crisis de gobernabilidad intro
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GobernabilidadTRANSCRIPT
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Juan Jos Alvarez
CRISIS DE GOBERNABILIDAD Y CONTROL EN LA ARGENTINA
Agosto de 2006
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N D I C E I. INTRODUCCIN PG. 4 II. LA CRISIS DE GOBERNABILIDAD EN EL SISTEMA POLTICO
ARGENTINO
2.1 La funcin gubernamental en el sistema poltico argentino 2.2 Las dificultades en la determinacin de las decisiones polticas 2.2.1 El presidencialismo en discusin: errores y aciertos. 2.2.2 El intento de flexibilizacin del presidencialismo argentino 2.2.3 Las facultades legislativas del Presidente en la Argentina: el
hiperpresidencialismo
2.2.4 Deficiencias en el diseo de la eleccin de Presidente 2.2.5 El gobierno dividido en la Argentina 2.2.6 La crisis de representacin del sistema poltico nacional
2.2.6.1 El caso de la provincia de Buenos Aires 2.3 Las dificultades en la ejecucin de las decisiones polticas 2.4 Las dificultades en la instrumentacin de las decisiones polticas 2.4.1 La crisis de lo que no existe 2.4.2 Las reformas del Estado en la Argentina 2.5 Los desafos a la gobernabilidad en la Argentina III. LA CRISIS DE CONTROL EN EL SISTEMA POLTICO
ARGENTINO
3.1 La funcin de control en el sistema poltico argentino 3.1.1 El desarrollo del sistema de control en la Argentina
3.1.1.1 Procuracin del Tesoro de la Nacin 3.1.1.2 Auditora General de la Nacin y Sindicatura General de la Nacin 3.1.1.3 Defensor del Pueblo 3.1.1.4 Convencin Interamericana contra la Corrupcin 3.1.1.5 Consejo de la Magistratura 3.1.1.6 Jurado de Enjuiciamiento 3.1.1.7 Ley de Empleo Pblico 3.1.1.8 Ley de tica en el Ejercicio de la Funcin Pblica 3.1.1.9 Oficina Anticorrupcin 3.1.1.10 Ley de Encubrimiento y Lavado de Activos de Origen Delictivo 3.1.1.11 Unidad de Informacin Financiera 3.1.1.12 Administracin Federal de Ingresos Pblicos 3.1.1.13 Fuerzas policiales y de seguridad federales 3.1.1.14 Ministerio Pblico 3.1.1.15 Fiscala Nacional de Investigaciones Administrativas 3.1.1.16 Cmara Nacional Electoral 3.1.1.17 Contrataciones pblicas 3.1.1.18 Entes Reguladores 3.1.1.19 Financiamiento de partidos polticos 3.1.1.20 Acceso a la informacin pblica 3.1.1.21 Mecanismos de control sobre decisiones de los rganos del Poder Ejecutivo
3.2 El ejercicio de la funcin de control por parte del Poder Legislativo 3.3 El ejercicio de la funcin de control por parte del Poder Judicial 3.3.1 Los modelos institucionales de Corte Suprema 3.4 El nuevo control social 3.5 Los desafos del control en la Argentina 3.5.1 Los problemas del control parlamentario 3.5.2 Los problemas en el control interno de los partidos polticos 3.5.3 Los problemas de los organismos de control
3.5.3.1 Deficiencias en la aplicacin de la ley 24.156
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3.5.3.2 La legislacin de transparencia en los Estados Unidos 3.5.3.3 Acuerdos de transparencia suscritos en el Continente Americano
IV. BASES PARA UNA REFORMA POLTICO-INSTITUCIONAL 4.1 El marco y las orientaciones de la reforma: fortaleciendo las
capacidades de gobierno y de control
4.2 La reforma del gobierno y de la administracin 4.2.1 La nueva Ley de Coparticipacin Federal de Impuestos 4.2.2 La regulacin de la intervencin federal a las provincias 4.2.3 La reforma administrativa 4.2.4 Agenda de polticas de integralidad 4.3 La reforma parlamentaria 4.3.1 Disciplina partidaria 4.3.2 El trabajo en Comisiones 4.3.3 El lobby y la gestin de intereses 4.3.4 Comisin Bicameral Revisora de los Decretos de Necesidad y Urgencia y las
Facultades Delegadas
