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    Los pueblos indgena

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    Dnde estn? quines son?cmo son los pueblos indgenas que estnel Paraguay? La Independencia del Estadoparaguayo, les ha permitido transitar porun camino ms libre y digno, ms indepen-diente?

    Muchas historias, una sola coloniaDesde la primera colonia comenzada porlos aos de 1524, esa regin de Amricaque llamamos Paraguay, dividida por unro de ancha y tranquila corriente que sinembargo separa ms que una cordillera demontaas, ha tenido dos historias que pue-den parecer diferentes, pero que en realidadson una sola. Esta historia est marcada porel colonialismo a la que han sido someti-dos los pueblos indgenas y que despus

    fatalmente se ha extendido a la mayoradel pueblo paraguayo. Al nal el mismocolonizador sufre los males que impuso alcolonizado.

    El colonialismo signica sobre todo dos co-sas: la sustitucin de las poblaciones prime-ras por una poblacin nueva y el dominioque esa poblacin advenediza pretende yen gran parte consigue sobre los originarios.

    Nuestros conocimientos de poblacionesoriginarias son escasos. Aesos protopobla-

    dores del Paraguay se les llega a dar unaprofundidad de tiempo de 10.000 aos; porlo menos est probado cientcamente que

    los abrigos y refugios del Paraguay orientalson de hacia 5.200 aos atrs. Quedan deellos hachas, raspadores, otros instrumentosde piedra y alguna preciossima punta deecha de cuarzo namente trabajada.

    Sus rastros se denen ms por la conserva-cin de los paisajes ecolgicos que por su

    transformacin.

    Puede ser que los Ach-Guayaques seanremanentes de esas poblaciones, que aln se guaranizaron lingsticamente, pero

    en otros aspectos de su cultura material ymodo de vivir mantuvieron su identidad,

    que sigui siendo nmade, sin cermicay con agricultura muy reducida. Pero lapalabra y los cantos eran su patrimonioms preciado. Han sobrevivido hasta hoy ymuestran una notable energa, aun despusde las persecuciones y masacres de quefueron objeto hasta la dcada de 1970 del

    siglo XX.

    Bajaron despus desde el norte hacia elParaguay, sociedades de guaranes amaz-nicos, con masivas y compactas migracio-nes, que desplazaron y arrinconaron a losanteriores.

    Los Chaqueos

    Si hay una realidad y una historia mal cono-cida, distorsionada y muy tenida en menosen el Paraguay es la de los pueblos ind-

    genas chaqueos. Los nombres incluso deesos pueblos, dnde estn, sus cualidades yculturas no entran si quiera en la memoria yconocimiento de los paraguayos ms cultos.La mayora de esos pueblos son conocidoscuando lo son por sus apodos y marcan-tes: indios chulupes, indios lenguas, indiosmoros, indios tobas, indios guaycuresSus autodenominaciones son muy diferen-tes: Ayoreo, Ebytoso, Ishir, Nivakl, Lumna-na, Mak, Enlhet, Enxet, Sanapan, Angait,Guan, , Maskoy parecer complicado,

    pero hay que respetar la realidad y varie-dad. A su vez se distribuyen en cuatrograndes grupos tnicos: Guaycur, Maskoy,Enimag y Zamuco.

    De hecho estas naciones indgenas son lospobladores ms antiguos en el Paraguay.El gran Chaco desde hace miles de aosestuvo habitado por naciones de tipo racialPmpido, que se desarrollaron como dife-

    rentes por lengua y cultura, independientesy sin sujecin al mundo colonial que tuvie-ron siempre en jaque. Cuando el el

    gran Chaco es ms bien un complejo ecol-gico sin fronteras polticas esos pueblos serelacionaban sin trabas con parientes de sumisma nacin que hoy estn en Argentina yBolivia.

    Bartomeu Meli, s.j

    en busca de sus independencia

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    Es cierto que algunas de las tribus, sobretodo las ms cercanas al ro Paraguay, comoms expuestas al contacto con la sociedadcolonial, llegaron a desaparecer, como losAgaces y Payagues, Guentuss, Guatatesy Yaperes, entre otros. A veces el mestizaje

    con otros indgenas los ha descaracterizadoen lengua y modo de vida, pero de todas

    esas familias lingsticas hay sobrevivienteshasta hoy. Mak y Ayoreo, por ejemplo,

    preservan su identidad con gran fuerza yorgullo.

    Su tipo de economa de reciprocidad,es decir, cuando los bienes circulan y seintercambian sin moneda y sin trueque, yson dados con entera gratuidad a quien se

    quiere y segn las necesidades, les mante-na con gran autonoma e independencia.Productos de la caza y la recoleccin, ascomo de la pesca, eran distribuidos en la fa-milia, entre parientes, con amigos y aliados.

    Los chamanes, hombres y mujeres, juga-ban un rol muy importante como lderesespirituales, profetas y ecientes curadores,

    adems de conducirlos por caminos defuturo.

    Los Guaranes

    La vida humana en el Paraguay no haba co-menzado con los Guaranes, pero es ciertoque el Paraguay actual tiene en los guara-nes su principal origen y fundamento.

    Eran los principios de nuestra era, haceunos 2.000 aos cuando los guaranesen sucesivas oleadas bajaron al Paraguay.

    Ocuparon esas hermosas tierras de montes ycampos, de fuentes y arroyos. Los ros eranlas rutas que facilitaron su expansin; entra-ron por el ro Paran, pasaron a la cuencadel ro Uruguay y ocuparon los valles del

    sur del Brasil.Las primeras descripciones de su modo devida, de su cultura y economa cuando sehizo con un mnimo de objetividad y respe-to nos muestran sociedades de migrantes,aunque no propiamente nmades, agricul-tores que cultivan una innumerable serie deplantas alimenticias, cazan y recogen miel,viven en aldeas de casas grandes, celebranestas, beben vinos fermentados en grandes

    vasijas y servidos en recipientes de diverso

    tamao y formas delicadas. Son muy dadosa religin. Tienen sus hombres-dioses quecantan, curan y profetizan, son poetas depalabra inspirada. Buscan y cuidan el buenvivir, el teko por; su economa es la del

    jopi, es decir, de manos abiertas recpro-camente.

    Admiramos hasta hoy sus grandsimas ollasy vasijas obra exclusiva de mujeres,

    que se han encontrado a lo largo y anchode todo el Paraguay oriental y en los montessubtropicales de Argentina y del sur del

    Brasil. Estas vasijas ya inservibles comorecipientes eran usadas frecuentementepara enterrar a los muertos, a veces con susalhajas de collares y otros adornos.

    Su arte plumario era exquisito, de oosque por desgracia han sido conservadosmuy pocos ejemplares por lo frgil de sus

    materiales. Tambin la cestera tarea de

    hombres muestra un notable sentido

    esttico aun en objetos utilitarios y de uso

    cotidiano.

    El arte guaran de rara belleza que nosimpresiona, ha perdurado hasta hoy aunquelos materiales de los que estn hechos sehacen cada vez escasos; los montes handesaparecido y los pjaros de vistosas plu-mas han huido o han muerto.

    Segn indicios y clculos fundamentadosen datos serios, el nmero de guaranes,distribuidos en numerosas aldeas extendi-das por ese territorio subtropical que va del

    > Ach

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    ro Paraguay a la costa atlntica y del roParanapanema hasta el estuario del Ro dela Plata, habr alcanzado los dos millonesde personas.

    Llegaron los otros y ocuparon losterritorios

    En el siglo XVI de la era cristiana llegaronlos conquistadores y poco despus loscolonos, que se establecieron en esta tierra.Hubo un reducido mestizaje de espaoles y

    guaranes inicialmente; los recin llegadosparecan tan humanos como los mismos in-dios y fueron recibidos como tales. Fueronaceptados incluso como yernos y cuados.Se pensaba que practicaran tambin lanica economa conocida, que era la deldon gratuito.

    Pero la conquista y colonizacin trajo, entreotras cosas, guerras, epidemias y malostratos. Las relaciones amigables establecidascon ellos fueron muy pronto sustituidas poruna historia agresiva; los guaranes fuerony son las grandes vctimas de la historiaparaguaya.

    La lectura de la documentacin histricamuestra que la colonia es destruccin,sustitucin y en el mejor de los casos

    transformacin profunda del modo de ser.Ms que descubrimiento lo que se dio fue elencubrimiento de realidades muy huma-nas y bellas, ciertamente diferentes, y queconquistadores y colonos eran incapaces deentender, no las queran entender.

    La mayora de los pueblos indgenas des-pus de los primeros contactos desapare-cieron sin ms. De las 32 tribus o pueblosindgenas, contando tambin los delChaco, que haba en el siglo XVI slo 20se mantienen en la actualidad en el suelopatrio, segn el inventario que presenta la

    doctora Bratislava Ssnik (1995:413-412).Este hecho de dimensiones trgicas para lahistoria de la humanidad, de Amrica y delParaguay, apenas es sentido como tal, y msbien aceptado como fatalidad necesariafrente a una supuesta civilizacin superior.

    Cmo pudieron conseguir los conquistado-res y colonos ir dominando a esos pueblostan arraigados en sus formas de vida mile-naria? Ciertamente la guerra con medios

    desproporcionados arcabuces contra

    echas, caballos y perros contra personas

    de a pie desnudo caus grandes estragos.

