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CONSTRUIR LA CONVIVENCIA EL NUEVO ORDEN MUNDIAL Y LAS RELIGIONES M. Dolors Oller i Sala EL SURGIMIENTO DE UN NUEVO IMAGINARIO DE LA SOCIEDAD Y DEL MUNDO .................................................................................... 1. EL MUNDO QUE HEMOS CONSTRUIDO: UN MUNDO DESIGUAL, VIOLENTO Y NO SOSTENIBLE ............................................................... 2. REPENSAR EL MUNDO O LA CONSTRUCCIÓN DE LA CASA COMÚN .............. 3. LA APORTACIÓN DE LAS TRADICIONES RELIGIOSAS ................................... 17 13 7 5

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CONSTRUIR LA CONVIVENCIAEL NUEVO ORDEN MUNDIAL Y LAS RELIGIONES

M. Dolors Oller i Sala

EL SURGIMIENTO DE UN NUEVO IMAGINARIO DE LA SOCIEDADY DEL MUNDO ....................................................................................

1. EL MUNDO QUE HEMOS CONSTRUIDO: UN MUNDO DESIGUAL,VIOLENTO Y NO SOSTENIBLE ...............................................................

2. REPENSAR EL MUNDO O LA CONSTRUCCIÓN DE LA CASA COMÚN ..............3. LA APORTACIÓN DE LAS TRADICIONES RELIGIOSAS ................................... 17

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INTERNET: www.fespinal.com • Dibujo de la portada: Roger Torres • Edita CRISTIANISME IJUSTÍCIA • R. de Llúria, 13 - 08010 Barcelona • tel: 93 317 23 38 • fax: 93 317 10 94 •[email protected] • Imprime: Edicions Rondas S.L. • ISSN: 0214-6509 • Depósito legal: B-7490-07 • ISBN: 84-9730-202-8 • Depósito legal: B-40101-08. Octubre 2008. La Fundación Lluís Espinal le comunica que sus datos proceden de nuestro archivo histórico perteneciente a nues-tro fichero de nombre BDGACIJ inscrito con el código 2061280639. Para ejercitar los derechos de acceso, rectifica-ción, cancelación y oposición pueden dirigirse a la calle Roger de Llúria, 13 de Barcelona.

M. Dolors Oller i Sala es doctora en Derecho por la Universitat de Barcelona, profesora deMoral Social en el Institut de Ciències Religioses de Barcelona (ISCREB) yprofesora colaboradora en el Departamento de Ciencias Sociales de ESADE(URL).

Este Cuaderno tiene su origen en la conferencia quetuvo lugar el 12 de marzo de 2007 en Girona, en el marcodel curso “Creencias y Sociedad”, organizado por laFundación Caixa Girona y el Obispado de Girona en elCentre Cultural de Caixa Girona-Fontana d’Or.

Por esta razón, el Cuaderno no incluye los aconteci-mientos de las últimas semanas, y en especial la crisisfinanciera mundial de septiembre de 2008. No obstante,consideramos que mucho de lo que en el Cuaderno seexpone no solamente sigue siendo válido, sino más váli-do aún después de estos acontecimientos que han con-mocionado el panorama internacional.

Cristianisme i JustíciaOctubre 2008

De hecho, todo este proceso es tambiénprofundamente excluyente y causa demuchas víctimas. Además, está hacien-do surgir un nuevo imaginario de la so-ciedad y del mundo, un nuevo escena-rio articulado en torno a cinco ideasmotriz

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1. Primacía del individuo contem-plado en su vertiente de consumidor yproductor en constante innovación. Unindividuo que usa una lógica utilitaris-ta, imbuída de razón instrumental, parainteraccionar libremente con los otros a

fin de maximizar su utilidad individual,y establecer las reglas de comporta-miento.

2. El mercado es el modelo que per-mite la optimización de las transaccio-nes. Este mecanismo se impone sobre elde las cooperativas, el de las mutualida-des, o el del propio estado. Así, podemoshablar de economía de mercado, perotambién de sociedad de mercado, consi-derándola como la forma natural de or-ganización y regulación ciudadana.

3. Es el mercado el que realiza laverdadera justicia social, mediante la

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EL SURGIMIENTO DE UN NUEVO IMAGINARIO DE LASOCIEDAD Y DEL MUNDO

Vivimos, sin duda, en una época de cambio histórico, inmersos en elllamado proceso de globalización. La Tercera Revolución Industrial haprovocado una redefinición en las relaciones de producción, de poder,de experiencia en las sociedades, y ha afectado, de manera muy pro-funda, a nuestra manera de vivir. Los avances científicos y técnicos,especialmente en el terreno de la automoción, de la información y de lacomunicación, con sus consecuencias sobre los sistemas de produc-ción, ocupación, mercado de trabajo y de la competencia internacional,han hecho surgir un nuevo escenario social. Hoy se habla de un traba-jo en red y de una nueva economía.

equidad. La sociedad de mercado esconsiderada justa cuando permite quecualquier individuo entre en competen-cia, dándole la posibilidad de asegurar-se su bienestar mediante sus iniciativasy su creatividad. En virtud del principiode equidad, un estado es justo si lleva acabo una política de acceso a la educa-ción para todos, sirviendo cada vez másel sistema educativo para la selecciónsocial.

4. La empresa privada es la organi-zación que, en la sociedad de mercado,garantiza mejor la coordinación de lastransacciones en la competencia y per-mite la distribución más justa de costesy beneficios en el mercado mundial. És-tas son, por otra parte, las organizacio-nes que han sacado más provecho de lasnuevas tecnologías, transformándose enempresas-red que funcionan sobre es-tructuras cada vez más horizontales ydescentralizadas, responsabilizando acada miembro de la organización y aten-tas a los intereses de todas las partes.

5. El capital está en el origen del va-lor; es la medida de cualquier bien o ser-vicio, tanto material como inmaterial,incluida la persona humana: reducida ala calidad de “recurso humano”. El in-dividuo ya no tiene valor si deja de serrentable, especialmente para el capitalfinanciero.

Éstos son los cinco grandes ejesmotrices de la nueva narración societa-ria en el marco de la globalización.Ahora bien, hay que tener en cuentaque los procesos económicos de nues-tra sociedad, generados por la globali-zación, nos afectan incluso en nuestrasconvicciones más íntimas, ya que «lamanera como vivimos depende en granparte de los modelos económicos vi-gentes» y «nuestra manera de vivirafecta a nuestra manera de pensar y desentir»2. Este proceso supone el triun-fo de la economía de mercado y sus le-yes sobre la política y su lógica del biencomún.

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El Estado-nación ha quedado desborda-do, ya que cada vez surgen más proble-mas de dimensión transnacional que re-claman también soluciones con estalógica transversal, que va más allá de lalógica interestatal. Por ejemplo, el cam-bio climático, las emigraciones que sonconsecuencia de la mala distribución dela riqueza mundial, el terrorismo global,los problemas de mercado que sobrepa-san la dimensión del Estado-nación, etc.Para dar respuesta a esta situación, hanido surgiendo un gran número de orga-nizaciones transnacionales de diversaíndole, y éstas han hecho aparecer nue-

vas estructuras transnacionales en elámbito de la economía, la producción,el trabajo, y también en el ámbito de di-ferentes movimientos de defensa de losDerechos Humanos, de lucha en favordel medio ambiente o en favor del fe-minismo, movimientos pacifistas, etc.Todas estas nuevas organizaciones, tanheterogéneas, no sólo se configuran almargen de los estados, sino que se ca-racterizan también por su voluntad dellevar su actividad más allá del ámbitoterritorial estatal, haciendo emerger unanueva política, que algunos llaman sub-política transnacional y policéntrica que

1. EL MUNDO QUE HEMOS CONSTRUIDO: UNMUNDO DESIGUAL, VIOLENTO Y NO SOSTENIBLE

El mundo de la globalización es un mosaico de redes. Los flujos queemanan de ellas transportan informaciones y mercancías, ignoran lasfronteras haciendo entrar en crisis el principio de territorialidad y, conél, el de soberanía. La lógica de la red –que se proyecta en áreas–domina la lógica del territorio: los estados ven desplazado su protago-nismo, tienen que compartir su poder y su capacidad de decisión conotros actores que utilizan lógicas transnacionales. Aparece, así, unmarco de resolución de diferencias políticas, donde el bien común seescapa cada vez más de la jurisdicción interna del Estado, planteandoretos de gobernabilidad a nivel planetario.

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rompe con el monocentrismo políticodel tradicional orden estatal3.

Todo esto ha generado expectativasde profundización democrática –sipensamos en una Sociedad Civil mun-dial, de carácter transnacional4–, perotambién ha transformado las democra-cias en una especie de poliarquías: amenudo no sabemos a quien podemosexigir responsabilidades ni como ejer-cer un control efectivo del mismo po-der. Las estructuras estatales democrá-ticas tradicionales no son las idóneaspara controlar poderes que ahora sontransnacionales.

Si contemplamos el mundo en suglobalidad, nos llama la atención la fal-ta de cambios, realmente importantes,capaces de hacerlo más humano, másjusto. Así, el gran problema de nuestromundo continúa siendo la desigualdad.La globalización que estamos viviendoes profundamente selectiva: mientrasunos privilegiados se ven claramentebeneficiados, las tres cuartas partes dela humanidad se sienten afectadas y sonvíctimas de las inexorables leyes delmercado. Por consiguiente, el creci-miento económico está perpetuando lasdesigualdades, que se han mantenidotanto entre los países como dentro de laseconomías nacionales5. Las diferenciasentre los estados son notorias en lo queconcierne al acceso a la salud, a la edu-cación y a las oportunidades de partici-pación social, política y económica6.Dicho de otro modo, el mundo se está glo-balizando al ritmo y a la manera deseada porlos grandes poderes económicos.

