An historiador contacta con extraterrestres

GDSAKDPCil§PMDffiONVERSAR conEduard Pons Pra-des y no terminar ha-blando de la GuerraCivil española es unatarea imposible. No

en vano ha dedicado su vida a reco-ger el testimonio vivo de cuantosprotagonizaron ese conflicto fratrici-da. Fruto de esta pasión y trabajoson sus doce libros dedicados al te-ma. Pero este hombre nos interesaahora por otra cuestión.

Nacido en 1920 en Barcelona,Eduard es un personaje práctico, re-alista y muy nervioso que vivió comoexiliado en Francia hasta 1962 acausa de su militancia en la CNT, sibien años más tarde colaboró en di-versas revistas hasta que en 1980,finalmente, entró en la redacción deEl Diario de Barcelona. Y sería preci-samente mientras trabajaba allí,cuando viviría la experiencia quecambiaría su vida y que, por su-puesto, resultó difícil de encajar.

Sucedió la noche del 31 de Agos-to de 1981 en las cercanías de Pratsde Molló, en los Pirineos catalanes.Su esposa disfrutaba allí de un tra-tamiento termal en el balneario de"La Preste". Tras la cena, alrededorde las ocho de la tarde, Eduard to-mó la carretera para pasar la nocheen Perpignan, tal y como había pre-visto. Sin embargo, antes de llegar ala frontera se desvió de su ruta porerror y terminó en una pista forestalen la que le aguardaba la experien-cia más insólita de su vida. El motorde su coche se detuvo inexplicable-mente. Ni los faros, ni la radio, ni elmotor funcionaban. Decidió apearsey sólo entonces tomó conciencia delo perdido e indefenso que se en-contraba.

Rodeado de pinos gigantescos yen medio de una incipiente oscuri-dad, anduvo por un sendero algomás de un kilómetro después deque las rutinarias comprobacionesbajo el capó de su coche resultaraninfructuosas y no lograra arrancarlode aquel lugar. Se hacía preciso en-

contrar ayuda, aunque durante subreve exploración de la zona no

consiguió dar con nadie. Fi-nalmente, bien entrada la

noche, regresó a su vehÉculo.

G(,NTAGT(,EN EL

B(DSQfUE

Fue entonces,sentado en el ca-pó de su Opel,cuando un enor-me destello deluz llamó su aten-ción, poniéndoseen pie, alucinadopor el enorme es-pectáculo que sedesarrollaba antesus ojos. La luz,potente y brillante,

se filtraba entre losárboles y parecía

provenir de un lugardeterminado. Eduard,

sin saber muy bien porqué, se encaminó hacia é1.

Pero cuando se hallaba

PoTJOSEP GUIJARRO

En I 98 l, uno denuestros rnás célebresexpertos en la llamada"historia oral" de IaGuerra Civil españolatuvo un encuentro conlos tripulantes de unOVNI. En eltranscurso del rnismo,este hombre rec¡b¡óindicaciones sobre laexistencia de unaalianza i nte rp lan etar¡ aque observaatentamente la Tierray que le advirtió dealgunos de los r¡esgosque corre nuestracivilización.

ffiya cerca, la luz se apagó de-

jando ver otra más tenue. Y cuandosu vista se adaptó a las nuevascondiciones de iluminación, aquellole pareció la parte inferior de un ob-jeto ovoide que se hallaba posadoen el suelo, en las lindes de un pra-do, suspendido sobre sus cuatropatas articuladas. Tendría de 50 a75 metros de diámetro y poseíaunas luces rosadas en la parte su-perior e inferior.

De repente, Eduard oyó una vozprocedente de la nave, ligeramentemetálica -pero que hablaba perfectocastellano-, que le decía: "No te-mas. Acércate, por favor".

Obedeció y pronto distinguió unasilueta. lnstintivamente, casi comoun autómata, se dirigió a una espe-cie de rampa que conducía al vien-tre mismo de la nave. Su interlocutorresultó ser un hombre alto, corpu-lento y vestido con un traje ajustadoal cuerpo. Estaba acompañado deotros dos seres, situados a su espal-da, que lo invitaron a departir conellos sentados en una inmensa sala,en torno a una mesa con forma oval.Cuatro tripulantes más se unierondespués a la terlulia, en la que le re-velarían el propósito de su visita.

Cuando Eduard volvió al coche,éste se hallaba inexplicablementeencarado hacia la salida del senderodonde estaba atrapado y, de nuevocomo un autómata, condujo hastaBarcelona, donde un vecino le sacóde aquel extraño estado.

Su aventura había terminado, pe-ro empezaba otra no menos difÍcil.¿Cómo encajar aquel episodio? ¿Aquién podía contárselo?

f.l/AS A PERI'ERTU GREI'IBIIIDAD''

Antes de que olvidara detalle al-guno, Eduard empezó a escribir suexperiencia y -¿casualidad?-, cuan-do al día siguiente llegó a la redac-ción de su periódico, reparó en unacolumna del mismo que incluía unalista de libros sobre OVNls.

