ciencia politica

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CIENCIA POLITICA INTRODUCCION Ciencia política o Politología, disciplina científica cuyo objetivo es el estudio sistemático del gobierno en su sentido más amplio. Sus análisis abarcan el origen y tipología de los regímenes políticos, sus estructuras, funciones e instituciones, las formas en que los gobiernos identifican y resuelven problemas socioeconómicos, y las interacciones entre grupos e individuos decisivos en el establecimiento, mantenimiento y cambio de los gobiernos. 2 . NATURALEZA DE LA CIENCIA POLÍTICA En general, se considera que la ciencia política forma parte de las denominadas ciencias sociales, también integradas, entre otras, por la antropología, la economía, la historia, la psicología y la sociología. Su relación con estas ciencias admite dos perspectivas. Algunos piensan que la ciencia política ocupa un lugar preponderante porque las cuestiones individuales y colectivas que estudian otras ciencias sociales siempre tienen lugar en el marco de la política como manifestación de una creencia personal, como actividad profesional y como ejercicio de autoridad. El punto de vista opuesto es el de que la ciencia política está al servicio de las restantes ciencias sociales porque depende de sus conceptos, métodos y análisis. Los precursores de la ciencia política se ocupaban de la forma de alcanzar y mantener objetivos ideales. Cuestiones como cuál es la mejor forma de gobierno son consideradas en la actualidad completamente fuera del ámbito de la disciplina. Ésta se ocupa, en cambio, de lo que es en vez de lo que debería ser. Aunque la cuestión de la utopía se coloca generalmente en el campo de la filosofía política, algunos estudiosos afirman que, puesto que el problema de la idoneidad está implícito en cualquier investigación política, éste debe ser claramente abordado. Hoy en día, la mayor parte de las investigaciones de la ciencia política tiene que ver con temas concretos, como las relaciones entre los poderes legislativo, ejecutivo y judicial en el ámbito nacional; las relaciones internacionales entre estados en el marco internacional; las campañas electorales y las elecciones; las

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CIENCIA POLITICAINTRODUCCION

Ciencia política o Politología, disciplina científica cuyo objetivo es el estudio sistemático del gobierno en su sentido más amplio. Sus análisis abarcan el origen y tipología de los regímenes políticos, sus estructuras, funciones e instituciones, las formas en que los gobiernos identifican y resuelven problemas socioeconómicos, y las interacciones entre grupos e individuos decisivos en el establecimiento, mantenimiento y cambio de los gobiernos.

2.NATURALEZA DE LA CIENCIA POLÍTICA

En general, se considera que la ciencia política forma parte de las denominadas ciencias sociales, también integradas, entre otras, por la antropología, la economía, la historia, la psicología y la sociología. Su relación con estas ciencias admite dos perspectivas. Algunos piensan que la ciencia política ocupa un lugar preponderante porque las cuestiones individuales y colectivas que estudian otras ciencias sociales siempre tienen lugar en el marco de la política como manifestación de una creencia personal, como actividad profesional y como ejercicio de autoridad. El punto de vista opuesto es el de que la ciencia política está al servicio de las restantes ciencias sociales porque depende de sus conceptos, métodos y análisis.

Los precursores de la ciencia política se ocupaban de la forma de alcanzar y mantener objetivos ideales. Cuestiones como cuál es la mejor forma de gobierno son consideradas en la actualidad completamente fuera del ámbito de la disciplina. Ésta se ocupa, en cambio, de lo que es en vez de lo que debería ser. Aunque la cuestión de la utopía se coloca generalmente en el campo de la filosofía política, algunos estudiosos afirman que, puesto que el problema de la idoneidad está implícito en cualquier investigación política, éste debe ser claramente abordado.

Hoy en día, la mayor parte de las investigaciones de la ciencia política tiene que ver con temas concretos, como las relaciones entre los poderes legislativo, ejecutivo y judicial en el ámbito nacional; las relaciones internacionales entre estados en el marco internacional; las campañas electorales y las elecciones; las regulaciones administrativas; los impuestos; la política comparada; y las acciones e influencias de los grupos involucrados en las finanzas, el trabajo, la agricultura, la religión, la cultura o los medios de comunicación, por ejemplo.

HISTORIA DE LA CIENCIA POLÍTICAEl príncipeEl príncipe, de Nicolás Maquiavelo, es uno de los más influyentes tratados de ciencia política, publicado en 1532. El fragmento siguiente reproduce su capítulo XV, donde el autor italiano enuncia los comportamientos que debe seguir un gobernante, siempre conducentes al mantenimiento del poder sobre sus territorios.

Pese a que la existencia de la ciencia política como disciplina académica es relativamente reciente, sus orígenes como marco de análisis del Estado y del gobierno se remontan a tiempos lejanos.

1.Orígenes

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Ya en la antigua Grecia existía gran interés por conocer la naturaleza del Estado, sus órganos de control y las funciones de sus ciudadanos. Platón, quien en su obra La República presentó de forma utópica cómo debía ser la ciudad perfecta, fue uno de los primeros filósofos políticos. No obstante, la mayor parte de los estudiosos coincide en que Aristóteles fue el auténtico precursor de la ciencia política. Entre otras aportaciones, su tratado Política sobre los diferentes regímenes anticipó el gran esfuerzo que implica clasificar las formas del Estado y sigue ejerciendo una fuerte influencia sobre esta ciencia.

Formación del contrato socialEl contrato social o Principios de derecho político es una de las obras más representativas del pensamiento filosófico y político de Jean-Jacques Rousseau. En el siguiente fragmento, extraído de dicha obra, Rousseau justifica y explica la instauración del pacto o contrato social entre los hombres, a partir de la libre decisión de las voluntades humanas de someterse a tal acto.

