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CRISIS ARGENTINA 1
CRISIS DE ARGENTINA
Leidy Katherin Caro Garzon
Kelly Ximena Amaya Umbacia
Joseph Olvany Herrera Ladino
Rafael Mauricio Algarra Contreras
Afiliación Institucional:
Administración De Empresas
Fundación Universitaria Del Área Andina
Facultad de Ciencias Administrativas
Económicas y Financieras Bogotá
.
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INTRODUCCION
En el presente informe se sustentara sobre la investigación realizada por medio de fuentes
secundarias sobre la Crisis origina en Argentina en el periodo del 2001 al 2003; el resultado que
desato un amplio impacto en los factores políticos, sociales y económicos que demolieron la
autoridad presidencial y deslegitimaron a los órganos representativos y al Poder Judicial. A si
mismo mencionar sobre el impacto en el entorno mundial tanto a nivel financiero como político
y social.
Donde los principales actores políticos fueron capaces de encontrar una solución dentro de las
instituciones, aún cuando debieran forzar al máximo las restricciones constitucionales. Por su
parte la ciudadanía, que reaccionó duramente contra la clase política, mantuvo mayoritariamente
su compromiso con la democracia, como el menos malo de los sistemas de gobierno. El prestigio
de las instituciones y en particular de los dirigentes había decaído en forma constante desde el
retorno a la democracia.
Por su parte la ciudadanía, que reaccionó duramente contra la clase política, mantuvo
mayoritariamente su compromiso con la democracia, como el menos malo de los sistemas de
gobierno. El prestigio de las instituciones y en particular de los dirigentes había decaído en forma
constante desde el retorno a la democracia; sin embargo, la reacción de la sociedad en 2001 tuvo
más que ver con la insatisfacción con los resultados de la democracia en materia de políticas
públicas y con la incapacidad de algunos dirigentes para gobernar honestamente y ocuparse de
los problemas de la gente.
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Entornos de la Crisis Argentina
I. Las políticas del gobierno “contaminaron” el sector
privado a fines de 2001 y 2002 Argentina.
En diciembre de 2001 la crisis ingresó en su fase final, en la cual el gobierno extendió sus
problemas al sector privado a través de varias políticas, en lugar de intentar minimizar su
propagación. Al verse obligado por sus problemas a elegir entre “cuarentena” y
“contaminación”, el gobierno eligió la contaminación.
La dificultad estatal para refinanciar su deuda llevó a temer que congelase los depósitos
bancarios, tal como había hecho en 1982 y 1989. Durante aquellos congelamientos, el gobierno
efectivamente había confiscado parte de los ahorros de los depositantes para financiarse y pagar
parte de la deuda externa. El viernes 30 de noviembre, luego de formidables retiros de depósitos
bancarios, Cavallo anunció el congelamiento de los depósitos el 1º de diciembre. Éste
congelamiento detuvo bruscamente una gran parte de la actividad del sector privado, dado que
según las reglas del congelamiento, ni las empresas ni las personas podían usar sus depósitos
para pagarle a nadie, excepto a otros depositantes en el mismo banco. La estimación de la
actividad económica mensual calculada por el Instituto Nacional de Estadística y Censo de
Argentina sufrió una caída año a año del 15,5 por ciento, la mayor desde el inicio de esta serie en
1993. La economía se hundió, pasando de lo que aún podría haberse llegado a denominar una
grave recesión, a una verdadera depresión.
La economía en decadencia y el congelamiento de depósitos provocaron violentos disturbios
en los que se produjeron muertes. Antes del 20 de diciembre, el ministro Cavallo y el presidente
De la Rúa habían renunciado. El 23 de diciembre, la corta administración del presidente Adolfo
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Rodríguez Saá declaró el default en la deuda del gobierno federal con acreedores del sector
privado extranjero. Para entonces, la situación estaba tan desorganizada que el default hubiera
sido casi imposible de evitar, pero en lugar de presentarlo como un paso reticente de un deudor
interesado pero imposibilitado de pagar, el presidente Rodríguez Saá declaró el default en un
acto de desafío a los acreedores. Planeaba llevar a cabo otros cambios radicales en la política
económica, tales como emitir una segunda moneda nacional paralela al peso, pero no los
implementó debido a su renuncia luego de una semana de manifestaciones en su contra.
Eduardo Duhalde, quien asumió la presidencia el 1º de enero de 2002, era un gran crítico de
las políticas económicas de los ’90. Instituyó cambios revolucionarios al devaluar el peso;
convertir forzadamente a pesos los depósitos en dólares y préstamos (“pesificación”); y anular
contratos de varios tipos. Violó los derechos de propiedad establecidos dentro de la ley argentina
durante al menos una década, y en algunos casos desde los años 1800. La economía se hundió
aún más, con la estimación año a año de la actividad económica cayendo a un récord de 16,9 por
ciento en enero y 16,6 por ciento en marzo. La estimación no fue positiva hasta diciembre de
2002. La economía cayó un 10,9 por ciento en el año 2002 luego de un descenso del 5,5 por
ciento en 2001.
