conclusiones de la guerra

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CONCLUSION DE LA CAMPAÑA NAVAL DEL PACIFICO: 1.-Durante la campaña naval de la guerra con Chile estadísticamente podemos afirmar con mucha objetividad que Chile no hundió ningún barco peruano. “la Independencia” se hundió por una mala maniobra al acercarse demasiado a la costa y chocó con un peñón no registrado en las cartas de navegación, “la Unión” fue hundida por su tripulación frente al Callao, para que no caiga en manos del enemigo, “el Manco Capac”,y “el Atahualpa” fueron hundidos frente a las costas de Arica por su tripulación, l,.os demás barcos fueron hundidos por su tripulación por orden del gobierno del Perú. El “Huascar” fue capturado por los chilenos cuando se había ordenado su hundimiento, fue salvado por los chilenos cuando ya tenía más de un metro de agua en sus fondos. Fue utilizado por la marina chilena para bombardear los puertos peruanos durante la guerra. 2.-la armada naval del Peú hundió tres buques chilenos “la Esmeralda” fue hundida en el cobate vnaval de Iquiue, “la Covadonga” fue torpedeada y hundida frente a las costas de Chancay, y “ el Loa” también fue torpedeada y hundida frente a las costas del Callao. En total fueron seis barcos chilenos que no regresaron a Chile. 3.-Al término de la campaña naval del Pacífico, el Perú perdió su fuerza Naval y dejó el mar a merced del enemigo para que pueda desarrollar sin obstáculos la campaña terrestre e invadir nuestro territorio, y abastecer a sus tropas sin ser hostilizado.

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CONCLUSION DE LA CAMPAÑA NAVAL DEL PACIFICO:

1.-Durante la campaña naval de la guerra con Chile estadísticamente podemos afirmar con mucha objetividad que Chile no hundió ningún barco peruano. “la Independencia” se hundió por una mala maniobra al acercarse demasiado a la costa y chocó con un peñón no registrado en las cartas de navegación, “la Unión” fue hundida por su tripulación frente al Callao, para que no caiga en manos del enemigo, “el Manco Capac”,y “el Atahualpa” fueron hundidos frente a las costas de Arica por su tripulación, l,.os demás barcos fueron hundidos por su tripulación por orden del gobierno del Perú. El “Huascar” fue capturado por los chilenos cuando se había ordenado su hundimiento, fue salvado por los chilenos cuando ya tenía más de un metro de agua en sus fondos. Fue utilizado por la marina chilena para bombardear los puertos peruanos durante la guerra.

2.-la armada naval del Peú hundió tres buques chilenos “la Esmeralda” fue hundida en el cobate vnaval de Iquiue, “la Covadonga” fue torpedeada y hundida frente a las costas de Chancay, y “ el Loa” también fue torpedeada y hundida frente a las costas del Callao. En total fueron seis barcos chilenos que no regresaron a Chile.

3.-Al término de la campaña naval del Pacífico, el Perú perdió su fuerza Naval y dejó el mar a merced del enemigo para que pueda desarrollar sin obstáculos la campaña terrestre e invadir nuestro territorio, y abastecer a sus tropas sin ser hostilizado.

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LEONCIO PRADO:

Leoncio Prado nació el 28 de agosto de 1853, en la ciudad de Huanuco, quien a muy temprana edad habría de luchar por la independencia de Cuba y las Filipinas, para luego retornar a la patria y defenderla del invasor chileno, secundando aCáceres en La Breña hasta ser mortalmente herido en la batalla de Huamachuco y posteriormente asesinado por el enemigo, cuando frisaba apenas los treinta años de edad. Es sin duda el Héroe de la Juventud

PRADO EN LA CAMPAÑA DEL SURLeoncio Prado tuvo destacada actuación en la resistencia patriota desde el inicio de la guerra. Por encargo del gobierno que presidía su padre, el general Mariano Ignacio Prado, entre abril y julio de 1879 gestionó en el extranjero la adquisición de armamento. Y vuelto al país en agosto, se instaló en la pequeña isla El Alacrán, posición de vanguardia para la defensa de Arica, donde organizó y dirigió una brigada de torpedos. Sufrió mucho emocionalmente conla muerte de Grau y la pérdida del Huáscar, cuyo victorioso paso había admirado con frecuencia; y más aún cuando se produjo el alzamiento golpista de Nicolás de Piérola, quien para entronizarse como dictador infamó con alevosía la dignidad del presidente derrocado. Pero en vez de amenguar ello el ánimo del joven patriota, le dio mayores motivos para perseverar en la lucha, plegándose al Ejército del Sur para comandar a los Guerrilleros de Vanguardia.En mayo de 1880 concurrió a la batalla del Alto de la Alianza, y consumado el desastre recibió orden de cubrir la retirada. Posteriormente, burló en variasescaramuzas a la vanguardia enemiga, pero finalmente fue cercado en Tarata, por fuerzas notoriamente superiores, el 21 de julio de ese año. Su pequeña partida combatió con denuedo, muriendo 29 de sus 33 bizarros integrantes y cayendo heridos los escasos sobrevivientes. Prado resistió hasta que no le quedaron balas, y cuando se disponía a morir luchando a culatazos, fue tomado prisionero por un coronel chileno, quien admirado de su extraordinario arrojo no pudo menos que decirle: "Quiero que mis oficiales se honren con la compañía de Ud.

Soportó cautiverio en Chile por más de un año, confinado en la localidad de San Bernardo, rechazando varias veces el ofrecimiento de libertad que le hizo el enemigo pues se le puso por condición comprometerse a no volver a empuñar las armas. Pero, finalmente, considerando que prisionero era nula su contribución a la causa de la resistencia, fingió aceptar la propuesta, quedandoen libertad. Poco después, dando muestra de que no acataría la condición impuesta, escribió: "Cuando la patria se halla subyugada, no hay palabra que valga sobre el deber de libertarla".Llegó al Callao en febrero de 1882, informándose de inmediato sobre la lucha que en el Perú Rural libraba el Ejército de La Breña al mando del general Andrés Avelino Cáceres. Buscó motivar el ideal de la resistencia en el círculo capitalino que frecuentaba, pero sus exhortaciones no fueron escuchadas, escribiendo con decepción: "Lo que me apena es ver que en estos momentos que se juega la última esperanza de la patria, haya hombres todavía egoístas que se resisten a contribuir en una forma o en otra, a la defensa de la patria".

PRADO EN LA CAMPAÑA DE LA BREÑAEludiendo la vigilancia que sobre él ejercía el enemigo, Leoncio Prado pasó a Huánuco con intención de plegarse a la resistencia guerrillera que allí conducía su hermano el capitán Justo Prado. Pero a poco de su llegada lo vio morir de pulmonía, desgracia que no hizo sino retemplar su espíritu. Tomó el mando de la pequeña partida de guerrilleros de Huanuco y pasó a Cerro de Pasco, donde consiguió nuevos adeptos. Y a mediados de 1882 instaló su campamento en la Sierra de Lima, desde donde atacaría a las guarniciones enemigas que intentaban incursionar al interior de Huacho, Chancay y Canta. Por el mes de noviembre de 1882 tenía su cuartel general en la localidad de Buenavista, cerca de la hacienda Yauringa, "en la loma que ocupa el ángulo formado al Oriente por los ríos confluentes Auquimarca y Huaycho", a decir de un informe chileno. (Parte oficial chileno sobre la expedición de Chancay a Ihuarí para destruir montoneras, dirigido por el comandante Pablo Marchant al coronel M. A. Arriagada. Ancón, noviembre 30 de 1882).

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Los guerrilleros de Leoncio Prado no vestían traje militar sino el de paisano, y en su mayoría poseían caballos, lo que facilitaba sus incursiones hasta cerca de la costa. Apoyado por el pueblo indio de Ihuarí, distante de Chancay 20 leguas, los patriotas tenían localizadas sus avanzadas en el punto denominado Piedra Parada, en el camino que conducía a Sayán. Varios hacendados de la región secundaban los esfuerzos de Prado, proporcionándole toda clase de abastecimientos. Y todos los campesinos lo apoyaban con decisión, conformando los cuadros de combatientes y sirviendo en tareas de vigilancia y espionaje. Invistiendo grado de coronel, Prado dirigió personalmente la instrucción militar de esos contingentes, contagiándoles su fervor patriótico con arengas como aquélla que dirigiera a sus paisanos: "Hermanos de mi alma, hijos de mi pueblo: Sabed que las balas del enemigo no matan y que morir por la patria es vivir en la inmortalidad de la gloria".

Durante aquellos meses de 1882, "con su ejército de guerrilleros novatos de uniformes raídos, mal armados y muchos de ellos sin edad militar, el joven coronel se multiplicó en su acción guerrera de hostigamiento al ejército enemigo, … tramontando montañas y abismos" Además siempre en sus arengas utilizaba las siguientes frases: "¡MORIR POR LA PATRIA ES VIVIR EN LA INMORTALIDAD!

Mortificado por ello, el comando chileno decidió en noviembre de aquel año expedicionar sobre la base guerrillera desde Huacho y Chancay, en ataque paralelo. Al mando de W. E. Castillo se movilizaría una división desde Huacho a Sayán, al tiempo que otra marcharía de Chancay a Ihuarí, para atacar ambas conjuntamente el cuartel de Prado en Yauringa. A bordo del Blanco Encalada, el 19 de noviembre se embarcaron en Ancón 200 soldados y 15 oficiales almando del comandante Pablo Marchant. Constituían la fuerza designada por Arriagada, jefe de estado mayor general, para incursionar desde Chancay. El desembarco en este puerto se efectuó en la mañana del 20, y tras comunicarse con el comandanteCastillo, quien saldría de Huacho, Marchant dio inicio al avance en las primeras horas del 21. Poco después de las 07.00 horas llegó aHuando, hacienda de Fermín Sánchez, donde su tropa descansó todo el día. Se reanudó la marcha a las 18.oo horas, alcanzando Cuyo a las 03.00 del 22. Plantó campamento en Lumbra, punto desde donde subiría a Ihuarí por la ruta de El Alto.

La aproximación del enemigo fue conocida ese mismo día por Prado, gracias al informe de "los indios de Paccho, que pertenecían a la reserva de los montoneros y que habían sido mandados a espiar, desde oculto, el camino que conducía a Ihuarí" (Parte oficial chileno, citado). Juzgó el jefe patriota arriesgada su permanencia en Buenavista, pues el enemigo triplicaba el número de sus guerrilleros, y a las 14.00 horas del 22 abandonó Yauringa, tomando el camino de Jucul en ordenada retirada. Ihuarí, pueblo indio de unas cien casuchas, cayó en poder del enemigo a las 14.00 horas del 23. No hay precisión en los partes chilenos sobre el punto donde se dio la confluencia de las fuerzas salidas de Chancay y Huacho; pero no existe duda sobre esa reunión, pues el informe de los indios de Paccho se refería al avance de las tropas de Castillo por Huanangui.

El campamento patriota de Buenavista, situado seis leguas al occidente de Ihuarí, fue ocupado a las 05.00 horas del 24 sin oposición, facilitándosele al enemigo la tarea de destrucción: "En la cima de una loma se hallaba el cuartel de los montoneros, compuesto de unas casas antiguas y de habitaciones nuevas, construídas éstas especialmente para cuadra de tropas y circunvalado todo por trincheras de piedras. Al pie de esta loma, hacia el poniente, se hallaban las casas de la hacienda de Yauringa, que habían sido ocupadas por el parque de maestranza y cerca de estos edificios un torreón como de cinco metros de diámetro y con dos órdenes de troneras. El torreón fue demolido; los edificios del cuartel y parque incendiados y las trincheras de piedras derrumbadas en su mayor parte" (Parte oficial chileno, citado).Por confesiones arrancadas a campesinos apresados en Huaycho, el jefe enemigo conoció detalles sobre la organización guerrillera: "Según los datos que he podido recoger escribió Marchant a Arriagada-, la fuerza de los montoneros consta de un cuerpo activo y de otro de reserva; que la montonera capitaneada por Prado consta de 200 hombres, de los cuales 80 ó 100 están bien armados y los restantes dotados de un armamento imperfectio; y que la fuerza de

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reserva está compuesta de los habitantes de todos los pueblos y haciendas circunvecinas, quienes mandaban una vez por semana a los hombres útiles a recibir instrucción militar en el cuartel de Buenavista"(Parte oficial chileno, citado).

No duró mucho la estancia del enemigo en Yauringa, pues a las 15.30 del mismo 24 tomaba la ruta de Sayán. Descansó esa noche en la hacienda Cuchuchín, propiedad de Feliciano Gómez, incursionando una partida al Sur donde fue arrasada la propiedad del hacendado López, a quien se acusaba de integrar la guerrilla junto con todos sus siervos. En esa localidad fue capturado Domingo Gómez, hijo del propietario de Cuchuchín, culpándosele de ser correo de los patriotas. El 26 las fuerzas de Marchant regresaron a Chancay, haciendo altos en las haciendas de Maní y Chancaillo. Reembarcados a bordo del Blanco Encalada llegaron finalmente a Ancón a las 20.00 horas del 28.

En Jucul, al noreste de Ihuarí, Leoncio Prado instaló su nuevo cuartel general, prosiguiendo desde allí su lucha contra el invasor extranjero. Solicitado por el general Cáceres, en abril de 1883 se uniría al coronel Recavarren, incorporando su guerrilla al Destacamento del Norte. La gloria lo esperaba en Huamachuco.

LA VERDAD SOBRE LA MUERTE DE LEONCIO PRADOEntre los celebérrimos inmolados en Huamachuco debe citarse en lugar destacado al coronel Leoncio Prado, jefe de estado mayor del Destacamento del Norte en esa memorable batalla, librada en los llanos de Purrubamba el 10 de julio de 1883. En el fragor de la lucha y batiéndose como siempre en primera línea, recibió un balazo en el pecho y la metralla le destrozó las pìernas, a decir de la crónica escrita por Enrique Carrillo, publicada en Lima el 28 de julio de 1884. Pero Prado sobrevivió al desastre y fue ocultado por fieles seguidores en la estancia de Serpaquino, cerca de Cushuro. Abelardo Gamarra, el famoso compositor que participó en esa memorable campaña, dejó un pormenorizado relato de lo sucedido, señalando que en ese lugar los chilenos hallaron a Prado el 14 de julio, asesinándolo sin miramientos, de un balazo en la mejilla disparado a boca de jarro. (Abelardo Gamarra, La batalla de Huamachuco y sus desastres, Lima, 1980, p.357).

No hay por qué dudar que así ocurriera, puesto que Prado figuraba entre los comandos patriotas a los que más temió el enemigo. Patricio Lynch, jefedel ejército de ocupación, al pareceravergonzado por el inicuo asesinato de quien fuera hijo de un presidente peruano, informó lacónicamente a su gobierno: "Prado se suicidó", en un telegrama que remitió al presidente de Chile el 27 de julio de 1883. (Documento publicado en la Recopilación de Pascual Ahumada Moreno, Valparaiso,1895, t. VIII, p.211).Y para escapar de la condena general ante la barbarie comatida, circuló después la falsa versión de que Prado dirigió su pelotón de fusilamiento, porque es un hecho incontestable que nunca hubo en la guerra antecedente de caballerosidad chilena, como la que se desprende de ese imaginado relato. Su autor fue Eneas Rioseco Vidaurre, quien lo publicó en una carta fechada en Lima el 18 de julio de 1883, si damos crédito a lo reeditado por Ahumada Moreno, op. cit., t. VIII, p. 225. Tiempo es ya de reconocer que la verdad fue dicha por Abelardo Gamarra. Leoncio Prado, el más valiente de los de Huamachuco, simple y llanamente fue repasado por los chilenos y muy posiblemente entregado a sus asesinos por los traidores partidarios de Miguel Iglesias, quienes festejaron los sucesos de Huamachuco como triunfo propio. Esto que parece increible consta en varios documentos de la época. Por eso apenas dos días después de la batalla, desde Mollepata, Cáceres lanzó una vibrante proclama al ejército y a la nación anunciando que la lucha continuaba,ahora en la senda forjada por los héroes de Huamachuco: "La sangre por ellos vertida dijo- caerá sobre los traidores y retemplará más, no lo dudéis, nuestro valor".

Así, pues, Huamachuco se convirtió en lo que Cáceres llamó la Senda del Honor, sostén principal de la voluntad inquebrantable de no doblegarse jamás ante la adversidad y de continuar la justa lucha contra el invasor y contra los traidores.

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3. Participación indígena en la guerra con chile

Desde los inicios de la luchas por la Independencia el l indígena peruano fue el elemento principal del ejército de ambos bandos y cuando Chile nos declara la guerra el Perú se debatía en una tremenda crisis económica, y la población indígena estaba totalmente marginado y olvidado a lo largo y ancho de nuestras serranías.