Posteriormente, y a lo largo de los siglos, fueron muchos los autores que dieron vida a la ciencia política: Marco Tulio Cicerón, san Agustín de Hipona, santo Tomás de Aquino, Nicolás Maquiavelo, Thomas Hobbes, John Locke, Jean-Jacques Rousseau, Charles-Louis de Montesquieu, Immanuel Kant, Georg Wilhelm Friedrich Hegel, Johann Gottlieb Fichte, Alexis de Tocqueville, Karl Marx, Friedrich Engels y Friedrich Nietzsche. De sus respectivas concepciones surgieron algunas de las obras claves en la paulatina configuración de la politología: El príncipe (1532, donde Maquiavelo reseñó las condiciones que debían caracterizar al estadista), Leviatán (1651, Hobbes expuso sus teorías acerca del surgimiento del Estado a partir del contrato social), Tratados sobre el gobierno civil (1690, defensa de Locke de los conceptos de propiedad y monarquía constitucional), El espíritu de las leyes (1748, Montesquieu defendió en sus páginas el principio de la separación de poderes), El contrato social (1762, Rousseau revisó la cuestión del contrato social argüida por Hobbes y Locke, y defendió la preeminencia de la libertad civil y la voluntad popular frente al derecho divino de los soberanos), La paz perpetua (1795, Kant concibió un sistema pacífico de relaciones internacionales basado en la constitución de una federación mundial de repúblicas), Discursos a la nación alemana (1808, Fichte inauguró en cierta medida el discurso del nacionalismo contemporáneo), La democracia en América (1835-1840, Tocqueville reflexionó acerca del modelo de democracia estadounidense) y el Manifiesto Comunista (1848, Marx y Engels abordaron el estudio de la historia a partir del materialismo). En las páginas de estos tratados, sus respectivos autores se ocuparon de la forma en que una sociedad puede generar las condiciones necesarias para el bienestar de sus ciudadanos. En mayor o menor medida, todos siguen vigentes, principalmente por ocuparse de valores como la justicia, la igualdad, la libertad y el desarrollo de las cualidades humanas.

La paz perpetua entre estadosPese a que pasó a la historia por su pensamiento puramente filosófico, Immanuel Kant escribió acerca de otras muchas disciplinas, entre ellas la ciencia política. En este sentido, su obra más importante es La paz perpetua. El siguiente texto reproduce la primera parte de dicho tratado, en el que Kant expone las condiciones necesarias para que las relaciones internacionales estén caracterizadas por el principio de paz permanente entre los estados.Abrir Lectura adicional

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Los éxitos que se habían conseguido en el campo de las ciencias naturales llevaron a muchos investigadores políticos a la creencia de que, con el tiempo, empleando el análisis sistemático y la metodología de la física, la química y la biología, podrían desarrollar teorías explicativas. Mediante su uso, el estudio del gobierno y de la política podría convertirse, según ellos, en una tarea tan científica como las realizadas en laboratorios. En sus intentos por conseguir credibilidad, estos estudiosos se unieron con investigadores en los campos de la sociología y la psicología. De los sociólogos tomaron el método estadístico para recoger y analizar el comportamiento colectivo. De los psicólogos tomaron las definiciones, propuestas y conceptos que les ayudaran a entender por qué los seres humanos actúan de ciertas maneras. La historia se utilizó como fuente de datos que podían ser analizados por el científico político. La economía fue relegada a una posición secundaria, aunque la capacidad del economista para obtener datos concretos era envidiada por muchos politólogos. Como resultado de estos “préstamos” de otras ciencias sociales, la ciencia política se convirtió en una disciplina independiente. No fue considerada ya un mero complemento a la filosofía moral, a la economía política o a la historia.

El Estado democrático para SpinozaEn el capítulo XVI (titulado “De los fundamentos del Estado; del derecho natural y civil del individuo y del derecho de las supremas potestades”) de su Tratado teológico-político, el filósofo racionalista holandés Baruch Spinoza analizó los que él consideraba fundamentos del Estado democrático. A continuación se puede leer un fragmento de dicho capítulo..

Ciencia política contemporánea

Interpretación de Hobbes por E. Tierno GalvánEn el texto que se puede leer a continuación, el pensador y político socialista español Enrique Tierno Galván interpretó el pensamiento del teórico político inglés Thomas Hobbes, especialmente su concepción de los principios de Estado y poder.

A pesar de estos esfuerzos para conseguir una disciplina realista y concreta, basada en la objetividad y en la utilización de herramientas científicas, el tradicional estudio especulativo y normativo siguió siendo la nota común hasta mediados del siglo XX, momento en que el punto de vista científico empezó a dominar los análisis de la ciencia política. La experiencia de quienes retornaron a la docencia universitaria después de la II Guerra Mundial (1939-1945) tuvo profundas consecuencias sobre la totalidad de la disciplina. El trabajo en los organismos oficiales perfeccionó su capacidad al aplicar los métodos de las ciencias sociales, como las encuestas de opinión, análisis de contenidos, técnicas estadísticas y otras formas de obtener y analizar sistemáticamente datos políticos. Tras conocer de primera mano la realidad de la política, estos profesores volvieron a sus investigaciones y a sus clases deseosos de usar esas herramientas para averiguar quiénes poseen el poder político en la sociedad, cómo lo consiguen y para qué lo utilizan. Este movimiento fue llamado conductismo porque sus defensores sostenían que la medición y la observación objetivas se debían aplicar a todas las conductas humanas tal y como se manifiestan en el mundo real.