El modelo neoliberal de la globaliza-ción lo deja todo en manos de la diná-mica del mercado y genera un proceso

insostenible que no garantiza a todo elmundo los mínimos para vivir con dig-nidad. El resultado es una situación dedesorden social global, que comprome-te la paz y la estabilidad mundial. En es-te sentido, no podemos olvidar que lapaz está siempre vinculada a la garantíade necesidades y condiciones mínimasde vida, o sea, a unos derechos socialesmínimos como el derecho a la educa-ción, el derecho a la salud, el derecho altrabajo y a una vivienda digna, etc. Así,podemos hablar de una paz positiva,más allá de la simple ausencia de la lu-cha armada.

Por una parte, el desarrollo de nue-vas formas de organización política haprovocado la aparición de un mundomultilateralizado, pero por otra parte vi-vimos momentos de un gran “desorden”en el escenario internacional y de un es-coramiento hacia el unilateralismo deuna potencia hegemónica, los EEUU.Vamos peligrosamente hacia un sistemaunipolar, de pax americana, basado enestrategias de unilateralismo y ataquepreventivo para frenar el eje del mal,mostrar la supremacía técnica y militar,asegurar la invulnerabilidad y la seguri-dad energética con el control de las re-giones clave (Golfo Pérsico, MarCaspio). Y todo ello, para combatir el te-rrorismo global que pone en riesgo laseguridad. Esta tendencia imperial –yalo hemos apuntado– contrasta con el pa-norama, antes descrito, de difuminacióndel poder y de emergencia de una plu-ralidad de formas de poder que hacenpensar en un multilateralismo.

La situación que vive hoy la huma-nidad es fruto de un gran número de in-justicias y “perversiones”.

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1.1. La perversión de lademocracia y de la políticaEl Estado Democrático de Derecho seha visto progresivamente reemplazadopor un Estado de Derecho Privado, re-ducido a un código de reglas que se le-gitiman por su buen funcionamiento. Seimpone, así, la racionalidad instrumen-tal y la política se convierte en geren-cial: en las democracias actuales, los va-lores del mercado adquieren un claropredominio con sus leyes, que han acon-tecido prácticamente como único refe-rente, ya que el modelo de conducta esel de las estrategias empresariales que semueven por el beneficio, dejando de la-do otros valores indispensables para laconvivencia, como la gratuidad o el biencomún. De este modo, las exigencias dela competitividad se imponen a perso-nas y territorios7.

El proceso de globalización es mar-cadamente asimétrico en otro punto: seha producido una fuerte globalizacióneconómica y, en cambio, una tímida glo-balización política. Esto genera un des-equilibrio que provoca que las leyes dela economía y del mercado pasen por de-lante de las regulaciones de los estadosy no encuentren obstáculos en regula-ciones internacionales, prácticamenteinexistentes. Se ha roto el equilibrio en-tre estado democrático y mercado capi-talista: hoy ya no es el estado el que mar-ca los límites a los mercados, sino quees el mercado global el que marca los lí-mites a la actuación del estado. El FMI,el BM, las Organizaciones deCooperación y Desarrollo Económico(OCDE), la OMC elaboran los marcospolíticos (el ajuste estructural) que des-pués los gobiernos locales tienen que

imponer a sus respectivas sociedades,pervirtiéndose, así, el sentido de la de-mocracia.

1.2. Las injusticias de losmercados financierosUno de las principales característicasdel capitalismo global es la libre circu-lación de capitales, que es especulativa,inestable y generadora de crisis desas-trosas para los países pobres. Los mer-cados financieros están dominados porlos grandes capitales financieros, lagran banca, los grandes fondos de in-versión. Trabajan por sus intereses,buscando maximizar su rentabilidad,sin tener en cuenta las verdaderas ne-cesidades de los países en vías de des-arrollo, que tienen una economía quedepende de alguno de estos mercados8.

1.3. Unas relaciones económicasinternacionales injustasEl libre comercio, pilar fundamental dela globalización, no es una realidad pa-ra todos: aunque los países en vías dedesarrollo hayan abierto sus economíasa los productos, tecnologías y capitalesde los países desarrollados; estos últi-mos actúan de forma proteccionista. ElNorte ha liberalizado todos los sectoresque le convienen en el marco de laOMC, pero no los sectores que convie-nen a los países en vías de desarrollo,como por ejemplo el sector de la agri-cultura. Por ello, el comercio, en la erade la globalización, es fuente de rique-za pero al mismo tiempo excluye a mi-llones de seres humanos que no puedencompetir en el mercado en condiciones

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equitativas. A lo cual hay que añadir queel marcado acento neoliberal de institu-ciones como el BM, el FMI y la OMCha roto con sus orígenes, que fueronkeynesianos. Por ello estas institucionesson percibidas como los brazos ejecuto-res de las políticas de los países ricos yde los intereses de las grandes transna-cionales9.

1.4. El deterioro del medioambiente y la generación de lainjusticia ecológica mundialLa globalización neoliberal actual estáhaciendo más profundas las agresionesal medio ambiente. Los diversos agen-tes económicos poco han tenido encuenta las consecuencias ecológicas dela producción y el consumo. Muchospaíses ricos consumen como si no hu-biese un mañana. Desgraciadamente, elpobre también sigue esta línea peligro-sa, ya que reivindica y asume nuestromodelo económico y nuestras pautas deconsumo.

La geografía del daño ambiental in-dica que los países ricos contribuyenmás al deterioro del medio ambiente,pero son los países pobres quienes su-fren más pérdidas de vidas y los riesgosde salud derivados de este deterioro. Eldaño medioambiental y la preocupantedisminución de la biodiversidad no só-lo amenazan la capacidad de vida y dealimentación de los habitantes del pla-neta, sino que también hipotecan la vi-da de generaciones futuras. Por ello, losMovimientos Sociales Ecologistas rela-cionan la protección de la vida y la sos-tenibilidad del desarrollo con el tema dela justicia y hablan, así, de justicia me-

dioambiental10. Afirman que los diver-sos imperialismos y colonialismos hangenerado una enorme deuda históricapor el saqueo y expolio de los países delSur, decisivos para el proceso de acu-mulación y enriquecimiento de diversospaíses del Norte. Esta deuda se conocecomo Deuda Ecológica11.

1.5. La injusticia en el trato de lasdiferentes culturasResulta simplista la identificación unila-teral entre globalización y homogenei-zación cultural. Más bien la globaliza-ción se identifica con un procesoheterogéneo y multidireccional donde sehallan nexos entre lo global y lo local.Por lo tanto, el proceso no suprime lasidentidades; las reubica. Ahora bien, laamenaza para las identidades culturalesno hegemónicas proviene de la inexora-ble introducción de la lógica del merca-do mundial, también en la cultura.Hecho particularmente grave para lasidentidades culturales sin capacidad po-lítica para intervenir en el proceso. El pe-ligro está en que entonces aparezcanidentidades reactivas que de forma in-cluso violenta se resistan a la uniformi-dad cultural, proclamando su singulari-dad. Es en este sentido que podemoshacer una lectura de los fundamentalis-mos como tradiciones acorraladas.

Lo que se pone en juego es la sufi-ciencia y la idoneidad de los mecanis-mos de democracia liberal para hacerfrente al reto de sociedades cada vezmás multiculturales, en gran parte a tra-vés de los flujos migratorios12. Debemosrecordar que el reconocimiento de lasidentidades es en primer lugar, y como

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condición sine qua non, un problema dejusticia entre grupos, de igualdad en elacceso al poder, en la toma de decisio-nes y en la distribución de resultados yriqueza. El multiculturalismo plantea,pues, problemas de acceso y participa-ción política, económica y cultural delos diferentes grupos sociales y, en par-ticular, de aquéllos que no consiguenigual integración en la distribución delpoder y de la riqueza, debido a su dife-rencia cultural, real o presunta.

1.6. Un desgobierno globalSon numerosos los ámbitos en los cua-les el estado va cediendo posiciones enfavor de los nuevos actores de la glo-balización. Todos ellos son ámbitosque exigen la adopción de medidasque superen el ámbito territorial es-tricto de los diversos estados, y que de-mandan acciones concertadas de ca-rácter transnacional. El Estado-nacióntradicional se ha hecho, como afirmóhace ya unos años D. Bell: «demasia-do pequeño para los problemas gran-des y demasiado grande para los pro-blemas pequeños».

–El Estado no puede determinar li-bremente en el campo económico –y derebote en el campo social– ya que su fu-turo se encuentra influido por la diná-mica impuesta por la economía mundial

que tienen en instituciones como el BM,el FMI, la OMC, etc.

–Con la introducción de las nuevastecnologías, el poder estatal también semuestra incapaz de controlar los mediosde información y comunicación de losque depende la opinión pública.

–Los estados tienen dificultades pa-ra afrontar realidades desterritorializa-das que sobrepasan sus límites, como lacriminalidad organizada, la seguridadmundial o los problemas relacionadoscon la ecología y el medio ambiente.

