conversación jm ezquiaga- e giménez

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p.25 p.26 a ciudad contemporánea es hoy más que nunca el escenario de Ldinámicas complejas que configuran el medio urbano como un ecosistema específico. Para abordar la producción de ciudad contemporánea merece la pena aproximarse a la disciplina que centra su aportación en el estudio y proyectación de la ciudad: el urbanismo. ¿Hacia qué práctica urbanística? A través de una entrevista a dúo nos proponemos revisitar lugares comunes y esclarecer las claves para una “nueva práctica urbanística”. De la mano de Enrique Giménez y José María Ezquiaga comprobamos, una vez más, que la autocrítica en este momento nos puede proporcionar algunas claves para un nuevo porvenir en la disciplina urbanística. Dos visiones, un puente de ideas entre Madrid y Valencia, una conversación sobre el futuro de la ciudad. J.M.EZQUIAGA: Esta cuestión ha sido un hilo conductor en mi ejercicio profesional. Tengo el convencimiento de que el urbanismo es parte de la arquitectura y viceversa. Y lo voy reforzando con el tiempo, incorporando nuevos inputs. El urbanismo limitado por la visión de corte jurídico te va alejando de la verdadera voluntad de transformación que tiene la disciplina. La toma de tierra del urbanismo lo reconcilia sin ninguna duda con la arquitectura, es una relación de mutua inclusividad. Los temas prioritarios de la agenda son compartidos: temas de sensibilidad geográfica, de reenganche a la demanda social, de recuperación del vínculo social de la arquitectura. En los episodios vinculados a un cambio se ha hecho evidente siempre la necesidad de transversalidad entre urbanismo y arquitectura. Podemos hablar del urbanismo como el elemento de vínculo entre la arquitectura y la sociedad. No es que se necesiten mutuamente es que son facetas de la misma actividad. E.GIMÉNEZ: En la reivindicación del proyecto urbano la esencia del problema está en la naturaleza de la En muchos casos se intenta fomentar tanto desde los medios académicos, como desde el mundo profesional el cisma entre edificación y urbanismo. En vuestra opinión, ¿Qué relación existe entre edificación y urbanismo? ¿Existe algún cambio en dicha relación? ¿Podríais hacer un balance de la evolución y cambios esta relación en la disciplina actual? actividad que es la proyectación, es decir la actitud del proyectista frente al problema. Se trata de un código genético abierto, común a la arquitectura y el urbanismo. En ambos casos no se puede abandonar la metodología del proyecto. JME: Yo creo que lo que más se comparte es la vocación de dar el salto a transformar la realidad. Una sensibilidad polimórfica, haciendo un símil freudiano, hace que algunos elegidos sean capaces de ser sensibles antes lo geográfico, lo plástico y la pequeña escala. Como por ejemplo Le Corbusier cuando se plantea la transformación de la ciudad de Bogotá. EG: Pero existen más dimensiones. Le Corbusier tenía cierta autonomía en la actuación y se pudo plantear el lujo de actuar sobre ciudades valorando su composición, no tanto el proceso de gestión urbanística o de aspectos de construcción real y material, y por lo tanto su éxito es relativo. Cuando tuvo la oportunidad de hacer una ciudad ex novo como Chandigarh, pues bien, pero no sé si el Bogotá de hoy bebe mucho de sus ideas. JME: Eso nos lleva a preguntarnos qué capacidad tienen las ideas de transformar la realidad. Tendemos a pensar que sin norma no hay principio. Pero, y creo que piensas lo mismo, los principios pesan más que las normas. Las normas sin principios suelen ser cascarones vacíos. EG: Lo que estás diciendo nos ha colocado a los urbanistas en el desafío de asegurarnos una posición intelectual frente al problema de debate de las ideas. Quizás la arquitectura de edificación ha perdido un poco esa parte, más sujeta a unos códigos más formales, de moda, quizás menos ideológicos. JME: Yo percibo que la generación más joven vuelve a recuperar esa idea. Necesitan cargarse de razón. Están, más que nunca, interesados por la ciudad. El urbanismo está tan cargado de una estructura jurídico- administrativa tan pesada, que llega un momento en que se pierde de vista el por qué se puso en marcha todo esto. Los jóvenes al no ser parte del sistema todavía, son más reactivos, se enfrentan