4.3.5 Sistema tecno-burocrtico de apoyo a la labor parlamentaria 4.3.6 Consejo de la Magistratura 4.3.7 Consejo Econmico y Social 4.3.8 Oficina de Seguimiento del Presupuesto Nacional 4.4 La reforma judicial 4.4.1 El nuevo proceso de designacin de jueces 4.4.2 Pautas a seguir para el cumplimiento de la misin institucional que el sistema
poltico propone a la Corte Suprema
4.4.3 Reduccin del nmero de miembros de la Corte Suprema 4.5 La reforma electoral 4.5.1 Reformas propuestas
4.5.1.1 Proyectos referidos al cuerpo electoral 4.5.1.2 Proyectos vinculados a las candidaturas 4.5.1.3 Proyectos referidos a la frmula electoral 4.5.1.4 Aspectos varios
4.5.2 La propuesta de reforma poltico-electoral del gobierno nacional 4.5.3 Ejes y criterios orientadores de una reforma electoral
4.5.3.1 Eliminacin de la desproporcionalidad territorial en la Cmara de Diputados
4.5.3.2 Reduccin del tamao del distrito 4.5.3.3 Mecanismos de nominacin de candidaturas 4.5.3.4 Modificacin en la eleccin de Senadores de la Nacin 4.5.3.5 Sufragio electrnico 4.5.3.6 Autoridades electorales 4.5.3.7 Eleccin presidencial: abandono de una de las frmulas entre la primera y la
segunda vuelta
4.5.3.8 Eliminacin de la desproporcionalidad en la Legislatura Bonaerense y los Concejos Deliberantes
4.5.4 Iniciativa y Consulta Popular V. CONCLUSIONES BIBLIOGRAFA
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I. INTRODUCCIN
La pasin y el inters, el coraje y aun la buena voluntad, son necesarios, como el motor, para que una poltica levante su vuelo, pero slo las ideas pueden darle estabilidad. Por
medio de ellas se apoya y afianza en las cabezas de los ciudadanos. Jos Ortega y Gasset
Todos los movimientos de accin colectiva, si necesitan de realizadores, necesitan tambin
de predicadores. El realizador es un hombre que hace sin mirar atrs. El predicador es el hombre que persuade para que todos hagamos,
simultneamente, lo que tenemos que hacer... Los dos son indispensables para nuestro Movimiento. En esos cuadros quien logre ser a la vez realizador y predicador es el ideal que puede alcanzar un hombre.
Juan D. Pern
La poltica es como la esfinge de la fbula: devora a todos los que no logran descifrar sus enigmas.
Antoine de Rivarol
En ms de veinte aos de democracia ininterrumpida, el sistema poltico
argentino ha mostrado serias dificultades para resolver una buena parte de los problemas
estructurales que nos aquejan.
En dicho perodo, slo transitoriamente hemos podido dar cuenta de algunas de
las cuestiones que integran la agenda estratgica de la Argentina. As, por ejemplo,
nuestro pas ha podido consolidar los principios e instituciones bsicas del Estado de
Derecho y como contracara ha podido transformar a las Fuerzas Armadas en una de
esas instituciones fundamentales del Estado de Derecho y no en un actor poltico
relevante dentro del sistema como vena sindolo desde 1930; se ha podido terminar con
un mal que azot a nuestro pas durante buena parte del siglo XX como la inflacin y la
prdida de valor de la moneda; se han podido desbaratar hiptesis de guerra en el
escenario regional con pases vecinos y entonces impulsar procesos de integracin
comercial, econmica, social y poltica con otras naciones de Amrica latina; entre otros
trascendentales logros.
No obstante, hemos recorrido dos dcadas de recuperacin de la democracia sin
poder resolver el principal problema estructural de la Argentina: la calidad de la poltica y
sus procesos, y las instituciones polticas1.
1 Damos cuenta de la existencia de visiones ms drsticas del proceso democrtico nacional, tal como la de Alfredo Pucciarelli en la introduccin de una reciente publicacin: Desde su recuperacin, la poltica en democracia, y por ende la democracia misma, ha sufrido un lento pero inexorable proceso de degradacin (Pucciarelli, 2006).
