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Cartas del Superior General y su Consejo en 2011 - Para el 14 de marzo, aniversario del nacimiento del Padre Dehon. - Con motivo de la solemnidad del Corazón de Jesús. - Para la celebración de la Navidad. La salvación cristiana, un don de lo alto - Divagaciones sobre la conciencia y sobre la pastoral social. La fuerza de la solidaridad -Opción por y con los pobres para un buen ambiente. La identidad no resuelta - León Dehon, entre mito e historia. ¿Un olvido de lo social? La dimensión social del carisma dehoniano - La reconciliación, como su eje transversal. LA ECONOMÍA: PARA LA DIFUSIÓN DE LA SOLIDARIDAD edición española AÑO XXXIX Nº 121 2012/1 121 1/2012 dehoniana Sacerdotes del Sagrado Corazón de Jesús Reparadores | Dehonianos

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Cartas del Superior General y su Consejo en 2011- Para el 14 de marzo, aniversario del nacimiento

del Padre Dehon.- Con motivo de la solemnidad del Corazón

de Jesús.- Para la celebración de la Navidad.

La salvación cristiana, un don de lo alto- Divagaciones sobre la conciencia y sobre

la pastoral social.

La fuerza de la solidaridad-Opción por y con los pobres para un buen

ambiente.

La identidad no resuelta- León Dehon, entre mito e historia. ¿Un olvido

de lo social?

La dimensión social del carisma dehoniano- La reconciliación, como su eje transversal.

LA ECONOMÍA:PARA LA DIFUSIÓN

DE LA SOLIDARIDAD

edición española

AÑO XXXIX • Nº 121 • 2012/1

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Sacerdotes del Sagrado Corazón de JesúsReparadores | Dehonianos

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AÑO XXXIX • Nº 121 • 2012/1

LA ECONOMÍA:PARA LA DIFUSIÓN

DE LA SOLIDARIDAD

Provincia Española SCJ - Balbina Valverde, 5 – 28002 MADRID2012

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DIRECTOR RESPONSABLERinaldo Paganelli

EDICIÓNCasa Generalicia de la Congregaciónde los Sacerdotes del Sagrado Corazón de JesúsVia del Casale di San Pio V, 2000165 ROMATel.: 06.66.05.60 – Fax: 06.66.05.63.17e-mail: [email protected]

REDACCIÓNCentro General de Estudios SCJVia del Casale di San Pio V, 2000165 ROMA

COMITÉ DE REDACCIÓNRinaldo PaganelliRafael Gonçalves da CostaAndré PerrouxClaude SiebenalerNivaldo Alves de Souza

EDICIÓN ESPAÑOLAVicente Muñoz Pellín, scjAvda. Blasco Ibáñez, 55E-mail: [email protected] VALENCIA

Imprime:Gráficas DehonLa Morera, 23-2528850 TORREJÓN DE ARDOZ (Madrid)

[El presente número 121 de la edición española de DEHONIANA (concluido enValencia en septiembre de 2012) corresponde al número 16 de la edición típicaromana (año X/2012)].

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AÑO XXXIX • Nº 121 • 2012/1

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SUMARIO

Presentación: Economía y solidaridad .............................................. 11

CARTAS DEL SUPERIOR GENERAL EN 2011

1. Del 25 de febrero de 2011, con motivo del aniversariodel nacimiento del Padre Dehon ................................................ 17

El 14 de marzo, fecha del nacimiento del P. Dehon, se celebra conoraciones y acción de gracias por las nuevas vocaciones, religiosasy laicales, que puedan continuar el carisma que él nos dejó. Con lacarta de 2011 se invita a toda la Familia dehoniana a volver a con-siderar los aspectos fundamentales del carisma dehoniano: “laacción social cristiana y la vida de amor, de reparación y de inmo-lación al Sagrado Corazón de Jesús”. La urgencia, propia del PadreDehon, de estar presente entre los hombres de su tiempo, sobretodo entre los más pobres, viene evidenciada con los pasajes rápi-dos y eficaces de una entrevista.Se nos evoca el año 1897 como el más difícil. Las confrontacionessobre la dirección y el perfil que había que dar a la Congregaciónfueron causa de desilusiones y tuvieron sus consecuencias. Algunoscohermanos consideraron traicionada por el Fundador la vocaciónde los inicios, por el rápido crecimiento de la Congregación, por laexpansión a países lejanos o el compromiso con los problemassociales entonces más actuales. Después de diversos momentosdifíciles, sólo en 1912 –treinta y cinco años después de la fundaciónde la Congregación– el P. Dehon escribió una carta a todos loscohermanos en la que una vez más pone de manifiesto que eran losdos tipos de apostolado los que le agradaban de manera especial:llevar a los hombres al amor del sagrado Corazón de Jesús y pro-mover una sociedad más justa, sobre todo para los trabajadores ylos más pequeños.

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2. Del 5 de junio de 2011, con ocasión de la fiestadel Sagrado Corazón de Jesús.“Libres y solidarios en la gestión de los bienes” ....................... 27

El título realza, por sí mismo, las intenciones de esta carta sobre la eco-nomía: el camino de libertad y de solidaridad que debe guiar a laCongregación en la gestión de los bienes. La carta, enviada con ocasiónde la fiesta del Sagrado Corazón, recuerda que quien se pone a seguir aCristo nutre un comportamiento de libertad, que se convierte en la basede una nueva relación entre los miembros de la comunidad reunidos ensu nombre. Somos llamados de modo especial a la solidaridad conquienes están excluidos de los bienes que Dios ha creado para todos.Estamos llamados a ofrecer a todos unas condiciones de vida dignas ya asegurar un sentido equilibrado de respeto para con la creación, quepermita la vida a las generaciones futuras. Todo esto comienza por elcambio de corazón, a ejemplo de Jesucristo que, entregado totalmenteal proyecto del Padre, demostró tener un corazón de pobre. Cuandofalta la presencia del verdadero Señor del universo, aparecen otrosseñores, pero no tienen la fuerza, la sabiduría y la bondad de su poder.En la tercera parte de la carta encontramos las sugerencias paraalcanzar un estilo de libertad. La mera enumeración de los párrafosdeja adivinar la riqueza de las orientaciones que en ella se ofrecen:“Prestos a pasar del yo al nosotros”; “Corresponsables en la adqui-sición y en la gestión de los bienes”; “Administradores atentos delos bienes de la comunidad”.

2b. Del 10 de diciembre de 2011, para las fiestas navideñas.Navidad, fiesta para todos ........................................................ 45

Dado que la edición española de “Dehoniana” aparece entrado elaño 2012, así como para responder mejor al título de esta sección ycompletar en ella la serie de Cartas del Gobierno General a laCongregación durante el año pasado, publicamos a continuación elMensaje para las Fiestas Navideñas del Superior General y suConsejo, subtitulado: “Navidad, fiesta para todos”, que está fecha-do en Roma el 10 de diciembre de 2011 y se dirige esta vez “a losSuperiores de las Entidades SCJ”.

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LA SALVACIÓN CRISTIANA, DON DE LO ALTO

3. P. Aimone Gelardi, scjDivagaciones acerca de la conciencia y de la pastoral social ... 51

Un “fragmento” –así se podría definir el hallado entre los escri-tos del Padre Dehon–, que define la conciencia de un modo sin-gularmente moderno y en línea con cuanto se lee en la Gaudiumet Spes, n. 16, es el punto de partida para estas consideracionesacerca de la pastoral social. El texto, que no se puede decir concerteza si es de Dehon o solo una simple cita del pensamiento deotros, dice: “La conscience est la voix intérieure de la rai-son appliquée aux actes de la vie morale”: La concienciaes la voz interior de la razón aplicada a los actos de la vidamoral. A partir de algunas “divagaciones” sobre la conciencia, el artículoprofundiza en el tema de la salvación que se anuncia como el pri-mero de los elementos en todo discurso de liberación, crecimientohumano, libertad y justicia, por los que empeñarse con y para loscontemporáneos (Regla de Vida 38). Hacerse una persona libre sig-nifica principalmente ayudarse a sí mismo en la verdad, conocersey actuar con discernimiento. Para llegar a esto, hace falta superar la pérdida de la capacidad dehablar de la fe y de los valores, y testimoniar la fe con parresía: quees auténtica cuando quien la ejercita se compromete y antepone atodo la verdad consigo mismo y sobre sí mismo.Finalmente, a propósito del compromiso por la justicia y el des-arrollo, se recobran algunos pensamientos del Padre Dehonsobre la moral social y su lugar en el Evangelio, que no es uncatecismo didáctico, pero traza las grandes reglas de la moralsocial y privada: “El decálogo es la base de todas las legislacio-nes humanas y de todas las realidades sociales. Todo el males-tar social actual proviene de alguna violación del decálogo: eltrabajo servil del domingo, el desprecio de la reglas de respetoy justicia en la organización industrial o en el contrato de tra-bajo, etc.”.

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LA FUERZA DE LA SOLIDARIDAD

4. P. Francisco VanderHoff-Boersma, scjOpción por y con los pobres para un buen ambiente .............. 85

El P. Francisco VanderHoff-Boersma es un sacerdote de laCongregación que, durante más de treinta años, ha trabajado entrelos poblados indígenas en las montañas de Sierra Juárez de Oaxaca,en México, con los productores de café de 58 aldeas del Isthmus. En1982, fue decisivo para crear una cooperativa de café llamadoUCIRI. En unión de Nico Roozen, Francisco fundó la organizaciónMax Havelaar Fair Trade, que hoy factura millones en todo elmundo de la economía con ese nombre de “Fair Trade” y es célebrepor su política económica que tiene el aire de la equidad. El Padreha recibido numerosos reconocimientos internacionales, así comodoctorados “honoris causa”. En 2007 fue invitado por el Ministeriode Agricultura y Ambiente de Holanda a pronunciar la conferenciaGroeneveld sobre el desarrollo sostenible. En el presente artículo, elautor cuenta el camino recorrido hacia el reconocimiento de la dig-nidad del hombre y de todo hombre.El texto que presentamos nos ha sido remitido personalmente porel propio autor, traducido del holandés –sobre un trabajo previo delP. Egidio Driedonkx– con ocasión de un reciente viaje que ha hechoa su patria. Le agradecemos vivamente este envío y, en atención asus deseos, no hemos introducido sino alguna mínima correcciónde carácter material.

UNA IDENTIDAD NO RESUELTA

5. P. Yves Ledure, scjLeón Dehon, entre mito e historia. ¿Un olvido de lo social? ... 113

La doble problemática (historia y mito) a la que alude el título deesta aportación está presente en todas las grandes fundaciones detipo espiritual y religioso. Si es legítimo que una congregación for-mule aquello que se podría llamar un “mito de fundación”, que

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movilice los entusiasmos de los comienzos, no es menos evidenteque la historia termina reduciendo el mito: si no por contestar sulegitimidad, al menos por limitar su alcance y señalar sus errores.Nuestra Congregación no está exenta de esta confrontación. En elpresente estudio emerge toda la pasión del Padre Dehon por dar unsentido a la dimensión social en el marco de de los rápidos cambiosespirituales, culturales y sociales de su tiempo.La lectura de la historia de aquellos años pone de manifiesto lainterferencia de varias personalidades en los inicios de nuestraCongregación, con la consecuencia de una interacción no siemprelograda y clara entre los primeros cohermanos. Las personalidadesdistintas sobrecargaron el proceso de los orígenes, el enfoque espi-ritual contrastó decisivamente con la atención a lo social que ani-maba la intuición del P. Dehon. Los tres elementos de búsqueda conlos que el artículo concluye están llamados a esclarecer la cuestiónde la identidad de la Congregación.

LA DIMENSIÓN SOCIAL DEL CARISMA DEHONIANO

6. P. Cláudio Weber, scjLa reconciliación, como su eje transversal ............................... 151

La ponencia presentada por el P. Cláudio Weber en Madrid (21-22de noviembre de 2011) tuvo como tema: “La reconciliación, comovalor presente en toda la misión dehoniana, especialmente en elcompromiso a favor de la justicia y de la paz”.En el primer punto, el Padre recuerda el itinerario de la dimensiónsocial como constitutiva del carisma, desde el Padre Dehon hastanuestros días. En el segundo, justificando la nueva denominación delsector de “Justicia, paz y reconciliación”, reflexiona sobre la reconci-liación espiritual y social a partir de la misión reparadora, que hace decada dehoniano un profeta del amor y un servidor de la reconciliación(cf. Cst 7); e invita a los dehonianos a vivir como reconciliados y a com-prometerse con la reconciliación de los hombres con Dios y entre sí.El tercer punto se concentra más sobre la reconciliación social,como una tarea dehoniana para asumir, con los pobres y excluidos,

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los conflictos sociales actuales, en cualquier lugar en que seamosllamados a llevar a cabo nuestro apostolado; propone la organiza-ción y la formación de las personas más vulnerables, para que ten-gan la posibilidad de hacerse sujetos de una vida más digna.El texto termina con un desafío a nuestra formación y organiza-ción, tanto en el ámbito local como en el de la Congregación, convistas a una aportación más competente y eficaz en nuestra misiónpor instaurar el Reino del Corazón de Jesús en las almas y en lassociedades.N.B. La presente edición española de DEHONIANA 2012 incluye,como anejo a la ponencia del P. Weber aquí presentada, el comu-nicado final del Encuentro de Justicia, Paz y Reconciliación cele-brado en Pozuelo de Alarcón (Madrid) los días 21 y 22 de noviem-bre de 2011 (cf. pp. 166-168 de la revista).

7. APÉNDICE:“Colligite tragmenta... ne quid pereat” (Jn 6,12) ..................... 169

Índice .................................................................................................. 175

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PRESENTACIÓN

ECONOMÍA Y SOLIDARIDAD

En el año en el que la Congregación ha sido invitada y anima-da a reflexionar sobre la economía como compromiso social,

con vistas una mayor difusión de la solidaridad, hemos preparadoeste número de DEHONIANA, poniendo sobre el tapete algunascuestiones problemáticas que podrán ayudarnos ulteriormente ala reflexión sobre ese aspecto que ha de cualificar nuestra vidareligiosa y nuestra relación con el mundo. La educación para lasolidaridad y el compromiso social es una asignatura difícil paraquien la enseña y para el que la aprende. Quizá por eso Jesús,nuestro Maestro, quiso dedicar a los pobres la primera bienaven-turanza.

No es verdad que se nazca con ella aprendida, sino que sellega a la condición de libres y solidarios respecto al dinero des-pués de largos, costosos y comprometidos deberes o ejercicios.Debemos convencernos de que este aprendizaje requiere un tiro-cinio o noviciado difíciles: tan difíciles, que el Señor quiso reser-varse personalmente la enseñanza de esta disciplina. Y es que enla solidaridad se educa y se entrena. Consiste en un cambio quenace de lo profundo del alma, purificando nuestras actitudesmediante la libertad del corazón, con la ayuda de un régimensobrio de vida, compartiendo los bienes y solidarizándonos con

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los más pobres. Solo así se pueden eliminar las injusticias y asu-mir un estilo de vida que llegue a ser profecía del Reino.Esperamos que las distintas aportaciones de este número de larevista contribuyan a caldear progresivamente nuestros desvelosy motivaciones.

La solidaridad, como anuncio

La primera lección que hay que enseñar a quien quiera apren-der a vivir la pobreza solidaria es que la riqueza es una cosa buena.Encontramos esta constatación, muy bien formulada, en la cartaque el Padre General y su Consejo nos enviaron con ocasión de lafiesta del Sagrado Corazón de Jesús de 2011. Los bienes de la tie-rra no son realidades malditas, sino todo lo contrario. Tampoco loes el dinero. Los bienes terrenos no tienen el estigma de la conde-na. En todos ellos, al igual que en los seres que durante los días dela Creación fueron saliendo de las manos de Dios, se puede colo-car el rótulo: “Cosa en verdad muy buena” (cf. Génesis 1,4 ss).Para el Padre Dehon, el amor contemplado y vivido en el Corazónde Cristo desemboca de un modo natural en la vida de los pueblosy recrea a las personas. Lo divino y lo humano confluyen, y porello es preciso tener muy presentes las necesidades del mundo,aportando actitudes y proyectos en favor de los que lo pasan peor.Si la riqueza de la tierra es buena, sin embargo existe otra cosa quees todavía mejor: la riqueza del Reino, de la que la primera es unsigno muy pálido. Nos costará mucho hacerlo entender así, peroes el núcleo de todo el problema. Hacerse pobre no debe equiva-ler a despreciar la riqueza, sino a declarar solemnemente, pormedio de la renuncia, que el Señor es la suprema riqueza.

Análogamente, hacerse pobre significa dar testimonio a loscaminantes distraídos de la dimensión “simbólica” de la riqueza,y hacer que todos tomen conciencia de la realidad significada queestá más allá de ella. Ser pobre quiere decir, en último término,convertirse en parábola viviente de ese “más allá”. En este senti-

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do, antes que una renuncia, la pobreza es un anuncio: un anunciodel Reino que vendrá. Dios, el Padre, está en el origen no solo delos necesarios bienes de esta tierra, sino también de cualquier otrobien esencial para la vida plena y la felicidad de sus hijos e hijas.

Solidaridad y compromiso socialen perspectiva educativa

La experiencia de la bienaventuranza filial no es connatural anuestro ser humano, sino que es un don del Espíritu santo. Porello, tenemos necesidad de un camino de educación del corazón,a la luz que procede del Corazón de Cristo. La aportación del P. Aimone Gelardi recupera algunas consideraciones del PadreDehon sobre el don de consejo, en cuando acto de prudencia ycomo luz mediante la cual el Espíritu manifiesta lo que hay quehacer en una situación concreta. La reflexión se centra después entorno al conocimiento de sí y del camino para llegar a ser libres enla observancia de las leyes de la conciencia, así como sobre lanecesidad de la sabiduría y de la vida interior para discernir ypracticar el bien. El mismo Jesús vivió este contacto libre, huma-no y gozoso con los bienes materiales, y lo propuso a aquellos quese adhirieron a él. Desde este recorrido se comprende que el reli-gioso renuncie a esos bienes con el fin de estar más libre para ser-vir. Así es como se introduce en el discurso la importantísimacategoría del servicio, que debe ser tenida en cuenta por todoaquel que quiera educarse en la solidaridad. Para lavar los pies esnecesario quitarse ropa, como hizo Jesús que, antes de aquel“sacramental” lavatorio de pies realizado a los apóstoles, “se quitóel manto”. El que quiere servir debe renunciar a las cosas; quiendesea estar con los últimos, para animarlos a caminar en el segui-miento de Cristo, necesariamente debe aligerarse de sus enseres.

Quien quiere invitar a Cristo a su casa debe dejar el árbol,como Zaqueo, y llevar a cabo aquellas conversiones “verticales”que concluirán inexorablemente con la expoliación a favor de los

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pobres. Se trata, por tanto, de la alegría, que connota la renunciacristiana, el testimonio, no la ostentación. Da luz a este propósitoel relato del P. Francisco VanderHoff-Boersma, que ha trabajadomás de treinta años en los montes de Sierra Juárez (Oaxaca,México) y fue decisivo en la creación de una cooperativa del caféque ha resultado fundamental para la promoción de su gente.

El compromiso social como opción y como denuncia

Ante las injusticias del mundo, la inicua distribución de lasriquezas, la entronización del lucro en el peldaño más alto de la esca-la de valores, el dehoniano no puede guardar silencio. Todos estamosllamados a hacer fructificar aquello que recibimos. El P. Yves Ledure,en un estructurado excursus histórico, hace ver cómo el PadreDehon pretendió dar un sentido a la dimensión social dentro delos rápidos cambios espirituales, culturales y sociales de su tiem-po, poniendo de manifiesto las interferencias de otras personali-dades en los comienzos de la Congregación, con la consecuenciade una amalgama no siempre lograda y clara.

Pero aún hoy debemos preguntarnos por los servicios concre-tos que mejor corresponden a las presentes necesidades de lospobres. El religioso dehoniano no puede callar ante los modelosdel derroche, del acaparamiento codicioso, de la dilapidación delos recursos ambientales. No puede abandonar a aquellos que tie-nen mayor necesidad de solidaridad y de presencia evangelizado-ra. Compartir los bienes propios asume el carácter de una solida-ridad inmediata, pero es necesario ofrecer también unasolidaridad amplia, capaz de perdurar a lo largo del tiempo y derenovarse. La aportación del P. Cláudio Weber que publicamos,pronunciada en el Encuentro de Madrid los días 21 y 22 denoviembre de 2011 con el título de “Justicia, paz y reconciliación”,hace ver cómo durante años han existido intentos y desvelosdiversos para que la cuestión social se mantuviese como una rea-lidad central en la Congregación. Emerge en dicho texto que la

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verdadera profecía se convierte en protesta, estímulo, propuesta,proyecto; nunca en instrumento para aumentar el propio presti-gio o, aún peor, para escaladas rampantes. Es una pobreza que sehace martirio, tanto más digno de crédito cuanto más se está dis-puesto a pagar por él personalmente. Es lo que hizo Jesucristo,que no contrató ni pagó salvadores, sino que se hizo él mismo sal-vación y, para enriquecernos, se hizo pobre hasta el anonada-miento.

Un verdadero servicio a los pobres debe saber llegar a las cau-sas de su pobreza; de modo que, además de compartir nuestrosbienes con ellos, exista la denuncia valiente de las injusticias y delos abusos y se dé la educación en el coraje político en pro de lajusticia y de la solidaridad. Los últimos no han de ser considera-dos solo como los destinatarios de nuestras exuberancias caritati-vas o como terminales de nuestras efusiones humanitarias, sinocomo los protagonistas de la historia de la salvación que el Señorsigue queriendo realizar en la tierra a favor de todos.

Rinaldo Paganelli, scj

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El logotipo que tenemos ante nosotros nos recuerda que la educación parte del corazón, de nuestraespiritualidad, de nuestro modo concreto de educar, de lo que somos. El corazón está abierto y dadocomo el Corazón de Jesús. Nuestro trabajo es depositar una semilla. Los frutos y las hojas, que sonlas nuevas generaciones, no nos pertenecen. Educar es una forma de “dar la vida porque la tenemosen abundancia” (cf. Jn 10,10). [De la intervención del P. Jesús Valdezate Soto, scj, Superior provincial español,al introducir la VIII Conferencia general celebrada en Neustadt en julio de 2012].

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CARTAS DEL SUPERIOR GENERAL EN 2011

DEL 25 DE FEBRERO, CON MOTIVO

DEL ANIVERSARIO DEL NACIMIENTO

DEL PADRE LEÓN DEHON

Prot. N. P30/2011

Roma, 25 de febrero de 2011

Queridos todos:

Celebrar el nacimiento de una persona estimada y veneradaes reconocer que su existencia es para nosotros un don de Dios. El14 de marzo, día del nacimiento del Padre Dehon, merece cele-brarse con acción de gracias y con la plegaria por nuevas vocacio-nes, religiosas y laicales, que puedan llevar hacia adelante elcarisma que él nos transmitió. La fecha es también una buena oca-sión para conocer mejor la rica personalidad y la profunda expe-riencia de fe de nuestro Fundador.

Este año invitamos a la Familia Dehoniana a repensar denuevo, con la ayuda de una entrevista preparada por el P. StefanTertünte (GER), a quien la hemos pedido y por la que le damos lasgracias cordialmente, un aspecto fundamental del carisma deho-niano. Sobre este tema, queremos recordar lo que el P. Dehonescribió en 1910: “Fui guiado por la Providencia para abrir diver-sos surcos, pero dos sobre todo dejarán una huella profunda: laacción social cristiana y la vida de amor, de reparación e inmola-ción al Sagrado Corazón de Jesús. Mis libros, traducidos a varias

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lenguas, hacen llegar a todas partes esta doble corriente que brotadel Corazón de Jesús. ¡Gracias a Dios!” (NQT XXV/1910, 33).

También nosotros damos gracias a Dios por el nacimiento delP. Dehon, por su vocación y su misión. Y damos gracias al Señorpor la gracia de poder ser discípulos de un maestro y pastor “quesiempre ha estado atento a estar presente entre los hombres de sutiempo, sobre todo entre los más pobres, entre los que carecían derecursos, de razones para seguir viviendo, sin esperanza alguna”.

Gracias también por la Iglesia, que continúa proponiendo sumisión en formas nuevas, tal como hace 40 años se decía en elSínodo de los Obispos de 1971: “Trabajar por la justicia y partici-par en la transformación del mundo, aparece claramente como ladimensión constitutiva del Evangelio” (Justicia en el mundo, 6).

Reverendo Padre Dehon, dentro de poco celebraremosel 168º aniversario de su nacimiento. Acaso sería un buenmomento para considerar, desde una cierta distancia,algunos temas que usted, como Fundador, tenía muy pre-sentes en su tiempo.

–Querido hermano, mis años no me permiten ya largasentrevistas, si fuera tan amable como para limitarse a algu-nos temas centrales…, se lo agradecería.

Comencemos, pues, con una pregunta muy sencilla:¿qué año fue para usted, en cuanto Fundador de una con-gregación, el más difícil?

–Debe saber que, como Fundador de una Congregaciónreligiosa, estaba continuamente enfrentándome a muchosproblemas: salvaguardar la independencia de la Congregaciónante la Diócesis era una lucha continua; los problemas econó-micos me acompañaron hasta el final de mi vida; el reconoci-miento por parte de Roma fue extremadamente difícil; la cali-dad de los nuevos religiosos dejaba mucho que desear. Todosestos son problemas que forman parte de una nueva congre-gación –y creo que todos los afrontamos y resolvimos bien–.

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Pero el enfrentamiento con motivo del perfil y de la direcciónque había que dar a la Congregación fue causa de desilusionesy tuvo sus consecuencias. En este sentido, el año 1897 fue elmás difícil.

Pero, ¡1897 fue también un año grande para usted!: lasconferencias de Roma sobre la visión cristiana de la socie-dad, que tuvieron un eco incluso en Francia; su compromi-so en favor de la Democracia cristiana y de su aceptaciónpor parte de los católicos franceses en congresos, artículosy muchos encuentros con exponentes del catolicismo galo;su elección al Consejo nacional de la Democracia Cristiana,el Congreso de Lyon; la publicación de sus libros “NosCongrés” y “Les Directions Pontificales…” [NT.: es decir,“Nuestros Congresos” y “Orientaciones pontificias, políticasy sociales”].

–Sí, sí, todo esto es verdad. Pero usted me ha preguntadopor un año difícil como fundador de una congregación. Estáclaro que se puede decir que, para mí, 1897 fue un año rico deéxitos. Me encontré efectivamente a mi gusto. Como fundador,era mi deseo que la Congregación participara y se implicasemás intensamente en los desafíos de entonces, referidos alcampo social, a la sociedad en su conjunto. La pastoral de losobreros, alrededor de la figura del P. Charcosset en Val-des-Bois, formaba parte de nuestras primeras actividades y el P. Rasset se había ocupado en San Quintín durante muchosaños de los jóvenes obreros. Es más, en 1891 dirigí una carta alPapa León XIII y le informé del proyecto que la nueva congre-gación tenía sobre la preparación y formación, ante todo, de reli-giosos destinados al apostolado específico en las grandes fábri-cas y barriadas obreras, y de cómo debían seguir su formacióntanto en la universidad como en las fábricas de Val-des-Bois.

Aún antes, en 1895, conversando con el Papa, le hablé dela Congregación, de una congregación que tenía como prio-ridad el anuncio en el campo social, el apostolado de los

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obreros y la misión. Pero en 1897, no mucho más tarde, pudeconstatar que la mayor parte de nuestros religiosos no com-partían este planteamiento, y es posible que no pudieransiquiera compartirlo.

Ya se habían manifestado antes resistencias contrausted, como Superior General, por ejemplo, al principio delos años noventa.

–Sí, es verdad. Ya en el Capítulo general de 1893 algu-nos religiosos intentaron que no se me reeligiera comoSuperior general. Me echaban en cara entonces un gobiernodefectuoso de la Congregación. No lograron su intento porpoco, pero las tensiones dentro de la Congregación persis-tieron. En 1897 hubo otro intento de escisión, que no fueadelante. Pero aquella vez quedó como cosa evidente que nose cuestionaba la calidad de mi gobierno. Estaba claro que setrataba del “perfil” de nuestra Congregación, se puede decir,de nuestro carisma.

¿Se refiere usted a la carta del P. Blancal y de otroscinco religiosos?

–Exacto. En realidad, era más un manifiesto que unacarta. En el fondo, era un escrito muy honesto, en el que seponía toda la carne en el asador respecto a los problemas.Para los autores, estaba en juego la pregunta sobre la verda-dera vocación de nuestra congregación. Habían ingresado enuna comunidad que, a su parecer, estaba consagrada sobretodo a la santificación personal mediante la devoción alCorazón de Jesús en la perspectiva de la reparación por lasnumerosas ingratitudes, sobre todo de los sacerdotes y reli-giosos, hacia el Amor divino. Con respecto al apostolado pri-vilegiaban la adoración eucarística perpetua, las misiones enlas comunidades parroquiales y los ejercicios espirituales.Todo lo demás era, según sus palabras, algo secundario, delo que se podía prescindir.

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Ellos vieron esta vocación traicionada por mí, por elrápido crecimiento de la Congregación, por la expansión enpaíses lejanos, por el compromiso con los problemas socia-les más actuales del momento. Por tanto, lógicamente, exigíanuna separación.

Este intento de escisión también fracasó, a pesar de todo.Muy pronto alguno de los firmantes presentó sus excusas. Alfinal, venció usted el desafío, ¿no es verdad, P. Dehon?

–No se trató de una victoria o de una derrota. Se trata-ba más bien de cómo definir el modo específico en que nues-tra Congregación debía servir a la Iglesia y al mundo. En losprimeros años de la fundación, probablemente, yo habríadado mi aprobación incondicional a la descripción de lavocación hecha por el P. Blancal y los otros religiosos. Perocreo que todavía no habíamos entendido entonces lo queDios quería con la Congregación y mediante ésta.

Después de la carta del P. Blancal, ¿estaba más claro loque usted pensaba sobre cuál era el carisma de laCongregación?

–Con esta carta caí en la cuenta de que éstos y muchosotros cohermanos no habían entendido mi camino y no que-rían seguirlo como camino de la Congregación. Y esto tienemotivaciones que ahondan sus profundas raíces en la espiri-tualidad, en la experiencia de fe –esto me resulta hoy muchomás claro que entonces–. Para mí, la implicación en la polí-tica, el compromiso en favor de una sociedad más justa y lavoluntad de promover sacerdotes dedicados al mundo deltrabajo no eran solo accesorios que se pudieran poner o qui-tar, sin tocar el núcleo de nuestra vocación.

Pero, quizás, muchos religiosos pensaban que este com-promiso social y político era, por decirlo de algún modo, supasión personal, pero no algo específico de la Congregación.

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–La carta del P. Blancal –repito– demuestra que aquellosreligiosos habían entendido muy bien que este compromisodebería haber caracterizado también a nuestra Congregación.Después de 1897, guardé silencio. Únicamente en 1912, trein-ta y cinco años después de la fundación de la Congregación,escribí una carta a todos los cohermanos, por decirlo de algúnmodo, como testamento espiritual, en la que ponía una vezmás a las claras que esas dos formas de apostolado estabanparticularmente en mi corazón: llevar a los hombres al Amordel Corazón de Jesús y promover una sociedad más justa,especialmente para los obreros y los pequeños. Hasta quépunto ambas realidades eran parte de mí y hasta qué otroeran inseparables una de otra, lo he podido formular solo mástarde durante mi vida, aunque lo viví ya en los años noventa,para mí de mucha actividad. No obstante, muchos religiososolvidaron una corta palabra en aquellas frases.

¿De qué palabra se trataba?–De la conjunción “y”. Muchos hermanos de Congregación

son piadosos y activos en la acción pastoral; en el decurso denuestra historia, algunos se han entregado con mucha gene-rosidad al servicio de los pequeños y de los oprimidos;poquísimos se han dedicado de modo competente a la pro-fundización de la doctrina social, al análisis de los caminosde la sociedad. Frecuentemente los religiosos se deciden poruno u otro apostolado... Para mí, los dos caminan juntos.

Muchas personas –y, también, religiosos– se pregun-tarán todavía qué tienen en común el compromiso social yla piedad.

–Mi convicción y experiencia siempre me decían que elAmor de Cristo quiere cambiar el mundo, tanto el reducido,el privado, como las realidades más amplias, sociales…Ciertamente, hubiera sido más sencillo limitarse a la pasto-ral parroquial y a las misiones populares. Hubiera sido tam-

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bién más simple decir: la sociedad va por derroteros equivo-cados, pero nosotros no participamos en ello. Actuando deeste modo, ¿hubiéramos respondido a las esperanzas y a ladinámica de Cristo? Yo no lo creo.

Durante mucho tiempo, usted apostó por una sociedadguiada por un monarca cristiano, tal como lo habían pedi-do las visiones de Santa Margarita María de Alacoque.

–Durante mucho tiempo, yo mismo soñé con cosas queya estaban superadas, pensé con nostalgia en aquellos buenostiempos pasados en los que el cristianismo condicionaba cadafibra de la vida social. Sí, este pensamiento todavía conservaen mí una cierta fascinación. Y durante mucho tiempo cami-né junto a católicos que se implicaron en un retorno a lasociedad de otros tiempos. Los llamaban contrarrevoluciona-rios. Pero Cristo vivió el presente, lo cambió, lo mejoró.

En 1900 pregunté a los sacerdotes participantes en uncongreso en Bourges: ¿Hemos amado suficientemente a lasociedad actual, o nos hemos echado para atrás ante sus des-afíos, temiendo quedar mal? La pregunta sigue abierta ennuestros días.

Parece que en el curso de su vida vivió usted una evo-lución muy notable.

Ciertamente, sí. De estudiante y joven sacerdote fui unardiente defensor de la monarquía. Pero el precio de ellohubiera resultado alto y, con el tiempo, me clarifiqué. Noimporta tanto que un país sea gobernado por un monarca,un presidente o un parlamento. Lo importante es si la justi-cia y la solidaridad aseguran a todos los hombres una vidadigna. En Francia el pueblo quería la república: mi objetivoera luchar para que la república llevara en sí, lo más posible,un sello cristiano: que en ella la Iglesia fuera reconocidacomo aliada de los débiles, sobre todo, de los trabajadores yde su esperanza de justicia.

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Si he entendido bien, tuvo que pagar un alto precio poreste compromiso: amigos que lo abandonaron, religiososque no le entendieron…

–Cuando era joven estudiante y sacerdote, no me hubie-ra imaginado que llegase el día en que un obispo me critica-se y rechazase por “republicano recalcitrante”. Sí, sacerdotescomo Lemire, Naudet, Six, yo mismo y algunos otros, no éra-mos bien vistos en muchas partes del mundo católico fran-cés. Incluso los contactos con hombres como La Tour du Pin,de quien era amigo, disminuyeron progresivamente, porqueseguían siendo monárquicos y no querían mancharse lasmanos con la nueva sociedad. Cuando releo lo que escribí enartículos, cartas y libros en los años noventa, me sorprendoyo mismo de mi evolución y de la claridad de mis posiciones.Vuelvo a repetirlo: Cristo no se retiró nunca a un ghettosocial para poner mala cara –porque entonces hubiera teni-do que renunciar de inmediato a la encarnación–. Se puso allado de la gente sencilla, de los despreciados y marginados.Intenté hacer lo mismo.

Con su “sí” comprometido a la república francesa, y suatención a la Democracia Cristiana, en el fondo, ¿traicionóusted el espíritu de Paray-le-Monial y de Margarita Maríade Alacoque?

–El mensaje de Paray-le-Monial era desde el principiomuy político. En su carta al rey de Francia, Margarita Maríade Alacoque habla muy claramente de una devoción alSagrado Corazón que sea relevante y efectiva para la socie-dad. Sin ninguna señal de reducción a la esfera privada,Margarita María no se había enfrentado aún con una socie-dad en la que el acceso al poder y su ejercicio funcionasentotalmente separados de la Iglesia, y en la que los monarcasno desempeñasen ningún papel. Para mí, la cuestión estabamuy clara: solo al lado del pueblo, solo en una repúblicadeseada por el pueblo, sería posible permanecer fiel a la rele-

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vancia social de la devoción al Sagrado Corazón, tal como lohabía pedido Santa Margarita María de Alacoque. No, cier-tamente, no traicioné a Margarita María, si acaso, di un pasoadelante; pero, ¿había otra posibilidad, cuando el mundo hadado tantos pasos hacia adelante desde los tiempos deMargarita María?

Queridos hermanos y hermanas en la Familia Dehoniana, escierto que el mundo continúa cambiando. También nosotrosdebemos dar nuevos pasos poniéndonos, como el P. Dehon, al ser-vicio de una sociedad según el Corazón de Cristo.

Rezamos y pedimos la oración de los demás por esto, paracrecer en la fidelidad al carisma dehoniano. El Señor de la miessuscite nuevas vocaciones en nuestras familias y comunidades.

En comunión con Cristo.P. José Ornelas Carvalho, scj,

Superior General, y su Consejo

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CARTAS DEL SUPERIOR GENERAL EN 2011

DEL 5 DE JUNIO, CON OCASIÓN DE LA FIESTA

DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

“LIBRES Y SOLIDARIOS EN LA GESTIÓN

DE LOS BIENES”

Prot. N. 105/2011

Roma, 5 de junio de 2011

Introducción

Con su atención y Providencia, Dios nos da el regalo de los bienesnecesarios para la vida y la misión. Acoger agradecidos estos

bienes y utilizarlos según su proyecto es importante para nuestravida. Se nos pide una reflexión constante, una revisión personal ycomunitaria, para poder vivir nuestro voto de pobreza en la alegríafraterna y en la solidaridad con los más necesitados. Continuandola reflexión sobre el camino del corazón de la carta del año pasado,nos dejamos guiar por las orientaciones de la Congregación sobreeste tema, que se encuentran especialmente en nuestra Regla deVida, en las Normas para la administración de bienes (NAB), en losdocumentos del último Capítulo general y de la Conferencia generalde Recife sobre la Economía y Reino de Dios del año 20001.

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1 Además de estos documentos, que han sido publicados en distintas lenguas, sepueden añadir, entre otras reflexiones, la carta del Superior General P. AntonioPanteghini del 4 de marzo de 1981.

NT.: Se puede encontrar esta carta en Lettere circolari VII, pp. 81-133.

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La economía es una dimensión fundamental en lavida de toda persona. No puede ser ignorada ni afrontadasuperficialmente, como si se tratara de una realidad indepen-diente de nuestras opciones fundamentales como creyentes yconsagrados. La actividad económica forma parte del proyectode Dios, que ha confiado al hombre la tierra para trabajarla yconservarla (Gén 2,15), llegando a ser así el continuador de suobra creadora. Del esfuerzo de ganarse el pan con el sudor de sufrente (Gén 3,19), que encuentra su explicitación en la actividadeconómica correctamente ordenada, depende en gran parte lafelicidad, la justicia y la paz de las personas, así como la de lasfamilias, comunidades y la sociedad entera. Por eso, en la ple-garia de Jesús, la primera petición concreta sobre la existenciahumana que se presenta al Padre del cielo es la de darnos el dondel pan de cada día (Mt 6,11).

También en nuestra vida de consagrados la relacióncon los bienes juega una importancia de primer orden. Nos sitúaen el seguimiento de Cristo, madura una actitud de libertad quese convierte en la base de una nueva relación entre los miembrosde la comunidad reunida en su nombre. Con Él hemos aprendidoa vivir como hijos de Dios, compartiendo con los hermanos y her-manas los bienes que recibimos de nuestro Padre del cielo. El votode pobreza no nos quita ni la fatiga, ni la alegría de poder ganar-nos el pan para nosotros y para nuestros hermanos y de colaboraral bien de toda la humanidad con solidaridad generosa. Nos llevaa mirar y usar los bienes de un modo nuevo, es decir, siguiendo lainvitación y el ejemplo de Jesús que, siendo rico, se hizo pobre pornosotros para que nos hiciéramos ricos en su pobreza (2 Cor 8,9).

1. Gratuitamente habéis recibido…Atentos al clamor de los pobres

1.1. Partícipes del drama y de la esperanza de nuestro tiempo

La economía divina es muy diferente de la economíahumana. Lo experimentamos en la vida cotidiana, en el mundo

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de los negocios y en la gestión de los recursos del planeta. La per-cepción de esta diferencia nos permite observar con interés y com-promiso la actividad económica. Al mismo tiempo, guiados por elproyecto de la creación y del espíritu del Evangelio, podemostener con respecto a ella una mirada libre y crítica.

