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2 TRABAJO, N.° 68, ABRIL 2010

L A O I T E N L A H I S T O R I A

© OIT PHOTO

En 1930, John Maynard Keynes imaginó unmundo en el que, cien años después, el trabajosería sustituido en gran medida por el ocio. Espe-culó con la implantación de un turno de treshoras y una semana laboral de 15 horas hacia2030. De este modo, reflejaba la expectativa gene-ral de los economistas de su época en el sentido deque el aumento de los ingresos daría lugar tanto auna elevación de los niveles de consumo como ala reducción de las jornadas de trabajo.Sin embargo, el tiempo de trabajo ha resultado

ser mucho menos sensible a los ingresos de lo quese creía, sobre todo en los países más desarrolla-dos. A pesar de la tendencia a largo plazo a lareducción de la jornada laboral media en los últi-mos 80 años, en la mayoría de los países delmundo, y aunque queden aún otros 20 años parallegar a 2030, la visión de Keynes es claramenteinalcanzable. Lo que es más, recientes estudios dela OIT ponen de relieve que un 22% de los traba-jadores del mundo realizaba jornadas semanalesde más de 48 horas al iniciarse el siglo XXI, más de80 años después de la aprobación de la primeranorma del trabajo de la OIT (el Convenio sobrelas horas de trabajo (industria), (núm. 1)), en elque se establece esa cifra como semana laboralpara los trabajadores de la industria.No fue casualidad que el primer Convenio de

la OIT fijase un límite de 48 horas a las jornadasde trabajo semanales en la industria. Limitar eltiempo de trabajo había sido una de las principa-les demandas del movimiento sindical internacio-nal durante años y se consideraba generalmentecomo una aspiración legítima y un tema adecua-do para su regulación en el Derecho internacio-nal, no sólo para desalentar la competencia entrepaíses y empresas, sino también como concesióna las exigencias de los trabajadores, que podríaayudar a mitigar la influencia de la revoluciónbolchevique.En su intervención ante la Conferencia Inter-

nacional del Trabajo en 1921, fecha en la que seaprobó el Convenio sobre el descanso semanal(industria), núm. 14, Arthur Fontaine, delegadodel gobierno francés, dijo: “Es esencial que el tra-bajador pueda recuperar fuerzas al concluir susemana laboral, que tenga tiempo para atender

sus obligaciones como padre y ciudadano, y quedisfrute de cierta diversión intelectual, para que sedesarrolle como hombre y no se convierta en unamera herramienta”. Si sustituimos el término“padre” por la expresión “padre o madre”, esta citade amplias miras sigue siendo plenamente vigen-te en la actualidad. Las horas de trabajo se mantuvieron en la

agenda de la OIT a lo largo de los decenios de1920 y 1930, y la Organización actuó como elprincipal foro para el debate internacional sobrela cuestión, aunque la repercusión de su labor fueen gran medida indirecta. En la práctica, las legis-laciones nacionales han convergido gradualmentehacia el cumplimiento de las aspiraciones recogi-das en el Convenio sobre las cuarentas horas de1935 (núm. 47), conforme a lo previsto en laRecomendación sobre la reducción de la duracióndel trabajo de 1962 (núm. 116). La evidencia deri-vada de una recopilación de datos realizada en2005 confirma que el límite de 40 horas constitu-ye en la actualidad la norma que prevalece en todoel mundo, en el sentido de que representa el están-dar de referencia al que se atiene el mayor núme-ro de países.Sin embargo, el tiempo de trabajo no puede

analizarse aisladamente del entorno económico ysocial. En todo el mundo, son muchas las perso-nas que trabajan menos horas de lo que desearí-an: estudios de la OIT ponen de manifiesto quemuchas de las trabajadoras a tiempo parcial seencuentran habitualmente en esta situación y estesubempleo relacionado con el tiempo de trabajose ha generalizado aún mas durante la crisis eco-nómica. En cualquier caso, el mayor desafío 90años después sigue siendo la persistencia de jor-nadas de trabajo prolongadas o inadecuadas, apesar de la existencia de una amplia normativanacional sobre esta materia. Por ejemplo, más deun tercio de los trabajadores en muchos países endesarrollo trabajan un número excesivo de horas,en concreto, más de 48 por semana.

Para más información, véase la base de datos delegislación sobre condiciones de trabajo y empleoOIT-TRAVAIL en http://www.ilo.org/dyn/tra vail/trav main.home.

