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prevención

drogasEl consumo problemático de drogas

La

VIOLENCIA que nos

GOLPEA

n STAFF

Producción de contenidosSubsecretaría de Relaciones Laborales

Producción gráficaÁrea de Diseño Gráfico

Estilo editorialÁrea de Estilo Editorial,Dirección de Prensa y Comunicaciones

n AUTORIDADES

Ministro de Trabajo, Empleo y Seguridad SocialCarlos A. Tomada

Jefe de GabineteNorberto Ciaravino

Secretaria de TrabajoNoemí Rial

Subsecretario de Relaciones LaboralesÁlvaro D. Ruiz

Coordinadora de Políticas de Prevención de Adiccionesy del Consumo de Sustancias Psicotrópicas y Drogascon Impacto en el Mundo del Trabajo (Co.Pre.Ad)Dra. Lucía García Blanco

LA VIOLENCIA QUE NOS GOLPEA

MÓDULO: EL CONSUMO PROBLEMÁTICO DE DROGAS

TEMARIO: 1) El consumo problemático de drogas en los ámbitos

laboral, social y familiar.

2) El consumo problemático de drogas en tanto facilitador de situaciones de violencia.

3) Violencia familiar, crisis y recursos.

La violencia que nos golpea | 9

EL CONSUMO PROBLEMÁTICO DE DROGASEN LOS ÁMBITOS LABORAL, SOCIAL Y FAMILIAR1

El consumo problemático: aproximadamente hacia 1960 se pro-duce una expansión en el mercado de drogas que potencia la pro-pagación del consumo e impacta en la realidad del sujeto y de la sociedad. El consumo de drogas se constituye así en un fenómeno complejo, que responde a una multiplicidad de factores: biológi-co, psicológico, ambiental, sociocultural y económico.

Aparecen las drogas de síntesis, de efecto más potente, y adictivo y de bajo costo. La sustancia deja de ser un medio para convertirse en un fin en sí mismo, volviéndose un objeto de mercado, inserto en la sociedad de consumo.

Modalidad de consumo: tipo de vínculo que el sujeto establece con las sustancias. Resulta conveniente distinguir entre uso pro-blemático y uso no problemático, señalando que este último tam-bién puede llevar a la adicción.

10 | La violencia que nos golpea

El consumo problemático de drogas y sustancias psicotrópicas ha sido definido por la Organización Mundial de la Salud como “un problema social complejo”.

Usono problemático

Usoproblemático

Modalidad de consumo

Vínculo de dependencia y con-secuencias perjudiciales para el consumidor y su entorno.

El sujeto dispone en qué condi-ciones, en qué cantidad y con qué frecuencia utiliza una sustancia y no provoca consecuencias eviden-tes en su carácter ni en su entorno.

Las adicciones son “dependencias” que deterioran y des-truyen la vida, por causar alteraciones en la salud (física y mental) y en la capacidad de las personas.

Adicción


¿Por qué hoy las drogas son consideradas un problema social complejo?

1. Consumidas en exceso afectan el desarrollo normal de la vida.

2. Causan profundos cambios.

3. Afectan todos los planos de relación de una persona.

¿QUÉ ES UNA DROGA?

Es una sustancia de origen animal, vegetal o mineral que al ingresar al organismo provoca una respuesta en el Sistema Nervioso Central.

El consumo de drogas puede resultar un remedio o un veneno, de-pendiendo de la cantidad y el uso que se le dé.

PsicológicosFísicos

Social

Deprimiendo

Familiar

Provocando alucinaciones

Laboral

Estimulando


Qué drogas conocemos:

n Legales: medicamentos recetados

n Socialmente aceptadas: alcohol y tabaco

n Ilegales: paco, heroína, marihuana, cocaína

Drogas: sustancias químicas que actúan sobre el organismo y provocan trastornos a nivel cerebral. Tienen la capacidad de al-terar emociones, sentimientos y comportamientos provocando desajustes en la memoria, aparición de ideas paranoides (ideas delirantes), alucinaciones, estados de ánimo muy cambiantes, pá-nico, etc.

El consumo excesivo frecuente y reiterado de una determinada droga (como el alcohol) incrementa la probabilidad de que ocu-rran hechos de violencia.

Conductas violentas: riñas, peleas en el hogar o en la vía públi-ca, generalmente, están relacionadas con una ingesta excesiva de alcohol o de otras sustancias que alteran la percepción y dañan el sentido de realidad.

Imprudencias y conductas irreflexivas: accidentes de trabajo y de tránsito, que son también formas de violencia.


Maltrato y violencia doméstica: el alcohol es un factor de riesgo comprobado en la violencia de género.

La droga no es la causa base de la violencia, pero su consumo es uno de los factores que pueden motivarla. Por lo tanto, se debe controlar el consumo excesivo y así evitar la aparición de hechos violentos.

ÁMBITO SOCIAL

n Cambio de interesesn Violencia callejeran Accidentes de tránsiton Descuido personaln Acontecimientos socialesn Trato con terceros

ÁMBITO LABORAL

n Enfermedadesn Ausentismon Accidentes de trabajon Baja productividadn Sobrecarga de tareas entre los compañeros n Gastos en materia de saludn Mal ambiente de trabajon Violencia laboral (*)


(*) El acoso laboral se manifiesta como una forma solapada de violencia, abuso de poder, tal como lo señala Marie-F. Hirigoyen, que configura una conducta perversa en la que el perverso coloca a la víctima del acoso en una situación sin salida. La víctima queda acorralada y aislada en su propio espacio laboral. El agresor logra que el/la trabajador/a no sea registrado/a en su drama, en el que no se le concede el derecho a decir y, de hacerlo, no se la toma en cuenta. En tanto quien inflige el daño opera silenciosamente, en un hacer que es visible sólo para la víctima, ya que su entorno omite “escuchar” y “ver”, lo ignora y permite este accionar, negando lo que ocurre.

