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N° 651 Tarija, 04 de noviembre de 2018 Pasa a la Pág. 2 Del Fascículo de la Universidad Autónoma Juan Misael Saracho. Año 1983 CNL. EUSTAQUIO MÉNDEZ “EL MOTO” ¿ Nació en Carachimayo, Cantón Canasmoro, en el lugar denominado “La Torre”. Cuando tenía dos años de edad sus padres se trasladaron a “Churquihuaico”, que queda en el mismo Cantón. Y siendo ya joven, con un pequeño capital que le dieron sus padres, se radicó en el pueblito de San Lorenzo, donde personalmente trabajó una casa, que está en la esquina de la actuales calles “Gral. Ávila y “Sucre”, a diez o doce metros de la plaza principal. Esa casa, que es de dos cuerpos, con un balcón colonial, hoy es de propiedad de doña Lindaura Molina (1) , que la tiene por sucesión hereditaria a su padre don Eliseo Molina que fue hijo de doña Leonor Méndez, hija de don Eustaquio. En la parroquia de San Lorenzo, hoy capital de la Provincia Méndez, se encuentra la siguiente partida: “En esta Iglesia y Beneficio de San Lorenzo y Valle de Tarija la Vieja, en veinte días del mes de septiembre de 1784 años, yo el Licenciado Doctor Joseph Mariano de Miranda, de licentia parrochi de este Beneficio, bauticé puse óleo y chrisma a Eustaquio, de un día, hijo legítimo de Juan Méndez y de María Arenas, españoles existentes en Canasmoro, de esta Doctrina. Fue padrino el señor Mro. Joseph de Aldana, que sabe las obligaciones de padrino, siendo testigo Santos Chauque, y para que conste lo firmo yo: Joseph Miranda”. Su cuna fue de abolengo castellano. Hogar alejado de las mundanales pasiones, que estuvo consagrado a roturar la tierra para vivir a la sombra del amor, allá en las faldas vírgenes de los “tomatas”, donde se levantaron las trincheras contra los chiriguanos. Su buena y cristiana madre, doña María, alternando con las faenas del campo llegó a enseñarle las primeras letras de la cartilla. Es por esto que muy joven se hizo el “jefe nato del paisanaje”, dirigiéndolo con su palabra, su consejo, su valor y su hombría de bien. Perdió a su madre en los primeros años de su juventud. Nos lo demuestra el hecho de que Méndez, cuando se cortó la mano derecha, se quejó recordando a su “vieja” “que era tan buena y que nada le negaba”; y lo dicho corresponde a pocos años anteriores a 1810, fecha en la que nuestro biografiado iniciaba sus actividades guerreras en pro de la independencia. Después, estuvo en Humahuaca, Yavi, Orán, Jujuy, Tucumán y Santiago del Estero, punto éste de donde regresó trayendo dos mulos “redomones”, uno para su padre y otro para su tío Fermín Arenas. Y cuenta la tradición de familia, que regresó a sus “pagos” después de tres años de haber estado fuera del hogar. El Dr. Domingo Paz, en su interesante trabajo “Don Eustaquio Méndez”, antes citado, refuta victoriosamente al historiador Guzmán sobre la leyenda que perfila en su obra “Historia de Bolivia”, cuando dice que don Eustaquio “cayó prisionero en una refriega con los “Húsares”, en la que le cortaron la mano derecha; y que habiéndolo hecho curar, La Serna lo volvió a su casa con la condición de no alzar armas contra el Rey y de mantener quieta la gente de su parcialidad y que fue el gaucho fiel a su palabra por toda su vida”. La falsedad de la información lo prueba la acción de Méndez de toda la larga trayectoria de la guerra de la independencia, mereciendo que el Libertador Simón Bolívar, después de la batalla de Ayacucho, le escriba una carta “adjuntándole el despacho de Coronel efectivo”. Otro hecho de importancia, y que justifica nuestros asertos, es el regalo de una espada que le hizo el General Manuel Belgrano, la que conservan sus familiares con religioso respeto. Según el doctor d’Arlach, que tuvo motivos para conocer la verdad por haber estado Méndez en su casa protegido por su abuela la señora Francisca Ruyloba de O’Connor y haber oído la relación verídica que le hizo esta buena señora, se llega a la misma conclusión. Concuasan las notas biográficas de Luis y Domingo Paz, originadas en informaciones recogidas personalmente de viejos vecinos de Canasmoro y San Lorenzo. Y, finalmente, la queja que contiene una disposición testamentaria de don Eustaquio, cuando dice: “Yo que comencé mis mocedades desgraciándome con mi mano derecha y que ingresé a defender la independencia de mi Patria”. Por todo eso creemos que la verdad histórica es la siguiente: Eustaquio, era un apuesto muchacho, payador y señor de la jarana; y un día cualquiera bebió con exceso y jugó la “taba”, que era su deleite, perdiendo alguna suma de pesos. Fue a su casa a traer dinero. Su padre se lo negó y trató de retenerlo, lo que motivó profundo disgusto en el joven, alegando quedar mal con sus amigos. Frases más y tomó el lazo para coger a su brioso caballo “tordillo”. El padre le salió al frente. El mozo protestó, y con la mano derecha puesta en el pecho del anciano; lo rechazó Don Juan, cayó al suelo, denunciando: “Mi hijo me ha pegado”. ¿Fue verdad?. No queremos creerlo. Suponemos que se abrió paso con alguna violencia solamente. Continuó su camino, rumbo al “potrero”. Gaucho matrero para manejar el lazo, dio con el cogote del “bruto”, que partió en precipitada fuga, arrastrando al “diestro”, que tenía envuelto el lazo en la mano derecha, cual es de usanza en los “campeadores”. “El lazo se enredó en el brazo de Méndez, que fue arrastrado hasta casi arrancarle la mano derecha que, al desenredarse de la cuerda, quedó unida al brazo sólo por una tira ensangrentada de la piel. Entonces Méndez, con una serenidad imperturbable y en presencia de las personas que acudieron a su auxilio, con la mano izquierda sacó de su cintura el aguzado puñal, y cortando con él su mano derecha, la arrojó al campo, exclamando con un acento de tristeza mezclada de cólera: “Lejos de mí, mano que empujaste a mi venerable padre...” (d’Arlach). Desde entonces Eustaquio Méndez fue “El Moto”; y con ese sobrenombre es conocido y distinguido en su larga carrera de guerrillero. Producidos los movimientos revolucionarios de la independencia, en Chuquisaca y Buenos Aires, los pueblos, villas y aldeas se plegaron a ellos con entusiasmo y ardiente patriotismo. La junta provisional gubernativa de las Provincias del Río de La Plata fue reconocida por Tarija en fecha 25 de junio de 1810 (2). Méndez, el gaucho de la copla y la taba de Canasmoro, se incorporó al movimiento. “Desde entonces -dice un cronista- el vecindario de Tarija vivía en continua agitación, a causa de entradas alternativas en la plaza de fuerzas realas y patriotas. Cuando penetraban las del Rey, tenían que huir a los campos y ocultarse en lugares seguros, durmiendo muchas noches en los techos de sus casas y viéndose obligados, más de una vez, a salir de ellas dejándolas entregadas al furor de los enemigos, que las saqueaban y cometían todos los delitos que son y han sido siempre el sangriento cortejo de las convulsiones armadas”. Méndez, desde el primer momento se puso al servicio de la independencia. Organizó a sus gauchos; disciplinó a sus efectivos; asaltó posiciones; defendió “partidos” y presentó combate en toda la larga trayectoria de la guerra de los quince años. Llegó a tal grado la organización de sus fuerzas que formó las “divisiones fronterizas”, que tenían su dependencia de los efectivos del Gral. Belgrano. La previsión del caudillo tocó los extremos del detalle. En San Lorenzo formó una unidad auxiliar, con el Cap. Pedro Tejada, el Tte. Juan José Vallejos y el Alférez José Perales, bajo el comando de don Ramón Cabrera, encargada de vigilar los caminos y proveer de víveres. El 20 de enero de 1812, el Gral. Balcarce envió a Tarija al guerrillero Güemes, con la misión de obtener ganado para el Ejército. Se reunió una tropa de 300 caballos. La partida salió custodiada por los efectivos del Moto Méndez. En Chocloca fueron sorprendidos por el regimiento realista “Fernando 7o”. La refriega fue dura. Murió el capitán Doloberri. Uriondo y Méndez merecieron de Belgrano cita de honor. Al poco tiempo Méndez pasó con las fuerzas que comandaba el Sgto. Mayor Pedro Antonio Flores, a Tucumán, donde se libró la batalla del 24 de septiembre de 1812. Se constató que de 800 hombres que partieron en la unidad, regresaron sólo 427. En esta acción de armas los batallones realistas “Paura” y “Fernando 7o” fueron destrozados. El Sgto. Mayor Flores procedió a reorganizar sus filas. Y con los efectivos de Méndez se sumó a 1.000 hombres, que marcharon a Salta el 19 de marzo de 1813. El combate que tuvo lugar en el paraje llamado “Las Colinas” y que hoy es conocido por “Las Lomas Patriotas”, que queda a dos kilómetros del pueblo de San Lorenzo, hacia el norte fue una de las acciones de Méndez que tuvo mayor repercusión en los comandos del Ejército Auxiliar.