La convocatoria nacional a la defensa: Ante la declaratoria de guerra de Chile, se apeló al patriotismo de los peruanos y el presidente Prado lanzó la primera convocatoria a todos los hombres hábiles para empuñar un arma, entre los 18 y los 60 años. Más adelante, le límite de edad se ampliaría a los adolescentes Este primer llamado fue atendido y pronto se incorporaron para las primeras maniobras hombres de todo condición y procedencia. Entre éstos, cabe hacer especial mención a los indígenas, puesto que desde los primeros días de la independencia fueron ellos quienes mayoritariamente formaron la tropa. Durante las guerras caudillistas también fue a ellos a quienes se recurrió en apoyo de las facciones. Ahora, cuando el país entero era escenario del conflicto, serían nuevamente los indígenas uno de los principales actores de los hechos.

Formación del ejército del Perú: Durante la campaña del sur (noviembre de 1879-junio de 1880) estuvo presente el ejército de línea, al cual se agregaron contingentes integrados por voluntarios. En ambos casos, los sectores subalternos procedían, en gran parte, de quienes hacían el servicio militar, todavía no bien reglamentado. Así, los componentes de tales cuadros eran naturales de las provincias, comuneros o peones, en general campesinos. En cuanto a los voluntarios, muchas veces fueron los hacendados o los mineros quienes armaron batallones con sus trabajadores y se incorporaron a la lucha. Paralelamente, muchas comunidades formaron además sus propios contingentes y también estuvieron presentes a lo largo de la guerra. En forma específica se puede anotar que en la campaña del sur tuvieron presencia corporativa dos batallones de procedencia andina: el Zepita, integrado por cuzqueños, y el Dos de Mayo, por ayacuchanos. No hay referencias a la participación grupal de hombres de la sierra central, aunque como integrantes del ejército de línea debe haberlos habido. En general los hombres que aparecen en los documentos son más de personas de cierta notoriedad en la localidad, como Jacinto Salvatierra, quien intervino desde Arica hasta la campaña de la Breña.

La Campaña de Lima: Todo por el Perú. La defensa de Lima constituyó la piedra angular de la guerra para la dictadura pierolista y concentró todas sus expectativas en conseguir el mejor ejército. Sin embargo, no confió la conducción de la campaña a mandos militares con experiencia. Piérola reiteró el llamamiento "a todos los ciudadanos de la República hábiles en el manejo de armas". Esta vez la respuesta llegó específicamente del centro del país: "varios hacendados de la región central organizaron contingentes con gente de su servicio o con voluntarios para enviarlos a la capital". El resultado de estos trabajos fue la bajada a la capital de alrededor de tres mil hombres (junio de 1880). Algunos de los hacendados que se encargaron de este reclutamiento fueron: Luis Milón Duarte, de Concepción, quien formó los batallones de Tarija, Tarma y Manco Cápac; Juan Enrique Valladares, de Concepción, quien no sólo organizó sino que asumió los gastos del batallón Concepción Número 27 con mil hombres, y Teodoro Peñalosa Arauco, de Chupaca, cuyo batallón se integró al segundo cuerpo, al mando de Belisario Suárez. Aparte de los hacendados, respondieron también las comunidades del valle del Mantaro que, como bien se ha señalado, formaban organizaciones de gran importancia. Entre éstas fueron numerosos los chupaquinos que se sumaron en Huancayo al batallón de Arica y vinieron a Lima. Algunos incluso, fueron rechazados por límite de edad, pero insistieron para participar, como Manuel Larrea y el maestro Marcelino Núñez.

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¿Guerrilleros o montoneros? Los indígenas tomaron parte no sólo en calidad de soldados, sino también como guerrilleros, debido a que no se contaba con las armas necesarias para formar un ejército regular suficientemente equipado. Además, porque el territorio era favorable para el hostigamiento a las fuerzas enemigas y porque no se disponía del dinero necesario para mantener u ejército de línea permanente demasiado numeroso.Cáceres trabajó en Ayacucho por el levantamiento del ejército regular pero, mientras lo entrenaba, la guerra seguía su curso y quienes lo debieron hacer frente al enemigo en la sierra central fueron, precisamente, los guerrilleros del Mantaro.Las guerrillas se constituyeron en partes espontáneamente y en parte, por la convocatoria cacerista. La prensa y los jefes chilenos calificaron a estos luchadores simplemente como "montoneros", en forma despectiva; no obstante, porteriormente tendrían que admitir que estos indígenas de los que hablaban tan peyorativamente, fueron capaces de hacer fracasar las expediciones que intentaron la región central del Perú.

La participación indígena en la campaña del centro no se dio como simples montoneras, porque no fueron fuerzas totalmente improvisadas que atacaban desordenadamente, "en montón", sino que llegaron a formar verdaderos cuerpos auxiliares que respondían a la dirección de jefes del ejército regular mientras éste se consolidaba. Asimismo, formaron las fuerzas auxiliares que apoyaron al ejército de línea, sea entrando a rematar una acción o realizando acciones de hostigamiento para debilitar sicológicamente o moralmente al enemigo antes de que se produjese algún encuentro.Es difícil calcular el número aproximado de guerrilleros que participaron en todo este tiempo, dado que no existió (ni podía existir) un empadronamiento, pero puede afirmarse que fueron varios miles los integrantes de las guerrillas y que entre ellos hubo mujeres. Así mismo, tuvieron procedencia muy diversa de la zona andina, algunos pueblos participantes fueron: Canta, Huarochirí, Santa Eulalia, Tarma, Jauja, Concepción, Huancayo, Cerro de Pasco, Ayacucho, Chicla, Matucana, Huayucachi, Huamanmarca, Huancané, Achipampa, Chupaca, Acoria, Colcabamba, Huando, Acostambo, Pillichaca, Huaribamba, Tongos, etc.

La Paz de Ancón: Así, el 20 de octubre de 1883 se firmó el tratado de Ancón entre el Perú y Chile. Los firmantes por el Perú fueron Mariano Castro Zaldivar y José Antonio de Lavalle, en representación del gobierno de Iglesias, y Jovino Novoa en representación de Chile. En 1884, se produjo a la ratificación por el congreso, pero quedaron proposiciones pendientes derivadas de las condiciones que se establecían en el convenio. Ejemplo de estas fue la tercera cláusula sobre el destino de Tacna y Arica y las referidas al pago de la deuda del guano a Gran Bretaña. Lo definitivo era la pérdida de Tarapacá y la consagración del derecho de conquista territorial en América.

4. Conclusiones

1. El clima previo a la guerra: El Perú llegó carente de preparación al reto de 1879. Nuestro país no había logrado organizar debidamente, a las constantes apariciones de militarismo. Pero también debido a la falta de dinero la cual esto hubiera sido ningún problema si es que no se hubiera manejado con gran negligencia. Los gobernantes no empiezan administrar las riquezas que no ofrecía nuestro país (guano, salitre) llegaron a despilfarrar mucha riqueza. Es así que países vecinos admirados por nuestra riqueza despertaban mucha ambición hacia nuestro territorio. Llegando así a la guerra con Chile por el guano y el salitre.

2. Los previsibles imprevistos: Manuel Pardo en 1860, diecinueve años antes del conflicto dio una declaración a la "Revista de Lima" en la cual él expreso que con

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urgencia se tenía que invertir y manejar con gran diligencia el ingreso del Guano para evitar lo que él llamaba "El Cataclismo" según Pardo: cuando se acabara el guano, lo que consideraba como la banca rota fiscal. Lo cual se llegó a 1879 la guerra con Chile con un desastre económico y con gravosos préstamos externos.

3. El expansionismo Chileno: Los diversos periódicos limeños como " El Comercio" entre otro en el año 1872 ya anunciaba acerca del expansionismo chileno hacia el Perú.Los chilenos negociaban territorios del Perú con Bolivia ofreciéndoles el sur de nuestro país.Pero los que dirigían al país en ese entonces no los tomaban en cuenta.

4. El pretexto para la Guerra. Fue que Bolivia con su presidente Mariano Melgarejo acordó con Chile la explotación del salitre en los grado 23° y 25° lo cual al término de su cargo en nuevo presidente Hilarión Dazo ordenó la creación de un impuesto de 10 centavos por quintal de salitre exportado. Esta noticia no fue aceptada por Chile declarando así la guerra a Bolivia.

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HOMENAJE A LA MUJER PERUANA POR SU PARTICIPACION EN LA GUERRA CON CHILE.

ANTONIA MORENO DE CÁCERES, DIGNA Y HEROICA PATRIOTAEscribe: Olga Guzmán Ribeyro.Fueron muchas las heroínas peruanas en la Guerra de 1879 a 1884. Principalmente mujeres del pueblo, las abnegadas rabonas, de acuerdo al testimonio de las fuentes coetáneas. La mayoría de ellas quedó en el anonimato, pero se guarda el recuerdo de una mujer excepcional que se convirtió en la representante de todas, por sus múltiples muestras de amor a la patria, en aquellos años difíciles. Nos referimos a Antonia Moreno Leyva, la digna esposa del general Andrés Avelino Cáceres.No quiso ser ella menos que el pundonoroso Jefe de La Breña y se irguiócomo la compañera ideal del adalid de la resistencia patria. En verdad, de las grandes damas bien pocas hubieran hecho lo que doña Antonio hizo. Ella dejó la relativa tranquilidad de la capital ocupada y salió tras su esposo, hacia los Andes, a mantener con él y los breñeros bien en alto el pendón bicolor y el honor jamás rendido.Años más tarde recordaría el principal motivo que la impulsó a asumirtal actitud: “Mi dignidad de peruana se sentía humillada bajo la dominacióndel enemigo, y decidí arriesgar mi vida, si fuera preciso, para ayudar aCáceres a sacudir el oprobio que imponía el adversario”.Por ello, porque junto con Cáceres lideró a las huestes de la resistencia,se convirtió en la representante más auténtica del heroísmo de nuestrasmujeres en la aciaga contienda decimonónica, y la recordamos como laMamacha Antonia, porque asió la llamaron aquellas gentes humildes que la acompañaron en la gloriosa epopeya, gentes a las cuales ella rindió también tributo de admiración y gratitud.En efecto, el largo tiempo durante el cual sobrellevara doña Antonia ladura campaña, le sirvió para formarse acertados juicios sobre los campesinos, perpetuando emotivos y muy sentidos recuerdos. Conviviendo con las mujeres indígenas, nuestras abnegadas rabonas, aprendió a quererlas como hijas, tanto más cuanto que ellas, desde un primer momento, la llamaron Mamay, en señal de respeto y cariño. Ellas correspondió ese afecto y las elogió con estas palabras: “Las indias del Perú tenían culto por Cáceres; le llamaban Taita (Padre) y, como compañeras de los soldados, seguían la campaña prestando eficaces servicios de enfermeras, o atendiendo el lavado de la ropa y la preparación del rancho”.Como buena observadora, doña Antonia comprendió asimismo que conCáceres se manifestó en los Andes una suerte de mesianismo; sí, porque según su testimonio “para los indios Cáceres era la reencarnación del Inca... (e) insistían llamándoles Taita con tanto cariño, que lo conmovían”. Y a ella lallamaron Mama Grande. Las continuas muestras de afecto de esos humildes campesinos redobló el patriotismo de sus caudillos, a propósito de lo cual doña Antonia dejó escrito: “Esas demostraciones cariñosas nos alentaban y daban fuerzas para sufrir con ellos y luchar hasta verlos libres de los opresores”. Claro que esa compenetración entre los caudillos de La Breña y sus seguidores campesinos hubo de causar recelo y alarma en algunos apátridas que sólo veían peligrar sus intereses, quienes se convirtieron en sus opositores. Inclusive se llegó a decir que Cáceres proyectaba una revolución social en el campo; pero antes que esa justa reivindicación, en esos años los breñeros luchaban sólo contra el enemigo externo.Doña Antonia, convertida en lideresa de la causa patriota, habría de reconocer a la postre el valor de los campesinos, quienes fueron el soporte principal del Ejército de La Breña: “Ellos –señalaría- que por atavismo rendían homenaje a la Pacha Mama (Madre Tierra), al verla hollada y vejada..., sin más armas que sus clásicos rejones y sus primitivas hondas... se ofrecían en holocausto por la patria y por el Taita que era el alma de la resistencia nacional”.El testimonio de la Mamacha Antonia, aparte de mostrarnos muchos detalles no citados en ningún libro, resulta así imprescindible para comprender en toda su excelsitud el valor de aquellos héroes que lucharon por salvar el honor de la patria. Además de los inmolados en Angamos, Arica, San Juan y Miraflores, debemos rendir perenne tributo de homenaje a los soldados y guerrilleros que con Cáceres mantuvieron por casi cuatro años altiva la causa de la resistencia en los Andes. Y en ello, debemos comprender en toda su medida el juicio de doña

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Antonia, su loor a “esa vieja raza noble, que tan bien supo comprender la grandeza del deber y del honor”. Toda una gran verdad aparece condensada en estas palabras de la heroína: “Como peruana y testigo de sus grandes hechos, quiero dejar unas palabras de cariñosa gratitud a esos queridos indios de las sierras andinas... Ellos soportaron, con la más grande abnegación y coraje, todo el formidable peso de la epopeya de La Breña, que a fuerza de heroísmo y sacrificio dejó muy limpio y alto el pendón del Perú”. Y todo ello fue posible porque al frente de esos bravos peruanos estuvieron dos caudillos de excepcional valía: Andrés Avelino Cáceres y Antonia Moreno Leyva, tronco inmortal de nuestro más acendrado patriotismo.

Nota.- Las memorias de doña Antonio Moreno de Cáceres, de las que hemos extraído las citas insertasen este artículo, redactadas por su hija Hortensia Cáceres de Porras fueron editadas por Carlos MillaBatres en 1974, con el título “Recuerdos de la Campaña de La Breña”.

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LOS HÉROES DE HUAMACHUCORelación de los jefes y oficiales que asistierona la batalla de Huamachuco el 10 de julio de 1883*Comandante en JefeBenemérito señor general de brigada don Andrés A. CáceresAyudantesSargento mayor Ricardo BentínCapitán Ignacio C. Del VigoCapitán Darío EnríquezCapitán Abel QuímperTeniente Félix A. CostaTeniente Ignacio B. RemeroAlférez Ernesto B. VelardeSecretaríaTeniente coronel Florentino PortugalSargento mayor Wenceslao Del CarpioSección política y administrativaSecretario, teniente coronel Pedro M. RodríguezOficial 1° Lisandro La RosaAgregado, teniente Rosendo BustillosSección de rentasSecretario, teniente coronel Daniel de los HerosSección militarTeniente coronel Lisandro La PuenteArchivero, sargento mayor Abel BedoyaPrefecto de Lima, coronel de la Guardia Nacional Elías MujicaSecretario, sargento mayor Manuel E. SánchezEJÉRCITO DEL CENTROComandante en jefe: Coronel don Francisco de Paula SecadaAyudante: Capitán Bernardo GalindoArchivero: Capitán Melchor RamírezEstado Mayor de las GuerrillasInspector de estado mayor: Coronel Rafael RamírezJefe del detall: Teniente coronel Ismael GonzálezId.: Sargento mayor Adolfo ArreseAmanuense: Capitán Julio C. RamírezId.: Alférez Florentino GarridoEstado Mayor General de los EjércitosJefe de estado mayor: Coronel Manuel TafurSub-jefe: Coronel teniente coronel Pedro Pablo NietoAyudante del jefe de estado mayor: Sargento mayor Gaspar TafurAyudante: Capitán José Francisco CabreraAyudante del Sub-jefe de estado mayor: Teniente Tomás N. CobosVicario general: Dr. D. Daniel del CorralSección del Servicio GeneralJefe: Coronel Manuel YaqueAmanuense: Subteniente José S. BustíosSección de Artillería y CaballeríaJefe: Teniente coronel José AzaldeMesa de ArtilleríaJefe: Teniente coronel sargento mayor Juan M. SaraviaAmanuense: Subteniente David R. ChávezMesa de CaballeríaJefe: Teniente coronel Manuel LlosaSección de Infantería