Es normal que las medidas de estabilización tomen algún tiempo en hacer efecto, pero una
economía recesiva no debiera retroceder un 10,9 por ciento más si las medidas realmente ayudan
en lugar de empeorar las cosas. El desempleo y la pobreza aumentaron bruscamente en 2002. La
proporción de argentinos debajo de lo que oficialmente se definía como el índice de pobreza
saltó del 38,3 por ciento en octubre de 2001 al 57,5 por ciento un año mas tarde.[8] Se calcula
que cerca del 40 por ciento de los argentinos vive con $1 por día, o menos, y otro 20 por ciento
con $1 a $2 por día. Las exportaciones cayeron un 4,5 por ciento pese al gigantesco impulso que
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debió haber dado la depreciación de la moneda. Los exportadores tuvieron dificultades para
obtener crédito debido al congelamiento de depósitos y a las políticas del gobierno que
infundieron en los acreedores miedo a futuras confiscaciones si volvían a prestar su dinero.
Aproximadamente desde el mes de agosto de 2002, la economía se ha recuperado. La tasa
de cambio se estabilizó e incluso se revalorizó. A diferencia de lo ocurrido en la última severa
sucesión de depreciaciones, en 1989, la inflación no se descontroló; el índice de precios al
consumidor aumentó un 41 por ciento en 2002; y la inflación puede mantenerse en un dígito en
el año 2003. La producción tocó fondo, algunos sectores de exportación comenzaron a
expandirse, y para mediados del 2003 la recuperación era pronunciada. Desde diciembre de 2002
a abril de 2003 el gobierno levantó el congelamiento de depósitos bancarios.Si bien el
crecimiento es bienvenido, podría no ser suficiente para cambiar los decepcionantes
antecedentes de Argentina en el largo plazo.
Política con respecto a las crisis internacionales financieras.
Prácticamente cada año desde la crisis financiera de México, han habido crisis en algún país
emergente grande, así como en países emergentes más pequeños. Algunas de estas crisis
repercutieron en los mercados financieros de EE.UU. La respuesta de los Estados Unidos y otros
países ha sido intensificar el estudio de los problemas involucrados, adelantar algunas
soluciones, y fortalecer la cooperación financiera internacional por varios medios. Sin embargo,
desde 1994, ni el gobierno de EE.UU. ni aparentemente ningún otro gobierno, han articulado un
punto de vista detallado acerca de cómo solucionar las crisis. Los principales temas relacionados
con las crisis financieras internacionales recientes son los regímenes de tasas de cambio; las
regulaciones financieras; el rol de instituciones financieras internacionales, en especial del Fondo
Monetario Internacional (FMI) para resolver crisis; y la reestructuración de deudas de gobiernos
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y del sector privado. Los funcionarios estadounidenses ya han expresado ideas con respecto a
cada uno de éstos temas, pero aún no han sido reunidas en una visión clara y detallada. Esta no
debiera ser grabada en piedra, pero debería reflejar lo que piensan los funcionarios que han
aprendido de la experiencia de las crisis desde 1994, y debería servir como guía para futuras
políticas. A falta de una visión clara, la comunidad internacional no ha tenido consistencia en su
manera de tratar a la Argentina, lo cual contribuyó a las políticas erráticas tomadas por los
gobiernos argentinos.
El comportamiento del FMI para con la Argentina.
La Argentina se ha creado sus propios problemas, pero el FMI ha cometido un cierto
número de errores al aconsejarla, y en los cursos de acción que ha tomado con respecto dicho
país. El FMI apoyó los aumentos impositivos para equilibrar el presupuesto del gobierno
argentino, si bien no de buen grado. Aumentar la carga impositiva (la “cuña” impositiva) que ya
era alta para la economía en blanco, desalentó el crecimiento económico.[
Los funcionarios del FMI que han escrito o hablado para el público se han equivocado
repetidamente en la caracterización del sistema de convertibilidad argentino como un sistema de
cambio a tasa fija, (“currency board”), lo cual no era así. Por ejemplo, a diferencia de una caja de
conversión ortodoxa, permitía que el ratio de reservas extranjeras para responsabilidades de
naturaleza monetaria se desvíe del 100 por ciento. Los funcionarios del FMI han estado, según se
informa, a favor de la devaluación del peso, lo cual demostró ser enormemente problemático,
porque pensaban que estaba sobrevaluado, pese a que los cálculos en los informes del propio país
del FMI acerca de la Argentina indicaban lo contrario. Desalentaron la consideración de la
dolarización (el reemplazo del peso por el dólar como moneda oficial), en parte por la
equivocada razón de que sería técnicamente imposible de llevar a cabo.
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II .La Crisis Económica Argentina: Causas Y Remedios
En el año 2002 la economía argentina sufrió la culminación de una decadencia económica que
comenzó a fines de 1998. En la Tabla 1 pueden leerse algunas estadísticas de la crisis argentina;
crisis muy inusual en tanto que coincidió con un crecimiento a nivel mundial que si bien fue
leve, no fue una recesión, ni mucho menos una depresión. La comprensión de lo ocurrido en
Argentina puede ayudar a prevenir, o paliar crisis financieras futuras. El presente artículo
describe la crisis reciente; analiza lo que podría hacer Argentina para acelerar su recuperación; y
examina la repercusión de esta crisis en la “arquitectura financiera internacional” y en la política
de los EE.UU. para mejorar dicha arquitectura. Este artículo es el resumen de un estudio
completo que se encuentra disponible en el sitio de Internet de la oficina del Vicepresidente del
Comité Económico Conjunto.
ANTECEDENTES DE LA CRISIS
La turbulenta historia económica argentina.
