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Cuando alguien sufre un trastorno de la personalidad resulta afectada su capacidad para relacionarse con los demás y el funcionamiento de su vida. “Así es mi personalidad” o “Cada quien ene su propia personalidad” son frases que solemos decir. Aunque no seamos psicólogos, cuando hablamos así nos referimos a lo que nos hace únicos: la herencia y la interacción que tuvimos con nuestro entorno. Algunos son organizados o serios, concienzudos, extroverdos o rebeldes, mientras que otros son afectuosos o impulsivos, alegres, cooperavos o suspicaces. La doctora Emilia Lucio y Gómez Maqueo, invesgadora de la Facultad de Psicología de la UNAM, explica de manera sencilla que la personalidad puede entenderse como “la forma caracterísca en que una persona reacciona codianamente”. Cuando una personalidad es saludable o sana, el individuo se relaciona de forma adecuada con otras personas y hace frente a las situaciones que se presentan en el día a día. Cada uno de los autores que ha estudiado la personalidad considera diversos rasgos o caracteríscas; por ejemplo: la rebeldía, el autocontrol, la astucia, la suspicacia, la impulsividad, la afecvidad, la extroversión o la independencia, entre otros; además de que hay numerosas combinaciones. “Se presenta un trastorno de la personalidad cuando esas caracteríscas se vuelven demasiado rígidas, lo que produce un malestar o un deterioro en la capacidad para relacionarse y resolver problemas codianos”, explica la doctora Lucio y Gómez Maqueo. Cuando alguien sufre un trastorno de la personalidad se ven alterados los pensamientos acerca de sí mismo y de los demás; y puede que atribuya actudes hosles a otros, cuando en realidad éstos están siendo neutrales. También puede buscar perfección en el orden, lo cual resulta imposible de alcanzar. Otros presentan alteraciones en su capacidad para ser altruistas y seguir reglas, o bien son incapaces de tener relaciones cercanas con los demás, lo que les dificulta tener amigos. Estas variaciones limitan su capacidad de interrelación y su habilidad para enfrentar las situaciones de la vida. “Está mal de la cabeza” Los trastornos de la personalidad pertenecen al grupo de los trastornos mentales. Algunos ejemplos de estos úlmos son la psicosis, el ausmo, la esquizofrenia, la depresión y el estrés postraumáco, entre muchos otros. En nuestro país las enfermedades mentales están esgmazadas. Cuando en una familia alguien sufre un problema de este po, como un trastorno de la personalidad, la reacción más común es ocultarlo y evitar hablar de ello. Existen muchos prejuicios al respecto, por ejemplo: algunos evitan contratar o dar empleo a personas que han sido diagnoscadas con un trastorno mental; y es común la recomendación a familiares o amigos de “no te vayas a casar con ese loco”. En la Angüedad se pensaba que los enfermos mentales estaban endemoniados o poseídos, y que había que aislarlos del resto de la sociedad. En nuestros días, esas creencias se han superado en buena medida, pero aún persiste la creencia de que acudir con un psicólogo o psiquiatra es vergonzoso y signo de que la persona está “muy mal”. Lo que es incorrecto es no acudir con el especialista cuando se necesita ayuda. Quienes sufren problemas de salud mental requieren tratamiento profesional. Algunos trastornos de la personalidad Para diagnoscar un trastorno de este po se deben cumplir criterios establecidos en los manuales de psiquiatría, usados en todo el mundo. Algunos aspectos generales que presentan las personas que los sufren son los siguientes: Trastorno de la personalidad paranoide. Los individuos que los presentan suelen ser muy cautelosos y desconan de todos. Creen que los otros se aprovecharán de ellos, que los dañarán o que los engañarán. Trastorno de la personalidad esquizoide. Los sujetos suelen elegir acvidades solitarias; no desean ni disfrutan las relaciones personales, ni siquiera ser parte de una familia. Son muy fríos e indiferentes a crícas y halagos. Trastorno de la personalidad ansocial. Las personas fracasan en seguir las normas sociales y, con frecuencia, son detenidas por violar la ley; suelen ser deshonestas, mienten y pueden estafar a los demás para tener un beneficio o sólo por placer. Trastorno de la personalidad obsesivo-compulsiva. Los individuos quieren controlar todo de modo exagerado. En ocasiones, se obsesionan con la limpieza; se preocupan excesivamente por el orden, las listas o los horarios, al grado de que se les dificulta completar tareas. Trastorno de la personalidad histriónica. Las personas se sienten incómodas en situaciones en las que no son el centro de atención. Ulizan todo el empo su aspecto sico para “atrapar” las miradas. Son muy seductoras o provocadoras en sus interacciones con los demás en un grado exagerado. Director General: Dr. César A. Domínguez Pérez Tejada; Director de Medios: Ángel Figueroa; edición: Alfonso Andrés Fernández; coordinación de información: Claudia Juárez; coordinación de diseño: Jareni Ayala; apoyo editorial: Xavier Criou; soporte web: Aram Pichardo © 2019 DGDC-UNAM Escríbenos a [email protected] o llámanos en la CDMX al 56 22 73 03 Texto: Naix'ieli Castillo; diseño: Jareni Ayala; imágenes: Shutterstock.com

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Page 1: Cuando alguien sufre un trastorno de la personalidad resulta …€¦ · Algunos trastornos de la personalidad Para diagnosticar un trastorno de este tipo se deben cumplir criterios

Cuando alguien sufre un trastorno de la personalidad resulta afectada su capacidad para relacionarse con los demás

y el funcionamiento de su vida.

“Así es mi personalidad” o “Cada quien tiene su propia personalidad”

son frases que solemos decir. Aunque no seamos psicólogos, cuando

hablamos así nos referimos a lo que nos hace únicos: la herencia y la

interacción que tuvimos con nuestro entorno. Algunos son

organizados o serios, concienzudos, extrovertidos o rebeldes,

mientras que otros son afectuosos o impulsivos, alegres,

cooperativos o suspicaces.

La doctora Emilia Lucio y Gómez Maqueo, investigadora de la

Facultad de Psicología de la UNAM, explica de manera sencilla que

la personalidad puede entenderse como “la forma característica

en que una persona reacciona cotidianamente”.

Cuando una personalidad es saludable o sana, el individuo se

relaciona de forma adecuada con otras personas y hace frente

a las situaciones que se presentan en el día a día.

Cada uno de los autores que ha estudiado la personalidad

considera diversos rasgos o características; por ejemplo: la rebeldía,

el autocontrol, la astucia, la suspicacia, la impulsividad,

la afectividad, la extroversión o la independencia, entre otros;

además de que hay numerosas combinaciones.

“Se presenta un trastorno de la personalidad cuando esas

características se vuelven demasiado rígidas, lo que produce un

malestar o un deterioro en la capacidad para relacionarse y resolver

problemas cotidianos”, explica la doctora Lucio y Gómez Maqueo.

Cuando alguien sufre un trastorno de la personalidad se ven

alterados los pensamientos acerca de sí mismo y de los demás; y

puede que atribuya actitudes hostiles a otros, cuando en realidad

éstos están siendo neutrales. También puede buscar perfección en el

orden, lo cual resulta imposible de alcanzar.

Otros presentan alteraciones en su capacidad para ser altruistas y

seguir reglas, o bien son incapaces de tener relaciones cercanas

con los demás, lo que les dificulta tener amigos. Estas variaciones

limitan su capacidad de interrelación y su habilidad para enfrentar

las situaciones de la vida.

“Está mal de la cabeza”Los trastornos de la personalidad

pertenecen al grupo de los trastornos

mentales. Algunos ejemplos de estos

últimos son la psicosis, el autismo, la

esquizofrenia, la depresión y el estrés

postraumático, entre muchos otros.

En nuestro país las enfermedades mentales están estigmatizadas. Cuando en una familia alguien sufre un problema de este tipo, como un trastorno de la personalidad, la reacción más común es ocultarlo y evitar hablar de ello. Existen muchos prejuicios al respecto, por ejemplo: algunos evitan contratar o dar empleo a personas que han sido diagnosticadas con un trastorno mental; y es común la recomendación a familiares o amigos de “no te vayas a casar con ese loco”.

En la Antigüedad se pensaba que los enfermos mentales estaban endemoniados o poseídos, y que había que aislarlos del resto de la sociedad. En nuestros días, esas creencias se han superado en buena medida, pero aún persiste la creencia de que acudir con un psicólogo o psiquiatra es vergonzoso y signo de que la persona está “muy mal”.

Lo que es incorrecto es no acudir con el especialista cuando se necesita ayuda. Quienes sufren problemas de salud mental requieren tratamiento profesional.

Algunos trastornos de la personalidadPara diagnosticar un trastorno de este tipo se deben cumplir criterios establecidos en los manuales de psiquiatría, usados en todo el mundo. Algunos aspectos generales que presentan las personas que los sufren son los siguientes:

Trastorno de la personalidad paranoide. Los individuos que los presentan suelen ser muy cautelosos y desconfían de todos. Creen que los otros se aprovecharán de ellos, que los dañarán o que los engañarán.

Trastorno de la personalidad esquizoide. Los sujetos suelen elegir actividades solitarias; no desean ni disfrutan las relaciones personales, ni siquiera ser parte de una familia. Son muy fríos e indiferentes a críticas y halagos.

Trastorno de la personalidad antisocial. Las personas fracasan en seguir las normas sociales y, con frecuencia, son detenidas por violar la ley; suelen ser deshonestas, mienten y pueden estafar a los demás para tener un beneficio o sólo por placer.

Trastorno de la personalidad obsesivo-compulsiva. Los individuos quieren controlar todo de modo exagerado. En ocasiones, se obsesionan con la limpieza; se preocupan excesivamente por el orden, las listas o los horarios, al grado de que se les dificulta completar tareas.

Trastorno de la personalidad histriónica. Las personas se sienten incómodas en situaciones en las que no son el centro de atención. Utilizan todo el tiempo su aspecto físico para “atrapar” las miradas. Son muy seductoras o provocadoras en sus interacciones con los demás en un grado exagerado.

Director General: Dr. César A. Domínguez Pérez Tejada; Director de Medios: Ángel Figueroa; edición: Alfonso Andrés Fernández; coordinación de información: Claudia Juárez; coordinación de diseño: Jareni Ayala; apoyo editorial: Xavier Criou; soporte web: Aram Pichardo © 2019 DGDC-UNAM

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