–Bajo el punto de vista jurídico in-ternacional cobra enteros el concepto deingerencia humanitaria de estados ogrupos de estados dentro del ámbito te-rritorial de otros para preservar losDerechos Humanos. Debe mencionarsetambién la creación de un Tribunal oCorte Penal Internacional para juzgarcrímenes contra la humanidad, que abrela puerta a la extraterritorialidad de cier-tos delitos.

En la sociedad red, los estados for-man parte de un sistema más complejoen el cual conviven con organizacionesinterestatales e internacionales. Esta di-versificación del poder no ha hecho si-no dificultar la exigencia de responsabi-lidades y de control efectivo del mismopoder. Ante este desgobierno global,nos urge buscar formas de gobernar es-ta complejidad.

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El proceso de globalización actual noha hecho otra cosa que poner en evi-dencia de una forma nítida que todos es-tamos situados dentro de una red de re-laciones y que no hay una pieza claveque haga funcionar el sistema, sino mu-chas piezas que tienen que ser conside-radas de forma complementaria y si-multánea. Eso quiere decir que tenemosque evitar caer en la tentación de buscarsoluciones fáciles, simplificadoras delos problemas y retos que tenemos. Porello la necesidad de buscar un nuevo pa-radigma para comprender la realidad,una racionalidad diferente, trenzada porlas iniciativas, la cooperación, el senti-do de la responsabilidad, la capacidadde relacionar unas cosas y fenómenos

con los otros y sobre todo la capacidadde saber descubrir en todo momento laemergencia de lo que es nuevo y, a lavez, plausible. Es el momento de ser lú-cidos y creativamente atrevidos.

2.1. Edificar el mundo sobreotras basesDeberían ponerse en marcha cuatronuevos contratos sociales13, pilares deuna nueva concepción del gobierno dela globalización desde una perspectivademocrática. Estos cuatro contratos so-ciales son: un contrato social para erra-dicar la pobreza; un contrato natural pa-ra conservar el medio ambiente; uncontrato cultural para conseguir una

2. REPENSAR EL MUNDO O LA CONSTRUCCIÓN DE LACASA COMÚN

Sin duda vivimos un momento de crisis, un momento idóneo parapreguntarse qué tipo de sociedad y de mundo queremos construir.Momento, en definitiva, en el cual se nos exige la lucidez necesariapara saber percibir las posibilidades emergentes que podemos encon-trar en la realidad presente. Las crisis son, pues, un toque de atenciónpara cambiar de rumbo y edificar un mundo sobre otras bases.

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educación para todo el mundo a lo lar-go de toda la vida; y un contrato éticoque vuelva a dar sentido y perspectiva ala aventura humana.

Para que pueda tener éxito esta em-presa de erradicar la pobreza severa,conservar el medio ambiente y hacerllegar la educación a todo el mundo, esespecialmente importante articular unanueva arquitectura planetaria que sirvapara gobernar con justicia la globaliza-ción. Debemos apostar por un sistemainternacional consensuado, alejado detodo unilateralismo, con redes de trata-miento de las grandes cuestiones mun-diales.

Pero no basta con la creación de ins-tituciones y normas: adquiere vital im-portancia el ámbito de los valores. Espreciso tener presente que la ética pro-porciona referentes, sentido, y que tam-bién se muestra del todo necesaria paraabordar el reto de repensar los modelospolíticos, económicos y sociales que te-nemos.

Si las patologías que hemos detecta-do en nuestro mundo hacen referencia ala desigualdad, al daño medioambientaly a la violencia, si queremos sobrevivirdebemos trabajar para encontrar los an-tídotos. Y estos antídotos se nos mues-tran con una claridad meridiana: la jus-ticia, un desarrollo realmente sostenible,una cultura de la paz que ayude a ges-tionar y solucionar los conflictos.

2.1.1. Hacia una nueva concepciónde la justiciaHemos de tener una visión más ampliade la justicia, que presuponga evidente-mente la justicia distributiva y tambiénla conmutativa, pero que vaya más allá.

Una justicia que manifieste una actitudglobal del ser humano en su relaciónconsigo mismo, con los otros –tantopersonas como pueblos–, con la natura-leza y, si es creyente, con Dios. Una jus-ticia que fecunde una libertad concebi-da como “libertad para”, no sólo como“libertad de”, porque si sólo se da la se-gunda, la libertad personal acaba en des-amor y en injusticia y, por ello, una li-bertad que sólo puede tener realizaciónplena en su dimensión social14.

2.1.2. Hacia una nueva concepcióndel desarrolloCuando el desarrollo sólo se define entérminos de crecimiento económico ge-nera una insana dependencia destructi-va en el aprovechamiento de recursosnaturales, que los países política y eco-nómicamente poderosos llevan a caboen los países pobres. Por ello, tenemosque pasar:

– Del bienestar a la justicia. El tra-bajo para una sociedad y un mundo máshumanos tendría que poner el acentomás en la equidad y la justicia que en elbienestar o incluso que en la calidad devida. Es necesario que la lógica econó-mica se ponga al servicio del hombre yde sus necesidades reales, posibilitán-dole ser en relación con los otros. Ha lle-gado la hora de apostar por viviruna”solidaridad ascendente”, llamadatambién “solidaridad para el reconoci-miento”, que no consiste en repartir en-tre “los menos iguales” el excedente delos “más iguales”, sino en organizarlotodo desde los derechos y las necesida-des de los menos iguales, de los más dé-biles.

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– De la dependencia de unas zonasdel planeta a la verdadera interdepen-dencia. Si desde tiempos remotos siem-pre hemos funcionado de manera frag-mentada, centrados en intereses yprácticas individuales o practicando eletnocentrismo, ya va siendo hora deprofundizar el encuentro entre conti-nentes, culturas, religiones, y así apren-der unos de los otros. Tenemos la nece-sidad de introducir la redistribución, noya de renta, sino de investigación de lacomplementariedad de esfuerzos parahacer del mundo el hogar de todos, unacasa común.

– Del consumismo incontrolado ydepredador a una ética de lo que es su-ficiente o de la moderación. Nuestrassociedades están sumidas en la culturadel individualismo posesivo y de unconsumismo potenciado por los recla-mos publicitarios. Se impone, pues, unamoderación en el consumo. Convienerecordar las palabras proféticas deGandhi: «Tenemos que aprender a vivirmás sencillamente, para que los otrossencillamente puedan vivir». He aquí elgran reto para el siglo XXI, «la civiliza-ción no consiste en multiplicar hasta elinfinito las necesidades humanas, sinoen limitarlas deliberadamente a aquelloesencial».

– De la indiferencia ecológica a lajusticia ecológica. No se puede repensarel combate contra la desigualdad al mar-gen del impacto que puede tener en losequilibrios ecológicos: la justicia ecoló-gica implica una relación adecuada conel medio ambiente, y ésta no se puededar en un mundo injusto. Es urgentepromover una ética de lo suficiente queayude a sentirse satisfechos con menos,

así como avanzar hacia una cultura dela moderación y del límite.

2.1.3. Hacia una justicia culturalglobal y de diálogo de civilizacionesNos es cada vez más necesario saber en-contrar el difícil equilibrio entre demo-cracia e identidad cultural, DerechosHumanos y el derecho a la diversidadcultural, visto como riqueza a compar-tir. Y también impulsar un diálogo de ci-vilizaciones con carácter de igualdad,en el seno del cual debería tener un pro-tagonismo importante el diálogo interre-ligioso. Sólo así podrá salvaguardarserealmente la diversidad cultural. Y almismo tiempo esto ayudará a vivir condensidad ética y a impulsar una culturade la solidaridad que vincule nuestra vi-da a la de los otros.

2.1.4. De la cultura de la violenciahacia la cultura de la paz como basede una convivencia justa y humanaLas estrategias de prevención de con-flictos tendrían que ocupar un lugar cen-tral en el quehacer de organizacionescomo la ONU, estrategias que tambiéndeberían estar presentes cada vez másen la política y las relaciones entre losdiferentes estados. Del mismo modo,deberían invertirse esfuerzos en la cons-trucción de una paz positiva, más allá dela ausencia de conflictos armados, ga-rante de unos mínimos existenciales pa-ra todos y del respeto a los DerechosHumanos, con lo cual el mundo ganaríaen seguridad. La no violencia es el ver-dadero fundamento de la vida comuni-taria y el medio más adecuado para laresolución de los conflictos.

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2.2. Un nuevo orden internacionalalternativo al actual Transitar por los caminos anteriores dalugar y exige un orden internacionalmuy diferente al que peligrosamente seha ido diseñando a partir del derrumbedel mundo bipolar, fruto de la GuerraFría.

Este nuevo orden mundial deberíatener las características siguientes:

– Un orden mundial que fomente lapaz y, por lo tanto, un orden necesitadode unas sociedades que apoyen el fo-mento de la paz y de la resolución pací-fica de los conflictos.

– Un orden mundial ecológico, y porello necesita de seres humanos sensiblesante las necesidades de los otros, de lanaturaleza y de todo ser vivo.

– Un orden mundial que tenga másde verdadera comunidad mundial quede sociedad internacional, para que seconsiga fijar un núcleo de normas bási-cas aceptadas por todos los actores de laescena internacional, encaminadas aque todos los seres humanos gocen delos mismos derechos fundamentales yde unas condiciones de vida dignas.

– Un orden mundial plural que re-conozca no sólo el pluralismo ideológi-co sino también el pluralismo de cultu-ras, tradiciones y pueblos y que valorela riqueza que eso comporta.