    Pero aun la entrada, cuando era aparente-mente amiga y suave, estableci desequi-librios internos a los que los indgenas noestaban acostumbrados. Otorgar excesivopoder a los supuestos caciques, concederles

    privilegios y atemorizarlos con eventualesrepresalias si no accedan a las demandasdel colono, abrieron el camino hacia lacorrupcin. El nuevo sistema mercantil, queanulaba el sistema de reciprocidad y el don,creaba codicias, desigualdades y empo-brecimiento. Apoderarse del trabajo ajeno

    agrav el dolor y la miseria de los pueblosindgenas que entraban en la colonia.

    Hubo rebeliones indgenas contra el sistemacolonial ms de 25 en menos de un siglo,entre 1535 y 1610, la mayora conducidaspor lderes religiosos que no podan sopor-tar el cambio de sistema; fueron derrotadosy sometidos. Slo tuvieron un relativo xitocuando los indios huyeron a los montesfuera del alcance de los espaoles. Ahpermanecieron libres en sus selvas hasta lamitad del siglo XX.

    La colonia se impuso en la medida enque consigui, por las buenas o las malas,avanzar sobre el terreno y apropiarse de losterritorios indgenas. La destruccin de esos

    territorios es la ms inicua y perversa tcticadel mundo colonial. Sin territorio propio,sin tekoha, como dicen los guaranes, sinel lugar donde somos lo que somos no

    hay teko, es decir no hay identidad, nilibertad ni posibilidad de continuar siendo.Con otros medios, pero con los mismosnes, esa estrategia ha funcionado y se ha

    intensicado hasta hoy.

    Dentro del mundo colonial hubo algu-nas polticas y leyes, que defendieron a

    los pueblos indgenas y permitieron quemantuvieran sus territorios. Los tres pueblosmisioneros de los franciscanos y los treintay dos jesuticas fueron un relativo triunfo de

    humanidad en aquel contexto. Los guara-nes que en ellas vivieron, si bien coloni-zados en muchos aspectos, retuvieron tresaspectos esenciales de su cultura: la lengua,el sistema econmico de reciprocidad, sinentrada ni circulacin de moneda y un am-plsimo territorio continuo, donde la entrada

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    de colonos estaba muy restringida. Conla expulsin de los jesuitas en 1768, los

    derechos indgenas quedaron desprotegidosy los colonos pudieron entrar y desvirtuar elsistema de comunidad tan pacientementeconstruido.

    De la comunidad a la ciudadanaindividual

    Con la Independencia en 1811 los ind-genas sufrieron a lo largo de doscientosaos una segunda colonizacin, marcadapor el abandono del Estado y por polticasde asimilacin a un supuesto modo de ser

    nacional, que negaba la diversidad culturaly los desposea de sus derechos y territorios.

    El dictador Jos Gaspar de Francia en 1821

    todava reconoca como nacin a los Mba-ys o Caduveos, haca un pacto de paz conellos, pero los quera desarmados.

    El siglo XIX, ms que el tiempo colonial,

    congur las situacin jurdica, poltica ysocial en que se encuentran los pueblosindgenas en el Praguay. y

    El presidente Carlos Antonio Lpez a travsdel tristemente famoso Decreto del 7 deoctubre de 1848 suprimi la institucin del

    tva comunal, declarando extinta la comu-nidad, lo que permita al Estado apropiarsey disponer de las tierras de los 21 pueblosde indios, a cuyos miembros se concedapor irnico trueque la ciudadana.

    Art. 1 Se declara ciudadanos de laRepblica a los indgenas de los 21Pueblos siguientes... Art. 11 Se decla-ran propiedades del Estado los bienes,derechos y acciones de los menciona-dos 21 pueblos de naturales...

    De esta manera se suprima la esenciahistrica, social y cultural de gran parte delpueblo guaran paraguayo. La Constitucinde 1870, promulgada despus de la Guerra

    de la Triple Alianza, cuando el Paraguayestaba todava ocupado por los extranjeros,

    legalizaba una posicin discriminatoriacontra los indgenas, dando atribuciones alCongreso de proveer a la seguridad de lasfronteras; conservar el trato pacco con los

    indios y promover la conversin al cristia-nismo y a la civilizacin (Art. 72, inc. 13).

    El Estado paraguayo fue llevado a privatizar

    las tierras scales, por supuesto sin con-sultar y sin tener en cuenta los legtimosderechos de las naciones indgenas, cuyosderechos permanecen hasta hoy y tienenque ser reivindicados. Dos grandes empre-sas se hicieron con una porcin considera-ble del territorio nacional: la rma Carlos

    Casado, en el Alto Paraguay, y La IndustrialParaguaya S.A, en la zona de Alto Paran.La rma Casado, concretamente, despreci

    a los pueblos indgenas que atrajo hacia s,

    los destruy fsica y moralmente, les rob

    la lengua y la cultura; es decir, les rob elalma.

    El proceso continu. En 1904 se autoriz

    por Ley al Poder Ejecutivo el fomentar la

    reduccin de las tribus indgenas, procu-rando su establecimiento por medio demisiones y suministrando tierras y elemen-tos de trabajo (art. 31), pero el poder Eje-cutivo podr disponer en las tierras scales

    de zona adecuada cuya extensin nuncasuperar las 7.500 hectreas... (Art. 2

    de la Ley de 1907) y para estimular estostrabajos el Poder Ejecutivo podr conceder

    en propiedad a las personas o sociedad queemprenda las reducciones, hasta la cuartaparte de las tierras a ellas destinadas (Art.3). Tanto como la perversidad de los intere-ses privados, llama tambin la atencin laignorancia y cobarda de la clase dirigente,del poder legislativo y judicial. Hasta hoy

    se tiene que soportar la desvergonzada faltade justicia cuando se trata de cuestiones

    indgenas, y la ausencia incluso de imagina-

    > Maka

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    cin y sentido comn para tratar asuntos de

    tierras y territorios recientemente usurpados

    y robados.

    La imprecisin y aun falta de catastros,

    sobre todo en el Chaco, han llevado a las

    naciones indgenas a un estado de indefen-

    sin grave, lo que no es de admirar cuando

    hasta a la misma soberana nacional en esos

    territorios est hoy tan amenazada.

    En 1958 se cre el Departamento de Asun-

    tos Indgenas (DAI), con resultados ms

    negativos que positivos, que el INDI, insta-

    lado en 1975, tampoco consigui revertir,

    ya que no carece de poder para encaminar

    una poltica en la que sean las comunida-

    des las que tengan su propia voz y puedan

    hacer frente a una sociedad estructurada en

    modos de vida que les sean enteramente

    contrarios.

    Aires nuevos trajo la Constitucin Nacio-

    nal de 1992, en una democracia recin

    estrenada. El texto referente a los pueblos

    indgenas de la nueva Constitucin de 1992

    fue promulgada en los siguientes trminos:

    Art. 62. Esta Constitucin reconoce la

    existencia de los pueblos indgenas, defni-

    dos como grupos de cultura anteriores a la

    formacin y a la organizacin del Estado

    Paraguayo; Art. 63. Queda reconocido

    y garantizado el derecho de los pueblosindgenas a preservar y a desarrollar su iden-

    tidad tnica en el respectivo hbitat. Tienen

    derecho, asimismo, a aplicar libremente sus

    sistemas de organizacin poltica, social,

    econmica, cultural y religiosa, al igual que

    la voluntaria sujecin a sus normas consue-

    tudinarias para la regulacin de la convi-

    vencia interna, siempre que ellas no atenten

    contra los derechos fundamentales estable-

    cidos en esta Constitucin. En los conic-

    tos jurisdiccionales se tendr en cuenta el

    derecho consuetudinario indgena.

    Sin lugar a dudas, los artculos del Captulo

    V de la nueva Constitucin son un avance

    sin precedentes en la legislacin paragua-

    ya, y ms teniendo en cuenta que desde la

    Constitucin de 1870 los indgenas eran

    constantemente ignorados.

    Sin embargo, en un Estado que todava se

    resiente demasiado del coloniaje inicial, las

    cuestiones de fondo siguen pendientes.

    Vistas como parcialidades -ya nunca ms

    como naciones, ni pueblos- las comuni-

    dades y pueblos indgenas son tratados como

    sobrevivientes en vas de asimilacin a la

    nica ciudadana paraguaya. Reconocer y de-

    volver su tierra a los indgenas necesita aos

    para llegar a trmino. En territorios indgenas

    ni se piensa.

    Es cierto que hay acciones muy meritorias de

    indigenismo y lantropa, que se hacen pre-

    sentes en casos de emergencia, pero el Estado

    y la sociedad paraguaya mantienen sin saldar

    su deuda con los pueblos indgenas.

    Hay que esperar que los mismos pueblos

    indgenas busquen y consigan sus indepen-

    dencias por tantos siglos negadas, superando

    su pesimista visin del Bicentenario respecto

    del cual la nacin Guaran declaraba preci-

    samente el reciente 26 de marzo de 2011:

    No considerar el Bicentenario de la indepen-

    dencia del Paraguay como aniversario para

    celebrar porque para nuestros pueblos solo

    fueron 200 aos de despojo, discriminacin,

    humillacin, avasallamiento, persecucin,

    saqueo y muerte.

    Desde diversos ngulos es lo que mues-

    tran ese arte y esas voces de variado tono y

    contenido que se exponen hoy ante nosotros.

    Una nueva historia ancha y ajena a la que se

    nos invita a entrar y participar, y no seremos

    excluidos.

