conchita, diario espiritual de una madre de familia, fr marie-michel philipon op

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CONCHITA Diario Espiritual de una Madre de Familia Marie-Michel Philipon, O.P.  A la Madre del Verbo Encarnado cuya vida fue la más sencilla y la más divina  Indice Carta de su Eminencia el Cardenal Miranda, Arzobispo Primado de México Presentación Prólogo PRIMERA P  ARTE El Film de su Vida  "Ante mis ojos se desarrolla mi vida como un film:  alegrías y sufrimientos, mi matrimonio y mis hijos, y las obras de la Cruz"  Capítulo I Hija de México  "Crecí como la hierba de los campos" 1. La tierra de volcanes: el ambiente familiar 2. Inclinaciones 4.  Elegante Amazona  5. Novia a los trece años 6. Nostalgia de Dios 7. Trágica muerte de su hermano Manuel  1

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    CONCHITA

    Diario Espiritual

    de una

    Madre de FamiliaMarie-Michel Philipon, O.P.

    A la Madre del Verbo Encarnado cuya vida fue la ms sencilla y la ms divina

    IndiceCarta de su Eminencia el Cardenal Miranda, Arzobispo Primado de Mxico

    Presentacin

    Prlogo

    PRIMERA PARTEEl Fi lm de su Vida

    "Ante mis ojos se desarrolla mi vida como un film:

    alegras y sufrimientos, mi matrimonio y mis hijos, y las obras de la Cruz"

    Captulo IHija de Mxic o

    "Crec como la hierba de los campos"

    1. La tierra de volcanes: el ambiente familiar

    2. Inclinaciones

    4. Elegante Amazona

    5. Novia a los trece aos

    6. Nostalgia de Dios

    7. Trgica muerte de su hermano Manuel

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    Captulo IIEspos a y Madre

    "Ser esposa y madre no me impidi jams la vida espiritual"

    1. Mi Matrimonio

    2. Con mi marido y mis hijos

    3. Relaciones de familia y amistad

    4. Ascensin Espiritual

    5. "Tu misin es salvar almas"

    6. El monograma de Jess

    7. Desposorios Espirituales con Cristo

    8. Una nueva etapa: el gozo en el dolor

    9.

    Apstol de la Cruz

    10. Vida cotidiana transfigurada

    11. El claustro interior

    12. Iluminaciones divinas

    13. "Me aseguran que mi espritu es de Dios"

    Captulo IIIV iuda

    "Oh noche de soledad, de dolor, de sufrimiento...!"

    1. La muerte de mi esposo

    2. Visita al cementerio

    3. "Ese fue mi esposo"

    4. Sola con mis ocho hijos hurfanos

    5. Encuentro providencial con el padre Flix Rougier

    6. Sent en mi alma el bistur divino

    7. Favores Divinos

    8. La "gracia central" de su vida espiritual

    9. Viaje a Tierra Santa y Roma

    10. Educadora de sus hijos

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    11. Manuel, su hijo Jesuita

    12. Su hija Conchita, religiosa

    13. Los cuatro hijos que sobreviven

    14. Semblanza de una madre por sus hijos

    15. Testamento de una madre

    16. Mxico: una terrible persecucin

    17. La soledad del ocaso

    18. El rostro del Crucificado

    SEGUNDA PARTELos Grandes Temas Espir i tu ales

    "Todos los Misterios se encuentran en la Cruz"

    Captulo ILa Escr i tora Mst ic a

    "Voy a escribir por obediencia"

    La Escritora Mstica

    Captulo IILa Doctr i na de la Cruz "La Doctrina de la Cruz es mi Evangelio"

    1. El Evangelio de la Cruz

    2. ptica Fundamental: Jess y Jess Crucificado en susdolores internos como Sacerdote y Vctima

    3. Primaca del Espritu Santo

    4. La intuicin clave

    5. El destino del hombre

    6. Ascesis y Penitencia

    7. Virtudes Cristianas y dones del Espritu Santo

    8. La Encarnacin Mstica

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    Captulo IIILa Virgen de la Cruz

    "Mara fue la primera en continuar mi pasin"

    1. Su horizonte Mariano

    2. La Virgen de la Cruz

    4. Su misterio preferido: La Presentacin de Jess al Templo

    5. Soledad de la Madre de Dios

    6. Riqueza Pastoral de esta nueva devocin

    Captulo IVEl Mister i o de la Ig l esia

    "Yo fund mi Iglesia sobre el Amor..."

    1. Perspectiva sinttica inicial

    3. La Iglesia del Verbo Encarnado

    4. La Iglesia del Espritu Santo

    5. Un nuevo Pentecosts

    Captulo VLos Abi smos d e la Tr in i dad

    "Con esas luces contemplo los abismos de la Trinidad"

    1. "Tengo una gran devocin a la Santsima Trinidad"

    2. Las primeras experiencias

    4. Hacia la unin

    5. Trinidad y encarnacin mstica

    6. De la unin a la unidad

    7. Trinidad y misterio cristiano

    8. Como cuando salen las estrellas en el cielo...

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    EplogoSu Mis in en la Iglesia

    "Un nuevo Pentecosts por la Cruz"

    1. La ms alta santidad accesible a todos

    3. Eres de mi Iglesia

    4. El Evangelio de la Cruz

    5. Un nuevo Pentecosts

    Anexos

    1. Fechas principales de Concepcin Cabrera de Armida

    2. Sus directores espirituales

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    Carta de su Emi nenci a el Cardenal Miranda,Arzob ispo Pr imado de Mxico

    Conocimos a la Sierva de Dios. La vimos en Roma y en Coyoacn. Lemos algunas de susobras. Mucho omos hablar de sus virtudes. Era un alma hermosa, muy sencilla,encantadora a los ojos de Dios y de los hombres.

    La Sierva de Dios por muchos aos aqu vivi, or, am, sufri y lo que es ms, en fuerzade su unin con Jess, aqu triunf y las Obras por ella fundadas aqu nacieron y sedesenvuelven ahora con admirable fecundidad.

    Por nuestras manos pasaron los numerosos documentos cuyo conjunto seala laterminacin del proceso diocesano informativo para la causa de beatificacin ycanonizacin de la Sierva de Dios.

    Tan preciosos documentos contienen adems de sus innumerables escritos, lostestimonios de numerosas personas que la trataron de cerca y que conocieron su vidaejemplar santificada por las virtudes propias de su estado y su docilidad y correspondencia

    a las maravillas que el Espritu Santo obr en su alma pura y generosa.Tan valiosos documentos estn ya en poder de la Santa Sede y al Vicario de Jesucristocorresponde el juicio supremo acerca del herosmo de sus virtudes y llevar a su trminofeliz, si es para gloria de Dios, el proceso de beatificacin y canonizacin.

    A nosotros toca tan solo orar, por ahora, para que, si Dios Io quiere, podamos verla un dasobre los altares, convertida en intercesora nuestra.

    Quien contempla por la noche el cielo estrellado se recrea al ver aparecer en el horizonteuna tras otra todas estrellas y los astros ms remotos. Nuestro deber pastoral nos induce ainvitar a todos nuestros amados diocesanos fijar la vista en el horizonte y a contemplar un

    astro nuevo que comienza a levantarse y cuya rbita ha sido marcada videncialmente porQuien regal nuestro cielo con tantas y tan preciosas estrellas. Ese astro nuevo es laSierva de Dios que comienza a brillar sobre nuestro cielo con los encantos maravillosos ysobrenaturales de la gracia. Sigmosla atentamente en su ascensin y mirmosla con ojosbien abiertos para que nuestras almas se inunden de la luz de sus ejemplos, pues ella estllamada a iluminar los senderos de la vida cristiana.

    Pensamiento felicsimo ha sido el de encerrar la visin de esta alma privilegiada dentro delfiero marco de la familia donde la hemos admirado al vivir su vida hogarea con sencillez yfidelidad, y santificarse en el cumplimiento de su misin como esposa y como madre. Alseguirla paso a paso en su vida familiar bendecimos a Dios porque en su Providencia hareservado a nuestra Patria y especialmente en nuestros tiempos, a travs de esta alma

    privilegiada alumbrar las inteligencias para descubrir y apreciar los tesoros incomparablesde sabidura, de fuerza y de amor que contiene la vida cristiana de la familia.

    Al proyectar su vida ejemplar sobre el vasto territorio de nuestra patria nos llena de alegray de consuelo el pensamiento del bien inmenso que producir en todas las familias deMxico.

    Oremos todos para que Dios se digne glorificar a esta Sierva suya.

    Miguel Daro, Cardenal Miranda, Arzobispo primado de Mxico.

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    Presentacin

    Por medio de estas lneas quiero presentar a nuestros lectores la obra pstuma del grantelogo espiritual M.M. Philipon, O.P., a la que titul sencillamente: CONCHITA, DiarioEspiritual de una Madre de Familia. Se trata de la visin de un telogo acerca del alma y ladoctrina de la Sierva de Dios Concepcin Cabrera de Armida.

    La mayor parte del tiempo, durante sus ltimos aos, la ocup en estudiar a estaextraordinaria Sierva de Dios, pues descubri que era portadora de un mensaje espiritualimportantsimo, regalo de la Providencia para la Iglesia de hoy.

    El primer contacto del P. Philipon con la vida y la doctrina de Conchita tuvo lugar enocasin de su visita a Mxico en 1954, con el fin de sustentar un ciclo de conferenciassobre espiritualidad, en nuestro Escolasticado de Misioneros del Espritu Santo.

    Su genio intuitivo descubri, segn sus palabras, ese gran tesoro para la Iglesia y en lnaci el deseo de darla a conocer, especialmente a sus lectores europeos.

    Muchas causas retardaron no slo la aparicin del libro, sino an su redaccin. No fue lamenor la falta de dominio de una lengua extranjera, sobre todo si se tiene en cuenta elestilo caracterstico, tan personal, de Conchita, as como la documentacinextraordinariamente extensa y abundante.

    Pero Dios en su Providencia fue abriendo caminos y el espritu de obediencia del P.Philipon fue un factor decisivo. Grandes personalidades eclesisticas y los superiores desu Orden de Predicadores le manifestaron que al dar a conocer la doctrina espiritual deConchita hara un servicio a la Iglesia, particularmente en el momento actual en que sepercibe cierto olvido y prdida de sentido de valores cristianos esenciales.

    En varias ocasiones el P. Philipon regres a Mxico para conocer mejor el ambiente y

    recoger, segn su mtodo, los testimonios vivos y autnticos; y cuando tuvo ya una visinde conjunto se dedic a redactar esta obra. Sin embargo en el momento en que estaba apunto de concluirla Dios quiso llamarle a su seno, pero la obra estaba casi terminada.

    La primera parte: el Film de su vidafue totalmente redactada por l.

    En cuanto a la segunda parte: los grandes temas espirituales, los dos primeros captulos:La escritora msticaque l hubiera deseado desarrollar con mayor amplitud, pero quepresentamos respetando el texto que dej, y La doctrina de la Cruz, considerada por lcomo capitulo central, son originales de su pluma.

    Slo queda sealar, o ms bien destacar, algunas perspectivas en los tres ltimos temas:La Virgen de la Cruz, El Misterio de la Iglesiay Los abismos de la Trinidad. Cuando estabaescribiendo sobre Mara, Dios lo llev a su lado. Pero dej notas, esquemas, seleccin detextos; yo tom sobre m la responsabilidad de darles forma para facilitar su lectura demanera que pueda ser captada con claridad la riqueza espiritual de su contenido.