– Un orden mundial fraterno, dondelas sociedades y los pueblos valoren entérminos de igualdad la aportación delas mujeres, y se vaya superando el pa-

triarcalismo presente en las diversasculturas.

Todo esto comporta una gran res-ponsabilidad que exige llevar a cabo unnuevo paradigma de entendimiento, decooperación y de integración política,económica y cultural. Y por ello es tanimportante poner las bases de una nue-va arquitectura mundial, capaz de go-bernar la globalización teniendo encuenta todos estos criterios15.

2.3. Globalizar la democraciapara gobernar la globalizaciónLa construcción de una globalizaciónalternativa sólo será posible con unanueva arquitectura política de gobiernode la globalización, que impulse una go-bernabilidad mundial justa y eficaz16.

De lo que se trata, en definitiva, esde globalizar la democracia porque nopodemos vivirla sólo “de puertas haciaadentro”, si el mundo no está estructu-rado ni regido democráticamente.Tendríamos que construir un sistema degobernación glocal17, concepto nuevoque se ha puesto de moda para hacer re-ferencia a un sistema donde aquello quees global y aquello que es local no re-sulta excluyente, sinó que más bien sondos caras de la misma moneda18. Ahorabien, esta nueva gobernación tampocodebe ser una mera liga o coalición de es-tados, sino un verdadero poder de al-cance mundial que, si es democrático,debe ser al mismo tiempo descentrali-zado y permeable a lo que es particular.

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3. LA APORTACIÓN DE LAS TRADICIONES RELIGIOSAS

Afrontar los retos que tenemos planteados como humanidad hacenecesaria la colaboración de todos, sin excepciones. Si somos partedel problema, también somos parte de la solución; esto debemos tener-lo claro. Una realidad tan compleja como la nuestra necesita buscarsoluciones que no pueden ser fáciles sino muy complejas. Una partesustancial de esta complejidad viene dada por las diferentes visionesde la misma realidad: nuestro mundo es multicultural, con seres huma-nos y pueblos con raíces, creencias y paradigmas diferentes. Ante elmiedo y la inseguridad que causa esta diversidad, necesitamos serconscientes que la diversidad cultural es la única garantía de libertad.Debemos recordar que «no es la libertad lo que asegura la diversidad,sino que es la diversidad lo que hace que la libertad esté llena de ver-dad.»19

3.1. ¿Por qué hay que contar conlas religiones?¡Las religiones tienen mala prensa!Hablamos a menudo de culturas, perocuando de lo que se trata es de hablar dereligiones lo evitamos, especialmentecuando tenemos que hablar de su pro-yección pública. Hay quién piensa quela identidad religiosa es una amenazapara la convivencia y la libertad y es evi-dente que existe un fanatismo religioso

–no ajeno, por otra parte, a ninguna delas tradiciones20– que se muestra clara-mente incompatible con planteamientosdemocráticos. Pero constatarlo no nosdebe hacer pasar por alto la importanciade las religiones: son aún una de las for-mas de identidad cultural más potentesen el mundo y de las más capaces demovilizar a las sociedades. Sólo porello, se merecen que les prestemos aten-ción. El peligro de caer en el fanatismo

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religioso no tendría que ser obstáculopara valorar el papel positivo de las tra-diciones religiosas en la cohesión so-cial, así como la posibilidad de ser, ensegún que contextos, verdaderos agen-tes de cambio social, al ayudar a haceremerger una cultura del disenso, tan im-portante para transformar la realidad.

Culturas y religiones, además, noson realidades aisladas e independien-tes. En toda sociedad humana se da unainterrelación entre elementos culturalesy religiosos. «Cada cultura es en sí mis-ma un universo, el cuál, sin embargo, noestá cerrado. Las culturas proporcionana las religiones su lenguaje y las reli-giones ofrecen a cada cultura su signifi-cado esencial», nos dice la UNESCO21,y añade: «la paz no será posible si no re-conocemos el pluralismo y respetamosla diversidad».

Por ello, podemos decir que las reli-giones son fenómenos socioculturales.Todas las culturas poseen unos compor-tamientos religiosos, que son como elalma de cada una de ellas. El hecho re-ligioso es algo que incumbe a todos losmiembros de un grupo o de una comu-nidad, independientemente que seancreyentes o no. Y esto es así porque lasreligiones forman parte de las culturas ylas civilizaciones, siendo el hecho reli-gioso algo inherente a las formas depensamiento y a los comportamientos yprácticas del ser humano.

La religión es un fenómeno culturalque proporciona al grupo humano unaspautas mentales, unos valores, unas ac-titudes y unos comportamientos; es unhecho social que surge como exteriori-zación del proceso, mental y vital, co-lectivo, del grupo. En este sentido po-

demos decir que las tradiciones religio-sas forman parte de las estructuras so-ciales que cada grupo humano va cre-ando. Desde esta perspectiva, lasreligiones se tienen que entender, pues,como construcción social, y de ahí sutrascendencia pública, no sólo interior ode conciencia.

Es obvio, pues, que no podemos pa-sar por alto el hecho religioso y su con-creción en las diferentes tradiciones.Por ello, cuando defendemos la diversi-dad cultural debemos defender también,sin reservas, la libertad de creer en el he-cho religioso (o de no creer en él). Sólosi lo hacemos así, aseguraremos de ver-dad la convivencia, imprescindible paraser libres, la cohesión social o el idealde igualdad y, consecuentemente, lapaz.

3.2. Necesitamos una perspectivaespiritualAsimismo, tenemos que tener en cuen-ta que los foros económicos y socialesmundiales representan visiones impor-tantes en orden a construir un mundomás justo22. Para solucionar los proble-mas que tiene planteados la humanidad,urge también trabajar desde una pers-pectiva espiritual, basada en el amorágape, a fondo perdido, y en la compa-sión universal. Es la percepción de launidad de todas las cosas y la sacralidadque impregna la existencia lo que nospuede aportar la fuerza necesaria paratener éxito en nuestro propósito de cons-truir otro mundo, edificado sobre otrasbases.

Las religiones no pueden resolverpor sí mismas los problemas ecológicos,

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económicos, políticos y sociales denuestro mundo, pero sí que pueden con-seguir lo que sólo con planteamientoseconómicos, políticos y sociales no sepuede conseguir: un cambio de menta-lidad, una metanoia, una transforma-ción del corazón humano mediante laconversión a una nueva actitud vital quepueda concretarse en nuevos estilos devida. Debemos pensar en las relacioneshumanas también desde la dimensiónreligiosa.

De lo que se trata es de crear una ma-sa crítica que permita establecer nuevosparadigmas. Es necesario hacer emergerla conciencia colectiva de la responsa-bilidad individual y sustituir el egoísmopor el altruismo, la competitividad ex-trema por la cooperación, el individua-lismo por la solidaridad, el consumismopor la sencillez, el tener por el ser, el ma-terialismo por la espiritualidad.

3.3. Un Dios de todos y de nadieAunque las tradiciones religiosas se ex-presen mediante la sabiduría, el amor, lacompasión y la vida de piedad, no soninmunes a la locura, al pecado, a la mal-dad. Las instituciones y tradiciones reli-giosas han apoyado y apoyan a veces sis-temas de opresión y exclusión, o hanfuncionado y funcionan como tales en suinterior. Pero a la hora de construir unaconvivencia más humana, podríamos se-ñalar que las religiones son las entrañastrascendentes de las culturas y, comotrascendentes, tienen la posibilidad de irmás allá de la pertenencia, pues afectanal sentido mismo de la vida. La religiónnos ayudará a convivir y afrontar losnuevos retos con la condición de que:

a) La religión se viva como expe-riencia, en términos de espiritualidadmás que en términos de moral heteró-noma23, a pesar de que la actuación ha-cia los otros, el comportamiento ético,se convierte en el test de calidad de lapropia vivencia. Las diferentes tradicio-nes religiosas constituyen propiamenteuna de las matrices del comportamien-to ético, el núcleo de creencias, disposi-ciones, actitudes, que dan unidad, iden-tidad, sentido a las personas en surelación con los otros, con la realidad ycon Dios mismo. Las tradiciones reli-giosas son altamente valiosas en la for-mación de una ciudadanía implicada enel quehacer social, pero para que eso seaasí, deben vivirse en profundidad. Sóloasí podrán dar lugar a éticas autónomas.

b) No se caiga en la tentación deapropiarse del Absoluto, buscado por to-das las religiones, lo cual las pervierte,haciendo que su vocación universalistaesté permanentemente amenazada deconvertirse en totalitarismo. Entonces,en lugar de ofrecer las religiones comooportunidad para todo el mundo, éstas seconvierten en dominio sobre los otros.Se transforman así en ídolos que reclu-yen y bloquean el dinamismo de la ex-periencia personal, en lugar de actuar co-mo iconos del Misterio, que remitensiempre más allá y abren al ser humanoa una realidad que siempre está por des-velar, nunca poseída, sino más bien porla que debe dejarse poseer24.

3.4. Religar, releerLa palabra religión proviene de dos po-sibles fuentes y ambas hacen referenciaclara no sólo a una experiencia interior,

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sino también a la relación del individuocon el grupo humano25. Proviene de:

– Religare: religar, que quiere decircrear vínculos, establecer vínculos; enprimer lugar con lo que llamamos Dios,Realidad Última o Trascendente; en se-gundo lugar, entre los seres humanos, yen tercer lugar con el mundo y la natu-raleza. Y en este sentido, cada religiónintegra creencias (en relación con Dios),códigos de comportamiento o vertienteética (en relación con el grupo humano)y ritos (que ponen en relación con elmundo y la naturaleza).