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N° 651Tarija, 04 de noviembre de 2018

Pasa a la Pág. 2

Del Fascículo de la Universidad Autónoma Juan Misael Saracho. Año 1983

Cnl. Eustaquio MéndEz“El Moto”

¿Nació en Carachimayo, Cantón Canasmoro, en el lugar denominado “La Torre”. Cuando tenía dos años de edad sus padres se trasladaron a

“Churquihuaico”, que queda en el mismo Cantón. Y siendo ya joven, con un pequeño capital que le dieron sus padres, se radicó en el pueblito de San Lorenzo, donde personalmente trabajó una casa, que está en la esquina de la actuales calles “Gral. Ávila y “Sucre”, a diez o doce metros de la plaza principal. Esa casa, que es de dos cuerpos, con un balcón colonial, hoy es de propiedad de doña Lindaura Molina(1), que la tiene por sucesión hereditaria a su padre don Eliseo Molina que fue hijo de doña Leonor Méndez, hija de don Eustaquio.En la parroquia de San Lorenzo, hoy capital de la Provincia Méndez, se encuentra la siguiente partida:

“En esta Iglesia y Beneficio de San Lorenzo y Valle de Tarija la Vieja, en veinte días del mes de septiembre de 1784 años, yo el Licenciado Doctor Joseph Mariano de Miranda, de licentia parrochi de este Beneficio, bauticé puse óleo y chrisma a Eustaquio, de un día, hijo legítimo de Juan Méndez y de María Arenas, españoles existentes en Canasmoro, de esta Doctrina. Fue padrino el señor Mro. Joseph de Aldana, que sabe las obligaciones de padrino, siendo testigo Santos Chauque, y para que conste lo firmo yo: Joseph Miranda”.

Su cuna fue de abolengo castellano. Hogar alejado de las mundanales pasiones, que estuvo consagrado a roturar la tierra para vivir a la sombra del amor, allá en las faldas vírgenes de los “tomatas”, donde se levantaron las trincheras contra los chiriguanos.Su buena y cristiana madre, doña María, alternando con las faenas del campo llegó a enseñarle las primeras letras de la cartilla. Es por esto que muy joven se hizo el “jefe nato del paisanaje”, dirigiéndolo con su palabra, su consejo, su valor y su hombría de bien.Perdió a su madre en los primeros años de su juventud. Nos lo demuestra el hecho de que Méndez, cuando se cortó la mano derecha, se quejó recordando a su “vieja” “que era tan buena y que nada le negaba”; y lo dicho corresponde a pocos años anteriores a 1810, fecha en la que nuestro biografiado iniciaba sus actividades

guerreras en pro de la independencia. Después, estuvo en Humahuaca, Yavi, Orán, Jujuy, Tucumán y Santiago del Estero, punto éste de donde regresó trayendo dos mulos “redomones”, uno para su padre y otro para su tío Fermín Arenas. Y cuenta la tradición de familia, que regresó a sus “pagos” después de tres años de haber estado fuera del hogar.El Dr. Domingo Paz, en su interesante trabajo “Don Eustaquio Méndez”, antes citado, refuta victoriosamente al historiador Guzmán sobre la leyenda que perfila en su obra “Historia de Bolivia”, cuando dice que don Eustaquio “cayó prisionero en una refriega con los “Húsares”, en la que le cortaron la mano derecha; y que habiéndolo hecho curar, La Serna lo volvió a su casa con la condición de no alzar armas contra el Rey y de mantener quieta la gente de su parcialidad y que fue el gaucho fiel a su palabra por toda su vida”. La falsedad de la información lo prueba la acción de Méndez de toda la larga trayectoria de la guerra de la independencia, mereciendo que el Libertador Simón Bolívar, después de la batalla de Ayacucho, le escriba una carta “adjuntándole el despacho de Coronel efectivo”.Otro hecho de importancia, y que justifica nuestros asertos, es el regalo de una espada que le hizo el General Manuel Belgrano, la que conservan sus familiares con religioso respeto.Según el doctor d’Arlach, que tuvo motivos para conocer la verdad por haber estado Méndez en su casa protegido por su abuela la señora Francisca Ruyloba de O’Connor y haber oído la relación verídica que le hizo esta buena señora, se llega a la misma conclusión. Concuasan las notas biográficas de Luis y Domingo Paz, originadas en informaciones recogidas personalmente de viejos vecinos de Canasmoro y San Lorenzo. Y, finalmente, la queja que contiene una disposición testamentaria de don Eustaquio, cuando dice: “Yo que comencé mis mocedades desgraciándome con mi mano derecha y que ingresé a defender la independencia de mi Patria”. Por todo eso creemos que la verdad histórica es la siguiente:Eustaquio, era un apuesto muchacho, payador y señor de la jarana; y un día cualquiera bebió con exceso y jugó la “taba”, que era su deleite, perdiendo alguna suma de pesos. Fue a su casa a traer dinero. Su padre se lo negó y trató de retenerlo, lo que motivó profundo disgusto en el joven, alegando quedar mal con sus amigos. Frases más y tomó el lazo para coger a su brioso caballo “tordillo”. El padre le salió al frente. El mozo protestó, y con la mano derecha puesta en el pecho del anciano; lo rechazó Don Juan, cayó al suelo, denunciando: “Mi hijo me ha pegado”. ¿Fue verdad?. No queremos creerlo. Suponemos que se abrió paso con alguna violencia solamente. Continuó su camino, rumbo al “potrero”. Gaucho matrero para manejar el lazo, dio con el cogote del “bruto”, que partió en precipitada fuga, arrastrando al “diestro”, que tenía envuelto el lazo en la mano derecha, cual es de usanza en los “campeadores”. “El lazo se enredó en el brazo de Méndez, que fue arrastrado hasta casi arrancarle la mano derecha que, al desenredarse de la cuerda, quedó unida al brazo sólo por una tira ensangrentada de la piel. Entonces Méndez, con una serenidad imperturbable y en presencia de las personas que acudieron a su auxilio, con la mano izquierda sacó de su cintura el aguzado puñal, y cortando con él su mano derecha, la arrojó al campo, exclamando con un acento de tristeza mezclada de cólera: “Lejos de mí, mano que empujaste a mi venerable padre...” (d’Arlach).

Desde entonces Eustaquio Méndez fue “El Moto”; y con ese sobrenombre es conocido y distinguido en su larga carrera de guerrillero.Producidos los movimientos revolucionarios de la independencia, en Chuquisaca y Buenos Aires, los pueblos, villas y aldeas se plegaron a ellos con entusiasmo y ardiente patriotismo. La junta provisional gubernativa de las Provincias del Río de La Plata fue reconocida por Tarija en fecha 25 de junio de 1810 (2). Méndez, el gaucho de la copla y la taba de Canasmoro, se incorporó al movimiento. “Desde entonces -dice un cronista- el vecindario de Tarija vivía en continua agitación, a causa de entradas alternativas en la plaza de fuerzas realas y patriotas. Cuando penetraban las del Rey, tenían que huir a los campos y ocultarse en lugares seguros, durmiendo muchas noches en los techos de sus casas y viéndose obligados, más de una vez, a salir de ellas dejándolas entregadas al furor de los enemigos, que las saqueaban y cometían todos los delitos que son y han sido siempre el sangriento cortejo de las convulsiones armadas”.Méndez, desde el primer momento se puso al servicio de la independencia. Organizó a sus gauchos; disciplinó a sus efectivos; asaltó posiciones; defendió “partidos” y presentó combate en toda la larga trayectoria de la guerra de los quince años. Llegó a tal grado la organización de sus fuerzas que formó las “divisiones fronterizas”, que tenían su dependencia de los efectivos del Gral. Belgrano. La previsión del caudillo tocó los extremos del detalle. En San Lorenzo formó una unidad auxiliar, con el Cap. Pedro Tejada, el Tte. Juan José Vallejos y el Alférez José Perales, bajo el comando de don Ramón Cabrera, encargada de vigilar los caminos y proveer de víveres.El 20 de enero de 1812, el Gral. Balcarce envió a Tarija al guerrillero Güemes, con la misión de obtener ganado para el Ejército. Se reunió una tropa de 300 caballos. La partida salió custodiada por los efectivos del Moto Méndez. En Chocloca fueron sorprendidos por el regimiento realista “Fernando 7o”. La refriega fue dura. Murió el capitán Doloberri. Uriondo y Méndez merecieron de Belgrano cita de honor. Al poco tiempo Méndez pasó con las fuerzas que comandaba el Sgto. Mayor Pedro Antonio Flores, a Tucumán, donde se libró la batalla del 24 de septiembre de 1812. Se constató que de 800 hombres que partieron en la unidad, regresaron sólo 427. En esta acción de armas los batallones realistas “Paura” y “Fernando 7o” fueron destrozados. El Sgto. Mayor Flores procedió a reorganizar sus filas. Y con los efectivos de Méndez se sumó a 1.000 hombres, que marcharon a Salta el 19 de marzo de 1813.El combate que tuvo lugar en el paraje llamado “Las Colinas” y que hoy es conocido por “Las Lomas Patriotas”, que queda a dos kilómetros del pueblo de San Lorenzo, hacia el norte fue una de las acciones de Méndez que tuvo mayor repercusión en los comandos del Ejército Auxiliar.

