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CIUDADES DE VIDA Y MUERTE LA CIUDAD Y EL PACTO SOCIAL PARA LA CONTENCIÓN DE LA VIOLENCIA

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Ciudades de vida y muerte (Roberto Briceño-León).

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CIUDADES DE VIDAY MUERTELA CIUDAD Y EL PACTO SOCIALPARA LA CONTENCIÓN DE LA VIOLENCIA

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LA CIUDAD: ¿ESCENARIO O CAUSA DE LA VIOLENCIA?ROBERTO BRICEÑO-LEÓN

La violencia en América Latina es urbana. La gran mayoría de los homicidios,secuestros y robos suceden en las ciudades. La vida peligra en las urbes, sinimportar que estas sean grandes, medianas o, incluso, pequeñas. En las ciuda-des es donde se vive con mayor intensidad la inseguridad y la violencia.

Se trata de un nuevo fenómeno. La violencia contemporánea es distintade la antigua violencia rural, aquella que surge del machismo o del alcohol pen-denciero de los bares. Tampoco se parece a la violencia de los caporales o de losjefecillos políticos, ni de las bandas de asaltantes de carreteras. Ni mucho menosa la inseguridad de los mares abiertos, donde los piratas y corsarios imponían elterror a los viajeros de los océanos que osaban navegar sin protección alguna. Setrata de una violencia nueva. Una criminalidad que se apodera de los espaciosque la civilización había construido, justamente, como refugios para escapardel miedo que provocaban las tierras inhóspitas y los mares sin ley.

Las ciudades han sido históricamente los espacios de la seguridad, delprogreso y de los derechos. Las ciudades se amurallaban para proteger a sushabitantes de los ataques enemigos externos; en las ciudades se

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LA CIUDAD: ¿ESCENARIO O CAUSA DE LA VIOLENCIA?

Sin embargo, las ciudades se tornaron agresivas y violentas. Las ciuda-des han perdido su vigor como espacio de la libertad y la confianza, y se hanido transformando en lugares donde reina el miedo. ¿Qué ha pasado?

La relación entre la ciudad y la violencia tiene dos grandes hipótesis deinterpretación en la ciencia contemporánea. En la primera propuesta, se afir-ma que la ciudad es el escenario donde ocurren los hechos, donde se despliegala maldad, la criminalidad. Pero nada más. Es un territorio pasivo donde losseres humanos se enfrentan, donde se cometen delitos, de igual forma comopudiera ocurrir en los campos o en los mares. No hay una circunstancia quepueda considerarse que influya en su surgimiento o expansión.

La segunda propuesta es radicalmente distinta. La ciudad no es unterritorio pasivo; se afirma, al contrario, que la ciudad, bien sea por su formaconstructiva, la aglomeración de personas, la diversidad étnica o sus carenciasfísicas, facilita, promueve o hasta origina el delito. La ciudad es causa de laviolencia. Esta causalidad puede entenderse como una oportunidad o comouna inducción perversa. El delito puede ser consecuencia de las condicionesmateriales, de las edificaciones o de la trama urbana; o puede ser resultado

LA CIUDAD COMO ESCENARIO DE LA VIOLENCIA

La ciudad son los «moldes en los cuales la vida de los hombres se haenfriado y congelado», escribió Mumford (1945:12). Años después Lefeb-vre afirmó que la «ciudad es la proyección expresión de la sociedad sobre elterreno... la ciudad es un fragmento del conjunto social, transluce, porque lascontiene e incorpora en materia sensible, a las instituciones y las ideologías»(Lefebvre, 1969: 75-78). La tesis que se podía derivar de estas afirmacionesclásicas de la Sociología es que la lectura de la forma física y territorial de laciudad debía proporcionar un conocimiento detallado sobre lo social, sobrecómo esa sociedad usó el espacio, le dio forma de acuerdo a sus necesida-

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funciones y divisiones sociales, de las clases, las jerarquías y de los mecanismosde poder. Que el espacio de la ciudad reflejaba las prácticas económicas o reli-giosas dominantes y que en esa sociedad se encargaban de alimentar los estó-magos y apaciguar los espíritus de sus habitantes (Briceño-León, 1987).

