, escrita por Elizabeth Burgos y publicada en 1985, as como otras narraciones de mujeres combatientes o participantes en diferentes movimientos sociales. Resul-ta importante hacer referencia a estos documentos porque dieron origen a un nuevo posicionamiento epistemolgico en la regin, no siempre aceptado por las ciencias sociales convencionales, de convertir las historias personales en hechos pblicos y con significacin poltica.

    En el terreno institucional, 1979 es tambin el ao en que, frente al retiro de Chile de FLACSO, se decide aceptar el ofrecimiento del gobierno de Costa Rica y trasladar su Secretara General a San Jos, bajo la direccin de Daniel Camacho. A partir de 1985, con la llegada de Edelberto Torres-Rivas a la Secretara General, FLACSO se expande y se diversifica, adems se crean nuevas sedes (Guatemala, Costa Rica y El Salvador) y se produce un importante aumento de los posgrados ofrecidos, de las publicaciones y de los proyectos de investigacin (Prez Brignoli, 2008).

    En ese marco, se inician dos proyectos de investigacin con una amplia visin regional: Historia General de Centroamrica7 y La crisis poltica y la democracia en Centroamrica. Asimismo, desde el CSUCA, tambin se promovi la investigacin regional Modalidades de los procesos de democratizacin en Centroamrica. Estas obras colectivas tenan el objetivo de contribuir a mejorar el conocimiento del pasado y el presente de las sociedades centroamericanas y de aportar en la reflexin sobre la guerra civil, los proyectos revolucionarios, la intervencin norteamericana, la crisis del estado y las posibilidades de la democracia. Sin lugar a dudas, estas reflexiones, derivadas de la investigacin social y del debate poltico, en particular las dos ltimas, contribuyeron a la formulacin del Plan de Paz, que luego resultara en la firma de los acuerdos que pusieron fin a la guerra en la regin (Prez Brignoli, 2008).

    Finalmente, otro elemento que marc este periodo y que contribuy a la insti-tucionalizacin y profesionalizacin de las Ciencias Sociales en Centroamrica fue el desarrollo de una serie de programas de posgrado de carcter regional. Adems de los posgrados de FLACSO, tambin destacan el Posgrado Latinoamericano en Trabajo Social (1978), la Maestra en Economa de la Universidad Nacional Autnoma de Hon-duras (1978), la Maestra Centroamericana en Sociologa de la Universidad de Costa Rica (1979) y la Maestra Regional en Estudios de la Mujer, programa conjunto de la Universidad de Costa Rica y la Universidad Nacional (1992).

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    La diversificacin y mundializacin de las Ciencias Sociales en la era del neoliberalismo y de la crisis de paradigmas (1996-)

    Centroamrica es hoy en da una regin que vivi una transicin hacia la de-mocracia, pero cuyo resultado fue incompleto y muy restringido. De hecho, la combi-nacin de un proceso de democratizacin formal junto con la implementacin de una agenda neoliberal llev a que se terminara el conflicto armado, pero no los problemas que lo originaron. Es decir, aunque se produjo un cambio democrtico y muchos avan-ces en la institucionalidad, estas modificaciones se dan profundamente imbricadas con el neoliberalismo, lo que ha implicado la construccin de un modelo de democra-cia que se preocupa ms por facilitar espacios para las inversiones transnacionales y para el desarrollo del capitalismo global que por el bien comn. Un paso fundamental para concretar e incluso darle un marco de legalidad a este proceso fue la firma del Tratado de Libre Comercio entre Centroamrica, Repblica Dominicana y los Estados Unidos (CAFTA), que incluso oblig a los Estados centroamericanos a modificar sus le-yes internas, su definicin territorial y hasta su capacidad de regular el desempeo de las actividades econmicas en su territorio nacional (Universidad de Costa Rica, 2006).