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Todo sistema poltico mide su calidad en funcin de su capacidad para resolver
de manera real y efectiva la tensin constante entre gobernabilidad y control, propia de
todos los sistemas polticos modernos.
En general, los sistemas polticos se han estudiado desde una perspectiva esttica,
esto es, las formas alternativas de organizacin de los rganos polticos que ejercern el
poder del Estado. De all las funciones legislativa, ejecutiva y judicial que se distribuyen
segn la forma de gobierno (parlamentarismo o presidencialismo) entre determinados
rganos gubernamentales.
Desde una perspectiva dinmica, es decir, desde la visin de la anatoma del
proceso gubernamental, segn los trminos de Karl Loewenstein (1983), se distinguen
dos grandes funciones del poder: la gubernamental y la de control.
La funcin gubernamental consiste en la definicin de la direccin poltica que se
imprimir y en la adopcin de las decisiones fundamentales destinadas a realizarla.
La funcin de control tiende a asegurar el carcter limitado del poder estatal, de
modo que el accionar gubernamental se desarrolle dentro de los amplios, pero no
ilimitados, marcos constitucionales.
Desde esta perspectiva dinmica, las dos dimensiones que conforman la
anatoma del proceso gubernamental son: por un lado, la gobernabilidad, entendiendo
por tal la capacidad de ejercicio eficaz y sostenido de la funcin gubernamental; y, por
otro, el control, esto es, la capacidad de establecimiento de lmites reales y razonables al
ejercicio del poder estatal.
Simplificando, son considerados sistemas polticos de alta calidad aquellos en los
cuales la funcin gubernamental y la funcin de control se ejercen por los distintos
rganos de gobierno y actores polticos de manera complementaria y no contradictoria,
generando as un equilibrio dinmico en el sistema poltico.
En la posicin contraria, son considerados como sistemas polticos de baja calidad
aquellos en los que diversos problemas ubicados tanto en el plano de las instituciones de
gobierno como en el plano del proceso poltico impiden el equilibrio del sistema, de
forma tal que una de las dos funciones del poder se ejerce a expensas de la otra. Cuando
la gobernabilidad del sistema se alcanza a expensas del control o cuando la funcin de
control se ejerce de tal modo que obstaculiza la gobernabilidad, entonces se produce el
bloqueo y la crisis del sistema.
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As, la incapacidad de resolver la dialctica abierta y permanente que marca la
dinmica del gobierno en las sociedades contemporneas esto es, la dialctica
gobernabilidad/control conduce hacia la degradacin de las instituciones de gobierno y
del proceso poltico de tales sistemas. Al ocurrir esta degradacin es cuando emergen en
la escena poltica los problemas de los liderazgos plebiscitarios, los proyectos mesinicos,
los partidos hegemnicos, el vaciamiento de contenido de las democracias que se
convierten en meras cscaras formales, y las ciudadanas limitadas o restringidas, entre
otros vicios.
La reflexin de la ciencia poltica en perodos recientes, fundamentalmente
durante los aos noventa, dirigi su atencin hacia las instituciones polticas de los pases
de la regin, aunque con suerte diversa. Si bien la temtica de la gobernabilidad y del
control ha estado presente en la discusin acadmica y en los principales escritos
polticos recientes, no se ha logrado generar un cuerpo terico lo suficientemente
profundo y slido como para instalar en la agenda pblica la problemtica de las
instituciones de los sistemas polticos latinoamericanos.
La produccin sobre el presidencialismo y la democratizacin, sobre las
democracias delegativas o sobre las ciudadanas de baja intensidad, por citar
arbitrariamente algunos de los tantos tpicos, no dieron cuenta del principal problema de
las democracias latinoamericanas y de la argentina en particular: el proceso poltico
adquiri una dinmica por la cual la gobernabilidad se plante a expensas de las
instituciones, y no a partir de las instituciones. Y esto no slo significa que la funcin
de control uno de los dos elementos constitutivos de los sistemas polticos modernos se
declar en quiebra, sino que el mismo ejercicio del gobierno no es otra cosa que
administrar las crisis.