Los adversarios del conductismo sostienen que no puede existir una verdadera ciencia política. Objetan, por ejemplo, que cualquier forma de experimentación en que todas las variables de una situación política estén controladas, no es ni ética, ni legal, ni posible con los seres humanos. A esta objeción, los conductistas responden que la pequeña cantidad

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de conocimiento obtenido de forma sistemática se irá sumando con el tiempo para dar lugar a una extensa serie de teorías que explicarán el comportamiento humano.

POLITICA ECONOMICA

1.

INTRODUCCIÓN

Política económica, conjunto de medidas adoptadas por los poderes públicos (principalmente el gobierno de un Estado) para influir en la marcha de una economía. Algunas medidas, como el presupuesto, afectan a todas las áreas de la economía y constituyen políticas de tipo macroeconómico. Otras afectan en exclusiva a un sector específico (como por ejemplo, la agricultura) y constituyen políticas de tipo microeconómico. Ambos tipos de medidas se interrelacionan, puesto que cualquier decisión que afecte a la economía en su totalidad tiene efectos sobre sus distintos sectores económicos y aquella política que afecte sólo a un sector, repercute también sobre el conjunto.

2.

MEDIDAS DE POLÍTICA ECONÓMICA

Las políticas de corte microeconómico son tan variadas que resulta imposible mencionarlas todas. Pueden estar dirigidas a un sector, a una industria, a un producto o a varias áreas de la actividad económica. Por ejemplo, una política microeconómica puede ser la nacionalización o la privatización de los ferrocarriles, la prohibición de exportar cuero o el cierre de las tiendas los domingos. También forman parte de la política microeconómica la regulación del mercado de trabajo (como, por ejemplo, obligar a que se establezca igualdad salarial entre sexos), el equilibrio entre la producción y venta de ciertos productos, como por ejemplo las medicinas, o la ordenación de distintas actividades, como el depósito de dinero en los bancos. Algunas políticas microeconómicas pretenden reglamentar el funcionamiento de la economía, otras van encaminadas a favorecer a ciertos sectores o actividades específicas. Existen fuertes vínculos entre las distintas políticas sociales, en especial las que afectan a la educación o a la sanidad pública, que pretenden mejorar la salud, el nivel educativo y la productividad de las personas. En general, las políticas microeconómicas crean el marco legal en el que deben operar los distintos mercados, porque de lo contrario las fuerzas de la competencia generarían graves injusticias de tipo social.

El alcance de la política macroeconómica depende del sistema económico existente, del marco legal del país y del tipo de instituciones. El sistema puede ser capitalista o comunista, puede tratarse de una economía de libre mercado o una economía planificada, preindustrial o industrializada. También existen importantes discrepancias entre los economistas sobre el grado de intervención del gobierno. Algunos defienden la política del laissez-faire (“dejad hacer”) y confían en el buen funcionamiento de las fuerzas del mercado al destacar la mala gestión del sector público. Otros consideran que el gobierno puede cubrir las deficiencias del mercado. Para éstos, la política económica debe eliminar

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las fluctuaciones, reducir el desempleo, fomentar un rápido crecimiento económico, mejorar la calidad y el potencial productivo, reducir el poder monopolístico de las grandes empresas y proteger el medio ambiente. Cuanto más evidente se hace que los mercados tienen efectos positivos y negativos sobre la economía, mayor es la presión para que los gobiernos actúen mediante una política económica que corrija las deficiencias de los mercados.

Sin embargo, la política económica puede resultar contraproducente si el diagnóstico de los problemas económicos es erróneo o si el diseño de la política que se aplica no es el adecuado para el problema que se pretende resolver. Por ejemplo, la política de empleo parte de una serie de supuestos sobre las causas del desempleo que se desconocían hasta que John Maynard Keynes afirmó que éstas radicaban en una insuficiencia de la demanda. La solución, a partir de este supuesto, consistía en aumentar el poder adquisitivo o, cuando el nivel de empleo se acercaba al pleno empleo, reducirlo. De igual forma, la política de control de la inflación depende de los supuestos que se establezcan sobre los factores causantes del aumento de los precios, y estos casos serán distintos según la hipótesis que se considere: de Milton Friedman, según la cual la inflación se debe a un crecimiento excesivo de la oferta monetaria, es decir, de la cantidad de dinero en circulación, o lo que es lo mismo, la hipótesis monetarista; o si la que se considera es la que defiende que la causa de la inflación es el exceso de demanda, el alto nivel de empleo o el elevado precio de las materias primas. Casi toda la teoría económica intenta demostrar las virtudes de la llamada “mano invisible” que dirige el funcionamiento de los mercados para después analizar los fallos del mercado y las medidas de política económica que pueden solucionar tales conflictos.