con menos prejuicios a las nuevas problemáticas ambientales. No se puede pensar en abstracto sino en cómo realmente el urbanismo incide sobre la gente, sobre la sociedad. Estamos redescubriendo temas como la participación ciudadana, o el activismo de la ciudadanía en el medioambiente, la ciudad existente, los nuevos espacios periféricos que ya no corresponden a las leyes canónicas de lo que entendíamos como ciudad, en las nuevas tecnologías y en qué medida están transformando la arquitectura. Según vosotros, ¿Cuáles serían los temas de debate principales en la situación del urbanismo actual? EG: En realidad, en nuestra generación se han puesto de nuevo algunos temas principales encima de la mesa. Se ha aceptado el territorio amplio como escenario de ciudad por ejemplo. Ese tema ha abierto nuevas posibilidades de discusión. Los arquitectos jóvenes han tenido la posibilidad de replantearse nuevos paradigmas frente al pensamiento sobre la ciudad. Pero, por otra parte, la práctica urbanística se ha burocratizado absolutamente, ha rigidizado la posibilidad de plantear ideas nuevas. JME: Ese es un tema capital y al que estoy dedicando un gran esfuerzo ahora. El formato legal cada vez está más desfasado respecto a los temas emergentes. La sostenibilidad, la cohesión social, el problema del consumo del suelo son paradigmas ausentes de lo que es el protocolo de cualquier figura de planeamiento. En la ley del 76 se introdujeron inputs nuevos, como la vivienda social, el transporte…ahora también se deben introducir los nuevos inputs para innovar desde la práctica. La legislación no se da por enterada de que existe un cambio climático, hay un desfase intelectual dramático. EG: Siempre lo ha habido. JME: Hoy en día hacer bien un plan es hacerlo al margen, liberándose de ese corsé administrativo. No podemos olvidar que en urbanismo, la gestión, es lo instrumental es decir, lo accesorio, como la dirección de obra y el proyecto arquitectónico. EG: En ese sentido, se piensa que los principios de planificación de un arquitecto son prescindibles, y se valoran más los despachos de abogados o una gran ingeniería que tienen poderosos instrumentos de gestión y medios de grupo. Y esto le quita la capacidad de innovación al urbanismo. Recuerdo una conversación con Bernardo Secchi en la que explicaba que no existía una teoría única, cada vez que hacía un plan nuevo tenía que hacer una teoría nueva. Para poder interpretar correctamente una ciudad, y valorar sus características, tenemos que ir reformulando incluso el esquema metodológico a través del cual nos aproximamos a ella. Sólo una teoría aplicada sirve para poder realizar un plan. Y es más, eso responde a la necesidad de actualización de los requerimientos de la planificación. JME: Das en el clavo, ahora hay que reivindicar un urbanismo de autor en el sentido de responsable. Reactivar la dimensión ética del urbanismo. Decisiones hay siempre, o las toman los urbanistas o las toman otros. De ahí la importancia de los procesos de participación como forma de incidir del ciudadano en las decisiones sobre su entorno. EG: La actividad del urbanista es pública desde el primer momento, no se puede meter en una caja. Este es el debate esencial que se va a plantear en los próximos años más allá de la interdisciplinareidad, etc… Sobre la teoría me gustaría hacer un apunte adicional. Como el urbanismo intenta resolver problemas reales de las ciudades, históricamente ha pasado de los problemas de las grandes a las pequeñas, de los espacios más burocratizados a menos, ese tránsito nos ha llevado a algunos errores. Este ha sido el montaje del urbanismo desde el s XIX, y en estos momentos es completamente inadecuado. Hay q reflexionar sobre esa cuestión, sobre cada territorio, sobre sus particularidades. ¿Hacia qué práctica urbanística? “Los jóvenes, al no ser parte del sistema todavía, son más reactivos, se enfrentan con menos prejuicios a las nuevas problemáticas ambientales”. “Estamos redescubriendo temas como la participación ciudadana, o el activismo de la ciudadanía...los nuevos espacios periféricos que ya no corresponden a las leyes canónicas de lo que entendíamos como ciudad”. Conversatorio escenarios para (re)pensar la ciudad José Mª Ezquiaga Domínguez y Enrique Giménez Baldrés por Ester Giménez Beltrán p.25/28 05