Si gobernar queda reducido a administrar las crisis, y considerando que toda crisis
habilita a instrumentos de excepcin, entonces la funcin gubernamental transcurre por
el oscuro sendero de las facultades de excepcin.
Con esta argumentacin de la emergencia permanente, queda habilitada la
lgica de las medidas excepcionales constantes, que abandonan la excepcionalidad para
transformarse en la normalidad, y se da lugar al debilitamiento de las instituciones que
deberan resolver de forma efectiva la dialctica gobernabilidad/control.
Se introduce de esta manera en nuestro razonamiento otra relacin. Aquella que
Julien Freund (2002) considerara la dialctica fundamental del pensamiento de Carl Schmitt:
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el de la norma y la excepcin. En el pensamiento de Schmitt, es el concepto de la excepcin
lo que permite, por va negativa, conocer la situacin de normalidad y orden.
Esta concepcin queda claramente expuesta en su obra Teologa Poltica, publicada
originariamente en 1922, donde Schmitt sostiene que no existen normas que puedan ser
aplicadas al caos, debiendo existir por tanto la necesidad de restablecer el orden para
ofrecerle un sentido al derecho. En otros trminos, el derecho requiere siempre
situaciones de normalidad.
De all deriva el autor su teora de la decisin, en tanto que debe existir una
voluntad que restablezca el orden degenerado en desorden por una situacin de
anormalidad. As, determina que es en el momento del estado de excepcin no un
momento cualquiera, sino en una situacin de necesidad extrema o en la cual peligra la
misma existencia del Estado, lo que los clsicos denominaban el extremus necessitatis
casus que (...) cobra actualidad la pregunta acerca del sujeto de la soberana, a partir de lo
cual define al soberano como aquel que decide el estado de excepcin (Schmitt, 2001e).
Las palabras del autor alemn son trascendentes: No existe una norma que pueda
aplicarse al caos. Debe establecerse el orden para que el orden jurdico tenga sentido. Hay que crear
una situacin normal, y es soberano el que decide de manera definitiva si este estado normal
realmente est dado (Schmitt, 2001e).
Pero recalquemos que el estado de excepcin se da justamente cuando no hay
normalidad. Lo normal no puede ser la excepcin.
Histricamente en nuestro pas, la mencionada lgica de la emergencia
permanente2 ha brindado espacio para el cuestionamiento a las instituciones,
presionando para el reforzamiento de las funciones de control en detrimento de la
gobernabilidad, lo que ha acarreado nuevas crisis de gobernabilidad y mayor necesidad
de reforzar esta ltima a costas del control. Es este crculo vicioso el que debe ser evitado,
en tanto que fortalece una funcin a expensas de la otra a la vez que, en el mismo
proceso, debilita sensiblemente a las instituciones el plano ms slido de la sociedad
poltica, especialmente al Estado, al que Hauriou (1968) catalogara como la institucin
de instituciones.
2 Cuando el presente trabajo se encontraba en etapa final de edicin, nos encontramos con la reciente publicacin de Hugo Quiroga, La Argentina en emergencia permanente, Bs. As, Edhasa, 2005; cuya lectura complementaria recomendamos. La concordancia del concepto central de ambos trabajos se debe simplemente a una coincidencia.
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Teniendo en cuenta el papel que desarrollan las instituciones en el presente libro,
resulta pertinente avanzar en su conocimiento y delimitar qu se entender por
institucin.
Siendo ante todo necesario desarrollar una conciencia lingstica, atenderemos a
la multivocidad de los trminos, es decir, a los mltiples significados que puede recibir
una misma palabra, especialmente en el universo de lo poltico conformado tanto por
fenmenos polticos como politizados (Medrano, 2000). As, encontraremos una amplia
diversidad de interpretaciones del concepto institucin, pudiendo hallar desde las ms
amplias e imprecisas definiciones, hasta las ms propias y restringidas.