La política macroeconómica más importante es la que intenta fijar la demanda, al actuar sobre la presión que se deriva de los recursos de la comunidad; ejerce el control del poder adquisitivo y, por tanto, de la demanda, que por lo general se regula mediante la política monetaria y medidas fiscales. Desde el punto de vista monetarista se controlan los tipos de interés que cobran los bancos y la cantidad de crédito que pueden conceder; también se regula la tasa de crecimiento de la cantidad de dinero en circulación. En algunos casos estas acciones se complementan restringiendo las condiciones de las compras a plazos, alargando o reduciendo los plazos de amortización. Desde el punto de vista fiscal, el gobierno puede variar su sistema impositivo o la cantidad de impuestos que cobra para favorecer unas actividades y frenar otras, ya sean los gastos de consumo o el nivel de inversión. O también puede reducir (o aumentar) su propio nivel de gastos con el fin, de nuevo, de variar el nivel de demanda. Con todas estas medidas el gobierno modifica la estructura del mercado, al cambiar el funcionamiento del mismo sin regular sus fuerzas. El gobierno puede intervenir directamente regulando el nivel de demanda efectiva mediante el racionamiento, la concesión de licencias o limitando el nivel de consumo; puede también regular el proceso productivo promulgando distintas leyes, obligando a los empresarios a atender ciertas reivindicaciones de los trabajadores, regulando los requisitos que deben cumplir los productos destinados al consumo, o productos finales, o controlando los acuerdos entre distintas empresas. Estas intervenciones pueden influir en toda la actividad económica, como cuando se limita la duración de la jornada laboral, o pueden influir en una única industria o actividad, en cuyo caso se trataría de una política microeconómica y no macroeconómica.

En tiempos de guerra, o en las economías planificadas de corte comunista, la política económica es más severa y la intervención gubernamental mucho mayor. La política económica consiste, en este caso, en planificar de manera centralizada todo lo

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concerniente al proceso de producción, en lugar de dejar que sean los productores y los consumidores los que establezcan sus preferencias en los mercados, convirtiendo los precios en indicadores de estas tendencias.

Aunque casi toda la política económica la diseña el gobierno, algunos aspectos dependen de otras instituciones. Por ejemplo, la estabilidad de precios y el control de la oferta monetaria son dos tipos de medidas que dependen de la autoridad monetaria, es decir, del banco central. Además, el éxito que tenga la política económica no es algo que dependa únicamente de la acción del gobierno, sino que depende en gran medida de las reacciones de los agentes económicos, de su comportamiento y de la confianza que tengan en la administración, algo que el gobierno mismo no puede controlar, y menos a corto plazo. El impacto de la política económica también depende de la cualificación y del nivel de conocimiento de las personas que propongan las distintas medidas. Puesto que el diseño de la política económica depende del trabajo de muchas personas, ministerios e instituciones, es imprescindible que exista una buena coordinación entre ellos.

3.

POLÍTICA ECONÓMICA Y MUNDIALIZACIÓN DE LA ECONOMÍA

El problema de la coordinación cobra especial importancia cuando la política económica afecta a las relaciones internacionales. En las relaciones entre dos países hay que contemplar distintas facetas puesto que intervienen varios factores económicos como los tipos de cambio, los aranceles, las relaciones que se reflejan en la balanza de pagos, la inversión, el comercio, problemas de doble imposición y las leyes sobre propiedad intelectual, entre otros. Un cambio en cualquiera de estos factores supondrá repercusiones sobre la economía nacional que pueden ser de la máxima importancia, por lo que es necesario coordinar los distintos aspectos de la política nacional y la política internacional. La economía mundial está cada vez más interrelacionada (sirvan los casos de los países miembros de la Unión Europea o del Mercosur como ejemplos de las múltiples áreas de integración o cooperación económica) y la inversión y los movimientos de capital son cada vez mayores, por lo que las restricciones internas —debido a los condicionamientos del mercado— son también más determinantes. En este ámbito las decisiones de carácter general se ven afectadas e influyen a su vez en todos los órdenes de las respectivas economías nacionales. Con este fin los políticos de todo el mundo se reúnen cada vez con más frecuencia. Estas reuniones, excepcionales antes de la II Guerra Mundial, se convocan ahora de un modo regular, ya sea en instituciones internacionales, como en el seno de la Unión Europea, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial y la Organización Mundial del Comercio (OMC), o en otras más específicas (por ejemplo, las reuniones del Grupo de los Siete) o regionales. La política económica puede coordinarse en estas instituciones o en las distintas cumbres, donde se pueden tomar medidas en contra de aquellos países que no consigan ajustar sus políticas a los acuerdos tomados en los distintos encuentros. La Unión Monetaria Europea ha conseguido diseñar una política monetaria única, que ejecuta el Banco Central Europeo, y que afecta a todos los países miembros del euro.

Existen fuertes discrepancias respecto a cuál debe ser el carácter de la política económica; ¿debe diseñarse una política económica automática o, por el contrario, es mejor diseñar una política económica discrecional en función de los factores que la

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condicionan? Algunos expertos en la materia defienden que hay que lograr el equilibrio presupuestario o, al menos, limitar los déficit. Otros proponen que el banco central establezca un límite a la tasa de crecimiento de la oferta monetaria. Otros especialistas defienden que el desempleo debe mantenerse por debajo de determinado porcentaje de la población activa. Todas estas recomendaciones no sólo reflejan una falta de confianza en la clase política que decide las distintas medidas que se han de aplicar en este área, sino que además atribuye a las autoridades económicas la potestad de controlar de forma ilimitada distintos aspectos de la economía.

4.

PRESENTE Y FUTURO DE LA POLÍTICA ECONÓMICA

A partir de la década de 1970 la política macroeconómica ha cambiado de forma drástica. Existe una tendencia a limitar el papel de los gobiernos y a reducir el poder del Estado, sobre todo en lo que concierne a su capacidad de gasto; cada vez es mayor el escepticismo existente sobre la capacidad de la administración pública para gestionar de un modo adecuado la actividad económica, y la confianza en el control de la demanda como medio para estabilizar el nivel de empleo es aún menor. Se subraya la necesidad de actuar en la siguiente dirección: aumento de la competencia, incentivo de la innovación y de las empresas, promover el atractivo exterior de la economía nacional para atraer la inversión extranjera y, sobre todo, intentar mejorar la educación y el nivel de formación de los trabajadores. El antiguo acuerdo en torno a la capacidad del control de la demanda para influir sobre la actividad económica ha desaparecido, y se vuelve a reivindicar la idea, anterior a la II Guerra Mundial, de que es más efectivo tratar de actuar sobre la oferta.