En el acoso laboral lo que encontramos es violencia emocional, no física. Ese si-lencioso modo de operar va aislando y desgastando, causando daños psíquicos y emocionales de los que pudieran resultar daños físicos de distinta importancia.

Amenazas, intimidación, maltrato, persecución, menosprecio, insultos, bromas sarcásticas reiteradas, así como la desvalorización de la tarea realizada por la víctima, la imposición de tareas descalificantes, la condena al aislamiento en el lugar de trabajo y la inequidad salarial, pueden considerarse acciones indicativas de abuso de poder por parte del empleador, del personal jerárquico o de quien tenga la función de mando, de un tercero vinculado directa o indirectamente con él o de quien tenga influencias de cualquier tipo sobre la superioridad.

Cuando estas conductas ocasionan daños en la salud física y/o emocional de la víctima, ésta queda como responsable de los mismos ya que para po-der reclamar debe probar la dolorosa, y a veces también degradante, situa-ción a la que ha sido sometida sistemáticamente. La “enfermedad laboral” que puede resultar es un daño que pudo evitarse.


¿Por qué el consumo de drogas puede constituirse en riesgo laboral?

Las drogas alteran:

n La percepción

n El pensamiento

n El estado de ánimo

Provocan:

n Confusión mental

n Pérdida de memoria

n Desorientación de tiempo y espacio

ÁMBITO FAMILIAR

n Incumplimiento de rolesn Dificultades económicasn Violencia familiar


EL CONSUMO PROBLEMÁTICO DE DROGAS EN TANTOFACILITADOR DE SITUACIONES DE VIOLENCIA2

El Diccionario de la Real Academia Española (2001) al definir la pa-labra “violencia” (del lat. violentia) lo hace en dos sentidos: como cualidad (de violento) y como acción.

La violencia en tanto ACCIÓN es un comportamiento delibera-do que provoca, o puede provocar, daños físicos o psíquicos en una persona. Es aplicar procedimientos fuera de lo natural a personas o cosas, para vencer su resistencia.

Violento es la persona irrazonable, que se niega a dialogar y actúa obstinadamente.

La violencia busca imponer u obtener algo por la fuerza.


TIPOS DE VIOLENCIA

n Violencia psíquica: acciones y expresiones de desvalorización que toman la forma de amenazas, críticas o el aislamiento de la víctima. Deja otro tipo de marcas menos evidentes que las de la violencia física.

n Violencia física: es la más visible de todas sus formas se mani-fiesta a través de golpes que dejan marcas en el cuerpo.

n Violencia sexual, juvenil y laboral: incluyen el abuso físico y psíquico.

CUALIDADDE VIOLENTOACCIÓN

VIOLENCIA

Comportamiento deliberado, que provoca, o puede provocar, daños físicos o psíquicos en una persona.

Acción y efecto de violentar o vio-lentarse. Lo violento es aquello que se ejecuta con fuerza, ímpetu o brusquedad.


n Violencia cultural: es más difícil de reconocer, por lo que su-pone mayores inconvenientes para tratarla. Tiene que ver, por ejemplo, con actitudes de tolerancia hacia los malos tratos en contra de las mujeres.

LAS RELACIONES EN UNA SITUACIÓN DE VIOLENCIA SON:

1) Asimétricas: n El hombre sobre la mujer. n El padre sobre el hijo.

2) Con abuso de autoridad: n Del jefe sobre el empleado. n Entre compañeros.

Se busca ejercer control, doblegar la voluntad del otro, someterlo y confinarlo.


VIOLENCIA FAMILIAR, CRISIS Y RECURSOS3Las palabras nunca alcanzan cuando lo que hay que decir desborda el alma

Julio Cortázar

MOMENTOS DE CRISIS

Las crisis hay que enfrentarlas, no evitarlas

n La palabra crisis remite a algo que se rompe (que se separa) y hay que reconstruir, es decir, provoca análisis y reflexión.

n La persona en crisis debe dominar su sentimiento negativo y hacerse cargo del problema.

n En una relación de víctima-victimario, golpeado/a-golpeador/a, la víctima, generalmente es más débil y no puede devolver la agresión.

n Es importante buscar estrategias para calmar la tensión mien-tras se van encontrando soluciones. Estas estrategias permiten desarrollar la creatividad de la familia a fin de generar recursos para ir superando la situación.


n Quien padece la violencia debe involucrarse personalmente en la búsqueda de recursos. El entorno familiar debe acompa-ñar y apoyar o cuestionar pero no resolver.

n Es importante visualizar (colocar sobre la mesa) las circunstan-cias reales que llevan a una situación violenta.

Violencia familiar, crisis y recursos

La familia en tanto sistema está ordenada en niveles de inter-dependencia mutua entre sus distintos miembros. Ello permite a cada uno diferenciarse, crear vínculos e iniciar su desarrollo.

Cada miembro del sistema familiar tiene funciones específicas que no siempre son intercambiables:a) el padre o la madre no pueden intercambiar la función conyu-

gal con los hijos.b) los hijos no pueden ocupar el lugar de la madre o el padre.

