cultura y droga 5

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  • 8/16/2019 Cultura y Droga 5

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    Año 5 - N° 5 - Manizales - Colombia - Enero - Junio 2000

    Universidad de CaldasVicerrectoría de Investigaciones y PostgradosDepartamento de Antropología y Sociología

    Cultura y Droga

    Diseño: Marcela Vanegas

    ISSN 0122-84 5

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    Resoluciones

    (Negativar)

    Departamento de Antropología y Sociología

    Creado en 1.995 en el marco de la reestructuración de la Universidad de Calda s, con

    el propósito de abrir un espacio académico y científico para el desarrollo de estas

    dos disciplinas en la región. Impulsa y gesta procesos investigativos sociológicos y

    antropológicos que contribuyan a esclarecer la diversidad de relaciones e interac-ciones sociales, los conflictos y dinámicas de las formas de organización social, a

    comprender los sentidos que tienen y orientan las valoraciones y formas simbólicas

    en que se transforman y se estructuran, en el marco de los procesos de la global-

    ización de la sociedad contemporánea.

    Como una de sus estrategias, el Departamento orientó y lideró la creación de las

    carreras de antropología y sociología las cuáles comenzaron actividades en 1.998.

    Desde la docencia atiende la demanda de asignaturas y asistencia, de diversas asig-

    naturas de sociología y antropología de los programas de formación profesional en

    la Universidad de Caldas. En la actualidad lidera procesos de investigación desde

    tres líneas: Cultura y Droga, Identidad y Relaciones Interétnicas y Arqueología.

    Mantiene relaciones académicas internacionales con universidades y depar tamen-

    tos pares de España y Francia y del país. Desarrolla sus actividades investigativas

    con entidades como el Instituto de Estudios Políticos e Internacionales (IEPRI) de la

    Universidad Nacional de Colombia, el Instituto Colombiano de Antropología (ICAN),

    Sociedad Colombiana de Arqueología y Colciencias.

    Actualmente cuenta con dos revistas: Virajes y Cultura y Droga.

    Dirección: Carrera 23 No. 58-65, 3° Piso. Apartado Aéreo 275

    Universidad de Caldas (Sede Palogrande), Manizales, Colombia.

    Telefax: (57-6) 8810729, 8857912 Ext. 110-108-104-106.

    Correo electrónico: [email protected]

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    Universidad de CaldasVicerrectoría de Investigaciones y Postgrados,Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales,Departamento de Antropología y SociologíaCarrrera 23 No. 58-65Teléfonos 8857912 / 8863913 Ext. 108-110Tel-Fax 8810729 - 8855567A.A. 275Manizales, ColombiaE-mail: [email protected]

    Cultura y Droga

    Año 5 - N° 5ISSN 0122-84 55

    Editor:Universidad de Caldas

    Director:Sociólogo Jorge Ronderos V.

    Consejo editorial:Médico Farmacólogo, Tulio Marulanda MejíaFilósofo, M.A. Jorge Echeverri GonzálezSociólogo, Gonzalo Escobar T.Sociólogo, M.A. Diego Antonio Narvaez MedinaFilósofo, M.A. Henry Mesa García (q.e.p.d.)Antropólogo, PhD. Josep María Fericgla González.

    Carátula e ilustraciones interiores:Maestro Fernando Alvarado, profesor titular,Departamento de Artes Plásticas, Universidad de Caldas

    Asesor de edición:Jorge Echeverri González

    Impresión:Litografía Triunfo Manizales, Colombia

    Tiraje:500 ejemplares

    Los conceptos y opiniones de los artículos son responsabilidadexclusiva de sus autores.

    Se autoriza la reproducción parcial o total, previa autorización escrita del director de la revista.

    Se distribuye mediante canje o por suscripción y adquisición.Suscripción 2 números $ 15.000 (US $ 17.00)Suscripción de apoyo $ 100.000 (US $ 50.00)Número suelto $ 10.000Consignaciones a nombre de la Universidad de CaldasCuenta Corporación Colmena No. 0525350094273,Código G6FD004

    Universidad de Caldas

    Rector Universidad de Caldas:Ing. Darío A. Mejía Pardo

    Vicerrector de Investigaciones y Postgrados:Ing. Agrónomo Elmer Castaño Ramírez

    Decano Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales:Antropólogo, Gustavo Martínez Bejarano

    Director Departamento de Antropología y Sociología:PhD. Gonzalo Jaramillo Echeverri

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    Sumario

    Investigaciones y EnsayosEl arduo problema de la terminología

    Dr. Josep Mª Fericgla ................................................................................................................3

    Análisis de contenido de la comunicación sobre drogas.

    Los titulares de prensa de los períodicos de Murcia (España)

    Mª José Martínez Martínez ...................................................................................................21

    Practicas socioculturales sobre el uso de drogas en Manizal es

    Jorge Ronderos Valderrama.................................................................................................33

    Definiciones culturales y socialización del territorio en contextos

    de tráfico de drogas y de guerrilla en Colombia

    Beatriz Nates C. .........................................................................................................................53

    Yagé, planta sagrada de los pueblos Amazónicos de América.

    Adalberto Idarraga Betancur ...............................................................................................63

    Drogas y vida urbana: hacia una hermenéutica de la relaciónentre la vida de ciudad y las múltiples adicciones

    Patricia Noguera ......................................................................................................................81

    Cultura y Droga - Año 5 - N° 5 - Manizales - Colombia - Junio 2000

    CrónicaUNIR: Una experiencia de trabajo interinstitucional universitariael área de la prevención en Medellín (1995 - 2000)Jorge Ronderos Valderrama.............................................................................................. 109

    La línea de investigación cultura y droga .................................................................... 125

    Reseñas Bibliográficas .............................................................................................. 14

    Eventos  ..................................................................................................................................... 169

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    Presentación

    Con este número la revista de Cultura y Droga se encuadra en el contexto

    de la nueva política editorial de la Universidad de Caldas, en especial abriendo su

    espacio y dimensión académica pero sin desligarse de lo que hasta ahora había

    sido su entorno “natural”: el taller de Cultura y Droga de la Universidad de Caldas

    y el contexto interinstitucional del convenio interuniversitario de investigación

    sobre drogas en Manizales. Lo anterior quiere decir que la Revista sigue abierta a

    la publicación de artículos que divulguen trabajo investigativo a nivel local y re-

    gional, pero igualmente abre espacios de intercambio interregionales, nacionales

    internacionales.

    Uno de los aspectos centrales de esta nueva política fue dotar a l as revistas de

    la Universidad de Caldas de un Consejo Editorial y una Dirección. De esta forma se

    reestructuró su organización mediante las resoluciones Nos. 1098 de agosto 25/99

    y 01248 de octubre 4/99 de la rectoría de la Universidad que designó el siguiente

    Consejo Editorial: sociólogos Mgrs. Diego A. Narváez M. y Gonzalo Escobar T. filósofo

    Mg. Jorge Echeverri G., Md. farmacólogo Tulio Marulanda M. y antropólogo PhD.

    Josep María Fericgla G. y el filósofo Mgrs. Henry Mesa G. (q.e.p.d.). Como director

    el sociólogo M.A./M.S Jorge Ronderos V. actual profesor titular de la Universidad

    de Caldas. Este Consejo editorial está compuesto por tres integrantes del proyectode investigación que dio origen a la revista, por tres profesores de la Universidad

    de Caldas y un prestigioso investigador catalán, el Dr. Fericgla González, invitado

    especial del departamento de Antropología y Sociología en dos ocasiones y quien

    abrió nuevos espacios en el conocimiento sobre el tema de las drogas y dio l uces al

    trabajo incipiente en que veníamos realizando y aún continuamos.

    Corresponde al Grupo de Investigaciones de Cultura y Droga y el Departa

    mento de Antropología y Sociología de la Universidad de Caldas la responsabilidad

    futura de este proyecto editorial. Pero también será necesario el respaldo académico

    y social en su continuidad. En este sentido, el apoyo económico recibido de la Vicer

    rectoría de Investigaciones y Postgrados, orientada por los profesores e investiga

    dores Elmer Castaño R. como Vicerrector y Luis Miguel Alvarez M. como Director de

    Investigaciones, fue definitiva para la publicación de este número.

    Lamentablemente el deceso abrupto e inesperado del profesor Henry Mesa

    G. el pasado 17 de Enero en Manizales, víctima de una enfermedad implacable, le

    impidió su presencia activa en este nuevo número de la revista. La dirección de la

    revista deja manifiesto el reconocimiento a su gestión en la edición y publicación

    de los números 3 y 4 de la revista Cultura y Droga como su director y en la d irección

    del Taller Permanente de Cultura y Droga entre 1.997 y 1.999, al lado de su asi stente

    y discípula T.S. Martha Yanet García.

    En este número se publican dos artículos de investigadores españoles. El resto

    de colombianos, investigadores del Grupo de Cultura y Droga de la Universidad de

    Caldas y de la Universidad Nacional Sede Manizales. Igualmente hay una secciónde información de eventos, acciones y entidades relacionadas con el tema de l

    revista, una de reseñas bibliográficas.

    Se complementa con un texto inédito etnográfico sobre el rito del yagé

    escrito hace veinte años por un caldense. Igualmente se publica como entrevista

    especial una experiencia interinstitucional en el campo de la prevención a la dro

    godependencia en Medellín. Resaltamos las ilustraciones realizadas por el maestro

    Fernando Alvarado, profesor titular de la Universidad de Calda s.

    El Director

    Universidad de Caldas, Colombia, Marzo de Dos Mil.

    Cultura y Droga - Año 5 - N° 5 - Manizales - Colombia - Junio 2000

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    Investigaciones

    y

    Ensayos

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    El arduo problema de la terminología

    “El hombre es un niño que ha dedicado toda la vida a limitarse,a verse limitado y a aceptarse limitado.”Henri Michaux

    Dr. Josep Mª Fericgla1

    1. Es obvio que no se sabe que hacer con las drogas. Ni con los que las usan. Ni tansiquiera se sabe cómo hablar de ello, que es más grave. En unas ocasiones, para

    defenderlas, se invoca a los placeres y ebriedades de tan difícil descripción. En

    otras ocasiones se apela a causas demasiado falsas, vagas e inexactas para atacar

    los psicotropos. Afirmar que la droga mata es tan necio como declarar que el

    agua ahoga o que las drogas iluminan.