Las crisis periódicas y crecientes de la economía mundial, de lasque ahora estamos experimentando sus dramáticas consecuencias,ponen en evidencia el resultado catastrófico para millones de per-sonas de una actividad económica separada de la dimen-sión ética y solidaria, tal como ha subrayado el PapaBenedicto XVI en sus recientes encíclicas2. Sin referencias éticas ytrascendentes, el hombre trabajador cae fácilmente presa de la ava-ricia, de la avidez y del egoísmo que destruyen los fundamentos delpoder vivir juntos. Nos encontramos así ante la paradoja de unasociedad que es capaz de impresionantes realizaciones científicas ytecnológicas, pero que crea al mismo tiempo inmensas muchedum-bres de miserables y excluidos. Además, compromete el futuromismo con una desconsiderada explotación de los recursos del pla-neta. La actividad económica, cuando pierde la referencia al fin deservir al proyecto integrado de la creación y de la humanización soli-daria, se convierte en una maquinaria sin freno. Solo hace referen-cia a su gran fuerza interna, sin más fin que el de alimentar la carre-ra desenfrenada hacia la ganancia, la explotación y el dominio.

Comprometiéndonos en vivir la opción de la pobreza evangé-lica estamos particularmente llamados a la solidaridad con losque son excluidos de los bienes que Dios ha creado paratodos. Escuchar el clamor y la protesta de los pobres debe con-ducirnos a revisar nuestro modo de vida y a participar en la bús-queda de toda la sociedad humana para erradicar la pobreza. Senos urge a ofrecer a todos condiciones de vida dignas, y asegurarun equilibrado sentido del respeto a la creación que permita lavida de las futuras generaciones.

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2 Véase sobre todo Deus caritas est, 26-29 y Caritas in veritate, 34 ss.

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Estamos convencidos de que este fin no puede alcanzarse solocon maniobras tecnológicas y económicas, sino que empiezacon el cambio del corazón, que establece nuevas relacionesentre las personas. Sentimos la necesidad de purificar nuestrasposturas mediante la libertad del corazón, el estilo de vida sobrio,la coparticipación de los bienes y la solidaridad con los máspobres. Queremos eliminar la injusticia de esta sociedad, asumirun estilo de vida que pueda ser profecía del Reino de Dios.

1.2. Fieles a nuestras raíces carismáticas

Siguiendo las huellas de nuestro Fundador descubrimos que lasensibilidad a las consecuencias sociales de la actividad económica esuna dimensión estructurante de nuestra vocación en laIglesia. Atraído y modelado por el corazón de Cristo, expresión delinmenso amor de Dios por el hombre, el P. Dehon desarrolla unaprofunda comunión con el Señor que se une a una aguda sensibili-dad por el compromiso social. En él, estos dos aspectos están intrín-secamente unidos. Por esto debió soportar críticas y acusaciones porparte de muchos, incluso dentro de la Congregación misma, porqueconsideraban su actividad social como una traición a la dimensiónespecialmente mística y contemplativa que, tradicionalmente, habíacaracterizado la espiritualidad del Sagrado Corazón. Para el P. Dehon“es necesario que el culto del Corazón de Jesús comience en la vidamística de las almas para después descender y penetrar en la vidasocial de los pueblos”3. El amor contemplado y vivido en el Corazónde Jesús se hace ver naturalmente en una fuerza que recrea la per-sona, pero también el conjunto de sus relaciones, como energía detransformación social: “La caridad de Cristo debería expandirsecomo una energía nueva capaz de renovar la sociedad”4.

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3 “Il faut que le culte du Sacré-Cœur commence dans la vie mystique des âmes,descende et pénètre dans la vie sociale des peuples” (Œuvres sociales, vol I, p, 3).

4 “La charité du Christ devait se répandre avec une puissance nouvelle, capable derenouveler la société” (La démocratie et le Sacré-Cœur, Œuvres sociales, vol I, p. 30).

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Esta profunda y fecunda relación entre espirituali-dad y compromiso social es una constante en la vida y misióndel P. Dehon. La encontramos en las obras directamente dirigidasa los más necesitados y a las víctimas del sistema económico explo-tador en los comienzos de la industrialización. Tenemos señalesconcretas de su participación activa en el movimiento de transfor-mación de las mentalidades y estructuras políticas y económicasque están en la base de estos problemas. El Colegio San Juan y elOratorio para la formación y acogida de jóvenes, las numerosaspublicaciones periódicas y escritos sociales, la difusión de las encí-clicas sociales, la participación en los Congresos y movimientospolítico-sociales de su tiempo son testimonios claros de las conse-cuencias sociales y políticas que el Fundador sacaba de la profun-da contemplación del amor del Corazón de Cristo. En la lógica uni-taria del camino del corazón no es posible separar lo sagrado de loprofano, lo espiritual de lo material. Nuestra fe en Dios y la trans-formación obrada por el Espíritu en nosotros están llamadas apenetrar todos los aspectos de la vida personal y social. La econo-mía humana no puede estar separada de la economía de Dios.

A la luz de esta impregnación del amor, simbolizado en elCorazón de Cristo, estamos llamados a reflexionar en nuestra rela-ción con los bienes, tanto en el ámbito interno de nuestras comu-nidades como en el de la Congregación. Nuestras necesidades, losproyectos económicos y la coparticipación de bienes deben tenermuy presente la situación del mundo en que nos encontramos yorientarse según el proyecto de Dios. Es preciso ponerlos al servi-cio de la construcción de la fraternidad, de la justicia y de la dig-nidad que Él quiere para cada hombre y mujer en esta tierra.

2. No acumuléis tesoros… Un corazón de pobre

2.1. Abiertos al tesoro del amor del Padre

La vida económica de nuestros días, con sus potencialidadesy dificultades, constituye sustancialmente un campo para ser con-

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frontado y discernido desde nuestra fe y compromiso como per-sonas y comunidades. Jesús mismo se confrontó con estarealidad esencial de la vida humana. Conocía la fatiga del traba-jo del carpintero, del sembrador y de las mujeres en la casa; eldrama de perder una moneda valiosa o una oveja y la alegría deencontrarlas; la esperanza y la satisfacción por una buena cosechay la neurótica y vana sed por acumular riquezas; el buen trabajode los administradores honestos y la corrupción de la administra-ción y los encargados de recoger los impuestos; el don genuino dela viuda con su monedita y la venalidad blasfema de los que usanlas cosas santas para enriquecerse; el don generoso de los panes ypeces de un muchacho y la insensibilidad del rico ante el hambredel mendigo que llama a su puerta; la preocupación de poderencontrar alimento para la muchedumbre que lo sigue y la con-fianza incondicional en la bondad providente del Padre que da decomer a las aves del cielo… Sobre todas estas cosas él tiene unamirada crítica y libre, fruto de su íntima comunión con el Padre ySeñor del universo, así como de su propuesta de un nuevo ordende relaciones entre los hombres de esta tierra.

Jesús no tiene un discurso específicamente dedicado a la eco-nomía, pero ve siempre los bienes de este mundo en su rela-ción con las personas y el proyecto del Padre. De hecho,éste es el primer cambio de perspectiva que se nos sugiere: la acti-vidad económica no es un fin en sí misma. Debe ser reconducidaa su fin original de servicio a las personas, según el proyectocreador de Dios. Los relatos de la multiplicación de los panes cla-rifican esta doble referencia en los gestos de Jesús. Toma el pan,bendice a Dios alzando los ojos al cielo, y después lo distribuye alos comensales (cf. Mt 14,19). Alzar los ojos al cielo y bendecirmanifiestan el reconocimiento gozoso de que el pan es un don deDios puesto en nuestras manos. Más aún, representa la gratitudconsciente por el amor del Padre y Creador que provee de ali-mento a todas sus criaturas. Partiendo de esta mirada sobre labondad providente de Dios, la distribución del pan aparece comolo natural y coherente con su origen y finalidad. El que comparte

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no aparece como dueño del pan, sino como quien está al serviciode Dios y provee a cada uno con los bienes creados por Él parabien de todos. Estos gestos contienen el principio de la revoluciónsocial del Evangelio. El uso de esta misma formulación en los rela-tos de la Eucaristía viene a decirnos que el compartir fraterno delos bienes es la expresión elemental de la actitud global de la vida.

A la luz de todo esto se entiende la proclamación de la bien-aventuranza de los pobres a partir de su espíritu, que dael tono y, en cierto modo, contiene el discurso de la montaña (Mt5,1 ss). Con ella, Jesús no nos ofrece una visión escéptica acerca delos bienes creados por Dios. No se trata tampoco de un consejo deresignación para los pobres o de una rencorosa victoria sobre losricos. Sino que proclama felices a aquellos que conscientemente(desde su espíritu/corazón) han entendido y aceptado en su vida elpoder y el amor del Padre del cielo. Él está en el origen no solo delos bienes necesarios de esta tierra sino de todos los bienes esen-ciales para la plenitud de vida y felicidad de sus hijos e hijas.

Una perspectiva evangélica sobre el mundo económico en elámbito personal, familiar, comunitario o social no puede prescin-dir de esta mirada sobre la totalidad y trascendencia del proyectode Dios para cada persona y para toda la humanidad. Conocemosla alternativa al proyecto de bienaventuranza de los pobreshijos/hijas de Dios. Sin la presencia del verdadero Señordel universo otros señores se presentan, pero no tienen lafuerza, la sabiduría y la bondad de su poder. Sintiendo el peso dela propia limitación, buscan apropiarse de los bienes del mundopara acceder a un poder ilusorio que no poseen. A su imagen, pro-ponen la bienaventuranza del poseer, gozar y dominar. En susmanos, los bienes y riquezas de este mundo, además de no dar lafelicidad que las personas esperan en sus corazones, frecuente-mente se convierten en motivo de altercados y violencia. Son uti-lizados como medios de corrupción, ostentación y fuerza, des-viándolos de su finalidad fundamental de promover una vidadigna de las personas y destruyendo el equilibrio ecológico quepermite la vida en nuestro planeta.

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Dentro de cada uno de nosotros se encuentra el instinto deposeer-dominar y el germen de la experiencia de hijo deDios. Como todos los seres vivos, también sentimos el impulsonatural por la supervivencia y la continuidad de la especie. Comoseres racionales, dotados de inmensas posibilidades científicas ytécnicas, cada vez nos damos mayor cuenta de nuestras capacidadesformidables de desarrollo y de destrucción. Conocemos, además, laenorme responsabilidad de usarlas para evitar la catástrofe y ase-gurar un futuro para todos. En esta humanidad se inserta la bien-aventuranza de los pobres, promovidos a ser hijos de Dios en elEspíritu. Abriendo los horizontes del destino humano a la omnipo-tencia y al amor eterno de Dios, la existencia humana y los mediosque la hacen posible aparecen redimensionados y revalorizados.

La experiencia de esta bienaventuranza filial no es connatural anuestro ser humano: es don del Espíritu. Por esto tenemos necesidadde un camino de educación del corazón a la luz del Corazón deCristo. Los que lo siguen son capaces de usar con alegría y agradeci-miento los bienes de Dios sin llegar a ser sus esclavos; de conside-rarse administradores del Creador para que todos puedan benefi-ciarse de sus dones; de no perderse nunca entre las migas defelicidad encontradas a lo largo del camino, sino de utilizar todos losmedios a disposición para gozar, con los hermanos y hermanas, dela casa que el Padre, en su amor, ha preparado para ellos.

Jesús mismo ha vivido esta relación libre, humana y feliz conlos bienes de la creación y la ha propuesto a cuantos se adhierena su Evangelio, según la condición de vida de cada uno. Dentro dela Iglesia, la vida consagrada se empeña en acoger estallamada como signo profético del mundo nuevo en el Espíritu.Lo vive como base de las nuevas relaciones de solidaridad y copar-ticipación entre las personas, como participación en el proyectocreador y providente de Dios y testimonio de la prioridad de suReino, que incluye todos los demás bienes. La vida consagradapretende vivir y testimoniar la libertad, la alegría y la solidaridadfraterna con respecto a los bienes de este mundo tal como Jesúsmismo las propone con su palabra y ejemplo.

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2.2. Llamados a la libertad y a la alegríade un corazón solidario

La bienaventuranza de los pobres/hijos de Dios es manan-tial de una gran libertad y alegría existenciales. Todos losque se proponen seguir a Cristo están llamados a recibirlo comoun don y a desarrollarlo según la propia condición de vida, tantoen el ámbito de una familia como en el de una comunidad religio-sa o en cualquier servicio a los demás. Esta gozosa libertad va cre-ciendo en la medida en que se es capaz de despojarse de sí mismo,de la dependencia de los bienes y del poder, renunciando a símismo hasta el don de la propia vida. Presentándose a los quepedían seguirlo como alguien que “que no tiene donde reclinar lacabeza” (Lc 9,58), Jesús se convierte en el modelo y el camino deesta emancipación de los hijos/hijas de Dios. Este anonadamien-to no causa vacío existencial, anulación de la persona o apaga-miento de la energía creativa del deseo. Sino que crea el espacioen el que se vive una pasión nueva, una vida a la sombra de lamano del Padre. Engendra un nuevo proyecto que absorbe todaslas energías y recursos: el Reino de Dios.

En la vida consagrada estamos llamados a vivir de unmodo especial esta invitación a la alegría y a la liber-tad. No se trata, por tanto, del modo de ser ligero y despreocu-pado de quien tiene asegurado un techo y una cama, una vidacómoda y tranquila, indiferente a las necesidades de los demás.Semejante vida nos llevaría solo al aburrimiento perezoso y esté-ril, a una negación del proyecto evangélico. Los frutos de la pobre-za evangélica, en cambio, nacen en el terreno de una vida sencilla,según el ambiente en que se vive; en la liberación personal ycomunitaria de lo que no es necesario para la vida y la misión; enel renunciar a los privilegios que derivan de los bienes y del poder;en el desapego en relación a proyectos, carreras, instrumentos,lugares y personas, que nos permite ir allí donde nos llaman lasurgencias del Reino. Este desapego necesario permite liberarmedios, tiempos y energías para consagrarlos a la escucha de

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Dios, a la humanización de las relaciones a nuestro alrededor, a lacolaboración activa en la construcción de un mundo nuevo segúnel proyecto del Evangelio.

Como iluminación de este camino podemos referirnos a dosfiguras típicas muy conocidas. Una es, negativamente, el jovenrico del Evangelio (cf. Mc 10,17 ss), imagen de una persona seria,que tenía un sueño y aspiraba a una vida mejor. Se aleja triste por-que no se sentía en condiciones de abandonar sus riquezas.Positivamente, continúa hablando a la Iglesia la elección radical deFrancisco de Asís. Teniendo que elegir entre la herencia del patri-monio familiar y la llamada a la pobreza de Cristo, se despojapúblicamente. Entrega sus vestiduras a su padre diciendo: “Ahorapuedo decir en verdad: ‘¡Padre nuestro, que estás en el cielo!’”.

2.3. Administradores diligentes de los dones de Dios

Según la lógica de las bienaventuranzas la libertad con res-pecto a los bienes está al servicio de la coparticipación,así como el espíritu de hijos engendra la fraternidad. Por esto, elcamino de la pobreza evangélica no produce miseria, sino más bienabundancia, comunión, paz y verdadero desarrollo. Normalmente,las luchas por el control de los bienes engendran tensiones, violen-cia y destrucción. Desencadenan el instinto de posesión personal ode grupo y acaban creando nuevas clases de ricos y de excluidos. Larevolución del Evangelio, en cambio, pretende multiplicar el pan apartir del cambio del corazón que conduce a la coparticipacióngenerosa, a la transformación de las estructuras que provocan laexclusión y a la creación de comunidades solidarias.

A la luz de todo esto se entiende que la opción por la pobrezaevangélica en la vida consagrada no dispensa a ninguno del deberde contribuir, según las propias posibilidades, a las exigen-cias de la comunidad y de cuantos tienen necesidad. Dios espera quecada uno, como buen administrador, desarrolle sus propias posibi-lidades y haga fructificar lo que ha recibido, no considerando losbienes como algo exclusivamente suyo. Se presenta como Señor que

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se alegra por la creatividad e iniciativa de sus siervos. No puede,pues, apoyar a quienes por miedo, egoísmo o pereza esconden yhacen estériles los dones que han recibido para hacerlos fructificar(cf. Lc 19,12 ss). En este camino, más que la cantidad de bienes, cuen-ta la actitud ante la vida. La solución para el hambre de una multi-tud hambrienta comienza con el pequeño, pero generoso y total, donde un muchacho (Jn 6,9); y la monedilla insignificante de la pobreviuda –que representa todos sus medios de vida– vale mucho másque la ostentosa contribución de muchos ricos (Mc 12,41 ss).

Estas figuras evangélicas ilustran bien la libertad generosa yfraterna ante los bienes. Caracterizan una existencia totalmenteconsagrada a Dios para el servicio a los demás, en todas las etapasde la vida. Nuestros hermanos ancianos están llamados a vivirplenamente la propia donación, aun cuando la falta de energíaspueda impedirles la participación en todas las dimensiones de lasactividades comunitarias. No son un peso que hay que soportar,sino expresión viva de la entrega total al Reino, que nos lleva aconsumirnos por amor a Cristo a los hermanos. Éste es el tesoromás grande que podemos ofrecer. Ellos (los mayores) continúancontribuyendo a la vida y a la misión de los hermanos con la fide-lidad, con la oración y, frecuentemente, con cuanto reciben de suspensiones y servicios y que, generosamente, ponen a disposiciónde todos, para que no falten a la comunidad y al mundo, el pan, laalegría, la justicia y la paz.

3. Tenían todo en común…la coparticipación de los bienes en comunidad

3.1. Prestos a pasar del yo al nosotros y del mío al vuestro

Inspirada en la vida del Señor Jesús, la coparticipación debienes en la Congregación toma como modelo las primerascomunidades cristianas. Según los testimonios de los Hechosde los Apóstoles, éstas tenían un solo corazón y un alma sola, que

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se manifestaba también en el poseer los bienes en común.Obraban de tal modo que no había pobres entre ellos y creabanuna relación de comunión y solidariedad que hacía creíble elEvangelio anunciado por los Apóstoles (cf. Hch 4,32 ss).

Poner todo a disposición de la comunidad nace de laconciencia de haberlo recibido todo de Dios, mediante el propiotrabajo o la donación generosa de otros hermanos y hermanas.Esta actitud fundamental crea un nuevo sentido de comunióndonde cada uno se confía en las manos de los hermanos y almismo tiempo cuida de ellos. De este modo, los bienes, así comoel tiempo, las capacidades y el proyecto de vida no son solo míos,sino que se convierten en nuestros. Evidentemente, una relaciónasí solo se entiende con un espíritu de confianza y de entendi-miento sobre los valores comunes. Proviene del sentirnos unidoscomo discípulos en el seguimiento del Señor Jesús. Sin esta libe-ración de los bienes y sin su coparticipación no tiene ningún sen-tido hablar de vida religiosa y comunidad fraterna.

Por esta razón se comprende la gravedad del engaño en lagestión de los bienes en la comunidad, que el libro de Hechoshace bien explícita en la historia de Ananías y Safira (cf. Hch 5,1 ss).No se trata sólo de fraude o de aprovecharse económicamente condaño para los hermanos, sino de traicionar la confianza, de la faltade honestidad y verdad fundamentales, de un atentado que destru-ye las raíces de la comunión; es la negación radical de la opciónevangélica manifestada en la profesión religiosa.

Los principios fundamentales de la coparticipaciónde bienes entre nosotros son muy sencillos. Se fundamentan enla libertad, la alegría y la solidaridad que provienen de un corazónagradecido a Dios por sus dones y abierto a los hermanos paraconstruir un estilo nuevo de relaciones, inspiradas en el segui-miento de Cristo.

Para cada uno de nosotros, esto se manifiesta concreta-mente en:

• mantener un estilo de vida simple y sobrio, señal de liber-tad, generosidad y solidaridad, a ejemplo de Cristo;

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• entregar efectivamente a la comunidad todo cuanto posee-mos, ganamos o se nos regala, con sinceridad, trasparenciay fraternidad;

• depender de la comunidad en todo lo necesario para la pro-pia vida y misión, teniendo en cuenta el ambiente en que sevive y el trabajo que se desarrolla;

• colaborar activamente, según la propia condición y función,en la consecución y gestión de los bienes que pertenecen atodos.

La caja común no es, por tanto, una opción posible paraalgunas Entidades o para los más generosos entre nosotros, sinouna de las bases esenciales de la vida religiosa en nuestroInstituto. En ella no se deposita solo una parte de lo que posee-mos o recibimos, sino absolutamente todo, con honestidad y contransparencia. De la caja común recibimos cuanto se necesitapara las necesidades de cada uno y las exigencias del propioministerio, buscando observar un estilo de vida sencillo y libre.En ella se incluyen los proyectos promovidos por la comunidad,aunque sean financiados por otros, de tal modo que la dimensióncomunitaria esté siempre presente en el modo de proyectar y rea-lizar la misión.

La Caja común se realiza en distintos ámbitos de la vidade la Congregación:

• Tiene su primera y fundamental realización en cada comu-nidad local. Es donde tiene lugar la efectiva coparticipaciónde bienes entre los hermanos y la participación de todos enlas decisiones, bajo la dirección del Superior y la gestión delEcónomo.

• Se manifiesta, también, entre las diferentes comunidadesde cada Entidad, para hacer posible la comunión y el pro-yecto apostólico común. Aun respetando la gestión localdentro de los límites de las normas establecidas, los bienesde las comunidades deben considerarse conjuntamente,bajo el Superior de la Entidad, de modo que no sobre aunos lo que falta a los demás.

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• La solidaridad de esta coparticipación se abre, además, atoda la Congregación, como expresión de la comunión quenos une, más allá de las nacionalidades y las culturas, comoparticipación en la misión común universal y como sensibi-lidad hacia los más necesitados de la humanidad.

Las Normas para la administración de los bienes(NAB) pretenden especificar estos principios y orientarnos a cadauno de nosotros y a nuestras comunidades en el camino de lacoparticipación de bienes, teniendo en cuenta el contexto cada vezmás complejo de la vida económica de nuestro tiempo. Conocerlasy observarlas constituye un deber para todos. Establecen basesimportantes para la justicia, la solidaridad y la comunión entrenosotros. Quieren evitar desviaciones y daños y hacer más eficien-te y transparente la caridad que debe presidir todos estos procesos.

3.2. Corresponsables en la búsqueda y gestión de los bienes

En la lógica de la creación, del don de Cristo y de nuestra con-sagración, la cuestión de los bienes y las actividades económicasnunca es un asunto privado, sino que siempre tiene unadimensión relacional que implica a otras personas. Por eso, tam-poco la gestión de los bienes puestos en común es un hecho per-sonal, sino que debe implicar a la comunidad entera, sea en labúsqueda de recursos, sea en el discernimiento y en las decisionesque se han de tomar en la gestión.

Esta corresponsabilidad se manifiesta de diferentesmodos:

• en el esfuerzo consciente de cada uno por buscar los recur-sos necesarios y por usar responsablemente los medios adisposición de todos;

• en la correcta presentación a la comunidad del balance degastos e ingresos;

• en la participación de toda la comunidad en el discerni-miento y la programación económica, según el grado deintegración y responsabilidad de cada uno;

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• en el oficio de los consejeros locales y los de las Entidades,además de las Comisiones económicas, que deben sersiempre escuchados antes de tomar decisiones en el campoeconómico.

En el discernimiento en el campo económico, todosdeben tener en cuenta no solo las condiciones financieras de lapropia comunidad o Entidad, sino también cuanto se puede hacercon los recursos disponibles. A nivel personal y comunitario, espreciso tener siempre presente un estilo de vida sencillo queacompañe nuestra elección evangélica, para responder a la misiónde toda la Congregación. Tenemos que escuchar el grito de lospobres, estén cercanos o lejanos.

3.3. Administradores atentos de los bienes de la Comunidad

En la Congregación, la administración de los bienesestá confiada a los Ecónomos, bajo la guía de losSuperiores. Pero no son ellos los dueños de los bienes, sino queadministran lo que pertenece a toda la comunidad o Entidad. Poreso, éstas deben ser siempre escuchadas en sus órganos compe-tentes en vista a las orientaciones respecto a la vida ordinaria y alas decisiones extraordinarias. La fraterna complementariedad delos oficios de Ecónomo y Superior, en el respeto de las funcionesde cada uno y de la voz de toda la comunidad, es fundamentalpara la armonía y fidelidad solidaria de todos los hermanos.

El Ecónomo se ocupa de la gestión de la vida económica dela comunidad, Entidad o Congregación, según nuestras finalida-des o normas. Mantiene con exactitud y transparencia la contabi-lidad, presentando el estado de cuentas y presupuestos. A él se leconfía la administración directa de los recursos. No obstante, deberecordar que, para las orientaciones y decisiones, depende delSuperior, quien a su vez debe consultar o pedir el consentimientode su consejo. Particularmente, en el servicio del Ecónomo semanifiesta la imagen del hermano atento y diligente, que admi-nistra los bienes de Dios, Padre Providente para con todos, de

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modo que a ninguno le falte lo necesario. El suyo no es un servi-cio secundario, sino un elemento esencial para la vida y la misiónde toda comunidad. Además de proveer lo necesario para la vidade los cohermanos, debe ayudarles a vivir el espíritu de sobriedad,coparticipación y solidaridad, que caracteriza nuestra relación conlas realidades económicas.

En estos tiempos, las cuestiones de naturaleza económica exi-gen cada vez más competencia y preparación específica. Seestá haciendo un gran esfuerzo para preparar personas para esteservicio. El curso previsto para el año 2012 es un ejemplo de ello.Somos conscientes de la necesidad de intensificar este proceso deespecialización de nuestros hermanos, tanto en el ámbito de lasEntidades como en el de la Congregación. Paralelamente, se sien-te la necesidad de recurrir a la colaboración de profesionales eneste campo, sobre todo cuando se trata de administrar institucio-nes dependientes de nosotros o de responder a las normas espe-cíficas de cada país.

El desafío de la formación, que hemos asumido comouna de las grandes prioridades de la Congregación, tiene uncampo peculiar en el sector económico y debe tomarse muy enserio en cada una de nuestras Entidades. Comprende la adquisi-ción de capacidades técnicas específicas y también una profundi-zación humana, social y espiritual. Este esfuerzo formativo puedeayudarnos a entender los problemas de nuestro tiempo y a vivir,a nivel individual y comunitario, la libertad, la solidaridad y lacomunión como consecuencia del voto de pobreza.

A modo de conclusión

Acercándonos a la fiesta del Sagrado Corazón, queremosaprender de Él, de modo particular, el amor que se ha hecho soli-daridad con la humanidad, ofreciendo toda su vida a los hombres,como signo del amor del Padre: “Él, siendo rico, se ha hecho pobrepor vosotros, para enriqueceros con su pobreza” (2 Cor 8,9).

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De Él aprendemos un estilo de vida sencillo y libre, fruto dela confianza en la generosidad y en la bondad del Padre del Cielo,que crea en nosotros comunión y fraternidad.

Transformados por el Espíritu, ponemos en comunión losdones de Dios para proveer a la vida y a la misión de nuestros her-manos y poder abrir el corazón a los necesitados.

Siguiéndolo, somos activamente solidarios con los que buscanreparar la injusticia y la explotación de los más débiles, multipli-car el pan para los hambrientos y promover un desarrollo armó-nico que preserve para las generaciones futuras la obra maravillo-sa de Dios Creador.

¡Os deseamos una buena fiesta del Corazón de Jesús!

P. José Ornelas Carvalho, scj,Superior General, y su Consejo

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CARTAS DEL SUPERIOR GENERAL EN 2011

DEL 10 DE DICIEMBRE,

PARA LAS FIESTAS NAVIDEÑAS

NAVIDAD, FIESTA PARA TODOS

Prot. N. 224/2011

Roma, 10 de diciembre de 2011

A los Superiores de las Entidades SCJ

“Me formaste un cuerpo... Entonces yo dije:He aquí que vengo para hacer, oh Dios, tu voluntad”

(Heb 10,5-7, passim)

Con la Navidad, el plan de salvación de Dios en la historia nosmuestra una inaudita novedad. Dios no se limita sólo a bende-

cir, desde fuera, otra etapa del tiempo, sino que se presenta en per-sona en medio de las calles de nuestro mundo. De ahora en adelan-te Dios hará historia con nosotros: “Aquí estoy, yo vengo”, y vienepara todos, ricos y pobres. Viene para nosotros, viene en el contex-to histórico, cultural y en este momento concreto de la vida de cadauno de nosotros.

Navidad es un tiempo para relatar nuestra vida con todo deta-lle, tal como es, hecha de acontecimientos importantes y otros tri-viales, de dolores y fatigas, de sufrimientos y desilusiones, pero

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también de experiencias alegres derivadas de las uniones y losencuentros que la existencia nos ofrece y que reconocemos comoregalos de la mano de Dios. Con actitud de gratitud queremos rele-er algunas iniciativas y experiencias vividas en el año que termina.

La Navidad es la fiesta de la Encarnación, manifestación porexcelencia de la dignidad de la pequeñez humana, hecha solidari-dad y don, imagen perfecta de nuestra pobreza asumida comosigno de adhesión al Reino de Dios sobre esta tierra. En esta línea,el tema de la carta por la fiesta del Sagrado Corazón, “Libres ysolidarios en la gestión de los bienes”, nos ha ayudado aentender que Dios nos regala los bienes necesarios para la vida yla misión. La economía es una dimensión fundamental en nuestravida. No la podemos ignorar o afrontar superficialmente. El pro-pio Jesús se ha enfrentado con esta realidad, siempre ha visto losbienes de este mundo en relación con las personas y el proyectodel Padre.

La encarnación del Hijo de Dios en la cotidianidad y en elproceso de crecimiento y maduración de cada persona es una invi-tación a acoger con responsabilidad los procesos formativos denuestra vida. El curso para los formadores, organizado en elaño 2010-2011 en el Colegio Internacional de Roma, dio a ungrupo de nuestros cohermanos la posibilidad de vivir un caminode maduración del corazón a la luz del Corazón de Cristo, para ser,dentro de las realidades formativas, personas capaces de prepararcorazones solidarios. El curso para los ecónomos, que estáiniciándose también en el Colegio Internacional de Roma, se pro-pone alcanzar los mismos objetivos. La mayor parte de los parti-cipantes son jóvenes. Los jóvenes, como los magos de Oriente,miran al cielo, buscan la felicidad, sueñan con una estrella, expre-san un deseo y con su camino construyen el futuro. Las convoca-torias dirigidas a nuestros jóvenes, incluidos los días de la JMJde Madrid, nos permiten recuperar una vida contemplada desdela lógica de la gratuidad. Todos buscamos el sentido de la vida ydescubrimos que la humanidad, con su pobreza, espera a Aquelque viene a visitarnos de lo alto.

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En este horizonte recordamos dos encuentros que han carac-terizado amplias áreas de nuestra presencia: las Conferenciasde Asia y Europa, celebradas al final de las respectivas visitashechas por el Gobierno General a aquellos continentes. Mundoslejanos entre sí, profundamente diferentes, rico en perspectivasuno, cargado de memoria y de historia el otro, pero ambos llenosde desafíos y signos de pobreza que no pueden ser pospuestos. LaPalabra que se ha hecho carne nos señala el camino del encuentroy el diálogo para la construcción de la familia de Dios. ParaEuropa, el tema de la secularización se ha mostrado como el resul-tado de un proceso en el que la comunidad cristiana gradualmen-te ha perdido la capacidad de dialogar con muchos contemporá-neos nuestros que han acabado olvidando la referencia a Dios. Lacosa más urgente es que aprendamos a escuchar lo humano queaspira a Dios, aunque no siempre sea consciente de ello, aprendera escucharnos recíprocamente como dehonianos en Europa paraabrir caminos de solidaridad que orientan hacia un camino decolaboración entre las Entidades. Nuestras pobrezas se conviertenen oportunidad para ampliar los espacios de encuentro y deayuda. En este sentido nos ayuda pensar, junto a nuestros coher-manos de Asia, en el valor del diálogo con las otras religiones, conlas culturas, con los pobres. En su Conferencia ellos han expresa-do esta necesidad y empeño con la expresión “triple diálogo”.

Con la Navidad cada realidad parece hablar de renovación.También nuestra Congregación vive este desafío. Se han nombra-do nuevos Consejos en las Entidades, y queremos acordar-nos de todos con profunda estima y gratitud. Pero no puede pasarinadvertida la orientación profundamente nueva de la provinciade Camerún y del distrito de la India. Los Consejos de ambasEntidades están compuestos por cohermanos que han crecido ymadurado en esos mismos lugares. El misterio de la Encarnación,por el que Dios asume en su Hijo la carne humana para hacernospartícipes de su vida, también se manifiesta en estos cambios que,desde una mirada superficial, podrían parecer sólo cuestionesorganizativas.

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La Navidad no es sólo vitalidad y novedad, es también refle-xión e interioridad. Algunos Comités, en particular el de losLaicos Dehonianos, reunido en Roma en octubre pasado, y elgrupo de Justicia, Paz y Reconciliación, reunido en Madrid,han trabajado con este espíritu. Este año también se ha puesto enmarcha una iniciativa para atender a nuestros cohermanosancianos con un comité que busca las formas adecuadas deacompañar el envejecimiento de personas y comunidades, inicia-do ya en varias Provincias de la Congregación. La edad obliga aabandonar algunas actividades, pero se abren posibilidades demayor donación y reflexión. Los ancianos son nuestros hermanosmayores que, en Navidad, junto a Jesús que viene entre nosotros,regalan el clima de familia a nuestras comunidades y nos enraízanen nuestra historia en la que el Señor siempre ha estado presen-te como pastor atento.

Hay otra señal que se hace novedad y regalo en esta Navidady año nuevo: es la VIII Conferencia General, que tendrá lugaren Neustadt del 16 al 21 de julio de 2012, y que se centrará en eltema: “Educar” como dehonianos a las jóvenes genera-ciones. Estamos invitados a tomar conciencia de que a nuestramisión apostólica se le confía la tarea de acompañar a los másjóvenes en su maduración en la vida de fe. En la misma línea deacción se inserta la revisión de la Ratio FormationisGeneralis, en la que se está trabajando. Éste no es un ejerciciomás para producir un nuevo documento que confiar a los exper-tos en este campo, sino una ocasión para dar identidad a la for-mación del religioso dehoniano de nuestro tiempo.

Queremos también compartir con vosotros la satisfacción quehemos encontrado en la semana de ejercicios espirituales que,como Curia General, hemos hecho. Reflexionando y meditandosobre algunos temas importantes de nuestra espiritualidad, con lacontribución de cada uno de nosotros, hemos recibido el valor y lafuerza que esos temas tienen, orientados al servicio que, comoAdministración General, estamos llamados a prestar a la

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Congregación y al mundo. En la diversidad de las propuestas y lascompetencias hemos captado una vez más el valor que cada unotiene para el otro. Todos juntos nos hemos puesto en búsquedapara dar vida nueva a cosas vividas desde hace tiempo, sin miedoa mostrar nuestra fe, aunque sea pobre.

Dentro de estos mismos temas, dan los primeros pasos losjóvenes que han iniciado su camino dentro de nuestraCongregación con su primera profesión. Por esto damos gra-cias al Señor que continúa llamando y regalándonos incorporacio-nes importantes, para que el carisma del P. Dehon siga donándosea este nuestro tiempo. En la misma línea los cohermanos falle-cidos durante este año los viven en la paz del Dios y, estamosseguros, nos ayudarán en la fidelidad al don recibido.

En Navidad, con su Ecce venio, Jesús ha entrelazado la vidade Dios con la nuestra. Gracias a esta acción, los hechos, las acti-vidades y los programas que marcan la existencia de laCongregación, de cada miembro y de cada persona se conviertenen lugares de encuentro con el Señor de la Historia. Deseamospara todos vosotros que podáis captar la presencia de Dios en lacotidianidad, una presencia tan íntima que os haga decir como elP. Dehon con las palabras de san Pablo: “Esta vida en la carne, yola vivo en la fe del Hijo de Dios, que me amó y se entregó por mí”(Gál 2,20). Que esta comunión con Aquél que ha asumido lapobreza y la fragilidad de nuestra condición nos haga crecer en lalibertad y en la solidaridad, y la Navidad sea ocasión de gratitud yde renovación del don de nosotros mismos para todos.

Feliz Navidad de 2011.

P. José Ornelas Carvalho, scj,Superior General, y su Consejo

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LA SALVACIÓN CRISTIANA, DON DE LO ALTO

DIVAGACIONES ACERCA DE LA CONCIENCIA

Y DE LA PASTORAL SOCIAL

P. Aimone Gelardi, scj

Por si tuviesen que buscarlo, recuerden que su número de inven-tario en los Archives dehoniennes del Centro General de

Estudios de Roma, es el 13.53 correspondiente a la Boite nº 3. No, nose trata de un tomo de moral social o fundamental, aun cuando lamateria sobre la que versa remite a ambos ámbitos de la teologíamoral. No es un volumen, ni tampoco un opúsculo: es solamente unaoctavilla, y en los Archives figura solo una fotocopia del original.

La grafía es, con seguridad, del P. Dehon, pero no sabemos nadade la paternidad de esa octavilla. Con todo, este escrito de poco másde tres líneas se encontraba entre “sus cosas” y si, como nos inclina-mos a creer, es algo que él simplemente ha leído y transcrito, no obs-tante debe haber sintonizado con su pensamiento, que se ha apro-piado de alguna manera, puesto que la ha conservado. Nadie copiaun pensamiento con el que se encuentra al leer un libro, si no es paraél interesante, merecedor de recuerdo, de mantenerlo a mano.

Es posible que tan solo un consultor del Índice de aquellaépoca hubiera podido copiar un pensamiento cuyo contenido nocompartía, quizá para reparar en el autor y preparar un votum quesometer al “iluminado” parecer de los “eminentísimos Padres”antes de despedirse de ellos con el beso a la sagrada púrpura y laforma de adiós precedida del “devotísimo y humildísimo siervo”,como leemos en los vota del P. Dehon, informatizados en elCentro de Estudios durante los primeros meses del año 2011.

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Es verdad que el P. Dehon fue también consultor del Índice.Cuando se leen sus vota a un siglo de distancia, quedamos grata-mente sorprendidos por el equilibrio, el sentido común y la man-sedumbre de sus valoraciones, así como por la perspicacia de susaportaciones críticas.

Por lo que toca al escrito concreto indicado, se puede descar-tar que sin estar de acuerdo con el contenido, lo haya transcritopara prepararse a rebatirlo en los ámbitos oportunos. En ese caso,habría anotado al menos los datos de la obra en que lo leyó, aun-que fuera de modo elemental –como a veces sucede en sus citas–si hubiese tenido la idea de servirse de él, y en estos casos no siem-pre alude a la paternidad de quien ha formulado un determinadoescrito. Alguno ha hecho notar que ésta era una costumbre de laépoca; pero puede añadirse que no lo era en todos los autores.

Que el P. Dehon se identificase con el meollo de este escritoautoriza a decirlo, sobre todo, como veremos, otro texto –de1919–, en el que sus consideraciones sobre el tema se refieren pre-cisamente a las mismas posturas.

1. Sobre la conciencia

El autor de estas líneas ha tratado de hurgar en sus recuerdosuniversitarios, ha consultado a algún colega y ha utilizado losmedios modernos de investigación para superar la duda sobre siese corto texto era del fundador o solo una apropiación... indebi-da, pues no lo ofrece entre comillas, no lo acompaña de referen-cia bibliográfica alguna ni cita al posible autor.

El Padre lo ha encerrado sencillamente entre guiones, dejan-do a la posteridad la sorpresa y el embarazo en el lector que qui-siera saber más de él. Sorpresa, porque se trata de un dulce ape-titoso, al menos para quien está interesado, estudia, enseña o haenseñado teología moral. Embarazo porque, en su anonimato, lainteresante definición en cuestión habla de un concreto modo,singularmente moderno, de entender la interioridad del hombre ysu vida moral y, por tanto, gustaría saber que fuera suya propia.