Una mujer puede sern Madre en relación a su hijo.n Esposa en relación a su pareja.

Un niño o niña puede sern Hijo o hija respecto de sus padres.n Hermana o hermano respecto de sus pares.

Un hombre puede sern Padre en relación al hijo.n Esposo en relación a su pareja.


Dentro de este sistema, cada miembro del grupo familiar tendrá un rol al que le corresponden ciertas características, todas dife-rentes, pero a la vez todas necesarias para que ese sistema fami-liar funcione. En el trato dado y recibido, cada miembro debe ser legitimado y reconocido en su dignidad. Esto va a constituirse en la base de los vínculos extrafamiliares que cada individuo va a desarrollar en su vida futura.

El rol indica la función o papel que debe desempeñar la per-sona, lo que comporta asumir su responsabilidad. En el caso de los adultos de la familia está ligado a la educación y el cui-dado de los hijos, la contención y compañerismo de la pareja, y la provisión de las necesidades materiales y espirituales del grupo familiar.

UN CONCEPTO CLARO DE AUTORIDAD

Al hablar de autoridad nos referimos a ocupar el lugar que asig-na el rol (padre, madre, hermana, hermano, abuelo, tío, etc.) reco-nociendo en los demás miembros su propia legitimidad y nece-sidades emocionales, y permitiendo que en la relación se genere la confianza, que es la que permite sentirse habilitado frente al propio accionar sin perder la identidad.


n Cuando estas conductas se desvían por el ejercicio de prác-ticas nocivas, como es el consumo de sustancias (y allí el al-cohol ocupa un lugar destacado) se incurre en el INCUMPLI-MIENTO DE ROLES.

n Algunas personas recurren al alcohol u otras sustancias psi-coactivas para hacer frente a DIFICULTADES ECONÓMICAS y/o LABORALES.

n En el ámbito social, laboral o familiar existen agresiones físicas y psíquicas derivadas de cuestiones culturales que reafirman el desequilibrio en las relaciones entre los sexos, así como las influencias históricas de tolerancia frente a actitudes de malos tratos en contra de las mujeres que devienen en actitudes dis-criminatorias, actos abusivos y VIOLENCIA FAMILIAR.

Incumplimiento de roles en relación al lugar que se ocupa den-tro de la estructura familiar.

Dificultades económicas y laborales La conducta adictiva no es voluntaria, parte de mecanismos pro-pios al consumo de una sustancia y de factores de riesgo de carác-ter social, económico y laboral.

Violencia familiarLa violencia familiar es un problema social que está presente en todos los sectores sociales, sin distinción de edad, religión, recur-sos económicos ni circunstancias culturales. Implica una relación


abusiva (emocional, física, sexual, económica o socioambiental) de quien ejerce maltrato.

La violencia puede estar dirigida a distintos integrantes de la fa-milia: pareja, hijos, padres, siendo los ancianos y los discapacitados los más vulnerables.

Una persona sometida a violencia familiar está expuesta a padecer debilitamiento de sus defensas orgánicas, e incrementar sus pro-blemas de salud física y psicológica. Pueden aparecer cuadros de depresión, desvalorización personal o enfermedades psicosomá-ticas; sentimientos de impotencia, aislamiento, culpa, temor, ver-güenza y deseo de morir, viéndose afectado su rendimiento laboral.

Niños y adolescentes víctimas de violencia suelen presentar pro-blemas de aprendizaje, trastornos de la conducta y problemas interpersonales mostrando una cierta tendencia a reproducir los malos tratos en sus futuras relaciones.

Su existencia no depende solamente de la presencia previa de un trastorno mental o del consumo de bebidas alcohólicas, hay factores culturales, históricos y sociales que influyen en este mecanismo.

Sin embargo, los consumos abusivos de alcohol, presentes en el ámbito familiar, suelen facilitar la violencia entre sus miembros


aun cuando se dedica una mayor atención a las repercusiones de las drogas ilegales.

Es importante el enfoque que las autoridades responsables del área de salud den a la creación de programas dirigidos a hacer frente a los problemas relacionados con el alcohol.

Es importante considerar la violencia desde el lugar del agre-sor en tanto pueda considerárselo un enfermo con derecho a la atención de su salud, pero es más urgente considerar el lugar de la víctima que suele ser la familia.

La violencia puede ejercerse en modo de una acción

golpeando, insultando

La violencia puede ejercerse en modo de una omisión

cuando se priva a una persona de la asistencia o recursos necesarios


EL CICLO DE LA VIOLENCIA

La violencia no es necesariamente cíclica, a veces aparece de re-pente, de la nada, no necesita justificación, ni ritmo.

Características de un ataque violento:

n Produce respuestas de miedo e indefensión en la víctima, y esto facilita la repetición de los ataques.

n No se es consciente de cuándo empieza realmente.

n Muchas veces provoca la muerte de alguno de los involucrados.

n La mayoría de las víctimas son mujeres y niños, maltratados fí-sica y psíquicamente por sus maridos, compañeros y/o padres.

n Dos terceras partes de los ataques se cometen por alguien a quien la víctima conoce.

n Los hombres que sufren abuso son, en su gran mayoría, ancianos.