    Nuestros gobiernos, la burda prensa de masas y un aparente gran número de

    occidentales dicen estar contra el consumo de ciertas substancias psicoactivas.

    Bueno. Cuando uno se interesa por sus argumentos, descubre que su grosero

    bagaje lingüístico se limita al término drogas. Máxime lo amplían con las dro-

    gas matan o con un mal usado estupefacientes o narcóticos. Lo que queda

    así reflejado es la descomunal ignorancia y confusión que reina sobre nuestrotema, que mal conjuga con opiniones pretendidamente sólidas y con actitudes

    enjuiciadoras. Por ejemplo, hay la costumbre de hablar de alucinógenos como

    genérico de todas las substancias prohibidas cuando, en realidad, solo se cono-

    cen cuatro compuestos que sean literalmente alucinógenos y ninguno es de

    uso popular ni están perseguidos… porque no son usados por el pueblo llano

    (me refiero a la ketamina, escopolamina, hiosciamina y atropina). Así mismo, se

    habla de narcóticos para referirse, por ejemplo, a la cocaína o al MDMA cuando

    se trata de estimulantes del SNC. Sería, literalmente, como etiquetar de hortaliza

    al hígado de oveja porque ambos son alimentos y se desarrollan en el campo.

      Por su parte, la mayoría de usuarios suelen conformarse con expresiones tipo

    pillar un globo, estar colocado, andar ciego, volarse con una pasti y poco másque esto. Es de una pobreza espiritual e intelectual atroz que contrasta con la

    riqueza léxica de otras culturas. Cada psicotropo tiene efectos, duración e in-

    tensidad propios. Nada tiene que ver la euforia causada por los opiáceos con la

    estimulación de la cocaína o la del café –distintas entre ellas–, y menos aun con

    los efectos de los enteógenos tipo ayahuasca u hongos psilocíbicos –también

    con notables diferencias internas.

      Cualquier substancia biológicamente activa es una droga. Que cause malesta

    o placer, curación, cambio de ánimo, visiones maravillosas o varios efectos a la

    vez es harina de otro costal. Muy a menudo, la variación no depende tanto de

    una substancia sino de la dosis que se ingiere, del individuo que la consume con

    todo lo que lleva dentro y de las expectativas previas que lo guían. Quinientomilígramos de ácido acetilsalicílico —una aspirina— permite desentenderno

    por unas horas de nuestros dolores; cinco gramos —diez aspirinas— aseguran

    un buen susto gastrointestinal por varios días o s emanas.

      En farmacología botánica se entiende por droga algo tan anodino como la part

    de la planta que se usa. De ahí que denominar drogas a las substancias prohibida

    es, en farmacología al igual que en medicina, un genérico en extremo confuso. A

    pesar de todo, droga aun podría ser un término aceptable pero drogadicto ya está

    más lejos ¿Cómo denominar al que, al igual d e los dioses clásicos, usa de cierta

    substancias para buscar el placer, la ebriedad o la compensación farmacológic

    de sus déficits biológicos? ¿Drogófilo? ¿Farmacófilo? ¿Dionisíaco? ¿Farmatrapa

    do? J. Ott propone denominarlos “usanos” – derivado del inglés user– en lugadel correcto usuarios. Se trata de un inaceptable barbarismo anglófono, pero

    retengamos su propuesta.

      La casi totalidad de nuestra cosmovisión gira alrededor de una autocomplacencia

    alimentada con química legal: drogas fácilmente adictivas y aceptadas por todos

    no nos engañemos. Es muy corriente el personaje que, para dormir, ingiere una

    1 Dir. Societat d’Etnopsicologia Aplicada i Estudis Cognitius  Prof. del MGS, Universitat de Barcelona

    Cultura y Droga - Año 5 - N° 5 - Manizales - Colombia

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    pastillita blanca; a la mañana siguiente le es preciso activarse rápido y bebe un

    tazón de oscuro café, previa dosis de algún antidepresivo pariente del Prozac para

    soportar el sinsentido de su vida. Más tarde debe evacuar sus heces ayudado de

    un nuevo fármaco en forma líquida o sólida; por la tarde ingiere una buena dosis

    de alcohol para desinhibirse en sus relaciones sociales y sentirse más seguro; y

    por la noche, antes de la pastillita blanca para dormir, toma una aspirina que le

    borrará la sensación de migraña proveniente del alcohol bebido. Cuando alguien

    regula su relación con el mundo y consigo mismo por medio de drogas, sean

    o no legales ¿Cómo debe ser denominado? ¿Drogadicto? ¿Débil de carácter?¿Enfermo, tal vez? Nadie llamaría convaleciente ni indispuesto a alguien por

    tomar los fármacos citados en las líneas anteriores. Hay millones de personas

    en Occidente que viven así. Más de la tercera parte de nuestros congéneres

    necesitan ingerir hipnóticos a diario para poder dormir ¿Por qué tachar de toxi-

    cómanos, pues, a aquellos que actúan de la misma forma solo que prefiriendo

    otras substancias, muchas de las cuales son incluso más interesantes e inocuas

    desde diversos puntos de vista que l as recetadas por los médicos? No es que no

    existan toxicómanos. Los hay. Pero en muchos casos lo son más los que señalan

    (que usan a diario barbitúricos, alcohol, tabaco, estimulantes, hipnóticos…) que

    los señalados, y ello al margen del estatus legal de las substancias objeto de

    compulsión.

    Por otro lado, se ha desvelado algo que ya se sospechaba. Existen razones estric-

    tamente biológicas que explican la tendencia a consumir determinadas subs-

    tancias por parte de unas u otras personas. Se trata de tendencias preferenciales

    originadas por las propias carencias y necesidades biológicas del individuo. A

    título ilustrativo, en el Centro Médico de la Universidad de Georgetown (EE.UU.),

    en el año 1998 se de mostró que existen vínculos significativos entre el compor-

    tamiento adictivo de muchas personas hacia la nicotina y un gen defectuoso que

    está relacionado con el transporte de la dopamina, neurotransmisor estimulante.

    Eso implica que denostar a los tabacófilos por el simple hecho de fumar es un

    acto equivalente a atacar a una persona de piel oscura porque este simple he-

    cho, o detestar a las mujeres –los misóginos– por serlo. Todo ello depende de

    combinaciones genéticas y nada tiene que ver con la bondad o maldad de unasubstancia, sexo o color. Es lo mismo que despreciar al diabético porque necesita

    equilibrar sus carencias naturales tomando dosis regulares de insulina, o al que

    consume diariamente extracto de Cynara Scolymus —la amable alcachofa—

    para fortalecer o desintoxicar su hígado débil.

     

    2. A menudo, en un artero intento de falsa matización, se habla de drogas adict

    vas para referirse a las substancias prohibidas. Tampoco ello tiene sentido. Sin i

    más lejos, el tan consumido antipirético y analgésico paracetamol –presente en

    casi todos los populares medicamentos antigripales, analgésicos, etc.– es muy

    adictivo, además de hundir el hígado en la más tremenda de las miserias. Eso se

    sabe pero se silencia. En cambio, ni la marihuana, ni la LSD-25, ni el MDMA, n

    otras substancias prohibidas son adictivas.

      Adicción, por definición, implica dependencia psicológica y/o fisiológica sinque medie causa médica para ello y sin que la voluntad pueda ponerle freno

    El tema de fondo, por tanto, se refiere a la existencia o no de causa médica. As

    pues, objetivamente pertenece a la misma categoría médica la dependencia que

    tienen los diabéticos de la insulina para regular su deficiencia hormonal que la

    dependencia de los opiáceos que tienen algunas personas debido a carencias

    biológicas de endorfinas. Justificar la prohibición que pesa sobre algunas subs

    tancias porque son drogas adictivas es un pasmoso equívoco que no responde

    a intereses médicos ni científicos, sino económicos.

      En cuanto al otro adjetivo hoy extendido, drogas lúdicas, está en el mismo camino

    de imprecisión y engaño que las drogas adictivas.

    Este epíteto, lúdicas, esconde aquí un algo de perverso por lo subterráneo de sus

    intenciones: el culto al sufrimiento y a l miedo. De forma implícita se condena lo

    lúdico. En esta expresión flota la consideración de que la ebriedad es nefasta, de

    que todo aquello que alimente el bienestar, la alegría, el desahogo o la risa son

    productos del propio diablo para intoxicar el alma humana. Durante l os pasado

    siglos de terror inquisitorial, incluso reír era un acto mal visto. Falta de respeto a

    lo sagrado, decían. Pero es justamente en la tendencia natural del ser humano

    a buscar su felicidad en lo que se basan los grandes laboratorios que ofrecen

    fármacos psicosméticos para aplacar cualquier malestar o desasosiego, y para

    estimular o mantener la belleza física, los cabellos, la alegría o el placer carnal

    ¡Esto sí son drogas lúdicas! No podemos considerar pecado todo lo que da place

    por el mero hecho de proporcionarlo. El ser humano muestra una tendencia universal a buscar el placer por todos los medios que tiene a su alcance, oponerse

    a ello sí es un rasgo patológico. El problema radica hoy, más exactamente, en la

    lucha sin cuartel por apropiarse de los beneficios económicos que proporciona ta

    impulso innato. Cuanto más interesante sea una substancia, más dinero generará

    su venta. Si, además, es declarada ilega l, su precio original pasa de multiplicarse5 6

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    por cinco o diez, como sucede con las substancias legales, a hacerlo por miles.

    Por ejemplo, el costo material de un gramo de cocaína viene a ser de unas 20 a

    30 pesetas, puesto en el mercado negro asciende a unas 8.000 a 12.000. Ningún

    fármaco legal permite obtener estos beneficios, ni los daría la misma cocaína si

    lo fuera.

      Por otro lado, es falso que las substancias prohibidas sólo tengan un peligroso

    uso lúdico. Las denominadas drogas de sabiduría —peyote, ayahuasca, iboga,

    LSD, psilocibes…— permiten realizar una excursión psíquica y son tenidas, des-de tiempos inmemoriales, por substancias sagradas, de obligado respeto, cuya

    ingestión puede desvelar los más dolorosos rincones y recuerdos que cada uno

    esconde como paso previo al éxtasis gozoso. Tal paseo, de indudable beneficio

    espiritual y terapéutico, nada tiene que ver con una desenfrenada diversión de

    fin de semana. De ahí que denominar genéricamente drogas lúdicas a las subs-

    tancias prohibidas contenga esta doble falsedad.