Las ciudades no han sido históricamente iguales. Las ciudades surgie-ron cuando en la sociedad había suficiente alimento como para permitir queun grupo no tuviera que dedicarse a la búsqueda de comestibles para sobrevi-vir, y que ese excedente alimenticio fuese dedicado, voluntariamente o por lafuerza, al sustento de un grupo de personas que vivía en un territorio no pro-ductivo, destinado al consumo llamado ciudad (Singer, 1983). Estas ciudadesse dieron en Asia Central, en el Imperio Romano o en América Latina; eranlas ciudades sedes del imperio o de los latifundistas. Unas ciudades diferentessurgieron cuando la construcción ocurrió alrededor de un mercado, la ciudadera el lugar del intercambio, del encuentro de los productores, que venidos decerca o de lejos, se apostaban para ofrecer los bienes que tenían y buscar losque necesitaban (Pirenne, 1972). Estas ciudades se encontraban en las feriasde comercio de Europa o en las pequeñas ciudades de los Andes venezolanos,donde se negociaba el café que cultivaban los pequeños productores. Café queluego se trasladaría a los puertos desde donde zarparía en barcos para el mer-cado mundial.

Otro tipo de ciudad surgió con la Revolución Industrial. La ciudadindustrial representó algo muy distinto, pues el factor dominante no era el

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Tamañode habitantes

1950 1900 .ü*®a¡Número Población Número Población ¡| Número Población

1 millón y más 6 16.121.704 26 89.629.921 47 156.219.434500.000 a 1 millón 5 3.209.130 26 18.049.868 44 30.328.031

100.000 a 500.000 51 11.215.663 191 38.144.478 299 62.841.816Total 62 30.546.497 243 145.824.267 390 249.389.281_

Fuente: Construcción propia con base en los datos de DEPUALC, 2009.

Esas ciudades son el escenario principal de la violencia de América Lati-na. Sin embargo, no todas las ciudades viven la desgracia de la misma manera:hay urbes extremadamente violentas como Caracas, Guatemala o Tegucigal-

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19BERTO BR1CEÑO-LEÓN

is de América Latina de acuerdo a sus tasas de homicidio para el afio 2012;das son capitales de sus países, salvo Sao Paulo en Brasil. Las ciudades conienos número de homicidios están en el Cono Sur: Santiago y Buenos Aires,udades muy pobladas que tienen una tasa menor de 5 asesinatos por cadaJ0.000 habitantes, una cifra inclusive inferior a la de Nueva York (5,3) parae mismo año. En el nivel siguiente, con una tasa de entre 5 y menos de diez)micidios, están ciudades que tienen tamaños muy diferentes, como Asun-ón, cuyo conglomerado urbano está sobre los dos millones de habitantes, yiudad de México, cuya zona metropolitana es diez veces mayor y excede los‘inte millones. También se encuentran ciudades socialmente muy diferentesi sus condiciones de pobreza y desigualdad, como La Paz o Montevideo. Ennivel medio, de entre diez y veinte homicidios, están ciudades que

Cuadro 2Homicidios en ciudades de América Latina y el Caribe

con la mayor población de sus países, 2012*.

Ciudad j| Tasa de homicidios**Ciudades con violencia extrema

VenezuelaGuatemalaHonduras

CaracasGuatemalaTegucigalpa

122,0116,6Ciudades muy violentas

PanamáEl SalvadorJamaicaHaitíRepública Dominicana

Ciudad de PanamáSan SalvadorKingstonPuerto PríncipeSanto Domingo

53.1

52,550,3

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Ciudades violentas '"WNicaragua Managua 18,7Costa Rica San José 17,7Trinidad y Tobago Puerto España 17,2Colombia Bogotá 16,5Brasil Sao Paulo 14,2Ecuador Quito 11,4