– Relegere: releer, interpretar elMisterio de Dios, el sentido de la vida yde la muerte, el sentido de la existenciade cada cual, el porqué del mal, etc.Hacen inteligible y asumible a escalahumana el Misterio a pesar de que nopueden –de ninguna manera– alcanzar-lo, pues siempre queda más allá de todainterpretación. Y éste releer el Misterionos hace percatar del nexo profundo conun mismo y con los otros, la naturalezay el cosmos entero.

Las tradiciones religiosas son cami-nos diversos para propiciar la experien-cia de Dios y, vividas a fondo, como ex-periencia, tienen en común latransformación espiritual de las perso-nas y su capacidad de generar santidad.Juegan un importante papel en la cohe-sión de las sociedades y no a partir deunos mínimos sino a partir de unos má-ximos dinámicos, siempre y cuando lle-ve consigo la experiencia de unAbsoluto inmanipulable, inaprehensi-ble. Todas ellas contemplan al ser hu-mano como valor absoluto y abren alMisterio: hacen experimentar el carác-

ter sagrado de la vida y la gratuidad desaberse don a entregarse gratuitamente.En este sentido, pues, ayudan a tejer unarealidad no dual, en la cual hay una co-nexión misteriosa de todo con todos,porque hay un soporte básico que nosimpulsa a la comunión desde la diversi-dad. Y también trabajan por la libera-ción y el descentramiento del yo, con-duciendo a una empatía con el otro: laexperiencia religiosa si es auténtica,nunca es individualista, sino relacional.

Por ello, las diferentes tradicionesreligiosas pueden favorecer hoy la revi-sión del proceso globalizador para quesea favorable a todo ser humano, nosayudan a caminar hacia el territorio delo que es colectivo, donde se inicia re-almente la humanización. En su núcleoexperiencial está el descubrirse en co-munión con esta Realidad que nos des-borda y que a la vez es inmanente a nos-otros, realidad que nos da sentido y nosposibilita realmente ser. Las religionespueden, pues, facilitarnos el vivir la dia-léctica entre unidad y diversidad, glo-balidad e identidad.

3.5. Repensar la laicidadEn el mundo de la globalización, en so-ciedades cada vez más multiculturalesy, por lo tanto, con más pluralidad reli-giosa en su seno, todo este pluralismocosmovisional empuja a las sociedadesdemocráticas a entrar inexorablementeen la lógica del pluralismo no sólo ide-ológico sino también cultural. Y en estecontexto, el ideal laico ya no puede serla neutralidad ni la indiferencia, sino elreconocimiento de las tradiciones reli-giosas como sabidurías que, enrique-

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ciéndose unas con otras, hacen emergerlo que es verdaderamente humano.

Por ello, ante un laicismo que quie-re reducir la religión a un sentimientoíntimo y privado de las personas y queintenta esconder su dimensión social,debe proclamarse la necesidad de nor-malizar el hecho religioso, asumiendosu existencia y el carácter público de suproyección. En este sentido, es precisotener clara la distinción entre la religio-sidad, entendida como encuentro perso-nal con Dios, y la religión, entendida co-mo un hecho comunitario. Tenemosplanteado el reto de vivir la laicidad enel interior del pluralismo cultural, y re-pensarla como laicidad intercultural, loque lleva a recrear la forma de presen-cia pública del hecho religioso26.

Dentro de un perfecto juego demo-crático, las tradiciones religiosas pue-den ayudar a la promoción de valores enla sociedad civil y también en las es-tructuras políticas. Las religiones sonfactores importantes en la construcciónde la vida social y pueden aportar suayuda en la creación de una cultura cí-vica y en la formulación de una nuevamoral pública dentro de los diferentespaíses. También pueden ser considera-das factores importantes para ayudar auna gobernabilidad mundial con justicia.

De un modo u otro, la religión darespuesta a las grandes cuestiones fun-damentales del ser humano: las pregun-tas sobre el amor y el sufrimiento, la cul-pa y el perdón, la vida y la muerte. Elser humano aparece en el centro de to-das las religiones y en todas ellas es en-altecido con una dignidad sin igual. Porello podemos decir que las tradicionesreligiosas han vehiculado la dignidad y

el respeto absoluto al ser humano. Debehacerse justicia a las religiones, no des-figurarlas27.

3.6. La propuesta de una éticamundialSe hace cada vez más evidente la nece-sidad de gobernar toda esta complejidadcreciente. Por ello, la importancia de or-ganizar un espacio público transnacionalque ayude a hacer viable la democrati-zación de las relaciones internacionalesy la construcción de unas bases sólidaspara una gobernabilidad mundial.Espacio donde las principales tradicio-nes religiosas puedan mantener un diá-logo fecundo entre ellas y con otros ac-tores, sobre problemas comunes de lahumanidad. Espacio público, en defini-tiva, con capacidad para influir en elproceso de toma de decisiones sobrecuestiones globales y donde se puedagenerar una ética común. En un mundotan complejo como el actual, todas lasvoces tienen que ser escuchadas; la to-ma de decisiones no puede quedar re-ducida a la representación de los go-biernos de los estados. Hoy más quenunca, es necesario ejercer la corres-ponsabilidad entre todos los actores dela escena mundial. En este sentido, de-bemos tener presente:

3.6.1. La necesidad de unos estándareséticos mínimos a nivel planetarioAcuerdo sobre unos estándares éticosmínimos que ayuden a orientar y regu-lar nuestras relaciones interpersonales ylas relaciones a nivel planetario entrepueblos y culturas. Sin estos estándaresmínimos, la gobernación de la globali-

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zación para que vayan llegando los be-neficios a todo el mundo no es más quepura entelequia.

Llegados a este punto de nuestra ex-posición es obligado hablar del trabajoque ya desde hace tiempo están reali-zando diferentes colectivos de diversaprocedencia y que van en esta dirección.Mención especial merece la labor reali-zada por el teólogo Hans Küng, que par-te de la siguiente base:

– No puede haber paz entre las na-ciones sin paz entre las religiones.

– No puede haber paz entre las reli-giones sin diálogo entre las religiones.

– No puede haber diálogo entre lasreligiones sin unas normas éticas uni-versales.

– No puede haber supervivencia pa-ra nuestro planeta sin una ética de ca-rácter universal, mundial28.

En 1993, en el II Parlamento de lasReligiones del Mundo celebrado enChicago, salió a la luz pública laDeclaración hacia una ética mundial, elautor de la cual fue precisamente HansKüng29, donde se formuló un catálogode normas éticas universales, basado enlos preceptos básicos de las grandes re-ligiones y sistemas éticos no religiosos.Ante la complejidad de los retos a afron-tar y la necesidad de hacer efectiva lacorresponsabilidad desde los diferentesfrentes, la Declaración parte del hechoque de la capacidad de movilización ymotivación de las religiones puedeemerger una gran esperanza para elmundo, a partir de una cooperaciónmundial de todas ellas, que se concreteen criterios que constituyan la base deuna “ética mundial”. Precisamente estos

criterios de comportamiento humanopresentes en las diferentes tradicionesreligiosas son lo que daría la cohesiónnecesaria y uniría a todos los pueblos yculturas para afrontar nuevos retos pla-netarios y, a la vez, la condición de po-sibilidad de un orden mundial perdura-ble en el tiempo.

Así, Hans Küng transforma laReligión, o de forma más precisa, el in-dispensable diálogo interreligioso enun ethos universal que no quiere decir,en cambio, una ética uniforme para to-dos. Cuando habla de ética mundial serefiere a un consenso social básico enrelación con determinados valores, de-rechos y deberes fundamentales; con-senso que debe ser compartido por to-dos los grupos sociales, por creyentesy no creyentes, por los miembros de lasdiferentes naciones, religiones, filoso-fías y concepciones del mundo. Enotras palabras, este consenso social,que un sistema democrático no tieneque imponer sino presuponer, no con-siste en un sistema ético común, sinoen una actitud ética común, o sea, unethos –manera de comportarse– de lahumanidad, que no es una nueva ideo-logía o superestructura, sino que enla-za entre sí los recursos religioso-filo-sóficos comunes ya existentes de lahumanidad, sin imponerlos por leydesde fuera sino interiorizándolos demanera consciente.

3.6.2. Dos principios y cuatro normasNo sólo el Parlamento de las Religionesdel Mundo, sino también la ONU, haasumido ya como principios funda-mentales, como base para una éticamundial, que:

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– Todo ser humano debe ser tratadode manera humana: debe respetarse lavida y la dignidad humana, la indivi-dualidad y la diferencia.

– Lo que no quieres que te hagan losotros, no se lo hagas tú a ellos. Todossomos responsables de lo que realiza-mos, de todas nuestras decisiones, ac-tuaciones y negligencias, porque todasellas tienen sus consecuencias.

Estos dos principios tienen queconstituir una norma inamovible e in-condicional para todos, familia, agrupa-ciones sociales, toda clase de razas, na-ciones y religiones. Y sobre esta base,deben garantizarse cuatro normas indis-cutibles:

– El compromiso en favor de unacultura de la no violencia y del respec-to a toda vida («no matarás»).

– El compromiso en favor de unacultura de la solidaridad y de un ordeneconómico justo («no robarás»).

– El compromiso en favor de unacultura de la tolerancia y de una vida ve-raz y un estilo de vida honrado («nomentirás»).