    Esto lo hago pblico por elemental honradez literaria.

    Quiero adems manifestar con sinceridad la razn por la cual me resolv a dar trmino aesta tarea.

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    Desde que conoc al P. Philipon el ao de 1954, siendo yo prefecto de estudios en nuestroEscolasticado, surgi entre nosotros una profunda afinidad de pensamiento y a partir deese momento me escogi como su principal colaborador y asesor, debido al conocimientoque yo tena sobre los escritos de Conchita.

    Despus de largas conversaciones me dijo varias veces con aquel buen humor ysinceridad que lo caracterizaban "Yo conservo mi completa libertad y mi manera depensar". Y en sus notas comenta: "He conversado con el P. de la Rosa centenares deveces". Creo pues conocer su pensamiento con objetividad y se fue el motivo deecharme a cuestas la tarea de concluir su labor, ajustndome con mxima fidelidad a susideas que espero haber comprendido a fondo.

    El P. Philipon pensaba redactar unas pginas introductorias para explicar algunosprincipios del mtodo utilizado, e ilustrar el sentido, la intencin y los lmites de su obra.Como es bien sabido, esas pginas, por regla general, son lo ltimo que redacta el autorcuando ya puede emitir un juicio global de su propia obra. Por fortuna ya haba escrito lasideas principales para darles ms tarde una redaccin cuidadosa y ms elaborada deacuerdo con su estilo literario tan personal. Presentamos a continuacin estas notas suyasque juzgo indispensables para la mejor inteligencia de la obra pstuma del P. Philipon.

    "Yo no quera escribir sobre Conchita.

    Me vi obligado a ello y a pesar mo, por los acontecimientos, es decir: por la Providencia.

    Grandes personalidades eclesisticas que conocieron a Conchita o que conocen sudoctrina, me convencieron de que escribiera.

    Sin la menor pretensin de querer decirlo todo, sino por el contrario reconociendo elcarcter parcial e imperfecto de este libro, quise sencillamente responder al llamadomanifiesto de Dios y ser la pluma que intentase presentar el mensaje espiritual de unaadmirable hija de la Iglesia de Dios.

    El documento fundamental: La cuenta de conciencia, no es una biografa, sino un Diario; yno un diario completo que va anotando da a da los acontecimientos de una existenciahumana, sino un Diario espiritual que relata principalmente las relaciones ntimas de unalma con Dios, consignadas con fidelidad durante ms de cuarenta aos, para obedecer aun mandato expreso de sus directores espirituales.

    Hecho nico, providencial, que nos permite seguir paso a paso, desde Ia edad de treinta yun aos hasta los setenta y cuatro, la ascensin progresiva hacia Dios de un almaprivilegiada, de herosmo excepcional, dotada de un mensaje espiritual para la Iglesiaentera y para todos los hombres de hoy. Alma que recibi de Dios la misin de recordar almundo que no hay salvacin sino por la Cruz.

    No hay ninguna preocupacin literaria en este relato verdico donde se entremezclan sinorden alguno, tal como se van presentando, las ms sublimes elevaciones msticas al ladode los pendientes cotidianos de una madre y las recetas de cocina de una perfecta ama decasa. Mientras escribe sobre la Generacin del Verbo y la eternidad de Dios, vienen allamarIa para el desayuno. Ella se apresura a participar gozosa en la mesa junto con sushijos; y en seguida vuelve a tomar la pluma y contina escribiendo la explicacin que ledicta el Seor sobre los abismos de la Trinidad y otros misterios de Dios.

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    Su diario no dice todo, pero lo explica todo. Era necesario comenzar por datospsicolgicos y concretos de los que han brotado las intuiciones msticas y la doctrinaespiritual. Ambos son inseparables. Este es el por qu de las dos partes complementariasde nuestro libro:

    El Film de su vida y,

    la Doctrina, los grandes temas espirituales.

    Era imposible decirlo todo y hacer figurar en un solo volumen los millares de pginas deesta escritora mstica posiblemente la ms fecunda en la literatura contempornea.

    Hemos logrado expresar lo esencial de un Diario espiritual que cuenta con no menos desesenta y seis gruesos cuadernos manuscritos?

    No nos ha guiado otra ambicin o, mejor dicho, otro deseo, que el de revelar al mundo lasinagotables riquezas de Ia Cruz y de los misterios de Dios, contenidos en estos escritosque constituyen, a nuestro parecer, uno de los tesoros actuales de la Iglesia de Cristo.

    Slo a la Iglesia corresponde el juicio y el fallo, ya que el Seor la ha encargado de

    conducir a los hombres hacia Dios y que El Ie ha otorgado con la asistencia de su Espritu,el don de discernimiento de espritus.

    Sometemos a la IgIesia, sin reservas, este esfuerzo de recordar al mundo el misterio de laCruz, que se sita en lo ms ntimo del Evangelio: en el corazn mismo del misterio.

    Ciertamente sobre algunos aspectos de la existencia y la doctrina de una mexicana quepas su vida lejos de Europa, se experimenta una sensacin de asombro y desconcierto alconfrontarla con nuestra mentalidad moderna.

    El peligro hubiera estado en tratar de proyectarla conforme a nuestras categoras actualesque, por otra parte, sern pronto superadas. Nos desasosiega leer la interpretacin del

    pensamiento chino o de la mstica hind hecha por un autor occidental y desconfiamos deella. Siempre existe el riesgo de la europeizacin y, por consiguiente, de la adulteracin.No se puede europeizar un pensamiento chino, sin deformarlo.

    Creemos preferible y ms legtimo, guiar al lector para que pueda lograr un contactopersonal con el texto a travs de una traduccin lo ms fiel posible y que exprese al mismotiempo las reacciones psicolgicas y la mentalidad tan peculiar de Conchita, cuyo originalespaol se encuentra lleno de mexicanismos.

    El folklore mexicano est hoy de moda en el turismo. La radio, la televisin, magnficasrevistas y colecciones de arte evocan las civilizaciones azteca o maya, o exhiben el Mxicomoderno. Esto ha facilitado mucho el acercamiento internacional a este pas.

    La cultura actual reviste, cada vez ms, un sentido universal que nos hace comprendermejor y sentir las afinidades y las diferencias que unen o separan a los hombres, suscivilizaciones o culturas, y las diversas expresiones de sus sentimientos religiosos.

    El Concilio Vaticano II nos ha hecho comprender que la catolicidad de la Iglesia no radicaen la uniformidad, sino que es la unidad dentro de la diversidad. Jams los hombreshaban aquilatado con tanta comprensin y objetividad su profunda unidad y sus legtimasdiferencias. Cristo era un oriental y sin embargo, todos los hombres se reconocen en estehombre.

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    Sucede lo mismo con los santos de la catolicidad. Cualquiera que sea su origen, su raza, yel color de piel, cualquiera que sea su clase social o su cultura, o an su ignorancia, nossentimos uno con ellos en Cristo.

    Conchita, una mexicana, es una santa nuestra. Es nuestra hermana en Cristo. Por suardor apostlico y su inmolacin heroica se ha convertido en madre espiritual de unamultitud de almas que, en pos de ella, quieren seguir las huellas de Cristo y con El sercrucificadas, y con El salvar a los hombres.

    Conchita est cerca de nosotros. Esta hija de Mxico se encuentra ligada, por la comuninde los santos, a todos sus hermanos y hermanas en Cristo. Es un modelo para todos; noen carismas personales e inimitables, sino en su amor Cristo, en su vida ofrecida en favorde la Iglesia.

    Con este espritu de catolicidad es como hay que acercarse a sus ejemplos y sus escritos.Y queda uno maravillado ante las riquezas multiformes de la gracia inconmensurable deCristo.

    Desconfiemos de nuestras mentalidades cartesianas, hegelianas, existencialistas yoccidentales. El ncleo central de la Iglesia permanece en Roma, pero su irradiacin seextiende no solamente a Europa, sino a todos los pases del mundo.

    Conchita es un testigo de esta catolicidad. Su mensaje se dirige a los sacerdotes y a lasalmas consagradas, pero tambin a los Iaicos. Es un modelo para todos.

    As se nos manifiestan los designios de la Providencia".

    Hasta aqu las notas y observaciones del P. Philipon.

    Pido al Espritu Santo que este libro pstumo del Padre M.M. Philipon sea, para muchos,fecundo en bien espiritual.

    Que el Espritu Santo que realiz en Mara, Madre de la Iglesia, el misterio de laEncarnacin Redentora, siga realizando en la Iglesia Madre el prodigio de formar a Cristoen los corazones para que perpete en nosotros su inmolacin amorosa y obediente parala gloria del Padre en la salvacin del mundo.

    Roberto de la Rosa, Misionero del Espritu Santo.

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    Prlogo

    La Iglesia es de una asombrosa riqueza en la innumerable variedad de sus apstoles, desus doctores, de sus maestros espirituales, de sus tipos de santidad de hombre o de mujer,no tan slo en el pasado sino en nuestra poca y en todos los tiempos.

    Despus de los Apstoles y de los santos de oriente, despus de un san Agustn, de unasanta Catalina de Siena, de un san Juan de la Cruz y de una Teresa de Avila, nos presentaun Don Bosco o a un Padre de Foucauld y ms cercana a nosotros, al lado de las figurasvirginales de una Teresa de Lisieux y de una Mara Goretti, nos descubre ahora a unadelicada joven mexicana, de mirada pura y trasparente, ms tarde madre de nueve hijos yabuela de numerosa posteridad; que pas por la tierra con sencillez y rodeada de sufamilia y de sus amistades, incorporada a la vida cotidiana de su esfera social, una mujercomo las dems, pero que oculta en las profundidades de su alma una extraordinaria llamaapostlica, un ardor heroico para imitar a Cristo e identificarse con el Crucificado y salvar alos hombres con El. Ama a la Iglesia con pasin, se ofrece como vctima por ella. Modeloincomparable de la mujer en el hogar y gloria del laicado, cuya misin en la Iglesia y

    vocacin a la ms alta santidad ha venido a recordar. Sin haber vivido nunca en unclaustro es, sin embargo, la inspiradora de dos Congregaciones religiosas: las Religiosasde la Cruz y los Misioneros del Espritu Santo, y deja en pos de s un mensaje derenovacin del mundo por la Cruz.

    Durante demasiado tiempo la santidad ha sido considerada como el monopolio de la vidareligiosa y del sacerdocio. Numerosos Padres conciliares del Vaticano II reaccionaroncontra este concepto exclusivo. Toda la Iglesia, todos los miembros del Cuerpo mstico deCristo debern ser santos. El Pueblo de Dios es "una nacin santa, un pueblo desacerdotes y reyes" (Ex. 19,6). El Sermn de la Montaa es un cdigo de perfeccin paratodos, sin excepcin. La Iglesia de hoy tiene necesidad de santos en todas partes, nosolamente en el claustro y al pie de los altares, sino en la familia, en los medios de trabajo,

    en todos los sectores de la actividad humana. La santidad es un don de Dios ofrecido atodos los hombres.

    El laicado en particular est llamado hoy a dar ante el mundo entero el testimonio de unaesplndida santidad. No nos ofrece Dios un ejemplo en esta madre de nueve hijos, ya encamino hacia los altares?

    Conchita pas por el mundo con sencillez y alegra entre los suyos, entregada totalmente aDios, en el secreto de su alma habitada por el Espritu Santo vivi una intensa irradiacinapostlica con amplios horizontes de Iglesia, es creadora de un nuevo tipo de santidadaccesible a todos.