Ciudades con violencia mediaParaguay Asunción 9,2México Ciudad de México 8,8Uruguay Montevideo 8,4Peni Lima 5,7Bolivia La Paz 5,2

Ciudades con violencia bajaArgentina Buenos Aires 4,9Chile Santiago 3,9

* Se tomó como dato el último año de registro de la tasa de homicidios: 2006: Bolivia; 2009: Argentina, PtniChile, Venezuela; 2010: Paraguay, Nicaragua, Haití, Guatemala; 2011: Canadá, Uruguay, México, EcuakuTrinidad y Tobago, Bahamas, Jamaica, Honduras; 2012: Estados Unidos, Brasil, Colombia, Costa Rica, Repú-blica Dominicana.

En Venezuela, las diferencias entre las ciudades son igualmente impor-tantes, pues el Area Metropolitana de Caracas es mucho más violenta que ^resto de las ciudades; lo singular de Venezuela es que se ha dado una générâtzación de la violencia en todo el territorio y aun las ciudades pequeñas tien«1

una tasa cercana a los 50 homicidios por cada 100.000 habitantes, tasasintih1

a la reportada para ciudades como San Salvador o Kingston. Los datos de bEncuesta Nacional de Victimización, llevada a cabo por el

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Cuadro 3Venezuela. Casos y tasas de ocurrencia* de delitos de acuerdo

al tamaño de la localidad, 2009.

* Por cada 100.000 habitantes.Fuente; Construcción propia sobre INE (2010). Encuesta Nacional de Victimizacióny Percepción de Seguridad Ciudadana2009.

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22 LtaUOAarfSCgMARMOCWtAWUwn^

Este es el escenario de la violencia urbana en Venezuela y en Am^Latina. Quizá con la excepción de Colombia, donde la existencia de grupo;guerrilleros y paramilitares, y la alta vinculación con el tráfico de drogas jhecho relevante la violencia rural. En el resto de la región la criminalidad es m Ifenómeno urbano, aunque de ocurrencia desigual entre ciudades por

LA CIUDAD COMO CAUSA DE LA VIOLENCIA

Hay una perspectiva distinta y es la que asume que la ciudad no es aje-nas un medio en el cual se despliega la actividad humana, sino un medio fideoque afecta el comportamiento de las personas; no es un territorio pasivo, sinoactivo, que influye, condiciona y causa un tipo de conducta en los seres huma-nos. La ciudad, en sus múltiples formas y circunstancias, es considerada comocausa de la violencia o, de su contrario, del orden social, moral y civilizadaLa Sociología Urbana se dedicó desde sus inicios al estudio de la rela-ción entre el ser humano y el medio natural donde le tocaba vivir y sobrevivir-,Buscaba entender los mecanismos de adaptación y transformación del medionatural que usaba la sociedad humana, y cómo los seres humanos se organi- [zaban, cooperaban y competían, para poder llevar a cabo esa tarea Paralela-mente, se dedicó a estudiar el comportamiento social en el medio urbano, iprocurando entender cómo el medio natural, el medio construido y la agio*meración de personas allí congregadas influenciaban la manera de actuarypensar de ios humanos. Ese era el objetivo que había quedado registrado

I

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ROBERTO BRICEÑO-LEÓN 23

diferenciadas, no es territorio homogéneo, ni físico ni socialmente, pues hayunas zonas que muestran unos rasgos físicos y sociales que otras no tienen. Lainfluencia del medio ambiente en los individuos se relaciona con la ciudadcomo un todo, por eso para Park la organización de las comunidades cumplíaun papel relevante en el control o la expansión del delito y la violencia juvenil(Park & Burgess, 1925).

La ciudad como causa se encuentra entonces en el modo de vida de laurbe como totalidad y en las áreas en las cuales habitan y se desenvuelven losindividuos de manera singular. Son las zonas en que se divide la ciudad quefueron llamadas «áreas naturales», donde los mecanismos económicos de pre-cios del suelo favorecen los mecanismos de exclusión e inclusión que llevan ala creación de zonas culturalmente diferenciadas. La ciudad se divide por ofi-cios, clases sociales o grupos étnicos, como las zonas de pobladores italianos ochinos en las ciudades norteamericanas.