    En ese contexto, en las ltimas dcadas, se ha producido en Centroamrica un aumento de los niveles de la desigualdad social y de la pobreza, un incremento de la violencia en todas sus manifestaciones,8 grandes y sonados casos de corrupcin, as como el resurgimiento de los fundamentalismos religiosos que invocan el manteni-miento del orden tradicional de gnero. Asimismo, la regin vive un proceso frag-mentario de la produccin, una sobreexplotacin de la fuerza de trabajo sobre todo femenina, el desarrollo de un modelo extractivista y nuevas formas de imponer condi-ciones polticas por medio de modalidades renovadas de represin, pero disfrazadas de legalidad electoral, como en el caso del golpe de estado del 2009 en Honduras, el cual constituye el ejemplo ms claro de este ltimo fenmeno.

    Es decir, en palabras de Boaventura de Sousa Santos (2009), en Centroamrica se empieza a instalar el fascismo social, no como un rgimen poltico sino, ms bien, como un rgimen social y civilizacional. El fascismo social se caracteriza por cons-truir condiciones de vida bajo relaciones de poder e intercambios en extremo desigua-les, que se dirigen a formas de exclusin particularmente severas y potencialmente irreversibles. En ese sentido, el nuevo ciclo histrico de Centroamrica se caracteriza por la combinacin de un proceso de democratizacin que abri espacios para la in-clusin poltica, sobre todo desde el punto de vista formal, con un proceso de trans-formacin del estado que cre las condiciones para la exclusin social de amplios sectores de la sociedad.

    En el terreno internacional se produjeron tambin una serie de desplazamien-tos que ocasionaron un efecto directo en las Ciencias Sociales de la regin; los cuales ocurrieron en un contexto de derrota de los movimientos revolucionarios y reformis-tas en muchos pases, la impronta profunda del neoliberalismo, la crisis del marxismo, el colapso del socialismo real y la consecuente prdida de la confianza utpica (Lan-der, 1997). Adicionalmente, y derivado de la anterior, este es el perodo de la crisis de

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    los grandes paradigmas anclados en las ideas de la modernidad, el surgimiento de las visiones posmodernas del conocimiento y de la aparicin y desarrollo de nuevas formas de relacionamiento social y de espacios construidos a partir de las nuevas tec-nologas de la informacin y la comunicacin en el contexto de la globalizacin (Prez Brignoli, 2008; Lander, 2000).

    Por otra parte, la crisis lleg hasta a algunas instituciones insignes en el desa-rrollo de las Ciencias Sociales de la regin, como fue el caso del CSUCA, el cual se vio envuelto en conflictos internos y hasta acusaciones de corrupcin que lo redujeron a su mnima expresin durante un perodo. Entre tanto, ACAS, que haba desarrollado sus congresos con bastante regularidad en el perodo anterior, suspendi la realizacin de estos eventos por 12 aos (desde 1994 hasta el 2006). Asimismo, muchos de los centros de investigacin independientes que se haban creado en aos anteriores desaparecie-ron, debieron transformarse o fueron reducidos significativamente debido al recorte de los fondos de la cooperacin internacional destinados para las Ciencias Sociales, en particular para las que se adscriban a una perspectiva crtica.

    Todo anterior gener una profunda sensacin de desilusin y escepticismo en muchos intelectuales de las Ciencias Sociales de la regin; no solo porque los procesos polticos de transformacin no dieron los resultados esperados ni la Revolucin san-dinista, ni la lucha revolucionaria Salvadorea terminaron produciendo a la sociedad nueva y al hombre nuevo, ni resultaron ser la culminacin de la lucha antiimperia-lista, sino porque tener que renunciar a muchas de las categoras de anlisis usadas previamente tambin implicaba la renuncia a muchos sueos y esperanzas de trans-formacin social.