    > Maka

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    Un siglo de antropolog

    > Ach

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    Designo como antropologa guara-n al conjunto de producciones de carcter

    cientco que han tenido por objeto la

    descripcin y el aporte al conocimientode los grupos tnicos de origen, lengua ycultura tup-guaran, bajo sus distintas deno-minaciones antiguas y modernas y en

    situaciones geogrcas diferenciadas.

    Es tambin la ocasin de incitar a la re-exin sobre los sentidos de los conceptos

    como el de independencia o el propioParaguay, ya que toda cuestin que con-cierna a los guaranes y a lo que estos hayanpodido inspirar en materia de produccinde conocimiento escrito se encuentra nti-mamente ligada a una cierta idea de lo queentendemos por el trmino nacin y susatributos.

    Antropologa guaran-caingu designa a

    modo de etnnimo el conjunto de los des-cendientes de los grupos tnicos guaranesque no fueron parte del proceso de cons-truccin y conformacin del estado-nacinparaguayo. En otras palabras, me reero

    as a la antropologa de los Guaranes en elParaguayy no a los Guaranes del Paraguay.

    Historia paraguaya y etnohistoriade los Guaranes

    El sentimiento que domina en la conciencianacional paraguaya es pasional y afectivo,hasta aqu no hay novedad, puesto que pordenicin el nacionalismo es un sentimien-to, y no radica en fundamentos racionales.Ahora bien, el discurso de la tan celebradaalianza hispano-guarani, que consiste enerigir una mentira histrica a smbolo es

    muy contraria al conocimiento mnimo delo que ha signicado, para el Nuevo Mun-do, el episodio de la Conquista.

    El nacionalismo exacerbado que caracterizaal Paraguay podra asociarse a las secue-las de un traumatismo de nacimiento. Demanera perversa se alimentan y aceptan los

    procesos de colonialidad de larga trayecto-ria a la par que se invisibiliza mediante

    la negacin una historia indgena de

    resistencias cuyo conocimiento profundoes fundamental para la construccin de undiscurso real sobre el pasado, el presentey el futuro, como pas y como comunidad,como territorio y como universo social.

    Radicalmente opuesta a los discursos do-minantes sobre la formacin de la nacinparaguaya se encuentra la etnohistoria, queintenta reconstruir lo que se puede llamaruna historia social de los vencidos.

    El Paraguay le debe un reconocimiento ala labor de la doctora Branislava Susnik(1920-1996) cuyo anlisis historiogrco ha

    sabido reconstruir los procesos etnohistri-cos que articulan la sociedad guaran con lasociedad paraguaya. Esta produccin tiene

    el mrito de haber mostrado la diferenciaentre un abordaje netamente cientco y

    el que estaba ideolgicamente orientadode modo muy diferente en el conjunto de

    obras correspondientes a la generacin no-vecentista, tambin llamada nacionalista-indigenista. Despectivos con los guaranescontemporneos y enaltecedores del origenblanco del pueblo paraguayo, los autores deesa generacin elogian un pasado guarangrandioso grandioso porque previamen-te transferido al campo de la memoria

    colectiva, donde ya no representa ningnpeligro para la construccin de una identi-dad paraguaya homognea y nica en sugnero, pero desprecian la historia real de

    los guaranes que se mantiene alejados de la

    identidad paraguaya.

    Antropologa Social Paraguaya yAntropologa de los Guaranes

    Los descendientes de los guaranes seran enla actualidad los seis sub-grupos identi-cados como pertenecientes a la familia lin-gstica tup-guaran. En territorio paraguayo

    son conocidos segn las siguientes deno-

    Guaran-Caingu

    Gloria Scappi

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    minaciones: Mby-Guaran, Av-Guaran,Pa-Tavyter, Guaranes Occidentales yandeva, y Ach-Guayak (cuya aliacin

    lingstica al tronco comn continua siendo

    objeto de debate).

    Estos grupos, si bien comparten rasgosculturales y de manera incluyente se consi-deran parte de la gran Nacin guaran, pre-

    sentan igualmente particularidades localesque los diferencian y tienen que ver con lascondiciones de sus respectivas historicida-des en cuanto a los prstamos, inuencias

    y contactos de orden poltico, religioso ocultural con la sociedad envolvente.

    No obstante, como races y rboles poten-ciales, sanadores y cicatrizantes de heri-das profundas, los guaranes han podidotransmitir a los estudiosos aspectos de unpensamiento y sabidura inconmensurables.

    Podemos destacar tres grupos de produc-cin antropolgica:

    - aquella llevada a cabo por viajeros,

    exploradores y misioneros a nes del

    siglo XIX y comienzos de siglo XX;

    - la europea de la primera mitad delsiglo XX;

    - y aquella antropologa aplicada porautores paraguayosa lo largo de lasegunda mitad del mismo siglo, arti-culada a su vez con investigacionesextranjeras.

    Descubrir y describir

    Las primeras descripciones del siglo se ini-cian con los trabajos de Juan Bautista Am-brosetti, Los Indios Caingu del Alto Paran(1895), arquelogo argentino, explorador de

    las selvas misioneras y folklorista.

    El ao 1914 marca un acontecimiento

    importante en la antropologa guaran y en

    la antropologa sudamericana en general. Esla aparicin de una obra en la que, segn elbrasileo Egon Schaden, los guaranes ha-blan y se muestran a travs del antroplogoy no al revs; son los Mitos de creacin ydestruccin del mundo como fundamentos

    de la religin de los Apapokuva-Guarani,memorizados y transcritos en su propialengua por Curt Unkel Nimuendaj.

    Existe as un antes y un despus de Nimuen-daj, que marca un nuevo sendero segn la

    posicin del investigador, quien a partir deahora intentar adoptar las categoras delpueblo con el que trabaja, y no se limitar

    a relatar la interaccin entre la visin delhombre civilizado y las culturas primi-tivas.

    En los aos 20 aparecen ya enn el mismoParaguay varias obras de etnologa y etno-

    grafa guaran. El sabio suizo Moiss Bertonida a luz en plena selva a los primeros tomosde su Civilizacin Guaran(1922/1927),netamente orientada a nes de legitima-cin ideolgica Desde 1910 el padre Franz

    Mller ofrece sus observaciones durante

    la instalacin de las primeras misionesde los Padres del Verbo Divino entre losMby del Monday y Chirip de la regin deMbaracay, que culminan con las impor-tantes Contribuciones a la etnografa de losindios guaranes de las selvas orientales del

    Paragua, en varios artculos de la revistaAnthropos de los aos 1934-35.

    En Pars, mientras tanto, obras de mucha im-portancia terica ven la luz: Alfred Mtraux,a partir de 1927, reconstruye las Migracio-

    nes histricas de los Tup-Guaranes, siste-matiza la cultura material hasta entoncesconocida y esboza interpretaciones sobre lareligin y mitologa tupinamb puesta en re-lacin con las dems cosmologas integran-tes de la gran familia tup-guaran (1928).

    Aos ms tarde, en Asuncin, Max Schmi-dt, en colaboracin con los proyectos delDr. Andrs Barbero, presentar sus nue-vos hallazgos prehistricos en materia decermica guaran (1932); el mdico francs

    Jean Vellard lanzar el resultado de susandanzas por los selvas del Guair en unapequea pero no menos intrigante mono-grafa: Une Civilisation du miel: les IndiensGuayaks du Paraguay(1939), que de hecho

    habla ms de los Mby que de los buscados

    y no encontrados Guayaks; y el GeneralJuan Belaieff comunicar algunas notassobre los Cahygu (1936) ofrece oportunasnotas sobre las Tradiciones de los Av-et(Autoridades judiciales y espirituales de los

    Kaygu) (1945). Finalmente, el italiano Luigi

    Miraglia comparte desde 1941 los resulta-dos de sus observaciones sobre las tcnicasde subsistencia guaranes: caza, recolecciny agricultura, aportando guras e ilustracio-

    nes muy tcnicas y expresivas.

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    Conocer y defender

    En el Paraguay, un antes y un despus sesitan en torno de Len Cadogan (1899-

    1973), quien a partir de nes de los aos

    cuarenta inicia una obra que se extende-r hasta su muerte, caracterizada por unconocimiento etnogrco amplio, renado

    y exacto, trayendo sobretodo a considera-cin las condiciones de existencia de lascomunidades guaranes y las relacionesconictivas con el Estado-Nacin paragua-yo. Al mito de una alianza pacica hispano-

    guaran, Tup Kuchuvi Veve (tal su nombrereligioso otorgado al autor por los Mby),

    contrapone la situacin blica vivida porlos Caingus a partir de nuestra intromisinen sus tierras. Los paraguayos seramos losdescendientes del cacique Paragu quien,alindose con los espaoles, traicion a su

    hermano Guair, contraviniendo el repartoinicial de mundo realizado por anderudurante la Creacin. No nos hemos confor-mado con nuestra mitad.

    Con la publicacin en 1946 de las Tradicio-

    nes religiosas de los indios Jeguak Tenond

    Por-gue i del Guair comnmente llamados

    Mby, Mby-Apyter o Kayngu y poste-riormente, en 1959 del Ayv Rapyt: textos

    mticos de los Mby-Guaran del Guair,Cadogan, al compilar cantos, himnos yrelatos de los Mby, eleva la espiritualidadguaran al grado de un pensamiento religio-so complejo y meta-losco, constituyn-dose en un clsico de la literatura indgenaamericana.

