cómo encontrar una mina
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8/17/2019 Cómo Encontrar Una Mina
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¿CÓMO ENCONTRAR UNA MINA?
A pesar de la literatura, el conocimiento en el rubro, las tecnologías y las teorías, sigue siendo una
misión difícil. Lo peor es que en el proceso de búsqueda se pueden perder años y mucho dinero.
Aun así, sigue siendo un sueño.
"Todavía es complicado descubrir una mina. Casi como el antiguo refrán de encontrar una agujaen un pajar", indica con conocimiento de causa el geólogo José Cabello, quien por años trabajó en
empresas especializadas y hoy tiene su propia compañía de evaluación de proyectos mineros.
Es que localizar un nuevo yacimiento no es tan fácil como antes, cuando bastaba con la simple
observación, el martillo y la brújula de los geólogos para hallar, literalmente, una mina de oro.
Hoy, se requieren complejas fórmulas, caros mecanismos y, por lo menos, unos 10 años de estudio
para detectar un depósito mineral y constatar que puede convertirse en un mineral explotable.
Sobre todo hoy en día, cuando el precio del cobre está por las nubes y el territorio nacional está
tan investigado que es necesario recurrir a técnicas indirectas para descubrir una súper mina.
LAS ETAPAS
Para entender cómo encontramos una mina, entrevistamos a cinco expertos de universidades,
empresas mineras y consultoras independientes. Todos coincidieron en las fases de un
descubrimiento. Y entregaron varios datos para afinar el ojo. Pero afirman que no existe un
método mejor que otro y que el resultado dependerá de mil factores.
Didácticamente, Aníbal Gajardo, jefe de la sección Rocas y Minerales Industriales del Servicio
Nacional de Geología y Minería (Sernageomin), explica que la búsqueda de un yacimiento mineral
comprende diferentes etapas sucesivas.
"En países como Chile, donde existe un mayor conocimiento geológico y experiencia al respecto,
las primeras fases, que corresponden a la generación de información básica, son efectuadas por
los Servicios Geológicos, lo que permite a las empresas obviar o minimizar los estudios respectivos
y enfocarse directamente en los niveles siguientes".
Así, en primer lugar, los geólogos generan una carta básica del área que se va a estudiar y en base
a ella se produce una carta metalogénica, donde se mapean las franjas metalogénicas, zonas en las
cuales sí existen mineralizaciones. "Los descubrimientos se realizan generalmente en estas áreas.
Es allí donde se emplazan los yacimientos explotables y donde las empresas aplican sus
tecnologías en busca de nuevos minerales. Es muy difícil encontrar un depósito fuera de estos
sectores", sostiene Carlos Palacios, profesor del Departamento de Geología de la Universidad de
Chile.
En base a esta información, las empresas mineras empiezan su trabajo de prospección. En esta
fase, el geólogo, con mapa en mano, acude al terreno a obtener las primeras muestras para
determinar las condiciones de los depósitos. Hasta aquí, los expertos sólo han utilizado sus
conocimientos e instrumentos básicos: lupa, brújula, martillo y GPS, como describe Aníbal
Gajardo.
"Es que la principal técnica para descubrir un yacimiento es mirar el terreno. Es un mecanismo que
aún no ha sido reemplazado y no lo será en el futuro", indica Ricardo Muhr, vicepresidente de
Recursos Mineros de Antofagasta Minerals.
Lo importante es saber qué buscar. "Hoy las compañías diseñan estrategias definidas para
encontrar ciertos minerales. Algunas, por ejemplo, por principio, no buscan oro", cuenta el
evaluador de proyectos, José Cabello.
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Alfonso Otero, profesor del Centro de Minería de la Escuela de Ingeniería de la PUC, señala que
para medir las características de estos prospectos de minas existen técnicas directas e indirectas
para determinar las condiciones de mineralización: geoquímicas, geofísicas y sensores remotos.
Todo dependerá del depósito y de lo que se desee hallar. "Se debe definir el objetivo geológico,
dónde buscar, cómo hacerlo, con cuáles profesionales, con qué técnicas, con qué apoyo y, uno de
los aspectos más importantes, cómo manejar el riesgo", sostiene.