    Frente a la llamada crisis del socialismo y a la crisis de los modelos polticos y epistemolgicos totalizantes se produjo una especie de retraimiento hacia lo des-centrado, lo parcial y lo local. En particular, en la regin, muchos de los estudios no se concentraron en la utopa, sino en lo posible: en la construccin de la democracia, de la gobernabilidad y de la ciudadana de los diferentes grupos sociales. Tambin, se gener un nfasis importante en los estudios culturales y en la construccin de subjetividades e identidades (de mujeres, hombres, personas jvenes, gais y lesbianas, migrantes, entre otros).

    Esto implic que se empezaran a hacer nuevas lecturas de autores como Weber y Simmel, y de las microsociologas emanadas de la Escuela de Chicago, as como a utilizar de forma bastante prominente a los autores de la Escuela de Frankfurt y a los estructuralistas y posestructuralistas franceses. Michel Foucault, quien haba aparecido en la escena acadmica de la regin.

    Sin embargo, en Centroamrica, a diferencia de otras regiones del mundo, las Ciencias Sociales no han cado en esa especie de derridanismo extremo que piensa que deconstruyendo el lenguaje se puede destruir el neoliberalismo y sus consecuencias materiales, tales como la exclusin social, la pobreza y la violencia. Afortunadamente, la herencia del pensamiento crtico y del compromiso social se mantienen como referentes importantes para muchos y muchas intelectuales de las Ciencias Sociales, as que muy pocos se han empantanado entre fragmentos y remantizaciones, y ms

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    bien se han concentrado en asuntos como los Derechos Humanos, la subalteridad y las luchas de los diferentes actores sociales frente a las nuevas condiciones.

    Esto no ha sido casual en una regin como Centroamrica dado que con los profundos cambios vividos por el sistema capitalista mundial y regional, y con el ini-cio de la democratizacin formal, se abri una nueva poca que permiti apreciar la complejidad de la dinmica social y de los sujetos sociales. As, diversos grupos, como los pueblos indgenas, las poblaciones afrodescendientes, las mujeres, las personas j-venes, las poblaciones sexualmente diversas, las trabajadoras de la maquila, los tra-bajadores y las trabajadoras del sector informal, la poblacin migrante, entre otros, irrumpen en la escena mostrando que tienen una existencia que amerita ser analizada.

    De la misma forma, las nuevas relaciones sociales y de produccin han gene-rado fenmenos como la degradacin ambiental, la violencia en todas sus manifesta-ciones, incluyendo formas en extremo crueles y ritualizadas de femicidio, el crimen organizado (narcotrfico, maras, redes de trata), la profunda exclusin social, las mi-graciones en el marco de procesos transnacionales altamente desiguales, entre otras, que empiezan a ser estudiados en la regin y que constituyen importantes aportes a la construccin de nuevo conocimiento (Morales, 2012; Prez Sinz, 2012; Carcedo, 2010; Ziga, 2008; Camus, 2007; Sandoval, 2002) .

    Otras temticas, derivadas directamente de la crudeza de la historia centroame-ricana, tambin emergieron como objeto de anlisis, reflexin y accin poltica, sobre todo por parte de intelectuales vinculados con los diferentes movimientos sociales y los procesos reivindicatorios. Ahora bien, muchos de estos anlisis tampoco tomaron en cuenta las formas corporales especficas en que se vivieron esos destructivos pro-cesos. Por ejemplo, si bien desde Centroamrica se han hecho importantes contribu-ciones en el campo de la memoria y el genocidio, no es sino recientemente cuando se ha visibilizado la utilizacin sistemtica de la violencia sexual como un mecanismo de guerra (Caxaj, 2013).