Y esto es as dado que las instituciones pueden ser estudiadas desde diversas
disciplinas, pudiendo aplicrseles anlisis de diverso tipo: polticos, jurdicos, sociolgicos,
antropolgicos, histricos, econmicos, cuantitativos, estadsticos. Adems, en otra importante
divisin del objeto de tales anlisis, cabra distinguir una esttica institucional (nocin, divisin,
composicin) y una dinmica institucional (formacin, desarrollo, cambio, declinacin,
terminacin; movimientos, actividades y operaciones en las instituciones y de las instituciones)
(Medrano, 2000).
Indagando en la pluralidad de los campos tericos, puede observarse que la
interpretacin sociolgica de las instituciones como pautas regularizadas de interaccin
social (visin para la cual incluso la corrupcin sera una institucin para determinadas
sociedades) peca por comportar una acepcin demasiado amplia a la hora de delimitar y
darle un sentido propio a la definicin de institucin.
Con dificultades similares, encontramos acercamientos a lo institucional desde la
ptica de la relacin estructura de carcter/estructura social, considerando a la institucin
como una configuracin de roles caracterizada o estabilizada por una autoridad sobre los
miembros de sta, cada uno de los cuales desempeara dichos roles (Gerth y Wrigth
Mills, 1963).
Por otro lado, la visin del neo-institucionalismo econmico, que las observa
como reglas econmicas que rigen una sociedad (North, 1991), se convierte en una
definicin demasiado limitada, pecando por reduccionismo al dejar de lado el carcter
claramente poltico y social que conlleva toda organizacin institucional.
De idntica forma, se halla el tradicional reduccionismo juridicista que limita al
ordenamiento social a un conjunto de normas jurdicas, sintetizando lo poltico en lo
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estrictamente jurdico y haciendo caso omiso del conjunto de relaciones sociales que
sirven de marco de desarrollo de la persona humana.
Parece inmejorable para nuestro anlisis la definicin que ofreciera Marcel Prlot,
quien siguiendo al prestigioso creador de la escuela institucionalista francesa, Maurice
Hauriou, define a la institucin (institucin-persona) como una colectividad
humana unificada que comporta dos caractersticas centrales: la organizacin interna y
la individualizacin externa.
Debemos tener en cuenta que toda institucin es un elemento mayor que la mera
sumatoria de sus miembros, a quienes, por otro lado, sobrevive (Prlot, 1994), como as
tambin la distincin clsica entre la institucin-persona y la institucin-cosa. La
primera es personificada en tanto el poder organizado y las manifestaciones de comunin
se interiorizan en el marco de la idea de la obra, como por ejemplo, el Estado. En la
segunda permanece exterior a la idea, pese a existir en el medio social: por ejemplo, la
ley, que se extiende en el mbito social pero no engendra una corporacin propia,
tomando del Estado el poder de sancionar (Hauriou, 1968).
Entonces, cuando pensamos en instituciones debemos hacerlo teniendo en cuenta
la definicin ofrecida por Prlot, de forma tal de no errar por excesos (cayendo en un
alcance demasiado amplio del trmino) ni por carencias (contemplando reduccionismos
absurdos).
Vale aclarar, adems, a qu instituciones especficas nos referiremos. A los
alcances de este libro, son las instituciones polticas aquellas que se dirigen y ordenan
esencialmente a la formacin, integracin y gobierno del Estado (Medrano, 2000) las que nos
importan, ocupando un rol destacado aquellas creadas y consolidadas por la
Constitucin Nacional. Lo central aqu es pensar cmo se asegura la gobernabilidad y el
control sin que uno afecte al otro, al punto de bloquearlo, dentro del Estado. Por lo tanto,
son las instituciones del sistema poltico argentino las que resultan relevantes para este
trabajo.
Por otro lado, debemos considerar que pensar la poltica y la cuestin
institucional en Amrica latina es vincularla inexorablemente a la problemtica del
desarrollo (ver grfico N 1). No reducimos este concepto a un mero sinnimo de
crecimiento econmico, sino que entendemos por desarrollo el proceso que tiene en
cuenta al hombre completo, en su integridad (tal la aclaracin que hiciera Pablo VI en la
Carta Encclica de 1967 Populorum Progressio: El desarrollo no se reduce al simple
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crecimiento econmico. Para ser autntico, el desarrollo ha de ser integral, es decir, debe
promover a todos los hombres y a todo el hombre).