      Ahincando aun más en ello cabe defender que la ebriedad no es mala por ne-

    cesidad. Al contrario. Estar ebrio es disfrutar de un ánimo perturbado, lo cual

    permite una renovación del equilibrio psíquico. Y no porque haya algunas per-

    sonas que consuman en exceso una substancia embriagante debe condenarse

    al propulsor de la ebriedad. Nunca lo haríamos con la copa de vino que tomóNoé para asentar su humano pie en la Tierra y con la que se emborrachó, aunque

    haya personas que se excedan hasta el al coholismo patológico. En España, por

    ejemplo, oficialmente se considera que el 15% de los hombres adultos y el 5%

    de las mujeres son alcohólicos.

    Otro denominativo habitual que acompaña el escuálido y maltrato sustantivo es

    el de drogas de a buso para referirse a las substancias prohibidas. Si por abuso se

    quiere entender que se trata de substancias que inducen a repetir su consumo

    hasta el descontrol, es un error semántico ya que ello se designa por adicción.

    Una persona puede abusar de cualquier alimento o droga por una única vez en

    su vida, o puede repetir periódicamente el consumo abusivo sin que por ello se

    estigmatice lo ingerido; léas e chocolate, embutidos grasientos, dulces azucara-dos, café o té...

    Por otro lado, si se quiere denominar drogas de abuso a las substancias prohibi-

    das, tan solo recordar que en España, durante el año 1997, se atribuyeron unas

    cuarenta y cinco mil muertes humanas al abuso de alcohol. En cambio, las defun-

    ciones directamente vinculadas al consumo de la temible heroína fueron meno

    de novecientas en el mismo año. La diferencia estadística de las consecuencias de

    ambos actos abusivos obvia comentarios. Pero aun otro dato objetivo. Durante

    los primeros seis meses de venta de Viagra © en los EE.UU. (abril a octubre de

    1998), el laboratorio Pfizer, productor del fármaco, reconoció que 130 persona

    habían muerto a causa de las famosas píldoras azules (y es de suponer que se

    trata de una cifra prudente dado que Pfizer la aceptó). Si comparamos esta

    mortandad entre los pocos miles de viagrófilos que hubo en estos seis meses

    con la de los usuarios de cocaína y heroína que ascienden a varios centenaresde miles (se calcula que entre el 1% y el 4% de la población norteamericana), se

    puede afirmar el abuso de Viagra es muchísimo más peligroso.

    3. Otros compañeros verbales que se añaden al vocablo droga son duras y blandas

    Durante las últimas décadas se ha escrito mucho acerca de ello, pretendiendo

    que existe algún tipo de criterio objetivo para tal clasificación. La presunción e

    indefendible.

      Tal división surge en el año 1953, cuando A. Porot propone su grosera clasificación

    de substancias psicoactivas. Porot dividió las drogas en: a) fatalmente adictiva

    o productoras de grandes toxicomanías (incluyendo ahí el opio, la marihuana

    la cocaína...); y b) drogas que solo causan pequeños hábitos familiares (tabacoalcohol, café, somníferos). Esta división nace de las sórdidas modas políticas a

    uso en la época, no de una reflexión científica. No contempla algo tan simple

    como que se dan más muertes anuales y más lesiones irreversibles en relación

    a las “drogas de pequeños hábitos familiares” que a las “fatalmente adictivas”

    Tampoco discrimina algo tan esencial como es la diferencia entre el efecto de

    cada substancia y su uso, algo en lo que ya Hipócrates había hecho hincapié

    veinticinco siglos antes. Con el tiempo y alimentada por el interés económico

    de algunos sujetos de cuello blanco y manos limpias, esta arbitraria clasificación

    ha derivado hacia la confusa y falsa división de drogas duras y drogas blandas.

    Es una clasificación deformante e insostenible pero que aun disfruta de una

    cierta efectividad política. ¿Por qué? Permite pensar en la legalización de algu-nas substancias que hoy día son consumidas regularmente por cerca del 10%

    de europeos y norteamericanos (la Cannabis). Dado el caso, puede representa

    millones de votos para el que se atreva a proponer su despenalización si sabe

    hacerlo bien y sin escandalizar a la masa teleadicta. Por otro lado, permite mante

    ner la prohibición sobre otras substancias para no defraudar al electorado meno7 8

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    avispado que ha acabado creyéndose la falsa igualdad de los silogismos: drogas

    = decadencia física y mental = delincuencia e inseguridad ciudadana. Criterios

    de carácter farmacológico y antropológico permiten afirmar que nada indica

    que unas substancias se apoderen de la existencia de la persona en tanto que

    otras no. Hay opiófilos, entre el 1% y 4% de la población occidental. La mayoría

    de ellos consumen durante largo tiempo heroína, morfina o codeína para luego

    abandonar tal costumbre sin pasar por ningún control médico ni alterar su com-

    portamiento habitual. Hablar de drogas duras o blandas carece de sentido si no

    se especifica de quién se habla, de lo que alberga en la mente y de qué sucedeen el cuerpo del consumidor antes de q ue le entre la substancia en cuestión.

    Por otro lado, compulsión en sentido psicológico, significa una tendencia irre-

    sistible a realizar un acto sin sentido aparente o incluso opuesto a los deseos

    del propio individuo, que se ve obligado a ello por la angustia que sufre en caso

    contrario. Consumo compulsivo, por tanto, es una expresión errónea. Deberíamos

    usar la fórmula comportamiento compulsivo, así colocamos en e l epicentro de

    la cuestión al sujeto que se comporta según un patrón anómalo. Su conducta

    ofuscada puede quedar atrapada tanto por el consumo de drogas legales o

    ilegales, como por la compulsión al trabajo, a la religión, a la familia, al sexo, a la

    televisión, al fútbol dominical, a comprar bienes que no necesita o al consumo

    de un ocio que le es realmente enajenante. Un usuario que consuma drogas sinresponder a este patrón, aunque las tome a menudo, no es compulsivo y la droga

    no es ni dura ni blanda.

    En la actualidad, se está produciendo un cambio muy significativo e interesante.

    En ambientes científicos y clínicos desprejuiciados, se acepta que la dependencia

    de las drogas es un fenómeno extremadamente complejo en el que se conjugan

    factores de varios tipos: genético, psicológico, social y cultural. En las conductas

    compulsivas se entrelazan de forma inseparable comportamientos libremente

    asumidos por el sujeto con factores involuntarios de carácter bio-psico-social.

    Por tanto, una adicción no es explicable en términos de la substancia objeto de la

    fijación, sino que es esta combinación tridimensional la que permite comprender,

    en toda su complejidad, la fragili dad psicológica del individuo compulsivo y surelación con el objeto de su dependencia, sean substancias, sexo, dogmas o su

    mamá.

    Esto implica una distribución inmediata de responsabilidades, y no todo el mundo

    parece estar dispuesto a aceptar esta verdad. Términos como drogadicto debe

    rían ser aplicados al conjunto de la sociedad que genera este tipo de sujetos ya

    que se trata de una pauta de conducta, en buena parte, enseñada y forzada po

    el entorno social ¿No es compulsiva la necesidad de entrar en las tiendas “Todo

    a 100” para adquirir fruslerías inútiles por poco dinero, pero que compensan

    las frustraciones cotidianas de mucha gente? ¿No es compulsivo el comporta

    miento de tantos hombres y mujeres que gastan pequeñas fortunas mensuale

    en máquinas tragaperras y juegos de azar, cuando luego les cuesta adquirir lo

    básico porque el sueldo no siempre llega? Y finalmente ¿No es una conductapatológicamente compulsiva la relación que hay con la sexualidad por parte de

    un índice elevadísimo de occidentales: prostitución, sadomasoquismo, viaje

    de interés sexual a países pobres cuyos ciudadanos y ciudadanas deben vende

    sus magros cuerpos a occidentales grasientos para satisfacer sus perversiones?

    Hay que aceptar que vivimos en sociedades que generan individuos obsesivo-

    compulsivos, y que esta misma actitud de persecución enfermiza (de cosas, de

    placeres, de dinero…) es la que se manifiesta en la guerra contra las drogas.

    Visto todo lo anterior, pues, propongo llamarlas simplemente “substancias proh

    bidas”. Es genérico, refleja una situación real y no medicalizada, e incluso puede

    inducir al lector y a l a lectora a plantearse interrogantes sobre la causa real de la

    prohibición y los intereses ocultos que la mantienen.

    4. Otras denominaciones parcialmente inadecuadas para referirse a los psicotropo

    provienen de la psiquiatría. En este ámbito, las drogas visionarias –no estimulan

    tes ni euforizantes– han sido denominadas delirógenas (que generan delirio)

    psicotizantes (que producen psicosis), psicodislépticos (que abren la psique)

    esquizógenos (que provocan esquizofrenia), psicotomiméticos (que mimetizan

    la psicosis), psicohórmicos (que despiertan la psique), psicocímicos (que actúan

    de fermento espiritual) y un largo y reiterativo etcétera (recogido por el psiquiatra

    Joan Obiols).

      De todas estas propuestas léxicas, la que ha gozado de mayor éxito ha sido ps

    codélicos, de la raíz griega delos: substancias que desvelan, que abren el almaEs un vocablo de amplio uso popular a partir de la revolución contracultural de

    los años 1960. Este término disfruta de una buena difusión en Europa. En los

    EE.UU. fue substituido por psiquedélico, neologismo que acuñó H. Osmond y que

    propuso en una famosa carta enviada a A. Huxley en 1956. El cambio radica en

    que la raíz psico-, emparienta equívocamente el efecto de algunas substancias9 10

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    desveladoras del alma con las enfermedades de la mente. En cambio, a partir

    de la raíz psique- se proveía al neologismo de un nacimiento más limpio y más

    cercano a la etimología griega, idioma en que la idea de alma se expresa con el

    término psyché.