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Güemes suponía a Tarija bajo el dominio de los patriotas y mandó al Cmdte. Flores a hostigar a los realistas e impedir el avance a Tupiza, Suipacha y Yavi. Al aproximarse estas fuerzas, los realistas creyeron, a su vez, que avanzaba una División, por lo que desocuparon rápidamente la ciudad, sin mayores detalles. Tomaron rumbo al norte, donde Méndez los acometió con hombría, logrando diseminarlos.Los movimientos de los guerrilleros tarijeños se extendían sobre la línea del río San Juan, donde supieron de la aproximación del Gral. Olañeta, con una fuerza muy superior. Los patriotas optaron por retroceder, llegando a los valles de Concepción, perseguidos por el Cnl. Melchor José de Levín, que allí les dio alcance, ocasionándoles ingentes bajas. En esa acción de armas, Méndez recibió una herida de lanza.El siempre valiente guerrillero, reaccionó pronto. Reorganizó sus cuadros y nuevamente estuvo en campaña. Comenzó por privar a los realistas de toda comunicación con el partido de San Lorenzo, que era el granero de las tropas. El 15 de noviembre de 1816, Uriondo se dirigió a Güemes diciéndole: “Todo está cortado, y por todas partes son batidos sin piedad. Méndez es el terror de los enemigos”.La acción de Canasmoro, es otro episodio heroico de Méndez y su gente. Fueron destrozados por el enemigo, cubriendo el campo de batalla con cadáveres. Lavín, el feroz Lavín... hizo de sus maldades un día de gala. El historiador Cortez, dice sobre el particular: “Los vencedores entraron a Tarija, llevando en las colas de los caballos, las cabezas de los patriotas”.Cuando el Virrey de Lima, La Serna, visitó Tarija (año 1816) se alojó en la casa que es hoy de don Justino López (calle “Gral. Bernardo Trigo”), que queda a media cuadra de la plaza “Luis de Fuentes”. La infantería real ocupó el Cabildo y la caballería la hacienda de San Luis (hoy propiedad de los herederos de don Domingo Paz). Los precios de plaza subieron enormemente; la carestía de la vida tocó extremos jamás supuestos. Entonces, los gauchos de Méndez sitiaron la ciudad y degollaron a cuatro españoles, que merodeaban por las afueras de la población. Los realistas atacaron para romper el cerco. Nada lograron. Murieron algunos soldados del Virrey. “Pasaron algunos días -dice d’Arlach- y la necesidad que tenía La Serna de regresar al interior se hacía cada día más imperiosa. Méndez se hallaba en apuros por no tener con qué socorrer a su tropa, que daba un extraordinario ejemplo de moralidad y honradez. Un soldado de Méndez no se atrevía jamás a tomar por la fuerza ni una naranja, falta que su Jefe habría castigado con la pena de muerte. Sabedor de este apuro, el Virrey le mandó una carta y dos talegos de onzas de oro de obsequio. Méndez le contestó en términos respetuosos rechazándole el obsequio, y le decía: “A Méndez, Excelentísimo señor, no se lo seduce con oro; él desprecia y ha despreciado siempre el dinero”. Mientras tanto el cerco seguía y la situación era imposible. La Serna, le envió un segundo emisario, “suplicándole le pida lo que quiera, a condición de suspender el cerco y dejar que le introduzcan víveres”. La contestación, se redujo: Alzar el cerco, siempre que se dicte un decreto suspendiendo para siempre “el tributo que los naturales del país, como todos los del resto del Perú, pagaban por concepto de indigenal”. La Serna, apremiado por la necesidad, tuvo que acceder a la imposición.El 15 de abril de 1817 tuvo lugar la batalla de “La Tablada”. Méndez y sus gauchos lucían en ese combate el clásico uniforme “lacre”, formando bello combinado con el verde que llevaban las fuerzas de La Madrid.En ese hecho de armas se llenaron de gloria las fuerzas “chapacas” que sobresalieron por su intrepidez y serenidad.En Suipacha, las fuerzas de Méndez llegaron tan oportunamente que lograron cortar la unidad de los efectivos realistas. Combatieron con denuedo ostentando orgullosos el “parte” de combatientes.Algo que hay que admirar en Méndez, es el dinamismo. Sus efectivos estaban en el alto de Carachimayo, tan luego como en las serranías de Salinas; en Yavi, Suipacha, Cotagaita, como en Yesera, Santa Ana y Chocloca. Son recorridos mayores de 60 leguas, sin caminos y sin más guía que la orientación, propia del campesino tarijeño.En documento fechado el 22 de noviembre de 1818, Méndez fue felicitado por el Gral. Belgrano, por sus acciones de armas, enviándole de regalo un sable y un uniforme, que los usaba en los días de festividad religiosa.

Producida la victoria de Ayacucho, que definió la emancipación americana, Méndez ingresó a la ciudad de Tarija comandando sus fuerzas y plantó en la plaza mayor “el árbol simbólico de la Libertad”. Años después, ese árbol fue conocido como la hermosa “Ceiba de Méndez”.Al poco tiempo que El Moto llegó a Tarija, recibió del Libertador Simón Bolívar una carta llena de afecto, adjuntándole el despacho de Coronel de Ejército de la República.Satisfecho del deber cumplido, se retiró a sus “pagos”, llevando como recuerdo muchas heridas ocasionadas en las guerrillas y batallas por la independencia. La de lanza, que le infirieron las fuerzas de Lavín, no se le cerró en mucho tiempo. De la derrota en la batalla de Cuyambuyo, pudo escapar de sus perseguidores pasando cerros, montañas y desiertos poblados de fieras, a pesar de su mal estado de salud. Llamó al sacerdote de la parroquia don Joseph de los Reyes y, después de confesarse, le pidió lo desposara con la “prenda” de su vida. El día 21 de enero de 1825, se realizó el matrimonio con la moza de sus años juveniles, doña María Salomé Ibárbol, Vivió en feliz unión algunos años. La muerte lo privó de la compañera. Contrajo segundas nupcias con doña María Estefanía Rojas, que era una bella chapaca de Sella: rubia, alta, inteligente y atractiva.Después de Ayacucho, se delineó perfectamente la organización del Alto Perú en república independiente. Tarija se dividió en dos bandos: uno bolivianista y otro fiel a los partidos unidos del Río de la Plata, El primero lo presidía don Bernardo Trigo; y, el segundo, el Dr. José Felipe Echazú. Don Eustaquio, se compactó con Trigo, de quien era compadre espiritual. Por esto es que encontramos a Méndez en los movimientos del 6 de junio, 26 de agosto, 7 de septiembre y 17 de octubre del veintiséis. En la exposición de motivos de los sucesos de agosto, resaltan hechos de tal magnitud, que nos revelan de todo comentario. Dice así:

“Exposición del suceso de Tarija, en la nueva reincorporación de esta provincia a la República de Bolivia, practicada el día 26 de agosto de 1826, dirigida al Ministro de la Guerra.- El día 26 del presente mes, fue aprehendido el coronel D. Eustaquio Méndez, y tratada su persona del modo más cruel, y se le conducía a la provincia de Salta por órdenes del Teniente Gobernador Dr. Gordaliza, sin hacerle saber las causas de su prisión; en seguida fue mandado prender el coronel D. Gavino Ibáñez, y conducido del punto de San Lorenzo, hasta la habitación de dicho Gordaliza, quien le intimó orden para que también marchase a la misma Capital de Salta, y resistió, pidiendo su causa para marchar con ella, lo que le contestó dicho Gordaliza, que lo había hecho traer

preso porque desde que llegó a ésta, con los papeles públicos y decreto del Soberano Congreso de Bolivia, se había puesto la provincia en agitación; y le repuso Ibáñez, que los papeles públicos eran para que todo el mundo los viese, con lo cual lo dejó y se regresó para San Lorenzo y a la legua de camino se encontró con el Comandante Cabero, quien le dio noticia que en San Lorenzo había una convulsión con el objeto de quitar los presos; con cuyo motivo retrogradó Ibáñez con Cabero, a poner en noticia al jefe este resultado. Inmediatamente fue llamado por el gobierno el coronel D. Bernardo Trigo y el indicado Ibáñez, y fueron mandados a contener los hombres que reunidos venían a la Villa. Se verificó el encuentro de los gauchos a quienes hechas las reflexiones por los comisionados no pedían otra cosa que la libertad del Coronel Méndez, con lo que se hizo saber al jefe esto mismo, quien prometió que siempre que se entregasen las armas, daría orden para que le den alcance a Méndez, y le devuelvan y después de entregadas las armas faltó Gordaliza a su compromiso. En este estado fue necesario tomar otro arbitrio para la devolución, que fue el que el coronel Trigo lo afiance con su persona y bienes, con cuyo motivo se consiguió apenas la orden del regreso del preso Méndez, quien se hallaba a distancia de diez leguas de la Villa, en marcha. Se le desataron las fuertes ligaduras de los brazos y el sincho de cuero fresco a la cintura. Regresó Méndez a casa del Gobernador, quien se encerró con él sin permitir que nadie entrase a verlo, y ordenándole después de comprometerlo a que ayudase a llevar los reclutas a Salta, a que se prestó Méndez en ese momento, y le intimó que fuese a aprestarse para su marcha, sin permitirle que hablase con persona alguna en esta Villa, como así sucedió y sólo pudo, de los extramuros del pueblo, mandarle llamar al Coronel Trigo, quien fue inmediatamente y con él principió la combinación del suceso, de resultas de haberle asegurado Méndez, que uno de los crímenes que motivaron la causa de su prisión, según le dijo Gordaliza, era el que Méndez hubiese venido a casa de Trigo, días antes a hablar con él. Asimismo le aseguró Méndez que si no salían pronto de la Villa correrían la misma suerte de él, pues iban a prender a dicho Gral. Trigo, a D. Gavino Ibáñez, D. José María Aguirre, D, Fernando Aguirre, D. Manuel Leaplaza y otros más; con éste se congregaron dicho Trigo, Ibáñez, José M. Aguirre, D. Fernando, D. Manuel José Aráoz, D. Agustín Mendieta y el Presbítero D. Juan José Mendieta y D. Manuel Leaplaza, con quienes combinaron un plan de seguridad, y no encontrando otro que el de quitar los infelices reclutas, y la autoridad puesta por Salta y el Estado Argentino, que tenían sofocada la provincia y su voto general excepción de 8 ó 10 hombres aturdidos y aspirantes, se tomó la medida de cargar esta plaza con 150 hombres desarmados, y poner en libertad la leva cruel que habían practicado sin excepción de casados, viudos con hijos, etc., y aseguran nuestras personas y bienes atacados, ya por sola nuestra opinión de pertenecer a Bolivia.- Parecen increíbles las medidas tan tirantes que se habían adoptado para la remisión de los reclutas, pues se han recogido dos cargas de cinchones de cuero fresco con que iban a ser ligados cada dos hombres, cuyos hechos nos han puesto en la dura precisión de dar este paso anticipado a los que S.E. el Presidente de la República daría según se lo ordena el Soberano Congreso, en cuya virtud hacemos esta tosca exposición, suplicando que S.E. nos haga justicia, y no tenga este paso el carácter de temerario, pues no ha precedido estrépito alguno, y además ésta pasó anticipado a la llegada del actual Prefecto y los tres comisionados representantes, que se han nombrado para exigir nuestra reincorporación a Bolivia, y pedir lo demás que convenga. Es cuanto por ahora nos ocurre poner en noticia del Ministro de la Guerra, y de S.E. el Presidente, remitiéndonos en los demás actos precedentes a las actas celebradas, que van en copia legalizada.- Tarija, 28 de Agosto de 1826. (Fdo.) Bernardo Trigo, Gavino Ibáñez, José María Aguirre, José Fernando Aguirre, Agustín de Mendieta, Eustaquio Méndez, Juan Ramón Ruyloba, Manuel José Aráoz”.

El anterior documento demuestra la triste situación por la que atravesaban Tarija y sus hombres, aquellos que

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habían puesto al servicio de Bolivia todas sus energías y actividades, sin ser escuchados ni atendidos en forma alguna...Téngase en cuenta que dos meses antes de aquella presentación Méndez se dirigió al “Teniente Político y Militar”, que gobernaba Tarija bajo el dominio del Río de La Plata, enunciando con modestia sus merecimientos y anunciando su retiro del Ejército. Allí se refleja el dolor del hombre en su más expresiva verdad, sin poder comprender actitudes egoístas y menos la razón para negar a Tarija el derecho de ser boliviana. Creyó entonces que había llegado para él la hora de retirarse a la vida privada. El mencionado escrito al gobernador dice:

“El Coronel José Eustaquio Méndez, ante V. parezco y digo:Que llevado de los sentimiento de un corazón amador de la Patria, desde que nació el sistema de su emancipación, tuve la gloria de entrar en la empresa de formar la valerosa legión de gauchos de San Lorenzo, que por todas partes buscan a los enemigos: batirlos, derrotarlos y ponerlos en fuga, atropellándolos hasta sus cuarteles; forzar sus murallas; entrar en la plaza, llenándola de muertos y sacando prisioneros; hacerles sentir el peso de la espada de los americanos de honor, que no los arredran las dificultades y peligros.- Todo Tarija vio el espectáculo, y el mundo no lo ignora: que aunque yo salí con vida, quedó vertida mi sangre en la muerte de mi sobrino. No era ella la que me había de acobardar de llevar adelante la misión. Los pasos de los Ciucos eran los míos, aunque en cuadruplicado trabajo. Ellos componían una vanguardia pertrechada de armamento, municiones y oficiales, y yo con mis gauchos éramos un puñado, sin dinero, sin auxilio, y sin más armamento que de nuestros esforzados brazos, quitaban al enemigo únicas especies que traían al campo: pero en el encontrando la mies en mi casa, la incendiaron, después de saquear más de cinco mil pesos en los ganados y muebles que se llevaron. Más, para mi acalorado entusiasmo, todo era menos que el objeto de la libertad que buscaba: enjugaba las lágrimas de mis parientes y padres cargados de una edad septuagenaria (soterrados en las cuevas) y corría tras de los enemigos; atropellando a los que con timbales, publicaban bandos contra la Patria, y mi espada escarmentó a los que iban a reducir a cenizas al pueblo de San Lorenzo. Acciones que me recabaron el cariño con que el Excelentísimo General Belgrano, me mandó en obsequio una espada y un uniforme. Yo no querría hacer recuerdo de mis arrojos y glorias ni de los servicios pecuniarios que hice. Pero mi honor sindicado por la negra envidia de los Patriotas Flamantes, me exige decir a Ud. que Méndez viéndose gravemente herido con una bala en el pecho atravesado de lanzas, sin armas, sin municiones, sin auxilio, sin recursos, pobre y a la barba del enemigo, capituló. Pero ¿qué capitulación?. La más honrosa a la Patria y al partido de su comando.- Ved aquí el testimonio de los quilates de sus tareas militares, con que para hacer una buena paz, fue menester una buena guerra, como decía un sabio Emperador. Así mis desvelos, mis fatigas, mis sudores, mi sangre vertida y heridas que llevo en mi cuerpo, dieron la vida civil a medio Tarija, por quien poco es mi vida misma. Servicios que han merecido los elogios y aprecios del Excelentísimo Sr. Libertador, cuando tuvo la benignidad de despacharme el título de Coronel de las Milicias: documento que para mí y para mis hijos será una ejecutoria y timbre de honor; pero por decirme V. lo pido al Exmo. Sr. General de nuestra provincia, he testimoniado mi obediencia entregándolo. Cuando yo creía que mis sacrificios por la Patria, fuesen el descanso de mi edad mayor, antes de llegar a ella, veo mi buen nombre anublado; mi persona rebajada, y retozar a mis enemigos sobre mis méritos, porque en la última estación de la guerra, no aceleré con imprudencia el grito en compañía de la atolondrada plebe, que nunca tuvo más consistencia que la veleta de una torre. Yo bien sabía cuándo había de correr el velo de mi corazón, pero se me juzga por la opinión de un grupo, en cuya atención menos sensible me será soterrarme relevado del servicio en una casa de campo que el que se desconfíe de mi persona. Por tanto, A.V. pido y suplico, que con una pensión para mantenerme con mi familia, se me dé mi retiro, por ser de Justicia.-

Tarija 8 de junio de 1826.- (Fdo.) J. Estq. Méndez”.