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Se trata, como se ha dicho, de una definición, y de una defi-nición sobre la conciencia:

Han transcurrido más de sesenta años entre esa transcripcióndel P. Dehon y la formulación de la definición y de los dinamis-mos propios de la conciencia que ofrece la Constitución pastoralGaudium et Spes del Vaticano II cuando habla de la Dignidad dela conciencia moral (1965):

“En lo más profundo de su conciencia descubre el hombre laexistencia de una ley que él no se dicta a sí mismo, pero a la cual debeobedecer, y cuya voz resuena, cuando es necesario, en los oídos desu corazón, en cuya obediencia consiste la dignidad humana y porla cual será juzgado personalmente. La conciencia es el núcleo mássecreto y el sagrario del hombre, en el que éste se siente a solas conDios, cuya voz resuena en el recinto más íntimo de aquélla. Es laconciencia la que de modo admirable da a conocer esa ley cuyo cum-plimiento consiste en el amor de Dios y del prójimo. La fidelidad aesta conciencia une a los cristianos con los demás hombres para bus-car la verdad y resolver con acierto los numerosos problemas mora-les que se presentan al individuo y a la sociedad. Cuanto mayor esel predomino de la recta conciencia, tanta mayor seguridad tienenlas personas y las sociedades para apartarse del ciego capricho ypara someterse a las normas objetivas de la moralidad (...)”1.

Ha pasado más tiempo aún entre la apropiación de estas indi-caciones conciliares por parte del Catecismo de la Iglesia Católica(1992) y de la enciclica Veritatis Splendor (1993) y el breve escri-to “del” P. Dehon. Éste concedió una preocupada atención a la for-mación de la conciencia, como lo prueba una advertencia queextraemos de la correspondencia con el entonces maestro de novi-

– La conscience est la voix intérieure de la raisonappliquée aux actes de la vie morale.

– La conciencia es la voz interior de la razón aplicada a losactos de la vida moral.

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1 Gaudium et Spes, n. 16.

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cios, el P. André Prévot: “Dé una base sólida a los novicios, noexcesivo misticismo. Los cimientos deben ser colocados antes queel tejado. Sea sencillo, práctico. Respecto a la fe no hay suficien-te formación religiosa. Desde el principio y durante todo el añose habla de la vida de amor... Los novicios salen sin instrucciónreligiosa fundamental. En cuanto a la conciencia, su direc-ción espiritual no es la que debería ser. Está formandoa hipócritas. Es preciso formar la conciencia. Y perdóne-me si le hago sufrir un poco. Viendo el número de los que dejanla Congregación, y tanta vileza, muchos dicen: algo no funcionaen el noviciado.” (B 18. 5/2).

2. Sobre la promoción humana y la salvación

La primera cita (la de Gaudium et Spes incorporada alCatecismo), si la leemos teniendo presente la definición “del” P. Dehon, nos confirma respecto a la modernidad de su aten-ción a este tema. La segunda (la de Veritatis Splendor), com-parando la misma “definición” con el texto de una meditaciónsuya que traeremos a colación más adelante, demuestra la ver-dad de que el Espíritu sopla donde quiere (cf. Jn 3,8) y “cuan-do quiere”. El Espíritu lleva a un obrar que se encuentra con elmundo y lo transforma, si es cierto que no hay que confundir laespiritualidad con el solipsismo espiritual autogratificante, sinoque ha de constituirse alma de un empeño para que el mundocrea (cf. Jn 17,21), los hombres se salven y lleguen al conoci-miento de la verdad (cf. 1 Tim 2,4).

Pensándolo bien, cuando nos comprometemos en la acciónsocial y, coherentemente con la Regla de Vida [RV], lo hacemos y sufrimos todo por el servicio al Evangelio, participando en laobra de la reconciliación para resanar a la humanidad, reunificar-la en el cuerpo de Cristo y consagrarla a Dios (cf. RV 25), identi-ficándonos a nuestra vez como Cristo con los pequeños y lospobres (cf. RV 29); cualquier cosa que hagamos o digamos la

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hacemos y decimos no primariamente como sociólogos, psicólo-gos, terapeutas o profesores, sino como anunciadores de la nove-dad del Evangelio, al servicio de la misión salvífica del Pueblo deDios en el mundo de hoy (RV 28).

Es, ya, la salvación. Otros, mejor que nosotros, saben hacer yhacen política, economía, sociología, terapia, docencia e inclusomúsica. En cambio, nadie mejor que nosotros debería saber anun-ciar la salvación y trabajar por su consecución. Para ello hemossido elegidos y mandados (cf. Jn 15,16). Decir qué sea la “salva-ción cristiana”, qué significa que el Señor nos ha dado, nos da ynos dará la salvación y si ésta será el paraíso en el más allá, o elperdón de los pecados aquí, o la posibilidad de nuevas relacionescon él y entre nosotros: se nos pide esto, esto es lo que se esperasobre todo de nosotros.

Un nuevo recurso a la RV, sin forzarla, pero igualmente sinlecturas reductivas, podría ofrecer alguna cosa que decirnos:Habla de una búsqueda cada vez más fiel de la voluntad del Padresobre nosotros y sobre el mundo; de atención a las llamadas quenos llegan por medio de los acontecimientos pequeños y grandesy en las esperanzas y relaciones humanas; de consciencia delintenso esfuerzo de liberación que atormenta al mundo de hoy; deliberación de cuanto hiere la dignidad del hombre y amenaza susaspiraciones más profundas de verdad, justicia, amor, libertad; detestimonio. Y, todo esto, empeñándonos con nuestro modo de very de obrar en la participación de la construcción de la ciudadterrena y en la edificación del cuerpo de Cristo, conscientes de queel Reino de Dios y su justicia deben ser buscados ante todo y pormedio de todo (cf. RV 35 ss).

La situación de la Iglesia ha cambiado respecto del tiempo delP. Dehon y del Vaticano II. O, a lo mejor, no ha cambiado nada,pero sí el modo con que las cosas se ponen de manifiesto a nuestramanera de ver y en la conciencia de las personas. Como ha escritoEnzo Bianchi, prior de la comunidad de Bose, hoy “el sentido cris-tiano de la palabra “salvación” es cada vez más desconocido”.Pero la demanda de salvación emerge en la necesidad de sentido,

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de liberación de las alienaciones, de la muerte, de las esclavitudesy del mal de cualquier hombre o mujer de nuestro tiempo.2

Lo mismo que en los tiempos del P. Dehon y en los del Concilio,parece que la gente no se pregunte ya explícitamente sobre la sal-vación o, si lo hace, siguiendo también cierta predicación nuestra,no parece que haya comprendido aún que no hay más allá y másacá para la fe y la salvación. O, para decirlo mejor, se cree en el aquí,se ve el allá: aquí la salvación es cuestión de fe y de obras, es decir“sustancia de cosas esperadas” (como dice Dante Alighieri en Ladivina comedia, Paraíso XXIV, 64); allí es cuestión de visión, esmás, de vida. Puede parecer una banalidad, pero es, en cambio, unacosa importante ayudar a comprender que la salvación cristiana noes una cuestión de “geografía” (… aquí, allá), sino de historia. Dehecho, “es acción de Dios en la historia, desde aquel “en el prin-cipio” hasta que la historia misma encuentre su cumplimiento...” (E. Bianchi). En definitiva, es una historia que comienza con lacreación, tropieza con el pecado, ve la promesa de la Redención, laalianza, a Dios que envía a su Hijo a traer una buena noticia, a sal-var a los que estaban perdidos, muriendo en la cruz y que, con el soldeslumbrante de un domingo destinado a permanecer en la histo-ria, resurge venciendo a la muerte; la suya, y la de todos.

Aquello a lo que, hace muchos años, en un congreso de teólo-gos italianos, empujaba al decano, Luigi Sartori, a declarar urgen-te que la teología definiese mejor la “salvación cristiana” y su rela-ción con las preguntas alternativas de “salvación humana”, siguesiendo urgente en las Iglesias de todos los continentes. La gentede todas partes quisiera comprender, tener respuestas. El proble-ma de la salvación reaparece en el momento de la verdad, escon-dido en tres o cuatro deseos difusos: realizarse, ser felices, ver queno se acaba todo en dos metros cuadrados de tierra. Y retornanentre líneas algunas preguntas: ¿Qué sentido tiene la vida? ¿Y...después? ¿Por qué? ¿El bien? ¿El mal? ¿La injusticia? ¿Dios?¿Jesucristo?

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2 Cf. “La Stampa”, 3 de mayo de 2009.

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Con demasiada frecuencia, nuestras respuestas son hasta talpunto sublimes que vuelan muy por encima de las cabezas dequienes preguntan, de modo que puedan entender que hemoshablado con ellos y no con los ángeles; o se quedan en ámbitos osectores en los cuales, si se quiere, tendrían otros recursos a sudisposición con respuestas incluso mejores que las nuestras; obien contienen “demasiado latín” como para que puedan com-prendernos. En otras palabras, nuestro lenguaje ha dejado de serel suyo. De este modo, la gente termina por confundir el don de lasalvación con un vestido que le ponen encima y debe estar atentasolo a no manchar, pues, si no, el Dueño de la casa, que la ha invi-tado a su banquete, la echa fuera, porque en ese banquete el ves-tido de gala no es facultativo...

Y, sin embargo, bastaría recordar al respecto la oración des-pués de la comunión de la solemnidad de la Santísima Trinidad:“Al confesar nuestra fe en la Trinidad santa y eterna y en suUnidad indivisible, concédenos, Señor y Dios nuestro, encontrarla salud del alma y del cuerpo en el sacramento que hemos reci-bido”. O estas pocas líneas de san Pablo: “Mas la prueba de queDios nos ama es que Cristo, siendo nosotros todavía pecadores,murió por nosotros” (Rom 5,8).

De hecho, la salvación es enteramente cuestión de Encarnación,Cruz y Resurrección. Dios ha restablecido la justicia ofreciendo a suHijo para que nos hiciese justos, hijos y herederos de la gloria. Y anosotros, que estábamos muertos por los pecados, nos ha hechorevivir con Cristo. En él hemos sido salvados, también con él esta-mos resucitados y nos ha hecho sentarnos en el cielo. Por esta gra-cia estamos salvados mediante la fe (cf. Ef 2,1 ss).

De este modo, la salvación y la vida se encuentran en el inte-rior de un anuncio que hay que acoger y vivir, un anuncio quecambia la vida. Ya no hay condena para quien cree en Jesús y vivesegún el Evangelio: “Esta es la vida eterna, que te conozcan a ti,el único Dios verdadero, y a tu enviado, Jesucristo” (Jn 17,3):todo ello, por gracia y mediante la fe (cf. Ef 2,8 ss) y las obras dela fe (cf. Sant 2,14.24). Sin exclusiones de ninguna clase, como se

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ve en el relato evangélico de la mujer siro-fenicia (cf. Mc 7,24 ss yMt 15,21 ss), quien, con el ejemplo de las migajas que se echan alos perros, pide participar en los bienes de la salvación mesiánicay es alabada por su gran fe.

Todo otro discurso de liberación y crecimiento humanos, delibertad y justicia se basa, para un cristiano, en esta conciencia. Encuanto a nosotros, la RV recuerda que el compartir los interro-gantes, las búsquedas, las expectativas y las esperanzas, incluso ariesgo de la falta de éxito y de la degradación, en la fe y como ense-ña la Iglesia, pertenece a la venida del Reino prometido por Cristo.El anuncio de esta verdad, antes aún con nuestra vida que connuestra predicación, nos hace solidarios con el hombre y partíci-pes en la construcción de la ciudad terrestre a través de la edifi-cación del Cuerpo de Cristo, con el testimonio eficaz de “que elReino de Dios y su justicia deben buscarse antes que todo y a tra-vés de todo” (RV 38; cf. 36 s; cf. Mt 6,33).

3. Acerca del Espíritu y sus mociones

Cuando, sugestionados por el acontecimiento de Pentecostés,hablamos del Espíritu, nos place insistir en el hecho de que su veni-da señala el comienzo de la Iglesia. Lo confirman la lectura de losPadres y escritores eclesiásticos, el magisterio de la Iglesia y la teo-logía. Si, no obstante, en una especie de “Lectio divina de escrito-rio”, meditásemos sobre el acontemiento de Pentecostés, acogién-donos al himno “Veni, Creator Spiritus –Ven, Espíritu Creador...”–,descubriríamos que el Espíritu obró y obra desde el principio y quepodemos insertarnos en su acción. Aprenderíamos, en efecto, que elEspíritu es, antes que nada, creador. En los primeros versículos delGénesis, en los que por medio de imágenes se habla de la Creacióndel universo, se dice que por encima del caos y de las aguas del abis-mo, aleteaba el Espíritu de Dios.

Por lo tanto, la venida del Espíritu Santo no nos remite solo alorigen de la Iglesia, sino al acontecimiento primordial de la creación:

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“Pentecostés es también una fiesta de la creación. El mundo no exis-te por sí mismo, proviene del Espíritu Creador de Dios, de laPalabra Creadora de Dios. Por eso refleja también la sabiduría deDios. La creación, en su amplitud y en la lógica omnicomprensivade sus leyes, permite vislumbrar algo del Espíritu Creador de Dios.Nos invita al temor reverencial. Precisamente quien, como cristia-no, cree en el Espíritu Creador es consciente de que no podemosusar el mundo y abusar de él y de la materia como si se tratara sim-plemente de un material para nuestro obrar y querer; es conscien-te de que debemos considerar la creación como un don que nos hasido encomendado, no para destruirlo, sino para convertirlo en eljardín de Dios y así también en un jardín del hombre. Frente a lasmúltiples formas de abuso de la tierra que constatamos hoy, escu-chamos casi el gemido de la creación, del que habla san Pablo (cf. Rm 8,22); comenzamos a comprender las palabras del Apóstol,es decir, que la creación espera con impaciencia la revelación de loshijos de Dios, para ser libre y alcanzar su esplendor”.3

Dos efectos produce la presencia del Espíritu en la Iglesia y enlos creyentes: vida y libertad, realidades que se adentran en elcorazón de todo discurso moral y sobre responsabilidad social delhombre y del cristiano. Hemos dicho realidades, y debemos aña-dir que éstas remiten a dos conceptos que, en éste como en cual-quier otro tiempo de la historia, tienen necesidad de purificacióny, por tanto, de compromiso pastoral. De hecho, ésta es la prime-ra forma de evangelización o de “preevangelización” a la que esta-mos llamados los cristianos, la primera forma de compromiso“social” al que, como hombres y como cristianos, nos llama la vozdel Espíritu que resuena en el interior de nuestro corazón. Vida ylibertad son el primer anhelo de toda persona. Lo sabía bienJesús, que dijo: “Yo he venido para que tengan vida y la tenganen abundancia” (Jn 10,10); y dijo también que la libertad se fundaen la verdad: “La verdad os hará libres” (Jn 8,32).

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3 Benedicto XVI, Homilía en la Vigilia de Pentecostés con los nuevos movimien-tos y comunidades. Plaza de San Pedro, 3 de junio de 2006.

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Si, no obstante –y no es cosa especialmente difícil–, queremosverificar qué son vida y libertad en la opinión general y en el estilode vida contemporáneo, percibimos que para la gran mayoría éstasestán frecuentemente muy lejos de lo que entiende el Evangelio, yque la imagen que de ellas tenemos se acerca mucho al pensa-miento que tenía el hijo pródigo de la parábola (cf. Lc 15,11 ss). Lalibertad sería tener todo lo que puede ofrecer la vida, “gozar de ellaplenamente, vivir, solo vivir, abrevarse a la abundancia de lavida y no perder nada de lo que de precioso ella pueda ofrecer”.4

La salida de esta opción generalizada es la de reencontrarse conla situación de aquel hijo pródigo, cuidador de cerdos y envidioso delo que éstos tienen, es decir, con la falta de sentido de quien, habien-do querido adueñarse de la vida, la ha vuelto tan solo más vacía ypobre, hasta tener que refugiarse en la ilusión de los paraísos artifi-ciales para continuar viviendo, o bien cohabitar con la duda inquie-tante sobre si vivir es, en definitiva y verdaderamente, un bien.

En cuanto a la libertad, identificada con el hacer lo que da lagana, sin deber aceptar criterio o norma algunos que no sean losde seguir únicamente los propios deseos y la propia voluntad, noes difícil intuir cómo irá a terminar, cuando choque con la liber-tad del que quiera vivir del mismo modo y, a su vez, darse gustoen todo, siguiendo sus instintos y apetencias. La conclusión deesta concepción egoísta de libertad es la violencia, la destrucciónmutua de la libertad, el abuso de la creación y de las criaturas, unuso irresponsable de la naturaleza y de la vida.5

Así comprendemos qué grande ha de ser el trabajo necesariode mejora para que los hombres de nuestro tiempo tengan vida enabundancia y sean verdaderamente libres. Pero esto es posiblesolo a partir de ese momento especial de la experiencia de cadauno en el que la conciencia desvela lo vacía y vana que resulta lavida y, con ella, la libertad cuando se ha actuado sin discerni-miento y sin escuchar al Espíritu.

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4 Benedicto XVI, ibidem.5 Benedicto XVI, ibidem.

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Es, por tanto, en el retorno a la conciencia donde se com-prende el sentido del propio ser de criaturas, personas, cristianos,y se recupera el nexo entre libertad y filiación: “No habéis recibi-do un espíritu de esclavos para recaer en el temor, sino unespíritu de hijos adoptivos en el que gritamos: ‘Abba, Padre’”(Rom 8,15). Es posible, a la vez, redescubrir que libertad y res-ponsabilidad van juntas, y que la libertad verdadera se demuestraen la responsabilidad, en un modo de obrar que incluye la aten-ción a sí mismos, a los demás y al mundo.

Entre los dones del Espíritu a los que el P. Dehon dedica algu-nas meditaciones para el mes de mayo en L’année avec le Sacré-Coeur, merece una atención especial, en relación con el tema del quetratamos, lo que escribe sobre el don del Consejo. Lo describe élcomo un acto de la virtud de la prudencia, que ordena la elección delos medios para perseguir un fin determinado, como una luz median-te la cual el Espíritu señala lo que hay que hacer en un momento ylugar, en la coyuntura en la que nos encontramos, aplicando a loscasos particulares lo que la ciencia y la sabiduría enseñan en general:

“El consejo es un acto de la prudencia que prescribe la elec-ción de los medios para llegar a un fin. De este modo, el don deconsejo mira a la dirección de las acciones concretas. Es una luzpor la que el Espíritu Santo hace ver lo que hay que hacer en eltiempo, en el lugar y en la coyuntura en la que cada uno seencuentra. Lo que la fe, la sabiduría y la ciencia enseñan engeneral, el don de consejo lo aplica a los casos particulares”.6

4. Sobre la educación y la libertad

Volvamos a los dos textos a los que he hecho referencia arri-ba (cf. n.1). El Catecismo de la Iglesia Católica desarrolla el tema

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6 L. Dehon, L’année avec le Sacré-Coeur. Méditations pour tous les jours de l’an-née..., I. 18 de mayo: “Los dones del Espíritu Santo: el don de Consejo”. Primer punto:sobre el “don de Consejo”, pp. 547 ss. Tournai-Paris, 1919. NT.: En francés en el origi-nal en lengua italiana.

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de la conciencia y de sus dinamismos apoyándose en laEscolástica, según la cual la conciencia es un juicio de la razónpráctica, que lleva a hacer el bien y a evitar el mal, juzga de lasopciones tomadas, aprueba las buenas y denuncia las malas.

Se trata de un juicio de la razón, mediante el cual la personareconoce la calidad moral de un acto concreto que está a punto derealizar, está realizando o ha concluido y de lo cual se sigue parala persona la obligación de obedecer a la voz de su conciencia.Para que esto ocurra, es condición esencial que la persona seaconsciente de sí misma, para escuchar y seguir la voz de la propiaconciencia, lo que equivale a decir buscar la necesaria interiori-dad. Hay aquí otro subrayado del P. Dehon.

La conciencia es una facultad de la persona, cuya dignidadimplica y exige la rectitud de aquella, que permite asumir la res-ponsabilidad de los actos realizados. La persona tiene derecho aobrar en conciencia, con libertad y a tomar personalmente lasdecisiones morales. Nadie puede ser obligado a obrar en contra desu conciencia ni a que se le impida actuar en conformidad con ella,sobre todo en el terreno religioso.7

De aquí la necesidad de educar y formar la conciencia, segúnlos criterios que derivan de la razón y de la Palabra de Dios asi-milada en la fe y en la oración. De hecho, a la raíz de las desvia-ciones del juicio en la conducta moral puede encontrarse, con lafalta de atención a los dictámenes de la razón, la falta de conoci-miento de Cristo y de su Evangelio, los malos ejemplos, la escla-vitud de las pasiones, la pretensión de una autonomía malenten-dida, el rechazo de la autoridad de la Iglesia y de su enseñanza, lafalta de conversión y de caridad.

La doctrina distingue ignorancia vencible e invencible: en elprimer caso, el juicio erróneo se imputa a la responsabilidad delsujeto; en el segundo no es así, y el mal que se deriva no le esimputable. Sin embargo, sigue siendo un mal e incide en la pro-pia vida, en la de los demás y en la marcha del mundo y de la

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7 Dignitatis Humanae, n. 3.

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Iglesia. Trabajar para que la conciencia moral reconozca la dimen-sión negativa de determinadas acciones no significa, pues, llevar acabo una operación que se reduce a la esfera de lo privado, sinocontribuir activamente a mejorar el mundo.8

Veremos a continuación cómo, en la meditación evocada, el P. Dehon quiere hacer un importante subrayado.

Veritatis Splendor sitúa en el corazón de la persona, es decir,en la conciencia moral, la relación entre libertad y ley de Dios: “Larelación existente entre la libertad del hombre y la ley de Diostiene su sede viviente en el “corazón” de la persona, o sea, en suconciencia moral”9, citando a su vez el pasaje de Gaudium et Spesya recordado. También aquí gusta llamar la atención sobre la con-sonancia de una reflexión del P. Dehon, que se hacía a comienzosde 1900, con otra de Veritatis Splendor que toma forma al finalde esa centuria, tras el trabajo teológico derivado del “aggiorna-mento” del Vaticano II.

Que el P. Dehon coincidiese con la definición de concienciaque ha dado inicio a nuestra argumentación, por lo demás, pode-mos verlo confirmado de algún modo en un pasaje de sus obrasespirituales:

La vida interior, ayudada por ejercicios espirituales toma-dos de la Sagrada Escritura y de los mejores autores ascéticos esla obra que nos interesa. En el primer punto de la quinta medita-ción (“Notre appel personnel”) se lee: “El hombre es un ser razo-nable y responsable, que debe preguntar habitualmente a su con-ciencia y seguir sus mandatos. La luz de la razón ilumina nuestraalma antes que la luz de la fe: “Erat lux vera quae illuminatomnem hominem venientem in hunc mundum” (Jn 1,9). La luz dela conciencia era la regla de vida de la humanidad antes delEvangelio. La revelación mosaica había precisado y formuladosus preceptos. Las naciones que no poseen la Ley de Israel, dicesan Pablo, conocen no obstante los preceptos por la razón y la

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8 Catecismo de la Iglesia Católica, nn. 1.777 ss.9 Veritatis Splendor, n. 54.

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conciencia. Tales hombres tienen la ley en ellos mismos: “Ipsi sibisunt Lex” (Rom 2,14).

Pero para leer esta ley en su conciencia, les hacía falta unhábito de reflexión y de recogimiento, que ya se puede llamaruna vida interior.

“Conócete a ti mismo”, decía la antigua sabiduría. Y lasescuelas que regentaban los sabios tenían como finalidad formara sus discípulos en la reflexión, en el conocimiento de las leyes dela conciencia y en su observancia. Ese era también el objeto detoda educación. Pero, en la práctica, la ligereza y la vanidadtriunfaban sobre la sabiduría y la reflexión. Aquí estaba el obje-to de los frecuentes lamentos de la Sagrada Escritura”.10

En síntesis, “racionalidad” y “responsabilidad” son caracterís-ticas del hombre, que debe preguntar habitualmente a su concien-cia y seguir sus dictámenes. La luz de la razón ilumina nuestraalma antes que la luz de la fe. La luz de la conciencia era la reglade vida de la humanidad antes del Evangelio. La revelación mosai-ca había precisado y formulado los preceptos: “En efecto, cuandolos gentiles, que no tienen ley, cumplen naturalmente las exigen-cias de la ley, ellos aun sin tener ley, son para sí mismos ley”(Rom 2,14). Pero para leer esta ley en su conciencia les era necesa-rio un hábito de reflexión y de recogimiento que puede ya llamar-se vida interior. “Conócete a ti mismo” –recuerda el P. Dehon–,decía la sabiduría antigua.

El dicho “gno- thi seautón”, citado por el fundador, se encon-traba en el templo del Oráculo de Delfos. Recuerda a más de unexponente de la antigua filosofía griega y sintetiza la enseñanza deSócrates sobre la búsqueda de la verdad en el interior de sí, enlugar de en el mundo de las apariencias. Nos hemos referido aSócrates; deberíamos citar también a Tales de Mileto, Antístenesde Rodas, Quilón de Esparta, Pitágoras, Solón. En su integridad,

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10 L. Dehon, La vie intérieure facilitée par des exercices spirituels tirés de laSainte Écriture et des meilleurs auteurs ascétiques. Lille, Paris, Bruges, Bruxelles 1919,pp. 33 ss. NT.: en francés en el original.

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por otra parte (“Hombre, conócete a ti mismo y conocerás al uni-verso y los dioses”), el consejo dice mucho más que en la versiónde dos palabras conocida por todos.

Al hacerlo suyo el P. Dehon, al menos a primera vista, pareceque reduce su alcance a la reflexión y a la sola conciencia y obser-vancia de la leyes de la conciencia, como hacían los discípulos enlas escuelas de los sabios, de acuerdo con un modo determinado deentender la función educativa. Pero su significado originario pare-ce alcanzar también el empeño por permanecer en los propios limi-tes, ser ellos mismos, no excederse, no envanecerse y no presumir,pretendiendo ser como Dios. Se trataría, en suma, de un reclamo aser sabios con una sabiduría de carácter fuerte (sophrosyne),acompañada de la moderación, y que consiste en conocerse a símismos en la interioridad propia (alma). Ésta, de naturaleza divi-na, puede llevar al conocimiento de lo divino o, más modesta-mente, a la comprensión del funcionamiento de la propia mente yde su modo de conocer las cosas, como preludio a la liberación delos prejuicios y condicionamientos culturales y a la posibilidad deconocer sin filtros.

Gno- thi seautón, especialmente en la formulación larga, seacerca al agustiniano “Noli foras ire, in te ipsum redi, in interiorehomine habitat veritas, etsi tuam naturam mutabilem inveneris,trascende et te ipsum”: no querer salir de uno mismo para encon-trarla, pues la verdad vive en el interior del hombre; y, si encuen-tras mudable su naturaleza, trasciendete también a ti mismo.11

5. Sobre la oscuridad, las luces, la Luz

A primera vista no puede excluirse que, por el empeño deponer de manifiesto lo nuevo y propio de la revelación, la inter-pretación de este texto que hace el P. Dehon sea un tanto reduc-

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11 Augustinus, De vera religione liber unus, XXXIX, 72-73, 1, PL 34; cf. Agostino,La vera religione, Torino 1945, p. 74.

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tiva, sin dejar de ser verdadera. Y, sin embargo –como vere-mos–, de la lectura de otros escritos suyos se puede tener laimpresión, en cambio, de que la atención al discernimiento, porlo que toca a la función de la conciencia iluminada por la razóny por la gracia, sea en él todo lo contrario a marginal. Vayamospor partes:

La novedad que procede de la revelación la pone el P. Dehonen conexión con la acción del Verbo encarnado, venido a traer alhombre una luz nueva: “Vivía él en nosotros por la razón y elmundo no lo conocía: Mundus eum non cognovit” (Jn 1,10).Pero él vino a manifestarse a nosotros. Hizo hijos de Dios aaquellos que quisieron creer en su misión [...]. La gracia, comola razón, habla a nuestra alma y dirige nuestra conciencia;pero habla una lengua distinta, la lengua de la fe. Hacia faltauna concreta vida interior para escuchar y consultar a larazón; y hace falta otra para preguntar a la fe, para escucharsus dictados.

El bautismo nos impone, pues, cierto grado de vida inte-rior. Por el bautismo llegamos a ser hijos de Dios: recibimos ennuestra alma el Espíritu Santo y la gracia, que son los instru-mentos o los órganos del Salvador para dirigirnos y santifi-carnos. La gracia eleva nuestra alma a una vida sobrenatural.El Espíritu habla, aconseja, dirige, se hace como el alma denuestra alma.

Un adulto no bautizado debería escuchar a su razón; unadulto bautizado debe escuchar el Espíritu Santo, que vive en ély que le habla el lenguaje de la fe.

Se trata de una conciencia nueva, que ordena las virtudesteologales cristianas. El Señor nos dijo: “El Espíritu Santo osenseñará todo lo que os he mandado” (cf. Jn 14,26). Por eso, unbautizado debe estar atento habitualmente a su condición de hijode Dios y a los preceptos del Evangelio. El Espíritu Santo lo ayu-dará a comprender, a querer, a obrar. Esta atención indispen-sable y habitual es ya una vida interior, que es necesaria, en cier-to grado, a todos los cristianos. Es esto lo que expresa san Pablo

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recordando en sus cartas a todas las Iglesias que el justo vive dela fe. El justo es aquí el cristiano, el bautizado, fiel a la gracia queha recibido (cf. Hch 10,38; Gál 3,11; Rom 1,17, etc.) [...]”.12

Sintetizando, la razón y la gracia son voces que hablan al almay guían la conciencia. La gracia habla la lengua de la fe. Para escu-charla y seguir sus dictámenes son necesarios el silencio y la aten-ción interior. Hay que decir lo mismo, en la diversidad de los nive-les sobrenatural y natural, para consultar y escuchar a la razón yseguir sus dictámenes. La rectitud y las virtudes naturales acompa-ñan la acción de la razón, mientras que los dones y los frutos delEspíritu Santo lo hacen a la de la gracia. Esto equivale a decir queel discernimiento en el cristiano, lo mismo que en el hombrecomún, postula en todo caso una vida interior. El adulto no bauti-zado debe ponerse a la escucha de la razón; el bautizado, además deestar a la escucha de la propia razón, deberá escuchar también alEspíritu, al Espíritu que vive en él y le habla con el lenguaje de la fe.

La novedad de la conciencia del cristiano supone, sin anular-la, la dignidad de la conciencia iluminada por la razón. A su niveles posible la búsqueda de la que habla Gaudium et spes 17: [NT.: 16]:La fidelidad a esta conciencia une a los cristianos con los demáshombres para buscar la verdad y resolver con acierto numero-sos problemas morales que se presentan al individuo y a la socie-dad. Cuando mayor es el predominio de la recta conciencia,tanta mayor seguridad tienen las personas y las sociedades paraapartarse del ciego capricho y para someterse a las normas obje-tivas de la moralidad...”.

6. Sobre el bien, el mal, el discernimiento

El deber moral fundamental está en poner en práctica el“designio” y, antes aún, en conocerlo y discernir las consecuencias

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12 L. Dehon, La vie..., 2º punto, ibidem. NT.: En francés en el original. Los textosbíblicos están en latín o en francés en el mismo.

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en la vida diaria. Esto es válido para todos, como pone de mani-fiesto también la sabiduría antigua (sagesse antique), de la quehabla el P. Dehon.

La liberación del hombre pasa primariamente, pues, por elcompromiso de ayudarle a ser él mismo en la verdad, a conocerse,a permanecer en sus límites, a no excederse, no exaltarse y no pre-sumir, procurando ser sabio y moderado, prudente, es decir, aten-to a discernir. El hombre no está liberado aún si –para usar unaconsideración feliz de Dietrich Bonhoeffer13, está todavía en manosde la estupidez, la suya y la que lo inunda, de la que es posible redi-mirlo interiormente solo después de haberlo liberado exteriormen-te, haciendo todo lo posible para que vuelva a aprender a pensar.

Se trata de un discurso antiguo, que el P. Dehon evoca dealgún modo cuando, en la meditación citada, recuerda las fre-cuentes protestas de la Escritura: “Pero, en la práctica, la ligere-za y la vanidad superaban la sabiduría y la reflexión”. Ligerezay vanidad: un modo elegante de decir lo mismo que diráBonhoeffer veinticinco años después de una manera muy sincera.

En el fondo, la actividad solo aparentemente para iniciadosque es el discernimiento, consiste en distinguir el bien del mal,siguiendo la razón y la Regla de oro que, no obstante las distintasformulaciones que asume en los diversos contextos culturales yreligiosos, es en sustancia idéntica para todos. Para un cristiano,el discernimiento es lo mismo que para el hombre corriente, conel añadido de la “capacidad de tomar en todos los momentos ladecisión ética conforme al Evangelio, coherentemente con elconocimiento del acontecimiento de la salvación, en el que elEspíritu Santo representa un papel decisivo”14.

Solo quien discierne puede superar las penurias de la estupi-dez de la que hablaba Bonhoeffer y, como recomienda san Pablo,no conformarse con este mundo, renovando el propio modo depensar, “para poder discernir la voluntad de Dios, lo bueno, loque le agrada, lo perfecto” (Rom 12,2).

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13 D. Bonhoeffer, Risistenza e resa. Cinisello Balsamo (MI) 1989.14 O. Cullmann, Cristo e il tempo, Bologna 2005, p. 265

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La clave de todo obrar moral está en esa actitud humana fun-damental. Es precioso el subrayado del P. Dehon: “El hombre esun ser razonable y responsable, que debe consultar habitual-mente a su conciencia y cumplir sus preceptos. La luz de la razónilumina nuestra alma antes que la luz de la fe”15.

San Pablo habla con frecuencia de ello y lo define como posi-ble y obligatorio para aquel que, bautizado en Cristo y animadopor el Espíritu, ha experimentado una profunda renovación inte-rior16. Como fruto de un juicio reflejo y una inspiración espontá-nea, el discernimiento es un empeño constante que da autentici-dad a la fe, a la esperanza y a la caridad, traduciéndolas en laactualidad de una existencia en la que toda decisión asume espe-sor y calidad humana y cristiana, en virtud del dictamen que lapersona formula a la luz de la razón y del Espíritu.

“El Señor conoce, sin duda alguna, todos los pensamientos ysentimientos de nuestro corazón, escribe Balduino de Ford (1120-1190), monje cisterciense y arzobispo de Canterbury; en cuanto anosotros, sólo podemos discernirlos en la medida en que el Señornos lo concede […]. Este discernimiento es la madre de todas lasvirtudes y a todos es necesario, ya sea para dirección espiritualde los demás, ya sea para conseguir y ordenar la propia vida. Ladecisión en el obrar es recta cuando se rige por el beneplácitodivino, la intención es buena cuando tiende a Dios sin doblez. Deeste modo, todo el cuerpo de nuestra vida y de cada una de nues-tras acciones será luminoso, si nuestro ojo está sano. Y el ojosano es ojo y está sano cuando ve con claridad lo que hay quehacer y cuando, con recta intención, hace con sencillez lo que nohay que hacer con doblez. La recta decisión es incompatible conel error; la buena intención excluye la ficción. En esto consiste elverdadero discernimiento: en la unión de la recta decisión y dela buena intención.

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15 L. Dehon, La vie..., ibidem. NT.: En francés en el original.16 Cf. Flp 1,9 ss; 1Tes 5,19 ss; Ef 5,8 ss.

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Todo, por consiguiente, debemos hacerlo guiados por la luzdel discernimiento, pensando en que obramos en Dios y ante supresencia”17.

Para algunos autores, opción y discernimiento no coinciden.Apoyándose sobre todo en los textos más antiguos de la Biblia,dicen que opción es lo que el hombre debe y quiere hacer; discer-nimiento, lo que intuye que debe hacer, gracias a una iluminacióno moción interior. En la opción es el hombre quién obra, mientrasque en el discernimiento actúa el Espíritu, iluminando lo que Diosquiere. Para ellos, la opción se convierte en verdadero discerni-miento cuando hay en ella una referencia a la fe o a otras virtudes,cuando están en juego lo trascendente y su comprensión, que asu-men un papel predominante en la síntesis entre lo natural y losobrenatural que el creyente alcanza en su opción.

Para nosotros, allí donde opción y discernimiento dicen rela-ción al bien y al mal y llevan consigo la aceptación de la condiciónde criaturas, el límite, la fragilidad, las incertidumbres, los peca-dos, la necesidad de salvación son una misma cosa, no se refierensolo a dos posibilidades, sino a dos opuestos. En el fondo se tratano de una distinción, sino de una opción fundamental. Aun cuan-do la opción se queda en el plano natural y no supera el nivelhumano, en su dinamismo pueden estar presentes elementos quellevan a lo sobrenatural.

De hecho, si se piensa bien, es lo mismo que lleva a cabo quiense deja guiar por la sabiduría (sophrosyne), quedando claro que elcreyente lo ve todo a la luz de la fe en un Absoluto al que reconocecomo creador y autor de un designio y una historia de los que nopretende prescindir18. El cristiano, que se empeña en discernir lavoluntad de Dios en la cotidianidad de sus días (cf. Rom 12,2),“elige” lo que es bueno, lo que le agrada, lo perfecto. El hombre

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17 Balduino de Ford, Tratado 6, PL 204, 446-467; Breviario Romano, Oficio delecturas, viernes de la semana IX de tiempo ordinario, III, pp. 256 s.

18 Cf. T. Beck – G. Della Croce, Il discernimento dono dello Spirito, Bologna 1986,pp. 17 ss.

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común, que se empeña en seguir la luz de la razón en la cotidia-nidad de sus días, “elige” a su vez lo que es bueno, perfecto, cohe-rente con la luz de la razón, de modo que, incluso si no es cons-ciente, se está refiriendo al mismo designio y a su Autor.

Discernir consiste en un análisis que implica al “corazón”, a lamente, a la percepción de la realidad y a la memoria del pasado (oexperiencia), con el fin de reconocer la voluntad de Dios y traducir-la, aquí y ahora, en un comportamiento o en un acto conformes a sudesignio y a su voluntad. Decir corazón no significa evocar la esferaafectivo-emocional, sino la interioridad, la connaturalidad con lascosas de Dios, tal como el Espíritu las manifiesta. Decir mente equi-vale a referirse a una reflexión de la razón actuada a la luz de la reve-lación y que mira a profundizar en la conciencia del designio de Dios.

La calidad de la opción y del discernimiento procede de lacalidad moral de la persona y, en cada caso, de su apertura alEvangelio. Como la opción, el discernimiento es fruto de la inicia-tiva humana, pero está enriquecido por la moción divina a la que,con una actitud de libertad, gracias a la renovación bautismal, elhombre se ha hecho capaz de responder (cf. Rom 8,14 ss).

Por tanto, como acto de libertad, el discernimiento decide dela responsabilidad del cristiano y es un compromiso personal enel hoy de la historia de cada uno. “Personal” no significa que seprescinda de la comunidad a la que se pertenece y, en nuestrocaso, de la Iglesia: “La responsabilidad de los cristianos es, enverdad, una corresponsabilidad. Discernir la voluntad de Dios esinsertarse en un único designio de salvación que engloba a todoslos hombres”19.

Este designio tiene en la Iglesia el lugar de su más segura evi-dencia20. Sin embargo, ello no disminuye el valor del discerni-miento de todos los hombres de buena voluntad. De hecho, elPueblo de Dios, al tiempo que participa junto con los demás hom-

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19 G. Therrien, “Le discernement moral dans l’épître aux Romains”. “StudiaMoralia” VI, Roma 1968, p. 129.

20 Cf. Lumen Gentium, nn. 2 y 25.

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bres de los acontecimientos de la historia, está unido a ellos en lafidelidad a la conciencia para buscar la verdad y para resolver deacuerdo con ella los problemas morales que aparecen en la vida delos individuos y también en los de la sociedad.21

7. Sobre la ley, las cargas, el dedo

Martín Luther King consideraba a la sensibilidad ética de sutiempo como un correlato de la teoría de la relatividad aplicada alámbito moral. Decía que, como al anochecer los colores pierdensus características, homologándose en un gris difuso, así tambiénlos principios morales le parecían haber perdido sus caracteresdistintivos: bien, mal, razón, sinrazón le parecía que dependieranen ese momento de las opciones de la mayoría; lo justo y lo injus-to, de los gustos del momento, de las simpatías o antipatías o delos usos y costumbres de una comunidad determinada22.