    Dentro del ámbito clínico más vanguardista, ha tenido un cierto éxito el térmi-

    no psicolítico, impulsado por el Dr. Leuner. En una publicación de 1967, fue el

    primero en hablar de terapia psicolítica para referirse a la curación mediante la

    aplicación de ciertos psicotropos (en especial LSD-25, psilocibina, y hoy MDMAy ayahuasca). Un término propuesto por un equipo de psiquiatras españoles

    (Monclús, Tusquets y Ogara), que no hace referencia a problemas mentales es

    psicoanábasis. Está inspirado en el libro clásico d e Jenofonte y viene a significar

    el viaje exploratorio por l a propia psique. Es un buen vocablo pero no ha gozado

    de éxito y actualmente nadie lo utiliza.

    Por su lado, el vocablo psicotropos es un genérico correcto pero excesivamente

    inexacto para referirse a las substancias prohibidas. El “movimiento (del griego

    tropos) de la mente” lo produce un sinfín de principios químicos y situaciones

    sociales. El enamoramiento y la ira son psicotropos; el café, la tila y los bombones

    de chocolate son substancias psicotropas, y esperar el autobús que viene con

    excesivo retraso siempre que uno tiene prisa, es también psicotropo.

    5. Nos centraremos ahora en los efectos psicológicos de las drogas como posible

    camino hacia formas más adecuadas de denominación. Veamos. Una de las pri-

    meras propuestas serias fue realizada por el pionero y genial toxicólogo alemán

    Louis Lewin (1850-1929). Lewin es el autor de un famoso y monumental texto,

    Phantastica. Narcotics and Stimulating Drugs (1924), publicado cinco años an-

    tes de su óbito y que por entonces ya tuvo dos exitosas ediciones en alemán.

    Este texto aun no ha sido traducido al castellano a pesar de su importancia. En

    él, Lewin habla de cinco tipos de substancias psicotropas según el efecto que

    ejercen sobre nuestras mentes.

      Así, Lewin clasifica las drogas psicotropas en cinco categorías:

      —Phantastica o Sinnestäuschungsmittel (Agentes de ilusión sensorial), en refe-

    rencia a los fantásticos efectos que inducen; se trata de lo que hoy denominamos

    enteógenos: mescalina y su fuente el peyote, marihuana, beleño, hongos psilo-

    cíbicos, la Amanita muscaria, Cannabis indica, varios especímenes de solanáceas

    (daturas, brugmansias, Duboisa hopwoodii) y, sin duda, hubiera incluido aqu

    la LSD-25, en su época aun por descubrir, y la ayahuasca, aun desconocida en

    Europa;

      —Euphorica o Seelenberuhigungsmittel (Anodinos del espíritu), drogas eufo

    rizantes, tales como opio y derivados (heroína, codeína y morfina); de forma

    paradójica, también incluía en esta categoría l a coca y la cocaína.

     

    —-Inebriantia o Berauschungsmittel (Embriagantes), entre los cuales i ncluyó ealcohol y otros disolventes como el éter, cloroformo, benceno y otros;

      —Hypnotica o Schlafmittel (Substancias para dormir), término propuesto para

    denominar las drogas con efectos hipnóticos, donde cabe incluir los sedante

    artificiales tipo barbitúricos y somníferos (hidrato de cloral, barbital, sulfometano

    hidrato de bromal), y plantas como el kava-kava de las islas Fidji, Piper methysti

    cum. El quinto efecto distinguible de l os psicotropos era el que Lewin denominó

    con

      —Excitantia o Erregungsmittel (Estimulantes), término que agrupa los estimu

    lantes y excitantes tipo café, tabaco, nuez de cola, mate, guaraná, alcanfor o e

    kat (Catha edulis, fuente de esti mulante catinona).

    La exactitud descriptiva de esos cinco términos sigue vigente aunque en la ac-

    tualidad se usen otras clasificaciones de las que hablo más adelante. El edificio

    de nuestra taxonomía farmacológica se ha construido en buena parte sobre lo

    pilares que puso L. Lewin. La ciencia posterior a él ha corroborado su clasifica

    ción y su obra se considera la primera revisión amplia de psicofarmacología y

    etnofarmacognosia. Las substancias cuyo efecto denominó Lewin como hypno

    tica, hoy se conocen como sedantes –barbitúricos, tranquilizantes, ansiolíticos y

    otros fármacos– y son de uso masivo en nuestras sociedades. Constituyen uno

    de los principales negocios de los laboratorios farmacéuticos y una de las más

    extendidas adicciones a substancias químicas. Los excitantia se han convertido

    en estimulantes del sistema ner vioso tales como la cocaína y su subproducto ecrac, las anfetaminas y hoy las más extendidas metanfetaminas en toda su amplia

    gama, en especial el metilfenidato, cuyo nombre genérico es el de analépticos

      A estas cinco categorías de Lewin, Albert Hofmann añadió una sexta, los sedan

    11 12

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    tes neurolépticos, que incluyen la clorpomacina, el meprobamato y la Rauvolfia

    serpentina como prototipo vegetal natural que contiene reserpina.

      Es muy significativo que L. Lewin eligiera como título de su importante obra,

    Phantastica, la tipología de las drogas enteógenas. Desde diversos puntos de

    vista se trata de las substancias más interesantes en lo que atañe a sus efectos

    espirituales y a su capacidad para situar al ser humano en el mundo. Cualquiera

    puede tomar un estimulante para auxiliarse en su trabajo o un hipnótico para

    ayudarse a conciliar el sueño –efectos más que deseables en según que cir-cunstancia–, pero se trata de drogas de efecto llano, no descubren nada, no

    desvelan ningún secreto. Al cesar el efecto químico, el usuario queda igual que

    antes de tomar la substancia. Pero las phantastica son muy distintas, de aquí que

    en medios especializados –y ya no tanto– hoy se conozcan como “enteógenos”.

    Este neologismo que he usado ya en líneas anteriores nace de la raíz compuesta:

    en-theos-gen. Fue acuñado el año 1976 por A. Hofmann, J. O tt y C. Ruck, y literal-

    mente significa “que despierta [-gen] dios [-theos-] dentro de uno [en-]”, o en una

    interpretación más libre: que despierta la experiencia de la divinida d en mí. Han

    empezado ya a surgir derivados de este sustantivo y se habla de enteobotánica,

    enteofilia y enteología.

      Con posterioridad a la sólida clasificación propuesta por L. Lewin, se han elabo-rado otras categorías que parten de los efectos que las drogas producen sobre

    el SNC (Sistema Nervioso Central), aunque a menudo no tienen en cuenta los

    efectos psicológicos específicos. La más genérica y extendida actualmente es la

    tipología que divide los psicotropos en tres familias :

      —los depresores del SNC; es el caso del alcohol, los hipnóticos, los ansiolíticos

    (tranquilizantes) y los opiáceos (morfina, heroína, opio);

      —los estimulantes del SNC; es el caso de las anfetaminas, la efedrina, la cocaína,

    la nicotina o la cafeína; y

      —los hay también que actúan deshaciendo los bloqueos de la consciencia yaumentado el umbral de percepción endógena y exógena, los denominados

    psicodislépticos o psicodélicos; es el caso de la LSD -25, la mescalina y el peyote,

    del cáñamo y la ayahuasca, la psil ocibina, de alguna droga de diseño y de algún

    inhalante.

      Esta simple clasificación sirve para denominar correctamente las drogas de

    presoras, las estimulantes y las enteógenas, y se trata de una clasificación inde

    pendiente del estatus legal que tenga cada substancia en un momento y luga

    determinados. A pesar de ello, no acaba de reflejar con total certitud la realidad

    psicológica y social escondida bajo el efecto de cada psicotropo. Por ejemplo

    hay depresores del SNC cuyo efecto es vivido como eufórico –el alcohol– en

    tanto que otros hacen dormir –los hipnóticos.

    En resumen, clasificar los psicotropos es no tarea sencilla ni obvia. Si se realiza enbase a su estructura química, y a pesar de su utilidad técnica, carece de sentido

    para la mayoría de la población usuaria o interesada. Sería como hacer una cla

    sificación de las pinturas no su lugar en la escala cromática, que es lo que todos

    podemos observar, sino por el peso en onzas o por su fórmula química. Subs

    tancias químicamente tan distintas como la ayahuasca, la LSD-25 o la ibogaína

    inducen efectos mentales y espirituales bastante equiparables, y al revés.

    6. Por tanto, las preguntas a formular para caminar hacia los términos adecuado

    deberían ser del estilo de: ¿qué efecto tiene una determinada substancia? ¿Qué

    dosis es la adecuada y para qué? ¿En qué ocasiones es adecuado usar una subs

    tancia? ¿Quién la puede consumir? ¿Qué patrones o formas culturales deben

    envolver su consumo?

      Voy a recoger algunas propuestas interesantes y más ajustadas a nuestro

    conocimientos de hoy. La primera de ellas es la que entiende las substancias

    psicoactivas como un alimento más. J. Ott, se pregunta: ¿cuál es, en realidad

    la diferencia entre un alimento y una droga? ¿Es el alcohol una droga, porque

    manifiestamente puede hacer que nos tambaleemos, incluso provocar el estado

    comatoso de anestesia general; o es un alimento, un carbohidrato que nuestro

    sistema digestivo procesa convirtiéndolo en energía para el organismo, agua y

    dióxido de carbono? ¿Es la hoja de coca una droga por contener cocaína que

    estimula nuestro sistema nervioso mientras provoca anestesia local en las mejilla

    y encías, o es un alimento rico en vitaminas y minerales que ha complementado

    la dieta de los indígenas andinos durante siglos? Estas preguntas se amplíanpor el otro lado al descubrir, por ejemplo, que la leche materna, considerada

    el alimento más natural para nuestros hijos, contiene morfina. Lo mismo se ha

    desvelado respecto del lácteo vacuno: la leche de vaca contiene opiáceos. Má

    tarde se ha descubierto que también el heno, la lechuga y otros vegetales de

    amplio consumo humano contienen pequeñas dosis de morfina. Para redondea13 14

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    la situación, se sabe que también nuestro propio cuerpo, en el fluido cerebroes-

    pinal, sintetiza morfina y codeína de forma natural, al igual que el resto de los

    mamíferos. Si reducimos la situación a un lógico absurdo se podría anunciar que

    todos los occidentales estamos fuera de nuestra Ley por producir opiáceos en

    nuestro organismo. Y ya es sabido que la ignorancia no exime del cumplimiento

    de las Leyes.