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Sub-jefe: Sargento mayor José E. ChiletAmanuense: Teniente Isidoro MarínSección de IngenierosJefe: Coronel Teobaldo EléspuruAdjunto: Sargento mayor Manuel ZagacetaId.: Sargento mayor Luis SandiSección de JusticiaAmanuense: Capitán Guillermo SecadaSección de ContabilidadSub-jefe: Sargento mayor José A. SeminarioSección de AdministraciónJefe: Sargento mayor Teodoro ValenciaAmanuense: Subteniente Juan G. JáureguiArchivo GeneralAmanuense: Subteniente Julio PalaciosAgregados al Estado Mayor GeneralCoronel teniente coronel José M. FríasTeniente coronel Miguel GradosId. José M. MesaTeniente César SoriaSubteniente Enrique ChávezImprentaJefe: Manuel F. HortaRegente: Gregorio DíazSección de SubsistenciasTeniente Agustín NavarreteSección del MaterialTeniente Juan A. PiélagoId. Elías CalmetSubteniente Esteban SánchezSección el ParqueCapitán José I. AguirreTeniente Mariano BalarezoSubteniente Arturo BenavidesSección de BrigadaCapitán Manuel OchoaSubteniente Juan SalasAgregadosCapitán Lorenzo AmpueroId. Cosme GutiérrezTeniente Manuel Z. PomaSubteniente Agustín CrespoMaestranza y ParquePrimer Jefe: Teniente coronel Guillermo YáñezAyudante: Teniente Pedro PaletAgregado: Teniente Baltazar GuerraCuerpo de Sanidad, Hospital MilitarCirujano de primera clase: Doctor Juan del VallePrimer contralor: Teniente coronel Benigno DorregaraySegundo contralor: Sargento mayor Manuel BejaranoTercer contralor: Capitán Tomás DíazAyudante: Capitán Felipe A. SalcedoPRIMERA DIVISIÓNBatallones Tarapacá N° 1 y Zepita N° 2Comandancia General

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Comandante general: Coronel Manuel CáceresJefe del detall: Sargento mayor Telésforo L. de OrtechoAyudante: Capitán Santiago RázuriBatallón Tarapacá N° 1Plana MayorPrimer Jefe: Coronel teniente coronel Mariano EspinozaSargento mayor Manuel LópezId. Domingo CuetoCapitán Román Morales BermúdezSubteniente Mauro SotomayorId. José M. Zapata1ra. compañía: Capitán José M. VivancoTeniente Tomás GamonalId. Enrique MorantesSubteniente Manuel DávalosId. Manuel Rodríguez2da. compañía: Teniente Francisco L. del CastilloSubteniente Manuel Salazar3ra. compañía: Sargento mayor capitán José J. BarbadilloSubteniente Enrique AmarId. Basilio Serrano4ta. compañía: Capitán Anselmo AlarcónTeniente Vicente A. CalderónId. Manuel ApesteguíaSubteniente Mauro J. García5ta. compañía: Capitán Antonio ArroyoTeniente Adolfo SánchezId. Luis Morante6ta. compañía: Capitán Dionisio Morales BermúdezSubteniente Mariano C. LeónId. Cecilio TomasiniId. Melchor MesaId. Celestino AriasBatallón Zepita N° 2Plana mayorPrimer jefe: Coronel teniente coronel Justiniano BorgoñoSargento mayor José I. GómezId. Martín GómezAyudante mayor: Teniente Fernando CarriónAbanderado: Subteniente Arnaldo Rodó1ra. compañía: Capitán teniente Amaro La RosaTeniente subteniente Manuel Rangel2da. compañía: Capitán Pedro A. MontenegroTeniente Pedro A. SarriaSubteniente Manuel M. La Rosa3ra. compañía: Capitán Domingo PáezTeniente Melchor MedinaSubteniente José RiveroId. Narciso Cárdenas4ta. compañía: Capitán Rubén ReyesTeniente Reynaldo UgarteSubteniente Teobaldo Palacios5ta. compañía: Teniente Manuel D. DomínguezId. Juan R. GálvezSubteniente Mariano Quintanilla

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Id. José Gregorio Salvatierra6ta. compañía: Capitán Ramón BarrantesTeniente Ruperto GuerraTeniente subteniente Fermín YáñezAgregado: Capitán Tomás TeevinSEGUNDA DIVISIÓNBatallones Marcavalle N° 6, Cazadores de Concepción N° 7 y TarmaN° 11Comandancia GeneralComandante general: Coronel Juan GastóBatallón Marcavalle N° 6Plana mayorPrimer jefe: Coronel teniente coronel Felipe Santiago CrespoSargento mayor Julián UretaId. Jacinto BedoyaTeniente Juan B. MestranzaSubteniente Pedro C. RojasId. Enrique Sack1ra. compañía: Capitán Domingo ÁlvarezSubteniente José N. CalleId. Juan PachecoId. Pedro Ochoa2da. compañía: Teniente Manuel M. MontoyaSubteniente Leoncio CarassaId. Julio Luna3ra. compañía: Capitán Benjamín CabreraTeniente Benedicto CéspedesSubteniente Francisco de Paula SecadaId. Pedro N. Valle4ta. compañía: Sargento mayor capitán Diego CastroId. Alejandro AguilarId. José Barrera5ta. compañía: Capitán José A. SotomayorTeniente Andrés OrdóñezId. Roque Rodríguez6ta. compañía: Capitán Emilio DíazTeniente Juan SánchezSubteniente Timoteo EsparzaId. Manuel AguilarBatallón Cazadores de Concepción N° 7Plana mayorPrimer jefe: Coronel teniente coronel Pedro José CarriónSargento mayor Manuel BedoyaSargento mayor capitán Vicente CallirgosTeniente Pedro LuqueSubteniente Jacinto Paucarcucho1ra. compañía: Capitán Sebastián MontesSubteniente Miguel OdiagaId. Martín CrederId. Felipe Muñoz2da. compañía: Teniente Gaspar N. WinderId. Manuel CorralesSubteniente Eugenio OrihuelaId. Antonio Sotelo3ra. compañía: Capitán Ignacio Torres

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Subteniente Alejandro A. GarcíaId. Emeterio J. Recuenco4ta. compañía: Capitán Reynaldo A. SoriaSubteniente Felipe CuevasId. Juan N. CastilloBatallón Tarma N° 11Plana mayorPrimer jefe: Teniente coronel Julio AguirreSegundo jefe: Sargento mayor Formidoro VásconesId. Julio Abel AguirreAyudante mayor: Teniente Tomás VillagránSubteniente Elías Ferruso1ra. compañía: sargento mayor capitán Toribio SantillánSubteniente José M. EstrellaId. Manuel Fernández2da. compañía: Capitán Damián de los RíosSubteniente Calixto Trujillo3ra. compañía: Capitán Pedro P. RetifierSubteniente Liborio DelgadoId. Antonio Calunga4ta. compañía: Capitán Baltazar OregónSubteniente José A. RosasTERCERA DIVISIÓNBatallones Cazadores de Jauja N° 9 y Junín N° 3Comandancia GeneralComandante general: Coronel Máximo TafurBatallón Cazadores de Jauja N° 9Plana mayorPrimer jefe: Coronel Miguel Emilio LunaSegundo jefe: Teniente coronel Luis LazoTercer jefe: Teniente coronel sargento mayor Teodosio Bedoya1ra. compañía: Capitán Francisco GilTeniente Juan RojasSubteniente Enrique VargasId. Emilio MuñozId. Guadalupe Torres2da. compañía: Capitán José E. del RiscoTeniente Félix Cabello3ra. compañía: Teniente Leonidas PaniaguaSubteniente Prudencio RojasId. Mariano S. Casallo4ta. compañía: Teniente César JiménezTeniente subteniente Federico GuillénSubteniente Fidel PeraltaTeniente Carlos Lecca5ta. compañía: Subteniente Manuel R. JaraId. Melecio Beunza6ta. compañía: Teniente José ValenzuelaSubteniente Carlos VillaránId. Inocente ÁlvarezBatallón Junín N° 3Plana mayorPrimer jefe: Coronel teniente coronel Juan Cancio VizcarraSegundo jefe: Teniente coronel Juan J. FernándezTercer jefe: Teniente coronel sargento mayor José B. Baca

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Id. Camilo LópezAyudante Mayor: Teniente Manuel Silva1ra. compañía: Sargento mayor capitán Eugenio AlzamoraTeniente Felipe BedoyaSubteniente Arturo PinochetId. Faustino Pérez2da. compañía: Capitán Pedro SilvaTeniente Gregorio MezaId. Alfonso AvendañoTeniente subteniente Melchor VillarId. Hilario DavisId. Pedro Angulo3ra. compañía: Capitán Manuel Arce y MejíaTeniente Santos BeraúnSubteniente Estanislao NavarroId. Julio Ponce de León4ta. compañía: Capitán Francisco TapiaTeniente Manuel EcheandíaSubteniente Saturnino Arias5ta. compañía: Capitán teniente Pedro AlcócerId. Avelino CasañaSubteniente Pedro ZárateId. Fermín Quiroz6ta. compañía: Capitán Amadeo del RiscoTeniente Julio RuizSubteniente Jacinto FríasId. Benjamín AlvaradoCUARTA DIVISIÓNBatallones Cazadores de Apata N° 8 y San GerónimoComandancia GeneralComandante General: Capitán de Navío Luis Germán AsteteAyudante: Capitán Manuel Felipe SoriaBatallón Cazadores de Apata N° 8Plana mayorPrimer jefe: Teniente coronel Diego GoyzuetaSegundo jefe: Sargento mayor Manuel García M.Tercer jefe: Sargento mayor capitán Manuel PinedaAyudante mayor: Teniente Baltazar Coronel1ra. compañía: Subteniente Juan Casós2da. compañía: Subteniente Isaías Márquez3ra. compañía: Capitán Pedro Rojas4ta. compañía: Capitán Agustín OrbegosoSubteniente Alejo M. ZárateId. Mariano Meneses5ta. compañía: Capitán Juan CoteraTeniente Gabriel N. PonceSubteniente Juan Silva6ta. compañía: Capitán Melchor VallejosSubteniente Miguel MonteroBatallón San GerónimoPlana mayorPrimer jefe: Coronel Melchor GonzálezSegundo jefe: Teniente coronel Eduardo SalazarTercer jefe: Sargento mayor Luis del MarCuarto jefe: Teniente coronel sargento mayor Manuel Barrios

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Ayudante mayor: Capitán Víctor Ames MezaSubayudante: Teniente Pablo ArgomedoAbanderado: Subteniente Melchor Guillermo1ra. compañía: Capitán Pedro DávilaTeniente Lucas MárquezId. Luis B. Sotelo2da. compañía: Capitán Feliciano FelioTeniente Marino M. MezaId. Gerónimo SantibáñezSubteniente Mauricio RamosId. Felipe S. Velis3ra. compañía: Capitán Santos Túpac YupanquiTeniente Emilio SantibáñezId. Antonio Túpac YupanquiSubteniente Manuel SantibáñezId. Nazario Castillo4ta. compañía: Capitán Alejandro CórdovaTeniente Manuel HerreraId. Toribio AcostaSubteniente Esteban Inga5ta. compañía: Capitán Pedro C. HerreraSubteniente Benedicto VelisId. Manuel Dávila6ta. compañía: Capitán Teodoro HerreraTeniente Jacinto UribeSubteniente Juan Túpac YupanquiARTILLERÍAComandancia GeneralComandante general: Coronel teniente coronel Federico RíosAyudante: Capitán Isaac IncháusteguiAbanderado: Teniente José R. Montes de OcaBatallón Artillería de MontañaPrimer jefe: Teniente coronel N. CarreraSegundo jefe: Teniente coronel Manuel CabreraTercer jefe: Sargento mayor Francisco PastranaCuarto jefe: Sargento mayor Eduardo IllescasQuinto jefe: Sargento mayor Modesto SalcedoAyudante mayor: Capitán teniente Fermín AguinagaAbanderado: Subteniente Leandro Murillo1ra. compañía: Teniente Agripino SalazarId. Mateo Nava2da. compañía: Teniente Mariano R. CárdenasSubteniente Alfredo J. HoraId. Manuel J. de la Torre3ra. compañía: Capitán Juan Antonio PortugalTeniente Eugenio SteeId. Abel J. CornejoCOMANDANCIA GENERAL DE VANGUARDIACapitán Cesáreo SandovalEscuadrón TarmaPrimer jefe: Sargento mayor Agustín Daniel ZapatelAyudante mayor: Capitán Francisco AlvariñoPortaestandarte: Alférez Enrique Cárdenas TracySargento 1° Hormidas López Lissán1ra. compañía: Teniente Aurelio Bravo

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Alférez Custodio ÁlvarezId. Víctor ValdiviesoId. Pedro CajigaoCABALLERÍAEscuadrón Cazadores del PerúMayor Santiago ZavalaEJÉRCITO DEL NORTE**Comandante en jefe: Coronel Isaac RecavarrenPrimera DivisiónJefe: Coronel Mariano AragonésJefe de estado mayor: Coronel Leoncio PradoBatallón Pucará N° 4: Teniente coronel Ponce de LeónBatallón Pisagua N° 5: Teniente coronel Toledo OcampoSegunda DivisiónJefe: Coronel Ciriaco SalazarJefe de estado mayor: Coronel Manuel Antonio PradoBatallón Huallaga N° 12CaballeríaEscuadrón Húsares: Teniente coronel José CabreraArtilleríaCuatro piezas.* Diario “El Perú”, Lima, sábado 10 de julio de 1886.** Memorias del Mariscal Cáceres.

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LOS MARINOS DE LA BREÑAPor: Jader Miranda Guerra.Fueron varios los jefes y oficiales de la gloriosa Armada que se plegaron al Ejército de Cáceres para cubrirse de gloria en la memorable Campaña de La Breña. Aquí, sólo una breve reseña respecto a la identificación fraterna que existió entre el Conductor Nacional y los heroicos marinos que con él hicieron en tierra lo que con Grau habían hecho en el mar .CÁCERES EN EL COMBATE DE IQUIQUESus soldados socorrieron a muchos marinos Página poco conocida en la biografía de Cáceres –que tiene aún muchas páginas inéditas- es aquella de su relación con el sin par almirante Miguel Grau y con otros heroicos marinos que compartieron con él nobles ideales, incluso concurriendo juntos a varias batallas. Y vale la pena hablar sobre ella.Era Cáceres prefecto del Cuzco cuando le sorprendió en 1879 la noticiade la declaratoria de hostilidades por Chile. Los batallones que tenía a sumando, incrementados con reclutas púnenos y cusqueños, marcharonentonces con él al frente de guerra, para conformar la segunda división del Ejército del Sur.Cabe recordar que el “Zepita” y el “Dos de Mayo”, cuerpos jefaturadospor Cáceres, fueron los únicos batallones que bajaron de la sierra, el último de ellos con reclutas ayacuchanos, paisanos del entonces joven coronel.El 2 de abril Cáceres estableció su cuartel general en el Alto del Molle ytres días después, al declararse oficialmente la guerra, fue testigo del bloqueo que impuso sobre Iquique la escuadra chilena. Destinó a sus “Zepitas” en posiciones de avanzada, para mantener el control de las caletas vecinas, en previsión de un posible desembarco enemigo.Los buques bloqueadores permanecieron a su vista hasta el 16 de mayo,en que Cáceres los vio partir rumbo al norte. Conocía de las correrías ybarbarie perpetradas por la escuadras enemiga del almirante Rebolledo, pero esta vez advirtió que no marchaban al ataque de pueblos indefensos sino para trabar combate con la escuadra peruana, y alistó sus tropas a efecto de auxiliar desde tierra, en lo posible, a los camaradas de Grau.El 21 de mayo, desde la playa, Cáceres fue testigo presencial del combatenaval de Iquique. Vio a lo lejos batirse al “Huáscar” con la “Esmeralda” y muy cerca de su campamento advirtió a la “Covadonga”, huyendo de la“Independencia”. Lamentó no tener cañones para apoyar a nuestra fragata,pero con todo quiso cruzar los primeros fuegos contra los chilenos y ordenó a sus “Zepitas” hostilizar al buque enemigo con cerradas descargas de fusilería, tarea en la que participaron además los ayacuchanos del “Dos de Mayo”. Por un momento, creó que sería partícipe de un gran triunfo peruano, pero esa ilusión fue truncada cuando inopinadamente vio encallar a la “Independencia”.A la cabeza de sus tropas corrió entonces a proteger la retirada de losnáufragos de la fragata peruana, contestando los fuegos dirigidos desde la“Covadonga”. Al cabo, los soldados lograron salvar a un buen número demarinos, ordenando Cáceres su traslado al Alto del Molle, donde se lesproporcionó los auxilios más urgentes.Para el coronel Cáceres resultó emotivo encontrar entre los náufragos dela “Independencia” a su cuñado el doctor Dianderas, que había servido como médico en el infortunado buque.Advertido el naufragio, Cáceres envió aviso a Iquique solicitando lapresencia del “Huáscar” para enfrentar a la “Covadonga”. El monitor, quehabía alcanzado rotundo triunfo sobre la “Esmeralda”, no tardó en aparecer, huyendo la “Covadonga” a toda máquina. Grau persiguió algún tiempo a la nave enemiga, regresando a Iquique la noche del mismo día.Allí permaneció hasta el 24, y en ese lapso Cáceres, antiguo amigo suyo,concurrió a verle, dialogando sobre el sombrío panorama que se presentaba al Perú pero reafirmando ambos que sabrían cumplir el deber patriótico hasta las últimas consecuencias.En los meses siguientes, desde el Alto del Molle, Cáceres vio repetidas

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veces el paso del glorioso monitor, presintiendo, dada la inercia del gobierno, su trágico final. Y producido el holocausto de Angamos, ante la memoria de Grau, prometió hacer en tierra lo que él hizo en el mar, no doblegándose ante la adversidad y teniendo como único norte el interés nacional.Pudo rendirse Grau en Angamos, pero no cabía la indignidad enespíritu tan elevado, y escogió por tumba la inmensidad del océano. Los que no supieron entender su mensaje clamaron paz a cualquier precio, olvidando su legado de gloria. Pero Cáceres lo siguió a cabalidad y por ello, en octubre de 1883, a tres años de la inmolación de Grau, el seguía combatiendo.En La Breña lo siguieron varios marinos, como los Astete y Tafur queofrendaron la vida en Huamachuco, para reunirse con Grau en lainmortalidad.DE GUARDIAMARINA A COMANDANTE DE GUERRILLAS

DON MAXIMO TAFUR, Héroe de HuamachucoNació en Lima el año 1849. Conmovido por las injusta agresiónespañola, se alistó de Guardiamarina en 1865. Sus primeros ascensos los ganó formando la dotación del monitor “Victoria”, la fragata “Amazonas”, el vapor “Chalaco”, el monitor “Huáscar” y la fragata “Independencia”.La guerra de 1879 lo sorprendió de subprefecto de Jauja, donde formó elbatallón “Jauja N° 1” marchó a la defensa de Lima Posteriormente, comosubprefecto de Tarma formó el batallón “Jauja N° 2. En 1881 Cáceres lodesignó Prefecto de Junín, organizando desde ese puesto la comandanciageneral de guerrerillas.Posteriormente se le dio la comandancia general de la III terceradivisión del Ejército de la Breña, unidad comp. Por los batallones Junín yJauja. Tomo parte en la memorable jornada del 5 de febrero en Pucará, donde saboreó el triunfo, y en las batallas de Pucará y Marcavalle, el 9 de julio del mismo año.