Su apreciación es válida también hoy. Ese difuso gris ético haceasí indispensable el discernimiento, urgente la responsabilidad y lacoherencia (cf. Ef 4,17 ss), inderogables la vigilancia y el empeño paravivir como hombres sabios (cf. Ef 5,15 ss). Las transformaciones en lossentimientos, en el atuendo y en las costumbres han perjudicado lascertezas morales, los puntos firmes y los marcos de referencia. Dios espara muchos alguien lejano y extraño, los signos de su presencia cho-can con un público distraído. La fe es cada vez más un hecho privado,respetable pero no importante para quien quiere dedicarse a construiruna ciudad terrena eficiente, satisfactoria... para pocos23.

Si la privatización social de la fe hay que atribuirla a la exten-dida cultura liberal y radical, no obstante la personal es fruto deuna esquizofrenia existencial que no hace resonar en lo social loque se cree y se vive en privado.

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21 Gaudium et spes, n. 16.22 Cf. M. L. King, La forza di amare, Torino 1968, p. 93.23 Cf. Popolorun Progressio, nn. 14, 21, 22. Caritas in veritate 7, 18, 27, 37, 43, 49.

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Si es cierto que los creyentes no encuentran en la sociedadestímulos para la coherencia y se preguntan cómo conciliar la fecon los compromisos de la vida diaria en un ambiente en el quelos modos de actuar son múltiples, ambiguos y discutidos acercadel bien y del mal, y son contradictorias las disquisiciones sobrelas cosas que se pueden o se deben hacer o, por el contrario, evi-tar, es también verdad que frecuentemente, en y con sus comuni-dades, viven ellos mismos una fe de cuño intimista, con escasosreflejos de carácter social.

A fines de los años ochenta, el cardenal Joseph Ratzingerconstataba, a propósito de las dificultades respecto a la fe en laEuropa contemporánea, que los mismos conceptos de “norma” yde “ley” se vivían como realidades negativas, indicaciones prove-nientes del exterior que quizá podían transmitir modelos orienta-dores, pero no capaces ciertamente de fundamentar obligacionesdecisivas.24

Su constatación sigue siendo verdadera. Hoy hay que añadiruna extendida afasia de los creyentes, es decir, una pérdida dela capacidad de hablar. La fe, como la conciencia, viene de laescucha (cf. Rom 10,17) pero, si se ha perdido la capacidad dehablar, se ha anulado también la posibilidad de hacerse enten-der y, por tanto, la de proporcionar a los demás ocasión de cono-cer y creer. Hay necesidad de un testimonio hecho de vida y depalabra: de una vida conformada con Cristo, plenitud de lahumanidad; de una palabra anunciada con parresía. Pero la“parresía” (o el decir la verdad) no solo es auténtica si quien laejercita corre algún riesgo personal, lo es también cuando la per-sona se ha dicho primeramente la verdad a sí misma y su fran-queza es fruto de autocrítica, de comunicación verdadera, decorrección moral.

La parresía es una virtud ausente no solo de la terminologíacorriente, sino también de la vida. Pensadores laicos y cristianos,

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24 Cf. J. Ratzinger, “Difficoltà di fronte alla fede oggi in Europa”. “L’OsservatoreRomano”, 30.6-1.7.1989, p. 7.

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filósofos y pastores, han reclamado su urgencia. M. Foucault tuvoun curso sobre ella en la Universidad de Berkeley (1983); C. M.Martini la evocó, al referirse a la acidia de su ciudad, en su últimahomilía en Milán (1999); J. Ratzinger recomendó su práctica al presentar la Encíclica Fides et Ratio de Juan Pablo II; A. Glucksmann, más recientemente, reprochó a Occidente haberrenunciado a sus caracteres fundamentales y no haber cultivado eldeber moral de decir la verdad.

En cuanto a la vida moral, no se trata de no-hacer y de evitar,sino de dar cumplimiento a un designio y a un esbozo de imagenconfiados a la responsabilidad de cada uno, ya que la vida morales coherente con la razón, respuesta a una llamada, imitación deun modelo, no la sola observancia de un código de conducta. Alcristiano se le ha dado en Cristo el modelo de su humanidad y elsentido más verdadero de su existencia. En él, revelación supremadel hombre y de la vida como donación y servicio a Dios y a losdemás, ha sido revelada la nueva ley. Su compromiso moral con-siste entonces en seguirle, transformando en vida la ley y lanorma. La moralidad no es nunca solamente la vida correcta pri-vada. Sí es para: lo que está dentro es para “lo de fuera”. En defi-nitiva, la dimensión social del ser (lo que se es) es constitutiva delser mismo. Las adjetivaciones son en este caso imaginables...

Es muy expresivo lo que destaca el P. Dehon y ya hemos citado:“Un adulto no bautizado debe escuchar a su razón; un adulto bauti-zado debe escuchar al Espíritu Santo que vive en él y que le hablacon el lenguaje de la fe. Se trata de una nueva conciencia, que mandaen las virtudes teologales y en las virtudes morales cristianas”.25

Por consiguiente, la atención a la conciencia y la educaciónpara la libertad son los elementos básicos de toda pedagogía, tam-bién de la cristiana, de todo compromiso por el hombre y con elhombre. Es deber del cristiano ayudar a ser, completando un cami-no de verdad que parta de una visión honesta y no reductiva de lapersona, abra espacio a sus características y límites al margen de

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25 L. Dehon, La vie..., 2º punto, ibídem. NT.: En francés en el original.

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cualquier lectura optimista, pesimista o ideológica; sin olvidar quetoda persona sigue siendo capaz de un “sí” responsable, que esposibilidad de discernimiento y de acción moral, de respuesta a lla-mada de Dios, de realización de su designio sobre ella.

La visión cristiana de la historia reconoce una liberación queprocede de lo alto, una renovación interior, un nuevo nacimiento(cf. Jn 3,3 ss), una configuración con quien la fe señala comoSeñor del tiempo y de la historia, que llama a la libertad, don ysigno excelso de la imagen de aquel que ha querido dejar al hom-bre en las manos de su consejo (cf. Eclo 15,14), de modo que bus-que espiritualmente a su Creador y llegue libremente, mediante laadhesión a Él, a aquella plenitud de ser a la que está destinado.26

A menudo, cuando se habla de “moral”, se hace referenciasobre todo a unos preceptos a los que hay que plegarse. Y así suce-de que no pocos cristianos, cuando –por ejemplo– oyen decir queel sábado se hizo para el hombre y no el hombre para el sábado,se preguntan si esto vale también... para el viernes: para el vier-nes o para cualquier otro día, pues Jesús no ha dicho nada a esterespecto. Los pastores y los teólogos sí han dicho muchas cosas, yhan especificado que, puesto que “el sábado es para el hombre”, eldomingo no hay que trabajar, se va a misa y ¡hay del que no lohaga! Los demás días son todos viernes, es decir, días ordinariosque, no habiendo dicho nadie todavía de modo explícito que seantambién para el hombre, se acaba por considerar que el hombreha sido hecho para ellos. Así, también en los “otros” días se hacelo que dicen la Ley, las leyes, los jefes, los teólogos y pastores.

Sin embargo, siguen siendo válidas algunas palabras que dijoel Señor con motivo de un banquete en casa de un fariseo “higié-nico”, tras haber hablado de luces que no sirven para nada si noestán en lo alto, de ojos sanos y enfermos, de luz y de tinieblas:“¡Ay de vosotros también, maestros de la ley, que cargáis a loshombres con cargas insoportables, mientras vosotros no lastocáis ni con un solo dedo!” (Lc 11,46).

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26 Cf. Gaudium et Spes, n. 17.

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Es probable que, de vez en cuando, este discurso resuene enla conciencia de pastores y teólogos, obispos y párrocos, arcipres-tes y monseñores, biblistas y canonistas, además de hacerlo en lade los cristianos comunes. Bueno será que no sea olvidado a pro-pósito de leyes y preceptos, sobre todo de la Iglesia, ¡ya que éstosse refieren también a un mañana eterno!

Mandamientos, Bienaventuranzas... están ya de por sí todosen las Escrituras. Es cierto que después existe el Código deDerecho Canónico y el Catecismo. El primero es uno o, más bien,dos, pues está también el de los Cánones de las IglesiasOrientales. El segundo es también uno, pero las Conferenciasepiscopales han elaborado el suyo, de los recién nacidos a los vie-jecitos, para explicar todo adecuadamente, no para intranquilizarla conciencia. De vez en cuando aparecen otros documentos,notas y avisos a causa de las dudas existentes, de modo que todoquede bien determinado.

Y es que, mientras los obispos y los teólogos meditan com-placidos sobre sus notas, deducciones y consideraciones, en lavida cotidiana los cristianos hacen cuentas de la ordinaria admi-nistración. Muchos, con nostalgia del cielo, del que han oídohablar durante la homilía dominical que ha volado sobre sus cabe-zas, deben aún caminar fatigosamente sobre la tierra y querríanque, bajando del nivel del cielo al de la tierra, los teólogos y pas-tores tradujesen la ley de Dios a la lengua vulgar y corriente, a lamedida de los hombres y mujeres concretos. Pero ciertas traduc-ciones parecen demasiado en las nubes, lejos de la tierra sobre laque éstos caminan, de lunes a sábado.

Todos lo saben: las leyes, como los sacramentos, son para elhombre, aunque a veces parece que sean para los ángeles. Porsuerte, gran parte de los cristianos no se han inscrito en elPontificio Instituto Bíblico; ni siquiera, en la Escuela diocesana deteología. Por añadidura, a menudo están en la iglesia distraídoscon sus propios pensamientos y preocupaciones, y así a la mayo-ría no les vienen pronto a la mente aquellas palabras de Jesússobre las cargas y el dedo. Tómese por delante o por detrás, ese

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versículo de Lucas es, no obstante, un reproche a determinadassofisticadas interpretaciones teológicas y morales, que complicanla vida de los cristianos con deducciones y circunloquios, hacentrabajosa la observancia de la ley, ignoran o inquietan las con-ciencias, imponen cargas insoportables, inducen a pacificar laconciencia quizá salvando la letra de la ley, pero traicionando susustancia. Las personas más sensibles conciben devastadores sen-timientos de culpa. Otros dejan de ser practicantes y, lo que espeor, dejan de pensar.

Habría que recordar ahora que no es que los principios seanabsolutos y, la vida de los cristianos, no: en resumen, si “el sába-do es para el hombre y no el hombre para el sábado” (Mc 2,27),hace falta que esto valga también para el viernes. De este modo,cuando de los mandamientos se hagan deducciones teológicas ypastorales de primero, segundo, tercero o decimosexto nivel, con-vendría recapacitar en que está escrito: “Mis pensamientos no sonvuestros pensamientos, ni mis caminos son vuestros caminos”(Is 55,8); y más tarde: “Venid a mí, todos los que estáis cansadosy agobiados...” (Mt 11,28), y aún: “Quiero misericordia, y nosacrificios...” (Mt 9,13) o, por fin: “Dios es más grande que vues-tro corazón y lo conoce todo..., si nuestro corazón no nos conde-na, tengamos confianza en Dios” (1 Jn 3,20 s.).

Sobre los hombros de los cristianos han ido a parar un mon-tón de cosas, sin que nosotros, pastores y teólogos, intentemosempujarlas ni con un dedo. No voy a hacer aquí la lista para noenseñar a los nuevos teólogos lo que han hecho los viejos dicien-do que la ética, basándose en razonamientos y debates, ilustraprincipios o produce lineas-guía para un proceso de confrontacióny de mediación, que por una parte engendra las leyes y, por otra,regula los comportamientos... Al menos, en un nutrido intercam-bio entre los dedicados a estos trabajos.

Es esclarecedora sobre este asunto una consideración deGregorio Magno: muchas cosas de la Sagrada Escritura, quesolos no acertamos a comprender, las entendemos cuando esta-mos reunidos con los hermanos. De hecho, dice el santo, con la

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gracia de Dios ocurre que aumenta la inteligencia y disminuyela soberbia: gracias a los hermanos aprendemos lo que lesenseñamos27.

Lo que equivale a decir que los maestros pueden aprendercosas de los discípulos.

8. Sobre la Providencia y acerca del desarrollo

“La conducta más segura en la vida diaria es, pues, la quese recibe del Espíritu Santo a través del don de consejo, y nodeberíamos nosotros en absoluto seguir a otro. Primero, por-que, al seguirla, estamos seguros de caminar por el camino deDios y de su divina Providencia; en segundo lugar, porque es elmedio de no equivocarnos nunca, pues el Espíritu Santo es laregla infalible tanto de nuestros actos como de nuestros sabe-res; en tercer lugar, porque la dependencia de la acción delEspíritu Santo nos hace vivir con gran descanso, sin inquietudy sin preocupación”28.

Aparece ya la Providencia: en los escritos espirituales del P. Dehon, el recurso a la Providencia es continuo. En cambio,es algo que se ha hecho raro en nuestra predicación y en nues-tro lenguaje ordinario. Quizá únicamente haya desaparecido eltérmino, o ha sido sustituido por otros. Por lo demás, hoy nosería nada fácil partir de Séneca, citar a Agustín, Tomás, refe-rirse al evangelio de las flores del campo y de los pájaros delcielo (cf. Mt 6,25 ss) para hablar de la Providencia, como hicie-ron los autores del pasado.

Recuerdo una homilía de mi juventud en la que, incauto,intenté en la misa de doce –y era ya a finales de junio, cuandoquien va a misa es buen creyente, pues en otro caso se va a laplaya– responder a un interrogante frecuente en aquellos días a

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27 Cf. Gregorio Magno, Homiliae in Ezechielem prophetam. II, 6, PL 948D-949A.28 L. Dehon, L’année..., citado. NT.: En francés en el original.

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causa de determinadas desgracias: “Pero, si la Providencia seencarga de todo, ¿como es que las cosas van tan mal?”. Es lamisma pregunta que se hacía Séneca: “¿Por qué ocurren desgra-cias a los hombres buenos, si existe la Providencia?”29. No me vinoa la mente, precisamente, citar el Discurso sobre la Providencia deDios de san Agustín30, y quizá fue mejor, porque la gente no conec-ta de inmediato con su literatura, y menos con la de santo Tomás.

Que la Providencia exista lo dice la Constitución dogmáticadel Vaticano I Dei Filius, sobre la fe católica. La libertad de lascriaturas está incluida en el plan divino sin que por ello quedeanulada.

Por otra parte, en una homilía no se puede traer a colación aRahner-Vorgrimler, que explican cómo la Providencia “indica elplan del mundo creado, establecido por la sabiduría de Dios, alque nada –ni siquiera la libre actuación de las criaturas– esca-pa, y la voluntad divina que en su amor y en su santidad lo man-tiene y lo condiciona con su potencia”31. Ni tampoco, como hacenéstos, recurrir al Denzinger-Hünermann: “Dios, con su providen-cia, protege y gobierna todo lo que ha creado, ya que “ésta seextiende de uno al otro confín con fuerza y gobierna con bondadtodas las cosas (Sab 8,1). “Todo está patente y descubierto a susojos” (Heb 4,13), aun aquello que se hará por la libre acción delas criaturas”32.

Quizá, entonces, bastaría decir que también la cuestión de laProvidencia es un misterio, que envuelve la relación entre la cau-salidad universal de Dios y la verdadera libertad de las criaturas,y se refiere a la coexistencia entre el ser infinito de Dios y el entefinito, el cual existe de manera distinta que Dios y, precisamentepor ello, es sostenido por Dios...: Demasiado difícil.

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29 L.A. Séneca, Ad Lucilium De Providentia caput I, in Dialoghi morali, Milán2006.

30 Augustinus, De ordine libri duo, Discurso sobre la providencia de Dios, PL 32.31 Rahner-Vorgrimler, Dizionario di teologia, Roma-Brescia 1968, p. 552.32 Denzinger-Hünermann, Enchiridion Symbolorum, definitionum et declaratio-

num de rebus fidei et morum, EDB 1995, n. 3.003.

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El Catecismo de la Iglesia Católica que, por ser precisa-mente un catecismo, debería resultar inmediatamente compren-sible, dice: “La creación tiene su bondad y su perfección pro-pias, pero no salió plenamente acabada de las manos delCreador. Fue creada “en estado de vía...” hacia una perfecciónúltima a la que Dios la destinó... Llamamos divina providenciaa las disposiciones por las que Dios conduce la obra de sucreación hacia esta perfección”33. Se debe añadir que el hombretiene que realizar su parte.

Quizá es mucho mejor volver a la fuente, acudir directamen-te al Evangelio. Jesús pide un abandono filial al Padre celestial,que cuida de todos sus hijos (cf. Mt 6,31 ss) Sin hablar de provi-dencia, cuando quiso que cuatro pescadores y un publicano enten-dieran bien las cosas, habló solamente de mirar a los pájaros,fijarse en los lirios del campo, que no hacen nada. El Padre cuidade ellos; ¡cuanto más de vosotros! (cf. Mt 6,25 ss).

El problema está en que nosotros no nos fijamos ya ni en lospájaros ni en los lirios. Razonamos con frecuencia descuidada-mente y hacemos de filósofos, incluso en nuestras homilías.

He aquí un sueño: que, en vez de hablar de providencia, que–como todos los conceptos abstractos– no es fácil de digerir,hablemos del Padre que nos quiere, “predestinándonos a ser sushijos...” (Ef 1,5) y nos llama “a ser conformes con la imagen de suhijo” (Rom 8,29) según un designio misterioso de salvación, quenos deja libres; hablar del Padre que se preocupa por todos, bastacon que se lo permitamos... y que, cuando hayamos de hacer unacita, recurramos a los proverbios populares: “No sucede nada queDios no lo quiera”, o bien a santo Tomás Moro: “Nada puedepasarme que Dios no lo quiera. Y todo lo que él quiere, por muymalo que nos parezca, es en realidad lo mejor” (NT.: Carta desdela cárcel a su hija Margarita).

En cuanto a nuestra participación, para que entendamos biencuál nos corresponde, basta releer un par de versículos del Génesis,

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33 Catecismo..., n. 302, ibidem.

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esos en que se dice que el hombre tiene el cometido de cultivar ydominar el mundo (cf. Gén 2,15), y otros de los Evangelios, en que sehabla del prójimo y de los pobres a los que se anuncia la buena noti-cia (cf. Jn 13,34; Mt 11,5).

Por lo que toca a la conciencia, ya que probablemente notodos podrán ser conscientes de inmediato del compromisosocial que supone, a modo de prolegómenos, toda la teoría ysu traducción práctica, se podría recurrir al subrayado quehizo Benedicto XVI en Croacia, cuando yo revisaba el presen-te artículo:

“Y aquí quisiera introducir el tema central de mi brevereflexión: el de la conciencia. Éste atraviesa los diferentes cam-pos […] y es fundamental para una sociedad libre y justa, tantoa nivel nacional como supranacional […]. Hay que confirmar ydesarrollar las grandes conquistas de la edad moderna, es decir,el reconocimiento y la garantía de la libertad de conciencia, delos derechos humanos, de la libertad de la ciencia y, por tanto,de una sociedad libre, manteniendo abiertas, sin embargo, laracionalidad y la libertad en su fundamente trascendente, paraevitar que dichas conquistas se autodestruyan, como debemosconstatar lamentablemente en bastantes casos. La calidad de lavida social y civil, la calidad de la democracia, dependen enbuena parte de este punto “crítico” que es la conciencia, decómo es comprendida y de cuánto se invierte en su formación.Si la conciencia, según el pensamiento moderno más en boga,se reduce al ámbito de lo subjetivo, al que se relegan la religióny la moral, la crisis de occidente no tiene remedio y Europa estádestinada a la involución. En cambio, si la conciencia vuelve adescubrirse como lugar de escucha de la verdad y del bien,lugar de la responsabilidad ante Dios y los hermanos en huma-nidad, que es la fuerza contra cualquier dictadura, entonces hayesperanza de futuro.

[…] Volvamos, por tanto, a la conciencia como clave para eldesarrollo cultural y la construcción del bien común. En la forma-ción de las conciencias, la Iglesia ofrece a la sociedad su contribu-

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ción más singular y valiosa. Una contribución que comienza en lafamilia y que encuentra un apoyo importante en la parroquia”.34

En cuanto a la preocupación por lo social, exigida aquí y alláal citar la Regla de Vida, conviene recordar, como confirmaciónde lo que he ido diciendo, un punto de la enciclica “Caritas inVeritate”: “El desarrollo necesita cristianos con los brazos levan-tados hacia Dios en oración, cristianos conscientes de que elamor lleno de verdad, caritas in veritate, del que procede elautentico desarrollo, no es el resultado de nuestro esfuerzo sinoun don. Por ello, también en los momentos mas difíciles y com-plejos, ademas de actuar con sensatez, hemos de volvernos antetodo a su amor. El desarrollo conlleva atención a la vida espiri-tual, tener en cuenta seriamente la experiencia de fe en Dios, defraternidad espiritual en Cristo, de confianza en la Providenciay en la Misericordia divina, de amor y perdón, de renuncia a unomismo, de acogida del prójimo, de justicia y de paz. Todo esto esindispensable para transformar los “corazones de piedra” en

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34 Benedicto XVI, “La conciencia, clave de bóveda para la construcción del biencomún”. Discurso al mundo de la política, la empresa y la cultura de Croacia, el sábado4 de junio de 2011. Algunas semanas más tarde, refiriéndose a la liturgia del domingodurante el rezo del Ángelus en Castel Gandolfo, tras recordar cómo Salomón pidió aDios “un corazón atento” (cf. 1 Re 3,9), el Papa recuperó el tema de la conciencia. En laBiblia, el “corazón” indica el centro de la persona, la sede de sus intenciones y de sus jui-cios, la conciencia. «“Corazón atento” significa entonces una conciencia que sabe escu-char, que es sensible a la voz de la verdad y, por eso, es capaz de discernir el bien delmal. En el caso de Salomón, la petición está motivada por la responsabilidad de guiaruna nación […] por los caminos del Señor, el camino de la justicia y de la paz. Pero elejemplo de Salomón vale para todo hombre. Cada uno de nosotros tiene una concienciapara ser en cierto sentido “rey”, es decir, para ejercitar la gran dignidad humana deactuar según la recta conciencia, obrando el bien y evitando el mal. La conciencia moralpresupone la capacidad de escuchar la voz de la verdad, de ser dóciles a sus indicacio-nes. Las personas llamadas a tareas de gobierno tienen, naturalmente, una responsabi-lidad ulterior y, por lo tanto –como enseña Salomón–, tienen aún más necesidad de laayuda de Dios. Pero cada uno tiene que hacer su propia parte, en la situación concretaen que se encuentra. Una mentalidad equivocada nos sugiere pedir a Dios cosas o con-diciones favorables; en realidad, la verdadera calidad de nuestra vida y de la vida socialdepende de la recta conciencia de cada uno, de la capacidad de todos y de cada uno dereconocer el bien, separándolo del mal, y de tratar de llevarlo a cabo con paciencia, con-tribuyendo así a la justicia y a la paz».

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“corazones de carne” (Ez 36,26), y hacer así la vida terrena más“divina” y por tanto mas digna del hombre”35.

Si, para terminar, se quiere conocer el pensamiento de nues-tro fundador en la materia, basta releer algunas lineas de una desus meditaciones sobre san Luis, rey de Francia: “La verdaderadevoción, lejos de ser contraria a cualquier progreso social, losfavorece a todos y los eleva a un grado mas alto”36.

Éstas palabras son, ciertamente, del P. Dehon. De hecho, cerra-das las comillas, comme il faut [NT.: como es preciso], sobre unacita de san Francisco de Sales relativa a la piedad y a las virtudessociales, Dehon añade un comentario, indudablemente suyo.

Y, por fin, en cuanto a la moral social, he aquí en síntesis loque él pensaba: “Se pregunta a veces si el Evangelio contiene unamoral social. El Evangelio no es un catecismo didáctico, perotraza las grandes reglas de la moral, tanto social como privada.El decálogo es la base de todas las legislaciones humanas y detodas las relaciones sociales. Todo el malestar actual procede dealguna violación del decálogo: el trabajo servil en domingo, eldesprecio de las normas de respeto y de justicia en la organiza-ción industrial o en los contratos de trabajo, etc.

El Señor confirmó el decálogo y pidió insistentemente respe-to al mismo. Para mantener los engranajes de la justicia, aplicóel bálsamo de la caridad, de la dulzura, del sacrificio, que sonvirtudes que su Corazón estima. Aquellos que creen poder hacerolvidar su poco afán por la justicia repartiendo unas pocaslimosnas, no comprenden nada del Evangelio37.

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35 Caritas in Veritate, n. 79, ibidem.36 L. Dehon, L’année avec le Sacré-Coeur. Méditations pour tous les jours de

l’année..., II, 24 aout, “Saint Louis”, Deuxieme point: “Sa pieté et ses vertus civiles”,p. 180; Tournai-Paris 1919. NT.: En francés en el original.

37 L. Dehon, L’année avec le Sacré-Coeur. Méditations pour tous les jours de l’année..., II, Premier Juillet, “Le Coeur de Jésus dans sa vie publique”, 3ème. point: “Lamorale sociale”, p. 12 citado. NT.: En francés en el original.

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1 Este artículo forma un capítulo de un nuevo libro en holandés de Frans van derHoff scj, que está por publicarse y lleva por título: “Wegversperring: zoek een andereroute! (Mystiek en Diaconie)” “¡Obstrucción del camino: busca otra ruta! (Mística yDiaconía)”, retomado de una ponencia para el Ministerio de Agricultura de Holanda,Groeneveldlezing, Baarn 2007.

LA FUERZA DE LA SOLIDARIDAD

OPCIÓN POR Y CON LOS POBRES

PARA UN BUEN AMBIENTE1

P. Francisco VanderHoff-Boersma, scj

“Nothing in the nature around us is evil. This needs to berepeated since one of the human ways of talking oneself

into inhuman acts is to cite the supposed cruelty of nature”. Loescribió una vez John Berger en uno de sus hermosos libros(“Nada en la naturaleza que nos circunda es malo. Esto debe siem-pre ser repetido, porque una de las maneras humanas para justi-ficar sus fallas consiste en dar la culpa a la supuesta crueldad dela naturaleza”).

Desde mi propia experiencia quiero tratar algunos asuntos,que tienen como tema la pobreza decente, ¡buena para el hombrey la naturaleza! Esto va completamente en contra de la promesade una fe en el progreso, que a altos y bajos afirma que todo searreglará, si no es aquí, será en el más allá. ¡Ojos cerrados, inteli-gencia en cero! Yo y muchos conmigo no son adeptos a esta clasede superstición. La crisis de 2008 ha probado claramente que lascosas no van bien, ni con la mayoría de la población del mundo,ni con la naturaleza, el clima, nuestro planeta. El progreso quedó

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reducido a un pequeño segmento de la población mundial malcontrolado, que a altos y bajos afirmaba que todo estaba bajo con-trol. Esto no resultó ser así y se ha subestimado también enorme-mente lo que este progreso tiene como consecuencias para nues-tro planeta y grandes grupos de la población.

Si uno pasa por la cordillera de Juárez para ir de un pueblo aotro, puede varias veces elegir entre distintos senderos. Uno debemirar bien para no desviarse de la ruta justa.

A veces hace grandes círculos y uno vuelve al punto de parti-da. En este relato trato de mantener la ruta, pero voy también aveces a mirar algunos caminos laterales, para observar si tambiénotros senderos pueden conducir al atrevido fin: la felicidad para lagente y el bienestar para la naturaleza.

Introducción

Parto de una visión integral de la naturaleza y del ambienteasí como de su conservación: no se puede dañar y explotar lanaturaleza sin al mismo tiempo hacer daño al hombre y no sepuede dañar y explotar al hombre sin dañar la naturaleza. Este esel gran desafío para hoy. Esta visión ecológica trata de actuardesde una actitud de dialogo que se opone al dominante relatoeconómico, al poder intrigante del dinero, al relato de un corteliberal y neoliberal creciente y pone grandes preguntas al rápidoempobrecimiento de los ecosistemas que se da instantáneamenteen la sociedad con su específico mercado e infinito consumo. Enesta forma de sociedad el hombre saca más de la naturaleza de loque necesita, especialmente en la explotación de recursos natura-les y crea al mismo tiempo un gran volumen de desperdicios.

Una actitud integral respecto al medio ambiente parte de unaespecie de equilibrio en la naturaleza y su estrecha relación con lasociedad de la gente. Esta actitud echa una nueva luz sobre elreconocimiento de los problemas del ambiente, su origen, causa yposibles soluciones. La contaminación del agua y del aire, la

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enfermedad y el hambre, el hacinamiento en ciudades que tocaespecialmente al hombre y a la mujer comunes, parecen originar-se de un desequilibrio y desigualdad económica y ecológica. Lasrelaciones imperiales y los contrastes sociales que provienen deesto tienen también su repercusión directa en la naturaleza. Sepuede decir que también la naturaleza experimenta las conse-cuencias de la lucha de clases y a menudo sale perdiendo. La dege-neración del ambiente y el acallamiento de los sindicatos, elaumento del CO2 en la atmosfera, el libre comercio y la exclusiónde grupos sociales y de las masas están muy relacionados entre sí.

La política del ambiente y la preocupación por la naturaleza pue-den dar origen a un movimiento, a una consciencia del pueblo, quesobrepasa el alcance meramente ecológico y científico y puede des-embocar en lo que justamente es de interés elemental: la acción eco-nómica y política. Esta nueva y estrecha relación entre el ambiente, lanaturaleza y la economía social y la política es el gran desafío de nues-tra gente. Revalorizar la naturaleza integral y la política del ambientenos lleva a preguntas políticas y hasta teológicas de primer orden.

Para prevenir equivocaciones: escribo desde mi experiencia,vivencia y vida en la parte inferior de la sociedad. No tengo laspretensiones de ser un científico o un escritor. Más bien soy unpequeño agricultor. Tengo algunas gallinas, cultivo hace pocotambién flores y tengo un pequeño sitio con cafetos. Pero siempretrato de observar alrededor mío y de comprender, no solo lascosas empíricas, sino también los trasfondos más profundos de loque está pasando. Esta reflexión no la hago porque sea religioso ysacerdote. Sino también porque soy conciudadano y cohabitantede este planeta. Trato de ser democrático y humano y me he poreso asociado, hace cuarenta años, a un núcleo duro, la mayoría:los pobres, los excluidos, los superfluos. En mi caso específico sonlos campesinos de diferentes grupos de indios, los habitantes ori-ginales de la mediana cordillera de Oaxaca, México. Son justa-mente ellos que hacen un enorme esfuerzo de conservar y mejo-rar el problema del medio ambiente, la naturaleza, el paisaje. Pueses lo único que a menudo les ha quedado. No es casual que en dos

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estados (Oaxaca y Chispas), con la mayor biodiversidad se tienetambién la mayor diversidad de grupos indios, habitantes origi-nales de esta parte de México. No es casual que las regiones habi-tadas por grupos indios son los territorios donde se ha conserva-do mejor la naturaleza. Ellos experimentan que la tierra no lespertenece, sino que ellos pertenecen a la tierra, al suelo, a los ríosque los ayudan a sobrevivir. Nosotros nacemos de allí y un día nosdevolveremos a este suelo.

La supervivencia no es sencilla para estos grupos. Tambiénallí hay testimonios de hombres, historia de decisiones fatales queya no son recuperables. Hambre, conflictos y la situación de serobligados a sobrevivir no es siempre el mejor consejero. Pero yotengo un problema muy distinto: la estructura actual y la culturade una acumulación desenfrenada de una minoría del planeta dejaproducir un desastre natural de primer orden. Lo que los imperioschino, romano, carolingio y otros no han alcanzado en la historiatan tajantemente, alcanza a hacerlo el capitalismo actual en suscrecientes pretensiones neoliberales y su formación: un desastreque traspasamos a la generación siguiente. Y esto no me parecemuy sabio, sino más bien irresponsable.

“Oh Dios mío –siento que piensan algunos–, aquí está otra vezun pesimista radical que rechaza dejar brillar el sol sobre buenos ymalos”. Quiero rebatir esto: soy una persona optimista. Existe cadames más conciencia en amplios círculos, con frecuencia desconoci-dos, que muestran que todos juntos tenemos una misión y encargode proclamar un alto a este desastre y al mismo tiempo de poner enpráctica alternativas. En todas partes se hace mucho por medio degrupos, movimientos y otras instancias que toman muy a pecho elmedio ambiente, la naturaleza y el campo. En esto hay también unelemento de miedo, que es el peor consejero en la política, que tratasiempre de activar y movilizar a la gente mediante el uso del miedo,el elemento principal de la subjetividad actual. Pero la concurrenciade voluntarios, jóvenes, pequeños agricultores, representantes demovimientos, en la última conferencia sobre el clima en Cancún(2010) para contar su relato, manifestar su protesta y hacer conocer

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sus proposiciones, señala otro camino que se parece más a una polí-tica emancipadora: seguir adelante, o como dice simplementeBadiou: “Continuar”, su proposición hacia una ética. Continuar bus-cando y construyendo humanidad, seguir siendo alguien, siendo yhaciéndose persona, uno que vive y se mueve en medio de los otros.

Allá arriba en las montañas de Oaxaca, México, hemos apren-dido juntamente que protestar contra la degeneración del medioambiente es urgente, pero que esto solo tiene sentido si al mismotiempo hacemos proposiciones alcanzables y las ponemos en prác-tica. Una agricultura orgánica global forma parte de esto: cultivarcon cuidado la tierra, sin envenenar a la Madre Tierra, con cuidadopor las plantas y animales, con atención a las corrientes y los ríos.

La política oficial mexicana de agricultura ha coqueteado conla revolución verde con pocos resultados, tampoco en las monta-ñas. Los agricultores indios miraban esta propaganda delGobierno con suspicacia: “Lo que hemos construido durantesiglos, no lo dejamos destruir en unos pocos años y hacernos total-mente pendientes de las grandes corporaciones que venden abo-nos químicos, que distribuyen semillas de maíz genéticamentemodificadas y manipuladas”. Monsantos, Novaritis, DuPont y lossuyos son nombres que provocan poca simpatía en las montañas.

¿Cómo podemos todos juntos gritar un ‘alto’ a la catástrofeque nos amenaza? Con ‘gritar un alto’ entiendo: retraso del pro-greso, retraso de la acumulación y del cultivo exhaustivo, un con-trol de la agresividad del dinero, del mercado y de la especulación;es decir, una nueva forma de economía y otro mercado, elemen-tos que quiero aclarar más adelante. Éstas son tareas para la polí-tica, el Estado y muchos movimientos de base que con frecuenciaentienden mejor lo que está pasando que la política.

Es muy necesario llamar caballo a un caballo, para no enga-ñarnos amablemente unos a otros. Quiero, en primer lugar, desahogarme sobre esto; si no, vamos a perder completamente labuena visibilidad en el camino que el imperio nos ofrece y corre-remos el peligro de ser embrujados por promesas que no puedenser realizadas, ni ahora ni, ciertamente, tampoco a largo plazo. No

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debemos olvidar que las actuales teorías económicas liberales tie-nen poco de científico y que, más bien, el anhelo deja de ser elpadre del pensamiento. La economía dominante ha hecho des-aparecer la religión de la escena y ha ido a jugar ella misma elpapel de la religión. Por eso, ¡hay que estar alerta!

Conflictos e información

Vivimos en un tiempo imperial de guerras criminales, inva-siones de países, son lanzadas bombas sofisticadas, que no sola-mente causan un desastre del ambiente, que varios años despuéspuede ser bien medido, sino al mismo tiempo provocan un enor-me sufrimiento humano, dolor, rencor y nuevas tensiones entrepueblos y naciones. Muros son ahora levantados en la fronteracon nuestros vecinos americanos del norte, tan altos que el murode Berlín de entonces puede ser considerado como un molestoumbral. Este nuevo muro existe para detener a los obreros mexi-canos y centroamericanos, casi siempre ilegales, para mantener laeconomía de Estados Unidos, pero son tratados como criminalessi en cierto momento no son necesarios como trabajo barato, oson declarados terroristas cuando la economía en los EstadosUnidos de repente se viene por abajo y en crisis. No podemos tam-poco omitir el hecho que el contingente de soldados mexicanos delas tropas caídas norteamericanas en Irak relativamente es elmayor. Los ilegales mexicanos entran al ejército norteamericanopara después de algunos años de servicio poder conseguir la tandeseada Tarjeta Verde, aunque a veces en vano. Se prefiere másbien callar estos hechos.

¿Qué tiene que ver todo esto con la naturaleza y con la políti-ca medioambiental? Todo: ¿no es el hombre parte esencial de lanaturaleza y del medio ambiente? ¿No es la naturaleza intrínseca-mente unida con el bien y el mal de la gente? Si separamos cosasesenciales y ya no queremos ver las conexiones transversales,estamos muy lejos de la “casa natural”. Un psicólogo social cana-

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2 Pólder es una extensión de tierra ganada al mar. “Poldermodelo” es un sistemade deliberación, desarrollado en Holanda, entre los partes sociales: empresarios, sindi-catos y gobierno.

diense, Vern Neufeld Redekop llama a esto “ Interconnectedness”,pertenecer a algo, comunidad, idioma, tribu, país y naturaleza.Nos ha dado para esto un buen marco para dar nombre al poderde la violencia contra el hombre y la naturaleza, que con granexactitud interpretan la dinámica de acciones nocivas, decisionespolíticas e impulsos y cómo se puede elaborar la reconciliación. Elcodicioso imitar servilmente lo que otro tiene no lleva solamentea una competencia insana, sino a conflictos y violencia. La ten-dencia a imitar está muy dentro de nosotros, pero dar rienda suel-ta a esto y hasta permitirlo legal y liberalmente en la economía,mercado, abastecimiento de los alimentos, es un peligro mortalpara el hombre y el medio ambiente. Disciplina, reconciliación,ser consciente de los juegos que jugamos para no envidiar la luzen los ojos del otro, son las primeras condiciones de humanidad.El décimo mandamiento de Moisés (“No codiciar los bienes aje-nos’’) es una especie de resumen de lo que está pasando con elhombre: y se refiere a un conocimiento profundamente humano,una visión antropológica que aparentemente rehuimos.

Jared Diamond indica certeramente doce categorías con lasque se confronta hoy la problemática del medio ambiente. Quieroaclarar un momento su duodécima categoría. Por la internacio-nalización (llamada también globalización, y tengo mis dudassobre esto: ¿globalización de qué, quiénes están dentro del barcoy quienes caen afuera? O mejor: ¿quiénes son arrojados al agua?)o ”el poldermodelo”2, como Diamond llama el mundo actual, nose repele solamente la problemática del medio ambiente para lasgeneraciones siguientes, sino también para los países, que parapoder vivir venden sus recursos, sus materias primas y susbienes, con gran daño a la naturaleza. Por ejemplo, en el sectordonde trabajo, en las Montañas del Istmo de Tehuantepec,Oaxaca, una explotación maderera italiana y después una mexi-

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3 Oxímoron: una figura de estilo que une dos conceptos contrarios: por ejemplo,un silencio ensordecedor.

cana han talado en el pasado grandes bosques para construcciónde casas y la construcción de muebles finos. Estas casas y mue-bles están ahora en parte en Europa, pero aquí ha desaparecidouna parte de los bosques y ha dejado un clima desértico. Paraproteger los bosques de Europa y acabar con su tala, se han echa-do a perder las selvas en otra parte del mundo. Yo lo llamo van-dalismo internacional tolerado.

La finalidad del crecimiento económico impide una división justade la riqueza disponible. Y la naturaleza constituye parte esencial y es,al mismo, tiempo víctima de ella. La gente del Occidente cree en estecrecimiento económico como si fuera un dogma religioso. Crecimientoy progreso son, dicho irónicamente, el primer y principal manda-miento: “No tendrás otros dioses sino los de dinero, el crecimiento yel poder”. El segundo, igual a éste, es la sumisión y explotación delhombre y de la naturaleza por parte de aquellos que quieren hacerdinero: “No usarás en vano el nombre de la Bolsa, Banca yAccionariado”. Los grandes problemas de la justicia, la naturaleza y elmedio ambiente parecen ser reducidos a la manera en la que convivenlos hombres y por la dirección en que son encaminados en lo dicho.

En los organismos públicos que determinan las líneas degobierno se encuentra buena voluntad e impotencia para indicarlas causas reales y hacer cambios de fondo. Poner esto bajo dis-cusión es uno de los desafíos más grandes de nuestro tiempo:¿qué hacemos con la doctrina de salvación del progreso y cómoconseguimos la tranquilidad y el relajamiento en el crecimientoeconómico, de tal modo que sea posible dominar los conflictossociales y medioambientales y llegar a la meta de una reconcilia-ción con lo que es bueno para todos los hombres y para nuestroplaneta?