“Convertirse en un hombre y no en una mera herramienta”:la OI T y las tendencias en tiempo de trabajo

La revista Trabajo se publica tres vecesal año por el Departamento de Comu-nicación de la OIT en Ginebra y se dis-tribuye gratuitamente. También apareceen árabe, checo, chino, danés, español,finlandés, francés, hindi, japonés, nor-uego y sueco.

JEFE DE EDICIÓN

Hans von RohlandEDICIÓN ESPAÑOLA

En colaboración con la Oficinade la OIT en MadridDIRECTORA DE PRODUCCIÓN

Kiran Mehra-KerpelmanAYUDANTE DE PRODUCCIÓN

Corine LuchiniEDICIÓN FOTOGRÁFICA

Marcel Crozet, Arnaud DuboisDIRECCIÓN ARTÍSTICA

MDP, OIT en TurínDISEÑO DE PORTADA

Luca Fiore, OIT en TurínAYUDANTES DE REDACCIÓN

Thomas Netter (Presidente),Charlotte Beauchamp, Kiran Mehra-Kerpelman, Corine Perthuis, Hans von Rohland

Esta revista no constituye un documen-to oficial de la OIT. Las opiniones expre-sadas no reflejan necesariamente elpunto de vista de la OIT. Las denomina-ciones utilizadas no implican la expre-sión de ninguna opinión por parte de laOIT sobre la situación jurídica de nin-gún país, área o territorio, ni sobre susautoridades o sobre la delimitación desus fronteras.La referencia a nombres de empresas yde productos y procesos comerciales noimplica que la OIT los apoye, y el hechode no mencionar una empresa, un pro-ducto o un proceso comercial concretosno denota desaprobación.Los textos y las fotos pueden reprodu-cirse libremente (excepto las fotos deagencias), mencionando la fuente. Es talcaso, se agradece la notificación porescrito.La correspondencia debe dirigirse alDepartamento de Comunicación de laOIT, CH-1211, Ginebra 22, Suiza.Tel: +4122/799-7912Fax: +4122/799-8577www.oit.org/communicationCorreo electrónico:[email protected]

Impreso por GRAFOFFSET, S.L.ISSN 1020-0037Depósito Legal: M.40.761-1995

4 TRABAJO, N.° 68, ABRIL 2010

La prestación remu-nerada de cuidadosy servicios de lim-pieza en el hogar es

una de las ocupacionesmás importantes paramillones de trabajadores,en su mayoría mujeres, entodo el mundo. Según unnuevo informe de la OIT1

preparado para la sesiónde junio de 2010 de laConferencia Internacio-nal del Trabajo, el trabajodoméstico absorbe un

porcentaje significativo de la población activa,que oscila entre el 5 y el 9% en los países en des-arrollo, y supone el 2,5% en los países industriali-zados. Manuela Tomei, directora del Programa dela OIT sobre condiciones de trabajo y empleo,examina las condiciones de trabajo de este colecti-vo creciente de trabajadores, así como las víaspara mejorarlas.

GINEBRA – Los trabajadores domésticos pue-den cocinar, limpiar, o cuidar niños, personas deedad avanzada o discapacitados, e incluso los ani-males que habitan en el hogar. Aunque se tratamayoritariamente de mujeres, muchas de ellasmigrantes, también trabajan varones como jardi-neros o vigilantes en residencias privadas o comoconductores para la familia. Los trabajadores del servicio doméstico pueden

trabajar para uno o para más empleadores, y asi-mismo a tiempo completo o a tiempo parcial.También pueden trabajar por cuenta propia, ejer-ciendo un control sustancial sobre las condicionesde trabajo, o prestar sus servicios a domicilio y serretribuidos por agencias autorizadas. Hay tambiéntrabajadores del servicio doméstico, en especial,migrantes que desarrollan esta labor a tiempocompleto y residen en el hogar del empleador. La composición de la fuerza de trabajo domés-

tica varía de un país a otro y de una época a otra,pero su número ha crecido en todas las regiones.Se ha señalado que el aumento del trabajo domés-tico en los países industrializados está asociado a la

extensión de las desigualdades de renta2, mientrasque en las economías de bajos ingresosagrarias/informales este tipo de actividad haadquirido mayor relevancia, sobre todo en los paí-ses azotados por la pandemia del VIH/SIDA. Los cambios en la organización del trabajo y la

intensificación de éste, así como el acusado incre-mento de las tasas de actividad femeninas, que hareducido la oferta de mujeres para la prestación decuidados no remunerada, son responsables dedicho aumento. Además, el envejecimiento de lassociedades, la intensificación de las migracionesnacionales e internacionales de mujeres, y el dete-rioro en la prestación de servicios de asistencia ysociales por parte del Estado han dificultado cadavez más la conciliación del trabajo remuneradocon las responsabilidades domésticas. Como con-secuencia, la dependencia respecto al trabajodoméstico realizado por terceros ha aumentado entodo el mundo, como estrategia privada para con-trarrestar las crecientes tensiones entre vida labo-ral y familiar.