En 1925, Burgess publicó su estudio sobre las formas de crecimientode la ciudad, tomando como modelo Chicago, y afirmó que las ciudades cre-cen concéntricamente, en seis círculos cada vez más grandes que se expandendesde el centro tradicional de la ciudad dedicado a las oficinas y los negocios,luego vienen la zona de casas de huéspedes, la zona de los inmigrantes, la delos obreros, la zona de apartamentos para la clase media y el suburbio de casasamplias de la clase alta (Burgess, 1925). En unos estudios posteriores

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24 IA CIUDAD: «HCBUMO U WU»«

encuentra una distribución desigual del delito, pero ya no por la forma con-céntrica de crecimiento, sino por los diferentes niveles de cohesión social queexistían en cada una de las zonas de la ciudad investigada (Sampson, Rau-denbush & Earls, 1997). La situación social de la zona de la ciudad es la causadel delito.

Los orígenes urbanos del delitoLa pregunta que viene de inmediato a la mente es cuáles serían las

razo- ,nes por las que la ciudad como un todo o unas zonas de ella provocan un com-portamiento delictivo (Muggah, 2012). ¿Por qué la ciudad o algunas desúszonas son criminógenas?

Las respuestas tienen por lo regular dos grandes dimensiones: uñaserefiere a la dimensión física, al medio ambiente construido; la otra, a la dimen-sión social, cultural o normativa. En algunas interpretaciones ambas dimensio-nes se combinan de manera equilibrada, en otros casos se privilegia una u otra !dimensión, hasta llegar en algunos casos a hacer desaparecer la otra de tamominimizarla o ignorarla.

A nivel contemporáneo hay tres factores que se han privilegiado en laexplicación del origen urbano del delito: la densidad, la exclusión y la desi-gualdad. Son factores explicativos que han tenido mucha difusión y acepta-ción entre expertos y políticos. Las evidencias que las sustentan son todavía 'escasas y contradictorias.

La tesis de la densidad urbana tiene una larga tradición y tuvo su granexponente en L. Wirth (1938), quien consideraba que la vida urbana era unmodo de vida («Urbanism as a way of life», llamó su texto) que tenía comouno de sus rasgos defínitoríos una alta densidad poblacional. Lo singular déladudad era que ponía a vivir en un espacio reduddo a muchas personas, ypotlo tanto esa aglomeración las obligaba a un modo de vida acorde con esa cir-cunstancia. Los estudios de Sociología y de Psicología mostraban cambióse»las conductas cuando las personas estaban muy cerca y sentían una invasiónde lo que podían considerar su espacio vital. En condiciones de aglomerad^»o de aislamiento las personas reaccionan distinto hacia el otro; aunque esmal que en un autobús lleno de pasajeros alguien esté a escasos centímetrode otro, pero si el mismo autobús está vacío, alguien entra y escoge sentar* I ,al lado del único pasajero presente, este de seguro entra en sospecha y I i

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los refugios donde se albergan los damnificados después de un desastre natu-ral (Wiesenfeld, 1995). Esta teorización combina una causa material con unresultado social. La hipótesis subyacente sería que las zonas de alta densidadpueden propiciar el delito, aunque las evidencias de esto no son contunden-tes; en Caracas, por ejemplo, hay zonas que sorprenden por tener una den-sidad similar, a pesar de mostrar alturas muy distintas: el Parque Central enCaracas, con sus más de 25 pisos de altura, ha tenido una densidad poblacio-nal similar a la de algunos barrios informales urbanos, como Los Erasos en lazona de San Bernardino. Sin embargo, los niveles de criminalidad en ambaszonas son muy distintos. Por lo tanto, uno puede pensar que si bien la densi-dad es una variable importante, la manera como se organiza y regula la convi-vencia es lo que puede marcar la diferencia en la violencia.