El 10 de julio de 1883, en la batalla de Huamachuco, ofrendó la vida, nomuy lejos de su padre Manuel, el joven coronel Máximo Tafur, que de marino se transformó en comandante guerrillero. Jefaturó la Tercera División del Ejército del Centro, tan valiente como sereno, para morir sable en mano, con un postrero ¡viva! a la patria que tanto había amado.Su última campaña fue la dolorosa y sacrificada Retirada al Norte, quesoportó con estoicismo hasta que alcanzó la gloria inmortal.

LUIS GERMÁN ASTETE, HÉROE DE HUAMACHUCOUn Capitán de Navío leal a Cáceres. Otro de los comandantes generales inmolados en Huamachuco fue Luis Germán Astete, limeño de 51 años, capitán de navío que en La Breña recibió la jefatura de la Cuarta División del Ejército del Centro. Sucumbió al frente de sus fuerzas –dice la crónica- cumpliendo digna y valerosamente su deber. Quedó su cadáver en el campo y fue sepultado apresuradamente por el platero Joaquín Ortega, “en un lugar pantanoso, con apresuramiento, por temor de loschilenos que saqueaban la población”.A los 18 años empezó su formación profesional en las aulas del ColegioMilitar Naval y su primer servicio lo hizo a bordo de la nave francesa “Algerie” con la que pasó a Europa; y volvió al Perú en la dotación de la fragata “Amazonas”, que nuestro gobierno compró en Inglaterra. Ya como capitán de corbeta fue de los Vencedores en el Combate Naval del 2 de Mayo.Concurre como Capitán de Navío a la defensa de Lima contra losagresores chilenos; y por orden superior, tras la derrota, procede a hundir la corbeta “Unión”, el monitor “Atahuallpa” y los transportes “Limeña”,Chalaco”, “Talismán”, “Oroya” y “Rímac”, para que no caigan en poder delenemigo.Marchó luego a la Sierra y se plegó al Ejército de La Breña bajo el mando

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de Cáceres, quien el 8 de mayo de 1883 tuvo a bien designarlo Comandante General de la 4ª División de Caballería que poco después emprendió la penosa retirada al Norte, cuyo epílogo fue su sublime holocausto.TENIENTE DE MARINA MANUEL FRANCISCO GAMEROEl más joven de los Héroes de HuamachucoHabía nacido en 1865 y a muy tierna edad, sólo 12 años, ingresó a la Marina. Ciando0 se declaró la guerra con Chile tenía cuatro años de embarcado. Se clausuró su escuela y decidió presentarse como voluntario logrando ser aceptado en la tripulación del “Talismán”. Concurrió a varias acciones de la guerra naval, manejando el cañón; y cierta vez lo hizo con las ametralladoras de la lancha “Arno”. Era en extremo temerario y solía decir: “Las balas chilenas me lavan la cara con el agua que levantan a nuestros costados”.Tomada la capital decidió plegarse al Ejército de La Breña que en lasescabrosidades de la cordillera marchaba a hacer frente al enemigo. Fue de esa manera que con escasos 18 años y como teniente del batallón “Huallaga”, concurrió a su cita final en Huamachuco. Fue herido por la metralla enemiga y luego repasado. Su cadáver nunca fue hallado y debió descansar en alguna tumba anónima.CAPITÁN DE FRAGATA JOSÉ GÁLVEZ MORENOAyudante de Cáceres en La Breña Fue hijo de José Gálvez Egúsquiza, Héroe del 2 de Mayo, a quien quiso emular participando con honor en la guerra con Chile. Tenía el grado de Teniente 2º de Marina cuando en la madrugada del 25 de mayo de 1880, durante el bloqueo del Callao, a bordo de la lancha “Independencia” que comandaba, se enfrentó a las lanchas torpederas chilenas “Janequeo” y “Guacolda”. Logró hundir a una nave enemiga, pero la suya también sucumbió, a resultado de lo cual cayó prisionero y fue conducido a Chile. Al quedar libre sirvió de ayudante del Ministerio de Guerra y Marina, marchando poco después a los Andes para plegarse a Cáceres con otros compañeros de profesión, con otros marinos que a falta de buques decidieron convertirse en infantes o en soldados de caballería, entre ellos, aparte de los citados líneas arriba, debe mencionarse a José Ernesto de Mora, que con el tiempo habría deostentar el alto grado de contralmirante.Gálvez integró la famosa Ayudantina del general Andrés AvelinoCáceres, con Oppenheimer, Enriquez, La Fuente, Bedoya, Fuentes y otrosesforzados jóvenes que fueron la fuerza de corps del Jefe de La Breña.Gálvez siguió a Caceres no sólo en La Breña, sino también en la campañaconstitucional de 1885. Le cupo la protagónica audacia de capturar, el 25 de noviembre de 1885, al mando de un puñado de valientes, la aldea de Chicla, apoderándose de una locomotora y diez vagones cargados con municiones y comestibles que puso a disposición del general Cáceres. En ese transporte capturado marchó la tropa de Cáceres sobre Lima.Gálvez llegó a ser Capitán de Fragata.JOSÉ ERNESTO DE MORADe Ayudante de Cáceres a ContralmiranteLimeño que a los 17 años empezó su servicio en el transporte“Talismán”, iniciada ya la guerra con Chile. Pasó luego al “Oroya”, quecondujo tropas y armamentos al Norte. Y en la batalla de Miraflores, el 15 de enero de 1881, sirvió con otros marinos en la batería ubicada en el Cerro ElPino.Fue de los primeros en presentarse en el cuartel general de La Breña,situado en Matucana, pasando revista el 31 de agosto de 1881 como Ayudante del general Cáceres. En ese servicio ganó consecutivamente sus despachos de Guardiamarina y Alférez de Fragata.Hizo toda la Campaña de La Breña y siguió fiel a Cáceres en la posteriorCampaña Constitucional. Recuerda el propio Cáceres que en medio de una lluvia y en la puna de Yauli, el ya teniente José Ernesto de Mora cedió su mula que en ella se cargaran las municiones; y siguió la marcha sin calzado y sin kepís, con los pies envueltos en fundas de rifle y ceñida la cabeza con un pañuelo. Es que el valeroso Ayudante no quiso ser que su heroico jefe, a quien acompañó en todo momento, tanto en el triunfo como en el infortunio, ganando a sus cortos años los laureles de la gloria.Su posterior carrera fue brillante y en 1923 alcanzó el grado de

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Contralmirante.

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PARTICIPACION INDIGENA DESPUES DE LA BATALLA DE HUAMACHUCOEn el mes y medio que permaneció Cáceres en Andahuaylas fueronllegando a su cuartel muchos de los valientes que lucharan a su lado enHuamachuco. Aunque reducidos a extrema pobreza, ellos conservaban intacta su fe en la causa patriota, según reconocería el general: “El ardor patriótico iba cundiendo por todos los pueblos de Apurímac, Huancavelica y Ayacucho,y de día en día aumentaba el efectivo de mis fuerzas. Llegaban también aAndahuaylas jefes, oficiales y soldados, casi todos con sus propias armas, quecombatieron en el campo de Huamachuco, y que atravesando cordilleras yquebradas, hambrientos y descalzos, venían en nuestra búsqueda paraincorporarse a las filas del incipiente ejército, y animosamente decididos aenfrentarse de nuevo al enemigo. Palmaria demostración de no haberseagotado la energía en el corazón de aquellos intrépidos veteranos, y muchomenos desvanecido la esperanza” (Cáceres, 1980: t. II, p. 13).Digna de relieve esa perseverancia, porque los sobrevivientes deHuamachuco recorrieron un extenso trayecto –más de medio Perú de norte asur- para llegar a Andahuaylas, pasando audaz y temerariamente por entre laslíneas enemigas, merced al apoyo que encontraron en las comunidades a lasola pronunciación de un nombre que infundía respeto y hasta veneración:¡Cáceres!Veteranos de una larga campaña supieron diferenciar hermanos detraidores, prefiriendo siempre los humildes caseríos para descansar yalimentarse, evitando las ciudades donde no faltaron los delatores. Y admiracomprobar que los campesinos de Ancash, Junín, Huancavelica y Ayacuchoreconocieran en esos forasteros a los breñeros; porque no alcanzamos aimaginar cuál fue la contraseña para tal inteligencia. Posiblemente, a lo largode la ruta el general fue dejando fieles compañeros que ayudaron en esereconocimiento; o tal vez fue el cariño y sinceridad con que pronunciaron elnombre del Tayta y proclamaron fidelidad a su causa que los indios, tan fierospara con los chilenos y los mistis, les franquearon el paso, guiándolos haciaAndahuaylas.Acudieron también al cuartel de Andahuaylas los varayoc de los cientosde ayllus campesinos de la región; muchos de ellos desde lejanas comarcas,donde la versión oral hablaba de Cáceres como del nuevo Inca. Sorprendecomprobar que hasta nuestros días las poblaciones indígenas, sempiternasmarginadas, recuerdan con reverencia el paso del general. Bastará citar el casode la comunidad de Piscobamba, ubicada al interior de Talavera, poblaciónvecina a Andahuaylas, donde hay un lugar especialmente respetado porque sedice que allí descansó Cáceres. Carecemos de la documentación necesaria paraafirmar con certeza que así ocurrió efectivamente, pero si no Cáceres alguno desus oficiales debió recorrer esos humildes caseríos, hablando del Tayta paracaptar el apoyo campesino.Todo el valle del Pampas formó un sólido frente con el ejército patriota, ycomo testimonio de lo que fue esa conjunción quedaron estas líneas firmadaspor el propio Cáceres: “Un día llegó a mi campamento de Andahuaylas unindiecito, armado con su rejón, en mi busca, mandado por las comunidadesde Ayacucho. Encontrábame en la puerta de la comandancia con algunosjefes, cuando se me acercó, y expresando su sorpresa al verme, me besó lamano y con voz conmovida díjome en quechua: “Taytay:Wanunnñachari, nirccanikun noccaikucca, ¿imanasccataccsaccerpariwarankiku? Kunanmantacca cusiccana kasaccku, Intiina tuyapaccpi lloccsimuptiki”. Que, traducido, quería decir, más omenos: “Padrecito: Preguntándonos por la causa de tu ausenciallegamos a pensar con tristeza que ya habías muerto, pero desdehoy nos sentiremos contentos porque como el Sol apareces después

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de la noche oscura”.“Esta manifestación –continúa relatando Cáceres- la hizo en términostan patéticos, que me conmovió hondamente hasta el punto de nublar misojos de lágrimas; los jefes que me acompañaban tampoco pudieron disimularsu emoción. Le abrace con el cariño que siento por esta raza noble e infeliz,que por centenares estaba dando héroes a la patria, e hice que descansara yse le atendiese con alimentos de mi escasa mesa” (Cáceres, 1980: t. II, pp. 14-15).Aquel indio, sin duda, llegó procedente de una muy lejana comunidad,donde se ignoraba por completo la suerte de Cáceres. Prueba, entre otrascosas, que la nación india, aun careciendo de autoridades representativas delgobierno, había tomado clara conciencia de lo que significaba la guerra patria,identificándose con un conductor que supo calar hondo.Respecto a esa comunión patriótica de esfuerzos e ideales, el historiadorjesuita Rubén Vargas Ugarte dejó apuntado: “Uno de los méritos de Cáceres,identificado con el indio a quien conocía y cuyo idioma hablaba, fuedespertar en sus mentes el amor a la patria, a este Perú que los había vistonacer. De ahí que a una voz de su jefe, lo dejaran todo y empuñaran el fusil, oen su defecto la honda y el rejón, a fin de repeler al agresor. Los campossituados en los valles andinos fueron regados con su sangre, pero ellos lavertieron generosa y entusiastamente, porque se dieron cuenta que lo hacíanpor una causa noble y justa, por su patria, en una palabra” (Vargas Ugarte,1971: t. X, pp. 283, 317).

LA SITUACIÓN EN AREQUIPAEn el cuartel de Andahuaylas se presentaron, asimismo, jefes patriotasradicales, como el capitán de navío Camilo N. Carrillo, quien insistió anteCáceres sobre la necesidad de marchar sobre Arequipa y tomar el mando delejército que allí acantonaba inactivo, aduciendo que el vicepresidente LizardoMontero no tenía la menor intención de apoyar la resistencia armada. Elmarino estaba absolutamente convencido de que el Ejército del Sur terminaríadefeccionando, basando su suposición en el hecho de haber comprobado enArequipa una creciente propaganda derrotista. Montero, además, tenía laabsurda sospecha de que Cáceres pretendía derrocarlo, recelo que alentaba suentorno político, ya abiertamente partidario de un trato con los chilenoscediéndoles a perpetuidad el departamento de Tarapacá (Ahumada Moreno,1890: t. VIII, p. 139).Carrillo consideraba que la sola presencia de Cáceres en Arequipacorrería a los derrotistas y que el Ejército del Sur se plegaría de grado a sucausa, abandonando al vacilante Montero. Pero Cáceres, aun comprendiendoque no faltaba razón a mucho de lo expuesto por el marino, desechó de planola sugerencia, para no aparecer como un caudillo golpista en momentos tangraves.Mucha contrariedad causó en el marino esa respuesta, y al despedirse deCáceres le anunció lo que fatalmente acontecería: “Mis razones no leconvencieron –recordaría Cáceres-, y continuaba alegando que eranescrúpulos que debía desechar, en atención a los sagrados intereses de lapatria, por la cual estaba bregando sin contar con el auxilio del gobierno, elcual no se decidía a tomar ninguna actitud definida. Juzgaba el capitán denavío Carrillo que el ejército de Arequipa se iba a perder sin haber hechonada por la patria, y que más tarde me arrepentiría de mis escrúpulos y deno haber procedido como él me lo sugería. Sin conseguir su objeto, el señorCarrillo se marchó para Lima” (Cáceres, 1980: t. II, p. 14).Cáceres, en efecto, lamentaría muy pronto haber desoído tales consejos,porque a mediado de ese mismo octubre tuvo ya prueba palpable de que era