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JME: Yo creo que lo que más se comparte es la vocación de dar el salto a transformar la realidad. Una sensibilidad polimórfica, haciendo un símil freudiano, hace que algunos elegidos sean capaces de ser sensibles antes lo geográfico, lo plástico y la pequeña escala. Como por ejemplo Le Corbusier cuando se plantea la transformación de la ciudad de Bogotá. escenarios para (re)pensar la ciudad a ciudad contemporánea es hoy más que nunca el escenario de EG: Siempre lo ha habido. p.26

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Page 1: Conversación JM Ezquiaga- E Giménez

p.25 p.26

a ciudad contemporánea es hoy más que nunca el escenario de Ldinámicas complejas que

configuran el medio urbano como un ecosistema específico. Para abordar l a p r o d u c c i ó n d e c i u d a d contemporánea merece la pena aproximarse a la disciplina que centra su aportación en el estudio y proyectación de la ciudad: el urbanismo.¿Hacia qué práctica urbanística? A través de una entrevista a dúo nos proponemos revisitar lugares comunes y esclarecer las claves para una “nueva práctica urbanística”. De la mano de Enrique Giménez y José María Ezquiaga comprobamos, una vez más, que la autocrítica en este momento nos puede proporcionar algunas claves para un nuevo porvenir en la disciplina urbanística. Dos visiones, un puente de ideas entre Madrid y Valencia, una conversación sobre el futuro de la ciudad.

J.M.EZQUIAGA: Esta cuestión ha sido un hilo conductor en mi ejercicio profesional. Tengo el convencimiento de que el urbanismo es parte de la arquitectura y viceversa. Y lo voy reforzando con el tiempo, incorporando nuevos inputs. El urbanismo limitado por la visión de corte jurídico te va alejando de la verdadera voluntad de transformación que tiene la disciplina. La toma de tierra del urbanismo lo reconcilia sin ninguna duda con la arquitectura, es una relación de mutua inclusividad. Los temas prioritarios de la agenda son compartidos: temas de sensibilidad geográfica, de reenganche a la demanda social, de recuperación del vínculo social de la arquitectura. En los episodios vinculados a un cambio se ha hecho evidente siempre la necesidad de transversalidad entre urbanismo y arquitectura. Podemos hablar del urbanismo como el elemento de vínculo entre la arquitectura y la sociedad. No es que se necesiten mutuamente es que son facetas de la misma actividad.

E.GIMÉNEZ: En la reivindicación del proyecto urbano la esencia del problema está en la naturaleza de la

En muchos casos se intenta fomentar tanto desde los medios académicos, como desde el mundo profesional el cisma entre edificación y urbanismo. En vuestra opinión, ¿Qué relación existe entre edificación y urbanismo? ¿Existe algún cambio en dicha relación? ¿Podríais hacer un balance de la evolución y cambios esta relación en la disciplina actual?

actividad que es la proyectación, es decir la actitud del proyectista frente al problema. Se trata de un código genético abierto, común a la arquitectura y el urbanismo. En ambos casos no se puede abandonar la metodología del proyecto.

JME: Yo creo que lo que más se comparte es la vocación de dar el salto a transformar la realidad. Una sensibilidad polimórfica, haciendo un símil freudiano, hace que algunos elegidos sean capaces de ser sensibles antes lo geográfico, lo plástico y la pequeña escala. Como por ejemplo Le Corbusier cuando se plantea la transformación de la ciudad de Bogotá.

EG: Pero existen más dimensiones. Le Corbusier tenía cierta autonomía en la actuación y se pudo plantear el lujo de actuar sobre ciudades valorando su composición, no tanto el proceso de gestión urbanística o de aspectos de construcción real y material, y por lo tanto su éxito es relativo. Cuando tuvo la oportunidad de hacer una ciudad ex novo como Chandigarh, pues bien, pero no sé si el Bogotá de hoy bebe mucho de sus ideas.

JME: Eso nos lleva a preguntarnos qué capacidad tienen las ideas de transformar la realidad. Tendemos a pensar que sin norma no hay principio. Pero, y creo que tú piensas lo mismo, los principios pesan más que las normas. Las normas sin principios suelen ser cascarones vacíos.

EG: Lo que estás diciendo nos ha colocado a los urbanistas en el desafío de asegurarnos una posición intelectual frente al problema de debate de las ideas. Quizás la arquitectura de edificación ha perdido un poco esa parte, más sujeta a unos códigos más formales, de moda, quizás menos ideológicos.