Después vino la negra ingratitud; y el heroico guerrillero de la independencia se retiró a sus propiedades de Carachimayo. Allí vivía pobre y solo, reteniendo el cargo honorífico de Comandante del 3er. Regimiento de la Guardia Nacional, en cuya condición recibió la siguiente orden del Gobernador de Tarija, don Manuel Dorado:

“Tarija, 4 de diciembre de 1837.- Señor Coronel:- Impuesto de su nota fechada ayer y el parte remitido por el Capitán Murillo, que Ud. me adjunta, debo decirle que el citado capitán debe continuar con la comisión que se le tiene encargada, alternando las guardias o espías en los caminos aparentes, para que no se perjudiquen los individuos que las componen; haciendo Ud. se observe lo prevenido en mi anterior comunicación, mientras se dé la contra-orden, que deberá ser muy pronto.- Dios gua. a Ud. (Fdo.) MI. Dorado”.

La contestación no se dejó esperar y una vez más revela la entereza de Méndez: “No conozco -le dice- que estemos en guerra con nadie para perjudicar a la gente con reclutas. No he mandado los espías porque están las gentes de labranza; y yo no seré verdugo de mis pagos”.Lo que nunca negó “El Moto” fue sus servicios a la Patria. Estando en sus haciendas, el año 1838 fue llamado por el Comandante General para colaborar en la organización de efectivos militares que debían incorporarse a las fuerzas del Mariscal Santa Cruz, que libraban la campaña del Perú.Sobrevino la incursión de fuerzas argentinas para reconquistar a Tarija, a órdenes del Gral. Gregorio Paz. La batalla de Montenegro definió posiciones (3). El Moto actúo como Coronel de la Guardia Nacional, mereciendo la distinción de “Miembro de la Legión de Honor” y con derecho de usar “un escudo de paño celeste de figura ovalada, con la inscripción de “Vencedor de Montenegro” bordada en oro”, como lo dice la Orden General de 30 de junio de 1838.También ostentaba la condecoración de “Vencedor de Iruya”, batalla donde combatieron “uno contra tres”.Cumplidos esos deberes para con Bolivia, Méndez nuevamente se retiró a sus propiedades de Canasmoro, consagrándose a cultivar la tierra.Pero la penetración al territorio nacional de las fuerzas peruanas (1841), comandadas por el Gral. Gamarra -el implacable enemigo de Bolivia-, obligaron a El Moto salir de su retiro y tomar los efectivos de la Guardia Nacional, marchando con su Regimiento a ponerse a órdenes del Presidente Ballivián.Eustaquio Méndez era un hombre corpulento, enjuto y lleno de vida. El acento de su voz marcado y ronco le daba mayor apostura. De carácter franco, noble, sincero, amigo de sus amigos. Generoso con el vencido. Estricto y exigente en los deberes militares.El Dr. d’Arlach relaciona un episodio que fisonomiza la nobleza del corazón de Méndez. Dice que en las primeras correrías contra los realistas, El Moto fue puesto en rigurosa prisión y se le remachó una barra de grillos. Pasaron los meses, y la miseria lo abatió en la cárcel; y lo abatió profundamente. Don Vicente Ichazo, era hombre rico de la Villa y muy conocido como partidario de la monarquía. Un día, fue al Cabildo y el Alcaide se acercó a contarle las miserias del preso. Don Vicente, le alcanzó un peso fuerte. Méndez recibió la caridad con profundo respeto. Años más tarde, don Vicente tuvo que emigrar a la Argentina, cuando Tarija declaró su incorporación a Bolivia. Méndez pasaba por el río San Juan con sus hombres que regresaban de la campaña del sur. La tropa hambrienta, requisó las viviendas y dio con don Vicente, que había estado de paso a Yavi. Lo apresaron y le quitaron sus “cargas”. El Moto, informado que fue, ordenó ponérselo en libertad y entregarle lo quitado indebidamente. Cuando don Vicente se acercó a expresarle su reconocimiento, le respondió: “No olvido nunca cuando Ud. me protegió en la Cárcel. Nada tema, porque Méndez jamás sabe olvidar un favor”.

Después de esta campaña estuvo muy enfermo. Se retiró a sus haciendas de Carachimayo. Su salud quebrantada, la fatiga de la campaña y la aflictiva situación económica por la que atravesaba lo deprimieron profundamente y creyó de su deber de católico variar de vida y dignificar su hogar. Llamó a su concubina y le ordenó requerir al sacerdote, pues era su deseo casarse. Así lo hizo, declarando que en esa forma legalizaba a sus hijos; y como se sentía tan enfermo, le dijo: “Voy a morir tranquilo. He cumplido mi deber con la Patria y con mis hijos. Te pido María que te portes bien; sé siempre buena mujer y buena madre.”Corría el año 1849. Méndez tenía 65 años. Conservaba el vigor de su corpulenta organización. Era partidario apasionado del caudillo criollo don Manuel Isidoro Belzu. Desempeñaba la Prefectura de Tarija don Pedro Gonzáles y la Comandancia General el Coronel Gandarillas. En la frontera argentina los desterrados políticos tenían su cuartel general. Los presidía el Gral. José Miguel de Velasco. Allí organizaron una fuerza militar para derrocar al “tirano”. Se contaba entre los jefes de esas unidades al Gral. Sebastián Agreda y al Cnl. José Rosendi. Las autoridades de Tarija al tener conocimiento del avance de las tropas revolucionarias abandonaron la plaza, por carecer de elementos suficientes para contrarrestar el ataque. Méndez reunió sus gauchos para defender a Belzu. Los revolucionarios ocuparon sin resistencia la ciudad, dirigiéndose con un pelotón de hombres a San Lorenzo para destruir las fuerzas de El Moto. Se produjo el encuentro. El parte oficial, dice:

“República Boliviana.- E.M. General del Ejército.- Cuartel General en San Lorenzo, a 1o. de mayo de 1849.- Al Señor Secretario General de S.E. el Presidente de la República.- SS.G.- Después de seis días de esforzadas marchas, ocupó el día de ayer la División de Operaciones del Ejército Nacional la Capital de Tarija.- Con noticia de que los rebeldes al mando del caudillo Eustaquio Méndez se hallaban en el Cantón de San Lorenzo, continuó su marcha con el objeto de destruirlos.- A las cinco y media de la tarde los encontramos posesionados de las alturas de Santa Bárbara en el número de quinientos hombres de ambas armas.- Diez minutos fueron suficientes para destruirlos completamente.- Su infantería quedó toda prisionera, y la caballería cargada y perseguida por la nuestra, se dio a la fuga.- En la obstinada persecución que se le hizo, fue hecho prisionero con graves heridas el caudillo Méndez: Se cree que morirá S.E. el General en Jefe juzga que este acontecimiento afianzará para siempre la causa de la razón y proporcionará al Ejército Nacional un completo triunfo sobre todos los traidores.- Al participarle a V.G. de orden de S.E. el General en Jefe, con el fin de que se sirva elevarlo al conocimiento de S.E. el Presidente provisorio de la República me suscribo de V.G.- Atento Seguro Servidor. (Fdo.) S. Agreda”.

El parte anterior debe haber sido pasado inmediatamente después de la captura de El Moto, porque una vez que se pronunció la victoria a favor de las armas del Gral. Agreda, Méndez y unos pocos de sus fieles lograron fugar con rumbo a la ciudad de Tarija. El coronel Rosendi con un pelotón de soldados los acosaban. Aquellos llegaron a San Mateo (distante 5 kms.) y agotados se detuvieron, en el falso supuesto de estar muy lejos del enemigo y sin esperar que fuesen perseguidos, cuando una cerrada

Del Libro: “Tarija Canta su Folklore” De Mauro Molina Balza Fiestas Tradicionales de Tarija RosaRio

La fiesta de las flores

Domingo 04 de noviembre de 2018Cántaro4

Llega la fiesta del Rosario, llamada por los poetas “la fiesta de las flores”.Se la festeja el segundo domingo de octubre en la

estación primaveral.El barrio de “San Juan” o sea del “Molino”, con su plazuela “Uriondo”, era emporio de flores muy especialmente las “rosas ulincates” de exquisita fragancia. Ahora siempre existen pero jamás como en otros tiempos.Era igualmente una fiesta tradicional por su austeridad y recato; tanto es así que está calificada como la fiesta más poética de Tarija por su formación panorámica y estética.Esta fiesta al comienzo del presente siglo cuando vivía la distinguida Sra. Virginia Arce de Pizarro, tenía todo el realce posible. Se expandía esa sociedad en esa casa solariega, tenía una hermosa Virgen del Rosario, corriendo la solemnidad, por cuenta particular de la familia.Después de la linda procesión de la Virgen, que pasaba por muchas cuadras con ramos de flores colgados de una acera a otra, y que permanecían en las calles durante muchos días para deleite del transeúnte, y solía tener lugar en la plazuela, la retreta, donde concurrían las familias de todo el barrio.Más tarde la ronda fiestera en sus recorridos cantaba:

Rosarito que ha pasadoque de mí te has olvidado,“Hay verdes varas de membrillo”Recordarte no he podido,por el mal pago que me has dado.