1ACUMULACIÓN O TENSIÓN

3LUNA DE MIEL

2EXPLOSIÓN VIOLENTA

FASESDEL CICLO

DE VIOLENCIA


1. Acumulación o tensión

n El abuso físico es siempre precedido por el abuso verbal.n El hombre aparece enojado sin motivo varias veces a la sema-

na, y su tensión va en aumento. n La mujer siempre se sorprende. Pregunta. Él niega su irritación

y responde colocando la culpabilidad en la mujer con argu-mentos del tipo “sos demasiado sensible”.

n Ella se siente herida e intenta hablar del tema; el hombre se niega, le dice que está haciendo un problema de nada, que quiere empezar una discusión.

n Él impide que se hable en serio sobre el asunto: “no tengo idea de lo que decís, no sé de qué me estás hablando”.

n La mujer se siente cada vez más frustrada y confusa, no puede conseguir que comprenda sus puntos de vista.

n La mujer empieza a preguntarse qué es lo que ella está ha-ciendo mal y por qué su angustia.

n El hombre comparte cada vez menos con ella sus planes o sentimientos.

n Curiosamente, parece tomar siempre el punto de vista opues-to al de su compañera en cualquier tema que ella menciona.

n Ella plantea su posición desde el “yo creo...”, “me parece que...”. Él habla con autoridad, como poseedor de la verdad, dando por sentado que el único punto de vista correcto es el suyo.

n Ella nunca es capaz de hacerlo callar o decirle “¡pará!”. Él sí lo hace.n La relación tiene dos caras: en público se ve cordial y corriente;

en privado él se transforma y despliega su violencia.


n Aparecen sutiles menosprecios, ira contenida, fría indife-rencia, sarcasmo, largos silencios, demandas irrazonables o manipulativas.

n Si ella se queja él no reconoce su reclamo y le dice “de todo hacés un problema”.

n Si ella pregunta por qué está molesto, contesta: “¿qué te mo-lesta de mí?” o “¿por qué estás tan nerviosa?”, negando siempre su hostilidad y sin dar validez a los argumentos de la mujer.

n De forma sutil, o no tan sutil, le repite a la mujer el mensaje de que su percepción de la realidad es incorrecta y que sus sentimientos son malos o patológicos. Ella acaba dudando de su propia percepción y sintiéndose culpable por lo que ocurre.

Abuso verbal n El abuso verbal es un problema de control, de lucha por adqui-

rir y mantener el poder que genera confusión, angustia y culpa. La mujer suele creer que su pareja no la entiende porque ella se comunica mal, porque hace algo mal sin entender qué es.

n Se siente confusa. Intenta mostrar a su pareja que lo ama y es-merarse en todo lo que hace. Se echa la culpa de lo que sucede y excusa a su compañero con alguna clase de racionalización, a la vez que procura evitar que se enoje.

n Hace todo tipo de esfuerzos para frenar la tensión que va cre-ciendo, para calmar su ira antes de que él se vuelva más peli-groso, pero siempre hay algo que ella hace o dice mal, o algo que ella tiene que hacer y no hace.

n Cuanto más se disculpa ella por sus “errores” más se irrita él;


cuanto más le manifiesta ella su amor, él la percibe más pesa-da, dependiente e incluso exasperante.

n Ella siente pánico de que la abandone y se apega más y más; él ya no siente ningún amor, está distanciado y cada vez más irritable.

n Ella se disculpa una y otra vez y manifiesta sus emociones, es-perando clarificar lo que está pasando; él se harta y siente ne-cesidad de castigarla verbal o físicamente, o de ambos modos.

2. Explosión violenta

n El hombre acaba perdiendo el control. La tensión ha crecido y explota castigando muy duramente a su compañera. Ella re-sulta herida y terriblemente confusa.

n Él insulta, dice cosas hirientes, golpea, lanza o rompe objetos, se emborracha, permanece mudo durante días, pelea con otros, tiene un romance, compra cosas muy caras, juega, re-chaza a la pareja, fuerza las relaciones sexuales, cancela la tar-jeta de crédito de la pareja, deja un trabajo, avergüenza a su pareja y cuenta historias de ella (a sus espaldas o frente a ella), cambia de casa, amenaza con más violencia, con llevarla a un manicomio o llevarse a los hijos, rompe la promesa de condu-cir con precaución, impide que su pareja descanse y duerma, la castiga a nivel emocional en público.

n Ella, que sólo intentaba mostrarle cuánto lo quería, está vivien-do un dolor terrible; sin embargo no muestra su enfado ni toma represalias, se siente paralizada producto del trato que recibe.


n Ella aprende que todo el poder está en él, se siente impotente, débil. Está viviendo una indefensión aprendida.

3. Luna de miel

La mayoría de los autores que trabajan el tema llaman así a esta fase porque suele ser un período con menor violencia directa o “bueno”. Es probable que durante esta etapa la mujer sea someti-da (violada) por él que es quien decide cuándo empieza y cuándo termina el período de tranquilidad. n Puede ser el tiempo más confuso y difícil para la mujer; el agre-

sor se siente y muestra apenado después de cometer el abuso (por lo menos las primeras veces). Pide perdón, llora, promete cambiar, ser amable, buen marido y buen padre.

n El agresor reconoce que lo ocurrido estuvo mal, en este mo-mento se muestra culposo y suena convincente.

n Él siente entonces como si ella tuviera el poder. Si ella lo ha aban-donado él hará lo imposible para que lo acepte de nuevo, se muestra amable, bondadoso y colabora en las tareas del hogar.

n Si pertenecen a algún culto religioso, muestra un resurgimien-to de sus creencias: “he vuelto a ir a la Iglesia desde que me dejaste”.

n Si bebía, deja de beber. n Ella se dice “si él puede dejar de beber, dejará de pegarme”,

pero beber no es la causa de la agresión; si fuera así, él maltra-taría también a otras personas. Pero esto no ocurre con el resto del mundo, aunque esté borracho.


n Usa el hecho de hacer terapia como signo concluyente de su cu-ración: “aquello ya terminó, estoy haciendo terapia y ya soy otro”.

n Durante un tiempo él dice y hace todo lo que la compañera quiere. Ella se siente feliz ya que ha logrado que su compañero la ame, se responsabilice de sus acciones. Siente que tiene po-der, él se relaja un poco en las restricciones que imponía.

n Ella no se siente tan aislada.