El déficit de trabajo decente en el serviciodomésticoTradicionalmente, a pesar de su creciente signi-

ficación económica y social, el trabajo domésticoha sido, y sigue siendo, una de las formas deempleo más precarias, inseguras y desprotegidas,así como peor remuneradas. El maltrato y la explo-tación son frecuentes, sobre todo en el caso deniños y de trabajadores migrantes. Debido a sucorta edad o a su nacionalidad, y a la convivenciacon el empleador, son especialmente vulnerables ala violencia verbal y física. Los medios de comuni-cación publican a menudo noticias de episodios deviolencia, e incluso suicidios y homicidios en lospeores casos.El grave déficit de trabajo decente a los que han

de hacer frente los trabajadores del serviciodoméstico son consecuencia de su vulnerabilidadjurídica y social. Se les excluye, ya sea de jure o defacto, de la protección efectiva de la legislaciónlaboral y de los regímenes de seguridad socialnacionales, tanto en los países industrializadoscomo en las regiones en desarrollo. Por ejemplo,tienen acceso limitado al tipo de garantías que

Trabajo decente para los traba © M. Crozet/OIT

Hacia unas nuevas normas

1 OIT, 2009: Trabajo decente

para los trabajadores

domésticos, Informe

IV(1), Conferencia

Internacional del Trabajo,

99ª Sesión 2010, Ginebra.

2 R. Milkman, E. Reese y

B. Roth: “The macro-

sociology of paid

domestic labour”,

en Work and Occupations,

vol. 25, nº. 4, pp. 483-507.

A R T Í C U L O D E P O R TADA

T R ABA J O D E C EN T E PA R A L O S T R ABA J ADO R E S DOMÉ S T I C O S

5TRABAJO, N.° 68, ABRIL 2010

jadores del servicio doméstico:

© OIT PHOTO

internacionales del trabajopodrían proporcionarles un embarazo y un partoseguros y saludables, una renta de sustitucióndurante la baja por maternidad y el derecho a rein-corporarse a su puesto de trabajo. En algunos paí-ses, la ley permite el despido de las empleadasdomésticas en caso de embarazo. En otros, talpráctica es ilegal, pero datos no contrastados indi-can que este hecho sigue produciéndose y que esmás frecuente entre estas empleadas que en otrascategorías de trabajadoras. Otro caso flagrante es la exclusión de los traba-

jadores domésticos del ámbito de aplicación de lalegislación de salud y seguridad ocupacional en lamayoría de los países, ya que el hogar se percibeerróneamente como un lugar seguro y libre deamenazas. Es algo más probable que se les concedael acceso a las prestaciones sociales en los sistemasgenerales de bienestar social que ofrecen accesouniversal e igualitario a la asistencia sanitaria y a lapensión de jubilación por edad, pero pocos paísesles ofrecen la cobertura del seguro de desempleo.Si el trabajo decente ha de ser una realidad para

este colectivo, es preciso que sean reconocidas ycomprendidas sus características. Sin embargo, es

frecuente que la legislación laboral y de seguridadsocial de aplicación general pasen por alto lascaracterísticas específicas de la relación laboral enel caso del servicio doméstico y dejar que sea elempleador el que las resuelva.

La especificidad del trabajo domésticoEl trabajo doméstico difiere de otros tipos de

trabajo en muchos aspectos.En primer lugar, no tiene lugar en una fábrica u

oficina, ni en una calle, ni en una explotación agra-ria, sino en el hogar. Por tanto, escapa al ámbito deaplicación de mecanismos convencionales de con-trol como los servicios de inspección de trabajo,que se enfrentan a obstáculos jurídicos y adminis-trativos para inspeccionar los domicilios privados.Por otra parte, conlleva algún grado de proxi-

midad física con el empleador y su familia, asícomo cierta vinculación emocional, sobre todo enlo que se refiere al cuidado de los niños o de per-sonas de edad avanzada. Aunque la creación delazos de confianza y afecto mutuos resulta gratifi-cante, tanto para el trabajador como para el em -pleador, puede que esta situación diluya los límites >>