    En trminos del ejercicio profesional, si en las dcadas anteriores las opcio-nes de carrera oscilaban entre la prctica cientfica y acadmica, y la militancia pol-tica, bajo las nuevas condiciones las alternativas apuntan ms hacia la intervencin, la evaluacin y la formulacin de polticas en puestos en el gobierno o de consultora en organizaciones no gubernamentales y organismos internacionales (Prez Brignoli, 2008); esto hace que los y las profesionales de las Ciencias Sociales deban moverse entre la tecnocracia y el pensamiento crtico. Lo anterior representa un gran reto para las Ciencias Sociales de la regin, ya que conduce a una paradoja correctamente se-alada por Juan Pablo Prez Sinz (2004), la cual se refiere a generar un ocano de datos, pero con fosa analtica de escasa profundidad (5). En otras palabras, desde el contexto centroamericano surgen nuevos y relevantes temas de investigacin, aunque las condiciones -tanto las viejas, de represin abierta y persecucin, como las nuevas, de tecnocratizacin y mercantilizacin del conocimiento-, no han sido propicias para que esas temticas sean lo suficientemente teorizadas.

    A lo anterior se le debe sumar que ahora vivimos una tendencia a la privatiza-cin de todas las instituciones pblicas y a una reorganizacin de las formas con las

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    Anuario de Estudios Centroamericanos, Universidad de Costa Rica, 40: 173-193, 2014 / ISSN: 0377-7316

    que se tiene acceso al conocimiento. Aqu entra en juego tambin la emergencia de un nuevo capitalismo, el capitalismo cognitivo, el cual tiene en el conocimiento una de sus materias primas y una de sus lneas de negocios preferidas, y que ne-cesita constituir un mercado global de la educacin superior (Galcern, 2010). Estas nuevas fuerzas condujeron a que desde 1995 la educacin superior fuera integrada al acuerdo General de Comercio y Servicios (GATTS) de la Organizacin Mundial del Comercio (Ross, 2010).

    De esta forma, lo que se intenta es transformar el conocimiento en mercanca para incrustarlo en el centro de la reproduccin del capital con varios elementos muy importante en el centro: 1) los derechos de propiedad intelectual, 2) la venta de servi-cios cognitivos, 3) la incubacin de empresas dentro de las universidades, 4) la sepa-racin de la universidad de su entorno social, alejndose de la prctica de la difusin amplia y libre del conocimiento, y 5) mayor vnculo con el mundo empresarial (Geuna y Nesta, 2003; Ross, 2010). Para esto se utilizan conceptos que inducen a la confusin, como los de innovacin y excelencia, no con el fin de incorporar conocimientos nuevos y la mejora cualitativa de las universidades, sino como relaciones cada vez ms imbricadas con las empresas, donde se comparten recursos y se empieza a funcionar al ritmo y a las necesidades del mundo de los negocios con el fin de colocar nuevos productos en el mercado.

    Unido a lo anterior, los nuevos esquemas, por ejemplo, de aprendizajes por com-petencias son intentos por re-moralizar a la fuerza de trabajo. Es decir, constituyen intentos por construir una subjetividad y una disposicin acordes a las exigencias eco-nmicas y disciplinarias del nuevo capitalismo. Es la subjetividad que se necesita para que las personas empiecen a considerarse a s mismas como capital humano, lo cual constituye una parte esencial de la biopoltica neoliberal. Esta es una subjetividad cons-truida para interiorizar los objetivos de las empresas, para trabajar por resultados con-cretos y medibles, para generar emprendedurismo, que a veces quiere decir ms bien prepararse para el mercado informal, para responder a las presiones del mercado y sobre todo para adaptarse a la precariedad del empleo, como nica estrategia de sobrevivencia (Sagot, 2011). Esto resulta particularmente cierto para quienes se gradan actualmente de las carreras de las Ciencias Sociales en las universidades de la regin centroamericana.

    A modo de eplogo: la vuelta a la teora crticaEstas nuevas realidades crean un mandato para la reinvencin. Una llamada

    para las Ciencias Sociales y sus intelectuales para el desarrollo de mtodos y categoras analticas que lleven a una mejor comprensin y relacin con las mltiples desigual-dades que organizan y jerarquizan nuestros mundos. Asimismo, que lleven a pre-guntarse constantemente por las implicaciones polticas y epistemolgicas de seguir trabajando con conceptos y categoras que suprimen o ignoran las mltiples realidades y las especificidades de los pueblos de la periferia.