Otro factor han sido los niveles de exclusión o de segregación de las ciu-dades. La tesis, en este caso, es que la existencia de zonas con condiciones socia-les y ambientales diferentes y cercanas, crea un sentimiento de exclusión en ungrupo, en el excluido, que derivaría en la violencia. La existencia de las zonasdiferentes y desiguales son una realidad innegable en las ciudades de AméricaLatina y de Venezuela (Ziccardi, 2008). Las razones por las cuales esa exclusióndebe transformarse en violencia no son claras. Uno puede presumir que la vio-lencia pudiera tener un sentido expresivo, de descarga de la rabia y de envidia

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26 LA CMDAD: ¿ESCENARIO O CAUSA DE LA VIOLENCIA)

el diez por ciento más rico recibe 15 veces más que el decil pobre, mientras queen Brasil es 49 veces mayor el ingreso del grupo más rico en comparación conel grupo más pobre. La desigualdad existe y de manera relevante.

Lo singular es que cuando uno revisa la situación de violencia y desi-gualdad en las ciudades de América Latina, encuentra unas terribles para-dojas, pues Caracas, que sería la ciudad menos desigual, es la que muéstralamayor tasa de homicidios, mientras que Santiago de Chile, que es la ciudadcon una de las mayores desigualdades, es la que tiene la tasa de homicidios másbaja de las capitales de la región.

Una manera distinta de entender la desigualdad se relaciona con lasdiferencias que se pueden provocar a lo interno de las zonas pobres o excluidasde la ciudad. Se trata, en este caso, de una micro-desigualdad que no puedeser captada por las herramientas de estudio macrosociales tradicionales y quealgunos autores han llamado «desigualdad horizontal» (Stewart, 2002).

Una manera distinta de interpretar la causalidad urbana es no enfocarseen un rasgo de la ciudad, como la densidad, exclusión o desigualdad, sino enlas oportunidades que la ciudad puede ofrecer al delito. En este caso la ciudadno es una causa eficiente del delito, pero sí ofrece la posibilidad de que algu-nos actores motivados puedan aprovechar ciertas condiciones para cometerlos delitos.

Las condiciones para que las potenciales oportunidades del delito sepuedan aprovechar y convertir en realidad son tres. Una oportunidad es

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En estas personas motivadas no hay normas morales, civiles o religiosas querestrinjan ese potencial comportamiento delictivo.

b) En segundo lugar, está la ausencia de una protección para las perso-nas o bienes que pueden ser víctimas del delito. A diferencia de la situaciónanterior, donde la limitación es interna, en este caso la limitación proviene delexterior y, digamos, no es subjetiva sino objetiva. Trátese de la cerradura queimpide el acceso a un inmueble, la bóveda para guardar el dinero, o la vigi-lancia policial de un banco, todas son formas de protección objetiva y externaque, en su ausencia, incitan al actor motivado a aprovechar la oportunidad.

c) Finalmente, está la reducción o ausencia de costos para la accióndelictiva. Los costos del delito, el castigo que da la sociedad como respuestaal daño causado, se convierte en oportunidad cuando su magnitud es relati-vamente baja en comparación con los potenciales beneficios que se puedanobtener; o cuando, aun siendo severos los castigos, la probabilidad de su apli-cación es muy reducida. Los costos del delito pueden ir desde la sanción y eldesprecio moral, hasta la cárcel o la pena de muerte. El derecho penal ha ela-borado una sofisticada armazón de proporcionalidad entre el crimen y el cas-tigo que se encuentra bien documentada en los códigos penales desde la anti-güedad. El objetivo social es poder establecer una relación entre el daño que seinflige a la sociedad y la magnitud del castigo que debe aplicarse justamente y

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LA CRIDAD: ¿ESCENARIO O CAIMA PE LA VKMJWcito28

Las condiciones físicas como causa-oportunidad para el crimen

Algunos aspectos físicos de la ciudad pueden convertirse en oportuni-dades para el delito y la violencia. Hay cuatro circunstancias relevantes de lageografía y el diseño urbano que pueden convertirse en oportunidades paraque los actores motivados puedan cometer delitos, estos son: la iluminación, jla trama urbana, los accesos y los nodos o bordes de las zonas urbanas.