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>> de la relación de empleo y dé lugar a un trato arbi-trario, en especial si se carece de una regulaciónespecífica y adecuada. En segundo lugar, el trabajo doméstico se ase-

meja a la labor no remunerada que realizan tradi-cionalmente las mujeres sin obtener un salario y,por tanto, se percibe como carente de valor y ajenoa la economía “productiva”. Esto explica por quélos trabajadores domésticos perciben normalmen-te salarios bajos y por qué a menudo se les retribu-ye de manera deficiente o no se les paga periódica-mente. Por otra parte, el hecho de que entre ellosabunden las mujeres procedentes de colectivosdesfavorecidos, con un número de años de forma-ción inferior a la media, mantiene una presión a labaja sobre los salarios.En tercer lugar, los trabajadores domésticos tie-

nen una limitada capacidad de negociación, ya queson “invisibles” (desarrollan su labor a domicilio,fuera de la vista de los demás) y se encuentran ais-lados, sin compañeros a los que recurrir para obte-ner ayuda u orientación sobre lo que se considerauna petición razonable o un trato inaceptable.Cuando se trata de migrantes, el aislamiento puedeser aún mayor, porque no suelen dominar la len-gua nacional o local y carecen de familia u otrasredes de apoyo a las que recurrir.Estas circunstancias, junto a una escasa remune-

ración y, a menudo, unas exigencias impredeciblesen su actividad a domicilio, dificultan que los traba-jadores domésticos se movilicen y organicen paraobtener mejores condiciones de trabajo. Al mismotiempo, siendo el hogar el lugar de trabajo, las estra-tegias tradicionales de organización de los sindicatosresultan inadecuadas para hacer frente a las circuns-tancias específicas de estos trabajadores. En cual-quier caso, incluso en las ocasiones en que los traba-jadores domésticos consiguen sindicarse, puede quela legislación nacional levante otros obstáculos a suderecho a formalizar convenios colectivos, dado que,a efectos de la sindicación, el empleador no puedeser considerado como “empresa”, pues el trabajodoméstico no es comercial ni productivo.Todas estas características refuerzan la percep-

ción del servicio doméstico como algo que no

constituye un trabajo “real”, lo que contribuye a suulterior infravaloración y desatención. No obstante, se han emprendido en ciertos paí-

ses algunas iniciativas alentadoras en el ámbitojurídico y de la formulación de políticas, con lasque se ha intentado abordar las circunstanciasespecíficas de los trabajadores domésticosmediante la elaboración de normas adaptadas asus respectivos contextos concretos. Por ejemplo,países como Bélgica y Francia han tratado degarantizarles el pago de salarios mínimos y demejorar sus derechos de seguridad social, procu-rando que a los empleadores les resulte más fácil ybarato cumplir la ley mediante procedimientos depago simplificados e incentivos fiscales (véase elartículo al respecto).

Hacia unas normas internacionales del trabajosobre el servicio domésticoA escala internacional, la situación no difiere

mucho. Las normas internacionales del trabajoexistentes no ofrecen directrices adecuadas sobreel modo de garantizar una protección significativapara los trabajadores del servicio doméstico, yaque, o no tratan el contexto específico en el que sepresta este tipo de servicio, o permiten su exclu-sión explícita. Tal carencia ha llevado al Consejode Administración de la OIT a acordar que seincluya una actividad de regulación sobre trabajodecente para los trabajadores domésticos en el ordendel día de la 99ª sesión (2010) de la ConferenciaInternacional del Trabajo (CIT). La Conferenciaabordará esta cuestión siguiendo el procedimientode doble debate. Esto significa que en 2010 se invi-tará a la CIT a debatir la conveniencia y la formade un posible instrumento internacional sobre lacuestión y que en 2011 se adoptará una decisióndefinitiva al respecto.Una norma internacional específica para los

trabajadores del servicio doméstico, para ser efi-caz, tendría que reafirmar las garantías con que yacuentan éstos conforme a las normas vigentes de laOIT, además de reconocer la particularidad de surelación de empleo y de disponer las normas espe-cíficas para convertir tales derechos en realidad.La decisión de debatir tal norma sobre el traba-

jo decente para los trabajadores del serviciodoméstico refleja el compromiso de la OIT, con-templado en su Programa de Trabajo Decente, deincorporar a las actividades ordinarias de la Orga-nización a los trabajadores que fueron considera-dos en su momento ajenos a su mandato. Suponeun reconocimiento de que los empleados del ser-vicio doméstico son trabajadores reales, así comodel hecho de que la inmensa mayoría de estos tra-bajadores en la economía globalizadora está cons-tituida por mujeres.©

Sim Chi Yin/TWC2

A R T Í C U L O D E P O R TADA

T R ABA J O D E C EN T E PA R A L O S T R ABA J ADO R E S DOMÉ S T I C O S

© J. Maillard/OIT