    De este modo, se puede decir que este es un llamado para volver a la teora crtica y, siguiendo la tradicin centroamericana, forjada bajo condiciones de autoritarismo y

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    Anuario de Estudios Centroamericanos, Universidad de Costa Rica, 40: 173-193, 2014 / ISSN: 0377-7316

    represin, a mantener una conexin permanente entre la teora y el activismo poltico. Para que lo anterior sea posible se necesita incluso la construccin de una comunidad de las Ciencias Sociales, tanto en el mbito acadmico como en el profesional e incluso en el poltico; es decir, la produccin de esa teora crtica sera una empresa mucho ms promisoria si existiese un proyecto epistmico compartido y un dilogo acadmico regional, lo cual no ocurre en la actualidad (Garita, 2011; Alvarado y Villena, 2011).

    Sin embargo, ya no es la misma teora crtica del pasado la que se requiere, pues resulta necesario mirar el presente y el futuro con nuevos modos de conocimien-to, para generar alternativas al mundo moderno y colonial y, sobre todo, a las lgicas impuestas por el modelo de sociabilidad neoliberal. Produciendo, adems, alternativas a la colonialidad del saber y a las miradas forjadas desde la perspectiva de criollos y ladinos, que siguieron siendo universalizantes, racistas, androcntricas y heteronor-mativas, aunque hablaran de dependencia y subdesarrollo.

    Se hace imprescindible, entonces, la generacin de conceptos y propuestas que ofrezcan alternativas al pensamiento eurocentrado y tecnocrtico, y a la lgica univer-salista y totalizante del mercado. Ahora ms que nunca se torna necesario cuestionar las pretensiones hegemnicas del modelo civilizatorio neoliberal, las cuales estn im-pregnadas de clculos morales acerca del valor jerarquizado de las personas, de las prcticas y de las visiones (Ong, 2006). Es decir, los anlisis de las Ciencias Sociales no pueden seguir quedando en los metarrelatos sin incluir con seriedad la intersecciona-lidad de clase, gnero, raza, edad, nacionalidad y sexualidad, y sin comprender que la democracia neoliberal instalada en esta regin, utilizando el artefacto del libre comer-cio, ha sido un instrumento para restablecer normas coloniales al interior de nuestras sociedades y, a la vez, reconstruir el vnculo colonial de la regin con los nuevos pode-res de occidente (Mendoza, 2006).

    Por eso, la nueva teora crtica que demanda la realidad centroamericana debe retomar el camino iniciado por tericos como Ignacio Martn-Bar (1984) cuando plan-teaba que antes de filosofar sobre la vida, haba que asegurar la vida misma (504). Es decir, las nuevas propuestas tericas deben combatir la violencia epistmica que ha ocultado muchas realidades y sustentarse, ms bien, en una tica de la no violencia (Butler, 2006), la cual implicara el reconocimiento de la precariedad de la vida del otro y de la otra, y de su sufrimiento. Esto es indispensable frente a realidades como la de Guatemala, donde ms del 60 % de los nios y las nias de la zona rural, la gran mayora indgenas, padecen desnutricin crnica (Organizacin Panamericana de la Salud 2009); o como la de Nicaragua y Honduras, donde ms del 60 % de sus habitantes vive bajo la lnea de la pobreza (CEPAL, 2013). Asimismo, en sociedades que sustentan algunos de los ndices de homicidios y femicidios ms altos del mundo, como es el caso de varios de los pases centroamericanos, una tica de la no violencia constituye un imperativo para las Ciencias Sociales y sus intelectuales.