– El compromiso en favor de unacultura de igualdad, de compañerismoentre hombre y mujer («no cometerásadulterio»).

3.6.3. Las insuficiencias de unconsenso sobre los mínimos paraafrontar los retos que tenemosplanteados como humanidadEstos mínimos éticos, comentados en elpunto anterior, se hacen necesarios parapoder legislar sobre problemas queafectan a toda la humanidad y para go-

bernar la complejidad de la globaliza-ción. Porque éstos irrenunciables éticosnos remiten a la necesidad de una auto-ridad mundial que vele por su cumpli-miento.

Pero el problema que presenta todaética de mínimos, también mundial, sur-gida ésta del consenso social básicoaportado por las tradiciones religiosas,es determinar la manera de llegar a de-finir estos mínimos de manera que pue-dan ser aceptados por todas las culturasy sistemas éticos. La base participativapara elaborar este consenso se convier-te, así, en un elemento clave.

Es evidente que cuanto más ampliasea la participación, más legitimacióntendrá la propuesta. Pero, al mismotiempo, si es muy amplia, más difícilserá el consenso. Entonces, el resulta-do será siempre de contenidos excesi-vamente genéricos, abstractos, con lafinalidad de incluir todas las sensibili-dades30. En el momento de concretarseposteriormente en legislación, podráser interpretada de diversas maneras,según los parámetros culturales en jue-go: o bien se decantará por una legis-lación que sea adecuada a los plantea-mientos de un determinado grupo,país, nación, civilización, según la co-rrelación de fuerzas presente en la go-bernación del escenario mundial; obien el consenso a que se podrá llegarpara el texto legislativo concreto serátan mínimo que resulte insuficiente ypoco operativo para hacer frente a losretos que tenemos como humanidad.Por otra parte, en la obtención del con-senso se plantea también la cuestión delas condiciones de igualdad entre losinterlocutores, cuestión ésta imposible

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de conseguir en un mundo tan des-igual31.

Otro punto débil es que una ética mí-nima puede dar lugar a una mentalidadde mínimos, normativista, cuando loque se necesita hoy es poder ir, de for-ma voluntaria, más allá de los mínimos,porque sólo con el cumplimiento de es-tos no basta para solucionar muchas delas problemáticas actuales. En realidad,incluso para que estos mínimos lleguena cumplirse, es necesario que los indi-viduos vivan personalmente éticas demáximos.

3.7. Apostar por la diversidad entorno a grandes problemáticasDe forma paralela y complementaria ala ética de mínimos, debe propiciarseque ante una problemática común queafecta a toda la humanidad se puedaaprovechar todo el potencial que las di-ferentes tradiciones religiosas y cultura-les llevan dentro. Se trataría de actuar notanto pensando en aquello que las une atodas, como operando desde la diversi-dad que las diferencia.

Es evidente que hay valores y prác-ticas que no son traducibles a una sin-gularidad global pero que pueden ser vi-vidos de forma sinérgica, en función dela participación en la solución de pro-blemas comunes. Vigilando de no pro-piciar la hegemonía global de algún mo-delo o visión de la realidad, para no caeren el etnocentrismo.

Debería llevarse a cabo, pues, un in-tento multidimensional y global decomplementariedad entre la unidad (éti-ca de mínimos común) y la diversidad(aspectos diferenciales de cada tradi-

ción). Sería ésta una forma de liberar to-da la energía creativa y transformadoraque contienen las diferentes tradicionesreligiosas –y también las diferentes cul-turas en su globalidad– para que la pu-diesen invertir en la búsqueda de mane-ras de afrontar los nuevos retos.

3.8. ¿Cuál puede ser lacontribución de las religiones ala gobernabilidad mundial?Teniendo en cuenta que nuestra socie-dad y nuestro mundo no pueden cam-biar hacia mejor si antes no cambiamosla mentalidad de los individuos, y quelas tradiciones religiosas están en una si-tuación privilegiada para que esto pue-da convertirse en una realidad, podemosapuntar, sin ánimo de ser exhaustivos,cuál puede ser la aportación religiosa alconvivir en sociedad. Así, las tradicio-nes religiosas pueden ayudar a:

3.8.1. Educar en las actitudes éticasdemocráticas fundamentalesLas religiones pueden contribuir de for-ma eficaz a construir una cultura cívicay democrática. La construcción de unasociedad democrática tiene mucho quever con “tener cuidado” de la recupera-ción del concepto de bien común, contodo cuanto comporta y con prestaratención a las necesidades de los otros,a las necesidades reales de los conciu-dadanos32. Pensemos, por ejemplo, en eltrabajo de purificación interior, de auto-control, disciplina y descentramiento deuno mismo que las tradiciones religio-sas hacen con los seres humanos, y quelos capacita por “estar presentes” en larealidad, o sea, para estar de forma ac-

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tiva donde cada cual está, para vivir elaquí y el ahora del presente con intensi-dad. Mención especial nos merece algotan importante como la educación de lamirada, uno de los frutos de la vivenciareligiosa.

Esta capacidad de atención es unacategoría religiosa que está especial-mente presente en el budismo zen y enel cristianismo. La educación de la mi-rada favorece la puesta en marcha, porparte de los dirigentes políticos, de unanueva política más sensible al bien co-mún, que ponga en primer lugar al serhumano y esté a su servicio, y que tam-bién ayude a luchar contra la no-impli-cación política y social y la baja capaci-dad de convivencia, otro mal de nuestromundo.

Las tradiciones religiosas tambiénpueden hacer su aportación específicaante la necesidad de pasar de una liber-tad individualista a una libertad que, poramor, se hace responsable. El sujetomoral –individual o colectivo– sólopuede construirse en el encuentro con elotro y, por ello, podemos afirmar que laética, lugar de encuentro de un yo conun tú, es el fundamento de la libertadque se hace responsabilidad33.

3.8.2. Educar en el consumoresponsableAsimismo, podemos constatar que sintener cuidado de la “mirada”, sin “edu-car” la atención, es imposible superar lamayor forma de “distracción” colectivaen la civilización occidental: el hecho decentrarse en el consumismo y en el di-nero. Debemos evitar el predominio delas relaciones comerciales en las accio-nes sociales, predominio cosificador de

la realidad, al reducir a mero objeto omercancía todo aquello que es humano,y que ha penetrado en todas las esferasde la vida34.

El sistema de valores consumista secentra, pues, en el poseer, el gozar, el ga-nar, el alcanzar el éxito, el aparentar an-te los otros para no ser menos que ellos,y todo ello nos introduce en la sociedadde la simulación y la ostentación, ali-mentada por los medios de comunica-ción que pervierten el deseo y convier-ten la necesaria autonomía personal enaceptación ciega de opiniones extrañas(vivir al dictado de la moda)35. Es preci-samente detrás del estímulo del consu-mo donde se juega el modelo de vida yde persona.

El deseo de tener genera una actitudcognoscitiva, ya que la realidad es vistabajo el punto de vista del interés pose-sivo. Todo es contemplado como un ob-jeto que se puede poseer y todo quedareferido a la utilidad y el interés. Por ellono tiene nada de extraño que el sujetoconsumista sea un sujeto explotador yexpoliador de la naturaleza y de losotros, individuos, naciones o colectivos,al desconocer el valor del otro en sí mis-mo y sólo verlo a partir de la utilidad osatisfacción que le puede proporcio-nar36. Ante esta exacerbación del indivi-dualismo egocéntrico, las tradicionesreligiosas pueden aportar su sabiduríaen la contención del deseo y en una ma-yor sobriedad de vida.

3.8.3. Favorecer el diálogo a todosnivelesLas religiones nos capacitan para el diá-logo y la escucha, cuestión básica siqueremos alcanzar un consenso funda-

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mental a partir de valores comunes, opi-niones y normas reconocidas por todoslos seres humanos en el seno de sus res-pectivas tradiciones culturales y religio-sas. Por ello resulta cada vez más indis-pensable y urgente la creación deespacios nacionales y también transna-cionales donde la diversidad cultural yreligiosa pueda dialogar para llegar a es-te consenso.

El diálogo hay que propiciarlo a to-dos niveles, a nivel cultural y también anivel interreligioso, entre las diferentestradiciones religiosas y entre éstas y lastradiciones laicas37. En este sentido, de-be tenerse presente que para poder ha-blar colectivamente y con autoridadmoral, las tradiciones religiosas tienenque saber discernir sus valores comu-nes. Este mundo único necesita un ta-lante fundamental, pero al ser tan plu-ral, ciertamente lo que no necesita esuna religión o un ideal unitario, unifor-me para todos, ya que sería una pérdidade riqueza y potencialidades.

3.9. Los dos grandes ámbitos deaportación de las tradicionesreligiosas

3.9.1. La construcción de una culturadel tener cuidado y del respeto haciael ser humano y su hábitat naturalLas tradiciones religiosas pueden reali-zar valiosas aportaciones en la cons-trucción de una cultura del tener cuida-do y del respeto hacia el ser humano yde su hábito natural; ya que puede ca-pacitar a los seres humanos de autodo-minio y de descentramiento, dos actitu-des básicas en la construcción de unaética de la justa medida entre el exceso

consumista del Norte y la extrema po-breza del Sur38. En este sentido tambiénes necesario subrayar las aportacionesde las corrientes del llamado decreci-miento. Éstas niegan que la justicia so-cial se pueda alcanzar con una economíabasada en el crecimiento exponencial yla desmesura. No se trata, pues, ni de unestado estacionario ni de un plantea-miento regresivo, sino de un verdaderonuevo paradigma de postdesarrollo, alconstituir una crítica radical al “de-sarrollismo”39.