“Hay verdes varas de membrillo”“verdes varas de membrillo”pobre imilla si la pillo.

“Hay verdes varas de membrillo”

La gente del campo, tocaba el erque y la camacheña (quena y cajita), y las mozas vestidas con sus mejores galas, bailaban en rueda al son de esos instrumentos típicos tocados con dulzura y maestría.Siempre el canto popular era la expresión de esa fiesta por ser la tonada más alegre de nuestro folklore y que armonizaba con nuestra estación primaveral, cuando las primeras lluvias dejaban olor a tierra.En las huertas se cantaba:

En la poza verdeya no nadan patos,porque las imillasse han puesto zapatos

No te subas tan arriba,no sois tan linda,que el durazno está podrido,también la guinda.

Tantas vueltas da el río,para llegar a la mar,Otras tantas daré yo,para poderte olvidar.

Triste estoy cuando recuerdo,las caricias de tu amory no me distraen jardines,ni la más hermosa flor.

Triste tengo el corazón,más triste mi pensamientoaunque calle y disimule,nadie sabe lo que siento.

Luego la copla con su remate:

Mi corazón te he de dar,el que gobierna mi vida.“Hay dime negra que ha pasado”sólo el alma no te ofrezco,porque esa prenda no es mía.“Hay dime negra que ha pasado”“Dime negra que ha pasado”que de mi tias olvidado

“Hay dime negra que ha pasado”...

La fiesta en sí tenía un carácter muy religioso, de mucha severidad tratándose de la Virgen, Madre, suscitaba

mucho respeto y devoción.Siempre en el pueblo, en las calles y en la plazuela, como en los tapiales, moraba la ronda chapaca. El erque cantarino resonaba en todas las huertas, música, canto, colorido; se cantaba:

Vos con cuidado yo sin sentirHabías hallado con quién dormir,porque no te dejoque te andes tunando.

Aquí vemos a Don “Matías Chipa”; el viejito cascarrabias bien vestido, con su gran cadena de latón colgando de su chaleco y su confortable reloj “Waltan”, objetos más pesados que él. Su gran rosa ulincate, en la solapa su pelo encrespado, portando como alférez mayor el ¡Palio sacramental! Vigilando y sincronizando la procesión.Más tarde, cuando la fatiga lo vencía y los tragos le apuraban de tanto atender al cumplimiento del programa, buscaba en la plazuela un sitio visible para recibir el homenaje que se creía merecido, pensando ser una figura relevante. Con guitarra en la mano, su sombrero de paja, chaleco de color, su voz alta y cadenciosa cantaba:

El pícaro del gallode mi vecina,Viene arrastrando el ala,A mi gallina.

La gallina se agachaEl gallo subeLa agarra del copeteY la sacude.

La gallina le dice:Gallo atrevidoPorque me has visto echada,Ya me has subido...!

Don “Matías Chipa”, tipo peculiar de la fiesta, repetía el canto a solicitud de sus amigos. Se creía un “zorzal” ¡E1 Caruzo de su época...!!!La fiesta sigue, el pueblo se expande. La chicha es fuerte y clarita.En una hermosa huerta: “Los Naranjitos”, colmada de jazmines, de azahares, de naranjos y limoneros, al compás de guitarras tocadas por manos expertas y con maestría por un grupo de caballeros y jóvenes del barrio como: Don Pedro Vacaflor, los “loro” Gareca, Luis “Puro” Terán, “Corcho” López, René Caso, “Chirinco” López, Juan

a oRillas dEl laGo san JaCintoFotografías: Ricardo Ávila castellanos

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La fiesta de las flores

Domingo 04 de noviembre de 2018Cántaro 5

Choque y otros, se oyen cuecas bailecitos como éstos:bailecito:

Corazón sin corazónEs el corazón que tengo,Vivo sin poder vivir,Es la vida que mantengo.

Para qué Dios me daría,Tanto amor para quererte,Para pasar esta vida,Amargada con mi suerte.

Con resignación espero,Y en el destino confío,Cómo no he de llorar yoSi me quitan lo que es mío.

Desde la loma de “San Juan”, a la altura desde donde se domina Tarija, se divisa el pueblo y su río “Guadalquivir” perdiéndose serpenteando a lo largo de su valle florido. “La poza verde” y el “Morro”, donde jóvenes y niños pasaban sus horas felices al embrujo de su río costero y “El Molino” de “Los Pizarro”; sus arbustos y coloridos ceibos, eran lugares tradicionales de Tarija. Allá los niños en los baños, otros haciendo “rompe” de duraznos, higos y otros frutos de los huertos siempre pródigos y generosos y los más ocultando su “rocha” de la escuela...¡Eran horas felices de soláz...! ¡Tiempos idos de nuestra infancia! Los abundantes caracoles, los lindos picaflores con sus colas refulgentes; el pavo real con su hermoso plumaje: “la dulce miel de los colmenares” y un soliloquio con una naturaleza desbordante de belleza y lujuria...Son los tristes recuerdos de un algo que se ha ido, dejando todo desolado ¡Sin sentido, sin vida...!! Eso es lo de hoy

¡Una soterradora tristeza...!!!En toda la ribera de Tarija, no hay zona más memorable que esta de “San Juan”, donde los humosos sauces, molles, ceibos cobijaban a la “chulupía”, el “bientefué”, el “tarajchi” y otras aves, para llenar la vida de delicia y ensueño con sus gorjeos...!!! Esas aves ya se fueron para nunca más volver. Por eso cantamos la cueca que dice:

Aquellas aves que van volando,Que van cantando dichas de ayer,cómo quisiera irme con ellas,Irme con ellas, jamás volver.

Arbolito de miniaturaQue con locura cuidaba yo,Estando tierno y floridoVino el invierno me lo secó.

Pero de todos modos vive el recuerdo y allí siempre se ve la ¡Paz y la bendición de Dios...!!! En la ronda fiestera, un mozo alegre del barrio, inspirado en el recuerdo de viejos amigos y en son de broma cantaba:

Allá donde el sol se muerenació el barrio los zoncitos:Otón, Poroto y Pichón,Ckaka Julio y Pajarito.

Así era el barrio de las flores “E1 Molino” ¡La fiesta del Rosario....!!!Últimamente nuestro amigo y hábil compositor Elias Dipp Ortega, ha compuesto para este lindo barrio inspirado por el aroma de sus flores, la cueca: “Barrio El Molino”

Allá donde el sol se muereNació el barrio más floridoEntre la ceiba y las floresEl lindo Bario de El Molino BIS

Acunándose entre rosas,Las mujeres más hermosas,Nos brindan sus corazones,Corazones como rosas. BIS

Me recojo del “Molino”Con la prenda más queridaCon la luna y el rocíoDel brazo del amor mío BIS

Aquí cabe recordar también al padre de la cueca tarijeña,

admirable Canta-Autor Don Pío Martínez Echart llamado cariñosamente por sus amigos “Zenca Martínez” autor de las más hermosas cuecas chapacas de aquellos tiempos, en esta ocasión de la fiesta “Del Rosario” en la Kermesse de la Plazuela “Uriondo” ha estrenado esta linda cueca: “Campanas de la Historia” letra y música de su autoría:

Las campanas de la historiaVan tocando, van tocandoAnunciando tan alegresLa gran fiesta del Rosario (BIS)

Molineña del donaireTú eres siempre muy modestaPor eso venimos todosa alegramos en tu fiesta (BIS)

Así aconteció, en este lindo Barrio “E1 Molino”; en su tradicional fiesta de la “Virgen del Rosario”.

a oRillas dEl laGo san JaCintoFotografías: Ricardo Ávila castellanos

Domingo 04 de noviembre de 2018

Viene de la Pág. 3

Cántaro6Tomado del diario “La razón”. La Paz, octubre de 2018

don aniCEto aRCERamiro Prudencio Lizón

Cnl. Eustaquio MéndEz “El Moto”