Recomenzar de un padecimiento

Cuando parecía reinar la calma y el entusiasmo, en el hombre au-menta la tensión y empieza de nuevo la irritabilidad. Finaliza esta etapa relativamente agradable.

ESCALADA

DE

VIOLENCIA

DOMÉSTICA


MALTRATOFÍSICO

DIRECTO

Golpes, amenazas de muerte, rotura de objetos.

CONDUCTAAMENAZANTE

n Ella intenta ejercer su recién ganado poder. n Él se siente de nuevo perdiendo control sobre ella. n Se inicia una nueva discordia y con ella un nuevo ciclo en el que

él intenta crear miedo y obediencia más que respeto e igualdad.n En el funcionamiento de cada pareja hay un ritmo que le es

propio donde las fases descriptas son cada vez más cortas y la violencia más intensa. Cada vez la mujer es más dependiente de su compañero y va perdiendo su “poder” y su energía, sien-te que no puede existir sin su compañero, se ha convertido en un rehén de su dependencia.

n En este punto es necesaria una intervención exterior para romper el ciclo.

n Muchas mujeres soportan este tipo de relación por años; algu-nas intentan defenderse y hasta llegan a matar a su agresor.

n Son muchas más las mujeres que los hombres quienes resul-tan asesinadas por su pareja, sobre todo cuando ellas intentan abandonar la relación; ellos no pueden soportarlo.

ABUSOVERBAL

El 90% de las veces que se da esta CONDUCTA AMENAZANTE se convierte en MALTRATO FÍSICO DIRECTO.


Negación

La negación es el mecanismo que permite continuar maltratando a otras personas. Es una actitud enferma y perturbada que permi-te esconder la patología ante uno mismo y ante los demás duran-te mucho tiempo. Es el centro de la violencia doméstica. Negar el abuso es el argumento favorito del agresor. No pueden aceptar que están haciendo algo incorrecto. Se minimiza, racionaliza y justifica cada acción violenta.

Utiliza esta táctica para redefinir lo que ocurre, lo que es aceptable y lo que no, yendo siempre más allá de los límites anteriores hasta que finalmente cualquier acción, por terrible que sea, puede ser realizada.

Si el abuso es verbal, mental o emocional es muy fácil de minimi-zar. Frente a evidencias indiscutibles que prueban que ha hecho algo incorrecto, se justificará diciendo que no pretendía dañar así a la mujer. Puede culpar a la víctima de exagerar la agresión. Jus-tificar es explicar por qué estaba bien hacer lo que se hizo: “tuve que amenazar con matarla, se puso tan histérica…”, “ella sabe que yo nunca podría hacerle ningún daño”, “ningún hombre hubiera aguantado lo que yo aguanté”.

Hasta que la mujer no reconoce este autoengaño no hay cambio ninguno, el ciclo vuelve a empezar y cada vez la escalada de la vio-lencia es más grave. Si existiera un arrepentimiento real, entonces


la negación del abuso desaparece y se acude a tratamiento duran-te el tiempo que sea necesario.

Para la víctima de maltrato, sin ayuda exterior de expertos, es vir-tualmente imposible salir del círculo vicioso del abuso doméstico.

¿ESTOY EN UNA RELACIÓN DE ABUSO O VIOLENCIA DOMÉSTICA?

Situación de víctima1. ¿Tiene miedo de su pareja?2. ¿Siente con frecuencia que tiene que brindar un trato

especial, delicado, para evitar que su pareja se altere?3. ¿Alguna vez su pareja le ha pegado, abofeteado o empujado?4. ¿A veces siente que merece un castigo?5. ¿A veces se siente como si hubiera hecho algo malo, aunque

no sabe qué es?6. ¿Ha perdido todo el respeto o amor por su pareja?7. ¿Su pareja se comporta muy bien con usted la mayor parte del

tiempo pero de vez en cuando actúa con crueldad o perversión?8. ¿Su pareja la pone en situaciones emocionales límite que le

hacen pensar en la locura?9. ¿Alguna vez se ha encontrado pensando en la liberación que

supondría la muerte de su pareja?10. ¿Alguna vez ha pensado que su pareja la va a matar?


11. ¿Alguna vez le ha dicho su pareja que la va a matar?12. ¿Alguna vez la ha amenazado su pareja con el suicidio?13. ¿Abusaron de usted en la infancia?14. ¿Ha sido forzado por su pareja a hacer alguna cosa que no

quería hacer?15. ¿Ha perdido casi todos sus amigos desde que está con su pareja?16. ¿Se siente aislado, como si no hubiera ningún sitio a donde ir

para pedir ayuda, ni nadie que le pueda creer?17. ¿Ha perdido algún trabajo a causa de su pareja?18. ¿Se siente emocionalmente insensible?19. ¿Se siente como si tuviera que fingir que todo va bien

aunque realmente no sea así?20. ¿Tiene miedo de contar lo que le está ocurriendo porque no

quiere crearle problemas a su pareja o que vaya a la cárcel?21. ¿Alguna vez ha estado en alguna relación en la cual podría

haber contestado sí a alguna de estas preguntas?