La crisis ecológica que estamos pa-deciendo puede ser ocasión propicia pa-ra hacer el aprendizaje en el vivir de otramanera, recuperando esta justa medidaque reclama también la Carta de laTierra, declaración de principios éticosfundamentales y principios prácticos,que tiene por objetivo convertirse en có-digo universal de conducta para guiar alas personas y a las naciones hacia undesarrollo sostenible40.

La propia globalización nos ha he-cho tomar una renovada conciencia deque formamos parte de una misma es-pecie que comparte, por otra parte, unamisma biosfera. Y aquí se pone en jue-go otro aspecto importante que las reli-giones pueden ayudar a desarrollar: elcuidar; cuidar del ser humano y del eco-sistema para evitar el exceso de consu-mo y la destrucción del entorno. La cri-sis social que padecemos estáíntimamente ligada a la crisis ecológica,ya que ambas dañan a nuestra casa co-mún, la Tierra, abren la puerta a la des-trucción de los ecosistemas y hacen im-posible la convivencia. Ambas tienenuna misma raíz: «la crisis de la sensibi-lidad y de la mirada de los humanos»41.

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Es del diálogo entre las diferentestradiciones culturales y religiosas dedonde puede provenir el antídoto contrael ansia devorador de la civilización oc-cidental. Oriente tiene mucho que de-cirnos y que enseñarnos en este aspectode cuidar y respetar toda la Creación yen el control de las necesidades super-fluas. No tenemos que olvidar que lastradiciones religiosas orientales (hin-duismo, budismo, y también religionesindígenas) ponen el acento en la armo-nía del ser humano y la naturaleza,mientras que las religiones de tradiciónsemítica (judaísmo, cristianismo e is-lam) lo ponen en el ser humano y tien-den a imponer su control sobre la natu-raleza. Las religiones y culturasorientales tienen una visión más holísti-ca y equiparan al ser humano con el res-to de seres vivos, acentuando la armo-nía y el equilibrio.

Si hacer política es tener cuidado delpueblo y de sus necesidades y realizaresto es hacer justicia42, podemos com-prender la importancia y el papel de lasmujeres en esta construcción de nuevosparadigmas, así como las sensibilidadesque tiene que incorporar una nueva ma-nera de hacer política. Éste cuidar fe-menino entronca perfectamente con lacompasión tan típica de las tradicionesreligiosas orientales, pero también conel Dios compasivo y benigno, con en-trañas de misericordia de quién habla elAntiguo Testamento, y con la manera deser y hacer de Jesús de Nazaret.

La humanidad tiene que aliarse paracuidar de la Tierra y unos de los otros.Lo que puede hacer viable esta alianzaes precisamente la sostenibilidad, o sea,tener un comportamiento benévolo, res-

petuoso y no agresivo hacia la naturale-za que «nos permite regenerar lo devas-tado y atender celosamente lo que aúnqueda de la naturaleza, de la cual for-mamos parte y con la que compartimosun destino común»43.

3.9.2. La construcción de una culturade la pazEn un mundo tan lleno de violencia, nosurge dar pasos hacia una cultura de la noviolencia activa, capaz de transformarlas estructuras generadoras de violen-cia. En este ámbito también las tradi-ciones religiosas pueden aportar su va-liosa sabiduría, porque para superar laviolencia es preciso ir al corazón del serhumano para pacificarlo y que así sevuelva pacificador en las relaciones in-terpersonales y sociales. El cultivo de laespiritualidad es fuente de personas conlibertad interior, algo imprescindible siqueremos asumir actitudes de no-vio-lencia activa, que implican un impor-tante trabajo anterior.

La solución de los problemas de lahumanidad y del planeta pasa por pro-piciar y privilegiar la fraternidad, ínti-mamente relacionada con la paz. Porello la importancia de una experienciaespiritual arraigada en los mensajes defraternidad de todas las tradiciones reli-giosas, símbolo de la unión donde esta-mos convocados por Aquél que es laFuente de toda Vida. En este sentido, lareligión expresa algunos de los más pro-fundos sentimientos y sensibilidades delos individuos y de las comunidades;ahora bien, al mismo tiempo es porta-dora de una profunda memoria históri-ca y a menudo apela a solidaridadesconfesionales sin sentido crítico. Las re-

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laciones entre las tradiciones religiosasy el diálogo interreligioso tienen por ob-jeto evitar este mal uso de la religión ydar oportunidades a los creyentes de seragentes de curación y reconciliación. Elanhelo de paz es un componente muyimportante en la dimensión espiritual entodas las tradiciones religiosas.

El fomento de una cultura de la pazestá estrechamente enlazado con laapuesta por la solidaridad, tan necesariaen un mundo dividido, desigual y frag-mentado como el de hoy y en el marco

de una globalización tan asimétrica.Asimismo, también tiene que ver con laconstrucción de puentes que derribenlos muros de nuestras culturas y denuestras tradiciones y hacerlas, así, máspermeables, ya que todos somos veci-nos en una aldea global y tenemos queconvivir pacíficamente si queremos sa-lir adelante como humanidad. Por elloes preciso recorrer el camino del miedohacia la confianza. Porque el miedo esun mal aliado y genera afirmacionesidentitarias que excluyen a los de fuera.

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El diálogo entre las diferentes tradiciones religiosas y también con las tradicio-nes laicas se nos muestra hoy necesario y urgente para romper estereotipos y para nocriminalizar al desconocido. Las migraciones económicas han hecho y están ha-ciendo que muchas personas de diferentes religiones convivan en la sociedad y es-to, en lugar de ser visto como un problema, puede ser vivido como una oportunidadpara promover un conocimiento más profundo de las otras religiones, que redundaen beneficio de la profundización en la propia. La humanidad tiene que aprender avivir identidades relacionales en lugar de cerrarse en identidades aisladas. Por otraparte, es más importante que nunca esforzarse a nivel mundial para impedir la pola-rización entre comunidades religiosas. El compromiso interreligioso en los conflic-tos puede ser una contribución esencial a la construcción de la paz y a la reconcilia-ción allí donde haya estallado el conflicto. Construir la paz con justicia tiene queconvertirse en una estrategia mundial por parte de todo el mundo, porque el destinode unos es el destino de todos.

Las tradiciones religiosas pueden interpelarse, enriquecerse, fecundarse recípro-camente, ayudarse a caminar desde los últimos y con los últimos, desde la austeri-dad solidaria capaz de contener los deseos posesivos del ser humano, haciendo po-sible, así, la construcción de una tierra de todos. Los encuentros con otras tradicionesayudan a tomar conciencia del significado de una humanidad común “ante Dios”,compañeros todos en la investigación de la plenitud de la Verdad.

1. Ricardo PETRELLA, «La desposesión delEstado», Le Monde Diplomatique, 29-IX-1999.

2. Andreu MARQUÉS, Contribución a una críticafilosófica del economicismo, Lección inaugu-ral del curso académico 2000-2001,Barcelona, Facultad de Teología de Catalunya,2000, pág. 53.

3. M. Dolors OLLER I SALA, Un futuro para lademocracia. Una democracia para la gober-nabilidad mundial, Barcelona, Cristianisme iJustícia, 2002, Quadern 115. También, GurutzJÁUREGUI, La democracia planetaria, Oviedo,Ediciones Nobel, 2000, pág. 60.

4. Integrada por ONGs de gran importancia,desde Greenpeace, Amnistía Internacional oIntermón-Oxfam a, por ejemplo, World WildLife-ADENA. También forman parte de lasociedad civil mundial las nuevas élites ilus-tradas internacionales, integradas por políti-cos, funcionarios civiles, empresarios, ejecuti-vos, expertos, etc., que se mueven en el marcode organismos intergubernamentales.

5. Es un escándalo que 225 personas posean unariqueza superior a los recursos económicosanuales de 2.600 millones de seres humanos

de los países pobres. O el hecho que la fortu-na de sólo tres personas supere el PIB de los48 países más pobres del mundo, donde viven600 millones de personas.

6. Todo parece indicar que los Objetivos deDesarrollo del Milenio (ODM) –erradicar lapobreza extrema y el hambre; conseguir laeducación primaria universal; promover laigualdad entre géneros y la autonomía de lamujer; reducir la mortalidad infantil; mejorarla salud materna; combatir el VIH/SIDA, elpaludismo y otras enfermedades; garantizar lasostenibilidad del medio ambiente; fomentaruna Asociación Mundial por el Desarrollo– ala cual se comprometieron los 191 estadosmiembros de las Naciones Unidas, así comolas instituciones de desarrollo más importan-tes del mundo, en la Asamblea General que secelebró el septiembre del 2000, no se podránconseguir para la fecha prevista, el 2015, deseguir la tendencia actual. El último Informesobre Desarrollo Humano (PNUD 2006) seña-la que 1.200 millones de personas viven en elmundo con menos de un dólar diario.

7. La hegemonía de las políticas neoliberales hahecho que, en el terreno ideológico, se consi-

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NOTAS

dere hoy, como única posibilidad realista,aquello que defienden dichas políticas, impo-niéndose de esta manera el llamado pensa-miento único que justifica el statu quo yrefuerza, de hecho, a las grandes empresastransnacionales Ver, al respecto, M. DolorsOLLER I SALA, «Democracia: presente oscuro,futuro posible», en José SOLS y otros, Aldeaglobal, justicia parcial, Barcelona, Centred’Estudis Cristianisme i Justícia, 2003; tam-bién, de la misma autora, Un futuro para lademocracia...