Argentina tiene un pasado de problemas crónicos en los órdenes económico, monetario y
político. Luego de independizarse de España en una guerra iniciada en 1810, las provincias
argentinas lucharon entre ellas durante muchos años, y no hubo un gobierno nacional estable
hasta 1862. Hasta fines del siglo XIX las provincias y el gobierno nacional financiaban con
frecuencia su déficit presupuestario mediante la emisión de moneda, dando como resultado una
inflación persistente y un bajo crecimiento económico.
A fines del siglo XIX y principios del siglo XX la Argentina experimentó un rápido crecimiento
económico basado en el aumento de exportaciones de carne y trigo a Europa, que se hizo posible
gracias a la nueva tecnología de ferrocarriles y barcos frigoríficos. Durante la década de 1930,
cuando algunos países importantes discriminaron las exportaciones argentinas, el país respondió
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modificando su política por la de “sustitución de importaciones” –una economía muy cerrada,
basada en el autoabastecimiento, con tarifas altas y un reglamentar ismo estatal excesivo. Esto
dio como resultado un crecimiento bajo e inflación frecuente, típicamente en el orden de los tres
dígitos desde 1975 en adelante.
Las reformas económicas de los ’90.
En 1989 Carlos Menem asumió la presidencia. Luego de algunos titubeos, adoptó una política de
libre mercado que redujo la carga del gobierno al privatizar, desregular, reducir tasas de
impuestos, y reformar el estado. El eje de la política de Menem fue la Ley de Convertibilidad,
efectiva el 1º de abril de 1991que puso fin a la hiperinflación estableciendo una convertibilidad
(tipo de cambio fijo) entre el peso y el dólar estadounidense, y respaldando el dinero emitido por
el banco central mayoritariamente con dólares. La tasa inicial de cambio era de 10.000 australes
argentinos por dólar. El 1º de enero de 1992 el peso reemplazó al austral siendo 1 peso = 10.000
australes = US$1. La inflación cayó en picada del 2.315 por ciento anual en 1990, al 4 por ciento
en 1994.
Tabla 1. Una instantánea de la crisis (1998 – 2002) en estadísticas.
El producto bruto interno (PBI) real cayó un 28% desde su máximo (1998) hasta la
depresión (2002).
La moneda argentina, el peso, equivalente a US$1 desde abril de 1991, se devaluó en enero
de 2002, depreciándose hasta casi 4 por dólar antes de su recuperación parcial
La inflación, baja o negativa desde principios de los ’90, fue del 41% en 2002.
· El desempleo, sin contar las personas incluidas en planes de emergencia del estado,
aumentó del 12,4% en 1998 al 18,3% en 2001, y al 23,6% en 2002.
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La tasa de pobreza creció del 25,9% en 1998 al 38,3% en 2001, y al 57,5% en 2002.
En términos reales (es decir, con el ajuste por la inflación), los salarios cayeron un 23,7% en
2002.
(Argentina sufrió una recesión en 1995 como efecto secundario de la crisis Mejicana). El rasgo
más negativo del período fue el incremento de la tasa de desempleo. De 1989 a 1999 la cantidad
de puestos de trabajo creció tan rápido como la población, pero la cantidad de gente que quería
trabajar creció aún más. Las inflexibles leyes laborales y los altos impuestos sobre el empleo
formal, que aún siguen en vigencia, retrasaron la creación de puestos de trabajo de la economía
emergente, por lo cual algunos desempleados comenzaron a trabajar en la extensa economía
informal, más flexible pero más precaria.
CÓMO Y POR QUÉ OCURRIÓ LA CRISIS
En 1998 Argentina ingresó en una recesión; a fines de 2001 la economía se encontraba en una
auténtica depresión. ¿Qué causó la crisis argentina?
Los factores externos provocaron una recesión.
La crisis cambiaria del sudeste asiático de 1997-1998, y la crisis cambiaria rusa de agosto de
1998 provocaron una mayor cautela en los inversores en países en desarrollo. Brasil, el mayor
socio comercial de Argentina, soportó una crisis monetaria desde agosto hasta octubre de 1998,
como consecuencia de la crisis rusa, pero al enfrentarse a una nueva crisis en enero de 1999,
Brasil liberó su mercado de cambio en lugar de mantener la previa situación de convertibilidad
que a duras penas mantenía con el dólar. El real brasileño se depreció rápidamente de 1,21 por
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dólar a 2,18 por dólar antes de recuperarse levemente. El crecimiento económico de Brasil cayó
del 3,3 por ciento en 1997 al 0,1 por ciento en 1998, y fue de sólo 0,8 por ciento en 1999. Luego
de años de crecientes beneficios para ambos, el comercio argentino-brasileño se estancó en 1998
y decayó en 1999.
En enero de 2000 el aumento de impuestos aniquiló la recuperación económica en ciernes. A
fines de 1999 y principios de 2000, la economía daba señales de crecimiento. En diciembre de
1999 Fernando De la Rúa sucedió a Carlos Menem en la presidencia. Inmediatamente, su
gobierno aprobó el primero de tres paquetes de aumentos impositivos, efectivo en enero de 2000.
Los indicadores económicos volvieron a tornarse negativos cuando el aumento impositivo
aniquiló la recuperación económica que recién comenzaba.