POLITICA MONETARIA

Política monetaria, conjunto de instrumentos utilizados por un gobierno nacional o por el banco central de un país para hacer variar la cantidad de dinero presente en la economía, a fin de influir directamente sobre el valor de la divisa nacional, sobre la producción, la inversión, el consumo y la inflación. La política monetaria, cuyo objetivo es sostener la actividad económica proporcionando a los agentes financieros la liquidez y los créditos indispensables para consumir, invertir y producir, no debe mostrarse demasiado restrictiva, porque correría el riesgo de bloquear el crecimiento económico, ni demasiado expansionista, en la medida en que tal situación favorecería el aumento de la inflación (el alza generalizada de los precios), al inyectar demasiado poder adquisitivo en una economía que no dispone de bienes suficientes para satisfacer la demanda.

2. LOS INSTRUMENTOS DE LA POLÍTICA MONETARIA

Los bancos centrales disponen de diversos métodos para poner en práctica la política monetaria que conviene a sus objetivos. Algunos métodos se han convertido en instrumentos predilectos de intervención, mientras que otros han caído en desuso. Entre otros instrumentos de la política monetaria se pueden señalar las actuaciones sobre el sistema del crédito de los bancos y la modificación de sus reservas obligatorias. Un tipo

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de política monetaria en este sentido sería, por ejemplo, obligar a los bancos a depositar en una cuenta no remunerada del banco central una proporción de sus depósitos a la vista y a plazo, que constituyen las reservas obligatorias, y que no pueden emplear libremente ni, por tanto, utilizar para aumentar los créditos en la economía. Al modificar los tipos de reservas obligatorias, el banco central fomenta el crédito o lo penaliza. Otros instrumentos utilizados en política monetaria son la intervención en el mercado monetario y las operaciones de redescuento: puesto que los bancos deben refinanciarse ante el banco central (comprar un dinero del que no disponen en cantidades ilimitadas), están obligados a aceptar el coste de tal refinanciación, que varía en función de la política fijada por las autoridades monetarias. Al aumentar ese coste (el tipo de redescuento), aquéllas inducen a los bancos a aumentar sus propios tipos de interés ante sus clientes, lo cual ralentiza la actividad crediticia (si se reduce ese coste, se observa el efecto contrario). La intervención en el mercado monetario (mercado financiero que sirve a los bancos para refinanciarse directamente, eludiendo al banco central) permite a este último controlar el precio del dinero de manera indirecta. Al comprar o vender títulos en este mercado abierto (estas operaciones se denominan de open market), el banco central modifica las condiciones del crédito.

Los tipos de interés son también elementos esenciales de una política monetaria. Sus movimientos al alza o a la baja influyen en la inversión y en el consumo, mediante la orientación de los créditos. Gracias a la política de open market y a la política de redescuento, es posible influir en sus movimientos respecto a los créditos a corto plazo, incluso si los mercados financieros siguen siendo en última instancia quienes fijan los tipos de interés a largo plazo: ponen precio en realidad al valor de las obligaciones y fijan ellos mismos sus tipos de remuneración, que constituyen de hecho los tipos de interés a largo plazo.

3. LOS OBJETIVOS DE LA POLÍTICA MONETARIA

Los objetivos últimos de la política monetaria son el crecimiento económico, el control de la inflación y la defensa del valor de la divisa nacional con relación a otras divisas extranjeras. En la práctica, para alcanzar estos fines es necesario establecer una serie de objetivos intermedios, directamente controlables por el organismo emisor. La masa monetaria y la tasa de inflación son los objetivos cuantitativos más vigilados. El banco central fija todos los años el tipo de crecimiento de uno de sus agregados (el agregado elegido varía según el país; en Europa, por ejemplo, se utiliza el M3, suma del dinero en circulación y los depósitos a la vista), y utiliza los instrumentos a su disposición para que no se sobrepase ese tipo.

4. EL DEBATE ENTRE KEYNESIANOS Y MONETARISTAS

Existe una polémica entre dos escuelas de pensamiento para determinar si el objetivo más importante de la política monetaria es el crecimiento de la renta nacional o el control de la inflación. Para los representantes del monetarismo, la única causa de la inflación es el aumento inconsiderado de la masa monetaria en la economía, cuya evolución, superior

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a la de la renta nacional, tiene como consecuencia inmediata la subida de los precios. Este aumento indebido de la cantidad de dinero es nefasto para el crecimiento, porque obliga a luchar contra la inflación ralentizando la actividad económica. Para los seguidores del keynesianismo, en cambio, la causa de la inflación no es necesariamente monetaria, y un aumento considerable de la cantidad de dinero no produce automáticamente inflación. Ese aumento puede contribuir a crear un poder adquisitivo suplementario en un país donde la capacidad productiva está en parte desaprovechada a causa del desempleo o del escaso incremento de los ingresos. En determinados casos, la política de crecimiento de la masa monetaria puede provocar una estimulación de la actividad económica y quedar por tanto justificada a posteriori, sin que se manifieste por ello ninguna subida de los precios. John Maynard Keynes no era un partidario incondicional de esta clase de política, pero consideraba que las variaciones de la masa monetaria y de los tipos de interés no eran esenciales para explicar el comportamiento de los empresarios, que basan en realidad la elección de sus inversiones en la previsión de la actividad económica y no en el coste de la inversión. La mayoría de los grandes bancos centrales de los países occidentales, en la actualidad independientes de los poderes políticos (en Francia, Estados Unidos o Alemania, por ejemplo), fomentan la visión monetarista, estableciendo como objetivo principal la lucha contra la inflación.