Esta fe de progreso se conecta a menudo con el concepto deun “desarrollo duradero”, pero es en mi opinión una elegante cor-tina de humo y un oxímoron3 de primera clase.

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4 Se refiere a una exclamación de los comerciantes en la feria para atraer a loscompradores; en holandés: op is op!

Desarrollo duradero

Aquí conviene observar bien esta terminología de “desarrolloduradero”, expresión que comienza a convertirse en un slogan, enalgo mágico, una tapa que se ajusta a cada olla, con significacio-nes, contenidos llenos de intereses muy diversos.

La simple combinación de estas dos palabras ya me parece unpoco absurda, dado que la expresión se entiende especialmente entérminos económicos. Debemos colocar grandes signos de inte-rrogación en esta combinación de expresiones: ¿No están en con-tradicción entre sí “durabilidad” y “desarrollo y progreso” (econó-mico), al menos si miramos alrededor nuestro? Recordamos unaadvertencia de Sigmund Freud; al final de su vida dice: ¡“Vivimosen un tiempo muy extraño y descubrimos con gran sorpresa queel progreso ha efectuado un acuerdo con la barbaridad!”.

Teoréticamente, parece todo en orden en el progreso econó-mico, pero la realidad es diferente y, con ello, la presentación teó-rica no es solamente débil, sino especialmente engañosa. La teo-ría es fácilmente malvendida a los dogmas de la nueva religión:“Deberás acumular, crecer y consumir: así irá todo bien en lasociedad”. La regla económica: “Los vicios de cada uno son elbeneficio de todos” proclamada en otro tiempo por la Sra. Tatchery por otros, se ha afirmado en el comercio, en el mercado y hastaen la conciencia humana. El egoísmo ha comenzado a ser una vir-tud y el altruismo, un vicio.

El “desarrollo” (y su sinónimo, el progreso) conduce siempre auna cultura de “se acabó y se acabó”4, lo mismo que sucede con elextinguirse de especies de plantas y animales. En una conductafundamental antropocéntrica y miope ocurre esto y se da solamen-te prioridad a los intereses propios y a la avaricia. Una buena con-ducta fundamental debería ser de “Zugehörigkeit” –expresión muyquerida a von Weiszäcker–: el pertenecer-a y ser-parte-de algo.

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El hombre es parte de la naturaleza, pertenece también a ella,no está al margen de ella, ni a su frente, ni tampoco por encimade ella, sino participa de la misma manera, es socio y frecuente-mente un administrador-socio infiel, ¡aunque pretende ser el másinteligente en todo el concierto de la naturaleza! La técnica es,desde este punto de vista, no el poder del hombre sobre ella, sinoen la naturaleza. Con lo dicho es también posible colocar el pen-samiento sobre la técnica en un contexto de Creación y Salvación,dejar siempre ser a la naturaleza lo que es: naturaleza, no estática(¡existe también algo tal como la evolución!), sino dinámica, unproceso evolutivo con integridad: naturaleza global. Hombre, ani-mal, planta, tierra, aire, agua y fuego, los cuatro elementos primi-tivos: merece la pena volver a valorar los mitos griegos (y otros)de estos cuatro elementos primigenios.

Es un probar y buscar de nuevo desde y con la imaginaciónhumana en formas de ‘comedia y misterio’, que sirven para man-tenerse dueño del miedo por lo no evidente de la existencia huma-na y de la angustia que esto trae consigo (¿no procede la domina-ción de la naturaleza también de este miedo y es cierto que elmiedo sea el mejor consejero?).

Comedia y Misterio echan una nueva luz sobre lo “moderno”de la modernidad. Hemos perdido ambos un poco de la vista. Peortodavía. Tratamos el misterio de modo muy cosmético y la come-dia que jugamos con la naturaleza comienza a ser muy misterio-sa: ya no sabemos de lo que hablamos (dijo el escritor FranciscoKellendonk siempre que vio cómo salieron intercambiadas estasdos cosas), mientras pensamos que sí lo sabemos. La ironía per-tenece al juego humano para alcanzar las verdades grandes ypequeñas. Después de la equivocación del trato con la naturalezarellenamos el pozo y pasamos el caos a las generaciones siguien-tes. O hacemos reglas y cada vez más reglas, que el agricultorcomún y corriente y el ciudadano apenas entienden, pues no hayuna discusión que dé profundidad y fundamento a las reglas. Lasreglas orientadoras son muy necesarias, las prohibiciones estánespecificadas en el derecho penal.

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Interrelación y alienación

Los hombres son sujetos, y es desastroso usarlos comomedios de producción o, si son inútiles, rechazarlos. Así pasa tam-bién con la naturaleza: ésta tiene en unión con el sujeto hombretambién derechos subjetivos de existencia: Madre Tierra (PachaMama, Dziu Bichoze, etc., nombres dados a la naturaleza por gru-pos indios en América Latina). Espíritu y dinero, hombre y natu-raleza, progreso de una minoría y exclusión de una mayoría de lapoblación mundial, tratamiento del sujeto y del objeto: todosestos rasgos dualísticos de nuestra cultura hacen posible quehombres, materias primas y naturaleza puedan ser apropiadospara ser usados. Lo que no es útil es arrinconado, rechazado ybotado. Para garantizar y continuar el bienestar de los adinerados,los felices en la carrera, es necesaria una conducta dura como elmármol frente a los demás: el hombre y la naturaleza, que son tra-tados como extraños: mientras son útiles para el crecimiento, sonmimados y tolerados; si no son útiles, son rechazados, excluidos,descuidados, hasta aniquilados. Este mecanismo es claramentevisible en tiempos de crisis económica. El trato que toca a la natu-raleza de parte del hombre es una forma de xenofobia. En tantoque dura este trato sistemático, todas las declaraciones de alian-zas ecológicas, bien intencionadas, rebotan en esto. La razón porqué la naturaleza ha llegado a ser una extraña es el nombradomecanismo de exclusión. Y esto da la mejor posibilidad al abuso.Esto es, visto desde el lado inferior de la sociedad, los pobres, losexcluidos, lo que mundialmente está pasando, a pesar de acuerdosy reglamentos de Kyoto. Copenhague, Cancún, a pesar del docu-mento de Brundtlandt, las Metas del Milenio, etc., a pesar delembellecimiento del paisaje y de la naturaleza. Nos pueden ayu-dar al respeto las ideas de E. Levinas y R. Girard: el otro y el Otro,que nunca puede ser apropiado, es siempre un sujeto y me hacesujeto para actuar con responsabilidad, en libertad y con felicidad.La felicidad no se vende, menos si va a costa de otros, sea el hom-bre, sea la naturaleza.

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Usted puede decir: “Es una visión bastante pesimista”. Peroes justamente al lado del pobre, al lado de los excluidos, donde sedebe tocar a tiempo la campana, donde nacen un nuevo tipo demercado y economía y donde se proponen modelos ecológicoscomo nuevos paradigmas económicos.

Trabajo y vivo ya más de 40 años en México y los últimos 30años como modesto agricultor con los pequeños agricultores en elsur de Oaxaca, en la Montaña del Istmo. Con muchas dificultades ytrabas ha nacido allí una organización de campesinos de 58 pueblos,bajo el slogan: “Unidos venceremos”, y este unidos va más lejos quesolamente los campesinos y sus hogares: también la naturaleza per-tenece a ello. La propiedad de la tierra es comunitaria, entonces nohay propiedad privada de la tierra. Esto es importante para com-prender por qué estos campesinos se preocupan del medio ambien-te y de la naturaleza: son comunitarios y no individualizados. En1985 tomó la asamblea general la decisión de pasar de la agricultu-ra convencional (mediante insumos químicos) a la agriculturaorgánica bajo el slogan: “La madre tierra te da de comer, entoncesdebes devolverle al menos lo que te ha dado”. Utilizar abono orgá-nico, manejar limpios los corrientes de agua, cuidar bien la diversi-dad de las plantas, animales y árboles y donde sea necesario actuarprotegiendo (hacer terrazas, etc.) y, cada año, plantar diez árbolesendógenos en los alrededores de tu cafetal, etc. Se discutió muchosobre la que sería la mejor manera de comenzar una sana, buena yproductiva relación con la tierra que cada uno usa. Los cafetales sonpermanentes, pero el cultivo del maíz fue y es parcialmente cam-biante: dos años de uso y después dejar el terreno en descanso parausarlo de nuevo después de tres años. Algunos campesinos hanlogrado que ahora sus sembradíos de maíz los usen en el mismoterreno anualmente después de hacer terrazas, implementar abonoorgánico y plantación papilionada. Así se ha liberado más terrenopara devolverlo a la naturaleza misma.

La agricultura orgánica, como estos campesinos la promue-ven, es más que la exclusión de abonos químicos y pesticidas, esespecialmente la cooperación fecunda del hombre con la natura-

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leza: favorecer la biodiversidad, el uso de hongos naturales para elcontrol de plagas, construir alrededor de los de antemano deter-minados sectores naturales y zonas de amortiguamiento alrede-dor de dos zonas de casi 6.000 y 10.000 hectáreas de selva virgen,dejar los pájaros en paz, otorgarles tranquilidad, dejar de cazar alas iguanas, los tapires, los venados, etc. y disparar solamente aleones y panteras viejos, porque a veces se ponen muy agresivosfrente a congéneres propios y otros animales, especialmente vacasy machos cabríos.

Es un beneficio para la naturaleza y el medio ambiente. Esdifícil para los campesinos sobrevivir. Son y quedan pendientes deestructuras económicas que no les son favorables. Es por eso porlo que algunos campesinos fueron a Holanda para exponer susproblemas económicos en 1988.

En el café existe un comercio intermediario salvaje, especula-ción en la bolsa de Nueva York, y los costos de elaboración soncargados a los productores, lo que se considera la cosa más nor-mal del mundo. Todo esto se hace bajo el slogan del libre comer-cio, donde no se acepta una reglamentación, mientras el librecomercio está atado a reglas claras, es decir: ganancia, controlsobre la línea de producción, el proceso de mercado, etc. Los cam-pesinos querían un comercio en que estuvieran garantizados almenos los costos de su producción, más los costos sociales y losdel mejoramiento del medio ambiente. Esta fue la proposición quese había confiado a la organización “Solidaridad” y conducía almodelo Max Havelaar, el Mercado Justo. Integrar en el precio loscostos de producción, los costos sociales y los costos del medioambiente significa un cambio en las reglas del mercado.

El Comercio Alternativo (Max Havelaar) fue por eso no sola-mente otro tipo de mercado, sino especialmente otra economía,donde el hombre, la sociedad y el medio ambiente están en primerlugar y no están subordinados a las reglas de ganancia, la maxi-mización del capital y del mercado, como les gusta tenerlo a lasempresas transnacionales. Todavía falta mucho por hacer.Desgraciadamente en este otro mercado se olvida la cuestión polí-

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tica. Sobre todo los representantes de los ONG’s del Norte laponen debajo del tapete, como siendo algo fuera de la realidad, obien reaccionan con una especie de fatalismo: “el sistema es el sis-tema, no hay nada que cambiar, uno debe ser realista”. Poca lec-ción se saca de la actual crisis económica. Pero este otro mercadosirve para contrarrestar al mercado dominante: un verdaderomercado libre de productores y consumidores, que especialmenteen la cadena del alimento son los jugadores principales, y consu-midores somos todos. No hay un problema con el proceso de mer-cado, sino con la forma muy determinada de economía del mer-cado que tiene pretensiones absolutistas e incluye exclusión.

Con todo esto hemos cuestionado el supuesto ‘desarrollo sos-tenible’ como las corporaciones lo están presentando. El desarrollode una nueva economía donde la defensa de la humanidad no esun servicio de palabras, sino una regla. Es un largo camino, quedebe llegar a tener especialmente un fundamento político. Peropara esto se necesitan una conciencia ciudadana, una organizaciónde los consumidores, una política agrícola que enderece de nuevolo que creció torcido. Esta es una tarea de largo aliento, pero notenemos el lujo de postergarla. Los conflictos mundiales solamen-te aumentarían y el hombre y la naturaleza han tenido paciencia,pero ésta puede agotarse y se agotó ya en algunas partes.

Profundamente arraigado, control del conflicto

Secretamente se ha perdido ahora la imagen metafísica delmundo –“la globalización cósmica” de Sloterdijk–: en la jerarquíacósmica la tierra fue el centro y al mismo tiempo tomó la posiciónmás subordinada. En esta metafísica, la tierra y lo terrenal tuvo unsonido negativo. Muy lejos de la eterna luz celestial fue la tierra ellugar donde la mitad del tiempo es noche y donde todo lo que vivetiene muerte y decadencia en perspectiva. Sin embargo esta pers-pectiva negativa de lo terrenal ha dejado sus huellas, pero cojea.Cojea peligrosamente.

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Después de un crepúsculo de siglos se levantó la tierra como elúnico y real globo que subyace en todas las conexiones de vida,mientras casi todo lo que hasta entonces estaba vigente como uncielo vivo y lleno de sentido, fue vaciado. Vivimos en la tierra sincielo. Y esto puede significar un desastre para el medio ambiente.La mayordomía y el cuidado de la tierra y de la vida se erosionó,pues el propietario (es decir: la naturaleza, la historia, las genera-ciones, la humanidad, el Creador) ha desaparecido y el mayordo-mo se comporta ahora como dueño y propietario. Las consecuen-cias son incalculables. El hombre puede hacer y dejar hacer lo quequiera con la propiedad que se ha adjudicado, y más todavía si elconocimiento histórico también tiene poca atención y futuro.

El espacio ha tenido una nueva significación: la ascensión hadejado lugar a la aviación, el hombre actual despega para descenderen otra parte del mundo. Este proceso trae consigo una aperturaagresiva del mundo, es decir, un apropiarse del otro. Los viajes dedescubrimiento y los colonialistas después son un triste testimoniode esto. Fueron los primeros principios de una globalización conEuropa como punto de arranque y centro al mismo tiempo. Conllevóa la consecuencia: el apropiarse del otro, de lo extraño, a base de con-diciones unilateralmente determinadas. De mayordomos y adminis-tradores comenzamos a ser un patrón agresivo: “¡es mío!”, ¡lo hemospagado!”. Alguien lo llamó “el fantasma de la globalización”.También la naturaleza comenzó a ser mía, nuestra y nosotros somosel patrón. La naturaleza puede así ser “hecha” y por eso hemos per-dido la relación intrínseca y recíproca con la naturaleza. La natura-leza siempre nos da un susto, pues muere y nosotros no queremosmorir. El miedo por la muerte crea una relación extraña con la natu-raleza, que nos enseña que morir es algo muy natural.

Economía y naturaleza

Esto me lleva de nuevo a la relación inherente entre medioambiente y la economía, economía y crecimiento. La exigencia

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inherente del sistema económico actual consiste en esto: debecrecer, y tan rápido como sea posible. El slogan de “detención esretroceso” trae consigo que se actúe protegiendo hacia dentro yque en otra parte, suficientemente lejos, se comporte o se dejecomportar a otros vandálicamente. El por las corporaciones, seanbancos, sean empresas, tan alabado y controlado aparentementeinfinito progreso en el occidente es posible a base del despojo enotras partes. Pero estamos todos juntos en un pedacito de sueloque llamamos tierra y no podemos pasar la cuenta a nuestroshijos y nietos.

Con cuidado, invención, colores, flores, plantas y bosques tra-tamos de hacer de la naturaleza un lindo jardín. ¡La naturaleza espor lo visto factible! No nos gusta la tierra baldía: es desordena-da, sin líneas, pues hemos arreglado la naturaleza racionalmente.Y esta racionalidad no reconoce límites.

Pero ¿es este jardín, hecho para el bienestar, la felicidad de loshabitantes, idóneo para cada uno? Oigo muchos lamentos y quejasde parte de los pequeños, medianos y mayores agricultores europeos.La naturaleza, la cultura, la agricultura no son evidentemente siem-pre reconciliables entre sí. Porque la agricultura está modernizada¸es decir integrada en la embriaguez de la globalización y el progreso(¡exportación y más exportación!), no se estimulan solamente lasmegaempresas locales, sino también la enorme concentración demuchos animales, vacas, pollos, puercos en un solo lugar. A los agri-cultores se les impone reglas para el tratamiento del estiércol de losanimales (frecuentemente, sin mucha explicación del porqué), queson esquivadas de mil maneras para poder mantenerse flotantesencima de los vertederos. Esto aqueja especialmente a los pequeñosy medianos agricultores, mientras son justamente ellos quienes quie-ren mantener lo mejor del paisaje natural. Viven bajo una presiónpesada: ¿cómo mantengo la cabeza por encima del agua? No se esti-mula a la agricultura orgánica y algunos agricultores orgánicos noentienden nada del sistema. En mi opinión (y, conmigo, los agricul-tores indios orgánicos en México, ahora más de medio millón), veola agricultura orgánica como belleza tanto como pureza: bella para el

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hombre, el animal, el bosque y el agua, pura para la naturaleza y lasanidad. La agricultura orgánica está basada en al menos cuatroprincipios básicos: salubridad para la planta, la tierra, el animal y elhombre, medio ambiente, como un sistema ecológico vivo, justo(fair) hacia posibilidades comunes de vida y atención (care) por lasactuales y futuras generaciones, su tierra, plantas y animales.

El progreso y nuestro poldermodelo, que procedió de estatendencia de progreso, se esfuerzan por conseguir y mantenerbella y pura “mi” naturaleza, pero no les importa un bledo “nues-tra” naturaleza mundial.

Sospecho que los problemas de naturaleza y medio ambienteestén encauzados en una elegante tendencia de sublimación de unaeconomía violenta, que crea relaciones violentas. La urbanización,el hacinamiento de los hombres –que exigen cada vez más espaciopara vivir: ¿cuántos metros cúbicos de espacio para vivir existenahora en comparación con 40 o 50 años atrás?; ¿tenemos miedo alotro para habitar bajo un solo techo?– piden un pedacito de natu-raleza donde pueda experimentar un momento cosas bellas. Lo queno tengo en mi casa, en mi trabajo, en el colegio, etc., lo buscosublimado en la naturaleza. Está naturalmente permitido, perodebo también reconocer los mecanismos de alienación.

Sublimación y alienación van frecuentemente mano en mano.Pero en este caso estamos en el nivel de un conflicto profundamentearraigado: no soy autosuficiente. Necesito a otros y el medio ambien-te, la naturaleza, para poder ser yo mismo. Descubrir que yo (el hom-bre) no soy el centro de las cosas. Es un choque que despierta. Por esoes tan importante la discusión sobre la naturaleza y el medio ambien-te, pues al fin y al cabo trata de mí mismo, de nosotros los hombres.La gran pregunta es: ¿”Qué ha pasado en nombre de Dios con nos-otros? Los filósofos tratan de aclararlo un poco, como Lacan, Badiouy otros, y los teólogos tienen mucho miedo de constatar que el Diosfabricado ha muerto, pues lo hemos simplemente matado (como diceNietzsche) y nos negamos a confirmar que el amor por la tierra y porel hombre es algo divino y que así Dios puede ser de nuevo amor. “ADios nunca lo ha visto nadie; pero si nos amamos los unos a los otros,

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Dios vive en nosotros y su amor se hace realidad en nosotros” (1 Jn 4,12). ¡Es una forma de trascendencia ética!

La gran pregunta de las grandes religiones del mundo fue y es:¿cómo tratamos decente y alegremente los unos a los otros duran-te el tiempo que nos es concedido como seres naturales? Los gran-des mitos circulan siempre alrededor de esta pregunta y dejan poreso un espacio abierto al que me gustaría llamar: un mito eternoextendido con el viento, refrescado. Nacer, crecer, morirse es unfenómeno natural (el miedo por la muerte es propiamente contra-natural, o mejor dicho: es no comprender de quién eres), pero nosresistimos a aceptar esto. Nos gusta cambiar los límites: nueva téc-nica, el progreso, andar por nuevos caminos, aprender a conocer anuevas regiones y países, admirar o insultar nuevas culturas.Renovación y cambio en la naturaleza, en la naturaleza humana essiempre buscar el incógnito y el futuro que nos llena con miedo yesperanzas. Tiene algo de las aventuras de la moral del hidalgo.Con nuestra imaginación estamos así siempre en busca de unmundo bueno y mejor. El aquí y ahora nunca es evidentementesuficiente y por eso todo debe ser evidentemente cada vez más.

¿Cuál es la cuenta biológica, social y cultural de esta embria-guez de progreso? En lugar de soñar en un “mundo mejor”, seríatal vez mejor soñar en un “mundo bueno”.

Relajar el crecimiento

Hans Achterhuis escribió una vez un pequeño, pero hermosolibro: “Werelden van Tijd” (Mundos de Tiempo), que trata deltema del Tiempo, de mundos del tiempo, y hace la pregunta:¿cómo podemos realizar un retardo en el tiempo y en el uso deltiempo? Me gustaría llegar un poco más lejos: ¿cómo podemosretardar la embriaguez del siempre adelante y más adelante, paradejar subir al tren de la vida al llamado y supuesto más lento ypara dejar que la naturaleza se recupere? Pero esto supone que eltren debe pararse o andar muy despacio.

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Parar el progreso no es posible, pero retardar el progreso(“¡Oh, qué tontera económica!”, pensarán tal vez algunos deustedes) me parece algo lleno de sentido, hasta para la naturale-za. Es un primer paso hasta que todos juntos seamos obligados aparar completamente el progreso. Pues la vida es más que dine-ro, bienes y patria.

¿Cómo conseguir una relación humana y sana con mi ambien-te de hombres, animales, plantas, árboles, agua y aire: el terrenode la vida donde debo buscar temporalmente mi alojamiento yhabitación?

Para esto se necesitan algunas condiciones:• Me está permitido y debo también poder vivir conmigo

mismo de una manera agradable; si no, no puedo acordarcon los otros o los voy usar para mis propios fines, sin refle-xionar sobre el porqué no puedo estar contento conmigomismo ni tampoco con la naturaleza.

• La libertad y la búsqueda de la libertad dentro de los límitesde las relaciones sociales (la libertad es siempre una libertadsujeta a ciertas condiciones) es también el buscar espacio ytiempo donde las relaciones puedan ser originadas y des-arrolladas libremente. ¿Qué tiene que ver en nombre de Diostodo esto con la naturaleza y el medio ambiente? ¡Todo! Puesdebo también reconocer la naturaleza en su libertad. Soy unaparte esencial de la naturaleza, no estoy por encima de ella,sino vivo y experimento la misma naturaleza.

Tengo varias preguntas, sin una simple respuesta:• ¿Es nuestro el planeta? Y ¿quienes son este nuestro? Es

un absurdo si contestamos: “sí, es nuestro”. Pero hacemoscomo si fuera así. En la realidad diaria cada uno exige supedacito: esto es mío y entonces se puede fácilmente darel siguiente paso: todos estos pedacitos juntos son enton-ces nuestros. El mundo no es nuestro. Es más bien unamorada temporal, donde podemos habitar, vivir y experi-mentar casi gratuitamente. Esta donación viene de gene-raciones previas a nosotros y tenemos la simple obliga-

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ción de entregarla correctamente a la generación siguien-te. La cultura y la naturaleza así están intrínsecamenteunidas. Tratar burdamente la naturaleza como una pose-sión colectiva crea una cultura burda de irresponsabilidadcolectiva.

• ¿Por qué nos cuesta unir la naturaleza y la cultura con unavisión del mundo (¡una gran palabra!) hasta con religiosi-dad y religión? Marginar a Dios en sus millares de formasy apariencias a la esfera privada es una catástrofe para elhombre y la naturaleza. Me he admirado siempre de quegrandes espíritus como Einstein con su teoría de la relativi-dad y Stephan Hawkins con su universo vermicular y agu-jeros negros, dejaron espacio para una visión del mundo,no como una necesidad personal, sino como una condiciónpara hacer nuevas preguntas y dejar respuestas abiertas: delo minúsculo hasta la inmensidad del universo y mil y unapreguntas. Para conseguir una respuesta a estas preguntasno necesitamos a Dios y los dioses. Pero lo minúsculo y lainmensidad nos dan que pensar: con el dedo tocar unmomento el agua para apagar la sed y con el mismo dedopedir lluvia, crecimiento y fertilidad al cielo, a las nubes, dauna nueva dimensión abierta a nuestra existencia.

¿Qué es entonces el progreso? Seguimos llamando progreso,simplemente “progreso”, sin preguntarnos demasiado lo que es.Seguimos teniendo los ojos clavados en las cifras: “están bien” (misacciones) y este año alcanzamos seguramente un crecimiento del2.5%. Si esto un momento sale mal, el mundo se hace de repentechico y en crisis. Michael Moore, en una entrevista con una señorarica que quería suicidarse porque de 60 millones en acciones derepente perdió 20, le da el consejo cínico: “Duerme bien y mañanatienes al menos todavía 40 millones para golosinar”, y ella se cayóen lágrimas. Medir todo en cifras puede también ser una indicaciónde un atraso y retroceso en cultura y naturaleza, en felicidad ylibertad, en responsabilidad y posibilidades, en una convivenciasana y solidaridad, un sana conciencia del “nosotros”. El Producto

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Nacional Bruto puede ser mirado también de otra manera. En2005 fui invitado a un Congreso en Canadá, que tuvo como tema:La Felicidad Nacional Bruta, un sentirse bien que puede conducira una benevolencia abierta, cariñosa (Gross National Happiness).Es una interesante –tal vez para la época algo ingenua– visión connuevas preguntas, pero de importancia elemental. Los cuatro pila-res del GNH son: un balanceado progreso igual, protección delmedio ambiente, conservar y favorecer la cultura y el patrimonionacional y una buena administración. Vale la pena reflexionarlocomo finalidad de una política nacional, sin embargo hasta lasButanesas que ensayan el GNH como modelo político nacional loven como un camino largo y difícil.

Los Zapotecas llaman a la felicidad: galnasaq, sentirse bien,estar en buena relación con cada uno y con todo, y tiene tambiénconnotaciones con la sanidad, estar sano y no envidiárselo a otros.O como los Q’eqchi Mayas lo expresan: “tener un buen corazón” ysu saludo es por eso también siempre: “¿cómo está tu corazón?”.Y no piensan en la bomba en nuestro cuerpo.

Durante la época que podía convivir con los pequeños agri-cultores indígenas en sus comunidades locales aprendí que lasestructuras de estos pueblos en su sector son muy complicadas.Tiempo, espacio, mentalidad, naturaleza, trabajo, hogar, el con-sejo local del pueblo, etc., tienen todos su propia historia y razo-nes de existir. Principalmente me ha intrigado la historia de lamentalidad. Tiene así su propio camino y su propio derecho, supropio desarrollo y cambio en su propio tiempo. Cómo van laslíneas del cambio, también la resistencia contra ellas, reaccionesa eventos repentinos (inundaciones, temblores, la invasión demilitares, etc.) y organización. Nunca se me ha impuesto: “Túdebes ser Zapoteca”, pero me nombraron miembro de losAncianos de la tribu, con la observación: “Tú has llegado a serZapoteca”. Es una cuestión de cultura, pero también de índolenatural. Todos somos “naturalmente” no iguales, así como todoslos pájaros no silban y cantan lo mismo, pero con gusto se silbany cantan en el bosque.

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¿Cómo se puede conseguir dar buenas oportunidades, unambiente agradable, una sociable convivencia, derechos a todaslas formas de vida, tomando en cuenta que hay más derechos quesolamente los derechos humanos? No soy romántico, pero sidefiendo la vida, tengo que respetar todas las formas de vida.

Para mí la guerra, en cualquiera forma, es algo detestable, perotambién tratar sin cuidado, o solamente por ganar dinero, a los ani-males, los insectos, el bosque es una falta de respeto a sí mismo.

Vivo en una muy buena casa de adobe, me costó 400 dólaresy tiene más de cien años. La cocina se cayó el año pasado cam-biando las tejas del techo. Fue reconstruida con adobe, cien dóla-res en materiales y 600 dólares para la mano de obra, y ahora esde nuevo una elegante cocina que puede servir unos cincuentaaños más. Encuentro en esto una forma de respeto de sí mismo yrespeto hacia la naturaleza. Me ha hecho libre y esto da muchafelicidad, muy arraigada, que nadie puede quitarme de las manos.

¡Sabemos de qué hablamos!

La búsqueda de soluciones ecológicamente responsables ysocialmente justas para el hombre y la naturaleza no está reserva-da a científicos y políticos profesionales. ¡De ninguna manera!

La cualidad de las soluciones depende también de discusionespúblicas que deben traspasar los límites de los países. Esta cualidadganará mucho si existe una presentación un poco matizada (ni faná-ticos intelectuales de la ecología, ni políticos prudentes) de posicio-nes variadas. Lo que es bueno para los pájaros puede ser tambiénbueno para los hombres que viven debajo de los nidos de los pája-ros, pero también al revés: lo que es bueno para los hombres puedeser también bueno para los pájaros. ¿Cómo dejar entender esto aquía los pájaros? En Oaxaca, allí en las montañas, no tenemos proble-mas con esto y cada uno trata de guardar su compostura.

Una vez nos vino a visitar un funcionario de silvicultura, uneuropeo, en relación con la organización de una reserva de natu-

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raleza bajo la responsabilidad y administración de los propiosagricultores y, viendo este sector muy biodiverso, dijo tranquila-mente: “Es mejor abrir esto para ecoturismo, pues en cuantomadera no vale mucho, pues la mayor parte es pura maleza”. Laindustria, tampoco la industria forestal, encuentra provecho en ladiversidad de especies. Así, selvas trópicas naturales son conside-radas no-productivas, a pesar de su alta diversidad y alta produc-tividad. La pregunta de la industria es cuánto de esta biomasa(¡hasta más de 300 toneladas por hectárea!) existe de árboles oparte de árboles de las deseadas especies, con que se pueda hoyhacer ganancia en el mercado.

Lo que es indeseable para ‘agrobusiness” puede ser deseadopara los pequeños agricultores y negando estos aspectos de la bio-diversidad, provechosa por la población local, el desarrollo de laagricultura crea pobreza y decadencia ecológica.

Las corporaciones del agro tienen en las mono-culturas unarma de control y de acumulación. Por otro lado, las mujeres agri-cultoras y silvicultoras locales encuentran en algunos países deltercer mundo tanto una fuente de abundancia como de libertad enla diversidad.

Amartya Sen, un economista y premio Nobel, nos ha enseña-do que más progreso no significa más libertad. Para mí y muchosconmigo la libertad, en unión con la responsabilidad, es un bienimportante, que a veces debe ser puesto por encima de los “bienesmateriales”, ciertamente si se trata de bienes supérfluos. Una grancuenta bancaria puede acortar mucho mi libertad, especialmente sihace caer por el suelo la justificación y la responsabilidad.

Hay empresas que valoran solamente lo que está al serviciodel mercado, por bonitamente disimulado y vendido que sea.“Corporate Social Responsibility” es muchas veces un sofismarefinado. La discusión incipiente sobre el emprender responsa-blemente es muy importante, aunque deba ir más lejos que mirarsolamente la propia empresa. SA 8000 y la influencia del ISEA(Institue for Social and Ethical Accounting) y ETI (Ethical TradingIniciative) comienzan a ser cada vez más tomados en serio hasta

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por algunas empresas y TNO’s (Corporaciones transnacionales).Lamentablemente comienza TNO’s a cofinanciar estas instanciasy es muy cuestionado.

Todos los procesos materiales están también siempre al serviciode necesidades sociales y ecológicas y estas necesidades son minadaspor TNO’s con sus tendencias monopolistas y discusiones que estánsolamente tomadas en cuenta por una nota al pie de la página.

Cuestiones ecológicas están unidas con justicia social, paz ydemocracia, una democracia que para mí no existe en la cantidad decabezas, firmas y votos, sino más bien en la cantidad de diálogo quese mantiene continuamente entre los diversos jugadores y en que noes la mayoría la que dicta e impone las reglas a la minoría, sinodonde se propone leyes, arreglos que pueden contentar de una uotra manera a todos. “Demos kratein”, proponía el ancianoAristóteles. Mientras tanto, hemos aprendido que cada uno cae bajoel “demos” y no solamente los poderes plutócratas establecidos.Pero el “ágora” (plaza) donde fueron reconciliados los interesespúblicos y privados ya no existe; los intereses públicos son en granparte privatizados y los gobiernos discuten privadamente con losque en realidad manejan las riendas, representantes benévolos delcapital. Pero la política es un asunto de diálogo constante con todoslos ciudadanos. En este caso no hacen falta ganadores y perdedores.

Pobreza decente

Henry David Thoreau, un escritor que vivió de de 1817 a 1862,escribió una vez: “Nuestra exagerada preocupación por posesio-nes y bienes nos impide vivir libre y decentemente”. Y esto siguesiendo algo indiscutible.

Relajamiento de progreso, retardo del tiempo, mirar al otrolado de las fronteras, hacer justicia al hombre y a la naturaleza, meconduce a la simple propuesta como un nuevo paradigma econó-mico: ¿por qué no tener la pobreza decente como norma de viday organización social? Por pobreza decente entiendo una forma de

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vida en la que todas las necesidades humanas esenciales de baseestán satisfechas. En UCIRI tenemos la siguiente lista: tierra paracultivar, naturaleza para mimar, trabajo, alimentos, casa, sanidad,educación, respeto de sí mismo y dignidad, participación públicapara ser así libre y un buen realizador de un mundo posible en queun progreso humano junto con otros, entre otros la naturaleza ylos cohabitantes de este planeta, pueda encontrar lugar. La liber-tad está intrínsecamente unida con sentirse bien, y la felicidadencontrada en una pobreza decente libera. La miseria esclaviza ymantener un sistema innatural que siembra miseria es muy escla-vizador. Entonces se grita desesperadamente: “Ya no podemos iratrás”. La pobreza decente no es un “atraso”, sino un progresomoral que favorece a todos. Además Jared Diamond nos ha cal-culado correctamente que si China, India, Brasil y otros países deltercer mundo nos alcanzaran, existiría un agotamiento total de losrecursos. Un progreso, experimentado en países ricos y prometi-do a otros, es una gran equivocación y una mentira cuadrada.

Optar por una pobreza decente tiene para mí, como creyente,como cristiano, también un fundamento teológico. Desde lasEscrituras, las Tradiciones y desde experiencias profundamentehumanas con pequeños agricultores indios, su cultura, su pasiónpor sobrevivir, su organización, desde estas experiencias, conozcosolo un Dios de pobres, un Dios pobre, Padre-Madre, que es amorporque hay amor por su tierra, su ganado, sus cafetales y los coha-bitantes de su pueblo.

Aristóteles dice en su “Politeia”: “El fin a que tiende todo esel bien, y el último fin común es la eudaimonía, la felicidad. Estano consiste en conseguir riqueza, honor o goce, tampoco en resig-narse desanimadamente, sino en la actividad del alma con manosy corazón”.

Hablar de pobreza es hablar de amor. El pobre es el sujeto deeste amor: tierra original y destinatario principal. Una de las debi-lidades más grandes del cristianismo adaptado y su filosofía con-siste justamente en el hecho que el pobre, la persona pobre es con-siderada como objeto de beneficencia. Ética cristiana, mística y

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teología deben corregir esta terrible desviación. Tratar a los pobrescomo objeto suprime la dialéctica con el eterno, el siempre nuevo:los objetos no pueden ser portadores de Dios. Si el sueño de eter-nidad y felicidad está ausente, también Dios está ausente, y conesto ya desaparece lo amenazante del pobre y puedes tratar tran-quilamente la naturaleza como si fuera tu posesión y propiedad.

Resumiendo

Esta ponencia tenía como fin poder dar una respuesta poten-cial a los problemas complejos de hoy con un nuevo paradigma,especialmente la unión fundamental y el papel de la concienciadesde la visión y la experiencia de agricultores indios en Oaxaca,México. Por eso presentamos la pobreza decente también comoun buen progreso, sano para la naturaleza y bueno para el hom-bre. Mientras la ciencia convencional se ocupa del mundo mate-rial tangible, las ciencias nuevas indican que es importante paratodos nosotros poder influenciar las dimensiones tangibles e into-cables de la vida y su interdependencia. El Mundo y el Espírituson en última instancia inseparables. Son dos lados de la mismamedalla. Estamos caminando hacia un nuevo paradigma econó-mico (oikos-mene, gobierno y arreglo de la casa), que no se fundaen la maximización de la ganancia o en el dejarse conducir porestadísticas abstractas como el BNP, sino que se preocupa denuestro ser entero: naturaleza y espíritu, matter y mind, la calidadde nuestra vida, de las nuevas generaciones y la de la naturaleza.No es muy claro todavía cómo se puede medir los valores inmate-riales, así como la felicidad, el medio ambiente y el futuro paracada uno. Pero esto no significa que debamos postergar el traba-jo por y con nuevos paradigmas. Esto sería irresponsable.

¿Qué podemos y debemos hacer? Comenzar simplemente areconocer la verdad y a contar los hechos, y no dejarnos excitarpor los medios de comunicación de las masas, las promesas ele-gantes de los políticos. Ambos son formas modernas de enloque-

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cimiento. Una primera exigencia parece ser aprender a sabercómo están realmente las cosas. Esto es posible junto con ciuda-danos responsables y hoy en día ya son muchos.

Además, al comenzar podemos participar con movimientosorgánicos, primeramente con tres, después de un tiempo conveinte y después de un año con mil. Los movimientos son muyimportantes en la convivencia civil, a veces más importantes quelos partidos políticos, las sociedades religiosas y algunasOrganizaciones No Gubernamentales (ONG’s). Hay movimientosde liberación de mujeres, de trabajadores, de consumidores, deagricultores, de los sin tierra, de amantes de la naturaleza y de lospobres en general. Hay movimientos por la paz, porque haymuchas personas que son completamente contrarias a la guerra yla matanza. Así, hay tantos movimientos multicolores que tomanen serio la naturaleza.

El origen y los fines de estos movimientos son varios, pero esimportante que las alternativas tengan dimensiones diferentes. Laaportación de los indios orgánicos se encuentra especialmente en laintegración de estos tres factores: la lucha contra la explotación delproducto, la lucha contra la violencia por medio de una resistenciaactiva y la lucha pacífica por una naturaleza buena y un buen medioambiente, el espacio en que se pueda sobrevivir como agricultoresallí en las montañas, ahora y para las generaciones futuras.

Debemos acostumbrarnos a pensar a largo plazo, algo quemuchas veces es extraño a la política. Es necesario pensar a largoplazo y tomar decisiones valientes para encontrar una respuesta alos problemas del medio ambiente y de la naturaleza que enfren-temos, antes de que los problemas lleguen a ser una crisis catas-trófica. Unida con esto está la revalorización de valores elementa-les: el hombre encima de la naturaleza o junto con la naturaleza,el vivir el hoy como lo sumo o el hoy como un ensayo responsabledel mañana. Debemos encauzar la discusión sobre “normas yvalores” en un pensar a largo plazo y un actuar responsablemen-te. Si no, esta discusión se transforma en un sermón moralizadorde políticos que ven la oportunidad de subir al púlpito vacío.

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De hecho, la pregunta ecológica, junto con los temas de justi-cia y paz, da una nueva dimensión a la lucha en favor de la vida ycontra los poderes de la muerte y de la miseria. La violencia quetoca la vida humana con la injusticia y la opresión, la exclusión,tiene las mismas raíces y efectos similares que la violencia que seusa contra la naturaleza. Mientras la violencia contra la humani-dad causa directamente sufrimiento y miseria, influye la violenciacontra la naturaleza directamente en la biósfera, en el sistema eco-lógico y crea una degradación del medio ambiente que toca la vidahumana de hoy y del futuro justamente en cuanto hace las posibi-lidades de vida en nuestro planeta muy vulnerables.

Por eso es importante hacer tratable una justicia ecológica dela naturaleza, unida directamente con la lucha por una justiciaeconómica y política y orientarla por medio de un debate público.Esto tiene también sus consecuencias para el debate público encuanto a la naturaleza, el medio ambiente, el campo, pues es unasunto de y para cada uno.

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UNA IDENTIDAD NO RESUELTA

LEÓN DEHON, ENTRE MITO E HISTORIA.

¿UN OLVIDO DE LO SOCIAL?