JME: Yo percibo que la generación más joven vuelve a recuperar esa idea. Necesitan cargarse de razón. Están, más que nunca, interesados por la ciudad. El urbanismo está tan cargado de una estructura jurídico-administrativa tan pesada, que llega un momento en que se pierde de vista el por qué se puso en marcha todo esto. Los jóvenes al no ser parte del sistema todavía, son más reactivos, se enfrentan con menos prejuicios a l a s n u e v a s p r o b l e m á t i c a s ambientales. No se puede pensar en abstracto sino en cómo realmente el urbanismo incide sobre la gente, sobre la sociedad. Estamos redescubriendo temas como la participación ciudadana, o el activismo de la ciudadanía en el medioambiente, la ciudad existente, los nuevos espacios periféricos que ya no corresponden a las leyes canónicas de lo que entendíamos como ciudad, en las nuevas tecnologías y en qué medida están transformando la arquitectura.

Según vosotros, ¿Cuáles serían los temas de debate principales en la situación del urbanismo actual?

EG: En realidad, en nuestra generación se han puesto de nuevo algunos temas principales encima de la mesa. Se ha aceptado el territorio amplio como escenario de ciudad por ejemplo. Ese tema ha abierto nuevas posibilidades de discusión. Los

arquitectos jóvenes han tenido la posibilidad de replantearse nuevos paradigmas frente al pensamiento sobre la ciudad. Pero, por otra parte, la práctica urbanística se ha burocratizado absolutamente, ha rigidizado la posibilidad de plantear ideas nuevas.

JME: Ese es un tema capital y al que estoy dedicando un gran esfuerzo ahora. El formato legal cada vez está más desfasado respecto a los temas emergentes. La sostenibilidad, la cohesión social, el problema del consumo del suelo son paradigmas ausentes de lo que es el protocolo de cualquier figura de planeamiento. En la ley del 76 se introdujeron inputs nuevos, como la vivienda social, el transporte…ahora también se deben introducir los nuevos inputs para innovar desde la práctica. La legislación no se da por enterada de que existe un cambio climático, hay un desfase intelectual dramático.

EG: Siempre lo ha habido.

JME: Hoy en día hacer bien un plan es hacerlo al margen, liberándose de ese corsé administrativo. No podemos olvidar que en urbanismo, la gestión, es lo instrumental es decir, lo accesorio, como la dirección de obra y el proyecto arquitectónico.

EG: En ese sentido, se piensa que los principios de planificación de un arquitecto son prescindibles, y se valoran más los despachos de abogados o una gran ingeniería que tienen poderosos instrumentos de gestión y medios de grupo. Y esto le quita la capacidad de innovación al urbanismo. Recuerdo una conversación con Bernardo Secchi en la que explicaba que no existía una teoría única, cada vez que hacía un plan nuevo tenía que hacer una teoría nueva. Para poder interpretar correctamente una c i u d a d , y v a l o r a r s u s características, tenemos que ir reformulando incluso el esquema metodológico a través del cual nos aproximamos a ella. Sólo una teoría aplicada sirve para poder realizar un plan. Y es más, eso responde a la necesidad de actualización de los requerimientos de la planificación.

JME: Das en el clavo, ahora hay que reivindicar un urbanismo de autor en el sentido de responsable. Reactivar la dimensión ética del urbanismo. Decisiones hay siempre, o las toman los urbanistas o las toman otros. De ahí la importancia de los procesos de participación como forma de incidir del ciudadano en las decisiones sobre su entorno.

EG: La actividad del urbanista es pública desde el primer momento, no se puede meter en una caja. Este es el debate esencial que se va a plantear en los próximos años más allá de la interdisciplinareidad, etc…Sobre la teoría me gustaría hacer un apunte adicional. Como el urbanismo intenta resolver problemas reales de las ciudades, históricamente ha pasado de los problemas de las grandes a las pequeñas, de los espacios más burocratizados a menos, ese tránsito nos ha llevado a algunos errores. Este ha sido el montaje del urbanismo desde el s XIX, y en estos momentos es completamente inadecuado. Hay q reflexionar sobre esa cuestión, sobre cada territorio, sobre sus particularidades.

¿Hacia qué práctica urbanística?

“Los jóvenes, al no ser parte del sistema todavía, son más reactivos, se enfrentan con menos prejuicios a l a s n u e v a s p r o b l e m á t i c a s ambientales”.