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inútil esperar ayuda de Arequipa. Sucedió que Montero envió sobre susposiciones, en plan de reconocimiento –lo que suponía considerarloadversario-, un destacamento de 250 hombres perfectamente armados yequipados, comandados por los coroneles Francisco Luna y ArmandoZamudio. Éstos, contrariando órdenes, cruzaron el río Pampas y avanzaronhasta el cuartel de Andahuaylas, presentándose ante Cáceres para ponerlo alcorriente de lo que verdaderamente ocurría en Arequipa.Como una prueba irrefutable de la conducta negativa asumida porMontero, el coronel Luna mostró al Jefe de La Breña la última comunicaciónque recibiera de aquel, cuyo tenor era no podía ser más evidente: “Tan luegocomo reciba esta orden, póngase en marcha con su tropa, a marchasforzadas, antes de que caiga en manos de Cáceres” (Cáceres, 1980: t. II, p. 14).Aunque profundamente dolido por aquella revelación, Cáceres manifestóa los coroneles que estaban en libertad de retornar a Arequipa, pero que él sequedaría con la tropa. Replicaron entonces ambos jefes que desconocían laautoridad del vicepresidente Montero y que con gusto se plegaban al ejércitopatriota: “Entusiasmóse a tal punto el coronel Una con mi resolución –recordaría Cáceres-, que me respondió: “Yo también me quedo, pues usted esel único jefe que cumple con su deber combatiendo al enemigo; y, porconsiguiente, yo no obedezco ninguna orden antipatriótica y continuaré a sulado, para ayudarle en su ardua tarea de organizar tropas contra elinvasor”. Igual protesta de adhesión hízome el coronel Zamudio” (Cáceres,1980: t. II, p. 14). Agradeciendo el coraje y patriotismo de esos jefes, Cáceresles confió cargos de importancia en el nuevo Ejército de La Breña.LA COLUMNA CÁCERESDetalle saltante en Apurímac y Ayacucho, por lo excepcional, fue elapoyo que encontró Cáceres en algunos potentados. Tal fue el caso de JuanRosendo Samanez, primo suyo, quien organizó, armó y equipó un contingentede voluntarios.Vecinos de diversos pueblos colaboraron, a su vez, en la formación dealgunos cuerpos de caballería, como la “Columna Cáceres” que se organizó enAndahuaylas merced al concurso de jóvenes voluntarios que acudieronmontados en sus propios caballos.Por medio de cartas, Cáceres reclamó apoyo de los potentados de laregión, no precisamente con contribuciones obligatorias y desinteresadas, sinoa título de empréstitos pecuniarios que a su debido tiempo seríanreembolsados. El coronel Guillermo Ferreyros, llegado de Junín, donde prestóimportantes servicios, recibió la misión de recolectar esos aportes, viajandopor el interior para hacer llegar las cartas a sus destinatarios.Referencias bibliográficas:Ahumada Moreno, Pascual, Recopilación Documental sobre la Guerra del Pacífico,Valparaíso, 1890.Cáceres, Andrés Avelino, Memorias, Editorial Milla Batres, Lima, 1980.Vargas Ugarte, Rubén, Historia General del Perú, Editorial Milla Batres, Limas, 1971.

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CÁCERES Y SU LEGIÓN DEADMIRADORASEscribe: Milagros Martínez Muñoz.Estando ya anciano el mariscal Cáceres y viviendo en su apacible retiro de Miraflores, concedió en noviembre de 1915 una interesante entrevista al diario “La Crónica”*, en las que reveló facetas poco conocidas de su vida, entre recuerdos, anécdotas y detalles curiosos, como que fue muy admirado por las damas de Arica, cuando de joven teniente estuvo allí de guarnición por el año 1854. El héroe trajo a su mente aquellos días felices y recordó al “personal femenino” que formó su legión de admiradoras. Dijo exactamente lo siguiente:“Los mejores días de mi vida, durante mi juventud, por supuesto fueronlos pasados en Arica, cuando estuvimos de guarnición, antes de la toma deArequipa. ¡Tuve gran partido entre las muchachas y me divertí mucho! Figúreseusted que cuando llegamos, las familias se encerraron a cartabón en sus casas,celosas de nosotros. Y pasamos muchos días, en la más completa y aburridasoledad. Hasta que una tarde al pasar por una calle, divisé tres lindas niñasasomadas a la ventana de su casa. Venciendo mi timidez, me acerqué a ellas yles pedí un vaso de agua, “que no había podido conseguir durante el día”. Yme hicieron pasar a un salón y no sólo me dieron agua, sino riquísimos dulces yme invitaron para tomar el té, al día siguiente. Desde luego acepté la invitación,estuve puntualmente, a la cita. Ya no eran tres muchachas solamente, sinohasta seis. Y conforme se repitieron las visitas, iba engrosándose el personalfemenino. ¡Qué simpáticas reuniones tuvimos ahí, en adelante! ¡Era una familiamuy distinguida y muy amable!”.*Esta entrevista fue íntegramente publicada por Luis Guzmán Palomino en su libro “CáceresInmortal”, Comisión Nacional del Sesquicentenario del Natalicio del Gran Mariscal Andrés A. Cáceres, Lima,1990, pp. 272-276.

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ANECDOTARIO DE CACERESLAS PERDIDAS MEMORIASDEL MARISCAL CÁCERESue Cáceres escribió de puño y letra sus “Memorias” –hasta la fecha noencontradas- es una verdad corroborada por el testimonio de su hija doñaZoila Aurora Cáceres, quien el año 1939 anotó a pie de página y redactóunas Reflexiones Finales al opúsculo titulado: “El Centenario del Mariscal Andrés A.Cáceres. Biografía escrita por Jorge Guillermo Leguía”, que ese año se publicó enlos talleres de la Litografía Leblanc, en Santiago de Chile. Extractamos en esta notalo que la distinguida historiadora a notó en las páginas 53-55, con la esperanza deque algún día puedan ser halladas las auténticas “Memorias” de Cáceres, hasta hoydesconocidas (M.M.M.).“Mal informado estuvo Jorge Guillermo Leguía -escribió Zoila AuroraCáceres-en lo que se refiere a mi libro “Campaña de La Breña” (Memorias delMariscal Cáceres), al decir que mi padre “no estaba satisfecho”. Algo hubo queresultó una profecía. La magnitud de la obra que emprendí. Alentada por losGenerales, sus amigos, abarqué toda la Historia de la Guerra, años 1881-62-83. Él medijo: “es una obra demasiado extensa (y) no llegará a imprimirse”.Se cumplió la profecía, porque sólo he publicado el primer tomo, debido a quesiendo una obra nacional ha debido editarla el Gobierno. La impresión del primertomo, dado su gran volumen aumentado por múltiples documentos, me significó unesfuerzo pecuniario que no me es posible repetir.Yo hice el esfuerzo esquemático histórico cronológico geográfico y en élescribió mi padre sus Memorias, cuando ya era octogenario y que yodocumenté. La más penosa labore fue la búsqueda de la autenticidad. Tuve queseleccionar miles de papeles que formaban rimeros en el Estado Mayor delEjército, además hacer estenografiar conversaciones de los sobrevivientes yconfrontarlas para evitar el error histórico. La falta del archivo oficial de la época,extraviado en los desastres de la guerra, aumentaba lo penoso de esta labor.Recuerdo que estando mi hermana presente al leer a mi padre la descripcióndel combate de Huamachuco (aún no publicado) el llanto corría por su rostro alpunto que no quise continuar la lectura pero él insistió y me dijo: “Me haces reviviresa jornada, no hay ningún equívoco, está perfecta, parece que la hubiesespresenciado”.Ya había cumplido el Mariscal Cáceres los 90 años cuando el ComandanteJulio Guerrero, con la información del libro que yo había publicado y la queobtuviera verbalmente, escribió en un tomo toda la epopeya de la Campaña delCentro, resultando la obra completa y con juicios profesionales del que ya estabaacreditado parta formularlos. Mi obra ahora está inconclusa, pero con toda ladocumentación lista y gran parte ya escrita. Guardo los originales manuscritospor el Mariscal Cáceres.Mi libro es una obra de biblioteca, de consulta para los profesionales, nada delo acontecido se escapa y está respaldado por numerosa documentación oficial de laque aún sólo he devuelto la referente al primer tomo. Conservo el comprobantede haberlos entregado al Archivo Nacional rogando que los conservencomo prueba de la autenticidad de la Historia de la Campaña de LaBreña”.

¡VOTAMOS POR EL TAYTA CÁCERES!En nuestra Biblioteca Nacional es posible revisar los ejemplaresdel periódico “Prensa Libre”, que el año 1884 editaron en Limaesclarecidos patriotas, en apoyo de la causa de Cáceres que porentonces combatía por igual a los invasores chilenos y a los partidario dellíder entreguista Miguel Iglesias. En los primeros meses de aquel año se

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celebraron elecciones para el Congreso que convocaron los proditorescon el sólo objetivo de ratificar el tratado de Ancón. En Apurímac sucedióentonces un hecho insólito, del cual dio cuenta Manuel Bedoya en undespacho que publicó “Prensa Libre” en su edición de 18 de febrero de1884, con el siguiente tenor:Fuerzas del general Cáceres redujeron a prisión a los subprefectos de Antabamba y Apurtímac.El señor Váscones, subprefecto de Andahuaylas, se encuentra en Lima. Fue perseguido por el general Cáceres. En Pampachiri, distrito de Andahuaylas, concurrieron las comunidades a sufragar para las elecciones. Como no sabían escribir, según la ley de elecciones fueron preguntados por quién votaban. Ellos respondieron:-¡Por el Tayta Cáceres!-No se trata de Presidente, sino de diputado -les replicaron-.-Yo no sé nada Taitai. ¡Queremos a Tayta Cáceres!

LÁGRIMAS DEL MARISCAL“El General Canevaro, miembro prominente del Partido Constitucional, acostumbraba ofrecer cada año un almuerzo a Cáceres el 27 de noviembre, aniversario de la victoria de Tarapacá, en su suntuosa mansión de la calle de Trinitarias. Como un año se hallara ausente en esa fecha, los amigos y admiradores lo organizaron en el desaparecido restaurante del Zoológico (en la hoy Plaza de la República) al cual asistí. Al momento de los brindis uno de los viejos amigos de los días de La Breña leyó el programa de estilo, y Cáceres se puso de pie para decir unas cuantas palabras de agradecimiento.Comenzó recordando que el sitio del banquete era precisamente aquel por el cual ingresó a Lima el 15 de enero de 1881 después de la batalla de Miraflores, herido y derrotado; y trataba de reunir a los oficiales que escaparon del desastre para levantar, a base de ellos, el ejército de la resistencia, cuando se le acercó un Teniente De La Barrera, quien viendo que no tenía Ayudantes ofrecíase para servirle de tal; y con ese motivo habló de cómo sus Ayudantes, todos ellos jóvenes de respetables familias, no se le apartaban un solo instante en los combates, y cómo habían caído todos, uno tras otro, en Miraflores; y al llegar a este punto un grueso sollozo le cortó la palabra y llenáronsele de lágrimas los ojos”. Cuento este episodio para que se vea por qué he hablado varias veces de la emotividad del recio Campeón de La Breña.

ANÉCDOTAS E INTIMIDADESDEL HÉROE DE LA BREÑAPor: Inés Mendiburu.Lucila Hortensia fue la hija mayor de Cáceres. Siendo muy niña, junta a sus hermanas también pequeñas, Zoila Aurora y Rosa Amelia, marchó con su madre doña Antonia Moreno Leiva, a plegarse a la hueste que en La breña comandaba el adalid de la resistencia nacional. Compartió así los sacrificios y avatares de esa epopeya, que quedó grabada para siempre en su memoria.Estando en mayo de 1883 en la ciudad de Tarma, donde Cáceres tenía a la sazón su cuartel general, vio llegar una partida de guerrilleros de Yauli, prorrumpiendo en llanto incontenible al verlos pobremente vestidos, casi inermes, vivando a su padre y alistándose para la batalla.Corrió entonces hasta una capilla cristiana, donde su madre le dio el alcance, viéndole el rostro completamente anegado de lágrimas mientras rezaba al Hacedor.“- Hortensia, por qué lloras? ¿por qué rezas?”, preguntó la madre.“-Mamacita - contestó la niña- lloro porque me dan mucha pena estos pobres indios;van para que los maten como a perros, porque no llevan balas para defenderse”.Y entonces le respondió la madre: “-Dirás que los matarán como a héroes”. Y lloró con ella.Años más tarde, Hortensia escribirla los Recuerdos de la Campaña de La Breña, que le dictósu madre, poco antes de morir. La emoción social presente en dicha obra es sin duda aporte de la redactora.Mucho tiempo. después, ya en su ancianidad, ella concedió al diario “La Crónica” una singular entrevista, que fue publicada el 13 de mayo de 1954. Habló entonces sobre las intimidades del héroe, sobre su dimensión humana, faceta poco conocida de su biografía. Copiamos aquí algunos selectos párrafos de tan importante testimonio.

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UNA HAZAÑA Y UN ASCENSOEn la época de Pardo, papá era comandante del batallón acantonado en el cuartel de SanFrancisco y tenía el cargo de segundo jefe. Papá se iba a acostar cuando estalló un movimientorevolucionario contra Pardo. Papá oyó tiros… rápidamente se puso sus pantuflasy salió corriendo y echó llaves a las puertas del cuartel. Entonces un sargento de los revoltososinesperadamente le apuntó con su fusil al pecho, intimidándolo para que le dieralas llaves. Papá, al rechazar el ataque, empujó al sargento, sacó su pistola con la otra mano,pues la otra la tenía quemada, ya que el fusil del sargento había hecho tanto tiroteo,que estaba terriblemente caliente, y lo eliminó. Luego, llegó a dominar la revuelta con laayuda que le prestaron los militares. Cuando supo Manuel Pardo, Presidente de la República,de la actitud de papá, fue al cuartel y le dijo: "Coronel: desde este momento es usted el primerjefe del batallón". Sobre la marcha. . . ¡papá fue coronel!ELEGANCIA Y TERNURAPapá era fino, exquisito en su trato, muy recto; pero alegre, elegante con las damas. Suspalabras más fuertes eran “carácter” y “cangrejo”. Sé enternecía mucho con la música de lasierra… quería bastante la música de nuestro pueblo, a pesar de no dejar la música clásica,pues cuando estábamos en Berlín íbamos a la ópera y escuchábamos a Wagner. El baile leencantaba y era muy galante con las damas.Una cosa que nos llamaba la atención era el don especial que tenía para domar a ciertosanimales. Era muy aficionado a los pájaros y en Chorrillos tenía un pájaro ayacuchano("Chirote"), que se le posaba en los hombros. Le daba de comer a sus palomas y nadiecreerla que la bravura de su vida militar formaba un contraste con la sencillez y bondadde su vida íntima. . .“NUNCA DE RODILLAS”Los guerrilleros tenían una adoración única por papá. Los indios del Perú tenían cultopor Cáceres. Le llamaban “tayta”. Él era un compañero para ellos y sufrían igual. Sobreello les voy a contar algo curioso. Una vez que estuvimos en Huancayo, en casa de doñaBernarda Piélago, residencia aristocrática que sólo era pisada por lo más graneado y ranciode la región, resulta que los guerrilleros se presentaron a la casa para saludar a su “tayta”,pero como era de imaginarse, la dueña de la mansión no los dejaba entrar…Al fin, a ruegos de papá, entraron… Parecía una escena de Luis XIV; los indios se quitabanel sombrero y saludaban ceremoniosamente y luego corrían a arrodillarse ante papá yle besaban la mano; entonces molesto, pero cariñosamente, papá les decía: "Katariychis,manan charicca, ccaripacha kconccoricunanchu kay ccapas”, que en buen castellano quería decir:“Levántense: un hombre nunca se pone de rodillas”. Papá hablaba con sus indios en quechuay se entendían muy bien.Yo no quisiera contarles sobre la vida militar de papá, porque la historia ya la da a conocer;pero como me han preguntado sobre su iniciación corno militar, les diré que más omenos a la edad de 17 años y cuando menos se esperaba, se escapó con unos amigos delcolegio y se presentó al general Fermín del Castillo, durante la época de Castilla, y le dijoque quería ser militar. Y así se inició en la carrera de las armas.DE NIÑO QUISO SER CURASiendo muy muchacho papá quiso ser cura, y como era muy engreído por mi abuela ledaban gusto en sus pedidos. Tendría, dicen, unos ocho o diez años cuando le mandaronhacer un vestido de sacerdote, le construyeron un altar en un cuarto, y entonces él hacíamisas jugando así con sus compañeros y amigos.Fíjese usted qué contraste, la inclinación hacia el sacerdocio siempre se haría presente enpapá. ¡Quién iría a pensar que después sería un bravo militar! En fin, les cuento esto paraque observen que nadie pensaba que ingresaría a la carrera militar.SU MODELO FUE UN SARGENTOLes voy a contar una cosa que papá me decía y que había sido uno de sus triunfos cornomilitar. Su principal estimulo, para ser siempre el primero, se lo dio un sargento. Era elsargento que lo instruía. Cuando papa se demoró en los primeros pasos para marchar, el

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sargento expresó satíricamente: “Estos señoritos quieren ser militares y no saben ni marchar”. Esto picó a papá y desde ese entonces, para salir triunfante en sus propósitos, se acordabadel sargento y se esforzaba por quedar bien.LA CICATRIZ DEL GUERREROSe ha dichó que papá era “tuerto”, pero no había tal cosa ya que tenía sus ojos perfectos yleía y escribía muy bien. Solamente tenía caído el lagrimal y la cicatriz en la nariz del tamañode un real (moneda menuda). Estaba batiéndose (al servicio de Castillla) en la torrede Santa Rosa (en Arequipa) y llovían las balas; una de ellas lo cogió, por lo que fue envueltoen unas frazadas y lo llevaron a un convento. Las monjas lo asistieron con todocariño y le insinuaban en todo momento que dejara la carrera militar y que se quedara enel convento como capellán del mismo. Pero papá ya estaba hecho para la vida militar.Cuando le dijeron a don Ramón Castilla que el teniente Andrés Avelino Cáceres estabagravemente herido, respondió: “¿Grave? ¡No ha muerto! Quiere decir que la Providencia lo reserva para algo grande”.Y así fue, ya que el Perú sabe que papá se dedicó íntegramente a la defensa de nuestrapatria en los momentos aciagos en que Chile invadió nuestro territorio. Su fama llegó atanto que el propio general chileno Patricio Lynch ordenó la muerte para todos los caceristas.