    Lo que ms llama la atencin en Conchita es su polivalencia. Conchita realiz todas lasvocaciones de la mujer: novia, esposa, madre, viuda, abuela, bisabuela y an por indultoespecial de Po X, sin abandonar nunca su mbito familiar, muri cannicamente religiosa,entre los brazos de sus hijos.

    Se dirige a todas las categoras del Pueblo de Dios: a los Iaicos, a los sacerdotes y a losobispos, a los religiosos y a todos los que llevan una vida consagrada.

    No trata solamente de las relaciones del alma con Dios, sino que aborda los grandestemas del cristianismo: Dios, Cristo, la Madre de Dios, el misterio de la Iglesia, el sentido

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    eterno de toda vida humana. Su "Diario espiritual", con sus sesenta y seis volmenesmanuscritos, alcanza la amplitud de la Suma teolgica de Santo Toms de Aquino,elevndose sin esfuerzo y a menudo sin transicin desde las ms modestas ocupacionesdel hogar hasta la Generacin del Verbo en los esplendores de la Trinidad. Por laprofundidad y sublimidad de sus escritos, Conchita es mula de una Catalina de Siena ode una Teresa de Avila. "En lo extraordinario, extraordinaria", declaraba uno de losmiembros de la Comisin encargada de examinarla en 1913, en Roma.

    Presentaremos la fisonoma integral de Conchita en un dptico inseparable:

    I El Film de su vida y,II Los grandes temas espirituales.

    Mxico, 3 de marzo de 1972, 35 aniversario de la muerte de Conchita.

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    La " Tierra de Volc anes" :El Am biente Famil iar

    Conchita es hija de Mxico. Hay que verla cabellera al viento por los campos mexicanos,

    esa tierra de violencia y de contrastes: "tierra de volcanes" y tambin tierra de la "veracruz"; la nacin de la Cruz y de nuestra Seora de Guadalupe. A lo largo de su existenciaaparecer el contraste de una vida cada vez ms divina bajo las apariencias msordinarias. Una palabra afloraba constantemente a los labios de aquellos que la conocierony a los que interrogu durante mi primera estancia en Mxico: "sencillez", Conchita era deuna sencillez evanglica.

    Al evocar su infancia y su adolescencia en las haciendas y ranchos, la vemos surcar enbarca remansos y riachuelos, arrojarse al agua o lanzar a ella a sus compaeros o a lasempleadas de su padre; rer de buena gana, convivir indistintamente con todos.Apasionada por la msica y el canto, dotada de una voz muy hermosa, ms tardecompondr los primeros cantos a la Cruz y los cantar acompandose ella misma al

    piano.Es joven, es bonita, tiene una mirada que atrae y que conserv una fascinacinextraordinaria sobre todos los que la conocieron, hasta los ltimos aos de su vida.

    Ella misma nos cuenta en su Diario, con su estilo espontneo de incomparable frescura,sus primeros aos vividos en el medio familiar:

    "Mis padres se llamaron Octaviano de Cabrera y Clara Arias, los dos de San Luis Potos;ah se casaron y nac yo.

    "Mi madre, muy enferma, no pudo criarme y batall en mi lactancia. Por fin un da que me

    estaba muriendo, mand el mdico que violentamente me sacaran fuera de la ciudad, auna hacienda. Entonces de lstima se ofreci la esposa del portero a seguirme criando,dejando su hijito con otra nodriza. Esta mujer me salv la vida; se llamaba Mauricia, yo laquise mucho, y cuando tuve uso de razn y comprend lo que le deba, mucho ms... Ibayo tan grave en aquel camino, me deca mi madre, que no se atreva a descubrirme lacara, creyndome muerta entre sus brazos". (Aut. T. I. p. 6-8).

    "Mi patria es San Luis Potos, en donde nac en una casa propia de mis padres frente a laIglesia de San Juan de Dios... donde me bautizaron... En esa casa viv siempre, salvo unpoco de tiempo que nos cambiamos mientras la componan. De ah sal para casarme, yah, por cuestin de salud, naci Ignacio mi hijo. Ah muri mi padre y mis hermanosCarlota y Constantino" (Autob. 367).

    "Mis padres fueron excelentes cristianos. En las haciendas siempre rezaba mi padre elrosario con la familia y los peones y la gente del campo, en la Capilla. Cuando por algunaocupacin urgente no lo haca, quera que yo lo supliera. A veces llegaba antes de concluiry a la salida me regaaba por mi poca devocin. Deca que mis padrenuestros y avemarasandaran pasendose en el purgatorio y nadie los querra de lo mal rezados.

    "Era mi padre muy caritativo con los pobres; no poda ver una necesidad sin aliviarla. Erade carcter alegre y franco. Le ayud a bien morir y nos dio ejemplo de entereza. l arreglel altar para su Vitico, nos pidi perdn a cada uno de sus hijos de todo en lo que nos

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    hubiera dado mal ejemplo o desedificado, agregando un abrazo, un beso y un consejo.Encarg por obediencia en su testamento que lo enterraran sin ponerle nunca lpida, nipiedra, ni su nombre, slo una cruz. As se ejecut con la pena de todos". (Autob. p. 365).

    "Mi madre era una santa: qued hurfana de dos aos y sufri mucho. De diecisiete aosse cas y fuimos doce hermanos, ocho varones y cuatro mujeres; yo fui el nmero siete,entre los hombres, Juan y Primitivo el jesuita".

    "Infundi en mi alma mi madre el amor a la Sma. Virgen y a la Eucarista. Me quera conpredileccin y sufri mucho cuando me cas. Sin embargo me deca que mi marido eraexcepcional, que no eran as todos. Siempre llor en mis penas y se goz en mis alegras.Tuvo muchas penas y era muy amante de la pobreza. Tena muchas virtudes ocultas ymartirios ignorados. Le dio un ataque y perdi doce horas el conocimiento. A fuerza deoraciones Dios se lo volvi el tiempo preciso para confesarse; repitindole el ataque de quemuri. Le ayud y puse en la caja". (Autob. p. 366).

    "Slo en tres colegios estuve: primero de pequea con unas viejitas: las Sritas. Santillana.Ms tarde, seran dos meses, con una Sra. Negrete, y luego con las Hermanas de laCaridad; mas como las expulsaron estando yo muy chica an, --tendra ocho o nueveaos--, mi madre, enemiga de mandarnos a ninguna parte, nos puso maestras en la casade instruccin, de bordado y de msica". (Autob. I, p. 23).

    "En cuanto a instruccin la tengo muy escasa, no por culpa de mis padres y maestros, sinopor mi tontera, pereza y tantos cambios y viajes en la edad de aprender. Yo me dediqums a la msica, porque me encantaba, al piano y al canto; muchas horas de mi vida perden eso. Dios me las perdone".

    "De cosas de casa s nos ense mi madre desde fregar suelos hasta bordar. A los doceaos llevaba yo el gasto de la casa. En la hacienda: desde ordear, hacer pan, cosas decocina. Nunca nos dejaba mi madre en la ociosidad teniendo sobre esto un cuidadoespecial. Remendar, y coser cuanto hay, dulces y adornos de repostera lo mismo,cuidando adems de humillarnos mucho y de no dejarnos levantar la vanidad. En modalesy eso, no se diga: mucho trabaj la pobrecita sobre el particular".

    "Cunto nos ense a contrariar la voluntad. Muchos domingos nos llevaba como paseo alhospital, a ver muertos y heridos. Apenas haba un enfermo grave en la familia, desde muynia me llevaba a velar y a servirles en cuanto poda. Me hizo ver morir a hombres,mujeres y nios; ricos y pobres, ensendome a no tener miedos, ayudarles conoraciones, vestirlos, tenderlos".

    "Ni a mi padre ni a mi madre les gustaban los melindres. De seis aos me subieron acaballo sola, y la primera vez se espant sobre parado, y me ca. Acto continuo, sin darimportancia a mis lgrimas, mand mi padre que tomara un vaso de agua y otra vez arriba.As les perd yo el miedo a los caballos, llegando a tener hasta vanidad de montar los muybriosos y que a otros tiraban. Los caballos me han gustado siempre mucho y varias vecesaqu en Mxico, que me llevaba mi marido al paseo, lo nico en que me fijaba era en loscaballos: las gentes me parecan todas iguales". (Aut. I, p. 5-6).

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    Incl inaciones

    "Gracias a Dios me las dio buenas el Seor, por lo cual soy ms culpable no habiendosabido aprovecharlas como debiera. Senta ya muy nia en mi alma una grande inclinacina la oracin, a la penitencia y a la pureza sobre todo. La penitencia era mi felicidad desde

    que alcanzo a recordar. Cuando aprend a leer me encerraba en una biblioteca que habacasa y coga los "Aos Cristianos" y de ellos el lugar en donde hablaba de la penitencia delos santos. As gozaba y se me pasaban las horas recrendome en ver sus padecimientos,envidindolos y viendo cmo los imitaba". (Aut. I, p. 11-12).

    "Cuntas veces en mis largas excursiones por el campo, con mi padre y Clara mi hermana,me pasaba las horas a caballo pensando cmo podra yo vivir en una cueva, entre aquellosmontes, muy lejos de toda mirada humana, haciendo penitencia y oracin sin estorbos, sintestigos y a todo mi sabor. Esta idea me encantaba, acaricindola con toda el alma. Aveces por los caminos, (pues vivamos con frecuencia en las haciendas de mi padre), ibasaboreando con decir palabra por palabra, muy despacio, las oraciones o plegarias al Smo.Sacramento o a la Sma. Virgen, que me aprenda de memoria. Era un inefable consuelo el

    que llenaba a mi corazn de nia con estas cosas. Crea yo, hasta despus de casada,que toda la gente haca penitencia y oracin y que unos a otros nos ocultbamos lascosas; que terrible la decepcin que sufr cuando supe que no haba tal cosa: que muchasgentes hasta aborrecan mortificarse: iOh, Dios mo!, por qu ser as?" (Aut. I, p. 16-18).

    "La primera confesin la hice entre los siete y los ocho aos. Me haban aconsejado quedijera unos pecados muy grandes y los dije; ahora calculo que sin haberlos cometido. ElPadre hasta se asom a verme y yo apenas parada alcanzaba a la reja; me rega muyfuerte y me dio cuatro rosarios de penitencia, que era mucho para una chica" (Aut. I, p. 24).

    "La primera comunin la hice el da de la Inmaculada que cumpla diez aos, o sea el 8 dediciembre de 1872. No recuerdo por mi tibieza y tontera nada de particular ese da sino un

    inmenso placer interior y gusto del vestido blanco. Mi amor desde entonces a la SagradaEucarista iba siempre en creciente y desde entonces tenia particular gusto en frecuentarlos sacramentos hasta que llegando a los quince o diecisis aos me dejaron comulgarcuatro o cinco veces por semana y poco despus diariamente. Yo era feliz, felicsima,recibiendo al Smo. Sacramento; senta el ser una necesidad indispensable para mi vida ycuntas veces despus de bailes y teatros fui a comulgar al da siguiente por noencontrarme manchada. Por las noches pensaba en la eucarista, y en mi novio despus.Cuntas veces en mis comuniones y visitas al Santsimo le deca a mi Jess: "Seor, yo nosirvo para amarte; quiero casarme y que me des muchos hijos para que ellos te amenmejor que yo". Esto no me pareca feo sino una justa peticin para saciar mi sed deamarlo, de verlo amado de mejor manera y sin embargo con algo mo, mo, con mi mismasangre y mi vida". (Aut. I, p. 27-29).