El gobierno de De la Rúa creyó que reducir el déficit presupuestario infundiría confianza en las
finanzas del gobierno, disminuyendo por lo tanto las tasas de interés y estimulando el
crecimiento económico. Entre las opciones para reducir el déficit se contaba el recorte de gastos
del gobierno, lo cual políticamente se hacía difícil. El gobierno dudaba de que una reducción en
las alícuotas impositivas pudiera estimular el crecimiento a corto plazo de manera de compensar
las recaudaciones perdidas. Pensaba que los mercados no estarían dispuestos a financiar una
deuda mayor, y no quiso abandonar el sistema de convertibilidad para simplemente emitir
moneda. Eso dejaba una sola opción: aumentar las tasas de impuestos. Los resultados fueron
opuestos a lo esperado por el gobierno: los aumentos impositivos minaron la confianza en las
finanzas estatales ya que desalentaron el crecimiento en el sector privado, fuente de recaudación
de impuestos.
Nuevos errores garrafales en la política impositiva y monetaria empeoran las cosas en el año
2001.
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La vuelta a una economía en retroceso condujo a problemas políticos en los años 2000 y 2001. El
18 de marzo de 2001, en protesta a la propuesta de recorte de gastos, renunciaron algunos
ministros del partido político Frepaso, dejando el gabinete de coalición de De la Rúa. Estas
renuncias marcaron el principio de la verdadera fase de crisis en los problemas económicos
argentinos. El apoyo a De la Rúa en el Congreso se vio debilitado. Como se ve en la Figura 1, al
día siguiente las tasas de interés en Argentina subieron y se mantuvieron en niveles superiores,
con algunos picos más durante el año relacionados con las malas noticias de la política
económica.
La respuesta del presidente De la Rúa consistió en nombrar ministro de economía a Domingo
Cavallo. Cavallo traía un gran prestigio debido a su desempeño como ministro de economía entre
1991 y 1996, cuando había ayudado a crear las condiciones para el fuerte crecimiento de los
primeros años, asumiendo luego un papel protagónico en la resolución de la crisis financiera de
1995. Sin embargo, a su retorno como ministro de economía, Cavallo emprendió políticas muy
diferentes de las que había llevado a cabo anteriormente. De la Rúa y Cavallo aseguraron la
aprobación del Congreso argentino de dos paquetes impositivos más, en abril y agosto de
2001.La recaudación de cada paquete fue inferior a lo esperado.
En cuanto a la política monetaria, el gobierno cometió los errores más graves en abril y junio de
2001. El 17 de abril, Cavallo presentó un proyecto de ley para vincular la tasa de cambio del
peso a una combinación del dólar y el euro. El presidente del Banco Central, Pedro Pou, había
abogado por la dolarización (el reemplazo oficial de pesos por dólares a una tasa de uno a uno)
de ser necesaria para la credibilidad del peso. Sus puntos de vista lo enfrentaron con Cavallo y
De la Rúa. El 25 de abril De la Rúa despidió a Pou para reemplazarlo por un funcionario más
acomodaticio. El 15 de junio Cavallo anunció una tasa de cambio preferencial para
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exportaciones. Este tipo de cambio especial fue un paso hacia atrás; hacia las prácticas
intervencionistas, frecuentes antes del sistema de convertibilidad; al uso de decretos del gobierno
para la aplicación de tasas más o menos preferenciales para diversos compradores o vendedores,
en lugar de establecer un mercado de cambio libre al que todos tuvieran acceso por igual.
El gobierno argentino cayó en la “trampa de la deuda” a mediados de 2001.
Los nuevos impuestos recargaron aún más a una economía ya tambaleante. Los cambios en la
política monetaria hicieron disminuir la confianza en el peso. La preocupación de que los
préstamos y depósitos en dólares estuvieran en peligro debido a las políticas del gobierno hizo
crecer significativamente incluso las tasas de interés en dólares dentro de Argentina. El estado
argentino había estado pagando a sus acreedores entre 3 y 9 por ciento más que lo que pagaba el
Tesoro de los Estados Unidos. Luego de los errores garrafales en política monetaria durante abril
de 2001, esa brecha saltó a casi 13 por ciento. En julio de 2001, cuando las agencias calificadoras
redujeron la calificación crediticia de la deuda estatal argentina, creció por encima de los 16
puntos, y para fines de octubre superaba los 20 puntos por ciento. Semejantes tasas indicaban
que muchos inversores temían un default. El gobierno se encontraba en la “trampa de la deuda”:
con las tasas de interés que debía pagar para tomar préstamos, la deuda crecería tan rápidamente
que excedería la capacidad del gobierno y de la economía argentina para pagarla.
Las políticas del gobierno “contaminaron” el sector privado a fines de 2001 y 2002.
En diciembre de 2001 la crisis ingresó en su fase final, en la cual el gobierno extendió sus
problemas al sector privado a través de varias políticas, en lugar de intentar minimizar su
propagación. Al verse obligado por sus problemas a elegir entre “cuarentena” y
“contaminación”, el gobierno eligió la contaminación.
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La dificultad estatal para refinanciar su deuda llevó a temer que congelase los depósitos
bancarios, tal como había hecho en 1982 y 1989. Durante aquellos congelamientos, el gobierno
efectivamente había confiscado parte de los ahorros de los depositantes para financiarse y pagar
parte de la deuda externa. El viernes 30 de noviembre, luego de formidables retiros de depósitos
bancarios, Cavallo anunció el congelamiento de los depósitos el 1º de diciembre. Éste
congelamiento detuvo bruscamente una gran parte de la actividad del sector privado, dado que
según las reglas del congelamiento, ni las empresas ni las personas podían usar sus depósitos
para pagarle a nadie, excepto a otros depositantes en el mismo banco. La estimación de la
actividad económica mensual calculada por el Instituto Nacional de Estadística y Censo de
Argentina sufrió una caída año a año del 15,5 por ciento, la mayor desde el inicio de esta serie en
1993. La economía se hundió, pasando de lo que aún podría haberse llegado a denominar una
grave recesión, a una verdadera depresión.