    Asimismo, esta nueva teora crtica demandara la utilizacin de categoras que permitan develar que aunque la dependencia y el subdesarrollo, derivados de la lgica y de las prcticas neocoloniales, han tenido un efecto estructural en las sociedades centroamericanas, sus consecuencias negativas no se han repartido por igual. En otras

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    palabras, es necesaria la utilizacin de categoras que permitan analizar estos fenme-nos en sus consecuencias concretas en cuerpos, grupos y localizaciones especficas.

    Dichosamente, este proceso ya se inici y existen autores y autoras centroameri-canos que han analizado fenmenos recientes, como el golpe de Estado en Honduras y el movimiento de resistencia que se gener como parte de un giro descolonial; adems han distinguido tanto las prcticas de resistencia como los efectos diferenciados del golpe en grupos particulares (Mendoza, 2010). Asimismo, empieza a surgir toda una generacin de pensadores y pensadoras indgenas que analizan la historia y las reali-dades de los pases centroamericanos desde perspectivas epistemolgicas y ontolgicas alejadas del canon tradicional de las Ciencias Sociales (Cumes, 2007; Cabnal, 2010).

    Finalmente, resulta importante anotar que a lo mejor esta nueva teora crtica tendra incluso que ayudar a trascender la democracia, si esa democracia, sobre todo la construida desde la visin de los criollos, no sustenta las condiciones de vidas vivibles para todos y todas. Tambin, es imperativo abrazar un concepto de justicia, no basado en una concepcin universalizante o en un concepto reducido de derechos, sino en uno que cuestione las jerarquas que producen los diferentes tipos de desigualdad y, sobre todo, que ayude a desmantelar los dispositivos de la necropoltica (Mbembe, 2003) que parece haberse instalado en los pases del istmo centroamericano.

    Notas1 En este artculo se asume la definicin de teora crtica desarrollada por la Escuela de

    Frankfurt, basada en la definicin de Marx de 1843, como aquella teora que no solo busca entender la sociedad, sino tambin criticarla y contribuir a su cambio como un todo, sumndose a las agendas, miradas y aspiraciones de los movimientos sociales contestatarios de una determinada poca (Marx [1843] en Turner, 1978 y Horkheimer, 2003).

    2 Organismo intergubernamental dedicado a fortalecer el desarrollo de las Ciencias Sociales, con varias sedes ubicadas en diferentes pases de Amrica Latina.

    3 CLACSO fue concebido como una red de centros e institutos de investigacin, para intercambiar informacin, promover proyectos, obtener recursos, facilitar la movilidad geogrfica de los investigadores, realizar seminarios y en general promover el desarrollo de las Ciencias Sociales en el mbito latinoamericano (Prez Brignoli, 2008).

    4 Un objetivo muy importante del Proyecto Camelot era desarrollar investigaciones sobre las guerras internas, y se pretenda analizar comparativamente veintin estudios de casos, de los cuales se preseleccionaron cinco:

    Guatemala, Bolivia, Mxico, Canad y Cuba (Navarro y Quesada, 2010: 58). Es decir, el Proyecto Camelot tambin tuvo a Centroamrica, en este caso a Guatemala, como parte de su potencial rea de influencia.

    5 Se estima que solo en los primeros 3 aos del programa, ms de 5000 estudiantes centroamericanos fueron becados en los EE. UU.

    6 En el caso de Costa Rica, algunos de los becarios del Plan Kissinger fueron Laura Chinchilla, Ren Castro, Francisco Chacn y Otto Guevara.

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    7 En este proyecto de amplio alcance se publicaron seis volmenes que abarcaban desde la historia antigua hasta la historia inmediata de Centroamrica.

    8 San Pedro Sula, en Honduras, es la ciudad ms peligrosa del mundo y Ciudad de Guatemala y San Salvador tambin estn ubicadas entre las 20 ciudades ms violentas del planeta, con tasas de homicidios que igualan e incluso superan las de ciudades en estado de guerra abierta (Banco Mundial, 2011).

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    Contacto: [email protected]