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JOJOJJJJJJJJJJJJJJJJJJJJJJJJJJJJJPor un Perú Libre, Grande y DignoPor: Germán Calderón TicseAndrés Avelino Cáceres es un Símbolo de la Peruanidad. A todos nosrepresenta, civiles y militares, sin ningún distingo, pues encarnó las más purasaspiraciones y los más caros ideales de la Nación. Aspiraciones e ideales quemantienen plena vigencia, porque la patria soñada por Cáceres está aún enconstrucción.Se ha dicho con fundamento que varios de los países limítrofes tienen yproclaman un objetivo nacional. Nosotros no diseñamos aún el que sea capazde convocar el apoyo de todos los peruanos. Pero tenemos sí la figuraparadigmática en torno a las cual debieran nuclearse los esfuerzos actuales detoda la familia peruana. El norte que guió la venerable existencia de Cáceres fueel bien del Perú. Y tenemos la certeza de que todos los nacidos en nuestrohermoso y sufrido país, hacen suyo ese noble anhelo de luchar en todo campo yen todo momento por labrar un Perú Libre, Grande y Digno, como lo quisoCáceres.Nuestra Identidad Nacional se nutre en una historia milenaria. Sus portentososlogros en los tiempos pretéritos debiera cimentar el orgullo nacional. Elterritorio andino, con el trabajo, inteligencia y esfuerzo de sus pobladores, fueuno de los cinco escenarios en los que a nivel mundial nació la civilización, hacemás de siete milenios, con la domesticación de plantas y animales, y con eladecuado conocimiento y manejo del suelo, del agua y del clima. Aquí se logróla armonía del hombre con la naturaleza y se sucedieron culturas cuyos logrosmateriales han sido y son reconocidos por propios y extraños.Epílogo de ese tiempo de progreso con desarrollo autónomo fue laconformación del imperio de los Inkas, conducido por una selecta elite de jefesmilitares que alcanzó dominio sobre gran parte de la América del Sur, dominioque corrió paralelo a la difusión de una avanzada civilización. Las huestescuzqueñas, movilizadas hasta más allá del Maule por el sur; hasta el Tucumán yel Gran Chaco por el sur este; hasta la ceja de selva de casi toda la cordilleraandina; hasta el río Coca, afluente del Amazonas por el noreste y hasta lafrontera colombo-ecuatoriana por el norte, llevaron consigo contingentes depoblación campesina que difundieron por todo ese territorio el legado materialy espiritual de quienes crearon aquí, en el corazón de los Andes, una de las másadmirables civilizaciones de la historia universal.Ese esplendor, ese camino de progreso, ese período de gloria, se perdió en elsiglo XVI, al instaurarse en nuestro suelo un dominio foráneo, que nos sumió enla dependencia política y económica, causando la desgracia de las grandesmayorías. Tres siglos de dominio colonial terminaron con la gestaindependentista en virtud de la cual emergió el Perú Republicano, en 1821,hecho de profundas repercusiones políticas y militares, mas no económicas ysociales. El Estado en el siglo XIX pasó a poder de grupos dominantes que nosupieron ser dirigentes, como lo han dicho varios estudiosos de nuestra historia.Aunque hubo intentos de hacer del Perú una Patria Grande, bajo los gobiernosde los mariscales Andrés de Santa Cruz y Ramón Castilla. Se afirma que elprimero intentó un proyecto de desarrollo capitalista, que al chocar con losintereses de la burguesía chilena provocó la guerra que acabó con laConfederación. Castilla construyó las bases del progreso y el país pudo pensaren mejores días, pero los gobiernos que le sucedieron, envueltos en unaincesante anarquía, vieron el acceso al poder como la captura de un botín, yllevaron al país a la bancarrota que precipitó un segundo desastre ante Chile conla pérdida del rico territorio del guano y del salitre.El pueblo peruano no fue responsable de tal desgracia. Pese a las derrotas en lascampañas marítima, del Sur y de Lima, el noble ideal de defender la heredad

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nacional hasta el sacrificio, como lo hicieran los de Bolognesi en Arica, semantuvo incólume, Y los pueblos del Perú, con su efervescencia patriótica,generaron al brillante conductor de sus ideales, Andrés Avelino Cáceres, quiendesde un primer momento luchó por La Unidad Nacional, única manera dehacer frente con posibilidades de éxito a la agresión externa. No se pudo lograrla ansiada Unidad Nacional pues el Jefe de La Breña fue incomprendido y hastatraicionado por algunas gentes que antepusieron sus intereses económicos a lossagrados intereses de defender a la patria agredida. Pese a tal contrariedad, seplegaron a Cáceres selectos contingentes militares y civiles, soldados, marinos,intelectuales, empresarios, obreros de las minas, en fin, peruanos de diversosestratos sociales cuya mayoría fue el pueblo campesino, hombres y mujeres dela costa y de la sierra que lo reconocieron como el Adalid del Patriotismo.Con ese apoyo pudo Cáceres desarrollar la memorable Campaña de La Breña,epopeya sin par en los anales republicanos, donde si el destino nos negó eltriunfo en el campo de batalla, el coraje y sacrificio de nuestros héroes nos diogloria, dignidad y honor. Así lo entendió el pueblo peruano cuando después dela guerra convirtió al Primer Soldado de la República en el Primer Ciudadanode la misma, eligiendo a Cáceres como Presidente Constitucional paraemprender el difícil período de la Reconstrucción Nacional. Fue en esos añosque el Héroe reafirmó su anhelo de construir una Patria Libre, Grande y Digna.Pero diversos avatares, propios de un período que la historia denomina “LaRepública Aristocrática”, truncaron sus anhelos.Hoy la Patria vive días cruciales. Los inopinados sucesos de los últimos añoshan dejado heridas que es preciso cerrar. La Unidad Nacional, el más caroanhelo de Cáceres, es otra vez reclamado por el pueblo, que se esperanza en untiempo de cambios, con un retorno al pleno imperio de la legalidad y lademocracia, con el saneamiento de sus instituciones y con la rediviva esperanzade emprender el definitivo camino que nos conduzca por la senda del honor, ladignidad, el progreso y la grandeza.

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ANDRÉS AVELINO CÁCERESHÉROE MÁXIMO DEL PERÚPor: Olga Guzmán Ribeyro.or sus virtudes cívicas y por sus hazañas bélicas, Andrés AvelinoCáceres, el soldado de La Breña, es el arquetipo másrepresentativo de nuestro Ejército y, por ende, es también unode los principales paradigmas de la nación Peruana.Cáceres fulgura en la memoria nacional como el ejemplo a seguir.Su legado es imperecedero; sus ideales son eternos. La vida del Soldadode La Breña, hoy más que nunca, aparece en la historia como una lecciónplena de enseñanzas, para esta generación y aun para todas las que sesucedan en el porvenir.Cáceres consagró a la patria el íntegro de su gloriosa existencia, ypor ello entre los peruanos tiene un recuerdo en cada memoria y tiene unaltar en cada corazón.No hay peruano que no pronuncie su nombre, ¡CÁCERES!, consentida unción patriótica rememorando al Héroe entre los Héroes,recordando al hombre extraordinario que, luchando contra todas lasadversidades, supo conducir, en horas aciagas para la patria, la banderadel honor y de la dignidad nacional.Cáceres no fue ungido héroe en virtud de un decreto. Cáceres fueelevado a esa categoría inmortal por la opinión de todos suscompatriotas, que reconocieron en él a un hombre superior, el hombreque encarnando el más acendrado patriotismo, puso al servicio del Perútodas sus energías, todo su valor y toda su alma.Por todo ello, cualquier palabra que se pronuncie en su honorestará siempre justificada. La aureola de su gloria ilumina más que lasllamaradas de los volcanes y su voz llamándonos a luchar por el bien delPerú, en todo momento y sin claudicaciones, resuena aun más fuerte queel estrépito de la naturaleza puesta en furia.Andrés Avelino Cáceres simboliza lo más noble y sacrosanto de laperuanidad. Los peruanos vemos en él a la personificación más grande delas glorias nacionales. Cáceres enalteció el pabellón patrio enarbolándoloen numerosos combates y conduciéndolo, altivo y enhiesto, de uno a otroconfín del país, como símbolo emblemático de la resistencia jamásdoblegada.De 1879 a 1884, durante cinco años de incansable trajinar, Cáceresrecorrió de sur a norte nuestro dilatado territorio, tramontando lospicachos andinos, atravesando torrentosos ríos, recorriendo angustiososyermos, presentándose en todas partes, infatigable, sereno y soberbio,ante un enemigo que se sorprendió de tanta audacia.Grabado está en la memoria histórica del Perú que el heroísmo deCáceres en la Guerra con Chile, con el sacrificado esfuerzo de sussoldados y guerrilleros, puso a salvo el honor y mantuvo incólume ladignidad nacional. Figura de perfil espartano, guerrero de insignesaudacias, patriota de férrea voluntad, Cáceres dignificó la derrota enaquella infausta contienda.Como soldado, Cáceres simbolizó el heroísmo y la gloria.Insuperable como guerrero, bien se dijo de él que bajo el sol peruano nohubo soldado más grande, ni más genial, ni más extraordinario.Cáceres jamás rindió su espada y, por el contrario, la hizo brillarcon mayor intensidad en las horas de infortunio. Las innumerablesfatigas, las encontradas emociones de esa prolongada lucha, todo lo pudoresistir porque poseía una vigorosa naturaleza, un indomable valor y uninextinguible amor a la patria.

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Fiel seguidor de Bolognesi, Cáceres luchó muchas veces hastaquemar el último cartucho. Y si no le correspondió morir en el campo debatalla, fue porque el destino le deparó la sacrosanta misión de conducir,desplegada y enhiesta, la bandera roja y blanca por toda la vastaextensión de nuestro territorio, desde el océano hasta la ceja de montañay desde Tarapacá hasta Huamachuco, enarbolándola como símbolo de laresistencia a la invasión y como escudo de la integridad territorial.Bandera que en el fragor del combate quedó muchas veces hechajirones, que fue cuando se alzó más hermosa que nunca, empuñada porhéroes y mártires que con su “sangre, sudor y lágrimas”, como dijoChurchill, comprometieron para siempre la gratitud nacional.Cuando la patria padecía la más injusta y alevosa agresión, cuandolos tránsfugas de todo tiempo perpetraban la traición, comprados conprebendas y dinero, Cáceres, pese a tantas adversidades, tuvo fe. Y porello se internó en el corazón de la república, para reaparecer combativo ala cabeza de bravos soldados y guerrilleros, entre quienes supo propagarsu fe y su entusiasmo, proclamando que el Perú no estaba vencido.Así, desde las altas cumbres de los Andes peruanos, contemplandola inmensidad del espacio, inmensidad tan inconmensurable como suheroísmo, Cáceres emprendió la más grande epopeya republicana queregistra la historia, sin importarle que la contienda fuese desigual, segurode que el destino le deparaba la gloria y confiado en la excelsitud de susvalor y su patriotismo.Esa epopeya sin par, por desgracia aún soslaya en los textosescolares, fue la gloriosa Campaña de La Breña. Quiso el destino queCáceres sobreviviera por más que fuera siempre el primero en la línea decombate. Fue herido varias veces, le mataron cabalgaduras, vio caer a sulado cientos y miles de camaradas, pero sobrevivió para bien del Perú.Porque sin Cáceres y sin La Breña, quien sabe si acaso hubiesesobrevivido el Perú, ya que Chile y algunos malos peruanos llegaron apensar en instaurar un protectorado chileno en nuestro territorio. Seequivocan por ello quienes dicen que Cáceres le faltó morir enHuamachuco para coronar su gloria.De haber sucedido así, triunfante el invasor extranjero y suscómplices los traidores, si hubiera muerto Cáceres en Huamachuco,nadie hubiese podido impedir una prolongación de la ocupación chilenaen gran parte de nuestro territorio. Después de Huamachuco Cácereslevantó aún un nuevo ejército, preparando el avance final y definitivosobre lima pero ya los chilenos habían obtenido de los traidores untratado de paz lacerante e ignominioso.Los adversarios, admirándole y temiéndole, lo llamaron Brujo delos Andes. Porque sin contar el número de sus adversarios, Cáceres librócombates inverosímiles, efectuando maniobras sorprendentes. Así vencióen Marcavalle y pucará mientras en Concepción los valerososmontoneros, casi inermes, obtenían también resonante victoriaoponiendo a los cañones y fusiles del invasor, los rejones y las galgas, laaudacia y la energía, la perseverancia y la fe. Toda la fe de sus alma degran patriota.Ese fue el Cáceres de la Resistencia, el guerrero sin par, el adalid dela identidad nacional, el paradigma de la dignidad, del honor y del másacendrado patriotismo.Es tan grande la gallarda figura de este soldado epónimo, que hastasale de los límites de la historia, penetrando en los escenarios de laleyenda, que embellecen su recuerdo.Por eso, la Orden de la Legión Mariscal Cáceres rinde perpetuo

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homenaje a su memoria, enaltece sus hechos y los trasmite como ejemplopara las nuevas generaciones, como las entusiastas juventudes que hoyintegran nuestras Brigadas Caceristas.Exaltamos y trasmitimos como un legado glorioso sus portentosashazañas, sabiendo que la nación entera guarda por Cáceres una fervienteadmiración, sabiendo que se le considera como prototipo ejemplar de laperuanidad.Pero además de guerrero sin par, Cáceres fue también un egregiociudadano. La historia le debe aún un reconocimiento por su labor dedemocrático estadista, en el difícil período de la ReconstrucciónNacional.Como Jefe de la Nación Cáceres fue estadista vidente. Llegó alpoder después e inicio la difícil tarea de la Reconstrucción Nacional.Con grandes esfuerzos y con muchas incomprensiones, Cáceresreorganizó la hacienda pública, y a su impulso poderoso la repúblicaextenuada recobró sus fuerzas; el tesoro público salió del caos y el Perúvolvió a ser sujeto de crédito en el consenso internacional.El gobierno de Cáceres sentó las bases para la reorganización de lainstrucción pública. Fue un período marcado por un renacimiento entodos los campos del saber y la cultura. Y fue también preocupación delgobierno de Cáceres la Defensa Nacional, dotando a la Fuerza Armada delos elementos necesarios para su resurgimiento.En la dirección de la vida pública, Cáceres mostró grandes virtudes.Fue un inteligente organizador, y actuó con probidad y austeridad en elmanejo económico. Respetando invariablemente la libertad de opinión,Cáceres busco siempre la conciliación, mostrandose cauto en lasdivergencias. Por ello su gestión administrativa restaño las heridas de laguerra, permitiendo una recuperación saludable al accionar de larepública.Más tarde, en su actuación diplomática, Cáceres captó las simpatíasde todos los gobiernos donde representó, con pulcritud y discreción, losintereses del Perú. Fue ministro plenipotenciario en Alemania, en elimperio austro-húngaro, en Francia y en España, sobresaliendo por sulaboriosidad y por su espíritu ponderado.Cáceres fue además un brillante conductor político, faceta en la quemostró una vez más sus dotes de conductor de masas y de pueblos.Fundó el Partido Constitucional, llamando en torno suyo a eminentesciudadanos, en un tiempo en que de manera fraudulenta la oligarquía sehacia del poder.Cáceres orientó su partido político hacia los ideales de lademocracia y del patriotismo, siendo principales objetivos de suprograma el bien público, la prosperidad económica y la consolidación dela Unidad Nacional.Con admirante rectitud Cáceres supo mantener los principios de suagrupación política e hizo de sus ideales un apostolado, totalmente almargen de cualquier interés mezquino. Y cuando la adversidad sepresentó también en este campo, Cáceres supo ser leal a sus compañeros,manteniendo la ecuanimidad en todo momento.Primó en Cáceres el criterio de exponer las ideas, no el deimponerlas que muchos años después presentaría como norma éticaquien, siendo joven soldado fuera su ordenanza; el General de DivisiónJosé del Carmen Marín; mucho menos haciendo uso de la violencia.Hombre de espíritu profundamente republicano, profesó el principio dela igualdad en su forma más amplia.El destino lo puso en situación expectable y fue tentado para caer