La economía en decadencia y el congelamiento de depósitos provocaron violentos disturbios en
los que se produjeron muertes. Antes del 20 de diciembre, el ministro Cavallo y el presidente De
la Rúa habían renunciado. El 23 de diciembre, la corta administración del presidente Adolfo
Rodríguez Saá declaró el default en la deuda del gobierno federal con acreedores del sector
privado extranjero. Para entonces, la situación estaba tan desorganizada que el default hubiera
sido casi imposible de evitar, pero en lugar de presentarlo como un paso reticente de un deudor
interesado pero imposibilitado de pagar, el presidente Rodríguez Saá declaró el default en un
acto de desafío a los acreedores. Planeaba llevar a cabo otros cambios radicales en la política
económica, tales como emitir una segunda moneda nacional paralela al peso, pero no los
implementó debido a su renuncia luego de una semana de manifestaciones en su contra.
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Eduardo Duhalde, quien asumió la presidencia el 1º de enero de 2002, era un gran crítico de las
políticas económicas de los ’90. Instituyó cambios revolucionarios al devaluar el peso; convertir
forzadamente a pesos los depósitos en dólares y préstamos (“pesificación”); y anular contratos de
varios tipos. Violó los derechos de propiedad establecidos dentro de la ley argentina durante al
menos una década, y en algunos casos desde los años 1800. La economía se hundió aún más, con
la estimación año a año de la actividad económica cayendo a un récord de 16,9 por ciento en
enero y 16,6 por ciento en marzo. La estimación no fue positiva hasta diciembre de 2002. La
economía cayó un 10,9 por ciento en el año 2002 luego de un descenso del 5,5 por ciento en
2001.
Es normal que las medidas de estabilización tomen algún tiempo en hacer efecto, pero una
economía recesiva no debiera retroceder un 10,9 por ciento más si las medidas realmente ayudan
en lugar de empeorar las cosas. El desempleo y la pobreza aumentaron bruscamente en 2002. La
proporción de argentinos debajo de lo que oficialmente se definía como el índice de pobreza
saltó del 38,3 por ciento en octubre de 2001 al 57,5 por ciento un año mas tarde. Se calcula que
cerca del 40 por ciento de los argentinos vive con $1 por día, o menos, y otro 20 por ciento con
$1 a $2 por día. Las exportaciones cayeron un 4,5 por ciento pese al gigantesco impulso que
debió haber dado la depreciación de la moneda. Los exportadores tuvieron dificultades para
obtener crédito debido al congelamiento de depósitos y a las políticas del gobierno que
infundieron en los acreedores miedo a futuras confiscaciones si volvían a prestar su dinero.
Aproximadamente desde el mes de agosto de 2002, la economía se ha recuperado. La tasa de
cambio se estabilizó e incluso se revalorizó. A diferencia de lo ocurrido en la última severa
sucesión de depreciaciones, en 1989, la inflación no se descontroló; el índice de precios al
consumidor aumentó un 41 por ciento en 2002; y la inflación puede mantenerse en un dígito en
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el año 2003. La producción tocó fondo, algunos sectores de exportación comenzaron a
expandirse, y para mediados del 2003 la recuperación era pronunciada. Desde diciembre de 2002
a abril de 2003 el gobierno levantó el congelamiento de depósitos bancarios.¬¬¬¬Si bien el
crecimiento es bienvenido, podría no ser suficiente para cambiar los decepcionantes
antecedentes de Argentina en el largo plazo.
El 25 de mayo de 2003 Néstor Kirchner, ex gobernador de la provincia sureña de Santa Cruz,
asumió como presidente, electo el 27 de abril.
¿QUÉ PODRÍA HACER LA ARGENTINA AHORA?
Hace 75 años, la Argentina era uno de los países más ricos del mundo, con un ingreso per cápita
mayor que el de Francia, Alemania o Suecia. Hoy es un país pobre. Argentina ha experimentado
un crecimiento económico a largo plazo, pero ha sido extremadamente lento. ¿Qué podría hacer
la Argentina para aumentar el ritmo de su crecimiento económico?
En la esfera monetaria, podría dolarizar –reemplazar el peso por el dólar como moneda oficial.
Ecuador y El Salvador han dolarizado pocos años atrás, obteniendo resultados mayormente
favorables. La otra opción principal, un tipo de cambio libre combinado con una selección de
objetivos (“targeting”) explícitos o implícitos con respecto a la inflación ha funcionado bastante
bien en otros países, pero en la historia Argentina, un tipo de cambio libre siempre ha estado
asociado a la inestabilidad económica.
El gobierno de Duhalde redujo tasas de algunos impuestos pero aumentó otros, en particular en
los productos de exportación. La experiencia ecuatoriana, que en el año 2000 combinó la
dolarización con otras reformas económicas, sugiere que hay espacio suficiente para empezar a
recorte impositivo. En Ecuador, la recaudación de impuestos (sin contar los provenientes del
petróleo) ha aumentado de $2.500 millones en el año de la depresión, 1999, a un nivel
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proyectado de $4.900 millones en 2003, gracias al crecimiento económico y a un sistema de
recaudación mas eficiente. La recaudación aumentó, pese a que el gobierno eliminó un impuesto
a las transacciones financieras que en 1999 había producido el 13 por ciento de las recaudaciones
no relacionadas con el petróleo.