Grfico N 1: Variacin anual del Producto Bruto Interno per cpita (Amrica latina)
Un pas desarrollado no es un pas que se limita a hacer crecer su PBI, sino aqul
que permite la maduracin y el progreso del ser humano en su totalidad, reconocindole
sus derechos esenciales y ofrecindole a todos sus habitantes una participacin en ese
crecimiento. Por caso, la Alemania del nacionalsocialismo produjo un crecimiento
significativo en la economa del pas, pero viol los derechos humanos bsicos, produjo
muerte, hambre, miseria y esclavitud, atent contra los mismos principios de la
democracia republicana y socav las bases de la unin nacional.
La reflexin en torno a este tema transcurri por innumerables caminos durante
buena parte del siglo XX: desde las posturas que le daban la espalda a la poltica al
momento de discutir sobre desarrollo, hasta las posiciones que abordaban la relacin
poltica, instituciones y desarrollo bajo el supuesto de una errada subordinacin de los
primeros conceptos a la variable econmica.
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De acuerdo a la visin y la hiptesis de trabajo aqu planteada, la baja calidad de
la poltica bien puede (y debe) considerarse como variable independiente al momento
de explicar y analizar el desempeo econmico y social de la gran mayora de los
pases de Amrica latina en los ltimos veinte aos, incluida la Argentina.
Como se dijo, mucho se ha escrito sobre instituciones y desarrollo. Pero
fundamentalmente en los ltimos aos han visto la luz una importante cantidad de
libros, documentos, artculos, non-papers, etc. que pretendan explicar las causas del
subdesarrollo socio-econmico de nuestros pases desde las ms variadas posiciones.
As, por ejemplo, hubo quienes pretendieron ver en los valores esenciales que
conforman nuestra cultura la causa del subdesarrollo. A partir de una lectura algo
sesgada del trabajo del socilogo alemn Max Weber, La tica protestante y el espritu del
capitalismo, muchos intelectuales han argumentado que el desarrollo econmico,
entendido como la expansin del capitalismo liberal occidental, slo puede alcanzarse
bajo determinadas condiciones culturales prximas a la cultura anglosajona y
protestante.
Otras lecturas del atraso han credo ver en la divisin internacional del trabajo y la
estructura de la economa y el comercio internacional la causante de nuestra situacin.
As, desde la teora de la dependencia hasta los globalifbicos hay una gran cantidad
de inteligencia volcada a apoyar esta posicin.
Finalmente, sin pretender con esto dar cuenta de todas las posiciones sobre la
materia, en los aos noventa se intent desarrollar una explicacin centrada en las
instituciones pblicas pero que las consideraba y analizaba desde una mirada econmica.
La principal conclusin del neo-institucionalismo econmico radicaba en la existencia de
una compleja relacin entre poltica y economa, por la cual no podra explicarse el
desempeo econmico de una determinada sociedad sin considerar este vnculo (North,
1991). A partir de esta inferencia se ha llegado a prescribir para la promocin del
desarrollo la interpretacin econmica de los arreglos institucionales subyacentes al
sistema de produccin e intercambio.
Desde esta posicin, distintos estudios buscaron evidencia emprica que mostrara
el grado de incidencia en el nivel de desarrollo de variables tales como el grado de
libertad poltica y civil, el nivel de corrupcin derivada de incentivos maliciosos en las
reglas y procedimientos, y la calidad de la regulacin, entre otras, impulsando la relacin
de este concepto con los de gobernabilidad y governance.
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As, el neo-institucionalismo econmico pretendi explicar el subdesarrollo de
nuestros pases como consecuencia de las deficiencias en los diseos de las instituciones
de regulacin y control de la economa. Estas deficiencias generaban distorsiones en la
competitividad de la economa de mercado y entonces obstaculizaban a la postre el
desarrollo de nuestras sociedades.
Esta visin hizo carne en los principales organismos internacionales de crdito, al
punto de forjarse en la segunda mitad de los aos noventa una agenda de reformas de
segunda generacin, consistente en un puado de polticas de transformacin institucional
orientado a complementar y dar sustento a las reformas econmicas de mercado
realizadas en la primera mitad de dicha dcada.