TEORIA POLITICA

INTRODUCCIÓN

Teoría política, subdivisión de la ciencia política que se ha ocupado tradicionalmente de las ideas expresadas por los filósofos políticos, no sólo sobre el funcionamiento de la política sino, cómo debería funcionar. Estos filósofos han analizado la naturaleza y la justificación de la autoridad y el deber políticos y de sus fines. Aunque sus recomendaciones han sido variadas, algunas de ellas utópicas, han compartido la convicción de que es un deber del filósofo político distinguir entre lo que es y lo que debería ser, así como entre las instituciones políticas existentes y las que podrían ser potencialmente más humanitarias. El término teoría política se usa también, desde el siglo XIX, para referirse a las generalizaciones descriptivas, explicativas o predictivas del comportamiento político, sin tener en cuenta su moralidad. Este punto de vista se ocupa más de las técnicas concretas, matemáticas o estadísticas que de problemas normativos.

2.

EL ESTADO

A lo largo de los siglos, la preocupación principal de los estudiosos de la teoría política ha sido la teoría del Estado. Platón contribuyó a los cimientos de esta teoría con su discurso de La República, en el que intentaba reconciliar la teoría moral con la práctica política mediante el diseño de una comunidad en la que la propiedad fuera común y el Gobierno estuviera en manos de una aristocracia de reyes-filósofos que educaran a los más jóvenes. Estas doctrinas, en una versión muy tergiversada, han sido utilizadas en los tiempos modernos como sustrato de un sistema de gobierno llamado autoritarismo. En éste, al contrario que en la democracia, el Estado tiene la supremacía sobre el individuo. Una variante de este sistema, el absolutismo, concentra el poder en un número limitado de personas o instituciones, como el clero, que defienden principios fijos y generalmente inmutables.

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Generalmente se considera a Aristóteles como el padre fundador del método científico aplicado a la teoría política. En su obra Política clasificó los gobiernos en monarquías, aristocracias y democracias, según estuvieran controlados por una, unas pocas o muchas personas; además reunió con éxito las posibilidades de una investigación empírica con un análisis crítico. De esta forma, proporcionó un estimulante modelo para los estudios políticos.

3.IGLESIA Y ESTADO

Generalmente, los grandes cambios de opinión han estado asociados a los desafíos planteados por problemas históricos y sociales concretos. En la edad media, por ejemplo, una gran parte de los escritos políticos trataban sobre la cuestión política más sobresaliente de la época: la lucha por el poder entre el Papado y el Sacro Imperio Romano. El filósofo italiano santo Tomás de Aquino defiende el papel de la Iglesia en su obra Summa Theologiae (1265-1273), mientras que Dante Alighieri, en De Monarchia (Sobre la Monarquía, 1313), aboga por un mundo cristiano unido bajo un emperador y un Papa, cada uno de ellos con poder absoluto en su ámbito. En El Príncipe (1513), el político italiano Nicolás Maquiavelo superó el tradicional debate Iglesia-Estado al analizar de forma realista los problemas y las posibilidades de los gobiernos que intentan conservar el poder.

4.

EL CONTRATO SOCIAL

El filósofo inglés Thomas Hobbes también subrayó el poder del Gobierno. Su mayor obra, Leviatán (1651), aboga por un soberano con poder ilimitado dado que el Estado se origina en el llamado contrato social. Por éste, los individuos aceptan un poder superior para protegerse de sus propios instintos animales y para poder satisfacer ciertos deseos humanos. Otro filósofo inglés del siglo XVII, John Locke, admite gran parte de la teoría del contrato social de Hobbes, pero argumenta que la soberanía reside en el pueblo. Los gobernantes son por tanto administradores de esta soberanía, y pueden ser derribados legítimamente si no consiguen realizar sus funciones ante el pueblo.

Los ideales y la retórica de Locke contribuyeron a la creación de los Estados Unidos al ser formulados en dos documentos esenciales de la guerra de la independencia estadounidense: la Declaración de Independencia y El Federalista. Otras contribuciones importantes a los ideales democráticos y repúblicanos fueron las del filósofo francés Jean-Jacques Rousseau, de ideas similares a las de Locke, y las de Charles-Louis de Montesquieu, que postuló una separación de los poderes del Estado en la Francia prerrevolucionaria del siglo XVIII, muy parecida a la que se llevó a cabo en la Constitución estadounidense. Las teorías políticas de Locke y los independentistas de Estados Unidos, que constituyen lo que generalmente se llama liberalismo, fueron desarrolladas por el filósofo británico del siglo XIX John Stuart Mill.

5.

EL MARXISMO Y OTRAS FORMAS DE TOTALITARISMO

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Karl Marx fue en muchos aspectos el teórico de la política más influyente del siglo XIX. Su deseo era combinar el análisis concreto y la prescripción política en un profundo análisis del sistema económico moderno. Marx concluyó que “la historia de toda sociedad hasta nuestros días es la historia de la lucha de clases” y que los gobiernos y las ideologías liberales son sólo meros agentes de explotación. Por esto Marx defendía la abolición de la propiedad privada, además de predecir la caída del capitalismo después de una serie de crisis periódicas. La abolición de la propiedad, y por tanto el fin de la explotación de una clase por otra, daría lugar a una situación en la que las personas contribuirían de acuerdo con sus capacidades y recibirían según sus necesidades. Después de una fase de transición con el gobierno en manos de la clase obrera, el Estado acabaría por desaparecer. A lo largo del siglo XX, el marxismo ha sido objeto de interpretaciones contradictorias. Fue la ideología oficial de algunos estados totalitarios e inspiró muchos movimientos revolucionarios y nacionalistas en todo el mundo.