“Estamos redescubriendo temas como la participación ciudadana, o el activismo de la ciudadanía...los nuevos espacios periféricos que ya no corresponden a las leyes canónicas de lo que entendíamos como ciudad”.

Conversatorioescenarios para (re)pensar la ciudad

José Mª Ezquiaga Domínguez y Enrique Giménez Baldrés por Ester Giménez Beltrán

p.25/28 05

Page 2: Conversación JM Ezquiaga- E Giménez

JME: Efectivamente eso ha contribuido a la uniformización legislativa, y ha creado muchas constricciones conceptuales previas. Eso ha llevado muchas veces a un divorcio entre teoría y práctica.

En este panorama expuesto ¿cuál es el papel actual de la administración? de la que se ha hablado tan negativamente hasta ahora…

JME: No hemos estado hablando tanto de la administración como de la plasmación jurídico legislativa de los principios urbanísticos.EG: Exacto, y muchas veces el procedimiento se confunde con el método.

JME: No podemos olvidar que la administración tiene en urbanismo un papel esencial. Les corresponde a los representantes electos escoger los modelos y escenarios futuros para sus ciudades y sus territorios. A mi juicio hace falta darse cuenta de que no son solo decisiones técnicas.

EG: Si te refieres a decisiones tomadas al margen del conocimiento abierto, estoy de acuerdo contigo. Lo que se ha eludido en la práctica urbanística sistemáticamente y en las legislaciones es que algunas decisiones claves de planeamiento no han tenido ninguna justificación razonada. Por ejemplo la decisión sobre las intensidades de ocupación del suelo. ¿En qué legislación se da la forma de hacerlo o se exige que se explique? ¿Cómo se yo que un suelo tiene q tener un aprovechamiento A y otro un aprovechamiento B?

JME: Efectivamente, se justifican más las decisiones secundarias. Por otra parte basarse en las tendencias de mercado es muy peligroso. Existe la necesidad de que el ciudadano conozca las repercusiones de las diferentes formas de ocupar el territorio. La riqueza no es el aprovechamiento.

EG: Yo creo que fundamentalmente tenemos que apostar por la mejora de la razón política. En el sentido más noble del término, la conveniencia respecto a la colectividad de la toma de decisiones urbanísticas.

JME: Reduciéndolo al absurdo, en la medida en que se ha perdido esa razón política y la técnica, ese es el terreno de cultivo de la corrupción. Hubiese sido más difícil que se dieran esos casos si el urbanismo se hubiese fundamentado sobre principios sólidos. Se necesitan principios defendidos por la gente y a través de una gestión transparente. Frente a ello hay dos necesidades: acciones fiscales y la refundación del urbanismo. No tiene sentido el divorcio entre urbanismo y ciudadanía.

EG: Si los principios de los planes son conocidos, tienen luz y taquígrafos, reforzamos la legalidad, hacemos difícil la corrupción porque es algo compartido. La ciudadanía debe defender el planeamiento.

JME: He vivido lo que podría ser eso en Menorca. Allí ya se dan situaciones en las que la ciudadanía está muy implicada con su entorno. Los planes son seguidos prácticamente a tiempo real por una parte muy elevada de la ciudadanía a través de una multiplicidad de medios.

En la práctica urbanística uno de los temas históricamente más polémicos, ha sido el de la elección de las densidades óptimas para el crecimiento de la ciudad. Frente a las densidades mínimas y máximas en la ciudad contemporánea y los vaivenes pendulares en el sector crítico, ¿Cómo os posicionais vosotros? ¿Ciudad compacta o ciudad dispersa? ¿Hacia qué ciudad?

JME: Para mí este debate, que siempre ha sido uno de los principales y se engloba dentro del de la “fragmentación territorial”, de la conexión de las piezas que van a componer la ciudad y el territorio del futuro, cada vez más organizadas autistas, de manera dislocada.

EG: Yo no lo comparto exactamente, es decir, estás pensando en algo que se da en ciudades como Madrid o Barcelona pero no siempre en las demás. El grado de compacidad de Madrid es tres veces mayor que en Barcelona y seis veces mayor que el de Valencia.

JME: Estamos hablando de dos sistemas de producción de ciudad que corresponden a rentas distintas. Las urbanizaciones cerradas de baja densidad y ensimismadas son un producto estándar de rentas altas. En Buenos Aires, las urbanizaciones cerradas proliferan a una velocidad desorbitada emulando el concepto Norteamericano. Ese modelo en Madrid se está generalizando también.