P. Yves Ledure, scj

El aplazamiento sine die de la beatificación del Padre Dehon, queestaba prevista para el día 24 de abril de 2005, se vivió como

un acontecimiento imprevisto y negativo en la Congregación ente-ra. La casi totalidad de los Dehonianos no comprendieron esa deci-sión inesperada y poco explicada hasta la fecha, y se siguen pregun-tando por la procedencia y el alcance real de semejantedeterminación. Cabe lamentar que en esta cuestión no haya habidoun mayor número de debates, estudios o tomas de postura, cosa quehubiera muy bien ahorrado interrogantes y cuestionamientos, asícomo conducido a una verdadera reflexión1. Este silencio de la con-gregación concerniente a la decisión de Benedicto XVI equivale, pocoo mucho, a una especie de represión nada satisfactoria, en la medi-da en que corre el riesgo de transformarse en una latente culpabili-dad que pesa sobre el dinamismo interno de la congregación. Pueses imposible no preguntarse sobre el porvenir, incluso sobre la legi-timidad de una congregación de la que la figura y la personalidad desu fundador han sido cuestionadas hasta este punto por las más altasautoridades romanas, digan lo que puedan decir en otra parte.

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1 Por lo que yo sé, no ha habido más que el coloquio de París de 21 y 22 de sep-tiembre de 2007, cuyas actas fueron publicadas: Catholicisme social et question juive.Le cas Léon Dehon (1843-1925), bajo la dirección de Yves Ledure. Paris, LethielleuxDDB, 2009. En las Ediciones Dehonianas de Bolonia (EDB) apareció la edición italiana.

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Tanto más cuanto que existe un precedente en la historia, ya queen diciembre de 1883 el entonces Santo Oficio suprimió la nacientecongregación de los Oblatos del Corazón de Jesús, fundados en 1878.El motivo invocado se refiere a la actitud de León Dehon, su funda-dor, cuyos objetivos y motivaciones estarían excesivamente influidas,hasta incluso guiadas, por unas pretendidas revelaciones de una reli-giosa de las Siervas del Corazón de Jesús, Sor María de San Ignacio;o por las extravagancias y excentricidades “místicas” de un religiosode los nuestros, el P. Captier. En definitiva, era la falta de discerni-miento del fundador la que se ponía en cuestión, en la medida en quedebilitaba, hasta hipotecarlo, el fundamento mismo de su jovenInstituto. Aun cuando, seis meses más tarde, se autoriza a que nazcauna nueva congregación, la condena de 1883 seguirá constituyendopara el fundador una herida que no curará nunca. Y el Santo Oficio–de buena memoria– mantendrá constantemente una verdaderasospecha respecto a Dehon, de la que él se dolerá con frecuencia. En1906, el Santo Oficio se hará presente de nuevo, tratando de opo-nerse al reconocimiento definitivo de la Congregación.

Podemos preguntarnos si el simbolismo del consummatumest, ampliamente utilizado en la época por el P. Dehon y sus reli-giosos para buscar y dar una explicación espiritual a la suspensiónde la Congregación mediante una consonante evangélica, no puedeaplicarse igualmente al aplazamiento de la beatificación. Entiendopor tal vivir el acontecimiento inexplicable con una actitud espiri-tual, incluso “pietista”, para eludir afrontarlo histórica y temática-mente. Pues en un caso y en el otro, la personalidad del fundadorestá cuestionada, lo que no puede por menos que debilitar, por lomenos, la Congregación por el fundada. Es precisamente por esopor lo que me parece importante examinar, lo más lúcida y metó-dicamente posible, esta realidad histórica sin contornos en la quese cruzan esos dos elementos que han marcado el recorrido de lacongregación y continúan pesando sobre su desarrollo.

He titulado mi reflexión “León Dehon, entre mito e historia”.Esta doble problemática está presente en toda gran fundación decarácter espiritual y religioso, y lo está también en la obra y el itine-

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rario del Padre Dehon. Si es legítimo que una congregación constru-ya lo que podría llamarse su “mito de fundación” que movilice losentusiasmos y los ardores de los comienzos y dé cuerpo y coherenciaa un proyecto inicial todavía poco elaborado, no es menos evidenteque la historia termina siempre por recuperar el mito, con el fin –sino de “discutir” su legitimidad– al menos de limitar su alcance, des-tacando sus fallos. Un mismo interrogante circula en este estudioentre los dos acontecimientos mencionados más arriba: ¿Qué finali-dad se propuso León Dehon cuando en 1877 se decidió a fundar unacongregación? ¿Qué objeto se proponía el abbé democrate cuando,especialmente entre 1890 y 1900, criticaba el judaísmo de su época?

1. La ausencia de beatificación

El 9 de mayo de 2005, el Presidente de la ConferenciaEpiscopal Francesa, en nombre de los obispos de Francia, dirige unacarta al papa Benedicto XVI, recién elegido, para llamar su atenciónsobre las gravísimas consecuencias que tendría la beatificación delPadre León Dehon, decidida por Juan Pablo II, su predecesor, quehabía firmado el decreto de reconocimiento del milagro el 19 deabril de 2004. No resulta inútil examinar de cerca la argumentaciónde esta súplica, respaldada por los cardenales residenciales france-ses y por el arzobispo de París. El documento comienza por ponerreservas a la vigilancia del “censor teólogo”2 en su evaluación de losescritos de Dehon. Por otra parte, la misiva se refiere a tres escritosdel P. Dehon de los que dos están incorrectamente titulados3. Laargumentación de la carta se apoya sobre una nota adjunta redac-tada ¡por un solo historiador!, que acumula algunas citas de Dehon

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2 De hecho, eran muchos los censores que en la reunión plenaria de 30 de enerode 1996 emitieron por unanimidad un dictamen favorable. Recordemos, al efecto, quela encuesta preliminar del Proceso se concluyó en Soissons en 1952, año en que comen-zó el proceso ordinario en Malinas (Bélgica), ya que el P. Dehon murió en Bruselas.

3 La Carta habla del “Manual Social del Reino”, cuando se trata del Manual SocialCristiano. Y usa el nombre de “La renovación cristiana” de 1900, cuando se trata de Larenovación social cristiana.

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de las que ninguna pasa de tres líneas. De hecho, se trata en ella másbien de “proposiciones” citadas fuera de contexto, lo que conduce aveces a unas interpretaciones al menos dudosas, incluso tendencio-sas, por las comparaciones realizadas, como la de sugerir un nexoentre los propósitos de Dehon y el estatuto de los judíos bajo Vichy.

¿Es serio, a partir de una base tan fragmentaria y parcial, afir-mar que en las proposiciones de Dehon se halla “un pensamientoestructurado y una resuelta toma de postura que no eran suscepti-bles de ser reducidas a la mentalidad de su tiempo”? ¿Es serio “con-testar” la legitimidad de una beatificación en nombre de la críticasocioeconómica del judaísmo, cuando se silencia totalmente el des-arrollo argumental dehoniano concerniente al estatuto del pueblojudío en la economía de la salvación? ¿Es serio invocar las contra-producentes consecuencias que tendría una tal beatificación para lasrelaciones de los judíos con la Iglesia Católica, lo mismo que para laopinión pública francesa, cuando León Dehon es ampliamente des-conocido fuera de algunos muy reducidos medios, y su nombre esapenas citado en los libros especializados de historia del siglo XIX?

1.1. Crítica del liberalismo

Es cierto, como subraya la carta, que desde marzo de 2005 laAgencia israelí Metula News había llevado a cabo una activa cam-paña contra la beatificación de Dehon, “canónigo social y antise-mita”. Este batallador medio de comunicación, políticamenteescorado y cuya objetividad deja que desear por sus tomas de pos-tura proisraelíes, se refiera a una obra del historiador Paul Airiauque evoca la figura de Dehon como “representativo de la segundademocracia cristiana, intransigente, hostil al liberalismo y antiju-día”4. Airiau cita tres breves extractos del “Catecismo social” de

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4 Paul Airiau, L’antisémistisme catholique aux XIXe et XXe siècle. Paris, BergInternational 2002, p. 86. De las 165 páginas de la obra, el autor dedica 4 al P. Dehon.Ello le concede gran importancia a la hora de evaluar su espacio y su trascendencia enel documento.

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Dehon, que reproducirá la Agencia Metula. En su comentario atales extractos, el historiador subraya que el antisemitismo deDehon se articula en torno al rechazo del liberalismo tanto eco-nómico como social y cultural. Al poner de manifiesto así la pers-pectiva de Dehon, Airiau hace ver que estamos ante un cuestiona-miento del liberalismo de la época, en el origen de los gravesdesórdenes económicos, sociales y humanos de la sociedad definales del siglo XIX. Es precisamente en este marco, en el que loshistoriadores de ese siglo llaman “la época del liberalismo”, dondese desenvuelve la crítica de Dehon a un judaísmo que no tienenada de social ni de religioso. Hubiera cabido esperar que el docu-mento episcopal tuviese en cuenta esto al ponderar su argumen-tación. El pensamiento de Dehon es claro en la materia, cuandoescribe en su primera conferencia romana de 1897: “El desordenestá en todos lados, en los espíritus, en la sociedad, en la familia,en el régimen económico”. Algunas páginas después, se puedeleer: “La falsa economía social: ésa es la que todavía se llama laeconomía liberal. Consiste en hacer de la riqueza el fin del hom-bre y de la vida una lucha sin piedad, que considera al trabajadorcomo un instrumento de producción... Se trata de una doctrinaque degrada al hombre y hace de la sociedad un lugar de comba-te en el que el fuerte aplasta al débil”5.

¿Quién no suscribiría semejante análisis, que conserva todasu pertinencia y su actualidad, especialmente, en una perspectivacristiana del hombre y de la sociedad, en la que reina una mun-dialización ciega y deshumanizadora? En cualquier caso, el pen-samiento dehoniano se inscribe en este marco; se pregunta acer-ca de la conexión entre esta situación ampliamente degradada y elpapel juzgado por los judíos y los francmasones; se articula condemasiada frecuencia a partir de los lugares comunes y los clichésde la época. De Marx a Drumont circula, en efecto, el fantasma

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5 León Dehon, Oeuvres sociales (OSC) III, pp. 184,192. Las citas al P. Dehon se haránaquí de la siguiente forma, por medio de abreviaturas: Oeuvres sociales: OSC – Oeuvresespirituelles: OSP – Notes Quotidiennes: NQT – Notes sur l’historie de ma vie: NHV.

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que comparte en gran medida León Dehon, una amalgama entrejudíos, dinero y explotación capitalista que hace sospechoso aljudío en el ámbito social6. Este pliegue discutible del pensamien-to dehoniano crea y mantiene en la materia una relación ambiguacon la realidad judía de su tiempo. A sus ojos, la crítica del juda-ísmo está justificada “con tal de que no sobrepase la medida deuna legítima defensa contra la usura y la estafa”7 . ¡Lástima que élno se haya mantenido siempre dentro del límite que impuso!

1.2. La falta de atención a la reflexión teológica de Dehon

A partir de este marco socioeconómico del siglo XIX, que ponede manifiesto la verdadera hermenéutica del pensamiento deDehon, éste asume e integra el antijudaísmo cristiano de la EdadMedia, especialmente en lo concerniente a la limitación de los dere-chos cívicos que una sociedad que se tenía por cristiana concedía alos judíos. Pero Dehon, desde el punto de vista teológico, desarrollaun análisis muy inédito para la época, que será el que retome elConcilio Vaticano II en la Declaración Nostra Aetate. Al comentarel texto de Rom 11, recuerda él que el pueblo judío sigue siendo unpueblo providencial, en la medida en que los dones de Dios son irre-versibles. Evidentemente, Dehon tiene una teología de sustituciónde las más clásicas, que defiende a la Iglesia como pueblo elegido.No obstante, al menos en una ocasión habla, citando a Lacordaire,de “unión de los dos pueblos elegidos, los judíos y los cristianos”8.

No consigo explicarme que esta dimensión teológica y espiritual,obviamente esencial a la hora de justificar y fundamentar bien una

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6 Jacques Attali, en Les juifs, le monde et l’argent (Paris, Fayard, 2002), afirmaque los bancos privados de la segunda mitad del siglo XIX tienen mucha menor impor-tancia que los dirigidos por cristianos. “En 1872 –escribe–, sobre 440 patronos de esta-blecimientos financieros, los judíos son 95, en el momento del apogeo (p. 376). Esta pre-sencia relativamente modesta no prejuzga en absoluto –añade Attali –la influencia delos judíos en el “conseil des Etats”.

7 León Dehon, OSC V/1, p. 113.8 León Dehon, OSC III, p. 220.

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beatificación, no aparezca por ninguna parte en la argumentación delPresidente de la Conferencia Episcopal Francesa. Esto llevaría ahacer ver que el debate, voluntariamente o no, había sido desplaza-do a un nivel distinto, a saber, al terreno político. En efecto, la inquie-tud de la que se hace eco la carta dirigida al Papa se apoya en unsupuesto deterioro “de las relaciones de los judíos con la IglesiaCatólica”. Y, como el texto añade, las consecuencias serían muchomás graves en Francia, ya que las afirmaciones de Dehon podríanrecordar el estatuto de los judíos en 1940 y 1941, bajo el gobierno deVichy. A la vista de semejante anacronismo, que hace notar más unjuicio de intenciones que una base histórica, puede comprenderseque el gobierno francés se sintiera nervioso ante semejante beatifi-cación. Además, en la carta se menciona una agencia de prensa israe-lí, que orquesta la polémica. En consecuencia, aparece con claridadque se ha trasladado el debate al terreno político. Ese “deslizamien-to hermenéutico”, además de suscitar el problema de la pertinenciateológica de la dislocación, hace presentir como trasfondo el debatede la tragedia de la Shoah. De este modo, se da una amplitud temá-tica y un valor emocional a una eventual beatificación que está lejosde merecer semejante tratamiento. Pues el combate que lleva a caboLeón Dehon, a finales del siglo XIX, es fundamentalmente una cues-tión de justicia social y de dignidad de los trabajadores. ¡Estos temasno deberían ser ajenos a las preocupaciones de la Iglesia Católica! Y,sobre este punto, séame permitido evocar un paralelismo respectodel cual asumo por anticipado un posible enfoque polémico, lo queno excluye nada de su pertinencia. ¿Era legítimo en el siglo XIX cri-ticar la influencia de los banqueros judíos en nombre de la justiciasocial, justo como hoy critican la política de Israel en nombre de ladignidad y de la libertad del pueblo palestino?

1.3. El estatuto de lo social

El retraso sine die de la beatificación del Fundador cuestionasubstancialmente a la Congregación en lo que se refiere a su fina-lidad. La decisión romana vuelve a poner a la luz, de un modo

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crudo, el compromiso social9 del Fundador, en la medida en quecuestiona su ejemplaridad. La Congregación se ve obligada así a clarifi-car el estatuto de esa dimensión de la herencia dehoniana, para inte-grarla en su conciencia identitaria. Se impone un importantísimo tra-bajo en la materia que no tiene nada que ver con una política de espera.No será suficiente añadir a lo que se percibe como nudo central, a saber,una espiritualidad de tipo reparador y “victimal”, un estrato suplemen-tario; sino que hará falta rearticular los diferentes elementos de la obradehoniana para encontrar nuevos equilibrios, como veremos a conti-nuación. La ausencia de beatificación significa que, a los ojos de Roma,el compromiso social del fundador no es secundario, ni marginal. Esuna característica indisociable del conjunto. Ahora bien, el Directorioespiritual, que sigue siendo para los dehonianos la referencia esencialde lo que debe ser la Congregación, no dice una palabra sobre estadimensión. La edición que puede considerarse definitiva, en la que tra-baja Dehon en 1909 y que, no obstante, no firma él personalmente, llevaen exergo estas palabras: “Estas páginas expresan el espíritu de nuestraobra, tal como la hemos concebido desde el comienzo (1877-1881), conla ayuda de algunas almas privilegiadas y la gracia del Sagrado Corazónde Jesús”. Estamos, pues, constreñidos a volver a examinar la coheren-cia de lo que yo llamaría el “dispositivo” dehoniano, para integrar en élel aspecto social. Su “obra” no puede reducirse a lo espiritual, a lo teo-lógico propiamente dicho, sino que comporta una dimensión social,como parte integrante de la personalidad de Dehon, de su ejemplaridadcristiana, ya que Roma se refiere a ella al retrasar la beatificación. Estadimensión social debe ser considerada, en consecuencia, como parteintegrante de la obra dehoniana. A este tenor, se impone una “recom-posición” del esquematismo dehoniano que –estoy persuadido de ello–puede ser portador de un dinamismo de futuro.

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9 NT.: En esta nota 9, el autor justifica el empleo preferente del término francés“sociétal”, un neologismo, en lugar de “social”, “pues permite englobar la diversidad dela actividad de Dehon en este terreno”. El término “sociétal” le parece mejor “para darcuenta de la polisemia del pensamiento y de la actividad de Dehon, mientras que “social”es más restrictivo”. A falta de este término en español –el de “societario” no parece ade-cuado– en la presente traducción empleamos el de “social”.

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2. Una época de restauración

El siglo XIX francés, tras las ruínas dejadas por la Revoluciónde 1789, será el tiempo de la reestructuración, de la reimplanta-ción de la Iglesia Católica en un ámbito social, cultural y políticorenovados. Durante este siglo, la Iglesia conoce un desarrollo sinprecedentes en todos los aspectos. Señalemos aquí, en función denuestro tema, el aumento espectacular del número de sacerdotes10

y la multiplicación de las Congregaciones religiosas. Verán la luzinnumerables congregaciones femeninas, la mayoría de ámbitodiocesano. Sobre las 91 congregaciones religiosas masculinas dederecho pontificio, fundadas en el siglo XIX, 30 son de origenfrancés. El jesuita Raymond Hostie, que ha analizado el fenóme-no de las congregaciones religiosas en una obra muy documenta-da11, subraya esta “cifra récord” de fundaciones. Pero destaca enparalelo que este récord cuantitativo aporta, en definitiva, pocanovedad en el plano de la vida religiosa. Esta eflorescencia tradu-ce indudablemente un dinamismo espiritual, pero movilizado másal servicio de una restauración que al de una verdadera renova-ción con vistas al porvenir. “El siglo XIX –escribe– no ve surgirforma alguna que no fuese conocida, al menos, desde cien añosatrás. Pero se da una diferencia respecto del pasado. Cada uno delos períodos de esplendor intenso había hecho surgir al menosuna forma original. El siglo XIX no hace otra cosa que recobrar lasúltimas fórmulas ya elaboradas. Así, las nuevas fundaciones con-firman lo que decíamos de las antiguas órdenes: en el ámbito ecle-

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10 En la obra Historie religieuse de la France contemporaine 1800-1880, apareci-da en 1985, p. 221, los historiadores G. Cholvy e Y.M. Hilaire escriben a este propósito:“El aumento del número de clérigos constituye uno de los hechos más importantes delsiglo XIX francés. En 1830, aun cuando la evaluación del número de las “bonnes soeursdes campagnes” resulta imprecisa, los sacerdotes y religiosos no sobrepasan los 70.000u 80.000. En cambio, en menos de cincuenta años, los efectivos se triplican, ya que en1878 llegan a alrededor de 215.000 miembros; entre ellos cerca de 130.000 religiosas,30.000 religiosos-sacerdotes y hermanos y 56.000 sacerdotes seculares.

11 R. Hostie,Vie et mort des ordres religieux, Paris, DDB, 1972.

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sial, el siglo XIX es el siglo de la restauración. También se propo-nen con firmeza insertarse en la gran corriente que quiere vivifi-carse. La veneración de los valores pasados engendra dos caracte-rísticas. Algunos fundadores se dejan llevar por el sincretismo:¡optan por todo! Existe un gran riesgo de amalgamar elementosheterogéneos, incluso incompatible entre sí. Otros proceden de unmodo ecléctico. Más circunspectos, eligen sobre la marcha los ele-mentos que desean. Sin embargo, el riesgo de la amalgama tam-poco está descartado”12.

Esta cita, algo larga, ofrece la ventaja de fijar el marco históri-co del siglo XIX y, especialmente, la de darnos claves de interpre-tación para comprender la dinámica y el alcance de las fundacionesreligiosas. El análisis de R. Hostie nos proporciona instrumentospreciosos para situar y comprender mejor la fundación dehonianaque se inscribe en este marco preciso del siglo XIX, que olvidamoscon frecuencia. Y es que las modalidades de la fundación de Dehonson muy tributarias de ese marco, aun cuando su finalidad últimase enraíza en la dinámica evangélica y eclesial. Evidentemente, sepuede seguir con mucha facilidad la cronología del itinerario deho-niano destacando la diversidad y la multiplicidad de las opcionesprecisas. Pero hace falta una epistemología rigurosa para integraren lo posible los acontecimientos que, como se verá, son a menu-do desconcertantes en ella.

2.1. La devoción al Corazón de Jesús

Ciertamente, en el catolicismo francés del siglo XIX, la espi-ritualidad dominante –incluso invadente, a los ojos de algunos–es incontestablemente la devoción al Sagrado Corazón. Comoprueba, he aquí un texto de un opositor a esta doctrina, MathieuTabaraud (1744-1832), exoratoriano. A propósito de París, escri-be: “Antes de la Revolución, el Sagrado Corazón no estaba más

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12 R. Hostie, Op. cit., p. 241.

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que en cuatro iglesias: San Sulpicio, San Lorenzo, Saint André-des-Arts y San Nicolás de Chardonnet. Hoy está en todas partes,hasta en Notre-Dame, en las portezuelas de los sagrarios. Estadevoción reemplaza a todo, incluso a lo que ocupa el centro denuestro culto, pero parece no servir en lo sucesivo de tránsito yde introducción a una devoción final a la que todo venga aparar”13. Al elegir esta devoción como marco de su vida espiri-tual, el P. Dehon no inventa nada, sino que se inscribe en lacorriente espiritual dominante en la época, estructurada esen-cialmente en torno a las prácticas y los ritos heredados de SantaMargarita María de Alacoque. Pero su fundación, perfectamenteintegrada en la devoción dominante en el siglo XIX, tomará unacoloración especial, la de la corriente victimista y reparadora queadquiere un auténtico impulso en este período, especialmente enel conjunto de las fundaciones religiosas femeninas. Por estehecho, como veremos, Dehon da una cierta dimensión nostálgicade cristiandad a su espiritualidad reparadora, especialmente enrazón de un pasado revolucionario anticristiano. ¿Hay que pre-guntarse incluso si esta dimensión “victimista” no termina por“vampirizar”, si se me permite la expresión, o –para mí, almenos– torcer la espiritualidad del Corazón de Jesús, acentuan-do una práctica ascética y sacrificial, en detrimento de la ver-tiente ágape-amor-misericordia? La espiritualidad del Corazónde Cristo se desplaza sensiblemente de este modo y se aleja de suprimera fuente, a saber, del Costado abierto del Crucificado. Paraevaluar en su justa dimensión la espiritualidad dehoniana, habráque tener gran cuidado de colocar correctamente los elementosque el fundador pone en acción. Al precio de este cuidado de“reencuadres” es como podemos esperar una interpretaciónrenovada de esta espiritualidad tan olvidada en las sensibilidadescristianas de nuestro tiempo.

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13 Citado por Claude de la Martinière y Jean de Charsy, en: La dévotion au Coeurdu Christ. Histoire et Symbole. Session des instituts spirituellement liés au Coeur deJésus. Paray-le Monial, 27-29 août 1887, p. 9.

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Será necesario, de modo particular, “desenclavar” dicha espiritua-lidad de su mantillo original francés, con el fin de recolocarla en ununiverso histórico más amplio. Cabe esperar entonces que revivirá enotras partes, pues, de lo contrario, corre el riesgo de vegetar y de des-aparecer inexorablemente. R. Hostie, en su obra, subraya con aciertolas distintas evoluciones a las que ha de verse confrontada unaCongregación fundada sobre una espiritualidad tan propia de unaépoca concreta. En definitiva, solo las instituciones que llevaron a caboese trabajo cultural de reelaboración de un pasado que yo he llamadofrecuentemente “segunda fundación”, han superado el “cabo” de unperíodo axial que R. Hostie cifra entre 200 y 250 años de existencia.Después de este período, meramente indicativo, comienza la fase dedeclive para todo el grupo, por vivo que sea. Pero la fase de declive nosignifica necesariamente la desaparición inmediata, sino que puedeincluso engendrar una prolongación, no obstante lo cual –concluye R. Hostie– el Instituto vegeta, no tiene ya “ningún sentido ni razónalguna de ser desde el punto de vista de la vida religiosa como tal”14.

Sin querer tomar al pie de la letra el análisis elaborado ydocumentado que ofrece R. Hostie, la perspectiva que manifiesta,tanto en el plano histórico como en el etimológico, me parece inte-resante e incluso esencial para tratar de entrar en la aventura reli-giosa del Padre Dehon de un modo distinto al del mero punto devista narrativo o/y hagiográfico. En cierto modo, se puede decirque Dehón “optó por todo”, sin preocuparse de las amalgamas queesta problemática produce y deja atrás. Por mi parte, mantengocomo parámetros para tratar de comprender y de articular, aun-que sea un poco, la obra del fundador Dehon, la restauración y laheterogeneidad, por no hablar de sincretismo.

2.2. Falta de síntesis

Es extremadamente difícil entrar en la obra del Padre Dehon.Es voluminosa y, según una expresión contemporánea, polémica.

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14 R. Hostie, Op. cit., p. 311.

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No solamente abarca múltiples dominios, sino especialmente obe-dece a varios géneros literarios que tienen cada uno su lógica, sumodalidad funcional, su “gramática” –se diría, desde el punto devista lingüístico–. Nos encontramos en ella ante tres “corpus” lite-rarios: uno, de orden espiritual; otro, de tipo social, y un tercerodel estilo de “memoria de sí mismo”. Este mero reparto permitepresentir la diversidad de los acercamientos, la multiplicidad delas perspectivas que llevan a distintos tipos de escritura, cada unode los cuales pide una lectura y una interpretación adecuadas. Dedonde se sigue que no encontramos síntesis en la obra de Dehon.La variada temática de los contenidos y la evolución de un pensa-miento que no acaba nunca de desarrollarse a tenor de las cir-cunstancias, y que se retoma a menudo, prohíben toda interpre-tación uniforme, unívoca. El lector debe hacer juegos malabaresconstantemente con estos diferenciales de escritura y con los nive-les de objetivo.

El P. Marcel Denis, scj, que fue uno de los mejores conocedo-res de la obra del Padre Dehon, reconoce de rondón en su precio-so libro Le projet du Père Dehon que el fundador vivía su proyec-to sin preocuparse de hacer una síntesis del mismo “Es necesariotomar su partido, escribe Denis: el Padre fundador vivía su ideal,y lo hacia sobre todo de corazón. Quizá el origen nórdico de susantepasados explica su modo poco cartesiano, que deja insatisfe-chos a quienes hubieran querido que nos hiciese una hermosa sín-tesis de su “proyecto”: una síntesis que no se encuentra en partealguna”15. Estamos advertidos, pues, por un especialista de lacuestión. Esta situación explica por qué pocas personas, incluidoslos dehonianos, se atreven a aventurarse en la mole de los escri-tos de Dehon que, por este hecho y en gran parte, sigue siendocomo una selva virgen, si no inexplorada, al menos poco abaliza-da. Ningún historiador especializado se ha consagrado hasta lafecha a un trabajo de conjunto sobre la obra dehoniana. A mi

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15 Marcel Denis scj, Le projet du Père Dehon, Rome, Studia Dehoniana, nº 4,1973, p. 1. NT.: Existe edición española.

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modo de ver, esta dificultad explica, al menos en parte, por quéDehon es tan desconocido que su mensaje no se extiende. No hayningún punto de anclaje claramente inscrito en un repertorio, apartir del cual pudieran construirse centros de interés, “pasarelas”para entrar en su obra.

Sea de ello lo que fuere, esta diversidad y la abundancia entodas las direcciones testimonian una personalidad rica, abierta,deseosa de permanecer como en ósmosis con su época. LeónDehon es un hombre curioso, que se interesa por todo aquello quelos hombres han emprendido y realizado a través de la historia ypor lo que continúan construyendo. Esta atención, siempre des-pierta es, a sus ojos, la condición para comprender a sus contem-poráneos y compartir sus sueños. Es la condición previa de todapretensión evangelizadora. Como es sabido, Dehon viajó mucho yrealmente le gustaba viajar. Muchos cohermanos se lo reprocharonen su tiempo. El intento de justificación que da de ello tanto en sus“Souvenirs” como en sus “Notes quotidiennes” es testimonio deuna personalidad preocupada por la proximidad cultural a sus con-temporáneos: “Quiero decir aquí por qué hago gustosamente,cuando hay ocasión, largos viajes –escribe–. Es que, para escribiry para hablar de cuestiones sociales, hace falta haber visto mucho,hace falta saber comparar los regímenes sociales y las civilizacio-nes de los distintos pueblos. Los amplios conocimientos dan auto-ridad y permiten corregir multitud de errores y apreciar la acciónde Dios y la de su enemigo eterno en las diversas regiones de la tie-rra” (OSP VII, 225). Como se ve, Dehon no es un hombre al queunas “orejeras” encierren en una función o una misión. Es el sacer-dote que, con la misma pasión, se interesa por la vida concreta delos hombres, por sus modos de vivir, de lo que dan testimonio suscuadernos de viajes. Pero está también totalmente preocupado porla situación de la Iglesia en su tiempo y lucha por las necesariastransformaciones que han de asegurar su porvenir. No obstante,esta extrema movilidad de espíritu tiene su haz y su envés. Nadatermina siendo verdaderamente profundizado ni acabado. CharlesKanters, scj, uno de los primeros en redactar una biografía del

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Fundador, apunta esta dimensión un poco “de veleta” –si se mepermite la expresión– en la personalidad de Dehon con sus limitesy sus ambigüedades: “Artista, como una abeja que liba y no llega alfondo del cáliz; no un teólogo, como Mons. Perriot 16. Un excelen-te conciliador: ¡le llamamos el muy buen Padre!”.

3. El sacerdocio

En función de todas las observaciones metodológicas detalla-das hasta ahora, es evidente que no voy yo a intentar inútilmenteuna especie de síntesis. Pero pienso que, en la existencia y la actua-ción de Dehon, se puede encontrar un punto focal a partir del cualse anuden los hilos de su obra, se bosquejen los distintos recorri-dos, se pongan de relieve las principales motivaciones de su activi-dad: una especie de centro común desde el que todo parte y al quetodo puede llevar. Me parece que ese centro común es el sacerdo-cio, alrededor del cual irradia toda la existencia de Dehon. Desdesu adolescencia luchará para hacerse sacerdote. Una vez ordenado,está obsesionado por la calidad espiritual y humana de tal voca-ción. En este sentido veo yo en el sacerdocio una suerte de hilo deAriadna que puede orientarnos en el verdadero laberinto que sonla vida y la obra del fundador. Por encima de todo, el joven Dehonquiere ser sacerdote, un sacerdote cualificado, a la altura de unavocación que concede dinámica y significación a su existencia.

3.1. Una vocación contrariada

Pero, para León Dehon, la del sacerdocio será una vocacióncontrariada. Carece del punto focal que guíe toda su dinámicaexistencial, la piedra angular de la conformidad paterna, para que

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16 Sacerdote de la diócesis de Langres, director de la revista L’Ami du clergédurante mucho tiempo, muy leído en los ambientes sacerdotales de Francia. Colaborócon el P. Dehon en las cuestiones sociales, especialmente en las sesiones para jóvenessacerdotes de Val-des-Bois.

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la opción filial se convierta en una seguridad de por vida. En estepunto, el recorrido de León Dehon se parece extrañamente al delsacerdote Henri Huvelin (1830-1910), que estuvo igualmente en elseminario francés de Roma y que, en calidad de vicario de SanAgustín de París, será un confesor solicitado y un apreciado direc-tor espiritual, particularmente de Charles de Foucault. Lo mismoque Huvelin, Dehon padecerá la oposición paterna a su vocación,que, –por este hecho– está, por decirlo así, inacabada. La acepta-ción del padre, en ambos casos, será más “formal” que real, en elsentido de que el asentimiento paterno no se convertirá nunca enfundamento de la opción filial, sino que éste será siempre a con-trapelo. El hecho de esta fragilidad originaria puede explicar queDehon busque durante toda su vida seguridades, confirmaciones,respaldos a sus opciones, especialmente en personas pretendida-mente inspiradas especialmente por el cielo. Veremos esta reali-dad en el momento de la fundación. El fallo de origen no seránunca colmado, y podría explicar la especie de culpabilidad laten-te que se expresa a todo lo largo de las páginas de “Notes quoti-diennes”. Se confiesa como un fundador indigno, poco de fiar.Incluso rechaza el término de fundador, que atribuye a Cristomismo, lo que le permitirá afirmar con frecuencia que su “Obra”es divina, como un modo de concederse una sólida seguridad. Así,en 1915 escribe: “Se me llama fundador de la Congregación, y nolo soy. El único fundador es Nuestro Señor. Yo le he puesto tra-bas. (NQT, XXXVIII, 1915, p. 5; cf. XL, 1916, 15).

Pero aquello que en el punto de partida fue contrariedad, seconvertirá a lo largo de su vida en aguijón, en estímulo para avan-zar siempre, para mirar más arriba, como si fuese necesario, cos-tase lo que costase, llenar la ausencia inicial. Es cierto que duran-te la formación en el seminario francés de Roma, bajo la direccióndel espiritano P. Freyd, el seminarista Dehon entra en la gran tra-dición de la escuela francesa del siglo XVII. Esta gran corrienteespiritual, que orientará la espiritualidad católica moderna, sepreocupaba especialmente de la cualificación de los sacerdotes deacuerdo con los requerimientos del Concilio de Trento. Resulta

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significativo constatar que los nombres destacados de esta tradi-ción (Bérulle, Olier, Vicente de Paúl, Juan Eudes) abrieron semi-narios y fundaron instituciones para sacerdotes. Louis Cognet,especialista en este período, subrayará esta constante que ya pusode manifiesto el “jefe de fila” del movimiento: “El ansia de la per-fección sacerdotal fue una intensa obsesión de Bérulle”17. A partirde su estancia en el seminario, León Dehon entra en esta místicasacerdotal, interioriza sus exigencias de vida y comienza a vivir deésta. En ella el sacerdocio no se concibe de acuerdo con el mode-lo antiguo de un presbiterado al servicio de una función, un minis-terio para la comunidad. En la tradición de Bérulle, el modelo delsacerdote se refiere explícitamente a la vida religiosa. Antes de serun ministro, el sacerdote debe ser un consagrado. A ojos deBérulle, la ordenación hace del sacerdote un consagrado deJesucristo, que debe vivir, por tanto, de esta asimilación que hacede él un alter Christus, otro Cristo. Esta imagen del sacerdotecomo religioso de Dios constituye, desde el seminario, la caracte-rística fundamental de la vida espiritual de León Dehon de la quese desplegará toda su obra y su actividad. La unión y la configu-ración con Cristo se convierten en la exigencia mayor de tal intui-ción. Así, el 14 de diciembre de 1867, en vísperas de su diacona-do, escribe en sus Notes Quotidiennes: “La santidad consiste en launión con Dios y la conformidad con su voluntad. En el futuroDios hará de mí lo que quiera”.

Más tarde, hablando de su ordenación sacerdotal el 19 dediciembre de 1868 en San Juan de Letrán, Dehon escribe: “No esposible manifestar las impresiones de la ordenación. Me alcé deella sacerdote, poseído por Jesús, todo lleno de él, de su amor porsu Padre, de su celo por las almas, de su espíritu de oración y desacrificio” (NHV, VI, 81). Esta sola frase resume en sí la única acti-tud espiritual de Dehon. Está menos apasionado por Cristo, queposeído por Él. Como proclama Jeremías, también él se ha deja-do seducir por el Señor. Antes de intentar una respuesta, es nece-

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17 Citado por R. Deville, L’Ecole française de spiritualité, Paris, DDB, 1987, p. 112.

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sario actuar primero la toma de posesión por parte de Dios. Estadinámica trazará en Dehon un itinerario original que le conduci-rá lógicamente, como veremos, a la vida religiosa.

3.2. El surco romano y la Escuela francesa de espiritualidad

Me parece importante y necesario detenernos un poco en loque he llamado en otro lugar “el surco romano”18. Este “surco”,que constituye su larga estancia en Roma, donde hace el “apren-dizaje” de Iglesia, me parece que contiene efectivamente el primery original desarrollo de la actitud espiritual de Dehon. En él seencuentran los parámetros esenciales para comprender e, incluso,interpretar una obra que por el hecho de sus estratos sucesivossuperpuestos se hace a menudo ilegible. Este surco hasta podríaservir de fundamento para la reelaboración de una espiritualidaddehoniana exenta de las aportaciones sucesivas mal integradas.¿No escribió Dehon que el período romano fue el de los mejoresaños de su vida? “1865-1871... Ésos son mis años dorados, mismejores años” (NQT, XLIV, 1923). Hablará mas tarde de un tiem-po de verdadero noviciado religioso.

Puesto que el sacerdote está consagrado a Jesucristo, la acti-tud fundamental que debe tener es la del conformarse con sumodelo, configurarse con su Maestro. El anhelo primero, la exi-gencia fundamental que Dehon perseguirá toda su vida es la unióncon aquel al que se había consagrado. Para él, esa unión se con-vierte en el medio privilegiado para responder a su vocación. Nohay en esto nada de especialmente original, porque estamos pre-cisamente en el punto de partida de toda la espiritualidad cristia-na. Dehon hace de él su exigencia de vida, su regla de oro. “Éstaes verdaderamente mi gracia, escribe, y únicamente mediante talejercicio me santificaré, quiero abrazarme a Él definitivamente.No haré nada sino mediante esta unión con Jesús, por Jesús, en

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18 Yves Ledure, Le code du Royaume. Léon Dehon et la spiritualité du Coeur deJésus, Clairefontainer Studien, Band 4, 2001 p. 88 sq. NT.: Existe edición en español.

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Jesús (NQT XXIV/1909, 77). Esta unión con Jesús, que ha lleva-do a la práctica durante toda su vida, se convierte en cierto modoen su método espiritual, que él quiere legar a sus religiosos. Dehecho, cuando al término de “Études sur le Sacré-Coeur de Jésus”presenta el autor la obra de los Sacerdotes del Sagrado Corazón,habla en primer lugar de un “método de vida interior que no essino la unión con el Corazón de Jesús”.19

La unión con Jesús, en la lógica de la Escuela francesa, com-porta toda una teología de la encarnación. En esa relación privile-giada con Jesús, Dehon busca al Verbo encarnado. Como escribeen sus apuntes de los ejercicios previos al subdiaconado, el enton-ces seminarista ve en la humanidad sagrada de Jesús el “modelode nuestra santidad y de nuestra unión con Dios” (NQT, 1, 1867,17 de diciembre). Y, como recalca en Couronnes d’Amour auSacré-Coeur I, la Encarnación se convierte en el libro por exce-lencia, escrito por dentro y por fuera, en el que Dehon busca con-templar el misterio mismo de Dios.

Esta dinámica de la encarnación conducirá progresivamen-te al fundador a adherirse a la devoción al Corazón de Jesús queél sobredimensiona y valora en extremo. Si el nacimiento deJesús es el primer momento de esta aventura espiritual, el cos-tado abierto en la cruz es el último saliente de ella para quien seatreve a sumergirse en este misterio de niebla y de noche. En lagran “inclusión” entre nacimiento y muerte que destacan lasmeditaciones de Couronnes d’Amour, Dehon recupera para ladevoción al Corazón de Jesús su peso evangélico. Por lo demás,se puede constatar que la insistencia acerca del Sagrado Corazónno corresponde la mayor parte del tiempo más que a una susti-tución terminológica que oscurece un poco el mensaje. Más alláde ese cierto nominalismo, del que usa abundantemente Dehonpasando de “Jesús” a “Sagrado Corazón”, la espiritualidad deho-niana es y sigue siendo fundamentalmente cristocéntrica.Contemplando al Crucificado con el costado abierto, Dehon ve

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19 León Dehon, OSP 5, p. 689.

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en esta llaga el camino para entrar en el misterio del Verbo,camino de interiorización para comulgar cada vez más con aque-llo que es central para él, un misterio de amor-ágape y de mise-ricordia. En las Couronnes d’Amour au Sacré-Coeur Dehon dauna amplitud significativa a su cristocentrismo, se reencuentraallí la vena evangélica notablemente despejada de las ampulosasdevociones del siglo XIX y, muy en particular, del clima ascéti-co victimista que acartona un tanto esta mística de la identifica-ción con Jesús con actitudes y reflejos sacrificiales demasiadonegativos.