Otro género de teoría política, que también es una forma de totalitarismo, apareció tras la I Guerra Mundial con el fascismo y el nacionalsocialismo. Ambos asumen, en diferentes grados, la doctrina de la supremacía absoluta del Estado sobre el individuo y el uso de la fuerza para conseguir sus objetivos políticos.

GEOGRATIA POLITICA1.

INTRODUCCIÓN

Geografía política, subdisciplina de la geografía, en concreto de la geografía humana, que estudia tanto las consecuencias de los diferentes acontecimientos políticos en el mundo, como la influencia del medio físico en la evolución política, es decir, las relaciones entre las organizaciones políticas que desarrollan las sociedades y el espacio geográfico, a diferentes niveles y escalas, siendo su elemento fundamental el análisis de las relaciones de poder, las cuales se modifican por diversos factores, como la heterogeneidad del espacio geográfico, las diferentes necesidades vitales y sociales, la posición geoestratégica, o las relaciones de dominio entre los seres humanos, en aspectos como la apropiación y la producción. Así pues, estudia las interrelaciones entre lo político y lo espacial, el poder y el espacio, con las organizaciones territoriales resultantes.

Sus principales objetivos se pueden resumir en las relaciones entre población, administración y territorio. La geografía política se estructura, convencionalmente, en tres niveles de estudio, a fin de facilitar el análisis. El Estado actúa como foco substancial de la investigación, centrada en el modo en que se expresan y se relacionan las fuerzas del conflicto, del consenso, de la cohesión y de la desintegración en un territorio. Por encima del Estado se halla el nivel de las relaciones internacionales o geopolíticas, que supone el estudio tanto de los procesos y relaciones geoestratégicas y geoeconómicas como su plasmación en el espacio. El tercer nivel se halla por debajo del Estado y es el de la geografía política de los territorios de rango regional, provincial, comarcal y municipal. Se identifican, por lo tanto, comúnmente con rangos de política local, aunque en el caso de España y otros países de fuerte descentralización, las comunidades autónomas o entidades similares poseen un estatus intermedio entre el estado y el poder local. En ellos se estudian también los procesos, los conflictos y las estrategias que operan dentro y entre las comunidades locales, así como a las relaciones de poder entre las comunidades locales y el Estado.

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A la geopolítica se la considera parte de la geografía política y su objeto de estudio es la distribución geográfica del poder entre los estados del mundo.

2.

DESARROLLO HISTÓRICO

Los orígenes de la geografía política se hallan en los de la propia geografía humana, como instrumento del colonialismo y de la expansión económica. Así pues, los primeros geógrafos políticos se centraron principalmente en las consecuencias políticas y militares de la relación entre la geografía física, los territorios y sus recursos, y el poder del Estado. En particular, tuvo una estrecha conexión con la geografía regional —centrada en las características físicas, económicas, sociales y culturales propias de cada región— y con el determinismo geográfico, que enfatizaba la influencia del medio ambiente sobre las actividades del ser humano. Esta asociación encontró su expresión en el trabajo del geógrafo alemán Friedrich Ratzel, quien, en 1897, desarrolló una teoría orgánica del Estado, basada en el concepto de Lebensraum (‘espacio vital’), y la idea de que el carácter y densidad de un volk (‘pueblo’) estaba unido, indisolublemente, a una zona concreta, o raum. Ligó, de forma explícita, la evolución y dinamismo cultural de una nación, con su expansión territorial, idea que más tarde se emplearía para proporcionar una legitimación académica al expansionismo del Tercer Reich alemán, durante la década de 1930.

El concepto de región y el de determinismo geográfico influyeron también, de forma notable, sobre el geógrafo británico Halford John Mackinder. Su teoría del poder político mundial, expuesta por vez primera en 1904, se basaba en el concepto del ‘pivote geopolítico de la historia’. Manifestó que la era del poder marítimo estaba llegando a su fin y que las potencias terrestres se hallaban en ascenso. En concreto, pensaba que quien controlase el corazón de Euroasia dominaría el mundo. Esta perspectiva ejerció gran influencia años después, durante la Guerra fría, apuntalando el pensamiento militar sobre la creación en Europa central de una zona colchón entre el Este y el Oeste.

A fines de la década de 1930, no obstante, el determinismo sufrió un gran descrédito en el seno de los círculos académicos de la geografía. Se debió, en parte, a la ausencia de rigor intelectual en las teorías de algunos de sus defensores más destacados, como la geógrafa estadounidense Ellen Semple, así como por la naturaleza racista de algunas de sus conclusiones. A finales de la década de 1950, la geografía regional también estaba sometida a crítica. Una nueva generación de geógrafos, deseosos de transformar la disciplina en una auténtica ciencia centrada en la formulación de teorías y leyes universales y en el análisis cuantitativo de los datos, fueron particularmente críticos en el énfasis dado a la unicidad de las regiones y a la descripción, y no al análisis. La estrecha relación de la geografía política con el determinismo geográfico y la geografía regional supuso su entrada en declive durante el periodo posterior a la II Guerra Mundial. La Guerra fría reforzó esta tendencia.