8. La economía global, que depende en últimainstancia de los mercados financieros, ha pro-vocado graves crisis en importantes zonas delplaneta (México, 1994; Indonesia, 1977),hecho que plantea la urgente necesidad deregular el capitalismo global, a fin de ponerlos mercados financieros al servicio del creci-miento económico de los países del Sur.

9. Ver Joseph E. STIGLITZ, El malestar en la glo-balización, Madrid, Taurus, 2002; y tambiénToni COMÍN, Autoridad mundial para un lide-razgo planetario, Barcelona, Cristianisme iJustícia. 2005, Quadern 134.

10. A principios de febrero, se ha presentado elInforme de Evaluación del Panel Interguber-namental sobre Cambio Climático (IPCC) cre-ado por las Naciones Unidas. Los expertos,corroborando anteriores estudios, certifican laamenaza que cae sobre el planeta debido a uncambio climático que es ya irreversible y queen buena parte es causa del hombre.

11. En los últimos años, el ecologismo de lospobres, surgido en numerosos países del Suren torno a conflictos relacionados con lacomunicación y el suministro de agua, ladefensa de bosques, selvas y ríos ante la pene-tración de las grandes transnacionales delpetróleo, gas, minería, madera, etc., ha con-vertido la reclamación de dicha deuda en unapropuesta central de los Movimientos de justi-cia global.

12. Ver al respecto, M. Dolors OLLER I SALA,«Identidades colectivas e idolatría: la absolu-tización de lo que nos hace ser», en JoséIgnacio GONZÁLEZ FAUS y otros, Idolatrías deOccidente, Barcelona, Centre d’Estudis Cris-tianisme i Justícia, 2004.

13. Federico MAYOR ZARAGOZA y Jerôme BINDÉ,Un mundo nuevo, Barcelona, Centre Unescode Catalunya, 2007, pág. 27 y ss.

14. Los movimientos del Foro de Porto Alegreluchan por una globalización alternativa; con-sideran que el patrimonio común de la huma-nidad está constituido por un conjunto debienes universales que de ningún modo pue-den ser mercantilizados, privatizados. Estonos recuerda el gravamen social que pesasobre la propiedad según la Doctrina Social dela Iglesia, y que se fundamenta en la experien-cia de que sólo Dios es el verdadero propieta-rio de los bienes de este mundo, siendo nos-otros sus administradores y teniendo que lle-gar éstos a toda la humanidad.

15. Ver, entre otros, Arcadi OLIVERAS, Otromundo, Barcelona, Angle, 2006, donde elautor considera que no sólo otro mundo esposible, sino también que es necesario ante lasinjusticias sociales y la degradación ambien-tal.

16. Ver Gurutz JÁUREGUI, La democracia en laencrucijada, Barcelona, Anagrama, 1994.

17. Debemos, pues, conjugar los procesos y lasexperiencias locales –las de nuestro entorno–con los análisis y las incidencias globales.

18. Así es como se podría poner freno al peligro-so unilateralismo que se ha abierto paso a par-tir de la caída del Muro de Berlín, que consa-gra la fuerza de una potencia hegemónica, losEEUU, en un sistema claramente unipolar.

19. Agustí COLOMINES I COMPANYS, «Religiones ydiversidad, una de las formas de identidad cul-tural más potentes del mundo», Avui.

20. Todo lo que es humano, incluso lo más excel-so, se puede pervertir. Por ello la necesidad deno absolutizar nada.

21. Declaración sobre el papel de la religión en lapromoción de una cultura de la paz (1994).

22. Para las reformas urgentes y a la vez plausi-bles que se pueden hacer, ver, por ejemplo M.Dolors OLLER I SALA, «Por una gobernabili-dad mundial con justicia», en Repensar laIgualdad y la desigualdad social, Valencia,Frontera pastoral misionera, oct-dic. 2005.

23. Hoy podemos constatar que en las sociedadesdel Primer Mundo se valora la cuestión reli-giosa en términos más existenciales, más allá

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de las instituciones y los dogmas y esto, eneste sentido, es esperanzador.

24. Xavier MELLONI, Los ciegos y el elefante. Eldiálogo interreligioso, Barcelona, Cristianis-me i Justícia, 2000, Quadern 97, pág. 6-8.Asimismo, puede consultarse OLLER,«Identidades colectivas...», pág. 104-105,108-109.

25. Hemos extraído la distinción de XavierMELLONI, «El Diálogo Interreligioso» enInvestigación (Barcelona), 33 (noviembre,2004), Framenors Caputxins de Catalunya iBalears, pág. 10 y ss.

26. Hoy, la laicidad se encuentra en una encruci-jada: o se transforma o no podrá afrontar losnuevos retos que se le presentan manteniendoel carácter emancipador originario que, dehecho, ha ido perdiendo a medida que el siste-ma socio-político y económico ha ido evolu-cionando. Debe, pues, repensarse como laici-dad intercultural, concebida como una laici-dad incluyente, patria común del pluralismo,que descubra que también la esfera políticanecesita una responsabilidad moral, que naceen el interior del corazón de cada persona yque para los creyentes tiene mucho que vercon el Trascendente. Hay que tener en cuenta,por ejemplo, que al privatizarse la fe cristianase pervierte y pierde su capacidad de unir a laspersonas y de generar fraternidad.

27. En este sentido, los fundamentalismos son unaperversión de las religiones. En ellos, el serhumano es considerado como un instrumento,no una finalidad en sí mismo.

28. Hans KÜNG, Proyecto de una ética mundial,Barcelona, Planeta-De Agostini, 2004, pág. 9.

29. La Declaración fue preparada en Tubinga yfue presentada en Chicago por un comité deredacción del “Consejo” del Parlamento delas religiones del mundo. Allí se le añadió unaintroducción elaborada a partir de laDeclaración, a fin de ofrecer un breve resu-men para darla a conocer (http://-www.audir.org); también, Hans KÜNG, Karl-Josef KUSCHEL (ed.), Declaración delParlamento de las Religiones del mundo,Barcelona, Trotta, 1994.

30. Al contrario, si participan pocos en el consen-so, el diálogo será más fácil y también lo será

el ponerse de acuerdo, pero los acuerdos a quese llegue serán siempre parciales, porque res-ponderán sólo al pensamiento de determina-dos grupos culturales.

31. Sobre la necesidad de una ética común o míni-ma de carácter global y sus puntos débiles,ver, Joan CARRERA CARRERA, «Mundo global,ética global» en SOLS y otros, Aldea global...,pág. 146-152.

32. Robert BELLAH, The Good Society, New YorkVintage Books, 1992, pág. 254, citado porPedro CODURAS, Discípulos y ciudadanos,Barcelona, Cristianisme i Justícia, 1995,Quadern 68, pág. 4.

33. Tal y como señala Paul Ricoeur, citado porJuan M. ARTADI, Razón económica y razónética, Madrid-Santander, Cuadernos Fe ySecularidad, 1990, pág. 17.

34. MARQUÉS, Contribución, pág. 26. Ver tam-bién, Juan CUETO, La sociedad de consumo demasas, Barcelona, Salvat, 1981.

35. Podríamos decir que al ser humano se le con-sidera “nacido para consumir” en “el granalmacén de la sociedad”; ver en este sentido,J. Mª MARDONES y Rafael AGUIRRE, «El hom-bre y la Sociedad de consumo ante el juiciodel Evangelio», Aquí y Ahora (Santander), 1(1989), Sal Terrae, pág. 9.

36. Esta visión posesiva del mundo se convierteasí en la manera “natural” de vivir y relacio-narse en la sociedad consumista. VerMARDONES y AGUIRRE, «El hombre...», pág. 9-11.

37. El diálogo interreligioso tiene que adoptardiversas formas: así, diálogo de la vida, codoa codo, cooperando personas de diferentesreligiones en una tarea común; diálogo entrelas diferentes teologías, diálogo entre las dife-rentes experiencias religiosas...

38. Ver, Ramón ALCOBERRO, «Leonardo Boff:Una Ecología de la Liberación para el tercermilenio», USERDA (Suplemento de ElTriangle), marzo 2006.

39. Ver en este sentido el artículo de SantiagoVILANOVA, «Decrecimiento o caos», Avui, 9-XII-2006. Consultar también la www.unasola-terra.org.

40. Los principios de la Carta de la Tierra refle-jan consultas internacionales hechas durante

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un largo periodo de tiempo, con aportacionesy debate de ONGs, grupos comunitarios,sociedades profesionales, expertos internacio-nales en diversos campos, etc. El texto comen-zó a gestarse en la Cumbre de Río de Janeirode 1992. Así, ha sido modelada tanto porexpertos como por representantes de lascomunidades de base. Contó con la participa-ción de miles de individuos y centenares de

organizaciones de todo el mundo. Para con-sultar el texto, veáse www.cartadelatierra.org.

41. Ramon ALCOBERRO, «Leonardo Boff: UnaEcología...»; consultar www.alcoberro.info.

42. Leonardo BOFF, ¿Qué ética va a prevalecer?,13-X-2006, www.servicioskoinonia.org.

43. L. BOFF, «Carta de la Tierra ¿nuevo reencanta-miento del mundo?», artículo enviado el 16-XII-2005, ver www.servicioskoinonia.org.

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