    Arduo defensor de los derechos de lacausa indgena, Len Cadogan se ocupartambin de construir puentes y atraer laatencin sobre la necesidad de una antro-pologa cientca en el Paraguay, ayudado

    por personas como Claude Lvi-Strauss,Alfred Mtraux y Otto Zerries. Es en ese

    contexto que se tejen las colaboracionescon la misin francesa Pierre Clastres-Lucien Sbag, con la antropologa brasileaa travs de Egon Schaden, con el argentinoMiguel A. Bartolom y con referentes dela antropologa alemana al traer a Marky Christine. Mnzel. Con ellos Bartomeu

    Meli, discpulo de Don Len, publicar en1973 La agona de los Ach Guayak: histo-

    ria y cantos, en pleno contexto de denunciadel genocidio que se estaba perpetrando en

    los montes de Caaguaz, del Alto Paran,Ybyturuz y Caazap.

    En la ltima fase de la vida de Cadogan,la presencia de Georg y Friedl Grnberg

    produce conocimientos importantes ytiles sobre los los Chiriguanos y los Pa-Tavyter, de til aplicacin en cuestionesde tierras, salud y educacin, en colabo-

    racin con proyectos que incluso tuvieronalgn apoyo estatal. Otro grupo que harcorrer tinta es el pueblo Av-Guaran,gracias a la pluma de Miguel Chase-Sardiy Jos Antonio Perasso.

    Los 50, 60 y 70 fueron muy frtiles en

    cuanto a produccin antropolgica guara-n. A partir de los aos 80 las comunida-des sufran la molesta entrada de extraosen sus territorios. Ah se consolida laobra contempornea y continua de Beate

    Lehner con una serie de concisas mono-grafas sobre Los Pi Tavyter, SPSAJ. 1987;El territorio de Cheiro y los mennonita(1989); La comunidad Guaran; un modelo

    democrtico paraguayo (1991).

    Bartomeu Meli puede considerarse en laactualidad un referente importante de laantropologa local guaran. Historia, et-nologa y etnolingstica se condensan en

    una obra que sigue los mismos senderosde su maestro Len Cadogan: desconstruir

    colonialismo a travs del conocimientoprofundo del pensamiento indgena: heah un callejn que podra llevar a la

    Independencia. Sus trabajos bibliogrcos

    y de sntesis etnolgica prestan una buenaayuda para visualizar cun extenso esel panorama de esos Guaranes que hanpasado al papel, pero que todava son esosdesconocidos.

    Fotos Pgina opuesta:

    > Algunos referentes de la produccinetnohistrica y antropolgica sobre

    los Guaranes:

    Branislava Susnik y Franz Mller

    Jos A. Gmez Perasso

    Len Cadogan y Bartomeu Meli

    Miguel Chase Sardi

    Georg y Paz Grunberg

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    Presente y futuro

    > Angait

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    Son los hablantes los que hacen unalengua. Por lo tanto, el presente y el futurode las lenguas indgenas del Chaco no sonseparables del presente y futuro que tienensus hablantes. Veamos, entonces, estas len-guas desde la perspectiva de los hablantes.La lengua constituye uno de los recursosbsicos a travs del cual el nio adquiere y

    desarrolla su relacin afectiva y cognitivacon el mundo: la personalidad humanay la vitalidad de las sociedades humanasreposan en gran parte sobre la lengua pro-pia. Es decir, toda lengua, en combinacincon otros factores que provienen de latradicin especca de la sociedad respec-tiva, describe un sistema. La asuncin y elmanejo de este sistema constituyen una

    condicin indispensable para que aquellaspersonas que se han formado dentro delmismo puedan hacer y rehacer su vida de

    manera creativa y constructiva. La prdidade la lengua propia, en cambio, equivale ala prdida de una herramienta fundamen-tal para tal reconstruccin. Implica, por lotanto, la prdida de posibilidades de accine iniciativa: la lengua propia, como tal, noes sustituible.

    Ahora bien, los hablantes de las lenguasindgenas han sido obligados a hacer partede una sociedad que habla otra(s) lengua(s).

    Eso requiere ver sus lenguas tambin desde

    sus modos de participacin dentro de lasociedad envolvente, la paraguaya. Esta so-ciedad valora las lenguas indgenas con ex-presiones como: son lindas, son importan-tes o, ms acadmicamente, forman parte

    del patrimonio intangible de la humanidad

    que se debe mantener y rescatar. Estasapreciaciones corresponden a postuladosms que a convicciones que, como tales, sebasaran sobre conocimientos especcos y

    se traduciran en actitudes concretas hacialas lenguas indgenas y sus hablantes. Sinembargo, estas apreciaciones no considerana los hablantes. Coincidentemente, si es quese le da un cierto espacio a una lengua ind-gena, ste no se relaciona con la vida de sushablantes ni con su tradicin: a las lenguas

    indgenas se las percibe como un apndicecon valor anecdtico o, lo que es lo mismo,folclrico.

    Desde la sociedad nacional

    De hecho, si se habla desde la sociedadnacional sobre necesidades comunicativas,

    expresivas o reexivas, se resalta con mucharmeza que aquello que importa en el mun-

    do moderno es la lengua de esta sociedad, elcastellano (vale decirlo: contra este prejuicio

    tambin el guaran debe luchar). As se insiste

    en la necesidad de que los nios indgenasaprendan castellano la escuela se organizaen torno a esta supuesta necesidad mientrasque el potencial constructivo de las lenguasautctonas se ignora y se niega por completo:la promocin del castellano no se entiendecomo ampliacin, sino como reemplazode la lengua indgena, sin que importe quetal reemplazo implique para sus hablantesla prdida de posibilidades de accin einiciativa. Se entiende, pues, bajo nacin la

    dominancia de la parte ms poderosa de lasociedad y, por ende, a los mismos hablantesde la lengua indgena como un apndice dela sociedad y su vida como algo meramen-te anecdtico o folclrico (vale decirlo: conesta postura tambin los campesinos guaran-hablantes deben luchar). Segn esta perspec-

    tiva, para encontrar bienestar deben superarla vida propia, la suya. La idea de que elbienestar surge de una asuncin y reconstruc-cin activa de la propia vida y de su tradicinespecca, eso no existe. Todo lo contrario,

    la educacin, la salud, la justicia, la religin

    o los modos de participacin se piensandesde y hacia el modelo nacional, de maneraque ste se presenta como nica opcinrazonable. En nuestra sociedad paraguayapredomina una ideologa que busca reempla-zar lo que es de la sociedad indgena por loparaguayo; se asume una postura colonialque quiere ocultar, obstruir y eliminar no slolas lenguas indgenas, sino todo lo que dife-rencia a los pueblos en trminos lingsticos,culturales y polticos, para terminar acabandocon estos mismos pueblos.

    Hannes KaliscNengvaanemkeskama Nempayvaam Enl

    de las lenguas chaqueas en el Paraguay

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    Castellano y futuro

    Desde la sociedad nacional que sostiene queslo el castellano tiene futuro (para no hablardel ingls), se seala que los nios indgenas

    no tienen futuro si no hablan el castellano.Se entiende bajo futuro la perspectiva de la

    sociedad nacional, que niega su futuro propioa las personas y sociedades indgenas con unaperspectiva diferente. Debe decirse inclusoque se les quita su futuro propio, porque se lesimpone un futuro que no es el suyo ni lo puedeser, ya que no se inicia en el presente delpueblo ni con la iniciativa del mismo. Las ins-tituciones del Estado Paraguayo, pues, en plenacoincidencia con el imaginario y las actitudesde la sociedad paraguaya, impiden activamenteque las personas indgenas se inicien y fortalez-can a travs de su lengua en todo lo que hacesu contexto propio y en el marco de una tradi-

    cin precisa. Esta actitud hace que la lengua, elnexo entre pasado y presente, se desarticule. Ladesarticulacin de este nexo, a su vez, encubreaquellas dinmicas y energas de construccinpersonal, social, cultural a travs de las cualesel pueblo rehace constantemente su vida y quese sostienen en sus necesidades, ambicionesy potencialidades especcas. En este sentido,

    la lengua, que es y debe ser una herramien-ta de construccin crucial, se convierte, unavez cambiada, en uno de los indicadores de ladestruccin de la vida de sus hablantes.

    Ya se ve: las actitudes y acciones de la socie-dad nacional y el Estado hacia las lenguasindgenas intereren en la vida y el futuro desus hablantes; desde la dimensin comunicati-va expresan y refuerzan, pues, el desequilibrioexistente entre estas sociedades. La decisinrme de la sociedad nacional de mantener este

    desequilibrio induce a las sociedades autcto-nas a culpar a su lengua propia de ser la causadel mismo y de la exclusin que coincidecon l. De hecho, varios pueblos chaqueos

    han intentado acceder a la participacin en lasociedad dominante a travs de la renuncia asu lengua.

    Sin embargo, la lengua no es la razn de su ex-clusin, sino las actitudes hacia su grupo. Anhablando bien otra lengua, la renuncia a la len-gua propia no les da la participacin deseada.Al contrario, produce otra exclusin; comobien lo saben aquellos grupos de los pueblosguan, toba-enenlhet, angait o sanapan quehan dejado su lengua propia para sustituir-

    la con el guaran criollo, el abandono de lalengua propia provoca una dolorosa rupturacon la historia personal, social y cultural. Enla generacin que realiza dicha sustitucin, seobstruyen las capacidades y potencialidadesde expresin y reexin de las personas. En la

    generaciones subsiguientes, se imposibilita lacomunicacin con los pueblos y grupos empa

    rentados y se traba, sobre todo, la comunica-cin entre las generaciones. De esta manera,el dictamen no tienen futuro, se vuelve unhecho.