    Catalogar unas substancias de alimento y otras de drogas tiene más que ver

    con legislaciones, tradiciones y prejuicios que con criterios objetivos: con pan yvino se anda el camino, dicen los castellanos. ¿Es el vino droga o alimento para

    andar? En consecuencia, las drogas psicoactivas deben entenderse en tanto que

    alimentos más o menos nutritivos para el cuerpo y, a la vez, alimentos específicos

    para la mente o el sistema nervioso.

    Un término que me gusta reivindicar para ciertos psicotropos es el de estupefa-

    cientes: que dejan estupefacto. La estupefacción es algo propio del ser humano.

    Probablemente, debió existir ese relativo instante mítico en q ue el ser humano

    emergió del pasado bestial que nos une, intuyendo de forma dubitativa y vaga

    la existencia de algo superior. Nuestros antepasados vivieron ese asombro que

    acompaña la idea de divinidad y que nos deja estupefactos. El consumo de en-

    teógenos permite acceder a tal estado de estupefacción, de profundo asombroy arrobamiento ante lo inefable del mundo y de uno mismo. Por ello, pues, deno-

    minar estupefacientes a los enteógenos y a algunos euforizantes que disfrutan

    de la misma capacidad sería un buen término, si no nos lo hubieran robado a

    base de cargarlo de contenidos negativos.

      Otro vocablo que uso a menudo para referirme a las drogas enteógenas es el de

    adaptógenos: que ayudan a adaptarse al mundo en un sentido activo. A pesar

    de que algunos farmacólogos miren este concepto con cierto recelo y de que un

    colega anglosajón haya escrito que patino sobre hielo al defender esta propuesta,

    las propias investigaciones que estoy realizando actualmente junto a especialis-

    tas del centro Izkali, de Donostia, señal an con fuerza hacia esta dirección. Tras el

    simple consumo de ayahuasca dentro de un cierto orden ritual no eclesiástico—y sin que medie psicoterapia alguna—, por medio de tests axiológicos hemos

    verificado que los usuarios occidentales, entre otros di versos cambios positivos,

    mejoran la capacidad para enfocar su lugar en el mundo, objetivan las propias

    necesidades internas y ven aumentado su sentido de la responsabilidad. Gra-

    cias a estos cambios, los consumidores conscientes de ayahuasca mejoran sus

    estrategias adaptativas, su nivel de operatividad sobre el mundo y ven rebajado

    los sentimientos de culpa que están en la base de muchas neurosis. El resultado

    global es que el consumo de este enteógeno –como ejemplo genérico– permi

    te elaborar mejores y más eficaces estrategias de adaptación al mundo a base

    de reducir, en un sentido activo, la enajenación y aumentar la consciencia y la

    responsabilidad. Actúa como herramienta muy adecuada para incrementar la

    inteligencia emocional de los sujetos y su interacción social dentro de peque

    ños grupos. Por tanto, denominarlas substancias adaptógenas inespecíficas es

    objetivo, descriptivo y correcto. 

    7. Existe otra familia de substancias, la principal representante de las cuales es e

    éxtasis o MDMA, que despiertan una profunda sensación de empatía y fraterni

    dad con las demás personas. Bromeando, me gusta llamarlas las drogas del ¡Uy

    perdona…!. En las discotecas y locales donde se da un consumo generalizado

    de estas substancias, los clientes se comportan de forma muy lejana a la agre-

    sividad que puede despertar el alcohol. Cuando dos jóvenes, por ejemplo, se

    dan un inadvertido codazo pugnando en la barra por conseguir la atención de

    atareado camarero, su reacción suele ser la de pedirse cariñosamente disculpa

    por el atrevimiento. ¡Uy, perdona! Estas drogas de síntesis no combinan bien con

    las bebidas alcohólicas por lo que los usuarios prefieren beber refrescos o agua

    Las substancias tipo MDMA y MDA, han sido muy usadas en medios clínicos

    para tratar bloqueos emocionales y conflictos matrimoniales. Si una pareja ha

    interrumpido su comunicación y su relación se halla en un atasco, puede hall a

    una solución atreviéndose a consumir una dosis normal de éxtasis. Esta subs-

    tancia estimula el buen contacto emocional hasta límites que, en tratamientos

    normales, requerirían semanas o meses de psicoterapia de pareja. Otro tema e

    lo que se transmita una vez a bierto el canal de comunicación emocional, pero e

    contenido estimulado por tal familia química es de buena atmósfera amorosa

    De ahí que, tras un uso exitoso durante décadas antes de su prohibición, tanto

    en ambientes universitarios como clínicos, algunos psicoterapeutas norteame

    ricanos hayan propuesto denominarlas drogas contactógenas o empatógenas

    que generan contacto o empatía entre los usuarios. Son dos términos claramentdescriptivos y que gozan de un relativo éx ito.

    8. Al margen de las substancias, hay otro tema que requiere atención: los vocablo

    para referirse a l os usuarios. Ya hemos visto que ni drogadictos, no toxicómanos

    15 16

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    ni drogodependientes. Se podría hablar con más ecuanimidad de farmacófilos

    –de la misma manera que los colombófilos son las personas aficionadas a la cría

    y estudio de los palomos–, y de farmacófobos para indicar una actitud contraria

    al uso de fármacos psicoactivos, sea por razones morales, tradicionales o legales.

    En este sentido, observamos que un bando de la humanidad está formado por

    los fóbicos, auténticos seres apolíneos sin dimensión dionisíaca. Los drogófobos

    suelen ser aquellos que consideran las drogas, y cualquier tipo de ebriedad o

    exceso, como una perversión, fuente de corrupción y pecado. Esto no quita que

    muchos apolíneos sean grandes consumidores de drogas legales para dormir,

    para trabajar, para ser sexualmente capaces... pero este consumo no tiene, para

    ellos, carga emocional alguna. Pareciera que fueran substancias neutras, aunque

    no lo son. Es solo una cuestión de preconceptos ciegos. Luego están los fílicos

    o dionisíacos. La mayoría de los miembros de este bando piensan que ninguna

    substancia, por sí misma, puede cambiar la realidad profunda de una persona sino

    solo amplificar aquello que ya hay, con lo cual son partidarios de aprovechar la

    vida a fondo en lugar de alejarla por el peligro que pueda conllevar vivirla hasta

    el límite. Entre algunos miembros de este bando suele haber mucha fantasía de

    salvación y mucho placer por una estética vacía. Caso aparte es el de los indivi-

    duos con comportamientos compulsivos.

    Los drogófilos suelen tener el talante de los que creen que la vida es una mara-

    villa cuando no se tiene miedo de ella, a pesar de los peligros que conlleva estar

    en una pirueta permanente, pero así es la vida… Los drogófobos, en cambio,

    suelen creer que la existencia debe ser tomada con suma cautela, formalidad y

    circunspección para evitar los peligrosos monstruos que se agazapan en cada

    esquina. Por mi parte, soy partidario de lo que denomino la drogofilia con au-

    tocontención. Cada uno es responsable de sí mismo y debe saber qué drogas l e

    convienen y cuáles no, qué momento requiere de unos psicotropos, de otros o

    de ninguno, de la misma manera que casi todos sabemos si nuestra piel s oporta

    los rayos del sol y cómo hay que recibirlo.

    Habría que usar también el neologismo hedonofarmacología o la búsquedadel placer /0impulso fundamental en el ser humano y resto de animales– por

    caminos farmacológicos, en lugar de recurrir a los ar tísticos, religiosos, sexuales

    o por medio de escalar poder sobre los demás. La hedonofarmacología es una

    de las caras de las drogoebriedades. Los hedonofarmacófilos son aquellos que

    se muestran partidarios de este camino de placer.

      Hay otro precioso neologismo acuñado por el centenario filósofo y escritor alemán

    Ernst Jünger, psiconauta. Se refería por psiconautas a aquellas personas interesa

    das en descubrirse a sí mismos y en descorrer el velo que protege la escondida

    esencia de la vida por medio de los psicotropos adecuados, los enteógenos

    Psiconauta, navegante que surca la propia mente, es una perla lingüística por la

    amplitud, exactitud y tradición de sus partes componentes. Deseo un gran éxito

    a este neologismo. Lo usaremos a menudo

      En este mismo campo léxico referido al efecto que produce, en cada persona, e

    uso de unos u otros psicotropos, propongo las expresiones drogas de esclavo

    y drogas de libertos. Hay drogas que por sus efectos son perfectas para los es

    clavos o para mantenerse en un estado de esclavitud. No es ninguna casualidad

    el éxito del popular carajillo y el del cuba libre, ambas mixturas a base de un

    ingrediente rico en cafeína más otro de elevada graduación etílica. Es un cócte

    perfecto para los esclavos: la cafeína estimula los músculos hasta crisparlos pero

    en ningún sentido tiene el mismo efecto sobre la mente; el alcohol, por su lad o

    embota el cerebro hasta impedir todo pensamiento formalmente encajado. E

    la combinación ideal para que los rebeldes trabajen sin pensar. Las drogas de

    libertos, en cambio, son las que ayudan a descubrir la inmensidad de l a vida y losimple que pueden ser las maravillas. Ayudan a liberarse de la cárcel en que est

    metida nuestra mente, el cuerpo y sus dependencias. Por ejemplo, son drogas

    de libertos la ayahuasca, l a LSD-25, la psilocibina o el peyote. Y no es casualidad

    que los pueblos amazónicos consumidores de la pacífica y reflexiva ayahuasca

    detesten el café y aun más mezclado con alcohol, ni es tampoco casualidad que

    la cafeína sea el estimulante de las clases humildes en tanto que la cocaína lo

    sea de las clases pudientes.

    9. Para acabar, hay otras dos expresiones que me gusta usar por su precisión des

    criptiva referida al tipo de consciencia a la que se puede acceder mediante el uso

    de enteógenos. Me refiero a la consciencia dialógica y a la consciencia holorénica

    Según C.G. Jung y las actuales neurociencias, nuestra mente no es una entidadúnica sino que está integrada por muchos personajes o impulsos, aunque siempre

    los concebimos de forma integrada. Estos personajes del inconsciente son los que

    aparecen en los lapsos y en los sueños bajo distintas formas tomadas del mundo

    exterior, y también se desvelan bajo el efecto de los enteógenos. A menudo se

    pelean entre ellos y el sujeto se ve, entonces, sumergido en una neurosis de17 18

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    indecisión. O, tal vez, domine una pulsión desequilibradamente sobre todas las

    demás y hablamos de complejos.