Esta es la razón por la que pienso que esta obra del fundadorpodría servir de base a una reescritura de la espiritualidad deho-niana. Ese esfuerzo de concentración sobre un fundamento cris-tocéntrico podría ayudarnos a encontrar la respuesta a la ince-sante e “infernal” cuestión que se refiere a la naturaleza de nuestraespiritualidad.

3.3. El tríptico sacerdotal de Dehon

La teología del sacerdocio que Dehon hereda de la Escuelafrancesa se apoya en la afirmación de que el sacerdocio es un esta-do de vida consagrada, antes de ser –y para que pueda ser– unministerio. Dehon adopta y vive serenamente esta espiritualidaden el seminario de Roma. Pero en su compromiso pastoral, en SanQuintín, irá tomando conciencia de que una espiritualidad seme-jante, que exige del sacerdote santidad de vida y celo apostólico,no resulta suficiente para un mundo moderno que ha roto con elcristianismo. Dehon convierte el díptico clásico “sacerdote santo yceloso” en un tríptico, que formula en 1893 con ocasión de unencuentro de estudios sociales en Soissons: “la obra mejor es la deformar sacerdotes instruidos, celosos y virtuosos” (NQT, VI, 1843, 21).Instrucción, celo, virtud. Dehon recalcará esta trilogía fundamen-tal en la octava conferencia romana, sobre el papel social delsacerdote. Al hablar de los medios necesarios para que el sacer-docio tenga una eficacia verdadera en una sociedad moderna,

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escribe: “Dependen de tres realidades: el estudio, la acción y laoración. Nos hacen falta doctores, apóstoles y santos”20.

Lo vemos reclamando una formación específica, más allá deldominio clásico teológico y ascético. Dehon quiere para el sacer-dote que responda a una carencia de la Iglesia en su tiempo, queno se preocupaba lo suficiente de la vida social de los hombres,sino que se contentaba con distribuir los sacramentos a quienquería recibirlos: la eterna tentación del clero que fácilmente secontentaba con la administración de los sacramentos y con unaespecie de dogmática espiritual universal, válida para todo tiem-po y lugar21. Al insistir sobre una formación específica, conectadacon la realidades sociales, Dehon piensa en la evangelización y enla pastoral en términos de proximidad a los hombres, lo que exigeun conocimiento auténtico de su entorno vital, de su condiciónsocial. En este sentido, la antropología y la sociología se convier-ten en los instrumentos de una verdadera cualificación, a la queconviene el nombre de “profesional”, de los sacerdotes de la edadmoderna. Por eso no es casualidad que en su tiempo Dehon seacalificado de “sociólogo”, es decir, de persona atenta a las realida-des sociales y culturales.

La originalidad de Dehon en la materia consiste en percibirque, más allá de su estado de vida, el sacerdote debe estar dotadode un auténtico “saber hacer” que exige una formación específica,en contacto directo con las realidades contemporáneas y en favorde los hombres de su tiempo. Por su cuenta, Dehon pondrá en mar-cha la experiencia de las sesiones de estudio en Val-des-Bois, cercade Reims, con León Harmel, patrono de la fábrica y, sobre todo, losCongresos eclesiásticos de San Quintín (1895), de Reims (1896) yde Bourges (1900). Reitero que, en la lógica de Dehon, no existeuna “marca” pastoral universal: toda evangelización es concreta,particularizada, inserta en un lugar, marcada por un tiempo. Esto

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20 León Dehon, OSC III, 367.21 Puede recordarse el análisis que hizo E. Drewermann de esta desviación cleri-

cal en Fonctionnaire de Dieu. Paris, Albin Michel, 1993.

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implica que el sacerdote no sea únicamente el hombre de la sacris-tía, sino que esté de pie en medio de la ciudad de los hombres, par-ticipando –a su nivel y en su campo– en los debates y combates delos hombres. No es solamente un terapeuta de las almas, sino unagente de la vida en sociedad. En este sentido, Dehon no duda enescribir: “Por tanto, el sacerdote debe intervenir en la refriegasocial actual, no sólo en razón de un oportunismo que ya estaríamuy justificado, sino por un deber estricto de justicia, de caridad ypara el cumplimiento riguroso de su ministerio pastoral”22.

Es esta lógica la que llevará a Dehon a intervenir de unamanera explícita en la cuestión judía de su época. Lo hace en nom-bre tanto de su concepción sobre el ministerio pastoral como de ladignidad de los obreros. Porque la posesión del dinero y el domi-nio de las finanzas son las palancas y las claves que hacen funcio-nar el equilibrio de una sociedad y la justicia social. De acuerdocon la expresión del filósofo alemán de la época Georg Simmel, eldinero se convierte con el capitalismo en “el equivalente univer-sal” que se impone como medida de todo. En su tercera conferen-cia romana (1897), Dehon reacciona contra este capital-dineroque desnaturaliza toda relación humana. Su crítica en la materiano es en primer lugar antisemita, sino más bien evangélica yhumanista. Es lamentable que los Obispos franceses no hayancaptado esta problemática, que no puede ser más pastoral, cuan-do manifestaron su inquietud de cara a la beatificación de nuestroFundador. Según esto, ¿fue Dehon incomprendido? En estepunto, desde luego que sí. Porque la “cualificación profesional”que reclama para los sacerdotes se aleja de la visión ascética tra-dicional que pesa sobre la imagen que se tenía del sacerdocio. Y,por lo demás, a Dehon no le seguirá en la materia su propiaCongregación, que no comprendió la dimensión social, sino que sequedó en el modelo tradicional de sacerdote, dedicado al ministe-rio parroquial. Su Congregación no supo desarrollar la originali-dad apostólica de Dehon ni hacer que otros la compartieran.

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22 Léon Dehon, OSC, 359.

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¿Cómo comprender esta laguna? Más allá de los tradicionalescomportamientos que encuadra la teología del sacerdocio, la pro-blemática de Dehon no puede sino ser difícilmente comprensibley aceptable. Y, para tratar de ver más claro en ella, hace falta pre-guntarse cómo él mismo intentó llevar a la práctica su nueva idea.Al acumular prácticas y finalidades tan diferentes, ¿no habrácaído en un cierto sincretismo que pretendió amalgamar proble-máticas heterogéneas?

4. Sacerdote víctima

León Dehon llegó a San Quintín en noviembre de 1871, despuésde pasar seis años en Roma. El puesto de vicario, para el que le nom-bra su obispo, no correspondía en absoluto a sus gustos, sus expec-tativas, sus proyectos de futuro. Con gran rapidez, analizará con ojocrítico sus obligaciones ministeriales –catecismo, sacramentos, visi-tas a los enfermos– y las estructuras parroquiales desmesuradas queno permiten relacionarse más que con unas pocas “familias elegi-das”. El sacerdote no tiene prácticamente ningún contacto con losmedios populares, masivamente alejados de la Iglesia y, por lodemás, poco sensibles a su mensaje. Este análisis preciso, que eljoven vicario formula en sus Notes sur l’historie de ma vie, proba-blemente ha sido perfilado ulteriormente. Pero da fe de un evidentemalestar en el joven sacerdote, que se reconoce a si mismo cada vezmenos en sus actividades pastorales concretas. Durante estos añosde vicario, una verdadera tensión interior, alimentada por los des-acuerdos y los cuestionamientos, nacida y engrosada, le conducirá en1877 a salir de este marco impuesto. Una observación que hace des-pués de un viaje a Roma en la primavera de 1877 acompañando a suobispo –que no le permite alojarse en el seminario francés– es sig-nificativa de su estado de ánimo. Reanuda sus actividades en SanQuintín, que él llamará “sus cadenas”, y dice: “Tenía por ese génerode ministerio la mayor repugnancia, pero no lo hice ver en absoluto”(NHV, XII,152). Esta observación, en un hombre tan educado como

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León Dehon, es más que elocuente. Traduce de un modo inmejora-ble la tensión que desemboca en una auténtica rotura interior en1877, lo que puede explicar las opciones inesperadas que él hace enjunio del mismo año: fundar una Congregación.

4.1. Cercanía a los medios populares

En cualquier caso, desde 1872, el vicario Dehon empieza a poneren práctica otra estrategia pastoral que le acerca a los medios popu-lares desamparados: patronato, círculos de estudio, hogar para jóve-nes y tantas otras actividades que dan testimonio de una auténticapreocupación social que irá precisándose en él. Se aprecia la cons-trucción de la trilogía sacerdotal de la que se ha hablado anterior-mente: doctor, apóstol, santo. La novedad dehoniana recompone elesquema sacerdotal clásico: santidad personal y celo apostólico, aña-diéndole un tercer elemento esencial: la atención a las realidadeshumanas y sociales. Dehon hará de la preocupación social la señalindicadora de una pastoral adaptada a las realidades modernas. Enel gran Congreso eclesiástico de Bourges, en 1900, se le encarga pro-nunciar el discurso inaugural. Durante los tres días que dura elCongreso, él es quien anima el examen particular de mediodía.Recuerdo una de sus preguntas, que propone a la reunión de sacer-dotes, pues me parece reveladora de sus preocupaciones y orienta-ciones: “¿Hemos querido suficientemente a la sociedad contemporá-nea, como para no tener respecto a ella una actitud de rechazo?”23.Es una pregunta que equivale a un profundo cambio estratégico: enlugar de criticar la evolución de la sociedad, la Iglesia debe pregun-tarse sobre sus resistencias y sus prácticas en relación con ella. ¡Y esoque estamos en 1900, en la más fuerte tempestad que sopla sobre laIglesia de Francia y que desembocará en 1902 con la expulsión de losreligiosos, y en 1905 con la separación de la Iglesia y el Estado!

Pero esta orientación pastoral que caracterizará los grandesaños sociales del canónigo Dehon –como se le llamará en la

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23 León Dehon, OSC IV, 577.

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época– se articulará difícilmente con las opciones espiritualeshechas a partir de 1877. Como es sabido, el vicario Dehon deseacada vez más la vida religiosa, en la misma medida en que leabsorben las actividades. Esta necesidad que expresa con progre-siva insistencia debe comprenderse en la lógica de la espirituali-dad de la escuela francesa del siglo XVII. No es fruto de la huidadel clero diocesano sino, por el contrario, un modo de realizar suvisión y su ejercicio del sacerdocio. En este sentido, yo diría quesu concepción de la vida religiosa es más de tipo sacerdotal quecongregacional. Por lo demás, a pesar del deseo cada vez másfuerte de vida religiosa, no tiene idea alguna de su realización con-creta. Por eso oscila entre Institutos tan distintos como los jesui-tas, los espiritanos y los asuncionistas. Su ansia de vida religiosaes, pues, de doble efecto: el sacerdocio, y una vida espiritual inte-rior estable. Es preciso tener en la mente esta doble problemática,no exenta de ambigüedad a la hora de la puesta en práctica. Si laobra dehoniana carece de síntesis, puede sin embargo admitirseque su proyecto obedece a un enfoque con dos motivos que bus-can un mismo objetivo: la eficacia espiritual y pastoral de su vidasacerdotal. Al menos, así es como el Padre Dehon vivió su pro-yecto.

Tras su corta estancia en Roma en la primavera de 1877,Dehon revive intensamente todo su período seminarístico, queahora interpreta como “un largo tiempo de noviciado religioso”,tal como ya dije, lo que no hace más que avivar interiormente susansias de vida religiosa. “Esta estancia en Roma –explicará él mástarde–, al recordarme las gracias de los primeros tiempos de misacerdocio, no hizo sino inflamar más mi anhelo de abrazar la vidareligiosa” (NHV, XII, 161). En una sola y única frase, Dehon arti-cula sacerdocio y vida religiosa de un modo inseparable. Y laforma concreta que entrevé para la realización de esta doble moti-vación no es otra que –como él escribe– una “vida de estudio, deoración y de recogimiento”, lo que corresponde letra por letra conel modelo de Louis Lallemant, jesuita del siglo XVII al que LeónDehon leía asiduamente, propone a quien quisiera crecer en la

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vida espirirtual24. Evidentemente, Dehon no puede llevar a lapráctica este modelo en su actividad de vicario en San Quintín:“No me encontraba en mi sitio y deseaba la vida religiosa”, ésta esla conclusión de la Notes sur l’historie de ma vie, al menos, talcomo las formula bastante después de 1877.25

4.2. Una decisión inesperada

Este deseo le crea una verdadera tensión interior, pero notiene medio alguno para salir de lo que podríamos llamar un“impasse existencial”, desde el momento en que no se decide poruna congregación concreta. Será tras la correspondencia a partir denoviembre de 1867 entre M. Oliva Ulrich, fundadora de las Siervasdel Corazón de Jesús, y el propio P. Dehon, su capellán en SanQuintín, cuando va a producirse una salida de la crisis. De un modocompletamente inesperado y un poco precipitado, el vicario sedecide a fundar él mismo una Congregación con una orientaciónque nada hacia prever, es decir, la de una espiritualidad reparado-ra. Marcel Denis mismo no se explica esa orientación que tomaDehon, y escribe a este propósito: “El carisma de fundador le sor-prendió al sacerdote Dehon en 1877 un poco de improviso”26, peroañade que a despecho de todo él se mantendrá fiel al mismo.

En este momento es necesario que tratemos de comprenderesa decisión súbita, o al menos que la situemos en un itinerariocomplejo. Pues las explicaciones que Dehon mismo dará mástarde en sus Notes sur l’histoire de ma vie son embrolladas. Pero

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24 Louis Lallemant, Doctrine spirituelle, 6º principio: La unión con NuestroSeñor. Hablando de Jesús, escribe: “Uno de los primeros rasgos de nuestro modelo quedebemos expresar en nosotros es su vida oculta, su vida de retiro y recogimiento y, sobretodo, su vida interior”. Paris, DDB, 2011, p. 318.

25 Si hacemos caso a las “Notes quotidiennes”, Dehon comenzó a escribir sus“Notes sur l’historie de ma vie” el 3 de marzo de 1886; luego mucho después de los acon-tecimientos aludidos. Y lo hace para justificar, a pesar del criterio de Roma, el buen fun-damento tanto del fin como de las modalidades de la fundación de su congregación.

26 Marcel Denis, La spiritualité victimale en France. Studia Dehoniana 4, Roma,1981, p. 254. Se trata de una obra de referencia sobre la corriente victimista en Francia.

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no disponemos prácticamente de ningún documento de laépoca, fuera de algunas indicaciones de sus Notes Quotidiennes,cuyo manuscrito parece haber sido destruido, sin que sepamospor qué.

Hemos dicho: “explicación embrollada”. Pues Dehon repetirácon frecuencia que está atado a San Quintín por las obras que hafundado. Al no encontrar ninguna congregación para continuarlas,se ve constreñido a permanecer allí, insiste. Por lo que, según supropia expresión, se impone “una conclusión lógica” (NHV, XII,163): fundar él mismo una congregación en San Quintín. Pero,cuando mira de cerca los argumentos para optar por una vocación–lo que ocurre en sus ejercicios de elección en Laon, en marzo de1876–, nos damos cuenta de que reconoce explícitamente quepodría deshacerse con mayor o menor facilidad del oratorio dioce-sano, de la Oficina diocesana, de las obras, del periódico, de ladirección de las Siervas del Corazón de Jesús e incluso de las acti-vidades para obreros. En suma, contrariamente a lo que él repite,nada le ata inexcusablemente a San Quintín. Y él concluye: “Diospuede suprimir los obstáculos actuales y poner a mi disposición losgrandes beneficios de la vida religiosa” (NHV, XII, 1-4), Entonces,¿por qué sus dudas, sus vacilaciones, su imposibilidad de detener-se en una opción de congregación? ¿Está ello ligado a la ausenciade autorización paterna en el momento de la opción por el sacer-docio, como si le fuese difícil decidir por si mismo?

4.3. El encuentro con las Siervas del Corazón de Jesús

Hará falta una propuesta concreta venida del exterior paraque León Dehon salga de sus dudas interiores y dé el paso. Pura ysimplemente, el de hacer suyo un proyecto en el que piensan lasSiervas del Corazón de Jesús: el de una Congregación de sacerdo-tes para la reparación sacerdotal. Ya existía en Francia en esaépoca toda una corriente espiritual fuertemente influida por elmensaje penitencial de la Virgen que lloró en La Salette (1846). LaMadre Ulrich pensaba en ello, lo mismo que la Madre Verónica

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(de las Hermanas Víctimas de Villeneuve-les-Avignons), que eraaconsejada por el P. Sylvain Giraud, misionero de La Salette. Este,apoyado por el obispo de Grenoble, Mons. Fava, había intentadouna fundación en ese sentido.

Desde noviembre de 1876, la M. Oliva Ulrich había confiadoa su capellán, de modo encubierto, el proyecto que abrigaba den-tro de sí. En sendas cartas, fechadas el 21 de abril y el 25 de mayode 1877 y dirigidas a León Dehon, la fundadora le desvela explici-tamente su proyecto de ver nacer una congregación de sacerdotesvíctimas. Pero nunca deja entrever que el P. Dehon pudiese ser lapersona elegida por Dios para llevar a cabo este proyecto, como seaprecia en la segunda de estas cartas: “Esperemos, pues, Padre–escribe– que Nuestro Señor suscite en su momento el apóstolque haya elegido para esta misión, difícil pero no imposible. Esemomento no puede estar lejos: así lo creo y lo ruego a su miseri-cordia”27.

Pero la reacción de Dehon a esta correspondencia es sor-prendente: “Comprendía y apreciaba las ideas de la “ChèreMére”, sin ver en ellas una vocación para mí” (NHV, XII, 163).Recordemos que dos meses antes, en febrero de 1877, habíapedido a su obispo autorización para quedarse en Roma, con elfin de entrar en los Espiritanos. Y, a pesar de ello, en junio delmismo año toma la decisión de salir al paso de los proyectos dela M. Ulrich, fundando él mismo una Congregación de sacerdo-tes víctimas. En la explicación que da de esta opción no hay nin-guna prueba: “En mi alma se llevaba a cabo un trabajo progre-sivo. Quería ser religioso, y no podía abandonar mis obras enSan Quintín. Sentía un poderoso atractivo por un ideal de con-gregación de amor y reparación” (NHV, XII, 163). Sabemos, porotra parte, que le era posible, según su confesión, dejar las obrasde San Quintín. Es evidente que quería ser religioso sacerdote de

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27 André Perroux, Le Père Dehon et Mère Marie du Coeur de Jésus. Les Prêtresdu Sacré-Coeur et les Soeurs Servantes du Coeur de Jésus, Roma, Studia Dehoniana46/1, 2003, p. 88.

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acuerdo con el enfoque de la Escuela francesa. Pero nada haciapresagiar una congregación de amor y de reparación. Por otraparte, ¿no había dejado escrito expresamente en la página pre-cedente de sus Notes sur l’histoire de ma vie que el proyecto dela M. Oliva Ulrich no era el de su vocación? Sin embargo, es esteproyecto el que asume, el que propone a su obispo, con una con-trapartida: la creación de un establecimiento de enseñanza enSan Quintín. Habiendo obtenido el acuerdo –inicialmente ver-bal y luego escrito– de su obispo, hablará de ello con la funda-dora de las Siervas.

En cierto modo, a partir de este momento, Dehon vivirá comoen ósmosis con los modos de ver de Oliva Ulrich; hasta se puededecir que bajo la presión de su carácter perfectamente resuelto,pues de ella decía Dehon que no era susceptible de dirección, por-que se creía inspirada por Dios: “No escuchaba al confesor; le pre-dicaba”28. El obispo Deramecourt la llamaba “matriarca”. Cuandola Madre conoció la decisión de Dehon y la condición que puso suobispo de crear un colegio, le escribió el 27 de junio para recor-darle el proyecto y concretar la finalidad que todo debía tener, asus ojos: “La obra exterior (el colegio San Juan), llamada en ver-dad a hacer tanto bien, no debe, sin embargo, ser más que unmedio para llegar a esta Obra interior de la Reparación sacerdo-tal querida por el Corazón de Jesús. Es necesario que en ella hayaSacerdotes que decidan constituirse en víctimas en favor de sushermanos culpables”29.

Cuando se lee la correspondencia que la Madre Oliva Ulrichdirige al P. Dehon, uno no puede sino quedar sorprendido por laestricta vigilancia que ésta ejerce sobre el joven fundador, a fin deque no se desvíe de la línea prevista. En caso necesario, no dudaen reprenderle. Júzguese lo dicho por el siguiente fragmento deuna carta de marzo de 1883: “Escuche con agrado, estimadoPadre, la voz de nuestro buen Jesús con confianza. Él le ayudará

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28 M. Denis. Le projet du Père Dehon, Op. cit., p. 58.29 André Perroux, Op. cit., p. 99.

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a superar su debilidad... No sea ingrato ni desconfíe del Corazónde este buen Maestro que desde hace cerca de 6 años le instruye,le dirige y le advierte de todos los modos”30.

4.4. ¿Quién es el fundador?

La decisión apresuradamente tomada, de un modo más omenos discontinuo respecto de lo que precedía, se asentaba sobreuna idea poco elaborada. Habitualmente, cuando nace una con-gregación, la maduración con vistas a fijar su finalidad se haceantes de decidir. En Dehon, la decisión precede a la maduracióndel proyecto que progresivamente va a elaborar, estructurar, cons-truir. Pero no será él solo quien lo haga. La fundadora de lasSiervas jugará un papel motor, y una religiosa del convento de SanQuintín, Sor Maria de San Ignacio, precisará y determinará el con-tenido, a partir de lo que todo el mundo llamó, antes de la conde-na de 1883, unas revelaciones de Nuestro Señor.

La “ósmosis” entre esta religiosa y el capellán parece, si nototal, tan profunda, que el P. Marcel Denis no duda en escribir:“Como el P. Fundador reconoció la expresión de su vocación enalgunos textos de luces de oración de sor María de san Ignacio, yono estableceré diferencia entre estos textos y aquellos otros quedeben atribuirse directamente al P. Dehon”. Esta conclusión meparece difícilmente aceptable. ¿Tenemos derecho a preguntarnospor la autonomía doctrinal y pedagógica del fundador en los años1877-1883? Pues la conclusión de Denis sugiere que la auténticafuente espiritual de la fundación no está quizá donde se la espe-raba. Después de la decisión romana, Dehon llamará “luces deoración” a lo que le comunica sor María de san Ignacio, y seguiráconvencido de que se trata en ellas de un mensaje auténticamen-te divino. “Nuestra Obra es divina; repetirá. Se apoya para afir-marlo en las “revelaciones” de sor Maria de san Ignacio que se ini-

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30 André Perroux, Op. cit., p. 340.

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cian el 2 de febrero de 187831 con este mensaje: “Quiero, sí, quie-ro sacerdotes víctimas. Díselo. No tiene más que ser dócil (el P. Juan)a mi voz y a mi gracia” (NHV, XIII, 74)32.

Estas son, pues, las luces de oración de sor María de sanIgnacio, traducidas del alemán, probablemente reformuladaspor la fundadora, que quiere proporcionar el bosquejo funda-cional de la Congregación. Mucho más tarde, en 1917, Dehon loreconocerá explicitamente, dejando entender que sor María desan Ignacio fue la voz de su maestro de novicios, es decir, ¡deJesús mismo! “El 2 de febrero de 1878 comenzó en el conventouna intervención sobrenatural de Nuestro Señor para impulsarnuestra obra. Nos hacia falta un noviciado para la vida de vícti-ma. Nuestro Señor se encargará de él. Existía allí un instrumen-to bien preparado. Sor Ignacio estaba muy unida a NuestroSeñor, había tenido ya en varias ocasiones gracias extraordina-rias... A partir del 2 de febrero recibió luces de oración acerca denuestra obra y nuestra vocación” (NQT, XL, 1917, pp. 97-98). Y,cuando Dehon trabaja en la edición definitiva del Directorioespiritual, añade en su comienzo, como ya se ha dicho: “Estaspáginas expresan el espíritu de nuestra obra, tal como lo hemosconcebido desde el principio (1877-1881), con el concurso dealgunas almas privilegiadas33 y la gracia del Sagrado Corazón”.Algunos años más tarde, en 1921, podemos leer en NotesQuotidiennes: “Nuestras reglas, nuestras plegarias, nuestroDirectorio no proceden de este mundo. Las oraciones y elDirectorio son, en gran parte, las pautas de las luces de oraciónde la Hna. Ignacio... Estos tres escritos son como nuestro

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31 Dehon jugará con esta fecha para intentar convencer a Roma de que su funda-ción es anterior a las intervenciones de las religiosas.

32 Este texto no puede ser del 2 de febrero de 1878. En esa fecha Dehon no habíahecho su profesión religiosa y no puede, por tanto, ser llamado por su nombre de pro-fesión. [NT.: Es posible que dicho nombre se remonte al comienzo de su noviciado].

33 En algunas cartas, Oliva Ulrich evoca la necesidad de “unión de los tres cora-zones”, hablando de Dehon, de Sor Maria de San Ignacio y de ella misma: cf. A. Perroux,Op. cit., p. 297.

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Evangelio, del que es necesario que partamos” (NQT,XLIV/1921, 10). Resulta al menos extraño que Dehon no mani-fieste ninguna sensación de crítica sobre unos acontecimientostan lejanos que tuvieron lugar más de treinta años antes. Al rea-nudar, a partir de marzo de 1886, apenas tres años después dela supresión de su congregación, la redacción de sus “Notes surl’histoire de ma vie”, Dehon quiere hacer una tarea de recuerdo,pero de amplia autojustificación: no realiza un trabajo crítico,una tarea de discernimiento, como sí temiese atacar el capital deconfianza y de seguridad que tenía en la obra. Y, hasta este día,la Congregación se ha mantenido en este estadio de “lo no-dicho”.

Pero no podía suceder lo mismo con Roma, que no admitíaque una congregación invocase una intervención directa de Diospara justificar su fundación. En diciembre de 1883 suprime Romael instituto diocesano de los Oblatos del Corazón de Jesús. El fun-dador se somete, formalmente, pero en lo esencial mantiene eldispositivo puesto por obra a partir de 1877. Sigue convencido, apesar de todo y contra todo, de que sor Maria de san Ignacio estádivinamente inspirada y que fundando una Congregación él reali-za su vocación. En definitiva, Dehon sigue totalmente fiel a lacorriente victimista que, a sus ojos, debe ser el dinamismo de todavocación sacerdotal y religiosa. Resume su convicción en esta fór-mula: “Sacerdote del Sagrado Corazón, sacerdote víctima, verda-dero sacerdote, son todo uno´”. A lo que añade: “Esto es lo quehace falta ser, la gracia que es preciso que yo obtenga para todo elmundo” (NQT, 16 de febrero de 1886). Es una fórmula feliz por ladistribución equilibrada de los elementos, y podría servir de epí-grafe para colocarlo como frontispicio de unas constituciones.Pero esta fórmula no puede, en modo alguno, pretender ser unasíntesis de la obra de Dehon. Porque calla del todo el compromi-so social, nada accesorio. La decisión romana de aplazamiento dela beatificación es la mejor prueba.

Como he subrayado ya, la cuestión más importante que seplantea a la Congregación y que nunca se ha debatido abierta-

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mente es la del estatuto del compromiso social de Dehon. ¿Setrata de un aspecto integrante de su vocación de fundador, comosugiere –a mi modo de ver– la decisión de Roma de no procedera la beatificación? Pero hasta el presente se afirmaba que la carac-terística fundacional y, por tanto, fundamental de la congregaciónera la dimensión victimista y reparadora. Y, en general, se consi-deraba su acción social como expresión de iniciativas personalesde León Dehon. La convicción del P. Denis en esta materia es deltodo indicadora de la opinión general en la Congregación, cuandoescribe: “El Padre fundador parece considerar la acción socialcatólica como una iniciativa personal, que de hecho había prece-dido a la fundación del Instituto y era la consecuencia natural desu celo sacerdotal... Sin embargo, él no dijo que “la acción social”formase parte de su carisma de fundador”34. ¡Pero Dehon no dijotampoco lo contrario!

No es seguro que el Padre Dehon mismo haya percibido laheterogeneidad, si no la amalgama que construía al sumar situa-ciones problemáticas ampliamente divergentes como son la espi-ritualidad victimista y el compromiso social con –recordémoslo–los debates acerca de la cuestión judía. Sin embargo, la crítica queformula contra él durante los años 1893-1897 el grupo de SanQuintín, en torno al P. Blancal, tendría que servir de advertencia.En un memorial remitido en 1897 al fundador, ese grupo expresasu total desacuerdo con su gestión como superior general. Noreconoce ya en ella la finalidad original de “consagración a la repa-ración”. La constatación resulta clara: “Estamos separados por unabismo, nuestras maneras de ver son totalmente opuestas”. Laconclusión que se saca del memorial no tiene apelación:“¡Separémonos!”35. Y Angelo Vassena scj, que analiza minuciosa-mente ese documento, concluye: “Se trata de una verdadera y realdesgarradura del Instituto”.

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34 M. Denis, Le projet du Pére Dehon, Op. cit., p. 247.35 A. Vassena, Les rapportes du père Dehon avec les évêques du Soissons, Studia

Dehoniana 20, Roma, 1994, pp. 181-185.

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4.5. Una búsqueda de identidad no resuelta

No se dará la escisión. Pero este incidente evidencia, a mi modode ver, un auténtico malestar en la Congregación; un malestar quealcanza a la identidad misma del Instituto, aunque sea difícil de for-mular, y sobre todo a diferenciarlo de otras congregaciones del sigloXIX que tienen, más o menos, la misma espiritualidad alimentadaen la devoción al Corazón de Cristo, con acentos reparadores más omenos marcados. Dehon no inventa nada en la materia, sino que seinscribe en una corriente espiritual dominante del siglo XIX, la dela devoción al Corazón de Cristo. Y la paradoja reside en esto: en losaspectos en que Dehon ha sido innovador, la Congregación no lo haconsiderado como preservador de la identidad. El P. Dehon, en elsiglo XIX, es el único fundador de Congregación dedicada espiri-tualmente al Sagrado Corazón que ha desarrollado –con aquellosotros sacerdotes que la historia llama los “Abbés Democrates”– todauna serie de actividades destinadas a abrir la Iglesia a las realidadesdel mundo moderno: la asunción de las cuestiones sociales, espe-cialmente en lo que se refiere a la justicia social y a la democracia.Es en este sector donde es necesario buscar la originalidad de Dehony probablemente también lo que él tiene de más actual, de mayor“ósmosis” con las sensibilidades contemporáneas. En este cruceespiritual entre Corazón de Jesús y compromiso social es donde sesitúa la originalidad de Dehon, la novedad que aporta él, todavíahoy, a nuestra Iglesia. Dehon abre hacia afuera la espiritualidad delCorazón de Jesús, quiero decir, hacia la atención benevolente a lascuestiones y a los debates de actualidad y hacia las preocupacionesde sus contemporáneos, la desgaja del enfoque victimista que laencierra en una problemática exclusivamente eclesial. En este sen-tido, quiere desarrollar una espiritualidad del Corazón de Jesús queconcierne tanto a las sociedades como a las personas (“almas”),según el título dado a la revista que funda en 1889.

Pero la puesta en práctica de semejante desplazamiento no estan fácil como pudiera creerse. No bastará una operación de acu-mulación o de suma de actividades y de perspectivas, tal como la

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hizo Dehon mismo, sino que hemos de afrontar una reorientación,una recomposición de los elementos fundacionales, para concluircon un nuevo esquema de conjunto. Es preciso desplazar el “sello”tradicional de la congregación, que no puede ser ya solo el de lacorriente victimista y reparadora. Me parece que esta corriente estáexcesivamente marcada por una estrecha teología sacrificial que noslleva a la imagen de un Dios justiciero y de un hombre radicalmen-te pecador. Estos códigos, al menos en su expresión novecentista,casi no casan con la representación antropológica contemporáneade un hombre indudablemente responsable de sus actos, pero libreen sus opciones. El verdadero sacrificio, tal como lo vivió Jesús, essobre todo llevar una vida en favor de los demás, es decir, lo que losteólogos llaman una “proexistencia”. Sin embargo, semejantedimensión no aparece apenas en la espiritualidad del Corazón deCristo cuando se desarrolla con un fondo victimista. Aquí, como enotros lugares, no basta encontrar una fórmula lapidaria, del tipo“amor y reparación”, para pensar que se ha elaborado una síntesis.

Por otra parte, es necesario preguntarse si este lema tradicio-nal de la congregación es tan “dehoniano” como se suele decir. Enverdad, el fundador lo ha vivido plenamente, incluso ha intentan-do hacer de él la característica de su congregación, como hemosdicho, en paralelo con algunas otras congregaciones. Pero ¿ha sidoél su verdadero creador, quien lo ha elaborado y pensado? ¿O bienno ha hecho más que reunir unos elementos venidos de otras par-tes, sin preocuparse de coherencia y de articulación? Ya subraya-mos la primigenia y decisiva influencia de Madre Oliva Ulrich y desor Maria de san Ignacio en San Quintín desde 1876. Otra fuente,también muy importante –y puede que aún más– alimentará yengrosará la corriente victimista inicial, a saber, la escuela de laMadre Verónica Lioger (1825-1883), fundadora de las Hermanasvíctimas de Villeneuve-les-Avignon, que había tratado ya de fun-dar un Instituto de sacerdotes víctimas. Descartado este proyecto,ella orienta hacia el Padre Dehon a los sacerdotes agrupados entorno suyo, especialmente a los PP. Galley, Charcosset y, sobretodo, André Prévot.

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Este último, doctor en Teología, había elaborado toda una doc-trina sobre la vida sacerdotal de víctima. Cuando llegó en marzo de1885 a San Quintín, esperaba reencontrar allí el proyecto concebi-do inicialmente con Veronique Lioger. Su noviciado no durará másque unos meses, ya que hizo la profesión el 22 de septiembre delmismo año. Y Dehon, escaso de personal, hace de él desde 1886 elprimer verdadero maestro de novicios de la Congregación. El P. André Prévot no llegó a convivir con León Dehon más que algu-nos pocos meses, ya que desde 1886 aquel vivirá en Holanda, lejosde las turbulencias de la sociedad francesa en las que Dehon severá implicado. Sin embargo, en este religioso el fundador ve “elmodelo mismo del sacerdote víctima del Sagrado Corazón” (NQT,XXXV, 1914, 175), aunque sea un poco reticente, al menos, respec-to a las realidades sociales de su época; y será el formador de laconciencia común de las primeras generaciones dehonianas entre1886 y 1909. A su muerte, escribirá Dehon en sus NotesQuotidiennes: “Me fue dado por la Providencia para formar a todoel mundo. Ha sido Maestro de novicios durante 23 años, y quieneslo son ahora continúan las mismas tradiciones” (NQT, XXXV, 1913,64). Así se explica que el P. Dehon pudiera ver en el P. AndréPrévot, por el hecho de ser maestro de novicios, “un segundo fun-dador” (NQT, Xl, 1917, 132). Se comprende, igualmente, que lafigura de este segundo fundador eclipsara un tanto la de Dehon enlas primeras generaciones de Dehonianos. La política violenta-mente anticatólica que azotó a Francia a finales del siglo XIX y acomienzos del XX, así como los estragos de la guerra mundial, lle-varon a la puesta en práctica de una espiritualidad reparadora dela que la construcción de la basílica del Sacré-Coeur en París es lamás hermosa ilustración. Desde este punto de vista la doctrina delP. Prévot respondía perfectamente a la realidad de la época, mien-tras que la apertura a lo social y a lo democrático parecían, dadoslos hechos, algo demencial; y con la diferencia de personalidad, deestilo de vida, de centros de interés, de relación con el mundo enlos religiosos, ¿como concebir que ambos sacerdotes hayan podidoencarnar el mismo ideal religioso y sacerdotal?

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4.6. Para profundizar

La cuestión permanece abierta. Con las limitaciones propiasde este trabajo, he querido hacer ver todo lo que implica seme-jante cuestionamiento, con sus amalgamas irresueltas, su acumu-lación de estratos fundacionales y la interferencia de varias perso-nalidades en los comienzos de la congregación. Tantas cuestionesproblemáticas y dispositivos insuficientemente diferenciados nopueden más que acentuar las “ambigüedades” de los orígenes y losinterrogantes acerca de la identidad específicamente dehoniana.Pues, en definitiva, la pregunta última es la siguiente: ¿dóndecolocar a Dehon en la amalgama de los comienzos? Desde mipunto de vista, tres ejes de investigación deberían ayudar a clari-ficar la cuestión sobre las identidades:

– el doble corpus dehoniano, victimista y social,– la tipología victimista según dos fundadoras: Oliva Ulrich

y Véronique Lioger,– la “diarchia” fundadora: Dehon-Prévot.

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LA DIMENSIÓN SOCIAL DEL CARISMA DEHONIANO

LA RECONCILIACIÓN,

COMO SU EJE TRANSVERSAL

P. Cláudio Weber, scj

Textos inspirantes:

Jn 10,10: “Yo vine para que todos tengan vida y la ten-gan en abundancia”.

P. Dehon, OSP I, 233: “El Reino del Corazón de Jesús enla sociedad es el fruto de la justicia, de la caridad, de la pie-dad por los pequeños, por los humildes, por aquellos quesufren. Yo les pido que se consagren a estas obras, estimu-lándolas y ayudándolas”.

Cst 7: “De sus religiosos, el Padre Dehon espera que seanprofetas del amor y servidores de la reconciliación de loshombres y del mundo en Cristo” (cf. 2Cor 5,18). Cst 29:“Solidaridad efectiva con los hombres”. Cst 31: “Ministeriojunto a los pequeños, humildes trabajadores y pobres”1.

En la carta del Superior General para la fiesta delCorazón de Jesús del año 2011 leemos: “Comprometiéndonosa vivir la opción de la pobreza evangélica, estamos particu-larmente llamados a la solidaridad con aquellos que sonexcluidos de los bienes que Dios ha creado para todos.Escuchar el clamor y la protesta de los pobres debe condu-

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1 Muchos otros números reflejan este espíritu en nuestra Regla de vida.

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cirnos a revisar nuestro modo de vida y a participar en labúsqueda de toda la sociedad humana para erradicar lapobreza”.

El Papa Benedicto XVI, en su Exhortación apostólica“Sacramentum Caritatis” 89, dice:

“No hay duda de que las condiciones para establecer unapaz verdadera son la restauración de la justicia, la reconci-liación y el perdón. De esta toma de conciencia, nace lavoluntad de transformar también las estructuras injustaspara establecer el respeto de la dignidad del hombre creadoa imagen y semejanza de Dios”2.

El mismo Papa, en su Encíclica “Caritas in Veritate” 27, escribe:“Dar de comer a los hambrientos (cf. Mt 25,35.37.42) es

un imperativo ético para la Iglesia universal, que responde alas enseñanzas de su Fundador, el Señor Jesús, sobre la soli-daridad y el compartir. Además, en la era de la globalización,eliminar el hambre en el mundo se ha convertido también enuna meta que se ha de lograr para salvaguardar la paz y laestabilidad del planeta”3.

Introducción

Cuando preparamos la Carta Programática de la Adminis-tración General, después del XXII Capítulo General, intentamosencontrar un camino para proponer a la Congregación un progra-ma mínimo en el campo de la justicia social y de las obras socia-les de las comunidades.

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2 Vale la pena leer todo el n. 89 de Sacramentum Caritatis, la ExhortaciónApostólica de Benedicto XVI después del Sínodo de los Obispos sobre la Eucaristía(22.2.2007). Ese número trata de Eucaristía y compromiso social.

3 Carta Encíclica Caritas in veritate del Sumo Pontífice Benedicto XVI a losObispos, a los Presbíteros y Diáconos, a las personas consagradas, a todos los fieles lai-cos y a todos los hombres de buena voluntad sobre el desarrollo integral en la caridad yen la verdad (29.6.2009).

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Entendíamos que el acento debería ponerse en la formaciónpara el apostolado social, particularmente en el campo de laDoctrina Social de la Iglesia, para ser “profetas del amor y servi-dores de la reconciliación de los hombres con Dios y con elmundo”. Reflexionando sobre la reconciliación, concluimos quesería válido añadir esta palabra al título del Sector “Justicia y Paz”.Diversas congregaciones usan JPIC (Justicia, Paz e Integración dela Creación), otras JP y Trabajo, o JP y Solidariedad. Nosotrosusaríamos: JPR, la reconciliación como eje transversal de nuestralabor social. No lo tomaríamos como un programa más, sino másbien como una línea de comprensión que traspase todos los pro-yectos y obras sociales existentes o por organizarse, y los diferen-tes sectores de nuestra actuación apostólica.