La semana pasada hubo muchos comentarios un tv sobre la Guerra del Pacifico y sobre el papel que le cupo realizar a los diferentes personajes

nacionales que intervinieron en esa Trágica contienda. Pero, lamentablemente, algunos de esos que podríamos denominar seudo historiadores se atrevieron a criticar acerbamente la obra de ciertas personalidades, como don Aniceto Arce, quien posteriormente fuera presidente de la República.Evidentemente los historiadores nacionales, salvo algunos muy meritorios, no se han preocupado mucho en resaltar el tenaz esfuerzo que efectuó el doctor Arce para obtener un puerto propio y soberano después de la desgraciada pérdida da nuestro litoral a causa de la guerra. Además, no era un puerto cualquiera el que

pretendía sino el de Arica, al mismo que fue anhelado por casi todos los gobernantes anteriores a ese conflicto, es decir. Sucre, Santa Cruz, Ballivián, Belzu, Linares y Melgarejo, y ello, por ser el puerto natural de Bolivia.Durante el conflicto y luego del desastre de la batalla del Alto de la Alianza, donde casi todo el ejército boliviano fue destruido, don Aniceto insistió en negociar un acuerdo de paz por separado, en base a la cesión a Bolivia da Tacna y Arica, pero el presidente Narciso Campero, ofuscado por las presiones de los llamados guerristas, prefirió desterrar a Arce, a pesar de estar de Primer Vicepresidente, y continuar manteniendo la alianza con Perú, aunque ella sólo nos podía conducir al enclaustramiento geográfico. Así, durante cuatro largos años, no se hizo la paz pero tampoco la guerra, quedándonos en una indecisión que provocó el resentimiento tanto de Chile como del Perú.pocos años después. y estando al mando de la nación, don Aniceto continuó su política portuaria. Pero la situación en Chile había cambiado. Los propugnadores de una paz amistosa con Bolivia, como el ex presidente Santa María fallecieron o dejaron de tener influencia política en su país, les sucedieron hombres nuevos como Balmaceda, quienes, impactados por el potenciamiento de su país a causa de la gran riqueza de salitre, ya no tenían miramientos con los vencidos. Pero sorpresivamente estalló una tremenda guerra civil en Chile, en enero de 1891, contra el gobierno autoritario de Balmaceda. Los rebeldes se levantaron en el norte chileno, en el puerto de ¡quique principalmente, y buscaron el reconocimiento y apoyo de los demás estadas limítrofes.Como con el gobierno de Balmaceda fue imposible llegar a un entendimiento sobre una salida al mar a Bolivia, el presidente Arce decidió arriesgarse y reconoció a la Junta Revolucionaria de Iquique. Evidentemente, el riesgo de romper con e! gobierno de Balmaceda era peligroso, pero don Aniceto conocía bien nuestra historia y sabía que la parte que domina el mar termina siempre por vencer. Así había ocurrido en la guerra de la Confederación Perú-Boliviana con Chile y, posteriormente, en la Guerra del Pacífico. Y efectivamente eso sucedió, las fuerzas de la Junta de Iquique desembarcaron en la Zona central de ese país Y vencieron a las tropas leales a Balmaceda.

En Chile se constituyó un nuevo gobierno al mando del almirante Jorge Montt, y poco después se iniciaron las conversaciones con Bolivia para llegar a un tratado de paz lo más amistoso posible.Fruto de esos entendimientos fueron los tratados de Mayo de 1895, durante el gobierno del brazo derecho de Arce, don Mariano Baptista, mediante los cuales Bolivia recibiría a cambio del litoral perdido las provincias de Tacna y Arica. Pero como ha sucedido continuamente en nuestro país, los patrioteros de siempre se opusieron tenazmente a dichos tratados hasta hacerlos fracasar. Y cuando ellos subieron al poder, durante el régimen liberal, fueron obligados a suscribir el desgraciado Tratado de Paz de 1904.En consecuencia, a don Aniceto Arce no sólo Se lo debe recordar por su extraordinaria labor industrial y ferrocarrilera, sino también por haber sido uno de los principales luchadores por romper el enclaustra miento geográfico nacional y lograr nuestra ansiada y muy necesaria salida al mar.

carga de fusilería los sorprendió, produciéndose la confusión Nada pudo la voz ronca y varonil del Jefe para contenerlos. Gritos, heridos, muertos... Todo un desastre. Méndez cerró las espuelas a su brioso caballo “lobuno” y avanzó por las blancas y polvorientas barrancas. Se lo seguía sañudamente, sin obtener que el legendario caudillo se rindiese. “Rosendi”, que se llamaba un valiente, quiso alcanzar la gloria de tomar al coronel Méndez -dice Domingo Paz- Avanzó solo. Don Eustaquio diestro en el sable y en el caballo dio vuelta al oír que le intimaba rendición. Contestó estas históricas palabras: “Que se rinda su abuela, carajo”. Le hizo una carga de sable, pero obligado nuevamente a emprender la fuga, lo alcanzó la bala de un disparo de pistola”. Así herido y sangrando fue conducido a la Cárcel y sometido a torturas. La bondad de las damas obtuvo que se mitigaran sus dolores. La ilustre señora Francisca Ruyloba de O’Connor (esposa del Gral. Burdett O’Connor) consiguió de las autoridades que se permitiese al héroe hacer sus disposiciones testamentarias y llevarle a su casa habitación para prestarle el cuidado que merecía un herido y gran servidor de la Patria.Inmediatamente compareció el Notario don Agustín de Mendieta y se redactó el testamento, que es un hermoso documento de moral cívica y una enseñanza para las futuras generaciones:- “Hallándome preso y enfermo -dice- herido de bala, dicto mi testamento”. Y luego el texto, del que vamos a consignar las cláusulas que consideramos de importancia histórica:

“Tercera: Declaro haber sido casado y velado en primeras nupcias con doña Salomé Ibarbol, y durante mi matrimonio hemos tenido nueve hijos legítimos, de los cuales cinco han muerto en su menor edad y

sólo existen cuatro, llamados Leonor, Manuel, José y Gertrudes”“Cuarta: Declaro ser casado y velado en segundas nupcias con doña María Estefanía Rojas y durante mi matrimonio no hemos tenido hijo alguno, pero antes de casarnos con la citada Rojas, tuvimos tres naturales, cuando mi viudez de la primera mujer, llamados José Manuel, Eulalia y Eliodoro; y estando casado con la primera mujer tuve en la María Estefanía tres hijos adulterinos, llamados Manuel Cruz, Ignacio y Paula”.“Décima: Declaro no deber ni poca ni mucha cantidad a persona alguna”.

El testamento finaliza con la siguiente declaración:“A los que dicen que me deben, les perdono; y mando a mi albacea don Juan Cortez, no cobre ni ejecute, por ser gente que sirvió a mi Patria, y porque supieron dar su vida por seguirme, como guapos que luchamos por nuestros pagos. Muero sin aborrecer, sin haber quitado nada a nadie, y habiendo servido con mis animales que se acabaron en las milicias. No queda más que retazos de bienes, que serán partidos entre mis hijos por igual, y si alguno reclama o se queja, perderá todo. Quiero que me entierren con mi ropa overa, usada en el Montenegro, y al lado de mi madre en el panteón de San Lorenzo”.

Y los recuerdos de esas bellas lecciones de un alma que tuvo, en su momento, las rebeldías de la fiera salvaje, duermen olvidadas por los pueblos y archivadas por el peso de los años...La tarde del 4 de mayo de 1849, el bravo coronel Eustaquio Méndez, El Moto, exhaló el último suspiro de

vida. Cerró los ojos para descansar en la gloria.La Convención Nacional de 1880, inspirada en las acciones de justicia póstuma, por Ley de 19 de octubre designó a la provincia de San Lorenzo, del Departamento de Tarija, con el nombre de Méndez.La obra de este héroe la recordamos sólo en los actos de ostentación patriota. Se llega al extremo de que nadie sabe cuál es la tumba que guarda sus restos mortales. Algunos la señalan en un sitio perdido en el viejo cementerio de Tarija. Pero no hay nada cierto y efectivo. Corresponde a nuestras autoridades e instituciones levantar una información, dar con esas cenizas santificadas por el dolor y recogerlas.Un recuerdo de amor para Méndez, como para todos aquellos que sirvieron y cayeron por la Patria. Que las generaciones vean, miren, sientan llenas de emoción, que se honra el recuerdo de nuestros héroes, que se venera sus cenizas, que se mantiene el culto y se cultiva espiritualmente la memoria de sus buenos hijos que, en días decisivos, supieron dar lo mejor que se tiene: la vida...¡La gratitud es la flor de la superación moral!

(1) La casa denominada hoy “Casa Histórica del Cnl. Eustaquio Méndez es propiedad de la Universidad Boliviana “Juan Misael Saracho”

(2) “La Prensa”, Buenos Aires, 23 de agosto de 1936.(3) Veáse “La Batalla de Montenegro”, en “Las Tejas de mi

Techo”.

Extracto de la obra “Tarija y sus Valores Humanos” de Bernardo Trigo.