      Las drogas enteógenas permiten observar –es decir, auto-observarse– cómo

    estos personajes de nuestra psique dialogan entre ellos. Al callar y aislarse del

    mundo exterior por unos minutos, cualquiera puede oír el ronroneo de diversos

    pensamientos, a menudo contradictorios, que parecen surgir de alguna parte de

    dentro y que no permiten aquietar la mente. Los enteógenos ponen al descu-

    bierto estos personajillos y sus discusiones, son propulsores de este dialogismo

    como forma de consciencia despierta. Facilitan que estas pulsiones interiores,

    en habitual guerra civil, lleguen a acuerdos y hasta a una aceptación mutua. De

    ahí que los chamanes hablen de los diversos espíritus que habitan el cosmos y

    de las contiendas que hay entre ellos: se trata de proyecciones de sus propios

    personajes inconscientes en habitual litigio por gobernar los actos del sujeto

    (este tema lo he tratado con mayor extensión en otros textos). Por esto, me gusta

    denominar estilo cognitivo dialógico esta especial forma de actuar que tiene

    nuestra mente bajo el efecto de los enteógenos, estilo propio de chamanes y

    místicos. No sucede lo mismo con otras substancias que estimulan los afectos

    o los músculos, que interrumpen o provocan el sueño. Estas drogas no generan

    ningún estilo cognitivo propio.

      Por otro lado, consciencia holorénica viene a significar un estado de la mente

    en que ésta busca la totalidad del ser, la experiencia trascendente por excelen-

    cia. Holos es un conocido prefijo que indica globalidad, la suma de todos los

    elementos que componen un sistema; reniké es un sufijo verbal que proviene

    del griego arcaico eurísko: inventar, hallar, discurrir... en un sentido de proceso

    abierto. Es lo que sucede cuando uno está en actitud de captar aquello de inefa-

    ble que aparece en la mente y transportarlo a l mundo de lo objetivo; cuando se

    está en espera de la inspiración (holorénico es un neologismo que propuse por

    primera vez en 1989). Las drogas enteógenas facilitan el acceso a este nivel de

    consciencia global u holorénica dándole un estilo dialógico de funcionamiento.

    19 20

  • 8/16/2019 Cultura y Droga 5

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    Análisis de contenido de la comuni-

    cación sobre drogas.Los titulares de prensa de los periódicos

    de Murcia (España)

    Mª José Martínez Martínez1

    Resumen

    En este artículo se presentan parte de los resultados de una investigaciónrealizada sobre drogas en la información periodística. Se trata del análisis de con-tenido de la comunicación sobre drogas. El análisis se realizó sobre 2.280 titularesde prensa de los periódicos de la Región de Murcia (España) aparecidos entre 1981 y1985, un período que corresponde a los años inmediatemente anteriores a la puestaen marcha del Plan Nacional sobre drogas en España y del Programa Regional deIntervención en Drogodependencias de Murcia. Uno de los supuestos principalesdel estudio es la influencia de la prensa en la activación de la alarma social sobre

    las drogas. El proceso metodológico se ha ajustado a las técnicas de análisis decontenido y análisis del discurso y se ha empleado el programa Nudist como her-ramienta informática para el análisis de datos cualitativos.

     

    1 Profesora de Trabajo Social. Universidad de Murcia

    0. Introducción

    La finalidad de este artículo es presentar un resumen de los resultados de

    análisis de contenido de los titulares de prensa de los periódicos de la Región de

    Murcia (España), correspondientes al período previo a la puesta e n funcionamiento

    del Plan Nacional sobre Drogas en 1985. Esta síntesis está tomada de una amplia

    investigación presentada por la autora como tesis doctoral en la Universidad de

    Murcia en julio de 1999, y es un anticipo de su publicación completa a cargo de

    Secretariado de Publicaciones de la misma Universidad. Esta publicación incluirá

    tanto los aspectos teóricos de la investigación y la metodología empleada en e

    análisis, como la descripción exhaustiva y los resultados de l análisis de contenido. A

    esa publicación remito a los interesados en conocer con detalle las distintas etapas

    del estudio.

    Los rasgos y características del discurso social sobre drogas se han descrito

    a través del análisis de los titulares de prensa agrupados en tres categorías, nudo

    o núcleos temáticos denominados Actores (Sujetos), Objeto-Producto (Drogas) y

    Dimensiones (Campos y relaciones). A estas tres grandes categorías se han vincu

    lado una amplia red de subcategorías que permiten describir el contenido de los

    mensajes de la prensa sobre drogas.

    Se entiende aquí por Actores (Sujetos) lo que se suele entender en ciencias

    sociales por actores sociales, que incluye tanto sujetos o individuos particulares

    como roles sociales o conjuntos de individuos agrupados en distintas formas de

    asociación o agrupación social, y relacionados entre sí por diverso tipo de vínculos

    sociales. Considero, pues, como Actores a los protagonistas de la acción que apa

    recen en los titulares de prensa, es decir, aquéllos de quienes hablan los titulares

    de la información.

    Se entiende por Objeto-Producto (Drogas), las distintas sustancias que son

    clasificadas como drogas, tanto en el modelo experto o d e los técnicos como en e

    modelo popular. Son, por tanto, Objeto-producto el conjunto de drogas que figuran

    en los diferentes titulares de prensa d el período analizado.

    He distinguido, en este segundo conjunto de subcategorías denominado

    Objeto-producto, por un lado, la subcategoría Drogas que de forma inespecífica es

    empleada en los titulares de prensa, y por otro lado, los distintos tipos de droga

    específicas reseñados en los textos, entre los cuales están las siguientes: Alcoho

    Cultura y Droga - Año 5 - N° 5 - Manizales - Colombia

    21 22

  • 8/16/2019 Cultura y Droga 5

    17/98

    Tabaco, Cánnabis, Cocaína, Heroína, Fármacos y otras de menor peso en los titulares

    como Alucinógenos e Inhalantes.

    Se entiende el término o categoría Dimensiones (Campos y relaciones) en el

    sentido de campos semánticos en los que está inmerso el fenómeno de la droga,

    es decir, en el sentido de aspectos en los que se ramifica el fenómeno de la droga

    (Actores y Producto) y lo definen. Campos y relaciones quiere decir aquí, por tanto,

    ámbitos de significación de la droga e interacciones entre unos y otros, que muestran

    el fenómeno en su verdadero carácter holístico.

    Como se verá, las Dimensiones elegidas no son exclusivas del fenómeno de

    la droga. Son dimensiones que poseen muy diversos hechos sociales, que también

    pueden ser analizados desde ellas, total o parcialmente. La novedad de su uso en el

    análisis del fenómeno de la droga está en la peculiar combinación de ese conjunto

    de dimensiones económicas, legales, socio - culturales, psico - sociales, sanitarias y

    políticas en este fenómeno concreto de la droga y en la singularidad de su contenido.

    Las dimensiones seleccionadas, no son, sin embargo, un invento apriorístico, sino el

    resultado del análisis de los textos. Por ello, es posible que la lista de dimensiones

    no sea exhaustiva.

    En este breve resumen, me propongo la tarea de sintetizar y ofrecer lo quela prensa dice sobre las drogas, resalta ndo algunas cuestiones que me parecen más

    importantes y extrayendo las conclusiones más relevantes. La utilidad de lo que aquí

    se dice, sin embargo, quizá esté no sólo en los contenidos mismos de los mensajes

    de la prensa murciana y en las conclusiones que extraigo para el caso español, sino

    también en los supuestos del análisis y en la propuesta metodológica en la que se

    sustenta aquél..

    1. Qué dice la prensa sobre las drogas

    Respecto al objetivo principal, que me propuse en el capítulo dedicado al

    proceso metodológico, consistente en responder a l a pregunta Qué dice la prensasobre las drogas, he dado buena cuenta con el análisis de contenido realizado en e l

    capítulo titulado Análisis de contenido del Corpus, que ahora sintetizo.

    Sobre los Actores del consumo, la prensa tiende a utilizar el término droga-

    dicto asociándolo al de consumidor de drogas ilegales, preferentemente, de heroína.

    El Drogadicto-heroinómano es considerado como un sujeto altamente conflictivo

    y generador de inseguridad ciudadana. Éste, así concebido por el discurso socia

    dominante en la prensa, tiene el perfil de sujeto joven, delincuente y propagador de

    nuevos heroinómanos, activador de alarma y temores sociales, cuyas probabilidade

    de éxito en su recuperación son muy escasas.

    Los consumidores habituales de alcohol, tabaco y fármacos no son categori

    zados, en el modelo popular, como drogadictos. El alcohólico no es ni un drogadicto

    ni un delincuente, sino que es considerado como un enfermo y, en consecuencia

    se manifiesta en la prensa más confianza en su rehabilitación. La imagen que la

    prensa nos transmite es la de un sujeto normalizado, plenamente integrado en la

    cultura, causante de conflictividad social únicamente cuando va bebido al volante

    de un automóvil, por el riesgo de accidentes de tráfico, obviándose otros muchos

    problemas laborales, sanitarios y familiares derivados del alcoholismo.

    Esta distinción, entre Drogadicto-heroinómano y consumidores de otras

    drogas (alcohol, etc.) expresa una concepción cultural en torno a la dicotomía lega

    / ilegal. En este punto el modelo experto es generalista, en cuanto que todo e

    consumidor de drogas (legales o ilegales) es drogodependiente. Mientras que e

    modelo popular es selectivo, en cuanto que considera drogadicto al consumido

    de las drogas ilegales sólamente. Como se verá más adelante, esto se basa en ladistinción entre producto-droga y producto de consumo. Esta distinción es la que

    marca la ruptura entre el modelo experto y el modelo popular.