Evidentemente, ninguna de las tres visiones enunciadas nos parece lo
suficientemente fuerte como para dar cuenta de un problema tan complejo como el
subdesarrollo. Una diversidad de casos tales como los de Italia, Espaa, Qubec o Costa
Rica dan por tierra la creencia de que el subdesarrollo es producto de los valores
culturales catlicos y/o latinos/hispnicos, o consecuencia de la divisin internacional
del trabajo y las relaciones econmicas internacionales.
Del mismo modo, la visin neo-institucionalista plantea una posicin
reduccionista respecto de lo que son las instituciones, en tanto que las define como
normas, tanto formales como informales, que configuran el comportamiento de
organizaciones e individuos dentro de una sociedad.
De ninguna manera podemos considerar a las instituciones como meras reglas;
menos an limitarlas a las pautas que rigen la economa general de un pas,
prescindiendo incluso de la poltica. No son los mercados librados al azar los que
impulsan el desarrollo; tampoco lo es una visin meramente econmica de las
instituciones. Estos son elementos necesarios, pero no nicos, para lograr tal fin.
Se trata de recuperar para el Estado una de sus principales misiones: la de
asegurar la procura existencial de sus ciudadanos. Es decir, garantizarle al hombre su
espacio vital: las posibilidades de existencia que no puede asegurarse por s mismo
(Forsthoff, 1967).
Esta cuestin se hace especialmente relevante en un mundo en el que la tecnologa
avanza de forma diaria, acrecentando el espacio vital efectivo aquellos bienes y
servicios sobre los que el ser humano carece de seoro, es decir poder de ordenacin y
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disposicin directa, como son los sistemas de telecomunicaciones, de trficos de bienes,
de servicios pblicos, etc. por sobre el espacio vital dominado aqul que el hombre
puede dominar y controlar por s mismo (Forsthoff, 1967; Garca-Pelayo, 1996).
Lo que resulta imprescindible para el desarrollo de la sociedad es la plena
participacin ciudadana mediante instituciones democrticas y republicanas estables y
fuertes (democracia ms repblica) y una visin poltica de las instituciones como
instrumentos de comunicacin y canalizacin de las demandas sociales, superando el
concepto reduccionista del neo-institucionalismo que considera al sistema como una
democracia de mercado.
Para todo ello, resulta necesario que el Estado no quede vaciado de contenido
poltico, pues es la actividad poltica en su faz arquitectnica la que implica construccin
y ejercicio del poder en aras de un fin superior, como es el del desarrollo humano.
Por ello, si entendemos a las instituciones como colectividades humanas
unificadas que subsisten a los miembros que las conforman, tendremos una visin propia
y delimitada de lo que es una institucin, y la veremos como una construccin a largo
plazo.
Es conveniente recordar que las instituciones tambin pueden morir, ya sea por
causas internas como externas, por supresin o disolucin (Hauriou, 1968). No se trata
de alarmar sin argumentos, sino de recapacitar sobre el valor de fortalecer las
instituciones para el bien del conjunto social perfeccionando una continuidad
institucional que asegure la gobernabilidad.
Resulta imprescindible encontrar una variable independiente mucho ms fuerte
que la estrictamente econmica para explicar los atrasos de nuestros pases. En este
sentido, la visin clsica de la poltica como ciencia arquitectnica y por tanto
determinante de los destinos de nuestra sociedad no debera ser desconsiderada. Por el
contrario, es la base para entender el problema que nos planteamos resolver.
Esta mirada del pensamiento poltico clsico nos permitir construir un modelo
poltico de la Nacin que nos propongamos llevar adelante, ms que un modelo
econmico coyuntural.
Sabiendo que las comunidades polticas complejas abandonan la solidaridad
mecnica de Durkheim y pasan a depender de la fuerza y la envergadura de sus
instituciones para su logro y mantenimiento (Huntington, 1972), debemos atender,
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entonces, a la calidad institucional, pues ser sta la que permita definir y concretar los
intereses comunes de nuestro conjunto social.