    La insistencia de la sociedad nacional enque no hayposibilidad de relacionamientosin castellano emerge de la imposicin de sumodo de comunicacin unilateral y hace quecualquier cuestionamiento de dicha imposicisea entendido como un intento de autoexclu-sin. Sin embargo, cuestionar la imposicin dcastellano no es lo mismo que cuestionar suuso. Ciertamente, la tradicin y la lengua conlas que nos hacemos no son ninguna jaula qu

    ate ni ataje. Al contrario, toda la vida es una

    continua construccin y reconstruccin que svale de todo lo que est a su alcance. Es decirno se trata de ignorar el castellano. Se trata,ms bien, de comenzar con lo primero en vezde comenzar por el segundo paso, que es lasegunda lengua, el castellano.

    Despus de la formacin paradigmtica dentrde lo propio, la apertura a otros mundos no

    condena a la negacin de s mismo, sino posibilita una ampliacin armnica: comenzar polo primero es una condicin indispensable papensar y recuperar el equilibrio en el relacionmiento. Sin una autoarmacin madura, pues

    el equilibrio no es posible.

    Y el futuro?

    Si sigue la insistencia de la sociedad nacionalen el desequilibrio, las lenguas indgenas van

    desaparecer. Sin embargo, sus hablantes toda-va viven. Sus hablantes sienten. Sus hablanteresisten. Estas energas de vida constituyenlas semillas para un futuro diferente, para unavida que no sea el apndice de la destruccinPermiten mantener la esperanza en una par-ticipacin que no comienza por lo que el otroquiere que seamos. Es la esperanza en unaparticipacin equilibrada a que accedemos tacomo somos.

    Paalhama-Amy

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    La siguiente tabla resume los datos delCenso Nacional 2002 (DGEEC, 2003:20, 29). Una interpretacin de estosdatos se encuentra en Meli (2004).Datos adicionales y una amplia biblio-grafa sobres las lenguas chaqueas

    se encuentran en Fabre (2005, 2006a,2006b, 2007).

    FAMILIA LINGSTICA LENGUA

    NMERODEHABLANTES(MS DE5 AOS)

    MIEMBROSDELPUEBLO

    READONDESE HABLA

    OTRO PASDONDESE HABLA

    Enlhet-enenlhet(anteriormente maskoy)

    Enlhet 6439 7221

    Chaco

    Enxet 3842 5844

    Toba-enenlhet(Toba-maskoy)

    1265 2230

    Sanapan 984 2271

    Angait 1030 3694

    Guan 29 242

    Mataco-mataguayo

    Nivacl 10019 12028Argentina

    Manjui(Ihumnahanes)

    365 452

    Mac 1042 1282

    ZamucoAyoreo 1756 2016 Bolivia

    Ishir(Tomaraho, Ybytoso)

    1259 1571 Brasil

    Guaycur Toba-qom 1183 1474 Argentina

    Guaran

    Guaran occidental(Guarayo)

    1714 2155

    Boliviaandva 1550 1984

    Guaran enlhetizado ?

    Mby 10016 14324

    ReginOriental

    ArgentinaBrasilAv guaran 6308 13430

    Pa-tavyter 6365 13132 Brasil

    Ach 739 1190

    > Pa-Tavyte

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    Arte indgena> Mscaras chiriguano

    > Traje ceremonial Ishir.Museo de Arte Indgena del CAV/Museo del Barro

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    El arte de los pueblos indgenasdesarrollado en el Paraguay es complejoy presenta vigorosas particularidades queimpiden un tratamiento homogneo eindiferenciado de sus formas. Sin embargo,las circunstancias compartidas posibilitanel encuentro de rasgos comunes, crecidospor debajo o paralelamente a aquellas

    diferencias. Este texto presenta rpidamen-te un panorama referido tanto a los focoscentrales de la produccin artstica indgenacomo a los rumbos diferentes que arrancande esas fuentes.

    El smbolo primero

    Todas las culturas indgenas crecen en tornoa una mdula mtica y ritual que construyeel sentido comunitario y proporciona los

    argumentos secretos de las identidades indi-viduales y grupales. La importancia centraldel rito tiene dos consecuencias. En primerlugar, los ncleos duros de la cultura ind-gena son innegociables: aunque sucumbanmuchas veces ante la presin neocolonial,y aunque deban reacomodar sus formatosante las nuevas circunstancias de su tiempo,cuando logran sobrevivir lo hacen mante-niendo el esquema original de sus matri-ces de sentido. En segundo lugar, los ritosconstituyen los paradigmas de la creacin

    colectiva: el propio cuerpo deviene soporteprimero del arte y, en torno a l, se produ-cen diversas situaciones de creatividad yproduccin esttica cuya apretada integra-cin cumplira, desde nuestra mirada, elviejo sueo occidental del arte total. As,la danza, el cntico y el arte plumario entrelos guaranes; y los tatuajes, las pinturas cor-porales, la ornamentacin plumaria, tantocomo las coreografas y dramatizaciones

    ceremoniales, entre los chaqueos, constitu-yen la reserva ms rme de los procesos designicacin indgena. Las formas nutridasde estos ncleos no slo son las ms resis-tentes sino las ms seguras y potentes, lasmejor orientadas en su vocacin expresiva ylas mejor resueltas en sus recursos estticos.

    Las razones de la economa

    Aunque es dentro del crculo ceremonialen donde se traman las nervaduras msrmes del arte indgena, los quehaceres dela sobrevivencia tambin devienen fuentespotentes de creacin. El arte occidental partede la inutilidad de las cosas, pero el indgenaasume las funciones utilitarias; antes que me-

    nospreciar los supuestamente prosaicos usosde la produccin econmica; los llena depoesa. Las funciones mejor conectadas conlas formas propias de subsistencia son las quereciben ms refuerzos estticos: por ejemplo,la cestera guaran afectada a la agricultura ylos tejidos chaqueos de caraguat vincula-dos a la caza y la recoleccin. El avance delos mercados capitalistas acta en un doblesentido; acarrea, por un lado, la paulatinadestruccin de formas tradicionales pero, porotro, seala nuevas posibilidades. En efecto,

    la expansin mercantil sobre los territoriosindgenas plantea enormes esfuerzos deadaptacin y cambio que, en cuanto puedanser manejados por las propias comunidades,abren nuevas posibilidades econmicas ycreativas. Cuando las nueva demandas delmercado afectan a comunidades autodeter-minadas y dueas de sus propios procesos designicacin, pueden reacomodar stas suscdigos y aun cambiarlos.

    El destino de las formasAhora bien, existe una diferencia fundamen-tal en el desarrollo de las formas surgidasde fuentes endgenas (la ceremonia y laeconoma tradicional) y las convocadas porlas nuevas razones del mercado. Las prime-ras, en cuanto elaboran el principio de laidentidad grupal y guardan los argumentosde la reproduccin social, constituyen el

    corpus esttico (simblico, en general) mejorcustodiado y ms estable. Los procesos decambio del rito son lentos y operan en el re-ducidsimo margen de lo indispensable. Aunlos grupos que sobreviven en condiciones demxima dependencia de la sociedad envol-vente, como los mak, conservan obstinadasreservas de produccin signicante, capacesde nutrirse con las imgenes de la moderni-dad occidental.

    Las formas derivadas de la subsistencia tradicional, tambin generan imgenes resis-tentes, bien aanzadas en la experiencia ysensibilidad comunitaria. Pero estas formaestn ms expuestas que las anteriores; loscambios de la economa y la expansin decultura envolvente determinan la extincinde muchas pautas, (como las de la cermi

    indgena en general) y el reacomodo de patrones milenarios (como parte de la cestermby, que conserva sus tcnicas decorativmientras readapta sus formas y funciones anuevos usos transculturales).

    Las formas condicionadas por el mercadoson mucho ms exibles y se encuentranabiertas a novedades y cambios, aunque sproduzcan stos dentro del horizonte cultpropio de las comunidades. La mercantilizcin, que por un lado caus la prdida o emenoscabo de tantas expresiones indgena

    por otro, impuls el resurgimiento de ciertprcticas estticas y aun la emergencia denuevas producciones, como es el caso de tallas zoomorfas, confeccionadas tanto polos grupos guaranes como los chaqueosguras nuevas, cargadas quiz de la antigumemoria comunitaria y animadas por el aconstante de reimaginar el presente nuevo

    Es cierto que muchas de estas piezas puednacer hurfanas de experiencia comunitaro crecer como remedos desteidos de esaperiencia; pero tambin es cierto que mucde ellas son capaces de recoger momentodesprendidos de la tradicin cultural: de amilar remanentes o restos que haban quedo sueltos y precisan de nuevos espacios dinscripcin. Pero adems debe considerarque esta nueva produccin puede constituuna fuente complementaria de subsistenciY, por ltimo, una posibilidad de recuperaciertos posicionamientos sociales de la mu

    quebrantados en las nuevas condiciones dproduccin socio-econmicas: los heredade la proto tejedora mtica, la que trama cmanos oscuras y despejada mirada gran padel tejido que sostiene lo social.