EG: Eso ya existía en los años sesenta .Fue el tema de mi tesis doctoral y tengo una visión diferente de la problemática. Creo que no es exactamente así como se plantea en los sesenta y setenta en la p r o d u c c i ó n d e d i s p e r s i ó n metropolitana.

JME: Es cierto entonces la dispersión no operaba con esa lógica de las rentas.

EG: En Valencia las urbanizaciones cerradas se dan sobretodo en los sesenta y setenta y en los ochenta y noventa las urbanizaciones de viviendas adosadas son bastante más abiertas. Son problemáticas más complejas y a escala territorial también tienen un papel diferente. Se ha visto generalmente como una generación de fragmentos autistas dentro del territorio, como una explosión. Pero en realidad esa urbanización dispersa responde a una forma previa del territorio y a un posicionamiento estratégico dentro de él con una lógica identificable, a veces contingente, pero muchas veces identificable. Hay que hacer un esfuerzo para entender ese proceso que es muy diferente del de la ciudad compacta. Y ahora esa parte, ya es ciudad. La situación de la dispersión en el área metropolitana crea realidades muy distintos como por ejemplo en Novelda, caso que estamos trabajando actualmente. No son procesos marginales ni muchísimo menos. Son procesos sistematizados, otra manera de hacer. No ha habido hasta ahora una forma de intervención urbanística que trate de entender esos procesos. Y sin embargo en cifras es una ocupación muy importante del orden del 30% del suelo transformado en la Comunidad Valenciana.

JME: Yo creo que estábamos de

acuerdo. Plantear si es válido ese proceso o no esos procesos en las áreas metropolitana de las ciudades es un reto. El crecimiento actual no es continuo o en coronas desde un punto central, es fragmentado, a ello me refería con el concepto de fragmentación territorial.

EG: Lo que no podemos es anatematizarlo y decir esto es ciudad difusa o dispersa… sin más.La cuestión es la importancia que se da en la propia visión de los fragmentos. El rechazo actual a la baja densidad genera muchas contradicciones. La ciudad compacta genera otros problemas, en realidad cuando decimos que la ciudad compacta es más sostenible nos olvidamos de problemas como la congestión, etc…

JME: El debate de la ciudad continua y compacta frente a la dispersa está siendo revisitado. Hay que mirar la realidad desprejuiciadamente sin aplicar filtros a priori.

EG: Discutir sólo en términos de consumo energético o de transporte, que está muy ligado, me parece peligroso. Bernardo Secchi planteó que está por ver, en términos de sostenibilidad, qué sería más sostenible y más económico, si reubicar en la ciudad compacta a los habitantes de la dispersión o regalarles a todos un coche a hidrógeno. La conquista de la movilidad por parte de la gente no puede ser renunciable es una realidad. Por supuesto el mal uso de esa movilidad y el consumo de combustibles fósiles son temas sobre el que el urbanismo tiene que dar soluciones. Hay que aprender y educar a cómo utilizar la capacidad conquistada, y mejorarla en cuanto a su eficencia técnica asumiendo los costos medioambientales.

EN CONCLUSIÓN, ¿Cómo nos enfrentamos a la ciudad actual?

EG: Cada municipio tiene sus reglas sus realidades, no es un problema únicamente de oponer lo compacto y lo disperso. Ofrecer una alternativa a lo disperso, en términos diferentes de sostenibilidad, garantizando la diversidad.

JME: Efectivamente no se puede negar una realidad. El reto es la adaptabilidad.

Parece que una de las características principales de la ciudad actual es ser ante todo diversa y del urbanismo en la práctica lo es su adaptabilidad. Y que esos rasgos sustanciales, lejos de ser un hándicap, son el terreno de la oportunidad y de la reflexión. Pensar desde la heterogeneidad del desarrollo urbano según el territorio, atender a las reglas minoritarias, priorizar el acceso de los ciudadanos a las decisiones sobre su entorno parecen las claves sobre las que repensar el planeamiento que sin duda aún tiene algo que decir sobre el futuro de nuestras ciudades.

¿Hacia qué práctica urbanística? es una conversación entre Enrique Giménez y José María Ezquiaga por Ester Giménez. MADRID DIC 09

¿Hacia qué práctica urbanística?

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