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Remo BODEI, Destinos personales. La era de la colonización de las conciencias, Buenos Aires, El cuenco de plata, 2006, 528 pp. Desde sus primeros libros, este recono- cido filósofo eligió dialogar con la tradi- ción mediante una escritura rica y precisa. Y como le interesaba el estudio de las pasiones y disonancias en las vidas indivi- duales, sin olvidar su entorno social, Bodei encontró en viejos autores, como el pode- roso Agustín de Hipona (Ordo amoris), sus fuentes lejanas para analizar del pensa- miento occidental. Pero su obra en absolu- to refleja discusiones remotas; sus textos son buena expresión de las inquietudes modernas. Más aún, en Una geometría de las pasiones, de 1991, cartografió el ago- biante Barroco y en particular el cristalino mundo de Spinoza para acercárnoslo de un modo manifiesto; y en Scomposizioni. Forme dell’individuo moderno (1987), no traducido al español, analizó las borrascas de la gran Revolución que definen el umbral del desgarro contemporáneo nues- tro: esta fractura tiene además desde enton- ces la marca política francesa. Pues bien, su indagación ha proseguido cronológicamente con Destinos perso- nales, aparecido en 2002 y bien traducido por esta excelente editorial bonaerense. El libro viene así a cerrar su «trilogía de la individualidad» moderna, llegando hasta finales del siglo XIX y prolongándose hasta la primera mitad de la centuria siguiente hasta poner en evidencia las com- plejas y disociadas circunstancias persona- les de nuestros días. No es precisamente una obra maestra fácil de resumir: la suma de temáticas que ofrece Bodei con vigor y gracia es abultada. En una primera parte, arranca rápida- mente de Locke y Schopenhauer para mos- trar la construcción del yo como sujeto de la conciencia, el intelecto y la voluntad en dos gamas influyentes del pensamiento (el inglés fue también modelo de la Ilustración francesa). Y pasa a adentrarse en el mundo biocientífico, con un extenso capítulo «De la citología a la filosofía», pues el modelo celular tuvo gran peso no sólo para estudiar la vida sino también para interpretar hechos físicos y sociales en el siglo XIX. El ele- mento fundamental del organismo fue impulsado desde 1838 por Schleiden y Schwann, pero su teoría celular se amplió mucho avanzado el siglo XIX, al definirse la célula como una individualidad, y pro- ponerse que los organismos son una espe- cie de «colonia» de células-individuo (en 1902, Le Dantec indicó ya que un indivi- duo se define no por su número de células sino por la repetición de un tipo concreto). De esta suerte se aplicó la idea pluricelular, de inmediato, al comportamiento anímico y luego al social. Además de reflejarse en una figura de tanto peso como Taine, en la que se detiene Bodei, analiza éste su réplica en tres médi- cos filósofos del siglo XIX: Ribot, Janet y Binet, que influyeron en los investigadores sobre la psicología de masas (también en Freud), en ciertos literatos (así Proust o Pirandello) y, más adelante e involuntaria- mente, en la derecha extrema. A continua- ción, Bodei marca con intensidad y ampli- tud el centro de gravedad, o la explosión, de Nietzsche, para proseguir luego con esas estrategias de la individuación que dan nombre a la primera mitad de Destinos per- sonales. Por un lado, nos mostrará el par Bergson-Proust y el solitario o despiezado Pirandello –situados en una literatura mez- CRÍTICAS

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LIBROS

Remo BODEI, Destinos personales. La erade la colonización de las conciencias,Buenos Aires, El cuenco de plata, 2006,528 pp.

Desde sus primeros libros, este recono-cido filósofo eligió dialogar con la tradi-ción mediante una escritura rica y precisa.Y como le interesaba el estudio de laspasiones y disonancias en las vidas indivi-duales, sin olvidar su entorno social, Bodeiencontró en viejos autores, como el pode-roso Agustín de Hipona (Ordo amoris), susfuentes lejanas para analizar del pensa-miento occidental. Pero su obra en absolu-to refleja discusiones remotas; sus textosson buena expresión de las inquietudesmodernas. Más aún, enUna geometría delas pasiones, de 1991, cartografió el ago-biante Barroco y en particular el cristalinomundo de Spinoza para acercárnoslo de unmodo manifiesto; y en Scomposizioni.Forme dell’individuo moderno (1987), notraducido al español, analizó las borrascasde la gran Revolución que definen elumbral del desgarro contemporáneo nues-tro: esta fractura tiene además desde enton-ces la marca política francesa.

Pues bien, su indagación ha proseguidocronológicamente con Destinos perso-nales, aparecido en 2002 y bien traducidopor esta excelente editorial bonaerense. Ellibro viene así a cerrar su «trilogía de laindividualidad» moderna, llegando hastafinales del siglo XIX y prolongándosehasta la primera mitad de la centuriasiguiente hasta poner en evidencia las com-plejas y disociadas circunstancias persona-les de nuestros días. No es precisamenteuna obra maestra fácil de resumir: la sumade temáticas que ofrece Bodei con vigor ygracia es abultada.

En una primera parte, arranca rápida-mente de Locke y Schopenhauer para mos-trar la construcción del yo como sujeto dela conciencia, el intelecto y la voluntad endos gamas influyentes del pensamiento (elinglés fue también modelo de la Ilustraciónfrancesa). Y pasa a adentrarse en el mundobiocientífico, con un extenso capítulo «Dela citología a la filosofía», pues el modelocelular tuvo gran peso no sólo para estudiarla vida sino también para interpretar hechosfísicos y sociales en el siglo XIX. El ele-mento fundamental del organismo fueimpulsado desde 1838 por Schleiden ySchwann, pero su teoría celular se ampliómucho avanzado el siglo XIX, al definirsela célula como una individualidad, y pro-ponerse que los organismos son una espe-cie de «colonia» de células-individuo (en1902, Le Dantec indicó ya que un indivi-duo se define no por su número de célulassino por la repetición de un tipo concreto).De esta suerte se aplicó la idea pluricelular,de inmediato, al comportamiento anímico yluego al social.

Además de reflejarse en una figura detanto peso como Taine, en la que se detieneBodei, analiza éste su réplica en tres médi-cos filósofos del siglo XIX: Ribot, Janet yBinet, que influyeron en los investigadoressobre la psicología de masas (también enFreud), en ciertos literatos (así Proust oPirandello) y, más adelante e involuntaria-mente, en la derecha extrema. A continua-ción, Bodei marca con intensidad y ampli-tud el centro de gravedad, o la explosión,de Nietzsche, para proseguir luego con esasestrategias de la individuación que dannombre a la primera mitad deDestinos per-sonales. Por un lado, nos mostrará el parBergson-Proust y el solitario o despiezadoPirandello –situados en una literatura mez-

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clada con sensaciones de disolución–; y porotro hará una amplia reflexión sobreSimmel, que trata, por oposición al último,de buscar el crecimiento personal pese atantas limitaciones externas, abriéndose alos vínculos externos favorables o cerrán-dose a los hostiles.

La segunda parte del libro,la coloniza-ción de las conciencias, se adentra porterrenos sin duda políticos. Le interesa alautor ver cómo nace el individualismo demasas, y analiza a los conductores de almas(Le Bon, Sorel, etc.), y a los pastores italia-nos de la jerarquía y el sacrificio, losMussolini y Gentile que dirigieron en cuer-pos y mentes un régimen masivomuy con-creto. El libro se cierra al fin con casi seten-ta páginas de mirada ya retrospectiva delsiglo XX («Horizontes del yo»), querecuerdan de antemano el exterminio nazi,los fracasos de organización total de la his-toria, y un claro derrumbe del individuoactual. Bodei espera que el presente sea,con todo, una época de gestación, unmomento de metamorfosis; que sea untiempo donde podría reconducirse esa cir-cunstancia global –alienadora, narcisista ehisterizante en las costumbres y en la cul-tura–, para que cada cual pueda recapacitary dar un giro más íntimo y grave a su per-sona, más resistente a las melodías unifor-madoras que nos envuelven. Pero lo dicecon grandes dudas, pues las perplejidades ylos peligros son enormes sin duda.

Ahora bien como el ensayo aborda lasconcepciones de la identidad que lleganhasta nuestros días, recordemos rápida-mente tres libros suyos anteriores, de dis-tinto aliento, pues permiten aclarar algunasde las visiones acerca del «yo» queDestinos personales al fin traducido ofrece.Ya en su Filosofía del siglo XX, de 1997(Madrid, Alianza, 2001), se abría indicando

que «una vez constatada la imposibilidadde descubrir el ‘bacilo de la locura’, olesiones orgánicas en las psicosis endóge-nas, comienza ahora el acercamiento de lapsiquiatría a las filosofías más recientes» (yen Destinos personales hay una fusión dediversos ámbitos del conocimiento). Peromás aún, como gran estudioso del territoriopasional, Bodei sabe que la desviación esconstitutiva de la propia norma; y enLaslógicas del delirio, Razón, afectos, locurade 2000 (Madrid, Cátedra, 2002), ofrecióuna lectura singular de una carta de Freud,para ver nuestros conflictos más hondos: esun texto claro y conciso, está plagadode asociaciones sobre las discontinuidadesde la vida psíquica, sobre cómo el pasadose adhiere al presente y cómo hay zonas dedifícil sutura o mal suturadas en nuestraconciencia.

Por su parte, El doctor Freud y los ner-vios del alma –unas conversaciones conC. Albarella de 2001 (Valencia, Pre-Textos,2004)–, nació de su malestar ante ciertosdebates cuyo tono polémico y sectariorevela que carecen de un conocimientoaceptable del discurso psicoanalítico: «Fre-cuentemente, la aceptación o el rechazo delpsicoanálisis vienen motivados por actitu-des en parte preconcebidas», que conducena apreciaciones estériles. Bodei, interesadopor el psicoanálisis y crítico, como filósofoatento, de ciertos aspectos de la obra deFreud, responde con pasión a tres aspectosfundamentales: los vínculos entre psico-análisis y sociedad; las relaciones entrefilosofía y psicoanálisis; el territorio, queéste implica; la hermenéutica y su lugarante la ciencia. La grandeza freudiana–dice– «fue la de usar el conocimiento ylos afectos como dispositivo conjunto parasalir de la pasividad», pese a depender de«modelos blindados de tipo positivista». El

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LIBROS

libro resulta claro, incisivo, y sin duda dejamuchas ventanas para la polémica: comosucede con las buenas síntesis.

Reseñemos aún su último volumen,Piramidi di tempo. Storie e teoria del déjàvu (Bolonia, Il Mulino, 2006), que analizaotra sutura y otras ramificaciones mentales(incluyendo el eterno retorno): esa sensa-ción extraña de haber vivido una situaciónanterior, eldéjà vu tan discutido por la psi-quiatría. Lo hace a través de la literatura yla filosofía –de Rossetti a Bloch–, y en élcita sobre todo a Freud, justamente el doblede las veces que se refiere a Janet, pues a sujuicio la terna de los médicos decimonóni-cos arriba citados sigue siendo un nódulosignificativo de la modernidad.

En fin, Bodei intenta captar lo espectralde las teorías, enseñar cómo se han despla-zado modelos epistemológicos de un terri-torio del saber a otro (con independencia desu verdad científica). Y lo hace bellamente.Sin olvidar que conviene valorar los suce-sos históricos, esto es, discutir los patronesde interpretación contemporánea, en susdistintas capas. Pues toma en consideraciónlos últimos tramos de nuestra historia comoformas de «representación cultural» toda-vía relevantes, y que pueden ser modifica-dos al menos en parte, de acuerdo con unatradición honorable del pensamiento civilitaliano.

Mauricio Jalón

Antonio ESPINOGRANADO (Coordinador), Laatención a la Salud Mental en España.Estrategias y compromiso social. Acto deCelebración del XX aniversario delInforme de la Comisión Ministerial parala Reforma Psiquiátrica. Abril 1985.Toledo, 14 de abril de 2005, Toledo,

Madrid, Ministerio de Sanidad y Consu-mo, Junta de Comunidades de Castilla-LaMancha, 2006, 241 pp.

Como se ha repetido, la asistencia psi-quiátrica siempre ha sido «la cenicienta» dela atención sanitaria en España. Conta-minada la enfermedad psiquiátrica porvalores negativos, su curación ha sido des-cuidada. Posesión diabólica, brujería ohechicería, delincuencia o maldad, sonalgunas de las equivalencias que la pobla-ción, incluso la ciencia o la iglesia, encon-traban en estos pobres sufrientes. La cárcel,la miseria, la hoguera, las galeras perse-guían a estos desgraciados, que tan solomuy recientemente han sido liberados. Lamítica escena de la liberación de los locosde sus cadenas por obra de Pinel, tan solofue un gesto más de la revolución francesa,pues por muchos años la atención médicaera rara y cara, inexistente para los que nogozaban de una comodidad suficiente en elterreno económico.

Todavía muchos recordamos el horrorde los manicomios franquistas, en queparecía reunirse todo el rencor político ysocial de la etapa de posguerra. Estospobres infelices pagaban las miserias deuna época negra de nuestra historia. Por esoson míticos también los esfuerzos demuchos psiquiatras jóvenes que al fin deeste período y en el comienzo de la demo-cracia lucharon por mejorar los terribleshospitales psiquiátricos. La nueva etapasupuso pues una esperanza, sobre todocuando el PSOE llega al poder en 1982. LaComisión Ministerial para la ReformaPsiquiátrica, nombrada por el ministerioencabezado por Ernest Lluch, fue decisivapara plantear las necesarias mejoras.Llegaba en un momento en que la existen-cia del Ministerio de Sanidad y Consumo,

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clada con sensaciones de disolución–; y porotro hará una amplia reflexión sobreSimmel, que trata, por oposición al último,de buscar el crecimiento personal pese atantas limitaciones externas, abriéndose alos vínculos externos favorables o cerrán-dose a los hostiles.

La segunda parte del libro,la coloniza-ción de las conciencias, se adentra porterrenos sin duda políticos. Le interesa alautor ver cómo nace el individualismo demasas, y analiza a los conductores de almas(Le Bon, Sorel, etc.), y a los pastores italia-nos de la jerarquía y el sacrificio, losMussolini y Gentile que dirigieron en cuer-pos y mentes un régimen masivomuy con-creto. El libro se cierra al fin con casi seten-ta páginas de mirada ya retrospectiva delsiglo XX («Horizontes del yo»), querecuerdan de antemano el exterminio nazi,los fracasos de organización total de la his-toria, y un claro derrumbe del individuoactual. Bodei espera que el presente sea,con todo, una época de gestación, unmomento de metamorfosis; que sea untiempo donde podría reconducirse esa cir-cunstancia global –alienadora, narcisista ehisterizante en las costumbres y en la cul-tura–, para que cada cual pueda recapacitary dar un giro más íntimo y grave a su per-sona, más resistente a las melodías unifor-madoras que nos envuelven. Pero lo dicecon grandes dudas, pues las perplejidades ylos peligros son enormes sin duda.

Ahora bien como el ensayo aborda lasconcepciones de la identidad que lleganhasta nuestros días, recordemos rápida-mente tres libros suyos anteriores, de dis-tinto aliento, pues permiten aclarar algunasde las visiones acerca del «yo» queDestinos personales al fin traducido ofrece.Ya en su Filosofía del siglo XX, de 1997(Madrid, Alianza, 2001), se abría indicando

que «una vez constatada la imposibilidadde descubrir el ‘bacilo de la locura’, olesiones orgánicas en las psicosis endóge-nas, comienza ahora el acercamiento de lapsiquiatría a las filosofías más recientes» (yen Destinos personales hay una fusión dediversos ámbitos del conocimiento). Peromás aún, como gran estudioso del territoriopasional, Bodei sabe que la desviación esconstitutiva de la propia norma; y enLaslógicas del delirio, Razón, afectos, locurade 2000 (Madrid, Cátedra, 2002), ofrecióuna lectura singular de una carta de Freud,para ver nuestros conflictos más hondos: esun texto claro y conciso, está plagadode asociaciones sobre las discontinuidadesde la vida psíquica, sobre cómo el pasadose adhiere al presente y cómo hay zonas dedifícil sutura o mal suturadas en nuestraconciencia.

Por su parte, El doctor Freud y los ner-vios del alma –unas conversaciones conC. Albarella de 2001 (Valencia, Pre-Textos,2004)–, nació de su malestar ante ciertosdebates cuyo tono polémico y sectariorevela que carecen de un conocimientoaceptable del discurso psicoanalítico: «Fre-cuentemente, la aceptación o el rechazo delpsicoanálisis vienen motivados por actitu-des en parte preconcebidas», que conducena apreciaciones estériles. Bodei, interesadopor el psicoanálisis y crítico, como filósofoatento, de ciertos aspectos de la obra deFreud, responde con pasión a tres aspectosfundamentales: los vínculos entre psico-análisis y sociedad; las relaciones entrefilosofía y psicoanálisis; el territorio, queéste implica; la hermenéutica y su lugarante la ciencia. La grandeza freudiana–dice– «fue la de usar el conocimiento ylos afectos como dispositivo conjunto parasalir de la pasividad», pese a depender de«modelos blindados de tipo positivista». El

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LIBROS

libro resulta claro, incisivo, y sin duda dejamuchas ventanas para la polémica: comosucede con las buenas síntesis.

Reseñemos aún su último volumen,Piramidi di tempo. Storie e teoria del déjàvu (Bolonia, Il Mulino, 2006), que analizaotra sutura y otras ramificaciones mentales(incluyendo el eterno retorno): esa sensa-ción extraña de haber vivido una situaciónanterior, eldéjà vu tan discutido por la psi-quiatría. Lo hace a través de la literatura yla filosofía –de Rossetti a Bloch–, y en élcita sobre todo a Freud, justamente el doblede las veces que se refiere a Janet, pues a sujuicio la terna de los médicos decimonóni-cos arriba citados sigue siendo un nódulosignificativo de la modernidad.

En fin, Bodei intenta captar lo espectralde las teorías, enseñar cómo se han despla-zado modelos epistemológicos de un terri-torio del saber a otro (con independencia desu verdad científica). Y lo hace bellamente.Sin olvidar que conviene valorar los suce-sos históricos, esto es, discutir los patronesde interpretación contemporánea, en susdistintas capas. Pues toma en consideraciónlos últimos tramos de nuestra historia comoformas de «representación cultural» toda-vía relevantes, y que pueden ser modifica-dos al menos en parte, de acuerdo con unatradición honorable del pensamiento civilitaliano.

Mauricio Jalón

Antonio ESPINOGRANADO (Coordinador), Laatención a la Salud Mental en España.Estrategias y compromiso social. Acto deCelebración del XX aniversario delInforme de la Comisión Ministerial parala Reforma Psiquiátrica. Abril 1985.Toledo, 14 de abril de 2005, Toledo,

Madrid, Ministerio de Sanidad y Consu-mo, Junta de Comunidades de Castilla-LaMancha, 2006, 241 pp.

Como se ha repetido, la asistencia psi-quiátrica siempre ha sido «la cenicienta» dela atención sanitaria en España. Conta-minada la enfermedad psiquiátrica porvalores negativos, su curación ha sido des-cuidada. Posesión diabólica, brujería ohechicería, delincuencia o maldad, sonalgunas de las equivalencias que la pobla-ción, incluso la ciencia o la iglesia, encon-traban en estos pobres sufrientes. La cárcel,la miseria, la hoguera, las galeras perse-guían a estos desgraciados, que tan solomuy recientemente han sido liberados. Lamítica escena de la liberación de los locosde sus cadenas por obra de Pinel, tan solofue un gesto más de la revolución francesa,pues por muchos años la atención médicaera rara y cara, inexistente para los que nogozaban de una comodidad suficiente en elterreno económico.

Todavía muchos recordamos el horrorde los manicomios franquistas, en queparecía reunirse todo el rencor político ysocial de la etapa de posguerra. Estospobres infelices pagaban las miserias deuna época negra de nuestra historia. Por esoson míticos también los esfuerzos demuchos psiquiatras jóvenes que al fin deeste período y en el comienzo de la demo-cracia lucharon por mejorar los terribleshospitales psiquiátricos. La nueva etapasupuso pues una esperanza, sobre todocuando el PSOE llega al poder en 1982. LaComisión Ministerial para la ReformaPsiquiátrica, nombrada por el ministerioencabezado por Ernest Lluch, fue decisivapara plantear las necesarias mejoras.Llegaba en un momento en que la existen-cia del Ministerio de Sanidad y Consumo,

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la dedicación de dinero y atención al proble-ma y los cambios políticos eran factorespositivos para la reforma. El nacimiento delestado de las autonomías era una de lasnovedades de mayor importancia. Se queríauna atención orientada hacia la medicinacomunitaria y coordinada en el sistema sani-tario, mejorando los profesionales y las ins-tituciones. Se quería aprovechar lo existente–en especial el movimiento renovador quecundía entre los psiquiatras jóvenes–, crearlo nuevo necesario y, sobre todo, coordinarinstituciones e instancias políticas. Todo elmundo conoce el Informe presentado por laComisión, que ahora se reedita con aporta-ciones fundamentales sobre su gestación yaplicación. Es importante la presentacióndel que fue su Secretario, así como algunaspalabras del Ministro que firmó la LeyGeneral de Sanidad.

Sin duda hubo muchos logros, pero pro-blemas económicos y políticos hicieronque muchas de estas novedades no seimplantaran, incluso que se diera marchaatrás en algunas. La tendencia a la privati-zación –o gestión privada, como se quiera-que tanto tememos quienes creemos en lasanidad pública–, ha hecho que a veces sepueda hablar de una contrarreforma. Perosin duda el mismo impulso de renovaciónestatal que acompañó a los cambios sanita-rios ha sido también foco de mejora enalgunas autonomías. En este sentido, enestas páginas se presentan las novedadesque en atención psiquiátrica se han produ-cido en algunas de estas, así en Cataluña,País Vasco, Andalucía y Castilla-LaMancha, la anfitriona. También por MattMuijen, las perspectivas de la OMS paraEuropa y por Alberto Fernández Liria, laspropuestas para España desde una perspec-tiva histórica y profesional. Estar atentos aestas novedades es importante para quienes

desean que los pacientes psiquiátricos ten-gan una adecuada respuesta a sus derechos.Tal es, pues, la intención del libro que pre-sento y que recomiendo a quienes se inte-resan por la medicina presente. Sirvan asíestas palabras de introducción a su intere-sante contenido y, sobre todo, de homenajea unos inteligentes profesionales –algunosbuenos amigos– que propusieron y llevarona cabo la liberación de las cadenas de esospobres dementes.

José Luis Peset

Joan CODERCH, Pluralidad y diálogo enpsicoanálisis, Barcelona, Herder, 2006,319 pp.

El título de este libro es ya todo un acier-to por dos motivos: primero porque desdeel punto de vista estético es de una bellezacautivadora y, sobre todo, porque es todauna declaración de principios. Efecti-vamente éste es un libro dialogante, con lapsicoterapia, con las diferentes modalida-des de psicoanálisis, con la filosofía, con lateoría del conocimiento, con las neurocien-cias, etc. Pero también es un libro dialoga-do, pues el trabajo del autor viene acompa-ñado de dos aportaciones plenamente inte-gradas: un capítulo sobre psicoanálisisinfantil escrito por Joana M.ª Tous que cie-rra el volumen y un prólogo a cargo deMercè Mitjavila que, ya desde las primeraspáginas, nos sumerge en un clima dialo-gante y reflexivo de alto nivel que presidi-rá todas y cada una de las que siguen hastafinalizar el libro.

Adscrito al «pluralismo crítico» propues-to por Popper el autor pretende dos cosas:por un lado abordar la pluralidad teórica ytécnica del psicoanálisis, y por otro dialogar

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LIBROS

con otras disciplinas del saber. Respecto a lapluralidad recurre a las posturas de autoresque dialogan entre ellos en trabajos recientes(Wallerstein, Green, Kernberg, Gabbard) yexpone sus propias opiniones, con gran sen-tido común, respecto a la pluralidad y tam-bién al terreno común en los aspectos másnucleares: los fenómenos mentales básicos,la dedicación de ayuda con las dificultades yel compromiso con la relación terapéuticapara ofrecer la posibilidad de una mejor cali-dad de vida. En definitiva, en aquello que escompartido por todos los psicoterapeutas:escuchar, comprender y ayudar. Al mismotiempo denuncia, no tanto las divergencias,que las hay, sino las actitudes cerradas en símismas, de no querer ver más allá de laspropias teorías. Para abordar el diálogo conotras disciplinas recurre a los principalesmodelos del psicoanálisis, el modelo pulsio-nal y el modelo relacional, para hacerloscorresponder con las dos principales con-cepciones de la naturaleza humana: la indi-vidual y la social.

En el primer capítulo el autor aborda eldebate de la diversidad de teorías que hancoexistido y conviven dentro del psicoaná-lisis (las principales orientaciones psico-analíticas actuales). Algunas ideas ya ha-bían estado esbozadas en su anterior traba-jo La relación paciente terapeuta (Paidós,2001), donde el autor ya se nos mostrabacon un convencido anti-dogmatismo que lepermite hacer crítica, y autocrítica, de tra-diciones y teorías que durante demasiadotiempo han parecido incuestionables dentroy fuera del mundo psicoanalítico. Con granprecisión va exponiendo modelos diferen-tes para la comprensión del psiquismohumano y lo que cada uno aporta de valio-so en este diálogo que considera necesarioy hasta imprescindible. Pero Coderch vamás allá, y considera esta diversidad como

una fuente de conocimiento más que unproblema que precise una solución enforma de una teoría común.

El segundo capítulo trata del diálogoentre psicoanálisis y filosofía del lenguaje.En relación a los objetivos que apuntába-mos antes, el autor expone una concepciónde la mente humana fundamentalmentesocial y, por tanto, una concepción funda-mentalmente relacional del proceso psico-analítico. En esta relación, y gracias a lafilosofía del lenguaje, Coderch hace unapropuesta para resolver la aparente parado-ja de las diferentes interpretaciones en elmarco de las distintas orientaciones psico-analíticas: desde esta perspectiva –nosdice– toda interpretación consta de doscomponentes. Uno es el componentesemántico-referencial, mediante el cual elanalista anuncia, a través de su proposi-ción, una realidad de la mente del paciente.Sería el contenido de la interpretación (elúnico que se ha tenido en cuenta tradicio-nalmente). Pero hoy sabemos que hay otrocomponente, el pragmático-comunicativo,mediante el cual el analista comunica,implícitamente, su actitud y por tanto, sitrabaja adecuadamente y sea cual sea suorientación teórica, siempre comunicará asu analizado su interés por escucharlo y porcomprenderlo, así como su intento de nointerferir en su libertad, de ayudarlo a pen-sar y a ser responsable de sus actos.

El tercer capítulo aborda el tema del psi-coanálisis como ciencia, y como no podíaser de otra forma, es uno de los apartadosque queda más abierto. Abierto en el sentidode que, después de efectuar un recorrido pordiversas posiciones y argumentaciones(desde el mismo Freud hasta Gadamer) y desuscribir la necesidad de un método científi-co propio para el psicoanálisis, del estilo delde las ciencias humanas, también es cons-

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la dedicación de dinero y atención al proble-ma y los cambios políticos eran factorespositivos para la reforma. El nacimiento delestado de las autonomías era una de lasnovedades de mayor importancia. Se queríauna atención orientada hacia la medicinacomunitaria y coordinada en el sistema sani-tario, mejorando los profesionales y las ins-tituciones. Se quería aprovechar lo existente–en especial el movimiento renovador quecundía entre los psiquiatras jóvenes–, crearlo nuevo necesario y, sobre todo, coordinarinstituciones e instancias políticas. Todo elmundo conoce el Informe presentado por laComisión, que ahora se reedita con aporta-ciones fundamentales sobre su gestación yaplicación. Es importante la presentacióndel que fue su Secretario, así como algunaspalabras del Ministro que firmó la LeyGeneral de Sanidad.

Sin duda hubo muchos logros, pero pro-blemas económicos y políticos hicieronque muchas de estas novedades no seimplantaran, incluso que se diera marchaatrás en algunas. La tendencia a la privati-zación –o gestión privada, como se quiera-que tanto tememos quienes creemos en lasanidad pública–, ha hecho que a veces sepueda hablar de una contrarreforma. Perosin duda el mismo impulso de renovaciónestatal que acompañó a los cambios sanita-rios ha sido también foco de mejora enalgunas autonomías. En este sentido, enestas páginas se presentan las novedadesque en atención psiquiátrica se han produ-cido en algunas de estas, así en Cataluña,País Vasco, Andalucía y Castilla-LaMancha, la anfitriona. También por MattMuijen, las perspectivas de la OMS paraEuropa y por Alberto Fernández Liria, laspropuestas para España desde una perspec-tiva histórica y profesional. Estar atentos aestas novedades es importante para quienes

desean que los pacientes psiquiátricos ten-gan una adecuada respuesta a sus derechos.Tal es, pues, la intención del libro que pre-sento y que recomiendo a quienes se inte-resan por la medicina presente. Sirvan asíestas palabras de introducción a su intere-sante contenido y, sobre todo, de homenajea unos inteligentes profesionales –algunosbuenos amigos– que propusieron y llevarona cabo la liberación de las cadenas de esospobres dementes.

José Luis Peset

Joan CODERCH, Pluralidad y diálogo enpsicoanálisis, Barcelona, Herder, 2006,319 pp.

El título de este libro es ya todo un acier-to por dos motivos: primero porque desdeel punto de vista estético es de una bellezacautivadora y, sobre todo, porque es todauna declaración de principios. Efecti-vamente éste es un libro dialogante, con lapsicoterapia, con las diferentes modalida-des de psicoanálisis, con la filosofía, con lateoría del conocimiento, con las neurocien-cias, etc. Pero también es un libro dialoga-do, pues el trabajo del autor viene acompa-ñado de dos aportaciones plenamente inte-gradas: un capítulo sobre psicoanálisisinfantil escrito por Joana M.ª Tous que cie-rra el volumen y un prólogo a cargo deMercè Mitjavila que, ya desde las primeraspáginas, nos sumerge en un clima dialo-gante y reflexivo de alto nivel que presidi-rá todas y cada una de las que siguen hastafinalizar el libro.

Adscrito al «pluralismo crítico» propues-to por Popper el autor pretende dos cosas:por un lado abordar la pluralidad teórica ytécnica del psicoanálisis, y por otro dialogar

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con otras disciplinas del saber. Respecto a lapluralidad recurre a las posturas de autoresque dialogan entre ellos en trabajos recientes(Wallerstein, Green, Kernberg, Gabbard) yexpone sus propias opiniones, con gran sen-tido común, respecto a la pluralidad y tam-bién al terreno común en los aspectos másnucleares: los fenómenos mentales básicos,la dedicación de ayuda con las dificultades yel compromiso con la relación terapéuticapara ofrecer la posibilidad de una mejor cali-dad de vida. En definitiva, en aquello que escompartido por todos los psicoterapeutas:escuchar, comprender y ayudar. Al mismotiempo denuncia, no tanto las divergencias,que las hay, sino las actitudes cerradas en símismas, de no querer ver más allá de laspropias teorías. Para abordar el diálogo conotras disciplinas recurre a los principalesmodelos del psicoanálisis, el modelo pulsio-nal y el modelo relacional, para hacerloscorresponder con las dos principales con-cepciones de la naturaleza humana: la indi-vidual y la social.

En el primer capítulo el autor aborda eldebate de la diversidad de teorías que hancoexistido y conviven dentro del psicoaná-lisis (las principales orientaciones psico-analíticas actuales). Algunas ideas ya ha-bían estado esbozadas en su anterior traba-jo La relación paciente terapeuta (Paidós,2001), donde el autor ya se nos mostrabacon un convencido anti-dogmatismo que lepermite hacer crítica, y autocrítica, de tra-diciones y teorías que durante demasiadotiempo han parecido incuestionables dentroy fuera del mundo psicoanalítico. Con granprecisión va exponiendo modelos diferen-tes para la comprensión del psiquismohumano y lo que cada uno aporta de valio-so en este diálogo que considera necesarioy hasta imprescindible. Pero Coderch vamás allá, y considera esta diversidad como

una fuente de conocimiento más que unproblema que precise una solución enforma de una teoría común.

El segundo capítulo trata del diálogoentre psicoanálisis y filosofía del lenguaje.En relación a los objetivos que apuntába-mos antes, el autor expone una concepciónde la mente humana fundamentalmentesocial y, por tanto, una concepción funda-mentalmente relacional del proceso psico-analítico. En esta relación, y gracias a lafilosofía del lenguaje, Coderch hace unapropuesta para resolver la aparente parado-ja de las diferentes interpretaciones en elmarco de las distintas orientaciones psico-analíticas: desde esta perspectiva –nosdice– toda interpretación consta de doscomponentes. Uno es el componentesemántico-referencial, mediante el cual elanalista anuncia, a través de su proposi-ción, una realidad de la mente del paciente.Sería el contenido de la interpretación (elúnico que se ha tenido en cuenta tradicio-nalmente). Pero hoy sabemos que hay otrocomponente, el pragmático-comunicativo,mediante el cual el analista comunica,implícitamente, su actitud y por tanto, sitrabaja adecuadamente y sea cual sea suorientación teórica, siempre comunicará asu analizado su interés por escucharlo y porcomprenderlo, así como su intento de nointerferir en su libertad, de ayudarlo a pen-sar y a ser responsable de sus actos.

El tercer capítulo aborda el tema del psi-coanálisis como ciencia, y como no podíaser de otra forma, es uno de los apartadosque queda más abierto. Abierto en el sentidode que, después de efectuar un recorrido pordiversas posiciones y argumentaciones(desde el mismo Freud hasta Gadamer) y desuscribir la necesidad de un método científi-co propio para el psicoanálisis, del estilo delde las ciencias humanas, también es cons-

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ciente de los esfuerzos que un buen númerode psicoanalistas están llevando a cabo paraaplicar la metodología empírica. La mismaMercè Mitjavila, psicoanalista autora delprólogo, constituye un inmejorable ejemplode este esfuerzo combinando diseños expe-rimentales y cualitativos en el estudio tantode procesos como de resultados en el proce-so analítico. En cualquier caso las reflexio-nes expresadas en este capítulo son unamuestra más de lo mucho que falta aún pordialogar en este tema de la máxima actuali-dad en los ámbitos universitarios, de investi-gación y también en los profesionales.

En el siguiente capítulo recoge algunasaportaciones de las neurociencias en rela-ción a conceptos clásicos del psicoanálisiscomo la amnesia infantil o el mismo con-cepto de inconsciente: en el primero tratadel porqué de la ausencia de recuerdos pri-mitivos sin recurrir a la teoría del conflictoy en el segundo a partir de la evidencia dedos tipos de inconsciente, el dinámico y elde procedimiento o no conflictivo. Pero lasrevisiones y actualizaciones más substan-ciales de este capítulo se centran en losconceptos de alianza terapéutica y en el detransferencia. Alianza terapéutica entendi-da como una forma de colaboración delpaciente con el analista más que una alian-za frente a alguien o alguna cosa. Respectoa la transferencia el autor nos propone unfascinante recorrido desde la concepciónmás clásica (pero a pesar de todo muyaceptada aún) de una transferencia exclusi-vamente proyectiva, hasta una visión de latransferencia como una forma de organiza-ción de la propia realidad del paciente en elmarco de la relación terapéutica.

Tanto en este capítulo como en el dedica-do al diálogo entre psicoanálisis y psicotera-pia Coderch recupera y revisa conceptos queya había trabajado en profundidad en otras

publicaciones anteriores (Teoría y técnica dela psicoterapia psicoanalítica, 1987 y Lainterpretación en psicoanálisis, 1995), des-mitificando el concepto de neutralidad delterapeuta y llamando la atención sobre losbeneficios o la desmesura del setting que,con un planteamiento inflexible, puedefomentar fácilmente la sumisión del pacien-te. En todas estas revisiones el autor no dudaen ser muy crítico con aquellas actitudes yprácticas del analista que están más condi-cionadas por la teoría que por el evidentedeseo de ayudar al paciente. El autor justifi-ca con contundencia que, el trato del analistacon su analizado, está siempre inspirado porsu deseo humano de hacer lo que le sea másbenéfico. Pero no con menor contundenciaadvierte del hecho de que, cuando la adscrip-ción a la teoría muestra su cara más rígida einflexible, el paciente no puede vivir al tera-peuta como un objeto bueno y con el quetiene una relación de neutralidad benevolen-te, actuando esto en perjuicio de que puedaconectar y trabajar sus impulsos más agresi-vos, envidiosos, etc., ya que percibe que loha de hacer en una relación que no le ofreceninguna garantía de seguridad, afecto ni con-fianza. Advierte sobre actitudes deshonestase interesadas cuando, hablando de psicoaná-lisis y psicoterapia, expone algunas motiva-ciones que pueden precipitar una determina-da indicación o el pasar de un tratamiento alotro, etc. Actitudes que pueden ser defensi-vas en lo que respecta al uso de la interpreta-ción, de los silencios o del encuadre.

Cuando el autor nos habla del narcisismolo hace en forma de revisión actualizada,tanto desde el punto de vista teórico comode su abordaje terapéutico, y como unaforma de entender la imposibilidad del diá-logo en el individuo y en el grupo social enla actualidad. El capítulo sobre el narcisismoaporta, al libro, la riqueza del material clíni-

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co de la misma forma que Joana M.ª Tous lohace en su capítulo dedicado a la pluralidaden el ámbito del psicoanálisis infantil.

Como hemos visto, pues, el trabajo pro-pone un diálogo del psicoanálisis consigomismo, en primer lugar, (entre lo que cono-cemos como orientaciones o escuelas) y, engran medida también, un diálogo con otrasdisciplinas. Supongo que, antes de adentrar-se en la lectura del libro, es inevitable quecada lector imagine un diálogo diferente, ala medida de sus intereses. Quizás se trata deun efecto secundario de lo que ha pasadotradicionalmente, cuando el psicoanálisis seha propuesto dialogar con el arte, la religión,la biología, la pedagogía o la sociología, porponer solo algunos ejemplos. Tras la lecturadel libro de Coderch uno piensa si, muchosde estos presuntos diálogos, en el fondo,eran más bien monólogos de una sola direc-ción: desde la comprensión psicoanalíticahacia el resto de manifestaciones humanas.Pero Coderch es honesto, con los lectores y,sobre todo, consigo mismo, y nos habla talcomo piensa, y escribe de lo que sabe, ymantiene una actitud dialogante como la quetiene con los otros profesionales, inclusomás jóvenes y menos sabios, o con los estu-diantes. Por ello, este trabajo abre vías aotros diálogos y, en mi opinión, sobre todocon aquellas disciplinas que están básica-mente comprometidas con la función asis-tencial: la deontología médica, las prácticasdestinadas a mejorar la llamada calidad devida y el amplio muestrario de prácticas psi-cológicas aplicadas a ámbitos diversos yespecíficos, entre otras.

Antes me he referido al Prólogo escritopor Mercè Mitjavila y ahora me gustaríavolver a él brevemente. Ella plantea unaprimera controversia entre dos opinionesformuladas de manera clara y precisa por elautor: es inevitable o no que existan

muchos psicoanálisis y, sobre todo, esto esfructífero o es un problema. Leyendo losargumentos, tanto los de ella misma comolos de Joan Coderch, me atrevo a formulardos consideraciones: la primera que estefenómeno debe ser inevitable, pues yadesde el año 1910, con la fundación de laAsociación Psicoanalítica Internacional,aparecen divergencias tan irreconciliablesque van desembocando, periódicamente, enexpulsiones de miembros de la talla deJung o Adler, y parece que ésta no es unapráctica extinguida en la actualidad desociedades psicoanalíticas. La segundareflexión es la de que este hecho debe serfructífero, pues es innegable que la diversi-dad entre éstos y otros autores ha fecunda-do con mucha más energía el mundo de lapsicología y el de la salud mental e inclusoel del mismo psicoanálisis, y un efectocolateral de esto es el de que estamos asis-tiendo a una verdadera rehabilitación demuchos de estos autores que ahora están enprimera línea, como es el caso de Winnicotto Ferenczi, por poner sólo dos ejemplos.

Cabe preguntarse si muchas de estas esci-siones radican en lo más esencial de lasteorías y de sus correspondientes prácticas(dentro del psicoanálisis e incluso en refe-rencia a otras orientaciones psicológicas) osi estamos frente a un fenómeno ligado alnarcisismo de los representantes de estosgrupos y sociedades, o a su necesidad deautoafirmación identitaria a base de delimi-tar claramente la frontera del otro, a menudoexpresada con sentencias sobre «que no espsicoanálisis», «que no es psicoterapia»,«que no es terapéutico»,... con una fuertecarga descalificadora y dogmática. Sepodría decir que las incompatibilidades másinsalvables están en las personas más que enlas teorías y las prácticas cuando éstas estánfundamentadas, actualizadas, evaluadas y

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ciente de los esfuerzos que un buen númerode psicoanalistas están llevando a cabo paraaplicar la metodología empírica. La mismaMercè Mitjavila, psicoanalista autora delprólogo, constituye un inmejorable ejemplode este esfuerzo combinando diseños expe-rimentales y cualitativos en el estudio tantode procesos como de resultados en el proce-so analítico. En cualquier caso las reflexio-nes expresadas en este capítulo son unamuestra más de lo mucho que falta aún pordialogar en este tema de la máxima actuali-dad en los ámbitos universitarios, de investi-gación y también en los profesionales.

En el siguiente capítulo recoge algunasaportaciones de las neurociencias en rela-ción a conceptos clásicos del psicoanálisiscomo la amnesia infantil o el mismo con-cepto de inconsciente: en el primero tratadel porqué de la ausencia de recuerdos pri-mitivos sin recurrir a la teoría del conflictoy en el segundo a partir de la evidencia dedos tipos de inconsciente, el dinámico y elde procedimiento o no conflictivo. Pero lasrevisiones y actualizaciones más substan-ciales de este capítulo se centran en losconceptos de alianza terapéutica y en el detransferencia. Alianza terapéutica entendi-da como una forma de colaboración delpaciente con el analista más que una alian-za frente a alguien o alguna cosa. Respectoa la transferencia el autor nos propone unfascinante recorrido desde la concepciónmás clásica (pero a pesar de todo muyaceptada aún) de una transferencia exclusi-vamente proyectiva, hasta una visión de latransferencia como una forma de organiza-ción de la propia realidad del paciente en elmarco de la relación terapéutica.

Tanto en este capítulo como en el dedica-do al diálogo entre psicoanálisis y psicotera-pia Coderch recupera y revisa conceptos queya había trabajado en profundidad en otras

publicaciones anteriores (Teoría y técnica dela psicoterapia psicoanalítica, 1987 y Lainterpretación en psicoanálisis, 1995), des-mitificando el concepto de neutralidad delterapeuta y llamando la atención sobre losbeneficios o la desmesura del setting que,con un planteamiento inflexible, puedefomentar fácilmente la sumisión del pacien-te. En todas estas revisiones el autor no dudaen ser muy crítico con aquellas actitudes yprácticas del analista que están más condi-cionadas por la teoría que por el evidentedeseo de ayudar al paciente. El autor justifi-ca con contundencia que, el trato del analistacon su analizado, está siempre inspirado porsu deseo humano de hacer lo que le sea másbenéfico. Pero no con menor contundenciaadvierte del hecho de que, cuando la adscrip-ción a la teoría muestra su cara más rígida einflexible, el paciente no puede vivir al tera-peuta como un objeto bueno y con el quetiene una relación de neutralidad benevolen-te, actuando esto en perjuicio de que puedaconectar y trabajar sus impulsos más agresi-vos, envidiosos, etc., ya que percibe que loha de hacer en una relación que no le ofreceninguna garantía de seguridad, afecto ni con-fianza. Advierte sobre actitudes deshonestase interesadas cuando, hablando de psicoaná-lisis y psicoterapia, expone algunas motiva-ciones que pueden precipitar una determina-da indicación o el pasar de un tratamiento alotro, etc. Actitudes que pueden ser defensi-vas en lo que respecta al uso de la interpreta-ción, de los silencios o del encuadre.

Cuando el autor nos habla del narcisismolo hace en forma de revisión actualizada,tanto desde el punto de vista teórico comode su abordaje terapéutico, y como unaforma de entender la imposibilidad del diá-logo en el individuo y en el grupo social enla actualidad. El capítulo sobre el narcisismoaporta, al libro, la riqueza del material clíni-

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co de la misma forma que Joana M.ª Tous lohace en su capítulo dedicado a la pluralidaden el ámbito del psicoanálisis infantil.

Como hemos visto, pues, el trabajo pro-pone un diálogo del psicoanálisis consigomismo, en primer lugar, (entre lo que cono-cemos como orientaciones o escuelas) y, engran medida también, un diálogo con otrasdisciplinas. Supongo que, antes de adentrar-se en la lectura del libro, es inevitable quecada lector imagine un diálogo diferente, ala medida de sus intereses. Quizás se trata deun efecto secundario de lo que ha pasadotradicionalmente, cuando el psicoanálisis seha propuesto dialogar con el arte, la religión,la biología, la pedagogía o la sociología, porponer solo algunos ejemplos. Tras la lecturadel libro de Coderch uno piensa si, muchosde estos presuntos diálogos, en el fondo,eran más bien monólogos de una sola direc-ción: desde la comprensión psicoanalíticahacia el resto de manifestaciones humanas.Pero Coderch es honesto, con los lectores y,sobre todo, consigo mismo, y nos habla talcomo piensa, y escribe de lo que sabe, ymantiene una actitud dialogante como la quetiene con los otros profesionales, inclusomás jóvenes y menos sabios, o con los estu-diantes. Por ello, este trabajo abre vías aotros diálogos y, en mi opinión, sobre todocon aquellas disciplinas que están básica-mente comprometidas con la función asis-tencial: la deontología médica, las prácticasdestinadas a mejorar la llamada calidad devida y el amplio muestrario de prácticas psi-cológicas aplicadas a ámbitos diversos yespecíficos, entre otras.

Antes me he referido al Prólogo escritopor Mercè Mitjavila y ahora me gustaríavolver a él brevemente. Ella plantea unaprimera controversia entre dos opinionesformuladas de manera clara y precisa por elautor: es inevitable o no que existan

muchos psicoanálisis y, sobre todo, esto esfructífero o es un problema. Leyendo losargumentos, tanto los de ella misma comolos de Joan Coderch, me atrevo a formulardos consideraciones: la primera que estefenómeno debe ser inevitable, pues yadesde el año 1910, con la fundación de laAsociación Psicoanalítica Internacional,aparecen divergencias tan irreconciliablesque van desembocando, periódicamente, enexpulsiones de miembros de la talla deJung o Adler, y parece que ésta no es unapráctica extinguida en la actualidad desociedades psicoanalíticas. La segundareflexión es la de que este hecho debe serfructífero, pues es innegable que la diversi-dad entre éstos y otros autores ha fecunda-do con mucha más energía el mundo de lapsicología y el de la salud mental e inclusoel del mismo psicoanálisis, y un efectocolateral de esto es el de que estamos asis-tiendo a una verdadera rehabilitación demuchos de estos autores que ahora están enprimera línea, como es el caso de Winnicotto Ferenczi, por poner sólo dos ejemplos.

Cabe preguntarse si muchas de estas esci-siones radican en lo más esencial de lasteorías y de sus correspondientes prácticas(dentro del psicoanálisis e incluso en refe-rencia a otras orientaciones psicológicas) osi estamos frente a un fenómeno ligado alnarcisismo de los representantes de estosgrupos y sociedades, o a su necesidad deautoafirmación identitaria a base de delimi-tar claramente la frontera del otro, a menudoexpresada con sentencias sobre «que no espsicoanálisis», «que no es psicoterapia»,«que no es terapéutico»,... con una fuertecarga descalificadora y dogmática. Sepodría decir que las incompatibilidades másinsalvables están en las personas más que enlas teorías y las prácticas cuando éstas estánfundamentadas, actualizadas, evaluadas y

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con un objetivo básico común: ayudar a laspersonas en sus dificultades vitales.

Pero volviendo al libro y a su autor. Estaforma dialogante de plantear el desarrollodel libro hace que sea absolutamente reco-mendable para muchas personas. Primeropara los mismos psicoanalistas y lógica-mente para profesionales y estudiantes delgremio Psi, pero también para todas aque-llas personas interesadas en saber cual es larealidad más actual de esta disciplina. Perocon esto no quiero decir que sea de lecturafácil, conviene acercarse a él con decisiónpero con paciencia, sin prisas, con aquellaactitud que uno tiene cuando piensa en vol-ver a él más de una vez, a pequeños sorbosque sugieren nuevos gustos y nuevas sen-saciones. Herder, a quien hay que felicitaruna vez más por seguir realizando apuestaseditoriales como ésta, nos lo facilita conuna edición muy cuidada, en el formato, lapaginación y una tipografía clara, limpia yamable. También nos lo facilita la existen-cia de una bibliografía muy seleccionada yde un índice de autores y un índice temáti-co tan breves como útiles. Pero por encimade todo ello está el rigor y la claridad con laque Joan Coderch ha escrito este volumeny todos los que ha publicado hasta hoy.

Víctor Cabré Segarra

S. SEGAL, J. WILLIAMS y J. TEASDALE, Tera-pia cognitiva de la depresión basada enla consciencia plena. Un nuevo aborda-je para la prevención de recaídas,Bilbao, Desclée de Brouwer, 2006.

Este manual resulta muy atrayente paratodos aquellos que trabajen en ámbitosrelacionados con la salud mental, puestoque propone una forma de trabajo que aúna

la terapia cognitiva, paradigma de los auto-res, y la meditación de la conscienciaplena, un tipo de meditación budista, en eltratamiento de la depresión y en la preven-ción de las recaídas, en concreto, y portanto, en los trastornos afectivos y en otrotipo de trastornos. Los autores explican enqué consiste este tipo de terapia y relatan lamanera en que fueron aprendiendo a conju-gar su habitual modo de tratamiento deltrastorno depresivo a través de técnicascognitivas, con los conocimientos y elmaterial de Jon Kabat-Zinn y el personalclínico del Centro para la ConscienciaPlena en la Medicina, la Atención Sani-taria y la Sociedad de Massachussets.

El libro consta de un prefacio, una intro-ducción, tres partes y un epílogo, siendo lamanera de exposición un recorrido desde losaspectos más generales a los más específi-cos. El prefacio, escrito por Jon Kabat-Zinn,constituye una presentación de este volu-men, describiendo cuán beneficiosa puederesultar la unión de la terapia cognitiva conla meditación de la consciencia plena en eltratamiento de la depresión. En la introduc-ción, los autores cuentan la forma en la quepartiendo de sus conocimientos en el para-digma cognitivo-conductual se acercan através de la consciencia plena a una nuevaforma de terapia del trastorno depresivo.

En la primera parte, titulada El desafío dela depresión, se expone el concepto de depre-sión como un trastorno del estado de ánimo,explicándose los factores por los que es útil laterapia cognitiva de Beck para la recupera-ción de estos trastornos. Asimismo se descri-be cómo las creencias disfuncionales persis-tentes no constituyen la causa de las recaídas,sino que los estados de ánimo tristes reacti-van dichas creencias disfuncionales, y de estaforma se hace más probable la recaída en ladepresión. Se presenta además un nuevo

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componente, la consciencia plena, como ele-mento a sumar al tratamiento psicológicocognitivo de la depresión. La conscienciaplena era, en un principio, un método utiliza-do por Jon Rabat-Zinn en el Centro Médicode la Universidad de Massachussets en per-sonas con estrés ayudándoles a través de lameditación budista a darse cuenta de que lospensamientos son únicamente pensamientos,y que no son la realidad, siendo esta técnicaun magnífico recurso para acompañar a laterapia cognitiva en el tratamiento de los tras-tornos depresivos.

Unidos ambos elementos los autoresexponen, en la segunda parte (La terapiacognitiva basada en la consciencia plena)el programa de la Terapia Cognitiva Basadaen la Consciencia Plena (TCBCP) queconsta de ocho sesiones, probado clínica-mente, destinado a la recuperación de ladepresión y la prevención de recaídas.Ayuda a los participantes, en clases sema-nales y mediante tareas para casa, a ser másconscientes del momento presente en queviven y a darse cuenta de las tendencias quemuestran sus pensamientos, emociones,síntomas fisiológicos y conductas ayudán-doles a romper las relaciones entre éstoscuando son disfuncionales, para que asíaprendan a enfrentarse a los acontecimien-tos de manera más adaptativa. Se trataría deaprender el «descentramiento», que consis-te en considerar los propios pensamientosúnicamente como pensamientos, y no nece-sariamente como un reflejo de uno mismo ode la realidad. Y este «descentramiento» selogra a través de la consciencia plena. Losnueve capítulos que integran esta partedetallan este programa explicando aspectostales como: planificación y preparación delas sesiones, entrevista de evaluación ini-cial, clases, número de participantes porclases, objetivos, estructura de las sesiones,

temas básicos a tratar en el abordaje de ladepresión, tareas para casa… Aportan tam-bién el material utilizado en las sesiones.

En la tercera parte del libro (Evaluación ydiseminación) los autores llevan a cabo unaevaluación de su TCBCP concluyendo queesta terapia es útil en la prevención y trata-miento de la depresión y puede reducir laprobabilidad de recaída en personas que hanpadecido tres o más episodios depresivos.Para terminar, aportan lecturas, direccionesy páginas web para quienes estén interesa-dos en profundizar más acerca de esta tera-pia. Y el libro está escrito con un estilo muyclaro haciendo muy interesante su lectura.

Carmen Paredes

Colette SOLER, Lo que Lacan dijo de lasmujeres, Buenos Aires, Paidós, 2006,338 pp.

Publicado en el 2006 por la editorialPaidós, Lo que Lacan dijo de las mujeres esun libro ambicioso que no sólo abarca losmás diversos temas tratados a mediados delsiglo XX por el conocido psicoanalistafrancés, sino que hace una pequeña revi-sión de algunos conceptos freudianos quepermiten obtener un relieve más claro delos mismos. Escrito por Colette Soler, psi-coanalista que se formó con Jacques Lacany doctora en Psicoanálisis por laUniversidad de Paris VII, en Lo que Lacandijo de las mujeres se exploran las aporta-ciones de éste a la eterna pregunta formula-da por Freud: «¿Qué quiere una mujer?».De esta forma, va a explorar a fondo temasrelacionados con la lógica de la sexuación,la feminidad y su diferencia con la histeria.

¿Qué ha dicho el psicoanálisis sobre lamujer? Ha dicho mucho y poco a la vez, y

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con un objetivo básico común: ayudar a laspersonas en sus dificultades vitales.

Pero volviendo al libro y a su autor. Estaforma dialogante de plantear el desarrollodel libro hace que sea absolutamente reco-mendable para muchas personas. Primeropara los mismos psicoanalistas y lógica-mente para profesionales y estudiantes delgremio Psi, pero también para todas aque-llas personas interesadas en saber cual es larealidad más actual de esta disciplina. Perocon esto no quiero decir que sea de lecturafácil, conviene acercarse a él con decisiónpero con paciencia, sin prisas, con aquellaactitud que uno tiene cuando piensa en vol-ver a él más de una vez, a pequeños sorbosque sugieren nuevos gustos y nuevas sen-saciones. Herder, a quien hay que felicitaruna vez más por seguir realizando apuestaseditoriales como ésta, nos lo facilita conuna edición muy cuidada, en el formato, lapaginación y una tipografía clara, limpia yamable. También nos lo facilita la existen-cia de una bibliografía muy seleccionada yde un índice de autores y un índice temáti-co tan breves como útiles. Pero por encimade todo ello está el rigor y la claridad con laque Joan Coderch ha escrito este volumeny todos los que ha publicado hasta hoy.

Víctor Cabré Segarra

S. SEGAL, J. WILLIAMS y J. TEASDALE, Tera-pia cognitiva de la depresión basada enla consciencia plena. Un nuevo aborda-je para la prevención de recaídas,Bilbao, Desclée de Brouwer, 2006.

Este manual resulta muy atrayente paratodos aquellos que trabajen en ámbitosrelacionados con la salud mental, puestoque propone una forma de trabajo que aúna

la terapia cognitiva, paradigma de los auto-res, y la meditación de la conscienciaplena, un tipo de meditación budista, en eltratamiento de la depresión y en la preven-ción de las recaídas, en concreto, y portanto, en los trastornos afectivos y en otrotipo de trastornos. Los autores explican enqué consiste este tipo de terapia y relatan lamanera en que fueron aprendiendo a conju-gar su habitual modo de tratamiento deltrastorno depresivo a través de técnicascognitivas, con los conocimientos y elmaterial de Jon Kabat-Zinn y el personalclínico del Centro para la ConscienciaPlena en la Medicina, la Atención Sani-taria y la Sociedad de Massachussets.

El libro consta de un prefacio, una intro-ducción, tres partes y un epílogo, siendo lamanera de exposición un recorrido desde losaspectos más generales a los más específi-cos. El prefacio, escrito por Jon Kabat-Zinn,constituye una presentación de este volu-men, describiendo cuán beneficiosa puederesultar la unión de la terapia cognitiva conla meditación de la consciencia plena en eltratamiento de la depresión. En la introduc-ción, los autores cuentan la forma en la quepartiendo de sus conocimientos en el para-digma cognitivo-conductual se acercan através de la consciencia plena a una nuevaforma de terapia del trastorno depresivo.

En la primera parte, titulada El desafío dela depresión, se expone el concepto de depre-sión como un trastorno del estado de ánimo,explicándose los factores por los que es útil laterapia cognitiva de Beck para la recupera-ción de estos trastornos. Asimismo se descri-be cómo las creencias disfuncionales persis-tentes no constituyen la causa de las recaídas,sino que los estados de ánimo tristes reacti-van dichas creencias disfuncionales, y de estaforma se hace más probable la recaída en ladepresión. Se presenta además un nuevo

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componente, la consciencia plena, como ele-mento a sumar al tratamiento psicológicocognitivo de la depresión. La conscienciaplena era, en un principio, un método utiliza-do por Jon Rabat-Zinn en el Centro Médicode la Universidad de Massachussets en per-sonas con estrés ayudándoles a través de lameditación budista a darse cuenta de que lospensamientos son únicamente pensamientos,y que no son la realidad, siendo esta técnicaun magnífico recurso para acompañar a laterapia cognitiva en el tratamiento de los tras-tornos depresivos.

Unidos ambos elementos los autoresexponen, en la segunda parte (La terapiacognitiva basada en la consciencia plena)el programa de la Terapia Cognitiva Basadaen la Consciencia Plena (TCBCP) queconsta de ocho sesiones, probado clínica-mente, destinado a la recuperación de ladepresión y la prevención de recaídas.Ayuda a los participantes, en clases sema-nales y mediante tareas para casa, a ser másconscientes del momento presente en queviven y a darse cuenta de las tendencias quemuestran sus pensamientos, emociones,síntomas fisiológicos y conductas ayudán-doles a romper las relaciones entre éstoscuando son disfuncionales, para que asíaprendan a enfrentarse a los acontecimien-tos de manera más adaptativa. Se trataría deaprender el «descentramiento», que consis-te en considerar los propios pensamientosúnicamente como pensamientos, y no nece-sariamente como un reflejo de uno mismo ode la realidad. Y este «descentramiento» selogra a través de la consciencia plena. Losnueve capítulos que integran esta partedetallan este programa explicando aspectostales como: planificación y preparación delas sesiones, entrevista de evaluación ini-cial, clases, número de participantes porclases, objetivos, estructura de las sesiones,

temas básicos a tratar en el abordaje de ladepresión, tareas para casa… Aportan tam-bién el material utilizado en las sesiones.

En la tercera parte del libro (Evaluación ydiseminación) los autores llevan a cabo unaevaluación de su TCBCP concluyendo queesta terapia es útil en la prevención y trata-miento de la depresión y puede reducir laprobabilidad de recaída en personas que hanpadecido tres o más episodios depresivos.Para terminar, aportan lecturas, direccionesy páginas web para quienes estén interesa-dos en profundizar más acerca de esta tera-pia. Y el libro está escrito con un estilo muyclaro haciendo muy interesante su lectura.

Carmen Paredes

Colette SOLER, Lo que Lacan dijo de lasmujeres, Buenos Aires, Paidós, 2006,338 pp.

Publicado en el 2006 por la editorialPaidós, Lo que Lacan dijo de las mujeres esun libro ambicioso que no sólo abarca losmás diversos temas tratados a mediados delsiglo XX por el conocido psicoanalistafrancés, sino que hace una pequeña revi-sión de algunos conceptos freudianos quepermiten obtener un relieve más claro delos mismos. Escrito por Colette Soler, psi-coanalista que se formó con Jacques Lacany doctora en Psicoanálisis por laUniversidad de Paris VII, en Lo que Lacandijo de las mujeres se exploran las aporta-ciones de éste a la eterna pregunta formula-da por Freud: «¿Qué quiere una mujer?».De esta forma, va a explorar a fondo temasrelacionados con la lógica de la sexuación,la feminidad y su diferencia con la histeria.

¿Qué ha dicho el psicoanálisis sobre lamujer? Ha dicho mucho y poco a la vez, y

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todo ello ha ido de la mano de ciertos pre-juicios que no se pueden separar del contex-to cultural de finales del siglo XIX. Lo queFreud dijo, en aquel entonces, ha suscitadomucha polémica. Una polémica abierta tantoen aquella época, en los debates post- freu-dianos del siglo XX, como hoy en día.

El libro empieza con un prólogo dedica-do a Anna O., la primera Anna del psicoa-nálisis, la Anna de Freud y de Breurer quedemostró, por primera vez, que el síntomahistérico reacciona ante la palabra, descu-brimiento que marcará un antes y un des-pués del psicoanálisis. El libro se divide enseis partes principales: Che vuoi?, «Clínicadiferencial», «La madre», «Las mujeres enla civilización», «La maldición» y «El aná-lisis».

Che vuoi? (¿qué quieres?) se subdivide,por su parte, en Una mujer, que abarca larespuesta del Edipo, las manifestacionesdel no-toda y la marca de la mujer; y quédice el inconsciente sobre eso, que secorresponde con las cuestiones sobre lamujer freudiana, la ley del deseo, la mujerno es la madre y el Otro absoluto.

En «Clínica diferencial» se discutentemas sobre la histeria y la feminidad, endonde se retoman conceptos básicos como laestructura del lenguaje, la metáfora, la meto-nimia, el amor femenino, el hacer desear; lamujer ¿masoquista? y aflicción femenina,referente a la depresión, la causa del deseotomada al revés y el plus de la melancolía.

La madre en el inconsciente, la angustiaen la madre y una neurosis infantil formanparte del capítulo dedicado a «La madre».En esta última parte se van a tener presen-tes una selección variada de temas, entrelos que se incluyen las aportaciones winni-cottianas.

En «Las mujeres en la civilización» seproferirá sobre la histérica en los tiempos

de la ciencia, las nuevas figuras de lamujer, éticas sexuadas e incidencia socialde la sexualidad femenina. Para pronun-ciarse sobre los goces y el amor ha escogi-do el capítulo titulado «La maldición» quetiene dos partes: el amor no loco y a causade los goces. Finalmente, se discutirá de laelección de la pareja a través de el síntomade separación y de los fines… del amor enel capítulo « El análisis».

De esta forma, Colette Soler va a desa-rrollar y a hacer una muestra panorámicade la obra de Lacan sobre la posición de lamujer en el psicoanálisis y su visión deésta. Así, se revisan conceptos sobre lamujer freudiana, la ley del deseo y el deseofemenino. Recuerda ciertos elementos pau-tados por Freud que nos permiten elaborarlas diferencias y las semejanzas con la obralacaniana. Aparecen los términos ya cono-cidos del Otro Absoluto, la cualidad maso-quista de la mujer, la imposibilidad deidentificar a La mujer y las diferenciasentre los goces. El goce suplementario en lamujer, la no-toda y las diferencias entre elser y el tener fálico son más de los concep-tos rescatados en este libro. No se deja enel olvido temas referentes a la madre y alniño, a la visión de las mujeres en la civili-zación –a la cual dedica un capítulo entero–y a las nuevas figuras de la mujer hasta larecuperación fálica y el retorno a la mujerfreudiana.

Soler finaliza su libro con un anexo endonde se pregunta: «En qué quedamosentonces, con la cuestión que permanece ensuspenso: ¿existe un decir de la diferenciade los sexos en el análisis?». De esta formaconcluye su exploración sobre lo que permi-te formular el discurso analítico en cuanto ala diferencia entre los sexos se trata. Aunquese retoma el Che vuoi? de Freud, el deseo yla sexualidad femenina toman para Soler

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LIBROS

una dimensión completamente distinta gra-cias a los conceptos introducidos por Lacan,en donde también se dejan ver aspectossociales y colectivos de este problema.

Francisco Vaccari

Assumpciò VIDAL PARELLADA, Luis Simarroy su tiempo, Madrid, CSIC, 2007, 268 pp.

El doctor Simarro pescando en Javea esuno de los óleos que el pintor valencianoJoaquín Sorolla firmó a su paisano. La com-posición es sencilla, un hombre solitario,encorvado, tocado con camisa blanca, trajey sombrero, caña en mano, disfruta de lapesca balanceándose sobre el agua ampara-do en un humilde bote. Luz y color envuel-ven la intrascendente figura de rostro difu-minado, hasta el punto que lo mismo puedeser Luis Simarro Lacabra o un señor deMurcia. Lo contrario ocurre cuando la pale-ta del pintor invade la intimidad del labora-torio. Sorolla conoce bien el sancta sancto-rum del amigo. Hay precisión, detalles,minuciosidad, en el juego de luces tituladoUna investigación. Pertrechado entre notas,preparaciones, instrumentos, reactivos,rodeado por los discípulos, el foco lumino-so irradia las manos de un científico dili-gente en la preparación histológica que ulti-ma. El quehacer y las facciones, ahora sí,delatan a Simarro. Aquel es un hombrecualquiera, un ser anónimo, vulnerable, elenamorado pensativo y mustio, a solas consu corazón, descrito por Juan RamónJiménez a la muerte de la esposa Mercedes.El otro, es el hombre público, el sabiogenuino, el maestro con quien SantiagoRamón y Cajal recuerda estar en deuda porrevelarle la importancia del tratado anató-mico escrito por Camillo Golgi sobre el sis-

tema nervioso, e iniciarle en la técnica detinción con cromato de plata. Este ilustrevalenciano ocupa las páginas del relatotrenzado por Assumpciò Vidal.

Como sabíamos, Simarro fue un perso-naje ubicuo en una época convulsa: psi-quiatra, neurólogo, conferenciante, cate-drático, masón, político. Compartió cartelcon Unamuno, Blas Cabrera, Achúcarro,Cajal, Oloriz, Giner, Pulido, MenéndezPelayo, Cossío, Ortega, Bolívar, Zulueta,Rodríguez Carracido, Altamira, Odón deBuen, Salillas, Bernaldo de Quirós, y más,entre la extensa nómina de la Edad de Platade la cultura española. Instituciones comoel Ateneo de Madrid, la Casa de Dementesde Santa Isabel, el Museo PedagógicoNacional, la Institución Libre deEnseñanza, el Hospital de la Princesa, laAsociación Española para el Progreso delas Ciencias, la Real Sociedad Española deHistoria Natural, la Junta de Ampliación deEstudios, el Laboratorio de PsicologíaExperimental, la Universidad Central, o elInstituto de Medicina Legal, configuraronsu horizonte académico y profesional.Publicaciones las justas, de un médico pro-penso a curar, investigar, enseñar y a pocoescribir. Hilvanada en veinticinco capítulosdesgranados cronológicamente, la susodi-cha información fluye con mesura yeficiencia expositiva dibujando un guiñocómplice hacia el homenajeado. Es la cró-nica biográfica de un hombre en desazón,de un rebelde con causa. Una narracióncontemplativa bajo la batuta de los nom-bres y las cosas trazada desde los archivos.Y faltan las ideas, su análisis, la interaccióndel qué con el cómo y porqué, buscandoprofundizar en la persona, en la prácticacientífica y en la actitud política, paraconocer la dimensión plural del intelectualencarnado por Luis Simarro. Ante la ausen-

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LIBROS

Page 11: CRÍTICAS - ISCIIIscielo.isciii.es/pdf/neuropsiq/v27n2/v27n2a18.pdf · 2016. 11. 16. · diversos ámbitos del conocimiento). Pero más aún, como gran estudioso del territorio pasional,

todo ello ha ido de la mano de ciertos pre-juicios que no se pueden separar del contex-to cultural de finales del siglo XIX. Lo queFreud dijo, en aquel entonces, ha suscitadomucha polémica. Una polémica abierta tantoen aquella época, en los debates post- freu-dianos del siglo XX, como hoy en día.

El libro empieza con un prólogo dedica-do a Anna O., la primera Anna del psicoa-nálisis, la Anna de Freud y de Breurer quedemostró, por primera vez, que el síntomahistérico reacciona ante la palabra, descu-brimiento que marcará un antes y un des-pués del psicoanálisis. El libro se divide enseis partes principales: Che vuoi?, «Clínicadiferencial», «La madre», «Las mujeres enla civilización», «La maldición» y «El aná-lisis».

Che vuoi? (¿qué quieres?) se subdivide,por su parte, en Una mujer, que abarca larespuesta del Edipo, las manifestacionesdel no-toda y la marca de la mujer; y quédice el inconsciente sobre eso, que secorresponde con las cuestiones sobre lamujer freudiana, la ley del deseo, la mujerno es la madre y el Otro absoluto.

En «Clínica diferencial» se discutentemas sobre la histeria y la feminidad, endonde se retoman conceptos básicos como laestructura del lenguaje, la metáfora, la meto-nimia, el amor femenino, el hacer desear; lamujer ¿masoquista? y aflicción femenina,referente a la depresión, la causa del deseotomada al revés y el plus de la melancolía.

La madre en el inconsciente, la angustiaen la madre y una neurosis infantil formanparte del capítulo dedicado a «La madre».En esta última parte se van a tener presen-tes una selección variada de temas, entrelos que se incluyen las aportaciones winni-cottianas.

En «Las mujeres en la civilización» seproferirá sobre la histérica en los tiempos

de la ciencia, las nuevas figuras de lamujer, éticas sexuadas e incidencia socialde la sexualidad femenina. Para pronun-ciarse sobre los goces y el amor ha escogi-do el capítulo titulado «La maldición» quetiene dos partes: el amor no loco y a causade los goces. Finalmente, se discutirá de laelección de la pareja a través de el síntomade separación y de los fines… del amor enel capítulo « El análisis».

De esta forma, Colette Soler va a desa-rrollar y a hacer una muestra panorámicade la obra de Lacan sobre la posición de lamujer en el psicoanálisis y su visión deésta. Así, se revisan conceptos sobre lamujer freudiana, la ley del deseo y el deseofemenino. Recuerda ciertos elementos pau-tados por Freud que nos permiten elaborarlas diferencias y las semejanzas con la obralacaniana. Aparecen los términos ya cono-cidos del Otro Absoluto, la cualidad maso-quista de la mujer, la imposibilidad deidentificar a La mujer y las diferenciasentre los goces. El goce suplementario en lamujer, la no-toda y las diferencias entre elser y el tener fálico son más de los concep-tos rescatados en este libro. No se deja enel olvido temas referentes a la madre y alniño, a la visión de las mujeres en la civili-zación –a la cual dedica un capítulo entero–y a las nuevas figuras de la mujer hasta larecuperación fálica y el retorno a la mujerfreudiana.

Soler finaliza su libro con un anexo endonde se pregunta: «En qué quedamosentonces, con la cuestión que permanece ensuspenso: ¿existe un decir de la diferenciade los sexos en el análisis?». De esta formaconcluye su exploración sobre lo que permi-te formular el discurso analítico en cuanto ala diferencia entre los sexos se trata. Aunquese retoma el Che vuoi? de Freud, el deseo yla sexualidad femenina toman para Soler

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una dimensión completamente distinta gra-cias a los conceptos introducidos por Lacan,en donde también se dejan ver aspectossociales y colectivos de este problema.

Francisco Vaccari

Assumpciò VIDAL PARELLADA, Luis Simarroy su tiempo, Madrid, CSIC, 2007, 268 pp.

El doctor Simarro pescando en Javea esuno de los óleos que el pintor valencianoJoaquín Sorolla firmó a su paisano. La com-posición es sencilla, un hombre solitario,encorvado, tocado con camisa blanca, trajey sombrero, caña en mano, disfruta de lapesca balanceándose sobre el agua ampara-do en un humilde bote. Luz y color envuel-ven la intrascendente figura de rostro difu-minado, hasta el punto que lo mismo puedeser Luis Simarro Lacabra o un señor deMurcia. Lo contrario ocurre cuando la pale-ta del pintor invade la intimidad del labora-torio. Sorolla conoce bien el sancta sancto-rum del amigo. Hay precisión, detalles,minuciosidad, en el juego de luces tituladoUna investigación. Pertrechado entre notas,preparaciones, instrumentos, reactivos,rodeado por los discípulos, el foco lumino-so irradia las manos de un científico dili-gente en la preparación histológica que ulti-ma. El quehacer y las facciones, ahora sí,delatan a Simarro. Aquel es un hombrecualquiera, un ser anónimo, vulnerable, elenamorado pensativo y mustio, a solas consu corazón, descrito por Juan RamónJiménez a la muerte de la esposa Mercedes.El otro, es el hombre público, el sabiogenuino, el maestro con quien SantiagoRamón y Cajal recuerda estar en deuda porrevelarle la importancia del tratado anató-mico escrito por Camillo Golgi sobre el sis-

tema nervioso, e iniciarle en la técnica detinción con cromato de plata. Este ilustrevalenciano ocupa las páginas del relatotrenzado por Assumpciò Vidal.

Como sabíamos, Simarro fue un perso-naje ubicuo en una época convulsa: psi-quiatra, neurólogo, conferenciante, cate-drático, masón, político. Compartió cartelcon Unamuno, Blas Cabrera, Achúcarro,Cajal, Oloriz, Giner, Pulido, MenéndezPelayo, Cossío, Ortega, Bolívar, Zulueta,Rodríguez Carracido, Altamira, Odón deBuen, Salillas, Bernaldo de Quirós, y más,entre la extensa nómina de la Edad de Platade la cultura española. Instituciones comoel Ateneo de Madrid, la Casa de Dementesde Santa Isabel, el Museo PedagógicoNacional, la Institución Libre deEnseñanza, el Hospital de la Princesa, laAsociación Española para el Progreso delas Ciencias, la Real Sociedad Española deHistoria Natural, la Junta de Ampliación deEstudios, el Laboratorio de PsicologíaExperimental, la Universidad Central, o elInstituto de Medicina Legal, configuraronsu horizonte académico y profesional.Publicaciones las justas, de un médico pro-penso a curar, investigar, enseñar y a pocoescribir. Hilvanada en veinticinco capítulosdesgranados cronológicamente, la susodi-cha información fluye con mesura yeficiencia expositiva dibujando un guiñocómplice hacia el homenajeado. Es la cró-nica biográfica de un hombre en desazón,de un rebelde con causa. Una narracióncontemplativa bajo la batuta de los nom-bres y las cosas trazada desde los archivos.Y faltan las ideas, su análisis, la interaccióndel qué con el cómo y porqué, buscandoprofundizar en la persona, en la prácticacientífica y en la actitud política, paraconocer la dimensión plural del intelectualencarnado por Luis Simarro. Ante la ausen-

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Page 12: CRÍTICAS - ISCIIIscielo.isciii.es/pdf/neuropsiq/v27n2/v27n2a18.pdf · 2016. 11. 16. · diversos ámbitos del conocimiento). Pero más aún, como gran estudioso del territorio pasional,

cia todo queda en suspenso. Navegar poraguas superficiales es una opción personallegítima y válida, y el resultado de hacerlobien es, como ocurre en este caso, un pro-vechoso y recomendable libro de buenadivulgación, pero igualmente alejado de labuena investigación histórica. Cada cualelija la opción que prefiera.

Andrés Galera

Cristóbal SUÁREZ DE FIGUEROA, Plaza uni-versal de todas ciencias y artes,Valladolid, Junta de Castilla y León,2006, 1.070 pp.

En el año 2000, la AEN publicó doslibros de Tomaso Garzoni, El teatro de loscerebros. El hospital de los locos incura-bles, el segundo de los cuales –L’ospidalede’ pazzi incurabili– es considerado comoun trabajo pionero sobre todas las formasde la locura.

Pues bien, por entonces, en 1585, esteraro escritor publicó La piazza universaledi tutte le professioni del mondo, un impre-sionante obra de recopilación de oficios yde datos anejos muy dispares, que sedifundió enormemente durante un siglo porEuropa, tanto en italiano como en latín yademás en castellano. Y es que un granescritor de nuestras letras, poco conocidopor haberse afincado en Italia, Suárez deFigueroa, hizo una versión y al tiempoadaptación personal de ese trabajo con granéxito hasta el inicio de las Luces: es laPlaza universal de todas ciencias y artes,que fue publicado en Madrid en 1615.

Pese a la calidad de su escritura (Fi-gueroa fue alabado por Cervantes y porGracián), nunca fue reeditado en tres siglos,dadas las dificultades para abordar un pro-

yecto tan vasto y que requería aclarar milesde datos. Tampoco lo había sido el originalitaliano, hasta 1996, cuando apareció congran eco, gracias a la editorial Einaudi; yahora aparece también en una bella y anota-da edición en nuestro país. Es una obra fun-damental para conocer el territorio culturaldel siglo XVII, y asimismo lo es para enten-der el mundo que rodea a esos dos libros tansingulares que la AEN rescató.

Es imposible dar una idea que abarqueesta Plaza en su integridad, pues todas lascarreras y funciones ciudadanas están refle-jadas aquí hasta superar los cien apartados:las más honoradas y las más nimias, lasmás codificadas y las claramente asocialeso anómicas. Por supuesto que recoge todaslas artes curativas, a su modo tan extraño,pero todo apunta a dar la visión global deuna sociedad convulsa, dominada por con-flictos internos y sociales, haciendo uso deun moralismo prebarroco de fuerza singu-lar: es la crisis mental que reflejaron Tasso,Böhme o Montaigne, Cervantes, Alemán ySánchez, Bacon, Shakespeare o Donne, ypor supuesto esos Ferrand, Bright y RobertBurton que la AEN ha sabido recuperar;más aún los efectos de la melancolía estánen muchas de sus enumeraciones frenéticasy en su perspectiva general.

Como el recorrido va desde los máspoderosos hasta los mendigos, desde losartistas hasta los sepultureros, no pueden fal-tar desde luego tres oficios universitarios deentonces: los jurisconsultos, que sin ser con-sumados en su Facultad pasan a las de filo-sofía o matemáticas, y hablan «de los mássabios con asco y gestos»; los médicos, decodiciosos deseos, que obran tantas veces aciegas; y los teólogos que «los hace despe-ñar la demasiada sutileza de sus ingenios».Pero además de ellos, de esas críticas yaseculares, están los miles de datos técnicos,

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LIBROS

citas eruditas o literarias, reflexiones históri-cas, resúmenes de anécdotas, todo un abiga-rrado conjunto de datos sintetizados en casi-llas profesionales a veces extravagantes.

Figueroa, especialista de la variedadhumana, reconoce que ha traducido, cerce-nado y aumentado un texto italiano, un textode Garzoni que se saqueaba ya en Alemaniay en toda Europa. Y añade finalmente: «Desu título se colegirá su provecho; si es plazay rica de todo bien, corto será quien aquídejare de feriar. Trata de todas ciencias yartes, con tanto estudio y generalidad quepodría alentar los ingenios más remisos yhacer filosofar a los de menos elevación».No exageraba el autor español, si bien suingenio nos remite como se adelantaba a lasinvenciones de Huarte y Cervantes, a laliteratura italiana, francesa y alemana delsiglo XVI, en suma, al nacimiento del indi-viduo y de la ciencia moderna. En todo casoes una obra maestra de la divulgación escri-ta en un castellano de primera.

Esteban Landmarke

Armando GARCÍA; Raquel ÁLVAREZ, Lastrampas del poder. Sanidad, eugene-sia y migración. Cuba y Estados Uni-dos (1900-1940), Madrid, CSIC, 2007,400 pp.

Es consabido el cuento determinista queSócrates le larga a Glaucón en el tercer actode la República platónica. Resumiendo, enun mundo fraternal los hombres están hechosunos de oro, los mandamases, otros de plata,los ayudantes, de bronce los labradores y dehierro los artesanos. Los hijos que engendrentendrán semejantes naturalezas debiéndoseseleccionar y educar en correspondencia, alobjeto de preservar el organigrama social

fuente de la pervivencia de un Estado ame-nazado de muerte si cayese en las manosincapaces de labradores y artesanos. Platónanula la libertad individual sin disimulo,aplica este discriminatorio principio corpora-tivo con el afán de establecer un indisolublevínculo grupal que, ficticiamente, beneficiaal cuerpo social cuando, realmente, hegemo-niza la casta gobernante. La propuesta encie-rra un modelo eugenésico primario, elemen-tal, que no persigue la mejora racial, inviableen los sistemas predeterminados, sino utili-zar la selección humana para coercer al indi-viduo conformándole según el apropiadonúcleo social. Quienes olvidaron el cuentoplatónico acuérdense del mundo feliz litera-riamente atildado por Aldous Huxley enclave neodarwinista (Brave New World,1932). La idea selectiva viene, pues, de lejosy perdura. Asomados al balcón sanitario, lasociedad del siglo vigésimo la perfeccionóhasta el paroxismo, practicándose la eugene-sia en mayúsculas. Un hecho fundamentalcausó tanta irracionalidad: amparado en lateoría de la evolución, particularmente en laversión darwinista, el positivismo biológicodecimonónico desembocó en un excluyentebiologicismo social empecinado en conduciral ser humano por la idílica vía del progresoy la perfección. Adeptos los tuvo, muchos, ymantiene. Sometido a esta ley biológica elindividuo pierde su valor intrínseco, se con-vierte en autómata cuya voluntad, en prime-ra y última instancia, está constreñida en elgenoma; unidad física responsable del cuer-po y de la mente. Está escrito en los genes esun latiguillo repetido hasta la saciedad. Laotrora selección del más apto anunciada porDarwin se transformaba en una cruzadaracial, en un mecanismo de control poblacio-nal, garante de orden establecido mediante laregulación reproductora, la certera pedago-gía, y la eliminación del inepto. Depuración

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cia todo queda en suspenso. Navegar poraguas superficiales es una opción personallegítima y válida, y el resultado de hacerlobien es, como ocurre en este caso, un pro-vechoso y recomendable libro de buenadivulgación, pero igualmente alejado de labuena investigación histórica. Cada cualelija la opción que prefiera.

Andrés Galera

Cristóbal SUÁREZ DE FIGUEROA, Plaza uni-versal de todas ciencias y artes,Valladolid, Junta de Castilla y León,2006, 1.070 pp.

En el año 2000, la AEN publicó doslibros de Tomaso Garzoni, El teatro de loscerebros. El hospital de los locos incura-bles, el segundo de los cuales –L’ospidalede’ pazzi incurabili– es considerado comoun trabajo pionero sobre todas las formasde la locura.

Pues bien, por entonces, en 1585, esteraro escritor publicó La piazza universaledi tutte le professioni del mondo, un impre-sionante obra de recopilación de oficios yde datos anejos muy dispares, que sedifundió enormemente durante un siglo porEuropa, tanto en italiano como en latín yademás en castellano. Y es que un granescritor de nuestras letras, poco conocidopor haberse afincado en Italia, Suárez deFigueroa, hizo una versión y al tiempoadaptación personal de ese trabajo con granéxito hasta el inicio de las Luces: es laPlaza universal de todas ciencias y artes,que fue publicado en Madrid en 1615.

Pese a la calidad de su escritura (Fi-gueroa fue alabado por Cervantes y porGracián), nunca fue reeditado en tres siglos,dadas las dificultades para abordar un pro-

yecto tan vasto y que requería aclarar milesde datos. Tampoco lo había sido el originalitaliano, hasta 1996, cuando apareció congran eco, gracias a la editorial Einaudi; yahora aparece también en una bella y anota-da edición en nuestro país. Es una obra fun-damental para conocer el territorio culturaldel siglo XVII, y asimismo lo es para enten-der el mundo que rodea a esos dos libros tansingulares que la AEN rescató.

Es imposible dar una idea que abarqueesta Plaza en su integridad, pues todas lascarreras y funciones ciudadanas están refle-jadas aquí hasta superar los cien apartados:las más honoradas y las más nimias, lasmás codificadas y las claramente asocialeso anómicas. Por supuesto que recoge todaslas artes curativas, a su modo tan extraño,pero todo apunta a dar la visión global deuna sociedad convulsa, dominada por con-flictos internos y sociales, haciendo uso deun moralismo prebarroco de fuerza singu-lar: es la crisis mental que reflejaron Tasso,Böhme o Montaigne, Cervantes, Alemán ySánchez, Bacon, Shakespeare o Donne, ypor supuesto esos Ferrand, Bright y RobertBurton que la AEN ha sabido recuperar;más aún los efectos de la melancolía estánen muchas de sus enumeraciones frenéticasy en su perspectiva general.

Como el recorrido va desde los máspoderosos hasta los mendigos, desde losartistas hasta los sepultureros, no pueden fal-tar desde luego tres oficios universitarios deentonces: los jurisconsultos, que sin ser con-sumados en su Facultad pasan a las de filo-sofía o matemáticas, y hablan «de los mássabios con asco y gestos»; los médicos, decodiciosos deseos, que obran tantas veces aciegas; y los teólogos que «los hace despe-ñar la demasiada sutileza de sus ingenios».Pero además de ellos, de esas críticas yaseculares, están los miles de datos técnicos,

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citas eruditas o literarias, reflexiones históri-cas, resúmenes de anécdotas, todo un abiga-rrado conjunto de datos sintetizados en casi-llas profesionales a veces extravagantes.

Figueroa, especialista de la variedadhumana, reconoce que ha traducido, cerce-nado y aumentado un texto italiano, un textode Garzoni que se saqueaba ya en Alemaniay en toda Europa. Y añade finalmente: «Desu título se colegirá su provecho; si es plazay rica de todo bien, corto será quien aquídejare de feriar. Trata de todas ciencias yartes, con tanto estudio y generalidad quepodría alentar los ingenios más remisos yhacer filosofar a los de menos elevación».No exageraba el autor español, si bien suingenio nos remite como se adelantaba a lasinvenciones de Huarte y Cervantes, a laliteratura italiana, francesa y alemana delsiglo XVI, en suma, al nacimiento del indi-viduo y de la ciencia moderna. En todo casoes una obra maestra de la divulgación escri-ta en un castellano de primera.

Esteban Landmarke

Armando GARCÍA; Raquel ÁLVAREZ, Lastrampas del poder. Sanidad, eugene-sia y migración. Cuba y Estados Uni-dos (1900-1940), Madrid, CSIC, 2007,400 pp.

Es consabido el cuento determinista queSócrates le larga a Glaucón en el tercer actode la República platónica. Resumiendo, enun mundo fraternal los hombres están hechosunos de oro, los mandamases, otros de plata,los ayudantes, de bronce los labradores y dehierro los artesanos. Los hijos que engendrentendrán semejantes naturalezas debiéndoseseleccionar y educar en correspondencia, alobjeto de preservar el organigrama social

fuente de la pervivencia de un Estado ame-nazado de muerte si cayese en las manosincapaces de labradores y artesanos. Platónanula la libertad individual sin disimulo,aplica este discriminatorio principio corpora-tivo con el afán de establecer un indisolublevínculo grupal que, ficticiamente, beneficiaal cuerpo social cuando, realmente, hegemo-niza la casta gobernante. La propuesta encie-rra un modelo eugenésico primario, elemen-tal, que no persigue la mejora racial, inviableen los sistemas predeterminados, sino utili-zar la selección humana para coercer al indi-viduo conformándole según el apropiadonúcleo social. Quienes olvidaron el cuentoplatónico acuérdense del mundo feliz litera-riamente atildado por Aldous Huxley enclave neodarwinista (Brave New World,1932). La idea selectiva viene, pues, de lejosy perdura. Asomados al balcón sanitario, lasociedad del siglo vigésimo la perfeccionóhasta el paroxismo, practicándose la eugene-sia en mayúsculas. Un hecho fundamentalcausó tanta irracionalidad: amparado en lateoría de la evolución, particularmente en laversión darwinista, el positivismo biológicodecimonónico desembocó en un excluyentebiologicismo social empecinado en conduciral ser humano por la idílica vía del progresoy la perfección. Adeptos los tuvo, muchos, ymantiene. Sometido a esta ley biológica elindividuo pierde su valor intrínseco, se con-vierte en autómata cuya voluntad, en prime-ra y última instancia, está constreñida en elgenoma; unidad física responsable del cuer-po y de la mente. Está escrito en los genes esun latiguillo repetido hasta la saciedad. Laotrora selección del más apto anunciada porDarwin se transformaba en una cruzadaracial, en un mecanismo de control poblacio-nal, garante de orden establecido mediante laregulación reproductora, la certera pedago-gía, y la eliminación del inepto. Depuración

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participada por médicos, antropólogos, juris-tas, higienistas, políticos, legisladores...

La isla de Cuba es el escenario donde dis-curren Las trampas del poder, en tiempos de1900, recién independizada de España e ins-taurada la república bajo supervisión esta-dounidense. Más allá de cuatro décadasabarca un relato histórico cuya espina dorsales la figura del eugenista cubano DomingoRamos. La biografía del personaje es poli-valente, discurre bajo los epígrafes de inno-vación científica, institucionalización sani-taria, e internacionalización del modeloeugenésico cubano. Compartida con su coe-táneo Eusebio Hernández, la homiculturafue una novedosa materia médica relativa ala mejora de la especie humana, fundamen-tada en el control integral de las etapas pre ypostnatal. El proyecto tendría su desarrolloen el futurible Palacio de la Homicultura,siguiendo las líneas maestras de institucio-nes como el reputado sanatorio de BattleCreeck, en Michigan, y hospital infantilKaiserin Augusta Victoria de Berlín.Concebido como un complejo para la inves-tigación, asistencial y formativo, sobre unasuperficie de 42.000 m2 se distribuirían hos-pitales, asilos, escuelas, comedores, biblio-tecas, archivos, y laboratorios, necesariospara el cultivo del nuevo hombre cubano:sano, fuerte, inteligente y de buenas costum-bres. Los deseos lo fueron, el palacio no seconstruyó. Mejor suerte corrieron la LigaNacional de Homicultura, fundada en 1913,y la Oficina Panamericana de Eugenesia yHomicultura, instaurada en La Habana elaño 1927. En el contexto internacional lasuerte de Ramos corre en paralelo con supartner norteamericano Charles Davenport:fundador de la Eugenics Record Office,autor de libros polémicos como Eugenics.The Science of Human Improvement by bet-ter Breeding (Nueva York, 1910); Heredity

of Skin Color in Negro-white Crosses(Washington, 1913), y uno de los capitostesdel eugenismo estadounidense. Como eraprevisible la contaminación política poster-gó al médico cubano, rechazado en la cerca-nía y animado en la distancia. Un final repe-tido en la historia de Cuba. La moraleja dellibro es obvia: el poder de la ciencia. Para elcaso, el poder de un modelo sanitario con-vertido en instrumento para consumar lamanipulación racial. Si la ciencia prometecontrolar la naturaleza, la medicina, en par-ticular, hará lo propio con el hombre delfuturo a beneficio del inventario de unaclase dirigente decidida a perpetuarse sacri-ficando al individuo. La genuina trampa delpoder no es otra que proclamar la bondad desu intervencionismo arrogándose la certezade una ciencia incierta. En Las trampas delpoder se describe el problema en clave anti-llana, componiendo una relación rica enmateriales inéditos, de numerosos matices,idas y venidas, propios de un afán enciclo-pédico que, a veces, disminuye la claridadexpositiva. Veintiún apéndices documenta-les completan el texto acentuando su presta-ción histórica. Los degustadores del temadeben recuperar un título precedente deidéntica autoría y mayor alcance:En buscade la raza perfecta (Madrid, CSIC, 1999).

Andrés Galera

Zygmunt BAUMAN, Modernidad y Holocaus-to. Madrid, Sequitur, 2006, 270 pp.

Con la feliz reedición de Modernidad yHolocausto de Z. Bauman disponemos deun libro clásico e imprescindible para acer-carnos al significado del Holocausto. Adiferencia de otros ensayos en los que elprograma genocida nazi no vendría a cues-

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tionar la validez o legitimidad del proyectoilustrado, tratando el acontecimiento másdramático del siglo XX como un simpleaccidente, sin duda digerible o asumiblepor una lectura finalista de la historia, laoriginalidad del análisis de este sociólogopolaco consiste en establecer una inquie-tante familiaridad entre modernidad yHolocausto. Lo que en no pocas ocasionesse ha querido presentar como un episodiomás para el pensamiento contemporáneo,desprovisto, en cualquier caso, de un carác-ter epocal, a pesar de su dimensión trágicay de la emotividad que despierta, se con-vierte, de la mano de Bauman, en el para-digma para entender la entraña misma de lamodernidad. El Holocausto cobra así unanueva luz y pasa a ser interpretado como unhijo, aborrecible en tanto que legítimo, dela cultura occidental; su retoño y su fraca-so. A la sorpresa que provoca que la naciónmás culta llevase a cabo el exterminio sis-temático, entre otros colectivos, del pueblojudío, Bauman reacciona no con increduli-dad o indignación sino cuestionando laecuación que con excesiva precipitación seestablece entre barbarie y pre-modernidadpara concluir que la Solución Final, antesque un resto de la sempiterna indómitanaturaleza humana, la huella indeleble denuestra animalidad, fue un producto espe-cífico de las sociedades racionalizadas, tec-nificadas y burocratizadas. Ahora bien,para que estas tres características se pusie-ran al servicio de una cultura de la muerte,hubieron de unificarse en torno a unavisión eugenésica del mundo en la que notuvieran cabida aquellos que no encajabancon el ideario nazi racista, debiendo, endefinitiva, ser extirpados del cuerpo social.

Entre los factores que hicieron factible laplanificación y ejecución del delirante pro-yecto nazi de una Europa judenrein, ‘limpia

de judíos’, destaca el desarrollo médico-tec-nológico alcanzado en el siglo XX, que tra-ducido en términos éticos supone la adop-ción del principio de eficiencia como únicocriterio exigible a la ciencia, y la idea deburocracia, diagnosticada ya por Weber,que asigna un reparto escrupuloso de fun-ciones de manera que cada decisión indivi-dual se separa de los resultados finales, que-dando la responsabilidad subjetiva diluida,la conciencia moral desactivada. Esta men-talidad burocrática, que halla en lasMemorias de Albert Speer un ejemplosobresaliente, hacía del traslado de losdeportados a los centros de exterminio envagones para animales un simple cálculo deespacio o de las incipientes cámaras de gasmóviles un conjunto de dificultades técni-cas planteadas a los ingenieros. La divisiónfuncional del trabajo y la multiplicación desecciones en la estructura del Reich, cadauna de ellas encomendada a una tarea sin-gular, origen de no pocos conflictos, favore-cía la invisibilidad y deshumanización delas víctimas, paso previo a su eliminación.

Por otra parte, el libro, rico en conoci-mientos históricos, sociológicos y psicoló-gicos, desmonta con paciencia alguna delas afirmaciones que, por repetidas, han ter-minado por imponerse en los estudios delHolocausto. Concretamente, la vinculaciónentre antisemitismo y Holocausto y lainfluencia decisiva de los Consejos Judíosen el proceso de destrucción. La creaciónde los Judenräte, contra la opinión deArendt, no fue tan determinante como éstaha escrito. Lo realmente efectivo fue, porparte de las víctimas, la asunción de lamáxima de supervivencia. Al tiempo quelos judíos tomaban decisiones, guiadas porel criterio de racionalidad, los cada vezmenos supervivientes facilitaban a losnazis el cumplimiento de su plan mortífero.

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participada por médicos, antropólogos, juris-tas, higienistas, políticos, legisladores...

La isla de Cuba es el escenario donde dis-curren Las trampas del poder, en tiempos de1900, recién independizada de España e ins-taurada la república bajo supervisión esta-dounidense. Más allá de cuatro décadasabarca un relato histórico cuya espina dorsales la figura del eugenista cubano DomingoRamos. La biografía del personaje es poli-valente, discurre bajo los epígrafes de inno-vación científica, institucionalización sani-taria, e internacionalización del modeloeugenésico cubano. Compartida con su coe-táneo Eusebio Hernández, la homiculturafue una novedosa materia médica relativa ala mejora de la especie humana, fundamen-tada en el control integral de las etapas pre ypostnatal. El proyecto tendría su desarrolloen el futurible Palacio de la Homicultura,siguiendo las líneas maestras de institucio-nes como el reputado sanatorio de BattleCreeck, en Michigan, y hospital infantilKaiserin Augusta Victoria de Berlín.Concebido como un complejo para la inves-tigación, asistencial y formativo, sobre unasuperficie de 42.000 m2 se distribuirían hos-pitales, asilos, escuelas, comedores, biblio-tecas, archivos, y laboratorios, necesariospara el cultivo del nuevo hombre cubano:sano, fuerte, inteligente y de buenas costum-bres. Los deseos lo fueron, el palacio no seconstruyó. Mejor suerte corrieron la LigaNacional de Homicultura, fundada en 1913,y la Oficina Panamericana de Eugenesia yHomicultura, instaurada en La Habana elaño 1927. En el contexto internacional lasuerte de Ramos corre en paralelo con supartner norteamericano Charles Davenport:fundador de la Eugenics Record Office,autor de libros polémicos como Eugenics.The Science of Human Improvement by bet-ter Breeding (Nueva York, 1910); Heredity

of Skin Color in Negro-white Crosses(Washington, 1913), y uno de los capitostesdel eugenismo estadounidense. Como eraprevisible la contaminación política poster-gó al médico cubano, rechazado en la cerca-nía y animado en la distancia. Un final repe-tido en la historia de Cuba. La moraleja dellibro es obvia: el poder de la ciencia. Para elcaso, el poder de un modelo sanitario con-vertido en instrumento para consumar lamanipulación racial. Si la ciencia prometecontrolar la naturaleza, la medicina, en par-ticular, hará lo propio con el hombre delfuturo a beneficio del inventario de unaclase dirigente decidida a perpetuarse sacri-ficando al individuo. La genuina trampa delpoder no es otra que proclamar la bondad desu intervencionismo arrogándose la certezade una ciencia incierta. En Las trampas delpoder se describe el problema en clave anti-llana, componiendo una relación rica enmateriales inéditos, de numerosos matices,idas y venidas, propios de un afán enciclo-pédico que, a veces, disminuye la claridadexpositiva. Veintiún apéndices documenta-les completan el texto acentuando su presta-ción histórica. Los degustadores del temadeben recuperar un título precedente deidéntica autoría y mayor alcance:En buscade la raza perfecta (Madrid, CSIC, 1999).

Andrés Galera

Zygmunt BAUMAN, Modernidad y Holocaus-to. Madrid, Sequitur, 2006, 270 pp.

Con la feliz reedición de Modernidad yHolocausto de Z. Bauman disponemos deun libro clásico e imprescindible para acer-carnos al significado del Holocausto. Adiferencia de otros ensayos en los que elprograma genocida nazi no vendría a cues-

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tionar la validez o legitimidad del proyectoilustrado, tratando el acontecimiento másdramático del siglo XX como un simpleaccidente, sin duda digerible o asumiblepor una lectura finalista de la historia, laoriginalidad del análisis de este sociólogopolaco consiste en establecer una inquie-tante familiaridad entre modernidad yHolocausto. Lo que en no pocas ocasionesse ha querido presentar como un episodiomás para el pensamiento contemporáneo,desprovisto, en cualquier caso, de un carác-ter epocal, a pesar de su dimensión trágicay de la emotividad que despierta, se con-vierte, de la mano de Bauman, en el para-digma para entender la entraña misma de lamodernidad. El Holocausto cobra así unanueva luz y pasa a ser interpretado como unhijo, aborrecible en tanto que legítimo, dela cultura occidental; su retoño y su fraca-so. A la sorpresa que provoca que la naciónmás culta llevase a cabo el exterminio sis-temático, entre otros colectivos, del pueblojudío, Bauman reacciona no con increduli-dad o indignación sino cuestionando laecuación que con excesiva precipitación seestablece entre barbarie y pre-modernidadpara concluir que la Solución Final, antesque un resto de la sempiterna indómitanaturaleza humana, la huella indeleble denuestra animalidad, fue un producto espe-cífico de las sociedades racionalizadas, tec-nificadas y burocratizadas. Ahora bien,para que estas tres características se pusie-ran al servicio de una cultura de la muerte,hubieron de unificarse en torno a unavisión eugenésica del mundo en la que notuvieran cabida aquellos que no encajabancon el ideario nazi racista, debiendo, endefinitiva, ser extirpados del cuerpo social.

Entre los factores que hicieron factible laplanificación y ejecución del delirante pro-yecto nazi de una Europa judenrein, ‘limpia

de judíos’, destaca el desarrollo médico-tec-nológico alcanzado en el siglo XX, que tra-ducido en términos éticos supone la adop-ción del principio de eficiencia como únicocriterio exigible a la ciencia, y la idea deburocracia, diagnosticada ya por Weber,que asigna un reparto escrupuloso de fun-ciones de manera que cada decisión indivi-dual se separa de los resultados finales, que-dando la responsabilidad subjetiva diluida,la conciencia moral desactivada. Esta men-talidad burocrática, que halla en lasMemorias de Albert Speer un ejemplosobresaliente, hacía del traslado de losdeportados a los centros de exterminio envagones para animales un simple cálculo deespacio o de las incipientes cámaras de gasmóviles un conjunto de dificultades técni-cas planteadas a los ingenieros. La divisiónfuncional del trabajo y la multiplicación desecciones en la estructura del Reich, cadauna de ellas encomendada a una tarea sin-gular, origen de no pocos conflictos, favore-cía la invisibilidad y deshumanización delas víctimas, paso previo a su eliminación.

Por otra parte, el libro, rico en conoci-mientos históricos, sociológicos y psicoló-gicos, desmonta con paciencia alguna delas afirmaciones que, por repetidas, han ter-minado por imponerse en los estudios delHolocausto. Concretamente, la vinculaciónentre antisemitismo y Holocausto y lainfluencia decisiva de los Consejos Judíosen el proceso de destrucción. La creaciónde los Judenräte, contra la opinión deArendt, no fue tan determinante como éstaha escrito. Lo realmente efectivo fue, porparte de las víctimas, la asunción de lamáxima de supervivencia. Al tiempo quelos judíos tomaban decisiones, guiadas porel criterio de racionalidad, los cada vezmenos supervivientes facilitaban a losnazis el cumplimiento de su plan mortífero.

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Todo lo que los judíos hicieron para su con-servación les acercaba inexorablemente asu ruina.

El aspecto más discutible y sensible deltexto es el intento de Bauman de funda-mentar una teoría moral no en la sociedadcomo pretende el ‘sociologismo moral’ yque desde Durkheim se ha impuesto entrelos sociólogos sino en bases pre-sociales loque le conduce a postular la existencia deunos universales antropológicos como elrechazo al asesinato, el impulso espontáneoa ayudar al sufriente o el compromiso gra-tuito por el bienestar de los demás. Hay unaresponsabilidad moral primaria, previa a lasocialización, que surge del encuentro conel otro, del hecho básico de ‘estar juntos’,teorizada por Lévinas, el filósofo de la alte-ridad, y que Bauman recupera quizás condemasiado apresuramiento. Lo que se coli-ge de este planteamiento es que la naturale-za del mal no es caracteriológica sinosocial. No cabe atribuir la muerte de millo-nes de personas al comportamiento enfer-mizo de unos individuos sádicos -lo queArendt denominó “banalidad del mal”-sino a una estructura social asesina quelogró que una parte importante de la pobla-ción acallara esa “piedad animal” que saleal encuentro del otro y que sólo una mino-ría mantuvo viva. Como demuestraBauman, a partir de los experimentos deMilgram, el silenciamiento de las inhibi-ciones morales se consiguió sustrayendo ala víctima del horizonte de actuación delagente, interponiendo entre una y otro ungrupo de intermediarios, tal y como sucedeen la sociedad burocratizada. La culturaburocrática, gracias a su complejidad yracionalidad, favorecía que cada partici-pante en el proceso rutinario se viera a símismo como un simple peón dentro de unapartida que convertía en inocua su acción.

No es previsible, confiesa Bauman, queen un futuro cercano vuelva a tener lugarun episodio como el vivido en Europa hacemás de 60 años a pesar de que las condi-ciones que lo vieron nacer -burocracia yracionalidad instrumental- persistan. Lasolución del autor para que no se produzcaun hecho semejante, nunca idéntico, es pro-mover el pluralismo en la sociedad y refor-zar al máximo los controles sociales. Y aúnasí habrá que estar alerta ya que cada vezque se discrimina o excluye al otro repro-ducimos, a pequeña escala, los mismos pre-supuestos teóricos que hicieron del sueñohitleriano un proyecto de ingeniería social.

Luis Aragón González

SILENOS. Psicoanálisis y actualidad, vol.0, n.º 1, enero 2007. AsociaciónEspañola de Psicoanálisis del CampoLacaniano.

Esta nueva revista SILENOS con unorganizado y estructurado diseño y casi detamaño bolsillo, nace en la encrucijadaentre el Psicoanálisis, la Psicología y laPsiquiatría, con dos objetivos ambiciosos:por un lado, dar impulso al trabajo episté-mico y al debate científico, y por otro lado,hacerse eco de los avatares políticos ysociales, de esta sociedad cada vez másadicta a consignas y tópicos, aún cuando elinterés epistémico ha decaído y los escasosinterrogantes que surgen son producto delmalestar introducido por los cambios y exi-gencias institucionales, o del malestar entrelos que trabajan con la locura.

Y por este sendero han comenzado acaminar desde el primer número que comen-tamos, y cuyo primer gran mérito consisteen la elección temática: «Salud Mental.

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¿Instrumento de control social?». Aunque enla variedad de formas que adoptan los siste-mas sociales frente a la locura en su intentode excluirla, controlarla, eliminarla y hastainstrumentalizarla, se evidencian los modosen los que los estados y las sociedades ejer-cen su poder y sustentan los modos de domi-nio, control y exclusión inherentes a todaorganización social. La gran paradoja es queesas formas de dominio, control y segrega-ción no dejan de aparecer en si mismas lle-nas de locura cuando son contempladas conla distancia que da la pertenencia a otra cul-tura o el paso del tiempo.

Salud Mental cuyo concepto surge parasuperar los límites y alcances que hastamediados del siglo XX tuvo la Psiquiatría,con algunos resultados que hoy lamenta-blemente continúa de alguna actualidad(mecanismos asilares y de control social). Ycuya política actual podría sintetizarse enque el síntoma debe desaparecer, el pacientedebe incorporarse al circuito de produccióny no hay que perder demasiado tiempo. Nodeja de ser paradójico que mientras más bie-nestar colectivo hay mayor sea la afluenciadel malestar individual a los dispositivos deSalud Mental, porque el riesgo de la moder-nidad es que el sujeto, al salir de la institu-ción a la sociedad, internalice su segrega-ción, y no estará ni en el interior ni en elexterior social, estará segregado en el inte-rior de sí mismo, autoexiliado de sí mismo.

Sin embargo, parecería, por tanto,decadente en una sociedad como la actualen la que impera el carpe diem, quam mini-mum credula postero («apodérate del día,nunca confíes en lo posterior»), pero que,sin embargo, está hoy con más actualidadque nunca. Quizá porque la gran tentacióndel siglo veinte y, tal vez, la que ha costadomás cara, por sus efectos inmediatos y porel desencanto que ha generado después, ha

sido la de creer en todo lo globalizado, tota-lizador (con sus proyectos holistas y pro-meteicos) daría lugar al hombre nuevo,rechazando, claro está lo parcial, fragmen-tario y diverso.

Este primer número, cuyo índice se dis-pone como un tríptico: con una primeraparte con un Editorial y una entrevista aRafael Inglott, una parte central con los artí-culos en los que se van cuestionado supues-tos axiomas y supuestos saberes como elDSM o la CIE, el mercado de los fármacos,encuentro y desencuentro de la psiquiatría yel psicoanálisis y la salud mental y una ter-cera parte dedicada a la clínica.

La revista presenta los artículos deAndrés Múgica («¿Qué es la salud men-tal?»), Francisco Cervilla («Terapia cogniti-vo-comportamental: ignorancia del sujeto»),Joseph Moya («La salud mental aquí, ahoray en el futuro. Una reflexión desdeCatalunya»), Segundo Machado («Razónpsiquiátrica y malestar: apuntes»), ÁngelMartínez («El nuevo mercado de las aflic-ciones: Fetichismo y artes de persuasión enel consumo de antidepresivos»), BlancaSánchez («Salud mental, Locura colectiva»)y Joseph Monseny («La psiquiatría y el psi-coanálisis en salud mental»), y los casos clí-nicos de Carmelo Sierra («Nombrar lascosas por su nombre») y Olga Correas («Elniño del pijama azul») que sobrevuelan laconfiguración de las condiciones del acto deescuchar la demanda y reconocer en ella eldecir del sujeto y cómo construir esa posi-ción de escucha en el seno de la instituciónde Salud Mental donde se reúnen y separanla psiquiatría y el psicoanálisis.

Los procesos de naturalización de lasaflicciones humanas y su reconversión enenfermedades se amplifican hoy en día porla mayor disponibilidad de los usuarios a laresolución de sus malestares mediante la

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Todo lo que los judíos hicieron para su con-servación les acercaba inexorablemente asu ruina.

El aspecto más discutible y sensible deltexto es el intento de Bauman de funda-mentar una teoría moral no en la sociedadcomo pretende el ‘sociologismo moral’ yque desde Durkheim se ha impuesto entrelos sociólogos sino en bases pre-sociales loque le conduce a postular la existencia deunos universales antropológicos como elrechazo al asesinato, el impulso espontáneoa ayudar al sufriente o el compromiso gra-tuito por el bienestar de los demás. Hay unaresponsabilidad moral primaria, previa a lasocialización, que surge del encuentro conel otro, del hecho básico de ‘estar juntos’,teorizada por Lévinas, el filósofo de la alte-ridad, y que Bauman recupera quizás condemasiado apresuramiento. Lo que se coli-ge de este planteamiento es que la naturale-za del mal no es caracteriológica sinosocial. No cabe atribuir la muerte de millo-nes de personas al comportamiento enfer-mizo de unos individuos sádicos -lo queArendt denominó “banalidad del mal”-sino a una estructura social asesina quelogró que una parte importante de la pobla-ción acallara esa “piedad animal” que saleal encuentro del otro y que sólo una mino-ría mantuvo viva. Como demuestraBauman, a partir de los experimentos deMilgram, el silenciamiento de las inhibi-ciones morales se consiguió sustrayendo ala víctima del horizonte de actuación delagente, interponiendo entre una y otro ungrupo de intermediarios, tal y como sucedeen la sociedad burocratizada. La culturaburocrática, gracias a su complejidad yracionalidad, favorecía que cada partici-pante en el proceso rutinario se viera a símismo como un simple peón dentro de unapartida que convertía en inocua su acción.

No es previsible, confiesa Bauman, queen un futuro cercano vuelva a tener lugarun episodio como el vivido en Europa hacemás de 60 años a pesar de que las condi-ciones que lo vieron nacer -burocracia yracionalidad instrumental- persistan. Lasolución del autor para que no se produzcaun hecho semejante, nunca idéntico, es pro-mover el pluralismo en la sociedad y refor-zar al máximo los controles sociales. Y aúnasí habrá que estar alerta ya que cada vezque se discrimina o excluye al otro repro-ducimos, a pequeña escala, los mismos pre-supuestos teóricos que hicieron del sueñohitleriano un proyecto de ingeniería social.

Luis Aragón González

SILENOS. Psicoanálisis y actualidad, vol.0, n.º 1, enero 2007. AsociaciónEspañola de Psicoanálisis del CampoLacaniano.

Esta nueva revista SILENOS con unorganizado y estructurado diseño y casi detamaño bolsillo, nace en la encrucijadaentre el Psicoanálisis, la Psicología y laPsiquiatría, con dos objetivos ambiciosos:por un lado, dar impulso al trabajo episté-mico y al debate científico, y por otro lado,hacerse eco de los avatares políticos ysociales, de esta sociedad cada vez másadicta a consignas y tópicos, aún cuando elinterés epistémico ha decaído y los escasosinterrogantes que surgen son producto delmalestar introducido por los cambios y exi-gencias institucionales, o del malestar entrelos que trabajan con la locura.

Y por este sendero han comenzado acaminar desde el primer número que comen-tamos, y cuyo primer gran mérito consisteen la elección temática: «Salud Mental.

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¿Instrumento de control social?». Aunque enla variedad de formas que adoptan los siste-mas sociales frente a la locura en su intentode excluirla, controlarla, eliminarla y hastainstrumentalizarla, se evidencian los modosen los que los estados y las sociedades ejer-cen su poder y sustentan los modos de domi-nio, control y exclusión inherentes a todaorganización social. La gran paradoja es queesas formas de dominio, control y segrega-ción no dejan de aparecer en si mismas lle-nas de locura cuando son contempladas conla distancia que da la pertenencia a otra cul-tura o el paso del tiempo.

Salud Mental cuyo concepto surge parasuperar los límites y alcances que hastamediados del siglo XX tuvo la Psiquiatría,con algunos resultados que hoy lamenta-blemente continúa de alguna actualidad(mecanismos asilares y de control social). Ycuya política actual podría sintetizarse enque el síntoma debe desaparecer, el pacientedebe incorporarse al circuito de produccióny no hay que perder demasiado tiempo. Nodeja de ser paradójico que mientras más bie-nestar colectivo hay mayor sea la afluenciadel malestar individual a los dispositivos deSalud Mental, porque el riesgo de la moder-nidad es que el sujeto, al salir de la institu-ción a la sociedad, internalice su segrega-ción, y no estará ni en el interior ni en elexterior social, estará segregado en el inte-rior de sí mismo, autoexiliado de sí mismo.

Sin embargo, parecería, por tanto,decadente en una sociedad como la actualen la que impera el carpe diem, quam mini-mum credula postero («apodérate del día,nunca confíes en lo posterior»), pero que,sin embargo, está hoy con más actualidadque nunca. Quizá porque la gran tentacióndel siglo veinte y, tal vez, la que ha costadomás cara, por sus efectos inmediatos y porel desencanto que ha generado después, ha

sido la de creer en todo lo globalizado, tota-lizador (con sus proyectos holistas y pro-meteicos) daría lugar al hombre nuevo,rechazando, claro está lo parcial, fragmen-tario y diverso.

Este primer número, cuyo índice se dis-pone como un tríptico: con una primeraparte con un Editorial y una entrevista aRafael Inglott, una parte central con los artí-culos en los que se van cuestionado supues-tos axiomas y supuestos saberes como elDSM o la CIE, el mercado de los fármacos,encuentro y desencuentro de la psiquiatría yel psicoanálisis y la salud mental y una ter-cera parte dedicada a la clínica.

La revista presenta los artículos deAndrés Múgica («¿Qué es la salud men-tal?»), Francisco Cervilla («Terapia cogniti-vo-comportamental: ignorancia del sujeto»),Joseph Moya («La salud mental aquí, ahoray en el futuro. Una reflexión desdeCatalunya»), Segundo Machado («Razónpsiquiátrica y malestar: apuntes»), ÁngelMartínez («El nuevo mercado de las aflic-ciones: Fetichismo y artes de persuasión enel consumo de antidepresivos»), BlancaSánchez («Salud mental, Locura colectiva»)y Joseph Monseny («La psiquiatría y el psi-coanálisis en salud mental»), y los casos clí-nicos de Carmelo Sierra («Nombrar lascosas por su nombre») y Olga Correas («Elniño del pijama azul») que sobrevuelan laconfiguración de las condiciones del acto deescuchar la demanda y reconocer en ella eldecir del sujeto y cómo construir esa posi-ción de escucha en el seno de la instituciónde Salud Mental donde se reúnen y separanla psiquiatría y el psicoanálisis.

Los procesos de naturalización de lasaflicciones humanas y su reconversión enenfermedades se amplifican hoy en día porla mayor disponibilidad de los usuarios a laresolución de sus malestares mediante la

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ingesta de psicofármacos. Y su uso indiscri-minado va acompañado de un mensaje queforcluye al sujeto, que lo desresponsabiliza.Se ha pasado de la responsabilidad subjeti-va a la culpabilidad del neurotrasmisor.

De manera que para la psiquiatría actualla locura es fruto de una enfermedad bioló-gica que nada tiene que ver con la subjeti-vidad. Pero la locura, la psicosis es unaestructura subjetiva como se pone de mani-fiesto cuando se escucha sin prisa.

La subjetividad es excluida del campode lo psíquico, y por ello, el sujeto sólo en-cuentra su entidad como co-extensiva deuna organicidad que sólo le da como esta-tuto el de ser consumidos fundamentalmen-te de medicamentos pero también de cuida-dos, ya no es paciente, es usuario.

Pero el psicoanálisis no está llamado acombatir el poder médico, sino que tiene unsaber que alivia a los humanos de lo real desus síntomas, y su deber es transmitirlo.Los psicoanalistas pueden ayudar a impe-dir, junto con otros, que en nombre de cual-quier universal se olvide la particularidadde cada uno, y deben saber transmitir elinterés que tiene para todos esa particulari-dad, sea de sujeto neurótico o psicótico.

Como puede verse en estos párrafos decada artículo, por sí solos mantienen el pulsoy despiertan sugerencias e interrogantes. Seentiende, pues, que esta revista no dispongade un apartado sobre Debates, ya que todaella está dedicada a abrir el diálogo, la refle-xión, las aportaciones y nuevos puntos devista. De manera que reflexionar sobre psi-coanálisis y actualidad como reza el subtítu-lo de la Revista, permite contemplar laactualidad como un artificio, fruto de losamos que monopolizan la información.

Seguro que en la revista SILENOS hayesperanza como declara Manuel Rebollo enel Editorial porque hay wishful thinking, el

deseo del deseo, hará que no muera la espe-ranza del cambio. Sin duda, psicoanalistas,psicólogos o psiquiatras encontrarán enesta nueva revista un contrapunto y unarefrescante alternativa. Y la pregunta conti-núa en el aire ¿ha dejado de ser la psiquia-tría y por extensión la asistencia en SaludMental, un instrumento de control social?

Fernando Mansilla Izquierdo

Vladimir JANKÉLÉVITCH, La muerte, Valen-cia, Pre-Textos, 2002, 444 pp., trad. ypról. de Manuel Arranz.

La muerte, afirma Jankélévitch (1903-1985), es nuestra condición vital, «es elmedio de vivir y el impedimento de vivir».Sin embargo, la muerte carece de profundi-dad para él, no es un abismo sino una com-pañía inevitable y muy cerca de la normali-dad. Quizá por ello su ejercicio en estelibro gigantesco, de 1966, resulta ser envol-vente y casi atmosférico: Jankélévitch usaun lenguaje coloquial pero injerta ciertosvocablos técnicos y muy matizados; cadapoco, salta de la literatura a la filosofía, yretorna desde la reflexión hasta el ejemploconcreto; va de los antiguos a los modernoscon sus citas continuas, a la vez que cons-truye párrafos torrenciales que las corrobo-ran, matizan o complementan.

Es La muerte un hermoso texto por sucapacidad para arrojarse a las aguas delpensamiento creador, por volcar ahí todoslos argumentos de su moraliay por desple-gar su poderoso flujo verbal, muy legiblegracias al traductor. Su inspiración arrancade una larga enseñanza oral así como de lasexperiencias continuas como moralista ygran lector que fue. Sus referencias lejanasson tanto Platón o los estoicos (Epicteto y

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Marco Aurelio), como Plotino y los padresde la Iglesia. Pero la modernidad está muypresente: aparecen Gracián y Pascal, queresuenan en el siglo barroco; Schelling,Kierkegaard y Schopenhauer, que marcancierto pensamiento del siglo XIX; y, ya ensu centuria, Unamuno y Bergson se perso-nan con sus juicios. Por otra parte,Jankélévitch apela a la literatura, sobretodo a autores como Tolstoi, Andreiev oBunin, pues sus padres siempre hablaronruso en casa. Todo ello, sin guardar unorden temporal básico.

Pero Jankélévitch –autor de libros comoLa paradoja de la moral, El perdón, Elmal, La ironía, Lo puro y lo impuro– nosólo recrea muy diversas voces y reflexio-nes, sino que nos ofrece otros registros.Así, en esta obra casi atemporal, surge unnombre clave de la medicina desde 1800,Bichat; y tal referencia le remite a la apari-ción del par muerte-vida en la cultura delsiglo XIX: es un saludo a sus padres,ambos médicos formados en Montpellier,Anna Ryss y Samuel Jankélévitch, y algomás. Su padre había querido escribir sobrela muerte a partir de su experiencia clínicay de sus copiosas lecturas. Pues él, que nosólo tradujo a Hegel, Schelling, Croce oBerdiaev, sino también una docena deobras de Freud, gran amigo suyo. YVladimir Jankélévitch utiliza inclusomuchas de sus notas para su libro.

Además nunca olvidó, como vemosfinalmente en La muerte, los campos deexterminio, campos que pese a todo nopudieron extirpar un universo de palabras yde formas de introspección que nos consti-tuye. De hecho, La muerte fue un volumeniniciado durante la Resistencia. Y es más,en su polémico librito Lo imprescriptible,que apareció póstumamente, planteará sincontemplaciones todo lo que nunca puede

cancelarse: ese genocidio que ha marcadopsicológica y culturalmente la década finaldel siglo XX o muchas discusiones de hoyen día.

M. Jalón

Michihiko HACHIYA , Diario de Hiroshimade un médico japonés (6 de agosto-30 deseptiembre de 1945), Madrid, Turner,2005, 238 pp.

Como trasfondo de las experiencias dedesvalimiento psicológico y de radicalextrañeza padecidos por miles de personasen las últimas décadas –nuevas deportacio-nes, muros, exclusión de la ciudadanía;huidas forzadas e imposibles; bombardeosy mentiras planificados; reciclaje del colo-nialismo o del racismo; exaltación de lascreencias occidentales– no deja de situarsela destrucción extrema de ciudades iner-mes, ese acoso aterrorizador que, haciamediados del siglo XX, se inició en laEspaña de la Guerra Civil, por el fascismo,y que tuvo su cumbre en el Japón, comoherida abierta al concluirse la segundaGran Guerra.

El testimonio de Hachiya –director delHospital de Comunicaciones de Hiroshimaen 1945– es un documento excepcional deeste último cataclismo. Pues él pudo oír laexplosión atómica (y afortunadamente noverla, pues se hubiera quedado ciego), unestallido intenso que afectó letalmente acien mil personas, al inicio, y emocional-mente a muchísimas más: «Las sombrasdel jardín se desvanecieron, el panoramapoco antes luminoso y soleado era ahoraoscuro, brumoso… Vi confusas siluetashumanas, algunas parecían ánimas en pena,otras se movían con aire dolorido, con los

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ingesta de psicofármacos. Y su uso indiscri-minado va acompañado de un mensaje queforcluye al sujeto, que lo desresponsabiliza.Se ha pasado de la responsabilidad subjeti-va a la culpabilidad del neurotrasmisor.

De manera que para la psiquiatría actualla locura es fruto de una enfermedad bioló-gica que nada tiene que ver con la subjeti-vidad. Pero la locura, la psicosis es unaestructura subjetiva como se pone de mani-fiesto cuando se escucha sin prisa.

La subjetividad es excluida del campode lo psíquico, y por ello, el sujeto sólo en-cuentra su entidad como co-extensiva deuna organicidad que sólo le da como esta-tuto el de ser consumidos fundamentalmen-te de medicamentos pero también de cuida-dos, ya no es paciente, es usuario.

Pero el psicoanálisis no está llamado acombatir el poder médico, sino que tiene unsaber que alivia a los humanos de lo real desus síntomas, y su deber es transmitirlo.Los psicoanalistas pueden ayudar a impe-dir, junto con otros, que en nombre de cual-quier universal se olvide la particularidadde cada uno, y deben saber transmitir elinterés que tiene para todos esa particulari-dad, sea de sujeto neurótico o psicótico.

Como puede verse en estos párrafos decada artículo, por sí solos mantienen el pulsoy despiertan sugerencias e interrogantes. Seentiende, pues, que esta revista no dispongade un apartado sobre Debates, ya que todaella está dedicada a abrir el diálogo, la refle-xión, las aportaciones y nuevos puntos devista. De manera que reflexionar sobre psi-coanálisis y actualidad como reza el subtítu-lo de la Revista, permite contemplar laactualidad como un artificio, fruto de losamos que monopolizan la información.

Seguro que en la revista SILENOS hayesperanza como declara Manuel Rebollo enel Editorial porque hay wishful thinking, el

deseo del deseo, hará que no muera la espe-ranza del cambio. Sin duda, psicoanalistas,psicólogos o psiquiatras encontrarán enesta nueva revista un contrapunto y unarefrescante alternativa. Y la pregunta conti-núa en el aire ¿ha dejado de ser la psiquia-tría y por extensión la asistencia en SaludMental, un instrumento de control social?

Fernando Mansilla Izquierdo

Vladimir JANKÉLÉVITCH, La muerte, Valen-cia, Pre-Textos, 2002, 444 pp., trad. ypról. de Manuel Arranz.

La muerte, afirma Jankélévitch (1903-1985), es nuestra condición vital, «es elmedio de vivir y el impedimento de vivir».Sin embargo, la muerte carece de profundi-dad para él, no es un abismo sino una com-pañía inevitable y muy cerca de la normali-dad. Quizá por ello su ejercicio en estelibro gigantesco, de 1966, resulta ser envol-vente y casi atmosférico: Jankélévitch usaun lenguaje coloquial pero injerta ciertosvocablos técnicos y muy matizados; cadapoco, salta de la literatura a la filosofía, yretorna desde la reflexión hasta el ejemploconcreto; va de los antiguos a los modernoscon sus citas continuas, a la vez que cons-truye párrafos torrenciales que las corrobo-ran, matizan o complementan.

Es La muerte un hermoso texto por sucapacidad para arrojarse a las aguas delpensamiento creador, por volcar ahí todoslos argumentos de su moraliay por desple-gar su poderoso flujo verbal, muy legiblegracias al traductor. Su inspiración arrancade una larga enseñanza oral así como de lasexperiencias continuas como moralista ygran lector que fue. Sus referencias lejanasson tanto Platón o los estoicos (Epicteto y

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Marco Aurelio), como Plotino y los padresde la Iglesia. Pero la modernidad está muypresente: aparecen Gracián y Pascal, queresuenan en el siglo barroco; Schelling,Kierkegaard y Schopenhauer, que marcancierto pensamiento del siglo XIX; y, ya ensu centuria, Unamuno y Bergson se perso-nan con sus juicios. Por otra parte,Jankélévitch apela a la literatura, sobretodo a autores como Tolstoi, Andreiev oBunin, pues sus padres siempre hablaronruso en casa. Todo ello, sin guardar unorden temporal básico.

Pero Jankélévitch –autor de libros comoLa paradoja de la moral, El perdón, Elmal, La ironía, Lo puro y lo impuro– nosólo recrea muy diversas voces y reflexio-nes, sino que nos ofrece otros registros.Así, en esta obra casi atemporal, surge unnombre clave de la medicina desde 1800,Bichat; y tal referencia le remite a la apari-ción del par muerte-vida en la cultura delsiglo XIX: es un saludo a sus padres,ambos médicos formados en Montpellier,Anna Ryss y Samuel Jankélévitch, y algomás. Su padre había querido escribir sobrela muerte a partir de su experiencia clínicay de sus copiosas lecturas. Pues él, que nosólo tradujo a Hegel, Schelling, Croce oBerdiaev, sino también una docena deobras de Freud, gran amigo suyo. YVladimir Jankélévitch utiliza inclusomuchas de sus notas para su libro.

Además nunca olvidó, como vemosfinalmente en La muerte, los campos deexterminio, campos que pese a todo nopudieron extirpar un universo de palabras yde formas de introspección que nos consti-tuye. De hecho, La muerte fue un volumeniniciado durante la Resistencia. Y es más,en su polémico librito Lo imprescriptible,que apareció póstumamente, planteará sincontemplaciones todo lo que nunca puede

cancelarse: ese genocidio que ha marcadopsicológica y culturalmente la década finaldel siglo XX o muchas discusiones de hoyen día.

M. Jalón

Michihiko HACHIYA , Diario de Hiroshimade un médico japonés (6 de agosto-30 deseptiembre de 1945), Madrid, Turner,2005, 238 pp.

Como trasfondo de las experiencias dedesvalimiento psicológico y de radicalextrañeza padecidos por miles de personasen las últimas décadas –nuevas deportacio-nes, muros, exclusión de la ciudadanía;huidas forzadas e imposibles; bombardeosy mentiras planificados; reciclaje del colo-nialismo o del racismo; exaltación de lascreencias occidentales– no deja de situarsela destrucción extrema de ciudades iner-mes, ese acoso aterrorizador que, haciamediados del siglo XX, se inició en laEspaña de la Guerra Civil, por el fascismo,y que tuvo su cumbre en el Japón, comoherida abierta al concluirse la segundaGran Guerra.

El testimonio de Hachiya –director delHospital de Comunicaciones de Hiroshimaen 1945– es un documento excepcional deeste último cataclismo. Pues él pudo oír laexplosión atómica (y afortunadamente noverla, pues se hubiera quedado ciego), unestallido intenso que afectó letalmente acien mil personas, al inicio, y emocional-mente a muchísimas más: «Las sombrasdel jardín se desvanecieron, el panoramapoco antes luminoso y soleado era ahoraoscuro, brumoso… Vi confusas siluetashumanas, algunas parecían ánimas en pena,otras se movían con aire dolorido, con los

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brazos extendidos muy separados del cuer-po, como espantapájaros… Había algocomún a toda la gente con la que me crucé,el más absoluto silencio».

En una ex-ciudad devastada, quemada,carbonizada industrialmente, fantasmagóri-ca, los pocos vivos requieren ayuda en esehospital no derribado. Hachiya, al tiempoque va recuperándose de sus heridas, haceposible que su ex-dispensario pueda ser unmínimo punto de apoyo para ellos. Su pro-fesión de médico y de reorganizador desdela nada de la salud pública se centra en lasquemaduras, en las hemorragias internasque desembocan en diarreas, en raras erup-ciones y caídas de pelo, en la agranulocito-sis, que provoca amigdalitis gangrenosa; esdecir, en el acabamiento humano de tantosciudadanos. Pero, además de dormir y con-versar o tranquilizar, este hombre pundono-roso y representante del decoro, la decenciaentre los humanos –como tantas obras lite-rarias japonesas, las antiguas o las de lossiglos XIX y XX– escribe cada día un textoconciso y nada histérico, denso, humilde,casi tranquilo, y sobre todo profundo.

Dos meses de anotaciones de estemédico japonés suponen finalmente unode los libros más importantes sobre la vidaordinaria en el siglo XX. Para todos.Porque, paradójicamente, como dice, ensu prólogo de 1971, Elias Canetti (publi-cado luego en La consciencia de las pala-bras), «nunca he llegado a conocer tanto aun japonés como en este Diario». Lo cualsignifica acercarse paso a paso a un otrocasi destruido pero que rebulle dignamen-te, visita a los demás, se mueve con lenti-tud, hace cábalas sobre el origen de sumal, sobre las futuras amenazas; un otroque se vuelve del todo cercano, es decirentero, despojado del despotismo de lahistoria o del poder autoritario de su país,

así como de todo color local, esto es, delas distorsiones más obvias de nuestrocada vez más inoportuno «Oriente».

M. Jalón

Ernesto FERIA JALDÓN, Baudelaire. Sucorazón al desnudo. Seguido deComen-tarios a los Pequeños Poemas en Prosa,Madrid, Huerga y Fierro, 2000, 270 pp.

Este libro contiene un ensayo psicopato-gráfico de la personalidad creativa que fueCharles Baudelaire. Ahondar con la herra-mienta analítica, en el espacio subjetivo deun autor como Baudelaire, ahora sabemosque solo puede hacerse desde las resonan-cias que el poeta ha podido suscitar en elautor de este ensayo. Estas resonancias per-sonales vivamente sentidas, se completanen un ámbito conceptual que aspira adesentrañar y hacer comprensible la vida-obra del poeta desde su posicionamientosubjetivo ante sí mismo, ante su tiempo yaquellos personajes de su vida y de su«novela familiar» que dejaron su improntaen una sensibilidad extremada como la deBaudelaire.

Enmarcado conceptualmente en el pen-samiento de Freud y Lacan, este ensayo seinserta en esta tradición de búsqueda demodelos provisionales que den cuenta de lasubjetividad humana, de la conducta delhombre concreto. Esta aspiración, que elautor piensa legítima desde una ciencia dela subjetividad, ha sido objeto de su refle-xión en otros ensayos, más concretamenteen el recientemente publicado El Deseo y laLibertad. Notas para una ontología científi-ca (Sevilla, Alfar, 2004) así como en Críticade la Razón tecnológica (Huelva, Dipu-tación Provincial de Huelva, 1994). A mi

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juicio se muestra muy consciente del terre-no conjetural en el que ha de moverse, y quealgunos consideran fuera del alcance de lasciencias empíricas. Pero la cautela no debeimpedir los legítimos intentos de colonizarel espacio subjetivo alcanzando proposicio-nes significativas sobre la conducta de losseres humanos y sus determinantes.

Asistimos, por tanto, en el desarrollo deeste ensayo al entrelazamiento y conexiónde un conjunto de aspectos que procedentesde la vida y de la obra de Baudelaire sonunificados en torno a nociones complejasde fundamento psicoanalítico. Esta tareaaspira a dar sentido a lo que se sabe quecontiene las marcas de lo inefable, en unoscasos y de la incompletud en los más. Estaconciencia de los límites no impide que semantenga en el conjunto de la obra la aspi-ración a la descripción de una topografíasubjetiva donde lo escrito, lo dicho y lasactitudes de Baudelaire, se abran a unacomprensión más amplia desde la singula-ridad, en este caso, de susfantasmas.Ernesto Feria Jaldón trata de acercarnos eneste ensayo a la idea de que el camino de lainvestigación psicoanalítica se constituyeen insustituible si queremos alcanzar unamás extensa comprensión de la personali-dad compleja que exhibió Baudelaire.Libro crítico con planteamientos fenome-nológico-existenciales –de los que el autormismo se nutrió ex-tensamente en su tra-yectoria intelectual– y especialmente críti-co con Sartre, trata de seguir las huellas deuna vida y de una obra en su mutua deter-minación, introduciendo modos de enten-der que encuentran sus lógicas fuera de unaintuición crítica inmediata. Se hace portanto obligado el pasaje por los instrumen-tos conceptuales que aquí se ponen a prue-ba y que han de demostrar su eficacia inter-pretativa.

Baudelaire es aquí visto frente a susdeterminantes e imposibilidades subjetivas,–neuróticas en su caso– las mismas, quesegún el autor, le permitieron abrirse a unnuevo espacio de elaboración poética y lellevaron a culminar un destino singular deinquebrantable profundidad artística yhumana. Se trata en este ensayo de desve-lar las claves de este pathos baudeleriano,convocando los puntos de máxima tensiónartística y vital de un poeta que merecepara el autor el calificativo de «esencial».Una esencialidad que no se entiende desdeuna concepción metafísico-idealista sinocomo aquella que coloca la función delartista en el centro de su comunidad huma-na de referencia y que abre con su arte elcampo de la representación y con ello daposibilidad a esa comunidad en cuanto escapaz de nombrar y aquilatar las nuevasrespuestas a las preguntas fundamentalesque gravitan sobre el espíritu humano.Como se verá, para el autor, Baudelaire seencuentra abierto precisamente a esa tareapor cuanto está enfrentado a sí mismo yabismado hacia su suceso interior –una delas múltiples dimensiones/direcciones delnarcisismo– que remite a una nostalgia pri-mordial que para el autor imposibilita elacceso de Baudelaire a una proyección netay sin obstáculos de su Deseo. Deseo que seprecipita entonces así hacia la muerte, quese repliega sobre si mismo a la búsqueda desu propia aniquilación, hacia su propia des-trucción. Como refiere el autor: «Solo lequeda un recurso –pero sin justificación, esdecir, con plena autenticidad– el de expo-ner a la luz brillante de su poesía la proble-mática de su ambivalencia afectiva encarne viva y las sombras siniestras de superversidad». Una perversidad que, desdeun oscuro lugar de la conciencia, le atenazademoníacamente y le lleva al desprecio, al

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brazos extendidos muy separados del cuer-po, como espantapájaros… Había algocomún a toda la gente con la que me crucé,el más absoluto silencio».

En una ex-ciudad devastada, quemada,carbonizada industrialmente, fantasmagóri-ca, los pocos vivos requieren ayuda en esehospital no derribado. Hachiya, al tiempoque va recuperándose de sus heridas, haceposible que su ex-dispensario pueda ser unmínimo punto de apoyo para ellos. Su pro-fesión de médico y de reorganizador desdela nada de la salud pública se centra en lasquemaduras, en las hemorragias internasque desembocan en diarreas, en raras erup-ciones y caídas de pelo, en la agranulocito-sis, que provoca amigdalitis gangrenosa; esdecir, en el acabamiento humano de tantosciudadanos. Pero, además de dormir y con-versar o tranquilizar, este hombre pundono-roso y representante del decoro, la decenciaentre los humanos –como tantas obras lite-rarias japonesas, las antiguas o las de lossiglos XIX y XX– escribe cada día un textoconciso y nada histérico, denso, humilde,casi tranquilo, y sobre todo profundo.

Dos meses de anotaciones de estemédico japonés suponen finalmente unode los libros más importantes sobre la vidaordinaria en el siglo XX. Para todos.Porque, paradójicamente, como dice, ensu prólogo de 1971, Elias Canetti (publi-cado luego en La consciencia de las pala-bras), «nunca he llegado a conocer tanto aun japonés como en este Diario». Lo cualsignifica acercarse paso a paso a un otrocasi destruido pero que rebulle dignamen-te, visita a los demás, se mueve con lenti-tud, hace cábalas sobre el origen de sumal, sobre las futuras amenazas; un otroque se vuelve del todo cercano, es decirentero, despojado del despotismo de lahistoria o del poder autoritario de su país,

así como de todo color local, esto es, delas distorsiones más obvias de nuestrocada vez más inoportuno «Oriente».

M. Jalón

Ernesto FERIA JALDÓN, Baudelaire. Sucorazón al desnudo. Seguido deComen-tarios a los Pequeños Poemas en Prosa,Madrid, Huerga y Fierro, 2000, 270 pp.

Este libro contiene un ensayo psicopato-gráfico de la personalidad creativa que fueCharles Baudelaire. Ahondar con la herra-mienta analítica, en el espacio subjetivo deun autor como Baudelaire, ahora sabemosque solo puede hacerse desde las resonan-cias que el poeta ha podido suscitar en elautor de este ensayo. Estas resonancias per-sonales vivamente sentidas, se completanen un ámbito conceptual que aspira adesentrañar y hacer comprensible la vida-obra del poeta desde su posicionamientosubjetivo ante sí mismo, ante su tiempo yaquellos personajes de su vida y de su«novela familiar» que dejaron su improntaen una sensibilidad extremada como la deBaudelaire.

Enmarcado conceptualmente en el pen-samiento de Freud y Lacan, este ensayo seinserta en esta tradición de búsqueda demodelos provisionales que den cuenta de lasubjetividad humana, de la conducta delhombre concreto. Esta aspiración, que elautor piensa legítima desde una ciencia dela subjetividad, ha sido objeto de su refle-xión en otros ensayos, más concretamenteen el recientemente publicado El Deseo y laLibertad. Notas para una ontología científi-ca (Sevilla, Alfar, 2004) así como en Críticade la Razón tecnológica (Huelva, Dipu-tación Provincial de Huelva, 1994). A mi

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juicio se muestra muy consciente del terre-no conjetural en el que ha de moverse, y quealgunos consideran fuera del alcance de lasciencias empíricas. Pero la cautela no debeimpedir los legítimos intentos de colonizarel espacio subjetivo alcanzando proposicio-nes significativas sobre la conducta de losseres humanos y sus determinantes.

Asistimos, por tanto, en el desarrollo deeste ensayo al entrelazamiento y conexiónde un conjunto de aspectos que procedentesde la vida y de la obra de Baudelaire sonunificados en torno a nociones complejasde fundamento psicoanalítico. Esta tareaaspira a dar sentido a lo que se sabe quecontiene las marcas de lo inefable, en unoscasos y de la incompletud en los más. Estaconciencia de los límites no impide que semantenga en el conjunto de la obra la aspi-ración a la descripción de una topografíasubjetiva donde lo escrito, lo dicho y lasactitudes de Baudelaire, se abran a unacomprensión más amplia desde la singula-ridad, en este caso, de susfantasmas.Ernesto Feria Jaldón trata de acercarnos eneste ensayo a la idea de que el camino de lainvestigación psicoanalítica se constituyeen insustituible si queremos alcanzar unamás extensa comprensión de la personali-dad compleja que exhibió Baudelaire.Libro crítico con planteamientos fenome-nológico-existenciales –de los que el autormismo se nutrió ex-tensamente en su tra-yectoria intelectual– y especialmente críti-co con Sartre, trata de seguir las huellas deuna vida y de una obra en su mutua deter-minación, introduciendo modos de enten-der que encuentran sus lógicas fuera de unaintuición crítica inmediata. Se hace portanto obligado el pasaje por los instrumen-tos conceptuales que aquí se ponen a prue-ba y que han de demostrar su eficacia inter-pretativa.

Baudelaire es aquí visto frente a susdeterminantes e imposibilidades subjetivas,–neuróticas en su caso– las mismas, quesegún el autor, le permitieron abrirse a unnuevo espacio de elaboración poética y lellevaron a culminar un destino singular deinquebrantable profundidad artística yhumana. Se trata en este ensayo de desve-lar las claves de este pathos baudeleriano,convocando los puntos de máxima tensiónartística y vital de un poeta que merecepara el autor el calificativo de «esencial».Una esencialidad que no se entiende desdeuna concepción metafísico-idealista sinocomo aquella que coloca la función delartista en el centro de su comunidad huma-na de referencia y que abre con su arte elcampo de la representación y con ello daposibilidad a esa comunidad en cuanto escapaz de nombrar y aquilatar las nuevasrespuestas a las preguntas fundamentalesque gravitan sobre el espíritu humano.Como se verá, para el autor, Baudelaire seencuentra abierto precisamente a esa tareapor cuanto está enfrentado a sí mismo yabismado hacia su suceso interior –una delas múltiples dimensiones/direcciones delnarcisismo– que remite a una nostalgia pri-mordial que para el autor imposibilita elacceso de Baudelaire a una proyección netay sin obstáculos de su Deseo. Deseo que seprecipita entonces así hacia la muerte, quese repliega sobre si mismo a la búsqueda desu propia aniquilación, hacia su propia des-trucción. Como refiere el autor: «Solo lequeda un recurso –pero sin justificación, esdecir, con plena autenticidad– el de expo-ner a la luz brillante de su poesía la proble-mática de su ambivalencia afectiva encarne viva y las sombras siniestras de superversidad». Una perversidad que, desdeun oscuro lugar de la conciencia, le atenazademoníacamente y le lleva al desprecio, al

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hastío y al abandono de todo posible éxito,pero también al goce exquisito de una raravoluptuosidad destructiva.

Formalmente el libro está configurado almodo de un catálogo de temas que tratan derodear el espacio próximo e íntimo de Bau-delaire. No se trata de poner en conexión laaportación poética, crítica y ensayística deBaudelaire con la emergencia de la moder-nidad que indiscutiblemente representa suobra, no es por tanto un ensayo crítico-lite-rario, tampoco se trata de hallar las deter-minaciones sociológicas o externas delconjunto de sus comportamientos u opinio-nes, y como éstas influyeron en su crea-ción, como lo intentara W. Benjamin. Seprefiere, en este ensayo, alcanzar unamatriz subjetiva que dé unidad a la ligazónvida-obra del poeta. Se lo quiere encontraren las experiencias afectivas primeras de suvida, en aquellas en las que, la experienciapsicoanalítica, ha puesto su referencial teó-rico más esclarecedor en lo que atañe a laligazón del hombre con su Deseo. Deseoque, en Baudelaire, como aquí se explicita,es vida, conjunción armónica, proyecciónfecundante que se lanza al rescate de lomás oculto, de lo más proscrito, de loexcluido, para hacerlo retornar con elenvoltorio efímero de la ofuscante perfec-ción de lo bello. Pero también deseo mor-tal, búsqueda ciega de una oscura consu-mación extática en un movimiento espiri-tual hacia lo devastado, refugio trágico deaquellos que sufren de la nostalgia mortífe-ra de lo primigenio. Voluptuosidad y auto-sacrificio vienen a definir, para el autor, lospuntos de tensión desde los que se hacenaprehensibles algunos de los caracteres deeste destino singular y su proyección recu-rrente, obsesiva, en su arte.

El conjunto de sus opiniones y actitudesson llevadas al fontanal desde donde brotan

en su fondo afectivo y sentimental, se hatratado de establecer con ello una tupidared de sentido que ha anudado lo que esta-ba separado tanto como lo oscuramenteintuido de la excentricidado de la perver-sidad baudeleriana. Su singularidad es porello, en este ensayo, llevada al punto en quetoma contacto con la sustancia genérica delo humano y donde se hace, por tanto, ase-quible a una comprensión más compleja yabierta al sentido. Se ha dejado de lado enesta travesía todo impulso de idealizaciónque, por otro lado, solo conduciría a pro-fundizar las identificaciones alienantes quefrecuentemente desvirtúan, ya desde susinicios los más loables intentos de acerca-miento psicológico a un autor.

En este ensayo se opta, por tanto, porrecorrer el camino que va desde el influjosensible y emotivo de la vida y la obra bau-deleriana al dibujo inacabado que necesa-riamente representa todo intento de aproxi-mación psicológica, desde un espíritu, quequiere compatibilizar, en la crítica, la con-tenida identificación de autor con el másalambicado concepto clarificador, la suce-sión azarosa del destino humano y artísticode Baudelaire con la repetición recurrentede obsesiones y fantasmas, la superficieinsignificante de una actitud, con el fondopasional donde se la hace tomar asiento.Esta apuesta por llevar a su cubil –comogustaba decir Nietzsche– nuestras valora-ciones no encuentra pocos obstáculos, puesse trata de establecer continuidad donde enla superficie hallamos lo discontinuo o loinsignificante. La vida amorosa de Baude-laire, su obstinación rebelde, sus identifica-ciones literarias, su enfermedad fatal, surecurrente melancolía, constituyen el ina-cabado mosaico sobre el que se desliza unanálisis que huye premeditadamente de eseotro extremo de la idealización, ahora per-

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versa, que goza secretamente de los doloresy las agonías de la víctima.

En un tiempo donde la mercadería haalcanzado el sagrado espacio de la intimi-dad, que se ha constituido en un nuevo filóna explotar, nueva y fatal vuelta de tuerca delproceso de desacralización, se hace necesa-rio aproximarse a libros como éste. La acti-tud ética que preside esta incursión en unaintimidad como la de Baudelaire le llevairremediablemente al autor de este ensayo ala identificable hermandad que se deja entre-ver tras una cuidada actitud analítica. Ahorasabemos que no podemos conocer positiva-mente sino desde la construcción participati-va y dialógica en la que hacemos uso denuestra propia intimidad que ahora pasa aconstituirse en el delicado instrumento sen-sible que nos puede abrir a un reconoci-miento del otro y de nuestras diferencias.

Ernesto Feria Martín

J. M. COETZEE, Contra la censura. Ensayossobre la pasión por silenciar, Barcelona,Debate, 2007, 350 pp.

Coetzee, el novelista sudafricano que senacionalizó en Australia el pasado año, va aaumentar su cosecha narrativa, en 2008,con Diary of a Bad Year. Pero el conoci-miento y disfrute de su misteriosa obra –esuno de los pocos escritores originales de lasúltimas décadas–, no puede dejar de ladoun ámbito complementario de escritura tansuyo: el ensayo, el ámbito de un minuciosocreador e intelectual que a la vez es uninsólito lector, pues, por encima de todo,deja que los libros analizados en su ensa-yística hablen al máximo, siendo capazademás de ofrecer chispazos novedosossobre su significado.

Tras serle concedido el premio Nobel en2003, afortunadamente se han recuperadono solo algunas de sus novelas anteriores,sino también otras obras de ese rango:Elizabeth Costello (Mondadori, 2004) yCostas extrañas, ensayos 1986-1999(Debate, 2004), libro en el que por cierto sehan cortado, injustificadamente, tres artícu-los sobre temas africanos (véase StrangerShores, Vintage, 2002). Faltan aún otrosmás; así Doubling the Point (1992), dedonde extrae dos apartados para insertarlosen Contra la censura, y el muy recienteInner Workings: Literary Essays 2000-2005 (Knopf, 2007) donde Coetzee conti-núa visitando «costas extrañas», ahora gra-cias a Svevo, Walser, Celan, Benjamin,Bruno Schulz, a Faulkner, Bellow oGordimer.

Si en los últimos libros citados el pesode la literatura es manifiesto, en éste de1996 –titulado originariamente GivingOffense: Essays on Censorship– agrupatextos de distinta índole, escritos entre1988 y 1993, que fueron revisados a fondopara fundirlos en un libro coherente. Demodo que todos apuntan ahora a una preo-cupación muy del siglo XX: la del silencia-miento y la total negación, la de la respues-ta implacable ante una ofensa imaginaria oreal, la del poder para acallar a alguien yevitar toda trasgresión, la capacidad paramodificar cierto tipo de expresión discor-dante o, en fin, para encarcelar y apagar asu autor. Y es que, ante cierta acusación deofensa, como decía Freud, «la negación–consecuencia de la expulsión– perteneceal instinto de destrucción».

Contra la censura nada tiene de ejer-cicio de salón. Cuatro de sus doce capítulosse refieren al apartheid, a la censura enSudáfrica que se estableció sistemática-mente entre 1960 y 1970, a las violentas

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hastío y al abandono de todo posible éxito,pero también al goce exquisito de una raravoluptuosidad destructiva.

Formalmente el libro está configurado almodo de un catálogo de temas que tratan derodear el espacio próximo e íntimo de Bau-delaire. No se trata de poner en conexión laaportación poética, crítica y ensayística deBaudelaire con la emergencia de la moder-nidad que indiscutiblemente representa suobra, no es por tanto un ensayo crítico-lite-rario, tampoco se trata de hallar las deter-minaciones sociológicas o externas delconjunto de sus comportamientos u opinio-nes, y como éstas influyeron en su crea-ción, como lo intentara W. Benjamin. Seprefiere, en este ensayo, alcanzar unamatriz subjetiva que dé unidad a la ligazónvida-obra del poeta. Se lo quiere encontraren las experiencias afectivas primeras de suvida, en aquellas en las que, la experienciapsicoanalítica, ha puesto su referencial teó-rico más esclarecedor en lo que atañe a laligazón del hombre con su Deseo. Deseoque, en Baudelaire, como aquí se explicita,es vida, conjunción armónica, proyecciónfecundante que se lanza al rescate de lomás oculto, de lo más proscrito, de loexcluido, para hacerlo retornar con elenvoltorio efímero de la ofuscante perfec-ción de lo bello. Pero también deseo mor-tal, búsqueda ciega de una oscura consu-mación extática en un movimiento espiri-tual hacia lo devastado, refugio trágico deaquellos que sufren de la nostalgia mortífe-ra de lo primigenio. Voluptuosidad y auto-sacrificio vienen a definir, para el autor, lospuntos de tensión desde los que se hacenaprehensibles algunos de los caracteres deeste destino singular y su proyección recu-rrente, obsesiva, en su arte.

El conjunto de sus opiniones y actitudesson llevadas al fontanal desde donde brotan

en su fondo afectivo y sentimental, se hatratado de establecer con ello una tupidared de sentido que ha anudado lo que esta-ba separado tanto como lo oscuramenteintuido de la excentricidado de la perver-sidad baudeleriana. Su singularidad es porello, en este ensayo, llevada al punto en quetoma contacto con la sustancia genérica delo humano y donde se hace, por tanto, ase-quible a una comprensión más compleja yabierta al sentido. Se ha dejado de lado enesta travesía todo impulso de idealizaciónque, por otro lado, solo conduciría a pro-fundizar las identificaciones alienantes quefrecuentemente desvirtúan, ya desde susinicios los más loables intentos de acerca-miento psicológico a un autor.

En este ensayo se opta, por tanto, porrecorrer el camino que va desde el influjosensible y emotivo de la vida y la obra bau-deleriana al dibujo inacabado que necesa-riamente representa todo intento de aproxi-mación psicológica, desde un espíritu, quequiere compatibilizar, en la crítica, la con-tenida identificación de autor con el másalambicado concepto clarificador, la suce-sión azarosa del destino humano y artísticode Baudelaire con la repetición recurrentede obsesiones y fantasmas, la superficieinsignificante de una actitud, con el fondopasional donde se la hace tomar asiento.Esta apuesta por llevar a su cubil –comogustaba decir Nietzsche– nuestras valora-ciones no encuentra pocos obstáculos, puesse trata de establecer continuidad donde enla superficie hallamos lo discontinuo o loinsignificante. La vida amorosa de Baude-laire, su obstinación rebelde, sus identifica-ciones literarias, su enfermedad fatal, surecurrente melancolía, constituyen el ina-cabado mosaico sobre el que se desliza unanálisis que huye premeditadamente de eseotro extremo de la idealización, ahora per-

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versa, que goza secretamente de los doloresy las agonías de la víctima.

En un tiempo donde la mercadería haalcanzado el sagrado espacio de la intimi-dad, que se ha constituido en un nuevo filóna explotar, nueva y fatal vuelta de tuerca delproceso de desacralización, se hace necesa-rio aproximarse a libros como éste. La acti-tud ética que preside esta incursión en unaintimidad como la de Baudelaire le llevairremediablemente al autor de este ensayo ala identificable hermandad que se deja entre-ver tras una cuidada actitud analítica. Ahorasabemos que no podemos conocer positiva-mente sino desde la construcción participati-va y dialógica en la que hacemos uso denuestra propia intimidad que ahora pasa aconstituirse en el delicado instrumento sen-sible que nos puede abrir a un reconoci-miento del otro y de nuestras diferencias.

Ernesto Feria Martín

J. M. COETZEE, Contra la censura. Ensayossobre la pasión por silenciar, Barcelona,Debate, 2007, 350 pp.

Coetzee, el novelista sudafricano que senacionalizó en Australia el pasado año, va aaumentar su cosecha narrativa, en 2008,con Diary of a Bad Year. Pero el conoci-miento y disfrute de su misteriosa obra –esuno de los pocos escritores originales de lasúltimas décadas–, no puede dejar de ladoun ámbito complementario de escritura tansuyo: el ensayo, el ámbito de un minuciosocreador e intelectual que a la vez es uninsólito lector, pues, por encima de todo,deja que los libros analizados en su ensa-yística hablen al máximo, siendo capazademás de ofrecer chispazos novedosossobre su significado.

Tras serle concedido el premio Nobel en2003, afortunadamente se han recuperadono solo algunas de sus novelas anteriores,sino también otras obras de ese rango:Elizabeth Costello (Mondadori, 2004) yCostas extrañas, ensayos 1986-1999(Debate, 2004), libro en el que por cierto sehan cortado, injustificadamente, tres artícu-los sobre temas africanos (véase StrangerShores, Vintage, 2002). Faltan aún otrosmás; así Doubling the Point (1992), dedonde extrae dos apartados para insertarlosen Contra la censura, y el muy recienteInner Workings: Literary Essays 2000-2005 (Knopf, 2007) donde Coetzee conti-núa visitando «costas extrañas», ahora gra-cias a Svevo, Walser, Celan, Benjamin,Bruno Schulz, a Faulkner, Bellow oGordimer.

Si en los últimos libros citados el pesode la literatura es manifiesto, en éste de1996 –titulado originariamente GivingOffense: Essays on Censorship– agrupatextos de distinta índole, escritos entre1988 y 1993, que fueron revisados a fondopara fundirlos en un libro coherente. Demodo que todos apuntan ahora a una preo-cupación muy del siglo XX: la del silencia-miento y la total negación, la de la respues-ta implacable ante una ofensa imaginaria oreal, la del poder para acallar a alguien yevitar toda trasgresión, la capacidad paramodificar cierto tipo de expresión discor-dante o, en fin, para encarcelar y apagar asu autor. Y es que, ante cierta acusación deofensa, como decía Freud, «la negación–consecuencia de la expulsión– perteneceal instinto de destrucción».

Contra la censura nada tiene de ejer-cicio de salón. Cuatro de sus doce capítulosse refieren al apartheid, a la censura enSudáfrica que se estableció sistemática-mente entre 1960 y 1970, a las violentas

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persecuciones de dos contemporáneossudafricanos: los escritores Brink yBreytenbach. (Piénsese, en cambio, en eloscuro y deliberado olvido que hay enEspaña de las décadas de amordazamiento,y de su efecto hoy en cierto uso desleal dela mentira como instrumento político). Notrata sólo Coetzee, por ejemplo, de auscul-tar tres disidencias en países del Este –des-taca ahí su escrito sobre Ossip Man-delstam–, u otras formas de censura comola del erotismo, partiendo del escándaloque produjo un libro tan cargante comoLady Chatterley, o como la de la ubicuapornografía, discutiendo con la feministaMacKinnon, sino que trata de ver cómo,indirectamente, incide sobre la escritura engeneral (sin excluir la propia), sobre la ver-dad de quien se ha visto tocado por la gua-daña censora e, incluso, sobre cierta ideaactual de verdad.

Ahora bien, en absoluto vamos a resu-mir los argumentos concretos que desfilanpor esta obra, que como veremos remite alas restantes. Al recomendar vivamente sulectura –como un ensayo claro, honesto,lleno de dudas creativas, excelentementeescrito y ponderado, «erasmistamente»evasivo por añadidura–, añadimos que, encontra de lo que opinan algunos críticos,Coetzee no sustenta radicalmente una posi-ción particular ante los argumentos arribacitados, pese a sus idas y venidas, sino quelos narra, los somete a tensiones contradic-torias, y nos deja sobre todo el recuerdoencendido de su inquietud.

En muchos libros suyos –como sucedeen su reflexión indirecta sobre el trato des-pótico a los animales, bajo la máscara deElizabeth Costello–, ensayo y literaturalogran a veces fundirse; y quizá por ellonos da una moderna, dolorosa e inquietan-te impresión de inestabilidad. Es más, en su

novela Foe vemos asimismo una obra fun-damental para conocer su compleja idea deverdad novelesca y ahondar en el autor deRobinsón Crusoe; o también en El maestrode Petersburgo hay una apelación directa aDostoyevski que, por un lado, refuerza loficticio de su relato pero que, por otro, hacever que está abordando un problema esen-cial con su «imitación» poética: el de si esposible seguir estrictamente la tradición.No en vano, por añadidura, Defoe yDostoyevski son autores analizados en dosensayos de Costas extrañas.

También las dos entregas de su autobio-grafía, Infancia y Juventud, son extraordi-narios tanto por su introspección y calidadverbal como por su modo de dar cuentaindirecta, en el primero, de la situación deuna familia blanca sudafricana y en elsegundo, del Londres que vivió en solitarioCoetzee. Ciertas novelas como pueden serEsperando a los bárbaros y En medio deninguna parte –o todas, en realidad–, aunsiendo de un trazado hermético, dibujanmundos enrarecidos que son trasunto de supaís de origen, violento en grado sumo; tie-nen partes desmadejadas y partes geniales,son abstractas y muy concretas, como sifuesen jirones de una vida interna laceradapor la historia. Quizá convenga tener encuenta sus artículos, clínicos y curiososhasta ser obsesivos, sobre el lenguaje deKafka o sobre los Diarios de Musil parapoder comprender más a fondo su perspec-tiva creadora.

Sucede que la pieza central de Contra lacensura, la más completa y novedosa, es untexto sobre Erasmo, que fue tan literatocomo pensador. Coetzee de pronto abando-na el siglo XX y se vuelca sobre un autorcensurado, un editor abierto, un enorme crí-tico, radical, nada partidista, huidizo yvaliente. Su nombre aquí nos recuerda la tra-

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gedia del erasmismo español –ayer y hoy–así como los libros rotos, tachados, mutila-dos que hay en nuestro país en varias biblio-tecas; por su parte Coetzee se vuelve al his-toriador Huizinga, encarcelado por los nazis,holandés como los otros dos, y recuerda sumonografía sobre el humanista, en particu-lar, su efecto hacia 1930 como libro de com-bate contra la censura en ciernes.

Más generalmente Coetzee habla delElogio de la locura como la manifestacióndel punto de vista más plural –el deErasmo–, en un siglo XVI dividido en fac-ciones, escindido, enloquecido, en el quecada cual se siente temeroso de sus propiaspalabras, esto es, receloso ante el eco real oficticio de sus escritos. Y se detiene ahí:Coetzee cita los análisis de Foucault en laHistoria de la locura sobre un Erasmo queobjetivaría el desvarío al atraparlo en eldiscurso moral; o la respuesta de Derrida aesa idea, al decir que no hay una locurasoberana que pueda llegar a transmitirse(aparece sólo en Foucault como pensa-miento negativo); o, finalmente, la posiciónlacaniana ante esa locura como renuncia aplantear un sujeto que sabe. Y sobre todovemos cómo Coetzee hace uso de RenéGirard; no de su dudoso esquema antropo-lógico, ni de su antifreudismo, ni de su esti-lo claramente religioso (y bastante censor):él se limita a recordar su idea de deseo imi-tativo. Cierto mecanismo imitador entraría,dice Coetzee, en el acto de censura, pueséste penetra en el censurado, lo envuelve yacaba por determinar su respuesta.

Sin convertirlo en modelo alguno, lo usapues el escritor una y otra vez, para ver loque está detrás de muchos efectos de censu-ra, en los que el perseguido termina atrapa-do en un campo de fuerzas no querido,insistente y pegajoso. No en vano apelaCoetzee rápidamente –ante semejante cír-

culo de la imitación– a los mecanismos pro-yectivos indicados por Freud («La nega-ción», «Un caso de paranoia»), o a las ideaslacanianas desplegadas en De la psicosisparanoica. Pero lo que supone en conjuntoes un recordatorio de que éstos –o Bataille,Barthes, Sontag, Dworkin y decenas defiguras–, le han inspirado en sus valoracio-nes y le han permitido expresarse con cono-cimiento de causa en un territorio que osci-la entre lo personal y lo colectivo, entre lapsicología y el modo de gobernar moder-nos. Pues este libro, con una claridadjuiciosa e independiente, quiere mantenersemás bien en la aparente llanura del escritor.

Es esa misma prudencia la que le permi-te decir, finalmente, que la razón halla lahorma de su zapato en la manía persecuto-ria, con independencia de ese despreciableacto censor: «En el discurso que estoydesarrollando, un discurso de crítica (delverbo krino, ‘acusar, someter a juicio’), hecolocado bajo sospecha la censura. Sinembargo del mismo modo que pongo a lacensura bajo la sospecha de ocultar suauténtica naturaleza, de estar gobernadasecretamente por la paranoia, tampoco micrítica puede escapar a la dinámica para-noide de juzgar y expulsar. La culpa siem-pre está en otra parte, siempre es desplaza-da» (p. 241).

Por cambiar de ángulo, esa misma situa-ción «desplazada» es a la que se ve conduci-da siempre la protagonista de ElizabethCostello, cuando percibe que su modo dehablar públicamente en defensa de los ani-males se vuelve inquietantemente abstractoy casi absurdo. O asimismo la viven, másliterariamente, los protagonistas errantes deVida y época de Michael K y de La edad dehierro en circunstancias bélicas, en dossituaciones límite en las que los actos de vio-lencia y de refugio parecen en parte reflejar-

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persecuciones de dos contemporáneossudafricanos: los escritores Brink yBreytenbach. (Piénsese, en cambio, en eloscuro y deliberado olvido que hay enEspaña de las décadas de amordazamiento,y de su efecto hoy en cierto uso desleal dela mentira como instrumento político). Notrata sólo Coetzee, por ejemplo, de auscul-tar tres disidencias en países del Este –des-taca ahí su escrito sobre Ossip Man-delstam–, u otras formas de censura comola del erotismo, partiendo del escándaloque produjo un libro tan cargante comoLady Chatterley, o como la de la ubicuapornografía, discutiendo con la feministaMacKinnon, sino que trata de ver cómo,indirectamente, incide sobre la escritura engeneral (sin excluir la propia), sobre la ver-dad de quien se ha visto tocado por la gua-daña censora e, incluso, sobre cierta ideaactual de verdad.

Ahora bien, en absoluto vamos a resu-mir los argumentos concretos que desfilanpor esta obra, que como veremos remite alas restantes. Al recomendar vivamente sulectura –como un ensayo claro, honesto,lleno de dudas creativas, excelentementeescrito y ponderado, «erasmistamente»evasivo por añadidura–, añadimos que, encontra de lo que opinan algunos críticos,Coetzee no sustenta radicalmente una posi-ción particular ante los argumentos arribacitados, pese a sus idas y venidas, sino quelos narra, los somete a tensiones contradic-torias, y nos deja sobre todo el recuerdoencendido de su inquietud.

En muchos libros suyos –como sucedeen su reflexión indirecta sobre el trato des-pótico a los animales, bajo la máscara deElizabeth Costello–, ensayo y literaturalogran a veces fundirse; y quizá por ellonos da una moderna, dolorosa e inquietan-te impresión de inestabilidad. Es más, en su

novela Foe vemos asimismo una obra fun-damental para conocer su compleja idea deverdad novelesca y ahondar en el autor deRobinsón Crusoe; o también en El maestrode Petersburgo hay una apelación directa aDostoyevski que, por un lado, refuerza loficticio de su relato pero que, por otro, hacever que está abordando un problema esen-cial con su «imitación» poética: el de si esposible seguir estrictamente la tradición.No en vano, por añadidura, Defoe yDostoyevski son autores analizados en dosensayos de Costas extrañas.

También las dos entregas de su autobio-grafía, Infancia y Juventud, son extraordi-narios tanto por su introspección y calidadverbal como por su modo de dar cuentaindirecta, en el primero, de la situación deuna familia blanca sudafricana y en elsegundo, del Londres que vivió en solitarioCoetzee. Ciertas novelas como pueden serEsperando a los bárbaros y En medio deninguna parte –o todas, en realidad–, aunsiendo de un trazado hermético, dibujanmundos enrarecidos que son trasunto de supaís de origen, violento en grado sumo; tie-nen partes desmadejadas y partes geniales,son abstractas y muy concretas, como sifuesen jirones de una vida interna laceradapor la historia. Quizá convenga tener encuenta sus artículos, clínicos y curiososhasta ser obsesivos, sobre el lenguaje deKafka o sobre los Diarios de Musil parapoder comprender más a fondo su perspec-tiva creadora.

Sucede que la pieza central de Contra lacensura, la más completa y novedosa, es untexto sobre Erasmo, que fue tan literatocomo pensador. Coetzee de pronto abando-na el siglo XX y se vuelca sobre un autorcensurado, un editor abierto, un enorme crí-tico, radical, nada partidista, huidizo yvaliente. Su nombre aquí nos recuerda la tra-

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gedia del erasmismo español –ayer y hoy–así como los libros rotos, tachados, mutila-dos que hay en nuestro país en varias biblio-tecas; por su parte Coetzee se vuelve al his-toriador Huizinga, encarcelado por los nazis,holandés como los otros dos, y recuerda sumonografía sobre el humanista, en particu-lar, su efecto hacia 1930 como libro de com-bate contra la censura en ciernes.

Más generalmente Coetzee habla delElogio de la locura como la manifestacióndel punto de vista más plural –el deErasmo–, en un siglo XVI dividido en fac-ciones, escindido, enloquecido, en el quecada cual se siente temeroso de sus propiaspalabras, esto es, receloso ante el eco real oficticio de sus escritos. Y se detiene ahí:Coetzee cita los análisis de Foucault en laHistoria de la locura sobre un Erasmo queobjetivaría el desvarío al atraparlo en eldiscurso moral; o la respuesta de Derrida aesa idea, al decir que no hay una locurasoberana que pueda llegar a transmitirse(aparece sólo en Foucault como pensa-miento negativo); o, finalmente, la posiciónlacaniana ante esa locura como renuncia aplantear un sujeto que sabe. Y sobre todovemos cómo Coetzee hace uso de RenéGirard; no de su dudoso esquema antropo-lógico, ni de su antifreudismo, ni de su esti-lo claramente religioso (y bastante censor):él se limita a recordar su idea de deseo imi-tativo. Cierto mecanismo imitador entraría,dice Coetzee, en el acto de censura, pueséste penetra en el censurado, lo envuelve yacaba por determinar su respuesta.

Sin convertirlo en modelo alguno, lo usapues el escritor una y otra vez, para ver loque está detrás de muchos efectos de censu-ra, en los que el perseguido termina atrapa-do en un campo de fuerzas no querido,insistente y pegajoso. No en vano apelaCoetzee rápidamente –ante semejante cír-

culo de la imitación– a los mecanismos pro-yectivos indicados por Freud («La nega-ción», «Un caso de paranoia»), o a las ideaslacanianas desplegadas en De la psicosisparanoica. Pero lo que supone en conjuntoes un recordatorio de que éstos –o Bataille,Barthes, Sontag, Dworkin y decenas defiguras–, le han inspirado en sus valoracio-nes y le han permitido expresarse con cono-cimiento de causa en un territorio que osci-la entre lo personal y lo colectivo, entre lapsicología y el modo de gobernar moder-nos. Pues este libro, con una claridadjuiciosa e independiente, quiere mantenersemás bien en la aparente llanura del escritor.

Es esa misma prudencia la que le permi-te decir, finalmente, que la razón halla lahorma de su zapato en la manía persecuto-ria, con independencia de ese despreciableacto censor: «En el discurso que estoydesarrollando, un discurso de crítica (delverbo krino, ‘acusar, someter a juicio’), hecolocado bajo sospecha la censura. Sinembargo del mismo modo que pongo a lacensura bajo la sospecha de ocultar suauténtica naturaleza, de estar gobernadasecretamente por la paranoia, tampoco micrítica puede escapar a la dinámica para-noide de juzgar y expulsar. La culpa siem-pre está en otra parte, siempre es desplaza-da» (p. 241).

Por cambiar de ángulo, esa misma situa-ción «desplazada» es a la que se ve conduci-da siempre la protagonista de ElizabethCostello, cuando percibe que su modo dehablar públicamente en defensa de los ani-males se vuelve inquietantemente abstractoy casi absurdo. O asimismo la viven, másliterariamente, los protagonistas errantes deVida y época de Michael K y de La edad dehierro en circunstancias bélicas, en dossituaciones límite en las que los actos de vio-lencia y de refugio parecen en parte reflejar-

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se entre sí, de modo que la culpa se compli-ca e interioriza (sin que se pierda nunca devista dónde está la agresión de partida): sondos escritos sobre la destrucción presente, ysobre las pesadillas de la inseguridad quenos acechan cada vez más cerca.

En fin, todo ese «desplazamiento» quizásea una de las claves del peregrinar constan-te del propio Coetzee, que, nacido en un añobélico, 1940, ha vivido en África, Europa,América y Australia. Podemos entenderloasí, por un momento, como un mecanismosuyo para eludir todo tipo de silenciamien-tos, empezando por los del apartheid, queCoetzee ha sabido conjurar con un silenciopropio y un apartarse periódicamente deciertos refugios episódicos, para darnos acambio una obra íntegra sobre el desarraigoactual. Pues él trata en su narrativa de losexcluidos o refugiados y, en el fondo, de esemarco actual de controles y censuras pater-nalistas que se refleja en tantos campamen-tos y ayudas a los que, por ejemplo, escapa–a costa de sobrevivir como un indigente–Michael K, eso sí pudiendo al menos decir-se: «Me he librado de los campamentos;puede que, si procuro no llamar la atención,también me libre de la caridad».

Mauricio Jalón

Torquato TASSO, Los mensajeros, Valla-dolid, Cuatro, 2007, 172 pp.

Entre los documentos antiguos sobre lalocura destaca la vida y la obra de TorquatoTasso. Nacido en 1544 y muerto en 1595,sus cincuenta años de furibunda existenciadiscurrieron en una época fecunda de lacultura pero cruelmente tormentosa.

Reconocido como una de los cuatrospoetas más importantes de Italia, su vida

fue una carrera triunfal hasta el año 1574,momento en que publica su obra más cono-cida y por la que ha pasado a la posteridad,Jerusalén liberada. Después, todo su por-venir de cortesano en la corte de los Este deFerrara se complicará. Tras someter ino-centemente su obra a la supervisión de cua-tro censores, que de inmediato plagaron eltexto de objeciones, su biografía se convir-tió en una carrera de obstáculos mientrasque su equilibrio mental desaparecía.

Rechazado por los aristócratas, que no leconsideraban a su altura, su mundo setransformó en una odisea paranoica dondealternan, confusa e indistintamente, la ver-dad de sus razones con el desvarío de susinterpretaciones. Entre calumnias, siervosinfieles y amigos desleales, su desconfian-za se intensifica, se siente amenazado porla Inquisición y teme ser envenenado.Pronto su conducta se ve desordenada yempieza a llamar la atención por sus ideasy sus extravagancias. Finalmente, en marzode 1579, fue apresado y conducido al hos-pital de Sant’Anna por orden del Duque deFerrara. Allí permaneció siete años y cuatromeses. A su salida solo le quedaban nueveaños de vida que transcurrieron sin dismi-nuir la desgracia.

El libro que ahora comento, Los mensa-jeros, contiene sus prosas más personales,redactadas en plena crisis, durante su reclu-sión hospitalaria.

El primero de los escritos, «La fuga», levalió la reputación de melancólico y pen-denciero irascible. Consiste en un brevecomentario sobre los reproches recibidosdurante los últimos años, previos al encie-rro, y la malevolencia de sus calumniado-res que justifican su huida de Ferrara. «Demodo que consintió el señor Duque queotro me usurpara la posesión de mis com-posiciones, que ya le habían sido dedica-

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das, para que, no perfectas, no íntegras, norevisadas, salieran a la luz y fueran censu-radas por aquel sofista que desde hacía yamuchos años venía preparando armas con-tra mí». Tal es el tono con que intentadesenmascarar la perfidia que le atormenta.

En «El mensajero», el más largo y pro-fundo de los textos recogidos en el libro,Tasso desarrolla la valoración de su diálo-go con los espíritus que habitualmente lehablan. El contenido de este capítulo elevael tono y el interés del libro para el psi-quiatra, en la medida en que se interrogasobre la condición y la veracidad de los dis-cursos que escucha. Analiza su diferenciacon los sueños, y se interroga sobre esenciade unas imágenes que «no puede ver aquíquien tenga los ojos empañados por el velode la humanidad». Es memorable su expli-cación sobre la existencia de los espíritus,genios y demonios, creencia común a todoslos mortales de su época –y no solo de lospsicóticos–, que considera condicionadapor la conocida necesidad de la naturalezade no dar saltos, continuidad que determinala necesidad de establecer una escala inter-media entre lo superior y lo inferior, entreDios y los mortales. Presencia, por otraparte, que despierta múltiples interrogantessobre la historia de la esquizofrenia, puescabe que la presencia de voces inefablesy automáticas en las psicosis modernas ten-gan algo que ver con la desaparición de lacreencia en los espíritus, que tanto acomo-daban y facilitaban el discurso delirante.

En «De amores y desuniones» asistimosa un diálogo entre Torquato y DaneseCataneo, con intervención posterior de untercer invitado, Sanminiato, donde se

debate sobre la superioridad del poeta ena-morado. De inspiración platónica, contieneuna bella argumentación sobre la superio-ridad de la escritura. Jerarquía que correparalela en su argumentación a la primacíade los espíritus sobre la de los cuerpos. Eltexto concluye con una profunda conside-ración sobre las relaciones del odio y elamor, que Tasso subraya del siguientemodo: «Niego que el amor y el odio seanopuestos en grado máximo, porque estaoposición se debe considerar o en unmismo género o en dos géneros diferentes,o decir que el amor y el odio son contrarioscomo dos géneros contrarios. Y bajo nin-guna de estas modalidades son el amor y elodio contrarios». De esta suerte conducenuestro autor el hilo de su reflexión queresume finalmente en cincuenta conclusio-nes, de las que destaco como ejemplo dos.La XXIX, donde enuncia que «los ojos sonlos que más gozan y de lo que más se gozaen el amor», y la XXV: «Ninguna amadaes ni puede ser ingrata. Ningún amoralcanza nunca su fin».

El libro, que se cierra con un sabrosocomentario sobre «El arte del diálogo», esun texto singular, brillante y lleno desugerencias psicopatológicas. Valga comomuestra final para despertar el interés dellector, esta vibrante descripción: «Lamelancolía hay que considerarla máscomo hidra que como quimera, porqueapenas el melancólico ha truncado un pen-samiento, nacen al instante dos en sulugar, que con mortíferas mordeduras lehieren y le laceran».

Fernando Colina

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se entre sí, de modo que la culpa se compli-ca e interioriza (sin que se pierda nunca devista dónde está la agresión de partida): sondos escritos sobre la destrucción presente, ysobre las pesadillas de la inseguridad quenos acechan cada vez más cerca.

En fin, todo ese «desplazamiento» quizásea una de las claves del peregrinar constan-te del propio Coetzee, que, nacido en un añobélico, 1940, ha vivido en África, Europa,América y Australia. Podemos entenderloasí, por un momento, como un mecanismosuyo para eludir todo tipo de silenciamien-tos, empezando por los del apartheid, queCoetzee ha sabido conjurar con un silenciopropio y un apartarse periódicamente deciertos refugios episódicos, para darnos acambio una obra íntegra sobre el desarraigoactual. Pues él trata en su narrativa de losexcluidos o refugiados y, en el fondo, de esemarco actual de controles y censuras pater-nalistas que se refleja en tantos campamen-tos y ayudas a los que, por ejemplo, escapa–a costa de sobrevivir como un indigente–Michael K, eso sí pudiendo al menos decir-se: «Me he librado de los campamentos;puede que, si procuro no llamar la atención,también me libre de la caridad».

Mauricio Jalón

Torquato TASSO, Los mensajeros, Valla-dolid, Cuatro, 2007, 172 pp.

Entre los documentos antiguos sobre lalocura destaca la vida y la obra de TorquatoTasso. Nacido en 1544 y muerto en 1595,sus cincuenta años de furibunda existenciadiscurrieron en una época fecunda de lacultura pero cruelmente tormentosa.

Reconocido como una de los cuatrospoetas más importantes de Italia, su vida

fue una carrera triunfal hasta el año 1574,momento en que publica su obra más cono-cida y por la que ha pasado a la posteridad,Jerusalén liberada. Después, todo su por-venir de cortesano en la corte de los Este deFerrara se complicará. Tras someter ino-centemente su obra a la supervisión de cua-tro censores, que de inmediato plagaron eltexto de objeciones, su biografía se convir-tió en una carrera de obstáculos mientrasque su equilibrio mental desaparecía.

Rechazado por los aristócratas, que no leconsideraban a su altura, su mundo setransformó en una odisea paranoica dondealternan, confusa e indistintamente, la ver-dad de sus razones con el desvarío de susinterpretaciones. Entre calumnias, siervosinfieles y amigos desleales, su desconfian-za se intensifica, se siente amenazado porla Inquisición y teme ser envenenado.Pronto su conducta se ve desordenada yempieza a llamar la atención por sus ideasy sus extravagancias. Finalmente, en marzode 1579, fue apresado y conducido al hos-pital de Sant’Anna por orden del Duque deFerrara. Allí permaneció siete años y cuatromeses. A su salida solo le quedaban nueveaños de vida que transcurrieron sin dismi-nuir la desgracia.

El libro que ahora comento, Los mensa-jeros, contiene sus prosas más personales,redactadas en plena crisis, durante su reclu-sión hospitalaria.

El primero de los escritos, «La fuga», levalió la reputación de melancólico y pen-denciero irascible. Consiste en un brevecomentario sobre los reproches recibidosdurante los últimos años, previos al encie-rro, y la malevolencia de sus calumniado-res que justifican su huida de Ferrara. «Demodo que consintió el señor Duque queotro me usurpara la posesión de mis com-posiciones, que ya le habían sido dedica-

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das, para que, no perfectas, no íntegras, norevisadas, salieran a la luz y fueran censu-radas por aquel sofista que desde hacía yamuchos años venía preparando armas con-tra mí». Tal es el tono con que intentadesenmascarar la perfidia que le atormenta.

En «El mensajero», el más largo y pro-fundo de los textos recogidos en el libro,Tasso desarrolla la valoración de su diálo-go con los espíritus que habitualmente lehablan. El contenido de este capítulo elevael tono y el interés del libro para el psi-quiatra, en la medida en que se interrogasobre la condición y la veracidad de los dis-cursos que escucha. Analiza su diferenciacon los sueños, y se interroga sobre esenciade unas imágenes que «no puede ver aquíquien tenga los ojos empañados por el velode la humanidad». Es memorable su expli-cación sobre la existencia de los espíritus,genios y demonios, creencia común a todoslos mortales de su época –y no solo de lospsicóticos–, que considera condicionadapor la conocida necesidad de la naturalezade no dar saltos, continuidad que determinala necesidad de establecer una escala inter-media entre lo superior y lo inferior, entreDios y los mortales. Presencia, por otraparte, que despierta múltiples interrogantessobre la historia de la esquizofrenia, puescabe que la presencia de voces inefablesy automáticas en las psicosis modernas ten-gan algo que ver con la desaparición de lacreencia en los espíritus, que tanto acomo-daban y facilitaban el discurso delirante.

En «De amores y desuniones» asistimosa un diálogo entre Torquato y DaneseCataneo, con intervención posterior de untercer invitado, Sanminiato, donde se

debate sobre la superioridad del poeta ena-morado. De inspiración platónica, contieneuna bella argumentación sobre la superio-ridad de la escritura. Jerarquía que correparalela en su argumentación a la primacíade los espíritus sobre la de los cuerpos. Eltexto concluye con una profunda conside-ración sobre las relaciones del odio y elamor, que Tasso subraya del siguientemodo: «Niego que el amor y el odio seanopuestos en grado máximo, porque estaoposición se debe considerar o en unmismo género o en dos géneros diferentes,o decir que el amor y el odio son contrarioscomo dos géneros contrarios. Y bajo nin-guna de estas modalidades son el amor y elodio contrarios». De esta suerte conducenuestro autor el hilo de su reflexión queresume finalmente en cincuenta conclusio-nes, de las que destaco como ejemplo dos.La XXIX, donde enuncia que «los ojos sonlos que más gozan y de lo que más se gozaen el amor», y la XXV: «Ninguna amadaes ni puede ser ingrata. Ningún amoralcanza nunca su fin».

El libro, que se cierra con un sabrosocomentario sobre «El arte del diálogo», esun texto singular, brillante y lleno desugerencias psicopatológicas. Valga comomuestra final para despertar el interés dellector, esta vibrante descripción: «Lamelancolía hay que considerarla máscomo hidra que como quimera, porqueapenas el melancólico ha truncado un pen-samiento, nacen al instante dos en sulugar, que con mortíferas mordeduras lehieren y le laceran».

Fernando Colina

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