    Ticio Escoba

    principios y desenlaces

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    > Urnas funerarias guaran. Museo de Arte Indgena del CAV/Museo del Barro

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    Cuando se habla de arte, se hablade un conjunto de objetos y prcticas que

    recalcan sus formas para producir unainterferencia en la signicacin ordinaria

    de las cosas e intensicar la experiencia del

    mundo. El arte indgena, como cualquierotro, recurre a la belleza para representaraspectos de la realidad, inaccesibles por

    otra va, y poder as movilizar el sentido,procesar en conjunto la memoria y proyec-tar en clave de imagen el porvenir comu-nitario. Sin embargo, a la hora de otorgarel ttulo de arte a estas operaciones, saltaenseguida una objecin: en el contexto de

    las cultura indgenas, lo esttico no puedeser desprendido de un complejo sistema

    simblico que fusiona en su espeso interiormomentos diferenciados por el pensamien-to occidental moderno (tales como arte,poltica, religin, derecho o cien-

    cia). Las formas estticas se encuentran enaquel contexto confundidas con los otrosdispositivos a travs de los cuales organizala sociedad sus conocimientos, creenciasy sensibilidades. Es decir, en las culturasindgenas no cabe aislar el resplandor dela forma de las utilidades prosaicas o losgraves destinos trascendentales que requie-ren la intervencin de la belleza. Es ms:tales culturas no slo ignoran la autonomadel arte, sino que tampoco diferencianentre gneros artsticos: las artes visuales,la literatura, la danza y el teatro enredansus expresiones en el curso de ambiguos yfecundos procesos de signicacin social

    que se apuntalan entre s en el fondo oscurode verdades inaccesibles.

    Las expresiones del arte indgena, comocasi todo tipo de arte no moderno, no

    llenan los requisitos exigidos por la Esttica

    ilustrada: no son producto de una creacin

    individual (a pesar de que cada artista re-

    formule los patrones colectivos) ni generan

    rupturas transgresoras (aunque supongan

    una constante renovacin del sentido

    social) ni se maniestan en piezas nicas

    (aun cuando la obra producida serialmente

    reitere con fuerza las verdades repetidas de

    su propia historia). Por lo tanto, desde la

    mirada reprobadora del arte moderno, talesexpresiones son consideradas meros hechosde artesana, folklore, patrimonio intangi-ble o cultura material. No cumplen losrequisitos de la autonoma formal moderna:no son intiles, en el sentido kantiano deltrmino; se encuentran comprometidas con

    ritos arcaicos y prosaicas funciones, em-pantanadas en la densidad de sus historiasturbias y lastradas por la materialidad desus soportes y el proceso de sus tcnicasrudimentarias.

    La dicotoma entre el gran sistema del arte(fruto de una creacin esclarecida del esp-ritu) y el circuito de las artes menores (pro-ducto de ocios, testimonio de creencias

    llanas) sacraliza el mbito de aquel sistema.

    Por un lado, los terrenos del arte quedanconvertidos en feudo de verdades superio-res, liberadas stas de las condiciones deproductividad que marcan la artesana y delos expedientes litrgicos que demanda elculto brbaro. Por otro, devienen recogi-do recinto del artista genial, opuesto l alingenioso y prctico artesano o al ociante

    supersticioso y exaltado.

    No obstante esta desobediencia de los para-digmas modernos, sigue siendo convenientehablar de arte indgena. Este reconocimien-to supone asumir la diferencia de las cultu-

    ras otras: signica admitir modelos de artealternativos a los del occidental e implicarecusar un modelo colonial que discriminaentre formas culturales superiores e inferio-res, dignas o no de ser consideradas comoexpresiones privilegiadas del espritu. Bajo

    este ttulo se abogar en pro del uso

    del trmino arte indgena mediante dosalegatos bsicos.

    Desde el fondo incierto de la historia ycubriendo el mundo hasta sus ltimos rinco-nes, diversas sociedades no-modernas traba-

    jan la alquimia oscura del sentido mediante

    la renada manipulacin de la apariencia.

    Lo hacen entreverando formas y funciones,belleza y utilidad: la guirnalda que inama

    En pro del arte indgena

    Ticio Escobar

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    la frente del shamn o enaltece la del cazador,las pinturas que ornamentan con opulencia loscuerpos humanos para divinizarlos o hacer-los rozar el lmite de su condicin animal,las vasijas depuradas en sus diseos o sobre-ornamentadas para el culto o la esta profana,as como el diseo seguro de tantos utensilioscomunes inmersos en la cotidianeidad de los

    pueblos indgenas; todos estos gestos y estosobjetos, antes que apelar a la fruicin esttica,buscan reforzar, mediante la belleza sin duda,signicados sociales que crecen mucho msall de los terrenos del arte. Una vez ms: labelleza no tiene un valor absoluto: sirve comoalegato de otras verdades.

    Pero la falta de autonoma de lo esttico nosignica ausencia de forma. Aun mimetizada,sumergida en la trama espesa del conjuntosociocultural y confundida con las muchasfuerzas que dinamizan el hacer colectivo, laforma esttica se encuentra indudablementepresente: anima desde dentro las certezas pri-meras y empuja en silencio la memoria pesaday cambiante de la comunidad. La belleza tra-

    baja clandestinamente para apuntalar verdadesy funciones que requieren el aval de su propiaimagen en la escena de la representacin: su-braya funciones, inama verdades, intensicaguras fundamentales; se tensa hasta el lmiteobligada a decir lo que est fuera de su alcancey, al hacerlo, llena el horizonte cultural derelmpagos, inquietudes y presagios.

    As, en las culturas indgenas lo esttico signi-ca un momento intenso pero contaminado contriviales funciones utilitarias o excelsas nalida-

    des cultuales, enredado con los residuos deformas desconocidas, oscurecido en sus bor-des que nunca coincidirn con los contornosntidos de una idea previa de lo artstico. Lobello apunta ms all de la armona y de lafruicin: despierta las potencias dormidas delas cosas y las inviste de sorpresa y extraeza;las aleja, quebranta su presencia ordinaria

    y las arranca de su encuadre habitual paraenfrentarlas a la experiencia, inconclusasiempre, de lo extraordinario. En estos casos,las creencias religiosas y las guras mticasque animan las representaciones ritualesrequieren ser recalcadas mediante la mani-pulacin de la sensibilidad y la gestin de lasformas. Las imgenes ms intensas y los colo-res sugerentes, as como las luces, composi-ciones y las guras inquietantes ayudan a queel mundo se manieste en su complejidad yen sus sombras; en su incertidumbre radical,

    en vilo sobre las preguntas primeras: aquellasque no conocen respuesta.

    Por otra parte debe considerarse que existenoperaciones artsticas que van ms all delalcance de lo esttico. Esto es especialmenteclaro en culturas no-modernas y en ciertasoperaciones del arte contemporneo, perotambin atraviesa todo el devenir del arteen general. Para denir mejor este tipo deoperaciones tomemos como ejemplo el casode los rituales, mbito privilegiado del arteindgena. La escena de la representacin

    ceremonial se encuentra demarcada por uncrculo de contornos tajantes. Al ingresar en

    l, las personas y los objetos quedan baadospor luminiscente distancia que supone estardel otro lado, ms all de la posibilidad deser tocados, fuera del alcance del tiempo or-dinario y el sentido concertado. De este ladode la lnea que dibuja el cerco del espacioceremonial, los hombres y las cosas obede-cen a sus nombres y sus funciones: no sonms que utensilios profanos y muchedumbresudorosa y expectante agolpada en tornoal escenario. Al cruzar la raya invisible quepreserva la distancia y abre el juego de la mi-rada, los objetos y los hombres se desdoblan.Ya no coincide cada cual consigo mismo y,ms all de s, deviene ociante, dios o ele-mento consagrado. Qu los ha auratizado?Qu los ha distanciado y vuelto inquietantesindicios de algo que est ms all de s? Anteesta pregunta se abren dos caminos, entrecru-zados casi siempre. Son los que, titubeante,sigue el arte en general: el que privilegia la

    > Museo de Arte Indgena del CAV/Museo del Barro

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    apariencia esttica y el que hace inexinen el concepto.

    Ante la pregunta acerca de qu ha otorga-do un excedente de signicacin, un valor

    excepcional, a ciertos objetos y personajesque aparecen, radiantes, en la escena ritual,la primera va es la de la belleza, recinreferida ms arriba. El otro itinerario es el

    que se abre al concepto: a esos objetos ypersonajes los ha hecho raros y distantes,los ha auratizado, el hecho de saberlosemplazados dentro de la circunferencia quelos separa del mundo cotidiano y los ofrecea la mirada. ste es un camino largo que,estirando un poco los trminos, podra sercalicado de conceptual. Conceptual, en elsentido que coincide, por ejemplo, con lava abierta, o instaurada, en el arte modernopor Duchamp: es la idea de la inscripcinde los objetos la que los auratiza, indepen-

    dientemente de sus valores expresivos o for-males: fuera del crculo establecido por lagalera o el museo, el urinario o la rueda debicicleta no brillan, no se distancian, no seexponen a la mirada: no signican otra cosaque la marcada por sus funciones prosaicas.Fuera del crculo consagrado de la culturaindgena, las cosas coinciden, opacas, con-sigo mismas y no remiten a la falta primerao la plenitud fundante. Ac la belleza notiene nada que hacer: slo importa un pues-to; la nocin de un puesto. La distancia est

    marcada por el concepto.