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    Elegante Amazona

    Crec yo tan pronto, que tuve un desarrollo tan violento que me enferm y los mdicos merecetaron un mtodo higinico en la ciudad y ejercicio a caballo. Trajeron todo lonecesario, me hicieron un traje a propsito y sala todas las maanas y a veces por la tarde

    con mi padre o hermanos. Era yo tan encerrada que en San Luis, poblacin chica, endonde lo ms del tiempo haba vivido, no me conocan y decan que si era esposa delhermano que generalmente me sacaba a paseo. Tena trece aos y apenas conoca aunos cuantos seores: el primer da que uno me llam seorita me puse de mil colores yllor... yo me senta feliz siendo chica y le tena horror a ser grande; en casa me pona decorto y en la calle de largo. Se nos juntaban en los paseos a caballo el Gobernador de ah;le gustaba mucho que le platicara, me haca la corte y yo le contaba algn cuento pues noencontraba otra cosa de qu hablarle: que simple era!... En esta poca, y a caballo, meconoci mi marido segn me contaba". (Aut. I, p. 67-69).

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    Novia a los tr ece aos

    "Me repugnaban los bailes pero ya con vestido largo era costumbre concurrir a ellos.Recuerdo que para el primero, que fue un da 12 de diciembre, en la familia, ya era hora yyo no me quera vestir, mejor acostar; pero tenan en mi casa compromiso y fui. Ah me

    present uno de mis hermanos al que fue mi marido. El 24 de diciembre fui a otro baile,ah me volvi a hablar, y yo mortal de or flores y tonteras. No me senta en mi centro,pero me agradaba gustar y tener muchos seores que me iban a sacar a bailar, quvergenza! No s por qu les caa yo en gracia, sera por boba; pero, ya en relaciones conPancho, me hacan mucho caso, yo no me encontraba el chiste, y un da, por no dejarcont veintids pretendientes, muchos ricos, pero yo no quise ms que a Pancho y nuncale hice caso a ningn otro". (Aut. I, p. 69-70).

    "Dir aqu cmo comenzaron mis relaciones con el que ms tarde me cas. El da 16 deenero de 1876 me llevaron a un baile de familia (en San Luis se usa mucho bailar) y ah seme declar Pancho en toda forma y acto continuo le correspond. Yo nunca haba odohablar de amores y voy oyendo que sufra si yo no lo quera, que sera muy desgraciado si

    yo no le corresponda y cosas por el estilo, que me dejaron fra. Yo no me crea capaz deinspirar cario; se me conmovi el corazn y se me hizo tan raro que sufriera aquellapersona porque yo no lo quisiera que le dije que s lo querra, pero que no sufriera por tanpoco. Volv a mi casa intranquila y con peso, qu raro!..., tena yo zozobra, pendiente,susto; por fin, habindole prohibido que me escribiera, lo hizo hasta mayo, y con lasrelaciones ms o menos cortadas en temporadas exteriormente, porque a mi familia lepareca yo muy joven, y con razn, duramos nueve aos de novios hasta que noscasamos. Tengo que agradecerle a Pancho que jams abus de mi sencillez; fue un noviomuy correcto y respetuoso y yo, siempre, desde mi primera carta lo llev a Dios. Me cabela satisfaccin de haberlo inclinado a la piedad siempre; le hablaba de sus deberesreligiosos, del amor a la Sma. Virgen, etc. l me regalaba oraciones y versos piadosos: elKepis en un estuchito hermoso. Lo haca frecuentar los sacramentos en lo posible, y

    desde aquel instante yo no dej su alma". (Aut. I, p. 70172).

    "A m nunca me inquiet el noviazgo en el sentido de que me impidiera ser menos de Dios:se me hacia tan fcil juntar las dos cosas! Al acostarme, ya cuando estaba sola, pensabaen Pancho y despus en la Eucarista, que era mi delicia. Todos los das iba a comulgar ydespus a verlo pasar: el recuerdo de Pancho no me impeda mis oraciones. Me adornabay compona slo para gustarle a l; iba a los teatros y a los bailes con el nico fin de verlo;todo lo dems no me importaba. Y en medio de todo esto no me olvidaba de mi Dios, lasms de las veces lo recordaba y me atraa de una manera indecible. Cuntas veces,debajo de la seda de mis vestidos, que me importaban igual que si fuera jerga, llevaba alos bailes y teatros un fuerte cilicio en la cintura, gozndome en su dolor por mi Jess".(Aut. 1, p. 73-74).

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    Nostalgi a de Dios

    "En medio de todo este mar de vanidades y fiestas senta mi alma un deseo vehemente desaber hacer oracin. Preguntaba, lea y como poda me pona en la presencia de Dios, yesto bastaba para que comenzaran a aclarrseme muchas luces de la nada de las cosas

    de la tierra, de lo vano de la vida, de la hermosura de Dios y mucho amor hacia el EsprituSanto. Coga mi crucifijo al irme a acostar y no s qu me pasaba al contemplarlo: unaconmocin interior profunda, un elevamiento del corazn en l, imposible de explicar. Meatraa, me absorba, me anonadaba y luego acababa llorando. Pero me pasaba laimpresin y volva a mi vida ordinaria de tibieza, vanidad y tonteras. Sin embargo yo sufra,y an en medio de tantas adulaciones, diversiones v cosas, senta mi alma un vaco: unavoz interior que le deca: T no naciste para esto!; en otra cosa est tu felicidad! Cuandorecuerdo sto me parece que deb haber tenido vocacin, pero yo casi no haba odo esapalabra, ni siquiera fijado la atencin. Me encantaban en el Ao Cristiano las religiosas,pero ni las conoca y an me figuraba que ya no existan, lamentndolo. Con mis primasseguido me gustaba jugar a las monjas, y me estaba grandes ratos postrada sintiendo enmi alma la atraccin de Dios, pero a las compaeras les fastidiaba este juego y pasbamos

    al de los novios".

    "Vocacin, virginidad!, yo no me daba cuenta lo que queran decir estas cosas y s de queyo haba nacido para casarme y no se me ocurra otra cosa que llegar a realizarlo aunqueno entenda la trascendencia y obligaciones de esto. Los sacerdotes con quienes meconfesaba tampoco me hablaban de otro camino para m. Slo mi to el Padre me lea aveces cosas muy hermosas de vrgenes y mrtires, pero a m no se me pasaba que fueraeso para m... Pensaba que casada tendra ms libertad para mis penitencias y esto meencantaba y tranquilizaba... Me confes en Santa Mara del Ro con un sacerdote muybueno que me dijo un consejo el cual me llam la atencin. "El alma de usted es tan dcil,me dijo, que necesitaba tener mucho cuidado para escoger el confesor. Hasta entoncessupe que tena yo docilidad. Con este Padre me parece que adelant algo mi espritu".

    "As, entre miserias y vanidades a la vez que llamamientos divinos pas muchos aos demi vida. Me hacan mucho caso en los bailes, sera por tonta; siempre tena las etiquetas oprogramas llenos desde que llegaba, y despus, qu flojera tener que bailar tanto! Dicenque hay peligro en los bailes y ahora lo comprendo... Las modistas me adulaban de buencuerpo. Tena vanidad pero no inclinacin a ella; segua la corriente, me gustaba agradar ami novio con suma sencillez y no ms. Me adornaba slo en los minutos que pasaba o ibaa visita Pancho, y en seguida, apenas ira en la esquina, luego me despojaba de todo. Meestorbaban los aretes, los anillos; as era mam. Recuerdo que el da que me tom eldicho, da de san Rafael (24 de octubre de 1884), me regal Pancho una pulsera con llave,me la cerr y yo senta angustia de aquello; en muchos aos no me la quit".

    "Me fastidiaba todo lo caduco, lo que brillaba, lo que no era slido, lo vano y ficticio. Nuncalos trapos me llenaron el corazn; yo senta otra cosa muy grande dentro del alma, unvaco inmenso que pens llenarlo casndome con un hombre tan bueno y que me queracomo Pancho, y ese era mi anhelo y mis peticiones a Dios, a san Jos y a la Sma. Virgen".(Aut. I, 75-81).

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    Trgic a Muerte de su Hermano Manuel:Punto de Parti da para una Nueva Vid a

    "Un terrible golpe vino a sacarme del mundo y sus vanidades para acercarme a Dios.

    "Mi hermano Manuel, el mayor de todos y que mucho me quera, fue muerto violentamentede un balazo que le llev los sesos al techo del comedor en done acompaaba a unavisita, a don Pancho Cayo, a quien se empe en detener a comer. Fue una desgraciaterrible pero inculpable: al pararse y volverse a sentar tomando el caf se ator el gatillo dela pistola que llevaba al cinto ese seor; dispar y entrando la bala por un carrillo ysaliendo por la cabeza de mi hermano lo dej al instante muerto. Dej a su esposa contres nios.

    "De golpe supimos la noticia y emprendimos el camino a Jess Mara. Mi madre, luegoque se enter de lo que pasaba, se arrodill a rezar primero que dar rienda suelta a sudolor. Esto aconteci a las dos de la tarde y a las diez de la noche estaba yo a la cabecera

    del cadver... Mis padres estaban locos, sin culpar a nadie. Yo sufra atrozmente; el Sr.Cayo desesperado; mi hermano Primitivo que haba estado presente al suceso, entrerelmpagos y truenos daba vueltas por la azotea, desolado. Ah le naci la vocacin, Qucosas, Dios mo! Fue muy cruel este golpe pero muy saludable para mi pobre alma, tandivagada y distrada; y an para toda mi familia. Volv con el luto a darme ms a Dios, apensar ms de cerca en l, desprendindome de la corriente que me llevaba a lasvanidades de la tierra".

    "Yo siempre he sufrido mucho por querendona: he tenido muy pegajoso el corazn. No tanslo en casos de muerte sino an en ausencias, desde muy nia, que iban y venan mipadre y mis hermanos, Cuntas lgrimas me costaban! Mucho ha sufrido mi alma por susensibilidad. Yo creo que nunca he sido comprendida sobre el particular; ha sido uno de

    mis mayores martirios el corazn, por ms que en apariencia parezca fra e indiferente".(Aut. I, p. 82-85)

    "Crec como la hierba de los campos"

    "Crec como la hierba de los campos, al natural, y qu poco entend, Dios mo! tus graciasy tus favores, la predileccin tan singular con que siempre has cubierto a mi pobre alma...Siempre he tenido inclinacin a escribir. De diecisis aos escrib una historia de la vidaque llevbamos en "Peregrina", muy llena de Dios; le romp la mayor parte. En esahacienda todas las noches a la oracin, al oscurecer, senta que mi alma se remontaba dela tierra buscando con anhelo a Dios; era una hora favorita en la que embargaba a mi almaalgo, siempre aquel algo que yo no entenda pero que me elevaba de la tierra hacindome

    buscar el cielo!..."Tranquila y hermosa era esta vida, pero a mi no me gustaba del todo por el pendiente dePancho que estaba en San Luis". (Aut. I, p. 101).

    Al escucharla se piensa en la exclamacin del poeta: "Un nico ser nos falta y todo estdesolado" (Lamartine).

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    Mi Matr i moni o

    Su vida de jovencita transcurra sin historia, en la espera de un porvenir de felicidad.