Las técnicas geoquímicas, por su parte, estudian la distribución y cantidad de los minerales a
través de la circulación de los elementos en la corteza terrestre. Analiza los sedimentos, los suelos
y las rocas del área donde se intuye que se pueden descubrir nuevos yacimientos.
Los instrumentos más sofisticados se usan con la geofísica, que explora la profundidad de la
corteza terrestre. Alfonso Otero, de la PUC, indica que se pueden utilizar exámenes
electromagnéticos; pruebas radiométricas o nucleares; sistemas sísmicos y la magnetometría,
técnica que se puede ejecutar desde el aire con un helicóptero (ver infografía) o a cargo de los
mismos geólogos, recorriendo centímetro a centímetro el suelo, de la misma forma como,
inusualmente, uno puede ver a fanáticos buscando minerales en la playa, por ejemplo.
Imprescindibles son hoy los sensores remotos, donde a través de imágenes fotosatelitales es
posible observar la tierra y determinar ciertos indicios que pueden indicar dónde se encuentran
los escurridizos yacimientos.
Después de utilizar alguno de estos métodos, se determina un blanco de exploración, etapa donde
se perfora la tierra mediante sondajes para obtener muestras o "testigos", los cuales permitirán
calcular el volumen y ley del yacimiento.
En esta fase se utilizan máquinas sondeadoras que tienen coronas con diamantes industriales que
indagan como máximo hasta los 1.200 metros de profundidad, ya que después de los mil metros la
factibilidad de explotación es casi inexistente como negocio, cuenta José Cabello.
Primero, las perforaciones se realizan en forma exploratoria, y si la descripción es satisfactoria, se
sondea el terreno cada 50 metros.
A PUNTO
Si estos antecedentes indican que el yacimiento tiene posibilidades de convertirse en mina, se
realizan estudios de metalurgia, para saber cuánto mineral se podrá recuperar; también se analiza
la geometría y la geotecnia para conocer la calidad de la roca donde se construirá la mina.
"Si estos datos son positivos, se realiza un estudio de prefactibilidad, que es la etapa donde
muchos yacimientos se estancan. Por ejemplo, antes que Antofagasta Minerals comprara Los
Pelambres, los antiguos dueños gastaron 100 millones de dólares para determinar que no era una
mina explotable en ese minuto. Y hoy, claramente sí lo es", cuenta Ricardo Muhr, vicepresidente
de recursos mineros de quienes hoy explotan este mineral.
A pesar de las técnicas y estudios, es cada vez más difícil encontrar evidencias geológicas de unyacimiento en la superficie. Por ello, "las empresas mineras deben orientarse a la exploración
minera de zonas cubiertas, principalmente por suelos y gravas", recomienda Carlos Palacios,
docente de la Universidad de Chile.
De hecho, así es como se descubrió la mina Spence, pues se encontraba bajo un área donde la
mineralización estaba cubierta por centenares de metros de gravas. "Además, es un sector llano,
al costado de la antigua carretera que unía Antofagasta y Calama, una vía por la que circulaban a
diario geólogos, ingenieros y mineros. Pero de pronto, un profesional determinó lineamientos de
depósitos en las montañas aledañas, y después de sondajes a largas distancias, se encontró el
preciado mineral de cobre", relata José Cabello.
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Un desafío riesgoso, costoso y con grandes posibilidades de fracaso. Pero aún fascinante, porque
nunca se sabe cuándo una mina puede cambiar el rumbo del destino.
Cosa de números
Sólo el 1% o 2% de las zonas mineralizadas sondeadas llega, al final del proceso de exploración, a
constituir una mina explotable.
En Chile, el presupuesto para el proceso de explotación en 2005 fue de US$ 150.000.000.
Pueden pasar de 10 a 15 años desde la prospección al estudio de factibilidad de un yacimiento.
Antes de los sondajes, una empresa minera puede gastar como mínimo US$ 500 mil.
Los sondajes cuestan como mínimo US$ 50 por metro.