HOMENAJE AL CLXVI ANIVERSARIO DE LA BATALLA DE “LA TABLADA”

Aniceto Arce fue uno de los principales luchadores por romper el enclaustramiento geográfico nacional

Domingo 04 de noviembre de 2018Cántaro 7

Autor: HageoTema: Reconstrucción del temploFecha: 520 a.C.Lugar: JudáHageo, Zacarías y Malaquías son los tres profetas que predican a los judíos que han regresado después de 70 años de estar en el exilio. Antes del exilio se les exhortaba que dejasen la idolatría, pero a su retorno ya no tienen este mal. El decreto del rey Ciro permite a los judíos regresar y reedificar el templo de Jerusalén, pues quedó inconcluso luego de que el remanente pusiera los cimientos (Esdras 3:1-3, 8-10), pero desde el 535 al 520 quedó truncado por la oposición de los vecinos.En los años siguientes, en vez de dedicarse a la obra de Dios, los judíos se dedicaron a sus asuntos privados con indiferencia y egoísmo, usando el dinero para vivir cómodamente (1:4-9). Como castigo, Dios permitió que sus cosechas mermaran; la sequía y la falta de trabajo se originaron por la negligencia de no construir el templo: “Por eso se detuvo de los cielos sobre vosotros la lluvia, y la tierra detuvo sus frutos” (1:10).Capítulo 1.- En el año segundo del rey Darío, vino palabra de Jehová por

medio del profeta Hageo: “¿Es para vosotros tiempo, para vosotros, de habitar en vuestras casas artesonadas, y esta casa está desierta?” (v.4).Los líderes y el pueblo tomaron muy en serio el mensaje de Hageo y temieron a Jehová, y empezaron a trabajar el nuevo templo y lo terminaron 4 años más tarde, aunque Hageo no vivió para verlo.Capítulo 2.- “En el mes séptimo, a los veintiún días del mes, vino palabra de Jehová por medio del profeta Hageo, diciendo:” (v.1) “¿Quién ha quedado entre vosotros que haya visto esta casa en su gloria primera, y cómo la veis ahora? ¿No es ella como nada delante de vuestros ojos?” (v.3).Al mes de comenzar la reconstrucción del templo, las personas, sobre todo los ancianos, no estaban conformes, pues no tenía la gloria del primer templo, pero Jehová los anima a perseverar: “La gloria postrera de esta casa será mayor que la primera, ha dicho Jehová de los ejércitos; y daré paz en este lugar, dice Jehová de los ejércitos” (v.9).2:10-19El tercer discurso de Hageo en 520 a.C. hace una comparación ritual (2:10-14).

El profeta demostró que el templo abandonado era como un insulto a Dios, de modo que la adoración y las ofrendas de ellos resultaban inútiles. El mensaje es que, si un sacrificio santo puede corromperse, también una ofrenda a Dios puede ser inaceptable si se descuida el templo.2:20-30El último discurso es profético: “…Yo haré temblar los cielos y la tierra; y trastornaré el trono de los reinos, y destruiré la fuerza de los reinos de las naciones; trastornaré los carros y los que en ellos suben, y vendrán abajo los caballos y sus jinetes, cada cual por la espada de su hermano” (2:21-22).Esta profecía está todavía sin cumplir: el temblor de los cielos y la tierra, y la destrucción de los reinos de las naciones se refieren a la tribulación futura, y el temblor destruirá el trono de los reinos a fin de que pueda establecerse el reino del Mesías.Este libro nos da lecciones

para aplicar en nuestras vidas: Primero debemos buscar la voluntad de Dios. Debemos cuidar cuáles son nuestras prioridades, ¿nosotros mismos, lo que poseemos, nuestra prosperidad, o nuestra relación con Dios, nuestra iglesia y sus ministerios?“Pues así ha dicho Jehová de los ejércitos: Meditad bien sobre vuestros caminos” (1:5).

Al cruzar por las arterias y venas de la capital francesa la piel se eriza y el corazón remonta

vuelo, cual un moderno dron, por plazas, parques, avenidas, monumentos y cuanto paraje existe por allá. Todo luce esplendoroso, la luminosidad que París despliega al desperezarse el día y la vista del gentío, a paso apresurado, caminando en dirección a su fuente laboral o empresa propia, o ajena, convoca la atención del simple observador. En definitiva, el rumor pausado de los turistas, en pequeños grupos fácilmente reconocibles, gana el entusiasmo citadino mediante voces en los más disímiles idiomas y curiosos dialectos, cuyas expresiones verbales se me antojan de procedencia extraterrestre, ininteligibles al oído del común de los mortales. ¿O será que nos estamos rodeando de seres mimetizados, camuflados bajo apariencia humanoide? Ojalá fuese así para mejorar la especie que más parece mirar hacia abajo que a lontananza, a la fría realidad que conturba y desespera en los excesos que la prensa y redes sociales informan cada jornada, no al cielo azul donde navegan los astros y titilan las estrellas. Después de merodear y escudriñarlo todo durante varias horas de caminata, tal vez ocho o nueve al día, nada más placentero que tomar asiento en un café, bar o restaurante y poder elegir entre la variedad de opciones que uno encuentra a su paso, dentro del preciosismo del entorno que asombra al extranjero en la ciudad antañona y dulce. Otro tanto sucede con los

puentes que se abren como brazos, largos y prolongados, prietos de afecto que emociona en señal de bienvenida a los turistas.Qué decir del castillo y museo Versalles, que encierra tres siglos de historia, de la catedral de Notre Dame, la basílica del Sagrado Corazón, los Campos Elíseos, la torre Eiffel a la que es preciso contemplarla en distintos horarios, como a una bella dama, en la mañana, tarde o noche, sin que uno se canse de observarla aún a varias cuadras de distancia. El Panteón donde descansan los restos de escritores notables y personalidades de renombre, en las proximidades de La Sorbona. Y el río Sena, arteria vital, acuosa de la urbe, que otorga el sello definitivo a la visita de quien retornará a su país de origen con las pupilas impregnadas de admiración y cariño por la Ciudad Luz.Montmatre, la plaza atestada de pintores procedentes de varias naciones, asentados por años en el lugar, cautivan la atención al verlos efectuar sus trabajos a vista y paciencia de los turistas, alternando en amenas conversaciones con quien se asoma por allá para formular preguntas sobre estilos y formas, o el porqué de cada color o detalle llamativo en la temática de los cuadros. ¡Vana actitud! El secreto está en observar, analizar o sentir el olor, al igual que ratón frente al queso, paladeando las obras. Y admirar, admirar y admirar, como en otras épocas y a su turno se lo hiciera con las pinturas de Monet, Dalí, Picasso, van Gogh.

Como en toda ciudad grande es preciso tomar medidas precautorias contra los dueños de lo ajeno, quienes en la fila del metro, o en la aglomeración de las iglesias, en las puertas de teatros y museos, o de lo que fuere, tratan de arrebatar billeteras o joyas a los turistas. Vimos incluso a algunas mujeres en tentativa o ejecutoria del cuento del tío en diversas modalidades, tratando de sorprender a los desprevenidos que nunca faltan en tierra extraña y aún en la propia. En todas partes se cuecen habas.Por lo demás, la felicidad –en todo acto humano- lleva uno entre pecho y espalda. Conocí a una persona ya cansada debido al peso de los años,

a quien la ciencia médica la declaró enferma terminal; pero luego de haber conocido París se sentía menos agobiada, tal vez aferrada a cierta mueca de paz y resignación, dibujada en su rostro a la espera del último suspiro. Posiblemente, a estas alturas, tras algunos meses, esa almita se regodeé en una tarde púrpura en los predios del camposanto: Adiós París, inolvidable.A los que todavía no cerramos los ojos y tuvimos la suerte de conocer la capital francesa, nos queda la promesa de volver algún momento en la esperanza de que se cumpla tan caro anhelo, con vestigios de ensoñación y fantasía, a modo de último regalo de la existencia.

Libros de la Biblia

HaGEoJaneth Mendieta León

PaRis, Ciudad inolVidaBlEHeberto Arduz Ruiz

No tuve más pecadoque enraizarme en la tierra y florecer.Me entregaba en perfume:era mi modo de querer.

No tuve más pecadoque amanecercon el alba en mis pétalos,y un asomo de luna al atardecer.

Pero un día mis rosas se empinaronal viejo y alto muro, para verlas cosas de la calle...(Toda rosa es, al fin, una mujer).

¡Qué brutal el saqueo!En cada mano innoble vi crecer

el garfio y la cuchilla. Mis espinasno me pudieron defender.

Y fue un deshojamientode estrellas, un caerde pétalos del albay cercenados pechos de mujer.

¡Derríbame, Señor, con tus tormentas,sobre la tierra que me vio nacer,que también me robaron las espinasque Tú llevaste ayer!

Señor, ¡a ras del suelo!Pequeño, tan pequeño quiero ser,que me ignoren las gentes si yo vuelvoen otra primavera a florecer.

PLEGARIA DEL ROSALOctavio Campero Echazú

Domingo 04 de noviembre de 2018Cántaro8

La primaveral plaza Luis de Fuentes (Fotografía: Ricardo Ávila Castellanos)