    "Lleg el da en que fueron a pedirme; mi madre lloraba, mi padre me pregunt que qu

    contestaba, que si quera casarme, y yo le contest que s, porque yo quera a Pancho yaunque no fuera rico lo prefera a todos los otros porque era muy bueno. A m, repito, nome estorbaba el cario de Pancho para amar a Dios; yo lo quera con una sencillez muygrande y como envuelta con el amor de mi Jess. No vea para mi otro camino".

    "Lleg la vspera de mi matrimonio el vestido blanco, y yo no s qu sent de miedo alverlo; estaba precioso, muy elegante con toda la dems ropa; unos magnficos broquelesde brillantes y una cruz de los mismos (de la que despus hicieron la Palomita de lacustodia del Oasis) un collar, anillos, etc., que a m ni me llamaron la atencin pues lasalhajas siempre me han sido indiferentes. Muchsimos regalos, vestidos; yo qu senta?:una tristeza interior, un no s qu de miedo y sufrimiento indecible".

    "El da 8 de noviembre, como digo, se efectu mi matrimonio con el Sr. Don FranciscoArmida; y de las doce de la noche del 7 a la una del 8 rec con todo mi corazn la hora dequince a la Sma. Virgen al entrar el da en que iba a contraer tantos deberes que casi nosaba. A las seis de la maana comulgamos Pancho y yo en San Juan de Dios) luego aarreglarnos cada uno a su casa. Yo mucho le ped a mi Jess que me ayudara a ser unabuena esposa que hiciera feliz al hombre que iba a darme por compaero. Me puse aquelvestido blanco lleno de azahares, (que despus lo regal a una Pursima y lo que sobrpara adornar los reclinatorios de mis hijos en su primera comunin y las almohaditas de lospobres en Nochebuena). Me prendieron el velo, corona, etc. y ya vestida me arrodill apedir la bendicin a mis padres, que me la dieron con toda voluntad, pero llorando ypartimos en los coches a la iglesia del Carmen que estaba preciosa toda adornada conflores blancas. A las ocho de la maana fue la ceremonia, efectundola mi to el Sr.

    Cannigo D. Luis G. Arias, hermano de mi madre. O la misa con mucha devocin ydespus volv a casa de mis padres a las felicitaciones y ceremonia civil. Ms tarde fuimosa la fotografa; despus a la "Quinta de san Jos" en donde fue la comida y baile hasta elobscurecer". (Aut. 1, p. 104-108).

    "Recuerdo que a la hora de la comida, mientras estaban en los brindis se me ocurripedirle al que ya era mi marido dos cosas que me prometi cumplirlas: que me dejara ir acomulgar todos los das y que no fuera celoso. iPobrecito! fue tan bueno que aosadelante se quedaba con los nios mientras yo volva de la iglesia, y an en su ltimaenfermedad, mientras no perda el conocimiento, me preguntaba si ya haba ido a recibir aNuestro Seor. Dios le ha de haber pagado este favor que era mi vida".

    "Conque, el caer la tarde, mi hermano Octaviano me llam y quiso que me fuera en cochecon Pancho violentamente para que mi madre no se apercibiera, y sent tan feo que no lopuedo explicar. Callada y llorando y con una vergenza terrible me fui. Pancho meconsolaba pero yo sufra mucho de ir sola con l. Llegamos por fin a la casa toda iluminaday llena de flores blancas" (Aut. I, p. 110).

    'Mi marido fue siempre un modelo ejemplar de respeto y cario; me han dicho variossacerdotes que Dios me lo escogi excepcionalmente, pues fue un ejemplar de esposos yde virtudes" (Aut. I, p. 111).

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    "El da 8 de diciembre, al mes de casada, cumpl los veintids aos de edad y estaba encama por no s cuanto tiempo, sin poder comulgar. Qu cosas pasan en la vida! Entr enaquella casita llena de flores y de luces, de dichas e ilusiones y a los nueve meses sal a lamedia noche con el susto de un incendio, y no volv a ella ms" (Aut. I, p. 112).

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    Con mi Marido y mis Hi jo s

    "El da 28 de septiembre de 1885, a las nueve de la noche y lunes naci mi primer hijoofrecindoselo al Seor con todo mi corazn antes y tambin luego que vino al mundo. Supap, luego que naci, se puso de rodillas sollozando y dndole gracias a Dios. Me

    concedi el Seor poderlo criar ocho meses y entonces tuve que quitarle el pecho pornecesidad. Despus pas muchos trabajos con l; no quiso nodriza, con leche de burraque era la ms parecida a la ma, concluy su lactancia.

    "Una bobera que me da risa recordarla: quera yo que dijera a todo trance "mam" y dijoprimero "gato", lo cual me dio pesar. Tan simple como siempre. Este nio jams dio qudecir: estudioso, inteligente y muy recto, pundonoroso y formal ha sido siempre. Tienecarcter violento pero muy buen corazn. Parece que el Seor lo llama al matrimonio" (Aut.1, 114-115).

    "Mi marido tena horas fijas de irse a su trabajo y de volver, las cuales yo aprovechaba enhablar con mi Jess, en leer cosas espirituales (despus de cumplir con mis obligaciones)

    y en hacer mis penitencias, quitndome los cilicios cuando l iba a llegar, porque una vezme toc uno y mucho se enoj. Me deca que bastantes penas tena con los nios, susenfermedades, crianza; pero yo senta que no era suficiente aquello, sino que yo debaprocurarme dolor. Despus dir como me cuidaba el Seor de ser vista. Mi confesor mequit me parece que por tres aos las penitencias; yo lo obedec" (Aut. I, p. 129-130).

    "En el ao de 1887, el da 28 de marzo, lunes, a las doce de la noche naci mi hijo Carlos.Yo lo cri en toda su lactancia; era un nio muy vivo, inteligente y precoz; vivi slo seisaos y muri el da 10 de marzo de 1893 de una tifoidea terrible. En sus dolores deca:'hgase tu voluntad as en la tierra como en el cielo'; sufri mucho y muri sin confirmacin;esa pena me qued. Fue su muerte para mi corazn un golpe terrible, desgarrador, undolor jams sentido hasta entonces. No quera arrancarme de su lado, pero habl la voz de

    la obediencia y en el acto hice el sacrificio de abandonarlo.

    "En esos das hubo un alza de la plata y mi marido se puso mal en sus negocios, al gradoque para el entierro de este nio tuvo que pedir prestado el dinero que se necesit. En estapoca me regal el Seor con vergenzas y penas pecuniarias. Bendito sea Dios portodo!

    "Cuando muri Carlos senta mi alma vivos impulsos de perfeccin y algo de escrpulosme molestaban. Me remorda mucho la conciencia hasta decirle al nio que estabanbuenas de sabor las medicinas para que las tomara. No saba yo cmo arreglarme. Comoltimo recuerdo suyo guard un vestidito, y ah senta pegado el corazn; pero un daescuch la inspiracin del Seor que me pidi el sacrificio de desprenderme de l y me dio

    valor en aquel desgarramiento del alma (quien no sea madre no podr comprender esto):llam un pobrecito, le puse el vestido, se fue, y yo sent como si me arrancaran a mi hijo".(Aut. I, p. 131-133).

    "El da 28 de enero de 1889, lunes, naci mi hijo Manuel en la calle del Rosario (San LuisPotosi), a donde me haba cambiado. Al dar las avemaras, al rezar el 'Angelus' vino almundo este nio que mucho me cost. A esa misma hora mora un sacerdote (el PadreJos Camacho) y tan luego como lo supe ofrec a mi nio al Seor para reemplazarlo enlos altares. Se lo d de veras, con todo mi corazn. Mucho tiempo despus estuve enferma,pero gracias a Dios pude criarlo hasta que anduvo. Quise que le pusieran en el bautismo el

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    nombre de Manuel, por mi amor tan grande a la Sagrada Eucarista; es su santo el da deCorpus. Tuvo siempre Manuel un carcter muy bondadoso y sencillo; era alegre, humilde ydcil y desde muy nio tuvo grande inclinacin a la virtud y a todo lo de la Iglesia. Tenaluces de desprendimiento del mundo y de sus vanidades superioras a su edad. Recuerdoque tendra siete aos cuando un da, a la hora de la mesa que tenia su pap a todos losnios alrededor les dijo que a ver cuando crecan para que le ayudaran con los gastos dela casa, y Manuel luego respondi: 'Yo les ayudar, s, pero en la parte espiritual, en lo quetoca al alma, porque no nac para ganar dinero que es tierra y vanidad'. Nos vimos Panchoy yo y nos quedamos sorprendidos de esta respuesta".

    "Tuvo pocas de terribles escrpulos; siempre fue muy piadoso, sin respeto humano, muycandoroso y sencillo. Fue l ms carioso de todos mis hijos conmigo, hasta laexageracin. Dios lo llam; escuch mis ruegos y los suyos y desde que comenz a hablarle pedamos la gracia inmensa de la vocacin religiosa. En su primera comunin y en lasgrandes fiestas con fervor renovaba esta splica; y el Seor lo escuch, digo, yndose a laCompaa el da 12 de noviembre del ao de 1906, en donde acaba de hacer sus votos elda 8 de diciembre de 1908 a los diecinueve aos once meses de edad". (Aut. I, p. 135-138).

    (Muri santamente, en 1955, en Gijn, Espaa, en el Colegio de la Inmaculada).

    "Mi alma continuaba con ansias vivas de perfeccin, de un ms all que siempre se leretiraba. Tena das muy fervorosos, con toques fuertes e internos del divino amor, ysiempre envueltos en sufrimientos, porque estos nunca me han dejado, ya de una manera,ya de otra. Qu ser virtud? me preguntaba desde muy chica yo misma a menudo, puesque a gritos me peda el alma conocerlas y practicarlas. Con este pensamiento me pasabalargos ratos, lamentando no entender lo que quera seguir.

    "Un da de Corpus fui a la Catedral a visitar al Santsimo..., de repente me envolvi elSeor en oracin de quietud (ahora conozco que eso fue, pues entonces slo pude darmecuenta de que aquel efecto era divino) y me dijo, incendindome el corazn: 'Yo te ofrezcoque algn da t conocers lo que son las virtudes, porque Yo pondr muchas a tualcance, y no conocidas para muchos'. Yo me qued atontada sin saber qu sera aquelloy quin me haba de decir que diez o ms aos ms tarde me haba de dictar ms dedoscientas virtudes y vicios el Seor!... (Aut. I, p. 139-140).

    "A m me cansaba mucho el mundo y an cuando acostumbr a mi marido, que eraexcelente, a recogerse temprano y a tenerlo todo en su hogar, sin buscar diversiones,siempre a algunas tena que acompaarlo, aunque por dentro contra mi voluntad".

    "Yo lo obsequiaba mucho; llegaba el da de su santo y le haca hasta dieciocho o veintecuelgas: era muy bueno y respetuoso conmigo y todo eso, lo que le haca yo, era pocopara lo que mereca. Fue tan buen padre que viniendo de su trabajo me ayudabapersonalmente a arrullar a los nios y a dormirlos. Su casa y sus nios era todo suencanto". (Aut. I, p. 142-143).