As, nuestra hiptesis es que la calidad de la poltica y de los procesos y las
instituciones polticas (sistema poltico) deben ser considerados como las variables
explicativas de la incapacidad que ha mostrado la Argentina en los ltimos veinte aos
de democracia, para dar cuenta al menos de forma progresiva de los problemas que
constituyen obstculos para nuestro desarrollo integral.
Si ello puede definirse en estos trminos, entonces la tarea primordial que debiera
ocupar la accin de gobierno es la conformacin de una agenda estratgica de reforma de
nuestro sistema poltico, basada en el consenso entre todas las fuerzas polticas y sociales
de la Nacin, y orientada a incrementar la calidad de nuestro proceso poltico y de
nuestras instituciones de gobierno.
Es de destacar que la reforma de las instituciones polticas es una de las primeras
medidas decisivas para perfeccionar la calidad de vida de nuestra sociedad, en particular
si recordamos que pese a estar en buena medida asentadas en el contexto sociocultural,
las instituciones pueden modificarse relativamente a mayor velocidad que los factores
socioestructurales, que requieren de modificaciones ms largoplacistas.
Para producir una verdadera reforma poltica, deben observarse tanto los factores
normativos del sistema como las variables histricas, sociolgicas y polticas que tienen
incidencia en lo institucional: la estructura federal, el rgimen electoral, el grado de
influencia poltica de los lderes partidarios sobre los legisladores (disciplina
partidaria), el rol de los grupos de poder y la prctica del lobby, entre otras materias.
Como puede apreciarse, definir la reforma poltica en estos trminos implica dejar
de lado las visiones reduccionistas del problema poltico que nos aqueja, como son
aquellas que se agotan en la reforma electoral o, ms acotadas an, en la eliminacin de
las listas sbanas. Reducirla a estos tems es tal como prescribirle aspirinas a un
enfermo de cncer.
Por el contrario, hacernos cargo de mejorar la calidad del sistema poltico
argentino significa que debemos remover los obstculos a la existencia de un Poder
estatal eficaz que asegure la gobernabilidad del sistema, al tiempo de fortalecer el
ejercicio de la funcin de control, de modo que el Poder Eficaz sea tambin Poder
Limitado. En otros trminos, debemos construir y llevar adelante una agenda de
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reformas de nuestro sistema poltico que permita resolver, de manera efectiva y sostenida
en el tiempo, la tensin entre la gobernabilidad y el control, esto es, entre la eficacia del
poder y la limitacin del poder.
A partir de las cuestiones planteadas en esta introduccin, en el segundo captulo
nos adentraremos en los problemas propios del ejercicio gubernamental en la
Argentina, analizando en profundidad las dificultades en los tres niveles de decisin
poltica: el de su determinacin, de su ejecucin y de su instrumentacin. De tal forma,
avanzaremos en los dilemas del hiperpresidencialismo, el gobierno dividido, y la crisis
de representacin del sistema poltico y de la administracin pblica, entre otros.
En el tercer captulo se estudian los problemas que conlleva el ejercicio de
control del sistema poltico en la Argentina, tanto las clsicas funciones de control de los
Poderes Legislativo y Judicial como el ms reciente control social, planteando
nuevamente los grandes desafos que nuestro sistema poltico tiene por resolver.
El cuarto captulo propone un marco conductor que ofrezca una solucin
poltico-institucional para nuestro pas en la premisa del fortalecimiento del Estado en
ambas funciones: la de gobernabilidad y la de control. De esta manera, se analizan
ampliamente las reformas que deben ser implementadas en el rea del Gobierno y la
Administracin, como as tambin las del Poder Legislativo y Judicial y la no menos
importante reforma electoral.
Finalmente, y a modo de conclusin de la presente publicacin, se ofrece un
conjunto de propuestas a tener en cuenta para elaborar un marco acorde a un sistema
poltico eficaz y limitado, que resuelva con efectividad y eficiencia la dialctica
gobernabilidad/control, evitando caer tanto en frmulas blandas que se diluyan antes de ser
implementadas como en prescripciones imposibles que terminen acrecentando la
dicotoma entre ambas funciones.
JUAN JOS ALVAREZ - CRISIS DE GOBRNABILIDAD Y CONTROL EN ARGENTINA / 15