El sistema bancario argentino se está recuperando luego del desastroso año 2002. Su salud a
largo plazo dependerá de si la economía es capaz de crecer desde cero en lugar de simplemente
esperar el efecto rebote de la depresión. Las perspectivas de Argentina con respecto al pago
parcial de la deuda estatal que ha entrado en default también dependerá mayormente del
crecimiento económico.
En el largo plazo, Argentina se enfrenta a varios obstáculos para el crecimiento en muchas otras
áreas. Estos obstáculos son bien conocidos dentro y fuera de Argentina, y todos ellos han sido
ampliamente estudiados.
El estado de derecho. El estado brinda una débil protección frente a las apropiaciones de
propiedad privada. El sistema judicial es conocido por su ineficiencia y corrupción. El crimen
violento se convirtió en un grave problema cuando la recesión se convirtió en depresión.
Estrategia Impositiva. La recaudación real va aumentando conforme se consolida el
crecimiento. El gasto real no se está incrementando tan rápidamente porque los precios no han
subido en proporción a la depreciación del peso. El excedente presupuestario actual brinda una
inusual oportunidad política para reducir tasas de impuestos. Si se combina el recorte impositivo
con una simplificación y mayor eficiencia por parte de los organismos recaudadores, la
Argentina podría blanquear gran parte de su economía informal. Podría pasar de ser un país que
impone tasas impositivas altas a una pequeña franja de contribuyentes, a uno que fije bajas tasas
de impuestos a una mayor base de contribuyentes. Algunos objetivos ambiciosos, pero no
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irreales, para los próximos uno o dos períodos presidenciales sería la reducción del impuesto al
valor agregado (I.V.A.) de su nivel actual de 21 por ciento al 10 por ciento; reducir el impuesto a
los salarios de su actual nivel de 27 por ciento al 20 por ciento; reducir la alícuota tope del
impuesto a las ganancias; y eliminar impuestos distorsivos, incluyendo el impuesto a las
transacciones financieras.
Relaciones financieras entre el gobierno federal y las provincias. La coparticipación en la
recaudación federal de impuestos debilita el vínculo entre los impuestos que cobran las
provincias y los ingresos que gastan. El gobierno federal no ha querido ponerse firme con las
provincias que están esencialmente en bancarrota. Por ende, las provincias enfrentan una débil
disciplina financiera.
Gastos del gobierno. Los gastos en pensiones y salarios de los empleados del gobierno,
incluyendo a los empleados superfluos, comprende una parte del presupuesto mayor de lo
deseable para un país con el nivel de desarrollo económico de Argentina. Muchos gastos carecen
de transparencia.
Trabajo. Las inflexibles leyes contribuyen a una tasa de desempleo alta. Los empleadores
deben pagar abultadas indemnizaciones por despidos, de modo que la probabilidad de que se
animen a contratar empleados que puedan no resultar bien, es menor que la de los empleadores
en los Estados Unidos. El Instituto Nacional de Estadística y Censo (INDEC) calcula que el 40
por ciento de los asalariados trabaja en la economía informal. (Muchas de esas personas tienen
un primer o segundo trabajo en blanco.)
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iii.CRISIS AREGENTINA IMPACTO SOCIALY CULTURAL
Desde 1998 la economía comenzó a sufrir una recesión que se percibió de manera notable en el
aumento del desempleo, la pobreza y la fuga de capitales. En este contexto, pero, sobre todo,
durante el año 2001, el conflicto político había florecido sentando posiciones a favor y en contra
de las consecuencias sociales del modelo económico. Nuevos repertorios de acción (cortes de
ruta, ollas populares, huelgas de hambre), mayor disposición al enfrentamiento físico (quema de
edificios públicos y resistencia frente a la represión policial) y nuevos actores aparecieron en la
escena. ‘Durante los 90, simultáneamente con el crecimiento de la insurgencia, se multiplican las
organizaciones de base, siendo las más activas aquellas que agrupaban a los desempleados
Decenas de organizaciones surgen durante los cortes de ruta, fundamentalmente a partir del año
1999’ (Auyero 2002, 196) Durante el gobierno de Menem, las manifestaciones de los piqueteros
representaban el 10 por ciento del total de las protestas, mientras que entre 1999 y 2001
crecieron al 28 por ciento (Schuster et al. 2006) Éstos se manifestaban en todo el país
cuestionando la exclusión social como producto de la economía en su formato neoliberal y se la
asociaba, también, a las prácticas corruptas y corporativistas del gobierno. Los principales
sindicatos, también se manifestaban a través de huelgas y manifestaciones callejeras, muchas
veces declaradas ilegales por el gobierno. Farinetti (1999) señala este crecimiento de
organizaciones y redes ciudadanas que se manifestaban en contra de la situación económica y
pretendían reconstruir lazos fuera y en contra del Estado, de los partidos políticos y de los
sindicatos tradicionales.
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Los cambios en los repertorios de acción y en las demandas derivaron en formas de
‘organización popular nuevas’, creando novedosas redes sociales. Además de las organizaciones
de desocupados (‘piqueteros’), también aparecieron en la escena pública los ‘clubes de trueque’
y las asociaciones de trabajadores de ‘fábricas tomadas’. Éstas eran fábricas abandonadas por sus
dueños y reactivadas por sus trabajadores y los primeros eran redes ciudadanas en las cuales se
intercambiaban mercancías y servicios sin la existencia de moneda o metálico.