    "Quera yo que Dios me diera una nia y no tanto hombre, ya que iban tres seguidos: ydespus de Manuel, me la dio para l... Era lunes. Mara de la Concepcin se llam estania, que mucho me hizo padecer sin saberlo. La quisimos su padre y yo con una ternuraespecial. Se la ofrec inmediatamente al Seor para que fuera suya, con todo mi corazn, yprocur conservar la azucena de su alma hasta entregarla al Seor como despus dir.Pude criar a esta nia todo el tiempo que fue necesario, gracias a Dios. Era el encanto desu pap, y los dos la llenbamos de bendiciones. De seis meses crea que se mora;

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    estuvo muy grave.

    "Despus de algunos aos tuvo una tifoidea de cuarenta y tantos das entre la vida y lamuerte. Entonces recibi como vitico su primera comunin; yo se la ofrec al Seor enbotn para que fuera a abrirse en el cielo si esta era su divina voluntad; pero no la acept;la tena destinada para esposa suya en la tierra... Por aquellos meses de la enfermedadtan larga de Concha dict el Seor las virtudes aquellas que aos atrs me habaofrecido..."

    "Concha tuvo siempre una ndole de ngel, una pureza suma y unas cualidades y virtudesocultas muy especiales. La modestia era su fisonoma, Cuntas virtudes en el seno de lafamilia y en la intimidad del hogar la vi practicar!... Era una presea, una perla y no concha,una azucena. Al cumplir los quince aos hizo voto de virginidad y a los diecisiete y medioentr a la religin. Joya tan linda no era para el mundo: el Seor la escogi para s" (Aut. I,p. 144-149).

    "Cuando nos casamos mi marido tena un carcter muy violento, pero era como la plvora,luego pasaba el fuego y se contentaba apenado; pero al cabo de algunos aos cambitanto que su mam y hermanas se admiraban. Yo creo que era la gracia y el continuolimarse el pobre con esta lija y duro pedernal". (Aut. I, p. 151-152).

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    Relacio nes de Famil i a y Am is tad

    "El Seor me apretaba fuerte a las humillaciones con mis cuadas, a querer aparecer anteellas como intil y que cuanto hiciera no les agradara. As lo hice aos y aos,vencindome con la gracia de Dios. Mucho me sirvi este crisol en el que mi marido

    muchas veces les daba la razn, para desprenderme de mi misma y no creerme capaz denada bueno, ni exterior ni interiormente. Cuando hablaba, aunque le cost mucho a misoberbia al principio, siempre alababa a mis cuadas an con mi marido y a sus buenospaps. As, con la gracia de Dios cur mi orgullo. Jams le deca a mi esposo lo poco quetuviera que sentir de su familia, no por virtud seguro, sino por conservar la paz, aunquetodo esto se lo ofreca al Seor. Con el tiempo este modo de ser me conquist granestimacin inmerecida de l.

    "Mi suegro siempre me quiso; haca mucho que no frecuentaba los sacramentos y le roguque lo hiciera, le arregl que se confesara y Dios me concedi que lo hiciera, muriendoalgn tiempo despus repentinamente.

    "Mi suegra me deca despus que cuando me cas no me quera nada, pero que despusmucho. Y as era; ella me defenda hasta con mi marido; me buscaba y yo le hablaba deDios, y le explicaba algunas meditaciones como yo poda, y como era un alma tan pura ytan buena, slo sin cultivo, todo le caa muy bien. Yo la sent mucho cuando muri, pero,de no frecuentar antes los sacramentos, despus comenz a hacerlo y fue muy fervorosa ysufrida" (Aut. I, p. 152-154 ).

    "Por las tardes, al obscurecer, me iba a la iglesia de san Juan de Dios y all cerquita delsagrario desahogaba mi pecho cerca de Jess; le ofreca a mis nios, a mi marido y a miscriados, pidindole luz y tino para saber cumplir mis deberes". (Aut. I, p. 157).

    Su existencia se desarrollaba normalmente entre las obligaciones de su hogar y sus

    relaciones sociales, sin poder sustraerse a todas las circunstancias imprevistas.

    "Tuve que ir a visitar a un sacerdote: se oscureci y ni coches ni tranvas parecan. Eramuy grande mi angustia; el tiempo pasaba y resolv volverme a pie, pero como habamuchas vas y yo no saba el camino me acerqu a una tiendita a preguntar. Sin poderloimpedir sali de ah un hombre que me haca temblar y que me dijo que me conducira. Seme arrimaba mucho, ola a vino, y andbamos y ms andbamos, conociendo yo el peligroy encomendndome a la Sma. Virgen. Era de noche, haba invitado mi marido un seor acenar, y yo tan lejos, Dios mo! y sin saber a donde iba a parar. Nunca he sufrido en esamateria lo que entonces. Por fin la Sma. Virgen me oy y al voltear una esquina pasaba untranva, ni supe de donde era y escapndome de aquel hombre que me detena, me sub yme salv" (Aut. I. p. 53-53).

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    Ascensin Espi r i tual

    Para comprender a Conchita no hay que buscar fenmenos extraordinarios: la suya essantidad en las diarias ocupaciones. Una breve frase de su Diario nos revela el estado desu alma de recin casada: "Al ver, a pesar de todo lo bueno de mi marido, que el

    matrimonio no era aquel lleno que yo me haba figurado, instintivamente mi corazn se fuems y ms a Dios buscando en l lo que le faltaba; pues el vaco interior haba crecido apesar de todas las felicidades de la tierra". (Aut. I, p. 112). En medio de las ms grandesalegras del amor, siente las limitaciones y el carcter efmero de todo amor humano.

    La verdadera vida de los santos est toda "escondida con Cristo en Dios" (Col. 3,3). Seperciben sus efectos en su comportamiento exterior y con frecuencia ellos mismos nosdescubren su principal secreto. En el caso de Conchita, tenemos en su Diario la clave detodo. Nos permitir seguirla de los treinta y uno a los setenta y cuatro aos. Lo utilizaremoscomo gua principal, sin descuidar las fuentes complementarias. Ella misma nos da aconocer su medio familiar, las gracias y los favores excepcionales recibidos desde su mstierna infancia, la trgica muerte de su hermano Manuel, verdadero punto de partida para

    una vida nueva que la orienta decididamente hacia Dios; la profunda posesin de todo suser por Cristo desde los primeros das de su matrimonio y su constante ascensin hacia laperfeccin, a travs de los menores acontecimientos de su hogar. En la trama cotidiana desu existencia de mujer, semejante en apariencia a la de todas las dems, Dios prepara asu Iglesia y al mundo una gran santa.

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    " Tu Misin es l a de Salvar Alm as"

    Un acontecimiento inesperado le proporcion la ocasin de tener un tiempo de intensosilencio, oracin y contacto con Dios. Por primera vez asistir a unos "ejerciciosespirituales", predicados y dirigidos aquel ao de 1889 por el Padre Antonio Plancarte y

    Labastida, que fue ms tarde Abad de Guadalupe. Conchita tena veintisiete aos.Casada y madre de familia, ama de casa, con un marido muy puntual y algo celoso, nopoda aislarse en unos ejercicios de encierro. "Y concurra de entrar y salir porque nopoda dejar mis nios". (Aut. I, p. 159). Corre a las plticas, encuentra como puedemomentos de silencio y de recogimiento y regresa apresuradamente a casa. Pero elEspritu Santo obra donde quiere. En el corazn de Conchita va a surgir, bajo el impulsoirresistible del Espritu, una llama apostlica que pronto se extender a las dimensiones dela Iglesia entera. En su sencillez y humildad no sospecha desde luego la amplitud de losdesignios de Dios. Su mirada no va ms all del marco habitual de una mujer en suhogar. Dios mismo va a abrirle los horizontes de la Redencin.

    "Un da en el que me preparaba con toda mi alma a lo que el Seor quisiera de m, en un

    momento escuch muy claro en el fondo de mi alma, sin poder dudarlo, estas palabras,que me asombraron: "Tu misin es la de salvar almas". Yo no entenda cmo poda seresto; me pareci tan raro y tan imposible!; pens que esto sera que me sacrificara enfavor de mi marido, hijos y criados. Hice mis propsitos muy prcticos y llenos de fervor,redoblando mis deseos de amar sin medida al que es Amor. Mi corazn hall su nido,encontr la paz en el retiro y la oracin, pero tena que salir al mundo y a mis obligaciones,con necesidad de andar entre el fuego sin quemarme. Con este crecido incendio en elcorazn el celo me devoraba y ansiaba compartir mi dicha, con las enseanzas sublimesque haba aprendido".

    "En esos das tuve que ir con los nios una temporada al campo, a "Jess Mara", unahacienda de mi hermano Octaviano, cerca de San Luis; y al llegar lo conchav para que

    juntando las mujeres de por ah les diera yo unos ejercicios explicndoles lo que habaodo. Este hermano que siempre ha sido excelente conmigo y me ha tenido especialpredileccin condescendi luego y se reunieron sesenta mujeres. A mi no me ocurri tenervergenza ni si estara mal hecho esto, ni si errara al hablar, ni siquiera pens que pudieraser pretensin o soberbia de mi parte; yo senta quemarme y ansiaba comunicar aquelfuego a otros corazones y no ms.

    "Comenzamos pues en la Capilla de la hacienda; yo me sentaba en una silla abajo frente aellas; y, como en la tierra de los ciegos el tuerto es rey, a las pobres les gustaba mucho loque les deca, y lloraban y se movan a contricin y hasta me queran decir sus pecados,cosa que yo por supuesto no les permit. Cuando concluimos vinieron sacerdotes, lasconfesaron e hicieron una comunin muy fervorosa. Yo me senta feliz hablando de Jess

    y cortos se me hicieron los das, volando las horas en tan dulce ocupacin. A veces ibaOctaviano a or y Dios me ayudaba para no cortarme; todo por supuesto a puerta cerrada"(Aut. I, p. 159-162).

    Conchita buscaba un director de conciencia para avanzar con mayor seguridad hacia Dios:"... quemndome los deseos de perfeccin, de encontrar la puerta, la va, el camino pordonde llegar a mi Jess. Haciendo propsitos varios humillndome pasaba los das enaquella desolacin y angustia y oscuridad. Notaba hambre de lo divino, sed ardiente deJess, pero como que me estrellaba, como que me perda entre un camino de oscura fe ysin esperanza. Hablando yo a un sacerdote de lo que bulla dentro de mi alma, de los

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    ideales de perfeccin que persegua y no quera el Seor sin duda que me comprendiera,porque me hablaba l de poesa, de la naturaleza, de cosas de l, pero no de l mismo, demi Dios! Y el mundo luchaba por arrastrarme y las criaturas me atraan. Recuerdo que meentretena a ratos en ver peridicos de modas y me entraba tal remordimiento, hasta queme dijo el Seor que no las viera" (Aut. I, p. 198-199).

    Decepcionada y apenada por haberse acercado a un sacerdote que slo habl de cosassuperficiales, cuando ella haba acudido a l con ansias de encontrar a Dios, intensific suoracin. El Seor le envi entonces al Padre Alberto Mir, S.J., quien mucho le ayud enlos primeros diez aos de su ascensin hacia Dios.

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    El Monog rama de Jess

    El amor de Cristo lata cada da ms en el corazn de Conchita y animaba an los mspequeos actos. Amaba apasionadamente a su marido y a sus hijos pero como "envueltosen ese mismo amor" (Aut. I, p. 105). Cristo no mutila el amor humano: lo transfigura y lo

    diviniza...