Este es el primer encuentro dehoniano para reflexionar sobreello con un grupo más amplio. Intencionadamente se ha invitadoa un grupo de cohermanos de distintos campos de apostolado:parroquias, formación, profesores, superiores, ecónomos, y deactividades sociales.

Me propongo:(1) presentar unos apuntes iniciales sobre la dimensión

social como constitutiva del carisma,(2) considerar, después, la reconciliación desde el punto de

vista bíblico, para enseguida(3) detenerme más en la reconciliación social hoy.

1. La Dimensión Social,constitutiva del Carisma Dehoniano

Los Evangelios empiezan narrando la encarnación del Hijo deDios y Pablo, cuándo reflexiona sobre el hecho, concluye que Jesússe despojó de su gloria para hacerse siervo de todos (cf. Flp 2), parareconciliar a todos con Dios (cf. 2Cor 5,19-21). Ese Jesús, que esta-bleció su tienda entre nosotros, tuvo siempre una atención especialcon los más necesitados: enfermos, pobres y pecadores. A los ricos

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les recomendaba no acumular, sino compartir; a los pobres les dabauna atención preferencial; a todos enseñaba el camino de la frater-nidad y de la justicia; a los pobres de espíritu y a los que trabajan porla paz les declaró bienaventurados; amó a todos con corazón de pas-tor y por todos entregó su vida muriendo en la cruz, para que todostengan vida en abundancia. Jesús anunció insistentemente el Reinode Dios, vivió como signo del Reino, formó discípulos para dar con-tinuidad a su obra en vista de un mundo de hermanos.

La Iglesia siempre se dedicó a las obras de misericordia yde transformación de la sociedad, intentando construir un mundode hermanos, de paz y libertad, de amor y de justicia.Particularmente desde León XIII, con la sistematización de laDoctrina Social, ha adquirido gran credibilidad en el mundo comopromotora de la dignidad humana, de la justicia, del desarrollo yde la solidaridad. Con el Concilio Vaticano II quedó muy claro quela Iglesia es un misterio de comunión de las personas con Dios yentre sí mismas4, signo e instrumento de salvación. Hace 40 años,con el Sínodo sobre la Justicia en el Mundo, declaró sin rodeos:

“La acción a favor de la justicia y la participación en la trans-formación del mundo se nos presenta claramente como unadimensión constitutiva de la predicación del Evangelio, es decir,la misión de la Iglesia para la redención del género humano y laliberación de toda situación opresiva”. Por tanto: “El amor cris-tiano al prójimo y la justicia no se pueden separar. Porque el amorimplica una exigencia absoluta de justicia: el reconocimiento de ladignidad y de los derechos del prójimo... La misión de predicar elEvangelio en el tiempo presente requiere que nos empeñemos yaahora en la liberación integral del hombre... Si el mensaje cristia-no sobre el amor y la justicia no manifiesta su eficacia en la acciónpor la justicia en el mundo, muy difícilmente obtendrá credibili-dad entre los hombres de nuestro tiempo”5.

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4 LG 1.5 Justicia en el Mundo 6, 34 y 35 (Sínodo de los Obispos, 1971).

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“Esto es la Iglesia en el mundo: comunidad de personasreconciliadas, artífices de justicia y de paz; “sal y luz” en medio dela sociedad de los hombres y de las naciones. Por eso el Sínodo deÁfrica (2009) ha reafirmado con fuerza –y lo ha manifestado– quela Iglesia es familia de Dios, en la que no pueden subsistir divi-siones de tipo étnico, lingüístico o cultural”6.

El P. Dehon, contemplando el amor de entrega del Señor,quiso corresponder con un amor puro al amor que lo amó prime-ro. Sensible a las necesidades de los trabajadores en San Quintín,se dedicó con gran empeño a distintas obras sociales a nivel localy diocesano: organizó a los trabajadores, instruyó a los patronos ya todos indicó el camino de la caridad y de la justicia social. Contodo lo que ha hecho, ha querido contribuir a la instauración delReino del Corazón de Cristo en las almas y en la sociedad. Escribióen 1912, después de haber hablado de la dimensión espiritual: “Hequerido contribuir a la elevación de las masas populares por elreino de la justicia y de la caridad cristiana... También aquí el tra-bajo debe continuar”7.

La Congregación lo ha continuado, si bien con menosintensidad que el Fundador, en las décadas siguientes. Despuésdel Concilio Vaticano II muchos cohermanos se dedicaron a nue-vas formas de inserción social: crearon nuevas obras sociales y deeducación, en algunas partes se organizaron cursos de formacióny encuentros para compartir experiencias en el campo social.Desde las nuevas Constituciones y desde esa tendencia crecienteen la Iglesia, muchos pasaron a dar mayor atención a los derechosdel hombre, a las minorías excluidas, a las víctimas de la políticade gobiernos centrados en los intereses de las clases pudientes, alos refugiados políticos e inmigrantes, y a otras categorías vulne-rables. Dos Conferencias Generales trataron de temas sociales: laIV, de Brusque, en 1988 (La Reparación Dehoniana hoy) y la VI,de Recife, en el 2000 (Economía y Reino de Dios).

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6 Benedicto XVI, homilía de clausura del Sínodo de África, 2009.7 P. Dehon, Souvenirs, 1912.

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Para la Conferencia de Brusque se propuso el tema de la repa-ración, comprendida desde las Constituciones, en su lado espiri-tual y al mismo tiempo en su aspecto social. Eso aparece así en lasconclusiones: “...manteniendo bien claro que la inspiración repa-radora debe ‘animar todo lo que somos y todo lo que hacemos’(Cst 25), en la Conferencia general establecimos como primerobjetivo de nuestra reparación el compromiso por la justiciasocial, en los contextos de los países en los cuales nos encontra-mos”8.

Desde 1985 hemos tenido en la Congregación una Comisiónde Justicia y Paz. Así mismo, muchas provincias tuvieron unaComisión, o un secretariado, o un equipo de apostolado social.Algunas todavía mantienen las comisiones o un servicio similar.

Este período fue ciertamente el de compromiso social másintenso de la Congregación, hasta llegar a la Conferencia Generalde Recife. Fue esta conferencia la que elaboró el documento másdenso sobre la dimensión social de nuestra misión. La tenemospublicada en Documenta XVIII. Las conclusiones fueron presen-tadas a la Congregación con ocasión de la Fiesta del Corazón deJesús de aquel año. Después de esta Conferencia se organizó otroencuentro internacional de Justicia y Paz en Canadá, aunque éstefue más bien un encuentro de formación, bien organizado y conbuenos frutos.

Los Capítulos Generales XXI y XXII también dieron impor-tantes contribuciones a la reflexión sobre nuestra misión: “El P.Dehon ha fundado la Congregación para establecer, a través de suespiritualidad y comunidad, una civilización del amor. Como él,queremos comprender este mundo con compasión, fe y esperan-za, pero también con inteligencia y con un permanente estudio desus ideologías. Como él, amamos este mundo y estamos entriste-cidos por la depreciación de la justicia y de la paz. Nosotros asu-mimos el desafío de ser profetas del amor y servidores de la

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8 Doc. XIV, IV Conferencia General, Conclusiones, n. 22.

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reconciliación dando prioridad en nuestras obras a las causas delos pequeños y de los pobres”9. También el P. Bressanelli, en surelación al capítulo, había reflexionado sobre el compromisosocial, reafirmando ser expresión de nuestra espiritualidad repa-radora y parte constitutiva de nuestra misión dehoniana. “Esmucho aquello que en estos años se ha promovido para estimulara la Congregación, ya sensiblemente empeñada en este sector.Pensamos además, que éste sea uno de los ámbitos que puedendar especificidad apostólica a nuestro Instituto, y que permite tra-ducir en cosas concretas nuestra espiritualidad”10.

El último Capítulo, casi continuando con la reflexión anterior,afirma: “Los ámbitos de nuestro servicio apostólico varían deacuerdo con el contexto cultural donde actuamos. Encontramosalgunas convergencias: a) el servicio a los pobres y marginaliza-dos, donde el vivir con ellos precede al trabajar por ellos; e) la par-ticipación en proyectos orientados a la justicia, la paz y la integra-ción de la creación”11.

Desde el comienzo de este año, el Gobierno General ha diri-gido a la Congregación dos mensajes sobre la dimensión social delcarisma: la carta del 14 de marzo y la de la Fiesta del S. Corazónde Jesús. En la primera se ha buscado presentar a la congregaciónla preocupación del P. Fundador con la cuestión social de su tiem-po en conexión con su experiencia espiritual; la segunda es unareflexión más consistente sobre el ser “libres y solidarios en la ges-tión de los bienes”; en otras palabras, el espíritu de pobreza evan-gélica y la misión de la Congregación junto a los pobres.

Hoy debemos preguntarnos sobre cuáles son los servicios quemejor corresponden a las necesidades actuales de los pobres; cuá-les son los grupos humanos que más necesitan nuestra solidarie-dad, nuestra presencia evangelizadora, y nuestro compromiso de

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9 Mensaje final del XXI Capítulo General, 2003, nn. 12, 13.10 Doc. XIX, p. 196.11 Mensaje final del XXII Capítulo General, 2009, n. 11: “Ámbitos privilegiados”,

a), e).

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transformación. En su tiempo, el P. Dehon vio que, en SanQuintín y en la Europa que cambiaba a un modelo de producciónindustrial, la urgencia era atender a los trabajadores. Trabajó porellos concienciándolos, organizándolos, promoviendo su dignidady sus derechos. Estudió la situación en que vivían, ellos y sus fami-lias, profundizó en las causas de las injusticias y buscó remediospara sus males. Trabajó con los empresarios, con el clero y con lospolíticos a favor de esta causa. Movió “el mundo” para transfor-mar la situación y hacerla más próxima al Reino del Corazón deJesús. “También aquí el trabajo debe continuar”, dijo él. El cómohacerlo, es el desafío que nosotros tenemos que enfrentar.

2. La Reconciliación en la Biblia

Sí, la Congregación debe continuar el trabajo buscando parala gente de hoy, en nuestras comunidades, la justicia y la pazmediante la reconciliación que lleve a la comunión. Para la pre-paración del último Capítulo General fue propuesto el texto pau-lino de 2 Cor 5,14: Caritas Christi urget nos (el amor de Cristonos apremia), texto que desemboca en el ministerio y en serembajadores de la reconciliación (v 20).

Reconciliación significa literalmente una llamada a estar jun-tos; una llamada a dos bandos en conflicto, a dos enemigos, paraque entablen una nueva relación. Teológicamente considerada, esel restablecimiento de las relaciones rotas entre Dios y su pueblo.Dios inicia este proceso de restablecimiento, los seres humanosresponden a la iniciativa divina a través de la fe y el resultado esla reconstrucción de la comunidad humana como una nuevacreación. Para los cristianos, por consiguiente, la esperanza dereconciliación se halla estrechamente unida a la fe en la obra sal-vífica de Cristo en medio de nosotros.

En la Biblia, la palabra reconciliación no aparece con muchafrecuencia, sino en las cartas de Pablo. Sin embargo, esta realidadestá presente en toda la historia de la salvación. La encarnación

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de Jesús y la redención realizada por Cristo consisten en la recon-ciliación de los hombres con Dios. Además, la Biblia está repletade historias de reconciliación: Esaú y Jacob, el José de Egipto ysus hermanos, el hijo pródigo, las parábolas de la oveja perdida yla moneda, las historias de las apariciones de Jesús resucitado asus discípulos, para mencionar sólo algunas.

Es Pablo quien reflexiona de manera más específica sobre lareconciliación. Aunque no sea un tema que ocupe mucho espacioen sus escritos, es sin embargo un tema importante, pues traducemuy bien la relación de amor de Dios por nosotros. Basta ver que,al contrario de los intentos de reconciliación entre grupos huma-nos, aquí es siempre Dios quien toma la iniciativa y tiene comoobjetivo la sanación de los involucrados, pecadores y víctimas. Eneso Pablo refleja su propia experiencia de Cristo que, de enemigo,lo convirtió en Apóstol.

2.1. Tres niveles

De entre los teólogos recientes que trataron más a fondo eltema, Schreiter y Comblin12 hablan de tres niveles de reconcilia-ción en Pablo: cristológico o vertical, eclesiológico u horizontal ycósmico. En el primer nivel se sitúa la reconciliación de las perso-nas –pecadores, alejados de Dios– por la mediación de Cristo. Enla teología paulina de la reconciliación no es el pecador el quetoma la iniciativa, sino Dios, el cual, en Cristo, por medio de sucruz, muerte y resurrección nos reconcilia. Nos toca a nosotrosacoger, aceptar la oferta de Dios: “¡Déjense reconciliar con Dios!:se lo pedimos en nombre de Cristo”13. El objetivo de Dios, en toda

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12 Robert Schreiter ha publicado diversos libros y artículos sobre teología y espi-ritualidad de la reconciliación, como: “Misión and Ministry in a Changing SocialOrder” y “The Ministry of Reconciliation: Spirituality and Strategies”, Orbis Books,Mariknoll, New York. Joseph Comblin, en REB, Vozes-Petrópolis, vol 46, 12, junio 1986:O Tema da Reconciliação e a Teologia na América Latina.

13 2Cor 5,20.

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reconciliación, es siempre el de devolver a la víctima la humani-dad, devolviéndole así el ser creada a imagen de Dios. Esto es loque quieren decir los documentos de Puebla y Aparecida cuandohablan de los rostros heridos de los hermanos que hay que recons-truir o reparar14.

El tercer nivel contempla la reconciliación de toda la creación:seres humanos y naturaleza, toda la obra creada, que se realizaráen el fin de los tiempos, como plenitud de todo el plan de Diospara la creación, según se puede ver en Col 1,20: “Por Él quisoreconciliar consigo todo lo que existe, y por él, por su sangrederramada en la cruz, Dios establece la paz tanto sobre la tierracomo en el cielo”; Ef 1,10: “Todas las cosas han de reunirse enCristo, tanto los seres celestiales como los terrenales”; Rm 8,19 ss:“Toda la creación espera ansiosamente ser también ella mismaliberada de la esclavitud de la corrupción, para entrar en la liber-tad esplendorosa de los hijos de Dios”.

El segundo nivel es el que más nos interesa en nuestro minis-terio de justicia, paz y reconciliación. Está más próximo de lo queentendemos como reconciliación social. En este nivel se sitúa elPapa Benedicto XVI en su exhortación apostólica SacramentumCaritatis, cuando habla del compromiso social que deriva de laEucaristía: “Eucaristía es sacramento de comunión entre herma-nos y hermanas que aceptan reconciliarse en Cristo, el cual hahecho de judíos y paganos un pueblo solo, derribando el muro dela enemistad que los separaba (cf. Ef 2,14 ss)”15.

La acción de Cristo, “nuestra paz” (Ef 2,14), se pone aquí enplena luz, y sobre todo los maravillosos beneficios que trae a lospaganos de ayer: antes alejados de Dios, considerados por losjudíos enemigos, ahora son integrados en el pueblo nuevo, con elmismo título que los judíos. “Ustedes mismos, en un tiempo, fue-ron para él como extraños y, con sus obras malas, demostraron

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14 Cf. Doc. de Puebla, 31-39; Aparecida, 393.15 Sacramentum Caritatis. Benedicto XVI, 22.2.2007. Leer todo el n. 89.

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una actitud hostil. Dios, sin embargo, los reconcilió por el cuerpode Cristo, entregado a la muerte, para presentárselos santos, noteniendo ya ante él mancha ni culpa” (Col 1,21-22). Ha terminadola era de la separación y del odio; todos los hombres no forman yasino un solo cuerpo en Cristo (Ef 2,16), un solo templo santo(2,21). Cristo, por su cruz, su muerte y resurrección es tambiénaquí el autor de la reconciliación de los paganos con Dios y, almismo tiempo, de los paganos con los judíos “por el cuerpo deCristo entregado a la muerte (en su cuerpo de carne)” (Col 1,22).

En la carta a los Romanos el Apóstol reflexiona sobre losresultados de la reconciliación: “ahora reconciliados, su vida nossalvará. No sólo esto: nos sentimos seguros en Dios por CristoJesús, nuestro Señor, por medio del cual hemos obtenido la recon-ciliación” (cf. Rm 5,10-22). Más adelante, en Rm 11,25-32, conti-núa la reflexión afirmando la realidad de un nuevo pueblo consti-tuido de una parte de los judíos y de los paganos, pues “una partede Israel se quedará endurecida hasta que la totalidad de los paga-nos hayan entrado” (11,25), y considerando que todo es obra de lamisericordia de Dios, obra que se completará sólo al final de lostiempos.

Para Pablo, ministro infatigable de la reconciliación, no haydudas sobre sentirse embajador de este ministerio. Considera quetoda su obra de anuncio del Evangelio está ligada a ésta su misión.Se siente agradecido hacia Dios por haberlo llamado, y se declaradecidido a dedicar a eso toda su vida, no importa con qué dificul-tades y sufrimientos (cf. Ef 3,1-13). Una pregunta que se imponeahora es: ¿cómo esta reconciliación de los dos pueblos se aplica anuestro “ministerio de reconciliación”?

3. Reconciliación social

El término ‘reconciliación’ se usa muy frecuentemente en laIglesia en relación con el perdón de los pecados y la reconciliacióndel pecador con Dios. También entre nosotros, dehonianos, nos

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acostumbramos a relacionar la expresión “servidores de la recon-ciliación” más bien con la confesión sacramental que con la recon-ciliación entre personas y entre categorías sociales.

Pero, al mismo tiempo, en nuestra misión en los colegios, enla formación, en las obras sociales, en la pastoral parroquial, yparticularmente en la pastoral familiar, muchas veces nosotros,sacerdotes, somos llamados a intervenir en situaciones querequieren la reconciliación entre personas individuales que hantenido una ruptura de las relaciones.

Todo eso es parte de nuestra misión; sin embargo hay quereconstruir la paz y la comunión también entre grupos sociales des-pués de un conflicto, buscando la verdad y la justicia, ayudando asanar las memorias y a llegar al perdón social. También esto es partede nuestro ministerio de servidores de la reconciliación. De hecho,“la reconciliación es algo que nuestro mundo pide a gritos”16.

3.1. Reconciliación política

En el mundo político, el término aparece muy frecuentemen-te como reconciliación entre grupos que se han enfrentado en unaguerra civil, o en una crisis social muy profunda, para reconstruirla gobernabilidad. Muchas veces el término es utilizado en prove-cho de la mayoría dominante, en vez de servir a una verdaderareconciliación de las partes en vista de la justicia y de la paz.

Son bien conocidas algunas iniciativas de reconciliación enlas que participaron, y aún participan, organismos de la Iglesia: enAmérica Latina, en varios países la Iglesia tuvo gran participaciónen procesos de reconciliación social después de las dictadurasmilitares o de movimientos revolucionarios internos: Chile,México, Guatemala, Perú (Sendero Luminoso), Colombia (en ten-tativas de diálogo reconciliador entre gobierno y la lucha armadade las FARC). Muy conocido también es el caso de África del Sur,

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16 Schreiter, Robert, en la conferencia publicada en Boletín de la USG, 140.

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con la participación intensa de las Iglesias en las ComisionesVerdad y Reconciliación, después del régimen del Apartheid.

Entre nosotros es conocido también el proceso que se ha de-sarrollado en Mozambique después de la guerra civil entre las fuer-zas de la Frelimo y de la Renamo. Los dehonianos estuvieron invo-lucrados con la acogida y apoyo logístico a los mediadores de laComunidad de San Egidio, de Roma. Esta comunidad ha adquiridouna gran experiencia en el campo, y ha podido colaborar eficiente-mente en la solución de diversos conflictos alrededor del mundo,algunas veces con misión recibida del Papa17. El P. Marcelo Palentini,obispo dehoniano de Jujuy, Argentina, de feliz memoria, ha tenidoun rol importante en diversos conflictos sociales en su diócesis.

3.2. Conflictos sociales

Pero “reconciliación social” no significa sólo intervenir en elplano político y macrosocial. Es necesario considerar la reconcilia-ción social también desde el punto de vista de los conflictos socialesa nivel regional o local, como la violación de los derechos humanos,las injusticias sociales siempre presentes en nuestras comunidades,en el mundo del trabajo y de la distribución de recursos; son con-flictivas también otras formas de sufrimiento y dolor como el ham-bre y la desnutrición, la falta de seguridad alimentaria, la volatilidadde los precios de los alimentos, la dificultad del acceso a la tierra, laexplotación de los recursos naturales, el desequilibrio ecológico, lascuestiones relativas a la vivienda, a la salud y el acceso a la educa-ción, la desigualdad de género, los abusos sobre menores...

También en esas situaciones el conflicto está presente, general-mente con “armas” y recursos sólo de un lado, generando víctimasentre los pobres e indefensos. Muchas veces no se reconoce unasituación conflictiva sino cuando los vulnerables se “arman” con

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17 Véase el libro de la Comunidad de san Egidio: Fare Pace, La Comunità diSant’Egidio negli scenari internazionali, Leonardo International, Milano, 2010.

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conocimiento, organización y reivindicación. Sólo ahí se empieza ahablar de conflicto, subversión del orden y revolución, pues los des-amparados amenazan el sosiego de las clases dominantes.

Buscar el cambio de esas situaciones de injusticia es unimportante servicio de reconciliación social, si queremos transfor-mar el mundo en Reino de Dios. Este es un vasto campo de actua-ción, donde podemos intervenir con concienciación, organizacióny formación. En la cuestión de la reconciliación de judíos y paga-nos éstos tuvieron acceso a la comunión con Dios por la media-ción de Cristo. Los cambios sociales que logramos producir a tra-vés de nuestra pastoral social posibilitan a los pobres el acceso arecursos indispensables a una vida digna. También esto es recon-ciliación social y es parte del ministerio de “reconciliación de loshombres y del mundo en Cristo”.

3.3. Organización de los pobres

Una de las formas eficaces de promoción de los pobres es, pre-cisamente, favorecer su organización. La organización de los pobres–cooperativismo, grupos de comercio justo, de economía solidaria,asociaciones comunitarias en los barrios, pequeñas comunidadeseclesiales, grupos de formación política, etc.– prepara personaspara percibir sus condiciones y posibilidades, ayuda a comprenderel mundo en el que están insertas, despierta liderazgo, habilita paraconstruir otro mundo posible: fraterno, justo, solidario.

También permite a los excluidos ser sujetos de su promociónsocial. A nosotros, “servidores de la reconciliación”, nos tocaacompañarlos en cuanto sea necesario, en vista de la solidaridady de la fraternidad cristiana, desde el Evangelio.

Igualmente, cuando hacemos trabajos sociales de carácterpreventivo, en algún modo estamos trabajando para la reconcilia-ción de la sociedad. Un mejor nivel de educación es factor de equi-librio y de paz social. Lo mismo se puede decir sobre el trabajo, lavivienda, la salud, la ecología, la alimentación y otros derechos

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básicos del ser humano. Eso vale tanto más cuanto más carente esla sociedad.

Nosotros no podemos resolver todos los problemas de lospobres, pero, –como el P. Dehon en San Quintín, después de per-cibir las necesidades de los trabajadores–, podemos colaborar ensu organización, creando esperanza y plantando signos del Reino.Desde la organización ellos mismos encontrarán recursos. Se diceque “la unión hace fuerza”. Nosotros somos los hombres del «SintUnum». Pienso que debemos leer el Sint Unum con Jn 11,52: “Eldebía morir para congregar en la unidad los hijos de Dios disper-sos”. Congregar (grex, gregis = rebaño) es la misión del BuenPastor que vino para que todos tengan vida, para que haya un solorebaño, es decir, para que todos tengan acceso al rebaño; no divi-didos, unos dentro, otros fuera; unos seguros, otros expuestos a laviolencia. Como el Buen Pastor, el dehoniano está invitado a serpuerta: puerta que se abre para acoger (organizar, formar, esti-mular), puerta que se cierra para proteger, dar seguridad y, denuevo, puerta que se abre para dejar salir, para encontrar alimen-to y agua, vida nueva, vida que ayude a crecer (cf. Jn 10,1-10).

3.4. ¿Cómo promover Justicia, Paz y Reconciliación?

Responder a esta pregunta es la tarea que tenemos por delan-te. Concretamente:

– ¿Cómo, desde la reconciliación, llegar a una comprensiónactual de nuestra misión apostólica?

– ¿Cómo promover la formación en el campo social, desde laformación inicial para todos, hasta la formación especiali-zada de algunos en Ciencias sociales, Doctrina Social de laIglesia, análisis social y político?

– ¿Qué acciones concretas –viables a nivel local, nacional,continental y general– podemos proponer a las comunida-des dehonianas para responder a los desafíos sociales delos pobres?

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Comunicado final del Encuentrode Justicia, Paz y ReconciliaciónMadrid, 21 y 22 de noviembre de 2011

En los días 21 y 22 de noviembre de 2011, un grupo de deho-nianos, invitados por el sector Justicia, Paz y Reconciliación de laAdministración general de la Congregación, nos hemos reunidoen nuestra Escuela ESIC en Pozuelo de Alarcón (Madrid), con elfin de intentar buscar líneas comunes de reflexión y de acción,para poderlas ofrecer a la consideración de toda la Congregación.Como “servidores de la reconciliación” afirmamos que esta acciónestá marcada por el amor y la gratuidad de Dios. En un ambientede fraternidad y cordialidad, durante estos dos intensos días,hemos sentido la urgencia de tener “ojos nuevos y corazón nuevo”(Caritas in Veritate, 77). Ayudados por la oración, la reflexión ypor los momentos de discernimiento hemos sentido la invitaciónde nuestro fundador, el P. León Dehon, a ser sensibles y solida-rios con los hombres y con las mujeres de nuestro tiempo y denuestro mundo (cf. Cst 29).

Sabemos que la reconciliación es incondicional y nace delhacer experiencia del amor de Dios. Para nosotros dehonianos, eldon del Hijo a la humanidad es al mismo tiempo reconciliación yperdón de los pecados. En Él y con Él construimos el Reino deDios. Esta incondicionalidad no está precedida de arrepentimien-tos; es ella misma la que funda y hace posible el arrepentimiento.Esta acción la acogemos sólo en el Espíritu de la libertad y delamor; sólo en el Espíritu del don. La reconciliación da a quiendivide y ofende la única posibilidad de retomar las relaciones,todo esto como demostración de la acción del Espíritu, revelacióndel amor de Dios Padre y profecía del Reino. Si la resurrección nosdice que la muerte no es la última palabra, la reconciliación nosreafirma en que el pecado –conflictos, violencia, hambre, corrup-ción y otras formas de violación de la dignidad humana– no es laverdad de este mundo.

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La relectura que hemos hecho de nuestros contextos vitalesde procedencia nos ha posibilitado ver múltiples situaciones defracaso, y nos ha hecho conscientes de que no se sale de tantapobreza sin un efectivo compromiso de reconciliación social y unacultura de esperanza. A todos los dehonianos se nos pide estaratentos a las causas que generan injusticia y, a algunos de nos-otros, se nos confía –desde nuestra espiritualidad– la misión deactuar concretamente sobre las realidades de pecado que afligen atantos de nuestros hermanos y hermanas. Por esto, proponemos:

1. Que, en la medida de lo posible, la enseñanza de la recon-ciliación sea parte integral en los programas formativos,tanto en la formación inicial como en la formación perma-nente, y sea reconocida como un elemento fundamental denuestra espiritualidad dehoniana.

2. Que se revaloricen las iniciativas de reconciliación socialque ya están presentes en nuestras respectivas entidades.

3. Que en la congregación, en las áreas geográficas y en nues-tras entidades haya una mínima estructura organizativapara hacer frente a los desafíos de las poblaciones más vul-nerables y que los gobiernos locales apoyen con tiempo yalgunos recursos indispensables a todos aquellos que estánrealizando trabajos a favor de la reconciliación, la justiciay la paz.

4. Que la congregación se inserte en una red internacionalmás amplia de justicia y paz, para que nuestras acciones dejusticia social sean consideradas en los organismos inter-nacionales, con el fin de encontrar soluciones para situa-ciones injustas.

5. Que todos los dehonianos conozcan los principios de laDoctrina Social de la Iglesia y algunos tengan la oportuni-dad de especializarse en el análisis social y en la interven-ción en los conflictos sociales, desde la DSI y las cienciassociales y políticas.

Con vosotros estamos convencidos de que sólo en el amor deDios por nosotros es posible todo cambio positivo. También en los

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tiempos de cansancio y de sufrimiento recordamos la promesaeterna de Cristo: “Yo estoy con vosotros todos los días hasta el findel mundo” (Mt 28,20). Siendo conscientes de esta promesa,podremos ser siempre artífices de la reconciliación, la justicia y lapaz.

Terminamos nuestro encuentro empujados por el amor deDios y con el compromiso de volver a nuestras casas para hacerosvibrar con nosotros en aquello que aquí hemos experimentadodurante estos días.

Nuestras últimas palabras son para agradecer de corazóntodas las atenciones recibidas por parte de nuestra comunidad deESIC y de toda la provincia española, que nos han hecho sentir yvivir en primera persona lo que significa el sint unum.

En comunón con Cristo al servicio de un mundo nuevo,Los participantes:Por África: Jean-Claude Mbassi, CMR; Joshua Moorosi Mpiti,

RSA; Jerôme Albert Florent Ramanantsoa, MAD.Por Asia: Arthur Palamine Guevara, PHI; Blasius Sukoto,

INA.Por América del Norte: Edward Kilianski, USA; Peter Michael

Mckenna, CAN.Por América del Sur: Mario Tito Angioletti, BRM; Daniel

Aparecido de Campos, BSP; Rosana Manzini, Prof. Fac. Taubaté,SP; Manuel Antonio Teixeira Siqueira, VEN; Leonardo JavierZampa, ARG.

Por Europa: Valentín Pérez Flores, ESP; José MaríaVidaurreta Pérez, ESP; José Agostinho de Figueiredo Souza, POR;Artur Sanecki, POL; Paolo Elio Dalla Zuanna, ITS; GiovanniMengoli, ITS; Heinrich Faller, GER.

Por la Administración General: Rinaldo Paganelli, CláudioWeber, John van den Hengel.

Madrid, 22 de noviembre de 2011.

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APÉNDICE

“Colligite fragmenta... ne quid pereat” (Jn 6,12)

Introducción

Al comienzo de este verano cono-cimos la noticia del nombramientoepiscopal de nuestro Padre ClaudioDalla Zuanna, hasta ahora Vicariogeneral de la Congregación –y, por loque se refiere a la Provincia española,su acompañante durante los últimosaños desde el Gobierno general–.

Con este motivo, nos ha parecidobien añadir este Apéndice a nuestra edi-ción de DEHONIANA 2012, en el cual seincluye: a) la inspirada carta delSuperior General a la Congregacióndel pasado día 29 de junio (Prot. n. 146/2012), comunicando el nombramiento del Papa al P. Claudio como arzobispo de Beira; b) algunos datos recibidosacerca de su persona y sobre la diócesis que se le confía en lanación mozambiqueña; y c) su reciente respuesta a la felicitaciónque cordialmente le dirigimos al conocer la noticia y que escribi-mos con un si es no es de explicable sabor agridulce. Las trescosas, teniendo en la mente las palabras del Señor a sus discípu-los tras la multiplicación de los panes: “Recoged los pedazos, quenada se pierda” (Jn 6,12).

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P. Claudio Dalla Zuanna, scj

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a) Carta del Superior General, con motivodel nombramiento episcopal de su Vicario,el Padre Claudio Dalla Zuanna, SCJ

Roma, 29 de junio de 2012

Queridos cohermanos:Mientras me encontraba clausurando la visita a los coherma-

nos de la Congregación en Mozambique, he recibido la noticia delnombramiento del P. Claudio Dalla Zuanna como obispo de Beiraen esa nación Ya he tenido ocasión de transmitir mi más fraternay sentida felicitación al P. Claudio, en nombre propio y en el detoda la Congregación. Me encontraré con él mañana en Roma ypodré expresársela directamente.

Sé que interpreto los sentimientos de todos los cohermanosal augurar al nuevo obispo un fecundo ministerio episcopal, enese país al que él dedicó su personal servicio presbiteral durante18 años, desde la ordenación hasta la elección como Consejerogeneral de la Congregación en 2003. Sabemos que tendrá uncometido comprometido, en una diócesis muy extensa que estáafrontando retos desde el punto de vista de la formación del per-sonal, en la consolidación de las estructuras y de las respuestasque ha de ofrecer a los nuevos tiempos en los ámbitos eclesialesy sociales.

Por eso, lo acompañamos con nuestra oración y nuestra amis-tad, con el fin de que la actitud de fe y de disponibilidad que hanmarcado su vida hasta hoy caracterice este nuevo importante ser-vicio a la Iglesia de Beira. Pidamos al Señor que lo mantengaabierto a la acción del Espíritu con vistas a la nueva misión que sele ha solicitado.

A esta solidaridad amistosa y de fe es inevitable que se leañada también un sentimiento mixto de agradecimiento y de per-dida. He trabajado muy estrechamente al lado del P. Claudiodurante nueve años y, especialmente, en los últimos tres, en losque ha desempeñado el cargo de Vicario general de la

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Congregación. En el seno del Gobierno general somos muy cons-cientes de lo mucho que le debemos y de cuánto le echaremos demenos. Estamos a su lado con un sentimiento de profunda grati-tud por su dedicación, por la amistad que juntos hemos cultivadoy por el servicio, en el cual él se ha revelado como un admirableorganizador.

Querido P. Claudio, ésta no es una carta de despedida ni lasimple constatación de una ausencia futura. Te vemos marchar,compartiendo contigo el mismo espíritu comprometido que teha caracterizado siempre. Ello nos hace aún más fraternos yamigos en la viña del Señor a la que hemos dedicado nuestravida, aunque trabajemos en ella en ministerios distintos y com-plementarios. Por eso, queremos estar presentes y ser solida-rios con tu nueva misión, en la medida de nuestras posibilida-des y con el respeto a las exigencias que este tu nuevo serviciocomporta.

Que los apóstoles Pedro y Pablo, en el día de su fiesta, man-tengan siempre abierto tu espíritu misionero y te ayuden a valo-rar el carácter de la internacionalidad. Y que el Buen Pastor,manso y humilde de corazón, pueda inspirar y guiar tu vida y tuministerio episcopal, con el fin de que, especialmente en la Iglesiade Beira, aciertes a continuar siendo profeta del amor y servidorde la reconciliación y de la paz.

En el Corazón del Señor Jesús,

P. José Ornelas Carvalho,Superior General

b) Algunos datos biográficos, y acerca de la diócesisde Beira

1. El P. Claudio Dalla Zuana nació en Buenos Aires(Argentina) en 1958, de padres italianos. Siendo muchacho, lafamilia regresó a Italia, estableciéndose en San Nazario (provin-

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cia de Vicenza, diócesis de Padua). Estudió en nuestros semina-rios menores de Trento, Padua y Monza, realizando el año denoviciado en Albisola, donde emitió su primera profesión en1978, a los 19 años. Desde allí pasó para los estudios filosófico-teológicos al Escolasticado de Bolonia, donde fue ordenadosacerdote el 23 de junio de 1984. En diciembre del año siguien-te, tras una breve experiencia educativa en Padua, partió comomisionero a Mozambique, donde trabajó durante casi veinteaños, tres de los cuales (1993-1996) como superior local enMaputo y otros seis (1997-2003), con el mismo oficio, enMilevane. En febrero de 1998 pasó de la Provincia de Italia delNorte a la de Mozambique, y en abril de 2001 fue nombradoViceprovincial. En el XXI Capítulo general (2003) fue elegidoConsejero; en el Capítulo siguiente (2009) fue reelegido para eseoficio, y el 1 de noviembre del mismo año fue nombrado Vicariogeneral de la Congregación. El P. Claudio tiene un hermano tam-bién sacerdote SCJ, de nombre Elio.

2. En cuanto a la diócesis mozambiqueña de Beira, fue erigi-da en 1940 con la bula Sollemnibus Conventionibus del papa Pío XII, desgajándola de la entonces Prelatura de Mozambique,que fue elevada simultáneamente a archidiócesis con el nombrede Lourenço Marques (actualmente, Maputo). En 1984 Beira fueelevada al rango de archidiócesis metropolitana con la bula Quoefficacius del papa Juan Pablo II. Tiene hoy una superficie de78.000 km2, con una población de 1.422.000 habitantes de losque son católicos 833.000 (el 58% del total). Cuanta con 33 pa-rroquias, 29 sacerdotes diocesanos, 49 miembros de institutosreligiosos masculinos y 84 religiosas. Por otra parte, Beira es lasegunda ciudad de Mozambique, capital de la provincia de Sofala.Está situada junto a la costa del Océano Índico y cerca de la hozdel río Pungoè, en el centro del país. El puerto de Beira tieneenorme importancia, tanto para el interior de Mozambique como–aún más– para Malawi, Zambia y Zimbabwe, naciones que notienen acceso al mar.

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c) Respuesta del P. Claudio a nuestra felicitación

Roma, 31 de agosto de 2012

Querido Padre Vicente:Respondo hoy a tu amable carta de felicitación por mi nom-

bramiento como arzobispo de Beira. Te respondo con el corazón,como me dices, y por eso pienso que no vale la pena publicar estaspocas líneas.

También para mí, como para ti, el nombramiento llegó deimproviso. No existen concursos ni inscripciones para este tipo deservicio. Te convocan, te comunican el nombramiento y en muyescaso tiempo tienes que dar la respuesta: una respuesta que cam-bia la vida.

Yo entré en el seminario menor de la Congregación cuandoera un muchacho y toda mi vida ha transcurrido dentro de ella. Lomismo que he formado parte de la congregación, la congregaciónforma parte de mí, de mi manera de pensar, de obrar, de vivir...En este momento se me ha pedido no sólo que preste un nuevoservicio, sino que organice mi vida con nuevos horarios, con per-sonas y situaciones nuevas, pero, sobre todo, fuera del contexto deuna comunidad religiosa. En estos días he tenido la expresión delafecto, la amistad y la solidaridad de muchas personas, lo que mequiere decir que no estoy solo; pero cada uno de nosotros debe darlos pasos necesarios, y sólo él puede darlos.

Después de 34 años de vida religiosa, uno piensa haber entre-gado ya su vida, pero el requerimiento de un servicio como el epis-copal le dice que hay todavía algo que dar: entregarse aún máscompletamente, más en profundidad y para siempre. Por eso, heexperimentado este nombramiento como una invitación que elSeñor me hace a seguirle más de cerca y con mayor decisión.

A veces pensamos que llegar a obispo es subir un escalón enel estado social o eclesiástico, pero los obispos son llamados–como los apóstoles– a convertirse en fundamentos de la cons-trucción de la Iglesia. Los fundamentos no están encima del teja-

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do sino bajo tierra. Por eso siento este nombramiento como unainvitación a esconderme en Cristo y con él bajo los muros de laIglesia para dar solidez y sostener a los hermanos y hermanas ensu comunión con Cristo y entre ellos.

Te pido el favor de que tengas a bien recordarme en tus ora-ciones para que pueda mantenerme unido al Señor y ser un ins-trumento de su gracia para el bien de todos. Gracias por la amis-tad manifestada en estos años de acompañamiento a tu provincia.

Que te bendiga el Corazón de Cristo.

Claudio, scj

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ÍNDICE

Sumario ..............................................................................................Presentación .......................................................................................

CARTAS DEL SUPERIOR GENERAL EN 2011

1. Del 25 de febrero de 2011, con motivo del aniversario del naci-miento del Padre Dehon .............................................................

2. Del 5 de junio de 2011, con ocasión de la fiesta del SagradoCorazón de Jesús. “Libres y solidarios en la gestión de losbienes” .........................................................................................

2b. Del 10 de diciembre de 2011, para las fiestas navideñas.Navidad, fiesta para todos ........................................................

LA SALVACIÓN CRISTIANA, DON DE LO ALTO

3. P. Aimone Gelardi, scjDivagaciones acerca de la conciencia y de la pastoral social ....

LA FUERZA DE LA SOLIDARIDAD

4. P. Francisco VanderHoff-Boersma, scjOpción por y con los pobres para un buen ambiente ...............

UNA IDENTIDAD NO RESUELTA

5. P. Yves Ledure, scjLeón Dehon, entre mito e historia. ¿Un olvido de lo social? ...

LA DIMENSIÓN SOCIAL DEL CARISMA DEHONIANO

6. P. Cláudio Weber, scjLa reconciliación, como su eje transversal ................................

7. APÉNDICE“Colligite fragmenta... ne quid pereat” (Jn 6,12) .....................

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