La conformación de la trama urbana puede ser un factor que permi- jte la actuación de los delincuentes al generar espacios que facilitan su accióno restringen la actuación de la policía o las fuerzas de seguridad. El trazadoirregular y tortuoso de las calles y veredas, muy hermoso por la multiplicidadde perspectivas que ofrece, facilita la acción de los delincuentes que puedenesconderse o acechar a sus víctimas en los laberintos constructivos. Esas mis-mas condiciones los hacen más difíciles de controlar, pues los cuerpos policia-les tienen dificultades para acceder a la zona y pueden ser blanco de la agresiónde las pandillas delincuenciales.

El trazado en damero, la cuadrícula tradicional de la ciudad, construí- !da bajo las ordenanzas de Felipe II, permite un mayor control territorial delos habitantes y las autoridades. Los bulevares y las avenidas diagonales quedesarrolló el urbanismo francés con el barón Haussmann para la transforma- jción de París, tenía como propósito el control social y político pues permitíantrasladar tropas hacia zonas urbanas que de otra manera podían ser aisladascon las barricadas.

En los barrios de montaña de Caracas, Medellín o Río de Janeiro, laobligada adaptación de las viviendas a la topografía inclinada, que constriñe

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y donde las pandillas tradicionalmente han dañado los faroles para podercometer sus delitos. Los planes de seguridad de diversas partes del mundoinsisten en estos aspectos, de allí que los programas de disminución de la vio-lencia a través de la mejoría urbana en Ciudad del Cabo, Suráfrica, tengancomo elemento central la iluminación de los espacios públicos; que el plancontra la violencia del gobierno de F.H. Cardoso en Brasil tuviera como unagran inversión los gastos en el alumbrado público de las lávelas; y que muchasotras intervenciones de desarrollo urbano en otras ciudades de América Lati-na sean vistas como un medio para prevenir la violencia (Corporación Andinade Fomento, 2013).

La existencia de pocas vías para el acceso a una zona urbana puede seruna oportunidad para la acción del delito. Las íávelas que tienen menos entra-das tienden a ser más violentas que las que cuentan con muchas formas deingreso. La razón es sencilla: controlando la entrada es posible dominar unazona o protegerse de las pandillas enemigas o de la policía. De manera distinta,

I el control de los accesos puede ser también una forma de restringir la acción deldelito, por eso en el diseño de los centros comerciales se reducen las entradaspara aumentar la seguridad, limitando así tanto el ingreso como las rutas deescape de los potenciales delincuentes. Por eso mismo las urbanizaciones de cla-se media y alta cerraron los accesos vehiculares y han colocado

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30 LA CIUDAD: ¿ESCENARIO O CAUSA DE LA VIOLEN^

Las condiciones normativas como causa-oportunidad para el crimen

Estas circunstancias urbanas representan una oportunidad al delito enlas ciudades, pero requiere de la existencia de actores motivados, que no exis- jta protección y que el castigo sea una amenaza menor. Los actores motivados ¡pueden encontrar unas condiciones físicas que ofrezcan oportunidades parael delito y la violencia, pero el contexto social es igualmente relevante para que Ise haga efectiva su ocurrencia.