Todas estas organizaciones sostenían discursos muy críticos a la democracia tal como se había
desarrollado en Argentina y reclamaban formas de democracia directa. Aunque las políticas
económicas de carácter neoliberal parecían ser el principal objeto del conflicto, los partidos
políticos y sus líderes no estaban exentos de la polémica (Pousadela 2006). En octubre del año
2001, se realizaron elecciones legislativas en donde el grado de participación electoral fue muy
bajo en comparación con las elecciones previas.
Las abstenciones pasaron del 18.4 por ciento en el año 1999, al 26.3 por ciento en el 2001 y los
votos en blanco pasaron del 6.6 por ciento al 22 por ciento (porcentajes en relación con el total
del padrón electoral). Los principales partidos (el Frente para un País Solidario, FREPASO; el
Partido Justicialista, PJ; y la Unión Cívica Radical, UCR) perdieron un importante porcentaje de
votantes. Más de 4 sobre 10 ciudadanos no concurrieron a las urnas o lo hicieron expresando
rechazo al votar en blanco o anulando el voto (Cheresky 2004).
El 19 de diciembre, tras las sostenidas protestas en todo el país y una serie de saqueos que le
costaron la vida a cinco de sus participantes, el presidente De la Rúa decretó Estado de Sitio.
Antes, la policía había realizado un despliegue sobre las zonas más humildes del conurbano,
espacio geográfico donde las protestas piqueteras se habían concentrado (Zibechi 2003).
Mientras el gobierno definía a los sectores
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más humildes como las potenciales amenazas a sus intentos de control de la situación, los que
también, pero inesperadamente, se comenzaron a movilizar en su contra fueron importantes
sectores de la clase media. Inmediatamente a las declaraciones del presidente, se comenzaron a
registrar en varias ciudades del país el ruido de bocinas, cacerolas y otro tipo de utensilios.
Luego, muchos ciudadanos, comenzaron a reunirse en las calles y marchar al centro de las
ciudades, contrariando el decreto presidencial. El principal escenario fue el de la Capital Federal,
donde en los días 19 y 20 se concentraron las mayores movilizaciones y enfrentamientos entre
las fuerzas de coerción del Estado y manifestantes. Madres de plaza de mayo, grupos de personas
en motos (‘motoqueros’), desocupados, militantes de partidos de izquierda, pero sobre todo,
ciudadanos no afiliados a ninguna organización, fueron los protagonistas de estas acciones
colectivas. Si bien en el interior del país, hubo organizaciones que convocaron a movilizaciones,
en Capital Federal nadie se adjudicó posteriormente la organización de estas movilizaciones.
El proceso, en suma, no tuvo un autor, es decir, alguien que lo convocara, lo dirigiera y
controlara su curso. No tuvo, en consecuencia, un significado unívoco. De hecho, las
motivaciones de los manifestantes fueron extremadamente diversas: desde la indignación por la
declaración del estado de sitio hasta el repudio del ‘corralito’ bancario, pasando por el rechazo
hacia un modelo excluyente e injusto de crecimiento económico y la crítica a un sistema político
ineficiente, ineficaz y, sobre todo, corrupto. Los diarios y las declaraciones de los participantes
evidencian las consignas, marcadas por un rechazo, en especial, a las organizaciones y líderes
relacionados con el poder político
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IV. CRISIS IMPACTO EN EL ENTORNO MUNDIAL
1. En 1999, la onda expansiva de la crisis financiera mundial —iniciada en 1997— afectó al país
y lo empujó a una recesión.
Para responder a las exigencias del Fondo Monetario Internacional, el Gobierno adoptó planes de
austeridad y amplío los aumentos de impuestos. Estas medidas desataron huelgas que sacudieron
a la nación.
2. Para detener la corrida bancaria (el retiro masivo de depósitos ante la desconfianza de la
economía) e impedir la quiebra de los bancos, a principios de 2001, el Gobierno de Fernando de
la Rúa ordenó el congelamiento de los depósitos: cerca de 70,000 millones de dólares.
En una medida desesperada tras el retiro de 22,000 millones de dólares en menos de tres meses
por parte de cuentahabientes, la autoridad decidió que los retiros por semana no podían superar
los 250 pesos. (En 1991 se instauró la paridad peso-dólar, es decir, que ambas monedas valían lo
mismo).
Además, prohibió las transferencias al extranjero, salvo las correspondientes a operaciones de
comercio exterior, o al pago de gastos o retiros que se realizaran en el exterior vía tarjetas de
crédito o débito emitidas en Argentina.
3. La restricción, bautizada como “corralito”, desencadenó violentas protestas que fueron
reprimidas, dejando un saldo de 33 muertos. Los supermercados fueron saqueados y la población
expresó su cólera en los barrios a través de los llamados “cacerolazos”.
4. Ante la agitación social, el 19 de diciembre de 2001 el presidente De la Rúa decretó el estado
de sitio. Al día siguiente, asediado por miles de manifestantes que rodeaban la Casa Rosada
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(sede del Poder Ejecutivo), el mandatario firmó su renuncia y abandonó el inmueble en
helicóptero.
5. El día 23, el presidente interino Adolfo Rodríguez Saá declaró la mayor moratoria de la
historia: 100,000 millones de dólares incluyendo intereses. Una semana después renunció al
cargo.