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en la soberbia y en la ostentación; sin embargo, su modestia y su sencillezconstituyeron norma invariable de conducta que observó estrictamente.Tuvo gran respeto por sus semejantes, su trato social fue de unadelicadez admirable y siempre se mostró como fervoroso cultor de lasincera amistad.A lo largo de toda su vida. Cáceres fue un tesonero defensor de lavida en democracia. Se mantuvo siempre al margen de la luchas internasque anarquizaron al país y las deploró con severas condenas cuando tuvoque convertirse en protagonista de esa vorágine. Su ideal político fue elde la Unidad Nacional, sin distingo de partidos ni de clases sociales.Luchó perseverantemente por la Unidad Nacional, un ideal quenunca pudo ver todo consolidado. Y fue un demócrata en toda laexpresión de la palabra, porque supo escuchar con respeto el parecerajeno e incluso seguirlo cuando le pareció justo. Enseño la democraciacon el ejemplo, confundiéndose con las masas populares de las que fuedigno representante.Cáceres fue un portavoz de los ideales de equidad y solidaridad. Deello dio testimonio en varios episodios de la Campaña de La Breña; luegocon su labor como presidente constitucional y más tarde como elprincipal y más respetado patricio de la República.Cáceres comprendió los males de la desigualdad social y fue de losprimeros en aplicar medidas conducentes a la reforma agraria,amenguando también en lo posible, las cargas tributarias que pesabansobre el campesinado.Varios de sus simpatizantes formaron parte de las huestes delrebelde ancashino Pedro Atusparia, que no sólo luchó contra los abusosde la feudalidad sino también contra el gobierno chilenófilo de MiguelIglesias.Cáceres, que tras derrocar al traidor Iglesias fue reconocido comoprimer mandatario de la nación, recibió en palacio a un hijo deAtusparia, mostrándose así solidario con la causa que defendió eldesdichado líder campesino.Años más tarde, ya en su ancianidad, y durante los años de laRepública Oligárquica que gobernó de espaldas a los sagrados interesesde la Nación, Cáceres continuó del lado de los desposeídos, inclusoanteponiendo su cuerpo para evitar una represión contra los obreros, enVitarte.Por ello, columnas periodísticas del proletariado lo llamaron Padrsde Nuestra Raza Indígena, rindiéndole los más enfervorizados homenajescuando el Héroe, al exhalar el postror suspiro, partió a la mansión de losinmortales.Fue entonces cuando Eduardo Velorio, en la columna “VidaObrera” del diario “La Crónica”, escribió con pluma iluminada estospárrafos que nos permitiremos reproducir, porque sintetizan elcontenido de un hermoso legado que mantiene plena vigencia:“¡Ha caído el Gigante! Pero ha caído como caen los hombres de sutemple: abrumado por el peso de su gloria. Y al descender al sarcófagofunerario, anhelando reposo para su venerable ancianidad, hacia eltemplo de la inmortalidad, aureolado por el nimbo refulgente de susacrisoladas virtudes ciudadanas, que harán perdurar su memoria en elcorazón de sus compatriotas…(Pero) el Mariscal no ha muerto: su espíritu vive en nuestroscorazones y su bastón de mando, que tendremos siempre a la vista,será, cuando marchemos al combate, el que nos señale el camino a lavictoria, o el lugar en que debamos inmolarnos, al pie de nuestra

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bandera, antes de permitir el ultraje de nuestros enemigos”.Por su vida ejemplar, por su trayectoria nimbada de heroísmo, porsu tantas veces probado amor a la patria, pocas figuras de nuestrahistoria alcanzan los relieves gloriosos del Mariscal Andrés AvelinoCáceres Dorregaray.La historia, liberada por fin de mezquinos recelos, le sabeconocedor hoy, en representación del sentimiento nacional, susverdadero y grandioso perfil.La posteridad le tributa perenne recuerdo con profunda veneracióny la patria toda se une para honrarlo en apoteosis, recordándolo comoadalid del patriotismo, como al héroe por excelencia, como al guerrerosin par y como al ciudadano sin tacha. Por sus hazañas militares y possus virtudes cívicas, Cáceres comprometió para siempre la gratitudnacional.Porque pasarán los años, transcurrirán los lustros, las décadas y lossiglos, y el recuerdo de la vida y obra de Andrés Avelino Cáceres habrá demantenerse siempre vivio, como imperecedero paradigma.Su gloria será sempiterna, porque generaciones tras generacioneshonrarán su memoria como guerrero insuperable, como estadistaeminente, como egregio iudadano y como patriota ejemplar.Hijo Predilecto de la Patria, Cáceres ilumina con sus inmarcesiblesideales el camino que seguimos en una lucha irrenunciable por alcanzarun Perú más Libre, más justo, más Solidario y más Digno.Por todo ello, Andrés Avelino Cáceres está siempre presente.

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La gran guerra de resistencia patria:Cáceres y La BreñaPor: Juan José GuerreroHace más de un siglo, en 1879, nuestro país fue invadido por un Ejércitoextranjero. ¿Qué buscaban esos invasores? Apoderarse de nuestrosdepartamentos del sur, que poseían la riqueza del guano y del salitre, dosproductos fertilizantes que en esa época eran solicitados para la industriaagrícola de los principales países del mundo. Esos invasores fueron loschilenos, que se prepararon con mucha anticipación para lanzar su ataque. ElPerú, que había tenido malos gobernantes, no pudo resistir el poderío militar delos invasores.Peor aún, los poderosos de nuestro país continuaron sus disputas y fueronresponsables de nuestra derrota. Pero en esos trágicos años el Perú mostró almundo héroes que lucharon en defensa de nuestro territorio y nuestra dignidadhasta ofrecer la vida en holocausto, como Miguel Grau y Francisco Bolognesi. Elprimero se sacrificó en Angamos el 8 de octubre de 1879 y perdimos la campañanaval. El segundo quemó su último cartucho en Arica el 7 de junio de 1880 yperdimos los departamentos del sur. Tarapacá y Arica nos fueron arrebatadospara siempre. Luego, los chilenos avanzaron sobre Lima. El presidente del Perúera el dictador Nicolás de Piérola, que no supo defender la capital. Por eso sedieron nuevas derrotas en San Juan y Miraflores, el 13 y 15 de junio de 1881.Con ello, los invasores se consideraron triunfadores y exigieron la firma de untratado de paz que tenía condiciones muy humillantes para el Perú. LosChilenos creyeron que ya nadie los enfrentaría e incluso llegaron a proyectarquedarse aquí para siempre. Fue entonces que surgió la figura extraordinariade Andrés Avelino Cáceres, jefe patriota que había nacido en Ayacucho en 1836.Su capacidad como conductor militar la había demostrado ya en la batalla deTarapacá, el 27 de noviembre de 1879, y luego en San Juan y Miraflores. Fueherido en esta última batalla y logró refugiarse en diversas casas de amigos parano caer en manos de los chilenos, que lo buscaron afanosamente, porque letemían.Cáceres no se resignó a la derrota y apenas restablecido de sus herida, tomó eltren de la sierra y pasó al departamento de Junín, donde inició la Gran Guerrade la Resistencia Patriota, que la historia recuerda como la Campaña de LaBreña. Sin recursos, sin dinero y sin armas, pero contando con el valioso apoyode los pueblos campesinos, Cáceres organizó un Ejército guerrillero con el cualcombatió a los invasores entre 1881 y 1884, salvando el honor de nuestrabandera. Su lucha no fue entendida por los poderosos traicionaron a la patria yse unieron a los chilenos. Cáceres pidió incansablemente la Unidad Nacional,pero esos malos peruanos prefirieron la división. Llegaron a temer que loscampesinos se revelasen y acusaron a Cáceres de agitador. Parece increíble,pero en Lima circularon avisos prometiendo una recompensa de treinta milsoles a quien entregase a Cáceres, vivo o muerto. Pese a tales circunstanciaadversas, Cáceres y sus soldados y guerrilleros de La Breña, hombres y mujeresde todas las edades, obtuvieron en Julio de 1882 las brillantes victorias deMarcavalle, Pucará y Concepción, expulsando a los chilenos de la sierra centraly obligándolos a encerrarse en Lima. En ese momento pudo ser posible cambiarel destino de la guerra. Pero para desgracia del Perú, un traidor llamado MiguelIglesias se proclamó "presidente regenerador" del Perú y se propuso aceptar lascondiciones humillantes que exigía Chile. Entonces Cáceres tuvo que lucharcontra los chilenos y contra los traidores. Cáceres tuvo que marchar al Nortepara enfrentar al traidor Iglesias, que se sostenía en Cajamarca. Pero en auxiliode éste se movilizaron varias divisiones chilenas. La batalla definitiva se dio enHuamachuco, el 10 de Julio de 1883. Allí los esforzados patriotas estuvieron aun paso de obtener la victoria, pero en el momento decisivo faltaron las

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municiones. Entonces se repusieron los enemigos y lanzaron contraataque,produciéndose una tremenda matanza. De los 1400 peruanos que concurrierona esa batalla murieron más de mil, entre ellos casi todos sus jefes, como elvaliente Leoncio Prado. Cáceres combatió en primera línea y vio caer a su ladoa casi todos sus ayudantes.Las balas perforaron su kepí pero el destino le preservó la vida. Y su caballo "ElElegante" lo salvó de ser tomado prisionero, alejándose a todo galope del campocubierto de sangre. Cáceres volvió a Ayacucho y levantó un nuevo Ejército,comandado por los sobrevivientes de Huamachuco. Para él no existió la palabrarendición y continuó en la lucha. Pero el traidor Miguel Iglesias logró instalarseen Lima y firmó el Tratado de Ancón, el 22 de octubre de 1883, concediendo alos chilenos todo lo que exigieron. Si Cáceres hubiera muerto en Huamachuco,tal vez los chilenos s hubiesen quedado en el Perú para siempre. Porque a pesarde la firma del Tratado de Ancón ellos no se retiraron. Entonces Cáceres, con sunuevo Ejército, avanzó desde Andahuaylas hasta Huancayo, y desde allí leslanzó un ultimátum, en junio de 1884, anunciándoles que si no se retiraban éllanzaría un nuevo ataque. Recién entonces se retiraron los chilenos y Cáceresavanzó sobre Lima, derrotando al traidor Iglesias. Los pueblos del Perú loeligieron entonces presidente de la república y Cáceres condujo los destinosdelperú entre 1886 y 1890, tratando de reconstruir el país, sacándolo de la ruinaen que lo había dejado la guerra. Cáceres tuvo una prolongada vida. Siempre,hasta sus momentos finales, anheló la reintegración de la Patria, exigiendoluchar por la recuperación de los territorios que Chile nos había arrebatado. Yamuy anciano, la nación agradecido le concedió el bastón de mando comoMariscal del Perú. Y se apagó su gloriosa existencia el 10 de octubre de 1923. ACáceres se le considera como el Héroe Máximo del Perú y como el HijoPredilecto de la Patria. Mucho podría hablarse sobre su vida y obra, conrespeto, admiración y orgullo. Por eso para él hay en todo peruano unagradecido recuerdo.

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SI VIS PACEN PARABELLUMEscribe: Gral Brig Armando Chávez Valenzuela.on la esperanza de alcanzar la anhelada paz, en todas lasépocas de la historia existieron gobernantes o dirigentes,no por cierto estadistas, que desarmaron a sus países ysoñaron, con muy buena fe e ilusionado optimismo, que también losotros países hicieran lo mismo, olvidando que jamás ha existido lapaz en este mundo en que vivimos. Ya lo dijo Churchill: “En tres milquinientos años de historia sólo han existido 250 años de pazrelativa”. A lo que habría que añadir la sentencia del canciller dehierro von Bismark: “No existen países amigo, solo países conintereses comunes”. Por lo tanto, esta amistad dura tanto comoduren los intereses que temporalmente los unen. Los paísessacrificados, caso del Perú frente a Chile, fueron los desarmados, losque perdieron territorios y riqueza además de ser devastados yexplotados. El general José del Carmen Marín, autor de la“seguridad integral” que el CAEM preconizó, considera en sudoctrina que la meta de todo Estado es el “bien común” y, siendo asíun afán de bienestar material y espiritual, a simple vista parece queno tiene por qué crear conflictos ya que su afán altruista, humano ylógico es un derecho del individuo o grupo de individuos.Pero en un mundo tan complejo e interdependiente, cultural ysocialmente, ese deseo o afán tan propio, da lugar a que un país en labúsqueda de esa situación ideal, intencionalmente o sin quererlo,toque o interfiera los fines y deseos de otros países, originando las“oposiciones”. Por lo que es necesario que el Estado, empeñado en supolítica de bienestar y en la búsqueda de sus objetivos nacionales,Cdisponga de la libertad de acción necesaria para conducir dichapolítica.Así nace el concepto de “seguridad integral”, que involucra paraunos “status”, para otros “dinámicas expansivas” o control de otraspotencias; todo lo cual requiere de fuerza, prevista para su empleo enun caso dado llegándose a la guerra o para evitarla en otros casospracticándose la “estrategia disuasiva”. Pero siempre requiere defuerza.Los gobernantes ilusos han tenido precursores en la historia; y asívemos que al terminar las guerras macedónicas, Diógenes, el filósofocívico, poco antes de morir pidió a su discípulos que lo enterraranboca abajo, “pues muy pronto todo sería visto al revés, a partir deahora todo sería diferente”. No ocurrió como lo quiso Diógenes y elmundo no cambió sustancialmente su curso. Pero, ¿acaso fue elúltimo equivocado? Veremos que no.Después de la primera guerra mundial, otro iluminado, WoodrowWilson, al igual quew Diógenes veinticuatro siglos antes, creyó quelas guerras habían terminado y puso su fe y su esperanza en laSociedad de las Naciones, creada en 1919 para la preservación de lapaz, como consecuencia del tratado de Versales que puso fin a eseconflicto.La mencionada Sociedad celebró 21 sesiones entre 1920 y 1942, perono pudo evitar que Italia sojuzgara a Albania, conquistara Libia yEtiopía; que Japón invadiera Manchuria; las guerra española; queAlemania invadiera Austria, Checoslovaquia y finalmente se iniciarala segunda guerra mundial, la gran hecatombe.En la cubierta del “Missouri”, el 2 de setiembre de 1945, unos

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combatientes, cansados y aterrorizados, pusieron fin al conflicto mássangriento y dramático de la humanidad, con la bomba atómica depor medio. Y otra vez como Diógenes y como Wilson, se creyó que elmundo, desangrado y temeroso ante la aparición de una nueva,terrible y apocalíptica arma de destrucción masiva, no entraría jamásen una nueva guerra, y nació la Organización de las Naciones Unidas,creada por Franklin Delano Rooselvet el 1 de enero de 1946. Enforma parecida y con fines de paz se creó luego la Organización deEstados Americanos, el 3 de octubre de1948.Pero aunque sin emplear el arma atómica, las guerras prosiguieronsin interrupción hasta nuestros días. Las tuvimos así en Corea,Argelia, Indochina, El Congo, Hungría, Vietnam, Arabia, Israel,India, Paquistán, Rusia, Afganistán, Irán, Iraq, Bosnia-Hersegobina,Chechenia, Palestina, Israel, Ecuador, Perú, por sólo mencionaralgunas.Por lo expuesto, vemos que por desgracia los buenos deseos delhombre no se han cumplido. Porque el hombre se debate en eldilema de la paz o la guerra. Su instinto guerrero es parte de sucondición humana, desde su primitiva lucha por el alimento, suseguridad y la satisfacción de su instinto sexual. Como él seencuentra dentro del Estado, la cobertura de sus necesidadesdepende del Estado, lucha lógicamente por protegerlas y ésta es larazón de la transferencia de la lucha individual o en pequeños gruposde los hombres primitivos a las luchas armadas entre estados ynaciones. Básicamente la guerra está en la mente de los individuos.Sirva esta síntesis para recordar que en 1879 llegamos a una guerrasin armas, porque los conductores del Estado desarmaron a nuestropaís, voluntaria y unilateralmente, pese a que Chile se fue armandopoderosamente, con conocimiento de sus vecinos. A más de 120 añosde esa tragedia creo que nuestras heridas no han cicatrizado. Yadvertimos una situación parecida. Chile posee una muy importanteindustria bélica y una poderosa fuerza armada. Ecuador le sigue lospasos. Y ambos vecinos no son pacifistas, por cierto, ni se rigen poracuerdos de desarme.Recordemos la historia, analicemos la doctrina de seguridad integraly actuemos en consecuencia. Ni la pobreza, ni la crisis económica,por desgracia tradicionales en el Perú, justifican la debilidad militar,ni la vulnerabilidad de la defensa nacional. Porque “el desarme es elcamino a la derrota”.