    Los otros derechos

    Pero hay otras razones, de carcter poltico,para argumentar en pro del trmino arteindgena. El reconocer la existencia de unarte diferente puede refutar una posicindiscriminatoria que supone que la cultu-ra occidental detenta la prerrogativa deacceder a ciertas privilegiadas experiencias

    sensibles. Y puede proponer otra visindel indgena actual: abre la posibilidad deconsiderarlo no slo como un ser margina-do y humillado sino como un creador: unproductor de formas genuinas, un sujetosensible e imaginativo capaz de aportarsoluciones y guras nuevas al patrimoniosimblico universal.

    Por ltimo, el reconocimiento de un artediferente puede apoyar la reivindicacinque hacen los pueblos indgenas de su

    autodeterminacin y su derecho a un territoriopropio y una vida digna. Por un lado, la gestindel proyecto histrico de cada etnia requie-re un imaginario denido y una autoestimabsica, fundamento y corolario de la expresinartstica. Por otro, los territorios simblicosson tan esenciales para los indgenas como losfsicos; aquellos son expresin de stos; stos,

    proyeccin de aquellos. Por eso, resulta difcildefender el mbito propio de una comunidadsi no se garantiza su derecho a la diferencia: suposibilidad de vivir y pensar, de creer y crear demanera propia.

    Por eso, aunque el arte indgena no pueda hoyser considerado como un cuerpo completo y

    cerrado, impermeable en sus formas a las de lacultura erudita y la industrializada, es impor-tante que su diferencia sea preservada. Lasdisyunciones binarias que enfrentan en formafatal lo popular ya sea con lo ilustrado, ya

    con lo masivo requieren ser desmontadas.

    Pero esta operacin no debe suponer la alegreequivalencia de todas las formas ni desconocer

    la pluralidad de los procesos de identica-cin y subjetividad. Desde sus memorias y sus

    posiciones distintas, ante cuestiones cada vezms compartidas, las diversas comunidadestnicas se arrogan el derecho de inscribir a sumanera la memoria comn y producir objetos

    y acontecimientos que anticipen posibilidadesalternativas de futuro. Un futuro cuyas sombrastantas slo pueden ser rasgadas mediante ello de imgenes construidas desde las mismas

    colectividades.

    > Museo de Arte Indgena del CAV/Museo del B

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    La dimensin territorial hasido muy poco abordada en los estudios yanlisis de la vida socioeconmica para-guaya. No obstante, el territorio, entendidono solo como soporte fsico sino comoespacio de creacin conjunta, con lmites

    cambiantes por las diferentes acciones delos actores, se convierte en una importantegrilla de lectura.

    Desde esta perspectiva las regiones o los es-pacios no son solo los departamentos y dis-tritos administrativos tradicionales. Nuevasregiones emergen, se fracturan e integran enel transcurso de algunas dcadas e inclusiveen menores periodos de tiempo.

    El territorio paraguayo ha sido casi siempreestudiado y diagnosticado por sus caracte-rsticas naturales, principalmente por zonasecolgicas o simplemente en funcin de lospuntos cardinales. Las diferentes porciones

    Las nuevas territorialidadedel territorio o las regiones fueron inventa-riadas ms que conocidas y comprendidas.El espacio geogrco era concebido solo

    como el soporte fsico sobre el cual se des-envolvan los fenmenos sociales y econ-micos. Las regiones Oriental y Occidentalson sus respectivos departamentos y distritosse consolidaron como las nicas formas decomprender y actuar en el territorio donde

    los accidentes geogrcos constituanlos lmites entre regiones, departamentos ydistritos.

    La lenta antropizacin del espacio para-guayo por la incorporacin tarda de laszonas ms alejadas de la capital as como el

    centralismo sostenido, hizo que las regionesfuesen ms naturales que humanas.

    1. La subregin agrcola de utilizacinintensiva de recursos, altamenteintegrada a los mercados mundiales.

    2. La subregin rural tradicional, peroescasamente agrcola y

    recientemente urbanizada.

    3. La subregin agrcola-rural tradicional

    en transformacin.

    4. La subregin de la ganadera

    semi intensiva.

    5. La subregin de embuc.

    6. La subregin Metropolitana de Asuncin.

    7. La subregin ganadera en emergenciatransformacin (Noreste del Chaco).

    8. La subregin agroindustrial y

    ganadera consolidada (Chaco central).

    9. La subregin ganadera en transformacin(bajo Chaco).

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    Desde el enfoque territorial, donde el espaciogeogrco o el territorio ms que un soporte

    fsico es un sistema de objetos y un sistema

    de interrelaciones, donde cada accin de losactores sociales modica el espacio como el

    paisaje, marcndolo, explotndolo, protegin-dolo e inclusive olvidndolo. De esta forma elterritorio comenz a congurarse lentamente

    como resultado de las diferentes formas deimplantacin de asentamientos y de utilizacinde los recursos.

    Las mayores transformaciones territoriales enParaguay en los dos ltimos siglos estuvieronms vinculadas con los sistemas de transportesuviales dando lugar a los Pueblos-puerto.

    Posteriormente, ya a nales del siglo XIX, apa-rece el ferrocarril y redisea la ocupacin delespacio generando Pueblos-tren hasta 1960,

    cuando se instalan de forma sistemticas las in-

    fraestructuras viales dando lugar a los Pueblos-ruta hasta nuestros das.

    El primer esquema territorial que prim durantelos primeros 150 aos de la vida independientees el siguiente

    Un centro urbano con poder: Asuncin.

    Una serie de pueblos situados sobre el ro

    Paraguay que vivan del comercio portuariobsico.

    Una serie de pueblos del interior con escasavinculacin interna que subsistan sincrecer, especialmente en los alrededores deAsuncin y a lo largo de la nica va frreaexistente en ese entonces.

    Grandes zonas vacas o escasamente pobla-das y sin poblaciones establecidas, princi-palmente en el este, norte y sur de la reginOriental.

    Un estado de abandono, pero no de desin-ters en la regin occidental.

    Las grandes transformaciones econmicas yterritoriales de la sociedad paraguaya se con-centran en los ltimos cincuenta aos dondeel espacio fue ocupado e incorporado casi ensu totalidad. Por disponer de una sociedad yeconoma eminentemente rural las actividadesproductivas agrcolas, pecuarias y forestalesse consolidaron como los principales agentesde transformacin de los territorios y de las

    regiones, aunque con costos ambientales yculturales.

    Las regiones contemporneas ya no se es-tructuran por los lmites naturales, polticosadministrativos y ni siquiera geopolticos.Por el contrario, siguen una serie de patronesestructurantes donde la economa es la fuerzams fuerte y visible.

    Sobre las antiguas regiones naturales se cons-truyen diversos territorios productivos, urbanosy vinculados a una serie de otros lugares tantodel pas como del exterior, conformando unadensa red de conexiones materiales e inmate-riales.

    Las subregiones o los territorios del Paraguaycontemporneo pueden presentarse segn elmapa de la pgina opuesta.

    La organizacin regional resultante de los

    juegos de intereses y fuerzas econmicos nosiempre es compatible con las necesidades so-ciales que aseguren un desarrollo equilibrado,provocando diversas problemticas en todoslos mbitos.

    El impacto de los desajustes entre las regiones

    con mayor nivel de desarrollo tecnolgico, deinfraestructura y de servicios conspira contrala democratizacin del bienestar, que sigue-

    concentrndose en algunos pocos puntos delterritorio.

    Dos fuerzas intentan redisear los sistemas

    territoriales; por un lado los actores privados

    orientados a extender e intensicar sus proce-

    sos productivos, principalmente agrcolas y el

    conjunto de polticas pblicas que intenta, con

    diversas dicultades, erigirse como la instancia

    que gua el desarrollo, asegurando una equidad

    territorial.

    Las regiones del pas seguirn experimentando

    modicaciones de intensidades diferentes y

    siguiendo sus propias lgicas. El desafo mayor

    consiste en la comprensin de las transfor-

    maciones econmicas y societales para luego

    disear un modelo deseable y compartido de

    crecimiento econmico con equidad social

    en el marco del desarrollo sustentable, pero,

    adems, territorialmente equilibrado.

    Fabricio Vzque

    despus de la Independencia

    [

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    La exclusin de los pueblo

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    Las dos fuentes principales de infor-macin cartogrca y demogrca de que

    disponemos son el II Censo Nacional Indge-na 2002 y la primera Encuesta Nacional deHogares Indgenas 2008. Ambos estudiosfueron ejecutados por la Direccin General

    de Estadstica, Encuestas y Censos (DGEEC)

    y en las dos actividades, sobre todo en la

    primera, se cont con una amplia partici-pacin de los pueblos indgenas en todaslas etapas del operativo. Por otra parte losresultados de los dos estudios muestran laamplia exclusin que padecen los pueblosindgenas en el Paraguay.

    Principales aspectos de la situacinactual de los pueblos indgenas enel Paraguay

    Los resultados del II Censo Nacional Indge-na 2002 indican que la poblacin indgenaen el pas est conformada por 87.099 per-sonas pertenecientes, a 20 Pueblos Indge-nas de cinco familias lingsticas diferentes.

    El 47% de esta poblacin est conformada

    por nias, nios, adolescentes y jvenes

    menores de 18 aos.

    En tanto que la primera Encuesta Nacionalde Hogares Indgenas 2008 revela comoresultado una poblacin que asciende a108.308 personas. La distribucin de la

    poblacin indgena se encuentra en 14 delos 17 departamentos del pas, incluyendo

    la capital.