La ciudad de América Latina y de Venezuela ha crecido bajo dos sis-temas normativos, el formal y el informal. El casco tradicional y las nuevas Izonas planificadas han tenido como orientación y pauta unas normas de ocu-pación del territorio y de construcción distintas de las que han tenido las zonasde urbanización informal que, por lo regular, fueron construidas contra o almargen de la legislación vigente (Calderón, 2005). Sin embargo, el hecho deque hayan sido construidas fuera de la ley formal no quiere decir que hayan !sido erigidas sin normas, solo que las normas las han colocado las propias per-sonas, sea ignorando la ley, sea en oposición a la ley (en particular a la ley depropiedad), aunque también reproduciendo, por cercanía o simulacro, la leyformal. Es el caso de la propiedad de la tierra, pues una vez invadidos y ocu-pados los terrenos para la construcción de un nuevo barrio, se establecen loslímites de cada parcela, se cercan los espacios y, a partir de allí, surge una nueva

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31ROBERTO BRICEÑO-LEÓN

de la tierra. Pero hay unas zonas donde las oportunidades para el delito sonmucho mayores, pues el control social informal ha sido destruido por razonespolíticas o por la fuerza de los grupos delincuenciales, en las que tampoco haylos mecanismos de protección del Estado. En estas zonas no hay un ejerciciode dominio real por parte del Estado, ni tampoco un control social informalpositivo por parte de las propias comunidades.

Tres tipos de zonas podemos establecer en este sentido: las zonas a-nor-mativas, donde el Estado no puede ejercer o renunció al control territorialpermanente. Son las zonas donde no ingresa la policía o si lo hace es, apenas,como en una incursión militar, basada en su capacidad de fuego y movimien-to permanente, pero de donde rápidamente se retira. En algunas partes, estaentrega se ha formalizado y el gobierno le ha cedido el control social de esazona a los delincuentes, como es el caso de las llamadas «Zonas de Paz» en\fenezuela,, en las cuales la policía ha tenido prohibido el ingreso a cambio dela promesa de los delincuentes de aminorar la violencia.

Un segundo ¡tipo de zonas son aquellas donde rige una doble-normativa.El caso más claro son las zonas de frontera entre dos naciones que tienen opor-tunidades de negocios y legislaciones distintas. Estos territorios fronterizosson siempre propicios para el delito, pues el control desigual de los mercados yla existencia de normas impositivas y penales diferentes facilitan los negociosilegales derivados del contrabando de importación o exportación (T ingla &Camón, 2014). La dualidad legal favorece la conducta del relativismo norma-tivo, pues claramente se entiende que no es un valor universal

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32 LA CIUDAD: ¿ESCENARIO O CAUSA DE LA VIOLEN^ f¡

circunstancias puede reducir la magnitud de la violencia e imponer una suer. I tte de «paz criminal». En estas zonas se puede crear la ilusión de que se reduce *el delito porque este ha sido monopolizado por el crimen organizado, pero al ifinal lo que ocurre es una pérdida de derechos de todos los ciudadanos que se <ven sometidos a los vaivenes del poder arbitrario y cruel del delito.

i ILA CIUDAD COMO OPORTUNIDAD PARA LA PAZ

La ciudad no es solo el escenario de la violencia, es su gran determinan-te. Así como la vida urbana puede ser una impulsora de la agresión, tambiénpuede brindar la mejor de las oportunidades para la paz y la convivencia, paraconstruir una vida cotidiana regida por acuerdos y normas. La ciudad es el!espacio privilegiado de la institucional idad y el pacto social, es la expresión de!esa hermosa «complejidad organizada».

Si lo urbano fuese solo escenario, entonces muy poco podría hacerse jdesde lo urbano para controlar la violencia. Al asumirla como causa existe laposibilidad y la obligación de intervenir en las condiciones físicas y norma-tivas que pueden propiciar la violencia para transformarlas en posibilidades Ipara contener el delito y la agresión.

Para que la ciudad se convierta en una oportunidad para la paz requierede un esfuerzo integrador, de inclusión social, no de exclusión ni de división.Para que la ciudad pueda ser esa hermosa «complejidad organizada» (Jacobs,

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normativas posee una relevancia mayor en la disminución de la violencia patatener una vida urbana libre de miedos. Al final» lo <jue contiene la violenciano son las armas de los policías» sino los pactos —formales e informales- de losciudadanos.

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ROBERTO BRICEÑO-LEÓN

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