Sin pensarlo dos veces,descolgó el teléfono y se pu-so en contacto con su editor,quien, a su vez, le dirigió.alufólogo Antonio Ribera. Es-te, tras estudiar el caso yconstatar la seriedad del testi-monio, terminaría prologando

"El mensaje de otros mundos" seogotó a Io s pocos meses de solir

o la venta. f-o decisión de noreeditorlo lo convierte en un

libro muy buscado "r?.W'::.

su relato de los hechos, que vería laluz al año siguiente.

De hecho, cuando Eduard propu-so a su editor -José Manuel Lara-la publicación de El mensaie deotros mundos (título, por cierto, acu-ñado por Ribera), éste le dijo: "Vas aperder toda tu credibilidad comohistoriador". Sin embargo, algo ensu interior le obligaba a seguir ade-lante con la idea de difundir aquelrelato fantástico que tan hondo ha-bía marcado su vida. Lara no seequivocó: desde entonces, PonsPrades se ha sentido marginado delcolectivo de historiadores y su obraes considerada hoy poco menosque "maldita".

No obstante, pese a las dificulta-des que le acarreó la publicación desu obra, Eduard no se desdice de loque vivió. Y aunque asegura no ha-ber cambiado su concepción delmundo, sí confiesa tener la esperan-za de que si algo amenaza a la hu-manidad en un futuro próximo, ellosintervendrán para evitarlo.

Por supuesto, es su anhelo. A

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"MÁS ALLÁ DE LA CIENCIA"es una publicación de J. C.

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o oarcial de los textos emágenes sin autorización

expresa Por escnto.Precio:600 ptas. (lVA incluido)

,eñSAIÁ DE LAOEIOA,está contohda porh O.J. D'

ffid in Sa¡ -lOril de 1997 - D. L.: M.3.482-1989.

CONTACTADOSONSIDERADOS producto de mitos y leyendas sin funda-mento por los historiadores clás¡cos, hoy pocas personasmedianamente racionales y no cond¡cionadas por sus cre-enc¡as religiosas dudan de que los dioses de las ant¡guasmitologías*existieron realmente. Dioses que.hace *jl9:.d.'

años se pasearon [or todo el mundo y cuyos nombres, hechos históri-cos y portentosas iacultades Se rcferencian en multitud de tradiciones.Hindúés, japoneses, ch¡nos, malayos, sumer¡os, celtas, gr¡egos, ¡udíos,romanoé, e'gipcios, incas, mayas, aztecas... nos rccuerdan a los diosesque vin¡eroñ á U Tierra desde el Cosmos. Miles de dioses. Hasta tribusáfr¡canas actuales como las de los dogones de Malí recuedan aún a Sus

dioses procedentes de Sirio. Otros hablan de las Pléyades, de Orión, deotros planetas de nuestro prop¡o Sistema Solar... ¿Alguien p¡ensa en Ser¡oque tódos esos puebtos se inventaron las historias que narran? ¿O, másbien, se equivocaron sólo en una cosa: en cneer que aquellqs Seres, taniupériores'a ellos, eran n'd¡oses"? Esta hipótesis, durante décadas moti-vo de rechifla, es hoy, S¡n embargo, la única rac¡onalmente coherente.Cualquler otra explicác¡ón es infinitamente más fantasiosa, desde la afir-macién de que son personaies imaginar¡os hasta que se t[1tó de algunacuttura de d propiaiierra que, aisláda del resto de las civilizaciones delplaneta -teoria intraterrestré incluida-, se desarrolló tanto que las demásbonsideraron a Sus habitantes Seles "no humanos" (¿de qué otra mane-ra expl¡car que los tomasen por "dioses"?).

Nó. ttoy'sabemos que la Tierra no es el centro del universo y queéste no gií.a a Su alred'edor, que el hombre no ha sido creado "a ima-gen y simejanza de Dios" porque la idea de un Dios antropomorfoéstá-definitivamente supeiada, que Ia humanidad no procede deunos únicos padres -Adán y Eva- y que en modo-alguno estamosSolos en la inmensidad del c-osmos. E! sentido común -ya Sabe' am¡-go lector, el menos común de |os sent¡dos- Sug¡ere qu-e debe haberñl¡llones y millones de civilizaciones en las m¡les de millones de ga-laxias exístentes de quién Sabe cuántos universos d¡St¡ntos, unasávolutivamente máS avanzadas que la nuestra' otras más atrasadas.Y, siendo esto asín ¿qué ¡mp¡de que a¡gunas de esas civilizacionesnbs hayan visitado én el pasado y nos estén visitando en el presen-le? ¿y qué impide que algunos dé esos seres se estén comun¡candocon-terr;stres telepaticañrente, incluso desde sus propios planetas?Absolutamente nada.

Otra cosa eS, sin embargo, la veracidad de las historias que cuentanquienes hoy +omo igualmente ocurrió en el pasado- d.icen contactarcon extratérrestres. -Porque, entre ellos, hay aprovechados, sinver-güenzas, fantoches e incíuso enfermos mentales de todo tipo. Perolambién personas honestas y d¡gnas de crédito. Confiamos en que subuen criierio, al leer este monog-ráfico, le ayude a Separar el grano deta paia. En cuanto a nuestra op¡nión, la refleiamos alfinaldel mismo.