Situación de agresor1. ¿Su pareja a veces le tiene miedo?2. ¿Tiene celos de su pareja?3. ¿Siente la necesidad de saber todo el tiempo dónde está su

pareja, qué está haciendo y con quién?4. ¿Es muy protector de su pareja?5. ¿Se cree el verdadero jefe y organizador de la familia?6. ¿Siente que a veces tiene que dar un “golpe de timón” para

poner las cosas en orden en la relación?


7. ¿Alguna vez ha golpeado, abofeteado o empujado a su pareja?8. ¿Ha dicho alguna vez “¡no me hagas enojar!”, en tono

amenazante?9. ¿Ha amenazado alguna vez a su pareja?10. ¿Ha dicho alguna vez algo que su pareja tomó como una

amenaza, aunque fuera incapaz de hacerlo o lo dijera en broma?11. ¿Ha dicho o pensado alguna vez “sos insoportable, nadie te

aguanta más que yo”?12. ¿Alguna vez, durante una discusión con su pareja, ha lanzado

o destruido objetos, o golpeado paredes?13. ¿Encuentra que sus argumentos, al tratar de convencer

a su pareja de que haga algo que no quiere hacer, son convincentes e irrefutables?

14. ¿Considera que es importante que las cosas se hagan a su manera?15. ¿Piensa que su pareja a veces merecería ser golpeada?16. ¿Ha pensado que a veces su pareja busca ser castigada

físicamente?17. ¿Se ha descubierto alguna vez sonriendo mientras su pareja

se quejaba de un agravio y/o dolor?18. ¿Ha dañado o destruido intencionalmente algo que era

importante para su pareja?19. ¿Ha temido alguna vez decir a otra persona lo que ocurre

en su hogar por temor a que no lo entendiera o creara problemas legales?


20. ¿Está seguro de no es violento con su pareja porque se compara con otros que tratan a sus parejas mucho peor?

21. ¿Ha seguido alguna vez a su pareja cuando ella no lo deseaba?

22. ¿Ha impedido físicamente a su pareja salir en alguna ocasión?23. ¿Para usted es muy importante que los otros, especialmente

su pareja, estén de acuerdo con su parecer?24. ¿Se ha encontrado contestando varias de estas preguntas

con un “sí, pero...” y defendiéndose mentalmente?

Si ha contestado que sí a varias de las preguntas anteriores, aun-que esté convencido de que tenía buenas razones para ello, no estaría de más plantearse el problema de la violencia doméstica seriamente, o hablarlo con algún experto.

El primer paso para parar la violencia es detectarla y decidir res-ponsabilizarse de ella. No es suficiente decir “lo siento, esto no vol-verá a pasar”. Esa promesa forma parte del ciclo del abuso, la lla-mada “luna de miel”. Se debe buscar una ayuda exterior de gente experta en violencia doméstica. Es muy difícil salir de un ciclo así, incluso con ayuda, o sea que sin ella es prácticamente imposible. 1

1. “Blain Nelson’s Abuse Pages” (http://www.az.com/~blainn/dv).


SÍNDROME DE ESTOCOLMO EN MUJERES MALTRATADAS

Entre los elementos que mantienen a la mujer en silencio sobre el maltrato que está sufriendo, se pueden contar diversos procesos paralizantes relacionados y generados por el miedo:n La percepción de la ausencia de vías de escape o salida por

parte de la víctima.n La carencia de recursos alternativos, sobre todo en el caso de

mujeres con hijos que no vislumbran, por causas variadas, un apoyo externo viable.

Hay mujeres que desarrollan actividades con éxito en varios ám-bitos y hacen pensar que no están sometidas a una parálisis o retracción por miedo; sin embargo son incapaces de denunciar a sus agresores, con quienes siguen conviviendo sin indicios de abandonar la relación. Este tipo de mujeres, de perfil social consi-derado más independiente y aquellas otras de dependencia más ligada a un núcleo familiar del tipo que sea desarrollan un vínculo afectivo todavía muy fuerte con sus agresores:n Defendiendo sus razones. n Retirando denuncias policiales (efectuadas en un momento de

lucidez). n Deteniendo procesos judiciales en marcha al declarar a favor

de sus agresores antes de que sean condenados.


El chivo expiatorio

En una familia donde la relación entre los adultos, padre, madre, convive con escenas de violencia doméstica los hijos, general-mente uno de ellos, suele servir como CHIVO EXPIATORIO. Los pa-dres tratan de resolver un conflicto existente entre ellos buscan-do o exagerando problemas en otro miembro de la familia. Por lo general, la persona “designada” para servir de chivo expiatorio es un hijo. Es éste quien recibe los golpes, los insultos, las desacredi-taciones, pero realmente la violencia va dirigida al otro miembro de la pareja. Provoca en forma indirecta una respuesta en el otro miembro que de otro modo no se lograría. Fracturas en el armado de la estructura familiar mediante acciones ponen en peligro el funcionamiento familiar y pueden dar lugar a situaciones de crisis.

¿Qué es una crisis?

El consumo de drogas ocasiona ese MOMENTO DECISIVO don-de aparecen riesgos que transforman la conducta individual –de un miembro de la familia– en un ASUNTO GRAVE que tendrá, sin duda, CONSECUENCIAS IMPORTANTES, tanto si no se actúa sobre el problema –dando lugar a su desarrollo más lamentable– como si se actúa sobre él en forma positiva.