    En cuanto a La edad de los Actores, por otro lado, los jóvenes son los protago

    nistas del consumo de drogas en la prensa, que insiste reiteradamente en la condición

    de joven, sobre todo, de los muertos por sobredosis. Si quisiéramos expresarlo con

    un titular inventado por nosotros para esta ocasión, que reflejara la imagen de la

    prensa, tendríamos que decir algo así: La droga es un asunto de jóvenes. Los jóvene

    son actores del consumo y, a la vez, de conductas delictivas (robos, tráfico, etc.). Pero

    paradógicamente, también son víctimas de esta conflictividad social, en tanto que

    carecen de recursos que incentiven su vida y les ofrezcan alternativas válidas ante

    las drogas, y también son víctimas de otros que les facilitan y l levan al consumo.

    Un protagonismo especial da la prensa a los niños relacionados con las dro

    gas, como sujetos activos o como víctimas de los adultos. El caso de los niños es

    el único en el que se rompe la dicotomía legal/ilegal. El mensaje de la prensa sería

    23 24

  • 8/16/2019 Cultura y Droga 5

    18/98

    éste: Los menores deben ser apartados del consumo de cualquier tipo de droga,

    legales o ilegales.

    Sobre la Dimensión social de los Actores, los titulares de la prensa ponen un

    énfasis especial en las redes, bandas y mafias de traficantes. Pero, curiosamente, la

    prensa nos muestra los últimos eslabones del tráfico, pero no las cabezas de éste, que

    apenas figuran en los titulares. Sin embargo, está comprobado que los marginales,

    que están diariamente en los periódicos, por motivos de tráfico y consumo, no son los

    más importantes en el fenómeno de la s drogas. Sintéticamente, se podría expresar

    la imagen de la prensa al respecto en esta frase: Redes de traficantes controlan el

    negocio de la droga. Se subraya así, indirectamente, el predominio de la respuesta

    policial sobre otro tipo de respuestas sanitarias, educativas, etc.

    De las demás instituciones analizadas la más importante es la Cárcel por la

    imagen de microsociedad que de ella revela la prensa, en la que, en torno a la droga,

    suceden las mismas cosas que fuera de ella, y por su papel de socialización en el

    mundo de la droga. El mensaje de la prensa sería en este caso: La cárcel no solo no

    rehabilita a los sujetos, sino que, incluso, no es un lugar seguro para los reclusos.

    En cuanto a la Identidad de los Actores se aprecia que, según la prensa, los

    españoles son, en nuestro país, los consumidores de drogas que han sido traídaspor otros. Fuera de España, los españoles son detenidos, encausados y condenados

    por tráfico, mientras que los extranjeros son los causantes de esta conflictividad

    social entre nosotros. La prensa tiende a ofrecer la imagen de que las drogas vienen

    de fuera. Expresado en forma de titular podríamos decir: La droga es un asunto de

    extranjeros.

    Desde el punto de vista de Los Actores del proceso económico, la prensa

    contempla, principalmente, la información del comercio de drogas ilegales, pero

    apenas repara en este proceso en relación a las drogas legales. También aquí se

    reproduce la dicotomía legal / ilegal. Traficante se relaciona con drogas ilegales, y

    vendedor con productos de consumo (drogas legales). “La prensa privilegia el rol

    de traficante de drogas ilegal es, y lo distancia del vendedor de drogas legales”, seríaahora el titular que sisntetizaría el mensaje de la prensa. El tráfico y el traficante están

    vinculados a la conflictividad social y a la ilegalidad. En muchos casos, los actores

    de la conflictividad social son mostrados con todo lujo de detalle y pasan a ofrecer

    modelos sociales de conducta fácilmente imitables.

    La prensa recoge una gran variedad en cuanto a Los roles sociales de los Actores

    Políticos que se ven implicados en la problemática de las drogas y, a su vez, son

    los protagonistas de elaborar respuestas ante este problema; jurídicos, que son

    responsables de legislar y juzgar el cumplimiento de la legalidad vigente; sanitarios

    portavoces del modelo experto y de hacer ver las consecuencias sanitarias del con

    sumo de drogas; artistas implicados en el consumo de drogas, que ofrecen y son

    generadores de modelos de conducta para la juventud. Pero son los policías, los que

    adquieren el papel protagonista más relevante como ejecutores del cumplimiento

    de la ley. De ello podríamos concluir: La policía protagoniza la respuesta del Estado

    al problema de la droga. Algunos de estos roles sociales aparecen implicados, en

    mayor o menor grado, en la conflictividad social de las drogas, por verse inmerso en

    el tráfico o el consumo. Con ello, se introduce un nuevo elemento de alarma social

    al normalizarse la implicación en la droga con sujetos libres de toda sospecha. Con

    lo cual tendríamos un nuevo titular: La droga está ligada al delito, pero no es as unto

    sólo de marginales. Posiblemente el grado máximo de alarma social, en una sociedad

    democrática, vendría dado por la implicación del Gobierno en el tráfico de drogas

    Aunque el rol que he denominado Jurídico tiene poco peso en los titulares, el Fisca

    Antidroga adquiere un protagonismo especial por sus posiciones contradictorias, a

    mitad de camino entre la represión policial y la perspectiva sociológica, expresadaen las siguientes titulares: “La droga es un subproducto de la sociedad de consumo

    “El drogadicto no es un criminal”, “La cárcel no resuelve el problema del drogadicto

    “Penas más duras contra la droga. Propone que las competencias antidroga se de

    positen en l a policía”.

    Respecto al Producto-droga, se encuentran en la prensa dos cuestione

    fundamentales. Una es la asignación del término droga a las drogas ilegales y prin

    cipalmente a la heroína, y otra la distinción conceptual, entre las drogas ilegales, que

    se perciben y son definidas como drogas, y las drogas legales que no se conciben

    como tales. Las primeras son rechazadas y consideradas como peligrosas y con

    flictivas; por el contrario, las segundas son toleradas, permitidas e integradas en la

    cultura como productos de consumo. La distinción entre drogas legales e ilegaleses fundamental porque lo que dicen los titulares sobre unas (tabaco, alcohol, etc.

    y sobre otras (heroína, cocaína, etc.) es diferente, y, como se ha indicado, marca la

    ruptura entre el modelo experto y el modelo popular.

    En este sentido se encuentra discrepancia entre el modelo experto, que

    considera droga a todas las drogas, legales y no legales, en función de su efectos25 26

  • 8/16/2019 Cultura y Droga 5

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    sanitarios; y el modelo popular, que identifica como droga a aquéllas no toleradas

    por el sistema social, es decir, a las no legales, y como producto de consumo a las

    drogas legalmente establecidas y toleradas en los distintos contextos sociales. De

    ello se dará cuenta en otro artículo titulado Modelo explicativo del discurso social

    sobre drogas en la prensa, que se publicará próximamente.

    La heroína llega a ad optar el protagonismo máximo de todas las drogas, de

    tal manera que, cuando se habla de droga en la prensa, se sobreentiende heroína.

    Esta droga es presentada, sistemáticamente, en contextos de conflictividad y alarma

    social. Por el contrario el alcohol no es considerado como droga y la conflictividad

    que genera va referida, únicamente, a los accidentes de tráfico. La insistencia en

    titulares sobre los controles de alcoholemia son una expresión de ello.

    2. Cómo habla la prensa sobre la droga

    En cuanto al Cómo habla la prensa sobre la droga se pueden subrayar varios

    aspectos importantes. El primero es la repetición sistemática de estructuras comu-

    nicativas, que se observan en un gran número de titulares, y que podrían ejempli-

    ficarse con los siguientes: “Detenida una banda de traficantes de droga en Madrid”,

    o “Muerto un joven por sobredosis”.

    El segundo es el uso de expresiones retóricas y recursos literarios léxicos con

    gran carga semántica y emotiva, que sin soporte fiable magnifican o sobreinterpretan

    los hechos de los que, supuestamente, informan. Estos titulares son un buen ejemplo:

    “Toda una generación de jóvenes españoles afectados por la droga”. “España se está

    convirtiendo en el paraíso de los drogadictos”.

    El tercer aspecto, conectado con el anterior, es la selección y utilización de un

    léxico muy singular en relación al fenómeno de la droga. Unos términos y vocablos

    son de carácter épico y militar como lucha, guerra, campaña, etc. y otros son términos

    policiales, también muy reiterativos, como aprehendido, intervenido, incautado, etc.,

    en relación al producto-droga, y otros como detención, detenido, etc. en relación a

    los sujetos. Estos términos referidos a la aprehensión del producto y a la detención

    de los sujetos, se repiten sistemáticamente, reflejando el discurso dominante, que

    es el del control policial.

    Hay un cuarto aspecto que parece también fundamental, y es la utilización de

    determinados resortes comunicativos utilizados por la prensa, relacionados con la

    generación de un estado de al erta y alarma social. Son mecanismos comunicativo

    empleados para promover la alarma social. Algunos de ellos son los siguientes: (1

    Uno es el uso de la cuantificación del fenómeno de la droga, presentando cifra

    desorbitadas y, en muchos casos contradictorias, generalmente, sin el soporte

    de estudios que respalden la información. Son informaciones muy frágiles desde

    el punto de vista del rigor informativo. (2) Otro mecanismo de la alarma social es

    la gravedad y excepcionalidad de las conductas de las que informan los titulares

    Ejemplos de esa excepcionalidad son los siguientes:

    a) La aparición de la población infantil en la esfera de la droga, tanto en e

    consumo como en la conflictividad que la acompaña, y de los jóvenes asociados a

    consumo, al delito y a la muerte.

    b) El hecho de que personajes, socialmente relevantes o libres de toda sospe

    cha, como reza un titular, (empresarios, policías, etc.) se vean implicados en conflicto

    sociales derivados del mundo de la droga y son protagonistas de conflictividad

    social por el tráfico de droga. Es decir, cuando las drogas ilegales se ven vinculadas

    a contextos de normalidad social.

    c) El hecho de que políticos eleven, en sus declaraciones, la droga a la categoría de problema de Estado (“Según Felipe González la droga es un problema

    de Estado”), o cuando aquéllos se ven implicados en delitos generados desde e

    mundo de la droga.

    El quinto aspecto es la distinción entre la legalidad y la ilegalidad, que será

    expuesta con más detalle en el ar tículo mencionado anteriormenete, donde se hace

    un análisis de contenido de los textos a un nivel interpretativo, y que, posiblemente

    sea la aportación más personal de e ste trabajo. En esta dicotomía legal / ilegal está

    según mi punto de vista, la clave para la comprensión del fenómeno de las droga

    en sus diferentes dimensiones.