    Durante su infancia en las haciendas de su familia, y a ltimas fechas en la de su hermanoOctaviano, Conchita haba observado cmo se imprima en el ganado con fierro candentela marca de su dueo. Ella tambin soaba con llevar hasta en su carne el sello de Cristo.Se encuentran casos anlogos en la vida de otros santos, como en el beato Enrique Suz,dominico. El caso ms semejante al de Conchita es el de santa Juana de Chantal, jovenviuda, impulsada por su familia a volver a casarse y que, para poner fin a aquellasinstancias, un da se retir a su recmara y grab sobre su corazn el Nombre de 'Jess',cuyas cicatrices se encontraron an cuando muri; nicamente la huella de la ltima letra'S' se haba borrado casi. San Francisco de Sales manifest claramente que si l hubieraestado all no lo hubiera permitido. Los santos son a veces ms admirables que imitables.

    Se podra hacer la misma observacin acerca de Conchita.

    "Por fin de ruegos consegu el permiso de mi director para marcar el monograma en mipecho el da del Dulce Nombre de Jess, 14 de enero de 1894. Cort el pecho formandoletras grandes con la navaja, J H S en esta forma; luego que lo hice sent como si unafuerza sobrenatural me arrojara al suelo y con la frente en la tierra, en los ojos las lgrimasy el fuego en el corazn le peda al Seor con vehemencia, con un celo devorador lasalvacin de las almas: JESUS, SALVADOR DE LOS HOMBRES, SALVALOS,SALVALOS!

    "Yo no me acordaba de ms: almas, almas para Jess era lo que deseaba. Ms eran losardores del alma que los del cuerpo, y la dicha indecible que yo experimentaba siendo,

    como los animales de su dueo, yo de Jess, de Jess, de mi Jess que salvara a tantaspobrecitas almas que le daran gloria. Arrebatada de dicha pas el da, con ansias vivas desoledad y oracin, y con una visita a quien estar atendiendo" (Aut. I, p. 205-207).

    Es un hecho que tiene su fuente en los carismas de Dios y en la locura del amor, enseguimiento de un Dios crucificado. Se explica por la misin excepcional de la fundadorade las Obras de la Cruz, llamadas a extenderse por el mundo entero. Una Teresa deLisieux, que era sin embargo la santa preferida de Conchita, tena otra manera de probar aJess que lo amaba con locura, soando en ser en la Iglesia el amor que nada rehsa.Hay que tener en cuenta la idiosincrasia de los pueblos, la gracia personal y de la misinde cada uno. Es el mismo Espritu el que se expresa, con letras de fuego y de sangre,como tambin, y con fuerza no menor, en la fidelidad absoluta al ms pequeo sacrificio.

    En el cristianismo, el herosmo en lo pequeo est unido al herosmo en lo grande bajo elimpulso de un mismo Espritu de amor.

    El monograma inaugura una nueva fase cuyas repercusiones se dejaron sentir:- en su vida personal,- en su irradiacin apostlica- y, de un modo carismtico, por medio de las iluminaciones divinas para bien de la Iglesiaentera.

    As en la economa de la salvacin: algunos actos privilegiados extienden a veces su

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    influencia salvadora a todo el Cuerpo mstico de Cristo. As sucedi en forma sin igual conel "Fiat" de Mara que salv al mundo. Guardada la debida proporcin, el ms pequeoacto humano repercute en la historia del mundo y slo en el ltimo juicio podr serdebidamente aquilatado.

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    Despos ori os Espi r i t uales con Cris to

    Los primeros frutos de su acto heroico de pertenencia total y de consagracin a Cristo pormedio de una entrega firmada con su sangre, fueron para la misma Conchita.

    "Parece que el Seor con el monograma abri la puerta para derramarse en gracias.Desde ese da: qu persecucin, dir, qu ternuras, qu gracias, qu estupendasbondades con este barro vil! No me dejaba ni de da ni de noche, ni en la oracin ni fuerade ella. Te quiero ma, lo eres ya, pero an ms quiero que lo seas, me repeta; acrcate,quiero hacer contigo unos desposorios, quiero darte mi nombre y prepararte a grandesgracias" (Aut. I, p. 208).

    Monseor Luis M. Martnez sita en esta poca la gracia insigne de los desposoriosespirituales de Conchita con Cristo. Los telogos no cesan de comentar el caso indito deuna mujer, comprometida a fondo en la vida conyugal y madre de numerosa familia,autnticamente elevada por el Seor a los estados msticos superiores. Dios es dueo desus dones.

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    Una Nueva Etapa: El Gozo en el Dolo r

    Un segundo resultado en su vida espiritual ms maravilloso an fue el de experimentar elgozo en el dolor. De igual manera Cristo Crucificado gozaba en su alma de la visinbeatfica de la Trinidad, al mismo tiempo que por sus dolores fsicos y morales era el

    "Varn de dolores" (Is. 43,3).

    A partir del monograma, Conchita es inundada de gracias y de favores divinos. Quiereasemejarse a Cristo en la Cruz. No tiene sino un deseo: "Todo lo sacrificara con el mayorgusto por El, slo por El, y por puro amor..., quisiera ser apstol y publicar y hacer ver y dara conocer quien es Jess" (Diario T. 2, p. 7, abril-mayo 1894). Dara su vida por procurarle"un tomo de gloria". Vive en Dios, "toda en Dios y siempre en Dios" (Diario T. 2, 84, 2abril, 1894). Da cuenta a su director de este nuevo estado de su alma: "Me siento como sihubiera traspasado una atmsfera... No puedo pensar ni moverme sino en Dios y dentro deDios, y Dios en toda yo, y yo en todo El, pero en una esfera de campo de luz y de cosasdivinas" (Diario T. 3, p. 25, abril-junio, 1894).

    Ahora Conchita lo sabe ya por experiencia: la unin divina es inseparable del dolor. Amedida que se acerca a Cristo la cruz se levanta ms y ms cercana en el horizonte. Hayen su interior un cambio profundo: "Hay momentos preciosos en que me siento, qu raro!,gozar en el dolor y entonces se me va el alma con una delicia enteramente desconocida,se suaviza la pena sin disminuirse, pero este efecto lo produce el acto de abandono a lavoluntad de Dios y el gusto de complacerlo... jams experimentado por m. Heexperimentado hoy en mi alma una cosa extraordinaria: la unin de dolor" (Diario T. 3, p.75, 30 de abril, 1894).

    "Rarsimo encuentro en m estos efectos sobre el dolor. Gozar en el sufrimiento!, si meparece increble, yo que siempre le he sacado mil vueltas a pesar de haber puesto en mDios cierta inclinacin al sufrimiento y oculto. Cmo no extraar que de la noche a la

    maana, casi de repente, cuando mi alma siente ahogarse en el dolor, en esos mismosinstantes casi desesperados, viene una brisa nueva como a transformar el dolor seco yrido en fresco y agradable, con solo la consideracin de agradar al Amado, sin msdichas ni esperanzas futuras: esto se hace o parece, digo, como secundario ante lafelicidad de complacerlo, iOh maravillas de la gracia! Mi alma se abisma en unos espaciostan desconocidos a mi miseria, que jams imaginaba siquiera poder tocar con mis manos.Estos favores de veras son gratuitos y no merecidos. Qu bondad de Dios, tampoco tienelmites, infinita e inmensa como todo El!... La unin en la Cruz tiene que hacer brotar delalma el amor ms sublime y desinteresado. Este amor pursimo sin mezcla de egosmo oamor propio. El amor al dolor es el amor a Jess, slido y verdadero. Que nadie me quiteeste mi tesoro escondidsimo, quiero ocultar mi dolor, este es ahora mi tesoro que me unea mi otro tesoro: Jess... Estoy dispuesta hasta la ltima gota del cliz apurar, s, s, slo

    para darte gloria aunque miserable" (Diario T. 3, p. 79-81, 2 de mayo, 1894).

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    Apsto l de la Cruz

    El monograma que vino a transformar su vida personal prepar a Conchita para suvocacin de apstol de la cruz. En la inscripcin del santo Nombre de Jess sobre supecho realizada por santa Juana de Cantal y por Conchita es notable el sentido diferente

    de este gesto de amor. Para una era la afirmacin suprema de su amor nico a CristoJess; para la otra, la explosin inesperada y por decirlo as, la irrupcin al exterior de sufuego interior, de su indivisible amor a Dios y a los hombres. Con razn su familia religiosatiene como fecha del nacimiento de las Obras de la Cruz la del monograma.

    Algn tiempo despus del monograma, estando Conchita en oracin en la Iglesia de laCompaa de Jess, en San Luis Potos, su ciudad natal, de repente se le apareci elEspritu Santo, el que es el Amor, iluminado y abarcando desde la cumbre todas las Obrasde la Cruz.

    "Estaba recogida, cuando de repente veo un inmenso cuadro de luz vivsima y ms claraen su centro. Luz blanca, qu raro, y encima de este mar o abismo de luz miles de rayos

    como de oro y fuego, vi una paloma blanca, extendidas sus alas, abarcando no s cmotodo aquel torrente de luz".

    "Lo vi todo muy claro, puesto que era luz, pero entend ser visin muy alta y oscura,profunda y divina. Me qued una impresin de suavidad, de paz, de amor, de pureza yhumildad: qu voy a saber explicar la inexplicable!"

    "A los dos o tres das de esta visin o cosa que no supe explicar voy viendo una tarde en lamisma iglesia de la Compaa -- feliz tarde! -- otra vez una paloma blanca en medio de ungran fuego como de rayos de luz claros y brillantsimos. En el centro estaba la palomitaotra vez con las alas extendidas y bajo de ella en el fondo de aquella inmensidad de luzuna cruz grande, muy grande, con un corazn en el centro" (Aut. I, 221-213).

    "Pareca que flotaba en un crepsculo de nubes como con fuego dentro. Debajo de la cruzsalan miles de rayos de luz los cuales no se confundan ni con la luz blanca de la palomita,ni con el fuego de las nubes. Eran como tres tonos de luz -- qu encanto! -- El coraznera vivo, palpitante, humano pero glorificado; estaba rodeado de fuego como material,pareca movible, como dentro de una hoguera; y por encima brotaba de l otra clase dellamas como lenguas de fuego de ms calidad o grados, dir. Adems estaba el coraznrodeado de rayos luminosos como anchos al principio y delgados al fin, sin confundirse conlas llamas que quedan debajo, con la sombra de luz o disco brillantsimo que lo rodea.

    "Las llamas que brotaban para arriba del corazn suban con violencia como despedidascon mucha fuerza, cubriendo y descubriendo la cruz chiquita plantada en el corazn. Las

    espinas que rodeaban el corazn dolan al ver como lastimaban aquello tan delicado ytierno.

    "Puedo as descifrar todo esto porque en incontables ocasiones de da y de noche se mepresentaba esta hermosa cruz, aunque sin la Palomita. Qu ser esto?, me preguntaba,qu querr el Seor? Le di cuenta a mi director y primero me dijo que no hiciera caso ydespus, yo creo inspirado de Dios, me escribi un papel para mi alma y me deca: 'Tsalvars muchas almas por medio del apostolado de la Cruz'. El se refera a que por missacrificios unidos a los del Seor, pues nunca le ocurri que ste fuera el nombre de laObra. Pero yo al leer esto no s qu sent, comprendiendo despus que este nombre deba

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    llevar la grande Obra que iniciaba el Seor y de la que hablaba ya" (Aut. I, p. 213-214 ).