Un momento decisivo de un asunto grave y de consecuencias importantes.


Si no se actúa:El silencio se debe generalmente a la confianza errónea, de quien padece la violencia, de poder abordar y solucionar el problema en soledad, descartando la ayuda externa. Las víctimas de violencia donde el alcohol u otras drogas intervienen como factor sostie-nen la creencia de que la causa de la violencia es el alcoholismo y que solucionado el mismo dejará de producirse la situación de violencia; sin embargo, sabemos que éste es uno de los factores que contribuyen a facilitar un cuadro, no el único. Por lo tanto, no debe demorarse una decisión o retrasar la ruptura de la pareja por parte de las mujeres que son víctimas de violencia doméstica.

MOMENTODECISIVO

CONSECUENCIASIMPORTANTES

ASUNTOGRAVE

CONSUMODE

DROGAS

Si no se actúa(omisión)

Si se actúa en forma positiva


No debe interferir en la rápida toma de decisión:n Que quien agrede esté bajo tratamiento.n Que haya dejado de beber.n Que diga “no volverá a ocurrir”.

Considerar el alcoholismo como una enfermedad

¿Cómo actuar en forma positiva?Tomar una decisión y actuar

Las mujeres maltratadas que denuncian fomentan la sensibiliza-ción de la opinión pública ayudando a que otras mujeres se atre-van a denunciar públicamente la situación de maltrato de la que han sido víctimas.

En esta problemática es de gran importancia la intervención del estado y la cooperación de la sociedad civil a través de las ONG, sobre todo de aquellas especializadas en mujeres y alcoholismo.

¿A dónde llamar?

144 Ayuda a las víctimas de violencia doméstica: Consejo Nacional de la Mujer Funciona las 24 horas. Orienta y contiene a las víctimas. Orienta y escucha al victimario. Cubre todo el país.


137 Brigada Móvil de Atención a Víctimasde Violencia FamiliarSi es víctima de violación, maltrato, golpes y/o abandono de familiares, llámenos.En situaciones de urgencia, ya sea la víctima o algún familiar o vecino puede llamar al número telefónico con sede en el Centro de llamadas del Programa.Para la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.Durante las 24 horas de los 365 días del año.

EL ACOSO MORAL EN EL TRABAJO

La definición de una conducta

El acoso moral en el trabajo se define como “una conducta abu-siva que atenta, por su repetición o sistematización, contra la dignidad o la integridad psíquica o física de una persona, po-niendo en peligro su empleo o degradando el ambiente de tra-bajo”. 2 “El conflicto no se nombra pero actúa cotidianamente a

2. Hirigoyen, Marie-F. (2004), El acoso moral. El maltrato en la vida cotidiana. Buenos Aires: Paidós.


través de las actitudes de descalificación. El agresor se niega a explicar su actitud. Esta negación paraliza a la víctima, que no se puede defender, lo cual hace posible que la agresión continúe. En el registro de la comunidad perversa hay que impedir que el otro piense, comprenda o actúe”. 3

En el ámbito laboral, ha estado negado el sentido de la escucha, las voces de las víctimas han sido ignoradas. Las palabras, dan “con-dición de verdad a un significado no por la lengua en sí, sino por el uso que de ella hacen los hablantes”. Entonces advertimos que en el acoso laboral donde la comunicación es perversa, la misma se deforma de manera tal que hace imposible el entendimiento.

Cuando Habermas4 habla de comunicación, distingue dos modos de comunicarse: la acción comunicativa y el discurso. La primera se caracteriza por estar articulada siempre con expresiones extra-lingüísticas, y es aquella de la que se vale el perverso; mientras que en el discurso sólo están permitidas las “expresiones lingüísticas”. El autor señala que “el nivel del discurso presupone una situación ideal de habla, que implica que el entendimiento es posible”. El entendimiento en una situación comunicativa es posible si y sólo si el hablante y el oyente interactúan en dos niveles: el nivel de la mutua comunicación o intersubjetividad y el nivel de los objetos

3. Hirigoyen, Marie-F., op. cit.

4. Habermas, J. (1990), Teoría de la Acción Comunitaria. Buenos Aires: Taurus.


sobre los que se entienden. Por lo tanto estamos frente a la “doble estructura de la comunicación cotidiana” cuando dos personas dialogan entre sí sobre algo.

¿Qué sucede en una situación de acoso laboral? Acosador y víc-tima no se encuentran en igualdad de condiciones, ni siquiera existe una posibilidad de discurso argumentativo por parte de la víctima. Ésta, frente a su contexto, se ve desautorizada para po-ner en palabras lo que ocurre y el agresor consigue deformar o tergiversar toda expresión de comunicación. Nos encontramos ante un discurso que no es libre. Actúan en él la coerción y la do-minación y es por ello que no es posible hablar de la existencia de una situación ideal de habla, de competencia comunicativa ni de discurso argumentativo. El habla y la escucha no operan como elementos comunicadores.

Para poder pensar y actuar sobre el acoso laboral, se hizo necesa-rio darle una connotación lingüística que permitiera nombrarlo y a la vez posibilitara a las víctimas responder frente a un acontecer que se les impone. Esta respuesta es la que va a determinar la in-tersubjetividad del lenguaje, del habla humana como herramien-ta comunicativa. Allí es donde se hace posible “escuchar la voz de las víctimas que han contado su experiencia”. 5

5. Abajo Olivares, F.J. (2004), La venda de Astrea. Violencia laboral en la ad-ministración de justicia. Buenos Aires: Lexis Nexis-Depalma, págs. 149-152.