    3. El para qué de las informaciones sobre drogas

    En relación al Para qué de las informaciones sobre drogas, o lo que es lo mismo

    en cuanto a los fines de la información sobre drogas, se puede distinguir entre los

    fines explícitos, es decir la función informativa de la prensa, y los fines implícitos

    de los medios de comunicación, consistentes en la función generadora estados de27 28

  • 8/16/2019 Cultura y Droga 5

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    opinión, de actitudes y conductas entre la población.

    Respecto a la función i nformativa, se puede concluir, en primer lugar, que los

    medios de comunicación transmiten la información de una forma se sgada, ya que

    informan de algunos aspectos del fenómeno de las drogas y silencian otros. Algunos

    querrán ver en esto información interesada y estratégica, pero no necesariamente

    sucede así. Aunque algo de eso pueda haber, pienso que en la prensa también hay

    rutinas comunicativas, formas de pensamiento estereotipadas o, simplemente, reflejo

    del discurso social dominante en la sociedad sobre las drogas. Algunos ejemplos,

    que se recogen a continuación, cuestionan el discurso de la objetividad de la prensa

    en la construcción de las noticias.

    Así sucede que los medios destacan el aspecto delictivo y conflictivo de la

    heroína y no informan del problema sanitario de los drogadictos; hablan de los

    aspectos conflictivos de los actores, pero se olvidan de los aspectos afectivos y psi-

    cológicos de éstos; se subraya insistentemente la dimensión policial, pero se deja

    en segundo plano la dimensión económica que está detrás del problema de las

    drogas; se informa del número de drogodependientes ilegales con cifras anárquicas

    y desorbitadas, pero se amortigua el número de fumadores y alcohólicos; se habla

    reiterativamente de las muertes por heroína, basadas en informaciones policiales

    principalmente, pero apenas de las muertes derivadas del consumo de drogas le-gales como el alcohol, de las que podría haber información clínica fiable; se insiste

    en la producción de drogas ilegales con el tema de las plantaciones y se habla muy

    someramente de la producción de drogas legales; se informa de los beneficios

    económicos del negocio de la droga para los traficantes de drogas ilegales, pero se

    ocultan los beneficios de las empresas productoras de alcohol, tabaco y fármacos; se

    magnifica el volumen del negocio de la droga, pero se desinforma sobre las políticas

    del F.M.I. y su repercusión en las economías de los países productores de drogas y,

    especialmente, en la cuestión de la deuda externa.

    Consecuencia de estas informaciones son las opiniones que se originan en

    la población como son el rechazo de las drogas ilegales, la aceptación de las drogas

    legalizadas, y la vivencia de peligro y la alarma social ante el fenómeno de las drogasilegales. Esto, la generación de al arma social entre la población, parece que es uno

    de los elementos principales del discurso social sobre las drogas. La alarma social

    está en la respuesta institucional al problema de las drogas y en el tipo de respuesta,

    inicialmente, policial que se aplicó en la sociedad española en los años 80.

    Un caso singular lo constituye el Programa Regional de Intervención en Dro

    godependencias de Murcia (P.R.I.D.). El P.R.I.D. comienza a funcionar en Murcia sin

    disponer de un estudio epidemiológico previo sobre drogas en la Región, siguiendo

    la iniciativa de la administración central del Estado que, a través del Ministerio de

    Sanidad, impulsa el Plan Nacional sobre Drogas, y por la presión social del tráfico

    y consumo de drogas expresada en la prensa. La prensa jugó un papel de ariete o

    punta de lanza que impulsó la respuesta institucional contra la droga.

    Resulta evidente que no es ésta la mejor manera de comenzar un programa

    de intervención socio-sanitario, tan complejo por las características y envergadur

    de los problemas objeto de tratamiento, por la diversidad de objetivos a conseguir, y

    por la organización de personal, recursos, infraestructuras y presupuestos necesario

    para su desarrollo.

    En consecuencia, parece que es hora ya de introducir una cierta racionalidad a

    la intervención social. Entiendo que ésta debe apoyarse en procesos de investigación

    sobre la realidad social. En e ste momento la investigación dispone de instrumento

    metodológicos contrastados para promover estudios epidemiológicos y socio

    antropológicos sobre los diversos fenómenos sociales, y deben ser utilizados po

    los organismos responsables de la acción social o sa nitaria.

    Pero en el caso que nos ocupa, la cuestión es más complicada. Se podría, en

    el caso de las d rogas, aceptar que la prensa fuera una buena fuente de información

    sobre la realidad social, cosa que dudo seriamente por todo lo que he dicho sobre

    la prensa como constructor de la realidad social y no sólo como reflejo de la misma

    Sin embargo, aceptando la exactitud de la información de la prensa, la dirección

    que debía haber tomado el P.R.I.D., en razón de aquélla, debía haber sido distinta a

    la que efectivamente tomó en este programa.

    En realidad, más allá de las declaraciones de intenciones, tanto de los político

    regionales responsables del inicio del P.R.I.D. como de los técnicos encargados de su

    desarrollo, el P.R.I.D. fue un programa de heroína. Es decir, fue un programa destinadoprioritariamente a un colectivo es pecífico, los heroinómanos, consumidores de una

    droga específica, la heroína. Es decir, fue un programa de intervención sanitaria

    coherente con la alarma social generada por l a prensa en torno a una droga ilega

    pero no consideró, de hecho, el abordaje de las drogas legales (alcohol, tabaco

    fármacos, etc.), de las cuales, además de la información, de la que se hacía eco la

    prensa, existía abundante información clínica.29 30

  • 8/16/2019 Cultura y Droga 5

    21/98

    En segundo lugar, se puede concluir también que la prensa, que pretende

    informar, al mismo tiempo es generador de modelos sociales de conducta. Con ello se

    produce una segunda contradicción entre los fines de información y la presentación

    de modelos de aprendizaje, tal como se demuestra en varios momentos del análisis.

    Aunque de forma esquemática conviene hacer referencia a las Características

    del Corpus de la i nformación sobre drogas que se utilizó en el a nálisis. En resumen,

    el perfil de las informaciones registradas sobre drogas en los periódicos de la Región

    de Murcia, entre enero de 1981 y junio de 1985, se ajusta a las siguientes caracter-

    ísticas. Hay un predominio de informaciones carentes de autor o sin firmar, con

    una frecuencia de aparición de una a dos informaciones diarias durante el período

    indicado, clasificadas preferentemente en la página sucesos y en otras páginas dis-

    persas, con predominio del género informativo-noticia sobre los géneros de opinión,

    sin apenas apoyo gráfico de imágenes y consideradas por su reducida extensión,

    sobre todo, como noticia breve.

    Por último, es necesario hacer referencia al nudo o núcleo temático Dimensio-

    nes de la droga. En él se describen las dimensiones económica, legal, socio-cultural,

    psico-social, sanitaria y política de la droga. De todas ellas se hace eco la prensa

    aunque con diferente énfasis. De forma que la dimensión dominante en la prensaes la dimensión legal - policial, que refleja el tipo de respuesta que se estaba dando

    en aquellos años en la sociedad española. Un tipo de respuesta que bien podría

    sintetizarse en un titular como éste: “La policía desarticula una red de traficantes

    de droga en Madrid”

    De cualquier forma lo que queda claro en el análisis es que la droga es un fenó-

    meno complejo, también en la prensa, y que las diferentes dimensiones indicadas

    aparecen relacionadas entre sí. Con ello confío en haber sentado, adecuadamente,

    las bases para la interpretación cultural del discurso social sobre drogas, que pre-

    sentaré en otro artículo más adelante.

    Murcia, 15 de diciembre de 1999

    Bibliografía

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    versión 3.0 para Macintosh) creado en la Universidad de La Trobe (Melbourne, Australia).Melbourne (Australia): Universidad de La Trobe.

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    31 32

  • 8/16/2019 Cultura y Droga 5

    22/98

    Prácticas socioculturales sobre el uso de

    drogas en Manizales1

    .

    Jorge Ronderos Valderrama2

    Resumen

    El artículo presenta una visión sociológica del fenómeno de las drogas en Manizales apartir de unas consideraciones teóricas y un enfoque cultural que permite de manera

    sintética tener una mirada de lo que ha pasado y hoy ocurre en la localidad con el

    uso y prácticas sociales de las drogas. El a rtículo se sustenta en diversos trabajos de

    investigación del autor desde una perspectiva sociológica y cultural, realizados y

    otros en desarrollo desde 1.989. De un lado retoma el uso de drogas tradicionales

    y legalizadas como el aguardiente y las “modas” de prácticas de consumo como

    fenómenos de procesos de globalización desde los años 60 con la mariguana, hasta

    el presente con la presencia aún incipiente del MDMA (Éxtasis) en los escenarios y

    territorios recreativos, especialmente juveniles. Se resalta el carácter abierto y post-

    moderno que ha tenido Manizales, como una expresión del hibridismo cultural lati-1 El origen de este artículo fue el texto que sirvió de base a una conferencia que dictada por el autor en

    Noviembre de 1.999 en el marco de la Jornada de Actualización en Farmacodependencia organizada

    por la Secretaría de Salud del Municipio de Manizales, bajo la coordinación de la médica Lucía Franco,Directora de la Oficina de Salud Mental. Se publicó en la memoria del evento con el título “ Escenariosy Factores Socioculturales sobre el Uso de las Drogas en Manizales. Una Mirada Sociológica”

    2 Sociólogo M.A/M.S. Profesor Titular del Departamento de Antropología y Sociología. Universidad deCaldas. Coordinador del Grupo Cultura y Droga.

    Cultura y Droga - Año 5 - N° 5 - Manizales - Colombia

    noamericano y su inserción necesaria en el proceso de globalización contemporáneo

    Términos indicadores: cultura, drogas, prácticas sociales, representaciones, soci

    ología, sociedad y Manizales

    1. Tendencias y posición.

    A manera de introducción.

    Cuando nos referimos a las drogas, en general es usual asociarlo y circun

    scribirlo en nuestro país al denominado «problema de las drogas», lo que institu

    cionalmente plantea un necesario debate en cualquier escenario social, incluido e

    académico.

    En la actualidad podría indicarse que hay varias tendencias y perspectivas

    para abordar este fenómeno, no solamente desde el punto de vista ideológico, sino

    ético, político y desde luego teórico. En este text