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ALOCUCIÓN PATRIÓTICA DEL DOCTORHERNÁN AMAT OLAZÁBAL, MIEMBRODE LA ORDEN DE LA LEGIÓN CÁCERES,EN EL HOMENAJE AL 166 ANIVERSARIODEL NATALICIO DEL MARISCALANDRÉS AVELINO CÁCERES.Señor General de División Luis Alcántara Vallejo, Presidente de la Orden de laLegión Mariscal Cáceres, Señores Directivos y Miembros de la Orden de laLegión Mariscal Cáceres, Dignas Autoridades Civiles y Militares, Jóvenes de lasBrigadas Caceristas, Maestros y Estudiantes,Señoras y Señores:Una fecha de especial recordación, el 166 aniversario del nacimiento delGran Mariscal Andrés Avelino Cáceres, brinda a quien les habla el inmerecidohonor, de pronunciar unas palabras en homenaje a quien es, sin duda, la figuraparadigmática por excelencia, en la historia del Perú Republicano.La efemérides que hoy nos congrega no sólo atañe al primeracontecimiento en la biografía del héroe de la Breña. Significa mucho más. Esun día motivador de reflexiones sobre el pasado, el presente y el futuro denuestra patria. Es un día en que tenemos con nosotros presente, el recuerdodel hombre que nos enseñó que formamos parte de una nación cuyos derechosson inalienables, sobre todo cuando hacemos referencia a la sagrada heredadterritorial, que ha de defenderse incluso con el sacrificio de nuestras vidas.Cáceres es el símbolo de un compromiso plenamente vigente y por esosu figura excelsa traspasa los lindes del ciclo histórico que le tocó vivir. Por susvirtudes cívicas y por sus hazañas bélicas, Cáceres fulgura en la memorianacional como el ejemplo a seguir.Su legado es imperecedero; sus ideales son eternos. La vida del Soldadode La Breña, hoy más que nunca, aparece en la historia como una lección plenade enseñanzas, para esta generación y aún para todas las que se sucedan en elporvenir.Cáceres consagró a la patria el íntegro de su gloriosa existencia, y porello tiene un recuerdo en cada memoria y un altar en cada corazón. No hayperuano que no pronuncie su nombre con sentida unción patriótica,recordando al hombre extraordinario que, luchando contra todas lasadversidades, supo conducir, en horas aciagas para la patria, la bandera delhonor y de la dignidad nacional.Cáceres no fue ungido héroe en virtud de un decreto. Cáceres fue elevadoa esa categoría inmortal por la opinión de todos sus compatriotas, quereconocieron en él a un hombre superior, al hombre que encarnando el másacendrado patriotismo, puso al servicio del Perú todas sus energías, todo suvalor y toda su alma.Por todo ello, cualquier palabra que se pronuncie en su honor estarásiempre justificada. La aureola de su gloria ilumina más que las llamaradas delos volcanes y su voz llamándonos a luchar por el bien del Perú, en todomomento y sin claudicaciones, resuena aun más fuerte que el estrépito de lanaturaleza puesta en furia.Cáceres simboliza lo más noble y sacrosanto de la peruanidad. Losperuanos vemos en él a la personificación más grande de las glorias nacionales.Cáceres enalteció el pabellón patrio enarbolándolo en numerosos combates yconduciéndolo, altivo y enhiesto, de uno a otro confín del país, como símboloemblemático de la resistencia jamás doblegada.Cáceres asumió un rol protagónico en los momentos más críticos para larepública, poniéndose al lado del pueblo en defensa de una noble causa. Entre1879 y 1884, América del Sur fue conmocionada por una guerra que promovióel imperialismo británico, con el objetivo de asegurar sus intereses en el

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territorio peruano-boliviano del guano y del salitre.En el Perú y Bolivia, a lo largo de la etapa republicana se sucedierongobiernos manejados por la clase dominante feudal, que terminaron enbancarrota económica y la más profunda crisis social. Entre tanto, Chile sehabía encaminado al desarrollo, bajo la conducción de una agresiva burguesía,que supo unir sus intereses con los del imperialismo británico. En el frenteinterno, la burguesía chilena actuó con extremado rigor, haciendo suya laterrible frase: “el mejor indio es el indio muerto”. Así, tras ahogar en sangre lasheroicas luchas de sus poblaciones nativas, matanzas en las que entrenó a suejército, la clase dominante chilena inició la guerra de expansión, ocupandotodo el litoral boliviano para luego avanzar hasta Lima, la capital peruana.Sucedió a ello una tremenda anarquía. En Bolivia no hubo capacidad dereacción y en el Perú se sucedieron gobiernos paralelos, emergiendo lasdisputas entre sus grupos de poder. Al cabo, cada cual buscaría por su lado unentendimiento con el invasor extranjero.Pero al mismo tiempo emergió la resistencia patriota, especialmenteentre los sectores desposeídos, heroica lucha cuyo brillante organizador y jefenato fue el entonces joven general Andrés Avelino Cáceres.Este hombre extraordinario, predestinado para la gloria, había nacido enAyacucho, en el corazón mismo del Perú Profundo, el año 1836. Luego decubrirse de heroísmo en la campaña del Sur, principalmente en Tarapacá, y enla defensa de Lima, siendo herido en Miraflores, estando aún convalecientetomó el camino de la sierra, para formar contingentes irregulares en toda laregión andina y librar entre 1881 y 1884 la gloriosa y sacrificada Campaña deLa Breña.Grabado está en la memoria histórica del Perú que esa heroicaresistencia puso a salvo el honor y mantuvo incólume la dignidad nacional.Cáceres, enarbolando invicto y altivo el pendón bicolor, alzó la protesta virildel derecho contra la fuerza, de la libertad contra la conquista, de lacivilización contra la barbarie. En la guerra con Chile fuimos vencidos pero nohumillados, porque Cáceres defendió el honor de la nación sin claudicar jamás.Figura de perfil incaico y espartano, guerrero de insignes audacias,patriota de férrea voluntad, Cáceres dignificó la derrota en aquella infaustacontienda y como soldado simbolizó el heroísmo y la gloria. Insuperable comoguerrero, bien se dijo de él que bajo el Sol peruano no hubo soldado másgrande, ni más genial, ni más extraordinario que Andrés Avelino Cáceres.Porque la espada de Cáceres brilló con mayor intensidad en las horas deinfortunio. Las innumerables fatigas, las encontradas emociones de laprolongada lucha, todo lo pudo resistir porque tuvo una vigorosa naturaleza,un indomable valor y un extraordinario amor a la patria.Como fiel seguidor de Bolognesi, su camarada en Tarapacá, Cáceresluchó muchas veces hasta quemar el último cartucho. Y si no tuvo como él lasuerte de morir en el campo de batalla, fue porque el destino le deparó lasacrosanta misión de conducir, desplegada y enhiesta, la bandera roja yblanca, por toda la vasta extensión de nuestro territorio, desde el océano hastala ceja de montaña y desde Tarapacá hasta Huamachuco, enarbolándola comosímbolo de la resistencia a la conquista y como escudo de la integridadterritorial.En la Campaña de La Breña, en el fragor de sus sangrientos combates,varias veces esa bandera quedó hecha jirones, pero fue entonces cuando se alzómás hermosa que nunca, empuñada por héroes y mártires que con su sangre,sudor y lágrimas, comprometieron para siempre la gratitud nacional.Cuando la patria padecía la más injusta y alevosa agresión, cuando enmedio del desconcierto muchos desesperaban, pese a tantas adversidadesCáceres tuvo fe. Y por ello se internó en el corazón de la república, para

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reaparecer combativo a la cabeza de bravos soldados y guerrilleros, entrequienes supo propagar su fe y su entusiasmo, proclamando que el Perú noestaba vencido.Así, desde la más alta cumbre de los Andes, contemplando lainmensidad del espacio, inmensidad tan inconmensurable como su heroísmo,Cáceres emprendió la más grande epopeya republicana, sin importarle que lacontienda fuese desigual, seguro de que el destino le deparaba la gloria yconfiado en la excelsitud de su valor y su patriotismo.Quiso el azar que Cáceres sobreviviera por más que siempre expuso lavida, como el primero en la línea de batalla. Lo hirieron varias veces, lemataron cabalgaduras, vio caer a su lado cientos y miles de camaradas, peroconservó la vida para bien del Perú.Porque sin Cáceres y sin La Breña, quien sabe lo que hubiese sucedidocon nuestro país, ya que por esos días Chile y algunos malos peruanosproyectaron instaurar un protectorado en nuestro territorio.Por eso, se equivocan aquellos que irreflexivamente repiten que aCáceres le faltó morir en Huamachuco para coronar su gloria. De habersucedido así, triunfante el invasor extranjero y sus cómplices, nadie hubiesepodido impedir una prolongación de la ocupación chilena en gran parte denuestro territorio.Recuérdese que después de Huamachuco, Cáceres levantó enAndahuaylas un nuevo ejército, y que fue ante su avance sobre Lima que loschilenos terminaron retirándose, no sin antes obtener de los traidores untratado de paz lacerante e ignominioso.Los adversarios, admirándolo y temiéndole, lo llamaron Brujo de losAndes. Porque sin contar el número de sus adversarios, Cáceres fueprotagonista de acciones inverosímiles. Así, venció en Concepción, Marcavalley Pucará, oponiendo a los cañones y fusiles del enemigo, los rejones y lasgalgas, la audacia y la energía, la perseverancia y la fe. Toda la fe de su alma degran patriota.Ese fue el Cáceres de la Resistencia, el guerrero sin par, el adalid de laidentidad nacional, el paradigma de la dignidad, del honor y del másacendrado patriotismo. Tan grande es su gallarda figura, que hasta sale de loslímites de la historia y penetra en los escenarios de la leyenda, que embellecensu recuerdo. La nación agradecida rinde perpetuo homenaje a su memoria,enaltece sus hechos y los trasmite como ejemplo para las nuevas generaciones.Pero además de guerrero sin par, Cáceres fue también un egregiociudadano. La historia le debe aún un reconocimiento por su labor degobernante democrático, en el difícil período de la Reconstrucción Nacional.Como Presidente del Perù Cáceres fue un estadista vidente. Llegó alpoder después del desastre e inició la difícil tarea de la ReconstrucciónNacional. Con grandes esfuerzos y con muchas incomprensiones, reorganizó lahacienda pública y a su impulso poderoso la república extenuada recobró susfuerzas; el tesoro público salió del caos y el Perú volvió a ser sujeto de créditoen el consenso internacional.El gobierno de Cáceres sentó las bases para la reorganización de lainstrucción pública. Fue un período marcado por un renacimiento en todos loscampos del saber y la cultura. Y fue también preocupación del gobierno deCáceres la Defensa Nacional, dotando a la Fuerza Armada de los elementosnecesarios para su resurgimiento.En la dirección de la vida pública, Cáceres mostró grandes virtudes. Fueun inteligente organizador, y actuó con probidad y austeridad en el manejoeconómico. Respetando invariablemente la libertad de opinión, Cáceres buscósiempre la conciliación, mostrándose cauto en las divergencias. Por ello sugestión administrativa restañó las heridas de la guerra, permitiendo una

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recuperación saludable al accionar de la república.Más tarde, en su actuación diplomática, Cáceres captó las simpatías detodos los gobiernos donde representó, con pulcritud y discreción, los interesesdel Perú. Fue ministro plenipotenciario en Alemania, en el imperio austrohúngaro,en Francia y en España, sobresaliendo por su laboriosidad y por suespíritu ponderado.Cáceres fue además un brillante conductor político, faceta en la quemostró una vez más sus dotes de conductor de masas y de pueblos. Fundó elPartido Constitucional, llamando en torno suyo a eminentes ciudadanos, en untiempo en que de manera fraudulenta los sectores oligárquicos retornaron alpoder.Cáceres orientó su partido político hacia los ideales de la democracia ydel patriotismo, siendo principales objetivos de su programa el bien público, laprosperidad económica y la consolidación de la Unidad Nacional. Conadmirable rectitud defendió los principios de su agrupación política e hizo desus ideales un apostolado, totalmente al margen de cualquier interésmezquino. Y cuando la adversidad se presentó también en este campo, Cáceressupo ser leal a sus compañeros, manteniendo la ecuanimidad en todomomento.Primó en Cáceres el criterio de exponer las ideas, no el de imponerlas ymucho menos haciendo uso de la violencia. Hombre de espírituprofundamente republicano, profesó el principio de la igualdad en su formamás amplia. Situado en una situación expectable, fue tentado para caer en lasoberbia y en la ostentación; sin embargo, la modestia y la sencillez normaronen todo momento su conducta. Tuvo un gran respeto por sus semejantes, sutrato social fue de una delicadeza admirable y siempre se mostró comofervoroso cultor de la sincera amistad.A lo largo de toda su vida, Cáceres fue un tesonero defensor de la vida endemocracia. Procuró situarse al margen de las luchas que anarquizaron al paísy las deploró severamente al convertirse en protagonista de esa vorágine. Suideal político fue el de la Unidad Nacional, sin distingo de partidos políticos nide clases sociales, un ideal que nunca pudo ver del todo consolidado. Fue undemócrata en toda la extensión de la palabra, porque supo escuchar conrespeto el parecer ajeno e incluso seguirlo cuando le pareció justo. Enseñó lademocracia con el ejemplo, confundiéndose con las masas populares de la quefue digno representante.Cáceres fue un portavoz de los ideales de equidad y solidaridad. De ellodio testimonio en varios pasajes de La Breña, luego en su labor comopresidente constitucional y más tarde como el principal y más respetadopatricio de la república. Cáceres comprendió los males de la desigualdad socialy fue de los primeros en aplicar medidas conducentes a la reforma agraria,amenguando también, en lo posible, las cargas tributarias que pesaban sobre elcampesinado.Varios de sus simpatizantes formaron parte de las huestes del rebeldeancashino Pedro Pablo Atusparia, que no sólo luchó contra los abusos de lafeudalidad sino también contra el gobierno chilenófilo de Miguel Iglesias.Cáceres, que tras derrocar a Iglesias fue reconocido como primer mandatariode la nación, recibió en palacio a un hijo de Atusparia, mostrándose solidariocon la causa que defendió el desdichado líder campesino.Años más tarde, ya en su ancianidad, y durante los años de la RepúblicaAristocrática que gobernó de espaldas a los sagrados intereses de la Nación,Cáceres continuó del lado de los desposeídos, incluso anteponiendo su cuerpopara evitar una represión contra los obreros, en Vitarte. Por ello, columnasperiodísticas del proletariado lo llamaron Padre de Nuestra Raza Indígena,rindiéndole los más enfervorizados homenajes cuando el Héroe, al exhalar el

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postrer suspiro, partió a la mansión de los inmortales.Señoras y Señores:Por su vida ejemplar, por su trayectoria nimbada de heroísmo, por sustantas veces probado amor a la patria, pocas figuras de nuestra historiaalcanzan los relieves gloriosos del Mariscal Andrés Avelino Cáceres. Y lahistoria le sabe conceder hoy, en representación del sentimiento nacional, susverdaderos y grandiosos contornos.La posteridad le tributa perenne recuerdo con profunda veneración y lapatria toda se une para honrarlo en apoteosis, recordándolo como adalid delpatriotismo, como al héroe por excelencia, como al guerrero sin par y como alciudadano sin tacha.Por sus hazañas militares y por sus virtudes cívicas, Cácerescomprometió para siempre la gratitud nacional. Porque pasarán los años,transcurrirán los lustros, las décadas y los siglos, y el recuerdo de la vida y obrade Andrés Avelino Cáceres habrá de mantenerse siempre vivo, comoimperecedero paradigma.Su gloria será sempiterna, porque generaciones tras generacioneshonrarán la memoria de este guerrero insuperable, estadista eminente, egregiociudadano y patriota ejemplar. Hijo Predilecto de la Patria, Cáceres iluminacon sus inmarcesibles ideales el camino que seguimos en la lucha irrenunciablepor alcanzar un Perú más Libre, más Justo, más Solidario y más Digno.Por todo ello, a 166 años de su natalicio, Andrés Avelino Cáceres estásiempre presente en el corazón de todos los peruanos.Muchas gracias.