    Dios acababa de escoger a esta joven casada y madre de familia, simple seglar, pararecordamos el misterio de la salvacin del mundo por la Cruz. El Seor le dijo: El mundose hunde por el sensualismo; y el sacrificio ya no se ama casi ni se conocen sus dulzuras"."Quiero que reine la Cruz y hoy se presenta al mundo con mi corazn para que ste,sirviendo de anzuelo, las atraiga al sacrificio" (Aut. I, p. 216). "No hay amor slido sin cruz,me deca, y slo en el Corazn de la Cruz se puede gustar de las inefables dulzuras de miCorazn. Por de fuera la Cruz es spera y escabrosa pero comindola, penetrndola yempapndose de ella no existe mayor dulzura, porque ah est el descanso del almaenamorada, su delicia, su vida" (Aut. I, p. 217-218).

    Y en seguida el anuncio proftico de las Religiosas de la Cruz, consagradas totalmente auna vida de inmolacin por amor: "Una maana que estaba haciendo mi oracinrepentinamente se present a mi vista interior una inmensa procesin de religiosas conuna gran cruz roja en la espalda. Iban en fila de dos en dos y tardaron en acabar de pasar"(Aut. I, p. 221 ).

    A toda la lglesia debe ser anunciado el mensaje de la Cruz: "S, este Apostolado de la Cruzse extender por todo el mundo y me dar mucha gloria" (Diario T. 2, p. 2). En fin el Seorrevela a Conchita que tendr que continuar en la Iglesia la obra de santa Margarita Mara;e inmediatamente lo comunica a su director: "Me da vergenza mentarle esto, padre mo,porque volvi Jess a recordar a Margarita Alacoque. Dijo que a aquellas personas lashaba escogido para una cosa y a otras para otra, a unas para dar a conocer al mundo elAmor, y a otras para el Dolor. Usted me entiende" (Diario T. 3, 89, mayo 4, 1894).

    En una carta al Padre Jos Alzola, Provincial de los jesuitas, Conchita precisar un pocodespus: "El Apostolado de la Cruz, que es la obra que contina y completa la de miCorazn que fue revelada a la beata Margarita. Dile que no se trata solamente de mi Cruzexterna como el divino instrumento de la redencin; que esta Cruz que se presenta almundo es para atraer a las almas a mi Corazn clavado en ella; que lo esencial en estaObra es dar a conocer los dolores internos de mi Corazn, los cuales no son atendidos yfueron para M de mayor pasin que la que mi Cuerpo padeci en el Calvario por suintensidad y por su duracin y que an continan msticamente en la Eucarista. Dile quehasta este da el mundo conoce el amor de mi Corazn demostrado a la beata Margarita,pero que reservaba para estos tiempos el dar a conocer su dolor, el cual mostr entoncesslo con las insignias y superficialmente. Dile que se debe ahondar en este mar sin fondode amargura y darlo a conocer al mundo, haciendo que se una el dolor de los fieles alinmenso de mi Corazn, pues que se desperdicia esa riqueza en su mayor parte y quieroque se aproveche por medio del Apostolado de la Cruz en favor de las almas y consuelode mi Corazn".

    "Har un mes, entre el da, de repente me dijo: "La Obra de la Cruz es la continuacin delas revelaciones hechas a la beata Margarita" (Carta al Padre Jos Azola, S.J. 14 denoviembre, 1899).

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    Vida Cotid iana Transf igurada

    No hay que imaginarse a Conchita como una mstica con los ojos extticos y actitudesfingidas. Sus hijos me lo repitieron con frecuencia: 'No haba nada ms natural que suporte exterior'. Tal era el punto sobre el que insistan ms: 'Hasta en la iglesia sentamos

    que estaba con nosotros'.

    Se leen en el Diario pginas reveladoras de su manera de concebir la perfeccin cristianasegn el verdadero espritu del Evangelio. Es interesante analizar sus propsitos deejercicios hechos al terminar los del 20 al 30 de septiembre de 1894. Conchita tiene treintay dos aos. No son los propsitos de una religiosa, sino los de una mujer casada, madrede familia y ama de casa. De acuerdo con su Director los divide con mtodo: diecisietepuntos para sus relaciones con su marido, veintitrs para su comportamiento cotidiano consus hijos y en una pgina final, siete puntos para orientar su actitud de justicia, de bondady de caridad con los sirvientes de la casa.

    Ponemos aqu algunos extractos:

    "Con mi marido:tendr cuidado de no perder su confianza antes ganrmela ms y ms;informndome de sus negocios, pedir luz a Dios para aconsejarlo rectamente.

    "- Procurar que siempre encuentre en m consuelos santos, dulzura y abnegacincompleta. Igual de carcter en todas las circunstancias, y l s que vea traslucirse a Diosen todas mis obras para su provecho espiritual.

    "- Jams hablar mal, en lo ms mnimo, de su familia; siempre la disculpar, teniendocuidado de que respete la ma.

    "- Velar por las economas sin descender a extremos, teniendo cuidado de que nada falte

    a los dems y haciendo personalmente muchas cosas que implicaran gastos. Estarsiempre despierta a todas las circunstancias. Dar del gasto las limosnas que pueda.

    "- En cuanto a la educacin de mis hijos har porque siempre caminemos de acuerdo,habiendo energa y rectitud de ambas partes, con especialsimo cuidado.

    "Con mis hijos: tendr especial cuidado y vigilancia.

    "- Les fomentar la caridad para con los pobres, haciendo que, quitando un poco de lo quetienen, les participen personalmente.

    "- No les fastidiar cargndoles de rezos y hacindoles pesada la piedad; todo lo contrario,

    procurar hacerla agradable a sus ojos y que naturalmente la busquen comenzando a darvuelo al alma con pequeas jaculatorias.

    "- Estudiar sus caracteres, y apretar donde convenga, sin dejarme arrastrar por el carionatural. No los consentir en general, y recto, sin cambiar un pice mis resoluciones omandatos. Sabr imponrmeles a la vez que atraerlos a la confianza.

    "- Har que vean en su padre ciertos actos de piedad y que su ejemplo les sea til entodos sentidos. Con la nia especialsimo cuidado.

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    Con los sirvientes de Ia casa: ser dulce y recta. "Vigilar su moralidad en cuanto pueda.

    "- Les asistir pecuniaria y personalmente, si puedo, en sus enfermedades.

    "- Tendr especial cuidado de sus almas, procurando que escuchen algunos sermones,dndoles algunas instrucciones religiosas y cerciorndome que cumplan con el preceptode or Misa". (Diario T. 4, p. 227 ss. 6 octubre. 1894).

    As se nos muestra Conchita: un modelo de esposa, de madre de familia y de ama decasa. Ella misma hace un 'Reglamento de vida' que orienta su conducta, pero sin rigidez,con una preocupacin de fidelidad a Dios y de servicio a los dems por amor.

    He aqu algunas anotaciones ms que evocan el espritu que las anima:

    "- Propongo hacer siempre lo ms perfecto.

    "- Propongo buscar en todas las cosas a Jess y su cruz, conforme a su voluntadsantsima.

    "- Propongo buscar prcticamente los intereses de Cristo y no obrar segn mis intereses oamor propio".

    Pero aade con realismo y gran espritu de adaptacin: "No me inquietar si lascircunstancias impiden mi reglamento de vida, sino que tranquilamente continuar. Serflexible ante las dificultades, siempre humillndome y siempre adelante, adelante!" (DiarioT. 4. p. 80 agosto de 1894).

    Sus relaciones sociales, la llevan a reuniones y a varias diversiones como mujer de mundoy madre de familia. No se sustrae a ellas, va a todas partes sonriendo, pero su coraznest todo en Cristo: "Anoche tuve que ir al circo" (Diario T. 4, p. 64, agosto 12 de 1894). "Yvoy al teatro dentro de breves momentos, yo que huira del mundo con todo mi corazntengo que presentarme a l, y rer y estar alegre y lejos de m manifestar desagrado, lo quebastara para causar a mi marido un gran disgusto. Me encuentro por todas las partessobre la cruz. Oh, Jess m, aydame! Concdeme saber conformar mi exterior y guardarmi corazn inviolablemente fiel, sabiendo dominarlo para que nada me traicione enpresencia de aquellos que no pueden comprenderme" (Diario T. 3. p. 161, mayo 17, 1894).

    En medio del bullicio de las fiestas del carnaval escribe: "Ayer no pude escribir; por la tardetuve que condescender con mi marido a ir al paseo cuatro horas en coche abierto, entreuna barahunda de mundo atroz. Hice actos, cuantos pude, de amor y reparacin ymortificacin" (Diario T. 12, p. 121, febrero 28, 1900). Pero no es una mujer mundanasumergida por el torbellino del carnaval; por encima de los hombres y mujeres que sedivierten locamente ella lleva en su alma la mirada del Crucificado.

    Se encuentra a gusto en su hogar y en el crculo de su familia y amistades. En eseambiente es la animadora de las reuniones y de las fiestas. Todos la solicitan. Tiene plenaconciencia de que su lugar de madre y educadora est, ante todo, en medio de sus hijos:"Tengo que formar ocho corazones, que luchar con ocho caracteres, quitando lo malo yplantando y fomentando lo bueno; grande paciencia y grande prudencia y virtud necesitopara cumplir santamente esta misin de madre. En todas mis oraciones el primer grito delcorazn es para pedir gracias para mi esposo e hijos, claro est que espero todo de lo alto,todo de ese Dios infinitamente bueno y de esa Mara, Madre de todos, a quien se los tengoespecialmente encomendados. Ella ser su escudo, su luz, su gua, su protectora

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  • 5/20/2018 Conchita, Diario Espiritual de Una Madre de Familia, Fr Marie-Michel Philipon OP

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    amadsima. La santa devocin que sus corazones le profesan los salvar de todos lospeligros de este miserable mundo tan lleno de escollos. Madre, Madre, aydanos,cobjame bajo el manto de tu pureza y no nos dejes jams hasta asegurarnos en esaeternidad feliz! Mara, tu pureza para mis hijos!, que nunca manchen su alma tanquerida!, que sean todos para Dios, que El solo sea su aliento y su vida. Mralos, Virgen,son tuyos antes que mos!" (Diario T. 11, p. 193, agosto 16, 1899).

    As se deslizaba la vida cotidiana de Conchita, como la de todas las madres, conalternativas de penas y alegras "Ayer cumpl treinta y siete aos, tuve un da lleno de lassatisfacciones exteriores que pudiera yo desear respecto a mi marido, hijos y demsfamilia, y sin embargo la tristeza y el vaco llenaba mi corazn hacindolo sufrir, luchandopor dominarme. Tuve el gusto de ver a mis hijos con muchos premios de la reparticin delcolegio y muy aplaudidos, y algunos saltos de vanidad me dio el corazn, aunqueprocuraba rechazarlos. Las cuelgas que recib, todas se las entregu al Seor,quedndome en mi querida pobreza. Tiemblo ante mi debilidad sobre el particular pues enel mundo hay muchas ocasiones de fallar y soy capaz de todo. Ayer renov mi ofrecimientototal a la voluntad de Dios, entregndome sin reserva a sus divinas manos" (Diario T. 12, p.35, diciembre 9, 1899).

    Las preocupaciones no faltaban en la casa y las pruebas de salud pesaban a vecesdolorosamente. Ella misma o sus hijos se encontraban gravemente enfermos y la muertese cerna sobre la existencia familiar. "De las puertas de la eternidad, del borde delsepulcro me ha vuelto el Seor por sus altos fines y pudiendo apenas escribir, tomo hoy lapluma para continuar mi Diario