En 1968, el influyente geógrafo anglo-estadounidense Brian Berry (Sedgley, Staffordshire, 1934) describió la geografía política como “un moribundo brazo de un río estancado”. Aunque en otras áreas de la geografía humana existían una serie de nuevas corrientes, como el análisis espacial cuantitativo o los estudios de comportamiento y el estructuralismo marxista (opuesto a la geografía política), que estimulaban la

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investigación, éstas eran ignoradas por la geografía política, cuyo principal punto de referencia seguía siendo la región. Así pues, gran parte de los estudios de geografía política de este periodo eran meramente descriptivos, sin intentar apenas establecer generalizaciones a partir de los datos obtenidos.

No fue hasta finales de la década de 1970 cuando algunos geógrafos comenzaron a manifestar que la geografía política no estaba agonizando, sino que de hecho tenía un prometedor futuro. En la década de 1980, sobresalieron los trabajos de Lacoste y también las revistas Hérodote y Antipode y, desde 1992, Political Geography Quaterly (editada en sus orígenes por el geógrafo británico Peter Taylor) que mostraban una división entre la geografía política y la geopolítica, y diversos enfoques y profundos cambios conceptuales y metodológicos. El crecimiento estuvo asociado, en gran medida, a la adopción de metodologías en boga entonces, como el análisis espacial cuantitativo, los análisis de comportamientos y de percepción y el estructuralismo marxista. En nuestros días estos estudios continúan teniendo especial importancia.

La geografía política actual nada tiene que ver con los planteamientos deterministas de épocas anteriores, tanto en las metodologías como en las temáticas que desarrolla. Se encarga de los análisis estratégicos que se necesitan para comprender el mundo actual: la globalización, la mundialización de la economía, el papel de los Estados y otras entidades a distintos niveles administrativos (políticas de descentralización), la formación de variadas identidades colectivas, la dialéctica local-global, la división entre las áreas desarrolladas económicamente y las desfavorecidas, el papel de los agentes sociales y políticos, las problemáticas medioambientales (políticas verdes o ecológicas), el papel de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación, etc.

La rama de la geografía política especializada en el Estado también está sufriendo cambios, consecuencia, en parte, de la desaparición de las antiguas relaciones internacionales. Por un lado, existen fuerzas centrípetas que tienden a la unión de estados en unidades geopolíticas más amplias, como la Unión Europea, MERCOSUR o ALCA (Área de Libre Comercio de las Américas). Por otro, hay fuerzas centrífugas, en especial el auge de los nacionalismos, que desafían la integridad territorial de estados existentes desde hace tiempo, o que han llevado a la aparición de nuevos estados a partir de otros que desaparecen, como fue el caso de las antiguas Unión Soviética, Yugoslavia y Checoslovaquia a finales del siglo XX.

Ha crecido el interés de la geografía política por la relación entre la organización política de la sociedad y el espacio geográfico. Se ha ampliado el campo de acción de la tradicional ciencia política, al reconocer que el ejercicio del poder no es exclusivo del Estado, sino que es una actividad de la vida cotidiana. Esto ha originado que los temas de la geografía política se hayan superpuesto, de forma creciente, a los de otras subdisciplinas de la geografía humana, como la geografía económica y la geografía urbana, y en particular a los contenidos de la geografía cultural y la geografía social. Aunque la geografía política contemporánea conserva muchos de sus campos tradicionales, la expansión de la disciplina sobre otras áreas próximas es parte de un proceso general dentro de la geografía humana, que implica, por un lado, la pérdida de nitidez de las fronteras entre las antiguas áreas de estudio y, por otro, un desarrollo de corrientes interdisciplinares.

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3.

MÉTODOS DE INVESTIGACIÓN

En los primeros pasos de la geografía política, las principales técnicas de investigación eran la observación, la clasificación y el trazado de una detallada cartografía descriptiva. En la actualidad, el uso de mapas todavía es importante; de hecho están considerados como los documentos básicos de la geografía política, puesto que las fronteras que muestran —por ejemplo, las fronteras nacionales, las aguas territoriales, la configuración de la Unión Europea o las circunscripciones electorales— son la expresión espacial de procesos políticos en todos sus niveles.

No obstante, los geógrafos políticos emplean una amplia gama de medios, procedentes, en muchos casos, de otras disciplinas, como la sociología o psicología, en los que se incluyen el análisis cuantitativo de datos estadísticos o las encuestas y entrevistas. Los temas objeto de estudio son muy variados: cuestiones electorales, fronteras marítimas y control de los recursos oceánicos, la territorialidad y el papel de los procesos políticos en la estratificación social.

Son muy utilizados los métodos hipotético-deductivos, en los que se desarrollan el análisis y las deducciones, los contrastes empíricos y la verificación de las hipótesis. También los métodos de previsión estadística, como el de la extrapolación, recogiendo gran cantidad de datos, en determinados periodos de tiempo y buscando patrones reconocibles, con el fin de identificar las tendencias. Y la metodología sistemática (análisis funcional, estructural, del proceso y de las formas), que se complementan con técnicas habituales en el estudio de países y territorios, como las simulaciones, el análisis de diagnóstico DAFO (Debilidades, Amenazas, Fortalezas, Oportunidades), el método Mactor (Matriz de Alianzas y Conflictos: Tácticas, Objetivos y Recomendaciones). los marcos hipotéticos, etc.

Los medios informáticos, como los Sistemas de Información Geográfica (SIG) son empleados, cada vez más, para análisis detallados de datos. Los SIG son bases de datos especializadas en las que toda la información está unida a un sistema de referencia espacial y que integran diversos tipos de información, como imágenes aéreas y de satélites, y censos e información electoral (circunscripciones electorales y gráficos de votos). Los SIG se pueden emplear para analizar, por ejemplo, los cambios en la estructura espacial de la tendencia del voto.