    Los datos censales y estudios complementa-rios acerca del acceso a la tenencia legal dela tierra revelan situaciones poco equitativas

    con los indgenas. Lastimosamente, como sever en el cuadro, y an con un marco legalvigente para el efecto, cerca de la mitadde las comunidades indgenas no poseentierra propia, ni siquiera segn los principiosnormativos vigentes en el pas.

    En otras palabras, poco menos de la mitadde las comunidades indgenas aun en lostiempos del Paraguay democrtico y mo-derno, no llegaron a conseguir un espaciodonde vivir con dignidad y tranquilidad.

    A esta situacin se debe sumar el acelerado pro-ceso de deforestacin que impacta negativamenteen la vida de los pueblos indgenas y se manies-ta en aspectos tan vitales como la privacin delacceso al agua.

    Por otra parte, la Encuesta Nacional de HogaresIndgenas revela que la situacin de los pueblosindgenas en Paraguay contina dentro de un

    amplio margen de exclusin. Histricamente, eldesarrollo y los benecios de la modernidad an

    no les han llegado. Es decir, desafortunadamentelos pueblos indgenas an no cuentan con unbienestar que propicie un desarrollo humano am-plio y plural; por el contrario, la situacin de lospueblos y comunidades indgenas se caracterizanhoy por padecer altos niveles de pobreza y estaren una situacin de considerable desventaja ante

    el resto de la sociedad nacional. A continuacinse sealan algunos de estos aspectos.

    Segn la Encuesta Indgena 2008, la poblacinindgena asciende a 108.308 personas, de las cualesun poco ms de la mitad son hombres (51.3%)

    La estructura por edad muestra una poblacin emi-nentemente joven y con escasa poblacin adulta

    La poblacin indgena muestra escasos logros enla educacin formal. En promedio, esta poblacincurs solo los 3 primeros aos en la escuela.

    El 40.2% de la personas indgenas de 15 aos y msde edad es analfabeta, es decir, cerca de 4 de cada10 personas no tiene concluido el 2 grado de laeducacin primaria.

    Apenas el 12.2% de la poblacin indgena de nues-tro pas cuenta con seguro mdico.

    Cerca del 30% de la poblacin indgena informhaber estado enferma y/o accidentada.

    La tasa de participacin laboral (poblacin ocupadao desocupada respecto a la poblacin total en edadde trabajar) es del 52,2%. Este porcentaje es superioren la poblacin masculina respecto a la femenina

    (71,1% y 33,8%, respectivamente). El 71% de la poblacin indgena ocupada de 10

    aos y ms de edad, trabaja en el sector primario, esdecir, en actividades relacionadas con la agricultura,la ganadera, la explotacin forestal, la caza y lapesca (71%). El resto se distribuye prcticamente demanera equilibrada entre los sectores secundario(14%) y terciario (15%).

    En cuanto a la categora o posicin en la que tra-bajan las personas ocupadas, stas se desempeanprincipalmente como trabajadoras independientes:65.9% (sobre todo por cuenta propia o familiar noremunerada).

    indgenas en el Paraguay

    Pgina opuesta:

    > Ach

    > MAPA DE LAS COMUNIDADES INDGENASEN EL PARAGUAY

    Fuente: Atlas de comunidades Indgenas en el Paragu

    DGEEC, 2004

    Jorge Serv

    [

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    El ingreso promedio de los ocupados que trabajanen relacin de dependencia est cercano a los 778mil guaranes mensuales, siendo mayor entre loshombres; hay una diferencia de un poco ms de300 mil guaranes aproximadamente a favor de losprimeros respecto a las mujeres.

    La estructura edilicia de las viviendas de los hogaresindgenas, revela que 37,8% tiene pared de madera,siguindole en orden de importancia el tronco depalma, con un peso de 21%.

    Independientemente de la pertenencia a una de las5 familias lingsticas, la gran mayora de las vivien-das tiene piso de tierra, que llega incluso a superarel 90% en el caso de los Maskoy y Zamuco.

    El acceso al agua procedente de ESSAP/SENASAafecta a slo 1,4% de los hogares indgenas, mien-tras que la Red Comunitaria provee de agua a 4,5%de los hogares. Esta corresponde al servicio mane-jado por alguna comisin vecinal. Generalmenteson las ONGs las que facilitan la construccin deltanque pero de la administracin del servicio seencarga la comunidad

    Por otro lado, el servicio de energa elctrica al-canza a 21,3% de los hogares indgenas, siendo losmenos beneciados los pertenecientes a la familialingstica guaran con un 13% de cobertura y losms favorecidos los hogares de la familia guaikur,donde el 62,1% de los hogares cuentan con esteservicio.

    Desafos pendientes nales

    El apego al territorio, concomitantemente aambientes bien denidos de parte de los indge-nas ha sido y sigue siendo en gran medida unaconstante a lo largo de siglos. La ubicacin, uso yadaptacin ambiental forman parte del patrimo-nio de conocimientos que cada grupo indgenaha podido acumular a lo largo del tiempo.

    En el presente la condicin de tenencia jur-dica y de uso prctico de la tierra es colectivapara los pueblos indgenas en el Paraguay. Portanto, contar con tierra propia y con trmi-tes concluidos constituye un derecho y unagaranta constitucional y es el anhelo de lasdiferentes etnias. De hecho el contar con tierrtitulada, otorga a las sociedades indgenas

    el espacio donde pueden ejercer una mayorautonoma para ser ms dueo de s y de sucultura.

    La experiencia histrica y reciente habla por ssola. Slo aquellas comunidades que cuentancon tierra propia en calidad y extensin su-ciente mantienen su identidad como pueblo yaquellas comunidades que en nuestro tiempolograron nalizar los trmites recobran la

    tranquilidad colectiva. No se puede vislumbrareproduccin cultural sin la vinculacin a un

    escenario comunitario de la posesin de latierra.

    Mientras tanto, parece claro por ahora queaquellos grupos, redes familiares o personas,que establezcan nuevas formas de reinserciny asentamiento en las ciudades, en pueblos obarrios, debern necesariamente nutrirse de lasavia comunitaria para seguir existiendo comotales.

    Es decir, una condicin fundamental es quelas comunidades indgenas cuenten con tierra

    titulada y paralelamente vayan luchando porrevertir los amplios mrgenes de exclusin qurevelan los datos estadsticos conocidos. Mejo

    rar y aumentar el acceso a todos los serviciospblicos (agua potable, educacin, salud, luzelctrica, vivienda, entre otros) con la calidad

    y pertinencia cultural necesarios son los desa-fos ms inmediatos; lo que se lograr a travsde un presupuesto pblico incluyente quecontemple los aspectos arriba mencionados yque a su vez, contemple la incorporacin decriterios tcnicos y culturales en la implemen-

    tacin de la gestin pblica.Se puede decir, sin embargo, que el panora-ma actual es ms alentador, dado que existenseales e indicios en el mbito de la gestinpblica dependiente del ejecutivo en los que

    se vislumbra e intenta mejorar los servicios

    hacia los pueblos indgenas; como tambinuna apertura a la mayor participacin de losmismos. El tiempo dir cules sern los resultdos de estos esfuerzos.

    Comunidades Indgenas por tenencia de personera jurdica y tierra, segn departamento, 2002

    Departamentos ComunidadesCon tierrapropia

    Con personera jurdicaSin tierra propia

    Sin personera jurdicaSin tierra propia

    En trmite Sin trmite En trmite Sin trmite NR1

    Total 414 225 85 5 70 25 4Asuncin 1 - 1 - - - -Concepcin 21 11 3 - 5 1 1San Pedro 26 17 5 1 3 - -Guair 8 2 4 - 2 - -Caaguaz 47 7 31 - 5 4 -Caazap 20 14 2 - 3 1 -Itapa 31 14 3 1 8 5 -Alto Paran 27 17 - - - - -Central 1 1 5 - 3 2 -Amambay 41 34 4 1 - 2 -Canindey 97 52 10 1 27 5 2Pdte. Hayes 39 26 7 - 4 1 1Boquern 38 21 7 1 5 4 -Alto Paraguay 17 9 3 - 5 - -

    Fuente: Atlas de Comunidades indgenasen el Paraguay, Direccin General deEstadstica, Encuestas y Censos,2004:21 Resultados Finales: II CensoNacional Indgena, 2002. DGEEC.

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    Exposicin

    PUEBLOS INDGENASEN EL PARAGUAYramos nosotros, los que vivieron por ac

    Centro Cultural de Espaa Juan de SalazarMayo de 2011, Asuncin, Paraguay

    Curador Carlos Colombinocon la especial colaboracin de

    Bartomeu Meli, s.j.

    Museografa y montaje

    Marta SalernoHilario Vera

    Obras expuestas

    Coleccin Centro Cultural del Lago / AreguCentro de Artes Visuales/Museo del Barro/ Asuncin

    Fotografa

    Guido BoggianiMiguel Chase SardiBjarne FostervoldFernando AllenTide EscobarNicols RichardRoco Ortega

    Ticio Escobar(Archivo del Departamento de Documentacine Investigaciones del CAV/MdeB)

    Jos Mara BlanchGloria Scappini

    Ambientacin sonora

    Msica ayoreo /Recopilacin de Ysanne Gayet.Msica mbya/ Recopilacin de Mito Sequera/Edicin delCAV/MdeB

    Audiovisual

    Documental de Ysanne Gayet

    > caduveo-mbay

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