Si para comunicar es necesario nombrar, el perverso no nom-bra nada, lo insinúa y de este modo desarticula la base social del lenguaje, la posibilidad de intercambio y de significación. El perverso actúa frente a la víctima pretendiendo una cierta omnipotencia, mostrando un proceder que impide que ésta pueda reaccionar. La víctima frente a su contexto aparece des-autorizada de poner en palabras lo que ocurre y el acosador consigue que toda expresión a comunicar sea tergiversada, deformada, ignorada. Allí, la acción comunicativa se ve inte-rrumpida porque se cuestionan las pretensiones de validez de los interlocutores. El discurso argumentativo se hace necesario para restituir la completa vigencia de las pretensiones de vali-dez y para alcanzar un consenso.

El panorama en la actualidad

Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), en el Reino Unido el 53% de los trabajadores ha sido víctima de coacciones en el trabajo y el 78% ha sido testigo de este tipo de comportamiento. En Finlandia, el 40% de los empleados municipales sufrieron coacciones; en Suecia, se ha estimado que este tipo de acoso es causa del 10 al 15% de los suicidios. Países como Francia, Italia, Suecia y España, que tienen una legislación específica, son los que presentan una mayor canti-dad de casos. La mayoría de las víctimas rondan los 48 años de edad y de ellas, el 70% son mujeres.


En el 67% de los casos que se presentan la persona es excluida, al menos temporalmente, del mundo del trabajo ya sea por re-nuncia o enfermedad: depresión, ansiedad y/o trastornos psi-cosomáticos.

La situación en Argentina

De acuerdo a los datos obtenidos en una encuesta realizada por la OIT en 36 países, en el año 1996, en nuestro país, el 6,1% de los varones y el 11,8% de las mujeres indicaron haber sufri-do agresiones en su lugar de trabajo en el año anterior, mien-tras que el 16,6% de las mujeres dieron cuenta de incidentes de carácter sexual.

En Argentina, sólo cuatro provincias –Tucumán, Ley 7232; Bue-nos Aires, Ley 12.764; Misiones, Ley 4148; Jujuy Ley 5349– y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, han sancionado leyes –re-cientemente, entre 2001 y 2004– que contemplan el maltrato laboral. Pero esa normativa se aplica sólo al ámbito de la ad-ministración pública. En el caso de la Ciudad de Buenos Aires, el artículo 3 de la Ley 1225 define el maltrato psíquico en los siguientes términos: “Se entiende por maltrato psíquico y so-cial contra el trabajador a la hostilidad continua y repetida del superior jerárquico en forma de insulto, hostigamiento psico-lógico, desprecio y crítica”.


El marco legal hoy

Si bien no existe una regulación legal específica igualmente es po-sible encontrar cierto amparo normativo en nuestro ordenamiento jurídico. En primer lugar, en la Constitución Nacional, tanto por la garantía de condiciones dignas y equitativas de labor (artículo 14 bis), como por vía de los Tratados sobre Derechos Humanos incor-porados luego de la reforma de 1994 (artículo 75 inciso 22). En la Ley de Contrato de Trabajo, en orden a los derechos y deberes se establece la obligación genérica de las partes de obrar de buena fe y con criterios de solidaridad y colaboración (artículos 62 y 63); o los límites y pautas impuestas para el ejercicio de determinadas potestades del empleador, en relación a la organización y dirección del trabajo (artículos 64 y 65); la introducción de modificaciones a las prestaciones comprometidas (artículos 66 y 69); respecto de los controles personales (artículo 70) y la igualdad de trato (artículo 81), los deberes de seguridad y de ocupación (artículos 75 y 78).

En tanto, la Ley N°23.592 se erige como norma antidiscriminatoria y en relación a todo acto u omisión de esa índole, y la Ley N°25.013 contempla los casos de despidos discriminatorios.

La empresa y los poderes jerárquicos

En el plano del trabajo dependiente es preciso advertir que el desa-rrollo de conductas disvaliosas que atentan contra la dignidad del


trabajador puede verse favorecido por un tipo de organización la-boral de estructura no participativa. La índole poco democrática que caracteriza la estructura de la empresa ofrece un campo apto para el desarrollo de situaciones de acoso laboral. Así, el reconocimiento de potestades exorbitantes –en un marco contractual– para la or-ganización y dirección del trabajo, como es el caso de las facultades disciplinarias según el modo generalizado de su habitual ejercicio –negando todo rol activo al trabajador y a su representación gremial–, coadyuva también decididamente a ciertas prácticas de acoso.

Las prácticas sindicales

El abstencionismo gremial en este campo, como expresión de una fal-ta de preocupación que mucho se debe a la ausencia de información y de formación en esta temática, también contribuye a una inacción que conspira contra una oportuna intervención frente a conductas como las antes descriptas. En ese sentido, es necesario un adecuado y pormenorizado relevamiento de conductas de posible encuadra-miento en la figura del acoso laboral, para una efectiva acción pre-ventiva. También colabora con el tratamiento de la problemática la difusión de las tareas implementadas por el sindicato a este respecto, como la de la casuística relevada y la de los modos de prevención o solución de situaciones de acoso laboral.6

6. Lucía A. García - Álvaro D. Ruiz, “El acoso como una forma de violencia laboral”, en Viviana Vega (coord.), Violencia, maltrato, acoso laboral. El mob-bing como concepto. Buenos Aires: Lugar Editorial, págs. 174-189.

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