Este default representó el 166% del Producto Interno Bruto (PIB) del país. Hoy en día es menos
del 40%. En 2001, casi la totalidad de la deuda estaba nominada en dólares. Actualmente
representa en billetes verdes sólo el 8% del PIB.
6. Eduardo Duhalde, quinto presidente en casi dos semanas, anunció el 3 de febrero de 2002 la
devaluación del peso (que llegó a perder 70%). La medida puso fin a la paridad entre el peso y el
dólar.
7. En 2002, la tasa de desempleo alcanzó un histórico 22.2%
8. En los años que siguen a la crisis, Argentina reanudó con trabajos el crecimiento. El dinero de
los ahorradores se redujo y el peso pasó a valer un tercio de la moneda estadounidense.
9. Los acreedores de la deuda recibieron propuestas del Gobierno y alcanzaron finalmente un
acuerdo en 2005 que preveía una reducción de cerca de dos tercios del monto adeudado.
10. Los mayores bancos de inversión, al igual que grupos de tenedores individuales aceptaron un
canje (swap) de bonos viejos en default por nuevos. Entre 2005 y 2010 se adhirieron 93% de los
tenedores de bonos (bonistas), con rebajas de entre 45% y 70% de los adeudos.
Sin embargo, 7% de los acreedores no se sumaron al acuerdo, entre ellos, fondos de inversión a
los que Argentina denominó “buitres” y que apostaron a recuperar el 100% de la deuda en
efectivo a través de juicios. Estos bonistas no prestaron dinero al país, compraron bonos después
de la moratoria y ganarán, si cobran, el 1,600%, según cifras del Gobierno sudamericano.
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La crisis que enfrento el país llevo a que desataran problemas de toda índole que afectaron la
economía de este y la parte global no fue la exención los siguientes puntos fueron los que la
republica argentina tuvo que enfrentar con más dedicación pues eran parte importante en su
economía.
• Reducción del Encaje en dólares y otras medidas que implicaron una disminución del
encaje efectivo en moneda nacional.
• Programa de recompra automática diaria de títulos emitidos por el Banco Central de la
República Argentina (BCRA) con vencimiento dentro de los próximos seis meses.
• Canje de préstamos garantizados que consiste en la refinanciación de pasivos emitidos
por el gobierno nacional en 2001.
• Reducción de las retenciones a la exportación de trigo y maíz: llevaría a las Alícuota de
derechos de exportación aplicadas al trigo del 28% actual al 23%, y al maíz del 25% al 20%.
Reducción de un punto porcentual adicional por cada millón de toneladas de incremento de la
producción por sobre el promedio de los últimos años.
• Reducción del 50% de las retenciones a las exportaciones de todas las frutas frescas y
hortalizas.
• Creación de un Ministerio de Producción: desdoblamiento del Ministerio de Economía y
Producción Implica la fusión dentro de una estructura ministerial de las actuales secretarías de
industria, comercio y pymes (pequeñas y medianas empresas); agricultura, ganadería, pesca y
alimentos; turismo, y (no confirmado) minería; también de la Subsecretaría de la Pequeña y
Mediana Empresa y Desarrollo Regional y la Agencia Nacional de Desarrollo de Inversiones.
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CONCLUISONES
- Como resultado de la investigación que se realizó se puede decir que la crisis
argentina desato un fuerte conflicto social donde las motivaciones de los
manifestantes fueron extremadamente diversas: desde la indignación por la
declaración del estado de sitio hasta el repudio del ‘corralito’ bancario, pasando por el
rechazo hacia un modelo excluyente e injusto de crecimiento económico y la crítica a
un sistema político ineficiente, ineficaz y, sobre todo, corrupto.
- Otro aspecto relevante de la crisis fue la economía en decadencia y el congelamiento
de depósitos provocaron violentos disturbios en los que se produjeron muertes. La
economía se hundió aún más, con la estimación año a año de la actividad económica
cayendo a un récord de 16,9 por ciento en enero y 16,6 por ciento en marzo. La
estimación no fue positiva hasta diciembre de 2002. La economía cayó un 10,9 por
ciento en el año 2002 luego de un descenso del 5,5 por ciento en 2001.
- el FMI también cometió un cierto número de errores al aconsejarla, y en los cursos de
acción que ha tomado con respecto dicho país. El FMI apoyó los aumentos
impositivos para equilibrar el presupuesto del gobierno argentino, si bien no de buen
grado. Aumentar la carga impositiva (la “cuña” impositiva) que ya era alta para la
economía en blanco, desalentó el crecimiento económico.
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REFERENCIA
POLITICO
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Jim Saxton (representante por Nueva Jersey), Vicepresidente;Comité Económico Conjunto;
Congreso de los Estados Unidos de América Junio de 2003
ECONOMICO:
http://www.vekweb.com/days/ ;: Argentina Days, la newsletter de Santiago Lozano, contiene una
visión de ideas republicanas, capitalistas y liberales sobre cuestiones de actualidad política,
económica y judicial de Argentina, y las principales cuestiones internacionales.
SOCIAL:
http://www.cedla.uva.nl/50_publications/pdf/revista/87RevistaEuropea/87-MUNOZ-ISSN-
0924-0608.pdf : 90 | Revista Europea de Estudios Latinoamericanos y del Caribe 87, octubre de
2009 pos Editorial, Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, Universidad Nacional Autónoma
de México, pp. 219-48
MUNDIAL: