crítica de la razón polémic

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JORGE FORNET Crítica de la razón polémica* Toda sociedad que necesita organizarse debe reposar sobre una metáfora. DAVID VIÑAS No es posible sustraerse a la beligerancia de este libro. Pasarla por alto, leerla como un dato tangencial, sería adulterar el programa mismo de un volumen que la exhibe y la subraya desde sus propios paratextos. Ya la nota de contracubierta –luego de un enfrentamiento explícito con dos figuras vinculadas a la génesis de este trabajo cuando era apenas una tesis doctoral– deja claro que, en su «entonación categórica», el libro «se propone considerar la obra crítica más significativa que se haya escrito en la Argentina y denunciar cierta miseria filosófica y política del campo intelectual que le tocó como marco a la producción de David Viñas». En una suerte de mise en abyme, Croce se propone reiterar con respecto a su objeto de estudio un gesto similar al que Viñas ha desarrollado en su obra crítica. Si hubiera que buscar un linaje, podríamos decir que Viñas es leído como el diseñador de un contracanon, el paradigma de intelectual que encontraba antes, en Ezequiel Martínez Estrada, su propio modelo (modelo que encarnaría, más que el tránsito de Perón a Fidel, o de Florida a Boedo, el que conduce de la Argentina hacia la América Latina). Hay una sucesión azarosa, y no por ello menos consciente, en el hecho de que Viñas comienza a escribir sus primeros libros en los momentos en que – con la muerte de Martínez Estrada– queda vacante el lugar de «denuncia anárquica» que este ocupaba. No es casual que, en opinión de Croce, «si la crítica literaria argentina puede definirse por zonas, por objetos específicos que se tornan exclusivos en la insistencia, el que le corresponde a Viñas es el de la literatura anarquista» (245). Reiterando el ademán de Viñas respecto a Martínez Estrada, Croce se inscribe en una línea crítica que cifra en el autor de Literatura argentina y realidad política las claves de un modelo de crítico que ella misma representaría. Pero el libro, a su vez, entra a la pelea a través de una editorial que contribuye, como parte de su perfil, al campo de batalla. De ahí que al explicar su nombre en la solapa se atrinchere –más lejos de la zoología que de la contienda cultural– en la definición de que el suricata «es un mamífero que habita las llanuras secas de Sudáfrica, formando grandes comunidades donde todo el clan se turna para vigilar atentamente, erguido en sus patas traseras, el acecho de aves rapaces». De inmediato la nota va más lejos y despeja cualquier duda sobre la misión editorial: «El suricata es muy veloz y se alimenta de animales venenosos como el escorpión y las víboras de la literatura». Tras estos prolegómenos no es de extrañar el lugar desde el que habla la autora en el principio mismo del volumen: «Escribí este libro para intervenir en una polémica intelectual que juzgo decisiva: la discusión acerca de cómo debe hacerse la crítica literaria en la Argentina» (11). Y casi de inmediato añade que preferiría que el libro fuera leído tal como fue escrito: «como una intensa discusión con el campo intelectual argentino de los 90 y sus secuelas, cuya entonación no puede ser sino belicosa» (12). Conocido entre el público cubano, sobre todo, por su narrativa, por el Premio Casa obtenido en 1967 con Los hombres de a caballo, por su presencia durante años en el Consejo de Colaboración de Casa de las Américas y, mucho más recientemente, por sus palabras de inauguración del Premio Literario 2006, Viñas es abordado en este libro por esa otra faceta suya, la de crítico y ensayista, no tan publicitada entre nosotros, pero no menos sobresaliente, dentro del contexto argentino. En nueve capítulos que discuten su obra, ese itinerario de medio siglo que va de Contorno (la revista que en los años 50 agrupó a algunos de quienes luego estarían entre los más notables intelectuales argentinos de las décadas siguientes) a De Sarmiento a Dios. Viajeros argentinos a USA (1998), la autora reflexiona sobre el modo en que aquel ha ido creando, a través de un tono, una sintaxis, un

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JORGE FORNET Crtica de la razn polmica*Toda sociedad que necesita organizarsedebe reposar sobre una metfora. DAVID VIAS No es posible sustraerse a la beligerancia de este libro. Pasarla por alto, leerla como un dato tangencial, seraadulterarelprogramamismodeunvolumenquelaexhibeylasubrayadesdesuspropios paratextos.Yalanotadecontracubiertaluegodeunenfrentamientoexplcitocondosfiguras vinculadasalagnesisdeestetrabajocuandoeraapenasunatesisdoctoraldejaclaroque,ensu entonacincategrica,ellibroseproponeconsiderarlaobracrticamssignificativaquesehaya escrito en la Argentina y denunciar cierta miseria filosfica y poltica del campo intelectual que le toc comomarcoalaproduccindeDavidVias.Enunasuertedemiseenabyme,Crocesepropone reiterarconrespectoasuobjetodeestudioungestosimilaralqueViashadesarrolladoensuobra crtica.Sihubieraquebuscarunlinaje,podramosdecirqueViasesledocomoeldiseadordeun contracanon, el paradigma de intelectual que encontraba antes, en Ezequiel Martnez Estrada, su propio modelo(modeloqueencarnara,msqueeltrnsitodePernaFidel,odeFloridaaBoedo,elque conducedelaArgentinahacialaAmricaLatina).Hayunasucesinazarosa,ynoporellomenos consciente, en el hecho de que Vias comienza a escribir sus primeros libros en los momentos en que conlamuertede MartnezEstrada queda vacanteellugar dedenunciaanrquica queesteocupaba. Noescasualque,enopinindeCroce,silacrticaliterariaargentinapuededefinirseporzonas,por objetos especficosque se tornan exclusivosenla insistencia,el que le corresponde a Vias es el dela literaturaanarquista(245).ReiterandoelademndeViasrespectoaMartnezEstrada,Crocese inscribe en una lnea crtica que cifra en el autor de Literatura argentina y realidad poltica las claves de un modelo de crtico que ella misma representara. Peroellibro,asuvez,entraalapeleaatravsdeunaeditorialquecontribuye,comopartedesu perfil, al campo de batalla. De ah que al explicar su nombre en la solapa se atrinchere ms lejos de la zoologa que de la contienda cultural en la definicin de que el suricata es un mamfero que habita las llanurassecasdeSudfrica,formandograndescomunidadesdondetodoelclanseturnaparavigilar atentamente, erguido en sus patas traseras, el acecho de aves rapaces. De inmediato la nota va ms lejos y despeja cualquier duda sobre la misin editorial: El suricata es muy veloz y se alimenta de animales venenosos como el escorpin y las vboras de la literatura. Tras estos prolegmenos no es de extraar el lugar desde el que habla la autora en el principio mismo delvolumen:Escribestelibroparaintervenirenunapolmicaintelectualquejuzgodecisiva:la discusinacercadecmodebehacerselacrticaliterariaenlaArgentina(11).Ycasideinmediato aadequepreferiraqueellibrofueraledotalcomofueescrito:comounaintensadiscusinconel campo intelectual argentino de los 90 y sus secuelas, cuya entonacin no puede ser sino belicosa (12). Conocido entre el pblico cubano, sobre todo, por su narrativa, por el Premio Casa obtenido en 1967 con Los hombres de a caballo, por su presencia durante aos en el Consejo de Colaboracin de Casa de las Amricas y, mucho ms recientemente, por sus palabras de inauguracin del Premio Literario 2006, Vias es abordado en este libro por esa otra faceta suya, la de crtico y ensayista, no tan publicitada entre nosotros, pero no menos sobresaliente, dentro del contexto argentino.En nueve captulos que discuten su obra, ese itinerario de medio siglo que va de Contorno (la revista queenlosaos50agrupaalgunosdequienesluegoestaranentrelosmsnotablesintelectuales argentinosdelasdcadassiguientes)aDeSarmientoaDios.ViajerosargentinosaUSA(1998),la autorareflexionasobreelmodoenqueaquelhaidocreando,atravsdeuntono,unasintaxis,un vocabulariopeculiares,unodelosdiscursosmsatrayentesenunmbitodefuertetradicincrtica. TomaraContornocomopuntodepartidarespondeaalgomsqueaunasubordinacindeorden cronolgico.Crocenosrecuerdaqueelgruporeunidoentornoalapublicacinmodernizel vocabulario crtico al uso; ms an, su nmero 5/6, dedicado a la novela argentina, fue la manifestacin msevidentedelavoluntaddeorganizarunahistoriapolticadelaliteraturanacional.Viassera, adems, el ms consecuente de los contornistas en lo que se refiere al programa de la revista, al punto dequeellamismaapareceracomoantecedentecasiexclusivodelaproduccindel.Poreso,para Croce, detrsdelaspolmicas,malentendidos y rechazosque Vias suscita, hay que leer la resistencia de los crticos a reconocer los alcances de la influencia de Contorno y de su obra (28). El anlisisdel costado ensaystico deltambin reconocidonarrador no remite a esa crtica que suele presentarsecomounexcedentedelaprcticacreadora,comognerocasiparasitarioestrictamente apegadoalasobrasdecreacin.lescribetextosquesonalavezhistricosypolticos,enquela literaturafuncionaracomounelementoprobatoriodedeterminadospresupuestos.Lahistoriadela literatura, en tal caso, slo es posible bajo la forma de la crtica poltica de una literatura arraigada en la historia. La historia no es para Vias, apenas, el contexto especie de teln de fondo en que se escriben y desenvuelven los textos literarios; es un mbito que dialoga con (y se alimenta de) ellos. Literaturae historia,desdeesaperspectiva,sevanconformandoyafirmandomutuamente.Elusodeltono ensaysticolepermitearriesgaraxiomasdiscutiblesperodiscutidoresquelesirvencomopuntode partidaentornoalos cualesargumentar y defenderdeterminadavisin. Sonclebresalgunos deellos: la literatura argentina empieza con Rosas y la literatura argentina emerge alrededor de una metfora mayor:laviolacin.Esesemodoqueseresisteaadscribirseacualquiertendencia,queenarbolaun anarquismo que insiste en defender convicciones antes que exponer certezas demostrables, lo que Croce denomina(siguiendounconceptoacuadoporGastnBachelard)laraznpolmica,yqueserala columna sobre la que se afirmaran los libros de Vias. Esa razn polmica traspasara, en su caso, los textos propiamente dichos, y se asentara en el terreno de la res publica, en las disputas que exceden el diferendo crtico para pasar a la accin ciudadana. Siescierto,comocreeVias,quetodasociedadquenecesitaorganizarsedebereposarsobreuna metfora y que en el caso del que l se ocupa sera la clebre oposicin entre civilizacin y barbarie, podramos extrapolar el razonamiento al terreno de la crtica. La metfora, en este caso, nos devolvera al ttulo y la esencia de este libro, porque en Vias la crtica descansa sobre la metfora de la polmica entendida en su sentido etimolgico (pues en griego, como sabemos, polems significa guerra). Su obra crtica es, por consiguiente, una guerra permanente contra otras lecturas, otras posturas intelectuales. Es una forma, tambin, de participar en la poltica. Este libro, a su modo, contina esa tradicin. Es difcil no cuestionar tanto los libros de Vias comoestaCrtica de la raznpolmica, pero el lector agradece esa posicin movilizadora de sus autores, una postura que se niega a avalar el consenso crtico y que se propone como principio la tarea de leer a contrapelo la tradicin literaria.